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Pozzi, Pablo. Oposición Obrera A La Dictadura (1976-1982)

Argentina

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Beene aha ue nara (oloeisae lena coy exaeeutis cae iaaca yaaa elcid yoo esse eer laa Vieni inioepeneeele coruine olen (posteiGn colectival. los desionice Cealoiiles gawk pera con Iesopales Uuieeeeesreenines [iba ese iniesiecocaiad AlUn: (Eiceel cea hieesloniess9, ay) aide) do giogainel ala o gap Fong paren Sil lbefo) 3 uneseicalcohioe ion) el conocinienta del/connorie inlegioiea Actes onia ren eln Galles aoa 4 Aeaelia cal importantes obeervacioncs para la et Meal coi nicnsion cab mol inl Ctra cienligen RCo (eaoboss gelitanl pans iologtau ela (Enieeh jest nelaN apace (esileey ot sons ietataleedal (Cisse ob acalA (eee aera anariia (eile sleet aoreeuleera nk Giagel 7-2) mouinilanto onrarerata Ciibiedo e-savniaed iEllinro se coniplae con aap (eAeatctaloa yp eaecisiecs pan Diliogratiatcnileada editorial CONMRAPRUN TO: =I} (0 zea) OVOSIETINN OSnand ALA DIGrADURA OPOSICION OBHERA : DIGTADUTA | PABLO PO2Z! PABLO POZZI OPOSICION OBRERA ALA DICTADURA (1976-1982) editorial £4) CONTRAPUNTO COLECCION MEMORIA Y PRESENTE Director: Eduardo Luis Duhalde Horacto Verbitsky EZEIZA Sergio Clancaglini - Martin Granovsky CCRONICAS DEL APOCALIPSIS Marfa Seoane - Héctor Ruiz Nuiez LA NOCHE DE LOS LAPICES Ignacto Gonzélez Jenzen LA TRIPLE-A. Noemé Ulla - Huge Echave DESPUES DE LA NOCHE (Didiogo con Graciela Feménder Meiide) Alipio E, Paoletti (COMO LOS NAZIS, COMO EN VIETNAM. Horacio Verbitsky CIVILES Y MILITARES: Matilde Herrera JOSE Arlette Welty-Domon ‘SOR ALICIA, UN SOL DEJUSTICIA Blanca Buda CUERPOI-ZONAIV Pablo Port COPOSICION OBRERA A LA DICTADURA (1976-1982) Foto de ape: Gulllermo Lolacono Diseto de Tapa: Matilde Ollveros Villamil Pb Pon £ Bra Cotrapunto SRL Talahuano 2 PB 12 Baenoe Aires Hecho ol dept que mara ey 11.723 Inpro ania Argun Atiende si mi hijo si nuestro hijo fuera nactera solo luna homosexual poeta 0 guerrillero ha si creciera ‘guerrillero 0 usurero al tanto © asesino oficinista vendedor de pines en el sabe o suicida flor © cardo violador de cumbas o impasible espectador del mundo comprensible padre de {familia actor de cine Rita Hayworth, Tyrone Power sacerdote verdugo militar terrorista puta carcelera en la exacta mitad de tu obliga te explico Manés que Si nuestro hijo recoge la bandera que dejamos o por el contrario un ejemplo ta olvida ta traiciona la v¢ja la vende a razonable precio entendéme si nuestro hijo manana es muerto por ir mas alld de donde fuimos 0 por menos o por ‘error o por justcia o por lo que sea si los muerios somos vos y yo 0 los dos y él quien nos fusila de todos modos Manés habremos ganado porque la libertad es lo tnico que debemos legarle lo demés compaiera amiga mia no tiene mayor relevancia, Jorge Money asesinado por la Triple A ‘a mediados de marzo de 1975. 7 AGRADECIMIENTO Es dificil poder expresar mi reconocimiento a la gran cant dad de amigos y colegas que han hecho posible este trabajo. Por una parte es evidente que ellos no tienen la culpa de las opiniones aquf expresadas. Pero por otra su aporte fratemal y solidaro enriqueci6 mi estudio, sirvié para profundizar distin tos aspectos, para cuestionar y corregir otros, y para largas dis- ccusiones. Este estudio se inicié hacia 1978 a ralz de una conferencia que el Prof. James Petras, de la Universidad del Estado de ‘Nueva York (SUNY) en Binghamton me peat exponer an- te su clase. Unos afios més tarde, en 1981, los editores de “Demacia’ publicaron una versiGn necesariamente muy pecio- distca y polémica. En 1985 el Prof. Alberto Bialakowsky, de la Universidad de Buenos Aires, incluyé otro borrador en una ccolecsion de articulos para sus estudiantes del Ciclo Basico Comin, Finalmente, un afo en los Estados Unidos, gracias al Pro- ‘grama de Intercambio Internacional entre la Universidad de ‘Buenos Aires y Ia Universidad de Massachussetts en Amherst, Airigido por el Prof, Robert Potash, me permitié el tiempo y los recursos necesarios para completar esta versiGn del trabajo. A través de los afios he disfrutado del consejo, critica cons- tructiva, paciencia y confianza de mi tutora en la Universidad el Estado de Nueva York (SUNY) en Stony Brook, la Prof. Clara 9 Lida. Mi deuda para con ella, tanto intelectual como humana, es ‘mucho mayor de lo que se puede expresar en pocas linea. En SUNY en Stony Brook, también ha sido invaluable el apoyo brindado por los profesores Herman Lebovies y Joel Rosenthal. Kevin Ryan aporié con su critica aguda Entre los colegas de Ia Universidad de Buenos Aires los profesores Horacio Pereyra, Patricia Berrotarén, Maria Adria- ‘na Bernadoti y Felipe Duarte han sido un apoyo constante. En particular, Jose César Villarruel, con su critica fraternal y sus ‘comentarios agudos ha sido una gran ayuda. Mientras que en la Universidad de Massachusetts, debo agradecer particularmente a Robert Griffith y a Bruce Laurie cuyo interés, aliento y apoyo fue fundamental, especialmente ‘considerando que la historia argentina queda bastante lejos de sus intereses, Tanto la bibliotecaria de UMASS, Pauline Collins, como la del North American Congress on Latin América (NACLA), Rath Kaplan, fueron una ayuda valiosfsima, “También debo agradecer al abogado Reed Brody a tavés el cual me pude poner en contacto con algunos miembros del colectivo de Editorial “Denuncia”, hoy en dia disuelt. A é, al ‘igual que a todos los de la Editorial debo agradecer que me hi yan facilitado acceso a su archivo. Si bien me gustarfa agrade~ cerles con nombre y apellido es comprensible su deseo de mantener el anonimato, Celia Trigueros ayud6 a corregir el trabajo lidiando con los rumerosos errores gramaticales que genera mi origen biculti- ral y bilingte, El consejo de Manuel Suérez fue imporuantisi- ‘mo por su perspectiva obrera. Por dltimo, aunque realmente deberta ir primero de todos, debo agradecer a mi esposa y compara, Alejandra Vassallo, cuyo aliento, paciencia, co- rrecciones, apores, crfticas y sobre todo confianza han sido el pan de cada dia y el sol de cada amanecer Amherst, Massachusetts, 17 de mayo de 1987 INTRODUCCION Desde fines del siglo XIX la presencia dela clase obrera en la historia de la Nacién argentina ha sido un hecho insoslaya- ble. inmigrantes y nativos; anarquistas, soialistas, comunistas, peronistas y clasistas 0 sindicalistas; la Semana Roja y la Se- ‘mana Trégica, la Patagonia Trigica y La Forestal, el 17 de Oc- tubre y el Cordobazo; la FORA y la CGT; Simén Radowitsky, Felipe Vallese y Agustin Tosco; toda una herencia que se en- trelaza indisolublemente con el desarrollo histérico del pats, Esta presencia histérica se da a través de las organizaciones sociales y politicas de la clase. Es as{ que reconstruir el pasado inmediato sin considerar el rol desempentado por e! movimien- 'o obrero organizado, por el sindicalismo, serfa a lo sumo una reconstruccién incompleta, Escribe al respecto Juan Carlos Torre: “Mientras que en la historia social det continente la movie Uizacién de las clases subalternas suele aparecerligada a alg na forma de asociacién politica —desde los partidos obreros ‘haste las clienelas de elites dominantes—o bajo la condicién dde masas inorgdnicas, en la Argentina, en cambio, e encuen- tra predominaniemenie encuadrada dentro de los intereses de los trabajadores en tanto fuerza de trabajo asalariada y en tan- to cludadanos. Vista desde esta perspectiva, la centralidad de (os sindicatos en la Argentina contempordnea no es meramen- fe la expresiOn de la gravitacién alcanzada por la clase obrera "1 cen una sociedad industrial capitaista sino que refleja sobre todo el poder econémico y poltico que genera la doble repre- sentacin de la que son depositarios", Este peso del movimiento abrero sobre la evolucién socio- politica y econdmica de la Argentina ha originado numerosas ppolémicas, anlisis y discusiones. La claze obrera como factor de desestabilizacién y crisis social 0 como gestora de un futuro ‘mejor; base del autoitarismo fascistoide o combativa y laten- temente revolucionaria; una clase conciente y madura o poco planc de las relaciones sociales de produccién, sino que debe tomar en cuenta al conjunto de las relaciones sociales que la Constituyen como clase y entre las cuales, las relaciones s0- cial de produccién ocupan wn lugar determinante”®. Un aspecto fundamental es la relacién entre clase, concien- cia de clase y organizacién. "Los movirhientos burgueses es- {aban basados en una poderostsima conciencia de clase. De ‘hecho, podemos decir que la lucha de clases es normalmente realisada y sentida con una amargura més consistente y fer- viente por la burguesta (puesto que la amenaza de la revolu- cid es el sentimiento dominante) que por el proletariado (del cual, la esperanza, un sentimiento civilizado, es tan importan- te como el odio). Sin embargo, raramente conformaba un mo- Vinniento de clase explicito”. Escasos partidos pollticns se defi- nirfan como partidos de la burguesta. *(..) Los movimientos proleiarios, por otro lado, estén basados en una cohesion y Conciencia de clase explicios"*. Las aspiraciones de la clase ‘obrera se manifiestan en dos niveles bdsicos: primero, el coti- ddiano cuyas demandas son concretas y muy especificas; y se- B gundo, aquellas demandas més generales que implican el tipo de sociedad que desea. Estos niveles se expresan en organiza cicn, El primero en organismos sociales que corresponden a tuna conciencia tradeunionista; el segundo, en organizaciones polttcas 5, Si bien existe una diferencia apreciable entre ambos, niveles, que a su vez expresa el desarrollo de la conciencia de clase, el nivel tradeunionista refleja una cohesién y conciencia ‘muy concreta que traduce la experiencia histérica vivida res- pecto de las relaciones sociales de produccién, 0 sea en contra- posicin,a veces antagénica, con otras clases sociales. 0 Siguiendo a Juan Carlos Torre planteamos que en la actua- lidad la clase obrera argentina es una clase madura. Por un la- do pose “un alto grado de homogeneidad en su origen socio-cultue val y sus experiencias de vida. Se traia de obreros que son, por lo menos, segunda generacién urbana, esto es, que han ‘superado el perlodo de ajuste a la ciudad y han crecido en un ‘ambiente en el que las pautas tradicionales de autoridad se than debilitado. Ademés, son, por lo general, segunda genera- cidn obrera, es decir, que han pasado la mayor parie de sus vidas en el dmbito de familias y culturas obreras, que han ser- vido para reforzar la integracin subjetiva a su condicién de clase. (...) También se puede hablar de una madurez politica (1) Nos estamos refiriendo a ta medida en que los diversos ‘componentes de la clase obrera hayan tenido acceso a los de- rechos civiles, sociales y pollicos que califican el status de ‘miembro pleno de la comunidad politica nacional y que, en consecuencia, hayan podido perseguir sus inereses econémi- cos y politicos mediante sus propias organizaciones. A este rrespecto, la década del primer gobierno peronista (1946- 1955) puede ser considerada como el perfodo en que culmind “ 4a insitucionalizacién de la clase obrera. Es verdad que el ejerccio de los derechos que corfiguran Ia ciudadanta para los trabajadores fue discontinuo en los aios posteriares, lo ‘que podria poner en duda la incorporacién a la comunidad olltica nacional a que hicimos referencia. Pero, lo que es preciso subrayar es que las limitaciones puestas al derecho al oro, al derecho a asociarte y negociar colectivamente los sa larios actuaron sobre una fuerza social ya previamente reco- nocida e insertada insttucionalmente en la vida politica del pat...) Para una clase obrera incorporada, la existencia del sindicalismo es una conguista irreversible y la accidn sindical 5 el medio normal mediante el que se defienden y mejoran as condiciones de vida y de trabajo”. E1ta homogeneidad se ve reforzada por lo que James Petras hha llamado “redes familiares, sociales y polticas en torno a las cuales organiza su vida". En este sentido, Petras nota que existe una diferencia entre el obrero y sus dirigentes 0 "clase politica". “Las relaciones, actividades, valores, y posicin so- ial (del obrero comin] son distintes de aquellos de ta clase politica, ain cuando compare con esta clase una membresta organizativa en comin, un comportamiento electoral, y una oposicion a los militares y la clase dominante, Sin embargo, existe una subcultura que une ata clase Gbrera independiente: mente de la organizaciOn formal, que abarca parentesco, ve findario, lugar de trabajo y clubes sociales. Estas experien- las es comin separan a la clase obrera de la ‘clase politica’ Estas diferencias se manifiesian en formas distinias de expre- én, yfundamentaimente en la nocién de compaterismo, que surge de compartir la vida cotidiana, los eventos sociales, las (ragedias, os eventos deportivos"?, Perr apunta cuatro carac- lerfsticas fundamentales de la clase obrera argentina. Estas son: 1} un alo grado de solidaridad y organizaciGn de clase; 2) lun rechazo generalizado a los valores y la dominacién del Es- lado y de la burguesta; 3) una clara nociGn de intereses de cla- 6.con un bajo nivel de mistficaci6n, que se evidencia en el e- 15 ‘chazo a sacrificar su estandard de vida a cambio de wn ildsorio “desarrollo nacional”; y 4) poderosos lazos informales, expre sados a través de la familia el vecindario y el lugar de trabajo, ‘que refuerzan la unidad de la clase en contra de la clase dom ante Las caracteristicas de la clase obrera han marcado el desa- sulle de Ia Argentina en el siglo XX. Es y ha sido una fuerza vital en el seno de la sociedad, si bien pocos han tratado de snalizarla “desde abajo hacia arriba’ . Gran parte de los andlisis, sobre las luchas obreras y sus efectos politicos se han ceatrado cen los dirigentes, los activistas y las organizaciones con, sus posturas programsticas. La ausencia de estas configuraciones evan a suponer la inactividad de la clase. En este sentido la clase obrera argentina viene soportando regimenes sumamente represivos desde sus inicios. A pesar de la represin y la des- ‘uuccién fisca, una y otra vez, de sus activists y niveles orga nizativos, ha demostrado una capacidad sorprendente para re- Ccomponer sus filas y preservar sus organizaciones. Et alto ni ‘vel de conciencia de clase del obrero argentino se manifiesta a través de su partcipacién en la actividad colectiva de la clase y cen Ia interaccién cotidiana en lugares y eventos que tienen un carter de clase especifico. En la medida que la situacién po- Iitica nacional lo permite esta conciencia se ha manifestado programdticamente como consta por ejemplo en las Actas Constituyentes de la CGT en 1930 y 1936, en los programas de La Falda, Huerta Grande, y la CGT de los Argentinos. Es por esto que la clase obrera es un elemento ineludible en ‘cualquier andlisis de la realidad argentina. Su actividad y res- ‘puestas definen y limitan el curso de accién de la clase domi- nnante y las actitudes de otros sectores sociales. La cohesién politica de la clase obrera y el sindicalismo se constituyen en un hecho central de la vida social y politica de la Argentina. Notas 1 Jum Carlos Tore, “La tsa de sindicalizacién en Ia Argentina”, en Desarrollo Econdmico N* 48 (ene-marz0 1973), pig. 93. DEP. Thompton, The Making of the English Working Class (New ‘York: Vinuage Books, 1963), pig. 8-9. (tnd de PP). 3 Beot Balvé, Elda Marconi, Enrique Lobliner y Margarita Wit, Los Asalariadoe. Composicion social y orientaciones organizativas (Buenos Aires: Cusdemos de CICSO, sin fecha), pig 2. 4 Bric Hobsbawn, “Notes on Class Consciousness"; en Workers: Worlts of Labor (New York: Panthson Books, 1984), pég. 25. 5 Ibid, 2729, 6 Juan Carlos Torre, Los sindicatas en el gobierno, 1973-1976 (Buenos Airs: CEAL, 1983), pg, 11-12 7 James Petras, “Terror and the Hydra: The Resurgence of the ‘Argentine Working Class”; en Jamas Pots, e. al, Clas, Stole and Power in the Third World (New Jersey: Rowman and Litlefiel, 1981), pig. 259. 8 hid, 260-261, CAPITULO RESISTENCIA Y APERTURA DEMOCRATICA La apertura demoeritica que el 10 de diciembre de 1983, tlev6al partido Unién Civica Ratical al gobiemo de la Argen- tina, cerré un proceso iniciado siete afios y medio antes con el solpe de Estado del 24 de marzo de 1976, En cierta forma todo el preceso en tomo a la apertura ha conducido Tentamente a la ‘bdisqueda de explicaciones que no sélo justifiquen el pasado si- no que también garanticen su superaciGn fumura. Dicha bisque- {a ineluy6 la toma de conciencia a nivel nacional de ta profun- dda crisis por la que atravesaba la sociedad argentina ejemplif- ccada en la corrupcién masiva, las violaciones a los derechos hhumaos, la quiebra del aparato productivo. En ella se. mez~ clan, particularmente en los sectores medios de la poblacién, sentimientos de culpa y de autojustificaciOn ante lo que se per- cibe como Ia participacién en el Proceso de Reorganizacién Nacional (PRN) y sus consecuencias. Esto abarca desde la ne- gacién de lo pasado,’excepto en sus aspectos més obvios, y tuna cierta aceptaciGn apdtca, hasta una reintespretacin hist6- rica, Es asf como el sentimiemto de los sectores medios de ha- ber participado 0 de haber permitido el desarrollo del PRN ha evado a la interpretacion de que éste “oiorgé" la aperuira co- ‘mo consecuencia de su fracaso econ6mico, primero, y de la derrota en la Guerra de las Malvinas (1982) después. Esta percepein es solo parcialmente correcta. Su problema 21 principal es que tiende a ignorar los miles de argentinos que ‘desde distintas perspectivas politicas y de diferentes formas se ‘opusieron a la dictadura, Es correcto que el golpe de Estado de 1976 fue considerado por amplios sectores medics y algunos ‘obreros como necesario ante el “coos” de os afios 1973-1976 ‘puesto que no se percibia ninguna otra altemativa posible, es pecialmente después de las movilizaciones de junio de 1975. Sin embargo, no hay que confundir un deseo de “paz y estabi- lidad’ con el apoyo y la compenetracién con las pricticas y objetivos del PRN, y menos atin con sus consecuencias. Y tampoco se puede negar la resistencia que, con un sinfin de problemas, opusieron los tabajadores. Es cierto que el fracaso de la politica econémica del minis- {ro Martinez de Hoz y su equipo evidenciaron que el PRN nau fragaba, Al igual, es indudable que la derrota militar en las Malvinas acelers el proceso de apertura, especialmente frente 1 la timidez de Tos dirigentes politicos, sociales y religiosos del pals. Si bien los golpes han “politizado" a ta institucién mili- tar, también han “nmiliarizado” a la sociedad civil, como eseri= bi6 Alain Rouquié '. Varios analistas han sefialado la relaci¢n entre el fracaso econdmico y la Guerra, apuntando que la wti= ‘ma se torna necesaria como intento de ganar espacio que per- rita comegir el modelo, Se plantea que de haber triunfado en Jas Malvinas, la dictadura se habria consolidado a largo plazo. ‘Lo curioso de esta ikima afirmacién es que no hay raz6n para pensar esto, ya que en general se pone en duda la posibilidad ‘del PRN para reverir la situaci6n econémica dados los proble- ‘mas del capitalismo a nivel internacional y ta quiebra del apa- rato productivo a nivel nacional. En ambos casos se deja de la do la relacidn dialéctica entre la sociedad y la economia. En cierta forma se presenta una sociedad desmovilizads, casi apé- tica, al margen de ciertos conflictos que ocurren de vez en ceando pero que se aceleran a partir de Malvinas y el fracaso del proyecto econémico?. 2 La hipévesis que nos interesa desarrollar en este trabajo ppostula que si bien el aspecto econmico es fundamental al PRN, noes el tinico. El PRN es un proyecto de pals que abarca no s4lo una reestructuracién econémica, sino también social, idcoldgica y por ende politica. Se basa en relaciones de poder ‘para levar a cabo qus fines. A decir de Juan Villareal “el po- der es algo mucho mds difuso, general y complejo que una forma de gobierno, que sus protagonistas y sus leyes. Se ‘consttaye @ partir de una red variable de relaciones de fuer2a que recorre ta totalidad social produciendo efectos diversos, de ura imbricacién compleja de relaciones de dominacién (que no se reconoce verarmente en la simple oposicién entre ‘gobernantes-gobernados, no se sitda en un inico punto identi- {fleable como gobierno del poder estatal". En este sentido el ‘aspecto social cobra una importancia bésica para el éxito 0 fra- ceaso del PRN. Asf, si bien se conjugan una serie de factores que se interrelacionan entre sf, las actitudes de los distintos sectores sociales frente al Proceso es, para nosotros, 1o més importante, Dentro de esto, son los trabajadores, la clase obre- 1a, el sector social clave, como lo supo reconocer en su mo~ ‘mento la propia dictadura, En este sentido postulamos que el fracaso del regimen dic- ‘atoral para lograr sus objetivos con relacién a os trabajadores ¢¢ la base material, o sea presagia el fracaso del PRN global- mente, La resistencia de la clase obrera, frente al wemendo po- ‘der que desats la ofensiva de la gran burguesta financiera a ta- vés del partido militar, se convirti6 en el escollo fundamental frente al cual relativos éxitos en otros campos se revelarfan se cundarios " E. anilisis de la actitud de los distintos sectores sociales 23 frente al Proceso de Reorganizaci6n Nacional (1976-1983) dis- ta mucho de haberse completado ¥ es ain tema de debate. Con respecto al movimiento obrero organizado la imagen més di- fundida ha sido sintetizada por Francisco Delich 4. Analizando cl perfodo 1976-1981 (los gobiernos de los generales Videla y ‘Viola), Delich plantea que “durante cinco ais, ta clase obre- a argentina y sus sindicatos permanecieron, en conjunto, in- ‘édviles desde el punto de vista social y de la actividad sindi- cal respectivamente, o bien cuando se movilizaron to hicieron ‘mutando formas de accién”’. Por lo tanto, “o bien no hubo ‘accién sindical o cuando la hubo marcé distancias con el pa- ‘sado", legando a una desmovilizacién que representa un quie- bre con la década anterior. “Los sindicatos argentinos alcan- zaron en el pertodo comprendido entre 1973 y 1976 el méxi- ‘mo poder corporativo que jams hayan registrado. En el pert- ‘odo posterior, 1976-1980, uvieron el minimo de poder ima- sinable desde 1950 —el méximo lapso de desmovilizacién (que se recuerda desde 1940— sumado a una fuerte division institucional y a una crisis de y en liderasgo", Escribe Delich: “Entre 1976 y 1980 se suceden no pocos conflicios fabriles pero todos ellos son particulares, en sus molivaciones y en su ‘resoluci6n. Sélo en abrit de 1979 se produce et inico paro ge- eral de protesta que registra el perfodo, con éxito relativo: dada la situaci6n (...) su sola ejecucién parcial es en s{ misma indicativa, pero también es cierto que no logra movilizar 1a ‘mayoria de los trabajadores. Este es, desde 1955, 0 sea desde hace veinticinco afos, el mds extenso pertodo de inmovilidad sindical que se registra, No faltaron, como se han expresado, ‘motives de agravio como para jusificar la reaccién obrera or- sanizada; si ella no se produjo en una coyuntura suficiente- ‘mente prolongada es porque seguramente reconocen razones que estén mds alld de ta dialéctica de agravio-reaccibn-repre- sidn-nueva reaccién, y que se insialan en otro nivel de andli- sis y de la historia; el de las condiciones esiruciurales de ta ‘accibn obrera y de su transformacin y de sus posibilidades””. ” Por Io tanto, “ta historia argentina se desenvolvié al margen de los sindicatos, teniéndolos en mente como riesgo pero no como actores, eventualmente como victimas"®. El resultado de todo esto serfa la ruptura de Ia solidaridad obrera y el debilita- ‘mienio sindical y asi “el obrero productor comprob la trans- Formacién de su dmbito de sociabilidad en un dmbio de pura pprodsctividad y mecanizacién”® Es evidente que en el andlisis citado se equipara “movili- -aciés” obrera con actividad huelguistica. Sélo asf podriamos ‘decir que, en relacién a 1973-1976, existe una desmovilizacién ¢ inmovilismo bajo la dictadura. Sin embargo, un andlisis un poco més profundo muestra que la actividad del movimiento ‘obrero es muchisimo més compleja combinando, de acuerdo a condiciones cambiantes, actividad pablica y subterrénea. De hecho, es poco probable que un movimiento obrero en actitd de ofensiva y altamente movilizado, que viene cuestionando al sistema y a Su representacin sindical, caiga repentinamente en el inmovilismo, ain tomando en cuenta la represién. Como bien demostré la dictadura del general Juan Carlos Ongania, centre 1966 y 1969, lo que aparentemente es tranquilidad obrera puede set un periodo de actividad que resulte en una situacién ccualitaivamenie distnta a la anterior. * ‘Lo dicho anteriormente resulta obvio si consideramos muy brevemente las contradicciones implictas en e! trabajo de De- lich, Si entre 1976 y 1980, bajo una intensa represi6n y con las ‘organizaciones sindicales intervenidas “se suceden no pocos conflicis fabriles” no se entiende por qué viene a ser el “mds ‘exienso periodo de inmovilidad sindical”. Inclusive, tampoco se puede justificar esta conclusiGn haciendo referencia a las ‘cipulas sindicales. Como pretendemos demostrar en el capitu- 10 TY, éstas tuvieron una actividad apreciable. Por otro lado, la relacion que presenta Delich entre poder corporativo y movili zacidn/desmovilizacién no se ajusta a la historia del movi rmiento obrero entre 1946-1976. En este periodo los puntos ‘més altos de poder sindical serfan 1949-1950 y 1974-1976, 25 {juzgando por su poder politico y social sobre el conjunto de la sociedad y en el aparato del Estado. Sin embargo se puede ar- ‘gumentar que 1os puntos més élgidos en la movilizacién serfan, anteriores (1943-1947 y 1969-1975) *°. Més ain en el caso del perfodo 1969-1976, si bien el sindicalismo detenta un gran pe 0 politica como "colunna vertebral” del Justicialismo, la mo- villzacin obrera ocurre las mds de las veces fuera de los cana- les orgénicos y en contraposicién a éstos. Asimismo, plantear que el perfodo 1976-1980 es de crisis nel liderazgo sindical es incorrecto, Comparado con el perio- do anterior (1969-1976), que se caracteriz6 por el avance del “clasismo” y la lucha contra la burocracia sindical, el golpe del “76 viene a congelar las direcciones gremiales. Es decir, al im- pedir la vida normal de los gremios la dictadura preserva en el poder a las direcciones existentes, razén por la cual emergen al frente de sus sindicatos, en 1983, los mismos dirigentes que ‘eran cuestionados por las bases en 1975. Por tikimo, es cierto, ‘como plantea Delich, que “no faltaron motivos de agravio co ‘mo para justificar la veaccién obrera”, Pero qué es lo que lo, hace suponer que no hubo reacci6n obrera? En el capitulo II ‘esperamos probar que sf la hubo, si bien ésta no fue una explo- sin tipo “Cordobazo” o un cuestionamiento del sistema como pudo ser el “clasisma”” ao Para estudiar el papel del movimiento obrero en la oposi- cidn democritica ala dictadura, nos parece vAlido uulizar los andlisis desarrollados por Ménica Peralta Ramos y por Juan, Carlos Portantiero sobre la “Revolucion Argentina” (1966- 1973)", Si tomamos este marco de referencia veremos que el carfcter de las medidas de fuerza obreras lejos de representar una “desmovilizacién” o un “inmovilismo” y un quiebre con la ‘Asimismo, la emigraci6n, tanto por razones politicas como or causas econémicas descomprimi6 la situacién, especial- mente en lo que se refiere a mano de obra calificada. En este fentido, las cifras son variables e inexactas. Hacia 1980 se ha- bilate de cientos de miles de argentinos‘en el exterior. Por ejemplo, en 1979 el Servicio de Inmigracién y Natura- Jiracién (INS) en los Estados Unidos estimaba en 250.000 los fargentinos en eso pats. Ademds, “durante 1976-1980 se ins- rumentaron las medidas histSricamente mds restrictivas [so- bore el flujo de inmigrantes de pattes limitrofes} en el pats, fanto via un control directo mucho mds estriio, como indi- Fectamente a través de la pottica habitacionat que obstaculiz6 fl asentamiento de villas de emergencia en el drea metropoli- tana, 4 su vez si consideramos el cuadro N® IT del Apéndice ve- fomos que la estructura del desempleo afect alos trabajadores distinamente de acuerdo a sexo y edad. Encontramos que en general las mujeres estuvieron més sujetas al desempleo que 3 Jos hombres hasta 1979 y menos sujetas en 1980 y 1981. Asic mismo, las cifras marcan un quiebre a partir de 1980 en el de. empleo masculino, A partir de ese aflo el nimero de hombres desempleados aumenié para las edades entre 20 y 39 afios en forma notable, y sobrepasé las cifras de obreros menores de 20 ¥ mayores de 40, que también aumentaron significaivamente, Esto seria un resultado de la quicbra de numerosas empeesas y de la reduccién en personal de otras que buscan prescindir de los obreros con menor antiguedad, A su vez esta quiebra afects ‘mds a las empresas industrales que a las de servicio donde se ‘concentra el empleo femenino y de menores de 20 afios, El derrumbe del proyecto econémico en 1980 lleva a un ine ‘cremento apreciable en la tasa de desempleo, En el Gran Bue. nos Aires las cifras van desde un 2,0% en 1979 al 4,5% y a un 5,7% en 1982, En zonas como Jujuy el aumento es espectacu lar, 1,9% en 1979 y 8,2% en 1982. Lo mismo ocurre en cen. tros industriales del interior. Rosario ve aumentar su desem. Dileo de un 3,1% en 1979 a un 8,0% en 1982, Un ejemplo con. ‘reto de la situacién Jo da un documento del SMATA, de abril de 1981, que daba los niveles de empleo en las principales plantas automotrices. El informe deefa que Sevel redujo su Personal en un 40%, Mercedes-Benz 20%, Renault 40%, Volkswagen 30%. Asimismo, la planta de wactores Massey. Ferguson de Rosario redujo su personal de 1.500 obreros a 200, y Deutz-Argentina retsvo slo 240 de sus 2.000 trabaja- dores, Otro ejemplo es un informe de la AOT que decfa que en 1978 en Quilmes 180 empresas textiles empleaban 9.000 obre- 0s, mientras que 120 empleaban s6lo 3.200 trabajadares on 198115, De acuerdo a Clarin, la Argentina contaba, en diciem. bre de 1980, con un total del 23% de desempleo estructural, arribando a esa cifra en base a calcular como desempleados ¢ los que reporta el Ministerio de Trabajo, mAs los subemplea dos y aquellos que considera desalentados!6, La agudizacién del problema del desempleo se ve clara- ‘mente reflejado en dos informes confidenciales que recibié el 4 Peo 1962. Los infomoen prepardos por varios eectivos de nce i sone crea ere Bee et yen lene ci Atami mal ent cence a eee wore eres ee ee eee N° IV del Apéndice, He aqui donde encontramos los rot Te eee ee Eee a nee ar eens saeco becca eee pe een pesto etree arom eee Bat eee eee aoe eer Bee ee Ss Pa ean Ea eer rouble que a blen se reduon les elas de desempeo, a ete eee [oe ee pe ae oe ise 55 met par tener un conho de ies y servicios compar soe Cas cena oa i mars 0 en Nueva Yor en 1008, Ua nvesigioe nbs 1 Union e Bancos Sun reveé que cla i Alario en Bacaos Ais don tbser ns as ros, habianes de machas ots nade del muna ee $044 pn wii los miso Bens yen, Lace Indaba eb lng mine pos ee a Mos haa que tala el doe de hore gees Ace tan HongKong Mia, Ri eho, viv tes vee md gen hence Fe : Mn, Landes o Tokio: cao veces ms uses ec Copenhans, Duco, Gna Lancabage ee, ise en Teena y Montealy sda oes cee Cogs, Las Angaese Nera Yo Vv ‘Un resultado de la situacén salarial y reestructuracién Pel de empleo x qs a mas we pany ne ala fuerza laboral en mayor grado. Esto se ve reflejad por el hngcho de que entre 1970 y 1980 auments la composicion fe- Imenina de la fuerza de trabajo de un 23,9% a 25,30% (ver cus: Aro N® 8). El empleo femenino se concentraba en el sector ser. vicios (20%), oficinista (15,9%) y en empleados de comercio (11.2%), aunque tambien un 15.2% se encontraba en activi, ddades productivas: a diferencia de la fuerza laboral maseuling ue se concentra en actividades productivas ($14) y no en el sector servicios (6,7%)*. Lo més probable es que debido al ‘aumento en la tasa de explotacién se haya incorporado la me. Jer casada a Ia fuerza taboral trabajando @ tiempo parcial, ‘mientras que el pade de familia acepte todas las horas extras osibles o mantenga dos trabajos. 56 CLASIFICACION LABORAL POR SEXO, 1950-1980 (®) 4 1960 _1970_1980 Horbres 79,14 77,69 72,59 71,28 Mujeres 2M 21,78 23,98 25,30 Obriros/PEA 51.36 50.18 48.36 48.16 Fone: OTT. Mercado de trabajo en cifras, 1950-1980; 1-1 Es evidente que las perspectivas de movilidad social se han fedurido para los trabajadores. El suetto de la casa propia o de (ependizarse instalando un taller se ve efectivamente obsta- izado por el bajo nivel salaral, la incertidumbre del peque- flo empresario y el riesgo elevado que implica dejar un trabajo [or un futuro incierto, El fenémeno del cuentapropismo, en ba- fe al desempleo y al cobro de indemnizaciones, no refleja mo- Vilidad social ascendente. Por to contrario, en muchos casos fepresenta una reduccién en ingreso real a mediano plazo y en satus social. Asimismo, et hecho de que numerosos trabajado- Fes deben cambiar de trabajo, y que la mujer se vea obligada a ‘surir un empleo remunerado significa que muchos deberén inj largas distancias 0 mudarse de barrio de acuerdo a las ‘ecesidades del nuevo empleo, Esto lleva a inestabilidad, cam- Dando ta composicién de las barriadas obreras creadas déca- das atrés en donde comienzan a aumentar la proporcién de fuen:apropistas mientras se reduce la cantidad de antiguos ve- nos obreros. Por otra parte, se amplia el desfasajehistérico entre Buenos Aires y el interior del pais. Tanto el desempleo como la reduc~ fn salarial afectan mucho més duramente al interior que @ Tivenos Aires, se acentia Ia diferenciacién enue las provincias Prices” y as “pobres". Expresién de esto es el flujo migratorio lie Ia poblacion de las zonas rurales y urbanas ms pobres pri- ero hacia las capitales de provincia, despaés hacia centros a” urbanos como Céndoba o Rosario, y luego hacia Buenos Aires, fen busca de trabajo. Asi se da el notable crecimiento de las reas urbanas que describe el cuadro N° 9; en particular el Gran Buenos Aires que aumenta en casi un millén y medio de hhabitantes entre 1970 y 1980, Cérdoba cuyo aumento en este perfodo es de casi 200000 personas y Rostrio que aumenta 9. CRECIMIENTO DE.LA POBLACION EN LAS A AS URBANAS (.000 de habs.) m %de rec 1980 70-80 Ciudad 19601970. Roswio 591.9792 105 Cordoba 586782969 a Mendoza 10911911808. LaPima = 337-200 06.30, Tucumin 272 312393 3D MardelPlata 211 302384129, SanJun 107113, 43 BahiaBlanca 121 174 = 24192 Sala 71762603855 Resistencia 84119 Corrientes 98 137180 Parané 108 128160 Santiago 80105, Cap. Federal 2967 29722908 Gran Bs. As. 372 5341 Fuente: INDEC, 1981-1982, Es notable Ia diferenciacién en las cifras de desempleo, su- bempleo y doble ocupacién entre Buenos Aries y el interior 58 (ver cuadro N® IV del apéndice). En el caso de desempleo to- ds las zonas tienen porcentajes mAs altos que Buenos Aires, Darticularmente Corrientes, Mendoza, San Miguel de Tucumén ¥y Santiago del Estero. Respecto del subempleo, el interior tie- Whe per Io general varios puntos mAs que la principal provincia iil pas. En términos de doble ocupacién sélo Corrientes cuen- lu con indices menores. Debemos apuntar que la serie estadts- lica no presenta cifras suficientes para tomar en cuenta adecus- ddamente et sur del pais. Dado el énfasis que el régimen dicta- (orial puso en el desarrollo energético y de petroquimica, supo- hemes que esta zona se vio menos afectada socioeconémica- mente que el centro y el norte de Ia Nac, v La ofensiva sobre las conquistas obreras no logré romper la folidaridad entre los wrabajadores, como queda demostrado en fo Capitulo IML Es dificil estimar correctamente por qué no se AQuiebra la solidaridad obrera, pero hay varias razones que nos [Parecen importantes. La principal es la conciencia de clase, {ue definimos como hace E. P. Thompson, en términos de ex- Periencia, Justamente en este sentido, pensamos que la clase fobrera argentina ha dado amplias muestras, a través de su his- Aria, de que la solidaridad de clase es una parte fundamental lio su experiencia, Esto se expres6 en una clara defensa de los Aindicatos y de la CGT frente a distntos regimenes, como or- Jpanismos de y para los tabajadores. La solidaridad obrera se encont reforzada por condic fies materiales concretas. A pesar del deterioro de ta feeondmica, el régimen militar no logré conformar un sindica- Hismo paralelo, “amarillo”. Las medidas de fuerza alas que lla- {6 el sindicalismo no causaron ta divisin de los trabajadores flontro de tas fSbricas; cuando se acataban era en conjunto por Higar de trabajo, y 1o mismo cuando no se acataban. De hecho, 9 ¥ 8 pesar de sus intentos, el P.R.N. no logré fraccionar a la cla- ‘e obrera. Fue la misma siuacién econémica, la que “impide el surgimiento de una capa de trabajadores prvilegiada y des- Politizada que pudiera dar base al nuevo proyecto poltico”®. ‘Como ya apuntamos més arriba, las condiciones de trabajo y el salario real se deterioran por medidas polticas represivas ‘Que en Ia préctica anulan el libre juego sindical. Si bien cs cir to que existen diferencias salariales entre las distintas indus. trias, particularmente entre las de alta concentracin de capital ¥ las més pequefas, muchos empresarios tratan de mantener la ‘ranquilidad labora através de bonificaciones y salarios en ne~ gro. Ast, en muy pocas instancias esta diferencia es lo sufi cientemente grande como para gestar una fraccign que se be neficie del proyecto de la burguesia monopélica. Un estudio realizado por el Ministerio de Trabajo afirmaba que “.. en ‘mayo de 1978 el personal de produccién de una fébrica media. na (50 a 300 trabajadores), recibla una asignacién bruia men- sual superior en wn 324% a la percibida en las fabricas pequefas. La diferencia —considerando una gran fébrica respecio de las chicas— Negaba al 70.7%... Dada la capacidad de compra, del salario obrero, esto significa que si bien el obrero en una ‘gran fébrica percibia un salario més alto que el de la pequetia, ‘empresa, ambos se encontraban notablemente empobrecidos y sufifan una reduccién en su nivel de vida. Otro elemento de unificacién fue la segmentacién laboral, Este concepto divide al trabajador entre sectores industiales uyo desarrollo tecnol6gico es més avanzado, generalmente las grandes empresas multinacionales, y un sector secundario, ‘ecnoldgicamente perférico. Asf, el sector més avanzado va ¢ absorber una mayor proporcién de Ia mano de obra caificada,. relegando buena parte de los obreros no calificados al sector secundario. Esto implica que el obrero textil desempleado por cl cierre de su fabrica, al carecer de ealificacién necesaria no ‘puede fécilmente competir con el trabajador automotriz en el ‘mercado laboral. Lo mismo podemos decir con relacién al o ‘Obreso automotriz no calificado, que a su vez es el primero en er ceclarado “prescindible” en la industria. Es por esto que, hacia 1976, el 40% de los obreros caificados y el 22% de los. \écnicos empleados por empresas extranjeras en la Argentina fran entrenados dentro de las mismas?. Otro aspecto impor- lante en la segmentacin laboral fue, por un lado, la introduc- ‘idm de tecnificacién en rubros tales como ferrocariles y el uerto de Buenos Aires que si bien creé una demanda de obre- {0s calificados a su vez descalificé a muchos otros trabajado- Esta limitacién en la competencia dentro del mercado de Arabajo junto con la baja en el salario real industrial hace que la presisn de Ia mano de obra disponible se canalice por otros ru- bros y presione principalmente sobre el sector terciario més que sobre el secundario, Esto permite mantener la unidad obre- en un momento en que la situacién econémica se podria {onsituir en base material para el surgimiento del individuals mo y el quiebre de la solidaridad construida a través de afios fle lucha y conquistas conjumas®. Este timo aspecto se ve Feforeado por la tradicional carencia de mano de obra, espe- mente de obreros calificados, junto con el crecimiento del lector servicios y, en los primeros aflos de Ia dictadura, los Iprandes proyectos de obras piblicas. Un fenémeno distinto es la extensién del trabajo a domici- Bi cha roasts ode a meagan —y 0 te las menores—que cierran o reducen sus lineas, para no per- Wer s1 maguinaria obsoleta la eniregan como indegonizacién a Wabaiadores que siguen trabajando con ella en sus domicilios {«:). Otras—como Aurora— mantienen algunas lneas compe- Uivas, pero se convierten adembs en importadoras de produe- os que antes fabricaban, y dedican parte de sus obreros pro- tluctivos a su reparacin y servicias, al mismo tiempo que colo- fun a otras obreros como vendedores callejeros de los mismos {ysl despiden aun secor muy reducido" Es de notar que el régimen estuvo conciente del problema a de fa solidaridad obrera por lo que apunté a crear un gran ejér- Cito de reserva de mano de obra que le sirviera para disciplinar ‘al movimiento obrero de forma permanente mas alld de la re presin desembozada. La ley de prescindibilidad apunta en es- te sentido, al igual que la “racionalizacién" de los empleados el estado y los intentos de privilegiar algunos sectores. Sin embargo, es de notar que en la mayoria de las sociedades in- dustrializadas el ejército de reserva no sirve més como elemen. to de control y disciplina del movimiento obrero. Este fenéme- ‘no no ha sido estudiado todavia, pero una de las hipdtesis su- ‘Beridas es que esto responde a la antedicha segmentacién del trabajo que si bien siempre existié ha aumentado mucho en las ‘limas décedas”, sid claro que el régimen fue exitoso en crear un potencial ejército de reserva, Pero éste, en vex de presionar sobre el obrero industrial encontr salida transitoria, entre 1976 y 1979, ‘en otzos sectores partcularmente en el cuentapropismo, Poste- riormente a 1979, una vez. que se desencadena la crisis en las ‘empresas industrales, presionard ms sobre el sector servicios ‘que sobre el obrero calificado en la industria, Es debido a esto ue, si bien Ia tasa de desempleo carece de magnitud hasta, 1980 como para presionar efectivamente sobre el salario, des- buts dees fecha tmpoco tenet efecto diciplinaio desea ‘miento del movimiento obrero, esto no fue ast. Las formas de ‘accién obrera estuvieron condicionadas, como es natural, por In evolucién de! mercado laboral y la situacién econdmica na- clonal ¢ internacional. Sin embargo, las particularidades de la ‘coyuntua, la fortaleza sindical y la conciencia de la clase tra ucida en experiencia, tadiciGn, solidaridad y combatividad se combinaron para generar resultados distintos de los que espe- taba el régimen. De hecho se constituyeron en la base material bjetiva de la resistencia del movimiento obrero a la dictadura, a Notas 1 Ver: Rodolfo Balmsceda, Condicion obrera y despilfarro bligéruico (Buenos Aires: Ediciones del Mar Dulee, 1982), pags 101-105; y Santiago Senén Gonzéler, Diez afos de sindicalismo lygonino (Buenos Aires: Comegidor, 1983), pgs. 136 y 11, 2 Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), 16 de marzo de 1977 ‘Archivo Editorial “Denuncia”. 3 Cadena Informative, "Mensaje N'S” (Iebrero de 1977); en Horacio Verbisky, Rodolfo Walsk y la prensa clondestina, 1976-1978 (Wvenos Aer: Ediciones La Uracs, 1983) pg, 4. A Juan Lach, El mercado de trabajo argentino en et largo plazo (Buenos Aires: CEIL, marzo de 1980), pg. 23. 5 Pars una discusién de las etapa salarieles durante el PRN ver: Héctor Dieguer y Pablo Gerchunoff, "La dindmica del mercado Inboril urbano en Ia Argentina, 1976-1981"; en Desarrollo Beoncmico, N*93 (abi junio, 1984), pgs. 3:39. (Lats America Regional Reports, "Southern Cone" (LARRS), 19 de hoviembee de 1982, pag. 7. 7 Para una discus sobre I confablida dela citas de desempleo bicinies en el perfodo 1976-1981, ver: Dieguer y Gerchunoff, op. W Alvaro Abss, Las organizaciones sindicales y el poder militar (1976-1983) (Buenos Aires: CEAL, 198), pig. 73. ‘9 Juar Carios Tore, “Le tea de sindcalizaciém en la Argentine" en Desarollo Econtmico N48, (enero-marzo, 1973), pig. 905, 10 Assciacign de Fabricantes de Cemento Portland, 11 Dieguez y Gerchunoff, op. cit, 12. 126, 21, HY ANCLA, 15 de mar de 1977 14 Adriana Marshall y Dort Orlansky, “Inmigracién de paises linvuoes y demanda de mano de obra en Argentina, 1940-1980" fen Desarrollo Econémico N* 89, (abri-junio, 1983); pig. 43. Por su porte, Carlos Gabetactando a Aldo Fererafma que "la emigracién fe a mano de obra calificada, Ie partida de numerosos obreros provenientes de prises fonterizot, el aumento de lot tebajadores Independiente (..) @ waduce en una disminucién del 10% en le fantidad de asalatiados (..)", Carlos A. Gabeta, "Les militares a scgentns en quéte dune normalisation”; en Le Monde Diplomatique (Abril 1981), pig. 10. Asimismo, bajo el tlo “Los obrevivientes se ‘organizan”, Denuncia Gunioulio de 1981) publics un informe sabre Ins villas de emergencia, al igual que el periédico del partido CComunists, Qué Pasa del 8 de abril de 1981, ISLARRS, 1981, 16 Clarin, suplemento econsmio anual enero de 1981). "Desemplco cecrutural: ex el que sm origina en deficiencies de las corucuras socioeconmicas, e puede producir por variciones de a produccién ‘motivadas por el cambio en las condiciones de demanda Y ofera de smticulosy servicios. Generalmente no te soluciona en el corto plazo" Jonge H. Meier, Empleo y desempleo en la Argentina (Buenos Aires FIEL, 1975), pg. 49. IT LARRS, 19 de noviembre de 1982, pg. 7 181 Economisia, 28 de marco de 1980. 19 ANCLA, 15 de marzo de 1977, 20 Informe de la Organizacign Internacional del Trabajo (OTT), 1976. 21 Guillermo Almeyr, “La clase obrera argentina en In Argentina sctual"; en Alberto J. Pla ef al, La década irdgica, 1973-1983 (México: Editorial Tierra del Fuego, 1984), pfg. 30. También volvemos a remarcar el antliis de James Petras, escfiado en el Prefrnbulo de ese taba. 22 El Cronista Comercial, 71 de mara de 1979, Nétese que en los Estados Unidos la diferencacin salaril es de 250% a 300% ente ‘obreros automotices de In misma categoria trabajando en pequetos Uulleres no organizados en sindicatos y los de grandes fabricas ‘organizadas por Ia United Auto Workers. La diferencacion es ain mayor enre los obreros de la UAW y aquellos tabsjadoes textes tno organizados en zonas como Nueva York 0 Los Angeles. Estadistica suministrad por el Center for Labor Staies, Empire State College, tae University of Now York, EE. UU. 23 Lisch, op. it, 1 2A Almeyra, op. cit, 31. 25 Para uns excelente discusin del problema de la relacign entre a hhomogencizacén y a segmentacién obrera ver: David M. Gordon et al, Segmented Work, Divided Workers, The Historical Transformation of Labor inthe United States (New York: Cambridge University Press, 1982). Asimismo, este proceto te viene oa Aesanottando en In Argentina por lo menos desde 1955, como Mlemacera Ménica Peralta Remos, Acumulacin del capital y crisis politica en Argentina (1980-1974) (Mésico: Siglo XX, 1978), pé. 121 26 Almeyra, op. cit, 34. 27 Agradecemos esta apreciacién al Dr. Bruce Laurie, del eparamento de Historia de la Universidad de Massachurets en Amber. CAPITULO III LA RESISTENCIA OBRERA Con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 se inicia Tp osistencia obrera ala dictadur, Es imporante comprender Ws lines ideoidgicos de i misma. Siguendo el andlisis pre. Heo por Daniel James vemas que Ia resistencia pocas veces He gen-alizs tanto como para constinirseen una critica ipl Hilt a tas relaciones de produccién capitalista'. En general la Hpsciin ala “ficientizacion” no se extend6 a un cuestiona- enc del derecho del empresrio a administar gus plans fa- les. “Es abvio que la acepiacién de ta legitimidad de las relacio- Wile producin capita y las relacones de atria cone fen elas eran en st mignas reflo de cienos posts cos Ua ielopa perorisa:®. Asi el obrero, si bien favorece an hos en la producividad,en general opna que éta no debia > por un aeentoinconrolado dea cargade raj, sino wi ‘bien por wa mejor eficiencia del trabajo, es decir, por un menor pe eure fico Por ora part, es evidente que a pesar de esos limites, la Pbicrcia. de los obreros representaba en efecto un desaio im io a ciertos aspeciosfundamentales de In organizacign de Moxsccin capitis; paiculament en fo que se refiere a Hecesidad de readecuar el aparatoeconSmico ala concentra Y a competencia internacional a través del aumento de la Mleexplotcin, “A pesar del ineisencia de wn re exe o twnente aiculado al contr empresarial, el resultado concreto de a Insistencia de las obreras en lo que se refiere ala reinterpretacion de nivelesaceptables de rencimiento(...)condujo a un erfrentamiento Inevitable con los enpleadores"* y con el régimen dentro de las fbricas. 1 Al darse el golpe, el movimiento obrero en su amplia ma- yoria ya habia iniciado el duro proceso de reajuste aprendiendo, de los errores de la época. En base a la experiencia histérica, forjada bajo dictaduras anteriores, particularmente la de 1955- 1958, se aplicarfan métodos de lucha y organizacién més acor- des con la represién desatada y Ia falta de organizacién legal Este proceso fue sumamente costoso puesto que los sectores, més combativos y mejor organizados se lanzaron a defender, ‘sus conquistas. Ast, por ejemplo, tenemos las huelgas automo- trices de julio, agosto y septiembre de 1976, que fueron brutal ‘mente reprimidas con desapariciones, detenciones, asesinatos y Ia ocupacién de las fibricas por parte de las Fuerzas Arma- das. Lo mismo ocurre con otros sectores obreros. Son los me- taliirgicos (marzo de 1976), los portuarios (noviembre de, 1976) y los tabajadores de Luz y Fuerza, ademis de los auto- ‘motrices, los que llevan la punta en la resistencia obrera a los ‘objetivos sacio-econémicos del régimen, sufiendo como con secuencia los efectos salvajes de la represin, ‘Sin embargo, y a pesar de lo denodado de la lucha de estos sectores, la clase obrera ya se habia replegado, Es por eso que, los conflictos de 1976, que en otro momento (1969, 1971, 1975) se habrfan expandido a todo el movimiento obrero desa. tando oleadas de medidas de fuerza, no tuvieron ese efecto, El sgran valor de estas luchas es que en ellas se van ensayando, ‘huevos métodos y desempolvado viejos, para legar a las mejo- res formas de oponerse al régimen, Asi el gran saldo positivo ” ile todas estas jomadas fue el crecimiento en la experiencia de Hiche de tos trabajadores, ademas de una profundizacién del Filo de clase que generé la represisn, Queda claro, también, five habo éxitos parciales como por ejemplo el de los portua- Hos, que si bien no lograron la totalidad de sus reivindicacio- s,s le arrancaron al régimen aumentos de hasta el 35%, En el gremio automotriz, el primer desafio lo levaron a ea bo los obreros de la fabrica IKA-Renault de Cérdoba el mismo 1 de marzo, Ese dia os trabajadores comenzaron el trabajo a Jpglamento bajando la produccién de 40 a 20 unidades y des- [juts a 14 el segundo dia, mientras se cubrfan las paredes de la Iibrica con leyendas: “Fuera los milicos asesinos", “Tenemos Iwnbre", “Sabotaje a la supererplotacién", El Ejército acudié {ln fSbrica donde fue resueltamente enfrentado por los obreros ue lo obligaron a reirarse. En las semanas siguientes las fuer- 4s represivas se dedicaron a secuestrar y asesinar a distintos Hlelezados y obreros combativos de la fabrica. A principios de Abril ev Ia fébriea General Motors de Barracas (Capital Fede- Jl) em en conflicto a seccién pintur, siendo la misma ocu- mula por fuerzas represivas que arrestaron a tres de los huel- AWisias Inmediataments toda la fabrica entré en huelga, obli- indo al régimen a liberar a los tres compafleros detenidos. A. jedia¢os de mayo comienzan Jos primerds paros rotativos de 15 minatos en la fabrica Mercedes-Benz. En Chrysler Monte Chingclo y Avellaneda se adoptan medidas similares con cor- Js de 1uz de diez minutos. Durante el mes de septiembre las plantas fabriles dedicadas a la produccién automotriz protago- Rizaron una ola de medidas de fuerza consisteates en paros, uites ce colaboracién, trabajo a desgano y sabotaje. 1 El ejemplo més claro de las luchas durante estos meses es In expeciencia del gremio de Luz y Fuerza entre octubre de n 1976 y marzo de 1977, que demuestra claramente el cambio en Jos métodos de lucha aplicados y la transformacién en Ias ca: racteristicas de Ia resistencia ante el fracaso de una téctica de ‘enfrentamiento abierto ala ofensiva de la dictadura. Al producirse el golpe militar de 1976 fue intervenido el sindicato de Luz y Fuerza (abril de 1976); 260 empleadio de la ‘empresa SEOBA fueron cesanteados, enue ellos el dirigente Oscar Smith y muchos delegados sindicales; se aprobé Ia Ley, 21,476 que derogaba todos los regiimenes laborales de excep- ign de que gozara el personal de las empresas del Estado. "Se eliminaban la bolsa de trabajo, apriovidad para el ingreso de los Janiliares de empleados, las tarfas preferencales en las servicios ‘para el personal los permisas para los delegades, los sistemas de be- ‘cas para perfeccionamiento, la participacion de ls representantes sindicales en promociones laborales. También cesaba la partcipa- in del personal en la fijacion de dotacionesy panteles yen la d= Criminacién de areas. Sé rebajaba del 7,50% al 6% el apote de la ‘empresa a la obra social del sindicao, yfinalmerte, se ater elré ‘gimen horaio y, consecuentemente, la rerauneracién de los trabaja doves. La semana laboral pasaba de 36.42 horas." AA panir del dia 5 de octubre de 1976 los tabajadores dell ‘gremio de-Luz y Fuerza, que comprende todas las empresas de) clectricidad (SEGBA, Agua y Energfa, DEBA, Compafia lial Argentina de Electricidad), privadas y estatales, iniciaron una hhuelga de brazos caidos en protesta por el despido de 208 de sus compafieros, como consecuencia de la apicacin de la Ley ‘de Prescindibilidad; el incumplimiento del Convenio Colectiva) de Trabajo; la rebaja indiscriminada de las remuneraciones; la falta de pago de los incrementos salarales, de la aplicacién de ssanciones al personal por reclamar tales derechos; Ia negativa depositar los aportes de los propios trabajadores al Fondo (Obra Social del sindicato; y la amenaza por parte de la Comie sin Militar de Asesoramiento Legislaivo de cercenar las con= ‘quistas alcanzadas y consagradas en el convenio colectivo d gremio, Este movimiento de lucha que se prolongé durante los me- Bes decootubre y noviembre, se caracteri26 por Paros, abandono ile tareas, intentos de movilizaci6n, trabajo a desgano y gran Htidad de apagones en diversas zonas. El gobierno militar esporderia con represién, amenazas de movilizacién militar, Hilenciones, torturas, secuestros El dia 23 de octubre de 1976 la Agencia de Noticias Clan- Hestim (ANCLA) entrevist6 a uno de los delegados despedi- tios de SEGBA enrolado en el “peronismo combativo”. La en- evista es ilustrativa de los erterios y técticas que aplicaban Jos delegados y activistas de base en el conflicto de Luz y Perza El delegado comienza explicando que "(...) el dia S de oc- Wibre nos enteramos de algo que desde tiempo atrds se venia Punoreando. El gobierno habla dispuesto alrededor de 260 Hesanstas en SEGBA y entre ellos me encontraba yo. Los hades eran trabajadores con mucho tiempo de labor en la fnpresa. Gente muy querida y respetada por todo el personal. [Ereo que eso fue lo que nos hizo reaccionar con tanta rapide, Fambién habia uedado en ta calle casi todo el planiel de de Tegados sindicales y algunos activistas del peronismo y ta iz Wulerda. : ANCLA: {Los dirigentes sindicales cesanteados eran Pespetados por el personal? —Hire, ése era un tema espinoso. Como usted sabré, los Wirigences respondieron hasta el titimo momento a la linea Wel peronismo gobernante. Enire ellos estaba el secretario ge- Hera! ce nuesiro gremio, Oscar Smith, Antes del golpe mili- Wr, las bases planieaban a estos dirigentes que ‘con Isabel no pte vad! yan nos exdbanaehundion en amis, que pasa es que a pesar de todo nuestro sindicato es muy Bipecial. Muchos de los delegados —y entre ellos me inclu We nanca aprovechamos las prebendas de nuestro cargo y Wiuimos trabajando, Eso hizo que ta gente, a pesar de no Wincidir plenamente con algunas posturas polticas —como B ser el apoyo al gobierno de Isabel— nos respetara y acatara’ ‘en nuesiras decisiones. Luz y Fuerza tiene fama bien ganada de ser un gremio fuerte. No sélo por las conguistas logradas sino por la compacta unidad con que siempre ha luchado. Nosotros le hicimos la guerra a Lépes Rega desde el prins cipio y no es casualidad que hoy seamos los primeros en de- Sajlar a esia dictadura militar, El actual conficto es wia res- ‘puesta de la base a la prepotencia y a la injusticia,(..) —ANCLA: {Cudl fue el camino seguido por ustedes des- de que se enteraron de las cesanilas? —El dia S a la noche celebramos una reunién de delegas dos y el 6 comensé la huelga Empecamos en el Centro de Cémputos (.... Desde ese ‘momento la orden de paro se exiendid como un reguero de élvora hacia otras dependencias de la Capital y Gran Buenos Aires, En as reuniones que matuvimos con otros delegados y acs tivistas formamos comisiones de propaganda, que se encargas ron de hacer volantes explicando los motivos de nuestra tus cha, También se creo una comisién de organizacién y otra de ‘enlace. Después reunimos a la gente edificio por edificio y les) dijimos que la lucha que empesdbamos no iba a ser facil qu era probable que nos aplicaran la Ley de Seguridad y que ale {gunos de nosotros fubramos detenidos pero que la tnica sal dda para esta accién errorisia—asl la califiedbamos— era res ponder con la unidad y el coraje de tos trabajadores. Lot compaiieros nos ovacionaran en todas las asambleas y junta cantamos la marcha de Luz y Fuerza. (...) Al ver que tos milicos se ponfan cada vez mAs duros, los muchachos empecaron a responder con la misma moneda, Usted sabré que para un hombre que viene trabajando muchos ‘ios entre los cables y las cdmaras, provocar un cortecito d ‘energta es muy simple, Asf comenzaron los atentados. ‘Muchos nos acordabamos de las cosas que les hicimas: los gorilas en 1956 y las volvimos a aplicar. Agu hay una co Be gue acarar: cuando os rajadoresde una especalidad se Wcaen a sabotear ta producién, es imposible Intemartado 1p de represion ya que ex posbie que encarelen a clenton Pro con ino que quede el sabotae ed sepurado, Por exo By que nos porecié muy torpe la acid del gobierno a en. Premarnos con ania aver SANCLA: (En qué conse lo que ustedes denominan e Wbeio a isera? Es una variame de lo ques llama irbajo a desgano, Nosovosdecimos que no pademos trabajar porque estamos Wie Tristes porque echan a muesros compaters. Trtes Porase sanamas poco, Trises porque cercenan nuestros Fonvencs.En in, hay miles de raones para que los wabaja Wires arseninos hay extemostses, Por exo no levantomos Wes para hacer ue ns mandan Br este sentido fue muy gracioso ver compateros de la Wicina de Alsinacémorespondan alos coninaos opis de Ppironal. Habta wna inacividad toa yentnces ese el Hiro de lsefectvos militares que enraban a oe yt Wr de un ofcalio que ordenaba: ‘A! que no wabaje lo lve reso’ Los compaseros fo riraban con Wists! comensa. ihn a moverse en sus sillas ‘entamente tomo si fueran a ini= Wor ss treas. Eionces el oficial ordenabalaretivada deus Hopes 4 os poces segundos los compateros vlan ala po Win inca ance ta mirada ati de os jf Ete proce Deri se repeta varias veces hasta qu las ops ordenaban H desalojo del local y los mandaban a sus casas, Los compa- Posse retiraban silbando la marcha del ren. —ANCLA: ¢La respuesta de los trabajadores lucifuercis- Wi cons con adhesones de otros gremias? Por supuesi. Hay que aclarar que todo nueso acco- Wr esl product del unidad y ta organiacin por la base, Woanco de que nuesras banderas de lucha no colan en ma Mos de quienes siempre han negoclado nucsras eonqultas. Por eso esque los rabajadores de Luz y Fuerza poco expends 15 ‘bamos de los grandes dirigentes sindicales como aquéllos que hasta ayer se decicn peronistas y hoy se eallan la boca ante la agresién militar a nuesiro gremio. En cambio, nos sorprendié la adhesién espontinea de numerosas comisiones internas de: ‘otros gremios que se acercaron a traernos su apoyo y su afec~ 0. Como siempre, el arma mAs efectiva de los obreros es su Solidaridad y gracias a ella podremos continuar la batalla, (1) Creo que somos los protagonistas de uno de los pri- meros grandes desafios al gobierno de facto. Junio con los ‘obreros mecdnicos, los trabajadores de Luz y Fuersa hemos) salido a decirle a este gobierno que todas estos afos de expec riencia sindical combativa no han sido en vano. (..) Es evi= dente que ellos quieren la ‘reorganizacin’ del pals a costa dé nuestro esfuerzo y no del de los patrones. Entonces como ya Pas6 con otras experiencias militares, nuestro camino no pue- de ser otro que el de la lucha. Quizds a Luz y Fuerza hoy lo Puedan derrotar. Quizés, pero 2qué van a hacer mafana con 10s tlefénicos, con los de Gas del Estado, com los petroleros, con los bancarios, con tos metalirgicos, con los mecdnicos? 20 es que acaso van a hacerle creer a alguien que somos 10 dos terrorisias y asesinos? Ellos tendrian que mirar para atrds pensar en Aramburu, en Onganta, en Levingston y en La- russe. Todos en su momento trataron de aplastar nuestros de rechos. A todos, tarde o temprano la impaciencia popular les dio su merecido. Por eso, yo les dirla a los militares que reca= paciten sobre lo que estén haciendo”. Reconstruyendo los hechos*, podemos identificar las pri Cipales caracteristicas del conflicto como las siguientes: l di 5 de octubre comienzan los paros ante el despido de 260 tab adores; el mismo dia interviene el Comando Mititar Zona T son custodiados locales y maquinarias, Los dias 7,8 y 9 de ot tubre hubo muchas detenciones: 90 operarios de SEGBA, 2 en Puerto Nuevo y 18 en Pilar. También se produjeron deten ciones en Ttalo y en las sedes de SEGBA en Quilmes, Lang San Miguel, Morn y en la Central Costanera, En Agua 6 Hinersia fueron despedidos 40 trabajadores?, El dia 8 fueron so- {estrados en sus domicilios tres obreros de la empresa SEG- DA: Victor Seijo, Amado Mieres y Oscar Pellizo, lo que pro- Hinjo ct agravamicnio del conflicto'?. Es de nota la solidaridad firmeza que existe entre los trabajadores de Luz. y Fuerza. ceemplo, a mediados de octubre-un teniente pid a los in- os la lista de los delegados a fo que se le respondié que sd> el 24 de marzo no hay més delegados". Este gesio soli- Horio fue compartido por todo el personal desde ingenieros Hipsta empleados, pasando por subcapataces y contramaes- Mos"! Se inicis una gigantesca ola de sabotajes con explosivos 1) la que fueron destruidas 14 cémaras transformadoras, la ‘ayoria en la parte sur del Gran Buenos Aires; ademés de apa- is seca de sn y oboe eastomoe. Elda 12 en distintas soccionales de SEGBA se realizaron paros y mani Tsciones que fueron violentamente reprimidas por personal 1p la Policia Federal al mando del propio jefe de la reparicin, Honcral Edmundo Ojeda; la Justicia Federal hizo saber su preo- Hypsc.6n ante la imposibilidad de asumir la investigacion de la Wiporsabilidad penal de todos los posibles imputados, por ca- ‘iver de medios materiales para ello, En la Capital el mismo 12, resultaron detenidos 100 trabajadores del gremio. En Martin, provincia de Buenos Aires, fueron detenidos 42 dores més. Al dia siguiente se prodyjo el desalojo por te de las fuerzas de seguridad del personal que se encontra- tealizando su trabajo a desgano (calificado por los trabaja- mo “trabajo a tristeza"). En la Central Costanera inter- Mipieron tropas de 1a Prefectura Naval y de la Infanteria de nrns para impedir que el personal se declarara en huelga. El ‘lsmo dia 13, en Lomas de Zamora, tropas del Bjécito ccupa- Ja usina de SEGBA y detuvieron a dos obreros, otros dos Heron detenidos en la Central Costanera, uno en Olivos y en taro (provincia de Santa Fe) otros varios, entre ellos el dit ine Neifes Juncos!?. Todos los establecimientos fueron cu: ‘mento de combate”, obligando a los trabajadores a desalojar las dependencias' La inactividad era casi total en las empresas eléeticas de la Capital Federal, Gran Buenos Aires y provincia de Santa Fe, Quedaroin sin electricidad, por amplios “apagones”, diversas zonas. El sabotaje se combiné con el trabajo a roglamento, la) pparalizaciones y la guerra psicologica. Una bomb de allo po- dor explots en la sede de SEGBA que habfa sido previament cevacuada gracias a un llamado anénimo. Tres bombas mAs, inofensivas, sin detonador, fueron encontradas ei el policlinico) de Luz y Fuerza. Se sucedieron docenas de lamadas telef6ni- ces anunciando bombas en miitipls instalaciones de SEGBA,, CIAE y Agua y Energia que resultaron ser falsas, pero que) ‘bligaron a evacuar interrumpiendo las tareas'S. A’su vez, el cconflicto se extenderd al interior abarcando Cérdoba, Tucus ‘én, Catamarca y Salta, ttalizando més de 36,000 luefuerciss tas-El conflicio provoed,ademds, el paro solidario de los obres 10s telefénicos de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones) (ENTEL), que el 8 de octubre hicieron enmudecer 38,000 tel6s fonos de la Capital Federals, El dia 14 de octubre, en horas de Ia madrugada,reaparecied ron los obreros Seijo, Mieres y Pellizo que habian sido secuess trados el 8. Segsin despacho de la agencia oficial de notici ‘Telam “las trabajadores hablan sido golpeados, presentando sefales evidentes de los malos tratos recibidos”. En efecto, tues habian sido bérbaramente torturados. Continia la detens ign de trabajadores. Ante la falta de solucién del conflicto ‘como forma de presién, a partir del dia 28 de octubre, come zaron gigantescos “operativos raswillo”, Ese dia fueron regi tradas 400 manzanas de zonas del Gran Buenos Aires (B field, Lomas de Zamora, Temperioy, Adtogué, Bureaco) dond se encuentran importantes barrios de trabajadores de Luz Fuerzal?, El dfa 2 de noviembre, en los barrios del personal d SEGBA en Morén, provincia de Buenos Aires, la Fuerza rea realiz6 otro operativo rastrillo de gran magnitud®, 7% 1 la primera semana de noviembre, sccuestraron al obrero Walvuena, de SEGRA, junto con su esposa y un familiar. Se Wwiniciaron Jos pares de repudio, reclamando su aparcién. A Jos cinco dias, Balvuena aparecis hospitalizado en un sanatorio il la zona sur del Gran Buenos Aires, como consecuencia de Ins graves heridas sufridas durante su detenciGn, El dia 16 de Noviembre, esposas, madres y familiares de 39 obreros que Wontinian detenidos en poder de las fuerzas de seguridad, pre- fsoncron con su presencia en los despachos de as autoridades or I libertad de tos mismos. El personal paraliz6 sus tabores fexpresando de viva voz su soldaridad con la gestién que aque Hos cumplian. La respuesta del gobiemo no se hizo esperar: en 1 madrugada del dia 17 un grupo de personas fuertemente ar- Ana secuestré a Santiago Romaniach, obrero de la empresa GIAEY. La actividad continu a través de diciembre, enero y febre- 10 con pares, trabajo a desgano y una gran cantidad de sabota- Jes. Se reclamaba la continuidad del régimen de trabajo. En Rosario, Cordoba y Corrientes se formaron comisiones coordi- Hixloras que pronto se extendieton a las demés provincias”, Pra oreservarse de la represiGn las coordinadoras adoptaron ip carictersemiclandestno, reaniéndosg ala salida del raba- 126 de enero se realiz6 una movilizacin con miles de tra- jadores Tucifueristas frente Ta sede del sindicato Capital, {Belgrano y Defensa, coreando consignas contra la dictadu Hw?! £1 29 de enero fueron saboteados los transformadores de ‘ers'a de Batén (Mar del Plata). En los las siguientes hubo Hicentos en tas plataformas de La Plata, Quilmes, Bernal, Ra- Thigh, en cl centro de elevacién de linea a Magdalena, en a Phia'rma de San Antonio de Padua y en la subestacién de |Aronomia, E14 de febrero se produjeron multiples inundacio- Hs en cémaras de distribucicn y fllos en la red El tunes 8 de breso en vigencia ya el nvevo régimen de trabajo para Luz WP Fuerza en todas las plantas, el personal abandoné el trabajo » en su horario habitual, desafiando abieriamente a las autorida- des, El Ministerio de Trabajo notificé que aplicaria la Ley 21,400 sobre seguridad industrial al personal que no acatara el ‘nuevo régimen laboral. Severos cordones policiales rodearon las plantas. El 10 de febrero fuerzas militares volyian a ocupat las plantas de SEGBA y CIAE, mientras SEGBA cursaba ‘amonestaciones a 20,000 de los 24.000 trabajadores que em- plea, Las notificaciones eran devueltas sin firmar. Fueron se- ccuestrados los obreros Pardo, Giordano, Santos, Cao, Piieyro y Barucci, alos que no se volveriaa ver con vida, E111 de febrero de 1977, y ante la intransigencia de Oscar ‘Smith, dirigente de Luz y Fuerza de Capital Federal, que se ne ‘gaba a poner coto a sus afiliados, las Fuerzas Armadas lo hi cieron desaparecer. Coinciden Oscar Lezcano y Juan José Tac- cone, dirigentes del mismo gremio, en afirmar que Smith habla ya logrado un acuerdo de cinco puntos con Ia dircccién de SEGBA que signfieaba la solucién del conficto™, El poste- Fior secuestro dej6 este acuerdo sin efecto, La respuesta dc los trabajadores fue el abandono de sus tareas a partir de las 10) hhoras. E1 16 de febrero miles de trabajadores Iucifuercistas volvieron a parar y se declararon en estado de alerta en recla- ‘mo por el dirigente desaparecido. Una vez més, el 11 de marzo varios miles de ratajadores se congregaron frente a la sede del sindicato, a cuatro cuadras de la Casa de Gobiemno; fueron dis Persados por las fuerzas de seguridad?®, La lucha de Luz y Fuerza no fue la unica, si bien por su ‘magnitud y duracién fue una de tas ms documentadas En apac riencia el observador superficial estimaria que el gremio fue errotado, puesto que toda esta lucha y la represién desatada ‘desgasiaron tremendamente al gremio de Luz y Fuerza: fueron ‘muchisimos los trabajadores encarcelados, socuestrados y des= pedidos durante los cinco meses del conflicio. Después de marzo de 1977, Luz y Fuerza no protagonizaria més jomadas de lucha tan fronules, aunque sf se sumari alas distintas mo= 80 Willvaciones en noviembre de 1977 y en 1979. Sin embargo Hpbien el régimen suis un desgasteapreciable, La ofensiva Pilar perdié wn iempo precioso. EI miedo a desatar una ex- Josion popular similar al “Cordobazo” hizo que la Junta vaci- ie ca Ia aplicacion del proyecto gremial [Lomés valioso de las luchas del movimiento obrero duran esos meses fueron las lecciones dejadas. Era posible enfen- Jara ia diciadura mientras no se brindaran blancos que fcilite hi larepresin, La unidad, solidaridad y frmeza de los taba Hilores era la clave de Ia resistencia, Esto slo posi ser garan Pimudo por ta organizacién clandestina por la base, tal como jjunte mas arriba el delegado de Luz y Fuerza. Habfa que evi Biv metodos y formas organizativas que sefialaran con facildad Flos tirigentes. En este sentido, distintos testimonios cenit an que se recurre principalmente a la experiencia de la "Re- lslencia Peronista” (1955-1957), y que junto con ésta hay un Jo importante de innovacién. Asi, en base a la experiencia Pil smpl,seconretan através J 1976 una si de formas fp lucha que se ajusta 2 una correlacidn de fuerza desfavora- Wo y «la reprsisn salvaje: “trabajo a tristeza, trabajo a regla Monto, quite de colaboracin y principalmente el sabotae Los resultados se hicieron sentir: a fines de 1976 Renault Jnunc:6 que su produecién habia bajado én un 85%; en la side- Wirgica Délmine cl 30% de las chapas salfan fisuradas; el 25% Mo los automévites que produefa General Motors estaba daia- Ho; en Peugeot se saboteaba en serie os blogues de motor; en I Frigorifico de Reconquista fueron dafiados los congeladores Hp came para exportaci6n; en SOMISA los obreros oxidaron Ijsiemsicamente las grandes planchas de aceo ardiente; en la Tibrica Ford fucron destruidos los motores de 30 parulleros Phtcon encargados por la Policia Federal; en el Frigorifico itt toneladas de carne destinadas a la exportacién fueron Ipilizadas al ser pinchadas las cdmaras figorficas que las vervaban; en Mercedes-Benz un dia desapaecieron todos Jos incumentos de medicisn; en Dalmine de Campana fue in- al cendiado un cable de alimentacién a los altos homnos; en Kai ser de Cérdoba la introduccién de bulones en los motores dal armado provoes la desiruccién de unidades y la produccis bajo al 102%; en las obras hidroelécricas de Salto Grande fug interrumpido el suministro de agua a una méiquina que realzg Ja mezela, provocdndose el endurecimiento del cemento en s interior por lo que se debid suspender el trabajo durante dag jomadas; en Sudamtex de Capital Federal se hicieron cortes| bobinas de telas y bebras de hilo ocasionando grandes pétdi 8 Ia empresa; en Ciudadela fueron cortadas en un noche trent ligas en los rieles del Ferrocarril Sarmiento En todo esto es notable el nivel de solidaridad y unidad esplegada por los trabajadores. Mas arriba mencionamos el ‘on la intervencin del Ejército que detuvo a seis trabajadores, {incluyendo a fos suspendidos. Inmediatamente mAs de ‘il obreros de las fabricas vecinas (Estoril Abril, Refinerias de} Maiz, etc.) se concentraron frente a EMA manifestando su apoyo. Las patrullas mifitares, que en cierto momento parectan} dispuestas a abrir fuego sobre los obreros, acabaron por nego: ciar la libertad de los presos y anvlaron las tres suspensiones a} ‘cambio de la normalizacién de tas actividades. En De Carioy el 16 de mayo se efectu6 un paro total por la detencién de tes} breros. E17 de septiombre de 1976 los wabajadores celebras ron el “Dia del Metalirgico” a pesar de que el régimen lo hae bia abolido. En la Empresa Ladrillos Olavaria §.A. los militae +85 no pudieron descubrir quiénes eran los autores de pintadas ala entrada de la fabrica gracias a que no obtuvieron la cola bboracién de los rabajdores. En la fébrica de tractores Massey) Ferguson, de Rosario, los obreros lograron rechazar a “carne {que habia reclutado la empresa para solucionar el quite de) Colaboracién. En Rigolleau, la prensa clandestina informé que) lun obrero detectado como infiltrado de los servicios de segutis & Mh cot Avica sti un accdente moral al exese en un Horo” 6 rabajadrs pa sto Se puede aregar a iventiv eos wae I ar cn le repre Por jmp, fies de 1976 Ee Plo acuisala fibriee Peugeot que se enconrba en hus. IA ssr fron enrentados por los 5.000 obeos al gro de Pyaceina!yArgennat™ que pstriormen pasuon 8 antat UV hitno nacional. Ante semejntedemosracin de patios Mo. cal al mando de a wopa dod ete el reglamento y I, romento en el calls oboe sven pa via un ddlogoexpnieno ante lo sols sus condii- js vid exigeno liber de ss compatees den fs, cosa qu losar®. ar a misma pen ecu uni fries en i fibeica Mecedes-Bene donde wbida se Furi al hime nacional prs fear la oewpacién pr pare Bel echo S mt oo resultado de fos conflicts de 1976 lato siguiente, jy. tu con eas excepioes, un prod repleode "is {era sboujes sin movimiento espectacular ni conicts Iso. Es un perio en el cual eavanzaen los mos de Mena y se dearolan formas de orariznicn que protjan a Is cvs egos que remplazan ls miles glpes- is pol epresin La actmalscgn defer ye desarollo thsi ava ue nid vn oe fenumiomos y cuidand closers To aie lg cons fr Hay varies indices de exe avance. El primero eur dl Ph al 17 de mio en lazonaindstal de Rosary San Laver- yo (incl de Santa Fe), Mis de 600 taba gro ite umaron a vais cvs de heen a plifa aca evacuar los exublecinints Bens i ent actos to wary anes Gl 20% 83 Smear terete thot tara bows de expendi’, einen Oe Pov respondisoffeciendo un 15%. Los wabjadoresrechosaton li see cee ge a eenes Ja mala dal snc. La prensa comenzsahiblante Sane 4 Worreos de La Plata, Répidamente se sumaron subterrineos de Hvenos Aires, los ilotos y el personal técnico de lineas aére- Wi, c1 Hip6dromo de Palermo, ENTEL, petroleros, maritimes, Worwarios de Rosario, Luz y Fuerza, trabajadores del Estado, {olectivos de Buenos Aires, empleados de Comercio, Petroqut Tica Argentina, Alpargatas, bancarios, SAFRAR-Peugeot, Wnsportes de Mendoza, frigorificus, y wansportstas de naf- [u®. En noviembre, veintvn sectores gremiales representando Ih miles de trabajadores haban suspendido sus actividades la forales, reclamando sobre todo mejoras salarales”. [La iniciacién de la oleada de huelgas y su persistencia se Jprodujeron al margen y, a veces, en contra de las direcciones Nindicales, poniendo en evidencia un nivel de organizacién fubverrénea que podia abarcar gremios enteros. Se reptieron fsamleas de base y de delegados, y af, a burocracia sindical fe vio constantemente rebasada. La huelga ferrviaria de octu- tyre fae ejemplo mas claro de un movimiento de fuerza ges- lado y Janzado semiclandestinamente, que logré realizar asam pleas en los lugares de trabajo, eludiendo al aparato represivo; fhe un conflicto de alto contenido politico, pues cucstioné el plan de privatizacién de los ferrocartiles y amenaz6 en conver- tirse en tna huelga general, concluyendo en forma exitosa en ‘materia de reivindicaciones salariales satisfechas™, AA igual que en 1976, fue notable el nivel de conciencia y Unidad a través de los conflictos. Por ejemplo, los trabajadores le sublerréneos, al enterarse de la detencién de algunos com- patteros después de finalizado el paro, volvieron de inmediato yy masivamente a la huelga para lograr su liberacién™. Auin ns ilustrativo fue el caso de los ferroviarios. La detencién de ‘varies trabajadores durante el paro Ilev6 a la decisin de conti ruar con las medidas de fuerza hasta su lieracin. Eso a pesar de la muerte del ferroviario Alberto Pantalesn durante una se- sin de tortura, y de la de otro que fue pasado por las armas en Ja estaci6n de Constitucin, en Capital Federal, acusado de in- citara la huelga. Asimismo, los trabajadores de SEGBA aben- 85 onaron sus puestos de trabajo en protesta por la “idesapatia Cid” del delegado sindical Juan Luis Bonggio®, Las reivindicaciones pedidas fueron: Pesos Ley 10,000,000 de salario minimo; restituciGn de las conquistas sociales; nor ‘malizacin del cuerpo de delegados y del sindicato; reinco racién de los cesantes y defensa de las fuertes de trabajo; y ut ‘mAs que casi no trascendié a los medios de comunicacign: la reuuneia de Martinez de Hoz al Ministerio de Economia. Los resultados fueron notables, Era evidente que el teroe en su més cruda acepcién habfa quedado atrés*, Pero ademds) © consiguieron aumentos salarales: en ENTEL se obtuvo el 100%, ol 83% en Gas del Estado, y el 43% en Ferrocarriles Argentinos, Podemos sefalar que se habia producido un) ‘cambio en la correlacién de fuerzas entre el movimiento obre- ro y el régimen militar. A diferencia del afo anterior, el paro) de Renault desencadend una oleada de huelgas bien organiza das y desde Ia base; la represién no tuvo blancos files por la ‘magnitud de la movilizacin y por el tipo de organizacién, Vv El avance coneretado a fines de 1977 obtiene un margen de ‘maniobra para el movimiento obrero dando un nuevo impulso, ‘la acumulacion de fuerza del mismo. En 1978 se produce un, {importante aumento en la cantidad de confictos y medidas de. fuerza; la revista Mercado registra 1,300 de ellos en la primera ‘mitad del aot. A su vez se calculan en 4.000 108 conflicios a. través del afo', Los principales fueron el de portuarios Gui), el de Fiat (octubre) y el del Frigorifico Swift de Rosario (octis bre), Se registraron movilizaciones de bancarios y transports. ‘as, Hubo un nuevo paro ferroviario a fines de noviembre que. result6 exitoso, y en diciembre entraron en huelga varias ene presas entre ellas Renault y Firestone de Llavallol. Es de notar ue la mayoria de los conflictos no tascienden a la prensa y 86 ye son en general pegs y de ona dria. Es por eso Me od cao en cunnio a nimero de conics debe noze Hien sr ineaco, sung sve como referencia para feinacion gee Peco cong iw sgn in ciao gb du 197, Daios dra are lesa pe Ms pcen 1977, ee oto ana ala aca ince, Md chp mus sn ue sa aoe orcas abe mean lavas eo cmc de Pers det movinenw sire Ene se iw eo a income de ic et 197 cua, 8 ma Ips ean en confi os creros de Aceon Ono Pri 3800 ees de Alpris dean, ml rs eonysra ea fn, un pr Sem i Ahcmin. et ees mi ar suena ips: Can Hin ME La Cane 16 de Monde oe gun de Poor me meat [lncrrinsein ave de indus vas abe fe SMATA no qb sone cancers pinctalnet Pil cusonr in plin ll e ien, Ls ow Pijtre de Peugeot podan In oglparcin salar onl cme r convea por nai y pe ene. A io seo, cles Sp ig de Ts felon una mowlzacén en demands de sunens. Tam Finreveloor fu la eg de Sui el 8 de noviembre, que sid ena oma el fg pr pare do teas 9 {ese la conn nse os aj 9 com fad de Beso, la cal apoy6 actvaments fa meade fot {a por im, remaramos el "pro sorresivo" de rans yore en Rosario, n deme de 1979, qu coordina cinco Irznie al mugen de as decionsnaionaes eos sina E ‘en la can- fcr subyacent fs aumento sige sal oi ns ease sen as mde Inca repecadas ca apres (necesiamem muy po dejo 87 de la realidad) dejaban un saldo de més de $00,000 dasmhom= bre de paros durante los primeros diez meses de 1979, 0 sea cinco veces més que en 197851. A su vez, Arturo Feméndez, calcula que el mimero de conflictos duplicé los producides en 1977 y cuadruplic6 el nimero de trabajadores que participaron. en los mismos®2, Finalmente, es importante recordar que em= Pieza a darse una cooperacién entre los trabajadores ¥ 10s pe- ‘Quetios y medianos empresarios que en varios casos legaron & apoyar medidas de fuerza que aportaron al deteioro del régi- men’, Tanto la implicitaalianza con otros sectores sociales como’ {1 hecho de que el movimiento obrero retomase en 1979 for. mas de lucha (tomas de fabrica, huelgas por tiempo indetermi nado, movilizaciones como las de Swift y San Miguel de Tu- ‘cumén) que no habjan tenido éxito en 1976 y que no se habian, aplicado en 1977 y 1978, significa claramente un desarrollo en Ja acumulacién de fuerza propia Dentro de este panorama se ubica Ia Jornada Nacional de Protesta del 27 de abril de 1979. La extensiGn real de la misma ‘no se ha medido con justeza. El comité de huelga clandestino,, ‘organizado por Ia Comisién de los 25, estimé que el 75% de. Jos trabajadores habfan acatado la medida, En general se adi te que esa cifra esté bastante inflada y que el porcentaje se. acerca mas al 40%, De todas manera, si bien la huelga 1 logré detener al pafs, sf logré altear sustancialmente la norma- lidad en el cinturén industrial del Gran Buenos Aires y de las principales ciudades del interior®, La importancia de la medi dda no se debe tanto al mimero de obreros que hayan 0 no aca. tado el paro, sino mas bien al hecho de que éste fue llamado, por un sector de la burocracia sindical, demostrando en con- creto la presiGn que ésta sentfa para tomar medidas més com- bativas respecto del régimen, Asi, en la resolucién que llama Ja Jomada de Provesta dicen: “...Sentimas sobre nosotros la ‘mirada inquietante de los trabajadores que podrlan sentirse abandonados a su suerte, lo que determina nuesira decisién de 88 folocernos a la cabeza de la protesia que se generaliza para lnificarla con la decisién de una propwesta nacional”, Esevidente que, si bien la protesta de la clase obrera no ex- [esa un proyecto de sociedad concreto, éste existe larvada- jwente en su prictica y reivindicaciones cotidianas. Algunos spectos son obvios, tales como una redistribucién més iguali- inva del ingreso nacional o un desarrollo econémico basado en ‘1 crecimiento del mercado interno y de la industria nacional Pero también existen otros que Ilevan a un cuestionamiento Jmplicito del sistema, En las medidas de fuerza de ta clase fbrerz hay un gran énfasis en el control sobre 1a produccién por encima del respeto a la propiedad privada. Las reivindica- bones no son solamente salarales sino que también reivindi- fun el derecho a la organizacin social, y ante todo definen el {erreno de Ia cha no tanto en el nivel econémico sino en el de Ja autoridad. Asf por encima de las reivindicaciones salariales muchas veces se encuentra la Tucha contra conceptos tales co- ‘mo la “prescindibilidad”, la “productividad", la eleeciGn de re- presenfintes obreros, la autoridad del capataz o de las fuerzas de seguridad por encima de Ia comisin de fibrica, o el nego- car por oficio o por lugar de trabajo y no por industria. Asi- ‘mismo, el énfasis en la solidaridad de clase refleja un modelo social en el cual el acento se encuentra en el grupo y no en el Individuo, Al igual que Torre y Petras en la “IntroducciGn”, podemos Inferic un proyecto socio-econdmico auténomo de la clase lobrera, que si bien coincide en aspectos gencrales con los re- lames del capital nacional y 1os grupos nacionalistas del pei- ‘odo 1946-1950, contiene elementos més radicalizados. Parti- cularmente el claro énfasis en aspectos colectivistas y de con- trol abrero sobre la produccién contienen puntos de contacto con un proyecto socialist” v A pani 1979 se nos una selena eno proces scumulai de fuera del moviieno eee, Yaa fas 1980 ccure as tomas de vari fries mas (Dea La Ca tc, Sevel, Mere) pao cordnando la smu dad Jos trabajadores (Tafi Viejo, Ingenio Nufiorco); coordinadc clandesina «nivel nacional (abyjdores del Edo tape Dore) movilarions (Deas La Catia). A ests ag ft el “pro sorresivo” cay carcersas Son: cova dag Ci, al sores, ynveles de organizaion muy alos gol Demi cose ee abs pun fei An pare sorpesiv, la urea repesoa Sess impotent og Confits noe dan empo ar acta, Cando sen het, ya no hay marge de acid porgueée ha conla ‘Adem os wabjadrs se mantencn cn sus ugar Se mba {ol ques pore cbr con rapier provecar maa mo el cor sores, Sobre in acid hulgustica de 1960 esd con algunas esas busta en infomocin prea Durante os prierosseis mses del ao se regiararn 79s ids de era de magia uy dbucne Mes Ntde de obreros de medidas de fuerea as Enero B a Febrero 7 S000 Marzo 2 ao eran 20 25.625 car, 2 32337 Juno 21 agen 1 9 87.8119 El mes de enero no se puede tomar como indicativo ya que es un mes atipico en las luchas sindicales en Argentina®, Se ve. 90 cnte como a partir de febrero hubo una constante en el Ierto de trabajadores parados. Los confliios, en cambio, Jucen su ritmo de crecimiento en mayo y presentan en junio Siu citra inferior a ta del mes precedente. Esto indica una ma- Wor cencentracisn, {A pesar de los despidos y suspensiones, desde febrero no Piistio una depresién en el ritmo de crecimiento del nimero de Wnbajadores en conflicto, La distnbucién de los mismos fue: [pita Federal y Gran Buenos Aires: 54 conflicios {Diras vonas del pats: 25 conflictos [Los conflictos producidos en Capital Federal y Gran Bue Hos Aes representan el 70% del parque industrial del pais. Al Jhismo tiempo, debemos apuntar que los conflictos en Ia pri- Mera rona trascienden con mayor facilidad a la prensa; y a su Mex qoe el sindicalismo en el interior del pafs ha sido més du Jnmerte golpeado tanto por la represién como por la situacion ‘eeonémica,dificultando mucho sus posibilidades de acciGn, Del total de medidas de fuerza revisadas, 24 ocurrieron en fmprests de servicios y 55 de industria. Si bien el mimero de fonfictos en la industria fue superior al de servicios, esta rela- fon tiene otto significado en cuanto al ndimero de trabajado- es. Los conflictos en la industria movilizaron a 34,815 obreros las empresas de servicio a 52.996, es decir al 60% del total, Bsios conflictos se dieron con gran empuje en sectores de ser- Vicios que tuvieron un carécter dindmico en el proyecto econd- nico del régimen como la banca, el puerto, maritimos. Una revisin de las causas de las medidas de fuerza esta- blece que 35 fueron por salarios, 31 por recesién (dentro de pllas 19 por falta de pago, 7 por despidos, 1 por cieme y 4 por suspensiones), 6 por condiciones de trabajo, 1 por organiza- Cid sindical, el resto por causas varias. Eo indica la existencia de dos ees precisos en los coniMic- tos de una similar importancia: salario y reeesin, Los confi. ts por condiciones de trabajo tuvieron una importancia gravi tante ya que en muchos casos se hicieron contra cambios glo- 2 bales en el régimen de trabajo, que significaban una pérdida dg importants conquisas y agedan al conan de ls uatand te el gromio, wmdndase por ota en conics doa trode politacin. Pr genpl, tenemos la lia conta tue ey de navegacic, la pvaizacén de subtersaco, ef desmnilamiento de os fenearies, Proto lado la rope Cin de onftos pr aumento sla con slcin a dusts y Tas empress e comesponde con el papel gu ag Juegan den del plan econdmico de Marne Bs Hot En log confins por recs, hay que veer don prota eo problema de los ciees 9 desis; uno sles de ainda tage hace aa retucign de la roduc el eo respond 4 un proce de conenracn monopca qu no dems og ‘ia ua rade ln inpoanca dela EL ans dels medidas de lucha omadas en ls conic: tos analizados aro os sguientes esas: 46 fason pres Bros de elabrecién oat a reglaments 19 relanan esiado de alert, petiorios yo echazos; 7 moviacione (Borgward, movitizacién en la calle; Nufioreo, toma pactfica de la planta con apoyo de la poblacién; Deutz, entrevisias pd blicas y presencia en la Casa Rosada). Los trabajadores de. Deutz son los primeros, desde los paras de 1977, que levants- rom en forma explicta y publica el pedido de renuncia del Mi. nistro Martinez de Hoz, que trascendi6 a la prensa. Se equipa- ‘aba a su vez la experiencia que estaba realizando contempori- ‘neamente el sindicato “Solidaridad” en Polonia reclamando el apoyo del Vaticano, En el conflicto del Banco de Intrcambio, Regional (BIR) ocurrieron entrevistas pablicas, una misa y Dresencia en la Casa Rosada; en el del Hospital Provincial de. Rosario se realiz6 una marcha en los jardines del estableci- ‘miento; en SASETRU se dio una marcha de hambre en Ia ca lis; en el Banco de Tokio los empleados Hevaron a cabo una, {Buerra de bombas de olor hechas con el insecticida gammexa- NNo eexistié una forma de lucha tnica sino que hubo res- 2 jesus diferenciadas ante cada problema, En los conflicios fr aumentos de salarios, las medidas fueron en su mayorta ys con presencia en el lugar de trabajo, que duraron horas y on progresivos. Esto demostrara una tendencia a mantener WWhldos a los compafteros y evitar la dispersiGn, ya que al no ler utilizar el sincato como lugar fisio de reunién ésta se jo ca fa empresa, Ello estara determinado también por la ne- [esidad de no prolongar en el ticmpo los conflicts. in ios pe- Hlidos de aumentos se buscaron reaseguros que impidieran que | nuevo salario fuera tragado por la inflaci6n, por ejemplo, la Wexscién del salaro, tendiendo en los montos inicialmente Fclamados a igualarse con las mejores empresas de cada sec- Aor. En los conflicios por recesién también hay respuestas dife- Fenciales, siendo notable que en los casos de despidos y cierres Jl enfoque es opuesto al de la situacién anterior. En este cas0 fl esfuarza se drige a sacar el conflicto ala calle, extenderlo a flras empresas y lograr el apoyo de otros sectores sociales. Hay coffictos por recesién que duraron meses como en el ca- fo de La Bemalesa, Borgward, Deutz, BIR, Productex. Les conflictos por condiciones de wabajo se dieron en los Jectores laborales de mayor nivel organizativo y conciencia {omo ferroviarios, SMATA. textil del hilado sintético. Es de ilstacar, por su importancia, el paro nacional maritimo, por su Junidad, magnitud y por su alto contenido politico de enfrenta- fiento a-una ley de la dictadura que permitia 1a contratacién tle personal extranjero en los buques argentinos; cosa que no slo harfa peligrar sus fuentes de trabajo sino también su poder de negociacin como entidad gremial y por ende el control so- ‘yo las condiciones de trabajo. En tGrminos de respuesta, diez de los conflicios obtuvieron cexpresiones de solidaridad publica, res de éstas fueron activas y tna de ellas (caso de ingenio azucarero Nuflorco) sumé a btros sectores socials. iste informacién sobre la estructura de conduccién en 56 3 «as0s de los 79 analizados. Los datos disponibles indican lo si uiente: 44 conflictos fueron conducidos por organizacién d empresa; 10 por comisiones internas; 1 par comisiGn de des didos: 1 por coordinadora de agrupaciones. Dentro de los 4 Confictos existieron algunas coordinadoras regionales: 3 dl bancarios, 1 de pesca, 1 de transporte, 1 de mecénicos, Ours Conflictos fueron conducidos por las seccionales de ls respeds tivos sindicatos. El ultimo fue un paro nacional, conducido po Del alto nimero —44— de conflictos dirigidos por orgad rnismos de empresa, podemos inferir que la recomposicién del activismo obrero después de os durisimos golpes recibidos ene tte 1975 y 1977 tendié al marginamiento de las ditecciones je érquicas sindicales. Un fenémeno nuevo es el surgimiento de ‘conflictos de mAs de una empresa, extensiGn que se dio en tor- ‘no a cada actividad y no sobre el teritoio, o sea que la coordie ‘aciGn fue por rama de industria 0 servicio. Este fue el caso de} los conflictos pesqueros en Bahfa Blanca, transportes de Core doba, marftimos, y los bancos de Quilmes y Popular Argentic ‘no, Hubo también un proceso de desarrollo y concentracin of anizativa estable, expresado en el desarrollo de las regionales de ta Comisién Unificada de los Trabajadores Argentinos (CUTA) y en la existencia de coordinacién en portuarios, fe: ‘roviarios, gremios de transporte, estatales. ‘Aungue la actividad obrera se concentré principalmente en) 4azona del Gran Buenos Aires y en menor grado en Cérdoba y Rosario, alo largo de 1980 se noté todo un desarrollo muy ime ortante en el interior del pais. En este sentido fueron revelae ores los paros azucareros de Nuforco y ferroviario de Taft Viejo en Tucumén; los paros ferroviarios y de transporte en: Rosario; las huelgas automotrices en Cérdoba; Ia agitacién ene tre los metalirgicos de Villa Constitucién y las miltiples pro- testas y medidas de fuerza en otras zonas del pais, como pot ejemplo Mendoza, 94 Bn ino de scioes fueron 1s ferovarios, metal Y siomorices los que estvon al ete de neste Worn cand cro po a clad es metas de ra concretotan sid Rena y Peugeot ongnamente serovar le ue mel ie _ jaro Ets jn con Tes meteios Pe vier ene en 19709 198, se lotr I SWAT In UOM los protgoiss deca os as Ps itr, Es de estar lps del sso seris en a Povilacion de os uaajadores, parslmente depute de Wir. Un seor qu amin se moss muy combat ese i exes pero exe he may gopeado por I laa de que Ps cpa esempleo en nds, qs eigeron como rcs hseuosa st oranzain y moviiacn vl En 1981 Ia reciente agitacidn evidenciada en el campo la- orl aus qe stacin de mismo se tomar nana de as riciatcepreospactnes dl regimen ena, nls por Pcie a problema econtic. Dut lor rises de juno y Pov socederon clas de medias aera y concn Mo hugs on Meee Dene y en Pei Argentina Yor Pncaiegce declare ead de lr 1 de agosio Ps eabjdecsoaparon la metric Bel y elmer ene. Mor tava ccurio mismo en Inastas Meagcasde RO- Ivo any Fuca ealzé usa mane dems de ss Ande ea pos de aumentos slats Pero los indcaores fea sitacdn del sector ber fueron los ox pus nao Is del SMATA y el pro general eed ota COT 22 Bea pos del SMATA futon eliza como pare de un plano movin el rom on defesa de si eres obs El esanli de os mises plane ut esto a 95 men, Los paros del gremio mecfnica fueron acatados casi i talmente en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aire ‘mientras que las seccionales del interior, lideradas por Elpid Torres de Cérdoba, no se adhirieron, Al primero de ests, lizados 17 de junio, el régimen responds encarcelando a ros dirigentes y a numerosos trabajadores que intentaban x lizar una manifestaciGa en la central del gremio en Buenos resi, Por otro lado, el paro nacional convacado por la CGT sus cité mayores inquietudes. Sus objetivos fueron “recuperaciG el aparato productivo y de los niveles de salarios” y “plet vigencia del estado de derecho”. Los organizadores invtaron pParticipar a otros sectores sociales, y recibieron la adhesin d todas las regionales de la CGT, de las seccionales del $MAs TA, la Coordinadora de Taxis, y de cuatro agrupaciones grea miales que se desenvuelven en la UniGn Ferroviaria, entre otros. La CGT declané que el paro “no est dirigido contra nae die en particular", pero esa declaracién conciliadora, diigida los sectores gremiales més colaboracionistas y al régimen en Particular, no engafié a nadie. En la préctica el paro enjuiciab todo lo actuado por el régimen militar durante los cinco aitos anteriores, El paro general del 22 de julio de 1981 tuvo caracteristicas similares al de 1979, aunque las cifras de acatamiento fueron ‘mayores, En el Gran Buenos Aires pard la vasta mayoria de los establecimientos industrales con las notables excepciones dde la metalirgica Gurmendi y de Ford General Pacheco, pero) no se logré paralizar el ferrocaril Mitre y la respuesta fue lo parcial en las Iineas Roca y Sarmiento, La Plata tuvo 50% de ausentismo; en Cérdoba y Rosario se adhirieron los grficos; fen Tucumén y Mendoza los ferroviarios; en Bahia Blanca el (60% de los empleados de comercio; en Entre Rios el SMATA, ‘camioneros y panaderos; en San Juan, vitivinicolas, bancarios Y trabajadores de la care; en Mar del Plata los mec4nicas; y en Capital Federal los estibadores y muchos otros. La Policia 96 oral informs que un millén y medio de trabajadores habian Joel llamado de la CGT, También importante fue el he- de que muchos pequetios y medianos empresarios y co- artes cerraron sus puertas en apoyo al paroé Bi rfgimen, aunque manifesté repetidas veces que no esta- Jpreocupado por el paro, demastraré en la préctica lo contra- ‘Surgieron las acostumbradas amenazas de apicar 10s di hive! abiertamente represivo, las fuerzas de seguridad se Es evidente que la situacién del obrero seguia empeorando Holablemente, Entre enero y julio de 1981, Clarfn informé que Ie habianregistrado 1.296 juicios por quebranto, 0 sea un au- Juonto def 129% en valor real sobre los 383 juicis registrados f) 1989. Asimismo, informaba que la industria metaldrgica ica exhibia una capacidad ociosa del 64%; papel y carn ile 59,9%; cemento del 44,6%:; productas quimicos industriales ill 26.2%; destilerias petroleras del 26.4%: y bricas automo- pecs el 37,89 ©. La saci er a seria qu l obispada Imes organiz6 wna concentracin piblica que denomi Mitra de Handa” Los organza exhraron 4 pei “pon y'rabajo” y solictaban a los manifestantes a que llevaran ropa y alimentos para los necestados”, La Argentina subterrénea se volvié a manifestar abierta- jente el 7 de noviembre en la marcha por "Par, Pan y Traba~ jo" a San Cayctano, marcando, ademés, que la resistencia lbrera ya obligaba a otros sectores a pasar a la oposicién en forma més activa, La marcha fue organizada por la COT y tonié con el apoyo de algunos partides politicos. Convocs a is de 50.000 personas y fue correctamente descripta por un fronista como “marcha dela bronca”6 ” Los manifestantes marcharon desde el estadio de fitbol Vélez Sarsficld hasta la Iglesia de San Cayetano, patrono di trabajo, coreando consignas contra el régimen y reclamand Por los desaparecidos. Se vieron expresiones de furia popul al finalizar la demostracién, cuando algunos de los mani tes se enfrentaron con las fuerzas represivas, arrojendo sai 7208 y monedazas a los agentes de policia,o entonando fino de neto corte politico y hasta partidaro, Esta actitud es nota dado el vasto operativo represivo que desplegé el régimen, qu incluyé miles de efectivos y hasta el uso de helicépteros", En otros puntos del pais hubo manifestaciones simile En la ciudades de La Plata, Berisso y Ensenada se orgenizara Cconcentraciones para marchar ala Iglesia de San Cayetano qu fue impedida por el despliegue de policfas uniformados y df civil. También en Rosario los rabajadores acudieron al lam do en medio de un severo dispositivo de seguridad. Es necesario consignar la importancia de esta manifest ciién, porque su desarrollo tomé por sompresa a los organizad res y al régimen por igual. Tanto las consignas reclamando los desaparecidos como las de “avesinos,asesinos” 0 “el pu blo unido jamds serd vencido”, iban bastante mAs alld de Planificado. Esto se evidencié cuando recién después de ‘marcha, y cediendo ante la evidente presiGn popular, los cinod Partidos politicos nucleados en la Multiparidaria (PJ, UCR Pl, PDC, MID) asumieron el tema de los desaparecidos. Y dl més tarde, el vicepresidente primero del Justicialismo, Deol do Bitte, expres6 su preocupacién por “la indiferencia de la argentinos" ante los politicos “que ya no creen en Dios, ni el {a patria ni en st mismos". La situaciOn era cada vez més controlable Esto tiltimo se vio reflejado en varios incidentes a prind Dios de 1982. Et primero ocurrié cuando el titular de la Cor sidn Nacional de Trabajo (CNT), Jorge Triaca, se apersond) la seccional de gremio pldstico de la zona norte del Gran Bug nos Aires, y de allf fue expulsado a pufetazos por los obrero 98 ios de “rao” "colaboratonita La prensa infor- Hambin ques habla fonmado un movimiento de ban a ie Feroviaia, integra por varias sccionales de oe ge- fp co Buonos Ars, en recazo ala drecin del sda fu vez, en una miss elebrad por la eons Conede- [bn General del Trabajo ex Comisén de los 25— en La fz para oar or los esoepados, en defena dea en Be cba y porn lberad fo pate pln y gremia tin proces, se do una cononacion ete ledges y mio sector de la tase coca, Eo ocui cuando ps de paripants empévaron acai consignas de con bao. Los drgetes aliiaron de “inflivados comue sos que coteaban los esos La enigatrming na reca ca cal a pola intevino para protege aloe fgentes iales”®, Et avare en odo este proceso hizo ness drt mes nao de 1982 Ms de ds mil personas 3¢ movin el ns ee ala casa de gblemo pa recamar po os desapa- ids: miles de persona expesaron so dseoneno fete In deespeanesinciénecondmiea, Lan esales se mov jn. 3 de marzo en Buenos Arsen conta de as pv joes. El 17, duane un homenajea Carlos Andres Peer, ‘Vk presidente de Venezuela, el piblico comenzé a corear ja sangre derramada no serd negociadal” en oposcién a la ppuesta de establecer un acuerdo entre civiles y militares. El I) los rabajadores portuarios de Buenos Ales reclamaron an- Wp c! Cemando en Jefe de la Armada por sus fuentes de trabajo mejors salarales, mientras jubilados y pensionados deman- Waban sumento de haberes en Plaza de Mayo, En a iglesia de hin Freneisco, a una cuadra de esta misma plaza, ms de mil Jfabajadres estatalesarojaron volantes de repudio al gobiemo 4] concur una mis en que se rog6 por los salarios?, EL 19 de marzo la CGT lanz6 el lamado a todos los secto- Jes del pas para que convergieran en Plaza de Mayo et dia 30. J movilizacién fue llamada con el fin de “decir basa a este 9 Proceso que ha logrado hambrear al pueblo suniendo a mile de rabajadores en la indigencia y la desesperacién”™. La tarde del 30 de marzo ta Plaza de Mayo estaba virtual ‘mente cercada por una concentraciGn de patrlleros, caros asalto, camiones hidrantes, helicdpteros y polictas a cabal Los manifestantes no pudieron acceder a la misma, pero $6 fueron sumando numerosos espectadores indignados. por ‘brtalidad det accionar policial. Los manifestantes dieron vuel ta al érea de la plaza por varias horas desafiando a las represivas. A las 16 horas la policia intercept6 en el puent Pueyrredén una gruesa columna de obreros que pretendia cri zar el Riachuelo, También fue reprimida una manifestacién ‘Tribunales y otra de estibadores en el puerto, Frente a la se formé una columna que se puso en marcha hacia la Plaza’ Al-caer Ia noche, el centro dela ciudad de Buenos Aires era pandemonio. La policia castigaba a los manifestantes con sale vajismo, con disparos hacia los balcones desde los cuales {gente gritaba contra la represiGn. Manifestantes y simpatizans tes hacfan frente a las fuerzas de seguridad y desde los edifi- ios y las esquinas tlovia todo tipo de proyectiles. Hubo entre) mil y tres mil detenidos, dependiendo de la fuente utlizada. bala en el pecho, En Rosario, dos mil personas recorrieron el ‘centro, a pesar de la fuerte presencia polical. En Tucumdn he bo més de 200 detenidos. En Cérdoba la ciudad fue ocupada por el I1I Cuerpo de Ejécito que patrullaba las calles con co- Jumnas de hasta siete vehfculos militares, En Mar del Plata los nifenamienos conta represin produjeron numersos here AA dia siguiente, haciendo un balance dela jomada, la CGT afirmaba que el proceso militar “estd en desintegracién y en desbande y reclama un gobierno de transicién elvico-militar 100 WMirmaba que el proceso militar “esid en desintegraciGn y en Wesbande y reclama un gobierno de transicién clvico-milsar hci la democracia"””. Dijo un sindicalista: “Ayer ha termi- uso ei miedo, el pueblo dijo basta a una dictadura que ha su- Phldo ai pals en la mds eremenda crisis de todos los tiempos”. El plan de lucha desarrollado por la CGT que culming en la Wovilizacion del 30 de marzo de 1982 frente a la Casa de Gc Plerno en la Capital Federal marcé claramente que el mo\ HWiemto obrero habia herido al “Proceso”. La importancia de ata mevilizacién es que dej6 en claro varios aspectos. Primero Wo todo, que el terror y la represi6n no alcanzaron para detener Jj lucha popular. Segundo, y se desprende de lo anterior, que Jos trabajadores acumularon suficiente fuerza, tanto objetiva [Homo subjetivamente, para retomar la calle una vez mas y dis- Prsela a las fuerzas represivas. Tercero, la movilizacién e- Jerpliticé cémo el movimeinto obrero se constituy6 en el mo- Jor de la resistencia antidictatorial impulsando a otros sectores Jociales tanto a Ta lucha callejera como a medidas de fuerza Honjunas, Unos dias mas tarde comienza la wistemente célebre Gue- fra de fas Malvinas. Es indudable que la derota en la Guerra a- felers la tendencia hacia la apertura, Pero también es induda- bile que el proceso de resistencia obrera desarrollado a partir de Inarzo te 1976 y que culminé con la movilizacién de marzo de 1982 representa la base material de la conquista de la demo- ‘racia y dela derrota de la dictadura. La resistencia obrera fue luna de las causas del deterioro de la dictadura, puesto que im- pis el consenso que requeria Martinez de Hoz tanto para la plcaciGn de su plan econémico como para poder corregir los roves" del mismo. A su vea, la “inranguilidad’ labora sir. ¥i6 de elemento agudizador para las discrepancias técticas in- lemas en ol Proceso, En este sentido, la Guerra de las Malvinas fue el stimo intento de lograr un consenso para su modelo de fps. Su fracaso en la guerra fue el mas visible de todos, puesto {que evidencié las carencias de los militares en su funcién espe- 101 cifiea, Evaluando el momento escribié Juan Villareal: “Lay actores de su limitado consenso quedaron al aire y la crisis d hhegemonia de los seciores dominantes se agua. Es as qi se completé el cuacro de quiebra de las represencaciones", Horas | Ver Daniel James, “Racionalizacion y respuesta de la clase bers Jowertc limitaciones de Ia actividad gremial en In Argentina”, en Desorrallo Econémico, N? 83 (octubre diciembre 1981), pigs. 320- Ms. Bid, 332. J Ibid, 331, eitando al oleic, en 1955 A ibid, 333 5 Denurcia, agorto, octubre y noviembre 1976. | Alvars AbSe, Las organizaciones sindicales y el poder militar 11976-1983) (Buenos Aires: CEAL, 1984), pig. 23. 7 Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), 23 de oetbre de 1976. (itado en Horacio Verbitsky, Rodolfo Walsh y la prensa clandestina (Nuenot Aires; Ediciones de la Urace, 1985), pig 69. J) Para 21 conficto de Luz y Fuerza seguimos principalmente el Inorme que #¢ encuentra en Secretaria de Relaciones Sindicales (G.R'S,)de la Federacién Grafica Bonaerens,Sitwacién Sindical en la Replica Argentina (Mimeo,24 de marzo de 1978) Abs, op cit.24 JOSS. dela GB, op. ct. 11 Denancia, noviembre 1976. 12 Alfredo Sickis, A Guerra da Argentina (Rio de Juneiro: Record, 1982), 196. 13 SRS. dela GB. op. cit. 14 La Opinicn, 3/X0/76. 15 Sikis, op. cit, 197 16 Ibid. 198, 17 Clariny La Opinion del 297X016. 18 La Opinin, 3/1/76, 19 SRS. dela F.GB., op. cit 20 Ab6e, op cit, 24 21 La Opinion, 270177 22 Abs, op. cit, 25. 28 Ibid. 26. 24 Sanago Senén GonzAlez, Der aos del sindicalismo argentino (Buenos Aires: Corregidor, 1984), pig. 72 jetario general de In COT, Kavardo 103 25 Cables de UPI y AP del 14/1/17; Et Dia de México, 15/1177) I7MIM; La Opinion, 137; Excelsior de México, 12/1/77 26 Ver periicos de la pc, en particular Clarin 27 Denuncia, oxo, octubre y noviembe de 1976, marzo y abil 1977; SRS. de la F.G.B., 35; Sirkis, op. cit, 178-19. Bolet Internacional de Solidaridad Argentina contra la Represi6n y I Tortura (Archivo de Editorial “Denuneia), julio 1976. DB Sinks, op. cit, 178-179 29 Deruncia, agosto, octubre y noviembre 1976. 30 Skis, op cit, 204 31 Demuncia, sri 1977 32 "Les grandes gréver de 1977", en Le Monde Diplomatique (Aba 1978), pd. 15. 33 Deruncia,sepirbre 1977. 34 D. Marcelo, "Desaffo obrero a la dictadura militar, en Perspec: tiva Mundial Nueva York: 21 de noviembre de 1977). 35 ver Clartn 27,28, 29, 30/K/7. 136 Denancia, diciembre 1977; Clavie 17/K/77 a 3/K177; La Prensa DUX{T al 23/XI/TT; La Opinion 311X077 al SIKU: La Naciént LU/KUTT; Excelsior de México, 16/X/77 al S/KI/77; Associate Press y Agence France Presse, cables noviembre de 1977; Liga pa Jos Derechos del Hombre (Argentina), Car, noviembre 1977 37 Amuro Feméndex, La practicas sociales del sindicalismo (1976: 1982) (Buenos Aires: CEAL, 1985), pip. 91:92, 38 lden. 139 ver Denuncia 1977, 40 “Les grandes gréves de 1977", en Le Monde Diploméiique (Abel 1978); pip 18. Al ver supra (36), 42 Abs, op. cit, 36 43 Thi, 36; ver supra (36, Jorge Peron, La patria reciente (Buenos ‘Alges: Ediciones Puer, 1983), pf. 129. 44 Revista Mercado, octubre 1978. Evidentements en este cuso el téemino conficto debe signifcar cualquier ipo de diferencias entre Ja patronal y Tos trabajadores abarcando desde huelgas hasta lx mera fnformacin de malestar febril. Slo aceptando esta interpretacién podriamos suponer que las cifras son correc, dada la dispardad inmensa entre las mismas y el nimero de medidas reportadas por la 108 Jronss cotidiana, Sin embargo, aceptemos o no las cifras de Mercade, as mismas son ilustrativas de la percepeién entre el finpresaiado de que el mslestr obrero era mucho mayor que el Imitio por el Ministero de Trabajo. AS Lein Bieber, "El movimiento obrero argentino « paride 1976. DDbscrvaciones al trabajo de Francisco Delich en Peter Waldmann y Himesto Garzén Valdés, comp, El poder militar en Argentina, 1976- 081 (Benes Aires: Editorial Galera, 1983), pég. 117. Bicber no jt fuente luna de Ia cual deduce su céleulo, 46 Deruacia, abril 1979. 47 Bogie Sindical del MPM, Cronica de la resistencia sindical lrpenine. Mimeo, sf; agosto 1979. i Clarla 16,17 18 de septiembre de 1979. 49 Cloria9, 10 de noviembre de 1979 50 Bloque Sindica, op cit enero 1980 51 Céleulo barado en Clarin y owas publicaciones entre enero y fpctubre de 1979. Ver también: Gonzalo Chéver, Las luchas findicales con el Proceso (Buenos Aires: Ed. La Causa, 1983) Debemotnotar que Ia mayoria de los conflicts obrers fuera de Ia ona de Capital Federal y Gran Buenos Ales parecen no haber so eportades por la prensa « menos que fusran de cera magnitu 52 Femindez, op cit, 93. 53 Exisen varios ejemplos de esto, Los més evidenes son el poy fobtenide tanto de individyos como de asociaciones de pequefos y mnsdianor empresarie como la Asociaién de Empresarios de Rosario (AER) y In Federacién Econémica de Buenos Aires (FEBA) durante Jnhuelga general de abril de 1979, Ver Deruncia (15 de Febrero al 1S le marze, 1979), pgs. 3-4, También ver Pablo Pozi, "Apuntes sobre Ja sinusdin det movimiento obxeroseyentino”, en Denuncia (agosto 1981). Latin America Political Report (LARR), 4 de mayo de 1979, peg. 132. 54 LARR, 4 de mayo de 1979. pé. 132 55 Abts. op cit, 55. 56 Toi, 49. 57 Para una excelente dscusisn sobre el tema de a lucha por el ‘control abrero tobre Ia produceién y sus implicancins ideol6gieas tv-captalstae y Imvadamente socilistas ver: David Montgomery, “The Past and Future of Workers’ Control”, en Radical America 13, 105 (Noviembre-Diciombre 1979), pigs. 7-24. Y también del misc tutor: Workers’ Control in America (Nueva York: Cambrid University Press, 1979) 458 Basado en publicaciones varias, particularmente Clar(n, Prensa y El Economista, Ademés, ustmos el excelente abajo d Gonzalo Chiver, "Movimiento obreo: lot conflicts sindicales 1980" (Mimeo, sip) Una primera vesin de esto aparecién en Pab Pozzi, “Apuniss sobre I stuacién del movimiento obxero argentino! op. cit 59 Del tofal de conflicis y wabsjadores afectados, 16 de ella ‘barearon més de un mes. Elita del custo refej elnémero real d medidas de fuerza y uabsjadores, De los 87.811 uabsjedores sahiieron« los confictos, 34.815 eran obreros industrials y 52.9 eran trabajadores de sev {60 El mes de enero es aipico debida a as vacaciones de verano 61 Ver Denuncia, agosto-septiembre de 1981 y Clarin, del 3/V S/VIII de 1981, 62 Clarin,18/V1/1981. (63 Clarin, dl 15 a1 21/V11981. 64 Clarin, Unamdsuno de México 23/VTV81. 65 Alejendro Dabat and Luis Lorezano, Argentina: The Malvina and the End of Military Rule (London: Verso Editions, 1984), % (66 Denuncia, gost-septiembre de 1981. 67 Idem, ciumdo 4 Clarin (68 Denureia, octubre de 1981, 8 Clarin #XI981 ‘0 Ver Denuncia, diciembre de 1981. 11 Denwrca, diciembre de 1981. La Mulipariaria formada por los partidos Justicilist, Unidn Civice Radical, Inransigente, Deméerat 72 Demure, mario de 1982. 73 Clari, dl 6 2 20/0/1982. Clary 21, 28, 29 y 30/82 y 1, 2, y 31V/B2; ver también Abs, op. cit 8. 106 Wiacm Hi) Clars, 1avga2. HY) Avs, op. cit, 87. Ds Deruncia,abi-mayo de 1982. 1) Jona Villars, "Lot hilo sociales dl poder"; en Eduardo Jozari Wal, Crisis de ta dictadara argentina (Buenos Aires: Siglo XX1 Eds, 1985), pig. 211, CAPITULO IV LA CUPULA SINDICAL La cpula sindical en la Argentina es una de las institucio- nes can mayor poder en la sociedad civil: un poder que se basa tn su capacidad de convocatoria y movilizacién y en sus recur- 0s econémicos, A su vez los dirigentes sindicales tienen una tendencia a la burocratizacin, Por un lado suelen ser figuras de prebtigio frente a sus compafieros de trabajo y por ello son reelectos permanentemente, y adems adquieren competencia ‘écnico-buroerftica que les faclita el manejo del aparato sindi- cal. “A medida que se prolonga su permanencia al frente del sindicato el dirigente va alejdndose de las pautas culturales ¢ incluso econdmicas de los trabajadores de la base sindical" con Jo que surge una tendencia a autoperpetuarse en el cargo en de- fensa del propio status e inclusive se da un alejamiento de su base para adquirr una relativa autonoméa y jugar un rol de in- termediario entre obrero y patronal, En este sentido el corpo- rativismo peronista junto con el verticalismo como forma de seleocién de los diigentes agudiza la tendencia hacia la buro- cratizacin de la dirigencia sindical marcando un quiebre con Ja tendencia histrica del movimiento obrero argentino previa 21945-1947, ‘A partir de 1955 la burocracia sindcal argentina ha debidg sumir dos papeles: el de negociadora de las condiciones de venta de la fuerza de trabajo y otro, determinado por la pros cipeign del peronismo, que transformé a los sindicatos en los principales representantes politicos de la clase trabajadora? Ast la dirigencia gremial va a combinar el didlogo profesional on a oposicin politica Hay que agregar que una de las herencias del primer gou bierno peronista es el enorme peso del Esta sobre el sindica- lismo. El control estaal puede abarcar desde la intervencign lis sa y Ilana por funcionarios gubernamentales hasta el ahogo, ‘econdmico por el bloqueo de sus fondos. “Todo ello obliga a ‘que ta burocracia sindical despliegue siempre una estrategia {endiente a coparticipar del poder"®. En este sentido el proyec- to socio-econsmico que propugna la CGT entre 1960 y 1976 no difiere vitalmente de los reclamos del capital nacional y _Brupos nacionalistas de tas Fuerzas Armadas. En esta politica, de alianzas la burocracia sindical busca asumir la representa- ‘itn politica de las masas peronistas "Pero en la medida en que se desarrolla el proceso de acu- ‘mulacin... el conflcto principal de la sociedad pasard a es- ‘ructurarse en torno al enfrentamiento entre capital y trabajo. (04 El nivel que ha alcanzado esta contradiccién se expresard ‘en la incapacidad que tiene el sistema para asimilarla y en- ‘cauzarla dentro de los canales insttucionales. En este contex- ‘0, no hay posibitidad de que la clase obrera en su conjunto pariicipe det sistema, por ello una politica reformisia estd condenada al fracaso y a la pérdida de legtimidad entre las bases Es presto, ere 1969 y 1976, a buroraci in se vio amenazada por el amplio movimiento popular que odes en ee pfs vend Peroni eg a epresentaciGn politica de las masas peronistas; el clasismo ccuestionaba su hegemonia sindical; y surgia la “patria socia- 12 lisa’ para contraponerta ala “patria metalirgica” como mode- Jo de pais®. Por otro lado, la burocracia ya no estaba inspirada por el reformismo movilizador de los dirigentes gremiales de la década del 40; de hecho, durante la Revolucion Argentina ha realizado el pasaje histérico de las posiciones del reformis- mo abrero a las del reformismo burgués, insertindose explici- tamente on cl sistema del capital” El proyecto hegemsnico del Capital monopotistainaugus do'el 24 de marzo de 1976 no es el mismo que posee la buro- cracia sindieal, ni siquiera por parte de quienes se autodenomi- haron~*dialoguistas” y colaboraron permanentemente con el Proc3so, Sin embargo, la burocracia sindical va a mirar al gol pe de estado con buenos ojos, condicionada por su dependen- cia del Estado, por su aproximaciGn a las Fuerzas Armadas co- ‘mo dliados estratégicos para tatar de reconstruir el bloque de 1946-1955, y conciente de que ha integrado su suerte a la det capitis. Agu es aplicable lo analizado por Poraniero pa ra el perfodo 1966-1973: "Como la ofensiva hegemdnica det capival monopolista arriba a su punto mds alto, acorazada tras todo el peso del poder militar, importantes sectores de ta bux rocracia sindical, especialmente los ligados a las grandes em- presis, partiendo de lo que perciben como ‘solider’ casi invul- rnerable del proyecto neocapitalista,tratan de negociar por su ‘cuenta a fin de obtener el mejor partido posible de la nueva sitsci6n®, Pero cuando la clase obrera presiona y plantea su claro re- cchazo al Proceso, obligando a la burguesfa financiera @ modi car st proyecto, la burocraciasindical retoma su proyecto ori- inal. Ya no se trata de desmovilizar alas masas, sino de la po- sibilidad de controlar la movilizacién existente subrayando su ‘autonomfa y convirtiéndose en la principal expresién de la ‘oposicién, De esta manera la burocracia sindical se convierte Tentamente en un factor de resistencia y unidad como forma de defender sus privilegios, garantizar su supervivencia y al mis- ‘mo tiempo mantener control sobre la base gremia. 3 Es evidente que el andlisis debe proceder més allée expli- car las actitudes de la burocracia sindical como una “traciGn al movimiento obrero, Si bien Ia burocracia adquire autono- mia con relacién ala base obrera y desarolaintereses pro= pios,a su vez expresa percepciones y necesidadesinterpretin- dolas en beneficio propio, La intereelacién entre los drigentos Y sus afiliads demuestra que la clase obra lucha en cienos terrenos y deniro de contextosdeterminados, donde existen por sibilidades objetivas de una accion sigificativa y donde Ia ex- periencia de clase la leva a pecibt tales posbilidades. u Las cdpulas sindicales entraron en un receso en su activi- dad piblica el 24 de marzo de 1976. Varios de sus méximos Ii deres, como Lorenzo Miguel de la UOM, fueron encarcetados, Otros, como el Secretario General de la CGT, Casildo Herre- ras, ¢ exiliaron, La CGT y todos los grandes gremios fueron {ntervenidos. Las 62 Organizaciones, brazo politico del sindi- calismo peronista, fueron prohibidas. De hecho, el régimen ac- tu6 como si el sindicalismo se hubiese terminado. Por debajo de las apariencia, la burocracia entré en un pe- rfodo de negociacién y colaboracionismo con la Junta Militar. ocas veces en la historia social argentina, la clase obrera su- fri un embate tan sangriento como el desatado entre 1976 y 1983, Hubo “una minoria de sindicalisias cémplices de los crimenes de las fuerzas de seguridad (...) a mayorta de los sremialisias como otros dirigentes sociales de nuestro pats, politicos, magistrados,etc.), ‘pecaron’ por callar, teniendo ta posibilidad de denunciar con ms valor o de unirse a aquellos ‘que lo hacfan"®. & esta evaluacién le falta agregar el factor central, Entre las Fuerzas Armadas y la burocracia sindical ha ia algo en comin: ambas se sentian profundamente amenaza- ‘das por las tendencias clasistas y combativas que surgieron en, 14 ol sindicalismo durante la dcada de 1960. A través de 1976 y 197 se evan a cabo wna serie de reu- riones y dislogos entre dirigentes gremiales y representantes le Ja Junta Militar, en particular los generales Roberto Viola y Carles Dalla Tea!®, El primero de abril de 1976 se reunieron ‘medio centenar de sindicalstas para esbozar una respuesta gre- ‘mial al golpe, En un momento en que se descargaba una repre: sin brutal sobre el activismo y Ja base sindical, a burocracia sostuvo das posiciones: 1) formar una comisién asesora de la {niervencién de la CGT con el supuesto fin de condicionar sus a la CNT, como hicieron el “participacionista” Hugo Barrignuevo (fideeros) y el “independiente” Ramén Baldassi (PoECYT) ‘Aqui es importante remarear que las distinias divisiones de la burocracia sindical y su nucleamiento en distintos organis- ‘mos responde no s6lo alas diferencias técticas, sino también a ugnas intemas entre drigentes de un mismo gremio, y a una politica muy hébil del Ministerio de Trabajo el cual intenta romper la unidad gremial por todos los medios como forma de debiltar el movimiento obrero organizado, Subyacente a todo eto, se producen una serie de negociaciones y didlogos de ca- racteristicas verdaderamente bizantinas, No s6lo el régimen bbusce la division del sindicalismo, sino que los dirigentes gre- ‘miales aprovechan las diferencias técticas entre los militares para ampliar su espacio politico. Asf se reunen no slo con los sgenerales Liendo y Viola, sino también con el almirante Emi- lio Nassera, integrante de la Junta Militar y Comandante en Jefe de la Armada, y con el general Diego Urricariet, el cual desde Fabricaciones Militares tiene discrepancias con el Mi nistre de Economia que pretende privatizar algunas dependen- clas, Dird el dirigente de Luz y Fuerza Juan José Taccone en 1978, que el almirante Massera se convini6 en “punta de lan- za" ara la politizaciGn del Proceso, pero —agregé— “ha~ ‘blanao con toda claridad, esto no quiere decir que Massera ‘cuente con el apoyo del movimiento popular como candida- 10”. Y ts afios mas tarde, en 1981, el entomo gremial de Lo- renzo Miguel se vio obligado a desmentirreteradas versiones 123 {que vinculaban al caudillo de Ia UOM con el “politizado” al- mirante®. v Poco a poco, la burocracia va ganando terreno frente al ré sgimen, Pero al mismo vempo, ésta slemte una gran presiin de la base para que los dirigentes se unan en defensa de las con- 4uistas sindicales. Por ejemplo, en diciembre de 1978, la Co- misién de los 12, representando al sindicalismo mendocino, eclaré que esperaba que tanto la CNT como los “25” vayan, -anstriyendo las instancias orgdnicas que expresan la uni- dad profunda de tos trabajadores argentinos” que desemboque “en una CGT unida, fuerte, solidaria y representativa”. Esto fue seguido casi inmedistamente por un llamado de la Juven~ tud Sindical Peronista a que “reflexionen y se den cuenta del dafo que le ocasionan al movimiento obrero ...) que, a causa de sus dispuias personales han dividido”. Se agregaron tam- bign a estos llamados 28 gremios de San Juan, el gremio mer- cantly las seccionales de una docena de sindicatos de la zona norte de Buenos Aires, Ser el vertcalista Ricardo Pérez, de ‘camioneros, el que expresara mejor esta presién declarando a Ja revista Confirmado: “Al movimiento sindical y a los diri- ‘gentes ya no se les puede pedir mas. Lo han dado todo a pesar ‘de que hace ya tiempo se los ‘apreté' con intervenciones, imi ‘acién de leyes laborales y el impedimento de celebrar las, convenciones colectivas de trabajo para lograr salarios justs, Ya no se puede seguir comprimiendo hacia abajo; podrtan roducirse reacciones incontrolables y se nos echarla injusta- ‘mente la culpa. Hay que tener en cuenta que los trabajadores ‘suponen que somos complacientes. El riesgo es que aparez- ‘can orros dirigentes menos pacientes. :Hasta cudndo hemos deesperar?"35, ‘Ambos nucleamientos insistian en el dislogo con el régi- 14 ‘men, A principios de 1979 la CNT levantaba una vez més su pedido de mejoras salariales ante el interventor de la CGT. En distnias ocasiones los “25” y la CNT se reunieron con el sub- seereiario de Trabajo, coronel Américo Daher, con el almiran- te Lambruschini, entonces Comandante en Jefe de la Armada, ‘con el vicealmirante Fracassi, con el brigadier Lami Dozo, y muchos otros. Aunque nunca fecibieron una respuesta satisfac- toria,y a pesar de que el rogumen esta tratando la nueva ley de ‘Asoc:aciones Profesionales, ambos, sindicalistas y gobierno insisien que “de ninguna manera se ha interrumpido el didto- eo Anie los magros resultados y la presi6n de las bases, a fines de marzo de 1979, representantes de la CNT y los “25” logra- ron un “acuerdo programético”: defensa del salario, de las ‘obras sociales, libertad sindical, oposiciGn a la modificacié de aportes provisionales, libertad de detenidos y defensa de la economia ¢ industria nacionales®”. En base a esto los “25” avanzaron llamando a la “tunidad en la accién” colocando a la CNT ante la disyuntiva de seguir el liderazgo del otro nuclea- ‘miento 0 de hacerse responsables por el rompimiento de la ‘unidad gremial En este contexto se lan26 la Jomada de Protesta Nacional el 27 de abril de 1979; segsin un comunicado se "convoca a todos los sectores nacionales a realizar... una protesta nacio- raf" en demanda de la “restiucién del poder adquisitivo del salar y plena vigencia de ta ley 14.250 de convenciones co- lectivas de trabajo, en oposicién a la reforma de las leyes de Asociaciones Profesionales y de Obras Sociales” y en favor “de la normalizacin sindical”. Aungue los “25” lamaron al pparo como una maniobra politica destinada a apoyar su propia proyeccién en competencia con la CNT y no como factor de ‘organizacién y lucha del movimiento obrero, la medida se ba- saba en necesidades reales y en un contexto de endurecimiento {de los sectores més opositores de la burocracia sindical. Estos ns capitalizaron la situacién presenténdose asf como una conduc: cidn més combativa que la CNT, y esaltando las exigencias de) la base. La reaccisn oficial ala medida fue enérgica, Seis dirigentes {de os "25" fueron encarcelados durante dos meses, El Minise terio de Trabajo calificé la medida como una “decision irres- ponsable”. Y el Gobierno declars ilegal el paro, anunciando que garantizaré “por iodos sus medias y con (a fuerza que surge de la raxén y la ley, la libertad de trabajo y el orden pi lio” A su vez, la CNT habia decidido no companir la medida, y ‘emitié una declaracién en ta que expresaba que el paro dis- puesto estaba inhabilitado por haber sido adoplado en forma, ‘unilateral y con la pretensiGn de utilizar a los rabajadores para, Girimir supremacias de sectores. La realidad era que, temero- sos de comar el dislogo con la dictadura, los dirigentes de Ia ‘CNT quedaron desubicados frente a las bases que reclamaban, 2 gritos medidas mAs efectivas paa frenar el deterior de su si tuacidn, ‘A partir del 27 de abril de 1979 fueron los "25" los que le- ‘vantaron la bandera de la oposiciéa sindical al régimen, arro- ‘gandose la representacién de las bases y la herencia historica do las luchas obreras. En este sentido la CNT se presentaré co: mo el sector "moderado" on relacién de los “duros" de los "25". Una vez més resaltamos que la composicién de ambos, nnucleamientos es cambiante debido al flujo y reflujo de las alianzas y las estrategias de cada gremialista La mayor fuerza politica y social que han acumulado los "25" como resultado de Ia Jornada, junto con la inminente aprobacién de la nueva Ley de Asociaciones Profesionales, y la disposicion del Ministerio de Trabajo de dectarar a caduci- dad de los mandatos de varios dirigentes sindicales, dieron un renovado impulso alos contactos en pos de la unidad sindical Después de varios intentos fallidos, 1as negoctaciones desem- bocaron, en septiembre de 1979, en la conformacién de la 126 Conduccién Unica de los Trabajadores Argentinos (CUTA) que une a los “25” con la CNT. Fuera de la CUA quedaron Jos “no alincados", los “antiverticalistas disdentes” y los “8”, que se unieron para formar la Comisién de los "20", de escaso eso en el panorama gremial a pesar dela simpatia que pareota dispersarle el Ministerio de Trabajo. ‘La fuerza politica de los “25" dentro de la CUTA se desta- cea ain mds al hacerse piblicos los contactes y la relacin con la dieecin del Justcialismo y a nivel internacional. Parti larmente a partir de la visita de la ComisiGn Interameticana de Derecios Humanos (CIDH) de la OEA en octubre de 1979, ¢s cevidente que varios sindicalstas han tomado abiertamente la posiciin de “asesores” de politicos peronistas como Deolindo Biuel y Eloy Camus#, aia fuerza del sector “politico” de la burocracia empujé al seqir “apolitico” hacia posiciones més decididas respecto del régimen, Es asf como el documento “A los trabajadores ar- ‘gentings’", ue puede ser considerado como el programa de ac- cidn de la CUT, juntaba las demandas ya clisicas del sector con demandas polticas, pidiendo: normalizacion sindical y li beriad a los dirigentes detenidos, defensa de Ia ley de Obras Sociales y de la Ley de Asociaciones Profesionales vigentes duran el gobierno anterior, vigencia de la Ley de Convencio- res Colectivas 0 de “‘paritarias”, vigencia de la Constitucién [Nacional y un reclamo por los dirigentes y activistas desapare- cidos'. v En noviembre de 1979 se aprobé la nueva Ley de Asocia- cciones Profesionales que establecta Ia reorganizacién del sindi- calismo argentino, La Ley atacaba la estructura gremial (climi- nba ls estructuras de terver grado y limitaba las de segundo), stacata el cardcter poltico del sindicalismo y a ta burocrac 17 al esablecer qu nai con anoedentespenales pa se die gente sind A pesar de los insistentes rumores sobre un paro general, la reaccin ela cpl sna no lego a tan En canbe a UTA op po “unplon de act” ten ein as tamene al égien mets aad npr a Ly, nk ci6 ua scjp vole al derecho de cen terantzado pr la Const Nasional As es cai 10 Unico de Peleros del End SUPE) ni a primes de anpao prs dca conitcinal a Le. Tube 8 enté en conaco con dios organises soc y part dos poltics en busca de apoyo, Se hizo un lanale wis OTF para que se promuncite ste cl pcbena de iminason de uno de us fia ms imports a CGT genta que ‘grea millones de eabajdores Se movida bass con petcons y aambles en conrad la Ley, los sicaon tomar aati dno sata rafisand Yas estuctone crises" y pind al Ministerio de Tbe qu a ee La suai agaist conratciones ene sen det UTA. EI setr“apolico” planed un can Se ean para jase a neva Ley que poi a parepaion lca sndcal El argument pincpal de ene secre hoe habia que adaptarse pra preserva organization sine y logar la normaizaciénpemial cos que el éginen no pms tna deo fora En cmb, sete idea nda ment por ef MSP inpulsiba inane de confntacin ala Ley como foma de ami ure ant gimen El rl tad de ess inde fue qe la CUTA impale “plan So accion” con maces vacaciones, yen algunos casos conto: (Gomo por ejemplo en un stro or lamar a una ein ultra en conta de la Ley) no hbo olsborcn por Dare des “apoio” Toda xa ative preset an ot teal fundamental éginn, el cua vane uy lonamen en a eesrctuacidn de mania qs en dem J 1980 se 128 Juba apcobado la zona de actuacién de s6lo unos 350 gremios ile mas de 2.000 solicitantes®, Tn tomo a los diferendos técticos de la CUTA se movfan Js presiones del sindicalismo medio, que bogaba por un “plan ile accién” més combativo, De hecho, distintas delegaciones iremiales del interior reclamaban un plan de lucha “aiin cwan- flo resulie imposible la realizacin de un plenario sindical pa- yo su discuston y aprobucién’. La CNT rechaz6 ta participa. in de is delegaciones regionales en las decisiones de la CU- TA sobr: la Ley por “considerarlas poco permeables alas su- tilezas polttcas"*. Por otro lado, la dictadura se movié habilmente para tratar de dividir una vez mas al sindicalismo. Asf, ratifies las estruc- turas nasionales de ATE, UOCRA y la Unién Ferroviaria. El Ministerio de Trabajo, general Llamil Reston (que sucedié @ Lend en el cargo en febrero de 1979), insstié en el mes de abril de 1980, que la nueva Ley “desconoce entidades de ter- ‘cer grado pero no las prohibe” y que ésias “pueden llegar a ‘constuirse y hasta obtener personer{a. Agreg6 que “las con- venciones colectivas de trabajo se reimplantardn an pronto se tenga todo el espectro gremial reestructurado"*S. Sin oftecer nada en concreto, el régimen daba pie para que la burocracia pensara que dialogando podfa recuperar los sindicatos "La peesiGn de la base y ol accionar del régimen contribuye ron @ que las posiciones en ol seno de la CUTA se endurecie~ sen y Tlevasen a que una vez més se rompiese la unidad sindi- cal. En mayo se volvieron a conformar los “25” y 1a CNT, mientras que los “20” —précticamente marginados de la esce- na grenial durante ocho meses— fueron reinsertados en el pa- rnorama, con apoyo del Ministerio de Trabajo, al formar alian- za con la CNT. Superficialments la nueva divisi6n habia ocu- rio en tomo a diferentes criterios sobre la delegacin sindical 1 ser eaviada a la OIT ese afio (1980); los “25” decidieron no integra la delegaci6n oficial, mientras la CNT silo hizo. ‘Al mismo tiempo se produjo la liberacién de Lorenzo Mi- 129 ‘uel, Secretario General de la poderosa Unicn Obrera Metall gica y titular de las orohibidas 62 Organizaciones. Encuadh dentro de los 25", el caudillo metalrgico acelerabe la act dad polttca de éstos, puesto que Miguel, dirfan los diarios,, {egraria un tipode peronista junto con Bitel ¢ Isabel Pers, su vez, el drigente de las "62" aconseja deponer actitudes transigentes en aras de la unidad sindical, del didlogo y de negociacién. Incluso la liberacién de Miguel desats una luc feroz en el seno de la UOM con Luis Guerrero, que diriga sgremio en ausencia de Miguel y que se encuadraba en la Ch Es indudable que la liberacién del metalirgico obedecta ue nada a las maniobras del régimen, ya que aportari a ais 410s sectores més combativos del justicialismo reforzando) los sectores peronistas “potables” (de los “buenos” dirfa og neral Viola en un discurso de marzo de 1981)" La divisién de la CUTA fue duramente castigada por 10 distintos organismos sindicales intermedios. El Movimicnt Nacional de Unidad Automotiz 22 de Mayo declard que “ell Fracaso de la unidad de ladirigencia sindical serd severa te juzgado por los rabajadores como una traicin asus inte ses permanentes”, La Coalicién del Sindicalismo Nacional fa ‘mulé un llamado a la reflexidn de la conducciGn gremial, des tacando el valor de la unidad. Y distintas regionales de la d suelta CUTA acusaron alos dirigentes nacionales de estar co fabulados con los interventores y tanzaron un lamamiento los dirigentes gremiales. “ain a aquellos que inconclentemen: te hayan vendido sus conciencias, para que juntos, con dese prendimiento y grandeza, conformemos la verdadera uni- dad’, Lo mas notable de todos estos pronunciamientos es que tara vez diferenciaban entre los sectores en los cuales estaban encuadrados los dirigentes. Mientras tanto el régimen avanzaba en sus esfuerzos por Aebilitar al sindicalismo argentino. El 8 de agosto de 1980 se probs la nueva Ley de Obras Sociales atacando el poder eco ‘némico de los sindicatos. Al mismo tiempo se aprobaron dis- 130 tintas reformas que incluyen el Estatuto del Trabajador Rural, cl del Periodista, los regimenes de los trabajadores de comer- cio, viajantes y seguros, el convenio de Luz y Fuerza, y otros. La dirigencia sindical amenaz6 con “hacer uso de fuerza colectiva” y recurir al dmbito internacional en oposicién a la rueva legislacién. Pero se encontré ante una disyuntiva: ,e6- 10 preservar su poder sindical, conuolar ala base y no romper cl didlogo con la dictadura? La respuesta de la CNT y los "20" a esta situacién estuvo de acuerdo a su préctica anterior. El 27 de agosto fueron a dia logar con el Ministro del Interior, general Albano Harguinde- ‘guy, los dirigentes Mario Cala Gémez (mercantiles), José Va- Ie (ceguros), Juan Racchini (aguas gaseosas) y Luis Echezar Fraternidad). Dos meses ms tarde se repitié la ronda pero esta vez. con Jorge Triacea (plisticos), Rubén Marcos (UOM), Enrique Venturini (lectricistas navales) y Ramén Baldassini (FOECYT), El dislogo marcé un quiebre con la drigencia po- Iitca del justicalismo, porque si bien Triacca, ider de la CNT, pidio autorizacién para asistir al didlogo, dej6 bien en claro ue lo harfa atin sin ella. Bittl, vicepresidente primero del Jus- ticialismo, calif el hecho como “una grave inconducta"®. For otro lado los “25”, ante Ia urgencia que les impontan las azciones de las bases sindicales, decidieron el reflotamiento de Ia sigla CGT, Razonaron que en la CGT convergen dos co- sas, Primero, el interés fundamental del movimiento obrero ar- ‘gentino en mantener lo que es una Conquista de largos afios de lucha: la central iinica. ¥ segundo, el hecho de que a wavés de ‘una CGT controlada por la burocracia, ésta puede —e histi- ‘camente lo ha hecho— controlar ala base. La reconstitucién de la CGT, el 24 de noviembre de 1980, 1 pesar de la oposicién de la CNT y los “20”, fue bien recibic a nivel nacional, Expresaba una necesidad organizativa, una reivindicacién histrica, y una realidad a nivel de la bases del movimiento obrero que, como dijo Lorenzo Miguel “nunca ‘estwo desunido”®, Répidamente se formaron regionales en 131 muchas provincias; y la CGT gané suficiente fuerza para que) en marzo de 1981 sus dirigentes plantearan que no “reconoc- fan a ningin otro nuclearniento sindieal y que tatarian con tos {gremios individualmente, De hecho desconocian ala CNT y a. los “20, Ademés, se agregé la declaracién por parte de los "25" de que “se abre un periodo de lucha més poltica”, y ‘nunciaron que formarian otra vez las 62 Organizaciones “co ‘mo reaseguro ideolégico del accionar del Movimiento Obrero Argentino", recomponiendo asi el brazo espectficamente poli tico del sindicalismo peronistaS! De esta manera, a principios de 1981, el sindicalismo ar- {entino se dividia en dos grandes sectores. El primero, formas o por la mayoria de las organizaciones nucleadas en la CNT y Jos “20”, dirigidas por Triacca y Rubén Marcos, Este sector onia el acento en “mantener la fortaleza de las esiructuras sindicates como reaseguro de la participacién obrera en el de. ‘bate de tos grandes problemas del pais", y para esto consideran {mprescindible mantener abiertos los eanales de dilogo con el ‘égimen. Su objetivo fundamental era influenciar directamente el proceso de normalizacién sindical para asi retener el control 4e sus gremios. Su posicién la resumi6 Triacca, el 8 de enero, do 1981, al proponer una participacién politico-militar-sindical enel Proceso, En contraposicién se encontraba la CGT, liderada por Sail Ubaldini, cervecero en ese entonces identificado con la linea verticalista de los “25”, Esta nucleaba una heterogénea multi td de tendencias incluyendo a los “25”, al MSP, a la mayoria, 4e las delegaciones de! interior del pais de la disuelta CUTA, Lorenzo Miguel de la UOM y a Fernando Donaires de los, 20": todos ellos con el apoyo del Partido Justicialista, La divisién distaba mucho de ser nitida puesto que dentro e los mismos gremios se daban serias dvisiones, Por ejem: plo, en la UOM se encontraba Lorenzo Miguel apoyado por 39 seecionales por un lado, y Luis Guerrero que se adjudicaba 34, Por otro. En SMATA estaba José Rodriguez con 19 secciona: 132 inset pace meme ane ote aes een ra eee ee vi eee ee mere Saco tee eee Seen een oe Pcie nl ere tual sitwacién institucional y por lo inico que rectama es por 133 ddespierta para los trabajdaores expectanva alguna”, para decla- Tar finalmente “el fracaso towal y absoluto de la pretendida sestiin gubernamental del llamado Proceso” por lo que recla+, man un gobierno de emergencia nacional 5 q Er resultado de todo esto fue que, por tn lado, la Intersec« torial CNT-"20" queda comprometida negociando con los mix litares y por otto, las relaciones entre el gobierno y la CGT es- én poco menos que eortadas a ratz de a actividad de ést dtc ‘ma. De todas maneras el plan de accidn de la CGT es levado, ‘adelante, si bien con altibajos, para culminar en la moviliza- cién del 30 de marzo de 1982, E12 de abril las Fuerzas Armadas toman la islas Malvinas; ello produce un notable cambio en la edpula gremial. Horas antes de conocerse el hecho, la Intersectorial programaba un. aro, mientras que la CGT afirmaba que el proceso militar “estd en desintegracién y en desbande” y reclamaba un gobier- ‘no de transicién efvico-militar hacia la democracia'S Dias més, tarde los mismos dirigentes se encontraban viajando por el ‘mundo declamando os derechos sobre el tertorio en litigio; diseutiendo ef andlisis de 1a CIOSL que acusaba al gobiemo, militar de “ocupar las islas Malvinas para desviar (a atencién de los problemas de libertades democrdticas en el pale". Serén. 168ca808 los dirigentes que mantendrin su postura. Diré Juan, José Taccone: “...Debo confesar que humanamente me en- contré trabado para cumplir la misién que se me habia enco- ‘mendado. Mi memoria se trasladé a recordar estos ses largos hos que hemos vivido, de represién politica y gremial, mi amigo y compaiero Oscar Smith secuestrado, igual que ocho compaiieros mds, delegados de mi gremio: sindicato interve- rnido, sus derechos destrozades,.."6, La derrota de las Malvinas pone en evidencia el fin del Proceso, con lo que tanto politicos como sindicalistas se lan- an a una actividad febril para poder controlar la apertura. A su ver hacen esfuerzos inhumanos para no presionar a las Fuereas Armadas, de manera que ésias se puedan reirar en or= 134 Men sin que se descontrole Ia sitwaciGn. Dirfa por ese entonces iin politico argentino en el exilio: "Los dirigentes pollticos y Hociales argentinas se ven arrastrados, muy @ pesar suyo, por na fuerza telirica, hacia la Casa Rosada"®" Debemos extraer varias conclusiones en tomo a la dirigen- fia sindial durante el Proceso, Lo fundamental es que en su ol de intsrmediaria entre a base obrera y el Estado dictatorial, Jn burverncia sirvié una doble funeién: por un lado, frené la lu cha obresa esforzdndose por canalizarla dentro de los marcos el Procéso; por otro, ese mismo esfuerzo, combinado con sus propios intereses Ia presign de la base, ruvo el efecto de obs- tuculizar y eventualmente contribuir al fracaso de los objetivos el égimen para con el movimiento obrero argentino. ‘Asimnismo se evidencié una separacién may grande entre la tase y ls cipulas sindicales, que se veta reflejada en los insis- tentes lamados y presiones de los primeros para que los se- ‘zundos tomaran posiciones mas combativas. De hecho, el pro- blema de la legitimidad del dirigente sindical que se abre con el Cordobatzo en 1969, no se resuelve con el golpe de 1976, no que meramente se congela. Los sectores ms licidas de la burocracia mostraron una clara conciencia del problema. Es ast ‘que los marftimos aprobaron y apoyaron el trabajo de las co- misiones clandestinas y la coordinadora de gremios durante 1980 en los conflictos con el régimen. Y que la direccién de SMATA, en particular José Rodriguez, se alines junto a Ia ba se hasta 3! punto de partcipar junto a los trabajadores de Deutz en Ia toma de la Fabrica, Es ilustrativo de esto el hecho de que la mayoria de los pronunciamientos de los sectores interme- «ios 0 d: las agrupaciones de base del sindicalismo condenan CNT, CGT, "20" o cualquier oto nucleamieato nacional. Resumiendo, el desarrollo mismo de los conflictos obreros va haciendo que se modifique el rol de la burocracia con rela: cidn al régimen, Asf ésta pasa de un dialoguismo discreto en 1976, ala Jornada de Protesta Nacional en 1979 y la CGT de 135 1981. Surgiré asi una dialéctica en toro a las medidas de foe za desde la base que llevan a la burocracia a tatar de frenarh [pero que en este intento debe asumirlas e impulsaras para im pedir que se descontrolen, NoTAs 1 Arturo Fernénder, Las précicas sociales del sindicalismo (1976 1982) (Buenos Altes: CEAL, 1985), pig. 22. Nétse que en ningin ‘momento te platen que los diigentes burocratizados son totalmente ‘rrepetentativos. Existen dstnios niveles de buocraizacén de un diigewe al igual que exsten distitoe tipos de diigentes. Por lo eneral podemos spuntar que en Ia base sindical existen tantas tenderiat politica © idzolégicas como existen en la cipula. Ast el “Los conductores politicos y sindicales tienen que ser re- rnovados y reemplazados por nuevos protagonistas més j6ve- nes, compenetradas con los propdsitos y objetivos del Proce- s0 de Reorganizacién Nacional." De este documento se desprenden varios ejes: 1) el debilitamiento del sindicalismo en general; 2) la creaciGn de un sindicalismo “apollo”, colaboracio- nista; 3) el fin de a independencia econémica del sindicalismo; 4) la substitucin de los Iideres sindicales, por aquellos més ‘compenetratos con el Proceso; 5) todo lo necesario para crear un sindicalismo que se ajus- tea las necesidades de una “economia abiera” y competitiva. 1 Debemos considerar que para el PRN el aspecto "“econo- ila abjerta" es central a todo el proyecto, siendo “necesario transformar en eficientes todas aquellas empresas que ain condieionan la eficiencia global de la economia". El simbolo dd la fuerza obrera y de la resistencia a la eficienizaci6n en las fabricas fue la comisién interna, Tanto para los empresarios como para el Proceso, el delegado gremial personificaba los problemas bésicos con los cuales ellos tenfan que enfrentarse fe Ja campatta por aumentar la tasa de explotacién. “4Surgidas en el perfodo posterior a 1946, las comisiones in- temas sceptaban en general que su tare bisica era la de super- visar le implementacign diaria de las provisiones contenidas en cl contato, Pero ya en la década de 1950 éstas habian asumido cl rol més amplio de afianzar la seguridad de la clase obrera y Timitar las prerrogativas de la patronal en la esfera productiva. Los empresarios percibfan claramente que éste era el principal ‘obstécelo a una racionalizacién efectiva y la imposicién de una disciplna de trabajo?. Los puntos de friccién con los trabaja- dores ro eran solamente aspoctos salariales sino principalmen- te el control sobre las condiciones de trabajo. Es evidente que hacia 1976 los empresarios consideraban la limitaciGn efectiva ‘en el poder de las comisiones como imprescindible para lograr algin progreso en su proyecto. Cualquier introduccién de es- quemas de incentivacién, el acortamiento de los tiempos para hhacer nna tarea, la limitacin en la reciprocidad y In garantia dde mayor mevilidad en el trabajo, o sea un aumento en la tasa de explotacidn, se veria potencialmente anulado en la préctica por una clase obrera decidida y su comisin intema, Bs por esta razén que, un aflo antes del golpe, se iniié una leada represiva —dirigida por las Fuerzas Armadas y avalada por dos decretos firmados en noviembre de 1975 por el presi- dente interino Italo Luder— dirigida a sofocar la guerilla y el “terrorism industrial, Esta represiGn se agudizé después del 45 ‘olpe. Es asf como a través de 1976 y 1977 se ejecutan una se- Fie de medidas y “acios de servicio" que significaron la desa- parici6n o muerte de numerosos delegados y activists sindica- les, la detencién de dirigentes, la ocupacién de los lugares de twabajo por efectivos armados y una ola de terror destinada fundamentalmente a allanar el camino para la tansformacién el movimiento obrero organizado. Al mismo tiempo se inte: vinicron la CGT y los principales gremios del pals que nuclea- ban al 75% de los trabajadores sindicalizados, Dice Arturo Feméndez: “Todo el sector contestatario del ‘movimiento obrero fue depurado con tos mds brusles méto- dos, contando con la complicidad activa 0 pasiva del secior atronal y, a veces, de grupos sindicales amarillos. (.) Asi= ‘mismo, durante 1976, se intent y se logré en buena medida climinar tas comisiones internas de fébrica, os delegados y os comités de seguridad ¢ higiene de un elevado nimero de ‘empresas. Para ello se conté con la disposicin antiobrera del sector patronal y con la delacién, la infitracin y la presencia militar en tas plantas. No todos los miembros de comisiones internas ni todos tos delegados de fbrica eran elementos ra- dicalizados pero, por su juventud y honestidad, podtan const ‘ir un obstculo al plan de disciplinamiento de la clase obre- ra, Por otra parte, era conveniente desarticular a vida sindi- cal, ampuidndola de su base natural que se encuentra en los lugares de trabajo", El régimen habia ampliado su concepto de subversién hasta incluir el curioso concepto de “la guerrilla industrial”. Ante la pregunta de un periodista sobre ,qué es la subversiGn?, respon- eri el general Jorge Videla, comandante en jefe del Ejército y titular de 1a Junta de Comandantes: “No es sdlo lo que se ve ‘en a calle. Es también la pelea entre hijos y padres, entre pa- ddres y abuelos. No es solamente matar militares. Es también todo tipo de enfrentamiento social”, Para esta concepeiGn je- rirquica de la sociedad los obreros deben obedecer a los patro- ‘nes como si fueran sus padres. El paternalismo y la dependen- 146 cia oral eran as lives de sistema socioeconimien a sr creado, Camo resultado dee concepcin a reprsin que se de- sa dete ser de oporcones mayors, Por emplo en Bei $0 Ensenada fueron dtnios fds os dlegat, subd tedon pcre y mono delta e pone be Popa Sora Sierra, aslros Rio Santiago yPrigrio Swit En Ford el fre ena en spans fables 9 se instal: bacenel mismo liga deta. "Enel canpo de depots de Ford esto instlada durante mucho tempo una guarnicin del Pier Cuerpo de Ejre.Airadedor de cen dlegadoe {iron dtenidos, desmantlindose totalmente a comin i tema Muchos rabajadores fuaronsacados de ut puesto, pie dels maint y detnidos con in destino are te ite aguas tesinonio directo de la repre Siowes Ford enboca de los traajadres de extbecnient "eros no en apenas se doe! golpe. Si rdearon Ford con canines yep, ermados hat los ett, nase flsrasen ano por in jhevaon muchos compaerds dete dos, hosrevstban los oes, lo vesaros, hcl equa rags 4 Sellevaron a los delegados, subdelegados, activistas. Des- roar el cuerpo te deleados 9 0 rachon, poco ants del folpe o durant el propo goes compat ls apres para tue rnuciaran (0) Chandos nade ect ach dentro se lenaron as r- cas. ¢ levoron totes las maeras de inportain que ott nos levebames ls opearios.cartn de desecho, odo e0 tue era benficio para algunos compatera, sf levaron ties “hb dent hay machos superintendents, capaaces, de todo, quesonreivados del reo, dela marina ode la aero dua) ‘Al hbo unos cin desaparcios, Muchas apareiron desputs como detenias'y muchos han sido solids. Orot 147 ‘nunca aparecieron. La mayorla han estado presos en Devoto, en Sierra Chica, otros fueron a parar a Cérdoba y otras par- Uno estaba trabajando y tenta un soldado con un fusil al lado,,""2 ‘Se calcula que en los primeros dias del golpe en el Gran "Buenos Aires hubo mas de 1.200 secuestres por fuerzas de se- suridad. El dia 26 de marzo la fabrica Peugeot fue invadida ‘por carros blindados, los obreros fueron concentrados en el pa tio central y los documentos fueron revisados uno por uno, Tdénticas operaciones se realizaron en Chrysler donde se lleva: ron a diez delegados. Seis mds fueron detenidos en la fébrica, de Alpargatas y en la sidenirgica Gurmendi se llevaron a otros veinte'. Mas de 200 obreros fueron secuestrados en Villa Consttucién sin que ninguna fuerza de seguridad reconociera, haberlos detenido. En 1a misma zona, el gobiemo militar esta- blecié una fuerza provincial de seguridad conocida como, “Los Pumas", cuyos efectivos se alojaban en forma permanen- teen Ia planta de Acindar'*, Decenas de cadaveres aparecian a través del pais mutilados bérbaramente. A mediados de 1977, a O.1-T, denuncié la existencia de 18,000 desaparecidos y {6.000 presos politicos, entre ellos 400 sindicalisias, en Ia Ar jgentina'S. Dada la magnitud de la represidn y sus caracteriti- cas, es evidente que el régimen debe haber contado con el apo yy decidido de los empresarios a través de los encargados de personal los cuales podian facilitar la infilracién de un lugar 4e trabajo al igual que sefiaar los activists, " Las medidas represivas estuvieron legitimadas por toda una setie de decretos-ley, amparados por decisién de la Core Su- ‘prema de Justicia de la Nacign a pesar de Ia evidente inconst tucionalidad de los mismos. Comenzaron con las “Medidas 48 Inmediatas de Gobierno” enunciadas en las “Bases para la In tervencién de las Fuerzas Armadas en el Proceso Nacional" ‘emitdas el 24 de marzo de 197616, En el Anexo 1 de dichas “Bases se consigna: 3, De Indole Laboral “3,1. Reordenamiento de la actividad sindical, a uavés de la revision de la Ley de Asociaciones Profesionales, de Con- luato de Trabajo, de Paritarias y otros instrumentos legales. "3.2. Suspensi6n temporaria de la actividad sindical en lo ‘que respecta a nuevas reivindicaciones mientras dure el reor-

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