0% encontró este documento útil (0 votos)
376 vistas19 páginas

Reseña-Ensayo: "La Posmodernidad Explicada A Los Niños" - Lyotard - Carlos Santos

Este documento resume y critica la obra de Jean-François Lyotard "La posmodernidad (explicada a los niños)". En primer lugar, define las características de la posmodernidad según Lyotard, incluyendo cambios en la estética, perspectiva del saber y desaparición de los metarrelatos. Luego, analiza el proceso de conceptualización y legitimación del "nosotros". Finalmente, critica la postura relativista de Lyotard y su visión del fundamento subyacente de los relatos.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
376 vistas19 páginas

Reseña-Ensayo: "La Posmodernidad Explicada A Los Niños" - Lyotard - Carlos Santos

Este documento resume y critica la obra de Jean-François Lyotard "La posmodernidad (explicada a los niños)". En primer lugar, define las características de la posmodernidad según Lyotard, incluyendo cambios en la estética, perspectiva del saber y desaparición de los metarrelatos. Luego, analiza el proceso de conceptualización y legitimación del "nosotros". Finalmente, critica la postura relativista de Lyotard y su visión del fundamento subyacente de los relatos.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 19

UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

(UNED)

MÁSTER UNIVERSITARIO EN FILOSOFÍA

RESEÑA-ENSAYO

La posmodernidad (explicada a los niños) - Jean-François Lyotard

AUTOR: Carlos Santos Aguirre


CURSO ACADÉMICO: 2018-2019 (convocatoria extraordinaria: septiembre)
ÍNDICE

I. Introducción ........................................................................................................................3

II. Definición de la posmodernidad según Lyotard..................................................................3

1-La estética………………………………………………………………………....…….3
2-La perspectiva utilitarista y capitalista del saber..............................................................4
3-Los metarrelatos …………………………………………………………….........…….……...5

III. Problema central: análisis del proceso conceptualizador y legitimador del “nosotros”…...9

1-El republicanismo………………………………………………………………………11
2-El despotismo…………………………………………………………….……………..11

IV. El carácter equívoco de la alternativa propuesta por Lyotard.............................................13

1-Crítica al relativismo absoluto ………………………………………………………….14


2-Crítica sobre el fundamento subyacente de todos los relatos………………………........15

V. Conclusión…………………………………………………………………………………18

VI. Bibliografía ……………………………………………………………………………….19

2
I. Introducción

El presente ensayo-reseña tiene por objeto hacer una síntesis y crítica de la obra de Jean-
François Lyotard, más concretamente su libro titulado: La posmodernidad (explicada a los
niños). En primer lugar, se expondrá aquellos puntos de referencia que Lyotard toma para
establecer las características de la transición, entendida esta última como el paso de la
modernidad a la posmodernidad. En según lugar, se hará un análisis del proceso
conceptualizador y legitimador del “nosotros”, ya que este problema central constituye el
núcleo argumentativo del libro. Por último, se hará una crítica doble al pensamiento de Lyotard,
la primera tratará acerca de su postura relativista, y la segunda será una revisión de lo que él
entiende como el fundamento subyacente de los relatos. Este itinerario estructural tiene como
meta el explicar, analizar, y criticar las ideas propuestas por Lyotard en este libro, sin dejar de
establecer el punto de partida sobre el cual se van a movilizar estos conceptos.

II. Definición de la posmodernidad según Lyotard

En los distintos capítulos del libro, Lyotard trata de establecer las coordenadas sobre qué se
entiende por posmodernidad. Conviene subrayar de una manera sintética, pero algo descriptiva,
sobre cuáles son aquellos puntos que limitarán, y por consecuencia, contendrán el término
discutido. En cada aspecto analizado se podrá observar como hay una estructura que pretende
ser cronológica, entendiéndose esta como el antes y el después de la transición entre la
modernidad y la posmodernidad. A continuación, se elaborará un listado descriptivo de
aquellas coordenadas que tienen la función de definir ese momento de transición.

1 - la estética

Lyotard expone cómo el realismo y el vanguardismo son dos movimientos artísticos que se dan
a la vez. La diferencia que establece es el hecho de que el realismo de corte neoclásico triunfa
sobre las vanguardias porque fue apoyado por el “Partido”. Estas últimas se caracterizaban por
seguir un arte libre sin un canon prescrito sobre cómo o qué se tiene que pintar. El realismo
tenía como fin aunar e identificar el arte con la realidad, a saber, plasmar la realidad como es,
aunque esta se presente sanguinaria y lúgubre. Este intento de apresar la realidad tiene un

3
componente totalizador porque pretende abarcarlo todo, algo que el autor critica. En relación
con la estética que caracteriza la posmodernidad, comenta lo siguiente:

“El arte [posmoderno] halaga el desorden que reina en el ‘gusto’ del aficionado. El
artista, el galerista, el crítico y el público se complacen conjuntamente en el qué-
más-da, y lo actual es el relajamiento. Pero este realismo del qué-más-da es el
realismo del dinero: a falta de criterios estéticos, sigue siendo posible y útil medir
el valor de las obras por la ganancia que se puede sacar de ellas.” (Lyotard, 1987:11)

En resumen, la diferencia estética del posmodernismo, frente a la época anterior, es el tipo de


realismo. El anterior, era un realismo de lo social, el realismo posmoderno es un realismo del
“gusto”. Naturalmente, esto se tradujo en la forma de eclecticismo pictórico, donde todo vale
mientras que venda. Es decir, ya no es un arte que se dignifica con algún tipo de parámetro
ajeno al valor monetario, sino que este es un arte prostituido, entregado a satisfacer los deseos
del mejor postor.

2- La perspectiva capitalista y utilitarista del saber

“El estatuto que de esta manera se asigna a la ciencia está directamente tomado de
la ideología tecnicista: dialéctica de las necesidades y de los medios, indiferencia
en cuanto al origen, postulado de una capacidad infinita de lo ‘nuevo’, legitimación
por el ‘más poder’. La razón científica no es cuestionada de acuerdo con el criterio
de lo verdadero o de lo falso (cognoscitivo), sobre el eje mensaje/referente, sin en
virtud de la performatividad de sus enunciados, sobre el eje destinador/destinatario
(pragmático). Lo que yo digo es más verdadero que lo tú dices porque con lo que
yo digo puedo “hacer más” (ganar más tiempo, llegar más lejos) que tú con lo que
tú dices. Una consecuencia trivial de este desplazamiento es que el laboratorio
mejor equipado tiene mejores posibilidades de tener razón. ¿La razón verdadera es
entonces la razón del más fuerte?” (Lyotard, 1987:75)

Lyotard hace una comparación entre el saber científico y otros tipos de saberes. La diferencia
radica en que el saber científico tiene datos observables y con posibilidad de ser ensayados
empíricamente, mientras que los otros tipos de saberes dependen de un criterio lógico-
cognoscitivo de veracidad y falsedad. Al poner la ciencia al servicio de esta performatividad

4
(el poder hacerlo), tiene un efecto pragmático para la vida. Esto es especialmente importante
con el auge de la tecnociencia y el capitalismo globalizado, ya que la eficiencia de los recursos
se traduce en más ganancia monetaria. Bajo este influjo, el valor del saber queda reducido a su
capacidad de ajustarse y de producir medios y herramientas para maximizar el capital. La
posmodernidad, entonces, se caracteriza por la capitalización del saber, y por devaluar aquellos
saberes no monetizables a gran escala. Lo académico (la información) se limita a un fin
utilitarista comercial, ya no a una búsqueda de la verdad.

3 - Los metarrelatos

La persistencia de los metarrelatos es uno de los temas centrales que diferencia la modernidad
de la posmodernidad. Es de suma importancia acentuar el componente esencial de los
metarrelatos: la universalidad. Esta característica de las metanarrativas tiene por fundamento
la totalización de la realidad. Si hay un discurso universal, el cual se aplica a todos por igual,
implica que cualquier tipo de alteración o alejamiento de esa línea progresiva propuesta por el
metarrelato, solo puede considerarse como algo malo, algo rebelde. El elemento totalizador
agota la realidad, y con condición de agotada, no hay otro relato alternativo que sea aceptado.
En la siguiente cita, Lyotard puntualiza a qué metarrelatos se refiere.

“Los ‘metarrelatos’ a que se refiere La condición posmoderna son aquellos que han
marcado la modernidad: emancipación progresiva de la razón y de la libertad,
emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado en el
capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la
tecnociencia capitalista, e incluso, si se cuenta al cristianismo dentro de la
modernidad (opuesto, por lo tanto al clasicismo antiguo), salvación de las criaturas
por medio de la conversión de las almas vía el relato crístico del amor mártir.”
(Lyotard, 1987:29)

A la luz de este pasaje, la finalidad que los relatos tienen es la emancipación, a saber, liberar a
la humanidad de cualquier clase de subordinaciones o dependencias que van en contra del
progreso. Este progreso dependerá del relato. Lyotard hace mención de cuatro metarrelatos: el
progreso de la razón, el de la liberación en relación con el trabajo, el de la tecnociencia
capitalista, y el cristianismo.

5
a) El metarrelato de la razón: este era el relato de la ilustración o siglo de las luces. Se
creía que el progreso científico y la educación de los ciudadanos, fundada en la razón, daría
lugar a una sociedad en la que todos disfrutan de igualdad de derechos y forjan su propio
destino con el fin práctico de ser felices. Esto se puede ver claramente en el libro de Kant:
Idea para una historia universal en clave cosmopolita. En este libro Kant articula que existe
una naturaleza intrínseca en las personas (disposiciones naturales) que están destinadas a
cumplirse, pero para ello la humanidad tenía que pasar por muchas fases del progreso cuyo
fin era un cosmopolitismo regido por la razón.

b) El metarrelato del trabajo: el marxismo sería el más destacado con su concepción


materialista y teleológica de la historia de la humanidad. Marx creía que el motor de la
historia había sido la lucha de clases, y que esta lucha se daba entre las fuerzas productivas
(los trabajadores y su actividad) y las relaciones de producción (el proletario y el capitalista).
Esta relación era de tipo contradictoria, antinatural, ya que el producto, resultado de la
actividad productiva del trabajador, no le pertenecía, y esto devenía en otra serie de
contradicciones antinaturales para el hombre que, en definitiva, le dejaban enajenado y
alienado, reducido a mercancía. La promesa de emancipación consistía en la destrucción de
las clases, y la instauración del comunismo, en el que el trabajador sería dueño de la
propiedad privada de los medios de producción y, por consiguiente, dueño del fruto de su
trabajo, resultando esto en la autorrealización del individuo.

c) El metarrelato del enriquecimiento: Este relato tiene como núcleo la tecnociencia en


relación con el capitalismo. En la tecnociencia, la ciencia se pone al servicio de la técnica,
de mejorar la tecnología. Este mejoramiento tiene un fin práctico, el cual es maximizar la
producción y ventas con el fin de garantizar una mejor economía. Se pensó que tal progreso
iba a ser beneficioso para los ciudadanos, ya que se erradicaría el hambre, las enfermedades,
entre otras cosas.

d) El metarrelato religioso: Pone como ejemplo el cristianismo, aunque se podría aplicar


a cualquier metarrelato religioso, puesto que guarda el mismo rasgo universal de progreso.
Este tipo de relato adopta como hilo conductor la realidad terrenal de la cual se quiere ser
redimido para estar en un mundo supramundano, esto redención origina la salvación de las
almas. Es un relato que promete un bienestar absoluto proyectado en el futuro.

6
Para Lyotard, todos estos relatos contienen un aspecto legitimador que valida las operaciones
internas. En la mayoría de estos, lo legitimador es la proyección de un futuro próspero, como
la tierra prometida de “leche y miel”. En oposición a tal esperanza, el filósofo francés va a
criticar contundentemente estos relatos indicando que han fallado por sus mismos efectos en la
historia. En la siguiente cita, va a señalar qué eventos históricos refutan estos metarrelatos.

“Cada uno de los grandes relatos de emancipación del género que sea, al que le haya
sido acordada la hegemonía ha sido, por sí decirlo, invalidado de principio en el
curso de los últimos cincuenta años. – Todo lo real es racional, todo lo racional es
real: ‘Auschwitz’ refuta la doctrina especulativa. Cuando menos, este crimen, que
es real, no es racional. --- Todo proletario es comunista, todo lo comunista es
proletario: ‘Berlín 1953, Budapest 1956, Checoslovaquia 1968, Polonia 1980’ (me
quedo corto) refutan la doctrina materialista histórica: los trabajadores se rebelan
contra el Partido. – Todo lo democrático es por el pueblo y para el pueblo, e
inversamente: las ‘crisis de 1911, 1929’ refutan la doctrina del liberalismo
económico, y la ‘crisis de 1974-1979’ refuta las enmienda poskeinesianas a esta
doctrina.” (Lyotard, 1987:40)

Hace mención de la célebre sentencia de Hegel “todo lo real es racional, todo lo racional es
real” en relación con Auschwitz. Este filósofo alemán, en un intento de dar cuenta de los
fenómenos de la historia de la humanidad, había propuesto que la realidad, al ser racional, se
podía reducir a Idea, a pensamiento. Pero, al ser el mundo conocido racionalmente, este queda
contenido, disuelto en el Sujeto que conoce el mundo, esto es, el Espíritu-Idea. A la luz de esto,
todas las cosas son manifestaciones racionales del Espíritu. Esta línea argumentativa resulta en
una totalización de la realidad, en la que la historia no es sino la manifestación del devenir del
Espíritu hacia su autorrealización. Esto tiene como fundamento que la realidad se ajusta o que,
al menos, trata de satisfacer las exigencias de la razón. Lyotard, agudamente, refuta con
Auschwitz tal devenir histórico racional. En ese trágico punto de la historia, la humanidad fue
de todo menos racional. Miles de personas murieron en esos campos de concentración situados
en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial.

La siguiente crítica va dirigida al comunismo. Considero oportuno hacer una descripción breve
de los dos primeros acontecimientos, puesto que el contenido histórico de cada suceso tiene un
peso esencial como refutación del comunismo. Dicho de otra manera, la razón por la cual
Lyotard menciona estas fechas y lugares no es, de ningún modo, baladí, sino todo lo contrario,

7
son referencias a modo de argumentos. En Berlín (1953) hubo una huelga por parte de obreros
que trabajaban en la construcción. Esta protesta estuvo dirigida en contra del gobierno de la
República Alemana Democrática (RDA), que formaba parte de la Unión Soviética. La razón
de este levantamiento generalizado se originó por el posible recorte de sueldos que iba a haber
si no se cumplía la cuota de trabajo que se estaba exigiendo por parte del gobierno. Esto
claramente se traducía en más trabajo por el mismo sueldo. Ante esta revuelta, los tanques de
las autoridades soviéticas reprimieron violentamente la protesta abriendo fuego contra los
“rebeldes”. Otra tragedia similar ocurrió en el año 1956, en Budapest. Durante el periodo de
Hungría como Estado Socialista, hubo una protesta estudiantil, que atrajo a grandes grupos de
personas. Estos marchaban por el centro de Budapest hacia la radio para transmitir sus
demandas. Esta delegación de estudiantes fue retenida cuando entraba al edificio. Hubo
protestas fuera para que los liberasen, la respuesta por parte de la policía política húngara
(ÁVH) fue abrir fuego desde el interior del edificio.

Con estos sucesos históricos, pintados de sangre humana, Lyotard cuestiona el principio
comunista de emancipación. Es difícil justificar estos sucesos sanguinarios, y a la vez seguir
creyendo en el metarrelato del comunismo. La doctrina de “los trabajadores se rebelan contra
el Partido” queda invertida en algo así como “el Partido que busca el bienestar del proletario,
aniquila a todos los trabajadores.”

El siguiente objeto de analisis es la doctrina de la democracia cuya idea central es que el poder
reside en el pueblo, y que este tiene la potestad de legitimar el poder que poseen sus
representantes. Hace falta subrayar que Lyotard liga el concepto de democracia con el
liberalismo económico, que en sintesis, apuesta por un estado que no es intervencionista
respecto de lo económico. La proyección de bienestar social que esta doctrina propone es la
siguiente: mientras mayor crecimiento económico haya, mayor prosperidad habrá, lo cual
equivale a una reducción de la pobreza y un fortalecimiento de la democratización. La fecha
más simbólica es la de 1929, también conocida como el Crac del 29 que dio, en cierto sentido,
inicio a la Gran Depresión. El otorgar el poder al pueblo en su forma de liberalismo económico
llevó a un endeudamiento e inflación en la economía, lo cual tuvo como resultado catastróficas
consecuencias para el mundo en general. En vez de que este metarrelato de la democracía
trajera un estado de bienestar, resultó, sin embargo, en precariedad y hambruna. Con esto
Lyotard muestra que el liberalismo económico no produjo lo que había prometido en su relato
de prosperidad futura.

8
Frente a semejante panorama, Lyotard va a abogar por una diversidad de relatos frente a la
pretención de unificarlos todos en un proceso universal emancipatorio. Los metarrelatos de la
modernidad han fracasado, y esto se sabe, por sus efectos, por sus frutos, por la vida misma.
En una palabra, la modernidad se ha inmolado en un baño de sangre con sus promesas de un
futuro mejor. ¿Cuál es la alternativa? los pequeños relatos.

“En estas condiciones, ¿cómo pueden seguir siendo creíbles los grandes relatos de
legitimación? Esto no quiere decir que no haya relato que no pueda ser ya creíble.
Por metarrelato o gran relato, entiendo precisamente las narraciones que tienen
función legitimante o legitimatoria. Su decadencia no impide que existan millares
de historias, pequeñas o no tan pequeñas, que continúen tramando el tejido de la
vida cotidiana.” (Lyotard, 1987:31)

Se podría decir entonces que lo que caracteriza la posmodernidad es la apuesta por los relatos
pequeños, los relatos fragmentarios. El nuevo modo de entender la trama de la vida será, por
tanto, en una historia heterogénea. Quintín Racionero1, en una entrevista dijo: “La
posmodernidad es una cultura, discutir la posmodernidad, es discutir un hecho”, pero esta
recepción cultural no implica una unidad de pensamiento, sino una diversidad puesto que no
hay una filosofía posmoderna como tal.

III. Problema central: análisis del proceso conceptualizador y legitimador del


“nosotros”

Considero que el problema central, que en la obra de Lyotard se trata desde distintas
perspectivas, es el proceso conceptualizador y legitimador del “nosotros”, a saber, el
metarrelato. Este último tiene como misión totalizar la realidad, esto incluye al “yo”, al “tú”, al
“nosotros”, y más peligrosamente, al “ellos”. Estos pronombres suponen realidades,
comunidades, e individuos. Por ello, se puede decir que el relato se construye a través de las
relaciones nominales que tendrán estatus ontológico. Lyotard plantea el problema sobre si ese
“nosotros”, en todas sus variedades, pertenece a la Idea de la historia de la humanidad.

1
Vid. https://www.youtube.com/watch?v=ArwW6BVQbs8&t=3495s (minuto 49 – consultado 09/09/2019)

9
“La pregunta se plantea también en qué consiste ese ‘nosotros’. Se trata, como
indica el pronombre de la primera persona del plural, de una comunidad de sujetos,
ya sea usted y yo, o ellos y yo, según que el hablante se dirija a otros miembros de
la comunidad (vosotros/yo) o a un tercero (usted/ellos + yo) delante del cual estos
otros miembros, que él representa, son designados en tercera persona (ellos). La
pregunta se plantea si ese nosotros es o no independiente del a Idea de una historia
de la humanidad.” (Lyotard, 1987:37)

El aspecto conceptualizador plantea una dificultad aparentemente insuperable. Si se analiza ese


“nosotros”, hay que considerar hasta qué punto puede representar esa diversidad de culturas,
que se compone de otros muchos elementos distintos a ese “nosotros” conceptualizado bajo el
influjo cultural concreto de un determinado sector geográfico. Lyotard especificará que el relato
es un mundo de nombres, y que en el universo del relato existen héroes, lugares, destinatarios,
remitentes, todos ellos nombrados meticulosamente. En el sentido nominal, ser narrado es ser
nombrado, y en este acto de ser nombrado, se puede reactualizar el nombre dado a un individuo,
y la relación que este guarda con los otros nombres. Por ejemplo, un individuo puede ser narrado
como “héroe” por otros individuos en el relato, o como “traidor”. Estas relaciones nominales
se escenificaron vitalmente durante la modernidad. Al haber una repetición por la comunidad,
ya sea de tradición oral o escrita, de estas relaciones nominales a lo largo del tiempo se
garantiza, por un lado, la permanencia, y por el otro, la legitimidad.

“La legitimidad, como hemos afirmado, está asegurada por la potencia del
dispositivo narrativo: cubre la multiplicidad de las familias de frases y de posibles
géneros del discurso, comprende todos los nombres; siempre es actualizable y lo ha
sido desde siempre. El dispositivo, como es diacrónico y paracrónico, asegura la
dominación del tempo, o sea, de la vida y de la muerte. El relato es la autoridad en
sí misma. El relato autoriza un nosotros indestructible, por encima del cual sólo hay
ellos.” (Lyotard, 1987:44)

“El juicio debe ser legitimado, es el papel del discurso normativo (¿tenemos
derecho a decidir de esta manera?), más tarde convertido en ejecutorio (decretos,
bandos, leyes, circulares), y las infracciones, castigadas” (Lyotard, 1987:60)

Como se puede observar en las citas anteriores, el relato, con sus relaciones nominales, se
legitima a sí mismo, y tiene la necesidad de hacerlo, porque ese relato va a ser el principio
explicativo y la justificación para que ciertos nombres dentro del relato puedan juzgar a otros.

10
El relato tiene que, de algún modo, justificar su praxis. Lyotard identifica dos procesos de
legitimación: el republicanismo y el despotismo.

1) El republicanismo

El primer modo es el republicanismo, entendido este como la forma de gobierno cuyo poder
está en los ciudadanos, y no a una clase social o élite. Excluye cualquier despotismo o tiranía,
al menos en teoría. El fundamento legitimador en cualquier forma de república se encuentra en
su proyección universal de un progreso positivo para la humanidad. Esto implica que ese
“nosotros” son “todos los humanos” y, por tanto, hay distintos relatos que se diferencian por el
fin deseado, pero son iguales en su pretensión universalista.

“A diferencia de los mitos, estos relatos no encuentran su legitimidad en actos


originarios ‘fundantes’, sino en un futuro que se ha de promover, es decir, en una
Idea a realizar. Esta Idea (de libertad, de “luz”, de socialismo, de enriquecimiento
general) posee un valor legitimatorio porque es universal. Da a la modernidad su
modo característico: el proyecto, es decir, la voluntad orientada hacia su fin.”
(Lyotard, 1987:61)

La Idea es el alimento de la esperanza de aquellos que creen en el relato. Esto es así porque tal
ideal no es sensible, sino abstracto, imaginado. En este sentido, la soberanía queda relegada a
la Idea, a la proyección que el pueblo es capaz de imaginar y creer. Sin embargo, en la
modernidad no es la ausencia de progreso lo que dio lugar a un escenario apocalíptico, sino
que, por así decirlo, fue el progreso mismo el que reveló y potenció el obrar humano. Esta
doctrina socrática del intelectualismo moral, adoptada por el ideal del ciudadano ilustrado,
quedó refutada puesto que, aunque había pretensión de saber qué es lo bueno, se hizo
precisamente lo contrario.

2) El despotismo

Lyotard utiliza al pueblo cashinahua como objeto de análisis con el propósito de ilustrar la
similitud que guarda con el proceso de legitimación de los regímenes despóticos, como el nazi.

11
“Los cashinahuas se llaman a sí mismos ‘los auténticos hombres’. Lo exterior a esta
tradición, sea acontecimiento natural o humano, si no tiene nombre por sí mismo,
no es, porque no ha sido autorizado (no es ‘verdadero’). La autoridad no es
representada en sentido moderno, el pueblo cashinahua legisla a través de la
transmisión de sus relatos y, al ejecutarlos (porque los nombres crean toda suerte
de obligaciones), ejerce él mismo el poder ejecutivo. En esta práctica narrativa,
pues, está en juego una política, pero inmersa en el conjunto de la vida instituida
por los relatos. En este sentido puede decirse de ella que es totalitaria.”
(Lyotard, 1987:57)

El régimen despótico nazi tomó la estructura mítica de los cashinahuas. Esta estructura consiste
en un sistema cerrado, en el que hay un origen, como fuente legitimadora. No se puede acceder
desde fuera, sino que se legitima desde dentro. En esta jerarquía, hay un sujeto que prescribe el
derecho que los demás tienen, y en esa otorgación de derechos, se es selectivo y discriminatorio.
No es el ser humano universal digno y merecedor de esos derechos, sino el hombre ario. Ese
“nosotros” tiraniza al resto, al “ellos”. Lyotard lo expone elocuentemente en la siguiente cita.

“El nazismo puso el nombre ‘Ario’ en lugar de la Idea de ciudadano, fundó su


legitimidad en la saga de los pueblos del Norte abandonando el horizonte moderno
del cosmopolitismo. Si logró triunfar es porque flotaba en el pueblo soberano,
‘democráticamente’, en el sentido que daba Kant a esta palabra, un deseo de
‘retornar a las fuentes’, un deseo que sólo la mitología puede satisfacer. El nazismo
proporcionó a este pueblo los nombres y los relatos que le permitieron identificarse
exclusivamente con los héroes germánicos y restañar las heridas producidas por la
derrota y la crisis.” (Lyotard, 1987:58)

Resulta relevante para la temática establecer un paralelismo entre el totalitarismo estaliniano y


el totalitarismo nazi. Quizás la razón por la cual no es aberrante autodenominarse “comunista”
o “socialista”, en comparación con llamarse “nazi”, radica en que el socialismo sigue siendo
una forma de republicanismo, mientras que el nazismo es un despotismo. El socialismo tiene
una proyección al futuro, un ideal que cumplir. Un ejemplo de esto es el hecho de cómo las
Primeras Internacionales se autorizaron por medio de una declaración de los derechos del
trabajador universal. Si algo sale mal, siempre se puede apelar a que el verdadero comunismo
no ha sido verdaderamente instaurado. En el nazismo, desde el inicio, no encontramos una
estructura inclusiva, sino excluyente. En suma, el totalitarismo nazi consistió en la supeditación

12
de instituciones legitimadas por la Idea de libertad a la legitimación por el mito racial, en
concreto, el mito ario.
Para concluir este apartado, es necesario remarcar cómo la declinación de los grandes relatos
resulta en el desfallecimiento del sujeto moderno. Lyotard encontrará la razón de este
desfallecimiento en la resistencia entre los mundos de los nombres y la diversidad insuperable
de las culturas. El filósofo francés apostará por la defensa de los microrrelatos como una
solución alternativa, dado que “su decadencia no impide que existan millares de historias,
pequeñas o no tan pequeñas, que continúen tramando el tejido de la vida cotidiana.” (Lyotard,
1987:31)

IV. El carácter equívoco de la alternativa propuesta por Lyotard

Este apartado pretende ser crítico, no con el análisis propuesto por Lyotard sobre el proceso de
conceptualización y legitimación del “nosotros” como fundamento del metarrelato, sino con su
apuesta por los microrrelatos, o relatos fragmentarios, como alternativa viable. En la siguiente
cita, se ve claramente cómo Lyotard tenía conciencia sobre qué procesos históricos
configuraron el declive de la humanidad, pero no da con el principal problema, como ya se
expondrá a continuación.

“La clase política continúa discurriendo de acuerdo con la retórica de la


emancipación. Pero no consigue cicatrizar las heridas infringidas al ideal
“moderno” durante casi dos siglos de historia. No es la ausencia del progreso sino,
por el contrario, el desarrollo tecnocientífico, artístico, económico y político, lo que
ha hecho posible el estallido de las guerras totales, los totalitarismos, la brecha
creciente entre la riqueza del Norte y la pobreza del Sur, el desempleo y la “nueva
pobreza”, la deculturación general con la crisis de la Escuela, es decir, de la
transmisión del saber, y el aislamiento de las vanguardias artísticas.” (Lyotard,
1987:97-98), (énfasis añadido).

¿Qué quiere decir con “ha hecho posible”? Se puede deducir dos cosas: o bien Lyotard está
estableciendo una relación de causalidad entre el progreso y las consecuencias terribles que
tuvieron lugar, o bien cierta correlatividad entre esos dos componentes. Si es la primera, no dice
en ningún lugar cómo el progreso ha podido causar semejantes acontecimientos. Si lo que ha
querido puntualizar es una relación correlativa, entonces está en lo cierto. Pero, ¿cuál es esa
correlatividad? No parece describir en ningún lugar por qué o cómo, paradójicamente, el

13
progreso ha posibilitado aquellos resultados señalados previamente. Este es el punto de partida
del cual parte mi crítica en dos aspectos fundamentales: el relativismo absoluto de Lyotard, y
el fundamento subyacente a todos los relatos. La primera consiste en algo que el filósofo francés
defiende explícitamente en sus escritos, la segunda crítica tiene su origen en la ausencia o mal
diagnóstico de lo que concibe como la raíz de todos los relatos.

1) Crítica al relativismo absoluto

Lyotard hace una crítica formidable a la idea del “nosotros” y su proceso de legitimación, no
obstante, propone al microrrelato, y con esto, anula cualquier componente universal. Lo que se
sigue de esto es el relativismo absoluto, ya que si no hay un elemento que se aplique por igual
a todos, no hay modo de justificar el componente “meta” del relato. Por ello, el microrrelato es
de naturaleza relativa, puesto que, al eliminar cualquier naturaleza universal, se exalta lo
particular, pero como actitud vital, ya no como fundamento de la verdad. Esto produce un
discurso de la realidad experimental que consiste en meros malabares hermenéuticos. Se puede
quizás decir que la ética defendida por Lyotard es la ética de lo particular. Pero esta es una ética
que sufre del trastorno autoderrotista, porque pretende establecer que lo universal es que solo
hay relatos particulares. Dicho de otra manera, lo único universal es que no hay universal. Este
trastorno lo suelen padecer los relativistas, entre ellos, Lyotard. Naturalmente, el reivindicar el
microrrelato como modo apropiado de interpretación de ese “nosotros”, en vez de resolver el
problema, lo agrava, ya que al no existir nada universal, el relato pequeño queda legitimado por
su particularidad, tanto en sus manifestaciones benévolas como malévolas. Esto se convierte en
el totalitarismo de lo pequeño, de lo diverso, de lo fragmentario. Nadie puede levantarse como
juez para suprimir un relato tirano, porque lo que se levante como juez, también tiene un relato
subjetivista de la realidad.

Lyotard defendió ese relativismo, como también el sofista Gorgias, en su libro La disputa, en
donde pone en tela de juicio la unidad entre signo y significado. Se entiende que la palabra
(signo) no puede ni totalizar, ni agotar, la realidad (complejo de sentidos posibles). Esto se
traduce en que la realidad en sí misma no establece ningún sentido inamovible. Es la
interpretación que le da el sentido, pero esta es mutable y diversa. Se ve claramente la influencia
de Nietzsche sintetizada en su célebre frase: “no hay hechos, sino solo interpretaciones de los
hechos”. A la luz de esto, cabe preguntarse si el contenido de esa frase debe tomarse como una
descripción objetiva de la realidad, o tan solo como una interpretación. Es Nietzsche quien se
14
desautoriza a sí mismo y, por tanto, no se le puede tomar en serio, porque hace de la dificultad
de aprehender la realidad, una dificultad insuperable, de la cual él también está obligado a
participar. Con todo, la problemática que hay que enfrentar es digna de su escándalo.

La realidad, entendida esta no solamente como el espacio físico-temporal, sino también como
la esfera vital en la que tienen lugar todas las operaciones humanas, tiene un fundamento
dogmático. Es decir, la realidad, al tener componentes inamovibles y objetivos, es de naturaleza
dogmática. Esto implica que da igual lo que se piense o interprete de ella, ya que la estructura
objetiva de la realidad limita la especulación relativista sobre esta. Una ilustración de esto sería
el hecho objetivo que hay un movimiento de rotación y translación de la Tierra. Al mismo
tiempo, puede coexistir con el hecho la interpretación que se hace de este, pero es la
interpretación la que queda limitada y corregida por el hecho. Este ejemplo solo tiene validez
para la realidad entendida como el espacio físico-temporal. No obstante, queda por superar la
dificultad planteada por el problema de los metarrelatos y sus efectos, en vista de que estas
relaciones nominales contenidas en los relatos y sus efectos en la humanidad tienen que ver con
la realidad entendida como la esfera vital en la que tienen lugar todas las operaciones humanas.
Esa explicación es la explicación sobre el principio subyacente de todos los relatos, la cual
merece un apartado.

2) Crítica sobre el fundamento subyacente de todos los relatos

Lyotard propuso la subjetividad del individuo como el fundamento subyacente de todos los
relatos. El subjetivismo elimina cualquier pretensión de legitimar un esquema rígido,
precisamente porque no hay ningún componente universal que es compartido por todos. Esto,
a mi parecer, es erróneo considerando que el ser humano es, ante todo, un ser moral. El humano,
en cuanto ser moral, tiene un sistema de valores. Esto significa que el hombre, al actuar, al
moverse, lo hace porque percibe, que lo que está delante de él, va a aportar algo mejor. Ahora
bien, esto todavía no ha superado la dificultad de encontrar un fundamento objetivo, universal,
válido para todos. En efecto, se podría decir que hay una infinidad de maneras en las que se
puede interpretar el mundo de las operaciones humanas, ya que hay una infinidad de sistemas
de valores morales como hay individuos en el mundo. ¿Cómo, entonces, se puede justificar un
componente universal en la infinitud de relatos subjetivos? Se puede justificar partiendo de que
hay algo que subyace en todos los metarrelatos y microrrelatos, esto es, la moral.

15
Con el auge de la antropología, se ha defendido el relativismo de la verdad, y en esta, el de la
moral también. El argumento comúnmente usado es el del hecho de que distintas etnias tienen
un modo de organizarse, y un código moral particular que, en gran medida, dichos códigos
difieren unos de otros. Esta concepción antropológica ha dado lugar al respeto por la
multiculturalidad, y al reconocimiento de distintas éticas. Pero por más que se insista en que
cada etnia y cada individuo se autorrepresenta de un modo particular, todo parece ser un delirio
retórico cuando se habla de ciertas tradiciones en algunas culturas, las cuales, para la mayoría
de las personas son inadmisibles. Prácticas tales como la mutilación genital femenina, el
matrimonio por rapto, el planchado de pechos, así como también actos generalizados como la
violación, el abuso, y el acoso. Dentro del tejido moral de todas las operaciones humanas, se
puede ver que sí, que es afirmativo que se puede interpretar el mundo de diversas maneras, pero
igual de absoluto y rotundo es el hecho de que hay ciertas interpretaciones que llevan a la
humanidad al holocausto nazi, o a los gulags de la Unión Soviética. Dicho de otra manera, son
los efectos mismos de las operaciones humanas en su sentido moral que exigen dogmatismo,
un dogmatismo en el que, al menos, prime la vida. Eventos como estos limitan y corrigen la
especulación en cuanto la moral. No todas las interpretaciones son válidas, aunque estas existan
en los individuos como un sistema de valores. Por ello, se puede decir que, del mismo modo
que hay una estructura objetiva de la realidad física-material, existe una estructura moral
objetiva dentro de la esfera de las operaciones humanas. Esto es lo que se reprocha a Lyotard.
Él propuso, como fundamento subyacente en los relatos, la subjetividad comunitaria o
individual. Lo que aquí sugiero como dicho fundamento subyacente es la moral objetiva.

Tal proposición plantea la siguiente dificultad: si hay valores morales objetivos, ¿cómo se
explica, entonces, la diversidad de éticas que difieren unas de otras? Para dar cuenta de esto,
utilizaré el esquema explicativo de la Physis griega, pero aplicado a la moral. Los griegos se
preguntaron por la naturaleza (physis). Ante la pluralidad, que es el fundamento del cambio, se
preguntaron por lo permanente, que es el fundamento de la unidad. Heráclito propuso que todo
es un devenir, que todo cambia, que nada es estático, mientras que Parménides dijo que solo el
ser es, porque el no-ser no es. Ambos estaban tratando de explicar cuál es el principio sustancial
compartido por todas las cosas, y a la vez cómo es que se da el movimiento, el cambio. A la luz
de este molde argumentativo, se podría articular una Physis moral: ante la pluralidad de
prácticas morales codificadas, hay que preguntarse si hay algo permanente, subyacente a todas
ellas. La tesis que aquí se defiende es que efectivamente sí hay algo en común a todas las
manifestaciones morales que tienen las distintas etnias. Si se analiza cuidadosamente las
16
distintas prácticas morales, se descubre que lo que las diferencia no es el principio moral que
se intenta obedecer, sino el cómo se intenta obedecer tal principio. Es decir, la diferencia no
radica en el principio moral, sino en el hecho, en la práctica. Para ejemplificar esta idea se
puede pensar en la práctica de la India, más concretamente en Sholapur. Este ritual2 consiste en
un grupo de padres, sosteniendo una manta, y otro padre desde una plataforma elevada, suelta
al bebe a 15 metros de altura con respecto de la manta. Este ritual constituye el hecho, la
práctica. Quizás para muchos esto solo se podría calificar de barbarie. No obstante, la razón por
la cual lo hacen es porque tienen la convicción de que los niños así crecerán fuertes y sanos. La
razón responde al principio moral que se trata de obedecer. Cualquier padre podría decir que se
puede obtener lo mismo, pero con distintos medios, quizás apuntando al niño a algún deporte.
Sin embargo, tnato el padre de Sholapur, como el padre de occidente, en su gran mayoría,
buscan obedecer el principio moral de cuidar de los suyos, otra cosa es que unos acierten más
en la aproximación práctica que otros con respecto al principio moral. Con esta ilustración se
evidencia cómo no se trata de una diferencia radical entre éticas, sino que tales prácticas tratan
de llevar a cabo el mismo principio. C. S. Lewis3 ya se tomó las molestias de elaborar un listado
de las máximas morales de distintas culturas en las que se puede ver, incluso, que tales reglas
no establecen una diferencia real, sino que guardan mucha similitud en los principios morales
que intentan guardar. En síntesis, las prácticas constituyen el aspecto cambiante, mudable de la
physis moral, mientras que los principios morales constituyen el aspecto permanente, objetivo.

Queda por superar esta otra cuestión: ¿qué hay acerca del intento de abolir cualquier
dogmatismo moral? Aunque resulte paradójico, cualquier intento de triturar la validez de
valores morales objetivos es en sí mismo un intento moral. Esto es así porque adopta, por una
lado, una naturaleza dogmática ya que se eleva como juez, y por otro lado, un elemento moral.
En una palabra, el intento de relativizar la moral, o de destruirla, es un intento desesperado, y a
veces resentido, pero todavía moral, de entender que la humanidad va a vivir mejor sin esos
esquemas rígidos. La regla de oro para Nietzsche y sus hijos es que no hay regla de oro. Esa es,
en esencia, la intolerancia contra la intolerancia; Nietzsche no tolera que se sea intolerante con
ciertas prácticas, y esa intolerancia nietzscheana se vuelve forzosamente universalista. Ni
siquiera este crítico formidable del cristianismo escapa de actuar moralmente al intentar liberar

2
Vid. https://cribeo.lavanguardia.com/actualidad/8317/7-tradiciones-peligrosas-que-no-conocias-y-que-se-siguen-dando-

alrededor-del-mundo - (consultado 09/09/2019)

3
Vid. Lewis, C. S. (2007): La abolición del hombre, Madrid, Ediciones Encuentro. Págs. 82-96

17
a la humanidad de lo que él concebía como una moral de esclavos. Tampoco puede evadir el
universalismo al establecer una regla de oro, aunque esta predique la anarquía moral basada en
la voluntad de poder que se da en el arquetipo del superhombre. A la luz de esto, se ha hecho
evidente cómo puede haber discusiones y disputas sobre qué prácticas o tradiciones encarnan,
de un modo más acertado, los valores morales objetivos, pero no hay refutación efectiva de
estos últimos, ya que el ser humano es un ser moral.

V. Conclusión

Lyotard elaboró un meticuloso análisis del proceso de conceptualización del “nosotros”, como
nombre operatorio en las relaciones nominales que tienen lugar en los relatos. Además, hizo
una precisa y minuciosa descripción de qué características tienen aquellos metarrelatos que se
materializan y legitiman en la forma de repúblicas, y aquellos que se manifiestan en regímenes
despóticos. El filósofo francés apuesta por una apología de los relatos pequeños como medio
correcto de entender el decurso de la humanidad, en la que no hay un “nosotros”, sino muchos
“nosotros” los cuales tienen que ser respetados en sus modos de interpretaciones de la realidad,
y en sus maneras en las que autorrepresentan. La crítica, con actitud filosofante, que merece tal
solución ha sido doble: por un lado, una crítica a su relativismo absoluto y, por otro lado, una
crítica a lo que el señala como elemento subyacente de los relatos, a saber, el subjetivismo.

18
VI. Bibliografía y fuentes audiovisuales

• Lewis, C. S. (2007): La abolición del hombre, Madrid, Ediciones Encuentro.

• Lyotard, Jean-François. (1987) La posmodernidad (explicada a los niños),Barcelona,


Editorial Gedisa.

• https://www.youtube.com/watch?v=ArwW6BVQbs8&t=3495s

(minuto 49 – consultado 09/09/2019) – Quintín Racionero

• https://cribeo.lavanguardia.com/actualidad/8317/7-tradiciones-peligrosas-que-
no-conocias-y-que-se-siguen-dando-alrededor-del-mundo

(consultado 09/09/2019) - Tradiciones generalmente no aceptadas

• Para aquellos eventos históricos más conocidos, se ha utilizado Wikipedia.

19

También podría gustarte