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la historia

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Introducción

La historia no tiene principio. Tampoco la antropología. Pero los historiadores de la antropología deben empezar por algún lugar. Existe una
fuerte tentación de decir que la antropología «empieza» con Tylor —o Helvetius o Aristóteles —. El principio de la antropología es muy similar al
comienzo de la misma humanidad: el único modo de tratar una pregunta tan irreflexiva es crear falsas entidades y hacer declaraciones por parte
de eruditos.

No hay ningún acontecimiento, ni persona, antes del cual no existiese la antropología y después del cual existiese. Más bien, existen curiosidades
y activi¬dades humanas que hoy se entienden como antropológicas —y extendemos nuestras conccptualizaciones al pasado, a periodos antes de
que la palabra fuese incluso inventada, y ciertamente a periodos cuando la palabra significaba algo muy diferente de lo que hoy significa.

Seria posible retroceder para decir que los historiadores griegos y romanos. Jenofonte. Heródoto y Tácito, tienen mucho que decir sobre gentes
extrañas y bárbaras que posteriormente pasarían a descripciones etnográficas. Seria sensato empezar con las observaciones del gran geógrafo y
erudito árabe medieval Ibn Jaldun. cuyas descripciones de las gentes africanas y asiáticas son vividas, y hasta donde nosotros podemos juzgar,
precisas. Pero, ¿era Ibn Jaldun antropólogo?, ¿era el Australopitecus un hombre?

Aunque un libro debe tener un principio, sus autores y editores deberían decir a sus lectores por que empezaron donde lo hicieron. Y, ya que
recopilar la histo¬ria de cualquier cosa supone ser altamente selectivo en cuanto a datos y requiere un «punto de vista», sea admitido o no. los
autores o editores deberían dejar abiertas las bases de selectividad.

Las primeras lecturas de este libro datan, aproximadamente, de la década de 1870. de los mismos inicios de la ciencia social moderna. A finales
del siglo xvm y principios del xix, la naturaleza de las culturas europeas estaba cambiando (lo que llegó a llamarse «La Revolución Industrial»
tenia unos cien años). Los pensadores se dieron cuenta de que la filosofía moral ya no era una herramienta adecuada para examinar las
complejidades sociales de la nueva situación. Propu¬sieron nuevas ideas, recogidas de diferentes fuentes, ideas que iban a cuajar en las ciencias
sociales. La publicación de Wealth of Sationx, de Adam Smüh, en el decisivo año de 1776, fue el umbral de la revolución de la ciencia social que
ocuparía los dos siglos siguientes.

Fríe Wolf (1982: 7 y ss) sitúa lo que él llama el «punto decisivo critico» de esta revolución, en las actitudes sociales aproximadamente a mediados
de la década de 1800. Durante esos años, varias «ciencias sociales» recién inventadas se sepa¬raban unas de otras a veces con una fuerte
intensidad. De hecho, la separación fue tan lejos que hoy ningún problema de mayor significado social puede ser resuelto por tan sólo una
ciencia social. F.n la década de 1930 la separación habia alcanzado el punto en que fue preciso inventar la palabra interdisciplinar.
En el periodo entre la publicación del libro de Smith y la mitad del siglo xix, surgieron «disciplinas»: del viejo tema de la economía política y de los
seminarios teológicos surgió la sociología. Como dice Wolf, los primeros sociólogos «separa¬ron el campo de las relaciones sociales de la
economía política». Acentuaron los vínculos sociales; la correlación de esos vínculos con otras partes del ambiente natural y social era
irrelevante. Se crearon nuevos registros para distinguir el nuevo téma de la economía de lo que seria la ciencia política. De hecho, el proceso no
está completo, pues los científicos sociales todavía pasan una canti¬dad desmesurada de tiempo distinguiendo una de otra.

La premisa básica de la entonces nueva sociología era, en palabras de Wolf (1982:8), «el orden social depende del crecimiento y la extensión de
las relaciones sociales entre los individuos». Esta idea está estrechamente asociada con un consenso de actitud: es decir, en términos
antropológicos, una cultura común que se distingue de la cultura de otras-gentes. Esta situación pronto llevó a la ficción de «una sociedad» cuyos
límites están marcados por (I) las intensidades de las relaciones sociales y (2) la observación de las costumbres comunes El error, dice Wolf (y
nosotros estamos de acuerdo), era asumir que las relaciones sociales eran una «causa» de otros fenómenos observables.

Al mismo tiempo, el nuevo tema de la economía maduró, construido sobre Adam Smith y sobre la vieja «filosofía moral». Como afirma Wolf, «la
economía abandonó su preocupación sobre cómo producen las poblaciones socialmentc organizadas para suministrar a sus estados y dedicarse
al estudio de cómo la demanda crca mercados» (1982: 9). La antropología económica tuvo que ser inventada en las décadas de 1950 y 1960
basada en una más temprana disposi¬ción para volver al punto original.

Del estudio de nuevas instituciones gubernamentales surgió una ciencia so¬cial, centrándose en el poder en relación con el gobierno, tanto como
la economía se había centrado en la riqueza en relación con el mercado.

De la filosofía surgió un nuevo tipo de psicología, para ser reestructurada más tarde por la medicina, un proceso que todavía sigue, ya que siguen
forjándose nuevos vinculos entre psicología, biología y medicina bajo nombres como neurop- sicologia.

Todo esto ocurría en un periodo en el cual estaba surgiendo una amplia variedad de doctrinas sociales. Llegaron a ser conocidas colectivamente
como «socialismo» y, en gran medida, surgieron como respuesta a problemas dentro de la doctrina y la práctica del capitalismo.

Hasta este día, todas estas disciplinas arrastran conflictos desde su origen

De los relatos de viajeros, misioneros, oficiales coloniales y muscos reciente¬mente establecidos surgió un tema nuevo al que se le dio el viejo
nombre de antropología. (Aristóteles usó ya esta palabra y Kant escribió un libro corto con «te nombre, pero no se corresponde con lo que hoy
entendemos por antropología.)
La antropología, que surgió como una nueva disciplina a mediados y finales de la década de 1800. intentó retener una visión holistica de la
humanidad, pero, para hacerlo, volvió hacia un tema específico: lo que anteriormente se llamó gen¬tes «primitivas», incluyendo las gentes
prehistóricas y contemporáneas. Esa mis¬ma especialidad hizo difícil a los antropólogos examinar culturas tecnológica¬

mente desarrolladas siguiendo su concepción holistica. Al mismo tiempo apare¬cieron culturas desarrolladas desesperadamente complejas, ya
que fueron exami¬nadas a través de los múltiples objetivos de las disciplinas especializadas Cual¬quier simplificación que ocurriese en el proceso
de civilización fue. en su mayor parte, ignorada.

Hoy. simplemente estamos empezando a escapar del encierro de las premisas marcadas por el sometimiento a la disciplina de la ciencia social.

En la década de 1800, la antropología abrió amplios caminos hacia su futuro: se convirtió en ciencia «empírica». Primero, reunió información de
muchas fuen¬tes historia, libros de viajes, folclore, informes de misioneros y agentes colonia¬les sobre los pueblos que eran de su interés. Un
poco más tarde, la antropolo¬gía descubrió el trabajo de «campo»; la primera de las ciencias sociales en hacerlo. Los antropólogos salieron a
descubrir por si mismos qué hacían estas gentes y qué hacían esas poblaciones y cómo realizaban sus propias actividades. Desde entonces, la
ciencia social nunca ha sido la misma.

El problema de dónde finaliza un libro sobre la historia del pensamiento antropológico es. por lo menos, tan importante como saber por dónde
se empie¬za. y probablemente más discutible.

Nos hemos permitido entrar en la década de 1970. No obstante, subrayamos que deben pasar más décadas antes de que alguien pueda estar
seguro sobre qué enfoques de la disciplina sobrevivirán y cuáles quedarán relegados.

Muchos lectores pueden no estar de acuerdo con la elección de textos que hemos hecho, especialmente los más recientes. Desearían que
hubiésemos inclui¬do X. Y y 7.. Asi. complementarían este libro con lo que ellos consideran más importante.

Finalmente, la historia de la antropología es. por supuesto, precursora de las controversias actuales dentro del tema. La historia y las
preocupaciones de la sociedad mundial actual insisten en determinar cuáles pueden ser esas controver¬sias. No obstante, hemos intentado
evitar las controversias especifica* en la antropología actual. Hay dos razones: la primera es que tales controversias cambian con contribuciones
que influyen en el tema y con el llujo de aconteci¬mientos mundiales; la segunda, c incluso más importante, es que las diferencias de opinión
sobre las áreas más importantes de controversia forman parte de un crecimiento con éxito de la disciplina. Quizás los lectores quieran reflexionar
sobre el impacto de presiones históricas y presentes en el tema.
Posición filosófica para una historia de la antropología

Los antropólogos, comprometidos con la etnología o su estudio a través de la historia, no pueden hacer nada mejor que leer Apologie pour
l'histoire. de Marc Bloch, para encontrar el método y los problemas esenciales del tema. Si añaden a este libro The Idea of History, de R. G.
Collingwood, y What ¡s History?, de E. H. Carr. estarán bien orientados, no sólo para estudiar historia, sino también para hacer cualquier estudio
etnográfico. Sorprende especialmente el libro de Carr por la similitud de ambos enfoques.

Aunque conseguir datos en historia difiere considerablemente de la reunión de datos en antropología, la formación de juicios en ambos campos
son los mismos. Y. asombrosamente, la finalidad es la misma: llamar la atención de nuestros contemporáneos sobre la manera en que gentes de
otros lugares y tiempos han ordenado sus vidas. Estamos interesados en una humanidad común y en los diferentes tipos de vida que los seres
humanos pueden llevar ^:n los problemas comunes, así como en las diferentes soluciones.

Los antropólogos deberían estar entre los primeros en comprender lo esencial de la posición de Collingwood. Este afirmó que la filosofía de la
historia se preocupa, no por el pasado, ni incluso por lo que piensan los historiadores sobre el pasado, sino, más bien, por la relación entre el
pasado y el modo en que los historiadores piensan sobre él. Como afirmó: «El pasado que un historiador estudia no es un pasado muerto, sino
un pasado que. de alguna manera, está aún vivo en el presente» (citado en C'arr 1961: 22). En el caso especifico que tenemos entre manos, al
estudiar la historia antropología, debemos buscar los

significados que los antropólogos de varios lugares y tiempos han encontrado en la antropología. Estos significados son productos de los tiempos
en que vivieron sus autores y hoy son relevantes para nosotros.

Por tanto, estamos estudiando no sólo lo que era la antropología, sino también lo que es y lo que será. Porque lo quc/ue (es decir, como nosotros
vemos que fue) cambia necesariamente con las transformaciones hasta el devenir.

Asi, estamos adoptando sencillamente una visión que algunos historiadores llaman no siempre como un cumplido «presentistica».
Verdaderamente, es cuestionable que un científico adopte cualquier otra visión. Esto no es para implicar que no podemos detectar anacronismos
o que no estamos interesados en lo que Spencer quiso decir en su dia. Obviamente, no podemos entender total¬mente el trabajo de Spencer sin
saber algo de las ignorancias y entusiasmos de sus lectores. Pero, si Spencer no tuviese ningún significado en el mundo de hoy. no serviría de
nada leerlo.

Hemos encontrado significado para la antropología actual en todas las selec¬ciones que hemos hecho. Enumeraremos algunos de estos
significados en intro¬ducciones cortas a cada selección, pero lo que nosotros hemos encontrado está necesariamente limitado por nuestra
visión, asi como por el problema práctico del espacio. Cualquier persona que lea este material a la luz de su conocimiento es probable que
encuentre cosas que nosotros no reconocimos.

Un estudio de la historia de la antropología puede evitar muchos problemas dl presente antropológico. Se dice que Gunnar Myrdal afirmó que
Lord Kcyncs, ya que no sabía sueco y, por tanto, no podía leer los escritos de muchos de los mas ilustres economistas suecos, estaba destinado a
«una originalidad innecesa¬riamente anglosajona». Conocer la historia de la disciplina de uno mismo puede evitar mucha originalidad
innecesaria; también le puede dar muchas y buenas 1 cas, ya que el pasado nunca dice las cosas de la manera que el presente necesita que se
digan. Con la actual cultura, los viejos pasajes adquieren nuevo significa- o* o pierden significado en conjunto. Pensamos que los pasajes que
hemos se eccionado han adquirido nuevo significado y que son significativos para el tuturo de esta materia.

El ■punto de vista»

Hemos orientado la estructura de este libro en torno a la aparición de varias «grandes ideas», cada una de las cuales tuvo un impacto decisivo
sobre todo lo que se llamase antropología antes de su aparición. Cada una de estas ideas tiene una vida que continúa en la antropología, lo
hemos intentado señalar a medida que el tiempo ha ido avanzando.

Obviamente, los antecedentes, o el entorno en que cae un concepto (o del cual emerge, es lo mismo), son también algo esencial para saber su
recepción y uso. Nos parece que algunas de las más importantes fuerzas «externas» en la historia de la antropología eran acontecimientos tales
como la pérdida de los primeros imperios británico y francés y el establecimiento y liquidación final de sus segun¬dos imperios; la Revolución
Francesa y las guerras napoleónicas no sólo dieron un aspecto decisivo a la historia intelectual y a la política, sino que tuvieron el efecto adicional
de llevar una gran población alemana a América. Esta población proporcionó el corazón del sistema educativo norteamericano y de su tradición
liberal, los cuales fueron factores vitales en el desarrollo de la antropología. Entonces, con el eclipse de la tradición liberal y el tropezón del
sistema educativo, la antropología cambió de nuevo.

Otro punto (excepto para Japón) es que las minorías son una parte inherente de la organización, conocida como nación-estado, tanto si éstas
están «fuera», como en Europa Central (los tiroleses son un buen ejemplo), como «dentro», como en Rusia (los alemanes del Volga o los
armenios), y en Estados Unidos (indios, negros y el resto). Los estados nacionales, debido a la cuestión de las «minorías» integradas, crean tipos
algo diferentes de imperialismo colonial que otros, tales como los que crearon el Imperio Romano o el Imperio Olomono. Ellos también crearon
una clase especial de antropología.
Dos grandes pensadores han sido omitidos en este libro, ya que tuvieron impacto en el entorno general de la antropología más que en la propia
antropo¬logía. Son Marx y Freud. Ambos forman parte del Zeilgeist, y sólo en este sentido son parte de la antropología. Ambos estaban
interesados por la antropo¬logía, aunque Marx vivió antes de que la palabra significase lo que significa hoy; Freud leyó extensamente sobre ella.
I-a malinterpretaron tanto como nadie lo había hecho; es decir, usaron materiales antropológicos con fines no antropológi¬cos y con fines que
los mismos antropólogos tienden a desaprobar.

La importancia de Freud para la antropología no se encuentra en obras tales como Tótem and Tabú, en la que pretende versar sobre
antropología; y tampoco son relevantes sus trabajos posteriores como CivUization and Its Discontents, el cual se asigna a estudiantes no
graduados en cursos de ciencia social. Más bien, viene de sus primeros éscritos su libro con Brener. On Hysteria: su pieza maestra The
Interpretaron of Dreams. y las Three Contributions. Estos libros no podían, posiblemente, ser seleccionados en una obra que quiere mostrar los
pasos históricos del desarrollo de la antropologia aunque el Capitulo 7 de The Interpretation of the Dreams puede ser muy bien uno de los
documentos germina¬les de todos los tiempos para la antropologia (a pesar del hecho de que pocos antropólogos lo han leído).

Lo mismo puede decirse de Marx; su trabajo ha sido tan criticado desde su muerte, y sus implicaciones se han hecho tan grandes que.
seleccionar cual¬quier parte de Marx y ponerla en un libro de este tipo es fomentar un malentendido. Los antropólogos tienen que tratar en
algún nivel con Marx, al igual que con Freud. pero como parte del medio, no como una contribución distinta a su propia disciplina. Como el resto
del medio cultural, su «significa¬do» cambia rápidamente según cambian las situaciones sociales y los valores culturales.

Esto no quiere decir que la antropologia no haya hecho grandes contribu¬ciones al medio de otras disciplinas. Después de todo. Marx estuvo
influido por Lewis H. Morgan, y Freud estuvo enormemente influido por muchos antropólogos. Y el tono de finales del siglo xx seria realmente
muy diferente sin ideas antropológicas como la cultura. Nuestros jóvenes serian criados de manera muy diferente si Margare! Mead no hubiese
ido al Pacífico en la década de 1920.

Obviamente, entonces, muchos acontecimientos y tendencias históricas, mu¬chos pensadores y muchos actores, han preparado el escenario
para el surgimien¬to de ideas que hoy llamamos antropologia. Detallarlas todas requeriría otro libro. No obstante, tales tendencias proporcionan
un conjunto de factores que no deben ser ignorados cuando investigamos el pasado de nuestro tema. La antro¬pología, como cualquier otra
búsqueda, está inserta en el tiempo, lugar y cultura Nuestras intuiciones son aplicables a nosotros mismos como a cualquier otro grupo. Si no lo
hacen, algo está mal.

Es mucho más fácil mostrar algunas ideas de la antropologia y dejar a nuestros estudiantes y críticos discutir sobre las que nos hemos dejado.
Espera¬mos y buscamos controversia en este punto.

Las grandes ideas que queremos tratar aqui son la evolución, la cultura, la estructura, el tiempo y los símbolos.
Evolución

La idea de la evolución estaba en el aire hasta principios del siglo xix. Goethe, por ejemplo, era evolucionista. Pero el primer erudito en exponer
la idea en una orma reconocible hoy fue Herbert Spencer. En la década de 1840 crcó una teoria de la evolución que le permitió tomar las mejores
características del determinis- mo geográfico y algunas de las características de la biología de aquel tiempo y explicar todo en términos de «la
supervivencia de los más dotados». Pero Spen¬cer sólo hablaba periféricamente de los animales más dotados; se centró en las tnstituqones
sociales y culturales más dotadas.

Cuanao Spencer propuso la idea de la evolución cultural, esta fue recibida ®on calma. Hubo objeción intelectual de algunas fuentes pero no
indignación oraL La idea de la evolución se hizo discutible sólo más tarde, cuando arwin la aplicó a la biología. Es irónico que el mundo occidental
hiciese algo grande de la publicación centenaria de The Origin of Species. de Darwin. mientras que el centenario del trabajo de Spencer pasase
desapercibido —cier-

xvtii Introducción

tamenie sin celebrarse—. Sólo después de Darwin, bajo el impacto del inapro¬piado nombre de «Darwinismo social», la idea de la evolución
cultural fue un anatema para algunas escuelas de antropologia en la primera mitad del siglo xx especialmente para aquellas cuyos fundamentos
yacen en la tradición liberal alemana.

Asi empezamos nuestro libro, con Herbert Spencer. Spencer no es totalmente «moderno» y, leerlo, significa tratar con un escritor que emplea un
vocabulario que precede la mayoría de la ciencia social tal como la conocemos . Al leer Spencer. uno mismo debe mantener constantemente dos
cosas en mente. Primero, que está trabajando con un vocabulario extremadamente limitado, de ahi que caiga en analogías, falsas
especificaciones e incluso sentido común (pocas cosas cambian más rápidamente que el sentido común). En segundo lugar, cuando se
comprende a Spencer parece, como Shakespeare, estar lleno de tópicos, \todo el mundo sabe eso! Pero todo el mundo sabe eso porque Spencer
y sus colegas lo resolvieron.

Por supuesto hay una continuidad entre las formas preevolutivas y evolutivas de la antropologia. Pero (para tomar un eminente ejemplo
prccvolutivo) la Antropología, de Inmanuel Kant, está muerta. Para toda esa continuidad On the Natural Variety of Mankind. de Blumenbach
(1775). es un libro mejor, pero está igualmente muerto, y por la misma razón.

El principio del siglo xix necesitaba desesperadamente una nueva visión del mundo. Toda la cultura del momento luchaba hacia lo que Spencer,
Darwin, Alfred Russell Wallace, Lcwis H. Morgan, Marx y Engels propusieron: una teoría que explicase el pasado y el futuro de las formas bióticas
y culturales. Lo realmente nuevo sobre la evolución era que explicaba el futuro, así como el pasado; obviamente, no podemos saber las «etapas»
de la futura evolución, pero sabemos que la evolución nos rodea, que cada uno de nosotros es una parle integral de ella. Y como Teilhard de
Chardin (1959) ha señalado, formular la teoría de la evolución fue un gran paso en la evolución.

1.a preocupación por la evolución ha culminado tres veces en antropología una con Spencer y Morgan a mediados del siglo xix; de nuevo con
Lcslie White y sus seguidores y adversarios a mitad del siglo xx; y, de nuevo, con los contratiempos que rodearon la publicación de Sociobiology,
de E. O. Wilson. a mediados de la década de 1970 (la tercera tan reciente que es imposible seleccio¬nar ejemplos que probablemente sigan
siendo válidos).

Durante el periodo entre las dos primeras, los antropólogos intentaron evitar el tema —siempre con verdades que eran irrelevantes
Desaprovecharon la reconstrucción de la historia basándose en una información inadecuada. Noso¬tros también, pero el argumento incluso no
toca la base de la teoría evolutiva. Los seguidores de la evolución volvieron a las trivialidades detalladas de la difusión y los tópicos del
funcionalismo sólo para aprender que ambos podían apoyar la teoría de la evolución.

El periodo entre Leslie White y Wilson vio a los antropólogos cada vez más preocupados por la evolución con cuestiones de adaptación al medio,
estudios sobre primates no humanos y la adaptación de la genética de población a cuestiones antropológicas . Esta preocupación continúa
mientras escribimos.

Cultura

La segunda gran idea que modifica los mismos fundamentos de la antropologia es la idea de cultura, lista idea es muy simple tan simple que.
durante décadas, fue difícil de entender Y tan simple que. como la «vida», parece lo suficiente¬mente evidente y variada. Y, como la vida, se
escapa a la mera definición, es un reino de vida, y es uno de los sistemas, como lo es la vida, para dar la ilusión de apartar el caos en un corto
plazo (ya que ambas contribuyen, a la larga, a ello).

Descubrir la cultura fue tan importante para la evolución como descubrir la célula El siglo después de 1865. aproximadamente, cuando la idea de
cultura empezaba a ser tomada en la ciencia social de la tradición literaria romántica alemana, vio el principio de la antropologia profesional —el
surgimiento de gentes que se llamaron antropólogos más que otros que simplemente hadan antropologia como vocación, porque era una
ocupación interesante y significati¬va para un caballero o un filósofo. Estos nuevos profesionales investigaron la manera en que las nuevas ideas
de cultura se adaptaban a cualquier otra dimen¬sión de sus mundos: la religión estaba entre los primeros temas en ser adaptados a la ¡dea de
cultura por Edward Burnett Tylor y muchos eruditos menores. Pero fundamentalmente, la cultura tenia que adaptarse a las ideas sobre la psique,
la biología, la economía, el gobierno, la familia, la ecología; a ideas acerca de todo.
Diferentes eruditos han pensado que una o más de estas nociones «de adecua¬ción» eran lo esencial del tema. Ha habido deterministas
económicos, determinis¬tas psíquicos, deterministas sexuales, deterministas ecológicos —incluso determi¬nistas culturales.

Hoy tenemos la cultura recien digerida; parece que sabemos lo que «es». Sin embargo, no hemos descubierto el «secreto» de la cultura, en el
sentido que el DNA y la doble hélice son el ‘«secreto» de la vida. Aunque algunos antropólogos (A. R. Radcliffe-Brown es probablemente el más
célebre) han desterrado la pala¬bra cultura en varias etapas de su carrera, hablaron (como Émile Durkheim y Marcel Mauss) de cultura sin usar la
palabra.

Sin el concepto de cultura es demasiado fácil -quizás inevitable retroceder a alguna noción de «memoria populan>. Esto es lo que Sean O'Faolain
hizo en The Irish (1947). Es lo que Freud hizo en Tótem and Tabú. Es la acusación que hizo Marvin Harris (1968) a Durkheim. con alguna pero no
total justifica¬ción. En efecto, Durkheim tenia el concepto de «representación» en lo «colecti¬vo» es donde surge la dificultad—. La noción de
«mentalidad de grupo» no es mas que un paso de hecho un grave paso en falso^ desde la representación colectiva; la «mente ancestral» no es
mas que otro paso en falso añadido.

El concepto de cultura es importante porque nos saca de este tipo particular de misticismo (por no decir sentimentalismo). Verdaderamente, ese
es el proble¬ma. Incomprensiblemente, cambiamos cultura por «una cultura»; adquirimos «una cultura» confundida con asccntria; damos a todo
un aura mística que es undamentalmcnte narcisista -y volveremos a las épocas racistas de las que la •dea do cultura nos debería haber salvado.

Desde que inició su desarrollo, la idea de cultura no ha conocido interrup¬ción. La idea de evolución quedó apartada durante un periodo
bastante largo

cuando fue rechazada por los antropólogos; entonces resurgió en el pensamiento antropológico. Aunque muchos antropólogos han caído en el
misticismo en algunos textos donde palabras más específicas servirían mejor su propósito, sin embargo, ninguna gran escuela de antropología,
que es «la ciencia de la cultura» ha visto a sus seguidores volver la espalda a la cultura. Por ahora.

Estructura

La idea de estructura es tan vieja como el problema de si la suma de las partes es más grande o menor que el total. Pero la estructura en la forma
en que la idea surgiría en el siglo xx predomina en Hcrbert Spencer —quizá antes.

La idea de estructura en su moderno avalar dominante, entró en la antropo¬logia a través de antropólogos sociales británicos. Para ellos no
significaba, ni significa', estructura cultural, sino estructura social. Pero la estructura social «humana», no importa lo «innata» que pueda ser, no
importa lo fácilmente distinguible que sea de la cultura, no debe realizarse en términos culturales. Asi, la cultura —como un modismo para la
expresión de las relaciones que están «estructuradas» en una organización social nunca estuvo ausente. Hemos oido decir a antropólogos
sociales británicos de hace treinta años: «Oh, eso no es importante —sólo es cultura—.» No negaban la cultura, simplemente querían retirarla de
una posición central y darle este papel a la estructura social.

Algo más tarde, la palabra estructura también se aplicó a lo que Noam Chomsky se ha referido como «estructura profunda», que sirve de base al
lengua¬je y a lo que Claudc Lévi-Strauss hizo con su estudio del mito y sus pensées sauiages, siendo un grupo de cultura universal pero
representando algo que es infracultural en el aparato humano perceptivo y conceptual.

- Nos parece que el tema de la estructura está hoy situándose en un lugar seguro dentro de la historia de la antropologia. pero ya no es la
frontera, como lo era todavía a principios de la década de 1970, cuando se preparó la primera edición de este libro Fn estos años intermedios, la
antropología se ha alejado hacia otras especialidades. El orden final de estas fascinantes nuevas especialida¬des no es todavía evidente.

Tiempo y símbolos

Aunque la mayoría de los antropólogos tienen sus propias listas de candidatos, asi como los tópicos de significado duradero en el siguiente
periodo histórico, nos parece que hay por lo menos dos áreas cuya importancia actual puede presagiar futuros horizontes del tema: símbolos y
procesos temporales. Tampoco es nuevo, pero hay nuevos puntos de vista, y ambos parecen moverse hacia el centro de una disciplina todavía
con amplios horizontes.

En gran parte, los antropólogos norteamericanos se adelantcron a los histo¬riadores durante muchas décadas. Cuando los antropólogos
descubrieron «el trabajo de campo», ocurrieron dos hechos decisivos. Primero, ya que el trabajo en el campo etnográfico raramente se realiza
durante largos períodos (se pueden

. f exCcpcioncs como el trabajo de Elizabeth Colson o June Helm), los datos Cl gráficos nos llegan como secciones cruzadas de los procesos
sociales. EadcliC: fe Brown. pr>r ejemplo, sugirió de forma simplista, que un estudio «diacrónico» firíma scríe3e estudios «sincrónicos» colocados
final con final, ti resultado era * ^ acentuaban los hechos etnográficos, mientras que los hechos del creci¬miento o ciclicidad de las instituciones
se escondían.

Aquí hay dos factores: en primer lugar, la mayoria de las instituciones sociales tienen estructuras repetitivas de acontecimientos, tales como
acontecimientos repetitivos de un día o un proceso técnico, o representan trayectorias con un principio, mitad y final, tales como la historia de
una vida o el alza y la caida de una práctica ritual. Además, está la historia y ciertamente se puede hacer antropología partiendo de datos
históricos como de datos etnográficos.
Como punto de partida de esta preocupación con el tiempo y con el proceso, hemos tomado la conferencia de Mfcrrctt de E. E. Evans-Pritchard
de 1950, en la cual hizo un alegato a la importancia de la historia y de la dimensión del tiempo en antropología. Se publicó en aquel momento cl
ensayo. F.uropc and the Peoplc wiíhout History, de Eric Wolf. ha resumido un largo periodo en el que esas implicaciones fueron reconsideradas.
.—

En segundo lugar, se dice que a veces cl símbolo es la esencia de la cultura humana porque es la esencia de la comunicación lingüistica, lo que el
Homo sapiens sólo usa entre criaturas. Se solía decir que, hacer herramientas, era la esencia de la cultura humana, porque ninguna otra especie
podía hacerlo. Enton¬ces, Jane Goodall descubrió que los chimpancés hacen herramientas simples, y se señaló que incluso los elefantes
encuentran y usan herramientas simples. Actual¬mente, la posición del lenguaje está siendo similarmente mermada, ya que los investigadores
han descubierto que los chimpancés pueden captar cl significado de un limitado número de símbolos (después de todo los prrros v Inv rihulkw
pueden aprender unas cuantas órdenes humanasl/Tos chimpancés han sido entrenados para comunicarse por ordenador con seres humanos
entrenados y se les ha enseñado lo básico del lenguaje de los signos, pero aparentemente, ellos no crean nuevos signos y no los enseñan a otros
adultos cuando son colocados en hábitats naturales. Tales estudios, en gran parte, se han abandonado.

Para marcar este área de la antropología hemos escogido algún trabajo pionero de Lévi-Strauss, así como cl trabajo más desarrollado de Víctor
Turncr y Clífford Geertz.

Ser antropólogo actualmente

Existe un mito según cl cual la antropologia es una «ciencia joven». No lo es. Los problemas que preocupan a los antropólogos actualmente han
existido durante mucho tiempo en realidad, desde el decimoprimcr capitulo del Génesis que d»ce cómo Dios dividió a la humanidad en grupos
lingüísticos y asi los hizo Participar en tradiciones culturales mutuamente ininteligibles . Lo significativo dc este libro es que, incluso desde un
punto de vista formal, la antropologia. como la conocemos hoy, retrocede más de ciento cincuenta años.

XXil Introducción

Aunque la antropologia no es una ciencia nueva, carece, sin embargo, de pasado destacado. 1.a razón es que. como los otros cuerpos del
conocimiento que en la jerga de hoy llamamos ciencias del comportamiento, la antropologia desafia nuestro sentido común y entonces forma la
base para un nuevo sentido co¬mún—. La antropologia cambia exponiendo lo absurdo y el error— los mitos y los valores de las culturas que la
engendran. De hecho, los antropólogos pueden ser los mismos poetas que Platón quería echar de su República. Hacen preguntas embarazosas. Y
una vez respondidas, estas preguntas (por lo menos las buenas) no desaparecen. Tampoco son resueltas la mayoría de ellas. Algunas de ellas se
hacen obsoletas debido a las nuevas cuestiones que planteamos.

La historia de la antropologia es entonces realmente la historia de los valores cu d mundo, paiticulanncntc de los del mundo occidental. Algunos
podrían añadir del mundo de la clase media. Aunque en un sentido más estrecho es la historia de cómo algunos de los valores actuales más
eficaces en cl campo de «las ciencias humanas» llegaron a ser lo que son. de los pasos en falso que dimos a lo largo del camino.

Referencias

Carr. E. H.: H’hai ¡s History? I.ondon Macmillan. 1961.

Harrís. Marvin: The Bise of Anthropoiogical Theory. New York: Thomas Y. Crowcll. 1968. O'Faolam. Sean The Irish. Harmondsworth: Pehcan
Books, 1947.

Teilhard de C'hardin. Picrrc: The Phenomcntm of Man Nc» York llarper &. Row, 1959. Wolf. Eric R.: Europe and Ihe People wtthout Hiuory.
Berkeley: Universily of California Press, 1982

PRIMERA PARTE

Evolución unilineal

Herbert Spencer

1820-1903

Antecedentes

Dos ideas dominaron la vida de Herbert Spencer. la de la evolución, para la cual inventó cl termino «supervivencia de los más dotados», y la de la
libertad personal Sus contemporáneos lo describieron como terco, independiente e intelcctualmcntc superambicioso. No obstante, Spencer
siempre se mantuvo firme en sus conviccio¬nes Era un hombre de poca pretensión; « negaba a asistir a funerales, se burlaba de los honores
académicos y desdeñaba la pompa del gobierno. La obsesión de su vida fue explicar toda la naturale/a como un sistema materialista
sincronizado.
Nacido en Derby, Inglaterra. Herbert fue el único hijo que sobrevivió a la infancia. Su padre era un maestro, con unos planteamientos sociales y
religiosos progresistas; su madre era una mujer tranquila y conformista. Spencer fue animado a seguir con su interés por la ciencia,
particularmente por la historia natural, la física y la quimica. con exclusión de la historia y los clásicos De modo que sus contemporáneos
pensaron que estaba insuficientemente educado.

Tenia dieciséis años cuando finalizó su cscolari/ación formal. Volvió a casa y durante un tiempo fue ayudante de profesor. Más tarde se convirtió
en ingeniero de construcción ferroviaria y durante este periodo intentó inventar cosas y publicó unos cuantos artículos técnicos. Del ferrocarril
cambió su interés haci3 la teoría política siendo sus principales preocupaciones limitar las funciones del Estado y conseguir el sufragio universal y
una total separación de la Iglesia y el lisiado.

Cuando tenia veintiocho años se convirtió en subeditor de un periódico, The Economist y, poco después, publicó su primer libro. Social Status.
Los puntos principales del libro eran: I) que «todo hombre tiene libertad para haocr todo lo que desea mientras no infrinja la igual libertad de
cualquier otro hombre»; 2) que las fundones de cualquier Estado deberían estar limitadas a deberes políticos domésticos y a la protección de
agresión extranjera a través de servicios armados; y 3) que es natural que el individuo, a través de su «capacidad de adaptación» se mueva sin
final hada un estado de «ajuste perfecto». Afirmó que «cl progreso., no es un accidente, sino una necesidad».

Spencer publicó un articulo anónimo en 1852 —siete años antes de la publica- dón de Orlgin of Spcctes. de Darwin defendiendo la teoría de la
evolución orgánica. En 1855 llegó Principies of Psychology, en cl que basó condiciones menta¬les en propiedades físicas y químicas particulares.
Ya que esta opinión no fue popular (por no decir escandalosa) y realmente mostró su limitada educación y aversión por la lectura, fue condenada
umversalmente.

Dos años mas tarde. Spencer empezó a formular su sistema filosófico. Se basaba en la evolución y previo - por lo menos diez décadas antes de
que fuese finalmente aceptado— que una teoría de la evolución puede abarcar todos los fenómenos de la naturaleza. Para financiar la
publicadón de su escrito, vendió 601) suscripciones a una serie llamada Descriptive Sociology. El primer trabajo en la serie, First Principies.
apareció en 1862. Mientras tanto había publicado Educa- tion. otro libro «escandaloso», en cl que defendía el desarrollo natural de la inteligencia
del niño, la importancia del interés del aprendiz y la idea de que. enseñar a un niño a través de la libertad y la experiencia, funciona mejor que a
través de las órdenes y del castigo.

Principies of Biology, que se publicó en 1864. fue cl resultado de la colabora¬ción directa con Thomas Huxley. En él abogaba por influencias
ambientales direc¬tas en el organismo y una tendencia de la evolución hada cl equilibrio.
Spencer, a menudo enfermo, fue siempre hipocondriaco. Después de 1866. su vida discurrió casi únicamente entre asociadones intelectuales y
un viaje anual a Escoda. Al sufrir algún tipo de «sobrecarga mental», Spencer se vio continua¬mente forzado a buscar la diversión. Pero él dictaba
durante los descansos cuando estaba remando; recopiló una gran autobiografía; ayudó a fundar la I.iga Anti- Agresión; visitó Estados Unidos y
escribió Man Versus the State —todo a pesar de su aparente delicada salud.

Spencer vivía periódicamente en la miseria; vivió de ganancias inesperadas, tales como legados de su padre y de su tío. y regalos de seguidores
leales. Empezó a recoger algún provecho de su trabajo hacia 1871. Hubo periodos posteriores de miseria, pero cuando murió dejó una
considerable suma para continuar Pcscriptive Sociology.

Spencer contrató a tres eruditos cuando empezó a escribir su monumental Principies of Sociology. Su trabajo era leer y recopilar datos sobre
gentes primitivas sobre las que Spencer pudiese escribir Durante cl mismo periodo usó esc material para su Pescrtpnre Sociology. de varios
volúmenes, y escribió el Study of Sociology, en el que hace consideraciones sobre algunos de k»s problemas con que se enfrenta un científico
social. Finalmente. Principies of Sociology empezó a aparecer en 1877; cl último volumen se publicó en 1896.

Spcncer fue muy conocido por su comparación de la sociedad con un organismo y su creenda de que cl Estado debía ser mantenido sólo en
interés de su» ciudada¬nos. Postuló dos tipos de sociedad l/na era militar (estructurada en el status), y la

otra era industrial (basada en cl contrato», a la cual la militar dio paso en algunos lugares.

I-a creciente mala interpretación de sus criterios amargó los últimos años de Spencer. La apreciación de sus logros surgió en cl último tercio del
siglo xx.

Introducción

Spenccr es considerado como el filósofo de la evolución Esta idea sobre él ha sido tan arrolladora que sus otras contribuciones a la teoría de las
ciencias sociales, normalmente, se ignoran. Realmente, su «filosofía sintética» se ha olvidado en gran manera. Que un autor como Spenccr pueda
ser tan relegado a nuestro inconsciente es verdaderamente paradójico y más porque cl formuló muchos de los términos que hoy s« usan El fue
quien primero usó como términos técnicos palabras como supcrorgánico, función, estructura y sistema También se encuentran en Spencer los
orígenes del funcionalismo estructural —un hecho que se olvidó durante las muchas décadas en que estaba asumido que la evoludón y el
funcionalismo estaban opuestos.

Spenccr. como filosófico sintético, no estaba interesado en las ciencias sociales solas; estaba interesado en todas las ciencias. Tenia un interés
muy especial por la biología Fue ■Spenccr, no Darwin. quien formuló «la supervivencia de los más dotados» aunque realmente fueron Wallaoc y
Darwm quienes detallaron los mecanismos biológicos en funcionamiento.
Más importante para cl antropólogo, Spenccr retuvo el modelo del organismo biológico como la base para cl entendimiento de la esfera social.
Spencer vio el organismo como modelo para la sociedad de dos modos: I) una sociedad representa un sistema que tiene estructuras y funciones;
y 2) una sociedad representa un cierto nivel de evolución social, determinado en base a su diferenciación estructural. Esta aproximadón a la
sociedad representa obviamente el pensamiento por analogía -la analogía orgánica que trata la sociedad como un organismo biológico Se dice
que los procesos que son válidos para la biología evolución, función, estruc¬tura y homeostasis— lo son para la lógica social. Aunque analogía no
es identidad.

Según Spcncer. cl universo se puede explicar solamente en términos evolutivos.

1. a sociedad, afirmó, empezó como un sistema (organismo) no diferenciado y simple. A través de la evolución, las sociedades (obsérvese cl
cambio de singular a plural es de Spcncer ) desarrollaron estructuras especializadas (por ejemplo, cl gobier¬no) para representar funciones
especializadas (por ejemplo, coordinar todo cl siste¬ma). Cuanto más diferenciada estructural y fundonalmente está una sociedad, nene un lugar
más avanzado en una taxonomía evolutiva.

De este tipo de razonamiento Spencer desarrolló dos esquemas diferentes y separados de taxonomía sodal. Son peores que inadecuados, ambos
teóricamente y desde el punto de vista de la utilización de datos. Pero fueron un comienzo importante.

Como se ha observado. Spencer también usó el término supcrorgánico. el cual tiene su propio lugar en la teoría antropológica tal y como se
desarrolló en los escritos de autores como Edward Sapir y Alfrcd Louis Kroeber. En los escritos de Spencer lo supcrorgánico se refiere a ideas que
sobrepagan lo individual. Es a través de lo supcrorgánico. según Spcncer. que la acción coordinada humana es posible Con esta idea. Spencer
tiende al concepto de cultura; realmente, si en la oración anterior se sustituye la palabra cultura, el significado de la oración se hace claro. El
término, por supuesto, es primo hermano de la consciencte collective de Emile Durkheim, otra gran lucha para hablar sobre cultura sin un
concepto de cultura.

A pesar de la total dedicación de Spencer a la conccptualización evolutiva, debe observarse que la teoría evolutiva moderna proviene más
directamente de Morgan que de Spenccr. Pero parece que cl funcionalismo estructural tiene fuertes raíces en los criterios de Spcncer sobre
estructura, función, organismo y evolución.

1. La evolución de la sociedad*

¿Qué es una sociedad?


Esta cuestión debe ser preguntada y respondida al principio. Hasta que hayamos decidido si considerar o no una sociedad como una entidad, y
hasta que decida¬mos si, en caso de ser considerada una entidad, una sociedad se clasifica como absolutamente diferente a todas las demás
entidades o similar a algunas otras, nuestra concepción del tema que tenemos ante nosotros es vaga.

Puede decirse que una sociedad no es sino un nombre colectivo para un número de individuos. Llevando a otra esfera la controversia entre
nominalismo y realismo, un nominalista puede afirmar que. como existen solamente los miem¬bros de una especie, mientras que la especie
considerada aparte de ellos no tiene existencia, asi las unidades de una sociedad como tai existen, mientras que la existencia de la sociedad es
tan solo verbal. Considerando la audiencia de un conferenciante, como un conjunto que, al desaparecer al final de la conferencia, constituye la
prueba de que no es una cosa, sino sólo una disposición de perso¬nas, cl nominalista podría argumentar que este hecho corrobora la idea de que
los ciudadanos forman una nación.

Pero, sin discutir los otros pasos de su argumento, se puede negar el último paso. La disposición, temporal en un caso, es permanente en el otro:
y es la permanencia de las relaciones entre partes componentes lo que constituye la individualidad de un total diferenciado de las
individualidades de sus parles. Una masa rota en fragmentos deja de ser una cosa, mientras que a la inversa, las piedras, ladrillos y madera
previamente separados, se convierten en la cosa llamada casa si se conectan de unos modos establecidos.

Asi. consecuentemente, consideramos una sociedad como entidad ya que, aunque formada por varias unidades, implica cierta concreción en el
conjunto de ellas por la persistencia gencr.il de las disposiciones entre ellas a través del área ocupada. Y es este rasgo el que da nuestra idea de
una sociedad...

Pero ahora, considerando una sociedad como una cosa, ¿qué elase de cosa debemos llamarla? Parece totalmente diferente a todo objeto con cl
que nuestros

• Reimpreso de Roben L. Carnciro. cd. The Prmcipir» o( Sotübgy «Chicago Univer»it> of Chicago PrcM. I967|. con perineo del edilor

sentidos nos informan. Cualquier similitud que posiblemente pueda tener con otros objetos no puede percibirse, sino por la razón. Si las
relaciones constantes entre sus partes la haccn una entidad, surge la pregunta de si estas relaciones constantes entre sus partes son semejantes
a las relaciones constantes entre las partes de otras entidades. Entre una sociedad y cualquier otra cosa más, el único parecido concebible debe
ser uno debido al paralelismo de principio en la disposi¬ción Je tos componentes.

Hay dos clases de agregados con los que se puede comparar el agregado social —cl inorgánico y el orgánico—, ¿Son los atributos de una sociedad
de alguna manera como los de un cuerpo no vivo —o son de alguna manera como los de un cuerpo vivo—?. ¿o son completamente diferentes a
ambos?
La primera de estas preguntas solamente necesita ser preguntada para ser respondida negativamente. Un total cuyas partes están vivas no
puede, en sus caracteres generales, ser como totales sin vida. La segunda pregunta, para no ser así inmediatamente contestada, va a ser
respondida afirmativamente. Ahora tenemos que considerar las razones para afirmar que las relaciones permanentes entre las partes de una
sociedad son análogas a las relaciones permanentes entre las partes de un.cuerpo vivo.

Una sociedad es un organismo

Cuando decimos que el crecimiento es común a los agregados sociales y a los agregados orgánicos no excluimos totalmente a la comunidad con
agregados inorgánicos. Algunos de estos, como los cristales, crecen de manera visible y, según la hipótesis de la evolución, todos han surgido por
integración en algún que otro momento. Sin embargo, comparados con las cosas que nosotros llama¬mos inanimadas, los cuerpos vivos y las
sociedades exhiben tan claramente cl aumento de masa que justamente podemos considerar éste como característico de ambos. Muchos
organismos crecen durante toda su vida. El crecimiento social, normalmente, continúa bien hasta épocas en que las sociedades se dividen o
hasta épocas en que están vencidas.

Aquí tenemos el primer rasgo por el que las sociedades se alian con el mundo orgánico y se distinguen sustancialmente del mundo inorgánico.

También es característico de los cuerpos sociales, como de los cuerpos vivos que. mientras crecen en tamaño, crecen en estructura. Como el
embrión de un animal, que tiene pocas partes distinguibles, pero que al ir adquiriendo más masa, sus partes se multiplican y diferencian. Asi
ocurre con una sociedad. Primero las diferencias entre sus grupos de unidades apenas son visibles en número y grado, pero según aumenta la
población, las divisiones y subdivisiones se hacen más numerosa;: y más determinadas. Además, tanto cu el organismo social como en el
organismo individual, las diferenciaciones sólo cesan con la conclusión del tipo que marca la madure/, y precede la decadencia.

Aunque en los agregados inorgánicos, como en todo cl sistema solar y en cada uno de sus miembros, las diferenciaciones estructurales también
acompañan a las integraciones, éstas son relativamente tan lentas y simples que pueden

ignorarse. La multiplicación de las partes contrastadas en cuerpos políticos y en cuerpos vivos es tan grande que sustancialmcntc constituye otro
carácter común que los distingue de los cuerpos inorgánicos.

Esta comunidad se apreciará mejor al observar que la diferenciación progresi¬va de las estructuras va acompañada de la progresiva
diferenciación de las funciones.
Las divisiones primaria, secundaria y terciaría que surgen en un animal en desarrollo, no asumen sus mayores y menores diferencias en vano.
Junto a las diversidades en sus formas y composiciones están las diversidades en las acciones que realizan: crecen en órganos diferentes con
deberes diferentes. Asumiendo la función completa de absorver cl alimento al mismo tiempo que asume sus carac¬teres estructurales, el sistema
alimentario se va separando gradualmente en por¬ciones contrastadas, cada una de las cuales tiene una función especial que forma parte de la
función general. Un miembro adquiere divisiones y subdivisiones, las cuales representan sus partes principales v secundarias en esta sección

Asi ocurre con las partes en que se divide una sociedad. Una clase dominante que está surgiendo no se hace simplemente diferente del resto,
sino que toma el control sobre cl resto; cuando esta clase separa a los dominantes de los domina¬dos. los primeros empiezan de nuevo a
desempeñar distintas funciones del con¬trol total. Ocurre otro tanto con las clases cuyos actos son controlados. Los diversos grupas en que se
dividen tienen ocupaciones diversificadas: cada grupo, a su vez, también adquiere menores diferencias entre sus componentes, asi como
menores diferenciaciones de tarcas.

Y aquí vemos más claramente cómo los dos tipos de cosas que estamos comparando se distinguen de las cosas de otras clases, ya que tales
diferencias de estructura como lentamente surgen en los agregados inorgánicos no están acom¬pañadas por lo que justamente podemos llamar
diferencias de función.

Al iniciar el próximo y más distintivo rasgo común veremos por qué. en un cuerpo político y en un cuerpo vivo, consideramos estas diferentes
acciones de las diferentes partes apropiadamente como funciones, mientras no podemos conside¬rar asi las diferentes acciones de las diferentes
parles en un cuerpo inorgánico.

La evolución establece en ambas, no simplemente diferencias, sino diferencias claramente conectadas diferencias tales que cada una hace
posible las otras . Las partes de un agregado inorgánico están tan relacionadas que una puede cambiar en gran manera sin afectar
aprcciablcmcnte al resto. Ocurre de otro modo con las partes de un agregado orgánico o de un agregado social. En cada uno de éstos, los
cambios en las partes están mutuamente determinados, y las acciones cambiadas de las partes son mutuamente dependientes. También en
ambos esta mutualidad aumenta según avanza la evolución. El tipo más bajo de animal es todo estómago, todo fachada, todo miembro. El
desarrollo de un tipo que tiene apéndices por los que se mueve o coge la comida sólo puede darse si a estos apéndices, perdiendo poder para
absorber el alimento directamente de cuerpos circundantes, se les suministra alimento por partes que retienen cl poder de absor¬ción. Una
superficie respiratoria a la que se le traen fluidos circulantes para ser

aireados sólo puede formarse con la condición de que la pérdida concomitante de habilidad para suministrarse de materiales para repararse y
crecer sea compensada por el desarrollo de una estructura que trae estos materiales.
De modo similar en una sociedad. Lo que llamamos con propiedad perfecta su organización, implica necesariamente rasgos del mismo tipo.
Mientras es rudimentaria, una sociedad es guerrera, cazadora, constructora de cabañas, cons¬tructora de herramientas: cada parte cumple por
si misma todas las necesidades. El progreso, hasta un nivel caracterizado por un ejército permanente, puede alcanzarse sólo al surgir
disposiciones para suministrar a este ejército comida, ropa y municiones de guerra por el resto. Si aqui la población se ocupa solamente de la
agricultura y alli de la minería si estos manufacturan mercancías mientras aquellos las distribuyen — debe ser con la condición de que a cambio
de una clase especial de servicio prestado por cada parte a otras partes, estas otras partes den respectivamente debidas proporciones de sus
servicios.

Esta división del trabajo, primero explicada por economistas políticos como un fenómeno social, y en seguida reconocida por biólogos como un
fenómeno de los cuerpos vivos, al cual llamaron «división fisiológica del trabajo», es aquella que hace a la sociedad, como a lo animal, un
conjunto vivo. Apenas puedo acentuar suficientemente la verdad que respecto a este rasgo fundamental un organismo social y un organismo
individual son totalmente iguales. Cuando vemos que en un mamífero impresionante los pulmones hacen parar al corazón, que si cl estómago
falla en su cometido todas las demás partes dejan más tarde de actuar, que la parálisis de sus miembros supone en general la muerte del cuerpo
por falta de comida o incapacidad para escapar, que incluso la pérdida de órganos tan pequeños como los ojos priva al resto de un servicio
esencial para su conservación, no podemos sino admitir que la mutua dependencia de las partes es una característica esencial. Y cuando vemos
que en una sociedad los trabaja¬dores del hierro paran si los mineros no suministran materiales, que los fabrican¬tes de ropa no pueden
continuar el negocio sin los que hilan y tejen tejidos textiles, que la comunidad manufacturera dejará de actuar a menos que las agencias de
producción y distribución de comida funcionen, que los poderes de control, gobiernos, oficinas, oficiales legales, policía deben fracasar en
mantener cl orden cuando no se les suministran las necesidades de la vida por las partes mantenidas en orden, estamos obligados a decir que
esta mutua dependencia de las partes es igualmente rigurosa. Diferentes como son los dos tipos de agregados, son iguales respecto a este
carácter fundamental y a los caracteres que él implica.

Como las acciones combinadas de las partes mutuamente dependientes cons¬tituyen la vida del total, y cómo de ahi resulta un paralelismo entre
vida social y vida animal, vemos aún más claramente al averiguar que la vida de cada organis¬mo visible está taimada por las vidas de unidades
demasiado diminutas para ser vistas por el ojo.

El extraño orden Myxomycetcs proporciona una innegable ilustración. Las esporas o gérmenes producidos por una de estas formas se convierten
en mónadas ciliadas, las cuales, después de un tiempo de activa locomoción, cambian a formas como las de las amebas, se mueven, toman
alimento, crecen, se multiplican por
cisión Entonces estos individuos con forma de ameba pululan juntos, empiezan a unirse en grupos y estos grupos a unirse con otros, formando
una masa a veces apenas visible, a veces tan grande como una mano. Este plasmodtum, irregular, mayormente reticular, y sustancialmcntc
gelatinoso, muestra movimientos de sus partes como los de un gigante rizópodo. arrastrándose despacio sobre superficies de sustancias
deterioradas, c incluso hasta los tallos de las plantas. Aquí es enton¬ces demostrable la unión de muchos individuos vivos diminutos para formar
un agregado relativamente vasto en cl que las individualidades se pierden aparente¬mente, pero cuya vida resulta de la combinación de sus
vidas...

1. a relación entre las unidades y la vida del agregado tiene un carácter adicional común a los dos casos. La vida del agregado puede ser
destruida por una catástrofe sin destruir inmediatamente las vidas de todas sus unidades mien¬tras que por otra parte, si ninguna catástrofe la
acorta, la vida del agregado es mucho más larga que las vidas de sus unidades.

En un animal de sangre fria, las células ciliadas hacen sus funciones con perfecta regularidad bastante después de que la criatura de la que
forman parte se ha quedado sin movimiento. Las fibras musculares retienen su poder de contrac¬ción bajo estimulo. Las células de los órganos
secretores siguen vertiendo su producto si se les suministra la sangre artificialmente. Y los componentes de un órgano completo, como el
corazón, continúan su cooperación durante muchas horas después de su separación.

De manera similar, la parada de esas actividades comerciales, coordinaciones gubernamentales, etc., que constituyen la vida colectiva de una
nación, puede ser causada, pongamos por una invasión de bárbaros, sin parar inmediatamente las acciones de todas las unidades. Algunas de
estas clases, especialmente las que se encargan de la producción de comida, pueden sobrevivir largo tiempo y seguir con sus ocupaciones
individuales.

Por otra parte, los elementos vivos diminutos que componen un animal desarrollado se desarrollan individualmente, hacen sus partes, decaen y
son reemplazados, mientras cl animal como total continúa. En la capa profunda de la piel, las células se forman por fisión que, al crecer, son
empujadas hacia fuera, y haciéndose lisas para formar la epidermis; finalmente se exfolian, mientras que las más jóvenes ocupan sus lugares. Las
células del hígado, creciendo por inhibición de sustancias de las cuales separan la bilis, mueren entonces y sus asientos libres son ocupados por
otra generación. Incluso el hueso, que es tan denso c inerte, es penetrado por los vasos sanguíneos que llevan cl material para reemplazar los
viejos componentes por los nuevos. Y la sustitución, rápida en algunos tejidos y lenta en otros, continúa a tal ritmo que durante la existencia
continuada de todo el cuerpo cada porción de él ha sido producida y destruida muchas veces.

Asi es también con una sociedad y sus unidades. La integridad del total como la de cada gran división se mantiene perpetuameme, a ptrsai de las
muertes de sus ciudadanos componentes. La estructura de personas vivas que en una ciudad manufacturera producen algún articulo para uso
nacional, después de un siglo sigue siendo una estructura tan grande, aunque todos los maestros y trabajadores que la compusieron hace un
siglo han desaparecido. Incluso con las partes

menores de esta estructura industrial la similitud permanece. Una firma que data de generaciones pasadas, todavia llevando cl negocio con cl
nombre de su fundador, ha cambiado todos sus miembros y empleados uno por uno, quizás varias veces, mientras que la firma continúa
ocupando cl mismo lugar y mante¬niendo relaciones similares con compradores y vendedores. En todas partes encontramos esto. Cuerpos
gubernamentales, generales y locales, corporaciones eclesiásticas, ejércitos, instituciones de todo tipo hasta cofradías, clubes, asocia¬ciones
filantrópicas, etc., nos muestran una continuidad de la vida que sobrepasa la de las personas que la forman. Más, mejor dicho. Como parte de la
misma ley, vemos que la existencia de la sociedad en general sobrepasa en duración la de alguna de las partes componentes. Sindicatos privados,
cuerpos públicos locales, instituciones nacionales secundarias, ciudades que tienen industrias especiales, pueden decaer, mientras que la nación
se desarrolla en masa y estructura mante¬niendo su integridad.

También en ambos casos, las funciones mutuamente dependientes de las varias divisiones, estando cada una formada por las acciones de
muchas unida¬des, resulta que estas unidades al morir de una en una son reemplazadas sin que la función en que participan sea lógicamente
afectada. En un músculo, cada s3rcómcro que se desgasta cuando le corresponde es sustituido mientras cl resto continúa sus contradicciones
combinadas como de costumbre; la jubilación de un funcionario público o la muerte de un tendero perturba de manera inapreciable cl negocio
del departamento, o la actividad de la industria en la que participaba.

De aquí surge en cl organismo social, como en el organismo individual, una vida del total muy diferente a las vidas de sus unidades, a pesar de
que es una vida producida por éstas.

De esta similitud entre el organismo social y el organismo individual debemos pasar ahora a una diferencia extrema. Las partes de un animal
forman un total concreto, pero las partes de una sociedad forman un total que es discreto. Mientras las unidades vivas que componen uno están
unidas en estrecho contac¬to. las unidades vivas que forman la otra son libres, no están en contacto, y más o menos dispersas. ¿Cómo puede
haber entonces algún paralelismo?

A pesar de que la coherencia entre sus partes es un prerrequisito para esa cooperación por la que la vida de un organismo individual continúa, y
a pesar de que los miembros de un organismo social que no forma un total concreto no pueden mantener cooperación por medio de influencias
físicas directamente pro¬pagadas de parte a parte, pueden y mantienen la cooperación por otro medio. Sin embargo, sin estar en contacto se
afectan unos a otros a través de espacios intermedios, por el lenguaje emocional y por cl lenguaje oral y escoto del intelecto. Para llevar a cabo
acciones mutuamente dependientes es necesario que los impulsos, dispuestos en xus géneros, cantidades y tiempos, se lleven de parte a parte.
Este requisito se cumple en cuerpos vivos por ondas moleculares que son difundidas indefinidamente en tipos inferiores y llevadas por canales
definidos en tipos superiores (la función de estos canales se ha llamado significativamente internuncio!). Esto se cumple en las sociedades por los
signos de los sentimientos y

Estas analogías estructurales llegan a una fase final que es aún más sorpren¬dente. En ambos casos, hay un contraste entre cl modo original de
desarrollo y

un modo posterior.

En cl curso general de la evolución orgánica de tipos inferiores a superio¬res. se han pasado todas las etapas descritas; pero ahora, en la
evolución individual de un organismo de tipo superior estas etapas se acortan en gran manera, y un órgano se produce por un proceso
comparativamente directo. Asi. cl hígado de un embrión mamífero se forma por la acumulación de nume¬rosas células que llegan a ser una masa
que se proyecta de la pared del intestino, mientras, simultáneamente, baja hacia el un cicgo del intestino. La transformación de este cicgo en cl
conducto hepático tiene lugar al mismo tiempo que surgen conductos menores dentro de la masa de las células, conec¬tados con este conducto
principal y mientras tanto se dan otros cambios que, durante la evolución del órgano a través de tipos superiores sucesivamente, van uno detrás
del otro.

En la formación de órganos industriales ocurre lo mismo. Ahora que cl sistema de fábrica está bien establecido: ahora que se ha arraigado
profunda¬mente en la constitución social, vemos directas suposiciones de él en todas las industrias para las cuales se ha demostrado su
conveniencia. Si en un lugar, el descubrimiento de mineral provoca la creación de fábricas de hierro, o en otro un tipo especial de agua facilita
bebida, no se pasa por las primeras etapas de trabajador solo, familia, familias agrupadas, etc., sino que hay un repentino envió de materiales y
hombres al lugar, seguidos de la formación de una estructura productiva de tipo avanzado. No surge solamente un gran establecimiento
des¬pués de la manera directa, sino un grupo de grandes establecimientos. En Ba- rrow-in-Furness vemos una ciudad con sus fábricas de hierro,
sus negocios importadores y exportadores, sus extensos diques y medios de comunicación, todo en cl espacio de unos pocos años después de
ese tipo que ha llevado siglos desarrollar a través de sucesivas modificaciones.

IJn cambio relacionado, pero incluso más marcado en cl proceso evolutivo, es también común a los dos casos. Como en el embrión de un animal
superior varios órganos tienen sus partes importantes asentadas fuera de su orden origi¬nal. de antemano, como ocurría con cl cuerpo en
general, ocurre que los órganos enteros los cuales, durante cl génesis en serie del tipo, llegaron tarde en compara¬ción. entran en el individuo en
desarrollo comparativamente pronto. Esto, lo cual el profesor Haeckel ha llamado heterocronia. se nos muestra en la primera señal del cerebro
en un embrión mamífero, aunque en ci animal vertebrado más inferior no existe nunca cerebro; o. de nuevo, en la segmentación de la espina
dorsal antes de que se íorme cualquier sistema alimentario, aunque en un proto- vertebrado. incluso cuando su sistema alimentario está
completo, hav signos débiles de sesmentación

El cambio de orden analogo en la evolucion sociai se nos muestra mediante nuevas sociedades que heredan los hábitos confirmados de las viejas.
Por ejem¬plo, en Estados Unidos, donde una ciudad en el lejano oeste, nene su hotei, iglesia, oficina de correos, mientras que hay pocas casas, y
donde se construye un ferrocarril a través del desierto antes de los establecimientos. O. por ejemplo.

Australia, donde pocos años después de que las cabañas de los viejos excavadores empezaron a agruparse alrededor de las nuevas minas se
estableció una imprenta y un periódico, aunque en la tierra natal pasaron siglos antes de que una ciudad de tamaño similar desarrollase una
agencia de este tipo.

Funciones sociales

Los cambios de estructuras no pueden ocurrir sin cambios de funciones Mucho de lo que (previamente) se ha dicho, puede decirse aqui con
términos sustituidos. Realmente, como en las sociedades muchos cambios de estructura están más indicados por cambios de función que vistos
directamente, puede decirse que estos últimos ya se han descrito por deducción.

Sin embargo, hay ciertos rasgos funcionales no manifiestamente implicados por rasgos de estructura. A estos deben dedicarse unas cuantas
páginas.

Si la organización consiste en una construcción del total, tal que sus partes pueden realizar mutuamente acciones dependientes, entonces en
proporción co¬mo la organización es alta debe haber una dependencia de cada parte sobre cl resto tan grande que la separación es fatal; y a la
inversa. Esta verdad se muestra igualmente en ci organismo individual y en cl organismo social.

Los agregados animales inferiores están constituidos de tal manera que cada porción, similar a las demás en apariencia, realiza funciones
similares, y aquí la separación espontánea o artificial apenas interviene en la vida de cualquier porción separada. Cuando la partícula de
protoplasma vagamente diferenciada que forma un rizópodo se divide accidentalmente, cada división sigue como antes. Asi ocurre también con
esos agregados de segundo orden en los que los componentes permanecen sustancialmente igual. Los mónadas ciliados que cu¬bren las fibras
córneas de una esponja viva necesitan la ayuda de otros tan poco que. cuando la esponja se separa en dos. cada mitad sigue sus procesos sin
interrupción Incluso cuando ha surgido alguna diferencia entre las unidades, como en el pólipo familiar, la perturbación causada por la división es
temporal: las dos o más porciones resultantes necesitan sólo un poco de tiempo para que las unidades se reorganicen en formas adecuadas
antes de reanudar sus simples acciones ordinarias.
Lo mismo ocurre por la misma razón, con los agregados sociales inferiores. Un grupo errante sin cabeza de hombres primitivos se divide sin
ningún inconve¬niente. Cada hombre, en seguida guerrero, cazador y constructor de sus propias armas, etc., con una piel roja que tiene en cada
caso los mismos trabajos penosos a realizar, necesita concierto con sus compañeros sólo en la guerra y hasta cierto punto en la caza. y. excepto
para luchar, cl concierto con la mitad de la tribu es tan bueno como el concierto con el total. Incluso cuando existe la mimma diferenciación
implicada por la autoridad, poco inconveniente resulta de la sepa¬ración voluntaria o forzosa. Antes o después de que una parte de la tribu
emigra, algún hombre se convierte en cabeza, y recomienza una vida social tan inferior como sea posible.

los pensamientos transmitidos de persona a persona, primero de manera vaga y sólo a través de corlas distancias, pero |uego m¿s definid a
mente y a través de cortas distancias, pero luego más definidamente y a través de distancias más grandes. Es decir, la función internupcial, que
no puede ser conseguida por estímulos física-mente transferidos, se consigue por el lenguaje emocional e intelectual.

Esta dependencia mutua de las partes que constituye la organización es asi eficazmente establecida. A pesar de lo discreto en lugar de lo
concreto, el agrega¬do social se hace un total vivo...

Ahora, resumamos las razones por las que consideramos una sociedad como un organismo.

( rccc continuamente. Según crece, sus partes se hacen diferentes: muestra incremento de estructura. Las partes diferentes simultáneamente
asumen activi¬dades de distintos tipos. Estas actividades no son simplemente diferentes, sino que sus diferencias están tan relacionadas como
para hacerse posible unas a otras. La ayuda reciproca asi dada causa dependencia mutua de las partes. Y las partes mutuamente dependientes,
viviendo de y por las demás, forman un agrega¬do constituido sobre el mismo principio general que un organismo individual. La ana ogia c c una
sociedad con un organismo se hace todavía más clara al averi¬guar que cada organismo de tamaño aprcciable es una sociedad, y al averiguar
espucs que en ambos las vida* de las unidades continúan duramente un tiempo si a vi a del agregado se para de repente, mientras que si el
agregado no se tstruve por la violencia su vida excede en larga duración las vidas de sus um a es. A pesar de que los dos SOn contrastados,
respectivamente, como discre¬to y concreto, y a pesar de que resulta una diferencia en los fines favorecida por la organización, no hay
diferencltt cn las )cvcs dc ,a

organización: las influencias requerí as mutuamente dc las partes, no transmisibles de manera directa, son transmitidas dc manera indirecta cn
una sociedad

abiendo asi considerado de forma general las razones para considerar una con^det ilf >m° ^ °r^an'smo‘ es,amos preparados para seguir la
comparación
Crecimiento social

Las sociedades, como los cuerpos vivos, empiezan como gérmenes se originan c masas que son extremadamente diminutas en comparación con
las masas que a gunos dc ellos ¡legan a alc<*nzar quc dc pequeñas multitudes errantes han surgí o las mas grandes sociedades es una conclusión
para no ser atacada, Las crramicntas o as gente*; más rudas incluso que las que usan los

sa vajes existentes, implican la ausencia de esas arles por las que se han hecho posi > c grandes agregados dc hombres Las ceremonias religiosas
que sobrevivie- on entre las razas históricas antiguas señalaban a un tiempo cn cl que los progenitores de esas razas tenían cuchillos de sílex,
hacian fuego frotando trozos e ma era y debían vivir en grUpos tan pequeños corno sólo es posible antes del surgimiento dc la agricultura.

La implicación es que por integraciones directas c indirectas, con cl paso del tiempo se han producido agregados sociales un millón de veces en
tamaño los agregados que existieron solos cn un pasado remoto. Aqui hay entonces un crecimiento que nos recuerda, por su grado, cl
crecimiento de los cuerpos vivos.

Entre este rasgo dc la evolución orgánica y cl rasgo responsable de la evolu¬ción supcrorgánica hay un paralelismo más: los crecimientos cn los
agregados de diferentes clases son muy variados cn sus cantidades.

Echando un vistazo al conjunto total dc tipos dc animales, vemos que los miembros dc una clase grande, los Protozoos, raramente tienen un
tamaño mayor que cl microscópico por cl cual cualquier animal grande empieza. Entre los muy numerosos tipos dc Cotlenterata. las masas van
destic la pequeña hidra a la gran medusa. Los tipos anélidos y de moluscos, respectivamente, nos muestran gran¬des contrastes entre sus
miembros inferiores y superiores. Y los animales verte¬brados. por término medio más grandes que el resto, presentan enormes diferen¬cias
entre ellos.

Diferencias semejantes de tamaño nos sorprenden cuando observamos cl conjunto total de sociedades humanas. Distribuidos por varias
regiones, hay grupos pequeños todavía muestra existente del tipo primordial dc socicdad —. leñemos wooti retidas que viven a veces en parejas
y sólo se reúnen dc vez cn cuando; tenemos bosquimanos que deambulan en familias y ocasionalmente forman grupos más grandes: tenemos
fueguinos agrupados cn docenas o veinte¬nas Las tribus de australianos, tasmanios. andamanes. son variables dentro de los limites dc quizas
veinte a cincuenta. Y dc manera similar, si la región es inhóspita, como con los esquimales, o si las artes de la vida están sin desarrollar, como con
los nativos australianos, o si razas superiores cercanas son obstáculos para ci crecimiento, como con las tribus indias dc las montañas, como los
juang, esta limitación al tamaño primitivo continúa. Donde un sucio provechoso permi¬te mucha comida y donde una vida más establecida, que
lleva a la agricultura, incrementa dc nuevo cl suministro dc comida, nos encontramos con agregados sociales más grandes: como muchos cn las
islas polinésicas y en muchas partes dc Africa. Aqui. cicn o doscientos, varios miles, muchos miles, se mantienen juntos más o menos como una
masa. Y entonces, en las sociedades superiores, en lugar de miles parcialmente agregados, tenemos millones totalmente agregados.
Los crecimientos dc los organismos individuales y sociales son similares en otro aspecto. En cada caso cl tamaño aumenta por dos procesos que
se dan a veces por separado, a veces juntos. Hay aumento por simple multiplicación dc las unidades, causando aumento del grupo; hay aumento
por unión de grupos, y dc nuevo por unión dc grupos de grupos. El primer paralelismo a demasiado simple para necesitar ser ilustrado por los
hechos que nos enseñan que cl segundo debe ser explicado.

La integración orgánica, tratada extensamente en los Principies of tíiology, se debe resumir aqui para que la comparación sea inteligible... El
animal más pequeño, como la planta más pequeña, es esencialmente un grupo diminuto dc moléculas vivas. A veces, como cn cl compuesto
Vorticellae y en las esponjas, sus

último caso la tribu dominante, al mantener su supremacía, desarrolla más su carácter militar, haciéndose así diferente de las otras.

Cada ve/ que estos subgrupos se han consolidado tanto que sus poderes unidos se ejercen por medio dc una institución dc gobierno, llega el
momento dc aliarse con otros subgrupos o subyugarlos, lo que, a veces, puede finalizar en fusión. Cuando esto ocurre se da una complejidad más
grande cn la institución de gobierno, con su rey. gobernantes locales y pequeños jefes; y al mismo tiempo surgen divisiones de clases más
marcadas, militares, religiosas, esclavos, etc. Entonces claramente la complicación de la estructura acompaña a un incremento dc la mas;».

Este aumento dc heterogeneidad, que cn ambas clases de agregados se da justo al crecimiento, presenta otro rasgo común. A diferencia de las
partes, debida al desarrollo dc las instituciones coordinadoras, le sigue una diferencia entre las agencias coordinadas, los órganos dc
alimentación, etc., en un caso, y las estruc¬turas industriales en el otro.

Cuando los agregados animales del orden inferior se unen para formar un orden superior, y cuando, dc nuevo, estos agregados secundarios se
componen cn agregados terciarios, cada componente es primero similar a los otros componen¬tes. pero cn cl curso dc la evolución surgen
diferencias y se hacen más y más indudables. Entre los Coelenierata las etapas están claramente indicadas. De los lados dc una hidra común
brotan otras nuevas que al estar totalmente desarrolla¬das, se separan del padre. En los hidroides compuestos los jóvenes pólipos producidos dc
manera similar permanecen siempre juntos y cuando ellos repiten el proceso forman un agregado ramificado. Cuando los miembros del grupo
compuesto llevan vidas similares y casi independientes, como cn varios géneros arraigados, permanecen iguales salvo los que se convierten cn
órganos reproduc¬tores. Pero cn los grupos flotantes y nadadores, formados por un proceso similar, los miembros condicionados dc manera
diferente se hacen distintos, mientras que asumen diferentes funciones.

Asi ocurre con los menores grupos sociales combinados cn un mayor grupo social. Cada tribu tenia originariamente unas divisiones industriales
tan débil¬mente marcadas como suficientes para su bajo tipo de vida, y éstas eran como las dc otra tribu. Pero la unión facilita el intercambio de
productos y si, como normalmente ocurre, las tribus componentes ocupan respectivamente localidades favorables a tipos diferentes de
producción, ocupaciones diferentes se inician, y de ahi resulta la diferencia dc las estructuras industriales. Incluso entre tribus no unidas, como
las de Australia, la permuta de productos suministrados por sus respectivos hábitats continúa mientras la guerra no lo impide. Y. evidentemente,
cuando se ha alcanzado tal nivel dc integración como en Madagascar, o cn los principales Estados negros dc Africa, la paz interna que sigue a la
subordinación de un gobierno hace fácil el intercambio comercial. Si las panes similares penna- necen juntas, la dependencia mutua se hace
posible y. junto al crecimiento dc la dependencia mutua, las partes se hacen diferentes.

El avance cn la organización que sigue asi al avance cn la agregación, diferente en organismos individuales y en organismos sociales, está de
acuerdo en ambos casos con la regla general: las diferenciaciones van dc las más generales a

las más especiales. Primero amplios y simples contrastes dc las partes, luego dentro de las partes primariamente contrastadas, cambios que
hacen divisiones diferentes de ellas, luego dentro de cada una dc estas divisiones diferentes, dife¬rencias menores, y así continuamente.

Las etapas sucesivas en el desarrollo dc una columna vertebrada ilustra esta ley en los animales. Al principio, una depresión alargada del
blastodcrmo. llama¬da la «estría primitiva», representa cl axis cerebro espinal entero; no hay marcas de vértebras, ni incluso contraste entre la
parte que va a ser la cabeza y la parte que va a ser la espina dorsal. Las arrugas que limitan esta estría, creciendo y doblándose más rápidamente
cn cl final anterior, cl cual a la vez se hace más ancho, empiezan a haccr cl cráneo distinguible dc la espina, y el principio de segmentación cn la
parte espinal, mientras que la parte cefálica permanece sin segmentar, refuerza cl contraste. Dentro dc estas divisiones principales pronto surgen
divisiones menores. El cráneo rudimentario, doblándose hacia adelante, adquiere simultáneamente tres dilataciones indicando los centros
nerviosos con¬tenidos. mientras que la segmentación de la espina dorsal, extendiéndose a su final, produce una serie casi uniforme de «proto-
vértebras». Primero estas proto- vértebras no sólo se diferencian muy poco unas de otras, sino que cada una es relativamente simple, una masa
cuadrada. Gradualmente, esta serie casi unifor¬me. se convierte en divisiones diferentes —el grupo cervical, el grupo dorsal, el grupo lumbar; y
mientras la serie dc vértebras se hace asi especializada en sus diferentes regiones, cada vértebra cambia de esa forma general que primero tenia
en común con cl resto, a la forma más especial que finalmente la distingue del resto Al mismo tiempo, con el embrión se dan procesos similares,
los cuales primero hacen a las partes grandes diferentes dc las otras partes grandes, y entonces hacen las partes de esa parte diferentes una de
otra.

Durante la evolución social se puede trazar metamorfosis análogas cn todos los lugares. El surgimiento de la estructura que ejerce el control
religioso servirá como ejemplo. En tribus simples, y cn grupos dc tribus durante sus primeras etapas de agregación, encontramos hombres que
son hechiceros, sacerdotes, adi-vinadores, exorcistas, doctores, hombres que tratan con los supuestos seres sobre¬naturales dc todas las
maneras posibles: propiciándolos, buscando conocimiento y ayuda de ellos, dándoles órdenes, dominándolos. Junto al avance cn la integra¬ción
social, surgen diferencias dc función y dc rango. En tanna «hay fabricantes de lluvia... y multitud dc otros “hombres sagrados**» (Turner 1861:
89); cn Fiji no hay sólo sacerdotes, sino también profetas (Williams y Calvert 1858,1: 229>; entre los isleños hawaianos hay adivinadores y
sacerdotes (Ellis 1826: 118); entre los neozelandeses. Thomson distingue entre sacerdotes y hechiceros (1859, I: 116); y entre los cafres, además
dc adivinadores y fabricantes de lluvia, hay dos clases dc doctores que creen cn lo sobrenatural y en agentes naturales al curar a sus pac-icnic*
(Buckhousc 1844: 230).

Sociedades más avanzadas, como las dc la antigua América, nos muestran todavía una gran multiformidad dc este grupo una vez uniforme. En
México, por ejemplo, la clase medica, descendiente de una clase de hechiceros que trataron antagónicamente con los agentes sobrenaturales
que se suponía causaban enfer¬medad. eran distintos dc los sacerdotes, cuyos tratos con los agentes sobrenatura-

individualidades dc los componentes agregados se hacen menos distintas. En algunos Cotlenterata, aunque mantienen una independencia
considerable, la cual muestran moviéndose como amebas cuando están separadas, tienen sus indivi¬dualidades principalmente inmersas cn la
del agregado formado dc ellas: como la hidra común. Los agregados terciarios resultan dc manera similar dc la masa de los secundarios...

El crecimiento social procede por una composición y recomposición análogas. El grupo social primitivo, como el grupo primitivo dc moléculas
vivas con el que la evolución orgánica empieza, nunca consigue un tamaño considerable por simple aumento. Donde, como entre los fueguinos,
los suministros dc comida salvaje producidos por un hábitat inclemente no permitirán a más dc una veinte¬na aproximadamente vivir en cl
mismo lugar, donde, como entre los andamanes, limitados a una franja de orilla respaldada por un impenetrable bosque, cuarenta es el número
aproximado dc individuos que pueden encontrar presa sin ir dema¬siado lejos dc su morada temporal (Movat 1863: 300), donde, como entre los
bosquimanos, deambulando por regiones áridas, sólo son posibles grupos peque¬ños e incluso algunas familias «a veces tienen que separarse, ya
que cl mismo lugar no ofrece suficiente sustento para todos» (Lichtenstein 1812-1815. II: 194). tenemos ejemplos extremos de la limitación de
simples grupos, y la formación de grupos migratorios cuando se pasa cl limite.

Incluso cn hábitats bastante productivos, la fisión de los grupos se necesita finalmente dc una manera semejante. Extendiéndose según su
número aumenta, una tribu primitiva alcanza una difusión cn la que sus partes se hacen incoheren¬tes, y gradualmente se separa cn tribus que
se hacen distintas tan rápido como sus dialectos constantemente divergentes se convierten cn diferentes lenguas. A menudo no ocurre nada más
que la repetición dc esto. Conflictos dc tribus, disminuciones o extensiones de algunas, crecimientos y divisiones espontáneas dc otras,
continúan.

La formación de una sociedad más grande se da sólo por la unión dc estas sociedades más pequeñas, lo que ocurre sin eliminar las divisiones
previamente causadas por separaciones. Este proceso se puede ver ahora entre razas no civilizadas, igual que se dio un dia entre los antepasados
dc las razas civilizadas. En lugar de la independencia absoluta de los grupos pequeños, los más avanza¬dos nos muestran ligeras cohesiones entre
grupos más grandes. En América del Norte, cada una de las tres grandes tribus dc comanches consta de varias familias teniendo una combinación
tan débil como resultado del carácter personal del gran jefe (Schoolcraft 1853-1856. I: 260; Bollaert 1850: 267). Según Burton. tam¬bién entre los
dakotas hay siete familias, cada una incluyendo otras menores y en total, según Catlm. cuarenta y dos (1876. I: 209). Dc manera similar las cinco
naciones iroquesas tienen cinco tribus.

fcn condiciones lavorablcs surgen uniones más estrechas dc esios giupos originales ligeramente coherentes, pero sólo se hacen permanentes de
vez en cuando. L’na forma común del proceso es la que describe Masón, que ocurría entre los Karcnni (1868: 130). «Cada pueblo, con su escaso
dominio es un Estado independiente, y cada jefe un principe, pero dc vez en cuando surge un pequeño Napoleón, quien domina un reino y
construye un imperio. No obstante, las

dinastías duran sólo con la mente controladora.» Lo mismo ocurre cn Africa. Livingstonc dice: «Antes, todos los maranja estaban unidos bajo el
gobierno dc su gran jefe. Undi;... pero después de la muerte dc Undi se hizo pedazos... Este ha sido cl destino inevitable dc lodo imperio africano
desde tiempos inmemoriales» (ref. perdida).

Sólo ocasionalmente resulta un agregado social compuesto que resiste un periodo considerable, como Dahomcy o Ashanti, que es «un conjunto
dc Esta¬dos que deben una especie de obediencia feudal al soberano» (Beccham 1841: 86). I-as historias dc Madagascar y de varias islas
pohnésicas también presentan estos grupos compuestos transitorios, de los cuales a la larga, cn algunos casos, surgen algunos permanentes.
Durante los primeros tiempos dc las extinguidas razas civilizadas se pasaron como etapas. En palabras dc Maspcro. Egipto «se dividió primero cn
un gran número de tribus, las cuales cn varios puntos empezaron a establecer simultáneamente pequeños Estados independientes, ca¬da uno dc
los cuales tenia sus reglas y su culto» (1878: 18). Los grupos com¬puestos de griegos que se formaron primero fueron los que resultaron de la
subyugación de ciudades más débiles por ciudades vecinas más fuertes. Y en cl norte de Europa, durante los„dias paganos las numerosas tribus
germánicas, cada una con sus divisiones cantonales, ilustraban esta segunda etapa dc agre¬gación.

Después dc que estas sociedades compuestas se consolidan, la repetición del proceso cn una más gran escala produce sociedades doblemente
compuestas, las cuales, normalmente siendo consecuentes pero débilmente, se hacen cn algunos casos bastante coherentes. Maspero deduce
que los egipcios descritos anterior¬mente como resultantes dc las integraciones de las tribus, se unieron cn los dos grandes principados. Alto
Egipto y Bajo Egipto, que fueron al final unidos, convirtiéndose los Estados pequeños cn provincias. Los documentos jactanciosos dc reyes
mcsopotámicos nos muestran de manera similar esta unión dc uniones. Asi también cn Grecia la integración que ocurría primero localmcntc,
empezó después a combinar las sociedades menores en dos confederaciones. Durante los dias romanos surgieron federaciones de tribus con
objetivos defensivos que final¬mente se consolidaron, y más tarde se convirtieron en agregados aún más gran¬des. Antes y después de la era
cristiana, lo mismo ocurrió por todo cl norte dc Europa. Después de un periodo dc vagas y varias combinaciones, cn tiempos posteriores, como
bien ilustra la historia francesa, varios pequeños territorios feudales se convirtieron en provincias y varios dc ellos más tarde cn reinos.
Por tanto, cn los crecimientos orgánico y supcrorgánico vemos un proceso dc composición y recomposición llevado a varias etapas. En ambos
casos, después dc una consolidación dc los agregados más pequeños, viene cl proceso dc forma¬ción de los agregados más grandes por la unión
dc los pequeños; en ambos casos, la rcpctición dc ole proceso convierte a los agregados cn terciarios.

El crecimiento orgánico y el crecimiento supcrorgánico tiene aún otra analo¬gía. Como se ha dicho anteriormente, cl aumento por multiplicación
de los individuos en un grupo y cl aumento por la unión dc los grupos pueden produ¬cirse simultáneamente, y asi se hace cn ambos casos.

Los grupos originales, animal y social, no sólo son pequeños, sino que les falta densidad. Las criaturas dc tipos inferiores ocupan grandes espacios
conside¬rando las pequeñas cantidades dc sustancia animal que contienen, y las socieda¬des de tipo inferior se extienden sobre áreas
relativamente amplias respecto al número de sus componentes. Pero, asi como la integración, cn los animales, se muestra por concentración, asi
como por aumento dc volumen. la integración social que resulta del agrupamiento dc grupos se une al aumento del número contenido por cada
grupo. Si contrastamos los grupos cn regiones habitadas por tribus salvajes con las multitudes que ocupan regiones iguales cn Europa, o si
contrastamos la densidad de población en Inglaterra bajo la Hcptarquía con su densidad actual, vemos además que cl crecimiento producido por
la unión dc grupos ha seguido al crecimiento intersticial. Asi como cl animal superior se ha hccho no sólo más grande que el inferior, sino más
sólido, así también lo ha hccho la sociedad superior.

El crecimiento social, junto al crecimiento dc un cuerpo vivo, nos muestra cl rasgo fundamental dc la evolución bajo un aspecto doble. 1.a
integración se presenta cn la información dc una masa más grande y en el progreso dc esta masa hacia esa coherencia debido a la proximidad de
las partes.

No obstante, es propio añadir que hay un modelo de crecimiento social respecto al cual cl crecimiento orgánico no permite ningún paralelismo,
éste causado por la migración dc unidades dc una sociedad a otra. Entre muchos grupos primitivos y unos cuantos desarrollados éste es un factor
considerable, pero generalmente sus cfcctos tienen una relación tan pequeña con los efectos del crecimiento por aumento dc población y unión
dc grupos que no califica mucho la analogía.

Estructuras sociales

En las sociedades, como cn los cuerpos vivos, el incremento de masa va normal¬mente acompañado por el incremento de estructura. Junto a
esta integración que es cl rasgo primario dc la evolución, ambos exponen en altos grados el rasgo secundario, la diferenciación.

La asociación dc estos dos caracteres en los animales fue descrita cn los Principies of Bioiogy, 44. Excluyendo algunos tipos inferiores de ellos,
cuyas actividades están poco por encima dc las de las plantas, reconocemos la ley general dc que los grandes agregados tienen organizaciones
superiores. Las calificaciones dc esta ley que se dan junto a diferencias dc medio, de hábitat, de tipo, son numerosas, pero cuando están hcchas
dejan intacta la verdad de que para llevar la vida combinada dc una masa extensa se requieren disposiciones complicadas.

También uai ocurre con las sociedades. Según progresamos dc grupos peque* ños a más grandes, dc grupos simples a grupos compuestos, de
grupos compues¬tos a otros doblemente compuestos, la diferencia dc las partes aumenta. El agregado social, homogéneo cuando es diminuto,
normalmente gana en heteroge-neidad con cada aumento del crecimiento, y para alcanzar gran tamaño debe adquirir gran complejidad. Veamos
las etapas principales.

Naturalmente cn un Estado como el de los cayaguas o los indios wood dc América del Sur. tan poco sociales debido a la dispersión de sus
asentamientos, la organización social es imposible c incluso donde hay una ligera asociación dc familias, la organización no surge mientras son
pocos y errantes (Southcy 1810- 1819. II: 373). Grupos de esquimales, australianos, bosquimanos. fueguinos, están incluso sin ese contraste
primario dc las partes implicado por la autoridad establecida. Sus miembros no están sujetos a ningún control más que al que temporalmente
adquieren los más fuertes, o más astutos, o con más experiencia: incluso no existe un núcleo permanente. Habitualmentc. donde existen simples
grupos más grandes, encontramos algún tipo dc cabeza. Aunque no es una regla uniforme (ya que. como veremos en adelante, el génesis dc una
agencia dc control depende dc la naturaleza dc las actividades socialcs). es una regla general. Los grupos sin cabeza, totalmente sin gobernar, son
incoherentes y se separan antes dc adquirir tamaños considerables: pero junto al mantenimiento de un agregado que se acerca, o sobrepasa, los
cien, encontramos ordinariamente una agencia simple o compuesta que rige uno o más hombres afirmando y ejerciendo una autoridad que es
natural o sobrenatural, o ambas. Esta es la primera diferencia¬ción social.

Normalmente, poco después viene otra que tiende a formar una división entre las partes reguladora y operativa. En las tribus más inferiores esto
se representa toscamente sólo por el contraste cn status entre los sexos: los hombres, teniendo libre control, realizan actividades externas tales
como nos muestra la tribu, principalmente en la guerra, mientras que las mujeres se hacen esclavas del trabajo que realizan las partes menos
especiali/adas del proceso de sustento. Pero este crecimiento tribal y el establecimiento de la autoridad, de la superioridad militar, causa un
aumento de la parte operativa mediante la adición dc cautivos a ella Esto empieza discretamente. Mientras los hombres mueren cn la batalla, y a
menudo son comidos después, los que no combaten son esclavizados. Los pata¬gónicos. por ejemplo, hacen esclavos a las mujeres y a los niños
que cogen cn la guerra (Fitzroy 1839, II: 166). Más tarde, y especialmente cuando cl canibalismo cesa, viene la esclavitud de cautivos masculinos,
por lo que. cn algunos casos, resulta una parte operativa claramente distinguida dc la parte reguladora. Entre los chinooks, «los esclavos hacen
todo cl trabajo laborioso» (Ross 1849: 42). Leimos que los beluchis, evitando cl duro trabajo del cultivo, se lo impusieron a los jutts, los antiguos
habitantes a quienes habían subyugado (Postans 1848: 142). Bcccham dicc que cn la Costa Dorada es normal hacer esclavos para cl cultivo (1841:
136). Y entre los fclatahs «los esclavos son numerosos: los machos se emplean cn la tejeduría, la recogida dc madera o hierba, o cualquier otro
tipo de trabajo: algunas dc las mujeres hilan... preparan cl hilo para tejer, otras machacan y muelen cl trigo, etc.» (Dcnhan el al.. 1828. II: 94).
Junto al aumento dc masa causado por la unión de agregados sociales primarios con uno secundario, una diferencia más de las partes surge. El
mante¬ner junto al grupo compuesto supone una cabeza del total, asi como cabezas de las partes, y una diferenciación análoga a la que
originariamente produjo un jefe, ahora produce un jefe o jefes. A veces la combinación se hace para defenderse dc un enemigo común, y a veces
resulta dc la conquista del resto por una tribu. En el

les eran propiciatorios. Más tarde, la elase sacerdotal incluía diferentes claves, dividiendo los oficios religiosos entre ellos, sacrificadorcs.
adivinadores, cantan¬tes. compositores dc himnos, instructores de juventud: y también había gradua¬ciones de rango cn cada uno (Clavigero
1787. I: 272).

Este progreso dc lo general a lo especial en cl sacerdocio ha llevado, cn las naciones superiores, a unas diferencias tan marcadas que se han
olvidado los parentescos originales. Los sacerdotes-astrólogos dc razas antiguas fueron los que iniciaron la clase científica, ahora especializada dc
manera variada; dc los sacerdotes-doctores dc antes ha surgido la clase médica con sus grandes y meno¬res divisiones; mientras que dentro dc la
clase clerical han surgido no sólo varios rangos dc Papa a acólito, sino también vanos tipos dc funcionarios, decano, sacerdote, diácono, corista,
así como otras clases tales como curas y capellanes. Similarmentc, si trazamos cl génesis dc cualquier estructura industrial, como esa dc la cual
los herreros primitivos que fundían su propio hierro asi como hacían herramientas dc él, nos trac a nuestros distritos manufactureros de hierro,
donde la preparación del metal se separa cn función, refinamiento, pudclación, lamina¬ción. y donde convertir este metal cn herramientas se
divide cn varios negocios.

La transformación aqui ilustrada es realmente un aspecto dc esa transforma¬ción de lo homogéneo en lo heterogéneo que caracteriza a la
evolución en todos los lugares; pero que la verdad que debe notarse es que caracteriza a la evolución de organismos individuales y socialcs cn
grados especialmente altos.

Un estudio más profundo dc los hechos nos muestra otro paralelismo sor¬prendente. Los órganos dc los animales y los órganos dc las sociedades
tienen disposiciones internas estructuradas sobre el mismo principio.

Aunque las visceras dc las criaturas vivas difieren unas dc otras cn muchos aspectos, tienen, no obstante, varios rasgos cn común. Cada viscera
contiene instrumentos para llevar alimento a sus partes, para traerle materiales sobre los que operar, para llevarse cl producto, para desangrar
sustancias dc desecho, asi como para regular su actividad. Aunque cl hígado y los riñones son diferentes cn apariencia general y cn sus
estructuras diminutas, asi como cn los cometidos que cumplen, tanto cl uno como cl otro tiene un sistema dc arterias, un sistema dc venas, un
sistema linfático tiene canales ramificados a través de los cuales escapan sus excreciones, y nervios para estimular y examinar —. En gran medida
la similitud es cierta dc esos órganos superiores que, cn lugar de elaborar, purificar y distribuir la sangre, ayudan a la vida general llevando a cabo
acciones externas —los órganos nerviosos y musculares . Estos también tienen sus con¬ductos para traer materiales preparados, conductos para
eliminar materiales destruidos, conductos para llevarse sustancias decadentes; como también sus neuronas y fibras dc control. Por tanto, junto a
las muchas acentuadas diferen-cias dc estructura, están estas acentuadas comunidades dc estructura.

Lo misino ocurre cn una »ocicdad. Los ciudadano* agrupados que forman un órgano que produce algún producto para uso nacional, o que de
otro modo satisface necesidades nacionales, tiene cn él estructuras subordinadas sustancial¬mente como las de cada órgano haciendo la función
dc uno a otro. Por ejemplo, un distrito donde se teje algodón o un distrito donde se hacen cubiertos, tiene un grupo de agencias que tratan la
materia prima, y un grupo de agencias que

recogen y envían los productos manufacturados; tiene un aparato dc canales mayores y menores a través dc los cuales las necesidades dc la vida
se envían dc los stocks generales circulantes a través del reino, y se traen a casa a los trabaja¬dores locales y a los que los dirigen; tiene
instrumentos, postales y otros, para traer esos impulsos por los que la industria del lugar es estimulada o examinada; tiene poderes de control,
políticos y eclesiásticos, que mantienen el orden y fomentan acciones saludables. Asi también cuando dc un distrito que esconde ciertos artículos
volvemos a un puerto dc mar que absorbe y envía artículos, vemos que las agencias distribuidoras y moderadoras son mayoritariamente las
mismas. Incluso cuando cl órgano social, cn lugar dc realizar una actividad material tiene, como una universidad, la misión dc preparar ciertas
clases de unidades para funciones socialcs dc tipos particulares, este tipo general dc estruc¬tura se repite: los instrumentos para cl sustento y la
regulación locales, diferentes cn algunos aspectos, son similares cn cscncia hay clases similares de distribu¬ciones. clases similares para ci control
civil, y una clase especialmente desarrolla¬da para cl control eclesiástico.

Al observar que esta comunidad de estructura entre órganos sociales, como la comunidad dc estructura entre órganos en un cuerpo vivo,
necesariamente acom¬paña a la dependencia mutua, veremos incluso más claramente que hasta ahora

lo grande que es la similitud dc la naturaleza entre la organización individual y la organización social.

Debe mencionarse una analogía estructural más. La formación de órganos cn un cuerpo vivo procede dc maneras que podemos distinguir como
primarias, secundarias y tercianas, y. paralelas a ellas, hay maneras primarias, secundarias y terciarias cn que se forman los órganos socialcs.
Miraremos cada uno dc los tres paralelismos por sí mismos.

En animales dc tipos inferiores, la bilis es segregada, no por cl hígado, sino por células separadas metidas en una parte dc la pared del intestino.
Estas células realizan individualmente su función dc separar ciertas sustancias dc la sangre, e individualmente vierten lo que separan. No existe
ningún órgano, estrictamente asi llamado, sino sólo un numero dc unidades todavía no agregadas cn un órgano.
Ksto es análogo a la incipiente forma dc una estructura individual en una sociedad. Primero, cada trabajador realiza su ocupación solo, y él
mismo dispone del producto a los consumidores. La disposición todavía existente cn nuestros pueblos, donde cl zapatero remendón hace y
vende botas en su propio hogar y cuando cl herrero sin ayuda hace cl herraje que sus vecinos necesitan, ejemplifica cl tipo primitivo dc toda
estructura productiva. Entre los salvajes surgen peque–as diferencias dc las aptitudes individuales. Incluso dc los degradados fueguinos. Fitzroy
nos dice que «uno se hace experto con la lanza: otro con la honda; otro con un arco y una flecha» (1839. II: 186). Como las diferencias de
habilidad entre los miembros dc tribus primitivas hacen a algunos fabricantes de cosas especiales, resulta que necesariamente cl órgano
industrial empieza como una unidad social. Donde, como entre los indios shasta de California, la fabricación de arcos es una profesión distinta,
está claro que la superioridad manipuladora siendo la causa dc la diferenciación, cl trabajador está primero solo (Bancroft 1875-1876. I: 343).

Y durante periodos posteriores dc crecimiento, incluso en pequeñas comunidades establecidas, este tipo continúa. La afirmación dc que entre los
negros costeros «el hombre más ingenioso cn cl pueblo es normalmente el herrero; carpintero, arquitecto y tejedor» (Wintcrbottom 1H03. I: 89).
mientras nos muestra fundones artesanas cn una etapa sin diferenciar, también nos muestra lo totalmente indivi¬dual que es la estructura
artesanal; siendo la implicación que según crece la sociedad, es por la adición dc más dc estos individuos, realizando sus ocupacio¬nes
independientemente, que se encuentra la demanda adicional.

Por dos cambios simultáneos, un órgano oculto incipiente cn un animal alcanza esa estructura superior con la cual se puede hacer nuestra
próxima comparación Las células pasan dc un grupo esparcido a un grupo compacto, y se convierten cn un compuesto. En lugar dc una sola
célula elaborando y emi¬tiendo su producto especial, ahora tenemos un pequeño saco alargado que contiene una familia dc células, y éste, a
través de una abertura cn un lado, da salida a sus productos. Al mismo tiempo se forma un grupo integrado dc estos folículos, cada uno
conteniendo unidades ocultas y teniendo su orificio separado dc descarga.

En sociedades semicivilizadas encontramos un tipo dc órgano social estre¬chamente relacionado con este tipo de órgano individual. En una dc
estas comunidades establecidas y en crecimiento, las demandas a los trabajadores individuales, ahora más especializados en sus ocupaciones, se
han hccho ince¬santes. y cada trabajador, ocasionalmente presionado por cl trabajo, convierte a sus hijos cn ayudantes. Esta práctica, que
empieza incidentemente, se establece y finalmente se hace una costumbre imperativa que cada hombre debe educar a sus hijos para su propio
negocio. Son numerosas las ilustraciones dc esta etapa. La ocupación especializada, «como cualquier otra vocación y oficio cn Perú, siempre
pasaba de padre a hijo. La división de las castas era tan precisa como la que existía en Egipto o Indostán» (Prescott 1847. I: 138). En México,
tam¬bién, «los hijos en general aprendían los oficios dc sus padres, y se dedicaban a sus profesiones» (Clavigero 1787. 1: 338). Lo mismo ocurría
en las estructuras industriales de las naciones europeas cn los primeros tiempos. Por el código teodosiano un joven romano «estaba obligado a
seguir el empleo de su padre... cl pretendiente que buscaba la mano dc su hija podía sólo obtener a su donce¬lla casándose con b vocación de la
familia dc ella» (Palgrave 1832, I: 332).

En la Francia medieval las artesanías se heredaban, y los periodos del inglés antiguo se caractenzaron por un uso similar. Ramificándose de la
familia a través dc generaciones en un número de familias semejantes, realizando la misma ocupación, produjeron el germen del gremio, y las
familias relacionadas que monopolizaban cada industria formaban un grupo que habitualmcnte ocu¬paba cl mismo barrio. De ahi los nombres
existentes dc muchas calles de ciudades inglesas como «Fcllmongcr, Hoiicmongcr y Fleshmongcr. Shoewrigth y Shieldwright, Turncr y Salten»
(Kcmble 1849, II: 340). una segregación de esto aún existe cn los bazares orientales.

Y ahora, al observar cómo uno de estos barrios se componía dc muchas familias parecidas, cada una con hijos trabajando bajo la dirección
del padre, quien, mientras copartia cl trabajo, vendia el producto, y quien, si la familia y cl

negocio eran grandes, se convertía principalmente cn un canal que recibía la materia prima y entregaba cl articulo manufacturado, vemos que
existia una analogía con el tipo dc órgano glandular antes descrito, cl cual consiste de un número de folúculos contiguos que contienen células y
tienen bocas separadas.

Se puede trazar un tercer nivel dc la analogía. Junto a ese aumento del órgano glandular que necesitan las funciones más activas de un animal
más desarrollado, hay un cambio dc estructura consiguiente al aumento de volumen. Si los folículos se multiplican mientras sus conductos tienen
que ser llevados a un lugar, resulta que sus orificios ocupan un área más grande de la pared de la cavidad que recibe la descarga; y si la extensión
lateral de este área se anula por las necesidades funcionales, resulta que el área necesitada se gana por la formación dc un ciego. Más necesidad
dc este tipo lleva a los ciegos secundarios a separarse de este ciego principal, cl cual se hacc cn parte, un conducto. Asi, a la larga, surge una gran
visccra. como un hígado, que tiene un solo conducto principal con ramificaciones a través dc toda su masa.

Ahora vamos del tipo dc órgano industrial antes descrito por etapas parale¬las a un tipo superior. No hay un salto repentino del tipo familiar al
tipo fábrica, sino una transición gradual. El primer paso se nos muestra cn las normas de los gremios bajo las cualcs se podía añadir un aprendiz a
los miembros dc la familia (posiblemente primero un pariente) quien, como Brcnta- no (1870: 129-130) dicc «se convertía cn un miembro dc la
familia dc su maestro, quien lo instruía cn cl oficio, y quien, como un padre, tenia que vigilar su moral y su trabajo»; prácticamente un hijo
adoptivo. Habiéndose establecido esta modificación siguió cl empleo dc aprendices que se habían convertido en oficiales. Con el desarrollo de
este grupo familiar modificado el maestro se convirtió en vendedor dc artículos hechos, no sólo por su propia familia, sino también por otros, y
según su negocio iba creciendo, dejó necesariamente de ser un trabajador y se convirtió totalmente en distribuidor —un canal a través del cual
salían los productos, no dc unos pocos hijos, sino dc muchos artesanos que no estaban relacionados con él. Esto dio lugar a establecimientos en
los que los empleados eran más numerosos que los miembros de la familia, hasta que. a la larga, con el uso del poder mecánico, llegó la fábrica,
una serie de habitaciones, cada una con multitud de unidades productivas y cada una enviando su co-rriente tnbutana dc procducto para unirse a
las otras comentes antes dc alcanzar cl único lugar de salida. Finalmente, cn los órganos industriales muy desarrollados, vemos muchas fábncas
agrupadas en la misma ciudad, y otras cn ciudades cercanas, a las cualcs y dc las cuales vienen las materias primas y van lus balas dc ropa, calicó,
etc., por caminos ramificados.

Hay lugares donde una nueva industria pasa estas etapas cn cl curso dc pocas generaciones, como ocurrió con la manufactura dc medias. En los
condados dc Midland, hacc cincuenta años, cl traqueteo dc un bastidor para hacer medias solitario venia dc una casa dc campo al lado de la
carretera; cl trabajador solo, hacia y vendia cl producto. Surgieron talleres cn los que se podían oir estos telares, estaban cl padre y sus hijos,
quizás con un oficial. A la larga surgió cl gran edificio que contenía muchos telares movidos por una máquina dc vapor, y. finalmente, muchos
edificios grandes cn la misma ciudad.

listo es diferente con agregados altamente organizados de cualquier tipo. No podemos cortar un mamífero cn dos sin causar la muerte
inmediata. Retorcer la cabeza de un ave es mortal. Ni incluso un reptil, aunque puede sobrevivir al perder la cola, puede vivir cuando su cuerpo
se divide. Y entre las criaturas anclidas ocurre que. aunque cn algunos géneros inferiores la bisección no mala a cada mitad, mata a ambas cn un
insecto, un arácnido. o un crustáceo.

Si cn las sociedades superiores cl efecto dc la mutilación es menor que cn los animales superiores, aún es grande. El sexo medio separado dc su
entorno pararia en pocos días todos sus procesos socialcs por falta dc suministros. Si se cortasen cl distrito del algodón de Liverpool y otros
puertos se detendría su industria y seguiría la mortalidad dc su gente. Hagamos una división entre las poblaciones cercanas que funden metal o
hacen velarte por maquinaria, y ambos, muriendo socialmente en cl acto por detener sus acciones, empezarían a morir individualmente. Aunque
cuando una sociedad civilizada está tan dividida que parte de ella se deja sin una agencia central de control puede surgir una. a pesar de que hay
mucho riesgo de disolución, y antes dc que la reorganización sea eficiente debe pasarse por un largo periodo de desorden y debilidad.

Asi el consenso dc funciones se acerca según avanza la evolución. En los agregados inferiores, individuales y sociales, las acciones dc las partes
son poco dependientes unas dc otras; cn cambio, en los agregados desarrollados dc ambas clases la combinación dc las acciones que forma la
vida del total hacc posible las acciones componentes que constituyen las vidas de las partes.

Otra consecuencia, evidente a priori y probada a posteriori, debe nombrarse. Donde las partes están poco diferenciadas pueden desempeñar
fácilmente las funciones dc otras pero donde están muy diferenciadas pueden realizar las funcio¬nes dc otras dc manera muy imperfecta o no las
pueden realizar en absoluto.
Dc nuevo, cl pólipo común nos muestra un claro ejemplo. Una dc estas criaturas con forma dc saco admite ser vuelta al revés, de manera que la
piel se convierte en estómago, y cl estómago cn piel, cada uno empezando a realizar cl trabajo del otro. Cuanto más subimos en la escala dc
organización menos factibles encontramos estos cambios. Aún. hasta cierto punto, las sustituciones dc funciones son posibles en criaturas
altamente desarrolladas. Incluso cn el hombre la piel muestra una huella dc su poder original de absorción, ahora monopo¬lizado por el canal
alimentario. Estas acciones experimentadas por otros son. no obstante, más manifiestas entre partes que tienen funciones ya relacionadas. Si.
por ejemplo, la función excretora dc la bilis del hígado es impedida, otros órganos excretores, los riñones y la piel, se convierten cn canales a
través de los cuales la bilis se elimina Si un cáncer en el esófago impide tragar, la co¬mida detenida, dilatando cl esófago, forma una bolsa en la
que se hace una digestión imperfecta. Pero estas pequeñas habilidades dc las partes diferencia¬das para descargar los deberes dc otras no se
muestran donde han divergido más Aunque la membrana mucosa, continua con la piel en vanos orificios, si se vuelve dc dentro a fuera, asumirá
en gran parte los caracteres y poderes de la piel, la membrana serosa no lo hará; ni cl hueso ni cl músculo puede en-cargarse, por ninguna de las
visceras, porciones de sus funciones si ellas fra¬casan.

En los organismos sociales, altos y bajos, encontramos estos relativamente grandes y relativamente pequeños poderes de sustitución. Por
supuesto, donde cada miembro dc la tribu repite cada uno dc los otros en su modo dc vida no hay ninguna función diferente para ser
intercambiada; y donde esta pequeña diferenciación ha surgido sólo implicada por la permuta de armas por otros artículos, entre un miembro dc
la tribu hábil en fabricar armas y otros menos hábiles, la destrucción de este miembro especialmente hábil no supone un gran mal. ya que cl
resto puede hacer individualmente lo que él hizo por ellos, aunque no tan bien. Incluso en sociedades establecidas de tamaño considerable
encontra¬mos lo mismo cn cierto grado. Zurita diee sobre los antiguos mexicanos, «cada indio conoce todas las destrezas manuales que no
requieren gran habilidad o delicados instrumentos» (1840: 183) y en Perú «se esperaba que cada hombre conociese las diversas destrezas
manuales esenciales para cl confort doméstico» (Prcscott 1847,1: 138): las partes dc las sociedades estaban tan poco diferenciadas en sus
ocupaciones que era factible suponer las ocupaciones de las otras.

Pero en sociedades como la nuestra, especializada industrialmcnte y de otros modos en altos grados, las acciones de una parte que fracasa en su
función no pueden ser asumidas por otras partes. Incluso si los trabajadores del campo poco cualificados hiciesen huelga, sus obligaciones serian
realizadas muy inadecuada¬mente por la población urbana; y nuestras manufacturas dc hierro se pararían si los artesanos cualificados dejasen
de trabajar y tuvieran que ser sustituidos por campesinos u obreros dc fábricas dc algodón. Los mineros y peones aún podrian realizar menos
eficazmente las funciones superiores, legislativa, judicial, etc.

Evidentemente. la misma razón para este contraste se mantiene cn los dos casos. En proporción según las unidades que forman cualquier parte
dc un organismo individual están limitadas a un tipo de acción, como la dc absorción, segregación, contracción o transmisión de un impulso, y se
adaptan a esa acción, pierden adaptación para otras funciones; y en el organismo social la disciplina requerida para cumplir eficazmente un
deber especial causa incapacidad para cumplir deberes especiales bastante diferentes a él.

Más allá dc estas dos principales analogías funcionales entre organismos individuales y organismos sociales, que cuando están poco
desarrollados, la división o la mutilación causa pocos inconvenientes, pero cuando están muy desarrollados causa gran perturbación o muerte, y
que cn los tipos inferiores de cualquier elase las parles pueden asumir las funciones dc las otras, pero no pueden en los tipos superiores, varias
analogías funcionales consecuentes se pueden ampliar donde el espacio lo permite.

Es verdad que cn ambos tipos de organismos la vitalidad aumenta tan rápido como las funciones se especializan. En cualquier caso, antes de que
existan estructuras, respectivamente, adaptadas para las acciones diferentes, estas se reuli/an mal y cn ausencia de instrumentos desarrollados
para fomentarlas, la utilización de los servicios de otras es pequeña. Pero junto al avance dc la organización, cada parte, más limitada cn su
cometido, realiza mejor su función; los medios dc intercambiar beneficios se hacen más grandes; cada uno ayuda a todos, y todos ayudan a cada
uno con una cficicnciu cn aumento; y la actividad total que llamamos vida, individual o nacional, aumenta.

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Lewis Henry Morgan 1818-1881

Antecedentes
Lewis Henry Morgan fue uno de los pensadores más influyentes del siglo xtx no solo para el futuro de la antropología, sino también para el futuro
del capitalismo y de la política mundial. Aunque Morgan fue, desde el punto de vista de su economía, profundamente capitalista, su trabajo
sobre la evolución, según fue interpretado por Marx y Engcls, llevó a este ultimo a algunos de sus puntos mas destacados. Morgan fue abogado y
hombre de negocios de clase media, burgués y cristiano. Pero se interesó únicamente por la revolución industrial.

No obstante, la época de Morgan necesitaba tener una nueva wsión del mundo; pero Morgan carecía de intención para proporcionarle una. no
obstante, su investi¬gación se fundó en esa necesidad para formular una visión del mundo.

Fue uno de los trece hijos de una antigua familia de Massachusetts que. querien¬do hacer el oeste, se estableció en la zona norte del Fstado de
Nueva York. Iba bien en el C-Olftgin tan bien quo entro en el Union Collcyr con categoría júnior Aquí fue un orador brillante en los debates
Después de graduarse en 1841). pasó cuatro años estudiando derecho, l úe durante este período cuando empezó el estudio de toda su vida
sobre el indio norteamericano, particularmente los iroqueses. Fundó una sociedad secreta. «ThcGordian Knot», diseñada según la Federación
Iroquesa Los miembros celebraban reuniones por la noche, alrededor de fuegos, con vestidos auténticos, ti grupo se convirtió en el «Grand Order
of the Iroquois», siendo sus

objetivos establecidos estudiar y promover la tradición india, educur a lo» indios y defender los derechos indios contra una política
gubernamental agresiva c injusta. En 1847. después de representar con éxito sus intereses contra las demanda* de tierra, Morgan fue nombrado
miembro honorario de la nación Séneca. Cuando los intereses de muchos miembros del «Grand Order» degeneraron en jolgorio, Mor¬gan dejó
la organización y encontró otros medios de ayudar a los indios.

Después de sus exámenes a la abogacía, una roccsión económica y una sobrea¬bundancia de abogados en el oeste de Nueva York lo
mantuvieron trabajando en la granja familiar en Aurora durante tres años. Dio algunas conferencias relacionadas con el «renacimiento clásico»,
apoyó actividades antialcohólicas y continuó leyendo.

En 1851. Morgan se trasladó a Rochester. Nueva York, y formó una empresa de abogados con su antiguo compañero de clase y amigo (ieorge F.
Danforth; tuvo mucho éxito. También se casó con Mary Elizabeth Steele y publicó su League ofthe troquen ese año; este libro fue el resultado de
años de investigación con la colabora¬ción de su amigo Ely S. Parker, un séneca. Se considera «el primer relato científico» sobre indios, y todavía
se mantiene firme como una valiosa etnografía.

Morgan fue a Michigan en 1858. Viajó como representante de los Ferrocarriles Centrales de Nueva York c intentó también vigilar sus propias
inversiones Mien¬tras estaba alli se interesó por el castor, lo que le llevó a una década de estudio y, en
1868, a la publicación de The American Bearer and His Works El libro es todavía una importante fuente de conocimiento sobre el animal.

También en Michigan descubrió que el sistema de parentesco de los indios ojibwa era precisamente como el de los iroqueses 1.a idea de que
podía generalizar los conceptos presentados en su libro sobre los iroqueses exaltaba la imaginación de Morgan Viajó por Kansas. Nebraska.
Missouri > hacia el norte, hasta la Bahía de Hudson. estudiando casi 70 tribus y formulando la teoría de que un sistema de parentesco era típico
de todos los indios norteamericanos- Entonces, con la ayuda de la Smühsonian Institution desarrolló y divulgó mundialmcntc un cuestionario
para reunir las terminologías de parentesco de centenares de gentes. Morgan publi¬có los datos y las conclusiones de su estudio en 1871.
titulándolo Systems of Consanguutüy and Affiniiy oj (he Human Family. Sigue siendo un monumento y una gran fuente de datos.

El trabajo mas conocido de Morgan es Ancient Society. Desde que se publicó por primera vez en 1877. no ha estado nunca agotado. Propuso en
dicho libro un esquema referente a la evolución de la familia y al análisis del grupo de descenden¬cia unilineal. Aunque los antropologos hoy
dudan que haya habido alguna evolu¬ción en la forma de la familia después de que los seres humanos se convirtieron en «animales familiares»
en las primeras etapas de su propia evolución y aunque muchas escenas de la evolución cultural se han cuestionado, lo esencial del libro es
irrebatible. Realmente, leerlo hoy a la luz de los sucesivos años de la antropología es una gran experiencia

El último libro de Morgan fue Houses and House-Ufe of (he American Ahortgi- net. Es todavía un libro importante en el estudio de la proxemia de
los grupos domésticos.

Morgan mantuvo ÍU primer interé* por la* leve* y 1» politiro y, nomo conserva¬dor. sirvió en la asamblea de Nueva York y, mas tarde, en el
Senado entre 1X61 y

1869. Sólo uno de sus libros, ¡wagut- of ihe /raquitis fue provechoso por si mismo. La considerable prosperidad de Morgan se baso en sus
inversiones y en el ejercicio de la abogacía Su vida en Rochester. dominada poi su presbiteriainsino, fue una vida tranquila (aunque marcada por
la tragedia familiar).

Hombre de envidiable energía. Morgan perteneció a muchos grupos literarios, a la Academia Nacional de las Ciencias, y a la Asociación
Americana para el Avance de la Ciencia. Fue la fuerza creativa detras del desarrollo de la Sección Antropológi¬ca en la última organización, y fue
su presidente durante 1879-1880 Su biblioteca fue muy conocida por su tamaño y contenido —y por los armarios de libros que él mismo talló.

En 1880 apoyó la creación de una expedición antropológica para estudiar las Áreas de los indios pueblo. El estudio, dirigido por A. F. Bandalicr.
iba a durar muchos años Morgan murió en diciembre de 1881; dejaba gran parte de su fortuna para la creación de un colegio para mujeres en la
Universidad de Rochester

Introducción
Tres aspectos del trabajo de Morgan aún viven; 1) su descubrimiento del sistema clasificatorio del parentesco; 2) su distinción analítica entre
familia y casa, especial¬mente su cuidadoso análisis de la manera en que las dos encajan en la sociedad india norteamencana; y 3) sus
contnbuciones a una teoría antropológica más amplia Fue muy importante descubrir que los indios norteamericanos, como gentes de todas las
panes del mundo, usan una terminología dasificatoria del parentesco (es decir, usan la misma palabra para madre y hermana de la madre, etc.),
('orno resultado, muchos antropólogos, desde Morgan, se han especializado en parentesco

o sistemas de parentesco. El sistema clasificatorio del parentesco es parte del tema de todos los trabajos de Morgan, pero está más
ampliamente tratado en sus Systems of Consangumity and Affmity of ihe Human Family (1871). 1.a casa se examina en Houses and House-Ufe o/'
(he American Ahorigines (1881).

No obstante, la principal contribución de Morgan a la teoría antropológica más amplia está en k» que se ha llamado enfoque «matenalista» a la
evolución y la sociedad. Como hemos dicho, Ancient Society (1877) es uno de los trabajos más importantes e influyentes en el pensamiento
evolutivo; al ser Morgan un materialis¬ta, encontró apoyo en diferentes partidos. Cuando F.ngcls descubrió su libro, hizo una interpretación de él
que es uno de los cánones del materialismo dialéctico. La influencia de Morgan en la arqueología, tanto en circuios marxistas como no marxistas,
ha sido considerable debido a su enfoque matenalista. Hoy, su mayor influencia se encuentra en el «materialismo cultural». Por otra parte,
debido al uso poco cuidadoso del método comparativo (para una critica véase el articulo de Boas más adelante en este libro) y el libro no critico
de datos por practicantes menores, tales comparativismo y evolucionismo fueron casi totalmente ignorados en la antro¬pología americana
desde aproximadamente 1900 a 1949 (fecha de la publicación de 7he Science of Culture de l.eslíe White).

Es a través de su intento en Ancient Sacie (y de entender la sociedad por medio de la tecnología y la economía cuando Morgan produjo mayor
impacto sobre Engcls. Gordon Childe. Leslie White y Marvm Harris Los datos de Morgan no ¡ueron siempre los mejores y algunos de ellos pueden
haberse malinterpretado— pero esto no les resta méritos a los valiosos principios que sirven de base a su teoría

En Ancient Society Morgan propone un esquema evolutivo en el qiw cada etapa evolutiva se corresponde con ciertos tipos de tecnología y
subsistencia. Por ejemplo, la etapa de «Barbarie Media» empieza con el desarrollo del arco y la flecha y termina con el uso de cacharros. En otras
palabras, cada etapa de la evolución debe tener una tecnología especifica, asi como un tipo de vida sociocuitural que corres¬ponda a la
tecnología. Hoy sabemos que las etapas de Morgan, con sus particulares

indicadores tecnológicos, están equivocadas. Pero también sabemos —y Morgan tema razón sobre ello que los inventos y descubrimientos
tecnológicos alteran la homeostasis social dc tal manera que hacen necesario, para sobrevivir, cl desarrollo dc nuevos rasgos soaoculturalcs.
2. Sociedad antigua *

Períodos étnicos

Las últimas investigaciones respecto a la primera condición dc la ra/a humana tienden a la conclusión que la humanidad empezó su carrera por lo
más bajo de la escala y trabajó su ascensión desde la esclavitud a la civilización a través dc lentas acumulaciones dc conocimiento experimental.

Como es innegable cl hecho dc que han existido porciones dc familia humana en estado salvaje, otras partes en estado de barbarie, y aún otras
en estado dc civilización, parece que estas tres diferentes condiciones están conectadas cn una sucesión de progreso natural y necesario.
Además, esta sucesión históricamente real de toda la familia humana, hasta el nivel conseguido por cada rama respecti¬vamente, ha sido posible
gracias a las condiciones bajo las cuales todo progreso ocurre, y por cl conocido avance de varias tensiones de la familia a través de dos

o más dc estas condiciones.

En las páginas siguientes se intentará mostrar evidencia adicional de la rudeza dc la primera condición dc la humanidad, de la evolución gradual
dc sus poderes mentales y morales a través de la experiencia y dc su lucha prolongada con obstáculos mientras gana su camino hacia la
civilización. Esto se obtendrá, cn parte, de la gran sucesión dc inventos y descubrimientos que se extiende a lo largo dc la trayectoria del progreso
humano; pero, principalmente, dc iastitucio- nes domésticas que expresan cl crecimiento dc ciertas ideas y pasiones.

Según retrocedemos por las varias lineas dc progreso hacia las edades primiti¬vas dc la humanidad, y eliminamos uno tras otro, cn el orden cn
que aparecieron, por una parte inventos y descubrimientos y. por otra, instituciones, podemos percibir que los primeros mantienen una relación
progresista y las últimas abier¬ta Mientras que la primera dase ha tenido conexión, más o menos directa, la última se ha desarrollado a partir de
gérmenes primarios de pensamiento. Las instituciones modernas plantan sus raíces en el periodo de barbarie, en el que sus gérmenes fueron
transmitidos del periodo previo dc salvajismo. Han tenido una descendencia lineal a través dc las épocas, con las corrientes cosanguincas, asi
como un desarrollo lógico.

* Reimpreso con permiso dc Ancxni Society. por Lcwis H Morgan. Lcslie A. White. cd„ Cam¬bridge. Mojí. . The Bclknap Prcs» of Harvard
Umvervty Pre*» Copyright © l*>M por The Presiden! and f-'ellows of Harvard Col lepe

Dos lineas independientes dc investigación nos llaman la atención. Una con-

duce a través dc inventos y descubrimientos, y la otra a través de instituciones

primarias. Con cl conodmiento alcanzado, esperamos indicar las etapas principa-


les del desarrollo humano. Las pruebas a presentar se obtendrán principalmente

de instituciones domésticas; las referencias a los logros más estrictamente genera-

les serán generales y subordinadas.

Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo posterior de ciertas

ideas, pasiones y aspiraciones. Las que mantienen las posidones más importantes

se pueden generalizar como crecimientos de las ideas particulares con las que

están respectivamente conectados. Aparte dc los inventos y descubrimientos

tenemos lo siguiente:

I. Subsistencia

II. Gobierno

III. Lengua

IV. Familia

Primero. La subsistencia ha aumentado y se ha perfeccionado por una serie dc artes sucesivas, introducidas cn largos intervalos dc tiempo, y
conectadas más

o menos directamente con los inventos y los descubrimientos.

Segundo. El germen del gobierno debe buscarse cn la organización cn fami¬lias cn cl estado dc salvajismo: y. después, a través dc las formas cn
progreso de esta institudón. al establecimiento dc la sociedad política.

Tercero. El lenguaje humano parece haberse desarrollado desde las más rudas y simples formas dc expresión. El lenguaje por signos o gestos, tal
como fue dado a entender por Lucrecio1, ha debido preceder al lenguaje articulado, como cl pensamiento precedió al habla. Lo monosilábico
precedió a lo silábico, como el último hizo a las palabras concretas. I-a inteligencia humana, sin intención, desarrolló d lenguaje articulado
utilizando los sonidos vocales. Este gran tema, un ámbito de conocimiento por si mismo, no entra en el campo dc la presente investigación.
Cuarto. En lo que respecta a la familia, las etapas de su credmicnto están expresadas en los sistemas de consanguinidad y afinidad, y en los usos
relaciona¬dos con el matrimonio, por medio dc los cuales, colectivamente, la familia se puede trazar definitivamente a través de varias formas
sucesivas.

Quinto. El crecimiento de las ideas religiosas está rodeado dc tales dificulta¬des intrínsecas que nunca puede tener una explicadón
perfectamente satisfacto¬ria. La religión trata en gran manera con la naturaleza imaginativa y emotiva y consecuentemente, con elementos de
conocimiento tan inciertos, que todas las religiones primitivas son grotescas y. hasta derto punto, ininteligibles. Este tema tampoco entra en cl
plan de este trabajo excepto cuando pueda llevar a sugeren¬cias no esenciales.

Sexto. La arquitectura de la casa, que se relaciona con la forma dc la familia y cl plan dc vida domestica, permite una completa ilustración del
salvajis¬mo a la dvilizadón. Su crecimiento se puede trazar desde la cabaña del salvaje, a través dc las casas comunales dc los bárbaros, hasta la
casa dc la sola familia dc

V. Religión

VI. Vida doméstica y arquitectura VIL Propiedad

las naciones civilizadas, con todos los nexos sucesivos por los que un extremo se conecta con cl otro. Este tema se mencionará incidentemente.

Finalmente. La idea de la propiedad se formó lentamente en la mente huma¬na. permaneciendo naciente y débil durante largos periodos dc
tiempo. Saltar a la vida salvaje requirió toda la experiencia de este periodo y del siguiente período dc barbarie para desarrollar el germen y para
preparar al cerebro humano para aceptar su influencia controladora. Su dominio como pasión sobre todas las otras pasiones marca el principio
dc la civilización. No sólo llevó a la humanidad a superar los obstáculos que retrasaban la civilización, sino también a establecer una sociedad
política cn base al territorio y a la propiedad. Un conocimiento critico dc la evolución de la idea de propiedad expresaría, cn algunos aspectos, la
porción más importante dc la historia mental de la humanidad.

Mi objetivo será presentar alguna evidencia del progreso humano a través dc estas lineas y a través dc sucesivos periodos étnicos, como se
revela por los inventos y descubrimientos, y por cl crecimiento dc las ideas de gobierno, de la familia y de la propiedad.

Se puede decir que todas las formas dc gobierno son reduciblcs a dos planes generales, usando la palabra plan cn su sentido científico. En sus
bases, ambos son fundamentalmente distintos. El primero, cn cl orden del tiempo, se encuentra en personas y cn relaciones puramente
personales, y debe ser distinguido como una sociedad (societas). La gente es la unidad dc esta organización; dando como sucesivas etapas dc
integración, cn cl período arcaico, la familia, la patria, la tribu y la confederación dc tribus, las cualcs constituyen un pueblo o nación (populus). En
un periodo posterior, una unión dc tribus cn la misma área cn una nación tomó cl lugar de una confederación de tribus ocupando áreas
independientes. Esta, durante largas etapas, después de la aparición dc la familia, fue sustancial- mente la organización universal dc la sociedad
antigua, y permaneció entre los griegos y los romanos después de que la civilización sobrevino. El segundo se encuentra en cl territorio y en la
propiedad y debe ser distinguido como un estado (tiritas). El pueblo o distrito, circunscrito por metas y limites, con la propiedad que contiene, es
la base o unidad del último, y la sociedad política es cl resultado. La sociedad política se organiza en áreas territoriales, y trata con la propiedad y
las personas a través de relaciones territoriales. Las etapas sucesivas dc integración son cl pueblo o distrito, cl cual es la unidad de la
organización; el condado o provincia, que es un conjunto dc pueblos o distritos; y el ámbito nacional o territorio, que es un conjunto de condados
o provincias; la gente dc cada uno de los cuales está organizada cn un cuerpo político. Asi, griegos y romanos, alcanzaron un nivel de civilización
como para institucionalizar la ciu¬dadanía y la administración local; inauguraban asi cl segundo sistema de gobier¬no. que aún permanece entre
las naciones civilizadas. En la sociedad antigua, este sistema territorial cr;i de-.conocido. Cuando llegó a ella se fijó la lín<*a divisoria entre la
sociedad antigua y la moderna, cuya distinción observaremos en estas páginas

Se puede observar que las instituciones dc los bárbaros, c incluso dc los antepasados salvajes dc la humanidad, están aún ejemplificadas cn
partes dc la familia humana de manera tan completa que. excepto cl periodo primitivo, las

etapas de este progreso están bien conservadas. Se ven cn la organización dc la sociedad, sobre la base del sexo, del parentesco y. finalmente,
del territorio; a través dc las sucesivas formas del matrimonio y de la familia, con los sistemas dc consanguinidad creados dc ese modo; a través
del progreso cn los usos respecto a la propiedad y a la herencia dc propiedad.

La tcoria dc la degradación humana para explicar la existencia de salvajes y bárbaros ya no es sostcniblc. Entró como consecuencia natural dc la
cosmogonía mosaica, y fue consentida por una supuesta necesidad que ya no existe. Como teoría, no sólo es incapaz dc explicar la existencia dc
salvajes, sino que tampoco se apoya cn los hechos dc la experiencia humana.

Los antepasados remotos dc las naciones arias, presumiblemente, pasaron una experiencia similar a la de las existentes tribus bárbaras y
salvajes. Aunque la experiencia dc estas naciones expresa toda la información necesaria para ilustrar los periodos de civilización, tanto antiguo
como moderno, junto a una parte de esa cn cl último periodo de barbarie, su anterior experiencia debe deducirse, en general, de la conexión
entre los elementos de sus instituciones e inventos existen¬tes, y elementos todavía conservados en las tribus salvajes y bárbaras.

Hnalmcntc. debe recalcarse que la experiencia dc la humanidad ha transcurri¬do por canales casi uniformes; que las necesidades humanas en
condiciones similares han sido sustancialmente las mismas; y que las operaciones del principio mental han sido uniformes en virtud de la
identidad especifica del cerebro dc todas las razas de la humanidad. No obstante, esto es una parte dc la explicación dc uniformidad en los
resultados. Los gérmenes dc las principales instituciones y artes de la vida se desarrollaron cuando cl hombre era aún salvaje. En gran medida la
experiencia dc periodos posteriores dc barbarie y dc civilización se ha agotado cn cl desarrollo más allá dc estas concepciones originales. Donde
se puede trazar una conexión cn diferentes continentes entre una institución presen¬te y un germen común, está implicada la derivación dc la
misma gente dc un linaje original común.

La discusión de estas varias clases dc hechos se facilitará por cl establecimien¬to de un cierto número dc periodos étnicos, cada uno
representando una condi¬ción distinta dc la sociedad y distinguible por un modo de vida peculiar al mismo. Los términos «Edad dc Piedra». «dc
Bronce» y «de Hierro». introducidos por arqueólogos daneses, han sido muy útiles para ciertos objetivos, y lo seguirán siendo para la
clasificación de objetos del arte antiguo; pero el progreso del conocimiento ha hccho necesarias otras subdivisiones. Los instrumentos de pie-dra
no fueron totalmente apartados con la introducción de herramientas de hierro, ni con las de bronce. El invento del proceso dc fundición del
hierro creó una época étnica, aunque apenas podemos datar otra de la producción de bronce. Además, ya que cl período de los instrumentos de
piedra coincide parcialmente con los dc bronce e hierro, y ya que el de bronce también coincide parcialmente

con cl de hierro, no se puede poner un limite que los deje independientes y distintos.

Es probable que las artes sucesivas de subsistencia que surgieron en largos intervalos permitiesen, por la gran influencia que deben haber
ejercido en la condición de la humanidad, las bases más satisfactorias para estas divisiones.

Pero no se ha investigado lo suficiente en este sentido para dar la información necesaria. Con nuestro presente conocimiento, el resultado
principal puede obte¬nerse seleccionando otros inventos o descubrimientos que permitiesen suficientes pruebas de progreso para caracterizar
el principio de sucesivos periodos étnicos. Incluso aceptados como provisionales, estos periodos se considerarán convenien¬tes y útiles. Cada
uno de ellos cubre una cultura distinta y representa un modo particular de vida.

El periodo de salvajismo, de cuya primera parte se conoce muy poco, puede dividirse, provisionalmente, en tres subperiodos. Estos pueden
llamarse respetiva¬mente Antiguo, Medio y Ultimo periodo de salvajismo; y la condición de la sociedad en cada uno se puede distinguir
respectivamente como el estado inferior, medio y superior del salvajismo.

De manera similar, el período de barbarie se divide naturalmente en tres subperiodos que se llamarán respectivamente Antiguo. Medio y Ultimo
periodo de barbarie; y la condición de la sociedad en cada uno se distinguirá respectiva¬mente como el estado inferior, medio y superior de
barbarie.
Es difícil, si no imposible, encontrar tales pruebas de progreso para marcar el principio de estos diversos periodos, ya que se considerarán
absolutos en su aplicación, y sin excepción en todos los continentes. Tampoco es necesario, para nuestro propósito, que las excepciones no
deberían existir. Será suficiente si las principales tribus de la humanidad pueden ser clasificadas según el grado de su progreso relativo, a
condiciones que pueden reconocerse como distintas.

I. Estado inferior de salvajismo. Este periodo empezó con la infancia de la raza humana y puede decirse que acabó con la adquisición de
una subsistencia de pescado y un conocimiento del uso del fuego. La humanidad vivia entonces en su restringido hábitat original, y subsistía de
frutas y nueces. El principio del lengua¬je articulado corresponde a este periodo. Ningún ejemplo de tribus de la humani¬dad en esta condición
permaneció para el periodo histórico.

II. Estado medio de salvajismo. Empezó con la adquisición de una subsis¬tencia de pescado y el conocimiento del uso del fuego, y acabó con
la invención del arco y la flecha. Mientras estuvo en esta condición, la humanidad se extendió del hábitat original a una porción más grande de la
superficie de la Tierra. Las tribus aun existentes se encuentran en el estado medio de salvajismo; por ejemplo, los australianos y la mayor parte
de los polinesios cuando se descubrieron. Será suficiente dar uno o más ejemplos de cada estado.

III. Estado superior de salvajismo. Empc/ó con la invención del arco y la flecha y acabó con la invención del arte de la cerámica. Están en este
estado superior de salvajismo las tribus atapascas del territorio de la Bahia de Hudson. las tribus del valle de Columbia. y algunas tribus costeras
de América del Norte y del Sur; pero en relación al momento de su descubrimiento. Esto cierra el periodo de salvajismo.

IV. Estado inferior de barbarie. La invención o práctica del arte de la cerámica es quizás la prueba más efectiva y concluyente que puede
seleccionarse para fijar una linca limite, necesariamente arbitraria, entre salvajismo y barbarie. La diferencia de las dos condiciones se ha
reconocido durante mucho tiempo, pero hasta ahora no se ha propuesto ningún criterio de progreso de la primera a

la segunda. Todas estas tribus se clasificarán como salvajes si no han alcanzado el arte de la cerámica, y las que poseen este arte pero no han
conseguido un alfabeto fonético y el uso de la escritura, se clasificarán como bárbaros.

El primer subperiodo de barbarie empc/ó con la manufactura de cerámica, tanto por invención original como por adopción. Al encontrar su
terminación, y el comienzo del estado medio, encontramos una dificultad en las creaciones desigua¬les de los dos hemisferios, que empezó a
tener influencia en los asuntos humanos después de que el periodo de salvajismo hubiese pasado. No obstante, puede conocerse por la
adopción de equivalentes. En el hemisferio Este, la domesticación de animales, y en el Oeste, el cultivo de maiz y plantas por regadío, junto al uso
de adobe y piedra en la construcción de casas se han seleccionado como evidencia suficiente de progreso para marcar una transición del estado
inferior al medio de barbarie Esto deja, por ejemplo, en el estado inferior, a las tribus indias de Estados Unidos, al este del río Missouri, y tribus
de Europa y Asia que practicaban el arte de la cerámica, pero no tenían animales domésticos.
V. Estado medio de barbarie. Empezó con la domesticación de animales en el hemisferio Este, y en el Oeste con el cultivo por regadío y el
uso de adobe y piedra en arquitectura. Termina con la invención del proceso de fundición del mineral de hierro, listo sitúa en el estado medio,
por ejemplo, a los indios pueblo de Nuevo México. México. América Central y Perú; y tnbus del hemisferio Este poseía animales domésticos pero
no tenía conocimiento del hierro. Los antiguos britónicos, aunque familiarizados con el uso del hierro, apenas pertenecen a este sector. La
vecindad con tribus continentales más evolucionadas les permitió desarrollar unas artes de la vida entre ellos superiores al desarrollo de sus
instituciones domésticas.

VI. Estado superior de barbarie. Empezó con la manufactura del hierro, y ucabó con la invención de un alfabeto fonético y el uso de la
escritura en composición literaria. Aqui empieza la civilización. Esto deja en el estado superior, por ejemplo, a las tribus griegas de la época de
Homero, las tribus italianas poco después de la fundación de Roma, y las tribus germánicas de tiempos de Cesar.

VII. Estado de civilización Empezó, como ya se ha afirmado, con el uso de un alfabeto fonético y la producción de documentos literarios, y se
divide en Antiguo y Moderno. Como equivalente, se puede admitir la escritura jeroglífica sobre piedra.

Recapitulación

Periodos Condiciones

I. Periodo antiguo de salvajismo I. Extado inferior tic .xalvajisrno

II. Perdido medio de salvajismo II. Estado medio de salvajismo

III. Ultimo periodo de salvajismo III. Estado superior de salvajismo

IV. Periodo antiguo de barbarie IV. Estado inferior de barbarie

V. Periodo medio de barbarie V. Estado nu’diu de barbarie

VI. Ultimo período de barbarie VI. Estado superior de barbarie

Vil Estado de civilización

Períodos
I. Estado inferior dc salvajismo

II. Estado medio de salvajismo

III. Estado superior dc salvajismo

IV. Estado inferior de barbarie

V. Estado medio de barbarie

VI. Estado superior de Iwrbarie

VII. Estado de civilización

Condiciones

desde la infancia dc la raza humana hasta cl principio del siguiente periodo

desde una subsistencia de pescado y un conocimiento del uso del fuego, hasta etc.

desde el invento del arco y la flecha, hasta etc.

desde el invento del arte de la cerámi¬ca, hasta etc.

desde la domesticación de animales en el hemisferio este: y en cl oeste, desde el cultivo de maíz y plantas por rega¬dío. con el uso de adobe y
piedra, hasta etc.

desde el invento del proceso dc fundi¬ción dc mineral de hierro, con el uso de herramientas de hierro, hasta etc.

desde el invento de un alfabeto fonéti¬co. con el uso de la escritura, hasta el tiempo actual.

Cada uno de estos periodos tiene una cultura distinta y muestra un modo dc vida más o menos especial y peculiar a si mismo. Esta
especiali/ación dc periodos étnicos hace posible tratar a una sociedad particular según su condición dc avance relativo, y hacerla tema de un
estudio y una discusión independientes. Esto no afecta el resultado principal de que tribus y naciones diferentes cn cl mismo continente, e
incluso de la misma familia lingüistica, estén en condiciones diferentes al mismo tiempo, ya que. para nuestro propósito, la condición dc cada
uno es el hecho material, el tiempo es inmaterial.
Ya que el uso de la ccramica es menos significativo que cl dc los animales domésticos, del hierro o de un alfabeto fonético empleados para
marcar cl principio dc periodos étnicos posteriores, deben manifestarse las razones para su adopción. La manufactura de cerámica supone vida
del pueblo, y un progreso considerable cn las artes simples2. Los instrumentos dc sílex y piedra son más antiguos que la cerámica, habiéndose
encontrado restos de los primeros en depósitos antiguos cn varios lugares sin ir acompañados dc la última. Una sucesión dc invenciones dc
mayor necesidad y adaptadas a una condición inferior •kben haberse dado antes de que la necesidad dc la cerámica se sintiese. El principio dc la
vida del pueblo, con algún grado de control sobre la subsistencia, vasos dc madera y utensilios, tejeduría con los dedos con filamentos de
corteza, fabricación dc cestas y el arco y la (lccha hacen su aparición antes que cl arte de la cerámica. Los indios pueblo, que estaban en el estado
medio dc barbarie, tales como los zuñí, aztecas y cholula. manufacturaban cerámica cn grandes cantida-

des y cn muchas formas dc considerable excelencia; los indios pueblo dc Estados Unidos, que estaban cn el estado bajo de barbarie, tales como
los iroqueses. los chacta y los cherokee, lo hacían en cantidades más pequeñas y en un número limitado de formas; pero los indios no hortícolas
que estaban en cl estado dc salvajismo, tales como los atapascos, las tribus de California y del valle dc Columbia. ignoraban su uso*. En Pre-
Historie Times4 de Lubbock, cn Early History of Mankmd dc Tylor y en Races of Man5 de Peschcl, se recogen los detalles respecto a este arte y el
grado de su distribución. Esto no se conocía cn Polinesia (excepto en las islas Tonga y Fiji), Australia. California y cn cl territorio de la Bahía de
Hudson. Tylor señala que «el arte dc tejer era desconocido en la mayoría de las islas lejos de Asia», y que «cn la mayoría dc las islas del Mar del
Sur no se conocia la cerámica»6. El Reverendo Lorimcr Fison. misionero inglés residente en Australia, informó al autor cn respuesta a sus
preguntas que «los australianos no tenían telas tejidas, ni cerámica y no conocían cl arco y la flecha». Hste último hecho también era verdad cn
general dc los polinesios, La introduc¬ción del arte dc la cerámica dio lugar a una nueva época cn cl progreso humano cn dirección a una mejora
de vida y a más comodidades domésticas. Mientras que los instrumentos dc piedra y sílex los cualcs llegaron más pronto y necesi¬taron largos
periodos dc tiempo para desarrollar todos sus usos— dieron la canoa, los utensilios y vasos dc madera y finalmente madera y tablón cn la
arquitectura dc la casa", la cerámica dio un vaso duradero para hervir comida, que antes se había realizado rudamente en cestas cubiertas dc
arcilla y cn cavidades de tierra forradas con piel, efectuándose la ebullición con piedras calentadas8.

Si cl hccho de que la cerámica dc los aborígenes se endureciese por cl fuego o se curó por el simple proceso dc secado carece aun de respuesta.
El profesor E. T. C'oxg. dc Indianápolis. mostró, comparando los análisis de cerámica antigua y cementos hidráulicos, «que hasta donde los
componentes químicos están involu¬crados (la cerámica) coincide muy bien con la composición dc piedras hidráuli¬cas». Además, señala que
«toda la cerámica perteneciente a la época dc los constructores de montículos, que yo he visto, está compuesta dc arcilla dc alu¬vión y arena, o
una mezcla dc la primera con conchas dc agua dulce trituradas. Una pasta hecha de tal mezcla posee cn alto grado las propiedades del cemento
hidráulico de puzolana y de Portland, de manera que los vasos formados dc él se endurecen sin ser quemados, como es costumbre con la
cerámica moderna. Los fragmentos dc concha hacían las veces de grava o fragmentos dc piedra como se usan hoy juntamente con cal hidráulica
para la fabricación de piedra artificial»10. La composición dc cerámica india por analogía con la de cemento hidráulico sugiere las dificultades cn
la manera de inventar cl arte, y tiende a explicar también la tardanza dc su introducción cn el curso dc la experiencia humana. A pesar de la
ingeniosa sugerencia del profesor Cox, es probable que la cerámica se endureciese por calor artificial. En algunos casos, cl hccho se confirma
directa¬mente. Así, Adair. hablando dc las tribus del golfo dc México, señala que «hacen ollas de tierra de diferentes tamaños, para contener dc
dos a tres galones, grandes cántaros para llevar agua, boles, platos, fuentes, cuencos y muchos otros vasos de formas tan anticuadas que seria
aburrido describirlo c imposible nombrarlos. Su

método de barnizarlos es ponerlos sobre un gran fuego de pino humeante que los deja suaves, negros y firmes»".

Otra ventaja de fijar períodos étnicos a esas tribus y naciones es que permiten el mejor ejemplo de cada estado, con la idea de hacerlos estándar
e ilustrativos. Algunas tribus y familias se han aislado geográficamente; y. en consecuencia, han mantenido sus arles e instituciones puras y
homogéneas: mientras que las de otras tribus y naciones han sido adulteradas por la influencia externa. Así. mientras Africa fue y es un caos
étnico de salvajismo y barbarie. Australia y Polinesia estaban en el salvajismo puro y simple, con las artes e instituciones pertenecientes a esa
condición. De manera similar, la familia india de América, como ninguna otra familia existente, ejemplificaba la condición de la humanidad en
tres sucesivos periodos étnicos. En la posesión tranquila de un gran continen¬te. de descendencia común, y con instituciones homogéneas,
ilustraron, cuando fueron descubiertos, cada una de estas condiciones y especialmente los estados inferior y medio de barbarie, más elaborada y
completamente que cualquier otra porción de humanidad. Los indios del norte y algunas tribus costeras de América del Norte y del Sur estaban
en el estado superior de salvajismo; los parcialmente indios, pueblo al este del Mississippi. estaban en el estado inferior de barbarie y los indios
pueblo de América del Norte y del Sur. estaban en el estado medio. Tal oportunidad para recuperar información completa y minuciosa del curso
de la experiencia humana y el progreso en el desarrollo de sus artes e instituciones a través de sucesivas condiciones, no se ha ofrecido dentro
del periodo histórico Debe añadirse que se ha mejorado indiferentemente. Nuestras más grandes defi¬ciencias están relacionadas con el último
periodo reseñado.

Las diferencias en la cultura del mismo periodo en los hemisferios este y oeste existieron sin duda a consecuencia de unas dotaciones diferentes
de los continen¬tes; pero la condición de la sociedad en el estado correspondiente debe haber sido, en lo principal, sustancialmentc similar.

Los antepasados de las tribus griegas, romanas y germánicas pasaron por los estados que hemos indicado: en medio del último, la luz de la
historia cayó sobre ellos. Su diferenciación de la masa indistinguible de bárbaros no se dio. probable¬mente. antes del comienzo del Periodo
Medio de barbarie. La experiencia de estas tribus se ha perdido, con excepción de lo que está representado por las instituciones, inventos y
descubrimientos que trajeron con ellas y poseían cuando se pusieron bajo observación histórica. Las tribus griegas y latinas de los perío¬dos de
Homero y Romulo permiten la mejor ejemplificación del listado Superior de barbarie. Sus instituciones fueron igualmente puras y homogéneas, y
su expe¬riencia está directamente en relación con el logro final de la civilización.

Kmpezando. entonces, con los australianos y los polinesios, siguiendo con las tribus indias americanas, y concluyendo con las romanas y griegas,
quienes permitieron las mejores ejcmptificaciones respectivamente de los seis glandes estados del progreso humano, la suma de sus
experiencias unidas puede suponer¬se que representa con justicia la de la familia humana desde el estado medio de salvajismo hasta el final de
la civilización antigua. En consecuencia, las naciones anas encontrarán el tipo de la condición de sus antepasados remotos, cuando estaban en
salvajismo, en la de los australianos y los polinesios; cuando estaban

en el estado inferior de barbarie en la de los parcialmente indios pueblo de América; y cuando estaban en el estado medio de la de los indios
pueblo, con la que conecta directamente su propia experiencia en el estado superior. Tan esen¬cialmente idénticas son las artes, instituciones y
modo de vida en el mismo estado en todos los continentes, que la forma arcaica de las principales instituciones domésticas de los griegos y los
romanos deben incluso buscarse en las correspon¬dientes instituciones de los aborígenes americanos... Este hecho forma una parte de la
evidencia acumulada que tiende a mostrar que las principales instituciones de la humanidad se han desarrollado a partir de unos pocos
gérmenes primarios de pensamiento; y que el curso y manera de su desarrollo estaba predeterminado, asi como restringido dentro de unos
limites estrechos de divergencia, por la lógica natural de la mente humana y las limitaciones necesarias de sus poderes. Se ha observado que el
progreso es sustancialmente del mismo tipo en tribus y naciones que habitan continentes diferentes e incluso desconectados, mientras están en
el mismo estado, con desviaciones de la uniformidad en lugares particulares produ¬cidas por causas especiales. Cuando el argumento se
prolonga, tiende a establecer la unidad del origen de la humanidad.

Al estudiar la condición de tribus y naciones en estos periodos étnicos esta¬mos tratando, sustancialmente, con la historia antigua y la condición
de nuestros propios remotos antepasados.

Artes de subsistencia

I I hecho importante de que la humanidad empezó en la parte baja de la escala y progresó hacia arriba, se revela de manera expresiva por
sus artes sucesivas de subsistencia. Sobre su habilidad en esta dirección dependía la cuestión total de la supremacía humana en la tierra. Los
humanos son los únicos seres de los que puede decirse que han ganado control absoluto sobre la producción de comida; el cual al principio no
poseían sobre otros animales. Sin aumentar las bases de subsistencia, la humanidad no se podría haber propagado a otras áreas que no tuvieran
los mismos tipos de comida y. finalmente, sobre la superficie total de la tierra; finalmente, sin obtener un control absoluto sobre su variedad y
cantidad, no se podrían haber multiplicado en naciones muy pobladas. Es probable que las grandes épocas del progreso humano se hayan
identificado, más o menos directa¬mente. con el aumento de las fuentes de subsistencia.
Podemos distinguir cinco de estas fuentes de comida humana creadas por lo que podemos llamar como muchas artes sucesivas, una
superañadida a la otra, y puestas de manifiesto en largos y separados intervalos de tiempo. Las dos prime¬ras se originaron en el periodo de
salvajismo y las tres últimas en el periodo de barbarie. Son las siguiente*, citadas ¡*n orden de aparición:

L Subsistencia natural de frutas y raíces en un hábitat restringido. Esta proposición nos hace retroceder al estrictamente periodo primitivo de la
humani¬dad, cuando pocos en número, simples en subsistencia y ocupando áreas limita¬das. entraban justamente en su nueva carrera. No hay
ni un arte ni una institu¬ción a las que nos podamos referir en este periodo; y un invento, el del lenguaje.

que pueda ser relacionado con una época tan remota. El tipo de subsistencia indicado asume un clima tropical o subtropical En un clima así, de
mutuo acuerdo, se ha situado el hábitat del hombre primitivo. Estamos acostumbrados, y con razón, a considerar que nuestros progenitores
empezaron su existencia en bosques de fruías y nueces bajo un sol tropical.

Las razas de animales precedieron a la raza de la humanidad en el orden del tiempo. Estamos justificados al suponer que estaban en la plenitud
de su fuerza y números cuando apareció por primera vez la raza humana. Los poetas clásicos describían a las tribus de la humanidad habitando
en grutas, cuevas y bosques por cuya posesión luchaban con bestias salvajes12 mientras se mantcnian con los frutos de la tierra. Si la humanidad
empezó su carrera sin experiencia, sin armas y rodeada de animales feroces, no es improbable que fuesen, al menos parcialmente, vividores de
los árboles, como medio de protección y seguridad.

El mantenimiento de la vida, a través de adquisición constante de comida, es la gran carga impuesta sobre la existencia de todas las especies de
animales. Según descendemos en la escala de la organización estructural, la subsistencia se hace cada ve/ más simple en cada etapa, hasta que el
misterio, finalmente, desaparece. Pero, en la escala ascendente, se hace cada vez más difícil, hasta que se alcanza la forma estructural más alta,
la del hombre, cuando consigue el máximo. La inteligencia, de aquí en adelante, se hace un factor más prominente. La comida animal, con toda
probabilidad, entró desde un periodo muy temprano en el consumo humano, pero es una conjetura si se buscó activamente cuando la
humanidad era esencialmente frugívora en la práctica, aunque omnívora en la organización estructural. Este modo de sustento pertenece al
estrictamente perio¬do primitivo.

11. Subsistencia de pescado. En el pescado debe reconocerse el primer tipo de comida artificial, ya que no estaba totalmente disponible sin
cocinar. El fuego se usó por primera ve/, muy probablemente, para este propósito. Los peces eran universales en cuanto a distribución, ilimitados
en cuanto a suministro y el único tipo de comida que se podia conseguir en todo momento. Los cereales aún no se conocían en el periodo
primitivo, y la caza como juego era demasiado precaria para haber formado un medio exclusivo do sostén humano. Con estas especies de comida
la humanidad se hizo independiente del clima y de la localidad: y siguien¬do las orillas de los mares y lagos, y los cursos de los rios pudo,
mientras estaba en estado salvaje, extenderse sobre la mayor parte de la superficie de la tierra. Hay muestras de estas migraciones en los restos
de instrumentos de silex y piedra del estado de salvajismo que se han encontrado en todos los continentes. En la dependencia de frutas y la
subsistencia espontánea un traslado del hábitat origi¬nal hubiese sido imposible.

F.ntrc la introducción del peleado, seguido por las amplins migraciones seña¬ladas y el cultivo de comida farinácea, el intervalo de tiempo fue
inmenso. Cubre gran parte del periodo de salvajismo. Pero durante este intervalo hubo un importante aumento en la variedad y la cantidad de
comida. Tales, por ejemplo, como las raíces de pan cocinadas en hornos de tierra, y en la permanente adición del juego a través de las armas
perfeccionadas, y especialmente a través del arco y la (lecha. Este importante invento, que llegó después de la asociación de la lanza

y la guerra, y dio la primera arma mortal para la caza, apareció tarde en el salvajismo1 \ Se ha usado para marcar el principio de su estado
superior. Debe haber dado una poderosa influencia ascendente a la historia antigua, estando en la misma relación con el periodo de salvajismo,
como la espada de hierro al periodo de barbarie, y las armas de fuego al periodo de civilización.

De la naturaleza precaria de todas estas fuentes de comida, fuera de las grandes áreas de pesca, el canibalismo se convirtió en el terrible recurso
de la humanidad. La antigua universalidad de esta práctica se está demostrando gra¬dualmente.

III. Subsistencia farinácea a través del cultivo. Ahora dejamos el salvajismo y entramos en el estado inferior de barbarie. El cultivo de
cereales y plantas no se conocía en el hemisferio oeste excepto entre las tribus que surgieron del salvajis¬mo: y parece no haberse conocido en
el hemisferio este hasta que las tribus de Asia y Europa hubiesen pasado el estado inferior de barbarie y hubiesen estado cerca del final del
estado medio. Esto nos da el hecho singular de que los aborígenes americanos en el estado inferior de barbarie estuvieron en posesión de la
horticultura un periodo étnico antes que los habitantes del hemisferio este. Esto fue consecuencia de las dotaciones desiguales de los dos
hemisferios; el este con todos los animales adaptados a la domesticación, excepto uno. y la mayoría de los cereales: mientras que el oeste tenia
sólo un cereal adecuado para el cultivo. Tendió a prolongar el período antiguo de barbarie en el primero, a reducirlo en el último; y con la ventaja
de la condición en este periodo a favor de los aborígenes americanos. Pero cuando las tribus más avanzadas del hemisferio este, al principio del
periodo medio de barbarie, habían domesticado animales que les daban carne y leche, su condición, sin conocimiento de los cereales, era muy
superior a la de los aborígenes americanos en el periodo correspondiente, con maiz y plantas, pero sin animales domésticos. La diferenciación de
las familias semíticas y arias con respecto a la masa de bárbaros parece haber empezado con la domesticación de animales.

Que el descubrimiento y cultivo de cereales por la familia aria fue posterior a la domesticación de animales, se nos muestra por el hecho de que
hay términos comunes para estos animales en los varios dialectos de la lengua aria y ningún término común para los cereales o plantas
cultivadas. Mommsen. después de mostrar que los animales domésticos tienen los mismos nombres en sánscrito, griego y latin (lo cual Max
Muller extendió luego a los restantes dialectos arios14) y probando asi que se conocían y que presumiblemente fueron domesti¬cados antes de
la separación de estas naciones, procede de la siguiente manera: «Por otra parte, aún no tenemos pruebas de la existencia de la agricultura en
este periodo. La lengua favorece bastante esta visión negativa. De los nombres greco- latinos del grano, ningnnr* se da en sánscrito cxccpto a,
que filológicamente representa el sánscrito yavas, pero en indio significaba, cebada; en griego, espelta. Realmente se debe admitir que esta
diversidad en los nombres de plantas cultiva¬das, que contrasta tan fuertemente con el acuerdo esencial en los nombres de animales
domésticos, no impide la suposición de una agricultura original común. El cultivo del arroz entre los indios, el de trigo y espelta entre los griegos,
y el de centeno y avena entre los germanos y celtas, se puede llevar fácilmente a un

sistema común dc cultivo original.15» Esta ultima conclusión está forzada, l a horticultura precedió al cultivo del campo, como cl huerto (/torras)
precedió al campo (ager); y aunque cl último supone barreras.fi primero significa directa¬mente «espacio cerrado». No obstante, el cultivo debe
haber sido más antiguo que el huerto cerrado; siendo el orden natural primero cultivo de parcelas de tierra alubial abierta, segundo dc espacios
cerrados o huertos, y tercero del campo por medio del arado tirado por animales Si el cultivo de plantas, tales como cl guisante, la judia, cl nabo,
la pastinaca, la remolacha, la calabaza y el melón, una o más dc estas, precedió al cultivo de los cereales, es algo imposible de saber cn el
presente. Algunas dc estas tienen términos comunes cn griego y cn latin; pero nuestro eminente filólogo, cl profesor \V. D. Whitney10 asegura
que ninguna de ellas tiene un término común en griego o latin y cn sánscrito.

Parece que la horticultura se originó más cn la* necesidades dc los animales domésticos que cn las de la humanidad. En cl hemisferio oeste
empezó con el maiz. Esta nueva era. aunque no fue sincrónica cn los dos hemisferios, tuvo una gran influencia sobre el destino dc la humanidad.
Hay razones para creer que se necesitaron años para establecer el arte del cultivo y convertir la comida farinácea en dependencia principal. Ya
que cn América llevó a la localización y a la vida del pueblo, tuvo tendencia a tomar cl lugar del pescado y cl fuego, especialmente entre los indios
pueblo. Además de los cereales y las plantas dc cultivo, la humanidad tuvo su primera impresión dc la posibilidad dc abun¬dancia de comida.

La adquisición dc comida farinácea en América y de animales domésticos en Europa fueron los medios de suministrar a las tribus, provistas asi
del azote del canibalismo, cl cual como ya se ha afirmado, hay razones para creer que fue practicado umversalmente durante el periodo de
salvajismo sobre enemigos cap¬turados. y cn tiempos dc hambre, sobre amigos y parientes. El canibalismo cn la guerra, practicado por grupos
guerreros cn el campo, sobrevivió entre los aborí¬genes americanos, no sólo en cl estado bajo de barbarie, sino también en el Medio, como por
ejemplo entre los iroqucscs y los aztecas; pero la práctica general había desaparecido. Esto ilustra enérgicamente la gran importancia que ejerce
un aumento permanente dc comida para mejorar la condición dc la humanidad.

IV. Subsistencia de carne y leche. La ausencia de animales adaptados a la domesticación cn cl hemisferio oeste, excepto la llama1 \ y las
diferencias especifi¬cas en los cereales dc los dos hemisferios ejercieron una importante influencia cn cl relativo avance de sus habitantes
Mientras que la desigualdad dc dotaciones era inmaterial para la humanidad en cl período de salvajismo, y no marcada cn sus efectos en el
estado inferior de barbarie, marcó una diferencia esencial con la parte que habia conseguido cl estado medio. La domesticación de animales
proveyó una subsistencia permanente dc carnc y leche que tendió a diferenciar a las tribus que las poseían dc los otros bárbaros. En el hemisferio
oeste la carne se restringió a los precarios suministros del juego. Esta limitación sobre una especie esencial de comida fue desfavorable para los
indios pueblo, y explica sin duda suficientemente el tamaño inferior del cerebro entre ellos cn comparación con cl dc los indios del estado inferior
de barbarie. En cl hemisferio este, la domestica-

ción de animales permitió a los prósperos y trabajadores asegurarse un suminis¬tro permanente dc comida animal, incluyendo la leche; la
influencia sana y estimulante de ésta sobre la raza, especialmente en los niños, fue sin duda importante. Al menos se supone que las familias
arias y semíticas deben sus dotaciones preeminentes a la gran escala sobre la que. hasta donde llega nuestro conocimiento, se han identificado
con cl mantenimiento dc animales domésticos. Dc hccho. ellos los incorporaron, carne, leche y músculo, en su plan dc vida18. Ninguna otra
familia dc la humanidad ha hccho esto hasta tal punto, y los arios lo han hecho cn mayor grado que los semitas.

La domesticación dc animales introdujo gradualmente un nuevo modo dc vida, cl pastoreo, por las llanuras del Eufrates, del Indo y Ganges, y
sobre las este¬pas de Asia; cn estos confines fue donde probablemente se cumplió por primera vez la domesticación dc animales. A estas áreas
se refieren sus antiguas tradiciones y sus historias. Asi. se llevaron a regiones que. lejos de ser la cuna dc la raza humana, eran áreas que no
habrían ocupado como salvajes, o como bárbaros cn cl estado inferior dc barbarie, para quien las áreas dc bosque eran hogares naturales.
Después dc habituarse a la vida de pastoreo, hubiese sido imposible que estas familias volviesen a las áreas de bosque del oeste de Asia y dc
Europa con sus ganados y manadas, sin aprender primero a cultivar algunos dc los cereales con los que mantener a estos últimos lejos dc las
llanuras de hierba. Así. parece muy probable, como antes se ha afirmado, que cl cultivo dc los cereales se originase en las necesidades de los
animales domésticos y cn relación con estas migraciones del oeste; y que el uso de comida farinácea por estas tribus fue consecuencia del
conocimiento asi adquirido.

En el hemisferio oeste, los aborígenes pudieron avanzar en general hacia el estado inferior dc barbarie, y una parte dc ellos hacia el estado
medio, sin animales domésticos, excepto la llama cn Perú, y con un solo cereal, cl maíz, junto a la judía, la calabaza y cl tabaco, y cn algunas áreas
algodón y pimienta. Pero cl maíz, por su crecimiento cn la colina — lo que favorccia el cultivo directo , por su utilidad tanto verde como maduro y
por su abundante produc¬ción y propiedades nutritivas, fue una dotación más rica cn ayuda del primer progreso humano que lodos los demás
cereales juntos. Esto explica cl notable progreso que habían hecho los aborígenes americanos sin animales domésticos; los peruanos habían
producido bronce, el cual sigue en orden temporal y muy cerca al proceso dc fundición del mineral de hierro.

V. Subsistencia ilimitada a través de la agricultura del campo. Los animales domésticos, complementando el músculo humano con poder
animal, dieron un nuevo factor dc gran valor. Con cl paso del tiempo, la producción del hierro dio un arado con punta dc hierro, y un mejor arado
y eje. Dc estos, y la horticultura previa, surgió la agricultura del campo; y con ella, por primera vez, la subsisten¬cia ¿limitada. F.l urudo tirado poi
animales puede ser considerado como inaugu- rador dc un nuevo arte. Ahora, por primera vez, se pensó cn reducir cl bosque y cn cultivar más
campos1'1 Además, se desarrollaron posibles poblaciones densas cn áreas limitadas. Antes dc la agricultura del campo no es probable que medio
millón dc personas se desarrollasen y mantuviesen juntas bajo un gobierno cn cualquier parte de la tierra. Si se diese alguna excepción debió
resultar dc la vida

L.

de pastoreo en las llanuras o de la horticultura mejorada por regadío, bajo condiciones excepcionales y peculiares.

En el curso de estas páginas, será necesario hablar de la familia como existió en diferentes periodos étnicos; siendo su forma en un periodo,
totalmente diferen¬te a otro... Estas diferentes formas de familia... se mencionarán con frecuencia... Son las siguientes:

I. IM familia consanguínea. Se fundó sobre el matrimonio de hermanos y hermanas en un grupo. Aún resta evidencia en los más antiguos
sistemas de consanguinidad existentes, los malayos, tendiendo a mostrar que ésta. la primera forma de familia, era antiguamente tan universal
como este sistema de consangui¬nidad que creó.

II. La familia punalúa. Su nombre se deriva de la relación hawaiana de Putuilua. Se fundó sobre el matrimonio de varios hermanos con las
mujeres de otros en un grupo; y de varias hermanas con los maridos de otras en grupo. Pero el término hermano, como se usa aquí, incluía
pnmos primeros, segundos, terce¬ros e incluso remotos, todos considerados hermanos para ellos como nosotros consideramos a nuestros
propios hermanos: y el término hermana incluía primas primeras, segundas, terceras c incluso remotas, quienes eran hermanas para ellos como
nuestras propias hermanas. Esta forma de familia sobrevino a la consan¬guínea. Creó los sistemas turania y ganowania de consanguinidad. Tanto
esta forma como la anterior pertenecen al periodo de salvajismo.

III. La familia sindiúsmíca. El término es de avv9váío> y awüvaanó; uni¬dos. Se fundó sobre el emparejamiento de un macho y una hembra
en matrimo¬nio. pero sin una cohabitación exclusiva. Fue el germen de la familia monógama. El divorcio o separación eran opción del hombre y
de la mujer. Esta forma de familia no consiguió crear un sistema de consanguinidad.

IV. l.a familia patriarcal. Se fundó sobre el matrimonio de un hombre con varias mujeres. El término se usa aqui con un significado
restringido para definir la familia especial de las tribus pastorales hebreas, cuyos jefes y hombres princi¬pales practicaban la poligamia. Ejerció
poca influencia sobre los asuntos humanos.
V. IM familia monógama. Se fundó sobre el matrimonio de un hombre con una mujer, con cohabitación exclusiva, constituyendo ésta el
elemento esencial de la institución. Es preeminentemente la familia de la sociedad civilizada, y fue por tanto esencialmente moderna. Esta forma
de familia creó también un sistema independiente de consanguinidad.

Se presentarán evidencias tendiendo a mostrar tanto la existencia como el predominio general de estas formas de la familia en las diferentes
etapas del progreso humano.

La proporción del progreso humano

Es importante obtener una impresión de la cantidad relativa y de la proporción del progreso humano en los periodos étnicos mencionados,
agrupando los logros de cada uno y comparándolos unos con otros como distintas clases de hechos.

F.sto también nos permitirá formar una concepción de la duración relativa de estos períodos. Para hacerlo convincente, tal estudio debe ser
general y algo así como una recapitulación. Del mismo modo debería limitarse a los trabajos principales de cada periodo.

Antes de que el hombre pudiese alcanzar el estado civilizado fue necesario que consiguiese todos los elementos de la civilización. Esto implica un
cambio de condición sorprendente; primero, el de un salvaje primitivo a un bárbaro del tipo inferior, y, después, de este último a un griego del
período homérico, o a un griego de tiempos de Abraham. El desarrollo progresivo de la historia en el periodo de civilización no fue menos cierto
para el hombre en cada uno de los periodos previos.

Al retroceder a lo largo de las varias lincas del progreso humano hacia las etapas primitivas de la existencia del hombre, y al eliminar una a una
sus principales instituciones, inventos y descubrimientos en el orden en que aparecie¬ron, veremos el avance realizado en cada periodo.

Las principales contribuciones de la civilización moderna son el telégrafo eléctrico; el gas de hulla: la máquina de hilar algodón y el telar eléctrico;
la máquina de vapor con sus numerosas máquinas dependientes, incluyendo la locomotora, el ferrocarril y el barco de vapor; el telescopio; el
descubrimiento de la ponderabilidad de la atmósfera y del sistema solar: el arte de la imprenta; la esclusa de canal; la brújula del marino y la
pólvora. Otros inventos, tales como la hélice de Ericsson, dependerán de alguno de los llamados antecedentes: pero hay excepciones, como la
fotografia y numerosas máquinas que no es necesario nombrar. Con éstas también deberían ser eliminadas las ciencias modernas: la libertad
religiosa y las escuelas públicas; la democracia representativa; la monar¬quía constitucional con los parlamentos; el reino feudal; las clases
privilegiadas modernas; el derecho internacional, consuetudinario y estatutos.

La civilización moderna recuperó y absorbió todo lo valioso de las civilizacio¬nes antiguas; y aunque sus contribuciones a la suma del
conocimiento humano han sido importantes, brillantes y rápidas, están lejos de ser tan desproporciona¬damente grandes como para
ensombrecer a las civilizaciones antiguas y hundirlas en la insignificancia.
Pasando el periodo medieval, que dio la arquitectura gótica, la aristocracia feudal con títulos de rango hereditarios y una jerarquía bajo la cabeza
de un papa, entramos en las civilizaciones griega y romana. Serán deficientes en cuanto a inventos y descubrimientos, pero distinguidos en lo
que se refiere a arle, a filosofía y a instituciones orgánicas. Las principales contribuciones de estas civili¬zaciones fueron el gobierno imperial y
real; el derecho civil; el Cristianismo; un gobierno aristocrático y democrático, con un senado y cónsules; un gobierno democrático con un
consejo y asamblea popular, la organización de los ejércitos cu caballería c infantería con disciplina militar; el establecimiento de la marina con la
práctica de la lucha naval; la formación de grandes ciudades, con ley municipal; comercio en los mares: la acuñación de moneda; el estado
fundado sobre el territorio y sobre la propiedad: y, entre los inventos, el ladrillo refracta¬rio, la grúa20, la rueda hidráulica para accionar los
molinos, el puente, el acue¬ducto y la alcantarilla; la tubería de plomo usada como canalización con el grifo;

d arco; las arles y ciencias del periodo clásico, con sus resultados, incluyendo los órdenes de arquitectura; la numeración arábiga y la escritura
alfabética.

Estas civilizaciones se alejaron, a la vez que se apoyaron en los inventos y descubrimientos y las instituciones del período previo de barbarie. Los
logros del hombre civilizado, aunque muy grandes y notables, están muy lejos del nivel suficiente para eclipsar los trabajos del hombre bárbaro.
Como tal, había trabaja¬do y poseía todos los elementos de la civilización, excepto la escritura alfabética. Sus logros como bárbaro se deberían
sumar al progreso humano: y se debería admitir que trasciendan, con relativa importancia, todos sus trabajos postenores.

F.l uso de la escritura, o su equivalente en jeroglíficos sobre piedra, nos ofrece una prueba justa del principio de la civilización21. Sin documentos
literarios no &c puede decir que existen propiamente ni la historia ni la civilización. El produc¬to de los poemas homéricos, tanto transmitidos
oralmente como escritos, fija con una proximidad suficiente la introducción de la civilización entre los griegos. Estos poemas poseen un valor
etnológico que aumenta en gran manera sus otras excelencias. Esto es especialmente verdad en la /liada, que contiene el informe más antiguo y
más circunstancial hoy existente del progreso de la humanidad hasta el momento de su composición. Estrabón considera a Homero el padre de
la ciencia geográfica23; pero el gran poeta ha dado a las generaciones sucesivas, quizás sin intención, lo que fue mucho más importante: una
exposición notable¬mente completa de las artes, usos, inventos y descubrimientos y modo de vida de los antiguos griegos. Esta presenta nuestra
primera visión amplia de la sociedad ana aún en barbarie, mostrando el progreso entonces realizado y de qué particu¬laridades consistía. A
través de estos poemas podemos afirmar que las griegos conocían ciertas cosas antes de que entrasen en la civilización. Estos poemas también
proyectan una visión del período de barbarie.

Usando los poemas homéricos como guia y continuando con la retrospección al último periodo de barbarie, borremos del conocimiento y de la
experiencia de la humanidad la invención de la poesía; la mitología antigua en su forma elaborada, con las divinidades olímpicas; la arquitectura
del templo; el conocimiento de los cereales, excepto el maiz y las plantas de cultivo, con la agricultura dd campo23; ciudades rodeadas de muros
de piedra, con almenas, torres y puertas; el uso del mármol en arquitectura24; la construcción naval con tablón y probablemente con el uso de
davos25; d vagón y el carro26; el blindaje metálico”: la lanza con punta de cobre y escudo grabado en relieve28; la espada de hierro2<*: la
manufactura de vino, probablemente30; los poderes mecánicos excepto la hélice; el torno de alfare¬ro y el molino para moler grano31; telas
tejidas de hilo y lana dd telar32; el hacha y la pala de hierro '3; la azuda de hierro34; el martillo y el yunque 35; los fuelles y la forjaJh; y el horno
para fundir mineral de hierro, junto al conocimiento dd hierro. Junto a las adquisiciones mencionadas, deben nombrarse la familia monógama;
las democracias militares de la época heroica; la última fase de la organización en familias, fratrías y tribus; el Agora o asamblea popular,
probablemente: un conoci¬miento de la propiedad individual en casas y tierras; y la forma avanzada de vida municipal en las dudades
fortificadas. Cuando esto se haya hecho, la clase superior de bárharos habrá entregado la parte principal de sus maravillosos trabajos junto a un
crecimiento mental y moral por ello adquirido.

De este punto hacia atrás a través dd periodo medio de barbarie, las indica¬ciones se hacen menos distintas, y el orden relativo en que aparecían
las institu¬ciones, inventos y descubrimientos no es tan claro; pero no estamos sin conoci¬miento para guiar nuestros pasos incluso en estas
épocas distantes de la familia aria. Por razones anteriormente expuestas, ahora se puede recurrir a otras fami¬lias. además de la aria, para
obtener la información deseada.

Fntrando después en el periodo medio borremos, de manera similar, de la experiencia humana el proceso de hacer bronce; rebaños y manadas
de animales domésticos ''; casas comunales con paredes de adobe y de piedra colocada en lincas con mortero de cal y arena; paredes ciclópeas;
viviendas lacustres construi¬das sobre pilotes; el conocimiento de metales nativos38, con el uso del carbón vegetal y el crisol para fundirlos; el
hacha de cobre y el cincel; la lanzadera y el telar embrionario; el cultivo por irrigación, carreteras elevadas, reservas y canales irrigadores:
carreteras pavimentadas; puentes colgantes de mimbre; dioses perso¬nales, con un sacerdocio distinguido por su vestuario y organizado según
una jerarquía; sacrificios humanos: democracias militares de tipo azteca: telas tejidas de algodón y otras fibras vegetales en el hemisferio oeste, y
lana y lino en el este; cerámica ornamental; la espada de madera, con las puntas de piedra; piedra pulida c instrumentos de piedra; conocimiento
dd algodón y dd lino; y los animales domésticos.

El total de logros en este periodo fue menor que en el siguiente; pero en rcladón a la suma dd progreso humano fue muy grande. Este periodo
incluye la domesticación de animales en el hemisferio este, que introdujo una subsistencia permanente de carne y leche, y. finalmente, la
agricultura dd campo; y también inauguró los experimentos con los metales nativos que resultaron en la produc- dón de bronce 39, asi como
también preparó el camino para el proceso de fundir mineral de hierro. En el hemisferio oeste se señaló por el descubrimiento y tratamiento de
los metales nativos, lo cual resultó en la producción de bronce independientemente; por la introducción de irrigación en el cultivo de maíz y
plantas, y por el uso de ladrillos de adobe y piedra en la construcción de grandes casas de vecindad unidas en una especie de fortaleza.
Siguiendo la retrospección y entrando en el periodo antiguo de barbarie, borremos de las adquisiciones humanas la confederación, basada en
familias, fratrías y tribus bajo el gobierno de un consejo de jefes que dieron un estado de sociedad más organizado que el que antes se había
conocido. También el descu-brimiento y cultivo dd maiz y la judia, la calabaza y el tabaco en el hemisferio oeste, junto a un conocimiento de la
comida farinácea; el tejido manual con urdimbre y trama; el «faldellín» y el mocasín de piel curtida de ciervo; la cerbata¬na para disparar a los
pájaros; la estacada dd pueblo para defensa: juegos tribales; el factor culto, con un vago reconocimiento dd Gran Espíritu: el caniba¬lismo en
tiempo de guerra: y finalmente el arle de la cerámica.

Según ascendemos en el orden del tiempo y dd desarrollo, pero descendemos en la escala del avance humano, los inventos se hacen más simples
y más directos en sus relaciones con las necesidades primarias; y las instituciones cada vez se acercan más a la forma elemental de familia
compuesta de consanguinidad, bajo un jefe de su propia elección, y a la tribu compuesta de familias emparentadas.

bajo cl gobierno dc un consejo de jefes. 1.a condición dc las tribus asiáticas y europeas cn este periodo (ya que las familias arias y semíticas
probablemente no existían entonces) se pierde sustancialmente. Esto está representado por los restos dc arte antiguo entre la invención dc la
cerámica y la domesticación dc animales; c incluye a la gente que formaba los concheros cn la costa del Báltico, quienes parecen haber
domesticado al perro, pero a ningún otro animal.

Al estimar la magnitud dc los logros dc la humanidad en los tres subperíodos dc barbarie, deben considerarse inmensos, no sólo en cuanto a
número y valor intrínseco, sino también cn cuanto al desarrollo mental y moral que necesaria¬mente los acompañó.

Ascendiendo después al prolongado periodo de salvajismo, borremos del

conocimiento humano la organización cn familias, fratrias y tribus; la familia sindiásmica; cl culto dc los elementos cn su manera más inferior el
lenguaje silábico; cl arco y la flecha; herramientas de piedra y hueso; cestas dc caña y tablilla: ropa dc piel; la familia punalúa; la organización
sobre la base del sexo; el pueblo, consistiendo de casas agrupadas; la embarcación, incluyendo la canoa dc corteza y la piragua; la lanza con
punta dc sílex y cl grupo dc guerra; instrumen¬tos de silex dc los tipos más rudos: la familia consanguínea; cl lenguaje monosilá¬bico; cl
fetichismo; el canibalismo; cl conocimiento del uso del fuego; y finalmente cl lenguaje gesticulado40. Cuando este trabajo de eliminación se haya
hecho cn el orden en que se hicieron estas adquisiciones, nos habremos aproximado al perio¬do infantil de la existencia del hombre, cuando la
humanidad estaba aprendiendo cl uso del fuego, el cual hizo posible una subsistencia dc pcscado y un cambio dc hábitat, y estaba intentando la
formación del lenguaje articulado. En una condi¬ción tan absolutamente primitiva, el hombre no se ve simplemente como un niño cn la escala de
la humanidad, sino poseedor de un cerebro en cl que no habían penetrado ni un pensamiento o concepto expresados por estas instituciones,
inventos y descubrimientos cn una palabra, está cn la parte baja de la escala, pero potcncialmcntc ha conseguido todo desde entonces.
Con la producción de inventos y descubrimientos, y con cl crecimiento dc las instituciones, la mente humana necesariamente creció y se
expandió; y gradual mente reconocemos un aumento del cerebro, particularmente dc la parte cortical. La lentitud dc este proceso mental fue
inevitable, en el periodo dc salvajismo, por la extrema dificultad dc lograr la invención más simple dc la nada, o con nada para ayudar en esfuerzo
mental: y cl descubrimiento de cualquier sustancia o fuerza en la naturaleza disponible cn una condición tan ruda de vida. No fue menos difícil
organizar la forma más simple dc sociedad con materiales tan salvajes e intratables. Las primeras invenciones y las primeras organizaciones
sociales fueron sin duda las más duras dc conseguir, y, cn consecuencia, estuvie¬ron separadas unas de otras por largos intervalos dc tiempo.
Encontramos una ilustración sotpiendenté cn las sucesivas formas dc la familia. En esta ley de progreso, que trabaja cn proporción geométrica,
encontramos una explicación suficiente de la duración prolongada del periodo dc salvajismo.

Que la primera condición de la humanidad fuese sustancialmcnte como se indica anteriormente no es una opinión exclusivamente reciente ni
moderna. Algunos poetas y filósofos antiguos reconocieron cl hccho dc que la humanidad

empezó en un estado de extrema rudeza a partir del cual fue subiendo con pasos lentos y sucesivos. También percibieron que el curso dc su
desarrollo se registró por una serie progresiva dc inventos y descubrimientos, pero sin reconocer como completo el argumento más concluyente
de las instituciones sociales.

La cuestión importante dc la proporción de este progreso, que tiene una relación con la duración relativa dc los diversos periodos étnicos, se
presenta ahora. El progreso humano, del principio al final, se ha dado en una proporción no rigurosa pero esencialmente geométrica. Esto es
evidente a la vista dc los hechos; y teóricamente no pudo haber ocurrido dc otra manera. Cada ítem dc conocimiento absoluto ganado se
convirtió en un factor en adquisiciones poste¬riores, hasta que se consiguió la presente complejidad dc conocimiento. En consecuencia, mientras
cl progreso era más lento en cl primer periodo, y más rápido cn cl último, la cantidad relativa puede haber sido más grande en el primero, cuando
los logros de cada período se consideran cn relación a la suma. Se puede sugerir que cl progreso dc la humanidad en cl período dc salvajismo, con
relación a la suma del progreso humano, fue mayor cn grado dc los que fue más tarde cn los tres subperíodos de barbarie; y que el progreso
realizado cn el período total dc salvajismo fue, dc manera similar, mayor cn grado de lo que había sido desde cl período completo de civilización.

Cuál pudo haber sido la duración relativa dc estos periodos étnicos consti¬tuye también un tema de especulación. No puede conseguirse una
media exacta, pero puede intentarse una aproximación. Según la teoría de progresión geométri¬ca, el periodo de salvajismo fue necesariamente
más largo que el período dc barbarie, ya que cl último fue más largo que cl periodo de civilización. Si tomamos cien mil años como la medida dc la
existencia del hombre sobre la tierra para encontrar una duración relativa dc cada periodo —y con esta inten¬ción. puede ser mayor o menor—
cn seguida veremos que al menos deben asignarse sesenta mil años al periodo dc salvajismo. Tres quintas de la vida dc la parte más avanzada dc
la raza humana, en este desglose, se pasaron cn salvajis¬mo De los años restantes, veinte mil, o un quinto, deberían asignarse al período antiguo
de barbarie. Para los períodos medio y último restan quince mil años, dejando cinco mil, más o menos, para el periodo de civilización.
1.a duración relativa del período de salvajismo se subestima más que exagera. Sin discutir los principios sobre los que se hacc este desglose, debe
recalcarse que. además del argumento dc la progresión geométrica bajo la cual se dio cl desarro¬llo humano dc la necesidad, una escala
graduada dc progreso se ha observado umversalmente cn restos dc arte antiguo y esto también se dará cn las institucio¬nes. Es una conclusión
dc gran importancia cn etnología que la experiencia dc la humanidad cn cl salvajismo duró más que toda la experiencia siguiente y que el periodo
dc civilización cumple simplemente un fragmento dc la vida de una raza.

Dos familia?, de la humanidad, la aria y la semítica, fueron las primeras en surgir dc la barbarie por una mezcla dc diversos linajes, superioridad
dc subsis¬tencia o ventaja de posición, y posiblemente por todo cn conjunto. Sustancial- mente fueron los fundadores de la civilización41. Pero
su existencia como familias distintas fue indudablemente, en sentido comparativo, un acontecimiento poste¬rior. Sus progenitores se pierden en
la indistinguible masa dc los primeros

bárbaros. La primera aparición comprobada de la familia aria estuvo relacionada con los animales domésticos, tiempo en el que eran una gente
en lengua y nacionalidad. No es probable que las familias anas y semíticas evolucionasen hacia el individualismo antes del comienzo del periodo
medio de barbarie, y que su diferenciación de la masa de bárbaros se diese a través de la adquisición de

animales domésticos.

La parte más avanzada de la raza humana se detuvo, por decirlo de algún modo, en ciertas etapas del progreso, hasta que algún invento o
descubrimiento, como la domesticación de animales o la fundición de mineral de hierro, dieron un nuevo y poderoso impulso hacia delante.
Mientras estuvieron asi limitadas, las tribus más rudas, avanzando continuamente, se acercaron con diferentes grados de proximidad al mismo
estado; ya que donde existía una conexión continental, todas las tribus debieron compartir en algún momento de su progreso. Todos los grandes
inventos y descubrimientos se propagan; pero las tribus inferiores deben haber apreciado su valor antes de poder apropiarse de ellos. En las
áreas conti¬nentales ciertas tribus irian en cabeza; pero el liderazgo debería cambiarse unas cuantas veces en el curso de un periodo étnico. La
destrucción de un vinculo étnico y de la vida de tribus particulares, seguida por su decadencia, debe haber detenido durante un tiempo, en
muchos lugares y en todos los periodos, el flujo ascendente del progreso humano. Sin embargo, del periodo medio de barbarie, las familias aria y
semítica parecen representar con justicia el hilo central de este progreso, el cual, en el periodo de civilización, ha sido gradualmente asumido por
la familia aria sola.

La verdad de esta posición general puede ilustrarse con la condición de los aborígenes americanos en la época de su descubrimiento. Ellos
empezaron su carrera en el continente americano en salvajismo; y. aunque poseian dotaciones mentales inferiores, su cuerpo habia surgido del
salvajismo y habia alcanzado el estado inferior de barbarie; mientras que una parte de ellos, los indios pueblo de América del Norte y del Sur,
habían pasado al estado medio. Habian domesticado la llama, el único cuadrúpedo nativo del contenente que prometía utilidad en estado
doméstico, y habian producido bronce por la aleación de cobre y estaño. Sólo necesitaban un invento, y el más grande, el arte de fundir mineral
de hierro, para avanzar al estado superior. Considerando la ausencia de toda conexion con la porción más avanzada de la familia humana en el
hemisferio este, su progreso de autodesarrollo sin ayuda desde el estado salvaje debe considerarse notable. Mien¬tras los asiáticos y europeos
esperaban pacientemente el beneficio de las herramien¬tas de hierro, el indio americano se acercaba a la posesión del bronce, el cual se sitúa
después del hierro en el orden del tiempo. Durante este periodo de progreso detenido en el hemisferio este, los aborígenes americanos
avanzaron, no al estado en que se encontraron, sino lo suficientemente cerca para alcanzarlo mientras los primeros atravesaban el último
periodo de barbarie y los primeros cuatro mil años de civilización. Ello nos da una medida de la distancia que les separa de la familia aria en la
carrera del progreso: es decir, la duración del último periodo de barbarie, al cual deben añadirse los años de civilización. Las familias aria y
ganowania juntas ejemplifican toda la experiencia del hombre en cinco periodos étnicos, con la excepción de la primera porción del último
periodo de salvajismo.

El salvajismo fue el periodo formativo de la raza humana. Empezando de cero en conocimiento y experiencia, sin fuego, sin lenguaje articulado y
sin artes, nues¬tros progenitores salvajes dieron la gran batalla, primero por la existencia y luego por el progreso, hasta que estuvieron seguros
de los animales feroces y aseguraron una subsistencia permanente. De estos esfuerzos surgió gradualmente un lenguaje desarrollado y la
ocupación de la superficie total de la tierra. Pero la sociedad era incapaz de organizarse en números por su rudeza. Cuando la porción más
avanzada de la humanidad habia surgido del salvajismo y habia entrado en el estado inferior de barbarie, toda la población de la tierra debía ser
pequeña. Los primeros inventos fueron los más difíciles de llevar a cabo debido a la debilidad del poder de razonamiento abstracto. Cada ítem
sustancial de conocimiento ganado formaría una base de avance posterior, pero éste debió ser casi imperceptible durante años, los obstáculos al
progreso equilibrando casi las energías formadas contra ellos. Los logros del salvajismo no son particularmente notables, pero representan una
cantidad sorprendente de trabajo persistente con medios débiles que continuaron durante largos períodos de tiempo antes de alcanzar un grado
justo de lo completo. El arco y la flecha permiten una ilustración.

La inferioridad del hombre salvaje en la escala mental y moral, sin desarro¬llar. sin experiencia y mantenido por sus bajos apetitos animales y
pasiones, aunque reconocidos de mala gana, es sin embargo, sustancialmentc demostrado por los restos de arte antiguo en instrumentas de
piedra y hueso, por su vida en las cavernas en ciertas áreas y por sus restos osteológicos. Esto también se ilustra además por la condición
presente de tribus de salvajes en un estado bajo de desarrollo, dejados en secciones aisladas de la tierra como monumentos del pasado. Y a este
gran periodo de salvajismo pertenece la formación del lenguaje articulado y su avance al estado silábico, el establecimiento de dos formas de
familia y posiblemente una tercera, y la organización en familias que dio la primera forma de sociedad digna del nombre. Todas estas
conclusiones están implicadas en la proposición, afirmada al principio, que la humanidad empezó su carrera en la parte baja de la escala; lo que
«la ciencia moderna afirma ser probado por el estudio más cuidadoso y exhaustivo del hombre y sus trabajos»*2.
De manera similar, el gran periodo de barbarie estuvo marcado por cuatro acontecimientos de preeminente importancia: la domesticación de
animales, el descubrimiento de los cereales, el uso de la piedra en arquitectura y la invención del proceso de fundición del mineral de hierro.
Empezando probablemente con el perro como compañero en la caza, seguido en un periodo posterior por la captura de las crias de otros
animales y su crianza, requirió tiempo y experiencia descubrir la utilidad de cada uno. encontrar medios de aumentarlos en número y aprender el
dominio necesario para economizarlos ante el hambre. Si la historia especial de la domesticación de cada animal se pudiese conocer, mostraría
una serie <Ir hechos maravilloso». El experimento llevaba, enterrado en sus posibilida¬des dudosas, gran parte del destino posterior de la
humanidad. En segundo lugar, la adquisición de comida farinácea por cultivo debe considerarse uno de los más grandes acontecimientos en la
experiencia humana. Fue menos esencial en el hemisferio este, después de la domesticación de los animales, que en el oeste, donde, para una
gran parte de los aborígenes americanos, se convirtió en el

instrumento para avanzar al estado inferior, y a otra parte de ellos al estado medio de barbarie. Si la humanidad nunca hubiera avanzado más
allá de esta última condición, tendría los medios de una vida comparativamente fácil y agradable. En tercer lugar, con el uso del ladrillo de adobe
y la piedra en la construcción de casas, se introdujo un mejor modo de vida, sumamente calculado para estimular las capacidades mentales y
para crear el hábito de la industria la fuente fértil de las mejoras. Pero, en relación a la alta carrera de la humani¬dad. la cuarta invención es el
mayor acontecimiento en la experiencia humana, preparatorio para la civilización. Cuando el bárbaro, avanzando paso a paso, había descubierto
los metales nativos y aprendió a fundirlos en el crisol y también en moldes; cuando había aleado cobre nativo con estaño y producido bronce; y
cuando, finalmente, con un esfuerzo todavía mayor había inventado el horno y producido hierro del mineral, ya había conseguido las nueve
décimas partes en la lucha por la civilización43. Provista de herramientas de hierro que podían tener corte y punta, era seguro que la humanidad
alcanzase la civiliza¬ción. La producción de hierro fue el acontecimiento de los acontecimientos en la experiencia humana, sin ningún paralelo, y
sin igual, al lado del cual lodos los demás inventos y descubrimientos fueron insignificantes, o por lo menos subordi¬nados. De él surgieron el
martillo metálico y el yunque, el hacha y el cincel, el arado con punta de hierro, la espada de hierro; en resumen, puede decirse que la base de la
civilización descansa sobre este metal. La necesidad de herramientas de hierro detuvo el progreso de la humanidad en la barbarie. Allí hubiesen
permane¬cido hasta el presente si no hubiesen conseguido salvar el abismo. Parece proba¬ble que la concepción y el progreso de fundir mineral
de hierro llegase sólo una vez al hombre. Supondría una satisfacción singular si se pudiese saber a qué tribu y familia le debemos este
conocimiento, y con él la civilización. La familia semítica estaba entonces más avanzada que la aria, y a la cabeza de la raza humana. Ellos dieron
el alfabeto fonético a la humanidad y no parece improbable que también dieron el conocimiento del hierro.

En la época de los poemas homéricos, las tribus griegas habían realizado un progreso material inmenso. Todos los metales comunes se conocían,
incluyendo el proceso de fundir minerales, y posiblemente el de convertir hierro en acero; los principales cereales se habían descubierto, junto al
arte del cultivo y el uso del arado en la agricultura de campo; el perro, el caballo, el burro, la vaca, el cerdo, la oveja y la cabra se habian
domesticado y criado en rebaños y manadas, como se ha mostrado. La arquitectura había producido una casa construida con mate¬riales
duraderos, con apartamentos separados y con más de un solo piso; la fabricación de barcos, armas, tejidos textiles, la manufactura del vino a
partir de la uva, el cultivo de la manzana, la pera, la aceituna y el higo, junto a una ropa cómoda y herramientas y utensilios útiles, se habian
producido e introducido paia el uso humano*7.

Pero la historia temprana de la humanidad cayó en el olvido de las etapas que habian pasado. La tradición ascendió a una barbarie anterior a
través de la cual era imposible penetrar La lengua había alcanzado tal desarrollo que la poesía de la forma estructural más alta iba a expresar las
inspiraciones de los genios EJ periodo que cierra la barbarie llevó a esta porción de la familia

humana al umbral de la civilización, animada por los grandes logros del pasado, convertida en fuerte e inteligente en la escuela de la experiencia,
y con una imaginación indisciplinada en el total explcndor de sus poderes creativos. La barbarie acaba con la producción de grandes bárbaros.
Mientras que los últimos escritores griegos y romanos entendieron la condición de la sociedad en este periodo, el estado anterior, con su cultura
y experiencia distintivas, estuvo tan profundamente oculto para su comprensión como para la nuestra; excepto como ocupante de un punto de
vista más cercano en el tiempo, ellos vieron de manera más distinta las relaciones del presente con el pasado. Para ellos, era evidente que existió
cierta secuencia en la serie de inventos y descubrimientos, así como un cierto orden de desarrollo de las instituciones, a través de los cuales la
humani¬dad había avanzado del estado de salvajismo a la época homérica; pero el gran intervalo de tiempo entre las dos condiciones no parece
haber sido tema ni siquiera consideración especulativa.

Notas

1. ... y las mujeres

y niños pedían un trato justo, suplicando con gntos y gestos sin anicular

que todos los hombres deberían sentir lástima por los débiles.

Lucrecio, De rerum natura 5.1019-1021 [trad. R. C. Trcvclyan (Nueva York: Cambridge University Press, 1937).]

2. Edward B. Tylor observa que Goquct «primero pre^ntó. en el siglo pasado, la idea que el modo en que la cerámica llegó a hacerse fue
que la gente embadurnaba vasos combustibles como estos con arcilla para protegerlos del fuego, hasta que descubrie¬ron que la arcilla por si
sola respondería a la intención, y asi. el arte de la cerámica llegó al mundo» (Researehex inte the Eariy History of Mankind, 2.* ed.. Londres,
1870, pág. 273). Goquet dice del Cap Gonncville. quien visitó la costa sudeste de America del Sur en 1503. que encontró «los utensilios del
hogar de madera, incluso las ollas para hervir, pero cubiertas de un tipo de arcilla, bastante gruesa, que evitaba que el fuego las quemase» (¡bu!.,
pág. 273)l [Edward Burnett Tylor (1832-1917), eminente antropólogo inglés, era el conservador del museo de la universidad y profesor de
Antropología en la Universidad de Oxford.]

1 S« ha encontrado ccrAmica cu montículos aborígenes en Oregón hace pocos años (J W. Foster. Pre-Hisioric Races of ihe United States,
Chicago, 1874. págs. 151-154). Los primeros vasos de ceramica entre los aborígenes de Estados Unidos parecen estar hechos en cestas de junco o
sauce usadas como moldes que se quemaban cuando el 'aso endureda «Charles C. Jones, Jr., Antufuiiies of ihe Southern Indiant. Nueva York.
1873. pág. 461; Charles Rau. «Indtan Pottery», Annw/I Repon of the tioard ot Regetus of the Smithsonian InstihUkm.... 1866. Washington. D.C..
1867, pág, 352).

4. rllueva York. 1873. Ei aulor, Sir John Lubbock (1834-1913), era un banquero y antropólogo ingles. Mientras estaba dc viaje por Europa cn
1871. Morgan visitó a ’^ubbock cn su finca cn cl campo cn Inglaterra íI-cslic A. White, ed. «Extracts from

Europcan Travel Journal of Lew» H. Morgan», Rochester Historial Society puNications, voí. XVI: págs 371-374; véase también págs. 339, 368
(Rochcster, N. Y.. 1937).]

5. tfhe Races of Men (l.ondres. 1876) es cl titulo de la traducción inglesa dc l'dlkcrkun-

(Leipzig, 1874) por Oscar Peschcl (1826-1875), geógrafo alemán).]

6 fvlor. Farly History of Mankind. pág. 181; véase también Lubbock, Prr-Historic funes, págs. 437. 441. 462. 477. 533. 542.

7 ifivát y Clarke (1805) encontraron que se usaba tablón en las casas entre las tribus ¿el rio Columbia (Mcnwether Lewis y Gcorgc Rogcrs
Clarke. Trovéis to the Source 0f the Missouri River and Across the American Continent to the Pacific Ocean, 3 vols.. Londres, 1815, II: 241). John
Kcast Lord encontró «tabla dc cedro sacada del sólido ¿rbol con cinceles y hachas dc piedra», cn casas indias cn la isla dc Vancouver (The
\'aturalist in Vtncouter Is/and and British Columbia, 2 vols., Londres. 1866, I: 165).

8. fvlor. Early History of Manking, págs. 265-272.

9. [£dward Travers Cox (1821-1907), geólogo y arqueólogo norteamericano.]


10 £. T. fox, «Gcological Rcport of Indiana» en el Fifth Annual Repon of the GeológicaI Surrey o) Indiana (Indtanápohs. 1874), págs. 119-120.
Da el siguentc análisis:

Cerámica antigua, «Bonc Bank». Poscv Co., Indiana

Humedad a 212 F., 1.00 Peróxido dc hierro. 5,50

Silioe 36.00 Acido sulfúrico OJO

Carbonato dc calcio. 25.50 Materia orgánica

Carbonato de magnesio. 3.20 (álcalis y pérdidas) 23.60

Alúmina 3.20 100,00

[Los porcentajes según el cambio, suman ahora 100,00.]

11 James Adair. The History of the American Indians (Londres. 1775). págs. 424-425. Los iroquescs afirnun que cn tiempos antiguos sus
antepasados curaban la cerámica ante ¿I fuego.

12, ^ún no conocún cl fuego, ni cl uso

Je las pieles dc animales salvajes, ni vestir su cuerpo

con los despojos obtenidos dc dios; en las arboledas y bosques

y cn cuevas dc montaña vivían, y cn la maleza

cobijaban sus \iles miembro*, cuando se vieron

forzados a volar los vientos tempestuosos y la lluvia

Lucrecio. /V renan natura. 5.950-954 [trad Sir Roben Allison (Londres: Hat- chardv 1925).]

13x Como combinación de fuerzas es tan profunda que probablemente su ongen no se dio por acodcatc. l o elasticidad y dureza dc ciertos tipo*
dc madera, la tensión de ana cuerda dc íbra vegetal por medio dc un arco doblado, y finalmente su combina¬ción para que el músculo humano
impulse la (lecha, no son unas sugerencias muy obvias para la mente del salvaje. Como ya se ha observado, cl arco y la flecha son desconocidos
para los polinesios cn general, y para los australianos. Por este solo becho se muestra que la humanidad estaba bien avanzada cn cl estado
salvaje cuando cl arco y la flecha aparecieron por primera vez.

14, Max Miiller, Chips from o Germán Workshop, 2 vols. (Nueva York. 1869), 11:42. (Cuando Morgan estuvo cn Inglaterra cn 1870 visitó a
Miiller cn su casa de Oxford; véase White, cd., «Extractó from the Europcan Travel Journal of Lewis H. Morgan», pags. 243-245. Rochcster
Histórica! Society Publications, XVIL221-389 (Rochcster. N. Y. 1937).]

15. Thcodor Mommscm. The History of Ruine, trad Rev. William P. Dickson. 4 vols. (Nueva York. 1870). 1:38.

16 (William Dwight Whitney (1827-1894), distinguido filólogo norteamericano, profesor dc sánscrito en la Universidad dc Yak. Fue uno dc los tres
miembro» del comité a quien cl manuscrito de Systems of Consangumity and Affmiiy of the Human Famdy fue presenta¬do por Joseph Hcnry,
secretario dc la Institución Smithsomana para su evaluación con miras a la publicación cn las Contribuciones Smíthsomanas al Conocimiento.]

17. Los primeros escritores españoles hablan dc un «perro bruto» que se encontró domesticado cn las islas Indias Occidentales, y también cn
México y América Cen¬tral. (Véase ilustraciones del perro azteca cn pág iii, vol. I. de History oj México dc Clavigero) No he visto ninguna
identificación del animal. Ellos también hablan de aves de corral y de pavos cn el continente Los aborígenes habían domesticado cl pavo, y las
tribus nahuas algunas especies de aves salvajes.

18. Sabemos por la filada que los griegos ordeñaban sus ovejas, asi como sus vacas y cabras: «Incluso cuando las ovejas están en multitud
pasan al patio dc un hombre con fortuna para que les sea ordeñada su blanca leche». Homero, Huida 4.433 [trad. A. T. Murrav. 2 vols. (Locb
ClassicaJ Library).]

19. Y forzarían los bosques día a día para retirarse arriba en la montaña

y cedcr terreno abajo a la agricultura

que asi los prados y charcas, arroyos, cosechas

y alegres viñedos podrían cubnr colina y llanura.

Lucrecio. De rerum natura, 5.1368-1371 [trad. R. C Trevelyan (Nueva York: Cambridge Univcrsity Press. 1937).]

20. Los egipcios podían haber inventado la grúa (véase Herodoto 2.125). También tcnian la balanza.
21. El alfabeto fonético llegó, como otros grandes inventos, después de sucesivos esfuer¬zos. El lento egipcio, avanzando cl jeroglífico a
través dc sus diversas formas, había conseguido un extracto compuesto de caracteres fonéticos, y en este momento des¬cansaba sobre sus
trabajos. Podía escribir con caracteres permanentes sobre piedra. Luego llegó cl inquisitivo fenicio, cl primer navegante y comerciante cn el mar.
tanto previamente versado cn jeroglíficos como de otra manera, parece haber entrado en cl límite de los trabajos del egipcio y por la inspiración
de un genio haber resuelto el problema con cl que el último soñaba. Produjo un maravilloso alfabeto dc dieciséis letras que a su vez dio a la
humanidad un lenguaje escrito y los medios para documentos literarios e históricos.

22. Estrabón 1.2.

23. Cebada, cebada blanca ¡Hada 5.196: 8:564. harina de cebada, /liada 11.631; comi¬da de cebada, hecha de cehüdi» y sal. y usada como
oblación. -1/iaJa 1.449: tri¬go—¡liada 10.756: centeno, ¡liada 5.196, 7.564: pan. ¡liada 24.625: 50 acres cerca¬das dc tierra.—¡luida 9.579: una
cerca ¡luida 5.90: un campo. Huida 5.90: piedras colocadas para delimitar un campo—¡Hada 21.405: arado ¡liada 10.353; 13.703.

24. Lu casa o mansión.—¡liada 6.390: aposentos odoríferos de cedro con techo al¬to Huida 6.390: casa dc Príamo, cn la cual había cincuenta
habitaciones dc piedra pulida. —¡liada 6243

25. Barco- ¡liada 1.485: vela blanca, ¡liada 1.480. cable o guindaleza. Huida 1.476: re¬mo. Odisea 4.782: mástil. Odisea 4.781: quilla. Huida
1.482- tablón de cubierta.

¡liada 3.61: tablón largo —Odisea 5.162 clavo—litada 11.633: clavo de oro. —¡liada

11.633.

26 Carro o vehículo.—¡liada 8.389. 565: carro de cuatro ruedas.—llíada 24.324: carro. — ¡liada 5.727. 837; 8.403; k» mismo.- litada 2.775; 7.426

27. Casco. Iliada 18.611; 20.398: corteza o corselete, ¡liada 16.133; 18.610.

grebas.—¡liada 16.131.

28. Lanza.—¡liada 15.712; 16.140: escudo de Aquiles. /liada 18.478, 609; escudo redon¬do. ¡liada 13.611.

29. Espada, ¡liada 7.303; 11.29: espada cubierta de plata.—I liada 7.303: la espada, ¡liada 23.807; 15.713: espada de doble filo, ¡liada 10.256

30. Vino, ¡liada 8.506- vino dulce, ¡liada 10.579.


31. Torno de alfarero, litada 18.600 molino para moler grado.—Odisea 7.104; 20.106.

32. Hilo.—lliatla 18.352; 23.254: corselete de hilo, llíada 2.529: toga de Minerva.—¡lia¬da 5.734: túnica.—¡liada 10131: capa de lana, ¡liada
10.133; 24.280 alfombra o colcha.-¡liada 24.280. 645: estera .—¡liada 24.644: velo, ¡liada 22.470.

33. Macha, ¡liada 3.60. 23.114. 875: pala o pico llíada 21.259.

34. Hacha o hacha de armas, ¡liada 13.612; 15.711: cuchillo, ¡liada 11.844; 19.252: hachucla o azuela. Odisea 5.273.

35. Martillo, ¡liada 18.477: yunque, ¡liada 18.476: tenazas, ¡liada 18.477.

36. Fuelles, litada 18.372. 468: horno, los etalages. ¡Hada 18.470.

37. Caballo, ¡liada 11.680: diferenciado en razas: tracio.—¡liada 10.588; troyano, 5.265: Erecthomus poseía tres mil yeguas.—¡liada 20.221;
collares, bridas y nendas.—¡Hada 19 339: asno ¡Hada 11.558: muía -¡liada 10.352; 7.333: buey, ¡liada 11.678; 8 333: toro, vaca —Odisea 20.251
atbrd —Ihada 11.679: perro. 5.476; 8.338. 22.509: ove¬ja.— ¡liada 11.678: oso o cerdo, ¡liada 11.679; 8.338: leche, ¡liada 16.643: cubos

llenos de leche.—¡liada 16.642.

38. Homero menciona los metales nativos, pero ya se conocían bastante antes de esta época y antes que el hierro. El uso de carbón y crisol
para fundirlos preparó el camino para la fundición de mineral de hierro. Oro. ¡liada 2.229: plata.—¡liada 18.475: cobre, llamado latón.- ¡liada
3.229; 18.460 estaño, posiblemente peltre.—Ilia¬da II 25; 20271; 21 292: plomo - ¡liada 11237; hierro.—llíada 8.473: eje de hie¬rro.—¡liada
5.723: palo de hierro, llíada 7.141: neumáticos de hierro, ¡liada 23.505.

39. Los investigadores de Beckmann han dejado dudas sobre la existencia de un bronce verdadero anterior al conocimiento del hierro entre
los griegos y latinos. Piensa que el elecinun, mencionado en la ¡liada, era una mezcla de oro y plata (John Beckmann. A History of Inpcntions.
Díscotcries and Origins, 4.* ed., trad. William Johnston. 2 vols., Londres, 1846, 11:212); y que el siamm de los romanos, que está consistituido de
plata y plomo, era lo mismo que el kassiteron de Homero (ibid., 11:217). Ría palabra, normalmente, se ha interceptado como estaño. Al
comentar la composición llamada bronce, dice: «En mi opinión la mayor parte de estas cosas estaban hechas de stannun, propiamente asi
llamado, el cual con la mezcla de metales nobles y ulpuna dificultad de fusión, era más adecuado para el uso que el oobrr puro» (,íhid.. 11:213).
Estas observaciones se limitaron a las naciones del Mediterráneo, dentro de cuyas áreas no se producía estaño. Al analizar hachas, cuchillos,
navajas, espadas, puñales y ornamentos personales descubiertos en Sui/a. Austria. Dinamarca y otras partes del norte de Europa, se encontró
que estaban compuestos de cobre y estaño, y así entran en la definición estricta del bronce. También se encontraron indicaciones de su prioridad
al hierro.
' El origen de la lengua se ha investigado lo suficiente para encontrar las dificultades en el camino de cualquier solución al problema. Parece
haberse abandonado, de común acuerdo, como tema infructuoso. Es más una cuestión de las leyes del desarrollo humano y de las operaciones
necesarias del principio mental, que de los materiales del lenguaje. Lucrecio señala que con los sonidos y gestos, la humani¬dad. en el periodo
primitivo daba a entender sus pensamientos tartamudeando (Vocibus. et gestu. cum balbe significarent. -5.1021). Asume que el pensamiento
precedió al habla y que el lenguaje de los gestos precedió al lenguaje articulado. El lenguaje de los gestos o de los signos parece haber sido
primitivo; era como la hermana mayor del lenguaje articulado. Es todavía el lenguaje de los bárbaros, sino de los salvajes, en sus relaciones
mutuas cuando sus dialectos no son los mismos. Los aborígenes americanos desarrollaron semejante lenguaje, mostrando asi que puede
adecuarse para la relación general. Tal como ellos lo usan es elegante y expresivo, y permite placer en su uso Es un lenguaje de símbolos
naturales, y por ello posee elementos de un lenguaje universal. Un lenguaje de signos es más fácil de inventar que un lenguaje de sonidos; y, ya
que se domina con más facilidad, surge la suposición de que precedió al lenguaje articulado. Los sonidos de la voz entrarían primero, según esta
hipótesis, en ayuda de los gestos; y según asumieron gradual¬mente un significado convencional, sustituirían, hasta este punto, al lenguaje de los
signos o se incorporarían en el. También tendería a desarrollar la capacidad de los órganos vocales. Ninguna proposición puede ser más llana que
el gesto en la ayuda del lenguaje articulado desde su nacimiento. Todavía es inseparable de él; y puede incluir los restos de un antiguo hábito
mental. Si el lenguaje fuese perfecto cual¬quier gesto para ampliar o recalcar su significado seria un error. Según descende¬mos por las
gradaciones del lenguaje a sus formas más rudas, el elemento gesto aumenta en cantidad y variedad de formas hasta que encontramos el
lenguaje tan dependiente de los gestos que, sin ellos, seria prácticamente ininteligible. Creciendo y prosperando a través del salvajismo, y más
allá en el periodo de barbarie, permanecen, en formas modificadas, indisolublemente unidos. Aquellos con curiosi¬dad por resolver el problema
del origen del lenguaje harían bien de buscar las posibles sugerencias del lenguaje de los gestos.

Se supone que los egipcios tienen afinidades remotas con la familia semita.

William W. Whitney. Oriental and Unguistie Sludies (Nueva York. 1873). pág 431. M. Quiquere/, ingeniero sui/o, descubrió en el cantón de Berna
los restos de hornos al lado de colinas para fundir mineral de hierro; junto a herramientas, fragmentos de hierro y carbón. Para construir uno. se
hizo una excavación 3l lado de una colína en la que se formó un ctalaje de arcilla con una chimenea en forma de cúpula para formar el tiro. No se
ha encontrado ninguna evidencia del uso de fuelles. Parece que los ctalajes ve cargaban con capas alternas de mineral pulverizado y carbón,
combus¬tión que se mantenía avivando las llamas. El resultado era una masa esponjosa de mineral parcialmente fundido que luego se soldaba
en una masa compacta marti¬lleando. Se encontró un depósito de carbón bajo una capa de turba de veinte pies de grosor. No es probable que
estos hornos fuesen coetáneos con rl conocimiento de Tundición del mineral de hierro; pero eran copias cercanas al horno original. Vide, Louis l-
ignier. Primitite Man. ed, rev.. trad. Edward Burnett Tylor (Nueva York. 1871). pág 301.

Palacio de Priamo. ¡liada 6.242 Casa de Uliscs. Odisea 16.448 Odisea 7.115.
47. Además de los artículos enumerados en las notas previas se pueden añadir los siguientes de la ¡Hada como más ilustraciones del progreso
entonces reali/.ido: la lanzadera 22 448: el telar.—22 440: una cinta tejida. 22.469: jofaina de plata. -23.741: copa o taza para beber.—24.285:
copa de oro. 24.285: cesto, hecho de juncos.—24.626: diez talentos de oro.—19.247: un arpa. 9.186 y 13.731. una pipa de pastor. 18.526: hoz. o
podadera. 13.551: red de cazador. 5.487: red de malla 5.487: un puente. 5.89: también un dique 21.245: roblones -18 379: la judia. 13.589: el
guisante 13.589: la cebolla—21.245: roblones.—18.561: un \irte- do. 18 561: vino.--8.506; 10.579: el trípode.—9.122: un hervidor de cobre o
calde¬ro.—9.123: un broche.—14.180: pendiente. -14.183: una sandalia o borceguí.- 14.186: cuero.—16.636—una verja. —21.537: cerrojo para
cerrar la ver¬ja.—21.537. Y en la Odisea. una jofaina de plata. 1.137: una mesa. 1.138: copas de oro. 1.142: centeno. 4.41: una tina para el baño.
4.48: queso; leche. 4.88: rueca o eje. 4.131: 7.105: 17.97: cesto de plata. 4.125: p3n. 4.623: 14 456: mesas llenas de pan. carne y vino.—15.333:
lanzadera. 5.62: cama 8.337: brasero para templar un hacha o abuela en agua fría para calentarla—9.391: sal.- 11.123; 23 270: arco—21.31. 53:
aljaba.—21.54: hoz.—18.368.

Edward Burneft twi 1832- 2937 Y°r

Antecedentes

Durante muchos de los últimos años del siglo xix. se decía en Gran Bretaña que la antropología era «la ciencia de Tylor». Herbcrt Spenccr nunca
se llamó » sí mismo antropólogo, pero Edward Tylor. bajo la influencia de Malhew Amold y otros literatos de su tiempo, adoptó la palabra
antropología y el estudio de la «cultura», del alemán Tylor aplicó la palabra antropología al estudio tanto de la cultura animal-humana como
humana. La palabra, aplicada a la biología humana, era mucho más antigua, pero Tylor fue uno de los pocos en ver la importante interrda- ctón
entre biología y cultura, y por tanto estuvo entre los primeros en ver la unidad en el tema.

Tylor nació en Cambcrwcll. Inglaterra, en 1832. Su padre era un próspero fundidor de latón Los Tylor eran cuáqueros familia de la dase media de
Inglate¬rra que entonces se habia fortalecido y enriquecido Debido a que las universidades de Gran Bretaña estaban abiertas sólo para los
miemhrm de la ¡glc*¡¿> oficial, Tylor no pudo estudiar en una universidad; por tanto se fue a trabajar para su padre. No obstante, después de
siete años enfermó. Como parte de sus esfuerzos para recupe¬rar su salud viajó a los trópicos del Nuevo Mundo. Durante su viaje, en Cuba,
coinddió con Henry Christy. Chnst) también era cuáquero, de la generación del padre de Tylor. Tylor ya habia estado antes con él pero no habia
tenido mucha rdadón. Chrtsty era un etnólogo amateur entusiasta quien fue capaz de demostrar
a Tylor lo que se perdía cuando se viajaba si no entendía el modo de vida que estaba viendo desde el punto de vista de quienes la vivían. Los dos
emprendieron un viaje de seis meses a México. El primer libro de Tylor fue Anahuoc, or México and (he Mexicans. Ancient and Mndern, escrito
sobre sus experiencias en este viaje; es un buen libro de viajes del siglo xtx. un intento de ver el presente en términos de pasado en la historia
india mexicana El entusiasmo del autor es todavía contagio¬so. pero el libro muestra poco de la vasta pero fácil erudición que iba a convertirse
en la marca de Tylor. Sin embargo, este viaje permitió a Tylor leer etnografía bajo un aspecto critico y compasivo que siempre le fue negado a
Herbert Spcnccr.

En 1856. al volver a Inglaterra, Tylor se casó con Anna Fox. Fue una pareja afortunada. Anna fue su más entusiasta seguidora. Más tarde, cuando
él daba conferencias en Oxford, ella asistía (se dice que a veces empezaba una conferencia: «Y ahora, mi querida Anna. como decia la semana
pasada..»). Descrito por sus amigos como «ideal», el matrimonio aparentemente fue ejemplar

Los viajes de Tylor por el Nuevo Mundo le llevaron a leer y tomar notas. Se convirtió en la persona mejor informada de su época sobre hechos
etnográficos. Su duro trabajo y la amplitud dé su estudio —todo de la sociedad primitiva, mucho de la sociedad clásica, y la información de
hechos conocidos para la historia eran evidentes; por todo ello, y por su prosa, fluida y fácil le llevaron a una brillante erudición.

En 1865 Tylor publicó su primer estudio cientifico, Researches intro Early History of Munkind. Contiene informes sobre su propio trabajo entre
los sordos de Inglaterra y Alemania (fue de los primeros en señalar que el «orden de los gestos» entre los sordos no se modifica con el lenguaje
hablado en torno de esta gente). Contiene lo que todavía es la mejor descripción comparativa de las técnicas de hacer fuego por todo el mundo,
así como mucho más de significado duradero.

No obstante, fue en 1871 cuando Tylor publicó su obra maestra, Printilive Culture. Las primeras lincas del primer capitulo de este libro,
reimpresas abajo, son ahora una «definición» de cultura la única que la mayoría de antropólogos pueden citar correctamente, y la única a la que
recurren cuando otras resultan demasiado molestas.

En Pnmitive Culture hay dos ¡deas principales. La primera es que es posible reconstruir las culturas antiguas de los pueblos a través de un estudio
detallado 3e1 presente y de las «supervivencias» de la cultura aei t^liÜ0.''Msic';7mentc. la idea es que cualquier cosa que no es luncional en una
cultura actual debe ser un resto o «supervivencia» de un estado previo. Aunque la idea ya no se usa en el sentido simplista en que Tylor la utilizó,
él estuvo entre las primeros en colocar la antropo¬logía de manera segura en el camino hacía una interpretación sensata de la cultura

no fue él quien convirtió el método en una caricatura no siendo crítico cuando se aplicaba mal. La otra idea principal en Prinüthe Culture es el
concepto de animis¬mo: la idea religiosa Prtmitive Culture es el concepto de animismo: la idea religiosa, mas fundamental siendo la
inevitabilidad de una creencia en la existencia de los espíritus.
El último libro de Tylor, publicado en 1881, fue Anthropidogy, una especie de proto-libro de texto que es también un credo.

Tylor fue el primer antropólogo británico en ser honrado con un nombramiento universitario. Se le otorgó un doctorado honorífico civil por
Oxford en 1875. el cual hizo posible que unos años más tarde « le nombrase profesor universitario. Se convirtió en el primer profesor de
antropología de Oxford en 18%. pero el nombra¬miento fue «personal» y después de su retiro no se hr/o ningún otro nombramiento

para una cátedra de antropología en Oxford durante más de cuatro décadas (aunque habia antropólogos distinguidos como Marrett). Tylor
contribuyó a esta¬blecer la antropología como una sección de la Asociación Británica, siendo su primer presidente; fue presidente de la
Asociación Antropológica (más tarde conver¬tida en «real» por reconocimiento de los monarcas) en 1891. Y se le concedió el titulo de «Sin> en
1912.

Sir Edward Tylor fue el primer «antropólogo completo», tal como hoy concebi¬mos a un «antropólogo con formación global». La existencia de
nuestros conceptos y de nuestros departamentos universitarios reiteran la fe que mantenemos en la «ciencia de Tylor».

introducción

Deberían recalcarse vanos aspectos del trabajo de Tylor; su definición de cultura, sus ideas de la evolución cognitiva, y todos sus intentos en usar
un análisis estadísti¬co en los estudios comparativos.

Se verá que el evolucionismo de Tylor es muy diferente del de Spcnccr o Morgan. Spcnccr y Morgan se interesaron por el desarrollo de la
organización social y la complejidad ligada a tal desarrollo. El interés de Tylor se centra más en problemas relativos a la cultura que a la sociedad,
y particularmente en el desarro¬llo de la religión a través del animismo. Su enfoque se fundamenta sobre una base cognitiva. Su principal
argumento traza la evolución de la religión, sobre una base cognitiva en tres etapas básicas: animismo, politeísmo y monoteísmo. Tratar de
establecer modelos cognitivos de la evolución es aún más difícil que intentar una teoría materialista u organizativa de la evolución, ya que.
decidir lo que es cogniti- vo. supone más tarde hacer juicios de valor en realidad, escasos de documentación, pero no hay otra manera de
hacerlo. Tylor creía en la similitud básica de todas las mentes humanas en cada tierra, en cada cultura—, la llamada doctrina de la unidad
psíquica de la humanidad Su teoría evolutiva del animismo no es una teoría racista que afirma que la gente con religiones más simples tienen
mentes más simples; sólo afirma que tienen religiones menos complejas. También afirmó que las sociedades con culturas más avanzadas podían
retener rasgos primitivos dentro de su cultura; llamó estos rasgos «supervivencias». No obstante, el argumento a favor de la importancia de las
supervivencias dentro de las tradiciones culturales no es muy bueno. Lo que cuenta es la viabilidad de una cultura y no el hecho de que algunas
de sus tradiciones sean aparentemente insignificantes y simplemente restos de tiempos anteriores.
En 1899 Tylor publicó un articulo titulado «On a Mcthod of Invcstigating the Dcvclopment of Institutions Applcd to Laws of Marriagc and
Descent». Este articulo es tan original como su definición de cultura. Fue el primer uso de un método estadístico dentro de la antropología, c
inició estudios referentes a diferen¬tes culturas que hoy forman una importante subdivisión del tema.

64 Extward Bumett Tylor

3. Cultura primitiva *

La ciencia de la cultura

l.a cultura o civilización, tomada en su sentido etnográfico amplio, es esc comple¬jo total que incluye conocimiento, creencia, arle, moral, ley.
costumbre y otras aptitudes y hábitos adquiridos por cl hombre como miembro dc la sociedad. La condición de la cultura entre las diferentes
sociedades de la humanidad, cn la medida cn que es capaz de ser investigada sobre principios generales, es un tema apto para cl estudio de las
leyes del pensamiento y acción humana Por una parte, la uniformidad que impregna la civilización se puede atribuir, en gran medida, a la acción
uniforme de causas uniformes; mientras, por otra parte, sus diferentes grados pueden considerarse etapas de desarrollo o evolución como
resultado de la historia previa y su participación cn dar forma a la historia del futuro. Los presentes volúmenes están dedicados a la investigación
de estos dos grandes principios cn varios departamentos dc la etnografía, con una especial consideración a la civilización dc las tribus inferiores
en su relación con la civilización dc naciones superiores.

Nuestros modernos investigadores en las ciencias de la naturaleza inorgánica van a reconocer primero, tanto dentro como fuera de sus campos
especiales de trabajo, la unidad dc la naturaleza, la estabilidad dc sus leyes, la secuencia definida dc causa y efecto a través de la cual cada hccho
depende dc lo que ha ocurrido antes que él. y actúa sobre lo que tiene que venir después. Comprenden firmemente la doctrina pitagórica de
extender cl orden por el cosmos universal. Afirman, con Aristóteles, que la naturaleza no está llena dc episodios incoheren¬tes, como una mala
tragedia. Están de acuerdo con Leibnitz cn lo que él llama «mi axioma, que la naturaleza nunca actúa a saltos (La nature n’agit jamais par saut)»
asi como en su «gran principio, comunmente poco empleado, que nada ocurre sin razón suficiente». Ni. dc nuevo, al estudiar la estructura y los
hábitos dc las plantas y los animales, o al investigar las funciones inferiores incluso del hombre, estas ideas dominantes no se reconocen. Pero
cuando hablamos de procesos superiores dc sentimiento y acción humanas, de pensamiento y lenguaje, conocimiento y arte, aparece un cambio
en el tono predominante de opinión. El mundo cn general apenas está preparado para aceptar el estudio general de la vida humana como una
rama dc la ciencia natural, y llevar a cabo, cn gran parte, cl mandato del poeta de «explicar las cosas morales y naturales». Para muchas mentes
educadas parece algo presuntuoso y repulsivo desde cl punto de vista de que la historia de la humanidad es parte dc la historia dc la naturaleza;
que nuestros pensamientos deseos y acciones están tan dc acuerdo con las leyes como los que gobiernan el movimiento dc las olas, la
combinación dc ácidos y bases, y cl crecimiento dc las plantas y los animales.

• Reimpreso dc fidward B T>l0r. Pnmnn* Culture (Londres. J. Murray, 1871).

Las principales razones de este estado del juicio popular no son difíciles de buscar. Muchos aceptarían con gusto una ciencia dc la historia si se
situase ante ellos con precisión sustancial dc principio y evidencia, pero no rechazan sin razón los sistemas que se les ofrecen, como si estuviesen
lejos dc un estándar científico. A través dc una resistencia asi. cl conocimiento real siempre se abre camino antes

o después, mientras cl hábito de oposición a la novedad hace un servicio tan excelente contra las invasiones del dogmatismo especulativo
que a veces incluso podemos desear que sea más fuerte dc lo que es. Pero otros obstáculos a la investigación dc las leyes dc la naturaleza
humana surgen de consideraciones de la metafísica y la teología. La noción popular de la voluntad humana libre, no sólo supone libertad dc
actuación de acuerdo con el motivo, sino también un poder dc hacerse libre por continuar y actuar sin causa combinación que puede ilustrarse
aproximadamente con el simil dc una balanza que a veces actúa dc manera normal, pero también posee la facultad de volverse contra sus pasos
por si misma. Esta idea de una acción anómala de la voluntad, dc la cual apenas necesita decirse que es incompatible con el argumento científico,
subsiste como opinión patente o latente cn las mentes de los hombres, y afecta cn gran manera a sus planteamientos (cólicos de la historia,
aunque, como norma, no se plantea no¬tablemente en el razonamiento sistemático. Realmente, la definición dc voluntad humana, ateniéndose
rigurosamente al motivo, es la única base científica cn cuanto a estas preguntas. Afortunadamente, no es necesario añadir aquí otra lista de
disertaciones sobre la intervención sobrenatural y la causalidad natural, sobre la libertad, predestinación, y responsabilidad. Podemos
apresurarnos a escapar dc las regiones dc la filosofía y la teología trascendentales, para empezar un viaje más esperanzador sobre un terreno
más factible. Ninguno negará que. como cada hombre sabe por la evidencia de su propia conciencia, la causa definida y natural determina, en
gran medida, la acción humana. Entonces, manteniendo al margen consideraciones de interferencia cxtranatural y espontaneidad sin causa,
tome¬mos esta existencia admitida de la causa y cl efecto naturales como nuestro terreno permanente y viajemos sobre él hasta donde nos lo
permita Sobre esta misma base la ciencia física persigue, con éxito creciente, su búsqueda de las leyes dc la naturaleza. Esta restricción tampoco
necesita obstaculizar el estudio científi¬co de la vida humana, en cl que las dificultades reales son las dificultades prácticas dc enorme
complejidad de evidencia y la imperfección de los métodos dc observación.

Ahora parece que esta visión dc la voluntad y conducta humanas, sujeta a una ley definida, es realmente reconocida por la misma gente que se
opone a ella, y que se queja dc que aniquila la voluntad libre del hombre, destruye su sentido de responsabilidad personal, y lo degrada a una
máquina sin alma. Sin embargo, quien diga estas cosas pasará gran parte de su vida estudiando los motivos que llevan a la acción humana,
buscando conseguir sus deseos a través de ellos, formando en su mente teorías de carácter personal, considerando los posibles efectos de
nuevas combinaciones, y dando a su razonamiento el carácter supremo de la verdadera búsqueda científica, dando por sentado que cn la medida
que su cálculo resulta equivocado, su evidencia puede haber sido falsa o incompleta, o su juicio sobre él erróneo. Tal visión resumirá la
experiencia dc años pasados en

complejas relaciones con la sociedad, declarando su persuasión de que hay una razón para todo en la vida, y que, donde los acontecimientos
parecen inexplica¬bles. la regla es esperar y vigilar con la esperanza de que la clave del problema se encuentre algún día. F.sta observación del
hombre puede haber .sido tan estrecha como son sus deducciones crudas y con prejuicios, pero no obstante, el ha sido un filósofo inductivo
«más de cuarenta años sin saberlo». Prácticamente ha reconocido leyes definidas de pensamiento y acción humanas, y simplemente le ha
quitado importancia en sus propios estudios de la vida la estructura total de la voluntad sin motivo y la espontaneidad sin causa. Aquí se asume
que se les deberia quitar importancia en estudios más profundos, y que la verdadera filoso¬fía de la historia está en ampliar y mejorar los
métodos de la gente llana que forma sus juicios sobre hechos, y los revisan sobre nuevos hechos. Tanto si la doctrina es totalmente o
parcialmente verdad, accpta la misma condición bajo la que buscamos nuevo conocimiento en las lecciones de la experiencia, y en una palabra el
curso total de nuestra vida racional está basado en ella.

«Un acontecimiento es siempre el hijo de otro, y nunca debemos olvidar el parentesco», este fue un comentario de un jefe bcchuana al
misionero africano. Casalis. Asi. en todos los tiempos, los historiadores, hasta donde han intentado ser más que meros cronistas, han hecho todo
lo posible para mostrar no una nueva sucesión, sino conexión entre los acontecimientos registrados. Además, se han esforzado por obtener
principios generales de acción humana, y, por éstos, explicar acontecimientos particulares, afirmando expresamente o dando tacita- mente por
supuesto la existencia de una filosofía de la historia. Si alguien negase la posibilidad de establecer asi unas leyes históricas la respuesta, es fácil
con lo que Boxwcll respondió a Johnson en un caso así: «Entonces, señor, usted reduci¬ría la historia a nada mejor que un almanaque». Que, sin
embargo, los trabajos de tantos pensadores eminentes sólo deberían haber llevado la historia al umbral de la ciencia no necesita causar asombro
a aquellos que consideran la compleji¬dad dcsconccrantc de los problemas que llegan antes del historiador general. La evidencia de la cual va a
sacar sus conclusiones es enseguida tan múltiple y tan dudosa que una visión total y distinta de su relación con una cuestión particular apenas se
consigue, y entonces la tentación se hace irresistible para mutilarla en favor de alguna teoría tosca pero eficaz del curso de los acontecimientos.
La filosofía de la historia en general, explicando los fenómenos pasados y predicien¬do los futuros de la vida del hombre en el mundo por
referencia a las leyes generales, es de hecho un tema con el que. en el estado actual de conocimiento, incluso es difícil tratar por el genio
ayudado por una amplia investigación. Aunque hay partes de ella que. aunque bastante difíciles, parecen comparativa-mente accesibles. Si el
campo de la investigación se reduce desde la Historia hasta esc nivel que llamamos cultura, la historia, no de las tribus o naciones, sino la del
estado del saber, religión, arte, costumbres y lo relacionado con ello, demuestra que el trabajo de investigación se sitúa dentro de un ámbito
mucho más moderado. Aún sufrimos de las mismas dificultades que impiden el argumen¬to más amplio, pero muy disminuidas. La evidencia ya
no es heterogénea, pero puede clasificarse y compararse más simplemente, mientras que el poder de deshacerse de material extraño, y tratar
cada cuestión en su propio grupo de

hechos, hace que el razonamiento en general sea más aprovechable que en la historia general. Esto puede parecer desde un breve examen
preliminar del pro¬blema. como los fenómenos de la cultura pueden clasificarse y disponerse, paso a paso, en un orden probable de evolución.

Con amplitud de ideas estudiamos el carácter y hábito de la humanidad; presentan a la vez una similitud y consistencia de los fenómenos
semejantes a la que llevó a decir al creador de refranes italiano que «todo el mundo es un país», «tulto il mondo c paese». Para la similitud
general de la naturaleza humana por una parte, y para la similitud general de las circunstancias de la vida por otra, pueden trazarse y estudiarse
esta similitud y consistencia con una oportunidad especial al comparar razas alrededor del mismo grado de civilización. En tales comparaciones
debería tenerse poca consideración por la ficcha en historia o por el lugar en el mapa; el antiguo habitante de los lagos suizos puede situarse al
lado del a/teca medieval, y el ojibwa de América del Norte al lado del zulú de Africa del Sur. Como dijo con desprecio el doctor Johnson después
de leer los viajes de Hawkesworth sobre los patagonios y los isleños del Mar del Sur: «un grupo de salvajes es como otro». Cualquier musco
etnológico puede mostrar lo elocuente que es una generalización asi. Examinemos, por ejemplo, los instrumentos de filo y puntiagudos en una
colección asi; el inventario incluye hacha, azuela, cincel, cuchillo, sierra, rascador, lezna, aguja, lanza y punta de flecha, y de éstos la mayoría o
todos pertenecen a las más variadas razas sólo con diferencias de detalle. Por tanto, se trata de ocupaciones salvajes: corle de madera, pesca con
red y sedal, juego de la lanza y disparo, haccr fuego, cocinar, trenzado de cuerdas y cestas; todo ello se repite con una uniformidad maravillosa
en los estantes de los muscos que ilustran la vida de las razas inferiores de Kamchatka a Tierra del Fuego, y de Dahomcy a Hawaii. Incluso cuando
comparamos a las multitudes bárbaras con naciones civilizadas, se introduce en nuestras mentes la considera¬ción de que. rasgo tras rasgo de la
vida de las razas inferiores, pasa a procedi¬mientos análogas a las de las superiores, en formas no demasiado diferentes para ser reconocidas, y a
veccs en absoluto diferentes. Observemos al moderno campe¬sino europeo usando su hacha y su azada; veamos su comida cociéndose o
asándose sobre el fuego de leña; observemos el lugar exacto que mantiene la cerveza en su cálculo de la felicidad; escuchemos su cuento del
fantasma en la casa encantada más cercana, y de la sobrina del campesino que fue hechizada con nudos en su interior hasta que le dio un ataque
y murió. Si elegimos de esta manera cosas que han cambiado poco en un periodo largo de siglos, podemos haccr un dibujo donde habrá poca
diferencia en la anchura de la mano entre un labrador inglés y un negro de Africa Central. Estas páginas estarán tan llenas de la evidencia de esta
correspondencia entre la humanidad que no hay necesidad de explayarse en sus detalles aquí, pero pnrd<* usarse enseguida para ignorar un
problema que complicaría el argumento, a saber, la cuestión de la raza. Para el presente objetivo parece posible y conveniente eliminar las
variedades heredita¬rias o las razas del hombre, y tratar a la humanidad como homogénea, aunque situada en diferentes grados de civilización.
Los detalles de la búsqueda, creo, probarán que las etapas de la cultura deben compararse sin tener en cuenta hasta dónde, las tribus que usan
el mismo instrumento, siguen esta misma costumbre, o
crccn que el mismo mito puede diferir en su configuración corporal y el color de su piel y cabello.

Un primer paso en el estudio de la civilización es analizarla minuciosamente en detalles y clasificar éstos en sus propios grupos. Asi, al examinar
las armas, se clasifican en lanza, garrote, honda, arco y flecha, y asi sucesivamente; entre las artes textiles están la fabricación de esteras de
redes y varios grados de hacer y tejer hilos; los mitos se dividen bajo encabezamientos como los mitos de la salida y la puesta del sol, mitos de
eclipses, mitos de terremotos, mitos locales que explican los nombres de lugares por algún cuento fantástico, mitos epónimos que explican el
parentesco de una tribu convirtiendo su nombre en el nombre de un antepasado imaginario; bajo ritos y ceremonias ocurren prácticas tales
como los vanos tipos de sacrificio a los fantasmas de los muertos y a otros seres espiritua¬les; la vuelta hacia Oriente para el culto, la purificación
de la suciedad ceremonio¬sa o moral por medio de agua o fuego. Estos son varios ejemplos de una lista de cientos, y el trabajo del etnógrafo es
clasificar estos detalles con vistas a entender su distribución en geografía e historia, y las relaciones que existen entre ellos. Se puede ilustrar
perfectamente cómo es este trabajo comparando estos detalles de cultura con las especies de plantas y animales según las estudia el naturalista.
Para el etnógrafo, el arco y la (lecha es una especie; el hábito de aplanar los cráneos de los niños es una especie; la práctica de contar números
de diez en diez es una especie. La distribución geográfica de estas cosas, y su transmisión de región a región, tiene que estudiarse como el
naturalista estudia la geografía de sus especies botánicas y zoológicas. Al igual que ciertas plantas son peculiares de ciertas zonas, también lo son
de otros instrumentos como el boomcrang austra¬liano, el bastón para hacer fuego polinesio, los pequeños arco y (lecha usados como lanceta
por las tribus del istmo de Panamá, y de manera similar con un arte, mito o costumbre, encontrado aislado en un terreno particular. Al igual que
el catálogo de todas las especies de plantas y animales de una zona representa su llora y fauna, la lista de todos los artículos de la vida general de
una gente representa esc total que nosotros llamamos su cultura. F. igual que las regiones distantes producen a menudo vegetales y animales
análogos, aunque no idénti¬cos. lo mismo hacen los detalles de la civilización de sus habitantes. Lo buena que es una analogía básica entre la
difusión de las plantas y animales y la difusión de la civilización se ve cuando nos damos cuenta de hasta que punto las mismas causas que han
introducido las plantas de cultivo y los animales domésticos de la civilización, han introducido con ellas el arte y conocimiento correspondientes.
El curso de los acontecimientos que llevó los caballos y el trigo a América, llevó con ellos el uso del revólver y el hacha de hierro, mientras que el
viejo mundo recibió a cambio no sólo maíz, patatas y pavos, sino también el hábito de fumar y el coy del marino.

Un asunto que vale la pena considerar es que la importancia de fenómenos culturales similares, repitiéndose en diferentes partes del mundo,
proporcionan realmente pruebas incidentales de su propia autenticidad. Hace unos años me fue planteada por un gran historiador una cuestión
que pone de manifiesto este punto: «¿Cómo puede una afirmación de costumbres, mitos, creencias, etc., de una tribu salvaje ser tratada como
evidencia cuando depende del testimonio de
algún viajero o misionero, que puede ser un observador superficial, más o menos ignorante de la lengua nativa, detallista descuidado del habla,
un hombre con prejuicios o incluso deliberadamente mentiroso?» Realmente, todo etnógrafo debería mantener esta pregunta en mente clara y
constantemente. Por supuesto, está obligado a usar su mejor juicio y la veracidad de todos los autores que cita, y si es posible obtener varios
informes para certificar cada punto en cada localidad. Pero la prueba de repetición entra por encima de estas medidas de precaución. Si dos
visitantes independientes en dos países diferentes, digamos un mahometano medieval en Tartaria y un inglés moderno en Dahomey. o un
misionero jesuíta en Brasil y un metodista en las islas Fiji. están de acuerdo al describir algún arte o rito o mito análogos entre la gente que han
visitado, se hace difícil o imposible establecer tal correspondencia por accidente o fraude deliberado. Quizás se puede considerar la historia de
un bandolero de Australia un error o una invención, pero ¿conspiró con él un ministro metodista de Guinea para engañar al público contando la
misma historia? La posibilidad de un engaño intencionado o no a menudo se excluye por tal estado de cosas como que una afirmación similar se
da en dos tierras remotas, por dos testigos, de los que A vivió un siglo antes que B. y B nunca ha oido hablar de A. Lo distantes que están los
paises. lo lejanas que están las fechas, lo diferentes que son los credos y caracteres de los observadores, en el catálogo de los hechos de la
civilización, no necesita más muestra para cualquier persona que eche una ojeada a las notas al pie de página del presente trabajo. Y cuanto más
extraña es la afirmación, menos probable es que varias personas en varios lugares se hayan equivocado. Siendo asi. parece razonable juzgar que
las afirmaciones son fundamentalmente verdaderas, y que su coinci¬dencia cercana y regular se debe a la aparición de hechos similares en varios
distritos de la cultura. Ahora se garantizan de este modo los hechos más impor¬tantes de la etnografía. La experiencia lleva al estudiante a
esperar y descubrir que los fenómenos de la cultura, como resultado de causas similares ampliamente representadas, se repiten una y otra vez
en el mundo. Incluso dcsconfia de afirmaciones aisladas para las que no conoce ningún paralelo, y espera que su autenticidad se demuestre por
correspondientes informes de la otra parte de la tierra, o del otro final de la historia. Realmente este modelo de autentificación es tan fuerte que
el etnógrafo en su biblioteca puede a veces permitirse decidir, no sólo si un explorador particular es un observador honesto y listo, sino también
si lo que informa está de acuerdo con las reglas generales de la civilización. Non quis, sed quis.

Volvamos de la distribución de la cultura en diferentes países, a su difusión dentro de estos paises. La calidad de la humanidad que en su mayoría
tiende a hacer posible el estudio sistemático de la civilización es ese consenso o acuerdo tácito y notable que lleva a poblaciones enteras a unirse
en el uso de la misma lengua, a seguir la misma religión y leyes, a ceñirse al mismo nivel general de arte y conocimiento. Es este estado de las
cosas el que hace posible ignorar hechos excepcionales y describir las naciones por una especie de promedio general. Es este estado de cosas el
que hace posible representar inmensas masas de detalles por unos cuantos hechos tipicos. mientras, una vez establecidos, nuevos casos
registrados por nuevos observadores entran simplemente en sus lugares para
probar la validez de la clasificación. Hay lal base para esta regularidad cn la composición dc las sociedades dc los hombres que podemos ignorar
las diferen¬cias individuales, y asi generalizar sobre las artes y opiniones dc naciones enteras, tal como, cuando miramos a un ejército desde una
colina, olvidamos al soldado individual, a quien, de hecho, apenas podemos distinguir de la masa, mientras vemos cada regimiento como un
cuerpo organizado, separándose o concentrán¬dose. avanzando o retrocediendo. Hn algunas ramas del estudio dc las leyes sociales es ahora
posible acudir en ayuda de la estadística, y apartar las acciones especiales dc grandes comunidades mezcladas de hombres por medio de los
programas de los recaudadores de impuestos, o las tablas de la oficina de seguros. Entre los modernos argumentos sobre las leyes de acción
humana, ninguno tiene un efecto más profundo que las generalizaciones tales como las dc M. Quetelet. sobre la regularidad, no sólo de asuntos
como la estatura media y los porcentajes anuales dc nacimiento y muerte, sino también de la repetición, año tras año. de tales productos oscuros
y aparentemente incalculables de la vida nacional, como el número dc asesinatos y suicidios, y la proporción de las mismas armas del crimen.
Otros casos sorprendentes son la regularidad anual de personas asesina¬das accidentalmente cn las calles dc Londres, y dc cartas sin señas
echadas cn los bu/ones de las oficinas dc correos. Pero al examinar la cultura dc las razas inferiores, lejos dc tener dominio dc los hechos
aritméticos medidos dc la estadís¬tica moderna, quizás tengamos que juzgar la condición dc las tribus a partir dc los informes imperfectos dados
por los viajeros o misioneros, o incluso razonar sobre reliquias de ra/as prehistóricas cuyos nombres y lenguas ignoramos. Aho-ra. a primera
vista, éstos nos pueden parecer materiales indefinidos y no promete¬dores para una investigación científica. Pero de hecho ni son indefinidos ni
poco prometedores, sino que dan evidencia de que son buenos y definidos hasta donde funcionan Hay datos que. por la manera diferente en
que denotan por separado la condición de la tribu a la que pertenecen, permitirán comparación con los datos del estadista. El hecho es que una
punta de flecha dc piedra, una estaca tallada, un idolo, un túmulo sobre una tumba donde se han enterrado esclavos y propiedades para cl uso
de los muertos, un informe de los ritos de un hechicero para hacer lluvia, una tabla dc numerales, la conjugación de un verbo son cosas que
expresan el estado dc una gente con referencia a un punto particular de la cultura, tan fielmente como cl número clasificado dc muertes por
envenenamien¬to, y dc cajas de té importado, expresan dc manera diferente otros resultados parciales dc la vida general dc toda una
comunidad.

Que toda una nación deba tener un vestuario especial, herramientas y armas especiales, leyes especiales dc matrimonio y propiedad, doctrinas
morales y reli¬giosas especiales, es un hccho notable, que apenas apreciamos, porque hemos vivido toda nuestra vida cn medio dc él. La
etnografía tiene que tratar especial-mente estas cualidades generales de cuerpos organizados de hombres. Aunque, al generalizar sobre la
cultura dc una tribu o nación y apartar las peculiaridades de los individuos que la componen como importantes para cl resultado principal,
debemos tener cuidado dc no olvidar qué compone este resultado principal. Hay gente tan resuelta a la vida separada dc los individuos que no
pueden compren¬der una noción dc la acción de una comunidad como total tal observador, in*

capaz dc una visión amplia de la sociedad, se describe apropiadamente al decir que él «no puede ver cl bosque debido a los árboles». Pero, por
otra parte, cl filósofo puede estar tan obsesionado por leyes generales de la sociedad que descuida a los actores individuales, o sea a quienes
componen esta sociedad; de él se puede decir que los árboles le impiden ver cl bosque. Sabemos cómo las costumbres, artes c ideas se forman
entre nosotros por las acciones combinadas dc muchos indivi¬duos dc los cualcs tanto el motivo como el efecto de las acciones a menudo son
vistos dc manera diferente por nosotros, l-a historia dc un invento, una opinión, una ceremonia, es una historia dc sugerencia y modificación,
ánimo y oposición, beneficio personal y prejuicio de grupo, y los individuos involucrados actúan dc acuerdo con sus propios motivos, según están
determinados por su carácter y circunstancias. Así. vemos 3 veces a individuos que actúan para sus propios fines sin pensar apenas cn su efecto
sobre la sociedad a la larga, y a veces tenemos que estudiar los movimientos dc la vida nacional como total, donde los individuos que cooperan
en ella están totalmente detrás dc nuestra observación. Pero al ver que la acción social colectiva es cl mero resultado dc muchas acciones
individua¬les, es obvio que estos dos métodos de investigación, si se siguen correctamente, deben ser absolutamente consistentes.

Al estudiar la repetición dc hábitos o ideas especiales cn varios distritos y su predominio dentro dc cada distrito, se nos presentan pruebas dc
causalidad regular que producen los fenómenos dc la vida humana, y de las leyes de mantenimiento y difusión dc acuerdo con las cuales estos
fenómenos establecen condiciones estándar permanentes dc la sociedad, cn etapas definidas de cultura. Pero, al dar total importancia a la
evidencia que soporta estas condiciones estándar de la sociedad, seamos cuidadosos para evitar un peligro que puede coger cn una trampa al
estudiante imprudente. Por supuesto las opiniones y hábitos pertenecientes cn común a las masas de la humanidad son en gran medida los
resultados de un juicio profundo y un saber práctico. Pero, cn gran medida, no es así. Que numerosas sociedades dc hombres hayan creido en la
influencia del ojo del diablo y la existencia de un firmamento, hayan sacrificado esclavos y propiedades a los fantasmas de los difuntos, hayan
transmitido tradi¬ciones de gigantes asesinando a monstruos y hombres que se vuelven bestias, es la base para mantener que estas ideas se
produjeron realmente en las mentes dc los hombres por causas eficientes, pero no es la base para mantener que los ritos en cuestión son útiles,
las creencias profundas, y la historia auténtica. Esto puede parecer a primera vista un tópico, pero, dc hecho, es la negación dc una falacia que
afecta profundamente a las mentes de todos excepto dc una pequeña minoría critica dc la humanidad. Popularmente, lo que todo el mundo dice
debe ser verdad, lo que todo el mundo hace debe estar bien («Quod ubique, quod semper. quod ab ómnibus creditum est. hoc cst verc
propriequc Catholícum»), y asi sucesivamente. Existen varios tópicos, especialmente cn historia, derecho, filoso¬fía y teología, donde incluso
entre la gente educada con la que vivimos se piensa que la causa por la que los hombres tienen una opinión, o practican una cos¬tumbre, no es
necesariamente una razón por la que deberían hacerlo. Hoy. colecciones dc evidencia etnográfica muestran notables evidencias comunes entre
multitud de personas con respecto a ciertas tradiciones, creencias y usos; y es

probable que se usen indebidamente en defensa directa de estas mismas institu¬ciones; se sondea incluso a las antiguas naciones bárbaras con
el fin de haccr perdurar sus opiniones en contra de lo que se llaman ideas modernas. Como me ha ocurrido más de una vez encontrar mis
colecciones de tradiciones y creencias asi establecidas para probar su propia verdad objetiva, sin un examen propio de las bases sobre las que
fueron realmente percibidas, aprovecho esta ocasión para recalcar que la misma linca de argumento servirá igualmente para demostrar, por el
amplio y fuerte acuerdo de las naciones, que la tierra es plana, y la pesadilla de la visita de un demonio.

Una vez demostrado que los detalles de la cultura se pueden clasificar en numerosos grupos etnográficos de artes, creencias, costumbres y el
resto, la consideración llega hasta donde los hechos incorporados en estos grupos se producen por la evolución de uno y otro. Apenas necesita
señalarse que los grupos en cuestión, aunque juntos por un carácter común, no están precisamente definidos. Para tomar de nuevo la ilustración
de la historia natural, debe decirse que hay especies que tienden a extenderse en variedades. Y cuando se plantea que relaciones mantienen
estos grupos con otros, está claro que el estudiante de los hábitos de la humanidad tiene una gran ventaja sobre el estudiante de las especies de
plantas y animales. Entre los naturalistas es una pregunta abierta si una teoría del desarrollo de las especies es una relación de transiciones que
realmente tuvieron lugar o un mero esquema ideal útil para la clasificación de las especies cuyo origen fue realmente independiente. Pero entre
los etnógrafos no existe tal pregunta en cuanto a la posibilidad de tipos de instrumentos, o hábitos,

o creencias que se desarrollan una a partir de otra, ya que nuestro más familiar conocimiento reconoce el desarrollo en la cultura. La
invención mecánica pro¬porciona ejemplos apropiados del tipo de desarrollo que afecta a la civilización a la larga. En la historia de las armas de
fuego, el pesado fusil de rueda, en el cual una rueda de acero cortada era movida por un tirador contra la piedra hasta que una chispa cogía el
cebo, llevó a la invención del más útil fusil de chispa, de los cuales aún cuelgan algunos en las cocinas de nuestras casas de campo, para que los
niños disparen con ellos a pequeños pájaros en Navidad; el fusil de chispa que a su ve/ fue pasado por una obvia modificación al fusil de
percusión, el cual está justo cambiando su antigua disposición para ser adaptado de la carga por la boca a la carga por la recámara. El astrolabio
medieval pasó al cuadrante, descartado a su vez por el marino, quien usa el sextante, más delicado, y asi es a Iravés de la historia de un arte y un
instrumento después de otro. Conocemos estos ejemplos de progresión como historia directa, pero esta noción de desarro¬llo en casa es tan
perfecta en nuestras mentes que. por medio de ella, reconstrui¬mos la historia perdida sin escrúpulos, confiando en el conocimiento general de
los principios del pensamiento y acción humanas como guia para ordenar pro¬piamente los hechos, Tanto si la crónica habla o se mantiene en
silencio sobre oc punto, nadie que comparase un arco largo y un arco cruzado dudaría que el arco ctuzado era un desarrollo del instrumento más
simple. Por tanto, entre los perforadores de fuego de los salvajes para encender por fricción, parece ser que la máquina que funcionaba con una
cuerda o arco es una mejora posterior sobre el más torpe instrumento primitivo retorcido entre las manos. Esta clase instructiva

de ejemplares que a veces descubren los anticuarios, hachas prehistóricas de bronce modeladas sobre el tipo pesado de hacha de piedra, apenas
pueden explicarse excepto como primeros pasos en la transición de la Edad de Piedra a la Edad de Bronce, para ser seguidos por la siguintc etapa
de progreso, en la que se descubre que el nuevo material es adecuado para un modelo más práctico y menos derrochador. Y asi, en las demás
ramas de nuestra historia, llegarán de nuevo series de hechos que pueden disponerse siguiendo uno a otro en un orden particular de desarrollo,
pero que apenas soportarán ser invertidos y seguidos en orden contrario.
Entre la evidencia que nos ayuda a trazar los cursos que ha seguido la civilización del mundo está esa gran clase de hechos a denotar que he
considera¬do convenientemente introducir con el término «supervivencias». Son procesos, costumbres, opiniones, etc., que se han llevado por
la fuerza del hábito un nuevo estado de sociedad diferente al que tenian en su hogar original, y asi permanecen como pruebas y ejemplos de una
condición antigua de la cultura de la cual ha surgido una nueva. Asi, conozco a una anciana de Somerset cuyo telar manual data de antes de la
introducción de la «lanzadera volante», cuya moderna aplica¬ción nunca ha llegado a aprender, y la he visto lanzar su lanzadera de mano a mano
de manera verdaderamente clásica; esta anciana no está un siglo más atrás de su tiempo, sino que es un caso de supervivencia. Estos ejemplos a
menudo nos hacen retroceder a los hábitos de hace cientos c incluso miles de años. La hoguera del solsticio de verano es una supervivencia; la
cena de todas las almas de los campesinos bretones por los espíritus de los muertos es una supervivencia.

I I simple mantenimiento de hábitos antiguos es sólo una parte de la transición de tiempos viejos a nuevos y cambiantes. Un serio trabajo
de la sociedad antigua puede irse a pique con la diversión de las generaciones posteriores, y su seria creencia de demora en el folclore infantil,
mientras los hábitos reemplazados de vida antigua pueden modificarse en formas modernas todavía poderosas para el bien y el mal A veces, los
viejos pensamientos y prácticas irrumpirán de nuevo, para la sorpresa de un mundo que los pensaba muertos desde hace mucho o muriendo;
aquí la supervivencia pasa a resurgimiento, como ha pasado últimamente de manera notable en la historia del esplritualismo moderno, un tema
lleno de instrucción desde el punto de vista del etnógrafo. El estudio de los principios de supervivencia no tiene, realmente, ninguna pequeña
importancia práctica, ya que la mayor parte de lo que llamamos superstición está incluida dentro de la supervivencia, y de esta manera está
abierto al ataque de su más mortal enemigo, una explicación razonable. Insignificante, además, como lo son en sí mismas las multitudes de los
hechos de la supervivencia, su estudio es tan efectivo para trazar el curso del desarrollo histórico a través del cual es posible entender su
significado, que se convierte en un punto vital de la investigación etnográfica paru ganar la visión más clara posible de su naturaleza. Esta
importancia puede justificar el detalle aqui dedicado a un examen de la supervivencia, bajo la evidencia de tales juegos, dichos populares,
costumbres, supersticiones y similares que pueden servir para ver la manera de su operación.

El progreso, la degradación, la supervivencia, el resurgimiento, la modifica¬ción son todos modos de conexión que unen la compleja red de la
civilización

Sólo se necesita una ojeada a los detalles triviales de nuestra vida diaria para hacernos pensar hasta dónde somos realmente sus creadores, y
hasta dónde sólo los transmisores y modificadores de los resultados de épocas pasadas. Mirando alrededor de las habitaciones en que vivimos,
podemos intentar hasta dónde el que sólo conoce su propia época es capa/ de comprender incluso esta perfecta¬mente. Aqui está la madreselva
de Asiria, la flor de lis de Anjou, una cornisa con un final griego en el techo, el estilo de Luis XIV y su pariente el Renacimiento comparten el
espejo entre ellos. Transformados, cambiados o mutilados, estos elementos del arte aun llevan su historia estampada sobre ellos; y si la historia
aún más atrás es más difícil de leer, no vamos a decirlo porque no podemos discernir claramente si allí hay por tanto historia. lis así incluso con la
moda de la ropa que llevan los hombres. Los ridiculos faldones pequeños del abrigo de postillón alemán muestran cómo llegaron a reducirse a
estos absurdos rudimen¬tos: pero las fajas de los clérigos británicos ya no permiten mostrar su historia, y parecen bastante extrañas hasta que
uno ve las etapas intermedias por las que pasaron desde los más útiles y anchos cuellos, como el que Milton lleva en su retrato, y que dieron su
nombre a la «band-hox» que usaban para estar en casa. De hecho, los libros de indumentaria, que muestran cómo un adorno crecía o se hundía
por etapas y pasaba a otro, ilustran con mucha fuerza y claridad la naturaleza del cambio y el crecimiento, el resurgimiento y la decadencia, que
van de año en año en los asuntos más importantes de la vida. En los libros, de nuevo, vemos a cada escritor no por y para si mismo, sino
ocupando su propio lugar en la historia: miramos a través de cada filósofo, matemático, quimico, poeta, los antecedentes de su educación —de
Leibni/ a Descartes, de Platón a Pricstlcy. de Milton a Homero. Quizás el estudio de la lengua ha hecho más que cualquier otro para eliminar las
ideas de oportunidad c invención arbitraria de nuestra visión del pensamiento y acción humanos, y para sustituir por ellos una teoría de
desarrollo a través de la cooperación de hombres individuales, a través de procesos razonables e inteligentes donde se conocen totalmente los
hechos. Rudi¬mentaria como todavía es la ciencia de la cultura, los síntomas se están haciendo tan fuertes que, incluso los que parecen ser
fenómenos más espontáneos y sin motivo, difieren de forma tan contundente como los hechos de la mecánica. En el pensamiento popular, ¿qué
es más indefinido c incontrolado que los productos de la imaginación en los mitos y fábulas? Aunque ninguna investigación sistemática de la
mitología, basandosc en una amplia evidencia podra demostrar con clari¬dad que tales esfuerzos de imaginación sean un desarrollo de etapa a
etapa, y que una producción de uniformidad dé resultado a partir de uniformidad de causa. Aqui. como en los demás lugares, la espontaneidad
sin causa se ve retroceder cada vez más hacia un cobijo dentro de los oscuros recintos de la ignorancia; al igual que la oportunidad, que aún
mantiene su puesto entre lo vulgar como una causa real de acontecimientos de otro modo inexplicables: mientras que. para los hombres
educados no ha significado nada más que la misma ignorancia durante mucho tiempo. Sólo cuando las personas no pueden ver la linca de
conexión en los acontecimientos, es cuando se dejan llevar por las nociones de impulsos arbitrarios, fenómenos sin causa, oportunidad y
absurdo, e inexplicabilidad inde¬finida. Si los juegos infantiles, las costumbres sin objetivo, las supersticiones

absurdas se establecen como espontáneas porque nadie puede decir exactamente cómo llegaron a existir, la afirmación puede recordamos al
efecto cómo los hábitos excéntricos de la planta del arroz silvestre tuvo, en la filosofía de una tribu india roja, una disposición para ver de otro
modo los efectos del control de la voluntad personal en la armonía de la naturaleza. Hl Gran Espiritu, dccian estos teólogos sioux, hacía todas las
cosas excepto el arroz silvestre: pero el arroz silvestre llegaba por casualidad.

*<EI hombre», dijo Wilhelm von Humboidt, «siempre se relaciona con lo que tiene a mano <der Mensch Knúpft immer an Vorhandenes an)». La
noción de la continuidad de la civilización contenida en esta máxima no es ningún principio filosófico vado, pero enseguida se hace práctico por
la consideración de que quien desea entender su propia vida debería conocer las etapas a través de las cuales sus opiniones y hábitos se han
convertido en lo que son. Auguste Comtc apenas exagero la necesidad de este estudio del desarrollo, cuando declaró al principio de su «Filosofía
positiva» que «ningún concepto puede entenderse si no es a través de la historia» y su frase, a la larga, se extenderá a la cultura. Mirar la vida
moderna a la cara y esperar comprenderla por mera inspección es una filosofía cuya debilidad puede probarse fácilmente. Imaginemos a
cualquiera explicando el dicho trivial, «me lo ha dicho un pajarito», sin conocer la antigua creencia en el lenguaje de los pájaros y las bestias, del
que el doctor Dasent. en su introducción a los cuentos de Norsc. traza razonablemente el origen. A los intentos ingeniosos de explicar a la luz de
la razón cosas que quieren la luz de la historia para mostrar su significado, se debe mucho de lo absurdo aprendido en el mundo. Sir H. S. Maine.
en su «Ley Antigua», da un claro ejemplo. En toda la literatura que encierra la pretendida filosofía de la ley, señala, no hay nada más curioso que
las páginas de una sofistería elaborada en las que Backstone intenta explicar v justificar cómo la norma extraordinaria de la ley británica, sólo
recien¬temente modificada, prohibía a los hijos del mismo padre con madres diferentes heredar la tierra entre ellos. Para Sir H. S. Maine,
conociendo los hechos del caso, fue fácil explicar su origen real de las «Costumbres de Normandía», donde, de acuerdo con el sistema de
consanguinidad o parentesco por parte del varón, los hermanos de la misma madre pero de padres diferentes no eran por supuesto parientes en
absoluto entre ellos. Pero cuando esta norma «se transplantó a Gran Bretaña, los jueces ingleses, quienes no tenian ninguna clave para su
principio, la interpretaron como una prohibición general contra la herencia de los medios hermanos, y la extendieron a los hermanos
consanguíneos, es decir, a hijos del mismo padre con diferentes esposas». Más tarde. Blackstonc buscó en esta mete- dura de pata la perfección
de la razón, y la encontró en el argumento de que el parentesco a través de ambos padres debería prevalecer incluso sobre un grado de
parentesco más cercano a través de un solo padre*. Estos son los riesgos que corren lu% filósofos al separar cualquier fenomeno de la civilización
de su relación con acontecimientos pasados, y tratarlo como un hecho aislado.

Al seguir el gran trabajo de la etnografía racional, la investigación de las causas que han producido los fenómenos de la cultura y las leyes a las
que están subordinados, es conveniente trabajar tan sistemáticamente como sea posible un esquema de la evolución de esta cultura a lo largo
de sus muchas líneas. En el

siguiente capítulo fde cultura primitiva), sobre cl desarrollo dc la cultura, se intenta esbozar un curso teórico dc la civilización entre la humanidad,
tal como parece en su totalidad más conforme con la evidencia. Comparando las varias etapas dc la civilización entro las razas que la historia
conoce, con la ayuda de inferencia arqueológica de los restos dc las tribus prehistóricas, parece posible juzgar de manera tosca sobre una
primera condición general del hombre, la cual se considera una condición primitiva desde nuestro punto dc vista, cualquiera que sea el estado
anterior que pueda haber estado iras ella en realidad. Bsta hipotética condición primitiva corresponde cn gran medida a las modernas tribus
salvajes, que. a pesar dc su diferencia y distancia, tienen cn común ciertos elementos de la civilización, los cuales parecen restos dc un estado
anterior dc la raza humana. Si esta hipótesis fuese verdadera, entonces, a pesar de la interferen¬cia continua de la degeneración, la tendencia
principal de la cultura desde los tiempos primitivos hasta los tiempos modernos han sido dc! salvajismo hacia la civilización. Casi todos, entre los
miles de hechos discutidos cn los sucesivos capítulos, tienen relación directa con el problema de esta vinculación dc la vida salvaje con la
civilizada. La supervivencia en la cultura, al disponer en el trans¬curso dc la civilización de hitos históricos llenos de significado para aquellos que
silben descifrar sus signos, se erige incluso ahora en monumento al pensamiento bárbaro y a la vida. Su investigación dice mucho a favor de la
visión que los europeos pueden encontrar entre los groenlandeses o maories con muchos rasgos que permiten tener una idea de sus propios
primitivos antepasados. Después, llega cl problema del origen dc la lengua. Aunque aún quedan muchas partes oscuras dc este problema, sus
posiciones más claras están abiertas a la investiga¬ción dc si cl habla tuvo su origen entre la humanidad en estado salvaje, y el resultado de la
investigación es que, consecuentemente con toda evidencia cono¬cida. éste puede haber sido cl caso. Del examen del arte dc contar, se muestra
una consecuencia más definida. Se puede afirmar con seguridad que este importante arte no sólo se encuentra cn un estado rudimentario entre
las tribus salvajes, sino que la evidencia satisfactoria prueba que la numeración se ha desarrollado por una intervención racional desde su estado
más bajo hasta cl que nosotros posee¬mos. Kl examen de la mitología en cl primer volumen está realizado cn gran parle desde un punto dc vista
especial, sobre la evidencia recogida para un objetivo especial, el de trazar la relación entre los milos de las tribus salvajes y sus análogos entre
naciones más civilizadas. Kl resultado de esta investigación prue¬ba que cl primer creador de mitos surgió y creció entre multitudes salvajes,
es¬tableciendo un arte que sus más cultos sucesores seguirían, fuesen confundidos por la historia, se les adornase y diese forma en poesía, o se
desechasen como disparate.

Quizás cn ningún lugar se necesiten tan amplios planteamientos del destarro lio histórico como cn cl estudio dc la región. A pesar de todo lo que
se ha escrito para dar a conocer al mundo las teorías inferiores, las ideas populares de su lugar en la historia y su relación con las creencias de las
naciones superiores son aún de tipo medieval, lis maravilloso contrastar algunos diarios de misioneros con los ensayos de Nlaz MüUer, y
establecer el odio y ridiculo no apreciados que se prodigan por un estrecho cclo hostil sobre el brahmanismo. budismo, zoroastris-

mo, junto a la simpatía católica con la que un amplio y profundo conocimiento puede examinar las fases nobles y antiguas dc la conciencia
religiosa del hombre; tampoco, debido a que las religiones de las tribus salvajes pueden ser rudas y primitivas comparadas con los sistemas
asiáticos, se encuentran demasiado bajas para el interés c incluso para cl respeto. La cuestión realmente se encuentra cnire entenderlas y
malentenderlas. Pocos dc los que entreguen sus mentes a dominar los principios generales dc la religión salvaje nunca volverán a considerarla
ridicula o su conocimiento supcrfluo para cl resto dc la humanidad. Lejos dc que sus creencias y prácticas sean un montón dc disparates, son
consistentes y lógicas cn un grado tan alto como para empezar, tan pronto como sean aproximada¬mente clasificadas, a exponer los principios
dc su formación y desarrollo; y estos principios prueban ser esencialmente racionales, a pesar de trabajar cn una condición mental dc intensa e
invertebrada ignorancia. Yo mismo he empezado a examinar sistemáticamente, entre las razas inferiores, cl desarrollo del animismo con un
sentido de intentar una investigación que está muy cerca de la actual teología de nuestros propios dias; es decir, la doctrina dc las almas y de
otros seres espirituales en general. Más de la mitad del presente trabajo está ocupada con evidencias de todas las religiones del mundo,
exponiendo la naturaleza y el significado de este gran elemento de la filosofía de la religión, y trazando su transmisión, expansión, restricción,
modificación, a lo largo del curso dc la historia en medio dc nuestro pensamiento moderno. Tampoco están las cuestio¬nes de pequeña
importancia práctica que deben ser planteadas en un intento similar de trazar el desarrollo de ciertos ritos y ceremonias prominentes
cos¬tumbres tan llenas de enseñanza en lo referente a los poderes más profundos de la religión, que son su expresión externa y su resultado
práctico.

Sin embargo, cn estas investigaciones, realizadas más desde un punto dc vista etnográfico que teológico, ha parecido haber poca necesidad de
entrar en un directo argumento polémico, que realmente he tratado de evitar todo lo posible. La conexión que atraviesa la religión, desde sus
formas más rudas hasta cl estado dc un cristianismo ilustrado, puede tratarse convenientemente con poco recurso a la teología dogmática. Los
ritos dc sacrificio y purificación pueden estudiarse cn sus etapas dc desarrollo sin entrar cn cuestiones dc su autoridad y valor, ni un examen de
las fases sucesivas dc la creencia del mundo cn una vida futura pide- una discusión de los argumentos aducidos a favor o cn contra dc la misma
doctrina. Los resultados etnográficos pueden dejarse como materiales para los teólogos, y quizás no pasará mucho tiempo antes de que la
evidencia tan llena dc significado ocupc su lugar legítimo. Para volver dc nuevo a la analogía de la historia natural, pronto puede llegar cl
momento cn que se considerará irrazona¬ble que el estudiante científico dc teologia no tenga un conocimiento competente sobre los principios
dc la* religiones dc las razas inferiores, asi como que cl fisiólogo mire con el desprecio de hacc cincuenta años la evidencia derivada dc las formas
más inferiores de vida, considerando la estructura de nuevas criaturas invertebradas asunto no digno de su estudio filosófico.

No simplemente como cuestión de curiosa investigación, sino como una importante guía práctica para cl entendimiento del presente y la
formación del futuro; la investigación cn el origen y primer desarrollo dc la civilización debe ser

llevada con entusiasmo. Toda posible avenida de conocimiento debe ser explora¬da, intentar \er si toda puerta está abierta. Ningún tipo de
evidencia debe dejarse sin tocar a causa de su lejanía o complejidad, pequenez o trivialidad. La tenden¬cia de la investigación moderna se dirige
cada ve/ más hacia la conclusión de que si la ley está en cualquier lugar, está en todos los lugares. Desesperarse por lo que una colección y el
estudio de los hechos puede acarrear, y declarar cualquier problema insoluble porque es difícil y remoto, está en el lado equivocado de la
ciencia; y quien elija un trabajo sin esperanza puede ponerse a descubrir los limites del descubrimiento. Se recuerda a Comte. empezando en su
informe de astronomía con una afirmación sobre la limitación necesaria de nuestro conoci¬miento de las estrellas: concebimos, nos dice, la
posibilidad de determinar su forma, distancia, tamaño y movimiento, mientras que nunca seriamos capaces de estudiar por ningún método su
composición química, su estructura mineralógica. Si el filósofo hubiese vivido para ver la aplicación del análisis del espectro para este mismo
problema, la proclamación de su desalentadora doctrina sobre la necesaria ignorancia, quizás se hubiera retractado a favor de una visión más
esperanzadora. Y parece estar con la filosofía de una remota vida humana como con el estudio de la naturaleza de los cuerpos celestiales. Los
procesos distingui¬dos en las primeras etapas de nuestra evolución mental distan de nosotros en el tiempo como las estrellas distan de nosotros
en el espacio, pero las leyes del universo no se limitan con la observación directa de nuestros sentidos. Hay mucho material para usar en nuestra
investigación; muchos investigadores se ocupan de dar forma a este material, aunque se ha hecho poco en proporción a lo que queda por hacer,
y no parece demasiado decir que los vagos perfiles de una filosofía de la historia primitiva están empezando a aparecer ante nosotros.

Nota

I. Blackstone. «Comentarios». «Como la propia sangre de cada hombre se compone de la sangre de sus respectivos antepasados, el
solamente es propiamente de la sangre total con otro, quien tiene (hasta donde la distancia de los grados lo permite) todos los ingredientes en la
composición de su sangre que tiene el otro», etc.

SEGUNDA PARTE

Antropología cultural temprana

Franz Boas

1858-1942

Antecedentes

Aunque hubo muchos antropólogos norteamericanos antes de Franz Boas, él fundó el primer departamento universitario de Norteamérica (en la
Universidad de Clark, en 1888). y él mismo fue una especie de embudo a través del cual pasó toda la antropología norteamericana entre su
juventud del siglo xix y su madure/ del siglo xx.

Boas (como muchos antropólogos de la epoeal nació y fue educado en Alema¬nia - hecho importante en la historia del tema, que hizo que la
influencia francesa entrase después en la antropología americana. Su familia era activamente liberal, inactivamente judía. Su padre era un
hombre de negocios con éxito; su «muy idealista» (su propia descripción) madre, activa en asuntos cívicos. Sus primeros diecinueve años los
pasó en escuelas locales, donde desarrolló amplios estudios sobre la historia natural y la botánica y se convirtió en un pianista competente
Durante su vida mantuvo estrechos lazos familiares.

A los veinte años, empezó en la universidad, trasladándose de Hcildclbcrg a Bonn y finalmente a Kíel. donde recibió su doctorado en 1881.
Estudió física, después, matemáticas, y acabó con geografía. Su tesis fue «Contribuciones al enten¬dimiento del color del agua». Hay historias
conflictivas sobre las cicatrices de su cara; algunos dicen que se las hizo en un duelo mientras estaba en la universidad; por lo menos en una
ocasión él mismo las atribuyó a los arañazos de un oso polar.

82 Fian* Boas

Firme creyente en el valor dc la información de primera mano, cn 1883 dccidió emprender una expedición para investigar el agua del mar Artico.
Su arto dc estancia con los balleneros y esquimales convirtió a Boas cn etnógrafo y lo conven¬ció dc que cl conocimiento obtenido únicamente
por la observación es inútil sin comprender las tradiciones que le condicionan. Esta comprensión, junto a la gran amistad dc sus huespede»,
precipitó lo que seria cl interés de su vida, la investiga¬ción del campo como un camino real hacia la antropologia.

Pasó cl invierno de 1884-1885 cn Nueva York; luego volvió a Alemania al museo für Volkerkunde. donde aceptó un nombramiento de geografía
cn la Univer¬sidad de Berlín. Entonces, inspirado por un grupo dc visitantes indios bella coola, se dispuso a empe/ar el estudio dc toda su vida
sobre los indios dc la costa dc Columbia Británica. Cuando volvió a Alemania un año más urde, se casó, decidió convertirse cn norteamericano y
renunció a su posición cn la Universidad de Berlín.

En 1888 regresó a Columbia Británica y empezó a dar clases y a investigar en la Universidad dc Clark, período marcado por muchas publicaciones
sobre lingüistica, teoría etnológica, antropometría, folclore y los objetivos de la etnología.

Boas dejó Clark cn 1892 para convertirse en jefe adjunto dc antropología cn la Exposición de Chicago. Cuando dc la exposición que hizo cl Held
Muscum o Musco del Trabajo de Campo, cl pasó a ser conservador dc aniropología. Obligado a renunciar debido a conflictos personales (era un
hombre riguroso). Boas se trasladó al Museo Americano dc Historia Natural dc Nueva Yoik y pronto empezó a dar conferencias cn Columbia.

En 1899 Boas se convirtió cn profesor, y, dc 1901 a 1905. fue también conserva¬dor dc! Musco Americano. Debido a conflictos personales, se vio
forzado a dejar d musco. No obstante, cn este momento estaba bien establecido y preparado para dedicar todos sus esfuerzos a la enseñanza y
la investigación. Construyó un hogar en las empalizadas de New Jersey, que seria un punto dc reunión para los hijos y nietos dc Boas durante
toda su vida

Hay opiniones contrastadas sobre la calidad de la enseñanza de Boas, pero cn general se está dc acuerdo cn que fue «cl fundador del moderno
trabajo dc campo cn América» y que preparó a una generación dc brillantes y productivos antropólo¬gos. Boas no era un buen conferenciante.
Introdujo pocos datos concretos cn sus conferencias (y poco más cn sus libros etnográficos). Daba por supuestos los antecedentes antcrioren de
los estudiantes y su habilidad lingüística, para desalien¬to dc muchos. Sin embargo, para cl estudiante inspirado y responsable. Boas era un
magnifico profesor El calor personal que su familia conocía, se extendió al pequeño e íntimo grupo de sus más talentosos estudiantes.
En 1910 Boas ayudó a establecer la Escuda Internacional de Arqueología y Etnología Americanas cn México. Sirviendo como director residente cn
1911-1912, tuvo influencia cn la introducción de nuevos métodos estratigrafía» de excavación. Publicó e! que puede ser su libro más famoso. The
Mind of Primitivc Man. cn 1911 cn un esfuerzo parj ayudar a aclarar la relación, o la falta dc ella, entre la cultura y los lipov fídros humnnosL Su
enfoque revolucionario a la lengua cn el estudio de la cultura fue seminal en la creadón del terreno de la lingüistica comparativa.

En IV14. un cáncer que atacaba a un nervio facial le llevó a una parálisis permanente en la mitad dc su rostro, pero no dañó su enérgica
constitución, y seis semanas después dc la cirugía se fue a realizar un trabajo dc campo cn Puerto Rico.

I. a década de 1920 se oscureció por las muertes dc su mujer y de dos dc sus hijos A pesar dc sus pérdidas, conlinuó con la investigadón y la
enseñanza, mantuvo su interés cn los problemas raciales y lo» derechos dviles. y se alarmó por la subida del

Franz Boas 83

nazismo alemán. Cuando Hillcr llegó al poder, todos los trabajos dc Boas se quemaron públicamente en Kicl.

Se jubiló dc Columbia cn 1936, pero continuó escribiendo y dando conferencias en reuniones públicas. Publicó mas de seiscientos artículos, asi
como lo que muchos llaman su libro básico dc la etnografía kwakíutl.

Boas, hombre cuyo espíritu fuerte hizo científica la antropologia norteamenca- na. murió mientras daba un almuerzo a sus amigos y asociados cn
el Club Universi¬tario dc Columbia, el 21 dc diciembre dc 1942.

introducción

Intentar sclccdonar piezas representativas de la obra inmensa dc Franz Boas hacc que uno sea profundamente consciente de lo mucho que
contribuyó a la disciplina a través dc los estudiantes que preparó y la tradición oral Sus escritos tienden a ser tan específicos como para ser
adecuados solamente en un contexto muy estrecho; para obtener lo mejor de la mayor parte del trabajo dc Boas uno debe estar inmerso en él.
Por tanto, hemos elegido dos piezas que consideramos se centran cn sus más importantes contribuciones: una discute la profcsionalización dc la
investigación cn el terreno y la otra ataca el uso descuidado del método comparativo. Esto se deja mucho, como su continuo ataque al racismo,
el cual sintetizó cn The Mind of l'rimitkc Man (1911). Su análisis concluye que la variedad de las culturas, encontra¬da cn asociadón con cualquier
raza, es lan amplia como para probar que no existe ninguna relación entre raza y cultura. También concluyó que la variación dc fenotipos dentro
de una raza hacc imposible hablar de razas inferiores y superiores.
Boas mantuvo esta posición sobre la raza durante toda su vida. En un artículo en 1932 afirmó que la diferencia entre las poblaciones es
independiente dc las características raciales mientras que es una función dc diferencias culturales. La fecha de ese articulo es importante, y
también lo es el hccho dc que fue publicado en alemán. Fue justo un año antes del dominio de Hitlcr cn Alemania

Boas publico su ataque al método comparativo cn 1896. Esc articulo, «Las limitaciones del método comparativo de la antropologia». fue la
primera expresión dc relativismo cultural, el cual Boas hizo mucho para crear y es todavía una posición mantenida fuertemente cn antropología.
De acuerdo con los principios del relativismo cultural, todas las culturas son iguales y comparables; no hay culturas inferiores y superiores. Por
lanto es imposible, dijo Boas, ordenar las culturas en un esquema evolutivo. Una mejor manera dc dedr esto hubiera sido que siempre que
hacemos un juicio de bueno o malo, mejor o peor, sobre las culturas, lo hacemos necesariamente sobre la base de derlas premisas abiertas o
cubiertas. Tales premi¬sas están ciertamente limitadas por la cultura y probablemente son ctnocéntricas. Por tanto, si un rasgo es cl mismo dc
una cultura a la siguiente, es una pregunta difícil, y si una cultura es «mejor» que otra es una pregunta estúpida. Puesto asi, podemos ver que d
sentimentalismo más que la evolución es el enemigo del relativismo cultural.

Aqui están algunas dc las limitaciones del método comparativo según Boas:

I Es imposible explicar todos los tipos dc cultura afirmando que son similares debido a la similitud dc la mente humana.

2. El descubrimiento dc rasgos similares cn sociedades diferentes no es tan impor¬tante como la escuela comparativa consideraría.

Fraru Boas

3. Los rasgos similares se pueden haber desarrollado por muchas raones diferen¬tes en culturas diferentes.

4. La visión de que las diferencias culturales son insignificantes no tiene base. Son las diferencias culturales las que tienen mayor
importancia etnográfica.

Boas intentó sustituir el método comparativo con un método que acentuaba los siguientes puntos:

1. Las costumbres deben estudiarse con detalle y como parte del total cultural.

2. La distribución de una costumbre dentro de culturas vecinas también debería analizarse.


Según Boas este método permitiría al estudiante I) manifestar los factores ambien¬tales que influyen en una cultura. 2) aclarar los aspectos
psicológicos que forman la cultura, y 3) aclarar la historia del desarrollo local de una costumbre.

Esto, obviamente, es una llamada al método inductivo de la antropología. Boas enseñó que el primer trabajo de la antropología fue estudiar las
sociedades indivi¬duales y que las generalizaciones comparativas podian llegar sólo en base a los datos acumulados. Su importancia dentro de la
disciplina es precisamente esta visión, que la antropología debía convertirse en una disciplina que usase el método científico de inducción. En
una época en que el método científico era crucialmente importante en los círculos intelectuales, no es sorprendente que la idea de Boas se
considerase la alternativa correcta al método comparativo, cuyo uso de datos de diferentes culturas se ha llevado al exceso.

4. Las limitaciones del método comparativo de la antropología *

La antropología moderna ha descubierto el hecho que la sociedad humana ha crecido y se ha desarrollado en todos los lugares, de tal modo que
sus formas, sus opiniones y sus acciones tienen muchos rasgos fundamentales en común. Este descubrimiento trascendental implica que existen
leyes que gobiernan el desarro¬llo de la sociedad; que son aplicables a nuestra sociedad, así como a las de tiempos pasados y tierras lejanas; que
su conocimiento será un medio de entender las causas que avanzan y retrasan la civilización; y que, guiados por este conoci¬miento. podemos
esperar gobernar nuestras acciones para que de ellas se derive el mayor beneficio para la humanidad. Desde que este descubrimiento se ha
formulado claramente, la antropología ha empezado a recibir esa parte liberal del interés público que le fue negada durante todo el tiempo que
se creyó que no podía hacer más que informar sobre las curiosas costumbres y creencias de gentes extrañas: o. a lo más. trazar sus relaciones y
asi aclarar las primeras migraciones de las razas del hombre y las afinidades de las gentes.

Mientras los primeros investigadores concentraban su atención en este pro¬blema puramente histórico, las cosas han cambiado completamente,
de manera que incluso hay antropólogos que declaran que tales investigaciones pertenecen al historiador, y que los estudios antropológicos
deben dedicarse a investigacio¬nes sobre las leyes que gobiernan el crecimiento de una sociedad.

Un cambio radical de método acompañó este cambio de ideas. Mientras, anteriormente, las identidades o similitudes de la cultura se
consideraban una prueba indiscutible de conexión histórica, o incluso de origen común, la nueva escuela se niega a considerarlas como tal. pero
las interpreta como resultados del trabajo uniforme de la mente humana. El partidario más destacado de esta idea en nuestro país es D. G.
Brinton; y en Alemania son mayoría los seguidores de Bastían que, en este aspecto, van mucho más lejos que el propio Bastían. Otros, aunque no
niegan la existencia de conexiones históricas, las consideran significa¬tivas en resultados y en importancia teórica, comparadas con el
funcionamiento de las leyes uniformes que gobiernan la mente humana. Esta es la visión del mayor número de antropólogos existentes.
Esta moderna visión está fundada en la observación de que los mismos fenómenos éticos se dan entre las más diversas gentes, o. como dice
Bastían, en la horrible monotonía de las ideas fundamentales de la humanidad por todo el globo. Las nociones metafísicas del hombre pueden
reducirse a unos pocos tipos.

* Reimpreso de Sítente ■*. n." 103 (18 de diciembre de 1X96». cortesía de Charles C. Thoma*. editores, Springlicld, Illinois.

que son de distribución universal; el mismo caso se da en lo referente a las formas de sociedad, leyes c invenciones. Además, las ideas más
complejas y aparente¬mente ilógicas y las costumbres más curiosas y complejas aparecen entre unas pocas tribus aqui y allá, de tal manera que
la suposición de un origen histórico común se excluye. Al estudiar la cultura de una tribu, una analogía más o menos exacta de rasgos únicos de
tal cultura puede encontrarse entre una gran diversi¬dad de gentes. Ejemplos de tal analogía han sido recogidos por Tylor, Spencer. Bastían,
Andree. Post y muchos otros, de manera que aqui no es necesario dar prueba detallada de este hecho. La idea de una vida futura, inventos como
el fuego y el arco, ciertas características elementales de estructura gramatical, nos sugieren la clase de fenómenos a los que me refiero. De estas
observaciones se deduce que cuando encontramos una analogía de rasgos únicos de cultura entre gentes distantes, la suposición no es que ha
habido una fuente histórica común, sino que han surgido independientemente.

Pero el descubrimiento de estas ideas universales es sólo el principio del trabajo del antropólogo. La investigación científica debe responder a
dos pregun¬tas referentes a ellas: primero, ¿cuál es su origen?, y segunda, ¿cómo se afirman en varias culturas?

La segunda pregunta es la más fácil de responder. Las ideas no existen en todos los lugares de forma idéntica, sino que varían. Se ha acumulado
suficiente material para mostrar que las causas de estas variaciones son a la vez externas, cuando se basan en el entorno (tomando la palabra
enlomo en su sentido más amplio) o internas, cuando se basan en condiciones psicológicas 1.a influencia de los factores externos c internos
sobre las ideas elementales expresa un grupo de leves que gobiernan el crecimiento de la cultura. Asi. nuestros esfuerzos deben dirigirse a
mostrar cómo dichos factores modifican las ideas elementales

El primer método que se sugiere y que ha sido generalmente adoptado por los antropólogos modernos es aislar y clasificar las causas, agrupando
las variantes de ciertos fenómenos etnológicos según las condiciones externas bajo las que vive la gente entre quien se encuentran, o según las
causas internas que influencian sus mentes; o a la inversa, agrupando estas variantes según sus similitudes. Entonces pueden fundarse las
condiciones correlativas de la vida.

Por este método empezamos a reconocer, incluso ahora con un conocimiento imperfecto de los hechos, qué causas pueden haber ayudado a
formar la cultura de la humanidad. Friedrich Ratzel y W. J. McGee han investigado la influencia del entorno geográfico sobre una base más
amplia de hechos que la que Ritter y Guyot fueron capaces de hacer en su momento. Los sociólogos han realizado importantes estudios sobre los
efectos de la densidad de la población y de otras •simples causas sociales. Asi. la influencia de factores externos sobre el crecimiento de la
sociedad se está haciendo más clara

Los efectos de los factores físicos están siendo estudiados igualmente de la misma manera. Stoll ha intentado aislar los fenómenos de sugestión e
hipnotismo y estudiar los efectos de su presencia en las culturas de varías gentes. Los investigadores de las relaciones mutuas de las tribus y las
gentes empiezan a mostrar que ciertos elementos culturales se asimilan fácilmente, mientras que otros se rechazan; y las frases gastadas de la
imposición de la cultura por parte de

personas más civilizadas sobre una cultura inferior que ha sido conquistada están dando paso a planteamientos más completos sobre el tema del
intercambio de los logros culturales. En todas estas investigaciones usamos métodos inductivos y razonados para aislar las causas de los
fenómenos observados.

1.a otra pregunta, referente a las ideas universales, es decir, la de su origen, es mucho más difícil de tratar. Se han hecho muchos intentos para
descubrir las causas que han llevado a la formación de ideas «que se desarrollan con la necesidad de hierro en cualquier lugar donde vive el
hombre». Este es el proble¬ma más difícil de la antropología y podemos esperar que impida llegar a nuestros intentos durante mucho tiempo.
Bastían niega que sea posible descubrir las últimas fuentes de invenciones, ideas, costumbres y creencias que son de existen¬cia universal.
Pueden ser nativas, pueden ser importadas, pueden haber surgido de varias fuentes, pero están ahí. La mente humana está tan formada que las
inventa espontáneamente o las acepta siempre que se le ofrecen. Esta es la idea elemental más malentendida de Bastían.

I lasta cierto punto, el enunciado claro de la idea elemental nos da una razón psicológica para su existencia. Para poner un ejemplo: el
hecho de que la zona de sombras a menudo se coloca en el oeste sugiere el esfuerzo para localizarla en el lugar donde el sol y las estrellas
desaparecen. La mera afirmación de que el hombre primitivo considera a los animales dolados con todas las cualidades del hombre, muestra que
la analogía entre muchas de las cualidades de los animales son humanas. En otros casos las causas no son tan evidentes. Asi, la pregunta de por
qué todas las lenguas ditínguen entre el mismo ser. la persona a la que se dirige y la persona de la que se habla; y por qué la mayoría de las
lenguas no hacen esta lógica y aplastante distinción en el plural es difícil de responder. Cuando el principio se da consistentemente necesita que
en el plural haya una distribución entre «nosotros» expresando el mismo ser y la persona a la que se dirige, y el «nosotros» expresando el mismo
ser y la persona de la que se habla, distinción que se encuentra comparativamente en pocas lenguas. La menor ten¬dencia a los malentendidos
en el plural explica este fenómeno parcialmente pero apenas adecuadamente. Aún es más oscura la base psicológica en otros casos, por ejemplo,
en el caso de las ampliamente extendidas costumbres matrimoniales. Prueba de la dificultad de este problema es la multitud de hipótesis que se
han inventado para explicarlo en todas sus variadas fases.
Al tratar esto, ei problema más difícil de la antropología, el punto de vísta tomado es que si un fenómeno etnológico se ha desarrollado
independientemente en ciertos lugares, su desarrollo ha sido el mismo en todos los lugares; o, expresado de otra manera, que los mismos
fenómenos etnológicos siempre se deben a las mismas causas. Esto lleva a la todavía más amplía generalización de que la igualdad de los
fenómenos etnológicos encontrados en diversas regiones es una prueba de que la mente humana obedece a las mismas leyes en todos los
lugares. Es obvio que si diferentes desarrollos históricos pudiesen llevar a los mismos resultados, entonces esta generalización no sería
sostenible. Su existencia nos presentaría un problema totalmente diferente, es decir, cómo es que los desarrollos de la cultura llevan tan a
menudo a los mismos resultados. Por tanto, debe entenderse claramente que la investigación antropológica que compara

fenómenos culturales similares de varias partes del mundo, para descubrir la historia uniforme de su desarrollo, plantea la suposición do que el
mismo fenóme¬no etnológico se ha desarrollado de la misma manera en todos los lugares. Aqui está el defecto en el argumento del nuevo
método, ya que no se puede dar tal prueba. Incluso la revisión más rápida muestra que los mismos fenómenos pue¬den desarrollarse de
multitud de maneras.

Daré unos cuantos ejemplos: las tribus primitivas se dividen casi universal- mente en clanes que tienen tótems. No hay duda de que esta forma
de organiza¬ción social ha surgido independientemente una y otra vez. La conclusión cierta¬mente justifica que las condiciones físicas del
hombre favorecen la existencia de una organización totémica de la sociedad, pero no sigue que la sociedad totémica se ha desarrollado en lodos
los lugares de la misma manera. El doctor Washing¬ton Mattews ha mostrado que los tótems de los navajos han surgido por asocia¬ción de
clases independientes. Bourke ha señalado que acontecimientos similares dieron lugar a los clanes apaches; y el doctor Fcwkes ha llegado a la
misma conclusión en lo referente a algunas tribus pueblo. Por otra parte, tenemos pruebas de que los clanes pueden originarse por división. He
mostrado que tales acontecimientos tuvieron lugar entre los indios de la costa norte del Pacifico. La asociación de tribus pequeñas, por una
parte, y la desintegración de tribus crecientes, por la otra, ha llevado a resultados que parecen idénticos para todos los intentos y propuestas.

Aqui va otro ejemplo. Recientes investigaciones han mostrado que los diseños geométricos en el arte primitivo se originaron bien de formas
naturalistas que se hicieron gradualmente convencionales o de motivos técnicos, o que fueron prime¬ro geométricos, o que se derivaron de
símbolos. Las mismas formas se han desarrollado de todas estas fuentes. De diseños representando diversos objetos surgen en el curso del
tiempo grecas, meandros, cruces y similares. Por tanto, la existencia frecuente de estas formas no prueba ni el origen común ni que siempre se
han desarrollado según las mismas leyes físicas. Por el contrario, el resultado idéntico puede buscarse en cuatro lincas diferentes de desarrollo y
de un número indefinido de puntos de comienzo.
Otro ejemplo puede ser oportuno: el uso de máscaras se encuentra entre un gran número de pueblos. El origen de la costumbre de llevar
máscaras no está claro en todos los casos, pero se pueden distinguir fácilmente unas cuantas formas típicas de su uso. Se usan para engañar a los
espíritus sobre la identidad del que las lleva, que de esta forma asusta a otros espíritus hostiles. Otras máscaras son conmemorativas. El que la
lleva personifica a una persona muerta cuya memoria se recuerda. Las máscaras también se usan en actuaciones teatrales ilustrando episodios
mitológicos (Andree 1889:107).

Estos pocos datos son suficientes para demostrar que el mismo fenómeno étnico puede desarrollarse de fuentes diferentes. Cuanto más simple
es el hecho observado, más probable es que se desarrolle a partir de varias fuentes

Asi, reconocemos que la suposición fundamental que a menudo se plantea por los antropólogos modernos no puede aceptarse como verdadera
en todos los casos. No podemos decir que la existencia del mismo fenómeno siempre se deba a las mismas causas, y que asi se demuestra que la
mente humana obedece a las

mismas leyes en todos los lugares Debemos exigir que las causas por las que se desarrolló se investigen y que las comparaciones se limiten a esos
fenómenos que, como se ha comprobado, son efectos de las mismas causas. Debemos insistir en que esta investigación sea preliminar a todos
los estudios comparativos. En investigaciones sobre las sociedades tribales, que se han desarrollado a través de asociación, deben tratarse
separadamente de las que se han desarrollado a través de desintegración. Los diseños geométricos que han surgido de representaciones
convencionalizadas de objetos naturales deben tratarse separadamente de las que han surgido de motivos técnicos. En resumen, antes de que se
hagan comparacio¬nes extensas, debe probarse la posibilidad de comparación del material.

Los estudios comparativos de los que estoy hablando intentan explicar cos¬tumbres e ideas de notable similitud que se encuentran aquí y allí.
Pero también persiguen el más ambicioso esquema de descubrir las leyes y la historia de la evolución de la sociedad humana. El hecho de que
muchas características funda-mentales de la cultura sean universales, o por lo menos ocurran en muchos lugares aislados, interpretadas por la
suposición de que las mismas características deben siempre haberse desarrollado de las mismas causas, lleva a la conclusión de que hay un gran
sistema según el cual la humanidad se ha desarrollado en todos los lugares; que todas las variaciones existentes no son más que pequeños
detalles en esta gran evolución uniforme. Está claro que esta teoría tiene como base lógica la suposición de que los mismos fenómenos siempre
se deben a las mismas causas. Para dar un ejemplo: encontramos muchos tipos de estructura familiar. Puede probarse que las familias paternales
a menudo se han desarrollado de las maternales. Por tanto, se dice, que todas las familias paternales se han desarrolla¬do de las maternales. Si
no hacemos la suposición de que los mismos fenómenos se han desarrollado en todos los lugares de las mismas causas, entonces podemos
también concluir simplemente que las familias maternales han surgido en algunos casos de instituciones maternales, en otros casos de otras
maneras. Para dar otro ejemplo: muchas concepciones de la vida futura se han desarrollado evidente¬mente a partir de sueños y alucinaciones.
En consecuencia, se dice, todas las nociones de este carácter han tenido el mismo origen. Esto también es verdad sólo si ninguna otra causa
pudiera posiblemente llevar a las mismas ideas.

Hemos visto que los hechos no favorecen la suposición de la que estamos hablando en absoluto: que más bien apuntan en dirección contraria.
Por tanto, también debemos considerar todos los intentos ingeniosos a construcciones de un gran sistema de la evolución de la sociedad como
de muy dudoso valor, a menos que al mismo tiempo se demuestre que los mismos fenómenos no podrian desarrollarse por otro método. Hasta
que eso se haga, la suposición está siempre a favor de una variedad de cursos que puede haber tomado el crecimiento histórico.

Está hu’n volver a plantear en este lugar uno de los objetivos principales de la investigación antropológica. Estamos de acuerdo en que existen
ciertas leyes que gobiernan el crecimiento de la cultura humana, y es nuestro esfuerzo descubrir estas leyes, lil objetivo de nuestra investigación
es encontrar los procesos por los que se han desarrollado ciertas etapas de la cultura. Deseamos aprender las razones por las que tales
costumbres y creencias existen; en otras palabras.

deseamos descubrir la historia de su desarrollo. El método que actualmente se aplica con más frecuencia cn las investigaciones de este carácter
compara las variaciones bajo las que las costumbres o creencias ocurren y se intenta encontrar la causa común psicológica que subyace a todas
ellas. He afirmado que este método está abierto a una objección muy fundamental.

Tenemos otro método, que cn muchos aspectos es mucho más seguro. Un estudio detallado de las costumbres en su relación con la cultura total
de la tribu que las practica, y en conexión con una investigación de su distribución geográfi¬ca entre las tribus vecinas, nos proporciona casi
siempre un medio de determinar con una exactitud considerable las causas históricas que llevaron a la formación de las costumbres en cuestión
y a los procesos psicológicos que trabajaron cn su desarrollo. Los resultados de las investigaciones seguidas por este método pueden ser triples.
Pueden revelar las condiciones ambientales que han creado o modifi¬cado los elementos culturales; pueden aclarar factores psicológicos que
trabajan para formar la cultura; o pueden traer ante nosotros los efectos que las conexio¬nes históricas han tenido sobre el crecimiento de la
cultura.

Gracias a este método, tenemos un medio para reconstruir la historia del desarrollo de las ideas con mucha más exactitud que lo que las
generalizaciones del método comparativo permitirían. El último debe siempre proceder dc un modo hipotético de desarrollo, la probabilidad del
cual puede ser sopesada más o menos exactamente por medio dc datos observados. Pero, hasta ahora, aún no he visto ningún intento extendido
para probar la exactitud dc una teoría examinán¬dola por medio dc dcsurrollos con cuyas historias estamos familiarizados. Este método dc
empezar con una hipótesis es infinitamente inferior al que deriva la historia real dc fenómenos definidos por procesos verdaderamente
inductivos. El último no es otro que cl método histórico más ridiculizado. Su manera de proceder no es. por supuesto, la de tiempos anteriores,
cuando las pequeñas similitudes dc cultura se consideraban pruebas de relaciones, pero reconoce los resultados obtenidos por estudios
comparativos. Su aplicación se basa, primero, cn un pequeño territorio geográfico bien definido, y sus comparaciones no se extienden más allá
de los limites del área cultural que forma la base del estudio. Sólo cuando se han obtenido resultados definidos con respecto a esta área se
permite extender el horizonte más allá de sus limites, pero se debe tener sumo cuidado cn no proceder demasiado rápido en esto, como también
la proposición fundamental que antes formulé podría pasarse por alto, es decir, que cuando encontramos una analogía de rasgos únicos de
cultura entre gentes distantes la suposición no es que ha habido una fuente histórica común, sino que han surgido independientemente. Por
tanto, la investigación siempre debe pedir continuidad de distribución como una dc las condiciones esenciales para probar la conexión histórica,
y la suposición dc nexos conectorcs perdidos debe aplicarse con más moderación. Esta clara distinción entre los métodos históricos nuevos y
viejos todavía se ignora a menudo por los defensores apasionados del método compara¬tivo. No aprecian la diferencia entre cl uso
indiscriminado dc las similitudes dc la cultura para probar la conexión histórica y cl estudio cuidadoso y lentamente detallado de los fenómenos
locales. Ya no creemos que las similitudes pequeñas entre las culturas dc América Central y del este de Asia sean prueba suficiente y

satisfactoria dc una conexión histórica. Por el contrario, la analogía dc otras similitudes hace que tal conexión sea improbable. Pero, por otra
parte, ningún observador imparcial negará que hay fuertes razones para creer que un número limitado dc elementos culturales encontrados cn
Alaska y cn Siberia tienen origen común. Las similitudes de las invenciones, costumbres y creencias, junto a la continuidad dc su distribución a
través de un área comparativamente pequeña, son una prueba satisfactoria dc esta opinión. Pero no es posible extender esta área fácilmente
más allá dc los limites del rio Columbia cn América y cl norte dc Japón en Asia. Este método de investigación antropológica está representado en
nuestro pais por el doctor E. B Tylor; en Alemania por Friedrich Ratzcl y sus seguidores.

Parece necesario decir alguna palabra con referencia a una objeción a muchos argumentos que será planteada por los investigadores que
afirman que la simili¬tud del entorno geográfico es una causa suficiente para la similitud de la cultura, es decir, que, por ejemplo, las condiciones
geográficas dc las llanuras dc la cuenca del .Vlississippi necesitan cl desarrollo de una cierta cultura. Algunos incluso irian tan lejos como para
creer que la similitud de la forma del lenguaje puede deberse a causas ambientales. El entorno tiene un efecto limitado sohre la cultura del
hombre, pero no veo cómo la visión de que es cl moldeador primario de la cultura puede ser defendida por cualquier hecho. Una revisión rápida
de las tribus y gentes dc nuestro globo muestra que la gente más diversa en cultura y lengua viven bajo las mismas condiciones geográficas,
como prueba de lo cual puede mencionarse la etnografía cn Africa Oriental o de Nueva Guinea En ambas regiones encontramos una gran
diversidad de costumbres cn pequeñas áreas. Pero esto es mucho más importante: ni un solo hccho observado puede plantearse como defensa
de esta hipótesis que no puede explicarse mejor por los hechos conocidos dc difusión dc la cultura; ya que la arqueología, así como la etnografía,
nos enseña que las relaciones entre tribus vecinas siempre han existido y se han extendido por grandes áreas. En cl Viejo Mundo los productos
del Báltico consiguieron llegar al Mediterráneo y los trabajos de arte del este del Mediterráneo alcanzaron Suecia. En América, las conchas del
océano consiguie¬ron llegar a las partes más adentradas del continente y las obsidianas del oeste se llevaron a Ohio. Matnmonios mixtos, guerra,
esclavitud, comercio, han sido tantas fuentes de constante introducción de elementos culturales extranjeros, de manera que ha debido tener
lugar una asimilación de la cultura sobre áreas continuas. Por tanto, me parece que donde no puede mostrarse que existe una influencia
inmediata del entorno entre las tribus vecinas, la suposición siempre debe estar a favor dc la conexión histórica. Hubo un tiempo de aislamiento
durante cl cual los principales rasgos de las diversas culturas se desarrollaron según cl carácter y cl entorno dc las tribus. Pero las etapas de la
cultura que representan ejitc período se han cubierto tanto más cuanto que es nuevo y que se debe al contacto con tribus extranjeras que solo
pueden descubrirse a través del más cuidadoso aislamiento dc elementos extranjeros

Los resultados inmediatos del método histórico son, por tanto, historias de las culturas de varias tribus que han sido tema de estudio. Estoy
completamente de acuerdo con los antropólogos que afirman que no es el objetivo final de

nuestra ciencia, porque las leyes generales, aunque implicadas en tal descripción, no pueden formularse claramente ni puede apreciarse su valor
relativo sin una comparación completa de la manera en que se afirman en culturas diferentes. Pero insisto en que la aplicación de este método
es la condición indispensable del progreso profundo. Los resultados de la investigación histórica contienen el problema psicológico. Cuando
hemos aclarado la historia de una sola cultura y entendemos los efectos del entorno y las condiciones psicológicas que se reflejan en ella, hemos
dado un paso adelante, ya que entonces podemos investigar hasta dónde las mismas causas u otras causas trabajaron en el desarrollo de otras
culturas. Asi. comparando historias de crecimiento, pueden encontrarse las leyes generales. Este método es mucho más seguro que el método
comparativo, según se practica normalmente, ya que en lugar de una hipótesis sobre el modo de desarrollo, la historia real forma la base de
nuestras deducciones.

La investigación histórica debe considerarse la prueba critica que la ciencia debe exigir antes de admitir los hechos como evidencia. La posibilidad
de compa¬ración del material recogido debe probarse por sus medios, y la uniformidad de los procesos debe pedirse como prueba de que dicha
comparación es posible. También debe mencionarse que cuando puede probarse la conexión histórica entre dos fenómenos, estos no deben
admitirse como evidencia independiente.

En unos pocos casos, las resultados inmediatos de este método son de un ámbito tan amplio que se encuentran con los mejores resultados que
pueden conseguirse a través de estudios comparativos. Algunos fenómenos tienen una distribución tan inmensa que el descubrimiento de su
existencia en grandes áreas continuas prueba enseguida que ciertas fases de la cultura en estas áreas han surgido de una fuente. Asi se iluminan
grandes porciones de la historia temprana de la humanidad. Cuando el profesor Morsc mostró que algunos métodos de lanzar la flecha son
peculiares a continentes enteros enseguida se aclaró que la práctica común que se encuentra por una gran área debe haber tenido un origen
común. Cuando los polinesios usan un método de hacer fuego consistente en frotar un palo por una ranura, mientras casi todas las demás gentes
hacen fuego por perforación, muestra que su arte de hacer fuego tiene un solo origen. Cuando nos damos cuenta de que la dura prueba se
encuentra por toda Africa en ciertas formas peculiares, mientras que en las partes del mundo habitado lejos de Africa no se encuentra en
absoluto o sólo en formas rudimentarias, muestra que la idea según se practica en Africa tuvo un solo origen.

La gran c importante función del método histórico en antropología consiste en su habilidad para descubrir los procesos que. en casos definidos,
llevaron al desarrollo de ciertas costumbres. Si la antropología desea establecer las leyes que gobiernan el crecimiento de la cultura, no debe
limitarse a comparar los resulta¬dos del crecimiento en solitario, sino que ciompe que sea factible debe comparar los procesos de crecimiento, y
estos pueden descubrirse por medio de estudios de las culturas de pequeñas áreas geográficas.

Asi. hemos visto que el método comparativo puede esperar alcanzar los grandes resultados por los que está luchando sólo cuando basa sus
investigacio¬nes en los resultados históricos de las investigaciones dedicadas a dejar claras las complejas relaciones de cada cultura individual. El
método comparativo y el

método histórico, si puedo usar estos términos, han luchado por la supremacía durante mucho tiempo, pero podemos esperar que cada uno
encuentre pronto su hogar y función apropiados. El método histórico ha alcanzado una base más válida al abandonar el engañoso principio de
suponer conexiones en cualquier lugar que se encontrasen similitudes de cultura. El método comparativo, a pesar de todo lo que se ha dicho y
escrito en su favor, ha estado notablemente desprovisto de resultados definitivos, y creo que no será fructífero hasta que no renunciemos al
vano esfuerzo de construir una historia sistemáticamente unifor¬me de la evolución de la cultura, y hasta que empecemos a hacer nuestras
comparaciones sobre la más amplia y válida base que me he aventurado a perfilar. Hasta este momento nos las hemos ingeniado con medios de
fortuna. Ante nosotros queda el grueso del trabajo por hacer.

Nota

I. Articulo Icido en la* reuniones de la American Association for the Advanccmcnt of Science. Búfalo. Nueva York.

Referencia

Andree. Richard- Ethnographisch<• Parallelen und Vergleiclw Nevc Folge. 18X9.

5. Los métodos de la etnología*

Durante los diez últimos años, los métodos de investigación en el desarrollo histórico de la civilización han sufrido cambios notables. Durante la
segunda mitad del siglo pasado el pensamiento evolutivo mantuvo casi un completo dominio, c investigadores como Spcnccr. Morgan. Tylor.
Lubbock, por mencio¬nar sólo unos cuantos, estaban hechizados con la idea de una evolución general y uniforme de la cultura en la que todas las
partes de la humanidad participaban. El desarrollo más nuevo vuelve en parte a la influencia de Ratzcl, cuya formación geográfica 1c imprimió la
importancia de la difusión y la migración. El problema de la difusión se siguió con detalle particularmente en América, pero Eoy y Gracbner lo
aplicaron con un sentido mucho más amplio, y. finalmente. Elliot Smíth y Rivers echaron mano de él con una aplicación aún más amplia, de
manera que actualmente, por lo menos entre ciertos grupos de investigadores do Gran Bretaña y también de Alemania, la investigación
etnológica se basa en el concepto de migración y diseminación más que en el concepto de evolución.

* Reimpreso con permiso <lc la Amerkun Anthropolopcj! Assonalion «Je America* Amhropoio- Kisi 22:4, 1920. Prohibida cualquier oirá
reproducción.

Un estudio critico dc estas dos direcciones dc investigación muestra que cada una se encuentra en la aplicación de una hipótesis fundamental. Cl
punto dc vista evolutivo supone que cl curso dc los cambios históricos cn la vida cultural dc la humanidad sigue leyes determinadas que son
aplicables cn todos los lugacs. y que causa que cl desarrollo cultural sea, cn sus lincas principales, cl mismo entre todas las razas y todas las
gentes. Tylor expresa claramente esta idea cn las páginas introductorias dc su trabajo clásico «Cultura Primitiva». Tan pronto como admitimos
que la hipótesis dc una evolución uniforme tiene que probarse antes dc ser aceptada, toda la estructura pierde su fundamento. Es verdad que
existen indicaciones de paralelismo dc desarrollo cn diferentes partes del mundo, y que se encuentran costumbres similares cn las partes más
diversas y separadas del globo. La existencia dc estas similitudes, distribuidas tan irregularmcnle que no se pueden explicar fácilmente sobre la
base dc la difusión, es uno de los fundamentos dc la hipótesis evolutiva, como fue cl fundamento del tratamiento psicológico dc Bastían de los
fenómenos culturales. Por otra parte, puede recono¬cerse que la hipótesis implica cl pensamiento que nuestra moderna civilización occidental
europea representa cl más alto desarrollo cultural hacia cl cual tienden todos los demás tipos culturales más primitivos, y que. por tanto,
retrospectiva¬mente, construimos un desarrollo ortogenético hacia nuestra moderna civiliza¬ción. Está claro que si admitimos que puede haber
tipos diferentes y coexistentcs dc civilización, la hipótesis dc una sola linca general no puede mantenerse.

La tendencia moderna a negar la existencia de un sistema general evolutivo que representaría la historia del desarrollo cultural en el mundo se
opone a estas suposiciones. La hipótesis de que existen causas internas que causan similitudes de desarrollo cn partes remotas del globo se
rechaza y, en su lugar, se asume que la identidad del desarrollo en dos partes diferentes del globo siempre tiene que deberse a la migración y la
difusión. Sobre esta base se pide el contacto histórico para áreas enormemente grandes. La teoría pide un grado más alto dc estabilidad dc los
rasgos culturales, como se observa aparentemente cn muchas tribus primi¬tivas, y además se basa cn la supuesta correlación entre un número
dc rasgos culturales diversos y mutuamente independientes que vuelven a aparecer cn las mismas combinaciones cn partes distantes del mundo.
En este sentido, la investi¬gación moderna toma dc nuevo la teoría de Gcrland sobre la persistencia dc unos cuantos rasgos culturales que se
desarrollan cn un centro y son llevados por cl hombre cn sus migraciones dc continente a continente.
Me parccc que si los fundamentos hipotéticos de estas dos formas extremas dc investigación etnológica se afirman ampliamente como he
tratado dc hacer aqui. cn seguida está claro que la corrección dc las suposiciones no se ha demostrado, pero que una u otra se ha seleccionado
arbitrariamente con el objetivo de obtener una imagen consistente del desarrollo cultural l-stos métodos son esen¬cialmente formas de
clasificación de los fenómenos estáticos de la cultura según dos principios diferentes, y las interpretaciones de estas clasificaciones tienen
significado histórico, aunque sin ningún intento de demostrar que esta interpreta-ción es justificable Para poner un ejemplo: se observa que en la
mayor parte de! mundo existen parecidos entre las formas decorativas que son representativas y otras que son más o menos geométricas. Según
cl punto dc vista evolutivo, su

desarrollo se explica de la siguiente manera: las formas decorativas se disponen de tal manera que las formas más representativas se colocan al
principio. Las demás formas se colocan de tal manera que muestran una transición gradual de formas representativas a formas puramente
convencionales y geométricas; y en¬tonces se interpreta que este orden significa que los diseños geométricos se originaron dc diseños
representativos que degeneraron gradualmente. Este méto¬do ha sido seguido, por ejemplo, por Putnam. Stolpc. Baifour y Haddon y por
Verworn y, cn sus primeros escritos, por son den Steinen. Mientras yo no intento negar que este desarrollo pueda haber ocurrido, sería
precipitado generalizar y afirmar que en cada caso la clasificación hecha según un principio determinado representa un desarrollo histórico. El
orden también podría invertirse y podría¬mos empezar con un simple elemento geométrico cl cual, por la adición dc nuevos rasgos, podría
convertirse cn un diseño representativo, y podríamos afirmar que este orden representa una secuencia histórica. Holmes consideró ambas
posibilidades en IXK5. Ni una teoría ni la otra puede establecerse sin una prueba histórica real.

La actitud opuesta, es decir, el origen a través dc la difusión, se expone con el intento de Heinrich Schurtz dc conectar cl arte decorativo del
noroeste dc América con cl dc Melanesia. El simple hccho dc que cn estas áreas ocurren elementos que pueden interpretarse como ojos, le
indujo a asumir que ambos tienen un origen común, sin permitir la posibilidad dc que cl modelo cn las dos áreas (cada una dc las cuales muestra
características muy diferentes) pueda haberse desarrollado dc fuentes independientes. En su intento. Schurt/ siguió a Ratzcl, quien ya habia
intentado establecer conexiones entre Melanesia y el noroeste dc América sobre la base dc otras características culturales.

Mientras que la investigación etnográfica basada cn estas dos hipótesis funda¬mentales parccc caracterizar la tendencia general del pensamiento
europeo, ac¬tualmente la mayoría de antropólogos norteamericanos sigue un método diferen¬te. Quizás la diferencia entre las dos direcciones
de estudio puede resumirse mejor por la afirmación de que los eruditos norteamericanos están principalmente interesados en los fenómenos
dinámicos del cambio cultural, e intentan aclarar la historia cultural por medio de la aplicación de los resultados de sus estudios; y que relegan la
solución de la última cuestión de la importancia relativa del paralelismo del desarrollo cultural en áreas distintas, como contra la difusión
mundial, y la estabilidad de los rasgos culturales durante largos períodos hasta un tiempo futuro en que se conozcan mejor las condiciones reales
del cambio cultural. Los métodos etnológicos norteamericanos son análogos a los europeos, particularmente a los escandinavos, a la
arqueología, o a las investigaciones del período prehistórico del área este del Mediterráneo.

Para el observador distante puede parecer que los estudiante* norteamerica¬nos están comprometidos con una serie dc investigaciones
detalladas sin mucha relación con los problemas de una historia filosófica dc la civilización humana Creo que esta interpretación dc la actitud
norteamericana seria injusta, porque estas últimas cuestiones están muy cerca de nuestro corazón como del dc otros eruditos, y solos no
seremos capaces dc resolver un complejo problema histórico por medio de una fórmula.

F.n primer lugar, todo el problema de la historia cultural nos aparece eomo un problema histórico. Para entender la historia es necesario saber
no «llámente cómo son las cosas, sino cómo han llegado a ser. En el ámbito de la etnología, donde, para la mayor parte de las personas, no
existen hechos históricos disponi¬bles excepto los que pueden revelarse por medio del estudio arqueológico, toda evidencia de cambio puede
deducirse solamente a través de métodos indirectos. Su carácter se representa en las investigaciones de los estudiosos de filología comparativa.
El método se basa en la comparación de los fenómenos estáticos combinados con el estudio de su distribución. Lo que puede hacerse con este
método está bien ilustrado por las investigaciones del doctor Lowic sobre las sociedades militares de los indios de la Pradera, o por la
investigación moderna de la mitología americana. Por supuesto, es verdad que no siempre podemos esperar obtener datos incontrovertibles
relacionados con la secuencia cronológi¬ca de los acontecimientos, pero pueden determinar algunos grandes rasgos con un alto grado de
probabilidad, incluso de certeza.

Tan pronto como se aplican estos métodos, la sociedad primitiva pierde la apariencia de estabilidad absoluta que se transmite al estudiante que
ve a una cierta gente solamente en un momento dado. Todas las formas culturales cam¬bian continuamente y están sujetas a modificaciones
fundamentales.

Comprendemos por qué, en nuestros estudios, el problema de la difusión debería ocupar una posición prominente. Es mucho más fácil probar la
difusión que seguir los desarrollos debidos a fuerzas internas, y los datos para tal estudio se obtienen con gran dificultad Sin embargo, pueden
observarse en cada fenóme¬no de culturización en que los elementos extraños se remodelan según los mode¬los predominantes en su nuevo
entorno, y pueden encontrarse en desarrollos locales de ideas y actividades ampliamente extendidas. La razón por la que el estudio del
desarrollo interno no se ha seguido enérgicamente no se debe a que no sea importante desde un punto de vista teórico, sino que más bien es
debido a las inherentes dificultades metodológicas. Quizás pueda reconocerse que en los últimos años se está centrando la atención sobre este
problema, como manifies¬tan las investigaciones sobre los procesos de culturización y de la interdependen¬cia de actividades culturales que
atraen la atención de muchos investigadores.
La búsqueda de estas investigaciones resalta la importancia de una caracterís¬tica común a todos los fenómenos históricos. Mientras en las
ciencias naturales estamos acostumbrados a considerar un número dado de causas y a estudiar sus efectos, en los sucesos históricos estamos
obligados a considerar cada fenómeno no sólo como efecto sino también como causa. Esto es cierto incluso en la aplicación particular de las
leyes de la naturaleza física, como, por ejemplo, en el estudio de la astronomía en la cual la posición de ciertos cuerpos celestes en un momento
dado puede considerarse efecto de la gravitación, mientras, al mismo tiempo, su disposición particular en el espacio determina cambios futuros.
Esta relación se da mucho más claramente en la historia de la civilización humana. Para poner un ejemplo: un excedente de comida puede causar
un incremento de la población y del tiempo libre, lo cual da oportunidad a ocupaciones que no son absolutamente necesarias para las exigencias
de la vida diaria. A la vez, el incremento de la población y del tiempo libre, que puede aplicarse a nuevos

inventos, da lugar a un mayor suministro de comida y a un posterior incremento del tiempo libre, de manera que resulta un efecto acumulativo.

Podemos haccr consideraciones similares con respecto al importante proble¬ma de la relación del individuo con la sociedad, un problema que
debe conside¬rarse siempre que estudiamos las condiciones dinámicas del cambio. Las activida¬des dd individuo están determinadas en gran
medida por su entorno social, pero a la vez, sus propias actividades influyen en la sociedad en la que vive, y pueden causar modificaciones en su
forma. Obviamente, este problema es uno de los más importantes a considerar en un estudio de cambios culturales. También empieza a atraer la
atención de estudiantes que ya no están satisfechos con la enumera-ción sistemática de creencias y costumbres estandarizadas de una tribu, sino
que empiezan a interesarse por la cuestión del modo en que el individuo reacciona a su total entorno social, y por las diferencias de opinión y de
modo de acción que ocurren en la sociedad primitiva y que son las causas de cambios trascendentales.

El método que intentamos desarrollar se basa en el estudio de los cambios dinámicos en la sociedad que pueden observarse actualmente. Nos
abstenemos de intentar solucionar el problema fundamental del desarrollo general de la civiliza¬ción hasta que seamos capaces de
desenmarañar los procesos que están ocurrien¬do ante nuestros ojos.

Incluso ahora se pueden sacar algunas conclusiones generales de este estudio. Primero, la historia de la civilización humana no se nos muestra
totalmente determinada por la necesidad psicológica que lleva a la evolución uniforme de todo el mundo. Más bien, vemos que cada grupo
cultural tiene su propia historia única, parcialmente dependiente del peculiar desarrollo interno del grupo social, y parcialmente de las
influencias ajenas a las que ha estado sujeto. Ha habido procesos de diferenciación gradual, así como procesos de nivelar las diferencias entre
centros culturales vecinos; pero seria bastante difícil entender, sobre la base de un solo esquema evolutivo, qué ocurrió a ciertas personas en
particular. Un ejemplo del contraste entre los dos puntos de vista se indica claramente con la comparación del tratamiento de la civilización zuñí,
por Frank Hamilton Cus- hing por una parte, y. por la otra, por estudiantes modernos, particularmente por Elsie C'lews Parsons. A. L Kroeber y
Leslie Spier. Cushing creía que era imposi¬ble explicar la cultura zuñi totalmente sobre la base de la reacción de la mente zuñí a su entorno
geográfico que seguia necesariamente de la posición en que la gente estaba situada. La fuerte penetración de Cushing en la mente india y su
conocimiento completo de la vida más intima de la gente, dio gran plausibilidad a sus interpretaciones. Por otra parte, los estudios del doctor
Parsons prueban concluyentemente la gran influencia que han tenido las ideas españolas en la cultura zuñi, y, junto a las investigaciones del
profesor Kroeber. nos proporcio¬nan uno He los mejores ejemplos de aculturación que han llegado a nosotros 1.a explicación psicológica es
totalmente engañosa, a pesar de su plausibilidad; y el estudio histórico nos muestra una imagen totalmente diferente, en la que la única
combinación de rasgos antiguos (que en si mismos son indudablemente comple¬jos) y de influencias europeas ha originado la situación actual.

Los estudios de la dinámica de la vida primitiva muestran también que una suposición de estabilidad continuada, tal como pide Elliot Smith. no
tiene de

hccho ningún fundamento. Donde se han estudiado en detalle las condiciones pnmitivas, puede probarse que están cambiando continuamente,
y parece que existe un estrecho paralelismo entre la historia de la lengua y la historia del desarrollo cultural general. Los periodos de estabilidad
van seguidos de periodos de cambio rápido. Es sumamente improbable que cualquier costumbre de gentes primitivas pudiese mantenerse
intacta durante miles de años. Además, los fenó¬menos de aculturación prueban que la transmisión de costumbres de una región a otra sin
cambios concomitantes debidos a aculturación son muy raros. Por tanto, no es muy probable que las antiguas costumbres mediterráneas puedan
encontrarse actualmente de forma homogénea en las diversas partes del globo, como pide la teoría de Elliot Smith.

Mientras, en general, el carácter histórico único del crecimiento cultural en cada área se presenta como elemento destacado en la historia del
desarrollo cultural, al mismo tiempo podemos reconocer que ocurren ciertos paralelismos típicos. No obstante, no nos inclinamos mucho a
buscar estas similitudes en las costumbres detalladas sino más bien en ciertas condiciones dinámicas debidas a causas sociales o psicológicas que
pueden llevar a resultados similares. El ejemplo de la relación entre el suministro de comida y la población, al que me he referido antes, puede
servir como ejemplo. Otro tipo de ejemplo se presenta en aquellos casos en que un problema que se le plantea al hombre puede resolverse
solamente por un número limitado de métodos. Cuando encontramos, por ejemplo, el matrimonio como una institución universal, puede
reconocerse que el matrimo¬nio sólo es posible entre un número de hombres y un número de mujeres; un número de hombres y una mujer; un
número de mujeres y un hombre; o un hombre y una mujer. IX* hccho, todas estas formas se encuentran por todo el mundo y, por tanto, no es
sorprendente que se hayan adoptado formas análogas de manera bastante independiente en diferentes partes del mundo, y, consideran¬do
tanto las condiciones económicas generales de la humanidad y el carácter del instinto sexual de los animales superiores, tampoco parece
sorprendente que el matrimonio de grupo y los matrimonios poliándricos sean, comparativamente hablando, raros. .Se pueden hacer
consideraciones similares respecto a las visiones filosóficas de la humanidad. En resumen, si buscamos leyes, las leyes están relacionadas con los
efectos de las condiciones fisiológicas, psicológicas y sociales, no con las secuencias del logro cultural.
En algunos casos, una secuencia regular de éstos puede acompañar al estado psicológico o social. Esto se ilustra con la secuencia de inventos
industriales en el Viejo Mundo y en América, que yo considero independientes. Un periodo de recolección de comida y del uso de la piedra fue
seguido por la invención de la agricultura, de la cerámica y. finalmente, por el uso de los metales. Obviamente, este orden se hn«a en la cantidad
mayor de tiempo que la humanidad dedicó al uso de productos naturales, de herramientas y utensilios. y a las variaciones que se desarrollaron
con ello. Aunque, en este caso, parece existir paralelismo en los dos continentes, seria inútil intentar seguir el orden con detalle. De hecho, no se
aplica a otros inventos. La domesticación de animales, que. en el Viejo Mundo debió ser un logro temprano, ocurrió muy tarde en el Nuevo
Mundo, donde los animales domesticados, excepto el perro, apenas existían en el momento del

descubrimiento. En Perú, con la domesticación de la llama, ya se habia iniciado el proceso y los pájaros se criaban en varias partes del continente.

Se puede hacer una consideración similar respecto al desarrollo del racionalis¬mo. Parece ser una de las características fundamentales del
desarrollo de la humanidad que las actividades que se han desarrollado inconscientemente se convierten gradualmente en tema de
razonamiento. Podemos observar este pro¬ceso en todos los lugares. Quizás, se da más claramente en la histona de la ciencia, la cual ha
extendido el alcance de su investigación sobre un terreno amplio y ha tomado en consideración actividades humanas que se producen
automáticamente en la vida del individuo y de la sociedad.

Hasta ahora no me he referido a otro aspecto de la etnología moderna que está relacionado con el crecimiento del psicoanálisis. Sigmund Freud
ha intenta¬do mostrar que el pensamiento primitivo es. en muchos aspectos, análogo a las formas de actividad psíquica individual que él ha
explorado a través de sus métodos psicoanalíticos. En muchos aspectos, sus intentos son similares a la interpretación de la mitología por parte de
simbolistas, como Stuckcn. Rivcrs cogió la sugerencia de I reud, asi como las interpretaciones de Grecbncr y Elliot Smith. y en sus nuevos escritos
encontramos una peculiar aplicación desconecta¬da de una actividad psicológica y la aplicación de la teoría de transmisión antigua.

Mientras, yo creo que algunas de las ideas subyacentes a los estudios psicoa- naliticos de Freud pueden aplicarse provechosamente a los
problemas etnológi¬cos; y no me parece que la explotación unilateral de este método avanzará nuestro entendimiento del desarrollo de la
sociedad humana. Ciertamente, es verdad que la influencia de las impresiones recibidas durante los primeros años de vida se ha subestimado
completamente y que el comportamiento social del hombre depende en gran medida de los primeros hábitos que se establecen antes del
momento en que empieza el uso de la memoria, y que muchos de los llamados rasgos raciales o hereditarios se consideran sobre lodo como el
resultado de una exposición temprana a una cierta forma de condiciones sociales. Muchos de estos hábitos no se tienen en consideración y. por
tanto, sólo se rompen con dificultad Gran parte de la diferencia en el comportamiento del varón adulto y de la hembra puede retroceder a esta
causa. Sin embargo, si intentamos aplicar toda la teoría de la influencia de los deseos reprimidos a las actividades del hombre bajo formas
sociales diferentes, pienso que extendemos más allá de sus límites legíti¬mos las deducciones que pueden obtenerse de la observación de la
psicología individual normal y anormal. Hay muchos otros factores de mayor importancia. Para dar un ejemplo: los fenómenos de la lengua
muestran claramente que las condiciones, bastante diferentes de aquellas a las que los psicoanalistas dirigen su atención, determinan el
comportamiento mental del hombre Los conceptos gene-rales subyacentes a la lengua son totalmente desconocidos para la mayoría de la gente.
No se consideran hasta que empieza el estudio científico de la gramática. Sin embargo, las categorías del lenguaje nos haccn ver el mundo
dispuesto en ciertos grupos conceptuales definidos que, a causa de nuestra falta de conoci-miento sobre los procesos lingüísticos, se toman
como categorías objetivas y que. por tanto, se imponen sobre la forma de nuestros pensamientos. No se conoce

cuál puede ser el origen de estas categorías, pero parece bastante cierto que no hay nada que hacer con los fenómenos que son tema del estudio
psicoanalitico.

La aplicabilidad de la teoría psicoanalítica del simbolismo también tiene grandes dudas. Deberíamos recordar que la interpretación simbólica ha
ocupado una posición prominente en la filosofía de todos los tiempos. Está presente no sólo en ia vida primitiva, sino que la historia de la
filosofía y de la teología abunda en ejemplos de un alto desarrollo del simbolismo, cuyo tipo depende de la actitud mental general del filósofo
que lo desarrolla. Los teólogos que interpre¬taron la Biblia sobre la base del simbolismo religioso no estaban menos seguros de lo correcto de
sus planteamientos de lo que lo están los psicoanalistas de sus interpretaciones del pensamiento y la conducta basados en el simbolismo sexual.
Los resultados de una interpretación simbólica dependen principalmente de la actitud subjetiva del investigador, que dispone los fenómenos
según su concepto principal. Para probar la aplicabilidad del simbolismo del psicoanálisis, seria necesario mostrar que una interpretación
simbólica desde otros puntos de vista totalmente diferentes no seria igualmente admisible, y que las explicaciones que dejan significado
simbólico, o lo reducen al ininimo, no serian adecuados.

Mientras que podemos dar la bienvenida a la aplicación de todo avance en el método de la investigación psicológica, no podemos aceptar como
avance en el método etnológico la cruda trasferencia de una novela, método unilateral de investigación psicológica del individuo a fenómenos
sociales cuyo origen se de¬muestra históricamente que está determinado y sujeto a las influencias que no son en absoluto comparables a las que
controlan la psicología del individuo.

Alfred Louis Kroeber

1876-1960

Antecedentes
Durante años, antes de su muerte en 1960, a Alfred Kroeber se le llamó «el decano de los antropólogos norteamericanos» Desde entonces no ha
habido decano. La buena apariencia de Kroeber. su encanto y aspecto de erudito lo convirtieron en una figura poderosa en cualquier sitio.

Nació en Hoboken, New Jersey, y creció en Nueva York Su padre habia venido de Colonia. Alemania, veinticinco años antes y había desarrollado
un próspero negocio de relojes al por mayor. El hogar era totalmente bilingüe, y los niños recibieron la mejor educación. Alfred tenia un tutor
privado alemán y fue a Sachs, una importante escuela preparatoria de Nueva York.

F.n Columbia. Kroeber hizo muchos amigos que compartirían su interés o influirían en el trabajo de su vida. También se unió a algunos
estudiantes para crear la revista Ut>rningsi<ie. como protesta contra las publicaciones estudiantiles existen¬tes y para llevar a cabo travesuras
tales como pintar las estatuas de Central Park de azul y blanco (los colores de Columbia» y ponerles pelo pelirrojo y bigotes. 1.a unión de la
prnt^ia «vial y lo absurdo se repitió en su vida y en su conversación.

Kroeber consiguió su licenciatura y Máster• en letras en 1896 y 1897. Este !ue un periodo crucial, tanto en la vida de Kroeber como en la historia
de la antropolo-

• No existe una equivalencia exacta cmre las ululaciones otorgadas por las universidades espa¬ñolas > las de Gran Bretaña o Estados Unidos El
grado de Masler está entre el grado de licenciado y el de doctor.

gia. Franz Boas habia llegado a Colombia en 18%. y Kroeber fue uno de los tres que eligieron hacer su seminario en lenguas indias americanas,
que conocieron alrededor de 1a mesa del comedor de Boas. Como resultado, Kroeber decidió hacer su doctorado en antropología. Fin 1899, una
beca de C'olumbiá le permitió pasar el verano entre los arapajos de Wyommg. Volvió de nuevo en 1900, incluyendo en su estudio a los
shoshones. utes y bannocks.

La Academia de las Ciencias de San Francisco, que disponía de una colección de artefactos indios de California en expansión rápida, escribió a
Boas, pidiendo a alguien para que ocupase el nuevo puesto de conservador. Kroeber ocupó el puesto. Ya que la colección tenia vacíos obvios,
Kroeber apresuró dos pequeñas subvenciones para financiar expediciones de campo para tomar notas y recoger artefactos. Pero cuando la junta
de la academia le dijo que no podían permitírselo volvió a Nueva York para acabar su tesis, parte de la cual apareció en el American
Anthropologist (3 [1901 j:308-336) como «Decora tí ve Symbolism of the Arapaho» («Simbolismo decorativo de los arapajo»).

En el otoño de 1901, Kroeber se vinculó a la facultad de la Universidad de Ca¬lifornia. En 1912 era profesor titular y permaneció en Berkcley
hasta su jubilación, en 19-16. En 1903 se convirtió de nuevo en conservador de la Academia del Museo de la Ciencia, donde continuó hasta 1911,
y. en 1908, fue nombrado director del Museo de Antropología de la universidad, puesto que mantuvo hasta su jubilación.
En 1907 Kroeber se casó con Henncttc Rothschild. una educada y artística hija única de un rico hombre de negocios de San Francisco. Ella murió
en 1913 tras una larga enfermedad, y Kroeber. exhausto, disminuyendo el ritmo de su actividad académica, encontró alguna diversión en la
amistad y el estudio de Ishi. el último indio yana, quien, exhausto y muriendo de hambre, habia sido encontrado en 1910 y llevado al musco,
donde pasó unos años felices y útiles como una especie de «exposición viva» y como trabajador de portero. La muerte de Ishi en 1916 también
entristeció a Kroeber.

Durante estos años Kroeber sufrió una infección de oído que alguna vez afectó a su equilibrio. Cuando su estado se rnaldiagnosticó como
psicosomático. Kroeber empezó el psicoanálisis. Finalmente se hizo un diagnóstico correcto, pero de todas maneras finalizó su análisis, preparó
el tema y trató pacientes hasta 1922. May algunos artículos y revistas que surgen de esta asociación, pero Kroeber eligió no desarrollar el área de
la antropología psicoanalitica.

Kroeber publicó un amplio c influyente libro de textos Anthropobgy, en 1923 e hizo una cantidad casi increíble de etnografía. En 1925 publicó
The tiundbook of the Indiana of California, uno de los principales libros de consulta en la etnología americana, f ue una autoridad reconocida de
las culturas de California, y también realizó trabajo etnológico en Nuevo México. México. Perú. India, la mayor parte de Oriente y el sudeste de
Asia.

En 1926 Kroeber se volvió a casar con Theodora Kracow Brown. una joven viuda con dos hijos pequeños que se habia matriculado en uno de sus
cursos. El matrimonio, que dio dos niño* más. el historiador Clifton Kiwber y la rsrriiora de ciencia-ficción Ursula K. LeGuin. fue rico y unido hasta
su muerte El libro de la •señora Kroeber. Ishi, se ha unido a la categoría de la literatura mundial, y su biografía Alfred KroeberA Personal
Conftguratton, es un trabajo de erudición y de amor.

Kroeber se adelanto en la observación de la relación cercana de la ecología, la cultura y la civilización. Configura!ions of Culture Growth.
publicado en 1944. fue el resultado de trece años de trabajo. Fue una elaboración de sus ideas sobre la

Alfred Louis Kroeber 103

civilización, las áreas de cultura y la ecología, sus teorías de la historia cultural son debatidas y cuestionadas.

Kroeber llevó una vida larga y ocupada como profesor y erudito. Era disciplina¬do, ordenado y siempre de visita. En 1946. cuando se retiró de
Berkcley. se convirtió en profesor visitante de varias universidades- Al nuevo edificio del departamento de antropología de Bekerley se le llamó
Kroeber Hall, y él mantuvo allí su despacho Tomó parte activa en varías asociaciones y sociedades hasta su repentina muerte, a la edad de 84
años, durante unas vacaciones en París, justamente después de ser presidente de una conferencia internacional en Austria.

Introducción
El periodo de realismo cultuial en la antropología norteamericana no sólo refleja una gran pobreza de la teoría, sino también las dificultades de la
antiteoria Siguien¬do a Boas y a su énfasis por estudiar el máximo posible de sociedades, los antropó¬logos mas conocidos del periodo
produjeron bastante etnografía No fracasaron simplemente producir una teoria viable, la mayoría de ellos evitaron producirla Es con esta
realización con la que debemos acercarnos a Kroeber y a la mayoría de las grandes figuras de esta época.

En el caso de Kroeber. si hay que elegir un tema teórico en el que más destaca, es el problema de lo superorgánico. Ya hemos visto que Spcncer
luchó con esa idea en ausencia de un concepto de cultura. Kroeber. por otra parte, usó la idea para explicar algo sobre cultura Durante toda su
vida enfocó este problema teórico desde varios puntos; su énfasis sobre él durante un periodo en que la antropología se interesó principalmente
por la etnografía y con enfoques psicológicos le acerca mucho a Emíle Durkheim. con énfasis en lo social durante el más patente periodo
relativista cultural en la antropología norteamericana.

Kroeber también estuvo interesado durante mucho tiempo en la naturaleza de la cultura y la manera en que la cultura formaba modelos
reconocibles y persisten¬tes. Asoció esta idea con lo superorgánico. a lo que volvió varias veces (1917. 1919 y 1940*. Es interesante recalcar que
Kroeber mostró la importancia de lo superorgá- nico, así como del modelo, investigando los cambios en la moda femenina. Encon¬tró que las
modas de las mujeres, más que mostrar meramente una elección perso¬nal. muestran modelos culturales (1919, 1940) También encontró
ejemplos de modelos culturales en la filosofa, las letras y otros temas para demostrar que el genio individual es parte de una nueva era cultural y
no un agente independiente.

El interés que Kroeber mostró en sus modelos culturales culminó con Sus Configurations of Culture Growth (1944), donde intentó explicar el
crecimiento cultural en algunas sociedades históricas en Europa. Próximo y Lejano Oriente. El principio básico era que las sociedades desarrollan
frecuentemente configuraciones culturales «espasmódicamente»: cuando los modelos culturales se desarrollan, los genios se agrupan dentro de
ciertos periodos en relación al crecimiento cultural Kroeber discutió el crecimiento de la filosofía, la ciencia, la filología, la escultura, el teatro, la
pintura, la literatura, la música y, finalmente, el crecimiento de las nacio¬nes. en su conliguracion F.ra un gran pioyecto, valiente. y
probablemente un fracaso. Pero quiza, afirmar un juicio asi. es sólo decir que la gente que ha adoptado las ideas de Kroeber sobre la historia de
la civilización no han sido antropólogos; la mayoría de los antropólogos han ignorado este trabajo,

Las recapitulaciones sobre la cultura de Kroeber. las cuales se encuentran en sus grandes obras, son muy instructivas. Este articulo de 1949 es un
resumen del estado del arte, desde su punto de vista

6. El concepto de cultura en la ciencia*


Propongo discutir el concepto dc cultura, su origen y validez, su uso y limitacio¬nes. Como todo concepto, este es una herramienta; y como
herramienta cl concepto dc cultura tiene dos cantos. Une algunos fenómenos e interpretaciones; disimula y distingue otros.

Como todas las ideas importantes, la dc cultura fue la obra de muchas mentes, y se desarrolló gradualmente. Todavía existen naciones
civilizadas, como la francesa, que rechazan admitir la palabra «cultura» en su vocabulario intelec¬tual. Por otra parte, los antiguos conocían, y los
primitivos modernos son conscientes dc ello, algunos dc los fenómenos dc la cultura, como, por ejemplo, las costumbres distintas. «No lo
hacemos dc esta manera, lo hacemos asi»; tal afirmación, que todo ser humano dice probablemente cn algún momento, es un reconocimiento
de un fenómeno culturaL

Los fenómenos tienen un modo de ocurrir compuesto cn la naturaleza, com¬plejamente mezclados. Sus cualidades, todavía más sus aspectos
generales con- ceptuali/ados, pueden conseguir salir sólo gradualmente dc la confusión dc las apariencias. Hasta bien entrado el siglo xx y cn
ciertas situaciones y contextos hasta hoy. el concepto de cultura ha permanecido unido al dc sociedad. Cuando Comte fundó la sociología e
inventó su nombre hace más dc un siglo, plasmó cl sello de lo social. Pero sus famosas tres etapas dc la mitología, metafísica y positivismo son
principalmente etapas de la ideología y, por tanto, dc la cultura. Sólo indirectamente son etapas de relaciones específicamente socialcs o
interper- sonales. A la cultura y no al ámbito de la sociedad se refiere lo esencial dc las diversas caracterizaciones de Comte respecto al
catolicismo y protestantismo en cientos de máximas peculiares.

Cuando un pensador tan original y profundo como Durkheim se refirió a la hipótesis de sociedad como algo por lo que los primeros grupos
fueron impresio¬nados, a lo que rindieron culto y se originó la religión, propuso una visión que ha parecido generalmente exagerada y, para
muchos, mística. Pero, tan pronto como sustituimos por su no diferenciación de la «sociedad» las costumbres y creencias que mantienen juntas a
las sociedades primitivas y parecen ayudarlas a sobrevi¬vir. cn otra palabra, su «cultura», entonces la interpretación de Durkheim empie¬za a ser
razonable. Parccc justo asumir que eso es lo que DurWheim «quería decir», lo que diría hoy.

La no diferenciación dc ambos aspectos debería continuar hasta que se alcance cierto nivel, ya que la cultura, por definición, incluye, o por lo
menos

Reimpreso de Alfred Ltíuis Kroeber, Thr Sature of Culture (Chicago Universáty of Chicho Prcsi. 1952), pág». 118-135. con permito del editor

presupone, la sociedad. Como algo compartido y supraindividual, la cultura sólo puede existir cuando existe una sociedad; y a la inversa, cada
sociedad humana va acompañada por una cultura. Esta proposición reciproca no csiá completa: sólo incluye a las sociedades humanas. No
obstante, cn principio, la limitación es extremadamente importante. La existencia dc sociedades subhumanas sin cultura o esencialmente sin
cultura, especialmente las altamente elaboradas dc insectos sociales, sirve como piedra de toque irrefutable para la significativa discrimina¬ción
de los conceptos dc lo social y lo cultural: pueden existir separadamente. De todos modos, uno de ellos existe separadamente.
La palabra «social» es una apelación relativamente tardía. El termino romano era ch'ilis. cwitas, de civLs, un «ciudadano», correspondiendo a la
definición de Aristóteles del hombre como zoon polilicon o «animal político», un animal civil para los romanos, un animal social para nosotros.
Por supuesto, las instrucciones se incluían cn el término «animal político», y con eso se incluía la cultura, pero no un concepto segregado y
coagulado. Estos términos mediterráneos antiguos ilustran cómo las ideas abstractas se originan en una matriz dc lo concreto. Cuando
Aristóteles quería hablar genéricamente de lo que nosotros llamamos «sociedad» y «cultura», usó la palabra «polis», que aún tiene una total
implica¬ción c imágenes del muro de la ciudad y la ciudadela. de ciudadanos libres con derecho a votar y a luchar.

La palabra «cultura» en su sentido científico moderno, por ejemplo, la usaría cualquier antropólogo con la seguridad de que cualquier otro
antropólogo enten¬dería lo que él quería decir, y no otra cosa. Este significado moderno dc «cultura» es todavía más reciente. La primera
definición de «cultura» en su sentido amplio, pero definido, dc su actual uso dc la ciencia social, diferente de lo culto y del refinamiento, dc la
nutrición, dc la agricultura y el cultivo de perlas y cultivos en tubos de ensayo, la primera definición que he encontrado en un diccionario ingles
data dc finales dc los años veinte. Tylor fue quien hizo cl primer uso deliberado en un libro cn 1871, cuando publicó Primitive Culture y formuló la
definición más citada de cultura que empieza: «ese complejo total que incluye...». Está claro que Tylor sabia establecer el término, asi como
sabia usar «cultura» y «civilización» como sinónimos cn su discurso. Para ser exactos, ya habia usado la palabra «cultura» unas cuantas veces
como alternativa dudosa para «civilización» y cn cl mismo sentido, pero sin definición, seis años antes en su Researches> como poniendo a
prueba al público británico. Quizá la obtuviese del etnógrafo alemán Klemm, a quien leyó y citó. Klemm escribe la palabra con C. Cultur, tanto cn
su libro dc 1843 como en cl dc 1854. Parece que la palabra era dc uso general cn alemán cn esc período con su moderno significado, y cn ningún
sentido se trataba entonces dc una palabra nueva. No sé exactamente de dónde procede la palabra alemana Cultur con su moderno significado
científico. Kant la usa repetidamente en su Anthropologie, pero es muy difícil decir si está pensando en la cultura cn nuestro sentido o cn
«hacerse más culto». Arciniegas cita a Paul Hazard diciendo que la palabra aparece por primera vez en el diccionario alemán cn 1793.

Demos un paso atrás en la cultura y su matriz inmediata no diferenciada, que hoy llamaríamos «sociocultural». hacia lo psicosomático. Igual que
la cultura presupone la sociedad, la sociedad presupone personas. Es un conjunto de indivi-

dúos, más algo adicional, esc algo que nosotros y las termitas compartimos. Bien, aqui. entonces, hay tres elementos o conjuntos de factores:
cultura, sociedad, personas, cada uno descansando sobre, o precondicionado por encima, el siguien¬te. De hccho. enseguida podemos dar un
paso adelante y separar a las personas en cuerpos y mentes como dos aspectos que. al menos en algunas ocasiones, conviene tratar por
separado, como, por ejemplo, en todas las situaciones estric¬tamente psicológicas. Que la separación está justificada, cuando es útil, está claro
no sólo por la actual distinción de la ciencia biológica y la psicológica, sino también por el hccho de que las plantas, aunque poseen somas,
generalmente no muestran evidencia de tener psique.
Por tanto, ahora nos enfrentamos a cuatro aspectos superpuestos, llamémos¬los cuatro «niveles»: cuerpo, psique, sociedad, cultura. Por ahora,
es obvio a dónde nos lleva la linea de pensamiento: el próximo paso introduce lo inorgánico como subyacente a lo somático, lo psíquico, lo social
y lo cultural.

Los fenómenos de fado del nivel inorgánico también pueden dividirse si es útil (y en muchas situaciones, quizá la mayoría, es útil) en físicos y
químicos. Realmente, podemos dividir más y laminar el nivel subatómico y quizá otro para fenómenos de virus supermoleculares o para
manifestaciones del cristal. Sin embargo, todas estas segregaciones están dentro del final inorgánico o suborgáni- co de la escala: y. como
nuestro principal interés aqui se centra en lo ultraorgáni- co, con lo más superorgánico en el final opuesto, entrar aqui en estas distinciones más
finas en la parte baja de la jerarquía seria apartarnos y distraernos.

Ultimamente se ha convertido en una costumbre designar estos planos jerár quicos como «niveles de organización» y. alternativamente, como
«dimensiones». El último término es apropiado en ciertos contextos, como cuando se dice que cada situación humana tiene dimensiones
ambientales, orgánicas, sociales y cul-turales. La palabra «dimensión» es aquí equivalente a «aspectos» o a «clase de factores chocantes».
Definitivamente, evita incluso la implicación de jerarquía. Las dimensiones se cortan unas a otras, los niveles implican paralelismo. En un llamado
«enfoque de campo» en un área fenomenal limitada, como una persona-lidad, donde el énfasis está en la interacción de factores que convergen
en un solo punto, es natural ver a los factores culturales, sociales, orgánicos y físicos como muchas dimensiones que se «difunden» del punto
bajo observación. En contraste, como el enfoque es macroscópico, o incluso telescópico, como en el trazado de grandes modelos históricos o sus
interrelaciones, las dimensiones se separan automáticamente en capas superpuestas y paralelas, y el término «niveles» es más apropiado.

Sin embargo, es necesario no confundir «niveles de organización» con «nive¬les de abstracción». Es verdad que. mientras nos centramos en
aspectos cultura¬les. estamos en sentido técnico «abstrayendo» de los aspectos orgánicos y físicos que pertenecen a los mismos fenomenos.
«Abstrayendo» significa aqui eliminan-do nuestra consideración de ignorar, es temporal, movible, reversible Pero los fenómenos culturales no
son más abstractos que los fenómenos físicos u orgáni¬cos en el sentido de ser más inconcretos o conccptualizados. La oleada de cólera es un
fenómeno tan concreto como lo es una ceja fruncida o un vaso sanguíneo oprimido. La cosiumbre de cazar cabe/as o de coger el ramo de la
novia es

totalmente concreta. Sólo la cultura como concepto generalizado es abstracta; pero también son abstractos la sociedad, el psique, el cuerpo, la
materia y la energía. Lo que es mucho más significativo que la abstracción es que los fenóme¬nos culturales ocurren organizados sobre principios
diferentes a partir de fenóme¬nos sociales, fenómenos sociales a partir de lo psíquico, y asi sucesivamente.

Lo que está más claro sobre los niveles es que ciertas propiedades o cualida¬des de los fenómenos de cada uno les son peculiares. Quizá esto se
deba a una diferencia en la disposición u organización. Esta, que es específicamente caracte¬rística y distintivamente significativa de los
fenómenos de un nivel, sólo es inteligible en términos de los otros fenómenos, cualidades o regularidades del mismo nivel. Las cualidades o
fenómenos más característicos nunca se explican por lo que sabemos de otro nivel: realmente no son alcanzados por el conoci¬miento de otro
nivel, especialmente cuando los niveles están bien separados. Los descubrimientos de un estudio de fenómenos de nivel inferior realmente se
aplican a los de nivel superior, pero se aplican con significado decreciente.

Así. la gravitación, la conductividad eléctrica y las valencias de los elementos se aplican tanto a cuerpos orgánicos como a inorgánicos. Pero los
principios o leyes como estos son los únicos que se aplican a cuerpos inorgánicos; y aún asi no explican un grado serio los fenómenos orgánicos
específicos de repetición heredi-taria. de concepción y muerte, de adaptabilidad. Estos procesos epecificamente orgánicos se someten a los
procesos psicoquimicos establecidos; no pueden deri¬varse de ellos. Las leyes de un nivel inferior establecen el marco en el cual operan los
fenómenos de un nivel superior; no se producen esos fenómenos por si mismos. Las leyes de nivel inferior explicarán las constantes, universales
y unifor¬midades de los fenómenos en un nivel superior. Explicarán o describirán las cualidades o propiedades que un nivel superior comparte
con uno inferior; por ejemplo, que un cuerpo orgánico tiene masa o conductividad. No pueden explicar o incluso describir las propiedades que
son especificas de un nivel, distintivas de él. como, por ejemplo, cómo un cuerpo orgánico se repite en su descendencia

En resumen, parece que el trabajo total de la ciencia debe realizarse en una serie de niveles que la experiencia de la ciencia descubre
gradualmente. Reducir todo en el universo a un grupo monistico de principios, mecánicos o de otro modo, puede ser una filosofía legitima, o
puede no serlo; ciertamente, no es un método operativo adecuado de la ciencia. Supone usar las ganancias obtenidas con dificultad de la física
para extensiones verbales a la biología o la sociología, y de ahí la solución de problemas genuinos de cortocircuitos en los mismos ámbi¬tos.
Aparentemente, el verdadero progreso se hace cuando toda ciencia es autó¬noma en sus procedimientos, mientras también se realiza su
relación de depen¬dencia en los subyacentes y de apoyo a los cubiertos independientes. La investigación de los niveles autónomos es una
precondición de la mayoría de extensiones de nuestro entendimiento del mundo. Después de que se han hccho suficientes extensiones, es el
reduccionismo válido el que las integra y consolida gradualmente. El reduccionismo prematuro es simplemente forzamiento, verbal.

Esto no significa que una nueva entidad se personifique como la única sustancia de cada nivel. La vida, la mente, la sociedad y la cultura no están
fuera de la materia y la energía, ni fuera del espacio y del tiempo libre de ellos. Están en

y son dc la naturaleza con materia y energía. Son diferentes organizaciones dc materia y energía, si uno los trata fructíferamente, lo que físicos y
químicos no pueden hacer cn virtud dc sus métodos físicos y químicos; y dc manera similar todo cl camino hacia arriba cn la escala.

Aqui es donde cl enfoque dc nivel moderno difiere con la antigua segregación dc espintu y materia, dc alma y cuerpo. En éste, la sustancia
superior se reservaba dc las operaciones de la naturaleza, se excluía dc su esfera. El cuerpo moría, pero cl alma seguía; la materia estaba sujeta a
leyes mecánicas, pero el espíritu era libre dc ellas, permanecía fuera dc la naturaleza. Por cl contrario, cl punto dc vista científico es que cada
fenómeno está cn la naturaleza y es parte dc ella. Los niveles representan segmentaciones descubiertas empíricamente del campo total dc la
naturaleza, cn cada una dc las cualcs los procedimientos intelectuales distintivos o las operaciones parecen ser más productivas. Todo cl
reconocimien¬to dc los niveles es. cn un sentido, un asunto de metodología científica; es totalmente interno a la ciencia. No anuncia la
rcintroducción del vitalismo, mentalismo. espíritu o Geisteswissenschaften.

Filosóficamente, cl conocimiento dc un sistema dc niveles parccc haber sido reciente y bastante superficial. Bcrgson ha sido reconocido defensor
dc la visión del surgimiento de lo nuevo; pero, hasta donde su éfon vital es extranatural. sus emergentes serían más que niveles. Space. lime and
Deity (1920). dc Alexander, es a menudo considerado la más completa exposición en inglés del punto de vista por un filósofo profesional.
Alexander trabaja a partir del espado y el tiempo sucesivamente a través dc la materia, la vida y la mente hasta Dios. Esta visión puede proceder
parcialmente de la experiencia científica, pero se utiliza para trascender la ciencia y la naturaleza. Hmergcnt Evolutton, de C. Lloid Morgan, tres
años más tarde, es quizá el trabajo más citado sobre el tema «Hay más cn los acontecimientos que ocurren en el organismo vivo», dice (pág. 20),
«que en lo que puede interpretarse adecuadamente cn términos dc la física y la química, aunque los acontecimientos psicoquimicos siempre
están involucrados». La rela¬ción vital, la organización cn cl nivel orgánico, es efectiva porque los cambios ocurren bajo ella «lo similar dc lo cual
no ocurre cuando no existe la vida». Morgan atribuye a Lcwes la palabra «emergente», y a Wundt cl término «princi¬pio dc resultantes
creativos», es decir, que los productos físicos son más que una nueva suma dc elementos y representan una nueva formación. J. Nccdham y
William Morton Whcclcr han expresado planteamientos similares, que también expone cl segundo ensayo Yogi and Commisar, de Koestlcr. con
encanto y ori¬ginalidad.

Dos cosas se mantienen sobre la mayoría dc estas formulaciones. Primero, se concentran cn la autonomía biológica y psicológica dc lo
psicoquimico y fracasan al llevar cl principio al nivel social y cultural. (Wheeler sigue hasta cl nivel social, pero no al cultural. Warden. en 1936.
reconoció explícitamente la cultura como un emergente.) Segundo, la importancia está en un universo en desarrollo y cn las emergencias cn cl
curso de éste. La evolución es. por tanto, un postulado esencial, y cl énfasis se da en las emergencias dentro de éste; en otras palabras, cn los
cambios innovadores. Lógicamente, no obstante, una serie jerárquica dc niveles dc fenómenos podría existir cn un mundo estático. Cómo
surgieron sucesiva¬

mente, pasando por una serie de graduaciones, es un problema separado que lógicamente no necesita imponerse. Mi punto no es combatir o
negar que ha podido haber una evolución cósmica, sino afirmar que el concepto de evolución y cl concepto de niveles no se suponen o implican
necesariamente unos con otros. La emergencia ya no está contenida en la idea de niveles tan pronto como los niveles se separan de la evolución.
Aparecen nuevos niveles sólo si ya se ha asumido un proceso evolutivo y progresivo. Afirmaría que el enlace total con la evolución ha ocurrido
porque nuestra generación dé por supuesta la evolución silenciosamente, como la mayoría de las generaciones anteriores asumieron la deidad:
la evolución es una obligación difícil culturalmente y emocionalmcnte para que nosotros podamos escapar de ella. Una metodología científica
basada tan puramente como sea posible cn la experiencia científica es quizá mejor sin emergencia, porque no tiene gravámenes.

Más fructífero es cl diagrama y la metáfora de una escalera de Koestlcr. Vista desde arriba, desde cl ángulo dc una exploración estrictamente
científica, esta escalera parece una superficie plana, como un plano continuo al que ya se ha reducido todo y cn cl que todo parccc. por tanto,
explicable. Vista desde cl frente, no obstante, por contemplación fenomenal, es la subida dc la serie dc peldaños, y las no predicciones entre
ellos, la que es impresionante. En resumen, las relacio¬nes organizadoras primarías son operativas dentro dc los niveles más que dc los
transniveles.

Hay otro aspecto de los niveles que los científicos generalmente no han notado y que los filósofos han manejado torpemente. Este es un hccho
que todavía no está totalmente explicado, pero, sin embargo, es indudable sobre la base del curso abrumador de la experiencia empírica hasta la
fccha. Este hccho es que cuanto más básico es un nivel en la jerarquía, con más éxito sus fenómenos se prestan a la manipulación por los
métodos dc la ciencia cn sentido estricto. Métodos que resultan en uniformidades, regularidades repetitivas y, por tanto, predicción. Pero, por cl
contrano, cuanto más alto es el nivel, más reacios son sus fenómenos al tratamiento por métodos homólogos o quizá incluso análogos a los
métodos dc la física y la química; mientras se dan fácilmente, y con significado, aunque de un tipo algo diferente, al tratamiento intelectual
similar en principio al que siguen los historiadores. Los filósofos neokantianos han señalado esto desde hace tiempo, mientras que un enfoque
estrictamente científico es generalizador y nomotético, un enfoque histórico es idiográfico, cn el sentido que permanece mucho más unido a los
fenómenos o generalizaciones; cl enfoque histórico con¬serva sus fenómenos, cualquiera que sea cl nivel cn que operan, y encuentra satisfacción
intelectual cn poner cada fenómeno conservado cn una relación dc contexto en extensión con cl cosmos fenomenal.

De aqui, sin embargo, los neokantianos no han dado los siguientes pasos que parecerían obligados para una inspección judicial dc las prácticas
reales que se obtienen cn cl estudio completo dc la naturaleza. Estos pasos posteriores son dos- Primcro. las relaciones contextúales que un
enfoque histórico determina suponen relaciones dc espacio absoluto, igualmente con tiempo absoluto, no del tiempo sólo o principalmente,
como a menudo se afirma para la historia. También cl contexto supone relaciones dc forma, incluyendo la función, pero quizá excluyen¬

do la causa; y, además, supone relaciones de valor. La cuestión de causa tiene sus complejidades, en parte, porque los propios científicos están
también empezando a retar y rechazar la causalidad, especialmente en la prestigiosa ultrafisica. Sin embargo, es notorio que. en los tres niveles
más altos de la mente, la sociedad y la cultura, la causalidad especifica es extremadamente dificil de determinar. Presu¬miblemente, esto es
porque los fenómenos de estos niveles son. por lo menos en parte, epifenómenos para los fenómenos de los niveles inferiores. Es. por tanto,
probable por reduccionismo de transnivel que se encuentren las causas complejas de los fenómenos de nivel superior, si existen. Sin embargo,
las relaciones de espacio y tiempo absolutos, de forma, estructura y función, y de valor siguen siendo características del enfoque histórico.

Segundo, es razonable asumir que los descubrimientos del nivel alto diferirán considerablemente de los de los niveles inferiores. Toda nuestra
experiencia hasta la fecha corrobora esto. La extensión revolucionaria de la ciencia psicoquímica por especulación y pruebas inventada durante
los últimos cincuenta años se centra alrededor de las partículas subatómicas. En la misma mitad de siglo nos hemos hecho más conscientes y
hemos estado mas informados del dominio de la cultura. Pero esta mejor comprensión de la cultura no ha dado señales, hasta ahora, de incluir
algo correspondiente a las partículas subatómicas o los genes de los genetistas. No hay nada a la vista que sugiera que descubriremos algunas
unidades elementales invariables en la cultura, o incluso relaciones definidas de número integral o asociación fijada.

La reflexión confirma esta valoración negativa. El contexto, significativo del enfoque histórico que domina en la percepción de la cultura,
concierne a las relaciones externas vistas tan ampliamente como sea posible, últimamente en las relaciones totales. En contraste, el problema
principal de la física, como el de la genética y la fisiología, es aislar o sacar simplifidades válidas, regularidades recurrentes, de la amorfa
confusión de los fenómenos de la naturaleza. Podemos confiar razonablemente en que nada que corresponda a los caracteres alelomórfi- cos o
genes, a los protones o neutrones, incluso a los átomos o moléculas, es probable que sea descubierto en el nivel de la cultura. Cualquiera de
estas unidades elementales puede ser operativa en la cultura; si lo son, podemos esperar que sean elementos de un nivel inferior.

Realmente, estas casi regularidades de forma o proceso más o menos recu¬rrentes, como se han formulado hasta la fecha para la cultura, son
principalmente subculturales por naturaleza. Hay limites para la cultura, establecidos por facto¬res físicos u orgánicos. Las llamadas «constantes
culturales de familia, religión, guerra, comunicaciones y similares parecen ser marcos biopsicológicos cargados variablemente de contenido
cultural, hasta donde son más que categorías que reflejan el compartimiento de nuestra cultura lógicovcrbal occidental. De los procesos, la
difusión y la socialización son sólo aprendizaje psicológico, imitación y sugerencia bajo condiciones especiales. La costumbre es un hábito
psicobiológi- co en la escala social y eleva valores culturales. Y asi sucesivamente.

Lo que evidentemente ocupa el lugar de la formulación de la ley, en operacio¬nes intelectuales en el nivel cultural es el reconocimiento de los
significados, incluyendo los valores. De todos modos, esto se mantiene en el grado que el

enfoque a la consideración de los fenómenos es histórico, en el sentido en que un enfoque histórico ya se ha referido como distinto (aunque
complementario) al más estrechamente científico o nomotclico. Esto se aclara en la consideración de la historia en su sentido específico, la
historia estudiada por los historiadores. Esto está realmente mezclado en cuanto a su contenido: un montón de piezas de biografías individuales,
acontecimientos más o menos dramáticos, contactos y choques sociales, definición de implícita referencia a instituciones; es decir, formas
culturales y su sucesión, quizá con reconocimiento ocasional de alguna influencia de naturaleza inanimada o raza orgánica. Ahora, el fracaso
reconocido de la historia para descubrir leyes quizá pueda deberse en parte al hecho de que opera con sus materiales casi tan mezclados como
llegan a sus manos, sin seleccionarlos consistentemente de acuerdo con un aspecto o principio. Pero la notoria debili¬dad de los historiadores en
asignar las causas con éxito (normalmente pueden tratar mejor con causas pequeñas e inmediatas: por qué la Bastilla cayó el 14 de julio y no el
15. las causas de la Revolución Francesa) está compensada por su habilidad para expresar significados. Y tanto el fracaso como la habilidad
parecen deberse al considerable nivel superior, componente sociocultural en los materiales de la historia intelectual que intenta más que una
dramatización figurativa.

Que esto es así se hace más evidente tan pronto como la consideración se da a los cuerpos de materiales socioculturalcs y especialmente
culturales menos conta¬minados por la mezcla con personalidades individuales y acontecimientos parti¬culares. En el estudio del inglés como
lengua, no importa si fue Patrick Henry u otro anglosajón quien dijo: «Dadme libertad»; si fue en el siglo xvm, xix o xx; o sí la ocasión fue un
momento historia) o no. (Obsérvese el término «momento histórico»: es decir, históricamente efectivo o significativo, significativo para mayores
acontecimientos, para un contexto de corrientes de acontecimientos y de formas institucionales.) Para el lingüista, lodo esto es irrelevante. Lo
que el ve en la frase «Dadme libertad» son datos sobre la forma, la estructura y las relaciones de ciertos sonidos y significados. Y estos sonidos y
significados, asi como su forma y estructura, son constantes y repetitivos, completamente sociales, y anóni-mos, podríamos deeir. son. por tanto,
anónimos. La frase siempre la dice un individuo, pero qué individuo, por qué motivo, con qué consecuencias y en que circunstancias son
irrelevantes para el lingüista.

Aqui tenemos un ejemplo bien definido de la liberación selectiva de fenóme¬nos de nivel superior, en este caso fenómenos lingüísticos, de la
contusión de acontecimientos en la que ocurren, y de su tratamiento intelectual puramente como fenómenos de esc nivel. Lo que resulta en un
caso asi es. en fraseología popular, una gramática inglesa. Dicha gramática es un análisis organizado y una descripción retiñid¡7ndn de In
apariencia fenomenal, la estructura y las relaciones internas y el funcionamiento de una lengua. Tal descripción sintetizada tiene sentido
precisamente porque es autónoma y autosuficicnte. Trata las formas e individuos superindividuales y. por tanto, mientras no mega la
participación necesaria de los individuos en los fenómenos, la ciencia lingüistica normalmente y básicamente suprime al individuo, «lo mantiene
constante», «lo abstrae». Por qué esto es asi no necesita ninguna prueba elaborada.

Está claro que. para operar con éxito como un lingüista, no se tienen que personificar o concretar las lenguas o dotarlas con una sustancia propia.
Se analiza y sintetiza hasta donde los resultados están próximos, como si los datos constituyesen un sistema autónomo. Que últimamente no
sean totalmente autó¬nomos es obvio. Pero es una perogrullada que la preocupación del científico como tal no son los fines al menos en
principio.
También está claro que la ciencia lingüistica es tardia y débil en comprobar la causalidad, pero que su concentración selectiva particular es lo que
le permite determinar las relaciones significativas de forma y estructura, modelos y sus interacciones. Las causas de los fenómenos lingüísticos,
tales como los cambios de forma o significado de las palabras, las causas de estos en el sentido ordinario de causas «eficientes», evidentemente
están por debajo del mismo nivel lingüístico cultural, y presumiblemente son numerosas, oscuras, conflictivas y determinadas por causas todavía
más remotas. Pero se observará que los fenómenos lingüísti¬cos que resultan de estas causas sublingüísticas llegan altamente regularizados,
formalizados y definidamente interrelacionados, tan pronto como buscamos las formas que contienen Los fenómenos contienen incluso mucha
predicción, la cual normalmente descuidamos porque es muy común en la experiencia. Por ejemplo, la siguiente expresión que emite el
sentimiento de Henry también diría: «dadme libertad» y no «dio mia libertando». En resumen, el orden y el significa¬do intelectuales alcanzan
con más éxito el nivel lingüistico dirigiendo la atención hacia modelos de forma y relaciones de forma no hacia relaciones causales.

Finalmente, en lo referente al enfoque «histórico» en el más amplio sentido en que se ha usado aqui la palabra, el lingüista puede operar
sincrónicamente y descriptivamente, o puede operar de nuevo diatónicamente e históricamente en el sentido más estrecho y convencional. No
obstante, esto es un detalle y un incidente. En ambos casos el lingüista trata las formas y las relaciones de forma que tienen significado para él; y
las trata en igual grado en los dos casos. En ambos ejemplos su material permanece esencialmente superindividual. anónimo, predictivo como su
repetitividad, y casi despreocupado por la causa. Lo que significa esta semejanza del método de la lingüistica descriptiva sincrónica y la lingüística
diacrónica es esto: siendo la diferenciación entre tratamiento sincróni¬co y diacrónico secundaria, el efoque que llamo «histórico», en contraste
con el enfoque nomotético. se muestra caracterizado principalmente no por la acentua¬ción del elemento tiempo y la sucesión en el tiempo,
como todavía se supone a menudo, sino que se caracteriza más bien por sus otras propiedades que han sido enumeradas. Son estas otras
propiedades: superindividualidad. modelo, despreo¬cupación relativa por la causa, las que son fundamentales en el enfoque histórico genérico.

La lengua se ha elegido aqui como ilustración porque es algo menos amplio, algo más compensado y autónomo que el resto de la cultura. Pero la
diferencia es sólo de grado. Para entender las manifestaciones culturales debemos buscar también formas idiosincráticas y fisionómicas, y buscar
su significado, primero dentro de un sistema de formas coherente y autosuficiente como una civilización particular; y. más allá, en un gran
contexto de formas totales conseguidas en la historia humana. También debemos esperar descubrir en nuestro material poca

causalidad en el sentido de la causalidad del físico. Debemos estar preparados para ignorar y suprimir al individuo, quien, desde el ángulo del
entendimiento de la cultura, es quizá más a menudo irrelevante y confuso que útil. El orden o relación que da el entendimiento en el estudio de
la cultura está básicamente mejor definido, quizá, como un proceso de percepción de interrclaciones significa¬tivas de las formas como formas.

Es evidente que la última relación de las formas culturales con su más amplio contexto posible, para obtener su significado total, lleva en ella un
elemento de peso de gran relación, de visión de gran alcance. Y esto, a su vez. es semejante al interés diacrónico. a la desgana de permanecer
restringido hasta el momento. El momento es suficiente en interés cuando es tipico de una totalidad repetitiva, cuando contiene totalidad, como
hace en física. Cuando el momento o lugar no contiene o representa un total mayor, como cuando es únicamente idiosincrático. entonces el
interés intelectual va de él hacia el total. Con ello, la visión tiende a hacerse diacrónica, y el enfoque se caracteriza como histórico por naturaleza,
tanto si consigue como si no convertirse realmente en cronológico.

En todo el ámbito del estilo, el flujo superpersonal de la forma es obviamente fuerte. La misma palabra. Stylus, el «lápiz», originariamente tenia
referencia antropomórfica a la cualidad particular o manera de escribir de un individuo. La palabra «estilo» tiende hoy a usarse para una similitud
de grupo, para lo que es la manera común de una escuela o serie de escritores o artistas, para una cualidad superindividual. Todavia podemos
hablar del «estilo» de Shakespeare: más a menudo hablamos del «estilo isabelino». Y trazamos y analizamos con éxito estilos que no podemos,
por falta de conocimiento, separar en las contribuciones de los individuos. Esto se da. por ejemplo, con muchas pinturas griegas y arqui¬tectura
románica y gótica, por no mencionar los principios de muchas artes y de todas las primitivas.

Relacionado con el estilo están los usos de la moda del vestir o la moda. Nombres de individuos (el príncipe Alberto, la emperatriz Eugenia) se
unen una y otra vez a tales modas, pero secundaria y arbitrariamente, como títulos pintores¬cos. Realmente, las modas del vestir surgen de
manera oscura, se deben a causas sin determinar, y están casi totalmente formadas y ejecutadas, asi como aceptadas y usadas anónimamente,
por la gran multitud sin nombre.

Incluso en las artes finas, sólo cuando éstas se convierten en un culto cohibi¬do. surge el interés real en el artista individual y él es buscado y su
trabajo premiado como pcculiarmente suyo, como Chambers ha enunciado en Cycles of Taste. En la mayoría de la historia humana, y para
muchos hombres, son los objetos y los estilos los que tienen sentido; el artista es sólo un ejemplo personal y un incidente que pasa.

Ocurre casi lo mismo con los inventos. Hoy pensamos en términos de los inventores. Pero los descubrimientos e invenciones de otras tierras, del
pasado, de nuestra propia Edad Media, son anónimos. El trabajo del metal, la herrería; arados, tornillos, esquileos, estribos, herraduras, arneses,
ruedas, ejes; relojes, niveles, lámparas, velas, cristal y cerámica; fertilizar, irrigar, castrar, montar... toda la base de la civilización mecánica no
tiene autores personalmente conoci¬dos. Nunca se registraron o se olvidaron hace mucho, porque no importaban.

Cuando, finalmente, esta condición cambia y la leyenda o la historia nos da, primero, inventores imaginarios y luego documentadamente
auténticos, continúa, sin embargo, una extraña persistencia dc la condición antigua. Los inventores llegan ahora cn pares contemporáneos o trios
o equipos dc competidores. Wallc- ce sincroniza con Darwin, Lcvcrricr con Adams, De Vries con Correns y Tschcr- mark; el vuelo dc Langlcy con el
dc Wright; Bell se anticipó un día a Gray; Fulton rebate a Symington, Fitch, Rumsey y Stevcns. Es un hecho establecido que la fabricación dc
invenciones es normalmente múltiple y simultánea. Desde el ángulo del individuo, los inventores operan independientemente. Desde el ángulo
dc la cultura son la tendencia, los antecedentes, el momento, los que se unen para forzar la invención; dentro dc este marco se ha hecho
inevitable; qué persona es el vehículo del descubrimiento importa poco a la sociedad y al crecimiento de la cultura.

Otro fenómeno observado durante mucho tiempo apunta hacia el mismo camino. Es la agrupación de grandes hombres en ciertas épocas de
ciertas civili¬zaciones y su rareza cn los demás lugares. Nada conocido en la herencia biológi¬ca. nada cn las leyes de la oportunidad, puede
justificar estas grandes variaciones cn la frecuencia c intensidad del genio. La única explicación ya avanzada que no es totalmente especulativa o
arbitraria ve una correlación entre cl genio realizado y la oportunidad dada por la etapa del desarrollo de una civilización, la etapa donde sus
modelos culturales productivos se definen y maduran, pero donde sus potencialidades inherentes aún no han empezado a agotarse. Según esta
visión, es la fase de desarrollo de los modelos culturales la que es principalmente determi¬nante de la grandeza y excelencia del logro humano;
los genios son cl Índice dc tal desarrollo del modelo. Lo que solemos llamar «grandes hombres» son esos entre muchos más individuos de
habilidad por encima dc la media que nacen cn un tiempo y lugar y sociedad cuyos modelos dc cultura se han formado con cl valor potencial
suficiente y se han desarrollado hasta una madurez suficiente para permitir las capacidades plenas dc estos individuos para realizarse y
expresarse Esta no es realmente una visión revolucionaria. Incluso no debería molestar a nadie que haya comprendido la fuerza y totalidad con
que la cultura nos sostiene a todos. Ciertamente, no debería decepcionar a quien haya leído y asimilado Folkways. de Sumner. hacc más dc
cuarenta años y haya hecho la inevitable y ligera extrapolación dc la gente a lo sofisticado y se haya dado cuenta de que todos nos situamos en cl
marco de nuestros caminos y nuestras tradiciones, en el ámbito dc nuestra cultura.

Acabo dc hablar dc grandeza y excelencia, dc potenial y logros realizados. Con ello sondeamos el terreno de lo que cl científico ha dicho durante
mucho tiempo y que no debe mover: valores, valores humanos que son valores cultura¬les. tanto si son morales, estéticos, sensoriales,
intelectuales o no lo son.

Se debe admitir que los valores culturales humanos, que no tienen nada que ver con la física, no tienen lugar en ella o en ninguna ciencia que se
modele sobre cl plan y las reglas dc la física. Pero, ¿cómo es posible, sin la más estéril mcapacitación. hacer un estudio intelectual del hombre
social que es el hombre cultural, y aún permanentemente no considerar su producto, cultural y la esencia dc la cultura, sus formas y sus valores?

Esto no es afirmar que lodo estudio que tiene al hombre como tema necesita tener conocimiento dc los valores. Es posible investigar respuestas
dc aprendizaje o el mecanismo dc propaganda o la estructura y tamaño de los grupos sociales y nunca pisar un valor. Pero, que sea posible
rodear los valores y no tocarlos, no es en si un mandato moral para hacer sólo eso. Es evidente que tendremos que admitir dos planes no
concurrentes o maneras dc investigación en los llamados «fenómenos sociales». Un enfoque intenta seguir lo mejor que puede los métodos del
físico o encontrar sustitutos cercanos para ellos, medir y experimentar, y prescindir de la consideración dc los valores. El segundo enfoque acepta
los valores como inherentes cn la cultura y características dc ella, asi como parte dc la naturaleza y. por tanto, susceptibles dc estudio como
cualquier otro grupo de fenómenos en la naturaleza, y de estudio por métodos análogos a los usados en el estudio dc otras partes de la
naturaleza, aunque necesariamente idénticos a los dc la física. Los valores, junto a las formas culturales a las que están unidos, obvia¬mente
pueden describirse; sus cualidades diferencíales, así como sus características comunes, pueden compararse; sus fases de desarrollo, relaciones
sccucncialcs y conexiones se pueden investigar Dc hccho. esto se ha Itecho cn lodo estudio dc la historia de un arte, en todo intento de presentar
una religión, en todas las conside¬raciones etnográficas que surgen por encima dc la especificación mecánica, cn todos los escritos sobre la
historia dc la cultura que son más que atomísticos.

Es verdad que se suelen relegar muchos de estos estudios a las llamadas «humanidades» y, con ello, se excluyen de las llamadas «ciencias
socialcs». Pero, ¿qué ocurre con ello siempre y cuando los fenómenos en cuestión y sus fuerzas naturales se consideran como parte del resto de
la naturaleza y, cn ningún caso cn su sentido sobrenatural? Y también siempre que estén sujetos a disección, recombinacíón y deducción según
las reglas básicas de evidencia seguidas en la investigación dc otras partes o esferas dc la naturaleza, sin entrada de tendencias, ventaja personal,
autosuperioridad o ctnocentricidad.

En el pasado ha sido un problema que los valores se considerasen productos directos dc la deidad, que estaba fuera y por encima dc la
naturaleza, o emanacio¬nes del alma, cuya espiritualidad, primero protegida por la separación del cuerpo, estaba más protegida por la exclusión
del dominio dc la naturaleza y la materia y la energía dc la naturaleza. Pero, con seguridad, esos días han acabado, lis difícil imaginar un terreno
sobre el que los científicos naturales contemporáneos nega¬sen la validez a cualquier esfuerzo para entender cualquier grupo dc
manifesta¬ciones que ocurre en la naturaleza, siempre que cl esfuerzo esté libre de reservas, abierto o escondido, cn lo que se refiere a
exclusiones dc la naturaleza.

Los valores culturales, junto a las formas y al contenido cultural, existen seguramente sólo a través dc los hombres y residen cn los hombres.
Como productos de cuerpos y mentes humanos y sus funcionamientos y como una extensión especializada de ellos, los valores culturales forman
así una total parte «natural» dc la naturaleza. Aqui. el concepto de la jerarquía dc los niveles, ayuda. No sólo se separan los niveles en etapas; su
superposición uno sobre otro también los une, aunque no cn una unidad igual.

Los valores, como todas las manifestaciones socioculturales, son cn gran medida superpersonales, Es decir, la mayoría dc los valores del individuo
se

inculcan en el desde fuera, directa o indirectamente de su sociedad, de los que él produce dentro y por sí mismo. Por tanto, los valores participan
en lo que solía llamarse el origen «colectivo» o «masa» (a lo que yo prefiero llamar «anonimato esencial» del origen) o fenómenos como
costumbres, morales, ideologías, modas y discurso. Las «costumbres» de Sumner expresa excelentemente esta misma cuali¬dad excepto por su
falsa implicación de que también existe una intelectualidad social exenta de ser popular. Es posible elevar la colectividad a algo autónoma¬mente
mistico. como muestra el ejemplo de Jung, y quizá de Durkhcim. Pero no es necesario ser mistico al tratar la colectividad y. por tanto,
asumiremos que estamos interesados en lo colectivo sólo como algo totalmente relacionado con el resto de la naturaleza.

Ahora, lo colectivo o anónimo, siendo de todo el mundo, tampoco es de nadie: existe una calidad de impersonal sobre él. Las cosas que son de
todos entran en la individualidad más difusamente que aquellas que una persona ha trabajado para y por si misma. Es probable que estime estas
últimas; casi seguro que las cono/ca y tenga una historia consciente y razones destacadas para ellas, tanto si estas razones son verdaderas o
falsas. Pero lo que él comparte con la colectividad es más masivo y extenso, a menudo más firmemente arraigado, y también más oscuro; tiende
a estar menos en el foco de la conciencia. De ahí lo que se ha llamado el «refugio» de muchos modelos de la cultura: Kluckhohn los ha apartado
de los modelos patentes como «configuraciones». «Refugio» aqui no implica intento de encubrimiento, como implica a menudo en las
motivaciones interpcrsonales, más bien sólo falta de conciencia. Es probablemente un caso de formas culturales estando relativamente más o
menos en el foco de la conciencia a lo largo de una escala móvil parcialmente de ocasión y parcialmente de situación genérica. Así. las reglas de
conducta, que sirven como protección a la personalidad, es probable que se formulen con conciencia y precisión, aunque también sujetas a
deformaciones interesadas por el propio interés. En el otro extremo de la escala, las reglas de la gramática en el discurso, el cual normal¬mente
sirve para conectar personalidades cuando se sienten relajadas y con menos necesidad de protección, no están formuladas, excepto como
resultado de la curiosidad altamente sofisticada de los lingüistas, y pueden describirse propia¬mente como que han crecido anónima e
inconscientemente. Los incumplimientos de la regla gramatical, aunque se observan al instante, normalmente no se resienten, porque no
invaden nada particular al individuo, sino que se aceptan con tolerancia, regocijo o desprecio.

Unida a esta conciencia o inconsciencia de la forma cultural y la organiza¬ción. está la irracionalidad de mucho de lo colectivo en la cultura.
«Irracionali¬dad» es como a veces se llama Yo mismo he usado el término. Cubre una variedad de sucesos en la cultuia que tienen en común un
factor de inconsisten¬cia. La totalidad de una situación o manera de hacer aparece menos regular y menos coherente de lo que podría haber
sido bajo un planteamiento racional El ahorro de luz del dia; la letra w después de u y k escritura medieval en lugar de romana clásica;
ideogramas cuando se dispone de un alfabeto; d plural irregular inglés «oxen» en lugar de «oxes» servirán como ejemplos Por supuesto, lo
importante es que estas irregularidades c incficiencias no fueron elaboradas sino

que son el resultado de largas y complejas historias, con factores bastante diferen¬tes, a menudo chocando sucesivamente. Han intervenido
hábitos individuales establecidos, valores de prestigio, cambio en una parte del sistema con retraso en otra, coste económico real, mera inercia o
nostalgia, todo tipo de razones sufi-cientemente racionales en la situación concreta; y el sistema resultante muestra el efecto de compromisos y
arreglos. Cualquier loco podria concebir un sistema más consistente del que existe, pero incluso un déspota raramente podria instituir uno. En un
sentido el resultado es «irracional» realmente, en que a la institución le falta la completa sensatez que sus defensores piden. Realmente, es más
bien irracional, y sólo parcialmente eso. Más estrictamente, es que el modelo institu¬cional es irregular, no totalmente consistente.
Estas consideraciones presagian lo que podria decirse sobre la integración de las culturas de sociedades particulares. Las culturas tienden a la
integración y. en general, consiguen algún grado de ella, aunque nunca la integración total. Esta última es una condición inventada por algunos
antropólogos no muy versados en historia. Es dificil atribuir a un historiador tal afirmación como la integración completa de cualquier cultura,
ante su experiencia profesional.

Que los valores constituyen un elemento esencial de la cultura nos lleva a otra consideración. Una primera consideración de una nueva cultura,
teniendo nece¬sariamente que tomar y describir los valores que ayudan a darle organización y orientación, es probabic que surja como una
consideración algo idealizada, ya que los valores de la cultura están reflejados en los ideales de la sociedad. Por supuesto, ninguna sociedad es
ideal en su comportamiento. La sociedad intenta ajustarse a los valores estándar: pero todos somos más o menos perezosos, mezquinos,
egocéntricos, cobardes, rencorosos y motivados por el interés perso¬nal. Hay un vacio inevitable entre la imagen ideal o «pura» de la cultura y la
realidad de cómo el adepto medio de la cultura acaba con esta idea. El analista del comportamiento psicológicamente dispuesto, el estudiante de
la personalidad y la cultura, para quien la cultura no es tanto un final como un impulso de interés, acentuaran la realidad; y entre las presiones y
tendencias de la personali¬dad, los traumas y frustraciones, los valores ideales de conducta que el «culturó- logo» ha construido sobre este
brillo, los modelos modernos surgirán deslustra-dos y estropeados o incluso quebrados. Es una diferencia a considerar sin preocuparse
demasiado por ella. El que está realmente interesado en los fenóme¬nos de la cultura sabe que sus valores ideales siempre sufren en la vida
humana real. Pero, al mismo tiempo, sabe que, al estudiar las culturas, lo esencial es comprender sus valores, porque sin ellos no sabrá hacia qué
se inclinan las culturas o alrededor de qué se organizan.

Parece ser que el estudio pleno de la cultura se ha llamado a veces «normati¬vo» y «humanístico», con referencia a este contenido Ae valor ideal
No debería¬mos estudiar las culturas meramente para conocer la propia conducta en la vida sino que. sin conocer sus normas, sólo estamos
estudiando su armazón.

Su extraordinaria variabilidad o plasticidad es una de las propiedades má-. notables de la cultura. Los organismos vivos también son adaptables y
modifica- bles. pero repiten su plan básico de estructura en generaciones sucesivas de individuos. No hay casi nada en la cultura que corresponda
a esta repetición

orgánica. Las alegaciones de repeticiones regulares en la cultura se refieren a grandes y oscuros parecidos que son sólo dudosamente
sustanciales porque no son precisamente definibles. Extractos detallados del contenido de la cultura pueden persistir con tenacidad durante
largos periodos. Las organizaciones en funcionamiento de material cultural aparentemente siempre cambian, incluso si persisten, hasta que a
menudo es difícil decir si están todavía dentro del complejo original, forma o modelo, o se han deslizado a uno nuevo. Esta inherente plastici¬dad
es evidente tan pronto como se está en posición de seguir cualquier institu¬ción con detalle a través de los siglos; o, igualmente, de seguir una
institución o costumbre a través de sus variantes provinciales o regionales, o a través de sus apariencias entre una serie de tribus no letradas que
están geográficamente contiguas.

La razón de esta fuerte propensión de la cultura para variar parece estar en el siguiente hecho: todos los fenómenos culturales están
invariablemente relaciona¬dos con otros fenómenos culturales a los que son similares y que preceden o suceden u ocurren cerca de ellos
contemporáneamente; y su total comprensión puede lograrse sólo a través del conocimiento de estas relaciones. Mientras estas relaciones son
indiscutibles, son relaciones de forma, valor y significado. No son. directamente, relaciones de causa en el sentido ordinario de causa eficiente.
Las causas eficientes de fenómenos culturales son las acciones o comportamiento de los hombres, de los seres humanos individuales y
psicosomáticos. Una negación de esta proposición parece no dejar alternativa sino admisión de un grupo de fuer/iis culturales autónomas y
aisladas que operan en y sobre una sustancia cultural autosuficicnte. Esto seria una suposición c, inmediatamente, contraería la carga, de los
científicos, de ser un principio místico con intención de excluir un ámbito particular de los fenómenos del movimiento del resto del cosmos según
es estudiado por la ciencia total.

Ahora, tan pronto como se admite que la causalidad eficiente de la cultura está esencialmente en el nivel psicobiológico. es evidente que los
fenómenos culturales son, en sentido estricto, sólo derivados de actividades orgánicas, epife¬nómenos de fenómenos orgánicos primarios. Esta
conclusión, a su vez, parecería explicar la irregularidad, imprevisión, variabilidad y «plasticidad» de los fenóme¬nos culturales. Una vez pueden
ser grandes productos culturales de fuerzas subculturalcs no consecuentes u. otra, los relativamente insignificantes efectos secundarios de
causas orgánicas cuya primera expresión está en las consecuencias orgánicas. No puede dudarse que los individuos afectan ocasionalmente la
co¬rriente de la cultura perceptiblemente: Napoleón con su código, César en el calendario. Shi Hwangh-ii con la quemadura de los libros.
Copérnico con su revolución, por no mencionar los líderes religiosos. Incluso la influencia suborgá- nica en la cultura debe admitirse: catástrofes
que destruyen una sociedad, arra¬sando su Luliuia, pero no dañan a otra, dejando su cultura intacta; cambios en el clima que favorecen la
prosperidad c incrementan poblaciones particulares, con el consiguiente dominio de sus culturas sobre las gentes con desventaja. Es evidente
que cuanto mayor sea el número y la variedad de estas causas subcultu¬ralcs. más probabilidades habrá de que la variabilidad o la «plasticidad»
de los fenómenos culturales sea mayor.

Por supuesto, el resultado final es solamente un alto grado de lo que puede llamarse propiamente plasticidad; y esto es por la siguiente razón.

Predominantemente serán las acciones psicosomáticas de los seres humanos las que contienen la inmediata causalidad de los fenómenos
culturales. Pero los seres humanos, gracias a sus facultades extraordinariamente altas para simboli¬zar. lo que significa facultades culturales,
están siempre culturizados. Es decir, están cuituralmcntc determinados, y muy determinados, por el momento en que llegan a la etapa en la que
se convierten en causas potenciales de la cultura. Lo que. por tanto, es operativo es un sistema poderoso de causalidad circular. Los seres
humanos que influyen en la cultura y hacen nueva cultura están moldeados; y se moldean por la intervención de otros hombres que están
culturalizados y son asi produtos de la cultura previa. Por tanto, está claro que. mientras que los seres humanos son siempre las causas
inmediatas de los acontecimientos culturales, estas causas humanas son el resultado de situaciones culturales anteriores, habiéndose adaptado a
las formas culturales existentes de acontecimiento cultural a aconteci¬miento cultural a través de intermediarios humanos. Estos intermediarios
se intere¬san. en primer lugar, en liberar sus propias tensiones y conseguir su significación personal; pero al hacer esto también transmiten, y en
cierto grado modifican, la cultura que llevan, porque han sido condicionados para ello. En cierto sentido también es operativo un tipo de
causalidad cultural. No obstante, comparada con la inmediata causalidad eficiente de los hombres en la cultura, la causalidad de la cultura sobre
la cultura es indirecta, remota y en gran manera una relación funcional de forma a forma. De todos modos, mientras uno se interese por lo que
pasa en la cultura, son los antecedentes culturales los que se hacen significativos. Las transmisiones humanas, portadores y modificadores es
probable que se repar¬tan de manera muy similar. Como las causas, ellos tienden a repartirse uniforme¬mente y constantemente, excepto
donde la explosión cultural los ha diferenciado.

El investigador, si su interés está realmente en la cultura, tiende a omitir los agentes humanos. Opera como si las personalidades individuales no
interviniesen en los acontecimientos culturales. Principalmente, se justifica con este procedi¬miento. Ciertamente, está justificado en proporción
ya que su visión es muy amplia. En una inspección telescópica de las grandes corrientes culturales, incluso las más grandes e influyentes
personalidades se hunden en la pequenez.

Según que el alcance se disminuya y el segmento de la cultura examinado empequeñezca, el papel de los individuos, realizándose bajo una
disección mi¬croscópica. cobra mayor importancia. Aqui hay un método de estudio igual¬mente legitimo; pero, por supuesto, da resultados de
un orden bastante diferente. Da una idea de la interacción de las personas y la cultura: de cómo los individuos son atrapados en la red de su
cultura; de cómo algunas clases de ellos alargan la red o la rasgan; cómo otros, mientras tanto, tejen nuevas hileras de mallas. Estos estudios
tienen valor como ejemplos del mecanismo cercano del cambio que la cultura siempre tiende a sufrir. Un valor adicional se encuentra en la luz
echada sobre las reacciones de los seres humanos, vistos como personalidades integrales, para la cultura de su entorno. Estos son realmente
campos importantes de conocimiento. Pero, obviamente, son diferentes de la historia cultural directa o de la comparación analítica de las formas
y valores culturales como tal.

Lo que la «cultura y personalidad» parece ser un campo de estudio, en su forma más pura, es lo que se ha descrito como la interacción de las
personas y la cultura de su entorno. Realmente, para seguir este estudio, primero es obvia¬mente necesario entender muy bien qué es la cultura
y cómo son las personas. Seria vano esperar que surgieran resultados útiles de operar con una variable indeterminada X unida contra una
variable indeterminada Y. Kluckhohn, nota¬blemente identificado con el movimiento de «cultura y personalidad», ha pro¬puesto recientemente
mover el énfasis de la interacción mutua de los dos factores, como se ha descrito, a un énfasis dentro de la personalidad, según está afectada por
la constitución hereditaria, el entorno social, la sociedad y la cultura. Esto convertiría a la personalidad en el tema real de la investigación, y a la
cultura sólo en uno de los varios factores que tropiezan con ella. Esto es menor, y bastante mas desigual, que un verdadero campo de cultura y
personalidad, como se acaba de enfocar. Pero un campo tan uniformemente equlibrado es especial¬mente difícil de investigar hasta que los dos
campos o niveles que contribuyen, cuya relación se está investigando, se extiendan casi totalmente. Y esto apenas puede afirmarse de la cultura
o la personalidad. El peligro está, por tanto, en un Lscila no concluyente frente a un Caribdis de conclusiones verbales forzadas. Sin embargo,
cualquier enfoque que se use. la total legitimidad del tema de la interacción de la cultura-personalidad es incuestionable.

Por supuesto, algún estudio de la personalidad y el intento del estudio de la cultura-y-personalídad está motivado principalmente por una falta
de interés en la cultura o su comprensión; en resumen, por un deseo de escapar de tratarla. No hay ninguna disputa válida con esta actitud, sólo
con la no confesión de su motivación.

Relacionadas están producciones tales como Principies of Anthropology, de C'happlc y Coon, de las cuales se ha suprimido incluso la palabra
«cultura», salvo por algún descuido. Este es un intento aparentemente consciente, un intento de fado, de explicar la cultura por medio de
fenómenos y factores de nivel inferior. En resumen, la finalidad es francamente reduccionista.

El problema que queda sin resolver es hasta dónde las formas generales, por tanto formas recurrentes, pueden demostrarse en la cultura. La
dificultad ha sido que las formas recurrentes son vagas y mal definidas. Con un análisis estricto, el contenido estable de conceptos como
feudalismo, dan, alma y tabú se hunde cada vez más. Esto parece ser porque el contenido cultural real de estos concep¬tos generales ha sido
adquirido por ellos durante su desarrollo histórico, el cual es siempre complejo y tiende hacia lo único, como los historiadores hace mucho
aprendieron a dar por supuesto. El resto general o recurrente en estos fenómenos aparentemente recurrentes no es normalmente cultural sino
de nivel inferior, especialmente psicológico. Lo que es común a los clanes es que funcionan como asociaciones de gente que se sienten
emparentadas, hacia quien uno tiene o siente actitudes de pariente. Esto es esencialmente un descubrimiento en la psicología social.
Recurrencias más especificas muestran esto incluso de manera más clara. La tendencia de los sistemas de escritura a concebir o volver a los
símbolos para las silabas es evidentemente el resultado de una inclinación psicosomática a silabizar cuando el discurso se está presentado muy
distinta y analíticamente. Los

psicólogos, normalmente, no tienen interés en ningún descubrimiento tan con¬creto y específico como éste, por tanto, no lo han anunciado.
Pero, como es una pequeña «ley», es una ley psicosomática explicativa de los fenómenos cul¬turales.

Otra característica de estas recurrencias o parecidos parciales es que van en contra de los parecidos debido a la conexión histórica y se dejan, por
tanto, sin el beneficio de la explicación de similitud debida a la comunidad de origen. Si. entonces, la recurrencia se debe a algún factor más
profundamente arraigado y genérico, surge la cuestión de por qué los resultados de esto no son universales, como casi siempre son incapaces de
ser. La situación es similar a lo que existe en botánica. Los árboles se han desarrollado independientemente en toda una serie de familias, incluso
órdenes, de plantas; lo mismo las vides, las hierbas, etc. Por tanto, el botánico no incluye todos los árboles en un orden, todas las vides en otro.
Tampoco descarta los conceptos comunes de categorías de árbol, vid. arbusto o hierba; los usa como un adjunto o suplemento más o menos útil
en la descripción. Parecería que esto seria sobre la propia función de las categorías co-rrespondientes de recurrencia en la cultura, como
feudalismo, casta, tabú, tótem.

Tampoco hay acuerdo en lo referente a las formas más generales entre las que se puede distribuir la totalidad de la cultura, mientras las
recurrencias o regulari¬dades son lógicas. Los primeros de estos intentos tomaron la forma de etapas y sufrieron por la ingenuidad intelectual.
Hubo la secuencia de caza-rebaño-cultivo; la mitologia-rcligiosa-positiva: incluso la dasificación piedra pulida piedra-bron- ce-hierro.

El concepto de nexos funcionales recurrentes de las relaciones internas pro¬mete más: digamos del feudalismo, la devoción y la economía
medieval Hstc enfoque weberiano está aún explotado muy inadecuadamente.

Finalmente, está la cuestión de hasta qué punto los nexos máximos o totali¬dades que llamamos «civilizaciones» muestran recurrencias en sus
fases de desa¬rrollo; en otras palabras, muestran un modelo recurrente de crecimiento. Si muestran tal modelo recurrente empírica mente, las
civilizaciones proporcionarán una segmentación real y natural que nos ayudará a organizar intelechialmente el distinto, variable, agitado, infinito
y amplio mar de la cultura como totalidad. Hay un creciente reconocimiento de la probable realidad de tal segmentación, asi como de sus límites
específicos e inclusiones; en otras palabras, de lo que cada dvilización abarca.

Sin embargo, hay una gran divergencia en lo referente a qué trabaja en la formación de estas grandes unidades. Spcnglcr ve la predestinación
inmanente, Toynbcc el deseo moral libre. Sorokin un movimiento pendular entre tendencias sensatas c imaginadas. Este área de la investigación
experimentará sin duda una elaboración considerable para que los grandes problemas puedan concebirse O formarse efectivamente, aunque no
debido a nuestro pensamiento sobre la histo¬ria. negativamente influenciado hasta en fecha reciente.

Queda la cuestión de si el concepto de voluntad cultural servirá como meca¬nismo para integrar más a las diversas ciencias sociales. La respuesta
es tanto Sí como No. No hay duda de que los aspectos culturales pueden reconocerse y seguirse a través de todas las áreas humanas reconocidas
comúnmente como

122 AHrod Lcxñs Kroeber


sociales. La economía y cl gobierno son solamente segmentos dc la cultura. Los datos de la sociología formal están tan mezclados con los
culturales que temas como la familia, el parentesco, las asociaciones, el estado, son tratados igual¬mente por los sociólogos y los antropólogos
culturales. La historia formal, inclu¬so en su aspecto más biográfico, no puede evitar totalmente las implicaciones institucionales; y. en cl final
opuesto dc su alcance, la historia es institucional, y asi de /acto cultural. La psicología puede eliminar los factores culturales redu¬ciendo su
análisis y manteniendo los factores culturales constantemente cn expe¬rimento selectivo. Pero, tan pronto como vuelve a ampliar su actividad
para abarcar a las personalidades totales, un (lujo de consideraciones culturales entra en ella.

No obstante, lo que todo esto significa es que si uno se interesa por las manifestaciones culturales, puede reconocerlas y tratarlas selectivamente
cn cada estudio científico que tiene al hombre como tema. Y tal búsqueda selectiva dará un cierto entendimiento inalcanzable por cualquier otro
método menos diferen¬ciado. Pero es selectiva; éste es un hecho que no debe olvidarse. Hay otras bases de selección, y cada una tiene su propia
productividad. La teoría económica, aunque validada por técnicas empíricas más que derivada dc ellas, parece satisfa¬cer razonablemente a los
economistas y no es probable que la abandonen por otra teoría más generalizada dc la cultura. Presumiblemente los historiadores continuarán
prefiriendo su acostumbrada dicta mixta dc acontecimientos, perso¬nas y formas institucionales, con su máxima adherencia a los fenómenos
puros, oportunidades para fomentar la representación dramática en la narrativa y la miníma necesidad de generalización, y entonces la
generalización simplemente como comentario incidental. Ya hemos considerado los estudios de campos dc transnivel o intermvel como la
personalidad cn la cultura, que. aunque aún inseguros del método y ocasionalmente confundiendo esperanza con realización, son ciertamente
legítimos y se cuenta con ellos para crecer.

En resumen, es evidente que cl enfoque cultural, ahora que está bien aislado y desarrollado.se continuará usando porque da resultados
distintivos. Aunque está igualmente claro que cl enfoque cultural no es exclusivamente válido dentro del área de los fenómenos supcrorgánicos;
ni tampoco, por supuesto, es una panacea. Es un enfoque selectivo, fructífero por su selectividad, pero, por la misma razón, limitado en su
ámbito.

Robert H. Lowie

1883-1957

Antecedentes

Alfred Kroeber y Robert Lowic fueron colegas durante muchos arios cn la Universi¬dad de California. Si Kroeber fue cl «decano» dc los
antropólogos norteamericanos. Lowic fue cl viejo abuelo. Los dos discreparon cn muchos puntos, pero nunca permitieron que sus diferencias
afectasen a su amistad.
Robcrt Lowic. nacido en Viena cn 1883, fue llevado a Estados Unidos cuando tenia 10 años Aunque vivió en Nueva York durante los siguientes 24
años, la atmósfera cn la cual vivió era totalmente austríaca En realidad, su amigo dc juventud Paul Radin escribió: «Estados Unidos era una tierra
extranjera y algo sombría, con la que se entraba cn contacto al salir dc casa y con la que se perdia cl contacto al volver a entrar cn ella».

La influencia dc esta cultura vicnesa permaneció durante toda la vida dc Lowie Como muchos antrópologos. era bicultural incluso antes dc
convertirse en antropó¬logo. Una cspocic dc educación del vieio mundo le proporcionó un interés por la filosofía y la literatura durante toda >u
vida. Su trabajo científico mostró la influen¬cia de antropólogos alemanes como Wilhclm Dilthcv y. más tarde, Ernst Mach. Una de las cosas que
atrajo a Lowic dc Boas fue su admiración por las virtudes eruditas alemanas.

En la Universidad se centró cn cl latin y el griego durante dos años y luego cambió a la ciencia. Consiguió su licenciatura en Ixtras en 1901, cuando
tenía sólo 18 años, y enseñó durante tres años cn la escuela pública dc Nueva York. Tenia

intención de continuar con sus estudios de Química, pero entontes conoció a Franz Boas. Rápidamente se convirtió a la antropología y empezó su
trabajo de graduado en Columbia en 1904.

En aquellos días. Boas asignaba temas para tesis doctorales (práctica que el mismo Lowic asumió), l.a asignación para Lowie fue un tema sobre
mitología india americana, tema en el que no estaba interesado Sin embargo, como era el trabajo asignado, lo emprendió con su habitual
minuciosidad y competencia: presentó una excelente tesis sobre «el tema de la prueba en la mitología norteamericana», y se le concedió su
doctorado en filosofía en 1907.

Mientras estuvo en Columbia. Lowic ofreció sus servicios a Clark Wbslcr en el Museo Americano de Historia Natural. Fue Wissler quien lo envió
en su primer viaje de campo en 1906. Estuvo en el museo hasta 1917, ocupando varios puestos, escribiendo monografías sobre los indios y
artículos sobre los sistemas clasifícate¬nos de parentesco. Durante esta etapa de su carrera, Lowic se interesó por los problemas generales de la
cultura y la psicología (la psicología de Wilhelm Wundt y Hermann F.bbinghaus), por los problemas de la cultura y el entorno, y por el totemismo.
Un pequeño libro, Culture and Etfmology (1917), y contribuciones a un simposio sobre totemismo en Anthropos (1917) caracterizan este
periodo.

El año 1917 también vio la marcha de Lowie de la Universidad de California, donde estuvo hasta su jubilación en 1950. Poco después de llegar
allí, un editor le pklió que cscnbiese un libro sobre la sociedad primitiva. Dijo que no era uno de sus especiales intereses, pero aceptó y 1920 vio
la producción de un clásico. Primitive Society. En este libro Lowic rechazó el esquema evolutivo de la organización social de l-ewis H. Morgan y
enfatizó la difusión. Cuando fue acusado de ser destructivo y estar poco preocupado por la reconstrucción, respondió que la etnología era una
ciencia y ñus teorías debían ser respaldadas por hechos. Realmente, es la fuerte evidencia sostenida en Primitivt Society la que permitió dominar
el campe' de la organización social durante 25 años.

A Primitive Society le sigueron Primitive Religión (1924) y The Origin of the State (1927). Lowic fue editor del American Anthropologist desde
1924 a 1933. En 1933 se casó con Louclla Colé, una psicóloga.

History of Ethnologtcal Theory apareció en 1937. Aunque para entonces habia madurado, sus opiniones eran básicamente iguales: aversión por
las ideas extremas sobre la difusión y secuencias evolutivas de la escuela kulturkreis alemana, igual¬mente gran aversión por las leyes generales
de A. R. Raddiffc-Bíown. las cuales, dijo, no se basaban en hechos.

Durante la II Guerra Mundial, el compromiso de Lowic con la cultura alemana le llevó a dar un curso sobre Alemania y los Balcanes en Berkcley;
en 1945 publicó The Germán People: A Social Portraít to 1914 Tras su jubilación pasó varios años en Alemania. Austria y Suiza, y escribió Toward
Vnderstanding Germany (1954). Como muchos antropólogos, al explorar su propia vida y posición cultural, dejó análisis culturales de profundo
valor.

Lowic escribió hasta su muerte, en 1957. Muchos artículos aparecieron en el American Anthropologist en 19S6 y 1957-, oí autobiografía. Roben
H. /.»>« ;>, Fihi>- nologist, fue editada por la «ñora Lowie y publicada postumamente en 1959.

Introducción

La tarea más difícil que tuvimos al editar este libro fue encontrar una selección de Lowic que le haga suficiente justicia. En general, el trabajo de
Lowie es uno de los

más significativos en la historia de la antropología. Sin embargo, no se separa fácilmente en cortas unidades autónomas.

Probablemente. Lowic estuvo más cerca del programa de Boas para la antropo¬logía que cualquiera de sus contemporáneos Estuvo
profundamente arraigado en la filosofía de la ciencia, y consideró la antropología cultural una ciencia. Sus argumentos teóncos. asi como sus
«batimientos de autores como Morgan, se denvan de su visión científica del mundo. A pesar de su perspectiva no teórica. Lowie escribió a
menudo sobre temas de interés teórico. Se dirigió a la teoría evolutiva, el determinismo geográfico, la relación de la cultura con la raza y la
psicología, y finalmente a la difusión como explicación de la cultura.

La critica de Lowie sobre la teoría evolutiva de Morgan es epistemológica. Afirmó que el esquema de la evolución del parentesco de Morgan no
podía probar¬se y que los datos que usaba Morgan a menudo eran erróneos. Lowie encontró que las contribuciones básicas de Morgan están en
la organización social y más particu¬larmente en el desarrollo de la terminología del parentesco. 1.a que no aceptaría el evolucionismo como
determinante de la cultura. Lowie se \io obligado a buscar otras explicaciones para tal determinante. Nunca consideró la raza como
determi¬nante de la cultura. Toda su vida luchó contra las explicaciones raciales de la cultura.

l. a cultura no puede reducirse a la psicología, según Lowic. ya que la psicologiia es la ciencia de las actitudes y comportamiento innatos de
lo* individuos. O. dicho de otro modo, la psicología es «lo que no es la cultura» en el hombre. (Para Lowie. la plasticidad del organismo humano
se había demostrado bien (por Boas), hacien¬do la relación de la psicología con la antropología un asunto unilateral. El reduc- cionismo
psicológico no puede explicar hechas etnográficos, ni la cultura puede reducirse a la psicología.

Según Lowie, la difusión o el contacto cultural es extremadamente importante, y lomar prestado es siempre más fácil que originar. El contacto
cultural es una razón muy importante para el desarrollo cultural. En el intercambio de ideas que forma el contacto cultural, participan las
sociedades simples y las complejas, ambas como donantes y receptores.

7. Los determinantes de la cultura*

La psicología, las diferencias raciales, cl entorno geográfico, todos han demostra¬do ser inadecuados para la interpretación de los fenómenos
culturales. La deduc¬ción es obvia. La cultura es una cosa sui generis que sólo puede explicarse cn términos dc si misma. Esto no es misticismo
sino un firme método científico. El biólogo, cualquiera que sea la especulación metafísica que pueda considerar como cl origen fundamental dc la
vida, no parte en su humor diario del principio que rada célula se deriva de otra célula. Por tanto, cl etnólogo hará bien cn postular cl principio
Ontnis cultura ex cultura (Rivers 1914:92). Esto significa que explicará un hecho cultural dado uniéndolo a un grupo de hechos culturales o
demostrando algún otro hecho cultural a partir del que se ha desarrollado. El fenómeno cultural a explicar puede tener un antecedente dentro
de la cultura de la tribu donde se encuentra o puede haberse importado desde fuera. Ambos grupos dc determinantes deben considerarse.

Los determinantes externos dc la cultura resumidos bajo el titulo de «difu¬sión» o «contacto dc gentes» han sido referidos repetidamente cn las
páginas anteriores. Un examen algo detallado parccc deseable, ya que es difícil exagerar su importancia.

«La civilización», dice Tylor, «es una planta más a menudo propagada que desarrollada (Tylor I889a:53), y la última memoria etnográfica que
llega a su destino proclama cl mismo sentimiento: «Es y siempre ha sido mucho más fácil tomar prestada una idea dc los vecinos que originar una
nueva idea: y la transmisión dc elementos culturales, que cn lodos los tiempos ha tenido lugar dc muchas maneras diferentes, es y ha sido uno dc
los grandes promotores del desarrollo cultural» (Flatt 1916:246).

Una ilustración clásica dc asimilación cultural son los japoneses quienes, en el siglo xix adoptaron nuestra civilización científica y tecnológica,
igual que cn un período anterior habian adquirido totalmente la cultura de China. Es esencial observar que no siempre es la gente de cultura baja
la que es receptor pasivo cn cl proceso dc difusión. Esto se muestra sorprendentemente por la expansión del grano indio. F.i colonizador blanco
«no tomó simplemente prestada la semilla de maíz y entonces conforme a sus métodos agrícolas ya establecidos, o sobre lineas originales,
desarrolló una cultura del maiz propia», sino que «tomó todo el complejo material dc la cultura del rnaiz» según se encuentra entre los
aborígenes (Wisslcr 1916:656-661) La historia del grano indio también ilustra la notable rapidez con que las posesiones culturales pueden viajar a
través del globo. No

* Reimpreso del capitulo •! dc Culture and Ethnoiogy. dc Robert H Loww. © I"** Por Bjmc

Books. Inc.. I-idilores. Nueva York

conocido en el Viejo Mundo antes del descubrimiento dc América, se menciona como conocido en Europa en 1539 y había llegado a China entre
1540 y 1570 (Boas 1911:167).

La cuestión que naturalmente surge aqui es si este proceso dc difusión, que cn tiempos modernos es un asunto dc observación directa, pudo
tener importancia durante los períodos anteriores de la historia humana, cuando los medios dc comunicación eran de un orden más primitivo. En
lo que concierne a csic punto, debemos siempre recordar que los métodos dc transporte progresaron muy poco desde la invención del carro de
ruedas hasta los tiempos más recientes. Como Montchus sugiere, los periodos de 1700 a.C. y 1700 d.C. difirieron menos en esta consideración dc
lo que puede suponerse tras una consideración superficial. Aunque sabemos que la imperfección de las facilidades para viajar no evitó la
diseminación dc la cultura cn tiempos históricos.

El gran arqueólogo sueco nos ha dado, realmente, una imagen más fascinan¬te dc las relaciones comerciales del norte de Europa en periodos
anteriores y su efecto sobre cl desarrollo cultural (Montclius 1910:249-291). Observamos con asombro que, en los siglos ix y x dc nuestra era, cl
comercio se realizaba con gran intensidad entre el norte dc Europa y la esfera cultural mahometana, ya que se habian encontrado miles dc
monedas árabes en suelo sueco. Pero la relación con países remotos data dc mucho antes. Uno de los estímulos más poderosos de relaciones
comerciales entre cl norte y cl sur de Europa era el deseo dc las poblaciones más al sur dc asegurarse cl ámbar, material confinado a la región del
Báltico, dándose particularmente cn Jutlandia y cn la boca del Vístula. Los adornos dc ámbar no sólo se han encontrado en viviendas lacustres
suizas (Eorrer 1908:197), sino también en tumbas miocnicas del segundo milenio antes de Cristo. Innumerables descubrimientos dc trabajo dc
ámbar cn Italia y otras partes del sur dc Europa prueban la importancia dada a esle articulo, cl cual se cambiaba por cobre y bronce. La
composición dc los bronces escandinavos indica que su material no se importaba dc Inglaterra sino dc las regiones dc Europa central. Es cierto
que el bronce no era manufacturado por los indígenas, ya que cl estaño no se da en Suecia cn absoluto mientras los depósitos dc cobrc del norte
de Escandinavia no se tocan hasta aproximadamente mil quinientos años después del final de la Era del Bronce. Considerando el alto desarrollo
dc la técnica del bronce en Escandinavia y d hccho de que cada libra de bronce tenía que ser importada desde fuera, seria difícil exagerar el grado
de contacto con las poblaciones del sur. Pero la relación no se limitaba al sur. Por ejemplo, se han descubierto armas c instrumentos suecos en
Hnlandia. De nuevo, ornamentos dc oro cn forma dc media luna dc procedencia irlandesa se han encontrado en Dinamarca, mientras una pintura
dc roca sueca representa con cuidadosa exacti¬tud un tipo de escudo dc bronr* común cn un cierto periodo prehistórico de Inglaterra.

Montclius muestra que las conexiones históricas del tipo tan ampliamente atestiguado cn la Edad dc Bronce también se obtuvieron en la anterior
era Neolítica. Martillos suecos dc piedra, que datan del tercer milenio antes de Cristo, y dagas dc sílex se han encontrado en Finlandia, y allareria
característica dc la Escandinavia ncolitica también aparece cn la costa báltica dc Rusia. Piedras

funerarias escitas, con una peculiar abertura ovalada en un lado, se dan en una parte limitada del sudoeste de Suecia y en Inglaterra. Ya que tales
monumentos no se han descubierto ni en otras partes de Suecia ni en Jutlandia ni las islas danesas, apuntan a una dirección directa entre Gran
Bretaña y el oeste de Suecia aproximadamente en el año 2000 a.C. Una forma aún más antigua de entierro une Escandinavia con otras panes del
continente. Cámaras construidas con grandes piedras colocadas de canto y desde el suelo hasta el techo, las más recientes con un largo pasaje
cubierto, y sin él las más antiguas, son muy caracte¬rísticas de Suecia, Dinamarca, las Islas Británicas y las costas de Europa, desde el Vístula
hasta las costas de Francia y Portugal, de Italia. Grecia. Crimea. Africa del Norte. Siria e India. Semejanzas similares convencen a los jueces más
compe¬tentes que. al menos algunos de estos ampliamente difundidos 'dólmenes’, están relacionados históricamente con sus equivalentes
suecos; y, ya que las más anti¬guas de estas cámaras del norte datan de tres mil años antes de nuestra era. tenemos evidencia de que la difusión
cultural data aproximadamente de hace cinco milenios.

Es muy interesante trazar bajo la guía de Montclius el desarrollo de la cultura según parece haber tenido lugar en el sur de Suecia. Empezando
con los primeros períodos, encontramos las regiones de la costa habitadas por una población de pescadores y cazadores. En una siguiente etapa
aparece una cerámica basta con artículos de hueso y asta, y hay evidencia de que el perro se ha domesticado. En la última era neolítica se dan
martillos de piedra perfectamente pulidos y exquisi¬tos instrumentos de sílex, junto con indicaciones de que se han domesticado caballos, ovejas
y cerdos, y que ha empezado el cultivo del suelo. Podemos considerar que la cultura de Escandinavia al final de la Era de Piedra se parecia en
avance a la de las tribus agrícolas norteamericanas y polinesias según fueron encontradas por los primeros exploradores europeos. Podemos
asumir un largo período de crecimiento cultural esencialmente indígena, seguido de relaciones frecuentes con poblaciones extanjeras. Sin
embargo, fue más el extenso contacto del período del Bronce lo que elevó rápidamente a los suecos ancestrales a una posición cultural por
encima de un nivel primitivo, con acentuación de la agricul¬tura. el uso de indumentaria de lana y un conocimiento de la metalurgia. De nuevo
fue la influencia extranjera la que más tarde trajo el conocimiento del hierro y, en el siglo ni de nuestra era, transformó a los escandinavos en
gente culta, llenó su pais con productos artesanales de la más alta civilización romana entonces existente y, finalmente, introdujo el Cristianismo.
El caso de la cultura escandinava es muy tipico. Primero tenemos un curso continuado de desarrollo pausado y relativamente tranquilo, el cual es
sustituido por una asimilación muy rápida de elementos culturales de fuera. A través de contactos con tribus con una civilización superior, los
cscundinuvoa untiguor- participaron en sus beneficios e incluso destacaron en algunos sectores, tales como el trabajo del bronce, el cual, por
falta de materiales, hubieran sido física¬mente incapaces de desarrollar sin ayuda. La difusión fue el determinante del progreso cultural
escandinavo del salvajismo a la civilización.

Es obvio que esta insistencia en el contacto de las gentes como condición de la evolución cultural no soluciona el problema del origen de la
cultura. La

cuestión naturalmente se impone: si los escandinavos obtuvieron su civilización del sudoeste, ¿cómo se originaron las culturas orientales? Sin
embargo, cuando examinamos estas civilizaciones superiores del Viejo Mundo, nos encontramos de nuevo con evidencia indudable de que una
de las condiciones del desarrollo es el contacto de las gentes y la consiguiente difusión de elementos culturales. Esto aparece claramente a partir
de una consideración de las civilizaciones antiguas de Egipto, Babilonia y China.

Ahora tenemos abundante evidencia para una Edad de Piedra en Egipto con un desarrollo excepcionalmentc alto del arte de tallar, asi como
muestras de cerámica y otras indicaciones de vida sedentaria. Alrededor del año 5000 a.C. esta evolución tranquila empezó a sufrir una serie de
migraciones de tribus del oeste asiático, trayendo con ellas plantas cultivadas y animales domésticos, asi como otras características, que
posiblemente incluían el arte de fundir cobrc. mientras que la loza del periodo anterior coincide con la de Elam. en lo que es ahora el sur de
Persia; por lo que la conexión cultural parece asi definitivamente establecida.

Si de Egipto volvemos a la fuente más probable de elementos culturales extranjeros encontrados alli, es decir, a la región de Mesopotamia.
posiblemente el centro más antiguo de civilización superior en Asia, encontramos de nuevo que la cultura de Babilonia bajo el famoso legislador
Hammurabi (alrededor del año 2000 a.C.) no es el producto del crecimiento puramente indígena, sino que representa el resultante de, al menos,
dos componentes, el de la civilización sumeria del sur de Babilonia y la cultura acadia del norte Es cierto que los acadios adoptaron el arte de la
escritura de los sumerios y este contacto les estimuló en su desarrollo artistico. La evolución de la civilización sumeria se pierde en la oscuridad,
pero sobre la base de casos históricos bien establecidos deberíamos dudar asignarles un papel exclusivamente creativo y a otras pobla¬ciones
exclusivamente receptivo. Podemos asumir con bastante seguridad que el explendor temprano de la civilización sumeria se debió en gran parte a
los cstimulos recibidos a través de relaciones extranjeras. El caso del maíz ya ha ejemplificado que los elementos culturales de valor pueden
tomarse tanto de un nivel superior como inferior. La historia de los chinos también demuestra esto, entre otras cosas.

Los chinos siempre se han representado desarrollándose en completo aisla¬miento de otras gentes. No obstante, esta concepción tradicional se
rompe con un conocimiento más pofundo. El doctor l^infer ha demostrado que la civilización china es también una estructura compleja debido a
la confluencia de distintas corrientes culturales. Como una gente originalmente del interior habitando el curso medio y bajo del rio Amarillo,
gradualmente alcanzaron la costa y adqui¬rieron el arte de la navegación a través del contacto con marinos indochinos. El conocimiento de los
nómada» del norte, turcos y tunguso*, llevó al uso del cuballo. el burro y el camello, así como a la práctica de tejer fieltros y alfombras, incluso
posiblemente a la adopción de la técnica del hierro y el mobiliario (Laufer 190^:212-223). Parece ser que los elementos esenciales de la
agricultura, la cría del ganado, la metalurgia y la cerámica, así como características menos tangibles de la civilización, son comunes a las antiguas
C hina y Babilonia; lo que nos lleva a la conclusión de que las culturas china y babilonia con ramificaciones de un

substrato común asiático. Seria inútil especular sobre las contribuciones relativas de cada centro a esta reserva cultural antigua. El punto esencial
es que la mayoría de antiguas civilizaciones asiáticas de las que tenemos alguna evidencia ya indican un contacto cercano de las gentes y la
dispersión de elementos culturales.

El contacto de los pueblos es asi un extraordinario promotor del desarrollo cultural. Gracias al libre intercambio de las artes y las ideas entre
poblaciones independientes, se hace posible cierta superioridad o complejidad, algo sin lo cual nunca se habria producido la difusión. La parte
realizada en este proceso por las poblaciones menos civilizadas no debe subestimarse. Pueden contribuir tanto activa como pasivamente:
activamente, transmitiendo el conocimiento adquirido independientemente, como en el caso de la técnica de los fieltros que los chinos
aprendieron de los nómadas del norte; pasivamente, formando una casta inferior sobre la que las que recaen las labores económicas, liberando
asi a sus conquista¬dores para una actividad mayor en las esferas menos utilitarias de la cultura.

Sin embargo, antes de que los pueblos puedan comunicar sus culturas a otros con los que entran en contacto, deben desarrollar estas culturas.
La cuestión que queda es: ¿qué determina esta evolución? Para obtener una perspectiva propia en este asunto, por un momento debemos
considerar el progreso de la civilización humana como total. La investigación arqueológica muestra que la era moderna de los instrumentos de
acero e hierro estuvo precedida por una edad de instru¬mentos de bronce y cobre, la cual, a su vez, estuvo precedida por una edad de piedra,
subdividida en un periodo más reciente de herramientas de piedra pulida, y un periodo anterior de simplemente piedra cortada. Las relaciones
cronológicas de estas épocas son extremadamente sugestivas. La misma estimación más baja por cualquier observador competente de la época
del hombre paleolítico en Europa la sitúa en cicucnta mil años (Obermaier, 337); ya que éste es reconocida¬mente el supremo valor mínimo que
puede asignarse sobre una base geológica, podemos razonablemente asumir dos veces esta cifra para la edad de la cultura humana
generalmente. Usando la estimación permisible en discusiones de este tipo, podemos considerar que la era paleolítica finalizó hace quince mil
años. En resumen, durante más de ocho décimas partes de su existencia, la especie humana se mantuvo en un nivel cultural a lo más comparable
con el del australiano. Podemos considerar que fue durante este largo periodo de tiempo cuando tuvo lugar la dispersión sobre el globo, y el
aislamiento dio lugar a las grandes diversi¬dades de lengua y cultura, por encima de lo que pudo ser el substrato cultural persistente común al
primer grupo humano sin dividir, l-l siguiente período neolíti¬co finalizó en diferentes momentos en las diferentes partes del globo y la mayoría
de aborígenes de Aménca y Occania aún no lo habian pasado en el momento de su descubrimiento. No obstante, desde el más amplin punto de
vista aquí considera¬do, no fue sustituido por la era de la metalurgia hasta un pasado reciente. La primera estimación que he visto no sitúa el
acontecimiento antes del año 6000 a.C. incluso en Mesopotamia. Fntonces, durante nueve décimas partos de su existencia, el hombre ignoraba
el arte de fundir cobre del mineral. Finalmente, la técnica del hierro no tiene más de cuatro mil años de existencia; la humanidad necesitó
noventa y seis centésimas partes de su existencia para desarrollar este arte.

Podemos comparar el progreso de la humanidad con el de un hombre de cien años, que holgazanea durante ochenta y cinco años por el jardin
de infancia, le lleva diez años realizar los grados primarios, y entonces corre por el instituto y la universidad. Parece que la cultura es un asunto
de crecimiento lento hasta que se atraviesa cierto «umbral»; después se precipita, adquiriendo velocidad a un ritmo inesperado. Debido a esta
peculiaridad de la cultura, existen muchos pequeños paralelos en subdivisiones especiales de la historia de la cultura. La ciencia natural estaba
dormida hasta que Kepler. Galileo y Newton la despertaron a una actividad sin precedente, y lo mismo ocurre con la ciencia aplicada hasta hace

aproximadamente un siglo.

Esta discontinuidad del desarrollo recibe una fuerte ilustración adicional de un estudio de subdivisiones especiales de la cultura antigua. Aunque
el Paleolítico precedió a la era de la Piedra, los arqueólogos no han podido mostrar las etapas por las cuales esta última pudo desarrollarse a
partir de la primera. Por supuesto, este vacío puede deberse meramente a nuestra falta de conocimiento. Aunque cuando subdividimos el
período paleolítico, el mismo hecho se nos presenta. No existe una progresión en orden de los tiempos solutrenses a los magdalcnicnscs. La
altamente desarrollada técnica de la piedra de los primeros, disminuye en los últimos, y su lugar es ocupado por lo que parece una generación
espontánea de trabajo de marfil y hueso, con un alto desarrollo del arte realista.

En vista de la evidencia, parece una perfecta tontería decir que la primera civilización europea, por alguna ley inherente en la misma naturaleza
de la cultura, se desarrolló de la manera indicada por los descubrimientos arqueológi¬cos. El sur de Escandinavía no pudo tener una edad de
bronce sin influencia extranjera. En este caso, la discontinuidad fue el resultado del contacto cultural. Puede ser que la falta de dirección definida
observada a través de la Fdad de Piedra se deba en parte a causas similares, las migraciones y contacto de gentes diferentes, como el profesor
Solías sugiere. Pero es importante observar que la discontinuidad es una característica necesaria del progreso cultural. No importa si podemos
determinar el punto particular en la serie en el cual se introdujo el rasgo significativo. No importa si. como he sugerido en la discusión de las
características raciales, las causas subyacentes de los fenómenos proceden con perfecta continuidad. Fn algún punto de los efectos culturales
observados hay una innovación momentánea que lleva a una ruptura total con el pasado. Desde una perspectiva amplia, por ejemplo, es
inmaterial si la doctrina de la evolución se vincula al joven o al viejo Darwin, l.amarck o Si. H i taire: lo esencial es que. de alguna manera, la idea
se originó, y que cuando se hubo arraigado produjo resultados incalculables en el pensamiento moderno.
Si la cultura, incluso cuando no está influenciada por contacto extranjero, progresa a pasos agigantados, naturalmente nos gustaría comprobar
los determi¬nantes de tales «mutaciones». En este aspecto, la discontinuidad de la evolución indígena difiere de alguna manera con la conectada
con el desarrollo cultural debido a la difusión. Era absolutamente imposible que Escandinavía produjese bronce en ausencia de estaño. Pero a
priort es concebible que una cultura no perturbada pueda necesariamente desarrollarse por lo que los biólogos llaman 'evolución ortogenética',
en una dirección determinada a través de etapas deter¬

minadas. Realmente esto es lo que se conoce comunmente por el esquema clásico de la evolución cultural, del cual son protagonistas hombres
como Morgan. ¿Cómo cuadran los hechos observados con esta posibilidad teórica?

Como el profesor Boas y los etnólogos norteamericanos han mantenido generalmente (Boas 1911:182). muchos hechos son bastante
inconsistentes con la teoría de la evolución unilateral. Esta teoría puede probarse simplemente compa¬rando la secuencia de acontecimientos en
dos o más áreas en que ha tenido lugar un desarrollo independiente. Por ejemplo, ¿ha seguido la tecnología en Africa las lineas verificadas para
la Europa antigua? Hoy sabemos que no. Aunque a diferencia del sur de Escandinavia. al continente negro no le faltan depósitos de cobre, la
Edad de Piedra africana no fue seguida de una Edad de Bronce, sino directamente de un periodo del Hierro. Similarmente, ya he señalado que la
posesión de los mismos animales domésticos no produce la misma utilización económica de ellos: mientras los tunguses montan el reno, otras
siberianos enganchan los animales a un trineo; los chinos no ordeñan sus rebaños, mientras la dieta de los zulús consiste principalmente de
leche. Que una innovación particular ocurriese en un lugar y momento dados no es, por supuesto, menos el resultado de causas definidas que
cualquier otro fenómeno del universo. Pero a menudo parece haber sido causada por un complejo accidental de condiciones más que de
acuerdo con algún principio fijado.

Por ejemplo, la invención de la rueda revolucionó los métodos de transporte Pero, ¿por qué esta idea se desarrolló en el Viejo Mundo y nunca
arraigó entre los indios americanos? Aqui nos encontramos cara a cara con uno de esos datos que deben simplemente ser aceptados como el
hecho del físico de que el agua se expande al congelarse mientras otras sustancias se contraen. Por lo que vemos, la invención pudo haberse
hccho en América o no: y. por lo que sabemos, nunca se habría realizado allí hasta el último momento. Esto introduce una consideración muy
importante. Una cultura dada es. en cierta medida, por lo menos, un fenómeno único. En la medida en que esto es verdad debe resistirse al
tratamien¬to generalizado, y la explicación de un fenómeno cultural consistirá en referirse a las circunstancias particulares que la precedieron.
En otras palabras, la explica¬ción consistirá en un recital de su historia pasada; o. por ponerlo negativamente, no puede incluir la suposición de
una ley orgánica de evolución cultural que produciría necesariamente el efecto observado.
Los hechos ya citados en otras conexiones pueden citarse de nuevo como ilustración. Cuando un instrumento de cobre no se hace de acuerdo
con los requerimientos del material, sino imitando directamente los modelos de piedra preexistentes, tenemos un ejemplo de inercia cultural:
sólo la historia pasada de la tecnología hace los fenómenos concebibles. Por tanto, la voluminosa tienda chukcho, que se adhiere al estilo de una
existencia prenómoda, se cxplicu en cuanto la historia pasada de la tribu sale a la luz

Los fenómenos que persisten aislados de su contexto original se conocen técnicamente como "supervivencias, y forman uno de los capítulos más
interesan¬tes de la etnología. Uno o dos ejemplos adicionales mostrarán su naturaleza aún más clara. Los barcos de los vikingos estaban
equipados para remar y para navegar. ¿Por qué los aparatos superfluos para remar que más tarde se climina-

ron? En cuanto sabemos que los barcos nórdicos eran originalmente barcos de remo y que las velas fueron una adición posterior, el
equipamiento de remar se coloca en su propio marco cultural y el problema queda resuelto. Se puede ofrecer otro ejemplo desde otra fase de la
vida diferente. Lntre los indios arapajos hay una serie de organizaciones de danza graduadas por edad. Los compañeros de la misma edad
adquieren la calidad de miembro al mismo tiempo, recibiendo cada uno las instrucciones ceremoniales requeridas de algún hombre mayor que
pasó por la danza en su día. Estos hombres mayores, a quienes los candidatos pagan por sus servicios, pueden pertenecer a alguna o a todas las
organizacio¬nes superiores. Pocas veces un grupo de bailarines es ayudado por «hermanos mayores», que los agrupan en dos grados dentro de
la categoría de bailarín. Esta característica no está en absoluto clara a partir de los datos sobre los arapajos. Sin embargo, cuando nos referimos a
los indios hidatsa. con quienes hay evidencia de que se originó el sistema de las sociedades de edad, vemos que aqui el grupo más joven de
hombres no compra instrucciones de una asamblea variada de hombres más mayores, sino que compra la dan/a completa del total del segundo
grado; este grupo, para tener el privilegio de representar una danza, debe comprarla del tercer grado, y asi sucesivamente, En todas estas
compras, el grupo que vende busca obtener el más alto precio posible, mientras que los compradores tratan de conseguir el más barato posible
ayudados por el segundo grupo, es decir, el grupo de mayor categoría que los vendedores. Aqui. la relación estudiante de segundo año-senior
contra estudiante de primer año-juníor es perfectamente inteligible; tanto el estudiante de primer año como el júnior, para buscar la analogía,
mantienen una hostilidad económica natural contra el de segundo año y viceversa. El uso de los arapajos es inteligible como una supervi¬vencia
de la anterior condición hidatsa.

Nuestra propia civilización está llena de supervivencias, de manera que no son necesarias más ilustraciones. Sugieren, sin embargo, otro aspecto
de nuestro problema general. Por supuesto, en toda cultura existen rasgos unidos sin que haya algún vinculo esencial entre ellos. El doctor Laufcr
menciona una ilustra¬ción de este tipo de asociación para las tribus asiáticas, que todas las naciones que usan leche en su dieta tienen poemas
épicos, mientras que aquellas que se abstienen de la leche no tienen literatura épica. Este tipo de asociación casual, debida a causas históricas,
ha sido discutida por el doctor Wissler (1914:447-605) y el profesor Czckanowski (1911:71-75). Pero las supervivencias muestran que puede
haber una relajación orgánico entre los fenómenos que se han separado y son tratados como distintos por el etnólogo descriptivo. En tales casos,
un rasgo es el determinante de otro, posiblemente como la causa realmente precedente, posiblemente como parte del mismo fenómeno en el
sentido en que el lado del triángulo está en correlación con un ángulo.

Un par de ilustraciones aclararán el asunto. Los términos primitivos de relación revelan a menudo diferencias características de connotación de
los equi¬valentes más cercanos en las lenguas europeas. Por otra parte, son notablemente similares no sólo entre muchos indios
norteamericanos, sino en muchas otras zonas del globo, tales como Australia, Oceania y Africa. La peculiaridad más sorprendente de este
sistema de nomenclatura está en la inclusión de ciertos

términos. Por ejemplo, la palabra que traducimos como padre’, se aplica indis¬tintamente al padre, todos los hermanos y algunos primos
varones; mientras la palabra para ‘madre’, se usa dc manera correspondiente para las hermanas de la madre y algunas primas. Por otra parte, los
tíos paternos o matemos se distin¬guen por una diferencia cn la terminología. Como Morgan adivinó y Tylor claramente reconoció, este sistema
está relacionado con la organización unilate¬ral exógena dc parentesco cn la cual un individuo se considera miembro del grupo social exógeno de
uno. y sólo uno, de sus padres. La terminología que parccc tan curiosa a pnmera vista se resuelve simplemente llamando a los miem¬bros dc la
tribu que pertenecen al grupo social y a la generación del padre con el mismo término que al padre, mientras los tíos maternos, que deben
pertenecer a otro grupo debido a la regla exógama, se distinguen del padre. En resumen, la terminología simplemente expresa la organización
social existente. En un amplio estudio dc campo. Tylor encontró que las poblaciones que usan la nomenclatura que he descrito y se dividen en
grupos exógenos son unas tres veces más de lo esperado en la doctrina dc los cambios: en otras palabras, los dos fenómenos aparentemente
diferentes están causalmcntc relacionados (Tylor l889b:245-272). Esta interpretación ha sido recientemente defendida por cl doctor Rivers, y yo
he examinado los datos norteamericanos desde este punto de vista. Dc hccho. se desarrolló de tal forma que, prácticamente, todas las tribus con
'clanes’ exógenos, es decir, grupos dc parentesco patrilineales, tenían un sistema del tipo descrito, mientras que la mayoría dc las tribus que no
tenían estos grupos tampoco tenían la nomenclatura en cuestión. Por consiguiente, se sigue que ciertamente existe una relación funcional entre
estos fenómenos, aunque es concebible que ambos están relacionados funcionalmcnte con otros fenómenos, y que la relación real¬mente
significativa está por determinar.

Los siguientes fenómenos pueden presentarse como ilustración de conexión. Entre los crow dc Montana, los hopi dc Arizona. y algunas tribus
mclancsias. se aplica cl mismo término para una hermana del padre y para una hija de la hermana del padre; realmente, entre los crow y los hopi
cl término se extiende a todas las descndicntcs hembras a través dc hembras de la hermana del padre ad inftnitum. Tal uso es enseguida
inteligible por la tendencia de llamar a las hembras del grupo del padre pertenecientes a su generación más jóvenes por un único término, sin
tener cn cuenta la generación, si la descendencia se considera a través dc la madre, ya que en este caso, y sólo en este caso, los individuos en
cuestión pertenecerán al mismo grupo. Y el hecho es que en cada uno dc los cambios mencionados, la afiliación del grupo se traza a través de la
madre, mientras no conozco un solo ejemplo en que la descendencia paterna coexista con la indiferencia de nomenclatura de generación en la
forma descrita.

Mis ejemplos mucMian que los rasgos culturales pueden estar relacionados funcionalmcnte. y este hecho hace posible un paralelismo, aunque
limitado, dc desarrollo cultural cn diferentes partes del globo. El campo dc la cultura no es entonces una región dc completa anarquía. Causas
similares producen efectos similares aquí y en cualquier otro lugar, aunque las complejas condiciones con las que nos enfrentamos requieren una
prudencia inusual con fenómenos definitiva¬mente correlativos. Es verdad que los etnólogos norteamericanos han mostrado

que en muchos casos las fenómenos pueden seguir diversas causas; que. cn resumen, los antecedentes diferentes convergen cn cl mismo punto.
No obstante, con el riesgo dc ser anatematizado como una persona dc mentalidad totalmente no histórica, debo expresar mi creencia de que
este punto se ha exagerado y que la insistencia continuada sobre él por parte de los americanistas es una ilustra¬ción de inercia cultural.
Realmente, la gran mayoría de las llamadas convergen¬cias no son genuinas, sino falsas analogías debido a que reunimos diversos hechos por la
ignorancia de su verdadera naturaleza, como una mente no forma¬da clasificará los murciélagos con los pájaros, o las ballenas con los peces. No
obstante, cuando un conocimiento más completo revela no parecido superficial sino identidad absoluta dc características culturales, seria
milagroso, realmente, asumir que tal equivalencia se formó de algún modo por determinantes diferen¬tes. Cuando un zulú de Sudáfrica, un
australiano y un indio crow comparten cl tabú de la suegra imponiendo que la madre de la mujer y cl marido dc la hija se eviten mutuamente,
con exactamente la misma correlación psicológica, es precipi¬tado decretar sin intentar dar evidencia dc que esta costumbre, en cada caso,
debió desarrollarse a partir dc motivos totalmente distintos. Seguramente, este uso particular, cn mi opinión, aún no se ha explicado
satisfactoriamente. Sin embargo, cn oposición a algunos de mis colegas y a la posición que yo mismo compartí una vez, ahora creo que es
pusilánime eludir cl problema real, y que en la medida que cualquier explicación admite cl problema, cualquier explicación es preferible a la
ostentación de excelentes frases sobre cl carácter único de los fenómenos culturales. No obstante, cuando nos preguntamos qué tipo dc
explica¬ción podría darse, vemos que ésta es por necesidad una explicación cultural. Tylor. por ejemplo, piensa que la costumbre está
relacionada con la regla social dc que cl marido fija su domicilio con los parientes dc la mujer y que cl tabú simplemente marca la diferencia entre
él y el resto de la familia. Aqui tenemos claramente un fenómeno cultural como determinante de otro.

No es tan difícil como puede parecer al principio armonizar cl principio dc que un fenómeno cultural es explicable sólo por una combinación
única dc circunstancias anteriores con cl principio dc que los fenómenos similares son cl producto dc antecedentes similares. El punto esencial es
que. en cualquier caso, la historia pasada es cl determinante. No es necesario que ciertas cosas ocurran; pero si ocurren, hay una considerable
probabilidad de que ciertas otras cosas también ocurran. La diversidad se da donde la cosa particular dc importancia, digamos rueda, se ha
descubierto o concebido cn una región, pero no en otra. El paralelismo tiende a darse cuando el mismo fenómeno significativo es comparti¬do
por culturas diferentes Es verdad que en la historia de la cultura somos generalmente sabios después del acontecimiento. A priori, ¿quién no
esperaría que cl ordeño seguiría a la domesticación del ganado'*

Cuando encontramos que un tipo de terminología de parentesco está deter¬minada por la exogamia o la descendencia por linca materna,
realmente, hemos dado una explicación cultural de un hccho cultural, pero para los problemas de cómo la exogamia o la descendencia materna
ocurrieron, quizá seamos incapa¬ces de dar una solución. A menudo no podemos comprobar un hecho cultural anterior o correlativo para otro
hccho cultural, sino simplemente podemos

agruparlo con otros del mismo tipo. Muchos de los paralelos que figuran tan notablemente en la literatura etnológica son de este tipo. Por
ejemplo, que el hombre primitivo en todos los lugares crea en la animación de la naturaleza parece un dato irreducible que realmente podemos
parafrasear y volver acá y allá para un escrutinio más claro, pero apenas se puede reducir a términos más simples. Todo lo que podemos haccr es
vincular cualquier ejemplo particular de este animismo a la clase general a la manera de toda interpretación científica. Ningún observador justo
puede negar que ciertas tendencias de ocurrencia universal son características de la cultura, y el trabajo manifiesto de la etnología es verificar
todas estas regularidades de manera que tantos fenómenos cultura¬les como sea posible estén en sus categorías apropiadas. Sólo aquellos que
derivarían cada uno de los rasgos similares en comunidades diferentes de seres humanos de una sola fuente geográfica pueden ignorar estas
características generales de la cultura que en cierto sentido pueden considerarse determinantes de datos culturales específicos o más bien, los
principios de los cuales éstos son manifestaciones particulares.

Recientemente he completado una investigación sobre las sociedades indias de las llanuras iniciada sobre los más rigurosos principios históricos,
con una tendencia diferente a favor del carácter único de los datos culturales. Pero, tras la suposición de que las sociedades norteamericanas
eran similares a instituciones análogas en Africa y otros lugares, me encontré cara a cara con el hccho de que. después de todo, entre los indios
de las llanuras, como entre otras tribus, la tendencia de compañeros de edad a reunirse habia formado organizaciones sociales y actuaba asi
como determinante cultural.

Tras estos principios interpretativos para fases especiales de la civilización, existen aún generaciones más amplias de fenómenos culturales. Una
ha sido repetidamente aludida bajo el encabezamiento de inercia cultural, o superviven¬cia (la persistencia irracional de una característica
cuando el contexto en el que tuvo lugar ha desaparecido). Pero la cultura no es meramente un fenómeno pasivo sino también dinámico. Esto
está ilustrado con la asimilación de un estimulo cultural extranjero. Como ya he señalado, no es suficiente poner dos culturas en contacto para
tener una interpretación cultural perfecta. El elemento de selección entra de manera significativa. No todo lo que ofrece una cultura extranjera
se toma. Los japoneses han aceptado nuestra tecnología, pero no nuestra religión y etiqueta. Además, lo que se acepta puede sufrir un cambio
considerable. Mientras la variedad total de fenómenos es muy amplía y no se puede tratar con pocas palabras, parece muy claro que
generalmente la cultura preexistente enseguida coge un elemento extranjero y lo modela de acuerdo con el modelo nativo. Asi. los indios crow,
que habían tenido un par de organizacio¬nes rivales, tomaron una sociedad de los hidatsa donde tal rivalidad no existia. Inmediatamente los
crow impusieron su propia concepción sobre la nueva socie¬dad. y se convirtió en competidora de otra de sus organizaciones. De manera similar,
los pawnee tienen un culto a las estrellas más desarrollado. Su folclore es en muchos aspectos, similar al de las tribus de las llanuras, de las que
sin duda se han tomado algunos cuentos. Pero tras la adopción, estas historias cambiaron, y los mismos episodios que en todas partes estaban
relacionados con héroes huma¬

nos. ahora reciben un marco astral. El modelo culturul preexistente sintetiza el nuevo elemento con sus propias preconcepciones.

Otra tendencia muy característica de todas las culturas es la explicación racionalista de cuál fue la razón por la que nunca surgió. Esto se muestra
muy claramente en la justificación de las características culturales existentes o de las opiniones adquiridas como miembro de una sociedad
particular. La noción de Hegel de que todo lo que existe es racional y la de Pope de que 'cualquier cosa que sea. está bien’, tienen sus paralelos
en la leyenda primitiva y la literatura de partidismo religioso y político. En la forma especial de justificación empleada vemos de nuevo la
influencia determinante de la atmósfera cultural circundante. Entre los indios de las llanuras casi lodo se explica como resultado de revelación
supernatural: si un guerrero ha evitado ser herido en batalla es porque llevaba una pluma otorgada en una visión; si adquiere una gran manada
de caballos es en cumplimiento de una comunicación espiritista durante el ayuno de la adoles¬cencia. En una comunidad donde las explicaciones
de este tipo dominan, no nos sorprende encontrar que el origen de los ritos también se romontc casi uniforme¬mente a una visión y que incluso
la alteración más trivial en el vestido de ceremonia no se considera una invención original sino atribuida a instigaciones supematurales. Asi, la
cultura existente actúa doblemente como determinante de la explicación ofrecida para un fenómeno cultural particular. Evoca la búsqueda de su
propia razón de sen y el tipo de interpretación hecha está de acuerdo con el modelo explicativo característico de la cultura en cuestión.

La cultura aparece así como un sistema cerrado. Quizá no seamos capaces de explicar todos los fenómenos culturales o. por lo menos, no más
allá de cierto punto; pero en la medida en que podemos explicarlos todos, la explicación debe permanecer en el plano cultural.

¿Cuáles son los determinantes de la cultura? Hemos visto que los rasgos culturales pueden tansmitirsc desde fuera y estar determinados por la
cultura de una gente extranjera. El punto extraordinario hasta el que tal difusión ha tenido lugar, demuestra que el desarrollo real de una cultura
dada no se ajusta a leyes innatas que llevan necesariamente a resultados definidos, siendo estas leyes hipo¬téticas anuladas por el contacto con
gente extraña. Pero incluso donde una cultura tiene un crecimiento relativamente indígena en comparación con otras culturas, se sugiere que un
paso no lleva necesariamente a otro, que una inven¬ción como la rueda o la domesticación de un animal ocurre en un lugar y no ocurre en otro.
Hasta el punto de tal diversidad debemos abandonar la búsqueda de fórmulas generales de evolución cultural y reconocer el único curso de la
historia pasada como determinante de un fenómeno. No obstante, no hay mera¬mente discontinuidad y diversidad sino también estabilidad y
acuerdo en la esfera de la cultura. Los pasos concretos que marcan la historia de la cultura pueden no determinarse unos a otros, pero cada uno
puede suponer, como consecuencia necesaria o al menos probable otros fenómenos que. en muchos lugares, son simplemente nuevos aspectos
del mismo fenómeno, y un elemento cultural aisla¬do en la descripción es el determinante o correlativo de otro. En lo referente a esos
fenómenos que estamos obligados a aceptar como realidades sin la posibili¬dad de analizarlos más, podemos, por lo menos, clasificar un gran
número de

ellos y unir ejemplos particulares en un grupo de hechos similares. Finalmente, hay características dominantes de la cultura, como la inercia
cultural o la racio¬nalización secundaria de hábitos adquiridos irracionalmente por los miembros de un grupo, que sirven como principios
interpretativos liberales en la historia de la civilización.

En resumen, como en otras ciencias, en la etnología hay hechos irreducibles y fundamentales, relaciones funcionales especiales, y principios de
amplio alcance que nos guian a través del caótico laberinto del detalle. Como el ingeniero acude al físico para un conocimiento de leyes
mecánicas, el constructor social del futuro que busca rcmodelar la cultura de su tiempo y aumentar sus valores culturales buscará guia en la
etnología, la ciencia de la cultura, que según el juicio de Tylor es ‘esencialmente una ciencia de reformador*.

Referencias

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Czekanowski, Jan: «Objekhvc Kiitcricu in der Ethnologic», Korrtxpondenzblatt der Dems- chai Gestllschaft fur Anthropologle. Ethnohgie uní!
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«Aboriginal Mai/c Culture as a Typieal Culture-Complex» American Journal of Socio- logy. 656-661, 1916.

Edward Sapir

1884-1939

Antecedentes

Edward Sapir nació en Alemania. Su familia emigró a America cuando el tenia 5 años. El primer trabajo de su padre fue como cantante en
Richmond, Virginia, cuando Edward empezó la escuela, pero su familia pronto se trasladó a Nueva York y se estableció en l.ower East Side. Sapir
fue criado en la estricta tradición del judaismo ortodoxo. Cuando creció desechó lo que creía que eran las restricciones de la ortodoxia, pero
retuvo muchos de sus punios de vista durante su vida.

Aunque su familia era muy pobre, se las arregló para continuar su educación, ganó una beca para estudiar en la escuela Moracc Mann y después
otra Pulil/er para Columbia.

Después de su graduación en 1904, realizó durante un año un curso de postgra- duado sobre lenguas germánicas y semíticas en Columbia. Su
interés por el lenguaje le hizo conocer a I rán/ Boas, quien le hizo perder su interés por las lenguas no escritas para extendérselo al resto de la
Antropología. Desde ese momento su trabajo más importante fue sobre de la antropología lingüistica

Habiendo terminado tu M A rn 1905 Sapir. con el apoyo de Boas, se fue a la parte más baja del rio Columbia para esiudiar el wishram. El año
siguiente trabajó en una gramática sobre el lenguaje takelma de Oregón. Esta gramática fue presen¬tada como su tesis doctoral en 1907 y
publicada en 1912. Sus estudios sobre wishram hablan sido publicados en 1909.

Sapir pasó el año académico I90"-I9<kx como becario investigador en el nuevo departamento de antropología de la universidad de California, en
Bcrkeley. Ya que la Universidad era incapaz de darle un trabajo permanente, se fue a la universidad

dc Pensilvania, donde permaneció durante dos años, primero como colaborador y después como instructor Aunque una pequeña parte dc su
trabajo sobre cl lenguaje paiute de la familia shoshoncan fue publicado antes dc 1930. la parte más importan¬te dc este se publicó durante este
periodo cn Filadelfia. Este estudio verificó la teoría dc la familia dc lenguajes uto-azteca.
Sapir pronto estableció su versatilidad, sus intereses, que incluían psiquiatría, psicología, sociología, etnología, folclore y religión. Leía mucho y
recordaba asom¬brosamente podía recordar gran cantidad dc información cuando necesitaba dar un ejemplo o recordar una teoría.

fin 1910 se casó y se fue a Ottawa como jefe dc la recientemente establecida división de antropologia de investigación geológica dc Canadá. Este
trabajo le facilitó buenas oportunidades para el trabajo cn su campo. Allí, en sus primeros años, hizo una sucesión tic etnografías descriptivas y
resúmenes de grandes compen¬dios dc datos con demostraciones dc los principios subyacentes, tales como «La organización social dc bs tribus
dc la costa oeste» (1915) y «Perspectiva temporal cn la cultura americana aborigen: un estudio con método» (1916). A un articulo escrito como
respuesta a la rcformulación de Kroeber del concepto dc superorgám- co dc Spcncer. se le llamó «¿Necesitamos un supcrorgánico?» (1917) y fue
h primera dc las muchas afirmaciones en las que Sapir enfatizó la importancia del individuo cn cl estudio de la cultura. En 1921. publicó su único
libro. ¡Mnguage.

Sin embargo. Sapir se sintió solo cn Ottawa. Sus intereses intelectuales se centraron cada vez más cn los problemas psicológicos de la cultura un
ínteres no compartido por ninguno dc su» colegas—. Su mujer murió después de una larga enfermedad, dejándole con tres hijos. Cuando se le
pidió que se uniera al departa¬mento dc antropologia dc Chicago cn 1925. aceptó cn seguida.

En Chicago, donde el departamento había sido formado hacia poco tiempo por Fay-Coopcr Colé. Sapir pudo preparar a los estudiantes que
estaban interesados cn la teoría y práctica de la lingüística, y por primera ve? hizo uso dc su gran habilidad como profesor. También se hizo muy
popular fuera de la universidad y se le pedia su colaboración. Estuvo muy ocupado en Chicago: se volvió a casar, mantuvo un programa de clases
apretado, y lo hizo a la vez que estudiaba un lenguaje africano a través de un joven inmigrante que conoció, que trabajaba cn una bolera.

Continuaban creciendo sus intereses cn los problemas dc la personalidad y la cultura Incorporaba ideas dc libros como Psychohgfeal Types dc
Jung y Meaning of Mea/ting de Ogden y Richards en un curso que impartió cn Columbia cl verano anterior del que fue a Chicago, y el que realizó
más plenamente cn la universidad dc Chicago. En esc momento, empezó a interesarse más por la semántica, lo que le llevó a un estudio intenso
del lenguaje inglés y dc la comunicación.

Para Sapir, los enfoques sociológicos eran o patentes o amenazaban la autonomía del yo. Continuamente insistía cn la importancia dc la persona.
Estaba cn contra dc las afirmaciones convencionales etnográficas, ya que eran inadecuadas porque eran formulaciones generales que decían
poco acerca dc la variación, el conflicto, la negación y la emocion. 1.a solución , creía, estaba cn cl uso dc las técnicas de la psicología dd
individuo, particuldiiiicutc la psicoterapia La antropología, insistía estaba interesada cn las semejanzas entre las personas.

El trabajo más importante dc Sapir. por contra, fue siempre el lenguaje Los artículos que escribió sobic cultura y personalidad fueron a menudo
respuestas a peticiones o ramificaciones de sus estudios lingüísticos. Junto a Lconard Bloom- ficld. era considerado el fundador dc la lingüística
descriptiva formal y cl método distributivo que la caracterizaba. También trabajó cn la lingüística histórica y
comparativa, sobre todo con las lenguas indias americanas, particularmente el navajo, yana. nootka. tlingit. sarcec. kutehe. chinook y el paiute
sureño. También se le recuerda por una serie dc análisis intrincados dc las primeras fases del indoeuropeo.

En 1931, Sapir aceptó una cátedra cn Yalc y, con la ayuda dc un joven llamado Georgc Petcr Murdock. que habia sido aceptado como colaborador
temporalmente en el departamento de sociología, fundó allí el departamento dc antropologia. Conti¬nuó ocupándose por su cuenta dc los
problemas psicológicos, fundando un seminario anual para estudiar el impacto dc la cultura en la personalidad, estableciendo un comité sobre
personalidad y cultura para el consejo de investigación nacional y escribiendo artículos sobre «La antropología cultural y la psiquiatría» (1932) y
«La contribución de la psiquiatría para comprensión de la conducta» (1937).

Sapir hizo algo más con el lenguaje que sólo estudiarlo. Era poeta y. durante muchos años, sus poemas aparecieron regularmente en The New
Rtpubltc, The Sation, Poeiry y cn otras revistas Mantuvo una correspondencia prolifera con Ruth Bcnedict (quien también escribía poesía y en
cuya antropologia tuvo un papel decisivo) cn la que mostró tener una perspicacia aguda en un mundo cn cl que los demás parecían hallarse muy
lejos del universo técnico del análisis lingüístico.

Sapir, cn 1937, sufrió varios ataques cardiacos y, después dc una larga enferme¬dad. murió tempranamente en 1939 Su muerte truncó vanos
proyectos, incluyendo el análisis de una gran cantidad de datos etnográficos y estudios extensos sobre los lenguajes indoeuropeos y semíticos.

Introducción

Edward Sapir. aunque sobre lodo un antropólogo dc molde boasiano. fue uno dc los fundadores de la ciencia lingüística. Sus contribuciones a la
lingüistica, que son mayoritariamente técnicas, son dc una naturaleza básica y permanente. Como muchos de sus contemporáneos (excepto
Kroeber, que habia estado mucho más preparado psicológicamente que ninguno dc ellos), Sapir tenia interés en el lugar del individuo en la
cultura, y dc esta forma cn los estudios de la cultura y la personali¬dad. Su interés por cl individuo parccc. sin embargo, haber tenido un enfoque
de la mente humana más cognoscitivo que emocional.

Sapir llegó hasta la lingüística antropológica desde la filología alemana Su mayor aportación a la antropologia y a la lingüística fue su insistencia,
énfasis a la importancia dc la cultura y a la analogía del lenguaje y de la cultura Vivió cuando todavía era necesario discutir que el tipo de lenguaje
que unas personas o un individuo hablaba, no tenia nada que ver con la ra/a. y. que llamar a cualquier lenguaje primitivo, es malintcrprctar que
todas los lenguajes están completamente desarrollados dentro dc sus propias metas culturales.

Sapir argumentaba que no hay una unión casual entre un lenguaje y una cultura Consideraba como cultura lo que hace y piensa un grupo social,
y consideraba d len¬guaje como una manera dc pensar. También consideraba cl lenguaje como la «guia simbólica hacia la cultura». Este enfoque
del lenguaje le llevó, a través del trabajo dc su colaborador Benjamín Lee Whorf. al desarrollo de la hipótesis Sapir-Whort que propone una
relación muy estrecha entre las categorías culturales y cl lenguaje Sapir. junto con Boas, fue uno dc los primeros estudiosos dc la lingüística que
vio la diferencia entre los aspectos universales y particulares del lenguaje. Su formulación tic los aspectos universales del lenguaje, le convirtió cn
uno de los primeros en la teoría antropológica y lingüística que hizo hincapié cn las estructuras profundas del lenguaje, lo que luego se convirtió
en una base importante del estructuralismo francés.

8. El estatus de la lingüística como ciencia*

Se puede decir que la lingüistica ha empezado su carrera científica con el estudio comparativo y la reconstrucción de los lenguajes indoeuropeos.
A lo largo de sus minuciosas investigaciones, los lingüistas indoeuropeos han desarrollado gra¬dualmente una técnica que está probablemente
más cerca de la perfección que la de cualquier otra ciencia relacionada con las instituciones del hombre. Muchas de las formulaciones de la
lingüística indoeuropea comparativa tienen una clari¬dad y regularidad que recuerdan a las fórmulas o a las asi llamadas leyes, de la ciencia
natural. La lígiiística histórica y comparativa ha sido mayoritariamente construida sobre la base hipotética de que los cambios fonéticos son
regulares y que la mayoría de los reajustes morfológicos en el lenguaje evolucionan como productos aparte en el despertar de estos desarrollos
fonéticos regulares. Muchos podrían estar dispuestos a negar la necesidad psicológica de la regularidad del cambio fonético, pero es verdad, es
un hccho de la experiencia lingüistica concre¬ta, que la creencia en tal regularidad ha sido el enfoque de más éxito a los problemas históricos del
lenguaje. El por que tales regularidades se forman y por qué es necesario asumir la regularidad del cambio fonético, son preguntas que el
lingüista ave/ado es incapaz de responder satisfactoriamente. Pero el siguiente paso no es que espere mejorar sus métodos al descartar las
hipótesis comproba¬das y al dejar el campo abierto a toda clase de explicaciones psicológicas y sociológicas, que no concucrdcn inmediatamente
con lo que conocemos verdade-ramente acerca del comportamiento histórico del lenguaje. Una interpretación psicológica y sociológica como la
de la regularidad en el cambio lingüístico, con la que los estudiosos del lenguaje han estado mucho tiempo familiarizados, es sin lugar a dudas
deseable c incluso necesaria. Pero ni la sociología ni la psicología están en la posición de decirle a la lingüistica qué clases de formulaciones
históricas tiene que haccr el lingüista. Fn el mejor de los casos, estas disciplinas pueden incitar al lingüista a que se preocupe de manera más vital
que antes del problema de observar la historia lingüistica en la gran estructura de la conducta humana en el individuo y la sociedad.

Los métodos desarrollados por los indoeuropeistas se han aplicado con un gran éxito a otros grupos de lenguajes. Está muy claro que lo aplican
tan rigurosamente a los lenguajes primitivos no escritos de Africa y América como a las formas más conocidas de discurso de los pueblos mas
sofisticados. Es proba¬blemente en las lenguas de esos pueblos más culturizados que la regularidad fundamental de los procesos lingüísticos se
ha visto más a menudo alterada por

Impreso de ¡Mn^uagr 5. núm. 4. pág*. 207-214. diciembre. 1929. con el permiso de Lmguislic Society of America.
la operación de tales tendencias conflictivas como préstamo de otras lenguas, la mezcla dialectal, y las diferenciaciones sociales del discurso.
Cuanto más nos dedicamos al estudio comparativo de las lenguas de un stock lingüístico primiti¬vo, más claramente nos damos cuenta de que la
ley fonética y la igualación analógica son la única llave satisfactoria para el desenmarañamiento del desarro¬llo de los dialectos y los lenguajes
desde una base común. Las experiencias del profesor Leonard Bloomficld con el algonkiano central y las mias propias con el athabascan no dejan
nada que desear a este respecto y son una respuesta satisfac¬toria para aquellos que encuentran dificil aceptar la regularidad de la operación a
larga escala de todas esas fuerzas lingüísticas inconscientes que en su totalidad nos aportan un cambio fonético regular y un reajuste morfológico
sobre la base de este cambio. No es sólo teóricamente posible predecir la corrección de formas específicas entre los pueblos analfabetos
partiendo de la base de tales leyes fonéticas como han sido elaboradas por ellos; tales predicciones están ya archiva¬das en gran número. No hay
ninguna duda de que los métodos desarrollados primero en el campo de la lingüistica indoeuropea están destinados a desempeñar un papel
importante conscientemente en el estudio de todos los otros grupos de lenguajes, y que es a través de ellos y a través de su extensión gradual
que esperamos llegar a las referencias históricas significantes como a las relaciones remotas entre los grupos de lenguajes que muestran pocos
signos superficiales de tener un origen común.

El propósito más importante de este trabajo, sin embargo, no es insistir en lo que ha hccho ya la lingüistica, sino más bien señalar algunas de las
conexiones entre la lingüistica y las otras disciplinas lingüísticas y, sobre todo, plantear la pregunta de en qué sentido la lingüística puede ser
llamada «ciencia». El valor de la lingüistica para la antropología y la historia cultural ha sido durante mucho tiempo reconocido. Cuando se ha
hccho investigación lingüistica, se ha visto que el lenguaje es una herramienta útil en las ciencias del hombre y que el mismo ha requerido y
obtenido una gran cantidad de luz del resto de estas ciencias. Es difícil para un lingüista moderno confinarse a su tema tradicional. A no ser que
no tenga nada de imaginación, sólo puede compartir algunos o todos los intere¬ses mutuos que unen la lingüística con la antropología y la
historia cultural, con la sociología, la psicología, la filosofía, y. más remotamente, con la física y la fisiología.

El lenguaje se está volviendo más valioso, como guia para el estudio científico de cualquier cultura. Fn cierto sentido, los modelos culturales
reticulares de una civilización están señalados en el lenguaje que expresa esa civilización. Es una ilusión pensar que podemos entender los
contornos significativos de una cultura a través de la observación absoluta y sin la guia del simbolismo lingüístico que hace estos contornos
significativos c inteligibles para la sociedad Algún dia. el intento de ser un experto en una cultura primitiva sin la ayuda del lenguaje de su
sociedad, parecerá tan de aficionados como la labor de un historiador que no puede manejar los documentos originales de la civilización que está
describiendo.

El lenguaje es una guia para la «realidad social». Aunque normalmente no se piensa en el lenguaje como algo de interés esencial para los
estudiosos de las
ciencias sociales, este condiciona poderosamente todo nuestro razonamiento dc los problemas y procesos socialcs. Los seres humanos no viven
cn cl mundo objetivo solos, ni solos en el mundo dc la actividad social, como se entiende ordinariamente, sino que están a la merced del lenguaje
particular que se ha convertido en el medio de expresión dc su sociedad. Es casi una ilusión ima¬ginar que uno se ajusta a la realidad
esencialmente sin cl uso del lenguaje, y que el lenguaje es meramente un medio incidental dc resolver los problemas específicos dc comunicación
o reflexión. El hecho es que cl «mundo real» está en gran parte construido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Nunca dos lenguas son
suficientemente similares como para ser consideradas representan¬tes de la misma realidad social. Los mundos cn que viven las diferentes
socie¬dades son mundos distintos, no es simplemente cl mismo mundo con etiquetas diferentes.

El entender un simple poema, por ejemplo, no solamente comporta la com¬prensión dc las palabras cn su significado normal, sino una
comprensión comple¬ta dc la vida entera dc la comunidad, de la misma manera cn que se ve reflejada cn las palabras, o como se sugiere por sus
alusiones. Comparativamente, incluso actos simples de percepción están mucho más a la merced dc los modelos sociales llamados palabras dc lo
que podemos suponer. Si alguien dibuja unas cuantas lincas, por ejemplo, dc diferentes tamaños, se perciben divisibles en categorías tales como
«recto», «torcido», «curvo», «zigzagueante», por la subjetividad clasi- ficativa dc los mismos términos lingüísticos. Vemos y oimos, y a la vez
experi¬mentamos lo que hacemos porque los hábitos del lenguaje de nuestra comunidad predisponen a ciertas elecciones dc interpretación.

Para los problemas más fundamentales dc un estudioso de la cultura humana, por consiguiente, seguro que se convierte en algo más y más
importante el conocimiento de los mecanismos lingüísticos y los acontecimientos históricos, a la vez que nuestro análisis de la conducta social se
vuelve más refinado. Desde este punto dc vista, podríamos pensar en el lenguaje como la guia simbólica hacia la cultura. También, aparte, la
lingüistica es de gran ayuda cn cl estudio dc los fenómenos culturales. Se han difundido muchos objetos culturales c ideas cn conexión con su
terminología; así que un estudio dc la distribución dc términos significantes culturalmcntc. arroja a menudo una luz inesperada cn la historia dc
las invenciones c ideas. Este tipo dc investigación, que ya tiene éxito cn la historia de la cultura europea y asiática, está destinado a ser de gran
ayuda cn la reconstrucción dc las culturas primitivas.

El valor dc la lingüística para la sociología cn cl sentido más estricto de la palabra, es también cierto para el teórico antropológico. Los sociólogos
están lógicamente interesados en la técnica dc la comunicación entre los seres huma¬nos. Desde este punto dc vistu, las facilidades y barreras
del lenguaje SOI) dc la máxima importancia y deben de ser estudiadas en su interacción con muchos otros factores que contribuyen a la facilidad
o dificultad dc la transmisión de ideas y modelos dc conducta. Aún más, el sociólogo está necesariamente interesa¬do cn cl significado simbólico,
en un sentido social, de las diferencias lingüisticas que aparecen cn cualquier gran comunidad. La corrección del discurso, o lo que se podría
llamar «estilo social» cn cl discurso, es más estético que de interés

gramatical. Modas particulares de pronunciación, giros característicos dc los sintagmas, formas coloquiales del discurso, terminologías
profesionales de todas las características estos son algunos de los muchos símbolos en los que la sociedad se distribuye y son de crucial
importancia para la comprensión del desarrollo de las actitudes sociales e individuales. No será posible para un estudioso de lo social evaluar
tales fenómenos, a no ser que tenga muy claras las nociones del antecedente lingüístico con las que los simbolismos sociales de tipo lingüístico
han de ser estimados.

Anima mucho cl que el psicólogo haya ido interesándose más y más en los datos lingüísticos. Incluso no se sabe si él ha sido capaz de contribuir
bastante a la comprensión dc la conducta del lenguaje, más allá dc lo que cl mismo lingüista ha sido capaz dc formular partiendo de sus datos.
Pero se está observando rápidamente y acertadamente, que las explicaciones psicológicas de los mismos lingüistas necesitan ser replanteadas cn
términos más generales; asi que. hechos puramente lingüísticos, pueden ser vistos como formas especializadas dc la con¬ducta simbólica. Quizá
los psicólogos se han preocupado demasiado de las bases psicológicas simples del discurso, y no han profundizado mucho cn cl estudio de su
naturaleza simbólica. Esto probablemente se debe a que cn general, los psicó¬logos. tienen pocu conciencia de la importancia fundamental del
simbolismo en la conducta. Parccc probable que precisamente cn el campo del simbolismo, las formas y procesos lingüísticos contribuirán más al
enriquecimiento dc la psicolo¬gía.

Se deben considerar todas las actividades como definitivamente funcionales en el sentido inmediato, o como simbólicas, o como una mezcla de
ambas. Si yo empujo una puerta para entrar en una casa, el significado del acto se establece precisamente en que esta me permite entrar
fácilmente. Pero si yo «llamo a la puerta», una pequeña reflexión me muestra que el golpe por si mismo no me abre la puerta. Este sirve
meramente como un signo para que alguien venga a abrírme¬la. Llamar a la puerta es un sustituto del acto más primitivo de empujarla por
propia decisión. Tenemos aqui los rudimentos de lo que podría ser llamado lenguaje. Un gran número dc actos son actos del lenguaje cn este
sentido elemen¬tal. Esto quiere decir que no son importantes para nosotros por el trabajo que inmediatamente hacen, sino porque sirven de
signos mediadores de otros signos más importantes. Un signo primitivo tiene alguna semejanza objetiva con lo que toma su lugar o señala. Asi.
llamar a la puerta tiene una relación definitiva con la acción intencionada hecha cn la puerta. Algunos signos se convierten cn formas abreviadas
dc actividades funcionales que se pueden usar como referencia. Asi. enseñarle cl puño a una persona, es una forma abreviada y menos dañina
que pegarle. Si tal gesto se convierte cn uno lo suficientemente expresivo para la sociedad, como para constituir de alguna manera cl equivalente
dc un abuso o amenaza, éste se verá como un símbolo cn cl sentido propio dc la palabra.

Los símbolos dc esta clase son primarios cn cl sentido dc que la semejanza del símbolo con lo que este estableceos todavía bastante evidente.
Con cl paso del tiempo, los símbolos cambian tanto formalmente que. incluso, pierden toda conexión exterior con lo que ellos representan. Asi,
no hay semejanza entre un trozo dc ropa coloreado dc rojo, blanco y azul, con la bandera dc Estados
Unidos de América en si misma una noción compleja y no fácil de definir . La bandera debe asi ser vista como un símbolo secundario o
referencia!. La forma de entender el lenguaje psicológicamente, parece, es verlo como el ejemplo más complicado de un grupo de símbolos
secundario o rcfcrcncial que la sociedad ha evolucionado. Podria ser que originalmente, los primeros gritos u otro tipo de símbolos desarrollados
por el hombre, tuvieran alguna conexión con ciertas emociones, actividades o nociones. Pero no se puede trazar una conexión directa¬mente
entre las palabras, o combinaciones de palabras, con lo que hacen referencia.

La lingüistica es ya uno de los más difíciles y fundamentales campos de investigación. Os probable que exista en el futuro una integración
verdadera¬mente fructífera de los estudios lingüísticos y psicológicos. Podríamos pensar que la lingüistica está destinada a tener un valor muy
especial para la psicología configurativa (la psicología Gestalt), ya que para todas las formas de cultura, parece que es el lenguaje el que
desarrolla sus modelos fundamentales con. relativamente, la más completa separación de otros tipos de modelo cultural. Entonces, la lingüística
podría esperar convertirse, a la larga, en una guia para la comprensión de la «geografía psicológica» de la cultura. En la vida cotidiana, los
simbolismos básicos de la conducta están densamente sobrepuestos por modelos funcionales cruzados que tienen una desconcertante variedad.
Esto sucede por¬que cada acto único de la conducta humana es el punto de encuentro de muchas configuraciones distintas, y es muy difícil para
la mayoría de nosotros, llegar a la noción en la conducta de forma contextual y no contextual, Podria parecer que la lingüística tiene un valor muy
peculiar para los estudios configurativos porque la formación del lenguaje es. hasta cierta extensión, autosuficiente y no significativa¬mente a la
merced de los modelos entrecruzados de tipo no lingüístico.

Es notable el hecho de que. en pocos años, la filosofía se haya preocupado de los problemas del lenguaje como no lo habia hecho antes. Ha
pasado la época en que las formas y procesos gramaticales podían ser fácilmente traducidas por los filósofos en conceptos metafisicos. Los
filósofos necesitan entender el lenguaje para protegerse de sus propios hábitos lingüísticos, y así. no es sorprendente que la filosofía, intentando
liberar la lógica de las trabas de la gramática, y para entender el conocimiento y significado del simbolismo, debe de hacer una critica preliminar
del mismo proceso lingüístico. Los lingüistas estarían en una posición excelente para ayudar en el proceso de esclarecernos las implicaciones de
nues¬tros términos y procedimientos lingüísticos. De todos los estudiosos de la con¬ducta humana, el lingüista debe de ser. por la naturaleza de
su materia, el más relativista en el sentimiento, los últimos en ser cautivados por las formas de su propio discurso.

Una palabra respecto a la relación entre la lingüística y las ciencias naturales. Los estudiosos de la ligüísticu han estado mucho tiempo en deuda
por su equipo técnico con las ciencias naturales, particularmente la física y la fisiología La fonética, un prc-requisito necesario para todo trabajo
exacto en la lingüistica, es imposible sin algunos conocimientos acústicos y fisiológicos de los órganos del discurso. Son particularmente estos
estudiosos del lenguaje quienes están más interesados en los detalles realistas de la conducta del discurso concreto en el individuo, que en los
modelos socializados del lenguaje, quienes deberían tener
recursos constantes para las ciencias sociales. Pero es poco probable que la experiencia acumulada de la investigación lingüística pudiera proveer
más de una pista válida para el establecimiento de los problemas de la investigación en la misma acústica y fisiología.

En resumen, está claro que el interés en el lenguaje ha estado, en estos últimos años, transcendiendo a círculos estrictamente lingüísticos. Esto
es inevitable, ya que, para la comprensión de los mecanismos del lenguaje, es necesario el estudio de los problemas históricos y los de la
conducta humana. Sólo podemos esperar que los lingüistas sean cada vez más conscientes de la importancia de su materia en el campo general
de la ciencia y no pueden estar distanciados detrás de una tradición que amenaza en convertirse en escolástica cuando no está vitalizada por los
intereses que están detrás del interés formal del mismo lenguaje.

¿Dónde, finalmente, se sitúa la lingüística como ciencia? ¿Pertenece a las ciencias naturales, junto a la biología, o a las ciencias sociales? Parece
que hay dos factores que son los responsables de la tendencia persistente en observar los datos lingüísticos desde un punto de vista biológico. En
primer lugar, está el hecho obvio de que la técnica actual de la conducta del lenguaje conlleva ajustes muy específicos de tipo fisiológico. En
segundo lugar, la regularidad y tipicidad de los procesos lingüísticos se basan en un sentimiento casi romántico del con¬traste con la conducta
aparentemente libre e indeterminada de los seres humanos, estudiados desde el punto de vista de la cultura. Pero la regularidad del cambio
fonético es sólo superficialmente análoga a un automatismo biológico. Hsto es precisamente {jorque el lenguaje está tan estrictamente
socializado a un tipo de conducta humana como todo lo demás en la cultura y todavía demuestra en sus esquemas y tendencias tales
irregularidades como sólo el científico natural tiene el hábito de formular, que la lingüistica es de importancia estratégica para la ciencia social.
Detrás de la aparente inexistencia de leyes de los fenómenos sociales, hay una regularidad de configuración y tendencia que es tan real como la
regularidad de los procesos físicos en el mundo mecánico, aunque es una regularidad de infinitamente menor rigidez aparente y de otra forma
de aprehen¬sión por nuestra parte. El lenguaje es primariamente un producto social o cultural y debe ser entendido como tal. Su regularidad y
desarrollo formal descansan sobre consideraciones de naturaleza biología y psicológica. Pero esta regularidad y nuestra inconsciencia subyacente
de sus formas tipicas. no hace de la lingüistica un simple adjunto de la biología o la psicología. Mejor que cual¬quier otra ciencia social, la
lingüística nos enseña con sus dalos y métodos, necesariamente más fácilmente definidos que los datos y métodos de cualquier otro tipo de
disciplina que tenga que ver con la conducta socializada, la posibili¬dad de un estudio científico consciente de la sociedad que no imita los
métodos ni intenta adoptar, sin revisar los conceptos de las ciencias naturales. Es particular¬mente importante que los lingüistas, que son a
menudo acusados, y justamente, de no mirar más allá de los agradables modelos de su materia, deberían darse cuenta de lo que su ciencia
puede significar para la interpretación de la conducta humana en general. Tanto si les gusta como si no. deben de preocuparse cada vez más de
los muchos problemas antropológicos, sociológicos y psicológicos que invaden el campo del lenguaje.

Benjamín Lee Whorf 1897-1941


Antecedentes

Benjamín Lee Whorf nació en una antigua familia de Nueva Inglaterra, cuyos antecesores se habían establecido en Provincctown poco después
de la llegada de los peregrinos. Su padre, Harry Church Whorf, fue un artista comercial (cuyo trabajo incluyó d diseño del lavabo para el Oíd
Dutch Cleanser) y un hombre con muchos intereses -la fotografía, el diseño de csccnanos, escribir obras de teatro y dirigir.

Benjamín y sus dos hermanos pequeños (ambos llegaron a ser famosos John, un artista famoso por sus acuarelas, y Richard, un actor y director
de teatro y cine ) crecieron en una atmósfera llena del drama, libros, dibujos, manuscritos, química, y equipo fotográfico. Sin lugar a dudas,
muchos de los intereses que le llevaron a la lingüistica, se desarrollaron cuando era un niño. Leyó y releyó Conques! of México de Prcscott; su
padre realizó diseños de escenarios para una obra que Benjamín tiuhía ociilo aceita «1c una princesa maya su investigación l<* llevó a la
arqueología maya. La botánica, la astrología. las cifras y códigos fueron también sus grandes intereses. Estaba especialmente intrigado por la
química y la fotografía, y. en 1914, maichó al instituto de tecnología de Massachusetts para estudiar ingeniería química.

Dcspucs de graduarse en el instituto de ingeniería de Massachusetts, se convirtió en un experto en la ingeniería de la prevención del fuego y. en
1919. se unió u la

compañía de seguros Hartford, donde se le valoró por su habilidad por propiciar los negocios, así como por su habilidad técnica. Se le nombró
agente especial en 1928 y fue elegido subsecretario de la Compartía en 1940. Permaneció como em¬picado de esta Compañía durante el resto
de su vida, aunque a veces su valia profesional era igual a la de los profesores investigadores. Rehusó muchas ofertas de trabajos académicos,
alegando que su situación en los negocios le ofrecía una forma de vivir más cómoda y una oportunidad más amplía de desarrollar a su manera
sus intereses intelectuales.

Después de establecerse en Hartford, escribió un «libro de filosofía religiosa en forma de novela». Fue rechazado por cada uno de los editores
que lo vio. Al mismo tiempo, terminó un manunscrito más corto «Porque he rehusado la evolución». Sus conclusiones fueron que la clave a las
contradicciones de las cosmologías bíblica y científica estaba en la interpretación lingüistica del Antiguo Testamento Fn 1924. empezó a estudiar
hebreo. Recibió una influencia muy importante, la del trabajo de un dramaturgo francés, filólogo y mistico de los primeros artos del siglo XIX.
Antoine l abre d'Olivet. especialmente Lo lungue hebrátque restíluée (1815-1816). que intentaba mostrar el significado oculto de la Biblia a
través de un análisis de la estructura de la raí/ trilitera hebrea.
Estimulado de esta manera. Whorf leyó más sobre la lingüística. En el proceso, hizo aso de las colecciones de la Biblioteca Wutkinson, cuya
colección de etnología, folclore y lenguaje indio americano, reavivó su interés anterior en las antigüedades mexicanas. En 1926. empezó
estudiando seriamente el azteca, en 1928. el maya

Whorf empezó una fluida correspondencia con A M.Tozzer de Harvard, quien le animó a traducir una página de una copia de un antiguo
manuscrito, que estaba en el museo Peabodv Esto tuvo como resultado el ensayo que leyó antes del 23 Congreso Internacional de Americanistas
en 1928. y que. más tarde, fue publicado como «Relación azteca del periodo del declive tolteca».

Al final de 1928. su trabajo sobre las relaciones familiares entre el tepecano, el piman y el azteca, habia progresado hasta tal punto que pidió una
beca de investi¬gación del Consejo de Investigación de la Ciencia Social, para permitirse un trabajo mas intenso Fn los años siguientes vistió la
ciudad de México y publicó una extensa serie de trabajos concernientes a los jeroglíficos mayas.

Fn 1931. Whorf se inscribió en el curso de Fdward Sapir sobre Lingüística Americana-India en Yale: fue su iniciación en la lingüistica. Su
experiencia en Yale le puso en contacto con un grupo de estudiosos de primera dase —Morris Swa- dcsh, Georgc Trager, Cari Voeglin. Mary Haas
y William Dyk y templó su entusiasmo por las teorías lingüisticas extrañas. En 1937-1938 fue profesor de antropología en Yale.

Sapir le influyó, dándole ánimos para que estudiara el hopi. lejanamente relacio¬nado con el azteca. Utilizando los méiodos investigadores
aprendidos de Sapir. trabajó mucho con un infórmame hopi que vivía en Nueva York, l-n 1935. había preparado una gramática y diccionario
provisionales, pero exceptuando un breve esquema de la gramática hopi en Unguislk Slructure of Saíne Amerko de Harry Hoíjcr y dos artículos
técnicos, estas investigaciones no fueron nunca publicadas.

La aportación más importante de Whorf a la antropología es su trabajo sobie la relación entre el lenguaje y el pcnvmiicnto. -An American Indian
Modd oí the t'nivcrse» (probablemente escrito en 1936. pero no publicado hasta 1950) exploró las implicaciones del sisiema verbal hopi,
teniendo en cuenta la concepción hopi del espacio y el tiempo También entonces publicó su articulo más conocido <«The Rclations oí Habitual
Thoughi and Behavior to Language». en 1939.

Durante esta época se enfrentaba a una enfermedad larga y prolongada, a la que sucumbió el 26 de julio de 1941. cuando tenía 44 años.

Introducción

Whorf causó un profundo impacto en la antropología cultural y la lingüistica con un grupo muy simple de ideas- el significado es esencial,
proclamaba, para el estudio de la lingüistica, y las categorías del significado cambian de una tradición cultural a Otra.
Los puntos de vista de Whorf se exponen de una manera que se considera sin estilo, hoy en día. porque proclamaba que el lenguaje refleja y
constriñe «d pensa¬miento». Por lo menos podemos estar de acuerdo en que el lenguaje que se aprende, necesariamente constriñe y estructura
lo que uno dioe. Presumiblemente, se «pien¬sa» también en los términos del lenguaje propio. Por esta razón, las categorías del pensamiento son
las categorías de una cultura particular. Los ejemplos de Whorf están ejemplificados: las dimensiones temporales del lenguaje hopi son.
proclamaba, diferentes de las del ingles. l>c esta forma, la cultura hopi y la americana están opuestas en por lo menos una dimensión importante
de la percepción.

La tesis de Whorf ha sido llamada «relativismo lingüístico», un término muy inadecuado que contiene todos los aspectos desagradables del
relativismo cultu¬ral. sin sus verdades simples, al mismo tiempo que permite a algunos interpretar a Whorf como un determinista lingüístico, lo
que. seguramente, es malintcrprc- tarlo.

Fl problema subyacente de Whorf fue el de encontrar los aspectos ocultos de las categorías lingüísticas Uno de sus ejemplos favoritos (aunque
no está publicado) era señalar los dos plurales del inglés para hablar de diferentes clases de pescado el plural -s y d plural cero . La diferencia
entre ambos sólo se puede encontrar en el hábito cultural. Si lo comemos, lleva el plural cero (atún, arenque, percal: si no. lleva el plural -s
(tiburones, ventosas, etc). Hay excepciones (la anguila, no estamos seguros acerca de su plural y de su comestibilidad). pero la regla se >udc
mantener en muchos casos. Whorf mantiene que debe de haber muchas de estas «regias gramaticales-) que están marcadas asi por la cultura. La
costumbre cultural hace cambiar, y asi parece que el ejemplo de Whorf de los dos plurales en inglés para diferentes clases de pescado es verdad.
Cuando escribió este articulo en 1939. no se consideraba que los tiburones se pudieran comer. Sin embargo «d tiburón» se ha estado comiendo
en las áreas costeras de California y Oregón desde más o menos 1970 Ha desaparecido la «s».

Ciertamente estamos enfrentándonos con el hecho de que d inglés no tiene un pronombre singular de tercera persona, sea sujeto u objeto, que
no codifica por el sexo; y. de hccho. d inglés no tiene un nombre común para muchas especies (perro, vaca, hombre! que no codifique por d sexo.
Whort estaba comprometido en la búsqueda de e\;is palabras para la persona que ocupa ¡a presidencia

Dos cosas le sucedieron a Whorf Por una parte, a su obra se la llamó -ctnocien cia Por otra pane fue mal interpretado y se le calificó de
determinista Sin embargo, debe recordarse que Whorf era un hombre ingenuo pero experto, firme pero disciplinado, con ■-> ^paginación
cultural envidiable. En nuestra opinión, te debe leer a Whorf poi sus deas acerca ue ¡a cultura, no tanto por ¡a lingüistica y evocación como por
sus resultados. Pocas veces alguien ha escrito una antropología tan deudosamente excitante

9. La relación del pensamiento y el comportamiento habituales con el lenguaje*


Probablemente, estarán todos de acuerdo con que un modelo aceptado del uso dc las palabras, es a menudo prioritario en ciertas vertientes del
pensamiento y formas dc conducta, pero quien está de acuerdo con esta exposición no ve más que. por una parte, un reconocimiento trivial del
poder hipnótico de la termino¬logía filosófica de lemas y slóganes y. por otra, una unión de gritos. Ver sólo esto, es perder el punto dc una de las
interconexiones importantes que Sapir vio entre el lenguaje, la cultura y la psicología, y sucintamente lo expresó en la cita introductoria (a este
ensayo). No es tanto en estos usos especiales del lenguaje como en su forma constante de organizar los datos y sus análisis de cada dia de los
fenómenos que necesitamos para reconocer la influencia que tiene en otras actividades, culturales y personales.

El nombre de la situación cuando afecta al comportamiento

Observe un aspecto de esta situación antes dc que estudiara bajo las órdenes del doctor Sapir. y en un campo usualmente considerado ajeno
para la lingüistica. Fue durante mi trabajo para una compañía dc seguros de prevención de incen¬dios. cn cl que inicié la tarea de analizar varios
centenares de informes sobre las circunstancias que rodean el inicio de los incendios, y en algunos casos, de las explosiones. Mi análisis estaba
dirigido hacia las condiciones puramente físicas, como una fallida instalación eléctrica, la presencia o ausencia de espacios ventila¬dos entre los
tubos metálicos y el enmaderado, etc., y los resultados se presenta¬ban de esta manera. Sin lugar a dudas, esto fue escrito sin pensar que otros
resultados serian o podrían ser revelados. Pero en su curso, se hizo evidente que no sólo una situación física como tal. sino cl significado de esta
situación para la gente, era algunas veces un factor, por la conducta dc la gente, para que empeza¬ra el fuego. Y este factor significativo estaba
más claro cuando tenia un significa¬do lingüístico, que se basaba cn cl nombre o cn la descripción lingüistica comun¬mente aplicada a la
situación. Asi. alrededor dc un almacenamiento dc lo que se llama «camiones dc gasolina», tendremos un cierto tipo dc conducta, es decir, se
tendrá más cuidado; mientras que alrededor dc un almacenamiento dc lo que se

Impreso dc la editorial t.cxhc Sp»cr. Lanfuage. Cuhurr antí Pmoiwlily Eisays m \trmory of EJward Sapir (Mcnasha. Vise.: Sapir Memonal Publica
non Fund. I ‘>-41), págs 75-93. oon permiso del editor.

llama «camiones vacios de gasolina», tenderá a ser diferente —sin cuidado, con poca precaución al fumar o tirar colillas de cigarrillos Aunque los
camiones «vacios» son quizá los más peligrosos, ya que contienen vapor explosivo. Física¬mente, la situación es peligrosa, pero el análisis
lingüístico, dc acuerdo con la analogía regular, debe de emplear la palabra «vacio», que inevitablemente sugiere falta dc peligro. La palabra
«vacio» se usa en dos modelos lingüísticos: (I) como un sinónimo virtual para «nulo, invalidado, negativo, inerte», (2) aplicado al análisis dc
situaciones físicas sin tener en cuenta, por ejemplo, el vapor, los vestigios del líquido o los desechos dejados en el contenedor. Se le pone
nombre a la situación cn un modelo (2), y el nombre es «causada» o en el (I), «cumplida»; siendo esta una fórmula general para el
condicionamiento lingüístico de la con¬ducta para las situaciones peligrosas.
En una planta dc destilación, cl metal aún se aislaba con una composición preparada dc piedra caliza y llamaban a la planta «piedra caliza hilada».
No se hizo ningún esfuerzo para proteger esta cobertura del calor excesivo o del contac¬to con las llamas. Después dc ser utilizado durante algún
tiempo, cl fuego que estaba debajo dc uno de los alambiques, llegó hasta la «piedra caliza», que. con la sorpresa de todos, se quemó muy
rápidamente. La exposición a los vapores del ácido acético, que salía dc los alambiques, habia convertido parte dc la piedra caliza (carbonato dc
calcio) cn acetato dc calcio. Este, cuando se calienta por cl fuego, se descompone, formando acetona inflamable. La conducta que permitió que el
fuego estuviera cerca de la cobertura, estuvo inducida por la utilización dc la palabra «piedra caliza», que por estar compuesta dc la palabra
«piedra», implica incombustibilidad.

Se vio que una gran olla dc acero que contenía barniz hirviendo, se estaba sobrecalentando, y que llegaba a estar cerca de la temperatura cn que
ardia. El operario la quitó del fuego, transportándola sobre sus ruedas a una cierta distan¬cia, pero no la cubrió. Al cabo de un minuto, más o
menos, el barniz ardió. Aqui. la influencia lingüística es más compleja; se debe a la objetivación metafórica (la más tardia) dc la «causa» como
contacto o a la yuxtaposición espacial dc las «cosas»: analizar la situación «sobre» cn oposición a «fuera» del fuego. Fn realidad, habia pasado cl
momento en que cl fuego exterior era cl factor principal; cl sobrecalentamiento era ahora un proceso interno dc convección en el barniz,
provocado por la olla que habia sido calentada intensamente, y todavia conti¬nuaba este proceso cuando estaba «fuera» del fuego.

El indicador dc un calentador eléctrico, instalado sobre la pared, era usado poco, y para un trabajador, adquirió cl sentido dc una buena percha.
Un vigilante entró por la nochc y observó un centelleo, que luego describió como «encender una luz». No vio ninguna luz después y pensó que la
bombilla se habia fundido. No podía ver cl indicador del calentador, porque la chaqueta estaba colgada dc él. En seguida cl calentador encendió
la chaqueta, que incendió todo cl edificio.

Agua residual sin utilizar de una curtiduría, contenía materia animal cn un barreño que estaba instalado crí cl exterior, estando parcialmente
tapado con una madera y parcialmente abierto. Esta situación se podría verbalizar como «pozo de agua». Por casualidad, un trabajador encendió
un soplete por allí cerca, y tiró

la cerilla en este agua. Pero los residuos en descomposición estaban acumulando gas bajo la cubierta de madera, asi que la situación era la
contraria a «acuosa». Instantáneamente, un fulgor de llamas encendió el enmaderado y el fuego se extendió rápidamente al edificio contiguo.

Se preparó una habitación para el secado de pieles, con un fuelle en un extremo, para que hiciera comente de aire a lo largo de la habitación y
llegara hasta el exterior a través de un agujero que estaba en el otro extremo. El fuego empezó desde un soporte caliente del fuelle, que llevó las
llamas directamente a las pieles y lo extendió a través de la habitación, destruyendo todas las reservas. Esta situación peligrosa fue la
consecuencia del término «fuelle» que tiene equiva¬lencia lingüistica con «aquello que sopla», implicando que su función necesaria¬mente es la
de soplar. También su función está verbalizada como la de «soplar aire para secar», sin tener en cuenta que puede soplar a otras cosas, por
ejemplo, a las llamas y chispas. En realidad, un fuelle simplemente hace una corriente de aire y puede vaciar a la vez que soplar. Debería haber
sido instalado en el agujero del otro extremo, para expulsar el aire alrededor de las pieles, entonces por lo peligroso (su propia cubierta y
soporte) y después fuera.

Al lado de un crisol de carbón quemado que se usaba para el aprovechamien¬to de cables, se descargó un montón de «cables de deshecho»
—una vcrbalizadón engañosa, ya que eran hojas de cable de condensadores viejos de radios, que todavía tenían papeles de parafina entre
ellos—. Al cabo de poco tiempo, la parafina se incendió y prendió fuego al tejado, quemándose la mitad.

Tales ejemplos, que pueden multiplicarse varias veces, serán suficientes para mostrar cómo se da a menudo el indicio a una cierta linea de
conducta, por las analogías de las fórmulas lingüisticas, en las que se habla de la situación, y por la que hasta cierto grado se analiza, se clasifica, y
se asigna su lugar en este mundo que está «en gran parte construido inconscientemente sobre los hábitos del lenguaje de grupo» Y nosotros
siempre asumimos que el análisis lingístico hecho por nuestro grupo, refleja la realidad mejor de lo que lo hace.

Modelos gramaticales como interpretaciones de la experiencia

El material lingüístico de los ejemplos anteriores está limitado a palabras aisladas, sintagmas y modelos de rango limitado. No se puede estudiar
dicho material sin pensar que hay una fuer/a de mayor alcance proveniente de la gran escala de modelos de categorías gramaticales, tales como
la pluralidad, el género y clasificaciones parecidas (animado, inanimado, etc.), tiempos, voces y otras formas verbales, clasificaciones del tipo
«partes del diálogo»; y el dilema, de si una experiencia dada es indicada por un morfema, una palabra flexionada o una combinación sintáctica.
Una categoría tal como la del número (singular comparado con plural) es una interpretación intencionada de todo tipo de experiencias,
virtualmente del mundo o de la naturaleza; intenta decir cómo se debe de segmentar la experiencia, a que experiencia se le llama «uno» y a cual

«varias». Pero la dificultad de apreciar tal influencia de largo alcance es grande, por su caracter referencia!, por la dificultad de mantenerse
aparte de nuestro propio lenguaje, que es un hábito y un non en disputaridum cultural, y poder escrutinizarlo objetivamente. Y si tomamos un
lenguaje muy diferente, este lenguaje se convierte en parte de la naturaleza, e incluso le hacemos lo que le hemos hecho a la naturaleza.
Tendemos a pensar en nuestro propio lenguaje para analizar un lenguaje diferente. O nos encontramos con que la tarea de desenmarañar las
complejidades puramente morfológicas es tan grande que parece absorber a todo lo demás. Aún asi, el problema, a pesar de la dificultad, se
puede solucionar; y la mejor solución es a través de un lenguaje diferente, ya que para su estudio nos salimos fuera, de grado o por fuerza, de
nuestra rutina. Entonces nos encontramos con que el lenguaje diferente es un espejo del nuestro.

Mi estudio del lenguaje hopi, lo que ahora veo como una oportunidad para trabajar sobre este problema, ai principio se abalanzó sobre mi antes
de que fuera claramente consciente del problema. La aparentemente inacabable tarea de describir la morfología, finalmente acabó. Aún asi. era
evidente, especial¬mente después de escuchar las clases de Sapir sobre el navajo, que la descrip¬ción del lenguaje estaba muy lejos de ser
completa. Sé, por ejemplo, la forma¬ción morfológica de los plurales, pero no cómo usarlos. Era evidente que la categoría del plural en el hopi no
era la misma que la del inglés, francés o alemán. Algunas cosas que eran plurales en estos lenguajes, eran singulares en el hopi. La fase de
investigación que empezó a partir de este momento, consu¬mió casi dos años más.

El trabajo empezó a asumir el carácter de una comparación entre el hopi y las lenguas europeas occidentales. También se hizo evidente que.
incluso la gramática del hopi. estaba en relación con la cultura hopi, y la gramática de las lenguas europeas con nuestra propia cultura
«occidental» o «europea». Y parecía que esta interrelación les trajo grandes divisiones de la experiencia gracias al lenguaje, como lo son nuestros
términos «tiempo», «espacio», «sus¬tancia» y «materia». Ya que en las características comparadas, hay poca diferencia entre el inglés, el
francés, el alemán, u otros lenguajes europeos con la posible (pero dudosa) excepción del báltico-cslavo y el lenguaje no indoeu¬ropeo; he
agrupado estas lenguas en un grupo llamado EDE. o «europeo de dominio estándar».

La parte de toda la investigación que se va a explicar aquí podria resumirse en dos preguntas: (I) ¿Se les da a todos los hombres nuestros propios
conceptos de «tiempo», «espacio» y «materia», sustancialmente, de la misma forma por la experiencia, o están en parte condicionados por la
estructura de los lenguajes particulares? (2) ¿Hay afinidades traza bles entre a) Normas culturales y de con¬ducta y b) Modelos lingüísticos de
larga escala? (Yo seria el último en pretender que hay algo tan definido como «una correlación» entre cultura y lenguaje, y especialmente entre
las rúbricas etnológicas tales como «agricultura», «caza», etc. y otras lingüísticas como «Tlexionado», «sintético», o «aislador».)1 Cuando
empecé a estudiar el problema, de ninguna manera estaba tan claramente formu¬lado y casi no tenia idea de que las respuestas pudieran surgir
como lo hicieron.

Pluralidad y numeración en EDE y el hopi

En nuestro lenguaje, que es EDE. la pluralidad y los números cardinales se aplican dc dos maneras: a los plurales reales y a los imaginarios. O. más
exacta¬mente, aunque no más conciso: agregados perceptibles cspacialmcnte o agrega¬dos metafóricos. Decimos «diez hombres» y también
«diez dias». Los diez hom¬bres o son o podrían ser objetivamente percibidos como diez, diez cn un grupo de percepción1 —diez hombres en una
esquina, por ejemplo—. Pero los «diez días» no pueden ser experimentados objetivamente. Experimentamos sólo un día. hoy, los otros nueve (o
incluso todos los diez) son evocados desde la memoria o la imaginación. Si los «diez dias» se consideran como un grupo, debe dc ser
conside¬rado como un grupo «imaginario», construido por la mente. ¿Dc donde proviene este modelo mental? Como cn cl caso de los errores
que causaron el fuego, del hccho dc que nuestro lenguaje confunde dos situaciones diferentes, es decir, tiene un sólo modelo para ambas.
Cuando hablamos de dar diez pasos hacia delante diez golpes a una campana, o cualquier otra secuencia cíclica descrita similar- mente, es decir,
«las veces» dc cualquier clase, estamos haciendo lo mismo que con «los dias». Lo «cíclico» nos trae la respuesta de los plurales imaginarios. Pero
la semejanza dc lo cíclico con los agregados, no está sin lugar a dudas dada por una experiencia anterior al lenguaje, o se encontraría en todos los
lenguajes, y eso no es cierto.

Nuestra conciencia del tiempo y de lo ciclico contiene algo inmediato y subjetivo —cl sentido básico de «que sea más y más tarde»—. Pero en
nuestro pensamiento habitual, la gente EDE. esto está bajo algo bastante diferente, que aunque es mental, no podría llamarse subjetivo. Yo lo
llamo objetivado, o imagi¬nario. porque escoge su modelo del mundo exterior. Esto es lo que refleja nuestro uso lingüístico. Nuestra lengua no
distingue entre contar números de cantidades discretas y los números que simplemente se están autocontando. El pensamiento habitual
entonces asume que en el último caso, los números se cuentan partiendo de la base de algo, como en el primer caso. Esto es la objetivación. Los
conceptos del tiempo pierden contacto con la experiencia subjetiva dc ser más tarde y son objetivados como cantidades contadas, especialmente
como longitudes, formadas dc unidades, como una longitud puede ser di\idida cn pulgadas. Una duración o longitud del tiempo puede
vislumbrarse como una serie dc unidades similares, como una hilera dc botellas.

En cl hopi existe una situación lingüística diferente. Los plurales y los cardi¬nales se utilizan sólo para entidades que forman o pueden formar un
grupo objetivo. No hay plurales imaginarios, sino que los ordinales se usan con los singulares. Una expresión como la dc «diez días», no se usa. La
expresión equivalente es la operacional que llega hasta un día. después de contarse de manera adecuada. «Ellos estuvieron diez días», se
convierte en «ellos estuvieron hasta cl onceavo día» o «ellos se fueron después del décimo día». «Diez días son más que nueve días» se convierte
en «cl décimo día es más tarde que el noveno». Nuestra «duración del tiempo» no se considera como una longitud, sino como una relación entre
dos situaciones con retraso. Al contrario dc nuestra objetivá¬

ción lingüísticamente incentivada dc los dalos dc la conciencia, o lo que llama¬mos «tiempo», el lenguaje hopi no ha establecido ningún patrón
que pudiera encubrir cl hecho subjetivo dc «que sea más tarde», y que es la esencia del tiempo.

Los nombres de la cantidad física en EDE y en el hopi

Conocemos dos clases de sustantivos que denotan cosas físicas: los sustantivos contables y los incontables; por ejemplo, agua, leche, granito,
arena, harina, carne. Los sustantivos contables indican cuerpos con características definidas: árbol, palo, hombre, colina. Los sustantivos
incontables denotan continuidad homogénea, sin implicar los limites. La distinción se marca por la forma lingüísti¬ca; por ejemplo, los nombres
incontables no tienen plural 3; cn inglés pierden los artículos, y en francés tienen cl articulo partitivo du, de la, des. Esta distinción es más
evidente en cl lenguaje que cn la apariencia externa de las cosas. Pocos sucesos naturales se presentan como una extensión sin limites; cl aire,
por supues¬to, y a menudo el agua, la lluvia, la nieve, la arena, la roca, la suciedad, cl césped. No nos encontramos la mantequilla, la carne, la
ropa, el acero, el cristal o muchos «materiales» como hemos dicho antes, sino en recipientes pequeños o grandes con límites definidos. La
distinción está, de alguna manera, forzada por nuestra descripción dc los hechos con un modelo inevitable del lenguaje. Esto implica tal
inconveniencia cn muchos casos, que necesitamos individualizar, de alguna manera. los nombres incontables con más tramas lingüisticas. Esto ya
se ha hccho con los nombres dc tipos dc los cuerpos: palo de madera, retal de ropa, lámina dc cristal, pastilla dc jabón; también, e incluso más, al
introducir los nombres dc los continentes, aunque sus contenidos sean lo que importa real¬mente: vaso dc agua, taza dc café, plato dc comida,
bolsa dc harina, botella dc cerveza. Estas fórmulas dc continentes usuales, cn las que la palabra «dc» tiene un significado obvio, visualmentc
perceptible («contenidos»), influencia nuestro sentimiento de las fórmulas menos obvias dc tipos dc cuerpos: palo dc madera, palazo de
masa.etc. Las fórmulas son muy similares: sustantivo coniablc más un relator similar (el inglés «de»). En un caso obvio, este relator denota los
conteni¬dos. En el caso que no es obvio, sugiere los contenidos. Así los trozos, pedazos, bloques, piezas, etc., parece que contengan algo,
«cosas», «sustancia», «materia» que responda al agua, café o harina que están en las fórmulas del contenedor. Así. para la gente EDE, la
«sustancia» y «materia» son también ideas genuinas; se aceptan instantáneamente, «son dc sentido común». Sucede asi por hábito lin-güístico.
A menudo, nuestros modelos en cl lenguaje nos hacen nombrar algo físico con un binomio que divide la referencia cn un punto sin determinar
más una forma.

El hopi es. también aqui, diferente. Tiene una dase de sustantivos formal¬mente distinta. Pero esta clase no contiene ninguna subclase formal dc
sustanti¬vos incontables. Todos los sustantivos tienen un sentido contable y también las formas singular y plural. Los sustantivos que se podrían
equiparar más a nues¬tros sustantivos incontables, se refieren a contenidos vagos o a extensiones deli¬

mitadas vagamente. Implican imprecisión, pero no defecto, de trazo y tamaño. En algunas frases especificas «agua» significa una cierta masa o
cantidad de agua, pero no es lo que llamamos «la sustancia agua». El sentido general de una frase viene expresado por el verbo o el predicado,
no por el sustantivo. Ya que los sustantivos son contables, no se individualizan ni por el tipo de los materia¬les ni por los nombres de los
contenedores, si no hay alguna necesidad especial de enfatizar el tamaño o el contenedor. El mismo nombre implica un tipo de material o un
contenedor adecuado. Se dice, no «un vaso de agua», sino t «un agua», no «un estanque de agua» sino a*, no «un plato de harina de maíz» sino
* «una (cantidad) de harina de maiz», no «un trozo de carne» sino a «una carne». El lenguaje nunca lo ha necesitado ni ha tenido analogías sobre
las que construir el concepto de la existencia como una dualidad de un punto y forma imprecisos. Se enfrenta con la imprecisión a través de otros
símbolos que no son nombres

Las fases de los ciclos en EDE y el hopi

Términos tales como verano, invierno, septiembre, mañana, atardecer, puesta de sol. son para nosotros nombres y tienen poca diferencia formal
lingüistica con otros nombres. Pueden ser sujetos u objetos, y decimos «en» la puesta de sol o «en» verano, como decimos en una esquina o en
un huerto5. Están pluralizados y numerados como nombres de objetos físicos, como hemos observado. Nuestra manera de pensar acerca de los
referentes de tales palabras, aqui está objetivado. Sin la objetivación, sería una experiencia subjetiva del tiempo real, por ejemplo, de la
consciencia de «que sea más y más tarde» —simplemente una fase cíclica similar a otra anterior en esa duración de que siempre sea más tarde .
Sólo en la imaginación puede tal fase cíclica ser puesta una al lado de la otra como una configuración espacial (por ejemplo, percibida
visualmcntc). Pero tal es el poder de la analogia lingüistica, que objetivamos la progresión cíclica. Lo hacemos incluso al decir «una fase» y
«fases» en ve/ de, por ejemplo, «progresión». Y el modelo de los sustantivos contables e incontables, con la fórmula binomial resultante de un
punto impreciso más la forma, es tan general que está implícito en todos los sustantivos, y de aqui nuestros puntos imprecisos muy
generalizados como «sustancia», «materia», con los que podemos llenar los binomios con una extensión enormemente amplia de sustantivos.
Pero incluso estos no están lo suficientemente generalizados para incluir nuestros sustantivos que describen la fase Asi. para los sustantivos que
describen la fase, hemos hecho un punto impreciso, «el tiempo». Lo hemos hccho al usar «un tiempo», por ejemplo, una ocasión o una fase, con
el modelo de un sustantivo incontable, como hacemos de «un verano**, «verano», con el modelo de un sustantivo incontable Asi. con nuestra
fórmula binomial. podemos decir y pensar «un momento en el tiempo», «un segundo en el tiempo», «un año en el tiempo». Se debe de señalar
otra ve/ que el modelo es simplemente aquel de «una botella de leche» o «un trozo de queso» Asi, esto ayuda a imaginar que «un verano»,
verdaderamente contiene o contiene tal y cual cantidad de «tiempo».

En el hopi, sin embargo, todos los términos de fases, como el verano, la mañana, etc., no son sustantivos, sino una clase de adverbios, para
utilizar la analogia más similar al EDF.. Por si solos, son una parte formal del discurso, distintos de los nombres, verbos, c incluso de otros
«adverbios» hopi. Tal palabra no es una forma de un caso o modelo locativo, como «des Abends» o «por la mañaña». No contiene ningún
morfema como «en la «isa» o «en el árbol»6. Significa «cuando es por la mañana» o «mientras la fase de la mañana está sucediendo». Estos
«temporales» no se usan como sujetos u objetos, o de ninguna manera, como sustantivos. No decimos «este es un verano caluroso» o «el
verano no lo es»; el verano no es caluroso, el verano es sólo atando las condiciones son calurosas, cuando hace calor. No decimos «este verano»,
sino «ahora en verano» o «en el verano anterior». No existe ninguna objetivación, como en una región, una extensión, una cantidad, del
sentimiento de la duración subjetiva. Nada se sugiere acerca del tiempo, excepto el perpetuo «que sea más tarde». Así que no hay ninguna base
para formar un punto impreciso que conteste a nuestro «tiempo».

Formas temporales de los verbos en EDE y en el hopi

El sistema de tres tiempos verbales de los verbos EDE. matiza todo nuestro pensamiento acerca del tiempo. Este sistema está amalgamado con
esc esquema más amplio de objetivación de la experiencia de duración subjetiva, ya observada en otros modelos en la fórmula binomial aplicable
a los sustantivos en general, en los sustantivos temporales, en la pluralidad y la numeración . Esta objetiva¬ción nos permite «poner unidades
temporales en una hilera» en la imaginación. La imaginación del tiempo como una hilera armoniza con el sistema de tres tiempos verbales;
aunque el sistema de dos. uno anterior y otro posterior, parece corresponder mejor a cómo se experimenta el sentimiento de duración Ya que si
inspeccionamos la consciencia, no encontramos ni pasado, ni presente, ni futuro, sino una unidad que conlleva complejidad. Todo está en la
consciencia, y todo es en la consciencia, y está junto. Hay en ella algo sensual y algo no-sensual. Podemos llamar a lo sensual lo que vemos,
oímos, tocamos el «presente», mientras que a lo no-sensual, se le va a llamar al vasto mundo de la memoria, «el pasado», > al otro reino de la
creencia, intuición e incertidumbrc. «el futuro»; aunque la sensación, la memoria, la previsión, todo está junto en la consciencia uno no es
«todavía será» ni otro «una vez. pero nunca más» . Donde el tiempo real se materializa e< que todo esto en la consciencia se «desarrolla más
tarde», cambiando ciertas relaciones de una manera irreversible. Ln este «hacerse mas tarde» o «duración», me parece que hay un contraste
muy importante entre el más reciente, el último instante del íocus de atención y el resto lo anterior Los dos lenguajes que se están observando
se desarrollan bien con las formas de los dos tiempos verbales, respondiendo a esta relación importante de posterior a anterior. Podemos, por
supuesto, construir > contemplar en el pensamiento un

sistema del pasado, presente, futuro, en la configuración objetivada de unos puntos sobre una linca. Esto es lo que la tendencia general de
objetivación nos lleva a hacer y lo que nuestro sistema de tiempo verbal, confirma.

En ingles, el tiempo verbal presente parece el que está menos en armonía con la relación temporal más importante. Como si estuviera
presionado por deberes variados y no del todo congruentes. Uno de sus deberes es el de permanecer como termino medio objetivado entre el
pasado objetivado y el futuro objetiva-do. en la narración, la discusión, el argumento, la lógica, la filosofía. Otro es el de denotar la inclusión en el
campo sensual: lo veo. Otro es el nómico. por ejemplo, frases, válidas acostumbradamente o generalmente: «Vemos con nuestros ojos». Estos
usos variados, conllevan confusiones de pensamiento de las que. en su mayoría, somos inconscientes.

El hopi, como podríamos esperar, también es diferente en este aspecto. Los verbos no tienen «tiempos» como los nuestros, sino que tienen
formas de valide/ («aserciones»), aspectos, y formas de unión de cláusulas (modos), que producen incluso una mayor precisión en el discurso.
Las formas de validez denotan que el hablante (no el sujeto), cuenta la situación (respondiendo a nuestro pasado y presente) o que espera que
suceda (respondiendo a nuestro futuro)7, o hace una oración nómica (respondiendo a nuestro presente nómico). Los aspectos denotan grados
diferentes de duración y diferentes tipos de tendencias «durante la dura¬ción». Asi, todavía no hemos apuntado nada para indicar si un suceso
ocurre antes o después que otro cuando ambos se cuentan. Pero no hay necesidad de hacer esto hasta que tenemos dos verbos: por ejemplo,
dos cláusulas. En esc caso, los «modos» denotan las relaciones que hay entre las cláusulas, incluyendo las relaciones de después o antes y de
simultaneidad. Asi, hay muchas palabras independientes que expresan relaciones similares, suplcmcntando los modos y los aspectos. Los
deberes de nuestro sistema de tres tiempos verbales y su «tiempo» tripartito, lineal y objetivado, están distribuidos entre varias categorías
verbales, todas diferentes de nuestros tiempos verbales; y no hay más bases para un tiempo objetivado en los verbos hopi que lo puede haber en
otros modelos hopi; aunque esto no entorpece en lo más mínimo las formas de los verbos y tampoco otros modelos, de estar muy ajustados a las
realidades pertinentes de las situaciones concretas.

Duración, intensidad y tendencia en EDE y en el hopi

Para adaptar el discurso a las diferentes situaciones concretas, todos los lenguajes necesitan expresar las duraciones, intensidades y tendencias.
Ks característico de EDE y quizá de muchos tipos de lenguaje, el expresarlos metafóricamente. Las metáforas son las de extensión espacial; por
ejemplo, de tamaño, numero (plurali¬dad), posición, forma y movimiento, Expresamos la duración con larga, corta, grande, mucha, rápida, lenta,
etc.; la intensidad con grande, enorme, mucha, intensa, ligera, lenta, marcada, vaga, etc.; la tendencia con más, elevar, crecer.

girar, coger, aproximar, ir. volver, subir, caer, parar, suave, uniforme, rápida, lenta, y asi hasta hacer una lista casi inagotable de metáforas, que
nosotros casi no reconocemos como tales, ya que son virtualmcnte los únicos medios lingüísti¬cos accesibles. Los términos no metafóricos de
este campo, como temprano, tarde, pronto, duradero, intenso, mucho, tendente, son en realidad un puñado, bastante inadecuado, para las
necesidades.

Queda claro cómo esta condición «se adapta». Forma parte de lodo nuestro esquema de objetivación —cspacializar con la imaginación
cualidades y potencia¬les que son no-espaciales (hasta lo que cualquiera de los sentidos espacialmcnte perceptivos pueda indicarnos)—. El
significado de los sustantivos (para nosotros), procede desde de cuerpos físicos hasta de referentes de otro tipo. Ya que los cuerpos físicos y sus
perfiles en el espacio, se indican con los términos de tamaño y forma y se calculan por los números cardinales y plurales, estos modelos de
denotación y cálculo se extienden hasta los símbolos de significados no espaciales y para sugerir un espacio imaginario. Las formas físicas se
mueven, se paran, se levantan, se hunden, se aproximan, etc., en el espado perdbido; ¿por qué no lo hacen estos otros referentes en su espacio
imaginario? Hsto ha llegado hasta tan lejos, que casi no nos podemos referir a la más simple situación no cspadal sin el recurso constante de las
metáforas físicas Yo «cojo» el «hilo» del argumento de otra persona, pero si su «nivel» está «sobre mi cabeza», mi atención puede «vagar» y
«perder el contacto» con su «significado», asi que cuando él «llega» a este «punto», diferimos «ampliamente»; nuestras «miras» están sin lugar
a dudas «tan lejanas», que las «cosas» que él dice «parecen» «mucho» más arbitrarias, o incluso juna «total» tontería!

La ausencia de tal metáfora en el discurso hopi es impresionante. La utiliza¬ción de términos espaciales cuando no hay ningún espacio envuelto
no aparece allí —como si sobre él se hubiera puesto el tabú completo La razón de esto está clara cuando sabemos que el hopi tiene abundantes
formas conjugadonalcs y léxicas de expresar duración, intensidad y tendencia, directamente como tales, y que los modelos gramaticales más
importantes no. como nos sucede a nosotros, les dan analogías para un espacio imaginario. Los «aspectos» de muchos verbos expresan duración
y tendencia de manifestaciones, mientras que algunas de las «voces» expresan intensidad, tendencia y duración de las causas o fuerzas que
producen las manifestaciones. Asi, una parte especial del discurso. los «tensores», una amplia clase de palabras, denota sólo intensidad,
tendencia, duración y secuencia. La fundón de los tensores es la de expresar intensidades, esfuerzos, y cómo continúan o varían, su intensidad de
cambio; así que el amplio concepto de intensidad, cuando se considera como que necesariamente varia y/o continúa, incluye también tendencia
y duración. Los tensores expresan distinciones de grado, proporción, constancia, repetidón. incremento y disminución de la intensi¬dad,
secuencia inmediata, interrupción o secuencia después de un intervalo, etc.; también «las cualidades» de los esfuerzos, como las que
expresaríamos metafóri¬camente como suave, uniforme, duro, áspero. Una de sus características sorpren-dentes, es su falta de semejanza'con
los términos de espacio real y movimiento, que para nosotros «significan lo mismo». No hay más que un indicio de la aparente derivación de los
términos espaciales8. Asi que. mientras el hopi en sus

sustantivos parccc muy concreto, cn los tensores se convierte cn abstracto, inclu¬so más allá dc lo que podemos entender.

Pensamiento habitual en EDE y en el hopi

La comparación que se va a hacer entre los mundos del pensamiento habitual dc los hablantes EDE y hopi es. por supuesto, incompleta. Sólo es
posible observar ciertos contrastes dominantes que parecen destacar dc las diferencias lingüisticas ya notadas. Por «pensamiento habitual» y
«mundo del pensamiento» quiero decir más que lenguaje simplemente: por ejemplo, que los mismos modelos lingüísticos. Incluyo todos los
valores analógicos y sugestivos dc los modelos (por ejemplo, nuestro «espacio imaginario» y sus implicaciones dc distancia) y todo cl ir y venir
entre cl lenguaje y la cultura como un todo, que es una gran cantidad que, aunque no es lingüística, nos muestra la influencia delimitadora del
lenguaje. En resumen, este «mundo del pensamiento» es el microcosmos que cada hombre lleva consigo, con el que mide y entiende lo que
puede del macrocosmos.

El microcosmos del EDE ha analizado la realidad extensamente en términos que llama «cosas» (cuerpos y casi-cuerpos). más los modos dc la
existencia cxtcnsional. pero que no tienen forma, que llama «sustancias» o «materia». Tiende a ver la existencia a través de una fórmula binomial
que expresa cualquier existente como una forma espacial, más una cantidad imprecisa espacial relacio¬nada con la forma, como cl contenido
está relacionado con los contornos de su contenedor. Los existentes no-espaciales están espacializados en la imaginación, y contienen
implicaciones similares dc forma y cantidad.

El microcosmos hopi parece haber analizado la realidad extensamente en términos dc los acontecimientos (o mejor «de lo que acontece»),
contado dc dos maneras, objetiva y subjetiva. Objetivamente, y sólo si se percibe experiencia física, los acontecimientos están expresados cn su
mayoría como contornos, colores, movimientos, y otros hechos perceptibles. Subjetivamente, para la ex¬periencia física y no física, los
acontecimientos están considerados como la expresión de los factores dc intensidad invisibles, dc los que depende su estabili¬dad y persistencia,
o su fugacidad y decadencia. Implica que los existentes no «se hacen cada vez más tarde» dc la misma manera; sino que algunos lo hacen al
crecer, como las plantas, algunos al difundirse y desvanecerse, algunos por un proceso dc metamorfosis, algunos ai permanecer dc una forma
hasta que se ven afectados por fuerzas repetinas. En la naturaleza dc cada existente que es capaz dc manifestarse como un lodo definido, está el
poder de su propio modo dc duración; &u crecimiento, declive, estabilidad, adicidad, o creatividad. Todo está así. ya «preparado» por fases
anteriores para que sea de la manera cn que se manifiesta ahora, y para lo que será más tarde, de que en parte ya ha sido, y cn parte está ahora
siendo «preparado». Un énfasis e importancia recaen en esta preparación o cn cl aspecto de estar preparado del mundo que correspon¬dería
para los hopi a aquella «cualidad de la realidad» que «la materia» o «cosa» tiene para nosotros.

Características del comportamiento habitual en la cultura hopi

Observamos que nuestro comportamiento, como cl de los hopi, está coordinado de muchas maneras con cl microcosmos lingüísticamente
condicionado. Como se ve en mi libro dc notas acerca dc los casos dc incendios, la gente actúa cn las situaciones dc la misma manera que hablan
sobre ellas. Una característica de los hopi es su énfasis en la preparación. Esto incluye cl anunciar y estar preparado para los acontecimientos
antes de tiempo, elaborar precauciones para asegurar la persistencia de las condiciones deseadas, c incisión sobre la buena voluntad, como
preparadora de los buenos resultados. Consideremos sólo las analogías del sistema de contar los días. El tiempo se calcula princi¬palmente «por
dia» (or, tala) o «por noche» (tok), cuyas palabras no son sustantivos, sino tensores, la primera formada sobre la raíz «luz. dia», la segun¬da
sobre la raiz «dormir». Se cuentan con ordinales. Este no es cl modelo que se usa para contar un número de hombres o cosas diferentes, aunque
aparezcan sucesivamente, porque incluso entonces se podrían agrupar cn un bloque. Este es el modelo que se utiliza para contar las
reapariciones sucesivas del mismo hombre o cosa, incapaces de formar un bloque. La analogía no es la de comportarse con la ciclicidad dc los
dias como con varios hombres («varios dias»), que es lo que tenemos tendencia a hacer, sino en comportarse como con las visitas sucesivas del
mismo hombre. No se cambian varios hombres para trabajar sólo con uno. sino se puede preparar y asi alterar las últimas visitas del mismo
hombre, intentando alterar la visita que hacc ahora. Asi se enfrentan los hopi con cl futuro trabajando con una situación presente, que se espera
que tenga consecuencias, obvias y ocultas, para un acontecimiento de interés futu¬ro Se debería decir que la sociedad hopi entiende nuestro
proverbio: «Bien empezado es medio hccho». pero no: «Mañana será otro dia». Esto podría explicar mucho del carácter hopi.

Esta conducta de preparación dc los hopi. podría ser más o menos dividida cn anunciar, la preparación exterior. la preparación interior, la
participación encu¬bierta y la persistencia. Anunciar, o la publicidad preparativa, es una función importante que está en las manos dc un oficial
especial, cl Jefe Chillón. La preparación exterior es una preparación que conlleva mucha actividad visible, no toda necesaria y directamente útil,
según nuestro entendimiento. Esto incluye la práctica normal, ensayar, estar preparado, las formalidades introductorias, cl preparar comidas
especiales, ctc. (todo esto hasta un grado que podría parecemos muy elaborado), actividad muscular continua c intensiva, como correr, hacer
carreras, bailar, que mt cicc que incrementa la intcn^idud dc! desarrollo dc los sucesos (como el desarrollo dc las cosechas), la mimética y otras
magias, prepara¬ciones basadas en la teoría esotérica, que incluye quizá instrumentos ocultos, como bastones, plumas y comuia sagradas, y
finalmente, las grandes ceremonias y bailes dclicos que tienen el significado de preparar la lluvia y las cosechas Dc uno dc los verbos que significa
«preparar», se deriva cl nombre dc «siega» y «cosecha»: na’twani «el preparado» o el «cn preparación»9.

La preparación interior se utiliza para rezar y para la meditación, y con menos intensidad, para los buenos deseos y la buena intención, para unos
resultados deseados a más largo alcance. Las actitudes de los hopi enfatizan el poder del deseo y el pensamiento. Con su «microcosmos», es muy
natural que lo hagan. El deseo y el pensamiento son los primeros, y así el más importante, el más critico y crucial, del periodo de preparación.
Más aún. para los hopi. los deseos y pensamientos de cada uno. influencian no sólo sus propias acciones, sino toda la naturaleza. Esto es también
completamente natural. La conscien¬cia, por si misma, es consciente del trabajo, del sentimiento de esfuerzo y energía, en el deseo y en el
pensamiento. La experiencia, más básica que el lenguaje, nos dice que si se esparce energía, se producen efectos. Tendemos a creer que
nuestros cuerpos pueden parar esta energía, prevenir que afecte a otras cosas hasta que llevemos nuestros cuerpos hacia la acción exterior. Pero
esto sólo ocurre porque nosotros tenemos nuestra propia base lingüistica para una teoría en la que los puntos imprecisos como «materia», son
cosas por sí solas, maleables sólo por cosas similares, por más materia, y asi aisladas de los poderes de la vida y del pensamiento. No es más
antinatural pensar que los pensamientos lo contactan todo y se extienden por el universo, que pensar, asi como hacer, que la luz encendida
fuera lo hace. Y no es antinatural suponer que el pensamiento, como cualquier otra fuerza, deja por todas partes rastros de efecto. Ahora,
cuando pensamos en un rosal concreto, no suponemos que nuestro pensamiento va hasta esc rosal concreto, y se une con él, como un reflector
que está sobre él. ¿Con qué suponemos que nuestra consciencia está trabajando cuando pensamos en esc rosal? Probablemente, pensamos que
está trabajando con una «imagen mental», que no es el rosal, sino un sustituto mental de este. Pero, ¿por qué seria natural pensar que nuestro
pensamiento trabaja con un sustituto y no con el rosal real? Posiblemente, porque somos lo suficientemente conscientes de que tenemos todo
un espacio imaginario en nosotros, lleno de sustitutos mentales. Para nosotros, los sustitutos mentales son unos viajeros familiares. Junto con las
imágenes del espacio imaginario, que quizá sepamos secretamente que sólo son imaginarias, metemos el pensa¬miento del concreto y existente
rosal, que podría ser otra cosa, quizá sólo porque tenemos este «lugar» muy conveniente para él. El mundo del pensa¬miento hopi no tiene
espacio imaginario. La consecuencia a esto es que no se puede localizar el pensamiento ocupado en el espacio real, en ningún lugar excepto en el
espacio real, ni aislar el espacio real de los efectos del pensa¬miento. Un hopi supondría naturalmente que su pensamiento (o él mismo), está
trabajando con el verdadero rosal o mejor, con la planta del maíz— con la que él está pensando. El pensamiento entonces debería dejar alguna
huella en la planta en el campo. Si es un buen pensamiemo. acerca de la salud y el crecimiento, es bueno para la planta: si es un pensamiento
malo, lo contrario.
El hopi enfatiza el factor intensificador del pensamiento, ti pensamiento, para ser más efectivo, debería estar vivo en la consciencia, definido, fijo,
sosteni¬do, cargado con buenas intenciones, fuertemente sentidas. Interpretan la idea en inglés como «concentrarse», «tenerlo en tu corazón»,
«poner tu mente en ello».

«esperar amablemente». El poder del pensamiento es la fuerza que está detrás de las ceremonias, los palos sagrados, el fumar ritual, etc. La pipa
sagrada se considera como una ayuda para «concentrarse» (asi me lo dijo mi informador). Su nombre, na'twanpi, significa «instrumento de
preparación».

La participación encubierta, es la colaboración mental de la gente que no toma parte en el suceso concreto, ya sea un trabajo, caza, carrera o
ceremonia, pero que dirigen sus pensamiento y buena voluntad hacia el éxito del suceso. Los anuncios buscan a menudo tener el soporte de los
ayudantes mentales, asi como de los participantes exteriores, y contienen exhortaciones dirigidas a la gente para que ayuden con su buena
voluntad10. Una similitud con nuestros conceptos de una audiencia favorable o la sección animadora del fútbol, no debería oscurecer el hecho
de que no es principalmente la simpatía o el dar ánimos lo que se espera de los participantes encubiertos. En efecto, estos últimos entran en su
más absoluto trabajo antes, ¡no durante el juego! Una consecuencia del poder del pensamiento es el poder del pensamiento malo para la
maldad; ya que un propósito de la participación encubierta es obtener la mayor fuerza de muchos con buena voluntad para evitar el
pensamiento dañino de los que desean el mal. Tales actitudes, favorecen mucho la coopera¬ción y el espíritu comunitario. No queremos decir
que la comunidad hopi no esté llena de rivalidades e intereses encontrados. En contra de la tendencia a la desintegración social en este grupo
pequeño y aislado, la teoría de «preparar¬se» con el poder del pensamiento, lógicamente da paso al gran poder del pensamiento combinado,
intensificado y armonizado de la comunidad por entero; esto ayuda mucho para el elevado grado de cooperación que. a pesar de las disputas
privadas, la ciudad hopi transmite en todas las actividades culturales.

Las actividades «de preparación» de los hopi. nos muestran de nuevo el resultado de sus antecedentes del pensamiento lingüístico en el énfasis
sobre la persistencia y la repetición insistentemente constante, ti sentido del valor acu¬mulado de innumerables pequeños momentos está
entorpecido por un punto de vísta objetivado, cspacializado. como lo es el nuestro, exaltado por una manera de pensar muy cercana a la
consciencia subjetiva de la duración del inagotable «ser más tarde» de los sucesos. Para nosotros, para quienes el tiempo es un movimiento en
un espacio, la repetición invariable pareoe perder su fuerza con una serie de unidades de esc espacio, y desgastarse. Para los hopi, para los que el
tiempo no es un movimiento, sino un «ser cada vez más larde» de todo lo que ha sido hecho, la repetición invariable no se desgasta, sino que se
acumula. Se va acumulando una carga invisible que recae sobre acontecimientos mas tar- díos11. Como hemos visto, es algo asi como si el
retorno del dia. se sintiera como si volviera In misma persona, un poco máx mayor, porn con todas las impresiones de ayer, no como «las de un
nuevo día», por ejemplo, como una persona completamente diferente. Este principio, unido con el del poder del pensamiento y con los
antecedentes de la cultura general Pueblo, está expresa¬do en la teoría de la danza ceremonial hopi para propiciar la lluvia y las cosechas, asi
como sus pasos cortos, como pistones, repetidos cientos de veces, hora tras hora.

Algunas impresiones del hábito lingüístico en la civilización occidental

Es muy difícil haccr justicia con pocas palabras a las características lingüísti¬camente condicionadas de nuestra propia cultura, que lo es en el
caso del hopi, por el vasto ámbito de ambos y la dificultad de la objetividad por nuestra familiaridad profundamente arraigada con las actitudes
que van a ser analiza¬das—. Solamente quiero esquematizar ciertas características adaptadas a nuestro binomialísmo lingüístico de forma, más
un punto impreciso o «sustancia», a nuestra metaforización, nuestro espacio imaginario, y nuestro tiempo objetivado. Estos, como hemos
observado, son lingüísticos.

Los puntos de vista filosóficos tradicionalmcntc más característicos del «mun¬do occidental», han dado un gran apoyo a la dicotomía forma más
sustancia. Aquí pertenece el materialismo, el paralelismo psico-íisico. la física —por lo menos en su forma tradicional ncwtoniana— y los puntos
de vista dualistas del universo en general. Sin lugar a dudas, aquí pertenece casi lodo lo que es «sentido común seguro, práctico». Los puntos de
vista de la realidad monistico. holistico. y relativo atraen a los filósofos y a algunos científicos, pero están en desventaja para recurrir al «sentido
común» del hombre medio occidental. Esto no es porque la misma naturaleza les rechaza (si lo hubiera hccho. los filósofos lo hubieran
descubierto), sino porque se les debe hablar como si se tratara de un lenguaje nuevo. «El sentido común», como su nombre nos indica, y «la
factibili-dad», como su nombre no indica, son en gran parte materias de diálogo, para que uno pueda ser entendido. Algunas veces, se da por
sentado que el espacio ncwtoniano, el tiempo y la materia, los notan todos intuitivamente, con lo cual se cita a la realidad como muestra de
cómo los análisis matemáticos pueden probar que la intuición es falsa. Esto, aparte de no haccr justicia con la intuición, es un intento de
responder a una pregunta improvisada (I) que ya se citó al principio de este trabajo, que era el responder al porqué de esta investigación. La
presenta¬ción de las respuestas nos acerca al final, y crco que la respuesta está clara. La primera respuesta, en la que le recaía la culpa a la
intuición, por nuestra lentitud en descubrir los místenos del cosmos, tales como la relatividad, estaba equivoca¬da La respuesta correcta era: el
espacio ncwtoniano, el tiempo y la materia no son intuiciones. Se reciben de la cultura y el lenguaje. De ahi los cogió Newton.

Nuestro punto de vista objetivo del tiempo es. sin embargo, favorable a la historicidad y a todo lo conectado con guardar registros, mientras el
punto de vista hopi es contrario a esto. Este último es demasiado sutil, complejo y siempre en desarrollo, nunca da ninguna respuesta ya
preparada a la pregunta de cuándo «un» sner^o finaliza y «otro» empieza Cuando está implícito que todo lo que ha pasado todavía permanece,
pero que está en una forma diferente de lo que la memoria o el registro nos dice, hay menos incentivo para estudiar el pasado. Respecto al
presente, el incentivo podria ser no el registrarlo, sino tratarlo como «en preparación». Pero nuestro tiempo objetivo pone ante la imaginación
algo como una cinta o rollo de papel marcado con espacios en blanco iguales, que sugieren que cada uno debe de marcarse con un registro. La
escritura, sin lugar a

dudas, ha ayudado con nuestro trato lingüístico del tiempo, ya que el trato lingüístico ha guiado las utilizaciones de la escritura. A través de este
dar y coger entre el lenguaje y toda la cultura tenemos, por ejemplo:

1. Registros, diarios, teneduría de libros, contabilidad, las matemáticas esti¬muladas por la contabilidad.

2. Interés en secuencias exactas, fechas, calendarios, cronologia. relojes, sala¬rios. gráficas del tiempo, el tiempo que se utiliza en la física.

3. Anales, historias. la actitud histórica, el interés en el pasado, arqueología, actitudes de introyección con los períodos del pasado, por
ejemplo, el clasicismo, el romanticismo.

Asi como concebimos nuestro tiempo objetivado, como extendiéndose en el futuro como se extiende en el pasado, así establecemos nuestras
estimaciones sobre el futuro de la misma forma que nuestros recuerdos del pasado, creando programas, horarios, presupuestos. La igualdad
formal de las unidades similares al espacio con las que medimos y concebimos el espacio, nos lleva a considerar «el punto impreciso» o «la
sustancia», homogénea y en proporción con el núme¬ro de unidades. Una vez hecha nuestra colocación proporcionalmcnte del valor en el
tiempo, esto lleva a construir una estructura comercial basada en valores de tiempo proporcionalmente: salarios (el tiempo de trabajo supera
constantemente al de la pieza), renta, crédito, interés, cargos de depreciación y primas de los seguros. Sin lugar a dudas, este gran sistema, una
vez construido, podria conti¬nuar funcionando bajo cualquier tipo de tratamiento lingüístico del tiempo; el hccho de haberse construido,
alcanzando la magnitud y forma particular que tiene en el mundo occidental, está decididamente en consonancia con los modelos de los
lenguajes EDF.. Si una civilización como la nuestra fuese posible con una estructura del tiempo muy diferente, constituye un planteamiento
extenso - en nuestra civilización, nuestros modelos lingüísticos j la adecuación de nuestra conducta al orden temporal son lo que son, y actúan en
consonancia. Por supuesto, estamos estimulados a usar calendarios, relojes, e intentar medir el tiempo cada vez con más precisión; este ayuda a
la ciencia, y la ciencia, a su ve/, siguiendo estas bien aprendidas rutinas, le devuelve a la cultura una imparable provisión de aplicaciones, hábitos,
y valores, con los que la cultura de nuevo dirige la ciencia Pero, ¿qué hay fuera de esa espiral? La ciencia está empezando a descubrir que hay
algo en el cosmos que no está de acuerdo con los conceptos que nos hemos formado al organizar la espiral. Está intentando construir un
lenguaje nuevo con el que adaptarse a un universo mayor.

Está claro cómo el énfasis sobre el «ahorrar tiempo», que enlaza con todo lo anterior y es una objetivación muy obvia del tiempo, nos lleva a una
gran valoración de la «velocidad», lo que se observa en gran forma en nuestro com¬portamiento.
Otro efecto del comportamiento es el carácter de monotonía y regularidad que está en nuestra imagen del tiempo como una cinta sin límite
escalada uniforme¬mente, nos persuade a comporThmos como si la monotonía estuviera más presente en los acontecimientos de lo que está, lis
decir, ayuda a haccr de la utilización una rutina. Tendemos a seleccionar y favorecer lo que confirma este punto de vista, a

«adular» los aspectos rutinarios dc la existencia. Una dc las fases de esio, es el hecho dc que la conducta demuestre un falso sentido dc seguridad
o la suposición de que todo irá siempre bien, y una falta dc previsión del futuro y dc protegernos de los peligros. Nuestra técnica para aprovechar
la energía actúa bien cn cl funcionamiento rutinario, y es junto con las líneas rutinarias que nos esforzamos en mejorarlo —estamos, por
ejemplo, relativamente desinteresados cn que la energía se pare para que no cause más accidentes, fuegos y explosiones, lo que está sucediendo
constantemente y a gran escala— Tal indiferencia a lo inespera¬do de la vida, seria un desastre para una sociedad tan pequeña, aislada y
precariamente preparada, como es la sociedad hopi, o más bien, una vez lo fue.

Asi, nuestro mundo del pensamiento lingüísticamente determinado, no sólo colabora con nuestros ídolos c ideales, sino que enlaza nuestras
reacciones in¬conscientes personales cn sus modelos y le da ciertas características típicas. Tal cosa, como hemos visto, es cl descuido, como en la
conducción sin cuidado o cl tirar colillas dc cigarrillos cn la papelera. Otra cosa dc diferente tipo es el hacer gestos cuando hablamos. Muchos dc
los gestos que hacen los angiopariantcs, por lo menos, y probablemente todos los hablantes EDE. sirven para ilustrar, con un movimiento cn cl
espacio, no una referencia espacial real, sino una dc las referen¬cias no espaciales que nuestro lenguaje maneja con las metáforas o el espacio
imaginario. Es decir, estamos más capacitados para hacer un gesto como el de cogcr algo cuando hablamos de coger una idea evasiva, que
cuando hablamos dc coger un pomo de una puerta. El gesto busca hacer una referencia metafórica y quizá confusa, más clara. Pero si el lenguaje
se refiere a lo no espacial, sin implicar una analogía espacial, no se hace la referencia más clara con un gesto. Los hopi gesticulan muy poco, quizá
en absoluto, cn lo que nosotros entendemos por un gesto.

Parece como si la anestesia, o la sensación del movimiento muscular, aunque haya aparecido antes que el lenguaje, debería hacerse más
consciente por cl uso lingüístico del espacio imaginario y las imágenes metafóricas del movimiento. I-a quinestesia está marcada por dos facetas
dc la cultura europea: cl arte y cl deporte. La escultura europea, un arte cn cl que Europa sobresale, es intensa¬mente quinestética, comportando
un gran sentido de los movimientos del cuerpo: lo mismo sucede con la pintura europea. El baile cn nuestra cultura expresa deleite cn el
movimiento más que simbolismo o ceremonial, y nuestra música está muy influenciada por las formas dc nuestro baile. Nuestros deportes están
muy empapados con el elemento dc «la poesia del movimiento». Las carreras y juegos hopi parecen enfatizar más las virtudes de la permanencia
y dc la intensidad prolongada. El baile hopi es muy simbólico y se desarrolla con gran intensidad y formalidad, pero no tiene mucho movimiento u
oscilación
La sinestesia, o la sugestión por las recepciones cn cierto sentido de caracte¬rísticas que pertenecen a otro sentido, como la luz y el color por los
sonidos y viceversa, se haría más consciente con un sistema lingüístico metafórico que se refiere a las experiencias no espaciales con términos
utilizados para las espaciales, aunque indudablemente esto le llega desde una fuente más profunda. Probable¬mente. al principio, la metáfora
proviene dc la sinestesia y no al contrano. aunque la metáfora no necesita estar firmemente enraizada cn cl modelo lingüisti-

co. como nos demuestra el hopi. La experiencia no espacial tiene un sentido bien organizado, el oído —ya que el olfato y el gusto están poco
organizados—. La consciencia no espacial es un campo mayoritanamente del pensamiento, senti¬miento y sonido. La consciencia espacial es un
campo dc la luz, cl color, la visión y el tacto y presenta formas y dimensiones. Nuestro sistema metafórico, al nombrar experiencias no espaciales
después de las espaciales, atribuye a los sonidos, olores, gustos, emociones y pensamientos, cualidades como cl color, luminosidades, formas,
ángulos, texturas y movimientos de experiencia espacial. Y hasta cierto alcance, sucede la transferencia contraria; después de mucho hablar de
los tonos como alto, bajo, brusco, tosco, pesado, brillante, lento, cl hablante encuentra fácil pensar en algunos factores de la experiencia espacial
como factores de tono. Asi, hablamos dc «tonos» de color, un gris «monótono», una corbata «escandalosa», un «gusto» en el vestir todas
metáforas espaciales al revés. Ahora, cl arte europeo se distingue por la manera en que busca jugar con la sinestesia deliberadamente. La música
intenta sugenr escenas, color, movimiento, diseño geométrico; la pintura y la escultura están a menudo guiadas consciente-mente por las
analogías del ritmo dc la música; los colores están conjuntados con el sentimiento para la analogia con las concordancias y las discordancias El
teatro europeo y la ópera buscan la síntesis dc muchas artes. Puede ser que de esta manera nuestro lenguaje metafórico, que es cn cierta
manera una confusión del pensamiento, esté produciendo, a través del arte, un resultado de valor dc largo alcance- un sentido estético intenso
que va hacia una aprehensión más directa de la unidad subyacente que está detrás del fenómeno narrado tan variadamente por los canales dc
nuestros sentidos.

Implicaciones históricas

¿Cómo aparece históricamente tal red de lenguaje, cultura y conducta? ¿Qué apareció primero, los modelos de lenguaje o las normas culturales?
En general, han crecido juntas, influenciándose una a la otra constantemente. Pero en esta asociación, la naturaleza del lenguaje es cl factor que
limita la libre plasticidad y los canales rígidos del desarrollo, de la manera más autocrática. Esto es porque un lenguaje es un sistema, no sólo una
reunión de normas. Las grandes nociones sistémicas pueden cambiar a algo realmente nuevo sólo muy lentamente, mien¬tras que otras
innovaciones culturales se hacen con relativa rapidez. Asi. el lenguaje representa la mente de la masa; está afectado por los inventos e
innova¬ciones, pero poco afectado, y lentamente, mientras que para los inventores e innovadores, se legisla con cl decreto más próximo.

F.I crecimiento del complejo de lenguaje y cultura en EDE. data desde tiem¬pos remotos. La gran parte dc su referencia metafórica de lo no
espacial a lo espacial, aparecía ya cn las lenguas antiguas, y más especialmente cn cl latin. Esta es una característica típica del latín: si lo
comparamos, pongamos con el hebreo, observamos que mientras cl hebreo hacc alguna alusión del no espacio como espacio, cl latin hacc más.
Los términos latinos para los no espaciales, como educo, religio, principia, comprehendo, son normalmente referencias físicas metafo-

rizadas: conducido, atado, ctc. Esto no sucede con todos los lenguajes —no succdc en el hopi. El hecho de que en el latín, la dirección de la
evolución aconteció desde lo espacial hacia lo no espacial (en parte por la estimulación indirecta al pensamiento abstracto, al encontrarse los
romanos intelectualmente inmaduros, frente a la cultura griega), y que las lenguas posteriores estaban muy estimuladas para imitar el latin.
parece una razón lógica para una creencia que todavía es mantenida por los lingüistas, que esta es la dirección natural del cambio semántico en
todos los lenguajes, y por la creencia que permanece en todos los círculos cultos occidentales (contrastando mucho con los orientales), que la
experiencia objetiva es anterior a la subjetiva. Las filosofías aportan muchas pruebas de lo contrario, y ciertamente, la dirección de la evolución
demuestra lo contrario. Así. la palabra hopi para «corazón», puede demostrarse que fue una formación tardía del hopi que provenía de una raíz
que significaba pensar o recordar. O consideremos lo que le ha pasado a la palabra «radio», en una frase como «El compró una radio nueva»,
comparándola con su significado primitivo de «ciencia de telefonía sin hilos».

En la Edad Media, los modelos ya formados por el latin. empezaron a entrecruzarse con el creciente desarrollo mecánico, la industria, el
comercio y el pensamiento escolástico y científico. La necesidad de normas en la industria y el comercio, las tiendas y la masa de «objetos» en
contenedores variados, los tipos de recipientes en los que se pusieron los diferentes objetos, el estandarizar las unidades de medida y peso, la
invención de los relojes y el control del «tiempo»; el mantenimiento de los registros, contabilidades, crónicas, historias; el desarrollo de las
matemáticas y la colaboración de las matemáticas y la ciencia, todo cooperó a encaminar nuestro mundo del pensamiento y el lenguaje, a su
forma presente

En la historia hopi, como podemos leer, encontraríamos una clase diferente de lenguaje y un conjunto de influencias culturales y ambientales
que trabajan juntas Una sociedad agrícola tranquila, aislada por sus características geográfi¬cas y sus enemigos nómadas, en una tierra de lluvia
escasa, una agricultura árida que sólo podria tener éxito con la más árdua perseverancia (de aqui el valor de la persistencia y la repetición), la
necesidad para la colaboración Ide aqui el énfasis en la psicología del trabajo en equipo y en los factores mentales en general), el maiz y la lluvia
como criterios primarios de valor, la necesidad de preparaciones árduas y precauciones para asegurar las cosechas en el suelo pobre y el clima
precario, la concienzuda comprensión de la dependencia de la naturaleza, favore¬ciendo el rezo y una actitud religiosa hacia las fuerzas de la
naturaleza, especial¬mente los rezos y la religión dirigidos hacia la siempre necesitada bendición de la lluvia estos factores actúan
reciprocamente con los modelos lingüísticos hopi par:i moldearlos, para ser moldeados poi ellt» de nuevo y asi, poco a poco, darle forma al
punto de vista del mundo hopi
Resumiendo el problema, se contesta asi a nuestra primera pregunta los conceptos de «tiempo» y «materia» no aparecen de la misma forma en
la expe¬riencia de todos los hombres, sino que dependen de la naturaleza del lenguaje o lenguujcs, por cuyo uso se han desarrollado. No
dependen tanto de un sistema (por ejemplo, tiempo verbal, o sustantivos) en la gramática como en las maneras

de analizar y contar la experiencia que se ha convertido en fija en el lenguaje, como «las modas en el lenguaje» integradas, y que dejan a un lado
las clasifica¬ciones gramaticales típicas, asi que una «moda» puede incluir el léxico, la morfo¬logía, la sintaxis, y también significados muy
diversos, coordinados en una espe¬cie de estructura de conformidad. Nuestro propio «tiempo» difiere marcadamente de la «duración» hopi. Se
concibe como un espacio de dimensiones estrictamente limitadas, o algunas veccs como un movimiento sobre el espacio y utilizado como una
herramienta intelectual, en consecuencia. «La duración» hopi parece ser inconcebible en términos de espacio o movimiento, siendo el modo en
el que la vida difiere de la forma, y la consciencia en su totalidad, de los elementos espaciales de la consciencia. Ciertas ideas que han nacido de
nuestro propio concepto de tiempo, tal como la de la absoluta simultaneidad, podria ser también muy difícil o imposible de expresar, y estaría
desprovista de significado, con la concepción hopi, y podría ser reemplazada por los conceptos operacionales. Nuestra «materia» es el subtipo
físico de la «sustancia» o «cosa», que se concibe como el punto impreciso extensional que se debe unir con la forma antes de que se cree la
existencia real. En el hopi, parece que no hay nada que corresponda a esto; no hay puntos imprecisos cxtensionales; la existencia puede o no
tener forma, pero lo que tiene, con o sin forma, es intensidad y duración, que son no cxtensionales. lo que es en el fondo lo mismo.

Pero, ¿qué hay de nuestro concepto de «espacio», que también estaba inclui¬do en nuestra primera pregunta? No hay una diferencia tan
evidente entre el hopi y el EDE, acerca del espacio, como la hay acerca del tiempo, y probablemente la aprehensión del espacio se da
sustancialmcntc de la misma forma con la experien¬cia que no tiene en consideración al lenguaje. Los experimentos de los psicólogos de la
Gestalt con la percepción visual, parecen establecer esto como un hecho. Pero el concepto de espacio variará algo en el lenguaje, porque como
herramienta intelectual,2. está tan unido con el empleo concomitante de otras herramientas intelectuales, del tipo de «tiempo» y «materia»,
que están condicionadas lingüísti¬camente. Vemos cosas con los ojos con las mismas formas espaciales que los hopi, pero nuestra idea del
espacio tiene también la propiedad de actuar como un sustituto de las formas no espaciales, como el tiempo, la intensidad, la tendencia, y como
un vacio que ha de llenarse con puntos imaginarios imprecisos, uno de ellos podria llamarse incluso «espacio». El espacio como sentido para los
hopi. podria no estar conectado mentalmente con tales sustitutos, pero podria ser comparativamente «puro», no estar mezclado con nociones
extrañas.

Acerca de nuestra segunda pregunta: Hay conexiones, pero no correlaciones o correspondencias de diagnóstico entre las normas culturales y los
modelos lin¬güísticos. Aunque fuera imposible inferir la existencia de los Jefes Chillones de la ausencia de tiempos verbales en el hopi, o
viceversa, hay una relación entre el lenguaje y el resto de la cultura de la sociedad que lo utiliza. Hay casos en que las «modas del lenguaje» están
muy integradas en la cultura entera en general, sea o no ésta umversalmente la verdad».)- hay conexiones en esta integración, entre la clasc de
análisis lingüísticos empleados y las diferentes reacciones conductistas. y también con las formas tomadas por varios desarrollos culturales. Asi,
la impor¬tancia de los Jefes Chillones tiene una conexión, no con la ausencia de tiempos

verbales, sino con un sistema de pensamiento en el que las diferentes categorías de nuestros tiempos verbales son naturales. Estas conexiones
se tienen que \er no sólo al enfocar la atención en las rúbricas típicas de la lingüistica, la etnografía o la descripción sociológica, sino también al
examinar la cultura y el lenguaje (siempre y cuando las dos hayan estado juntas históricamente durante un tiempo considerable), como un todo
en el que las concatenaciones que cruzan estas lincas departamentales, podríamos esperar que existieran, y si existen, ser descubiertas algunas
veces mediante el estudio.

Notas

1. Tenemos muchas evidencias de que este no es el caso. Consideraremos sólo el hopi y el utc. juntos con lenguajes que. en el nivel
manifiesto morfológico y léxico, son tan similares como, digamos, el inglés y el alemán. I.a idea de «correlación» entre el lenguaje y la cultura, en
el sentido generalmente aceptado de correlación, es cierta¬mente erróneo.

2. Como decimos, «diez a la misma vez», nos muestra que en nuestro lenguaje y pensamiento se vuelve a repetir el hecho de la percepción
del grupo del concepto de «tiempo», el gran componente lingüístico que aparece en el curso de este trabajo.

3. No es una excepción a esta regla de la ausencia de la forma plural, que un nombre incontable pueda algunas veces coincidir en el lexema
con un nombre individual, que por supuesto tiene plural; «piedra» (sin plural) con «una piedra» (pl. piedras) I a forma plural que denota
variedades, por ejemplo, «vinos», es por supuesto una clase diferente de la del plural verdadero; es un resultado curioso de los nombres
inconta¬bles EDE. dando paso todavía a otra clase de agregado imaginario, que se debe omitir de este trabajo.

Nota Je ¡a traductora: Se esta hablando de ejemplos en inglés, que por supuesto, no siempre tienen equivalencia con los ejemplos en español.
No obstante, he preferi¬do traducirlos, antes que dejarlos en su forma original.

4 El hopi tiene dos palabras para las cantidades de agua: ke-yi y pa-hc. La diferencia que hay entre ambas es la que hay entre «piedra»* y «roca»
en ingles, pa-he implica un tamaño grande y «salvaje»; el fluir del agua, sea o no fuera o en la naturaleza, es pa-hc, asi es «humedad». Pero, al
contrario de «piedra» y «roca». la diferencia es esencial; no pertenece a un margen connotativo y las dos pueden ser pocas veces
intercambiables.

5. Seguramente hay pocas diferencias minimas con otros sustantivos, en ingles, por ejemplo, en la utilización de los artículos.
6. «Año» y ciertas combinaciones de «año» con el nombre de una estación; raramente sólo nombres de estaciones; pueden aparecer con el
morfema locativo «a», pero esto es excepcional. Aparece como un detrito de un modelo anterior diferente, o como el rfreto de la ¡tnalogiu
inglesa, o como ambas.

7 Las aserciones expcctiva y reportiva contrastan de acuerdo con la «relación más importante». La expcctiva expresa la anticipación existente
antes del hecho objetivo, y coincide con el hccho objetivo después que el status quo del hablante, este status quo. incluye todas las categorías
del pasado, que se expresan por el reportívo. Nuestra noción «futuro» parece representar a la vez lo anterior (anticipación) y lo posterior
(después, lo que sucederá), como nos muestra el hopi. Esta paradoja podria

hacer un bosquejo de cuán elusivo es el misterio del tiempo real, y cuán artificial¬mente es expresado por una relación lineal de pasado-
presentc-futuro.

8. Tal vestigio es que el tensor «de larga duración**, siendo bastante diferente del adjetivo «grande» referido al espacio, parece contener
la misma raiz que el adjetivo «grande» referido al espacio. Otro es que «en algún lugar» del espacio, usado con ciertos tensores, significa «en
algún tiempo indefinido». Posiblemente, sin embargo, este no es el caso, y solamente es el tensor el que nos da el elemento del tiempo; asi que
«en algún lugar», todavía se refiere al espacio y que. bajo estas condiciones, el espacio indefinido significa aplicación general, simplemente sin
tener en cuenta el tiempo o espacio. Otro vestigio es que. en lo temporal (palabra cíclica), «la tarde#, el elemento que significa «tarde» está
derivado del verbo «separar». Hay otros vestigios parecidos, pero son pocas y excepcionales y obviamente no son como nuestro metaforlzar
referido al espacio.

9. Los verbos hopi de preparación natural, no corresponden completamente con nues¬tro «preparan», asi que na'twani podría también ser
presentado como «sobre lo que se practica», «lo que se intenta» y asi.

10. Véase, por ejemplo. Notes on Hopi Economic Lift, de limcst Beglehole (publicaciones de la Universidad de Yale en Antropología, núm. 15.
1937). especialmente la referen¬cia al anuncio de una cacería de conejos, y en la página 30. la descripción de las actividades en conexión con la
limpieza de Torcva Spnng —anunciándolo, vanos preparando actividades y finalmente, preparando la continuidad de los buenos resul¬tados ya
obtenidos, y el afluir continuo de la primavera.

11. Esta noción de almacenar podet. que parece implicada por gran parle de la conducta hopi. tiene una analogia en la física, la aceleración
Debe decirse que los antecedentes lingüísticos de las cosas del hopi. lo equiparan a reconocer naturalmente que la fuerza se manifiesta no como
movimiento o velocidad, sino como una acumulación de la aceleración. Nuestros antecedentes lingüísticos tienden a obstaculizamos el mismo
reconocimiento, por haber concebido legítimamente que la fuerza es la que produce el cambio; entonces pensamos en el cambio con nuestro
análogo lingüístico metafórico, el movimiento, en vez de en un concepto sin movimiento ni cambio, por ejemplo, la acumulación o aceleración.
Asi. esto llega a nuestro desprevenido senti¬miento como un shock al observar por los experimentos físicos que no es posible definir la fuerza
por el movimiento, que el movimiento y la velocidad, asi como también «estar en descanso», son completamente relativos, y que la fuerza
puede sólo ser medida por la aceleración.

12. Aquí pertenece el espacio «ncwloniano» y «cuelideo». etc.

Ruth Fulton Benedict 1887-1948

Antecedentes

Ruth Bcncdict fue una persona llena de atractivo. Ya que era algo sorda en su niñez, y más aún cn los últimos años de su vida, se convirtió en una
hábil persona que Icia cn los labios. Sus grandes ojos y su tendencia cn mantenerlos fijamente cn la cara cuando hablaba, le daba una sensación
dc auténtica impotencia. Fue tranquila, graciosa, ocasionalmente satírica, — y muy raramente incluso sarcásti¬ca— y alrededor de ella parcoe
haber una aura dc tristeza, aunque fue vivaz e interesada.

Nació cn una antigua familia norteamericana granjera —seis de sus antecesores habian luchado en la Revolución . Su padre fue médico y murió
antes de que ella cumpliera dos años: su niñez fue rigurosa y pobre, pero tuvo una buena educación. En 1905, fue a Vassar. donde su mayor
interés fue la literatura inglesa. Se graduó cn 1909. un Phi Beta Kappa; sin embargo, tenia la sensación dc que su educación le habia dado poco
significado social o intelectual a su vida. El siguiente año lo pa>0 en Europa con dos compañeras dc Vassar. Cuando volvió, enseñó educación
secundaria durante tres años c investigó a mujeres que se habian convertido en figuras literarias. En 1914 se casó con Stanley Benedict. un
bioquímico que enseña¬ba cn cl Colegio Medico de Comcll

Bcncdict tenia alrededor dc 30 años cuando se encontró con la Antropología, una disciplina que sentia que le permitía por primera vez poner cn
perspectiva los

contrastes entre gentes diferentes y diferentes periodos históricos. Desde 1919 hasta 1921 fue una estudiante de Alcxandcr Goldenwiser y Elsie
Claus Parsons en la Nueva Escuela de Investigación Social. Por ellos conoció a Franz Boas, quien tuvo una gran influencia en su trabajo. La
influencia de Robert Lowic. del que siguió un curso en el Museo Americano de Historia Natural, es también aparente, ella dijo que su primer
trabajo publicado. «The visión in Plains Culture» (1922) fue escrito a petición suya.
Hizo su primer trabajo de campo en el verano de 1922 entre los serrano, hajo la dirección de Alfred Kroeber. Este trabajo no era fácil para
Benedict, porque no podia oír y. en el fondo, creía imposible el aprender a leer en los labios los modelos fonéticos nuevos. Completó su
disertación doctoral sobre «The Conccpt of the Guardian Spirit in North America», en 1923, y su pnmer empleo en la enseñanza fue como
asistente de Boas, en una clase de bachilleres, en Barnard. en 1922-1923 (¡imagínense tener a Boas y a Benedici juntos en la misma clase!). El año
siguiente empezó a dar clases en la escuela de licenciados de Columbia

La dedicación de Benedict a la antropología no se completó hasta que definiti¬vamente supo que nunca tendría hijos, después de esto, ya fue
total. Se habia preparado como bccaria y se convirtió en una ctnóloga comparativa de primer rango, sin experimentar ningún cambio brusco.

En 1927. cuando estudiaba a los indios pima, se sorprendió mucho por el tremendo contraste entre su cultura y la cultura pueblo, la cual había
estudiado antes. Los pueblo ponían énfasis a la armonía; los pima, en el extremismo. Empezó a ver la cultura no solamente como la matriz donde
se desarrollan las personalidades, sino como una personalidad a gran escala. La loria que aparece en Patterns of Culture, nació cuando preparaba
un ensayo pata el 23 Congreso de Americanistas de 1928, pero no escribió el libro hasta 1931. Recurrió a Nietzsche para los términos «Apolíneo»
y «Dionísiaco». para describir las diferencias entre la cultura pueblo > Otras culturas indias americanas. Llamó a la cultura dobuan «paranoica» y
a la cultura kwakiutl «megalomamática». Algunos de sus colegas le reprendieron, pero el libro se ha convertido en un clásico, aunque hoy en dia
se lee a menudo en otros campos que no son la antropología, por el gran éxito que luvo —todos sus puntos buenos se han convertido en
truismos.

Después de la jubilación de Boas, Benedict, todavía como profesor asistente, fue presidente en funciones durante varios años. Durante los años
de la depresión, se esforzó en ayudar a sus estudiantes a obtener fondos para los trabaje» de campo. Editó el Journal of American Folklore (1928-
1939) y dirigió viajes de trabajo de campo en verano: uno a los apache en 1930, otro a los pies negros en 1938. Su primer año de descanso, en
1938-1939 lo dedicó a Race: Science and Polines, que nació de un panfleto que habia escrito para la armada. Se habia impreso pero no se
distribuyó porque ofendía a algunos congresistas. Como respuesta, escribió un libro que contenía lo que es todavía una de las mejores
argumentaciones sobre el racismo. Durante todo este tiempo. Bcncdict también escribió poesía, que se publi¬có más tarde bajo el nombre de
Annr Singlc»on

l.a segunda guerra mundial 1c descubrió un área de estudio completan>ente nueva: la aplicación del pensamiento antropológico a las sociedades
contemporá¬neas, no ya basado en el trabajo de campo sino en entrevistas y documentos Tenia su trabajo como investigadora en Washington,
donde trabajó consecutivamente sobre Rumania, Sium. Alemania y Holanda, y cerca del final de la guerra se interesó por Japón. El verano
siguiente a la guerra, había planeado ir a Alemania para establecer y supervisar una serie de estudios culturales de las comunidades alema-
ñas, pero las autoridades militares no la dejaron marchar; dijeron que era por motivos de salud, pero ella dijo bastante despreciativamente que
era porque temian que fuera herida y causara un escándalo.

Volvió a Columbia en 1946, después de terminar The Chrysanthemun and the Sword, que algunos antropológos consideran como su obra
maestra. Es un libro acerca de Japón, que permanece casi como único en los anales de la Antropología. En la primavera de 1947, se encargó de
un gran proyecto de investigación sobre las culturas conlempotáncas. del que salieron estudios sobre Francia. Alemania, Polo nia, Rusia, la China
precomunista y el Shtetl europeo del este. Ayudó a desarrollar un manual. The Study of Culture at a Dis lance que. entre otras cosas, discutía c
ilustraba la antropología aplicada y su importancia en las relaciones de los gobier¬nos nacionales.

El año siguiente, 1948. fue nombrada tardíamente profesora titular. Aquel vera¬no dio conferencias en la Escuela de Verano de la UNESCO en
Praga; entonces visitó los países que habia estado estudiando: Checoslovaquia. Polonia, Francia, Bélgica y Holanda. Cinco dias después de volver
de este viaje, se puso enferma y cinco días después moría de trombosis coronaria,

Introducción

Ruth Bencdict fue una teórica con una sola temática: trabajó la relación de la configuración cultural con la conducta habitual. De acuerdo con
Bcncdict, cada cultura es un todo integrado que tiene su propia configuración. Así. cada individuo de esta configuración cultural tiene las
características de esa cultura y se comporta de acuerdo con esc modelo.

La mejor exposición de los puntos de vista de Bcncdict se puede encontrar en su Patterns of Culture {1934). Aqui define la antropología como la
disciplina que estudia las diferencias entre las tradiciones culturales. Se derivan de tal perspecti¬va dos puntos extremadamente importantes.
Primero, la «s» que Boas y otros añadieron a «cultura», se convierte en central ya no estamos tan interesados en la cultura como lo estamos en
las culturas y cómo configuran al hombre F.n segundo lugar, «una cultura» está integrada. Cada cultura, desde este punto de vista, se ha hecho
por los seres humanos, está en un lugar determinado, y es diferente de otras culturas. Esto significa que cada cultura está más o menos
integrada, lo que a la vez implica que una cultura es más que la suma de sus partes

El énfasis en las culturas completas es una parte muy importante de la posición cultural relativista de que las culturas deberían ser estudiadas, lo
que es mejor que estudiar la cultura por una parte y las características de la cultura por otra La configuración cultural enfatizada por Benedict
lleva el programa Boasiano más lejos. Donde Boas enfatizaba la recopilación de información. Benedict propone una manera de ampliar la
comprensión de las culturas estudiadas al integrar los datos

adecuados alrededor del concepto de las configuraciones coIturnW


La utilización de los modelos culturales por Bcncdict representa un extremo rcduccionismo de las características culturales. Cuando, por ejemplo,
caracteriza a los zuñi como «apolíneos», una cultura donde prevalece la moderación, reduce los modelos culturales hasta tal grado que llega a
intentar explicar la conducta humana a través de ellos. Se podria considerar que es un punto de vista lógico, pero también es una simplificación
excesiva, benedict. al contrario que muchos de sus predeceso¬res. intentaba entender la conducía de los individuos en la sociedad Su técnica
para

llegar a tal comprensión fue utili/ar sus modelos culturales supersimplifkados como el concepto principal para explicar la conducta individual. El
modelo «causa» la conducta. El problema que tiene esta propuesta es su deficiencia cn tener cn cuenta la diversidad dc conductas posibles que
tiene cualquier cultura.

Sin embargo, debe de enfatizarse que. a pesar dc su reduccionismo extremo, la teoría dc los modelos dc cultura de Ruth Benedict representa la
primera teoría, no evolucionaría, no comparativa, no biológica, que intenta entender la conducta humana sobre la base de la integración cultural.

10. La integración de la cultura*

La diversidad cultural puede ser documentada infinitamente. Un campo de la conducta humana podría ser ignorado en algunas sociedades hasta
apenas existir, puede incluso cn algunos casos no estar ni imaginado. O podría cn su mayoría monopolizar toda la cultura organizada dc la
sociedad, y que se manipulara la mayoría dc las situaciones extrañas sólo según sus términos. Las características que no tuvieran relación
intrínseca entre si y que sean históricamente indepen¬dientes, se unen y se convierten en inextricables dándole la ocasión para tener una
conducta que no tiene ningún complemento en zonas que no hacen estas identificaciones. Es una consecuencia de esto cl hecho de que los
estándares, no importa en qué aspecto del comportamiento, fluctúan en culturas diferentes desde cl polo positivo al negativo. Deberíamos
suponer que en cl caso de matar a alguien, todos los pueblos estarían de acuerdo con la condena. Por el contrario, cn el caso de homicidio, se
puede probar que se puede salir impune si las relaciones diplo¬máticas se han roto entre varios países vecinos, o que uno mate por costumbre a
sus dos primeros hijos, o que un marido tenga cl derecho de vida o muerte dc su mujer, o que sea el deber de un hijo matar a sus padres antes dc
que se hagan mayores. Puede ser que se mate a los que roban un ave dc corral, o a quienes les salgan primero sus dientes superiores, o a
quienes han nacido cn miércoles. Entre algunos pueblos, una persona sufre tormentos por haber causado una muerte accidental; cn otros no
tiene ninguna consecuencia. El suicidio puede ser también un asunto sin importancia, cl recurso dc alguien que ha sufrido un pequeño rechazo,
un acto que ocurre constantemente cn una tribu. Podría ser el acto mejor y más noble que un hombre sabio puede hacer. La verdad de esto, por
otra parte, puede ser un caso dc risa incrédula, y cl acto por si mismo puede que sea inconcebible como posibilidad humana. O puede ser un
crimen castigado por la ley, o considerado como un pecado contra los dioses.
Impreso dc Pal temí of Culture (Modelen dc cultura), de Ruth Bcncdsct iBoMon: Houghlon Mifllm C'o, 19341 Los derecho* dc autor pertenecen a
Benedict deuk 1934 Esios derechos los renovo Ruth Valentín en 1961 Impreso con el permiso de Houghton Miíílin Companv y Routledfie &
K.ej>an Paul Ltd.

La diversidad dc las costumbres cn cl mundo no es. sin embargo, un asunto que podemos enumerar indefinidamente. Autotortura aqui. cacería
dc cabezas allí, castidad prenupcial cn una tribu y libertinaje adolescente en otra, no son una lista dc hechos inconexos; cada uno de ellos se
acoje con sorpresa donde se encuentra o está ausente. Los tabúes dc suicidarse o matar, similarmcntc, aunque no se relacionen con un estándar
absoluto, no son sin embargo fortuitos. El significado dc la conducta cultural no se ha agotado cuando hayamos entendido claramente que es
local, que está hecha por cl hombre y que es enormemente variable. También tiende a estar integrada. Una cultura, como cl individuo, es un
modelo más o menos consistente dc pensamiento y acción. En cada cultura se observa que hay propósitos característicos que no han sido
compartidos por otros tipos dc sociedad. Obedeciendo a estos propósitos, cada pueblo consolida cada vez más su experiencia, y, en proporción a
la urgencia dc estas experiencias, los puntos heterogéneos de la conducta, toman una forma cada vez más con¬gruente. Tomados por una
cultura bien integrada, los actos más imprevistos se convierten en característicos dc sus metas, a menudo a través de las más inverosí¬miles
metamorfosis. Podemos entender la forma que adoptan esos actos sólo al entender primero los más importantes casos emocionales e
intelectuales de esa sociedad.

Tal modelación de la cultura no se puede ignorar como si fuera un detalle sin importancia. Todo cl conjunto, como la ciencia moderna insiste en
muchos campos, no es simplemente la suma de todas sus partes, sino el resultado de un único acuerdo e interrelación de las partes, que ha
formado una nueva entidad. La pólvora no es sólo la suma dc sulfuro y carbón vegetal y nitro, y ninguna clase dc conocimiento, incluso de todos
sus tres elementos, cn todas las formas que toman cn cl mundo natural, demostrará la naturaleza de la pólvora. Se han formado nuevas
potencialidades, y han dado como resultado cl compuesto que no estaba presente cn sus elementos, y su modo de conducta se ha cambia¬do
indefinidamente del que tiene cualquiera dc sus elementos cn otras combi¬naciones.

Las culturas, asi mismo, son más que la suma dc sus características. Podría¬mos conocerlo todo acerca dc la distribución dc las formas dc
matrimonio cn una tribu, las danzas rituales, y las iniciaciones cn la pubertad, y aún asi no entender nada de la cultura como un todo que ha
utilizado estos elementos para su propósito. Este propósito selecciona entre las posibles características dc los luga¬res circundantes, aquellas
que puede utilizar, y descarta las que no. Rehace otras características de acuerdo con sus necesidades. Este proceso, por supuesto, no necesita
estar hccho dc manera consciente durante su proceso, pero se renuncia¬ría a la posibilidad de una interpretación inteligente si no se estudiara
en los modelos dc Id conducta humana.

La integración de las culturas no es, en lo más mínimo, mística. Es el mismo proceso por cl que un estilo artístico se convierte en duradero y
persistente. La arquitectura gótica, que empezó como lo que era: un poco más que la preferencia por la altura y la luz, para convertirse, por
medio de algún canon dc gusto que se desarrolló en esta técnica, en el *mco y homogéneo arte del siglo XIII. Descartó elementos incongruentes,
modificó otros para sus propósitos, c inventó otros que

estaban de acuerdo con su gusto. Cuando describimos el proceso histórica¬mente, usamos inevitablemente formas animistas de expresión como
si hubiera habido elección y propósito en el desarrollo de esta gran forma de arte. Pero esto se debe a las dificultades que tenemos en nuestras
formas de lenguaje. No hubo elección consciente, y ningún propósito. Lo que fue en un principio, no más que una ligera tendencia en las formas
y técnicas locales, se expresó cada vez con más fuerza, se integró en estándares cada ve/ más definidos, y dio como resultado el arte gótico.

Lo que ha pasado en los grandes estilos artísticos, pasa también en las culturas como un todo. Las diferentes conductas relacionadas con ganarse
la vida, aparearse, estar en guerra y adorar a los dioses, se tras forman en modelos consistentes de acuerdo con los cánones inconscientes de la
elección que se desarrollan en la cultura Algunas culturas, como algunos periodos del arte, no logran tal integración, y conocemos demasiado
poco acerca de otras como para llegar a entender los motivos que las ponen en movimiento. Pero las culturas, en cada nivel de complejidad,
incluso los más simples, lo han conseguido. Tales culturas deben su éxito a la adquisición de la cultura integrada, y lo curioso es que puede haber
vanas configuraciones posibles.

Sin embargo, la investigación antropológica ha estado más dedicada a los análisis de las características culturales que al estudio de las culturas
como un todo articulado. Esto se ha debido, en gran medida, a la naturaleza de las primeras descripciones etnológicas. Los antropólogos clásicos
no escribieron lo primero que se les ocurrió sobre las tribus primitivas. Fueron estudiantes de biblioteca, que tuvieron a su disposición las
anécdotas de viajeros y misioneros y los relatos formales y esquemáticos de los primeros etnólogos. Fue posible tra/ar con estos detalles ia
disribución de las costumbres de la extracción de los dientes, o de la adivinación con entrañas, pero no fue posible observar cómo estas
características estaban fijadas en tribus diferentes con configuraciones caracterís¬ticas que les daban forma y significado a los procedimientos.

Los estudios culturales, como The Golden Bough y los usuales volúmenes de etnología comparada, son discusiones analíticas de las
características, c ignoran todos los aspectos de la integración cultural. Las prácticas de aparejamiento o muerte están ilustradas con pequeñas
parles de la conducta, seleccionadas indis¬criminadamente de las culturas más diferentes, y la discusión construye una especie de monstruo
mecánico de Frankenstein. con un ojo derecho de Fiji, el izquierdo de Europa, una pierna de la Tierra del Fuego, y la otra de Tahiti, y todos los
dedos de las manos > los pies, de regiones diferentes. Tal figura no corresponde a ninguna realidad del pasado o presente, y la dificultad
fundamen¬tal que tiene es la misma que si. digamos, la psiquiatría terminara con un catálogo de nimbolos que los individuos psicopáticos
utilizan, e ignorara el es-tudio de los modelos de la conducta sintomática: esquizofrenia, histeria y los desórdenes maniaco-depresivo*, en los
que están basados. I I rol de la caracterís¬tica en la conducta del psicótico. el grado hasta el que es dinámico en la personalidad, y su relación con
todos los demás puntos de la experiencia, difieren completamente. Si estamos interesados en los procesos mentales sólo podemos quedarnos
satisfechos al relacionar el símbolo particular con la configuración

total del individuo. También hay incongruencias en estudios similares de la cultura. Si estamos interesados en los procesos culturales, la única
forma con la que podemos saber el significado del detalle seleccionado del comportamiento es contrastando los antecedentes de los motivos,
emociones y valores que están institucionalizados en esa cultura. La primera cosa esencial, asi lo parece hoy en día, es estudiar la cultura viva,
conocer sus hábitos de pensamiento y las funcio¬nes de sus instituciones, y tal conocimiento no puede surgir de las disecciones

postmortuorias y las reconstrucciones

La necesidad de estudios funcionales de la cultura ha estado recalcada varias veces por Malinowski. Critica los estudios de difusión como
disecciones postmor- tuonas de organismos que se deberían de estudiar mientras están vivos y funcio¬nando. Uno de los primeros y mejores
retratos completos de las tribus primitivas, que ha hccho posible la etnología moderna, es el extenso relato de Malinowski sobre los isleños
trobriand de Melanesia. Malinowski, sin embargo, en sus gene¬ralizaciones, está satisfecho al enfatizar que las características tienen un contexto
real en la cultura de la cual forman parte, que están en funcionamiento. Entonces generaliza las características de los trobriand: la importancia
de las obligaciones reciprocas, el carácter local de la magia, la vida doméstica de los trobriand; como válidas para un mundo primitivo, en vez de
reconocer la configuración de los trobriand como una más de los tipos observados, cada uno con sus disposiciones características de la esfera
económica, religiosa y doméstica.

El estudio de la conducta cultural, sin embargo, no se puede tomar por más tiempo, igualando disposiciones particulares locales con lo primitivo
genérico. Los antropólogos están dejando el estudio de la cultura primitiva y se dedican más al de las culturas primitivas; y las implicaciones de
este cambio, del singular al plural, están empezando a ser evidentes.

La importancia del estudio de toda 1a configuración, contrariamente al análi¬sis continuado de sus partes, se observa en lodos los campos de la
ciencia moderna. Wilhcim Stcrn ha hecho de esto el punto básico de su trabajo sobre la filosofía y la psicología. Insiste en que la totalidad
indivisible de la persona debe- de ser el punto de partida. Critica los estudios atomísticos que han sido universa¬les en la psicología introspectiva
y experimental, y sustituye la investigación con la de la configuración de la personalidad. Toda la escuela Slrukiur se ha volcado en los trabajos de
esa clase, en diferentes campos. Worringer nos ha mostrado cual es la diferencia fundamental de esta propuesta en el campo de la estética.
Contrasta el arte muy desarrollado de dos periodos, el griego y el bizantino. La critica anterior, insiste, que definía el arte en términos absolutos y
lo identificaba con los estándares clásicos, posiblemente no podia entender los procesos del arte como están representados en la pintura o
mosaico bizantinos, lil éxito de uno no puede ser juzgado con los mismos términos del otro, porque cada uno intentaba conseguir finales
diferentes. Los griegos, por su arte, intentaban darle expresión a su propio placer en la actividad; buscaban materializar la identificación de su
vitalidad con el mundo objetivo. El arte bizantino, por otro lado, objetivaba la abstracción, un profundo sentimiento de separación con la
naturaleza exterior. Cualquier estudio de ambos debf tener en cuenta, no sólo las comparaciones de la habilidad artistica. sino mucho más las
diferencias de la intención artística. Las

dos formas eran configuraciones diferentes, integradas, cada una dc las cuales podía hacer uso dc las formas y estándares que eran increíbles
para la otra.

La psicología dc la Gestalt (configuración) ha hccho uno dc los trabajos más sorprendentes, al justificar la importancia dc este punto dc partida
del todo más que de sus partes. Los psicólogos dc la Gestalt nos han mostrado que cn cl sentido de la percepción más simple, ningún análisis dc
las percepciones separa¬das puede considerarse como la experiencia total. No es suficiente dividir las percepciones en fragmentos objetivos. La
estructura subjetiva, las formas dadas por la experiencia anterior, son cruciales y no pueden ser omitidas. Las «propie¬dades de la totalidad» y
las «tendencias dc la totalidad» deben estudiarse junto con los mecanismos de asociación simple, con los que la psicología ha estado satisfecha
desde Locke. El todo determina sus partes, no sólo su relación, sino su verdadera naturaleza. Entre dos todos, hay una discontinuidad cn la
especie, y cualquier estudio debe tener cn cuenta sus naturalezas diferentes, sobre y bajo un reconocimiento dc los elementos similares que
tienen ambos. El estudio de la psicología dc la Gestalt se ha basado principalmente en estos campos donde la evidencia se puede llevar
expcrimcntalmcnte al laboratorio, pero sus implicacio¬nes llegan más allá de las simples demostraciones que se asocian con su trabajo.

En las cicncias sociales, se observó la importancia dc la integración y la configuración cn la última generación, y fue debido a Wilhelm Dilthcy. Su
interés principal se basó en las grandes filosofías y las interpretaciones de la vida. Especialmente cn Pie Typen der Weltanschauung analiza parte
de la historia del pensamiento, para mostrarnos la relatividad de los sistemas filosóficos. Los ve como grandes expresiones de la variedad de la
vida, modos, LebensstimmunxeiK las actitudes integradas cuyas categorías fundamentales no se pueden resolver siguiendo el ejemplo de la otra.
Discute enérgicamente la suposición dc que cualquiera dc ellas puede ser final. No formula como culturales las actitudes diferentes que discute, y
no lo hace porque discute sobre grandes configuraciones filosóficas, y periodos históricos como cl dc Federico cl Grande; su trabajo ha llegado
cada vez más a un reconocimiento consciente del papel dc la cultura.

Oswald Spcngler lo ha reconocido y ha hccho dc esto su expresión más elaborada. Su Decline of the West, tiene su titulo no de su tema dc las
ideas del destino, como llama al modelo dominante de una civilización, sino de una tesis que no tiene relación con nuestra discusión, es decir,
que estas configuraciones culturales tienen, como cualquier organismo, una duración que no pueden sobre¬pasar. Esta tesis dc la muerte dc las
civilizaciones se argumenta basándose cn cl cambio de los centros culturales de la civilización occidental y la periodicidad del logro de una
elevada cultura. Refuerza esta descripción con la analogía, que no puede ser más que una analogía, con el ciclo del nacimiento y de la muerte dc
los organismos vivos. Cada civilización, cree, tiene su robusta juventud, su fuerte madurez y su desintegrante senectud.

Esta es la última interpretación de la historia que está generalmente identifi¬cada con The Decline of the West, pero cl analisis más valioso y
original dc Spcngler es cl de contrastar las configuraciones de la civilización occidental. Distingue dos grandes ideas del destino; lo apolíneo del
mundo clásico y lo faustico del mundo moderno. El hombre apolíneo concibe su alma «como un

cosmos ordenado» cn un grupo dc partes excelentes». No hay lugar cn su universo para cl deseo, y el conflicto era un mal que su filosofía
criticaba. La idea de un desarrollo interior de la personalidad le era extraño, y veía la vida como si estuviera bajo la sombra de la catástrofe que
siempre le amenazaba brutalmente del exterior. Sus climax trágicos eran destrucciones desenfrenadas dc la vista placentera dc la existencia
normal. El mismo suceso le podría haber ocurrido a otro individuo dc la misma manera y con los mismos resultados.

Por otro lado, el retrato faústico de si mismo es el de una fuerza que combatía los obstáculos sin cesar. Su versión del curso de la vida individual
es la del desarrollo interior, y las catástrofes dc la existencia aparecen como la culmina¬ción inevitable dc sus elecciones y experiencias
anteriores. El conflicto es la esencia dc la existencia. Sin él. la vida personal no tiene sentido, y sólo los valores más superficiales dc la existencia
se pueden conseguir. El hombre faústico desea el infinito c intenta alcanzarlo. Faústico y apolíneo son interpretaciones opuestas de la existencia,
y los valores que aparecen cn uno. son extraños y triviales para cl otro.

La civilización del mundo clásico se construyó sobre cl punto de vista de la vida apolinca, y el mundo moderno ha estado reflejando en todas sus
institucio¬nes las implicaciones del punto dc vista faústico. Spcngler observa también a los egipcios, «que se veían como bajando por un sendero
dc la vida, estrecho e inexorablemente prescrito hasta llegar al final ante los jueces dc los muertos», y a la magia con su dualismo estricto de
cuerpo y alma. Pero sus intereses principales son lo apolíneo y lo faústico, y considera las matemáticas, la arquitectura, la música y la pintura
como expresiones dc estas dos grandes filosofías opuestas de periodos diferentes de la civilización occidental.

La impresión errónea que pueden dar los volúmenes dc Spengler se debe parcialmente a la forma dc su presentación. En un grado más amplio,
esto es la consecuencia dc las dificultades sin resolver de las civilizaciones que estudia. Las civilizaciones occidentales, con su diversidad histórica,
su estratificación dc las ocupaciones y clases, su incomparable riqueza dc detalles, no se han entendido bien para poder ser resumidas bajo
algunos lemas. Fuera de ciertos círculos intelectuales y artísticos muy restringidos, el hombre faústico. si aparece, no pertenece a nuestra
civilización. Existen los hombres fuertes de acción y los hahhits. así como los faústicos, y ningún relato etnológicamente satisfactorio dc la
civilización moderna puede ignorar estos tipos a los que se recurre constante¬mente. Tan convincente es caracterizar a nuestro tipo cultural
como dc bastante extrovertido, corriendo en una actividad mundana sin fin. inventando, gobernan¬do, y, como dice Edward Carpentcr.
«subiendo a trenes sin cesar», como si se caracterizara a esto como faústico. un alcanzar cl infinito.
Antropológicamente hablando, el retrato dc la civilización dc Spengler sufre de la necesidad con la que cl trabaja, dc tratar a la sociedad moderna
estratifica¬da como si tuviera la homogeneidad esencial de la cultura popular. En nuestro estado actual dc conocimiento, los datos históricos dc
la cultura europea occiden¬tal, son demasiado complejos, asi como la diferenciación social, para ceder a los análisis necesarios. Sin embargo, es
sugestiva la discusión dc Spcngler del hombre faústico para un estudio de la literatura y filosofía europea, asi como su énfasis

184 Ruth Fufton Benedict

sobre la relatividad de los valores; su análisis no puede ser final, porque se pueden tra/ar otros retratos igualmente válidos. Retrospectivamente,
se podría caracterizar adecuadamente un todo grande y complejo como la civilización occidental, pero a pesar de la importancia y verdad del
postulado de Spcngler sobre ideas inconmensurables del destino, resulta confusa ahora la intención de interpretar el mundo occidental con los
términos de cualquier característica selectiva.

Es una de las justificaciones filosóficas en el estudio de los pueblos primitivos, el que los hechos de las culturas más ampies podrían hacer más
claros los hechos sociales, que son de otra forma desconcertantes y no abiertos a la demostración. En ningún lugar es más cierto que e» materia
de las configuraciones culturales fundamentales y distintivas que modelan la existencia y condicionan los pensa¬mientos y las emociones de los
individuos que participan en esas culturas. Todo el problema de la formación de los modelos de hábito del individuo que está bajo la influencia
de la costumbre tradicional, puede entenderse mejor ahora a través del estudio de pueblos más simples. Esto no significa que los hechos y
procesos que podemos descubrir de esta manera estén limitados en su aplicación a las civilizaciones primitivas. Las configuraciones culturales
son muy importantes y significativas en las más elevadas y complejas sociedades de las que tenemos conocimiento. Pero el material está
demasiado enredado y cerca de nuestros ojos, para que nos enfrentemos a él con éxito. La comprensión que necesitamos para nuestros propios
procesos mentales se puede alcanzar con un rodeo. Cuando las relaciones históricas de los seres humanos y sus antepasados inmediatos en el
reino animal eran demasiado complicadas para usarlas para establecer la evolu¬ción biológica, Darwin. en vez de esto, usó la estructura de los
escarabajos; y el proceso, que en la compleja organización física de los humanos es confusa, en el material más simple era transparente de
entender. Sucede lo mismo con el estudio de los mecanismos culturales. Necesitamos toda la aclaración que podamos obtener del estudio del
pensamiento y la conducta, como está organizado en grupos menos complejos.

He elegido tres civilizaciones primitivas para mostrarlo con algún detalle (en los capítulos siguientes de Patterns of Cultura. Unas cuantas culturas
entendidas como organizaciones coherentes de la conducta, son más csclarecedoras que muchas analizadas sólo en sus puntos más importantes.
La relación de las motivaciones y propósitos con los puntos separados de la conducta cultural al nacer, al morir, en la pubertad y en el
matrimonio, no se pueden nunca esclarecer con un estudio amplio del mundo. Debemos adjudicamos los trabajos menos ambiciosos, la
comprensión compleja de unas cuantas culturas

Referencias

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Spcngler, Oswald' The Decline of the West. New York. 1927-1928.

Stcm. Wilhelm: Ote differenttelle Psychologie in ihren Grundlagen. Lcip/jg, 1921 Worringer. Wilhclm: Fomi m Gothic. London. 1927.

Ralph Linton 1893-1953

... Considero como mi logro más grande c! hccho de ser un miembro adoptado de la tribu comanche; fui aceptado maestro tallista por los nativos
marquesanos y ejecuté encargos para ellos de su propio arte; soy un miembro de la Iglesia Nativa de Norteamérica (Peyote), de acuerdo con el
rito quapaw; me convertí en un omhlasy nkazo (curandero) propiamente acreditado en Madagascar y fui incluso invitado a unirme al Rotary Club
de una ciudad del medio oeste.—Ralph Linton

Antecedentes
Ralph Linton. aparte de tener una forma de pensar muy original y ser muy locuaz, tenia una mente muy sintética. F.n la época en que Linton
escribía, la Antropología era algo tan difuso que. unificar criterios era cada vez más difícil; además, al mismo tiempo, no se habia desarrollado lo
suficiente para que cada una de sus especializa-

cionca permitiesen crear lo* conceptos generales que hicie&cn posible convrrlir lo que era una «generalidad» en una «especialidad».

Linton nació en una antigua familia cuáquera de Filadelfia con pocos intereses científicos o intelectuales. Su padre, un hombre de negocios con
éxito, creía que los hijos tenían que pasar su tiempo libre trabajando y ganándose su paga mensual, así que. desde que tuvo diez años. Linton
pasó sus vacaciones trabajando en uno u otro de los restaurantes de la cadena que tenía su padre en Piladelfia.

Fue a un instituto de enseñanza secundaria cuáquero, donde encontró poca inspiración para estudiar, pero se le animó para que continuara su
educación. Su trabajo como estudiante Jo hizo en e! colegio Swarthmore, que. en ese momento, no daba Antropología. Linton trabajó en
Ciencias Naturales y fue un lector voraz de lengua y Literatura. Mientras estaba en Swarthmore. estuvo bajo la influencia de Spcncer Frotter,
cuyos cursos de ciencia general le inspiraron la noción de busca) una síntesis de los variados puntos de vista con que se había encontrado.
Final¬mente. su búsqueda de la síntesis le llevó a la Antropología

fcl primer estudio de l.inton sobre la Antropología se centró en la Arqueología cuando era niño habia coleccionado sistemáticamente puntas de
flecha Fn 1912-1913, mientras todavía eta un estudiante, se unió n expediciones que iban hacia el suroeste de Norteamérica y Guatemala. En
1915. justo después de recibir su B A . descubrió un emplazamiento arcaico cerca de Haddonfteld, Nueva Jersey —el primero que identificó tal
cultura al sur de Nueva Inglaterra . Sus publicaciones acerca de esta excavación provocaron una controversia considerable

En la I Guerra Mundial, l inton fue cabo en la artillería de campo 149. división 42 (Arco Iris), y fue ligeramente gaseado en el frente de F'rancia.
Mostró gran extravagancia clara acerca de lodo esto, escribiendo un divertido articulo llamado «Totemism and the A.E.F. (American Expcdilionary
Forcé)-»; intercalaba a menudo humor irreverente en sus escritos. Usaba "los mejores métodos científicos», como que el maiz tenia que haber
sido aclimatado en Africa. La teoría no es sólo graciosa, sino que es una critica de la escuela difusiomsta de Antropología.

Fn 1920, tomó bajo su cargo la investigación de las islas Marquesas Durante sus dos años en Polinesia, sus intereses cambiaron de dirección.
Continuó trabajan¬do en Arquclogta. pero estuvo cada vez más interesado en los pueblos contemporá¬neos. En 1922. cuando volvió de
Polinesia, se unió a la plantilla del Museo de Historia Natural de Chicago, donde escribió gran número de artículos breves sobre lo esencial de la
cultura de los indios oceánicos y americanos
Su segundo viaje de investigación fue a Madagascar. en 1925-1927 Cuando volvió, aceptó un trabajo cr. la Universidad de Wiscorusin —y sus
intereses conti¬nuaron dirigiéndose hacia «lu Antropología de a pie»—. En pocos años se había dado a conocer como uno de los primeros
científicos sociales de América.

l.inton fue un magnifico maestro. Pronto tuvo unos discípulos jóvenes que estudiaron en Wisconsin John Dotlard, John Gillen. E. Adamson
Hocbci, Clyde Kluckhohn. Lauriston Sharp y Sol Tax. entre otros- . Linton también estuvo influenciado por algunos de sus colegas en Wisconsin:
Kimball Young. el psicólogo social; los psicólogos Clark Hull y Ifarry llarlow; y los éticos F.C\ Sharp y Elíseo Vivas.

Linton pasó vanos veranos, mientras estaba en Wisconsin, haciendo investiga dones arqueológicas en la parte norte del estado en cooperación
con el museo público de Milwaukee Fn d verano de 1934. estuvo a cargo de las expediciones educativas del laboratorio de antropología para
estudiar a los indios comanchcs de Oklahoma.

En los añnc treinta. la Antropología norteamericana estaba cambiando rápida- mente y Linton era uno de los lideres del cambio—. La
Arqueología y la Antropología Física se estaban separando; nuevos des.iirollos en la Psiquiatría y Psicología estaban teniendo un gran impacto; la
Sociología europea y las idea» del funcionalismo estaban minando los puntos de vista establecidos. Fn tal entorno, los intereses y lu capacidad de
síntesis de Linton se convirtieron en algo de gran importancia también tenia la rara habilidad de expresar sus ideas y síntesis en

inglés puro y simple . Nunca creyó necesario imponer un sistema cerrado; la consistencia total no era una de sus metas. Su propuesta estaba
completamente abierta.

Durante los años treinta. Radchffc-Brown fue a dar clases a la Universidad de Chicago. Linton deploró su influencia sobre los antropólogos
jóvenes, porque veia el gran interés de la Antropología y cómo desaparecía la unidad ante las estrechas espccializacioncs de la Antropología
Social. Sus debates públicos con Radcliffe- Brown llevaron a Linton a avanzar sus debates funcionales, que tenían mucho más en cuenta los
factores culturales e históricos.

En 1936, Linton publicó The Study of Man, que consideraba su mayor contnbu- ción a la Antropología. (Lo consideramos el mejor libro de la
década). En él desarrolló los conceptos de status y rol, que ahora son usados por todos los científicos sociales: resumió un punto de vista sensible
del funcionalismo y preveyó su próxima meta: un puente sobre el vacio entre el individuo y la cultura.

Linton se fue a Colombia en 1937 y, el año siguiente, se convirtió en director del departamento de Antropología. Allí, el contacto continuo con los
psicólogos esti¬muló su interés por la cultura y la personalidad, y le llevó a una serie de seminarios conjuntos con Abram Kardiner. Colaboraron
en The Psichologieal Froniiers of Soc&tys (1945). Linton también publicó The Cultural Backgnwnd of Personality, que tiene algunos puntos de
vista diferentes de los de Kardiner.
En 1946, se fue a Yale como profesor invitado de Antropología. Fue entonces cuando se centró en los problemas del relativismo cultural y los
valores éticos universales. Linton murió la víspera de Navidad, en 1953. al final de una serie de ataques cardiacos que le afectaron durante un
periodo de ocho años. En el momen¬to de su muerte dejó un esbozo de The Tree of Culture al que le fallaban dos capítulos. De sus notas,
esquemas y casetes, el libro fue terminado por la señora Linton con ayuda de varios de sus colegas.

Introducción

Se debe considerar a Ralph Linton como uno de los autores clave de los estudios de cultura y personalidad. Sin embargo, sus contribuciones a la
Antropología alcanzan más que esto. El enfoque que le da Linton a la Antropología es sobretodo cultural, y una de las características principales
de su trabajo es la importancia que le atnbuyc al individuo en todos los estudios culturales y sociales. Debe verse a l.inton como un culturista e
individualista.

Hemos escogido el libro The Study of Man (1936) de Linton. Es el primer libro representado aquí que parece moderno a los lectores de hoy. Sin
lugar a dudas, es una tentación incluir todo el libro. Hemos seleccionado el capitulo sobre status y rol. La idea de rol se ha convertido tanto en
parte de nuestra cultura general, que es difícil darnos cuenta que fue formulada como un término técnico en los años treinta. Al hacer esta
«afección, sin rmhnrgo, htrmns trnirlis j|nr omitir Lis ideas de linton acerca del funcionalismo. Tales ideas deben, sin lugar a dudas, ser
examina¬das para que podamos situar a Linton no sólo en el pasado sino en el trabajo de la gente que apareció después

Para muchos autores, el funcionmalismo tiene dos significados básicos: (I) propósito: hay una dimensión teológica hacia el funcionalismo: y (2) la
idea mate¬mática de que dos cosas cambian juntas, cada una dependiendo del cambio de lu otra. Linton no pudo ser tan simplista

Aunque Linton escribía en un momento cn que el funcionalismo era considera¬do como un nuevo desarrollo importante cn la Antropología,
rehusaba enfatizar cl aspecto sistémíco del funcionalismo, que recalcaba la intcrrclación dc la» institucio¬nes. ignorando a los individuos. Para
Linton, cl termino función se refiere a la interrelación de los individuos y nada más. Atribuye a los elementos culturales cuatro características:
forma, significado, uso y función. Forma, para Linton. es el arreglo total dc los modelos dc cultura: el significado se refiere a las asociaciones
dadas a un elemento cultural por los miembros dc una sociedad, y puede ser subjetivo y algunas veces inconsciente; cl uso se refiere a la
utilización dc una característica en un contexto cultural. Sigue ese enfoque multifacético dc los ele-mentos culturales, oponiéndose Linton a las
explicaciones exclusivas o unilaterales dc la realidad cultural. Sin lugar a dudas, una vez constató que el avance verdadero cn la Antropología no
vendría sólo del funcionalismo sino a través de la síntesis de todas las perspectivas. Linton fue un gran sintetizador -la verdadera cualidad que
hizo a Spencer destacablc ~. Al llevar ideas a los nuevos contextos, expuso nuevos significados. Para mantener los valores que puso sobre el
individuo y para desarro¬llar su idea acerca de la relación del individuo con la cultura, Linton tuvo que crear una manera de asociar al individuo
con la sociedad. Su agudizamiento del concepto dc status (aunque Max Wcbcr y muchos otros habían escrito acerca de esto) y su desarrollo del
concepto de rol, le permitieron hablar acerca de la sociedad humana como «supraindividual», y todavía retener su noción dc individuos, con sus
perso¬nalidades. desempeñando su papel cn una cultura.

Los funcionamientos dc una sociedad, de acuerdo con Linton. dependen dc la existencia de configuraciones de reciprocidad entre los miembros
dc una sociedad. El status se refiere a las posiciones dentro de las estructuras de reciprocidad y puede ser considerado como la suma dc los
derechos y deberes de un individuo en una sociedad. Por otra parte, cl rol se refiere a los aspectos conductistas del status. Cuando los derechos y
deberes actúan, un individuo desempeña su papel en la sociedad. Le sigue que cl rol y status no pueden separarse ambos términos repre¬sentan
diferentes aspectos del mismo fenómeno . El rol como concepto se refiere a la conducta experimentada; y el status, al aspecto cognitivo dc la
sociedad Este enfo¬que. que distingue el significado de la acción, es tipjco cn los trabajos dc Linton Veremos que él también hace uso de esto en
su discusión dc los elementos culturales

11. Status y rol *

El funcionamiento dc las sociedades depende dc la presencia dc modelos pan* ¡a conducta recíproca entre individuos o grupos de individuos. Las
posicio^ polares cn tales modelos de conducta reciproca son conocidos tccnicamc^ como status. El término status, como el término cultura ha
sido usado con Un doble significado. Un status, cn lo abstracto, es una posición cn un modt|0 particular. Asi, es bastante correcto hablar dc cada
individuo como que tis„e muchos status, ya que cada individuo participa cn la expresión dc un número <je modelos. Sin embargo, aunque cl
término es calificado dc alguna manera, cj status de cualquier individuo significa la suma total dc todos los status qUc ocupa. Esto representa su
posición en relación a la sociedad total. Así el stai^ del Sr. Jones como miembro de su comunidad deriva dc una combinación <|c todos los status
que él tiene como un ciudadano, como procurador, como masón como metodista, como marido dc la Sra. Jones, etc.

Un status, al contrario que el individuo que puede ocuparlo, es simplcme^. una colcccion de deberes y derechos. Ya que estos derechos y
deberes puetj^ sólo encontrar expresión a través de los individuos, es extremadamente difi^i para nosotros mantener una distinción cn nuestro
pensamiento entre los statu» y la gente que los mantiene y cjcrcc los derechos y deberes que los constituyen. relación entre cualquier individuo y
cualquier status que mantiene es algo cor^ lo que hay entre cl conductor de un automóvil y el lugar del conductor en ^ máquina. El asiento del
conductor con su volante, acelerador y el resto dc 1^ controles es una constante con potencialidades siempre presentes para la acción v el
control, mientras que cl conductor puede ser cualquier miembro dc la familia j puede ejercer estas potencialidades muy bien o muy mal.

Un rol representa cl aspecto dinámico de un status. El individuo está socijj. mente asignado a un status y lo ocupa con relación a otros status.
Cuan^ efectúa los derechos y deberes que constituyen el status, está desempeñando ün rol. F.I rol y el status son bastante inseparables, y la
distinción que hay entre clj^ es sólo dc interés académico. No hay roles sin status o status sin roles. Asi corjjo cn el caso del status, el término rol
se usa con un doble significado. Cu^ individuo tiene una serie de roles que derivan de los modelos variados cn participa y al mismo tiempo un rol.
general, que representa la suma total dc est^ roles y determina lo que hace por su sociedad y que es lo que espera de ella.

Aunque todos los status y roles derivan de modelos sociales y son parj^ integrantes de modelos, tienen una función independiente en relación
con 1^ Individuos que ocupan los status panicularcs y ejercitan sus roles. Para lafcj individuos cl status y rol combinados representan el minimo
de las actitudct y conducta que debe dc asumir si quiere participar en la expresión evidente

• Impreso dc The Siudt• of Man (HnuJewood CliíTs. NJ: Prcntice Hall. 1936, repisado cn 19^ págx 113-131.

modelo. El status y el rol sirven para reducir los modelos ideales de la vida social a términos individuales. Se convierten en modelos
organizadores de las actitudes y conducta del individuo; así que deben de ser congruentes con aquellos otros individuos que participan en la
expresión del modelo. Asi, si estamos estudiando los términos del fútbol en abstracto, la posición del quarttr-back no tiene signifi¬cado a no ser
en relación con las otras posiciones. Desde el punto de vista del mismo quarter-back es una entidad distinta e importante. Determina donde
tendrá su lugar en la formación y qué hará en varias jugadas. Su asignación a esta posición limita y define a la vez sus actividades y establece un
minimo de cosas que debe aprender. Similarmente, en un modelo social tal como el de la relación jefe-empleado, los status del jefe y del
empleado definen lo que cada uno tiene que saber y hacer para poner el modelo en operación. El jefe no necesita saber las técnicas que
conciernen a la labor del empleado, y el empleado no necesita conocer las técnicas de mercado o contabilidad.

Es obvio que, mientras no hay interferencias de orígenes externos, cuanto más perfectamente los miembros de cualquier sociedad estén
ajustados a sus status y roles más suavemente funcionará la sociedad. En su intento por ocasionar tales ajustes, cada sociedad se encuentra
entre la espada y la pared. La formación de hábitos y actitudes en el individuo empiezan en el nacimiento y. siendo igual en otras cosas, lo más
pronto que empiece su preparación para un status, con más éxito lo conseguirá. Al mismo tiempo, nunca dos individuos son iguales, y el status
que será congénito para uno, puede no ser congénito para el otro. También hay en todos los sistemas sociales ciertos roles que requieren más
que prepara¬ción para su cumplimiento con éxito. La técnica perfecta no hace a un gran violinista, ni un minucioso libro de conocimiento de
tácticas a un general eficiente. La utilización de los dones especiales de los individuos pueden ser altamente importantes para la sociedad, como
en el caso del general, aunque estos dones se muestren bastante tarde, y esperar su manifestación para la asignación de los status sería perder
las ventajas que se derivan de empezar pronto la preparación.

Afortunadamente, los seres humanos son tan variables que casi cualquier individuo normal puede ser preparado para el cumplimiento adecuado
de casi cualquier rol. La mayoría de los negocios de la vida pueden ser tratados bajo la base del hábito, con poca necesidad de inteligencia y
ninguna para los dones especiales. Las sociedades se han encontrado con un dilema al desarrollar dos tipos de status, el atribuido y el logrado.
Los status atribuidos son aquellos que se les asignan a los individuos sin referirse a sus diferencias o habilidades innatas. Pueden ser previstas y
preparadas desde el nacimiento. Los status logrados son. como mínimo, aquellos que requieren habilidades especiales, aunque no estén
necesariamente limitados a estos No son asignados a los individuos desde el nacimiento sino que se dejan abiertos pitra que «an llenador, con la
competición y el esfuerzo individual. La mayoría de los status en lodos los sistemas sociales son del tipo atribuido y aquellos que se cuidan de los
trabajos ordinarios de cada día de la vida son prácticamente siempre de este lipo.

En todas las sociedades ciertas cosas se seleccionan como puntos de referencia para la atribución del status. Las cosas elegidas para este
propósito son siempre de lal naturaleza que son comprobables al nacer, haciendo posible empezar la

preparación del individuo para sus status potenciales y roles a la vez. El más simple y umversalmente usado de estos puntas de referencia es el
sexo. La edad se usa con casi igual frecuencia, ya que todos los individuos pasan a través del mismo ciclo de crecimiento, madurez y declive, y los
status cuya ocupación será determinada por la edad pueden ser pronosticados y preparados con cuidado. Las relaciones familiares, el ser más
simple y obvio que es el niño para su madre, son también usados en todas las sociedades como puntos de referencia para el establecimiento de
series enteras de status. Por último, está el tema del nacimien¬to en un grupo particular socialmente establecido, tal como una clase o casta. El
uso de este cipo de referencia es común, pero no universal. En todas las socieda¬des. la atribución actual de status al individuo se controla por
series de estos puntos de referencia que. juntos, sirven para delimitar el campo de su futura participación en la vida del grupo.

La división y atribución de status relacionados con el sexo parece ser básica en todos los sistemas sociales. Todas las sociedades prescriben
actitudes y activi¬dades diferentes para hombres y mujeres. Muchos de ellos intentan racionalizar estas prescripciones en términos de las
diferencias psicológicas entre los sexos o sus diferentes roles en la reproducción. Sin embargo, un estudio comparativo de los status atribuidos a
las mujeres y a los hombres en culturas diferentes parece indicar que, mientras tales factores pueden haber servido como punto de comien¬zo
para el desarrollo de una división, las atribuciones actuales están casi todas determinados enteramente por la cultura. Incluso las características
atribuidas a los hombres y mujeres en sociedades diferentes varían tanto que pueden tener poca base psicológica. Nuestro propio ideal de
mujeres como ángeles servidores contrasta mucho con la ingenuidad de las mujeres como torturadoras entre los iroqueses y el deleite sádico
que tienen en el proceso. Incluso las dos últimas generaciones han observado un gran cambio en los modelos psicológicos de las mujeres en
nuestra propia sociedad. La dama delicada, vaga, de mitad del siglo dieciocho, está tan extinguida como la nana.

Cuando llegamos a la atribución de ocupaciones, que es, después de todo, una parte integral del status, encontramos las diferencias entre las
sociedades incluso más marcadas. L.as mujeres arapesh. normalmente, llevan cargas más pesadas que los hombres «porque sus cabe¿as son más
duras y fuertes.» En algunas so-ciedades. las mujeres haccn la mayor parte del trabajo manual, en otras, como en las islas Marquesas, incluso el
cocinar, mantener la casa y el cuidado de los niños son ocupaciones propias masculinas, y las mujeres pasan la mayor parte de su tiempo
acicalándose. Incluso la regla general de la desventajj de la mujer por ci embarazo y lactancia indica las ocupaciones más activas, como las del
macho, y las menos activas, como las de la hembra, tiene muchas excepciones. Asi. entic los Uwmanos, la ca/a de focas era trabajo de mujeres
Nadaban hasta lu» rocas de las focas, aixxhaban los animales y le daban garrotazos. Las mujeres tasmanas también cazaban zarigüeyas, lo que
requería trepar árboles altos.

Aunque la atribución actual de las ocupaciones por las pautas del sexo es muy variable, el modelo de la división por sexos es constante. Hay muy
pocas sociedades en las que cada actividad importante no haya sido asignada definiti¬vamente a los hombres o a las mujeres. Incluso cuando los
dos sexos cooperan en

una ocupación en particular, el terreno dc cada uno está usualmente bien delimi¬tado. Asi. cn la cultura del arroz dc Madagascar. los hombres
hacen los semille¬ros y tcrra/as y preparan los campos para trasplantar, luis mujeres hacen el trabajo dc transplantar, que es duro y dcslomador.
Las mujeres quitan la maleza, pero los hombres recogen la cosecha. Las mujeres entonces la llevan a las eras, donde los hombres la trillan
mientras las mujeres la aventan. Por último, las mujeres la muelen en morteros y la cocinan.

Cuando una sociedad asume una nueva industria, hay un periodo de incerti- dumbre durante el cual cl trabajo puede ser hccho por cualquier
sexo, pero pronto cac cn el terreno de uno u otro. En Madagascar, la alfarería la hacen los hombres en algunas tribus y las mujeres cn otras. En la
única tribu en la que se hacc por hombres y mujeres es una en la que cl arte ha sido introducido en los últimos sesenta años. Se me dijo que
durante los quince añas anteriores a mi visita, había habido un descenso marcado cn cl número dc alfareros; muchos hombres que alguna vez
habian practicado este arte lo habian dejado. El factor bajos salarios, esgrimido como la razón para que los hombres dejasen una de nuestras
ocupaciones propias cuando las mujeres entraban en ella con fuerza, no era ciertamente operativa aquí. El terreno no estaba saturado y los
precios de los productos dc los hombres y dc las mujeres eran los mismos. Muchos dc los hombres que habían dejado cl negocio no tenían claras
sus razones, pero unos cuantos dijeron francamente que no les gustaba competir con las mujeres. Apa¬rentemente, la entrada de mujeres cn cl
trabajo le ha quitado cierta cantidad de prestigio. Ser alfarero no era cl oficio más apropiado para un hombre, aunque uno fuera muy bueno.

La utilización dc la edad como punto de referencia para establecer el status es tan universal como la utilización del sexo. Todas las sociedades
reconocen tres agrupaciones dc edad como mínimo: niños, adultos y viejos. Ciertas sociedades han enfatizado la edad como una base para
asignar el status y han ampliado extensamente las divisiones. Asi, en ciertas tribus africanas, la población entera masculina está dividida cn
unidades compuestas por aquellos nacidos cn los mismos años o cn intervalos de dos o tres años. Sin embargo, tal atención extrema a la edad no
es normal, y no necesitamos discutirla aquí.

Las diferencias físicas que hay entre un niño y un adulto son fácilmente reconocibles, y el paso de la niñez a la madurez está marcado por
consecuencias fisiológicas que hacen posible fijarle una fecha exacta cn las niñas y unos cuantos meses cn los niños. Sin embargo, el cambio físico
dc la niñez, a la madurez no coincide necesariamente con el cambio social dc un individuo dc una categoría a otra. Asi. cn nuestra propia
sociedad, los hombres y las mujeres permanecen legalmentc como niños hasta mucho después dc que son físicamente adultos. En muchas
sociedades esta diferencia entre el cambio físico y social está más clara¬mente marcado que en la nuestra. El niño se convierte cn un hombre, no
cuando está físicamente maduro, sino cuando es formalmente reconocido como un hom¬bre por su sociedad. A este reconocimiento casi
siempre se le da expresión ceremonial en lo que es técnicamente conocido como ritos de pubertad. El elemento más importante cn estos ritos
no es la determinación de la madurez física, sino dc la madurez social. Si un niño es capaz de procrear, ello es menos

vital para su sociedad que si es capaz de hacer cl trabajo de un hombre o de tener cl conocimiento de un hombre. En realidad, la mayoría de las
ceremonias de pubertad incluyen pruebas del aprendizaje y fortaleza del niño, y si los aspirantes son incapaces dc pasarllas, se les deja cn el
status dc niño hasta que puedan. Para los que pasan las pruebas, las ceremonias usualmente culminan en la transferen¬cia dc ciertos secretos
que los hombres ocultan a las mujeres y los niños.

El paso de los individuos dc adultos a ancianos es difícil de percibir. No hay una frontera fisiológica dara para los hombres, mientras que las
mujeres deben mantener su pleno vigor físico y su habilidad para seguir con todas las actividades del status dc adulto durante varios años
después de la menopausia. Al paso social de los hombres del grupo de los adultos al de los ancianos se le da reconocimiento ceremonial cn unas
cuantas culturas, como cuando un padre cede formalmente su posición oficial y títulos a su hijo; pero tal reconocimiento es raro. Respecto a las
mujeres, parccc que no hay ninguna sociedad en que se dé reconocimiento ceremo¬nial a la menopausia, aunque hay algunas sociedades donde
esta altera el status del individuo. Así, las mujeres comanche, después dc la menopausia, eran liberadas de sus incapacitacioncs con relación a lo
sobrenatural. Podían guardar objetos sagra¬dos. obtener cl poder a través dc los sueños y practicar como curanderas, estando prohibidas todas
estas cosas a las mujeres cn edad dc concepción.

La tendencia general dc las sociedades cn enfatizar cl primer cambio del individuo cn cl status dc la edad c ignorar ampliamente cl segundo, es sin
lugar a dudas, debido en parte, a la dificultad dc determinar cl comienzo dc la vejez. Sin embargo, hay envueltos también factores físicos. El niño
o niña está usualmente ansioso de crcccr y esta ansiedad está enfatizada por la exclusión dc los niños dc ciertas actividades y conocimiento.
También la sociedad da la bienvenida a las nuevas uniones a la división más activa del grupo, lo que contribuye más a su perpetuación y
bienestar. A la inversa, cl individuo que disfruta con cl pensamiento de hacerse mayor es atipico en todas las sociedades. Incluso cuando la edad
implica respeto y una nueva medida de influencia, ello significa la renuncia a muchos placeres. Podemos ver entre nosotros que la gente mayor
rehúsa cn general reconocer el cambio hasta mucho después de que ha pasado.

En el caso dc la edad, como cn el del sexo, los factores biológicos envueltos parecen ser secundarios a los culturales al determinar cl contenido
del status. Hay ciertas actividades que no pueden ser adscritas a los niños porque los niños ni tienen la fuerza necesaria ni tienen tiempo de
adquirir las necesarias habilida¬des técnicas. Sin embargo las actitudes entre un padre y un hijo y la importancia que se da al niño cn la
estructura familiar varían enormemente de una cultura a otra. El status del niño entre nuestros puritanos antepasados, donde era visto y no oído
y comía cn una mesa aparte, representa un extremo. En el otro, se tendría que situar cl status del hijo mayor dc un jefe polinesio. Todo el maná
(poder sobrenatural) de la vertiente real convergía sobre tal niño. Era socialmentc superior a su padre y madre, y cualquier intento para
disciplinarle hubiera sido causa dc sacrilegio. Una vez, visité al jefe hereditario dc una tribu de las islas Marquesas, y me encontré a toda la familia
alojada poco confortablemente cn su propio patio delantero, aunque t*nia una buena casa dc estilo europeo. Su hijo mayor, que tenia nueve
años, habia tenido una disputa con su padre unos dias

antes; convirtió entonces la casa en tabú al nombrarla a espaldas de su padre. Asi. la familia se había visto obligada a mudarse y no pudo volver a
vivir en ella hasta que el hijo levantara el tabú. Ya que podia usar la casa y comer en cual¬quier lugar del poblado, se las arreglaba bien y parecía
disfrutar completamente de la situación.

Los status atribuidos a los mayores en varias sociedades varian incluso más que aquellos atribuidos a los niños. Fn algunos casos, se les libera de
todos los trabajos pesados y pueden situarse cómodamente para vivir de sus hijos. En otros, ellos efectúan la mayoría de los trabajos duros y
monótonos que no requieren un gran esfuerzo físico, tal como el de la búsqueda de leña para el fuego. Fn muchas sociedades, las mujeres
mayores, en particular, se encargan del cuidado de los niños más pequeños, dejando a las mujeres más jóvenes libres para pasárselo bien. Fn
algunos lugares, los mayores son tratados con considera¬ción y respecto; en otros son considerados una compañía inútil y echados fuera tan
pronto como son incapaces de las labores pesadas. En muchas sociedades se busca su consejo, incluso cuando se presta poca atención a sus
deseos. Esta costumbre tiene una base práctica clara; para el individuo que consigue vivir hasta ser mayor en un grupo no civilizado, ha sido una
persona normalmente habilidosa, y su memoria constituye un tipo de biblioteca de referencia a la que uno puede solicitar ayuda en toda clase de
circunstancias.

En ciertas sociedades, el cambio del status de adulto a viejo se hace más dificil para un individuo por el hccho de que los modelos para estos
status atribuyen diferentes tipos de personalidad a cada uno. Este era el caso entre los comanchc. como parece haberlo sido entre muchas de las
tribus de las Praderas. El macho adulto era un guerrero, vigoroso, seguro de si mismo y ambicioso. La mayoría de sus relaciones sociales estaban
expresadas en términos de competición. Cogía lo que podía y conservaba lo que tenia, sin consideración a cualquier derecho abs¬tracto de los
más débiles. Cualquier intención de arbitrar diferencias o ignorar los desaires era un signo de debilidad cuyo resultado era una pérdida de
prestigio. El hombre mayor, por otro lado, se esperaba que fuera sabio y amable, sin importarle pasar por alto los desaires y. si se necesitaba, de
aguantar el abuso. Su trabajo era colaborar en el bienestar de la tribu, dando buen consejo, estableciendo feudos entre los guerreros, e incluso
previniendo a su tribu contra nuevos enemigos. Los hombres jóvenes luchaban por la guerra y el honor los hombres mayores luchaban por la paz
y la tranquilidad. Hay evidencia suficiente de que, entre los comanchc. la transición fue a menudo difícil para el individuo. Los guerreros no se
preparaban para ser mayores, pensando que era un destino mejor morir en combate. Cuando las decadentes fuerzas físicas les forzaban a asumir
el nuevo rol, muchos lo hacían a regañadientes, y aquellos que ejercían la magia continuarían intentando fortalecer los dcicdios que pertenecían
al status de los mas jovenes. Tales hombres mayores malvados eran un peligro para los jóvenes que empezaban su carrera, porque estaban
celosos de ellos simplemente porque eran jóvenes, fuertes y admirados por las mujeres. I-I poder de la medicina de estos hombres jóvenes
todavía era débil y los hombres mayores podían con ellos y los mataban gradas a magia malévola. Es significativo que, aunque los curanderos
benévolos podían ser de cualquier edad en el folclore comanche. los malévolos eran siempre viejos.

Antes de seguir adelante, se debe mencionar todavía otro status social que está muy reladonado con lo anteriormente dicho. Es el status de los
muertos. Nosotros no pensamos que los muertos sean todavia miembros de la comunidad, y muchas sociedades hacen lo mismo; pero hay otras
en que la muerte es otro cambio, comparable a aquel de niño a adulto. Cuando un hombre muere, no deja su sociedad; meramente ccdc un
grupo de derechos y deberes y asume otro. Así, un clan tanala tiene dos secciones que son igualmente reales para sus miembros, los vivos y los
muertos. A pesar de los intentos poco entusiastas de los vivos para explicar a los muertos que están muertos con el fin de desanimar su vuelta,
permanecen una parte integral del clan. Deben ser informados de todos los sucesos importantes, invitados a todas las ceremonias del clan, y
recordados en cada comida. Como recompensa, ellos permiten que se les hagan consultas, tienen un interés activo y provechoso en los asuntos
de la comunidad, y actúan como guardianes altamente eficientes de las moradas del grupo. Conservan en su nuevo status la cracterística
conservadora de los más mayores, y su presencia invisible y vigilancia constante hace más que cualquier otra cosa para asegurar la buena
conducta de los vivos y para desanimar las innovaciones. En una tribu vecina hay incluso status individuales entre los muertos que están abiertos
al éxito. Los hombres y mujeres mayores betsileo a menudo prometerán que. des¬pués de sus muertes, les darán a los vivos formas especificas
de ayuda como respuesta a las ofertas específicas. Después de la muerte de uno de esos indivi¬duos. se erigirá un monumento y la gente irá a
rezar y a hacer ofrendas allí. Si el nuevo fantasma hace su función con éxito, su culto puede crecer y puede incluso tener un sacerdote. Si falla en
su actuación, pronto se le olvidará,

Las relaciones biológicas se usan para determinar algunos status en todas las sociedades. El mero hccho del nacimiento, lleva inmediatamente al
individuo al ámbito de series enteras de modelos sociales que lo relacionan con sus padres, tanto si son reales o atribuidos, sus hermanos y
hermanas y la familia de sus padres. La base biológica para la atribución de esos status de familia se presta a no dejarnos ver que el hccho que los
factores fisiológicos que pueden influendar su contenido son casi exactamente los mismos que aquellos que afectan el conte¬nido de los status
de sexo y edad. Cuando haya una relación especial entre el niño pequeño y su madre, basada en la dependencia del niño necesitado, incluso esto
se rompe pronto. Después del segundo año. cualquier mujer adulta puede hacer por el niño cualquier cosa de lo que su madre puede hacer;
mientras que cualquier varón adulto puede asumir el rol completo del padre en cualquier momento después de que el niño haya sido concebido.
Siinilarmcnic. los factores psicológicos que podrían afectar los status de tio y sobrino, tío y sobrina, o hermano y hermana son idénticos a
aquellos que afectan las relaciones de perso¬nas en diferentes agrupaciones de edad o sexo. Esta falla de determinantes fisiológicos pueden ser
responsables en parte de la extraordinariamente ancha extensión de variación en los contenidos de los status atribuidos sobre la base de las
relaciones biológicas de varias sociedades.

Actualmente, los status asociados con incluso tal relación biológica cerrada, como es la de hermano y hermana son sorprendentemente variados.
En algunas sociedades, los dos tienen una relación muy estrecha. Fn otras se evitan uno al

otro cuidadosamente, e incluso no pueden hablarse entre si excepto en presencia de una tercera parte que transmite las preguntas y respuestas.
En algunos siste¬mas el hijo mayor es superior a los otros, sin tener en cuenta el sexo, y debe de ser respetado y obedecido por ellos. En otros, la
cuestión de la dominación se deja que sea establecida por los mismos hijos, mientras que en otros todavía, el hijo más joven es superior a todos
los que le preceden. Prácticamente toda disposi¬ción posible se representa en una u otra sociedad, sugiriendo que tenemos un campo libre para
la variación, en el que una disposición puede valer tanto como otra. La misma clase de amplia variación se encuentra en el contenido de todos los
oíros status que se basan en la relación de sangre, con la excepción de aquellos que se refieren a la madre y al hijo; e incluso aqui hay un
pequeño grado de variación. Hay un número de sociedades en las que hay un intento más o menos consciente de romper los hábitos del niño de
la dependencia de la madre y de separar al niño de ella para llevarle a una más cercana asociación con los familiares del padre. Se le enseña al
niño que su madre no es realmente un miembro de la familia, y se anima la hostilidad entre la madre y el niño.

No sólo varían marcadamente los status asignados por sociedades diferentes a personas que tienen la misma relación de sangre, sino que hay un
alto grado de variación en las clases de relaciones de sangre que se reconocen y usan como puntos de referencia para la asignación del status.
Algunas sociedades, como la nuestra, tienden a reconocer sólo a los parientes cercanos y ser vagas en los derechos y deberes recíprocos de las
relaciones que son más remotas que la de primos hermanos. Otros seleccionan la parte de la madre o del padre y utilizan las relaciones en esta
parte hasta llegar a parentescos remotos, mientras ignoran todas las relaciones, aunque sean cercanas, de la otra parte. En pocos casos, la
relación con ambas partes se mantiene hasta parentescos remotos, con la conse¬cuente asignación del status. Mientras este es el caso, el status
basado en la relación puede en realidad incluir a una tribu entera y determinar los deberes y derechos mutuos de todos sus miembros. Asi, en
ciertos grupos australianos, las relaciones de sangre reconocidas se extienden hasta incluir no sólo la tribu entera, sino también a numerosos
individuos de otras tribus. Se dice que cuando un extraño visita tai tribu, los viejos investigan su genealogía hasta que encuen¬tran algún punto
en común con una de las genealogías de su propio grupo. C uando se ha establecido tal punto de contacto, pueden determinar la relación del
recién llegado con todos los otros miembros de su propio grupo y asignarle una serie de status que inmediatamente le colocan en el cuerpo
social. Si no son capaces de encontrar tal punto en común de relación, usualmente le matan simplemente porque no saben qué otra cosa hacer
con él. No tienen ningún punto de referencia por lo que los status se le pueden asignar, que el de las relaciones de sangre.
Hay otro tipo de relación biológicamente condicionada que se reconoce en prácticamente todas las sociedades. Es la relación que aparece de la
mayor o menor asociación continua sexual de los individuos, por ejemplo el matrimonio. La importancia real de tales asociaciones se basa en su
continuidad, el reconoci¬miento social, y en las series nuevas de relaciones de sangre que ellos causan por la descendencia que producen. Las
asociaciones sexuales, casuales o temporales.

normalmente reciben solo un reconocimiento negativo de la sociedad, siendo ignoradas, cuando no incluso amonestadas. Se pueden desarrollar
modelos para gobernar la conducta de los individuos en tales asociaciones casuales, pero esos modelos están extremadamente limitados en su
campo. Sólo afectan a los indivi¬duos que están directamente afectados y no establecen nuevos status para los miembros de las familias a las
que las partes contratantes pertenecen. El matri¬monio, por otra parte, siempre establece una serie de tales status. Asi, los pa¬rientes de un
hombre y su amante no se convierten en partes de ningún modelo recíproco de derechos y deberes, mientras los familiares de un hombre y su
mujer siempre forman parte de esc modelo.

Mientras las relaciones que se derivan de las asociaciones sexuales son intrín¬secamente diferentes de aquellas que derivan de las relaciones de
sangre, los dos tipos se han hecho estrechamente vinculantes en todas las sociedades. Las rela¬ciones de sangre son usadas en todas partes
como puntos de referencia para delimitar el grupo de individuos en el que las relaciones de matrimonio pueden ser contraídas. Esta regulación
es generalmente de tipo negativo, prohibiéndose a algunos parientes de sangre que se casen, pero, al mismo tiempo, permitiéndoles la libertad
de elección que no está en esa relación. Sin embargo , hay un grupo elevado de sociedades en las que tales regulaciones asumen un aspecto
positivo. En tales sociedades, no sólo se le prohíbe a un hombre casarse con ciertas hembras parientes, como su madre o hermana, sino que
también se le prohíbe casarse con un grupo particular de hembras parientes, como las hijas del herma¬no de su madre o de la hermana de su
padre. En algunos casos tales pohibiciones son tan fuertes que un hombre puede no tener alternativas excepto la de casarse con una mujer en
particular o permanecer soltero.

Las causas que son la base de tales limitaciones en el matrimonio, técnica¬mente conocidas como regulaciones de incesto, son conocidas muy
imperfecta¬mente. Ya que estas regulaciones son de ocurrencia universal, parece probable asumir que sus causas están presentes en todas
partes, pero los factores biológi¬cos se pueden dirigir conjuntamente. La endogamia no es necesariamente injurio¬sa. Incluso cuando los
defectos hereditarios de la raza lo puedan hacer asi, sus resultados perjudiciales requieren mucho tiempo para manifestarse. Más aún. el grupo
incivilizado típico es pequeño y raramente se casa con gente de fuera. En pocas generaciones, la herencia de sus miembros se convierte en tan
uniforme que hay poca, si alguna, diferencia biológica entre casarse con un primo hermano o con un primo lejano. Tampoco hay explicaciones
satisfactorias puramente socia¬les de las regulaciones del incesto, ya que las formas que estas regulaciones asumen son extremadamente
variadas. La prohibición de matrimonio entre ma¬dre c hijo es la única umversalmente presente. Por lo menos en una sociedad, los azande. el
matrimonio entre un padre y una hija se permite, mientras varias sociedades han reconocido o incluso requerido el matrimonio entre hermano y
hermana. Este último caso parece ocurrir principalmente en pequeños grupos dirigentes y parece estar pensado para mantener el privilegio y
rango rígidamente dentro del grupo. Asi. en las familias reales hawaianas. se pide al hermano y hermana que se casen y cohabiten hasta que
nazca su heredero, aunque después se pueden separar. Parece posible qwe haya ciertos factores psicológicos envuel¬

tos. pero no pueden ser bastante fuertes o constantes para justificar la instilucio- nalizadón de las regulaciones del incesto. Esto está probado por
el hccho de que, en todas las sociedades, ocurren casos de incesto en todos los grados prohibidos y que todas las sociedades tienen ciertas
regulaciones preventivas que serian innecesarias si las reglas se valieran por ellas mismas. Las regulaciones incestuo¬sas. una vez desarrolladas,
son una herramienta valiosa para prevenir conflictos en los status mantenidos por los individuos, pero es difícil imaginar su invención para este
propósito. Se han originado probablemente de una combinación de todos estos factores

La mayor parte de los status atribuidos en todos los sistemas sociales está dividido para los individuos sobre la base del sexo, edad, y relaciones
familiares. Sin embargo, hay muchas sociedades en que los factores puramente sociales también se usan como una base de atribución. Parece
haber una tendencia general en las sociedades a dividir sus componentes individuales en una serie de grupos o categorías y atribuir a tales
categorías grados diferentes de la importan¬cia social. Tales divisiones se pueden originar de formas diferentes. Pueden surgir de las diferencias
individuales en las habilidades técnicas u otras habilidades, como en el caso de los grupos de artesanos o las aristocracias de ciertas tribus indias,
en las cuales el ser miembro estaba determinado por el récord individual en la batalla. También se pueden originar a través de la formación
consciente de alguna unidad social, tal como la asociación escolar o el club de hombres de negocios, que es usualmente seguido por la formación
de series de unidades similares organi/adus bajo las mismas lincas. Por último, tales divisiones pueden originar a través de la subyugación de una
sociedad por otra, con la fusión subsecuente de ambas en una sola unidad funcional, como en el caso de las aristocracias del viejo mundo que
derivaban de la conquista. Incluso cuando las divisiones sociales originaban diferencias individuales de habilidad, parece haber una fuerte
tendencia para que tales divisiones se conviertan en hereditarias. Los miembros de una sección favorecida socialmente. intentan transmitir las
ventajas que han ganado a su descendencia y al mismo tiempo a prevenir la entrada en la sección a individuos de secciones más bajas. En
muchos casos estas tendencias resultan de la organización de la sociedad en series de clases hereditarias o castas. Tales unidades hereditarias
son siempre utilizadas como puntos de referencia para la atribución de status.

El factor de la clase social o casta raramente, si alguna ve/, se pone en lugar de los factores de sexo, edad y relación biológica en la determinación
del status. Más bien, los suplcmenta, definiendo los roles de los individuos aún más clara¬mente. Donde el sistema de clase es fuerte, cada clase
se convierte ella misma en casi una sociedad. Tendrá una serie de sexo. edad, y relaciones de status que son peculiares a sus miembro*. Esta;,
diferirán de Ion status de i>lras clases, incluso cuando ambas estén determinadas por los mismos factores biológicos No sólo está el plebeyo
excluido de la ocupación de los status aristocráticos, sino el aristócrata está similarmcnte excluido de la ocupación de los status plebeyos. De
paso, debe ser mencionado que este acuerdo no siempre da la ventaja a los miembros de la clase más elevada. Durante el siglo xix la prohibición
aristocráti¬ca de ser comerciante, condenó a muchos aristócratas a una pobreza distinguida.

La Europa feudal ofrece un ejemplo excelente de la atribución de status en la base de la elase social. Un hombre que habia nacido en la clase
noble podía esperar ser bachiller, en el sentido técnico de un niño que empezara su entrena¬miento para la caballería, un terrateniente, y. por
último, un caballero y señor de un feudo. El cumplimiento de los roles conectados con el status final requerían un entrenamiento largo y arduo
en el uso de las armas y en la administración. La mujer que nacía en la misma clase podía esperar ser la señora de un feudo, un trabajo que
conllevaba un conocimiento especial y una habilidad administrativa conjuntamente igual a la de su marido. Un hombre que nacía en la clase
campesi¬na podia sólo esperar convertirse en labrador del suelo. No pasaría por los status correspondientes a los de bachiller o terrateniente, y.
aunque se le entrenara para usar armas, serian armas diferentes a las que eran usadas por el caballero. La mujer que nacía en esta elase sólo
podia esperar convertirse en una simple ama de casa, y el entrenamiento necesario para este status estaba limitado al conocimiento del cuidado
de la casa y la atención a los niños. La tercera clase en la sociedad medieval, los burgueses, también tenia su propia serie de status; el hijo
esperaba convertirse primero en aprendiz y después en un maestro que enseñase a los aprendices. Todos estos status divergentes,
determinantes de la dase, eran inter- dependientes mutuamente, y todos contribuían al buen funcionamiento de la sociedad medieval. El noble
proveía protecdón y dirección; el campesino proveía comida, y el burgués cuidaba el comercio y las manufacturas. Los status atribui¬dos. tanto si
están asignados de acuerdo con factores biológicos o sociales, componían la mayoría de todos los sistemas sociales. Sin embargo, todos estos
sistemas también incluían un número variable de status que estaban abiertos al éxito individual. Parece como si muchos status de este tipo
fueron primero designados para servir como cebos para la conducta socialmente aceptable o como escapes del individuo. Todas las sociedades
se basan principalmente en sus status atribuidos para cuidarse del cotidiano negocio de la vida. Muchos de los status que están abiertos al éxito
no tratan este negocio muy profundamente. Los honores son extremadamente satisfactorios para los individuos que los alcanzan, pero muchos
de ellos no son más vitales para el funcionamiento normal de la sociedad que lo son los grados honoríficos o inclusiones en «quién es quién»
entre nosotros mismos.

Muchas sociedades aceptan sólo a regañadientes el hecho de que un número limitado de status requieren dones especiales para su logro. Dado
que tales dones se manifiestan raramente en la niñez, estos status están, por necesidad, abiertos a la competición. Al mismo tiempo, el modelo
de atribución de todos los status vi¬tales es tan fuerte que todas las sociedades limitan esta competición con referencia al sexo, edad, y
afiliaciones sociales. Incluso en nuestra propia sociedad, donde el campo abierto al éxito Individual es teóricamente ilimitado, está estrictamente
limitado de hecho. Ninguna mujer se puede convertir en presidente de Estados Unidos. Tampoco lo puede un negro o un indio, aunque no haya
ninguna regla formal a este respecto, mientras que a un judio o incluso un católico que participe en la carrera presidencial, se le pueden poner
muchos impedimentos desde el principio. Incluso considerando los status factihles que tienen más o menos importancia sodal y que. quizás,
requieren unos dones más específicos, es eviden¬
te la misma clase de competición limitada. Seria casi sino imposible para una mujer o un negro llegar a ser director dc nuestra mejor orquesta
sinfónica, incluso si fuera el mejor capacitado para hacer la tarca dc todo cl país. Al mismo tiempo, ningún hombre podría llegar a ser presidente
dc D. A. R. . y es dudoso que algún hombre, a no ser que adoptara un nombre dc pluma femenino, pueda incluso dirigir una columna de consejos
cn una cadena dc periódicos para lectores que sufren problemas de amor, un campo donde nuestra sociedad asume, a priori. que las mujeres
tienen más capacidad.

Estas limitaciones dc la competición para los status logrados, sin lugar a dudas conllevan una perdida para la sociedad. Las personas con talentos
especia¬les parecen ser mutantcs, así como aparecer cn cualquier sexo o cn cualquier clase social. Al mismo tiempo, la pérdida que sufren las
sociedades por este defecto de no usar los dones de sus miembros al completo, es probablemente mucho más de lo que las personas criadas en
la tradición norteamericana podrían creer. El talento individual es también esporádico c imprcdccible para que se le permita cualquier parte
importante cn la organización dc la sociedad. Los sistemas sociales tienen que ser construidos sobre las potencialidades del individuo medio, la
persona que no tiene dones especiales o incapacidades. Tales individuos pue¬den ser formados para ocupar casi cualquier status y para llevar a
cabo cl rol asociado adecuadamente sino brillantemente. La atribución social de un status particular con la formación intensiva que tal atribución
hace posible, es una garantía de que cl rol será llevado a cabo incluso si el cumplimiento es mediocre Si una sociedad esperará a tener sus status
completos de individuos con dones especiales, ciertos status podrían no ser completados. La atribución del status sacrifica la posibilidad de tener
ciertos roles llevados a cabo superlativamente bien para tener la certeza dc que estén llevados a cabo aceptablemente bien.

Cuando un sistema social ha logrado un buen ajuste con los otros sectores dc la cultura del grupo y, a través de estos, hacia el ambiente del
grupo, puede desenvolverse muy bien sin utilizar los dones especiales. Sin embargo, tan pronto como los cambios en la cultura o cn el ambiente
externo producen desajustes, tiene que reconocer y utilizar estos dones. El desarrollo dc nuevos modelos sociales piden al individuo calidades dc
pensamiento c iniciativa, y cuanto más libres se les dan las riendas más rápidamente pueden llegar nuevos ajustes. Por esta razón, las sociedades
que viven bajo condiciones nuevas o cambiantes, están usualmente caracterizadas por una riqueza dc status logrados y por unas delimi¬taciones
muy amplias de la competición. Ahora, nuestra propia frontera extingui¬da. ofrece un ejemplo excelente de esto. Aquí las lincas dc clase dc las
sociedades europeas, desde las cuales la frontera dc población ha sido dibujada, estaban completamente descartadas y se les daba a los
individuos una oportunidad sin precedente para que encontraran su lugar cn una socicdud nuevu por sus propius

habilidades.
Como los sistemas sociales logran un ajuste a sus bases, el valor social del pensamiento c iniciativa individual desciende. Por la formación del
componente, los individuos se vuelven más necesarios para la supervivencia y funcionamiento con éxito de la sociedad que la expresión libre dc
sus habilidades individuales. Incluso cl liderazgo que conlleva una habilidad marcada bajo las condiciones de

cambio, se convierte extensamente cn una materia de actividades rutinarias. Para asegurar una formación con éxito se transfieren status del
grupo a quien lo ha logrado, y la competencia para aquellos que permanecen está cada vez más estrictamente delimitada Para decir lo mismo
con diferentes palabras, las opor¬tunidades del individuo disminuyen No hay una correlación absoluta entre el grado dc ajuste dc un sistema
social con su base y la limitación de la oportunidad del individuo. Asi. si cl grupo atribuye un gran valor a la iniciativa individual y a los derechos
individuales ciertos status pueden ser dejados abiertos a la competi-ción cuando su atribución resultaría en una mayor eficiencia social. Sin
embargo, las sociedades bien ajustadas están, cn general, caracterizadas por una alta preponderancia dc los status atribuidos sobre los logrados
y la creciente percep¬ción del ajuste usualmente siempre va conjuntamente con la rigidez creciente del sistema social.

Los estadounidenses han sido formados para atribuir tales altos valores a la iniciativa y logro individual, dc modo que ellos tienden a despreciar a
las socieda¬des que están rígidamente organizadas y a tenerles lástima a las personas que viven cn ellas. Sin embargo, los miembros dc una
sociedad cuyos status están mayoritariamente atribuidos no son menos felices que nosotros mismos y están considerablemente más cn paz.
Nunca se 1c ocurriría a un hindú ortodoxo que se le ha dc tener lástima por que no puede cambiar de casta. Su vida entera está organizada y
orientada respecto a los términos dc la casta, y si alguna vez él envidia a los miembros de otras castas, la emoción se puede equiparar con
nuestra envidia del obvio confort o satisfacción dc algún animal. Su religión le provee de racionalizaciones del sistema entero y dc una explicación
dc su presen¬cia cn la casta como resultado del status evolucionario dc su alma. Esto también ofrece la esperanza de una mejor próxima
reencarnación si cl trabajo cn esta se hace apropiadamente. Como miembro de una casta sus necesidades socialcs c incluso emocionales están
ampliamente prevenidas. Hay incluso unas pequeñas series de status alcanzables abiertos a él si es ambicioso. Puede convertirse cn un miembro
del gobierno de la casta o el mejor orfebre de un grupo de orfebres, admirado por aquellos cuya admiración se basa en un conocimiento
exhaustivo del trabajo. En cada uno dc sus esfuerzos para avanzar él conoce exactamente quiénes son sus competidores y qué es lo que quiere
obtener. Es mucho más difícil que se le desengañe que a un hombre que viva bajo nuestro propio sistema, donde cualquier otro hombre puede
ser un rival y donde los limites de la ambición no están socialmcntc definidos.

En India, la idea dc la profanación ceremonial hace difícil el intercambio social entre las castas; pero cn las sociedades que tienen fuertes lincas
de clase, sin esta idea la presencia dc las clases, alivia cl intercambio social. Aquí también las clases sirven para delimitar los campos de
competición donde no hay rivalidad en asuntos vitales y ningún ascenso social los desprecios se convierten en innecesa¬rios y sin lugar a dudas,
sin sentido. El status social es algo fijado y entendido por ambas partes, así puede ser ignorado bajo circunstancias donde no tiene relación
directa. Los miembros de clases diferentes pueden formar amistades que son las más fuertes, porque sus intereses nunca pueden chocar y
pueden evaluarse cada uno como seres humanos con una claridad no cubierta por cl miedo o la

rivalidad. El ser miembro de una sociedad organizada rígidamente, le puede quitar al individuo oportunidades de ejercer sus dones particulares,
pero 1c da una seguridad emocional que es casi desconocida entre nosotros. Cuál de estos es el mejor o cuál produce la mayor felicidad al mayor
número, es lo que debe decidir el lector por si mismo.

Introducción

El punto principal del trabajo de Linton estuvo siempre en la idea de cultura y el individuo que la crea y reacciona frente a ella Su trabajo con
Abram Kardiner sobre la personalidad fue de gran importancia.

Aún asi. a pesar de su intima asociación con los estudios de cultura y personali¬dad y el neofreudianismo de Kardiner. Linton se mantuvo en sus
aserciones de la primacía de la cultura. Desde el punto de vista de Linton. muchos de los problemas con los que un individuo tiene que
enfrentarse en la vida, han sido previamente resueltos por su cultura. Todo individuo aprende estas soluciones cada genera¬ción moldea sus
configuraciones culturales una y otra vez. Básicamente, sin embar¬go. un individuo está moldeado por su cultura, no sólo en sus habilidades
cognosci¬tivas. sino también en su personalidad. Es la cultura, de acuerdo con Linton. lo que le da forma al tipo básico de personalidad en cada
sociedad y que moldea los status típicos de una sociedad en ciertas escalas.

12. Cultura y normalidad*

La naturaleza de la cultura

La cultura ha sido definida a menudo como «la suma total del éxito humano». Esta es una definición filosófica que no es de utilidad para los
propósitos de este libro. Aún más. es necesario decir que el concepto de cultura que se usa aqui no se refiere al uso común, el de designar «las
cosas buenas de la vida», tales como leer a Browning y locar el piano. En este libro usaré el concepto de cultura en su sentido técnico,
antropológico.

Ya que la definición antigua y largamente establecida de cultura como «la suma total del éxito humano» es op^rai iva mente inútil para el
antropólogo, se habla de culturas, en plural. Cuando el antropólogo usa la cultura, en singular, se refiere a los procesos que se encuentran en
muchas culturas y pueden ser conside¬rados como la característica de Cultura: es un fenómeno distinto.
* Impreso tic George Devercu*: Culi un and Venial DuorJer* (SpongReKl. III: Charle» C T1k>- mas. 1956». págy 3-14. por cortesía dd
propietario y del editor

Cada sociedad tiene su propia cultura, que puede ser definida brevemente como su «modo de vida». La tendencia en la que caen algunos
científicos sociales e historiadores, la de usar los términos «sociedad» y «cultura» intercambiándolos es lamentable, y tiene como resultado una
confusión considerable. Realmente, la sociedad es simplemente un grupo organizado de individuos. La cultura, por lo contrario, es un grupo
organizado de ideas, hábitos y respuestas emocionales condicionadas, compartidas por los miembros de una sociedad. En la práctica, la sociedad
y la cultura están siempre unidas, ya que. sin cultura, un grupo de individuos no es una sociedad, sino meramente un colectivo. Un gran partido
de fútbol puede juntar miles de personas, unidas por un interés común y reaccionan¬do al unisono a un estimulo, tal como la prórroga o una
caída, pero cuando termina el juego, el colectivo se disuelve. Las sociedades deben de estar unidas el tiempo suficiente pitra desarrollar técnicas
de vida y trabajo en colectividad La organización de todas las sociedades y la existencia de cualquier sociedad como tal. depende de la cultura. Es
el compartir las ideas, hábitos, actitudes, etc..., lo que hace posible que un grupo de individuos se organice y funcione como una sociedad. Para
tener esta distinción bastante clara, debemos de decir los agentes implicados son diferentes. La sociedad es la gente, mientras que las culturas
existen en un nivel psicológico y conduclista. Tanto las sociedades como las culturas son continuas. Persisten a través del tiempo y tienen
normalmente una duración de vida más larga que cualquier individuo. Ambas son en gran medida autoperpetuas. Esta persistencia de la
sociedad y la cultura está, desde el punto de vista de la sociedad, basada en la formación de los individuos; cuando se ve desde el punto de vista
del individuo, se basa en el aprendizaje. Así. los mecanis¬mos de aprendizaje tienen una gran importancia en cualquier intento de relacio¬nar la
personalidad y la cultura. Este punto debería ser llevado en la mente con anticipación a nuestra discusión subsecuente de ciertos problemas
básicos en la formación de la personalidad étnica o básica.

La estructuración de la sociedad es en rcalidasd un aspecto de la cultura, ya que la sociedad, como organización continua, está formada de
posiciones, o status, que están ocupados por series de individuos sucesivos o grupos de indivi¬duos. cuyas relaciones con otras posiciones, u
otros status, puede sólo ser defini¬do con los términos de los derechos y deberes recíprocos que existen entre los que mantienen los status'.

Debemos decir, entonces, que las culturas tienen contenido y organización; que están presentes en cada punto del tiempo y también a través de
la entera dimensión temporal. El contenido de las culturas consiste en las ideas y compor¬tamiento de los miembros de la sociedad, aunque esto
no sea lo que pensamos cuando nos enfrentamos con la Cultura como un concepto. De esta forma, debemos detenemos por un momento y
considerar la manera en que este concep¬to llega a ser. o está construido. Ya que no hay identidades en ningún lugar del universo, ni dos
situaciones, ni dos comportamientos, etc., son idénticas. De hecho, los semánticos incluso señalarán que nadie es el mismo individuo en dos
instantes diferentes de su vida Incluso cuando no hay identidad real en ningún lugar, tampoco hay variedad infinita. Lo que observamos es una
amplia gama de semejanzas. Así. aunque nunca dos situaciones que sirven de estimulo a la
conducta individual son idénticas, muchas situaciones son muy parecidas, y es cn los términos dc estas semejanzas que los seres humanos
operan equiparando situaciones diferentes con las formas de conducta que. habitualmcnte, van con ellas2. Dicho brevemente, mientras la
conducta de los miembros dc una sociedad variará con respecto a un tipo dc situación particular, estas variaciones entrarán en un rango definido
y finito. Este rango es lo que llamamos el modelo real dc cultura, tan diferente dc la Cultura como una configuración.

El cuadro generalizado que cl etnógrafo hace dc una serie de comportamien¬tos. o respuestas a una situación particular, es lo que yo llamo el
modelo de configuración de la cultura Me apresuro a añadir que uso el término «modelo» de acuerdo con su utilización ampliamente
establecida, que está más limitada que la forma cn que fue usada por Ruth Benedict en Patterns of Culture (1934). La suma total dc esos modelos
dc configuración, que reconocemos como «la cultura», es lo que nosotros, los antropólogos, queremos decir cuando hablamos acerca dc la
cultura dc una sociedad particular. Estos modelos de configuración representan los modos de variación cn la conducta de los miembros de ese
grupo como respuesta a lo que ellos consideran situaciones similares3.

La idea que debe quedar grabada es que cl modelo real dc la conducta es, en cada caso, no un solo punto; es un rango cn cl que caen las
conductas estudiadas. Este rango es un rango particular finito, y. por caer en este rango, la conducta se convierte cn efectiva social y
realísticamente, respecto a un tipo particular dc situación.

Este cuadro generalizado es lo que yo llamo cl modelo configurado de cultura, y lo que está incluido cn él es cl modo del rango de variaciones en
el punto de máxima frecuencia. Como veremos, estos modelos configurados son dc gran importancia para los estudios dc la personalidad4.

Excepto por unas breves referencias a los problemas dc status y posición, yo hablaba cn las páginas anteriores como si todos los miembros dc
una sociedad fuerun mutuamente intercambiables, por ejemplo, como si todos ellos definieran las situaciones dc la misma manera y
respondieran a ellas más o menos similar- mente. Este, sin necesidad de decirse, no es el caso. El individuo participa cn la cultura dc su sociedad
hasta lo que sus roles sociales requieren. Cada cultura incluye una serie dc ideas, valores, y modelos de conducta con los que todos los miembros
dc la cultura deben ser familiares. El lenguaje es uno dc estos5.

En adición a tales modelos, familiares a todos los miembros de una sociedad o cultura, hay muchas otras habilidades que son sólo conocidas por
un número limitado dc individuos, incluso cuando estas habilidades contribuyen material¬mente al bienestar de toda la sociedad. La habilidad de
un médico es un ejemplo de tal conocimiento específico, poseído por un grupo dc personas que están dentro de una cultura.

i:i contenido de la cultura dc cualquier sociedad homogénea puede ser dividi¬da en tres categorías, sobre la base de la extensión en que los
elementos de cada categoría están compartidos por los miembros dc una sociedad.
Primero, existen «as ideas, hábitos > respuestas condicionadas emocionalmcnte, que son comunes a todos los miembro» cuerdos, adultos de la
sociedad. Los llamaremos Universales. Debe sobreentenderse que esta terminología se aplica solo

al contenido dc una cultura particular. Un elemento clasificado como universal en una cultura puede no estar cn otra. A esta categoría
pertenecen elementos tales como cl uso dc un lenguaje cn particular, los modelos tribales dc costum¬bres y alojamiento y los modelos ideales
para la relación social Esta categoría también induje I3S asociaciones y valores que están, cn su mayoría, por debajo del nivel de la conciencia,
pero que forman, al mismo tiempo, parte integrante de la cultura

En segundo lugar, tenemos esos elementos de la cultura que están compartidos por los miembros de ciertas categorías de individuos reconocidas
sodalmenie. pero que no están compartidas por toda la población. Las llamaremos Especialiduiles Bajo este nombre están los modelos para
todas aquellas actividades variadas pero mutuamente intcrdepcndicnlcs que han sido asignadas a varios sectores dc la sociedad cn cl curso de la
división del trabajo. En todas las sociedades, ciertas cosas están hechas por, o conocidas por. sólo una parte designada de la población, aunque
contribuyen al bienestar del conjunto. Así. todas las mujeres de una tribu estarán familiarizadas con ciertas ocupaciones y técnicas, mientras los
hombres estarán familiarizados con series diferentes. Como regla, los hombro tendrán un conocimiento bastante vago de las cosas que
pertenecen al territorio dc las mujeres y viceversa. Bajo este nombre pueden estar también dasificadas las actividades que la sociedad ha
asociado a artesanos o funcionarios, tales como el herrero, el carpintero, cl doctor y cl sacerdote Los no letrados no conocen los detalles
completos del procedimiento, pero cada uno tiene un conodmiento general de como lestas cosas se hacen) y estará resentido por trabajos
inferiores y suspicaz de las innovaciones. Cualquier cambio del procedimiento acostumbrado o error dc conseguir los resultados esperados nos
trac una reacción emocional.

En tercer lugar, hay cn cada cultura un número considerable dc características que son compartidas por ciertos individuos, pero que no son
comunes a todos los miembros dc la sociedad o incluso a todos los miembros dc cada una dc las categorías reconocidas socialmcntc. Las
llamaremos Alternativas. Los elementos dc la cultura que pueden ser incluidos cn esta clase tienen un amplio rango, variando dc las ideas
especiales y a menudo bastante atipicas y los hábitos de una familia cn particular para tales cosas, como diferentes escuelas de pintura o
escultura. Aparte dc la naturaleza dc la participación en ellas, todas estas Alternativas tienen esto en común: representan reacciones diferentes a
las mismas situaciones o diferentes técnicas dc alcanzar los mismos fines. Las culturas dc pequeñas sociedades que viven bajo condiciones
primiti\as incluyen sólo un número moderado de tales Alternativas, mientras que cn una cultura como la nuestra hay muchísimas Ejem¬plos de
tales Alternam os podrían ser cosas como la utilización dc caballos, bicicle¬tas, ferrocarriles, automóviles y aviones con el simple propósito del
transporte, nuestra variedad dc técnicas dc enseñanza, o nuestro amplio rango de creencias y actitudes hacia lo sobrenatural

Detrás dc los limites dc la cultura, todavía está una cuarta categoría dc hábitos, ideal y respuesta-, condicionadas cmocionalmentc: la dc las
Pecttliarídoih'x inairi- duales. Incluyen cosas como cl temor anormal dc una persona al fuego, debido quizás a algún accidente anterior... Cada
individuo tiene ciertas peculiaridades de esta clase, tanto si es el miembro de una tribu primitiva o de una comunidad urbana moderna; y la suma
total de tales diferencias individuales dentro de una sociedad es enorme. Las Peculiaridades individuales no pueden ser clasificadas como parte
dc la cultura, cn el sentido cn que cl término se usa ordinariamente, ya que no son compartidos por los miembros de una sociedad. (Linton 1936:
272-274).

208 Ralph Union

Es obvio, por lo que estamos viendo, que la relación entre el individuo y la cultura de su sociedad es reciproca. El está formado por esta y. a la
vez, contri¬buye a su formación. Consideraremos, primero, con algo de detalle, las influen¬cias culturales ejercidas sobre el individuo en
desarrollo —en otras palabras, como la conducta de oíros individuos, que actúan de un modo culturalmente prescrito, influencian el desarrollo
de lo niños en crecimiento.

Hablando más ampliamente, las influencias pueden ser agrupadas bajo tres epígrafes:

1. Lo que otras personas hacen al individuo. Esta categoría incluye, primero y más importante, las técnicas del cuidado de los niños y su
formación.

2. Lo que otras personas le enseñan al individuo. Esta categoría incluye el rango entero de lo que normalmente se entiende como
«instrucción».

3. La conducta de otras personas. observada por el individuo. Esta categoría es frecuentemente ignorada en los estudios del desarrollo del
niño, espe¬cialmente en aquellos que enfocan su atención demasiado exclusivamente en los procedimientos técnicos observados, actuales del
cuidado del niño. Devereux (1945), en particular, ha recalcado sistemáticamente la habili¬dad del niño en comparar el trato que él recibe con el
que reciben otros, y ha enfati/ado que no es el aspecto menos importante de esta comparación el tono emocional característico del adulto que
hace una manipulación de la formación del niño culturalmente estandarizada'’. Se evidencia por si mismo que las comparaciones del niño entre
sus experiencias y aquellas de otros niños es un factor importante en el desarrollo de su propia evaluación y en determinar el afecto emocional
característico de las rela¬ciones entre padre c hijo.

Las influencias culturales en la formación de la etica normal o la personalidad básica son particularmente importantes en los primeros años de la
vida, aunque el período exacto durante el cual se ejerce la máxima influencia está todavía sin determinar. Las últimas investigaciones parecen
indicar que el rol predominante asignado a las primeras experiencias infantiles por ciertas escuelas del psicoanáli¬sis. no está secundado por la
evidencia: cuidado de los niños, enseñanza del aseo, etc., parecen ser mucho menos significativos como determinantes de la personali¬dad de lo
que se pensó en un principio. Esas parecen ser las conclusiones de los descubrimientos de Sewell (1952) y Orlansky (1949). Sin embargo, debe
recalcarse que estos estudios estuvieron enfocados primeramente hacía las operaciones técni¬cas actuales, sin un estudio
correspondientemente detallado de las actitudes maternas que acompañan a estas actuaciones. Las diferencias no observadas o ignoradas en las
actitudes que acompañan los actos motores del cuidado de los niños, el destete o la enseñanza del aseo, como sugiere Devereux, son mucho más
importantes de lo que son los programas actuales del cuidado de los niños, la edad en la que un niño se desteta o la brusquedad con la que se
enseña el asco. Aparte de esto, la conformidad o no con las experiencias infantiles de un determi¬nado niño frente a las experiencias usuales de
otros en una sociedad dada, probablemente también tienen una influencia profunda sobre la manera en que el actual cuidado de niños, destete
y enseñanza del asco afecta al desarrollo del

Cintura y normabdarí 209

niño. Así, me acuerdo de que Devereux me habló de un paciente suyo de los indios de las Praderas; se le había destetado siguiendo las
costumbres occidenta¬les por ejemplo, cuando tenia un año ; como consecuencia, sintió un resenti¬miento feroz por haberle negado el pecho
tan pronto, ya que por los hábitos en relación con el cuidado de los niños se les amamanta durante un tiempo más largo (1951).

Directamente relacionado con este problema, está el asunto del periodo critico del desarrollo, durante el cual los factores culturales ejercen la
mayor influencia en la formación de la personalidad. Muchos antropólogos han estado de acuerdo con ciertas escuelas del psicoanálisis de que la
época crucial en la formación de la personalidad es la tierna niñez. Sin embargo, me inclino a estar de acuerdo con los puntos de vista más
recientes de Devereux (1953), en que las influencias culturales podrían tener su mayor efecto durante el periodo de Edipo, al menos
considerando la formación de los segmentos socialmente más relevantes de la personalidad. Establece su punto de vista sobre este punto de
esta manera:

F.l esfuerzo para entender la personalidad básica primariamente en términos de las técnicas de cuidados del niño, es inútil. Al recalcar casi
exclusivamente las experiencias del estado de prc-Edipo del desarrollo psicoscxual. se tiende a desaten¬der las experiencias verdaderamente
cruciales de los períodos de Edipo; a fortiori. del periodo de la pubertad, durante el cual el conflicto de Edipo es una vez más encarado y en
muchos casos, resuelto más o menos con éxito. Sin lugar a dudas, los periodos de Edipo y de la pubertad tienen un significado especial para el
acopla¬miento del individuo en la sociedad, ya que la manera en que se desarrolla y se resuelve el complejo de Edipo determina en gran
proporción no solamente la manipulación del hombre de su cultura, sino sobre todo, la naturaleza de su relación con otros seres humanos, como
personas y no como meras fuentes de la gratificación puramente narcisistas de pre-Ldipo. Aún más. es por si mismo evidente que, como el niño
va madurando, los segmentos del modelo de cultura que son sus mediadores a través de la experiencia cultural se expanden bastante
rápidamente Asi. el niño se ve más y más capacitado para ver o. por lo menos, de sentir efectivamente— el bosque cultural detrás de los árboles
de las experiencias discre-tas. atomísticas que tienen características culturales individuales. En otras palabras, sólo la expansión de las
experiencias culturales del niño le permiten detectar el modelo, el carácter distintivo, el sistema de valores, el esquema del medio, etc, que le da
un significado y estructura a sus discretas experiencias. Cuando se ve en este contexto, la tesis de que las técnicas del cuidado del bebé y del niño
ejercen una influencia oprecuthle en la personalidad sólo si están muy conectadas, y fácilmente derivables del carácter distintivo tribal, cesa de
ser meramente un axioma v se convierte en susceptible de verificación Sin lugar a dudas, la adaptación y ajuste del bebé, o niño a las
expectativas y técnicas de formación de su entorno, y su respuesta a su formación y a aquellos que le preparan, puede, durante el período de
prc- Edipo, ser sólo narcisista y sadomasoquista. Aqui. pueden llevarte a las relaciones constructivas con seres humanos reales, o a una
manipulación significativa y cons-tructiva de los segmentos de la cultura que esas personas transmiten al niño. Sólo después de que el niño sea lo
suficientemente mayor para esas primeras impresio¬nes. expectaciones, reglas, etc., para adquirir un significado y descubnr un modelo, pueden
ser aceptados aunque con Ciertas determinadas distorsiones prenatales - en vez de ser meramente loleradny, y sólo entonces pueden los
humanos que los

crian convertirse en personas, en vez de permanecer como «objetos parciales» que son meramente fuentes de gratificaciones narcisistas, o
golpes para la autoestima del niño.

Aún asi, se piensa que la fuerza decisiva en la formación de la personalidad es el carácter distintivo, que le da significado a los rasgos culturales
discretos, más que a los rasgos culturales individuales; por ejemplo, las propias técnicas de formación. La fuerza determinante del último
depende primariamente de la extensión en que ellos reflejan el carácter distintivo global y el modelo de la cultura total Esto significa que la
personalidad básica está formada primariamente durante los perio¬dos de Edipo y de la pubertad, euya resolución elimina o sublima las
primeras características e impulsos (1953:45-46).

Otro punto importante es si el inicio original que se da a la personalidad en ciernes en la infancia es, o no es. secundado por experiencias
subsecuentes. Incuestionablemente, algunos tipos de influencia continúan durante toda la vida. En una cultura estable esta influencia está
enfocada más hacia el refuerzo de modelos de personalidad ya establecidos que para desarrollar otros modelos nuevos. Por el contrario, en una
cultura que cambia rápidamente, el cambio en las influencias y la diferencia entre las influencias formadoras de la personalidad experimentadas
en la niñez, contrastadas con aquellas experimentadas en la madurez, como resultado de un cambio cultural, pueden ser un factor
desorgani¬zador aprcciablc, como todos los estudios de culturización tienden a mostrar.

Está implícito en lo que acabamos de decir que las influencias culturales sobre el individuo están a la par con la influencia que el individuo ejerce
sobre la cultura. Este último tipo de influencia se manifiesta claramente por la aceptación o rechazo de nuevos puntos culturales. Sin lugar a
dudas, es claramente en la madurez cuando el individuo es libre y capaz de aceptar o rechazar ideas nuevas, aplicaciones nuevas, etc.,
determinando asi si estos nuevos puntos culturales se integrarán en la cultura de la sociedad7.

Motas

1. l.a mayoría de la investigación para Culture and Normality fue hecha con una boca dada por la Fundación Wenner-Gren para la
Investigación Antropológica para el Instituto de Relaciones Humanas de la Universidad de Yak pitra ser administrada por el doctor Linton. Se hace
un gran reconocimiento a esta ayuda generosa sobre el estudio de la personalidad y la cultura.

2. El ejemplo clásico es, por supuesto, el proceso legal, que opera ampliamente en términos del precedente, aunque nunca dos situaciones
que aparecen en la vida son verdaderamente idénticas.

3. Un ejemplo normul de esto ca la forma inicial en la que algunas de las ti ¡bus de lus indios de las Praderas se enfrentan con el caballo
acabado de importar. I.os crow lo llamaban «el perro mágico» (siendo el perro su único animal doméstico icall y pronto ataron el caballo a las
riendas, una manera de transportar los bienes que consistía en dos palos, cuyo final se arrastraba por el suelo, mientras la parte de arriba se
cruzaban por la espalda del animal de carga Este invento se diseñó para el perro como animal de transporte. De la misma forma, cuando el
caballo primero se importó del Cercano Oriente, donde el animal de carga durante mucho tiempo fue el asno, se utilizó

primeramente el caballo como un animal de juego y después, como aprendemos de Homero, se le llevó no con un látigo, sino con un aguijón.

4. Los problemas involucrados en la construccú'm de estos modelos desde el comporta¬miento observado hun sido discutidos en detalle
por Devcrcux (1945, !*J53).

5. Puede aludirse, por supuesto, que en algunas sociedades hay un «lenguaje de mujeres» especial o «un lenguaje de niños» o más aún «un
discurso direccionaKcuyo vocabula¬rio y estructura están determinados por si se dirigen a un superior, a un igual o a un inferior. Estos hechos
son correctos, por supuesto, pero no invalidan la tesis de que el lenguaje es compartido por todos los miembros de una sociedad. Sin lugar a
dudas, incluso cuando una cultura pudiera contener vocablos especiales para el uso de las mujeres, este lenguaje debería ser comprendido por
los hombres. El ejemplo más obvio es d hecho que aunque, ordinariamente, el macho no tiene ocasión de usar la expre¬sión «mi marido», la
entiende perfectamente bien.

6. En un trabajo reciente, escrito como respuesta a las criticas de su punto de vista sobre cómo poner los pañales. Margare! Mead (1954)
también llega a la conclusión de que el impacto dd cuidado dd niño está muy influenciado por la actitud de aquellos que hacen estas operaciones
técnicas.
7. Sin necesidad de decirlo, esto se aplica también a nuevos préstamos de otras culturas a través de la aculturación. asi como a los nuevos
puntos resultantes del desarrollo interno o progreso de la propia cultura del individuo.

Referencias

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Acculturation in Se ven American Indtan Trihes (ed.). New York: Applcton-Century. 1940.

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Scwcll. W. H.: «Infant Training and the Personality of the Child», American Journal of Sociology, 58:150-159. 1952.

Abram Kardiner

1891-1981

Antecedentes

Abram Kardiner nació cn Nueva York y se educó cn sus escuelas Recibió su B.A del City Collcge cn 1912. En Cornell. obtuvo su M.D. cn 1917. cl
mismo año que se casó.
Después dc la I Guerra Mundial. Kardiner fue aprendiz dc Freud. Volvió a Estados Unidos para unirse a la facultad, cn el Instituto Pnctmnalitico de
Nueva York, en 1922, permaneciendo allí hasta 1944 En 1923. consiguió un trabajo cn Cornell como instructor de psiquiatría, manteniéndolo
durante seis años hasta cambiarse a un trabajo similar en la Universidad de Columbia.

Durante los años 30. Kardiner se ocupó primeramente dc la práctica clínica del psicoanálisis terapéutico. Durante este trabajo, despertó su
interés cn las intcrrcla dones entre personalidad y cultura, particularmente sobre los efectos de los siste¬mas proycctivos concretos sobre el
desarrollo y perpetuación de las instituciones culiuialo particulares. Publicó algunos de sus resultados en trabajas Ub como «The Role of
Economic Security in the Adaptation of the Individual» (1936) y «Secunty, Cultural Rcstraints, Intra-Social Dependcnces and Hostilities» (1937)

En 1936, organi/ó un seminario cn d Instituto Psicoanalitico de Nueva York cn el que participaban Edward Sapir, Ruth Bcncdict. y Ruth Bun/el.
Analizaron diversas culturas de la Literatura y una. la zuñi. dc los relatos verbales dc Benedict y Bunzel. En 1937. cl seminar^» se trasladó a la
Universidad de Columbia,

donde se le unió Linton, Cora DuBohs y Cari Witbers. que presentaron dato» etnográfico* para los análisis psicoculturalcs de Kardiner. El
seminario tuvo como resultado dos grande* publicaciones The Individual and this Socity (1939). que intentaba forjar una técnica para sintetizar
el material recopilado en los seminarios; y. con Linton. The PsychologicaJ Frontiers of Society ( 1945), que describía una serie de técnicas para
estudiar las relaciones reciprocas entre la cultura y la personalidad. Kardiner buscaba demostrar, por ejemplo, que las instituciones religiosas de
los pueblos tribales eran proyecciones de una «estructura de la personalidad básica», que estaban formadas, no por la acción de un trauma
histórico recordado incons¬cientemente (como algunos seguidores de Jung y Freud lo dirían), sino por los traumas más observables producidos
por las prácticas de la formación del niño. Esta propuesta fue, más tarde, extendida y proyectada en forma cuantitativa por John Whiting

En 1939, se nombró a Kardiner profesor colaborador del departamento de Antropología en Columbia. un puesto que ocupó hasta 1952. al mismo
tiempo que era profesor asistente clínico de psiquiatría y. después de 1949. fue profesor clínico.

En 1951, junto con Lioncl Ovesey, otro psiquiatra de Nueva York, publicó The Mark of Oppresion, un libro basado en la investigación
psicodinámica de 25 biogra¬fías. y concebido y escrito bajo la premisa de que las características de grupo son adoptadas en la naturaleza, y así no
innatas, sino adquiridas.

Sex and Mor ahí y se publicó en 1954, y el año siguiente, Kardiner se convirtió en director de su propia clínica psicoanalitica. Sin embargo, no
habia perdido su interés por la Antropología; en 1961 escribió The Studied Man con Edward Preble. A través de las biografías, este libro presente
el nacimiento y crecimiento de la tradición científica social en una estructura adoptada, centrándose en Charles l>arwm. Herbert Spenccr,
Edwurd Tyfor, James Fra/cr. Emite Durkheim, Franz Boas, Bronislaw Malinowski, Alfrcd Kroeber y Ruth Bcncdict. La hipótesis más importante de
estas innovaciones esta relacionada con el carácter distintivo de las épocas y sus experiencias especificas personales (por supuesto pero la
documenta¬ción es importante).

En 1961. Kardiner se fue de Nueva York, a la Universidad de Emory, donde fue profesor investigador de psiquiatría hasta que se jubiló en 196X
Murió en Nueva York en 1981.

Introducción

Señalamos en nuestra introducción que consideramos a Freud como parte del Zeitgeíst de un periodo del desarrollo antropológico, más que un
contribuyente directo a la Antropología Aunque el impacto de Freud ha sido notorio en el trabajo de estudiantes tales como Gcza Rohcim.
Warner Munsterberger. Erik Erikson, Margaret Mead y Bronislaw Malinowski Abram Kardiner debe ser reconocido más que cualquier otro autor
por destacar la teoría freudiniana desde su base en la cultura occidental V SU énfasis Irórir** en el instinto sexual Kardiner. a diferencia de
Rohcim. enfatizó la importancia de la adaptación personal sobre los instintos, como una base desde la cual acercarse a la psicodinámica.

De acuerdo con Kardiner. hay cuatro propuestas al fenómeno social que han sido desarrolladas por varios autores. l_a primera de estas
propuestas, sostenida por el mismo Freud. asi como por Rohcim. Theodor Rcik. y Munsterberger. claman que lo que es inconsciente para el
hombre moderno, formaba parte de lo consciente

para el hombre primitivo. Kardiner mantiene que esta es una posición inalterable. La segunda propuesta, la teoría de la libido, clama que el
instinto sexual forma al hombre básicamente de la misma manera en todas las sociedades. Kardiner cree que este punto de vista está
desprovisto del contexto ambiental y cultural, y asi es inaceptable. La tercera propuesta freudiniana, discutida por Kardiner, es el trabajo de
Harry Stack Sullivan, Karen Horney y Erich Fromm. que considera la cultura con su relación con el desarrollo de la personalidad —y esto él lo
descarta con arrogancia

La cuarta escuela es la del propio Kardiner. Su propuesta recalca su punto de vista de la adaptación del individuo a la cultura y su entorno.

Las contribuciones concretas que Kardiner hizo a la Antropología son su concepto de la estructura de la personalidad básica y su punto de vista
sobre las instituciones primarias y secundarias. La relación entre personalidad y cultura ha desconcertado a los estudiantes mucho antes que a
Kardiner; y la solución más comúnmente aceptada al problema ha sido la idea de que el modelo de «una cultura» influencia la conducta de los
individuos. Este punto de vista vago y reduccionista se sustituyó por el concepto de Kardiner de la estructura de la personalidad básica, que se
refiere a las herramientas normales de adaptación que una sociedad extiende a sus miembros. Estas, se encuentran en todas los miembros de la
sociedad y son especificas de la cultura, adquiridas por las técnicas de crianza del niño básicamente estandarizadas, que son diferentes en cada
sociedad Las experiencias normales de la niñez llevan a una estructura de la personalidad básica, que es típica de la cultura, lo que se manifiesta
en sus individuos.

13. La técnica del análisis psicodinámico*

La psicología puede ser útil a las ciencias sociales sólo si su uso puede ser reducido a una técnica que sea vcrificablc. se pueda enseñar, y pueda
ser corregi¬da o cambiada ante una evidencia nueva. Las opiniones sistemáticas en el lengua¬je técnico no están atando más en la Psicología que
en otro campo. Las generali-zaciones que codifican lo obvio no son técnicas capaces de producir información nueva.

F1 predecesor de esie libro fue una aventura en la técnica Esta técnica fue el desarrollo de unas pocas observaciones simples. Después de que
una cultura como la de Tanala habia sido presentada con detalle, se observaron ciertas correspon¬dencias. En láñala, la relación del individuo
con los dioses ancestrales se parecía sorprendcnicmcntc a la relación del niño con el padre en esta cultura Existía el mismo énfasis en la
obediencia. La primera conclusión fue que la obediencia a un

• Improo de The Ps}vho/.^,cal Fr<»t*n of Society, de Abram K.rdincr <Nuev» York Columbu

Umvemiy Prwv 1945). pág» 2M6. con el permiso del editor

deber era universal. Encontramos, al estudiarlo, la misma correlación cn las islas Marquesas; no habia ningún énfasis en la obediencia cn la niñez.
Las costumbres tipicas cn Tanala mostraban una relación típica entre padre e hijo, donde los celos estaban reprimidos y una actitud pasiva
femenina aparecía en su lugar. En las islas Marquesas, los mitos del odio al padre estaban ausentes y, en lugar del odio al padre, habia un gran
temor, odio y desconfianza hacia la mujer. En otras palabras asi como las experiencias variaban, asi lo hacían los productos dc los sistemas
proyectivos cn el folclore y la religión. Esto nos dio nuestra primera pista, y cl mismo procedimiento se usó en muchos más fenómenos.

Cuando seguimos, encontramos necesario tener una unidad cultural para des¬cribir las variadas prácticas y costumbres, y para este propósito cl
concepto instituciones podría ser utilizado operativamente. Las instituciones fueron, por consiguiente, tratadas como cl vehículo a través del cual
las influencias especificas influían cn cl individuo cn desarrrollo. Si. por consiguiente, miramos otra vez la correlación del párrafo anterior,
encontraremos que si las disciplinas dc la niñez constituyen un orden de instituciones, entonces la religión y cl folclore comprenden otro.
Llamábamos al primero primario y el segundo secundario. También había algo creado en el individuo por sus experiencias en la niñez que
formaba la base para los sistemas proyectivos usados posteriormente para crear cl folclore y la religión. Este grupo de constelaciones nucleares
cn cl individuo fue llamado la estructura Je la personaltJaJ básica. Este concepto es sólo un refinamiento de un concepto usado descriptivamente
durante mucho tiempo por Herodoto y César, y conocido como el carácter nacional. El término estructura Je la personalidad básica se eligió para
evitar la falta dc claridad cn los términos grupo, nacional o carácter social, porque un grupo nunca puede tener un carácter común, como
tampoco puede tener alma o pulmones comunes. Mas aún, las constelaciones que se identifican cn la estructura dc la personalidad básica no
eran características del carácter acabado, sino una matriz cn la que estas características de carácter se desarrollan. Por ejemplo, cn Alor
encontramos la desconfianza como una carac-terística permanente dc la personalidad básica Pero esta desconfianza podría observarse cn
cualquier parte dc los diferentes rasgos del caractcr. Lo que era nuevo c importante acerca dc este concepto no era su nombre, sino la técnica dc
su derivación y la introducción dc un punto de vista genético en la Sociología. El concepto dc la estructura de la personalidad básica se convirtió
cn un utensilio operacional poderoso, a través del cual adquirimos una manera precisa dc alinear las íntcrrelaciones dc varias prácticas sociales a
través dc su compatibilidad o incompatibilidad con ciertas necesidades e instintos constantes identificables co¬mo humanos.

Considerando que este esquema operacional se hizo gracias a la habilidad

cn identificar derivaciones remotas dc las experiencias básicas a través del uso

de descripciones, una mayor experiencia con culturas y material nuevo mediante

biografías, mostraba este esquema como muy simple y decididamente incom¬pleto.

La primera dificultad surgió en relación con el uso del concepto institución. Este concepto fue originalmente definido para connotar «un modo
fijo de pensa¬miento o comportamiento que puede ser comunicado, que disfruta dc la aceptación

común y del infringimícnto o desviación del que crea preocupación cn cl indivi¬duo o grupo». Esta definición no es útil cn la práctica. Se ha visto
quic cn algunas sociedades (por ejemplo. Alor). algunas dc las más importantes íuicntcs dc los sistemas proyectivos no estaban
institucionalizadas, sino que se relacionaban con algunas prácticas que lo estaban. El poco cuidado materno en 'Alor fue un accidente resultante
dc que la madre tenia que trabajar todo cl diaet* los campos. La institución básica es que la madre trabaja cn los campos totílo el dia; el
desatender a los niños no está institucionalizado, aunque es algocusi universal. No hay sanciones contra la falta dc buen cuidado dc los niños.
P<odcmos. por consiguiente, corregir cl concepto dc institución primaria para lee»; institución primaria o prácticas relacionadas, tanto si están
institucionalizados como si no. Para sustituir la palabra prácticas por la dc instituciones no habría otra más satisfactoria que instituciones o
costumbres. Más aún. cl último térmirio implicaría el respaldo por una razón especifica, que. aunque a menudo es cl caso, no es universal. Las
instituciones significan, podría decirse, lo que la gente hace, piensa, cree, o siente. Su lugar está dentro de la personalidad humana: \ tienen una
función acomodativa o adapiativa. En conexión con las instituciones primarias, surge frecuentemente una pregunta a cerca de su origen. Eíta
pregunta nunca podría ser contestada. Linton1 señaló que esta pregunta no era pertinente en el presente empeño. La institución primaria se
trata como el punto de partida para el individuo, no para la cultura. El origen dc una institución no tiene nada que ver con cl efecto que crea en cl
individuo en desarrollo.
Una segunda dificultad técnica surgió cn conexión con la identificación de los productos dc los sistemas proyectivos. llamados mstituriones
secundarias. Aqui surge mucha confusión, porque muchas instituciones no podrían ser cla¬sificadas como primarias o secundarias. Sólo este
hecho, el que habia insti¬tuciones externas c independientes del sistema proycctivo, irdica o que nuestra formulación de los determinantes dc la
estructura dc la personalidad básica es incompleta o que las

instituciones existen fuera de su rango. Este parccc ser cl casodc las instituciones o costumbres de origen puramente racional.

El punto importante de esta clasificación dc las instituciones cn primarias y secundarias es que está vinculado con el concepto dc la cstruttura dc
la persona¬lidad básica. Significa que las instituciones no pueden ser comparadas unas con otras o establecer relaciones entre si directamente.
Esta relación » mediada por la personalidad.

En el primer trabajo no tuvimos oportunidad dc comprobar la validez, dc la personalidad básica comparándolo con material biográfico actual y
los cambios socialcs. Las únicas culturas que tienen una historia ampliamente registrada y mnehn material biográfico son las culturas orientales y
la niestra. Pero esto no podría ser confidencialmente abordado hasta que ciertos problemas elementales

hayan sido resueltos.

El uso del concepto dc estructura dc la personalidad bási^t. por consiguiente incluye las siguientes preguntas: (I) ¿Cuáles son los sistemas
intcgracionales claves y su antecedente institucional? (2) ¿Son los efectos de las instituciones normativas las únicas fuentes dc la estructura de la
ptrsonalidad básica?

(3) ¿Cómo puede el concepto ser probado con las biografías y cómo podrían las inevitables variaciones del carácter personal en la misma cultura
estar reconcilia¬das con el? (4) ¿Cuáles son los efectos del conocimiento cmpiricamcntc derivado y verificado por los criterios exteriores al rango
del «sentido común» de la cultura sobre las instituciones de origen proyectivo? En otras palabras, ¿cuáles son las relaciones del conocimiento
científico con la personalidad básica? La última es. por supuesto, significativa para el estudio de nuestra propia sociedad, donde la ciencia ha
alterado tan evidentemente la utilidad social de los sistemas proyccti- vos empleados en la religión.

Los sistemas integracionales claves

Cualquier selección de situaciones clave que influencien la formación de la perso¬nalidad está destinada a ser incompleta. Estamos
predispuestos, en nuestra selec¬ción, por nuestra experiencia con los individuos en nuestra sociedad y particular¬mente por las constelaciones
que predominan en las neurosis. Este es sin lugar a dudas un prejuicio. Hemos investigado un número suficiente de culturas para saber que las
constelaciones importantes en nuestra sociedad no son universales, y algunas situaciones en nuestra sociedad son pasadas por alto porque no
actúan como impedimentos del desarrollo de nuestra cultura, pero lo hace en otras. Si no tenemos ocasión de examinar otra cultura que la
nuestra, nunca supondríamos que el cuidado materno y la alimentación son excesivamente importantes para la cohesión de la sociedad y así
nunca miraríamos el cuidado materno como una situación clave. Esto sólo lo podemos aprender por comparación con otras culturas donde el
cuidado materno es inadecuado. Por ahora, hemos estudiado diez culturas a fondo y tenemos un número de contrastes para indicar una lista
aceptable2.

Cuidado materno

Constancia de atención o abandono

Alimentar regularmente

Padres sustitutos — actividades de

Ayuda en los prooesos de aprendizaje — caminar, hablar

Cuidado antes y después de andar

Destctactón edad, métodos

Control del esfínter — cuando iniciarlo, ideas asociadas (limpieza. obedien¬cia. etc.l Inducción de la afectividad

Solicitud de respuesta; manutención, juego, caricias

Actitudes maternas hacia el niño — cuidado o descuido, honestidad hacia el niño o la costumbre de la decepción Insistencia en la obediencia y la
presencia o ausencia de sistemas de re¬compensa — formación del superego Primeras disciplinas Consistencia

Sistemas de castigo y recompensa — cuándo se pone un castigo, lugar de elección para infligir dolor corporal, etc.

Disciplinas sexuales

Masturbación, prohibida o permitida, actitudes de los mayores — negligen¬cia, ridiculo, amenazas de castración, tolerancia, o usada como
placebo Jugar con el sexo opuesto permitido abiertamente o tácitamente, actitud de los mayores Actitudes institucionalizadas de hermandad
Rivalidades estimuladas o reprimidas Agresión controles Inducción al trabajo
Edad - deberes, recompensa, grado de participación Diferencias entre sexos

Actitudes hacia el trabajo — di\isión de las responsabilidades económicas Pubertad

Alteración de la participación en la sociedad Prematura o aplazada

Ayuda paterna en la preparación para el status matrimonial Matrimonio

Costumbres de aparcamiento

Dificultades en el aparcamiento creadas por los padres Posición de la mujer, libertad de elección Requisitos del status económico Requisitos de
fidelidad, libertad de divorcio Carácter de participación en la sociedad Diferenciación de status Diferenciación de función Metas de finalidad
Factores que mantienen la sociedad unida F'ormación del superego Fases antagónicas y de cooperación Actividades permitidas y controladas
sanciones Sistemas proyectivos Religión Folclore

Sistemas de la realidad, derivados de fuentes empírica?, o descriptivas Artes, artesanías, y técnicas Técnicas de producción

Diferenciación de la función

Participación en los productos distribuidos — diferenciación de status, grados y controles de prestigio

La técnica de aplicar estos principios puede ser ilustrada al elegir una combi¬nación particular de condiciones La sociedad A es una en la que la
madre cuida diligentemente al niño durante dos semanas después del nacimiento, y. a partir de entonces, sólo dos horas por la mañana y dos
horas por la tarde, pasando el resto de su tiempo en los jardines cultivando verduras. La mayor parte del dia. el cuidado del niño se deja en
manos de hermanos más mayores u otras personas. Al niño probablemente se le da bastante comida, pero muchas tensiones le son insatisfechas
durante largos periodos. No se le enseña a hablar o a caminar. El niño se las ingenia él sólo. Se le masturba para tenerlo quieto. Añadido a esto,
se

le molesta y hay una tardía falsa interpretación deliberada. Ante esta situación, alguien podría decir: «¿Qué sabe un niño y. de todas formas, qué
diferencia hay si lo sabe? Tiene bastante comida, ¿no? Este punto de vista pasa por alto el hecho de que el niño no tiene reacciones hechas; que
por las condiciones descritas, se ha creado para el niño un ambiente especifico: que sus necesidades y tensiones son constantes, y si se eliminan
con poco esfuerzo o desagrado por parte del niño, seguirá siendo un sistema intcgracional; mientras que si las tensiones no se eliminan, la
constelación resultante será diferente. El niño desarrollará eventual- mente una actitud definida hacia el padre, hacia si mismo y hacia las
tensiones que le causan desagrado. Estas actitudes se adaptan a las condiciones particula¬res y tienden a convertirse en habituales, automáticas
y compuestas. Más aún. las constelaciones formadas bajo estas condiciones pueden ser predccidas con un buen grado de precisión. Las
constelaciones asi creadas no serán parecidas, pero el rango puede ser adivinado.

Bajo estas condiciones un niño no puede desarrollar un sentimiento o actitud conjunto hacia la madre. Debe sentir algo de odio, algo de recelo,
algo de soledad, un sentimiento de que no tiene a nadie con el que pueda contar positiva¬mente. Más aún. las funciones que desarrolla bajo la
influencia de un buen cuidado, confianza en si mismo, interés por el mundo exterior, iniciativa todo eso lo sufrirá. Se le estimula la sexualidad,
pero está separada de la imagen de una persona cariñosa que la estimula.

La siguiente pregunta que surge es si esas actitudes necesitan permanecer siempre. No lo necesitan, si son introducidos en la vida del niño otros
factores que tenderían a contrarrestarlos. Sin embargo, si no son contrarrestados, tienden a continuar. Si el niño, cuando crece, encuentra
influencias que tienden a reforzar estas reacciones, en la edad adulta constituirán su carácter. En esc momento, se ha formado un modelo
definido (para percibir las relaciones humanas y enfren¬tarse con ellas) que es totalmente inconsciente, y un sistema definido y especifi¬co de
proyecciones es muy probable que salga de estas primeras experiencias. Cuando somos adultos podemos inventar una historia, una pura
invención, en la que podamos detectar la operación de estas constelaciones formadas en la niñez. Estas constelaciones pueden ser recobradas en
sueños con formas distor¬sionadas.

Hemos tenido hasta este punto una serie de inferencias acerca de los efectos probables de ciertas instituciones formadoras. ¿Cómo puede esta
conjetura ser justificada o contradicha? Si nuestra hipótesis es correcta, a saber que esas condiciones estuvieran consolidadas en la niñez y
formaran una base para el uso subsecuente proyectivo. entonces podemos esperar encontrar alguna evidencia de él en todos los sistemas
proycctivos —religioso, folclore, y quizás otras institu¬ciones—. F.n otrus palubras. si sabemos cómo la personalidad básica c:%lá estable¬cida.
podemos hacer ciertas predicciones de las instituciones que esa personalidad podrá inventar. Si seguimos la personalidad particular creada por
las condiciones mencionadas arriba, esperaremos encontrar cuentos populares enfrentándose con el odio paterno, con el abandono de los
padres; esperaremos encontrar una religión desprovista de conceptos que tengan que ver con la recompensa por las buenas acciones o castigo
por las malas. No esperaremos ningún énfasis sobre la

idea del restablecimiento de las gracias de la deidad por medio del sufrimiento. No esperamos ninguna idealización de la deidad.

La utilidad del concepto de estructura de la personalidad básica no termina aqui. Nos encontramos con otras instituciones que las de folclore y
religión, derivadas de la misma fuente. Si no pudiéramos hacer nada más que predecir los tipos de religión y de folclore, la utilidad de este
procedimiento estaría muy limitado y seria completamente inadecuado para nuestra sociedad, donde los sistemas proycctivos han sido durante
mucho tiempo desviados de su uso en la religión. Ya que la personalidad tiene elementos de desconfianza hacia los padres, no podíamos esperar
que esta falta de confianza estuviera limitada a los padres, sino extendida a otros. Cuando la cadena entera de elementos que entran en este
sistema integracional particular está completa, podríamos también esperar en¬contrar malas relaciones entre los sexos, frecuencia del divorcio,
y también obstáculos institucionalizados contra el divorcio.

Cuanto más el etnógrafo nos dice acerca de las características de esos pueblos, más grande es el número de instituciones que podemos colocar
como derivados de la estructuro de ¡a personalidad básica. Por ejemplo, oímos que los pueblos sobre los que hemos discutido antes no tienen
interés en las artes y sus habilida¬des se estiman escasas. También oímos que se rinden fácilmente a la enfermedad. Estas características se
sitúan una vez. que conocemos la estructura de la persona¬lidad básica; pero estas características particulares no podían ser pronosticadas, y
posiblemente hay algunas que no podrán ser estimadas incluso cuando conozca¬mos la personalidad básica.

De esta forma no podemos mantener que el valor de predicción del concepto de estructura de la personalidad básica sea su mérito principal; no
conocemos las posibilidades de los primeros acondicionadores suficientemente bien para hacer predicciones a larga escala. Podriamos ser
capaces de hacerlo cuando tengamos los estudios comparativos de cerca de cincuenta culturas, c incluso entonces, los detalles únicos y
originales podrán sorprendernos.

El mayor mérito de este concepto es que nos ofrece una base para examinar las estructuraciones de la sociedad y para relacionar unas
instituciones con otras, no directamente sino a través de los individuos que lo componen.

Esto es hasta lo que nuestro procedimiento nos puede llevar, dándonos sólo la descripción precisa de las instituciones. Las conclusiones que se
hacen de esta única fuente, pueden tener el status de conjeturas, más o menos aproximadas. Hay otra manera no sólo de comprobar nuestras
conclusiones, sino de suminis¬trarnos una fuente nueva de información —es decir, las biografías de los indivi¬duos en la sociedad

¿Qué factores adicionales se incluyen en la estructura de la personalidad básica?

Si tuviéramos que detener nuestra consideración de la estructura de la personali¬dad básica con aquellos sistemas que. aunque se originan en la
experiencia actual, esos se convierten en la base inconsciente para los sistemas proycctivos. Podria-

¡nos ser justamente acusados de omitir varias fuentes muy importantes de «aprendizaje», que desempeñan un papel importante en la
adaptación del indivi¬duo. Hay una gran representación de datos que se imparten al niño mediante la educación directa3. A este grupo
pertenecen todas las explicaciones acerca del mundo exterior, cómo enfrentarse con él. y las relaciones de un hombre con él, y las actitudes
convencionales que gobiernan las relaciones de las personas unas con otras. Estos sistemas son conscientemente admitidos; muchos de sus
conteni¬dos están sujetos a las demostraciones de un tipo, y algunas veces son modifica- bles.
La introducción de esta categoría de sistemas «aprendidos» conlleva una dificultad inevitable. En la sección anterior (de Las fronteras
psicológicas de la sociedad) describimos un aspecto de sentido común derivado de las experiencias concretas en las relaciones interpersonales
que forman la base de los sistemas proyectivos. algunos de los cuales se usan para explicar el mundo exterior. Ahora, introducimos un sistema
enseñado directamente. Ambos sistemas, posiblemente, pueden no ser incompatibles si se usan para explicar el mundo exterior. Si lo fueran,
uno tendería a desaparecen y el sistema eliminado por necesidad seria el sistema consciente más sensible al cambio. Es más probable que no un
sistema enseñado con variación completa del sistema proyectivo pudiera no ser aceptado. Esta simple idea puede ser ilustrada de la siguiente
manera. Supongamos que un misionero intenta transmitir a una tribu primitiva la idea de la redención a través del sufrimiento y la expiación.
Esto se representa como una parte de la realidad, y así se enseña como tal. De todos modos, el que esta idea tenga algún significado para un
hombre primitivo depende de si tiene cierta plausibilidad de acuerdo con su propia experiencia. Si el mismo no ha experimentado la secuencia
lógica de cometer un acto interpretado como un delito, siendo castigado por ello, y des¬pués siendo reintegrado, la proposición como tal debe
permanecer sin significado. Ya que es meramente una proyección, racionalización y generalización de la experiencia básica.

Lo que estamos diciendo, por consiguiente, es que el sistema proyectivo entero tiende a ejercer una influencia polarizadora sobre todos los
sistemas de la realidad enseñados que se presentan al individuo; están forzados a ser inconsis¬tencias y excepciones4. Pero todos los aspectos
de los sistemas de la realidad, en ningún momento caen bajo la influencia del sistema. En efecto, se puede estable¬cer una serie en donde el
sistema proyectivo tenga cada vez menos influencia. Naturalmente tiene menos influencia en la manipulación de manufacturas y técnicas. Pero
otros sistemas, que también son enseñados, caen decididamente bajo la influencia del sistema proyectivo. Vamos a tomar dos ejemplos, uno
donde esté envuelto un instinto y otro donde no tenga relación ningún instinto.

El primero puede ser tomado de una prohibición muy común en la sociedad primitiva y civilizada. Es la proposición siguiente: «Si te masturbas. te
pondrás enfermo» (o cualquier otra consecuencia terrible). Por el momento estamos me¬nos preocupados acerca de las tensiones determinadas
somáticamente, de lo que estamos acerca de la forma en que la prohibición se lleva a cabo. La consecuencia de la locura se considera como un
hecho, que es una racionalización hecha de antemano para justificar la prohibición. El impulso de masturbarse está asi

acompañado por la ansiedad que es canalizada en una dirección especifica. El peligro se hace aparecer como un peligro real, ya que si no hace
surgir el terror, difícilmente actuaría como un freno.

Este aspecto de la realidad ocupa un lugar importante en el conflicto que se centra en la masturbación. Si la actividad en cuestión se abandona,
puede conlle¬var represión, y la sola manifestación de su existencia puede ser la ansiedad por la locura. Esto puede ser representado
gráficamente así:
Asi. el temor a la enfermedad puede surgir como la única manifestación del impulso original de satisfacer una tensión somática sexual. El lugar
del aspecto de la realidad (la masturbación causa la locura), de este modo se muestra como relacionado con los sistemas del superego
(consciencia) creados en la sociedad.

Este es un lugar oportuno para discutir cuán extensamente una idea como la descrita arriba puede convertirse en sistematizada. Esta creencia
acerca de los efectos perniciosos de la masturbación persisten desde hace un siglo. Antes de la llegada de la bacteriología, casi todas las
enfermedades se atribuían a la mastur¬bación y largos tratados basados en observaciones empíricas «científicas» se escribieron como prueba.
Esta es una prueba del razonamiento científico. El factor desconocido de este complejo razonamiento es la insistencia inconsciente de que la
masturbación debería ser castigada. Los datos científicos fueron mera¬mente organizados para apoyar esta suposición

Hay otros tipos de sistemas de realidad enseñados por inducción directa que no están relacionados con ningún instinto. A los pomo y los navajo
se les enseña cuando son pequeños a enterrar los excrementos, a no ser que se usen como cebos. Esta es una ansiedad que se aferra al individuo
durante toda su vida. Pero es natural asumir que una ansiedad de este tipo seria reforzada por tensiones interpersonales fuertes. En la niñez, sin
embargo, esta creencia se convierte en parte del sistema de la realidad, y la ansiedad se controla con defensas y precau¬ciones apropiadas que
se convierten en institucionalizadas. Asi, la función excre¬tora se convierte en asociada con una clase especial de ideas cargadas de ansie¬dad.
Estas ideas son diferentes de las que hemos encontrado en Tanala, donde la idea asociada no era ni la limpieza ni el temor a ser envenenado,
sino la obedien¬cia. Varios sistemas liberadores de la tensión dependen de cuáles de estas ideas se

convierten en asociadas con la función excretora. El sistema de ansiedad descrito antes puede ser representado así:

Un sistema como el descrito puede sobrepasar cn el tiempo las circunstancias originales que le dieron su origen, cuyo significado no puede ser
reconstruido. Entre ciertas tribus de los navajos la práctica de ocultar los excrementos ha desaparecido debido a la influencia de los blancos.
Seria interesante saber si la desaparición fue facilitada por la disminución de las hostilidades interpcrsonalcs y la sospecha mutua.

Relacionada con estos sistemas, aparece la cuestión del lugar dc los siste¬mas dc tabú primitivo. Los sistemas dc tabú pueden diferir cn cl origen.
En su mayoría son enseñados como una parte del sistema dc realidad externa, casi de la misma manera con que enseñamos a evitar un cable
eléctrico. La relación de los sistemas tabú con la cultura como un todo no puede ser definida precisamente. Podríamos esperar que fueran
compatibles con la estructura de la personalidad básica. Al mismo tiempo, como cn nuestra cultura, muchos tabúes tienden a persistir a pesar del
hecho dc que no se puede establecer ninguna relación precisa con la estructura dc la personalidad básica.
En esta jerarquía dc sistemas cn la estructura de la personalidad básica, están los sistemas puramente racionales o científicos, sujetos a la
demostración directa y descartados cuando se prueba que son falsos. La jerarquía de los sistemas cn la estructura de la personalidad básica
puede estar formada dc la siguiente manera:

1. Sistemas proyectivos basados en la experiencia con la ayuda de las racio¬nalizaciones. generalizaciones, sistematización y elaboración. A
esta cate¬goría pertenece el sistema de seguridad del individuo y los sistemas del superego. es decir, los que están relacionados con la
consciencia y los ideales.

2. Sistemas aprendidos conectados con los impulsos.

3. Sistemas aprendidos en los que no hay impulsos implicados, sino ideas asociadas con las actividades.

En los grupos 2 y 3 está la base para los caminos liberadores dc las tensiones psicosomáticas especificas.

4. Sistemas dc tabú, todos aprendidos como partes dc la realidad5.

5. Sistemas de la realidad empírica pura, sujetos a la demostración.

6. Sistemas de valores e ideologías (que interrumpen lodos los sistemas anteriores).

En este punto es importante decidir la posición dc los sistemas dc valores. No pueden situarse en ninguna de las categorías anteriores. Algunos
sistemas dc valores pertenecen a los ideales; por ejemplo, la honestidad; algunos sistemas dc valores derivan de las ideas asociadas con las
actividades y por lo tanto se enseñan directamente; por ejemplo, la limpieza. Otras derivan dc un complejo social que saca fuera las cualidades
que tienen un gran valor algunas veces y que, en otras, no lo tienen. Tal valor es «la libertad», que nunca puede ser definido cn términos
absolutos, sino sólo en relación con las condiciones particulares que crean un beneficio acerca dc esto. Ni los comanche ni los alorescs tendrían
ningún concepto dc la libertad cn cl sentido que hoy en dia se usa cn nuestra sociedad.

La cuestión dc las ideologías presenta las mismas dificultades que los sistemas dc valor. Están compuestas dc sistemas proyectivos, en cuyo
interés se mueve la evidencia empírica, y tienen dc esta forma, la misma estructura que los razona¬mientos.

Estos son lodos los constituyentes dc la estructura dc la personalidad básica, pero no son homogéneos; varían en cl grado dc representabilidad
consciente y cl grado hasta el que son modificables. El grupo I es completamente inconsciente y puede ser sólo identificado a través dc sus
manifestaciones descriptivas, de cuya fuente puede llegarse a las instituciones que le dieron su origen. Este sistema es menos susceptible de
modificación, excepto por medio dc las instituciones que le dieron su origen. Todos los demás sistemas están sujetos a la validación por alguna
clase de demostración empírica. El grupo 5 está sujeto a la demostración directa; los otros se mantienen cn su lugar por una cadena dc
razonamientos dc los cualcs lo siguiente es típico. Un nativo dc Alor nos dicc que su hermano menor cac enfermo y se le da la medicina
apropiada. El chico no se recupera. Su padre, un adivino, predice que no se recobra porque un par dc cuernos dc carabao fueron robados del
hogar. Los cuernos dc carabao se ponen cn su lugar y cl chico se pone bien. Este es un sistema cerrado de razonamientos que no pueden ser
rebatidos. Si cl chico no se hubiera puesto bien al poner cn su lugar los cuernos, alguna otra explicación se hubiera ofrecido. La forma cn que
estos razonamientos son dclcndidos por los nativos es fantástica por su tenacidad. El más común dc todos los razonamientos usados es que
«todo se hizo bien, pero era demasiado tarde». Esto deja intacto al sistema. ¿Por qué son estos sistemas mantenidos sobre lal «débil evidencia»
que concierne a su eficacia. Porque no pueden ser reemplazados y porque un mal sistema tiene mejores poderes mante¬nedores dc la ansiedad
que ningún sistema en absoluto. Los sistemas como este presentan un ciclo lógico sin fin. vicioso.

La viabilidad y modificación de estos sistemas (del uno al cinco) se indican en el orden en que son presentados. Este orden es importante al
intentar evaluar hasta qué punto puede tener lugar la difusión de la cultura. Los más fácilmente difundidos son los sistemas de realidad
manipuladores y puramente derivados empíricamente, y las técnicas manipuladoras cuyo valor de utilidad es directa¬mente perceptible. Los
menos modificablcs son aquellos sistemas que son incons¬cientes y aquellos en los que sólo partes son conscientes, estando mantenido el resto
por intereses emocionales profundos.

La biografía como material de la fuente social

Construir una biografía es una de las más difíciles iniciativas psicológicas. Como en la descripción de una sociedad, tenemos una amplia gama de
cosas donde buscar. Dollard" ha demostrado varios puntos de vista según los cuales la historia de la vida puede ser documentada, cada una
variando en el énfasis y la selección. Esto tiene mucho de cierto: no podemos dejar al azar o al juicio o prejuicios del narrador la selección del
material que nos da. Dollard define esta empresa como «un intento deliberado de definir el crecimiento de una persona en un medio ambiente
cultural y crear un sentido teórico de esto». Escoger una biografía adecuada conlleva un conocimiento de la cultura en la que vive el sujeto: el
modelo de sus acomodaciones personales a ellas, creadas por las circunstancias especificas de su entorno en la vida; y, finalmente, algunos
esque¬mas teóricos para disponer los datos.

Es importante conocer la cultura en la que vive el individuo, porque todo lo que nos dice está adaptado a sus valores y énfasis. El sujeto, sin
embargo, no entiende su propia cultura como un acuerdo arbitrario de las instituciones. Es un producto de esta y carece de idea sobre quién hizo
lo que ahora es. Sólo es consciente de aquellos lugares en su medio ambiente cultural que le dieron frustraciones específicas, gratificaciones u
otras visicitudcs. Mucho de lo que nos dicc lo da por sentado. Por ejemplo, tiene una concepción activa del mundo exterior del que empezó a
aprender en sus primeras percepciones. Se le han «enseñado» ciertas interpretaciones de su naturaleza ya hechas y cómo enfrentar¬se con ellas.
Esto es lo que puede ser llamado su «sistema de realidad», y esto es lo que tiene él en común con otros miembros de la sociedad. Mucho de lo
que nos dice está en términos de este sistema de la realidad particular. Si no lo entendemos, nunca seguiremos lo que intenta transmitirnos.
Debemos, en otras palabras, entender el entorno particular en el que opera y los métodos particula¬res que tiene para enfrentarse con él.

Las vicisitudes que nos describe como lu historia de su vida incluyen mucho acerca de los seres humanos en su medio ambiente y las relaciones
especificas que tiene con ellos. También nos damos cuenta de que este individuo tiene un carácter específico; tiene relaciones específicas y
antipatías, actitudes, simpatías, anulaciones, etc. Debemos también darnos cuenta de que cuando surgen circuns¬tancias similares en su vida,
tiende a reaccionar siempre de una manera similar. Asi, los mangma, cuando se encuentran en una situación difícil, echan a correr.

Tienen una actitud especifica hacia las mujeres, no siempre contingente con los atributos específicos de la mujer. Tienen intereses cspccificos,
tales como la jardinería, y nos damos cuenta de este factor por es un interés inusual en la sociedad de los alor. Tienen ciertas actitudes hacia si
mismos; el magma es sensible, y tiende a impresionarnos con habilidades que no tiene. Cuando descri¬bimos su carácter, describimos las
actitudes que tiene hacia si mismo y hacia los demás y los modelos de conducta que tienden a ser repetitivos; así. cuando conocemos su
carácter, conocemos sus características idiosincrásicas, qué espera¬mos de él. y cómo llevarnos bien con él cuando le necesitamos.

Pero no podemos dejarnos guiar exclusivamente por lo que nos dicc acerca de si mismo. Debemos observarle en el proceso actual del vivir dia a
día. Si no lo hacemos perderíamos algunos datos muy importantes. Más aún, debemos inten¬tar no sólo seguirle en sus actiudades diarias;
debemos conocer, si es posible, lo que sueña por la noche. Debemos asumir que nuestro sujeto intentará darnos la mejor imagen de si mismo
que le sea posible, y esconder todo lo que él considera dañino. Si es posible, se le debe dar un incentivo para que nos cuente cosas de si mismo
honestamente Y si está presente un intérprete que es miembro de la misma sociedad que el sujeto, estaremos cerca de tener una relación
bastante aproximada. Sin embargo, si observamos su actividad diana, nos daremos cuenta de sus reacciones con el etnógrafo y comprobaremos
otra vez sus sueños. De todo esto podremos conseguir una histona seria de su vida y un retrato dinámico

de su personalidad.

Cuando tenemos todos estos datos, nos encontramos con la tarea más difícil, la estructura teórica en que estará envuelto. No podemos usar un
esquema puramente proycctivo, porque una serie de epitetos calificativos, como «sensiti¬vo», «ansioso» no nos ayudara mucho. Debemos usar
un esquema dinámico y usarlo genéticamente, de modo que podamos trazar consistentemente el creci¬miento del individuo y así. apreciar sus
motivaciones. Debemos conocer las experiencias que le hicieron adoptar ciertos modos de conducta y no otros. En gran medida, nos hemos
enfrentado con este problema en la derivación de la estructura de la personalidad básica y no hay necesidad de repetirlo.

Con el propósito de aportar razones a la tesis de este libro, una biografía de una cultura, difícilmente será suficiente. Debemos tener una muestra
adecuada del sexo, edad y las diferenciaciones de status, y ningún número arbitrario puede ser considerado como adecuado. Necesitamos una
cantidad suficiente para hacer comparaciones adecuadas, pero es más importante encontrar dónde están las desviaciones. Cuanto más
progresamos en nuestro estudio de las biografías, notamos el hecho banal de que nadie en la misma cultura es igual que otro. Pero las
des\iaciones son tan importantes para nosotros como las normas.

Los usos de las biografías son numerosos. Aqui esta nuestra primera ocasión para ver si nuestra propuesta acerca de la clase de personalidad que
un grupo dado de instituciones crearía, se aproxima del todo a la realidad. Podemos invertir el proceso y operar desde tas personalidades a las
instituciones. Sólo en una biografía podemos ver cómo las diferentes instituciones están articuladas funcionalmente.

Ahora viene la cuestión de comparar los resultados de las biografías. La comparación con la estructura de la personalidad básica establecerá un
número suficiente de puntos donde pueden aparecer aberraciones. Estas aberraciones no invalidan, sino que confirman el proceso de derivar la
estructura de la personali¬dad básica. Si. por ejemplo, estudiamos ocho biografías de una manera compara¬tiva y descubrimos que ninguna
describe la misma situación respecto al cuidado materno, esperaremos que estas diferencias estén registradas en la estructura de la
personalidad de forma muy especifica. Si los npalda tienen en la estructura de su carácter unas cuantas características extrañas, tales como una
conciencia delica¬da, un deseo de llevarse bien con sus amigos, tendencia a perdonar y ser perdona¬dos. tendencia a idealizar a su padre,
sabemos que alguna influencia no típica ha estado operando en esta cultura. Podemos localizarlo en la forma de un padre poderoso, solicito e
inteligente, que dedicaba mucho tiempo a su hijo.

Los puntos donde notamos las variaciones de carácter, no sólo nos indican las diferencias en el destino personal, sino también las diferencias el
las prácticas culturales. En una cultura donde el descuido de la madre es la regla, el caso excepcional del que recibe buen cuidado materno
mostrará características distin¬tivas. Este aspecto comparativo del análisis biográfico es más probable que sea más informativo donde las
diferencias de status no sólo incluyen las diferencias en los intereses dominantes del individuo, sino también las diferencias en los factores que
actúan en las formaciones del carácter especifico. Así. al estudiar la estructura de la personalidad básica en nuestra cultura, se deben haccr
nuevas diferencias no sólo en el sexo y la edad, sino especialmente en el status. Los esfuerzos actuales en el mundo moderno no pueden ser
entendidos sin un estudio de las tensiones especifi¬cas que surgen de las ansiedades y reclamaciones de cada status.

Los sistemas de realidad y las configuraciones de la cultura

En nuestro estudio de las técnicas psicológicas vimos que el psicoanálisis se adaptaba mejor a nuestras necesidades porque establecía ciertas
leyes que gober¬naban los procesos mentales que no se tcnian en cuenta en otras psicologías. Se recalcaron mucho los aspectos genéticos, por
el hccho de que si debemos estudiar los sistemas integracionales, tendremos que empezar desde el principio. El valor de toda la propuesta
genética se basa en que es capaz de mostrarnos cómo se forman ciertos sistemas integracionales; c hicimos de esto nuestra preocupación
principal: el seguir la pista a los sistemas que designamos como proycctivos» contrastando con aquellos enseñados o de origen racional sobre los
que los sistemas científicos se construyen. En cada sociedad que liemos estudiado, encontramos evidencias de esos dos sistemas. Hallamos los
sistemas de la realidad empírica en la manipula¬ción y fabricación de herramientas, saber cómo se planta, etc.: los sistemas pro¬yectaos los
encontramos en la religión, el folclore y muchos otros sistemas.

Estos dos tipos del proceso mental dependen de diferentes órdenes de la experiencia. La característica difcrenciadora no es que uno tenga un
constituyen¬te emocional y el otro no. Ambos tienen componentes emocionales. El pensa¬

miento racional se deja llevar por la curiosidad y tiene metas como la maestría y la utilidad. El componente emocional del pensamiento
proyectivo se hace de lodos aquellos afectos que acompañan a las relaciones humanas. En los sistemas construidos sobre una base proyectiva.
las conclusiones a las que se llega no dependen de ninguna estabilidad en la naturaleza, sino de las secuencias que son contingentes en las
prácticas institucionalizadas transmitidas por los padres u otra gente en el medio ambiente del niño en crecimiento. De aqui nuestro interés por
los aspectos genéticos. La base experimental de los sistemas proyectivos se olvida generalmente: lo único que queda en la personalidad se
encuentra en las percepciones condicionadas, significados, afectos, reacciones psícosomáticas y comportamiento. Una de las características de
los sistemas proycctivos es que son capaces de prolongarse en situaciones que no se parecen a las experiencias en que se basan. Esto se podría
llamar extensión simbólica. Los sistemas proyectivos se establecen bajo la influencia del principio del placer, evitación del dolor o la
conveniencia. Las conclusiones en las que se basan los sistemas proycctivos no están inherentes, pero son la recopilación de las experiencias
traumáticas Los sistemas proycctivos son asi excrecencias desarrolladas de las experiencias trau¬máticas nucleares, dentro del modelo en
crecimiento del individuo. Asi como la estructura de carácter del individuo tiene un gran componente de estos sistemas proycctivos. así la
personalidad básica de cualquier cultura los conticnc. Cuanto menores son las ansiedades en el modelo de crecimiento, más simples son los
sistemas proycctivos (los comanche). Son estos los sistemas que han hccho emer¬ger las quejas por los factores «irracionales» de la sociedad. Su
propósito es adaptativo, para aliviar el efecto mutilante de las tensiones dolorosas. En la práctica, a menudo, se malogra.

Las interconexiones de estos dos sistemas no son simples1. En la infancia, los dos están conectados con el teína del cuidado materno. El buen
cuidado que favorece el crecimiento deja al niño con más iniciativa y mayor seguridad de sí mismo, libre de ejercer la curiosidad y manipular las
capacidades. Demasiada dependencia en la madre paraliza el desarrollo de la curiosidad y las habilidades manipuladoras. No es raro que se
encuentren caracteres muy patológicos con intelectos brillantes; aún asi, al intelecto se le pone el trabajo de resolver los problemas relacionados
con los sistemas proyectivos, sin éxito. Pero la recopila¬ción del intento se escribe en los síntomas que el sujeto conlleva. Entre los pueblos
primitivos, no acompaña donde es bueno el cuidado materno; el niño siempre es un ser decidido. Otros factores son responsables
aparentemente. Am¬bos sistemas pueden ser representados asi:

Representación esquemática de los sistemas proyectivos


Expenencias nucleares que definen las percepciones y los intereses dirigidos ctnocionalmemc.

por ejemplo, el castigo por la delincuencia

Abstracción y generalización

| por ejemplo, «si soy obediente, no sufriré dolor».

Proyección y sistematización

por ejemplo, «Estoy enfermo: he hccho algo malo».

Racionalización =» ideología = un sistema para superar bs tensiones

«Hay un ser supremo que observa mi conducta. Tiene los atributos de la omni¬potencia y la omnisciencia, etc. Si hago algo malo, seré castigado.
Si sufro, seré recompensado». Una vez que este sistema se acepta como realidad, cualquier sistema racional puede ser inventado para
«probarlo», modificarlo, o hacerlo provechoso.

Representación esquemática de los sistemas racionales

Percepción por las combinaciones sentido-órgano y las coordinaciones motoras j «significado«utilidad

Objetivo «explotar, evitar, manipular, destruir

Actitud hacia el objeto «= interés, curiosidad, sistematización - conocimiento = ciencia

No se usó ningún mecanismo proyectivo ni se requirió ninguna represión para la correc¬ción; ningún obstáculo social se pone hoy cn su camino
(los había en la F.dad Media)

Los sistemas proyectivos y racionales aportan cada uno una base para las configuraciones sociales o los modelos institucionales. Nos importan
menos los aspectos morfológicos dc eslos modelos institucionales que el problema dc la dinámica del cambio y estabilidad social. Todas las
sociedades tienen modelos institucionales que se basan cn los sistemas proyectivos y racionales; ninguna cultura puede ser dominada por otra
hasta la exclusión dc la otra. Pero esto crea mucha diferencia para la estabilidad cultural y el cambio, si las instituciones están polarizadas hacia
uno u otro sistema

Aún más, cn cl pensamiento práctico dc todos, en todas las sociedades, se usa un mecanismo mental que se compone de los componentes
proyectivo y racional es dccir. cl razonamiento—. Este término significa meramente una serie dc argumentos lógicos o «razonables» que
respaldan un motivo inconsciente, instin¬to o interés. La forma más simple del razonamiento es la «explicación» ofrecida por una persona que
ha sufrido una sugestión posthipnótica. Las formas más complicadas de razonamiento se encuentran en las ideologías sociales. Esto no significa
que cada ideología sea un razonamiento; se puede aproximar a lo científico sólo cuando está libre dc prejuicios o defensas dc intereses.

Si consideramos una cultura como la Unala, dominada por sistemas proyectivos, nos encontramos con que estos sistemas definen la naturaleza
del mundo exterior, cl destino personal del hombre y los seres sobrenaturales y los métodos para enfrentar¬se a ellos. Todos estos estaban
derivados de las constelaciones establecidas cn conexión con la educación que se empezó cn la infancia y que siguió consistente¬

mente en la vida. Esta es la definición psicológica dc animismo, un término que ha estado por su uso cerca dc connotar la prohibición de los
atributos humanos sobre los objetos inanimados. Este último es la expresión más ingenua dc esta tendencia a la proyección, pero de ninguna
manera es su única forma.

La importancia del sistema entero es su derivación dc la experiencia actual. ¿Por qué los tanala creen que ningún remedio es efectivo a no ser
que esté acompañado de algún ritual obligatorio? Porque su experiencia concreta les ha llevado al convencimiento dc que todas las cosas buenas
suceden después de la obediencia a alguna orden arbitraria. Esta constelación se crea en los tanala por la experiencia que empieza a los seis
meses, cuando se cree que tienen un control de esfínter completo y se les pega si no lo hacen, y se sigue con disciplinas similares durante sus
años dc formación. Esto significa cn cfecto, que una conclu¬sión de aplicación limitada se generaliza para estar a la altura de toda la realidad, y
que esta realidad se evalúa y se reacciona sobre la base de un principio dc evitación del dolor, obediencia, que no sólo no provee ninguna
estructura segura de la realidad externa, sino que previene la formación de cualquier otra. El hecho es que en esta cultura, la obediencia conlleva
recompensas tales como el confort y la seguridad. Esta constelación nuclear, una deducción lógica, crea una base inconsciente dc la que puede
aparecer cualquier número de sistemas proyectivos; por lo tanto, se convierte cn parte de su sentido común; y esperar a que ese fenómeno cn cl
mundo exterior siga el mismo modelo no es algo irrazonable, y tampoco empirismo racional. Los tanala tienen también una firme creencia en el
destino, que puede ser alterada hasta cierto punto por la magia. Esta idea, que parccc pura «ideología», también se deriva dc la experiencia. La
autoridad del padre es absoluta y cl status está tan fijo cn la familia que no hay manera de escapar. Esta situación es tan universal que cualquiera
que no tenga esta creencia estaría decididamente fuera dc contacto con las realidades socialmcntc efectivas. Pero esta relación entre los
derivados y la experiencia original es completamente inconsciente. Tal creencia cn cl destino no existe cn los aloreses; su experiencia no les lleva
a tal idea. En otras palabras, las ideologías de los pueblos primitivos son generalizaciones y abstracciones de la experiencia actual y no el
producto dc la imaginación desenfrenada. Que esas ideologías den la impresión de ser desenfre¬nadas y arbitrarias se debe al hecho de que no
tenemos la dave para entenderlas.

Todavía hay otra secuela importante de estas consideraciones dc los tanala. Esta personalidad, con su peculiar sentido común, es adaptado a un
grupo parti¬cular de instituciones y ajustado a un tipo particular de economía acompañado por técnicas especiales adaptadas al medio ambiente
—cl cultivo de secano del arroz -. El agotamiento dc la jungla les llevó al abandono del método del arroz dc secano al dc regadio. lo que produjo
graves consecuencias desagradables. Por primera vez, se produjo una lucha por los valles fértiles, las oigan ¡/.aciones familiares se disolvieron y
la antigua propiedad comunal de la tierra llevó a la propiedad privada. Ya que la personalidad no estaba adaptada a estas nuevas condiciones, la
consecuencia fue que hubo un gran aumento de la ansiedad, dc la mutua rivalidad y hostilidad, dc la magia negra y de las enfermedades
histéricas, creadas por la ausencia dc técnicas adaptadoras para las realidades nuevas e insistentes.

Podemos esbozar la conclusión desde los (anala de que una cultura en la que la realidad externa se evalúa con los sistemas proycctivos. se daña
conside¬rablemente la adaptibilidad de la sociedad. La realidad externa puede ser manipulada en un número limitado de maneras si es percibida
de acuerdo con la analogía de un padre todo poderoso y de un niño obediente. Cuando el poder del padre desaparece, como lo hizo en los
tanala, sólo puede originar agresiones desorganizadas y pánico. El individuo que se enfrenta con el mundo exterior sobre la base de la
obediencia, puede desarrollar una ausencia del sentido de responsabilidad de su propio destino y. de esta manera, no puede desarrollar estos
poderes manipuladores que posee. La intensidad y crueldad de un superego severo no es ningún sustituto de la responsabilidad de uno mismo.
Todos los sufrimientos que un individuo se causa como consecuencia de las exigencias del superego no tienen relevancia en el mundo exterior, o
para las dificultades dentro del orden social.

Otra ilustración del principio encontrado en los tanala. aparece también en la cosmología medieval El tomismo es una concepción del mundo
basada en el mismo principio de los tanala —un padre poderoso cuyas órdenes son la ley natural—. Pero aquí, un nuevo factor se introduce en el
sistema, que no está presente en la cosmología tanala, una concepción de la ley natural. Pero está bajo la tutela de la orden divina. Esta idea está
compuesta de dos elementos: un sistema de la realidad empírica ley natural y un sistema proyectivo; pero este sistema empírico se dibuja bajo la
influencia de las constelaciones proycctivas. Puede llamarse un compromiso. Pero si la ley natural es sólo otro de los muchos ejemplos del deseo
divino, la actitud del individuo hacia la ley natural no se modifica. No es ninguna invitación a manipular la ley natural a las necesidades del
individuo: ni tampoco aumenta su sentido de la responsabilidad al enfrentarse con la ley natural. Así como la ley natural es sólo una nueva
manifestación del deseo divino, entonces la seguridad de uno no depende de la manipulación de la realidad, sino en la sumisión al deseo divino.
La pantalla proyectiva puede ser confundida por la realidad, y adoptar cambios importantes en vez de esta panta¬lla proyectiva. mientras que las
realidades sociales son ignoradas o vagan sin esperanza.
Cuando la ley natural fue liberada de su contingencia del deseo divino —y las vidas de Galileo, Descartes o Pascal son testigos de que esta no fue
una tarea fácil—. es razonable esperar que podria haber alterado la concepción del hombre de sí mismo, sus relaciones con la deidad y con el
mundo extenor. Bajo el impacto de esas alteraciones de responsabilidad de uno mismo, debe aparecer una nueva libertad para ejercer los
impulsos investigadores y exploradores. Con ella debe haber una redefimción de las relaciones con la deidad, una nueva asignación del superego
o de los mecanismos conscientes. Al producirse estas alteraciones, era probable que siguieran nuevos cambios sociales. Pero lodo esto no
significa necesariamente que lo natural pueda ser interpretado del mismo modo que el orden social, que cayó bajo la dominación del
pensa¬miento científico. El orden social tendría que improvisar su organización y transcurriría bajo el impacto de la nueva interpretación del
mundo exterior y su dominio.

Nos hemos dado cuenta de algunos puntos importantes en los cumplimientos de este movimiento en la historia occidental que empezó con el
Renacimiento, pasó por la Reforma y llegó hasta el presente. El orden social nunca se consideró como que estuviera bajo la influencia de la ley
natural. Los intentos abortivos de aplicar la ley natural al orden social en la llamada Ilustración, fueron inconscien¬temente polarizados hacia la
dirección de justificar las oportunidades que ha

traído la casualidad.

El orden social, y sus instituciones, es la fuente de lodos los sistemas proyecti- vos, y cuando una concepción de la realidad externa se basa en
esta fuente, no se espera que podamos derivar de ella ningún instrumento que nos pueda servir como crítica de las muchas fuentes en las que se
origina. La única esperanza esta en subjetivar el orden social a la misma clase de crítica que fue aplicada al mundo exterior, con tanto éxito. Esto
y sólo esto significaría un triunfo de las técnicas científicas sobre las proycctivas.

Que a una sociedad que está dominada por las técnicas proyectivas le falte adaptabilidad, puede ser ampliamente ilustrado con el contraste que
se encuentra el las culturas descritas en este libro. En la comanche, tenemos una cultura que está menos dominada por el pensamiento
proyectivo. Su religión está desprovista de ideologías complejas, aunque se reconoce la existencia de un ser superior. Estas ideologías simples
están desprovistas completamente de cualquier poder que afecta a la estabilidad de la sociedad. Su mitología es. en gran medida, un remanente
de la cultura en la que se origina. De todas formas, consiste en gran medida en las hazañas de los antiguos jefes guerreros. La pobreza de los
sistemas proyectivos se debe en gran medida no a la falta de imaginación, sino más bien al hecho accidental de que en el modelo de crecimiento
del individuo, no se crean puntos serios de tensión que causen la formación de los sistemas compensatorios para superar la mutilación de los
impulsos expresivos, sexuales o de otra clase. En Alor, vemos una cultura en la que los sistemas proycctivos se organizan escasamente porque en
el modelo de crecimiento se crean demasiados puntos de tensión y confusión; asi que el individuo se siente sobrecargado por ellos y no puede
nunca crear ninguna organización efectiva. En nuestra cultura, como en la tanala. encontramos una nca excrecencia de sistemas proycctivos que
están muy bien organizados y son capaces de influenciar la estabilidad, porque el modelo de crecimiento tiene numerosos puntos de tensión,
aunque no suficientes para sobre¬cargar al individuo. También hay en nuestra cultura, como en la comanche. fuertes factores de fortalecimiento
del ego.

Cuando una sociedad tiene un sistema proyectivo muy elaborado, aparece la fuerte tentación de cambiar la adaptación por las alteraciones en la
pantalla proyectiva. Generalmente, esto no es más efectivo de lo que es para un paciente que toma el autobús porque tiene fobia al
haciéndolo, no le desaparece

la fobia y deja lodos los factores que causan la fobia, inalterables. Tales manio¬bras adaptativas abundan en la historia de la sociedad occidental.
En ciertas áreas, la adopción del cristianismo fue originalmente una maniobra similar. Alteró el sistema proyectivo, pero no permitió a las
realidades sociales mezclarse con las que causaban que este sistema particular iba formado; al igual que el culto a Osiris dejó al descubierto los
sufrimientos del proletariado agrario, mientras

ofrecía una compensación aplazada ilusoria en forma de bendición, que era entregada después de la muerte. Pronto, la adaptación se paraliza
por la validez aparente de las compensaciones ilusorias comparadas con las reales. La faniasia o la pantalla proyectiva esconde las realidades
sociales y no se pueden atrapar, porque la misma pantalla de fantasía se convierte en el objeto principal de preocupación y es confundido con la
realidad con la que se tiene que enfrentar. Por lo mismo, las gratificaciones en el sistema proyectivo pueden ser aceptadas como reales —por un
momento, en cualquier grado.

La pregunta de cuál de estos procesos mentales predomina, forma un capítulo crucial en la historia de la sociedad occidental. Generalmente,
puede decirse que desde el Renacimiento los sistemas proyectivos han sido muy alterados, cuando se comparan con el cristianismo primitivo.
¿Por que es este factor tan importan¬te? La alteración de la vida del hombre occidental no está limitada a un conoci¬miento más profundo del
mundo exterior. Este mayor conocimiento científico trae consigo grandes alteraciones en la personalidad básica del hombre occiden¬tal. Esto
hizo emerger una nueva concepción del hombre sobre sí mismo, asi como también del mundo exterior. Esta nueva concepción no se describe
sólo en términos de libertad; aumenta las responsabilidades del hombre para su propio bienestar, y ayuda a definir este bienestar con términos
nuevos, y así a definir los nuevos objetivos sociales y personales. Esta historia de los cambios no existe, sin embargo, sin sus aspectos cómicos y
trágicos. Este cambio no sólo vuelve a definir las relaciones con la deidad; a través de su promoción del mercantilismo y la manufactura,
influencia indirectamente en el establecimiento de las fuerzas de movimiento que cventualmcnte llevan a la eliminación del feudalismo y a
promo- cionar el predominio de la burguesía con todas sus bendiciones y maldiciones que le acompañan. Pero todos estos fueron resultados
indirectos. La consecuencia más significativa fue la alteración del sistema entero del superego. Todo esto no fue un cambio planeado, sino una
serie de alteraciones sistematizadas, incons¬cientemente, con las que se cometieron algunos descuidos significativos que. durante siglos, no
fueron contraproducentes.

El desarrollo de los sistemas científicos de la realidad tuvieron de esta manera una influencia poderosa para alterar no sólo la manipulación del
mundo exterior, sino también el orden social, que tuvo que adaptarse a las nuevas metas. Estos cambios sociales, que sucedieron en la historia
occidental en los cuatro últimos siglos, no fueron planeados, sino improvisados.

En nuestro trabajo, en este libro, podemos haccr un buen uso de la pantalla proyectiva como un diagnóstico indicador de los cambios en el orden
social. Gran parte de la historia registrada sigue la huella de esta pantalla de la fantasía más que de las realidades sociales de las que son
solamente la sombra.

Lo que una vez fue verdad en la pantalla proyectiva es ahora verdad en la historia de las ideologías sociales. Al evaluar las ideologías sociales, no
estamos ya trabajando con un producto puro de la proyección, sino más bien con un sistema racional polarizado en la dirección de las
motivaciones inconscientes.

C uanto más libre es una ideología de lo anterior, más probable es su validez y puede estar más próxima a las conclusiones científicas.

Motas

1. En un seminario en la Univcrsidacd de Culombia.

2. Marquesanos. tanala. comanchc. pomo, alor, navajos, plainvillc. tapirape, sij y ojibwa.

3. Un esfuerzo reciente para justificar las dinámicas sociales sobre la base de los pro¬cesos que han sido hechos por i. W. M. Whiting en On
Becomm' a Ah orna (New Haven: Ediciones de la Universidad de Yale. 1942). Esta propuesta podria ser válida si el hombre no integrara la
experiencia. De esui manera presenta un cuadro de una dimensión de los procesos mentales sobre la base de que no puede ver formulada
ninguna dinámica de la estabilidad o cambio social.

4. En este punto podemos añadir un comentario del doctor Robcrt K. Merton: «No son sólo, por supuesto, los sistemas descriptivos los que
polarizan los sistemas descripti¬vos. I.as experiencias imitadas, que difieren según la clase sociaL harán que ciertas creencias "carezcan de
significado” y sean •‘inaceptables’’. Un tipo particular de creen¬cia en la redención a través del sufrimiento y la expiación no se extenderá entre
la capa social superior, pero tendrá una rápida difusión entre la capa más baja de la misma sociedad. Se puede demostrar también que ciertos
puntos de vista sociales y económi¬cos o ciertas sistematizaciones científicas se extenderán rápidamente unas veces y lentamente otras, porque
son compatibles con la experiencia personal general de ciertos grupos de la población. He descubierto, por ejemplo, entre los físicos del siglo
XVII. que los sistemas descriptivos puritanos ejercían una influencia selectiva, ya que una proporción excesiva de estos científicos derivaban de
los circuios puritanos. El siglo ingles de los genios está relacionado con el puritanismo.» (Comunicación perso¬nal).

5. La inclusión de los sistemas fue sugerido por el doctor Linton.

6. John Dollard. Criterio fot the Ufe History (New Haven: Ediciones de la Universidad de Yale. 1935).

7. Hay un punto adicional que debe citarse en los sistemas proyectivos y racionales: que no hay diferencia entre los sistemas lógicos o de
razón en los dos sistemas. La diferencia entre ambas está en la materia sobre los que se ejercen estos procesos mentales.

TERCERA PARTE

Estructura, función y reciprocidad

Emile Durkheim 1858-1917

Antecedentes

Emilc Durkheim fue cl mayor dc los científicos socialcs franceses —escogió la sociología dc Comte y la convirtió en una materia a la vez científica y
humana—. Y —lo más asombroso lo hizo sin tener un concepto dc cultura. Porque, aunque la idea dc cultura alumbra cl trabajo de Durkheim,
ciertamente el trabajo de Durhcim alumbra el concepto de cultura y toda la disciplina dc la antropologia que se basa en él.

Durheim nació en una ciudad dc Lorrainc, no lejos dc Estrasburgo, dc una larga descendencia de rabinos. Asumió durante su juventud que cl
también se convertiría en un rabino. Estudió hebreo, se familiarizó con el Antiguo Testamento y con la enseñanza talmúdica -y se convirtió en un
agnóstico—. Durheim salió de la escuda con notas brillantes, pero cuando se fue al Liceo dc París para prepararse para ir a la universidad, se
aburrió y se cuestionó el valor de tanto trabajo, aunque trabajaba mucho en lo que le interesaba. Cuando, finalmente entró, lúe tal su desilución
que. más tarde, proclamaría que la preparación literaria dc las universi¬dades francesas era esencialmente la razón de que la sabiduría de la
sociedad estuviera atrasada. Por su actitud beligerante hacia la literatura y las humanidades, tuvo tantos problemas para salir dc la universidad
como los tuvo para entrar; cuando la lista dc los candidatos elegidos apareció cn 1882. su nombre era el segundo desde cl final. La época que
pasó cn la universidad, sin embargo, le
proporcionó la amistad dc Fuste! dc Coulangcs, una última influencia, y le permitió dominar a pensadores socialcs tales como St.-Simon y Comte

En los años que siguieron a su graduación. Durheim enseño cn diferentes liceos de diferentes partes dc Francia: pasó un año estudiando Filosofía
en Alemania, desde donde volvió con la influencia dc Wilhcim Wundt y donde leyó a Spcnccr por primera ve/, escribió revisiones para la Revue
philosopbique, lo que le hizo bastante conocido cn el mundo académico francés.

En 1887 se creó para Durkheim una cátedra de sociología y educación cn Burdeos la primera cátedra universitaria de sociología en Francia Su
tarca como profesor aumentó, más que interrumpió, la afluencia de articulos científicos, y publicó tres grandes libros en rápida sucesión: División
of Labor in Society en 1893. Rules oj the Sociobgkal Method cn 1896 y «Suicido* cn 1897. Estos tres libros y el posterior sobre religión tuvieron
un impacto tremendo en Francia cn aquel momen¬to, y cn Gran Bretaña más tarde, proveyendo cventualmente una dimensión dc la orientación
básica para la escuela británica dc antropologia social.

Durkheim fue también la fucr/a que cstavo detrás de la revista L'annie so- ciologiquc, uno dc los más influyentes anuarios jamás publicados en la
ciencia social. Su meta fue revisar sistemática y metódicamente cl estado dc toda la ciencia social, y estuvo muy cerca dc llevarla a cabo. El primer
L'année apareció cn 1898. y durante los 12 años siguientes se tuvo un resumen (todavía dc gran utilidad) dc lo que estaba pasando en la ciencia
social. Cada volumen contenía uno o más artículos originales y un gran número dc revisiones, cubriéndose cada sección por un experto.

En 1902, Durkheim fue «requerido», como los franceses lo dijeron, para una cátedra dc sociología y educación cn la Sorbona. Alli reunió a un
distinguido grupo de jóvenes estudiantes: Hcnn Bcrr. Robert Hcrtz, Marcel Granet. Francois Simiand, Marcel Mauss (sobrino dc Durkheim), y a
André Durkheim (su hijo). Sus clases, su investigación y relatos, y cl l.'annéc eran lodo uno. Sus ideas sobre la religión se desarrollaron cn este
entorno. En 1903 escribió un articulo titulado «Gasificación primitiva», junto con Mauss y. en 1906. uno llamado «La determinación de los
hechos morales». La sociedad era. para Durkheim. un «sistema moral», dándole a la palabra moral su significado francés más amplio, que incluía
la moral británica

1. a obra resultante fue Formas elementales de la vida religiosa en 1912.

Durkheim no descuidó la formación del profesor, >a que cn 1904. empezó un curso en la Sorbona que se publicó después de su muerte como una
historia dc dos volúmenes dc la educación francesa. L'évolution pedagogique en Frunce. probable¬mente cl trabajo más amplio sobre este tema
hasta la fecha.

Durante la I Guerra Mundial. Durkheim se dejó llevar por ci patriotismo y la propaganda (la ciencia social parece decaer durante la guerra).
Publicó un estudio (obviamente no muy bueno), sobre la «mentalidad alemana», que pretendía explicar cl carácter mórbido, patológico del
sistema mental y moral que podría producir un eslogan como cl de Dcutschland ber Alies. También escribió exhortaciones como «Cartas a todos
los franceses» al ver la desastrosa derrota del Frente Este, en el verano dc 1915.

Todos sus estudiantes, con excepción de Mauss. murieron en la I Guerra Mundial, y poco antes dc la Navidad dc 1915, su único hijo, André. murió
cn un hospital dc Bulgaria dc las heridas recibidas durante la retirada dc Serbia. Durk¬heim mantuvo sus ocupaciones patrióticas, pero nunca se
recuperó de esta pérdida. Su salud se debilitó mucho, y en diciembre dc 1916. sufrió el primero de una serie dc ataques al corazón. Empezó la
«arca dc preparar su* trabajos y manuscritos para su

publicación, y el verano de 1917, volvió a Fontaincblcau para empezar un trabajo que ya tenía preparado sobre la ética. En noviembre, a la edad
dc 59 años, murió.

Introducción

El trabajo dc Durkheim ha tenido una profunda influencia cn la disciplina que, sólo cn los países dc habla inglesa, se divide cn sociología y
antropología. El alcance y profundidad dc su trabajo incluye algunos de los primeros estudios estadísticos y cognoscitivos cn ambas disciplinas (él
no hizo, por supuesto, la distinción). El tema principal sobre el que trabajó Durkheim toda su vida, fue el de la solidaridad social. Quería entender,
más que nada, cómo una unidad social mantiene a sus miembros juntos: cn cl lenguaje dc hoy cn dia. cómo se evita la alienación. Su utilización
dc conceptos como solidaridad y conciencia colectiva, respondía siempre a esta pregunta.

La disertación doctoral dc Durkheim. «The División of Labor in Society» (1893). se centra cn las normas dc la sociedad que expresan solidaridad
social. Considera la cspcdalización cada vez mayor de los individuos, como el punto clave para una mayor solidaridad social. Las sociedades que
están muy especializadas, tienen «la solidaridad orgánica», en la que cada uno de estos individuos distintos, debe cooperar con otros para
sobrevivir. Por otra parte, las sociedades que carecen de este tipo dc diferenciación, se mantienen unidas por la «solidaridad mecánica», que
significa que los individuos poseen un fuerte sentido dc que comparten expe¬riencias comunes, pero cada uno no necesita cooperar con d otro
para que ocurra esta experiencia; aunque es por tenerla en común lo que hace de esta una fuerza comprometedora.

Después. Durkheim añadió otra dase de explicación a la solidaridad social: la que se oentra cn la conscience collective. (Hemos dejado, por cl
momento, la expresión en francés, por la dificultad que tiene cl traducir «consdcncc»; significa conciencia, consciente y cualquier cosa que se
percibe. «Conocimiento compartido» o «entendimiento común» es más o menos cl significado de la expresión; denota un punto dc vista de las
dasificadones del mundo y la sodedad.)

Para Durkheim. «cl conodmiento sodológico» no se puede derivar del indivi¬duo; no podría ser incluso si los psicólogos que lo estudian fueran
omniscientes. Mejor dicho, la sociedad entra dentro del estudio dc los «hechos socialcs». Para Durkheim. «los hechos sodales» son los que los
antropólogos entienden como cultura. (El concepto conscience collective es también una manera inadecuada de expresar el concepto dc cultura,
aunque para muchos propósitos, tiene ventajas.)

La influenda de Durkheim cn la antropologia se ha extendido. Tres de los antropólogos sociales más importantes en la disdplina: Mauss,
RadclifTc-Brown y Lévi-Strauss han estado influenciados por él. Muchos otros han reaccionado ante él: Benedict negativamente. Malinowski
positivamente.

14. Reglas para la explicación de los hechos sociales*

La cosiitución de las especies es, ante todo, un medio de agrupar los hechos para facilitar su interpretación. Pero la morfología social es sólo una
introducción hacia la parte verdaderamente explicativa de la ciencia. ¿Cuál es el método propio de esta parte?

Muchos sociólogos creen haber explicado los fenómenos una vez que han enseña¬do para qué sirven y el papel que desempeñan, razonando
como si existiesen sólo desde el punto de vista de este papel y como si no tuvieran otra causa determi¬nante que no fuera el sentimiento, claro o
confuso, de los servicios que se les piden. Esta es la razón por la que creen que han dicho todo lo necesario para hacerlos inteligibles, cuando han
establecido la realidad de estos servicios y mostrado cuál es la necesidad social que han satisfecho.

Así, Comtc atribuye toda la fuerza progresiva de la especie humana a esa tendencia fundamental «que impulsa directamente al hombre a
mejorar su condi¬ción. sea la que sea, bajo todos sus aspectos»1; y Spencer la atribuye a la necesidad de mayor felicidad. Es, de acuerdo con este
principio, el que Spencer explique la formación de la sociedad por las ventajas que resultan de la coopera¬ción*; las transformaciones por las que
pasa una familia, por la necesidad de reconciliar cada vez más perfectamente los intereses de los padres, de los hijos y los de la sociedad.

Pero este método confunde dos cuestiones muy diferentes. Mostrar para qué es un hecho, no es explicar cómo fue originado ni por qué es lo
que es. Los fines a los que sirve presuponen las propiedades especificas que lo caracterizan, pero no las crean. La necesidad que tenemos de las
cosas no puede hacer que existan, ni puede conferirles el ser. Deben su existencia a causas de otra clase. La idea que tenemos de su utilidad
puede muy bien incitarnos a poner estas causas en práctica y a sacar de ellas sus efectos característicos, pero esto no nos permite sacar estos
efectos de la nada. Esta proposición es evidente, ya se trate tan sólo de fenómenos materiales o incluso de fenómenos psicológicos. Esto sería
igualmente evidente en sociología si los hechos sociales no apareciesen ante nosotros, equivo¬cadamente. por SU extrrmn intangíbilidad.
destituidos de toda realidad intrínseca.
Ya que los consideramos un producto puramente de esfuerzo mental nos parece que tendrían que producirse a voluntad, cuando se considere
necesario. Pero, puesto que cada uno de ellos es una fuerza, superior a la del individuo, y ya

* Rcimpreio de Emilc DurVhcim. Kulrt of Soeiohgkat Mrihod (Nueva York. The Frcc Pres-*. 1938. reimpreso en 1966*

que tiene existencia individual, no bastaría para darles el ser tener el deseo o la voluntad de ello. Ninguna fuerza puede surgir, a no ser que sea
engendrada por una fuerza anterior. Para reanimar el espíritu de la familia, donde se haya debilitado, no basta con que todos entiendan sus
ventajas; las causas que pueden provocarlo, deben actuar directamente. Darle a un gobierno la autoridad necesa¬ria para ello, no es suficiente
para llegar a sentir la necesidad de esta autoridad; hay que dirigirse a las únicas fuentes de donde se deriva toda autoridad, es decir, establecer
tradiciones, un espintu común, etc.; para esto hay que remontarse todavía más alto en la cadena de las causas y los efectos, hasta que se
encuentre un punto en el que la acción del hombre pueda insertarse eficazmente.

Lo que muestra bien la dualidad de estos dos órdenes de investigación, es que un hecho puede existir sin servir para nada, bien porque no se
haya adaptado a ningún fin vital, o bien porque, después de haber sido útil, haya perdido toda utilidad y haya seguido existiendo por la sola
inercia del hábito. Hay, en efecto, todavía más supervivencias en la sociedad que en los organismos biológicos. Hay incluso casos en que una
práctica o una institución social cambian sus funciones sin cambiar, por ello, su naturaleza. La regla, Is pater quem justae nuptiac declaran!\ ha
permanecido en nuestro código de la misma manera que lo estaba en la antigua ley romana. Pero mientras tenia por objeto salvaguardar los
derechos de propiedad del padre sobre los hijos nacidos de familia legítima, hoy en día protege más bien los derechos de los hijos. El juramento
comenzó por ser una especie de prueba judicial, hasta convertirse sencillamente en una forma solemne e imponente de testimonio. Los dogmas
religiosos del cristianismo no han cambiado desde hace siglos, pero el papel que desempeñan en nuestras sociedades modernas ya no es el
mismo que en la Edad Media. Asi, las mismas palabras sirven para expresar ideas nuevas. Además, es una proposición cierta, tanto en sociología
como en biología, que el órgano es independiente de la función, es decir, que siendo el mismo, puede servir para fines diferentes. Las causas de
su existencia son. entonces, independientes de los fines a los que el órgano sirve.

Sin embargo, no queremos decir que los impulsos, necesidades y deseos de los hombres no intervienen nunca activamente en la evolución social.
Por el contra¬rio. es cierto que les es posible, según la forma en que influyan en las condiciones de que depende un hecho, acelerar o contener
su desarrollo. Pero además de que no pueden en ningún caso hacer una cosa de la nada, su intervención, cualesquie¬ra que sean sus efectos,
sólo puede tener lugar en virtud de causas eficientes. Una tendencia deliberada puede contribuir, incluso en esta medida restringida, a la
producción de un fenómeno nuevo solo si ella misma es nueva o si es el resultado de alguna transformación de una tendencia anterior. Porque, a
menos que postu¬lemos una armonía preestablecida verdaderamente providencial, no sería posible admitir que, desde su origen, el hombre
llevase en si, dispuestas a despertarse ante el estímulo de las circunstancias, todas las tendencias cuya oportunidad debia hacerse sentir a lo
largo de la evolución humana. También se debe de reconocer que una intención deliberada es algo objetivamente real; no puede entonces ni
constituirse ni modificarse por el mero hecho de que la consideremos útil. Es una fuerza que tiene su propia naturaleza; para que esta naturaleza
sea suscitada o

alterada, no basta con que encontremos en ella alguna ventaja. Para determinar estos cambios, debe de haber una causa importante.

Por ejemplo, hemos explicado los progresos constantes de la división del trabajo social, mostrando que son necesarios para que el hombre
pueda mante¬nerse dentro de las nuevas condiciones de la existencia a medida que avanza en la historia. Hemos atribuido a esta tendencia, que
se llama indebidamente «instinto de conservación», un papel importante en nuestra explicación. Pero, en primer lugar, este instinto por si solo
no podria explicar la cspecialización más rudimen¬taria. Nada puede si las condiciones de las que depende la división del trabajo ya no existen, es
decir, si las diferencias individuales no han aumentado lo bastante como consecuencia de la desintegración progresiva de la conciencia común y
de las influencias hereditarias4. Incluso, era preciso que la división del trabajo hubiera comenzado ya a existir para que se percibiera su utilidad y
se hiciera sentir su necesidad. El único desarrollo de las diferencias individuales, necesaria¬mente acompañado por una mayor diversidad de
gustos y aptitudes, produciría este primer resultado. Pero además, el instinto de conservación no llegó a fertili¬zar este primer germen de
cspecialización por sí mismo y sin motivo. Nos orientamos hacia esta nueva dirección, primero, porque el camino que seguíamos estaba ahora
obstruido, y porque la intensidad mayor de la lucha, debida a la mayor condensación de las sociedades, ha hccho cada ve/, más difícil la
supervi¬vencia de los individuos que continuaban dedicándose a las tarcas generales. Por estas razones, tenemos que cambiar nuestra manera
de vivir. Además, si nuestra actividad se ha dirigido hacia una división del trabajo cada vez más desarrollada, es porque éste era también la
dirección de la menor resistencia. Otras soluciones posibles eran la emigración, el suicidio y el crimen. Ahora bien, en la mayoría de los casos, los
vínculos que nos alan a nuestro país, a la vida, y la simpatía que sentimos por nuestros semejantes son sentimientos más fuertes y resistentes
que los hábitos que puedan desviarnos de una especialización más estrecha. Por ello, estos hábitos tenían que ceder a cada impulso que
inspiraban. Asi. el hecho de que dejemos un lugar para las necesidades humanas en las explicaciones socioló¬gicas. no significa en lo más
mínimo, que volvamos a la teología. Hstas necesida¬des pueden influenciar la evolución social, sólo cuando ellas mismas, y los cambios por los
que pasan, sólo se pueden explicar por causas que son determi-nistas y que no tienen nada de finales.

Pero más convincente todavía que las consideraciones precedentes, es el estudio de la conducta social. Allí donde reina la finalidad, reina
también una contingencia mayor o menor; porque no se trata de fines, y menos de medios, que se imponen necesariamente a todos los
hombres, aún cuando se les suponga colocados en las mismas circunstancias. Dado un mismo medio, cada individuo se adapta a csie de acuerdo
con su disposición y a su manera, que la prefiere a todas las demás. Uno tratará de cambiarlo para ponerlo en armonía con sus necesidades; otro
preferirá cambiarse y moderar sus deseos. Para llegar al mismo objetivo, se pueden seguir, y en efecto, se siguen, muchos caminos diferentes.
Entonces. si era cierto que el desarrollo histórico tuvo lugar en forma de fines notados clara u oscuramente, los hechos sociales presentarían la
más amplia diversidad; y cualquier comparación sería imposible.

Sin duda, los acontecimientos exteriores que constituyen la parte superficial de la vida social, varían de un pueblo a otro, asi como cada individuo
tiene su historia, las bases para la organización física y moral son las mismas para todos. En realidad, cuando se ha entrado un poco en contacto
con los fenómenos sociales, se queda uno sorprendido, por el contrario, de la asombrosa regularidad con que se producen en las mismas
circunstancias. Incluso las prácticas más minuciosas y triviales, se repiten con la más asombrosa uniformidad. La ce¬remonia nupcial, puramente
simbólica al parecer, del rapto de la novia, se encuentra en todas las partes en que existe cierto tipo familiar, ligado a toda una organización
política. Las costumbres más extrañas, como la covada. el levirato, la exogamia, etc., se observan en los pueblos más diversos y son
sin¬tomáticos de cierto estado social. El derecho de testar aparece en una fase determinada de la historia, y según las restricciones más o menos
importantes que lo limitan, se puede decir en qué momento de la evolución social se en¬cuentra. Sería fácil multiplicar los ejemplos. Esta amplia
difusión de las formas colectivas, seria inexplicable si el propósito o causas finales tuvieran en la so¬ciología la preponderancia que se les
atribuye.

«Por tanto, cuando se va a explicar un fenómeno social, debemos investigar separadamente la causa eficiente que lo produce y la función que
cumple.» Utilizamos la palabra «función», preferentemente a «final» o «propósito», preci¬samente porque los fenómenos sociales no existen a
causa de los resultados útiles que producen. Debemos determinar si hay correspondencia entre el hccho que estamos considerando y las
necesidades del organismo social, y en qué consiste esta correspondencia, sin preocuparse en saber si ha sido intencionada o no. Todas estas
cuestiones de intención son demasiado subjetivas para poder tratar¬las científicamente.

No sólo deben separarse estos dos tipos de problemas, sino que, en general, conviene tratar el primero antes que el segundo. Este orden, sin
lugar a dudas, corresponde al de la experiencia. Es natural que se investiguen las causas de un fenómeno antes de intentar determinar sus
efectos. Este método es el más lógico, ya que la primera pregunta, una vez respondida, ayudará a responder la segunda. Sin duda, el vinculo que
una la causa al efecto, es reciproco hasta tal punto aún no reconocido. Sin lugar a duda, el efecto no puede existir sin su causa; pero el último, a
su vez, necesita su efecto. Es de la causa de donde saca su energía; pero también él se la restituye a su vez. y. por consiguiente, no puede
desaparecer sin que la causa se resienta5.

Por ejemplo, la reacción social que llamamos «castigo», se debe a la intensi¬dad de los sentimientos colectivos que ofende el crimen; pero, visto
desde otro ángulo, tiene la utilidad de mantener esos sentimientos en el mismo grado de intensidad, ya que disminuirían si las ofensas que se
produjeran no se castiga ran6. De la misma manera, a medida que el medio social se vuelve más complejo y móvil, las tradiciones y creencias
convencionales se alteran, se hacen más indeterminadas c inestables, y se desarrollan las facultades reflexivas Tal proceso es indispensable para
que las sociedades e individuos se adapten a un medio más móvil y complejo’. Y asimismo, a medida que los hombres se ven obligados a rendir
un trabajo más especializado, los productos de este trabajo se multiplican

y son dc mejor calidad; pero este aumento de los productos y mejora dc la calidad, son necesarios para compensar los gastos que comporta este
trabajo más considerable. Asi. en vez dc que la causa dc los fenómenos socialcs consista en una anticipación mental dc la función que han de
hacer, esta función, por el contrario, por lo menos cn algunos casos, sirve para mantener la causa preexis¬tente dc donde se derivan.
Encontraremos, entonces, la función más fácilmente si ya se conoce la causa.

Si se retrasa la determinación dc la función, ésta no deja de ser necesaria para la explicación completa del fenómeno. Sin lugar a dudas, si la
utilidad del hccho no es la causa de su existencia, es necesario normalmente que sea útil para que se pueda mantener. Basta con que no sirva
para nada para que sea dañino, ya que en ese caso genera esfuerzo sin dar nada a cambio. Entonces, si la mayoría de los fenómenos sociales
tuvieran este carácter parasitario, el presupuesto del organis¬mo seria deficitario, y la vida social, imposible. Consecuentemente, para tener un
buen conocimiento del último, es necesario mostrar cómo concurren los fenóme¬nos de que se trata, a fin dc poner a la sociedad cn armonía
consigo misma y con cl entorno externo a ella. Sin duda, la fórmula normal que define la vida social como una correspondencia entre cl medio
interno y externo, no es más que una aproximación; sin embargo, cn general es verdad. Consecuentemente, no es sufi-ciente para explicar un
hccho social, mostrar la causa dc la que depende; debe¬mos también, por lo menos cn algunos casos, mostrar su función cn cl estableci¬miento
del orden social.

II

Una vez distinguidas estas dos cuestiones, debemos determinar el método con el que se deben desarrollar. El método dc explicación seguido
generalmante por los sociólogos, al mismo tiempo que ideológico, es psicológico. Estas dos tendencias están conectadas una con la otra. En
efecto, si la sociedad es sólo un sistema de medios instituidos por los hombres para conseguir ciertos fines, estos fines sólo pueden ser
individuales, porque, antes que la sociedad, sólo podían existir los individuos. Del individuo, entonces, han emanado las necesidades y deseos
que determinan la formación de las sodedades; y si es de él de donde procede todo, es necesario que lo explique lodo. Más aún, en las
sociedades no hay nada más que conciencias individuales; es en estas donde se encuentra la fuente dc toda evolu¬ción social.

En consecuencia, las leyes sociológicas sólo podrán ser un corolario dc las leyes más generales de la psicología; la explicación suprema dc la vida
colectiva consistirá en mostrar cómo ésta emana dr» la naturaleza humana cn general, bien si se la deduce dc la naturaleza humana
directamente y sin ninguna observación previa, bien si se la vincula a la naturaleza humana después dc que la última se haya observado.
Estos términos son poco más o menos textualmente los que usa Auguste C.ompte para caracterizar su método. «Pueslo que» nos dice, «cl
fenómeno social, concebido cn su totalidad no es, cn cl fondo, más que un simple desarrollo de la

humanidad, sin ninguna creación de facultades especiales en absoluto, como he dicho antes; todas las disposiciones efectivas que la investigadón
sociológica pueda descubrir sucesivamente, se encontrarán al menos cn germen cn este tipo primordial que la biologia ha construido por
adeluntado para la sociología»’. Dc acuerdo con él el hccho que domina cn la vida social es cl progreso; y por otra parte, el progreso depende dc
un factor exclusivamente psicológico, a saber, la lendencia que empuja al hombre a desarrollar su naturaleza cada vez más. Entonces los hechos
socialcs se derivarían lan directamente dc la naturaleza humana que, durante las primeras fases dc la historia podrían deducirse dc ella
directamente, sin que fuese necesario recurrir a la observación de la sociedad10. Es verdad que, como reconoce Compie, es imposible aplicar
este método deducti¬vo a los periodos más avanzados dc la evolución. Pero esta imposibilidad es puramente práctica. Se debe al hecho dc que la
distancia enire cl punto dc partida y el de llegada se vuelve tan considerable que la mente humana corre el riesgo de perderse si intentara
recorrerlo sin guía11. Pero la relación cnlrc las leyes fundamentales dc la naturaleza humana y los últimos resultados del progre¬so social no deja
de ser analitica. Las formas más complejas dc la dvilizadón no son más que cl desarrollo de la vida psicológica del individuo. Así. mientras las
teorías de la psicología no bastan como premisas del razonamiento sociológico, son la piedra dc toque única que permite probar la validez dc las
proposiciones establecidas inductivamente. «Una ley dc sucesión social», dice Compte, «incluso cuando está indicada por cl método histórico, se
deberá admitir de un modo definitivo sólo después dc haber sido rcladonada racionalmente, dc un modo directo o indirecto, pero, siempre
indiscutible, con la teoría positiva dc la natura-leza humana»*2. La psicología, por tanto, tendrá siempre la última palabra.

Este es también cl método seguido por Spcnccr. En efecto, según cl, los dos factores primarios dc los fenómenos socialcs son cl medio externo y
la constitu¬ción física y social del individuo13. Ahora bien, cl primero sólo puede influenciar a la sociedad a través del último, que dc este modo
resulta ser la fuerza esencial de la evolución social. Si se forma la sociedad, es para permitir al individuo expresar su naturaleza; y todas las
informaciones por la que ella ha pasado no tiene otro objeto que hacer esta expresión más fácil y completa. Es por este prindpio que. antes de
proceder a su investigación cn la organización social. Spcncer pensó que era necesario dedicar casi lodo el primer tomo dc su Princi¬pios de
sociología al estudio de los aspectos físicos, emocionales e intelectuales del hombre primitivo. «La ciencia dc la sociología», dice, «parte dc
unidades sociales, condicionadas como hemos visto, constituidas física, emocional e intelectual¬mente, y en posesión de ciertas nodones
adquiridas antes y de sentimientos correlativos»14. Y es en dos de estos sentimientos, el temor a los vivos y el temor a los muertos, donde él
encuentra el origen del gobierno político v religioso' \ Admite, es cierto, que, una vez formada, la sociedad reacciona sobre los indivi¬duos16.
Pero no se desprende que la sociedad por si misma tenga el poder dc engendrar directamente cl menor hccho social; desde este punto de vista,
ejerce un efecto sólo por la intermediación dc los cambios que determina en cl indivi¬duo. Además, todo se basa siempre cn la naturaleza
humana, sea original o adquirido. También, esta acción que cl cuerpo social ejerce sobre sus miembros
no puede tener nada de específica, puesto que los fines políticos no tienen existencia independiente sino que son una simple expresión resumida
de las necesidades humanas17 Entonces sólo puede ser una duplicación de la actividad privada. En las sociedades industriales, particularmente,
somos incapaces de ver dónde tiene lugar la influencia social, ya que el objeto de estas sociedades, es. precisamente, liberar al individuo y sus
impulsos naturales al desembarazarle de toda coacción social.

Este principio no sólo se encuentra en la base de estas grandes doctrinas de sociología general, sino que también inspira un gran número de
teorías particula¬res. Así es cómo se explica corrientemente la organización doméstica, por los sentimientos que los padres tienen por sus hijos,
y los hijos por sus padres: la institución del matrimonio, por las ventajas que presenta para los esposos y su descendencia; el castigo, por la ira
que determina en el individuo toda lesión grave de sus intereses. Toda la vida económica, tal como la conciben y explican los economistas, sobre
todo los de la escuela ortodoxa, depende en definitiva de un factor puramente individual, el deseo de riqueza. Moralmente. el deber del
individuo hacia si mismo se hace la base de la ética. Respecto a la religión, ésta se convierte en un producto de las impresiones que las grandes
fuerzas de la naturaleza o ciertas personalidades eminentes, despiertan en el hombre, etc.

Pero si se aplica este método a los fenómenos sociales, cambia su naturaleza. Para poner un ejemplo, vamos a recordar la definición que hemos
dado. Puesto que su característica esencial consiste en el poder que tienen de ejercer una presión sobre las conciencias individuales, quiere decir
que no se derivan de las últimas y. consecuentemente, que la sociología no es un corolario de la psicolo¬gía. Porque este poder coactivo testifica
que los fenómenos sociales expresan una naturaleza diferente de la nuestra, ya que no nos controlan a no ser que por la fuerza, o por lo menos,
al caer sobre nosotros más o menos pesadamente. Si la vida social no fuese más que una prolongación del ser individual, no se la vería remontar
asi hacia su fuente, es decir, el individuo, c invadirla impetuosamente. Puesto que la autoridad ante la que se inclina el individuo cuando obra,
siente o piensa socialmente, le domina hasta ese punto, es porque ello es un producto de fuerzas que le rebasan y de las que no sabría, por
consiguiente, dar explicación. No puede venir de él el impulso externo al que sucumbe, ni se puede explicar por lo que le pasa dentro de él. Es
verdad que no somos incapaces de controlarnos; podemos contener nuestros impulsos, hábitos c incluso los instintos, y detener su desarrollo
por un acto inhibitorio. Pero los movimientos inhibitorios no se pueden confundir con los que constituyen la coacción social. El proceso de los
primeros es centrifugo; el de los últimos, centrípeto. Los primeros se elaboran en la conciencia individual, y entonces tienden a exteriorizarse; los
últimos son al

principio exterioras al individuo, al que tienden enseguida a formar, desde fuera, u

su imagen. La inhibición es, si se quiere, el medio por el cual la coacción social produce sus efectos psíquicos; no es idéntica a esta coacción.
Cuando se ha eliminado al individuo, no queda más que la sociedad. Enton¬ces es cuando debemos buscar la explicación de la vida social en la
naturaleza de la misma sociedad. Es evidente que, puesto que ella rebasa infinitamente al individuo, tanto en tiempo como en espacio, se
encuentra en un estado de

imponerle las formas de obrar y pensar que ha consagrado con su prestigio. Esta presión, que es el signo distintivo de los hechos sociales, es la
que ejercen todos sobre el individuo.

Pero, se debe de decir que. puesto que los únicos elementos de que está formada la sociedad, son los individuos, el origen primero de los
fenómenos sociológicos no puede ser más que psicológico. Razonándolo asi, se puede esta¬blecer con facilidad que los fenómenos orgánicos se
explican por los fenómenos inorgánicos. Es muy cierto que en la célula viva sólo existen moléculas de materia bruta. Pero estas moléculas están
en contacto unas con otras, y esta asociación es la causa de los nuevos fenómenos que caracterizan la vida, cuyo germen no se puede encontrar
en ninguno de sus elementos por separado. Y es que el todo no es idéntico a la suma de sus partes. Es algo diferente, y sus propiedades difieren
de las que presentan las partes de que está compuesto. La asociación no es, como se ha crcido algunas veces, un fenómeno infecundo. No
consiste simplemente en poner en yustaposición hechos adquiridos y propiedades constituidas. Por el contrario, es la fuente de todas las
innovaciones que se han producido sucesiva¬mente durante el curso de la evolución general de las cosas. ¿Qué diferencias hay entre las
organismos inferiores y superiores, entre el ser vivo organizado y la unidad celular, entre estas moléculas inorgánicas que la componen, sino
diferen¬cia en los tipos de asociación? Todos estos seres, en último término, se resuelven en los mismos elementos, pero estos elementos están
aquí en yuxtaposición, aqui en combinación, aqui asociados de una forma, allá de otra. Incluso nos podemos preguntar si esta ley no se aplica en
el mundo mineral y si las diferencias que separan los cuerpos inorgánicos no tienen el mismo origen.

En virtud de este principio, la sociedad no es una simple suma de individuos, sino que el sistema formado por su asociación representa una
realidad específica que tiene sus caracteres propios. Sin duda, no se puede producir nada colectivo si no se asumen las conciencias individuales;
pero esta condición necesaria no es suficiente. Estas conciencias deben combinarse de una manera determinada; la vida social viene dada por
esta combinación y, consecuentemente, por ella se explica. Las mentes individuales, agregándose, fusionándose, dan lugar a un ser. psicológico,
si se quiere, pero que constituye una individualidad psíquica de un género nuevo18. Es. entonces, en la naturaleza de esta individualidad
colectiva, no en la de las unidades asociadas, donde debemos buscar las causas inmediatas y determinantes de los hechos que se producen en
ella. Hl grupo piensa, siente, y obra de una manera completamente diferente de la de sus miembros, si estuvieran aislados. Si. entonces,
empezamos con el individuo, no podremos entender nada de lo que sucede en el grupo. En una palabra, hay entre la psicología y la sociología el
mismo hueco en su continuidad, como lo hay entre la biología y las ciencias fisico-químicas. Por consiguiente, cada vez que un fenómeno social
se explica directamente con un fenómeno psicológico, se puede asegurar que la explicación es falsa.
Nuestras criticas quiza sostengan que, aunque la sociedad, una vez formada, es la causa próxima de los fenómenos sociales, los motivos que han
determinado su formación son de naturaleza psicológica. Garantizan que. cuando se asocian los individuos, su asociación puede dar nacimiento a
una vida nueva; pero

pretenden que la forma nueva sólo pueda tener lugar por las razones inherentes en los individuos. Pero, en realidad, por muy lejos que nos
remontemos en la historia, el principio de la asociación es el más obligatorio, porque es la fuente de todas las demás obligaciones. A
consecuencia de mi nacimiento, estoy obligado a asociarme con un grupo determinado. Se dice que después, como adulto, doy la conformidad a
esta obligación por el simple hecho de que continúo viviendo en mi pais. ¿Pero que importa? Esta «aquiescencia» no le quita su carácter
imperati¬vo. Una presión aceptada y sufrida voluntariamente, no deja de ser una presión. Además, vamos a observar más de cerca la naturaleza
de mi aquiescencia. En principio, se me impone, porque en la inmensa mayoría de los casos nos es material y moralmente imposible despojarnos
de nuestra nacionalidad; tal cam¬bio se considera generalmente como una apostasía. De la misma forma en el pasado, que determina el
presente, podria no haber estado conforme. No deseé la educación que recibí, que, más que cualquier otra circunstancia, me fija a mi tierra
nativa. Finalmente, respecto al futuro, no puedo dar mi consentimiento, porque no sé como va a ser. Tampoco conozco los deberes que pueden
incumbir- me un día en mi condición de ciudadano. ¿Como podría estar conforme por adelantado?

Ahora bien, ya hemos demostrado que la fuente de todo lo que es obligatorio está fuera del individuo. Mientras no se salga de la historia, el
principio de la asociación presenta los mismos caracteres que los demás y. consecuentemente, se explica de la misma manera.

Por otra parte, como todas las sociedades han nacido de otras sociedades sin periodos discontinuos, se puede tener la seguridad de que, en todo
el curso de la evolución social, no ha habido un momento en que los individuos hayan real¬mente deliberado para saber si entrarían o no en la
vida colectiva, y en esta más bien que en otra. Para que pudiera plantearse la cuestión, seria necesario remon¬tarse hasta los primeros orígenen
de toda sociedad. Pero las dudosas soluciones que se pueden aportar a estos problemas no podrían, en ningún caso, afectar al método con que
trataremos los hechos ofrecidos por la historia. Por lo tanto, no neccsitams discutirlos.

Pero se interpretaría mal nuestro pensamiento si se dedujera de lo que precede la conclusión de que la sociología, según nosotros, debe, e
incluso puede, hacer abstracción del hombre y sus facultades. Está claro, por el contrario, que los caracteres generales de la naturaleza humana
participan en el trabajo de elaboración del que procede la vida social. Pero no son ellos los que la causan, ni los que le dan su forma especial;
ellos sólo la hacen posible. Las representaciones, emociones y tendencias colectivas no se causan por ciertos estados de las con¬ciencias
individuales, sino por las condiciones en las que el grupo social se encuentra en su conjunto. Tales acciones pueden, por supuesto, materializarse
sólo si la* naturalezas individuales no se les resisten; esas naturalezas individuales son solamente el material indeterminado que los factores
sociales moldean y transforman. Su contribución consiste en actitudes muy generales, en predisposi¬ciones vagas y, en consecuencia, plásticas,
que por si mismas no podrían tomar las formas definidas y complejas que caracterizan los fenómenos sociales, si no intervinieran otros agentes.

¡Qué abismo existe, por ejemplo, entre los sentimientos que el hombre experi¬menta frente a fuerzas superiores a la suya y la institución
religiosa con sus creencias, sus prácticas múltiples y complicadas, su organización material y moral! ¡Qué contraste hay entre las condiciones
psíquicas de la simpatía que dos seres de la misma sangre experimentan uno por el otro19, y este conjunto detallado de normas legales y
morales que determinan la estructura de la familia, la relación de las personas entre ellas, de las cosas con las personas, etc.! Hemos visto que.
aún donde la sociedad se reduce a un grupo desorganizado, los sentimientos que se forman en ella pueden no sólo no parecerse, sino ser
opuestos a la media de los sentimientos individuales. ¡Qué grande debe de ser la diferencia entre ellos cuando la presión que se ejerce sobre el
individuo es la de una sociedad bien organizada, en la que la acción de las tradiciones de generaciones anteriores, se une a la de las
contemporáneas! Por tanto, una explicación pura¬mente psicológica de los hechos sociales no puede sino dejar escapar todo lo que les es
característico, por ejemplo, lo social.

Lo que ha ocultado a muchos sociólogos la insuficiencia de este método es que, al tomar el efecto por la causa, les ha sucedido a menudo que
han designado como determinantes de las condiciones de los fenómenos sociales, a ciertos estados psicológicos, relativamente definidos y
especiales pero que son, después de todo, sólo la consecuencia de estos fenómenos sociales. Así, se ha considerado como innato en el hombre
un cierto sentimiento religioso, una cierta cantidad de celo sexual, de piedad filial, de amor paterno, etc. Se explica así. en gran medida, la
religión, el matrimonio y la familia.

La historia nos muestra, sin embargo, que esas inclinaciones, lejos de ser inherentes a la naturaleza humana, a menudo ni siquiera existen. O
pueden presentar tales variaciones en las diferentes sociedades, que el residuo obtenido después de eliminar todas esas diferencias, el cual sólo
se puede considerar que proviene de un origen psicológico, se reduce a algo vago y rudimentario, infinita¬mente alejado de los hechos que
necesitan explicación. Estos sentimientos proce¬den de la organización colectiva y no los encontramos en sus bases. No se ha probado, en
absoluto, que la tendencia a la sociabilidad haya sido un instinto heredado de las especies humanas desde el principio. Es mucho más natural
considerarlo un producto de la vida social, que se desarrolló lentamente en nosotros; ya que es un hecho probado que los animales son o no
sociables, dependiendo de que si sus hábitos les obliguen a vivir una vida en común o no. Se debe de añadir que la diferencia entre las tendencias
más determinadas y la realidad social, continúa siendo considerable.

Además, hay un medio de aislar casi completamente el factor psicológico, de tal manera que se pueda determinar de forma precisa la amplitud
de su acción, y es investigar de qué manera influye la raza en la evolución social. Sin lugar a duda, los caracteres étnicos son de tipo orgánico-
psicologico. De esta forma, la vida social debe variar cuando ellos varíen, si los fenómenos psicológicos tienen sobre la sociedad los efectos que
se le atribuyen. Pero no se conoce ningún fenómeno social que se pueda decir que depende de la raza. Sin dudarlo, no podemos atribuir a esta
proposición el valor de principio; sólo podemos afirmar que siempre es verdad en la experiencia práctica.

F.n las sociedades dc una misma raza se pueden encontrar las más diversas formas dc organización, mientras que se observan sorprendentes
similitudes entre las sociedades de razas diferentes. La ciudad ha existido cn los fenicios, entre los romanos y los griegos; se encuentra en
período dc formación entre las cábilas. 1.a familia patriarcal estaba casi tan desarrollada entre los judíos como entre los hindúes; pero no la
hallamos cn los eslavos, quienes son. sin embargo, dc la raza aria. Por otra parte, cl tipo de familia que encontramos cn los eslavos, también
existe entre los árabes. La familia materna y cl clan se observa cn todas partes. El detalle de las pruebas judiciales y dc las ceremonias nupciales
es cl mismo cn los pueblos más diferentes desde cl punto dc vista étnico.

Si todas estas cosas son ciertas, sucede porque cl factor psicológico es demasia¬do general como para predeterminar cl curso dc los fenómenos
sociales. Puesto que no implica una forma general con preferencia a otra, no las puede explicar. En realidad, hay un cierto número dc hechos a
los que se suele atribuir la influencia de la raza. Dc esta manera se explica, notablemente, cl desarrollo intensivo y rápido dc las artes y letras cn
Atenas, que fue tan mediocre cn Roma. Pero esta interpreta¬ción dc los hechos, aunque es clásica, nunca se ha demostrado científicamente;
parccc derivar toda su autoridad sólo dc la tradición. Incluso ni siquiera se ha intentado ver si seria posible una explicación sociológica de los
mismos fenómenos, pero estamos convencidos de que esta tarca se podria intentar con éxito. En resumen, cuando se atribuye con tanta rapidez
el carácter artístico de la civiliza¬ción ateniense a facultades estéticas congénitas, se procede aproximadamente como lo hacían los
investigadores de la Edad Media cuando explicaban el fuego por medio dc la flogistica y los efectos del opio por su virtud adormecedora

En fin. si la evolución social tuviera realmente su origen en la constitución psicológica del hombre, no se comprende cómo habría podido
producirse. Asi, deberíamos admitir que su fuerza motivadora es algún resorte interior dc la naturaleza humana. Pero ¿cual podria ser?, ¿es el
instinto del que habla Comte y que impulsa al hombre cada vez más a expresar su naturaleza? Esto es evadir la pregunta y explicar el progreso
por medio de una tendencia innata hacia cl progreso, una verdadera entidad metafísica, la cual no demuestra nada. Incluso las especies animales
más avanzadas no están cn modo alguno incentivadas por la necesidad de progresar, y entre las sociedades humanas, hay muchas que se
complacen en permanecer indefinidamente estancadas.

¿O es esta fuerza motivadora. como crcc Spenccr, la necesidad de una mayor felicidad que las formas cada vez más complejas dc la civilización
están destina¬das a satisfacer plenamente? Tendríamos entonces que dar por sentado que la felicidad aumenta con la civilización, y ya hemos
descrito antes todas las dificul-tades que plantea esta hipótesis20. Pero hay más; aunque se admitiera uno de estos dos postulados, no se haría
inteligible por ello el desarrollo histórico, porque la explicación que resultaría sería puramente teológica. Memos demostra¬do anteriormente
que los hechos sociales, como los fenómenos naturales, no quedan explicados por cl hccho dc que se haga ver que sirven para algún fin Cuando
se ha demostrado satisfactoriamente que las organizaciones sociales cada vez más inteligentes que se han sucedido cn el curso de la historia, han
tenido el efecto dc satisfacer cada vez más algunos de nuestros deseos fundamen¬

tales, no se ha hecho comprender por ello cómo se han producido. El hecho dc que fueran útiles, no nos dice cómo se originaron. Incluso si
intentáramos expli¬car cómo llegamos a imaginarlas y planearlas de antemano para representarnos los servicios que podíamos alcanzar de ellas,
y el problema es difícil, los deseos de que podrían ser objeto por esta causa, no tendrían la suficiente fuerza como para sacarlas de la nada. En
resumen, admitiendo que las organizaciones sociales son los medios necesarios para alcanzar cl fin deseado, aún nos preguntamos lo mismo: ¿de
qué fuente y por qué medios han sido creadas?

Entonces, llegamos al siguiente principio: La causa determinante de un hecho social debe buscarse entre los hechos sociales que te anteceden y
no entre los estados de lo conciencia individual. Por otra parte, se concibe fácilmente que todo lo precedente se aplica a la determinación de la
función, asi como a la causa del fenómeno social. La función del hecho social no puede ser más que social, por ejemplo, consiste en la producción
dc efectos socialmcntc útiles. Sin duda, puede suceder y sucede que también sirva al individuo. Pero este resultado adecuado no es la causa
inmediata. Podemos, ahora, completar la proposición precedente, diciendo: La función del hecho social debe buscarse siempre en la relación que
tiene con algún fin social.

Ya que los sociólogos han interpretado a menudo de manera errónea esta regla y han considerado los fenómenos sociales desde un punto dc
vista demasia¬do psicológico, para muchos, sus teorías parecen demasiado vagas y etéreas, y además alejadas dc la naturaleza especial dc las
cosas que creen explicar. Los historiadores que tratan la realidad social directamente y con detalle no han dejado dc señalar la poca importancia
que estas interpretaciones, demasiado generales, tienen para mostrarnos la relación entre los hechos; y su desconfianza dc la psicología ha sido
causada, en parte, por esta circunstancia. No queremos decir, por supuesto, que el estudio de los hechos psicológicos no sea indispensable para
los sociólogos. Si la vida colectiva no se deriva de la vida individual, ambas están muy relacionadas; si una no puede explicar la otra, por lo menos
puede facilitar su explicación. Primero, como hemos demostrado, es indiscutible que los hechos sociales se prodeen por la acción de los factores
psicológicos. Además, esta misma acción es similar a la que tiene lugar en la conciencia de cada individuo y por la que se transforman los
elementos primarios (sensaciones, reflejos, instintos) de los que está formada originalmente. No se ha dicho sin razones que el yo, por si mismo,
es una sociedad, con cl mismo derecho que cl organismo, aunque de otra manera; y hacc mucho tiempo, los psicólogos han demostrado la gran
importancia que tiene cl factor dc la asociación para explicación de la actividad mental.

El aprendizaje psicológico, más que cl biológico, constituye, entonces, una lección muy valima para los sociólogos: pero no les sería de utilidad a
no xer que se liberen de ellos después dc haber recibido provecho y dc superarlas con cl aprendizaje sociológico. Deben abandonar la psicología
como centro dc sus operaciones, como punto dc partida dc sus exploraciones del inundo sociológico al que siempre vuelven. Deben establecerse
cn cl centro mismo dc los hechos sociales, para observarlos directamente, no demandando dc la ciencia del indivi¬duo más que una preparación
general y. cn caso necesario, sugerencias útiles*'

III

Puesto que los hechos de la morfología social son de la misma naturaleza que los fenómenos fisiológicos, deben de explicarse de acuerdo con la
regla que acaba¬mos de enunciar. Sin embargo, se desprende de todo lo que procede, que desem¬peñan un papel preponderante en la vida
colectiva, asi como en las explicaciones sociológicas.

De hecho, si la condición determinante de los fenómenos sociales es, como hemos demostrado, el hecho importante de la asociación, los
fenómenos tendrían que variar con las formas de esa asociación, es decir, de acuerdo con el modo en que están agrupadas las partes
constituyentes de la sociedad. Por otra parte, puesto que un agregado, que está formado por la unión de toda clase de elemen¬tos que se
incluyen en la composición de la sociedad, lo constituye su medio interno, de la misma manera que el conjunto de los elementos anatómicos, por
la forma en que están dispuestos en el espacio, constituye el medio interno de los organismos, se podrá decir que: El primer origen de lodo
proceso social de alguna importancia, debe buscarse en la constitución del medio social interno.

Incluso es posible precisar más. Los elementos que componen este medio, son de dos clases: cosas y personas. Entre los objetos materiales que
están incorpora¬dos en la sociedad, se deben incluir los trabajos artísticos, etc. Pero está claro que el impulso que determina las
transformaciones sociales puede que no venga ni de lo material ni de lo inmaterial: no posee para ninguno un poder motivador. Sin duda, habrá
que tenerlos en cuenta en las explicaciones que se den. Tienen, en efecto, cierta influencia en la evolución social, cuya velocidad y dirección
varían según cómo sean; pero no tienen nada de lo que es necesario para ponerla en marcha. Son la matena a la que se aplican las fuerzas vivas
de la sociedad, pero, por si mismos, no producen ninguna energía social. Por consiguiente, queda, como factor activo, el medio propiamengte
humano.

Así. la tarea principal del sociólogo deberá ser la de descubrir los diferentes aspectos de este medio que sean susceptibles de ejercer alguna
influencia sobre el curso de los fenómenos sociales. Hasta ahora hemos encontrado dos series de hechos que responden de un modo eminente a
esta condición: (1) el número de unidades sociales o, como también le hemos llamado, el volumen de la sociedad; (2) el grado de concentración
del grupo, o lo que hemos nombrado la densidad dinámica. Por esta última palabra no hemos de entender la concentración pura¬mente física
del agregado, que no puede tener efecto si los individuos, o mejor dicho, el grupo de individuos, permanecen separados por la sociedad Por esta
palabra se entiende la concentración social, de la que la anterior es sólo un auxiliar y, en general, la consecuencia. La densidad dinámica se puede
definir, en igualdad de volumen, en función del número de individuos con relaciones efecti¬vas. no solamente comerciales, sino también
sociales; es decir, que no sólo inter¬cambian servicios o se hacen la competencia, sino que viven una vida común Porque, como las relaciones
puramente económicas dejan a los hombres fuera unos de otros, puede haber numerosas relaciones económicas sin que por ello participen los
hombres en la misma existencia colectiva. Los negocios que se

llevan a cabo a través de las fronteras que separan a los pueblos, no suprimen esas fronteras.

La vida social sólo puede verse afectada por el número de personas que colaboren en ella eficazmente. Por este motivo, lo que expresa mejor la
densidad dinámica de un pueblo es el grado de fusión de los sectores sociales. Porque si cada agregado parcial forma un todo, una individualidad
distinta separada de las demás por barreras, la acción de sus miembros en general permanece localizada allí. Si por el contrario, estas sociedades
parciales están, o tienden a confundirse en el seno de la sociedad total, en la misma proporción se ha extendido el radio de la vida social.

En cuanto a la densidad física —si al menos se entiende por tal. no solamente el número de habitantes por unidad de superficie, sino el
desarrollo de las vías de comunicación y transmisión— progresa, de ordinario, al mismo paso que la densidad dinámica y. en general, puede
servir para medirla. Si las diferentes partes de la población tienden a aproximarse, es inevitable que se abran el camino que permita esta
aproximación. Por otra parte, se pueden establecer relaciones entre puntos distantes de la masa social, sólo si la distancia no es un obstáculo, es
decir, si está en realidad suprimida. Sin embargo, hay excepcio¬nes22, y nos expondríamos a serios errores si juzgáramos siempre la
concentra¬ción social de una sociedad según el grado de su concentración fisica. Las carreteras, las líneas férreas, etc., sirven mejor para el
comercio que para la fusión de las poblaciones, de las que son una expresión imperfecta. Este es el caso de Gran Bretaña, cuya densidad física es
mayor que la de Francia, y sin embargo, la fusión de los sectores sociales está menos avanzada, como lo prueba la persisten¬cia de la mentalidad
local y de la vida regional.

Hemos demostrado siempre cómo todo aumento del volumen y de la densi¬dad dinánica de las sociedades modifica profundamente las
condiciones funda¬mentales de la existencia colectiva al hacer la vida social más intensa, asi como al extender el horizonte de los pensamientos y
acciones de cada individuo. No vamos a volver a la aplicación que hicimos entonces de este principio. Añadamos tan sólo que nos ha ayudado a
tratar no solamente la cuestión demasiado general que es el objetivo de este estudio, sino otros muchos problemas más especiales, y que hemos
podido comprobar así su exactitud mediante un número respetable de experimentos. Sin embargo, no pensamos que hemos encontrado todas
las parti¬cularidades del medio social susceptibles de contribuir a la explicación de los hechos sociales. Todo lo que podemos decir es que estos
son los únicos que hemos observado y que no hemos intentado investigar otros.

Pero la preponderancia que le hemos atribuido a lo social y. más particular¬mente. al entorno humano, no implica que se tenga que ver como
una especie de hecho último y absoluto más allá del cual no se pueda investigar. T* evidente, por el contrario, que el estado en d que se
encuentra en cada momento de la historia depende de causas sociales, de las cuales algunas son inherentes a la misma sociedad, mientras que
otras dependen de la interacción entre esta sociedad y las vecinas Además, la ciencia no se ocupa de las causas primeras, en el sentido absoluto
de la palabra Para la ciencia un hecho es primario simplemente cuando es lo bastante general como para explicar un gran número de otros
hechos.

Ahora bien, el medio social es ciertamente un factor de este tipo, porque los cambios que se producen en el, cualesquiera que sean sus causas,
repercuten en todas las direcciones del organismo social y 110 pueden dejar de afectar más o menos a todas las funciones.

Lo que acabamos de decir del entorno general de la sociedad se puede repetir de los medios especiales de cada uno de los grupos particulares
que ella encierra. Por ejemplo, según que la familia sea más o menos grande, o tenga una vida más o menos completa, la vida domestica puede
variar. De la misma manera, si las corporaciones profesionales generalizan su función en ve/ de permanecer restrin¬gidas. como en otros
tiempos, en los limites de una ciudad, la acción que ejercen será muy distinta de la que ejercieron antes. De un modo más general, la vida
profesional será completamente distinta según que el medio propio de cada profesión esté fuertemente constituido o no, como lo está hoy día.
Sin embargo, la acción de estos medios particulares no podría tener la importancia del medio general, porque ellos mismos están sometidos a la
influencia del último. Es preciso volver al entorno general. Es la presión que ejerce sobre estos grupos parciales la que hace variar su
organización.

Esta concepción del entorno social como factor determinante de la evolución colectiva, es de la mayor importancia. Porque, si se la rechaza, la
sociología se encuentra ante la imposibilidad de establecer ninguna relación de causalidad. En efecto, descartado este orden de causas, no hay
condiciones concomitantes de las que puedan depender los fenómenos sociales, porque si el entorno social externo, es decir, el que está
formado por las sociedades del medio ambiénteles susceptible de tener alguna acción, es tan sólo la de ataque y defensa; y además puede haccr
sentir su influencia sólo a través del medio social. Las principales causas históri¬cas del desarrollo histórico no se encontrarían, entonces, entre
las causas conco¬mitantes; estarían todas en el pasado. Ellas mismas formarían parte de este desarrollo, del que constituirían fases más
antiguas. Los acontecimientos actuales de la vida social se derivarían, no del estado actual de la sociedad, sino de acontecimientos anteriores, de
precedentes históricos, y las explicaciones socioló¬gicas consistirían exclusivamente en unir el presente con el pasado.

Es verdad que puede parecer que esto es suficiente. Corrientemente, se dice que la historia tiene como objeto precisamente encadenar los
acontecimientos según su orden de sucesión. Pero es imposible concebir cómo el estado en que se encuentra la civilización en un momento dado
podria ser la causa determinante del estado que la sigue. Las etapas que recorre sucesivamente la humanidad no se engendran entre sí. Se
comprende bien que los progresos realizados en una época determinada en lo jurídico, económico, político, etc., hagan posible nuevos
pro¬gresos, pero, ¿hasta qué punto los predeterminan? Son un punto de partida que permite mayor progreso, pero, ¿que nos incita a lal
progreso?

¿Seria entonces necesario admitir una tendencia interna que impulsa a la humanidad a rebasar cada vez los resultados adquiridos, bien para
realizarse completamente o para aumentar su felicidad; y el objetivo de la sociología seria encontrar el orden con arreglo al cual se ha
desarrollado esta tendencia? Pero sin volver a las dificultades que tal hipótesis implica, la ley que expresa este desarro¬llo no podria, en todo
caso, tener nada de causal, ya que la relación de causalidad

sólo se puede establecer entre dos hechos dados. Ahora bien, esta tendencia, que se supone que es la causa de este desarrollo, no existe; sólo
está postulada y construida por la mente de acuerdo con los principios que se le atribuyen. Es una especie de facultad motivadora que
imaginamos como un movimiento oculto, para dar cuenta del mismo; pero la causa eficiente de un movimiento sólo puede ser otro movimiento,
no una potencialidad de este género.

Todo lo que podemos observar expcrimentalmentc en las especies es una serie de cambios entre los que no existe una unión causal. El estado
anterior no produce el subsecuente, sino que la relación entre ellos es meramente cronológica. En estas condiciones, toda previsión científica es
imposible. Podemos decir cómo han sucedido ciertas condiciones hasta el presente, pero no en qué orden se sucederán en adelante, ya que la
causa de la que parecen depender no está determinada ni es dctcrminablc científicamente. Es cierto que, de ordinario, se admite que la
evolución tomará la misma dirección que tomó en el pasado; pero esto es un mero postulado. Nada nos asegura que los hechos realizados
expresen de una manera tan completa la naturaleza de esta tendencia como para que podamos predecir el objetivo al que aspira esta tendencia,
teniendo en cuenta por lo que ha pasado sucesivamente. ¿Porqué, en verdad, debería ser rectilínea la

tendencia que sigue?

Esta es la razón para el número restringido de relaciones o leyes causales establecidas por la sociología. Excepto unos cuantos casos, de los que
Montcs- quicu es el ejemplo más ilustre, los antiguos filósofos de la historia se han dedicado únicamente a descubrir el sentido general en que se
orienta la humani¬dad, sin intentar vincular las fases de esta evolución a ninguna condición conco¬mitante. Por grandes que sean los servicios
que Comte haya prestado a la filosofía social, los términos en que él plantea el problema sociológico no difieren de los filósofos precedentes. Asi.
su famosa ley de los tres estados de la sociedad no tiene ninguna relación de causalidad; y si esto fuera verdad, es y sólo puede ser empírica. Es
sólo una visión general de la historia pasada del género humano. Es completamente arbitrario considerar el tercer estado como el estado
definitivo de la humanidad. ¿Quien sabe si surgirá otro en el futuro?

De la misma manera, la ley que predomina en la sociología de Spencer es de la misma naturaleza. Aunque fuera verdad que tendemos a buscar
actualmente nuestra felicidad en una civilización industrial, nada nos asegura que. en adelante, no la buscaremos en otra parte. Lo que
contribuye a la prcvalencia y persistencia de este método es que se ha visto muchas veces en el entorno social una vía por la cual se realiza el
progreso, pero no la causa que lo determina.

Desde otro punto de vista, es igualmente en relación con este mismo entorno cómo se debe medir la utilidad o. como lo hemos llamado, la
función de los métodos sociales. Entre los cambios» que ocasiona el entorno social, sólo sirven aquellos que están en relación con el estado
actual de la sociedad, puesto que este ámbito es la condición esencial de la existencia colectiva. También desde este punto de vista, creemos que
la condición que acabamos de exponer es fundamen¬tal; porque sólo ella permite explicar cómo puede variar el carácter útil de los fenómenos
sociales, sin depender, sin embargo, de un orden social arbitrario. Si imaginamos la evolución histórica como movida por una especie de urgencia

vital que empuja a los hombres hacia adelante, puesto que una tendencia motriz no puede tener más que un solo fin, no puede haber nada más
que un punto dc referencia con relación al cual se calcula la utilidad o cl carácter nocivo dc los fenómenos sociales. Kn consecuencia, sólo puede
y cn realidad sólo existe, un tipo de organización social que encaja perfectamente en la humanidad; y las diferentes sociedades históricas sólo
son aproximaciones sucesivas a este modelo único. No es necesario demostrar que, hoy en dia. tal punto dc vista es inconciliable con la variedad
y complejidad reconocida dc las formas socialcs. Si. por cl contrario, la conveniencia o no de las instituciones sólo se puede establecer cn
conexión con un entorno ya dado, y, puesto que estos entornos son diversos, hay una diversi¬dad de puntos de referencia y asi dc tipos que,
mientras sean cualitativamente distintos unos dc otros, están lodos fundados igualmente cn la naturaleza del entorno social.

Entonces, la cuestión que acabamos dc tratar está intimamente unida con la dc la constitución dc los tipos socialcs. Si hay especies socialcs, es
porque la vida colectiva depende, sobre todo, dc condiciones concomitantes que presen¬tan cierta diversidad. Si. por cl contrario, las principales
causas de los aconteci-mientos socialcs estuvieran cn cl pasado, cada sociedad no seria más que la prolongación dc su predecesor y las diferentes
sociedades perderían su indivi¬dualidad para convertirse únicamente en momentos diversos de un único y mismo desarrollo. Puesto que. por
otra parte, la constitución del entorno social procede del modo dc composición de los agregados sociales, puesto que estas dos expresiones son
esencialmente sinónimas, tenemos ahora la prueba dc que no hay caracteres más esenciales que los que hemos asignado como base a las
clasificaciones sociológicas. Finalmente, debemos entender mejor que antes, cuán injusto sería señalar estas palabras, condiciones externas y
entorno, como una acusación de que nuestro método busca las fuentes de la %'ida fuera de los seres vivos.

Por el contrario, las consideraciones que se acaban dc hacer se relacionan con la idea dc que las causas de los fenómenos sociales son internas a
la sociedad. Más aún, nosotros mismos podríamos criticar más justamente la teoría que hacc derivar la sociedad del individuo, intentando
extraer lo interno dc lo externo (ya que explica el ser social por algo que no es él mismo) y lo más grande dc lo más pequeño, porque intenta
deducir cl todo dc la parte. Nuestros principios han malinterprctado tan poco cl carácter espontáneo dc cada ser viviente que, si los aplicamos a
la biología y psicología, tendríamos que admitir que allí también la vida individual se desarrolla completamente dentro del individuo.

IV

Del grupo dc reglas que se acaban de establecer, emerge una cierta concepción dc la sociedad y dc la vida colectiva. Pero primero vamos a
establecer las teorías contrarias que dividen las opiniones sobre este punto. Para algunos, como son Hobbes y Rousseau, hay un vacio cn la
continuidad entre cl individuo y la sociedad. El hombre es entonces refractario a la vida cn común; no puede

resignarse a ella nada más que por la fuerza. Los fines sociales no son el punto de convergencia dc los fines individuales; son más bien sus
contrarios. Además, para llevar al individuo a buscarlos, es necesario ejercer sobre él una coacción; y la obra social consiste, por excelencia, cn la
organización e institución de esta coacción. Sólo por cl hecho de que el individuo es considerado como la sola y única realidad del reino humano,
esta organización, que tiene por objeto moles¬tarle y sujetarle, sólo se puede concebir como algo artificial. No tiene sus funda¬mentos cn la
naturaleza, puesto que está destinada a coaccionarle impidiéndole producir sus consecuencias antisociales. Es una obra dc arte, una máquina
cons¬truida completamente por la mano del hombre, que, como todos los productos de esta clase, es sólo lo que es porque cl hombre lo ha
querido asi. Un decreto de voluntad lo creó, pero otro lo puede transformar.

Ni Hobbes ni Rousseau parecen haberse dado cuenta lo contradictorio que es admitir que el mismo individuo es cl autor dc la máquina que tiene
como papel principal su dominación y coacción. Al menos les ha parecido que, para hacer desaparecer esta contradicción, bastaba con
disimularla a los ojos dc sus víctimas mediante cl hábil artificio del pacto social.

Es una idea bastante diferente dc la que se han inspirado los filósofos del derecho natural y los economistas, y más recientemente, Spcncer23.
Para ellos, la vida social es esencialmente espontánea y la sociedad es un fenómeno natural. Pero si le confieren este carácter, no es porque le
reconozcan una naturaleza especifica; es que le encuentran una base en la naturaleza del individuo. No más que los pensadores precedentes ven
en ella un sistema dc cosas que existe separadamente, cn virtud de las causas que le son esenciales. Pero cn tanto que aquellos la conciben sólo
como un arreglo convencional al que ningún vínculo une a la realidad y que flota cn el aire, por asi decirlo. Spencer y los economistas le ponen
como bases los instintos fundamentales de la naturaleza humana. El hombre está inclinado naturalmente a la vida política, doméstica, religiosa, a
los intercambios, etc.; y es dc estas inclinaciones naturales de donde se deriva la organización social. En consecuencia, cn todas aquellas parles en
que es normal, no tiene necesidad dc imponerse. Cuando recurre a la coacción, es que no es lo que debe dc ser. o que las circunstancias son
anormales. En principio, no hay más que dejar desarrollarse cn libertad a las fuerzas sociales para que se organicen socialmentc. Ninguna dc estas
doctrinas es la nuestra. Para estar seguros, noso¬tros hacemos dc la coacción la característica dc todos los hechos sociales. Sólo que esta
coacción no proviene dc una maquinaria más o menos sabia destinada a ocultar a los hombres las trampas cn que ellos mismos se han visto
atrapados. Se debe simplemente a que el individuo se encuentra cn presencia de una fuerza que le domina y ante la cual se inclina; pero esta
fuerza es enteramente natural. No se deriva dc un arreglo convencional al que la voluntad humana ha añadido la realidad natural; sale de las
mismas entrañas dc la realidad natural; es cl produc¬to necesario de ciertas causas concretas. Además, para llevar al individuo a someterse a ella
de buen grado, no es necesario recurrir a ningún artificio; basta con que se dc cuenta de su estado dc dependencia natural c inferioridad, tanto
como si forma una representación simbólica y tangible a través dc la religión o si llega a una noción adecuada y definida dc él a través dc la
ciencia. Ya que la

superioridad de la sociedad no es sólo fisica. sino también intelectual y moral, no tiene nada que temer de un examen critico. Al hacerle entender
al hombre cuánto más rico, complejo y permanente es el ser social que el ser individual, no puede por menos que revelarle las razones
inteligibles de la subordinación que se le exige y de los sentimientos de adhesión y respecto que el hábito ha fijado en su corazón24.

Volver a plantear las teorías de Hobbes y Maquiavelo no seria más que una crítica singularmente superficial que podria atacar nuestra
concepción de la coacción. Pero si, en contra de estos filósofos, decimos que la vida social es natural, nuestro razonamiento no es que
encontramos su fuente en la naturaleza del individuo. Más bien es natural porque se deriva directamente del ser colectivo que es, él mismo, un
ser por propio derecho, y porque resulta de la elaboración especial a la que son sometidas las conciencias particulares al asociarse unas con
otras, y de la que se desprende una nueva forma de existencia2 5.Sí, entonces, estamos de acuerdo con algunos investigadores de que la realidad
social aparece ante el individuo como una coacción, admitimos, junto con otros, que es un producto espontáneo de la realidad. Lo que une
lógicamente estos dos elementos, tan contradictorios en apariencia, es el hecho de que esta realidad de la que emana rebasa al individuo.
Queremos decir que estas palabras, «coacción» y «espontaneidad», no tienen en nuestra terminología el significado que dan Hob¬bes a la
primera y Spencer a la segunda.

En resumen, se ha podido objetar a la mayor parte de las tentativas que se han hecho para explicar racionalmente los hechos sociales, que ellas
hacían que se desvaneciera toda idea de disciplina social o que la han mantenido sólo con subterfugios mentirosos. El principio que acabamos de
exponer crearía, por el contrario, una sociología que vería en el espíritu de disciplina la condición esencial de toda vida en común, fundándola en
la razón y la verdad.

Notas

1. Cours de philosophie posihve, IV, pág. 262.

2. Principies of Sociology, II. pág. 247.


3. El matrimonio legal con la madre, establece los derechos del padre sobre los hijos.

4. División du iravail social. Libro II. cap. iii y iv.

5. No quisiéramos plantear aqui cuestiones de filosofía general, que estarían fuera de lugar. Sin embargo, digamos que, si se analizara más
profundamente, esta reciproci¬dad de causa y efecto podria darnos un medio de reconciliar el mecanismo científico con la teología que implica
la existencia, y especialmente la persistencia de la vida

6. División du trovad sociaJ. I, II. cap. II. y principalmente pag. 105 y sigs.

7. Ibid.. págs. 52, 53.

8. ¡bul., pág. 301 y sig.

9. Cours de philos. pos.. IV. pág 333.

10. Ibid. pág. 345,

11. Ibid., pág. 346.

12. Ibid. pág. 335.

13. Principios de la sociología, vot I. pane I. cap. II

14. Ibid . pág. 437.

15. Ibid

16. Ibid.. pág 14.

17. «La sociedad existe para el provecho de sus miembros; los miembros no existen para el provecho de la sociedad ... los derechos del
cuerpo político no son nada en sí mismos, sólo llegan a ser algo a condición de encarnar los derechos de los individuos que lo componen.» (Ibid.,
parte II. págs. 461-462).

18. En este sentido, y por estas razones, se puede y debe hablar de una conciencia colectiva distinta de las conciencias individuales. Para
justificar esta distinción, no es necesario proponer para la primera una existencia separada personal; es algo especial y se le debe dar un nobre
especial, simplemente porque los estados que la constituyen difieren específicamente de los que integran las conciencias individuales. Este
carácter especifico les viene del hecho de que no están formados de los xmismos elementos. Unos, en efecto, provienen de la naturaleza del ser
orgánico psíquico tomado aisladamente, otros de la combinación de una pluralidad de seres de este genero. Los resultados, entonces, no pueden
dejar de ser distintos, puesto que los componentes difieren hasta esc punto. Nuestra definición del hecho social, por otra parte, sólo trazaba de
otra manera esta linea de demarcación.

19. Suponemos que esto existe en los grupos sociales más bajos. Véase, sobre este punto. Sociélés animales. Espinas, pág. 474.

20. División du iravail social, libro II. cap. I.

21. Los fenómenos psicológicos no pueden tener consecuencias sociales más que cuando están tan intimamente unidos a los fenómenos
sociales que la acción de los fenóme¬nos psicológicos y sociales se confunde necesariamente. Sucede asi con ciertos facto¬res sociopsicológicos.
Asi, un oficial público es una fuerza social, pero es al mismo tiempo un individuo. Como consecuencia, puede enfocar su energía social hacia una
dirección que está determinada por su naturaleza individual, y de esta forma, puede tener influencia en la constitución de la sociedad. Esto es lo
que les sucede a los hombres de estado y. en general, a los genios. Estos últimos, incluso cuando no tienen una función social, sacan de los
sentimientos colectivos de los que son objeto, una autoridad que también es una fuerza social, y que pueden poner, en cierta medida, al servicio
de las ideas personales. Pero observamos que estos casos se deben a los accidentes individuales y. consecuentemente, no pueden afectar a los
rasgos constitutivos de las especies sociales que son el objeto de la ciencia. La restricción del principio anteriormente enunciado no es. por tanto,
de gran importancia para el sociólogo.

21 Memos cometido un error en nuestra División du iracail social, el de presentar la densidad material como la expresión exacta de la densidad
dinámica. Sin embargo, la sustitución de la primera por la segunda es absolutamente legitima en todo lo que concierne a los efectos económicos
de la última, por jemplo, en la división del trabajo como hecho puramente económico.

23. La posición de Comtc a este respecto es de un eclecticismo bastante ambiguo.

24. Por dio. no es normal toda coacción y porqué «a ooaonón que corresponde a

alguna superioridad social, es decir, intelectual o moral, sólo merece este nombre Pero la que un individuo ejerce sobre otro porque es más
fuerte o rico, especialmente si su riqueza no es un reflejo de su valia social, es anormal > sólo se puede mantener a través de la violencia.

25. Nuestra teoría es incluso más contraria a la de Hobbes que a la del derecho natural Para los partidarios de esta última doctrina, la vida
colectiva es natural sólo en la medida en que se puede deducir de la naturaleza individual. Ahora, sólo las formas
más generales de organización pueden, estrictamente hablando, derivarse de este origen Respecto a los detalles de la organización social, están
demasiado alejados de la extrema generalidad de las propiedades psicológicas para que puedan ser vincula¬das a ellas; por ello parecen a los
discípulos de esta escuela tan artificiales como a sus adversarios. Para nosotros, por el contrario, todo es natural, incluso los órdenes sociales
más peculiares, porque todo está fundado en la naturaleza de la sociedad.

Introducción

Las formas elementales de Ia vida religiosa es un estudio de la relación de la religión con la sociedad. Aquí Durkheim proclama que el objeto
sagrado más importante, el tótem, es una representación con la que la sociedad se simboliza. El objeto sagrado es la sociedad racionalizada a
través de la religión. El objeto que es totein es por si mismo neutral, según Durkheim. Lo que santifica este objeto es la creencia que la sociedad
le otorga. Tal creencia implica que un tótem, como cualquier otro símbo¬lo. es una «representación colectiva)*.

Las formas elementales de la rida religiosa es ¡portante también para la episte¬mología. Nos dice que el conocimiento individual no proviene m
de la «mente» ni de los sentidos; más bien, sabemos lo que sabemos porque aprendemos las «repre¬sentaciones colectivas» concebidas por la
sociedad. Esta interpretación de la episte¬mología se dice que proporciona al estudiante de la teoriu una tercera alternativa junto con las otras
dos que se encuentran en la filosofía tradicional, d idealismo y el empirismo. Algunos escritores posteriores han malinterpretado a Durkheim al
pensar que es un místico e idealista simplememte porque no era un «materialista)*.

15. Las formas elementales de la vida religiosa*

.„(Nuestro) estudio no interesa sólo a la ciencia de la religión. En efecto, toda religión tiene un aspecto por el que va más allá del circulo de las
ideas propia¬mente religiosas, y allí, el estudio de los fenómenos religiosos proporciona una forma de renovar los problemas que, hasta el
presente, sólo han sido discutidos entre filósofos.

Durante mucho tiempo se ha sabido que los primeros sistemas de representa¬ciones que lo$ hombres han elaborado sobre su mundo y sobre si
mismos, son de origen religioso. No hay religión que no sea una cosmología al mismo tiempo que una especulación soBre lo divino. Si la "filosofía
y las ciencias han nacido de la religión, es porque la religión cihpczó a tomar el lugar de las ciencias y la filosofía. Pero se ha destacado menos el
hecho de que la religión no se ha limitado ha enriquecer el intelecto humano, ya confirmado anteriormente con un número de ideas; es ella la
que ha contribuido a que esc mismo espíritu se forjara. Los hombres no tan sólo le deben una gran parte de la materia de sus conoci¬mientos,
sino también la forma en que se ha elaborado este conocimiento.

En las raíces de nuestros juicios hay un cierto número de ideas esenciales que dominan toda nuestra vida intelectual; son lo que los filósofos,
desde Aristóteles, han llamado las categorías del entendimiento: las nociones de tiempo, espacio1, género, cantidad, causa, sustancia,
personalidad, etc. Corresponden a las propie¬dades más universales de las cosas. Son como sólidos marcos que delimitan el pensamiento; no
parece que pueda desentenderse de ellas sin destruirse, porque parece que no podemos pensar en los objetos que no están en el tiempo y el
espacio, que no tengan cantidad, etc. Otras nociones son contingentes y móviles; concebimos que el hombre, la sociedad o una época puede no
conocerlas, mien¬tras que esas otras parecen ser casi inseparables del trabajo normal del intelecto. Son como el esqueleto de la inteligencia.
Ahora, cuando las creencias religiosas primitivas se analizan sistemáticamente, encontramos de forma natural las cate¬gorías principales. Han
nacido en y de la religión; son el producto del pensamien¬to religioso. Esta afirmación la haremos muchas veces a lo largo de este trabajo.

Esta observación ya tiene algún interés por si misma; pero he aqui lo que le confiere su verdadera importancia.

La conclusión general de Las formas elementales de la vida religiosa es que la religión es algo eminentemente social. Las representaciones
religiosas son repre¬sentaciones colectivas que expresan realidades colectivas; los ritos son una forma

• Impreso de Elementar y Forms of the Rehgums Ijfe. de Fraile Durkhetro (Nueva York: The Froe Press. 1963) Derecho de reproducción
desde 1915 de Georgc Alien A Unwin l.td. Notas rr numera- das

dc actuar que no surgen sino en cl seno dc grupos reunidos, y que están destina¬dos a suscitar, a mantener o rehacer ciertas situaciones
mentales dc esos grupos. Asi. si las categorías son de origen religioso, deberían participar dc la naturaleza común dc los hechos religiosos; deben
ser también asuntos socialcs y producto del pensamiento colectivo. Por lo menos, ya que cn la condición actual de nuestro conocimiento sobre
estos campos, debemos de tener cuidado y evitar todas las afirmaciones radicales y exclusivas, podemos presuponer que son ricos cn elementos
socialcs.

Incluso ya desde ahora, se pueden entrever en algunos de ellos. Por ejemplo, intentemos representar lo que seria la noción dc tiempo sin los
procesos con que lo dividimos, medimos o expresamos con signos objetivos; un tiempo que no fuera una sucesión de años, meses, semanas, días
y horas. Esto es algo casi impensable. No podemos concebir cl tiempo, excepto cuando distinguimos sus diferentes momentos. Ahora bien, ¿cuál
es el origen dc esta diferenciación? Sin lugar a duda, los estados dc conciencia que hayamos ya experimentado se pueden reproducir en el mismo
orden con cl que pasaron cn primer lugar, asi las porciones dc nuestro pasado se convierten de nuevo en presente, aunque están claramente
diferenciadas del presente. Pero cualquiera que sea la importancia que pueda tener esta distinción cn nuestra experiencia privada, aún está lejos
de llegar a constituir la noción o categoría de tiempo. Hsto no es sólo una rememoración, sea parcial o integral, dc nuestra vida pasada. Es una
estructura abstracta e impersonal que rodeu. no sólo nuestra existencia individual, sino la de toda la humanidad. Es como un cuadro ilimitado, en
cl que se despliega toda la duración ante nuestra mente y donde pueden situarse todos los acontecimientos posibles en relación a puntos dc
referencia fijos y determinados. No es «mi tiempo» el que está organizado así; es cl tiempo en general, tal como está pensado objetivamente por
todo cl mundo cn una misma civilización. Esto sólo ya basta para indicamos que tal organización ha de ser colectiva. Y cn realidad, la observación
nos demuestra que estos puntos de referencia indispensables, cn base a los que todas las cosas se sitúan temporalmente, se toman dc la vida
social. La división en dias. semanas, meses, años, etc., corresponde a la periodicidad de los ritos, fiestas y ceremonias públicas2. Un calendario
expresa el ritmo de las actividades colecti¬vas. mientras que al mismo tiempo, su función es la de asegurar su regularidad4.

Sucede lo mismo con el espacio. Como ha demostrado Hamclin4. el espacio no es cl medio vago e indeterminado que imaginó Kant; si no fuera
pura y absolutamente homogéneo, no tendría utilidad, y no podría ser entendido por la mente. Las representaciones espaciales consisten
esencialmente en una primera coordinación de los datos dc la experiencia sensible. Pero esta coordinación sería imposible si las partes del
espacio fueran cualitativamente equivalentes y si fueran realmente intercambiables. Para disponer las cosas espacialrru'ntc. debe dc existir la
posibilidad dc colocarlas dc forma diferente, dc poner algunas a la derecha, otras a la izquierda, estas arriba, aquellas abajo, al norte o al sur dc.
este u oeste dc. etc.; lo mismo que para poder disponer temporalmente dc los estados dc la conciencia hay que poderlos localizar cn fechas
determinadas. Esto es como decir que cl espacio no podria ser lo que es si no fuera, como cl tiempo, dividido y diferenciado. ¿Pero dc dónde
vienen esas divisiones que son esenciales? Por si

mismo, el espacio no tiene ni derecha ni izquierda, ni arriba ni abajo, ni norte ni sur, etc. Todas estas divisiones evidentemente nacen del hecho
dc que se han atribuido valores diferentes a las diferentes partes del espacio. Ya que todos los hombres dc una misma civilización representan el
espacio de la misma manera, es necesario evidentemente que estos valores afectivos y las distinciones que depen¬den dc ellos, deberian ser
igualmente universales, y que implican casi necesaria¬mente que son de origen social5.

Por otra parte, hay casos en los que este carácter social se hacc manifiesto. Hay sociedades cn Australia y cn América del Norte donde se concibe
el espa¬cio como un circulo inmenso, porque su mismo asentamiento tiene una forma circular6. Y este circulo espacial está dividido exactamente
como el circulo tribal, a imagen de este mismo. Se distinguen tantas zonas como clanes cn la tribu y es cl lugar ocupado por los clanes cn cl
interior dc la población cl que ha determina¬do la orientación dc las zonas. Cada zona se define por cl tótem del clan al que está asignada. Entre
los zuñi, por ejemplo, cl pueblo comprende siete partes; cada una de estas es un grupo dc clanes que había constituido una unidad: con toda
probabilidad fue originalmente un dan único que posteriormente fue dividido. Pues bien, su espado comprende igualmente siete zonas y cada
una dc estas siete partes del mundo está cn conexión intima con una zona del pueblo, es dccir. con un grupo dc clanes7. «Asi», dice Cushing. «se
supone que una división está cn rcladón con cl norte, otra representa cl oeste, otra cl sur, etc.»8. Cada zona del pueblo tiene un color diferente,
que lo simboliza; cada región tiene su color, que es exactamente cl mismo que cl correspondiente a su zona. A lo largo dc la historia, cl número dc
clanes fundamentales ha variado y el número de zonas fundamentales del espacio han variado con ellas. Así, la organización sodal ha sido cl
modelo para la organización espacial y una reproduedón de esta. El mismo caso se da en la distinción de la derecha y de la izquierda que, lejos de
estar inherente en la naturaleza del hombre cn general, es muy probable que sea el producto dc las representadones religiosas y así, colectivas9.
Más tarde, se encontrarán pruebas análogas relativas a las nociones de clase, fuerza, personalidad y eficada. Es incluso posible preguntarse si la
idea de la contradicción no depende también dc las condiciones sociales. Lo que hace que tengamos tendencia a creer esto es al observar el
dominio que la idea ha ejercido sobre el pensamiento humano, ha variado con cl tiempo y las sociedades. Hoy en día, el prindpio de identidad
domina el pensamiento dentífico; pero hay amplios sistemas de representadones que han tenido un papel considerable en la historia de las ideas
donde lo han apartado con frccucnda: estas son las mitologías, desde las más burdas a las más sabias10. Así, nos estamos encontrando
continuamente con seres que tienen simultáneamente los atributos más contradictorios, que son a la vez uno y muchos, materiales y
espirituales, que pueden dividirse indefinidamente sin perder nada dc su constitudón: cn la mitología es un axioma el que la parte valga tanto
como cl todo. Estos cambios que. a lo largo dc la historia, ha sufrido la regla que parece dominar nuestra lógica cn la actualidad, prueban que,
lejos dc estar inscrita eternamente cn la constitución mental del hombre, depende, por lo menos cn parte, dc factores históricos y. por lo tanto,
sociales. No sabemos exactamente cuáles son, pero podemos presumir que existen11.

Una vez admitida esta hipótesis, el problema del conocimiento se plantea en términos nuevos.

Hasta ahora, sólo había dos doctrinas en este ámbito. Para algunos, las categorías no se pueden derivar de la experiencia: son lógicamente
anteriores a esta y la condicionan. Se conciben como propiedades simples, irreductibles, inmanentes a la mente humana en base a su
constitución originaria. Por eso se dice que son a priori Otros, por el contrario, mantienen que las categorías son elaboradas, confeccionadas de
pie/as sueltas y fragmentos, y que el individuo es el artesano de esta construcción12.

Pero cada solución levanta graves dificultades.

¿Se adopta la tesis empírica? Entonces hay que privar a las categorías de todas sus propiedades características. De hecho, ya están distinguidas
de todo el conocimiento restante por su universalidad y necesidad. Son los conceptos más generales que existen, porque se pueden aplicar a
todo lo que es real, y ya que no están unidas a ningún objeto particular, son independientes de cada sujeto parti¬cular, constituyen el campo
común donde se encuentran todas las mentes. Más aún, deben de encontrarse allí, pues la razón, que no es otra cosa que el conjunto de
categorías fundamentales, está investida de una autoridad de la que no es posible sustraerse a voluntad. Cuando intentamos rebelarnos contra
ella, y libe¬rarnos de algunas de estas ideas fundamentales, nos encontramos con grandes resistencias. No dependen sólo de nosotros, sino que
se nos imponen. Pero los datos empíricos presentan características que están diamctralmentc opuestas. Una sensación o una imagen siempre se
vinculan a un objeto determinado, o a una colección de objetos de la misma clase, y expresa la condición momentánea de la conciencia
particular; es esencialmente individual y subjetiva. Asi, tenemos bastante libertad al enfrentarnos con las representaciones de este origen. Es
verdad que cuando nuestras sensaciones son inmediatas, se imponen sobre noso¬tros de hecho. Pero, por derecho. somos libres de concebir de
otra manera a la que son. o a representarlas con un orden diferente de aparición al que en realidad se producen. Frente a ellas, mientras no
intervengan consideraciones de otro tipo, nada nos vincula. Asi, aqui nos encontramos con que tenemos dos tipos de conocimiento, que son
como los dos polos opuestos de la inteligencia. En estas condiciones, reducir la razón a la experiencia es hacerla desaparecer, ya que supone el
reducir la universalidad y necesidad que la caracterizan con la pura apariencia, con una ilusión que puede ser útil prácticamente, pero que no
corres¬ponde a nada en realidad; consecuentemente, le está negando toda la realidad objetiva a la vida lógica, cuya regularizacíón y
organización es la función de las categorías. El empirismo clásico tiene como resultado el irracionalismo: quizá hasta sería adecuado nombrarlo
con este último nombre.

A pesar del significado asignado ordinariamente al nombre, los aprioristas son más respetuosos con los hechos. Desde el momento que no
admiten como verdad establecida por la evidencia que las categorías están hechas de los mismos elementos que nuestras representaciones
sensuales, no quedan obligados a empo-brecerlas sistemáticamente, a vaciarlas de todo contenido real y a reducirlas a simples artificios verbales.
Por el contrario, les dejan todas las características específicas Los aprioristas son los racionalistas: creen que el mundo tiene un

aspecto lógico que la razón expresa de manera excelente. Para esto, tienen que atribuir a la mente cierto poder para poder trascender la
experiencia y para añadir algo sobre aquello que le es inmediatamente dado; ahora bien, de este poder singular no dan ninguna explicación ni
justificación. Porque no es ninguna explicación el decir que está inherente en la naturaleza del intelecto humano. Haría falta además resaltar por
qué razón estamos dotados de este sorprendente privilegio y cómo es que podemos ver ciertas relaciones en las cosas que el examen de estas
no nos pueden revelar. Al decir que. bajo esta condición, es posible la experiencia, quizá cambie el problema, pero no lo responde. Porque la
pregunta real es el de saber que cómo es posible que la experiencia no es suficiente por ella misma, presupone ciertas condiciones que son
exteriores y anteriores a ella, y cómo es que estas condiciones se realizan en el momento y de la forma en que se desean. Para responder a estas
preguntas, algunas veces se ha asumido que sobre la razón de los individuos hay otra superior y perfecta, de la que las otras emanan y de las que
logran su maravilloso poder por una especie de participación mística: es la razón mística. Pero esta hipótesis tiene por lo menos la grave
desventaja de carecer de todo control experimental; así. no satisface las condiciones que se piden a las hipótesis científicas. Más aún. las
categorías del pensamiento humano nunca tienen ninguna forma definida; están hechas, deshe¬chas y rehechas incesantemente; cambian con
los lugares y el tiempo. Por otra parte, la razón divina es inmutable. ¿Cómo puede esta inmutabilidad dar pie a esta variabilidad incesante?

Tales son las dos concepciones que chocan entre si a lo largo de los siglos; y si este debate parece ser eterno, es porque en realidad los
argumentos intercambia¬dos son equivalentes. Si la ra/ón es sólo una forma de la experiencia individual, no existe. Por otra parte, si los poderes
que tiene están reconocidos, pero no se les tiene en cuenta, parece que se les sitúa fuera de la naturaleza y de la ciencia. En presencia de estas
objeciones opuestas, la mente permanece en la inccrtidumbre. Pero si se admite el origen social de las categorías, se hace posible una nueva
actitud que permite, a nuestro parecer, escapar a estas dificultades encontradas.
La proposición fundamental de la teoría apriorista es que el conocimiento está formado por dos tipos de elementos irreductibles entre sí. y que
son como dos capas superpuestas una sobre la otra13. Nuestra hipótesis mantiene integro este principio. De hecho, este conocimiento que se
llama empírico, el único conocimiento del que los teóricos del empirismo han hecho uso al construir la razón, es el que nos aparece en nuestra
mente por la acción directa de los objetos. Se compone de estados individuales que están completamente explicados14 por la naturaleza
psíquica del individuo. Si. por otra parte, las categorías son, como creemos, representaciones esencialmente colectivas, antes de todo lo demás,
de¬ben ser un refiejo de los estados mentales del grupo: dependerían de la manera en que está fundado y organizado, de su morfología, sus
instituciones religiosas, morales, y económicas, etc. Asi. entre estos dos tipos de representaciones está toda la diferencia que existe entre lo
individual y lo social, y no se puede derivar más lo primero de lo segundo de lo que se deduce la sociedad del individuo, el todo de la parte, lo
complejo de lo simple15. La sociedad es una realidad sui generis,; tiene sus propias características, que no se encuentran en todas partes y

que no se encuentran de nuevo en la misma forma en el resto del universo. Las representaciones que la expresan tienen un contenido
completamente distinto del de las representaciones puramente individuales y se puede estar seguro en princi¬pio de que las primeras
incorporen algo más a las segundas.

Incluso el modo del que se forman acaba por diferenciarlas. Las representa¬ciones colectivas son el resultado de una inmensa cooperación, que
se extiende no sólo en el espacio sino también en el tiempo; para hacerlas, sus ideas y sentimien¬tos se han asociado, unido y combinado en una
multitud de mentes; para ellas, largas generaciones han acumulado su experiencia y conocimiento. Se ha concen¬trado una especial actividad
intelectual, infinitamente más rica y compleja que la del individuo. De aqui, uno puede entender cómo la razón ha podido ir más allá de los
limites del conocimiento empírico. No se le debe esto a ninguna virtud vaga y misteriosa, sino que simplemente al hccho de que, de acuerdo con
la fórmula muy conocida, el hombre es doble. En él hay dos seres: un ser individual que tiene su base en el organismo y el circulo de estas
actividades está asi estrictamente limitado; y un ser social que representa la mayor realidad en el orden intelectual y moral que podamos
conocer por observación, es decir, la sociedad. Esta dualidad de nuestra naturaleza tiene como consecuencia en el orden práctico, la
irreductibilidad del ideal moral a un motivo utilitario, y en el campo del pensamiento, la irreductibilidad de la razón a la experiencia indivi¬dual.
Tanto tiempo como pertenezca a la sociedad, el hombre se supera a si mismo, lo mismo cuando piensa que cuando actúa.

Este mismo carácter social permite comprender la razón de la necesidad de las categorías. Se dice que una idea es necesaria cuando se impone
en la mente por algún tipo de virtud propia, sin estar acompañada de ninguna prueba. Contiene en ella misma algo que fuerza a la inteligencia y
que la lleva a su aceptación sin un examen preliminar. Los aprioristas postulan esta cualidad singular, pero no se dan cuenta de ella; decir que las
categorías son necesarias porque son indispensables para el funcionamiento del intelecto, es simplemente repetir que son necesarias. Pero si
ellas tienen el ongen que les atribuimos, entonces su ascendiente no tiene ya nada de sorprendente. Representan las categorías más generales
que existen entre las cosas; superando todas nuestras ideas en extensión, dominan todos los detalles de nuestra vida intelectual. Si el hombre no
está de acuerdo con estas ideas esenciales, si no tiene la misma concepción que los demás del tiempo, espacio, causa, cantidad, etc., todo el
contacto entre sus mentes podría ser imposible, y con esto, tampoco la vida. Asi. la sociedad no podria abandonar las categorías a la libre
elección del individuo sin abandonarse. Si esto es vivir, no hay necesidad de una conformidad moral satisfactoria, sino que también hay un
minimo de conformidad lógica más allá de la cual no puede ir. Por estn razón, utiliza toda su autoridad sobre su> miembros para prevenir las
disidencias. ¿Se libera una mente a si misma de estas formas del pensamiento? No se considera por más tiempo una mente humana en el pleno
sentido de la palabra, y se trata de esta forma. Esta es la razón por la que no nos sentimos completamente libres y algo se resiste, dentro y fuera
de nosotros, cuando intentamos salir de esas nociones fundamentales, incluso en nuestra propia conciencia. Fuera de nosotros, hay una opinión
pública que nos juzga;

pero más que eso. ya que la sociedad también está representada dentro de nosotros, se opone también a esas veleidades revolucionarias,
incluso dentro de nosotros; tenemos el sentimiento de que no podemos abandonarlas si nuestro pensamiento total no cesa de ser realmente
humano. F.ste parece ser el origen de la autoridad excepcional inherente a la razón que hace que aceptemos con confianza sus sugerencias. Es la
propia autoridad de la sociedad16 la que se comunica a ciertas maneras de pensar que son la condición indispensable de toda acción en común.
Asi pues, la necesidad con la que las categorías se nos imponen no es el efecto de simples costumbres cuyo yugo podríamos sacudirnos
fácilmente sin mucho esfuerzo; ni es una necesidad física o metafísica, ya que las categorías cambian en razón del tiempo y lugar; es un tipo
particular de necesidad moral, que es a la vida intelectual lo que la obligación moral es a la voluntad17.

Pero si las categorías no traducen originalmente más que estados sociales, ¿no se deduce de esto que no pueden aplicarse al resto de la
naturaleza más que como metáforas? Si están hechas únicamente para expresar condiciones sociales, parece que no deberían ser extendidas a
otros ámbitos excepto en este sentido. De este modo, en tanto que nos ayuden a pensar en el mundo físico o biológico, sólo pueden tener el
valor de símbolos artificiales, útiles quizás a nivel práctico, pero sin relación con la realidad. Se vuelve así. por otra vía, al nominalismo y
empirismo.

Pero, cuando interpretamos la teoría sociológica del conocimiento de esta manera, olvidamos que si la sociedad es una realidad especifica no es.
sin embar¬go, un imperio en el interior de un imperio; forma parte de la naturaleza; es su manifestación más elevada. El reino social es un reino
natural que no difiere de los otros más que por su mayor complejidad. Pues bien, es imposible que la naturaleza difiera radicalmente de sí
misma, tanto en un caso como en el otro, en consideración a lo que es más esencial. Las relaciones fundamentales que existen entre las cosas,
aquellas que las categorías tienen por función expresar, no pueden ser esencialmente dispares en los diferentes reinos. Si. por razones que
discutire¬mos luego, se ponen de relieve de forma más aparente en el mundo social, es imposible que no se encuentren en otra parte, aun
cuando estén en formas disimuladas. La sociedad las hace más manifiestas, pero no tiene su monopolio. Esto es por lo que las nociones
elaboradas bajo el modelo de las cosas sociales pueden ayudarnos para pensar sobre cosas de otra naturaleza. Cuando menos, si estas nociones,
al ser desplazadas de su significado inicial, juegan, en un determi¬nado sentido, el papel de símbolos, es con todo el de símbolos bien
fundamenta¬dos. Si, por el solo hecho de ser conceptos construidos, entra ya en ellos el artificio, es un artificio que sigue de cerca a la naturaleza
y se esfuerza siempre en aproximársele más18. Del hccho de que las ideas de tiempo, espacio, género, causa o personalidad esten hechas de
elementos sociales, no es necesario decir que carecen de cualquier valor objetivo. Por el contrario, su origen social hace más bien presumir que
no dejan de estar fundadas en la naturaleza de las cosas

Parece que, renovada, la teoria del conocimiento está destinada a conciliar las ventajas contrapuestas de las dos teorías rivales, salvando sus
inconvenientes. Conserva todos los principios esenciales del apriorismo; pero, al mismo tiempo, se inspira en ese espíritu positivo que el
empirismo se esforzaba en satisfacer.

Deja a la razón su poder especifico, pero da cuenta dc él. y lo hacc sin salir del mundo de los fenómenos observables. Afirma la dualidad dc
nuestra vida intelec¬tual, pero la explica, y, además, por medio dc causas naturales. Las categorías dejan de considerarse como hechos primeros
c inanalizables; aún así conservan una complejidad dc la que no podían dar razón análisis tan simplistas como los que satisfacían al empirismo.
Aparecen, ya no como nociones muy simples que el primero que llega pudiera poner de manifiesto partiendo de sus observaciones pasadas y
que la imaginación popular desdichadamente habría complicado, sino más bien aparecen como instrumentos valiosos del pensamiento que los
grupos humanos han forjado laboriosamente a lo largo de los siglos y en los que han acumulado lo mejor dc su capital intelectual20. En ellas
queda resumida una parte dc la historia dc la humanidad. Podemos decir por tanto, que para llegar a comprenderlas y juzgarlas, hay que recurrir
a otros procedimientos que los que se han usado hasta cl presente. Para saber de qué están hechas estas concepciones que nosotros mismos nos
hemos elaborado, no bastaría con interrogar a nuestra propia conciencia; hay que mirar fuera de nosotros, hay que observar la historia; hay que
construir toda una ciencia, una ciencia compleja que no pueda avanzar sino lentamente y en base a un trabajo colectivo, y a la que la presente
obra aporta algunas contribuciones fragmentarias. Sin hacer de estos temas objeto directo de nuestro estudio, aprovecharemos todas las
ocasiones que se nos ofrez¬can para captar, cn el momento de su nacimiento, por lo menos alguna dc estas nociones que, mientras sean dc
origen religioso, todavia permanecerán cn la base dc la inteligencia humana.

Notas

1. Decimos que cl tiempo y el espacio son categorías porque no ha> diferencia entre cl papel que desempeñan estas nociones cn la vida
intelectual y el que desempeña las nociones dc genero o de causa (ver sobre este punto Hamelin, Essai sur les éüments principaux dc la
représeniathms, págs 63. 76).
2. Como apoyo a esto, ver Hubcrt y Mauss. en Métanges d'Histoire des religiónv (Traiaux de iannie soeiologiquc ), capitulo dc La
représentation du temps dans la religión.

3. Asi, observamos la diferencia que existe entre cl grupo dc sensaciones c imágenes que nos sirve par situamos en el tiempo, y la categoría
de tiempo. El primero es la suma dc las experiencias individuales, que sólo tienen valor para las personas que las experimentan. Pero lo que
exprexa la categoría de tiempo, es el tiempo que es común para cl grupo, es decir, el tiempo social En si mismo, es una verdadera institución
social. Además, es particular del hombre, los animales no tienen ninguna representa¬ción dc este tipo.

La distinción entre la categoría dc tiempo y las sensaciones correspondiente» se puede hacer dc la misma forma teniendo cn cuenta cl espacio o
causa. Quizá esto ayudaría a poner cn claro algunas confusiones que se han mantenido por las contro¬versias que se centran cn esos temas.

4. Op. cit^ págs 75 y sígs.

5. De otro modo, sería necesario admitir que todos los individuos, cn virtud dc su constitución organo-psíquica son afectados del mismo
modo espontáneamente por

las diferentes partes del espacio: lo que es tanto más improbable, ya que por si mismas, las diferentes zonas son efectivamente indiferentes. Por
otro lado, las divisio¬nes del espacio cambian con las diferentes sociedades, lo que prueba que no se fundamentan exclusivamente cn la
naturaleza congénita del hombre.

6. Ver Dc quelques formes primitiva de dasstfkañon dc Durkheim y Mauss. cn L'année soeiologiquc, VI, pags. 47 y sigs.

7. Ibid., pág, 34.

8. Zuñí Crea non Myths, cn 1.1 th Rep. of the Bureau of Amer. EthnoL. págs. 367 y sigs.

9. Ver IM prééminence dc la mam droite de Hertz. Elude de polarité religieuse, en la Rente Hhlhsophique, dic.,19W. Sobre la misma
cuestión de las relaciones entre la representación del espacio y la forma del grupo, ver el capitulo en Politische Ceogra- phie dc Ratzcl. titulado
Der raum tu geist der tolker.

10. No pretendemos decir que el pensamiento mitológico lo ignora, sino que lo contradi¬ce con más frecuencia y más evidentemente que lo
hacc cl pensamiento científico. En sentido inverso, mostraremos que la ciencia no puede violarlo, aunque se conforme a él más
escrupulosamente que lo hacc la religión. En este campo, como cn muchos otros, sólo hay diferencias dc grado entre la ciencia y la religión; pero
si estas diferencias no se deben de exagerar, se deben de tener en cuenta, pues son importan¬tes.
I!. Esta hipótesis habia ya sido enunciada por los fundadores dc la Vólkerpsychologie. Se ha visto recalcado dc manera especial en un articulo
breve de Windclbrand titulado Die Erkenntntsslehre unter dem Volkerpsychologischen Gesichtspttnke cn la Zeitsch.f. l'ólkerpsychologie, viii.
págs. 166 y sigs. Cf. una nota dc Stcinthal sobre lo mismo, ibid., págs. 178 y sigs.

12. Incluso cn la teoría de Spencer. las categorías se hacen con la experiencia individual. La única diferencia existente en este tema entre cl
empirismo ordinario y el evolucio¬narlo. es que. de acuerdo con este último, los resultados de la experiencia individual se acumulan por
herencia. Pero esta acumulación no les añade nada esencial; ningún elemento entra en su composición que no tenga su origen en la experiencia
del individuo. Dc acuerdo con esta teoría, la necesidad que también nos imponen las categorías es cl producto de una ilusión y dc un prejuicio
supersticioso, fuertemente arraigado cn cl organismo, pero sin fundamentos cn la naturaleza dc las cosas.

13. Tal vez alguien se sorprenda dc que no definamos cl apriorismo por la hipótesis del innatismo. Pero esta concepción en realidad tiene una
parte secundaria cn la doctri¬na. Es una manera simplista de representar la irrcductibilidad de los conocimientos racionales a los datos empíricos.
Decir dc los primeros que son innatos es sólo una manera positiva de decir que no son un producto dc la experiencia tal como se la concibe dc
ordinario.

14. Por lo menos, cn la medida cn que hay representaciones individuales y cn consecuen¬cia. enteramente empíricas. Pero dc hccho
probablemente no hay ninguna donde los dos elementos «e encuentren íntimamente unidos.

15 No hay que entender esta irrcductibilidad cn un sentido absoluto. No queremos dccir que en las representaciones empíricas no aparezca
nada que anuncio las representa¬ciones racionales, ni que no haya nada en el individuo que pueda ser contemplado como el anuncio dc la vida
social. Si la experiencia estuviera completamente separa¬da dc todo lo que es racional, la razón no podria operar sobre ella; dc la misma manera,
si la naturaleza psíquica del individuo estuviera absolutamente opuesta a la vida social, la sociedad seria imposible. Un análisis completo dc las
categorías debería investigar, pues, incluso en la conciencia individual, estos gérmenes de racio¬nalidad. Tendremos por otro lado la ocasión dc
volver sobre este punto en nuestras

conclusiones. Todo lo que queremos establecer aqui es que. entre estos diferentes embozos de razón y la ratón propiamente dicha, media una
distancia comparable a la que separa las propiedades de los elmentos minerales de aquellas de las que están formados los seres vivos y los
atributos característicos de la vida una vez constituida

16 Se ha subrayado con frecuencia que los desórdenes sociales tenían como efecto la multiplicación de los desórdenes mentales. Esta es
una prueba más de que la discipli¬na lógica es un aspecto particular de la disciplina social. La primera se relaja cuando la segunda se debilita.
17. Hay una analogia entre esta necesidad lógica y la obligación moral, pero no identi¬dad. La sociedad de hoy en día trata a los criminales de
modo diferente 3 como trata a los súbditos dotados de una inteligencia anormal: esto prueba que la autoridad vinculada a las normas lógicas y la
inherente a las normas morales no son de la misma naturaleza, a pesar de tener ciertas similitudes. Son dos especies diferentes de un mismo
género. Seria interesante investigar en que consiste y de dónde proviene esta diferencia que. con toda probabilidad, ha distinguido al alienado
del delincuente. Nos limitamos a señalar el tema. Con este ejemplo, se puede observar el número de problemas que suscita el análisis de esas
nociones que. generalmente, se supone que son elementales y simples, y que son, en verdad, de una extrema realidad.

18. F.l racionalismo inminente a la teoría sociológica del conocimiento es pues interme¬dio entre el empirismo y el apriorismo clásico. Para
el primero, las categorías son construcciones puramente artificiales; para el segundo, por el contrario, son dados por la naturaleza; para
nosotros, son en un sentido obras de arte, pero de un arte que imita a la naturaleza con una perfección susceptible de crecimiento sin limites.

19. Por ejemplo, el ritmo de vida social es lo que está en las raíces de las categorías de tiempo; pero si existe un ritmo de vida colectiva, se
puede estar seguro de que hay otro propio de la vida individual y. más generalmente, otro de la vida del universo Fl primero está tan sólo más
acentuado y se hace más aparente que los otros. Del mismo modo, veremos que la noción de genero se ha formado sobre la de grupo humano.
Pero si los hombres forman grupos naturales, es presumible que entre las cosas existan grupos que sean a la ve/ análogos y diferentes. Las clases
y las especies son grupos naturales de cosas.

Si a muchos les parece que el origen social no se puede atribuir a las categorías sin privarles de lodo valor especulativo, es porque se supone con
demasiada frecuen¬cia que la sociedad no es algo natural; de lo que se concluye que las representaciones que la expresan no expresan nada
propio de la naturaleza. Pero la conclusión vale lo mismo que la premisa.

20. Es esta la razón por la que es legítimo comparar las categorías con las herramientas, pues la herramienta por su lado es capital material
acumulado. Hay un estrecho parentesco entre las tres ideas de herramienta, categoría c institución.

Marcel Mauss

1872-1950

Antecedentes

Marcel Mauss es menos conocido de lo que tendría que ser si sus obras hubieran aparecido de una forma más compacta, ya que está muy
dispersado, la mayoría es breve, y producido en colaboración, asi que la valia de su contribución es difícil de valorar, aunque la sociología actual
está impregnada de su ideología.
Mauss nació en Lorraine igual que su tío, Emile Durkheim. Como este, creció en una familia judia conservadora, pía y ortodoxa, pero el no era
religioso y reaccionó contra el judaismo. Puesto que su interés principal era la filosofía, estudió con su tío en Bordcaux, donde conoció dos
filósofos de los que tendría influencia: Octave Hamelin. un racionalista, y Alfred Víctor Espinas, que en aquel momento estaba preocupado por el
origen colectivo de las artes, costumbres y tecnología.

Cuantío Mau» obtuvo el tercer lugar en la oposicion nacional a catedra de 1895, decidió dedicarse por completo a la investigación Empezó
investigando sobre la religión en la Ecole Pratiquc des Hautes Eludes, en París, y pronto hizo alli buenos amigos. En 1897-1898 hizo un estudio
itinerante de Leiden, Breda y Oxford, donde trabajó con Tylor durante cierto tiempo. Entonces, desde 1900 hasta 1902. estudió textos en hindú y
sánscrito, dio clases de la historia de la religión e hizo un curso sobre la filosofía de la India prebudista. En esa época consiguió la cátedra de la
historia de las religiones de los pueblos «incivilizados» en la Ecole Pratique.

Mauss trabajó conjuntamente con Durkhcim. Aparte de su «Formas primitivas de clasificación» (19031, Mauss recopiló las tablas estadísticas
para el Suicidio de Durkhcim y escribió muchas reseñas para L'Annét. Colaboraban en los trabajos de la forma siguiente Durkhcim tenia la idea
teórica y Mauss le añadia los detalles concretos e ilustradores. Todo el trabajo de Mauss de esta época está hecho en colaboración, la mayoría
con Henri Hubcrt, como el «Ensayo sobre la naturaleza de la función del sacrificio» (1899). Durante algunos años, también editó la sección de
L’Annéc que estaba dedicada a la sociología de la religión.

Después de la muerte de Durkhcim y muchos de sus seguidores. Mauss intentó dos veces hacer revivir L'Annce, una ve/ en 1920 y otra en 1930.
pero sin éxito; no existía ya un grupo de investigadores con las mismas ideas que trabajaran en intima colaboración. Mauss se pasó mucho
tiempo editando y publicando los trabajos de Durkheim. Hertz y Hubcrt, corriendo él con todos los gastos.

En 1925 ayudó a fundar, y se convirtió en el subdirector, del Institut d’Ethnolo- gic de la Universidad de Parts, cuyos cursos y publicaciones
aceleraron el desarrollo del trabajo de campo hecho por los jóvenes antropólogos franceses. La etnografía y la ciencia social permanecieron
mucho más tiempo separadas institucionalmente en Francia de lo que estuvieron en Alemania, (irán Bretaña o Estados Unidos, a pesar de que
habia buenos estudios etnográficos no profesionales realizados por viajeros y administradores franceses. Mauss dió clases en el Instituí, asi como
en el Collcgc de France. hasta 1939.

El trabajo de Mauss posterior a la 1 Guerra Mundial tiene dos categorías: I) estudios etnológicos importantes, siendo el más destacado «El don»,
un libro breve, pero que contiene el fundamento de la antropología económica, aunque esta idea no se desarrolló hasta algunos años después; y
2) algunos estudios breves progra¬máticos de metodología, de los que el mejor es «hragments d'un plan de socíologie genérale descriptive»
(1934).

La carrera de Mauss terminó de repente y muy prematuramente con la 11 Guerra Mundial y la ocupación alemana de Francia. La sorpresa de la
ocupación, de verse privado de sus amigos y colegas por segunda vez, asi como los problemas familiares y personales, afectaron su mente.
Sobrevivió hasta 1950, pero no trabajó más. Algunos estudios en proyecto, sobre el dinero, la oración y la nación, nunca los completó y los
manuscritos fueron probablemente destruidos. Sus estudios permanecen fragmentados y esparcidos, pero siguen siendo complejos y afectan a
muchas de las corrientes de la antropología.

Introducción

Dos asjjcctos de los estudios de Mauss que han ejercido mayor influencia en los antropólogos, son sus análisis sobre la oferta de dones y sus
análisis, junto con Durkhcim, de las clasificaciones primitivas. Sus estudios sobre las clasificaciones primitiva» pticvcn liabci influenciado sobre
lodo a L¿vi-Straui», y su cíTüUtO del intercambio del don ha influenciado profundamente la antropología económica, asi como a Lévi-Strauss y
toda la escuela estructural.

Mauss y Durkheim vieron las clasificaciones «primitivas» de las categorías de los fenómenos como las primeras clasificaciones científicas que
conoció el hombre Consideraron estos sistemas clasificadores como sistemas de las clases cognitivas. organizadas en jerarquías. La función
principal de estas clasificaciones era hacer comprensible la relación entre los fenómenos, no la de facilitar la noción. Las

clasificaciones se consideraron como los puntos de conexión entre los conceptos y las bases para la unidad del conocimiento.

La obra maestra de Mauss. El don. es un análisis de los intercambios de dones, o prestaciones, en las sociedades simóles-Cóñ este trabajo, se
convirtió en uño dé los primeros autores que reconoció que, como el lo dijo, la estructura social no está diferenciada en las sociedades simples.
Es decir, en estas sociedades los asuntos económicos y políticos poseen muchas relaciones de parentesco, haciendo de la oferta de dones «un
fenómeno social total que encuentra su expresión en todos los aspectos de la vida social y de las instituciones tales como la religiosa, la moral y
la económica». Esto, por supuesto, no significa que lo religioso y lo economioo esté entrelazado; es que nunca se ha diferenciado. I

Mauss reconoció también que los dones no eran volitivos, sino que forman parte de una red de obligaciones sociales. Dicho de otra forma, la
oferta de dones y la devolución de los dones representan obligaciones dentro de la estructura social. Este es un descubrimiento importante,
teniendo en cuenta una vez más que una visión etnoccntrica de la actividad humana puede ser peor que el engaño.

16. Los dones y la devolución de dones*


Nunca he conocido a un hombre tan generoso y hospitalario que no aceptara un regalo, ni ninguno tan liberal con su dinero que no le gustara
una recompensa si la pudiera obtener.

Los amigos regocijarán sus corazones con dones de armas o vestimentas, lo que queda claro con la experiencia de cada uno. Una amistad dura
más, es decir, si hay oportunidad de que tenga éxito, cuando los amigos dan y reciben dones.

'Un hombre debe lie ser un amigó pira s’u amigo y devolver un don con otro. La gente se encontrará sonrisas con sonrisas y mentiras con traición

Debes de saber que si tienes un amigo en el que confias y quieres llevarte bien con él. deberás de intercambiar ideas y dones y también ir a verle
a menudo Si tienes otro amigo con el que no tienes confianza, pero que quieres llevarte bien con él, debes de dirigirte a él con buenas palabras
guiadas por un corazón sabio y devolver la traición con mentiras.

Más aún, respecto al que no tienes confianza y del que sospechas de sus motivos, debes de sonreirle y esconder tus sentimientos. Los dones se
han de devolver con la misma moneda

Los hombres generosos y valiente* nunca tionrn ni favorecen los problemas. Sin embargo, el cobarde tiene temor de todo y es un avaro que
siempre se queja de sus dones.

• Reimpreso con permiso de Macmillan Publishing Co, Inc., de The Gift de Marcel Mauss Copyright £ 1954 por The Frcc Press. Derecho»
británicos garantizados por Routledge SÍ Kegan Paul Ltd

Vlcjor que no haya petición que excesivos ofrecimientos; un don siempre espera una recompensa. Mejor que no haya sacrificio que una matanza
excesiva.

Has anuí. w. J9.41-42. 44-46. 48 y 145. de la tnducaón de I) E Martin CUrkc en n, Hüiamal. wuh Stlediom ¡rom other Porms in the hJda,
Cambridge. 1923.

Las palabras anteriores del Edda esbozan nuestro propósito1. En teoría, tales dones son voluntarios, pero en la práctica se devuelven como
una^obligación.
Este estudio forma parte de uno más extenso. Durante muchos años, nuestra atención se ha dirigido al campo del contrato y el sistema de
prestaciones económicas entre las sea-iones o subgrupos en las sociedades «primitivas» o «arcaicas». Sobre este tema, hay una gran cantidad de
datos complejos. Porque, en estas «primeras» sociedades, los fenómenos sociales no eran abstractos; cada fenómeno contiene lodos los
entramados de que está compuesta la estructura social. En esos fenómenos sociales totales, como sugerimos llamarles, todas las instituciones
encuentran su expresión simultánea: religiosa, legal, moral y econó¬mica. Aún más, los fenómenos poseen su aspecto estético y revelan tipos
morfoló¬gicos

Pretendemos en este libro aislar un grupo importante de fenómenos: princi¬palmente, las prestaciones que. en teoría, son voluntarias,
desinteresadas y espon¬táneas, pero de hccho son obligatorias c interesadas. La forma que normalmente tienen es la del don generosamente
ofrecido; pero la conducta que conllevan es la de la pretensión y el engaño social, mientras que la transacción se basa en la obligación y el propio
interés económico. Señalaremos los diversos principios que existen en esta forma necesaria de intercambio, que no es más que la división del
trabajo, pero enfocaremos nuestro estudio a una pregunta: en los tipos de socie¬dad primitiva o arcaica, ¿cuál es el principio por el que el don
recibido se nene que devolver? ¿qué fuerza existe en lo que se da que impulsa al que lo ha recibido a devolverla? Esperamos, al presentar
bastantes datos, responder a esta pregunta con precisión y también indicar la dirección en que se deben de buscar las respuestas a las preguntas
afines. Descubriremos también nuevos problemas. De estos, algunos están relacionados con la moralidad del contrato: por ejemplo, la forma en
que hoy en día, la ley de las cosas está limitada por la ley de las personas; y algunas se refieren a las formas c ideas que siempre han estado
presentes en el intercambio y que incluso ahora se observan en la idea del interés individual.

Asi, tenemos un propósito doble: por una parte, buscamos un grupo de conclusiones más o menos Arqueológicas en la naturaleza de las
transacciones humanas en las sociedades que nos rodean y en aquellas que son nuestras inmediatas prcdcccsoras, y cuyas instituciones de
intercambio difieren de las nuestras. Por otra parte, describimos su forma de contratos e intercambio. Se ha sugerido que estas sociedades
carecen de mercado económico, pero no es verdad; ya que el mercado es un fenómeno humano que está en todas las sociedades conocidas. Los
mercados ya existían antes del desarrollo de los mercaderes; y

también la moneda antes de su gran expansión actual. Funcionaban antes de que tuvieran sus formas modernas (semítica, helena, helenística y
romana) de contra¬to, venta y capital. Nos fijaremos en las características morales y económicas de estas instituciones.

Afirmamos que la misma moralidad y economía existen, aunque menos visi¬bles. en nuestras sociedades, y creemos que hemos descubierto en
ellas una de las bases de la vida social; y así podemos establecer conclusiones de naturaleza moral acerca de algunos de los problemas que
tenemos en nuestra crisis económi¬ca. Estas páginas de historia social, sociología teórica, economía y moralidad política, simplemente nos llevan
a antiguos problemas que constantemente están volviendo a aparecer con apariencias distintas2.
El método seguido

Nuestro método ha sido el de la comparación detallada. Destinamos nuestro estudio a ciertas áreas, como Polinesia. Melanesia, el noroeste de
América y a ciertos códigos bien conocidos. Como nuestra preocupación son las palabras y sus significados, hemos elegido áreas donde tengamos
acceso a la ideología de las sociedades a través de la documentación y la investigación filológica. Esto más bien limita nuestro campo de
comparación. Cada estudio particular se basa en los sistemas que hemos elegido describir y se presenta en su lugar lógico. De esta forma,
evitamos este método de comparación peligroso en el que las instituciones pierden su colorido local, y los documentos su valor.

Prestación, don y potlatch

Este estudio forma parte de la investigación más completa llevada a cabo por M. Davy y yo mismo, sobre las formas arcaicas de contrato, asi que
podríamos empezar resumiendo lo que hemos averiguado3. Parece que no haya existido nunca, ni en el pasado ni en las sociedades modernas
primitivas, nada como la economía «natural»4. Por una extraña casualidad, esta clase de economía ya la habia descrito el capitán Cook cuando
escribió sobre climercamhio y trueque entre los polinesios \ En nuestro estudio de los mismos polinesios, observaremos qué lejos están del
estado natural en estos asuntos.

En loslislemas del pasado, no'£hcontramos~sittlples intercambios de bienes, riqueza y producción mediante mercados que establecían los
individuos. Ya que son grupos y no individuos, los que llevan a cambio el intercambio, hacen contratos y tienen obligaciones6; las personas
representadas en los contratos son personas morales: clanes, tribus y familias; los grupos, o los jefes como interme¬diarios de los grupos, se
confrontan y oponen7. Más aún. lo que intercambian no es exclusivamente bienes y riqueza, propiedades reales y personales, y cosas de valor
económico. Intercambian cortesías, entretenimientos, ritual, asistencia mili¬tar. mujeres, niños, bailes y fiestas; y ferias donde el mercado es
ui^Jemcnto_>_ÜL circulación de riqueza otro de un gran y duradero contrato.|Finalmente, aunque

las prestaciones y contraprestaciones se hacen de un modo voluntario, son estric¬tamente obligatorias, y su aprobación es una guerra privada o
publica. Propone¬rnos'llamara este sistema el de prestaciones totales. Tales instituciones parecen estar representadas mejor en la alianza de
pares de fainas en las tribus de Australia y Norteamérica, donde el ritual, matrimonios, sucesión en la riqueza, la comunidad de derecho e
interés, el rango militar y religioso c incluso los juegos8 forman parte de un sistema y presuponen la colaboración de las dos partes de la tribu.
Los tlingit y haida del noroeste de América nos dan una buena visión de la naturaleza de estas prácticas, cuando comentan que «muestran
respeto mutuo»’.
Pero con los tlingit y haida, y en esa región, las prestaciones totales aparecen de forma que. aunque bastante típica, aún se practica y es
relativamente rara. Proponcmos, siguiendo a los autores nortcamericanos. llamarlo «potlatch». Esta palabra cIuñook..(xlc-la zona de las
montañas Rocosas! Pregón v ^Vashijügo) ha llegado hasta el lenguaje cotidiano de los blancos c indios dcsde~Vancouver hasta Ala&ka. Potlatch
significa originalmente «nutrir» o «consumir»1W. Los tlingit y haida habitan las islas, la costa y la tierra que está entre la costa y las Rocosas; son
ricos, y todo el invierno es un continuo festival, en banquetes, ferias y mercados que a la vez son reuniones tribales solemnes. Las tribus
jerárquica¬mente están en fraternidades y sociedades secretas. En esas ocasiones, se celebran matrimonios, iniciaciones, sesiones
shamanisticas. y el culto a los grandes dioses, totems y a los ancestros comunes o individuales. Todo esto se acompaña por el ritual y
prestaciones con las que se establecen los rangos políticos en subgrupos, tribus, confederaciones tribales y naciones11. Pero lo más significativo
de estas tribus es el espíritu de rivalidad y antagonismo que domina todas sus actividades. Un hombre no teme retar a un jefe o noble contrario,
ni se para ante la destrucción suntuosa de la riqueza acumulada para eclipsar a un jefe rival, que seguramente es un familiar12. Nos encontramos
aquí con la prestación total, en el sentido que todo el dan, con la mediación de sus jefes, hace contratos que engloban a todos sus miembros y
todo lo que poseen15. Pero el carácter angus¬tioso de la prestación se pone en evidencia. Esencialmente usurero y extravagan¬te, es sobre todo
un esfuerzo que hacen los nobles para determinar su posición en la jerarquia. teniendo como último objetivo, si tienen éxito, su propia clase.
Este tipo doloroso de prestación total, proponemos llamarlo «potlatch».

Hasta ahora, Davy y yo hemos encontrado pocos ejemplos de esta institución fuera del noroeste de América14. Mehmcsia y Papua15. En el resto,
en Africa. Polinesia, Malaya, en América del Sur y el resto de Norteamérica, las bases del intercambio nos parecen de un tipo más simple que la
prestación total. Sin embargo, una investigación mayor nos muestra un número de formas interme¬dias entre los intercambios acentuados por
una rivalidad exagerada como los americanos noroccidcntales y Melanesia, v otros más moderados donde las partes contactantes rivalizan con
dones; por ejemplo, los franceses compiten con sus dones, fiestas, bodas e invitaciones ceremoniales, y se ven obligados a revan- chieren»16.
Encontramos algunas de estas formas intermediarias en el mundo indo-europeo, más aún en Tracia17.

Deben reseñarse muchas ideas y principios en sistemas de este tipo. Lo más importante de estos mecanismos espirituales, es el hecho de que
nos obliga a

devolver un don por otro. Las razones morales y religiosas de esta obligación no

un lugar mas obvias que en Polinesia; y al observar los datos sobre

Polinesia, en el próximo capítulo de El clon, veremos claramente el poder que

refuerza la devolución de un don y el cumplimiento de contratos de esta clase.

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