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Bipolaridad de Valores

Cuando hablamos de valores podemos denotar una característica peculiar: siempre los consideramos por pares, siempre se trata de binomios, como por ejemplo: belleza y fealdad, verdad y falsedad, bondad y maldad
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Bipolaridad de Valores

Cuando hablamos de valores podemos denotar una característica peculiar: siempre los consideramos por pares, siempre se trata de binomios, como por ejemplo: belleza y fealdad, verdad y falsedad, bondad y maldad
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Capítulo XIV

LA BIPOLARIDAD DE LOS VALORES

Cuando hablamos de valores podemos denotar una característica peculiar:

siempre los consideramos por pares, siempre se trata de binomios, como por

ejemplo: belleza y fealdad, verdad y falsedad, bondad y maldad. Ahora bien,

esta peculiaridad axiológica se puede estructurar de diversas maneras, es decir,

podemos detectar varias escalas que utiliza la mente humana para referirse al

tema de los valores, aun cuando siempre van desde un polo superior hasta otro

polo inferior y viceversa. En el fondo estamos vislumbrando diversas estructuras

noéticas con las cuales catalogamos y damos peso a esos dos polos y, además,

ordenamos los valores intermedios entre los dos puntos extremos. Distinguiremos

por lo menos cuatro escalas diferentes, cuatro modos de ordenar y sopesar los

valores que se nos presentan. Por su analogía con escalas numéricas, a pesar

de que los valores se perciben sobre todo en un terreno cualitativo, las vamos a

denominar:

1. Escala bipolar, sólo hay un polo positivo y un polo negativo.

2. Escala de múltiples valores positivos y negativos.

3. Escala de la normalidad central, en la cual se da mayor peso a un valor intermedio.

4. Escala del cero absoluto, en la cual no hay valores negativos.

Existen valores que utilizan de preferencia la primera escala (verdad y falsedad), otros se expresan
mejor dentro de la segunda (calificaciones escolares); las virtudes tal como son definidas por
Aristóteles se expresan mejor en la tercera escala (el justo medio), la teoría del mal como
privación del bien se expresa mejor en la cuarta escala. Algunos valores pueden utilizar varias
escalas. Hay casos en los que la utilización de cierta escala resulta ridícula para el tipo de valor que
se está tratando. Veremos las ventajas y las deficiencias de cada una de estas cuatro maneras de
ordenar y sopesar los valores. Conviene aclarar que el uso de estas escalas originalmente es de
tipo numérico, pero la mente puede aplicarlas en forma analógica en temas cualitativos. En
algunos casos conviene utilizar números, en otros casos resulta ridículo cuantificar ciertos valores.

1.LA ESCALA BIPOLAR. La primera escala es la más sencilla de todas. Es exclusivamente bipolar, es
decir, sólo considera dos calificativos, dos extremos opuestos: uno positivo y otro negativo, por
ejemplo: verdadero y falso, vida y muerte, aceptado, no aceptado (en una solicitud de trabajo),
aprobado o reprobado (en el dictamen de un examen), no hay puntos intermedios y en algunos
casos es imposible encontrarlo.
Se trata de dos polos y nada más, el caso más claro es la verdad y la falsedad de una proposición,
en Lógica hemos visto ya el Principio del Tercero Excluso (aun cuando también puede recordarse la
posibilidad de la Lógica polivalente). De la misma manera, algunas personas califican a la gente
como buena o como mala, sin ningún punto intermedio. Esta escala en algunos casos es
demasiado simple e ineficaz: la gente advierte con facilidades que entre el blanco y el negro existe
una enorme variedad de tonos grises. Sin embargo, popularmente se sigue utilizando, así es como
se califica a una persona como inteligente o tonta, rica o pobre, guapa o fea, buen o mal partido.
Los niños siguen preguntando si el personaje de la televisión es de los buenos o de los malos. La
ausencia de matices para calificar la diversidad de valores que entraña un objeto dado es una
característica de esta escala. En algunos casos se requiere esta bipolaridad exclusiva y no podría
ser de otra manera: Miguel es útil o inútil para el servicio militar, Manuel está aceptado o
rechazado en determinado trabajo, Juan es culpable o, Antonio está aprobado o reprobado en el
examen de Matemáticas. Algunos dictámenes en medicina, en la universidad y en los tribunales,
sólo utilizan estos dos polos y así es como conviene para la eficiencia del asunto tratado. En
cambio, esta escala resulta inoperante y deficiente cuando se requiere expresar el matiz, la
graduación, los puntos intermedios entre los dos polos. Las calificaciones en la escuela suelen
utilizar una amplia escala: del cero al diez, del cero al cien, (en algunos casos tan sólo se utilizan 3,
4 o 5 niveles), los precios de las mercancías se expresan en monedas y fracciones, los grados de
inteligencia también se expresan en escalas que abarcan varios dígitos. Sería ridículo utilizar en
estos casos una escala de tan sólo dos calificaciones. En la actualidad suele utilizarse el vocablo
maniqueísmo para designar la postura que sólo considera, en el terreno moral, dos polos opuestos
y sin puntos intermedios. También se utiliza este término para designar a la mentalidad que da
demasiado peso al polo negativo. Se da el nombre de maniqueísmo a la postura que descalifica
con facilidad a una nación, a un partido, a un grupo social o a una persona, tachándolos como "los
malos" desde el momento en que no llenan ciertos requisitos considerados como buenos y deja
sin valorar otras cualidades que posee dicha entidad, burdamente descalificada. Recuérdese que
en la antigüedad el maniqueísmo era una herejía condenada por la Iglesia católica pues sostenía la
existencia de dos principios absolutos: el principio del Bien y el principio del Mal, que se asociaban
con dos deidades persas: Ormuz y Ahrimán. San Agustín profesó en un tiempo el maniqueísmo y
después lo abandonó, pero sus escritos no dejan de reflejar las huellas de esa mentalidad que en
el fondo es una estructura mental que utiliza el hombre para juzgar y valorar las cosas.

2.LA ESCALA DE MÚLTIPLES VALORES POSITIVOS Y NEGATIVOS. La segunda escala considera los
dos polos opuestos pero también la posibilidad de matices entre los dos extremos. Se puede
comparar a la escala algebraica que utiliza el cero y a partir del cual se dan números positivos
hacia arriba y números negativos hacia abajo. El termómetro con escala Celsius es el ejemplo más
sencillo de esta escala, aun cuando también podemos mencionar casos en los cuales, sin
necesidad de números, concebimos los valores de mayor a menor en una amplia gama que incluye
valores positivos y valores negativos. Las habilidades deportivas, manuales, artísticas, por ejemplo,
admiten una gama en la cual se pueden concebir personas más valiosas que otras en lo que
respecta a una misma cualidad, aun sin necesidad de introducir números. Lo mismo se dice en el
caso de los juicios que elaboramos cuando calificamos la belleza y otras cualidades en una película,
en la eficacia de un profesor, en la aptitud de un ingeniero, en la bondad de una madre, etc. Una
característica de esta escala es que promueve siempre el nivel positivo, más y más cualidades, más
riqueza, más-belleza, más bondad, mejores calificaciones, mayores sueldos. En la siguiente escala
que explicaremos se promueve un centro normal entre dos extremos opuestos, tal como
explicaremos en la sección que sigue. La ventaja enorme de esta escala con respecto a la primera
que hemos explicado consiste en que ahora sí se admiten los matices, lo cual proporciona a la
mente una facilidad para emitir sus juicios de valor y se sale del encasillamiento de la bipolaridad
pura. La desventaja que podemos detectar consiste en que la aplicación de los números puede ser
inapropiada y hasta ridícula en ciertos casos como el amor, la bondad, la belleza. Por tanto, se
trata de una escala que sólo en forma analógica utiliza los matices entre los dos polos, es decir, no
se pretende que los matices sean expresados exclusivamente por medio de números; en algunos
casos es adecuado, pero en otros no.

3.LA ESCALA DE LA NORMALIDAD CENTRAL. Esta escala es un poco más sofisticada. Los valores se
conciben también como polos opuestos y con matices, pero el peso axiológico lo tiene el centro de
la escala, no el extremo positivo. Esto se expresa en forma sencilla por medio de la famosa
Campana de Gauss tan utilizada en Estadística. En efecto, se trata de una curva parecida a la
parábola y que en el extremo superior marca el mejor valor, enseguida baja hacia la derecha y
hacia la izquierda y allí se expresan los valores positivos y negativos, respectivamente. De esta
manera se concibe lo normal como un valor en el centro y lo anormal como valores hacia la
derecha y hacia la izquierda. Los ejemplos son claros: Normalmente mueren al año varios miles de
personas en un país dado. Si aumenta ese número nos salimos de lo normal, si decrece ese
número también nos salimos de lo normal. Lo mismo se puede decir cuando se habla de
nacimientos, accidentes, siniestros, ilícitos, etc. Las estadísticas proporcionan datos muy útiles aun
cuando no se asocien con el mundo axiológico que aquí estamos explicando. Veamos ahora la
analogía con los valores. El caso más famoso para esta estructuración de los valores está en
Aristóteles cuando explica uno de sus principios morales: "La virtud está en medio de dos
extremos viciosos". Efectivamente: una persona puede ser ahorrativa, esto es una virtud, pero
puede ser demasiado ahorrativa y en ese caso cae en el vicio de la avaricia, o puede ahorrar muy
poco y en ese caso cae en el despilfarro. Lo mismo se puede decir de muchos casos similares: la
valentía es una virtud, y está en el término medio entre la cobardía por un lado y la osadía por el
otro. Una madre cuida a su hijo pequeño, pero puede caer en el sobre proteccionismo por un lado
o en el descuido por el otro. En todos estos casos se puede notar que el valor que se promueve
está entre dos extremos viciosos. No siempre es posible aplicar esta escala, pero los ejemplos
dados son suficientes para darle un lugar aparte. Hay un dicho popular lo expresa con claridad: "Ni
tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre". Esta idea nos indica que en ciertas
cualidades y actitudes existe la posibilidad de excederse y en ese momento caer en el vicio. Es
bueno ser piadoso, pero no es bueno pasarse todo el día en la iglesia; es bueno ser trabajador,
pero no tanto como para descuidar el hogar; es bueno comer, pero no tanto como para caer en la
gula, etcétera. También aquí cabe la aclaración proporcionada más arriba: en el caso de los valores
no se trata propiamente de números, esta escala es una simple analogía, pero muestra con
claridad de qué manera se conciben algunos valores. En algunos casos la aplicación de los números
puede ser muy útil, por ejemplo, la medición del coeficiente intelectual, pero en otros casos
resulta ridícula, por ejemplo, si pretendiéramos la asignación de números para medir el amor de
una madre a sus hijos.

4. LA ESCALA DEL CERO ABSOLUTO. La cuarta escala es la más difícil de captar y de aceptar, es la
de la Filosofía escolástica, y es comparable a la escala termométrica de Kelvin que considera el
cero absoluto en el punto inferior: (-273 grados centígrados equivalen a cero grados Kelvin) de tal
manera que toda graduación de temperaturas se da siempre con números positivos. Así, por
ejemplo, el punto de congelación del agua está a 273 grados Kelvin. En esta escala no hay valores
negativos, y ésta es precisamente la tesis que sostiene esta Filosofía, tesis que normalmente
produce un fuerte rechazo cuando se oye por primera vez. A la gente le cuesta entender que
alguien sostenga la no existencia de valores negativos / la inexistencia del mal. Para la Filosofía
escolástica el mal es una privación, es decir, la ausencia de algo que debería existir. Sin embargo, si
se apta la analogía de estas tesis con la escala del cero absoluto, perfectamente científica, ría
captarse su utilidad al referirse a cierto tipo de valores, como explicamos a continuación. El caso
más importante se da en los trascendentales del ser, que (de acuerdo con la filosofía tomista) son
la unidad, la verdad, la bondad y la belleza (esta última no se considera en algunas escuelas). Todo
ente, por el hecho de existir posee esas propiedades, que por eso se llaman trascendentales. La
conclusión es obvia: no existen cosas malas ni feas. Pero la mente humana requiere una cierta
educación para saber descubrir la belleza y la bondad de algunas cosas o situaciones que
normalmente se califican con valor negativo. Es así como explican que sólo algunas personas
captan la unidad, la verdad y la bondad de objetos o personas que normalmente son tratados
como adefesios, monstruosos o desquiciados. El tomismo insiste en que hasta la persona más
desquiciada o criminal, de todas maneras conserva en su ser aunque sea una brizna de bondad. De
la misma manera: un psicólogo rogeriano insiste en que el núcleo personal de cualquier sujeto,
aunque sea un criminal, es bueno en sí, y gracias a esa bondad puede llegar a regenerarse. Cuando
el psicólogo expresa a dicho criminal que lo acepta, que tiene fe en su bondad interior, que es
posible salir de ese estado de criminalidad, entonces se puede iniciar un verdadero proceso de
rehabilitación de dicha persona. He aquí uno de los beneficios de la escala del cero absoluto: creer
y aprender a descubrir la bondad de todo cuanto existe, tan sólo por el hecho de que existe. Por
otro lado, esta escala del cero absoluto rechaza la actitud exagerada de la gente catastrofista y de
la gente hipocondriaca, que exageran las enfermedades, que sólo ven lo malo, el peligro, la
inminente llegada de la peor noticia: la caída del peso frente al dólar, el fin del mundo, el peligro
del accidente, la exageración de los síntomas y las enfermedades. En todo ven una señal de un mal
inminente. En estos casos es la inversión de la escala del cero absoluto: todo es malo, el hombre
es malo por naturaleza, espera siempre la peor noticia, si existe la posibilidad de que algo pueda
salir mal, no dudes que saldrá mal. En Pedagogía se explica la tesis de "la profecía que se cumple a
sí misma". Esto tiene mucho que ver con lo que estamos explicando: Si un profesor tiene bajas
expectativas de sus alumnos y así se los da a entender, el promedio de calificaciones bajará; en
cambio, si tiene fe en sus alumnos y así se los hace notar, ese promedio subirá. Infinidad de
experimentos y de vivencias casuales han demostrado la verdad de esa tesis. De aquí se infiere
que no está de más sopesar la utilidad práctica de esta escala, además de su profundidad
metafísica. También cabe la aclaración que aquí esta escala sólo una analogía para captar las tesis
metafísicas dé la Filosofía escolástica., por lo q no es conveniente tomarla al pie de la letra. En la
Filosofía tomista se explican los siguientes conceptos: Privación es la ausencia de algo que debería
existir, por propia naturaleza. Negación es la simple ausencia de algo. Por ejemplo: un niño nace
sin brazos, se dice que adolece de una privación, o sea, no tiene algo que debería tener por propia
naturaleza. En cambio, un pez no tiene brazos, se dice entonces que adolece de una simple
negación. Pues bien, el valor negativo corresponde a la privación, y no a la simple negación. No
porque un pez o un árbol carezcan de manos, se les va a valorizar negativamente. En cambio, el
niño que nace sin brazos tiene efectivamente un valor negativo. La naturaleza de cada ente es la
que sirve para determinar si una cualidad fáltame se debe calificar como privación o como
negación. Otro ejemplo: un niño de tres años no sabe leer y escribir, tiene una negación. Pero un
adulto que no sabe leer tiene una privación. Un abogado no sabe construir una casa, tiene una
negación. Pero un ingeniero constructor que adolece de la misma ignorancia tiene una privación o
valor negativo en sus conocimientos profesionales. La existencia es una perfección y, por tanto, es
un bien, es un valor positivo. Todo lo que efectivamente existe es un valor positivo en el orden
metafísico. Pero puede suceder que eso que realmente existe, adolezca (como ya hemos visto) de
una privación en el orden moral o en otro aspecto. En ese momento, recibe el nombre de valor
negativo, y, nótese bien, no por lo que efectivamente es, sino por lo que le falta, por lo que no
existe debiendo existir, o, mejor dicho, por lo que está privado. Subsisten, pues, las dos
proposiciones: "el mal no existe", puesto que es una privación, pero es cierto que "hay males en el
mundo", puesto que no todos los seres existen en la medida de las perfecciones que les
corresponde por propia naturaleza. Así pues: "No existe el mal, pero existen cosas malas".
Concretamente, esto se aplica en el orden moral de la siguiente manera: la persona que actúa
conforme a su naturaleza, o mejor, que adecúa su conducta a las leyes inscritas en la misma
naturaleza humana, esa persona tiene un valor positivo moralmente hablando; en cambio, quien
no realiza dicha adecuación con las leyes que le corresponden como ser humano, adolece de una
privación o valor negativo, es decir, está actuando mal en el orden moral. La maldad moral es,
pues, la privación de la correspondiente adecuación a las leyes naturales. La bipolaridad, en
resumen, es la característica por la cual los valores se dan por pares, uno positivo y otro negativo;
pero la mente humana posee por lo menos cuatro tipos de estructuras noéticas o escalas para
captar y ordenar los valores: en una primera escala nada más concibe los dos polos opuestos, en la
segunda concibe una serie de matices entre los dos polos opuestos, en la tercera da peso
axiológico al centro de la serie considerada, y en la cuarta sólo concibe una gradación siempre
creciente sin que se pueda hablar propiamente de valores negativos.
LA JERARQUIZACIÓN DE VALORES

Existe una cantidad enorme de valores, pero pueden ser ordenados dentro de una jerarquía que
muestra la mayor o menor calidad de dichos valores comparados entre sí. Es claro que no es
igualmente valioso lo material que lo espiritual, lo animal o lo intelectual, lo humano o lo divino, lo
estético o lo moral. Siendo el hombre el punto de referencia (no éste o aquel hombre
determinado, sino la naturaleza humana), cabe la ordenación de los valores por su capacidad para
perfeccionar al hombre. Un valor será tanto más importante, ocupará una categoría más elevada,
en cuanto perfeccione al hombre en un estrato cada vez más íntimamente humano. De acuerdo
con este criterio, podemos hacer una clasificación de los valores en cuatro categorías, como sigue:

1.VALORES INFRAHUMANOS. Son aquellos que perfeccionan al hombre en sus estratos inferiores,
en lo que tiene en común con los otros seres, como los animales, por ejemplo. Aquí se encuentran
valores tales como el placer, la fuerza, la agilidad, la salud, etc. Todos estos pueden ser poseídos (y
a veces con mayor intensidad) por las mismas bestias. Es importante aclarar que el placer sensible
es ciertamente un valor, es un bien positivo que perfecciona al hombre; por supuesto, dentro de
un nivel todavía no netamente humano, pero al fin y al cabo es valor, y como tal hay que
apreciarlo. Esta aclaración es una crítica contra los dos extremos que se suelen tomar respecto de
la valoración del placer. Algunos lo rechazan como malo o pecaminoso; tal parecería que sólo
puede aceptarse como último recurso, cuando fuera ya imposible rechazarlo. Tal es la posición del
puritanismo. Por otro lado está el hedonismo, doctrina que coloca al placer sensible como centro
de todos los valores. En la práctica abunda mucho esta actitud, mucho más que en teoría. Y, en
contra de los dos extremos descritos, se coloca la tesis de esta jerarquía del valor: el placer es
ciertamente un valor, pero ocupa la categoría inferior dentro de toda la escala de valores. Lo
mismo se diga de la fuerza y de la agilidad y la destreza. Son ciertamente valores que perfeccionan
al hombre, sin embargo, no ocupan, ni mucho menos, el primer puesto. También aquí hay que
saber guardar en la vida práctica una correcta jerarquía de valores. Ni despreciar al atleta que
cultiva estos valores, ni sobrevaluarlo hasta llegar a descuidar los valores realmente superiores.

2. VALORES HUMANOS INFRAMORALES. En una segunda categoría de nivel superior se pueden


colocar todos los valores humanos, es decir, aquellos que son exclusivos del hombre, que
perfeccionan los estratos que sólo posee un ser humano, como los siguientes:

a)Valores económicos, como la riqueza, el éxito y todo lo que expansione la propia personalidad
(valores eudemónicos).

b)Valores noéticos. Son los valores referentes al conocimiento, como la verdad, la inteligencia, la
ciencia.

c)Valores estéticos, como la belleza, la gracia, el arte, el buen gusto.

d)Valores sociales, como la cooperación y cohesión social, la prosperidad, el poder de la nación, el


prestigio, la autoridad, etcétera.

3. VALORES MORALES. En tercer lugar, siempre ascendiendo, están los valores morales, como las
virtudes: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Aquí es importante destacar la superioridad de
estos valores morales con respecto a los valores humanos de la segunda categoría y que, por esto,
los hemos llamado humanos inframorales; los cuales muestran dos diferencias fundamentales:
a) Los valores morales dependen exclusivamente del libre albedrío. Cada sujeto va forjando sus
propias virtudes y es responsable de su conducta moral. En cambio, los valores de la segunda
categoría no dependen sólo del libre albedrío (aun cuando la libertad también tenga parte en la
consecución de ellos), puesto que la riqueza puede heredarse y lo mismo se diga del grado de
inteligencia y el buen gusto. Las virtudes, en cambio, nunca se heredan, sino que se consiguen a
base de esfuerzo y constancia. Los valores morales están colocados en un nivel más íntimo dentro
de la personalidad humana; son superiores porque se obtienen a base de méritos, por el
funcionamiento del hombre en cuanto hombre; el hombre es sujeto activo, no pasivo, con
respecto a los valores morales. Esto no quita que un mismo acto humano pueda proporcionarnos
los dos tipos de valores, como sucede en el siguiente ejemplo: Dos estudiantes aprenden su
lección, pero uno lo tiene que hacer con gran esfuerzo debido a sus circunstancias familiares, y el
otro no. El resultado obtenido es el mismo, «dos han incrementado el valor ciencia en el mismo
grado, pero el primero ha obtenido además un incremento en su valor moral debido a su
tenacidad y fortaleza, por el mérito de haber sobrellevado las dificultades familiares o económicas
que padecía.

b) La segunda razón por la cual son superiores los valores morales es definitiva. Estos perfeccionan
al hombre de tal modo que lo hacen más hombre. En cambio, los de la segunda categoría
perfeccionan al hombre en cierto aspecto, exclusivo del hombre, pero no en su núcleo
propiamente personal, o sea, como profesionista, como sabio, como artista, como gobernante.
Por ejemplo, la virtud de la justicia hace al hombre más noble, de mayor dignidad personal, de
mayor calidad en su persona misma; en cambio la ciencia o la riqueza perfeccionan al hombre en
un cierto aspecto, pero no en su misma persona. Esta diferencia se utiliza en las valoraciones
cotidianas y así, por ejemplo, se dice de Juan: "como profesionista es excelente, pero como
persona humana no tanto". O de Pedro: "como sabio y rico es muy valioso, pero como hombre, en
el fondo de su persona, hay defectos de mezquindad que no me gustan". En resumen, los valores
morales hacen al hombre más persona y dependen exclusivamente del uso del libre albedrío. En
cambio, los valores humanos inframorales perfeccionan al hombre, exclusivamente, pero no lo
hacen en su estrato propiamente personal, y además no dependen exclusivamente del libre
albedrío, sino que el hombre los puede recibir pasivamente, sin ningún mérito para él.

4.VALORES RELIGIOSOS. Ocupando la cumbre de esta jerarquía están los valores sobre humanos,
sobrenaturales, o más fácilmente, los valores religiosos. Son una participación de Dios que está en
un nivel superior a las potencias naturales del hombre. Son la santidad, la amistad divina (gracia),
la caridad y, en general, las virtudes teologales. Estos valores, como se puede notar, perfeccionan
al hombre de un modo superior, ya no digamos en lo que tiene de más íntimo como persona, sino
en un plano que no está dentro de los moldes naturales de lo humano. Aquí se deja la puerta
abierta a todo lo sobrenatural que provenga de Dios. Su estudio corresponde más bien a la
Teología.

5.LA JERARQUÍA DE MAX SCHELER. En general, cuando se estudian las jerarquías de valores de los
principales axiólogos, se nota un cierto paralelismo dentro de sus diferentes categorías. Un
ejemplo típico es la jerarquía propuesta por Max Scheler:

a)Valores de lo agradable y lo desagradable.

b)Valores de lo noble y de lo vulgar.


c)Valores espirituales.

d)Valores de lo santo.

La importancia de una correcta jerarquía de valores reside, sobre todo, en la facilidad que puede
proporcionar para una eficaz orientación de la vida entera. Quien no tiene clara la jerarquía de
valores, a menudo se encuentra perplejo frente a una decisión por tomar. Cuando hablé del libre
albedrío hice referencia a este tema. La experiencia enseña que, en la práctica, muchos problemas
de la libertad van aparejados a la mayor o menor conciencia respecto del valor e importancia de
ciertos hechos de la vida. Es tesis de algunos psicoanalistas (como Igor Caruso) que la
tergiversación en el orden de la jerarquía de valores (es decir, la sacralización de lo profano y la
degradación de lo sagrado, por ejemplo) puede caer dentro de la etiología de una neurosis. En
efecto, un hombre que no sepa valorar lo netamente humano, corre el riesgo de no alcanzar las
metas que le corresponden como ser humano y quedarse estancados dentro de niveles inferiores
y anormales para su esencia y estructura racional.

6. Los CRITERIOS PARA ORDENAR UNA JERARQUÍA DE VALORES. Max Scheler ha proporcionado
algunas ideas que pueden utilizarse como criterios para ordenar los diferentes valores. Entre esas
ideas sobresalen las siguientes:

a)Duración. Es superior un valor que dure más que otro. Esto no se refiere a la duración del bien
en donde está encarnado un valor, un bien puede perecer rápidamente en tanto que el valor allí
encarnado puede subsistir por mucho tiempo. Por ejemplo, un libro puede quemarse, pero el
poema o el tratado científico que encarna puede perdurar.

b)Divisibilidad. Es superior un valor cuanto menos pueda dividirse. Una obra de arte no se puede
dividir, en cambio los alimentos sí.

c)Fundamentación. Es superior el valor fundamentalmente con respecto al valor fundamentado.


Por ejemplo: la inteligencia fundamenta el conocimiento científico.

d)Satisfacción. Es superior el valor que satisface más. No debe confundirse satisfacción y placer, la
satisfacción puede ser de orden intelectual y espiritual. (Tómese en cuenta que algunos autores
también hablan de placeres espirituales, con lo cual la palabra placer ya no se refiere
exclusivamente al plano sensible y material.)

e)Relatividad. Es superior el valor que se relaciona con los niveles superiores del objeto o la
persona que está complementando. A partir de dichos criterios cada persona puede organizar su
propia jerarquía de valores. El máximo inconveniente en este asunto consiste en la facilidad de ese
orden. Una cosa es lo que un sujeto dice acerca de su jerarquía de valores y otra cosa es lo que de
hecho realiza a lo largo de su vida. Continuamente estamos detectando incongruencias
axiológicas. Da la impresión de que la gente está al garete con respecto a sus valores; realiza o
persigue aquellos que de pronto se presentan como urgentes, como exigitivos, como
imprescindibles o como altamente placenteros. De esta manera, no es extraño que una persona se
deje llevar por el narcisismo, el hedonismo, el qué dirán, la fama, el prestigio, el cultivo del ego, el
protagonismo, el dinero, el placer sexual, y deje a un lado los otros valores que "en teoría" suele
colocar en un puesto superior dentro de su propia jerarquía axiológica.
Bibliografía

Gutiérrez Saenz, Raúl (2005). Introducción a la Ética. México: Esfinge. Págs. 122 – 139.

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