Capitulo Oriental Nro 38 Los Nuevos Narradores
Capitulo Oriental Nro 38 Los Nuevos Narradores
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C
~ CENTRO
EDITOR
DE AMERICA
LATINA .
oriental
Iah i st ori a de la" ¡te, ratu ra uruguaya
. .
Este fascículo ha sido preparado oor la y
profesora Mercedes Ran~íre~ de Ro~siello. conjunto
extensión y en
revísade oor el Dr. Carlos Martínez Mo· de: la producción
reno y ~daptado por el Departamento Patria Vieja hasb
el texto ilustrado de
Literario del Centro Editor de América mt'!l completo al cabo
el" la separando las tapas podrá
uru~uaya Latina. de la historia del país.
Los libros que acompañan a los fasclr.oulos
"Biblioteca Uruguaya Fundamental-'
Estas páginas tratan de fijar el signo y la impulso creador son, en un sentido iato, los
vectorialidad de un conjunto de obras apa- siempre nuevos de la literatura uruguaya.
recidas en los últimos ocho años. Tarea in- la segunda salvedad va en atención de los
cierta y riesgosa en más de un sentido, novísimos, los recién salidos al ruedo a través
porque se trata de ver y juzgar sobre la mar- de revistas literarias o de concursos de na-
cha un proceso de palpitante contemporanei- rrativa (Feria del libro 1966, Concurso Ciudad
dad. Parlo demás, en la aventura que ha de Tacuarembó 1967, Banda Oriental y Arca
emprendido este nutrido y heterogéneo grupo 1968). la razón por la que no se les incluye
de narradores a que nos referiremos, no todo en este panorama es la que impone la restric-
está decidido todavía. En su mayoría,son muy tiva brevedad del trabajo.
jóvenes¡ y aun aquellos cuya fecha de naci-
míento los coloca en el vértice ascendente de
lOS NUEVOS: UN GRUPO
la madurez son escritores nuevos, en el sentido
de que han inaugurado recientemente su con- Entre los veintitrés años de Teresa Porsekansky
dición de éditos. (El acertijo) y los sesenta y tantos de lo S.
El tiempo, ya se sabe, es el crítico imparcial Garini (Una formo de la desventura,Equilibrio),
y el más seguro. Proyecta con pulcritud las media el tiempo de dos vidas. Entre las abs-
perspectivas, borra los accidentes y dibuja con tracciones planas de Gley Eyherabide (El otro
nitidez y para siempre los trazos de lo que des- equilibrista) y el realismo transido de An-
de el origen estaba destinado a permanecer. Sin derssen Banchero (Mienlras amanece, Un bre-
su ayuda, el estudioso del hecho literario em- ve verano) hay tal diferencia en la concepción
prende una labor contingente, sujeta más que de la narrativa que queda impedida cualquier
ninguna otra a las discrepancias de los actores, remota asociación. Ni la cronología, ni la es-
coetáneos del proceso. tética ni los temas autorizan a utilizar el tér-
Corresponde hacer otras aclaraciones pre- mino generación para designar al conjunto
vias. la primera se refiere ala delimitación de "los nuevos".
cronológica del periodo relevado, que toma Son clara y simplemente un grupo¡ en pri-
como jalón inicial el comienzo de la década merlugar, por la densidad de esta promoción,
del 60. Desde entonces hasta acá han apare- que es seguramente la más nutrida de cuantas
cido con significativa continuídad las obras na- se han sucedido en nuestra literatura: además
rrativas de estos creadores que llamamos los de los recién citados, Fernando Aínsa (El tes-
nuevos. Esta circunscripción, que es meramente tigo,En la orilla, Con cierto asombro) ¡ José
editorial, nos hace excluir las creaciones de va- Pedro Amaro (El hombre de la tierra); Alberto
liosos escritores de las generacionesantenores Bocage (las prisione~) ¡ Hiber . Conteris (Cono
que por su relevancia, su calidad y su renovado Sur, Virginia en flashback, El nadador) ¡ Mario
593
César Fernóndez (Nos servían como de muro, VíNCULOS Y HERENCIA
Industría Nacional); Eduardo Galeano (los
días siguientes; Los fantasmas del día del Está claro que a los nuevos no les ha to-
león); Jesús C. Guira I (los altos muros; las cado un destino de demoledores. Han encon-
abejas y las sombras); Juan J. Lacoste (Bos- trado una obra firme, construida con exigencia
que del mediodía, los veranos y los inviernos) i y estructurada con rigor, contra la cual sería
Sylvia Lago (Trajano, Tan solos en el balnea- absurdo volcar los embates de una severidad
rio, Detrás del rojo, La última razón); Jorge crítica, en este caso innecesaria. En realidad
Musto (Un largo silencio, Noches de circo, encontraron un camino ya desbrozado, que
la decisión); Jorge Onetti (Cualquiercosario); sólo ofrece una posibilidad: la de avanzar por
Alberto Paganini (Confesiones de un adoles- él y llevarlo más adelante. Han asimilado con
cente); Cristina Peri Rossi (Viviendo); Merce- inteligencia la lección de sus mayores y, sin
des Rein (Zoologismos); Jorge Sclavo (Un lu- imitarlos, se han reservado la prerrogativa de
gar para Piñeiro); Juan Carlos Somma (Clonis, una originalidad que en algunos casos es es-
Forma de pie\); Milton Stelardo (la demoro- tridente. La veta parricida inherente a toda
na); Claudia Trabo (Sin horizonte, los amigos, nueva generación ha quedado cegada en ellos,
El invitado); porque como hijos de padres poderosamente
Estos cuarenta libros aparecidos en menos lúcidos hallaron la tarea hecha.
de ocho años hablan de la fecundidad de este Al referirnos a es:e punto es inevitable el
grupo, que en la medida de sus desniveladas paralelo entre esta promoción y la generación
posibilidades tiene como segundo rasgo carac- del 45. Mientras en una gran proporción los
teristico una postulación de autoexigencia no integrantes de aquel período ejercieron la dual
desmentida. En efecto, lograda o no, cada una condición de críticos y narradores -Mario
de las obras, que hemos nombrado para dar Benedetti, Carlos Martínez Moreno, José Pedro
idea de la intensa laboriosidad de los nuevos, Díaz, Carlos Maggi, Angel Rama-, entre los
supone un esfuerzo emprendido con seriedad nuevos ambas actividades sólo convergen ex-
y empeño artesanal cepcionalmen te.
Otro principio de cohesión del grupo radica Cuando anotamos, antes, la ausencia de
en el afán competitivo de sus integrantes, que una actitud de enjuiciamiento y negación res-
aspiran a permanecer en el mercado literario pecto de los antecesores, pensábamos en la
y aun a ganar en él posiciones cada vez más
destacadas. Jorge Onetti ha iniciado la con-
quista de plazas extranjeras: obtuvo en 1966
el Premio de "Casa de Las Américas" de Cuba
UNA MODERADA CUOTA DE IMA
y este año el segundo premio de la edito- Aun cuando con elemental
rial barcelonesa Seix Barral; no es improba- tengamos presente la complejidad de los
ble que próximamente otros narradores de este materiales Ii/erarios que se resisten o ser
grupo alcancen, con iguales o mayores mere- definidos y clasificados; ounque de Gn/ema-
cimientos, un lugar en editoriales europeas. no estemos pensando en los imprecisos fí-
El afán de competencia que caracteriza a mites que en lo invenCión artística llenen
los nuevos no obsta a reconocer en ellos un las palabras fantasía y realidad, podemos
rasgo típicamente grupal. No se han escindido provisionalmente aceptar este criterio dua-
en facciones o capillas; por el contrario, man- lista poro trotar de definir, en sus Iineo~
generoles, los caracleristicos de lo norrotivu
tienen entre sí relaciones cordiales y aun amis-
de este período. Hoy en esto literatura un
tosas. Se sienten unidos por una difusa con-
fuerte apego o Jo real. Pocos escritores se
ciencio de ser los delegados del porvenir y,
han o'/enturoda o transitar por lo zona libre
sin tener aquello arisca combatividad casi pa- y fundamentalmente creadora del sueño y
rricida de la generación del 45, asumen la lo imaginación. Tendríamos que Citar, en
postura decidida -sobre la cual ni siquiera este pequeño grupo de los arriesgados, e/
hablan o teorizan- de quien está haciendo nombre de cinco narradores. Gley Eyher u-
algo diferente de lo anterior. Ocasionalmente bide creo, en El otro equilibrista, un mundo
se reúnen, debaten en mesas redondas sobre irreal o fuerzo de concebir uno reolrdod
problemas generacionales, literarios o socia- puramente objetivo. Sus relatos se cOlOcle-
les; y son por lo tanto, en el mejor sentido de rizan, en lo estilístico¡ por los froses cortes
la palabra, un grupo; aunque hay, por des- y despojados; en lo sensorial, por U!1e:
contado, entre ellos individualidades que eli- aprehensión de objetos elemento/es y /0
gen el aislamiento reconcentrado o el camino recurrencia de formas planos del color (ne-
solitario.
Cristina Peri Rossi
gro, blanco, rojo); en lo estrueluración li- acentuando una gradual inclinación hacia
terario, por lo administración del absurdo la línea fantástico-alegórico. El premio con
como elemento desconcertante del ánt;-orgu- que la editorial "Arca" acaba de consagrar
mento. Mercedes Rein en Zoologismos des- su libro Los museos abandonados parece
cubre mecanismos originales poro descom- confirmar el afianzamiento de sus aptitudes
poner y transformar el mundo real. Se trota, norrativClS. A nuestro juicio es Alberto Pa-
por ejemplo, de imaginar lo cenestesia de ganini, en mérito a las excelencias de COí\-
uno araña (El vuelo), o de opresor el mundo fesiones de un adolescente, quien más
mercurial de las asociaciones e incitaCiones ticamente ha sabido insertar lo
del mundo interior (Zoologismos). 0, en Ho- en lo real. Él puede conseguir
molúdrico, de deformar una situación habI- de leer El Banzo nadie sea
tual hasta conseguir la esencia de la insen-
un enorme edificio de
satez mediante el simple recurso de inter-
do y develodo, en el cuento,
calar diálogos convencionales y snobs con
American-Top") sin sentirlo
fugaces escenas de absurdo de/ironle. Es
sencia maléfica preñada de
fundamentalrllente esto último técnica, la del
absurdo /levado hasta sus últimas inconse- bilidades de espanto. El
cuencias, lo que define la temática de Rein y la poesía subyacente se
en Nochebuena y La mudanza, relalos en los imperceptible maestría en Las
que se acentúo la importancia de los ele- lección de teología y
mentos teatrales o expensas de lo caraele- adolescente. Pagonini es, sin
rísticamente narrativo. En Cristina Peri, desde capaz de transitar por la
Viviendo (7963) hasta sus últimos cuentos del horror sin desmadejar lo rec)llclO(l,
aparecid"C3S en el diario El Popular, se va en último término," del misterio.
crítica joven que se ciñe a la tarea concreta
e inmediata de comentar "lo que se edita",
o bien a la valoración de lo ya consagrado,
como por ejemplo las páginas de Gabriel
Saad sobre Filisberto Hernández o las de Jorge
Albistur en Releyendo El Quijote yEI rumor de
las hojas. Y pensábamos también en la ausen-
cia de esa actitud en los propios narradores.
Por cierto, no es su competencia la de juzgar
y calificar el pasado, pero es verdad también
que en la historia de una literatura son quie-
nes, con un cambio de rumbo estilístico o
temático, pueden censurar y clausurar la vi-
gencia de una etapa precedente. Tal ocurrió
con la generación del 45 respecto de sus an-
tecesores¡ y no ocurrió en cambio con los
nuevos, quienes por el momento no se han
expedido sino en algún debate de grupo, con-
tra los valores de la generación anterior.
Esa dinámica psicológica que se establece
entre padre e hijo, entre maestro y discípulo,
entre generación vieja y generación nueva, y
que exige que el menor adquiera una sensación
de superíoridad -de base real o falsa-
para que se produzca el fecundo desprendi-
miento del tronco original, se cumple de una
Fernando Aínsa, dibujo de Centurión
manera imprevista en esta promoción que nos
ocupa. Impedidos del necesario ejercicio de
previa destrucción, los nuevos encontraron, de
alguna manera, el resarcimiento de su condi-
ción de sucesores en una forma de mérito
que excede al que tuvieron los del 45. A
ellos les ha tocado el privilegio no buscado
ni querido, el difícil privilegio de crear en el
tiempo en que se cumple el derrumbe natural
de un mundo y el de ser los protagonistas
de la historia actual de un país que fue re-
lativamente feliz y que desde hace años a
esta parte no hace más que contar el número
de sus crecientes desgracias. "Debilitados sus
vínculos con el pasado, cortadas las amarras,
nuestra generación ha sido confiada casi ex-
clusivamente al juego de los factores ambien-
tes y al e!erci.cio de su libertad. Es un privilegio
doloroso, para algunos insoportable, pero lIéno
de excelencias. Es preciso que aceptemos, con
todos sus riesgos, ese honor que nos propor-
ciona, mós que a ninguna otra generación
pretérita, la posibilidad de ser creadores." (Ro-
berto Ares Pons: La InteHigentsia uruguaya y
otros ensayos).
Un camino allanado en lo literario, un en-
torno amargo y difícil de vivir y, en cambio,
las ventajas de un panorama editorial excep-
cionalmente propicio, constituyen la herencia
que usufructúan los nuevos.
En el N9 2 de Capítulo Oriental se estudia
el origen y los alcances del "boom" editorial.
Remitimos al lector a ese análisis, para consi-
derar ahora solamente la interrelación que se
Hiber Conterís
ha establecido e,ntre la creación literaria y de larga data, es sorpresa, para todos, incluso
el proceso económico-cultural del auge del y en primer término, para los uruguayos, afe-
libro uruguayo. Es evidente que las condiciones rrados a su incredulidad. ( ... ) Sin embargo,
que afrontó el narrador antes de 1960 fueron año a año, desee hace visiblemente por lo
especialmente difíciles. Costear una tirada de menos una década, la crisis ha avanzado pau-
500 ejemplares suponía una empresa ardua latinamente, con algún reposo aparente, pero
y ruinosa que pocos se atrevían a emprender, retomando fuerza para nuevos enviones. Una
sabiendo de antemano que salvo los volúmenes crisis no abrupta, sino lenta y pertinaz como
dedicados y regalados, el resto de la edición la decrepitud. Pareciera que el país asistiera
dormiría el sueño de los justos en algún ana- apático a su propio desmenuzamiento, como
quel de las librerías que las tor;¡aban en consig- una vie.ja familia en desgracia, y que se aban-
nación. Mientras las revistas Asir, Número y Es- donara inerme al peligro más grande que le
critura -de feliz memoria- aparecieron, cabía acecha desde los tiempos de la Triple Alian-
la esperanza de poder publicar el cuento gesta- za". (Alberto Methol Ferré: Uruguay como
do con tiempo y paciencia. La página literaria problema) .
del semanario "Marcha", orientada con un ¿Cómo han asumido los nuevos una realí-
criterio distinto del actual, satisfizo también dad semejante, cuya. última interpretación es
esa necesidad -casi condicionante para todo la de ser un episodio más del drama continen-
escritor- que es la posibilidad efectiva de tal? Frente a esta pregunta, cobra sentido la
hacerse conocer. distinción hecha líneas atrás. Por un lado ha
Un largo interregno de silencio se vio súbi- corrido la peripecia del hombre y por otra
tamente interrumpido cuando, en una especie parte la obra del escritor. Como uruguayos
de estallido múltiple, la Feria del Ubro y las lúcidos, se han hecho cargo de los efectos
editoriales Alfa, Arca y Banda Oriental abrie- dolorosos pero saludables del desengaño. Han
ron al escritor las más ricas oportunidades de dejado de creer en muchas palabras presti-
convertirse sin penuria en édito y aun de giosas pero vacias; muchos han abandonado
asumir la imprevista condición de best-seller. las estanterías apolilladas de vieias tiendas
De postulante de imprentas, el narrador pasó políticas. En general, pertenecen a nuestra con-
a ser presa codiciada de las editoriales. Si flictiva y atomizada izquierda que discute, es"
bien sólo Mario Benedetti ha conseguido rea- pera y prepara -alumbrada por el ejemplo
lizar el sueño, hasta ahora impensable entre de la Revolución Cubana- el momento de la
nosotros, de "vivir de la pluma", el escritor acción.
de esta década ha recibido compensación eco- Sin embargo, la narrativa no traduce esa
nómica efectiva por su obra, como una conse- toma de posición y ese compromiso humano.
cuencia normal de su tarea. Si Gley Eyherabide, Mercedes Rein y Alberto
Paganini -éste en un espeCial sentido- tra-
PADECIENDO Y DICIENDO LA REALIDAD bajan en una zona de lo irreal, el resto de
los nuevos está pendiente de la realidad uru-
En último término la historia de todo hombre guaya que analizan y describen con pautas
es la de su enfrentamiento con la realidad. exclusivamente psicológicas, sociales o ambien-
En último término la obra de todo escritor es tales. No han hecho una literatura de compro-
su versión de la realidad. En qué medida lo miso (para usar el muy debatido rótulo) y,
real se traduce en un ser yen un decir, es la por el contrario, hay dentro del panorama
peripecia de la vida y la sustancia de una crea- total muy escasas connotaciones concre:as de
ción literaria. lo nacional visto desde el punto de vista po-
Nos hemos referido antes a esta década lítico, por ejemplo. Recordamos como aisladas
como a una forma previsible y sin embargo excepciones la coyuntura electoral de 1962,
inesperada del derrumbamiento. Los economis- con la desastrosa experiencia de la Union
tas y los sociólogos han evaluado esta reali. Popular, que utiliza Fernando Aínsa para urdir
dad uruguaya, denunciando los alarmantes algunos hilos de la trama de su novela Con
trazos de un contorno que todos padecemos. cierto asombro; la génesis e involución de un
"Frente a esta imagen potencial del País, surge izquierdista que colateralmente dibuja Jesús
en forma angustiante la pasividad que parecen Guiral en Las abejas y las sombras; los teje-
denotar las clases dirigentes públicas y priva- manejes de la dirigencia y la diplomacia que
das para comprometerse en un mínimo de accio- son remoto y excusable telón de fondo de
nes para crecer económicamente y apuntalar el Virginia en flashback, de Hiber Conteris; un
sentido de nacionalidad dentro del progreso cuento de Mario C. Fernández (En homenaje,
sociaL" (Enrique Iglesias: Uruguay: una pro- a beneficio) que integra el libro Industria Na-
puesta de cambio). "Que el Uruguay está en cional y evoca la presencia de los cañeros de
profunda crisis y ésta amenace más y más des- Artigas en Montevideo; un cuento de Cristina
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POR E!. RASTRO DE EDUARDO ACEVEDO DIAZ
Publicada por Ediciones del Nuevo Mun- edito ahora su obro, que es todo uno mues-
do,·· dpareció· en enero de 1968 El hombre tro de coraje y de solvencia.
de la tierra, novela de José Pedro Amaro. Coraje porque acomete uno empresa di-
Está precedida por una autobiografia que fícil como es la de desenvolver un trabajo
el aUtor condenso en dos páginas. Lo que de invención dentro de los márgenes estric-
de esas dos páginas puede decirse, vale tos de lo objetividad histórica. Sin volverse
también paro lo novela: que están escritos prolijos, lo documentación y el conocimiwlo
con un profundo respeto por lo verdad; que de lo vida y los hechos en 1810 sujetan lo
del bello rostro de lo verdad se ha elegido narración en los morcas de lo autenticidad.
siempre el perfil mós humilde; que un sabroso Coraje, en fin, porque el aulor no tiene otro
buen humor apaisanado alumbro sus con- alternativo que trabajar o lo sombro presti-
tornos con gracia y contenido melancolía. gioso de un inmenso novelador de lo hisloria:
Amoro, perdedor honroso y honrado de Eduardo Acevedo Diaz. En un tono menor, su-
un concurso de novelos históricos en 1964, ple lo que en el maestro invencible es grande-
!598
za y genio narrativo con dialogados hechos en la peripecia novelística y se la suspende
en lenguaie popular que captan el humor so- cuando está a punto de llevar el reialo a un
carrón y agudo del paisano oriental. Amaro final feliz, que hubiera desmerecido la ve-
sigue el rastro del autor de Ismael y no rosimilitud de la obra.
se pierde. Francisco de Olmedo, el delator; Pedro
Solvencia porque supo eludir todos los Simón, el ioven revolucionario frustrado por
previsibles riesgos de este género tan dIfícil. impaciencia; (arancha, el veterano de las
Lo organización clandestina del batallón de
luchas, parsimonioso y efectivo; los curas re-
negros que se incorporaría al eiércíto arti-
volucionarios y un trasfondo de pueblo es-
guista es el costado humilde de la historia
que Amaro eligió. No intentó el gran friso
cindido en obsecuencia cobarde o rebeldía
épico de la batalla ni trató de centrar en un redentora hocen de esto novelo una traspo-
protagonista magno su trabaio de creación. sición en clave del 1968 americano al 1810
La coincidencia es administrada sablOmente de lo Bando Oriental.
599
5ylvia lago
600
del león, en cambio, es un ejemplo de inven-
ción lírica, de captaóón y de sabiduría para
urdir juntamente los hilos de dos historias
concomitantes. La estructura, el clima trágico,
tierno, irónico, realista y poético de este cuen-
to lo convierten en uno de los puntos más
altos de la narrativa de esta década. El pe-
riodista que es Galeano arma con la técnica
del collage los episodios de una historia que
está todavía en el recuerdo de cualquier mon-
tevideano: la masacre de tres pistoleras ar-
gentinos llevados por la propia policía a su
últi mo .. enterradero" en el edificio Liberaij,
de la calle Julio Herrera y Obeso Paralelamen-
te, en un paisaje casi ensoñado de azoteas
y casas deshabitadas, va creciendo la otra his-
toria, la del Bolita, el Garúa y el propio
narrador. Son criaturas vivas, creadas con fi-
delidad realista a través de un lenguaje pJ-
pular nutrido con letras de tango y experien-
cia de vida. Un final vertiginoso ata de un
tirón las dos historias, apretando el nudo de
la reflexión cuasi filosófica que enCierra el
título del relato.
Mario Césor Fernández es otro narrador
que aborda eficazmente la ciudad a través
del cuento y que en cambio se desdibuja y
pierde don de comunicación cuando elige la
novela para atrapar la vida. Los cuentos de Teresa Porsekansky
Industria Nacional dan una versión amarga
y . corrosiva a la vez de nuestra realidad. Es
el padre cobarde que no supo jugarse con la
primera dictadura (31 de marzo); o el o!¡o
de Agradezco la confianza, alcahuete de (;11
ejecutivo, a quien su hijo -postulante de un
empleo -enjuicia pero tolera por convenien-
cia; es la canallería soez de una potala de
barrio (Barrio querido); es toda la pequeña
ruindad que puede acumularse en una sola
jornada de oficina pública (Despachando con
el viejo); es la niñez no tan luminosa de un
jugador de baby-fútbol (la infanda de un
crack); o los manejos de compra-venta de un
politicastro de profesión (E! reparto); la irri-
soriae ilusoria acción de los pseudo-inleiec-
tuales de izquierda (En homenaie, a benefi-
cio l. Leontina, la pobre, un poco fuera de
esta serie de. aguafuertes montevideanas, con-
firma la linea más característica de Mario C.
Fernández:la de una particularizada visión
de todo lo que de sórdido y destruido tiene
la vida. ~u novela Nos servían como de muro
es el fruto de una versión, no ya del clásico
triángulo sino de un cuadrilátero amoroso,
con múltiples posesiones eróticas, antifaz u
oscuridad mediante. Una historia compleja e
inverosímil en el único sentido en que es po-
sible aplicar este adjetivo a lá literatura; vale
decir, como sinónimo de inconvincente. Jorge Muslo
601
VIVIR EN ElIN'TERIOR
Dos novelistas montevideanos (uno por na-
cimiento: Jorge Se/ovo; otro por adopción:
Juan J. Lacoste) eligieron los ciudades y los
pueblos del interior como morcas de sus
novelos.
Un lugar para Piñeiro, de Se/ovo, y Los
veranos y los inviernos, de Lacoste, desen-
vuelven sus peripecias sobre el trasfondo
apagado de lo vida en los poblaciones
del interior. Lacoste llevo su troupe de
artistas envejecidos y derrotados, esperpen-
tos ilusos que intentan dar vida o su última
esperanzo, en viajes misérrimos a través de
Jase Pedro Amaro desolados estaciones de ferrocarril. Van re-
calando en los pueblos para dar el espec-
táculo irrisorio de su arte vencido y de sus
vidos destruidos. El teatro y lo vIda, el
posado y el imposible presente, el vicio y
la miseria se van desmadejando mientras
el último sobreviviente de la empresa ad-
quiere la certeza final de que "el planeta
giro estúpidamente sobre sí mismo hosta
convertir el largo invierno en un nuevo
verano, con nacientes sueños y palabras que
(una vez más) parecen desconocidos".
Un lugar para Piñeiro radica la acción en
una ciudad capital de departamento y esto
elección del ambiente constituye el mayor
acierto de lo novela. Porque Piñeiro, a pesar
de ser abordado desde distintos ángulos y
episodios de su vida posada y presente,
no cobra vida verdadero. La suma de su
erotismo, su machismo y su sabandijería
política no consiguen plantarlo auténtica-
mente en el relato. En cambio, la pintura
de los arquetipos provincianos, como el In-
tendente, el gerente de Banco, el bolichero,
la izquierda pro-Cubo, los foscistas campu-
sos, componen un ámbito real plenamente
comunicado. Se/ovo es un escritor inteligente
e impaciente. Hubiera bastado con que de-
jara madurar lo mucho que quiso decir y
que evidentemente tiene para decir, para
que su novela como un todo hubiera alcan-
zado la calidad relevante que tienen aisla-
damente muchos de sus valores.
603
So.MMA
Juan Carlos Somma y Jesús Guiral se han
afincado en el Uruguay no hace mucho
tiempo.
Somma, que es uruguayo, permaneclo
fuero del país algunos años, mientras cur-
saba estudios que luego abandonó.
Guiral, español que estudió en Irlanda,
Jesús C. Guiral vino a Montevideo y aquí está firmemente
arraigado.
Ambos, 01 llegar, traían algo para decir.
Venían de mundos que voluntariamente ha-
bían abandonado pero que todavía estaban
gravitando sobre ellos. De ahí que dos
novelas muy distintos por su tema y su
técnico, como Clonís, de Juan C. Somma,
y Los altos muros, de Jesús Guiral, puedan
ser identificables por un sentido catártico
común
(Ionis es lo historio de un seminarista
obsedido por la autenticidad de la vo-
cación sacerdotal y deteriorado por el con-
tacto con un mundo religioso ya desustan-
ciado por lo tradición y el convencionalismo.
La narración sigue el curso de una neurosis
creciente que va delimitando a Clonis y
que es 01 mismo tiempo el objeto de sus
especulaciones. El autor uso un triple pro-
cedimiento: la narración contemporáneo al
suceso, ei outoanálisis del personaje o tra-
vés del diario íntimo y el rocconto. De este
modo, inserto en el latido· desmesurado dei
conflicto de angustio de Clonis dos expe-
riencias vitales trasmitidos con eficiencia
literario: lo muerte del podre y el crecimiento
de un ambiguo y delicado sentimiento entre
amoroso y filial. Es uno novela construido
con grandes momentos y otros flojos y reI-
terativos, pero aun este desequilibrio formal
se aviene con el temo y demuestro un esta-
do de pasión creadora que colocaba a
Somma entre las promesas más seguras de
lo promoción del 60.
Creemos que su segunda novelo, apare-
cido seis años después, no alcanzo el nivel
de lo primera. Forma de piel es uno historia
Juan Carlos Somma
604
fondo pintado con fidelidad y sarcasmo sobre
el que se recortan los existencias dolidas o
hipócritas de personajes tan bien trazados
que nos parece haberlos conocido a todos
alguno vez. Las estaciones es uno historio de
amor y, por eso, excepcional dentro de lo
temático de lo autora, que apunto casi siem-
pre o formas exasperados de lo sexual. Es un
relato lírico que envuelve, con el paisaje cam-
biante de los estaciones, lo mutante frustra-
ción del sentimiento. Es quizá No esa dase de
ninfas el cuento maestro de este libro. En él
un álbum de fotografías recorrido por lo pro-
GUIRAl tagonista empieza o ofrecer material poro los
de amor entre una muchacha de la alta evocaciones que reconstruyen, desde lo in-
fancia, su vida entero. Lo mitología y lo psico-
burguesía y un proletario. Pero el desnivel
patía se entrelazan con el fluir del tiempo de
social del romance es accidental en relación
uno vida de mujer y culminan en un final
con la importancia que en la novela tiene
dramático.
el cuestionamiento del catolicismo como próc-
tica vacua y enmascaramiento del egoísmo y Lo recientemente aparecido novelo La últi-
las prerrogativas de una clase social. De algu- ma razón, por su intrincado estructuro, por el
uso abusivo de un vocabulario enrarecido y
na manera, el ayuntamiento de ambos proble-
arcaizante, parece llevar o lo autora a un
mas -claro que intrínsecos a la situaClón-
clima de tensión y esfuerzo del que está au-
y el uso del procedimiento ya exhausto del
sente el gozo de contar, que corre paralelo
diario íntimo al que recurre Somma por
en el lector con el gozo de leer.
segunda vez, no permiten que la narración
cuaje en esa tronche de vie que pretende
ser, estando -como lo estó- inspirada en ALFA Y OMEGA
un hecho real.
Una forma de la desventura se llama el
Los altos muros, de Guira/, es una novela
libro de cuentos de L S. Garini y El acertijo
equilibrada en lo estructural y segura en la
el de Teresa Porsekansky. Ambos -uno, el
técnica. La pintura de la burguesia católica
mayor de los nuevos¡ la otra,la más joven
de Madrid estó hecha con una penetrante
de ellos- han sido certeros al denominar sus
verdad, plenamente ca/ibrable por qui~nes
respectivos mundos narrativos.
la hayan conocido. El realismo del episodio
A través de sus relatos, Garini entrega yo
juvenil que lleva a Seón Almagroalaprl-
resuelto lo gran ecuación de lo existencia.
sión¡ la . . desgastada y . horrible sordidez del
¿Qué, sino sucesivas formas de la gran des-
instituto penal¡ las desvaídas imógenes>de
ventura de vivir, son los protagonistas de sus
los padres, todo va hilando la trama de una
quince relatos? En esos fraccionamientos de
historia que atrapa al lector desde la. Pri-
la vida ya no hay inquietud ni busca. Una
mera pógina.i Es una transparente tristeza
solo y amorga certidumbre, uno forma elemen-
que tiene un . . . claro porqué: en España,
tal de la desolación que espero a los hom-
al hombre lbs altos muros, los verdadera-
bres y olas perros en el umbral de sus muer-
mente inexpugnables, se le van aparéClendo
tes subyace en los cuentos La maderCl! pro-
delante dé su libertad a cada paso que da.
Porque de los· muros visibles de las prisiones
tec~ora, la lucha, Nada entre dos Gonzá!.ez,
El accidente, la libertad, El gato, La comida
algunos poc?ssale;n: los otros, invisibles, o, "hermoso", La vida mala. O una situación
todos estón aprisionados.
de una infinita desgracia, como en La mirada,
Con Las abejas y las sombras Guiral hace Los días vacíos, Tendría que volver, etc., El ob-
la experiencia de la complejidad. A saltos, jeto desprestigiado, El corte de pelo y El ca-
con intercalaciones, puzzles, collages, rac- ballo, los perros y el hombre.
conti, va armando con maestría el friso so- La desolación y la desgracia no son temas
cial donde se inscribe la historia de un originales ni en la vida ni en literatura, perO
espectador de frustraciones y caídas. AUIl- es absolutamente original lo mirada con que
que técnicamente mós ambiciosa, no dice Garini las descubre y las palabras con que
tanto ccmo Los altos muros; pero indica que los dice Los hombres que atraviesan por sus
Guira/' tanto por el camino de la sencillez cuentos .tienen urgencias elementales: necesi-
como por el de la complejidad, es un vi- dad de comer o de desasimilar¡ necesidad de.
goroso novelista. ser amados o de ser comprendidos. Y o ese
personaje que a GarIni le preocupa 1~~~nl;7
OPINIONES DIVERGENTES
"Los mayores, los del 45, les han dicho
que son una generación, yeso no les da
ni frío ni calor. Son un por.o taciturnos, andan
sueltos, no formen grupos ni peñas, publican
un par de revistas y carecen del respeto
supersticioso por el libro que sintieron sus
mayores. No dan al libro más importancia
que la que en verdad tiene: un objeto de
consumo más, no el cáliz que porta la cul-
tura."
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gado el alimento o un cuarto de baño; una
mirada tierna de la madre o un poco de pie-
dad para su sufrimiento, para su absurdidad JORGE ONETII EXPLICA
o para su anomalia. \1 CONTRAMUIIS If
BIBUOGRAflA 8ASI'A
Mario Benedetti. - literatura uruguaya del
siglo XX, Alfa, 1963.
Emir Rodríguez Monegal. - Los nuevos¡ apéll-
dice de "Literatura uruguaya del Medio Si·
glo", Alfa, 1966.
Angel Roma. -La generación de la crisis.
Serie de articulas aparecidos en "Marcha",
noviembre 1966.
Enrique Elissalde. Los jóvenes y la crítica
literaña. Serie de artículos aparecidos en
"t:poca", 1965.
Mario Benedetti. - literatura de balnearío, en
"la Mañana", mayo 22 de 1964.
Enrique Elissalde. - La piedra que agitó las
aguas, en "I:poca", junio de 1966.
Fernando Ainsa. - Los jóvenes conquistadores
de la .ciudad, en "Gaceta de la Universi·
dad", N9 31, 1963.
•
En CAPÍTULO ORIElVTAL
N9 39 Índice
- CARACTERISTIC.-\S GENERALES
LOS NUEVOS POETAS - LA PRODUCCI6N POf;TICA
y junto con el fascículo, el libro - LOS AUTORES Y SUS CARACTE1USTICAS
LA NUEVA POESÍA (antología)
Este fascículo, con el libro
LA NUEVA NARRATIVA
(antología)
constituye la entrega N.O 38
de CAPITULO ORIENTAL