UNIVERSIDAD NACIONAL DE
INGENIERÍA
FACULTAD DE INGENIERÍA
INDUSTRIAL Y DE SISTEMAS
POLÍTICAS MONETARIAS Y FISCALES
HASTA EL AÑO DE 1650
Economía de la Edad antigua y Edad media
CURSO: MACROECONOMÍA
PROFESOR: MIRANDA TORRES,Cesar Aurelio
ALUMNOS:
SANDOVAL SERVELEON ,Enrique 20131180G
GUERRA CCORA,Edgar 20151211E
24 DE MAYO DE 2018
Contenido
1.-Línea de tiempo. ......................................................................................................................... 3
2.-Mapa de los principales países de la Edad Media. ................................................................ 4
3.-Vida de la sociedad en la Edad media. .................................................................................... 5
4.-Mapa conceptual.......................................................................................................................... 6
5.-Política monetaria y fiscal en la Edad Antigua. ............................................................. 7
6.- Política monetaria y fiscal en la Edad Media. ................................................................ 7
6.1- Política monetaria y fiscal en la alta Edad Media. .................................................... 7
6.2-Política monetaria y fiscal en la baja Edad Media. .................................................... 7
6.2.1-Política monetaria y fiscal en la corona de Aragón durante el siglo XVII: la
depreciación de la moneda de plata. ............................................................................................ 7
6.2.2-Política monetaria y política fiscal en Castilla en el siglo XVII: Un siglo de
inestabilidades. ............................................................................................................................ 14
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Políticas monetarias y fiscales hasta el año de 1650.
1.-Línea de tiempo.
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2.-Mapa de los principales países de la Edad Media.
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3.-Vida de la sociedad en la Edad media.
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4.-Mapa
conceptual.
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5.-Política monetaria y fiscal en la Edad Antigua.
6.- Política monetaria y fiscal en la Edad Media.
6.1- Política monetaria y fiscal en la alta Edad Media.
6.2-Política monetaria y fiscal en la baja Edad Media.
6.2.1-Política monetaria y fiscal en la corona de Aragón durante el siglo XVII: la
depreciación de la moneda de plata.
La circulación monetaria existente en la Corona de Aragón durante el siglo XVI se
caracterizó por la utilización de reales castellanos, cuya oferta crecía gracias a la
constante llegada de remesas de plata procedentes de América. Facilitada por la unión
dinástica con Castilla, esta evolución se vio favorecida por las reformas promovidas por
Fernando el Católico (1479-1516) relativas a la moneda de plata –véase el Cuadro 1–. Estas
reformas buscaban aumentar su valor legal frente al del vellón mediante la devaluación
nominal de éste y modificar su valor intrínseco para facilitar la conversión con los reales
castellanos. Introducida la moneda en plata en Aragón en 1475 por su padre, Juan II,
las Cortes aragonesas adoptaron así durante el reinado de Fernando en 1484 la ley
castellana –considerada como tal 22 quilates– en las nuevas piezas de medio real emitidas
ese año y acordaron ya bajo Carlos V en 1519 y 1528 utilizar el peso y la ley de Castilla
en toda acuñación de moneda de plata. Con un peso cercano al del real castellano y una
fineza superior, de 23 quilates, el croat catalán mantuvo su valor intrínseco ya fijado en 1285;
pero Fernando el Católico elevó en 1493 el valor nominal establecido en 1415 por
Fernando I en un 33,33% –desde 18 hasta 24 dineros– en relación al del vellón doméstico.
Por el contrario, el rey Fernando el Católico confirmó en Valencia en 1480 el peso y la fineza
de 22 quilates fijados en 1442 por Alfonso V para el dieciocheno o moneda de plata
doméstica acuñada desde 1393. Pese a la abundancia de piezas domésticas falsas y
cortadas de bajo peso y ley detectada en el mercado valenciano a principios del siglo XVI,
Fernando no autorizó la reducción de peso del dieciocheno propuesta por una comisión
formada por consejeros reales y delegados del municipio de Valencia tras las Cortes de
1510 para evitar su exportación y deterioro ante su mayor valor intrínseco frente al nominal.
Condicionado de forma probable por la distinta apreciación de la plata en el mercado de
cada reino, el valor nominal fijado a estas piezas domésticas como unidades de cuenta no se
correspondió con su valor intrínseco
–véase el Cuadro 1– de manera exacta: un dieciocheno preservó así su equivalencia tradicional
a 18 dineros frente a los 24 dineros que sumaron el croat y el real aragonés desde fines del siglo
XV. Este hecho ocasionó algunos problemas al fijarse rela- ciones de equivalencia entre las
piezas de plata castellanas y las emitidas en la propia Corona ya desde el siglo XVI. Pese al
distinto grado de homogeneización de dichas monedas con el valor intrínseco y nominal del
real castellano, éste fue utilizado en toda la Corona de Aragón. Sustituyó a una oferta de
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moneda doméstica de plata en descenso al reducirse su acuñación, con especial fuerza a
partir de mediados del siglo XVI. Su uso creciente aumentó la liquidez, agilizó el comercio y
revitalizó el conjunto de las actividades económicas en todos estos territorios.
Esta circulación monetaria en la Corona de Aragón se vio afectada por la menor
retención de la plata americana por parte de las economías europeas ante su creciente
apreciación y atesoramiento en los mercados asiáticos, proceso que incrementó en
volumen y constancia los flujos de moneda de un continente a otro durante los siglos
XVII y XVIII. La consiguiente reducción de la oferta monetaria acrecentó el valor de la
plata en los mercados europeos; pero con menor vigor en las Coronas de Castilla y
Aragón que en otros países con quienes éstas mantenían relaciones comerciales: los
arbitristas catalanes estimaban así en 1611 que la plata valía en Francia un 16% más
que en Cataluña. Pese a esta apreciación, la monarquía hispánica mantuvo en Castilla
una mayor cotización legal de la plata frente al oro y un mayor valor intrínseco en sus
reales que los adoptados en el noroeste de Europa durante el siglo XVII. Estas
decisiones favorecieron la exportación de plata castellana hacia estos países, en
especial conforme la depreciación del vellón, el déficit comercial y la debilidad financiera
de la monarquía crecían en Castilla28. Debido a su fuerte dependencia de las piezas
castellanas, la oferta monetaria de la Corona de Aragón se resintió. Facilitada por la
política francesa de aumentar el valor nominal de sus monedas de plata29, la
exportación de piezas domésticas y castellanas creció ya en las dos últimas décadas
del siglo XVI30. Con mayor fuerza desde principios del siglo XVII, el mercado demandó
en toda la Corona moneda cuyo valor nominal tradicional se ajustase a un inferior valor
intrínseco para lograr su mejor adecuación al aumento de cotización de la plata en
Europa. Estos problemas empezaron a transformar la oferta monetaria de plata en la
Corona de Aragón desde los inicios del siglo XVII por dos caminos. La primera vía fue
constatada y denunciada por las instituciones públicas de forma simultánea en
Cataluña, Valencia y Aragón31. Consistía en la creciente presencia, bien de monedas
castellanas y domésticas falsas, o bien de piezas legales recortadas, todas poseedoras
de un valor intrínseco inferior al nominal. El principal foco emisor de monedas falsas en
el extranjero era el sur de Francia, donde las piezas legales emitidas en las Coronas de
Castilla y Aragón no sólo eran utilizadas en el comercio sino reacuñadas como moneda
francesa en numerosas cecas con beneficios seguros al recibir un mayor valor nominal
o un inferior valor intrínseco32. La constante recepción de plata española por Francia
se vio favorecida durante el siglo XVII no sólo por el superávit de su balanza comercial
con Cataluña, Aragón y Valencia33, sino por la mayor apreciación de la plata en sus
mercados gracias a la fuerte acuñación y depreciación del vellón francés por parte de la
monarquía34. Los mismos comerciantes franceses que exportaban esta plata
introducían a su regreso a la Corona de Aragón monedas castellanas o domésticas
falsas. La segunda vía se refiere a la aparición de monedas domésticas de curso legal
con un menor valor intrínseco conforme las instituciones públicas y la monarquía
acordaron su reducción. Intentos más tempranos en Cataluña y Valencia, más tardíos
en Aragón, su éxito vino condicionado por dos características políticas. En primer lugar,
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la flexibilidad institucional de cada reino para aceptar una depreciación de la pieza de
plata, práctica que podía chocar con las leyes y costumbres establecidas. En segundo
término, en territorios donde la monarquía no había logrado implantar el señoreaje
durante la época medieval, la capacidad institucional de ceder apoyos políticos o
compensaciones económicas a la monarquía a cambio de esta reforma monetaria. Este
requisito era obligado para mover a la monarquía hispánica, en fuerte lucha con otros
países primero por la hegemonía política en Europa y luego por la preservación de su
inmenso Imperio, a proporcionar una plata cada vez más escasa en Castilla para ser
fundida y acuñada en la Corona de Aragón.
Estas dos características se reflejan en las emisiones de plata en Valencia durante los
siglos XVI y XVII, clave para la circulación monetaria en toda la Corona de Aragón.
Frente a la gran estabilidad del croat, las depreciaciones del dieciocheno practicadas en
Valencia desde los inicios del siglo XV abrieron la posibilidad legal de rebajar de nuevo
su peso, como ya solicitó la comisión formada tras las Cortes celebradas en 1510 al
considerar su valor nominal inferior al de la plata en el mercado35. Durante el reinado
de Carlos V, otras dos comisiones formadas por consejeros reales y delegados del
municipio de Valencia propusieron con idéntico argumento reducir el peso del
dieciocheno fijado en 1480 un 25,25% en 1522 y un 29% en 1547 sin alterar su valor
nominal de 18 dineros36 –véase el Cuadro 1–. Aceptadas ambas resoluciones por la
monarquía, esta temprana depreciación del dieciocheno se vio beneficiada por varias
razones: la carencia de una legislación que prohibiese esta reforma sin la aprobación
de las Cortes, la escasa oposición de una Diputación del reino con menos recursos
económicos y poder político que en Cataluña y Aragón37, el deseo del municipio de
Valencia por aumentar la liquidez para favorecer el comercio, la concesión de señoreaje
a la monarquía a partir de 1547 y el interés por dotar a la activa economía valenciana
de una moneda doméstica para su mercado interior que moderase su constante
absorción de plata castellana, exportada luego a otros países. Prueba de su función
complementaria, las emisiones de piezas valencianas de plata realizadas fueron
modestas durante todo el siglo XVI38.
La importancia de estas reformas monetarias como precedente legal se demostró a
principios del siglo XVII, cuando la apreciación de la plata provocó la irrupción de piezas
cortadas, falsas o deterioradas de plata y vellón en el mercado. El desorden monetario
se agravó al hallarse la economía de Valencia muy debilitada tras decidir la monarquía
hispánica en 1609 la expulsión de un 26,77% de su población, compuesta por moriscos
o musulmanes obligados a convertirse al Cristianismo en 1526. Sin llegar a generarse
ningún debate sobre política monetaria, Felipe III rebajó en 1610 el peso del dieciocheno
en un 41,80% frente al fijado en 1480 y un 11,82% frente al emitido desde 1554 –véanse
los Cuadros 1 y 2–39. Esta decisión buscaba evitar la fuga de las piezas de plata con
mayor valor intrínseco a otros países europeos, favorecer la entrega en la ceca de
piezas falsas y cortadas en circulación40 y socorrer a la debilitada hacienda municipal
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CUADRO 1.
Emisiones de moneda de plata en la Corona de Aragón (1480-1598)
Período de Número
Región Unidad Ley Peso
emisión piezas /marco
22 quilates
Valencia dieciocheno 1480 72 3,00 gramos
(11 dineros)
22 quilates
Valencia dieciocheno 1524-39 88 2,45 gramos
(11 dineros)
22 quilates
Valencia dieciocheno 1554-98 91 2,37 gramos
(11 dineros)
23 quilates
Cataluña croat 1493 72 3,12 gramos
(11,5
dineros)
1543-45, 23 quilates
Cataluña croat 72 3,12 gramos
1595-98 (11,5
dineros)
22 quilates
Aragón medio real 1484 128 1,80 gramos
(11 dineros)
22 quilates
Aragón real 1519-56 67 3,42 gramos
(11 dineros)
de la capital mediante la cesión temporal del señoreaje. Esta medida permitió asimismo
reajustar la paridad existente entre la plata y el vellón, depreciado por idénticas razones
que la plata entre 1607 y 1610 hasta retener sólo un 27,27% de su fineza anterior.
Consecuencia última, la depreciación de las piezas de plata provocó que los beneficios de
emisión aumentasen gracias a la práctica de fundir reales castellanos, infravalorados en
su valor nominal frente a los dieciochenos en que eran convertidos. Esta operación reportó
a la ceca de Valencia como ganancias netas por término medio un 9% del coste total de la
acuñación entre 1614 y 1650.
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CUADRO 2.
Emisiones de moneda de plata en la Corona de Aragón (1601-1700)
Período de Númer
Región Unidad Ley Peso
emisión o piezas
/marco
23 quilates
Cataluña croat 1601-14 72 3,12 gramos
(11,5 dineros)
23 quilates
Cataluña croat 1619-36 72-76 3,04 gramos
(11,5 dineros)
23 quilates
Cataluña croat 1640-52 85 2,64 gramos
(11,5 dineros)
23 quilates
Cataluña croat 1653-54 80 2,81 gramos
(11,5 dineros)
22,5 quilates
Cataluña real 1674-93 90 2,50 gramos
(11,16 dineros)
22,5 quilates
Cataluña real 1698 110 2,04 gramos
(11,16 dineros)
22 quilates
Valencia dieciocheno 1604-10 91 2,37 gramos
(11 dineros)
22 quilates
Valencia dieciocheno 1611-81 103 2,09 gramos
(11 dineros)
22 quilates
Valencia dieciocheno 1682-92 110-112 1,92 gramos
(11 dineros)
22 quilates
Valencia dieciocheno 1693-99 115 1,87 gramos
(11 dineros)
1611-12, 22 quilates
Aragón real 67 3,42 gramos
1651-52 (11 dineros)
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GRÁFICO 1.
Acuñaciones de moneda de plata valenciana durante el siglo XVII –en libras–
Pese a estas expectativas, el municipio de Valencia no disponía del privilegio de emitir
moneda, que el monarca podía conceder bien a instituciones o particulares. Felipe IV
permitió al municipio acuñar con frecuencia plata entre 1626 y 1650 –véase el Gráfico
1– a cambio de contribuciones económicas y militares de gran importancia para
mantener la lucha por la hegemonía política de España en Europa, sobre todo tras la
secesión de Cataluña entre 1640 y 165243. Sin necesidad de negociar con otras
instituciones del reino, la monarquía accedió a importantes recursos fiscales ya que los
beneficios de la emisión superaban el señoreaje oficial. A la vez que rechazó acuñar
moneda doméstica de plata en otros territorios de la Corona de Aragón, concentró
estas emisiones en Valencia, cuya economía absorbía numerosos reales llegados de
Castilla gracias al superávit de su balanza comercial. Muchas de estas monedas eran
exportadas desde los puertos del reino a otros países europeos por vía legal o mediante
contrabando sin que los agentes reales lograsen impedirlo. Por este motivo, su
reacuñación como piezas valencianas de plata de menor valor intrínseco aseguraba su
retención en la Corona de Aragón. Al tratarse de moneda doméstica valenciana, su emisión
no dañaba el prestigio del real castellano en las transacciones y las finanzas internacionales
ni afectaba a la negociación de los créditos suscritos por la monarquía hispánica.
Ante las necesidades fiscales de la monarquía, las acuñaciones de dieciochenos efectuadas
desde 1626 no guardan relación con las necesidades del mercado valenciano ni tampoco con
las acuñaciones de vellón doméstico, muy moderadas tras las fuertes emisiones de 1607-
13. Alcanzaron un enorme volumen entre 1626 y 1650, sobre todo en 1626-28 y 1640-50,
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cuando la fuerte depreciación del vellón castellano expulsó mucha plata fuera de
Castilla –véase el Gráfico 1–. Las emisiones sólo cesaron en aquellos pocos años en
que el ascenso del premio por la compra de reales castellanos eliminó los beneficios de la
reacuñación ya citados. El rápido aumento de la oferta monetaria de plata en Valencia
durante el segundo cuarto del siglo XVII generó procesos de inflación de precios en el
mercado; pero moderados por la absorción de las piezas valencianas por otros territorios
de la Corona de Aragón. Sin embargo, reducida la presión fiscal de la monarquía sobre
Valencia tras la conquista de Cataluña en 1652, las emisiones de moneda doméstica se
interrumpieron durante treinta años. Tras la fundición de reales castellanos falsos
procedentes de la ceca de Perú ordenada por la monarquía en 1651-54, como revela el
Gráfico 1, éstas no se retomaron hasta 1682-1700. Sin negociar con las instituciones
públicas del reino, Carlos II rebajó en 1682 un 8,13% y un 10,53% en 1693 el peso del
dieciocheno establecido en 1610 por Felipe III, así como un 48,78% y un 51,93% el
fijado en 1480 por Fernando el Católico. Esta medida iba destinada a compensar la
apreciación de la plata en el mercado y lograr un modesto aumento del señoreaje –véase
el Cuadro 2–. Con el fin de asegurarse mayores ingresos, la monarquía dejó de confiar
las emisiones de plata al municipio de Valencia desde 1688 y las arrendó a particulares
por mediación del virrey. La excesiva acuñación de piezas de plata con un menor
contenido metálico propició la inflación de los precios de las mercancías en Valencia
durante la última década del siglo XVII.
Tanto la fuerte emergencia de monedas falsas, cortadas y desgastadas como las
cuantiosas emisiones de moneda valenciana modificaron la circulación de la plata en la
Corona de Aragón. En primer lugar, como en otros países europeos, todas estas piezas
establecieron una «doble circulación de plata» de facto; pero donde la moneda de mayor
valor intrínseco cada vez escaseaba más. Gracias a la ley de Gresham, desplazaron a las
monedas catalanas, aragonesas y castellanas que tenían un mayor contenido de plata,
las cuales desaparecieron del mercado interno: bien se atesoraron o se exportaron a
otros países europeos. En segundo término, respondieron a la demanda de una moneda
con menor peso y ley por parte del mercado para facilitar los intercambios. Pese a las
prohibiciones dictadas por las instituciones públicas en cada reino, su utilización por la
población se consolidó ante la mayor escasez de la plata en el mercado. Las fuertes
emisiones de moneda valenciana realizadas en 1626-54 invadieron con rapidez el sur
de Cataluña y Aragón, en este segundo caso potenciada por la fuerte importación
valenciana de carne y trigo aragonés. Por último, todas estas piezas alteraron la forma de
realizar los pagos en metálico. La abundancia de monedas cuyo contenido metálico había
sido rebajado por vía legal o fraudulenta aumentó la desconfianza de la población hacia su
valor nominal y generó frecuentes problemas de conversión entre las monedas al
recaudarse impuestos o efectuarse transacciones comerciales: con un valor nominal de 18
dineros en el sistema de cuenta, el dieciocheno alcanzaba una cotización de 16 dineros
en el sur de Aragón durante la segunda mitad del siglo XVII; pero su valor intrínseco era
sólo de 11 o 12 dineros. Por este motivo, al igual que sucedía de forma probable con el
vellón, como mínimo desde mediados del siglo XVII se impuso en la Corona de Aragón la
práctica de pesar las piezas de plata para fijar su verdadero valor intrínseco en todo tipo
de intercambios pagados en moneda.
Pese a sufrir la moneda de vellón falsa y legal que circuló por toda la Corona de Aragón
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idéntica pérdida de valor intrínseco que la plata, el premio por el pago de plata en vez de
vellón era mucho más modesto que en Castilla. Esta moderación del agio en la Corona
de Aragón se debía a la mayor disponibilidad de piezas de plata con bajo valor
intrínseco que en Castilla, donde la monarquía hispánica intentó suprimir estas piezas
en el mercado interno para defender el prestigio del real castellano hasta su depreciación
en 1686. Se vio favorecida por la menor oferta de vellón de curso legal al resultar las
emisiones domésticas más limitadas en cantidad, duración y difusión que en Castilla, así
como al carecer el numeroso y depreciado vellón castellano de circulación en toda la
Corona de Aragón. Con todo, las alteraciones de peso y ley de la plata y el vellón
desajustaron la relación existente entre el valor nominal de las monedas efectivas y el
valor legal de las monedas de cuenta del sistema carolingio –libra, sueldo, dinero–, utilizadas
en la Corona de Aragón. Emitido en toda la Corona, el dinero de vellón era utilizado
como referente esencial durante la Baja Edad Media para traducir las monedas
efectivas en monedas imaginarias para usos contables. Proceso ya iniciado por el
croat y el dieciocheno en el siglo XV, pero reforzado por las reformas monetarias
adoptadas bajo Fernando el Católico a fines de la centuria, esta función comenzó a ser
ejercida de forma creciente por las piezas domésticas de plata. El valor nominal de
cada una de estas monedas como unidades de cuenta podía ser modificado en los
reinos vecinos de la Corona para fijar la equivalencia entre monedas domésticas y
forasteras en las transacciones comerciales; pero permaneció inalterado en su propio
territorio. Resultado de este hecho, el valor intrínseco de cada pieza doméstica de plata
fijaba en cada reino la conversión de las principales transacciones internas en términos
monetarios. La función de referencia esencial entre la moneda efectiva y la moneda
imaginaria de uso contable asumida por estas piezas se vio reforzada conforme la plata
sufría una creciente apreciación en el mercado europeo durante los siglos XVI y XVII. Por
este motivo, la depreciación de las piezas de plata se convirtió en el eje central de las
reformas y los debates monetarios que tuvieron lugar tanto en Cataluña como en
Aragón durante el siglo XVII.
6.2.2-Política monetaria y política fiscal en Castilla en el siglo XVII: Un siglo
de inestabilidades.
EL SISTEMA MONETARIO CASTELLANO EN EL SIGLO XVII
El sistema monetario castellano pertenecía a la clase de los denominados
sistemas bimetálicos compuestos, con el oro y la plata como patrones de
referencia, y el cobre utilizado para la acuñación de la moneda menuda. El
sistema castellano no podía ser considerado trimetálico porque el cobre, al no
poder sustituir ni al oro ni a la plata en la circulación, no cumplía la función de
patrón de referencia. Sin embargo, el metal menos noble tenía una
importancia extraordinaria en la ordenación por su función como moneda
fraccionaria, y de su correcto funcionamiento dependía en gran medida la
estabilidad del sistema. La clave para la estabilidad de un sistema monetario
como el castellano residía en el cumplimiento de la premisa fundamental de
que los valores de las piezas estuvieran correctamente ajustados, es decir,
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que su valor nominal reflejara su valor intrínseco, formado por el valor del
metal de que estuvieran hechas, más los gastos de acuñación. Esta norma
básica era conocida por todos. En general, si repasamos las aportaciones
realizadas desde Aristóteles hasta Juan de Mariana, podemos afirmar que
todos los autores que trataron cuestiones monetarias defendieron la necesidad
de una moneda sana, en el sentido ya mencionado de correspondencia del
valor intrínseco con el extrínseco. Además de esta norma general, existía una
regla fundamental con respecto a las piezas menudas, según la cual era
necesario que existiera un control directo sobre la cantidad de moneda que
debía haber en circulación. Para que un sistema monetario metálico
funcionara correctamente, la cantidad de moneda fraccionaria acuñada debía
ser exclusivamente la necesaria para las transacciones menudas; de otro
modo, podía hacer fluctuar el valor de las monedas principales. La emisión de
estas piezas debía estar autorizada y limitada por la autoridad monetaria
competente. En Castilla estas normas eran conocidas y, aunque en ocasiones
no se hubieran respetado, al menos existía voluntad de hacerlo, lo que quedó
patente en la regulación de las piezas recogida en la Pragmática de Medina
del Campo, promulgada por los Reyes Católicos en 14975. En esta
Pragmática, además de contemplarse el ajuste de las piezas, quedó
establecido un límite de diez millones de maravedíes para la acuñación del
numerario de vellón. Para el oro y la plata, por el contrario, se establecía una
total libertad de acuñación. La Pragmática de Medina del Campo establecía el
ducado castellano como moneda principal de oro. Esta pieza debía ser
acuñada a razón de 65 1/3 piezas por marco, con una ley de 23 ¾ quilates. Su
equivalencia en unidad de cuenta quedó establecida en 375 maravedíes.
Como moneda de plata se mantuvieron los reales, con una talla de 67 piezas
por marco, una ley de once dineros y cuatro granos y un valor en unidad de
cuenta de 34 maravedíes. Por último, se establecieron las blancas como
moneda de vellón. Estas piezas, cuyo valor se estableció en medio maravedí, debían
ser acuñadas con una talla de 192 piezas por marco y una ley de siete granos.
LA POLÍTICA MONETARIA EN CASTILLA
La política monetaria aplicada a las piezas nobles fue muy distinta de la
aplicada al vellón. La principal diferencia radicó en la motivación que
determinó las diferentes disposiciones. La política aplicada sobre las piezas de
oro y plata fue diseñada con el objetivo de ajustar los valores de las monedas
a medida que la relación bimetálica frente al extranjero se fue modificando. Por
el contrario, las normas referentes a las piezas de vellón generalmente se
aplicaron en el marco de las necesidades financieras que agobiaron a la
Corona. Respecto a las piezas nobles, al margen de la sustitución del ducado
de oro por el escudo en 1537, no hubo cambios sustanciales en el sistema
monetario a lo largo de los siglos XVI y XVII. Los sucesivos monarcas se
limitaron a realizar los ajustes necesarios para mantener la estabilidad
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derivados de los cambios producidos en la relación bimetálica entre el oro y la
plata. Estos ajustes puntuales pueden apreciarse en los cuadros 1 y 2, en los
que queda patente cómo el ajuste se realizó siempre variando los valores del
oro. La Corona, al margen del intento fallido de 1642, mantuvo estables los
valores de la plata.
CUADRO 1
ALTERACIONES MONEDAS DE ORO, 1497-1700
Año Moneda Talla Peso Ley (por marco) Maravedí Notas
s
1497 Ducado 65 3,52 gr. 23 3/4 quilates 375 mrs. se labran piezas de 5,
1/3 10, 20, 50 y 1/2
ducado
1537 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 350 mrs. menor ley imitando los es-
cudos italianos y franceses
1566 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 400 mrs. se empiezan a labrar
doblones y dobles
doblones
1609 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 440 mrs. se intenta frenar la salida
de España de los
escudos
1642 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 550 mrs.
1643 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 612 mrs.
1652 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 476 mrs.
? Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 510 mrs. no se conoce la fecha
exacta de esta medida
1686 Escudo 68 3,38 gr. 22 quilates 646 mrs.
Con estas variaciones, además de conservar el ajuste de los valores monetarios,
la Corona trataba de evitar la conocida saca de metales. Sin embargo, a pesar de
los ajustes y del aumento de la relación bimetálica castellana con respecto a las
del resto de países de Europa en torno a 1600, las monedas castellanas
continuaron traspasando las fronteras. Esta salida no puede sorprender si
tenemos en cuenta que la principal producción comerciable de Castilla era la plata,
producto que se convirtió en su más importante exportación. El elevado valor de la
plata, en términos de moneda de cuenta, dificultaba la exportación de otros
productos, o más bien se podría decir que dificultaba su fabricación, ya que, si la
plata equivalía a muchos maravedíes, salía al exterior para comprar bienes e
importarlos. Tomás de Mercado, en 1569, fue consciente de este hecho y observó
cómo la plata, al ser más estimada fuera, tendía a salir al extranjero, donde
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compraba mayor cantidad de productos. En su opinión, esta situación, a la larga,
traería carestía a España, ya que no se podría producir barato y todo se
compraría fuera.
Se puede, por tanto, afirmar que el objetivo de la política monetaria con res- pecto
a las piezas nobles consistía en equiparar los valores de las monedas castellanas
con los valores de los metales vigentes en el extranjero para evitar su salida. Pero
los metales salían como pago de mercancías aunque estuvieran bien valorados.
Los sucesivos gobiernos de los siglos XVI y XVII no entendieron que la plata era la
principal mercancía castellana, y su salida, una exportación. Desarrollaron una
política mercantilista bullonista en la que identificaron el oro y la plata con la
riqueza efectiva y trataron por todos los medios posibles de evitar esa salida. Dicha
política resultó totalmente ineficaz. Probablemente hubiera resultado más
provechoso que el Gobierno, en su lugar, hubiera sentado las bases institucionales
CUADRO 2
ALTERACIONES MONEDAS DE PLATA, 1497-1700
Año Moneda Talla Peso Ley (por marco) Maravedís Notas
1497 Real 67 3,43 gr. 11 dineros 4 granos 34 mrs.
1497 Medio Real 134 1,716 gr. 11 dineros 4 granos 17 mrs.
1497 Cuarto de 268 0,858 gr. 11 dineros 4 granos 8 ½ mrs.
Real
1497 Ochavo 536 0,429 gr. 11 dineros 4 granos 4 1/4 mrs.
1566 Real doble 33 1/2 6,86 gr. 11 dineros 4 granos 68 mrs. se autoriza la
acuñación de
múltiplos del real
1566 Real de a 4 16 1/3 13,72 gr. 11 dineros 4 granos 136 mrs. se autoriza la
acuñación de
múltiplos del real
1642 Real 83 1/4 2,76 gr. 11 dineros 4 granos 34 mrs. estas nuevas
acuñaciones no
prosperaron
1686 Real 67 3,43 gr. 11 dineros 4 granos 42 ½ mrs. Nuevo valor
nominal para las
piezas de plata
viejas
1686 Real 84 1/4 2,73 gr. 11 dineros 4 granos 34 mrs. Nuevas piezas
de plata con el
mismo valor
nominal
necesarias para el desarrollo de un crecimiento económico sostenido,
aprovechando las posibilidades que los metales proporcionaban. Volviendo
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a las monedas de vellón, hay que destacar que, como ya ha sido
mencionado, el problema de éstas fue ciertamente distinto del padecido
por las monedas de oro y plata. La evolución que los valores de las piezas
de cobre sufrieron a lo largo de los siglos XVI y XVII, expuestos en el
Cuadro 3, muestran el resultado de la caótica política monetaria aplicada.
A lo largo de esta evolución se pueden distinguir las medidas adoptadas
por intereses fiscales y las que respondieron a intereses de estabilizar los
valores monetarios de las piezas menudas.
El final del reinado de Felipe II fue un momento determinante para la
evolución monetaria. El 31 de diciembre de 1596 se autorizó por vez
primera la emisión de moneda de vellón sin contenido alguno de plata. A
pesar de que estas acuñaciones de puro cobre fueron momentáneamente
interrumpidas en 1597, ante el clamor de las protestas populares en contra
de una moneda de vellón sin plata, esta disposición significó la apertura a
las emisiones de puro cobre y, con ellas, el fin de la estabilidad de la
calderilla. En definitiva, una moneda sin contenido alguno de plata
significaba tener circulando una moneda fraccionaria con un valor nominal
mucho mayor que el intrínseco. A partir de esta fecha, el esquema de
política monetaria se repitió cíclicamente, las medidas expansivas fueron
seguidas por medidas contractivas, y todas ellas con sus correspondientes
efectos sobre los precios. Estos efectos pueden apreciarse en la curva de
los precios castellanos entre los años de 1551 y 1750 que, elaborada a
partir de los datos de Hamilton, aparece representada en el Gráfico 1.
Las quejas contra las alteraciones de vellón se multiplicaron, y a lo largo
del siglo XVII se encuentran infinitud de escritos de protesta dirigidos a los
diferentes gobiernos en contra de las manipulaciones monetarias y en
favor de una reforma de la moneda de vellón, escritos que revelan el
profundo conocimiento que de la envergadura del problema monetario
tuvieron sus coetáneos.
El primer intento de estabilización se produjo en marzo 1627, a través de
la creación de las «Diputaciones para el consumo de vellón», después de
treinta años de política expansiva concretada en los envilecimientos de
1596 y 1597 y en los sucesivos resellos de 1602 y 1603. Su fracaso motivó
que, en 1628, con una situación monetaria insostenible y unos niveles de
premio elevadísimos, se ordenara un nuevo resello, que significó una
deflación del 50 por cien de la moneda de vellón. Este resello afectaría
simplemente a las piezas segovianas.
CUADRO 3
ALTERACIONES MONEDAS DE VELLÓN 1497-1700
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Año Moneda Ta- Peso Ley Marav Notas
lla (por edís
marco)
1497 Blanca 192 1,197 gr. 7 granos ½ mr. vellón ligado con plata (calderilla)
1532 Blanca 192 1,197 gr. 5 1/2 granos ½ mr. se baja la ley de la calderilla
1566 Blanca 220 1,045 gr. 4 granos ½ mr. nueva calderilla (menor ley y peso)
1566 Cuartillos 80 2,875 gr. 62 granos 8½ vellón rico (Tarjas)
mrs.
1566 Cuartos 170 1,352 gr. 62 granos 4 mrs. vellón rico (Tarjas)
1566 Medios 340 0,67 gr. 62 granos 2 mrs. vellón rico (Tarjas)
cuartos
1583 Blanca 220 1,045 gr.. 4 granos ½ mr. nuevas acuñaciones
1596 Cuartos 34 6,764 gr. 0 granos 4 mrs. vellón de cobre puro (segoviana)
1596 Ochavos 68 3,382 gr. 0 granos 2 mrs. vellón de cobre puro (segoviana)
1597 Cuarto 35 6,57 gr. 1 grano 4 mrs. vellón con un sólo grano de liga
1597 Ochavo 63 3,65 gr. 1 grano 2 mrs. vellón con un sólo grano de liga
1597 Maravedí 126 1,82 gr. 1 grano 1 mr. vellón con un sólo grano de liga
1597 Blanca 252 0,91 gr. 1 grano ½ mr. vellón con un sólo grano de liga
1602 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 8 mrs. vellón sin liga y con reducción del 50% de
peso
1602 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 4mrs. vellón sin liga y con reducción del 50% de
peso
1602 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 2 mrs. vellón sin liga y con reducción del 50% de
peso
1602 Maravedí 252 0,91 gr. 0 granos 1 mr. vellón sin liga y con reducción del 50% de
peso
1603 Blanca 192 1,197 gr. 7 granos 1 mr. resello al doble
1603 Blanca 192 1,197 gr. 5 1/2 granos 1 mr. resello al doble
1603 Blanca 220 1,045 gr. 4 granos 1 mr. resello al doble
1603 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 16 mrs. resello al doble
1603 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 8 mrs. resello al doble
1603 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 4 mrs. resello al doble
1603 Blanca 252 0,91 gr. 0 granos 2 mrs. resello al doble
1627 Intento de reducción a la cuarta parte horadando la que entrara en las Arcas Reales
1628 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 8 mrs. deflación del 50% (segoviana)
1628 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 4 mrs. deflación del 50% (segoviana)
1628 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 2 mrs. deflación del 50% (segoviana)
1628 Blanca 252 0,91 gr. 0 granos 1 mr. deflación del 50% (segoviana)
1636 Blanca 192 1,197 gr. 7 granos 3 mrs. resello al triple (calderilla)
1636 Blanca 192 1,197 gr. 5 1/2 granos 3 mrs. resello al triple (calderilla)
1636 Blanca 220 1,045 gr. 4 granos 3 mrs. resello al triple (calderilla)
1641 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 8 mrs. resello moneda no segoviana
1641 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 4 mrs. resello moneda no segoviana
Año Moneda Talla Peso Ley Marav Notas
(por marco) edís
1641 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 2 mrs. resello moneda no segoviana
1641 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 12 mrs. resello moneda segoviana
1641 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 6 mrs. resello moneda segoviana
1641 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 3 mrs. resello moneda segoviana
1642 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 2 mrs. baja de las piezas de vellón (todas)
1642 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 1 mr. baja de las piezas de vellón (todas)
1642 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos ½ mr. baja de las piezas de vellón (todas)
1642 Blanca 192 1,197 gr. 7 granos ½ mr. baja de las piezas de vellón (todas)
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1642 Blanca 192 1,197 gr. 5 1/2 granos ½ mr. baja de las piezas de vellón (todas)
1642 Blanca 220 1,045 gr. 4 granos ½ mr. baja de las piezas de vellón (todas)
1642 Cuartillos 80 2,875 gr. 46 1/2 granos 8½ vellón rico de menor ley (Tarjas)
mrs.
1642 Cuartos 170 1,352 gr. 46 1/2 granos 4 mrs. vellón rico de menor ley (Tarjas)
1642 Medios 340 0,67 gr. 46 1/2 granos 2 mrs. vellón rico de menor ley (Tarjas)
cuartos
1643 Blanca 192 1,197 gr. 7 granos 2 mrs. resello al cuádruple del vellón antiguo de
1597
1643 Blanca 192 1,197 gr. 5 1/2 granos 2 mrs. resello al cuádruple del vellón antiguo de
1597
1643 Blanca 220 1,045 gr. 4 granos 2 mrs. resello al cuádruple del vellón antiguo de
1597
1651 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 8 mrs. vuelta al estado de antes de la baja de 1642
1651 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 4 mrs. vuelta al estado de antes de la baja de 1642
1651 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 2 mrs. vuelta al estado de antes de la baja de 1642
1652 Cuartillo 35 6,57 gr. 0 granos 2 mrs. vuelta al estado de antes de la norma de
1651
1652 Cuartos 63 3,65 gr. 0 granos 1 mr. vuelta al estado de antes de la norma de
1651
vuelta al estado de antes de la norma de
1652 Ochavos 126 1,82 gr. 0 granos 1/2 mr. 1651
1652 se prohíbe la circulación de la calderilla
1654 Blanca 192 1,197 gr. 7 granos 2 mrs. vuelta de la calderilla
1654 Blanca 192 1,197 gr. 5 1/2 granos 2 mrs. vuelta de la calderilla
1654 Blanca 220 1,045 gr. 4 granos 2 mrs. vuelta de la calderilla
1658 se ordena consumir el vellón grueso
1658 nueva 55 4,181 gr. 0 granos 8 mrs. se fabrica nueva moneda de cobre
moneda
1658 nueva 220 1,045 gr. 0 granos 2 mrs. se fabrica nueva moneda de cobre
moneda
1658 nueva 55 4,181 gr. 0 granos 4 mrs. baja del 50%
moneda
1658 nueva 110 2,09 gr. 0 granos 2 mrs. mismo valor con doble peso
moneda
1659 nueva 55 4,181 gr. 0 granos 2 mrs. baja del 50%
moneda
1659 nueva 110 2,09 gr. 0 granos 1 mr. baja del 50%
moneda
1660 nueva 51 4,509 gr. 0 granos 4 mrs. nueva moneda que no prosperó
moneda
Año Moned Talla Peso Ley Marav Notas
a (por edís
marco)
1660 carilla 51 4,509 gr. 20 granos 16 mrs. moneda de molino ligada con plata
1660 carilla 102 2,25 gr. 20 granos 8 mrs. moneda de molino ligada con plata
1660 carilla 204 1,127 gr. 20 granos 4 mrs. moneda de molino ligada con plata
1660 carilla 408 0,563 gr. 20 granos 2 mrs. moneda de molino ligada con plata
1660 se ordena consumir la calderilla
1660 se ordena consumir el vellón grueso
1664 carilla 51 4,509 gr. 20 granos 8 mrs. baja del 50% de la moneda de molino
1664 carilla 102 2,25 gr. 20 granos 4 mrs. baja del 50% de la moneda de molino
1664 carilla 204 1,127 gr. 20 granos 2 mrs. baja del 50% de la moneda de molino
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1664 carilla 408 0,563 gr. 20 granos 1 mr.
baja del 50% de la moneda de molino
1664 se prohíbe la circulación de la calderilla
1664 se prohíbe la circulación del vellón grueso
1680 carilla 51 4,509 gr. 20 granos 2 mrs. Baja a la cuarta parte de la moneda de
molino
1680 carilla 102 2,25 gr. 20 granos 1 mr. Baja a la cuarta parte de la moneda de
molino
1680 carilla 204 1,127 gr. 20 granos ½ mr. Baja a la cuarta parte de la moneda de
molino
1680 carilla 408 0,563 gr. 20 granos ¼ mr. Baja a la cuarta parte de la moneda de
molino
1680 cobre 37 6,21 gr. 0 granos 2 mrs. Acuñación de nuevas piezas de sólo cobre
1680 se prohíbe la circulación de la moneda de molinos, la de cobre puro y la falsa
1684 carilla 51 4,509 gr. 20 granos 4 mrs. Restauración de la moneda de molinos con
subida al doble
1684 carilla 102 2,25 gr. 20 granos 2 mrs. Restauración de la moneda de molinos con
subida al doble
1684 carilla 204 1,127 gr. 20 granos 1 mr. Restauración de la moneda de molinos con
subida al doble
1684 carilla 408 0,563 gr. 20 granos ½ mr. Restauración de la moneda de molinos con
subida al doble
Fuentes: Nueva recopilación de las leyes del Reino (1772); Santiago Fernández (2000); Cata- lina
Aduara (1980); B.N.M. Mss. 3207. Fól. 509-511; Fontecha y Sánchez (1968).
Tras un breve periodo de estabilidad monetaria, la guerra declarada por
Francia en 1635 hizo que se necesitaran nuevos ingresos. En 1636 y
1641 la Corona optó por decretar nuevos resellos. El de 1636 afectó a
las piezas de vellón acuñadas antes de 1596, y el de 1641 a las de sólo
cobre, distinguiendo entre las piezas segovianas y las no segovianas,
igual que se había hecho en la baja de 1628. El correspondiente
ajuste se produjo en agosto de 1642, cuando se ordenó otro resello
de todas las piezas, tanto las de vellón como las de puro cobre, que
significó una baja a la sexta parte de su valor. En diciembre de ese mismo
año de 1642, coincidiendo con el intento de subida de la plata, se llevó a
cabo una medida inflacionista, consistente esta vez en el decreto de un
envilecimiento de las tarjas, las piezas de vellón rico. Se ordenaron
nuevas acuñaciones con menor ley y mismo valor facial.
Se observa que el desajuste monetario quedaba agravado por la gran
cantidad de especies diferentes de moneda de vellón. En 1642
circulaban tres especies di- ferentes de numerario fraccionario: la
calderilla, que eran las primitivas piezas de vellón reflejadas en la
Pragmática de Medina del Campo, las cuales, en la primera mitad del
siglo XVI, habían sido envilecidas en dos ocasiones, y posteriormente
reselladas en cinco más. Las tarjas, piezas de vellón rico acuñadas en
1566, con una ley de 62 granos, que fueron envilecidas en 1642. Y las de
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sólo cobre, que se empezaron a acuñar a partir de 1596, oficialmente en
1602, y que hasta 1642 ha- bían sufrido tres resellos. A esta proliferación
de especies había que sumar la di- ficultad de que en ocasiones las
Pragmáticas diferenciaron en los resellos las piezas segovianas.
A partir de aquí, se intentaron toda clase de alternativas para solucionar
el problema de la moneda de vellón, y las medidas inflacionistas
continuaron alternándose con las deflacionistas. La calderilla fue
resellada de nuevo en 1643, esta vez no con intereses fiscales, sino
tratando de conseguir su retorno a la circulación tras la fijación de un
valor excesivamente reducido en 1642.
Tras el resello inflacionista de 1651 y el deflacionista de 1652, se buscó
la estabilidad a través del consumo de las piezas viejas y la emisión de
nuevas ajustadas. Pero el consumo de las piezas no era tarea fácil. La
prohibición de circulación de determinadas piezas ocasionaba escasez
de monedas y por tanto dificultades para el comercio. Lo cierto fue que
las órdenes de consumo tuvieron muy poco éxito, generalmente no se
cumplieron, y piezas prohibidas vuelven a aparecer en la legislación,
como sucedió en las disposiciones sobre consumo de 1652, 1654, 1658,
1660, 1664 y 1680.
Los intentos de consumo fueron complementados con la acuñación de
nuevas piezas. Entre 1658 y 1660 se ordenó acuñar numerario de sólo
cobre correcta- mente valorado; sin embargo, estas monedas fueron
reselladas tres veces en dos años y cuando, en 1660, se trató de
establecer definitivamente su correcto valor, la oposición que tuvieron fue
tan fuerte que dichas acuñaciones no prosperaron. Ese mismo año de
1660, las necesidades financieras forzaron a fabricar nueva moneda
ligada con plata, con un valor facial muy superior a su valor intrínseco.
Esta moneda se llamó de molino por el método de acuñación empleado
en su fabricación. Cuatro años más tarde, estas piezas, en aras de la
estabilidad, fueron reselladas a la mitad. En la misma disposición se
suspendió el curso de la moneda de vellón grueso y también de la
calderilla, en un intento de imponer el uso de la moneda de molino.
En el último cuarto del siglo XVII, el disparatado crecimiento de los
precios obligó a poner remedio definitivo al caos monetario. La
estabilidad se consiguió con las medidas que conformaron la reforma
monetaria de 1680-1686. Después de la drástica baja a la cuarta parte
decretada en 1680 para la moneda de molino, en 1684 se produjo el
ajuste definitivo. La circulación monetaria fue completada con la
fabricación de piezas de puro cobre, con valor de dos maravedíes, a
partir de marzo de 1680. Esta reforma del vellón se remató con el ajuste
de los valores del oro y la plata en 168626. Con estas disposiciones,
Castilla contaba de nuevo con un sistema monetario ajustado. Cierto es
que, en el corto plazo, los efectos de estas medidas no fueron positivos,
pero fueron el precio que se hubo de pagar por contar con un sistema
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monetario estable y bien definido, imprescindible para garantizar el buen
funcionamiento de la producción española y su comercio.
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