ANTOLOGÍA DE POEMAS
LENGUA POÉTICA:
CUERPOS, DESEOS, AFECTOS
TEORÍA Y ANÁLISIS LITERARIO ‘C’
1° cuatrimestre 2019
1
Poema
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio
tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.
Alejandra Pizarnik, de Los trabajos y las noches, 1965.
III
un modo de montar
cuando fundo la palabra
confundo caballo con
jinete: una sola cosa
cuando la cosa sólo
es una: el modo
la manera de montar
un oscuro caballo
cuando sola y mortal
confundo
la montura y fundo
el eterno
caballo del fluir
cuando una sola cosa
triste yovaca
gimes tu condición
de alverre: dar
vueltas y vueltas
la que no fue
alrededor de la casa
de la pampa oscura
la que no pudo
ser la que no
alverre vaca
María del Carmen Colombo, de La muda encarnación, 1993.
2
Intempesta nocte
El Magnificat
cae
sobre tus nalgas
Cabalgo
cubriendo de jugo
la grupa entera
Los pechos duros
y aceitados avasallan
El Magnificat
sale de tu boca
Corre por los canales
de aire líquido
y leche/entre los labios
de la concha
el matorral de pelo azafranado
Magnífica yegua
que me lleva en su salto
Cae
disuelta en mí
me deshace
Magnificat
entre tus brazos
Diana Bellessi, de Eroica, 1988
Cuando digo la palabra
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
¿Estoy tocándote acaso?
Cuando digo pezón
¿la mano roza
3
las dilatadas rosas de los pechos tuyos?
¿te toco acaso?
¿Toca, lengua, la comisura
de mis labios y aprisiona
en la vasta cavidad el cuerpo
que desea ser tocado y ceñido
por tu lengua cuando nombra
mi boca la palabra lengua, acaso?
No me mandes al rincón
No hagás de mí el testigo
que se mira con palabras
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas
-Hábleme
-¿Cómo será?
-¿Qué?
-Tu voz
¿fuego oculto en la madera
del fuego que se expande?
¿Así será?
El cuerpo de tu voz
en el instante en que
no me mandes al rincón
fluye miel de las granadas
No quiero
tocar un fantasma
ni quiero
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la fantasía cortés
del trovador a su dama
Es a vos, mi amada
áspero cuerpo de la amiga a quien deseo
Gesto
de mutua apropiación
instante
donde no se sabe
los límites del tú, del yo
El nombre y lo nombrado
en tersa conjunción que sabe
no durará
y sabe
es más eterno
que el filo de un diamante
Alegre
relámpago de zarpa
y de mordisco
animal
el más bello de todos
el instinto
impera aquí
Su voz no tiene traducción
Verbal moneda de intercambio
no
Diana Bellessi, de Eroica, 1988
5
El futuro del sexo
En el futuro el sexo no va a ser
tocarse el hombro con dedo
como hacen los extraterrestres
ni va a ser por internet ni por
teléfono. No va a ser
con forro porque el fin
del mundo va a estar
cerca y a nadie le va a importar
el sida, ninguna ets
pero no por el apocalipsis,
contagiarse va a ser un compromiso
el sexo va a ser amor
el sexo sólo va a existir con amor
nadie va a pensar que el sexo
y el amor puedan ser
cosas distintas y el sexo
va a ser directo, como ahora
darse un beso, mandarse un
mail, un dm, no va
a existir toda esa pérdida
de tiempo, ni las vueltas eternas
para llegar a eso. Todos
sabemos que los Beatles
son más grandes de Jesús
todos sabemos que necesitamos
amor necesitamos sexo y en el futuro
nadie va a disimular que busca eso
como en el supermercado nadie
disimula que busca pan o café
a la incertidumbre se la va a
aniquilar con sexo
al miedo se lo va a eliminar
con sexo a la soledad se la va a
matar con sexo a la muerte
se la va a consolar con sexo
al dolor se lo va a curar con
sexo a lo oscuro se lo va a
iluminar con sexo la ansiedad
se va a calmar con sexo la
gordura se va a adelgazar con sexo
la amistad se va a sellar con sexo
el aburrimiento se va a solucionar
con sexo la tristeza se va a curar
con sexo cada vez va a ser el comienzo
de un relato y la continuación de otro
una red y nadie va a estar nunca más solo
en la calle, en el subte, en las casa
en las clase, fácil, simple, sin Freud
sin palabras sin lenguaje sin pensamientos.
Marina Mariash, de Paz o amor, 2014
6
Singapur
En Singapur, en el aeropuerto,
una sombra fue retirada de mis ojos.
En el cuarto de baño de mujeres, una división estaba abierta.
Una mujer de rodillas lavaba el fondo
de la taza blanca.
Una desagradable sensación en mi estómago
y toqué mi boleto en el bolsillo.
Un poema siempre debiera tener pájaros.
Un martín pescador, por ejemplo, con ojos audaces y alas relucientes.
Los ríos son placenteros, y por supuesto los árboles.
Una cascada, o si no es posible, una fuente
que suba y baje.
Una persona quiere habitar en un lugar feliz, en un poema.
Cuando la mujer me vio no pude interpretar su gesto.
Su belleza y su bochorno se mezclaban, y ninguno de
los dos ganaba la batalla.
Ella sonrió y yo sonreí. ¿Tiene algún sentido?
Todos necesitamos un trabajo.
Sí, una persona quiere habitar en un lugar feliz, en un poema.
Pero antes debemos mirarla ahí abajo mientras atiende su trabajo,
lo que es en sí aburrido.
Con un trapo azul está lavando la parte superior de los ceniceros del aeropuerto, que son tan
grandes como las tapas de los basureros.
Su pequeña mano voltea el metal, tallando y levantando.
No trabaja con lentitud, tampoco con rapidez, pero como un río.
Su cabello oscuro es como el ala de un pájaro.
No dudo ni un instante que ella ame su vida.
Y quiero que se levante de entre la costra y el agua sucia
y vuele hacia el río-
Esto probablemente no ocurra.
Pero quizá sí.
Si el mundo fuera sólo dolor y lógica, ¿quién lo apreciaría?
Claro que no lo es.
Tampoco me refiero a algo milagroso, es sólo
la luz que emana de la vida. Me refiero
a la forma en que ella dobla y desdobla el trapo azul,
a la forma en que sonrío para mí, me refiero
a la forma en que este poema está lleno de árboles y pájaros.
Mary Oliver, en Poetry, 1988 (trad. Ezequiel Zaidenwerg)
7
Muchacha de Ucrania
¿Cómo van en tu tierra las cosas?, pregunto.
Siempre peor, me responde, es todo una mafia.
Mi prima allá abajo levanta la mano. La chica
se llama Alexandra y va a trabajar a Gerona.
Tiene a su padre en Valencia y a su madre limpiando
un albergue en Milano.
Su hermano,
que cumple catorce, se ha quedado en Ucrania
cuidando la casa. Hablo tres lenguas, me dice,
ucraniano, moldavo y rumano, pero eso no sirve
en España. En el bus van gitanos, letones y húngaros,
y esta chica que tiene a su madre en Milano.
También va una mujer de Trujillo que no tiene
papeles, me lo dijo comprando el pasaje. Hay
un sitio mejor y está lejos.
(Por la tarde
he llamado a mis hijas.
No estaban)
Yo quería quedarme
cuidando la casa, me dice la chica de Ucrania,
pero es mejor que se quede mi hermano.
Conversando, he olvidado que estoy todavía
en Torino, que el bus no ha arrancado,
que mi prima allá abajo levanta
la mano.
María Teresa Andruetto, de Sueño americano, 2009
Finísima cuerda
El pez muere por la boca,
muerde una ilusión casi carnal
y una cuerda finísima lo empuja
hacia arriba. Es aquí,
en la superficie,
con la ilusión a medio masticar,
que el pez divino muta en pescado.
Los perros se acercan
y el pescador se afirma: vendrá
la muerte y tendrá tus ojos.
Alguien que cierre esa mirada
tonta, insensiblemente neutra.
Es aquí, en la superficie.
Tu boca no emite siquiera
la burbuja que pudo haberte salvado,
largar el aire, girar hacia otra parte.
Al pescador no le bastan
tus ojos; corta la cabeza
y la arroja en un balde.
Vendrá la muerte otra vez
como carnada, como quien dice agua va
buscaré la finísima cuerda, morderé
el anzuelo,
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es aquí la cosa, es aquí,
en la superficie.
Irene Gruss, de La dicha, 2004
Madre soltera
Quedar embarazada por error es una forma de quedar embarazada. ¿Y qué es un error? Una cosa
que no estaba en los planes, eso quiere decir que nadie se la había imaginado. Algo que se lamenta
después que sucede, o un deseo tan profundo que no se sabía, y el cuerpo se adelanta y lo realiza.
(…)
Este año mi vida sexual es estar en la cama con mi bebé
y eso me trae problemas. Después de parir
estuve abierta, no como en una herida
mi cuerpo se abrió como la boca de un pez para que salga
en una bola, gelatinosa, mi hijo
y así quedé, ni siquiera me hicieron un tajo pero por mucho tiempo me sentí
abierta, no como en una herida
como una ostra que se abre, completa
para entregar su contenido
y se cierra
después
el sexo se posa en el pecho
el pecho se abre
y en el pecho desnudo se abre
con la leche
una flor nueva
es lo más suave que toqué
es sexo y lo más suave que toqué.
(…)
Ahora, estamos saliendo de la cueva
o ya salimos
tenemos una casa que parece un hogar
tenemos ropa
pero los otros meses me escondí con mi hijo en una cueva
estuve con la teta al aire como una amazona
con la teta desnuda y lastimada
la mente suspendida, el cuerpo tenso
una flecha en el arco, tenso y listo
listo para abrazar, alimentar
siempre cerca
siempre vigilante y siempre cerca
de vez en cuando venían personas y me preguntaban cómo estás
yo creo que tartamudeaba
apelaba a los ecos de las conversaciones tenidas y escuchadas
para dar mi respuesta
y después,
contenta o aliviada
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me agazapaba con la cría en un rincón oscuro.
(…)
Y para terminar, un poema del 2011:
La ola de frío polar
Esto nunca pasó, yo me lo imaginé
pero es una historia totalmente posible
te diría que es verdad
estábamos en el huequito que sabés
el de mi cama
acurrucados, porque hace mucho frío
y vos me dabas vuelta
te subías encima y me decías quiero estar adentro tuyo
después me la metías
y mientras me cogías muy despacio
me largaba a llorar
es lo más lindo que me dijeron nunca
pensaba, y me pregunté
¿estallaremos?
no te pongas el forro, por esta vez
mejor, y si es preciso
hagámonos una familia.
Marina Yuszczuk, de Madre soltera, 2013
Cuando quedó embarazada de mí no quería tenerme. No es que no quisiera tenerme, me explicaron,
sino que estaba triste. Se sentía sola porque extrañaba a la abuela en Buenos Aires y ya tenía mucho
trabajo con mi hermana. Entonces una vecina le ofreció el nombre de un conocido de ella que hacía
abortos. Pero papá no quiso. No creo que ella se hubiese animado, pero el que tenía la última palabra
en las decisiones era mi papá, así que finalmente es él quien dice que no cuando cuentan la historia.
En vez de no tenerme a ella se le ocurrió durante el embarazo el gesto romántico de bautizarme con
el mal que la aquejaba y darme como segundo nombre la palabra Soledad. El primer nombre en
cambio iba a ser más distendido, lo leyó de una bolsa de una zapatería y le había parecido lindo.
La panza creció y finalmente un jueves santo con 23 años rompe bolsa. Deja a mi hermana con la
vecina se toma un taxi y se va a la Maternidad del Sur. Ahí hace trabajo de parto mientras mi papá
está en la oleaginosa. Cuando llega él al hospital estábamos ahí las dos juntas. Ella dice que
estábamos las dos solas, entiendo, pero prefiero contarlo como que estábamos las dos juntas. Me
imagino: ella con la cara hinchada y yo acurrucada con un body celeste en una cunita a su lado. Lo
del body es verdad, está en las fotos. Lo de la cara hinchada también. Aparentemente todo estaba
bien, excepto que había tenido un golpe de presión y no veía nada de un ojo. Tal tragedia la
devolvió a los brazos de mi abuela en el conurbano bonaerense para poder operarse y fue papá el
encargado de anotarme. Entonces, cuando la empleada pública preguntó cómo van a ponerle a la
criatura, él leyó la palabra escrita en la bolsa de zapatos donde llevaba el papeleo, y dando la
última palabra respondió “–Mariela, sólo Mariela.”
Mariela Gouiric, Un método del mundo, 2016
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LEY 26.485
Conocerás la verdad y ella te hará libre. Juan 8.32.
Se la bate
a todo lo que malogre tu cuerpo,
que vuelva cualquier parte de él
un ojo negro,
un estuche de puntos ciegos.
También lo que apague
como a botellazos
tus ideas luminosas de mezquino consumo
de frágiles watts. Lámparas miedosas
que de tanto entrenamiento duro
tiemblan y bajan su tensión con la vibración
del sonido del motor del auto,
que en la puerta de la casa
amenaza que a minutos está del próximo round.
Sería que se la pone
a todo lo que pelee contra tus ideas y tus
sentimientos
en desventaja.
Para esos sentimientos hay palabras: Para la tristeza
hay la palabra tristeza,
Para el miedo
la palabra miedo,
Para el desamor,
la desamor.
Para la palabra violencia hay
imágenes:
Una cara envejecida antes de tiempo
como si un elástico le cruzara la frente;
el ruido delator de los platos rotos
y un patio que él cubrió con cemento la tierra
donde ella quería poner helechos y malvones,
gajitos que trajo del interior.
Ni cabida a todo lo que
arruine la manera que vos tenés de verte, corte espejo;
Que sea descansero, con lo que hagas. Manipulero.
Que atrevido
te malondee con si querés terminar el secundario,
cambiar el bar por una tiendita de ropa o
salir a vender pan casero.
Eso que te quiera decir como bailar,
de lo que te rias;
que si te ponés la pollera
corta, el jean
ajustado
o la remera muy
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apretadita.
Que te sargentee o te delire
si te cabe ir a la iglesia
de la pastora norma o a la misa.
Tirarte las cartas.
Prenderle una vela
a la estampita del gauchito gil
arriba de la repisa.
Que te haga callar en la mesa.
Que te haga callar en la pieza.
Que te haga callar en la vereda.
Que te haga callar delante de los chicos.
Que te haga callar cuando el partido.
Que te haga callar cuando te haga el ruido el estómago.
Que te haga callar cuando estés a solas con
esa que eras vos.
Tampoco que con la bandera del amor
te tenga chivando contra las cuerdas,
vigilanteandote con quién hablás,
a quién mirás o a dónde van tus piernas
o los mensajes de tu celular.
Permiso y plata se le pide al banco y a los viejos.
Hay cosas que son legales nomás
y más que legales divertidas
en las letras de cumbia, adentro de la boca de Dalila.
Ahí nada más se menean, ahí te excitan.
Rajá, tomátela. Plantate groso.
Parate de manos. Pirátela.
Forcejeá. Escapá. Agitá.
Cuando se te queme
el rancho
abanicá las ventanas.
Sacá el humo quilombero afuera,
disfrutá cuando el fuego infiel agarre el campo
seco desde hace años.
Mientras todo se va a la mierda,
sentate en el cordón cuneta,
como cuando el Cristo hizo sentar a
la multitud que lo seguía sobre el pasto
para organizar la comida de los panes y los pescados.
Lo primero que necesitas es descanso.
Sin culpa mirá como se viene todo abajo:
Se caen las chapas, se derriten los vasos.
El calor explota las copas en la vitrina fuera de moda.
Se incendian los tapizados de las sillas
retapizadas con la misma tela
con las que cosiste las cortinas
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con tus propias manos
mientras todos dormian.
Quedate tranqui.
No sos zorra, ni putita. Ni te gusta que te
bajen los dientes. Creeme
se puede levantar una
ciudad
en ruinas.
Creeme
se puede levantar una
ciudad
en ruinas.
Creeme
se puede levantar una
ciudad
en ruinas.
Nadie es sola, ni mucho menos solita.
Lo dice la ley mamita
que no puede hacerte sentir culpable
el limón que olvidaste para las milanesas
que empanaste
con tus propias manos.
No son las que te hacen llorar,
las raíces amargas crecidas
de tu pelo teñido,
ni el esmalte que se saltó
de tus uñas escamadas.
Creeme
se puede levantar una
ciudad en ruinas.
Se puede levantar una
ciudad en ruinas.
Se puede levantar una
ciudad en ruinas.
Mariela Gouiric, de Un método del mundo, 2016
Cuando una lesbiana se dice lesbiana
Pasan cosas locas:
saqué provecho de quien soy
señora adulta
33 años
Argentina
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se incendia
para una huida en camioneta
a Uruguay,
un país con todo lo lindo legal:
onda el aborto,
onda el porro,
onda la Iglesia separada del Estado,
onda la yerba sin palo.
¡Onda la ley Trans!
Hice provecho
de andar sin esfuerzo
que sería descansar
no pensar
con el cuello desnudo
de cualquier pañuelo.
“Qué planchado está el mar”
dije mirando el horizonte.
“Es río” me dijeron
mis amigues nuevos.
Aproveché toda esta libertad
que no es mía
¡Es de los demás!
Para cuando mi mamá me mandó
un mensajito contarle
“Tengo novia.
Estoy contenta!
Es buena conmigo”.
Sentime quien soy:
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una seño de Parque Patricios,
que anda en bici
y le gustan las zapatillas caras.
Que se adhiere a los paros
pero no siempre va a las marchas
¡Se queda calentita
abajo de sus frazadas!
¡Qué regular
para nada extraordinaria!
Pero ahora
¡Estoy de novia!
La novia
más linda
que alguien con novia
pudiera abrazar:
bajita, rulitos,
pie pequeño,
caderas anchas
y labios gruesos.
Dientes del medio
apenas separados,
un espacio donde guardar
una monedita de 10 centavos.
Pelos enredados,
mucha cantidad.
¿Cuánto gastará en shampoo?
Pienso con misterio
no me animo a preguntar.
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Curvas poderosas.
Mi familia está dolida.
Se juntan a hacer a oraciones,
a preguntarse entre ellos
¿Qué hicimos mal?
Mis hermanos motoqueros
se rasgan sus camisas bien planchadas
echan tierra de cartódromo
sobre sus cabezas
peinadas con gel.
Mi hermana esconde a sus hijos,
los manda a dormir
cuando escucha el teléfono
sonar con mi nombre.
¡El cielo se abre!
Es Dios quien se asoma.
Un angel baja desde una nube,
a ritmo de escalera mecánica.
Los ilumina, les dice:
Mi nombre es Gabriel
no tengan miedo
esto es bueno
Mariela fue escogida
para no ser nada,
sólo una maestra lesbiana
precarizada.
Estoy lejos
y lloro a media noche
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cuando me despierta la resaca
es que soy tan regular
¡Quisiera ser extraordinaria!
Mariela Gouiric, en Suplemento Soy, 21 de diciembre de 2018
No me acuerdo cuáles eran esos jeans
Estoy sentada en la vereda con mis jeans rotos
me acabo de tomar 5 antidepresivos con cerveza
y en la calle
todo es mejor.
Fumo un cigarrillo y se me cae de las manos
no tengo fuerzas y me encanta
disfruto de no ser yo misma.
Salir y tirarme en la vereda es mi diversión.
Hace 4 meses que es mi hábito preferido porque
descubrí el placer de evitar el dolor.
A pesar de esto creo que me estoy muriendo de tristeza, día a día.
Cuando no estoy en la calle pongo música linda en mi cuarto
y me encierro a soñar todo lo que me estoy perdiendo.
Todos los días la misma linda música.
Me eleva y caigo como un pedazo de brea derretida sobre el colchón
cuando no caigo sobre el piso.
Después
limpiar un poco con la palma de mi mano mi jean roto.
Ya dejé todo
pero no por Dios,
porque sí
porque le encontré un gusto especial a abandonarme.
Tengo un jean sucio
manchado de baba y cerveza y pedacitos de Express.
En la calle no pido plata, ni me la dan.
Nadie me mira.
Los perros me huelen.
No tengo frío
es pleno invierno
y dejé de ser una chica friolenta.
Ahora no soy yo.
Hoy no sé qué me pasó
que prendí la computadora.
Hacía cuatro meses y algo que no la prendía.
Eso que no vi a un chico bello.
Eso que hoy no vi nada especial en la calle.
No sucedió nada raro o diferente.
Puse la misma linda música de siempre.
Encontré una mandarina tirada en el piso y me la comí.
Me puse una regla en la cabeza
para que haga equilibrio.
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No siento nada especial hoy.
O tal vez sea que hoy la recordé, con su belleza infinita,
y tuve celos,
envidia y pánico
y por eso me decidí a hacer algo.
Como en los días cuando era yo misma.
Fernanda Laguna, de Control o no control, 2012
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