Teresianum 52 (2001/1-2) 535-562
TEOLOGÍA ESPIRITUAL Y TEOLOGÍA MORAL
MARCIANO VIDAL
La relación entre Espiritualidad y Moral puede ser analizada
desde dos perspectivas distintas, si bien complementarias. Las
realidades aludidas pueden ser consideradas a nivel de vida o a
nivel de reflexión. En la prim era perspectiva, se considera la
espiritualidad y la moral como dimensiones de la existencia cris
tiana; en la segunda, como dos disciplinas teológicas.
En las páginas que siguen me propongo analizar la relación
entre espiritualidad y moral utilizando esa doble perspectiva, si
bien daré un poco más espacio a la segunda. Parto de la situa
ción actual en la que tanto la moral como la espiritualidad fun
cionan como dos disciplinas dentro del tronco com ún teológico.
El interés se centra en conocer la interacción que se establece
entre ellas en orden a subrayar mejor tanto la peculiaridad de
cada una como la aportación que m utuam ente se proporcionan.
Ello redundará, también, para un planteamiento más coherente
de todo el conjunto del saber teológico.
I. LA ESPIRITUALIDAD Y LA MORAL EN CUANTO
DIMENSIONES DE LA VIDA CRISTIANA
En este prim er -y más importante- nivel de la realidad vivi
da es donde la espiritualidad y la moralidad cristianas manifies
tan con claridad, por una parte, su identidad sustancial y, por
otra, la peculiaridad específica de cada una de ellas1.
1 Desde hace algunos años se viene estudiando con relativo interés la
relación entre espiritualidad y moral, tanto por parte de la Teología espiri
tual como desde el campo de la Teología moral (cf. las referencias bibliográ
ficas que consigno en: M. V id a l , Moral y Espiritualidad [Madrid, 1997] 9-10).
536 MARCIANO VIDAL
1. I d e n t id a d s u s t a n c ia l e n la " v id a t e o l o g a l ”
La moral y la espiritualidad forman parte de la vida teolo
gal2. Más aún, es en la vida teologal donde las dos dimensiones
tienen una identidad sustancial. Eso es lo que señalo a conti
nuación, aludiendo a tres series de identidades: de contenido, de
fundamento teológico, de dinamismo básico.
a. Idéntico "contenido”
El concilio Vaticano II formuló en el capítulo 5 de la cons
titución Lumen gentium un mismo y único contenido para rea
lizar en plenitud la vida cristiana. Existe una llam ada universal
a la santidad dentro del Pueblo de Dios: “todos en la Iglesia, per
tenezcan a la jerarquía o sean regidos por ella, están llamados a
la santidad"3. Esta santidad no es otra cosa que "la plenitud de
la vida cristiana y la perfección del am or”4. Por otra parte, en ese
objetivo no existe diversidad ni diferencia entre los creyentes:
“en los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la
misma santidad"5.
El concilio concreta la única perfección cristiana en una
propuesta que es al mismo tiempo el contenido de la espirituali
dad y de la moral: "Para alcanzar esta perfección, los creyentes
han de emplear sus fuerzas, según la m edida del don de Cristo,
para entregarse totalm ente a la gloria de Dios y al servicio del
prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose
Son de destacar los estudios siguientes: J. C a st e l l a n o , Spiritualità e vita
morale: V a r io s , Persona, verità e morale (Roma, 1987) 561-579; C. G arcía ,
Vida moral y perfección cristiana: G . D e l P ozo (Dir.), Comentarios a la
Veritatis splendor (Madrid, 1994) 517-539; M. O ’K e e f e , Becoming Good,
becoming Holy. On the Relationship o f Christian Ethics and Spirituality
(Nueva York, 1995); D. J. B illy , Mysticism and Moral Theology: Studia
Moralia 34 (1996) 389-415; Id., A “Spiritual Turn” for Catholic Moral
Theology: Review for Religious 57 (1998) 595-604; V a r io s , Spirituality and
Ethics: The Way Supplement n. 88 (1997); P. M ir a b e l l a , L’e sistenza cristiana:
vita nello Spirito e decisione morale (Roma, 1997) (en referenda al pensa
miento de G . Moioli).
2 He hecho un desarrollo amplio de esta orientación en la primera parte
del libro: M. V id a l , Nueva Moral Fundamental (Bilbao, 2000).
3 Gaudium et spes, 39.
4 Ibid., 40.
5 Ibid., 41.
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 537
conformes a su imagen y siendo obedientes en todo a la volun
tad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios
producirá frutos abundantes, como lo m uestra claram ente en la
historia de la Iglesia la vida de los santos"6.
En este texto encontramos el contenido sustancial y com ún
de la espiritualidad y de la moral. Una y otra nacen de la misma
fuente que es la "vida nueva” en Cristo y las dos realizan el desig
nio de salvación de Dios sobre la historia. En la “vida nueva” la
espiritualidad se hace compromiso ético y la moral se nutre de
la experiencia espiritual, como ha sido expresado por el Papa
.Tuan Pablo II en la encíclica Redemptor hom inis1.
Desde estas afirmaciones se com prende mejor la falta de
fundam ento teológico al pretender distinguir la espiritualidad
de la moral diciendo que la prim era se refiere a los "consejos” y
la segunda a los “preceptos". En la encíclica Veritatis splendor se
subraya que la "vocación al am or perfecto no está reservada de
modo exclusivo a una elite de personas (...). Los m andam ientos
y la invitación de Jesús al joven rico están al servicio de una
única e indivisible caridad, que espontáneam ente tiende a la
perfección”8.
b. Idéntico fundam ento teológico
Por tener la misma fuente y el mismo objetivo, la moral y la
espiritualidad se sirven de las mismas categorías teológicas para
dar espesor a sus propuestas y para orientar sus propias reflexio
nes. A este respecto es fácil señalar el fundamento teológico en
el que coinciden tanto la vida espiritual como la vida moral de
los creyentes:
Fundamento trinitario. La vida espiritual fluye de la vida
trinitaria. Aquí está “aquella eterna fonte" de donde todo origen
viene” (San Juan de la Cruz). No puede ser de otro modo, ya que
la espiritualidad cristiana no es otra cosa que el despliegue, en
el tiempo histórico y biográfico, del misterio eterno de Dios. La
Trinidad también es para la moral el "fundamento" del obrar
moral. En la reflexión teológico-moral actual hay un interés por
recuperar la raíz trinitaria de la vida moral cristiana: a veces,
6 Ibid., 40.
7 Redemptor hominis, 18.
8 Veritatis splendor, 18.
538 MARCIANO VIDAL
utilizando la vida trinitaria como “paradigm a” para construir el
ethos de la sociedad, de las relaciones interpersonales, de la
familia, etc.; otras veces, en un sentido más profundo, para pro
porcionar a la vida moral su necesaria estructura trinitaria apo
yándola sobre ese misterio fontal de la fe cristiana9.
Fundamento cristológico. Es tan evidente la referencia cris-
tológica en la espiritualidad cristiana que no hace falta insistir
en ello. La vida espiritual es un vivir en Cristo y, consiguiente
mente, como Cristo. También la moral cristiana debe ser enten
dida y vivida con una orientación radicalmente cristocéntrica.
La encíclica Veritatis splendor ha formulado esta opción con pro
fundidad y con diafanidad10; “seguir a Jesús es el fundamento
esencial y original de la moral cristiana”11.
Fundamento pneumatológico. El Espíritu Santo es la fuerza
"vivificante" y "liberante” de la existencia cristiana. La vida espi
ritual cristiana no se entiende sin esa fuerza del Espíritu Santo.
El camino espiritual es el itinerario del Espíritu en cada creyen
te y en la comunidad de los creyentes. También la vida moral
está regida por el Espíritu. Es otro de los aspectos que ha sido
destacado por la encíclica Veritatis plendor12 y sobre el cual insis
te la reflexión teológico-moral actual13.
Además de los tres fundamentos teológicos aludidos, podrí
an ser señalados otros que los complementan y los concretan.
Piénsese en la dimensión eclesial, en la dimensión cúltico-mis-
térica y en la dimensión escatológica. En estas dimensiones de
la vida cristiana se puede com probar tam bién la coincidencia
sustancial de la moral y de la espiritualidad.
c. Idéntico dinamismo básico
Las virtudes teologales constituyen los dinamismos básicos
mediante los cuales se realiza (o, mejor, se va realizando) la
opción fundam enta de la "vida nueva” o vida de la gracia. Son
las actitudes básicas de la existencia cristiana y, por tanto, tam
bién de la vida moral y espiritual: "las virtudes teologales fun
9 Remito a mi estudio: M. V id a l , La Trinidad: origen y meta de la moral
cristiana: Studia Moralia 38 (2000).
10 Veritatis splendor, 19-21.
11 Ibid., 19.
12 Ibid., 23-24.
13 Remito a mi estudio: M. V id a l , Bajo el impulso del Espíritu Santo.
Estructura pneumatológica de la moral cristiana: Miscelánea Comillas 58
( 2000 ).
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 539
dan, anim an y caracterizan el obrar moral del cristiano.
Inform an y vivifican todas las virtudes morales”14.
Las tres virtudes teologales han sido utilizadas de muy
diversos modos tanto en la tradición espiritual como en la tra
dición m oral15. No siempre fueron entendidas y vividas con la
frescura bíblica que brota de la gracia y con el fondo genuina-
mente personalista que subyace en la concepción antropológica.
Con bastante frecuencia fueron entendidas y vividas como
"hábitos” (para cuya realización se precisa la repetición de
muchos actos) y, además, hábitos excesivamente “intelectualiza-
dos” (olvidando los factores emotivos y vivenciales). En la moral
se agravó más aún esta comprensión negativa de las virtudes
teologales al introducir en ellas las preocupaciones m oralizan
tes: viéndolas como "obligaciones”, las cuales exigen "actos"
concretos.
Un correcto planteamiento de la moral y de la espiritualidad
exige una profunda renovación en la comprensión y en la viven
cia de la tríada de la fe, caridad y esperanza16. En lugar de "virtu
des” se podría hablar de "actitudes” a fin de destacar mejor el
entronque con la opción fundamental cristiana, que es la gracia;
y, en lugar de “teologales" podrían denominarse "básicas”, tratan
do así de englobar la base antropológica y la plenitud cristiana.
Esta es la perspectiva que adopta Juan Alfaro. Por una parte,
conecta las llamadas virtudes teologales con la gracia en cuanto
considera a ésta como la opción fundamental cristiana; de esta
suerte, las virtudes teologales son comprendidas como “actitu
des fundamentales de la existencia cristiana”17. Por otra parte,
descubre en esas actitudes básicas una aspiración antropológica
14 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1813.
15 Un estudio minucioso sobre la historia del uso teológico de las virtu
des teologales puede verse en: L. P iech o ta , Fides - Spes - Caritas. Origine e for
mulazione della trattazione sulle virtù teologali. Dal secolo I al secolo XV
(Roma, 1995).
16 Cf. M. C ozzo li , Etica teologale. Fede, Carità, Speranza (Cinisello
Balsamo, 1991); D. M o n g il l o , Virtudes teologales: V a r io s , Nuevo Diccionario
de Teología Moral (Madrid, 1992) 1894-1921; M. L u b o m ir sk i , Vita nuova
nella Fe, Speranza, Carità (Assisi, 2000).
17 J. A lfaro , Cristologia y antropologia (Madrid, 1973) 469-472. Sobre la
"lectura ética" de la obra teològica de J. Alfaro, cf. H. M. Y á ñ e z , Esperanza y
solidaridad. Una fundamentación antropológico-teológica de la moral cristia
na en la obra de Juan Alfaro (Madrid, 199); A. G a in o , Esistenza cristiana. II
pensiero teologico di Juan Alfaro e la sua rilevanza morale (Roma, 1999).
540 MARCIANO VIDAL
realizada y plenificada por la fe cristiana: “puede observarse que
las actitudes que la cuestión de Dios pide al hombre prefiguran
las actitudes fundamentales de la existencia cristiana (fe, espe
ranza, caridad): fundar la existencia en la Realidad Fundante
(fe), abrirse confiadamente al Misterio de Gracia (esperanza),
entregarse al Amor Originario en la praxis del am or del prójimo
(caridad). La gracia de Cristo interpreta y plenifica las dim en
siones constitutivas de la existencia humana: unión vital de lo
‘hum ano’ y de lo ‘cristiano’ en la existencia del creyente”18.
Con una presentación renovada, las virtudes teologales
adquieren la riqueza teológica que les corresponde. En ellas apa
recen las dimensiones: antropológico-existencial, trinitaria, ecle-
siológica, sacram ental19. Según expresión de Zenón de Verona,
en las tres virtudes teologales, necesariamente unidas entre sí, se
encuentra el fundam ento de la perfección cristiana20. Según el
concilio Vaticano II, que recoge un texto de san Agustín, en la
realización de la fe, la esperanza y la caridad se verifica el “anun
cio de la salvación”21.
Con esta com prensión teológica de fondo, las llamadas "vir
tudes teologales" constituyen los cauces adecuados para expre
sar la vida teologal tanto en su vertiente espiritual como en su
aspecto moral22. De este modo la espiritualidad y la moral recu
perarán, con renovado frescor, tradiciones que habían sufrido
desgastes inevitables. En la espiritualidad han existido muchas
formas y escuelas de vida espiritual que han utilizado profusa
mente el cauce de las virtudes, y concretamente de las virtudes
teologales. Purificar tales tradiciones y volver a ponerlas en
curso es un reto a la espiritualidad de hoy.
18 J. A lfaro , La cuestión del hombre y la cuestión de Dios: Estudios
Eclesiásticos 56 (1981) 831.
19 L. P iech o ta , o. c., 97-113.
20 Tractatus de spe, fide et caritate, 1, 36: CCL, 22, 92: “Tribus in rebus
christiani culminis fundamenta consistunt, id est, in spe, in fide, in caritate,
quae ita invicem sibi videntur esse connexa, ut sint aliis alia necessaria”.
21 Dei Verbum, 1: “p a r a q u e to d o e l m u n d o , c o n e l a n u n c io d e la s a lv a
c ió n , o y e n d o c r e a , y c r e y e n d o e sp e r e , y e sp e r a n d o a m e ” (c f. S a n A g u s t ín , De
catechizandis rudibus, 4, 8: PL, 40, 316).
22 M. C o zzo li , o. c ., 5-6 .
TE O LO G ÍA ESPIRITUAL Y TEOLOGÍA M ORAL 541
2. P eculiaridad y m utua relación
En el apartado precedente he señalado la sustancial identi
dad entre espiritualidad y moral. Las dos dimensiones nacen de
la vida teologal, se nutren de ella y convergen hacia ella. La vida
teologal viene a representar la unidad de la experiencia en la
vida cristiana.
Pero, otro de los factores para entender la relación entre
espiritualidad y moral es el de su peculiaridad. No solo existe
convergencia e identidad entre ellas, sino que tam bién ha de ser
destacada su autonomía. Esta autonom ía es de doble signo: por
una parte, se refiere a la peculiaridad de cada una de las dos
dimensiones (y, por tanto, la autonom ía entre ellas); por otra,
guarda relación con la vida teologal en su conjunto, en cuanto
que tanto la espiritualidad como la moral tienen un significado
propio que no puede ser suprimido por su articulación dentro de
la vida teologal.
a. Afirmación de la “peculiaridad” de lo ético y de lo
espiritual
La vida moral y la vida espiritual no se confunden ni se sola
pan. Aunque se articulan en la unidad superior de la vida teo
logal, m antienen su peculiar identidad. Con imagen musical
empleada por T. Goffi, constituyen dos “acordes" dentro de la
unidad arm ónica23.
Tratando de señalar el rasgo que distingue y da peculiaridad
a cada una de las dos dimensiones podríamos decir lo siguiente:
La espiritualidad se sitúa preferentemente en la verticalidad;
su mirada está dirigida hacia la dimensión trascendente de
la vida cristiana. Su camino es el de la interioridad.
La moral pertenece preferentemente a la horizontalidad; su
rostro se fija en la dimensión inm anente de la vida cristiana.
Su camino es el de la exterioridad.
Las palabras que he subrayado son símbolos que indican
preferencias pero no exclusividades. La espiritualidad tiene tam
bién un dinamismo hacia la horizontalidad, hacia la inm anencia
23 T. G o ffi , Etico-spirituale. Dissonanze nell'unitaria armonia (Bolonia,
1984).
542 M ARCIANO VIDAL
y hacia la exterioridad. Por su parte, la moral también se abre a
la interioridad, a la trascendencia y a la verticalidad. Lo que se
pretende afirm ar es la preferencia (o peculiaridad) de dirección.
b. El “acorde" entre moral y espiritualidad
¿Qué influjo m utuo ejercen la moral y la espiritualidad
cuando se integran en el "acorde” de la vida cristiana? Por una
parte, la moral advierte a la espiritualidad ante las posibles "ten
taciones” de un espiritualismo sin compromiso intram undano.
Por otra, la espiritualidad ofrece una nueva dimensión a la
moral cristiana, la cual ha de "alcanzar un dim ensión espiritual
interna, respondiendo a las exigencias de desarrollo pleno de la
'imago Dei’ que está en el hombre, y a las leyes del proceso espi
ritual descrito en la ascética y mística cristianas”24.
Este m utuo influjo se concreta en la apuesta com ún de la
espiritualidad y de la moral por la realización de la caridad cris
tiana. En efecto, pocas categorías teológicas como la caridad
expresan el núcleo tanto de la vida espiritual como de la moral.
Por eso, en ella tienen su punto de encuentro y de articulación.
Para la conciencia moral cristiana de todas las épocas, la
caridad ha constituido la exigencia máxima (Me 12, 28-31), pues
en ella se resume toda la ley (Rom 13, 10)25. Además, "la Iglesia
primitiva, y con ella la cristiandad de todos los siglos, tiene la
convicción profunda de que la gran aportación de Jesús en la
esfera moral fue la proclamación del precepto fundamental del
am or a Dios y al prójimo"26.
El concilio Vaticano II ha colocado la caridad en el centro de
su formulación sobre el contenido de la moral cristiana: “pro
ducir frutos, en la caridad, para la vida del mundo"27. Según el
Catecismo de la Iglesia Católica, la moral cristiana en cuanto
catequesis de la "vida nueva" es "una catcquesis del doble man
damiento de la caridad desarrollado en el Decálogo”28. Podemos,
24 Veritatis
splendor, 111.
Biblical Revelation o f the Primacy o f Charity: V a r io s ,
25 G . G il l e m a n ,
Teaching the Sacraments and morality (Chicago, 1965) 141-158.
26 R. S c h n a c k e n b u r g , El testimonio moral del Nuevo Testamento
(Madrid, 1965) 73.
27 Optatam totius, 16.
28 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1697.
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 543
pues, afirm ar que la caridad es el “rasgo identificador de la figu
ra moral del cristiano”29.
También la espiritualidad cristiana de todas las épocas ha
visto en la perfección de la caridad el objetivo y el contenido
nuclear de la vida cristiana. Para santo Tomás toda la perfección
se condensa en la caridad: “la perfección de la vida cristiana
consiste ante todo en la perfección de la caridad”30. Santa Teresa
dice lapidariamente: “la perfección verdadera es am or de Dios y
del prójim o”31. Según san Alfonso Ma. de Liguori, "toda la santi
dad y la perfección consiste en am ar a Jesucristo nuestro
Dios”32.
El concilio Vaticano II, al describir el contenido de la santi
dad cristiana, "a la que están llamados todos los cristianos de
cualquier estado o condición” coloca como rasgo decisivo el de
la “perfección de la caridad”33.
Dentro de la afirmación de la caridad como contenido
nuclear tanto de la vida espiritual como de la vida moral con
viene destacar un aspecto de gran interés: es el de la articulación
entre el am or a Dios y el am or al prójimo. La encíclica Veritatis
splendor subraya esta unión: "Los dos mandamientos, de los
cuales 'penden toda la Ley y los Profetas’ (Mt 22, 40), están pro
fundam ente unidos entre sí y se com penetran recíprocamente.
De su unidad inseparable da testimonio Jesús con sus palabras y
su vida: su misión culmina en la Cruz que redime (cf. Jn 3, 14-
15), signo de su am or indivisible al Padre y a la hum anidad (cf.
Jn 13, l)"34.
En nuestros días ha sido K. Rahner quien, siguiendo una
tradición que se rem onta a Pablo (Rom 13, 10), pasa por san
Agustín, santo Tomás y san Buenaventura y llega hasta el conci
lio Vaticano II, ha subrayado la im portancia de la vinculación
del am or al prójimo con el am or a Dios para una correcta inter
pretación y realización del cristianismo35. El mismo Rahner
29 M. V idal , Moral de Actitudes. I. Moral Fundamental (Madrid, 19908)
816-828.
30 II-II, q, 184, a. 1.
31 1 Mor 2, 17..
32 Pratica di amar Gesù Cristo, c. 1, 1: Opere Ascetiche, I (Roma, 1933) 1.
33 Lumen gentium, 40.
34 Veritatis plendor, 14.
35 K . R a h n e r , Sobre la unidad del amor a Dios y el amor al prójim o:
Escritos de Teología, VI (Madrid, 1969) 271-294.
544 M ARCIANO VIDAL
coloca, entre los rasgos de la espiritualidad del futuro, el de
entender y de vivir "la vida temporal y el servicio al mundo como
espiritualidad”36.
Es en la caridad donde se articula perfectamente la dim en
sión vertical y la dimensión horizontal de la vida cristiana. La
prim era la pone más de relieve la espiritualidad, la segunda le
corresponde más a la moral. Sin embargo, tanto la vida teologal
como la moral han de estar atentas a realizar el doble flanco de
la vida teologal, sabiendo que el "hacia Dios” no puede darse sin
el "hacia el prójimo” y que el camino hacia el prójimo pasa por
la experiencia de Dios.
Es interesante anotar cómo el concilio Vaticano II utiliza
conceptos, y hasta expresiones, similares al describir tanto la
moral como la espiritualidad. De la moral dice que "ha de pro
ducir frutos en la caridad para la vida del m undo”37. Y al seña
lar el contenido de la santidad cristiana afirma: “esta santidad
favorece, también en la sociedad terrena, un estilo de vida más
hum ano (...). De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios
producirá frutos abundantes, como lo m uestra claram ente en la
historia de la Iglesia la vida de los santos”38.
II. LA ESPIRITUALIDAD Y LA MORAL EN CUANTO DIS
CIPLINAS TEOLÓGICAS
1. L a “ c u e s t ió n d is c ip l in a r ” e n e l c a m po d e l s a b e r t e o l ó g ic o
El saber teológico se constituye como un tronco epistemoló
gico común y único. Antes de la diversidad disciplinar funciona
la unidad epistemológica común. Esa unidad proviene de y con
siste en los siguientes factores:
36 K. R a h n e r , Espiritualidad antigua y actual. Escritos de Teología, VII
(Madrid, 1969) 13-35.
37 Optatam totius, 16.
38 Lumen gentium, 40.
39 P a blo VI, Libentissimo sane: AAS 58 (1966) 889-896, especialmente
pp. 892-893.
TEOLOGÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 545
la misma epistemología: un discurso “teàndrico”, de racio
nalidad hum ana y de ilum inación proveniente de la
Revelación;
el mismo objeto: el universo de la fe, es decir, la Revelación
de Dios en Cristo Jesús que se hace presente a través del
Espíritu en la Iglesia;
el mismo objetivo: hacer inteligible el creer según la form u
la clásica "fides quaerens intellectum".
El Papa Pablo VI indicó a los teólogos que asistieron al
Congreso Internacional sobre la Teología del Vaticano II, cele
brado en Roma en noviembre de 1966, que la Teología tiene
como función unitaria la de clarificar la enseñanza de la
Revelación delante de las instancias de la razón39; le correspon
de presentar el mensaje cristiano de una forma orgánica y siste
mática, reform ular el contenido en categorías significativas his
tóricamente, y explorar lo que todavía está "inédito” dentro de la
m isma Revelación.
Dentro de esa unidad epistemológica, la Teología ha tenido
un desarrollo disciplinar. A continuación recuerdo la trayectoria
histórica que ha seguido el saber teológico en lo que se refiere a
la diversificación interna de disciplinas40.
a. Unificación disciplinar
En la Edad Media existió la unificación disciplinar para el
conjunto del saber teológico. A partir del siglo XII y de forma
definitiva en el siglo XIII el saber teológico se configura como
una "ciencia”, según las exigencias epistem ológicas de
Aristóteles cuyo pensamiento sobre la epistemología es conside
rado como la validación más perfecta del discurso crítico41.
Hay que tener en cuenta que el término "teología" entró con
dificultad en el cristianismo por razón de las connotaciones
"religiosas” que tenía en el pensamiento greco-romano42. Hasta
Abelardo no se usa en relación con el saber sobre la fe cristia
40 Para estos dos aspectos ofrece una gran abundancia de datos el estu
dio, convertido ya en un clásico, de M.-J. Congar, Théologie: DTC, XV/1
(Paris, 1946) 342-502.
41 Cf. el clásico estudio de M.-D. C h e n u , La théologie comme science au
XIIle. siècle (Paris, 19573).
42 Cf. A. S o lig nac , Théologie. Le m ot et sa signification: Dictionnaire de
Spiritualité, XV (Paris, 1991) 463-487.
546 M ARCIANO VIDAL
na43. Aunque en santo Tomás ya se constata un uso norm aliza
do, sin embargo en él todavía no tiene el significado preciso de
hoy. El Aquinate prefiere otras expresiones para abarcar el
amplio espectro de funciones y cometidos del saber sobre la fe.
El más utilizado es el de sacra doctrina (también: sacra
Scriptura, sacra pagina, sacra eruditio)44.
A partir de esa concepción amplia, el saber teológico abarca
todas las funciones necesarias para la exposición de la doctrina
cristiana. En la Edad Media se atribuyeron al teólogo tres fun
ciones principales: predicar (officium praedicand:), es decir,
exponer la doctrina cristiana de forma catequética al pueblo
cristiano; leer (officium legendi), es decir, interpretar el texto de
la Sagrada Escritura; disputar (officium disputandi), es decir,
someter a razonam iento y a disputa el significado de la ense
ñanza cristiana.
A pesar de esta multiplicidad de funciones, para santo
Tomás el saber teológico es uno45. Sin discutir planteamientos
precedentes y con una m irada segura hacia el futuro, "de forma
rotunda se pronuncia por la unidad de la teología, que después
de él será tan cuestionada en virtud de la gran fragmentación
sufrida”46. No deja de llam ar la atención la razón por la cual afir
ma esa unidad: la teología (sacra doctrina) "es como una imagen
de la ciencia divina que es una, simple y lo abarca todo”47. Esta
visión de santo Tomás acerca de la unidad de la teología fue
com partida por los grandes teólogos medievales, como
Alejandro de Halés, san Alberto Magno, san Buenaventura, y por
los teólogos del siglo XVI, entre los cuales sobresale en este
aspecto Melchor Cano48.
43 M.-J. C o n g a r , /. c„ 345-346.
44 Para el pensamiento de santo Tomás sobre la terminología, el signifi
cado y las funciones del saber teológico, ver el comentario de A. E scallada ,
Introducción a la cuestión 1. Condición y panorama de la Teología: S anto
T o m ás d e A q u in o , Suma de Teología. Edición dirigida por los Regentes de
Estudios de las Provincias Dominicanas de España, I (Madrid, 1988) 75-88.
451, q. 1, a. 3.
46 A. E scallada , l. c., 8 8 .
471, q. 3, ad 2.
48 Cf. J. M. R a m ír e z , De hominis beatitudine tractatus theologicus, I
(Salmanticae, 1942) 7-11.
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEOLOGÍA M ORAL 547
b. Fragmentación en disciplinas autónomas
Es en el siglo XV y XVI cuando acaece "la disgregación de la
síntesis medieval”49, dando lugar a la fragmentación en discipli
nas. Esta independización, ciertamente relativa pero al mismo
tiempo real, de las disciplinas teológicas es una "independiza
ción inevitable y progresiva, al ir creciendo la investigación teo
lógica”50. La disgregación del saber teológico en disciplinas o
especialidades autónom as se consolida y se amplía a lo largo de
los siglos XVII y XVIII51, sin detenerse en el siglo XIX y en parte
del siglo XX.
c. Búsqueda de una nueva articulación
En la reflexión teológica actual no se ha pretendido ni se
puede pretender suprim ir la división de la Teología en discipli
nas autónomas. Ello supondría empobrecer el saber teológico e
ir en contra del dinamismo histórico. El concilio Vaticano II
acepta la diversificación de la Teología en "disciplinas teológi
cas" (disciplinae theologicae) y se refiere en concreto a la Sagrada
Escritura, a la teología dogmática, a la teología moral, al dere
cho canónico y a la liturgia52.
No existe unanim idad de criterio para organizar y sistema
tizar las diferentes disciplinas dentro del tronco com ún del
saber teológico. A partir de propuestas precedentes53, hace años
Congar dividía la teología en tres partes: 1) teología histórica; 2)
teología doctrinal, subdividida en: dogmática y moral ("dogma
ta m orum ”), a la cual juntaba la ascética y la mística; 3) teología
práctica, subdividida en: derecho canónico y pastoral54.
Inmediatam ente después del Concilio Vaticano II, R. Latourelle
se refería a las disciplinas teológicas siguientes: apologética y
49 Cf. M.-J. C o n g a r , l. c., 423-431.
50 H. U . V o n B alth asar , Ensayos Teológicos. I. Verbum Caro (Madrid,
1964) 273.
51 Cf. E . V ilanova , Historia de la teología cristiana, II (Barcelona, 1989);
J. L. I lla n e s - J. I. S arayana , Historia de la teología (Madrid, 1995) 205-206.
52 Optatam totius, 16.
53 Cf. J. B r in k t r in g , Zur Einleitung der Theologie und zur Gruppierung
der einzelnen theologischen Disziplinen: Theologie und Galube 26 (1934) 569-
575.
54 M.-J. C o n g a r , Z. c„ 493-296.
548 MARCIANO VIDAL
fundamental; dogmática; moral y espiritual; pastoral, misional y
ecuménica55. En un Manual reciente se destacan las disciplinas
siguientes: fundamental; dogmática; moral; espiritual; pastoral;
litúrgica56.
Sin pretender dirim ir la diversidad de pareceres o, en algu
nos casos, de solo matices, creo que pueden ser señaladas tres
grandes áreas dentro de la Teología:
1) la teología positiva (bíblica, histórica);
2) la teología especulativa (fundamental, dogmática);
3) la teología práctica (moral, espiritual, pastoral).
Pero, aun aceptando la división disciplinar, lo que principal
mente se busca en la reflexión teológica actual es una nueva arti
culación de todas las disciplinas teológicas con la finalidad de
que m utuam ente se ayuden a expresar el m isterio unitario y
"sinfónico” de la fe cristiana57. Es preciso corregir "desencuen-
tros” históricos entre algunas disciplinas del cuerpo teológico.
Por otra parte, es necesario conjurar el peligro de la excesiva
fragmentación y ofrecer así un proyecto teológico unitario, si
bien diversificado en sus vertientes dogmática, moral, espiritual,
pastoral, etc. A la concepción crítica de verdad es necesario aña
dir la dimensión sapiencial, de corte agustiniano-bonaventuria-
no58. Hay propuestas teológicas que tratan de asum ir y de expre
sar, de forma más destacada, esa articulación unitaria59.
2. L a a u t o n o m ía d is c ip l in a r d e l a T e o l o g ía M o r a l
Como es bien sabido, la Teología moral se constituyó en dis
ciplina autónom a a finales del siglo XVI y comienzos del siglo
55 R. L a t o u r e l l e , Théologie science du salut (Roma, 1967).
56 J. M o r a l e s , Introducción a la Teología (Pamplona, 1998)
275-289.
57 Sobre las dificultades y las posibilidades de una síntesis teológica en
la enseñanza actual, cf. S. P a n izzo lo , Línsegnamento e lo studio della teolo
gía: discussione sulla "ratio s tu d io r u m Credere Oggi 17 (1997) n. 97, 72-85.
58 Cf. Gaudium et spes, 15.
59 En este sentido puede ser considerado el proyecto teológico
(“Simbólica eclesial") de Bruno Forte en el que se inserta en unidad la dog
mática, la espiritualidad y la moral. Ver la justificación y la síntesis de este
proyecto en: La Parola di Fede. Introduzione alia Simbólica Ecclesiale
(Cinisello Balsamo, 1996).
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 549
XVII60. Se suele fechar este acontecimiento en el año 1600, cuan
do apareció el prim er volumen de las Institutiones Morales de
Juan Azor. "La aparición en los albores del siglo XVII, exacta
mente en 1600, de las Instituciones Morales del jesuita español
Juan Azor señala el nacimiento de un género literario nuevo en
teología moral. Desligada en adelante de la filosofía viva, del
dogma e incluso de una teología moral especulativa, ajena a la
espiritualidad y a la mística, esta theologia moralis practica,
m odesta sirviente del confesor, se llam aba pom posam ente
Theologia Moralis’’61.
En este apunte histórico de L. Vereecke están señalados los
elementos principales que identifican la nueva disciplina de la
Teología moral: desvinculada de la filosofía, separada de la teo
logía dogmática, sin referencia a la espiritualidad, totalmente
dedicada a la práctica del sacramento de la penitencia. La auto
nom ía de la teología moral se realizó básicamente al independi
zarse de la teología especulativa (o dogmática, según una term i
nología posterior)62.
Han sido estudiados con detenimiento y con precisión el
conjunto de factores que propiciaron esa independencia y esa
autonomía: reform a del concilio de Trento, reorganización de
los estudios eclesiásticos, reafirmación de la praxis penitencial
individualizada63. También han sido analizados los anteceden
tes, el devenir histórico, y la crisis final de este paradigm a de
moral, llamado casuismo, y nacido con la aparición de la nueva
disciplina teológico-moral64.
60 Según J. M. R a m ír ez , o. c ., I, 11 y 16, la separación se inició a finales
del siglo XVI (“versus finem saeculi XVI haec unitas labefactari coepit, pout
saltem Dogmaticam et Moralem spectat”: p. 11) y se consumó hacia la mitad
del siglo XVIII ("versus m edium saeculum XVIII scissura unitatis
Theologiae Moralis et Dogmaticae consummata est”: p. 16). M.-J. C o n g a r , l.
c., 423-426, señala la separación entre la Dogmática y la Moral como el pri
mer paso de la descomposición en la unidad teológica medieval.
61 L. V e r e e c k e , Introducción a la historia de la Teología Moral: V a r io s ,
Estudios de historia de la moral (Madrid, 1969) 66-67.
62 M.-J. C o n g a r , l. c., 424-426.
63 El estudio clásico a este respecto es la obra de J. T h e in e r , Die
Entwicklung der Moraltheologie zur eigenständigen Disziplin (Regensburg,
1970).
64 Para el desarrollo de los datos apuntados, remito al capítulo 7 de mi
obra: M. V idal , Nueva Moral Fundamental (Bilbao, 2 0 0 0 ).
550 MARCIANO VIDAL
En la situación presente de la reflexión teológico-moral se
acepta como algo históricamente conseguido la independencia y
la autonom ía de la Teología moral en cuanto disciplina teológi
ca. Pero, al mismo tiempo, se ha trabajado por devolverle el
"estatuto teológico" que había perdido.
La Teología moral postridentina, aunque se venía autotilu-
lando con el pomposo título de “Theologia moralis", sin em bar
go, en realidad, antes de la renovación de las tres últimas déca
das, no alcanzaba las cotas exigidas para pertenecer al saber
estrictamente teológico. Se reducía con frecuencia a prontua
rios, más o menos desarrollados, de casos de moral; se encon
traba desvinculada de la síntesis teológica general; se organiza
ba según los postulados metodológicos del “derecho” siguiendo
el proceso de una creciente “juridización”.
Uno de los empeños de la renovación moral después del
concilio Vaticano II ha consistido en devolver la identidad teo
lógica a la reflexión teológico-moral. Para ello se ha subrayado
su vinculación con el conjunto de la teología y, más específica
mente, con la teología dogmática. Esta disciplina moral articu
lada con el tronco común de la teología, aunque con sus pecu
liaridades de método y de contenido, es la que se presenta hoy
con una identidad nueva o, al menos, renovada.
Así, pues, la Teología moral del futuro no perderá su auto
nomía, pero tendrá que buscar una relación más estrecha con la
Teología dogmática, con la Teología espiritual y con la Teología
pastoral.
3. A u t o n o m ía d is c ip l in a r d e l a T e o l o g ía e s p ir it u a l
La Teología espiritual es una disciplina teológica más
reciente que la Teología moral. Me refiero a la disciplina teoló
gica autónoma, ya que contenidos de carácter espiritual estuvie
ron presentes en las síntesis medievales y, después de la des
m embración del cuerpo teológico acaecida en los siglos XVI y
XVII, en otras disciplinas teológicas. Así, se encuentran elemen
tos de teología espiritual dispersos por los tratados de: teología
especulativa (sobre todo, al tratar la gracia y las virtudes), dere
cho canónico (sobre todo, al estudiar el estado religioso y sacer
dotal), la misma teología moral (sobre todo, al analizar las obli
gaciones inherentes a los estados de perfección).
Por lo que respecta a su vertiente académica, la Teología
TEOLOGÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA MORAL 551
espiritual surge en el prim er tercio del siglo XX. En el año 1918
comenzó a funcionar la cátedra de ascético-mística en la
Pontificia Universidad Gregoriana (Roma). El Papa Benedicto
XV alabó la iniciativa65. Por los mismos años se instituyó tam
bién la enseñanza de la Teología espiritual en el Angelicum de los
Dominicos (Roma).
La constitución apostólica Deus scientiarum Dominus decla
ró a la ascético-mística materia obligatoria en las facultades de
teología66. La Congregación de Seminarios y Universidades pre
cisó que la ascética era disciplina auxiliar, mientras que la mís
tica era disciplina especial. Esta distinción entre ascética y m ís
tica y el diverso tratam iento académico dado a cada una de ellas
no fue del agrado de algunos teólogos67. Más adelante se supe
rará esta distinción diciendo que la mística, aunque no consti
tuye una forma necesaria de la vida cristiana, es, sin embargo, el
grado espiritual más perfecto68.
Como puede verse, el título de esta nueva disciplina ha sufri
do variaciones. Los dos más utilizados han sido los de “Ascética
y Mística” y “Teología Espiritual”. El prim ero corresponde a los
prim eros años de la disciplina. Actualmente se prefiere el título
de “Teología espiritual”, ya que de este modo se pone de relieve
la articulación del discurso sobre la experiencia espiritual cris
tiana dentro del conjunto del cuerpo teológico.
La disciplina de Teología espiritual se ha ido consolidando
a lo largo del último medio siglo69. Actualmente goza de buena
65 Carta del 10 de noviembre de 1919: AAS 12 (1930) 30.
66 AAS 23 (1923) 270. 281.
67 Así: J. D e G u ib e r t en: Revue d’Ascétique et de Mystique 12 (1931) 240-
241; y J. P e r in e l l e en: Revue de Sciences Philosophiques et Théologiques 20
(1931) 820-821.
68 Sobre la "cuestión mística” de los años 20 y 30 del siglos XX, cf. M.
B e l d a - J. S e s é , La "cuestión mística". Estudio histórico-teológico de una con
troversia (Pamplona, 1998).
69 Ver, entre otros, los siguientes estudios, escalonados en el tiempo y en
referencia explícita a la constitución epistemológica y disciplinar de la
Teología espiritual: V a r io s , Estado actual de los estudios de Teología
Espiritual (Barcelona, 1957); C. G a rcía , Corrientes de Teología espiritual
(Madrid, 1971); A. Q ueralt , La “Espiritualidad” como disciplina teológica:
Gregorianum 60 (1979) 320-375; A. M atanic , La spiritualità come scienza
(Cinisello Balsamo, 1990); C. A. B er n a r d (a cura di), La spiritualità come teo
logia (Cinisello Balsamo, 1993); A. G e r r a , Acercamiento al concepto de espi
ritualidad (Madrid, 1994); D. S o r r e n t in o , Sul rinnovamento della teologia
552 M ARCIANO VIDAL
salud, teniendo una gran aceptación entre el gran público y en
los Centros académicos de Teología70. La Espiritualidad ya no
puede ser considerada ni como una m era "aplicación de la dog
mática" (A. Dognino) ni siquiera como una dimensión o capítu
lo im portante de la misma Teología dogmática (A. Stolz); tam
poco puede ser reducida al estudio de las condiciones psicológi
cas de la perfección cristiana (Gabriel de Sta. M aría
Magdalena). Es una propia disciplina teológica que, "fundada
sobre los principios de la revelación, estudia la experiencia espi
ritual cristiana, describiendo su desarrollo progresivo y dando a
conocer sus estructuras y sus leyes”71.
La Teología espiritual no solo reivindica su peculiaridad dis
ciplinar sino que aparece con la pretensión de constituirse en
“aliento vivificador” de las restantes disciplinas teológicas72.
Esta "dimensión espiritual” de todo el conjunto del saber teoló
gico fue subrayada por el Concilio Vaticano II, apoyándose
sobre san Buenaventura73. Es tam bién una de las aspiraciones
en los nuevos planteamientos de la Teología74, si bien tal objeti
vo todavía no ha sido alcanzado en las cotas deseadas75.
spirituale: Asprenas 41 (1994) 511-532; C. G arc Ia , ¿Qué es la ‘teología espiri
tual’? Intento de una nueva recalificación: V a r io s , Teología en el tiempo.
Veinticinco años de quehacer teológico (Burgos, 1994) 461-477; B. S e c o n d in ,
Nuovi scenari della dell'esperienza spirituale (Milán, 1997); Id., Chances et
tâches de la spiritualité au coeur de la modernité: Bulletin ET 10 (1999) 149-
159.
70 S. M. S c h n e id e r , Spirituality in thè Academy: Theological Studies 50
(1979) 676-697.
71 Ch. A. B e r n a r d , Teologia spirituale (Alba, 19893) 70.
72 C f. C h. A . B e r n a r d , o . c ., 54-68; G . M o io li , Teología espiritual: Nuevo
Diccionario de Espiritualidad (Madrid, 1983) 1348-1358.
73 Optatam totius, 16 (la cita textual de san Buenaventura está tomada
del Itinerario, pról, n. 4).
74 R . M o r e t t i , L’u nità della conosenza teologica e il compito della teologia
spirituale: Seminarium 26 (1974) 41-60.
75 Hace un balance sobre la "dimensión espiritual” adquirida por parte
de las principales disciplinas teológicas: D. S o r r e n t in o , Storia della spiritua
lità e teologia. Necessità e fecondità di un nesso: Asprenas 46 (1999) 163-194.
TEO LO G ÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 553
III.RELACIÓN ENTRE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL Y LA
TEOLOGÍA MORAL
1. A p u n t e s h is t ó r ic o s sobre la r e l a c ió n antes del
C o n c il io V a t ic a n o II76
a. Régimen de unidad
Antes de constituirse la Moral como disciplina teológica
independiente, a finales del siglo XVI y comienzos del siglo
XVII, existió una visión unitaria de la dimensión moral y de la
dimensión espiritual del cristianismo. En el Nuevo Testamento
no se encuentra un discurso ético independiente; la vertiente
moral del cristianismo está radicada en el universo de la fe y se
expresa en un compromiso, vinculado a la vivencia espiritual.
Lo mismo acaece en los primeros siglos de la Iglesia. La
Patrística tiene muchos contenidos de orden moral, pero tam
poco organizó un cuerpo moral separado del creer, de la cele
bración litúrgica y de la vivencia espiritual. Cuando aparece un
discurso teológico más organizado y, mediante él, se construyen
las Síntesis teológicas medievales tampoco se aísla la moral del
conjunto de la vida_ cristiana. Hasta el siglo XV es difícil distin
guir la vertiente moral de la vertiente espiritual.
b. Régimen de separación
Con la independencia de la Teología moral en cuanto disci
plina autónoma tiene lugar la separación y el divorcio entre
moral y espiritualidad. Según señalé más arriba, el casuismo
moral se desvincula tanto de la filosofía como de la teología
especulativa y concentra todo su interés en el análisis de la con
ducta moral en orden a la práctica (obligación de declaración)
del sacramento de la Penitencia. Éste es el paradigm a que, en
sus rasgos esenciales, perdura desde el concilio de Trento hasta
el concilio Vaticano II.
En este paradigm a de Teología moral no cabe la espirituali
dad. Al concentrarse la Moral en el mínimo exigido, práctica
76 Para más datos remito al estudio de T. G o f f i , Etico-spirituale.
Dissonanze nell’unitaria armonia (Bolonia, 1984).
554 M ARCIANO VIDAL
mente en la determ inación y en la clasificación de los pecados
(de ahí que se conozca este tipo de Teología como una “hamar-
tología” o tratado sobre los pecados), todo lo relacionado con la
perfección cristiana se relega a otros tratados del cuerpo teoló
gico. Esto propiciará la aparición de reflexiones autónomas
sobre la perfección cristiana, las cuales traerán ya en el siglo XX
la disciplina de la Ascética y la Mística transform ada hoy en
Teología espiritual.
Como causa y, al mismo tiempo, efecto del divorcio entre
moral y espiritualidad hay que colocar la distinción entre “con
sejos” y “preceptos”. Estos suponen obligaciones comunes para
todos los cristianos; m ientras que los consejos corresponden a
los que se deciden por el camino de la perfección. De este modo,
se origina la división de “grados” en la práctica del cristianismo
y la división de “estados” (de perfección o de no perfección) en
la Iglesia.
c. D espués de la independencia disciplinar de la
Ascética y Mística
Cuando se inicia la disciplina de la Teología espiritual, con
el nombre de “Ascética y Mística”, a comienzos del siglo XX, la
separación entre espiritualidad y moral estaba en plena vigen
cia. Se adm itía com únm ente que la moral trataba de los precep
tos (de las obligaciones) mientras la Teología espiritual tenía que
ver con los consejos (la perfección). Se puede verificar esta pos
tura teórica en los M anuales de moral vigentes en aquel m om en
to: H. Noldin, J. Ferreres, B. H. Merkelbach, J. Aertnys- C. A.
Damen, etc77. También pertenece a esta orientación el entender
la espiritualidad como "una parte de la moral cristiana” si bien
sea considerada como "la más noble, ya que m ira a hacer cris
tianos perfectos”78.
A medida que se fue desarrollando la nueva disciplina de la
Teología espiritual, se fueron introduciendo matices de signo
77 T. G o ffi, o . c „ 2 9 -3 2 .
78 A. T a n q u e r e y , Compendio
di teologia ascetica e mistica (Roma-Torino-
Paris, 1 9 3 0 2 ) 5. Todavía hasta 1951 el "Elencus bibliographicus” de la
Revista Ephemerides Theologicae Lovanienses incluía la Espiritualidad
(“Teologia Ascetica et Mystica”) dentro de la Teología Moral. A partir de 1951
se convierte en sección independiente.
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEOLOGÍA M ORAL 555
integrador en la forma de entender la relación entre moral y
espiritualidad. Comenzó a proponerse la distinción de ambas
disciplinas, no en el objeto (que, se pensaba, era prácticamente
el mismo) sino en el modo de tratarlo. Aquí las propuestas se
diversifican:
unos piensan que el tratam iento de la moral es más especu
lativo, m ientras que el de la espiritualidad es más práctico79;
otros dicen que la espiritualidad mira más a las situaciones
de cada persona (rasgos peculiares), m ientras que la moral
considera el objeto con una orientación general.
Estos y otros matices se pueden encontrar en los teóricos de
la espiritualidad: J. De Guibert, R. Garrigou-Lagrange, S.
Ramírez, Th. Deman, G. de Santa María Magdalena, A. Stolz, C.
V. Truhlar, y otros80.
Algún moralista importante, como A. Vermeersch, también
intervino en estos planteamientos nuevos; concretamente, él
afirmaba que la moral trataba el objeto completo de la perfec
ción cristiana mientras que la espiritualidad se ocupaba de los
medios y de las formas de conseguirla81.
Este acercamiento entre espiritualidad y moral tuvo su veri
ficación en la m anera de entender y de exponer la conexión de
ambas disciplinas en el tronco teológico común. Congar todavía
unía la ascética y la mística a la disciplina de la moral y ésta a la
teología doctrinal (contradistinta ésta de la teología histórica y
de la teología práctica)82. Autores posteriores hacen indepen
diente a la Teología espiritual y la vinculan a la Teología prácti
ca en paridad de puesto con la Teología moral y la Teología pas
toral. En esta articulación se mantiene la autonom ía de discipli
nas pero se las “acerca” al juntarlas en el mismo grupo de divi
sión83.
79 Recordar la discusión entre J. Maritain (al que se adhiere M.-M.
Labourdette) y Th. Deman (a cuyo parecer se suma S. Ramírez) sobre la con
dición "prácticamente práctica", según el primero, o "especulativamente
práctica”, según el segundo, de la teología espiritual. Cf. M.-M. L ab o u r d e t
t e , Quest-ce que la théologie spirituelle?: Revue Thomiste 92 (1992) 355-372.
80 Ver citas en: T. G o ffi, o . c ., 29-32.
81 A. V e r m e e r sc h , Theologiae Moralis principia, responsa, consilia, I
(Roma, 19474) 4-7.
82 M.-J. C o n g a r , /. c., 493, divide el tronco de la teología en: histórica,
doctrinal y práctica.
83 Ésta es la división que establece A. R oyo M a r ín , Plan científico de lo
556 MARCIANO VIDAL
2. L as "innovacio nes ” del C oncilio V aticano II
Este panoram a, teórico y práctico, va a cam biar con los
aires renovadores que comienzan a mediados del siglo XX y que
culminan en el concilio Vaticano II. En este período, en que
tiene lugar la renovación de la Teología moral y la consolidación
de la Teología espiritual, se realiza el reencuentro entre moral y
espiritualidad. Dos opciones teológicas están a la base de este
reencuentro y las dos fueron formuladas explícitamente por el
concilio Vaticano II:
La vocación universal a la santidad. Este principio fue expre
sado y desarrollado por el concilio Vaticano II en el capítulo 5 de
la constitución Lumen gentium. Dice con firmeza: "todos en la
Iglesia, pertenezcan a la jerarquía o sean regidos por ella, están
llamados a la santidad”84. Esta afirmación vuelve a enraizar la
vida cristiana en las intuiciones evangélicas donde no hay sepa
ración entre “consejos” y "preceptos” o entre "perfectos” e
"imperfectos”. Con esta vuelta a las fuentes más genuinas de la
vida cristiana, se derriba "el m uro de división entre la teología
moral y la espiritualidad”85. Para la nueva comprensión teo
lógica no cabe la separación entre moral y espiritualidad.
Nueva propuesta para la Teología moral. El concilio Vaticano
II no realizó una renovación efectiva y concreta de la Teología
moral. Sin embargo, el espíritu general del concilio es un
ambiente que acepta y hasta exige la renovación de la moral.
Esta exigencia se hace explícita en el n. 16 del decreto Optatam
totius: "téngase especial cuidado en perfeccionar la Teología
moral, cuya exposición científica, nutrida con mayor intensidad
por la doctrina de la Sagrada Escritura, deberá m ostrar la exce
lencia de la vocación de los fieles en Cristo y su obligación de
producir frutos en la caridad para la vida del m undo”.
El Concilio hace aquí una nueva propuesta para la Teología
moral. En ella aparece con claridad la vinculación de la moral
con la espiritualidad. La Teología moral ha de ser una moral de
que debe ser hoy una Teología espiritual: V a r io s , Estado actual de los estudios
de Teología Espiritual (Barcelona, 1957) 83-94. Divide la Teología práctica
en: moral, espiritual, y pastoral.
84 Lumen gentium, 39.
85 D. M o n g il l o , Vita morale e vita mística: Rivista di Teología Morale 25
(1993) n. 97, 117.
TEOLOGÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 557
la perfección (y no del "mínimo”: "deberá m ostrar la excelencia
de la vocación cristiana”); no puede adm itir la separación entre
"estados" de mayor o m enor perfección, ya que es una moral
com ún para todos "los fieles en Cristo"; ha de articular un pro
yecto moral en que la dimensión teologal (“en la caridad”) se
integre con el compromiso intram undano ("frutos para la vida
del m undo”).
Además de estas dos grandes orientaciones, el concilio
Vaticano II y las instancias eclesiales del postconcilio presentan
otras innovaciones que tienen que ver directamente con el modo
de entender la relación entre espiritualidad y moral. Tales son
las siguientes:
El Vaticano II no enumera la Espiritualidad entre las disci
plinas teológicas señaladas en el n. 16 de Optatam totius. Sí
lo hace en el 16 de la constitución Sacrosanctum Concilium
al pedir que las disciplinas teológicas (entre las que no seña
la a la Teología moral) tengan en cuenta "su conexión con la
liturgia”.
Ya he recordado cómo el Concilio, apoyándose sobre una
cita textual de san Buenaventura, pide que el saber teológi
co (del que no hay que excluir el teológico-moral) tenga una
dimensión espiritual86.
En el documento sobre La Formación teológica de los futuros
sacerdotes de la Congregación para la Educación Católica
(1976) no se destaca a la Espiritualidad entre las materias
teológicas sobre las que se dan directrices especiales (nn.78-
113); se la sitúa (con el nombre de "teología espiritual")
entre las "materias auxiliares” (n. 114). Sin embargo, en este
documento se insiste en la necesaria dimensión espiritual
interna de la Teología moral: "Es, en verdad, necesario rein
tegrar en la teoría moral el aspecto dinámico que ayuda a
resaltar la respuesta que el hom bre debe dar a la llamada
divina en el proceso de su crecimiento en el amor, en el seno
de una comunidad salvífica. De esta forma, la teología moral
alcanzará una dimensión espiritual interna, respondiendo a
las exigencias de desarrollo pleno de la ‘imago Dei’, que está
en el hombre, y a las leyes del proceso espiritual descrito en
la ascética y mística cristianas”. Este último texto es recogi
86 Optatam totius, 16.
558 MARCIANO VIDAL
do literalmente por la encíclica Veritatis splendor en el n.
111.
En la ordenación de los estudios eclesiástico (constitución
Sapientia cristiana y Normas de la Congregación para la
Educación Católica, 1979) se sitúa entre las disciplinas obli
gatorias (art. 51) a la "Teología moral y espiritual” (sin sepa
rarlas); también se proponen dos Secciones de Especialidad
en la Facultad de Teología: de "Estudios Morales” y de
"Estudios de Espiritualidad” (ahora separados).
3. P lanteam ientos y so lucio nes d e sp u é s del Vaticano II
El acercamiento entre espiritualidad y moral ha sido una
opción asumida y desarrollada por los cultivadores tanto de la
Teología espiritual como de la Teología moral después del con
cilio Vaticano II. Entre los teólogos de la espiritualidad cristiana
hay que recordar dos figuras que, aunque escriben antes del
concilio, condicionan los planteamientos y las soluciones de la
etapa postconciliar; me refiero a los trabajos históricos y siste
máticos de L. Bouyer87 y H. U. Von Balthasar88. A sus plantea
mientos se sum an la generalidad de los teóricos de la espiri
tualidad cristiana.
La cercanía entre moral y espiritualidad es tam bién una
constante entre los teólogos moralistas después del Vaticano II.
Quiero subrayar la labor realizada, en este aspecto, por T. Goffi,
quien se sintió -y así fue- cultivador, por igual, de las dos disci
plinas89. Sus aportaciones históricas y sistemáticas al estudio de
la relación entre espiritualidad y moral son valiosas90. Su pecu
liar punto de vista es digno de ser tenido en cuenta: para él, la
87 L. B o u y e r , Histoire de la spiritualité chrétienne (París, 1960).
88 H. U. V o n B alth asar , Ensayos Teológicos. I. Verbum Caro (Madrid,
1964) 235- 289.
89 Remito a la presentación de la obra (moral y espiritual) de T. Goffi
hecha por V. G ó m ez M ie r , Apuntes biobibliográficos sobre T. Goffi: Religión y
Cultura 42 (1996) 159-180. Ver, también, las notas necrológicas de: G. C a n o b -
b io . Esistenza e teologia. L’i tinerario intelletuale di Tullo Goffi (1916-1996): II
Regno 41 (1996) n. 781, 639-640; L. L o r e n z e t t i , In ricordo di T. Goffi: Rivista
di Teologia Morale 28 (1996) n. 112, 463-466.
90 Etico-spirituale (Bolonia, 1984); Morale e spirituale: quale rapporto?:
Rivista di Teologia Morale 20 (1988) n. 80, 89-90.
TEOLOGÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 559
espiritualidad y la moral, “teniendo en com ún el mismo objeto,
se presentan según un peculiar método autónomo, conservando,
al mismo tiempo, la m utua dependencia y el influjo recíproco”91.
Es la opción expresada bellamente en el subtítulo de su libro:
"disonancias en la arm onía unitaria”.
Esta orientación es la que, con pequeñas variantes de m ati
ces y con formulaciones diversas, mantienen actualm ente los
teólogos de la espiritualidad y de la moral. Hay que reconocer
que no existe un tratamiento ni profundo ni desarrollado del
tema. Sin embargo, no deja de tener interés tom ar nota de las
orientaciones y de los autores92.
Por lo general, los moralistas, sin dejar de reconocer la pecu
liaridad de cada una de las dos aproximaciones, destacan la uni
dad de objetivo por parte de la espiritualidad y de la moral: la
"vida nueva”93, la "vocación”94, la "perfección"95, etc. Hay autores
que ven en la categoría de “virtud” el punto de encuentro entre
la moral y la espiritualidad96.
Los teólogos de la espiritualidad ven con satisfacción el
acercamiento de la moral cristiana a las fuentes de la espiritua
lidad, tal como aparece tanto en los planteamientos teológicos
actuales 97 como en las orientaciones del Magisterio eclesiástico,
por ejemplo en la encíclica Veritatis splendor9S. No faltan estu
dios que señalan los puntos de referencia comunes de la espiri
tualidad y de la moral cristianas: centralidad de Cristo, antropo-
91 Etico-spirituale, 34.
92 Ver el estado de la cuestión que ofrece C. G arcía , ¿Qué es la "teología
espiritual"? Intentos de una recalificación: Burgense 34 (1993) 303-319, espe
cialmente pp. 308-311.
93 R. Russo, Etica e spiritualità: quale rapporto: Asprenas 32 (1985) 409-
428.
94 A. Di M a r in o , Vita morale e spirituale: Rivista di Teologia Morale 24
(1992) n. 94, 231-237.
95 D. M o n g illo , Vita morale e vita mistica: Rivista di Teologia Morale 25
(1993) n. 97, 117-123.
96 S. P in c k a er s , La vita spirituale del cristiano, secondo san Paolo e san
Tommaso d'Aquino (Milano, 1996); J. P o r t e r , Virtue ethics and its significan
ce for spirituality: The Way Spplement 88 (1997) 26-35; J. F. K e e n a n , Catholic
Moral Theology and virtue ethics: Ibid., 36-45.
97 D. S o r r e n t in o , Sul rinnovamento della teologia spirituale: Asprenas 41
(1994) 511-532.
98 C. G arcía , Vida moral y perfección cristiana: G. D e l P ozo (Dir.),
Comentarios a la "Veritatis splendor” (Madrid, 1994) 517-539.
560 MARCIANO VIDAL
logia de la “imagen de Dios”, cauce de las virtudes teologales,
dinamismo de crecimiento continuo".
4 . P e r s p e c t iv a s s is t e m á t ic a s y p r o p u e s t a s d e f u t u r o
a. Criterios para orientar la relación
Desde los nuevos planteamientos de la Teología moral a la
luz del concilio Vaticano II, sobre todo en sus opciones a favor
de la renovación teológico moral (OT, 16), y desde la afirmación
sobre la llamada universal a la santidad (c. 5 de Lumen gentium),
no se puede dejar de propiciar una acercamiento estrecho entre
las disciplinas teológicas de la espiritualidad y de la moral. Éste
es el punto de vista com únmente com partido por quienes culti
van ambos campos del saber teológico. A este respecto, ofrezco
tres anotaciones, que constituyen otros tantos criterios para
orientar la relación.
En prim er lugar, se precisa continuar el esfuerzo por ofrecer
a la vida moral la dimensión teológico-espiritual que requiere en
horizontes de sentido, en motivaciones, en actitudes básicas, en
objetivos generales. Por su parte, la espiritualidad ha de encon
trar los cauces adecuados para integrar experiencia teologal y
compromiso intramundano; únicam ente así encontrará la “veri
ficación” que precisa la experiencia religiosa (articulación del
“am or a Dios” y el “am or al prójimo").
En segundo lugar, la afirmación sobre la llam ada universal
a la santidad tiene que encontrar las formas y los cauces para
poder ser traducida en la vida eclesial. Todavía quedan residuos
(teóricos y prácticos) de una visión teológica que distingue entre
“consejos” y “preceptos". La misma teología de la vida consa
grada, al no haber encontrado una formulación convincente
para expresar su identidad, se sirve de categorías (“especial”
consagración, opción evangélica “más radical”, etc.) que están
todavía ancladas en la "separación” de estados y en cierta con
cepción “elitista” de la perfección cristiana. Tanto la moral como
la espiritualidad han de trabajar por ofrecer la propuesta
99 J. C a st e l l a n o , Etica e spiritualità: E. M. T o nio lo (a cura di), Il miste
ro di Maria e la morale cristiana (Roma, 1992) 115-123.
TEO LOG ÍA ESPIRITUAL Y TEO LOG ÍA M ORAL 561
moral-espiritual del Evangelio en clave de unidad plural: una
mism a propuesta con modos y formas diferentes.
En tercer lugar, nadie niega que la teología moral y la teolo
gía espiritual sean disciplinas diversas: con distinción de campo
(contenido), y con distinción metodológica. Tampoco niega
nadie que existe entre ellas una identidad sustancial. Esta iden
tidad sustancial no les viene solamente por estar unidas al
mismo tronco teológico sino tam bién por la "vecindad” existen
te entre las dos. Es necesario seguir reflexionando sobre las
implicaciones de esa “vecindad" tanto en los aspectos epistemo
lógicos como en los relacionados con el contenido. La interco
municación de "metodologías” y de "contenidos” será beneficio
sa para ambas disciplinas.
b. Estrategias y tácticas adecuadas
Al analizar la peculiaridad de la dimensión espiritual y de la
dimensión moral de la vida cristiana hice hincapié en algunas
direcciones preferenciales: verticalidad-horizontalidad; interio
ridad-exterioridad; mundanidad-teologalidad. Estas preferen
cias de dirección son las que, de hecho, proporcionan la pecu
liaridad en la delimitación de campo de los objetivos, de los con
tenidos, y de los métodos propios a cada una de las dos discipli
nas.
Es en la delimitación del campo de actuación, donde se
pone más de manifiesto la peculiaridad de la espiritualidad y de
la moral:
Esta última emplea toda la fuerza de la vida teologal para
transform ar la realidad histórica, mediante análisis sobre el
significado de la realidad, mediante propuestas operativas, y
a través de preferencias axiológicas que se traducen en
comportamientos concretos.
Por su parte, la espiritualidad transform a la vida teologal en
una experiencia de vida plena en que la contemplación de
Dios es buscada como objetivo preferente sin descuidar la
incidencia que esa contemplación ha de tener para construir
el Reino de Dios en este mundo.
La delimitación del campo de actuación conduce a una
diversificación cada vez mayor entre la moral y la espiritualidad.
Tal diversificación se constata tanto en las estrategias (o méto
dos) como en los contenidos (u objetivos). Por lo que respecta a
la metodología: a) La espiritualidad se sirve preferentemente de
562 M ARCIANO VIDAL
las mediaciones antropológicas que ayudan a interpretar el
dinam ism o del crecim iento personal, los m ecanism os de
interiorización, los criterios de discernimiento de las afecciones
y de los deseos. Como se ve, se trata de una metodología prefe
rentemente psicológica, b) Por su parte, la moral se sirve de
mediaciones científicas que expliquen y que propicien las for
mas y los mecanismos de orientación práxica de carácter prefe
rentemente normativo.
En cuanto a los contenidos, la espiritualidad se fija de modo
especial en “las leyes del proceso espiritual ”100 y todo lo que con
lleva el dinamismo de la perfección cristiana. La moral se orien
ta de modo preferente a discernir los cauces para una actuación
intram undana más de acuerdo con el plan salvífico de Dios y,
consiguientemente, favorecedora de una mejor "humanización”
en la historia.
La diversidad de metodología y de contenidos hace que apa
rezcan dos disciplinas autónom as dentro del tronco del saber
teológico. De este modo, la perspectiva espiritual doctrinal no
entra en la exposición de la ética teológica ni la espiritualidad
constituye un contenido de la disciplina teológico-moral. Esta
autonomía fue uno de los factores que originaron el distancia-
miento entre moral y espiritualidad. El acercamiento que hoy
día se pide entre ambas no ha de conducir al extremo opuesto
(también defectuoso): confundir o solapar la dimensión moral
con la dimensión espiritual o ésta con aquélla.
i°° Veritatis splendor, 111, citando el documento de la Congregación para
la Educación Católica, La formación teológica de los futuros sacerdotes (22 de
febrero de 1976) n. 100.