Cuando se quiere hablar de una nueva cultura escolar emancipadora para fortalecer
la acción pedagógica se debe tener claro los conceptos de buen vivir, interculturalidad y
relación armónica entre pueblos y naturaleza como un modelo de desarrollo. Por lo cual
atribuimos al paradigma del vivir bien un carácter filosófico que reconoce el diálogo
constante entre el hombre y la naturaleza, pues todos tenemos vida y debemos aprender a
vivir en armonía y a reconocer a las formas de vida distintas de la nuestra. En este contexto,
la educación para el buen vivir es para mí esta forma de aprendizaje sobre cómo vivir y
convivir con el otro, con el distinto. Es aprender a dialogar con la naturaleza. En ese sentido,
en la construcción filosófica que se ha realizado para el buen vivir, se prevé el
reconocimiento de los pueblos indígenas, de los saberes ancestrales y de nuestra memoria
histórica, caminando en el presente a partir del aprendizaje con el pasado, de manera a
entender y a vivir un futuro posible.
En ese sentido y en ese aprendizaje, el buen vivir nos plantea el relacionamiento
armónico entre seres y comunidades distintas, lo que implica el uso de las palabras
interculturalidad e interculturalidad, las cuales refieren a conocernos entre nosotros, y a
después dialogar con pueblos distintos, respetando sus propias características, para luego
reconocernos y complementarnos. Ese pensamiento filosófico, cultural e identitario se
traduce en una educación que pueda enseñarnos, y por la cual podamos aprender a vivir
esa forma de relacionamiento y esos valores. Por eso es muy importante la Ley Orgánica de
Educación de la República Bolivariana de Venezuela, que es nuestro marco de referencia
plantea como principios de la educación, la democracia participativa y protagónica, la
responsabilidad social, la igualdad entre todos los ciudadanos y ciudadanas sin
discriminaciones de ninguna índole, la formación para la independencia, la libertad y la
emancipación, la valoración y defensa de la soberanía, la formación en una cultura para la
paz, la justicia social, el respeto a los derechos humanos, la practica de la equidad y la
inclusión; la sustentabilidad del desarrollo, el derecho a la igualdad de genero, el
fortalecimiento de la identidad nacional, la lealtad a la patria e integración latinoamericana y
caribeña.
El modelo educativo emancipador no es neutro y no está acabado, es un espacio
dinámico y constante de lucha, debates, construcción, quehacer social y político. Estamos
hablando de un modelo educativo que pueda articularse desde las distintas capacidades,
las experiencias del diálogo y las denuncias de injusticias desde las poblaciones
vulneradas. La educación popular y emancipadora debe posibilitar esas formas de libre
cuestionamiento, impulsando un proceso que rompa la hegemonía social y cultural, así
como el conocimiento hegemónico que nos ha sido impuesto y que ha impedido el
desarrollo de distintos conocimientos, construcciones y procesos pedagógicos que podrían
aportar a la democratización del conocimiento. Veo la educación emancipadora desde esas
formas sociales de construcción colectiva de conocimiento y proyectos de vida que nos
permitan vivir y convivir en el respeto y la diversidad.
Actualmente en Venezuela luego de la consulta por la calidad educativa, arrojo una
serie de experiencias y situaciones a mejorar en el ámbito educativo lo cual se conformo en
las diez banderas de lucha por la transformación educativa, de acuerdo al modelo de
educación y desarrollo que plantea un país. En ese sentido nuestra orientación ha enfocado
un desarrollo y una educación para el vivir bien, por lo menos a nivel legal, discursivo y
político, de acuerdo a nuestra Ley de Educación, la cual está fundamentada en la filosofía
que plantea una educación comunitaria, social, para la productividad y para la vida.
Debemos tener en cuenta esos elementos en el momento de diseñar y discutir mecanismos
de evaluación educativa. Es un reto evaluar los valores subjetivos y cualitativos que se
plantean en una educación para el buen vivir, pero los mismos deben estar presentes en el
debate sobre la calidad. En una educación para el buen vivir, los aspectos de la vida, el
desarrollo y la enseñanza están ligados a nuestras labores educativas cotidianas, que
involucran a las familias y comunidades. Este contexto conlleva desafíos, ya que uno no
sabe exactamente cuál es la frontera entre el sistema educativo y la sociedad. Así se
complejizan los mecanismos de evaluación, pero creo que es un reto importante poder
trabajar desde esa mirada en nuestro país.
Es también importante destacar que la elaboración de mecanismos de evaluación
que respondan a una educación para el buen vivir es un proceso de construcción constante,
que implica un trabajo directo con la sociedad civil y con todas las experiencias que hemos
ido acumulando en términos de propuestas de mecanismos e indicadores de evaluación de
la calidad educativa, respecto a ese modelo socio comunitario y colectivo que se ha
adoptado en nuestro país.
La necesidad de una nueva cultura educativa, nos conlleva día a día a buscar
nuevas formas de aprendizajes, nuevas maneras de innovar y realizar actividades de
maneras diferentes, en este sentido, la educación en Venezuela ha venido cosechando
frutos de acuerdo a los cambios producto del resultado de consultas educativas y
autoevaluaciones de la vida institucional y es en medio de todos estos cambios donde
tenemos que hacer énfasis en los métodos de abordaje, donde cada vez se refleja mas la
parte humanista de la educación, sin embargo, para poder realizar este tipo de cambios
debemos aprender a desaprender, en tal sentido es negativo pensar que ya sabemos todo,
la meta no está al final del camino siempre debemos avanzar y no claudicar, donde nuestro
horizonte sea una educación mas renovada.
Actualmente, vivimos la transformación educativa, donde cada docente debe hacer
ruptura a las viejas prácticas pedagógicas y volverse investigador, constructor de caminos,
protagonistas de los cambios necesarios, investigadores en sus aulas y escuelas, lo cual
solo es posible si se hace desde la reflexión permanente, de la pregunta, del dialogo de
saberes, si cada uno toma posición más como aprendiz que como docente.
El educador es una persona que cada día se le hace más difícil educar, lo cual nos lleva a
una serie de elementos que interfieren en este quehacer diario, como por ejemplo, ver todo
de forma negativa, no existe una escucha profunda para comprender y colaborar, miedo,
inseguridad, la falta de responsabilidad de los padres para asumir su rol principal como el
primer educador en el hogar, consumismos y a veces sobreinformación
Este permanente desaprender, esta conversión supone que debe ser un fin
colectivo, para ello se deben hacer cambios urgentes y necesarios, tal cual de enseñar
conocimientos a enseñar a vivir, humanizar, cada docente debe ayudar a que el estudiante
se conozca, acepte y quiera para alcanzar la plenitud y la autentica felicidad, se debe
enseñar con amor, educar para la solidaridad, para el servicio; el docente no solo enseña
una materia, el docente enseña una gran variedad de lecciones, inclusión o exclusión,
respeto e irrespeto, responsabilidad e irresponsabilidad, cariño o miedo, amor a la clase o
aburrimiento a la clase, honestidad o deshonestidad, igualdad o preferencia, autoestima o
desprecio de sí mismo. Por otro lado, la planificación debe partir del estudiante, de sus
saberes e inquietudes, busca motivarlos para que quieran aprender, se debe hacer énfasis
en la lectura y educación lectora, escritura y enseñar a producir. El fin no es enseñar es que
todos aprendan. La calidad del sistema y del docente se mide por los aprendizajes de los
estudiantes, lo cual se traduce en aquellas capacidades que el educando consolide y utilice
de manera eficaz en su quehacer diario tanto para él como individuo en su ámbito social y
para los demás individuos en el ámbito comunitario.
Es por ello que hace falta que se estructure una concepción curricular que permita
tanto a docentes como a estudiantes y en general a todos los protagonistas del hecho
educativo, el realizar el proceso de enseñanza aprendizaje como complejo holístico de
estrategias, saberes, destrezas y conocimientos que capaciten y formen a un ser humano
socialmente estable y que posea una conducta operante que valla en beneficio unipersonal
y comunitario. En este sentido debe mencionarse que; etimológicamente la palabra
currículo, con sus raíces en el latín currículum significa plan, conjunto y prácticas de
estudios destinadas a los estudiantes, así, el currículo es la materia y el contenido que se
utiliza en la enseñanza o la suma total de actividades y experiencias organizadas que vive
el educando bajo la dirección, orientación, e inspiración del maestro de la escuela. También
cabe destacar que el currículo es conjunto de experiencias que compone el contenido
educativo; en el término más amplio de la organización didáctica de la materia, ya que
abarca los objetivos, los contenidos, los medios de enseñanza y la evaluación así como las
circunstancias en las cuales se desarrollan estos aspectos. O sea que tradicionalmente, el
currículo simplemente es un documento que compendia contenidos o actividades para las
enseñanzas o adiestramiento de las mismas.
Actualmente, es más apropiado visualizar el currículo como el instrumento por medio
del cual el educando procura alcanzar su autorrealización y al mismo tiempo, la cualificación
para el trabajo eficiente y la preparación para ejercicio consciente de la sociedad. Por su
parte, Mario Ramírez, lo define como: “el conjunto de experiencias que vive el sujeto de la
educación a través de actividades previstas por la escuela y la comunidad, para
desarrollarse cabalmente en forma libre y creadora, a fin de contribuir al desarrollo social,
económico y cultural de la nación”. Aquí la planificación curricular es recreada por la
comunidad educativa y no sólo por el profesor, el aprendizaje está contextualizado a su
realidad y tiene la intención clara de aportar al desarrollo integral de los educandos para que
ellos sean a la vez generadores del progreso general de su país.
Aunque el currículo ha logrado trascender toda esta gama de definiciones, la
mayoría de los diseñadores de currículo, lo enuncian como: “un plan o programa de
estudios, orientado al logro de unas metas educativas, basados en unos fundamentos
filosóficos, biopsicosociales y sociopolíticos, que orientan la selección y organización de
unos objetivos de aprendizaje, contenidos de estudio, actividades de enseñanza y
aprendizaje y actividades de evaluación, ya sea en forma secuencial, integral, o de
alcance”.
Ahora bien no solo es el currículo si no también el docente como recurso humano e
instrumento de facilitación de la enseñanza, en quien recae mediante un enfoque innovador,
el hecho educativo como tal, es decir que es este el medio por el cual el estudiantado
interactuara con el currículo para construir su aprendizaje, en tal sentido se destaca que el
docente tiene la posibilidad de establecer canales de comunicación en los que de manera
efectiva favorece la equidad, el acceso y el intercambio, interactuando en distintos tiempos
con todos los miembros de la comunidad educativa. Así mismo, ayudar a los individuos a
aprender y auto-dirigirse porque tiene en cuenta un modelo constructivista que favorece el
aprendizaje para la creación, el análisis y síntesis del conocimiento. Es tutor, orientador y
motivador, permite que todos los actores sean partícipes y responsables de sus objetivos,
de los procesos y los resultados, promueve el desarrollo del pensamiento crítico en los
procesos que interviene, permitiendo el análisis y la argumentación.
Los padres y madres de familia juegan un rol de primer orden. Ayudan a configurar la
identidad y personalidad de sus hijos, incorporando saberes cognitivos y emocionales que
los ayuden a preparase para una participación en la sociedad, los Padres enseñan
órdenes y normas de convivencia. Su función es ser responsables de la buena formación de
los hijos, de darles afecto, enseñar los valores, autoestima, calidad humana.
El estudiante debe aprovechar la propuesta educativa en donde no solamente adquieran
información, sino donde se facilite el desarrollo de habilidades y competencias específicas y
se fomenten valores y actitudes propias del ser humano y del bienestar común. Lograr un
verdadero aprendizaje significativo con posibilidades de desarrollo para integrarse a
la sociedad, con un espíritu crítico, analítico y reflexivo, por su parte, deben adoptar un
papel mucho más importante en su formación, como agentes activos en la búsqueda,
selección, procesamiento y asimilación de la información. Su función es ser el Centro
principal y responsable de su aprendizaje, búsqueda de conocimiento con libertad, organiza
el conocimiento y elaborar la materia que ha de ser aprendida. El estudiante debe imitar y
obedecer al maestro que es su modelo.