LA OBRA FILOSÓFICA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ
Arantzazu González
El nombre de Lou Andreas-Salomé lo asociamos a tres grandes representantes de
la historia del pensamiento alemán: Friedrich Nietzsche, Rainer Maria Rilke y Sigmund
Freud. Pero, cuando aparecieron sus primeros libros, Lou ya había adquirido fama por
haber rechazado una propuesta de matrimonio de Nietzsche. Este hecho –junto a su
encanto personal– ejerció entre la mayoría de los que la trataron un atractivo especial.
La obra de Lou Andreas-Salomé sirvió de puente «entre los artistas temperamenta-
les y tendenciosos, que pretendían inculcar una cierta tendencia con el pathos, y los
intelectuales con un conocimiento del arte, entre los acusadores y los analistas de la
psique, entre los que observan y los que combinan, entre el Naturalismo y el Simbolismo...
entre los años de predominio de Zola y los años de predominio de Nietzsche»1.
El tajante juicio de Nietzsche al decir ‘Dios ha muerto’, su crítica radical a la
decadente cultura occidental, su ‘transmutación de todos los valores’, así como su
rechazo a la construcción de ‘transmundos’, sienta las bases de una nueva filosofía,
que tuvo un gran influjo en la Historia del Pensamiento Occidental, también en la obra
de Lou Andreas-Salomé.
La poesía de Rilke, centrada en la angustia del alma del hombre moderno, a la
deriva en la búsqueda de una nueva estabilidad emocional, se desarrolló durante su
relación con Lou Andreas-Salomé. Junto al filósofo y al malabarista del lenguaje, está
el psicólogo Sigmund Freud. Éste concibe una nueva imagen del hombre partiendo de
los conflictos y enfermedades del alma humana. Freud analizó lo que siempre tuvo
importancia para Lou, la conservación de las fuerzas oscuras e inconscientes –que
amenazan con derrumbar, en cualquier momento, los más altos valores de la burgue-
sía como la decencia, el orden, la eficacia, la pulcritud–.
Nietzsche, Rilke y Freud buscaron, como otros muchos intelectuales, relacionar-
se con Lou Andreas-Salomé. En ella encontraron una mujer que les provocaba, que les
inspiraba y en la que hallaron una adecuada resonancia para su pensamiento, porque
Lou poseía la inteligencia y el excepcional talento para poder comprenderlos y desa-
rrollarlos de forma independiente.
Todos admiraron en ella el ideal de mujer autárquico, capaz de poder extraer
hasta de las experiencias dolorosas un plus de felicidad en la vida. La formación de
leyendas y la idealización se vieron favorecidos por el hecho de que Lou rompiera los
límites de un mundo racional, interpretado por el hombre, y el marco trazado en él
1
A. Soergel, Dichtung und Dichter der zeit. Eine Schilderunci der deutschen Literatur der
letzten Jahrzehnte, 2 vols. (Los poetas alemanes en el fin de siglo), 1er. volumen, Leipzig
1911, p. 316. La traducción es mía.
15.pmd 215 22/02/2013, 12:53
216 ARANZAZU GONZÁLEZ
para la mujer. Andreas-Salomé se pregunta por las posibilidades que le ofrece la vida
en su época, y por aquéllas que le niega, elige a menudo lo que en su época se consi-
dera ‘imposible’ y demuestra –para asombro y a veces para espanto de los demás– que
lo que era definido como imposible no resultaba ser tan inamovible.
Andreas-Salomé considera que a través de una actividad intelectual y artística
podría evitar la mujer pasar de la dependencia de los padres directamente a la depen-
dencia del hombre, algo que hasta entonces resultaba irremediable. Así, el problema
del equilibrio entre la diversidad de posibles roles y una imagen circunscrita de sí
misma configura el propio pozo de experiencias como fuente de su interés por los
problemas de la psicología. Aquí radica su actual vigencia: obra y vida de Lou Andreas-
Salomé muestran, a través de la cambiante imagen de la mujer, los problemas funda-
mentales que entraña un cambio cultural.
EL ENCUENTRO CON NIETZSCHE
La importancia que en 1882 pudo haber tenido Nietzsche para Lou, no debe
sobrevalorarse. Lo que Nietzsche y su filosofía significaron para ella, se pone de
relieve en el transcurso de su vida. El Nietzsche de entonces era un filósofo que des-
pertaba poco interés. La vida, pocos años después un término en boga2, se convierte
para Nietzsche en un banco de pruebas para el valor de pensamientos filosóficos y
resultados científicos. Al carácter mudable de la vida, las construcciones dogmáticas
racionales de la filosofía le hacen tan poca justicia como los procedimientos
objetivizadores de la ciencia. La vida, especialmente la vida espiritual, no sigue un
plan preconcebido y racional, que se pudiese simplemente reconstruir. El viejo mun-
do estático, encorsetado, con sus eternas leyes religiosas, morales, filosóficas, y cien-
tíficas, ha de ser reventado para dejar sitio a la nueva predisposición de ánimo del ser
humano que ha perdido a su Dios como punto de inflexión. La excitabilidad, la viven-
cia, la capacidad de compartirla, el agotamiento de las fuerzas vitales, el ‘élan vital’,
la voluntad de vivir y la fuerza vital son palabras clave en una corriente filosófica que
más tarde sería denominada Vitalismo. Tanto los poetas como los filósofos del Vitalismo
–Nietzsche y Bergson– hacen de la comprensión intuitiva e inmediata de la vida el
deber del hombre3. Henri Bergson exige ‘términos fluidos’, capaces de amoldarse a la
realidad en todos sus recovecos. «LLegaremos a ser testigos, apunta Andreas-Salomé,
de como él (Nietzsche) aparecerá como un profeta de una nueva religión, y entonces
será una religión que reclute héroes como sus apóstoles»4. Y añade: «Para nosotros los
2
H. Rickert, Die Philosophie des Lebens, Darstellung und Kritik der philosophischen
Modestrbmungen unserer Zeit, (Los filósofos vitalistas), Tübingen, 1920.
3
Ibid., p. 23.
4
L. Andreas-Salomé, Lebensrückblick, Wiesbaden, Insel, 1951, p. 84. (Hay trad. cast. Mirada
retrospectiva, Madrid, Alianza, 1988.
15.pmd 216 22/02/2013, 12:53
LA OBRA FILOSÓFICA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ 217
librepensadores, que ya no tenemos nada sagrado que adorar, en su grandeza religiosa
o moral, existe, a pesar de todo, una grandeza que si no nos obliga a adorarla, sí a
sentir profundo respeto ante ella. Esta grandeza la intuí en Nietzsche... existe una
grandeza en la fuerza»5.
El Naturalismo, con la amplitud de sus variedades, no es únicamente una co-
rriente artística, sino una concepción del mundo que se extiende a todas las facetas de
la vida. La observación minuciosa, la documentación y el análisis pormenorizado de
los hechos reales conduce a una revolución en el arte, en las ciencias, en la filosofía y
en la política. Poetas como Ibsen, Tolstoi y Dostoievski, cobran gran importancia de-
bido al adelanto de muchos de sus pensamientos con respecto a la cultura literaria de
aquel entonces. Ibsen preguntó en tono provocativo, hasta qué punto estamos obliga-
dos a conservar la tradición. Tolstoi pone en evidencia la nulidad de toda la cultura
contemporánea. Dostoievski concibe la actualidad como algo enfermo, podrido y
maduro para la muerte. En su condición de realista ve su tarea en la descripción de
todas las profundidades del alma humana. Ibsen elige una interpretación psicológica
que procede de Kierkegaard. El ‘sí mismo’, la ‘autorealización’, la ‘elección, ‘la pos-
tura existencias’, ‘realidad y posibilidad’, ‘libertad y necesidad’, ‘finito e infinito’,
‘temporalidad y eternidad’, el dilema de los opuestos, el concepto del ‘miedo’, éstos
van a ser los temas que conmoverán a lo largo de décadas en la literatura y en la
Historia del Pensamiento.
En los primeros días de enero de 1889, Nietzsche sufrió un colapso mental del
que ya no se recuperarla. Hasta su muerte, en agosto de 1900 vivió en un estado de
demencia. En 1894 se publica el libro de Lou Andreas-Salomé titulado Friedrich
Nietzsche en su obra, que consiste en una reelaboración de un borrador de 1882 que
contenía las dos primeras partes –«Su naturaleza», «Sus cambios»– con una tercera,
«El sistema de Nietzsche». Siguiendo la exclamación de Nietzsche: «¡Mihi ipsi
scripsi!»6, Lou Andreas-Salomé concibe la obra de él como manifestación de su per-
sonalidad. Establecer un intercambio entre su obra y los rasgos fundamentales de su
individualidad espiritual será el procedimiento de su interpretación. Andreas-Salomé
muestra el espectro del problema de la modernidad en el sufrimiento y en el hallazgo
del desmoronamiento del viejo orden que experimentó Nietzsche7. Por último, carac-
terizando las alternativas personales de Nietzsche acerca de la solución del problema,
Andreas-Salomé destaca las posibilidades de superación que tiene el hombre moder-
no para elegir.
5
L. Andreas-Salomé, Die Dokumente ihrer Begeqnung, Frankfurt am Maim, Insel, 1970, p.
190. (Hay trad. cast.: Nietzsche, Salomé, Rée. Documentos de un encuentro, Barcelona, Laertes,
1982).
6
L. Andreas-Salomé, Friedrich Nietzsche in seinen Werken, Viena, Carl Conegen, 1894, p. 3.
(Hay trad. cast.: Nietzsche, Madrid, Zero, 1980).
7
También el Postmodernismo retoma el pensamiento de Nietzsche como, por ejemplo, Michel
Foucault cuando analiza el origen y la desaparición del concepto de ‘Sujeto’.
15.pmd 217 22/02/2013, 12:53
218 ARANZAZU GONZÁLEZ
PARÍS FIN-DE-SIÉCLE
En 1894, la filósofa viaja a París. Allí llega a conocer a muchos escritores de
importancia, entre los que destaca Wedekind. El París de cambio de siglo es, aún más
que Berlín, Viena o Munich, el hervidero de artistas, escritores y críticos de toda Eu-
ropa. Ellos viven en lo que se llama colonia de artistas. De los conocidos del círculo
berlinés se encuentra con Wilhelm Bölsche y Otto Erich Hartleben. A finales de abril
de 1895, Lou llega a Viena para pasar en esta ciudad algunos meses. Lou disfruta con
la compañía de sus nuevos amigos, Hugo von Hofmannsthal, Arthur Schnitzler, Felix
Salten, Peter Altenberg y Richard Beer-Hofmann. Al contrario que en el Naturalismo,
donde todo se centró en el ‘états des choses’, el interés de la psicología, en los años en
torno a 1900, se centra en las emociones anímicas, las cuales están en movimiento
más allá del dominio de la razón. Se quiere curiosear en el taller donde configura el
alma su existencia.
Así no ha de sorprendernos que la literatura del momento centre su atención en
la vida anímica como última instancia. Pero la vida anímica no existe ajena a las
quebradizas y concretas formas de vida. La vida anímica refleja en su propia com-
plejidad, la desintegración de las seguridades que proporcionaba la cultura. Lo in-
aprensible y lo que se esquiva, las fuerzas creadoras, que obran más allá de nuestra
conciencia decisoria e impulsora, ahora son consultados ex profeso. A ello va unido
la actitud del artista ‘moderno’ quien, sufriendo el desconcierto del orden, se arries-
ga a entenderse a sí mismo desde el caos. Con este atrevimiento se le abren nuevos
campos de experiencia. Si Dios ha muerto, dice Dostoievski, todo está permitido.
Todo ha de ser averiguado de nuevo. Se produce una explosión e inflación de posi-
bles imágenes del propio ser, por lo que resulta sumamente difícil proyectar, en esta
situación tan abierta, una imagen comprometida para la propia vida. Esta dificultad
se plasma en las más diversas esferas de la vida, pero se acentúa especialmente ahí
donde se trata de la autoconvicción de la mujer. Una vez que se debilitan los órdenes
que preservan el estado, el efecto que se produce se hace notar sobre todo en la
valoración del matrimonio como institución primaria conservadora. Si ya no mere-
ce la pena reproducir la situación heredada, entonces el sexo femenino concibe su
función como ‘máquina reproductora’, como una exigencia excesiva y se ve obliga-
do a idear una nueva imagen de sí misma. Basándose en sus propias experiencias
vitales, Lou Andreas-Salomé se propone cuestionar la subversión de la mujer y par-
ticipar en la configuración de las posibilidades que se presentan para una nueva
evolución.
EL CONCEPTO DE LA ‘SUPER-MUJER’
Andreas-Salomé considera que la constitución del alma del hombre y de la mujer
se diferencian en lo elemental –pero no en el sentido de dos mitades que precisen ser
complementadas, de tal forma que «el hombre llene el receptáculo pasivo que concibe
15.pmd 218 22/02/2013, 12:53
LA OBRA FILOSÓFICA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ 219
con su contenido activo y creador»8. El Uno, el ser humano, existe de dos formas,
cada una de las cuales expresa lo humano plenamente –a su manera. Ambos poseen
posibilidades características, pero ambos también pueden correr el peligro de desna-
turalizar y desacertar su particularidad específica; sobre todo cuando uno convierte la
particularidad del otro en la obligada para él. Las características del óvulo y del esper-
ma expresan ya, con toda evidencia, las particularidades de ambos. El esperma se
muestra como la «innata celulita de progreso, como lo descontento, como lo que se
marca nuevas metas, lo que se crea nuevos trabajos, en resumidas cuentas, como el
elemento que se desarrolla movido por la necesidad y el afán... mientras el óvulo de la
mujer mantiene cerrado un circulo alrededor suyo al que no sobrepasa. ¿y para qué? si
parece como si ella poseyera en él, en esta irradiación de sí mismo, su propio origen
natural alrededor suyo; como si no hubiese participado en la realización de aquellos
últimos pasos que la conducirían fuera de sí misma, al exterior, al vacío, a este mundo
exterior compuesto por miles de vagas posibilidades para su naturaleza y su vida;
como si un vínculo natural la uniese con el Todo-infinito y Guardián universal... Por
ello entraña lo femenino... la armonía más intacta, la redondez más segura, la perfec-
ción provisional y la mayor continuidad que descansan en si mismo. Esto no se puede
compaginar con la inquietud y el desasosiego de aquello, que se acerca deseoso hasta
los más lejanos confines y divide y fracciona toda la fuerza cada vez con más intensi-
dad, y cada vez con más agudeza, en actividades más especializadas»9.
Andreas-Salomé aprecia una afinidad entre el artista –el ser genial por antono-
masia– y la mujer. Sin embargo, existe una diferencia entre el artista y la mujer en el
hecho de que la fuerza creadora del artista se neutraliza en la obra, que se convierte en
algo en sí mismo, mientras en el caso de la mujer se descarga todo en la vida. «Por ello
no ha de compararse su obra espiritual con la producción creadora del hombre, cuyas
mejores obras nacen de la circunstancia por la que toda la atención se concentra de
forma productiva en un punto específico, que absorbe y gasta para sí mismo toda la
fuerza desplegada por un ser humano»10. Sería un absurdo, si la mujer se obstinara en
«aquella necesidad de aportar una prueba de la equivalencia de su capacidad en cada
una de las profesiones independientes ... y la ambición exterior, despertado por ello,
es la característica más destructiva que la mujer podría cultivar. Justamente en la au-
sencia de aquella ambición arraiga su grandeza natural: la firme certeza según la cual
no se precisa de esta aportación de pruebas»11. Según Andreas-Salomé, la mujer nece-
sita «libertad y otra vez libertad, y en consecuencia con ello han de romperse todos los
límites y las estrecheces artificiales, los límites que marca la casa en su entorno ca-
sual, las reglas establecidas de conducta. La mujer se lo puede permitir ya que ella
8
L. Andreas-Salomé, «Der Mensch als Weib», en Neue Deutsche Rundschau, vol. 10, 1899, p.
9. (Hay trad. cast.: «El ser humano como mujer», en El Erotismo, Barcelona, Olañeta, 1993).
9
Ibid., p. 10.
10
Ibid., pp. 23 y ss.
11
Ibid., p. 24.
15.pmd 219 22/02/2013, 12:53
220 ARANZAZU GONZÁLEZ
misma, de la vida misma, producirá aquéllos»12. Sin embargo, es sorprendente que
Andreas-Salomé intente convertir lo femenino en algo sin problemas y desprenderlo
de la tensión de la vida humana.
Resulta un aspecto interesante, observar cómo Lou determina lo femenino como
eternamente ‘femenino’. Nietzsche se opone a la invención de transmundos en forma
de religión y metafísica. En su concepto del superhombre baja a la tierra a los dioses
y a las leyes eternas, le arranca al ser humano la idea del más allá y le obliga a confi-
gurar su historia en el presente. Al fin y al cabo el ser humano ha de emanciparse de su
emancipación, le había dicho Nietzsche 13. Diecisiete años más tarde encuentra Lou
una forma para ello, ideando la imagen de la ‘super-mujer’: «La vuelta a la totalidad
de la mujer, siendo totalidad ella misma, se parece a la vivencia de un sueño ancestral
que descansa en la oscuridad de la memoria, desde donde ordena y determina su desa-
rrollo como ser humano, –un sueño de tiempos remotos, en los que ella aún fue Todo
con Todo, –y no ella sola, porque no permanecía nada fuera de ella»14. Únicamente el
hombre –y no el género humano– ha de sobreponerse a una contradicción trágica
dentro de sí, y no lo hace sin lucha.
Dejando a un lado los problemas que entraña este concepto de la mujer, se evi-
dencia que Lou logró reunir un aspecto de la realidad y de la nostalgia de la cultura
decadente de su época por valores no relativizables en una imagen significativa. No
sin razón se evoca hoy en día la memoria de Lou Andreas-Salomé, en un tiempo, en el
que los mitos, la Naturaleza, la vida sencilla, se han convertido otra vez en valores
apreciables.
EROS
Sobre la base de una diferencia constitucional entre hombre y mujer, desarrolla
Lou su concepto del erotismo. Según Lou, la meta de la unión sexual no consiste en un
fundirse y derramarse, el otro amado ejerce más bien como lo otro siempre ajeno, que
sirve al Uno como motivo de totalización. El otro es el motivo para la vuelta atrás al
propio ser, para la experiencia de «una especie de delirante y jubilosa concurrencia de
la máxima elevación del alma. Lo erótico permite levantar las barreras interiores.
Aunque nosotros nos sentimos completamente llenos del otro, solo lo estamos de
nuestro estado... La verdadera apariencia del delirio erótico tiene que ver con la unión
de cuerpo y alma en el más íntimo enlazamiento, se trata de la penetración en lo más
12
Ibid.
13
Carta de F. Nietzsche a Lou von Salomé, alrededor del 1 de septiembre de 1882, en L.
Andreas-Salomé, Die Dokumente ihrer Begegnung, cit., p. 224.
14
L. Andreas-Salomé, «Der Mensch als Weib», cit., p. 37. Una caracterización parecida se
encuentra en las obras de Beer-Hofmann: «...aún no liberado de / enigmáticos y ancestrales
pactos...» (A. Soergel, op. cit., p. 480).
15.pmd 220 22/02/2013, 12:53
LA OBRA FILOSÓFICA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ 221
profundo de nuestro propio ser»15. A primera vista parece como si el ser querido aquí
es convertido en motivo de autosatisfacción. «El o la amante son el medio a través del
cual le habla la vida. Lo quieren ser todo el uno para el otro: amantes, esposos, herma-
nos, amigos, padres, compañeros, niños jugando, jueces severos, ángeles piadosos.
Este propósito se logra únicamente si el otro no abandona sus particularidades, ya que
dos sólo son uno, si siguen siendo dos»16. Según Lou, no existe un peligro más grande
para la pasión amorosa, que el intento de un ser humano, en su loca fascinación por el
otro, «de amoldar su propio ser de forma artificial a la manera de ser del otro...»17.
Al igual que los otros dos fenómenos que cautivan el interés de Lou Andreas-
Salomé –el arte y la religión– también el erotismo está en relación con el problema de
transición y transformación. Todo gira en torno a la posibilidad de la mediación del
ser-algo y el llegar-a-ser-todo. En cada uno de los tres ámbitos se plasma el deseo del
ser individual por formar parte en la totalidad de la vida que le rodea. De dos maneras
clasifica el ser humano la realidad: de forma egoísta, acentuando lo que le resulta
homogéneo, simpático, familiar y subordinando todo lo demás a sus propios objeti-
vos; Y. desinteresadamente, dejándose abarcar por lo heterogéneo, lo extraño. Lou
Andreas-Salomé concibe el erotismo como una tercera posibilidad de clasificación.
Aquí intentan dos entes heterogéneos, dos opuestos, dos mundos, unirse el uno al
otro. El otro, según Lou, es amado como «símbolo de ajenas posibilidades y extrañas
fuerzas vitales»18.
RILKE Y FREUD
En 1897, Andreas-Salomé viaja a otra metrópoli del arte europeo: a Munich. Allí
conoce a Rilke. Los gritos de socorro de Rilke se convierten para Lou en el pretexto
para un autotratamiento simbólico. Lo que no quiere reconocer cuando se trata de su
propia persona, lo analiza de forma aún más precisa cuando se trata del familiar, y a la
vez ajeno, destino de Rilke. La dedicación de Lou Andreas-Salomé al psicoanálisis,
posiblemente, fue motivada por el deseo de entender mejor a Rilke y poder ayudarle.
Los problemas básicos de la psique le resultan familiares: el significado del im-
pulso instintivo; la clasificación de los estados anímicos en opuestos y la labor de su
mediación; el atractivo de estados extremos como el delirio y la ascesis; la necesidad,
determinada por la cultura, del refinamiento (sublimación) de satisfacciones anterior-
mente relacionadas con los instintos –con el peligro subsiguiente de convertirse en
15
L. Andreas-Salomé, «Gedanken über das Liebesproblem», en Neue Deutsche Rundschau,
vol. 11, 1900, p. 57 y ss. (Hay trad. cast. «Reflexiones sobre el problema del amor», en El
erotismo, cit.).
16
Ibid., p. 73.
17
Ibid., p. 69.
18
Ibid., p. 50.
15.pmd 221 22/02/2013, 12:53
222 ARANZAZU GONZÁLEZ
doctrinarismo–; los problemas de la modificación de la psique en el transcurso de la
evolución del individuo con sus métodos de enmascarar y desfigurar; la dualidad, las
simbolizaciones y la ambigüedad que ambos entrañan. Las innumerables discusiones
mantenidas en Berlín, en París, en Viena y en Munich han refinado su propia capaci-
dad de observación y estructurado su forma de analizar acontecimientos. En cualquier
caso, sus trabajos sobre sexualidad, arte y religión, son testigos de algo más que de su
conocimiento intuitivo.
En la primavera de 1895 realizó su primera y corta visita a Freud en Viena. En
septiembre de 1911 inicia sus primeros estudios autodidácticos del psicoanálisis, como
preparación de su estancia en Viena desde el 25 de octubre de 1912 hasta el 6 de abril
de 1913. Freud responde inmediatamente a su ruego de dejarla participar en las re-
uniones que celebraban los miércoles por la tarde y su curso19. Karl Abraham ya le
había comunicado a Freud que no conocía ninguna persona, aparte de Lou Andreas-
Salomé, con «un conocimiento del psicoanálisis hasta sus últimos recovecos y los más
finos hilos de su tejido»20.
El interés del Realismo y del Naturalismo continúa viviendo en el pensamiento
psicoanalítico. Lo que fascina de Freud es, al parecer, su capacidad por entrar de lleno
en la observación de la realidad psíquica sin dejarse desconcertar por ello.
El narcisismo se convierte para Lou Andreas-Salomé en el tema principal del
psicoanálisis. Como narcisismo primario denomina el psicoanálisis, en los tiempos de
Freud, un estado de la psique más allá de cualquier separación en interior/exterior,
sujeto/objeto, instintos del Yo/instintos sexuales, egoísmo-altruismo. Este estado de la
psique se consolida al inicio de la evolución personal, antes de cualquier relación con
el objeto. Una sucesiva diferenciación del aparato psíquico conduce a que el propio yo
pueda ser tratado como un objeto en el que se centra toda la líbido; Freud lo denomina
el narcisismo secundario.
El psicoanálisis gana en Lou Andreas-Salomé una intérprete que traduce la cons-
trucción del narcisismo a un lenguaje filosófico. Con un tono de felicidad resalta que
19
La primera sociedad psicoanalista, la «Psychologische MittwochGesellschaft», se formó en
1902, por impulso de Wilhelm Stekel. Un círculo de médicos e intelectuales, escogidos
meticulosamente por Freud y sus colaboradores más estrechos, se reunía en la sala de espera de
Freud, para examinar la posible aplicación de los conceptos psicoanalistas en determinadas
enfermedades de la psique, así como determinados problemas culturales y literarios. La Doctora
Margarete Hilferding, una de las primeras médicos de Viena, fue la primera mujer en este
círculo. El hecho de que la participación de Lou Andreas-Salomé no encontrara obstáculos,
mostraba la alta estima que sentía Freud hacia ella. El «Kolleg» determinaba el contenido de
las clases que Freud impartía los sábados sobre el psicoanálisis, en la Universidad de Viena.
20
Carta de K. Abraham a S. Freud, del 28 de abril de 1912, en L. Andreas-Salomé y S. Freud,
Briefwechsel (Correspondencia), Frankfurt/Main, Fischer Verlag, 1966, p. 234. La traducción
es mía.
15.pmd 222 22/02/2013, 12:53
LA OBRA FILOSÓFICA DE LOU ANDREAS-SALOMÉ 223
Spinoza sea el filósofo del psicoanálisis21. En los comienzos genéticos, en el estado
del narcisismo primario, descubre Lou verdades, «que nuestro yo, demasiado cultiva-
do, ha ido perdiendo a lo largo de su evolución. Y resulta que este aspecto infantil,
hasta todos los esfuerzos máximos del ser humano, es sólo un método diferente para
poder hacer justicia, con ayuda del eros, al facto primordial, que nos une a nosotros y
al mundo-fuera-de-nosotros y facilita que se pueda franquear la escisión que parece
enfrentarnos como seres individuales a todo lo demás»22. Un problema central de la
evolución de la psique se encuentra en salvar esta verdad en toda civilización, es decir,
reencontrarla a pesar de toda la civilización... «el poder de sublimación depende di-
rectamente de lo profundo que esté avalada en esta base primordial de nuestro meca-
nismo instintivo, del grado hasta el cual sigue siendo la fuente eficaz para lo que
hacemos o dejamos de hacer conscientemente»23.
Como vemos, en el marco del pensamiento psicoanalítico Lou puede retomar su
deseo de armonía sin tener que negar la naturaleza conflictiva. La tendencia hacia el
poder-total y la unidad-total, bajo el aspecto de lo humano, es algo importante e inex-
tinguible.
Con la llegada al poder de Hitler se persigue al psicoanálisis como una psicología
judía, sexualista y bolchevique. En sus anotaciones de 1934, Salomé remarca única-
mente, que «no se puede ni pensar en imprimir lo escrito, desde que los intereses de la
gente aquí están sujetos a determinadas pautas y tendencias políticas»24. En los últi-
mos años de su vida recibe visitas aisladas de Anna Freud, del psicoanalista Heinrich
Meng, de Gertrud Bäumer, una de las escritoras líder del movimiento feminista y del
fundador de la psicosomática, Viktor von Weizsäcker. Lou Andreas-Salomé murió el 5
de febrero de 1937 en su casa Loufried, en Göttingen.
21
L. Andreas-Salomé, In der Schule bei Freud, Zurich, Max Niehans, 1958, pp. 68 y ss. (Hay
trad. cast.: Aprediendo con Freud, Barcelona, Laertes, 1984).
22
L. Andreas-Salomé, Lebensrücblick, Wiesbaden, Insel, 1951, p. 156. (Hay trad. cast.: Mirada
retrospectiva, Madrid, Alianza, 1988).
23
Ibid., p. 157.
24
L. Andreas-Salomé, Einstragungen, Letzte Jahre, (Registros. Últimos años, Frankfurt / Main,
Insel Verlag, 1982, p. 12. La traducción es mía.
15.pmd 223 22/02/2013, 12:53