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Trabajo de Historia Militar de Colombia

Este documento analiza los movimientos de la Regeneración y el Radicalismo en Colombia entre 1863 y 1889. La Regeneración, liderada por Rafael Núñez, buscaba cambiar la organización del gobierno establecida por la constitución radical de 1863 para pasar a una nación centralizada. Aunque comenzó como un movimiento de liberales moderados y conservadores, con el tiempo se volvió más conservador bajo la influencia de Miguel Antonio Caro. Finalmente, la Regeneración logró articular varios actores políticos descontentos y establecer su
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Este documento analiza los movimientos de la Regeneración y el Radicalismo en Colombia entre 1863 y 1889. La Regeneración, liderada por Rafael Núñez, buscaba cambiar la organización del gobierno establecida por la constitución radical de 1863 para pasar a una nación centralizada. Aunque comenzó como un movimiento de liberales moderados y conservadores, con el tiempo se volvió más conservador bajo la influencia de Miguel Antonio Caro. Finalmente, la Regeneración logró articular varios actores políticos descontentos y establecer su
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TRABAJO DE HISTORIA MILITAR DE COLOMBIA

MOVIMIENTOS DE LA REGENERACION Y RADICALISMO GENERAL

CD. SANCHEZ LOPEZ DANIEL FELIPE

CD. SUAREZ RIVERA JULIAN

CD. TABORDA CUELLAR DAHIANA ALEJANDRA

DOCENTE

Cr (R). LEON DURAN GERMAN ALBERTO

ESCUELA MILITAR DE CADETES GENERAL JOSE MARIA CORDOVA

CURSO ADMINISTRATIVO

HISTORIA MILITAR

AULA 59

BOGOTA D.C

2019
Introducción.

Entre 1863 y 1889, en Colombia tiene lugar una intensa lucha entre dos proyectos de nación

antagónicos, encarnados por los movimientos del Radicalismo y la Regeneración, fruto de la

cual se construyó el significado hegemónico de la nación hasta 1991. Este trabajo analiza el

tránsito entre ambos proyectos desde una perspectiva no esencialista de la nación. Estudia

los significados que las élites de radicales y regeneradores pretenden fijar a la nación, las

articulaciones y antagonismos en su lucha y la forma como intentan articular o excluir de sus

proyectos los actores subalternos. El proyecto de nación de la Regeneración no se tornó

hegemónico porque expresara fielmente el “ser de los colombianos” como católicos,

mestizos e hispanohablantes, ello se explica más bien porque el movimiento regenerador

logró articular múltiples actores descontentos con el gobierno radical en un momento crítico

y articularlos en torno a un proyecto político ´radicalmente´ distinto.


MOVIMIENTOS DE LA REGENERACION Y RADICALISMO GENERAL.

El radicalismo entraña reformas democráticas avanzadas y atrevidas para la época. En lo

filosófico, el utilitarismo al determinar que toda legislación debe proporcionar la mayor

felicidad al mayor número de personas; en lo económico, el libre cambio, esto es la facultad

de comprar y vender sin estorbo alguno; en lo religioso, el libre pensamiento que equivale a

la independencia absoluta de todo criterio sobrenatural en materia religiosa; y en lo político,

el individualismo que es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de tal o cual manera

o de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Tales parámetros fueron aplicados

exitosamente por Gladstone en el lapso victoriano de 1865 a 1886, concomitante con nuestra

época radical.

Hasta 1880 no había en Colombia sino liberales y conservadores. A partir de esta fecha el

partido liberal, gobernante, se divide en dos grupos, uno encabezado por Núñez, partidario

de hacer sustanciales reformas a la Constitución de 1863 y de darle un nuevo giro a ciertos

aspectos de la política como las relaciones con la Iglesia, buscando para ello la colaboración

de la opinión conservadora. Otro, el sector gobernante, que aceptando la posibilidad de hacer

reformas a la Constitución defendía la gestión política y la obra de gobierno realizada por los

liberales. Al primer grupo, al de Núñez, se le llamó «independiente». A los que estaban en el

gobierno, alguien, no se sabe quién, les dio el nombre de «radicales.

Los presidentes que tuvo Colombia durante el período mencionado duraban en el ejercicio

del poder dos años, circunstancia que, por una parte, permitía la posibilidad de ver en la

presidencia de la República caras nuevas y, por otra, no permitía que los presidentes

desarrollaran una obra coherente que dejara una huella notable de su gestión presidencial.
Pero, a pesar de este aspecto, el período radical tiene unas características muy propias y

homogéneas, notables para quien analice la obra de sus gobiernos en el terreno de la política,

la economía o la educación y la cultura.

Para apreciar la obra realizada por los radicales desde el gobierno y el conjunto de ideas que

caracterizaron a esa generación política, conviene plantearse un esquema de los principales

problemas que afrontaba el país en la segunda mitad del siglo pasado. Sobre ellos debían

pronunciarse los partidos políticos y las corrientes de opinión. Tales problemas podrían

reducirse a tres: 1°. Organizar el Estado sobre la base del modelo republicano y democrático;

2°. Dar forma a la economía nacional y promover el desarrollo económico para salir de la

pobreza y entrar en la comente de la civilización, según lo decían muchos publicistas de la

época, particularmente los de filiación liberal; 3°. Crear un sistema educativo capaz de

incorporar al país en el movimiento cultural, científico y tecnológico del mundo moderno.

La regeneración fue un movimiento político surgido en Colombia en la segunda mitad

del siglo XIX, liderado por Rafael Núñez. Su objetivo era cambiar la organización que tenía

el gobierno y la sociedad colombiana, a partir de lo establecido por la Constitución de 1863,

con la que habían creado los Estados Unidos de Colombia y que convirtió al país en una

república federal, el lema de la regeneración fue "una nación, un lema, un Dios".

El movimiento regenerador estaba conformado por los conservadores y

los liberales moderados, en oposición a los liberales radicales, que ostentaban el poder.2 La

situación del país era caótica,3 y tras la guerra civil de 1876, el presidente Aquileo Parra fue

el último mandatario perteneciente al llamado "Olimpo Radical".4 A este le sucedió en la

presidencia el general Julián Trujillo, en 1878, que venía de triunfar en la guerra por la

facción liberal moderada. Núñez era en ese momento el presidente del Congreso y en la
ceremonia de posesión del cargo de Trujillo, el 1° de abril de 1878, pronunció un discurso en

el que incluyó la frase que trazó el destino de los cambios que se iban a dar: «Hemos llegado

a un punto en que estamos confrontando este preciso dilema: regeneración administrativa

fundamental o catástrofe.

Tras la guerra de 1876, las dos fracciones del liberalismo, radicales e independientes, se

unieron en torno a la candidatura del General Julián Trujillo, héroe de la guerra, que había

sido mosquerista y ahora era cercano a Núñez. Los radicales pensaron que así podía

unificarse el partido liberal y, en consecuencia, también apoyaron la candidatura de Núñez a

la presidencia del Congreso. Todos los estados votaron por Trujillo (Mejía, 2007: 510). En

la ceremonia que tomaba juramento al nuevo presidente, el 1 de abril de 1878, Núñez

pronunció su famoso discurso donde, tras emitir sus críticas contra el período federal, dio la

bienvenida a la Regeneración planteando la famosa alternativa “regeneración administrativa

fundamental o catástrofe” (Delpar, 1977: 377).

Los conservadores adoptaron una plataforma ideológica redactada por José

María Samper, recién convertido al conservatismo, y se adhirieron al gobierno de Trujillo

(1878-1880) (Mejía, 2007: 513). Al poco tiempo sobrevino nuevamente la división entre

radicales y nuñistas. Trujillo intentó reversar algunas medidas del Radicalismo; por ejemplo,

trató de revocar el exilio de los prelados caucanos que participaron en la guerra del 76 y entró

en conversaciones con el Vaticano para solucionar el problema de las relaciones Iglesia-

Estado aflojando en temas como la educación, aunque no alcanzó ningún acuerdo. Durante

su gobierno, en Santander, Boyacá, Antioquia, Panamá, Tolima, Cauca, Magdalena y

Bolívar, hubo alteraciones del orden público apoyadas por acción u omisión del gobierno

central, en las cuales el independentismo buscaba hacerse con la mayor cantidad de estados
posible (Mejía, 2007: 529-530). Durante la presidencia de Trujillo los independientes

consolidaron su poder, a principios de 1880 dominaban 7 estados y tenían la mayoría en el

Congreso (Pérez, 1941: 169).

A partir de allí el proyecto Regenerador tomaría un tinte mucho más conservador.

A estas alturas, muchos radicales que acompañaron al principio a Núñez ya habían retornado

a su partido y muchos nuñistas se rebelaron contra su jefe (Delpar,

1977: 373). Por lo tanto, Núñez tuvo que apoyarse en los conservadores, quienes habían

alcanzado cierta unidad y fueron centrales en la victoria. De hecho, los verdaderos ganadores

de la Guerra de 1885 fueron los conservadores, quienes tuvieron un enorme influjo en la

redacción de la nueva constitución en cabeza de quien había oficiado como uno de los más

acérrimos críticos del proyecto radical:

Miguel Antonio Caro. Su pensamiento expresaba a pie puntillas los dogmas de la Iglesia

católica sobre el orden social y el gobierno, consagrados en el Syllabus de Pío IX17.

Aunque las bases de su pensamiento eran radicalmente distintas, un pensamiento más

“pragmático” en el caso de Núñez, y un pensamiento más cercano al “fundamentalismo” en

el de Caro, ambos llegaron a conclusiones muy similares respecto a lo que debía ser la nación

colombiana (Laguado, 2004: 142). Por vías distintas Núñez y Caro coincidieron en tres

puntos básicos del proyecto regenerador: la necesidad de centralizar el poder político, un

papel importante para la Iglesia y la intervención del Estado en la economía18. En 1885

tuvieron cuidado en no enfatizar las profundas diferencias filosóficas que los separaban, aun

cuando Núñez había sufrido una “evolución” ideológica que lo acercaba al conservatismo

(Vélez, 1987: 30). Adicionalmente, su proyecto de nación se construyó no sólo como distinto

y contrapuesto al del Radicalismo, sino como la solución a los “males” que este había dejado.
Estos puntos básicos consiguieron articular una multiplicidad de actores políticos con

distintas posiciones sociales y orígenes regionales. Aunque progresivamente el movimiento

regenerador fue copado por el conservatismo, como se ha visto, en sus inicios aglutinó los

grupos liberales y conservadores de distintas regiones descontentos con el gobierno radical.

El mayor incentivo de la Iglesia para articularse al movimiento regenerador fue recuperar el

terreno perdido en materia de educación con las reformas del Radicalismo. Esa era una

posición de la Iglesia a nivel internacional, que se había visto relegada por las reformas

liberales (Clemente, 1987: 88). El movimiento regenerador articuló además sectores

populares descontentos con los ataques del Radicalismo al clero y con sus políticas

económicas. Mientras la sujeción de las clases populares se confió a la Iglesia, en el proyecto

regenerador el proteccionismo tenía como objetivo el fortalecimiento de la clase artesanal

como intermediaria para nivelar las tensiones entre las élites y el pueblo (Garrido, 1983: 43).

Finalmente, el movimiento regenerador constituía también una articulación de las regiones

relegadas en el proyecto radical. Los regeneradores provenían de tres regiones

principalmente: Cauca, Andes de Boyacá y Cundinamarca y la Costa Atlántica. Los

opositores venían de Santander, algunas regiones boyacenses, Tolima y, más tarde, Antioquia

(Guillén, 1986: 52-53).

A diferencia del proyecto de nación del Radicalismo, que enfatizó la integración en la

diferencia por medio del federalismo y la educación para formar ciudadanos libres e iguales,

en el proyecto regenerador la integración vendría dada por el rescate de las tradiciones que,

como se supuso, expresaban la “esencia” o ser nacional, y un Estado centralista y autoritario

soportado en la Iglesia católica. El discurso de la Regeneración representó en forma

hegemónica la “esencia” de la nación colombiana como católica, hispanohablante y mestiza.

El concepto de nación en este proyecto ya no sería la nación liberal, legado de la Revolución


Francesa, sino un concepto centrado en la comunidad de tradiciones y la autoridad como

elementos cohesionadores. En ese sentido, es más cercano a los conceptos primordialitas de

nación en los que esta se define por atributos como la lengua, en este caso el castellano, y

criterios raciales, en este caso el mestizaje19.

Este proyecto se expresó también en la Constitución de 1886. Al igual que su antecesora,

esta Constitución fue producto de la imposición del partido ganador de la guerra. No tuvo un

origen popular ni mucho menos expresó la voluntad libre del pueblo colombiano (Pérez,

1941: 7-8). La Constitución fue resultado de un cuerpo colegiado elegido por el poder

ejecutivo por medio de las gobernaciones de los Estados, excluyó al Radicalismo y expresó

el pensamiento del partido nacional. Núñez solicitó a los gobiernos seccionales, por él

controlados en su totalidad, designar delegados para elaborar la nueva Constitución. Se

eligieron 18, 9 independientes y 9 conservadores formaron el Consejo Nacional de

Delegatarios (Saa, 1984: 31).

La Constitución fue republicana en sus aspectos formales, pero acompañada de artículos

transitorios fuertemente autoritarios que en la práctica rigieron hasta las reformas de 1905 y

1910 (Ortiz, 1986: 131). La Constitución reversó casi todas las disposiciones progresistas

contenidas en la de 1863, consagrando un poder central fuerte con un marcado

presidencialismo y una ciudadanía limitada con elecciones indirectas y la designación de los

gobernadores de departamentos por el presidente. La Constitución limitó el derecho de

sufragio a los ciudadanos que supieran leer y escribir o tuvieran una renta anual de quinientos

pesos o propiedad inmueble de mil quinientos, prohibió las sociedades democráticas,

estableció prevenciones y advertencias al derecho de reunión, reguló el estado de sitio,

restableció la pena de muerte aunque exceptuó los delitos políticos, estableció la religión

católica como la oficial de la nación y que la educación pública debía estar en concordancia
con esta. Finalmente, el artículo transitorio k reprimió la libertad de prensa. Una vez aprobada

la Constitución, el Consejo de Delegatarios eligió a Núñez como presidente por un período

que desde ahora sería de 6 años (1886-1892), pero en el 86 y el 88 los Generales José María

Campo Serrano y Eliseo Payán, ejercieron la presidencia como designada, ante la insistencia

de Núñez en retirarse a la costa. El concepto de orden de la Regeneración tenía una

inspiración teológica que trataba de trasladar a la sociedad el orden celestial. Formulado por

los sectores más conservadores del clero y la sociedad, este concepto se fundamentó en el

retorno de concepciones medievales de las relaciones entre poder temporal y espiritual, es

decir, la subordinación del poder temporal, la Iglesia como elemento cohesionador de la

sociedad, la moral católica como principio organizativo y “la sustitución del ciudadano

burgués emanado de la revolución francesa por el católico virtuoso”. Cortés (1997: 3-5)

matiza esta perspectiva planteando que se trató más bien de un “régimen de cristiandad”, que

se explica no sólo por los acontecimientos nacionales, sino por la confluencia en la Iglesia

del proceso de romanización, donde la Iglesia intenta ampliar su poder sobre la sociedad civil

usando el Estado. En cualquier caso, en el proyecto de nación de la Regeneración la Iglesia

tendría un lugar central como coadyuvante del Estado en la tarea de asegurar el orden y la

religión se erigiría como medio para la integración ideológica de los colombianos. Aún más,

el papel central de la Iglesia en la sociedad significaba el reconocimiento de que el

catolicismo era la religión de los colombianos, parte de su “esencia.

Los regeneradores culpaban a la educación impartida durante el Radicalismo de la “anarquía”

por promover el materialismo, la masonería, el ateísmo y el racionalismo. Pensaban que era

necesaria una reforma educativa para restablecer el orden y defender los valores tradicionales

(Clemente, 1987: 87). Caro expresó la doctrina vaticana en relación con la educación,

“reducción al máximo de la intervención estatal y educación no obligatoria”, y criticó los


gobiernos radicales por intervenir en la educación, vulnerando los derechos individuales, con

doctrinas contrarias a la religión católica. Para los regeneradores la educación no era un

medio civilizatorio, pues confiaban en un conocimiento más producto de la experiencia

(Clemente, 1987: 93). Caro, por ejemplo, no estaba de acuerdo con que el conocimiento se

redujera al conocimiento formal, saber leer y escribir, para él era más importante la

experiencia, la tradición y el saber intuitivo.


Conclusión.

El proyecto de nación del Radicalismo planteó un modelo de nación centrado en el

federalismo como mecanismo de integración nacional con reconocimiento de las diferencias

regionales, un Estado laico y una educación secular orientada a la construcción de

ciudadanos-individuos soberanos con uso de la razón.

Sólo unos años después, la Regeneración erigió un proyecto nacional basado en el

centralismo, un Estado apoyado en la Iglesia como elemento de cohesión y mantenimiento

del orden y una educación basada en los dogmas de la religión católica. Mientras el proyecto

de nación radical intentó aproximarse a la “comunidad de ciudadanos” legado de la

Revolución Francesa, el proyecto de la Regeneración afirmó un concepto de nación basado

en el rescate o la invención de las tradiciones, una nación católica, mestiza e hispanohablante.


Bibliografía

 Mejía Arango, Lázaro, Los radicales. Historia política del radicalismo del siglo XIX,

Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007.

 Delpar, Helen, “Aspectos del faccionalismo liberal en Colombia: 1875-1885”, en

Bejarano, Jesús Antonio (ed.), El siglo XIX en Colombia visto por historiadores

norteamericanos, Medellín, La Carreta, 1977, pp. 345-389.

 Pérez Aguirre, Antonio, 25 años de historia colombiana 1853-1878. Del centralismo

a la federación, Bogotá, Editorial Sucre, 1959.

 Laguado Duca, Arturo Claudio, Pragmatismo y voluntad. La idea de nación de las

élites en Colombia y Argentina, 1880-1910, Bogotá, Universidad Nacional de

Colombia, 2004.

 Vélez Ramírez, Humberto, “La Regeneración: ¿algo más que un proyecto político?”,

en Flórez G., Lenin y Atehortúa C., Adolfo, Estudios sobre la Regeneración, Cali,

Imprenta Departamental del Valle, 1987, pp. 7-47.

 Urrego, Miguel Ángel, “Problemas teóricos y metodológicos de la historiografía

sobre la Regeneración”, en Boletín de Historia, Vol. 10, No. 19-20, enero-diciembre

de 1993, pp. 7-26.

 Clemente, Isabel, “Regeneración y educación”, en Texto y Contexto, No. 10, enero

abril de 1987, pp. 87-110.

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