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MONOGRAFIA

Este documento trata sobre la evolución histórica de la profesión de abogado. Explica el origen del término "Abogado del Diablo" y cómo ha cambiado su significado a través del tiempo. También describe la importancia del abogado para promover la paz y la armonía social mediante el uso de la ley para resolver conflictos de manera pacífica. Por último, hace referencia a la necesidad de que los abogados actúen de forma ética y respeten sus deberes profesionales.
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Este documento trata sobre la evolución histórica de la profesión de abogado. Explica el origen del término "Abogado del Diablo" y cómo ha cambiado su significado a través del tiempo. También describe la importancia del abogado para promover la paz y la armonía social mediante el uso de la ley para resolver conflictos de manera pacífica. Por último, hace referencia a la necesidad de que los abogados actúen de forma ética y respeten sus deberes profesionales.
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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
CAPITULO I
EVOLUCION HISTORICA

1.1. LA EVOLUCIÓN 6
1.2. ABOGADO, CONCEPCIÓN SOCIAL MODERNA 9
CAPITULO II
¿QUE SIGNIFICADO TIENE EL ABOGADO?

2.1. DEFINICION DEL ABOGADO 10


2.2. DECÁLOGO DEL ABOGADO 14
2.3. ¿QUIÉN ES ABOGADO? 15
2.4. LA FUERZA INTERIOR DEL ABOGADO 15
2.5. EL ABOGADO Y LA SENSACIÓN DE JUSTICIA 17
2.6.LA MORAL EN EL ABOGADO 18
2.7. EL ABOGADO Y EL SECRETO PROFESIONAL 20
2.8. EL ABOGADO Y LA SENSIBILIDAD 23
2.9. EL DESDOBLAMIENTO PSÍQUICO DEL ABOGADO 24
2.10. LOS VALORES MORALES DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO 25
2.11. LA LEALTAD EN LA PROFESIÓN 26
2.12. LA ÉTICA Y LEALTAD PROFESIONAL DEL ABOGADO 27
2.13 DEBERES DEL ABOGADO CON EL CLIENTE. 28
2.14. DEBERES DEL ABOGADO CON EL JUEZ. 28
2.15. DEBERES DEL ABOGADO CON EL ADVERSARIO 28
CAPITULO III
ASPECTO LABORAL DEL ABOGADO
3.1. EL ABOGADO Y SU INDEPENDENCIA 30
3.2. EL TRABAJO DEL ABOGADO 32
3.3. EL ABOGADO Y LA PALABRA ORAL O ESCRITA 33

1
DEONTOLOGIA FORENSE
3.4. EL ESTILO FORENSE DEL ABOGADO 35
3.5. EL ABOGADO Y LA CORDIALIDAD 42
3.6. EL ABOGADO PERTENECE A SU CLASE 43
3.7. LA HIPÉRBOLE O EXAGERACIÓN EN EL ABOGADO 45
3.8. EL ABOGADO Y SU TRAJE 47
CAPITULO IV
“EL ALMA DE LA TOGA DE ÁNGEL OSORIA”
4.1. EL ABOGADO: LA IMPORTANCIA DE SU ROL SOCIAL 49
4.2. EL ABOGADO COMO DEFENSOR DE CAUSAS HUMANAS. 52
4.3. EL ABOGADO Y LOS DERECHOS HUMANOS 53

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
ANEXO

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DEONTOLOGIA FORENSE
INTRODUCCIÓN

Al realizar este trabajo sobre “QUE SIGNIFICADO TIENE EL ABOGADO”,


analizando su importancia y su rol como defensor de las causas humanas,
su evolución, su disposición en defensa de los derechos humanos, su decálogo
y la concepción moderna en la sociedad.

Lo primero que se presenta en mi mente al pensar en ABOGADO es la palabra


DERECHO, estos dos términos están estrechamente ligados, ya que un
abogado debe ser conocedor pleno del derecho. La abogacía no es tan solo una
carrera ni un oficio, esta interviene más allá de una simple aplicación de normas,
es tal vez una de las actividades que tiene mayor repercusión en la sociedad.

Ejercer la abogacía, no es una tarea fácil es, pues, una actividad muy vocacional
donde en muchas ocasiones no existen horarios; es una profesión en donde los
éxitos emocionales y laborales son gratificantes pero siempre van acompañados
de mucho sacrificio. El abogado no solo debe tener un hambre de conocimientos
sino también debe tener un sentimiento humano tan grande que le permita
absorber ese conocimiento en forma provechosa, este debe estar en continuo
estudio ya que el derecho es renovable, cambiante, avanza con la sociedad.

Explicamos en el presente sobre el abogado y el significado que tiene en la


sociedad según el rol que cumple de acuerdo a lo que le caracteriza en distintos
aspectos. Dividimos en 4 CAPITULOS para su mejor entendimiento: CAPITULO
I: EVOLUCION HISTORICA, CAPITULO II: ¿QUE SIGNIFICADO TIENE EL
ABOGADO?, CAPITULO III: ASPECTO LABORAL DEL ABOGADO, y el CAPITULO
IV:“EL ALMA DE LA TOGA DE ÁNGEL OSORIA” que es un importante texto que nos
ilustra sobre la labor de abogado. Esperamos que el trabajo aumente los
conocimientos acerca del abogad0o, a la vez de ser un aporte y que se logre al
comprensión de la gran labor de los conocedores del derecho y que sirva para
influenciar el bien, ejercer la abogacía correctamente, para así mejorar la
percepción de la población con respecto al abogado, a la justicia.

LA AUTORA

3
DEONTOLOGIA FORENSE
CAPITULO I

EVOLUCION HISTORICA

1.1. LA EVOLUCIÓN

En la evolución de la abogacía es decir del abogar, hablar o interceder por


alguien, existe acuñada en el campo del Derecho la expresión "Abogado del
Diablo" que es aplicable a aquella persona que sin ser entendida en el Derecho
o siendo conocedor del mismo lo utiliza para convertirse en un necesario u
oficioso, según el caso, cuestionador de asuntos que requieren el
conocimiento honesto y sabio del abogado probo y docto, convirtiéndose en un
emisor, que justamente haciendo abstracción de lo que conviene a una de las
partes, emite opiniones que buscan contribuir a encontrar el justo medio o el fiel
de la balanza para que lo que se resuelva sea lo adecuado y justo, aunque hay
quienes abrogándose esta postura no buscan superar problemas o conflictos
sino que los atizan con el fuego de su retórica infundada y perniciosa para
confundir a las personas y a la sociedad, sembrando desconcierto y
desasosiego, haciendo que el Derecho deje de estar al servicio de lo bueno y
colocarlo al servicio de lo negativo y malo, también el término "Abogado del

4
DEONTOLOGIA FORENSE
Diablo" se lo usa para que se den opiniones sin objetivos concretos y sin meditar
si aquellas opiniones son para bien o para mal de una determinada causa, para
una persona o para la propia comunidad.

Al referirnos al "Abogado del Diablo" no hay que olvidar que esta expresión fue
creada o nació para que sirviera de crítico de quienes procuraban ser
canonizados como santos y este "Abogado" era el encargado de encontrar o
rebuscar todos los defectos del aspirante a los altares, a efectos de evitar errores
en el escogitamiento del nuevo santo y quien sea escogido realmente exhiba una
vida pura y nítida. En definitiva el Abogado no está destinado para ser un
promotor de litigios, su rol es el de asistir con sus conocimientos a todos los
sectores sociales y sobre todo a los más vulnerables de la sociedad, a los
huérfanos de influencia, a quienes desconociendo o ignorado derechos
necesitan ayuda profesional, siendo en consecuencia un contribuyente de la paz
y la armonía social, es alguien que promueve la superación de conflictos
utilizando el único instrumento idóneo para superarlos: la ley, cuyas insustituibles
ventajas quedan demostradas cuando aún en el imperio de gobiernos
dictatoriales que obran al margen de la ley, no dejan de declarar la vigencia de
una norma constitucional de carácter jurídico poniendo a salvo en la absorción
por la fuerza del poder, de que la misma no contravenga los intereses y afanes
de la dictadura.

Sin embargo, hay que anotar que en una sociedad donde coexisten lo bueno y
malo del ser humano, existen los llamados "tinterillos" que son los que juegan a
desenvolverse como abogados con título o sin título, son los que utilizan la ley
para interpretarla a su manera, convirtiéndose en agentes de la confusión, de la
generación de problemas, de artificiosa controversia, pues justamente usan un
seudo conocimiento del Derecho para tratar de forzar con las peores prácticas la
solución de los problemas entre personas o de estas y la sociedad, aunque en
el fondo siempre los agravan, se explica la lógica repulsa a este tipo
de actitudes o a esta especie de agentes de lo dañino y mal intencionado que la
sociedad rechaza, son los que hacen que finalmente se afecte la imagen del
Abogado, pues el tinterillo es normalmente un mal conocedor del Derecho o un
seudo profesional, un sujeto inescrupuloso que se presenta como un profesional

5
DEONTOLOGIA FORENSE
de la abogacía y utiliza su ejercicio con fines torcidos, sin respetar los cánones
del ejercicio de esta profesión y verdadera misión social del Abogado.

el abogado sea un militante activo e invariable de un legítimo afán de vivir en un


medio donde resplandezca la justicia, o donde la paz sea una viva y constante
manifestación del hombre en sociedad. Nada es mejor que vivir en paz, sin
la presión y el temor de reales o eventuales conflictos, de la posibilidad de
una guerra que sólo es posible entenderla con sus catastróficos efectos cuando
nos detenemos a observar y reflexionar sobre el flagelo que ellas han causado
a la humanidad, donde no se ha respetado a niños, ancianos, ni a personas
inocentes, para escuchar única y desgraciadamente el grito estridente de la
guerra, en la que sólo hay lugar para el olor a pólvora, para observar ríos
de sangre, para sentir inseguridad, para no movilizarnos libremente sino bajo la
amenaza de ser apresados, o víctimas de atentados o agresiones armadas que
asesinan indiscriminadamente.

Para evitar las guerras, las confrontaciones de exterminio de seres humanos,


sólo queda un camino, respetar el ordenamiento jurídico, la ley, "dura lex, sed
lex" por dura que sea la ley es la ley reza un antiguo y sabio aforismo. Todo lo
expresado es lo que inspiró el inmenso pensamiento de Benito Juárez, "la paz
sólo se logra respetando el derecho ajeno", he ahí la gran e irremplazable
contribución del Derecho a la paz, que en opinión de Ghandi no es algo por lo
que primero hay que guerrear para conseguirla, sino que es el camino o medio
a utilizar en la vida, es decir actuar y vivir pacíficamente.

Lo anotábamos anteriormente, el hombre nace libre o para entenderlo mejor su


primer grito de libertad lo exterioriza cuando sale del vientre materno, ese primer
grito de libertad que en la inocencia primigenia de un infante se manifiesta
llorando a todo pulmón, es lo que nos permite sostener que la libertad es un
atributo inherente a la persona humana, de la que nunca debe ser privado, salvo
por infracción justamente a la ley, de la que no debe dejar de ser protegido y
aquella protección de la libertad como parte inseparable del ser humano, sólo es
posible a través de una ley que la consagre y la gestión de un abogado como el
llamado a defender la libertad de su cliente, debiendo tener conciencia que la
libertad es un don o bien social.

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DEONTOLOGIA FORENSE
La libertad es el goce irremplazable de un placer que nos permite vivir sin temor
a ningún tipo de coacción, de intimidaciones, de miedo, de amenazas que nos
atemoricen y disminuyan como personas, la falta de libertad sólo contribuye a
despojarnos de la alegría de vivir, a que podamos pensar u opinar, a que seamos
creativos, imaginativos, en definitiva "Paz, Justicia, Libertad, Igualdad" sólo son
posibles a través del Derecho.

1.2. ABOGADO, CONCEPCIÓN SOCIAL MODERNA

Hoy en día, la concepción social que viene realizando el Abogado, aun no se le


ha reconocido el valor que en realidad se merece; sin embargo, su misión
permanente sigue siendo constituir la piedra angular de todas las agrupaciones
humanas; en verdad no se le ha reconocido su valor profundo, en la convivencia
humana; y, más bien la ingratitud con la clase del Derecho se ha elevado al más
alto lugar, porque los enemigos y detractores consideran al Abogado como el
símbolo de la iniquidad moral y campeón de los delitos contra la propiedad.

Si anhelamos el bienestar de la sociedad, no podemos aceptar que un minúsculo


sector de ella, se haya formado un falso concepto sobre el Abogado y más bien
con nuestra lucha honorable, permanente y responsable procuremos que
desaparezca.

El Abogado como el Derecho no puede permanecer inmutable frente a una


sociedad que exige tantos cambios, a cambio de nada, circunstancia que obliga
a un replanteamiento de todos los valores éticos, morales y sociales.

Por lo tanto la sociedad tendrá que comprender que es necesario encontrar


dialécticamente a los mejores abogados para legislar, para las grandes masas
de ciudadanos marginales, para las clases profesionales, entre estas para el
Abogado considerado como persona que se sacrifica por otros , porque es
inconcebible aceptar al Abogado como el conquistador de las más grandes
aspiraciones de todas las agrupaciones humanas de todas las clases sociales,
pero sin ninguna capacidad para reivindicar la suya.

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DEONTOLOGIA FORENSE
CAPITULO II
¿QUE SIGNIFICADO TIENE EL ABOGADO?
2.1. DEFINICION DEL ABOGADO

El término abogado es utilizado en el contexto jurídico, para referirse


al profesional que fundamenta su formación en el estudio de las normas o
preceptos, que guían la conducta ciudadana de cualquier nación. Su principal
función es la de ofrecer asesoría jurídica a sus clientes y servir de representante
legal en casos de litigios.

Este vocablo es procedente del latín “Advocatus” que significa “llamado en


auxilio”. Un abogado, orienta, estudia los casos, trata siempre de obtener el
máximo beneficio para sus clientes, tratando de presentar todas las pruebas
necesarias en defensa de su cliente.

Para poder ejercer esta profesión, no sólo basta con tener el título que lo acredite
como tal, también es necesario que el profesional esté inscrito en el colegio de
abogados. De igual manera existen países en donde los abogados para poder
ejercer, requieren de una autorización por parte del estado.

Un profesional del derecho, también puede especializarse en distintas


áreas como: tributaria, laboral, civil, penal, administrativa, familiar, comercial,

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DEONTOLOGIA FORENSE
administrativa y ambiental. El abogado en ocasiones puede trabajar de manera
filantrópica para causas justas, en este caso se le llama abogado “ad Honorem” y
aquellos que apoyan y defienden a las personas carentes de dinero se les llama
abogados de oficio.

Los abogados de oficio, defienden a sus clientes de manera gratuita, prestando


un servicio el cual es financiado por el Estado, ya que toda persona tiene
derecho a ser defendida dentro de un debido proceso en donde reine la igualdad
e independencia, respetando el derecho que tiene todo ciudadano de defenderse
de lo que se le acusa ante la ley, aun cuando no cuente con recursos
económicos.

Todo abogado debe contar con ciertas características, elementales que lo


pudieran catalogar como un buen abogado, algunas de ellas son:

Debe ser muy analítico, un buen abogado es muy detallista en sus casos, a fin
de no dejar escapar ningún elemento que pueda servirle.

Ser muy hábil al momento de realizar sus investigaciones. Como abogado, esto
es primordial, ya que un caso puede presentar diferentes matices que lo
convierten en una investigación única, por lo que es fundamental contar con un
buen “ojo” analítico, que le ayude a reconocerlos y así poder ayudar a sus
clientes.

Es muy importante que el abogado tenga un buen dominio en la oratoria, y no


tenga miedo de hablar en público, puesto que durante toda su carrera estará
expuesto a esto, debiendo abordar con efectividad a la corte, tratando de
persuadir al juez y al jurado a su favor.

El abogado es un auxiliar de la justicia, que requiere título universitario habilitante


para su ejercicio, y en general de colegiación obligatoria (o sea, estar inscripto
en una organización llamada Colegio, que regula la actividad) cuya función es el
asesoramiento jurídico de sus clientes y la representación judicial de ellos en
caso de litigio, la que puede ejercer como letrado patrocinante, firmando junto a

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DEONTOLOGIA FORENSE
su cliente, o como apoderado donde directamente sustituye al cliente en la
defensa, por tener un mandato de él.

El abogado asesora, investiga el caso, trata de obtener los mayores beneficios


para su cliente, fundándose en el Derecho vigente, tratando de aportar la mayor
cantidad de pruebas en defensa de su cliente, y recurriendo también en apoyo
de sus argumentos a opiniones de expertos, sentadas en libros de Derecho
(doctrina) o a sentencias anteriores de los tribunales en casos similares
(jurisprudencia)

Es un conocedor acabado del derecho, que puede llegar a obtener el grado de


doctor presentando una tesis y rindiendo ciertas materias adicionales (varían los
requisitos en cada país).

Ciertos abogados eligen pertenecer al poder judicial, que es aquel poder del
Estado que interpreta y aplica las leyes en los casos concretos sometidos a su
decisión. El más alto cargo judicial con capacidad de dictar sentencia la poseen
los jueces. Los abogados, miembros del Poder Judicial, no pueden ejercer la
defensa de clientes particulares, pues no podrían a la vez ser jueces y tener
intereses en los conflictos suscitados.

El término abogado proviene del latín “advocatus”, que significa “el que es
llamado en auxilio”. En la antigua Roma los abogados o “advocatus”, también
denominados “iurisperiti” (peritos jurídicos), “togati” (togados) u “oratores”
(oradores) eran asistentes técnico jurídico de las partes, elegidos por su buena
oratoria, para hablar en nombre de sus defendidos.

Al principio no gozaban de retribución obligatoria por su actuación, pero fue


común que se les ofreciera regalos u honorarios (honorarium) en forma
voluntaria, como alimentos, esclavos, joyas, etcétera. Los honorarios fueron
prohibidos en el año 204 a. C, considerándose que constituían una paga en un
trabajo esencialmente gratuito. Esta prohibición surgió a través de la ley Cincia
de Muneribus.

Recién en la época del emperador Claudio, que gobernó entre los años 41 y 54,
se permitió el cobro de honorarios, con un límite máximo, pero sin permitirse el

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DEONTOLOGIA FORENSE
pacto de cuota litis, o sea un porcentaje del resultado del litigio. Durante el
reinado del emperador Nerón, sucesor de Claudio, los honorarios se hicieron
obligatorios. En la época de Justiniano, aparecieron los primeros Colegios que
agrupaban a los abogados, y solo los colegiados podían litigar ante los tribunales
superiores, y gozando de ciertos privilegios, no debiendo realizar prestaciones
personales, y en muchos casos, tampoco económicas.

La actuación profesional del abogado se basa en los principios


de libertad e independencia. Los principios de confianza y de buena fe presiden
las relaciones entre el cliente y el abogado, que está sujeto al secreto
profesional. El abogado se debe a su cliente, en primer lugar, y debe litigar de
manera consciente respecto a la responsabilidad social en la que se halla, con
un actuar crítico y equilibrado al servicio de la paz social, en la que colabora con
los juzgados y tribunales dentro del sistema judicial de cada país.

En la mayoría de los ordenamientos de los diversos países, para el ejercicio de


esta profesión se requiere estar inscripto en un Colegio de abogados o bien tener
una autorización del Estado para ejercer.

Por medio de los Colegios de Abogados u organismos pertinentes, dependiendo


del país, existen servicios de asistencia jurídica gratuita para los ciudadanos que
carecen de medios económicos para pagar los honorarios de un abogado. Son
los llamados defensores "Ad honorem" en el caso que asesoren desde Colegios
de abogados, y abogados oficiales defensores (o simplemente abogados de
oficio) cuando dependen directamente del Estado.

Los abogados como también los jueces, son llamados coloquialmente y por una
arraigada costumbre Doctores aunque realmente no todos lo son, para obtener
el grado de Doctor deben realizar nuevos aportes originales a
las Ciencias Jurídicas, en cuyo caso el abogado obtiene el título de Doctor en
Derecho.

El abogado es el encargado de defender los intereses de una de las partes en


litigio. Un abogado profesional específicamente preparado y especializado en
cuestiones jurídicas, es la única persona que puede ofrecer una mirada
adecuada del problema que tiene el ciudadano. Además el abogado no solo

11
DEONTOLOGIA FORENSE
interviene en los juicios sino que su función primordial y básica es la preventiva.
Esto quiere decir brindando su asesoramiento y una correcta redacción de los
contratos y documentos, ya que con una correcta comunicación pueden ser
evitados muchos pleitos o juicios. De esta manera el abogado cumple muchas
veces con el papel de mediador extrajudicial. Se ha hecho tan importante esta
mediación extrajudicial que en la mayoría de los procedimientos judiciales es
obligatorio comparecer ante los tribunales asistidos o defendido por un abogado
en calidad de director jurídico, es decir todo escrito o presentación judicial debe
ir firmada por el cliente (o su representante legal, el procurador/a) y por su
abogado, lo cual le garantiza un debido ejercicio del derecho a la defensa durante
el proceso.

2.2. DECÁLOGO DEL ABOGADO

 Estudia: El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos,


serás cada día un poco menos abogado.

 Piensa: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

 Trabaja: La abogacía es una ardua fatiga pues esta al servicio de la justicia.

 Lucha: Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres


en conflicto el derecho con la justicia, lucha siempre por la justicia.

 Sé leal: Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que
comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea
desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debes confiar en
lo que tú le dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar
en el que tú le invocas."

 Tolera: Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea
tolerada la tuya.

 Ten paciencia: El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su


colaboración.

 Ten fe: Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia


humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como

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DEONTOLOGIA FORENSE
sustituto bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual
no hay Derecho, justicia, ni paz.

 Olvida: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras


cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti.
Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

 Ama a tu profesión: Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en


que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti
proponerle que se haga abogado.

2.3. ¿QUIÉN ES ABOGADO?

La abogacía no es una consagración académica sino una concreción


profesional, porque nuestro título no es el de "abogado" sino el de "licenciado en
derecho" ([1]) que nos autoriza para ejercer la profesión de abogado ([2]). Así
pues quien no dedique su vida a pedir justicia a los Tribunales y a dar consejos
jurídicos, será todo lo licenciado que quiera ser, pero abogado no será ([3]). El
que aprovechó su título para ser ejecutivo de la municipalidad, entre éstos debe
figurar e igualmente los que se aplicaron para ser banqueros, diputados,
periodistas o representantes comerciales: ¡entre ellos han de figurar!, porque ser
abogado es cosa bien distinta... como se verá.

2.4. LA FUERZA INTERIOR DEL ABOGADO

La fuerza que no hallemos en nosotros mismos no se hallará en ninguna parte,


ya que fuera de nosotros están toda clase de sugestiones: el doctrinarismo
contradictorio para sembrar la duda, el sensualismo para perturbar
nuestra moral, la crítica para desorientarnos, el adversario para
desconcentrarnos, la injusticia para enfurecernos. ¿Qué pasa cuando se nos
plantea un caso y hemos de formar opinión y trazar un plan?:

1) Sentimos que una voz interna nos dice "cuidado! no tengas el atrevimiento
de juzgar sin leer lo que dicen los autores y consultar la jurisprudencia y
escuchar el parecer de tu docto amigo Fulano" y es así como esta voz nos
induce a perder el sentido propio a puro recabar los ajenos.

13
DEONTOLOGIA FORENSE
2) Otra voz menos limpia nos apunta "cuanto podrás ganar con este
asunto?" y aun alguna vez añade insinuaciones celestinas "ese puede ser
el asunto de tu vida!" y si admitimos esta platica estaremos en riesgo de
pasar insensiblemente de juristas a facinerosos.

3) Y desde que la cuestión jurídica comienza hasta mucho después de haber


terminado, no es ya una voz sino un griterío lo que nos aturde ”muy bien,
bravo, ¡así se hace!" chillan por un lado, "qué torpe, no sabe donde
va!" alborotan por otro lado, "defiende una causa justa!" alegan los
menos, "está sosteniendo un negocio inmoral y sucio!" escandalizan los
más. En cuanto nos detengamos un minuto a escuchar el vocerío,
estaremos definitivamente perdidos, al cabo de ellos no sabremos lo que
es ética ni dónde reside el sentido común. ...Frente a tan multiplicadas
agresiones la receta única es: fiar en sí mismo, vivir la propia vida, seguir
los dictados que uno mismo se imponga y desatender todo lo demás. El
día que la voluntad desmaya o el pensamiento titubea, no podemos
excusarnos diciendo: "Me atuve al juicio de X, me dejé seducir por el
halago de Y", ¡nadie nos perdonará!, la responsabilidad es sólo nuestra,
nuestras han de ser de modo exclusivo también la resolución y la
actuación. Cuando defendemos un pleito o damos un consejo es porque
creemos que estamos en lo cierto y en lo justo; en tal caso andamos firmes
y serenamente ...y si vacilamos en cuanto la verdad o a la justicia de esa
causa, debemos abandonarla porque nuestro papel no es el de
comediante de circo. Hacer justicia o pedirla -cuando se procede de buena
fe, es lo mismo- constituye la obra más íntima, más espiritual, más
inefable del ser humano. En nuestro ser se halla la fuerza de las
convicciones, el aliento para sostenerla, el noble estímulo para
anteponerla al interés propio. En las batallas forenses se corre el riesgo
de verse asaltado por la ira -pues nada es tan irritante como la injusticia-;
pero la ira de un día es la perturbación de muchos -el enojo experimentado
en un asunto influye en otros cien- e ira es antítesis de ecuanimidad: de
modo que no puede haber abogado irascible. Para liberarse de la ira no
hay antídoto más eficaz que el desdén -como complemento de la fuerza

14
DEONTOLOGIA FORENSE
interna-. Desprecio sí y mucho, pero para con los banales, con los
hipócritas y los necios ...quien no sepa despreciar eso acabará siendo a
su vez envidioso, egoísta y envanecido. Quien sepa desdeñarlo
sinceramente verá sublimarse y elevarse sus potenciales en servicio del
bien -libres de impurezas, iluminadas por altos ideales, decantadas por
grandes amores a la vida-. El abogado tiene que comprobar cada minuto
si se encuentra asistido de esta fuerza interior y en cuanto le asalten
dudas en este punto debe cambiar de profesión y de oficio.

2.5. EL ABOGADO Y LA SENSACIÓN DE JUSTICIA

El derecho es un fenómeno consustancial de la vida, cuyas complejidades


aumentan por instantes y escapan a las más escrupulosas previsiones
reguladoras ...el derecho no establece la realidad, sino que la sirve y por esto
camina mansamente tras ella, consiguiendo rara vez marchar a su paso. Así
pues, lo que al abogado importa no es saber el derecho, sino conocer la vida.
El derecho positivo está en los libros, se buscan y se estudian y en paz. Pero lo
que la vida reclama no está escrito en ninguna parte; quien tenga previsión,
serenidad, amplitud de miras y sentimientos para advertirlo será abogado; quien
no tenga inspiración ni más guía que las leyes será un desventurado "ganapán"
...por eso digo que la justicia no es fruto de un estudio, sino de una sensación de
justicia. Hay en el ejercicio de la profesión de abogado un instante decisivo para
la conciencia y es el de la consulta. El abogado que después de escuchar al
consultante se limite a preguntarse "¿qué dice la ley?", corre el riesgo de
equivocarse. Las preguntas han de ser estas otras: "¿Quién es esta persona?,
¿qué se propone íntimamente?, ¿qué haría yo en su lugar?, ¿a quién dañaría
con sus propósitos?"; en una palabra: "¿Dónde está lo justo?"; resuelto esto, el
apoyo legal es cosa secundaria.

Pongamos, por ejemplo: viene a nosotros una persona que fue citado por la
tributación por asunto de pago de rentas y desea demostrar que es pobre ya que
no tiene rentas, carrera ni oficio, vive en casa de otro y carece de esposa e hijos;
está en fin, dentro de las condiciones para gozar del beneficio de litigar como
pobre y además posiblemente para no pagar al fisco lo que reclama. Pero no
obstante, conforme le miramos y escuchamos advertimos que su vestir es

15
DEONTOLOGIA FORENSE
decoroso y su reloj de marca y precio, que veranea en hoteles de lujo y que
asiste a casinos teatros y cines, que viaja fuera del país, que tiene amantes y
renta autos ...y no nos da explicación de la antinomia entre esta buena vida y
aquella carencia de bienes. Podemos preguntarle o no, pero si para aceptar
defenderle en su condición de pobre buscamos lo que dice la ley, habremos de
darle la razón ... ¡pero nos convertiremos en cómplices en una infamia!. ¿Qué
hipocresía es ésta de buscar en la ley soluciones contrarias a las que traza
nuestro convencimiento?...pues este ejemplo es aplicable y vale para
absolutamente todos los casos.

La pugna entre lo legal y lo justo no es invención de novelistas y dramaturgos,


sino producto vivo de la realidad cotidiana y el abogado debe estar bien
apercibido para servir la justicia aunque haya de desdeñar lo legal ¡...y esto no
es estudio sino sensación de justicia!. El legislador, el jurisconsulto y el abogado
deben tener un sistema, una orientación del pensamiento; pero, cuando se
presenta el pleito en concreto, su inclinación hacia uno u otro lado deber ser hija
de la sensación de justicia. El abogado que al enterarse de lo que se le consulta
no experimenta la sensación de lo justo y lo injusto (naturalmente, con arreglo a
su sistema preconcebido) y cree hallar la razón en el estudio de los textos, se
expone a tejer artificios legalistas ajenos al sentido de la justicia. El derecho
responde a una moral y el ser humano necesita un sistema de moral y cuando el
abogado se halle orientado moralmente, su propia conciencia le dirá lo que debe
aceptar o rechazar, sin obligarle a compulsas legales ni
a investigaciones científicas. Lo bueno, lo equitativo, lo prudente y lo cordial no
ha de buscarse en La Gaceta, viene de mucho más lejos, de mucho más dentro
y de mucho más alto...

2.6. LA MORAL EN EL ABOGADO

¿Cuáles son el peso y el alcance de la ética en el ejercicio de la profesión de


abogado?, ¿en qué punto nuestra libertad de juicio y de conciencia ha de quedar
constreñida por ese imperativo indefinido?. Se dice que existen profesiones
caracterizadas por la inmoralidad y en tal supuesto hay quienes piensan que la
nuestra es la profesión tipo. Me parece más justo opinar en contrario: que la
profesión de abogado es la de más alambicado fundamento moral -si bien

16
DEONTOLOGIA FORENSE
reconociendo que ese concepto está vulgarmente prostituido y que abogados
mismos integran buena parte del vulgo corruptor por su conducta descuidada-.
Comúnmente suele sostenerse que la condición predominante de la abogacía
es el ingenio y que ser listo es la más común simiente del abogado, porque se
presume que su misión es defender con igual desenfado el pro que el contra y a
fuerza de agilidad mental, hacer ver lo que es blanco como si fuera negro. Por
fortuna ocurre todo lo contrario y no es verdad que la abogacía se cimente en la
lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia; esa es la piedra angular
-lo demás, con ser muy interesante, tiene caracteres adjetivos y secundarios-.
Es lo cierto que el momento crítico para la ética del abogado es el de aceptar o
repeler el asunto, ¿puede aceptarse la defensa de un asunto que a nuestros ojos
sea infame?, ¡claro que no!; sin embargo -sin ser generales ni demasiado
numerosos- bien vemos los casos en que a sabiendas algún abogado acepta la
defensa de cuestiones que su convicción repugna y por bochornoso que sea
reconocerlo, no podemos negar que este ejemplo se da. Apartémoslos como
excepcionales y vengamos a los más ordinarios, que por lo mismo son los más
delicados y vidriosos:

1) Duda sobre la moralidad intrínseca del negocio: Como la responsabilidad


es nuestra, a nuestro criterio hemos de atenernos y sólo por él nos hemos
de guiar. Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no lo
es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos.

2) Pugna entre lo moral y la ley: Si existe antinomia debemos resolverla en


el sentido que la moral nos marque y pelear contra la ley injusta,
inadecuada o arcaica. Propugnar lo que creemos justo y vulnerar el
derecho positivo es una noble obligación en el abogado, porque así no
sólo sirve al bien en un caso preciso, sino que contribuye a la evolución y
al mejoramiento de una deficiente situación legal.

3) Moralidad de la causa e inmoralidad de los medios inevitables para


sostenerla: Hay que servir el fin bueno aunque sea con los medios malos
-por ejemplo: dilatar el curso del litigio hasta que ocurra un suceso, o se
encuentre un documento, o llegue una persona a la mayoría de edad, o
fallezca otra, o se venda una finca-. Todos nos hemos hallado en casos

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DEONTOLOGIA FORENSE
semejantes y es no sólo admisible sino loable y a veces heroico,
comprometer la propia reputación usando ardides censurables para servir
una finalidad buena que acaso todos ignoran menos el abogado obligado
a sufrir ...y callar.

4) Licitud o ilicitud de los razonamientos: Nunca ni por nada es lícito faltar a


la verdad en la narración de los hechos -abogado que hace tal, contando
con la impunidad de su función tiene gran similitud con un estafador-.
Respecto de las tesis jurídicas no caben las tergiversaciones, pero si las
innovaciones y las audacias; cuando haya en relación con la causa que
se defiende argumentos que induzcan a la vacilación, estimo que deben
aducirse lealmente; primero, porque contribuyen a la total comprensión
del problema y después porque el abogado que noblemente expone lo
dudoso y lo adverso multiplica su autoridad para ser creído en lo
favorable.

5) Oposición entre el interés del abogado y el de su cliente ([9]): Aludo a las


muchas incidencias de la vida profesional en que el abogado haría o diría,
o dejaría de hacer o de decir tales o cuales cosas en servicio de su
comodidad, de su lucimiento o de su amor propio. El conflicto se resuelve
por sí solo considerando que los abogados no existimos para nosotros
mismos sino para los demás, que nuestra personalidad se engarza en la
de quienes se fían de nosotros y que lo que ensalza nuestras tareas hasta
la categoría del sacerdocio es precisamente, el sacrificio de lo que nos es
grato en holocausto de lo que es justo.

6) Queda considerar esta adivinanza: ¿Nuestro oficio es hacer triunfar a la


justicia o a nuestro cliente?. Cuando un abogado acepta una defensa es
porque estima -aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su
cliente es justa y en este caso al triunfar el cliente triunfa la justicia.

2.7. EL ABOGADO Y EL SECRETO PROFESIONAL

Todos sabemos que el abogado está obligado a guardar secreto y sabemos muy
bien que el no guardarlo configura un delito; con saber esto parece que lo
sabemos todo, pero no sabemos nada. Este asunto de la revelación de los

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DEONTOLOGIA FORENSE
secretos es una de las más sutiles, quebradizas y difíciles de apreciar en la vida
del abogado. La profesión de abogado es un ministerio -como el sacerdocio- y
como tal hay que contemplarla, sin que alcance ninguna regulación. Cuando nos
detengamos a meditar sobre las nobles características que configuran el ser
abogado, nos persuadiremos de que no realiza un contrato sino que ejerce un
verdadero ministerio y nos acercaremos más a entender lo que es
auténticamente el secreto profesional. El abogado debe guardar el secreto a todo
trance, cueste lo que le cueste -aunque antiguos autores franceses le relevaban
de la obligación ante la amenaza del Rey; pero en buenas normas profesionales,
no es admisible quebrantar el secreto ni ante la mayor amenaza ni ante el mayor
de los peligros-: si miramos la relación del abogado con su cliente como un mero
contrato, no habrá contrato ninguno que obligue a morir; si la miramos como un
ministerio, morir será un simple accidente de la profesión. Pero cada caso
concreto se resuelve a su propia manera y ello será solamente en la conciencia
del abogado en donde quedará la resolución. Ejemplos hay como abogados,
causas y clientes existen, valga mencionar diez casos:

1) Una persona consulta a un abogado y le confía un secreto; el abogado no


acepta tomar el caso -no llega pues a establecerse el vínculo moral ni
contractual entre defensor y defendido-. Sin embargo, ¿está obligado el
abogado a guardar el secreto? Muchos dirán que no -puesto que no
asumió la función defensiva-, yo digo que definitivamente sí, por dos
razones: una porque el abogado es abogado siempre y aunque se limite
a escuchar una consulta -repeliendo después el negocio-,
sus obligaciones nacidas de aquella conversación son tan apretadas
como si hubiese asumido la defensa; la otra, que si se le dispensara del
secreto profesional, podría darse la inmoralidad de que el abogado se
juzgara en libertad para buscar la parte contraria y transmitirle todo lo que
acababa de saber y aun peor ponerse a su disposición para defenderla
de aquel que le consultó. Tal comportamiento sería a todas luces
intolerable en relación con una persona que nos honró con su confianza,
aunque nosotros no hayamos aceptado su defensa.

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DEONTOLOGIA FORENSE
2) El abogado de un Banco sabe que éste se va a declarar en quiebra dentro
de pocos días. ¿Podrá el abogado prevenir de lo que ocurre a los amigos
y familiares, descubriendo con ello el secreto del Banco?. Propongo esta
solución: Si la quiebra es honrada, sin truculencia; es decir, si se trata de
un fenómeno necesario por la marcha misma de los negocios, el abogado
debe guardar absoluto secreto. Esto es así tanto porque no tiene motivo
legal para faltar a sus obligaciones, como porque al dar noticia a sus
amigos y familiares para que retirasen el dinero, beneficiaría a éstos con
perjuicio de los demás acreedores. Pero, si el Banco no responde a una
necesidad sino que procede con ánimo fraudulento y hace maniobras
para estafar a sus acreedores, el abogado debe dimitir del cargo
inmediatamente sepa del asunto y luego hacer público lo que ocurre -con
ello protegería no solo a amigos y familiares sino a todos por igual-, pues
de otro modo sería cómplice de un delito.

3) ¿Está obligado a guardar secreto profesional el abogado nombrado de


oficio; es decir, el defensor público -que defiende a la fuerza
sin poder excusar su intervención-, porque la ley así se lo impone?. La
respuesta es sí está obligado porque quien es defensor por ministerio de
la ley, tiene exactamente las mismas obligaciones que quien acepta
voluntariamente el encargo. El origen de la función es lo de menos, lo
importante son los deberes que se derivan de la función misma.

4) Hay muchos casos en que el cliente no paga al abogado alegando una


insolvencia ficticia, pero el abogado sabe por razón de su relación con él,
dónde tiene el cliente su dinero y cuál es la manera de descubrírselo para
cobrar. ¿Podrá hacer ésto el abogado?. De poder puede, pero a nadie
medianamente pulcro puede caber duda de que la respuesta negativa es
inexcusable. Categóricamente no, el abogado no puede hacer tal cosa
...salvo que el abogado supiera dónde está el dinero y cómo descubrírselo
mediante medios distintos y totalmente ajenos de su relación con el
deudor como cliente.

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DEONTOLOGIA FORENSE
2.8. EL ABOGADO Y LA SENSIBILIDAD

¿Puede un abogado ser frío de alma?, no; ¿puede ser emocionable?, tampoco.
El abogado actúa sobre y encima de las pasiones, las ansias y los apetitos en
que se consume el resto de los seres humanos; pero, si su corazón es ajeno a
todo ello ¿cómo lo entenderá su cerebro?. La familia arruinada, el hombre a las
puertas del presidio, el matrimonio a punto de divorcio, el fraude infame de un
interés legítimo, etcétera ...todo ésto es nuestro campo de operaciones. Quien
no sepa del dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione la felicidad, ¿cómo
puede entonces el abogado quedarse impasible ante todo ésto?; y sin embargo,
¿es conveniente que tomemos los males o bienes ajenos como propios y
obremos como comanditarios del interés que defendemos?. No, de ningún
modo!, porque como dicen por ahí nadie "es juez en su propia causa" y "pasión
quita conocimiento". El derecho al establecer nuestra función como abogados
quiere de nosotros una guía serena entre el interés enardecido de nuestro cliente
y los estrados.

La fórmula para coordinar estados de ánimos tan opuestos es la que dio


CORTINA al decir en relación con el archivo de sus pleitos que: "los había
defendido como propios y los había sentido como ajenos" ¡...y así ha de ser!.
Quien nos busca como abogados tiene necesidad de que comprendamos y
compartamos su anhelo, ya que en la íntima y secreta comunión entre
consultante y asesor aquél necesita que éste no se limite a leerle códigos, sino
que ponga el alma al mismo ritmo que marcha la suya ...pero nada más: prestado
el esfuerzo, otorgada la compañía cordial, ni se puede ni se debe dar otra cosa
y el triunfo como el fracaso han de hallarnos no sólo tranquilos, sino
emancipados. Amén de esto, debemos tener la razón clara ya que cada cliente
tiene derecho a disfrutar de la plenitud de nuestras facultades mentales y no
puede ser disculpa de nuestra torpeza la emoción de que seamos presa por el
resultado de otros asuntos. El cliente tiene derecho a nuestra cultura, a nuestra
buena palabra y sobre todo a nuestra prudencia en el consejo y a nuestra
serenidad en la acción. Traicionaríamos nuestro deber si actuásemos abatidos
por el desastre o embriagados por un triunfo y por ello hay que tomar en cuenta
la emotividad.

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DEONTOLOGIA FORENSE
2.9. EL DESDOBLAMIENTO PSÍQUICO DEL ABOGADO

El profesor Angel MAJORANA en su libro El arte de hablar en público dice


que "el abogado se compenetra con el cliente de tal manera que pierde toda
postura personal", pues "como el actor de escena, olvida la propia personalidad
y a la realidad negativa de semejante olvido une la positiva de ensimismarse en
el papel desempeñado por él" y ésto es lo él llama el desdoblamiento psíquico
del abogado.

Yo encuentro plausible y hasta santo renunciar -a los intereses propios, al


bienestar personal, al goce íntimo- para entregarse al bien de otro y hasta matar
el sensualismo en servicio del deber o del ideal porque eso es sustancial en la
abogacía. Defender sin cobrar, defender a quien nos ofendió, defender a costa
de perder amigos y protectores, defender afrontando la injuria y la
impopularidad... no sólo es loable, sino tan estrictamente debido a nuestros
patrocinados, que casi no constituye mérito, ya que en esa disposición de ánimo
está la esencia misma de la abogacía y sin tales perdería su razón de existir.
Más sin embargo, el ser humano tiene en sí partes más nobles que esas de pura
conveniencia; el criterio, el sentimiento, las convicciones ...no pueden
supeditarse a las necesidades de la defensa ni a la utilidad de cada interesado
ya que los patrimonios del alma no se alquilan ni se venden. Por ello es que el
abogado no puede ser como un Proteo, cuyas cualidades varían cada día según
el asunto en que ha de intervenir; el abogado ha de seguir su propia trayectoria
a través del tiempo y ha de poseer y mantener una ideología, tener una tendencia
y hasta un sistema, pero jamás tantas fórmulas de pensamiento como clientes le
vengan. Lo que quiero decir es que el abogado en su actuación jurídica debe
contar siempre con estos dos carriles:

1) Que no pida -ni aun consintiéndolo las leyes- aquellas cosas que sean
contrarias a su convencimiento fundamental o a las inclinaciones de la
conciencia.

2) Que tampoco sostenga -en un pleito- interpretaciones legales distintas de


las que haya defendido en otro litigio.

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DEONTOLOGIA FORENSE
Cabe compendiar en la siguiente perogrullada: "el pleito vive un día y el abogado
toda la vida" y como debemos ajustar la vida a normas precisas, ha de reputarse
como despreciable ruindad olvidar esas cardinales del pensamiento para girar
como la veleta cada vez según sople el viento. Así pues, el concepto de
desdoblamiento psíquico del abogado no ha de interpretarse como lo hace
MAJARANA... sino como quedó explicado.

2.10. LOS VALORES MORALES DE LA PROFESIÓN DE ABOGADO

Es oportuno que en todo momento reflexionemos sobre los importantes valores


morales de nuestra profesión y particularmente su vinculación con el ejercicio de
los derechos humanos.

El Decálogo del Abogado señala, entre otros principios, el deber del Abogado de
"estudiar", esto es, de perfeccionarse constantemente en todas las ramas de la
ciencia jurídica. En este aspecto, por ejemplo, el ejercicio jurídico vinculado a
la promoción y respeto de los derechos humanos requiere de una constante,
permanente y ardua tarea de capacitación y perfeccionamiento.

La mayoría de casos de violación a los derechos humanos en los que no ha


existido una adecuada reparación por los daños causados, o incluso se ha
llegado a una flagrante impunidad, no solamente sucede por una compleja y
cuestionada administración de justicia, sino también por la falta de preparación
del abogado en este sensible tema. El abogado debe conocer a cabalidad toda
la normativa internacional y nacional de respeto a los derechos humanos y sacar
provecho de los avances jurídicos que en los últimos tiempos se han incorporado
a favor del ejercicio de las garantías individuales y colectivas, tanto a nivel
internacional como en el campo del derecho interno.

El Decálogo del Abogado también manifiesta que el deber del profesional es


luchar por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la
justicia, lucha por la justicia. Este precioso mandamiento en el campo de los
derechos humanos se evidencia de manera clara y objetiva, cuando en
ocasiones, la normativa jurídica aplicable es contraria a la justicia, a la equidad y
a los principios de ius cogens internacionalmente reconocidos.

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DEONTOLOGIA FORENSE
El abogado debe estar preparado para encontrar contradicciones en este
aspecto y para superarlas ayudado y orientado por la doctrina y los principios
universales del derecho internacional que privilegian la condición de la persona
humana por sobre cualquier ordenamiento obsoleto y contrario a la dignidad de
los individuos y de las comunidades.

El principio de la lealtad al cliente, al adversario y al juez es fundamental. El


desprestigio en el que ha incurrido la profesión se debe precisamente a que se
ha utilizado la carrera para fines meramente lucrativos y de intereses personales
y no para luchar por la justicia, a través de bases morales firmes que permitan
un ejercicio transparente, honesto y desprovisto de cualquier interés que vaya
en contra de los derechos de los demás. En el ámbito de los derechos humanos
el principio de la lealtad a la justicia cobra aún mayor importancia por la
sensibilidad de los derechos conculcados que, muchas veces, puede acarrear la
destrucción total de un individuo o de una colectividad. El abogado debe estar
conciente de esta grave responsabilidad y procurar, en todo momento, un
ejercicio apegado a la verdad y al derecho, aún cuando esto signifique sacrificar
intereses económicos o personales.

La tolerancia es fundamental para crear una sociedad que camine hacia


una cultura de respeto a los derechos humanos de todos sus habitantes. Si el
abogado no tiene claro este principio y no puede aceptar las diferencias, muy
difícilmente podrá defender a víctimas de esta intolerancia, ya que el mismo no
puede encontrar el verdadero sentido de la solidaridad, y por ende, de la justicia.

2.11. LA LEALTAD EN LA PROFESIÓN

Tener lealtad en la profesión de abogado, es lo que muchos han ido perdiendo


debido precisamente a un ejercicio profesional deshonesto e injusto. No
podemos culpar los abogados a los individuos si algunos prefieren hacer justicia
por su propia mano, si no han encontrado en nosotros un compromiso claro de
defender la justicia hasta las últimas consecuencias, a pesar de la complejidad
de un sistema legal, judicial y penitenciario que no ha cubierto las expectativas
de una protección verdadera y digna de todos los derechos ciudadanos y si

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DEONTOLOGIA FORENSE
algunos de nosotros hemos sido cómplices de la injusticia y de la corrupción que
impera, en gran medida, en la administración de justicia.

Quizás el principio de la paciencia es lo que necesitamos para mejorar el ejercicio


profesional, para ir construyendo un sistema legal participativo, democrático,
igualitario en el que nadie se quede afuera.

La lealtad que deben tener los profesionales del derecho tanto con el cliente, con
su colega y sobre todo con el juez, debe ser una máxima que todo profesional
debe cumplir, para poder de estar forma cambiar la mala imagen de los
abogados y sobre todo del alicaído poder judicial, que en este caso vendría a ser
el máximo referente de la administración de justicia nacional, es sumamente
desagradable para los abogados que se califique al poder judicial como el órgano
mas corrupto e ineficaz, si tan solo se practicara el decálogo del abogado
realizado por Couture, cuan diferente seria la imagen que se daría a la sociedad.

Finalmente, creemos que el amor a la profesión debe ser un principio que tiene
que ser revalorizado en nosotros mismos y en la colectividad, que sintamos que
la profesión tiene valores morales y trascendentes que no pueden ni deben
perderse por el virus de la inmoralidad y la corrupción, menos aun por la falta de
lealtad, que nosotros y nuestros hijos consideren un honor el ejercicio de esta
noble profesión, que en sí misma, entraña los principios más contundentes de
respeto y promoción a los derechos humanos, como son la igualdad, la libertad,
la solidaridad y la lealtad.

2.12. LA ÉTICA Y LEALTAD PROFESIONAL DEL ABOGADO

Se ha cuestionado la posibilidad de señalar principios éticos y normas morales


para el ejercicio de una profesión que es realizada por un hombre adulto, ya
formado, que tiene su propia concepción de la vida, de la sociedad y por tanto
de la profesión. Pero lo que se pretende es formular pautas específicas que
regulen el correcto desempeño de cualquier profesión. En lo que se relaciona
con la profesión de abogado se establecen tres clases de deberes: con el cliente,
con el juez y con el adversario.

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DEONTOLOGIA FORENSE
2.13. DEBERES DEL ABOGADO CON EL CLIENTE.

Los deberes del abogado con el cliente pueden sintetizarse así: lealtad
e independencia.

La lealtad obliga al abogado el cumplimiento de los siguientes deberes: decirle


la verdad, hacerle conocer el alcance del problema mantenerlo informado sobre
el avance del proceso, demostrar interés por la causa, actuar con agilidad,
instruir al cliente sobre lo que debe hacer o decir, presentar toda la prueba
posible, no transigir ni renunciar derechos sin el expreso consentimiento del
cliente, etc.

La independencia del abogado le obliga a no ser partícipe de los intereses en


conflicto y por eso no es conveniente el pacto de cuota- litis así como la
aceptación del mandato, porque el primero convierte al abogado interesado en
la cuota-litis, y, el segundo le hace también litigante, haciendo proclive a que el
proceso se revista de pasión y encono.

2.14. DEBERES DEL ABOGADO CON EL JUEZ.

Los deberes del abogado con el Juez los resumimos así:

 a) Respeto a la magistratura. La Autoridad, el juez o tribunal son dignos de todo


respeto por la investidura y función que ejerce independientemente de la
persona.

 b) Verdad para la justicia y fe en la justicia. El abogado debe hacer del proceso


una síntesis de la verdad descubierta con la investigación a fin de que el Juez
pueda tener seguridad de "administrar justicia". El abogado tiene que demostrar
su fe en la justicia y en el ejercicio de la profesión frente a la autoridad.

 c) Independencia. La independencia del abogado en el ejercicio del derecho le


permite actuar con responsabilidad, con sensibilidad, con sentimiento altruista,
con desinterés, con delicadeza y con modestia.

2.15. DEBERES DEL ABOGADO CON EL ADVERSARIO.

Los deberes del abogado con el adversario se refieren a la lealtad en la


contienda, a la independencia, al respeto y solidaridad profesional. La lealtad en

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DEONTOLOGIA FORENSE
la contienda significa la defensa honesta de la causa, utilizando el
lenguaje forense que no debe confundirse con el lenguaje vulgar. El respeto
solidaridad obliga al abogado a mantener con el colega adversario relaciones de
cordialidad, sin que eso signifique abdicación de la independencia, no debemos
olvidar las célebre frase: "tratemos como nos gustaría que nos traten",
consideramos que esta frase encierra el punto básico de la lealtad con el
adversario, más aun cuando está en discusión un derecho y se produce por tanto
un conflicto de intereses o una incertidumbre jurídica, creemos que esta en
nosotros los abogados demostrar nuestros valores morales y éticos, actuando
no solo con lealtad, sino con veracidad, compromiso y sobre todo con un
profundo amor a la justicia, todos los artículos expuestos por Couture se
relacionan el uno con el otro y son una extensa cadena de principios que deben
y deberían ser cumplidos por todos los profesionales, no solo por los abogados,
la deontología profesional, nos inculca estos principios y esta en nosotros
seguirlos o no.

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DEONTOLOGIA FORENSE
CAPITULO III
ASPECTO LABORAL DEL ABOGADO

3.1.EL ABOGADO Y SU INDEPENDENCIA

Por su sentido lógico, las profesiones liberales lo son porque se ejercen con
libertad y en la libertad tienen el más importante atributo; esto produce el
fenómeno de que juntamente con el derecho del cliente a ser atendido nazca el
del profesional a ser respetado y que paralelamente a la conveniencia del uno
vaya el prestigio del otro. El arquitecto no trazará los planos que el propietario le
mande, ni el médico prescribirá el tratamiento que el enfermo le pida, si el gusto
de quien paga puede perjudicarle o perjudicar la buena fama del técnico. Pues
con el abogado ocurre otro tanto; el abogado ha de sentirse colocado - siempre
y en todo momento- en un grado de superioridad sobre su defendido -como el
confesor, como el tutor, como el gerente-, por eso ha de huir cuidadosamente de
los siguientes peligros:

1) Del pacto de cuota litis -que la opinión pública por regla general reprueba-
. No es que esta forma de remuneración sea sustancialmente absurda o
inmoral; lo que la hace condenable es que arranca al abogado
su independencia, haciéndole partícipe en el éxito y en la desventura.
Procedemos con serenidad sabiendo que lo que se nos premia es

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DEONTOLOGIA FORENSE
nuestro trabajo, cualquiera que sea su resultado; pero perdemos la
ecuanimidad y se nos nubla el juicio y no distinguimos lo lícito de lo ilícito,
si incidimos en la alternativa de ver perdido nuestro esfuerzo o lograr una
ganancia inmoderada. La retribución del trabajo es sedante; la codicia es
hervor, inquietud, ceguera. El abogado que a cada hora se diga "si gano
este pleito, de los diez millones me llevaré cinco", se adapta más a la
psicología de los jugadores que a la de un abogado.

2) De la familia. La franca libertad con que se inmiscuyen en nuestra vida


hermanos, abuelos, tíos o sobrinos, les faculta en caso de pleito para
fiscalizar cada uno de nuestros actos -¿Por qué no presentas una
denuncia?, ¡a mi me parece que eso es un delito!, ¡yo en tu lugar haría
más duro ese escrito y si por mi fuera promovería un incidente!- y si a eso
le sumamos que no hay hora fija para escuchar la consulta, ni facilidad
para desistir de la defensa... y le agregamos además el asunto del cobro
de los honorarios por servicios. Todo hay que decirlo: hay parientes
comedidos y prudentes que respetan la libre iniciativa tanto y más que un
extraño; pero, son la excepción. Por eso mejor que digan que "en casa
del herrero hay cuchillo de palo".

3) Del sueldo. El abogado que percibe un salario fatalmente ha de verse


obligado a defender cuanto le manden, con lo que al dimitir la libertad se
pone en riesgo la integridad. Nunca es tan austero ni tan respetado un
abogado como cuando rechaza un asunto por no parecerle justo; ¿y
puede hacerlo quien recibe una retribución fija?, ¿cómo justificaría
la percepción de los salarios percibidos?. -Los abogados que sirven en
las grandes empresas o en las instituciones oficiales saben muy bien
los conflictos de conciencia que se padecen y aun las situaciones
violentas que se atraviesan, teniendo que defender todo lo que gustan
pleitear quienes pagan-.

4) De la política. El abogado -como todo ciudadano- ha de tener


en materia política su opinión y su fe; mas conviene educar a la juventud -
contrariamente a lo que con nosotros se hizo- en la alta conveniencia de
separar el foro de los negocios públicos. Que la política sea una carrera

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DEONTOLOGIA FORENSE
ya está superado y a los políticos concierne, pero que sea un medio para
que los abogados hagan carrera es un concepto bárbaro. Raro y poco
fácil es que quienes se afilien bajo una bandera, acatan una jefatura y
buscan un porvenir -y esto es más lamentable- no sufran cuando menos
una deformación de juicio que les haga ver buenas todas las causas que
benefician a su credo y perversas cuantas lo contradigan; esto sin contar
con los compromisos, presiones y acosos que el partidismo hace gravitar
sobre el abogado, y sin contar tampoco con la frecuente complicación que
se produce entre asuntos forenses e intereses políticos.

3.2.EL TRABAJO DEL ABOGADO

La labor en todas las profesiones intelectuales es personalísima y quizá en


ninguna lo sea tanto como en la abogacía. La inteligencia es insustituible, pero
más aún son la conciencia y el carácter y en nosotros tanto o más se buscan y
cotizan las tres cualidades. Debemos esforzarnos en hacer por nosotros mismos
los trabajos, ya que el cliente tomó en cuenta al buscarnos todas nuestras
condiciones, desde la intimidad ética hasta el estilo literario. Pero como en una
gran mayoría de despachos es absolutamente imposible que el titular realice
personalmente la tarea íntegra, forzosamente habrá que delegar algunas tareas
en sus asistentes. Pero quien proceda con escrúpulo efectuará la delegación por
orden de menor a mayor importancia, llegando hasta no confiar el trabajo a mano
ajena, mientras no sea inevitable. En cuanto a la manera de trabajar sería osado
querer dar consejos, pues sobre la materia es tan aventurado escribir como
sobre la del gusto; no quiero sin embargo, dejar de exponer
una observación personal. Parece lógico que antes de empezar a escribir se
haya agotado el estudio en la doctrina y en la jurisprudencia -seriamente así debe
hacerse y no es recomendable ningún otro sistema- y aunque recomendable es
ese sistema, confieso que en lo personal practico todo lo contrario.

Cuando empiezo a escribir son muy rudimentarias las ideas que tengo en mente,
pero conforme van apareciendo las cuartillas son ellas con su misterioso poder
de sugestión las que me iluminan unas veces y otras me confunden aún mas -
me plantean problemas insospechados-. No hay nada en el mundo sin
explicación y pienso que esta rareza también la tiene: los apriorísticos y

30
DEONTOLOGIA FORENSE
doctrinarios forman su construcción ideológica y la trasladan en el papel; al
revés, para los realistas el escrito es ya la vida en marcha y al formarle le invita
a contemplarla en su plenitud.

Las cuartillas son ya el dialogo, la comunicación, el peligro de errar, el vislumbre


del éxito, la tentación de la mordacidad, la precisión ineludible de ahondar en un
punto oscuro o de mirar con respeto lo que antes desdeñé,
la evaluación inexcusable de una cita, la compulsa de un documento, el
deleitarse las figuras del drama, el presentimiento de la agresión contraria
...pudiera decirse en fin que la improvisación me conduce a la reflexión. En
un debate oral y público o informando me ocurre todo lo contrario, ya que jamás
lo hago sin llevar guiones minuciosos, concretos, verdaderos extractos del pleito
y cuya redacción.

En la oratoria para distribuir, acopiar y matizar la oración es indispensable el


guión porque allí como en un casillero llevamos convenientemente clasificadas
las materias; las contingencias de la polémica y las prescripciones de la
oportunidad nos van recomendando lo que debemos hacer con el ideario
clasificado ([25]). Pero son la clasificación previa, nuestro pensamiento caería en
la anarquía y seríamos juguete del adversario diestro o del auditorio severo. Al
revés de lo que ocurre con el trabajo escrito -de la improvisación a la reflexión-,
voy en el oral de la reflexión a la improvisación.

3.3.EL ABOGADO Y LA PALABRA ORAL O ESCRITA

La palabra hablada -el verbo- es todo: estado de conciencia, emotividad,


reflexión, efusión, impulso y freno, estímulo y sedante, decantación y
sublimación... donde no llega la palabra brota la violencia -o los seres humanos
nos entendemos mediante esta privilegiada emanación de la Deidad o caeremos
en servidumbre de bruticie-. ¿Qué cosa podrá suplir a la palabra para narrar el
caso controvertido?, ¿con qué elementos se expondrá el equis problema?, ¿de
qué instrumental se echará mano para disipar las nubes de la razón, para
despertar la indignación ante el atropello, para mover la piedad y para excitar el
interés?. Por la palabra se enardecen o calman ejércitos y turbas; por la palabra
se difunden las religiones, se propagan teorías y negocios, se alienta al abatido,

31
DEONTOLOGIA FORENSE
se doma y avergüenza al soberbio, se tonifica al vacilante, se viriliza al
desmedrado. ¿Cómo hemos de desdeñar la eficacia de las palabras?

Para efecto de persuadir no cabe comparación entre la palabra escrita y la


palabra hablada porque en ésta los elementos plásticos de la mímica valen más
que mil resmas de papel y denuncian claramente la sinceridad o falacia del
expositor -solemos decir que se adelanta más en media hora de conversación
que en un año de correspondencia-. Los hechos tienen más fuerza que las
palabras -es verdad-, pero sin las palabras previas los hechos no se producirán.
Unas palabras -las de Jesús el Cristo- bastaron para derrumbar una civilización
y crear un mundo nuevo. Las siguientes son seis cualidades de la oratoria
forense que conviene no perder de vista:

1) La brevedad. "Sé breve que la brevedad es el manjar predilecto de los


jueces. Si hablas poco, te darán la razón aunque no la tengas ... y a veces
aunque la tengas" -aconsejaba un magistrado viejo a un abogado joven-
. "Te escribo tan largo porque no he tenido tiempo de escribir más corto" -
esta memorable frase nos recuerda que es poco fácil ser escueto-. Toda
oratoria debe contar con esta excelsa cualidad de brevedad y más aún la
oratoria de los estrados.

2) La diafanidad. "Habla claramente, para que te entienda el portero del


salón y si lo consigues, malo será que no te entienda alguno de los
señores de la Sala" -decía un magistrado a su joven amigo abogado-.
Nuestra narración ha de ser tan clara que pueda la persona más tosca y
llana del mundo, no porque los jueces sean toscos o llanos sino porque
están fastidiados de escuchar enrevesadas historias y trapisondas para
todos los gustos. Tal disposición -más fisiológica que reflexiva- sólo puede
contrarrestarse diciendo las cosas precisas y en términos de definitiva
claridad y llanura; es decir, el consejo es hablar con filtro.

3) La preferencia a los hechos. Alguna vez escuché a un abogado atacar a


un colega en tono despectivo: "Es el abogado del hecho" -¡...y yo que en
eso encontraba su mayor mérito!-. Para cada vez que se ofrece un
problema de estricto derecho -de mera interpretación legal- hay cien mil

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DEONTOLOGIA FORENSE
casos de pasión, de vivencia, de realidad viva, en una palabra: de hechos.
Eso es justamente lo que hay que poner de relieve que la solución jurídica
viene sola y con parquedad de diálogo.

4) La cortesía desenfadada o el desenfado cortés. Esto es el respeto más


escrupuloso para con el litigante adverso, hasta el momento en que hay
que proceder. Es imperdonable la mortificación para el que está enfrente
-sólo por el hecho de estar al frente-, pero es cobarde deserción del deber
el abstenerse de descubrirle un vicio por rendirse a contemplaciones de
respeto, de amistad o de otra delicadeza semejante. En un momento así
el abogado debe actuar y se le acaba todo lo que no sea el servicio de la
defensa.

5) La policía del léxico. Entre nuestra deficientísima cultura literaria y la


influencia del juicio escrito, los abogados hemos avillanado el vocabulario
y hemos degradado a un punto extremo nuestra condición mental. Bueno
es que no olvidemos quienes somos y lo que somos -aquella
compenetración, que en beneficio de la claridad he defendido, para que
al abogado le entienda un cualquiera, no ha de lograrse deprimiendo el
nivel de aquél sino elevando de éste-.

6) La amenidad. En todo género oratorio hay que producirse con sencillez,


huyendo de lirismos altisonantes y de erudiciones empalagosas ([28]).
Los pleitos no se ganan con citas de connotados jurisconsultos, ni en
fuerza de metáforas o imágenes -aquello es sumergirse en un pozo, ésta
perderse en un bosque-. El secreto está en viajar por la llanura, quitar los
tropiezos del camino y de vez en cuando provocar una sonrisa.

3.4.EL ESTILO FORENSE DEL ABOGADO

¿Modestia, indiferencia, egoísmo, pereza?, sea lo que sea, lo cierto es que los
abogados no nos damos la menor importancia a nosotros mismos. Tiramos de
nuestra profesión como si fuera una cosa insignificante, trivial y anodina ¡...y eso
no puede ser! porque hay profesiones que se pueden ejercer con el alma fría,
pero hay otras que requieren alma caliente. ¿Cómo concebiremos a un pintor,
un novelista o a un poeta si no están enamorados de la belleza?. ¿Cómo

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DEONTOLOGIA FORENSE
entender a un médico si no tiene pasión por la salvación de los enfermos, por los
adelantos científicos y por la salud pública?. De igual manera ¿qué abogado
será aquel que no ame la justicia sobre todas las cosas y no sienta el orgullo de
ser sacerdote de ella?. ¡No podemos vivir sin justicia!, ¿sin justicia qué valdrá la
vida?, será sencillamente un tejido de crímenes y de odios, un régimen de
venganzas, una cadena de expoliaciones, el imperio de la ley del más fuerte, la
barbarie desenfrenada en fin ...y no exagero.

Con poco que lo meditemos y nos damos cuenta que si los seres humanos
amamos y trabajamos y paseamos y comemos y dormimos es porque muda e
invisible se atraviesa en todos nuestros actos esa diosa etérea e implacable que
se llama Justicia y los abogados sus sacerdotes invocadores. La justicia inspira
y preside todas las humanas acciones hasta las más ínfimas, los pensamientos
hasta los más recónditos, los deseos hasta los más nimios. Ser ministro de la
justicia es algo trascendental y definitivo: ¡no se puede ser abogado sin el orgullo
de estar desempeñando la función más noble y más importante de la
humanidad!. Una de las demostraciones de lo poco que los abogados nos
preciamos a nosotros mismos está en la poca atención que prestamos a la
herramienta de nuestro oficio que es la palabra -escrita o hablada-. Redactamos
nuestros trabajos como si fuera en cumplimiento de una mera necesidad y nos
reproducimos en nuestros escritos con desaliño y con descuido.

No nos reconcentramos para alumbrar nuestra obra, como lo que es: nuestra
obra. Es decir, nos reconcentramos solamente en el fondo -el estudio legal y
apuramos los textos con aplicaciones y jurisprudencia y doctrina- y eso lo
hacemos muy bien; pero, yo me refiero a lo otro: a la expresión literaria, al decoro
del buen decir, o sea a la forma, porque -todo hay que decirlo- en eso somos
lamentablemente muy abandonados -aquí y en todas partes-. Es así como se ha
creado una literatura judicial lamentable quienes a porfía usamos frases
impropias, barbarismos, palabras equivocadas, todo un "argot" ínfimo y tosco.
No tenemos noción de la medida y nuestros escritos pecan una veces de
insuficiencia y otras por pesados y difusos porque es muy frecuente que se haga
el escrito de una vez -sin revisión ni enmienda-. Aun cuando la redacción sea
correcta y la ortografíaimpecable, falta el hálito de vida, el matiz de pasión, el

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DEONTOLOGIA FORENSE
apunte crítico, todo lo que es condimento y sazón de las labores literarias.
Consideramos los escritos operaciones aritméticas a las que sólo se exige que
sean exactas, pero que no son susceptibles de belleza ninguna y eso obviamente
no es verdad. Tal abandono nos desprestigia -es como si el médico dejara
mellarse el bisturí- ¿no es la palabra nuestro único instrumento y arma?, ¡pues
usémosla bien!. En todo momento deberíamos tener presente una máxima de
cratología (arte de tocar las castañuelas) que dice "Se puede o no tocar las
castañuelas; pero, ya de tocarlas, tocarlas bien."; de idéntico modo se puede ser
o no ser abogado -pues nadie nace tal por ley natural-, obligado a serlo hacerlo
bien ... y si no hay otra manera de ser abogado sino usando de la palabra,
empleémosla como corresponde, con pulcritud, con dignidad, con eficacia -como
debe ser-.

Dicho de otro modo: no importa lo que hagas, hazlo bien hecho ...y si eres
abogado tienes que profundizar en el fondo de tus escritos tanto en cuanto en la
forma que les des, ya que lo cierto del caso es que el abogado por su
propia naturaleza es un escritor y un orador -si no lo es, será un jornalero del
derecho pero no un verdadero defensor de la sociedad y de la justicia-. He dicho
que el abogado es escritor y me he quedado corta, porque en el abogado hay
tres tipos distintos, tres escritores en uno: el historiador, el novelista y el
dialéctico.

1) Hay en el abogado ante todo un historiador porque la primera tarea del


abogado es narrar hechos -de narrarlos bien a narrarlos mal hay un gran
trecho-. Todos hemos padecido la angustia de soportar a esos clientes
que no saben contar las cosas -que empiezan su explicación por la mitad,
como si nosotros estuviéramos enterados de los antecedentes o que
confunden las personas o que olvidan hechos esenciales. Todos hemos
leído libros en que tenemos que repasar dos y tres veces la misma página
porque el autor no supo decirnos con claridad lo que se proponía. Todos
hemos aguantado una conversación con interlocutores difusos,
enrevesados y monótonos ...y en todos estos casos nos hemos sentido
desesperados, sólo porque el cliente, el escritor o el conversador no
sabían contar su historia.

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DEONTOLOGIA FORENSE
Narrar no es fácil, hay que exponer lo preciso, sin complicaciones, hay
que usar las palabras adecuadas y diáfanas. Podríamos ser muy
pomposos, fastuosos, metafóricos y no decir nada en el discurso, mejor
es que ante todo sepamos contar la historia. Una
simple exposición minúscula y ramplona muchas veces para algunos
abogados es inabordable -vg.: "Luis se casó con María; tuvieron dos hijos,
Elías José y Ana Luisa; Ana Luisa murió y la heredaron sus padres",
etcétera- y no todo el mundo vale para eso. El extravío al apreciar un
hecho o un detalle puede arrastrar una cadena de equivocaciones y
producir un final diferente al querido o un fallo injusto; de ahí entonces que
el primer cimiento para el acierto judicial depende del abogado, de que
sepamos exponer el caso ...de suerte que el historiador es el primer
literato que aparece en la personalidad del abogado.

2) Mas no basta el historiador; viene después el novelista de ahí que la


narración no será completa ni alcanzará eficacia, si en los momentos
oportunos no va acompañada de unas pinceladas que destaquen el tipo
o acentúen el hecho. Si atacamos a un usurero avariento, no nos
debemos limitar a explicar el contrato abusivo hecho en su beneficio, será
conveniente que saquemos a la luz sus antecedentes y sus modos para
hacerlo antipático al tribunal. Si estamos refiriéndonos a un muerto por
accidente, no será lo mismo que el muerto sea un soltero de quien nadie
depende o que sea un padre da familia con una prole. Así en todo: no es
lo mismo señalar simplemente que Mengano faltó a su compromiso, que
puntualizar su hábito de hacerlo y apuntar los casos más sangrantes... el
drama y la comedia que el pleito entraña se forma con personajes y con
hechos, de tal forma que retrasar aquéllos y destacar éstos es tarea
primordial del abogado. Todo esto no es ya función del historiador sino
del novelista y del dramaturgo -ese juego de personas y cosas, esas
descripciones de sucesos y caracteres, son el nervio del litigio y debemos
esforzarnos porque los jueces participen de nuestros sentimientos-.

3) Y queda por último el dialéctico: cuando el abogado pasa de la narración


del caso al razonamiento jurídico, sus modos literarios han de cambiar en

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DEONTOLOGIA FORENSE
lo absoluto; ya no se trata de explicar una historia ni destacar a sus
actores, sino de afrontar una tesis, de interpretar una ley, de defender una
solución y ésta es patrimonio de la lógica discursiva. Hay que plantear el
problema de modo escueto y tajante para encuadrar la atención del
juzgador y poner cuadrículas a su pensamiento [... dados los
antecedentes expuestos ¿qué procede, ésta o lo otro?, ¿cuál es
el daño menor, éste o aquél?, ¿quién lo debe sufrir, él o ella?] y después,
razonar. Agotar lo motivos, elegir entre varios argumentos para
desecharlo o tomarlos según convenga y en esto de argumentar vale más
un pensamiento propio que cien ajenos. Lo digo porque hay muchos
abogados que muestran afición por citar las opiniones de todos los
autores habidos y por haber, los que en definitiva no pasan de ser un par
de docenas y siempre los mismos. En algunas ocasiones es fructífera y
hasta definitiva alguna cita; pero cuando son tantísimas el juez acabará
por decir "Bien, ya sé lo que piensan sobre este punto todos los autores
del mundo, pero me interesa saber simplemente qué es lo que piensa al
respecto el autor de este escrito.". Dirá entonces: "No piensa por sí
mismo, posiblemente a lo sumo piensa como los autores que cita". El
abogado en su función dialéctica hará un trabajo de enumeración,
de selección, de cernido y para el razonamiento le serán muy útiles los
ejemplos especialmente los toscos y simplones; algunos jueces
refunfuñarán diciendo "Creerá este señor que sin este burdo ejemplo no
me habría enterado?" y es respetable su enfado, pero todo hay que
decirlo: muchas veces con un ejemplo primario puede haber
una iluminación repentina, ahorrándole media hora de reflexión
concienzuda y eso vale. Consecuentemente, el abogado ha de ser
escribiendo: historiador, novelista y dialéctico y si no lo es, medio abogado
será. Sabido ésta, entonces: ¿cómo escribir?. Se hará pues, de manera
espontánea -que cada cual escriba como habla y de la manera en como
Dios le da a entender-. Normas técnicas valen para el formato o
la estructura formal del escrito, las que se conseguirán en cualquiera de
las librerías. Lo que si cabe es fijar unos cuantos jalones como líneas de
conducta para orientar el juicio a la hora de escribir.

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DEONTOLOGIA FORENSE
A) La primera condición es la veracidad -se dirá que esto se relaciona con
la ética y no con el estilo y así es, pero no está de más fijar esta condición
como la primera y la más esencial-; porque no está de más recordar que
somos voceros de la verdad, no del engaño. Se nos confía que pongamos
las cosas en orden, que procuremos dar a cada cual lo suyo, que se abra
paso la razón, que triunfe el bien y ¿cómo armonizar tan altos fines con
un predominio del embuste?. No digo que en el orden del derecho no
puedan sostenerse teorías atrevidas y buscar en las leyes
interpretaciones arriesgadas, ya que en eso no hay maldad por la simple
razón de que los jueces tienen nuestro mismo grado académico e idéntica
preparación profesional y los mismos elementos de juicio como para que
puedan discernir; pero en cuanto a los hechos la situación es distinta ya
que el juez no sabe sino lo que nosotros le contamos, no conoce más
documentos que los le aportamos, fía en nuestra rectitud moral y supone
que no le diremos que un casado es soltero y que un muerto está vivo.
Ejemplo categórico: Sabemos de un homicidio, podremos aceptar o
rechazar su defensa y si la aceptamos podremos excusar su acto
alegando eximentes o aminorar la responsabilidad encontrando
atenuantes ...pero lo único que no podremos hacer es negar el hecho y
es tan claro que no necesita argumentación. Aludo a casos en los que por
ejemplo nuestro cliente funda su derecho en cuatro motivos, de los cuales
tres nos parecen atendibles y otro desdeñable; o en donde por ejemplo el
juez nos ha dado la razón por siete motivos de los que cinco son
excelentes y los otros dos disparatados.

¿Qué hemos de hacer en tales casos?, fingir un convencimientos que no


tenemos?, representar la comedia de una falsa persuasión y poner
idéntico calor en la defensa de todos los aspectos buenos y malos?. En
tales casos es preferible practicar la honestidad y producirse con lealtad
y decir: "De las cuatro razones en que mi cliente apoya su derecho, tres
me parecen evidentísimas y las patrocino con fervor; pero en cuanto a la
cuarta, estoy lleno de dudas y sólo la expongo por no abandonar ningún
medio de defensa, por si fuera yo la equivocada." O bien decir en el otro

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DEONTOLOGIA FORENSE
caso: "De los siete motivos en que el señor juez apoya su fallo, estoy
compenetrada absolutamente con cinco, pero no me convencen los otros
dos. Los mantengo todos ante la Sala sólo para que ella en su elevado
juicio y entender, pueda apreciar lo que estime mejor y resuelva de
conformidad." Tal conducta, sostenida en el curso de la vida profesional,
robustece el prestigio del que la practica porque los jueces ponen
duplicada confianza en el profesional a quien le han visto trabajar así de
profesional.

B) Después de la veracidad, la siguiente condición del abogado ha de ser la


claridad. Nunca se recordará bastante el precepto del Quijote. "... llaneza
muchacho, llaneza, que toda afectación es mala!". Todo el que escribe
debe hacerlo para que le entiendan. Al fin y al cabo si el filósofo, el
novelista o el poeta se empeñan, el público aburrido no los leerá y allá
ellos que ellos son los únicos que pierden; pero, las torpezas del abogado
-escritor de tres talantes- no las paga él con su descrédito, sino que las
sufre el cliente cuyo derecho no ha quedado de manifiesto. Por
consiguiente, el arte del abogado consiste en plantear las cosas con
sencillez y no ha de haber en nuestros escritos otros conceptos sino los
necesarios y hemos de buscar las palabras más concretas, diáfanas y
correctas. Salvo casos excepcionales que requieren explicación previa, la
regla general ha de consistir en evitar alegaciones inútiles y acometer
desde el primer momento la explicación del caso; todo lo demás es paja
que a los tribunales les tiene sin cuidado.

C) Aneja a la claridad ha de ir la brevedad. Cierto viejo magistrado le decía


a un novel abogado: "Se breve, que la brevedad es el manjar preferido de
los jueces. Siéndolo, te darán la razón aunque no la tengas y a veces ...a
pesar de que la tengas." Está desgraciadamente muy difundida, la afición
a los escritos kilométricos y dedicados en su mayor parte a citar
sentencias y más sentencias de todos los tribunales. Decir poco y bueno
es mil veces preferible a gastar el papel por toneladas, acudiendo a
antecedentes no siempre adecuados ni oportunos.

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DEONTOLOGIA FORENSE
D) Unida a la claridad y a la brevedad debe ir la amenidad. No se recomienda
en manera alguna el uso de bromas inadecuadas pero la vida brinda
siempre aspectos cómicos y un abogado inteligente no debe
desaprovecharlos.

3.5.EL ABOGADO Y LA CORDIALIDAD

Abogados y jueces suelen vivir en un estado parecido al que la ley de orden


público llama de "prevención y alarma". El juez piensa del abogado "¿En qué
proporción me estará engañando?" y el abogado del juez "¿A qué influencia
estará sometido?". Muy hipócrita sería quien negase que ambas suspicacias
tienen fundamente histórico, porque ni escasean los defensores que mienten ni
faltan los jueces rendidos a los favores. Pero aun siendo cierto, no disculpa el
régimen de desconfianza entre unos y otros, porque el vicio no es general y
porque nada remedian la malevolencia en el juicio ni la hosquedad en el trato.

Abundan los defensores correctos, veraces y enamorados del bien y en cuanto


a los jueces obligado es decir que no se rinden por venalidad y que casi nunca
se entregan a la influencia. Lo que pasa es que nos hallamos tan habituados a
pensar mal y a decir mal de los demás que, hemos dado por hecho que las
fuentes puras de los actos humanos están secas. Cuando nos desagrada una
obra o un dicho ajenos, no se nos ocurre que podemos ser nosotros los
equivocados. No, lo primero que decimos es "se ha vendido" y cuando más
benévolos somos decimos "lo ha hecho por el puro gusto de perjudicarme." Gran
torpeza ésta. Las acciones todas -y en especial las que implican un hábito como
las profesionales- han de cimentarse en la fe, en la estimación de nuestros
semejantes, en la ilusión de la virtud y en los móviles generosos. Quien juzgue
irremediablemente perversos a los demás ¿cómo ha de fiar en sí mismo, ni en
su labor, ni en su éxito?. ¡Hay que poner el corazón en todas las empresas de la
vida! y por eso hay que distinguir la malicia genérica y abstracta -que constituye
una posición mental inexcusable- de aquella otra desconfianza personalizada y
directa que suele caracterizar al usurero. El espíritu tosco mira recelosamente
no la humanidad sino uno por uno a todos los seres humanos"Éste viene a
robarme", "Ése se ha creído que soy tonta", "Cuando el otro me saluda será
porque algo quiere", "Si el de más allá no me saluda será porque me la debe",

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DEONTOLOGIA FORENSE
"Si el de más acá me habla, luego me despellejará" y lo cierto es que tal
enjuiciamiento es venenoso para el carácter, nos imprime un sello de ferocidad
y nos encarrila hacia un aislamiento huraño.

Lo recomendable entonces es una previa aceptación de todas las maldades


posibles sin preocuparse de personificarlas; dicho más claro: basta con saber
que el ser humano es igualmente capaz de todo lo bueno y de todo lo malo y que
para nuestra tranquilidad debemos esperar lo solo primero, pero si ocurre lo
segundo es suficiente comprender que también eso puede suceder. Así pues, si
nos mirásemos con ese sentido comprensivo los que pedimos justicia y los que
la otorgan, el régimen judicial se transformaría esencialmente para bien de todos.
Es lo cierto que estaría bien en considerar que todos -abogados y jueces-
trabajamos en una oficina de investigación y vamos unidos y con buena fe a
averiguar dónde está lo más justo; a falta de ello, lo meramente posible.

Tan compleja es la vida que con igual rectitud de intención se puede patrocinar
para un mismo conflicto la solución blanca, la negra y la gris. ¿Por qué
empeñarnos en que prevalezca la solución blanca, cuando lo más probable es
que sea preciso mezclarlos todos para formar la entonación que menos dañe la
vista?.

3.6.EL ABOGADO PERTENECE A SU CLASE

El odio entre los artistas es una manifestación de la ferocidad humana -literatos,


cómicos, músicos, pintores y escultores no gozan tanto con el propio triunfo
como con el descrédito ajeno-, esos seres escogidos tocados por los ángeles se
desuellan, se despedazan y se trituran de manera encarnizada. En grado menor
pero también vigorosamente, los hombres de ciencia se detestan -alrededor de
cada tesis de química, terapéutica o matemática se urden ataques enconados
contra quien defiende la tesis contraria- y quien frecuente una tertulia médica no
me dejará mentir. Pero; a diferencia de todos ellos, los abogados tenemos una
actitud totalmente distinta -será porque nuestra misión es precisamente
contender es que cuando cesamos en ella buscamos la paz y el olvido-.

Terminado un debate, una vista o una conferencia nos despedimos cortésmente


y no nos volvemos a ocupar el uno del otro -...no hay campañas de grupo, ni

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DEONTOLOGIA FORENSE
ataques en la prensa, ni corrillos-. Hay una costumbre que acredita la delicadeza
de nuestra educación: después de sentenciado un pleito -y por muy acre que
haya sido la controversia- jamás el victorioso recuerda su triunfo al derrotado y
ningún abogado cae en la grosera tentación de decir a su colega "¿Ve usted
cómo yo tenía la razón?", contrariamente es el vencido quien suele suscitar el
tema felicitando a su adversario -incluso públicamente- y ponderando sus
cualidades de talento, elocuencia y sugestión -a las que, y no a la justicia,
atribuye el éxito logrado-. Convengamos en que ésta no lo hacen los demás
profesionales y en que constituye un refinamiento propio de lo que somos -y no
siempre recordamos-: señores. Siendo plausible este fenómeno tan nuestro, no
lo es la causa, la que si miramos bien radica simplemente en que no nos odiamos
porque ni siquiera nos conocemos, ya que vivimos en el aislamiento y optamos
por el individualismo. De este aislamiento se desprende un daño científico y otro
afectivo y en este orden tenemos que:

A) Sólo conocemos los casos de nuestro despacho y los que nos muestra los
Tribunales -pero toda aquella enorme gama de problemas que brinda la
vida y no llegan a casación, todo aquel provechosísimo aprendizaje que
nace del intercambio de ideas, para nosotros no existe-... y como el
Colegio de Abogados no se cuida de establecer verdaderas relaciones
entre sus colegiados (salvo alguna feliz iniciativa), resulta que el abogado
no estudia más que lo que pasa por su mano.

B) El daño afectivo no es menor porque, perdida la solidaridad profesional


nadie conoce la desgracia del colega y cada cual devora sus propios
dolores sin hallar consuelo en un compañero -que tan llanamente se
prestan los de otras profesiones-. Nótese que nuestras relaciones
particulares siempre están en ambiente distinto del forense y es así como
ni en el bien ni en el mal tropezamos con aquellos contactos cordiales que
son indispensables para soportar la pena del trabajo.

Los abogados marchamos con dos siglos de retraso en la fórmula de la


civilización porque continuamos empeñándonos en conservar esa
mentalidad individualista y más que eso seguimos empeñados en
continuar viviendo en el aislamiento y se nos olvida "el sentido de clase":

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DEONTOLOGIA FORENSE
la clase es el alto deber que a cada grupo social incumbe para su propia
decantación y para servir abnegadamente a los demás. Hay clases, o
mejor dicho debe haberlas -no como las conciben algunos suponiendo
que a ellos les corresponde una superioridad sobre el resto de los
mortales-, porque las clases no implican desnivel personal sino
diferenciación en el cumplimiento de los deberes (vg. un procurador no es
más que el conserje y así, a la hora de limpiar corresponde a éste el
puesto preferente, pero a la hora del debate debe aquél reclamar la
primacía): cada cual en su clase haciendo lo que le corresponde, ¡eso es
la clase!. Si los abogados procediéramos como clase, habríamos
intervenido en la evolución del sentido de globalización, del concepto de
restructuración estatal, del apogeo de la medicina holística -que está
realizándose frente a nuestros ojos-, ya que corresponde a nuestro acervo
intelectual y del que no hacemos ni el menor caso. ¿Es que no nos
enteramos o no adivinamos la inmensa responsabilidad que contraemos
con esa deserción?, ¿de verdad habrá quien crea a estas alturas que un
abogado no tiene más que hacer que defender pleitos y cobrar
honorarios?. No basta que cada abogado sea bueno, es preciso que
juntos todos los abogados seamos algo: una clase.

3.7.LA HIPÉRBOLE O EXAGERACIÓN EN EL ABOGADO

Es frecuentísimo en los abogados ponderar la gravedad de los litigios en que


intervienen, hasta las más absurdas exaltaciones: "... en nuestra ya larga vida
profesional jamás he visto un caso de audacia como el de esta demanda", o "...
en un 624% de los casos en defensas penales que hasta hoy he defendido, ésta
es la primera vez que consigo un perdón judicial", o "... segura estoy de que
su autoridad impondrá las costas a la parte contraria, porque en su dilatada
experiencia no habrá tropezado con un ejemplo de temeridad más insólita ni de
más escandalosa mala fe", o "... horror y náuseas siento al contestar este asunto,
que constituye la vejación más repugnante y el despojo más inicuo que se
registra en los registros judiciales" ... ¿Quién no ha leído mil veces frases como
éstas?, ¿quién no se ha sonreído al advertir luego que esos truculentos anuncios
y esas advertencias espeluznantes, venían a colación de que un sujeto no

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DEONTOLOGIA FORENSE
pagaba a otro un puñado de dinero o unos cónyuges habían disputado por un
poco más en un asunto de pensión alimenticia?, ¿quién estará seguro de no
haberlas empleado?.

La vida -dentro de su enorme complejidad- suele ser una normalidad gris, en


donde a veces efectivamente brotan la tragedia o el escándalo y resultan
ajustadas las imprecaciones, la indignación, el terror y el llanto; pero, de cada
cien casos noventa y cinco son simples bromas, picardías ínfimas, errores
minúsculos, obcecaciones explicables, torpezas y manías o codicias, que caen
en lo sencillamente corriente, de la normalidad gris de la vida. El abogado que
se empecina en ponderar un tema cual si hubiera de producir una conmoción
nacional, pierde fuerza moral para ser atendido -la pierde de igual manera que
la pierde quien al ver un ratoncito prodiga gritos que son sólo congruentes con la
inminencia de un asesinato con arma blanca-. No solamente pierde credibilidad
y fuerza moral, con su así proceder revela que no ha visto muchos asuntos ya
que de otro modo no exageraría su irritación por cosas que no la merecen. Así
pues en las causas penales basta con decir "mi defendido es inocente"; pero,
hay abogados que tienen la tendencia de idealizar las figuras de todos los
homicidas y hampones gritando desgalillados, con los ojos desorbitados, los
ademanes más descompuestos y la voz más ruidosa: "¡... mi defendido es
un modelo de hombre digno, yo me honro con su amistad, no vacilo en ponerle
al nivel de mis propios hermanos y si fuera posible empeñaría mi vida en prenda
de su inmaculada honorabilidad!".

Ese cultivo desatinado de la hipérbole no suele ser sino una manifestación del
perverso sentido de lo estético que tanto abunda entre los abogados. Signo
espiritual de nuestra profesión es tener una comprensión mayor para con todas
las cosas humanas -una percepción sutil de todas las grandezas y de todas las
flaquezas y miserias-; el buen gusto suele correr parejo con la dignidad y el
pudor, quien sepa guardar su recato y ocupar su lugar, de fijo no fraternizará con
sus clientes en lo penal ni los divinizará en lo civil. Defendemos a Fulano porque
entendemos que en este pleito lleva la razón, pero bien pudiera ocurrir que fuera
un pillo; atacamos a Mengano porque no le asiste la razón en este pleito, pero
bien puede suceder que fuera un santo; de ahí que las generalizaciones, las

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DEONTOLOGIA FORENSE
identificaciones con el cliente, la supervaloración de sus virtudes -y de
las faltas del adversario-, pueden llevarnos a grandes injusticias y posturas
verdaderamente ridículas. Una convicción serena de la tesis que sustentamos,
un ardimiento regulado siempre por la ley de la necesidad, un escepticismo
amable, una generosidad franca para aceptar que en cada ser humano cabe
todo lo malo y lo bueno, una expresión mesurada y austera son prendas muy
adecuadas para que el abogado no salga de su área y no pierda su lugar -ni se
le confunda con aquellos a quienes ampara-.

3.8.EL ABOGADO Y SU TRAJE

"Nunca olvidaré la extrañeza entre asombrada y burlona que mostraron unos


abogados argentinos a los que enseñé nuestra toga y nuestro birrete. Se
maravillaron de su arcaísmo y se preguntaban si no se podía hacer justicia sin
tan raro ropaje. Muchos españoles con todo y tener la vista acostumbrada
muestran idéntica sorpresa y algún humorista ha preguntado qué relación puede
haber entre la justicia y un gorro poligonal de ocho lados.", así se expresa el
maestro OSORIO en relación con el tema del ropaje del abogado, ya que en
realidad parece pueril confundir las virtudes de justicia con los atributos de la
vestidura. Pero -sin que sea pequeño el riesgo de que tomando la
representación por lo representado- quizá puedan creer los superficiales que la
biblia es religión, la bandera patriotismo y la toga justicia y así se juzgue patriota
al que saluda la bandera -aunque defraude diariamente al fisco-, se tenga por
religioso al que va a la procesión -aunque viva en adulterio- y se repute abogado
a personas venales sólo porque tienen colgado en la pared un certificado de
licenciado en derecho y portan en la cartera un carné del colegio. No hay pues
que sacar de sus límites los valores alegóricos, pero tampoco cabe suprimirlos
caprichosamente porque, así como los signos ofrecen el inconveniente de que
se tome el signo por el significado, así también la falta de signos lleva aparejado
el rebajamiento de lo esencial: se perdió primero el traje de toga y birrete, luego
la circunspección que impone ese traje, luego la virtud de que solía
ser muestra de la circunspección..., la toga no es por sí sola ninguna calidad y si
no hay cualidad bajo ella, entonces ésta queda reducida a un disfraz irrisorio.

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DEONTOLOGIA FORENSE
La toga no la usa el abogado en nuestros países -pero sí en muchos otros de
la europa continental-, lo que nosotros usamos es un traje simplemente
decoroso. El abogado que asiste a un bar usa un léxico, guarda una compostura
y mantiene unas fórmulas de relación totalmente distintas de las que le
caracterizan cuando sube a un estrado con su traje entero encima. El traje es
ilusión, pero nos recuerda la carrera estudiada, lo elevado de nuestro ministerio
en la sociedad, la confianza que en nosotros se ha puesto, la índole científica y
artística del torneo en que vamos a entrar, la curiosidad que el público nos rinde
en el debate... cuando todo esto pasa por nuestra mente -y pasa siempre aun en
términos difusos- el traje se torna en un llamamiento al deber, a la belleza, a la
verdad y a la justicia; con el traje puesto -ante un público sensor, junto al anhelo
del éxitojudicial y al de la vanidad artística- aparece la necesidad de ser más
justo, más sabio y más elocuente que los que nos rodean.

El traje obra sobre nuestra fantasía y haciéndonos orgullosos del buen vestir nos
lleva por el sendero de la imaginación a contemplar la más seria realidad y
la responsabilidad más abrumadora -la ilusión es estimulante
espiritual, potencia creadora, alegría en el trabajo y recompensa en el esfuerzo-
... y todo ello significa meterse dentro de un traje; además, nos distingue ante el
público de los demás y es bueno que quien va a desempeñar una alta misión
sea claramente conocido.

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DEONTOLOGIA FORENSE
CAPITULO IV
“EL ALMA DE LA TOGA DE ÁNGEL OSORIA”

4.1. EL ABOGADO: LA IMPORTANCIA DE SU ROL SOCIAL

La palabra Abogado tiene su origen en el latín "advocare" cuyo significado literal


es convocar, es decir el Abogado está llamado a ser, dentro de su ejercicio
profesional, alguien que sirva como un intercesor o un mediador entre quienes
en un momento dado pudieran requerir de sus servicios o asesoría como
profesional, como el natural conocedor del ordenamiento jurídico que rige la vida
de una sociedad, no para radicalizar una controversia o conflicto entre quienes
tienen desacuerdos como equivocadamente se cree, sino para procurar superar
esa conflictividad, pudiendo de igual manera prestar asesoramiento a quienes
en una determinada circunstancia necesitan conocer sobre el verdadero sentido
de aplicación de una ley.

Para entender mejor la real misión social del Abogado es oportuno recordar la
función que se le asignó en la época de auge del Derecho y/o del Imperio
Romano cuando se adoptó la terminología de Jurisconsulto, que era aquel
Abogado destacado dentro de la sociedad que como profundo y especializado
conocedor del Derecho, era a quien se consultaba los más importantes asuntos

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DEONTOLOGIA FORENSE
de interés de la sociedad de aquel entonces y su versada opinión era
considerada como un criterio irrefutable e inapelable que debía ser respetado
por todos, por eso en los textos de la Historia del Derecho se sostiene que la
opinión de un Jurisconsulto en aquella época tenía la fuerza de una sentencia o
cosa juzgada.

Desde otro ángulo de vista y recurriendo al sentido gramatical y lato de la palabra


derecho, significa rectitud de proceder, es lo equivalente a recto, lo contrario a
torcido y sinuoso, lo que no se bambolea o anda de un lado a otro, de cuyo
significado se infiere que contrariamente a lo que socialmente se percibe, el
Abogado está muy lejos de ser un promotor o instigador de conflictos, de
desencuentros entre personas, un fabricante de problemas, alguien que
perniciosamente busca cómo enfrentar unos a otros, sino que más bien y esa es
su razón de ser, debe procurar se superen esas diferencias de criterios o de
intereses, buscando con sus conocimientos y utilizando la sana y saludable
disposición de la ley solucionar aquellos desacuerdos o conflictos entre
personas o entre personas y grupos, instituciones u organizaciones de la
sociedad.

El derecho en su significado actual está íntimamente ligado al abogado, entra


como elemento fundamental de un país o sociedad. para que una sociedad
pueda convivir civilizadamente en un marco de mutuo respeto entre quienes la
conforman, que esa sociedad pueda tener parámetros o reglas del trato social
que posibiliten mantener comportamientos de respetuosa relación entre sus
asociados, para que esa misma sociedad pueda existir organizada y
ordenadamente; requiere fundamentalmente de un instrumento que viabilice tan
indispensable organización y orden para que prevalezca una convivencia
racional, que la sociedad no se anarquice, para que no gane espacio la barbarie,
que en definitiva una sociedad pueda subsistir, eso necesita de un conjunto
de normas que sólo las puede suministrar el Derecho, ello explica por qué
las sociedades humanas después de superar etapas primitivas con la formación
de grupos sociales como las Tribus, los Clanes, las Hordas, las Ligas de Hordas,
etc., donde el poder, la voluntad y el criterio omnímodo del Jefe del grupo social
era la suprema ley, permitiendo el imperio del arbitrio como algo normal y

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DEONTOLOGIA FORENSE
aceptable en este tipo de agrupaciones, es decir la vigencia de la llamada "ley
de la selva", la sociedad fue encontrando caminos y convino en que no habría
una mejor forma de organizar esa sociedad que no sea a través del Derecho y
de una normatividad jurídica que estipule términos a los que deberán someter
sus conductas y acciones los miembros de dicha sociedad o de un país, a ello
responde el nacimiento y existencia de los modernos Estados en que se han
constituido países y naciones, en los que inclusive es fácil advertir que el antiguo
poder absoluto de Reyes y Monarcas fue cediendo sus potestades al imperio del
Derecho y de la Ley, aquello también explica el que países especialmente los
europeos y Japón, entre los más conocidos, mantengan su adhesión a ciertas
tradiciones de la realeza, pero hayan preferido optar, por el bien de los propios
monarcas y sus súbditos, conformar gobiernos que se sustentan en monarquías
constitucionales amparadas jurídicamente, favoreciendo la propia subsistencia
de un reinado pero sometido a un ordenamiento legal, lo cual da origen a la
expresión de que el "Rey reina pero no gobierna", si a ello agregamos la
tendencia del mundo moderno para vivir en Democracia que equivale a vivir en
un régimen de Derecho o legitimado por la Ley, se vuelve fácil comprender la
enorme importancia que socialmente tiene el Derecho y la alta misión social
del Abogado, sobre todo cuando éste abraza su profesión y conocimientos
al amparo del anhelo de convertirse en jurisconsulto, es decir de ser un
asesor ética y jurídicamente responsable.

Tan poderosa e importante es la conveniencia de una norma legal reguladora de


conductas y comportamientos humanos, que inclusive el Clero que fundamenta
su existencia en la creencia de su credo y de sus prédicas, en la fe en sus
convicciones religiosas, ha aceptado respetar una saludable separación entre el
Estado y la Iglesia a través de convenios como el Concordato, lo cual ha
permitido frenar fanatismos o dogmatismos exacerbados que al ser
descontrolados han provocado finalmente enfrentamientos fratricidas al impulso
de esas creencias o fanatismos, y si bien es verdad todavía existen en la
actualidad brotes de ese fanatismo que se hacen un tanto más notorios en
la religión musulmana, lo destacable es que aquellos Concordatos celebrados
sobre todo en el mundo occidental entre la Santa Sede representada por el Papa

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DEONTOLOGIA FORENSE
y los Gobiernos de los distintos Estados del mundo, han permitido que aquellas
expresiones irreflexivas del dogmatismo cedan ante la conveniencia de una
convivencia legitimada por el Derecho, donde el poder de la Iglesia entendido
como un poder de orden moral y/o divino acepte convivir y someterse a una
normativa legal admitiendo un poder terrenal sustentado en la ley como genuina
expresión de la razón y la lógica, lo cual no es ajeno ni puede ser ajeno a una
creencia religiosa bien entendida y practicada que defiende la existencia de un
ser supremo llamado Dios como símbolo de la perfección, pero sus fieles o
devotos deben luchar en la vida por lo perfectible, lo libre, lo racional y lo justo,
conforme las propias enseñanzas de los libros bíblicos a los que se adhieren
creyentes de diversas religiones. En definitiva en esta parte queda claro que los
absolutismos dictatoriales de cualquier vertiente, origen o motivación, las
creencias religiosas, es decir el poder político o religioso, han cedido en sus
conceptos absolutistas y excluyentes al poder del Derecho, como la única forma
en que la sociedad o un país puedan vivir en un ambiente donde
exista seguridad, tranquilidad, libertad y sea posible en definitiva que las
sociedades puedan convivir y subsistir como expresamos anteriormente.

4.2. EL ABOGADO COMO DEFENSOR DE CAUSAS HUMANAS

La misión social del abogado es tan noble, en su concepción doctrinaria, que lo


convierten en un asistente o asesor de aquellas personas que estando limitadas
por desconocimiento de sus derechos o por limitaciones económicas necesitan
ser o estar asistidas por un jurista, conocedor de la ley, aquello explica el que la
propia ley da la posibilidad de nombrar los llamados Defensores de Oficio para
que quienes cuentan por cualquier circunstancia con un abogado que los
patrocine o defienda en asuntos litigiosos que podrían afectar sus derechos o
intereses, nunca dejen de tener asesoría y ayuda jurídica que evite colocarlos en
desventaja frente a su contradictor, existe igualmente el caso de los llamados
Defensores de Pobres que tradicionalmente han permitido tener una asesoría
legal en casos o procesos judiciales, en que la persona por su precaria situación
económica no estuviese en capacidad de contratar por sus propios medios a un
profesional de la abogacía.

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DEONTOLOGIA FORENSE
4.3. EL ABOGADO Y LOS DERECHOS HUMANOS

Generalmente se piensa que un Abogado es un simple intermediario,


patrocinador, defensor e incluso un promotor de casos o situaciones litigiosas,
tomándose para tener este criterio, la actitud de quienes abusan o usan indebida
e incorrectamente el título y se dedican a impulsar conflictos y no defienden los
casos que asumen en base a la ley sino en base a sus particulares criterios, o lo
que es más grave a través de artimañas, lo cual está muy lejos de acercarse a
lo que debe ser la gestión de un jurisconsulto, aquellos comportamientos son los
que deforman y denigran la altísima y nobilísima contribución social que puede
entregar un abogado, olvidándonos que es el Derecho y con él los abogados, los
que hacen posible que se protejan y se hagan efectivas las garantías
fundamentales que históricamente ha conquistado el ser humano y que están
consagradas específica y detalladamente en la Declaración de los Derechos
Humanos que inicialmente son recogidos en la Declaración de Independencia de
los Estados Unidos en el preámbulo de la Constitución de Virginia de 1776, que
luego son difundidos universalmente en la Declaración de los Derechos
Humanos que incorporó en la Constitución de Francia la Asamblea Legislativa
Francesa en Octubre de 1789, órgano legislativo que se conformó a raíz del
triunfo de la Revolución Francesa en Julio de ese mismo año, siendo aquella
Declaración la que posteriormente sirvió como fundamento y antecedente para
la conformación de la Liga de Naciones en 1919, con la cual el mundo se pone
de acuerdo para la terminación de la Primera Guerra Mundial y sirve también
para la constitución de la Organización de las Naciones Unidas que se crea para
dar por finalizada la Segunda Guerra Mundial y tratar como en efecto lo ha
logrado, evitar o al menos disminuir futuras conflagraciones bélicas.

Pero aquellas garantías fundamentales o derechos humanos serían meras


declaraciones o enunciados teóricos de no existir la gestión del Abogado para
que se respeten y podamos disfrutar de dichas garantías. La interrogante lógica:
qué es lo que se protege a través de la promoción o defensa de los derechos
fundamentales de las personas; y la respuesta es que son
verdaderos bienes jurídicos y sociales que siendo intangibles por una
inexistencia material, protegen efectivamente valores que son inherentes a la

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DEONTOLOGIA FORENSE
personalidad humana, que son los que le dan sentido a la vida, pues sin su pleno
ejercicio, simple y llanamente la vida humana no valdría nada, de tal manera que
no es exagerado afirmar que el Derecho es el que socialmente protege la
existencia de los seres humanos como ya lo referimos en líneas anteriores.

Lo antes afirmado explica el porqué el Derecho a través de la ley tiene


incorporado implícitamente un poder coercitivo que le permite ser eficaz en su
rol sancionador contra quienes violan valores intrínsecos de la persona, por eso
son los derechos humanos los que impiden se atente contra la inviolabilidad de
la vida, son los que permiten que la persona no sea objeto de crueldades y
torturas degradantes que impliquen violencia física, sicológica, sexual y moral,
son estas garantías establecidas por la legislación de todos los países civilizados
y democráticos del mundo, las que nos permiten gozar de una igualdad ante la
ley sin ningún tipo de discriminación por cuestiones de lugar de nacimiento,
edad, sexo, etnia, color, idioma, religión, filiación política, posición
económica, discapacidad o cualquier otra diferencia, el Derecho es el que nos
permite ser libres e impide la esclavitud y el tráfico de seres humanos. Permite
desarrollar libremente nuestra personalidad sin otra restricción que no sea la que
establece la propia ley.

Con estas garantías podemos vivir en un ambiente sano, libre de contaminación,


ecológicamente equilibrado, son sus disposiciones las que nos facilitan y
viabilizan exigir el respeto a nuestra honra, a la buena reputación y a la
intimidad personal y familiar, es el Derecho el que nos permite la libertad de
expresión u opinión, el que nos garantiza tener libertad de conciencia y practicar
la religión que sea de nuestra simpatía, son esas garantías las que favorecen la
inviolabilidad de las comunicaciones y el secreto de nuestra correspondencia,
son sus normas las que hacen posible nuestro derecho para transitar libremente
por el territorio nacional y entrar y salir del país, nos franquea el derecho a dirigir
quejas y peticiones a las autoridades con la única prohibición de no utilizar el
nombre del pueblo, son estas garantías las que nos permiten emprender en la
actividad económica que deseemos, trabajar en lo que sea de nuestro agrado,
realizar contratos con sujeción a la ley, asociarnos o reunirnos siempre que sea
con fines pacíficos, no ser obligados a revelar nuestras convicciones políticas o

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DEONTOLOGIA FORENSE
religiosas, ser dueños de bienes o propiedades lícitamente adquiridas, tener
derecho a la seguridad jurídica y a una calidad de vida que nos
asegure salud, alimentación, educación, trabajo, recreación, vivienda y otros
servicios sociales, y en especial nos garantiza el derecho al debido proceso, es
decir, a ser juzgados por jueces naturales y únicamente por acciones u
omisiones que estén previamente tipificadas en la ley, son las normas jurídicas
las que nos permiten el derecho a la defensa, en resumen, son garantías que
hacen viable una vida digna y sin ningún tipo de temores, coacciones o
angustias, ese es el conjunto de atribuciones que podemos disfrutar gracias a la
vigencia del Derecho y al patrocinio pertinente y asesoría que puedan prestar los
Abogados, de ahí la importancia social de este profesional y la natural atracción
que entre los jóvenes y dentro de la sociedad provoca el dedicarnos al estudio
del Derecho y a la obtención del título de Abogados.

Generalmente se piensa que un Abogado es un simple intermediario,


patrocinador, defensor e incluso un promotor de casos o situaciones litigiosas,
tomándose para tener este criterio, la actitud de quienes abusan o usan indebida
e incorrectamente el título y se dedican a impulsar conflictos y no defienden los
casos que asumen en base a la ley sino en base a sus particulares criterios, o lo
que es más grave a través de artimañas, lo cual está muy lejos de acercarse a
lo que debe ser la gestión de un jurisconsulto, aquellos comportamientos son los
que deforman y denigran la altísima y nobilísima contribución social que puede
entregar un abogado, olvidándonos que es el Derecho y con él los abogados, los
que hacen posible que se protejan y se hagan efectivas las garantías
fundamentales que históricamente ha conquistado el ser humano y que están
consagradas específica y detalladamente en la Declaración de los Derechos
Humanos que inicialmente son recogidos en la Declaración de Independencia de
los Estados Unidos en el preámbulo de la Constitución de Virginia de 1776, que
luego son difundidos universalmente en la Declaración de los Derechos
Humanos que incorporó en la Constitución de Francia la Asamblea Legislativa
Francesa en Octubre de 1789, órgano legislativo que se conformó a raíz del
triunfo de la Revolución Francesa en Julio de ese mismo año, siendo aquella
Declaración la que posteriormente sirvió como fundamento y antecedente para

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la conformación de la Liga de Naciones en 1919, con la cual el mundo se pone
de acuerdo para la terminación de la Primera Guerra Mundial y sirve también
para la constitución de la Organización de las Naciones Unidas que se crea para
dar por finalizada la Segunda Guerra Mundial y tratar como en efecto lo ha
logrado, evitar o al menos disminuir futuras conflagraciones bélicas.

Pero aquellas garantías fundamentales o derechos humanos serían meras


declaraciones o enunciados teóricos de no existir la gestión del Abogado para
que se respeten y podamos disfrutar de dichas garantías. La interrogante lógica:
qué es lo que se protege a través de la promoción o defensa de los derechos
fundamentales de las personas; y la respuesta es que son verdaderos bienes
jurídicos y sociales que siendo intangibles por una inexistencia material,
protegen efectivamente valores que son inherentes a la personalidad humana,
que son los que le dan sentido a la vida, pues sin su pleno ejercicio, simple y
llanamente la vida humana no valdría nada, de tal manera que no es exagerado
afirmar que el Derecho es el que socialmente protege la existencia de los seres
humanos como ya lo referimos en líneas anteriores.

Lo antes afirmado explica el porqué el Derecho a través de la ley tiene


incorporado implícitamente un poder coercitivo que le permite ser eficaz en su
rol sancionador contra quienes violan valores intrínsecos de la persona, por eso
son los derechos humanos los que impiden se atente contra la inviolabilidad de
la vida, son los que permiten que la persona no sea objeto de crueldades y
torturas degradantes que impliquen violencia física, sicológica, sexual y moral,
son estas garantías establecidas por la legislación de todos los países civilizados
y democráticos del mundo, las que nos permiten gozar de una igualdad ante la
ley sin ningún tipo de discriminación por cuestiones de lugar de nacimiento,
edad, sexo, etnia, color, idioma, religión, filiación política, posición económica,
discapacidad o cualquier otra diferencia, el Derecho es el que nos permite ser
libres e impide la esclavitud y el tráfico de seres humanos. Permite desarrollar
libremente nuestra personalidad sin otra restricción que no sea la que establece
la propia ley.

Con estas garantías podemos vivir en un ambiente sano, libre de contaminación,


ecológicamente equilibrado, son sus disposiciones las que nos facilitan y

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viabilizan exigir el respeto a nuestra honra, a la buena reputación y a la intimidad
personal y familiar, es el Derecho el que nos permite la libertad de expresión u
opinión, el que nos garantiza tener libertad de conciencia y practicar la religión
que sea de nuestra simpatía, son esas garantías las que favorecen la
inviolabilidad de las comunicaciones y el secreto de nuestra correspondencia,
son sus normas las que hacen posible nuestro derecho para transitar libremente
por el territorio nacional y entrar y salir del país, nos franquea el derecho a dirigir
quejas y peticiones a las autoridades con la única prohibición de no utilizar el
nombre del pueblo, son estas garantías las que nos permiten emprender en la
actividad económica que deseemos, trabajar en lo que sea de nuestro agrado,
realizar contratos con sujeción a la ley, asociarnos o reunirnos siempre que sea
con fines pacíficos, no ser obligados a revelar nuestras convicciones políticas o
religiosas, ser dueños de bienes o propiedades lícitamente adquiridas, tener
derecho a la seguridad jurídica y a una calidad de vida que nos asegure salud,
alimentación, educación, trabajo, recreación, vivienda y otros servicios sociales,
y en especial nos garantiza el derecho al debido proceso, es decir, a ser juzgados
por jueces naturales y únicamente por acciones u omisiones que estén
previamente tipificadas en la ley, son las normas jurídicas las que nos permiten
el derecho a la defensa, en resumen, son garantías que hacen viable una vida
digna y sin ningún tipo de temores, coacciones o angustias, ese es el conjunto
de atribuciones que podemos disfrutar gracias a la vigencia del Derecho y al
patrocinio pertinente y asesoría que puedan prestar los Abogados, de ahí la
importancia social de este profesional y la natural atracción que entre los jóvenes
y dentro de la sociedad provoca el dedicarnos al estudio del Derecho y a la
obtención del título de Abogados.

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DEONTOLOGIA FORENSE
CONCLUSIONES

 Vivimos en la era de la tecnología algo muy bueno, pero logísticamente


hablando es un arma de muchos filo, porque la repuesta a cada uno de
los problemas actuales las encontramos en la historia ya escrita y muchas
veces en la misma etimología de las palabras, el abogado está llamado a
organizar y defender la sociedad, contribuir al desarrollo de la misma y la
organización legal de ella, siempre apelando a la justicia, a las costumbre
y al respeto del derecho de los demás.
 El abogado no solo debe defender la institucionalidad y las leyes sino
ayudar y orientar la aplicación de la verdadera justicia orientando a cada
quien sobre sus derechos.
 En nuestra sociedad aparecen normalmente personas que son
Licenciados en Derecho, pero que no ejercen ni son verdaderos
abogados, que no trabajan ni están acorde con la profesión; que no
interactúan con los conceptos de un abogado, por lo que no tienen las
condiciones para enaltecer y fortalecer la sociedad. Partiendo de esto
conceptos recomendamos a los abogados y a las universidades reforzar
los conocimientos de éticas y aplicación; además el colegio de abogado
debe tomar más seriamente los reglamentos éticos en la profesión de la
abogacía, aplicándolo de manera efectiva.
 Debemos tomar en consideración que la principal característica de la
profesión de abogado, es servir a los demás, con empeño, dedicación y
lealtad. Hacer de nosotros la frase del famoso jurisconsulto español Ángel
Ossorio y Gallardo, "Quien elige una carrera como la de abogado a ella
tiene que entregarle el corazón".
 Es obligación de cada abogado enseñar a amar y a defender la Justicia a
través del Derecho. El abogado debe ser no sólo soldado de la justicia,
sino también defensor de la libertad., esto implica que tiene que actuar en
su cotidiano ejercicio profesional con lealtad, probidad, dedicación y con
un profundo amor a la justicia.

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DEONTOLOGIA FORENSE
 Por tanto, debemos saber que cada uno de nosotros tiene como norte
serle fiel a nuestros clientes y respetar a nuestros colegas y sobre todo a
jueces y demás profesionales de la justicia.
 Que nuestro fin como abogado, es saber que desde que comenzamos a
ejercer profesionalmente muchas personas ponen sus esperanzas en
nosotros, y al asumir esa responsabilidad, no solo debemos demostrar
nuestra capacidad académica sino también nuestros valores morales, un
abogado debe ser una persona comprometida con la justicia de su país,
aun desde la pequeña labor que pueda desempeñar, su accionar puede
hacer la diferencia en nuestra sociedad.

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DEONTOLOGIA FORENSE
BIBLIOGRAFÍA

 Diccionario El Pequeño Larousse, Espesa Editorial, S.L. edición Barcelona,

2014.

 Osaría, Ángel. El Alma de la Toga, Editora Madrid, Buenos Aires 1946.

 DEONTOLOGIA FORENSE., por Wilson Jaramillo Jimenez

 El Poder de La Palabra, por MaJo Onofre

 Características Del Modelo Psicologista y Su Utilidad Gerencial. por Yudith

Kariana Mendez Ver.

 Ética y deontología jurídica, Escrito por Francisco Javier de la Torre Díaz

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ANEXO

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60
DEONTOLOGIA FORENSE

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