EL CONSTRUCTOR DEL
SERMÓN (HOMILETICA)
El Constructor de Sermón ha dividido la construcción del sermón incorporando un
proceso en cuatro etapas principales: 1) La Preparación, 2) La Precisión, 3) La
Producción, y 4) La Presentación.
Etapa 1: La Preparación
La predicación poderosa siempre comienza con una preparación correcta. El
hombre de Dios no puede esperar interpretar correctamente el texto o exponer
apasionadamente la verdad sin primero preparar su propio corazón y mente para la
tarea. Esta preparación requiere al menos seis áreas de consideración:
1 El Predicador – ¿Estoy preparado para predicar?
2 El Propósito – ¿Por Qué estoy predicando?
3 El Paradigma – ¿La Clase de sermón predicaré?
4 Las Personas – ¿A Quiénes predicaré?
5 El Potencial – ¿Cuáles son los resultados potenciales de mi mensaje?
6 El Pasaje – ¿Qué texto voy a predicar?
A través de considerar en oración cada uno de estas áreas, el predicador estará bien
preparado para empezar el proceso de construcción del sermón.
Etapa 1, Paso 1: Considera al Predicador (¿Estoy Preparado para predicar?)
El predicador debe empezar por mirar su propia vida, impregnando todo el proceso
de construcción del sermón en oración, confesando todo pecado conocido, y
recordándose a sí mismo que él es más que un simple siervo de Su Amo.
Es crucial, desde el principio, que el predicador autoexamine su propio corazón
antes de predicarle a otros. Con esto en mente, Steve Lawson indica:
Antes de que el predicador pueda preparar el sermón, Dios debe primero, preparar
al predicador. El que desee obtener una comprensión precisa del texto bíblico debe
ser una persona que esté creciendo en la gracia y el conocimiento del Señor
Jesucristo. De esta manera, el expositor nunca debería acercarse a un pasaje
clínicamente, simplemente para elaborar un sermón. En lugar de eso, él debe
estudiar para comprometer su corazón a amar y adorar a Dios. Ningún expositor
puede llevar a otros espiritualmente a donde él no ha ido.
Jerry Vines y Jim Shaddix simplemente dicen esto: “La preparación es un elemento
importante en la buena predicación expositiva. El predicador no sólo debe pasar
tiempo preparando el mensaje, sino que él también debe prepararse”. Con esto en
mente, la preparación personal del predicador consta al menos de tres elementos
cruciales: La oración, la pureza, y la perspectiva.
La Oración (Salmo 19:14; 119:10, 18, 33-40). De principio a fin, el predicador debe
impregnar todo el proceso de construcción del sermón en oración – la oración por
él mismo (para que él correctamente interprete y aplique la verdad) y la oración
para sus oyentes (para que correctamente entiendan y respondan a la verdad). En
esencia, la oración es dependencia. El predicador que no ora, indica que él depende
más en sus habilidades persuasivas que en el poder del Espíritu de Dios. James
Rosscup dice esto:
La oración no es una disyuntiva sino el elemento principal en el caleidoscopio de
características espirituales que señalan a un predicador. Estos rasgos se unen en
una fuerza espiritual poderosa; crean a un portavoz para Dios. Jesús, el modelo
más fino, y otros portavoces efectivos para Dios han sido poderosos en la oración
unida a las virtudes de santidad y dependencia en Dios. . . . Los predicadores que
siguen el modelo bíblico toman seriamente la oración misma. En la preparación del
sermón, se empapan ellos mismos en oración.
La Pureza (1 Tes. 2:1-12; 1 Tim. 3:2-3; Stgo. 1:21). Además de la devoción, el
hombre de Dios debe ser un hombre caracterizado por una vida justa. Cualquier
estándar inferior socava el mismo mensaje que el predicador proclama.
Ciertamente, nadie es perfecto. Pero, el patrón de vida del predicador debe ser uno
que refleje y refuerce la verdad que él expone. A consecuencia de esto, Stephen
Olford simplemente indica: “Las Escrituras y la experiencia práctica nos han
enseñado que Dios está más preocupado con lo que somos que con lo que
hacemos”. John MacArthur está de acuerdo, notando:
La rectitud y la santidad juntas son dos cualidades indispensables de un hombre de
Dios, y aún son su búsqueda de toda la vida. Son centrales para su utilidad; están
en el corazón de su poder. Él las posee y aún las busca (cf. Fil. 3:7-16). Un
predicador no santificado es inútil para Dios, y un peligro para sí mismo y las
personas.
De esta manera, Richard Baxter escribió:
Un buen número de sastres va cubierto de harapos, haciendo ropas costosas para
otros; y un buen número de cocineros apenas se chupan sus dedos, cuando él ha
adornado para otros los platos más costosos. . . . Es algo espantoso ser un
profesante no santificado, pero bastante más lo es ser un predicador no santificado.
La Perspectiva (Sal. 8:3-4; Isa. 6:5; Rom. 12:3). En el mismo comienzo del proceso
del sermón, el predicador humildemente debe recordarse a sí mismo que él no es
nada fuera de la gracia de Dios. Él es simplemente un instrumento en las manos del
amo, un mensajero al servicio del rey. Si el predicador tiene éxito (como Dios lo
mide), no es por su elocuencia o su carisma – más bien el éxito verdadero proviene
de una fidelidad inquebrantable sin importar las consecuencias. El hombre piadoso
no le sirve a los hombres, sino a Dios. El predicador piadoso, por consiguiente, no
debe buscar la aprobación de los hombres, sino más bien la sonrisa de su Señor.
Además, la Palabra que él proclama nunca debe ser minimizada, la salvación que él
recibió nunca debería olvidarla. Primero debería ser un combustible para su pasión
por Dios, y segundo debería ser una parte necesaria de su vocación. El proceso de
construcción del sermón no debería ser un simple trabajo, sino también adoración.
Steven Lawson dice esto:
El predicador siempre debe abordar la Palabra de Dios con reverencia, humildad, y
temor de Dios. Cada vez que él abra la Escritura, él debe ser agudamente
consciente de que él está abriendo la Palabra del Dios vivo. Él nunca debe
permitirse venir a la Biblia insensiblemente o en una rutina hueca. Más bien, su
corazón siempre debería estar absorbido con la verdad profunda que Dios está
hablando en el texto. Así, él siempre debe estudiar un texto en la manera que
Moisés abordó a Dios diciendo, “muéstrame Tu gloria”. Entonces, antes de que
pueda tener una comprensión clara de la Palabra de Dios, primero debe haber un
amor consumado por Dios y Su gloria.
Teniendo una perspectiva correcta, el predicador se da cuenta de que él es
insignificante, pero que el Dios a quien el sirve lo es todo. El proceso del
construcción del sermón, por consiguiente, no es un trabajo pesado meticuloso,
sino más bien el privilegio máximo para el cual cualquier ser humano pecaminoso
podría ser llamado.
Etapa 1, Paso 2: Considere el Propósito – ¿Por Qué estoy predicando? ¿Por qué
debería Predicar Expositivamente?
El llamado a predicar no es meramente una invención humana. Más bien, es una
idea de Dios – de hecho, es Su mandamiento para aquellos que son Sus
mensajeros. Aún, el llamado a predicar no es un llamado para exponer nuestras
ideas o nuestras opiniones. El púlpito no es nuestra tribuna improvisada. De esta
manera el predicador debe tener el compromiso de predicar la Palabra – para
exactamente y adecuadamente expresar las verdades de Dios como se han dado en
la Escritura.
Aquí hay cinco razones (adaptado de Carey Hardy) para predicar la Palabra de Dios
con fidelidad y precisión:
1 Bíblicamente – la predicación expositiva es el modelo presentado y prescrito en
la Escritura:
▪ Mat. 28:19-20 – Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
▪ 1 Tim. 4:13 – Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la
enseñanza.
▪ 2 Tim. 2:2 – Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
▪ 2 Tim. 4:1-2 – Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a
los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la
palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta
con toda paciencia y doctrina.
▪ Tito 2:1 – Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
* Un modelo expositivo de predicar se sobreentiende también en Esdras 7:10;
Nehemías 8:8; Lucas 4:16-22; Hechos 6:4; 7:2-53; 8:27-35; y Rom. 10:17.
MacArthur resume el ejemplo que encontramos en la Escritura:
[La Palabra de Dios] es lo que Jesús predicó (Lucas 5:1). Fue el mensaje que los
apóstoles enseñaron (Hechos 4:31 y 6:2). Fue la palabra que los samaritanos
recibieron (Hechos 8:14) como dada por los apóstoles (Hechos 8:25). Fue el
mensaje que los Gentiles recibieron como fue predicada por Pedro (Hechos
11:1). Fue la palabra que Pablo predicó en su primer viaje misionero (Hechos 13:5,
7, 44, 48, 49; 15:35-36). Fue el mensaje predicado en el segundo viaje misionero de
Pablo (Hechos 16:32; 17:13; 18:11). Fue el mensaje que Pablo predicó en su tercer
viaje misionero (Hechos 19:10). Fue el enfoque de Lucas en el Libro de Hechos con
respecto a que se propagó rápidamente y ampliamente (Hechos 6::7;
12:24; 19:20). Pablo tuvo el cuidado de decirle a los corintios que él habló la
Palabra como fue le dada por Dios, que no había sido adulterada y que era una
manifestación de la verdad (2 Cor. 2:17; 4:2). Pablo admitió que fue la fuente de su
predicación (Col. 1:25; 1 Tes. 2:13).
2 Teológicamente – una comprensión correcta de la Escritura nos conducirá a
predicar exposicionalmente.
▪ La Palabra de Dios es inspirada (2 Tim. 3:16; 2 Ped.. 1:20-21). Es exhalada por
Dios; Es Su misma Palabra.
▪ La Palabra de Dios es inerrante (Sal.. 19:7-9). Como originalmente revelada, la
Biblia es sin error en cualquier área, incapaz de fracasar en cualquiera de sus
partes, perfecta en cada aspecto.
▪ La Palabra de Dios es autoritaria (Sal. 119). Debido a que es la Palabra de Dios
perfecta, conlleva en ella Su autoridad.
▪ La Palabra de Dios es suficiente (2 Ped. 1:3-4; 2 Tim. 3:17; Heb. 4:12). Dios reveló
todo lo necesario para que las personas vivan una vida plena. Aún cuando
ciertos asuntos no se discuten específicamente en la Escritura, la Palabra de
Dios provee los principios necesarios para correctamente ocuparse del punto
en cuestión.
▪ La Palabra de Dios es relevante (Sal. 119:105; Is. 40:8; 2 Tim. 3:17). Porque Su
Palabra es la autoridad final en todo lo que las personas necesitan, es de
extrema importancia a todas las personas de todo los tiempos. La Escritura
se ocupa de las necesidades verdaderas de toda persona de cada período de
tiempo – a partir de la realidad del pecado y la necesidad de un Salvador.
La única respuesta correcta para creer en estas verdades acerca de la Escritura es
predicar la Escritura expositivamente – ¡y para no predicar nada más! Si el
predicador verdaderamente cree estas verdades, él querrá predicar de tal manera
que el significado del pasaje de la Biblia sea presentado enteramente y tal cual Dios
lo pretendió. Ésta es predicación expositiva.
3 Eclesiásticamente – como un líder en la iglesia, el predicador tiene una
responsabilidad de predicar exposicionalmente.
▪ Nos encontramos que en la Escritura la iglesia existe para adorar y glorificar a
Dios (1 Cor. 10:31; Heb. 13:15); para proveer un contexto de compañerismo
amoroso uno con el otro con el objeto de la edificación mutua (Efes. 3:16-19;
4:12-16); para ser un centro de entrenamiento por medio del cual las
personas puedan crecer a través de la aplicación de la enseñanza y la
utilización de sus dones espirituales (1 Cor. 12-14; Rom. 12; Efes. 4); y para
ser luz en este mundo de tinieblas, para la evangelización de los elegidos de
Dios (Mat. 5:13-16; 28:19-20; Tito 2:11-15).
▪ Pero otro propósito de la iglesia es éste: La iglesia existe para ser un depósito de
la verdad divina (1 Tim. 3:15). Si un predicador comprende este propósito de
la iglesia, él está obligado a ser un expositor.
4 Históricamente – la predicación expositiva ha sido el modelo primario de
predicar a todo lo largo de la historia de la iglesia, a partir de los profetas del
Antiguo Testamento y los apóstoles del NT.
▪ James Stitzinger, en el capítulo tres de El Redescubrimiento de la Predicación
Expositiva, provee uno exhaustivo relato de la historia de la predicación
expositiva. Él da ejemplos de predicación expositiva en el período bíblico; la
época de la iglesia cristiana temprana (100-476 D.C.); el período medieval
(476-1500); el período de la Reforma (1500-1648), incluyendo los ejemplos
de Lutero, Calvino, y Zwinglio; y el período moderno (1649-presente),
incluyendo a William Perkins, Richard Baxter, John Owen, Bunyan,
Charnock, Whitefield, Matthew Henry, John Broadus, Alexander Maclaren,
Spurgeon, Ironside, Barnhouse, Criswell, G. Campbell Morgan, Lloyd-Jones,
Stott, Boice, MacArthur, y a muchos otros. Claramente, el exponente bíblico
está en buena compañía.
▪ La conclusión de Stitzinger, después de examinar la historia de la iglesia, es de
esperarse:
Un estudio de la historia de la predicación expositiva hace constar que tal
predicación está profundamente arraigada en el terreno de la Escritura. De esta
forma, es la única clase de predicación que perpetúa la predicación bíblica en la
iglesia. A lo largo de la historia, algunos hombres bien conocidos en cada
generación representativa de un mayor cuerpo de exponentes fieles se han
comprometido a este ministerio de exposición.
Sus voces desde el pasado deberían alentar al exponente contemporáneo y
desafiarlo a alinear su predicación con el estándar bíblico. La Escritura exige nada
menos que una exposición facultada por Dios como ha sido demostrada por
aquellos santos dignos que han dedicado sus vidas a esta tarea noble.
5 Prácticamente – la predicación expositiva también tiene numerosos beneficios
prácticos.
▪ Somos responsables de la enseñanza del consejo de Dios. Esto exige un
acercamiento organizado, estratégico, expositivo. Un acercamiento “al azar”
para predicar producirán un entendimiento “al azar” de la Escritura.
▪ Promueve el nivel más alto de alfabetismo bíblico y entre nuestro pueblo.
▪ Provee responsabilidad hacia el predicador. Le hace responsable de predicar lo
que dice Dios, y no sus opiniones. También le hace surtir efecto. Es un
trabajo arduo ahondar profundamente en las verdades de la Escritura.
▪ La exposición sistemática protege al predicador. Muchos pastores tienen una
tendencia a caer en una rutina y desarrollar una mentalidad de un solo tema.
También, la exposición da protección en contra de usar la Biblia como un
club (encontrando una Escritura para reprender a alguien públicamente).
▪ Impide un inexacto uso del pasaje. No hay nada malo en usar un solo versículo de
la Escritura para establecer un punto espiritual válido. El problema es hacer
mal uso del versículo. Usted debe saber lo que un versículo quiere decir en
su contexto antes de usarlo. La predicación expositiva asegura esto.
▪ Un exponente raras veces pierde el tiempo preguntándose lo que él va a predicar
la siguiente ocasión… o de donde él obtendrá sus ideas para ver qué es lo que
va a decir.
▪ La exposición sistemática le da a las personas un apetito por la Palabra.
El Redescubrimiento de la Predicación Expositiva enlista numerosos beneficios de
la predicación expositiva de la manera siguiente:
La predicación expositiva emula mejor la predicación bíblica tanto en contenido
como en estilo. Éste es el beneficio principal. Además de esto, otras ventajas
listadas en orden aleatorio incluyen lo siguiente:
Predicación expositiva:
▪ Logra mejor el intento bíblico de predicar: Entregando el mensaje de Dios.
▪ Promueve bíblicamente la predicación autoritativa.
▪ Magnifica la Palabra de Dios.
▪ Proporciona una bodega de material de sermones.
▪ Desarrolla al pastor como un hombre de la Palabra de Dios.
▪ Asegura el nivel más alto de conocimiento de la Biblia para el rebaño.
▪ Induce a pensar y vivir bíblicamente.
▪ Promueve la profundidad y la comprensión.
▪ Da fuerza para el tratamiento textos difíciles de interpretar.
▪ Permite el manejo de amplios temas teológicos.
▪ Mantiene a distancia a los predicadores de la rutina y de los caballitos de batalla.
▪ Impide la introducción de ideas humanas.
▪ Protege en contra de una mala interpretación del texto bíblico.
▪ Imita la predicación de Cristo y de los apóstoles.
▪ Destaca lo mejor en el expositor.
Etapa 1, Paso 3: Considere el Paradigma – ¿Qué Clase de sermón predicaré?
Es importante, desde el principio, para el predicador comprender la esencia de lo
que la predicación expositiva es. El exponente deberá darse cuenta de que mientras
la exposición no está limitada a una predicación versículo por versículo, hay
numerosas ventajas para hacer de la predicación versículo por versículo un patrón
normal.
En su esencia, la predicación expositiva abarca los siguientes cinco elementos
(adaptada de Richard Mayhue):
1 El mensaje encuentra su fuente exclusiva en la Escritura.
2 El mensaje es extraído de la Escritura a través de una exégesis cuidadosa.
3 La preparación del mensaje correctamente interpreta la Escritura en su sentido
normal y en su contexto.
4 El mensaje claramente explica el significado original pretendido por Dios de la
Escritura.
5 El mensaje aplica el significado Bíblico para hoy.
Indicándolo de manera diferente, Faris Whitesell aclara lo qué la predicación
expositiva es mediante la identificación de lo que no es:
1 No es un comentario recorriendo de palabra por palabra y versículo por versículo
sin unidad, ni bosquejo, y dirección penetrante.
2 Sin comentarios divagantes y observaciones sin sentido acerca de un pasaje sin
un trasfondo de exégesis y orden lógico.
3 No es una masa de sugerencias desconectadas e inferencias basadas en el
significado superficial de un pasaje pero no mantenida por un estudio a
profundidad y amplitud del texto.
4 No es una exégesis pura, no importa cuánta erudición, si carece de un tema, tesis,
bosquejo, y desarrollo.
5 No es una simple idea general estructural de un pasaje con algunos comentarios
de apoyo pero sin otros elementos retóricos y de sermón.
6 No es una homilía tópica usando partes dispersas del pasaje pero omitiendo una
discusión de otras partes igualmente importantes.
7 No es una colección en trocitos de citas y conclusiones gramaticales de
comentarios sin una unión de estos elementos en un mensaje suave, fluido,
interesante e imponente.
8 No es una charla tipo lección de escuela dominical que no tiene un bosquejo del
contenido, informalidad, y el fervor pero con falta de estructura de sermón e
ingredientes retóricos.
9 No es una lectura de la Biblia que conecta un número de pasajes dispersos
tratando un tema en común pero falla en manejar cualquiera de ellos en una
manera cabal, gramatical, y contextual.
10 No es un devocional ordinario o charla de reunión de oración que combina
unos comentarios incoherentes, sugerencias inconexas, y reacciones
personales en un debate semi-inspiracional pero con falta del beneficio del
estudio contextual-exegético básico y los elementos persuasivos.
Con estos principios básicos como fundamento, hay muchos estilos diferentes de
predicación expositiva. Irvin Busenitz escribe esto:
Tal como una predicación versículo por versículo no es necesariamente expositiva,
predicar lo que no es versículo por versículo no es necesariamente poco
expositivo. Es cierto, algunos enfoques de actualidad no son expositivos, pero tal
necesidad no lo es y ciertamente no debería ser el caso. Ningún libro se ocupa de
temas que directamente afectan la vida diaria más de lo que lo hace la Biblia. De
esta manera, para ser efectivo, toda predicación de actualidad y enseñanza,
cualquiera que sea tema, sea temático, teológico, histórico, o biográfico, debe ser
consumido con exponer la Palabra.
El Constructor de Sermón está primordialmente diseñado para exponer versículo
por versículo. Después de todo, ésta es la forma más común de exposición. No
obstante, a los predicadores que quieren ocasionalmente predicar de manera tópica
no les debería dar miedo hacerlo – con tal de que exactamente proclamen la
Palabra de verdad, cuidándose de no sacar versículos de su contexto. Con esto en
mente, el predicador debería seguir un plan general para su exposición semanal.
Esto es medianamente fácil en una predicación versículo por versículo puesto que
el predicador simplemente comienza en el texto que sigue de donde lo dejó. Para
una predicación tópica, un buen plan requiere previsión y estrategia de oración.
Siguiendo un plan, el predicador puede de antemano comenzar a prepararse para
dar unas semanas de mensaje, y aun meses.
Considerando cual modelo este utilizando el predicador para un sermón dado (si el
de versículo por versículo o el de tópico), el predicador puede apartar el tiempo
necesario (el de tópico usualmente requiere más tiempo porque están involucrados
más pasajes) y puede determinar los pasos correctos a seguir.
Hay beneficios significativos para predicar a través de un libro de la Biblia de
principio a fin (en un estilo versículo por versículo). Lo siguiente, es adaptado de
Carey Hardy, enlista esas ventajas:
▪ Protege versículo/párrafos/capítulo en su contexto correcto.
Esto asegura una mayor exactitud en el manejo de la Escritura. Es también mejor
para la congregación, puesto que aprenderán los temas de la Biblia
organizadamente, a distinción de un acercamiento de tópico que presenta la verdad
en una forma potencialmente confusa y mixta. El progreso en aprender es más fácil
de rastrear.
▪ Usted cubre todos los asuntos eventualmente.
De hecho, al predicar sobre libros de la Biblia usted terminará tocando un mayor
número de temas que fácilmente vendrán a la mente de otra manera. La serie
predicaciones grandemente auxilia su alcance objetivo.
▪ Le permite ocuparse de las necesidades sin distinguir a cualquier individuo.
Puesto que usted se ocupa de temas tal y como aparecen en el texto, las temas
sensibles serán tratados sin la apariencia de señalar a personas o a problemas de la
iglesia.
▪ Estudiar la siguiente sección del texto ahorra tiempo contra el investigar un tema
completamente nuevo cada semana.
Cada sermón nuevo no requerirá una investigación completamente nueva sobre el
trasfondo, contexto, etc., de un texto….o una investigación nueva de la nada en otro
tema.
▪ Le evita el “agotamiento”.
Usted no tendrá que experimentar la tarea atormentadora y consumidora del
tiempo para decidir qué tema a tratar cada domingo – usted obviamente predicará
en la siguiente sección del texto.
Etapa 1, Paso 4: Considere las Personas – ¿Quién es mi audiencia?
Resumen: Mientras que el mensaje nunca debería ser determinado por la
audiencia, sino más bien por las Escrituras, el predicador ha de ser sabio para
considerar en oración a su audiencia antes de predicar. Haciendo esto, él se
recordará a sí mismo que las almas de individuos reales están en peligro, y que el
proceso de construcción del sermón es importante – porque eternamente afectará
las vidas de las personas.
El Buen Pastor no sólo conoce la verdad de la Palabra de Dios, sino también las
necesidades de las ovejas. Por consiguiente, al diligentemente estudiar, el
predicador en oración debe recordar a la audiencia hacia quien él predicará. La
construcción del sermón no debe ser un ejercicio meramente académico o
esotérico. Más bien, consiste de exponer a las personas la Palabra de Dios. Con esto
en mente, Walter Liefield escribe, “es la preocupación personal que distingue al
buen pastor del simple ministro”. David Larson nota: “El predicador debe
preocuparse por hacer un puente entre los mundos de la verdad de la Palabra de
Dios y las realidades de las vidas de las personas.
Y Juan Calvino está de acuerdo:
¿Qué ventaja habrá si nos quedáramos aquí a la mitad del día y considerando
exponer la mitad de libro sin considerarlo usted para su provecho y
edificación?… Debemos tomar en consideración a aquellas personas a quienes la
enseñanza es dirigida… Por esta razón cuidemos bien a quienes tenemos en este
cargo de enseñar, cuando hablen a las personas, deben decidir cuál enseñanza será
buena y provechosa a fin de que puedan diseminarla fielmente y con discreción
para el provecho de cada uno individualmente.
Steven Lawson agrega:
Con el fin de escoger el texto correcto para predicar, el exponente debe saber las
necesidades espirituales, la condición, y la madurez de aquellos a quienes él
predica. Antes de que haga exégesis del texto, él debe primero hacer exégesis de sus
oyentes. Él debe comprender el contexto de sus vidas si él ha de dar en el blanco
con sus palabras.
Prácticamente, esto incluye el orar por la audiencia pretendida desde el principio –
para que sus mentes puedan comprender y sus corazones puedan estar en
condición de recibir. También conlleva pensar detenidamente en la forma más
efectiva para presentarle el mensaje a una audiencia dada. En otras palabras, sin
comprometer el mensaje o diluir la verdad, el predicador trata eficazmente e
interesantemente comunicar la verdad absoluta a los oyentes.
En resumen, John MacArthur dice esto:
Pienso que las personas estarán aburridas si usted es aburrido. No tiene relación
con cuánto tiempo usted pase en un libro. Con tal de que usted este mencionando
cosas que capturen su interés y desafíen sus vidas, no les importará en qué libro
usted este predicando y por cuánto tiempo.
Etapa 1, Paso 5: Considere el Potencial – ¿Cuáles son los resultados pretendidos de
mi mensaje?
El predicador ha de ser sabio en considerar el poder del mensaje que él predica – a
saber la habilidad del Espíritu Santo para cambiar las vidas a través de la Palabra
de Dios. La meta del exponente nunca debería ser proclamarse o buscar su propia
gloria. Tales fines serviles y orgullosos no garantizan nada – excepto que Dios no
estará contento. Sin embargo, cuando el predicador fielmente y humildemente
entrega el mensaje de Dios, el potencial es infinito y eterno.
La meta del exponente siempre debería ser exaltar al Señor (1 Cor. 10:31),
explicando claramente el texto (Esd. 7:10) y exhortando a las personas a obedecer
(Tito 2:15). Ciertamente, éste es un trabajo duro – como Calvino dijo, “es
impertinente y casi blasfemo presentar el significado de la Escritura sin el cuidado
debido, como si fuera algún juego que estemos jugando”. Aún, el trabajo arduo no
lo es sin resultados. Después de todo, es el poder del Espíritu a través de la Palabra
que cambia las vidas de las personas.
Con esto en mente, Mark Steege dice esto:
A través de nuestra predicación el Señor trata de cambiar las vidas de los
hombres. Debemos ser evangelistas, para alertar a hombres sobre su llamado
supremo en Cristo. Debemos ser heraldos, proclamando los mensajes de Dios para
los hombres. Debemos ser embajadores, llamando a los hombres a ser
reconciliados con Dios. Debemos ser pastores, alimentando y cuidando de hombres
día a día. Debemos ser mayordomos de los misterios de Dios, dándole a los
hombres la Palabra correcta para toda necesidad. Debemos ser testigos,
contándoles a los hombres sobre todo lo que Dios ha hecho para ellos. Debemos ser
supervisores, hombres que insten a vivir sus vidas para Dios. Debemos ser
ministros, preparando a hombres para ministrar con nosotros a los demás. Al
reflexionar sobre cada una de estas fases de nuestro trabajo, ¡cuanto énfasis cada
uno le da a la importancia del predicar! ¡Qué gran tarea el Señor nos ha dado!
Prácticamente hablando, el predicador trata de enfatizar la verdad de la Escritura
restándole importancia a sus propias opiniones porque él se da cuenta de que sólo
la Palabra de Dios verdaderamente puede cambiar los corazones de su audiencia.
Además, el predicador tiene la intención de ser una vasija pura que el Señor puede
usar, a fin de maximizar la efectividad del mensaje.
Cuando los predicadores se desaniman por la respuesta o se desalientan por la
tarea, harían bien en recordar el impacto potencial de la Palabra de Dios que puede
tener en las vidas de las personas cuando se proclama fielmente.
Etapa 1, Paso 6: Considere el Pasaje – ¿Cuál texto voy a predicar?
Antes de comenzar a construir el sermón, el predicador debe determinar que
expondrá. Al predicar versículo por versículo, el expositor simplemente se traslada
a la siguiente sección del libro a través del cual él predica. Al predicar tópicamente,
el expositor debe decidir cual texto o textos proveen la mejor base para examinar el
tema a la mano.
En lo que se refiere a determinar qué predicar después, la exposición versículo por
versículo tiene una ventaja bien definida – el predicador simplemente comienza
donde él lo dejó. Pero ¿cómo sabe un expositor cual libro escoger? Aquí hay varias
sugerencias prácticas (adaptado de Carey Hardy):
1 Escoja un libro sabiamente. Los predicadores no deberían comenzar con los
libros más difíciles de predicar (como Ezequiel o Apocalipsis). Es
normalmente mejor comenzar con un libro práctico (como Santiago) o un
libro pequeño (como Filipenses). Los expositores deberían escoger un libro
en el que estén personalmente interesados y emocionados; uno en el que
crean que se ocupe de las necesidades de su rebaño. En todos estos,
continuamente deberían orar por la dirección de Dios.
2 Estudie el trasfondo del libro. El expositor debería empezar por leer un
comentario breve y general que le proveerá de la información de trasfondo
necesaria del libro. Obras tales como Nuevo Manual Bíblico Unger, El
Comentario del Conocimiento Bíblico (Walvoord y Zuck, eds.), El Expositor
Bíblico (Carl Henry), Reseña Crítica de Una Introducción al Antiguo
Testamento (Gleason Archer) Introducción al Nuevo Testamento (Donald
Guthrie), La Biblia de Estudio MacArthur, y Referencia Rápida de
MacArthur, etc., ayudará el predicador rápidamente a familiarizarse con el
autor del libro, los destinatarios, el tema del libro o el propósito, la fecha de
su escritura, y otro material de trasfondo importante.
3 Lea todo el libro repetidamente. El predicador no puede adecuadamente empezar
su exposición de un libro de la Biblia hasta que él primero haya leído el libro
(aun varias veces) y haga observaciones generales del mismo. El predicador
necesita estar familiarizado con el flujo general del libro y los temas diversos
de los que se ocupa. Saltarse este paso puede conducir a contradicciones
más tarde en la exposición. El exponente debería asegurarse de que su
interpretación de los temas recurrentes sea consistente.
Leyendo todo el libro y familiarizándose con el, permiten al predicador cumplir con
el principio hermenéutico más importante: El contexto. Al leer el libro, el
predicador se asegura de que él relacionará cada pasaje con el contexto global del
libro.
4 Decídase por las unidades de enseñanza. Los expositores deberían planificar a
detalle su predicación según las unidades de enseñanza dadas en el libro
escogido. En la mayoría de los casos, esta unidad es un párrafo (o incluso un
capítulo entero). Sin embargo puede haber algún debate sobre las pausas del
párrafo en algunos casos, el predicador puede encontrar las divisiones más
generalmente aceptadas en el Nuevo Testamento Griego de la Sociedad
Bíblica de la Biblia. Las traducciones inglesas como la NASB pueden notar
estas pausas de párrafo por muchos versículos.
Por supuesto, el predicador aún no desarrolla su bosquejo del sermón en este
punto durante el proceso. Esto no se puede lograr hasta que él haya estudiado el
pasaje en más detalle. Los expositores deben cuidarse de no construir bosquejos y
luego imponerlos a la fuerza en el pasaje. El bosquejo real debe ser el resultado de
un estudio exegético del pasaje. No obstante, desde el principio, el predicador
debería tener una buena idea de lo que son las unidades de enseñanza. Carey Hardy
dice esto:
Sus decisiones al respecto incluso pueden ser influenciadas por su estudio
adicional. Usted también puede encontrar a través de un estudio adicional que no
es necesario hacer al párrafo entero (o al capítulo) la unidad de enseñanza. En otras
palabras, puede haber algunos párrafos que son tan largos, o que abarcan tantos
temas, que las unidades completas más pequeñas de enseñanza realmente existen
en el párrafo, los cuales por consiguiente pueden tener sus bosquejos completos.
Steven Lawson sugiere seis formas diferentes para identificar una unidad nueva de
enseñanza:
1 Una Unidad de Tema (o sea el amor en 1 de Cor. 13 o la sabiduría en 1 Cor. 2).
2 Pregunta Retórica, Rom. 6:1
3 La forma vocativa de Dirección (Col. 3:18-4:1)
4 Los cambios repentinos, es decir, cambio en el estado de ánimo, tiempo,
posición, tema, hablante
5 Conjunción evidente, es decir, una conjunción, preposición, o un pronombre
relativo
6 Repetición y Desarrollo, lo que estaba al final del párrafo precedente
7 Escoja comentarios y otros recursos. Después de leer todo el libro y hacer las
observaciones anteriormente citadas y decisiones, el expositor entonces
debería considerar qué han dicho los demás acerca del mismo pasaje. Esto
ayuda a mantener el proceso exegético tan objetivo como sea posible. Los
comentarios proveen un recurso sustancioso de información que Dios ha
enseñado otros estudiantes de la Biblia que han trabajado en el texto antes
de usted. ¡Úselos!
Con esto en mente, Carey Hardy sugiere:
No es raro para un expositor consultar de 5 a 10 comentarios. Específicamente,
consulte un balance de respetados comentarios exegéticos, expositivos, y quizás
incluso devocionales. Las obras exegéticas son comentarios críticos que le ayudan a
investigar sobre los aspectos técnicos del lenguaje (los asuntos léxicos y
sintácticos). Los comentarios Expositivos, además de dar alguna información
exegética, le ayudan a observar el texto desde un punto de vista homilético. Los
comentarios devocionales pueden ofrecer algunos pensamientos que le den
aplicaciones de la verdad encontradas al pasaje. La mayoría de los verdaderos
expositores escogen lo que la mayoría de los comentarios utilizan lo que es
normalmente exegético en naturaleza para garantizar que están manejando el texto
correctamente (2 Tim. 2:15). También pueden recurrir a uno o dos comentarios
expositivos que le ayudarán a estimular observaciones acerca del “flujo” homilético
del pasaje. Un buen recurso para su elección inicial de comentarios a utilizar es
Comentarios para Expositores Bíblicos, por el Dr. Jim Rosscup (profesor del
Seminario El Maestro). Este libro relaciona comentarios de cada una de las tres
categorías principales mencionadas arriba. Usted encontrará una lista resumida en
el comienzo del libro, con comentarios más detallados acerca de los comentarios al
final.
Los comentarios sirven de puntos de investigación para su propia interpretación. Si
su interpretación es notablemente diferente a los grandes hombres de Dios que le
han precedido, entonces es sabio reconsiderar sus conclusiones. Aunque su
comprensión ciertamente diferirá a veces de un comentario particular que usted
este usando, sea cuidadoso en cuanto a una interpretación personal que esté
diametralmente opuesta a la mayor parte de los eruditos respetados. Esto debería
ser un catalizador para fomentar un estudio adicional. Simplemente recuerde: No
hay nada nuevo bajo el sol. Este dicho tiene aplicación para el estudio de la
Biblia.Es sabio considerar pensamientos profundos útiles sobre su pasaje de una
colección variada de fuentes. De hecho, no caiga en la rutina de leer solo obras de
su autor favorito. Ningún individuo tiene todo el entendimiento profundo sobre la
Escritura, y aun el mejor de los maestros de la Biblia puede estar mal en su
interpretación. Así es que no tema leer aquellos autores que toman posturas
opuestas a su interpretación. Esto puede estimular sus procesos de pensamiento y
así puede proveer un entendimiento profundo útil que usted previamente no pudo
haber considerado. Esto es prudente aun si el resultado final es que sus propias
convicciones han sido confirmadas.
Una vez que el pasaje ha sido escogido, el expositor está listo para empezar el
proceso de estudio a fondo de la Biblia y la interpretación (exégesis). Teniendo
preparado su corazón y mente para la tarea, se traslada de la etapa de preparación
hacia la etapa de precisión.
Etapa 2: Precisión
Después de prepararse a sí mismo para el proceso, el predicador está listo para
comenzar a investigar e interpretar el texto. Con esto en mente, William Barrick
identifica un proceso de siete pasos para un método exegético correcto:
1 Traduzca el texto
2 Observe el pasaje cuidadosamente
3 Identifique la gramática y la sintaxis
4 Examine el contexto
5 Solucione los problemas interpretativos
6 Consulte comentarios confiables
7 Evalúe sus conclusiones
Usando estos principios como un fundamento, el Constructor de Sermón los ha
reorganizado en las siguientes tres categorías:
1 Examen – ¿Qué es lo que dice el texto?
2 Explicación – ¿Qué significa el texto?
3 Exhortación – ¿Cómo se aplica el texto el día de hoy?
En todo esto, el predicador debe darse cuenta de la importancia del proceso
interpretativo/exegético. El fracaso a estas alturas garantiza que el sermón mismo
fracasará – porque la Palabra de Dios habrá sido tergiversada. De este modo, la
etapa de precisión probablemente abarcará más tiempo que cualquier otra parte
del proceso de construcción del sermón.
Con esto en mente, Andrew Bonar dice esto acerca de Robert Murray McCheyne:
Fue su deseo llegar más cerca al modo primitivo de exponer la Escritura en sus
sermones. Por lo tanto cuando uno le pregunta si él estaba alguna vez había temido
quedarse corto de sermones algún día, él contestó – “No; soy simplemente un
intérprete de la Escritura en mis sermones; y cuando la Biblia deje de fluir,
entonces lo haré”. Y en el mismo espíritu él cuidadosamente evitó el modo
demasiado común de acomodar textos – sujetando una doctrina en las palabras, no
provocándolo de la conexión obvia del pasaje. Él se esforzó en predicar la mente del
Espíritu en un pasaje; porque temía que actuar de otra manera sería entristecer al
Espíritu que lo había escrito. La interpretación era un asunto solemne para él. Y
todavía, apegándose escrupulosamente a este seguro principio, él no se sintió de
ningún modo refrenado de usar, para las necesidades de todos los días, todas las
partes del Antiguo Testamento tanto como del Nuevo. Su manera de hacerlo fue
primero averiguar la aplicación y el sentido principal, y así también proceder a
manejarla para el uso presente.
Paso 7: Examen – ¿Qué es lo que dice el texto? (Parte 1)
El contexto
Resumen: Con un pasaje escogido, el expositor debe establecer el contexto del
texto. Al hacerlo le permite interpretar el pasaje de tal manera que lo deja
consistente con el flujo del argumento inmediato, las proposiciones generales del
escritor, y la enseñanza global de la Escritura. Dicho de otra manera, el texto sin su
contexto es un pretexto.
Hay dos tipos principales de contexto que el exégeta debe examinar si él ha de
comprender correctamente el texto.
1 El Contexto Lógico. Éste es el contexto del pasaje dentro del texto – su colocación
dentro del flujo lógico de un pasaje, un libro, y aun la Biblia entera. Hay
varios círculos de contexto bíblico/lógico:
2 El Contexto Inmediato: Un expositor cuidadosamente debe examinar los pasajes
que inmediatamente preceden y siguen al texto bajo investigación. Hacerlo
permite al predicador comprender cómo el texto encaja dentro del flujo de
pensamiento del autor. De este modo, él querrá contestar preguntas como:
“¿cómo se relaciona este pasaje con el que fluye/precede inmediatamente?”
O “¿cómo explica aún más este texto o detalla el argumento o el propósito
del escritor como es desarrollado en los capítulos y versículos circundantes?”
3 El Contexto Intermedio: El expositor también debe decidir cómo el pasaje dado
encaja dentro de todo el libro. ¿Cuál es el mensaje principal del libro?
¿Cuáles son sus temas principales? ¿Cómo desarrollan los versículos bajo
investigación más allá del propósito o temas del escritor? Estas preguntas
ayudan a permitirle al expositor discernir el significado pretendido del autor
en una sección dada.
4 El Contexto Remoto: Finalmente, el predicador debe determinar
Cómo esta sección (y aun este libro como un todo) se relaciona con los otros libros
del mismo autor, todo el Testamento en donde ocurre, y aun toda la revelación
progresiva. Ciertamente, la Biblia no se puede contradecir a sí misma. Entonces,
¿por qué reveló Dios esta sección de la Escritura cuando la hizo? ¿Cómo nos
ayudan otros pasajes (de otros libros de la Biblia) a comprender el significado
pretendido del autor en este pasaje?
2 El Contexto Histórico. Es también importante para el exégeta comprender el
trasfondo histórico, geográfico, y cultural en el cual un libro fue escrito.
¿Cuándo escribió Santiago su epístola para los judíos dispersos en el
extranjero? ¿Qué estaban afrontando sus lectores en aquel entonces?
Respondiendo preguntas como estas, el predicador podrá determinar mejor
el significado pretendido del autor. A este respecto, Walter Kaiser indica: “El
sentido histórico es aquel sentido que es demandado por una consideración
cuidadosa del tiempo y las circunstancias en las cuales el autor escribió Es el
significado específico que las palabras de un autor requieren cuando el
trasfondo y el contexto histórico es tomado en consideración”.
Barrick da el siguiente ejemplo de preguntas a realizar utilizando a Filipenses 3:7-
11:
▪ ¿Cómo guarda relación este pasaje con los contextos inmediatamente
precedentes y siguientes?
▪ Cómo guarda relación este pasaje con su sección principal relacionada dentro de
Filipenses?
▪ ¿Cómo se relaciona este pasaje con toda la epístola a los Filipenses?
▪ ¿Cómo guarda relación este pasaje con el texto Paulino?
▪ ¿Cómo guarda relación este pasaje con todo el Nuevo Testamento?
▪ ¿Tiene este pasaje algunas citas o alusiones al Antiguo Testamento?
▪ ¿Cuándo escribió Pablo esta epístola? ¿En qué período de tiempo dentro de su
vida y ministerio?
▪ ¿Tiene alguna relación el contexto geográfico, histórico, o cultural de Filipos en
este pasaje?
▪ La mención previa de elementos judíos en el trasfondo de Pablo ¿afecta el
vocabulario o los conceptos en este pasaje?
Estableciendo el trasfondo, el expositor ahora está en condición de investigar los
elementos específicos del pasaje. Pasando por alto el contexto, sin embargo, puede
dar como resultado una lectura errónea y peligrosa del texto. No es de extrañarse,
entonces, que John MacArthur diga: “el Contexto es el principio hermenéutico más
importante. Leyendo y familiarizándose con el libro entero, el expositor puede
relacionar cada pasaje con el contexto global del libro”.
Paso 8: Examen – ¿Qué es lo que dice el texto? (Parte 2)
Traducción, Observación, e Identificación
Resumen: Habiendo investigado el contexto histórico y bíblico, el exegeta
profundiza en los detalles del pasaje que está siendo estudiado. El propósito de
estos detalles no es simplemente para adquirir información, sino más bien para
averiguar el significado correcto del todo examinando las partes. Este examen
incluye el traducir el texto, haciendo observaciones acerca del texto, e identificando
elementos gramaticales y sintácticos cruciales dentro del texto.
Con el contexto en mente, el predicador está ahora en condición de comenzar a
examinar los aspectos específicos del texto bíblico – un examen que incluye
traducción, observación, e identificación.
Traducción. Al aspirar al nivel más alto de exactitud interpretativa, es importante
que el expositor relacione el pasaje en su forma original – ya sea en hebreo,
Arameo, o griego. Mientras que este proceso será más fácil para aquellos que han
sido adiestrados en los lenguajes originales, numerosas herramientas están
disponibles para aquellos con sólo un poco o ningún entrenamiento especializado
(como Biblias interlineales, guías que analizan gramaticalmente, ciertas Biblias de
estudio, y comentarios útiles).
Al traducir el texto del original, el expositor busca palabras claves (información
léxica) y frases clave (información sintáctica y gramatical). El traductor también
debería comparar su traducción con una traducción inglesa literal (como el ESV,
NASB, o NKJV en español la LBLA, RVA). Al hacerlo, el exégeta debería
“determinar descubrir la base para cualquier variante textual seguida por la
traducción o sugerencia en los márgenes de la traducción” (Barrick).
Observación. Habiendo traducido el texto del lenguaje original, el predicador
debería pasar tiempo simplemente haciendo observaciones acerca del texto. Esto
empieza con leer y releer el pasaje hasta que el exégeta está saturado con su
contenido; permite al estudiante de la Biblia contestar las preguntas: ¿Quién?,
¿Qué?, ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Por qué?, ¿Y ¿Cómo? Aquí hay algunos marcadores
sugeridos para buscar en el texto:
▪ Conectando palabras – “y”, “pero”, “por tanto”, “para,” y otros.
▪ Los verbos – note el tiempo, voz, ya sea singular o plural, y asegúrese que usted
conozca su significado
▪ Los patrones en el contexto – busque formas similares del verbo en el pasaje,
como los cinco participios que se despliegan en Efesios 5:19-21
▪ Palabras repetidas – note palabras que se repiten dentro de un versículo o dentro
de un contexto.
▪ Palabras que un escritor dado tiende a usar – por ejemplo, Mateo es el único
escritor de los evangelios que usa la frase “reino de los cielos”
▪ Contrastes.
▪ Comparaciones.
▪ Mandamientos.
▪ Exhortaciones.
▪ Artículos definitivos o la falta de ellos.
▪ Adjetivos.
▪ Nota: Lo que el versículo no dice también puede ser importante.
Observando lo que el texto mismo dice, el predicador tiene una base objetiva sobre
que declarara de las verdades de al Palabra de Dios – en vez de simplemente
subjetivamente afirmar: “esto es lo que tal y cual me quiere decir a mí”.
Identificación. Después de hacer observaciones generales referente a la estructura y
al flujo del pasaje, el exégeta debe identificar palabras claves y frases dentro del
pasaje – explicando sus relaciones léxicas y sintácticas del uno para con el otro.
Puesto que Dios eligió comunicarse usando lenguaje humano, el predicador puede
comprender mejor el significado de un pasaje identificando las palabras claves y las
frases en ello.
Dr. Barrick provee siete aspectos de este paso durante el proceso:
1 Pregunte: “¿A que se relaciona cada palabra, frase, cláusula, frase, y párrafo? ¿En
que manera? ¿Con que propósito?”
2 Pregunte: “¿Dónde está la prominencia o el énfasis?” Ponga atención al orden de
palabras y al uso de palabras acentuadas.
3 Determine qué idiomas son utilizados en el pasaje.
4 Determine la forma literaria (el género) del pasaje. ¿Es texto narrativo, de poesía,
de profecía, o de alguna otra cosa?
5 Determine qué fuentes literarias (quiasma, repetición, inclusión, asonancia,
paralelismo, etc.) se usan en el texto.
6 Realice un estudio de palabra para cada palabra clave en el texto. Recuerde que
muchas palabras no tienen una gran “pepita de oro” de verdad exposicional
fuera de su uso dentro de la proposición y el contexto del pasaje.
Indique el argumento y/o el desarrollo del tema concisamente y en sus propias
palabras.
Paso 9: Explicación – ¿Qué significa el texto?
Consulte, Resuelva, y Evalúe
Resumen: Habiendo identificado las palabras claves y las construcciones
gramaticales dentro del pasaje, el exégeta debe solucionar cualesquier dificultad
interpretativa restante en el texto. Este proceso implica la consulta de comentarios
diversos (y otros recursos), listando todas las posibles interpretaciones de la
palabra dada o frase (junto con el apoyo exegético para cada interpretación), y
luego escogiendo la solución preferida. Una vez que este proceso esté completo, y el
exégeta crea que él tiene una comprensión a fondo de cada parte del pasaje, él
deberá resumir y evaluar sus conclusiones.
Durante la observación, el exégeta ha identificado palabras claves y frases dentro
del texto – los elementos léxicos y sintácticos que él cree son cruciales para
determinar el significado del pasaje. Averiguar la importancia de cada uno de estos
elementos (con relación al significado del pasaje), es la esencia de la explicación.
En términos generales, el significado se aclarará durante la etapa de observación:
Al ser identificados los términos cruciales y las estructuras y cuando las preguntas
sean hechas y sean contestadas.
Por supuesto, numerosas preguntas pueden quedar después de que el paso de
observación sea completado. El exégeta puede haber identificado numerosas pistas,
pero todavía puede tener curiosidad en lo que se refiere a su significado o su
importancia. En este punto, el estudiante de la Biblia debe consultar, debe resolver,
y debe evaluar.
Consulte. Con observaciones y preguntas hechas, el exégeta ahora deberá recurrir a
las muchas herramientas útiles disponibles para él. Estos incluyen comentarios,
lexicos, diccionarios de la Biblia, enciclopedias de la Biblia, y concordancias. En
este proceso pueden surgir nuevas observaciones, y la mayor parte de las preguntas
iniciales del exégeta deberían ser contestadas. Claro, el intérprete debería enfatizar
la investigación en comentarios conservadores lo más posible, al darse cuenta de
que teológicamente los comentarios liberales pueden ofrecer una buena cantidad
de material sano acerca del lenguaje original y su uso.
Resuelva. Cuando una pregunta en el texto es contestada de manera diferente por
dos comentaristas diferentes (de manera que las dos interpretaciones no puedan
ser ambas correctas), el exégeta ha de determinar cuál interpretación es más
conveniente para el pasaje. Comprendiendo incluso que aun los buenos
comentaristas no siempre están de acuerdo, el estudiante de la Biblia debería
enlistar todas las soluciones potenciales para cada problema interpretativo
importante (junto con las argumentos exegéticos ambos tanto en favor como en
contra de cada solución potencial). Analizando el soporte exegético para cada
solución (al mismo tiempo con mucha oración), el exégeta debe escoger la solución
que él crea que mejor encaje en la evidencia en el pasaje (léxicamente,
sintácticamente, y contextualmente).
Resuma y Evalúe. Con sus preguntas contestadas y el significado del pasaje
comprendido, el exégeta debeá resumir sus conclusiones tan concisamente como
sea posible. Esta frase resumen (o párrafo) proveerá la base para la proposición de
su sermón. (Las proposiciones son discutidas en el paso 11.) En este momento, el
expositor también deberá revisar sus observaciones y las conclusiones sacadas de
esas observaciones. Habiendo consultado otros recursos, él puede necesitar
cambiar o refinar algunos de sus suposiciones iniciales. Barrick agrega este
comentario útil: “Reconozca cualquier incertidumbre, ambigüedad, falta de
conocimiento, y / o la necesidad de información adicional. Bosqueje un método
para dirigir una investigación adicional”.
Paso 10: Exhortación – ¿Cómo se aplica el texto el día de hoy?
El resumen: Después de identificar los elementos claves dentro del pasaje
(observación) y determinar lo que quiere decir (explicación), el exégeta también
debe averiguar su importancia para la vida del cristiano (aplicación). Haciendo así,
el predicador deberá empezar por reconocer la aplicación pretendida para la
audiencia original antes de identificar los principios que se aplican a los cristianos
de hoy.
La exégesis, con el objeto de predicar, no se detiene con simplemente comprender
el texto (tanto en sus detalles y en su significado). Después de todo, el propósito de
la exégesis no es meramente inundar a la congregación de datos, sino más bien
para llevar la verdad absoluta sobre sus vidas. De este modo, exponer
correctamente a la audiencia de uno a la Palabra incluye tanto una explicación de lo
que significa el texto como también una explicación de cómo debería afectar el
texto a las personas.
John MacArthur da instrucción práctica a este respecto:
Después de la observación y la interpretación viene aplicación. El estudio de la
Biblia no está completo hasta que la verdad descubierta sea aplicada a situaciones
de la vida. La aplicación contesta la pregunta: “¿Cómo determinada verdad se
relaciona conmigo?” Las siguientes preguntas ayudarán a aplicar las verdades
descubiertas en el estudio de la Biblia:
1 ¿Hay ejemplos a seguir?
2 ¿Hay mandatos que obedecer?
3 ¿Hay errores que evitar?
4 ¿Hay pecados que abandonar?
5 ¿Hay promesas que reclamar?
6 ¿Hay pensamientos nuevos acerca de Dios?
7 ¿Hay principios de acuerdo a los cuales hay que vivir? . .
Las habilidades excelentes de estudio de la Biblia son el fundamento en el cual los
buenos sermones expositivos se forjan. El predicador expositivo es, por definición,
un estudiante experto de la Biblia. Él interpreta la Escritura con exactitud, aplica
sus verdades en su propia vida, y luego las proclama para su congregación.
Etapa 3: Producción
Habiendo estudiado atentamente el texto, y habiendo tenido averiguado su
significado, el expositor ahora debe tratar de organizar la información de tal
manera en lo que se refiere a explicar eficazmente la verdad absoluta para su
audiencia. Usando los ladrillos y el mortero de la exégesis, el expositor trabaja
duramente para construir un sermón que ejerce el peso lleno del pasaje sobre las
vidas de su congregación. Con el fundamento exegético establecido, el proceso de
construcción del sermón requiere al menos tres elementos:
▪ El armazón – la proposición y bosquejo
▪ El flujo – señala el desarrollo y las transiciones lógicas
▪ Los Toques Finales – la introducción y la conclusión
Referente a la importancia de esta etapa en el proceso de construcción del sermón,
John MacArthur dice:
Predicar un mensaje expositivo consiste mucho más que estar en el púlpito y
revisar los puntos importantes, los detalles, y los componentes descubiertos a
través de la investigación. Ni un estudio de palabra ni un comentario directo sobre
un pasaje es, en sí, un sermón expositivo. . . .La tarea del predicador expositivo es
tomar el montón de datos sin procesar del texto y llenar la brecha entre la exégesis
y la exposición.
Paso 11: El Armazón (Parte 1)
Creando la Proposición
Resumen: Un sermón expositivo efectivo comienza con una proposición concisa y
(o declaración de la tesis) textualmente conducida. Esta proposición debería
reflejar la idea central del pasaje, y debería convertirse en el tema central del
sermón. Es la declaración o la frase orientadora alrededor de la cual el sermón es
esbozado y desarrollado.
Una buena proposición empieza por identificar la idea central del pasaje que está
siendo predicada. Algunas veces esta idea central viene de una declaración sola en
el pasaje, o algunas veces de un contexto amplio. Enfocando la atención en esta
idea central, el exponente asegura que su mensaje no perderá el punto central
pretendido por el autor. De esta manera, Donald McDougall escribe:
Nuestra tarea no es crear nuestro mensaje; Es más bien para comunicar el mensaje
del autor.
Nuestra tarea no es crear un tema central; más bien debe: 1. descubrir el tema
central del autor, 2. crear un mensaje alrededor de ese tema, y, 3. hacer de ese tema
la parte central de todo lo que tenemos que decir.
Una vez que la idea central del pasaje ha sido determinada, el expositor está listo
para desarrollar su proposición homilética (predicación). Habiendo averiguado la
idea clave del argumento del autor, el expositor ahora compone una frase integral
que refleje el tema o la idea principal del texto como el expositor tiene la intención
de darlo. La proposición homiletica es ligeramente diferente a la idea central del
pasaje porque tiene en mente a la audiencia del predicador (mientras que el texto
original no hace).
John MacArthur dice esto acerca de la importancia de una proposición homiletica:
Los expositores son unánimes en la necesidad de cada sermón de incluir una
proposición o una idea principal. Ante todo, asegúrese de que cada mensaje
expositivo tiene un solo tema sea evidente a fin de que su congregación sepa
exactamente lo que usted esta diciendo, cómo usted lo ha respaldado, y cómo es
aplicable a sus vidas. La cosa que mata a las personas en lo que algunas veces es
llamado predicación expositiva es vagar al azar a través de un pasaje.
De este modo la proposición homilética debería reflejar tanto el propósito del texto
como el propósito del sermón.
Carey Hardy da los siguientes consejos prácticos para crear una proposición.
▪ La proposición es una sola frase que funciona como la bisagra entre la
introducción y el cuerpo de un mensaje.
▪ La proposición es una declaración del objetivo del sermón.
▪ No es una reafirmación del título.
▪ Dirige la atención al cuerpo.
▪ Es una oración simple indicando el tema para ser amplificado, explicado, o
demostrado.
▪ El tema es el tema global (por ejemplo la fe). . . La proposición limita el tema, le
da la meta al tema (por ejemplo tres aspectos de fe).
▪ En lo que se refiere a la organización real del sermón, la declaración de la
proposición es la característica más importante.
▪ La proposición puede ser expresada en más que una forma.
o Declaración – En este pasaje examinaremos cuatro características de un hombre
de integridad que nos ayudará a comprender lo que quiere decir ser un hombre
conforme al corazón de Dios.
o Pregunta – ¿Cuáles son algunas razones para confiar en Dios cuando usted está
en el centro de una prueba?
o Exhortación – Al estudiar este pasaje, comprométase a seguir estos cuatro pasos
para resolver el conflicto en su matrimonio:
o Exclamación – ¡Qué alegría es contemplar las tres pruebas de la soberanía de
Dios que encontramos en este pasaje!
▪ La proposición debería ser expresada tan concisamente y claramente como sea
posible.
▪ La proposición contiene una “palabra clave”…un sustantivo plural…por ejemplo,
4 razones, 3 hechos, 6 ingredientes, 3 elementos, etc.
▪ La palabra clave es siempre un sustantivo plural que caracteriza los puntos
principales.
Paso 12: El Armazón (Parte 2)
Construyendo Un Bosquejo
Resumen: Después de determinar una declaración proposicional apropiada, el
expositor debería construir un bosquejo que apoye y amplíe esa proposición. Estos
puntos deberían reflejar la estructura y el énfasis del pasaje, y por consiguiente
deberían apoyar naturalmente al argumento principal del pasaje. La información
exegética entonces será más tarde añadida a este bosquejo.
Con la proposición en mano, el expositor ahora debe construir un bosquejo que
refleje la estructura del pasaje que está siendo predicado. Puesto que la proposición
centra el bosquejo sobre la idea central del texto, (si correctamente refleja el
pasaje) se apoyará y se expandirá sobre la proposición naturalmente. El bosquejo
homilético debería ser fácil de entender y fácil de recordar. Después de todo, su
propósito es primordialmente para ayudar al oyente a seguir el flujo lógico del
pasaje.
Un buen bosquejo claro le proveerá varias ventajas bien definidas al predicador
expositivo: 1) permitirá que tanto el predicador como la audiencia sepan
exactamente hacia dónde se dirige el mensaje, 2) eso ayudará a asegurar que el
predicador enseñe el mensaje del texto y no sus propias ideas, y 3) permitirá que
los oyentes comprendan, recuerden, y apliquen mejor el sermón.
Con esto en mente, cada punto de un bosquejo efectivo de sermón deberá
coordinarse con la proposición, deberá ser paralelo con los otros puntos del
bosquejo, fluirá directamente del texto, y debería ser fácil de entender y de
recordar.
Carey Hardy proporciona los siguientes recordatorios útiles al construir un
bosquejo:
▪ Hay más que un solo bosquejo homilético posible.
▪ El bosquejo debería reflejar un análisis sintáctico.
▪ El expositor nunca debería imponer un bosquejo a la fuerza en un texto.
▪ Cada punto central debería servir para un propósito específico – para cumplir
con la proposición.
▪ Hay tres tipos primarios de puntos principales:
o Marcadores del texto
Ejemplos:
1 La Esencia Básica de la Depravación
2 La Extensión Generalizada de la Depravación
3 El Fin Aleccionador de la Depravación
4 La Necesidad única del Amor Cristiano
5 El Carácter Distintivo del Amor Cristiano
6 La Prueba Aleccionadora del Amor Cristiano
o Declaraciones/Preguntas
Ejemplos:
1 La oración es Exhaustiva
2 La oración es Demandada
3 La oración es Efectiva
4 ¿Qué es lo que Dios Espera que usted haga?
5 ¿A Dónde Espera Dios que Usted vaya?
6 ¿Por qué espera Dios que usted Obedezca?
o Instrucciones
Ejemplos:
1 Comprenda el proceso de Dios
2 Acepte la Voluntad de Dios
3 Dependa de la Fortaleza de Dios
4 Imite el amor de Dios
5 Sea Genuino
6 Sea Sacrificado
7 Sea Diligente
El predicador debe ser cuidadoso de que los puntos del bosquejo no sean
demasiado complicados y que los puntos principales sean claros.
Deberá tratar de mantener los puntos iguales siempre que sea posible.
Cualesquier puntos subordinados deberían guardar relación con el punto central.
Demasiados subpuntos son difíciles.
Paso 13: El Flujo (Parte 1)
Desarrollando los Puntos
Resumen: Con un bosquejo diseñado, el expositor debe desarrollar cada punto en
una manera que sea lógica y precisa al pasaje bíblico. Tal desarrollo usualmente
requiere cinco elementos: 1) observación, 2) explicación, 3) argumentación, 4)
aplicación, e 5) ilustración. Desarrollando cada punto de esta manera, el expositor
comienza con el texto bíblico como su autoridad, y termina explicando y aplicando
la verdad absoluta a su audiencia.
Habiendo identificado cuales serán sus puntos, el predicador no puede
simplemente detenerse sin añadirle la carne a los huesos. Hay al menos cinco
partes claves de este proceso para el desarrollo (adaptado de Tom Pennington). Los
primeros dos de estos elementos han sido combinados porque fueron detallados en
la sección de “exégesis” del Constructor de Sermón.
La Observación y la Explicación. Con cada punto de su bosquejo, el expositor debe
empezar por señalar y explicar la información exegética pertinente – los datos que
él recabó durante su estudio. Haciendo esto, él le dice a su audiencia tanto lo que el
texto dice como lo que quiere decir. Ésta es la carne del sermón, el fundamento
sobre el cual el bosquejo es desarrollado. Si el expositor debe dar marcha
cualquiera de los pasos del proceso de construcción del sermón, esto no debe ser
momento.
La argumentación. El propósito de la argumentación es decirle a la audiencia por
qué deberían creer la interpretación que están recibiendo del predicador – “para
convencer al oyente que su interpretación se conforma el resto de la Escritura y
deberían aceptarla como la verdad” (Pennington).
Las herramientas que el expositor utilice para apoyar sus afirmaciones
primordialmente deberían constar de pasajes paralelos de la Escritura y otras
referencias cruzadas que apoyen el punto que se este estableciendo. Las
herramientas secundarias podrían incluir comentarios, teologías sistemáticas,
historia de la iglesia, y aun deducciones lógicas.
La ilustración. El flujo del sermón consiste no sólo en transiciones suaves, sino que
también en ilustraciones pertinentes – los retratos hablados y las anécdotas que le
ayuden a la audiencia a entender mejor la verdad que está siendo dada. Las
ilustraciones proveen un descanso mental para la audiencia, por consiguiente
auxilian tanto en su atención como en comprensión.
Mientras que la premisa o principio básico de cualquier sermón seguramente no
debería ser historias, las ilustraciones no obstante sirven para un papel secundario
importante. De hecho, las ejemplificaciones funcionan en diferentes formas. Por
ejemplo, ayudan a hacer de la verdad interesante y concreta así como también
memorable. Ayudan a la audiencia a guardar relación a lo qué de otra manera
podría ser aparentemente conceptos abstractos. Al clarificar, humanizar, o
enfatizar ciertos conceptos, las ilustraciones proveen al expositor de una
herramienta comunicativa poderosa. Con esto en mente, John Broadus escribió:
Las buenas ilustraciones son más fáciles de recordarse que los dichos brillantes del
argumento.No es una experiencia rara en los predicadores encontrarse con que sus
frases más finas y la mayoría de las observaciones profundas fácilmente se borran
de la memoria, mientras alguna anécdota aparentemente trivial o una ilustración
permanecen. Si estos pueden ser hechos tan apropiados como necesariamente para
recordar el argumento o línea de pensamiento, tanto mejor.
Las ilustraciones mismas incluyen todo desde imágenes verbales y alusiones
históricas hasta anécdotas y experiencias personales. Pueden ser encontrados en la
Biblia misma, de la observación de todos los días, en periódicos y libros, y aun de la
imaginación del expositor. Las ilustraciones son ventanas dentro del sermón,
dejando a los oyentes visualizar lo que oyen. Ayudan a que la audiencia a vea lo que
el orador está diciendo.
He aquí algunos consejos prácticos para usar ilustraciones:
1 Una ilustración debería ilustrar un punto, no sólo debería ser una historia
aleatoria.
2 Una ilustración debería dirigir la atención a la idea detrás de ella, no hacia sí
misma.
3 Una ilustración debe tener sentido si ha de ser efectiva.
4 Una ilustración debería ser convincente, aun si la situación es imaginaria.
5 Una ilustración debería ser interesante, no aburrida u abusar.
Tom Pennington enlista varios malos usos y escollos de las de ilustraciones.
Malos usos:
1 Manipular las emociones de los oyentes
2 Conmocionar al oyente
3 Relatar una historia interesante aún cuando no tiene nada que ver con el punto
del sermón
4 Para rellenar un mensaje pobremente preparado
5 Simplemente para hace reír
Escollos:
1 Incluir demasiados
2 Incluir hechos inexactos
3 Anunciar que una ilustración viene (en vez de simplemente empezar la
ilustración)
La Aplicación. Finalmente, cada punto del sermón debería ser aplicado a la
audiencia, queriendo decir que el predicador debería decir a sus oyentes qué hacer
con la verdad que han escuchado. Después de todo, Dios pretende que la enseñanza
de Su Palabra sea aplicada (Rom. 4:23-24; 15:4; 1 Cor. 9:9-10; 10:6, 11).
Pennington da los siguientes consejos prácticos para aplicarle los puntos de un
sermón:
La definición de la aplicación (de John Broadus):
▪ Enfocando las afirmaciones de la verdad – la aplicación correcta, en la cual uno
muestra al oyente como las verdades de un sermón se aplican a el.
▪ Sugiriendo formas y medios – la conclusión del mensaje en Sal. 119; la
conclusión de 1 Cor. 12; – sugerencias prácticas con respecto al mejor modo
y la medios para realizar el deber urgido.
▪ Persuadiendo a la respuesta vital – la persuasión en el sentido de súplica moral y
espiritual para la respuesta correcta.
Los principios orientadores de la aplicación:
1 Debería fluir del propósito del autor.
2 Debería ser apropiado para la audiencia.
3 Debería estar colocado en el mensaje donde mejor sea apropiado para el texto.
Las fuentes para la aplicación:
1 Aclare la aplicación en el texto mismo.
2 Sus propias experiencias espirituales (cf. 1 Cor. 10:13).
3 La observación de su audiencia.
4 La observación de la cultura.
5 Los comentarios y otros recursos.
Paso 14: El Flujo (Parte 2)
Estudiar las Transiciones
Resumen: Con los puntos del bosquejo desarrollado, el expositor, al menos, debería
pensar detenidamente cómo efectuará una transición de un punto a otro. Las
tangentes aleatorias, una falta de paralelismo entre los puntos, y las ilustraciones
que no tienen aplicación lastimarán el flujo lógico del mensaje. Pensar
detenidamente en las transiciones con anticipación minimizará las distracciones
innecesarias durante la entrega del sermón.
Si el bosquejo es la estructura, y la investigación provee las tablas, entonces las
transiciones son los clavos. Pegan todo. Sin buenas transiciones el sermón sonará
como a una conglomeración agitada de ideas inconexas, y la audiencia se
encontrará perdida y confundida mientras se preguntan: “¿De dónde vino eso?”
Con respecto a la importancia de las transiciones suaves, John Broadus escribió:
La transición puede ser formalmente definida como tanto el acto y el medio de
moverse de una parte del sermón hacia otra, de una división hacia otra, y de una
idea hacia otra. Las transiciones son para los sermones lo que las coyunturas son
para los huesos del cuerpo. Son los puentes del discurso y por ellos las maniobras
del predicador de punto por punto.
Aquí hay algunos consejos útiles para recordar cuándo pensamos detenidamente
en las transiciones de un sermón:
▪ Asegúrese de que los puntos de su bosquejo son paralelos. Si no lo son, será
difícil de efectuar una transición entre ellos de una manera clara.
▪ Sea creativo en la manera en que usted efectúa una transición. No diga
repentinamente: “punto 2” e inicie un pensamiento nuevo. Más bien, las
buenas transiciones son claras, en lo referente a que un punto nuevo está
claramente siendo discutido y evidentemente sutil, en lo referente a que no
son desagradables para la audiencia.
▪ Asegúrese de que la transición retroceda en círculo a atraer a alguien en la
audiencia que pudo haberse distraído y pudo haber perdido el flujo de
pensamiento durante el último punto.
▪ Asegúrese de que su transición se relacione de manera lógica a todo su discurso.
(i.e. Si usted inicia un punto central nuevo, debería relacionarse de vuelta
con su tesis de manera lógica. Si usted está comenzando un sub-punto
nuevo, lógicamente debería relacionarse con el punto central de manera
lógica en el cual está.)
Paso 15: Los Toques Finales
Escribiendo la Introducción y la Conclusión
Resumen: Sólo después de que el cuerpo del mensaje haya sido completado el
expositor está en condición de componer su introducción y su conclusión. La razón
de porque hasta que él termine el cuerpo de su sermón, él no sabe correctamente lo
que él estará introduciendo o concluyendo.
El paso final en el proceso de construcción del sermón es la adición de una
introducción y una conclusión. Con el cuerpo del mensaje terminado, el expositor
está ahora en condición de escribir tanto una conclusión como una introducción
apropiada para su sermón.
La Introducción. En su nivel más básico, la introducción debería hacer al menos
dos cosas. Primero, debería asegurar el interés de la audiencia con respecto al tema
que este tratando. A través de una ilustración interesante, estadística, o algún otro
medio, la introducción del expositor debería convencer a su audiencia de que el
resto de su mensaje es digno de escuchar. En segundo lugar, debería presentar un
plan hacia dónde el mensaje se dirige. Usualmente, esto es algo tan simple como
indicar la proposición, aunque puede incluir una visión general del bosquejo
entero.
Tom Pennington da varios consejos útiles para las introducciones:
▪ Debe ser diseñado para lograr tres cosas:
o Capte la atención del oyente y obtenga su interés – pero evite el sensacionalismo
o Cree una necesidad; ¿Por qué le debería escuchar?
o Introduzca el tema del pasaje y el cuerpo del sermón
▪ Debería hacer una impresión dominante a través de un foco estrecho en un solo
tema.
▪ Si es una serie, la introducción debería hacer la conexión con mensajes previos.
▪ Se sacó de: Las situaciones y las experiencias de la vida, los trasfondos históricos,
las biografías, los hechos noticiosos, las citas, las referencias de literatura,
geografía, cultura, costumbres, materiales de trasfondo, anécdotas,
incidentes humorísticos, declaraciones sorprendentes.
▪ Es importante hacer una transición suave para la proposición…y la proposición
necesita ser determinada con precisión.
▪ La introducción debería terminar con la proposición y la frase de transición.
▪ Debería ser de una longitud apropiada – tan resumido como sea posible….tan
largo como sea necesario.
▪ En la mayoría de los casos, es mejor redactar la introducción (pero trate de no
simplemente leer la introducción).
La Conclusión. En contra de lo que algunos puedan pensar, la conclusión debería
ser el clímax del sermón (y no simplemente una declaración resumida etiquetada
agregada hasta el fin). Mientras que ciertamente incluye un resumen total del
mensaje, también debería incluir una llamado a poner en acción – recordándole a
la audiencia que, basado en el peso de la evidencia en el sermón, cierta aplicación
es requerida. ¿En otras palabras, la conclusión debería proveer a la audiencia de un
final y culminante, “¿y ahora que?”
Aquí hay algunos consejos útiles para una conclusión apropiada:
o Nunca debería ser espontánea, sino siempre cuidadosamente preparada.
o Debería ser un final natural para el sermón, no un alto abrupto.
o Debería ser personal en su meta – la meta es alcanzarle e impactarle a cada uno y
a todo individuo de la audiencia.
o El llamado a la acción debería ser el clímax del sermón.
o La conclusión no debería salir a la luz, no sea que los oyentes no dejen de
escuchar la conclusión completa.
o Normalmente debería incluir una súplica para que los incrédulos se arrepientan.
o Debería ser una súplica evidente, enérgica, y natural del predicador hacia su
congregación, emergiendo de y basándose del cuerpo de su sermón.
o El predicador siempre debería intentar tener la última línea de su conclusión
escrita (a fin de evitar innecesario desvarío).
Etapa 4: La Presentación
Consejos Prácticos para la Entrega del Sermón
El resumen: Con el estudio completado y el sermón construido, el expositor está
todavía sin acabar con su tarea. Permanece otro aspecto crucial para el sermón
para completar el proceso de construcción – a saber, la entrega. Al comunicarse
eficazmente, al menos siete cosas esenciales deberían ser consideradas: La
preparación, la perspicuidad, el equilibrio, la proyección, ayudas visuales, los
parámetros, y la pasión.
El sermón no está realmente terminado hasta que sea entregado. Ciertamente, la
presentación no es el paso más importante durante el proceso. Si la exégesis es
incorrecta o la exposición pobremente elaborada, la presentación fracasará. Aún, al
mismo tiempo, el expositor constantemente debe tratar de ser un comunicador
excelente – no con el objeto de asombrar a las personas con su habilidad, sino más
bien que la verdad de la Palabra de Dios pueda ser claramente expresada al pueblo
de Dios.
Para comunicarse eficazmente, hay varios aspectos de entrega que deberían ser
considerados.
La preparación. Habiendo estudiado correctamente para su sermón, el predicador
también debe afirmar su mensaje con oración, debe asegurarse para iniciar el
proceso lo suficientemente temprano para no sentirse apresurado, asegúrese de
obtener un buena descanso la noche anterior, y revisar sus notas de antemano a fin
de sentirse cómodo con ellas al predicar. Preparándose correctamente
(mentalmente, físicamente, y espiritualmente), el expositor estará mucho más en
condición de comunicarse eficazmente.
La perspicuidad. La claridad de pensamiento y palabra es la parte más importante
de la entrega – expresando la verdad de la Palabra de Dios en una manera en que la
audiencia pueda comprender. Esto, claro está, fluyen de tener un buen bosquejo y
las buenas transiciones. Sin embargo, el expositor también debería conocer a su
audiencia: Usando un lenguaje con el cual les sea familiares e ilustraciones con las
cuales puedan tener relación.
El orador también debería hablar en voz alta y claramente. Él no debería temer o
distraerse por el micrófono. Y él debería adiestrarse a evitar errores verbales
comunes, como utilizar la palabra “mm,” apresurar su discurso, o hablar entre
dientes.
El equilibrio. El predicador debe presentarse decentemente y con dignidad, no en
una manera envanecida o arrogante, sino en una manera tal que ni su oficio o el
mensaje sea trivializado o desdeñado en su relato. Su postura debería ser correcta y
su contacto visual directo. Su entrega debería hacerse con confianza y convicción,
siendo dada en una manera organizada y natural. Además, el expositor debería
abstenerse de degradar o exaltarse por sí mismo, ya sea a través de sus palabras,
sus acciones, o su vestir (la ropa debería estar limpia, y apropiada para la ocasión).
El mensaje mismo es lo que es importante. Con un equilibrio correcto, el mensaje
es comunicado eficazmente sin el excesivo enfoque colocado en el mensajero.
La proyección. La predicación debería ser natural – en lo referente a que no sea
falsa o forzada, sino más bien una ampliación de estilo normal de comunicación del
orador. Sin embargo, cada parte del mensaje (como la intensidad, el volumen, la
expresión facial, y los movimientos de la mano) debe ser ampliado (especialmente
para audiencias grandes) a fin de que cada individuo en la congregación reciba el
mensaje.
Ayudas visuales. En algunas ocasiones, es apropiado para el expositor utilizar
ciertas ayudas visuales para auxiliar en la comunicación de su mensaje. Esto puede
ser algo tan simple como o una proyección de PowerPoint del bosquejo. Cualquier
ayuda visual, por muy simple o complicada que sea, el expositor debe asegurarse de
que está en su lugar y en condiciones antes de que él comience su mensaje. Nada es
más divertido o bochornoso que una ayuda visual que deja de funcionar.
Los parámetros. Dependiendo donde y cuando el sermón sea dado, el expositor se
adapta dentro de los parámetros de cualquier situación en particular. Tales límites
incluyen cuánto lenguaje corporal y expresión usará, qué tan largo será el sermón
que dará, las palabras que él elegirá decir, etcétera. Por ejemplo, los chistes pueden
ser apropiados para introducir un mensaje a la juventud en una noche de
miércoles, pero no serían apropiados durante un discurso en un funeral. Los
expositores que saben los límites de cada situación podrán maximizar su
comunicación dentro de esa esfera dada.
La pasión. El expositor debe predicar apasionadamente si él espera que su
congregación responda apasionadamente. Después de todo, si el predicador mismo
no puede entusiasmarse acerca de lo que él ha estado estudiando, por qué las
personas deberían entusiasmarse acerca de eso. En cuanto que su mensaje
exactamente refleje las Escrituras, el expositor puede estar confiado de que su
mensaje conlleva la autoridad de Dios. Así, habiéndolo aplicado a sí mismo, él
puede aplicarlo a los demás con la verdad que ya ha impactado su propia vida.
En cada una de estas áreas, es importante que el expositor continuamente evalúe
sus técnicas de comunicación – siempre tratando de mejorar para la gloria de Dios
y la claridad del mensaje.
Después de predicar, el expositor también debe proteger su corazón – siempre
esforzándose por mejorar en su efectividad, siempre huyendo del pecado de
orgullo, y siempre dejando al Espíritu Santo cumplir con su trabajo.