TRABAJO DE HISTORIA MILITAR DE COLOMBIA
MOVIMIENTOS DE LA REGENERACION Y RADICALISMO GENERAL
CD. SANCHEZ LOPEZ DANIEL FELIPE
CD. SUAREZ RIVERA JULIAN
CD. TABORDA CUELLAR DAHIANA ALEJANDRA
DOCENTE
Cr (R). LEON DURAN GERMAN ALBERTO
ESCUELA MILITAR DE CADETES GENERAL JOSE MARIA CORDOVA
CURSO ADMINISTRATIVO
HISTORIA MILITAR
AULA 59
BOGOTA D.C
2019
Introducción.
Entre 1863 y 1889, en Colombia tiene lugar una intensa lucha entre dos proyectos de nación
antagónicos, encarnados por los movimientos del Radicalismo y la Regeneración, fruto de la
cual se construyó el significado hegemónico de la nación hasta 1991. Este trabajo analiza el
tránsito entre ambos proyectos desde una perspectiva no esencialista de la nación. Estudia
los significados que las élites de radicales y regeneradores pretenden fijar a la nación, las
articulaciones y antagonismos en su lucha y la forma como intentan articular o excluir de sus
proyectos los actores subalternos. El proyecto de nación de la Regeneración no se tornó
hegemónico porque expresara fielmente el “ser de los colombianos” como católicos,
mestizos e hispanohablantes, ello se explica más bien porque el movimiento regenerador
logró articular múltiples actores descontentos con el gobierno radical en un momento crítico
y articularlos en torno a un proyecto político ´radicalmente´ distinto.
MOVIMIENTOS DE LA REGENERACION Y RADICALISMO GENERAL.
El radicalismo entraña reformas democráticas avanzadas y atrevidas para la época. En lo
filosófico, el utilitarismo al determinar que toda legislación debe proporcionar la mayor
felicidad al mayor número de personas; en lo económico, el libre cambio, esto es la facultad
de comprar y vender sin estorbo alguno; en lo religioso, el libre pensamiento que equivale a
la independencia absoluta de todo criterio sobrenatural en materia religiosa; y en lo político,
el individualismo que es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de tal o cual manera
o de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Tales parámetros fueron aplicados
exitosamente por Gladstone en el lapso victoriano de 1865 a 1886, concomitante con nuestra
época radical.
Hasta 1880 no había en Colombia sino liberales y conservadores. A partir de esta fecha el
partido liberal, gobernante, se divide en dos grupos, uno encabezado por Núñez, partidario
de hacer sustanciales reformas a la Constitución de 1863 y de darle un nuevo giro a ciertos
aspectos de la política como las relaciones con la Iglesia, buscando para ello la colaboración
de la opinión conservadora. Otro, el sector gobernante, que aceptando la posibilidad de hacer
reformas a la Constitución defendía la gestión política y la obra de gobierno realizada por los
liberales. Al primer grupo, al de Núñez, se le llamó «independiente». A los que estaban en el
gobierno, alguien, no se sabe quién, les dio el nombre de «radicales.
Los presidentes que tuvo Colombia durante el período mencionado duraban en el ejercicio
del poder dos años, circunstancia que, por una parte, permitía la posibilidad de ver en la
presidencia de la República caras nuevas y, por otra, no permitía que los presidentes
desarrollaran una obra coherente que dejara una huella notable de su gestión presidencial.
Pero, a pesar de este aspecto, el período radical tiene unas características muy propias y
homogéneas, notables para quien analice la obra de sus gobiernos en el terreno de la política,
la economía o la educación y la cultura.
Para apreciar la obra realizada por los radicales desde el gobierno y el conjunto de ideas que
caracterizaron a esa generación política, conviene plantearse un esquema de los principales
problemas que afrontaba el país en la segunda mitad del siglo pasado. Sobre ellos debían
pronunciarse los partidos políticos y las corrientes de opinión. Tales problemas podrían
reducirse a tres: 1°. Organizar el Estado sobre la base del modelo republicano y democrático;
2°. Dar forma a la economía nacional y promover el desarrollo económico para salir de la
pobreza y entrar en la comente de la civilización, según lo decían muchos publicistas de la
época, particularmente los de filiación liberal; 3°. Crear un sistema educativo capaz de
incorporar al país en el movimiento cultural, científico y tecnológico del mundo moderno.
La regeneración fue un movimiento político surgido en Colombia en la segunda mitad
del siglo XIX, liderado por Rafael Núñez. Su objetivo era cambiar la organización que tenía
el gobierno y la sociedad colombiana, a partir de lo establecido por la Constitución de 1863,
con la que habían creado los Estados Unidos de Colombia y que convirtió al país en una
república federal, el lema de la regeneración fue "una nación, un lema, un Dios".
El movimiento regenerador estaba conformado por los conservadores y
los liberales moderados, en oposición a los liberales radicales, que ostentaban el poder.2 La
situación del país era caótica,3 y tras la guerra civil de 1876, el presidente Aquileo Parra fue
el último mandatario perteneciente al llamado "Olimpo Radical".4 A este le sucedió en la
presidencia el general Julián Trujillo, en 1878, que venía de triunfar en la guerra por la
facción liberal moderada. Núñez era en ese momento el presidente del Congreso y en la
ceremonia de posesión del cargo de Trujillo, el 1° de abril de 1878, pronunció un discurso en
el que incluyó la frase que trazó el destino de los cambios que se iban a dar: «Hemos llegado
a un punto en que estamos confrontando este preciso dilema: regeneración administrativa
fundamental o catástrofe.
Tras la guerra de 1876, las dos fracciones del liberalismo, radicales e independientes, se
unieron en torno a la candidatura del General Julián Trujillo, héroe de la guerra, que había
sido mosquerista y ahora era cercano a Núñez. Los radicales pensaron que así podía
unificarse el partido liberal y, en consecuencia, también apoyaron la candidatura de Núñez a
la presidencia del Congreso. Todos los estados votaron por Trujillo (Mejía, 2007: 510). En
la ceremonia que tomaba juramento al nuevo presidente, el 1 de abril de 1878, Núñez
pronunció su famoso discurso donde, tras emitir sus críticas contra el período federal, dio la
bienvenida a la Regeneración planteando la famosa alternativa “regeneración administrativa
fundamental o catástrofe” (Delpar, 1977: 377).
Los conservadores adoptaron una plataforma ideológica redactada por José
María Samper, recién convertido al conservatismo, y se adhirieron al gobierno de Trujillo
(1878-1880) (Mejía, 2007: 513). Al poco tiempo sobrevino nuevamente la división entre
radicales y nuñistas. Trujillo intentó reversar algunas medidas del Radicalismo; por ejemplo,
trató de revocar el exilio de los prelados caucanos que participaron en la guerra del 76 y entró
en conversaciones con el Vaticano para solucionar el problema de las relaciones Iglesia-
Estado aflojando en temas como la educación, aunque no alcanzó ningún acuerdo. Durante
su gobierno, en Santander, Boyacá, Antioquia, Panamá, Tolima, Cauca, Magdalena y
Bolívar, hubo alteraciones del orden público apoyadas por acción u omisión del gobierno
central, en las cuales el independentismo buscaba hacerse con la mayor cantidad de estados
posible (Mejía, 2007: 529-530). Durante la presidencia de Trujillo los independientes
consolidaron su poder, a principios de 1880 dominaban 7 estados y tenían la mayoría en el
Congreso (Pérez, 1941: 169).
A partir de allí el proyecto Regenerador tomaría un tinte mucho más conservador.
A estas alturas, muchos radicales que acompañaron al principio a Núñez ya habían retornado
a su partido y muchos nuñistas se rebelaron contra su jefe (Delpar,
1977: 373). Por lo tanto, Núñez tuvo que apoyarse en los conservadores, quienes habían
alcanzado cierta unidad y fueron centrales en la victoria. De hecho, los verdaderos ganadores
de la Guerra de 1885 fueron los conservadores, quienes tuvieron un enorme influjo en la
redacción de la nueva constitución en cabeza de quien había oficiado como uno de los más
acérrimos críticos del proyecto radical:
Miguel Antonio Caro. Su pensamiento expresaba a pie puntillas los dogmas de la Iglesia
católica sobre el orden social y el gobierno, consagrados en el Syllabus de Pío IX17.
Aunque las bases de su pensamiento eran radicalmente distintas, un pensamiento más
“pragmático” en el caso de Núñez, y un pensamiento más cercano al “fundamentalismo” en
el de Caro, ambos llegaron a conclusiones muy similares respecto a lo que debía ser la nación
colombiana (Laguado, 2004: 142). Por vías distintas Núñez y Caro coincidieron en tres
puntos básicos del proyecto regenerador: la necesidad de centralizar el poder político, un
papel importante para la Iglesia y la intervención del Estado en la economía18. En 1885
tuvieron cuidado en no enfatizar las profundas diferencias filosóficas que los separaban, aun
cuando Núñez había sufrido una “evolución” ideológica que lo acercaba al conservatismo
(Vélez, 1987: 30). Adicionalmente, su proyecto de nación se construyó no sólo como distinto
y contrapuesto al del Radicalismo, sino como la solución a los “males” que este había dejado.
Estos puntos básicos consiguieron articular una multiplicidad de actores políticos con
distintas posiciones sociales y orígenes regionales. Aunque progresivamente el movimiento
regenerador fue copado por el conservatismo, como se ha visto, en sus inicios aglutinó los
grupos liberales y conservadores de distintas regiones descontentos con el gobierno radical.
El mayor incentivo de la Iglesia para articularse al movimiento regenerador fue recuperar el
terreno perdido en materia de educación con las reformas del Radicalismo. Esa era una
posición de la Iglesia a nivel internacional, que se había visto relegada por las reformas
liberales (Clemente, 1987: 88). El movimiento regenerador articuló además sectores
populares descontentos con los ataques del Radicalismo al clero y con sus políticas
económicas. Mientras la sujeción de las clases populares se confió a la Iglesia, en el proyecto
regenerador el proteccionismo tenía como objetivo el fortalecimiento de la clase artesanal
como intermediaria para nivelar las tensiones entre las élites y el pueblo (Garrido, 1983: 43).
Finalmente, el movimiento regenerador constituía también una articulación de las regiones
relegadas en el proyecto radical. Los regeneradores provenían de tres regiones
principalmente: Cauca, Andes de Boyacá y Cundinamarca y la Costa Atlántica. Los
opositores venían de Santander, algunas regiones boyacenses, Tolima y, más tarde, Antioquia
(Guillén, 1986: 52-53).
A diferencia del proyecto de nación del Radicalismo, que enfatizó la integración en la
diferencia por medio del federalismo y la educación para formar ciudadanos libres e iguales,
en el proyecto regenerador la integración vendría dada por el rescate de las tradiciones que,
como se supuso, expresaban la “esencia” o ser nacional, y un Estado centralista y autoritario
soportado en la Iglesia católica. El discurso de la Regeneración representó en forma
hegemónica la “esencia” de la nación colombiana como católica, hispanohablante y mestiza.
El concepto de nación en este proyecto ya no sería la nación liberal, legado de la Revolución
Francesa, sino un concepto centrado en la comunidad de tradiciones y la autoridad como
elementos cohesionadores. En ese sentido, es más cercano a los conceptos primordialitas de
nación en los que esta se define por atributos como la lengua, en este caso el castellano, y
criterios raciales, en este caso el mestizaje19.
Este proyecto se expresó también en la Constitución de 1886. Al igual que su antecesora,
esta Constitución fue producto de la imposición del partido ganador de la guerra. No tuvo un
origen popular ni mucho menos expresó la voluntad libre del pueblo colombiano (Pérez,
1941: 7-8). La Constitución fue resultado de un cuerpo colegiado elegido por el poder
ejecutivo por medio de las gobernaciones de los Estados, excluyó al Radicalismo y expresó
el pensamiento del partido nacional. Núñez solicitó a los gobiernos seccionales, por él
controlados en su totalidad, designar delegados para elaborar la nueva Constitución. Se
eligieron 18, 9 independientes y 9 conservadores formaron el Consejo Nacional de
Delegatarios (Saa, 1984: 31).
La Constitución fue republicana en sus aspectos formales, pero acompañada de artículos
transitorios fuertemente autoritarios que en la práctica rigieron hasta las reformas de 1905 y
1910 (Ortiz, 1986: 131). La Constitución reversó casi todas las disposiciones progresistas
contenidas en la de 1863, consagrando un poder central fuerte con un marcado
presidencialismo y una ciudadanía limitada con elecciones indirectas y la designación de los
gobernadores de departamentos por el presidente. La Constitución limitó el derecho de
sufragio a los ciudadanos que supieran leer y escribir o tuvieran una renta anual de quinientos
pesos o propiedad inmueble de mil quinientos, prohibió las sociedades democráticas,
estableció prevenciones y advertencias al derecho de reunión, reguló el estado de sitio,
restableció la pena de muerte aunque exceptuó los delitos políticos, estableció la religión
católica como la oficial de la nación y que la educación pública debía estar en concordancia
con esta. Finalmente, el artículo transitorio k reprimió la libertad de prensa. Una vez aprobada
la Constitución, el Consejo de Delegatarios eligió a Núñez como presidente por un período
que desde ahora sería de 6 años (1886-1892), pero en el 86 y el 88 los Generales José María
Campo Serrano y Eliseo Payán, ejercieron la presidencia como designada, ante la insistencia
de Núñez en retirarse a la costa. El concepto de orden de la Regeneración tenía una
inspiración teológica que trataba de trasladar a la sociedad el orden celestial. Formulado por
los sectores más conservadores del clero y la sociedad, este concepto se fundamentó en el
retorno de concepciones medievales de las relaciones entre poder temporal y espiritual, es
decir, la subordinación del poder temporal, la Iglesia como elemento cohesionador de la
sociedad, la moral católica como principio organizativo y “la sustitución del ciudadano
burgués emanado de la revolución francesa por el católico virtuoso”. Cortés (1997: 3-5)
matiza esta perspectiva planteando que se trató más bien de un “régimen de cristiandad”, que
se explica no sólo por los acontecimientos nacionales, sino por la confluencia en la Iglesia
del proceso de romanización, donde la Iglesia intenta ampliar su poder sobre la sociedad civil
usando el Estado. En cualquier caso, en el proyecto de nación de la Regeneración la Iglesia
tendría un lugar central como coadyuvante del Estado en la tarea de asegurar el orden y la
religión se erigiría como medio para la integración ideológica de los colombianos. Aún más,
el papel central de la Iglesia en la sociedad significaba el reconocimiento de que el
catolicismo era la religión de los colombianos, parte de su “esencia.
Los regeneradores culpaban a la educación impartida durante el Radicalismo de la “anarquía”
por promover el materialismo, la masonería, el ateísmo y el racionalismo. Pensaban que era
necesaria una reforma educativa para restablecer el orden y defender los valores tradicionales
(Clemente, 1987: 87). Caro expresó la doctrina vaticana en relación con la educación,
“reducción al máximo de la intervención estatal y educación no obligatoria”, y criticó los
gobiernos radicales por intervenir en la educación, vulnerando los derechos individuales, con
doctrinas contrarias a la religión católica. Para los regeneradores la educación no era un
medio civilizatorio, pues confiaban en un conocimiento más producto de la experiencia
(Clemente, 1987: 93). Caro, por ejemplo, no estaba de acuerdo con que el conocimiento se
redujera al conocimiento formal, saber leer y escribir, para él era más importante la
experiencia, la tradición y el saber intuitivo.
Conclusión.
El proyecto de nación del Radicalismo planteó un modelo de nación centrado en el
federalismo como mecanismo de integración nacional con reconocimiento de las diferencias
regionales, un Estado laico y una educación secular orientada a la construcción de
ciudadanos-individuos soberanos con uso de la razón.
Sólo unos años después, la Regeneración erigió un proyecto nacional basado en el
centralismo, un Estado apoyado en la Iglesia como elemento de cohesión y mantenimiento
del orden y una educación basada en los dogmas de la religión católica. Mientras el proyecto
de nación radical intentó aproximarse a la “comunidad de ciudadanos” legado de la
Revolución Francesa, el proyecto de la Regeneración afirmó un concepto de nación basado
en el rescate o la invención de las tradiciones, una nación católica, mestiza e hispanohablante.
Bibliografía
Mejía Arango, Lázaro, Los radicales. Historia política del radicalismo del siglo XIX,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007.
Delpar, Helen, “Aspectos del faccionalismo liberal en Colombia: 1875-1885”, en
Bejarano, Jesús Antonio (ed.), El siglo XIX en Colombia visto por historiadores
norteamericanos, Medellín, La Carreta, 1977, pp. 345-389.
Pérez Aguirre, Antonio, 25 años de historia colombiana 1853-1878. Del centralismo
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Laguado Duca, Arturo Claudio, Pragmatismo y voluntad. La idea de nación de las
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