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El Viento en El Mundo de Anibal Ponce. D PDF

El documento presenta la biografía del intelectual argentino Aníbal Ponce. Comienza describiendo su formación liberal y su encuentro con José Ingenieros en 1920, que lo llevó a interesarse en el marxismo. Luego se involucró en la lucha antifascista durante la década de 1930, fundando el Colegio Libre de Estudios Superiores y la revista Dialéctica. Esto lo obligó a exiliarse en México, donde fue rector de la Universidad de Morelia. El documento destaca la importancia de su obra y

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El Viento en El Mundo de Anibal Ponce. D PDF

El documento presenta la biografía del intelectual argentino Aníbal Ponce. Comienza describiendo su formación liberal y su encuentro con José Ingenieros en 1920, que lo llevó a interesarse en el marxismo. Luego se involucró en la lucha antifascista durante la década de 1930, fundando el Colegio Libre de Estudios Superiores y la revista Dialéctica. Esto lo obligó a exiliarse en México, donde fue rector de la Universidad de Morelia. El documento destaca la importancia de su obra y

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ANÍBAL PONCE

HUMANISTA Y REVOLUCIONARIO

ALEXIA MASSHOLDER
(COORDINADORA)

Editorial Cuadernos de Sofía


Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario
Alexia Massholder (Coordinadora)
ISBN: 978-956-9817-09-0
Primera Edición Febrero de 2018

Portada y Contraportada
Montserrat Zavala
Cuadernos de Sofía

Editorial Cuadernos de Sofía


www.cuadernosdesofia.com

Referencia del libro: Massholder, Alexia (Coordinadora) (2018). Aníbal Ponce: Humanista y
Revolucionario. Ed. Cuadernos de Sofía, Santiago, Chile.
ANÍBAL PONCE
HUMANISTA Y REVOLUCIONARIO

ALEXIA MASSHOLDER
(COORDINADORA)

Cinthia Wanschelbaum
Néstor Kohán
Alexia Massholder
Cristina Matheu
Paula Shabel

Editorial Cuadernos de Sofía


Prefacio

La biografía política de Aníbal Ponce es, por decir lo menos, fascinante y por eso la presente
compilación está llamada a tener un impacto cultural y político muy significativo dado que
situará bajo la luz de los reflectores a un personaje excepcional y testigo privilegiado de una
época tan amenazante como la actual. Ponce es uno de los intelectuales más importantes y,
paradojalmente, menos conocidos de la primera mitad del siglo veinte en la Argentina. Toda
una serie de circunstancias se anudan en su inusual trayectoria vital, desde sus orígenes
liberales hasta el impacto movilizador que supo ejercer sobre él la década del treinta y que
precipitó su conversión al socialismo y su incorporación al Partido Comunista hasta su
persecución a manos del gobierno argentino, su posterior exilio en México donde fue recibido
con todos los honores hasta su trágica muerte en un accidente –por lo menos así dicen-
automovilístico ocurrido en ese país cegando una vida cuando aún no cumplía los cuarenta
años de edad y todavía tenía muchísimo para ofrecer en el ámbito intelectual y político.

Ponce provenía de una pequeña burguesía educada de la ciudad de Buenos Aires, y su


formación inicial es antes que nada científica. La psicología, la medicina y la educación fueron
las fuentes en las que abrevó en sus primeros años este espíritu inquieto nacido en 1898,
pero su encuentro con José Ingenieros en 1920 habría de constituirse en un verdadero
parteaguas porque a partir del mismo Ponce cae en la cuenta de la excepcional importancia
dos aspectos anteriormente invisibilizados por su formación positivista: los factores
económicos y su papel en el desenvolvimiento del proceso histórico y la tenaz presencia del
imperialismo norteamericano en el destino de los pueblos de Nuestra América. A partir de ese
momento comienza un proceso sinuoso pero inconcluso, por las circunstancias trágicas de su
vida, en el cual Ponce se va reconstruyendo como un intelectual marxista. Y lo hace no sólo
producto de una elaboración solipsista encerrada en los muros de una academia sino como
efecto de su intenso involucramiento en las luchas antifascistas de la década de los treintas.
El golpe militar de 1930, que abrió un ominoso período en la historia argentina, lo impulsó a
crear lo que a la postre sería una gran institución educativa: el Colegio Libre de Estudios
Superiores, un foro destinado a convocar a los intelectuales críticos a estrechar filas para
enfrentar al fascismo criollo del General Uriburu y sus voceros. En esta aciaga coyuntura
Ponce ofrecería en distintos ámbitos de la vida cultural porteña seis conferencias públicas que
definirían el proyecto político-ideológico del Colegio y que se materializarían precisamente en
El Viento en el Mundo. Con esta obra, producto de una larga reflexión emerge claramente
un Ponce marxista, despojado de lo que su amigo cubano, Juan Marinello llamaba “los
errores de Ponce, hijos de su origen social, de su formación juvenil y de sus maestros más
cercanos.” En 1934 escribe uno de sus dos textos clásicos, Educación y lucha de clases,
previo a su incorporación al Partico Comunista y un viaje a la Unión Soviética a cuyo regreso
escribe el otro texto fundamental de su producción teórica: Humanismo Burgués y
Humanismo Proletario texto que con justa razón cargaba en su mochila guerrillera Ernesto
“Che” Guevara porque en él se delinean los contornos y las razones estructurales exigidas
para la aparición del hombre nuevo. El opresivo clima intelectual y político de la “dictadura
infame” en la Argentina de los treintas redobla su activismo antifascista con la fundación, en
1935, de la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores y la publicación de
una nueva revista teórica, Dialéctica, de la cual llega a emitir unos cinco o seis números. En
todos estos casos el objetivo es librar una guerra cultural sin cuartel en contra del fascismo
dominante en su país y en buena parte de Occidente. Consciente de ello, en 1936 el gobierno
del General Justo lo priva de sus cargos públicos y lo obliga a iniciar el camino del exilio,
terminando en México y convirtiéndose en Rector de la Universidad de Morelia. En el país
azteca Ponce toma contacto con algunas de las grandes figuras que habían buscado refugio
en ese país, tanto desde América como desde la Europa desgarrada por la guerra civil
española y el auge del nazismo. Establece una estrecha relación con los cubanos Nicolás
Guillén y Juan Marinello y con el notable historiador mexicano Jesús Silva Herzog. Poco antes
de abandonar la Argentina su postura ante los horrores del fascismo y la crisis capitalista
había experimentado una acentuada radicalización que lo llevó a escribir lo siguiente, con
palabras que todavía hoy resuenan como tremendamente actuales:

“La hora que vivimos reclama de los intelectuales una definición categórica: o se está con la sociedad
capitalista, sus injusticias, su decadencia, su anarquía; o se está con la sociedad proletaria, con la
dignificación de la vida, con la conquista final de la naturaleza. O se está con lo acabado, con lo
podrido, con lo vacilante, o se está con lo nuevo, con lo promisor, con lo puro. De un lado el
agotamiento, la cobardía, el servilismo. Del otro la nueva cultura, la fuerza del espíritu, la conciencia
libre, el vuelo audaz, vale decir, las posibilidades infinitas de una sociedad sin clases. (En “Justificación
de estas páginas”, Nueva Revista, nº 2, noviembre de 1934

Pocas veces se escribió con tanta elocuencia y profundidad sobre el dilema del intelectual de
nuestro tiempo: ¿de qué lado estar, al servicio de quiénes ponerse? La referencia a La
Tempestad de William Shakespeare en Humanismo Burgués y el desprecio que en esas
páginas rezuma por la figura de Ariel, el servil intelectual sometido al poderío de Próspero, el
déspota ilustrado, anticipa ya de modo prístino lo que Ponce piensa de los intelectuales que
se sitúan al servicio del poder y, por supuesto, de qué lado se situarán cuando llegue el
combate decisivo. A la hora de escoger entre la sociedad capitalista en proceso de
putrefacción y la naciente sociedad proletaria, que él entrevió en su visita a la Rusia Soviética
Ponce no tiene la más mínima duda. Nosotros tampoco.

Para concluir no sería exagerado afirmar que Ponce se convirtió, por muchos años, en una
suerte de prototipo del intelectual comunista latinoamericano. Pero del “intelectual
comprometido”, al estilo sartreano. Su influencia en los años treinta se extendió varios
decenios después de su muerte, su obra habiendo sido recogida en cuatro tomos por quien
muchos consideran su discípulo y continuador: el brillante intelectual comunista Héctor P.
Agosti. Este se nutre del marxismo abierto y antidogmático de Ponce e, inclusive, replica
décadas más tarde sus iniciativas políticas concretas, como la realización, tras el golpe de
estado que derrocó al peronismo en 1955, de la Primera Reunión de Intelectuales Comunistas
celebrada en setiembre de 1956, en línea con las tentativas de organización del campo
cultural desde la izquierda ensayadas por Ponce en la primera mitad de los años treinta.

Saludamos, por todo lo anterior, la recuperación de un pensamiento y una obra como la del
ex Rector de la Universidad de Morelia y joven discípulo de José Ingenieros, tan necesaria en
una época como la actual y en la cual el holocausto social y económico que el capitalismo está
produciendo por doquier y la amenaza permanente y cada vez más cercana de una guerra
requieren una respuesta clara y contundente como la que en su tiempo produjo Ponce y que
citáramos más arriba. El eclecticismo y la apelación a los ardides escapistas del
posmodernismo tan usuales en la academia sólo revelan una complicidad mal disimulada ante
un mundo que es inviable e insostenible, inexorablemente destinado a su apocalíptico
hundimiento. Ponce, su pensamiento y su acción, son una valiosa fuente de inspiración para
responder a los desafíos actuales. En buena hora contamos ahora con este libro que tenemos
la satisfacción de prologar para librar una exitosa batalla contra la resignación y el
sometimiento de los intelectuales “bienpensantes” y sus amos y “sponsors”.

Atilio A. Boron
Buenos Aires, 29 de Noviembre de 2017
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 01

EL VIENTO EN EL MUNDO DE ANÍBAL PONCE.


1
DE LIBERAL SARMIENTINO A MARXISTA REVOLUCIONARIO

Dra. Cinthia Wanschelbaum

Introducción

Queremos comenzar este capítulo con una afirmación contundente: Aníbal Norberto
Ponce fue (y es) uno de los intelectuales marxistas latinoamericanos mas importantes del
siglo XX. Sin embargo, y pese a eso, es cuasi desconocido en Nuestra América. Cuando se
lo menciona, su nombre resuena, pero su obra se desconoce. Henos aquí entonces
escribiendo sobre él para sacarlo del ostracismo al que se lo sometió, y hacer de su
interpretación del mundo y su afán por transformarlo, una herramienta para la batalla de ideas
de nuestra hora americana.

Aníbal Ponce, nació en 1898 y murió en 1938. Vivió tan solo 40 años, pero con gran
intensidad. Escribió, estudió, enseñó, militó, se exilió y se murió en un torpe e injusto
accidente cuando vivía en México. Tales son las paradojas de la vida, que la suya finalizó
yendo a dar una conferencia con motivo del aniversario del natalicio de Marx.

Su vida transitó por los primeros convulsionados años del siglo XX. Transcurrió en el
marco de las vicisitudes del primer golpe de Estado en Argentina y del fascismo europeo, y
sobre todo, durante el triunfo de la Revolución Rusa. En persona, pudo vivir y sentir tanto los
horrores de la guerra civil española, como la algarabía de la Unión Soviética.

Fue protagonista de esa primera generación de intelectuales marxistas


latinoamericanos, como José Carlos Mariátegui y Julio Antonio Mella, que se conmovieron
con la Revolución Rusa y adoptaron al marxismo como forma de entender y vivir en el
mundo. Ponce abrazó a Marx y a Lenin, y con ellos combatió en la trinchera intelectual, hasta
el final.

Escribió mucho y también dio muchas clases y conferencias. Algunos de sus libros
son, de hecho, la edición de esas prácticas que solía realizar. Tal es el caso del libro El viento
en el mundo que constituye la recopilación de seis conferencias que pronunció entre 1928 y
1933, y es el libro en el cual nos vamos a focalizar, y sobre el cual vamos a trazar algunas
lineas de descripción y análisis.

Como dice el prólogo cubano a Educación y lucha de clases, otro de los libros de
Ponce y una de sus obras mas conocidas e importantes2, deseamos que Aníbal sea “un buen
amigo de los maestros, un buen maestro de los estudiantes y un buen compañero de los
trabajadores todos”3. Queremos recuperar su pensamiento revolucionario porque, si bien
pensó, escribió y actuó, en otro momento histórico, sus ideas aun siguen vigentes y

1
Artículo en su original en Revista Inclusiones, Volumen Especial Enero-Marzo 2018.
2
Anteriormente hemos realizado un estudio introductorio a Educación y lucha de clases. A. Ponce y C.
Wanschelbaum, Educación y lucha de clases; Estudio Introductorio Cinthia Wanschelbaum (Buenos
Aires: Ediciones Luxemburg, 2014).
3
A. Ponce, Educación y lucha de clases (La Habana. Edición Imprenta Nacional de Cuba, 1961).
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 02

constituyen un arma desde la cual seguir dando la batalla por la revolución, que se nos
presenta tan urgente como necesaria.

¿Quién fue Aníbal Ponce?

Ponce nació en Argentina en el año 1898, en Dolores, una ciudad de la Provincia de


Buenos Aires. Allí vivió su infancia junto con su familia, hasta que su padre murió y se mudó a
la Ciudad de Buenos Aires.
Durante su infancia y temprana juventud, ya demostraba un marcado interés por la
escritura que comenzó a desarrollarse aún mas en el Colegio Nacional Central (actualmente
Colegio Nacional de Buenos Aires) que fue donde prosiguió sus estudios una vez instalado
en la capital. Cuando tenía 15 años, murió también su madre y se mudó, junto a su hermana
Clarita, a vivir a lo de un tío. Terminó con honores el colegio secundario e ingresó a la
Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Estudió allí hasta el tercer
año y luego abandonó la carrera para dedicarse a la psicología y a la crítica literaria.

Los primeros ensayos que escribió estuvieron destinados a figuras destacadas de la


política y la intelectualidad argentina como Eduardo Wilde, Lucio V. Mansilla, Nicolás
Avellaneda. De hecho, su primer ensayo sobre Wilde, que lo escribió a los 18 años, ganó un
premio en la provincia de Tucumán, y eso hizo que Alfredo Bianchi lo convocara a escribir en
la revista Nosotros. Así, comenzó a ser conocido por sus colegas y Bianchi le propuso que
escribiera un ensayo sobre José Ingenieros, quien hasta ese momento era un tan solo un
nombre conocido para Ponce. Esta propuesta y sus consecuencias marcarán un hito en su
vida. Para escribir el ensayo Ponce fue en busca de Ingenieros, y en ese encuentro Ponce
eligió "a su maestro [...] y tuvo el privilegio de ser también él elegido"4.

Corría 1920 y con 22 años trabajaba y se formaba junto a Ingenieros, daba clases de
psicología en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario, y de castellano y literatura en
el Nacional Pueyrredón, colaboraba en el servicio de psiquiatría del hospital Borda, escribía
en Nosotros y participaba del Symposio de Agathura.

También por ese tiempo, se incorporó a la Revista de Filosofía5 que fue fundada por
Ingenieros y, desde 1923 hasta la muerte de su maestro, compartirían la dirección. Luego
sería dirigida hasta 1929 solo por él. Durante este período, también escribió en el periódico
mensual Renovación, pero bajo uno de sus pseudónimos: Luis Campos Aguirre. Destacamos
esto, porque Renovación fue una publicación muy influyente en América Latina durante los
años 1918 y 1923, en particular respecto de la Reforma Universitaria, y del fascismo y el
antiimperialismo.

Por otro lado, y en línea con lo anterior, en 1925 se fundó en la redacción de Nosotros
el primer movimiento intelectual de América Latina: la Unión Latinoamericana (ULA).6

4
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia (Buenos Aires: Cartago, 1974), 44.
5
Publicación científico-literaria fundada por Ingenieros en 1914. En su primer número expresaba:
“Continuando la orientación cultural de Rivadavia, Echeverría, Alberdi y Sarmiento, era su deseo
unificar el naciente pensamiento argentino, tratando de renovar toda la antigua filosofía especulativa a
la luz de las nuevas experiencias científicas, cuyas conclusiones más generales son las premisas de
toda elaboración filosófica” en Julio Woscoboinik, Ponce en la mochila del Che: vida y obra de Aníbal
Ponce (Buenos Aires: Proa XX, 2007), 74.
6
Conformada por, entre otros, por Julio V. González, Gabriel del Mazo, José Ingenieros, Alfredo
Bianchi, Gabriel S. Moreau, Alfredo Palacios, Carlos Sánchez Viamonte y Aníbal Ponce.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 03

A su agitada vida, le sumaría en 1926, su primer viaje a París. Los apuntes de ese
viaje los publicaría luego en un libro titulado Un cuaderno de Croquis. De regreso en Buenos
Aires, continuó con las actividades que acostumbraba realizar, más otras nuevas, como por
ejemplo escribir junto a Julio V. González el prólogo al libro La Reforma Universitaria. Ponce
fue un activo participante del movimiento reformista que estalló en Córdoba en 1918, y en
dicha introducción, su preocupación y reflexión rondaron en derredor de entender por qué la
Reforma “no triunfó”.

En 1928, volvió a viajar a Europa, esta vez además de Francia, visitó Alemania. A su
regreso creó el Colegio Libre de Estudios Superiores7.

El campo intelectual fue su frente de batalla. Y fue con el golpe de estado de 1930,
cuando se produjo su transformación política, ideológica, teórica, desde la herencia
científicista y positivista de Ingenieros, hacia el marxismo "plenamente asumido como
explicación y como acción"8. A partir de ese momento, todas sus acciones comenzaron a
tomar un carácter revolucionario, y de lucha contra el capitalismo y el fascismo.

En este capítulo, justamente focalizaremos nuestro análisis en la serie de


conferencias que constituyen el momento de adopción del marxismo como forma de
interpretar y vivir en el mundo. No se es revolucionario, decía Ponce, se llega a serlo. Y en
ese llegar a ser, se convirtió en el intelectual mas importante del Partido Comunista
Argentino, durante esos años.

Como militante intelectual comunista, organizó y realizó toda una serie de iniciativas
de disputa contra el fascismo. En 1933, presidió el Congreso Latinoamericano contra la
Guerra Imperialista que se realizó en la ciudad de Montevideo. Y en 1934, viajó nuevamente
a Europa e integró la comitiva que el Congreso de Ayuda a las Víctimas del Fascismo
Español, reunido en París en abril de 1935 bajo la presidencia de Wallon, envió a España con
el objetivo de verificar las atrocidades cometidas contra los obreros sublevados en Asturias
en octubre de 1934. A su regreso, en un informe relató: “Nadie podrá contar jamás lo que han
hecho en España, aterrorizados por la revolución, el miserable señorito feudal y su aliada la
Iglesia, no menos miserable. He visto criaturas con el hígado deshecho a puntapiés; mujeres
en cuyas espaldas se ha dejado correr agua hirviendo a chorros finos; muchachos cuyos
labios han sido cosidos con agujas colchoneras…”.

Esta viaje a Europa también lo llevó a visitar al “hombre futuro”, como él denominaba
a la URSS. Allí, le invadió “la impresión de vivir en otro mundo, de respirar otro ambiente, de
pisar sobre otra tierra”9. El contraste entre las atrocidades del fascismo y la humanidad del
comunismo, lo llevará a su regreso a Argentina, a dedicar su vida a la construcción de
organizaciones y nucleamientos de intelectuales. En 1935, fundó la Asociación de
Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), que fue una agrupación de
trabajadores intelectuales cuyo propósito consistió en defender a la cultura de la ofensiva
fascista10.

7
El Colegio Libre fue una institución de enseñanza pública no estatal de la cual participaban
intelectuales laicos y progresistas dictando cátedras libres.
8
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia… 97.
9
Aníbal Ponce, Humanismo burgués y humanismo proletario (Buenos Aires: Imago Mundi, 2009).
10
La AIAPE realizó conferencias, exposiciones, publicó una serie de folletos y la revista "Unidad por la
defensa de la cultura", entre los años 1936 y 1939. En dicha publicación colaboraron como ilustradores
destacados artistas plásticos como Lino Enea Spilimbergo y Antonio Berni, y como autores, Raúl
González Tuñón.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 04

En este camino de la lucha intelectual, en 1936 salió el primer número de la Revista


Dialéctica que Ponce dirigió y cuyo objetivo fue poner a disposición los clásicos del
proletariado, es decir, al marxismo. Simultáneamente a la revista, lanzó la Editorial
Dialéctica, que publicó por primera vez La cuestión judía de Marx y un libro de Paul Lafargue
(socialista cubano francés, yerno de Marx).

Toda esta práctica militante tuvo consecuencias represivas en la vida de Ponce. En


1936, se intensificó la persecusión hacia obreros y estudiantes, y alcanzó también a Aníbal.
Lo cesantearon del Instituto Nacional del Profesorado Secundario y lo expulsaron de la
Universidad de Buenos Aires en virtud de “su conocida actuación ideológica”11. Frente a la
exoneración que sufrió escribió una carta abierta al Ministro de Justicia e Instrucción Pública
que decía: "Por entrañablemente argentino, no he escrito jamás una línea que no haya tenido
por objeto la liberación de las masas laboriosas de mi patria: liberación del latifundista que las
explota, del industrial que las desangra, de la Iglesia que las adormece, del político que las
entrega maniatadas a los “trusts” del extranjero"12.

Producto de esta persecución, tuvo que irse del país. El destino de su exilio fue
México. El 25 de enero de 1937 partió al destierro mexicano. En México, trabajó como
docente, colaboró con el Miniestrio de Instrucción y continuó escribiendo en diarios y revistas.
A principios de 1938, el Secretario de Educación le propuso trabajar en la Universidad de
Morelia y se mudó allí. Unos meses después, cuando iba a la ciudad de México a dar una
conferencia con motivo del 55º aniversario de la muerte de Marx, se murió producto de un
estúpido accidente automovilístico. Tenía 39 años.

El primer golpe de Estado en Argentina y la estrategia de clase contra clase de la III


Internacional

Antes de sumergirnos en el análisis de las conferencias, queremos destacar algunas


notas respecto al momento histórico en el que Aníbal Ponce pensó, escribió y actuó. No
podemos comprender su praxis sin conocer las circunstancias históricas que lo envolvieron
tanto a nivel nacional, como internacional. De hecho, según Agosti, fue el golpe de Estado
encabezado por José F. Uriburu13 en 1930, el que lo transformó ideológicamente y lo
constituyó en el intelectual comunista que supo ser.

La dictadura militar de Uriburu se caracterizó por gobernar por medio de la represión y


el terror, fundamentalmente hacia el movimiento obrero. A Uriburu lo siguió Agustín P. Justo,
gobierno que significó una continuidad del accionar represivo, en un contexto de aumento de
la clase obrera producto del crecimiento de trabajadores industriales que representó la
política económica de la industrialización por sustitución de importaciones.

Ponce también vivió en un momento de gran desarrollo y fuerza del comunismo, tanto
a nivel internacional como nacional. En efecto, con su acción y lucha se constituyó en uno de
los intelectuales mas importantes del Partido Comunista Argentino (PCA), “se convirtió en
una figura que forjó una identidad para la intelectualidad comunista”14.

11
Mensaje del Poder Ejecutivo a la Cámara de Diputados de la Nación, del 9 de diciembre de 1936,
suscripto por el presidente Justo y el ministro Jorge de la Torre.
12
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia… 112.
13
El primer golpe de Estado de la historia del siglo XX en Argentina.
14
Hernán Camarero, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la
Argentina: 1920-1935 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 265.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 05

Entre 1928 y 1935, la política del PCA estuvo orientada desde los lineamientos de la
III Internacional. La III Internacional fue una organización, fundada por Lenin en el año 1919 y
disuelta por Stalin en 1943, que nucleó a los partidos comunistas de los diferentes países.
Fue heredera de la I Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT)
fundada por Marx y Engels en 1864 y que dejó de existir en 1872.

Durante los años de su existencia, la Internacional Comunista, desarrolló diferentes


congresos en los cuales definió su linea estratégica de organización y acción. En el VI
Congreso que se realizó en Moscú en 1928, se adoptó la estrategia de clase contra clase. Es
importante conocer y entender los fundamentos principales de esta estrategia para poder
comprender mejor las características de la pluma ponceana. Su forma de ver el mundo, de
describirlo y actuar en él, se vinculó orgánicamente con esta estrategia partidaria. Clase
contra clase diagnosticaba que el capitalismo se encontraba en una crisis terminal y que la
burguesía jugaba un rol reaccionario y traidor. Por ejemplo, Julio Antonio Mella, fundador del
Partido Comunista de Cuba, en un panfleto publicado en 1928 (“¿Qué es el APRA?”)
rechazaba un frente único de la burguesía, porque era la traidora clásica de todos los
movimientos nacionales realmente emancipatorios15. Clase contra clase, se caracterizó por
una crítica radical antiburguesa y antiimperialista. En este sentido, la socialdemocracia fue
concebida como socialfascista y se la ubicó como el enemigo principal del proletariado y la
revolución. De hecho, esta estrategia se denominó asi, clase contra clase, porque las
posibilidades históricas eran o la dictadura terrorista de la burguesía o la dictadura comunista
del proletariado. La lucha se libraba entre estas dos clases.

Ponce adhirió orgánicamente a esta línea estratégica, y su producción intelectual y su


práctica política se desarrollaron en la urgencia de la revolución. La estrategia de clase contra
clase fue "el horizonte nítido y fuerte de su pluma"16. Fue un militante que pensó, enseñó, y
escribió para la revolución. Como escribió Iglesias, su literatura fue milicia.

De intelectual sarmientino liberal a marxista revolucionario

Ponce no nació marxista, sino que llegó a serlo. En los comienzos de su vida
intelectual, abrazó fuertemente a Sarmiento y al liberalismo, para luego abandonarlos,
rechazarlos y adoptar al marxismo como el filtro que dio el color (rojo) a su mirada.

Según una periodización realizada por Agosti, en Ponce se pueden identificar tres
etapas. Una primera etapa que se extendió hasta 1927 y que incluye sus trabajos juveniles. A
esta etapa la denomina "Buenos Aires". Una segunda etapa, bautizada como "París", que
refiere a sus trabajos que desarrolló como psicólogo y que llega hasta 1930. Y una tercera
etapa, denominada "Moscú", que corresponde al momento posterior a 1930, cuando se hizo
marxista17.

La primera etapa, Buenos Aires, incluye sus ensayos escritos desde un enfoque
anclado en la oposición sarmientina de civilización o barbarie y desde la perspectiva liberal-
positivista de su maestro Ingenieros. Según la interpretación de Agosti, esta primera etapa de
Ponce se correspondió con los condicionamientos concretos de dicho momento histórico. Aún

15
Michael Löwy, El marxismo en América Latina. Antología desde 1909 hasta nuestros días (Santiago:
LOM, 2007), 17.
16
Néstor Kohan, De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano
(Buenos Aires: Biblos, 2000), 66.
17
Cada etapa alude a las ciudades de las cuales se enamoró. Primero Buenos Aires, después París, y
por último, y sobre todo, Moscú.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 06

el marxismo no había alcanzado un gran desarrollo y lo conocido por él era el pensamiento


liberal y positivista. Cabe destacar, que Ingenieros saludó con entusiasmo a la Revolución
Rusa, cuestión de la cual se apropió también su discípulo, quien comenzó a simpatizar con la
experiencia bolchevique.

La segunda etapa, París, refiere a los trabajos ponceanos en el área de la psicología.


Publicó cuatro libros al respecto. Sin embargo, y como apunta Terán, también en este
momento comienzan a aparecer algunos análisis de enfoque clasistas. Particularmente, sus
escritos sobre la Reforma Universitaria y en sus primeras conferencias (que forman parte del
libro que nos dedicaremos a analizar) se enmarcan en naciente marxismo y una crítica al
capitalismo.

La tercera etapa, Moscú, llega con el golpe de Estado de 1930, y es cuando se


produce "la separación entre el liberalismo de los bienamados arquetipos del ochenta y el
marxismo que introduce la noción concreta de lucha de clases en la valoración histórica”18.
En ese momento, se sumergió en el marxismo con “frenesí que nunca más le abandonaría”19.
Agosti, cuenta que fue con la disertación "Los deberes de la inteligencia" (que es una de las
que compone el libro que vamos a analizar), cuando por primera vez manifestó
explícitamente su adscripción al marxismo y a la revolución. Allí dijo: “La inteligencia es la
levadura indispensable de la revolución”.

El conjunto de las conferencias y clases que constituyen su obra desde 1930 hasta su
muerte, encontraron en el marxismo, en el antifascismo, en el antiimperialismo, en la lucha de
clases y en la revolución, la atmósfera de su inteligencia.

En el exilio mexicano ajusticiará a sus padres intelectuales (Sarmiento, Alberdi e


Ingenieros) y escribirá: "Intérpretes ambos de la burguesía argentina en su etapa liberal,
fueron excelentes en nuestra lucha contra el feudalismo poderoso aún en la Argentina; pero
resultan insuficientes en la actual etapa de la revolución agraria y antiimperialista; y
totalmente superados desde el punto de vista de la revolución socialista. El mismo José
Ingenieros, que interpretó hasta hace pocos días las exigencias más radicales de la pequeña
burguesía argentina, ha quedado ya a las espaldas como un precursor magnífico que
recogemos con orgullo en nuestra herencia cultural, pero cuya ideología no podemos
mantener20.

El viento en el mundo

"El viento en el mundo" es un libro que Ponce publicó en 193321. Reúne una serie de
conferencias a los estudiantes y obreros que dictó entre los años 1928 y 1933, y que
permiten advertir, como veníamos señalando, el paso del Ponce liberal al marxista
revolucionario. En la primera página del libro, Ponce advertía que se trataban de

“Seis conferencias, pronunciadas en el transcurso de otros tantos años […]


inspiradas por un mismo pensamiento, mantienen a pesar de la distancia una

18
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia… 14.
19
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia… 69.
20
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia… 126.
21
La primera impresión de este libro fue en el año 1933 y contenía seis “Conferencias a los
estudiantes y obreros”, como su título lo indicaba. Pero cuando Clara Ponce, su hermana, organizó la
primera edición de las “Obras completas” en 1939, agregó unas clases que Ponce dictó en el Colegio
Libre de Estudios Superiores en 1936 y que tituló “Examen de la España actual”, y la conferencia que
pronunció en México en 1937, “En el centenario de Fourier”.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 07

íntima unidad, y si en las primeras se presente mas que se comprende la


dramática realidad de nuestro siglo, se afirma en las últimas una aprehensión
mas lograda. Pero estremece a todas, como un soplo del tiempo, la
responsabilidad y la dicha de asistir al desarrollo y al triunfo de la mas gloriosa
de las revoluciones”.

El libro está organizado en seis capítulos, que corresponden a las seis conferencias:
"Examen de conciencia" (1928), “Los deberes de la inteligencia” (1930), “Conciencia de
clase” (1932), “De Franklin, burgués de ayer, a Kreuger, burgués de hoy” (1932), “Las masas
de América contra la guerra en el mundo” (1933), “Elogio del Manifiesto Comunista” (1933).

Y su título viene del “viento de liberación cantado por Alejandro Blok, el mas grande
poeta de la Nueva Rusia: “El viento, el viento, sobre toda la faz de la tierra”22.

Examen de conciencia

"Examen de conciencia”, fue una conferencia que pronunció en la Universidad de La


Plata en el año 1928, con motivo del aniversario de la Revolución de Mayo, y por invitación
de la Federación Universitaria. En su presentación, comenzó diciendo que el mejor homenaje
que podía rendírsele a la Revolución era el de un examen de conciencia, cosa que hizo a lo
largo de su alocución y que le dió el título a la conferencia.

Su exposición, constituyó un llamado a la necesidad urgente de la Revolución, en un


momento de restauración luego de la llama revolucionaria del 19 que corrió por Europa, que
terminó con la violenta reacción del fascismo.

Sobre el sueño de la Revolución fue, entonces, que les habló a los jóvenes
universitarios. Los interpeló como la Nueva Generación revolucionaria del movimiento
reformista de 1918 y los instó a que traspasaran los muros universitarios por un mañana
mejor. “No se es defensor legítimo de la Reforma cuando no se ocupa al mismo tiempo un
puesto de combate en las izquierdas de la política mundial”23, les dijo. Y agregó, “ser
reformista o no serlo implicará decidirse por Mañana o por Ayer”24.

La tesis central que sostuvo a lo largo de la conferencia fue que “los ideales de la
Revolución Rusa son [...] los mismos ideales de la Revolución de Mayo en un sentido
integral25”. La línea argumentativa que trazó, partía de una reivindicación del pensamiento de
Mayo y terminaba en la necesidad de ir hacia la “nueva Era en la vida de la humanidad”26 que
representaba la Revolución Rusa. Para Ponce, la Revolución de Mayo en tanto que configuró
una república burguesa y formas del privilegio económico que impedían la justicia social,
representaba una etapa momentánea que era necesario superar, tal como lo habían hecho
los rusos, un pueblo que también era bárbaro y que “echo abajo en un gesto magnífico el

22
Aníbal Ponce, El viento en el mundo. 1974. En Héctor Agosti, Héctor, Obras completas (Buenos
Aires: Cartago, 1974), 206.
23
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 164.
24
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 164.
25
En una nota al pie aclaraba que “De mas está decir que esa filiación debe entenderse en el mismo
sentido de que Marx afirmaba que el comunismo derivaba de la Enciclopedia”. En Aníbal Ponce, El
viento en el mundo… 162.
26
Cita a Echeverría y su análisis sobre el movimiento socialista. En Aníbal Ponce, El viento en el
mundo… 162.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 08

mas tremendo de los imperios feudales, y se puso a cavar con heroísmo ejemplar los futuros
cimientos de esa cuidad del ensueño"27.

Como se puede advertir, en esta exposición, coexistían aún el Ponce liberal, que no
terminaba de morir, y el Ponce marxista, que no terminaba de nacer. Podríamos decir que da
cuenta de ese pasaje, en tanto y en cuanto, su argumento central traza una línea de
continuidad entre la Revolución de Mayo y la Revolución Rusa, pero persiste en su forma de
analizar la historia y la realidad un esquema sarmientino.

En efecto, para construir los argumentos de su tesis central, parte de un análisis de la


“historia precolombina” hasta llegar a la Revolución Rusa. Su argumento central era que la
Revolución de Mayo, era un pensamiento “vigoroso y de claridad ejemplar” y una tradición
legítima, que no se había realizado totalmente.

“El pensamiento que echó a andar por América en una lluviosa mañana de
mayo, no ha detenido su marcha […] sigue siendo contemporáneo de
nosotros, y seguirá siéndolo de los que vengan hasta el día quizá no muy
remoto en que la Soberanía Popular no sea un mito y la Justicia Social se haga
28
efectiva” .

Reivindicaba, como su maestro Ingenieros, al pensamiento liberal de Mayo como una


renovación y una larga batalla frente a los viejos intereses de la sociedad feudal, pero
advertía al mismo tiempo de sus límites y contradicciones, que podrían ser superadas con
una revolución integral como la rusa.

Para Ponce, la Revolución de Mayo no se propuso solo conseguir un triunfo militar


sobre España, sino también una lucha contra sus ideas, sus instituciones y sus costumbres.
Fue la oposición clara y terminante entre dos mentalidades, dos culturas, dos filosofías. En
una forma de análisis bien sarmientina, planteó que Argentina había entrado al mundo
civilizado, por el camino de Francia, que con sus ideas cultas y con su espíritu socialista,
había sido la libertadora de América. Contrariamente, Rosas y al gaucho, representaban la
barbarie, el caudillismo y la tiranía, que conjugaba con la Colonia. Por eso, la caída de Rosas
y la llegada posterior de la ola inmigratoria, señalaron, para Ponce,

“el impulso renaciente de la Revolución […] el extranjero nos daba sin embargo
el ferrocarril y el telégrafo, el alambrado y el libro, la máquina y la higiene. En
poco tiempo, hombres trabajadores y honestos transformaron la faz de la
Nación, y lo que es aún mas importante, el predominio de su sangre trajo la
29
extinción gradual del elemento gaucho” .

A la par de este análisis propio de un pensamiento sarmientino-liberal, mas adelante


en su intervención, y cuando analice a la Revolución Rusa, lo hará en términos de clase. “La
Revolución Rusa, que aceleró la decadencia de la sociedad capitalista, ha planteado los
problemas actuales en términos extremos: o burgués o proletario”30.

27
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 161-162.
28
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 161.
29
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 156.
30
Linea clase contra clase. En Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 164.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 09

En definitiva, es una conferencia que nos permite apreciar la confluencia de un Ponce


que defenestra a España31, a Rosas32 y al Gaucho33, a la par que reivindica al espíritu culto y
socialista de Francia, y a la Revolución Rusa, como el Mañana ideal.

Los deberes de la inteligencia

Es otra conferencia que pronunció en la Facultad de Ciencias Económicas de la


Universidad de Buenos Aires, por invitación de la Agrupación Estudiantil Acción Reformista, y
es del año 1930.
La presentación esta vez rondó alrededor de un interrogante ¿cuáles son los deberes
del intelectual?, al cual respondió, que son de tres tipos: consigo mismo, con los demás, con
la revolución.

El primero de los deberes de un intelectual, es para consigo mismo y consiste en ser


autónomo respecto del poder. El intelectual, debe arrancar su inteligencia de la miseria que
solo enseña a mentir y a adular, ser antidgomático, no recibir dádivas, ni aspirar a prebendas,
ni decir “la verdad” para asegurarse el pan de toda la vida. El intelectual debe para, consigo
mismo, hacer "culto de la dignidad personal como norma directriz de la conducta”34.

El segundo de los deberes, para con los demás, consiste en no estar aislado, ni ser
indiferente a lo que ocurre en la realidad. La sociedad busca atraer al intelectual para
domesticarlo y, si no puede, lo persigue para acabar con él, porque si el orden social injusto
permite que se examinen sus principios es un orden que esta perdido. Para combatir aquella
posibilidad de la crítica, se construyó, entonces planteba Ponce, una idea del intelectual como
un ser aislado y sin partido, extraño a las luchas políticas, ajeno a la vida de su mundo. Esta
“soledad” del intelectual, beneficia -decía Ponce- a la burguesía. Se trata de impedir en él las
amenazas de su crítica sin velos. Muchos intelectuales acogieron esta teorías. Pensaron que
el estar alejados de los tumultos de las plaza públicas, ser un pensador solitario y un
estudioso aislado, no servían a los intereses de nadie. Sin embargo, esta posición intelectual
es un episodio en la táctica de la burguesía35.

Contrariamente a esta interpelación social dominante hacia el intelectual, Ponce


afirmaba que es inconcebible el aislamiento. Es hipócrita e interesada la tesis del intelectual
aislado, tolerante e imparcial. El intelectual debe sentir sus propias ideas "como siente latir la
sangre en las arterias”36. Declararse indiferente equivale a tomar una postura. Y para
sostener esta tesis, recuperó a Lenin: "la indiferencia es la saciedad política. Es necesario
estar repleto para mostrarse "indiferente" frente a un trozo de pan. Confesar la indiferencia es
confesar al mismo tiempo que se pertenece al partido de los saciados”.

El trabajo intelectual era para Ponce, "comprender, pero es también crear. La


inteligencia no vive sino por el asombro. Allí donde nadie ve un problema ella conserva
intacta su excitante capacidad de sorprenderse. Cada sorpresa es un acicate de su propio

31
“Si con el primer soldado que inició la Conquista nos vinieron el individualismo anárquico y el
desprecio del trabajo, con el primer fraile que llegó a América en el segundo viaje de Colón nos
vinieron también el dogmatismo teológicoico y la superstición medieval”. En Aníbal Ponce, El viento en
el mundo… 155.
32
Lo cataloga de tirano.
33
Incapaz de trabajar, pendenciero, delincuente vulgar, fullero y asesino.
34
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 169.
35
Pone como ejemplo a Gentile y su filosofía como acto puro.
36
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 171.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 10

dinamismo, un motivo de investigaciones infinitas. Cada solución que atisba le lleva a su vez
a otros problemas; muchas hipótesis se le deshacen muy pronto entre las manos, y así, de
esa manera, devorándose a si misma, asistiendo trágicamente a su propio trabajo, la
inteligencia busca las soluciones que persigue. Cuando las encuentra, y las encuentra
siempre -ignoramus, no ignorabimus- el alborozo legítimo de las reacción triunfal señala en la
marcha del mundo el nacimiento de algo nuevo, tan original y tan inédito que la inteligencia
adquiere en este aspecto los caracteres verdaderos de la invención”37.

La inteligencia es para Ponce, el derecho a asombrarse. Es rebelión, inquietud,


negación, frente al orden, a lo fijo, a lo aceptado, en la esperanza de construir uno mejor.
"Preocupación incesante, superación continua, perfeccionamiento infinito. Mirar todo lo hecho
con ojos nuevos, empinarse para ver mas lejos y mas alto, apoyarse sobre hoy para alcanzar
mañana […] Ya no mas inteligencia que encuentra en si el propio gozo”38.

Y allí aparecía el tercer deber: con la revolución. Había, para Ponce, que poner a la
inteligencia al servicio de la revolución. “Elevarla a plena luz, traducirla en doctrina,
encenderla en ideales, esa es la obra de la inteligencia: bajo su aliento, lo que no era hasta
entonces sino sorda rebeldía, asciende ahora a Revolución”39.

Además, la función de la inteligencia, de los intelectuales, debía ser dirigir. Darle a las
inquietudes, los descontentos, las escaramuzas, la exactitud de un rumbo y el conocimiento
de sus fuerzas. “La inteligencia es la levadura indispensable de la revolución”40. La causa del
proletariado debía ser la causa del intelectual. “Que el laboratorio, la biblioteca o el bufete
tengan amplias ventanas siempre abiertas. Que nada de lo que ocurra afuera pueda seros
extraño”41, les dijo a los estudiantes universitarios. También los interpeló, a que al
especialista fragmentario que fue el ideal de otro tiempo, le opongan el gesantmensch del
ideal contemporáneo, el “hombre-todo” de Goethe, capaz de sufrir y comprender la compleja
diversidad del mundo.

“Hay una guerra de todos los días, de todas la horas. No es posible una paz
duradera mientras subsista el capitalismo. El menor de los actos tiene así un
significado preciso. Sepamos siempre para quiénes trabajamos. Cada
desfallecimiento es un triunfo de los otros, cada inconsecuencia una traición.
Seréis, pues, responsables de vuestros gestos, de vuestras actitudes, de
vuestra vida. Pero si la tarea es dura, las horas no perderán por eso su
alegría [...] Renunciaréis sin duda a muchas vanidades; chocaréis muchas
veces con muchas incomprensiones; las vanidades que dan los éxitos de la
figuración y de la “carrera”; las incomprensiones de todos los egoístas que se
instalaron en la vida como en un buen sillón. ¿Pero, qué pueden significar los
sacrificios a la edad en que se tiene el orgullo de vivir la propia vida con las
solas inspiraciones del porvenir y del ideal? ¿Qué pueden significar los
sacrificios si al mezclaros a la vida de la época y al batallar en ella, vais
42
sintiendo al mismo tiempo que os aumenta en tamaño el corazón?” .

Así cerró su exposición.

37
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 172.
38
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 173.
39
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 173.
40
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 174.
41
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 175.
42
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 176.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 11

Conciencia de clase

"Conciencia de clase" constituye la tercera conferencia que compone al libro y que


pronunció en 1932 en la Asociación de Trabajadores del Estado, con motivo de la
inauguración de su biblioteca. En esta exposición ya utilizó marcadamente el “lenguaje"
marxista. Desde la primera oración, comenzó hablando de la Revolución Rusa y en esas
primeras frases explicitó el sentirse marxista.

Como su título lo indica, en esta exposición abordó el tema de la conciencia de clase,


a partir de dos interrogantes: ¿Cómo se forma la conciencia de clase? y ¿Cómo se pierde la
conciencia de clase?

Primero, ¿qué es la conciencia de clase?, ¿cómo la define? Es “la exacta noción que
una clase posee de sus intereses generales y duraderos”43. Es la que orienta la conducta. Y
la conciencia de clase a la que se pertenece puede ser por nacimiento o por adopción. En
este sentido discute con la “afirmación simplista” que plantea que el lugar que un hombre
ocupa en el proceso de producción determina su ideología, su conciencia de clase. “Es bien
sabido que no sucede así”, afirmó, y complejiza esta relación, adentrándose en las
contradicciones. Explicó que la clase social que aspira a oprimir a su clase enemiga, crea sus
leyes, su religión, su moral, su filosofía y su arte, como instrumentos de lucha "mediante los
cuales aspira a oprimir las manifestaciones similares de la clase enemiga”44. De esta manera,
en un mismo individuo pueden coexistir, entonces, ideologías antagónicas. Un proletario
puede tener la misma religión que un burgués y/o un burgués idéntico concepto de familia
que un señor feudal.

Para profundizar en el análisis de este problema de cómo se forma la conciencia de


clase, acudió a dos puntos de vista: el de la psicología individual y el de la psicología social.
Vinculó la psicología de Adler con la sociología de Marx. Es decir, se interrogó acerca de
cómo un individuo descubre que forma parte de una clase social a partir de sus propios
intereses, a la par de preguntarse en qué momento de la historia “la clase que ya tenía una
„existencia en si‟ -para hablar el lenguaje de Marx- comienza a adquirir una „existencia para
si‟”45.

A partir de estos dos enfoques, explicó que ya desde niño el proletario se ubica en un
lugar de menor valía, de apreciación pesimista de si mismo y del mundo, que deviene de la
miseria de sus padres, de las deficientes condiciones de alimentación y de higiene, de los
desaire repetidos de sus compañeros burgueses y por las diferencias en la escuela. Es así
que en el niño se genera “su primer sentimiento proletario”46, el primer confuso sentimiento de
clase, de humillación y de defensa-protesta contra la misma. En paralelo y desde esta
humillación individual, el movimiento obrero comprendió que a la agresión individual se la
combate canalizando la rebelión en formas colectivas (como el sindicato o la huelga). Y fue,
con el proceso de industrialización y la conformación del movimiento obrero que el
proletariado comenzó a sentirse como una clase aparte, con intereses y aspiraciones
opuestos a los de la burguesía, con una conciencia enemiga a las de ésta. En la relación de
estos dos procesos es que se conforma la conciencia de clases.

43
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 178.
44
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 177.
45
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 178.
46
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 179.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 12

Pero como mencionamos con anterioridad, el segundo interrogante que desafió a los
trabajadores estatales a pensar en su exposición, se refirió a cómo se pierde la conciencia de
clase, en el sentido de por qué los obreros traicionan los intereses de clase y de cuáles son
las razones que dificultan que la “clase en si” no logre siempre convertirse en “clase para si".
Y ahí acudió a una explicación muy interesante. Las clases no se derrumban mecánicamente,
sino por acción de la clase enemiga. En el caso de la burguesía -de la cual decía que estaba
acorralada y vencida-, utiliza recursos poderosos, mas temibles que las armas, como la
escuela, el diario, el libro, el púlpito y la radio que “desparraman por el mundo -tenazmente,
insistentemente- el sagrado respeto de la sociedad capitalista. Como la Iglesia Católica, la
burguesía también tiene al servicio sus Doctores. Doctores sutilísimos que han venido
enturbiando desde hace siglos las fuentes mismas de la historia, y tan prodigiosos en sus
sofismas que han logrado convencer a muchas gentes de que no hay un solo negocio de la
burguesía que no se realice por el amor del hombre”47. Es, con esas armas que la burguesía
retiene las almas proletarias. No se produce naturalmente; la historia se realiza en los
hombres y no fuera de ellos. Es mediante el accionar cotidiano y consciente de la burguesía
que el proletariado pierde su propia conciencia.

Entonces, ¿qué hacer? Con este interrogante y con sugerencias al respecto, fue que
concluyó su alocución. Planteó la necesidad de que el proletariado dirija siempre sus
combates en un sentido general de clase, luche contra el egoísmo individualista, se haga mas
compacto y mas elástico, estudie sobre la experiencia del movimiento obrero, persiga y
descubra en la realidad los intereses económicos, desenmascare las maniobras de las
empresas, cierre los oídos a la prédica demagógica del obrerismo, y sobre todo, desconfíe de
su propia lealtad y en la creencia suicida en las buenas intenciones de la burguesía liberal, ya
que el burgués se ha convertido en el enemigo mas firme del proletariado.

En síntesis, en cada acción, se trata de plantear siempre los problemas en términos


de clase y de revolución, dijo y terminó.

De Franklin burgués de ayer, a Kreuger, burgués de hoy

Esta fue una conferencia pronunciada en agosto de 1932, en el Centro de Estudiantes


de Medicina, por invitación de su Ateneo. Como lo indica su título, el objetivo de la exposición
fue analizar cómo cada época de la historia del capitalismo, tuvo y tiene su tipo de burgués.
Para ello, tomó dos "casos" concretos de burgueses distintos y de tiempos diferentes:
Franklin y Kreuger.

Primero, comenzó hablando del suicidio de Ivar Kreuger, un burgués empresario,


como muestra empírica de su tesis de que la burguesía se encontraba en disolución. Veía a
ese suicidio como "el testimonio irrefutable de una clase en derrota, la confesión sangrienta
de su fracaso”48. Ubicaba al suicidio de Kreuger como un acto que llevaba "consigo la huella
de la hora en que vivimos”49. Es que para Ponce, lo que pensamos, decimos y hacemos
habla de la clase social de la que formamos parte y del momento histórico en el que estamos.

Desde estas premisas, discute con Max Weber, quién consideraba a Franklin como el
arquetipo del burgués, cuestión que Ponce no compartía, porque sostenía que no existía un
prototipo ahistórico. Si Franklin, fue el modelo de la burguesía en ascenso, Kreuger lo era de
su hundimiento y crisis. “Después de haber producido „maravillas mucho mayores que las

47
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 184.
48
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 186.
49
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 188.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 13

pirámides de Egipto, los acueductos romanos y las catedrales góticas‟ -son palabras de Marx-
la burguesía se encuentra en los comienzos de este siglo como „un mago aterrado que no
sabe dirigir las divinidades que él mismo ha conjurado‟”50.

Si bien la conferencia abunda en una afilada caracterización del capitalismo como un


sistema constituido por hombres que persiguen desesperadamente la ganancia arrastrados
"por un torrente que no puede someterse a diques, obligado a aplastar todos los días a un
nuevo rival, jadeante por una carrera que no conoce llegada”51, el centro de su intervención
estaba en presentar argumentos que sustentaran su idea de desaparición de la burguesía, de
que el hombre burgués era solo una etapa transitoria, en el camino hacia la revolución.

Las masas de América contra la guerra en el mundo

Es un discurso que pronunció en la inauguración del Congreso Latino Americano


contra la guerra imperialista, que se realizó en Montevideo en marzo de 1933. Ponce fue el
presidente de la Comisión Organizadora.

Sus palabras constituyen un repudio y condena a los “hechos monstruosos”, a la


“nueva embriaguez”, "la gran hoguera”, “a las fuerzas desbordadas que nos trituran y
masacran”, que significaba la cruda realidad de una nueva guerra mundial. A la vez que el
llamado a la conformación de un frente antiimperialista compuesto por obreros y campesinos,
estudiantes y empleados, indios y negros, escritores y artistas, y conducido por el Congreso
Continental Latino Americano contra la Guerra Imperialista.

Su discurso es una interpelación y un llamado, en términos de dirección política, a no


quedarse cruzados de brazos, a no resignarse frente a los que ubican a las guerras como
producto del azar y del destino, a despertar a las masas para luchar contra esta “caza rabiosa
de los tesoros y los mercados de la tierra”52 y dominarla.

En ese sentido y en tanto dirección, la primera parte del discurso la dedicó a


caracterizar el momento histórico y planteó que “las guerras actuales son la consecuencia
necesaria del capital llegado a la fase imperialista”53. A partir de esta idea central, profundizó
en el análisis de situación.

Por un lado, realizó un esfuerzo por ubicar a la guerra no como un hecho asombroso,
sino como una normalidad en el sistema social capitalista. Lo asombroso es la paz. En efecto,
insistió en que la sociedad capitalista no puede vivir ni prosperar sino a costa de cada día
aplastar a algún nuevo rival. En la entraña del capitalismo ruge, una guerra hora por hora,
incesante. La conquista, la rapiña, la violencia y la guerra, representan desde sus orígenes, el
estado normal de la sociedad capitalista.

Por otro lado, y por necesidad de profundizar en la hipótesis anterior, se focalizó en


explicar el proceso de concentración del capital y las luchas imperialistas por “tener en sus
manos la hegemonía54 del mundo”55, por el reparto de la tierra. De hecho, dedicó un tiempo a
analizar a América Latina en ese momento de la civilización humana. “Los estados

50
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 196.
51
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 196.
52
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 204.
53
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 204.
54
Utiliza la categoría hegemonía y cita a Bujarin.
55
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 200.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 14

semifedudales de América Latina viven encadenados a la economía y a la política


mundiales"56, dijo. En América Latina, pasamos de ser colonias españolas a constituirnos en
pasivos instrumentos de Inglaterra, y declinada la influencia inglesa, del imperialismo
norteamericano. En momentos que el imperialismo norteamericano empezaba a expandirse
sobre nuestras tierras, Ponce ya advertía que los yanquis estaban empezando a arrebatarle
algunas significativas semicolonias a Inglaterra, para asegurar una nueva base de
aprovisionamiento en la guerra mundial que se estaba preparando. “Dos de los mas fuertes
imperialismos que se disputan hoy la hegemonía en el mundo57, han trasladado así, sobre el
escenario de América, sus antagonismos irreconciliables”58, apoyados por las burguesías
nacionales.

Para Ponce, no había otra forma de evitar la guerra, de luchar contra ella, que no
fuera destruyendo el sistema económico y social que las produce. Y en ese sentido, y como
parte de dicho objetivo, planteó la necesidad de la lucha dentro de las propias fronteras,
porque el “enemigo esta en las propias burguesías nacionales que secundado con su
servilismo y su venalidad los designios imperialistas de las grandes potencias”59.

Con su intervención, no propuso una lucha pacífica -los pacifismos declamatorios


distraen a las masas, dijo-, sino que convocó a una lucha “mediante acciones efectivas
largamente preparadas: movilizando a las masas, deteniendo a los trenes, paralizando a los
buques”60.

Y fue este punto, el de la acción de las masas, uno de los centros de su intervención.
Y, al igual que Gramsci, propuso una relación dialéctica entre la necesidad de la dirección
política y la espontaneidad propia de las masas:

“la levadura indispensable en todo movimiento auténtico de masas se malgasta


y se pierde cuando no se organiza bajo la disciplina de un plan y de un sistema
[...] El actual Congreso Continental Latino Americano contra la Guerra
Imperialista aspira a dar a las masas de América la lineas directrices de una
conducta eficaz, para que las fuerzas magníficas que guardan en reserva no
61
se agoten en la dispersión y la anarquía” .

Es decir, en esta intervención, proclamó a la organización que presidía como la


dirección del movimiento de masas que, concluyó diciendo, se posicionará: “o con los
explotadores o con los explotados”62.

Elogio del Manifiesto Comunista

El elogio fue una conferencia que presentó en mayo de 1933, en la Facultad de


Derecho de la Universidad de La Plata, por invitación del Consejo Académico y con motivo
del cincuentenario de la muerte de Marx. Muestra a Ponce "moviéndose ya a sus anchas en
ese despejado mundo de la dialéctica materialista"63.

56
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 202.
57
El tercero que plantea es Japón.
58
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 203.
59
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 204.
60
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 205.
61
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 205.
62
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 206.
63
Héctor Agosti, Aníbal Ponce, memoria y presencia… 90.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 15

Es un canto a Marx, a su inteligencia, a su ironía, a su filosofía, a su Manifiesto.


Cuenta cómo trabajaba y escribía Marx, y en ese relatar uno siente que también habla de si
mismo. Con una (para Engels) desesperante lentitud en el trabajo, Marx corregía y rehacía
sus obras, y gustaba de poner en orden sus pensamientos largo tiempo antes de hacerlos
descender hasta la punta de la pluma. Inteligente, irónico, riguroso, crítico y con el sentido
revolucionario de la historia, adquirió con Hegel una doctrina y un método, el concepto de un
mundo en permanente evolución. “Una doctrina para la cual todo lo existente vive y actúa en
la medida en que contiene el germen de una contradicción; un método, mediante el cual no
es posible asir esa contradicción como raíz de toda lucha y de todo movimiento”64. Maestro
idealista, según Ponce, que no se había desprendido de los residuos teológicos, y del cual el
acercamiento a Feuerbach, lo salvó. “Feuerbach lo llevó de nuevo hasta el cauce realista de
la Enciclopedia”65. Porque además fue la posterior decepción que se llevó con Feuerbach, el
estímulo que lo llevó a la irrreductibilidad de la acción y a la redacción de la Tesis XI, en
discusión con la abstracción.

Ponce admira de Marx, “su concepción del drama humano como un producto de las
contradicciones entre las clases sociales”66. Su idea que “lejos de ser producto pasivo de las
circunstancia -una resultante del clima, de la raza, de la tierra o la montaña-, el hombre
modifica con su acción las condiciones de existencia, y al transformar de tal manera su modo
de vivir, resulta a su vez modificado”67.

El centro del análisis ponciano sobre el Manifiesto y sobre Marx está en la unidad
entre la filosofía y la política, en la necesaria interpretación del mundo, para transformarlo. ¿Y
quién es el sujeto de la transformación? El proletariado. “Hay una sola clase capaz de
emprender por cuenta propia la emancipación del hombre; una clase en cuyas
condiciones de existencia se encierra todo el mal de la sociedad presente; „una clase que
representado en una palabra la total pérdida del hombre, solo pueda volver a encontrarse a si
misma encontrando de nuevo totalmente al hombre perdido‟68”. Por su sola presencia se
anuncia la disolución de la burguesía.

“El Manifiesto demuestra cómo la burguesía creció en el seno de la sociedad feudal y


cómo al transformar los medios de transporte y modificar los instrumentos de producción se
vio forzada a romper con la organización feudal que la cohibía. Pero demuestra también que
las mismas armas de que se sirvió la burguesa se vuelven ahora canta ella; late en su
entraña, también, la clase que habrá de derribara y que, liquidando de moda radical la
propiedad privada en que aquella se asienta impondrá por la violencia las formas mas
adecuadas de la propiedad colectiva".69

¿Qué dijo específicamente sobre el Manifiesto?

Que: conserva cierta frescura de amanecer. Reúne la austeridad de la doctrina con la


nerviosidad de la polémica, el goce áspero del razonamiento con el otro mas sutil de la ironía.

64
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 209.
65
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 205.
66
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 214.
67
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 211.
68
Cita de Marx de “Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel”. En Aníbal Ponce, El
viento en el mundo… 211.
69
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 217.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 16

Que: el párrafo primero es la mas concisa, luminosa y certera filosofía de la historia


que se hubiera escrito hasta ese momento. Que es un esquema vigoroso, en que las
proposiciones se suceden con la elegancia y la fuerza de un teorema.

Que: en todo su largo desarrollo no suena en el Manifiesto ni una imprecación ni un


lamento. Objetividad rigurosa y calculada, y de formidable trabazón dialéctica, constituye el
“ceremonial imponente de una sentencia de muerte”70. Corre por su prosa, agregaba, un
temblor de emoción, que no es de rencor, sino de elogio. Distinta es, sin embargo, aclaraba,
la entonación del segundo párrafo. En él se produce un viraje brusco en el tono y en la prosa.
Si en la estructura argumentativa del Manifiesto se advierte al Marx dialéctico, en su
entonación se manifiesta el Marx polemista. “En su ardor combativo, persigue todavía al
enemigo sobre el campo doctrinario para batirlo también en sus reductos teóricos”71.

Que: “Desde los cimientos hasta la cúspide, el Manifiesto Comunista forma, pues un
edificio magnífico en el cual no se advierte hasta hoy una sola grieta que lo amanece”72.
Empinado hacia el porvenir, el Manifiesto posee, una “orientación entrañablemente
revolucionaria”. Revolución, terminaba diciendo en su exposición, a la cual ni Marx, ni Engels
tuvieron la alegría de asistir “pero un discípulo genial, que sabía el Manifiesto de memoria y
que había ahondado en el marxismo como nadie lo había hecho antes que él, tuvo la dicha
de dejar a medio hacer uno de sus libros mas profundos, porque „es mas agradable y útil -
dijo- vivir la experiencia de una revolución, que escribir acerca de ella‟73”.

A Ponce le hubiera gustado hacer lo mismo que Lenin, hacer la revolución. Pero al
igual que Marx y Engels no pudo gozar de esa alegría.

Ponce en el Che

Pero un discípulo genial de él, si la hizo. El Che. En 1961/2, al poco tiempo del triunfo
de la Revolución Cubana, los primeros dos libros que Ernesto Guevara solicitó publicar,
fueron Educación y lucha de clases y Humanismo burgués y humanismo proletario. Años
después, Aníbal Ponce será también uno de los "compañeros" del Che en Bolivia. Al decir de
Woscoboink74, Ponce estuvo en la mochila del Che. El Che fue un reflexivo adepto de la obra
de su compatriota. Es desde y con Ponce que construyó y conceptualizó la idea del “Hombre
nuevo”.

Tal como destacan Löwy75 y Kohan76 "en su concepción del humanismo, es posible y
hasta probable que el Che haya sufrido la influencia de la obra del pensador argentino Aníbal
Ponce (1898-1938), uno de los pioneros del marxismo en América Latina, cuyo libro
Humanismo burgués y humanismo proletario (1935) ha sido con toda justicia publicado de
nuevo en Cuba en 196277. "Ernesto Guevara había leído este trabajo de Ponce largamente
antes de conocer a Fidel. Por ejemplo, Carlos Infante, hermano de Tita Infante, la gran amiga
de juventud del Che, señala: “Ella era afiliada a la Juventud Comunista de la Facultad de

70
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 218.
71
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 219.
72
Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 220.
73
Cita La revolución y el Estado de Lenin. En Aníbal Ponce, El viento en el mundo… 221.
74
Julio Woscoboinik, Ponce en la mochila del Che…
75
Michael Löwy, El pensamiento del Che Guevara (México: Siglo XXI, 1971) y Michael Löwy, El
marxismo en América Latina…
76
Néstor Kohan, De Ingenieros al Che… 200.
77
Michael Löwy, El pensamiento del Che Guevara… 15-16.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 17

Medicina de Buenos Aires, no así Ernesto, que era un joven muy independiente.
Acostumbraban a tomar una hora para intercambiar opiniones y yo intervenía, discutíamos
apasionadamente. Ellos discutían sobre marxismo, sectarismo, acerca de la falta de
flexibilidad y elasticidad de la juventud comunista argentina. Tita no era sectaria, estaba
mucho más cerca del pensamiento de él… Tita le dio a leer a Aníbal Ponce… Hay tres libros
de Aníbal Ponce que leyeron ambos: Educación y lucha de clases, Humanismo burgués y
humanismo proletario y El viento en el mundo"78.

Es interesante ver cómo las ideas de una acallado intelectual hicieron mella en uno de
los revolucionarios mas importantes de la humanidad. ¿Será por eso que lo habrán hecho
callar?

La obra teórica y política de Aníbal Ponce es muy profunda y especial. Posee una
prosa y una profundidad que aunque la hayan querido negar, nosotros la vamos a recuperar
en linea con su deseo de que la Revolución pueda triunfar.

Bibliografía

Agosti, Héctor. Aníbal Ponce, memoria y presencia. Buenos Aires: Cartago. 1974.

Camarero, Hernán. A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo
en la Argentina: 1920-1935. Buenos Aires: Siglo XXI. 2007.

Kohan, Néstor. De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y


latinoamericano. Buenos Aires: Biblos. 2000.

Löwy, Michael. El pensamiento del Che Guevara. México: Siglo XXI. 1971.

Löwy, Michael. El marxismo en América Latina. Antología desde 1909 hasta nuestros días.
Santiago: LOM. 2007.
Ponce, Aníbal. El viento en el mundo. 1974. En Agosti, Héctor. Obras completas. Buenos
Aires: Cartago. 1974.

Ponce, Aníbal. Educación y lucha de clases. Buenos Aires: Cártago. 1975.

Ponce, Aníbal. Humanismo burgués y humanismo proletario. Buenos Aires: Imago Mundi.
2009.

Woscoboinik, Julio. Ponce en la mochila del Che: vida y obra de Aníbal Ponce. Buenos Aires:
Proa XX. 2007.

78
Néstor Kohan, De Ingenieros al Che… 200.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 18

79
ANÍBAL PONCE, HUMANISMO Y REVOLUCIÓN

Dr. Néstor Kohan

Aníbal Norberto Ponce (1898-1938) fue sin duda el principal discípulo de José
Ingenieros. Lo conoció a los veintidós años gracias a una presentación Alfredo Bianchi,
codirector de la revista Nosotros. Fue en 1920. En la primera charla entre ambos. Ingenieros
se para y llama aparte a Bianchi diciéndole: "Che, no me gusta nada el muchacho. Con esa
vocecita me parece un... macaneador". Bianchi le contesta: "Cítelo para otro día. Hable con él
despacio". Ingenieros le hizo caso y días después le volvió a comentar Bianchi que no habría
podido encontrar un muchacho tan inteligente y que lo comprendiera como lo hacía el joven
Ponce. De allí en adelante trabaron una amistad y una colaboración que sólo se interrumpiría
con la muerte del maestro.

Para el resto de sus compañeros ese vínculo del joven Ponce con Ingenieros fue
definitorio. "Ponce fue", según Deodoro Roca, "el mejor dotado y el mejor realizado de las
últimas generaciones actuantes en la Argentina, quizá la mayor riqueza mental de nuestra
reciente literatura". Su estilo, también según Deodoro, fue extremadamente sobrio,
"exasperado de concisión y de represión conceptual, ardido en frenesí de sobriedad, de
unicidad".80 Por su parte Mariátegui, aun sin nombrarlo en demasiadas ocasiones, valora su
interés -junto con el de Ingenieros- por la revolución bolchevique: "Pocas revistas de cultura",
señala el peruano, "han revelado un interés tan inteligente por el proceso de la Revolución
Rusa como el de la revista de José Ingenieros y Aníbal Ponce".81

Como su maestro -al que acompañará en la Revista de Filosofía en la fundación de


Renovación y la Unión Latinoamericana y en la defensa de la Revolución Rusa-, Ponce se
inicia en el sarmientismo y el positivismo, aunque en él la veta modernista y nietzscheana que
coexistirá en Ingenieros junto al positivismo se encuentra prácticamente ausente.

Aun proviniendo -o quizá por ello mismo- de un pequeño pueblo de la Provincia de


Buenos Aires (Dolores), Ponce fue un amante de la gran ciudad moderna y revolucionaria
(primero lo deslumbró Buenos Aires, después París, finalmente Moscú, aunque también lo
impactó México D.F.). Él expresará, como Del Valle Iberlucea, la adhesión a la experiencia
bolchevique desde una matriz y una herencia cultural notoriamente modernizadora. Herencia
que tendrá sus mojones previos en Sarmiento y en Ingenieros (pasando por alto la mediación
de José M. Ramos Mejía), pero sobre todo en el Ingenieros científico, no tanto en el
vanguardista, el modernista o el libertario.

Ese será el principal eje articulador de su universo cultural durante la mayor parte de
su corta vida, aunque no pueden obviarse las fuertes contaminaciones de esos otros
paradigmas que sufre al lado de su maestro.82 Principalmente en lo que atañe a la Unión

79
Artículo en su original en Revista Inclusiones, Volumen Especial Enero-Marzo 2018.
80
Véase Deodoro Roca, "En memoria de Aníbal Ponce", en D. Roca, El difícil tiempo nuevo (Buenos
Aires: Lautaro, 1956), 36-41.
81
J.C. Mariátegui, Obras, tomo II… 260.
82
Hugo Vezzetti, "Aníbal Ponce y el psicoanálisis" (en Aventuras de Freud en el país de los
argentinos. De Ingenieros a Pichon-Rivière (Buenos Aires: Paidós, 1996), 163-170, contraponiendo
correctamente la relativa apertura de Ingenieros frente al psicoanálisis freudiano y el cerrado rechazo
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 19

Latinoamericana -de la cual fue cofundador- y al periódico Renovación que codirigía con el
seudónimo Luis Campos Aguirre junto a Julio Barrera Lynch (seudónimo de
Ingenieros). Ese ideario antiimperialista terminará por desplazar el sarmientismo -compartido
también con el maestro- a partir de 1932-1935 cuando pronuncia su discurso "Las masas en
América contra la guerra en el mundo" (Comisión Organizadora del Congreso
Latinoamericano contra la guerra imperialista, Montevideo, 12 de marzo de 1933) y sobre
todo en su exilio mexicano, cuando se "choca" con el mundo indígena y escribe sus últimos
cinco trabajos sobre "La cuestión indígena y la cuestión nacional" (El Nacional, entre el 17 de
septiembre de 1937 y el 4 de febrero de 1938).

Desde su inicio, Ponce no sólo defiende al "fantasma rojo" sino que también se enrola
en el movimiento de la Reforma. Por eso en el prólogo de 1927 al libro de Julio V. González
La Reforma Universitaria afirma: "Las llamas que enrojecían a Oriente [léase Rusia]
incendiarían, con nosotros, la vieja Universidad".83

Pero Ponce fue mucho más drástico que su maestro al enjuiciar las "vaguedades de la
nueva generación y la nueva sensibilidad", al criticar duramente a Waldo Frank y a
Vasconcelos (admirados por los reformistas) y al apadrinar la arremetida que el segundo
Insurrexit de Héctor P. Agosti -y de Ernesto Sábato, entre otros- encabezó contra "la
pequeñoburguesía estudiantil".

Incluso en su famoso Educación y lucha de clases, si bien no tomaba como objeto de


estudio específico la universidad, dejaba entrever un escepticismo muy fuerte hacia cualquier
intento de cambiar la educación -como pretendió entre nosotros la Reforma Universitaria- sin
haber todavía derrocado al capitalismo. Un juicio que por cierto estaba sumamente
impregnado del espíritu obrerista de "clase contra clase" (pues este libro surge de unas
conferencias dictadas en el Colegio Libre de Estudios Superiores84 durante 1934 -tercer
período de la Internacional-, aunque se publique recién en 1937). Incluso ese horizonte se
torna tan nítido y fuerte en la pluma de Ponce que lo lleva a poner entre paréntesis el carácter
emancipador de la Ley 1,420 (impulsada por su mayor ídolo juvenil...) "porque excluye pero
no prohíbe la religión". Apenas un subterfugio retórico, este último, para reforzar de hecho el
cuestionamiento al carácter "progresista" de la burguesía argentina, medida en ese entonces
desde el barómetro del tercer período de la Internacional.

En más de un aspecto ese tipo de análisis ponceano notoriamente reproductivista de


la educación, la escuela y la universidad se adelanta a lo que muchísimos años después
Louís Althusser hará en el marxismo francés con su célebre ensayo Ideología y aparatos
ideológicos de Estado.

de Ponce (quien en enero de 1923 escribió -con el seudónimo "Luis Campos Aguirre"- "La divertida
estética de Freud"), extrae una conclusión demasiado amplia y abarcativa, intentando "romper el lugar
común reiterado que lo asimila sin más al universo intelectual de Ingenieros". Ahora bien, si el corte
cultural entre ambos fuese total, como deja entrever Vezzetti, ¿dónde ubicar pues las
"contaminaciones" del antiimperialismo?
83
Conviene recordar que ese libro de Julio V. González prologado por Ponce fue "gozosamente leído"
-es decir, apoyado y compartido- por Deodoro Roca. Véase carta de Deodoro Roca a Julio V.
González (16 de febrero de 1927), en Deodoro Roca, el hereje, 229.
84
En la fundación del Colegio Libre de Estudios Superiores (20 de mayo de 1930, institución cuya
existencia se prolonga hasta 1961) participaron seis intelectuales: Alejandro Korn, Narciso Laclau,
Roberto Giusti, Carlos Ibarguren, Luis Reissig y Aníbal Ponce. Este último era el menor de todos ellos:
no obstante, fue quien más artículos publicó -ocho en total- en la revista del colegio Cursos y
Conferencias entre 1931 y 1935, antes de marchar al exilio mexicano. Véase Federico Neiburg, Los
intelectuales y la invención del peronismo, Apéndice estadístico, 262.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 20

No obstante, en la primera conferencia universitaria de un ciclo de siete que se


extiende entre 1928 y 1937 (luego reunidas como libro en El viento en el mundo) Ponce
confiesa que la Revolución Rusa para él encarna el ideal humanista, mientras que sus
enemigos se apoyan "en el temor al desorden, el miedo a lo nuevo, la rutina en las
almas".85 Todos ellos núcleos ideológicos de El hombre mediocre que sobreviven en su
escritura a pesar de la estricta vigilancia interna con la que trató de extirpar dentro de sí hasta
el último vestigio del arielismo romántico.

De ahí que la relación entre Ponce e Ingenieros no haya sido homogénea ni


compacta. No hubo entre ambos una ruptura absoluta -como sugiere Vezzetti-, pero tampoco
una continuidad lineal. Según él mismo relata, de Ingenieros tomó la defensa apasionada de
la revolución bolchevique y su afán por construir una mirada científica sobre los hechos
sociales, aunque intentó -agregamos nosotros- permanecer en gran medida ajeno a la
constelación ideológica encarnada en "la hermandad de Ariel" inaugurada por Martí, Darío y
Rodó. Si su vinculación con la Reforma fue más trabajada que la de Ingenieros, al mismo
tiempo se abocó de lleno a instituciones de educación autónomas como el Colegio Libre de
Estudios Superiores (que publicaba la revista Cursos y Conferencias) y a la construcción de
organizaciones y nucleamientos contrahegemónicos de intelectuales como AIAPE (Asociación
de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores).

Esta última institución, desde la que Ponce defendió entre otros a Raúl González
Tuñón, perseguido por su poema "Las brigadas de choque", había sido inspirada por la
revista Monde (fundada por Henri Barbusse, en la que también participó Manuel Ugarte) y por
el Comité de Vigilancia, también impulsado por Barbusse.

En sus últimos años fue el creador y editor de Dialéctica86 (que llevaba como subtítulo
Revista mensual dirigida por Aníbal Ponce, siete números, desde marzo de 1936 hasta
septiembre de 1936, de 48 a 64 páginas), con la que intentó dotar al comunismo local de un
sólido margen de autonomía cultural y altísimo nivel de información bibliográfica. Terreno este
último en el cual aventajaba largamente a cualquier otro pensador marxista argentino y
latinoamericano, con su exhaustivo conocimiento de primera mano de casi la totalidad de la
obra marxiana -en ediciones no sólo castellanas sino también francesas, incluyendo los
trabajos juveniles de Marx anteriores a 1844, difíciles de encontrar en su época- y de toda la
producción especializada en ese rubro, desde David B. Riazanov, Franz Mehring y Lenin
hasta György Lukács o Rodolfo Mondolfo, sin olvidar autores no marxistas como Benedetto
Croce, Werner Sombart, Wilhelm Dilthey, Ernest Renan, Max Scheler o Friedrich Nietzsche,
entre otros.

Entre otras afirmaciones, en la retiración de portada Dialéctica fijaba como declaración


de principios: "En el momento en que asistimos al choque decisivo de dos culturas, es
urgente esclarecer -mediante el tratamiento directo de los clásicos del proletariado- los
caminos que conducirán a la liberación del hombre". Y más adelante agregaba: "En la
realidad como en el espíritu, no es posible ascender de una etapa a otra sino negando y
anulando. «El No», decía Hegel, «es la palanca del devenir»".

Pero recordemos que Ponce estructuró siempre su lectura del marxismo desde una
matriz fuertemente clasicista. De allí que inmediatamente pasara a afirmar su confianza en la

85
Aníbal Ponce, El viento en el mundo (conferencia dictada el 19 de mayo de 1928 [1933]), en Obras
completas, tomo 111… 165.
86
Revista que, dicho sea de paso, Deodoro Roca guardaba en su biblioteca personal así como
también la Revista de filosofía de Ingenieros. Archivo Cristina Roca.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 21

continuidad cultural con lo mejor del pasado burgués: "Pero la negación que la dialéctica
impone", continuaba diciendo, "no es destrucción ni aniquilamiento. De la cultura que
agoniza, ella tomará los elementos legítimos para incorporarlos y desenvolverlos en la cultura
más perfeccionada que le seguirá". El comunismo del siglo XX y sobre todo su humanismo,
constituía ante sus ojos el heredero privilegiado de la cultura humanista que la burguesía
venía desarrollando desde el Renacimiento. Esa particular inflexión ideológica constituyó por
supuesto la piedra de toque de su obra filosófica.

Y ya que en Dialéctica mentaba a Hegel, conviene recordar que en Mundo Argentino


(2 de marzo de 1932 [con el seudónimo "Lucas Godoy"]) Ponce se había quejado
amargamente de que el centenario de la muerte del filósofo alemán no fuera celebrado en
nuestras tierras con bombos y platillos. Dada la escasez de adhesiones que aquí suscitaba
por entonces Hegel, en esa ocasión Ponce festejó el discurso que en su homenaje y
contraponiéndolo con Martin Heidegger pronunció Carlos Astrada en la Universidad de
Córdoba, aun cuando le criticara a este último su jerga académica y su "tecnicismo gótico".

En cuanto a su filosofía política, si Ingenieros intentaba descifrar la arquitectura


institucional del "fantasma rojo" bolchevique abundando en "la democracia funcional" y Del
Valle Iberlucea insistía en ese mismo rubro con el "régimen de los consejos", el núcleo duro
de la recepción de aquel fantasma en la prosa política ponceana será "la democracia
proletaria". Desde ese ángulo se convertirá en el intelectual orgánico por excelencia del
Partido Comunista argentino, aunque nunca se afiliará formalmente a él. Con esa actitud de
independencia partidaria se prevenía frente a las conflictivas y tormentosas relaciones que en
las décadas posteriores experimentaría esta tradición entre sus intelectuales y sus cuadros
políticos y organizativos.

Aun así, el punto más alto de su originalidad no se encuentra ni en su visión


historiográfica- acríticamente deudora, como la de Ingenieros, del liberalismo decimonónico
hasta su ruptura durante el exilio mexicano- ni en su análisis político sino en su elaboración
teórico-filosófica del humanismo marxista revolucionario. Humanismo cuya prolongada
genealogía histórica extendió hasta Erasmo de Rotterdam, Giordano Bruno, William
Shakespeare, Wolfgang Goethe y Romain Rolland. Allí, en esa intersección precisa, cuando
predicó la necesidad de concebir el socialismo y el comunismo como una construcción
permanente de "una nueva cultura y un hombre completo, íntegro, no desgarrado ni mutilado,
un hombre absolutamente nuevo", alcanzó su cénit. Fue de lejos su creación más
perdurable.87

Como muchos otros discípulos de Ingenieros, escritores sociales, militantes políticos o


compañeros de su misma generación -Rodolfo Ghioldi con sus Impresiones de la Rusia
soviética (1921); Augusto Bunge con El continente rojo (1932) y El milagro soviético (1942);
Elías Castelnuovo con su Yo vi...! en Rusia (1932) o el mucho más tardío de Emilio Troise
con sus Notas del viaje a la URSS (1950)-, Aníbal Ponce viajó a la Unión Soviética para
conocer de primera mano aquella experiencia de donde emanaba tan temido

87
No sólo rastreable en el pensamiento humanista del Che Guevara, quien lo había leído largamente
antes de conocer a Fidel, sino también en su notable coincidencia problemática con los pensadores
más brillantes del marxismo occidental europeo (v.gr., el "humanismo absoluto" de Gramsci o el de
Historia y conciencia, de clase del joven Lukács...). Aunque tenía una formación increíblemente
erudita, Ponce no accedió a los Cuadernos de la cárcel (publicados más tarde). Es probable que
tampoco conociera ese trabajo de Lukács (sí había publicado del húngaro "Zola y el realismo", en
Dialéctica, 1, marzo de 1936, 30-35, traducido del francés por Rafael Río). Esa circunstancia realza
aun más para nosotros, los latinoamericanos, su originalidad en este terreno.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 22

fantasma.88 Su viaje no es el viaje del dirigente internacionalista partidario. Asimismo, no


quiso jugar el papel de "turista revolucionario", de ahí que sus notas tampoco sean las del
divulgador propagandista coyuntural.

Ponce quiere ser distinto, ir hasta la raíz. Incorpora sus impresiones y reflexiones a su
principal libro, Humanismo burgués y humanismo proletario, bajo el sugestivo título "Visita al
hombre del futuro". "La utopía enorme", sostenía, "que parecía destinada a flotar entre las
nubes tiene ya en los hechos su confirmación terminante [...] El mismo día en que llegué a
Moscú me fue dado comprobarlo de manera completamente inesperada".

Mientras se acercaba al Palacio de la Cultura, Ponce asistió entonces a una


representación de Las almas muertas de Nicolás Gogol, en cuyos intervalos un joven contaba
al público la vida vieja bajo el capitalismo. Su estado de ánimo, emocionado hasta el límite,
condensa todas las amarguras y persecuciones que soportaba en la Argentina de aquellos
años: "Con un nudo en la garganta le escuchaba yo",89 decía. Contrastando la posición del
intelectual en el campo cultural de ambos países y destacando la relación con el público
ampliado que la revolución proporcionaba a la intelectualidad anticapitalista en el caso
soviético -una nota común a todos los viajeros-, Ponce sintetizaba: "Jamás un escritor o un
artista, en ningún país de la tierra, ha tenido a su lado un público más alerta y comprensivo".
La Argentina del "fraude patriótico", los grupos de choque nacionalistas y la proscripción de
los intelectuales eran el horizonte que teñía tamaña apreciación.

Es que el impacto de la Revolución Rusa hizo temblar no sólo las fibras más íntimas
de filósofos y pensadores como Ingenieros y Astrada o dirigentes estudiantiles como Deodoro
Roca o Julio V. González sino también de todo el campo cultural y artístico de nuestra
izquierda. Izquierda que estética y culturalmente a fines de los 20 y comienzos de los 30 se
agrupaba en tres vértices ideológicos: 1) los escritores Leónidas Barletta, Roberto Arlt y Elías
Castelnuovo del grupo Boedo -donde predominaban el realismo, la "literatura social" y la
continuidad cultural-; 2) Raúl González Tuñón y su revista Contra -vanguardia estética y
vanguardia política, martinfierrismo de izquierda, paralelo con las vanguardias rusas del
Proletkult y contemporáneo del período "clase contra clase"- y finalmente, entre ambos, 3) el
humanitarismo y el antiimperialismo de Claridad.90

El humanismo marxista revolucionario de Ponce se ubica culturalmente en el cruce de


las tres corrientes, compartiendo la apuesta por el realismo y la continuidad cultural con el
grupo de Boedo -allí se explica su cuestionamiento del psicoanálisis y las vanguardias- pero
rescatando al mismo tiempo la crítica radical antiburguesa característica del tercer período de
la Internacional que sellará todo el emprendimiento tuñonesco de Contra. Con Claridad
coincidirá en la admiración entusiasta por Barbusse y Rolland, no así en las simpatías de
Antonio Zamora por el APRA.

En el centro de ese complejo y sobredeterminado movimiento se inscribirá su crítica


a la cuantificación, a la alienación y a los límites del humanismo burgués, rescatando el
horizonte humanista del marxismo. Por ejemplo, al analizar el primer tomo de El capital,
Ponce destacaba cómo para Marx la combinación de trabajo manual e intelectual que en

88
José Fernando Penelón, el principal dirigente político en la fundación del comunismo argentino, llegó
a ser nombrado por Lenin en una de esas visitas a la URSS (1922) coronel del Ejército Rojo. Un cargo
simbólico -pues no tenía mando real de tropa- pero altamente significativo de su importancia política.
89
Aníbal Ponce, Humanismo burgués y humanismo proletario, en Obras completas, tomo III… 543.
90
Véase Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930 (Buenos Aires: Nueva
Visión, 1996), cap. V, "La revolución como fundamento".
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 23

Inglaterra había introducido Robert Owen en sus escuelas "hacía de ese sistema el único
método capaz de producir hombres completos". Siguiendo el hilo del razonamiento agregaba
que la combinación del trabajo productivo con la enseñanza general "le parecía a Marx uno
de los elementos más formidables para construir el hombre nuevo [...] De devolver al
individuo mutilado por la especialidad su desarrollo completo, su sed de la totalidad". Desde
esa matriz humanista Ponce registra y traduce el "fantasma rojo" bolchevique al que "le ha
tocado la misión heroica de liberar al hombre, de inaugurar de verdad el humanismo pleno".91

Dentro de ese mismo impulso humanista, en una conferencia dirigida a los estudiantes
reformistas de ciencias económicas (que en su oratoria retomaba en más de un sentido el
impulso de los "sermones laicos" de Ingenieros), Ponce reclamaba: "Al especialista
fragmentario que fue el ideal de otro tiempo, oponed el gesantmensch del ideal
contemporáneo, el «hombre-todo» de Goethe, capaz de sufrir y comprender la compleja
diversidad del mundo".92

"Hombre pleno", "hombre-todo", "hombre nuevo", "hombre total", "hombre


desalienado", "sed de totalidad"... ejes articuladores de una concepción del mundo que
cuestiona la mutilación, el desgarramiento parcelario, la cuantificación despiadada y la
unilateralidad antropológica provocados por la modernización capitalista.

Ponce, entre los extremos de Ingenieros y Del Valle Iberlucea. A años luz del
reformismo de Juan B. Justo, a quien sin embargo respetará por su Teoría y práctica de la
historia (libro al que valora después de Facundo de Sarmiento y el Dogma socialista de
Esteban Echeverría, aunque le critica su evidente biologismo) por su aporte a la historia de la
sociología en la Argentina. Desde esa posición intermedia Ponce encontrará en la
experiencia bolchevique la doble vía de continuidad y ruptura frente al pasado que representa
esa "modernidad periférica" por la que atravesaba contemporáneamente la Argentina. Sin
embargo, su humanismo radical no le alcanzó para llegar a ver críticamente el stalinismo
incipiente,93 limitación política que en esos mismos años – segunda mitad de los 30- también
compartirán desde otras latitudes pensadores dialécticos y humanistas como Ernest Bloch o
el mismo György Lukács.

91
Aníbal Ponce, Humanismo burgués y humanismo proletario… 509-511, 547 y 550.
92
Aníbal Ponce, "Los deberes de la inteligencia" (30 de junio de 1930), en El viento en el mundo (en p.
67, originariamente este libro llevaba por subtítulo "Conferencias a los estudiantes y los obreros"), en
Obras completas, tomo III… 175.
93
A pesar de este hecho irrebatible, es necesario destacar la completa independencia de criterio
intelectual que siempre guió a Ponce en sus lecturas y producción teórica con respecto a los vaivenes
y bandazos ideológicos del stalinismo. Un ejemplo paradigmático en ese sentido constituye su amplia
utilización de las Notas aclaratorias al "Manifiesto comunista" de David Borisovic Riazanov (seudónimo
de Goldendach) en su célebre conferencia "Elogio del Manifiesto Comunista" (5 de mayo de 1933),
reeditada luego en El viento en el mundo (1933, 1939, etc.). En esa misma época -1933- Riazanov,
que había creado el Instituto Marx-EngeIs por orden de Lenin en 1921 (instituto que Ponce visita en
1935) y que había sido el primer editor de las MEGA (las obras completas de Marx y Engels con aparato
crítico), ya había sido separado por Stalin hacía dos años -en 1931- de la dirección del instituto,
expulsado del Partido Comunista y deportado a Siberia en ese mismo año (fue fusilado por el
stalinismo en 1938). Sin embargo, Ponce siguió utilizando públicamente los libros de Riazanov, quien
ya por entonces se había convertido para la intelligentsia stalinista mundial en un "hereje" borrado de
la historia. Dos años después de la separación de Riazanov, Ponce escribe la "Nota preliminar" a la
biografía Marx y Engels de Riazanov (Buenos Aires, Claridad, s/f. [1933]) y también hace una reseña
sumamente elogiosa del libro comparándolo con la célebre biografía de F. Mehring. Véase Aníbal
Ponce, "Nota preliminar (al Marx y EngeIs de Riazanov)" y "Riazanov: Marx y Engels", en A. Ponce,
Obras completas, tomo IV… 543-544 y pp. 453-454, respectivamente.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 24

En cuanto al registro antiimperialista que en Ingenieros marcó y acompañó la primera


recepción del bolchevismo, en Ponce lo encontramos ya plenamente elaborado -aunque
proviniera de antes, de la fundación de Renovación- a inicios de los 30. En aquel discurso de
1933 de Montevideo sobre "las masas de América", sustentado en el Lenin de El
imperialismo, etapa superior del capitalismo y coincidente con el tercer período de la
Internacional, Ponce enjuicia duramente a "dos de los más fuertes imperialismos [léase
Estados Unidos e Inglaterra] que se disputan hoy la hegemonía en el mundo", los que desde
su óptica "han trasladado así, sobre el escenario de América, sus antagonismos
irreconciliables. Apoyados por las burguesías nacionales, que traicionan sin rubor sus propias
«patrias»". Encontramos aquí una evidente radicalización del antiimperialismo propio de la
Unión Latinoamericana cuyo radio de denuncia Ponce extiende ahora hasta incluir la
complicidad de las burguesías nacionales.

Luego de su expulsión de las cátedras de enseñanza, Ponce se exilia en México. "Al


otro día de su llegada", recuerda Marinello, "el Partido Comunista reunió en un almuerzo a los
escritores latinoamericanos que, por persecución política, residíamos en la gran ciudad.
Tengo bien presente que Aníbal Ponce ocupó un lugar en el grupo cubano, entre Nicolás
Guillén y yo [...] La irradiación de Ponce en los medios intelectuales del México de aquellos
días fue profunda y duradera".

Por entonces México también recibía, además del argentino Aníbal Ponce, a lo mejor
de la intelectualidad española -luego de la guerra civil- e incluso a León Trotsky.

Al final de ese obligado exilio, y en un tenor muy similar al de su conferencia de 1933,


Ponce redactará cinco artículos donde regresa nuevamente al primer plano la problemática
del antiimperialismo, pero ahora profundizando la ruptura con el racismo sociodarwinista del
último Sarmiento -pesada herencia en Ingenieros- y acercándose sugerentemente a las
conclusiones de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de Mariátegui -sin
citarlo en ningún momento-. Allí Ponce, entusiasmado y contento, se hunde de lleno en el
mundo de las colonias de los indígenas "bárbaros" y de los negros "bestiales" -como ahora
entrecomilla irónicamente cuando antes lo decía sin ningún tipo de ironía-. Incluso en su
correspondencia familiar de ese momento llega a ironizar sobre sus propios prejuicios
racistas. Por ejemplo, el 29 de junio de 1937 le escribe a su hermana Clarita Ponce: "...por
fortuna me he hecho amiguísimo de dos o tres cubanos desterrados, uno de ellos el gran
poeta mulato Nicolás Guillén, que, para castigo de mis prejuicios de raza, he aprendido a
querer como a un hermano...". Hasta pareciera que su prosa late con más vigor en la época
de estos últimos artículos antiimperialistas.

Pero lo más interesante del caso reside en que esos artículos donde Ponce descubre
-¿o mejor dicho redescubre?- el latinoamericanismo antiimperialista típico de "la hermandad
de Ariel" son apenas dos años posteriores a su publicación en el primer número de Dialéctica
del artículo de Marx "Simón Bolívar" (1, marzo de 1936, pp. 1-14 [traducción del original
inglés de Emilio Molina Montes]), reproducido por él para contrarrestar los artículos "Por la
emancipación de América latina" de Haya de la Torre y "Bolivarismo y monroísmo" de
Vasconcelos.

El contraste teórico, político y cultural entre esos dos momentos demasiado cercanos
en el tiempo es enorme. Mientras que en 1936 Ponce celebraba el artículo de Marx ("tan
jugoso a pesar de su aspecto seco y áspero") contra el libertador americano -y
tangencialmente, contra el ideal latinoamericanista por no ser "marxista" puro-; en 1938 critica
en cambio las teorías de "los pueblos inferiores" -a las que él mismo, con su admirado
Sarmiento, había adherido en su juventud-, descubriendo entonces un nuevo sujeto social de
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 25

nuestra América: "las masas indígenas". Incluso en esos artículos llega a denominar al
continente, por contraposición con lo más duro de su núcleo ideológico anterior, "la América
indígena".

Entre ambos tiene lugar una verdadera ruptura epistemológica en su pensamiento al


profundizar "las contaminaciones" recibidas del último Ingenieros y al ampliar el radio de
alcance del humanismo socialista también a los pueblos y nacionalidades oprimidos -los
indígenas, los negros, las colonias, etc.- de lo que más tarde se comenzará a llamar "Tercer
Mundo". La pronta muerte que lo abrazó en su exilio mexicano dejará el tejido interno de su
obra notablemente abierto e inacabado, impidiéndole seguir desarrollando ese nuevo y
seductor paradigma cultural.

Ese carácter inacabado no impidió que sus escritos se extendieran por el continente,
más allá de la Argentina (donde Agosti recopiló y editó en 1974 sus Obras completas). En
primer lugar, México. Allí Ponce tenía planeado formar una gran biblioteca con el apoyo de la
Secretaría de Enseñanza Pública, proyecto que se frustró con su muerte. También dejó su
huella en la Universidad de Michoacán, donde había sido nombrado profesor permanente.

Pero su mayor influencia intelectual fuera de la Argentina la alcanzó en Cuba. Cuando


murió, Ponce estaba preparando un viaje a la isla, adonde iría para dictar conferencias sobre
psicología -no psicoanálisis- y marxismo en la Hispanocubana de Cultura. Cuando llega la
noticia de su deceso ya estaba alquilado el local e impresos los volantes que lo anunciaban.

Luego de esa circunstancia y a modo de homenaje Carlos Rafael Rodríguez comenzó


a publicar en ese mismo país, a inicios de los años 40, una revista del comunismo cubano
análoga a la argentina. Llevaba idéntico titulo, Dialéctica, y tenía por subtítulo Revista
Continental de Teoría y Estudios Marxistas (cada número contaba con 104 páginas).

Pero fue en la década del 60, con el triunfo de la Revolución Cubana, cuando su obra
volvió a difundirse -ahora en ediciones realmente masivas y en un contexto de "recepción"
cuyo registro ya era inasimilable al stalinismo. En esos años se publicaron Educación y lucha
de clases y Humanismo burgués y humanismo proletario.94

Serán los años en los que el Che, con evidente influencia del humanismo de Ponce95
y ante una audiencia ahora mundial, defenderá a capa y espada la necesidad imperiosa
que tenía la revolución de crear un "hombre nuevo"... a riesgo de sucumbir -como finalmente
sucedió con el fantasma grisáceo y ya ennegrecido de la URSS- ante las armas melladas del
mercado y el capitalismo.

94
A. Ponce, Educación, y lucha de clases. Prólogo cubano, sin firma (La Habana: Imprenta Nacional
de Cuba-Ministerio de Educación, 1961), I-IX y Humanismo burgués y humanismo proletario. Prólogo
de Juan Marinello (La Habana: Imprenta Nacional de Cuba, 1962), 7-30. Ambos serán más tarde
reeditados juntos en un inmenso volumen de 535 páginas con el mismo prólogo de Marinello. Véase
Aníbal Ponce, Obras (La Habana: Casa de las Américas, 1975).
95
Según Michael Löwy (El pensamiento del Che Guevara [1970] (México: Siglo Veintiuno, 1987),15-16:
"En su concepción del humanismo, es posible y hasta probable que el Che haya sufrido la influencia de
la obra del pensador argentino Aníbal Ponce (1898-1938), uno de los pioneros del marxismo en
América latina, cuyo libro Humanismo burgués y humanismo proletario (1935) ha sido con toda justicia
publicado de nuevo en Cuba en 1962. Ponce muestra la oposición fundamental entre el humanismo de
la burguesía y el de los trabajadores y subraya que «el hombre nuevo», «el hombre integral» que
reúne la teoría y la práctica, la cultura y el trabajo, no será realizable sino por el advenimiento al poder
del proletariado".
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 26

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Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 28

96
ANÍBAL PONCE, INTELIGENCIA Y HUMANISMO ENTRE DOS MUNDOS

Dra. Alexia Massholder

En 1962 se celebraba la reforma universitaria en la Cuba Revolucionaria. El flamante


rector de la casa de estudios, el intelectual y dirigente comunista Juan Marinello, recordaba
entonces palabras de su par argentino, Héctor P. Agosti, sobre los revolucionarios
latinoamericanos. Si José Carlos Mariátegui era “el polemista” y Julio Antonio Mella “la
personificación del líder, del conductor extraordinario”, el pensador argentino Aníbal Ponce
podía ser definido como “el esclarecedor”.

Aníbal Norberto Ponce (1898 – 1938) tuvo, como Mella, una corta pero prolífera vida.
Como bien a señalado Cinthia Wanschelbaum, Ponce nace poco tiempo después de la
traducción al español del Manifiesto Comunista, y veinte años antes de que llegara a la
Argentina la traducción de El Capital. La poca circulación que los materiales marxistas tenían
en los primeros años de vida de Ponce ilustran que el autor de Humanismo burgués y
humanismo proletario es un claro ejemplo de como se “llega” a ser un revolucionario,
proviniendo de una tradición de pensamiento liberal y positivista que sostenían no sólo sus
maestros, sino buena parte de la intelectualidad argentina de esos años.97 Fue, como ha
señalado Héctor P. Agosti en el trabajo sobre su maestro Ponce, un hombre que vivenció la
transición entre la “belle époque” de la intelectualidad y la nueva realidad dictatorial
inaugurada por el gople del general Uriburu en Argentina en septiembre de 1930. Una
manifestación nacional del fenómeno internacional de la crisis capitalista de aquellos años y
el creciente contraste con la realidad inaugurada por la Revolución Rusa años antes.

Ponce estudió inicialmente medicina, para luego pasarse a la carrera de psicoligía,


vivió los años agitados de la Reforma universitaria en Argentina y fue un tenaz luchador
contra el fascismo.

Su actividad fue escencialmente intelectual, aunque se destacó como organizador de


espacios culturales desde los que impulsó para la inteligencia una labor y un compromiso
militante que su admirado maestro José Ingenieros había inaugurado con su libro Los
tiempos nuevos, o con su discurso en el Teatro Nuevo el 22 de noviembre de 1918, en donde
proclamó ante estudiantes y obreros atentos: “la Revolución Rusa señala en el mundo el
advenimiento de la justicia social. Preparémonos a recibirla; pujemos por formar en el alma
colectiva, la clara conciencia de las aspiraciones novísimas”.98 Así recuerda Ponce el cierre
de aquellas palabras: “Y esa conciencia sólo puede formarse en una parte de la sociedad, en
los jóvenes, en los innovadores, en los oprimidos, que son ellos la minoría pensante y
actuante de toda sociedad, los únicos capaces de comprender y amar el porvenir”.99 La
admiración por Ingenieros se ve plasmada también en escritos como La vejez de Sarmiento,
publicado en 1927, en que Ponce sigue en cierta forma el camino positivista de muchos de

96
Artículo en su original en Revista Inclusiones, Volumen Especial Enero-Marzo 2018.
97
El propio Ponce hacía suyas las palabras del francés Lazare Carnot: “No se es revolucionario, se
llega a serlo”. Esta tesis está ampliamente desarrollada para el caso de Ponce en el estudio
inteoductorio escrito por Wanschelbaum a la reedición de Ponce, Aníbal, Educación y lucha de clases
(Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2014).
98
Aníbal Ponce, “Para una historia de Ingenieros”, en Obras completas (Buenos Aires: Cartago, 1974),
tomo I, 202. El trabajo fue escrito por Ponce en el verano de 1925-1926.
99
Aníbal Ponce, “Para una historia de Ingenieros”… 203.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 29

los trabajos científicos de su maestro, con algunas influencias de cierto biologismo social y
determinismo económico. Pero Ponce advirtió el progresivo corrimiento de Ingenieros del
positivismo decimonónico hacia las corrientes antiimperialistas y antiburguesas que se
avisoraban en esos nuevos tiempos, corrimiento que atravesará al propio Ponce cuando
encuentre en el marxismo las claves explicativas para los procesos sociales que tanto
llamaban su atención.100 Y en ese mismo trabajo sobre Sarmiento el propio Ponce comienza
a matizar las influencias voluntarias de los individuos en los procesos sociales, al afirmar que
“[l]os grupos sociales varían independientemente del capricho individual. La exaltación
carlyliana del culto a los héroes, no es más que un transplante del ilusorio libre arbitrio al
terreno de la evolución social”.101

El “gran tajo”

El año 1930, marcaría un indudable antes y después en la vida argentina y,


particularmente, en el pensamiento de Ponce. Es en esta época en la que el autor de
Humanismo burgués y humanismo proletario define su opción por el marxismo, alejándose
progresivamente del liberalismo que tan hondamente había calado en la intelectualidad
argentina de fines del siglo XIX y principios del XX. Así, en una conferencia en la Universidad
de Ciencias Económicas de la ciudad de La Plata dijo de manera contundente ante los
estudiantes: “No se es defensor legítimo de la Reforma cuando no se ocupa al mismo tiempo
un puesto de combate en las izquierdas de la política mundial”. Pero no toda la intelectualidad
acusó la misma percepción de las cosas. Mientras Ponce proclamaba “los deberes de la
inteligencia” y su ineludible compromiso con el destino de la humanidad, un grupo de
intelectuales argentinos integrado entre otros por Victoria Ocampo y Eduardo Mallea
fundaban la revista Sur. Uno de sus fundadores recordaba: “la atmósfera del mundo y de
nuestro medio era más bien calma y propicia”.102 Era la misma atmósfera que había acunado
la creación de la Sección Especial de Represión al Comunismo, creadora de la picana
eléctrica entre otros instrumentos de tortura, que se dedicó a perseguir, secuestrar y torturar
a comunistas y a todo personaje que resultara cuestionador del régimen. Eran intelectuales
que Ponce había ubicado, parafraseando a Lenin, en el “partido de los saciados”,
infiderentes a la las angustias de los necesitados.

El golpe de estado del general Agustín P. Justo en 1930 intentaba clausurar el


incipiente presencia de las masas estimuladas por la Ley General de Elecciones (o Ley
“Saenz Peña) de 1912, que había ampliado la posibilidad de voto a una porción mayor de la
población (masculina) en Argentina, y que permitió la llegada de candidato de la Unión Cívida
Radical Hipólito Yrigoyen a la presidencia en 1916. Visto desde el presente, la presidencia de
Yrigoyen presenta una infinidad de costados elitistas y reaccionarios, como bien lo demostró
la represión a los trabajadores de la patagonia argentina durante los sucesos conocidos como
la “semana trágica” en 1919 y la “Patagonia rebelde” entre 1920 y 1921. Pero significó un
avance democratizador frente a la forma de hacer política hegemonizada hasta entonces por
el Partido Conservador. Debemos agregar también la Reforma Universitaria de 1918 para

100
Sobre la relación maestro – discípulo de Ingenieros y Ponce con ilustrativas las páginas del trabajo
de Agosti, P. Héctor, Aníbal Ponce. Memoria y presencia (Buenos Aires: Cartago, 1974), 42-43. El
trabajo de publicó como estudio introductorio de las Obras completas de Ponce, publicadas también
por Cartago.
101
Aníbal Ponce, La vejez de Sarmiento (Buenos Aires: Talleres Gŕaficos Argentinos L. J. Rosso,
1927), 112.
102
“Evocación e inventario de Sur”, citado en Héctor P., Agosti, Aníbal Ponce. Memoria y presencia
(Buenos Aires: Cartago, 1974), 88.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 30

completar un panorama de efervescencia social que el golpe del ´30 vino a interrumpir
abruptamente.

Si hasta 1930 las preocupaciones de Ponce se habían centrado en la psicología, a


partir de entonces su atención tomará un claro rumbo de militancia política y social.103 De
todas formas, es preciso destacar que ambos planos son constitutivos de la obra de Ponce y
para nada permiten, en nuestra opinión, hablar de “dos” Ponce. La insistencia en escindir un
“joven” de un “maduro”, tal como se ha hecho con el propio Karl Marx, no hace sino limitar
profundamente la capacidad de comprender una trayectoria intelectual en su conjunto, por lo
menos si como tal entendemos el proceso dialéctico que vincula el pensamiento de un
individuo con la realidad histórico, social y material que lo contiene. Desligando estos dos
factores sólo obtendremos una pobre “historia de las ideas” que poco nos dirá del contexto
determinante en el que dichas ideas fueron elaboradas.

Ponce fue artífice de dos importantes instituciones culturales que jugaron en Argentina
un rol aglutinador de la intelectualidad progresista en la década del '30: El Colegio Libre de
Estudios Superiores (CLES), que funcionó entre 1930 y 1961, y la Asociación de
Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) que abrió sus puertas en 1935 y fue
clausurada en 1943 por el golpe militar de junio de ese año.

Sin duda el CLES puede vincularse a toda otra serie de instituciones culturales y
universidades populares (como la Universidad Popular José Martí impulsada por Mella) que
buscaban crear nuevas formas de intervención en la lucha cultural frente a las instituciones
tradicionales que habían evidenciado su complicidad con los poderes hegenómicos. En el
manifiesto inaugural puede leerse: “Ni Universidad profesional, ni tribuna de vulgarización, el
Colegio Libre de Estudios Superiores aspira a tener la suficiente flexibilidad que le permita
adaptarse a las nuevas necesidades y tendencias”. Fue fundada por Alejandro Korn, Narciso
Laclau, Roberto Giusti, Carlos Ibarguren, Luis Reissig y Aníbal Ponce, personajes que
participaron o abrazaron la causa de la Reforma Universitaria de 1918 y procuraron defender
sus banderas cuando la Universidad se convirtió en un epicentro de la reacción. En palabras
de Federico Neiburg, el CLES

“[p]or un lado procuraba generar un espacio dedicado a la 'cultura superior' que


estuviese a salvo de la reacción 'antirreformista' dominante en la 'universidad
oficial'. De otro lado, pretendía brindar una oportunidad de acceso a esa cultura
superior a capas más amplias de la sociedad. El primer objetivo tendía a
preservar un espacio de producción cultural de las luchas del mundo de la
104
política; el segundo pretendía utilizar la cultura para hacer política”.

Muchas de sus actividades, entre ellas las protagonizadas por Aníbal Ponce, fueron
publicadas en la revista de la institución Cursos y Conferencias. Eran años de un activo
movimiento antifascista a nivel mundial, y que convocó a muchos intelectuales a pronunciarse

103
Buena parte de sus indagaciones psicológicas fueron difundidas en conferencias, cursos y en
artículos publicados en la Revista de Filosofía, fundada por José Ingenieros, y El Hogar. Entre los más
célebres se encuentra Ambición y angustia de los adolescentes, curso que dictara en el Colegio Libre
de Estudios Superiores en 1931 y Diario íntimo de una adolescente, ambiéndictado en el CLES en
1933. La obra de psicología de Ponce fue compilada en el tomo II de las Obras completas editadas por
Cartago en 1974. Parte de este archivo se encuentra digitalizado además en el Centro de Estudios y
Formación Marxista Héctor P. Agosti (CEFMA).
104
“Élites sociales y élites intelectuales: El Colegio Libre de Estudios Superiores”, en Neiburg,
Federico, Los intelectuales y la invención del peronismo (Buenos Aires: Alianza Editorial, 1998), 144-
145.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 31

políticamente. Iniciativas como la creación del Comité de Vigilancia de los Intelectuales


Antifascistas, en Francia, trascendió las fronteras de aquel país para inspirar en Argentina la
organización y la intervención pública de intelectuales contra la dictadura de Justo, ejemplo
del “fenómeno universal fascista, que resulta de una gestación paulatina en el seno de
la reacción imperialista”.105 Ponce comenzaba a perfilarse como “mito aglutinador y
sintetizador de la intelectualidad de izquierda en aquel momento”.106

En 1935, Ponce regresa de un viaje de seis meses por Europa y la URSS. Profundo
admirador de la cultura francesa, retomó la experiencia del ya mencionado Comité de
Vigilancia y participó de la creación, como adelantáramos, de la Agrupación de Intelectuales,
Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), de la cual será presidente. En la declaración inicial
de la institución se afirmaba:

“La cultura debe ser militante y habida cuenta que los peligros que se ciernen
como siniestras sombras sobre el cuerpo de la nación afectan a todos, los
artistas que ven mermadas sus posibilidades de creación; los escritores
impedidos de expresar su verdad; los científicos que se hallan sometidos a un
contralor que limita y a veces neutraliza sus investigaciones, quieren
ansiosamente dar a esa común inquietud una articulación que de la fuerza
necesaria a esa verdad disminuida por la división y pisoteada por el fascismo
107
que representa la negación en sentido universal de su razón de ser”.
Como bien afirma Ricardo Pasolini, el antifascismo adquiere en Argentina, aunque no
solamente en ese país, un rol central en instalación de la idea del compromiso político del
intelectual como criterio legitimador de la práctica cultural. Un intelectual que se diferenciaba
del modelo tradicional burgués preocupado solamente por los alcances y el éxito de su
trayectoria individual, para comprometerse con los problemas de la realidad política y social.
Así queda claramente expresado en el “Manifiesto de intelectuales” contra el fascismo que
encuentra a Ponce como uno de sus firmantes. Puede leerse allí:
“Para salvar la cultura, para acceder a los beneficios de la ciencia y del arte
[…] nosotros proclamamos la necesidad de unirnos a los oprimidos y
explotados del mundo. Ellos conducen la historia; ellos no tienen interés
alguno en conservar un estado social hostil y negador; ellos despliegan la
bandera de la liberación. Y con ellos y por ellos, nosotros veremos surgir un
mundo nuevo en que la inteligencia, liberada de prejuicios mezquinos, sueltas
las ataduras que la esclavizan y envilecen, habrá conocido por primera vez en
la historia humana, la dignidad de un trabajo socialmente útil, la alegría de un
108
mundo indefinidamente renovado, pujante y bello”.

Ponce sufrió como tantos otros intelectuales de su época el creciente anticomunismo


desatado por el “fantasma rojo” que recorría (también) América Latina. En noviembre de 1936
fue expulsado de sus cátedras en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario en virtud

105
Ernesto Giudici, Represión obrera y democrática, citado en Ricardo Pasolini, “La cultura antifascista
y los “intelectuales nuevos” en la década de 1930: el Ateneo de Cultura Popular de Tandil.”, trabajo
presentado en las Segundas Jornadas de Historia Política realizado en Tandil, en junio del 2007 (b). El
texto está disponible en www.historiapolitica.com
106
Ricardo Pasolini, “Antifascismo, comunismo y mitos intelectuales: las representaciones de la figura
de Aníbal Ponce”, ponencia presentada en V Jornadas de Historia Política Centro de Estudios
Históricos, Facultad de Humanidades, UNMdP, Mar del Plata, 29 de septiembre al 1 de octubre de
2010.
107
Para una historia de los intelectuales argentinos: la AIAPE”, en Cuadernos de Cultura Nº 87, enero–
febrero de 1968, 50.
108
El Ateneo, revista bimensual Rosario, junio - julio 1934, Nº 7, 17-19.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 32

de “su conocida actuación ideológica”, según se lee en un mensaje del Poder Ejecutico
formado por el presidente Justo y por el ministro Jorge de la Torre. La imposibilidad de
desempeñarse como profesor y como periodista por la creciente persecución, lo llevó a
trasladarse a México, en donde trabaría profunda amistad con los cubanos Nicolás Guillén y
Juan Marinello. La intelectualidad cubana era conocedora de la obra de Ingenieros y sabía
de Ponce como uno de sus más cercanos discípulos. En sus Ocho notas sobre Aníbal Ponce,
Marinello expresó de su admiración por el argentino, “quien vivió sus años mexicanos muy
unido a la 'colonia cubana'”. En una carta a su hermana Clara, Ponce dejó testimonio de la
profunda influencia que Marinello y Guillén tendrían en su formación: “Por fortuna me he
hecho amiguísimo de dos o tres cubanos desterrados; uno de ellos el gran poeta mulato
Nicolás Guillén, que para castigo de mis prejuicios de raza he aprendido a querer como un
hermano”.109 La superación de sus esquemáticas consideraciones sobre la cuestió racial
puede apreciarse en los artículos de El Nacional, en donde publicara “La cuestión indígena y
la cuestión nacional”. En “Examen de conciencia”, conferencia pronunciada en mayo de 1928,
Ponce había menospreciado el elemento indígena, particularmente en el Río de la Plata, y
vinculaba muy estrechamente la Revolución de Mayo de 1810 a la influencia del pensamiento
francés. Esta visión, muy extendida en época de Ponce, le impidió ver no sólo los procesos
de independencia como un fenómeno continental en los que los indígenas sí habían tomado
un papel activo, tanto en las luchas como en los reclamos. Afirmó en aquella oportunidad que

“El movimiento indianista, que señala en el aborígen la entraña auténtica de


América, no tiene entre nosotros ninguna justificación en el pasado, y las
tentativas de resurrección de su arte o de su música obedecen a los mismos
caprichos pasajeros que pusieron de moda la música negra o la escultura
110
egipcia”.

En 1936 se materializa un proyecto que Ponce venía elaborando desde su estadía en


Moscú y su visita al Instituto Marx-Engels: la publicación de una revista teórica. Aparece así,
en marzo de ese año, el primer número de la revista Dialéctica que él mismo dirigió. La
revista se proponía

“poner al alcance de los estudiosos, con un mínimum de gastos, el vasto


tesoro de los clásicos del proletariado y los nuevos estudios que mediante el
método del materialismo dialéctico están renovando la ciencia y la cultura […]
En un momento en que asistimos al choque descisivo de dos culturas, es
urgente esclarecer -mediante el tratamiento directo de los clásicos del
proletariado- los caminos que conducirán a la liberación del hombre. […] De la
cultura que agoniza, ella tomará los elementos legítimos para incorporarlos y
desenvolverlos en la cultura más perfeccionada que le seguir. Y así, negando y
afirmando, la marcha en espiral de la dialéctica nos conducirá victoriosamente
hacia adelante. Demasiado bien sabemos lo que implica en el momento actual
la responsabilidad de un pensamiento para quien no existen los distingos de la
111
teoría y la práctica”.

La revista solo publicó siete números entre marzo y agosto de 1936, cuando dejó de
aparecer por las persecuciones a Ponce, quien, como anticipamos, se trasladará a México.
Entre los “comentarios” publicados en la revista podemos mencionar: “Simón Bolívar”, por

109 Carta a Clara Ponce con fecha 29 de junio de 1937, citada en revista Expresión, número 1,
diciembre de 1946, 113-114.
110 Aníbal Ponce, Aníbal, Obras completas, tomo III… 154.
111 Citado en Héctor P. Agosti, Aníbal Ponce. Memoria y presencia… 122. Agosti afirma en ese
mismo trabajo que “en la historia personal de Ponce Dialéctica significó la confirmación del proceso
que Humanismo burgués y humanismo proletario había mostrado en punto de sazón”.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 33

Carlos Marx, “Dialéctica y lógica”, por Jorge Plejanov, y “Agustín Thierry y la concepción
materialista de la historia”, del mismo autor, entre otros.

A Principios de 1938 el Secretario de Educación le ofreció trasladarse a Morelia para


colaborar en la Unversidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Cuando, tras la
insistencia de Marinello, preraraba su viaje a Cuba para dictar una serie de conferencias
sufrió un accidente de tránsito que le dejó una serie de lesiones internas que no fueron
detectadas por el médico que lo atendió en la ruta. Las complicaciones terminaron con su
fallecimiento el 18 de mayo de 1938.

Intelectualidad, reforma y revolución

A pesar de haber vivido sólo cuarenta años, Ponce nos dejó una vasta obra. Nos
centraremos en este trabajo en el rescate de algunos de los ejes de su pensamiento que nos
resultan de interés, no sólo por la audacia en su época sino por su vigencia a la hora de
pensar el trabajo intelectual y la revolución.

Uno de esos ejes lo constituye sin dudas la particular ligazón que Ponce trazó en su
análisis entre la Revolución de Mayo de 1810 en el Río de la Plata y la Revolución Rusa casi
un siglo después.

Todos los trabajos sobre Ponce destacan, con justeza, su profunda admiración hacia
la cultura francesa. En ella veía la “madre fecunda de las humanidades”, la fuente de las
ideas para los revolucionarios de Mayo de 1810, año en el que uno de los más radicales
revolucionarios, luego asesinado, Mariano Moreno ordenara la reimpresión en Argentina del
Contrato social. Sin embargo, sería correcto caracterizar esa admiración como un absoluto e
incondicional seguidismo. Admirador de Echeverría, Alberdi y Sarmiento, Ponce descartaba
cualquier tipo de “vasallaje espiritual” que desconociera la confluencia de diversas culturas y
tradiciones en nuestro ser nacional. Así, a pesar de haber “heredado” un lenguaje, nuestra
expresión y nuestra literatura poseían precisos elementos diferenciadores en nuestra
identidad. “Ni indios, ni españoles, ni gauchos a buen seguro; pero tampoco franceses. Sin
comprometer la línea dominante que permite reconocernos desde la Revolución [de Mayo],
salimos al encuentro de todos los pueblos y aspiramos a forjarlos en una nueva unidad”. 112
Esa línea dominante representaba para Ponce la sustitución del derecho divino por la
soberanía popular y el provilegio feudal por la justicia social. Pero seguidamente advertía que
aquellos principios de soberanía y justicia social no se habían realizado totalmente. En efecto,
la separación (o eliminación como en el caso de Moreno) de los revolucionarios más
“jacobinos” habían frenado la concreción efectiva de transformaciones de fondo que
terminaran con el privilegio económico de unos pocos. Aquella tarea “inconclusa” quedaba
aún en mayor evidencia tras el triunfo de la Revolución Rusa, cuyos ideales eran para
Ponce “los mismos ideales de la Revolución de Mayo en su sentido integral”. Porque las
causas determinantes de aquella revolución no eran padecimientos exclusivos de un pueblo
en particular, el ruso en este caso, sino efecto de un sistema de dominación que hacía del
programa rudo un fenómeno generalizable a otras latitudes. Si ayer la inteligencia
revolucionaria se apoyó en el Contrato social y en la Enciclopedia, las horas actuales
proponían el pensamiento de Marx como inspiración.

Otro interesante eje en el pensamiento ponceano, vinculado también a los efectos de


la nueva realidad inaugurada por la Revolución Rusa, fue su lectura de la Reforma
Universitaria de 1918 en Argentina. Los estudiantes que comenzaron con una huelga

112
Aníbal Ponce, “Exámen de conciencia”, en Obras Completas, tomo III… 160.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 34

estudiantil enalteciendo las banderas “las enseñanzas del novecentismo, la nueva


sensibilidad, y “la ruptura de generaciones” habían dado un paso importante que debía, para
impedir el retroceso, ir más allá de las reivindicaciones propias de los universitarios. Porque
aquellas banderas
“no eran más que vaguedades, que lo mismo podían servir -como quedó
demostrado- a un liberalismo discreto que a una derecha complaciente. El
estudiante argentino que acometió la Reforma sabía arrastrado por el
presentimiento de las grandes obras, más no acertó a definir la calidad de la
fuerza que lo impulzaba […] aunque a veces se le escuchaba el lenguaje de la
izquierda, reconocíase muy bien que era aprendido. El obrero, por eso, lo miró
con simpatía pero sin fe; la burguesía, con desconfianza pero sin temor”.

Esa fuerza no era otra que la que había guiado los pasos de la Revolución Rusa, y era
la que había logrado plantear los problemas con su máxima claridad: o burgueses o
proletarios. La contradicción básica entre estos dos sectores permitía a Ponce realizar una
lectura más profunda y radical de las implicancias de la Reforma Universitaria. Porque más
allá de las transformaciones que afectaron, de hecho, la tradución universitaria argentina, su
conformación y su gobierno, en un sentido claramente democratizador (aunque burgués) la
Reforma tenía un sentido “más generoso y más amplio que incluye a la Reforma dentro de la
Revolución”. En palabras de Ponce:

“Para el primero, el problema es una cuestión casi interna, una modificación de


planes y estatutos; para el segundo, no es más que un aspecto de esa otra
transformación que está echando abajo las columnas de la sociedad en que
vivimos […] Dos interpretaciones distintas, dos estados de espíritu diversos.
Una es la actitud prudente del que no mira nunca más allá de la hora; otra es la
actitud resuelta del que piensa que en determinadas épocas el ritmo de la
historia parece acelerarse y que sería traicionar las convicciones más hondas -
son palabras de Moreno en la Gazeta- 'si se malograran momentos que no se
repiten en muchos siglos'.”

Por eso para Ponce, “No se es defensor legítimo de la Reforma si no se ocupa al


mismo tiempo un puesto de combate en las izquierdas de la política mundial”.113 Su
valoración de las reformas, tanto en el plano universitario como en el de otros terrenos de
lucha, son aún más explíticas citando ¿Reforma o Revolución? de Rosa Luxemburgo:

“La lucha por el aumento de salario y la reducción de las horas de trabajo es


únicamente un aspecto del conflicto; el aspecto inmediato, accesible, actual,
capaz sí de reducir la explotación capitalista a los límites que en determinado
momento se consideran normales, pero absolutamente incapaz de destruirla
114
de raíz”.

De la marcada diferenciación de burguesía y proletariado, a la que correpondían por


su parte dos sistemas sociales diferenciados, habían quedado abstraidos quienes
enloquecieron con la Primera Guerra Mundial, apoyando a uno u otro bando, “industriales de
un lado, industriales del otro[...] nada de guerra por el derecho, nada de la guerra por la
justicia”. Pero la Revolución Rusa había señalado otro camino:

“La guerra europea y la Revolución Social han dividido a la humanidad entrera


en dos facciones de ideales perfectamente definidos. Terminada la guerra

113
Aníbal Ponce, Obras compleas, tomo III… 164.
114
Aníbal Ponce, “Conciencia de clase”, en Obras Completas, tomo III… 186. El destacado pertenece
al original.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 35

feudal de los gobiernos, vivimos desde hace varios años, y continuaremos


viviendo muchos más, esta otra guerra civilizadora de los pueblos. No se trata
ya de escuetas contiendas militares o políticas; es una batalla de principios, es
una contienda de ideales agitándose por encima de los hombres que muchas
115
veces los ignoran”.

De esta forma de percibir la realidad se desprende la lógica consecuencia de plantear


los deberes militantes de los intelectuales. Uno del los textos emblemáticos en este plano es
sin duda Los deberes de la inteligencia, conferencia pronunciada en la Facultad de Ciencias
Económicas en junio de 1930. Allí, Ponce propone un breve recorrido por la historia de la
“inteligencia”, inicialmente surgida con la llamada “modernidad”, es decir, cuando los
pensadores surgidos al calor de las instituciones de los sectores dominantes abandonaron su
tradicional estado de “mansedumbre” se animaron a pensar más allá de lo que imponía la
autoridad. El intelectual “moderno” se presenta entonces como alguien que, en apariencia,
mantiene cierta distancia de las tutelas tradicionales. Insistiendo sobre lo nuevo que no
termina de nacer y lo viejo que no termina de morir, Ponce advierte que las presionies sobre
los intelectuales no desaparecieron por completo, sino que habían renovado los mecanismos
para operar. Para enfrentar estos mecanismos de encorsetamiento el intelectual tiene como
deberes el sincerarse consigo mismo apelando a la dignidad personal como “norma directriz
de la conducta”, y comprometerse con la realidad que lo rodea: “que el laboratorio, la
biblioteca o el bufete tengan amplias ventanas siempre abiertas. Que nada de lo que ocurre
afuera pueda seros extraño”. Salir de la torre de marfil, abandonar el elitismo, eran para
Ponce las marcas de un compromiso intelectual. Pero ¿qué significa este compromiso para
Ponce? Sencillamente, tomar partido, abandonar una pretendida imparcialidad que beneficia
a la propia burguesía como clase dominante, que impedirá por todos los medios que se
cuestionen los principios ordenadores del sistema que la mantiene en el poder.

“Y así nació – explica Ponce- el sofisma del intelectual como un ser aislado y
sin partido, extraño por completo a las luchas políticas, ajeno en absoluto a la
vida de su mundo. Mezcla de generosidad aparente y de logrería efectiva, la
soledad del intelectual no podía beneficiar sino a la burguesía. Por lo que tiene
de cálculo y por lo que tiene de miedo, la teoría del intelectual ajeno a los
partidos muestra, apenas de la estruja, la mezquindad inherente a la media
116
alma burguesa”.

El advenimiento del fascismo y los posicionamientos en su defensa como los de


Giovani Gentile, dejaban en evidencia que la cultura, la intelectualidad, no podía ya
presentarse indiferente a lo que acontecía en el mundo. Allí podemos encontrar las bases de
lo que será su defensa del intelectual militante, apartándose de la comodidad de una
pretendida distancia respecto a los problemas del hombre, esclareciendo “las confusas
manifestaciones del vivir contemporáneo”. Preguntaba así: “¿Quién tendría el valor de
declararse indiferente? Y aún en ese caso ¿confesar tal actitud no equivaldría más o menos a
tomar una postura?”.117 Y finalizaba “No os engañen las calmas aparentes. Hay una guerra
de todos los días, de todas las horas. No es posible la paz duradera mientras subsista el
capitalismo. Sepamos siempre para quien trabajamos”.118

115
Aníbal Ponce, “Para una historia de Ingenieros”, en Obras completas, Tomo I… 204. El destacado
es nuestro.
116
Aníbal Ponce, “Los deberes de la inteligencia”, en Obras completas, tomo III… 171.
117
Aníbal Ponce, “Los deberes de la inteligencia”, en Obras completas, tomo III… 172.
118
Agrega Ponce: “Como la Iglesia Católica, la burguesía también tiene al servicio sus Doctores”.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 36

En un mundo cuya historia se escribe condicionada por la lucha de clases, el


esclarecimiento, a lo que Ponce convocaba a los intelectuales, era un deber ineludible. En su
conferencia “Conciencia de clase”, que tuvo lugar en la Asociación de Trabajadores del
Estado en 1932, Ponce remarcaba la necesidad de contribuir a que la clase “en sí” devenga
clase “para sí”, esto es, eleve su conciencia para poder entonces organizarse y operar más
efectivamente en la lucha de clases. Al respecto escribía: “caemos a menudo en la
ingenuidad de suponer que cada clase social produce, de manera casi refleja, el partido que
la interpreta y que la sirve, y que cada individuo que compone esas clases adquiere también,
de modo casi automático, la mentalidad que mejor pueda expresar sus intereses. De donde
resulta la afirmación simplista de que bastaría conocer el lugar que un hombre ocupa en el
proceso de producción para poder anticipar con seguridad casi perfecta los menores detalles
de su ideología”. Las dificultades para alcanzar y sostener esa conciencia se conectan
directamente al control, por parte de la burguesía, del sistema educativo oficial, los medios,
las leyes y todos los dispositivos que moldean la formación ideológica de la sociedad y hacen
que, parafraseando a Marx y Engels, la ideología dominante sea la ideología de la clase
dominante. Y, afirma Ponce, hacen que “el sofisma del 'interés general', que descansa sobre
el hecho cierto de algunas escasas coincidencias de intereses [sea] quizá la obra maestra de
la argumentación burguesa”. Por eso el estudio y la acción de los intelectuales tenían que
tener una clara conciencia del trasfondo de clase presente en los hechos del mundo.

Marxismo y humanismo ayer y hoy

Otro de los ejes que nos interesa destacar del pensamiento de Ponce es su
concepción del marxismo como un humanismo, como un camino que permite la realización
de un hombre total por sobre las mezquindades y parcelamientos de la sociedad capitalista.
Esta realización es la que Ponce encuentra en la “Rusia Nueva”, de la que había regresado
en febrero de 1935. Dió entonces una serie de conferencias en el CLES, que serían
publicadas luego bajo el título Humanismo burgués y humanismo proletario, libro que tendrá
una influencia vital en el pensamiento de revolucionarios latinoamericanos como el Che,
quien en 1961 propone publicarlo en Cuba junto con Educación y lucha de clases.119

Antes de llegar a la Unión Soviética, había atravesado “la España jesuítica de Gil
Robles, la Francia de los decretos-leyes, el vasto campo de concentración de la Alemania, la
Polonia torturada y mártir”, lo cual seguramente agudizó el contraste con las impresiones
recogidas al llegar a Moscú. El viaje llevó a Ponce distinguir entre dos concepciones del
humanismo contrapuestas: “de una parte, un puñado de hombres ricos para quienes la
cultura debe ser el regalo de pocos iniciados; de la otra, millones de hombres libres que
después de renovarse el alma al abolir para siempre la propiedad privada, han abierto de par
en par las puertas hasta ayer inaccesibles del banquete platónico”. La nececidad de un
intelectual militante iba acompañada de la renovación misma del concepto de cultura, porque
“cuando a la cultura de la disfruta como a un privilegio, la cultura envilece tanto como el oro”.
Y esa era la gran transformación cultural en la “Rusia Nueva” que contribuía indudablemente
a la conformación de un hombre nuevo. Por esa razón había ordenado Lenin, tras la toma del
poder, la reedición de los clásicos, y había afirmado que era imposible ser comunista sin

119
Cinthia Wanschelbaum ha llamado la atención sobre el libro de Julio Woskoboinik Aníbal Ponce en
la mochila del Che. Respecto a Educación y lucha de clases, Agosti recuerda que en su preparación le
llevó a Ponce el folleto “Lenin y la juventud”, ediciónd el Secretariado Sudamericano de la Internacional
Juvenil Comunista, Buenos Aires, 1929, selección de textos sobre problemas juveniles que el propio
agosti había traducido a partir de una versión francesa. Texto que fue de gran utilidad para ponde en
sus tesis pedagógicas. Véase Héctor P. Agosti, Aníbal Ponce. Memoria y presencia… 123.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 37

haber asimilado el tesoro de conocimientos acumulados por la humanidad.120 Por eso


también se celebraron inmediatamente representaciones de las obras de Shakespeare, a
sala llena, para millones de personas que habían tenido hasta entonces el acceso a la
“cultura” vedado. Millones de personas que dejaban de ser receptores pasivos de una cultura
pre-elaborada para conversirde ellos mismos en creadores.

“El hombre […] se modifica con las circunstancias que lo educan y con las
circunstancias que él transforma. Y esta última parte, la de la práctica
revolucionaria, es la que le quita precisamente al teatro de Shakespeare su
aspecto por momentos desolado, su impresión muchas veces sombría de
fatalismo inexorable […] era necesario mostrar también, que esas creaciones
no son otros tantos aspectos del hombre 'eterno' y de la humanidad
121
'invariable'”.

Ponce señala, siguiendo a Marx, que el nuevo humanismo sólo podía surgir en ese
momento histórico, por las condiciones que permitían al hombre de entonces liberarse de los
largos procesos de formación de oficios propios del artesanado, y de las interminables
jornadas de trabajo gracias a la aparición de la máquina, que si bajo el capitalismo es un
instrumento de explotación, bajo el socialismo permite la reducción de la jornada de trabajo y
el desarrollo integral del hombre. La máquina era según Ponce la primera condición objetiva
para el surgimiento de un humanismo proletario.

“¿Cómo, pues, -se pregunta- entregar la máquina de la gran industria a sus


'exigencias naturales'? ¿Cómo devolver al individuo mutilado por la
especialidad, su desarrollo completo, su sed de totalidad? Por la conquista del
poder político que será resultado de la victoria proletaria. Sin el advenimiento
del proletariado es absolutamente irrealizable la unión de la teoría y de la
práctica, de la inteligencia y de la voluntad, de la cultura y del trabajo
productivo: todo eso, en fin, que la expresión “hombre completo” aspira a
resumir en su poderosa brevedad […] Por el gobierno obrero a la cultura para
122
todos: he ahí la segunda premisa del humanismo proletario”.

El hombre nuevo, total, el “hombre futuro” como el propio Ponce denominó al hombre
soviético, parecían provenir de tiempos muy distintos. Hombres que “en las granjas, en los
laboratorios y en las escuelas, sólo piensan en construir, en crear, en superar lo existente.
Construir, he ahí en efecto el verbo de la Rusia Nueva; construir en las técnicas, construir en
la cultura, construir en el alma”. Era una socidad para la cual “el trabajo ha dejado de ser un
tormento”.123 Hombres que trabajan en granjas y usinas para luego asistir a clubes, museos,
teatros y conciertos. Ponce subrayó las palabras de Stalin cuando definió a los intelectuales,
a los escritores como “ingenieros de las almas”, como participantes directos, junto con el
proletariado, de crear y expandir una nueva cultura y la edificación de ese hombre nuevo.
Nos parece interesante destacar la siguiente frase del novelista ruso Alexander Adveenko
que Ponce cita en su libro: “Sano y fuerte, sueño en construir como escritor una obra
inolvdable […] Dichoso de vivir, siento en mí un coraje inquebrantable, y sólo la alegría de
que habré de despertarme me compensa la pena de dormir todos los días. Cien años he de

120
Se trata del discurso de Lenin al Tercer Congreso Pan-ruso de la Unión de las Juventudes
Comunistas en 1920.
121
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en Obras completas, tomo III… 528.
122
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en Obras completas, tomo III… 511.
Los destacados son de Ponce.
123
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en Obras completas, tomo III… 543.
Ponce apunta a pié de página que la palabra “trabajo” proviene de “tripalium”, instrumento de tortura
formado de tres piezas.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 38

vivir, blanquearán mis cabellos, y yo seguiré siendo eternamente feliz, eternamente dichoso.
Y todo esto es a ti, Stalin, educador, a quien lo debo”. Y agregaba Ponce: “Jamás -y el
advervio tiene aquí matemática precisión-, jamás ha surgido del seno de la masa una
afirmación más completa de fe en la vida, de confianza en sí mismas, de orgullo exultante del
podrío del hombre”.124 Claras muestras del clima de época, estas citas permiten
contextualizar no sólo las opiniones de Ponce, sino las de muchos de los que, tras el ascenso
de la Unión Soviética, se encuadraban en el “partido” de su defensa y del esclarecimiento de
sus logros.125

Escribe Ponce: “Todo lo que hasta ahora le dominaba y oprimía pasa a ponerse a su
servicio, y por vez primera, también, adquieren validez universal los grandes valores que
hasta entonces sólo enmascaraban los intereses de las clases dominantes”.126 Es inevitable
pensar en Gramsci cuando se lee de la mano del argentino que “las pretendidas 'instancias
incondicionales y absolutas' -sobre las que tanto gustan de ahuecar la voz los pintorescos
petimetres de nuestra filosofía oficial- no han tenido nunca, desde Platón hasta Max Scheler,
otra estabilidad que la del poder de la clase dominante”.127 Sólo el nuevo hombre puede
invocar aquellos “valores absolutos” del hombre, porque cuando refiere al concepto “hombre”
lo hace desde un lugar de pleno conocimiento de la realidad humana, de la totalidad del
hombre que piensa, trabaja y crea. No es ya el hombre “tantas veces enunciado como veces
traicionado”. El “superhombre” de la cultura burguesa no tiene razón de ser, porque las metas
que se propone son ahora alcanzables por el nuevo humanismo, el humanismo proletario y
pleno.

Los ejes dsarrollados, muy suscintamente, en esta exposición, nos empujan a matizar
el planteo de Michael Löwy, que ha caracterizado el pensamiento de Ponce como “pre-
marxista”, por lo menos si tomamos su obra como una totalidad. Si como dijimos al principio,
no se “es marxista” sino que se “llega a serlo”, no sólo debemos estudiar las reflexiones del
pensador argentino con sus iniciales, y ciertas, líneas “positivistas” o “liberales” producto
de su contexto de formación, sino también obras como Humanismo burgués y humanismo
proletario y Educación y lucha de clases, en los que, como el propio Löwy reconoce, hay no
sólo un conocimiento de la cultura universal y de la obra de Marx, como puede apreciarse en
Elogio del Manifiesto comunista, sino también un dominio del materialismo histórico.128 Nos
apoyamos también en las palabras de Héctor P. Agosti, el más sobresaliente discípulo de
Ponce: “No se trata de convertir entonces, ciertamente, de convertir a Ponce en hombre de
un partido, pero sería injusto dejar de percibir que el rumbo más cierto de su vida ideológica
lo define como un pensador de partido, con estremecidos elementos revolucionarios […]
Desde este punto de vista miro a Ponce como pensador de partido: en el sentido amplio de
una construcción teórica militante, no en el más limitado de una inscripción de adherentes.”

Pero volvamos al eje humanista en el pensamiento ponceano. “La historia


contemporánea nos enseña que en manos de la burguesía el humanismo está en trance de
morir”. Esta frase, escrita por él en 1935, podría enunciarse en la actualidad, con el agregado

124
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en Obras completas, tomo III… 516.
125
Ponce no vivió los años posteriores en los que se extenderían las duras críticas a Stalin por los
crímenes y las purgas.
126
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en Obras completas, tomo III… 249.
127
Los destacados de las últimas citas corresponden al original.
128
Véase, Michael Löwy, El marxismo en América Latina (Santiago: LOM Ediciones, 2007), 27-28.
Elogio del Manifiesto Comunista se basa en una conferencia pronunciada en 1933 en la Facultad de
Derecho de La Plata en el marco del cincuentenario de la muerte de Marx.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 39

de cientos de ejemplos que no han hecho sino demostrar que el humanismo en el capitalismo
es una enunciación sin contenidos reales, profundos y duraderos.

En sus orígenes el pensamiento humanista buscó constituirse como una filosofía que
acompañara, y justificara, un estado de cosas. Con la consolidación del capitalismo, las
evidencias concretas del contraste entre puñado de enriquecidos “librepensadores” y una
inmensa masa de desposeídos requería de un corpus teórico, de una forma de enunciar y
legitimar aquel estado de cosas. De la misma forma que en la edad media se había logrado
instalar la idea de la sociedad dividida en tres estamentos, esto era, los que luchan, los que
oran y... los que trabajan para mantener a los que luchan y los que oran. Como herencia de la
eficacia de esta tradición, el humanismo burgués comprendió el potente papel que la religión
jugó siempre como elemento de continencia. No nos referimos a la generalmente mal
utilizada frase de Marx sobre la religión como el “opio de los pueblos”, sino al papel concreto
que el “culto a la pobreza” y una fuerza exteror a la acción de los hombres jugó en la
resignación y el inmovilismo de los que menos tienen. Ya Maquiavelo alertó sobre la atención
que el Estado debía prestar a los asuntos religiosos para el manejo de los asuntos de la
sociedad.

Una reflexión desde la actualidad

Resulta hoy cada vez más evidente que la disputa política comprende al mismo
tiempo una disputa de sentidos. La derecha ha avanzado sobre terrenos y símbolos que
claramente tiene más vinculación con los intereses reales del pueblo que con las oscuras
intenciones del sistema que ella representan. Pensemos en Henrique Capriles en Venezuela
denominando “Simón Bolívar” a su comando de campaña o en Mauricio Macri haciendo
campaña hablando de las bondades de la salud y la educación pública, y llamando a
“desideologizar” la región... O en un terreno más “pantanoso” como en el que se mueve una
institución como la Iglesia, las declaraciones del Papa en Cuba de “Nunca el servicio es
ideológico, se sirve a las personas, no a las ideas”, justamente en un país que gracias a sus
ideas aplicadas a la realidad política logró sacar al hombre de la opresión imperialista. Estas
no son iniciativas aisladas y coincidentes, sino parte de planes elaborados de
dominación. Podríamos citar innumerables ejemplos de pensadores al servicio de estos
planes. Mencionaremos sólo el ilustrativo caso Joseph Nye y sus escritos sobre un “poder
inteligente” que combine el “poder duro” con el “poder blando”, entendido como la capacidad
de generar una cultura y una política que genere atracción a los dominados.129 Así, la
cooptación ideológica y la desarticulación de resistencias es entendida como la puerta de
entrada a través de la cual las burguesías pueden recomponer y expandir sus beneficios sin
la necesidad de un “poder duro” que en algunos casos puede tener un costo
contraproducente para los dominadores en relación a los dominados.

Por todo esto, y por tantas otras cosas, el tema del humanismo no puede pensarse
por fuera de la lucha de clases. Porque el humanismo burgués ha enunciado preocuparse por
el hombre cuando en realidad sólo ha pueso el foco, como toda ideología burguésa, en el
individuo. Así, el bienestar individual multiplicado haría del bien de toda la sociedad. Ahora
bien ¿quién podría darnos algún ejemplo de realización concreta de este postulado en el
capitalismo?

129
Puede ampliarse el tema con la lectura de Boron, Atilio y Massholder, Alexia “Pensamiento
estratégico estedounidense”, en Revista de estudios estratégicos, N° 2, segundo semestre de 2014.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 40

Por todo esto, es fundamental revisitar Humanismo Burgués y Humanismo Proletario


de Aníbal Ponce, como un necesario ejercicio de reflexión actual sobre el tema.130

Partimos de la idea de que en la actualidad, la beligerancia imperialista se despliega a


una fuerte ofensiva ideológica para recomponer el humanismo en su sentido burgués. Algo
así como un “keynesianismo humanista” que busca tomar medidas que “compensen” los
desastres del capitalismo. Por supuesto, los comunistas jamás desdeñaremos cualquier
mejora concreta en la vida de los hombres, pero nosotros buscamos ir a la raíz de los
problemas, no “emparchar” los problemas. Y no se trata de una disgresión teórica, sino de
algo que es muy parte de la acción política, siempre desplegada entre nuestra lucha contra el
enemigo principal, el imperialismo y sus correlatos ideológicos posmodernos.

Con mayor o menor conciencia, más o menos explícitamente, la elaboración y la


utilización de ideas y conceptos tiene siempre un trasfondo de clase. Nuestros pensadores
marxistas han puesto mucha luz sobre este tema, partiendo de la base de considerar que el
marxismo es el verdadero humanismo. Recuperar la idea del marxsimo como una forma de
ver el mundo y actuar sobre el para erradicar definitivamente los padecimientos del hombre.
¿qué hay más antihumanista que la explotación del hombre por el hombre? No hay mucha
complejidad de eso, que es muy sencillo. Debemos simplemente articular mejor una ofensiva
ideológica.
En este sentido, Ponce señalaba cómo desde Erasmo a Romain Rolland sentaron las
bases de una dominación intelectual en el terreno de las reflexiones sobre el humanismo, que
desde sus inicios apuntó a la

“exaltación de los valores racionales, la separación del entendimiento de todas


las otras funciones que la acción exige y el trabajo impone”, que no eran más
que un reflejo en la ideología “de la separación profunda entre las clases que la
sociedad de su tiempo había realizado: para que existan hombres libres,
despreocupados del trabajo, era menestar una turba de asalariados y de
131
siervos que aseguraran el ocio de los amos”.

El autor señala como aquel humanismo había buscado conformar una élite que
luchara con las armas del espíritu, que “son las únicas armas a las que no las mueve la
violencia”. Clara preocupación de una burguesía que había ya atravesado, en el siglo XIX, las
revoluciones de 1848 y 1871, en las cuales el proletariado, cansado de morir en nombre de
las revoluciones burguesas, se decidió a luchar por sus propias reivindicaciones. Como si la
violencia fuera cuestión solamente de “espíritus” y no de situaciones materiales. Y no por ser
partidarios de la violencia per se. Pero debemos reconocer que que “paz”, la “libertad” en
abstacto no dicen mucho sobre la realidad de las cosas. La violencia, tal como la concibe el
marxismo no remite sólo a la fuerza armada, aunque pueda contenerla, sino al inevitable
combate por las mayorías de derribar los obstáculos sociales que se oponen a la plena
expansión del hombre. Hay un sentido común muy fuerte que se instala y que permite que la
burguesía se apropie de estos sentidos, como lo ha hecho con el concepto de democracia
instalado hegemónicamente sin adjetivos, cuando refiere específicamente a la democracia
burguesa, con todas las limitaciones y particulares que ella posee, y desconociendo cualquier
otro tipo de experiencia democrática. Particularmente en América Latina, donde nuestras
realidades postdictatoriales han contribuído a que la democracia formal y representativa, es

130
Aunque no nos detendremos en su análisis, recomendamos muy enfáticamente para pensar la
cuestión del humanismo el libro de Héctor P. Agosti Tántalo recobrado, y más recientemente también
Estética y Marxismo de Raúl Serrano.
131
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y Humanismo proletario”, en Obras Completas, Tomo III… 492.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 41

decir, liberal, se consolide como un fin en si misma sin contemplar las consecuencias que
esta tiene en la repoducción del sistema capitalista.132 Como lo ha hecho también
haciéndonos equiparar república con democracia y contribuyendo a creer que la libertad tiene
un fuerte anclaje en las elecciones y la alternancia. Ponce tuvo clara conciencia de los
diversos mecanismos que instalaron en algunos intelectuales la ilusión de hallarse “por
encima” del juego político, de los fuertes condicionamientos que el sistema impone
disfrazados de “libertad de elección política” o “libertad de pensamiento”, y señaló como hasta
el propio Romain Rolland advirtió lo que él mismo denominó la agonía de “una obstinada
ilusión”, esto es, el
“doloroso proceso que se inicia en el instante mismo en que el intelectual
descubre que su pretendida independencia está condicionada por oculta
potencias que la dirigen (…) Romain Rolland es el testimonio vivo, heróico,
desgarrador, de esa confianza tenás en un Espíritu que se basta a sí mismo,
133
en una inteligencia que se cierne por arriba de las cosas”.

Ya en otro de sus escritos, El viento en el mundo, Ponce escribía:

“El sofisma del intelectual como un ser aislado y sin partido, extraño por
completo a las luchas de la política, ajeno en absoluto a la vida de su mundo
[…] no podría beneficiar sino a la burguesía […] Los días que vivimos son
de prueba. No os engañen las calmas aparentes.Hay una guerra de todos los
días, de todas las horas. No es posible una paz duradera mientras subsista el
capitalismo. El mennos de los actos tiene en sí un significado preciso.
Sepamos siempre para quién trabajamos. Cada desfallecimiento es un triunfo
134
de los otros, cada inconsecuencia una traición”.

Este fragmento de agudísima actualidad es un manifiesto contra muchos lugares del


sentido común que los poderes dominantes buscan instalar. Pero con el nacimieto de la
margnación provocada por el capitalismo de la mano del humanismo burgués, surgió su
negación, es decir, el humanismo proletario, único capaz de recomponer la forzada división
entre trabajo intelectual y trabajo manual dando la posibilidad del verdadero “hombre
completo”. Como bien apuntó en Humanismo burgués y humanismo proletario, “En una
sociedad dividida en clases, el 'interés común', las 'exigencias colectivas', la 'moral social' o la
'justicia humana' son mentiras inicuas, ideales mentidos que no han coincidido jamás con los
intereses verdaderos de todos los hombres.”135

En este último sentido se inserta el trabajo que el principal discípulo de Aníbal Ponce,
Héctor P. Agosti, realizó para intervenir en las polémicas de su tiempo. Tal fue el caso de
Tántalo recobrado en el que Agosti, en su diálogo con el humanismo cristiano, nos deja
valiosas reflexiones sobre el humanismo socialista, que comentaremos en los párrafos que
siguen.

Sabemos por experiencias recientes de casos en los que se sobredimensiona la


existencia en los hechos de una movilidad social propia de la sociedad capitalista, que
pretende dar como un hecho superado la lucha de clases. Movilidad que parecía
incrementarse, en la sociedad de masas, por las apariencias de un mejoramiento del nivel en
132
Hemos tratado el temade la democracia formal centrándonos en “El concepto de democracia en el
pensamiento de Héctor P. Agosti”, e-latina,Revista de estudios latinoamericanos, Vol 8 N° 31, abril-
junio de 2010.
133
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y Humanismo proletario”, en Obras Completas, Tomo III… 500.
134
Aníbal Ponce, “El viento en el mundo”, en Obras Completas, Tomo III… 171 y 176.
135
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en Obras Completas, Tomo III… 549-
550.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 42

la vida de los trabajadores, consecuencia del acrecentamiento del monto histórico de las
“necesidades” impuestas y determinadas por el ensanchamiento del mercado. Uno de los
aspectos que se descuida en este tipo de análisis es la problematización del tema de la
“libertad”, porque si las apariencias del desarrollo de la sociedad burguesa nos proporcionan
la imagen de un trabajador cuya capacidad de consumo ha aumentado, y confundiendo esto
como vimos con la movilidad social, no contemplando las limitaciones que dicha sociedad
impone al desarrollo no sólo material sino espiritual del hombre. Si como plantea Marx “el
reino de la libertad sólo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad y por
la coacción de los fines externos”, las posibilidades de desarrollar “libremente” los aspectos
no materiales de la persona son evidentemente acotados. Y esto es porque las condiciones
de producción limitan concretamente la posibilidad de un tiempo libre en el que el hombre
pueda desplegar la realización de su totalidad en libertad. No se trata, claro, del tiempo libre
entendido como otium latino, de tiempo vacante, sino de “tiempo libre destinado a la
remodelación espiritual del hombre mediante el desarrollo universal de sus aptitudes”. En
este punto nos parecen muy valiosas las contribuciones de Raúl Serrano que apuntan a
reivindicar al hombre como “sujeto creador” capaz de crear, es decir, de “objetivar lo
subjetivo”, para lo cual, obviamente, necesita un tiempo de realización de esa
subjetividad. Y no sólo de los artistas e intelectuales, que en el capitalismo suelen estar
condenados a un “doble oficio”, esto es, su creación como objetivación de su subjetividad, y
el trabajo extra que en general debe hacer para subsistir materialmente. Esto sin
profundizar además en las nefastas consecuencias que la lógica capitalista del mercado
tiene para la cultura, en la que los artistas suelen tener que resignar sus aportes y criterios
artísticos para “triunfar” comercialmente en las industrias que manejan, como todos los
empleadores, a sus trabajadores, y en la que lo vendible parece estar cada vez más alejado
de los contenidos profundos... Así, el “mercado de la cultura” necesita de “consumidores”
cuyos gustos y elecciones respondan a las necesidades de los “valores” propios de un estado
de cosas. Serrano da un ejemplo actual al referir a la “tinelización” del humor136, que remite a
contenidos televisivos (aunque no sólo televisivos) que no requieran ninguna función mental
del espectador más que “consumir”. No estimula la percepción crítica ni la reflexión ¿cuál es
la clave del éxito entonces? Que el sujeto que está frente a la televisión ha pasado 10 o 12
horas esclavo del sistema y ha agotado allí la mayor parte de sus energías, no quedandole
más ganas del de “divertirse y pasarla bien”.137 Porque el arte nos dice Marx, en todo sistema
de producción, no sólo produce un objeto para el sujeto sino que al mismo tiempo produce un
sujeto para ese objeto. Esto en palabras de Serrano “nos permite explicarnos muchos
fenómenos atribuidos con anterioridad a no se sabe qué misteriosas potencias contenidas
desde siempre en el sujeto humano. Explica la relación de necesidad que se establece entre
las prácticas, los consumos y las producciones de ciertos objetos. Y también nos permite ver
con mayor claridad de qué armas se valen algunos medios para “producir” en las masas
populares necesidades de consumo que luego son calificadas como “arte popular”. Y que en
realidad no lo son. Se trata tan sólo de que, desde determinados niveles con poder de
decisión, se “popularizan” determinados temas musicales, o películas o series televisivas o
cantantes y, de este modo, se logra imponer, fabricar el gusto o las modas que luego se
toman como parámetro de lo requerido y popular”.138

Otra común falacia es la fundamentación de la libertad de las personas en la


posibilidad que tienen de “elegirse”, de lo que se desprende que todas las elecciones
resultarían legítimas por igual, porque todas, en última instancia, implicarían la propia

136
La “tinelización” refiere a los contenidos dominantes de las producciones televisivas de Marcelo
Tinelli, por completo misóginas y basadas en las figuras de la farándula.
137
Raúl Serrano, Estética y marxismo (Buenos Aires: Ediciones del CCC, 2009), 62.
138
Raúl Serrano, Estética y marxismo… 61 y 62.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 43

“realización” del hombre. Así, “elegir” una vida de consumo material, generalmente
innecesario, como el que impone la sociedad capitalista actual, que coloca el hecho de poder
cambiar el auto o el celular todos los años como un parámetro de bienestar pero que no
contempla en absoluto el carácter finito de la materialidad en el planeta, no repara en que
para que algunos (muchos o pocos) puedan “realizarse” en este sentido, muchísimos otros no
tienen siquiera para la reproducción de sus condiciones básicas de susbistencia. Y si bien es
cierto que, en términos muy generales, las reglas de estos comportamientos o “elecciones”
están dictadas por los condicionamientos sociales de su pertenencia a determinada clase, no
es menos cierto que en el orden de la subjetividad, que es intransferible, los reclamos pueden
asumir urgencias desparejas y las respuestas no ser siempre simétricas ante los mismos
estímulos. Esto hace que nuestra forma de encarar la problemática requiera un nivel de
complejidad que permita combatir ese lugar común que relaciona al socialismo como la
“uniformidad de los sujetos”, que tanto combatió el Che en sus escritos.

Si entonces, el problema de la libertad no es un acto de elección, la asunción de la


humanidad del hombre no es dilema ético que pueda resolverse voluntariamente. Si la
condición humana del hombre está “eclipsada” esto no se debe a las calidades del
hombre sino a su acceso a la propiedad. Si la libertad, además, no puede considerarse como
una elección del hombre singular, debe entenderse que su liberación es entonces un acto
social. Es decir, las condiciones de opresión del individuo no responden a actos de voluntad
de un individuo, sino que responden a las fuerzas reales que operan en la sociedad. En tanto
esas fuerzas respondan a las relaciones capitalistas, las condiciones de enajenación y
opresión persistirán. Y por eso, en palabras de Agosti, “la supresión positiva de la propiedad
– es decir, la apropiación sensorial para y por el hombre objetivo, de las realizaciones
humanas- no debe ser concebida simplemente en el sentido del disfrute inmediato, exclusivo,
en el sentido de posesión, de tener. El hombre se apropia de su ser universal de manera
universal, es decir, como hombre total”.139

Esta es una de las piedras fundamental del humanismo, porque implica el verdadero
desarrollo total del hombre, sólo viable de realizarse sin las opresiones de una sociedad
dividida en clases. Si la finalidad de todo humanismo es justamente la búsqueda de ese
hombre total, hasta el momento no se había prestado suficiente atención al verdadero origen
de aquella destrucción del hombre que la sociedad burguesa parecía presentar. Una de las
paradojas con las que choca el humanismo en el capitalismo es que a medida que crece y se
desarrolla la civilización burguesa, basada en la “libertad” del individuo, este mismo individuo
resulta disminuido desde el punto de vista de las relaciones humanas”. Pero esas
proclamadas “libertades” chocan en la realidad con la concentración monopólica en el
mercado y con los contingentes de desocupados que dificulta la obtención de condiciones
beneficiosas para los trabajadores. Para el pensamiento burgués, la libertad remite de una
concepción atomística del individuo emplazado frente a la sociedad: la libertad del individuo
para desarrollar su propia competencia contra los demás. La libertad es así igual para todos,
y se basa en la tutela de sus respectivas propiedades: la del capitalista, consintiéndole, por
ejemplo, el cierre de sus empresas sin que el estado leviatán pueda interferir en sus
decisiones individuales y soberanas; las del trabajador, permitiéndole la libre disponibilidad de
transferencia a otros sectores de labor, sin estar sujeto a un tipo determinado, como en la
época feudal. Pero esta “libertad” queda reducida a las posibilidades delimitadas por los
poderes materiales. Como bien señalaron Marx y Engels en La ideología alemana, “En la
imaginación, los individuos, bajo el poder de la burguesía, son, por tanto, más libres que
antes, porque sus condiciones de vida son, para ellos, algo puramente fortuito; pero, en la
realidad son, naturalmente, menos libres, ya que se hallan más supeditados a un poder

139
Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado (Buenos Aires: Lautaro, 1964), 92.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 44

material.”140 Poder material que, además, determinan las condiciones del trabajo mediante el
cual el hombre se realiza en tanto ser.

Si el trabajo concreto se inserta en una realidad capitalista concreta, determinada por


el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación, resulta impensable
hablar de una “humanización” del capitalismo, porque estudiado en su esencia el capitalismo
tiende a limitar el desarrollo del “hombre total”, esto es, en sus aspectos no sólo materiales
sino espirituales.

De los razonamientos precedentes, podemos concluir que el marxismo es el


exponente máximo del humanismo real, del humanismo del trabajo, reivindicando
concretamente la condición y la naturaleza del hombre, diferenciándose de las corrientes de
pensamiento que sostienen una naturaleza abstracta y eterna del hombre desprendida de su
existencia terrenal. Porque se sitúa al nivel de la sociedad real no simplemente en la
conciencia individual del hombre.

Quisieramos terminar este escrito con una cita que ejemplifica de manera magistral la
lógica del humanismo burgués descipta por Ponce: “El señor Junqueiro y yo paseánamos un
día juntos, de aquí para allá, por el jardín de la Villa del Conde, y el señor Junqueiro
predicaba la piedad y el amor. Unos chiquillos estaban por allí jugando a la pelota, y yo y el
señor Junqueiro paseábaamos de aquí para allá. El señor Junqueiro predicaba la piedad y el
amor, cuando en eso la pelota cayó en la cabeza del señor Junqueiro, quien levantó el bastón
y dio con él al chiquillo... Y nosotros continuamos paseando de aquí para allá, y el señor
Junqueiro predicando la piedad y el amor”.141 Y así, siempre, la burguésía predica el amor, el
entendimiento y la conciliación mientras nada ponga en cuestión su dominación. Fue
justamente Aníbal Ponce una de las mentes más lúcidas al denunciar los contenidos de clase
que suelen esconderce tras las prédicas de un humanismo “sin adjetivos”.

Bibliografía

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Agosti, Héctor P. Aníbal Ponce. Memoria y presencia. Buenos Aires: Cartago. 1974.

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estudios estratégicos, N° 2, segundo semestre de 2014.

Löwy, Michael. El marxismo en América Latina. Santiago: LOM Ediciones. 2007

Marx, Carlos y Engels, Federico. La ideología alemana. Buenos Aires: Pueblos Unidos-
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latina, Revista de estudios latinoamericanos, Vol 8 N° 31, abril-junio de 2010.

Neiburg, Federico. Los intelectuales y la invención del peronismo. Buenos Aires: Alianza
Editorial. 1998.

140
Carlos Marx y Federico Engels, La ideología alemana (Buenos Aires: Pueblos Unidos-Cartago,
1985), 89.
141
Aníbal Ponce, “Humanismo burgués y Humanismo proletario”, en Obras Completas, tomo III… 499.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 45

Pasolini, Ricardo “La cultura antifascista y los “intelectuales nuevos” en la década de 1930: el
Ateneo de Cultura Popular de Tandil.”, trabajo presentado en las Segundas Jornadas de
Historia Política realizado en Tandil, en junio del 2007 (b). El texto está disponible en
www.historiapolitica.com

Pasolini, Ricardo, “Antifascismo, comunismo y mitos intelectuales: las representaciones de la


figura de Aníbal Ponce”, ponencia presentada en V Jornadas de Historia Política Centro de
Estudios Históricos, Facultad de Humanidades, UNMdP, Mar del Plata, 29 de septiembre al 1
de octubre de 2010.

Ponce, Aníbal. La vejez de Sarmiento. Buenos Aires: Talleres Gráficos Argentinos L .J.
Rosso. 1927.

Ponce, Aníbal. Obras completas. Tomo I, III. Buenos Aires: Cartago. 1974.

Serrano, Raúl. Estética y marxismo. Buenos Aires: Ediciones del CCC. 2009.

Revistas:

Cuadernos de Cultura. Nº 87, enero–febrero de 1968.

El Ateneo. Revista bimensual Rosario, junio - julio 1934, Nº 7.

Expresión. Número 1, diciembre de 1946.


Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 46

142
ANÍBAL PONCE, EDITOR Y DIRECTOR DE LA REVISTA DIALÉCTICA

Mg. Cristina Mateu

1936 año clave

La producción Aníbal Ponce, psicólogo, docente y ensayista, fue extensa y variada


desde sus inicios. Su devenir marxista y su preocupación por profundizar en el conocimiento
de su teoría quedaron plasmados en las páginas de la revista Dialéctica. Revista que editó
por cuenta propia y bajo su exclusiva dirección. Alcanzó a publicar siete números en el año
1936 y fue el principal redactor de sus notas.

Antes había publicado innumerables ensayos para distintas revistas. Sus conferencias
en el Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES)143 sobre educación durante 1934, en las
que afirmaba ya su materialismo histórico, darían lugar al libro Educación y lucha de clases.
Su fundamental obra Humanismo burgués, Humanismo proletario, redactada a principios de
1936, sobre la base de conferencias del año anterior, reflejaba concentradamente el
reposicionamiento de Ponce y sus nuevas concepciones sobre el papel del intelectual. En
Dialéctica concentró la mayor parte de sus ensayos (veintidós de los veinticuatro artículos
publicados en ese año).

La publicación de Dialéctica bajo la dirección de Ponce se produjo en un contexto


histórico de crisis económica del capitalismo, de agudos conflictos sociales y políticos y de
intenso cambio cultural, en el mundo y la Argentina. En ese mundo en ebullición la figura de
Aníbal Ponce se destacó por las circunstancias de su formación, por los alcances de sus
aportes y por el periplo ideológico que recorrió en una Argentina dependiente, en la que los
conflictos del mundo tomaban formas específicas vinculadas a su historia y a su estructura
social.

En Argentina, la restauración del orden conservador imprimió las características de la


década: crisis, fraude, represión, corrupción, provocada por las clases dominantes que
remachaban al país a una extrema dependencia. Simultáneamente, la creciente movilización
de los trabajadores sembraba esperanzas y favorecía el aglutinamiento de diversos sectores
sociales y políticos frente al régimen oligárquico.

El año 1936 se inauguraba con la huelga general en solidaridad con los obreros de la
construcción, escenario de los combates porteños en muchos barrios, con el sindicalismo
clasista orientado por el PCA como principal protagonista. La creciente combatividad y
organización del movimiento obrero, así como el ascenso de la oposición antioligárquica
abrían un nuevo auge de luchas del movimiento popular. El Primero de Mayo de ese año, una
confluencia política y social de oposición al régimen oligárquico, permitió conmemorar el Día

142
Artículo en su original en Revista Inclusiones, Volumen Especial Enero-Marzo 2018.
143
El Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES) fundado en mayo de 1930, editó desde 1931 la
revista Cursos y Conferencias y tuvo en Ponce a unos de sus principales impulsores. Ver M. N.
Cernadas de Bulnes, “El entramado cultural de Buenos Aires desde las páginas de Cursos y
Conferencias”. En H. A. Biagini y A. A. Roig, El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX.
Tomo II. Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960) (Buenos Aires: Editorial Biblos, 2006).
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 47

de los Trabajadores, con la organización de la CGT, un acto en el que participaron radicales,


demócratas progresistas, socialistas, comunistas e intelectuales.

La importancia que tuvo este proceso político en el reagrupamiento cultural y de los


intelectuales que promovía el comunismo argentino puede percibirse en las palabras de Raúl
Larra cuando relata la participación de la AIAPE presidida por Aníbal Ponce en aquella
manifestación del 1° de Mayo de 1936: “AIAPE se incorporó con sus estandartes, con
inmensos retratos de Gorki y Barbusse que se confundieron con otros de Agosti que
empuñaban estudiantes fervorosos”.144

En realidad, en el campo cultural argentino y entre los intelectuales reconocidos y


nucleados a partir de su participación en diversas publicaciones del período, avanzaban las
definiciones antifascistas que, en algunos casos, se ligaban a los cuestionamientos de
carácter democrático y laicista contra la represión, la censura y las expresiones reaccionarias
en el terreno cultural del ámbito nacional. En septiembre de 1936, se reúne en Argentina el
PEN Club,145 lo que suscitó un profuso seguimiento periodístico e interés cultural y abrió
expectativas debido a la difusión que en el exterior podría tener la producción literaria local.
Sin embargo, en ese encuentro de poetas, escritores y novelistas el debate se concentró con
intensidad en los acontecimientos internacionales que conmovían al mundo y al país, lo que
impactaban vivamente en la sensibilidad y en el quehacer de los intelectuales.146

1936 es el año en que el reposicionamiento político y cultural de Ponce alcanza su


mayor proyección en la escena pública nacional. La búsqueda de la unidad antifascista a
través de los frentes populares y la Guerra Civil Española tuvieron una enorme trascendencia
social y política, fueron hechos que provocaron intensos debates y definiciones políticas a
nivel nacional e internacional e impactaron en las instituciones culturales y entre los
intelectuales de la Argentina y el mundo.

El recrudecimiento de la censura y la persecución política en el país, afectó


personalmente a Aníbal Ponce cuando en 1936 fue excluido de la docencia por el Ministro de
Justicia e Instrucción Pública de Argentina, por su toma de posición a favor del comunismo
aunque para la exoneración formal se alegó su falta de título habilitante. La pérdida de su
cargo docente en este contexto de censura, persecución política y el relativo aislamiento en el
que había quedado (ya había dejado la presidencia de la Asociación de Intelectuales,
Artistas, Periodistas y Escritores [AIAPE]);147 truncó la continuidad de su revista Dialéctica y
fueron el prólogo de su exilio en México desde 1937 donde encontró trabajo y culminó su
recorrido intelectual avanzando en sus definición sobre la cuestión nacional e indígena.

144
R. Larra, Aníbal Ponce y la AIAPE. En Cuadernos de Cultura, N° 35 61-62. Agosti fue el preso
político estudiantil del PCA y la lucha por su libertad signó muchas actividades del Partido Comunista
Argentino y su juventud.
145
Asociación mundial de escritores, creada en Londres en 1921 con el objetivo de promover la
amistad y cooperación entre "Poetas, Ensayistas y Novelistas".
146
Celina Manzoni, Vacilaciones de un rol: los intelectuales en 1936. Instituto Iberoamérica. Univ. de
Salamanca. Seminario de investigación, Marzo 2011. http://americo.usal.es/iberoame/, pág. 1.
147
La Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE) fue fundada en 1935 y
Ponce fue el primer presidente de esa entidad. Ver: A. Bisso, “La lucha antifascista en la Agrupación
de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE)”. En El pensamiento alternativo en la
Argentina del siglo XX, tomo II, Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960), (Buenos Aires: Ed.
Biblos, 2006).
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 48

Los siete números de Dialéctica

El objetivo de la revista estuvo explicitado en la retiración de tapa a lo largo de sus


siete números:
“La revista DIALÉCTICA aspira a poner al alcance de los estudiosos, con un
mínimum de gastos, el vasto tesoro de los clásicos del proletariado y los
nuevos estudios que mediante el método del materialismo dialéctico están
renovando la ciencia y la cultura.

Universal por la amplitud de su horizonte, DIALECTICA hará accesible una


multitud de ensayos y monografías no traducidos jamás al castellano o que
aún en el caso de haber sido traducidos, continúan siendo una rareza de
bibliófilos.

En el momento en que asistimos al choque decisivo de dos culturas, es


urgente esclarecer, –mediante el tratamiento directo de los clásicos del
proletariado,– los caminos que conducirán a la liberación del hombre”.

Así, Ponce se proponía generar un acceso a textos no traducidos, inéditos,


conjugando una amplitud de horizonte y temas con una definición explícita de la concepción
filosófica e histórica para analizar la realidad. Tal vez era consciente de la falta de formación
marxista del grupo en el que se insertaba y también de la necesidad de afirmar su propia
perspectiva y concepciones, integrándolas al análisis de los diversos fenómenos de la cultura
y las ciencias sociales (las “humanidades”). Así se trataba de una tarea didáctica, con un
importante esfuerzo de traducción en el amplio sentido de la palabra, tarea en la que
desplegaba con gran erudición su capacidad de adentrarse en todos los tópicos que
circulaban en el ámbito cultural por aquellos años. A la vez, resultaba fundamentalmente una
manera de sentar su propia posición en el debate cultural.

Historia, Filosofía y Educación fueron los ejes centrales de la publicación. El tono


general de los comentarios marginales, el de las revistas y libros buscaba ser más informativo
que polémico. Ponce ampliaba datos sobre las notas y sus autores, recomendaba lecturas
complementarias, reponía procesos históricos ausentes en los artículos y siempre opinaba,
interpretaba, sentenciaba, sopesando pro y contra, procurando superar enfoques unilaterales,
teniendo en cuenta los aspectos contradictorios, desde una interpretación de la dialéctica
marxista que parecía estar incorporando. La revista tuvo una fuerte inclinación hacia los
textos europeos y rusos en sus inicios pero, a partir del número 4, comenzó una nueva
sección: “De la vida argentina”, incluyendo libros nacionales (sección que no apareció no en
todos los números) con lo que se iniciaba una incipiente apertura a los temas de la realidad
nacional.

La sección “Comentarios marginales”, siempre a su cargo, era la que resumía el


objetivo fundamental y la línea esencial de la publicación. Es en esta sección en la que Ponce
da muestras de sus conocimientos y experiencias, su erudición en varias materias, su
vocación y avidez por el estudio, sus alcances en la comprensión del materialismo dialéctico
y también su apertura. Desde luego sus posicionamientos en la arena política. Con la firma
de Luis Muriel y Ernesto Quijano, heterónimos de Ponce, se comentaban libros y revistas,
mientras que las traducciones del ruso, inglés, francés e italiano fueron realizadas por Alicia
Ortiz, Emilio Molina Montes, Rafael Río, Laura Lafargue, Cora Ratto, Teodora Efrón, M.
Alberti, entre otros.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 49

En el primer número, de marzo de 1936, publicó Dialéctica “Simón Bolívar” de Carlos


Marx, junto con “Dialéctica y Lógica” por Jorge Plejanov, y otros artículos inéditos de
Lunatcharsky y Lukacs.

Con respecto a la nota sobre Bolívar, constituía la primera reproducción de este


polémico texto en Argentina, el que abrió un largo debate sobre la pertinencia del análisis de
Marx sobre el libertador latinoamericano que continúa hasta nuestros días. Ponce puntualiza,
frente a la versión apologética de Haya de la Torre y de Vasconcelos, que la historia de
Bolívar seguía envuelta en “una nube de espesas de leyendas”. Señalaba la situación de
“excepcionalidad de Marx” como extraño al ambiente americano y destacaba lo jugoso del
texto, aunque cuestionando la “aspereza y sequedad” con la que Marx presentaba la vida de
Bolívar así como la falta de un análisis minucioso del Código boliviariano que, según Ponce,
servirían para fundamentar mejor su valoración. Concluía que Marx no hubiera podido decir,
“por las circunstancias de la publicación” (una nota de enero de 1858 por encargo para The
New American Cyclopedia, como las que usualmente escribía para obtener algún recurso
monetario), lo que se desprendía de su texto: que Bolívar representaba a la nobleza criolla,
que era terrateniente, hacendado, propietario de minas y de esclavos, que “no sólo interpretó
los intereses de su clase, sino que los defendió contra la pequeña burguesía liberal y las
todavía inconscientes masas populares” buscando imponer una dictadura. Además, Ponce
agregaba en su comentario que Bolívar fue apoyado por Inglaterra, y “al igual que todos los
restantes revolucionarios del continente, es difícil comprender cómo Bolívar puede servir
honradamente al llamado «bolivarismo democrático y antiimperialista»”; y cuestionaba el
hecho de que se pasearan retratos suyos en las recientes manifestaciones opositoras de
Caracas. “Si Bolívar hubiera vivido, con seguridad que no hubiera estado entre los
estudiantes y los obreros” y señalaba que “los homenajes más elocuentes rendidos en su
memoria eran los de dos dictadores: Antonio Guzmán Blanco que adquirió oficialmente el
Archivo de O´Leary, y Juan Vicente Gómez que ordenó, con análogo carácter, la edición
completa de las «Cartas»”.

Los comentarios de Ponce a propósito del texto de Marx sobre Bolívar se cruzaban
con el debate que en el comunismo argentino se estaba dando respecto al proceso de Mayo
de 1810 y el papel histórico regresivo de la aristocracia criolla en la lucha anticolonial. Es
preciso considerar dos aspectos en este énfasis en el origen de clase de Bolívar. Por un lado,
al igual que en Marx, una unilateralidad que los conducía a subvalorar la centralidad que la
lucha anticolonial había tenido en la América española y el papel histórico de sus líderes. Por
otro lado, conllevaba una caracterización de la aristocracia terrateniente, de la que provenía
Bolívar, apuntando a un análisis de las clases sociales en aquel proceso. Con ella Ponce
también aludía a debates presentes en la nueva época histórica del siglo XX con respecto a
los terratenientes y el papel del latifundio en América latina, en su relación con el
imperialismo y en función de determinar los enemigos políticos a enfrentar con la política de
frente popular.148
148
El texto de Marx refleja en sus errores, una desinformación (dadas las fuentes que utilizó de un
enemigo jurado de Bolívar) y también una subvaloración de la lucha anticolonial hispanoamericana y
del papel de las masas populares en ella. Sin embargo, algunos autores han decretado a partir de este
texto una supuesta incomprensión del hecho nacional en Marx, congelando su pensamiento en un
instante y sin abordar todo su recorrido intelectual y político en el que precisamente desarrolló la
integración del materialismo histórico con la cuestión nacional (recuérdese su posición sobre la
cuestión de Irlanda en relación a la lucha de clases en Inglaterra, o su juicio sobre el papel histórico de
las rebeliones anticoloniales en Asia). Algunas de esas críticas tienen por blanco precisamente el
esfuerzo por parte de Marx de desarrollar un análisis de clase de las dirigencias patrióticas americanas
y, en particular, su señalamiento respecto del carácter reaccionario de la clase terrateniente criolla.
Esos críticos convalidan así el proceso de conformación de los Estados oligárquicos. Ver al respecto:
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 50

La filosofía marxista y el acento en la dialéctica es un eje clave en la revista, como su


nombre a todas luces ponía al descubierto. Las notas sobre temas específicamente
filosóficos constituían un importante aporte, siendo que, aún en los años 30, estas
cuestiones, y más aún la dialéctica materialista, eran escasamente difundidas entre la
intelectualidad y poco estudiadas por los militantes comunistas, que tenían de ella una
apropiación limitada y una comprensión simplificada y esquemática. Dentro del PC, en esos
años, los temas históricos, y dentro de ellos los referidos a la historia nacional, concitaban la
atención mientras que los filosóficos generalmente quedaban confinados a lo antropológico y
lo ético-moral.

Ya en el primer número de Dialéctica apareció “Dialéctica y Lógica” de Plejanov y en


la sección de libros se recomendaba el texto de Federico Engels: Ludwing Feuerbach y el fin
de la filosofía clásica alemana. Posteriormente, Ponce publicará en el número N° 4 de junio
de 1936: Inglaterra y el Materialismo de Engels, ocasión en la que aprovechó para resaltar
que todos los textos de este pensador eran temas de interés poco estudiados y que, hasta
ese momento, su obra aparecía mal compilada. Tiene importancia este comentario de Ponce,
en contradicción con una corriente dentro de la intelectualidad de izquierda argentina –de la
que formó parte Rodolfo Mondolfo, filósofo italiano posteriormente radicado en la Argentina–
que devaluó el fundamental aporte de Engels a la dialéctica materialista.149

Precisamente, en el número 2 aparecía la traducción de “Gérmenes en Bruno, Bacon


y Espinosa del concepto marxista de la historia” de Rodolfo Mondolfo. Para Ponce, el texto de
Mondolfo tenía la virtud de esclarecer la tercer tesis sobre Feuerbach de Marx, aquella que
afirma que “son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y
que el propio educador necesita ser educado” y que “la coincidencia de la modificación de las
circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente
como práctica revolucionaria”.

Es preciso notar que en ese texto Mondolfo revisaba el término “práctica


revolucionaria” al introducir el concepto de “praxis” al que entendía como la unidad indisoluble
entre la acción y la teoría.150 La postulación del concepto de “praxis” como “la indisolubilidad
del hacer y del conocer”, al que adhirió Ponce (y que también predominó en muchos
intelectuales marxistas como Troise), en nombre de la dialéctica abandonaba en realidad el
principio central de la misma, la unidad de contrarios en identidad y lucha (interpenetrados y
excluyentes), sustituyéndola por la concepción de la convergencia de los contrarios y
comprendiendo a la unidad como “síntesis”, siguiendo la concepción de la dialéctica
hegeliana.

En cuanto al proceso de conocimiento se desconocía el aspecto de no identidad entre


práctica y conocimiento, pues estos dos aspectos no cristalizan en una unidad permanente,
pues la práctica desborda y se anticipa o la teoría prefigura aspectos aún no comprobables

J. M. Aricó, Marx y América latina (Buenos Aires, FCE, 2010) y la crítica de Otto Vargas, El Marxismo y
la revolución argentina. Tomo II (Buenos Aires. Ed. Ágora, 1999).
149
A propósito de Engels, Ponce publicó también en el N° 3 de Dialéctica su texto “Contribución a la
Historia del Cristianismo Primitivo” y destacó en polémica con difundidas interpretaciones del Beer,
Barbusse y otros, la afirmación engelsiana de que el fenómeno no implicó una revolución social luego
traicionada por la iglesia. Al mismo tiempo, la propia publicación de ese texto, que ubica las raíces
sociales del cristianismo primitivo como respuesta a la opresión de clase, también apuntaba desde el
ángulo marxista contra la crítica ilustrada de carácter liberal y burgués a la religión que en Argentina
portaba el anticlericalismo positivista.
150
R. Mondolfo, “Gérmenes en Bruno, Bacon y Espinosa del concepto marxista de la historia”. En
Dialéctica N° 2, Abril, (1936) 64.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 51

en la práctica inmediata. A la vez, aunque práctica y conocimiento se remiten


recíprocamente, en cada momento uno de los dos aspectos domina y, a la vez, lo que fue
dominante puede resultar subordinado. Es así que la práctica se transforma en teoría y lo que
fue teoría genera, y debe verificarse, en una nueva práctica. Lo que es efectivamente
indisoluble en el seno del proceso de conocimiento resulta, de todos modos, relativo y en
permanente cambio. Esto supone reconocer, con el materialismo, la independencia del objeto
respecto del sujeto que conoce.151

De todas formas, la utilización del término “praxis” que absolutizaba la unidad –en
realidad transitoria, relativa y precaria– de práctica y teoría, perduró en las filas del
comunismo argentino y de la intelectualidad de izquierda.152

Más allá de estas precisiones, se debe destacar la importancia de estos textos en la


difusión de la dialéctica en la Argentina, la afirmación de la misma como concepción del
movimiento y del cambio.

La vocación de Ponce de revisar y cuestionar sus propias concepciones e introducir


reflexiones amplias y abiertas con respecto a la teoría le permitió también publicar, en la
edición número del 5 de julio de 1936, el meduloso artículo “Materialismo Dialéctico y acción
recíproca” del francés Georges Friedmann, que ofrece otro enfoque, diferente al expuesto por
Mondolfo. Sobre este texto, Ponce advertía que sin ser un estudio acabado ahondaba en los
desarrollos filosóficos de Engels y Lenin que Friedmann reponía en el texto. Subrayaba el
aporte de este sociólogo francés en la revisión dialéctica de la historia de la filosofía,
revalorizando el factor de interdependencia de los fenómenos y la concepción de desarrollo
en espiral que tomaba de Lenin. En este sentido Friedmann procuraba –rescatando los
desarrollos engelsianos (en su famosa carta a Schmidt, y otras a Labriola, etc.)– refutar a los
críticos del marxismo que condenaban su presunto fatalismo económico, destacando el papel
de la acción humana operando sobre las condiciones materiales (son los hombres los que
hacen su propia historia). Efectivamente el texto publicado constituía una contribución
importante de la época para difusión de las premisas básicas de la dialéctica materialista
escasamente conocidas en el Río de la Plata, en polémica con el materialismo
mecanicista.153
151
Al respecto ver: V. I. Lenin, Materialismo y empiriocriticismo (Pekín: Ed. en Lenguas Extranjeras,
1975); R. Nassif, ¿Es posible conocer la realidad? Nuevos y viejos debates en el siglo XXI (Buenos
Aires: Ediciones Cinco, 2011); Mao Tse Tung, “Sobre la Práctica (Julio de 1937)” y “Sobre la
Contradicción (Agosto de 1937)”. En Obras Escogidas, Volumen 1 (Buenos Aires: Ediciones de La
Rosa Blindada, Nativa Libros, 1973).
152
Mondolfo sostenía que: “(...) la exigencia de la indisolubilidad del hacer y del conocer, del vivir y del
interpretar, del transformar y del entender, significa, para cada uno de estos binomios, unidad y
dependencia recíproca (no unilateral y unívoca) de ambos términos entre sí; tesis y antítesis que sólo
en la unidad dialéctica de la síntesis tienen su realidad concreta y viva”. Dialéctica, Año I, N° 2, 62.
Estas concepciones pervivieron más allá de la década del 60, en lo que José Ratzer consideró una
influencia del nuevo positivismo lógico. En términos del pensamiento revolucionario, al absolutizar la
indisolubilidad y negar la contradicción en el proceso de conocimiento y la existencia independiente del
objeto, alentaba ya al dogmatismo, ya al revisionismo del marxismo. Sobre el tema ver J. Ratzer, La
consecuencia antimarxista de Rodolfo Mondolfo (Buenos Aires: Ediciones Cinco, 1984).
153
Friedmann explicaba que: “Dejemos de lado, por el momento, el carácter idealista de la dialéctica
hegeliana (...). Queda la ley fundamental de ese desarrollo –y es eso lo que interesa a nuestro
estudio– que implica relaciones complejas y necesarias entre los diferentes elementos del movimiento.
Las tres fases de la tríada dialéctica no son etapas abstractas del razonamiento, conceptos
desprovistos de objetividad, simples consideraciones del espíritu. Son momentos perfectamente
concretos de la realidad, plenos de movimientos y de energía potencial. A la tesis viene a oponerse
antítesis. Pero ésta, una vez realizada, actúa a su vez sobre la tesis y la obliga a superarse en la
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 52

Al mismo tiempo, Ponce observaba que, a pesar de su preocupación por la dialéctica


histórica, Friedmann no reponía de todos modos el enfoque global de los fundadores del
marxismo con respecto a la reacción de la superestructura sobre la base económica. Aunque
el texto puntualizaba la acción recíproca y la interdependencia, Ponce enfatizaba en su
comentario la interconexión y complejidad del todo. “Al desarrollo rectilíneo que otras teorías
de la evolución adoptan como premisa, el marxismo opone con la interpretación que le es
propia, el «desarrollo en espiral» de que hablaba Lenin. Como fenómeno aislado, A no existe
jamás. Considerarlo «en su pureza» o en su «esencia» es renunciar por anticipado a la
esperanza de abarcarlo en toda su complejidad. No es posible conocer el fenómeno A, sino
después de estudiarlo en todas sus relaciones. Semejante estudio no podrá ser nunca
exhaustivo; pero para evitar los errores y las deformaciones no hay más camino que el que
Lenin aconsejaba en su polémica con Bujarin a propósito de los sindicatos: enfocar cada
fenómeno en su «omnilateralidad». ¿Se podría encontrar una palabra más exacta para
exhibir en toda su desnudez el gratuito reproche de unilateralidad que al marxismo se le
hace?”.

Ponce refleja una preocupación por las simplificaciones derivadas del materialismo
mecánico, que conducían a un reduccionismo del marxismo, concebido como un
“determinismo económico” en desmedro de los fenómenos superestructurales. En sus
comentarios marginales insistía frecuentemente en la diferenciación del materialismo
dialéctico con respecto al mecanicista, señalaba las consecuencias de asimilar el fenómeno
de antítesis y síntesis de la dialéctica con el de “causa y efecto” del materialismo estrecho,
que conducía a una visión “causal unilateral” de desarrollo rectilíneo, ajeno al marxismo en el
que “todo lo que existe lo ve «moverse, transformarse, vivir, influirse mutuamente”. Por eso,
le recriminaba a Friedmann que sobre esta fundamental cuestión omitiera el capítulo I del
Anti-Duhring de Engels, donde Ponce encontraba el desarrollo más profundo del abordaje
dialéctico de este problema: “...No solo abundan en la obra de los fundadores los pasajes
terminantes que completan o corrigen el pretendido descuido o la explicable premura –“no
siempre tuvimos tiempo”, dice Engels–, sino que en el primer capítulo del Anti-Dürhing ha
sido expuesta ampliamente la concepción del marxismo sobre la interdependencia
(Zusammenhang) y la acción recíproca (Wechselwirkung). Es inexplicable que Friedmann ni
siquiera lo mencione entre tantas otras citas oportunas. Por la sencillez y la precisión me
parecen de un conocimiento obligado”.154

También revelaría la misma preocupación crítica con respecto a los enfoques de


Plejanov, de quien publica el texto “Agustin Thierry y la concepción materialista de la historia”.
En sus comentarios Ponce destaca la claridad en su identificación de las clases motrices y
dirigentes de la Revolución Francesa en el seno del Tercer Estado y del punto de vista de
Thierry, que se reconocía plebeyo. Sin embargo, Ponce afirma que en esta cuestión el
marxista ruso era unilateral porque olvidaba la “acción recíproca” y consideraba al hombre
solo efecto y no causa de su propia historia, remitiendo al lector a las notas ya publicadas en
números anteriores para comprender este fenómeno de la acción recíproca. Así, el blanco de
la crítica de Ponce a Plejanov era una concepción mecanicista respecto a la relación entre lo
objetivo y lo subjetivo en la historia.

síntesis. Así, al desarrollo rectilíneo, concebido según las filosofías mecanicistas como una sucesión
de series causales a la manera de los anillos de una cadena, la lógica hegeliana [lo] sustituye [por] un
desarrollo circular o mejor, según la imagen propuesta por Lenin un desarrollo en espiral. En
Dialéctica, Año I, N° 5, Julio (1936) 232.
154
A. Ponce, Comentarios marginales en Dialéctica, Año I, N° 5, julio (1936) 257.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 53

Como ya señalamos, la concepción dialéctica revestía para Ponce un valor sustancial


en relación a la cuestión de la herencia cultural, ya que tanto Mondolfo como Friedmann
referían a la herencia filosófica de la burguesía en su etapa revolucionaria. En el comentario
marginal Ponce pregunta: “La idea de progreso que se afirmaba orgullosa por entonces [en
los ideólogos de la naciente burguesía: Bruno, Bacon y Espinosa ¿no implica una actitud a la
vez de interpretación e innovación? (...) En la manera de oponerse al feudalismo, que la
burguesía negaba para superarlo –que negaba al modo dialéctico, sin anular ni destruir–,
¿no se observa una situación lejana similar a la que asume hoy el proletariado victorioso
frente a la burguesía moribunda?”.155 También al formular los objetivos de la revista
Dialéctica, Ponce afirmaba: «El No –decía Hegel– es la palanca del devenir». Pero la
negación que la dialéctica impone no es destrucción ni aniquilamiento. De la cultura que
agoniza, ella tomará los elementos legítimos para incorporarlos y desenvolverlos en la cultura
más perfeccionada que le seguirá (subrayado nuestro). Y así, negando y afirmando, la
marcha en espiral de la dialéctica nos conducirá victoriosamente hacia adelante. Demasiado
bien sabemos lo que implica en el momento actual la responsabilidad de un pensamiento
para quien no existen los distingos de la teoría y de la práctica” (subrayado nuestro).156 Es
sabido que la negación en la dialéctica implica sí la destrucción del polo o aspecto caduco, al
romperse la unidad de aspectos contradictorios en la que ese aspecto dominaba: en el plano
cultural, lo que ha de ser destruido no son tanto los elementos que integran la vieja cultura
como fundamentalmente el modo en que se organizan y articulan dentro de la misma, que se
impone como dominante con el sello de la ideología de la clase reaccionaria. Sin duda, el
énfasis de Ponce en la negación “sin anular ni destruir” expresaba tal vez un lastre de las
concepciones evolucionistas en las que se formó pero, al mismo tiempo, toda la reflexión
dialéctica sobre la cultura reflejaba, además de la lucha política de aquella hora con blanco
en el fascismo, una preocupación sobre qué rescatar (“los elementos legítimos”) y que negar
de la herencia cultural, lo que se correspondía con su propio periplo personal, del liberalismo
al marxismo, y que se plasmaba en dos planos distintos: el del proceso mundial “del
humanismo burgués al proletario” y también, como veremos, en un proceso de cambios en
sus concepciones sobre la historia y la cultura nacional.

Otro de sus comentarios se refiere al texto de Anatolio Lunatcharsky sobre “Fantasía”


de Rimsky-Korsakov, en forma de reportaje imaginario al compositor. Ponce destacaba, en
ese diálogo supuesto, las concepciones de su autor sobre la herencia cultural y “las líneas
generales del criterio que dirigió y dirige la lucha intelectual frente a los clásicos”,
preconizando la necesidad de juzgar el pensamiento y la obra de los hombres más
representativos “según las relaciones de clases de cada época”. Ponce insistía en la
cuestión planteada en “Humanismo burgués, humanismo proletario”: con el triunfo de la clase
obrera y el predominio de la concepción materialista-dialéctica, el desarrollo de una nueva
cultura implicaba no una ruptura, una inversión o eliminación/destrucción de las formas y
contenidos desarrollados por la burguesía sino una reelaboración necesaria de lo heredado
culturalmente en el pasado poniéndolo al servicio del proletariado.

Es preciso señalar que Ponce, al introducir estos tópicos propios del debate político y
cultural del proceso revolucionario europeo y ruso, intervenía directamente en el debate
político y estético que en los años 30 surcaba el campo cultural argentino. Como se señala en
“Aníbal Ponce en su recorrido dialéctico”,157 el cuestionamiento a los vanguardismos que
preconizaban la “ruptura sin rescate” de la herencia cultural (reivindicando las críticas de
Lenin a los impulsores del Proletkult en la joven Unión Soviética) se inscribía por un lado en

155
Dialéctica, Año I, N° 2, Abril (1936) 92. Subrayado del autor.
156
Formulación que apareció en la retiración de tapa en todos los números de Dialéctica.
157
Ver Cristina Mateu, Aníbal Ponce en su recorrido dialéctico (Buenos Aires: Ed. Ágora, 2014).
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 54

las necesidades políticas de la táctica de frente popular y la lucha antifascista. En esa


dirección iban también sus críticas al irracionalismo en ascenso en el seno de la cultura
burguesa de la época. Sin embargo, consideramos que no es ya la suya una posición de
“herencia sin crítica” con respecto a la cultura burguesa y la tradición liberal argentina de la
que provenía. Por el contrario, en el trasfondo de su recorrido intelectual y político se
desarrollaba un quiebre esencial: su adhesión al marxismo y su nueva intervención en el
campo cultural argentino revelaban el esfuerzo por una reelaboración crítica, que resultaba
precisamente en una ruptura progresiva con las concepciones liberales y evolucionistas.

En torno a la cuestión de la herencia cultural giraban muchas discusiones de la


intelectualidad de izquierda. ¿Cuánto asimilar, rechazar, reformular de la cultura de las clases
dominantes del capitalismo e incluso de la etapa feudal para el desarrollo de una nueva
cultura? Ponce valoraba las apreciaciones de Lenin sobre Tolstoi reproducidas en el número
2 de Dialéctica. Eran las conocidas notas: “Tolstoi, espejo de la Revolución Rusa” (1908), “L.
N. Tolstoi” (Noviembre de 1910) y “León N. Tolstoi y el movimiento obrero contemporáneo”
(Diciembre de 1910). Allí Lenin destacaba los límites y aportes del escritor ruso y la
importancia de su obra como crítica al capitalismo y lo relevante para una nueva cultura: “El
proletariado ruso toma posesión de esta herencia, y la adopta. Él explicará a las masas de
trabajadores y explotados cual era el sentido de la crítica tolstoiana al Estado, a la Iglesia, a
la propiedad privada, no para que las masas se reduzcan a un “auto-perfeccionamiento
interior, y a lamentaciones, sino para que se rebelen y asesten un nuevo golpe a la
monarquía zarista y a los terratenientes apenas lastimados en 1905”. Ponce en sus
comentarios repone la historia de Tolstoi, las debilidades del partido bolchevique en la
revolución de 1905, así como la hipocresía del la Iglesia y de las clases dominantes rusas
que luego de muerto lo reivindicaron. A partir de este caso, nuevamente discute el papel del
intelectual en la lucha de clases, el de la cultura en los cambios sociales y políticos y su
vinculación con las formas estéticas.158

Abunda en la misma cuestión, editando los textos de Gorki y Lenin y otros, como “Zola
y el realismo” de George Lukacs; “Eugenio O´Neill, el renegado” de A. Abramof; “Marx y la
literatura mundial” de F. Schiller.

En el comentario marginal sobre la nota de Abramof, Ponce intervenía en la polémica


sobre el origen de clase de los intelectuales y sus trasmutaciones ideológicas. Abramof
analizaba a O´Neill y su obra literaria, de la bohemia rebelde y anarquizante impregnada de
ilusiones individualistas pequeño-burguesas al pesimismo psicologista y la renuncia a buscar
valores sociales positivos. Nuestro editor al comentar este ensayo repone los distintos textos
publicados en Dialéctica en los que también se reflexionaba sobre la intelectualidad y sus
conflictos, el origen de clase y el compromiso social frente a las coyunturas críticas. Ponce
también opinaba sobre O´Neill y su producción, recomendaba lecturas y traducciones de
obras literarias de distintos autores norteamericanos. Ensaya una comparación entre el
dramaturgo norteamericano y su amigo, John Reed, representantes ambos de la pequeña
burguesía, pero que expresaban “dos actitudes, dos caminos. Por un lado, el que lleva a
creer que es la vida un «extraño interludio» en la obra de Dios [O´Neill]. Por el otro, el que

158
Dice Ponce de Tolstoi: “Vocero del campesinado en la etapa preparatoria de la revolución, Tolstoi
sólo puede enseñar a los obreros su crítica implacable del Estado explotador. El proletariado se
apropiará de esa herencia y la incorporará a su cultura; y aunque rechazará como ajeno a la
Revolución el tolstoianismo sensible y gemebundo, no por eso dejará de comprenderlo como «reflejo»
de las debilidades que llevaron al fracaso a la revolución burguesa campesina de 1905. En la herencia
que el proletariado ha recogido entre todas las grandes obras del pasado, sobrevivirá la protesta de
Tolstoi, pero no su desesperación”.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 55

conduce a descubrir la bruma rosada del amanecer, que sólo la Revolución puede devolver al
hombre la «fertilidad perdida» [Reed]”.159

Sin duda, la revista era para su editor un instrumento de revisión ideológica. Por
ejemplo, el comentario en el primer número al texto de Lukacs sobre el realismo de Zola
resulta ineludible leerlo en una suerte de paralelismo implícito entre Zola e Ingenieros, con
cuyas concepciones positivistas Ponce había roto.160 Con Lukacs, al considerar la crítica de
Zola al régimen social capitalista, Ponce afirmaba que hasta el final de sus días el escritor
francés se decía socialista pero solo cuestionaba los “lados malos” del capitalismo y sostenía
un organicismo social caracterizado por la armonía entre las partes. Para Ponce la obra de
Zola sobrevivió porque desmentía su doctrina y demostraba que detrás de las armonías
propias de la sociología burguesas se presentaban las contradicciones reales.

El ensayo de Gorki “A propósito de la cultura” le sirve a Ponce para exponer algunos


tópicos abordados en el Congreso de escritores de París del año anterior con respecto a la
intelectualidad contemporánea y sus disyuntivas históricas. Los análisis de Gorki sobre
Tolstoi, Chejov y Andreiev le ayudan a explicar el devenir del propio Gorki. Ponce afirma que
en Tolstoi el pensamiento era un mal, en Chejov era el desconcierto y en Andreiev una mala
pasada que el demonio jugó al hombre. Oponiendo la “verdad” y el “realismo” de Gorki a la
“libertad” del artista perseguida por Andreiev, cita al primero: “sucede muy rara vez que la
realidad sea más hermosa que el relato”. Ponce considera de conjunto las idas y vueltas de
Gorki, con sus zigzags, y encuentra que su impulso vital fue apostar al éxito del proletariado.
“Suerte envidiable la suya” decía Ponce, Gorki “pudo afirmar que «tuvo la suerte de vivir en la
edad más extraordinaria de la humanidad», para quien la Historia tenía reservado el
espectáculo inenarrable de una realidad social mucho más hermosa que los sueños”.161

El texto “Marx y la literatura mundial” de F. Schiller publicado en Dialéctica N° 6


resumía los conocimientos de Marx y Engels en la materia y el vínculo entre condiciones
económicas y representaciones subjetivas que estos autores descubren y desmenuzan en las
obras. Ponce, en su comentario, se posiciona a favor de un arte realista diferente del arte
burgués (que reproduce el orden establecido y exalta el talento individual), preconizando la
búsqueda de un arte requerido por la sociedad socialista. Glosa unas cartas a Mehring, no
traducidas hasta ese momento, en las que tanto Marx como Engels lo invitaban a que se
“shakespearizara”. Según Ponce “el consejo llevaba consigo toda la doctrina actual del
realismo socialista”. Nuevamente, se trataba de enfocar dialécticamente la relación entre
política y arte, evitando el mecanicismo y jerarquizando la especificidad del arte. Agregaba:
“Para los artistas de la izquierda de hoy que no conciben el arte sino como un enorme afiche,
¡qué impresión más extraña han de causarle estos fundadores del marxismo que señalan
como un defecto gravísimo, la tendencia política demasiado visible!”.162

La lucha entre fascismo y democracia, tal como se presentaba en el momento,


obligaba a los intelectuales a tomar posición y ponía en cuestión el conservadurismo burgués,
el individualismo y el afán de evasión de alguno de ellos. Esta toma de partido implicaba para
Ponce la recuperación de la herencia cultural de la humanidad reelaborada desde el punto de
vista del proletariado. Sin embargo, no siempre se encuentra en sus escritos una

159
Dialéctica, Año I, N° 4, Junio 1936.
160
En 1937 en un reportaje que le hacen en la ciudad de México ubica a Ingenieros como un
precursor, maestro de su juventud, pero “cuya ideología no podemos mantener”. Ver: O. Terán, “Aníbal
Ponce o el marxismo sin nación”… 174.
161
Dialéctica N° 5… 259.
162
Dialéctica N° 6… 319.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 56

jerarquización de las bases materiales que sostienen y reproducen la cultura como monopolio
de las clases dominantes, su relación con la lucha por el poder, y con él por los medios de
producción, comunicación y distribución de la cultura, cuestiones que por el contrario
aparecen esbozadas en su discurso “Condiciones para una universidad libre”. Es que la lucha
planteada en la cultura nunca podría ser reducida a los contenidos y las formas sin atender a
las condiciones objetivas que la producen: para una recuperación crítica y una reelaboración
de la herencia cultural era y es necesario destruir las estructuras materiales sobre las que se
sustenta aquella herencia, a partir de la transformación de las condiciones de existencia de
las grandes masas y de un trastocamiento de las relaciones sociales vigentes.

Donde podemos encontrar un tratamiento explícito por parte de Ponce de la cuestión


del poder, superando las limitaciones de su primera obra marxista “Educación y lucha de
clases”, en las páginas de Dialéctica dedicadas a la educación y a los análisis históricos. En
el comentario marginal referido a “La instrucción Pública bajo la Comuna” de Maurice
Dommanget (maestro rural, sindicalista docente francés) Ponce entrelaza varios conceptos
clave del materialismo histórico. Allí, explicando el hito histórico para el socialismo que
significó la Comuna de París, destaca, con Marx y Lenin, la necesidad de la toma del poder y
la destrucción del aparato estatal burgués para lograr el cambio educativo, alertando también
sobre los límites de la Comuna por la falta de preparación del proletariado (carente de
organización política y de claridad en los objetivos). El texto de Ponce se iniciaba con el
saludo de Marx a pocos días de instalada la Comuna, volcaba conceptos similares de Lenin,
en particular respecto al impulso que la Comuna dio a la instrucción gratuita. Siguiendo a
Dommanget, nuestro editor afirmaba que: “El primer poder obrero que la historia conoce
protegió la cultura, defendió los museos, alentó a los artistas y a los sabios, abrió las
escuelas para todos, afirmó la necesidad de la enseñanza integral... Si es verdad que alguien
sentenció cierta vez que una „revolución no necesita sabios‟, no ha sido el poder obrero quien
lo dijo”. Y agrega que “entre tantas emociones que le debo al País actual del „Frente
Popular‟, un mitin clamoroso en la sala de la Mutualité, en que se codeaban los obreros y los
sabios” (...) y “un enorme cartel –de pared a pared– gritaba con la voz de los obreros: „la
ciencia y el arte están con nosotros‟.”163 Seguramente discutía con aquellas visiones
economicistas y pragmáticas del comunismo argentino que minimizaban el valor de la cultura
para la lucha revolucionaria, reduciéndola a un “pasatiempo” o “entretenimiento” para las
masas o a una simple fuente de “recursos” para el partido. Por el contrario, el énfasis de
Ponce en este plano impulsaba otro desarrollo de la línea cultural del comunismo argentino
que se desplegaría en el período siguiente.164

Entre las reseñas de libros y revistas vinculados al tema educativo hay que destacar la
mención y comentario de la revista mensual de Madrid “La nueva pedagogía”, haciéndose
eco de las novedades que la lucha del pueblo español promovía. También destaca la nota del
soviético B. Gruzdev sobre “El proletariado y la educación”. En su comentario, Ponce insiste
en develar el papel del Estado en la educación, papel que en “Educación y lucha de clases”
aún no había sido profundamente abordado desde la perspectiva marxista. Sostiene Ponce

163
Dialéctica N° 2… 9
164
n tal sentido, un exponente destacado de esta vertiente sería Atahualpa Yupanqui quien en 1946
consideraba, desde las páginas del periódico partidario, a la cultura como fruto gestado en la
producción popular y un reservorio a través del cual –mediante la práctica, la crítica y el conocimiento
creativo– las masas sacan a luz sus sufrimientos y esperanzas, toman también conocimiento de las
causas de su opresión y se acercan al marxismo como instrumento para eliminarlas. Federici, Rita. La
voz de los pueblos originarios en la obra de Atahualpa Yupanqui. Actas de las II Jornadas de Historia,
Arte y Política, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Tandil. 2011.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 57

que Gruzdev –a quien considera conocedor profundo del pensamiento pedagógico de Marx y
Engels y el más actualizado con respecto a sus contemporáneos– combate la “ilusión muy
difundida en los ambientes pedagógicos de la pequeña burguesía que mediante
determinados tipos de „escuelas nuevas‟, o de „repúblicas escolares‟, se podrá algún día,
renovar la sociedad” (...). “Ingenua porque demasiado bien sabemos hoy que ninguna
transformación profunda en las escuelas ha precedido sino seguido a las revoluciones” (...).
“Aparato al servicio de las clases dominantes –a igual título que el ejército, la policía o la
justicia– la escuela se ha propuesto siempre conformar la mentalidad de las clases
explotadas para que acepten en buen grado su situación nada envidiable” (...) y agrega que
durante el siglo XIX la burguesía se proclamó campeona de la educación popular y esto en
sus manos condujo a un desastre. El tratamiento por Ponce de estos aspectos decisivos del
problema educativo no ha sido suficientemente valorado por la bibliografía sobre su obra.
Esto resulta importante para evaluar el grado de ruptura de nuestro autor con la tradición
“sarmientinista”, que fue la suya, en torno al papel de la educación.

En lo referente a los temas históricos, en los comentarios de Ponce hay un esfuerzo


por integrar el análisis de las condiciones económicas, el grado de desarrollo de las fuerzas
productivas y de las relaciones sociales de producción, con los procesos sociales y políticos y
la lucha de clases.

La muestra más destacada en esta búsqueda suya de integración del materialismo


histórico con la realidad es el ensayo titulado “Examen de la España actual”, publicado en
septiembre de 1936, a escasísimos dos meses de iniciada la guerra civil en ese país y en
pleno despliegue de la defensa de Madrid, de tanta resonancia internacional. El texto tuvo
como base las conferencias pronunciadas en el Colegio Libre entre el 16 y 18 de agosto y
constituyó el artículo principal del último número de Dialéctica, coronando así su tarea
intelectual en aquel año decisivo en Argentina y el mundo.

Allí avanza en delinear los rasgos esenciales de la formación económica y social


española. En dicho análisis, retomaba una apreciación que hiciera Sarmiento en 1846:
“España marcha a destiempo”. Éste era el disparador para fundamentar desde el
materialismo histórico la encrucijada de la revolución española abierta con la guerra civil.
Remontándose hasta el siglo XIII, señala que el feudalismo se perpetuó por el trabajo
campesino y el oro del botín colonial americano, con una burguesía incapaz de generar
riqueza, débil y decapitada, cuyo brotes iniciales fueron cercenados para siempre en Villalar
en 1521. “Primera de todas las burguesías revolucionarias”, esa burguesía precoz tenía entre
sus filas un importante núcleo que sostenía incluso una rebeldía religiosa contra el poder de
Roma.165 La España negra monárquica y feudal derramó los “frutos del árbol de oro”
americano y el pillaje colonial solo le sirvió para importar manufacturas y endeudarse,
arrastrando una crisis entre dos vecinas “afiebradas, la Inglaterra y la Francia: la Inglaterra
que había iniciado ya la formidable revolución industrial del siglo XVIII; la Francia, que
maduraba la más perfecta de las revoluciones de la burguesía”. Destaca Aníbal Ponce que
“la burguesía española, deshecha en el siglo XVI, algo más entonada durante el curso del
siglo XIX, pretendió en seis ocasiones arrebatar el poder al feudalismo: 1808, 1812, 1820,
1854, 1868 y 1873”. En las seis oportunidades fue derrotada.

La breve reseña histórica que ofrece al lector permite trazar un bosquejo de la


formación económico social española, explicando el predominio reaccionario y feudal a partir
del análisis de la estructura latifundista que perdura hasta casi la Primer Guerra Mundial,

165
En Villalar se libró la batalla final entre los comuneros de las ciudades castellanas alzadas contra el
absolutismo de Carlos V en 1521.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 58

mostrando la castración de la burguesía española, el peso de la Iglesia como la gran


propietaria feudal y la existencia de una burocracia monárquica y militar parasitaria:
“Latifundistas, clero, ejército y burocracia formaban en conjunto el edificio enorme que se
mantenía casi por entero del trabajo campesino”.

Por otro lado, rastrea la génesis y características particulares de la clase obrera


española, y su crecimiento al calor de desarrollo de la industria local, estimulada luego por la
Primera Guerra. Señalaba, sin embargo, que “con una agricultura en las condiciones feudales
que conocemos, la industria se sentía trabada. La rivalidad económica del Norte contra el Sur
–carbón, hierro y algodón, contra el aceite, el vino y el trigo– adquirió por momento una
violencia que presagiaba la insurrección”. Analizando en cada etapa las relaciones sociales
dominantes y la lucha de clases, va caracterizando a las particularidades de la clase obrera
española, de la pequeña burguesía y de la burguesía. Con la repercusión española de la
crisis mundial, durante la República instaurada en 1931, finalmente, la pequeño burguesía, el
campesinado y una parte de las masas obreras comprendieron que “no por decirse república
era tal”. Con un detallado análisis histórico de las clases y de sus expresiones políticas e
ideológicas, explica las causas de la crisis que se abrió con la Insurrección de Asturias en
1934 y su derrota, como así también el decisivo papel de la clase obrera y del Frente Popular
contra la derecha, los monárquicos y el golpismo fascista de Franco y Sanjurjo, en un relato
que articula íntimamente el pasado y el presente español, la base económica y la
superestructura, las condiciones objetivas y la acción subjetiva de clases y grupos sociales.
Extrae una conclusión general: “La república de «over-all», que está ahora con el arma al
brazo, es el hecho más decisivo de la historia de España (...) Desde la actual república en
traje de mecánico, España acaudilla a los trabajadores del mundo (...) El proletariado en
armas que ha salvado al gobierno del Frente Popular (...) tiene ya a su lado a todas las
fuerzas vacilantes de la pequeña burguesía que hasta ayer lo miraban con recelo. Y si esa
alianza se ha formado sobre todos los frentes es porque resulta indudable que en este
momento de la evolución del mundo no hay más que dos líneas de enemigos: de un lado, un
puñado de explotadores que el capitalismo internacional apoya; del otro, la totalidad de los
explotados que la vanguardia proletaria arrastra. No es la defensa de un orden lo que ha
hecho levantar a España su puño cerrado: es la convicción ardiente de que ha llegado la hora
de cumplir las promesas tantas veces traicionadas. Y puesto que la burguesía se mostró
incapaz, ahí está la clase obrera para cumplirlas con sus propias manos. Con esta diferencia
que señala la altura del tiempo en que vivimos: cuando la clase obrera de hoy se dispone a
realizar la revolución democrática ésta no puede ser sino el prólogo de la revolución
socialista”.

A pocos meses de la guerra, este profundo y notable análisis, lejos de toda


interpretación demo-liberal de la lucha antifascista, integraba la teoría leninista de la
hegemonía proletaria con la realidad española y le permitía sopesar las dificultades que
amenazaban al campo popular alertando contra las perspectivas abiertas por “el golpe
restaurador” y el terror blanco que impondría el fascismo en España. Respecto del campo
popular constataba que el bloque antifascista apenas había atenuado sus diferencias
políticas. Y se preguntaba: “En el supuesto de que la insurrección quede deshecha, ¿las
milicias obreras que han salvado a la república, serán capaces del suicidio que implicaría
deponer las armas? Si las retienen, y se convierten de hecho en el brazo armado de la nueva
república, ¿podrán resistir la ofensiva fascista internacional que apoya a los insurrectos y que
provocará después la inevitable intervención? ¿Disponen las masas obreras, en este mismo
instante, de la organización adecuada y de los „cuadros‟ suficientes? Las dos primeras
preguntas son imposibles de contestar, pero dependen, en gran parte, de la última”. Así,
apostando al desarrollo del factor subjetivo, inspirándose en Lenin, sostenía que las
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 59

“deficiencias del movimiento obrero español” irían desapareciendo en el curso mismo de la


lucha.

Ponce no viviría para conocer la derrota republicana de abril de 1939 ni su


eslabonamiento con la Segunda Guerra Mundial. Pero su apuesta a la victoria contra el
fascismo de la mano de la clase obrera, a partir del análisis histórico, expresaba una
tendencia universal en desarrollo.

El posicionamiento particular de Ponce respecto del rol de los intelectuales en la


coyuntura política, de una forma u otra se iba desarrollando a lo largo de los números
Dialéctica. Pero es en el N° 6, donde explícitamente formula el papel que los intelectuales
debían jugar en esas horas decisivas. Bajo el título “El primer año de la AIAPE”, como
balance de esa entidad, destacaba que “por primeva vez trabajadores intelectuales” [80
artistas y escritores] “acostumbrados al individualismo díscolo” se reunían ante el llamado
imperativo de la historia, porque “no actuar empezaba a ser una de las formas de la
complicidad”. Y agregaba: “Un año ha transcurrido desde entonces. La oportunidad de este
mensaje –desmesurado en opinión de algunos; injustificado para otros– resalta hoy, tal vez
más que ayer, con evidencia plena”. Ponce reivindicaba: “Desde el frente cultural que
nosotros defendemos, nos cabe el honor de haber señalado la amenaza cuando eran
muchos todavía los que nos acusaban de alarmismo, o de dócil imitación de extranjerías”.

Evidentemente, le resultaba imprescindible enumerar los logros de ese año en el que


estuvo en la dirección de la asociación. De un centenar de asociados se había llegado a dos
mil; se ampliaron las regiones de influencia y fue creciendo el número de filiales que
adoptaron las bases de la asociación en Rosario, Tandil, Paraná, Corrientes, Tucumán, Tala
y Crespo; y en tres países: Chile, Uruguay y Paraguay. Con ello daba cuenta de la extensión
y profundidad de la influencia alcanzada a solo un año de su gestión. Además destacaba las
menciones elogiosas que recibió la AIAPE en ese período por parte del Comité de
Vigilance des Intellectuels Antifascistes (1934-1938) en París. Subrayaba especialmente la
coherencia en sostener los principios del “Manifiesto” inaugural de defensa de la cultura
nacional frente a la ofensiva fascista, promoviendo actos públicos, pronunciamientos y
declaraciones.166

Entre las actividades realizadas mencionaba: el acto en homenaje a Barbusse, la


declaración contra la condena a Raúl González Tuñón, la lucha contra la expulsión de quince
alumnos de la Escuela de Bellas Artes, pronunciamientos ante los agravios a escritores
argentinos por parte de la derecha en la Cámara de Diputados. Se trataba de los
pronunciamiento por el derecho a asilo del exilado boliviano Tristán Marof (uno de los
fundadores del POR), contra el irregular encarcelamiento del escritor Héctor Agosti, contra el
secuestro del libro “Tumulto” de José Portogalo, el repudio a las acusaciones contra este
último autor y la censura contra el pintor Demetrio Urruchúa, todos ellos militantes
comunistas. A la vez, se habían organizado charlas en las filiales del interior y enviado
oradores y guías de lecturas requeridas por los interesados.

Ponce también opinaba sobre los aciertos, errores, críticas y límites de los tres
números de revista Unidad, órgano de AIAPE. La publicación, hermosamente presentada,
había producido un primer número monótono pero que se transformó “en riqueza de variedad
de voces y temas en las siguientes ediciones”. Sin embargo, no había logrado superar “la

166
El Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas (CVIA) fue fundada en marzo de 1934 en
París, reunía a los intelectuales franceses decididos a oponerse al ascenso del fascismo. Algunos
consideran que este nucleamiento fue un precursor del Frente Popular.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 60

estrechez económica” ni pudo ser un factor de aglutinamiento de los socios dispersos. De


todas formas, Ponce anunciaba, el problema económico quedaría resuelto a partir de su
negociación con una editorial que concretaría las próximas ediciones sin costos para la
asociación.

En una reflexión de balance más profunda, respecto del campo de los intelectuales a
aglutinar, ratificaba que “el educador necesita ser educado”: advertía sobre la dificultad en
modificar lo ya aprendido y también los grados en que se ignora la realidad en que se vive.
“Años y años de educación inspirada en un criterio más o menos «humanista» han
interpuesto entre nosotros y la vida una cortina tan tupida que los científicos y los artistas
desconocen por igual las realidades sociales en que viven. A punto tal que la tarea más
concreta o el problema más trivial resultaba muchas veces una audaz exploración en lo
desconocido”. Toda una orientación de largo plazo, articulando acción política y debate
ideológico en el campo cultural, podía inferirse de sus palabras.

Estas formulaciones de balance, publicadas por Ponce en Dialéctica, aparecen como


una defensa de un posicionamiento político-cultural que se abría paso frente a
cuestionamientos y críticas en el seno de la intelectualidad de izquierda a los que ya
hemos referencia. A la vez, se debe destacar el decisivo influjo que su figura tuvo en la joven
generación que se nucleó y salió a la lucha política en esos años.

El contenido político-ideológico de Dialéctica y la actuación de su director en relación


con los hechos y debates de la década, nos permiten comprender la relación de este
intelectual con la realidad política de su época, en relación a la contradicción reiteradamente
planteada entre “autonomía” y “compromiso” frente incorporación orgánica a la actividad
política, así como abordar la incidencia de sus acciones y toma de posición en la escenario
político nacional e internacional y sus correlatos en la producción y el campo cultural.

El recorrido que Pone realiza del positivismo al marxismo, del liberalismo sarmientino
a posiciones revolucionarias afirmando la hegemonía proletaria en la revolución necesaria,
expresó una interacción de Ponce con el partido comunista que germinó a mediados de los
años 30 en coincidencia con un salto en el desarrollo del comunismo argentino en la actividad
sindical y política, afianzando una corriente clasista en los sindicatos por ramas y una
ampliación de su influencia en otros sectores populares, en un contexto internacional de gran
polarización contra el fascismo y, a la vez, de auge de luchas obreras. Este recorrido culmina
para Ponce en una comprensión más profunda del hecho nacional latinoamericano, que le iba
permitiendo saldar cuentas con el sarmientinismo en la valoración de las masas populares
argentinas, indígenas y criollas. Un proceso truncado por su muerte.

Ese influjo del comunismo que observamos en Ponce es el que también condicionó
favorablemente durante todo un período nuevos desarrollos de la política cultural del partido,
que se abrió al conocimiento y asimilación de las culturas populares haciendo posible un salto
fundamental en los contenidos antiimperialistas, democráticos y proletarios de nuevos
productos de la cultura argentina en todos los campos creativos.

En los años posteriores, las posiciones políticas del PCA evolucionarían,


contrariamente al recorrido al que llegara Ponce, desde posturas que el propio partido criticó
como oportunismo de derecha o de seguidismo de la burguesía y de los terratenientes
liberales, hasta la alianza en la Unión Democrática, que tuvo como blanco principal al
nacionalismo burgués del peronismo, contradiciendo la concepción leninista del imperialismo
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 61

y aceptando las concepciones “browderistas”.167 Lo que en Ponce fue un punto de llegada se


convirtió en una orientación secundarizada en el PCA durante los años 40.

Bibliografía

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Biagini, H. A. y Roig. A. A. El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo II.
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Vargas, Otto. El Marxismo y la revolución argentina. Tomo II. Buenos Aires: Ed. Ágora. 1999.

Revistas:

Cuadernos de Cultura. N° 35 1958.

Dialéctica. N° 2, 4, 5, 6. 1936.

167
Earl Brower, Secretario General del Partido Comunista Estadounidense, alimentó entre los partidos
comunistas latinoamericanos una concepción conciliadora que suponía que la alianza antifascista
soviético-estadounidense podría mantenerse concluida la segunda guerra mundial e impulsaba la vía
de la coexistencia pacífica.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 62

168
AULAVEREDA. UNA PRAXIS PONCIANA EN LA EDUCACIÓN DE LA INFANCIA

Drda. Paula Shabel

Niñez y pensamiento socialista

El desarrollo del sistema capitalista ha colocado la lógica de la vida material y


simbólica en una lucha antitética entre el capital y el trabajo, en la que ambos disputan sus
modelos de sociedad y de ser humano. En concomitancia con el debate político y económico
que suscita esta oposición, “la pregunta por la infancia interroga acerca de las formas de
reproducción humana de una sociedad”169 y, por lo tanto, preguntarse por las imágenes de
niñez producidas en un determinado contexto es indagar sobre los cimientos de los diversos
proyectos de sociedad y sus imágenes de futuro.

Con el surgimiento del capitalismo, el ascenso de la burguesía como bloque histórico


dominante y la consolidación de los Estados Nacionales se gestó una taxonomía jerarquizada
sobre los objetos, los procesos y los individuos, donde el sujeto trascendental kantiano,
masculino, adulto y europeo resultaba ser el eslabón más evolucionado de la cadena
humana. Allí se ubicó a la niñez como el par dicotómico de la madurez, un estadio inferior
repleto de características negativas y falencias. La niñez nació así con la modernidad170 y,
como tantas otras categorías171, fue construida desde la desigualdad y no desde la diferencia.
En este marco, los niños y niñas han sido históricamente considerados irracionales e
incapaces y asociados a imágenes como la de niño-salvaje, niño-naturaleza y niño-tábula
rasa, todas basadas en la negación de los niños y niñas como sujetos activos y reflexivos
sobre sus propias vidas.

Sin embargo, esta mirada hegemónica de niñez no ha sido la única que circuló en los
espacios políticos y pedagógicos produciendo definiciones y definiendo políticas públicas
(discursos y recursos), dada la naturaleza inacabada de la centralización del poder y la lucha
constante que se produce en el seno de los Estados modernos172. Si bien ha habido diversas
corrientes de pensamiento que tomaron esta problemática para desarrollar concepciones
alternativas de infancia173, nos centraremos a continuación en lo que ha aportado el
pensamiento socialista a este debate.

168
Artículo en su original en Revista Inclusiones, Volumen Especial Enero-Marzo 2018.
169
S. Carli, La memoria de la infancia. Estudios sobre historia, cultura y sociedad (Buenos Aires:
Paidós, 2011), 9.
170
P. Ariès, El niño y la vida familiar en el antiguo régimen (Madrid: Taurus, 1987). Diversos autores
han cuestionado esta tesis de Ariès con argumentos más o menos sólidos, pero entendemos que su
trabajo sigue siendo un marcador de cambios significativos en torno a la categoría de infancia.
171
E. Gruner, La oscuridad y las luces (Buenos Aires: Edhesa, 20109.
172
A. Gramsci, Cuadernos de la Cárcel (México: Era, 2009).
173
S. Carli, Niñez, pedagogía y política. Transformaciones de los discursos acerca de la infancia en la
historia de la educación argentina entre 1880 y 1955 (Buenos Aires: Miño y Dávila, 2012) e I. Cosse,
Estigmas de nacimiento. Peronismo y orden familiar 1946-1955, Buenos Aires (Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica y Universidad de San Andrés, 2006).
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 63

Frente a la reificación y deshumanización, el socialismo se propone como alternativa


real en tanto dignidad e igualdad de todos los hombres y mujeres, y desde allí urde otra forma
de sociedad e, inevitablemente, otra concepción de infancia. Aunque asumimos que no es
posible poner en práctica un nuevo modelo de infancia (o de educación, o de salud) sin un
cambio social radical, estamos seguros de que no existirá tal cambio si no nos ocupamos de
desarrollar una concepción de infancia que represente los ideales más revolucionarios.

Así lo entendieron teóricos y militantes marxistas de todas las épocas que, más o
menos explícitamente, hablaron de niños/as y hasta hablaron con niños/as, sobre la
emancipación social. El ejemplo más claro es, quizás, el de José Martí (1853-1895) que, ya
en el siglo XIX, consideraba fundamental el rol de las/os más pequeñas/os en la construcción
de una sociedad libre y justa y con ese espíritu fundó la revista La edad de oro. Esta
publicación mensual afirmaba que “para los niños trabajamos” y tenía como objetivo
“conversar” con ellos/as y decirles “todo lo que quieran saber (…) y de modo que lo entiendan
bien”, siempre utilizando “nada más que la verdad”174. En este sentido, el autor reconocía a
los/as infantes (explícitamente a ambos géneros) como interlocutores válidos, a quienes
invitaba a escribir a la revista con sus dudas, al tiempo que asumía las particularidades de
esa etapa de la vida para la que había que adaptar las explicaciones. La combinación entre
ternura y respeto que encontramos en las palabras de Martí desafía cualquier concepción de
infancia de la época y rectifica la noción socialista de ser humano, donde caben todas las
diversidades en términos de igualdad.

El socialismo ruso en sus primeros años de revolución también se dio a la tarea de


preguntarse por el lugar que niños y niñas tenían en la nueva sociedad. Podemos citar a
Nadezhda Krúpskaya (1869 - 1939) y Moisey Pistrak (1888-1937)175 como dirigentes políticos
y pedagogos que colocaron a la infancia en un diálogo respetuoso con la adultez, rompiendo
la unidireccionalidad del conocimiento en términos generacionales. Esto resultaba
fundamental para el desarrollo del proyecto soviético: “nuestra revolución intentó evitar el
adoctrinamiento y, por eso, ella estuvo siempre viva”176. Entendiendo que su triunfo dependía
de la construcción de un poder de abajo para arriba en el camino hacia una sociedad sin
Estado, le otorgaron a los niños/as la agencia de ser sujetos de su propia historia, construir
socialismo a su modo, desde la libertad que les daba la escuela para elegir cómo cambiar al
mundo, según las condiciones materiales de cada contexto: “los niños (…) no se preparan
apenas para vivir, sino que ya viven una verdadera vida”177.

Sin embargo, vale aclarar que la relación entre revolución social y niñez no es
automática y que no todos los proyectos emancipatorios han considerado (ni lo hacen hoy en
día) a niños y niñas como parte de ese cambio y, por el contrario, muchos han reproducido
discursos y prácticas autoritarias e irrespetuosas en términos intergeneracionales. Ponce, en
cambio, es uno de los pensadores y militantes más lúcidos de su tiempo, que pudo esbozar el
problema de la infancia a partir de la pregunta por su educación.

La propuesta de Ponce para la educación de la infancia

Aníbal Ponce (1898 – 1938) es parte de esta tradición socialista y, en particular, del
“marxismo romántico específicamente latinoamericano” del que habla Löwy en el Prólogo del

174
J. Martí, La edad de oro (La Habana: Editorial Gente Nueva, 2002), 5 A 7.
175
Pistrak fue perseguido, encarcelado y finalmente fusilado por el estalinismo.
176
L. C. Freitas, A Luta por uma pedagogía do meio: Revistando o conceito, em M. Pistrak, A escola-
comuna (San Pablo: Expressao popular, 2009), 20.
177
M. Pistrak, Fundamentos de la escuela del trabajo (San Pablo: Expressao popular, 2000), 42.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 64

libro de Kohan De Ingenieros al Che178. Ponce critica la sociedad burguesa por ser
destructora del propio ser humano y propone, en cambio, un humanismo proletario que
rescate lo mejor de hombres y mujeres para producir lo que luego el Che,
influenciado por estas lecturas179, enunciaría como el Hombre Nuevo. Sujetos vueltos sobre
las relaciones sociales, humanizados, con el amor del que hablaba Martí y la ternura
enunciada por el propio Guevara.

Como intelectual orgánico de la clase, Ponce se preocupó por la gestación de una


nueva cultura que no se escinda de la práctica política, que no se separe de las necesidades
e intereses de los sujetos que la producen día a día: “La historia contemporánea nos enseña
que en manos de la burguesía el humanismo está en trance de morir. Y morirá, sin duda, si el
proletariado no le arrebata a tiempo, junto con la hegemonía económica, la dirección de una
cultura que en el momento actual solo ha sabido envilecer”180. En su texto Humanismo
burgués y humanismo proletario181 el autor propone una praxis cultural que se ocupa de
aspectos psicológicos, pedagógicos y sociológicos, en una dialéctica entre lo individual y lo
colectivo como cimiento de una verdadera refundación social.

En esta apuesta por “la realización del hombre total” que elabora Ponce la infancia no
fue dejada a un lado. El autor dedicó obras enteras al análisis y entendimiento de esta etapa
de la vida como Ambición y angustia de los adolescentes182 y Diario íntimo de una
adolescente183. Si bien son textos psicológicos en los que no ahondaremos en esta
publicación, los mencionamos para ubicar la relevancia que Ponce le adjudicaba al problema
de la niñez y su educación, dos temas íntimamente relacionados en su pensamiento. Tanto
es así que el Instituto Cultural Joaquín V. González publicó en 1930 una serie de clases
dictadas por él bajo el título Problemas de psicología infantil184 donde se lee al comienzo:
“Compuestas ayer para algunos maestros, editadas hoy por otros, mis clases no podían
alcanzar una fortuna mayor; y si este libro mereciera la responsabilidad de una dedicatoria,
llevaría escrito en la más clara de sus páginas el alto nombre de los maestros argentinos”185.

Es en la pregunta por la revolución que surge necesariamente la cuestión de la


infancia y la pedagogía, la formación del Hombre Nuevo en todos sus aspectos y todas las
etapas de la vida: “La educación es el procedimiento mediante el cual las clases dominantes
preparan en la mentalidad y conducta de los niños las condiciones fundamentales de su
propia existencia”186. En Educación y lucha de clases187 Ponce analiza la propuesta

178
N. Kohan, De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano (La
Habana: Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 2008), 28.
179
Julio Woscoboinik cuenta en su libro que Ponce fue una de las lecturas de Ernesto Che Guevara en
su viaje por Latinoamérica y que fue tal su influencia que mandó a publicar sus escritos ya en la Cuba
de 1961. J. Woscoboinik, Ponce en la mochila del Che: Vida y obra de Aníbal Ponce (Buenos Aires:
Proa XX, 2007).
180
A. Ponce, Humanismo burgués y humanismo proletario (Buenos Aires: Capital intelectual, 2009),
31.
181
A. Ponce, Humanismo burgués y humanismo proletario…
182
A. Ponce, Ambición y angustia de los adolescentes (Buenos Aires: Cartago, 1984).
183
A. Ponce, Diario íntimo de una adolescente (Buenos Aires: Cartago, 1981). Ponce ubica la niñez
hasta los siete años para separarlo de la pubertad y adolescencia hasta los 18 años y analizar los
procesos psicológicos de cada etapa. Aquí nos limitamos a pensar la infancia como la primera etapa
de la vida hasta los 18 años, sin desconocer las diferencias que se suceden a lo largo del período.
184
A. Ponce, Obras completa de Anibal Ponce (Buenos Aires: Cártago, 1974).
185
A. Ponce, Obras completa de Anibal Ponce... 396.
186
A. Ponce, Educación y lucha de clases (Buenos Aires: Luxemburgo, 2014), 269.
187
A. Ponce, Educación y lucha de clases…
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 65

pedagógica burguesa (entre otras) y nos permite reconstruir su proyecto de infancia. Por un
lado hay una apuesta por “formar individuos aptos para la competencia en el mercado”188,
hombres útiles que produzcan y reproduzcan para el sistema. Por eso Comenius, ícono
pedagógico de varias cortes europeas desde el siglo XVII, pretendía en su didáctica Magna
escribir las “bases para una enseñanza rápida y sin fatiga”189. Sin eufemismos, el proyecto
era por una educación barata y funcional. Frente a este enunciado, Ponce sostiene que
“formar soñadores es, entonces, una exigencia de la revolución”190, asumiendo que la
educación no es una forma de instrucción, sino la posibilidad de crítica y creación. Este
movimiento ubica a la infancia en un lugar de capacidad diferente al de la sociedad
capitalista, ya no es lo nuevo que hay que disciplinar, salvaje, intempestivo, sino lo necesario
para hacer avanzar la historia.

Por otro lado, Ponce ubica la distinción en la educación de la burguesía y la del


proletariado. Con la formación de las instituciones educativas públicas en el siglo XIX los/as
hijos/as de los/as trabajadores/as fueron destinados a recibir una educación práctica, también
desde la repetición, pero manual. Las niñas y niños refuerzan desde entonces su condición
de clase en instituciones educativas que los preparan para dirigir o para trabajar sin saben
por qué ni para quién191. Pensar y hacer no serían compatibles en una sociedad de clases
donde, de hecho, el sujeto vive escindido de sí mismo y desconoce sus relaciones sociales
más constitutivas. En Humanismo burgués… Ponce ya se preguntaba “¿cómo es posible que
continúe todavía la secular separación entre teoría y práctica, la inteligencia y la voluntad, la
cultura y el trabajo?”192.

La educación burguesa es, en esta misma línea, individualista desde sus orígenes
renacentistas. La misma se desarrolló sustrayendo a los niños de la realidad social,
cualquiera que esta sea, escindiendo a los niños entre sí y de las comunidades en las que
están insertos, incluso de sus familias. En el caso de niños y niñas obreras hay una clara
intención de “hacerles olvidar o avergonzar de sus orígenes modestos”193, pero es en todas
las clases que se apuesta a una construcción de niñez aislada, culpable de su propio fracaso
escolar. Frente a los aterradores números de deserción que cita Ponce describiendo la
realidad argentina de la época, su conclusión es que “la burguesía no ha sido capaz de
procurar a las masas durante ese lapso de tiempo ni siquiera la enseñanza mínima que
estaba en su interés asegurarles”194.

Ponce analiza las propuestas de reforma surgidas a partir de este evidente desengaño
pedagógico, sobre todo aquellas que tomaron los idearios de Rousseau y Pestalozzi para su
sustento. Concluye que bajo el lema de desarrollar “una consideración mayor por el
educando”195, lo que se propone es un sujeto individualizado, desprovisto de redes de
contención, pero también de condicionamientos sociales, único responsable de su presente y
de su destino. Se enaltece la autonomía de la infancia escondiendo tras de sí las
desigualdades que atraviesan las distintas niñeces, que se ven a su vez profundizadas por
estos discursos liberales y románticos.
188
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 236.
189
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 219.
190
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 43.
191
Ponce explica que el desarrollo de las escuelas politécnicas, necesarias “para satisfacer al patrón”
llegó acompañada de una severa vigilancia sobre esta generación “porque la hace demasiado
independiente”, A. Ponce, Educación y lucha de clases… 248
192
A. Ponce, Humanismo burgués y humanismo proletario… 89.
193
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 255.
194
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 253.
195
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 206.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 66

En estas corrientes pedagógicas reformistas la infancia es considerada entonces


incapaz de comprender los problemas que la atraviesan, demasiado tierna y frágil como para
enfrentarla a los males del mundo: “El pedagogo pequeño burgués cree que pone a salvo el
alma de los niños porque en las horas que pasan por la escuela se esfuerza por ocultarle ese
mundo”196. Los chicos y chicas pasan sus días siendo privados de información y silenciados
en sus opiniones de aquellos temas de grandes que los profesionales de la infancia (contra
los que también arremete Ponce) muy arbitrariamente han designado. Estos expertos nos
han enseñado que los niños y niñas no serían capaces de aprender u opinar sobre asuntos
políticos y sexuales, pero están más que listos para enrolarse en cualquier credo antes de
que alguien les pueda explicar el amplio abanico de opciones que hay en dicho terreno.

Ponce, en cambio, y tal como afirma Wanschelbaum en el estudio introductorio que


realiza de Educación y lucha de clases, “recurrió a la aplicación del materialismo histórico
para el análisis de los procesos educativos históricos, fijando al niño a su pertenencia de
clase y como representante universal del socialismo”197. Esta valorización de la infancia como
sujeto histórico, capaz de comprender, analizar y actuar sobre su propia realidad, desafiaba
las propuestas más progresistas de la época e, incluso, muchas de la actualidad. Si bien
Ponce ha recibido críticas por esta postura198 nos resulta fundamental recuperar su análisis
clasista de la niñez, que no le permite confundir humanismo con el romanticismo ingenuo
desde el que tantas veces se ha abordado a este sujeto.

Si bien el autor realiza un cítica directa a la violencia como metodología pedagógica,


advierte al mismo tiempo que “no bastaba entonces el mucho amor a los niños para
comprenderlos en sus necesidades, tan distintas a las nuestras”199 y remarcamos la
particularización que hace de esta etapa de la vida, sin escindirla de su condición de clase.
Aquí la niñez es también protagonista, es activa y respetada en sus especificidades: “Ese
niño que de acuerdo a sus intereses y a sus fuerzas asume una función activa en la sociedad
se coloca por lo mismo, y a pesar de las diferencias de edad, en igualdad de condiciones que
el adulto”200.

Frente a lo que muchos pedagogos denominaban “el siglo de los niños”, en referencia
a la relevancia adquirida por la temática en aquel momento, Ponce se manifiesta con ironía
escribiendo que “El Estado burgués no solo dejó caer algunas lágrimas sobre la desgraciada
causa de la infancia”201 y describe las paupérrimas condiciones en las que vive y estudia la
infancia proletaria. El autor entiende que no puede separarse la escuela de un tiempo, como
no pueden separarse los sujetos, de sus bases económicas y productivas, porque
necesariamente estas condicionan las formas en las que se enseña y aprende. Por el
contrario, las experiencias pedagógicas deben tomar en consideración estos contextos y
colaborar con la construcción de conocimiento al respecto, en tanto es esta la única forma de
empezar a pensar en transformarlo.

Sin embargo, el autor no cree que la escuela pueda generar por sí misma el camino
hacia una sociedad de iguales: “construir al nuevo hombre a partir de la escuela de la
burguesía [es una] aspiración absurda (…) los ideales pedagógicos son expresión de la lucha

196
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 2081.
197
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 71.
198
S. Carli, Niñez, pedagogía y política. Transformaciones de los discursos…
199
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 258.
200
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 2077.
201
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 249.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 67

de clases”202. Esta crítica a las posturas románticas y reformistas sobre la educación no


anulan la posibilidad de una praxis alternativa en este campo o en cualquier otro. De hecho,
Ponce dedicó gran parte de su vida a dar clases creyendo que la crítica organizada era una
práctica revolucionaria, que el humanismo proletario es tarea del presente, que los niños no
son las futuras generaciones sino las actuales y sus maestros/as son actores fundamentales
de la transformación social. Tal como afirmaba Lenin en El Estado y la Revolución “nosotros
queremos la revolución socialista con hombres como los de hoy”203, el Hombre y la Mujer
Nueva surgen de lo que somos en el presente y no de un ideal imaginado.

De los escritos de este autor, entendemos una reivindicación por las prácticas
emancipadoras que, de hecho, existen en muchas aulas de la escuela burguesa y en
experiencias comunitarias. Asumimos también la defensa por la educación laica, gratuita y
obligatoria como una conquista realizada por las luchas populares en el camino a la sociedad
de iguales, enaltecemos el trabajo que desde allí realizan cientos de docentes de todos los
niveles y áreas, las formas de infancia que también se forjan desde sus aulas y sus
sindicatos. Presentaremos a continuación una experiencia de trabajo con niños y niñas que,
si bien no se desarrolla dentro de una escuela formal, entendemos que recupera algunos de
los principios pedagógicos que propone Ponce.

Aulavereda, una praxis Ponceana

En el prefacio a la edición cubana que escribe Nestor Kohan en su libro De Ingenieros


al Che el autor se manifiesta por la necesidad de usar las categorías marxistas
“creadoramente”204. Fue con este espíritu, en el que resuena el “Ni calco ni copia” de
Mariátegui, que surgió AulaVereda (AV) como un espacio de educación para la infancia. Un
espacio no formal o más allá de la escuela que comenzó a funcionar en el año 2008 en el
Centro Cultural La Casa de Teresa (El Tere) en el porteño barrio de Almagro. El espacio, con
una historia de militancia desde los 60s, había sido abandonado hacía más de una década
por la crisis política y económica del país y estaba siendo recuperado por el Partido
Comunista y organizaciones cercanas. Hoy el proyecto se desarrolla también en Villa 31,
Barracas, Devoto y varios municipios de la Provincia de Buenos Aires, impulsado en todos los
casos por el Partido y por muchos compañeros y compañeras que asumen el proyecto sin la
filiación partidaria, pero convencidos/as de la necesidad de generar una línea de trabajo con y
para los hijos e hijas de los y las trabajadoras.

Por su parte, AV Almagro abre sus puertas desde entonces todos los sábados de
febrero a diciembre para chicos y chicas de entre 3 y 18 años, en su mayoría vecinos/as del
Tere y atravesados/as por una problemática habitacional, denominador común de la Ciudad
de Buenos Aires. En este contexto, AulaVereda propone un espacio de acompañamiento
escolar, pero también de propuestas lúdicas y otras de reflexión política, emprendimientos
productivos, encuentro con otras organizaciones, etc. Niños y niñas tienen la oportunidad
de hacer la tarea mientras discuten la participación en una marcha o los objetivos a
desarrollar en un proyecto solidario, que ellos mismos propusieron. Para los y las más
pequeñas se elaboran propuestas con escenarios lúdicos en paralelo para que ellos puedan
elegir y decir qué sí y qué no. Se los invita a tomar decisiones, aquellas que están a su
alcance y pueden ser significativas para ese momento de su vida. Los treinta chicos y chicas
que suelen asistir todos los sábados se dividen en cuatro grupos de trabajo: Inicial (3 a 5),

202
Frente a este planteo también se le han hecho fuertes críticas como reduccionista o economicista
(Puiggrós, 1998) y A. Ponce, Educación y lucha de clases… 62.
203
V. Lenin, El Estado y la Revolución (Buenos Aires: Nuestra América, 2006), 60.
204
N. Kohan, De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo… 15.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 68

Alfabetización (primero y segundo grado), Medios (tercero, cuarto, quinto, sexto) y Grandes
(secundaria), cada uno acompañado de tres o cuatro educadores/as, que son llamados/as
siempre profes.

Esta realidad es, sin embargo, un punto de llegada y no de partida para el proyecto
porque AV empezó siendo un espacio destinado solo a niños/as de primaria que necesitaban
apoyo escolar, según el relato de las familias que se acercaron al centro cultural preocupadas
por el fracaso escolar de sus hijos/as. Desde entonces AV se fue transformando en el
proyecto educativo que es hoy, con un abordaje de la infancia que recupera las tradiciones
descriptas en los anteriores apartados y propone una forma de trabajo concreta. Esto no
quiere decir, sin embargo, que los y las educadoras de AV han leído todos los textos citados
más arriba antes de forjar un programa y luego llevarlo al plano real. Por el contrario, la
producción de AulaVereda es una práctica que ha ido incorporando debates teóricos en la
medida de sus necesidades y siempre teniendo en cuenta las características de cada
territorio donde se trabaja y de cada equipo de educadores/as y chicos/as. En este sentido es
difícil hablar de experiencias concretas basadas en este o aquel teórico porque se corre el
riesgo de hacer aplicacionismos simplistas y mecánicos que limitan los análisis. De modo que
analizaremos a continuación algunos planos de AV para que los/as lectores/as saquen sus
propias conclusiones.

AV surgió, como ya mencionamos, de escuchar la necesidad subjetiva planteada por


las familias del barrio de que los/as chicos/as pasen de año, que accedan a los espacios
oficiales de conocimiento legítimo, que es lo que problematiza Ponce en los últimos
apartados de Educación y lucha de clases: “Ninguna sabiduría monopolizada por un grupo en
detrimento de los más”205. Los que fracasan, en este sentido, no son los/as estudiantes, ni
los/as docentes, ni son los programas, sino que es el propio sistema, tal como lo denunciaba
el pedagogo en los 30s. Sin embargo, no entendemos que por este motivo haya que
abandonar la lucha en el campo pedagógico, sino que, por el contrario, durante todos estos
años seguimos pensando y modificando nuestra manera de posicionarnos ante lo que hoy
entendemos como un derecho vulnerado de los/as chicos/as: el derecho a una educación
digna. Por eso AulaVereda acompaña las escolaridades de los/as niños/as, pero también las
luchas docentes, en las marchas y en el espacio de reflexión que llevan adelante,
reivindicando “que el maestro es un obrero como los otros, y como los otros, explotado y
humillado”206.

Semana a semana, AulaVereda comienza en Almagro con una asamblea al principio


de la jornada donde se encuentran los 10 educadores y 30 niños, allí se toman decisiones
sobre el espacio, sobre la merienda o los juegos que se llevarán a la plaza para jugar, se
discuten, se votan, se respetan las resoluciones colectivas, se aprende a escuchar, a esperar
y se va forjando la idea de que todos/as juntos/as hacemos mejor las cosas que por
separado. El orden del día asambleario es más que desordenado para cualquier
espectador/a, pero no así para los y las participantes que logran ponerse de acuerdo en
medio de todo ese griterío. Cualquier observador atento diría que se asemejan a las
asambleas de adultos en este punto:

“[Todos sentados en ronda, profes y chicos de jardín y primaria, menos profe


Helena y profe Fabiola que están paradas para llevar adelante la asamblea con
una cartulina pegada atrás y marcadores en la mano. Algunos chicos piden
silencio y otros están charlando, los adultos igual. Baja el ruido y Helena

205
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 275.
206
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 284.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 69

explica que hay dos carteles pegados en la sala, uno que dice “SI” y otro que
dice “NO” y que ella va a hacer algunas preguntas y para responderlas hay que
ir a alguno de esos carteles]
Helena:- Bueno, la primera pregunta es: ¿Quieren ir a merendar hoy a Patio
Salguero? [Fabiola anota en la cartulina bien grande “PATIO SALGUERO”]
Chicos:- Siiiiiiiiiiii!!!!! [Se mueven casi todos hacia esa cartulina, griterío total, es
difícil saber quién dice qué cosa, solo un niño va al “NO”]
Helena: Segunda pregunta: ¿Quieren merendar jugo en el Patio?
[Los chicos esta vez dudan un poco más, tardan un poco más, algunos van a
“SI” y otros a “NO”]
Helena:- Va la tercera: ¿Quieren merendar te?
[Los chicos más chicos no entienden bien y votan que si o que no a las dos
opciones, los que ya tienen 6 o 7 años pueden distinguir y hacer una elección.
Las preguntas siguen sobre los juegos que se van a llevar y Fabiola va
anotando todo en mayúscula en el afiche que al final se lee con las
resoluciones. En esa puesta en común surgen algunas discusiones que traen
siempre los que quedaron en minoría, pero se resuelven sin demasiada
207
complejidad con intervenciones de niños y profes]” .

Entendemos participación como la toma de decisiones que hacen a la propia vida y


eso intenta hacer AV disputando, junto con Ponce, las nociones de autonomía, que no
significa dejar solos a los/as chicos/as como en las corrientes rousseaunianas, no es
responsabilizarlos/as por su fracaso escolar ni dejar que armen solos la propuesta de
merienda, sino es ir acompañándolos en su propia construcción como sujetos capaces y
conscientes: “Ese niño que de acuerdo a sus intereses y a sus fuerzas asume una función
activa en la sociedad (…)”208. La propuesta es por habilitar espacios de diálogo reciprocitario
en la construcción paulatina de una autonomía individual y colectiva a partir de dinámicas
accesibles que no reproduzca el adultocentrismo, que no pretenda que niños y niñas discutan
y argumenten durante horas, sino respetando las particularidades de esa etapa de la vida.

Como educadoras/es asumimos que el diálogo con los/as chicos/as es fundamental,


pero no sucede mágicamente, sino que la palabra se genera, se enseña y en ese sentido la
propuesta de Ponce, así como la de AV se alejan de las corrientes desescolarizantes
entendiendo que no hay nada más antidemocrático que no educar, que apelar a cierto
espíritu innato de la infancia, porque no existe tal cosa si no es ubicada en una relación de
clase, de género, étnica. La invisibilización de estas condiciones es la norma de las
propuestas pedagógicas burguesas en tiempos de Ponce y hoy en día. Por eso AV propone
una problematización de esas circunstancias diferenciales, una objetivación de la desigualdad
a través de un proyecto de reflexión política para los/as más grandes, que a partir de una
iniciativa propia de “juntar ropa para los que necesitan” van construyendo sus propios
saberes sobre el tema en el diálogo con los adultos:

“[Sentados en la mesa de la biblioteca del Tere, seis chicos/as del grupo de


Grandes y tres profes. La actividad consistía en dividirse en parejas para leer
las propuestas de distintos proyectos solidarios que habían traído las profes y
luego comentarlos sobre la base de unas preguntas guía]
Profe:- ¿Qué tienen en común los proyectos?
Nikito (15 años):- Que ayudan a otras personas
Mica (16 años):- Que son muchas personas las que lo hacen
Mechi (15 años):- Que son todos proyectos de solidaridad
Naye (14 años):- Son cosas que te hacen buen ciudadano

207
Registro de AulaVereda Almagro, mayo 2016.
208
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 277.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 70

Profe2:- Pero cruzar la calle también te hace buen ciudadano, o cruzar el


semáforo en verde. ¿Cuál es la diferencia de eso con estos proyectos?
[silencio, no parece clara la diferencia para los chicos]
Niki (14 años):- La verdad no se, no sabemos, ustedes también pueden hablar
si saben la respuesta [a las otras profes presentes en la actividad]
Profe3 [se ríe] :- Tenés razón Niki, lo que pasa con estos proyectos es que en
todos le falta algo a la gente y si falta es porque hay necesidades que no están
cubiertas
Naye:- Claro, si ella vive en una mansión yo no voy a juntar arroz para llevarle
porque no le hace falta, más bien ella va a juntar arroz para los demás”
209
Niki:- Claro, en ese casi ella le tendría que dar a Naye”

Además, la asamblea en la que participan los niños y niñas de todas las edades
maneja el dinero disponible de AV, que a su vez viene del Centro Cultural. Los números de
entradas y salidas están anotados en el libro del coordinador adulto, pero se socializan
durante el encuentro y se escriben en grande para todos en una cartulina, se restan los
gastos de merienda y materiales y se define en qué se gastará lo que queda:

“Lila (profe):- Tenemos 1000 pesos en la caja y hoy gastamos 100 en la


merienda
Tomi (7 años):- Entonces nos quedan 9 meriendas
Lila [con sorpresa]:- Claro Tomi, 9 sábados de merienda y después hay que
pedirle otra vez al centro cultural o ver qué hacemos
[La profe Fabi va anotando todo en la cartulina: “$1000 – 100 = 900. 9
MERIENDAS”]
Helena:- En realidad surgió la propuesta del grupo de los grandes [secundaria]
de hacer una bandera de AV con el logo que estuvimos trabajando y para eso
necesitamos plata para las pinturas y queremos saber si la asamblea nos
habilita a gastar eso, que ya averiguamos y son 200 pesos”
Teodoro (10 años):- A mí me parece bien
Juan (12 años):- Yo puedo poner algo [y saca unas monedas que pone en la
caja de AV]
Romina (9 años):- Yo después la quiero colgar afuera a la bandera, así la ven
todos
210
Julían (7 años):- A mí la bandera me parece una caca”.

En esta valoración de las/os chicas/os como sujetos capaces de comprender su


realidad, entendemos que ellas/os manejan dinero todos los días de su vida porque son
los/as que hacen las compras, los/as que cocinan, las/os que realizan el trabajo doméstico.
En contra de toda ingenuidad Ponce afirmaba con ironía: “Y no se venga después con que
es posible luchar contra esas fuerzas [de explotación] quitando a los chicos los juguetes
guerreros, corrigiendo este o aquel libro de historia, enviando cartitas amistosas a los niños
de Japón”211, porque la realidad es más compleja que eso y para transformarla primero hay
que asumirla y entenderla. No se trata pues de cambios de currícula o de juguetes, sino de
analizar críticamente la realidad en la que cada uno/a vive para pensar luego cómo
transformarla. Los/as educadores/as de AV no eligen que los chicos y chicas tengan que
trabajar y que, incluso, muchas veces tengan que dejar de venir a las actividades para
realizar determinadas labores domésticas, pero si se valora el conocimiento que muchos de
ellos/as ya tienen sobre el trabajo y el dinero. De hecho, iniciaron un emprendimiento
productivo de alimentos para vender en los eventos culturales y así contribuir con las finanzas

209
Registro AV Almagro, septiembre 2016
210
Registro de AulaVereda Almagro, abril 2016
211
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 283.
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 71

del espacio, que fue una propuesta generada por los propios niños y niñas que querían
realizar distintas actividades a las que no podían acceder por falta de recursos.

En AulaVereda también se trabaja con los chicos y chicas la noción de militancia de


los educadores, que no cobran por el trabajo que hacen ahí, pero que tampoco van a “ayudar
a los chicos” por caridad, sino a construir en conjunto un proyecto mejor para sus vidas, para
el barrio, “para cambiar el mundo”, como dijo Alexis (seis años) en una asamblea:

“Profe:- ¿Ustedes saben por qué venimos acá los profes todos los sábados?
Teodoro (10 años):- Porque quieren estar con nosotros que somos lo más
Alejandro (7 años):- Porque nos quieren ayudar en la escuela
Tomi (7 años):- La verdad es que no tengo ni la más remota idea
Profe2:- Nosotros venimos acá porque creemos que el mundo en el que
vivimos es injusto, que algunos tienen más oportunidades que otros de
conseguir una profe particular o de ir a un club a jugar los sábados con otros
chicos, todo sale plata y el que no lo puede pagar se jode y nosotros no
estamos de acuerdo con eso
212
Teodoro:- Claro, nosotros somos pobres y no podemos pagar” .

AV ubica a niños y niñas en su pertenencia de clase, tal como proponía Ponce, para
poder analizar dicha situación, criticarla y pensar una la transformación que incluya lo
educativo, pero que también lo exceda. Con este mismo espíritu es que trabajamos en un
taller especial sobre el barrio con el grupo que tenían entre 9 y 15 entre 2013 y 2014. Este
colectivo se componía de once chicos y dos chicas que vivían cerca del centro cultural,
asistían a escuelas públicas en sus cercanías y estaban atravesados por serias
problemáticas de vivienda, trabajo y salud. Todos/as llevaban más de dos años asistiendo al
Tere y algunos hasta seis, con ciertos cortes de tanto en tanto. Muchos de ellos/as se
conocían además de la escuela, de jugar en la plaza del barrio o en la calle y algunos/as
compartían casa en un hospedaje colectivo de la zona.

En ese marco, se organizaron distintas actividades que consistieron en salidas por el


barrio donde realizaron entrevistas a vecinos, fotografías de lugares más y menos queridos y,
de este modo, construyeron relatos sobre lo que pasaba a su alrededor. Más tarde, visitaron
lugares que no conocían y se encontraron con otras organizaciones territoriales que trabajan,
como AV, con otros/as chicos/as:

“El mes de agosto vamos a salir con los chicos por el barrio a explorar los
lugares que ellos conocen, los que no, los que les interesan visitar con la
propuesta de “descubrir/construir el barrio”. Vamos a visitar la plaza del barrio,
los lugares que más habitan ellos, las baldosas [en memoria de los detenidos-
desaparecidos de la última dictadura] del barrio, los lugares emblemáticos. La
propuesta es empezar a construir su mirada del barrio y poder enmarcar el
213
análisis y esa mirada construida sobre el barrio en una propuesta de acción”

De estos recorridos acompañados por trabajos fotográficos, de filmación, mapeo y


mucha reflexión colectiva surgió el concepto de discusión política por parte de los/as
chicos/as:
“Pamela (profe): ¿Qué aprendieron acá?
Jean (13 años): Cosas como cómo vivir en la vida
Profe: ¿O sea?
Nico (14 años): Política

212
Registro de AulaVereda Almagro, abril 2016
213
Registro AV Almagro, agosto 2013
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 72

(…)
Miranda (profe): ¿A qué te referís con política Nico?
Nico: mmm, no sé…hablamos de política
Miranda: ¿Cuándo?
Juan (11 años): Cuando hablamos de que los desalojaron [refiere a la clausura
del centro cultural]
Jean: Antes hablábamos siempre
Nico: De Lanata [en referencia al periodista Jorge Lanata]
214
Jean: De que tomamos las escuelas”

Esto mismo aparece en varios registros. En la encuesta general de fin de año para los
chicos/as, Jean escribió que allí hablaban “de cualquier cosa, fútbol, política” y es interesante
porque en los registros de las actividades no encontramos la palabra política dicha por ningún
adulto. Sin embargo, podemos afirmar que los saberes que los/as chicos/as han construido
en el Tere son producto de las subjetividades individuales que hacen al propio grupo y, al
mismo tiempo, a su trayectoria dentro de AV en tanto experiencia formativa de una
organización política y práctica social que sirve de contexto para lo que allí se desarrolla y por
lo tanto significa esas experiencias de una forma determinada. Hay una intencionalidad clara
de enseñar profundizando la reproducción de las desigualdades. Y en este sentido AV
comparte con Ponce la crítica a los pedagogos más espontaneístas como Pestalozzi y
Rousseau argumentando que: “La libertad del niño dentro de la sociedad burguesa equivale
ni más ni menos a decir: renuncio a oponer la más mínima resistencia a las influencias
formidables y difusas con que la burguesía lo impregna en su provecho”215.

Las palabras citadas anteriormente dejan ver tanto la intención de los/as profes en su
rol de educadores/as sin perder la agencia de los/as niños/as en tanto grupo educando, dado
que éste es el que elige algunas situaciones para valorizar y retener y otras muchas para
ignorar, ya sea no prestando atención o repitiendo sin pensar lo que dicen los/as profes. Son
múltiples las situaciones en las que los/as educadores/as les propusieron una determinada
actividad en el barrio a los/as chicos/as y recibieron a cambio frases como: “no queremos
trabajar sobre eso”, “no profe, nos da fiaca”, “uuuuh, qué aburrido”, etc. y allí no alcanza la
intención de los/as adultos para que los/as niños/as aprendan. Esto es fundamental en
cualquier pedagogía revolucionaria que no abogue por una instrucción unidireccional, sino
que asuma la complejidad de educar a sujetos humanizados, que pueden cuestionar y
estar en desacuerdo con las propuestas y los contenidos que se trabajan.

Por otro lado, las temáticas que se han tratado en diversas actividades incluyeron las
clausuras que hizo el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a muchos espacios culturales
de la zona (incluyendo al Tere), las tomas en las escuelas, las baldosas por la memoria y
todo esto ha ido conformando una idea de lo político a pesar de que los/as profes nunca lo
hayan expresado de ese modo.

“[Sentados en la mesa de los grandes con dos profes]


Profe: Bueno, muchos de ustedes cuando les preguntamos qué habían
aprendido en la escuelita dijeron que “política” y la verdad es que nos
sorprendió bastante. Nos pueden explicar a qué se refieren con eso por favor
Todos/as [gritando y desordenadamente]: Política es cuando hablamos de
leyes, casas tomadas, jornadas [de la escuela], institucional, policía, gobierno,
derechos, democracia”; “Hicimos cosas de política porque entra el gobierno y
216
entra la sociedad, nosotros”; “las cagadas del gobierno”; “Teresa [Israel]” .

214
Registro AV Almagro, octubre 2014
215
A. Ponce, Educación y lucha de clases… 282.
216
Registro AV Almagro, noviembre 2014
Aníbal Ponce: Humanista y Revolucionario 73

A pesar de no haber dicho explícitamente esta palabra, queda claro que para los/as
chicos/as las actividades propuestas en el taller del barrio trataban sobre la política, un
asunto que nos involucra colectivamente porque “hablan de lo que pasa afuera” (entrevista
Nico, octubre 2014) de “la realidad” y “los problemas de la sociedad, no los de cada uno en
su casa o en la escuela” (entrevista Eze, septiembre 2014). Hay una clara asociación hecha
entre política y gobierno que se repitió en varias ocasiones, pero lo interesante es que el
Centro Cultural y su participación en AV queda situada en ese espacio “de la sociedad” y los
problemas que éste ha tenido con el gobierno por las clausuras son comprendidos como
problemas políticos.

Para seguir pensando y haciendo

En AulaVereda se hace la tarea y se estudia para las pruebas porque es una


necesidad de los chicos y chicas el irse con las cuestiones escolares resueltas, pero también
se plantean proyectos propios donde se trabajan contenidos escolares desde otra perspectiva
para acompañar esa institución, hoy tan vapuleada. El objetivo no es negar la cultura
burguesa ni los saberes hegemónicos, sino aprehenderlos y utilizarlos a favor de la
transformación. Basta con leer unas pocas páginas de “Humanismo burgués, humanismo
proletario” para ver cómo el mismo Ponce hace un análisis de la cultura opresora para ubicar
lo necesario de conocer todo ese acervo acumulado y leerlo en clave proletaria.

Pero incluso si la escuela funcionara perfectamente y los/as niños/as no necesitaran


de apoyo en las materias, entendemos que AV es un proyecto necesario porque allí se
trabajan otras formas de vínculo y de lectura de la realidad, de compromiso con el otro, de
placer por el conocimiento, de autonomía y de responsabilidad para con la transformación
entendiendo a los chicos y chicas como sujetos políticos capaces de reflexionar y transformar
la realidad de la que son parte.

Nestor Kohan en su libro ya citado asume de vital importancia la cultura


revolucionaria, la producción de subjetividades socialistas forjadas en el seno del humanismo
proletario que pregona Ponce, porque es allí donde se gesta el hombre y la mujer nueva,
integral. En este punto la ternura con la que debe trabajarse la niñez no es una cuestión
menor, pero tampoco lo es el compromiso y la disciplina de los educadores y educadoras,
que se ocupan de reflexionar sobre su práctica, volver sobre ella gracias a las planificaciones
y sistematizaciones realizadas cada sábado.

En este escenario planteamos a AV como experiencia de autonomía y colaboración,


de humanismo proletario puesto en práctica que interpela a las otras esferas de la vida de los
chicos y chicas en una relación de reciprocidad con ellas. Y lo plantean desde la educación
porque es lo que saben hacer, asumiendo que solo funciona si interpela la totalidad de la vida
de cada uno/a, si llega a transformar las relaciones sociales, a formar militantes de la
revolución.

Bibliografía

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