E-ISSN: 1409-469X
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Universidad de Costa Rica
Costa Rica
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández [email protected]
Miembros del Consejo Editorial: Dr. Ronny Viales, Dr. Guillermo Carvajal, MSc.
Francisco Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Miembros del Consejo Asesor Internacional: Dr. José Cal Montoya, Universidad de San
Carlos de Guatemala; Dr. Juan Manuel Palacio, Universidad Nacional de San Martín y Dr.
Eduardo Rey, Universidad de Santiago de Compostela, España
Key words: Cultural History, Guatemala, Central America, Balance, Historiography and
Culture.
Resumen
Abstract
This work presents a comparative balance of diverse factors that set the stage for describing
the development of the Guatemalan cultural history, as well as proposing different paths
and possible scenarios for this historiographic area in this particular Central American
country. To this end, the article intends to clarify the concepts of “history”, “culture”, and
“Guatemala”, in order to better understand the progress, setbacks and irresolutions
encountered not only in the investigation field but also in addressing the problems of the
Guatemalan cultural history.
I
De cualquier modo que lo miremos, un balance supone comparar factores
negativos y positivos para obtener resultados sobre algo, y de esta manera
proponer soluciones a partir de ese estado de cosas. Este ejercicio nos viene de la
tradición económica, la cual busca conocer la situación entre ganancia y pérdida
en comparación con un punto de equilibrio, y de ese modo medir el peso real que
asume cada una de ellas, así como determinar las líneas de acción a tomar.
Por su lado, la idea de cultura ha tenido un largo camino y sus significados han
variado con el tiempo, manteniendo siempre su pretensión totalizadora. Su
concepto se construyó primero en oposición a la naturaleza y a lo rural para caer
en la restrictiva concepción de cultivarse, sinónimo de educarse, de refinarse;
sinónimos de arte, instrucción, cultivo y civilidad. Después la cultura fue vista como
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En este proceso se diluyeron los límites que separaban a la historia cultural del
resto de perspectivas metodológicas (económica, social y política) y de ese modo
dejó de ser la cenicienta, pero lo hizo a costa de abandonar su autosuficiencia
preciosista aceptando su permeabilización con la actividad social. En ese transitar,
el afán totalizador de la cultura abrió el debate en dos sentidos en torno a su
relación con la dimensión social de la actividad humana. Hoy nos resulta común
que los colegas nos adviertan en no caer en la tentación del culturalismo, el cual
ve a la cultura encerrada en sí misma y dispuesta a dejar toda expresión cultural
en el ámbito de la subjetividad. Por otro lado, también nos señalan que toda
cultura al ser compartida es social necesariamente. En consecuencia, la cultura se
comporta como una mediación en la práctica y en la experiencia de los individuos
y/o grupos, que a su vez se relacionan social y jerárquicamente, los cuales
recurren al uso de objetos y se apoyan en diversas formas de transmisiones
culturales. Aún con la incomodidad que nos provocan esas oscilaciones y
amplitudes en la definición de cultura, al insistir en la conjunción de las
representaciones, las prácticas y los materiales, la historia cultural tuvo el mérito
de haber reconciliado a la sociedad con los valores, las experiencias, las
identificaciones y las ideas; atributos que habían sido desechados por el viejo
estructuralismo,12 ó como otros han señalado, se creó una nueva frontera entre
cultura y sociedad, así como entre cultura y libertad individual.13
Ante tal situación, los historiadores están obligados a indicar si van a estudiar un
hecho determinado visto como un acto cultural, donde la cultura se convierte en el
objetivo específico de su atención, o si, por el contrario, van a estudiar un hecho
social, económico, político, etcétera, cuya existencia se relaciona con aspectos
culturales -pues toda acción humana supone creencias, prácticas e
identificaciones-. Establecer estas distinciones permite fijar ciertos límites de las
obras que tomaremos en cuenta para realizar nuestro balance. En ese sentido,
obviaremos la segunda vía -aquellas obras que recurren a la cultura como un
referente ilustrativo o como complemento en la explicación de un objeto histórico-
Todo lo dicho arriba nos obliga a decidir en qué dimensión hemos de poner el
acento. Ya sea que veamos lo cultural en términos de las formas en que se
experimentan y piensan las cosas o en el de las formas de cómo se hacen las
cosas y sus productos. Si nos conformamos con la dimensión de la experiencia
vital inmediatamente nos enfrentamos al problema de enfocar nuestra atención en
el modo de sentir y vivir la cultura y/o en la existencia de sistemas de ideas que
buscan legitimar esas experiencias. Si, por el contrario, nos conformamos con la
dimensión de la realidad material y sus formas de hacerla, entonces, corremos el
riesgo de crear la visión de muchas culturas específicas, tantas como modos de
hacer podamos clasificar, olvidando que no sólo ese hacer las cosas se rlaciona
con la legitimación de ese hacer por colectividades. Aún más, si buscamos una
solución salomónica por establecer una continuidad entre las
representaciones/creencias, las experiencias vitales y las realidades materiales de
los procesos culturales, entonces el ámbito de lo que hay que averiguar y
relacionar como hecho/proceso cultural se ensancha, de esta forma la idea de
cultura se nos puede volver tan amplia que puede terminar por ser inefectiva.
II
Como un primer acercamiento utilizamos el recurso de la percepción inmediata, a
sabiendas del peligro de que podíamos caer en una visión prejuiciosa, selectiva y
de conclusiones parciales. No obstante, nos pareció un ejercicio revelador como
termómetro inicial para el balance. De esta manera nos preguntamos con el fin de
contestar rápidamente: ¿Cuáles obras sobre la historia de Guatemala podíamos
situar rápidamente en la categoría de historia cultural?, ¿Qué corriente de
historiadores guatemaltecos conocíamos, cuyos productos nos permitían darles el
apellido de culturales?, ¿Qué peso mirábamos de la historia cultural en las
preocupaciones de los historiadores guatemaltecos? En relación con la primera
pregunta inmediatamente pensamos en ciertas obras sobre historia del arte.16 En
relación con la segunda ubicamos un limitado número de colegas, algunos más
actuales que otros, pero no pudimos especificar de inmediato obras de impacto
que pudiéramos catalogarlas como tales.17 En la tercera respondimos que casi
ninguna, en la medida que la idea de cultura seguía siendo vista por una mayoría
de personas como un complemento, al ser concebida como una actividad
superestructural y superflua.
historiadores guatemaltecos. Una afirmación tal puede parecer muy severa pero
era obligada en este balance, pues los problemas que tenemos que analizar
tienen que ver con la cantidad, el tipo de producción, las problemáticas culturales
que abordan, las condiciones de reproducción y difusión así como con la
relevancia de su consumo.
¿Qué se ha escrito?
Los otros temas coloniales presentan menor ilación temática. Más interesante
resultan las referencias a un colegio de doncellas criollas,37 a las concepciones
culturales de los criollos38 a las prácticas y visiones sobre las amas de leche,39
enfermedades y políticas culturales,40 el uso de espacios públicos en la ciudad de
Santiago41 o la creación de cementerios en la Nueva Guatemala,42 aunque este
último circunscrito a su creación y no tanto a las prácticas funerarias entendidas
como actividades de contenido cultural. La historia de la educación y de las
corrientes ideológicas también tiene una tradicional participación en este
En este período cobra más fuerza la esfera política, donde destacan los trabajos
sobre la construcción del imaginario liberal: procedimientos rituales del gobierno,61
iconología nacionales liberales62, festividades de connotación política,63 así como
algunas referencias a parques64 y a la proyección del estado en el exterior a través
de la exposiciones internacionales.65 También, debido al carácter de patrimonio
alcanzado por monumentos y ciudades ha habido un interés por conocer sus
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El estudio cultural del ejercicio de poder incluye un renovado interés por las
biografías de intelectuales67 así como de las instituciones en las que
participaron.68 La discusión sobre políticas raciales desde el Estado o el interés de
influir en una ideología estatal por parte de intelectuales políticos y/o instituciones
intelectuales de finales del siglo XIX, así como las primeras cuatro décadas del
siglo XX, con énfasis en la llamada generación del 20,69 o en la visión de larga
duración de las propuesta estatales en torno a las relaciones interétnicas, como
producto de mediaciones intelectuales orgánicas al Estado70, hasta llegar a la
revisión de los grandes sistemas de ideas filosóficos como el positivismo71 o
políticos como el liberalismo.72 En ese marco del liberalismo existe un interés por
estudiar el proceso de construcción del discurso nacional,73 los espacios públicos
del debate,74 ó sobre la construcción de los conceptos políticos en Guatemala.75
Más recientemente -sobre todo proveniente de las preocupaciones de la
historiografía norteamericana- ha surgido un interesante debate sobre cultura,
política y subalternidad indígena hacia el Estado con el análisis del caso
quetzalteco.76 Existen también trabajos que estudian el vínculo cultural entre elites
y regionalismo en Quetzaltenango.77 También ha habido un deseo de analizar la
actividad periodística y su influencia en la creación de legitimidades.78 Una nueva
corriente que viene desde los estudios con perspectiva de género se desarrolla
con las expresiones del asociacionismo intelectual y político de las mujeres.79 Por
su lado, la historia de la educación en general, sobre todo entendida como
proceso institucional e impulso de políticas públicas. Una variante de estas últimas
y que mantiene cierta atención especial es el análisis de la enseñanza de la
historia.80 Por su parte la universidad también ha sido objeto de observación, en
Por último, en torno a las fuentes que la historia cultural puede utilizar hay
referencias técnicas sobre el sobre el uso de la radiología,87 el valor documental
de la fotografía88 o el de las fuentes iconográficas89.
III
En primer lugar debemos reconocer que nuestra percepción inicial de la poca
producción de trabajos publicados en torno a la historia cultural no se cumplió. El
record de obras observadas se acerca a las tres centenas. Lo anterior indica una
edición relativamente importante en los catorce años sondeados. Sin embargo,
tendríamos que referirnos a dos aspectos que matizan cualquier optimismo en
torno a las cantidades. Primero, varios trabajos no cumplen las convenciones
académicas de publicación, se elaboran como descripciones ilustrativas de los
hechos y transcripciones documentales, o no responden totalmente a una
investigación sistemática90. Segundo, muchos artículos se reproducen en distintas
publicaciones; sean éstos los mismos o con variaciones poco sustanciales.
La producción de tesis o de libros fue más limitada. En muy pocos casos los
artículos eran partes o síntesis de tesis. En general, es común que los artículos
publicados provengan de los marcos laborales y de la investigación
institucionalizada. Ello puede comprobarse al determinar la cantidad de artículos
producidos por pocos autores y en el predominio de ciertas temáticas sobre otras,
que como vimos estaban centradas en temas como arte/religiosidad,
artesanía/arte popular y música/religiosa y laica, o nación/intelectualidad. Esto
indica áreas de interés compartidas y constantes. En relación con las dos primeras
es posible considerar que se ha creado alrededor de ellas una confluencia de
interesados, que, en buena medida, se relacionan por determinadas condiciones
institucionales, lo cual ha garantizado su continuidad.92 Aquellos que se salen de
estos campos de interés, generalmente, responden a una mayor dispersión
institucional o a intereses institucionales fuera del ámbito guatemalteco, notorio en
el caso de estudiantes o profesionales extranjeros o nacionales formados en el
exterior. Por su lado, la edición de libros y folletos es pequeña, aunque pareciera
haber una tendencia a un leve incremento, especialmente, a través de
publicaciones colectivas sobre un tema específico. Las tesis son pocas, lo que
indica dificultades en las condiciones de reproducción de cierto tipo de
historiadores culturales.
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Enseguida ordenamos las obras en un mapa temático. Este no parte del criterio de
cantidad de obras por tema, ni de supuestas importancias de unas frente a otras,
sino busca ubicar las principales orientaciones de los contenidos, de tal modo que
nos permita contextualizar esa temática y sacar algunas conclusiones.
Colonia República
Religión Nación e historia
Imaginería, retablos, pintura Discurso nacional
Iglesias, edificios, monumentos Nación y género
Rituales, cultos, otras prácticas Instituciones históricas
Cofradías Imaginería e iconología libera
Normas, prohibiciones Cultura política y etnicidad
Arte Enseñanza de historia
Arte y cristianización, despojo cultural Educación y universidad
Mujer y arte Festividades públicas
Artesanos Parques
Música religiosa Exposiciones
Biografías músicos Urbanismo y arquitectura
Obras y colecciones Ejercicio de poder e intelectuales
Instrumentos y actividades Corrientes intelectuales
Reglamentos musicales Gobierno e intelectuales
Fuentes Políticas étnicas
Arquitectura Opinión pública
Influencias arquitectónicas Periodismo
Ideología, cultura y educación Biografía hombres y mujeres
Corrientes ideológicas Asociaciones mujeres
Concepciones culturales Cultura de masas
Educación Cine
Actividades públicas Deporte
Periodismo Diversiones populares
Espacios públicos Arte musical
Mujeres y vida cotidiana Marimba
Amas de leche Opera y música de cámara
Colegio de niñas Filarmónicas y bandas
Comadronas Compositores y obras
Instrumentos musicales
Arte
Literatura
Plástica
Arte popular
Artesanías y artesanos
Teatro y danza
Religión
Imaginería
Festividades y prácticas culturales
Protestantismo
Relación Iglesia y Estado
Se percibe que la división entre colonia y república sigue actuando como marco
general para la elaboración temática de los historiadores. Existe un mayor interés
por estudiar la época colonial frente a la etapa republicana, aunque la primera
presenta menor diversidad de subtemas que la republicana. Los grandes temas
estudiados corresponden a los paradigmas del pensamiento dominante en cada
época (religioso para el colonial – laico/estatal para el republicano), acorde con la
propuesta liberal que ha caracterizado la historiografía latinoamericana. Esta
división señala dos referentes institucionales evidentes: Iglesia y Estado.
Por otro lado, pese a que vemos cada vez más temáticas no tradicionales en este
tipo de estudios, el recuento confirma que la visión privilegiada se ha centrado en
la llamada “alta cultura”; en especial, en aquellas “empresas imaginativas” como la
producción artística (pintura, música y literatura).97 Esa preeminencia se efectúa a
través de un enfoque metodológico que se centra en los aspectos institucionales:
(gremios, escuelas, etc...) y en la manera de producir arte, generalmente, a través
del estudio de artistas y/u obras específicas. Una segunda inclinación es estudiar
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Lo que llama la atención en buena parte de estos estudios es que parten de una
perspectiva que da una mayor importancia al peso de la historia como factor
tradicional. En buena medida éstos reaccionan a esa visión liberal que dominó la
historiografía guatemalteca, afanada en demostrar sólo las rupturas con el pasado.
No obstante, coinciden en partir de una visión romántica de la cultura, en el cual
se enfatiza rescatar las formas de vida tradicionales, ya sea de elite o populares,
porque eso es concebido como cultura; en buena medida producto de la influencia
antropológica norteamericana y de una posición acrítica pese a los debates
suscitados en torno a esa influencia.99 De esta manera, la modernidad no es su
objeto de estudio sino el rescate de lo perdido o la continuidad de lo heredado.
Pese a ello, la mayoría no hace en sus estudios una crítica antimoderna abierta,
menos de la sociedad actual. Aunque hay que reconocer que los folkloristas son
más explícitos en asumir esa crítica al resaltar el aspecto popular de sus
personajes y actividades estudiados.
IV
Aunque esa inclinación por estudiar la nación y el poder no es reciente, en el
presente se relaciona con una disputa contemporánea por el sentido de la historia.
En efecto, a estas alturas es fácil constatar que caducó aquella explicación
historiográfica que analizaba bajo ojos liberales. Incluso, hoy no se percibe una
historia oficial efectiva, ya no digamos dominante.100 Este decaimiento está
vinculado a la pérdida de construcción de sentidos por parte del Estado, reflejado
en una actual crisis educativa de amplio alcance. También se debe al hecho de
que los conflictos políticos contemporáneos abrieron la disputa por la
interpretación de la historia inmediata, la que a su vez matiza la interpretación de
cualquier pasado remoto.
Esta situación también tiene como marco la forma en que se estructuraron las
ciencias sociales en Guatemala –América Latina-, de cual algunos historiadores se
sienten parte, donde la percepción del incompleto proceso de la modernidad y de
la inserción en el llamado mundo occidental matizó la necesidad de reforzar el
discurso nacional. Como consecuencia, la reflexión cultural ha estado marcada por
los vaivenes de la política, la cual consideraba a la cultura como un campo de
acción simbólica pero no de poder efectivo. Esa visión ayudó a que las
expresiones culturales tradicionales fueran rescatadas en el discurso nacional
frente a la expansión de una cultura de masas y los efectos de una dominación
política102, hoy bastante globalizada. Por supuesto el discurso nacionalista
tradicional pronto se fragmentó. De la necesidad de reafirmar una identidad se
reconocieron las diferencias y con ello surgió el tema hoy dominante en las
ciencias sociales guatemaltecas: la etnicidad. De nuevo la política nos recordaba
una realidad que la aventura nacional no había podido asimilar al querer impulsar
Por otro lado, en la historiografía local el tema étnico sigue dominado por las
esferas de lo social y lo político más que de lo cultural; aunque el discurso
ideológico culturalista que ha acompañado al debate étnico político y los intereses
de la academia extranjera parecieran contradecirlo. En lo anterior entra en juego la
vieja consideración de la cultura circunscrita a la superestructura. En los trabajos
históricos los temas étnicos se abocan más al poder local, tierras, identidad
comunitaria, luchas sociales, etcétera. En todos estos hay referencias obligadas a
prácticas culturales, sistemas de significados, etcétera. Sin embargo, atrás de
muchos de ellos son fáciles de reconocer los enfoques tradicionales de la cultura.
Así no es extraño ver relacionamientos conceptuales de la cultura que rayen en
argumentos prejuiciosos. Por ejemplo, aquellos surgidos de la oposición
original/auténtico frente a artificial/imitación, que se traducen en una visión
dicotómica de pueblos indígenas con cultura versus ladinos sin cultura. Una
oposición que incluso obliga a unos a reaccionar demostrando la cultura ladina a
través del arte popular. Tampoco faltan quienes recuerdan frente al esencialismo
Como hemos señalado la tendencia política está presentando mayor vigor con el
gran tema de la nación. Sus mayores problemas estarán en el rango de si alcanza
el suficiente grado de distancia con el inmediatismo político, lo que no significa
desechar las preguntas en torno a las incertidumbres del presente, sino el evitar
verse sobrepasado por ellas. Obviamente en este tema, al inmiscuirse con las
facetas de la identidad, sacará a la superficie las conflictivas relaciones entre
nación y etnicidad. Pero el interés por conocer la base racista del pensamiento
ideológico justificador de las desigualdades locales tampoco debe oscurecer las
complejas estructuras afines a una historia intelectual. Por su lado, el tema de la
etnicidad tiene un amplio campo si se relaciona con las prácticas culturales. Claro,
reconociendo la dosis de prudencia que el enfoque social aporta para no caer en
la absolutización de la cultura. Una pretensión que resulta obvia en el debate
político o en la tendencia a folklorizar las prácticas culturales. Así como debe estar
consciente de la necesidad de superar el reduccionismo que imponen la nación o
el Estado o el no obviar que la identidad no es más que la conjunción de
identificaciones creadas a través de la acción social y que, lo verdaderamente
interesante, es saber cómo funcionan, por qué las personas las usan y qué
pretenden lograr con ellas.103
No puede olvidarse que estas tendencias también están determinadas por el tipo
de orientación de la historia cultural y su relación con las fuentes. De esta manera
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el interés de ver la cultura como “el hacer las cosas o sus productos” tiene un
mayor acceso a las fuentes institucionalizadas, dado el afán de los registros de
control del controlador del Estado. Esto permite trabajar los temas históricos en el
tiempo largo. Mientras tanto si la cultura es abordada como institución se tienen
menores posibilidades de acceso a las fuentes, pese a las pretensiones de largo
tiempo que supone toda estructura institucional, ya que al tomar en cuenta la
temporalidad y los cambios resulta prudente estudiar las instituciones en el tiempo
medio. Por su lado, si se estudia la cultura como una experiencia vital, se
presentan mayores dificultades en el uso de las fuentes y obliga a circunscribirse a
los tiempos cortos antes que adentrarse a la aventura de tiempos más largos.
los de “abajo” ahora olvidando a los de arriba. Estudiamos a los hombres obviando
a las mujeres. La cultura la subsumimos en la etnicidad. El presente nos tienta al
anacronismo. Estudiamos los hechos sin reflexión metodológica. Historiamos
hechos sin problemas ...
1
Por ejemplo, véase Pinto, J. C., “De la historiografía tradicional a la historiografía moderna” en Política y
Sociedad, Escuela de Ciencia Política-USAC, No. 25-28, 1989-1991; Pinto, J.C. “Identidad, Estado y
Nación en Centroamérica. Un estudio historiográfico” en Política y Sociedad, Escuela de Ciencia
Política-USAC, No. 37 y 38, 1999 y 2000, Más recientemente la tesis de Cal, J. Los Estudios Históricos
recientes sobre la Reforma Liberal de 1871 en Guatemala. Sevilla, Universidad Pablo de Olavide,
Departamento de Geografía, Historia y Filosofía, 2003 o el trabajo historiográfico sobre la Sociedad
Económica del País que presenta en este congreso. Un análisis de historia cultural circunscrito a una
institución.
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2
J. Sharpe. “Historia desde Abajo” en Formas de hacer historia. Madrid: Alianza, Ensayo, 1999, p. 57.
3
P. Burke. “Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro” en P. Burke editor. Op. cit, p. 25.
4
Cultura dirigida y vivida son términos prestados de Urfalino, P. “La historia de la política cultural” en
Rioux J.P. y Sirnelli, J.F. Para una historia cultural. México: Taurus, 1999, p. 332.
5
Acanda, J.L. “¿Qué significa ser progresista en materia de conocimiento?” en Cruz, M. Hacia dónde va el
pasado. El provenir de la memoria en el mundo contemporáneo. Barcelona: Paidós, 2002. T. Eagleton.
La idea de cultura. Barcelona: Paidós, 2001.
6
C. Geertz, La interpretación de las culturas. Madrid: GEDISA, 1987, p. 51.
7
Burke, Op. Cit, p. 246.
8
Eagleton, Op.Cit, p. 141.
9
Ibid, p. 138 y 59.
10
Baumann, G. El enigma multicultrual Un replanteamiento de las identidades nacionales, éticas y
religiosas. Barcelona: Piadós, PS, No. 150, 1999.
11
Véase la reflexión de Burke sobre los distintos problemas que presenta la historia cultural en Burke, P.
Formas de historia cultural. Madrid: Alianza Editorial, Historia y Geografía, 1999.
12
Roux, J. P. “Un terreno y una mirada” en J.P. Rioux y J. F. Sirnelli. Op. Cit , 1999, p. 17.
13
Burke, Op. Cit., p. 249.
14
El tomar prestado de las disciplinas marcadas por el estructuralismo (lingüística, semiótica, etnología, etc)
corre el peligro de fortalecer la coherencia sincrónica de los hechos culturales y perder de vista el cambio
y la temporalidad histórica, tal como nos advierte A. Prost. “Social y cultural, indisociablemente” en Ibid,
p. 154.
15
El concepto de cultura política contiene una complejidad mayor de la que nos hemos imaginado, como para
incluirla en el ámbito de lo que se ha definido como historia cultural. Prácticamente se ha convertido en un
enfoque con bastante autonomía. de acción, que tiende a la especialización. Por eso manejaremos con
cierto cuidado la inclusión de obras que puedan ser catalogadas como tales.
16
Hubo varias de las que tenemos memoria pero resaltaron las obras generales de Berlin, H. Ensayos sobre
historia del arte en Guatemala y México. Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, 1998;
Chinchilla, E. Historia del Arte en Guatemala, Museo del Popol Vuh, Universidad Francisco Marroquín,
2002 .
17
Tres pequeños grupos de grupos de colegas más o menos definidos se vinieron a la mente: los folkloristas,
venidos de la antropología más que de la historia; los historiadores del arte religioso y algunos
historiadores sueltos que de manea tangencial han incursionado en aspectos culturales.
18
Básicamente nos apoyamos en artículos de cinco publicaciones periódicas especializadas, tres de ellas con
énfasis en historia. Además se analizaron otras colecciones de revistas, memorias de congresos y
encuentros, tesis y algunos libros publicados.
19
Rodas, H. “Los nazarenos de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de la Villa Nueva Petapa” en
Estudios, No. 3, 1999.; Prahl., F.A. “Consideraciones en torno a una imagen de San Antonio de Padua” en
Anales, Sociedad de Geografía e Historia, Tomo LXXII, 1997; Rodas, H. Jesús de las Tres Potencias.
Guatemala: USAC-Caudal S.A., 1996; Prahl Redondo, F. A. El señor Sepultado de Santo Domingo.
Escuela de Historia. USAC. 1997. Ramírez, G. y Ramírez L. 2000. Consagrada imagen de Jesús
Nazareno de los milagros “Rey del Universo”1763-1993. Guatemala:. Serie Días de Muerte y Gloria.
No 3, Guatemala, 2000. Ramírez, G. Consagrada imagen de Jesús Nazareno del Templo de Nuestra
Señora de la Candelaria “Cristo Rey”. Guatemala,. Serie Días de Muerte y Gloria No 8.. 2000.; Ubico,
M. A. Dato histórico de Jesús Sepultado y otras imágenes de la Escuela de Cristo. Antigua
Guatemala: IIIHAA-USAC Museo Francisco Vásquez, 2001 o también delmismo autor “Historia de Jesús
Nazareno de Mazatenango, Suchitepéquez en Guatemala” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No.
60, 2003; Prahl., F. “Consideraciones sobre la imagen de Jesús Nazareno de la Merced en Guatemala” en
Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 44, 1995 Álvarez, M. “Características de la imaginería
guatemalteca” en Antropología e Historia, Instituto de Antropología e Historia, No. 3, 2002.
20
Méndez. M. V. Rodas, H. “Los retablos de los reyes en la catedral de Santiago de Guatemala en el Valle de
Panchoy” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 2, 1992; Rodas, H. “El retablo del señor San José
de la Parroquia de San Mateo, Salamá” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 1996. Rodas, H.
“Las pinturas de los retablos mercedarios” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 1, 1997;
Quezada, A. M de., editora. El tesoro de la Merced, Arte e Historia, Guatemala: Citybank, 1997;
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28
Rodas, H. “Las víctimas que nadie llorará. El despojo cultural y la pérdida de la memoria histórica” en
Memoria del II Encuentro Nacional de Historiadores, 1995. Este tema lo publicó como libro en El
despojo cultural; la otra máscara de la conquista, Guatemala: Escuela de Historia-USAC, 1998.
29
H. Rodas. “El influjo musulmán en el período hispánico en Guatemala” en Memoria del I Encuentro
Nacional de Historiadores, Guatemala, 1993 y Estudios, Escuela de Historia- USAC, No, 3, 1993.
También véase Rodas, H., “La influencia artística musulmana en la creación guatemalteca” en
Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 41/42 1994.
30
Rodas, H. “La influencia prehispánica en el neoclásico de Guatemala” en Estudios, No, 3, 1998.
31
Seijas, C, y Melchor, J. “Pensar o no pensar, es la pregunta; El influjo de las ideas descartianas en el barroco
y su impacto en el reino de Guatemala” en Memoria del III Encuentro Nacional de Historiadores,
1997.
32
Hernández, R. “Datos para el estudio de las censuras eclesiásticas del Reino de Guatemala” en Estudios,
Escuela de Historia- USAC, No, 3, 1998.
33
Ruz, M. “Sebastiana de la Cruz, alias ‘La Polilla?, mulata de Petapa y madre del hijo de Dios” en
Mesoamérica, No. 23, junio , 1992.
34
Lehnoff, D. “Música sacra e instrumental en la ciudad de Guatemala, principios siglo XIX” en Anales,
Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, Tomo LXVIII, 1993; existe otra versión en Cultura de
Guatemala, URL, Vol. III, septiembre-diciembre, 1994; Duarte, A., y Alvarado, P. “Música de
Guatemala en el siglo XVIII: los villancicos de Tomás Calvo” en Mesoamérica, No. 36, diciembre, 1998;
o la reedición de un clásico como la de Sáenz, J. Historia de la Música Guatemalteca desde la
monarquía española hasta fines de 1877. Guatemala Editorial Cultura.1997; Anleu, E., “Situación de la
Música en el encuentro de culturas- 1492” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 37/38, 1992.
35
Luján, L. “Las desconocidas memorias de José Eulalio Samayoa. Probable primer escritor autobiográfico
conservado en Guatemala” en II Encuentro Nacional de Historiadores, 1995, también en Anales,
Sociedad de Geografía e Historia, Tomo LXVIII, 1994 y Cultura de Guatemala, URL, septiembre-
diciembre, 19955.; Lehnoff, D. The villancicos of the Guatemalan composer Raphael Antonio
Castellanos: a selective edition and critical commentary. Washington: Catholic University of America,
Tesis de Doctorado, 1990; del mismo autor Rafael Castellanos: vida y obra de un músico
guatemalteco. Guatemala: Instituto de Musicología-URL, 1994.
36
Lehnoff, D. “El maestro de capilla durante la época colonial en Guatemala” en Memoria del II Encuentro
Nacional de Historiadores, 1995; Urquizú, F. El órgano como instrumento musical y obra de arte en
Guatemala, 1524-1991. Guatemala: Escuela de Historia-USAC, Tesis de Licenciatura, 1991, una versión
resumida en “El órgano como instrumento musical y obra de arte en Guatemala, 1524-1991” en Memoria
del III Encuentro Nacional de Historiadores, 1997; Crider, J., y Lemmon, A. “Un antiguo libro
guatemalteco de reglamentos para músicos” en Mesoamérica, No. 30, diciembre, 1995; Lemmon, A.
“Reglas y estatutos del coro de la Santa Metropolitana Iglesia de Santiago de Goathemala” en
Mesoamérica, No. 20, diciembre, 1990; Snow, R. A. New-World Collection of Polyphony for Holly
Week and the Salve Service, Guatemala City, Catedral Archive, Music MS, 4. Chicago: University of
Chicago Press, 1996.
37
Ciudad, M. “El colegio de Doncellas, una institución femenina para criollas, siglo XVI” en Mesoamérica,
No, 32, diciembre, 1997.
38
Recinos, I. “El mestizaje en la cultura criolla guatemalteca del siglo XVII” en V Congreso
Centroamericano de Historia, El Salvador, 2000; Chinchilla, E. “El criollismo” en Historia General de
Guatemala, Guatemala; Asociación de Amigos del País, Fundación para la Cultura y el Desarrollo, Tomo
I, 1994.
39
Álvarez, R. M., “Amas de leche” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 3, 1996; Webre, S.”Las
nodrizas de Jocotenango: Un capítulo de la historia política del género y de la ciencia, Guatemala, 1797-
1799” en V Congreso Centroamericano de Historia, El Salvador, 2000, también hay una versión en
Anales, Sociedad de Geografía e Historia, Tomo LXVII, 2002.
40
Few, M. “’No es la palabra de Dios’: acusaciones de enfermedad y políticas culturales de poder en
Guatemala colonial, 1650-1720” en Mesoamérica, No. 38, diciembre, 1999; Villatoro, E. “La comadrona
a través de la historia en la práctica obstétrica pediátrica: una experiencia en el área ixil, Quiché” en
Tradición Popular, CEFOL, No. 97, 1994.
41
Álvarez, R. M. “El uso del espacio público en Santiago Guatemala” en Estudios, Escuela de Historia-
USAC,No. 2, 1997.
42
Ixcot, P., y Pellecer, M. “El camposanto de los Remedios (Nueva Guatemala de la Asunción, 1787-1822,
Una recopilación histórica” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 2, 1998; Rivera, R.
Cementerios de Guatemala de la Asunción. Guatemala: Editorial Cultura, 1998.
43
Aunque existen pocos trabajos recientes la Historia General de Guatemala implicó un proceso de síntesis
historiográfica importante al respecto. Véanse Browning. J. “Las gazetas de Guatemala” /T. II),
Reflexiones ideológicas: la inquisición” (T.III), El surgimiento de la conciencia nacional en Guatemala”
(T. III)2 “Corrientes filosóficas y políticas”, además Menéndez, C. “La Ilustración en el Reino de
Guatemala” (T. IV), van Oss, A. “La literatura imprenta en el Reino de Guatemala 1660-1821)” (T. IV), J.
Mata. “La educación en el siglo XVI, XVII” (T.II) Goicolea, A. “La educación en los siglos XVI-XVII,
(T. II). Todos en Historia General de Guatemala, Guatemala; Asociación de Amigos del País,
Fundación para la Cultura y el Desarrollo, 1994.
44
Radford, L. “La Aritmética Práctica del padre Padilla y los inicios de la matemática en Centro América en
el período colonial” en Anales, Sociedad de Geografía e Historia, Tomo LXXI, 1996.
45
Rodas, H. “Un acercamiento al arte del siglo XIX” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 2, 2001;
Montúfar, S., Torres, A., y Urquizú, F. El arte guatemalteco a través del tiempo. Guatemala: EDISUR,
2001; Mobil, J.A. Historia del arte guatemalteco. Guatemala: Serviprensa, 1992; Anleu, E., “Aportes
para la historia del Arte en Guatemala” en Tradición Popular, CEFOL, No. 139, 2002.
46
Urquizú, F. La mujer en el arte guatemalteco, siglos XIX y XX. DIGI-USAC, 1998.
47
Rodas, H. “La Opera ' ” en Memoria del III Encuentro Nacional de Historiadores, 1997 y Estudios,
tierra'
No. 2, 1997.
48
Ortiz, E.. Breves apuntes sobre la música de cámara en Guatemala. Guatemala: Editorial Cultura, 2001.
49
Lara, C. “Acotaciones teóricas metodológicas para el estudio de la marimba en Guatemala” en Estudios,
No. 1, 1995; Camposeco J. La marimba de Guatemala - Te'son, chinab' o k'ojom. Guatemala:
Fundación Yaxte' , 2a. Edición, 1994; Godínez, L. La marimba guatemalteca. Antecedentes, desarrollo
y expectativas. Guatemala: Fondo de Cultura Económica de Guatemala, 2002. Godínez, L. “Antecedentes
y expectativas de la marimba en Guatemala” en Cultura de Guatemala, Vol. II, septiembre-diciembre,
1996; Bautista, A., y Amauri, Á. (Compiladores). La marimba en Guatemala. Guatemala: Editorial
Cultura, 2003; Arrivillaga, A. “Maderas de mi tierra. La marimba de una época” en Tradición Popular,
CEFOL, No. 144, 2003; Arrivillaga, A. “Marimbas, bandas y conjuntos orquestales en Petén (1871-
1898)” en Tradición Popular, CEFOL, No. 78/79, 1990; Chenoweth, V., “Historia y desarrollo de la
marimba” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 45, 1995; Taracena, A. “La marimba espejo de
una sociedad” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 45, 1995; Arivillaga, A. Y Chocano, R . “La
marimba en Guatemala” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 45, 1995; Lara, C. “Cultura e
identidad nacional en Guatemala: los modelos comunes, el caso de la marimba” en Tradiciones de
Guatemala, CEFOL, No. 45, 1995, Anelu, E., “Aportes sobre el origen de la marimba guatemalteca” en
Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 45, 1995.
50
Martínez, E. Notas para el estudio de los grupos y asociaciones filarmónicas en Guatemala. Guatemala:
Escuela de Historia-USAC, Tesis de Licenciatura, 1998.
51
Véanse por ejemplo algunos artículos en Anuario Musical de la revista Cultura de Guatemala, de la
URL: Lehnoff, D. “De como los Sáenz establecieron su posición en la vida musical de la Guatemala del
siglo XIX”. Vol. Cultura de Guatemala, Anuario Musical , URL, IV, septiembre diciembre,2001;
López, J. “La música en la Universidad. Historia y legislación”, Ibid, Vol. III, septiembre-diciembre
1994; Lehnoff, D. “Elementos ' indígenas'y '
afrocaribeños'en el villancico guatemalteco del siglo XVIII”,
Ibid, Vol. III, septiembre-diciembre, 1994, del mismo autor “Renace la sinfonía ¨La exposición¨de
Indalecio Castro (1839-1911)”, ibid, Vol. IV, septiembre-diciembre, 1995; también “La vida musical en
tiempos de Estrada Cabrera”, Ibid, Vol. IV, septiembre-diciembre 1997; Los hermanos Estrada Aristondo,
músicos de catedral” en Ibid, Vol. III, septiembre-diciembre, 2000. También la síntesis en Ibid. Vol. III,
mayo-agosto, 1995; Arguedas R. 268 Marchas fúnebres y sus compositores en listados alfabéticos.
Guatemala: Delgado impresos. 1991. Ramírez, L. Las marchas fúnebres cuaresmales. Guatemala: Serie
Días de Muerte y Gloria. Impresos Cruz, 2001; Ramírez, L. Jesús Nazareno de la Merced y las marchas
fúnebres. Guatemala: Fundación María Luisa Monje de Castillo, 2003, Urquizú, F. Nuevas notas para el
estudio de las marchas fúnebres en Guatemala. Guatemala:. CEFOL-USAC, Museo Fray Francisco
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 52-80) p.86
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
60
Véase la conferencia de Taracena, A., en la que anuncia un trabajo de próxima publicación
“Guadalupanismo en Guatemala, práctica religiosa y subalternidad étnica”.
61
García L, J. M: “Juramento de la Constitución federal centroamericana, 1824” en Anales, Tomo LXXV,
2001.
62
Urquizú, F. “Apuntes para la historia de las imágenes liberales en Guatemala” en Memoria del III
Encuentro Nacional de Historiadores, 1997; Morales, G. “Las alegorías de la reforma. Iconología del
siglo XIX en Guatemala” en Memoria del III Encuentro Nacional de Historiadores, 1997.
63
Carrera, M. “Las fiestas de Minerva en Guatemala, 1899-1919” en Estudios, Escuela de Historia- USAC,
No. 1, 1998, presentado como ponencia en VI Congreso Centroamericano de Historia, Panamá, 2004;
Hendrickson, C. “25 de julio de 1924. Celebraciones del IV Centenario de Guatemala dentro de un
contexto histórico” en Cultura de Guatemala, Anuario Musical, URL, Vol III, septiembre-agosto, 1997;
Álvarez, M. El año ritual de la Nia Chabela... transcurrido en la Nueva Guatemala de la Asunción.
Guatemala: Editorial La Luz, 1995; Dary, C. “Diversiones populares en la ciudad de Guatemala: circos y
funambulistas (18847-1898)” en Tradición Popular, CEFOL, No. 92, 1993.
64
Fajardo, M. M. “Plazas, parques y calzadas como exaltación al presidente Estrada Cabrera y su legitimación
en el poder” en Memoria del II Encuentro Nacional de Historiadores, 1995.; Marroquín, L. “El parque
Concordia: una página de la historia de la ciudad de Guatemala” en Estudios, Escuela de Historia- USAC,
No. 3, 1998.
65
Corohan, I. “Federico Arthés y la presencia de Guatemala en la Exposición Mundial Colombina de
Chicago” en Anales, Sociedad de Geografía e Historia, Tomo LXVII, 1991.
66
Ayala, C., editor. Centro histórico de la ciudad de Quetzaltenango. Valoración de un patrimonio
cultural, Guatemala: Dirección General de Investigación-USAC, 1996; Taracena, A. “La arquitectura
regional quetzalteca: una proposición de unidad cultural” en Centroamericana, Universita Cattólica del
Sacro Cuore, Milán 10, 2002; Sacor, F. “Centro Histórico de la ciudad de Quetzaltenango” en Memoria
del I Encuentro Nacional de Historiadores, Guatemala, 1993 o también en Antropología e Historia,
Instituto de Antropología e Historia, Tomo I, Vol. 2, 2001; Fajardo, M. Urbanismo de la ciudad de
Guatemala en la última década del siglo XIX: acercamiento a las corrientes arquitectónicas y
urbanísticas de la ciudad de Guatemala: 1890-1898, Guatemala: Escuela de Historia-USAC, Tesis de
Licenciatura, 1990; Liano, Dante (coord.). Dizionario Biografico degli Italiani in Centroamerica.
Milano: CSAE-CNR/Universitá degli Studi di Milano, 2000.
67
Peláez, O. “Alejandro Marure, su itinerario intelectual” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 1,
1993, también en Casaus, M., y Peláez, O. Historia intelectual de Guatemala,. Guatemala: CEUR-
USAC, 2001; También véase los trabajos sobre Miguel Ángel Asturias: Martín, G. “París 1924-1933.
Periodismo y creación literaria. Miguel Ángel Asturias”, “Miguel Ángel Asturias y El Imparcial,
Taracena, A. “Miguel Ángel Asturias y la búsqueda del «alma nacional» guatemalteca. Itinerario político,
1920-1933” Verdevoy, P. ”Los artículos de El Imparcial y el problema de la identidad nacional e
hispanoamericana”. Cassou, J. “Asturias en París: un descubrimiento recíproco” Pillement, G. “El París
que Asturias ha visto y vivido”, Patout,.P.”La cultura latinoamericana en París entre 1910 y 1936” en
Segala, A, coordinador. París 1924-1933. Periodismo y creación literaria. Miguel Ángel Asturias.
París: Editorial: UNESCO, ALLCA XX, Colección Archivos, 1996.
68
Palma, G. “La Sociedad de Geografía e Historia y el desarrollo de la historia en Guatemala” en Memoria
del I Encuentro Nacional de Historiadores, Guatemala, 1993, también “La Sociedad de Geografía e
Historia en Guatemala”en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 3, 1993; del mismo “Las
preocupaciones historiográficas de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala” en Estudios,
Escuela de Historia- USAC, No. 1, 1995.
69
Díaz, C. “Flujos ístmicos: redes intelectuales México - Guatemala en la década de 1920” en VI Congreso
Centroamericano de Historia, Panamá, 2002; Rendón, C. “Estrada Cabrera y los intelectuales” en
Revista La Ermita, No. 3, julio-septiembre, 1996; Palmer. S. “Racismo intelectual en Costar Rica y
Guatemala, 1870, 1920” en Mesoamérica, No. 31, junio, 1996; Casaus, M.“Las elites intelectuales y la
generación del 20 en Guatemala: su visión del indio y su imaginario de nación” en Casaus, M., y Peláez,
O. Historia intelectual de Guatemala,. Guatemala: CEUR-USAC, 2001; también la versión “Los
proyectos de integración social del indio y el imaginario nacional de las elites intelectuales guatemaltecas,
siglos XIX y XX” en Revista de Indias, Madrid, Departamento de Historia de América, Vol., LIX, No.
217, 1999; García, T., “Nación cívica, nación étnica en el pensamiento político centroamericano del siglo
XIX” en Casaus, M., y Peláez, O. Historia intelectual de Guatemala,. Guatemala: CEUR-USAC, 2001..
70
Taracena, A. Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1808-1944. Guatemala: CIRMA, Vol. 1, 2002 y
Etnicidad, estado y nación en Guatemala, 1945-1985. Guatemala: CIRMA, Vol. II, 2004.
71
El pensamiento positivista en la historia de Guatemala. 1871 1900. Guatemala: Editorial Caudal,
Guatemala, 2000.
72
Gudmunsun, L., y Lindo, H. Central America, 1821-1871: Liberalism before Liberal Reform.
Tuscaloosa: Universitu Of Alabama Press, 1995.
73
Barillas, E. “Los héroes y las naciones. Un acercamiento al discurso sobre la Nación” en Estudios. Escuela
de Historia- USAC, No 1, 1994; Duque, E. “La educación en los orígenes de la nacionalidad
guatemalteca” en Anales, Sociedad de Geografía e Historia, Tomo LXX, 1995; Taracena, A. “Revolución,
pacifismo, anarquía y laboriosidad en Centroamérica. Las historiografías liberal y conservadora y el
surgimiento de virtudes nacionales (1821-1871)” en Anales, Sociedad de Geografía e Historia, Tomo
LXX, 1995, del mismo autor “Nación y República en Centroamérica (1821-1865)” en Identidades
nacionales y Estado moderno en Centroamérica, Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica,
1995, Taracena, L. P. “Usos de las palabras ‘patria’ y ‘patriota’ en ‘El Editor Constitucional’ y el ‘Amigo
de la Patria’, Guatemala, 1820-1821” en Paraninfo, Honduras, No. 16, diciembre 1999; Arroyo, P.
“Género, ciudadanía y nación en Guatemala” en Guatemala” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No.
55, 2001; Prahl, F., “El himno nacional” en Antropología e Historia, Instituto de Antropología e Historia,
No. 4, 2003; Torres, A. Argueta, O. Reproducción de la ideología liberal en el gobierno de Manuel
Estrada Cabrera, 1898-1920. Guatemala: Escuela de Historia-USAC, Tesis de Licenciatura, 2003; ó la
reciente compilación de trabajos en Casaus, M., y Giraldez, T. Las redes intelectuales
centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920). Guatemala: Centro de Cultura
Español, F&G editores, 2005.
74
Arroyo, P. “Elites intelectuales, vida política y auge de la opinión pública en Guatemala (1920-1931)" en VI
Congreso Centroamericano de Historia, Panamá, 2002; "Casaus. M.”La influencia de la teosofía en la
creación de nuevos espacios públicos en América Central" en VI Congreso Centroamericano de
Historia, Panamá, 2004
75
Taracena, L. P. “Guatemala: la política de la independencia, una difícil construcción” en Política y
Sociedad, Escuela de Ciencia Política-USAC, No. 39, 2001.
76
Smith, C. editora. Guatemalan Indians and the State, 1524-1988. Austin: University of Texas Press,
1990; Grandin, G. The Blood of Guatemala. A history of Race and Nation. Duke University Press,
2000.
77
Taracena, A.. “El regionalismo altense y la elite ladina de Quetzaltenango (1880-1920)” en Trace, México-
CEMCA, No. 37, junio, 2000.
78
Barrios, C. Estudio histórico del periodismo guatemalteco (época colonial y siglo XIX). Guatemala:
Editorial Universitaria - USAC, 2003; Browning, J. “Desarrollo del periodismo” en Historia General de
Guatemala, Guatemala; Asociación de Amigos del País, Fundación para la Cultura y el Desarrollo, Tomo
I, 1994; Arrivillaga, A., “Sesenta años de la historia. La revista Petén Itzá, Imágenes para una sociedad”
en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 51, 1999; también Arroyo, P. “Análisis del discurso
periodístico acerca de la mujer en Guatemala a principios del siglo XX. El Diario de Centroamérica, un
estudio de caso” en Tradiciones de Guatemala, CEFOL, No. 56, 2001; Chaclán, J. “Índice general de los
periódicos publicados en el departamento de Chiquimula, 1885-1944” en Tradiciones de Guatemala,
CEFOL, No. 59, 2003.
79
Muñoz, M. "Las mujeres en la década de 1920 en Guatemala" en V Congreso Centroamericano de
Historia, El Salvador, 2000; Casaus M. "La sociedad Gabriela Mistral y la lucha feminista en Guatemala"
en V Congreso Centroamericano de Historia, El Salvador, 2000; Casaus, M. “Las redes teosóficas de
mujeres en Guatemala: la Sociedad Gabriela MistraI, 1920-1940” en Revista Complutense de Historia
de América, Madrid, No, 27, 2001; Arroyo, P. “Género, ciudadanía y nación en la Guatemala de 1920,
anunciado para la Revista del Centro de estudios Folklóricos, 2001.
80
Valladares, M. “La enseñanza de la historia y la formación cívica en el sistema educativo formal en
Guatemala (1871-1944) en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 1, 1994; Varios, “La educación en
Guatemala, 1871-1944” en Memoria del II Congreso Centroamericano de Historia, Guatemala, 1995;
Goicolea, A. “La educación” en Historia General de Guatemala, Guatemala; Asociación de Amigos del
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 52-80) p.89
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
País, Fundación para la Cultura y el Desarrollo, Tomo III y IV, 1994; .Arriola, C. Historia de las
Escuelas Prácticas durante el gobierno de Manuel Estrada Cabrera. Guatemala: Escuela de Historia-
USAC, Tesis de Licenciatura, 1998; Luján, M."La primera generación de historiadores graduados en la
Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala,1946-1952" en VI Congreso
Centroamericano de Historia, Panamá, 2004; Rodríguez, J., de, Rodas, H. , Sánchez, A., de, Mansylla,
T., de, Mollinedo, J. F. Irigoyen, H., de, Ayala, L., de, Hartebelen, E., Urquizú, F. “Ritmo, armonía y
disnonancia en la enseñanza de la historia y el arte guatemalteco en Memoria del I Encuentro Nacional
de Historiadores, Guatemala, 1993; González, L. “La presentación de la Historia nacional en los libros de
texto escolares, 1871-1944” en Memoria del I Encuentro Nacional de Historiadores, Guatemala, 1993;
Gordillo E. “Hacia la formación del "Alma nacional": José Antonio Villacorta Calderón y la historia de
Guatemala (1915-1962) en Casaus, M., y Peláez, O. Historia intelectual de Guatemala,. Guatemala:
CEUR-USAC, 2001; Fumero, P. "El nacionalismo y la escritura de textos de historia en Centroamérica,
1870-1930" en VI Congreso Centroamericano de Historia, Panamá, 2004; y de la misma autora
“Intellectuals, Literacy and History Textbooks in Costa Rica, Guatemala, and El Salvador, 1884-1927”.
Nicaraguan Academic Journal. IV, no 1, mayo de 2003.
81
Pattridge, B. “La Universidad de San Carlos en el régimen conservador, 1839-1871: penuria, reforma y
crecimiento” en Mesoamérica, No. 30, diciembre, 1995; Cazali, A. Historia de la Universidad de San
Carlos de Guatemala - época republicana (1821-1994). Editorial Universitaria-USAC, 2001.
82
Prahl., C. “La Chalana” en Antropología e Historia, Instituto de Antropología e Historia, No. 3, 2002.
83
Hill, R. “Continuidad de los Guachibales en San Pedro Sacatepéquez durante el siglo XIX” en
Mesoamérica, No. 25, 1993.
84
Aragón, M., y Barillas, “Cine e historia social en Guatemala: imágenes de una década (los años treinta)” en
Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 3, 1990, Barillas, E., “Historia para el cine bajo el manto de
Estrellas” en Estudios, No. 2 1996; además. “Filmes del Palacio Nacional” en Memoria del I Encuentro
Nacional de Historiadores, Guatemala, 1993, también en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 3,
1993; “Historias para el cine: El cine de Doña Amelia” en Estudios, No. 2, 1995; o también, “Historias
para el cine: La historia de la pantalla. Aportaciones del cine a la formación de la comunidad imaginaria
en Guatemala” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 3, 1996; del mismo, “Las imágenes de los
pueblos indígenas en el cine guatemalteco y las concepciones de la Nación en Guatemala” en Estudios,
Escuela de Historia- USAC, No. 2, 1999; también. “Cinco cortometrajes de la Revolución (1944-1954) y
el inicio del autoritarismo (1957-1963)” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 1, 2003.
85
McGehee, R. "El pugilismo en Centroamérica y México" en V Congreso Centroamericano de Historia,
El Salvador, 2002, también “Maratonistas indígenas al servicio de las patrias y los caudillos: Tarahumaras
y mayas “en Memoria del III Encuentro Nacional de Historiadores, 1997, y “Revolución, democracia
y deportes: los “juegos olímpicos” de Guatemala en 1950 en Peláez, O. Compilador. Guatemala 1944-
1954: los rostros de un país. Guatemala, CEUR-USAC, 1999; Urbina, Chester. Deporte y Nación
(1881-1950). el caso del futbol en Guatemala. Guatemala: FLACSO. Tesis e Maestría, Maestría en
Ciencias Sociales, 2004.
86
Peláez, O. “La ciudad Olímpica: Guatemala 1944-1955” en Estudios, Escuela de Historia- USAC, No. 2,
1998, , también en Peláez compilador, Op. Cit..
87
Menchú, A. M. “La radiología al servicio del arte” en Memoria del III Encuentro Nacional de
Historiadores, 1997.
88
Rodríguez, L. A. “Valor documental e histórico de la fotografía” en Estudios, Escuela de Historia- USAC,
No. 1, 1998.
89
Torres, A. El valor de las fuentes iconográficas en el trabajo del historiador. Guatemala: Escuela de
Historia, USAC, Tesis de Licenciatura, 1995.
90
Mucho tiene que ver con una tradición ensayista e interpretativa que matiza la discusión académica en
América Latina. Para una aproximación a la relación entre ciencias sociales y cultura véase Ortiz, R. “Las
ciencias sociales y la cultura” en Nueva Sociedad, Venezuela, Fundación Ebert, No, 175, septiembre-
octubre, 2001, p. 105.
91
No incluimos la revisión de publicaciones periódicas o libros editados en universidades o instituciones
extranjeras, en las cuales se pueda encontrar esporádicamente nuevas referencias al respecto. Nos
centramos en la producción local o en aquella que circula con cierta fluidez en el país. Existe una
producción importante de artículos o libros relacionados con la historia guatemalteca publicados en
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 52-80) p.90
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
revistas o ediciones extranjeras (sobre todo norteamericanas o españolas). Estos responden a sus propios
intereses institucionales y, generalmente, su circulación en Guatemala es bastante limitada, reducida a
espacios profesionales específicos. Esta situación refuerza una tendencia de no exhaustividad en fuentes y
debate en los procesos de investigación y producción histórica.
92
Es posible notar que en la corriente que enfatiza el arte y culto religioso hay en algunos de sus componentes
una feligresía abierta, sobre todo en el ámbito católico. La corriente folklórica ha reunido a sus interesados
en el Centro de Estudios Folklóricos-USAC. En el caso de la música es más difícil ver esa convergencia.
No obstante, es interesante notar que muchos se relacionan con ambas corrientes: folklore/arte popular o
con la “música refinada”, ya sea de contenido religiosa o popular.
93
Una valoración que se repite en las historias oficiales americanas y que ha sido refrendada con una
concepción de la historia que opone lo oral a lo escrito. En el caso guatemalteco la producción
historiográfica ha estado ligada a una visión degenerativa de los pueblos indígenas después de los mayas,
con lo cual se justifica la desvalorización de los indígenas contemporáneos, como lo señala en el trabajo
sobre etnicidad, estado y nación Taracena, A. Op. Cit.,Vol. I, p. 131.
94
Los dos períodos claves de la historiografía guatemalteca son la Colonia y la Reforma liberal -último cuarto
del siglo XIX-, en menor medida sobresale la Independencia y de una forma más controversial la
Revolución de octubre de 1944.
95
Ha existido poco interés por encontrar fuentes alternativas a las estatales, municipales, periodísticas y
judiciales. Aquellos que lo han hecho han partido de otros ámbitos, tales como los historiadores agrarios y
sociales que se apoyan bastante en la historia oral, (microhistoria, historia local y memoria), pero sus
alcances están definidos por la lejanía en términos de temporalidad.
96
No se ha hecho una investigación sobre las políticas archivísticas de Guatemala, aunque sí hay diagnósticos
sobre la dificultades institucionales de los archivos actuales. Estas políticas coinciden con una negligencia
gubernativa y de las elites dominantes en los últimos cincuenta años: a) por mantener la línea liberal de la
historia reducida a conocer los mayas, la colonia y la revolución liberal; b) para no enfrentar sinsabores de
la historia contemporánea; c) por la interpretación que privilegia el futuro y supone que recuperar el
pasado es una pérdida de tiempo; d) por la visión economicista que valora “la cultura” como superficial y
sin repercusiones en el crecimiento económico, por lo que se limita su financiamiento. El resultado ha sido
un lento proceso de clasificación y recuperación documentaria, así como pérdida del acervo histórico.
97
Lo anterior se relaciona con una concepción de cultura que se justifica en el aspecto creativo/imaginativo
opuesto a actividades como la ciencia, la política o la economía, obviamente no imaginativas. Eagleton.
Op. Cit., p. 32.
98
Aunque su reconocimiento provenía de la visión antropológica del indigenismo de los años cuarenta y
cincuenta, la corriente de cultura popular actual se inició hacia la décadas de los setentas como respuesta
a una disciplina que privilegiaba las elites. En buena medida surgió como producto de la influencia del
marxismo y de las luchas sociales guatemaltecas, además de la necesidad de asumir una visión de cultura
nacional. La literatura y la música popular así como las artesanías y sus productores fueron sus objetos de
atención. Pese a que en su origen valorizaba el arte popular indígena, esta corriente se centró más en la
creación popular ladina, aunque no exclusivamente.
99
Esa influencia fue criticada hace unas décadas por académicos guatemaltecos que veían en ella una relación
con la intromisión política norteamericana. Hoy la critica ha surgido de los propios antropólogos
norteamericanos. Crítica que ha llegado hasta dudar del propio sentido de la antropología. Véase Smith. C.
“Interpretaciones norteamericanas sobre la raza y el racismo en Guatemala. Una genealogía crítica” o
Adams. R. “De la hegemonía a la antihegemonía. Racismo y antropología estadounidense en Guatemala”
en ¿Racismo en Guatemala? Abriendo el debate sobre un tema tabú. Guatemala: AVANCSO, 2004.
También Watanabe, J. “Los mayas no imaginados: antropólogos,otros y la arrogancia de la autoría”, o
Warren, K. “Identidad indígena en Guatemala; una crítica de modelos norteamericanos” en Mesoamérica,
No. 33, 1997.
100
A pesar de que existe una historia oficial de viejo raigambre liberal y actualizada en algunos aspectos,
transmitida a través del aparato educativo y otras instituciones conexas, su difusión es relativa, pues los
gobiernos no logran imponer una versión única, y la que existe está subordinada a una concepción
particular de los estudios sociales.
101
Como nos recuerda J. P. Roux al sentenciar que la historia es pensamiento del pasado no una
rememoración y que la memoria se relaciona con el tiempo más que con el pasado. Rioux, J.P. “La
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
( páginas 52-80) p.91
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Volumen 6 Número 2 Agosto 2005 - Febrero 2006.
memoria colectiva” en Rioux, J.P. y Sirnelli, J.G. Para una historia cultural. México: Taurus, 1999, p.
342 y 352.
102
Por ejemplo imperialismo, colonialismo, dependencia, capitalismo, modernización, urbanización, etc,
fueron conceptos claves para fortalecer una contrapropuesta nacional en oposición, Ortiz, Op. Cit, p. 99-
109.
103
Bauman, Op. Cit., p. 36 y 114.