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El Patrimonio Industrial Jalisciense Del PDF

Este documento presenta el libro "El Patrimonio Industrial Jalisciense del Siglo XIX: Entre Fábricas de Textiles, de Papel y de Fierro" publicado por la Secretaría de Cultura de Jalisco. El prólogo destaca la importancia de preservar el patrimonio industrial del siglo XIX como parte de la historia y la identidad cultural de Jalisco. El libro analiza los orígenes y desarrollo de la industrialización en el estado a través de varias fábricas pioneras de papel, textiles y hierro establecidas
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El Patrimonio Industrial Jalisciense Del PDF

Este documento presenta el libro "El Patrimonio Industrial Jalisciense del Siglo XIX: Entre Fábricas de Textiles, de Papel y de Fierro" publicado por la Secretaría de Cultura de Jalisco. El prólogo destaca la importancia de preservar el patrimonio industrial del siglo XIX como parte de la historia y la identidad cultural de Jalisco. El libro analiza los orígenes y desarrollo de la industrialización en el estado a través de varias fábricas pioneras de papel, textiles y hierro establecidas
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GOBIERNO DEL ESTADO DE JALISCO

L.C.P. Emilio González Márquez, Gobernador Constitucional del Estado de Jalisco


Lic. Fernando Guzmán Pérez Peláez, Secretario General de Gobierno
Arq. Jesús Alejandro Cravioto Lebrija, Secretario de Cultura
Arq. Francisco J. Belgodere Brito, Director General de Patrimonio Cultural

Arq. Arabella González Huezo. Directora de Investigaciones Estéticas

La presentación y disposición de El Patrimonio Industrial Jalisciense del Siglo XIX es propiedad de los editores. Aparte de los usos
legales relacionados con la investigación , el estudio privado, la crítica o la reseña, esta publicación no puede ser reproducida,
ni todo ni en parte, en ninguna forma o en ningín medio, sin el permiso expreso, previo y por escrito de los editores.

D.R. c 2007. Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco, Avenida de la Paz 875, Centro, Guadalajara, Jalisco, C.P. 44100.

COORDINACIÓN EDITORIAL Arabella González Huezo


COLABORACIÓN Luis Gómez Arizmendi
DISEÑO D+C2 www.dc2.com.mx
DIAGRAMACIÓN Alvaro I. Salgado Ceballos
CORRECCIÓN GRAMATICAL Cecilia Palomar Verea

Impreso y hecho en México

Printed and made in Mexico

ISBN 978-970-624-535-9
EL PATRIMONIO
INDUSTRIAL
JALISCIENSE
DEL SIGLO XIX:
ENTRE FABRICAS DE TEXTILES,
DE PAPEL Y DE FIERRO

FEDERICO DE LA TORRE DE LA TORRE


A Tere, Laura y Axel

A mis padres María Guadalupe t y Francisco


INDICE

Siglas utilizadas 10
Prólogo por Juan Vanegas. 11
Introducción 14
I. El Banco de Avío y los primeros referentes nacionales de la
industrialización 17

II. Jalisco y el despertar hacia la modernidad fabril: las juntas


de industria 22

III. Los pioneros industriales en la década de 1840 y las fábricas


de papel e hilados y tejidos 30
1. La Compañía del Sur de Jalisco y la fábrica de papel La
Constancia en Tapalpa 31
2. La Compañía Industrial de Atemajac o Prosperidad
Jalisciense: soporte de las fábricas de Atemajac y El
Batán 45
3. Escandón, Olasagarre y compañía: para fundar la
fábrica textil La Escoba 71

IV. Otros establecimientos industriales en la década de 1850:


entre la producción de textiles y de fierro 85
1. Fábrica de La Experiencia: de Olasagarre, Prieto,
Loweree y Ortigosa 85
2. La ferrería de Tula en la Sierra de Tapalpa 94
3. La Providencia: una ferrería en Tamazula 107

V. Entre Zapopan y la región de Los Altos: nuevo


momento de la producción textil y de fierro 114
1. De técnicos inmigrantes a industriales: los hermanos
Loweree y la fábrica de hilados de algodón Río Blanco 115
2. La familia Rincón Gallardo y la mecanización de
la industria textil en Lagos de Moreno: el caso de La
Victoria 128

8
3. La mecanización alcanzó a los textiles de lana: la fábrica
Cruz de Piedra en San Diego de Alejandría 137
4. Otra ferrería: el caso de Comanja en Lagos de Moreno 144

VI. El último gran proyecto industrial del siglo XIX: la fábrica


de hilados y tejidos de Río Grande o El Salto 151

VII. De las fuentes de energía hidráulica a las máquinas de


vapor y a la electricidad: otra parte de esta historia 156

VIII. La industrialización jalisciense del siglo XIX a través de


sus actores: a manera de epílogo 165
1. Reacomodos entre los grupos socioeconómicos
locales 165
2. Industrialización e inmigración extranjera: nuevo
ingrediente sociocultural 172

Fuentes 178

Archivos, bibliotecas y colecciones 178

Bibliografía utilizada 179

Anexo 1. El director de la compañía del Sur de Jalisco a sus


consocios, Informe por Ignacio Vizcaino en 1843. 190

Anexo 2. Descripción sobre la fábrica textil La


Escoba y la Hacienda de El Cedral, hecha por Silverio
García e 1875. 196

Anexo 3. Ferrería de Tula. Informe del Señor C. Juan I.


Matute en 1873 199

9
SIGLAS UTILIZADAS

ADIP Archivo de la Dirección de Instrucción Pública


AGN Archivo General de la Nación
AHJ Archivo Histórico de Jalisco
AHLM Archivo Histórico de Lagos de Moreno
AIPJ Archivo de Instrumentos Públicos de Jalisco
AMZ Archivo Municipal de Zapopan
BCEJ Biblioteca del Congreso del Estado de Jalisco
BECM Biblioteca de El Colegio de Michoacán
BNM Biblioteca Nacional de México
BPEJ Biblioteca Pública del Estado de Jalisco
FRJMA Fondo Reservado de José María Arreola/CUCSH-U. de G.
HNM Hemeroteca Nacional de México

10
PRÓLOGO

PRÓLOGO

Varios acontecimientos se celebran con la publicación de esta


excelente obra de Federico de la Torre, editada por la Dirección de
investigaciones Estéticas de la Dirección General de Patrimonio Cultural de
la Secretaria de Cultura de Jalisco. Una de ellos es por supuesto la difusión
al gran publico de una valiosa síntesis de lo que hasta ahora Federico ha
investigado minuciosamente sobre el desarrollo histórico del proceso de la
industrialización jalisciense. Otra de las celebraciones es justo el poder dar a
conocer los fundamentos y realidad sobre los vestigios que del pasado histórico,
monumental e industrial del Siglo XIX ahora debemos conservar, en un nuevo
contexto del despertar de nuestra conciencia hacia la preservación de este
importante legado, tal y como se adivina con la reciente declaratoria del paisaje
agavero y por ende de los monumentos arqueológicos e históricos industriales
de la tradición tequilera, como parte del patrimonio cultural de la humanidad.

Para muchos el patrimonio industrial engloba a todas aquellas


realizaciones humanas derivadas de los procesos de transformación
tecnológicos que emergen del período que históricamente conocemos
como Revolución Industrial y, aunque su aplicación se ha extendido a otros
ámbitos y épocas de la vida económica y social de la humanidad, para la
UNESCO y otros acuerdos internacionales, se considera como patrimonio
industrial al legado cultural tangible e intangible estrechamente vinculado
con la economía, el transporte y la producción mecanizada masiva de bienes,
servicios y energía que caracteriza al final del siglo XVIII, especialmente al
siglo XIX e inclusive hasta las primeras décadas del siglo XX inclusive.

Al paso de los años, este patrimonio industrial cobra centralidad


en la vida cultural y social de las naciones y comunidades, no solo por
representar los grandes avances tecnológicos logrados, sino porque es
justamente la industrialización el fenómeno que cambia espectacularmente
11
PRÓLOGO

la mentalidad y los consumos de la sociedad global, anuncia la construcción


del futuro que ahora vivimos, radicaliza otras problemáticas del equilibrio
ecológico y caracteriza todavía muchas de las esperanzas de pervivencia de
la humanidad.

Hoy en día, la investigación, rescate y conservación de este


patrimonio es una tarea ya indispensable en todas las naciones dado que es
parte de nuestra memoria e incluso aporta rasgos a la identidad cultual. Un
ejemplo claro ha impactado recientemente a Jalisco en México, al obtenerse
con el esfuerzo de las autoridades de cultura del gobierno del Estado, el
reconocimiento internacional con la declaratoria de la UNESCO al paisaje
agavero de la región y producción del tequila como patrimonio cultural de la
humanidad, en donde precisamente se destaca la característica de patrimonio
industrial de la producción tradicional de esta bebida nacional, ahora protegido
como monumento y un potencial generador de nuevos recursos al convertirse
en un atractivo turístico de clase mundial.

Federico de la Torre de la Torre, representa a uno de los pocos persistentes


investigadores mexicanos y tal vez el más reconocido de los jaliscienses, que en
tiempos recientes, han dedicado buena parte de su vida profesional al estudio,
difusión y motivación para la conservación de este patrimonio industrial. Sus
aportaciones han ido todavía más allá al mostrarnos, no solo la historia de la
tecnología en el Occidente de México y Jalisco, sino que ha evidenciado la
fuerte influencia de los procesos de desarrollo industrial en la vida social y
cultural de la región, su impacto en la educación y las expectativas de vida,
el ordenamiento de nuevas formas de trabajo y organización laboral, y hasta
del nacimiento de poblados de vocación obrero industriales en Guadalajara,
Atemajac, La Experiencia y El Salto, entre otros asentamientos vinculados al
desarrollo industrial de Jalisco.

Esta obra debe estimular a la continuidad de los estudios sobre este


pasado industrial en el que se localizan nuestros primeros experimentos y
entendidos de modernidad, por lo que el autor llama la atención a la investigación
y especialmente a la conservación del patrimonio industrial en la región, que
además de los giros textil, papelero y de las ferrería, debe atender también a la
minería, los ingenios azucareros, las fábricas de tequila y de cerveza, y otras

12
PRÓLOGO

tantas actividades que claramente ejemplificaron, y aún caracterizan, el espíritu


de la vida económica de Jalisco de cara al exterior.

Es menester pues, recoger el llamado que Federico de la Torre para


convertir en política y programas de la más alta consideración de autoridades,
empresarios y sociedad civil hacia la conservación y el conocimiento del
patrimonio industrial, tangible intangible de Jalisco. Preocupación de la que
nos hacemos parte, especialmente respecto a la necesidad por identificar cuales
son los vestigios y las condiciones en que se encuentra todo este patrimonio.

Como también me obligo a concluir esta presentación celebrando


un último acontecimiento que a nuestro juicio representa una publicación
sobre el patrimonio industrial en el Estado, al cerrarse con ella un circulo de
investigaciones difundidas que recogen el conocimiento de gran parte de la
producción y el legado patrimonial arqueológico, histórico y artístico del pasado
de Jalisco. Obras y acciones que han sido editadas con mucho esfuerzo por parte
de la Secretaría de Cultura de Jalisco e iniciados por Doña Sofía González Luna
y el Arq. Salvador González de Alba, y continuados ahora por el Arq. Alejandro
Cravioto Lebrija al frente de la Secretaria de Cultura del gobierno de Jalisco, el
Arq. Francisco Belgodere Brito, Director General del Patrimonio cultural de esa
secretaria, y la siempre valiosa y nunca tan reconocida labor de la Arq. Arabella
González Huezo al frente de la Dirección de Investigaciones Estéticas.

Guadalajara, Jalisco. Junio de 2007

Juan E. Vanegas Pérez


Comité Mexicano para la Conservación
del Patrimonio Industrial.

13
INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

Las reuniones del Seminario sobre el Patrimonio Industrial Mexicano


que se efectuaron en Guadalajara en julio de 1995 y mayo de 1996, bajo los
auspicios de la Universidad de Guadalajara y el entonces recién creado Comité
Mexicano para la Conservación del Patrimonio Industrial, constituyen dos
antecedentes primordiales de la investigación que se presenta en este libro. En
la primera reunión presenté un pequeño trabajo titulado “La máquina de vapor.
Algunas dificultades para su uso en Guadalajara”; y en la segunda, otro bajo el
título “El corredor industria textil Zapopan-Guadalajara durante el siglo XIX”. A
la postre, ambos acercamientos al tema fueron los detonantes principales que
me han llevado a tratar de comprender mejor el pasado industrial de Jalisco.
Esta obra es apenas un acercamiento al estudio histórico de la
industrialización jalisciense,1 a partir de tres giros que resultaron fundamentales
—como también ocurrió en otros puntos del territorio mexicano— para incorporar
las novedades de la Revolución Industrial cuando nos acercábamos a la mitad del
siglo XIX: los de textiles, de papel y de fierro. Desde el nacimiento de las grandes
fábricas de esos giros en la entidad, no sólo se dio un importante cambio en la
manera de elaborar los productos, sino también en la mentalidad de la gente de los
más diversos estratos sociales. En torno a esos proyectos productivos confluyeron
distintos intereses económicos y políticos, que veían en el progreso industrial la
gran panacea de la época; y, en ese sentido, trataron de orientar el devenir de las
instituciones, entre ellas las educativas y las económicas. También en torno a

1
Este trabajo se desprende de una investigación más amplia, cuyo principal resultado ha sido la tesis doctoral en historia del autor: Entre
la quimera y la realidad: cultura científico-tecnológica e industrialización en Jalisco en el siglo XIX, Puebla, Tesis de Doctorado en
Historia bajo la dirección de la doctora Leticia Gamboa Ojeda, presentada en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso
Vélez Pliego/BUAP, otoño de 2006, 479 pp. Otros subproductos de esta investigación han sido, de Federico de la Torre, “La máquina
de vapor en Guadalajara. Problemas para su adopción a finales del siglo XIX”, en Revista del Seminario de Historia Mexicana, época
1, vol. 1, núm. 1, Guadalajara, CUALTOS/Universidad de Guadalajara-Universidad Autónoma de Puebla, otoño de 1996, pp. 23-36; así
como también, Federico de la Torre y Alberto Soberanis, “Las antiguas fábricas de Jalisco. Notas para una historia industrial del siglo
XIX”, en Sergio Niccolai y Humberto Morales (coords.), La cultura industrial mexicana. Memoria del Primer Encuentro Nacional de
Arqueología Industrial, Puebla, BUAP-Comité Mexicano para la Conservación del Patrimonio Industrial, 2003, pp. 239-264.

14
INTRODUCCIÓN

ellos se gestó una tradición empresarial y del trabajo distinta, muy acorde con los
patrones seguidos por la industrialización moderna: no es gratuito, por ejemplo,
que de ahí se hayan derivado las antiguas colonias para los trabajadores, más
tarde reconocidas como poblados de clara vocación obrera e industrial, como
los de Atemajac, El Batán, La Experiencia y El Salto.
Ciertamente, la obra que se presenta lejos está de ser una historia
completa de la industrialización jalisciense. Apenas si es un breve recuento de
los principales establecimientos industriales que se crearon a lo largo del siglo
XIX en los giros antes mencionados, complementado con una pincelada sobre las

transformaciones tecnológicas que se dieron en sus sistemas energéticos y otra


donde se analiza brevemente a los actores que dieron viabilidad a esos proyectos:
los empresarios industriales. Evidentemente, la historia industrial de Jalisco
lejos está de ceñirse a las fábricas textiles, de papel y de fierro que adoptaron la
mecanización en ese siglo. Aunque sí fue en ellas donde se dieron los primeros
experimentos de modernidad, más tarde adoptados también en giros como la
minería, los ingenios azucareros, las fábricas de tequila y de cerveza, por citar
sólo algunos, que también merecen estudios puntuales.
Indudablemente, la conservación del patrimonio tangible e intangible
que la tradición industrial jalisciense nos ha legado debe ser motivo de la más
alta preocupación de autoridades y particulares. Para ello es importante empezar
por identificar cuál es dicho patrimonio, dónde está y en qué condiciones se
encuentra. Quizás a ello contribuya modestamente este pequeño libro.
Por otro lado, quiero mencionar que desde la realización de las primeras
reuniones del Seminario del Patrimonio Industrial Mexicano efectuadas
en Guadalajara, he tenido la enorme fortuna de compartir mis avances e
intercambiar puntos de vista sobre estos temas, de manera formal e informal,
con varios colegas que en distintas circunstancias y desde diversos ángulos han
mostrado su interés por la conservación de la cultura y el patrimonio industrial
jalisciense y mexicano. Entre los compañeros con quienes he podido interactuar
en Jalisco —con el riesgo de omitir a más de uno, por olvido involuntario—
, están Alberto Soberanis Carrillo —aunque su estancia por estas tierras fue
muy pasajera, a él se debieron en gran parte las tres reuniones del Seminario
sobre el Patrimonio Industrial que se efectuaron hasta el año 2000—, Rosa
López Taylor, Jaime Olveda Legaspi, Rubén Páez Kano, René de León
Meza, Rebeca V. García Corzo, Juan Vanegas, Francisco Hernández, Sergio
Valerio, María de los Ángeles Partida, Jorge Trujillo Bretón, Isaac Carvajal,

15
INTRODUCCIÓN

Carlos Riojas, Pablo Sandoval Cabrera, Lourdes Celina Vázquez, Wolfgang


Vogt, Luis Felipe Cabrales y Guillermo Cueto Arvizu. En el ámbito nacional
ha sido muy importante e ilustrativo el intercambio con Leticia Gamboa Ojeda,
Belem Oviedo Gámez, Javier Ortega Morel, María de los Ángeles Rodríguez,
Andrés Sánchez Hernández, Humberto Morales Moreno, Sergio Niccolai,
Marco Antonio Hernández Badillo, Leonel Rodríguez Benítez, José Luis García
Rubalcava y Miguel Ángel Iwadare Iijima.
Evidentemente, el trabajo de investigación realizado en estos años me
ha llevado también a interactuar con varias personas más, inmersas en el mismo
interés, ya sea como aficionados o porque son parte viva de la cultura industrial
decimonónica que se gestó en torno a los establecimientos de textiles, de papel
y de fierro aquí estudiados. Entre estas personas, externo mi agradecimiento al
señor Hugo Arroyo Godínez, al Licenciado David Pérez Rulfo, al Químico José
Luis de la Matta Rodríguez, a la señora Aurelia Contreras Mendoza, así como
a los señores Jesús González (finado), Rito Quintero, Alfredo Zamora, Mario
Gómez Mata y Raúl Robles Águila, quienes siempre han sido receptivos a las
necesidades de esta investigación.
Finalmente, va mi reconocimiento a la Secretaría de Cultura del
Gobierno de Jalisco, especialmente a la Dirección de Investigaciones Estéticas
y a su titular, Arabella González Huezo, por apoyar la publicación de este
material. También a Luis Gómez Arizmendi, Mónica Martínez Borrayo,
Silvia Delgadillo y Teresa Ramírez, por facilitar el trabajo técnico.

16
1 EL BANCO DE AVÍO Y LOS PRIMEROS
REFERENTES NACIONALES DE LA
INDUSTRALIZACIÓN

En medio de los vaivenes políticos que mantuvieron a México bajo


permanente zozobra durante buena parte del siglo XIX, no faltaron grupos de la
sociedad que buscaron afanosamente la modernización industrial a partir de la
mecanización,1 como lo marcaban los cánones desde Europa y Norteamérica.
A pesar del esfuerzo realizado en esa perspectiva desde la década de 1820,
los resultados no se vieron sino algunos años después, cuando se gestó una
institución a la postre fundamental, como fue el Banco de Avío. El nacimiento
de dicho banco sirvió para estimular la creación de las primeras compañías,
que a su vez originaron los nuevos establecimientos fabriles, cuya base fue la
organización tecnológica de la Revolución Industrial.
El Banco deAvío fue un instrumento impulsado desde el gobierno federal
bajo la orientación de personajes como Lucas Alamán, cuyo objetivo principal
se puede desglosar en dos partes. Por un lado, financiar con recursos públicos
empresas, sobre todo de actividades textiles, “para aumentar la producción y
consecuentemente el comercio y el empleo”. Por el otro, adquirir “maquinaria
y tecnología para introducir nuevos procesos productivos” en el país.2 Si bien
se pensó que era importante el renacimiento de la minería y la agricultura para
la economía nacional, cuando se apoyaron proyectos de ese tipo se eligieron
primordialmente aquellos que atendieran estratégicamente las necesidades
surgidas de la mecanización en los textiles de algodón y lana, y de alguna

1
En este trabajo adopto la definición propuesta por Sergio Niccolai, según la cual a la “industria mecanizada” se le debe entender como:
la “innovadora organización de los factores de la producción, el uso creciente de los medios productivos inanimados y la aplicación de
fuentes de energía inorgánica al trabajo de las máquinas, con sus efectos sobre la cantidad y la calidad de los productos, la productividad
unitaria, los precios, el empleo y los consumos”. Sergio Niccolai, “Algunas reflexiones sobre los orígenes de la mecanización industrial
en México, 1780-1850”, en Sergio Niccolai y Humberto Morales (coords.), La cultura industria..., op. cit., p. 192.

2
Leonel Rodríguez Benítez, La ciencia y la técnica en la industrialización de México Independiente: estudio histórico del programa
editorial promovido por el Banco de Avío, 1830-1832, México, Tesis de Maestría en Ciencias con Especialidad en Metodología de las
Ciencia, IPN, agosto de 2000, p. 115.

17
1 EL BANCO DE AVÍO Y LOS PRIMEROS REFERENTES NACIONALES DE LA INDUSTRALIZACIÓN

manera también, las de la industria del papel.3 Por ejemplo, de


las actividades extractivas apoyadas con financiamiento, destacaron las de
fierro. Lo mismo ocurrió cuando se dieron apoyos a la agricultura, donde
las actividades más favorecidas fueron relacionadas con la producción de
algodón y lino (ver cuadro 1).

Cuadro 1
TIPO DE EMPRESAS QUE APOYÓ EL BANCO DE AVÍO, 1830-1842

Monto de los % del total


Clase Número
préstamos en pesos prestado

Textiles de lana 3 41,000 5.3

Textiles de algodón 9 509,000 65.8

Fábricas de papel 1 20,000 2.6

Fabricación de vidrio 1 4,167 0.5

Fundiciones y talleres
4 110,500 14.3
mecánicos

Agrícolas* 8 74,528 9.6

Aserraderos y ornamentos
2 4,500 0.6
para edificios

Blanqueo de cera 1 10,000 1.3

Totales 29 773,695 100.0

* Incluye despepitadoras de algodón, sericicultura, apicultura y plantíos de lino.


Fuente: Robert A. Potash, El Banco de Avío, op. cit., p.182.

3
Robert Potash, El Banco de Avío de México. El fomento de la industria, 1821-1846, México, FCE, 1959, p. 74.

18
1 EL BANCO DE AVÍO Y LOS PRIMEROS REFERENTES NACIONALES DE LA INDUSTRALIZACIÓN

Emblemas para la industria mexicana diseñados por Esteban de Antuñano

Imágen sobre el transporte en México en la primera mitad del siglo XIX, según G. Baz y E.
Gallo. Hans Lenz retoma la idea y afirma que ésta era la forma en que se trasladó la maquinaria
a las primeras fábricas.
19
1 EL BANCO DE AVÍO Y LOS PRIMEROS REFERENTES NACIONALES DE LA INDUSTRALIZACIÓN

Como se puede observar en el cuadro anterior, del total de recursos


destinados al financiamiento industrial por el Banco de Avío en el periodo
1830-1842, 75.1% se canalizaron hacia la industria textil de algodón y lana,
14.3% a propagar las fundiciones de fierro y los talleres mecánicos y 2.6%
a la industria de papel. Es decir, 88% del financiamiento de esta institución
privilegió la modernización de las actividades textiles, del fierro y, en menores
montos, las de papel. Ciertamente, con estos datos sólo se muestra una de
las tendencias que se observarían a partir de la creación de esta institución
financiera. Es decir, la proliferación de industrias en estos ramos, primero
con el auxilio de recursos públicos y, después, a partir de las inversiones que
empezaron a canalizar los particulares, aprovechando el interés oficial. En este
contexto se hizo relativamente común a lo largo de las siguientes décadas, ver
el nacimiento de industrias de los ramos citados en varios puntos de México,
particularmente en Puebla, el valle de México, Veracruz, Durango, Querétaro,
Guanajuato y Jalisco.
Aunque no fueron muy abundantes los recursos aportados por el
Banco de Avío, simbólicamente representaron el reforzamiento de una nueva
tradición en los productores del país, que difícilmente había iniciado apenas
después de la Independencia. A propósito del cambio que se experimentaba por
esos años en materia industrial, decía Lucas Alamán en 1843 lo siguiente:

nada de lo que hoy [se ve] en materia de industria existía el año


de 1830; que ni aun idea se tenía en la república de la maquinaria
moderna de hilados y tegidos [sic]; que se consideraba como un
delirio el pensar en competir con las artes europeas, y que todo el
fruto que parecía debíamos prometernos de nuestra independencia,
era recibir mas baratos [sic] que antes los productos de la industria
extrangera, proporcionando á esta, con nuestros consumos, un
ámplio [sic] y rico mercado, á cuyo fin se encaminaba toda nuestra
legislación comercial.4

4
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria de la República, que la Dirección General de estos ramos presenta
[en 1843] al Gobierno Supremo, en cumplimiento del artículo 26 del decreto orgánico de 2 de Diciembre de 1842”, en Documentos para
el estudio de la industrialización en México, 1837-1845, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público/Nacional Financiera, 1977,
p. 4. Esta obra me fue facilitada para su consulta por la doctora Leticia Gamboa Ojeda.

20
1 EL BANCO DE AVÍO Y LOS PRIMEROS REFERENTES NACIONALES DE LA INDUSTRALIZACIÓN

Con toda esa adversidad a cuestas, Lucas Alamán y los demás


seguidores de la utopía industrial mexicana (entre quienes se cuenta en forma
también destacada a Esteban de Antuñano), dieron vida a una incipiente
institucionalidad para hacer viable la alternativa industrial en el país. Aunque
el Banco de Avío no siempre funcionó como se requería, ante todo debido a la
inestabilidad política que rodeó a la vida nacional de entonces, el experimento
convenció de sus bondades a amplios segmentos pudientes de la sociedad.
Su ejemplo pronto motivó formas de organización diversas en buena parte
de los nuevos industriales o en quienes aspiraban a serlo. Al respecto, vale la
pena mencionar las juntas de industria que proliferaron en distintos puntos del
territorio nacional, tanto donde había industrias recién creadas como donde
se pretendía fundarlas, mismas que estuvieron alentadas por la Dirección
General de Agricultura e Industria Nacional, relevo del Banco de Avío desde
1842.

Lucas Alamán Esteban de Antuñano

21
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA
LA MODERNIDAD: LAS JUNTAS DE
INDUSTRIA
En Jalisco, el proceso de modernización industrial se vivió con rasgos
propios pero también con cierto retraso respecto a otras zonas de México. La
más importante característica distintiva fue la nula presencia de créditos del
Banco de Avío en la entidad para el fomento de la industria, la que sí se dio en
el valle de México y los estados de Puebla, Guanajuato, Querétaro y Veracruz,
entre otros.
La no aplicación de recursos provenientes de esa institución en
la entidad jalisciense no fue a causa de la inexistencia de solicitudes o de
falta de oportunidades para hacerlo. En el primer caso, al menos hubo una
solicitud formal del señor Francisco Estrada en 1831, por la cantidad de cinco
mil pesos, “para dar impulso a una máquina de despepitar algodón” en un
establecimiento que era de su propiedad y que estaba valuado en diez mil
pesos. En contestación, el banco dijo no tener fondos porque había contraído
“algunos compromisos y facilitado ya grandes cantidades para el fomento de
otros ramos de industria”, así como también para la adquisición de “maquinaria
de algunos puntos de Europa y América”.1
En cuanto a otras oportunidades, sobresale la propuesta que hizo
el Banco de Avío al gobierno local, el 6 de noviembre de 1833, para que
se instalara en la entidad uno de los dos molinos para fabricar papel, que
previamente había adquirido esa institución en Filadelfia, Estados Unidos, y
que no tenía destino seguro para ese entonces. Para realizar la operación, el
gobernador Pedro Tamés comisionó al senador Ignacio Herrera. Éste dio inició
a las gestiones correspondientes, a fin de que tuviera “verificativo la solicitada
entrega del espresado molino; en la inteligencia de que” el gobierno de Jalisco

1
“Solicitud de don Francisco de Estrada sobre que el Banco de Avío lo habilite con 5,000 pesos para dar impulso a una máquina de
despepitar algodón. (La maquinaría y casa que tiene Estrada tiene un valor de mas de 10,000 pesos)”, Guadalajara, 26 de abril de 1831,
AGN, Grupo Documental Banco de Avío, vol. 3, exp. núm. 4. La respuesta negativa se dio el 15 de junio de 1831, ibid.

22
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

respondería “religiosamente de todo el cargo pecuniario” que le resultara.2


Hasta ese momento parecía que las gestiones iban por buen camino. Sin
embargo, al parecer la falta de recursos para sufragar los costos del molino
citado hicieron que los trámites fueran suspendidos, lo que propició que
siguiera almacenado “en Veracruz o en las bodegas del convento de Santo
Domingo, hasta que Lucas Alamán [lo] instaló, por los años de 1836-1838, en
la fábrica de Cocoloapan”.3
El hecho de que el gobierno jalisciense haya prescindido de una
oportunidad como la mencionada, no necesariamente indica un rechazo a
adoptar la modernización industrial como parte de sus alternativas en materia
económica. De hecho, desde mediados de la década de 1820 hubo propuestas
del gobierno local encaminadas a estimular el desarrollo industrial, por medio
del otorgamiento de permisos o privilegios, como el de iniciar una compañía
para construir una fábrica de papel “de estopa de maguey”, solicitada por
Ignacio Brambila (según decreto aprobado el 19 de febrero de 1824).4
O también, la disposición que estableció en 1829, de exentar de cualquier
impuesto durante diez años a quienes introdujeran semillas de algodón
extranjeras que mejoraran las del país, así como a quienes se encargaran de
cultivar dichas semillas en Jalisco.5
No obstante, a la luz de los resultados observados, pareciera que
prácticamente durante toda la década de 1830, la perspectiva que se impuso en
materia económica dentro de la entidad --sobre todo entre las elites dirigentes-
- fue la encabezada a nivel nacional por José María Luis Mora de parte de los
liberales doctrinarios, que pugnaban por el desarrollo de la agricultura antes
que el de la industria, en oposición a Lucas Alamán y sus seguidores, que
privilegiaron el desarrollo de esta última.6

2
Tanto el ofrecimiento de dicho molino de papel, como las primeras gestiones realizadas por Ignacio Herrera, están en AGN, Grupo
Documental Banco de Avío, vol. 4, expediente núm. 21.
3
Hans Lenz, Historia del papel en México, México, Segunda edición, 2001, México, Miguel Ángel Porrúa, 2001, pp. 382-383.
4
Colección de los Decretos, Circulares y Órdenes de los poderes Legislativo y Ejecutivo del Estado de Jalisco, serie 1, tomo I,
Guadalajara, Tip. de Manuel Pérez Lete, 1874, p. 150, Consultada en BPEJ. Hay referencias que vinculan también en 1824 al sacerdote e
intelectual Francisco Severo Maldonado, con experimentos para la fabricación de papel a partir de fibras de maguey. Ramiro Villaseñor
y Villaseñor, Las calles históricas de Guadalajara, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco-Ayuntamiento de Guadalajara 1998-
2000, tomo III, p. 301.
5
Colección de los Decretos…, op. cit., tomo III, 1874, pp. 398-399.
6
Sobre este tema, ver Charles A. Hale, El liberalismo en la época de Mora, 1821-1853, México, Siglo XXI, 1972, pp. 256-258.

23
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

Al menos así parece que sucedió hasta cierto momento, si se interpreta


lo expresado al respecto por gobernantes como José Ignacio Cañedo y Arroniz
en 1832. Según él, Jalisco no estaba preparado aún para iniciar su despegue
industrial, a semejanza de los niveles de perfección que se habían alcanzado
en Europa para entonces, sobre todo por dos motivos: primero, porque no se
tenía el desarrollo “conveniente” de las ciencias para llevar la producción
a esos rangos. Y, segundo, porque se veía muy difícil reunir los “grandes”
capitales necesarios para el establecimiento de las industrias mecanizadas.
Para remontar esos dos obstáculos, sugería priorizar la modernización agrícola,
a la espera de que, al lograr el éxito de ese ramo, se generaran en pocos años
las cantidades de capital necesarias para incursionar en la actividad industrial
con posibilidades competitivas.7
Esta visión que pudo ser dominante en el gobierno jalisciense al
iniciar la década de 1830, además de ser afín a las tesis de Mora, expresaba
también de alguna forma que, bajo el cobijo del pregonado federalismo
de la época, no se atendieran regularmente los lineamientos del gobierno
nacional en materia económica, que desde unos años antes había impulsado
el crédito para la industria a partir del Banco de Avío. Con el triunfo del Plan
de Cuernavaca y el consecuente cambio de facción en el gobierno local,
aparentemente se empezó a reorientar la visión oficial en esa materia. El
gobernador conservador José Antonio Romero decía en agosto de 1834 que:
“El medio más propio, económico y general… para desterrar la mendicidad,
es el de proteger con empeño y hacer los mayores esfuerzos para que se lleve
adelante el proyecto del Banco de Avío”.8

7
José Ignacio Cañedo y Arroniz, “Memoria que el Excmo. Señor Gobernador del Estado de Jalisco leyó ante el Honorable Congreso
al abrir sus sesiones ordinarias el día primero de febrero de 1832”, en Aída Urzúa Orozco y Gilberto Hernández Z., Jalisco, testimonio
de sus gobernantes, tomo I, Guadalajara, UNED-Gobierno de Jalisco, 1987, p. 164. Quizás a tono con esa percepción económica del
gobierno local, que privilegiaba la modernización agrícola, se explique otra de las pocas solicitudes de crédito realizadas ante el Banco
de Avío, el 31 de mayo de 1831. Se trató de la que hizo el panameño avecindado en Jalisco Domingo González Maxemin, por la cantidad
de ocho mil pesos, “al rédito de un cinco por ciento y término de seis años con el objeto de empezar a formar las oficinas” que eran
“indispensables para el fermento, beneficio y depósito del cacao”, que producía “su huerta situada en el cantón de Autlán.” Finalmente,
después de varios intentos, la Junta del Banco determinó que dicho préstamo no procedía, debido a que sus facultades no se extendían
“a prestar auxilios a la construcción de fábricas materiales”. “Solicitud de Domingo González Maxemin de Guadalajara, quien pide al
Banco de Avío 8,000 pesos para la construcción de las oficinas necesarias al beneficio del cacao que le produzca su huerta situada en
Autlán de la Grana”, 31 de mayo de 1831, AGN, Grupo Documental Banco de Avío, vol 4, expediente 1, año de 1831, f. 1v. La respuesta
negativa de la Junta del Banco se expidió en México, el 10 de septiembre de 1831, ibid., f. 9f.
8
José Antonio Romero, “Informe dirigido por el Gobierno del Estado de Jalisco al Escmo. Sr. Presidente a consecuencia de la circular
mandada por el Ministerio de Relaciones al mismo. En 20 de Agosto del presente año”, en Aída Urzúa Orozco y Gilberto Hernández
Z., Jalisco..., op. cit., p. 186.
24
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

Ese nuevo contexto serviría para estimular una actitud más decidida
hacia la industrialización en Jalisco. Ya desde el 7 de marzo de 1835 se
habló de un proyecto impulsado por “la llamada junta de comercio” de
Guadalajara, cuyo objeto fue “fomentar las artes” y la “beneficencia pública”.9
Igualmente, el 13 de abril de 1835, la Asamblea Departamental de Jalisco
aprobó el reglamento para el establecimiento de talleres en la cárcel pública
de Guadalajara. Bajo esa normatividad se crearon los talleres de “obras de
algodón y lana”, el de zapatería y el de sastrería, con la responsabilidad de
un maestro especialista en cada uno de ellos, para conducir la capacitación
industrial de los presos.10 Sin embargo, las acciones más firmes estaban por
llegar y extenderse hacia distintos puntos de Jalisco.
La mejor expresión del eco suscitado por las iniciativas impulsadas
desde el Banco de Avío y sus creadores, empezó a verse con la fundación
de dos industrias textiles en Tepic (para entonces territorio de Jalisco),
durante los últimos años de la década de 1830: Jauja, de Barrón, Forbes
y Compañía; y Bellavista, de Castaños, Fletes y compañía. Pero sobre
todo, fue más visible cuando el ánimo industrializador fue parte de una
estrategia articulada entre los distintos niveles de gobierno, que incluyó
el activismo de los particulares. Fue así que la mejor expresión de estos
cambios se vio al iniciar la siguiente década. Justamente el 6 de septiembre
de 1840 fue creada en Guadalajara una “Junta de Industria”, bajo la
iniciativa de particulares y con el respaldo de las autoridades de la entidad.
Esta Junta se declaró “a favor de las leyes prohibitivas, de la difusión
de los conocimientos que fomentaran la industria, del establecimiento de
escuelas de artes y oficios y en contra del tráfico clandestino.”11 Entre sus
fundadores y miembros, destacaron los señores José Palomar, Manuel Jesús
Olasagarre, Ignacio Cañedo, Nicolás Peña, Agapito Gutiérrez e Ignacio
Vergara.12 La Junta sirvió como medio de interlocución de los industriales
locales ante la Dirección General de Agricultura e Industria Nacional:
concretamente, de quienes se aglutinaron en torno a las compañías que
fundaron las fábricas de hilados y tejidos de La Escoba y Atemajac, y la de
papel de El Batán.

9
Colección de los Decretos..., op. cit., Tomo 7, 1876, p. 75.
10
Ibid., pp. 101-102.
11
Jaime Olveda, La oligarquía de Guadalajara, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1991, pp. 291-292.

25
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

Después de la Junta de Guadalajara, se formaron otras en varios


puntos del estado en los años inmediatos, con distinto grado de éxito. Así,
desde el 20 de junio de 1841, se fundó la de Tepic, integrada por José María
Castaños y Llano, José María García, Luis Rivas Góngora, Esteban Aréchiga
y Espiridión Rivas.13
Básicamente, esta junta encontró el principal fundamento de su
creación en las industrias que estaban funcionando ahí desde unos años
antes: Bellavista y Jauja, en el ramo de los textiles; así como la Hacienda de
Puga, propiedad del señor José María Castaños, donde según informes de
la época, se tenían “los aparatos más perfectos que [había] en la República,
tanto para refinar azúcar como para [la] destilación de aguardiente”.14
Como las anteriores, también al iniciar la década de 1840 se fundó
otra Junta Industrial en Sayula, al sur del estado, que tuvo entre sus principales
miembros a José Ignacio Vázquez, Luis Carrión, Claudio Gutiérrez, Manuel
Cortina y Esteban Villalvaso.15 El proyecto industrial más importante que se
gestó paralelamente a esta Junta fue la Compañía del Sur de Jalisco, que se
echó a cuestas la construcción y puesta en operación de una de las primeras
plantas mecanizadas de papel en el país: la fábrica La Constancia, que empezó
a funcionar desde finales de 1842 en el municipio de Tapalpa.
Aparte de las juntas mencionadas, desde el 31 de octubre de 1843
hubo otra, cuya trascendencia fue menor, en el municipio de Autlán, integrada
por los señores “Ramón López, Francisco Igareda y José Corona”, entre otras
personas.16 Y para el año de 1845 se mencionaba la existencia de otra más en
Lagos de Moreno, de la cual no se ha tenido información más específica sobre
sus acciones.17

12
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria de la República, que la Dirección General de estos ramos
presenta [en 1843]”, op. cit., p. 77.
13
Jaime Olveda, La oligarquía…, op. cit., p. 292.
14
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria de la República en el año de 1845, que la Dirección General
de estos ramos presenta al Gobierno Supremo, en el actual, 1846, en cumplimiento del art. 26 del decreto orgánico de 2 de diciembre de
1842”, en Documentos…, op. cit., p. 94.
15
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria [1843]”, op. cit., p. 77.
16
Idem.
17
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria de la República en el año de 1845…”, en Documentos…,
op. cit., p. 161.

26
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

La proliferación de las juntas jaliscienses de industria en esta época


debe entenderse como parte de la efervescencia producida en el ámbito
nacional por las iniciativas, si se quiere intermitentes, del Banco de Avío. El
fomento que se dio a la industria en la década de 1830, sobre todo en lo que
toca a la modernización tecnológica a partir de la adquisición de maquinaria
en Europa o Estados Unidos, sirvió para estimular la organización de los
interesados en corporaciones de esta índole, como un instrumento que resultó
imprescindible para avanzar en sus proyectos. Más aún, según lo expresaba
Lucas Alamán, los progresos “maravillosos” logrados por la industria
mexicana hasta mediados de la década de 1840, no habrían sido tales “si los
individuos” que participaron en ellos “hubiesen permanecido aislados”.
Primero se fundaron estas juntas sin reconocimiento de la ley en los
puntos donde ya existían fábricas, “y alguna vez sus esfuerzos… sirvieron para
preservar á la industria de la ruina cierta á que la precipitaban disposiciones
funestas é ilegales”.18 Este pudo ser el caso de la Junta de Tepic, donde ya había
industrias instaladas desde finales de la década de 1830; no así las Juntas de
Guadalajara y Sayula, que de hecho se crearon para dar soporte y legitimidad
a la fundación de las primeras compañías que paralelamente construyeron y
pusieron en operación a las pioneras industrias de textiles y de papel, en sus
respectivos lugares de residencia.
Lo cierto es que esos antecedentes sirvieron para que el gobierno
nacional fundamentara el decreto que expidió de 2 de diciembre de 1842, a partir
del cual se creó la Dirección General de Agricultura e Industria Nacional,19
donde nuevamente sería Lucas Alamán su primer encargado. Esta dependencia
extendía sus acciones por toda la república, y por medio de las juntas de industria
examinaba y atendía las necesidades correspondientes, ponía en actividad a los
diversos ramos y obtenía datos de todas partes para diseñar sus políticas.20 Dicho

18
Ibid., p. 4.
19
Tras la liquidación del Banco de Avío, el presidente Nicolás Bravo decretó la formación de la Dirección General de Agricultura e
Industria Nacional. A ella tenían que inscribirse todos los propietarios y empleados directivos de fábricas, así como “todos los ‘agraristas’
textiles y los grandes criadores de ovejas” del país. También se dejaba la opción para que ingresaran a ella “los propietarios de otras
fábricas industriales y otros agricultores”. Al regresar el federalismo en 1846, este gremio nacional de los industriales fue vinculado a
la recién formada Dirección de Colonización e Industria, y más tarde –en 1853—, al Ministerio de Fomento. Dice Walter L. Bernecker
que realmente “la Dirección General era una organización que representaba los intereses de los industriales [y] sus metas principales se
dirigían a evitar una carga fiscal demasiado alta para la industria, y a tener influencia en la determinación de los aranceles aduanales,”
así como también combatir el contrabando. Walter L. Bernecker, “La industria mexicana en el siglo XIX. Las condiciones-marco de la
industrialización en el siglo XIX”, en Ma. Eugenia Romero Sotelo, La industria mexicana y su historia: Siglos XVIII, XIX y XX, México,
Facultad de Economía de la UNAM, 1997, pp. 134-135.
20
Lucas Alamán, “Memoria [1843]”, op. cit., pp. 4-5.
27
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

decreto dispuso la creación de juntas en los lugares donde ya existían


industrias funcionando o se estaban formando, como correspondió a los casos
de Tepic, Guadalajara y Sayula; y dispuso también restringir su creación en
otros lugares que se consideraban importantes, pero que no habían logrado
iniciar actividad industrial alguna. Por ese motivo, dicho decreto sufrió una
modificación el 27 de junio de 1843,21 para ampliar las posibilidades a otros
lugares que quisieran incursionar en la modernidad industrial.
A partir de esa reforma, se puede explicar el nacimiento de las juntas
de industria de Autlán y Lagos de Moreno que, por lo demás, poco o nada
informaron sobre esta materia a la Dirección General durante su existencia,
debido a las dificultades estructurales que tuvieron para abrazar los progresos
de la época en esos años. Por ejemplo, en 1844 la Junta Industrial de Autlán
reportaba que en su área de influencia —que incluía la costa sur del estado—
había considerables adelantos en el cultivo de algodón, añil, caña, mezcal, maíz
y frijol. Sin embargo, se quejaba por la grave dificultad que representaba el
exceso de frutos que se podían producir, ante la baja densidad de su población
y el limitado consumo de los mismos. A este problema se agregaba lo caro que
resultaba enviar esos productos a Guadalajara, principal centro de consumo
de Jalisco, “porque la abundancia en el mercado” hacía “bajar los precios
hasta ofrecer pérdidas”, debido principalmente a los costos de transporte y de
producción, en tanto que la mano de obra en la región de Autlán era más cara
que en Guadalajara “y menos activo su trabajo, á causa del clima.” Ante esa
situación, la junta hacía la sugerencia a la Dirección General de Agricultura
e Industria para que dictase medidas enfocadas a incrementar la población
mediante la colonización y la habilitación “para el comercio de cabotaje
del puerto de navidad”, lugar situado algunas millas al norte de puerto de
Manzanillo.22
En cuanto a otro tipo de dificultades que debieron sortear quienes
impulsaron la creación de las juntas de industria jaliscienses y sobre las
bondades que se percibían de ellas en los círculos sociales más cultos, apenas
unos años después de creadas, el siguiente texto de la Sociedad Lancasteriana
de Guadalajara en 1845 es más que elocuente:

21
Ibid., p. 5.
22
Lucas Alamán, Memoria de la Dirección General de la Industria Nacional, México, Impresa en papel mexicano por J. M. Lara, 1845,
pp. 10-11. Consultada en BPEJ.
28
2 JALISCO Y EL DESPERTAR HACIA LA MODERNIDAD FABRIL: LAS JUNTAS DE INDUSTRIA

Despreciables y aun ridículas parecieron en su origen las Juntas


industriales á algunos génios [sic] superficiales, que no veían en ellas
más que reuniones de visionarios ó avaros: los poderes legislativo y
ejecutivo fueron firmes en la protección que les dispensaron y las
Juntas industriales han poblado los campos desiertos, han levantado
magníficos edificios, han ocupado millares de brazos y han llegado a
formar una potencia, que hasta de la tiranía se hizo respectar.23

Localización.

23
Contestación de la Sociedad Lancasteriana de Guadalajara, encargada de la Subdirección de Enseñanza Primaria en Jalisco, a las
acusaciones que hace el Sr. Diputado Departamental D. José María Esparza en los dictámenes que presentó á la Escma. Asamblea
Departamental en 25 de Junio y en 28 de Agosto, publicados en los números 107 y 120 del Jalisciense, Guadalajara, Imprenta del
Gobierno, 1845, p. 10, BPEJ/Misceláneas 82.
29
3
LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA
DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS
DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

A principios de la década de 1840 y como parte del mismo


ambiente que originó la creación de las juntas de industria, nacieron las
primeras compañías cuya intención era dar lugar a las fábricas pioneras de la
mecanización industrial en los territorios que actualmente abarcan el estado
de Jalisco. Tal como estaba ocurriendo en el entorno nacional de entonces y
atendiendo a las directrices originalmente marcadas por el Banco de Avío,
las compañías y fábricas que iniciaron operaciones prefirieron los ramos del
textil, el papel y, más tarde, el del fierro. Sólo que en el caso particular de
Jalisco se puede afirmar que tanto las industrias de papel como las de textiles
nacieron a la par, algo que no se vio tan claramente a nivel nacional, donde
hasta entonces siempre habían destacado las últimas sobre las primeras (ver
cuadro 1).
Otro rasgo a resaltar de estas primeras industrias jaliscienses, como
sucedió en el ámbito nacional, fue la adopción de energía hidráulica por
medio de ruedas de cangilones (o cajones) más grandes que las habitualmente
utilizadas en los molinos de harina tradicionales, para garantizar el movimiento
de la maquinaria moderna que recién se había adquirido. Justamente la
necesidad de corrientes de agua fue un factor que determinó el lugar donde
fueron construidas, destacan en este caso dos sitios durante las primeras
décadas.
Por un lado, fueron elegidos los terrenos más favorecidos con este
vital recurso en las cercanías de Guadalajara, ubicados al norte y noroeste de
esta ciudad, en el municipio de Zapopan o en sus límites. Las corrientes de
agua existentes en ese lugar desembocaban en el río Santiago y se originaban
en diversos manantiales que hacían su recorrido a través de pequeños o
medianos arroyos, como el llamado río Zoquipan o el río Blanco. Ahí se
construyeron en la década de 1840, las fábricas textiles de Atemajac y La
Escoba, así como la de papel llamada El Batán.

30
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

El otro espacio elegido por los pioneros de la industrialización en la


misma década fue la región serrana del sur de Jalisco, dentro del municipio de
Tapalpa. Ahí se construyó la fábrica de papel La Constancia, inexplicablemente
en un lugar distante de los principales centros urbanos de la época.
A continuación se presenta una somera reseña de cada uno de los
mencionados establecimientos, atendiendo aproximadamente al orden
cronológico en que aparecieron.

1. La Compañía del Sur de Jalisco y la fábrica de papel


La Constancia en Tapalpa

El 28 de septiembre de 1840, a partir de una propuesta elaborada por los


señores Ricardo Jones1 y Norberto Noble, se oficializó la Compañía del Sur
de Jalisco que dio vida a la fábrica de papel La Constancia, en la sierra de
Tapalpa, en el municipio de ese nombre. De acuerdo con el proyecto original,
Jones y Noble estimaron que la instalación y puesta en operación de ese
“molino de papel” —mismo que sería capaz de elaborar 800 libras diarias—,
requeriría una inversión de 18,000 pesos. Se previó que ese dinero se reuniera
a partir de la suscripción de acciones a 250 pesos cada una. Del total de
recursos solicitados, 15,500 serían en efectivo y el resto se contabilizaría en
acciones a favor de los promotores de la empresa —Jones y Noble— como
“premio a su trabajo”.2
Múltiples circunstancias, como fueron los incrementos no previstos en
el costo de la maquinaria que se encargó a los Estados Unidos —debido, entre otras
razones, a lo oneroso de su traslado desdeVeracruz— o las inclemencias de la lluvia
—que, por ejemplo, el 18 de julio de 1842 provocaron un desbordamiento
del río donde se estaba construyendo la fábrica, que destruyó la presa y el
acueducto alzados para mover la rueda hidráulica—, causaron una elevación
muy sustancial del presupuesto originalmente calculado. De tal manera que
a finales de 1843, los continuos incrementos en el valor de las acciones

1
El señor Jones originalmente se había destacado como fundador de la Escuela Lancasteriana en el Instituto de Ciencias de Jalisco
(establecimiento que nació en lugar de la Universidad de Guadalajara), en 1828.
2
Lucas Alamán, “Memoria [1843]”, op. cit., pp. 31-32.

31
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

habían elevado el capital de la sociedad a 85,000 pesos3 y hacia 1848-1850,


a 92,279.33.4

Localización.

Este proyecto hizo confluir capitales provenientes sobre todo del sur
de Jalisco, aunque también los hubo de Guadalajara, del estado de Colima y de
la ciudad de México: fueron 50 los socios. De ellos, 24 fueron de Guadalajara
y participaron con 36.62% del capital total; dos fueron de Colima y aportaron
1.51%; y uno de la ciudad de México, que participó con 1.74%. El restante
60.12% fue originario del sur de Jalisco: Sayula con 22.19%; Zapotlán el
Grande con 16.76%; Tapalpa con 6.98%, Santa Ana Acatlán con 4.63%;

1
El señor Jones originalmente se había destacado como fundador de la Escuela Lancasteriana en el Instituto de Ciencias de Jalisco
(establecimiento que nació en lugar de la Universidad de Guadalajara), en 1828.
2
Lucas Alamán, “Memoria [1843]”, op. cit., pp. 31-32.
3
Idem.
4
Guillermo de la Peña et al., Ensayos sobre el sur de Jalisco, segunda edición, México, CIS/INAH, 1980, p. 16.
32
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Plano de la Villa de Tapalpa con la localización de la fábrica de papel.

Pintura de la fábrica de papel La Constancia y la finca que habitaban sus dueños al fondo.
33
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Distintos aspectos del exterior de La Constancia de Tapalpa.

34
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Zacoalco con 3.76%; Tamazula con 3.62% y hacienda de San Marcos con
2.17%.5
Entre los socios más conocidos se cuenta a los ya citados Ricardo Jones y
Norberto Noble, así como al primer director de la compañía, Ignacio Vizcaíno,
quien renunció a ese cargo en octubre de 1843, así como el señor Juan José
Tamés, quien al menos aparece citado como socio en una nota periodística
en mayo de 1848.6 Pero sobre todo, es de resaltar la figura de José Vicente
Gutiérrez, quien era el dueño de la hacienda de El Molino, donde se construyó
la fábrica.7 Este personaje destacó por ser quien ocupó la dirección de la
compañía después de Vizcaíno y por haber acaparado prácticamente todas las
acciones, hasta quedar como el único dueño de la fábrica al empezar la séptima
década del siglo. De hecho, durante los años de 1870 y 1871, Gutiérrez liquidó
dos de las últimas acciones a 5% de su valor. Lo mismo hizo su albacea en
1890 con la última de las acciones que aún no había comprado Gutiérrez antes
de morir.8 Después de su fallecimiento, ocurrido en 1889, la viabilidad de la
fábrica se vio seriamente comprometida debido a una disputa por la herencia,
iniciada entre sus hijos Mauricio y Anastasio —fruto del primer matrimonio
con Nepomucena Sánchez— contra quien fuera la segunda esposa, Dolores
Arantón.
Para construir el edificio, instalar y operar la maquinaria
estadounidense que se compró para La Constancia en la década de 1840,
la compañía contrató también a dos personas de esa nacionalidad a quienes
les proporcionó habitación para vivir en los terrenos de la fábrica: al
ingeniero Veraunes Hooker y a un especialista en la elaboración de papel,
llamado Silas Goddard. En 1843, a pesar de la recomendación favorable

5
Idem.
6
El Republicano Jalisciense, tomo II, núm. 85, Guadalajara, 30 de mayo de 1848, p. 4, AHJ.
7
Los terrenos donde se construyó esta fábrica, así como los de sus alrededores, fueron comprados a José Vicente Gutiérrez, en favor
de la Compañía del Sur de Jalisco, “en varias fracciones, desde el año de 1852 hasta el de [1859]”. Sólo que, conforme las acciones
de la compañía fueron adquiridas por José Vicente, hasta quedar como dueño absoluto de la fábrica de papel, los terrenos volvieron a
ser parte de la hacienda El Molino. Francisco J. Zavala, Informe a la vista del Lic..., abogado de Da. Dolores Arantón a la tercera sala
del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, en un incidente sobre posesión de los bienes hereditarios, liquidación y partición de la
sociedad conyugal de esta señora con su difunto esposo D. José Vicente Gutiérrez, Guadalajara, Imprenta del Diario de Jalisco, 1892,
p. 29. BPEJ/Misceláneas 732.
8
Amado Camarena, Informe a la vista rendido ante el Juez 1º de lo civil de esta capital por el Lic. […] como apoderado del albacea y
herederos de D. José Gutiérrez, en el incidente promovido por el representante de la señora Doña Dolores Arantón, oponiéndose á la
liquidación del segundo matrimonio del expresado Sr. Gutiérrez, Guadalajara, Tipografía y Litografía de La Torre Eiffel de Francisco
Torres y Compañía, 1891, p. 18, BPEJ/Miscelánea 732.

35
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

que hizo de ellos el renunciante director Ignacio Vizcaíno,9 quienes lo


relevaron en el cargo decidieron despedir a ambos técnicos. El argumento
principal esgrimido para esa decisión fue que carecían de “los conocimiento
snecesarios”, lo cual propició no sólo la mala calidad del papel ahí fabricado
inicialmente, sino que hubo un serio deterioro de la maquinaria,10 hasta causar
su paro completo durante cerca de dos años (de mediados de 1845 a marzo
de 1847), cuando fue puesta en operación por el nuevo encargado de la
producción, el también estadounidense Juan S. Blake.11
A contratiempos como el descrito —que por cierto no fue el único
de ese tipo en las siguientes décadas—,12 se sumó la insuficiencia de las
corrientes de agua para mover la maquinaria en tiempo de secas y, más
tarde, el inicio de actividades de El Batán, otra fábrica de papel construida
en el municipio de Zapopan, muy cerca de la capital jalisciense, principal
mercado de este producto. A este respecto, ya desde principios de 1845, Lucas
Alamán pronosticaba que La Constancia iba a enfrentar serios problemas para
distribuir su papel en las imprentas de Guadalajara debido a que, en adelante,
“no se le podr[ría] dar este destino” a su producción, “por haberse establecido
[en esa ciudad] una fábrica que deb[ía] estar ya en operación, con lo que la
de Tapalpa” difícilmente daría salida a sus mercancías en tanto que “la de
Guadalajara [podía] abastecer más cómodamente aquellas imprentas”. 13
Unas y otras circunstancias desfavorables, aumentaron
paulatinamente el desánimo de los socios originales, situación que a la postre
favoreció la concentración de las acciones en el director de la compañía,
José Vicente Gutiérrez, hasta convertirlo prácticamente en el dueño absoluto
de la fábrica. La incertidumbre que se vivía en ese establecimiento hacia
1848 se puede percibir al menos en un breve intercambio epistolar que
sostuvieron algunos socios de la compañía radicados en Guadalajara

10
Lucas Alamán, Memoria de la Dirección [1844]…, op. cit., p. 19.
11
AIPJ,
Protocolos de Martín Román, Libro 15, 12 de junio de 1845, ff. 133f-135f; y Protocolos de Juan Riestra, Libro 9, 30 de mayo de
1854, ff. 287f a 288v.
12
Por ejemplo, al término del contrato de Juan S. Blake en 1857, José Vicente Gutiérrez contrató al técnico papelero inglés William
Henry Broadbent, “el cual, inconsistente e incumplido en las labores a él encomendadas”, y tal vez por insuficiencia de conocimientos
en el ramo, causó cuantiosos daños y perjuicios a la empresa, motivo por el cual fue despedido en 1858. Hans Lenz, Historia…, op. cit.,
p. 498.
13
Lucas Alamán, Memoria de la Dirección [1844], op. cit., p. 18.
9
Ignacio Vizcayno, El Director de la Compañía del Sur de Jalisco, a sus consocios [Tapalpa a 15 de octubre de 1843], Guadalajara,
Imprenta de Manuel Brambila, 1843, p. 5, BNM, Fondo Lafragua, R 1396 LAF. Aunque Ignacio Vizcayno no menciona la nacionalidad
de estas personas, gracias a una búsqueda específica realizada en el Archivo General de la Nación, se ha podido corroborar este dato,
al menos para el caso de Hooker, “Certificado de nacionalidad de Veranes Hooker”, México, 15 de febrero de 1843, AGN, Grupo
Documental: Movimientos marítimos, pasaportes, y cartas de seguridad, vol. 12, f. 134.
36
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Aspecto de la finca que albergó


a los dueños de la fábrica La
Constancia. En la parte baja, una
piedra de molino que se utilizó
en la fábrica.

37
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Ruinas de La Constancia.

38
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

con Gutiérrez, por medio de El Republicano Jalisciense (periódico


oficial del gobierno). En los meses de mayo y junio de ese año fueron
publicadas ahí al menos tres cartas. En la primera, los socios inconformes
llamaban a Gutiérrez y a los demás socios a reunirse en Guadalajara,

con el fin de tratar de los intereses de una compañía que ha hecho


sacrificios por fomentar un ramo de industria del país, y que hasta
ahora con dolor lo decimos, ha hecho tan pocos adelantos, cuando
otra compañía [El Batán] con una maquinaria de menos cuantía, ha
presentado en el mercado sus productos mucho mejores a los de la
nuestra; y sobre todo, deseamos saber qué estado guardan nuestros
intereses.14

A ese comunicado, Gutiérrez respondió con la promesa de hacer una


junta hacia el mes de octubre, no sin antes descalificar la comparación que
hicieron sus replicantes —por desproporcionada— sobre el funcionamiento
de la fábrica de Tapalpa y El Batán. Según su parecer, esa comparación no
cabía, porque la primera de estas fábricas estaba saliendo apenas de los
contratiempos originados por los errores del inicio, mismos que no se dieron
en la segunda. Intentar una comparación entre ambas, decía, era como:

querer nivelar un mendigo, enfermo, agonizante por un concurso de


accidentes, sin protección por los allegados y escaso de todo recurso,
con un sano, robusto, favorecido por esos allegados, bajo cuya sombra
y amparo nace, crece y fructifica sin contra-tiempo. A la fábrica de
papel de [El Batán] todo le ha sobrado, y á la de Tapalpa le ha faltado
lo principal, que es el fondo [económico] ¡Que inocentes!15

En el último de estos comunicados, los replicantes de Gutiérrez


aceptaban parcialmente las explicaciones y quedaron a la espera de la
mencionada reunión, aunque con sendos reclamos por no haber recibido
utilidades todavía para entonces.16

14
El Republicano Jalisciense, tomo II, núm. 82, Guadalajara, 19 de mayo de 1848, p. 4, AHJ.
15
Ibid., núm. 85, Guadalajara, 30 de mayo de 1848, pp. 3-4.
16
Ibid., núm. 92, Guadalajara, 23 de junio de 1848, p. 3.

39
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

No obstante las graves dificultades que le tocó enfrentar a ese pionero


establecimiento industrial de papel, es de resaltar el tesón de un personaje
como José Vicente Gutiérrez, quien logró mantener vigente a este proyecto —
con todos los vaivenes— al grado de que, en las décadas posteriores, el papel
ahí producido mereció reconocimientos en distintas exposiciones mundiales,
como las efectuadas en Chicago y Atlanta.17
Sin embargo, los datos disponibles sobre montos de producción
ilustran también sobre las limitaciones de esta fábrica. De hecho, sólo se
han encontrado algunos para los años de 1845, 1879 y 1890. En el primer
caso, según lo consigna Lucas Alamán en 1846, del primero de enero al 15 de
septiembre de 1845 se produjeron 7 047 resmas de papel de tamaño común y
de distinto tipo.18 En ese tiempo La Constancia funcionó de manera irregular
con cuatro molinetes. Con base en fuentes de 1879, se sabe que para entonces
apenas había aumentado su capacidad a cinco molinetes en funcionamiento
regular, y procesaba —ya con cierta regularidad— alrededor de 8 000 resmas
de papel en tamaño doble (que equivalían a 16 000 de tamaño común), de las
siguientes clases: florete, medio florete y de color.19 Mientras que, según se
puede apreciar en el inventario realizado a los bienes de Gutiérrez a propósito
del litigio seguido por sus herederos, en 1890 se produjeron ya 22 477 resma,
entre papel para cigarros (14 447) y de estraza (8 000).20 Ciertamente, como
se verá más adelante, estas cantidades fueron muy inferiores a las que alcanzó
la fábrica de El Batán. Sin embargo, sí logró mantener su importancia en el
concierto nacional a lo largo del siglo XIX.
Pero más que por sus volúmenes de producción, quizás por lo
que destacó esta fábrica en el contexto nacional al iniciar sus actividades,
fue por la experimentación que hizo de nuevas materias primas para
elaborar su papel. Así, por ejemplo, en 1845 se produjo papel a partir de
lino y de algodón, pero también utilizando la combinación de desperdicios
provenientes de las fábricas de hilados con ixtle del maguey, o bien, de
desperdicios de algodón e hilachas combinados con ixtle de maguey para

17
Guillermo de la Peña et al., Ensayos sobre…, op. cit., p. 15.
18
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria [1845], op. cit., pp. 217-218.
19
Camilo González y José Cedeño, “Villa de Tapalpa: municipalidad en el 4to. Cantón del Estado de Jalisco”, en Revista Jalisco,
segunda época, vol. 5, núm. 1, Guadalajara, Secretaría de Gobierno de Jalisco, p. 42. Consultado en Biblioteca del AHJ.
20
Francisco J. Zavala, Informe a la vista del Lic. […], abogado de Da. Dolores Arantón…, op. cit., p. 37.

40
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

hacer papel de estraza.21 Justamente el haber experimentado con materias


primas distintas, como lo fue la fibra mencionada, hizo que esta fábrica
destacara en su tiempo frente a otros establecimientos que funcionaban en
el país. Cabe mencionar también que, según lo consigna Hans Lenz, a fin de
procurar un mayor abastecimiento de materias primas derivadas del algodón,
en esta fábrica se instaló “una sección de hilatura” de ese material en 1857,
con 1 596 husos. Realmente no se sabe más sobre las consecuencias de esa
reforma ni tampoco si perduró varios años o pronto fue eliminada.
La producción de esta fábrica, al menos en sus primeros años,
encontró mercado en distintos puntos de Jalisco y del país. El papel de lino
blanco y azul esmalte se vendió en las ciudades de Guadalajara, Zacatecas,
Guanajuato, Sayula y en la misma fábrica, de $4.00 a $4.50 la resma. El de
“lino sin plancha” de tamaño doble, se vendió a la imprenta del gobierno
de Jalisco a $8.00. El de medio florete se vendió en Guadalajara, San
Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato, Leon, Sayula, Zapotlán el Grande
(Ciudad Guzmán), Colima y en la fábrica misma, a poco más de $3.00 la
resma común. El papel elaborado con desperdicios de algodón e hilacha y
combinado con ixtle encontró mercado en Guadalajara “para impresiones y
envoltura”, y en Zacatecas “para el uso de las minas”, así como en Guanajuato.
También se vendió papel de color rosa a la Dirección General del Tabaco,
para sus fábricas en Guadalajara, San Luis Potosí, Zacatecas y Durango.22
Ciertamente, La Constancia de Tapalpa no fue un establecimiento
muy grande y el número de personas ocupadas ahí fue más bien pequeño.
Según Hans Lenz, en los primeros años de funcionamiento contrató a 200
hombres y 100 mujeres para desarrollar sus actividades. Sin embargo, para
1879 sesostenía con cuarenta operarios y dos empleados dueños. Todos ellos
vivían en las habitaciones de la fábrica y hacienda de El Molino, junto a sus
familias, que sumaban en total 105 personas.23

21
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado [1845], op. cit., pp. 217-218. Según decía Lucas Alamán, las combinaciones mencionadas de
ixtle para la elaboración de papel sólo llevaban 30% de este material y el resto de otros materiales como hilachas, algodón o desperdicios
del mismo. Sin embargo, según análisis realizados por Hans Lenz a muestras de papel de 1843 en el Instituto de Madera, Celulosa y
Papel de la Universidad de Guadalajara, se determinó que la composición de éste incluyó hasta 80% de fibras de maguey. Hans Lenz,
op. cit., pp. 496-497.
22
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado [1845], op. cit., pp. 218-219.
23
Camilo González y José Cedeño, “Villa de Tapalpa […], op. cit, p. 42.
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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Ruinas de los edificios de La Constancia.

42
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Conforme transcurrió el tiempo, la papelera de Tapalpa perdió


importancia. A las disputas familiares por la herencia de José Vicente Gutiérrez
se sumó el rezago tecnológico del establecimiento, que no pudo evolucionar a
la adopción del uso de nuevas materias primas para la producción del papel.
A esas circunstancias se aunaron otras de orden tecnológico, socioeconómico
y político, que impidieron su vigencia al iniciar el siglo XX. La introducción
del ferrocarril hasta Sayula en 1901, incrementó las relaciones comerciales de
Guadalajara con la región sur de Jalisco, lo cual hizo cada vez más prescindible
la actividad productiva de la región. A pesar de la nueva situación la fábrica
continuó trabajando, pero al presentarse las oleadas de la revolución en la región,
dejó paulatinamente de hacerlo. Todavía y en pequeña escala, “la fábrica tuvo
una corta resurrección aproximadamente en 1924”, cuando un señor llamado
Ramón Martín del Campo, “echando a andar la vieja maquinaria”, experimentó
por un corto tiempo la producción de “papel de lino”, sin éxito aparente.24
En la actualidad se pueden apreciar aspectos del edificio ruinoso de esta
fábrica, como claro testimonio de un proyecto industrializador decimonónico en
el sur de Jalisco, que murió en el intento apenas llegó el siglo XX. Los pocos
vestigios industriales que permanecen en ese lugar se deben al cuidado que ha
impuesto desde hace algunas década su actual propietario, el señor David Pérez
Rulfo.

Federico Murguía, “La fábrica de papel ‘La Constancia de N. S. de Guadalupe’, de Tapalpa”, Estudios Históricos, IV época, núm. 49,
24

Guadalajara, Centro de Estudios Históricos Fray Antonio Tello, noviembre de 1992, p. 704.
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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Dos imágenes del acueducto que sirvió para mover la rueda hidráulica de La Constancia.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

2. La Compañía Industrial de Atemajac o Prosperidad


Jalisciense: soporte de las fábricas de Atemajac y El
Batán

El 17 de noviembre de 1840 se protocolizó en Guadalajara la Compañía Industrial


de Atemajac, popularmente conocida en la época como “La Prosperidad
Jalisciense”. En torno a ella coexistieron más tarde dos fábricas: la de hilados
y tejidos de Atemajac y la de papel de El Batán. En ese primer documento
que dio sustento legal a la compañía, se asumió el compromiso de establecer
“una fábrica de hilados, tejidos de algodón y papel”, además de “dos máquinas
despepitadoras de algodón”. La primera se construiría en las inmediaciones de
Guadalajara y las segundas serían ubicadas “en los puntos que los directores de
la empresa” creyeran más adecuados. Se estableció también que el capital inicial
de la empresa fuera de 150 000 pesos, que sería reunido a partir de la venta de
30 acciones a cinco mil cada una.1
En este proyecto se agruparon múltiples personalidades de la elite
comercial y agraria, junto a otros sectores más conocidos en el medio intelectual
tapatío. Incluso participaron residentes de otros puntos de Jalisco y de México. Se
entiende que unos y otros vieron en la industrialización un futuro promisorio para
el país y seguramente para su propio beneficio. Entre las personas que se dieron
cita en la conformación de esta empresa estaba quien después sería su director:
el ya para entonces rico comerciante tapatío José Palomar. Pero también estaban
poderosos comerciantes y hacendados, como el español Francisco Martínez
Negrete y los señores Norberto Vallarta y Nicolás Remus. También fueron parte
de la Compañía el educador Manuel López Cotilla,2 el sacerdote de Zacoalco,
Ignacio González Tinajero, y quien fungía para entonces como presidente de
la Junta Industrial de Sayula, Ignacio Vázquez, entre otros (ver cuadro 2).

1
AIPJ,
Protocolos de Mariano Hermoso, Libro 11, 17 de noviembre de 1840. ff. 51v-55v.
2
Manuel López Cotilla nació en Guadalajara el 22 de julio de 1800. Hijo de un comerciante vasco avecindado en esa ciudad, estudió
en el Seminario de Guadalajara y se destacó como uno de los más grandes educadores de Jalisco. En esa condición, fue uno de los
principales promotores de la Escuela de Artes Mecánicas de Guadalajara. Ramiro Villaseñor y Villaseñor, Bibliografía General de
Jalisco, tomo IV, Guadalajara, Unidad Editorial/Gobierno de Jalisco, 1990, pp. 63-64.

45
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Localización.

Fábrica El Batán ca. de 1940.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Cuadro 2
MIEMBROS DE LA COMPAÑÍA INDUSTRIAL DE ATEMAJAC O
“PROSPERIDAD JALISCIENSE”, AL MOMENTO DE FUNDARSE EL 17
DE NOVIEMBRE DE 1840

Número
Lugar de Capital
Nombre de
residencia aportado
acciones
1 José Palomar Guadalajara $15,000 3
2 Francisco Martínez Negrete Guadalajara $15,000 3
3 María Josefa Moreno Guadalajara $10,000 2
de Sancho
4 Ignacio Uribe Autlán $5,000 1
5 Ignacio Vázquez Sayula $5,000 1
6 Ignacio González Tinajero Zacoalco $5,000 1
7 José Justo Corro Guadalajara $5,000 1
8 Norberto Vallarta Guadalajara $5,000 1
9 Nicolás Remus Guadalajara $5,000 1
10 Juan M. B. Neuberi Guadalajara $5,000 1
11 Jesús Asencio Guadalajara $5,000 1
12 Domingo Llamas Guadalajara $5,000 1
13 Ignacio Cañedo Guadalajara $5,000 1
14 Manuel López Cotilla Guadalajara $5,000 1
15 Gabriel González Guadalajara $5,000 1
16 Prisciliano Mercado Guadalajara $5,000 1
17 Antonio Mercado Guadalajara $5,000 1
18 Miguel de la Parra Guadalajara $5,000 1
19 Ignacio Morfín Guadalajara $5,000 1
20 Manuel Cortes Guadalajara $5,000 1
21 Pedro Matute Guadalajara $2,500 ½
22 José Cortes Guadalajara $2,500 ½
23 Vicente Araujo Guadalajara $2,500 ½
24 Marcelino Olivares Guadalajara $2,500 ½
25 Francisco Figueroa Querétaro $2,500 ½
26 Nicolás de la Peña Guadalajara $2,500 ½
27 Manuel Zelayeta Guadalajara $2,500 ½
28 Joaquín Silva Guadalajara $2,500 ½
29 Manuel Escorza Guadalajara $2,500 ½
30 Francisco Pacheco Muguiro Guadalajara $2,500 ½

TOTAL $150,000 30

Fuente: AIPJ, Protocolos de Mariano Hermoso, Libro 11, 17 de noviembre de 1840. ff.
51v-55v.

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Mapa en el que se identifica


a la fábrica de Atemajac y a
la presa que le alimentaba de
agua a través de un canal.

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Plano de la presa y la fábrica de Atemajac

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Como se ha dicho, al fundarse la Compañía Industrial de Atemajac, su


pretensión fue construir un solo establecimiento con dos secciones: una para
fabricar hilados y tejidos de algodón, y otra para elaborar papel, la cual tendría
garantizada la materia prima a partir de los desperdicios de la primera. Sin
embargo, ese proyecto no prosperó en los términos originalmente previstos,
aunque sí se intentó.
Ciertamente, la fábrica empezó a ser construida bajo la idea original
hasta iniciar operaciones a finales de 1843, a un lado del antiguo pueblo indígena
de Atemajac, en el municipio de Zapopan (en los límites con Guadalajara). Y
aunque la maquinaria para fabricar papel se colocó y funcionó en el mismo
edificio que ocupó la de hilados y tejidos, pronto fue replanteada su permanencia
en ese lugar por parte de la empresa. El motivo de ello fue que el agua disponible
no resultó suficiente para garantizar el movimiento simultáneo de una y otra
maquinarias.3
Por esa razón, debieron “aceptar la pérdida que significó instalar la
[fábrica] de papel en” el lugar equivocado y se dieron a la tarea de buscar otro
espacio para el mismo propósito. Fue bajo esas circunstancias que, siguiendo
la misma corriente de agua, a poco más de un kilómetro de distancia (en
dirección este), se construyó un nuevo establecimiento para albergar y operar
la maquinaria de papel, “junto al molino de trigo llamado el Batan, que al
efecto se compró”. De esta manera, la nueva fábrica empezó a producir papel
en su propio edificio a partir de marzo de 1845, e inició un importante proceso
de expansión al adquirir nueva maquinaria.4 A partir de entonces, la planta de
hilados y tejidos fue conocida como fábrica de “Atemajac”, en alusión a la
toponimia del lugar. Y lo mismo ocurrió con la de papel, que adoptó el nombre
antes asignado al antiguo molino de trigo donde se asentó por segunda vez:
es decir, El Batán.
Esta compañía experimentó una importante evolución en los años
posteriores, tanto por un incremento del capital como por la llegada de más
y nuevos socios. Según consigna Longinos Banda, el capital primario de la
compañía al iniciar operaciones sus maquinarias en 1843, era ya de 300 mil
pesos (el doble del recaudado al momento de protocolizarse la compañía). Sin

3
Para el movimiento de la maquinaria de esta fábrica se aprovecharon las corrientes de agua provenientes de Los Colomos, Zoquipan y
otros pequeños afluentes. Varias de ellas en el municipio de Zapopan.
4
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado [1845]”, op. cit., p. 219.
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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

embargo, al iniciar la década de 1860, se calculaba que habría 820 mil pesos
invertidos en las dos fábricas a que había dado lugar la misma compañía: la de
hilados y tejidos de Atemajac y la de papel de El Batán.5
Asimismo, cabe hacer notar que de acuerdo con un folleto publicado
por los empresarios textiles en 1848,6 contra la entrada ilegal de hilaza a
Jalisco, se observa cómo la “Empresa de Atemajac”7 ya había experimentado
importantes transformaciones, no sólo en cuanto a la cantidad de socios que la
integraban, sino también en cuanto a las ausencias y/o presencias de algunos
miembros especialmente notables. Para empezar, el número de socios pasó de
30 que fueron originalmente en 1840, a 55 en 1848. Mientras tanto, como se
puede ver en el listado del cuadro 3, destaca para este momento la ausencia de
los hacendados y comerciantes Francisco Martínez Negrete y Domingo Llamas,
así como la del educador Manuel López Cotilla, entre otros. Pero también resulta
significativa la presencia de nuevos socios, como los abogados y educadores
Ignacio Vergara, Dionisio Rodríguez y Juan Gutiérrez Mallén, junto al químico
e ingeniero Vicente Ortigosa, quien para entonces recién habría llegado de
Europa, así como también la del próspero comerciante español Manuel Luna
(suegro de Nicolás Remus), perteneciente al grupo de “los panameños” que se
avecindaron en Guadalajara desde la década de 1810.8

5
Longinos Banda, Estadística de Jalisco (1854-1863). Formada con vista de los mejores datos oficiales y noticias ministradas por
sujetos idóneos en los años de 1854 a 1863, segunda edición, Guadalajara, UNED-Gobierno de Jalisco, 1982 (Colección histórica, serie
Estadísticas Básicas núm. 5), pp. 172-175.
6
Representación que los empresarios de hilados y tejidos de Guadalajara hacen al Supremo Gobierno del Estado, pidiéndole que impida
la importación de hilaza extranjera, Guadalajara, Imprenta de Manuel Brambila, junio de 1848, pp. 10-11, BPEJ/Miscelánea 169.
7
Es importante mencionar que en el citado folleto sólo se hace mención a los firmantes como empresarios de “Atemajac”. Y en tanto
que es una protesta de incumbencia directa de las fábricas textiles, pudiera suponerse que la información de los socios ahí presentada
sólo incluyera a los dueños de la “fábrica de Atemajac” y no de los de la “fábrica” de papel de “El Batán”. Sin embargo, era del
dominio público que ambas fábricas pertenecían a la misma compañía, por lo que seguramente el listado de firmas ahí publicadas debe
corresponder a los miembros de la compañía, toda, y no sólo a los de la “fabrica de Atemajac”. Un ejemplo de lo expresado puede
observarse cuando Pablo Navarrete, uno de los socios nuevos de la compañía, manifestaba en su testamento —protocolizado en 1849—,
poseer “veinte y cuatro mil doscientos pesos [en] acciones [invertidas] en la compra de Atemajac y Batan”. AIPJ, Protocolos de Francisco
Tejada, Libro 8, 22 de mayo de 1849, ff. 122v-125v.
8
Sobre los “panameños” que se avecindaron en Jalisco, ver Jaime Olveda, La oligarquía…, op. cit., pp. 165-166.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Residencia de los dueños de la fábrica de Atemajac.

Distintos aspectos de la fábrica de Atemajac en el siglo XIX y principios del XX.

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Plano de la fábrica de Atemajac. 55


3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Fachada de la fábrica de Atemajac después de 1911.

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Convivencia de trabajo dotes de Atemajac.

Reconocimiento a trabajadores de Atemajac.

Trabajadores sindicalizados de Atemajac.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Distintas imágenes actuales del lugar en que estuvo la fábrica de Atemajac.

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Parte de la cortina de la presa de Atemajac a un costado de Av. Patria.

Teatro de la fábrica.
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Aspecto de las calles aledañas a la fábrica de Atemajac.

Portón principal de la fábrica de Atemajac en su última época.


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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Es importante resaltar la figura de Ignacio Vergara, por tratarse de uno


de los intelectuales del llamado grupo “los polares” en la década de 1820,9 así
como por haber sido profesor del Instituto de Ciencias de Jalisco en su segunda
época (a partir de 1848), y miembro de la Junta Industrial de Guadalajara que se
creó en 1840, para fomentar esas actividades. Respecto a los educadores López
Cotilla, Rodríguez10 y Gutiérrez Mallén,11 son de destacar porque justamente
en ellos recayó la responsabilidad, en distintos momentos, de fundar y dirigir
la Escuela de Artes Mecánicas (después conocida como Escuela de Artes y
Oficios) que se creó en 1842-1843, al calor de las acciones impulsadas desde
la Junta Industrial de Guadalajara y del nacimiento de las nuevas compañías
industriales. En lo que toca a Ortigosa, este personaje destacó años más tarde por
su activismo encaminado a llevar a la entidad jalisciense hacia la modernidad
industrial desde las distintas trincheras que ocupó: como legislador, organizador
de artesanos, promoviendo el nacimiento de escuelas propias de la modernidad
pretendida, participando en el impulso de nuevas empresas industriales,
proponiendo reformas hacendarias, registrando patentes de su invención, etc.12
Y el caso de Manuel Luna resulta interesante por ser parte del conocido grupo
de “los panameños”, que llegaron a la entidad desde mediados de la década
de 1810 e imprimieron un sello innovador en materia de negocios a partir de
entonces.

9
En 1822 se fundó la sociedad Los Amigos Deseosos de la Ilustración, con un órgano de difusión titulado La Estrella Polar. Dentro
de esta agrupación, identificada por sus adversarios de manera despectiva como “los polares” —y que fue abiertamente partidaria de
los principios de la Revolución Francesa—, participaron las siguientes personas: el doctor Francisco Severo Maldonado y los jóvenes
Ignacio Vergara, Crispiniano del Castillo, Ignacio Sepúlveda, Anastacio Cañedo, Gil Martínez, Francisco Narváez y Pedro Zubieta.
Datos tomados de Celia del Palacio, La primera generación romántica en Guadalajara: La Falange de Estudios, Guadalajara, Universidad
de Guadalajara, 1993, pp. 14-15; Wolfgang Vogt, “La ilustración en Guadalajara/México después de la Independencia”, en Torre de
los Lujanes. Revista de la Real Sociedad Económica Matritense, núm. 52, separata, Madrid, octubre de 2004, pp. 213-220; y Luis Pérez
Verdía, Historia Particular del Estado de Jalisco, tomo II, edición facsimilar de la de 1911, Guadalajara, Universidad de Guadalajara,
1989, p. 193.
10
Dionisio Rodríguez nació en Guadalajara en 1810 y murió en 1877. Fue hijo del impresor Mariano Rodríguez, de quien heredó una
regular fortuna y la misma imprenta. Estudió abogacía en el Instituto, pero sobre todo trascendió su figura por la gran obra benefactora
que realizó, particularmente como fundador y responsable de la Escuela de Artes Mecánicas (después conocida como Escuela de Artes
y Oficios), hasta su muerte. Participó como accionista de la Compañía Industrial de Atemajac en la década de 1840. Cfr. Diccionario
Porrua. Historia, biografía y geografía de México, sexta edición, México, Porrúa, 1995, p. 2983.
11
Juan Gutiérrez Mallén fue descendiente de vascos que se asentaron en Guadalajara a finales del siglo XVIII. Nació en esta ciudad el
30 de agosto de 1810, donde también hizo sus estudios preparatorios en el Seminario y después los de jurisprudencia en el Instituto
de Ciencias de Jalisco. Recibió su título de abogado en 1837. Fue uno de los principales impulsores y mecenas de la Escuela de Artes
Mecánicas de Guadalajara. Con su profesión de abogado, llegó a ocupar cargos de legislador federal y local, pero también obtuvo,
gracias al ejercicio libre de ella, una importante fortuna, calculada aproximadamente en 100 mil pesos. Estuvo siempre vinculado al
proceso de modernización industrial que se experimentó en Guadalajara, no sólo a través de proyectos educativos afines, sino también
como socio de la Compañía Industrial de Atemajac. Murió el 26 de marzo de 1887. Cfr. Ramiro Villaseñor y Villaseñor, Bibliografía
general de Jalisco, tomo II, Guadalajara, UNED/Gobierno de Jalisco, 1983, pp. 291-292.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Cuadro 3
MIEMBROS DE LA COMPAÑÍA INDUSTRIAL DE ATEMAJAC EN 1848

Nombre Nombre
1 José Palomar
J. Agapito Gutiérrez
2 Ignacio Vergara 29
José Justo Corro
3 José Manuel de la Cueva 30
Dionisio Rodríguez
4 Jesús V. Ornelas 31
Jesús Pesquera
5 Agustín Escudero 32
Manuel Cortes
6 Mateo González Hermosillo 33
Manuel Colaso Garro
7 Francisco Berni 34
Manuel Cuevas
8 J. Mariano Franco 35
Guadalupe Padilla
9 Gabriel González 36
José Francisco Zumelzu
10 Mariano Palomar 37
Norberto Vallarta
11 María Pacheco Muguiro 38
Antonio Robles
12 Pablo Navarrete 39
Manuel Matute
13 Pedro Matute 40
Juan Gutiérrez Mallen
14 Ignacio Morfín 41
Ignacia Eguillón
15 Leonardo L. Portillo 42
Francisco Figueroa
16 Alejo Rivera 43
Vicente Ortigosa
17 Nicolás de la Peña Muguiro 44
Vicente Araujo
18 Jesús Asencio 45
Manuela Chávez de Olivares
19 Miguel Muñoz 46
Sra. Jesús González de Mallen
20 Sra. Merced Gómez de 47
Josefa Villa
Izaguirre 48
Sra. Guadalupe Muñoz
21 Mauricio González 49
Niña Jesús Uribe
22 Mariana García Sancho 50
Ignacio Uribe
23 Isabel García Sancho 51
Miguel Uribe
24 Teófilo García Sancho 52
Jerónimo Uribe
25 María Palomar 53
Manuel Luna
26 Pilar Palomar 54
Vicente Romero
27 José Ignacio Vázquez 55
28 Nicolás Remus

Fuente: Representación que los empresarios de hilados…, op. cit., pp. 10-11,
BPEJ/Miscelánea 69.

62
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Presa de la fábrica El Batán en 1897. 63


3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Dos fotografías del proceso de edificación del Templo de El


Batán a mediados del siglo XX.

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Distintas tomas de los pocos vestigios que existen actualmente de la antigua fábrica de papel El Batán.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Es interesante observar cómo, durante los primeros años, en torno a la


Prosperidad Jalisciense o Compañía Industrial de Atemajac, confluyeron los más
diversos personajes del mundo comercial, agrícola e intelectual de Guadalajara,
y a veces también de otros puntos de Jalisco. Sin embargo, ese espíritu de
asociación incluyente no duró mucho tiempo. Conforme transcurrieron las
décadas y la empresa fue creciendo, se hizo cada vez más visible la figura
monopólica del comerciante José Palomar, en quien fue depositada la dirección
de la Compañía desde un principio. Mientras que al inicio sólo fue uno de los
principales accionistas, junto a su suegra María Josefa Moreno de Sancho y a su
amigo Francisco Martínez Negrete; conforme pasaron los años, la presencia de
su familia fue cada vez más visible, según se puede ver en los apellidos García
Sancho (parientes políticos) y Palomar en el cuadro 3.
Esas tendencias se profundizaron en las décadas posteriores, hasta que
la siguiente generación de los Palomar y quienes se emparentaron con ellos,
dieron lugar a una nueva figura legal de esta empresa y sus negocios anexos, al
conformar la Sociedad Palomar, Gómez y Cía., después de ocurrida la muerte de
José Palomar, el 16 de noviembre de 1873.13 Bajo esa razón social continuó el
funcionamiento de Atemajac y El Batán, hasta que el 17 de septiembre de 1889
fueron adquiridas por el señor Ignacio Moreno, antes de pasar a constituir una
parte de la Compañía Industrial de Jalisco,14 que aglutinó a la mayoría de las
industrias mecanizadas que habían sido fundadas desde la década de 1840 en los
alrededores de Guadalajara. Un poco de la importancia que tuvieron las fábricas
de Atemajac y El Batán, en el contexto de la modernidad industrial a que arribó
Jalisco a lo largo del siglo XIX, se puede ver a continuación:

12
Después de una estancia en Alemania, donde estudió química industrial con el pionero de ese ramo —Justus von Liebig— e ingeniería
civil en la Escuela Politécnica de París, Vicente Ortigosa llegó a Guadalajara con el claro afán de incidir en la organización de los
artesanos, para lo cual promovió la Compañía de Artesanos de Guadalajara, pero también cumplió un importante papel como industrial,
legislador, inventor y a veces como consejero de distintos gobiernos en materia de administración pública. Cfr. Luis Robles Martínez,
“Datos biográficos del Ing. D. Vicente Ortigosa. Estudio leído por su autor el socio Lic. D. […], en la sesión ordinaria del 3 de agosto de
1916”, en Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, s.l, Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, s.f, p. 219,
BPEJ/Miscelánea 814; y Gabriel Camarena Gutiérrez, “Ortigosa de los Ríos, Don Vicente”, en La Ingeniería en Jalisco, Guadalajara,
Gobierno del Estado de Jalisco, 1990, pp. 434-435.
13
Jaime Olveda, “José Palomar: prototipo del empresario pre-burgués”, en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, núm. 36,
Zamora, El Colegio de Michoacán, otoño de 1988, pp. 52-54.
14
AIPJ, Protocolos de Heraclio Garciadiego, Libro 48, 10 de diciembre de 1889, ff.198-209.

66
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Sobre Atemajac, cabe decir que tanto su constructor como la


maquinaria venían de Estados Unidos. Así parece haber ocurrido, sobre todo
porque fue en manos de técnicos norteamericanos que se dejó la dirección y el
cuidado de las principales áreas durante los primeros años. Este fue el caso de
las siguientes personas, que protocolizaron la renovación de sus respectivos
contratos con José Palomar en 1845: Ingeniero Carlos V. Holbroock,
constructor15 y encargado del manejo general de la fábrica; Guillermo B.
Davis,16 responsable del departamento de cardas; y Juan Logan, responsable
del departamento de tejido y almidonado.17
En 1843, esta fábrica empezó sus actividades con 2 976 husos
en movimiento y 48 telares de potencia. A partir de junio de 1846 llegó a
tener 3 600 husos en movimiento con 90 telares.18 Hacia 1877, reportaba 5
600 husos y 130 telares.19 Y diez años después, en 1887, decía tener 4 000
husos sin especificar el número de telares.20 En 1880 se producían mantas,
hilaza y pabilo, productos que se vendían en Jalisco, Michoacán, Guanajuato,
Zacatecas y San Luis Potosí.21 A finales del siglo ya contaba con una sección
de “estampados.22 En 1843, la mano de obra era de 210 operarios, aparte de
cuatro miembros del personal directivo. En 1854 el número de operarios se
había incrementado a 285, mientras que en 1877 eran 195, de los cuales 120
eran hombres, 30 eran mujeres y 45 eran niños. Para 1887 se reportaban 218
operarios.23

15
Mariano Bárcena dice que Carlos Holbroock fue el encargado de construir el edificio de esta fábrica. Detalles de esa construcción los
proporciona el mismo Bárcena en 1880: “El edificio es muy amplio y de agradable aspecto, y al [Este] está un enverjado de hierro con
las puertas de entrada. La plaza está adornada con hileras de naranjos y de otros árboles, y en el centro hay una fuente.
Entre las fincas mencionadas se cuentan la capilla de la fábrica, la casa de los Sres. Palomar, la del padre capellán, las escuelas, etc.
Estas son costeadas, una por la Compañía, y otra por cuotas de los trabajadores; la de niños tiene 108 alumnos e igual número de niñas
la última.” En Mariano Bárcena, Descripción de Guadalajara en 1880, Guadalajara, ITG/Universidad de Guadalajara, 1954, p. 153-154.
16
De este personaje, se sabe que era norteamericano, de Massachussets, avecindado en Guadalajara desde aproximadamente la década
de 1820, casi al mismo tiempo que otro norteamericano de nombre Jorge Washington Larys. Cfr. Jaime Olveda, La oligarquía…, op.
cit., p. 170.
17
AIPJ, Protocolos de Mariano Hermoso, Libro 17, 1 de enero y 1 de junio de 1845, ff. 1f-2v y 97v-99vf.
18
Longinos Banda, Estadística…, op. cit., p. 170.
19
Mario Aldana Rendón, Desarrollo económico de Jalisco 1821-1940, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1976, p. 197.
20
“Comunicado del Administrador de rentas de San Pedro al Director de Rentas del Estado de Jalisco sobre fábricas, industrias, artes y
oficios”, AHJ/Ramo de Fomento, F-9-887.JAL/112, No. 613, f. 12.
21
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 153.
22
AIPJ, Protocolos de Manuel F. Chávez, Libro 15, 2 de diciembre de 1899, f.130f-137f.
23
Longinos Banda, Estadística…, op. cit., pp. 171. José María Muriá (dir.), Historia de Jalisco, Tomo III, Guadalajara, UNED/Gobierno
de Jalisco, 1981, p. 369; y “Comunicado del Administrador de rentas de San Pedro al Director…, op. cit., f. 12.

67
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Atemajac fue merecedora de varios reconocimientos por sus productos


en distintas exposiciones. Por ejemplo, obtuvo medalla de oro en México, en
1850 y 1851; medalla de plata en Aguascalientes, 1871; medalla de bronce
y mención honorífica en la exposición municipal de Guadalajara, 1878; y
medalla de plata en la primera exposición organizada por la Sociedad de Las
Clases Productoras en Guadalajara, 1879.24
Debido a la creación y funcionamiento de la fábrica de Atemajac,
el antiguo y pequeño pueblo ahí existente con anterioridad, pronto se vio
incentivado en su crecimiento poblacional. De tal forma que ya en 1889 contaba
con alrededor de tres mil habitantes, y en torno a la fábrica se había formado
un caserío obrero que tenía capilla, un capellán católico, escuelas de ambos
sexos y servicios comerciales.25 Esta fábrica logró sobrevivir activamente
hasta principios de la década de 1990. Hoy, lo que queda de su edificio y
fachada (por cierto modificados en 1911, después de un incendio ocurrido en
1909), capilla y caserío de obreros, están expuestos a la pronta destrucción,
debido a los avatares de la transformación urbana de Guadalajara.
Respecto a la fábrica de papel El Batán, se debe mencionar que tuvo
como su primer “director fabricante” o “superintendente”, al norteamericano
Cristóbal Ervin.26 A finales dé la decada de 1840 fue relevado por el también
norteamericano —de Massachussets— Federico Newton,27 quien destacaría
en los años posteriores como prestamista, comerciante y hacendado —fue
dueño de la hacienda de Contla, en Tamazula, entre otras propiedades—.28

24
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 154.
25
Manuel Portillo, Apuntes histórico-geográficos del Departamento de Zapopan [1888], Zapopan, Ayuntamiento de Zapopan, edición
facsimilar, 1998. (Primera edición, por Manuel Pérez Lete en 1889), p. 151.
26
AIPJ, Mariano Hermoso, Libro de Protocolos 17, 1 de junio de 1845, ff.100f-101f.
27
Marvin Wheat, Cartas de viaje por el occidente, Notas de José María Muriá y Angélica Peregrina, Guadalajara, Lotería Nacional y
El Colegio de Jalisco, 1994, p. 153.
28
Jaime Olveda, “Empresarios norteamericanos en Jalisco”, en Revista del Seminario de Historia Mexicana, vol. III, núm. 1, Guadalajara,
CUALTOS/Universidad de Guadalajara, primavera de 2002, pp. 50-52.

68
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Aspectos diversos de la fábrica El Batán y su entorno urbano inmediato.

Fachadas del caserío obrero de El Batán.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Al regularizar sus actividades en 1845, El Batán contaba sólo con


dos molinetes y producía 5 500 resmas de papel. Un año después, contó
ya con 4 molinetes y su producción aumentó a 9 547. Mientras que, hacia
1854, con 14 molinetes produjo 30 781 resmas29 de papel para escribir y para
cigarrillos.30 Ese espectacular crecimiento muestra que los augurios de Lucas
Alamán sobre la supremacía de El Batán respecto a la Constancia de Tapalpa
se estaban cumpliendo para el último momento descrito, pues la capacidad
productiva y el acceso a los mercados de papel eran muy superiores para
aquella fábrica.
De hecho, El Batán fue una fábrica de papel destacada por Manuel
Caballero como de las más importantes de México. Hacia 1882, decía que
ahí se habían producido 80 mil resmas de papel de tipo florete, medio florete,
imprenta, de colores, estraza y para carátulas.31 Su importancia fue tal que ya
en 1889 vivían en sus alrededores aproximadamente setecientas personas, entre
“operarios y otros vecinos”, después de haber sido un lugar prácticamente
despoblado antes de la fundación de ese establecimiento. También contaban
con “escuela para niños de ambos sexos”, así como una iglesia que estaba
siendo construida a partir de un proyecto diseñado por el ingeniero Vicente
Ortigosa y ejecutado gracias a la cooperación de sus propios obreros.32
Hoy en día sólo quedan algunas ruinas de esta fábrica que fue cerrada
aproximadamente en los años cuarenta del siglo XX; pero se mantienen en pie
varias casas que fueron construidas para alojar a los trabajadores y una población
imbuida de la cultura industrial que ahí nació desde mediados del siglo XIX. A
este pueblo, que ha quedado inmerso en la zona metropolitana de Guadalajara,
se le identifica justamente como “El Batán”.

29
Longinos Banda, Estadística…, op. cit., pp. 73-74.
30
Cabe destacar que tal como ocurrió en la fábrica de papel de Tapalpa, en El Batán también se experimentó con materias primas
distintas a los desperdicios de algodón o hilachas de algodón y lino. Se tienen referencias sobre experimentos realizados con fibras
de maguey, cáñamo y una planta llamada güinar. Según Hans Lenz, algunas muestras de papel producidas en la década de 1850,
estaban compuestas de 80 u 85% de fibras de algodón y 15 o 20 % de fibras de maguey. Asimismo, menciona que al menos uno de los
reconocimientos otorgados a esta empresa fue por fabricar papel con caña de maíz. Hans Lenz, op. cit., pp. 512-515.
31
Manuel Caballero, Primer almanaque histórico, artístico y monumental de la República Mexicana, 1883-1884, publicado por…,
México, El Noticioso, 1883, p 171, BPEJ.
32
Manuel Portillo, op. cit. pp. 151-152.
70
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

3. Escandón, Olasagarre y Compañía: para fundar la


fábrica textil La Escoba

En 1840, el comerciante Manuel Escandón —veracruzano de origen vasco—


y el también comerciante panameño avecindado en Guadalajara, Manuel
Jesús Olasagarre, convinieron en establecer una fábrica de hilados y tejidos de
algodón1 en los terrenos de la hacienda La Magdalena, cinco leguas al noroeste
de Guadalajara, en el municipio de Zapopan. El primero pondría el capital y el
segundo “su propia industria” en la construcción de la fábrica y en la dirección
de la misma. También se estableció que Olasagarre daría los terrenos, agua
y materiales necesarios para la construcción, debido a que él era el dueño
de dicha hacienda.2 El 31 de enero de 1842, después de llevar significativos
adelantos en la construcción de la fábrica, se protocolizó el ingreso de un
miembro más a la sociedad: Francisco Vallejo, vecino de la ciudad de México.

Localización.

1
Cabe hacer notar que, junto a los numerosos telares de algodón que fueron puestos en funcionamiento en las fábricas fundadas a lo
largo del país en las décadas de 1830 y 1840, también se instalaron en las mismas algunos telares de lana. Por ejemplo en la fábrica El
Hércules, de Querétaro, y en La Magdalena, de la capital del país. Jalisco no fue la excepción, y a este respecto decía Lucas Alamán
en 1843: “También hay cien husos para lana con las máquinas correspondientes para tegido, en la fábrica La Escoba, Departamento de
Jalisco.” Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la [1843]…”, op. cit., p. 29. ¿Por cuánto tiempo funcionaron estos husos de lana
en la Escoba? No se ha encontrado información al respecto, pero es muy probable que haya sido una actividad pasajera.
2
Es importante decir que dicha sociedad se formalizó hasta mediados de 1844, aunque realmente habían iniciado los trabajos de
construcción y operación de su edificio desde al menos dos años antes, atendiendo a “la confianza que mediaba” entre los socios, según
se dijo en el protocolo de junio de 1844. AIPJ, Protocolos de Mariano Hermoso, Libro 16, 23 de junio de 1844, ff. 164f-170v.
71
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Levantamiento de la fábrica La Escoba de la tesis para obtener el grado de


Arquitecto de Arnoldo Rábago Preciado.
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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Y poco tiempo después se adhirieron con otra pequeña participación para


la conclusión y puesta en operación de la empresa, el panameño y primo
hermano de Olasagarre, Sotero Prieto, junto al francés Julio Moyssard,3
ambos avecindados en la ciudad de Guadalajara. Esta fábrica de hilados y
tejidos, llamada La Escoba, empezó a trabajar el primero de agosto de 1843,
pero debido a la confianza que tenían entre sí los socios, la compañía que
le dio sustento fue “elevada á instrumento público” hasta el 29 de mayo de
1844.4 La participación de cada uno de los socios fue como se desglosa a
continuación:
Manuel Escandón, 132 mil pesos y los señores Olasagarre, Vallejo,
Prieto y Moyssard, 20 mil pesos cada uno, lo que daba un total de 212 mil de
inversión inicial. De esta manera, el socio capitalista mayoritario fue Manuel
Escandón. Sin embargo, Manuel Jesús Olasagarre poseía 30% del negocio
por su participación como socio industrial (administrador), además de su
parte como socio capitalista.
Desde mediados de 1845, a la vez que se hizo una primera
repartición de utilidades, se incorporó un socio más, el señor Joaquín Davis
con 10 mil pesos. Para entonces se hizo una primera liquidación a Manuel
Jesús Olasagarre —por concepto de indemnización que le dio la empresa—
de las percepciones por la parte que le correspondía como socio industrial.
La cantidad recibida fue de 22,884. 45 pesos, mismos que reinvirtió en la
misma empresa al recibirlos. A partir de este reacomodo, la inversión en
la compañía fue de $241,527.70, y la participación de los socios fue de la
siguiente manera: Manuel Escandón5 $127,180.18, Manuel Jesús Olasagarre
$41,984.88, Francisco Vallejo, $20,784.88, Sotero Prieto, $20,784.88, Julio
Moysaard, $20,784.88 y Joaquín Davis $10,000.00.6

3
La nacionalidad de esta persona se obtuvo de la siguiente referencia: “Certificado de nacionalidad francesa de Julio Moissard”,
México, 7 de marzo de 1832, AGN, Grupo Documental: Movimientos marítimos, pasaportes, y cartas de seguridad, vol. 99, f. 250.
4
Idem.
5
Manuel Escandón (1808-1862) fue un empresario de origen vasco que nació en Orizaba, Veracruz. Entre 1817 y 1825 fue a estudiar al
Seminario de Vergara, en España. A su regreso empezó a destacar como un gran emprendedor de negocios. Primero, cuando en la década
de 1830 le compró a empresarios norteamericanos la primera línea de diligencias del país, entre México y Veracruz. Después, cuando
adquirió en la década de 1840 –en calidad de copropietario con los hermanos Antonio y Nicanor Béistegui— el mineral de Real del
Monte, en el estado de Hidalgo. Fue además uno de los principales impulsores del ferrocarril en México, pero también se involucró en
actividades relacionadas a la industria textil, como en La Escoba. Por esos años, también explotaba el estanco del tabaco y el tequesquite
en Jalisco. Se dice que gracias a su fortuna siempre influyó en los gobiernos de México, sobre todo por sus préstamos al diezmado erario
público. Cfr. Federico de la Torre, Entre la quimera y…, op. cit., p. 91; y Diccionario…, op. cit., p. 1199.
6
AIPJ, Protocolos de Mariano Hermosos, Libro 17, 28 de abril de 1845, ff.69f-71f.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Presa de La Escoba. Fachada de la Hacienda El Cedral.

Torreón para resguardar a La Escoba.

Presa de La Escoba y aspecto posterior de la Hacienda El


Cedral.
Capilla de la Escoba.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Parte de la fachada interior de la Fábrica La Escoba y el acueducto.

Acueducto de La Escoba. Ruinas de la fábrica La Escoba.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Es importante llamar la atención sobre varios rasgos de la compañía


que creó a La Escoba, respecto de las otras que nacieron simultáneamente
en Jalisco. Un aspecto a resaltar, porque es muy notorio, tiene que ver con la
procedencia del capital invertido en esa empresa, mayoritariamente derivado
de personas no nativas de Jalisco. La supremacía de Manuel Escandón en este
rubro fue más que apabullante, pero también lo fue que ninguno de los socios
tuvo raíces de sangre en esta entidad (a reserva de comprobar lo contrario en
el caso de Joaquín Davis); no obstante, en el caso de los panameños Manuel
Jesús Olasagarre y Sotero Prieto su llegada y arraigo a tierras jaliscienses se
dio cuando eran aún muy jóvenes. Igualmente resulta importante la presencia
—única para entonces en ese tipo de compañías de Jalisco— de un personaje
como Olasagarre, fungiendo como socio industrial, con la responsabilidad de
dirigir la instalación de la fábrica —desde la construcción del edificio hasta
la puesta en uso de la maquinaria—,7 así como conducirla en los aspectos
administrativos y económicos —no así en los procesos productivos—. Éste
no fue el caso en las otras compañías, que recurrieron totalmente al apoyo
de técnicos extranjeros (principalmente norteamericanos), sobre todo para
la construcción de los edificios, la instalación de la maquinaria y el manejo
de los procesos productivos. Y finalmente, también sobresale en el caso de
La Escoba el reducido número de socios ahí concurrentes, a diferencia de
la Compañía del Sur de Jalisco y de La Prosperidad Jalisciense, donde la
presencia “masiva” de ciertos sectores económicos e intelectuales de arraigo
local fue predominante, al menos en los primeros años.

7
Hay varias referencias que ubican a Olasagarre como posible responsable no sólo de la concepción del proyecto, sino incluso de
la construcción de la fábrica y fincas aledañas. Sobre esta posibilidad se puede ver en el protocolo, firmado en junio de 1844, que
dicho proyecto industrial fue impulsado originalmente por Manuel Escandón y Manuel Jesús Olasagarre. Pero también se decía ahí
que, para tal efecto, el primero “pondría el capital y Olasagarre su propia industria en la construcción de la fabrica y dirección del
establecimiento”; además de que “daría el local necesario” para establecer dicha fábrica. AIPJ, Protocolos de Mariano Hermoso, Libro
16, 23 de junio de 1844, f. 164v. Asimismo, Mariano Bárcena en consonancia con esa idea, mencionaba en 1880 que “Olasagarre dando
vuelo a su laboriosidad, transformó, en el espacio de dos años [de 1841 a 1843], aquel sitio desolador [cómo fue caracterizado el lugar
donde se instaló La Escoba] en una amena población, donde el himno del trabajo se levanta con el choque de las ruedas hidráulicas y
el eterno girar de los usos y los malacates [sic].” Al poco tiempo, Olasagarre “emprendió una obra hidráulica ingeniosa y atrevida” que
ayudó a subsanar la falta de corrientes suficientes de agua en ese lugar, por medio de presas. Mariano Bárcena, Descripción, op. cit., p.
150. Si bien con los datos aportados no se puede afirmar tajantemente que Olasagarre haya sido el constructor de la obra, sí es importante
abonar otro dato en esa línea: el hecho de que estudió ingeniería en el Colegio de Minería, tal como lo consignan fuentes de la época.
Al respecto, Cfr. Santiago Ramírez, Datos para la historia del Colegio de Minería escogidos y compilados por el antiguo alumno el
Ingeniero de Minas […], miembro honorario de la Sociedad “Antonio Alzate”, México, Edición de la Sociedad “Alzate”, Imprenta del
Gobierno Federal, 1890, pp. 277-278. Obra consultada en FRJMA.
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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Desde que se instaló La Escoba, fueron contratados los servicios


del técnico norteamericano Daniel Loweree,8 a quien se le asignó la
responsabilidad de guiar los procesos productivos del establecimiento. Este
personaje se arraigaría en la región, junto con su familia. Algunos datos sobre
el desenvolvimiento general de esta fábrica en el siglo XIX se pueden ver en el
cuadro 4.

Finca en Copalita que albergó al personal directivo de La


Escoba en sus últimos años.

8
Marvin Wheat, Cartas de viaje…, op. cit., p. 159.

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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Cuadro 4
COMPORTAMIENTO GENERAL DE LA FÁBRICA TEXTIL LA ESCOBA, 1843-1887

Procedencia
Número de Lugares de venta de
Año Husos Telares de materia Producción
trabajadores los productos
prima
Jalisco y otros
lugares del país
Por semana:
1843 2 112 —
2 100 libras de
hilaza
”””

Costas de Anualmente:
1854- 3 300 69 809
México, 620 000 libras de
1856
Nueva Orleáns hilaza y 28 000
y Perú piezas de manta al
año
”””

Anualmente:
1875 3 000 125
120 000 libras
de hilaza, 60 000
piezas de manta, 3
000 libras de pabilo
y 15 000 libras de
cordón
300
”””
Colima, Por quincena:
Autlán, Tepic 4 786 kilos mata
1879
y estados 798 kilos hilaza
fronterizos del 399 kilos pabilo
norte
Jalisco Manzanillo
265 operarios,
Puebla Córdoba,
más empleados
Villa Lerdo, Anualmente: Ver. Veracruz, Ver.
San Blas y 48 000 piezas de Morelia Guanajuato
1887 3 000
Autlán manta Querétaro
Cd. de México

Fuente: Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la agricultura é industria [1843]…”, op. cit., p. 80 (cuadro núm. 5), Longinos Banda,
Estadística, op. cit., p. 172; Marvin Wheat, Cartas de viaje…, op. cit., p. 165; Silverio García, “Una visita al pueblo de S. Cristóbal.
Opúsculo por…, en Informe y colección de artículos relativos a los fenómenos geológicos verificados en Jalisco en el presente año y
en épocas anteriores, tomo II, Guadalajara, Tipografía de S. Banda, 1875, pp. 6-7, BPEJ/Miscelánea 251; Mariano Bárcena, Descripción
de…, op. cit., p. 152; “Cuadernos en que consta la toma de razón de los pases de introducción por la garita de Zapopan en todo el año
fiscal de 1886 á 1887”, AHJ, Ramo de Hacienda, H-2-886.GUA/207, ff. 21-31; y en “Comunicado del Administrador de rentas de San
Pedro al Director de Rentas de Jalisco sobre fábricas, industrias, artes y oficios”, AHJ, Ramo de Fomento, F-9-887.JAL/112, núm. 613,
f.12.
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3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Fincas y personas en Copalita a principios del siglo XX.

Reunión de personas en La Escoba treinta y cinco años después de haber cerrado.

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El lugar donde se construyó la fábrica era un potrero al que se conocía


como “La Escoba”, nombre que adoptó el establecimiento industrial. Ese
lugar fue radicalmente modificado a partir de la llegada de la fábrica. Aparte
del edificio de la misma, se construyeron dos presas para almacenar el agua
que después sería conducida a través de un canal hasta las ruedas hidráulicas,
para garantizar el movimiento de la maquinaria y otros procesos. Pero Manuel
Jesús Olasagarre también construyó a poca distancia una elegante casa al
estilo inglés, llamada hacienda El Cedral, a la que “adornó con riquísimos
muebles, plantó una huerta y un bosque de cedros”. Debido a ello, llegó a ser
considerada como una de las mejores fincas de recreo en las inmediaciones de
Guadalajara, hasta finales del siglo XIX.9
Para albergar a los trabajadores de la fábrica,10 de la hacienda El
Cedral y a sus familiares, nació el poblado de Copalita, al costado norte de la
presa de La Escoba. Gracias a la actividad económica ahí generada, Copalita
tenía para 1889 más de 800 habitantes no ligados laboralmente a estos centros
de trabajo que, sumados a los operarios de La Escoba y a los trabajadores
de El Cedral, con sus respectivas familias, se acercaban a 2 500 pobladores.
También había para entonces “una Capilla de gracioso exterior”, un capellán
católico, un médico, una botica, así como “escuelas para niños y niñas”.11
Conforme transcurrieron los años, la compañía sufrió varias
modificaciones. En 1858 era mayoritariamente propiedad de Manuel Jesús
Olasagarre y Sotero Prieto. Y justamente al ocurrir el fallecimiento del primero
(el 23 de enero de 1858), fue vendida en su totalidad a Manuel Escandón, según
convenio del 26 de abril de ese año.12 En 1866 Escandón la vendió a Barrón,
Forbes y Compañía, propietarios de la fábrica de hilados y tejidos llamada
Jauja, en Tepic.13 En 1878 la propiedad fue adquirida por el comerciante español
Manuel Fernández del Valle, quien a su vez vendió 40% de la propiedad a

9
Manuel Portillo, Apuntes…, op. cit., p. 150.
10
Se sabe por la Descripción de Mariano Bárcena, que la mano de obra empleada en esta fábrica en 1880 era de 300 personas. De esa
cantidad, un número importante debió haber sido del sexo femenino, ya que, según Silverio García, las pabiladoras, bancos de hilar,
urdidores y telares eran operados por mujeres, y solamente en telares se hablaba de 125 en 1875. Cfr. Mariano Bárcena, Descripción…,
op. cit p. 152 y Silverio Gracía, “Una visita al pueblo de S. Cristóbal. Opúsculo por…”, en Informe y colección de artículos relativos a
los fenómenos geológicos verificados en Jalisco en el presente año y en épocas anteriores, tomo II, Guadalajara, Tipografía de S. Banda,
1875, p. 8. BPEJ/Miscelánea 251.
11
Idem.
12
AIPJ, Protocolos de Juan Riestra, Libro 14, 6 de mayo de 1859, ff. 129v- y 134f.
13
Arnoldo Rábago, “Los propietarios de La Escoba y El Cedral”, en Haciendas de Zapopan, Zapopan, Ayuntamiento de Zapopan, 1992,
p. 6.
80
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Guillermo Barrón, en 60 mil pesos.14 Poco después, el 23 de agosto de 1883,


pasó completamente a manos de Manuel Fernández del Valle.15 Al momento
de la quiebra de esta fábrica, acaecida el 11 de abril de 1900, pertenecía a una
“sociedad pro-indiviso”, de la cual formaban parte Somellera Hnos., Fortoul
y Chapuy, Gas y Gorgordan, viuda e hijos de Corcuera y otros.16
Todavía La Escoba fue puesta en funcionamiento nuevamente por el
señor Francisco Martínez Negrete, en marzo de 1901, y paró definitivamente
en abril de 1902, siendo entonces desmantelada y su maquinaria enviada
a las fábricas de Atemajac y La Experiencia. Después de la clausura
definitiva, fue vendida a la Compañía Industrial de Guadalajara (cuyos
accionistas eran los señores Bec, Couzin, Lebre y Yavelly, entre otros). En
1943, el edificio y demás terrenos pasaron a poder de otros propietarios,
quienes abonaron a su destrucción “talando parte del bosque y vendiendo
vigas y material sacado de las construcciones, ya ruinosas, de la antigua
fábrica.”17 Años después, el proceso destructivo de la hacienda el Cedral
y la antigua fábrica fue detenido, cuando el arquitecto Arnoldo Rábago se
ocupó de su restauración, gracias a que su familia adquirió dicha propiedad.
También es un testimonio viviente de esa tradición fabril, el pueblo
de Copalita, que se mantiene a un lado de la antigua fábrica, como una
pequeña comunidad de vocación agrícola y ganadera expuesta a ser alcanzada
–muy pronto- por el desenvolvimiento urbano de la zona metropolitana de
Guadalajara.

14
AIPJ,
Protocolos de Heraclio Garciadiego, Libro 9, 12 de octubre de 1878, ff. 155f-159v.
15
AIPJ,
Protocolos de Heraclio Garciadiego, Libro 48, 10 de diciembre de 1889, ff. 11-12.
16
Arnoldo Rábago, “Los propietarios…”, op. cit., p. 6.
17
Idem.
81
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Varios ángulos del acueducto de La Escoba.

82
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Hacienda El Cedral, antes y después de la restauración hecha por el Arquitecto Arnoldo Rábago.

83
3 LOS PIONEROS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1840 Y LAS FÁBRICAS DE PAPEL E HILADOS Y TEJIDOS

Vista de la presa desde El Cedral, casco de la Hacienda y embarcadero contruído después de la restauración.

84
4
OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUS-
TRIALES EN LA DÉCADA DE 1850:
ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES
Y DE FIERRO

Una década después de fundadas las primeras compañías industriales,


nació al menos otra de textiles y dos más de fierro, como parte de la misma
inercia que se inauguró en los cuarenta. La primera se fundó en Guadalajara
y fue el soporte de la fábrica La Experiencia, nuevamente en el municipio de
Zapopan, al norte de Guadalajara, muy próxima a la fábrica de papel El Batán.
En cuanto a las ferrerías, ambas fueron instaladas en el sur de Jalisco: una, la
de Tula, en la sierra de Tapalpa1 y la otra, La Providencia, en el municipio de
Tamazula. A continuación nos referiremos a cada una de ellas.

1. Fábrica de La Experiencia: de Olasagarre, Prieto,


Loweree y Ortigosa

El primero de julio de 1852 fue protocolizado en Guadalajara el nacimiento


de una sociedad cuya pretensión era crear “una fábrica de manufacturas
de algodón” que llevaría el nombre de La Experiencia, en el municipio de
Zapopan. Este proyecto fue encabezado por el principal impulsor de La
Escoba, Manuel Jesús Olasagarre, y secundado nuevamente por su primo
Sotero Prieto Olasagarre. Junto a ellos, integraron también la sociedad Daniel
Loweree y Vicente Ortigosa de los Ríos.2 El primero fungía para entonces como
responsable del buen funcionamiento técnico en La Escoba y el segundo llegó
algunos años antes a Guadalajara, después de una larga travesía de estudios de
ingeniería y química por Europa.

1
Cuando se fundó la ferrería, los terrenos en que fue construida eran del municipio de Atemajac de las Tablas, y en los últimos años del
siglo XIX pasaron a pertenecer al de Tapalpa.
2
aipj, Protocolos de Mariano Hermoso, Libro 22, 1 de julio de 1852. ff. 79f-82v.

85
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

La sociedad se estableció con un fondo de 15 mil pesos, reunido a


partes iguales por Olasagarre, Prieto y Loweree, mientras que Ortigosa hizo
un aporte similar en especie. Se aceptó por los otros socios que éste otorgara
un terreno de su propiedad para la edificación de la fábrica,3 así como el uso
del agua almacenada en una presa y el respectivo canal, que hasta entonces
servían sólo para el movimiento de su molino de trigo llamado El Salto.4
Igualmente se convino que Olasagarre, Prieto y Loweree seguirían aportando
los recursos económicos necesarios —en partes iguales—, para la construcción
del edificio, compra e instalación de la maquinaria, hasta ponerla en acción
con “quinientos malacates”, así como con algodón suficiente para trabajar
durante los primeros tres meses. Del aporte adicional, Ortigosa tendría que
pagar la cuarta parte respectiva a los demás socios, para quedar nuevamente
en situación similar.

Localización.

En el mismo protocolo se estableció que en lo tocante a la construcción


de la fábrica, “cada uno de los socios” prestaría su auxilio “mutuamente,
3
Es importante mencionar que desde 1845, el ingeniero y químico Vicente Ortigosa adquirió en propiedad varios terrenos cercanos al
antiguo molino El Batán (donde para entonces funcionaba ya la fábrica de papel El Batán). Sobre estas adquisiciones, ver Ana Rosa
González García, Agua e industria: un estudio sobre historia ambiental en Guadalajara, siglos XIX y XX, Guadalajara, tesis de maestría
en antropología social, CIESAS-Occidente, junio de 2003, pp. 58-60. Seguramente uno de esos terrenos correspondió a donde se construyó
La Experiencia y donde él ya tenía el molino de harina El Salto, que a mediados de la década de 1860 rentaría a los hermanos Loweree
para que empezara la que después sería llamada fábrica de hilados Río Blanco. También tenía ahí un establecimiento para la producción
de “ácidos”. Al momento de su fallecimiento, en 1877, Ortigosa había logrado montar también a un lado de la antigua edificación de El
Salto, un moderno molino de harina de trigo llamado El Salvador.
4
Idem.
86
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

según su inteligencia y posibilidad.” Pero cuando se trató de definir quién


sería el administrador, se dijo que, siempre y cuando estuviera de acuerdo, ese
nombramiento recaería en Vicente Ortigosa, por el cual se haría acreedor a un
sueldo de parte de la empresa.5 Si se atiende al perfil de la mayor parte de los
miembros de esta compañía, se deduce que no necesitaron traer personal de otras
partes para levantar la fábrica, instalar la maquinaria y ponerla en operación.
Tanto Olasagarre, como Prieto6 y Ortigosa habían estudiado ingeniería (el
tercero, además era químico); y en lo que toca a la instalación y operación
de la maquinaria, Loweree llegó para ejercer esas importantes funciones a La
Escoba desde principios de la década de 1840 y continuó haciéndolo hasta
unos años después de iniciados los trabajos en La Experiencia.
Finalmente, esta factoría empezó a funcionar el 15 de noviembre
de 1853, según consta en una placa que permanece en la fachada del viejo
edificio que la albergó. En 1854, dicho establecimiento reportaba 792 husos
en movimiento; también decía producir anualmente 90 mil libras de hilaza,
ocupar a 50 personas entre empleados y operarios, y tener un costo entre
edificio y maquinaria de $70,000.00.7 Para 1879 seguía con los mismos 792
husos en movimiento, producía 2 392 kilogramos de hilaza y 400 de pabilo
al mes, y seguía ocupando a 50 operarios, de los cuales 15 eran hombres,
30 mujeres y cinco niños. Se decía para este último año también, que sus
hilazas tenían gran “aprecio entre los consumidores” y habían sido premiadas
en varias exposiciones del país.8
No se han encontrado pruebas documentales fehacientes, pero
todo indica que la sociedad originalmente fundada, al pasar de los años, fue
modificada sustancialmente en cuanto a quienes la integraron. Tal como sucedió
con La Escoba, al momento de fallecer Manuel Jesús Olasagarre en 1858, una
y otra fábricas eran mayoritariamente propiedad de este empresario y de su
primo Sotero Prieto, ya por las acciones que cada uno acumuló individualmente
o por las que fueron adquiriendo conjuntamente a través de la compañía
mercantil fundada por ambos, bajo el nombre de Olasagarre, Prieto y Cía.
Y también, al igual que sucedió con La Escoba, La Experiencia fue vendida
a Manuel Escandón en abril del mismo año.9 Hacia 1868 fue adquirida por
5
Idem.
6
En relación con Sotero Prieto, hay al menos un documento en 1823 que lo acredita como alumno del entonces Real Seminario de
Minería de la ciudad de México. Cfr. “José Prieto y Ramos, al Tribunal de Minería”, Guadalajara, 9 de diciembre de 1823, 5 f., AHPM,
1823, I, 183/d.17.
7
Longinos Banda, Estadística…, op. cit., p. 172.
8
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 155.
87
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Distintas tomas de los patios interiores de La Experiencia antes de su destrucción.

88
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Aspectos de la fachada de La Experiencia de principios y finales del siglo XX.


89
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Portada del libro de Jesús Martínez Vallejo, editado en 1951. Para conmemorar el Centenario.
90
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

la firma Martínez Negrete y Cía. En agosto de 1890 pasó a ser propiedad de


los hermanos Manuel y Justo Fernández del Valle, quienes la vendieron a la
Compañía Industrial de Jalisco por esos años, hasta llegar a 1900 en que fue
adquirida por la Compañía Industrial de Guadalajara.10
Por último, cabe hacer mención que, para satisfacer las necesidades
de La Experiencia, desde los años de 1850 se inició la formación del pueblo
que hasta hoy lleva ese nombre. En 1889 contaba con unos 250 habitantes,
tenía escuela maternal y se estaba construyendo una capilla.11 En la actualidad,
el edificio fabril está en proceso de demolición por quienes se quedaron con
él, después de un largo litigio laboral resuelto entre 2003 y 2004.

Fachada exterior de La Experiencia en 2007

10
Jesús Martínez Vallejo, Cien años de actividad social en la fábrica “La Experiencia”. Años 1851-1951, Fábrica La Experiencia,
Jalisco, edición del autor, 1951, p. 15.
11
Manuel Portillo, Apuntes…, Op. cit., p. 152.

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4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Auditorio del sindicato de trabajadores de La Experiencia.

Desmantelamiento de La Experiencia.
92
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Entorno urbano inmediato a la fábrica La Experiencia.

93
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

2. La ferrería de Tula en la sierra de Tapalpa

La explotación de fierro en los territorios de México lejos estuvo de ser


importante durante la época colonial. Al contrario, por disposición de la corona
esa actividad fue inhibida para no perjudicar las importaciones de fierro que se
hacían desde los territorios vascos. Sin embargo, desde finales del siglo XVIII, el
hierro español empezó a ser desplazado de los mercados europeos y también
americanos, debido a dos motivos principales: primero, por el rezago tecnológico
que impidió a este tipo de industria española mantener la competitividad de su
producto (por ejemplo, en cuanto a su calidad para ser utilizado en la fabricación
de vías, máquinas de vapor, ingenios azucareros y arados modernos: es decir,
parte de los soportes de la Revolución Industrial) y, segundo, por las luchas de
independencia de varios territorios de la América hispánica, lo que impidió la
importación fluida del producto.1

Localización

1
Ignacio M. Carrión Arregui, “La producción vasca de hierro y su exportación a América en los siglos XVI-XVIII”, en Amaya Garrita, Los
vascos en las regiones de México siglos XVI-XX, vol. VI, México, UNAM-Ministerio de Cultura del Gobierno Vasco-Centro Vasco, 2002,
pp. 173-176.
94
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Un factor adicional que incidió para el desabasto de hierro europeo


en el caso particular de la Nueva España, se propició por la guerra de España
con Inglaterra. Ante tales circunstancias, el Tribunal de Minería apoyó desde
1805 la instalación de la fábrica de fierro de Coalcomán, en Michoacán, misma
que fue abandonada al empezar la guerra de independencia. Ante el fracaso
de ese primer intento y apenas iniciada la era independiente, en 1825 dio
inicio otro proyecto en Piedras Azules, Durango, bajo la dirección de quien
sería el principal promotor de la modernización industrial de México: Lucas
Alamán.2 Con esta ferrería, se inauguró un nuevo capítulo en la búsqueda de
la autosuficiencia de fierro para el país.
Conforme se dio el despegue industrial de México, que fue apuntalado
primero por el Banco de Avío y después por la Dirección General de Agricultura
e Industria Nacional, la extracción y transformación del fierro ocupó un lugar
privilegiado. No sólo se debería fomentar el desarrollo de la industria textil y
del papel, sino que también, según lo veían los impulsores de este ambicioso
proyecto de gobierno, habrían de privilegiarse otros ramos estratégicos como el
de la fabricación de fierro. En palabras de Lucas Alamán, se decía lo siguiente:
“Las ferrerías deben ser consideradas no sólo como un ramo de industria, sino
como un elemento necesario para todos los demás [ramos], pues éste es el que
ha de producir las máquinas de que todos hacen uso”.3 Fue bajo esa premisa que
se ofrecieron apoyos y estímulos para la explotación formal de yacimientos de
hierro, que paulatinamente destacaron en Durango, Michoacán, Colima, Jalisco,
Oaxaca, Hidalgo, Estado de México, Morelos y Tlaxcala.4
No fue sencillo el camino que debió recorrer el desarrollo de esa
actividad. Sin embargo, a la par del empuje que lograron los giros modernos del
textil, el papel y el azúcar, entre otros, a lo largo del siglo XIX, la industrialización
del fierro paulatinamente inició un importante auge sin que llegara a ser el ramo
imprescindible que se le quiso asignar en tiempos de Alamán. En Jalisco hubo
al menos dos ferrerías que iniciaron actividades al comenzar la década de 1850.
Una fue justamente la de Tula, que se formalizó pocos años después de fundadas
las primeras compañías de hilados y tejidos y de papel.

3
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la agricultura é industria [1843], op. cit., p. 32.
4
Modesto Bargalló, “La metalurgia en México. Bosquejo histórico”, en Anales de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de
la Tecnología, núm. 3, México, Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, 1972, p. 320.
2
Leticia Gamboa Ojeda y Blanca E. Santibáñez, “Tropiezos y logros de la metalurgia en el siglo XIX. La fundición de Panzacola,
Tlaxcala”, en Tzintzun, Revista de Estudios Históricos, núm. 19, Morelia, IIH/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
enero-junio de 1994, p. 7.
95
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Por la abundancia de minas con diversos metales, la sierra de


Tapalpa y sus alrededores fueron de los primeros puntos para este tipo de
experimentos. Ya en la Memoria General de Industria de 1844, a partir de
información proporcionada por la Junta Industrial de Sayula un año antes,
se consignaba la importancia del metal ferroso existente en las minas que se
explotaban en los altos de Tapalpa. Ahí se decía que, eran “abundantes” las
minas y rendían “nueve arrobas por carga”. Se decía también que el fierro
era “mezquino por la falta de máquinas”, a lo que se añadía el bajo precio
que tenía en el mercado. No obstante esas desventajas, se producía en dichas
minas lo necesario para el consumo interno y en parte para vender a estados
circunvecinos. Principalmente se fabricaban instrumentos de labranza como
azadones, hachas, coas y rejas.5
Justamente en 1845, hubo quienes trataron de fundar una compañía en
Guadalajara para explotar el fierro de Tapalpa, pero no prosperó la iniciativa.6
Ese intento auguró lo que pronto sería una realidad. Según Modesto Bargalló,
el señor J. Blume,7 en 1846, estableció una fundición en la “Sierra de Tapalpa”,
que serviría de antecedente para que a los pocos años, en 1850, se construyera
la ferrería de Tula, cuatro leguas y media al noreste de la cabecera municipal
de Tapalpa, en terrenos del municipio de Atemajac de las Tablas (ambos en
el Cantón de Sayula). Según esa fuente, la base para que se construyera y
operara la fábrica de fierro fue la integración de una compañía en Guadalajara,
encabezada por Juan de Dios Rosas;8 aunque hay otro dato que se refiere al
francés Julio Rose como el artífice de este proyecto industrial en 1851.9
Más allá de la incertidumbre de estos datos, hay otras referencias donde
la presencia del francés Rose es tangible, lo que pudiera inclinar la balanza
hacia él como el principal forjador del proyecto. Por medio de un documento
notarial del 5 de marzo de 1857, donde el distinguido abogado ilustrado tapatío

5
Lucas Alamán, Memoria de la Dirección…, op. cit., Apéndice, pp. 11- 12.
6
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la Agricultura é Industria [1845], op. cit., p. 222.
7
Según Jaime Olveda, en Guadalajara vivió una persona de origen alemán llamado Enrique Julio Blume, quien se casó con una tapatía
llamada Guadalupe Castañeda Zavala. Este señor figuró “como apoderado de muchos empresarios extranjeros” e invirtió en el comercio
y en la minería, además de ser, en 1848, interventor de la Administración General de Tabaco. Jaime Olvida, La oligarquía…, op. cit.,
p. 434.
8
Modesto Bargalló, op. cit., p. 324.
9
Dato con base en información supuestamente aportada por Julio Rose Jr., en José M. Nájar Herrera, Geografía particular del Estado de
Jalisco escrita por […], Profesor Normalista, cuarta edición, Guadalajara, Tipografía de La Gaceta de Guadalajara, 1908, p. 58, BECM.
Es probable que en relación con quiénes y en qué fecha fundaron esta compañía, persista la confusión mientras no se tenga acceso a
documentos más veraces que lo acrediten.
96
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

La ferretería de Tula en acción a finales del siglo XIX. El pueblo de Ferrería de Tula.

Llegada del automovil a Tula.

Trabajadores de la ferrería. Vida social.


97
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Movimiento de productos de Tula.

Ruinas de la ferrería de Tula. Casco de la Hacienda.

Directivo o uno de los propietarios de ferrería de


Tula, antes de cerrar.
98
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Anastasio Cañedo (ex miembro del grupo de “los polares” en la década


de 1820) hipotecó las acciones que tenía en la ferrería de Tula a favor del
también tapatío de origen vasco, Benito Echauri, se deja ver la posibilidad de
que la fecha de fundación de ese establecimiento pudiera ser el 30 de octubre
de 1855, o que al menos entonces se dio una recomposición en cuanto a sus
impulsores. Según se dice ahí, Cañedo empezó la sociedad en esa fecha con
Julio Rose y el también francés José Pascal. Lo que no se especifica es si
ya existía previamente la ferrería o si la sociedad se integró para iniciar su
construcción hasta 1855.10
En el mismo documento se menciona que cada uno de los socios
participó con 20 mil pesos en 1855, para sumar una inversión total de 60
mil. Sin embargo, para marzo de 1857 los bienes de Anastasio Cañedo en
esa negociación ascendían a 48,609 pesos: 20 mil de los cuales eran por el
ingreso a la sociedad, 10 mil por la compra de la mitad de una acción que
había hecho a José Pascal, 10 mil que le debía la ferrería por dinero que había
“ministrado para su giro”, así como 8,609 pesos que le correspondían por
“todas las mejoras” que se habían “hecho en la fábrica”.11
Para el 15 de septiembre de 1857, se presentó Anastasio Cañedo
ante el mismo notario para declarar y comprobar que ya era dueño de las dos
terceras partes de la sociedad que se había integrado en torno a la ferrería de
Tula, debido a que había comprado la otra mitad de la acción que le quedaba
a José Pascal. De esta manera quedó como socio mayoritario y Julio Rose
como socio minoritario. Pero también declaró que con el fin “de dar un mayor
impulso á la espresada negociación”, había acordado con su único socio,
“enajenar una parte de su representación, a favor de José Vicente Gutiérrez
(principal accionista de la fábrica de papel La Constancia, de Tapalpa),
“para adquirir la propiedad de las minas de fierro” que le arrendaban para
entonces, bajo contrato que habría de concluir en 1866.12 Igualmente, habían
decidido que Anastasio Cañedo vendiera “otra parte de sus acciones, para
hacerse de recursos, y poner en todo su desarrollo la negociacion”. Ante
tales requerimientos, dividieron toda la participación de ambos socios en
24 barras, de las cuales 16 correspondían a Cañedo y ocho a Rose. De las
16 barras de Cañedo, en el citado protocolo vendió los derechos de dos de

10
AIPJ, Protocolos de Francisco Briceño, 5 marzo de 1857, ff. 34f-35v.
11
Idem.
12
AIPJ, Protocolos de Francisco Briceño, 15 de septiembre de 1857, ff. 82f-84v.

99
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

ellas a su hermano José, en 10 mil pesos, para que recibiera el usufructo


correspondiente durante los siguientes nueve años. Cumplido ese plazo, José
Cañedo quedó con el “derecho á recibir de [José Vicente Gutiérrez] la parte
que proporcionalmente [correspondiera] á sus dos barras”, así como la parte
proporcional a las mejoras que se hubieran realizado hasta entonces en la
fábrica de fierro.13
Seguramente las proyecciones calculadas en 1857 por los socios
de la ferrería de Tula no llegaron a buen puerto. Lo anterior se desprende
de la información de otro documento notarial, del 7 de septiembre de 1865.
En ese protocolo sobresale la significativa recomposición que había sufrido
la sociedad, en cuanto a sus miembros. Aparecen ahí como socios: Miguel
Brizuela, José María Cañedo, Juan de Dios Rosas, Leonor Rosas, José María
Plancarte y Anastasio Cañedo. Vale la pena resaltar aquí otros dos aspectos:
Por un lado, el hecho de que al parecer Anastasio Cañedo había caído en
quiebra para entonces, ya que sólo poseía tres barras de la negociación y
además estuvo en su lugar en ese protocolo el señor Clemente Mendiola,
como representante de sus acreedores. Por el otro, sobresale la presencia en la
sociedad —ahora sí— de Juan de Dios Rosas.14
El impulso del ferrocarril en México sirvió como incentivo a las
mejoras de la ferrería de Tula. Ese fue el sentir que expresó el ingeniero
Juan Ignacio Matute cuando en diciembre de 1873 publicó en El Minero
Mexicano una interesante “memoria” (misma que se reproduce totalmente
en el apartado de los anexos) sobre el mencionado establecimiento, para
llamar la atención del gobierno sobre “la importante industria del fierro”
que requería de su protección. Máxime, decía, cuando el país se estaba
asfixiando por la falta de vías adecuadas de comunicación, pero contaba,
paradójicamente, con “los materiales necesarios para la fabricación de
rieles y de todo lo que los caminos de fierro” demandaban.15 En dicha
memoria, que fue realizada a pedido expreso de los señores José y Anastasio
Cañedo, se hace un recuento del equipamiento y recursos existentes en la
negociación, y de las mejoras que deberían impulsarse en el corto plazo.16

13
Idem.
14
AIPJ, Protocolos de Félix Garibay, Libro 8, 7 de septiembre de 1865, ff.385v-390v.
15
El Minero Mexicano, México, 18 de diciembre de 1873, pp. 11 y 12, Consultado en la BNM.
16
Juan Ignacio Matute, “Ferrería de Tula. Informe del Señor […]”, en El Minero Mexicano, México, 11 y 18 de diciembre de 1873, pp.
7-9 y 6-8, BNM.
100
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Seguramente las recomendaciones ahí expuestas sirvieron para dar


sentido a los cambios tecnológicos experimentados por Tula algunos años
después, ya con nuevo dueño. Según Ramón Sánchez Flores, al adquirirla
el abogado español Manuel Corcuera propició su modernización tecnológica
desde finales de la década de 1870, a partir de maquinaria moderna encargada
expresamente a la Siemens alemana. A partir de ese hecho, la ferrería de
Tula se posicionó como una de las predecesoras de la moderna industria
siderúrgica mexicana. Gracias a estas transformaciones, llegaría a constituirse
como una de las primeras “en producir ruedas dentadas, soleras, varillas
corrugadas y hierro estirado”. E igualmente, lo dice el mismo autor, esta
fábrica “logró convertirse en una de las proveedoras locales de las compañías
ferroviarias”.17
Por lo que se consigna en un anuncio publicado en el Primer
Almanaque Histórico, Artístico y Monumental de la República Mexicana,
sabemos que en la década de los ochenta la ferrería de Tula producía y vendía
los siguientes artículos: fierro platina, llantas de fierro acerado, ejes torneados y
con ranuras, fierro cilindrado, fierro redondo y cuadrado de diversos diámetros
y gruesos, soleras y fajillas, fierro especial para herrajes, flechas redondas
y cuadradas de las dimensiones y gruesos que se pidieran, fierro fundido,
fondos para calderas, balaustres, tacos, bujes y ménsulas para andenes, sofás,
parrillas, hornillas y braseros, molinos o trapiches de varios tamaños; también
se ofrecía el servicio para fabricar “las piezas de maquinaria” bajo pedido,
“dando diseños ó modelos”; herramientas de labranza, arados de ala, rejas,
hachas, picos, talaches, azadones y coas.18 La importancia de esa ferrería
como constructora de maquinaria se demostró en 1880 cuando se exhibió
un molino de caña de azúcar en la Exposición de la Sociedad de Las Clases
Productoras, cuyas piezas “de grandes dimensiones”, se decía en una crónica,
demostraban “la perfección en los trabajos de dicho establecimiento.”19

17
Ramón Sánchez Flores, Historia de la tecnología y la invención en México. Introducción a su estudio y documentos para los anales de
la técnica, México, Fondo Cultural Banamex, 1980, p. 319.
18
Manuel Caballero, Primer almanaque histórico, artístico y monumental de la República Mexicana, 1883-1884, publicado por…,
México, El Noticioso, 1883, p. 73.
19
José F. Olasagarre, “La 2ª Exposición Nacional de Las Clases Productoras’”, en Las Clases Productoras, tomo III, núm. 137,
Guadalajara, 30 de julio de 1880, p. 3, BPEJ.

101
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Pueblo de ferrería de Tula actualmente.

Fachada transformada de la antigua ferrería de Tula.

102
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Presa de la ferrería.

Templo de la ferrería.
103
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Dentro del abanico de necesidades que cubría ese establecimiento,


también incluyó el de resolver aspectos ornamentales de los pueblos aledaños
a su entono geográfico. Por ejemplo, en 1890 las autoridades políticas de
Autlán, Jalisco, en el contexto de una serie de mejoras materiales, encargaron
a la ferrería de Tula “bancas elegantemente construidas”, que se colocarían en
una glorieta municipal.20
A finales de la década de 1870, esta fábrica procesaba el metal de
tres minas aledañas que le pertenecían: Tacotes, donde trabajaban de cuatro a
20 peones, que le aportaban alrededor de 5 mil cargas anuales; La Mora, que
empleaba también de cuatro a 20 personas con 4 mil cargas anuales; y Amole
que empleaba de cuatro a 12 personas y cuyo monto de producción no se
especificaba en 1879.21
Ferrería de Tula contaba para estos años con un “horno alto” de
segunda magnitud “alimentado con viento frío... dado por una máquina
soplante de doble efecto, movida por una maquinaria de vapor” de 12 caballos
de fuerza. Sólo el producto en fierro colado de este aparato se calculaba en 120
toneladas mensuales. Este monto se sumaba a 400 toneladas anuales de fierro
dulce producidas por las fraguas de la ferrería y a las aproximadamente cuatro
toneladas de fierro dulce producidas cada 24 horas por los hornos pequeños.
El consumo anual de combustible por la ferrería, se calculaba en 1879 en 18
mil sacos de carbón de encino, 20 mil de ocote, 3 mil tareas de leña-ocote y
800 tareas de aliso y encino. La mayoría de este combustible se obtenía de
los cerros pertenecientes a la negociación y una pequeña parte se compraba
de otros lugares.22
A partir de esta fábrica nació un pueblo en sus alrededores que hasta
hoy lleva su nombre. A finales de la década de 1870 este poblado ocupaba el
tercer lugar en habitantes dentro del municipio de Tapalpa, con 931, después
de Atacco (pueblo de minas ferrosas, que tenía 1 148 habitantes) y de la
cabecera municipal, que contaba con 2 047. En ese lugar funcionaban también
para entonces dos escuelas, que atendían las necesidades educativas de los

20
Periódico Oficial del Estado de Jalisco, “Mejoras materiales en Autlán”, Guadalajara, 30 de octubre de 1890, p. 2, AHJ.
21
Camilo González y José Cedeño, “Villa de Tapalpa…, op. cit, p. 44.
22
Idem.
104
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

de su progresista” administración, encabezada para entonces por el ingeniero


Pablo Ocampo. 2324
Respecto al personal ocupado en 1879, además del ingeniero
Ocampo trabajaban ahí tres especialistas de origen francés: Juan Sucé,
Antonio Vill y Juan Grandmontagne. Se empleaban en la negociación
alrededor de 500 trabajadores, dentro de los cuales sobresalían por las labores
que desempeñaban, los siguientes: un director; los 3 técnicos franceses; en
el servicio del horno alto, 12 personas; en el pudlaje, 16; en laminación,
26; en las fraguas y afinaciones, 30; en la fundición, 15; como arrieros y
carreteros, 30; leñadores y carboneros, 200; albañiles y mozos diversos, 50.25
Según el señor Jesús González, hijo del último administrador que
tuvo la ferrería, en 1907 ésta fue adquirida por la compañía norteamericana
Mexican Iron and Steel. Al poco tiempo, la inestabilidad política que sufría el
país, en el marco del alzamiento revolucionario, fue clave en el cierre definitivo
de la misma. Sin embargo, hay otras versiones, como la de Guillermo de
la Peña, que atribuyen el cierre de esa fábrica y la de papel de Tapalpa, a
la modernización alcanzada en las comunicaciones entre Guadalajara y
Manzanillo (con la entrada del ferrocarril), y la consecuente llegada de
productos similares del exterior, a precios y calidades más competitivos.

23
Ibid., pp. 37-48. Pablo Ocampo es identificado en Guadalajara desde 1869 como fundador de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco.
Más tarde, en 1871, como profesor de “física y principios de química” en el Liceo de Varones; y desde 1879, como administrador de la
ferrería de Tula, en Tapalpa. En cuanto a su formación académica, hay registros sobre su estancia en el Colegio de Minería en 1859. Cfr.
“Noticia nominal de los profesores y catedráticos que actualmente sirven cátedra en el Instituto, el Liceo de Niñas y en el de Varones
de esta ciudad”, Guadalajara, 17 de abril de 1871, BPEJ/ADIP, C16-1, 157, f. 143. Camilo González y José Cedeño, “Villa de Tapalpa…”,
op. cit.; y sobre su estancia como estudiante del Colegio de Minería, Cfr. Anuarios del Colegio Nacional de Minería, 1845, 1848, 1859,
1863, edición facsimilar a cargo de Clementina Díaz de Ovando, México, UNAM, 1994, pp. 36-42.
24
Ibid., pp. 37 y 48. 25
26
Ibid., p. 44.
105
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Ruinas de la Hacienda de Tula.

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4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

3. La Providencia: una ferrería en Tamazula

Aparte de la ferrería de Tula, otra más se instaló durante la década de 1850


en el sur de Jalisco, seguramente menos importante que aquélla: se trató de la
ferrería La Providencia.
Sobre ella existe una pequeña descripción realizada por el ingeniero
Carlos F. de Landero en 1879 (aunque fue publicada hasta 1885), donde se
dan algunos detalles importantes.1 Fuera de esa información, sólo se puede
mencionar que en la prensa de la época eventualmente aparecen anuncios
de los establecimientos comerciales donde se ofrecían productos de fierro
fabricados ahí.2 Esas fuentes y otros dos documentos existentes en el Archivo
Histórico de Jalisco, permiten al menos rescatar algunos datos de esta pequeña
ferrería

Localización

1
Carlos F. de Landero, “Notas sobre la ferrería La Providencia (Estado de Jalisco)”, en Boletín de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco,
tomo 5, núm. 4, Guadalajara, abril de 1885, pp. 119-122, BPEJ.
2
Por ejemplo, en marzo de 1881 se anunciaba en un periódico local, que en el almacén de Francisco Martínez Negrete se vendían los
siguientes productos de la Ferrería La Providencia: fierro platina, barretones —redondos y cuadrados—, llantas para carruajes carros y
carretas, así como flechas y ejes para carros, entre otros. Las Clases Productoras, año IV, núm. 172, Guadalajara, 13 de marzo de 1881,
p. 4, BPEJ.
107
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

De acuerdo con la descripción de Carlos F. de Landero, La


Providencia fue fundada en 1850 en el Cantón de Zapotlán el Grande (Ciudad
Guzmán), municipio de Tamazula, en uno de los ramales de la Sierra del Tigre
“á la margen del río San Gerónimo, afluente del de Cobianes.” Se calcula que
producía entre 100 y 150 quintales de hierro por semana, aunque se decía
también que dejaba de “trabajar de tres a cuatro meses por año”, lo cual
mermaba significativamente su producción. El combustible que se empleaba
ascendía a 500 cargas semanales de carbón de pino y los depósitos de mineral
de hierro que la surtían estaban a “una jornada de bestia de carga”. Tenía para
entonces tres ruedas hidráulicas de cajones, de caída superior, “empleada una
en el soplo y cada una de las otras en mover un martinete”. Ahí trabajaban un
poco más de 20 obreros, de los cuales cuatro eran carpinteros, dos herreros,
tres en obra negra, cuatro mozos ocupados con bueyes, un portero, un boyero,
siete arrieros, entre otros.3
En 1889, La Providencia, reportaba “fundir” y “laminar” fierro,
para lo cual daba ocupación a 50 trabajadores en todo el negocio (se entiende
que incluyendo a quienes extraían el metal de las minas), producía 4 000
quintales al año, obtenía una utilidad de 8 000 pesos, y el valor del edificio
y la maquinaria estaba calculado en 20 000. Su dueño era el señor Miguel
Gómez.4 En el Archivo Histórico de Jalisco se conserva un plano de esta
fábrica elaborado en 1900 por el ingeniero Honorato L. Castillo, donde se
dice además que el dueño de la ferrería era el señor Francisco M. Aizpuru.5
Los casos antes referidos para las décadas de 1840 y 1850 evidencian
actividades mecanizadas de lo que podría considerarse un primer momento de
la industrialización moderna en Jalisco, en lo que concierne a los ramos del
textil, del papel y del fierro. Durante las décadas posteriores, las iniciativas de
este tipo, aunque con algunos matices, continuaron, tal como se ve en el capítulo
siguiente.

3
Carlos F. de Landero, “Notas…”, op. cit., p. 119-122.
4
“Boleta para recoger los datos sobre Establecimientos Industriales. 9º Cantón, Municipio de Tamazula de Gordiano, mes de enero de
1889”, AHJ, Ramo de Estadísticas, ES-9-889, TAG/102.
5
Juana Irma Flores Gaytán, “Dos planos de fábricas de Jalisco”, en Boletín del Archivo Histórico de Jalisco, vol. 4, núm. 1, enero-abril
de 1880, pp. 25-27.
108
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Plano de la ferrería La Providencia en 1900.

109
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Paisaje de la Hacienda con dos fotos de fondo en el ángulo superior izquierdo que ilustran el proceso de deterioro de la
antigua ferrería La Providencia.

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4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Ruinas de la fábrica.

111
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Ruinas de la fábrica.

112
4 OTROS ESTABLECIMIENTOS INDUSTRIALES EN LA DÉCADA DE 1850: ENTRE LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES Y DE FIERRO

Dos vistas de la Finca del administrador en proceso de restauración.

113
5
ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE
LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE
LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Un segundo momento de los inicio de la industrialización mecanizada


en Jalisco, en los ramos del textil y del fierro, ocurrió prácticamente desde
mediados de la década de 1860 y hasta los últimos años de la de 1880. Este
fenómeno sucedió sobre todo en algunos municipios de la región de Los
Altos, colindantes con el estado de Guanajuato, aunque también ocurrió en
un caso nuevamente en las cercanías de Guadalajara, dentro del municipio de
Zapopan.
En general, los nuevos establecimientos industriales de este segundo
momento operaron bajo el mismo paradigma tecnológico; es decir, que cuando
se trató de las fuentes de energía que utilizaron para su funcionamiento,
prevaleció la rueda hidráulica, a veces complementada con máquinas de
vapor.
Sin embargo, también hubo algunas características que los empezaron
a hacer distintos de los primeros, sobre todo en cuanto a la forma en que se
integraron las compañías. Un rasgo distintivo de las nuevas fábricas respecto
a las anteriores es que prácticamente en todos los casos fueron proyectos
impulsados por compañías de origen familiar, contrario a varias de las primeras
que se fundaron en la década de 1840, donde prevaleció una gran diversidad
en cuanto al origen de los socios que las crearon, debido a la enorme cantidad
de los mismos. Otro rasgo importante —que probablemente esté relacionado
con el anterior—, es que estos nuevos establecimientos fueron en general más
pequeños que los del primer momento. Quizás esas características indicaban
una reconceptualización de este tipo de proyectos, derivada de la experiencia
obtenida en las industrias pioneras, que evolucionaron paulatinamente hacia
la concentración de las acciones en algunas familias, en lugar de la gran
dispersión de sus inicios.

114
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

1. De técnicos inmigrantes a industriales: los hermanos


Loweree y la fábrica de hilados de algodón Río Blanco

Hasta hoy, se tiene la certeza de que la fábrica de Río Blanco fue trasladada en
1876-1877 al lugar que le dio este nombre —al noroeste de Guadalajara, en el
municipio de Zapopan, y muy cerca de La Escoba—, y donde permaneció hasta
1938 en que fue cerrada. También parecen ciertos los indicios que apuntan
hacia los hijos del norteamericano Daniel Loweree —cuyos nombres fueron
Francisco, Roberto, Eduardo y Santiago— como los fundadores y dueños de
esa fábrica, al menos hasta mayo de 1885.1 Sin embargo, existen versiones
encontradas en cuanto a los antecedentes previos a 1876-1877, particularmente
sobre el lugar donde estuvo asentada originalmente esa fábrica.

Localización

1
Según consta en un documento notarial, la fábrica de Río Blanco fue rematada el 8 de mayo de 1885, en 31,297 pesos, a los hermanos
Manuel y Justo Fernández del Valle. Esa decisión fue tomada por la Cía. de los Hermanos Loweree, ante la imposibilidad de liquidar
una hipoteca contraída por 17 mil pesos —con los compradores— desde el 6 de mayo de 1881, fecha en que fallecieron —por motivos
no explicados en el documento— los señores Santiago y Eduardo Loweree. AIPJ, Documentos de Francisco González Palomar, Libro 4,
8 de mayo de 1885, ff.31v-35f.
115
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Paisaje del Río Blanco.

Plano de la fábrica de Río Blanco.

116
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Presa y feabrica de Río Blanco, en el municipio de Zapopan.

117
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Mapa en el que se representan


las corrientes de agua que servía
primero a la fábrica La Escoba y
después a la de Río Blanco, con
sus respectivas presas.

118
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

119
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

A partir de un dato proporcionado por Mariano Bárcena en 1880, en el sentido


de que la mencionada fábrica se creó originalmente el 6 de julio de 1866
en un lugar llamado “El Salto”, algunos estudiosos han situado ese punto
en “El Salto de Juanacatlán”, al sureste de Guadalajara.2 Sin embargo, un
manejo más detallado de las fuentes parece indicar que el sitio al que se refirió
Bárcena está ubicado en la parte norte de Guadalajara, junto al lugar donde
se empezó a construir, desde 1852, La Experiencia. Las pistas para llegar a
esta afirmación fueron tomadas inicialmente de Francisco Morales Velarde,
cuando dice que hubo un antiguo molino de harina de trigo al lado del lugar
donde fue construida La Experiencia. Muy cerca de ahí, sin precisar fechas,
dice que “estuvo una pequeña fábrica de hilados y tejidos llamada ‘El Salto’”,
misma que “en 1873 fue traslada al lugar llamado ‘Agua Blanca’, cerca de
Tesistán, y allí recibió el nombre de ‘Río Blanco’“.3
Esa información parece corroborarse a partir de varios documentos
notariales y otras referencias del siglo XIX. Por ejemplo, en el protocolo
suscrito para crear la compañía que dio vida a la fábrica de La Experiencia,
se menciona que dicho establecimiento compartiría las corrientes de agua
con el molino de harina El Salto, propiedad de Vicente Ortigosa —como
también lo eran los terrenos donde se asentó La Experiencia—.4 Igualmente,
en el inventario de bienes de Vicente Ortigosa, realizado tras su muerte, se
menciona que dentro de los terrenos “del antiguo molino El Salto”, había un
“salón donde [estaba] la maquinaria de los señores Loweree”, que consistía en
“dos pisos” con 23 varas de largo por seis de ancho.5
Otras fuentes terminan por confirmar que efectivamente la fábrica
de El Salto —llamada Río Blanco aproximadamente desde 1876-1877, al
cambiar el sitio de su asentamiento—, operaba modestamente desde finales

2
Esta confusión se da porque algunas fuentes —como Mariano Bárcena, en Descripción…, op. cit., p. 155—, no definen con claridad el
punto donde existió el lugar llamado como “El Salto”, en el que supuestamente se ubicó esa fábrica en sus primeros años. La confusión
se amplía cundo José Villa Gordoa afirmó en 1888 que, efectivamente, dicha fábrica se fundó en 1866 “en el Salto de Juanacatlán, y fue
trasladada“ en 1879 al lugar que finalmente fue su asiento cerca de La Escoba, en el municipio de Zapopan. José Villa Gordoa, Guía y
Álbum de Guadalajara, para los viajeros. Apuntes sobre la historia de la ciudad, su situación, clima, aspecto, habitantes, edificios, etc. Por
[…], Guadalajara, Tipografía Litografía y Encuadernación de José M. Yguiniz, Guadalajara, 1888 (edición facsimilar con introducción
de José Rogelio Álvarez, Guadalajara, Cámara de Comercio de Guadalajara, 1980), p. 88. Victimas de esa confusión en las fuentes de
la época, hay quienes han llegado a decir hace pocos años que, efectivamente, la fábrica de hilados de El Salto, después llamada Río
Blanco, estuvo asentada en El Salto de Juanacatlán. Por ejemplo, Jorge Durand, “Siglo y medio en el camino de la industrialización”, en
Patricia Arias (coord.), Guadalajara, la gran ciudad de la pequeña industria, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1985, p. 162.
3
Francisco Morales Velarde, Historia de las fábricas textiles de Jalisco, Zapopan, Ayuntamiento de Zapopan, 1992, p. 58.
4
AIPJ, Protocolos de Mariano Hermoso, Libro 22, 1 de julio de 1852, ff. 79f-82v.
5
AIPJ, Documentos de Carlos Sánchez Aldana, Libro de 1876-1877, 22 de junio de 1877, ff.39v-40f.

120
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

de la década de 1860 en el municipio de Zapopan, como se muestra en las


siguientes referencias:

a) En una lista de contribuyentes del municipio de Zapopan


del 24 de marzo de 1869 que fue publicada en el periódico
oficial, se ubica a “El Salto” de “Loweree Hermanos”, junto
a otros establecimientos industriales, como La Experiencia,
Atemajac y La Escoba.6

b) En la crónica del viajero John Lewis Geiger, en 1873, se da


cuenta de la fábrica de hilados El Salto, propiedad de “los
hermanos L.”, como un establecimiento ubicado “a unas
tres millas de la ciudad” de Guadalajara,7 y

c) En otra descripción de 1875, realizada por Silverio García,


se dice que las fábricas de hilados y tejidos existentes para
entonces en Zapopan, eran la de Atemajac, La Experiencia,
El Salto y La Escoba.8

Al instalarse en su segunda sede, es decir, en Río Blanco, esa fábrica


lo hizo aprovechando las corrientes de agua que habían servido de fuerza
motora en La Escoba, a una distancia aproximada de dos kilómetros respecto
de esa fábrica. Para ello se construyó otra presa que permitió regular el recurso
acuífero, por medio de un canal hecho ex profeso para mover una turbina de
Leffel con una altura de 35 pies ingleses y 40 caballos de fuerza.
En 1885, el resto de la maquinaria estaba integrada por un variador,
un batiente, cuatro cardas antiguas y una nueva, una máquina para cardas, un
estrechador, un pabilador de 18 husos, cuantro trósiles de 168 husos cada uno,
un trosil de 24 husos, cinco devanadoras y un torno para cardar. Ahí se producía

6
“Causantes en la municipalidad de Zapopan”, en El País, Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Jalisco, tomo IX, núm. 371,
Guadalajara, 6 de mayo de 1869, p. 4, AHJ.
7
John Lewis Geiger, “[Guadalajara en 1873]”, en Juan B. Iguíniz, Guadalajara a través de los tiempos. Relatos y descripciones de
viajeros y escritores desde el siglo XVI hasta nuestros días, Guadalajara, Banco Refaccionario de Jalisco, 1950, tomo II, p. 5. Aunque
Geiger nunca especifica hacia qué dirección eran las tres millas entre Guadalajara y El Salto, esa distancia sólo puede corresponder al
lugar situado a un lado de La Experiencia (norte de la ciudad), debido a que la distancia respecto al Salto de Juanacatlán debe ser mayor
a las 15 millas en dirección sureste.
8
Silverio García, “Viaje al Ceboruco. Opúsculo por […]”, en Informe y colección de artículos relativos…, op. cit. p. 49.

121
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

hilaza y pabilo.9 Al construirse el edificio se hicieron también casas para


los trabajadores, para el administrador y para los empleados.10 Debido a
la disolución de la Compañía Hermanos Loweree después de la muerte de
Santiago y Eduardo, la fábrica pasó a manos de los hermanos Manuel y Justo
Fernández del Valle, quienes la incluyeron como parte de sus acciones al
momento de formarse la Compañía Industrial de Jalisco, el 10 de diciembre
de 1889.11 Gracias a la fábrica de Río Blanco nació el pueblo que hoy lleva
ese nombre, mismo que para 1888 tenía ya 150 habitantes.12 En 1938 la fábrica
fue cerrada y hoy quedan algunos vestigios del edificio, así como el pequeño
pueblo que se formó junto a ella —en inminente proceso de integración a la
zona metropolitana de Guadalajara—.
Es importante resaltar el caso de Río Blanco y sus fundadores, por
reunir ingredientes muy particulares. Quizás el más notorio sea justamente
que esa fábrica fue impulsada por una familia de norteamericanos arraigada
en la entidad a propósito de la fundación de una de las industrias pioneras de
la mecanización: La Escoba. En efecto, Daniel Loweree llegó a Jalisco para
resolver los problemas técnicos de ese establecimiento en la década de 1840
y al poco tiempo fue parte de la compañía que fundó La Experiencia, junto
a Olasagarre, Prieto y Ortigosa. Los hijos de ese técnico se arraigaron a la
sociedad tapatía, ejerciendo actividades comerciales e industriales a través
de la Compañía Loweree Hermanos, fueron distribuidores de plaguicidas
para la agricultura y también de cerillos. En su carácter de industriales,
forjaron la fábrica de El Salto, convertida después en Río Blanco, de la
que comercializaban en 1875 un importante “surtido de hilaza y pabilo”,
así como “variadas clases de rebocería”, según anunciaban en la prensa.13
Algunos de los miembros de esa familia contrajeron matrimonio con
mujeres de Guadalajara y tuvieron descendencia. Así ocurrió con Santiago
Loweree —fallecido en 1881—, quien se casó con Rosario Gutiérrez Romo,
matrimonio del cual nació un hijo de nombre Daniel Loweree Gutiérrez.14

9
Datos tomados de AIPJ, Documentos de Francisco González Palomar, Libro 4, 8 de mayo de 1885, ff.33fv-34f; y Mariano Bárcena,
Descripción…, op. cit., p. 155. y Francisco Morales Velarde, Historia…, op. cit., p. 155.
10
En 1885 había una casa con cuatro habitaciones para el administrador y los empleados, así como 14 casas para los operarios, habitadas
cada una en grupos de cuatro; además de “cinco jacalones techo de zacate y una casita más en una huerta adyacente. AIPJ, Documentos
de Francisco González Palomar, Libro 4, 8 de mayo de 1885, f.33v.
11
AIPJ, Documentos de Heraclio Garcíadiego, Libro 49, 10 de diciembre de 1889, ff. 13f-18f.
12
Manuel Portillo, op. cit., pp. 152-153.
13
Información recabada de anuncios en el periódico tapatío Juan Panadero, segunda época, tomo IV, núm. 209, Guadalajara, 6 de agosto
de 1874, pp. 7-8, BPEJ.
14
AIPJ, Documentos de Francisco González Palomar, Libro 4, 8 de mayo de 1885, f.31v.

122
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Aspectos varios de la antigua fábrica de Río Blanco.


123
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Interiores de la Finca de Río Blanco


124
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

La fábrica de El Salto, después llamada Río Blanco, puede ser también


un ejemplo de las transformaciones productivas que se experimentaron en las
difíciles décadas de 1860 a 1880. Fue un establecimiento pequeño, con un
nivel tecnológico relativamente elemental, pero logró insertarse con éxito en
el mercado local de los hilados y tejidos, quizá supliendo la ausencia de algún
segmento artesanal desplazado en esos años. Esa fábrica nació modesta, sobre
todo porque se debió al esfuerzo de una familia cuyo temple emprendedor fue
más grande que su capacidad económica, en tanto que dependió sobre todo
del trabajo de sus miembros. No obstante, su valor pasó de 7,500 pesos en
1869, a 46,964, según el avalúo del ingeniero Gabriel Castaños, poco antes de
rematarse a favor de los hermanos Fernández del Valle.15

Parte de la fachada.

15
Ibid., f. 33f-34f, y “Causantes en la municipalidad de Zapopan”, en El País…, op. cit. p., 4. Para darse una idea más clara sobre
la relativa importancia de El Salto respecto a las otras industrias en 1869, debe mencionarse que mientras ésta era valuada por el
Ayuntamiento de Zapopan en 7,500 pesos, la de La Experiencia lo era en 50,000, La Escoba en 150,000 y Atemajac en 200,000, idem.
Ciertamente, la evolución que tuvo en alrededor de quince años fue bastante considerable.
125
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Esta fábrica fue también el último proyecto industrial mecanizado


que siguió patrones semejantes a los que se impulsaron en las décadas de
1840 y 1850: se asentó en un lugar próximo a la capital tapatía, siguiendo
las corrientes hídricas del municipio de Zapopan, y operó con inversiones
pequeñas —en este caso más que pequeñas—, en relación a las que se hicieron
después en ese tipo de industria. Por ejemplo, la gran Compañía Industrial de
Guadalajara que se fundó en diciembre de 1899, y que prácticamente absorbió
a todas las fábricas textiles de los alrededores de Guadalajara, tuvo un capital
social inicial de dos millones de pesos.16

Presa y fortín de Río Blanco.

16
AIPJ, Protocolos de Manuel F. Chávez, Libro 15, 2 de diciembre de 1899, f. 130v.

126
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Puerta de acceso a la fábrica de Río Blanco.

127
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

2. La familia Rincón Gallardo y la mecanización de la


industria textil en Lagos de Moreno: el caso de La
Victoria

Marcando un cierto contraste con los casos de Guadalajara y el sur de


Jalisco, la aparición de industrias mecanizadas en Los Altos fue un poco más
tardía. El primer antecedente ocurrió al fundarse la fábrica textil La Victoria,
impulsada por los hermanos Francisco y José María Rincón Gallardo en la
ciudad de Lagos de Moreno, en 1874.
Según fuentes citadas por el archivo histórico de esa ciudad, el
22 de marzo de 1874, José María Rincón Gallardo, titular del mayorazgo
de Ciénega de Mata, pidió al congreso de Jalisco exención de impuestos
durante nueve años para la fábrica que estaba en proceso de instalación. El
congreso respondió negativamente, pero de todos modos la fábrica se creó,
con maquinaria de los Estados Unidos.1

Localización

1
“Efemérides”, en Archivo Histórico de Lagos de Morenos, 2005, http://www.lagosdemoreno.gob.mx/archivo/marzo.htm. Hay también
una versión de Mario Gómez Mata, desde el mismo Archivo Histórico de Lagos de Moreno, donde dice que la fundación de dicha
fábrica se dio en 1860, partiendo de información supuestamente aportada por Agustín Rivera. Mario Gómez Mata, “Fábrica La Victoria.
Relación de documentos inéditos de la desaparición de la fábrica textil La Victoria”, en Boletín Informativo del Archivo Histórico
Municipal, vol.1, núm.8, Lagos de Moreno, junio de 2000, p. 13.
128
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Plano de la ciudad de Lagos de


Moreno donde se distingue;a fábrica
de hilados y tejidos La Victoria a un
costado del río.

129
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Representación de Lagos de Moreno a final de siglo XIX donde se percibe la fábrica de La Victoria al extremo derecho.

130
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

La Victoria desde distintos ángulos a principios del siglo XX.


131
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

La Victoria en proceso de demolición.


132
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

En 1887 La Victoria era la única fábrica textil mecanizada en el cantón


de Lagos de Moreno (muy cerca de la ciudad de León, Guanajuato). Procesaba
anualmente dos mil quintales de algodón, proveniente de La Laguna (al norte del
país). En ese año tenía 2,778 husos y su producción valía 90 mil pesos anuales.
Contaba con “un motor” de agua y otro de vapor, y todo el establecimiento había
sido valuado por el gobierno en 122,170 pesos.2
Se supone que el principal mercado de La Victoria fue la misma
región de los Altos de Jalisco, pero también los estados aledaños de Zacatecas,
Aguascalientes y Guanajuato; no se descartan otros puntos del país que pudieron
ser alcanzados con sus mercancías, si se considera que desde los primeros años
de de la década de 1880 esa ciudad estuvo conectada por medio del ferrocarril.
Si comparamos La Victoria con las otras fábricas textiles decimonónicas
de Jalisco (como Río Grande —fundada en 1896-1898—, La Experiencia, La
Escoba, Río Blanco y Atemajac), definitivamente su importancia fue menor.
Por ejemplo, datos tomados del censo industrial de Jalisco de 1907 revelan que
ese establecimiento participaba en último lugar en la producción textil de la
entidad, con sólo 123 000 Kg. de un total de 1 618 000.3 Sin embargo, en el
contexto de la región donde se asentó e impactó con sus productos, su presencia
fue muy relevante. De hecho, a La Victoria se le ha identificado como “el punto
de arranque del progreso” de Lagos de Moreno. Se dice por Jesús Martínez
Ramírez, conocido historiador “laguense”, que en ciertos momentos de su
historia productiva daba ocupación en “forma directa o indirecta.... a más de mil
personas”.4
A partir de 1894 La Victoria cambió de propietarios.5 La estafeta
fue tomada por la familia de Francisco I. Madero, uno de los próceres de la
Revolución mexicana. Bajo la responsabilidad de Gustavo A. Madero —a la
postre mártir de la Revolución, como su hermano Francisco—, esta fábrica fue
dirigida como parte de los bienes de la citada familia, al menos hasta los primeros
años del siglo XX. De hecho, Gustavo compartió sus actividades empresariales
con la política local, al fungir como regidor de Lagos de Moreno “en 1899 y
1901”.6 Ya entrado el siglo XX, la razón social fue cambiada por la de la Nueva

2
AHJ,
Ramo de Fomento, F-9-887, JAL/112.
3
Cfr. Jorge Durand, “Siglo y medio..., op. cit., p. 172
4
Jesús Martínez Ramírez, Lagos de Moreno en la historia y la leyenda, Lagos de Moreno, s/f., p.36. Libro consultado en AHLM.
5
En el Archivo Histórico de Jalisco hay un documento donde se consigna que el 30 de julio de 1894 se verificó la “inauguración” (que
debió ser reinauguración) de la fábrica La Victoria. Cfr. “Se inaugura en Lagos la fábrica La Victoria”, AHJ, Ramo de Fomento F-9894,
LAO/1134.
6
Mario Gómez Mata, op. cit., p. 13
133
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Victoria, pues pasó a manos de una compañía suiza.7


Los testimonios de Lagos de Moreno dicen que dicho establecimiento
fue cerrado pocos años después de la Revolución de 1910, en medio de fuertes
conflictos sindicales, aunque su edificio se mantuvo en pie hasta la década de
los años sesenta. Las imágenes que se presentan en este libro y descripciones
como la realizada por Jesús Martínez Ramírez son de los pocos testimonios que
sobreviven de ella. En palabras de Ramírez, el edificio de La Victoria tuvo las
siguientes características:

Sus proporciones eran grandiosas y más que un establecimiento


industrial tenía la suntuosidad de un castillo francés. Los amplios
salones recibían la luz del día por más de cien ventanas rectangulares
con arcos de medio punto, enmarcadas por jambas y dovelas de piedra
rosa de las canteras de Lagos. Todo el edificio, que era de tres plantas,
estaba rodeado de lujosas cornisas impostas y remataba la fachada
principal un arco de triángulo y dos artísticos rosetones. Su techumbre
era de dos aguas, lo que lo hacía más solemne. Los muros exteriores
estaban pintados de color rosa al temple.
El frontispicio daba hacia el oeste. En partes de la planta
baja estuvo la administración de la empresa. La puerta que conducía
al primer patio la formaban artísticas pilastras, que ahora están en las
entradas del Jardín Grande y sobre éstas se asentaban las columnas que
sostenían una gran campana para dar el toque de entrada y salida a los
trabajadores.8

Ciertamente, la poca información aquí proporcionada impide un análisis


más profundo sobre esa fábrica. Ojalá se pueda avanzar en esa perspectiva
y con ello contribuir hacia un mejor conocimiento de este proyecto que, no
es atrevido decir, fue fundamental para definir la vocación industrial que aún
tiene la ciudad de Lagos de Moreno.

7
Jesús Martínez Ramírez, op. cit., p.36.
8
Ibid., pp. 36-37.
134
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Distintas tomas que muestran los terrenos que fueron parte de La Victoria, a un costado del río de Lagos de Moreno.

135
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

136 Parque situado en los terrenos de la antigua fábrica La Victoria en Lagos de Moreno.
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

3. La mecanización alcanzó a los textiles de lana: la fábrica


Cruz de Piedra en San Diego de Alejandría

Aparte de La Victoria, en Los Altos de Jalisco nació al menos otra industria de


hilados y tejidos en el siglo XIX, sin que se tenga información detallada sobre
su funcionamiento después del acto inaugural. Se trató de la fábrica Cruz de
Piedra, inaugurada el 26 de septiembre de 1888 en la hacienda El Comedero,
ubicada en el municipio de San Diego de Alejandría, dentro de la jurisdicción
que abarcaba el antiguo cantón de Lagos de Moreno.1 Esa fábrica quedó
instalada cerca de los límites con el estado de Guanajuato y por lo mismo
era percibida desde la capital de Jalisco —por el periódico oficial—, como
una alternativa cuyos beneficios se verían no sólo a partir de las fuentes de
trabajo que ahí se abrirían, sino también porque con la producción esperada
de artículos como “frazadas, barraganes, balletas, hilaza y otros”, se lograría
la baja de precio de los similares que venían “de León y otros pueblos de
Guanajuato”, al mercado jalisciense.2

Localización

1
La primera vez que se difundió información de ese establecimiento industrial fue a través de Patricia Safa, “Una fábrica del siglo XIX”,
en Boletín del Archivo Histórico de Jalisco, vol. IV, núm. 1, Guadalajara, enero-abril de 1980, pp. 17-18.
2
“La Fábrica de ‘Cruz e Piedra’”, en Diario Oficial del Gobierno del Estado de Jalisco, tomo VIII, núm. 57, Guadalajara, Tip. del
Gobierno, 17 de octubre de 1888, p. 2, AHJ.
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5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

En el periódico oficial se exaltaba el nacimiento de esa fábrica como


un ejemplo de prosperidad, que fomentaría el trabajo y la inversión de los
capitalistas en proyectos de ese tipo. Sería una muestra de cómo “sacudir la
pereza y de entrar en una nueva vida de cálculo y de actividad.” Lo anterior,
bajo el supuesto de que en Jalisco se disponía “de inteligencia, de capital
y de trabajo”,3 elementos que eran primordiales para “la riqueza pública de
una nación determinada”, pero de los cuales, según esa versión, no se había
llegado aún a la unificación plena, aunque era conocido “que aislados apenas
significa[ba]n algo en la balanza económico-social”.4

Por medio del informe de José Urrea, jefe político del cantón de
Lagos de Moreno, sobre la inauguración de Cruz de Piedra, se sabe que el
único dueño y fundador de la empresa fue el licenciado Diódoro G. Valdivia y
que el director fue el ingeniero Horacio Hope.5 La siguiente descripción hecha
por Urrea el día de la inauguración da una idea sobre las características de ese
establecimiento cuando nació:

La fábrica se encuentra [se dijo] en un amplio y elegante edificio


que mide 45 varas de longitud por 20 de anchura, estando dividida
su techumbre en tres naves que sostienen dos series de pilares de
madera. El muro exterior del edificio tiene veinte ventanas cubiertas
con vidrieras, por las que la luz penetra abundantemente; cuya
circunstancia, agregada á la de que la pintura es de un gusto exquisito,
hacen que la vista agradablemente se impresione, así como por el
aseo, el orden y la buena distribución del elegante y amplio salón
de la Fábrica que puede contener maquinaria bastante para producir
diariamente 1,200 libras de hilaza y tejidos de lana. En la cabecera
de aquel están instalados, en su correspondiente montage [sic], tres
cilindros revestidos de alambre que forman un juego de cardas para
lana, habiendo además un aparato para hilar en que pueden colocarse
72 malacates; siendo toda la maquinaria americana y de la casa de

3
Subrayado nuestro.
4
“La Fábrica…”, op. cit., p. 2. No está de más insistir que estos conceptos de origen fourierista estuvieron vigentes en Jalisco durante
la década de 1840, y siguieron teniendo espacio al menos hasta finales de 1888, a través de la Sociedad de Las Clases Productoras. Lo
interesante es que ese discurso cargado de fourierismo acompañó también al nacimiento de este tipo de industrias en la década de 1880.
Cfr. Federico de la Torre, Entre la quimera…, op. cit., pp. 385-423.
5
“[Informe del Jefe Político de Lagos de Moreno, José Urrea, al Secretario de Gobierno de Jalisco sobre la inauguración de la fábrica
de textiles Cruz de Piedra]”, en Diario Oficial del Gobierno del Estado de Jalisco, tomo VIII, núm. 57, Guadalajara, Tip. del Gobierno,
17 de octubre de 1888, p. 2, AHJ.
138
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Fachada y costado izquierdo de la fábrica Cruz de Piedra.

139
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Interior de la antigua fábrica ahora restaurado para otros fines.

140
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Secuencia del sistema hidráulico para mover la maquinaria de la fábrica


Cruz de Piedra

141
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

James Smith y Cia. de Filadelfia, cuya marca se ve en los aparatos,


los cuales fueron traídos directamente de los Estados Unidos para la
Fábrica, y brillantes y en magnífico estado se ostentan á la vista.6

Para lograr el funcionamiento de esa fábrica de lana se construyó


un acueducto de “tres mil ochocientas varas de largo”, conectado a una presa
que garantizaba suministro suficiente de agua durante los 365 días del año. La
caída del líquido se hacía en una turbina “Leffel”, que recibía 300 pies cúbicos
de agua por minuto, para producir una fuerza de 36 caballos. Se calculó
que esa fuerza sería “suficiente para mover toda la maquinaria” existente
para entonces y la que se instalaría en fechas próximas para completar las
actividades.7

Desde el punto de vista social, según el informe de Urrea, se esperaba


que Cruz de Piedra cumpliera un papel “regenerador” en su área de influencia.
A este respecto, dijo que con esa industria se abría —en la región— “al trabajo
un nuevo templo, a la clase menesterosa un ancho campo en donde [podría]
ejercer su actividad obteniendo medios seguros para salir del miserable estado
en que yac[cía], y á la mujer un porvenir que la [alejaría] de la prostitución y
la miseria”.8
Además de José Urrea, Diódoro G. Valdivia y Horacio Hope, en el
acto inaugural participaron: Casiano G. Valdivia, presidente municipal de
San Diego de Alejandría, así como los señores Félix Araiza, Francisco Javier
Gómez, Crecencio Maldonado, P. J. Merced Padilla y Martín Maldonado. Es
de resaltar el posible parentesco entre el dueño de la fábrica y la máxima
autoridad municipal.
Aparte de las anteriores referencias sobre Cruz de Piedra, sólo se ha
encontrado un dato donde se corrobora que seguía en funciones hacia 1902.9
Debido a esto, poco se sabe y menos se ha escrito de ella, e incluso pareciera
que para la mayoría de los estudiosos de la industrialización jalisciense ni
siquiera operó más allá del acto inaugural. En algún caso ha llegado incluso a

6
Idem.
7
Al momento de iniciar sus operaciones la fábrica Cruz de Piedra solamente estuvo en condiciones de “cardar é hilar la lana”. Mas no
así de tejerla y pintarla, “por carecer aún de la maquinaria respectiva”. Sin embargo, se esperaba incorporar a corto plazo la maquinaria
y procesos productivos faltantes, idem.
8
Idem.
9
Según la Estadística Industrial de Antonio Peñafiel, en Jalisco se contabilizaba a Cruz de Piedra como parte de los establecimientos
de Jalisco. Cfr. Carlos Riojas, Las intransitables vías del desarrollo. El proceso de industrialización en Jalisco durante el siglo XIX,
142
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

sugerirse que dicho establecimiento fue el mismo que el de La Victoria de


Lagos de Moreno.10 Afortunadamente, exploraciones de campo han permitido
determinar la localización del sitio, tal como muestran las imágenes que
acompañan a este texto. Estuvo situada a unos 15 kilómetros de la cabecera
municipal de San Diego de Alejandría (por la carretera a San Julián), en un
lugar despoblado. Muy grato ha sido conocer su edificio en condiciones de
conservación bastante buenas, en comparación con otros de la época, quizás
por la lejanía respecto a redes de comunicación importantes. Resulta igualmente
alentador saber por esas indagaciones de campo que dicha fábrica estuvo
funcionando hasta la década de 1930. Incluso hay referencias donde se dice
que en 1929 esta fábrica llevaba el nombre de Bona Nova, y era dirigida por
los españoles Pablo y Tomás Gotés.11

10
Quizás quien más se ha preocupado por despejar el enigma de Cruz de Piedra ha sido Carlos Riojas. Sin embargo, nuevamente la
carencia de datos lo llevaron a sugerir que posiblemente Cruz de Piedra y La Victoria fueron el mismo establecimiento. Cfr. ibid., pp.
543-549. Sin embargo, con la nueva información recabada en esta investigación se puede afirmar que dichos establecimientos son
completamente distintos.
11
Información tomada de Oscar Maldonado Villalpando, Cruz de Piedra. Cuerpo y alma de San Diego de Alejandría, San Diego de
Alejandría, Jalisco, edición del autor, 2002, pp. 318-319. Nos fue posible consultar este libro gracias al señor Gilberto Arrieta Cabrera,
quien nació en el municipio de Unión de San Antonio y actualmente es vecino de San Julián, Jalisco.
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5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

4. Otra ferrería: el caso de Comanja en Lagos de


Moreno

Otra gran incógnita en la historia industrial de Jalisco es sin duda la ferrería


de Comanja en el municipio de Lagos de Moreno. Hasta hace muy poco se
tenía escaso conocimiento de esta fábrica de fierro, por referencias escuetas
en documentos antiguos del gobierno de Jalisco; por ejemplo, en el informe
de gobierno presentado en 1890 por Mariano Bárcena, se hablaba de la
inauguración de una escuela en mayo de 1889, en Comanja, gracias a la
cooperación de la empresa que sostenía la “ferrería” y otros interesados.1 O
bien, en 1895 el gobernador Luis C. Curiel, cuando informó sobre el Museo del
Estado, dejó constancia de las muestras de hierro de “Comanja” ahí existentes.2
Hoy, después de haber organizado una exploración de campo, la sospecha de
que esta ferrería fue un importante proyecto industrial de finales del siglo XIX,
empieza a confirmarse.

Localización

1
Mariano Bárcena, Memoria presentada por el Ejecutivo del Estado a la XII Legislatura Constitucional en la sesión del 2 de febrero de
1890, Guadalajara, Tip. del Gobierno del Estado a cargo de J. Guadalupe Montenegro, 1890, p.71, BCEJ.
2
Luis C. Curiel, Memoria presentada al H. Congreso del Estado de Libre y Soberano de Jalisco, por el Gobernador Constitucional.... en
2 de febrero de 1895, relativa al periodo comprendido entre el 16 de septiembre de 1892 y el 15 de septiembre de 1894, Guadalajara,
Imprenta y Encuadernación de José Cabrera, 1995, p. 270, BCEJ.

144
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Dicha fábrica se asentó en el corazón de una zona eminentemente


minera desde el siglo XV: el Real de Minas de Comanja. Según un párroco que
estuvo en ese lugar, la ferrería se fundó en 1873, siendo sus propietarios –como
en el caso de la fábrica de hilados y tejidos La Victoria— la familia Rincón
Gallardo.3 Por la misma fuente se sabe que ahí se “fundía el hierro extraído de
las minas del suroeste del Distrito de Comanja”; es decir, las “del Gavilán y
sobre todo las minas de fundición del Rincón Grande y Rincón Verde”. Además,
se compraba metal fundido de otras pequeñas empresas.4 Para producir el fierro
se utilizaba un alto horno alimentado con carbón vegetal, aunque también se
recurría a “hornos de afinación pudling-furnaces”. La ubicación que tenía el
establecimiento industrial, muy cercano a las minas, “le permitía conseguir las
materias primas con relativa facilidad”.5
Se sabe que en sus orígenes, al frente de la ferrería estuvo un maestro
inglés llamado Manuel Charole, así como un técnico italiano y otro francés
de los cuales no se tienen los nombres.6 A mediados de los ochenta la ferrería
tenía como director al señor Valerio Friche,7 además de contar con “maestros
y operarios muy experimentados” que, junto a la “abundancia y baratura tanto
de minerales como de combustible, fundentes y ladrillo refractario”, la hacían
operar con ventajas.8 Al parecer, su maquinaria era de origen inglés.9
Se ha insinuado que, en tanto esa ferrería se asentó en un centro
minero donde no sólo se explotaba hierro sino igualmente cobre, plomo,
plata, zinc, estaño y oro, éste fue el mercado más inmediato de los productos
ferrosos ahí fabricados: herramientas para la explotación minera.10 Según
Calzada, en la ferrería de Comanja se hicieron muchas y grandes obras de
fierro. Además de campanas y planchas, se confeccionaron diversas obras
de herrería ornamental que lucían en las plazas de pueblos de Guanajuato
y Los Altos de Jalisco.11 Para la Exposición de Guadalajara de 1888, de

3
Gaspar Calzada R., Pequeña historia de Comanja, s.l, s.f, p.12. Este material fue obtenido del AHLM, por intermediación del señor
Mario Gómez Mata.
4
Idem.
5
Daniel Toledo Beltrán y Francisco Zapata, Acero y Estado. Una historia de la industria siderúrgica integrada de México, tomo I,
México, UAM-Iztapalapa, 1999, p. 92.
6
Gaspar Calzada R., op. cit., p.13.
7
Se ha encontrado una referencia sobre Valerio Friche en Guadalajara en el año de 1871, ofreciendo una cátedra de mecánica práctica,
complementaria a la teórica que impartía el ingeniero Ignacio Cañedo y Soto —que fue aceptada— dentro del Instituto de Ciencias de
Jalisco. BPEJ/ADIP, C16-1, 557, ff. 127-128. ,
8
Memoria del Ministerio de Fomento, 1883-1885, p. 71, en Daniel Toledo Beltrán y Francisco Zapata, op. cit., p. 92.
9
Gaspar Calzada R., op. cit., p.13.
10
Daniel Toledo Beltrán y Francisco Zapata, op. cit., p. 92.
11
Gaspar Calzada R., op. cit., p. 12.
145
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Diversas vistas de la Ferrería de Comanja.

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5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Vestigios de las naves principales de la Ferrería de Comanja.


147
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

esta ferrería propiedad de Francisco Rincón Gallardo se enviaron “ruedas


dentadas y piñones”,12 lo cual indica la atención que dio a ciertas necesidades
de refacciones de las industrias.
Daniel Toledo y Francisco Zapata resaltan la ubicación estratégica
de esa ferrería por su cercanía con a las ciudades de León, Lagos de Moreno,
San Luis Potosí y Guanajuato. Ello le permitió abastecer de productos de
fierro a dichas ciudades, pero también ampliar su mercado a otros puntos del
interior de la república gracias la cercanía que tuvo con las vías férreas desde
principios de la década de 1880.13
Quizás a estas condiciones se debió, como dice Calzada, que en
Comanja se fabricara “una tubería de más de un metro de diámetro que”, según
su dicho, seguía funcionando en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, a principios
de la década de 1980. Aunque también dice el mismo autor, que fue la proveedora
de productos para un alto horno en Monclova, Coahuila.
Según se desprende de las fuentes consultadas hasta hoy, desde 1891 la
ferrería de Comanja empezó a tener problemas para funcionar, aunque lo siguió
haciendo al menos hasta 1899.14 No obstante, es prematuro afirmar que así fue,
debido a la escasez de información que lo corrobore. Sería deseable conocer
más sobre esta fábrica y así valorar la importancia que realmente tuvo respecto
a otras ferrerías que operaban en su época, tanto en Jalisco como en distintos
puntos del país. Mientras tanto, las imágenes que presentamos en este trabajo
siguen siendo el más fuerte testimonio que tenemos de la grandeza de esta
fábrica de fierro, ubicada en la región de Los Altos de Jalisco.

12
“Informe sobre la Exposición de Guadalajara IV”, Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Jalisco, tomo VIII, núm. 2, Guadalajara,
13 de julio de 1888, p. 3, AHJ.
13
Daniel Toledo Beltrán y Francisco Zapata, op. cit. p. 92.
14
Gaspar Calzada R., op. cit., pp.12-13.
148
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Interior de una nave de la Ferrería de Comanja.

Otro ángulo de las ruinas de Comanja.

149
5 ENTRE ZAPOPAN Y LA REGIÓN DE LOS ALTOS: NUEVO MOMENTO DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL Y DE FIERRO

Espacio de oficinas en Comanja.

Vestigios del antiguo Horno.

150
6
EL ÚLTIMO GRAN PROYECTO INDUSTRIAL
DEL SIGLO XIX: LA FABRICA DE HILADOS
Y TEJIDOS DE RÍO GRANDE O EL SALTO

Aparte de las fábricas mencionadas, aunque atendiendo a una lógica


modernizadora de la industrialización propia de los últimos años del siglo XIX y
principios del XX —gracias, entre otras cosas, a la aplicación de la electricidad
en ellas—, nació la de hilados y tejidos de Río Grande o “El Salto” en 1898. En
relación con la ciudad de Guadalajara, esta fábrica se asentó hacia el sureste,
ocupando terrenos que entonces eran parte del municipio de Juanacatlán.
Este ambicioso proyecto fue impulsado por la familia Martínez Negrete
(antiguos dueños de La Experiencia), con el apoyo de un préstamo del recién
nacido Banco de Jalisco. Paralelamente a la fábrica de El Salto, nació la
Compañía Industrial de Guadalajara, que por los mismos años absorbió a
las antiguas fábricas fundadas desde la década de 1840 en el municipio de
Zapopan (Atemajac, La Experiencia, Río Blanco, El Batán, El Molino, El

Localización

151
6 EL ÚLTIMO GRAN PROYECTO INDUSTRIAL DEL SIGLO XIX: LA FÁBRICA DE HILADOS Y TEJIDOS DE RÍO GRANDE O EL SALTO

Salvador, entre otras). Ambos acontecimientos reflejaron, por un lado, el fin


de la primera época de la industrialización moderna en Jalisco, no sólo porque
los empresarios locales de viejo cuño fueron reemplazados por los nuevos
consorcios capitalistas franceses, de origen Barcelonnette,1 sino también
porque, justamente con el cambio de siglo, las aplicaciones de la electricidad
se hicieron comunes en las industrias mecanizadas, en lugar de los cada vez
más obsoletos sistemas de energía hidráulica y de vapor.
En 1896 dio inicio la construcción de Río Grande, bajo las órdenes
del ingeniero jalisciense Jorge Robles Gil, y fue realmente hasta 1898
cuando empezó sus actividades, destacándose a partir de entonces como la
más grande de las industrias textiles de Jalisco. Respecto a las características
arquitectónicas que delinearon a este proyecto industrial, Jorge Durand hace
la siguiente descripción:
Los planos y el estilo arquitectónico seguían el modelo impuesto en
Inglaterra para centros industriales y comerciales.
La colonia de Río Grande estaba compuesta por dos grandes conjuntos
de edificios: la fábrica y el poblado. El centro fabril seguía el modelo
arquitectónico yorquino de grandes muros de ladrillo ‘cara limpia´, un
pórtico imponente de cerca de 20 metros de alto por donde se ingresaba
a una plaza interna frente a la cual aparecían dos grandes pabellones
correspondientes a los departamentos de hilados y de tejidos. Al centro
se elevaba una torrecilla con reloj público de cuatro carátulas.
Además había edificios menores donde estaban los departamentos
de mecánica, carpintería, almacenes donde se recibían las pacas de
algodón y donde se guardaban los rollos de telas terminados, oficinas
administrativas, laboratorio para elaborar y controlar los tintes de los
estampados, una pequeña central hidroeléctrica propia que aprovechaba
la caída de agua y de donde salían los malacates que transmitían la
fuerza motriz.2

Lo más probablemente es que en sus inicios Río Grande se nutrió


con trabajadores que se habían formado en la cultura industrial derivada de las
primeras fábricas textiles montadas en Jalisco desde la década de 1840. Esta

1
Cfr. Jorge Durand, Los obreros de Río Grande, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1986, pp. 62-63.
2
Jorge Durand, “La colonia industrial de Río Grande”, revista Estudios Sociales, año II, núm. 5, Guadalajara, Instituto de Estudios
Sociales/Universidad de Guadalajara, s.f., p. 31.
152
6 EL ÚLTIMO GRAN PROYECTO INDUSTRIAL DEL SIGLO XIX: LA FÁBRICA DE HILADOS Y TEJIDOS DE RÍO GRANDE O EL SALTO

situación cambió un poco a partir de 1907, cuando se adquirió e instaló en ese


establecimiento la maquinaria que había sido de la fábrica de San Fernando
(Tlalpan), “desaparecida a causa de un incendio en1905”. Según el testimonio
de Arnulfo Osorno López, en parte debido a esta operación, “muchas obreras
y obreros del barrio de San Fernando, como de los estados de Puebla y
Querétaro, fueron contratados y trasladados a Río Grande”3 por esos años, lo
que repercutió sustancialmente en la recomposición de la fuerza de trabajo.
En este año, la fábrica de Río Grande empleó a 1 650 operarios; cantidad muy
superior a los 410 de La Experiencia, 300 de Atemajac y 130 de Río Blanco.4
Es decir, al empezar el siglo XX, Río Grande se había consolidado como la
industria textil más importante de Jalisco, no sólo en cuanto a la contratación
de obreros, sino también en relación con sus montos de producción. En 1907
la producción anual textil en kilogramos de Jalisco fue de 1 618 000, de los
cuales 760 000 correspondieron a Río Grande.5
Como había ocurrido con el resto de fábricas textiles jaliscienses a
finales del siglo XIX, la de Río Grande también sucumbió a los grupos de
origen “Barcelonnette” en 1904. Esto sucedió cuando, al no poder cubrir su
deuda con el Banco de Jalisco, la empresa debió salir a remate. Fue ahí donde
un grupo de inversionistas franceses ganó la licitación y con ello se desplazó
definitivamente a los tradicionales grupos o personas locales de la esfera
textil. Como propiedad de los Fortoul, Cuzin, Lebre y Brun, la Fábrica de Río
Grande pasó a “formar parte de la Compañía Industrial Manufacturera junto a
la fábrica ‘Hércules de Querétaro’”.6
La importancia regional alcanzada por este proyecto industrial a lo
largo del siglo XX dio vida al municipio de El Salto, a la vez que generó las
condiciones para la creación del corredor Industrial que ahí se ha consolidado
desde las últimas cuatro décadas del siglo XX. Actualmente el predio y los
edificios de la antigua Fábrica de Río Grande están siendo evaluados por
quienes son sus propietarios, para ver la factibilidad de su posible restauración
y reutilización.

3
Rubén Navarro Vargas, compilador-editor, El Salto, 100 años en busca de identidad. Crónicas históricas de Dn. Arnulfo Osorno López,
s.l., Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco, s.f., p. 21.
4
Jorge Durand, “Siglo y medio…”, op. cit., p. 172; y Francisco Montes Martínez, “La industria textil en Jalisco”, en La ingeniería en
Jalisco, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1990, pp. 263-280.
5
Francisco Montes Martínez, op. cit., p. 269.
6
Jorge Durand, “Siglo y medio…”, op. cit., p. 170.
153
6 EL ÚLTIMO GRAN PROYECTO INDUSTRIAL DEL SIGLO XIX: LA FÁBRICA DE HILADOS Y TEJIDOS DE RÍO GRANDE O EL SALTO

Fábrica de Río Grande a un lado del famoso Salto de Juanacatlán, de ahí que también se le conoció como la fábrica de
El Salto.

154
6 EL ÚLTIMO GRAN PROYECTO INDUSTRIAL DEL SIGLO XIX: LA FÁBRICA DE HILADOS Y TEJIDOS DE RÍO GRANDE O EL SALTO

Maquinaria y trabajadores de El Salto a principios del siglo XX.

155
7
DE LAS FUENTES DE ENERGÎA
HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS
DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD:
OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

La máquina de vapor empezó a ser uno de los principales símbolos


de la Revolución Industrial europea desde finales del siglo XVIII, aunque su
propagación como fuerza motriz en la industria y los servicios se alcanzó
a partir de la segunda mitad del XIX.1 Desde entonces, ese instrumento ganó
espacios en la mecanización industrial, en el transporte y en algunos servicios
públicos, reemplazando —a veces parcialmente— a las fuentes de energía
humana, animal e hidráulica.
En el caso mexicano, las máquinas de vapor fueron promovidas con
dificultades desde las postrimerías del siglo XVIII para mejorar la producción
minera.2 Pero en realidad sería después de la segunda mitad del XIX cuando
se intensificó su presencia en distintos ámbitos de la industria y los servicios.
El mejor ejemplo son las industrias de hilados y tejidos y las de papel, donde
prevaleció la utilización de ruedas —y después de turbinas— hidráulicas
como principal fuente de energía al menos hasta finales del siglo XIX, en
combinación con el uso de telares mecánicos y otros instrumentos en los que
verdaderamente se reflejó la novedad tecnológica desde los primeros años.3
Lugo entonces, vale la pena preguntarse qué tecnología motriz
prevaleció en las fábricas instaladas en Jalisco después de la década de
1840, y cuándo y bajo qué circunstancias se modificó la composición
tecnológica motriz de esas industrias. Un breve repaso a las fábricas
textiles, de papel y de fierro fundadas en Jalisco durante las décadas de
1840 y 1850 muestra que en ellas predominó como principal fuente de

1
T. K. Derry et al, Historia de la tecnología, vol. 2, desde 1750 hasta 1900 (I), México, Siglo XXI, 1982, p. 487.
2
Ramón Sánchez Flores, Historia de la tecnología…, op. cit., pp. 253-258.
3
En sentido estricto, la rueda hidráulica ya se empleaba como fuerza motora en México antes del boom fabril —por ejemplo en los
molinos de harina—, aunque quizás con diámetros y capacidades menores en comparación con las necesidades de las nuevas industrias
que demandaron más potencia, por los requerimientos derivados de la aplicación de energía hacia sus múltiples procesos productivos.
Un pequeño estudio sobre la transición de los sistemas energéticos en la industria poblana lo ofrece Carmen Aguirre Anaya en “Industria
y Tecnología. Motricidad en los textiles de algodón en el siglo XIX”, en Siglo XIX. Cuadernos de Historia, año II, núm. 6, Monterrey,
Instituto Mora y Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, junio de 1993, pp. 23-33.
156
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

energía la de tipo hidráulico. Primero, por medio de ruedas de cajones o


cangilones y, después, combinada con turbinas hidráulicas. Aunque es poca
la información encontrada, sí existe —aunque sea en algunos casos— para
los años de 1856, 1875, pero sobre todo para la década de 1880, donde se
advierten cambios importantes.
Como ya se ha dicho, la mayoría de las fábricas fundadas en la
municipalidad de Zapopan al mediar el siglo XIX buscaron las corrientes de
agua existentes, bajo la premisa de que sin ella sería imposible incorporar
maquinarias modernas. No es casual que en todos los casos la industria
fabril creada entonces buscara “el descenso para la barranca” de dichas
corrientes, donde se formaban “caídas con las condiciones necesarias para
su aprovechamiento” energético, aunque no sin dificultades.4 Lo mismo
sucedió con las fábricas creadas en el sur de Jalisco: la de papel de Tapalpa
o las ferrerías de Tula y La Providencia. Y de alguna forma sobre ese patrón
siguieron las que se fundaron en las décadas de 1870 y 1880 en la región de
Los Altos.
Evidentemente, la elección hecha por esas industrias calculó
como un factor determinante el hecho de que hubiera agua suficiente para
mover la maquinaria prevista, si bien no faltaron casos como el de La
Escoba, que se instaló en terrenos donde el flujo no era suficiente. Por esa
razón su principal impulsor, Manuel Jesús Olasagarre, “emprendió una
obra hidráulica ingeniosa y atrevida, que vino a proporcionar el agua” que
se requería.5 La obra consistió, según describió Silverio García en 1875, en
dos presas que [mandaban] sus aguas, por medio de atarjeas ó
canales, a dos ruedas hidráulicas á las cuales [movían], y las que á
su vez [ponían] en movimiento á tres máquinas que [eran] las que
primeramente [recibían] el algodón.6

4
Juan Ignacio Matute, “Lijera Reseña de la ciudad de Guadalajara”, en Boletín de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco, tomo VI, núm.
11, Guadalajara, Tip. de Manuel Pérez Lete, 15 de noviembre de 1886, p. 337, BPEJ.
5
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 150
6
Silverio García, “Una visita al Pueblo…”, op. cit., p. 7. Desde 1856, el viajero norteamericano Marvin Wheat describía el tipo de
tecnología que se empleaba para mover los telares y demás equipos de La Escoba en los siguientes términos: “consiste en una rueda de
madera de 38 pies de diámetro; este artefacto opera cien telares al año, además del resto de la maquinaria que requiere la fábrica para su
funcionamiento”. Marvin Wheat, op. cit., p. 165.
157
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

El caso de La Escoba también sirve para ilustrar, apenas en 1880,


la incorporación de una de las pocas máquinas de vapor utilizadas por las
fábricas mecanizadas de los alrededores de Guadalajara —aparte de la de
papel de El Batán, que en ese año tenía una máquina de ese tipo y para 1889
dos—,7 antes de la transición hacia otro sistema energético como el de la
electricidad, a partir de fines del siglo.
En la Descripción realizada por Mariano Bárcena en 1880, se decía
que La Escoba seguía utilizando sus dos “ruedas hidráulicas de cajones”,
cuyo diámetro era de 40 metros y su espesor de dos. Se mencionaba también
que había otra “rueda auxiliar de ocho metros de diámetro” y que algunas
operaciones se hacían ya “con el auxilio de una máquina de vapor de poca
potencia.”8 Esa situación no tendría variaciones significativas en los siguientes
años. Según lo hizo constar Manuel Portillo, en 1889 la fábrica funcionaba
con dos ruedas hidráulicas y una máquina de vapor.9
Por la peculiaridad del sitio donde estuvo La Escoba, caracterizado
por la escasez de agua, pareciera corroborarse la afirmación de Samuel
Lilly, en el sentido de que las máquinas de vapor adquirieron importancia
en el mundo industrial, al “agotarse la energía que los ríos podían
proporcionar” para mover las ruedas hidráulicas.10 En La Escoba no se
trató precisamente de la decadencia de un río, sino de una fuente hidráulica
artificial que a veces obligaba a parar las actividades de dicha fábrica
por falta de presión. A ese respecto, decía Silverio García en 1875 que:
generalmente sucede que desde el mes de febrero se escasea el agua
en las presas, y entonces solamente se trabaja tres días á la semana.
[Por lo cual, natural] es que en esa época rebajen los productos de la
fábrica, y aunque el año de 1873 se elevó una de las presas una vara
sobre su nivel antiguo para que no escaseara el agua, no dio resultado
esta medida, porque reventó la presa al principio [de 1874].11

7
Según la información de Bárcena, en 1880 tenía sólo una máquina destinada a la “desecación del papel”; pero según Manuel Portillo,
en 1889 ya eran dos máquinas de vapor las que tenía El Batán. Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 158, y Manuel Portillo,
Apuntes…, op. cit., p. 153.
8
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 152.
9
Manuel Portillo, Apuntes…, op. cit., p. 150.
10
Samuel Lilly, Hombres, máquinas e historia, Madrid, Artiach, 1973, p. 99.
11
Silverio García, “Una visita…”, op. cit., pp. 7-8.
158
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

Tanto en la información proporcionada por Bárcena como por


Manuel Portillo, se puede ver que los otros establecimientos industriales
aledaños a Guadalajara siguieron operando durante la década de 1880,
primordialmente con energía hidráulica. En La Experiencia se tenía también
una rueda hidráulica de 21 pies ingleses como su principal motor,12 mientras
que en El Batán13 se dio un cambio significativo en el lapso de nueve años: si
en 1880 operaba con “una rueda de cajones, construida de fierro, con diámetro
de 40 pies”, además de dos ruedas pequeñas y “un generador de vapor”, para
1888 sólo tenía una “máquina movida por el agua y dos por vapor”.14
Como se puede observar hasta aquí, la fuente hidráulica dominante
siguió vigente a partir de la tradicional rueda hidráulica. Esa situación cambió
notoriamente en Atemajac, donde al menos desde 1880 ya se utilizaba como
principal fuente de energía “una turbina” hidráulica, cuya potencia era “de 78
caballos” de fuerza, complementada con una pequeña “rueda hidráulica” de
apenas tres o cuatro caballos.15 A esa transformación, que no fue cosa menor,16
se había incorporado también desde finales de la década de 1870, la fábrica
de Río Blanco (al momento de cambiarse de “El Salto” hacia su nueva sede),
debido a que contó con una turbina de Leffel, con una altura de agua de 35
pies ingleses y 40 caballos de fuerza.
Ahora bien, respecto la utilización de los sistemas energéticos en las
fábricas creadas en otros puntos de lo que hoy es Jalisco, se hallaron datos
que resultan contrastantes. Por un lado, la papelera de Tapalpa en la práctica
se mantuvo con la energía hidráulica por medio de la rueda que fue instalada
desde los años de 1840. Situación similar ocurría hacia 1889 en la ferrería
12
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 155.
13
Gracias a informes registrados por Marvin Wheat, se ha obtenido la siguiente descripción sobre el sistema de energía hidráulica de
El Batán, en 1856: la rueda hidráulica de esta fábrica “está hecha de hierro fundido y fue importada de Nueva Jersey hace varios años.
Tiene un diámetro de 40 pies, bien proporcionada y desmontable, pero al mismo tiempo es compacta, fuerte y de una hermosa simetría.
El sitio donde está colocada tiene la forma de dos eles mayúsculas invertidas y está situado en el flanco oeste del edificio principal. La
rodea un alto muro de piedra con un tejado saliente que la protege bien de los elementos, sean copiosas lluvias o ardiente sol. Cuando
está colgada de sus ejes, su posición es tal que su superficie inferior queda a 20 pies bajo el nivel del suelo; y se pone en movimiento
por medio del agua traída” de un acueducto construido expresamente. Ésta “fluye a través de una pequeña compuerta o canal construido
sobre arcos continuos que forman arcadas.” Marvin Wheat, op. cit., p. 154.
14
Ibid., p. 158, y Manuel Portillo, op. cit., p. 151.
15
Mariano Bárcena, Descripción…, op. cit., p. 153.
16
La invención y propagación de la turbina hidráulica constituyó un adelanto respecto a la rueda hidráulica. Mientras ésta, además de
voluminosa, llegaba a desarrollar un máximo de 50 caballos de fuerza, la primera, con un volumen de 30 centímetros y 18 kilogramos
de peso, alcanzaba los 60 caballos de fuerza y ya se empezaba a usar como alternativa en Europa y Estados Unidos desde la segunda
mitad del siglo XIX. En otras palabras, en tanto que el diseño y construcción de las ruedas hidráulicas, hasta los últimos momentos en
que estuvo vigente, fue más bien el resultado de ensayos empíricos, la turbina representó un adelanto tecnológico que fue posible por las
aplicaciones del cálculo científico. Cfr. John B. Rae, “La conversión de la energía”, en Melvin Kranzberg y Carrol W. Pursell, Historia
de la tecnología. La técnica en Occidente, de la prehistoria a 1900, Barcelona, Gustavo Gili, p. 369.
159
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

Máquina de vapor agrícola. Silbatos de fábrica. A la izquierda el de la fábrica La


Experiencia, a la derecha el de Atemajac.

Telares de la fábrica de Atemajac, década de 1950.

160
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

Espacio que ocupó la Rue-


da Hidráulica en la fábrica
de papel La Constancia de
Tapalpa.

161
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

La Providencia, donde la rueda hidráulica prevalecía como fuente energética


de sus procesos productivos.17
Donde al parecer sí ocurrió un cambio relevante hacia finales de la
década de 1870 fue en la ferrería de Tula. Mientras que todavía en los primeros
años de esa década “los pistones” y los “martinetes” de ese establecimiento
eran movidos sólo a partir de dos ruedas hidráulicas y no había máquinas
de vapor alguna,18 hacia finales ya se operaban cambios significativos. La
información de 1879 indica que la modernización impulsada por Manuel
Corcuera en esta ferrería había llevado a cambios importantes. Se utilizaba
para entonces una rueda hidráulica para “alimentar” de viento a “cuatro
fraguas” que ayudaban a producir fierro bajo ese procedimiento, y dos ruedas
más para mover, cada una, a un martinete “de 10 quintales de peso”. Mientras
tanto, para la producción de fierro bajo el procedimiento de “puddlaje” —que
apenas estaba en proceso de desarrollo— se contaba con el horno respectivo y
un “martillo” accionado a vapor de 20 quintales de peso. Además se tenía una
laminadora de 100 caballos de fuerza, movida por una máquina de vapor.19
Finalmente, sobre los sistemas energéticos utilizados en las fábricas
de Los Altos, lo poco que se puede mencionar —por falta de suficiente
información— es que, en general estuvieron a tono con el momento en que
les tocó nacer. Es decir, muy probablemente el motor de “agua” que —
junto a otro de vapor— se mencionaba en 1887 como fuente de energía de
la fábrica textil La Victoria, correspondía a una turbina hidráulica, tal como
estaba sucediendo con la modernización tecnológica de las fábricas nuevas
(por ejemplo, Río Blanco) u otras como la de Atemajac, que para entonces se
había actualizado. De alguna forma, esa hipótesis se confirma con la maquinaria
que se instaló en la fábrica de hilados y tejidos de lana Cruz de Piedra, donde
también se contaba con turbina hidráulica y no con la antigua rueda. Respecto
a la ferrería de Comanja no se han encontrado datos, pero es muy probable que
haya seguido el patrón de modernización seguido en la de Tula desde finales de
la década de 1870: es decir, con equipos de vapor alternados con las fuentes de
energía hidráulica.

17
“Boleta para recoger los datos sobre Establecimientos Industriales. 9º Cantón, Municipio de Tamazula de Gordiano, mes de enero de
1889”, AHJ, Ramo Estadísticas ES-9-889, TAG/102.
18
Juan Ignacio Matute, “Ferrería de Tula…”, op. cit., 11 de diciembre de 1873, p. 9.
19
Datos tomados de José González y José Cedeño, op. cit., p. 44.
162
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

Aunque la fábrica de Río Grande se fundó al lado de una de las


caídas más importantes de agua en Jalisco —El Salto de Juanacatlán— hacia
1896-1898, la verdad es que ya no requirió para su funcionamiento de la
energía hidráulica o de vapor, debido a que la electricidad empezó a ser desde
entonces la fuente energética fundamental en esos centros productivos. No
es casual que antes de construida esa fábrica se haya instalado a su lado una
de las primeras plantas generadoras de electricidad para el alumbrado de
Guadalajara, misma que también alimentaría las necesidades de la fábrica
de Río Grande. Con ese hecho se inauguró una nueva era, a la que pronto
se incorporaron —al empezar el siglo XX— las antiguas fábricas de La
Experiencia, Atemajac y El Batán, después de haberse construido otra planta
generadora de electricidad cerca de ellas.20

20
Cfr. Teresa Gómez Pérez, Industria, medio ambiente y sociedad: Guadalajara 1840-1900, Guadalajara, tesis de Maestría en Historia
de México, CUCSH/Universidad de Guadalajara, febrero de 2005, pp. 166-168.
163
7 DE LAS FUENTES DE ENERGÍA HIDRÁULICA A LAS MÁQUINAS DE VAPOR Y A LA ELECTRICIDAD: OTRA PARTE DE ESTA HISTORIA

Aspecto del acueducto para mover la rueda Vestigios de la turbina hidráulica de la fábrica
hidráulica de La Constancia. Cruz de Piedra en San Diego de Alejandría.

Fosa que albergó la turbina hidráulica de Río Blanco en Zapopan.

164
8
LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE
DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS
ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

1. Reacomodos entre los grupos socioeconómicos


locales

Desde finales de la década de 1830, pero sobre todo durante las dos siguientes,
Jalisco experimentó importantes transformaciones de orden social y cultural
que llegaron junto a los reacomodos políticos posteriores a la independencia,
y que es importante mencionar para entenderlos mejor; entre otros
acontecimientos, el arribo del modelo industrial mecanizado convertido más
tarde en uno de los principales factores para la generación de otros cambios.
Ese fue el momento en que los antiguos miembros de la elite económica local
de origen español —o sus descendientes— que sobrevivieron a los embates
de la guerra de independencia, se fueron adaptando a las reglas del comercio
libre, en armonía con los grupos de extranjeros que habían llegado desde
la segunda década del siglo XIX: particularmente los panameños y algunos
ingleses, franceses y alemanes.
También esa coyuntura fue propicia para la emergencia de nuevos
miembros de la elite, portadores de un perfil distinto y en muchos casos
precedidos del prestigio que les aportó su paso por las instituciones educativas
como estudiantes. De esta manera, junto a los apellidos que evocaban a familias
de abolengo dieciochesco como los Vizcarra, Corcuera, Porres Baranda,
Caballero, Sánchez Leñero, García Sancho y Cañedo, entre otras, convivían
ahora de manera cada vez más natural los de origen panameño llegados a la
localidad en el contexto de la revolución de Independencia: entre ellos los
Olasagarre, Prieto, Landázuri y Gómez. También cohabitaron en ese entorno
europeos de distintas nacionalidades que paulatinamente se asentaron en la
localidad e impulsaron empresas exitosas o se arraigaron gracias a su vínculo con
instituciones educativas. Este fue el caso de los españoles José María Castaños
y Llano (radicado en Tepic), Manuel Luna (que llegó junto con los panameños),
165
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

Francisco Martínez Negrete (ligado a Manuel Caballero) y Juan José Matute


(emparentado a través de matrimonio con la familia Cañedo), quienes se
avecindaron en Guadalajara —en la mayoría de los casos— gracias a sus
vínculos familiares con inmigrantes que habían llegados a finales del siglo
XVIII o antes. Igualmente fue el caso de los ingleses Archivaldo Tucker Ritchie
(comerciante) y Ricardo M. Jones (director de la Escuela Lancasteriana en el
Instituto de Ciencias de Jalisco); o de otras nacionalidades como los franceses
Pedro Lissaute (en algún momento director del Instituto de Ciencias de
Jalisco) y Carlos Tarel, y del alemán Enrique Blume.
Pero al igual que todos ellos, simultáneamente fueron ganando su
espacio en los grupos de la elite individuos provenientes de las clases medias
de Jalisco, como José Palomar,1 originario del poblado de Magdalena, y de
los oriundos de Arandas, José Vicente Gutiérrez2 y Pablo Navarrete3. Ellos
constituyen una muestra de los comerciantes e industriales de nuevo cuño,
que lograron amasar importantes fortunas por ese medio y pronto aparecerían
también como miembros de las compañías que dieron vida a las primeras
industrias mecanizadas.

1
José Palomar nació en Magdalena, Jalisco, y sus padres fueron Senén Palomar y Lugarda Rueda. Incursionó por primera vez en el comercio
de Guadalajara cuando tenía 16 años, en 1823; primero fue meritorio del comerciante español José Estrada y después del señor Manuel
García Sancho. Ahí desarrolló sus habilidades en el ramo y al poco tiempo se caso con Dolores García Sancho, hija de su patrón, situación que
favoreció su inserción en la oligarquía tapatía. Cfr. Jaime Olveda, “José Palomar: prototipo del empresario pre-burgués”, op. cit., pp.36-37.
2
José Vicente Gutiérrez González nació en Arandas, Jalisco, y fue hijo de Julián Gutiérrez y Magdalena González. A mediados de
la década de 1830 ya residía en Guadalajara y estaba casado con la señora Nepomucena Sánchez, quien introdujo al matrimonio
bienes por un valor de 1,165 pesos, que posiblemente fueron la base para iniciarse en las actividades comerciales, con de un
almacén ubicado en los bajos del Colegio de San Agustín, institución a la que pagaba en 1826 la cantidad 26 pesos mensuales
por la renta de dicho local. En cuanto a los bienes que él introdujo en esa sociedad conyugal, sólo se dice en un testamento
suscrito en abril de 1835, lo siguiente: “introduje á él la cantidad de pesos”, misma que nunca especifica, mientras que sí lo
hace detalladamente cuando menciona los bienes de su esposa. Cfr. AIPJ, protocolos de Mariano Hermoso, Libro, ff. 70v-72v,
Guadalajara, 9 de abril de 1835; y AIPJ, Protocolos de Felipe Riestra, Libro 2, ff. 193f-198v. Tal como se vio en el apartado sobre
la fábrica de papel La Constancia, de Tapalpa, a finales del siglo XIX José Vicente Gutiérrez era un individuo muy poderoso desde
el punto de vista económico, sobre todo por haber acaparado prácticamente todas las acciones de ese establecimiento industrial.
3
El comerciante y licenciado Pablo Navarrete nació en Arandas, Jalisco. Fue hijo de José Manuel Navarrete y de Manuela Camarena. En
un testamento suscrito por Pablo Navarrete el 22 de mayo de 1849, declaró que al momento de casarse con su primera esposa, la señora
Josefa Ruiz de Esparza, ni ella ni él introdujeron “bien ninguno”. Sin embargo, durante el tiempo que duró esa sociedad adquirieron
algunos bienes que le dieron a su esposa, gananciales por 8,764 pesos, mismos que constituyeron la herencia materna recibida por las
dos hijas nacidas de ese matrimonio. Después de enviudar, al contraer segundas nupcias, Navarrete introdujo a la sociedad la cantidad
de 9,120 pesos, más 200 en menaje y muebles de casa, mientras que su esposa, Teresa Varela, nada llevó a esa sociedad. Sin embargo,
al momento de suscribir el testamento decía Navarrete que durante este matrimonio sus bienes habían “aumentado (gracias a la Divina
Providencia) considerablemente, por lo que resultará á mi segunda esposa por sus gananciales una cantidad” también significativa. En
ese momento era dueño de la Hacienda del Tequesquite en la “jurisdicción de la Encarnación”, valuada en 40,000 pesos (menos 4,000
que debía por ella todavía) y de la casa en que habitaban él y su familia en Guadalajara. También poseía 24,200 pesos en acciones de la
Compañía Industrial de Atemajac, alrededor de 33,000 pesos en una sociedad comercial que tenía con su hermano Vicente Navarrete,
además de otros bienes inmuebles y algunos animales. AIPJ, 22 de mayo de 1849, Protocolos de Francisco Tejada, Libro 8, ff. 122f-125-v.

166
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

José Vicente Gutierrez.

Francisco Martínez Negrete. José Palomar.

167
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

También en ese proceso de recomposición de la elite, sobresalieron


algunos individuos de cierto abolengo venidos a menos en lo económico,
pero que resurgieron después de hacer estudios profesionales y de ganar
protagonismo en la conducción de las instituciones educativas y de beneficencia
de la entidad. En esta situación destacaron Juan Gutiérrez Mallén y Manuel
López Cotilla, descendientes de familias vascas avecindadas en Guadalajara
al finalizar el siglo XVIII y cuya situación económica —sobre todo notoria
en el segundo— se vio trastocada en los tiempos de la independencia. A
ellos se sumó también Dionisio Rodríguez, descendiente directo de Mariano
Rodríguez, uno de los primeros impresores que destacaron en la entidad
al iniciar el siglo XIX. Tanto Gutiérrez Mallén como Rodríguez estudiaron
abogacía en Instituto de Ciencias de Jalisco y cumplieron un papel central
en la redefinición de las instituciones educativas y de beneficencia desde
aproximadamente la década de 1840.
En torno a personajes como los mencionados, se recuperó para la renovada
oligarquía el control de los espacios de gobierno estatal que, de alguna forma,
habían perdido durante los primeros años que siguieron a la independencia.
Con el arribo de Santa Anna al poder en 1834, y al menos hasta mediados
de la década de 1840, nuevamente el control político estuvo sobre todo en
manos de estos sectores en proceso de renovación. Ese momento histórico,
dice Jaime Olveda, en tanto coincidió con el auge y declive centralista,
estuvo caracterizado por la contrastante debilidad del gobierno estatal y la
gran fortaleza del municipio de Guadalajara, que se convirtió en la principal
trinchera de la elite económica local. Dicho en sus palabras:

La frágil figura del mandatario jalisciense, sin recursos económicos


ni capacidad para tomar decisiones, contrastaba con el poderío de los
comerciantes que conformaban el cabildo; mientras que para aquel
era sumamente difícil sostenerse, estos tenían posibilidades y medios
suficientes para imponer su voluntad…4

Ese segmento pudiente de la sociedad hizo eco de las propuestas


industrializadoras impulsadas desde el gobierno central a iniciativa de Lucas
Alamán y de alguna forma también de Esteban de Antuñano, desde Puebla.

4
Jaime Olveda, La oligarquía…, op. cit., p. 283.
168
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

Como ocurrió en otros puntos de México, en Jalisco también correspondió


a esos grupos pudientes ligados en un principio a los gobiernos centralistas,
impulsar la modernidad industrial desde los primeros años de 1840 y no
necesariamente a los liberales doctrinarios.5 Aunque, ciertamente, la filiación
política supuestamente conservadora atribuida a varios de ellos hasta hoy,
quizás no correspondía a sus reales convicciones sociales y económicas.
En esa tesitura se pueden ubicar personajes como Manuel Jesús Olasagarre,
Sotero Prieto y Vicente Ortigosa, a quienes se les vio frecuentemente en
los espacios públicos como parte de los sectores económicos pudientes y
por añadidura como simpatizantes del conservadurismo, aunque realmente
ostentaban posiciones liberales moderadas y a veces, como en el caso de los
dos últimos, comprometidas con causas aparentemente discrepantes respecto
de su posición social y económica, al simpatizar con el socialismo de corte
fourierista.6
Al iniciar la década de 1840 hubo un evento político que sería crucial
en las definiciones modernizadoras que tomaría la elite local. La “revolución”
que encabezó el general Mariano Paredes y Arrillaga desde Jalisco —a partir
del Plan del Progreso difundido el 8 de agosto de 1841—,7 contó con el
patrocinio decisivo de una parte de la oligarquía de este estado, que de esa
manera se reveló contra medidas centralistas que la afectaban. Particularmente
fueron afines a ese movimiento quienes por su actividad comercial se
vieron perjudicados con ciertas cargas fiscales impuestas desde el gobierno
central. Esa circunstancia hizo que en algunas fuentes locales de la época,
al pronunciamiento de Paredes se le viera como un simple enfrentamiento
“de conservadores contra conservadores”,8 aunque realmente lo que se estaba
expresando con ese apoyo de los oligarcas era la inconformidad frente a
políticas antiliberales que atentaban contra la potencial expansión de sus
capitales.

5
Ibid., pp. 283-284.
6
Sobre esta faceta de Sotero Prieto y Vicente Ortigosa ver Federico de la Torre Entre la quimera…, op. cit., pp. 225-272.
7
Este movimiento, además de las repercusiones que tuvo en Jalisco, significó para todo México el inicio de la caída de los centralistas que
se habían atrincherado en el poder desde el llamado Plan de Cuernavaca en 1834. Un tratamiento muy a detalle sobre las repercusiones
nacionales del pronunciamiento de Paredes y Arrillaga se puede ver en Cecilia Noriega Elío, El Constituyente de 1842, México, UNAM,
1985 p.
8
Luis Pérez Verdía, Historia particular del Estado…, tomo II, op. cit., p. 290.
169
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

Ese momento resultó paradigmático también, porque abrió las


puertas nuevamente a expresiones favorables al federalismo, que habían
sido inhibidas desde el triunfo del Plan de Cuernavaca y que, más tarde, en
1846, serían fundamentales para la restauración del sistema republicano.
La revolución de Paredes y Arrillaga hizo confluir a personajes de los más
diversos signos políticos, bajo la premisa de que era menester prescindir de
la ayuda de los partidos políticos y en su lugar buscar apoyo “de las clases
productoras y acomodadas”.9 La mejor expresión de su pluralidad se vio en
la Junta de Notables formada para que, en acuerdo con todos, se lograra la
transición de gobernantes.
Entre el listado de 48 miembros de esa Junta había militares, como el
propio Paredes y Arrillaga; conservadores y clérigos como Juan N. Camacho,
Ignacio Negrete y Luis Mena; federalistas como los abogados Ignacio
Vergara, Crispiniano del Castillo, Mariano Otero y el médico Pedro Tamés; y
representantes del comercio como Manuel Jesús Olasagarre, Nicolás Remus
y Domingo Llamas. Finalmente, el escrutinio de esa Junta fue que Mariano
Paredes fuera ungido como gobernador y que la Junta Departamental se
integrara con las siguientes personas: abogados Juan Gutiérrez Mallén,
Ignacio Vergara, Ignacio Villanueva y Plutarco Garciadiego; el médico
Fernando Serrano; el capitán retirado Sabás Sánchez Hidalgo; y los señores
Joaquín Castañeda y Vicente Ríos.10
Es importante resaltar las características de moderación que enarboló
como lema la revolución de 1841, porque justamente bajo ese discurso, aparte
de abrirse espacios para la expresión de los antiguos liberales, como Pedro
Tamés (que había sido gobernador del 1 de marzo de 1833 al 16 de junio
de 1834) e Ignacio Vergara y Crispiniano del Castillo (antiguos miembros
del grupo llamado “los polares” en la década de 1820), dio cabida a una
nueva camada de ideólogos de distintas características. Este fue el caso de
Mariano Otero y Sabás Sánchez Hidalgo, que encarnaban el sentir de la
nueva clase media de la época, caracterizada por expresar su cansancio ante la
inestabilidad política provocada por tantas “revoluciones”. El primero de ellos
pronto destacó en el congreso y gobierno nacional, mientras que el segundo
lo hizo en el local (e incluso llegó a ser gobernador sustituto en 1847). De
Sánchez Hidalgo fue notorio el activismo que desplegó a través de múltiples

9
José María Muriá (dir.), Historia de Jalisco, tomo III, op. cit., pp. 44-45.
10
Colección de Decretos…, tomo 8, op. cit., p. 241.
170
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

apariciones editoriales, como difusor de las ideas socialistas de Francisco


Severo Maldonado y las de Charles Fourier, desde mediados de la década de
1840. Pero también lo fue por su decidida participación en distintos proyectos
de reorganización social, productiva y educativa, ya sea en su calidad de
ciudadano libre o de legislador.11

Vicente Ortigoza. Francisco Severo.

11
Sobre Sabás Sánchez Hidalgo y sus inclinaciones hacia el socialismo utópico, ver Federico de la Torre, Entre la quimera…, op. cit.,
pp. 225-276.

171
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

2. Industrialización e inmigración extranjera: nuevo


ingrediente sociocultural

La década de 1840 fue también muy importante debido a la llegada de


nuevos flujos de inmigrantes extranjeros en la entidad, destacables no sólo
por la nacionalidad que portaban sino por otro tipo de cualidades, distintas
de quienes llegaron en épocas anteriores (de tradicionales comerciantes o
educadores). Para construir muchas de las naves industriales, así como para
instalar y operar las modernas máquinas o para fungir como administradores,
fueron contratados ingenieros y técnicos de origen estadounidense y algunos
ingleses. A los Hooker, Goddard, Holbroock, Logan, Ervin, Broadbent y Davis,1
técnicos sin los cuales no se podría hablar del inicio de la industrialización
local —aunque de escaso arraigo posterior en la entidad—, se sumarían otros
que después harían de estas tierras las suyas, como fue el caso de los Loweree,
Newton y Blake,2 por citar a los más conocidos.
Pero también coincidió este momento con la llegada de nuevos
contingentes de países europeos como Francia, portadores de oficios e
intereses diversos. Por ejemplo, hubo quienes se vincularon a la industria,
al comercio o a las actividades artesanales; pero también hubo educadores
y profesionistas liberales. Un caso notorio desde los años 1840-1842, fue
el de Julio Moissard, quien formó parte de la sociedad que dio vida a la
fábrica La Escoba, aunque no se han encontrado documentos que acrediten
su residencia en Guadalajara. Otros casos dignos de resaltar desde principios
de esa década son el de Carlos Tarel —negociante dedicado a la producción
y comercialización de textiles—, y el del hábil tintorero D. Henry Barbier,
que fue contratado por el gobierno de Jalisco en julio de 1844 para que

1
En la mayoría de los casos no se han encontrado testimonios que acrediten la permanencia de estos técnicos en Jalisco por mucho tiempo
más allá de principios de la década de 1850—. Sólo Guillermo Davis parece ser la excepción, porque se sabe que contrajo nupcias según
el dogma católico (después de renunciar al culto protestante) con la tapatía Dolores Vallarta. De ese matrimonió nació Mariana Davis
Vallarta, en 1849. El 19 de octubre de 1850 firmó testamento ante el notario Martín Román, donde ofrece esa información, por hallarse
“gravemente enfermo”. AIPJ, Protocolos de Martín Román, Libro 20, 19 de octubre de 1850, ff. 179 v-180 v.
2
Tanto Daniel Loweree como Federico Newton y Juan Blake hicieron de Jalisco su residencia, después de su paso como administradores,
respectivamente, de las fábricas de La Escoba, El Batán y La Constancia de Tapalpa. El primero dio muestras de su arraigo definitivo,
primero cuando se asoció con Olasagarre, Prieto y Ortigosa para fundar La Experiencia. Posteriormente sus descendientes integraron
la Compañía de los Hermanos Loweree, mediante la cual fundaron la fábrica de El Salto o Río Blanco, entre otras. Mientras tanto, en
las décadas posteriores a 1860, Newton se hizo propietario de haciendas como la de Contla, en Tamazula, donde desarrolló actividades
agroindustriales ligadas a la explotación de la caña de azúcar. Finalmente, Juan Blake se dedicó a la minería después de terminar su
contrato con la fábrica de papel de Tapalpa, hacia finales de 1850. Y aproximadamente en septiembre de 1869 perdió la vida en un
accidente ocurrido en las minas de “Aguablanca”. Sobre su fallecimiento, cfr. nota en El País, núm. 424, Guadalajara, 7 de septiembre
de 1869, p. 3, BPEJ.
172
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

transmitiera sus conocimientos al artesanado textil.3 Todos ellos empezaron a


darle un toque distinto al tipo de inmigración que llegó desde ese país, hasta
entonces ligada sobre todo a las instituciones educativas.4 Dicha tendencia
se vio acentuada con la diversidad de oficios que portaban muchos de los
franceses que partieron a México en el contexto de la Revolución Francesa
de 1848.
Fue así que, de acuerdo con un registro de franceses en México que
se realizó en abril de 1849, había en los territorios de Jalisco 21 personas
dedicadas a actividades como las siguientes: cinco panaderos, tres negociantes,
dos médicos, un dentista, un tintorero, un destilador, un químico, un institutor,
un comerciante, un herrero, un carretero, un cantero, un ayudante de diligencias
y una persona sin oficio identificado (ver cuadro 5).
Los lugares de residencia de esos inmigrantes, como se puede ver
en el mismo cuadro, se ubicaron sobre todo en Guadalajara, aunque también
hubo algunos que se asentaron en Nayarit (que para entonces era parte de
Jalisco) y Lagos de Moreno.

3
Sobre Carlos Tarel, ver Jaime Olveda, La Oligarquía…, op, cit., p. 303. Sobre Barbier, ver Colección de los Decretos…, op. cit., tomo
IX,p. 81.
4
Este había sido el caso, por ejemplo, de Pedro Lissaute, Eduardo Turreau, Guillermo Faget y Claudio Gen, en la década de 1820 y
principios de la de 1830, vinculados a los intentos de educación lancasteriana o al Instituto de Ciencias de Jalisco.

173
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

Cuadro 5
FRANCESES EN JALISCO, SEGÚN OCUPACIÓN Y LUGAR DE
RESIDENCIA EN 1849
Lugar de
núm. Nombre Ocupación Observaciones
residencia
1 Henry Barbier Tintorero Guadalajara
Jean Premier
2 Herrero Guadalajara
Barusta
No
3 Jean Barusta 2 Guadalajara
especificado
4 Jean Barusta 3 Carretero Guadalajara
Augusto Edouard
5 Institutor Guadalajara
Baudouin
Jean Baptiste
6 Panadero Guadalajara
Bernet
Pierre Maurice
7 Panadero Guadalajara
Bernet
8 Jean Bilger Panadero Guadalajara
Casimire René
9 Negociante Ures, Nayarit
Clochard
10 Julián Cretaine Dentista Guadalajara
Coronel
Marc Antoine
11 Médico Guadalajara naturalizado
Depeyre Lestrade
mexicano
Vincent Casimir
12 Destilador Guadalajara
Devincent
Ayudante de
13 Martín Elissague Lagos
diligencia
14 Jean Marie Ibos Panadero Guadalajara
15 Joseph Lyon Cantero Guadalajara
Florimond Hacienda de Su esposa estaba
16 Químico
Mangas Puga, Nayarit en Francia
17 François Meillon Negociante Guadalajara
18 Daniel Pellegaud Panadero Guadalajara
19 Charles Tarel Negociante Guadalajara
20 Marc Teissier Comerciante Guadalajara
Fallecido el 3 de
David Prospère febrero en los
21 Médico Guadalajara
Joseph Varnier mares de San
Francisco

Fuente: Javier Pérez Siller, editor, Registre de la population française au Mexique au


30 avril 1849, Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades-BUAP, 2003
(Colección: fuentes y documentos para la historia).
174
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

Pocos de los individuos mencionados en ese listado son identificables


hasta hoy, a excepción de los citados Tarel y Barbier. El primero se proyectó
en el ámbito de los negocios al poco tiempo de su arribo a Jalisco, pero sobre
todo a partir de 1849, según lo ha mostrado Jaime Olveda con base en varios
protocolos notariales. Sobre el segundo se tiene registrada su presencia al
menos desde 1844, en calidad de tintorero que incluso colaboró con el gobierno
para capacitar en ese ramo a algunos tapatíos.5 Aparte de ellos, realmente se
desconoce la trascendencia de las otras personas, quizás porque su actividad
se desarrolló en el plano del artesanado, las actividades técnicas específicas
de las industrias o de las profesiones liberales, aspectos que han merecido
poca atención de los estudiosos hasta hoy. Sin embargo, es de resaltar que
en ese contingente llegaron a la entidad individuos que ejercían actividades
—incluso profesionales— poco reconocidas para entonces en la entidad, pero
que empezarían a tener relevancia en el contexto de la modernidad industrial:6
este fue el caso de un químico y un destilador. La mención no es menor,
al menos la del químico Florimond Mangas, si se considera que estuvo
trabajando en la hacienda de Puga, calificada por Lucas Alamán como un
ejemplo de modernidad en México, en cuanto a industrialización de la caña
de azúcar.7
Lo cierto es que al menos en los negocios, pronto se vio la importancia
de los franceses en Jalisco, con marcadas consecuencias. Un ejemplo muy
claro lo dieron a finales de 1849 Carlos Tarel, Luis Lyon, Santiago Fortoul,
Carlos Duprant y Luis Magnin, al protocolizar la “Fábrica de rebozos de Seda
de Tarel y Cía., con un capital de 32,000 pesos.8 Con ese establecimiento, los
franceses monopolizaron la producción de rebozos —en la que los artesanos

5
El 4 de julio de 1844 la Asamblea Departamental dio la autorización al gobernador para que contratara los servicios de D. Henry
Barbier, como instructor de tintorería a un número reducido de jaliscienses. Esa iniciativa surgió a partir de la evidente quiebra en
que había caído el negocio de Barbier y de la cual el gobierno pensó que podía sacar algún provecho, al comprarle el equipo de su
establecimiento y utilizarlo como laboratorio para la enseñanza que él mismo daría. Colección de los decretos, circulares…, op. cit.,
tomo IX, pp. 82-83
6
Es importante decir que, por ejemplo, a mediados del siglo XIX, cuando se hacía mención a las personas que ostentaban cargos en los
distintos niveles de gobierno, era muy común que se les antepusiera el título que tenían: así, se indicaba si eran abogados, sacerdotes,
médicos o militares. Sin embargo, no sucedía igual cuando se trataba de personas que portaban títulos técnicos o universitarios
novedosos, como el de ingeniero, arquitecto o químico. Quizás uno de los ejemplos más claros sobre lo último haya sido el del químico
e ingeniero Vicente Ortigosa de los Ríos, quien portaba ambos títulos desde que llegó a Guadalajara a finales de la década de 1840,
después de su paso por Europa. Una circunstancia similar pudo haber ocurrido con Sotero Prieto y Manuel Jesús Olasagarre, quienes
estudiaron ingeniería en la ciudad de México durante la década de 1820, pero a quienes siempre se les identificó socialmente con el mote
de comerciantes o industriales, y no por el título que muy probablemente obtuvieron en el Colegio de Minería.
7
Lucas Alamán, “Memoria sobre el estado de la [1845], op. cit., p. 94.
8
Jaime Olveda, La oligarquía…, op. cit., p. 304.
175
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

jaliscienses habían ejercido cierto liderazgo a nivel nacional—, después de


comprar el privilegio de la importante mejora técnica que para entonces había
registrado el artesano michoacano Vicente Munguía.9 Esa acción significó,
según Jaime Olveda, “un golpe mortal para los pequeños fabricantes de
rebozos, porque a partir de entonces a éstos les fue más difícil competir” con
los productos de una fábrica que, apenas un año después, empleaba en un solo
espacio a cerca de 500 trabajadores.10
Este caso fue sólo el inicio de una creciente presencia francesa en los
negocios de Jalisco. Entre ellos sobresalieron, aparte de los ya mencionados,
Amado Lyon, Juan Chaix, Juan Bernet, Julio Rossi, Pedro Aguerre, Juan
Hibeau, Carlos Ciroux, Francisco Matsieu, Francisco Ducreaux, Luis
Couturier, Julio Rose, Eugenio Laguette, José y Andrés Pascal, Emilio
Fenelón, Teófilo Lebre, Clemente Gandoulf, Pablo Leautaud y Andrés Vent.11
Varios de ellos se asentaron en la entidad o bien dejaron descendientes que
destacarían en la siguiente generación. De este grupo se derivaron nombres de
jaliscienses como los de Julio Rose hijo, y el del ingeniero Agustín V. Pascal,
vinculados a los negocios o a las actividades técnicas y profesionales aún al
iniciar el siglo XX. Pero también de ahí emergieron algunos descendientes
de quienes representaron al importante núcleo de los franceses de origen
Barcelonnette, que a la vuelta del siglo acapararon las principales actividades
mecanizadas de Jalisco, a través de la Compañía Industrial de Guadalajara y
la fábrica de hilados y tejidos de Río Grande.
La apertura y puesta en operación de las primeras industrias en
las décadas de 1840 y 1850, coincidió también con el retorno de algunos
jaliscienses que habían viajado a Europa para estudiar carreras técnicas. Este
fue el caso del ya citado Vicente Ortigosa, quien sin contar con antecedentes
familiares de mucha importancia, también se adentró en los espacios de la elite
local arropado por los estudios de química e ingeniería que realizó en Francia
y Alemania, respectivamente. A su retorno fue notorio su protagonismo
como empresario industrial, legislador, inventor, pero también, en aparente

9
Vicente Munguía nació en Tenango, Michoacán, en el año de 1803. Proveniente de una familia de origen humilde, aprendió el oficio de
tejedor en la ciudad de Zamora, en el mismo estado. Estableció ahí un taller, dentro del cual experimentó en el ramo de los rebozos, hasta
lograr una importante mejora que le dio gran prestigio y que patentó en 1847. Fue así como se asentó en Guadalajara aproximadamente
en 1851, donde estableció una fábrica no mecanizada de textiles llamada Caja de Agua. En las décadas posteriores hasta su muerte
ocurrida en 1877, la influencia de este personaje cuando se trató de cualquier asunto referente a la industria textil, fue muy notoria. Datos
tomados de Ramiro Villaseñor y Villaseñor, Bibliografía General…, op. cit., tomo V , 1990, p. 133-134.
10
Jaime Olveda, La oligarquía…, op. cit., p. 304.
11
Ibid., pp. 301-306.
176
8 LA INDUSTRIALIZACIÓN JALISCIENSE DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE SUS ACTORES: A MANERA DE EPILOGO

contradicción con la posición socioeconómica que ostentaba, por sus ideas


ligadas al socialismo utópico —como ya se mencionó, compartidas con el
comerciante e industrial panameño Sotero Prieto y con el intelectual jalisciense
Sabás Sánchez Hidalgo— que causaron revuelo durante los últimos años de
la década de 1840.
Como es lógico suponer, la suma de ingredientes que trajeron
consigo las inmigraciones temporales o definitivas, así como la ampliación de
miras por parte de los comerciantes jaliscienses al estrechar vínculos con el
extranjero y el retorno de algunos jaliscienses que viajaron a estudiar a Europa,
incidieron en el rumbo que tomarían las transformaciones del entorno local,
con especial acento en la ciudad de Guadalajara. La puesta en operación de las
nuevas fábricas textiles o de papel, así como la convergencia entre mexicanos
y extranjeros tan diversos, serían detonantes de una serie de cambios de
orden económico, cultural y social, que se expresaron en múltiples medios e
instituciones.
Quizás la gran transformación económica que auguraron los
impulsores de la industrialización mecanizada al iniciar la década de 1840,
resultó menos importante de lo previsto. No obstante, su asentamiento sí fue
motivo de cambios sustanciales en torno a las ideas que orientaron el devenir
de la sociedad a través de instituciones diversas, como las educativas, en
muchos casos, mediadas por el espíritu de asociación que permeó a diversos
sectores sociales y económicos de la entidad. Por esa razón, a los personajes
a quienes tocó forjar esa parte de la historia jalisciense debe considerárseles
también como parte del patrimonio industrial jalisciense del siglo XIX.

177
FUENTES

Archivos, bibliotecas y colecciones

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Archivo Histórico de Jalisco
Archivo de Instrumentos Públicos de Jalisco
Archivo Histórico de Lagos de Moreno
Archivo Municipal de Zapopan
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Biblioteca de El Colegio de Michoacán
Biblioteca Nacional de México
Biblioteca Pública del Estado de Jalisco
Colección particular del señor David Pérez Rulfo
Colección particular del señor Alfredo Zamora
Colección particular del señor José Luis de la Matta Rodríguez
Colección particular del señor Hugo Arroyo Godínez
Colección particular del señor Raúl Robles Águila
Fondo Reservado de José María Arreola/CUCSH-Universidad de Guadalajara

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188
ANEXOS

Gutiérrez, Guadalajara, Imprenta del Diario de Jalisco, 1892, consultada en


BPEJ/Misceláneas 732.

189
ANEXOS

ANEXO 1
1

1
Obtenido de BNM, R1396 LAF, con el apoyo de Rebeca V. García Corzo.
190
ANEXOS

191
ANEXOS

192
ANEXOS

193
ANEXOS

194
ANEXOS

195
ANEXOS

ANEXO 2

Descripción sobre la fábrica textil La Escoba y la hacienda El


Cedral, hecha por Silverio García en 18751.

[…] La Escoba es un establecimiento industrial de grande importancia, quizá


el primero en su género que existe en el Estado. Allí se elaboran sin cesar
mantas de un hermoso tejido, que surten a Jalisco y que son consumidas
también con aprecio en la República.

En esa fábrica viven honestamente multitud de jóvenes graciosas


y bellas, cuyos encantos están en aquel santuario del trabajo a salvo de las
acechanzas del mundo. Semejantes a las flores silvestres que crecen en los
campos que perfuman, en donde lucen sus lindas corolas, y en donde no
sienten más que las suaves caricias del casto céfiro, sin marchitarse con el
contacto impuro de mano profana, así también las jóvenes de La Escoba
crecen entre la inocencia y el candor, sin tener más anhelo que sustentar a sus
familias con el producto de sus labores, lejos del bullicio y del engaño.

El solo hecho de arrancar de la indigencia a centenares de personas,


sería suficiente motivo para que las fábricas de hilados y tejidos se granjearan
mis simpatías, no obstante que economistas de poco alcance ven a las máquinas
con horror.

1
Tomado de “Una visita al pueblo S. Cristóbal. Opúsculo por […]”, en Informe y colección de artículos relativos a los fenómenos
geológicos verificados en Jalisco en el presente año y en épocas anteriores, tomo II, Guadalajara, Tip. de Sinforoso Banda, 1875, pp.
6-10, consultado en BPEJ, Miscelánea Núm. 251. En la transcripción se modificó únicamente la acentuación a la forma actual.
196
ANEXOS

[…] Al hablar de La Escoba, creo conveniente dar algunas noticias


estadísticas que revelan la importancia de dicha fábrica.

La fábrica de La Escoba (cuyo nombre sin duda le viene de la


innumerable gramínea –popote- que crece en aquellos sitios), posee dos
presas que mandan sus aguas, por medio de atarjeas o canales, a dos ruedas
hidráulicas a las cuales mueven, y las que a su vez ponen en movimiento a tres
máquinas que son las que primeramente reciben el algodón. Estas máquinas
son conocidas con el nombre de diablos.

Tiene la máquina 36 cardas, 10 pabiladoras, dos mulas, 16 bancos


con 3,000 husos, 6 almidonadoras, 3 urdidores y 125 telares, que producen
anualmente, según cálculo aproximado, 120,000 lb de hilaza, 60,000 piezas
de manta, 30,000 lb de pabilo y 15,000 de cordón, cuando se trabaja no sólo
de día, sino también durante algunas horas de la noche; pero generalmente
sucede que desde el mes de febrero se escasea el agua en las presas y entonces
solamente se trabaja tres días a la semana, sin velar. Natural es que en esa
época rebajen los productos de la fábrica, y aunque el año de 1873 se elevó
una de las presas una vara sobre su nivel antiguo para que no escaseara el
agua, no dio resultado esta medida porque reventó la presa al principio del año
pasado.

Los diablos, cardas, mulas y almidonadoras están servidas por


hombres, y las pabiladoras, bancos de hilar, urdidores y telares por mujeres.
Los sueldos de los diableros, cardadores e hilanderas son de 6 a 20 reales y
de 2 a 6 almudes de maíz a la semana; los muleros y almidonadores, y las
urdidoras y tejedoras, trabajan a destajo, manejando las últimas dos telares
cada una.

Tiene la fábrica una caldera de vapor que sirve para secar el hilo
después de almidonado, la cual gasta de 1,000 a 2,000 cargas de leña
anualmente, y está servida por dos hombres con sueldo fijo. Hay, además,
en el establecimiento una carpintería, una herrería y una hojalatería. Un
resguardo compuesto de 12 hombres y sus respectivos cabos, hacen la
vigilancia nocturna. Las máquinas existentes en La Escoba son americanas e
inglesas, de los sistemas de Damffort y de Patte.

197
ANEXOS

que pueden la laboriosidad y constancia. Los Sres. Olasagarre y Prieto,


pudieron convertir un sitio erizo, desprovisto de agua, en un establecimiento
industrial de primera clase, y en lugar de recreo.

***
La hacienda del Cedral, situada al frente de La Escoba, de la cual
está separada por una calle, tiene un hermoso bosque formado de millares de
cedros del Líbano, árbol perteneciente a la familia de las cedráceas, cuyos
tallos esbeltos y elevados le dan un aspecto grandioso.

Este bosque se halla a la orilla derecha de la presa, cuyas aguas


sirven para dar movimiento a la maquinaria de La Escoba; esta circunstancia
aumenta la belleza del panorama. Una noche he contemplado en medio de ese
bosque la salida de la luna, y cuando el luminoso planeta al elevarse sobre el
cerro de Copalita, situado enfrente del Cedral, ha difundido sus brillantes rayos
retratándose en las aguas de la presa, les ha dado un reflejo argentado que las
semeja a un terso y diáfano cristal. Otras veces he pasado largos ratos apoyado
sobre el antepecho de la presa, dando la espalda al camino de Tesistán, y con
la mirada fija en La Escoba. Entonces he presenciado un poético cuadro: a mi
frente se hallaba una apiñada arboleda que parecía brotar de las trasparentes
aguas, y cuyos gigantescos cedros se dibujaban con claridad en el líquido
elemento; en medio de ese bosque se deja ver un bello edificio: la casa de
la hacienda con sus dos pisos, su fachada octógona y su elegante y sencilla
arquitectura. Una imaginación de poeta parece haber presidido la construcción
de la casa y del parque que la rodea, dándole el aspecto de villa italiana, a la
que no falta ni el jardín de odoríferas flores, para que la semejanza sea más
perfecta. La inmediación de la hacienda hace que La Escoba tenga un aspecto
más risueño. Nada tiene, pues, de extraño que aquellos sitios me sean tan

198
ANEXOS

ANEXO 3

FERRERÍA DE TULA. INFORME DEL SEÑOR C. JUAN


I. MATUTE1

Siendo comisionado el que suscribe por los Sres. D. José y D.


Anastasio Cañedo para hacer un reconocimiento de la Ferrería de Tula, pasa a
manifestar su opinión sobre los puntos siguientes:

Minas

Situación de los criaderos y naturaleza de los minerales.


Estado de las minas.
Costo de extracción de la carga del metal.
Distancia de la oficina y estado del camino, fletes.
Montes para madera, leña y carbón.

Beneficio

Agua disponible.
Estado de las oficinas.
Modo y costo del beneficio.
Cantidad de los metales.
Materiales para la fabricación.

1
Tomado de El Minero Mexicano, México, 11 y 18 de diciembre de 1873, pp. 7-9 y 6-8. Consultado en la HNM, con la ayuda de Karina
Mota y René de León. En la transcripción del documento, se adoptó la forma de acentuación actual.
199
ANEXOS

Mejoras

Presupuesto de las obras necesarias para impulsar el negocio.

Minas

Situación de los criaderos y naturaleza de los minerales.

Mina de Tula. Al noroeste de la Ferrería, por la cañada de Las Juntas,


se halla situada la antigua mina de Tula, abandonada y sin más labores que un
pozo que está azolvado y que tendrá una profundidad de 12 varas. Dicha mina
se ha abierto sobre una beta ancha -o más bien criaderos en masas de hierro
espumoso y espejado- que está en la falda oriental del cerro de Amoles, a una
distancia de un cuarto de legua de la Ferrería; tanto por esta circunstancia,
como por la abundancia y naturaleza del metal, es conveniente explotarla,
pues sin necesidad de hacer ninguna excavación por mucho tiempo, se podrá
obtener del crestón una gran cantidad de metal que, unido en la proporción
que más acredite la experiencia con los metales de Capula y Tacotes, debe
dar un buen resultado, porque mutuamente se sirven de fundentes, y con más
economía, pues la inmediación de esta mina a la Ferrería debe hacer que el
flete sea menor que el de las otras, aunque el metal de Tula sea inferior en
calidad al de las otras minas.

Este metal puede dar término medio de un 45 a un 55 por ciento.


Hallándose el metal en esta mina en la abundancia que hemos dicho antes, el
costo de su extracción no debe pasar de medio real por carga; más si después
hubiere que hacer excavación en algún punto donde el metal se presente más
rico, entonces se puede calcular que duplicará el costo y será de un real.

La distancia que hay que andar desde esta mina a las oficinas
será poco más de media legua, en general de muy buen camino. Aun
teniendo que rodear bastante, considero que el importe del flete de una
carga de metal, puesta en la oficina, no debe pasar de un real; de manera
que el costo total de una carga de metal puesta en la Ferrería, será de
dos reales, pero se podrá tener aun más barata abriendo el camino por
el fondo de la cañada que va directamente a la Ferrería; este camino, que

200
ANEXOS

habrá de hacerse enteramente nuevo, debe ser muy ventajoso para la


negociación, porque no teniendo a lo más que 1,500 varas, su costo no pasará
de 500 pesos, y con las mulas destinadas al acarreo pudiendo hacer varios
viajes, debe disminuir el precio del flete.

Mina de La Mora. Al oeste de Capula, en el cerro de La Mora, se


encuentra situada la mina de este nombre, abierta en un criadero en masas
diseminadas que se extiende por la falda oriental del mismo cerro. El metal
que se saca de dicha mina es el hierro rojo y pardo, más o menos rico, pero
aun la clase inferior es de una ley bastante buena.

Dicha mina tiene sus pertenencias y se está poblando actualmente;


sus labrados consisten en un cañón principal de guía que sigue la dirección
variable en que se han encontrado las masas de metal. Tiene, además, algunos
otros cañones trasversales; en la actualidad lleva seis frentes en distintos
rumbos, de las que cuatro van en metal y dos en borrasca; pero es de advertir
que en general esta no es larga, sino que a trechos de 6 a 10 varas se vuelve a
alcanzar el metal; y es tal la abundancia de éste, que, a mi modo de ver, si se
puebla más la mina, se podrán sacar mil y más cargas semanarias.

Por término medio, este metal da de 50 a 60 por ciento. La falsedad de


la montaña y de la matriz que acompaña al metal, lo hace fácil de pulverizarse,
y como en este estado no es a propósito para la fundición, es necesario arnearlo
para quitarle la tierra, lo que hace que aunque el metal tenga un costo de
extracción de un real por carga, aumenta hasta dos reales en limpio.

Esta mina se encuentra a una distancia de cuatro a cinco leguas de


la Ferrería; el camino tiene en buen estado más de la mitad, debido a las
composturas hechas por la negociación; pero para hacerlo más cómodo,
es preciso hacer una compostura en la bajada pedregosa, cuya compostura
podrá importar 600 o 700 pesos, y aun menos si los vecinos de Chiquilistlán
cooperan a ello. Actualmente se paga cuatro reales de flete por cada carga de
metal puesta en la oficina; hay escasez de fleteros, pero podrán aumentar tan
luego como el camino les presente más comodidad.

201
ANEXOS

A un mil varas al norte de la mina de La Mora y el mismo cerro, se


ha abierto nuevamente una mina con el nombre de El Puertecito, que no tiene
más labrados que un pozo de doce varas y una frente de cinco al sur; el metal
que se ha empezado a alcanzar en ésta tiene las mismas pintas y parece de la
misma clase que el de la otra mina, lo que indica ser un mismo criadero. Esta
mina, como nueva, debe trabajarse con mejor sistema; es decir, formando un
cañón general de guía, invariable en su dirección, con la amplitud necesaria
para la buena circulación del aire y tránsito fácil de los operarios; sobre este
cañón, en los puntos en que se encuentran los mejores ojos de metal, dejando
macizos de 6 a 10 varas, se pueden romper cruceros en dirección perpendicular
al de guía; estos cañones, a su vez, podrán comunicarse, teniendo todas las
precauciones necesarias para la seguridad, ventilación y tránsito fácil de los
operarios.

Los labrados de esta mina pueden avanzarse hacia la otra, a fin de


que una vez comunicadas, la extracción se haga por la de El Puertecito, cuyo
acceso es más favorable para las mulas que acarrean los metales. El camino
que conduce de esta mina a la Ferrería, y el costo de sus metales, pueden
considerarse en las mismas circunstancias que la anterior.

Mina de Tacotes. En un criadero en masas como las minas anteriores,


se hallan dos vetas, cuyo rumbo, ancho y echado son muy variables. Se
encuentra en abundancia en este criadero, el hierro pardo, hierro espejado y
hierro espumoso, acompañado del amianto y del talco. El método con que se
ha explotado este criadero, pero llevado sin sistema, y tanto más imperfecto,
cuanto que la falsedad de la montaña y la proximidad de las oficinas hacen
necesarios los bancos. La Ferrería, puesta allí junto al criadero, sólo puede
beneficiar una cantidad muy inferior al producto de la mina, no sólo por
la abundancia del criadero, sino por las desventajas que acompañan a su
situación, tales como la falta de agua, la escasez de buen carbón y la falta de
terreno firme y cómodo para el establecimiento de nuevas oficinas. Creo, por
consiguiente, que sólo haciendo un gran gasto será posible sacar ventajas de
este negocio; así, pues, la mina de Tacotes sólo puede ser útil a la Ferrería de
Tula, con sus metales, que ricos y abundantes como son, y mezclados con los
de La Mora, han dado ya tan buenos resultados.

202
ANEXOS

Para estos metales, por contener tres especies


de fierro que varían en su composición química, puede tomarse como término
medio el metal conforme se presenta, y puede decirse que tiene de un 50 a un
70 por ciento.

El mal estado del camino en las inmediaciones de Tacotes y lo


costoso de su compostura, harán que los fletes, que ahora son de cuatro reales
por carga puesta en Tula, puedan aumentar hasta cinco reales.

Por lo expuesto, se ve que la abundancia y buena calidad de los


metales que resultarán de la explotación de las cuatro minas, excede con
mucho a lo que puede beneficiar Ferrería en todo su movimiento, por lo cual
considero que haciendo oportunamente nuevas oficinas, serán abastecidas
ampliamente con metales.

Habiendo dado una noticia de los criaderos de fierro que pueden


suministrar el metal que se quiera para su beneficio, será conveniente
manifestar el estado que guardan actualmente los montes.

Montes
Una de las cosas más indispensables para la buena marcha de una
ferrería, es la abundancia y baratura de maderas y combustibles, por el gran
consumo que se hace de estas materias. La Ferrería de Tula posee aún en sus
pertenencias algunos encinos y pinos, de los que puede sacar algún provecho;
mas sin necesidad de echar mano de ellos, pueden proporcionarse a un precio
muy bajo las maderas de los montes poblados que la rodean en más de tres
leguas a la redonda, pues sólo por el este y el noreste, inmediata a la Ferrería,
en una extensión que será cuando más de una legua cuadrada, se ha talado el
monte, teniendo ya cinco años de establecido. Los montes que tiene comprados
la negociación pueden subvenir a sus necesidades durante seis u ocho años,
proveyéndola de las tablas y vigas necesarias, tanto de ocote como de encino,
suministrando leña para la calcinación y para el horno de reverbero, y más
adelante también podrá usarse para el horno alto. Se saca también bastante
carbón de ocote y de encino, que se usa en gran cantidad para los hornos. Una
gran parte de estos montes se encuentra en la mesa que forman las montañas,
lo que es sumamente ventajoso, pues el acarreo de la leña y el carbón puede

203
ANEXOS

hacerse en carretas, y no a lomo de mula, lo que suele salir muy costoso.


La mayor parte de los terrenos en que se hallan estos montes son muy
mezquinos para tierras de labor o de agostadero; de manera que una vez talado
el monte quedan improductivos, por lo cual considero que pueden comprarse
a sus dueños muy baratos, pudiéndose pagar desde cuatro hasta ocho pesos
fanega, según las circunstancias y la oportunidad de las compras. Una vez
adquiridos en propiedad estos terrenos, se pueden regularizar los desmontes
teniendo cuidado de guardar los renuevos, y aun hacer plantaciones artificiales
de aquellos árboles que tardan menos en desarrollar, tales como el cedro.

El quintal de carbón puesto en las oficinas, puede considerarse que


cuesta dos y medio reales, atendiendo a los costos de monte, de fabricación de
carbón, desperdicio de éste, tanto en el acarreo como en las carboneras donde
se guarda; pérdidas que, aunque pueden disminuirse, no pueden sin embargo
evitarse del todo.

Beneficio

Agua disponible. Una presa de poco costo hecha en el arroyo de Tula,


suministra anualmente por término medio una cantidad de 250 pies cúbicos de
agua por minuto, con lo que se ponen en movimiento las máquinas destinadas
a la elaboración del fierro, con una regularidad casi constante, durante nueve o
diez meses, pues durante los meses de abril, mayo, y aun principios de junio,
se suelen suspender los trabajos por cinco o dos días en la semana, por causa
de la escasez de agua.

Estado de las oficinas

Las diferentes oficinas destinadas a la elaboración del fierro, son las


siguientes:

Una rueda hidráulica que mueve los pistones.


Una rueda que mueve el martinete.
Un horno alto.
Una fogata u hornilla de afinación.
Dos fogatas castellanas.

204
ANEXOS

Un horno de reverbero.
Un tren de laminación.
Un horno cúpula.
Una fábrica de ladrillos refractarios.

Pueden contarse también tres hornillos descubiertos o quemaderos,


donde se calcina el metal que, conteniendo azufre, fósforo y otras materias
extrañas, necesita ser quemado antes de ponerlo a la fusión en el horno alto.

Todas las oficinas se encuentran en estado de servir, no necesitando


ninguna compostura o enmienda radical, sino sólo aquellas que son
indispensables, ocasionadas por el fuego, que se reparan pronto fácilmente.

La rueda hidráulica que mueve los pistones recibe inmediatamente


el agua del cárcamo, que en el presente mes es de 333 pies cúbicos de agua
por minuto; esta fuerza mueve, por medio de una rueda dentada, dos bombas
de doble efecto, que juntas suministran 600 pies cúbicos de aire por minuto,
que se distribuye entre el horno alto, la fogata de afinación y tres fogatas
castellanas; se distribuye también a los otros hornos que, como no trabajan
simultáneamente, puede el soplo abastecer a los dos o tres que trabajan a la
vez. Se puede apreciar por cálculo aproximativo que la fuerza empleada en
los pistones es de 18 a 20 caballos.

La rueda hidráulica que mueve el martinete, como necesita tener una


gran velocidad, requiere mayor cantidad de agua que la rueda anterior; mas
como no está en movimiento continuo, le basta el agua de los pistones que
se recoge en un gran tanque de donde se suelta por medio de una compuerta
cuando se quiere poner en juego el martinete. Contando con el estado que
actualmente guarda el martinete, se pueden estirar semanalmente de 70 a 80
quintales de fierro; mas si se destina únicamente el martinete a hacer tochos
que se estiran en los cilindros, puede entonces hacer mayor cantidad.

Fuerza total 62 caballos; pero sólo se utilizan 20. Para el servicio


de martinete se necesita un estirador que gana 18 pesos semanarios, y un
ayudante que gana 3.

205
ANEXOS

En el horno alto destinado a hacer sufrir al metal la primera fusión, no se había


logrado expeditar su marcha por falta de buenos materiales refractarios, mas
habiéndose conseguido ya ladrillos de esta clase, se ha puesto en corriente y
su marcha seguirá regularizada, no habiendo necesidad de hacer reparaciones
en él, sino al cabo de cuatro meses, lo que interrumpirá su marcha en veinte o
treinta días. Este horno está continuamente en combustión y se le sangra dos,
tres y aun cuatro veces en veinticuatro horas, según la marcha más o menos
activa de la fundición. El producto de este horno puede más bien aumentar,
pues una vez en corriente, se le puede agregar gradualmente la carga de metal
hasta el límite que el mismo horno manifieste.

El cálculo siguiente puede dar una idea bastante aproximada de los


gastos y productos semanarios del horno, según la gente que necesita para su
servicio y los metales empleados.

1 Cuidador de día y otro de noche a $7.00 $14.00


2 Fundidores a $7.00 $14.00
2 Ayudantes a $3.50 $ 7.00
1 Moldador a $7.00 $ 7.00
2 Ayudantes de moldador a $2.50 $ 5.00
6 Cargadores a $2.62 $15.75
_________________
Suma $62.75

Como al horno alto en la primera oficina adonde entra el metal,


debemos agregarle todos los gastos generales y extraordinarios que tiene la
negociación, que aproximadamente son los siguientes:

Semanarios
1 Director $60.00
1 Administrador $20.00
1 Carpintero $ 6.00
2 Oficiales de carpintero, a 3 pesos $ 6.00
1 Herrero $ 6.00
2 Ayudantes de herrero, a 3 pesos $ 6.00

206
ANEXOS

1 Albañil $ 5.00
2 Peones de albañil, a 2.50 pesos $ 5.00
2 Veladores, a 5 pesos $10.00
Gastos extraordinarios $ 26.00
_____________
Suma $150.00
Importa la suma anterior $ 62.75

Total $212.75

Carga del horno en 24 horas.

50 cargas de metal de a 6 @, son 300 @ a 6¼ cs $ 18.75


50 Id. de 130 lb de carbón, son 6,500 lb, a 31¼
cs qq $ 20.30
50 Id. de 6 lb de cal, son 300 lb, a 70 cs carga $200.87
50 qq producto de fierro de 1ª fusión en un día $ 39.92

350 qq de fierro, producto en una semana $279.74

350 qq de fierro de 1ª fusión, importan según


esta cuenta $492.19

El fierro blanco y gris que se obtiene del horno alto, puede vaciarse
inmediatamente en los moldes o pasar a la oficina.

Fogata de afinación. El fierro que se obtiene del horno alto, necesita


para convertirse en dúctil o maleable, ser sometido de nuevo a la acción de un
calor fuerte, lo que se practica en esta fogata de afinación.

Actualmente por no ser conocido este método de la generalidad de


los operarios, no trabaja la fogata más que de día, pudiendo el horno alto dar
abasto a tres fogatas que trabajen día y noche el mismo pie que actualmente.

207
ANEXOS

Gastos y productos semanarios de la fogata de afinación.

33 qq de fierro a 1.37½, aproximadamente $ 49.50


60 qq de carbón a 31¼ cs quintal $ 18.75
Afinador $ 30.00
Ayudante $ 4.50
Carbonero $ 2.25

30 qq de fierro dulce, resultan con un costo de $105.00

Las fogatas castellanas (o vizcaínas), que únicamente se usaban


para la elaboración del fierro antes de la construcción del horno alto,
siguen trabajando todavía las dos de noche, aunque el fierro obtenido por
este procedimiento cuesta un poco más, por lo que podrán suprimirse estas
fogatas tan luego como los operarios sepan manejar las de afinación, y que la
negociación no sufra perjuicios cuando haya que reparar el horno alto.
Gastos y productos semanarios de estas fogatas: (tanto en este cálculo
como en el del horno alto pongo la carga de metal a 6 reales, aunque sólo cuesta
5 reales, pero como hay que reverberar los metales alguna vez, es necesario
hacer un sobregasto que puede valuarse en medio real de aumento).

34 cargas de metal a 6 rs $ 25.50


40 fundidas de carbón de 6 qq son 240 qq a 2½ rs $ 75.00
2 fundidores, uno a $18 y otro a $5 semanarios $ 23.00
1 estirador que gana $3 diarios y un real por
quintal $ 22.00
2 mozos a 2 1/4 $ 4.50
1 metalero ayudante del estirador $ 2.50

34 qq de fierro dulce resultan en 6 días con un


costo de $152.25

Podría hacerse aquí el aumento correspondiente a los gastos generales


y extraordinarios, lo cual haría subir el precio del fierro obtenido por este
método.

208
ANEXOS

El horno de reverbero no está actualmente en uso, a causa del deterioro


que sufrió por la falta de materiales refractarios empleados en su construcción.
Este horno puede servir para la fundición del fierro, o simplemente para
calcular los tochos de fierro que deben entrar a la laminación; para este último
uso es más conveniente destinarlo, pues entonces todo el fierro de las fogatas
de afinación y castellanas puede hacerse tochos con el martinete y después
estirarse en la laminación que debe dar mayor producto, porque destinado el
martinete a hacer tochos en uno o dos días de la semana, se puede estirar en la
laminación en los cuatro restantes, teniendo de este modo un producto de 200
quintales de fierro (en caso de estar separados a 100 estando juntos).

El tren de laminación se encuentra en buen estado, menos un cilindro


del primer paso que es preciso reponerlo, así como también el eje de la rueda
motriz cuya compostura podrá quedar concluida en el mes de febrero.

El horno cúpula destinado a la fundición de fierro puede servir simultáneamente


con el horno alto y ocuparse en la fundición de piezas chicas, según los
pedidos que tenga la negociación, sirviendo también para que no se paralicen
las obras de fierro colado cuando haya que reparar el horno alto; cuando hay
que reparar el horno cúpula se le lleva el soplo de los pistones por medio de
tubos adicionales de hoja de lata. (Creo que en los meses que se escasea el
agua podrá haber alguna dificultad para que a la vez trabajen el horno alto y
el horno cúpula).

Fábrica de ladrillos refractarios. Habiéndose encontrado recientemente


los materiales refractarios que sirven para la fabricación de los ladrillos, y
teniendo que llevar estos materiales desde distintos puntos, algunos de ellos
muy distantes, no se han podido sistematizar todavía de una manera definitiva
los trabajos en esta oficina, así que no es posible hacer un cálculo seguro del
costo que saca un millar de ladrillos. Sin embargo, puede considerase el costo
por ahora de 120 a 150 pesos millar. (1 de piedra de amolar, 1 de cuarzo, barro
suficiente para pegar).

209
ANEXOS

Mejoras
Según el estado actual de la negociación, y para atender a las obras
que pueden pedir, es necesario un torno de marca, para tornear piezas de
maquinaria de 20 quintales, cuyo costo podrá ser de 1,000 pesos.

Como se hace necesaria una multitud de tablas, vigas y viguetas de


varios tamaños, cuyo costo particular es pequeño, pero que en abundancia
podría ser de consideración, es preciso establecer en la Ferrería una máquina
de aserrar que la abastezca de las piezas necesarias, cuyo costo podría ser de
3,000 pesos.

Como esta Ferrería se encuentra ventajosamente situada en la parte


alta de una cañada, que tiene agua permanente, se puede multiplicar sin
muchos gastos el tren que tiene actualmente. Para ello sería preciso reforzar
y levantar la presa actual, y aun hacer otra de poco costo en el arroyo de San
Juan, conduciendo el agua de ésta para aumentar la fuerza motriz. Contando
con este aumento de agua se deberían poner otros pistones que mantuvieran
la combustión.

Y con el objeto de aprovechar el agua en varias caídas, según las


mismas circunstancias del terreno, sería preciso hacer otro tanque, hacer
terraplenes y rebajes que dieran a las oficinas la cantidad que deben tener
entre cuatro.
El costo de estas nuevas obras puede estimarse aproximadamente en
las cantidades siguientes:

Construcción de la presa y conducción del agua $ 3,500


Un tren de pistones con su rueda motriz $ 8,000
Un martinete con su rueda motriz $ 8,000
Un tren de laminación (mandándolo a la parte
inferior, construcción del receptáculo, rebaje y
terraplén) $19,000
Un horno de reverbero para la laminación $ 1,500
Un horno alto $ 7,000
___________
$47,000

210
ANEXOS

Gastos imprevistos, aumento de 20% $ 9,400


___________

Total $56,400

JUAN I. MATUTE

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