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Caso Proyecto

Robin Hood se encontraba reflexionando sobre los desafíos que enfrentaba su banda a medida que crecía en tamaño. La banda ya no podía sustentarse solo con la caza en el bosque y los viajeros evitaban la zona por miedo a ser robados. Robin consideraba cambiar su política de robar a todos a un impuesto fijo, pero sus lugartenientes se opusieron. Mientras tanto, el alguacil se fortalecía y amenazaba con acabar con la banda. Varias facciones conspiraban para derrocar al alguacil

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Caso Proyecto

Robin Hood se encontraba reflexionando sobre los desafíos que enfrentaba su banda a medida que crecía en tamaño. La banda ya no podía sustentarse solo con la caza en el bosque y los viajeros evitaban la zona por miedo a ser robados. Robin consideraba cambiar su política de robar a todos a un impuesto fijo, pero sus lugartenientes se opusieron. Mientras tanto, el alguacil se fortalecía y amenazaba con acabar con la banda. Varias facciones conspiraban para derrocar al alguacil

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CASO ROBIN HOOD

Durante la primavera del segundo año de su insurrección contra el alguacil en jefe de


Nottingham, Robin Hood se encontraba caminando por el bosque de Sherwood. Mientras lo
hacía, evaluaba el progreso de la campaña, la disposición de sus fuerzas, los movimientos
recientes del alguacil y las posibilidades a las que se enfrentaba.

La revuelta contra el alguacil había comenzado como una cruzada personal. Surgió del
conflicto de Robín con el alguacil y su administración. Sin embargo, Robin no podía hacer
mucho por si sólo. Así que busco aliados, hombres con motivos de inconformidad y con un
profundo sentido de la justicia. Más tarde dio la bienvenida a todo el que llegara, haciendo
pocas preguntas y exigiendo sólo la voluntad de servir. La fuerza, según creía, radicaba en
el número.

Paso el primer año dando forma al grupo para convertirlo en una banda disciplinada, unida
por la enemistad contra el alguacil y deseosa de vivir fuera de la ley. La organización de la
banda era simple. Robin era el líder supremo, y tomaba todas las decisiones importantes.
Delegaba en sus lugartenientes tareas específicas. Hill Scarlet estaba a cargo de la
información y vigilancia. Su principal tarea era seguir al alguacil y a sus hombres, siempre
alerta al siguiente movimiento. También reunía información sobre los viajes de mercaderes
ricos y recaudadores de impuestos. El pequeño Juan mantenía la disciplina entre los
hombres y supervisaba que su tiro con arco estuviera al nivel de lo que su profesión
demandaba. Scarlock se hacía cargo de las finanzas convirtiendo el botín en dinero,
repartiendo las ganancias y encontrando escondites adecuados para el excedente. Por
último, Munch, el hijo del molinero, tenía a su cargo la difícil tarea de abastecer a la
siempre en aumento banda de hombres alegres.

El creciente tamaño de la banda era un motivo de satisfacción para Robin, pero también de
preocupación. La fama de sus hombres alegres se extendía y llegaban nuevos reclutas de
todos los rincones de Inglaterra. Conforme la banda aumentó, su pequeño campamento se
convirtió en un campamento enorme. Entre un ataque y otro, los hombres se arremolinaban,
platicando y jugando. La vigilancia iba disminuyendo, y se volvía más difícil de mantener
la disciplina. ¿Vaya?, reflexionaba Robin, “en estos días no conozco ni la mitad de los
hombres con los que me encuentro.

La banda cada vez mayor también comenzaba a exceder la capacidad del bosque para
alimentarlos. La caza empezaba a escasear y las provisiones debían traerse de pueblos
lejanos. El gasto de comprar comida comenzaba a minar las reservas financieras de la
banda justo en el momento en que los ingresos disminuían. Los viajeros, especialmente
aquellos que tenían más que perder, evitaban ahora el bosque a como diera lugar. Esto era
costoso e inconveniente para ellos, pero era preferible a que les robaran sus bienes.
Robín creía que había llegado el momento de que sus hombres cambiaran su política de
robar todos los bienes a una de un impuesto fijo de tránsito. Sus lugartenientes se
resistieron enérgicamente a esta idea. Se sentían orgullosos del famoso lema de los hombres
alegres: “Roba al rico y dale al pobre”. “Los granjeros y la gente del pueblo argumentaban,
“son nuestros aliados más importantes” “¿Cómo podríamos cobrarles un impuesto, y
todavía esperar que nos ayuden en nuestra lucha contra el alguacil?”

Robin se preguntaba cuánto tiempo podrían sus hombres alegres apegarse a las formas y los
métodos de sus inicios. El alguacil se estaba volviendo más fuerte y se organizaba mejor.

Ahora tenía el dinero y los hombres y empezaba a acosar a la banda, buscando sus
debilidades. Las cosas se estaban poniendo en contra de los hombres alegres. Robin sentía
que la contienda debía concluir de manera decisiva antes de que el alguacil tuviera la
oportunidad de darles un golpe mortal. “Pero, se preguntaba, ¿cómo hacerlo?

Robin se había planteado a menudo la posibilidad de matar al alguacil, pero las


oportunidades parecían cada vez más remotas. Además, matar al alguacil podía satisfacer su
sed de venganza personal, pero, no mejoraba la situación. Robin había tenido la esperanza
de que el permanente estado de descontento, y la incapacidad del alguacil para recaudar
impuestos, llevaran a su remoción. En vez de esto, el alguacil había utilizado sus contactos
políticos para obtener refuerzos. Tenía amigos poderosos en la corte y era bien visto por el
regente, el príncipe Juan.

El príncipe Juan era malévolo y caprichoso. Se consumía por su falta de popularidad entre
la gente, que quería de vuelta al cautivo rey Ricardo. También vivía con un constante temor
de sus barones, que primero le habían dado la regencia pero ahora comenzaban a cuestionar
su derecho al trono. Varios de estos barones se habían dispuesto a reunir el rescate que
liberaría al rey Ricardo Corazón de león de su cautiverio en Austria. Invitaron a Robin a
unirse a la conspiración a cambio de su amnistía en el futuro. Era una propuesta peligrosa.

Una cosa era el bandidaje provinciano y otra muy diferente la intriga en la corte. El
príncipe Juan tenía espías en todos lados y se le conocía por vengativo. Si el plan de los
conspiradores fallaba, la persecución sería implacable y los castigos no se harían esperar.

El sonido del trompetazo para la cena sacó a Robín de sus pensamientos. Había en el aire
un olorcillo a carne de venado asada. No había resuelto o decidido nada. Robin se
encaminó al campamento prometiéndose que prestaría su máxima atención a estos
problemas después del asalto del día siguiente.

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