La Esgrima y El Mundo de La Espada en La PDF
La Esgrima y El Mundo de La Espada en La PDF
La esgrima y el mundo
de la Espada en la
España Moderna
Master universitario oficial “La Monarquía Católica. El
Siglo de Oro español y la Europa Barroca”, 2012
Imagen de la portada:
Diseño de la portada:
Noemí Duvallon-FECIT
Esta obra fue escrita como Trabajo Fin de Máster (TFM) en el marco del máster
oficial de la Universidad de Granada “La Monarquía Católica. El Siglo de Oro
español y la Europa Barroca” en su edición 2011-2012.
Fue defendido ante un tribunal compuesto por los doctores don Miguel Luis
López-Guadalupe Muñoz y doña María Magdalena Guerrero Cano, y presidido
por el doctor Francisco Sánchez-Montes González el día 18 de septiembre de
2012. Obtuvo en esta defensa la nota máxima (10), y posteriormente la matrícula
de honor en las actas oficiales de la convocatoria.
Índice
‐ Siglas y abreviaturas más utilizadas ............................................................................................ 9
1.2‐ Pietro Monte y Heredia: la “destreza vulgar”.................................................................. 33
2.1‐ El origen del oficio............................................................................................................ 73
2.3‐ Los entornos de práctica: la sala de armas, la plaza y la palestra.................................... 88
2.4‐ La práctica de la esgrima dentro y fuera de una sala de armas..................................... 104
3‐ Aspectos sociales sobre el uso de la espada......................................................................... 113
3.2‐ El espectro social de la espada....................................................................................... 119
4‐ Las armas empleadas. Espadas civiles y militares................................................................. 143
4.3‐ Espadas militares de 1725 a 1815.................................................................................. 169
‐ Conclusiones. .......................................................................................................................... 174
‐ Obras modernas (monográficos y artículos)....................................................................... 181
‐ Glosario de términos............................................................................................................... 193
Siglas y abreviaturas más utilizadas
9
10
Introducción.
11
acometieron una primera investigación que en algunos casos pretendía “rescatar”
escuelas de esgrima perdidas por el paso de los siglos. No obstante, debemos entender
que fruto de la historiografía y la mentalidad de su tiempo, sus obras están impregnadas
de un análisis positivista y, en muchos casos, reductor. Se trataba a veces de establecer
una genealogía de la esgrima y de ensalzar a los esgrimistas patrios frente a las escuelas
extranjeras, a las cuales se denostaría. Y la más denostada, sin duda alguna, fue la
escuela surgida en España a finales del siglo XVI, la de la verdadera destreza, que como
ya analizaremos, llevaba a la aplicación de la geometría y los principios matemáticos al
arte de la esgrima (propuesta por maestros italianos del siglo XVI) a su máxima
expresión. Esta escuela fue tildada de oscurantista y poco eficaz, simplemente
basándose en la forma en que estaban escritos sus tratados, que carecían en muchos
casos de ilustraciones e incluían largas disquisiciones de cientos de folios sobre las
materias consideradas anejas a la práctica de la esgrima (como la filosofía o el esquema
de temperamentos de la medicina de Galeno).
12
académicos que lo han investigado destaca Victor Gordon Kiernan y su libro
Historia del duelo6. La violencia interpersonal es una línea de investigación,
en lo que se refiere a Historia Moderna, que ha llegado a cristalizar la
creación de grupos de trabajo especializados, como es el caso del centro de
Investigación del Crimen de Durango (que edita la publicación
Clio&Crimen) con historiadores como Tomás Antonio Mantecón Movellán.
En tiempos más recientes, finales de los 90 y primera década del siglo XXI, han
surgido nuevos estudios que han tratado de aportar ópticas diferentes que se benefician
de algunas de estas grandes obras y de un método de análisis más científico. Una de las
obras clave es la escrita por Sidney Anglo en 2001 The martial arts of the Renaissance
Europe10. En ella se nos señala la importancia de esta área de estudio, la de esgrima y
6
Victor Gordon Kiernan, El Duelo en la historia de Europa : honor y privilegio de la aristocracia,
Madrid, Alianza Editorial, 1992.
7
Claude Chauchadis, La loi du duel. Le code du point d'honneur dans l'Espagne des xvi-xvii siècles.
Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 1997.
8
Rafael Martínez del Peral Fortón, Las armas blancas en España e Indias: ordenamiento jurídico,
Madrid, Mapfre, 1992.
9
Richard Cohen, Blandir la espada: Historia de los Gladiadores, Mosqueteros, Samuaris, Espadichines y
Campeones Olímpicos, Barcelona, Destino, 2003.
10
Sidney Anglo, The martial arts of Renaissance Europe, New Haven, Yale University Press, 2001.
13
las artes marciales occidentales (que no terminan en ella) y de la importancia que
tuvieron dentro de su propia época, y especialmente en la Edad Moderna. Anglo realiza
un análisis más o menos exhaustivo de una gran cantidad de obras relativas a la Historia
de la esgrima y analiza numerosa documentación de archivo y tratadística manuscrita e
impresa de manera rigurosa y con interesantes conclusiones en cada capítulo. Su estudio
es amplio, y abarca desde los problemas que plantea la tratadística y la documentación
referente a estas artes marciales occidentales (que poseen sus limitaciones a la hora de
tratar de explicar algo tan complejo como el movimiento humano y el desarrollo de un
combate, siempre imprevisible) hasta el análisis de tratados que no conocían los autores
anteriores, y que el académico rescata de archivos, museos y bibliotecas.
11
Pascal Brioist; Hervé Drévillon y Pierre Serna, Croiser le fer. Violence et culture de l’épée dans la
France moderne (XVIe-XVIIIe siècle), Seyssel, Champ Vallon, 2002. La obra de Brioist ofrece una
excelente simbiosis entre el análisis de la esgrima propiamente dicha y de los aspectos sociales que le son
anejos, desde la cuestión del duelo a las razones de la popularización de la espada civil, pasando por
análisis de documentación forense de cadáveres en el París del siglo XVIII.
12
Entre las que destaca ARMA, la asociación pionera en esgrima antigua y que cuenta entre sus asesores
con Sidney Anglo: http://www.thearma.org/, [revisado: 23-08-2012].
13
La Historical European Martial Arts Coalition: http://www.hemac.org/php/main.php, [revisado: 23-08-
2012].
14
http://www.esgrimaantigua.com/, [revisado: 23-08-2012].
15
Como: Eduardo Pérez Pellitero, Iniciación a la verdadera destreza, Barcelona, ACEA, 2012 o Manuel
Esquivel, Vademécum de la destreza general, México D.F, Asociación de Esgrima Histórica de la
Ciudad de México, 2010.
14
críticas de tratados poco conocidos16 o artículos de opinión en la red, que ayudan a
esclarecer uno de los aspectos más oscuros de la esgrima, que es su propia dinámica, el
desarrollo de su práctica y principios con una espada en la mano.
“En esto, el maestro, con el montante, barriendo los pies a los mirones, abrió la
rueda, dando aplauso a la pendencia vellorí, pues se hacía con espadas mulatas;
y partiendo el andaluz y el estudiante castellano uno para el otro airosamente,
corrieron una ida y venida sin tocarse al pelo de la ropa, y a la segunda, don
Cleofás, que tenía algunas revelaciones de Carranza, por el cuarto círculo le dió
al andaluz con la zapatilla un golpe de pechos, y él, metiendo el brazal, un tajo a
don Cleofás en la cabeza, sobre la guarnición de la espada; y convirtiendo don
Cleofás el reparo en revés con un movimiento accidental, dio tan grande
tamborilada al contrario, que sonó como si la hubiera dado en la tumba de los
Castillas17 ”.
2. La mención al tipo de espada que utilizaban los contendientes. Esta era una
espada “negra” (de ahí lo de “mulata”), sin filo ni punta, que solía ser guarnecida
con una zapatilla de cuero en la misma para una práctica segura.
16
Como las de las editorial AGEA: http://ageaeditora.com/, [revisado: 23-08-2012].
17
Vélez de Guevara, El diablo Cojuelo, 1641, tranco sexto, pág. 93-94 (edición de 1785).
15
3. Se cita a Carranza. Don Jerónimo Sánchez Carranza es y fue considerado como
el fundador de la escuela de esgrima española, de la “verdadera destreza”, citado
por contemporáneos como Cervantes.
2. Maestros de armas
16
Uno de los objetivos de este trabajo es, pues, analizar la esgrima, la espada y el
mundo que la rodea desde una perspectiva amplia, contestando a una serie de preguntas
clave: ¿Quién practicaba esgrima?, ¿cómo se practica?, ¿con qué fin?, ¿en que entorno?,
¿quiénes eran los maestros de armas?, ¿cuáles eran las armas con las que se practicaba y
con las que se combatía?, ¿por qué se combatía?, ¿qué formas de violencia, además de
la guerra, involucraban el uso de la espada?, ¿por qué vestirla era tan frecuente en los
siglos de la Edad Moderna? Estas y otras muchas preguntas definen este trabajo y su
vocación, que no es otra que de la explicar un fenómeno de amplio espectro que permea
a través de las más diversas capas de la sociedad, y que conviene situar en su justa
medida. Rechazando mitos y análisis sesgados, a los que se trata de desterrar, y al
mismo tiempo, comprendiendo la dimensión del área de estudio y situándola en su
lugar, sin caer tampoco en una visión enaltecedora o exagerada.
En cuanto al desarrollo de las partes de este trabajo, el lector notará que las dos
primeras, junto a la última, son las más extensas. La razón de esta aparente
descompensación es que en torno a las cuestiones sociales es mucho lo que se ha
escrito, y he seleccionado simplemente aquellos trabajos que considero más
representativos y que poseen unas conclusiones que reflejan las últimas tendencias en
torno a estos estudios. El trabajo en esta parte estaba hecho, o casi hecho. No sucede lo
mismo en el resto de las partes, ya que en torno a cuestiones como la esgrima o los
maestros de armas, resulta necesario extenderse por lo desconocido del área y por la
importancia que reviste en un trabajo como este, que pretende poner en conocimiento de
la comunidad científica y universitaria tanto conclusiones poco conocidas o que hasta
ahora habían tenido poco eco en publicaciones del ámbito de la historia, como los
resultados de mi propio estudio profundizando en la materia. Sirva, pues, la parte tercera
a modo de complemento en torno a la dimensión social de la esgrima y el uso de la
espada, necesaria en un trabajo de estas características, pero sin extenderse más allá en
la idea de proponer ideas revolucionarias o redundar en un área de estudio que ha
suscitado y suscita innumerables trabajos. Y que, en mi opinión, bien merecía la
redacción de otro trabajo, centrado solo en estos aspectos sociales, para los que el uso
extensivo de la documentación de archivo se tornaría determinante.
Por último, conviene señalar que este trabajo trata de cumplir los objetivos
propuestos por la coordinación del máster La Monarquía Católica: El Siglo de Oro
17
español y la Europa Barroca, con respecto a los criterios que atañen a los trabajos fin
de master (TFM). Durante la realización de dicho máster he adquirido herramientas y
conocimientos valiosos para cumplir estos objetivos y elaborar el trabajo, del mismo
modo que la realización de los módulos presenciales y las tutorías del curso me han
resultado útiles, sobretodo en lo que se refiere a sugerencias bibliográficas, pero
también por los conocimientos impartidos, relacionados con el área que pretendo
estudiar en este trabajo, y los consejos dados en las tutorías por los diferentes
profesores.
Metodología y fuentes.
18
Sacro Imperio, en busca de paralelismos y explicación a diversas lagunas o breves citas
de la documentación castellana y aragonesa.
Por último, cabe reseñar que como parte de la propia complejidad terminológica
y de conceptos de las áreas de estudio de este trabajo (esgrima, duelo, espadas,
armería…) he decidido emplazar al lector a un glosario incluido al final del trabajo,
ordenado alfabéticamente, a fin de no saturar de notas al pie las páginas en las
explicaciones de los diferentes conceptos. Asimismo se halla antes de la introducción
19
listado de siglas, tanto de archivos, bibliotecas y colecciones como de otras instituciones
a las que alude este trabajo, al que igualmente se emplaza al lector para resolver sus
dudas a este respecto.
20
1 Escuelas de esgrima y tratadística. La esgrima como
práctica, “sciencia” y arte.
1.1‐ El mito del origen español de la esgrima.
“La mayoría de los autores actuales citan a España como punto de partida de la
esgrima moderna, y ello en base a la publicación, en torno a 1470, de tres obras,
consideradas los tres primeros tratados de esgrima, debidas a los maestros
españoles Diego Valera, Juan Pons de Perpiñán y Pedro de la Torre, a los que
cincuenta años después seguiría otra obra española el "Tratado de esgrima" de
Francisco Román.19"
18
RFEE, Joaquín Campomanes, medalla de plata al mérito deportivo,
http://www.esgrima.es/ampliar.asp?id=2737 [revisado: 28-06-2012].
19
Joaquín Campomanes Grande y Víctor Sánchez Naranjo (coords.), Esgrima, Comité Olímpico Español,
1993, pág. 22.
20
FIE, Fencing History, http://www.fie.ch/download/en%20bref/en/Histoire%20escrime-ANG.pdf
[revisado: 28-06-2012], pág. 9.
21
Lo primero que cabe preguntarse es el origen de este mito. Los trabajos más
relevantes de la primera historiografía española con respecto a la esgrima, son los de
Enrique de Leguina21 y José de Gestoso y Pérez22. En la obra más antigua de Leguina,
escribe lo siguiente: “La esgrima moderna empieza en el siglo XVI. Antes fue el manejo
de la espada más bien un ejercicio de equitación, hasta que los maestros españoles
establecieron las bases del Arte de las Armas23”. Como vemos, el adjetivo “esgrima
moderna” usado por Campomanes es una cita directa a la obra de Leguina. Sobre los
maestros de comienzos del siglo XV, añade el autor: “siendo los mayores compiladores
de estos preceptos Pedro de la Torre y el mallorquín Jaime Ponz de Perpiñán, cuyas
obras permanecen inéditas24”. Aunque afirma que a través de las referencias que hacen
de ellos otros tratadistas, puede conocerse su estilo y líneas fundamentales. Gestoso,
veinte años más tarde, se hace eco de estos autores25, aunque no redunda en el origen
español de la esgrima, dándolo más bien por supuesto.
22
de Narváez, uno de los autores principales y más fecundos de la escuela de la verdadera
destreza, así como de otros especialistas de los siglos XVI a XVIII como son Aries de
Porres, Díaz de Viedma, Carranza, Cruzado y Peralta o Abreu de Lima29.
29
Valle y Curtis, Op. cit., págs. 35-38.
30
Gabriel Llompart Moragues, Ideal caballeresco y escuela de esgrima en Mallorca en el siglo XV,
Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 1976.
23
Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿En qué se basa este mito del origen
español de la esgrima? O más bien, ¿qué diferencia a esta esgrima de la anterior? A
pesar de que autores como Campomanes se empeñen en hablar de la esgrima medieval
como algo tosco y donde primaba la fuerza bruta, la realidad es algo diferente. La
esgrima no surgió en España, ni tuvo en ella un desarrollo sensiblemente diferente en la
baja Edad Media o comienzos del siglo XVI, ya que en esto nada pueden aportar las
referencias a Pons, de la Torre o Francisco Román, por más que se empeñaran los
autores decimonónicos.
(Ilustración 1) Página ilustrada del tratado I-33, mostrando a las parejas de esgrimistas
desarrollando técnicas con espada de una mano y broquel.
Ya son varios los tratadistas que han señalado que el primer tratado de esgrima,
o manuscrito concerniente a esta materia, es el llamado I-33, fechado a finales del siglo
XIII. Este manual, posiblemente escrito por la mano de un secretario del obispo de
Würzburgo, se centra casi monográficamente en la esgrima de espada y broquel, y se
24
halla ilustrado por una serie de parejas de esgrimistas, uno con el papel de maestro y
reconocible por su tonsura eclesiástica.
I-33 fue el primero de los fechtbuch, los tratados de esgrima y artes marciales del
Sacro Imperio que se prolongaron hasta el siglo XVII siguiendo unas características
similares. Estas características, tanto en la metodología de las artes de combate que se
enseñaban como en la estructuración de los propios libros, forman lo que en la época se
consideraba como una “tradición”. El mayor exponente de esta tradición, y el autor que
sentó las bases de estos fechtbücher fue Johannes Liechtenauer. Su tratado, conocido
por su nombre de catalogación en su primera edición (de 16), el “MS 3227a” fue
dedicado íntegramente a un nuevo estilo y arma: la espada de mano y media, desde
entonces muy asociada a la esgrima en el Sacro Imperio y su tratadística31.
31
Christian Henry Tobler, Secrets of German Medieval Swordsmanship, Chivalry Bookshelf, 2001.
32
Nürnberger Handschrift GNM 3227a, 15r.
25
• Insistían en la importancia del movimiento de los pies, una guardia y distancia
correctas. Así como de ocultar las intenciones al oponente mediante fintas.
(Ilustración 2) Ilustración del folio 1v del fechtbuch de Peter von Danzig, 1452, mostrando las
guardias del arado (pflug) y el buey (ochs)33.
33
Bibliotheca dell'Academica Nazionale dei Lincei e Corsiniana, MS 1449, fol. 1v.
26
Asimismo, existían las estocadas (stechen) y los cortes longitudinales, dados con
el filo de la espada apoyado sobre el cuerpo del oponente, y dejándolo resbalar por su
cuerpo (abschneiden). Cada tratadista incluía luego una serie de “cortes maestros”.
Estos cortes eran ataques, o secuencias de ataques, que por su complejidad se pensaba
que estaban reservados a aquellos que obtuvieran cierta pericia con el manejo de las
armas, y que les proporcionarían cierta ventaja con respecto a sus oponentes. Los cortes
maestros más frecuentes eran:
2. Krumphau: un corte vertical que salía desde la guardia Ochs, desde la izquierda
hasta la derecha (o viceversa).
4. Schielhau: otro ataque de contrafilo, pero de arriba abajo, con una secuencia de
movimientos pensada para vencer a otras guardias de la escuela como Pflug o
Langen ort.
1. Vom Tag: “desde el tejado”. Una posición básica en la que la espada se empuña
sobre el hombro, con la punta hacia atrás o arriba.
2. Ochs: “el buey”. La espada se coloca tendida hacia el rival y a unos centímetros
de la frente, protegiendo ésta con la guarnición. La punta nuevamente hacia el
rostro del rival (ilustración 2).
34
Hans Heim y Alex Kiermayer, The Longsword of Johannes Liechtenauer, Part I -DVD-, ISBN 1-
891448-20-X.
27
3. Pflug: “el arado”. En esta posición la espada se lleva a la altura de la cadera,
apuntando hacia el rival en un ángulo de 45º.
4. Alber: “el loco”. La espada se empuña a la altura de la cadera, pero la punta mira
hacia el suelo. Esto es considerado algo “de locos”, porque teóricamente expone
al cuerpo a un ataque con relativa facilidad, pero ofrece gran protección ante
ataque bajos o a las piernas. Los maestros de la tradición de Liechtenauer
también hablan de numerosas fintas procedentes desde esta guardia.
Además existen otras guardias como: Zornhut (la guardia de la ira), wechsel (el
cambio), nebenhut (guardia lateral), eisenport (la puerta de hierro35), schlüssel (la llave),
einhorn (el unicornio) o schrankhut (guardia de la barrera). Las guardias en la tradición
de Liechtenauer son algo flexible, más que una postura desde la que recibir ataques. Los
cambios de una guardia a otra parecían frecuentes, y dependían tanto de las intenciones
propias como de las del oponente, ya que no era lo mismo recibir un ataque alto desde
una guardia baja y viceversa.
3. La esgrima con espada de mano y media, pero también con espada y broquel, o
con espada de una mano.
35
La guardia de la puerta de hierro también aparece en los tratados de la escuela italiana de esgrima
inaugurada por Fiore dei Liberi.
36
La daga de rodela o roundel dagger era una daga que se empuñaba hacia abajo, de hoja de sección
triangular y poco flexible, diseñada para intentar penetrar la armadura de un caballero.
28
5. Lucha entre caballeros con armadura, con espadas o con armas de asta
(ilustración 3).
Muy influenciada por la escuela alemana surgirá a comienzos del siglo XV una
nueva tradición: la italiana. En 1409 el maestro de armas Fiore dei Liberi da Premariaco
escribió su manual Flos Duellatorum in armis, sine armis, equester, pedester. Según se
ha investigado en el prólogo de su contenido, estudió con un maestro que parece ser de
tradición germánica: Johannes Suevi, discípulo de Nicholai von Toblem. Sobre el
origen del propio Fiore, se ha especulado mucho. Ya que su tratado está escrito en
italiano, en las diversas versiones que se conservan (Getty, Pisani-Dossi, Morgan y
Florius37), Anglo38 defiende la tesis de que era de esta nacionalidad. Sin embargo, otros
investigadores han planteado hipótesis diversas: que era austriaco, dálmata o esloveno,
o de algún territorio del Sacro Imperio. Sea como fuere, el propio tratado es claro en
señalar los conceptos comunes entre la escuela alemana bajomedieval y la naciente
italiana, que proseguirá con Philippo di Vadi di Pisa con su Liber de Arte Gladiatoria
Dimicandi39 (1483). Ambos tratados ahondan en la tradición alemana, incluyendo la
37
Referencias tempranas a estos tratados se dieron en: Francesco Novati, Flos Duellatorum, Il Fior di
Battaglia di Maestro Fiore dei Liberi da Premariacco, Bérgamo, 1902. En la actualidad pueden
encontrarse versiones digitalizadas en la red, y reediciones modernas.
38
Sidney Anglo, The martial arts of Renaissance Europe, New Haven, Yale University Press, 2001.
39
Filippo Vadi, Arte Gladiatoria Dimicandi: 15th Century Swordsmanship of Master Filippo Vadi.
Trans. Luca Porzio and Gregory Mele. Union City (California), Chivalry Bookshelf, 2002.
29
esgrima con espada de mano y media40 como corpus técnico principal, aunque también
con lucha cuerpo a cuerpo (llamada abrazare en esta tradición italiana), daga, armas de
asta, etc.
Con la presencia de las escuelas alemana, o del Sacro Imperio, e italiana durante
los siglos XIII a XV (y prolongándose en el caso de la italiana hasta el siglo XX),
anterior a las referencias de los maestros de armas del siglo XV tan citados por la
historiografía española, queda desmontado el origen del mito. Sin embargo, cabe
preguntarse su porqué. Y éste puede ser debido a una mala interpretación o a un error de
base en el análisis de la documentación. Se arguye en algunos casos que la esgrima
fuera más “cosa de la caballería”, y si nos fijamos en la tratadística bajomedieval,
vemos que se trata de una práctica orientada muchas veces a la educación y
entrenamiento de la clase guerrera europea por excelencia: la nobleza. Aunque estas
enseñanzas puedan trascender al ámbito civil, lo cierto es que en las ilustraciones vemos
con frecuencia a hombres de armas empuñando alabardas y martillos de lucerna, o
peleándose con sus armaduras de placas. No obstante, y por paradójico que pueda
parecer, la esgrima a caballo nunca formó el corpus principal de estos tratados, sino la
que se desarrollaba a pie y entre oponentes que no vestían armadura alguna. Antes bien,
las escasas láminas referentes al uso de armas cuando se va a la grupa y el texto que las
acompaña nos hablan de que se consideraba que, al introducir un elemento motor
externo al combatiente e impredecible (el caballo), las técnicas que podían desarrollarse
a la grupa eran muy simples y limitadas.
30
autodefensa civil, permitido en el atuendo de diario en naciones como España, Italia o
Francia, llevó a un aumento de la demanda de una tratadística “civil”. Y por otra, que
aun existiendo la demanda de tratados en el mundo militar, la “revolución militar” hizo
que ésta abordara nuevos temas (desde la disciplina hasta el manejo de la pica y el
arcabuz). Así pues, la tratadística vino a desgajarse en varias ramas, algunas de las
cuales murieron por causas naturales, mientras que otras nuevas surgieron al albur de
los cambios que se estaban operando en los campos de batalla europeos.
(Ilustración 3) Ilustración de Flos Duellatorum mostrando a dos caballeros con arnés combatiendo
con espadas de mano y media.
Geoffrey Parker estudió bien estos cambios, en los que el ejército señorial y la
mesnada de tipo feudal fue dando paso a un ejército profesional y centralizado, que fue
progresivamente adoptando las tácticas de “pica y mosquete” junto al uso del cañón y
un papel cada vez más secundario de la caballería (al menos hasta el siglo XVIII)41. A
diferencia de lo que suele aseverarse, el aumento de las armas de fuego en la guerra
europea no terminó con la esgrima o la presencia de la espada en los campos de batalla,
sino que vio tanto su auge (durante los siglos XVI y XVII) como su decadencia. Esta
decadencia es, sin embargo, muy relativa y matizable. Si tenemos en cuenta la gran
41
El primero en tratar la Revolución Militar fue el de Geoffrey Parker en su obra: The Military
Revolution: Military Innovation and the Rise of the West, 1500-1800, Press Syndicate of University of
Cambridge, 1996. Otros autores ahondaron luego en el concepto como René Quatrefages, La revolución
militar moderna : el crisol español, Madrid, Ministerio de Defensa, 1999.
31
cantidad de espadas y sables de reglamento, producidos en masa, en contiendas como
las Guerras Napoleónicas, debemos pensar que, de hecho, al aumentar el número total
de combatientes en estas guerras con respecto a las de, por ejemplo, el siglo XVI, había
una mayor abundancia de espadas en estas batallas que en las de finales del siglo XV.
Se trata, más bien, y como ya tendremos ocasión de analizar, de una decadencia de la
esgrima civil como fenómeno de autodefensa.
A tenor del mito del origen español de la esgrima, y a modo de reflexión final en
vista de los datos aportados, la pregunta que es preciso hacerse a continuación es:
¿Existía una relación entre las escuelas de esgrima alemana e italiana y la esgrima que
se desarrollaba en España durante la Baja Edad Media? Dado que no conservamos obras
del siglo XV y la primera mitad del XVI hispano, salvo por las referencias que hacen de
ellos autores posteriores, tenemos que fijarnos en una fuente que sí es coetánea a Pons y
de la Torre: el nombramiento de Gómez Dorado como maestro de armas en ambas
coronas. En él leemos “vos el Maestro Gómez Dorado, criado nuestro del arte de
Palestrina, dicho en vuestro vulgarmente, de Espada, y Broquel, y maestro de otras
armas de su Espada, y Capa, y Espada, y Adarga, y de un Puñal, e de una Lanza...42”.
42
Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, “El Maestro Mayor de la Destreza de las Armas (un oficio
bajomedieval en los orígenes de la esgrima española)”, Colaboraciones, 6 (1997), pág. 95.
32
1.2‐ Pietro Monte y Heredia: la “destreza vulgar”.
En 1702, en plena crisis sucesoria en el trono de la Monarquía Hispánica, vio la
luz un libro impreso en Zaragoza, escrito por Manuel Cruzado y Peralta43 cuyo título era
toda una declaración de intenciones: Las tretas de la vulgar y común esgrima, de
espada sola y con armas dobles. Que reprobó don Luis Pacheco de Narváez y las
oposiciones que dispuso en la verdadera destreza contra ellas. Ya en 1569, don
Jerónimo de Carranza, en la primera edición de su libro De la philosophia de las armas
se refería a esta escuela “común o vulgar”. De hecho, para ilustrarnos acerca de ella,
utilizaron las ya mentadas referencias a los maestros del siglo XV, Pons y de la Torre,
además del Tratado de esgrima con figuras de Francisco Román. Durante el siglo XVII,
Pacheco hará continuas referencias en sus tratados a esta “esgrima vulgar”, así como sus
discípulos, hasta el siglo XVIII.
“Las conclusiones que se han ido obteniendo nos conducen a inferir que la
Esgrima Común española era, en sus principios fundamentales, la misma que la
practicada en toda Europa y en su ejecución muy parecida a la escuela italiana
de la misma época. Presenta, lógicamente, características propias, así como
diferencias formales y de planteamiento, sobre todo táctico, además de un cierto
número de tretas que no hemos visto, hasta el momento, en manuales de la
escuela italiana contemporánea44”
Según Bomprezzi, la destreza vulgar convivió así al menos siglo y medio con la
destreza verdadera, adaptándose a la nueva realidad de la esgrima europea, y ofertando
un corpus técnico renovado y útil.
Pero, ¿es posible tener una idea de esta escuela más allá de las citas de los
tratadistas de la verdadera destreza? Sidney Anglo, en su obra The martial arts of the
43
Según él mismo, “Ayuda de Furrier de la Real Cavalleriza de la Reyna Reinante Nuestra Señora”.
44
Alberto Bomprezzi, Las Escuelas de Esgrima Españolas La "Verdadera Destreza" y la "Esgrima
Común", http://www.esgrimaantigua.com/EsgrimaComun.php [revisado: 3-7-2012].
33
Renaissance Europe nos habla de dos figuras casi desconocidas tradicionalmente
disociadas del panorama esgrimístico español. La razón de esto es que sus obras fueron
publicadas fuera de las fronteras de la monarquía. Estas obras son De Dignoscendis
Hominibus y Exercitiorum Atque Artis Militaris Collectane” de Pietro Monte, y Traité
des Armes de Pedro de Heredia.
Entonces, ¿Quién era Pietro Monte, y cómo es su obra? Nacido en 1457, quizá
en Italia, o quizá en España, pareció desarrollar allí su carrera como maestro de armas,
principalmente en la Corte del Milán de los Sforza, donde sirvió también como
condottiero. Asimismo escribió sobre historia y filosofía. Monte aparece mencionado en
varios libros coetáneos, especialmente en Libro del Cortegiano, de Baltasar
45
En primer lugar: Sydney Anglo. “The man who taught Leonardo darts. Pietro Monte and his lost
fencing book”, Antiquaries Journal, LXIX (1989), págs. 261-78 y tras esto su ya citada obra The martial
arts of the Renaissance Europe, publicada en el año 2001.
46
Marie-Madeleine Fontaine contestó en 1991 al origen español de Monte asegurando que procedía de la
familia de los Marqueses de Monte de Santamaría, aunque hablaba español. Marie-Madeleine Fontaine,
Le condottiere Pietro del Monte, philosophe et écrivain de la Renaissance, 1457-1509, Ginebra-París,
Slatkine, 1991.
47
Escorial MS A.IV.23.
48
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 39
34
Castiglione49 que lo describe como el “el verdadero y único maestro de cualquier forma
de destreza o agilidad”. Igualmente, afirma que enseñó a Galeazzo de Sanseverino
(capitán de las armas de los Sforza) en “lucha, salto ecuestre y blandir varios tipos de
armas50”. Personaje de cierta relevancia intelectual en su época, Anglo cita como
curiosidad que Leonardo da Vinci le escribió para consultarle acerca de las trayectorias
de lanzamiento de los dardos, ya que al parecer tenía conocimientos sobre matemáticas
aplicadas al combate51.
En 1492 salió a la luz en las imprentas de Milán la única obra sobre artes
marciales que publicó en vida, De Dignoscendis Hominibus52 (Sobre la Dignidad del
Hombre). Según Sidney Anglo, este fue el primer libro impreso sobre esta materia en
Europa Occidental53. El Dignoscendis trata con profundidad el estilo de lucha cuerpo a
cuerpo de Monte, entroncando así con la idea de la escuela alemana, que él comparte, de
que esta era la base de todas las artes de combate, porque desarrolla fuerza y habilidad
necesarias en todos los juegos de guerra y sobre todo porque enseña a los combatientes
a caer correctamente cuando se está combatiendo por la propia vida54. A diferencia de la
escuela alemana, Monte no recomienda la lucha de suelo y deja claro que considera el
combate como algo indisociable del “arte de las armas”, ya que sus enseñanzas se
aplican para la guerra y la autodefensa, y no con fines deportivos. Sobre su sistema de
combate, es bastante completo. Incluye una serie de agarres, derribos, llaves,
lanzamientos, escapes y contratécnicas bastante pragmáticas. Asimismo, describe y lista
49
Compuesto entre 1508 y 1516 y publicado definitivamente en 1528.
50
Pascal Brioist; Hervé Drévillon y Pierre Serna, Croiser le fer. Violence et culture de l’épée dans la
france moderne (XVIe-XVIIIe siècle), Champ Vallon, 2002, pág. 43.
51
Anglo, Op. cit., 1989.
52
Una copia de esta obra en latín humanístico se conserva en la Biblioteca Nacional de París, y otra en la
Biblioteca Provincial de Córdoba.
53
El tratado con el que se disputa este honor es “Das Landshuter Ringerbuch” de Hans Wurm, un
tratadista de la escuela de Liechtenauer que publicó una primera edición de su obra en la década de 1490,
íntegramente en torno a la cuestión del ringen o lucha cuerpo a cuerpo.
54
En las artes marciales orientales modernas, sobretodo en las que incluyen lucha de suelo, el “caer
correctamente” es una de las primeras enseñanzas, ya que evita que los luchadores se lesionen con
facilidad.
35
las técnicas que conoce de otras naciones europeas como Inglaterra, el Sacro Imperio,
Francia, Portugal, Sicilia e incluso Grecia55.
3. De arte militari. Asegura que el conocimiento de un arte puede ser usado para
practicar otra. Así, puede usarse el combate personal para entender y practicar la
guerra en general. Su visión sobre la misma se basa en la obra de Vegecio58.
36
armaduras, y da gran importancia a la terminología concreta de la esgrima, sobre la que
se extiende en el resto de capítulos donde trata sobre esta materia60.
37
todavía empleaba muchas acciones de tajo, revés y cuchillada, y Monte lo cita como
precursor de la maniobra del fondo en el uso de espada a una mano. Pietro Monte aplica
una gran simplicidad a su esgrima, con solo dos guardias (una con el brazo en alto sobre
el lado derecho, y otra sobre el hombro izquierdo, especialmente cuando se usa un
escudo o broquel con esa mano), aunque afirma que ninguna guardia es totalmente
segura. Sobre los cortes, prefiere los descendentes, al considerarlos más potentes,
aunque no resta efectividad a los ascendentes, y recomienda ejecutarlos de derecha a
izquierda, ya que así no dejan al descubierto al tirador.
Sobre los ataques, considera que tres son los principales: dos cortes ascendentes
oblicuos y un ataque de estocada (stocchata vel puncta) al que considera el más efectivo
de los tres, ya que se puede ejecutar desde cualquier lado o inclinación. Las
combinaciones de ataque que más le satisfacen son tajos ascendentes, que utiliza para
provocar una apertura en la guardia del contrario, seguidos inmediatamente por una
estocada que entra por el hueco que se ha formado62. Da igualmente una gran
importancia a las fintas, hasta el punto de que se considera que su sistema de combate
está basado en ellas. Así, Monte cree de gran importancia que el esgrimista nunca se
quede quieto y que mueva las piernas y las manos casi de continuo, ya que para él los
ataques desde guardias estáticas son fácilmente “leídos” por un enemigo hábil.
62
Igualmente recomienda, citando a Liechtenauer, los ataques de filo que terminan convirtiéndose en una
estocada.
63
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 132-34.
38
Tras la obra del pragmático Pietro Monte, la esgrima común o vulgar no tendrá
otro exponente en un tratadista conocido hasta la publicación en francés de la obra de
Pedro de Heredia en torno al año 1600, a excepción de las citas de los maestros de la
verdadera destreza sobre Pons, de la Torre y Francisco Román, de las que ya hemos
hablado. Olivier Dupuis64, Lionel Lauvernay65 y otros traductores e interpretadores de la
obra de Heredia han analizado las tres copias del tratado66, que fue conocido como Livre
des leçons o Traité des Armes67 y que ha sido atribuido a Pedro de Heredia por una nota
adjunta a una de las copias68, aunque no se cite el nombre del autor en el propio tratado.
Pedro de Heredia era un militar al servicio del rey a comienzos del siglo XVII. Se sabe
que en 1618 contrajo nupcias, y que desarrolló su carrera militar en Flandes. En la
década de 1630 se le cita como capitán de una compañía de caballos corazas, y
posteriormente en 1648 como gobernador de la villa de Leau, en Brabante (actual
Zoutleew belga), por lo que es de suponer que estuvo presente en la zona durante la
Guerra de los Treinta años.
A pesar de que, por las fechas, la obra podría estar enmarcada en la escuela de la
verdadera destreza, Lionel Lauvernay sostiene que el tratado dista mucho de esta
tendencia, ya que no incurre en una interpretación plenamente matemática de la
esgrima, y además incluye numerosos términos de procedencia italiana, como brocade
(de imbrocatta), gagner (de guadagnare) o caver (de cavare). Además, Heredia emplea
los términos españoles ganancia, garatusa y daga69. La garatusa será una de las tretas
de la esgrima común listadas por Cruzado y Peralta, lo que sitúa la obra de Heredia en la
órbita de la esgrima común o vulgar, justamente contemporánea a la época del auge de
64
Olivier Dupuis y Lionel Lauvernay, Le livre des leçons. Pedro de Heredia, 2011.
65
A.A.V.V., Transcription du « livre des leçons », manuscrit attribué à "Pedro de Heredia",
http://ardamhe.free.fr/biblio/pdf/Livre_des_lecons_Heredia-v1.0.pdf, [revisado: 4-07-2012].
66
Dos en la colección RL Scott Library del Museo de Glasgow. Una que consta de 210 folios (MS
E.1939.65.360), y otra de 54 planchas con ilustraciones que acompañan al texto (MS E.1939.65.359). La
otra copia se encuentra en la Biblioteca Nacional de Suecia, con más ilustraciones que la copia de
Glasgow (X 911).
67
Título con el que se cita a la obra en la bibliografía de Leguina.
68
La nota reza: “Don pedro de Heredia. Manuscrito sobre papel en torno a 1600. Traité des Armes por
don Pedro de Heredia, capitán de caballería, miembro del consejo del rey de España, y gobernador, por su
majestad, de la villa de Leáu, en Brabante…”. En Dupuis y Lauvernay, Op. cit., 2011, págs. 2-3.
69
Ibíd., pág. 4.
39
la verdadera destreza, con la misma publicación en el año de 1600 de la obra de
Pacheco de Narváez Libro de las grandezas de la espada.
Fruto del tiempo en que fue publicado, Traité des Armes incluye no solo esgrima
con espada sola, sino también con espada y daga, e incluso lucha con daga sola o con
dos espadas. Muy significativamente, Heredia incluye en su tratado varias láminas y
explicaciones alusivas al combate cuerpo a cuerpo, materia que ya no encontramos en la
tratadística de la verdadera destreza73, y que sí era frecuente en autores bajomedievales
70
Al igual que en la escuela francesa posterior: tercio débil o foiblee, el de la punta, más fino y ligero, el
tercio medio y el fuerte, más ancho, con el que se realizan mejor las paradas.
71
El medio de proporción es la distancia óptima para comenzar a “jugar las armas”, calculada con base en
la longitud del brazo y el arma propias, y las del oponente, tratando de que sea una distancia equitativa, y
al mismo tiempo posibilite las acciones sobre el hierro en ataques y paradas.
72
Según Alberto Bomprezzi el estramazón es “una acción de corte fulminante que se ejecuta con el brazo
estirado la mano en tercera y solo con la muñeca. Es un corte de poca potencia pero rápido y que no
descubre la línea de ataque”. Domenico Ángelo lo cita como un movimiento característico de la escuela
española. En: Alberto Bomprezzi, Breve comentario sobre la Esgrima Española en el tratado de
Doménico Angelo, http://www.esgrimaantigua.com/EsgrimaAngelo.php, [Revisado: 7-7-2012]
73
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 181.
40
y de la primera mitad del siglo XVI, pero que irá desapareciendo progresivamente de
los tratados de esgrima, y suscitando su propia tratadística diferenciada.
Era esta esgrima, pues, algo pragmático, por lo que no es de extrañar su falta de
normalización. Hombres de acción, más que hombres de palabras, los maestros de la
escuela “vulgar” emplearían sus esfuerzos en formar a los tiradores para sobrevivir a un
74
Nicoletto Giganti, Scola, overo, Teatro: nelquale sono rappresentate diverse maniere, e modi di
parare, e di ferire di spada sola, e di spada, e pugnale; dove ogni studioso portra essercitarsi e farsi
prattico nella professione dell' Armi, Venecia, 1606.
41
lance, y no se preocupaban tanto de la propaganda de su propio estilo, al que
considerarían sólido al estar fundamentado en antiguos y contrastados principios.
1.3‐ La escuela de la Verdadera Destreza
75
Pacheco de Narváez afirmó que terminó su obra en 1569, a la edad de 30 años, a pesar de que se
publicara trece años más tarde.
42
los portugueses apenas opusieron resistencia76. Como pago por sus servicios, o sus
conexiones con el duque, recibió una encomienda de la Orden de Cristo, y
posteriormente la gobernación de Honduras de 1589 a 1594, donde entre otros
problemas debió enfrentarse a la situación de guerra con Inglaterra, cuyos corsarios
atacaron la costa hondureña en varias ocasiones77. Regresó a la península, donde murió
en torno al año 1600. Además de su tratado de esgrima, escribió otras obras que fueron
publicadas a su muerte, como Los cinco libros sobre la ley de injuria de palabra o de
obra publicada en 1605, y Discurso sobre armas y letras sobre las palabras del
proemio del emperador Justiniano, impresa al año siguiente78.
76
José María Hermoso Rivero, “Jerónimo Sánchez de Carranza y el primer tratado de esgrima español
publicado en Sanlúcar de Barrameda (1582)”, en El rincón malillo. Anuario del Centro de Estudios de la
Noroeste de Cádiz, 3, pág. 13.
77
Lourdes de Ita Rubio, “El primer ataque inglés a Campeche por William Parker en 1596”, en Tzintzun.
Revista de estudios históricos, 41 (2005), págs. 117-130.
78
Hermoso Rivero, Op. cit., pág. 13.
79
Claude Chauchadis, “Didáctica de las armas y literatura: Libro que trata de la Philosofía de las armas y
de su Destreza de Jerónimo de Carranza”, en Criticón, 58 (1993), pág. 74.
43
(Ilustración 6) Portada del libro de Carranza De la Philosophia de las Armas con retrato del autor.
80
Chauchadis, Op. cit., 1993, pág. 75.
44
menos del duelo sin una causa muy justificada y siempre que el combate se haga de
forma proporcionada y en condiciones de igualdad81.
Carranza había fundamentado una nueva escuela de esgrima en base a unas ideas
que ya habían sido sembradas por autores italianos como Achille Marozzo o Camilo
Agrippa. La esgrima de Carranza discurre en torno al uso de la espada de una mano. El
desarrollo de la esgrima centrada en el uso de la espada a una mano está mejor
documentada en Italia, donde el tratado de Achille Marozzo, de tradición boloñesa,
Opera Nova84 (1536), abrió nuevos caminos. Aunque en este tratado se incluye espada y
broquel, lucha con daga de rodela, armas de asta o lucha a mano desnuda, también
aparece en él el uso de la espada sola, una espada a una mano, “de punta y corte” que
usa también conjuntamente con una daga de mano izquierda empuñada hacia arriba
(como Monti) o con una capa (como se citaba en el nombramiento de Gómez Dorado).
Muy significativamente, don Luis Pacheco de Narváez, uno de los grandes maestros de
la escuela española de la verdadera destreza, cita el trabajo de Marozzo como uno de los
precedentes de lo que él considera como la línea de maestros de los cuales deviene el
arte de la esgrima85.
81
Claude Chauchadis, La loi du duel. Le code du point d’honneur dans l’Espagne des XVIe-XVIIe siècles,
Tolouse, Presses universitaires du Mirail, 1997, págs. 259-271.
82
Vélez de Guevara, El diablo cojuelo, 1641.
83
Stefano De Merich, La presencia del "Libro de la filosofía de las armas” de Carranza en el "Quijote"
de 1615, Bulletin of the Cervantes Society of America, 2007 (traducción al castellano de 2009).
84
Achille Marozzo y Giovanni Rapisardi, Achille Marozzo, Opera Nova dell'Arte delle Armi, Gladiatoria,
1999.
85
Luis Pacheco de Narváez, Al duque de Cea: carta dirigida por D. Pacheco de Narvaez a dicho Sr.
dando su parecer sobre la obra de Carranza, 1618.
45
Más importante incluso para la relación entre la esgrima española y la italiana
fue el trabajo de Camilo Agrippa, Trattato di Scientia d'Arme, con vn Dialogo di
Filosofia (1553), que algunos consideran como la primera obra “científica” de esgrima.
Este cientificismo se basaba en la aplicación de las matemáticas a la comprensión y
práctica de la esgrima con la espada, espada que en Agrippa pasa de ser “de punta y
corte” a espada. El surgimiento de la esgrima matemática, que basaba los movimientos
y acciones del esgrimista en un complejo sistema de ángulos, vectores y líneas de
fuerza, pero también introducía cuestiones filosóficas y anatómicas. Patri J.Pugliese
afirmó en su artículo de 2005 Parallels between fencing and dancing86 que tanto la
escuela italiana como la española tienen un sistema de pasos y “posturas” en sus
guardias y desplazamientos que recuerda a las diferentes escuelas de baile regionales, y
que pasos similares a los de la escuela de la verdadera destreza se pueden ver en
tratados de baile como el Discursos sobre el arte del dançado de Esquivel Navarro
(1642). Quizá sea por esto que autores de la verdadera destreza como Pacheco
recomienden el danzar entre las actividades que deben fomentarse en el aprendizaje de
un esgrimista87.
86
Patri J. Pugliese, Parallels between fencing and dancing in late sixteenth century treatises, The
Raymond J.Lord collection of historical combat treatises and fencing manuals, 2005,
http://www.umass.edu/renaissance/lord/pdfs/Parallels.pd, [revisado: 04-08-2012].
87
Luis Pacheco de Narváez, Libro de las grandezas de la espada, en que se declaran muchos secretos del
que compuso el comendador Gerónimo de Carrança. En el qual cada uno se podrà licionar, y deprender
à solas, sin tener necesidad de maestro que le enseñe, 1600, fol. 29r.
46
direcciones. Y en 1587, un autor boloñés, Frederico Ghisliero, publicó su tratado Regole
do molti cavagliereschi esserciti, estudiado también por Anglo. Este autor asegura que
Carranza influenció la esgrima de Ghisliero, que también plantea una esgrima de pasos
circulares (más bien radiales) y muy parecida a la de Carranza, y refleja en sus láminas
la aplicación de conceptos matemáticos al movimiento, en figuras que nos muestran
tanto guardias como líneas y planos, y aún esgrimen enfrentándose por parejas con
capas y dagas de mano izquierda88.
(Ilustración 8) Lámina del Regole di molte mostrando una rectitud o guardia y una figura
geométrica sobre la que se realizan los desplazamientos.
88
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 68-71.
89
En adelante, la voz carrancista designará a los seguidores de las enseñanzas de Carranza, mientras que
los pachequistas seguirán los preceptos de Pacheco. Aunque parecidas, sus destrezas diferían en algunos
puntos que se consideraban de gran relevancia.
47
amistad, llegando de hecho a visitar Sevilla, donde Carranza tenía su sala, en varias
ocasiones90.
Si los tratados españoles de los siglos XVI y XVIII adolecían de una falta de
ilustraciones galopante, si los comparamos con tratados italianos o imperiales, la obra
de Thibault viene a suplir este hecho de forma más que competente, ya que al parecer
gastó una fortuna contratando a varios de los mejores grabadores flamencos de su
tiempo. En estos grabados podemos ver un diagrama que divide el cuerpo humano en
una serie de líneas o planos de gran complejidad matemática, y que los esgrimistas que
combaten por parejas lo hacen sobre círculos de inspiración carrancista, donde vemos
los pasos que realizan, y mediante líneas, el movimiento de sus brazos. La esgrima de
Thibault era la sublimación de la espada ropera, y el uso de la punta frente al tajo,
aunque Carranza lo comentara e incluyera en sus discursos. Para Thibault, la esgrima de
punta llevaba a la perfección, y podía de hecho vencer a la esgrima de tajos y
cuchilladas de otras armas, lo cual intenta demostrar en algunas de sus láminas91.
(Ilustración 9) Detalle de la “Tabula III” del Libro I de Thibault, mostrando un esgrimista en una
planta similar al ángulo recto de la escuela de la verdadera destreza.
90
Herman Fontaine de la Verwey, “Gerard Thibault and his Academie de l'Espée”, Quaerendo, 7 (1978),
pág. 289.
91
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 75-82.
48
Antes de entrar en profundidad en el estilo de la verdadera destreza, tratando de
sintetizar lo propugnado por sus dos principales figuras, Carranza y Pacheco, conviene
hablar sobre la segunda. Don Luis Pacheco de Narváez nació en Baeza en torno al año
1570, falleciendo en Madrid en 1640. Antes de llegar a la capital para ocuparse de la
maestría de los pajes del príncipe heredero (1618) había servido en el ejército,
concretamente en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, llegando a alcanzar el rango de
sargento mayor. A pesar de que se ha querido ver en él un alumno de Carranza, parece
que este dato es erróneo, y no se sabe a ciencia cierta cuándo entró en contacto con su
obra92. Lo que si sabemos es que, antes incluso de su nombramiento como maestro
mayor en 1624 (cargo que no ocuparía Carranza), había escrito ya su gran obra, Libro
de las grandezas de la espada, en que se declaran muchos secretos del que compuso el
comendador Gerónimo de Carrança. En el qual cada uno se podrà licionar, y
deprender à solas, sin tener necesidad de maestro que le enseñe, publicada en al año
1600 (poco después de la muerte del propio Carranza). A pesar de que inicialmente
Pacheco parece hacerse eco de lo propugnado por Carranza, sus diferencias comienzan
a pesar a medida que su propia fama crece.
(Ilustración 10) Ilustración que representa al propio Pacheco de Narváez en su libro Grandezas de
la espada.
92
Aurelio Valladares Reguero, “Luis Pacheco de Narváez: Apuntes bio-bibliográficos”, en Seminario de
Bio-Bibliografía Giennense "Manuel Caballero Venzalá", 3 (1999), 45 (173), págs. 509-577.
49
En 1608 escribe otro voluminoso tratado bajo el nombre de Las Cien
conclusiones o formas de saber de la verdadera destreza, donde “reduce” toda la
destreza a cien puntos que intenta explicar en profundidad. Las diferencias con los
carrancistas comienzan a acentuarse a raíz de su manuscrito, la conocida como Carta al
duque de Cea93. Desde su gran obra del año 1600, Grandezas de la espada, Pacheco
aprovechaba cada publicación para tratar de clarificar sus ideas. Así lo hizo en 1612 en
su nueva publicación Compendio de la filosofia y destreza de las armas, de Gerónimo
de Carranza. Dada la complejidad de los conceptos filosóficos y matemáticos que
propugnaba, algunos autores como don Francisco de Quevedo comenzaron a satirizar su
obra, denostándola por aparentemente inútil y excesivamente farragosa, además de
denunciar a los diestros como personajes que pregonaban por activa y por pasiva la
supuesta superioridad de su ciencia. Dada la afinidad de Pacheco con el círculo
culterano de Luis de Góngora, la sátira quevedesca contra él, bien conocida, llegó a tal
extremo que se afirmaba que el propio Quevedo había tenido un lance con Pacheco, en
el que aparentemente consiguió volarle el sombrero de una estocada mediante una
añagaza94.
Sea como fuere, y a pesar de estas críticas, Pacheco siguió publicando sin cesar,
convirtiéndose, quizá, en el tratadista de esgrima más prolífico de la historia. Ya como
maestro mayor, publicó en 1625 un manual de uso para los esgrimistas de su escuela el
Modo facil, y nuevo par examinarse los maestros en la destreza de las armas: y
entender sus cien conclusiones, ó formas de saber. Ya como maestro, reacciona
fuertemente contra los carrancistas, tal vez en una maniobra tendente a asentar su propio
prestigio, cuestionado por algunos contemporáneos, imprimiendo en 1635 Engaño y
Desengaño de los errores que han querido introducir en la destreza de las armas. Al
igual que Carranza, Pacheco no se limitaba a la publicación de obras relacionadas con la
esgrima, sino que trataba de abordar otros géneros, como en el libro que bajo su nombre
apareció el mismo año de 1635 Historia ejemplar de dos constantes mujeres españolas.
Ya casi al final de su vida, publicó otro de sus grandes manuales, el Advertencias para
la enseñanza de la Filosofia y destreza de las armas (1638). A su muerte, sus alumnos
93
Pacheco de Narváez, Op. cit., 1618.
94
Aurelio Valladares Reguero, “La Sátira quevedesca contra Luis Pacheco de Narváez”, Epos. Revista de
Filología, 17 (2001), págs. 165-194.
50
recopilaron sus notas de un tratado de esgrima que preparaba con celo, y que se suponía
iba a estar a la misma altura del Grandezas de la espada. Este libro, aparecido en 1672,
tenía como título Nueva ciencia, y filosofía de la destreza de las armas.
95
Nueva Ciencia tenía exactamente 765, más un índice llamado “tabla de las cosas más notables que en
este libro contienen”.
96
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 82-90.
97
Eduardo Pérez Pellitero, Iniciación a la verdadera destreza, Barcelona, ACEA, 2012, pág. 43.
98
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 68-69.
99
Pérez Pellitero, Op. cit., pág. 16.
51
• Extraño: el que va hacia atrás.
La geometría del diestro se completa luego con una serie de líneas y planos que
lo dividen103:
52
• Otras líneas: como las líneas o planos oblicuos o la línea racepta (donde la mano
tiene su coyuntura y centro de movimiento).
(Ilustración 11) Lámina IX de la obra de Ettenhard de 1675.
• Propio: el de cada combatiente, tenía el diámetro del talón del pie derecho al del
izquierdo.
104
Ibíd., pág. 33-35.
53
Además, sobre estos círculos se aplican una serie de ángulos, obtusos, agudos o
rectos. El diestro, cuando camina en el combate, ejecuta pasos y compases. Los pasos
son movimientos ejecutados con un solo pie, mientras los compases se efectúan con los
dos, quedando el diestro en una posición similar de los pies a la de partida, que le
permita seguir moviéndose. Este es el llamado por los anglosajones “círculo mágico” de
la verdadera destreza, muchas veces representado en los tratados. El dibujo de este
círculo representa de la forma más pedagógica posible, a entender de sus creadores, la
forma en que un diestro debe moverse. Los compases principales son105:
105
Ibíd., págs. 37-40.
106
Ibíd., págs. 48-49.
54
para combatir calculada a partir de la altura del rival, la longitud de ambas espadas,
etc.107) un tirador de esta escuela resultaba casi como un bailarín, pero si tenemos en
cuenta la fama de los españoles que empuñaban una espada, uno particularmente
letal108.
(Ilustración 12) Detalle de la Tabula VI, libro II de Thibault. Un esgrimista se defiende tirando a
espada y daga, mientras otro le ataca en un movimiento dentro de su círculo.
107
Ibíd., págs. 54-56.
108
En la obra de Brantôme, Bravuconadas de los españoles, se citan a menudo historias particulares
relacionadas con esta efectividad, o al menos, con la fama de los españoles de animosos y dispuestos a la
pelea.
109
Manuel Esquivel, Vademécum de la destreza general, Asociación de Esgrima Histórica de la Ciudad
de México, 2010, págs. 63-67.
55
A pesar de esto, el sistema de la destreza basa sus ataques y defensas en un
control de la espada del rival a través de un intenso trabajo “sobre el hierro110” donde el
atajo se muestra como una de las tretas principales, un medio por el cual apartar la punta
de la espada del rival de nosotros, de modo que podamos actuar de manera más
segura111. Como culmen de tal principio general, se encontraba el llamado movimiento
de conclusión, o conclusión, una acción por la cual el diestro alcanzaba una
superioridad plena en la que, no solo se encontraba seguro, sino que podía decidir entre
desarmar, herir o matar a su oponente. Traducido en la práctica, un movimiento de
conclusión solía acercar a los esgrimistas más allá del medio de proporción, pero la
ejecución de una treta que permitiera a uno de ellos poder realizar sobre el otro estas
acciones con una seguridad casi completa112.
Estos eran, a grandes rasgos, los principios de la escuela, sobre los que
tratadistas se extendieron en manuscritos y letra impresa formando una de las escuelas
de esgrima más prolíficas de Europa. Y, a pesar del mito, de efectividad acreditada
simplemente por su larga duración en el panorama esgrimístico europeo, compitiendo
con otros estilos al alza como fueron la esgrima de autores italianos, imperiales y
posteriormente franceses durante más de 200 años.
1.4‐ Los epígonos de la verdadera destreza en el siglo XVII
56
alcanzó en 1646 el cargo de maestro del infante Baltasar Carlos y, a su muerte, el de
maestro de don Juan José de Austria. A la muerte del propio Mendoza y Quijada en
1679, se procedió un año más tarde al inventario de sus bienes. Entre ellos se contaba
una numerosa biblioteca, donde se encontraban obras de geometría de Euclides, las
Décadas de Tito Livio, un Quijote y cuatro obras de Quevedo, además de numerosos
libros sobre religión y espiritualidad. Entre estos títulos, destacan al menos 6 tratados de
esgrima, la mayoría de Pacheco, pero incluyendo también una edición del Philosophia
de las armas de Carranza y una obra contemporánea a la suya, escrita por Arias de
Porres Resumen de la verdadera destreza en el manejo de la espada (publicado en torno
a 1667)113.
(Ilustración 13) Lámina X de la obra de 1695 de Rada Respuesta philosophia y mathematica.
113
José Luis Barrio Moya, “La biblioteca de Don Miguel Pérez de Mendoza. Maestro de Armas riojano
del Rey Carlos II (1679)”, Militaria, Revista de cultura militar, 15 (2001), págs. 127-131.
57
intenta probar qve la phylosophia, y destreza de las armas es scientia, segvn
Aristóteles114, con un título de intención reveladora. También de datación imprecisa en
torno al año 1600 se encuentra la obra de don Carlos Casalilla y García Methodo que
deve observar el Maestro para enseñar á sus discipulos la filosofia y destreza de las
armas115. En ese año, sí tenemos la certeza de que Lucas del Olmo publicó Romance de
las excelencias de la spada116.
58
muy sentida entre el cuerpo, y el alma. La otra es un juego de esgrima a lo
diuino, de mucho sentido, 1652.
59
resumidas con demostraciones practicas, y especulatibas la major parte delas
prinçipales desta nobillissima çiençia, 1678.
• Rogel García y Delgado del Pino, Juan, Tratado de las armas, intitulado carta y
respuesta, 1693.
60
recuerdan poderosamente a las rectitudes de la verdadera destreza y la “guardia” del
ángulo recto122.
(Ilustración 14) Uno de los azulejos mostrando a dos diestros plantados en ángulo recto, el de la
derecha parece estar realizando un desplazamiento o compás.
En general, estos tratadistas del último cuarto del siglo XVII aportaban al
sistema novedades o una franca intención de mejorar o clarificar sus preceptos. Este es
el caso de Ettenhard, que al no ser español de origen, procuraba conciliar o explicar
otros estilos en clave de la terminología de la destreza, y además aportaba una serie de
122
La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla se construyó entre 1751 y 1770, aunque las obras mayores,
incluida la azulejería, estaban completas en 1756, y la fábrica funcionando desde 1758. José Manuel
Rodríguez Gordillo, Historia de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla: sede actual de la Universidad de
Sevilla, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005.
123
Miguel Perez de Mendoza y Quijada, Resumen de la verdadera destreza de las armas en treinta y
ocho aserciones, 1675, pág. 69.
61
interesantes grabados de su propia factura, que resultan bastante didácticos para
entender los conceptos matemáticos de la escuela124.
(Ilustración 15) El grabado “todo en uno” de Pérez de Mendoza, incluyendo figuras geométricas, el
dibujo del círculo para aprender los pasos, la graduación o partes de la hoja de la espada y las
posturas del cuerpo.
Pero de entre todos estos epígonos destacó con luz propia Don Francisco Lorenz
de Rada Arenaza y Osma, nacido en Laredo en 1665. Primo político de un importante y
adinerado indiano, José de la Puente, marqués de Villapuente125, Lorenz de Rada tuvo
una intensa carrera militar y política, y además se reveló como uno de los mejores
tratadistas de la escuela de la destreza. En 1695 publica Respuesta philosophia y
mathematica, en la qual se satisface á los Argumentos, y Proposiciones que á los
Professores de la verdadera Destreza y philosophia de las Armas se han propuesto por
un papel expedido sin nombre de Autor donde expone sus ideas, que completa
124
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 82.
125
La vida de José de la Puente se analiza en este sorprendentemente bien documentado artículo de
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_de_la_Puente, [revisado: 07-08-2012].
62
magistralmente en su obra de 1705 Nobleza de la espada, articulada en tres libros o
discursos126.
Sea como fuere, la destreza había traspasado las fronteras de Castilla y Aragón,
para influir en autores italianos (como Ghisliero), portugueses (como Figueireido128 y
Thomas Luis129), flamencos (como Thibault) e indianos, como comprobaremos en el
siguiente capítulo. La escuela de la verdadera destreza, que algunos se apresuraban en
enterrar pronto, gozaba sin embargo de buena salud.
126
Lorenz de Rada, Francisco, Nobleza de la espada, cuyo esplendor se expressa en tres libros, segun
ciencia, arte y experiencia. Libro primero: De la ciencia del instrumento armigero espada. Libro
segundo: Arte del instrumento armigero espada. Libro tercero: Experiencia del instumento armigero
espada, 1705.
127
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 82-90.
128
Diogo Gomes de Figueyredo, Oplosophia e Verdadeira Destreza das Armas, 1628.
129
Luís Thomás, Tratado das lições da espada preta e destreza, que hão de usar os jogadores dela,
Edición critica por Valle Ortiz, AGEA, Edizer, 2010. (Original de 1685).
63
1.5‐ El largo camino hacia la implantación de la esgrima francesa en España
130
Leguina, Op. cit., 1904, págs. 82-83.
131
Leguina, Op. cit., 1904, págs. 129-130.
64
Rada reacciona contra esta publicación en su Defensa de la verdadera
destreza132, siendo contestado posteriormente en una publicación del mismo año, la
Ilustración de la destreza indiana133. A pesar del intento de defensa de Rada de la
destreza peninsular, o más bien, de su propia interpretación de la misma, el caso es que
la destreza indiana se prolongará a lo largo del siglo, finalizando la Edad Moderna con
el tratado del mexicano Simón de Frías Tratado elemental de la destreza del sable
(1809). No sería la primera adaptación del sistema a un arma nueva, que no era la
tradicional espada ropera.
132
Francisco Lorenz de Rada, Defensa de la verdadera destreza de las armas y respuesta dada por el M.
de campo D. Francisco Lorenz de Rada Caballero del Orden de Santiago, Marqués de las Torres de
Rada, Chanciller mayor, y Registrador perpetuo de las Reales Audiencias de esta Nueva España, y de las
de las islas de Santo Domingo, y Filipinas a la Carta Apologética que le escribió Diego Rodríguez de
Guzmán, graduado de Maestro de Esgrima en la Universidad del Engaño. Con licencia de los
Superiores, 1712.
133
Francisco Santos de la Paz, Ilustración de la destreza indiana. Epístola oficiosa que escribió don
Francisco Santos de la Paz Al Maestro de Campo Don Francisco Lorenz de Rada, del Orden de
Santiago, Marquès de las Torres de Rada &c. sobre varios discursos publicados por el referido Marquès
en la que intitulò Defensa de la Verdadera Destreza de las Armas. Sácala a luz el capitán Diego
Rodríguez de Guzmán, Guarda mayor de la Real Casa de Moneda d[e ]esta Ciudad de Lima, Corte del
Perù. Con licencia de los Superiores, Lima, 1712.
134
Lista elaborada nuevamente según la bibliografía de Enrique de Leguina de 1904.
65
• A.C.O, Libro de armas y doctrina para el reguardo de los afficionados de dicha
ciencia con contras y explicaciones de toda la arte que se encierra en la espada,
hecho por un aficionado, c. 1750-1760.
En 1758 se publica la que Leguina considera la primera obra escrita por un autor
español relativa a la escuela de esgrima francesa, el Arte d’esgrimir florete y sable, por
los principios más seguros, fáciles y inteligibles de Juan Nicolás de Perinat, que según
cita el propio tratado, era maestro de armas en la academia de guardiamarinas de la
Armada135. En este tratado, podemos ver un total de 36 láminas, la mayoría de las cuales
hacen referencia al combate entre esgrimistas que empuñan un espadín, pero incluye
unas pocas alusivas al uso del sable (y por primera vez en la tratadística española).
Es esta esgrima de la que beben los primeros autores franceses como el Philibert
de La Touche137, que consideraba, contrariamente a Thibault y los maestros españoles,
que la respuesta al problema común de la esgrima (desplazarse de un lugar a otro con la
mayor rapidez posible), no tenía tanto una explicación geométrica como mecánica138.
Se trataba, pues, de aprender la mecánica de los movimientos a ejecutar, sin dejar de
lado por otra parte consideraciones como el trabajo sobre el hierro, o la necesidad de
apartar la punta del rival al atacar, para lo cual la esgrima francesa se basaría
fundamentalmente en la oposición. La escuela francesa fue ganando gran aceptación en
Europa, ya que resultaba muy didáctica al beneficiarse de un racionalismo cartesiano a
135
Leguina, Op. cit., 1904, pág. 122.
136
Nick Thomas, Rapier The Art and Use of Fencing by Ridolfo Capo Ferro, Swordworks, 2007.
137
Philibert de la Touche, Les Vrays Principes de l’espée seule, 1670.
138
Brioist, Drevillón y Serna, Op. cit., pág. 164.
66
la hora de redactar sus tratados y por propugnar un estilo de esgrima que
progresivamente fue convirtiéndose en algo más sintético, reduciéndose a imitación de
la esgrima italiana en un conjunto de guardias o posturas para el ataque y la defensa,
numeradas del uno al diez. Los maestros franceses utilizarían el florete como arma
negra, e instrumento pedagógico para acostumbrar a los esgrimistas a ejecutar sus
acciones con la hoja de la espada, y sin confiar tanto en su guarnición (algunos autores
como Liancourt propugnaban usar para esto un florete carente de guarnición), al mismo
tiempo que pasaron a entrenar un arma más ligera y rápida, el espadín, que comenzó a
popularizarse por la creciente influencia francesa139, en todos los ámbitos, durante las
últimas décadas del siglo XVII y todo el XVIII.
(Ilustración 17) Lámina X del tratado de Perinat, “Estocada de quarta uñas arriba quitada con
semi-círculo, y oposición de la mano izquierda”.
67
tradiciones alemana, italiana y española, pero que siguiendo las máximas de la escuela
francesa se enuncia de un modo simplificado y fácil de comprender y entrenar mediante
ejemplos y ejercicios concretos adaptados a las situaciones más comunes de la lucha
entre dos espadines143. Algunos de estos maestros fueron Guillaume Danet144, que
simplificó el asunto de las guardias reduciéndolas a una sola, pero conservando las
diferentes posiciones de la mano dentro de ella (esto es lo que los franceses terminarían
conociendo como guardia)145, La Boëssière146 o Domenico Angelo147, autor nacido en
Italia y que terminaría fundando una prestigiosa sala de armas en Carlisle House,
Londres. La influencia de los maestros de la escuela francesa era grande, tanto que el
propio Angelo redactó la entrada relativa a la esgrima en la Enciclopedia de Diderot y
d’Alambert.
143
Brioist, Drevillón y Serna, Op. cit., págs. 181-197.
144
Guillaume Danet, L’Art des Armes, ou la manière la plus certaine de servir utilement de l’épée soit
pour attaquer, soir pour se défendre et démontrée dans toute son étendue et sa perfection, suivant les
meilleurs príncipes de théorie et de pratique adoptés actuellement en France, 1766.
145
Nick Evangelista, The Encyclopedia of the sword, Greenwood Publishing Group, 1995, pág. 155.
146
La Boëssière. Observations sur le traité de l’art des armes pour servir de défense à la vérité des
príncipes enseignés par les maîtres d’armes de Paris, 1766.
147
Autor de L’École des armes, 1763.
148
M. Gómez Ruiz, El Ejército de los Borbones: organización, uniformidad, divisas, armamento,
Madrid, Servicio Histórico Militar, 1989.
149
Adoración Juárez Sánchez, Ejército de los Borbones: reinados de Felipe V y Luis I : 1700-1746,
Madrid, Servicio Histórico Militar, 1989.
68
Nada más llegar España, Felipe V reivindicó su “españolidad”, frente a sus
detractores, con un retrato de Hyancinthe Rigaud, de 1701150 (ilustración 20). En este
retrato, podemos ver como el rey viste “a la española”, según la moda del finado Carlos
II. Significativamente, el atuendo incluye una espada ropera, considerada aquí como
parte indisoluble de la moda española. Este detalle, sin embargo, muere con la propia
Guerra de Sucesión. En el ambiente cortesano, desde entonces, se representará a la
nobleza y a los reyes portando un espadín, como es el caso del retrato de Luis I de
Houasse, también conservado en el Museo del Prado, y datado en 1717.
A pesar de que la nobleza palatina adoptó la nueva arma con rapidez, la falta de
tratados autóctonos de escuela francesa anteriores a Perinat151 nos lleva a pensar que, si
se tiraba esgrima francesa en España, lo haría con maestros de esta nación, o empleando
directamente las obras de los tratadistas franceses. A pesar de esta suposición, lo cierto
es que los maestros mayores, como Rodríguez del Canto, basaban sus enseñanzas
primordialmente en los preceptos de la verdadera destreza.
150
Hyancinthe Rigaud, Felipe V, Museo del Prado, óleo sobre lienzo, 130 x 91 cm, firmado, 1701
[P2337].
151
Leguina cita una obra de Rodríguez del Canto, maestro mayor, anterior a la de Perinat: El Discípulo
instruido y Diestro aprovechado en la Ciencia Philosophica, y Mathemática de la Destreza de las Armas,
cuya tercera parte o tratado versaba sobre “Seis Reglas Generales para obrar las proposiciones, ó Tretas
de la verdadera Destreza, mediante el tacto y contacto de las Espadas ó Floretes. Usando el Diestro de una
primorosa Doctrina Mixta de Española, Francesa é Italiana”. Leguina, Op.cit., 1904, págs. 126-127.
69
En este sentido, resultan reveladoras dos láminas del tratado de esgrima de
Domenico Angelo, L’ecole des armes152, aparecida ya en la década de 1750 en la
entrada correspondiente a la esgrima que redactó para la Enciclopedia. En ella, podemos
ver a un español empuñando una espada ropera, enfrentándose a un esgrimista francés,
sobre el que ejecuta una treta conocida como estramazón, que el francés detiene con una
técnica llamada croise d’épée153 (ilustraciones 18 y 19).
(Ilustración 20) En el retrato de Felipe V de Rigaud podemos ver al joven Borbón vistiendo un traje
a la española, y ciñendo una espada ropera con guarnición de taza.
152
Figuras 43 y 44.
153
Alberto Bomprezzi, Breve comentario sobre la Esgrima Española en el tratado de Doménico Angelo,
http://www.esgrimaantigua.com/EsgrimaAngelo.php, [revisado: 09-08-2012].
70
en 1736. En ella, podemos ver a un esgrimista español plantado en la guardia del ángulo
recto, que empuña una espada que recuerda a una ropera tardía, quizá de guarnición de
plato o conchas, o un espadín especial de hoja más larga y gruesa, con dos gavilanes.
No obstante, Brea se revela como mucho más pragmático que otros tratadistas,
abogando por esta “doctrina mixta” empleada por otros autores, de la que extrae
sabiamente conceptos y acciones que aplica a una esgrima curiosa, que pareció tener
continuidad en las obras de autores posteriores. Así, Eudaldo Thomase desarrollará en
su obra de 1823 Tratado de esgrima a pie y a caballo un estilo netamente francés,
basado en la esgrima de Danet156.
154
Manuel Antonio de Brea, Principios universales y reglas generales de la verdadera destreza del
espadin, según la doctrina mixta de francesa, italiana y española, dispuetos para instruccion de los
caballeros seminaristas del Real Seminario de Nobles de esta corte, Madrid, 1805.
155
Brea, empleando un sistema de inspiración francesa e italiana, nos muestra 6 posturas diferentes en
una lámina, listando ocho “posturas diagonales”, nombradas de primera a octava, sobre una guardia
neutra.
156
El propio Thomase escribe en el prólogo de su obra: “Como la esgrima francesa está admitida en casi
toda la Europa, y estando fundada en principios ciertos, que es menester ecsaminar y meditar, no puede
aprenderse bien con la sola práctica; me he determinado á publicar esta obra, en que he recopilado de los
71
A lo largo del siglo XIX, todavía algunos tratadistas españoles seguirán
escribiendo con la terminología y algunos de los principios de la escuela de la verdadera
destreza. Es el caso de los Merelo, Jaime157, José158 y Alfredo159, que escribirán
fundamentalmente para el estamento militar. Esto prolonga el estilo, aunque con
cambios sustanciales, desde su aparición en 1582 hasta 1882, trescientos años después.
Un éxito nada desdeñable, y que habla por sí solo de su efectividad.
(Ilustración 21) Lámina 12 del tratado de Brea Destreza del espadín, mostrando una treta o acción y
su círculo de compases.
mejores autores tanto antiguos como modernos cuanto se enseña en las mas célebres academias de
Francia”
157
De Jaime Merelo tenemos Tratado de la verdadera esgrima del fusil armado con bayoneta (1858),
Tratado completo de la esgrima del sable español (1862) y Elementos de esgrima para instruir al
soldado de infantería en la verdadera destreza del fusil ó carabina armados de bayoneta (1863).
158
José Merelo fue autor de dos tratados: Resumen de las tretas más principales que constituyen la
verdadera esgrima del sable español y el florete (1878) y Manual de esgrima del fusil armado con
bayoneta (1882).
159
Alfredo Merelo, Manual de esgrima de sable y lanza para el arma de caballería y sable para
infantería, 1880.
72
2 Maestros de armas
2.1‐ El origen del oficio
160
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 7.
161
Nedo Nadi. “Scherma”, en Enciclopedia Italiana, tomo 50, Roma, 1950, pág, 69.
162
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 5-7.
163
Henri Daressy. Archives des Maitres d’armes de Paris, Paris, Maison Quantin, 1888, pág. 11.
164
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 8.
73
ordenanzas aprobadas por el rey, de quien dependían algunos nombramientos. Sistemas
similares ya se habían dado en “países” como Italia, Francia o el Sacro Imperio.
También en la Península se fijaron estatutos semejantes, como el dado en Córdoba en
1478, que fijaba el número de maestros a los que se podía examinar, y se otorgaba a la
“compañía de esgrimidores” un escudo de armas165. En el Sacro Imperio, las
“hermandades de esgrimistas” han sido bien estudiadas. Para el año 1487, el emperador
Federico III concedió a la Hermandad de San Marcos (de la que se tiene constancia ya
en 1474) el monopolio del título “maestro de la gran espada”, constituyéndolos de
hecho como gremio de esgrima. Su posición monopolística, al mando de los hermanos
de Marx, fue contestada en 1575 por la decisión del concejo de Frankfurt al reconocer
como gremio de esgrima a los Freifechter (esgrimistas libres), hermandad fundada en
Praga cinco años antes. Como puede apreciarse, España se enmarcaba en una tendencia
a nivel europeo, de regulación del oficio de maestro de armas y la práctica de la esgrima
y el combate con armas166.
Fijado así el rango de maestro de armas mediante unas ordenanzas, la figura, sin
embargo, del propio maestro, parece tener unas atribuciones comunes en toda Europa.
En primer lugar, el maestro era una figura respetada y a la que se pedía consejo en
cuestiones de armamento y combate. Si atendemos a la figura de Hans Talhoffer (1410-
165
Ibíd., pág. 9.
166
En dos artículos bien documentados y contrastados de Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hermandad_de_San_Marcos y http://es.wikipedia.org/wiki/Federfechter.
74
1485)167 y sus tratados, nos damos cuenta de que incluye no solo combate con espadas y
cuerpo a cuerpo, sino la representación de máquinas de guerra al uso, y algunas otras de
“diseño propio”. Asimismo, incluía numerosas referencias a torneos y juicios por
combate, en los que el maestro de armas parecía ejercer como una suerte de director o
asesor técnico. Esto parece coincidir con las referencias del siglo XIII dadas por Anglo,
y coinciden igualmente con una tendencia que pareció repetirse en el siglo XVI. En
torno a 1550, las hermandades de San Marcos y los Freifechter eran llamadas
regularmente a la Corte imperial para ser consultados en cuestiones de honor. En
España, los maestros de armas gozaban de la misma atribución. Así, sobre la figura de
Carranza tenemos esta referencia:
Los maestros de armas eran, pues, no solo peritos en su arte (las del combate),
sino asesores en materia de armamento, duelos y honor. De otra manera, no tendría
sentido que tratados como el de Pietro Monte se perdieran en la descripción de armas y
armaduras o juicios de valor acerca de los duelos realizados sin carteles de desafío y
combatidos sin arnés. Tampoco se entendería que maestros imperiales como Talhoffer
dedicaran gran parte de sus manuscritos a la descripción de juicios por combate, o
incluso armas de asedio para la guerra convencional. Todo encaja.
75
aptos. El concejo anunciaba una convocatoria y los aspirantes realizaban una serie de
exhibiciones. El maestro que impresionara más al concejo, recibía el cargo de maestro
de armas y se le daba un espacio al aire libre para poder practicar y crear una escuela.
Debemos creer que el Sacro Imperio fue un lugar donde estas tradiciones, las de
la liturgia de los maestros de armas, se mantuvieron en un periodo muy dilatado de
tiempo. Existen evidencias del uso, todavía en el siglo XVIII, de las armas tradicionales
del estilo de Liechtenauer en las salas de esgrima (como el Dussack o la espada de
mano y media170), y del cierre de una escuela al aire libre en Gdansk a partir de los años
30 de dicho siglo, que ya se caía de vieja171. Por ello, emplearemos el ejemplo imperial
como un método de comparación básico para comprender mejor las referencias que los
autores españoles dan en torno a la cuestión de la enseñanza de la esgrima y la práctica
de las armas, tanto dentro de una sala como parte de una gran exhibición. De este modo,
trataremos de analizar el sistema hispano de maestros de armas desde una óptica
comparada, rechazando de una vez por todas las tesis acerca de lo “radicalmente
diferente y único” en el supuesto país cuna de esta práctica.
169
Manuel Valle y Jaime Girona Durán. Principios de los cinco sujetos principales de que se compone la
filosofía y matemática de las armas, práctica y especulativa, de Miguel Pérez de Mendoza, AGEA
editora, 2011, págs. 7-10.
170
http://fechtschule.wordpress.com/2010/03/13/last-fechtschule/ [revisado 18-07-2012].
171
http://talhoffer.wordpress.com/2011/12/12/the-end-of-the-fechtschule-in-gdansk/ [revisado 18-07-
2012].
76
2.2‐ El sistema español de maestros de armas
El 4 de junio de 1478 los Reyes Católicos emitieron una Real Cédula nombrando
a Gómez Dorado como Examinador Mayor y maestro en todos sus reinos y señoríos. Se
iniciaba así la figura que en España perdurará hasta el reinado de Isabel II, la del
maestro mayor, luego llamado en el siglo XVIII “maestro de la ciencia filosófica y
matemática de la destreza de las armas”172. El número y variedad de armas en las que el
maestro enseñaba y examinaba varió a lo largo de los casi cuatro siglos de la institución,
pero en 1478 seguían la dinámica europea: espada y broquel (principalmente), seguido
de “otros artes tocantes a su espada y capa, y espada y adarga, y de un puñal, é de una
lanza173”. Una panoplia similar a la de maestros coetáneos como Vadi, Fiore dei Liberi
o Talhoffer.
172
Ceballos-Escalera, Op. cit., pág. 97
173
Ibíd., pág. 95
77
blanco ni negro, ni a aquellos que fueran contra la fe católica, ni a rufianes174”. Otra de
las competencias del maestro Gómez Dorado eran el poder cerrar las escuelas que
estaban regentadas por maestros sin carta de examen, pudiéndoles “tomar todos sus
juegos”. El maestro mayor tampoco debía consentir que se practicara “sin birrete fuerte
en la cabeza, y guante de defensión175”, so pena monetaria.
Sobre las ordenanzas cordobesas del mes siguiente, Jose Leva-Cuevas nos aporta
datos adicionales citando a autores como Leguina. Además de proveerse al gremio con
un escudo de armas, usando los maestros como distintivo una espada o montante176
bordada en el pecho, cobraban estos por derechos de examen dos doblas castellanas y
pagaban en concepto de media annata 3.650 maravedíes. El examen se realizaba tanto
para los rangos de bachiller como de preboste y maestro, y era un acto solemne hecho
en público y ante uno o varios maestros congregados, que preguntaban al aspirante y les
movían luego a demostrar en la práctica lo que habían aprendido en la teoría. El maestro
mayor concedía a los aspirantes la carta de examen, elaborada por los escribanos de la
ciudad, donde se tipificaban las armas a las que se optaba para la maestría. A comienzos
del siglo XVI un “maestro de todas las armas” era ducho en “espada de dos manos,
espada y broquel chico, espada y broquel grande, espada y rodela, espada sola y puñal,
bastón y hacha177”, luego había aspirantes para varios tipos de armas y combinaciones
(maestro de armas), o solo para un tipo de arma (maestro del arma).
Una vez que el maestro mayor concedía la carta de examen, el nuevo maestro
juraba de rodillas (en el siglo XIX se hacía con la mano sobre el montante) ante los
examinadores y “por Dios, la virgen y los Evangelios”, haciendo la señal de la cruz
(todo esto se verificaba en presencia del escribano y testigos) mostrar su arte “clara y
174
Leva Cuevas, Josefa. “La caballería y el arte de la esgrima en la ciudad de Córdoba en los siglos XV y
XVI. La Plaza de la Corredera como marco de su ejercicio”, en Ámbitos, revista de de estudios de
ciencias sociales y humanidades, 11 (2004), pág. 120.
175
Se trataría de una primitiva protección para la cabeza y la mano, dos de las partes más expuestas y
sensibles, aún hoy, en la práctica de la esgrima.
176
Al parecer, el montante era un símbolo del maestro de armas. Aún en el siglo XIX los maestros
mayores “juraban con la mano en el montante”, y este arma, junto a un largo bastón a dos manos, era
empleada para poner paz entre los esgrimistas dentro y fuera de la sala, así como corregir el alumno, bajo
la expresión “meter el montante”.
177
Leva Cuevas, Op. cit., pág. 119.
78
ciertamente sin argucias ni encubrimientos con su leal saber178” ante Dios y el rey.
Asimismo, juraban las ya mentadas disposiciones sobre no enseñar a minorías étnicas ni
religiosas, que se repiten en el nombramiento de Gómez Dorado. El sistema articulado
fue respetado escrupulosamente durante los siguientes 400 años, aunque la
nomenclatura varió ostensiblemente, fruto de la adaptación a nuevos tiempos, como la
cantidad de armas que se enseñaban. En los nombramientos del siglo XVIII el maestro
mayor y sus tenientes estaban genéricamente facultados para poder “enseñar en
cualquesquier Ciudades, Villas, y Lugares de los dichos mis Reynos a esgrimir y jugar
todas armas179”.
Sobre el sueldo y las ventajas del maestro mayor, aparte de la provisión a Gómez
Dorado, Ceballos-Escalera nos aporta datos para los maestros de finales del siglo XVI y
comienzos del XVII, en los respectivos reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV.
Pablo de Paredes, nombrado maestro mayor y maestro de los pajes del rey en 1593180
recibía “a la usanza borgoñona” un estipendio de cien plazas de gajes al día, unos diez
maravedíes diarios (alrededor de 100 ducados al año). Además, como sirviente de la
casa del rey tenía derecho a casa de aposento, librea regia y servicios de médico y botica
de la Real Casa181. Sobre si el sueldo dado era suficiente para el personaje, aunque
Ceballos-Escalera indica que el cargo era disputado (posiblemente por los honores que
comportaba) también nos aporta el dato de que el sucesor de Pablo de Paredes, Juan de
Morales, que recibía el mismo sueldo y prebendas, es autorizado por el rey en 1612 para
complementar sus “exiguos emolumentos” sacando del reino unos 4.000 cueros182. Otro
dato parece indicarnos lo parco del sueldo de este maestro mayor. Al parecer, como
maestros de los pajes del rey, oficio que se consideraba anejo al de maestro mayor, no
recibían sueldo alguno, salvo las propinas que daban de los dichos pajes cuando
entraban en la casa del rey. Por este motivo, sumado al pago de la media annata para
acceder al cargo (que estaba institucionalizado ya en 1675), el maestro mayor Juan de
178
Ibíd.
179
Ceballos-Escalera, Op. cit., págs. 97-99
180
Los cargos de maestro mayor y maestro de los pajes de la casa del rey parece que se daban con relativa
frecuencia a la misma persona.
181
Ceballos-Escalera, Op. cit., pág. 81
182
Ibídem
79
Castañeda y Figueroa, que lo ocupó el 4 de junio de ese mismo año, pidió varias veces
al rey, aunque sin éxito, una plaza de ujier de cámara183.
Poseemos varios testimonios de finales del siglo XVIII que nos ilustran acerca
de los usos y costumbres de este cargo de maestro mayor y el asociado maestro de los
pajes, así como la documentación que generaban. Ceballos-Escalera recoge en su
artículo las transcripciones del nombramiento de Pío de Cea y Carrillo como maestro de
armas, por parte de su padre, don Diego de Cea, con carta de examen adjunta (1787)184,
y posteriormente su nombramiento como teniente de maestro mayor al año siguiente185.
Asimismo nos aporta el dato de que ya en el siglo XVIII era frecuente nombrar
maestros para una determinada provincia, reino o demarcación territorial, incluidas las
de Ultramar, como es el caso del nombramiento de José de Cadaval y Chacón como
teniente de maestro mayor en Matanzas, Cuba (1859)186. Al parecer, como ya he
indicado, el cargo se hallaba tradicionalmente unido al de maestro de los pajes del rey,
ahora llamado maestro de los Caballeros Pajes, según costumbre “inmemorial187”.
183
Ibíd., pág. 85
184
“Título de Maestro de la ciencia filosófica, y matemática de la destreza de las armas, en todos los
reinos y señoríos de su magestad por Don Diego de Cea y Carrillo, maestro del rey nuestro señor, y
mayor de la expresada ciencia, a favor de Don Pío de Cea y Carrillo. Madrid, 27 de abril de 1787”, en
Ibíd., págs. 97-102
185
“Título de Teniente de Maestro Mayor de la ciencia filosófica y matemática de la destreza de las
armas, en todos los reinos y señoríos de su magestad a favor de Dn. Pío de Cea y Carrillo por don Diego
de Cea y Carrillo, maestro del rey nuestro señor, y mayor de la expresada ciencia. Madrid, 8 de febrero de
1788”, en Ibíd., págs. 102-105
186
Ibíd., págs. 105-108.
187
Hemos de recordar que Francisco Román, autor de “Tratado de esgrima con figuras”, era maestro
mayor y maestro de los pajes del emperador ya en la fecha de redacción de su tratado, 1532.
80
a su hijo, don Pío, y un año después lo elevó al rango de “teniente de maestro mayor”,
preparando de esta manera la sucesión. Pero en el año de la muerte de don Diego de
Cea, 1790, y contra el dictamen de la Cámara de Castilla, no fue su hijo, sino don
Manuel Antonio de Brea (tratadista del que ya hemos hablado) quien recibió el cargo de
maestro mayor. Don Pío, tres años más tarde, recibiría el de maestro de los caballeros
pajes, durando la separación de los cargos hasta la muerte de Brea en 1810.
A estas alturas, finales del siglo XVIII y principios del XIX, el método de
examen y acceso al cargo era claro. En primer lugar, se obtenía el título de maestro,
para el cual se examinaba públicamente en la teoría y la práctica, jurando
posteriormente con su carta de examen y nombramiento preparados con la mano posada
sobre la cruz del montante “en la creencia de nuestra Santa Fe Católica, su observancia
y defensa, como igualmente de la pureza de la madre de Dios y señora nuestra la Virgen
María” de desempeñar su oficio con las condiciones estipuladas, e igualmente
manteniendo la promesa de no enseñar a moro, judío o esclavo188. Asimismo, parece
que era preceptiva la limpieza de sangre a la hora de ser evaluado para obtener el título
de maestro189. Una vez nombrado, intentaba hacer méritos para alcanzar la maestría
mayor, para lo cual tras la muerte de quien ocupaba el cargo, presentaba sus memoriales
a la Cámara de Castilla, que junto al rey dictaminaban en última instancia. No obstante,
parece que en algunos casos era determinante un servicio anterior al rey como maestro
de los pajes, fuera en una casa de palacio (como la de la reina o el infante) o del propio
monarca. También parece que era motivo de mérito haber sido teniente de maestro
mayor. Una vez recibido el cargo mediante provisión real, tenían que abonar antes de
ocuparlo el impuesto de la media annata, cuyo valor variaba, y presentarse luego en la
Sala de los Alcaldes de Casa y Corte y el corregidor de Madrid, para poner al día su
privilegio en cuanto a portar armas, defensivas u ofensivas, en la corte del rey190.
Recibía entonces el permiso para ejercer las funciones propias de su oficio, aunque no
recibía una sala propia, más allá de la casa de aposento de la corte (que podría usar
como sala privada), ni la prerrogativa de fundar una “academia oficial de esgrima”,
188
Ceballos-Escalera, Op. cit., pág. 104
189
Ibíd., pág. 101
190
Ibíd., pág. 86
81
hasta que se concedió este privilegio a don Pío de Cea en su nombramiento de 16 de
septiembre de 1814191.
191
AGP, caja 230, exp. 9.
192
Girona y Valle, Op. cit., pág. 11.
193
“Solo Madrid es Corte. SMCCMC-CM” http://iulce.es/, [revisado: 26-07-2012].
82
Millán y la bibliografía de Enrique de Leguina194, la lista de ocupantes del cargo de
maestro mayor y maestro de los pajes de las diferentes casas queda así:
194
Leguina, Op. cit., 1904.
195
Se supone que el maestro mayor lleva anejo el cargo de maestro de los pajes del rey, aunque ha de
confirmarse para todos los casos. No se sabe a ciencia cierta de cuando procede esta costumbre, ya que en
el nombramiento de Gómez Dorado no se hace mención al cargo de maestro de los pajes, aunque tal vez
por la procedencia aragonesa del personaje.
196
“Maestro de armas de los pajes de la casa de Borgoña, al menos entre 1588 y 1593. Ese año recibió
título de maestro y examinador de esgrima, que tuvo hasta su muerte en 1605 (reinado de Felipe III). Fue
maestro de armas del príncipe don Carlos, el emperador Rodolfo y los archiduques Ernesto y don Juan de
Austria. Sustituido por Juan de Morales, dado que el rey había concedido a Pablo de Paredes, el 10 de
julio de 1601, que pudiera pasar su plaza en Morales, maestro de armas.”,
http://iulce.es/verpersonaje.aspx?idio=1&id=3089, [revisado 2-08-2012].
83
Narváez Príncipe
197
Aunque Ceballos-Escalera indica que antes de Fulgencio de la Rosa detentó el cargo Rodríguez del
Canto, la bibliografía de Leguina cita una obra suya que hace referencia al año 1722. Posiblemente se
trate de un maestro de la época de Felipe V, o un hijo de ese Rodríguez del Canto.
84
A pesar de las grandes lagunas que constituyen los reinados de Carlos V, Felipe
II y Felipe V, de los maestros listados solo cuatro son tratadistas de esgrima de conocida
fama: Francisco Román, Pacheco de Narváez, Rodríguez del Canto y Manuel Antonio
de Brea. Aunque es probable que muchos de los otros maestros mayores fueran
tratadistas, y todavía no conocemos sus tratados o no han llegado hasta nosotros, el dato
resulta significativo. Personajes como Lorenz de Rada, Pérez de Mendoza o Tamariz no
aparecen en los listados a maestro mayor en el reinado de Felipe IV y su hijo, Carlos II.
Ya que ni Rada ni Cruzado y Peralta ni otros tratadistas de comienzos del siglo XVIII
firman como maestros mayores, hemos de creer que no obtuvieron el prestigioso título.
Y que, a pesar de los ingentes esfuerzos de la escuela de la verdadera destreza por
crearse un prestigio intelectual, y su elevado número de publicaciones y manuscritos,
estos esfuerzos no se vieron recompensados con el cargo que ostentara Pacheco de
Narváez. Pero esto era algo común, dentro y fuera de la escuela de la verdadera
destreza. A pesar de la progresiva implantación de la esgrima francesa en España,
autores como Perinat tampoco se incluyen en la lista (contemporáneo de Andrés de la
Herrán y Rodriguez del Cantó), y a finales del siglo XVIII tenemos, de hecho, la
sorpresa de que un tratadista que propugna la fusión de la escuela de la destreza con la
esgrima francesa para espadín, Brea, arrebata la maestría mayor al hijo de Diego de
Cea.
198
Jerónimo Gascón de Torquemada,. Gaceta y nuevas de la Corte de España desde 1600 en adelante,
Madrid, Real Academia Matritense, 1991, págs. 259-260.
85
enseñanza de los pajes. El cargo continuará hasta el siglo XVIII, al parecer, funcionando
como una especie de sistema sucesorio. Este es el caso de Domingo Ruiz, ya que su
padre, que obtiene el rango de teniente en 1628, sufre un accidente en 1635, delegando
en su hijo las funciones del cargo hasta su muerte en 1643. Cabe señalar que Francisco
Ruiz había sido previamente maestro de los pajes del príncipe Filiberto, con lo que
nuevamente se nos vuelve a señalar la maestría de pajes de otras casas como trampolín
en el cursus honorum hacia la maestría mayor. El propio Pacheco de Narváez había sido
maestro de los pajes del príncipe heredero antes de alcanzar la maestría mayor, y
recordemos que según su biografía, había sido sargento mayor en las islas Canarias.
86
príncipe o la de Borgoña. Es el caso de Juan de Morales, que recibió la maestría
de los pajes de la casa de Borgoña para sustituir a Pablo de Paredes.
Es por este motivo que la ruptura que ejemplifica el asunto de Pío de Cea
resultaba tan traumática. Al recibir la maestría de los caballeros pajes (o quedar
confirmada públicamente) pero no la maestría mayor, se rompía así el cursus honorum
imperante, ya que Pío de Cea había teniente de maestro mayor nombrado por su propio
padre. Asimismo, se quedaba sin los ingresos propios del cargo de maestro mayor. Por
este motivo, tras la muerte de Brea y la finalización de la Guerra de la Independencia, se
restablece la “normalidad”, nombrándole como maestro mayor y recuperando la
maestría de los pajes, que ostentaba su hijo Faustino en su ausencia.
199
Sobre la contribución del oficio militar al prestigio como esgrimista, cabe señalar que Francisco
Lorenz de Rada, tratadista de finales del siglo XVII y principios del XVIII, llegó a ser maestre de campo,
gobernador militar de Veracruz y teniente de capitán general, con una hoja de servicios muy curiosa.
87
2.3‐ Los entornos de práctica: la sala de armas, la plaza y la palestra
88
referente a las propias ilustraciones presentes en los tratados. Aunque la tratadística
española no es prolija en imágenes, otras obras derivadas del estilo, de las que ya hemos
hablado, como Regole di Molte de Frederico Ghisliero o Academie de L’espée de
Thibault presentan algunas muy interesantes. Las primeras, añadidas al texto por deseo
del propio Ghisliero que mandó dibujarlas a mano, reflejan una destreza de
inspiraciones carrancistas, en la que pretende clarificar mediante ángulos y dibujos
geométricos muy elaborados, junto a una gran sensación de plasticidad, el movimiento
descrito en sus páginas. A diferencia de los pasos y compases carrancistas, el sistema de
movimiento en la esgrima de Ghisliero parece radial, y no circular202.
Anglo nuevamente llama nuestra atención sobre el hecho de que los tratados de
esgrima europeos, anteriores al siglo XVIII, tratan de representar el movimiento con
sistemas de notación genuinos, buscando soluciones propias a un problema general.
Cada escuela y cada tratadista resuelve esta cuestión, la de la representación del
movimiento, de forma diferente. En el caso de los autores españoles, las pocas
ilustraciones presentes en las obras de Pacheco o Carranza parecen hacer más hincapié
en las matemáticas aplicadas al combate, el círculo pedagógico para explicar los pasos y
compases y la postura del cuerpo que en el propio desarrollo de la técnica. Aunque
autores posteriores de la escuela, como Miguel Pérez de Mendoza, Gaspar Agustín de
Lara, Etthenhard o Lorenz de Rada incluyen imágenes más elaboradas, estas parecen
centrarse en la cuestión de los ángulos, la postura del cuerpo o la mano, aunque en
algunos casos lleguen a presentar a los esgrimistas enfrentados entre sí203. Dado que
otras obras contemporáneas se hallaban profusamente ilustradas, hemos de creer que
esta fue una decisión consciente por parte de los propios tratadistas de la destreza, en la
conciencia de estar enseñando un sistema de combate universal basado en el
movimiento del cuerpo, que se comprendía a través de la geometría.
Thibault ofrece, sin embargo, una visión más interesante. Su obra, descrita por
Anglo como “un monumental fracaso204”, refleja en sus numerosísimas ilustraciones un
202
Anglo, Op. cit., 2001, págs. 68-72.
203
Ibíd., págs. 82-90
204
La historiografía anglosajona ha denostado desde los primeros análisis y aproximaciones en el siglo
XIX a la escuela de la verdadera destreza. Al estar Thibault basada en ella, y al no haber tenido aparente
relevancia en el desarrollo posterior de la escuela francesa, que triunfó en el siglo XVIII, el autor opina
que este tratado fue un gasto inútil.
89
sistema que guarda enormes semejanzas con la destreza que se practicaba en España, a
la cual Thibault conocía. Es interesante ver que, aunque combatiendo en el entorno
idealizado y barroco de una gigantesca sala de armas, las parejas de esgrimistas
representadas nos muestran en algunos casos secuencias de movimientos completos y,
mediante un sistema muy ingenioso, aplicando el círculo de los pasos y compases usado
en la destreza, nos explica tanto el movimiento de la mano como el de las piernas y el
cuerpo durante la ejecución de una determinada técnica. En este sentido, la obra de
Thibault resulta enormemente didáctica205 (ilustración 12).
(Ilustración 22) La parte inferior de la iluminación del folio 3r del Hausbuch, mostrando a los dos
esgrimistas practicando. Nótese la imagen de las parejas de armas tiradas en el suelo, y al maestro
empuñando la vara símbolo de su rango.
¿Cómo eran, entonces, las salas de armas? Varios grabados de finales del siglo
XV y comienzos del XVI pueden darnos una idea de qué elementos eran comunes en
una sala de armas temprana. En el Mittelalterliche Hausbuch von Schloss Wolfegg206,
manuscrito redactado en torno a 1480, una ilustración del folio 3r muestra a una serie de
“artistas” (ilustración 22). Realmente, incluye también personajes realizando
205
Anglo, Op.cit., 2001, págs. 75-82.
206
Traducido como “Libro de la casa de von Schloss Wolfegg”. “Los Hausbuch eran libros que
inicialmente se transmitían de padres a hijos en las familias nobles y que reunían escritos y notas sobre la
administración de sus propiedades o el arte de la guerra, aunque también oraciones y textos teológicos. En
el caso del Hausbuch de Wolfegg, el libro contiene también, entre otras cosas, mapas astronómicos,
ilustraciones de la vida y costumbres de los nobles, explicaciones detalladas de torneos, un amplio
recetario fármaco-alquimista y hasta la descripción de una casa de baños.”,
http://www.medievalum.com/index.php/tag/hausbuch-de-wolfegg/, [revisado 2-08-2012].
90
entrenamientos orientados a la práctica de las armas, quizá confundiendo las dos
prácticas englobadas dentro del concepto de “arte”. En la parte inferior de esta escena
podemos ver a un maestro de armas, caracterizado con una vara o bastón a dos manos
(uno de sus símbolos más recurrentes), observando como dos alumnos entrenan con
“espadas pluma”. A sus pies se encuentran dussacks, bastones y dagas de rodela, todas
ellas armas que se enseñaban en los fechtbuchër. Sobre ellos, una serie de parejas
realiza ejercicios gimnásticos, saltos y cabriolas. Uno de los artistas parece estar
echando “fuego por la boca”. La práctica de la esgrima aparece aquí reflejada como una
suerte de exhibición o entrenamiento para el deleite del señor, que mira desde un lado
de la iluminación.
(Ilustración 23) Detalle de la ilustración del folio 14r del mismo manuscrito. Se nos presenta
asociado un ejercicio para el desarrollo de la fuerza explosiva (lanzamiento de pesadas rocas) con la
práctica de las armas, aquí representada por dos parejas de luchadores a mano desnuda y con
bastón.
91
Otro testimonio relativamente cercano es una iluminación datada en torno a
1490207, que muestra a un grupo de personas ejercitándose al aire libre (ilustración 24).
En ella, vemos a una pareja de esgrimistas con espada y broquel, luchadores a mano
desnuda y con bastón, bajo la mirada de un hombre que porta una maza.
Significativamente, se puede apreciar que varios de los presentes están realizando
ejercicios para aumentar su fuerza, destreza y coordinación, como un hombre que trata
de mantener el equilibrio haciendo el pino sobre una mesa.
207
La iluminación está presente en un artículo checo sobre las espadas pluma, pero no se da una
referencia exacta de su procedencia: http://gesellschaft-lichtenawers.eu/tsc/en/knowledge-base/fencig/70-
sermiari-a-ich-zbrane.html, [revisado: 02-08-2012].
92
dussack, o quizá messer208 y junto a ellos dos extraños guantes, de cuero o piel, con
solo tres dedos. Quizá se trataba de un recurso pedagógico para aprender mejor los
agarres, obligándose a tomar el arma de una determinada manera. Como vemos, en esta
xilografía se introduce un elemento que se mencionaba en el nombramiento de Gómez
Dorado, 30 años antes: el “guante de defensión”.
(Ilustración 25) Representación de una sala de armas en Des Weisskunig. Los esgrimistas pelean
bajo la mirada del maestro, dispuesto a “meter la vara” para separarles. Empuñan espadas de
mano y media. En el suelo, podemos ver guantes o manoplas de cuero, dussacks o messer, bastones a
dos manos y espadas a una mano.
Podemos inferir de esta manera que durante una primera etapa la sala de armas
no era un espacio físico, sino simplemente el lugar donde se practicaba, que podía ser al
aire libre, o bajo techado. No obstante, conviene precisar que los autores de los siglos
208
Messer significa literalmente “cuchillo”. Designaba a un arma del tipo espada corta, de un solo filo y
guarnición muy sencilla.
93
XVII y XVIII nos hablan de la existencia de dos lugares fundamentales para la práctica
de las armas. Por un lado la sala de armas, que parece tener un carácter privado. Y por
otro, las plazas y palestras, con un carácter público209. La palestra era el entorno que,
desde la Edad Antigua, estaba reservado para los ejercicios deportivos así como para
otros usos puntuales (como ejecuciones). Las palestras parecen ser un elemento todavía
presente en las plazas de las ciudades de la Edad Moderna, pues se hace referencia a
ellas con frecuencia. Josefa Leva Cuevas nos indica en su artículo sobre la plaza de la
Corredera que a los maestros de armas, cuando recibían el cargo, se les permitía enseñar
en un lugar determinado, fuera una plaza o una sala de armas210. En la introducción de
la obra de Luis Díaz de Viedma, se cita explícitamente que, para formarse, el maestro
acudió a las plazas a “ver tirar a los vulgares”, antes de crear su propia escuela211.
209
En el nombramiento de Pío de Zea como teniente de maestro mayor, fechado en 1788 se lee: “debo
prometerme que la Destreza de las armas tomará nuevo fomento, viendo que se trata con honor y
decencia de que en Escuelas particulares o Palestras públicas […] se observe que no concurra persona
alguna de las que refuta las ordenanzas establecidas por los Señores Reyes Católicos”. Ceballos-Escalera,
Op. cit., pág. 104.
210
Levas Cuevas, 2007, pág. 119
211
Es curiosa la asociación, para el siglo XVII, de la esgrima practicada en la plaza con la escuela de la
destreza vulgar. Debemos suponer entonces que la verdadera destreza pretendía ser una escuela más
elitista, que desarrollaba su práctica en salas privadas. Díaz de Viedma, Luis. Método de enseñanza de
maestros en la ciencia filosófica de la verdadera destreza matemática de las armas, 1638
94
El término parece confuso. Al parecer se usa la voz palestra, en latín, para
designar a las salas de armas. Así ocurre en una ilustración del año 1600 relativa a una
sala de armas en la Universidad de Tüblingen212 (ilustración 26). En ella nuevamente
podemos ver a parejas de luchadores empuñando dussack (esta vez de madera), espadas
pluma de mano y media, espadas roperas con daga de mano izquierda y bastones a dos
manos bajo la atenta mirada del maestro con su bastón. Por el suelo, bastones, martillos
de lucerna y dagas.
El uso del término palestra para designar a la sala de armas puede llamar la
atención acerca del hecho de que, quizá en un primer momento lo común fueran las
salas al aire libre o en el entorno de la palestra. Si leemos cuidadosamente el
nombramiento de Gómez Dorado, al que ya hemos aludido, se imponen penas a quien
ose “poner juegos en la calle” sin permiso del maestro mayor, al que se nombra como
“maestro del arte de palestrina”. Es significativo que, en una provisión real, se emplee
este término: maestro en el arte de la palestra. Muy posiblemente, se asociara
indefectiblemente la palestra con la sala de armas, siendo esta de hecho su antecesora.
¿Cómo era, pues, una palestra? El diccionario de la Real Academia acoge una
definición muy escueta y generalista: el lugar donde se lidiaba o luchaba. Quizá no
había una diferencia real en el espacio físico con el de la plaza donde se practicaba
esgrima, pero varios testimonios gráficos del Sacro Imperio nos aportan datos
interesantes. Un grabado de 1623 nos muestra una palestra en Nüremberg, propiedad de
la sala de armas de la hermandad Klopffechter213 (ilustración 27). Los esgrimistas están
practicando bajo la atención de los maestros, dentro de unas paredes de madera, o una
especie de palco, donde el público les observa. La palestra representada se encuentra en
una plaza, desde cuyos balcones la gente también observa a las parejas de esgrimistas
que tiran usando diferentes armas de la escuela alemana.
212
Johann Christoph Neyfer y Ludwig Ditzinger, Illustrisimi Wittembergici ducalis novi colegii quod
Tublingae quam situm quam studia exercita accurate delineatio, c.1600.
213
Un análisis de la imagen se encuentra en: http://fechtschule.wordpress.com/2010/05/28/the-
quintessential-fechtschule-location-the-heilsbrunner-hof-in-1623/#more-49, [revisado: 03-08-2012]
95
1750214 (ilustración 28), vemos una suerte de valla de madera que separa a los
espectadores de los esgrimistas. En la segunda, de 1726, podemos ver una escena
similar: los espectadores se encuentran tras una valla a ras de suelo (ilustración 29).
Quizá es por eso que se acuñó la expresión castellana “saltar a la palestra”.
(Ilustración 27) Grabado de 1623 representando una palestra en Nüremberg. Podemos ver que el
ejercicio de la esgrima tenía un carácter público, ya que los esgrimistas practican bajo la mirada
del público, a pie de palestra o desde las balconadas cercanas.
214
Se encuentra reseñada en este artículo: http://www.hroarr.com/a-call-to-arms/, [revisado: 03-08-2012]
96
(Ilustración 28) Representación de una palestra alemana del siglo XVIII.
97
(Ilustración 30) Sala de armas en una plaza. Xilografía de la Cosmographia de Sebastian Münster.
Un grabado muy interesante del gran artista Franz Hogemberg, de 1585, muestra
una exhibición215 o torneo de una sala de armas en la plaza Fürstenhof 216 de Düsseldorf
(ilustración 31). Se introduce, como en otros casos, el elemento musical, tal vez un
reclamo para atraer al público. En la plaza no se aprecian barreras físicas entre los
espectadores y los esgrimistas. Un poema acompaña al grabado:
En el Fürstenhof en la plaza
98
Pertenece a la tropa de un color determinado
(Ilustración 31) Grabado de Franz Hogemberg mostrando una exhibición de esgrima en la plaza
Fürstenhof de Düsseldorf, 1585.
Palestra, sala de armas y plaza parecen la misma cosa. O más bien, palestra
puede servir para designar tanto a la sala de armas como a la plaza, aunque
originariamente, y para mayor concreción, designara al lugar acotado en la plaza tras la
valla en la que se situaban los espectadores. Pero, al parecer, las salas de armas bajo
217
Original en alemán. La traducción es libre a partir de una traducción inglesa en este artículo:
http://talhoffer.wordpress.com/2011/06/08/1585-fechtschule-in-dusseldorf-at-the-julicher-hochzeit/,
[revisado: 03-08-2012].
99
techado tomaron cada vez mayor importancia en la práctica de la esgrima,
desapareciendo la práctica en palestras y plazas durante el siglo XVIII218.
Una de las representaciones más realistas de una sala de esgrima del siglo XVII
es un grabado de W. Swanenburg que nos muestra una sala de armas de Leiden en
1610219 (ilustración 32). Esta representación contiene una curiosa mezcla entre
ejercicios de equitación, armas de fuego y esgrima en el marco de un lugar ahora
llamado “academia”, de techo alto. En este “gimnasio” se encuentra a los pies de un
abanderado (junto al maestro de armas y su vara) un círculo parecido al usado por la
escuela española de la verdadera destreza para enseñar pasos y compases. Aunque se ha
querido identificar este círculo con el de Thibault y afirmar que se trataba de su sala de
armas, esto parece incorrecto. Más bien se trata de un círculo diferente, aunque
posiblemente tuviera inspiración en las enseñanzas de este maestro220. Otra prueba más
de la aparente extensión de la escuela de la verdadera destreza, o al menos, de sus
principios generales, incluso entre los enemigos de la propia monarquía. Aparte de la
unión de varias actividades de tipo marcial o militar (entrenamiento con mosquetes), la
imagen muestra unos elementos curiosos, que pueden pasar desapercibidos a simple
vista: en la pared, están colgadas una serie de espadas con la punta abotonada, y aunque
abundan las roperas, también están presentes los dussack y las espadas pluma de mano y
media. Además, hay una serie de alumnos o espectadores sentados en un banco pegado
a la pared.
Las representaciones del siglo XVIII nos muestran una sala de esgrima que va
conformándose como espacio específico para la práctica de este arte, que poco a poco
irá convirtiéndose en deporte o práctica “de sala”, al mismo tiempo que afecta a la
instrucción militar mediante su propia tratadística. En un grabado de la portada de la
obra de 1713 de Johann Andreas Schmidt Gründlich lehrende Fechtschule, podemos
ver con detalle la sala de armas de este maestro de Nüremberg221 (ilustración 33). Esta
218
Esta idea es compartida por varios investigadores de las fechtschule imperiales. De entre estas obras
destaca: Christoph J. Amberger, The secret history of the sword, Multi-Media books, 1999.
219
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 15.
220
Mathew Howden, Comparison of Thibault's circle and the Leiden circle,
http://matthewhowden.wordpress.com/comparison-of-thibaults-circle-and-the-leidencircle/, [Revisado: 9-
08-2012].
221
Anglo, Op. cit., 2001, pág. 16.
100
se nos presenta como un espacio grande, sencillo, de suelo liso y despejado. Aparte de
los esgrimistas, que tiran con floretes o espadines abotonados, hay luchadores cuerpo a
cuerpo, y alguien se ejercita en un potro de madera. En la pared de la derecha, podemos
ver igualmente colgadas las armas de entrenamiento abotonadas.
101
102
(1787) que representa la sala de armas de Henry Angelo donde se encuentra tirando en
primer plano el, afamado en su época, caballero de St. George (ilustración 35). La
imagen resulta de una claridad significativa. Si atendemos a la escena, vemos que ante
un público formado por curiosos y esgrimistas, combaten dos hombres con floretes
abotonados. En las paredes hay colgadas armas de práctica, un retrato (posiblemente del
maestro fundador de la sala, el tratadista Domenico Angelo), dibujos, grabados, lo que
parecen protecciones adicionales para cubrir el brazo y como símbolo de la tradición en
una sala de armas inglesa, dos singlestick224. A los pies del esgrimista que se abrocha las
zapatillas hay tirada una máscara, antecesora de la careta de esgrima, y un guante.
224
Los singlestick eran varas de madera con una guarnición simple del mismo material, o mimbre, que se
usaban para entrenar la backsword, la espada o sable de un solo filo, con pequeño contrafilo, y guarnición
que cubría toda la mano a modo de jaula. Este tipo de arma se asociaba a los highlander escoceses durante
las guerras jacobitas, y posteriormente sería ceñida por las unidades del ejército británico formadas por
escoceses.
103
Rowlandson: chaquetillas y plastrones, guantes y máscaras, que posteriormente se
convertirán en las caretas de rejilla de acero aún hoy utilizadas en los clubs de esgrima.
El potro, como elemento presente para realizar ejercicios gimnásticos de flexibilidad y
coordinación, aún seguía presente en salas de armas alemanas en 1796225.
2.4‐ La práctica de la esgrima dentro y fuera de una sala de armas
104
en los pasos, se usen zapatillas que contengan plomo entre ambas suelas, para que al
cabo de unos días los movimientos les resulten fluidos y ligeros a los alumnos al
quitárselas.
228
Ibíd., fol. 31v.
229
Pacheco de Narváez, Op. cit., 1600, fols. 31v-32r.
230
Ceballos-Escalera, Op. cit., pág. 96.
231
Patri J. Pugliese, Practice for the duel, The Raymond J.Lord collection of historical combat treatises
and fencing manuals, 2007, http://www.umass.edu/renaissance/lord/pdfs/Practice.pdf, [revisado: 04-08-
2012].
232
En el combate de don Cleofás del tranco sexto de “El Diablo Cojuelo”, este da a su oponente “con la
zapatilla un golpe de pechos”. Vélez de Guevara, Op. cit., pág. 94.
105
ejemplares de estas armas parecen conservarse en el Victoria&Albert museum,
incluyendo roperas y dagas de mano izquierda233. Para diferenciar estas espadas de las
afiladas, las segundas se llamaban simplemente “espadas blancas” o “espadas”. La
distinción venía motivada por el acabado de las espadas. Al parecer, las negras eran de
hierro, y su color negro devenía de que tras forjarlas no se las acicalaba o amolaba, lo
que si se hacía con las “blancas”234. En un percance ocurrido en la calle del León, en el
Madrid de 1628, un sastre que estaba tirando en la casa y sala de armas de un maestro
de armas, terminó saliendo a la calle con los hermanos Ibarra, a uno de los cuales había
lesionado en la mano tirando violentamente en los entrenamientos. Al salir a la calle,
sacaron “las espadas que traían” (las blancas) y se dieron de estocadas hasta que el
sastre resultó muerto235.
106
hemos señalado, no diferenciaba en exceso el uso de un arma de una mano de la de
dos237. Lo que sí parece a ciencia cierta es que, al menos para finales del siglo XVI y
principios del XVII, la época de Carranza y Pacheco, los españoles habían abandonado
la esgrima con armas a dos manos, a excepción del montante (considerando que este era
el símbolo del maestro). Sobre el montante, es importante precisar que se conservan
varios ejemplares en la Real Armería, uno perteneciente a Diego García de Paredes238,
capitán de Gonzalo Fernández de Córdoba en las guerras de Italia, de quien las crónicas
señalan que utilizaba este tipo de arma debido a complexión extraordinariamente
robusta239. También a comienzos del siglo XVI se tiene constancia mediante las
crónicas de los conquistadores que acompañaron a Hernán Cortés, que Pánfilo de
Narváez, al mando de las tropas enviadas por el gobernador de la isla de Cuba para
apresar al de Medellín, portaba un montante durante la defensa del templo mayor de
Zempoala, donde él y varios de sus hombres plantearon una última defensa ante el
ataque de los hombres de Cortés, siendo finalmente capturado240. San Pablo, en una
pintura de El Greco datada entre 1610 y 1614 que se conserva en el Museo del Prado,
sostiene un montante entre sus manos241. Otra pieza regalada por el Papa Pío V a Don
Juan de Austria se conserva en el Museo de la Armada242.
Además de símbolo del maestro, como lo era la vara en las ilustraciones del
Sacro Imperio que hemos analizado, el montante se utilizaba de modo práctico en la
sala. Al igual que la vara, se decía cuando el maestro quería detener un combate “metía
el montante”, y además se servía de su aspecto imponente para “abrir la rueda” en las
237
Anglo, Op.cit., 2001, págs. 132-34
238
Real Armería de Madrid, Pieza 35.367.
239
Prisco Hernández Ríos, “Los duelos de Diego García de Paredes: motivos, rituales y práctica de armas
en el combate personal cuerpo a cuerpo a fines de la edad media”, Revista de historia militar, 109 (2011),
págs. 81-112.
240
Pablo, Martín Gómez, Hombres y armas en la conquista de México, Almena ediciones, 2001.
241
Manuel Jesús Ruíz Moreno, El montante de San Pablo (El Greco), Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte, Museo de El Greco, http://museodelgreco.mcu.es/web/docs/dsanpablo.pdf, [revisado: 04-08-
2012].
242
http://www.armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/multimedia_visitas/09_visita_vi
rtual--
01_museo_naval_es?_imageNodeID=126239&_imageNodeNumber=22&_imagePageNumber=1&_page
Action=changeImage, [revisado: 04-08-2012]
107
exhibiciones, apartando a los curiosos que se acercaban demasiado243. Sobre la vara, los
maestros ibéricos parecían emplearla también. El tratado de Diogo Gomes de
Figueyredo, diestro carrancista y maestro de armas portugués, Oplosophia e Verdadeira
Destreza das Armas publicado en 1628244, incluye una descripción del bastón que
manejan los maestros para separar a los alumnos, de una altura de 8 palmos y seis pies
(la longitud del brazo y la espada estiradas) y que se maneja separando las espadas con
un movimiento ascendente o descendente, dando además reglas y descripción de tretas
para su uso. Figueyredo considera, además, que es lícito separar las espadas de los
alumnos con una espada negra, pero desaconseja el uso de un montante o alabarda para
tal fin.
(Ilustración 36) El príncipe Baltasar Carlos en la ilustración del tratado de Miguel Pérez de
Mendoza.
108
empleo en esta época de espadas negras con un botón en la punta. Se trata de una
ilustración de portada del tratado de Miguel Pérez de Mendoza, conocido como Treinta
y ocho asserciones245. En ella vemos una representación del Infante Baltasar Carlos que
de forma anacrónica viste a la moda de la época del “hechizado” (ilustración 36). El
joven se nos presenta con coraza, espada al cinto y bengala de mando. Bajo él, las armas
en las que el maestro Pérez de Mendoza le enseñó o puede enseñar: el montante, el
mangual, la daga, el broquel y la rodela (para tirar en conjunción con la espada) y dos
espadas roperas con guarnición de taza. Como puede apreciarse, tanto las dagas como
las roperas aparecen con un botón en la punta.
Como ya hemos señalado en el capítulo anterior, a raíz del análisis del cuadro de
Thomas Rowlandson, es en esta época cuando comienzan a normalizarse las
protecciones en las salas de esgrima. Domenico Angelo, que se encargó de redactar la
entrada relativa a la esgrima en la Enciclopedia de Diderot y d’Alambert, incluye una
ilustración relativa a las protecciones utilizadas en las salas de finales del siglo XVIII.
En ella podemos ver la antecesora de la careta de esgrima, la máscara, además del uso
de un guante grueso, un plastrón o coleto que se ponía sobre la ropa, unas zapatillas
245
Miguel Pérez de Mendoza y Quijada, Resumen de la verdadera destreza de las armas en treinta y
ocho aserciones, Madrid, 1675.
246
Francisco José de Goya y Lucientes, Portrait of Francisco Sabatini, 1775-1779. Oil on canvas.
Meadows Museum, SMU, Dallas. Algur H. Meadows Collection, MM.67.03.
109
especiales y las armas de entrenamiento en su sala: un florete abotonado y un
singlestick247.
Sobre las protecciones corporales anteriores, aparte del mentado “birrete fuerte”
y el “guante de defensión”, Patri Pugliese nos habla de unos jubones acolchados
conservados en Royal Scottish Museum de Edimburgo, que Janet Arnold estudió en un
artículo de 1979, identificándolos como propios de los esgrimistas de comienzos del
siglo XVII248, y que según Pugliese revisten un gran parecido con unas ilustraciones del
tratado de Michael Hundt de 1611 Ein new Kůnstliches Fechtbuch im Rappier249.
247
Domenico Angelo, “Escrime”, 1765, figuras 48-53, en Diderot, Denis y d’Alambert, Jean.
L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, 1751-1772
248
Janet Arnold, Two Early Seventeenth Century Fencing Doublets, Waffen- und Kostümkkunde,
Jahrgang, 1979, pág. 120.
249
Pugliese, Op. cit., 2006, pág. 5
250
Christopher van Slambrouck, The Life and Work of Joachim Meyer, Meyer Frei Fechter Guild,
http://freifechter.com/joachim_meyer.cfm, [revisado: 05-08-2012].
110
tipo de exhibiciones se realizaban también en Castilla. En este caso, cita la plaza de la
Corredera de Córdoba, donde estaban desarrollándose unos “juegos de esgrima”, que en
opinión del autor se ponen en la plaza precediendo a las fiestas. En la descripción del
combate, Vélez de Guevara demuestra que conoce la terminología de la verdadera
destreza, y elogia de hecho a Carranza y Pacheco. En esta exhibición, al parecer, los
espectadores podían participar. Así lo hace Cleofás cuando uno de los esgrimistas, un
mozo de Montilla, dejó la espada negra y él la recogió con resolución, levantándola,
dando luego una capa y una espada a su compañero (Cojuelo) para tirar con armas
dobles. Aparece entonces el maestro separando a los curiosos con el montante, y
comienza el combate que es descrito en terminología de la verdadera destreza, y en el
que sarcásticamente el autor dice que se empleaban espadas “mulatas”, hemos de
entender que mezcla de blanca y negra, conservando cierto riesgo el usarlas y, de esta
manera, quizá atrayendo a más público.
251
Vélez de Guevara, Op.cit., págs. 94-95.
111
Aunque mordaz y muy cómica, la referencia resulta reveladora en los detalles.
Por las tretas descritas, el combate pareció violento, abundando en él los golpes fuertes
y los agarres (la treta del brazal). También se ve el papel del maestro, tratando de poner
paz, y utilizando para ello el montante de forma disuasoria. Al final, los triunfadores,
Cleofás y el Cojuelo, se “suben al tablado” para saludar al público252. Esta referencia,
tan aparentemente extraña, se entiende ahora mejor. Se trataba de un combate de
exhibición, organizado por una sala de armas, donde se permitía tirar a los espectadores,
y donde a pesar de las apariencias el mayor reclamo para el público era la violencia que
los combatientes desarrollaban, aunque en este caso, por elogio del autor a la escuela de
la verdadera destreza, es Cleofás, que tiene “revelaciones de Carranza253”, el que
prevalece aún sobre la fuerza bruta.
252
Lo cual implica que estaban esgrimiendo dentro de una palestra. Esto se cita explícitamente al decir
que Cleofás “puso bizarramente sus plantas en la palestra”. Ibíd., pág. 93.
253
Ibíd., pág. 94.
254
Luis Cabrera de Córdoba, Historia de Felipe II, rey de España, 1619. (Edic. 1998, pág. 210).
112
3 Aspectos sociales sobre el uso de la espada
3.1‐ El marco legislativo
A finales de la Edad Media, quedaba claro que un noble podía y debía portar
espada. Así queda reflejado en la Partida II, título XXI, ley IV del rey Alfonso X. Aquí,
se atribuye a la espada ser el símbolo del caballero y se la dota de excelsas virtudes
como la fortaleza, la cordura o la justicia256: “E por todas estas razones, establecieron
los antiguos, que la traxiesen siempre consigo los nobles defensores […] e con otra
arma non, por que siempre les viniesse emiente destas quatro virtudes, que deven haber
en si”.
Pero, ¿Quién más podía portar una espada? Las ordenanzas municipales y las
disposiciones del siglo XV resultaban contradictorias, ya que casi cada ciudad poseía
una legislación diferente, penando en la mayoría de los casos el “sacar las armas”, o
herir con ellas a alguien, con pocas excepciones257. A pesar de ello, las espadas parecían
ser relativamente comunes, toda vez que vemos que quedan reflejadas en causas
255
Martínez del Peral Fortón, Rafael, Las armas blancas en España e Indias: ordenamiento jurídico,
Madrid, Mapfre, 1992.
256
Ibíd., pág. 67.
257
Ibíd., págs. 51-60.
113
judiciales de finales del siglo XV, principios del XVI258. Sobre esta confusión, se
pronunciaría Carlos I en 1523:
“sobre el traer de las armas, i quitarlas, ai debates con las Justicias, i Alguaciles
[…] por quitar esto: mandamos que cada uno… pueda traer una espada, i un
puñal, excepto los nuevamente convertidos del reino de Granada; con tanto que
los que así las truxeren, no puedan traer acompañamiento de armas de dos, ò tres
personas, ni trayan las dichas armas en las mancebías, i que en la Corte no traya
armas hombres de pie, ni mozos de espuela”259.
258
Ricardo Córdoba de la Llave, “El homicidio en Andalucía a fines de la Edad Media. Segunda parte:
documentos”, en Clío & Crímen: Revista del Centro de Historia del Crimen de Durango, 2 (2005), págs.
505-707.
259
Martínez del Peral, Op. cit., pág. 88.
260
Antonio Jiménez Estrella, Poder, ejército y gobierno en el siglo XVI. La Capitanía General del reino
de Granada y sus agentes, Universidad de Granada, Granada, 2004, págs. 152-154.
261
Como por ejemplo, una notificación de los reyes, avisando a las autoridades de Burgos, Medina del
Campo y Valladolid de permitir llevar armas a un vecino burgalés y a dos hombres que le acompañaban,
por las enemistades que habían surgido en su oficio de alguacil de la corte. AGS, Registro General del
sello, febrero 1494, fol. 138.
262
Martínez del Peral, Op. cit., pág. 50.
263
Ceballos-Escalera, Op. cit., pág. 97.
114
En general, los Austrias van a permitir la tenencia de espadas y dagas (siempre
que estas vayan juntas), pero van a penar las desviaciones de la norma. Felipe II en 1557
vuelve a permitir la tenencia y porte de “espada y puñal o daga”, prohibiendo no
obstante que se llevaran las “armas dobladas” (por ejemplo, llevar dos espadas o dos
dagas). Felipe III también se pronuncia contra las “armas dobladas”, pero “que puede
traer una espada y un puñal, con tanto que no le traygan en la mancebía, ni otros lugares
prohibidos264”. No obstante, las prohibiciones y recortes en cuanto a armas blancas
cortas serán sucesivas, dejando no obstante la ventana abierta al uso de espada y daga.
Eso parece responder tanto a la costumbre de utilizar una daga de mano izquierda
diseñada específicamente para esgrimir junto a la espada, como al hecho de que se
considerara más seguro el portar espada, ya que ésta no podía desenvainarse con
facilidad o de modo oculto, poniendo sobre aviso al que iba a ser atacado. Esta razón tan
prosaica fue una de las causas, al menos en teoría, que esgrimió el marqués de
Esquilache antes de que se promulgara la ley que desataría la revuelta madrileña, y
debemos entender que se trataba casi de una obsesión legislativa: prohibir el uso de
armas cortas que quedaran ocultas por el embozo de la capa, y con las que se podía
asesinar con rapidez y discreción.
264
Martínez del Peral, Op. cit., pág. 88.
265
El objeto de estas desviaciones no era otro que el poder atacar con facilidad. A tal efecto se menciona
en otras normas las “vainas de muelles” y “sin cerrar”. De este modo se podían desenvainar con facilidad.
La contera, o remate metálico de la vaina, muchas veces de cuero, impedía que la afilada punta rompiera
115
Tan importante como las propias armas era la intención de utilizarlas. Así, se
condenó severamente a lo largo de los siglos XVI y XVII quien echaba mano a la
espada o la desenvainaba con actitud amenazadora. En cuanto a la intención de utilizarla
con malos fines, la noche, por su ausencia de alumbrado, era una hora especialmente
propicia para el asesinato. Desde el reinado de los Reyes Católicos, vemos leyes
municipales recurrentes y extendidas que impiden portar armas después del toque de
queda que señalaba la llegada de la noche. Esta prohibición parece común a los reinos
de Castilla y Aragón, y contemplaba pocas excepciones, como los soldados o los
trabajadores que madrugaban, o la gente que se desplazaba de un punto a otro utilizando
un fanal para alumbrarse y darse a conocer266. Los que incumplían estas normas se
exponían a perder las armas, que eran requisadas por los oficiales de justicia.
116
guerra, la tenencia de armas por parte de extranjeros de la nación con que la que se
estaba luchando, como fue el caso de los franceses en Valencia por orden del duque de
San Lúcar (1667)270.
117
corte y punta… Espadas, Sabres, Bayonetas, Puñales…” y añade como excepción a
“todos aquellos que gozan de la Nobleza… los cuales podrán usar, y llevar consigo
espada solamente273”.
(Ilustración 38) Portada de una Real Cédula publicada en 1791 en la que se exceptuaba de las
prohibiciones de la cédula de 26 de abril de 1761 a los empleados de diligencias que formaran parte
de las fuerzas destinadas a perseguir a contrabandistas y malhechores.
273
Martínez del Peral, Op. cit., pág. 188.
274
Real cedula de S.M. y señores del Consejo en que se declaran exceptuados de la Real Pragmática de
26 de abril de 1761 los empleados en las diligencias concernientes al real servicio, que lleven cuchillos
con licencia por escrito de los gefes de la tropa destinada á perserguir contravandistas y malhechores ,
con lo demas que se expresa. En la Imprenta de la viuda de Marin, 1791.
118
esta especie275”. No obstante, parecía que las espadas se resistían a abandonar el
atuendo del viandante, o, al menos, así sucedía en Cuba, donde por pragmática de 1842:
“se permite a las personas blancas portar espada de marca en vaina cerrada y bien
acondicionada, con la precisa calidad de que yendo á pie la lleven ceñida276”.
3.2‐ El espectro social de la espada
Como hemos visto, la legislación permitía, en una especie de “vacío legal implícito”,
que un amplio sector de la sociedad castellana estuviera facultado a portar espadas, a
pesar de las excepciones (periodos del día como la noche, o no poder entrar con ella en
lugares como mancebías, garitos de juego o salas de justicia). Pero la pregunta que
inmediatamente se suscita es: ¿Podían todos los sectores sociales portar espadas?
Como hemos señalado, la nobleza, por privilegio de la ley de las siete partidas,
podía portar armas, y se consideraba este un derecho de tradición inmemorial. Esta era
la razón por la que en la Cataluña de la Guerra de Sucesión se restableciera con
prontitud este privilegio. El mantenimiento de una imagen de “nobleza guerrera” ha
sido bien estudiado, y parece responder a la necesidad del estamento nobiliario por
confirmar lo que consideraba como la fuente de su poder y prestigio social que procedía
de la concepción medieval de pertenecer a la casta de los bellatores277. Esta necesidad,
junto al aura de prestigio social que comportaba (y en muchos casos, el ennoblecimiento
implícito para aquellos que aspiraban a entrar en el estamento), llevó a la nobleza a
copar desde un primer momento los puestos de la oficialidad militar, aunque significara
“comprarlos” mediante mecanismos soterrados de venalidad (que implicaban suplencias
de hoja de servicios). También se volvió frecuente a lo largo del siglo XVII el ocupar
275
Martínez del Peral, Op. cit., pág. 199.
276
Ibíd., pág. 212.
277
Un muy buen estudio sobre el ideario de la nobleza se encuentra en la tésis doctoral de José Antonio
Guillén Berrendero: Los mecanismos del honor y la nobleza en Castilla y Portugal, 1556-1621,
presentada en la Universidad Complutense de Madrid en 2009.
119
puestos militares de modo “honorífico”, nombrando a un teniente que ocupaba
realmente el cargo, y al cual se le proporcionaba un salario278.
(Ilustración 39) En este retrato nobiliario de finales del siglo XVI o comienzos del XVII, padre e
hijo posan orgullosamente mostrando sus espadas279.
278
Estas ideas se demuestran, entre otros artículos, en: Antonio Jiménez Estrella y Francisco Andújar
Castillo (eds.), Los nervios de la guerra. Estudios sociales sobre el Ejército de la Monarquía Hispánica
(siglos XVI-XVIII): nuevas perspectivas, Granada, Editorial Comares, 2007.
279
Antón Pizarro, Retrato de caballero con su hijo, Madrid, colección particular, c.1600.
280
Antonio Jiménez Estrella, “El precio de las almenas: ventas de alcaidías de fortalezas reales en época
de los Austrias”, Revista de Historia Moderna, 22 (2004), págs. 143-172.
120
portada por casi todos los soldados de infantería, excluyéndose obviamente unidades
como los gastadores al entorpecer su trabajo281.
121
esta manera, todos, o casi todos los grupos sociales, podían de una manera u otra burlar
las prohibiciones y sumarse a un panorama social donde abundaron las espadas, al
menos durante los siglos XVI y XVII.
Sobre su utilidad, basta asomarse a los pleitos y causas judiciales abiertas con
motivo de asesinatos, amenazas o heridas producidas por espadas y armas blancas para
comprobar que con frecuencia se hacía uso de estas armas. Mikel Berraondo Piudo, en
un estudio de la violencia en la Pamplona de la Edad Moderna, indica que en los siglos
XVI y XVII, alrededor del 60% de los homicidios cometidos se hicieron con espada o
arma blanca. Este hecho, es justificado tanto por la “moda” existente en cuanto a portar
estos elementos en el atuendo del viandante, como de que se esperaba “que todo el
mundo pudiera defender el orden público colaborando con las instituciones del reino,
aunque esto diese lugar a abusos285”. Sin duda, muchos autores han calificado la
sociedad española de la Edad Moderna como conflictiva, y parece que eran frecuentes
muchas formas de violencia, desde el homicidio a la violencia verbal. Mantecón
Movellán en otro estudio que se pregunta sobre el descenso de la violencia interpersonal
a finales de la Edad Moderna, nos indica que a finales del siglo XVII y comienzos del
siglo XVIII se inaugura la tendencia del descenso del homicidio y la agresión, aunque
aumentando las causas judiciales con respecto a la violencia verbal286. No obstante, el
propio Mantecón afirma que para comienzos del siglo XIX, las causas sobre insultos y
violencia verbal comenzaban a afectar solo a dos individuos, y no a dos partes o grupos,
lo que parece responder a la disolución progresiva del ideario del honor y la honra287.
285
Mikel Berraondo Piudo, “La violencia interpersonal en una ciudad fronteriza: el caso de Pamplona
(1500-1700)”, Manuscrits, nº28 (2010), pág. 214.
286
Tomás Antonio Mantecón Movellán, “Did interpersonal violence decline in the Spanish Old
Regime?”, Memoria y civilización, nº2 (1999), págs. 117-140.
287
Ibíd., pág. 122
122
cuando le conviene, y en otras ocasiones, los obvia en aras de la reconciliación y el
acuerdo entre ambas partes, sea este forzado o de motu propio288. Este tipo de violencia,
al contrario del duelo aristocrático (que ahora estudiaremos), era de naturaleza más
flexible, y no parecía afectada por un código estricto. Es lo que Mantecón Movellán ha
calificado como “lances de cuchilladas289”, y que analizaremos en este mismo trabajo.
En vista de estos trabajos, cabe dar un nuevo enfoque, o preguntarse por una
cuestión fundamental. ¿Respondía la generalización de tenencia de armas,
concretamente espadas, durante los siglos XVI y XVII a un aumento de la inseguridad
en los centros urbanos de la Península? Y, ¿hasta que punto sería causante la propia
abundancia de armas blancas en las calles de esta inseguridad? La respuesta hay que
encontrarla en trabajos y equipos de trabajo especializados en la violencia interpersonal
en la Edad Moderna, como la revista Clío & Crimen290 o la obra colectiva Furor et
rabies291, que tienden a separar de la tradicional visión de la honra, el insulto y el duelo
otras formas de violencia, verbal, física o social, que permean y afectan a todos los
estamentos. Pascal Brioist aporta una teoría interesante para el aumento de la tenencia
de espadas en el ámbito civil durante el siglo XVI. En su obra, Croiser le fer, aporta una
serie de ideas clave acerca de este triunfo de la espada civil292:
288
Taylor, Scott K, Honor and violence in golden age Spain, New Haven, Yale University Press, 2008,
págs. 9-16.
289
Mantecón Novellán, Op. cit., 2004.
290
Clío & Crímen: Revista del Centro de Historia del Crimen de Durango.
291
Jose Ignacio Fortea Pérez; Juan Eloy Gelabert González y Tomás Antonio Mantecón Movellán
(coords.). Furor et rabies : violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna, Universidad de
Cantabria, 2002.
292
Brioist, Drevillón y Serna, Op. cit., págs. 44-49.
123
4. Muy especialmente, una crisis social generalizada en la década de 1520-1530,
con un gran número de revueltas como las Comunidades (1520-1522), las
Germanías (1519-1523) o la Guerra de los Campesinos Alemanes (1524-1525).
124
sobre la tenencia de las armas o la persecución del duelo como una justicia paralela que
escapaba al control de dicho estado.
3.3‐ La cuestión del duelo
En 1480, los Reyes Católicos promulgaron una ley en contra de los “carteles o
desafíos”. Esto marca el inicio de una tradición legislativa en contra del combate
personal como sistema de justicia al margen de la ley ordinaria. Lo que prohibió esta ley
no era el duelo, ya que este concepto, que vino a España desde Italia durante las
campañas militares de la Monarquía Hispánica en este territorio, no se conocía en
España en esa fecha295. Lo que prohibía esta ley, eran los llamados carteles de desafío,
una fórmula bajomedieval bajo la que dos caballeros se batían bajo la mirada del rey o
un gran señor, que hacía las veces de juez y observador, y que disponía para ellos un
“campo cerrado”, un palenque o palestra donde los dos caballeros se batían según las
armas de su preferencia, espada y broquel, espada de mano y media, lanza y a caballo,
etc296.
Este tipo de desafío, que los autores califican como solemne, fue el primero en
ser perseguido. Por sus características, era un acto público, y como tal, se publicitaba
mediante estos carteles de desafío que se colgaban para público conocimiento. Por esto,
el desafío personal fue combatido durante toda la Edad Moderna por el naciente estado
para afirmar su poder y como parte de una doctrina tendente a excluir todo tipo de
fórmulas que propusieran un derecho paralelo al real297. A pesar de ello, existieron
durante la Edad Moderna intentos de recuperar este desafío de derecho antiguo. El
ejemplo más paradigmático es el que Calderón de la Barca citó en su obra teatral El
postrer desafío de España. Este desafío o cartel se produjo en Zamora, en el año de
1522, y enfrentó a Diego de Mazarriegos contra Diego de Monsalve. Este caso fue tan
especial que el joven Carlos V terminó transigiendo en la celebración del desafío, cuyo
295
Chauchadis, Op. cit., 1987, págs. 81-85.
296
Chauchadis, Op. cit., 1997, págs. 67-80.
297
García Hurtado, Manuel-Reyes, “La muerte en diagonal: el duelo en Francia. Siglos XVI-XVIII”,
Obradoiro de Historia Moderna, 5 (1996), págs. 137-141.
125
resultado sin embargo fue una rendición simbólica de Mazarriegos, dejando a Monsalve
con su honor reparado y sin haberse producido ningún derramamiento de sangre298. La
causa de este desafío no era otra que el inicio de la propagación en España del duelo
italiano, un duelo que se había iniciado igualmente bajo la tradición del campo cerrado,
y que aprovechaba la diversidad de territorios, señores y jurisdicciones de la Península
Itálica.
“que tuvieron los fijosdalgo de España, que mejor les era defender su derecho, e
su lealtad por armas, que meterlo a peligro de pesquisas o de falsos testigos299”
“Duelos es contienda entre dos personas, porque hartos duelos tiene quien no
bive en paz. De los duelos, que son los desafíos, salieron los trofeos, que ahora
298
Chauchadis, Op. cit., 1997, págs. 363-368.
299
Las Siete Partidas, libro VII, ley IV, título 1.
126
son los escudos de armas; aunque también salieron de los agüeros y
acontescimientos300”.
No obstante, esta primigenia imagen del duelo cambiará, fruto de las propias
circunstancias, para designar al combate entre dos, pero ahora realizado de forma
clandestina y contra la ley. El paso de un modelo a otro se realiza progresivamente
durante el siglo XVI. Ya hemos visto que los carteles quedaron prohibidos, pero ante
esta situación, la nobleza y los “duelistas” consideraron que lo que se había prohibido
era el desafío público, pero no el privado. A este hecho se sumó la importante influencia
que tuvieron Italia y Flandes como zonas de guerra donde se formaron auténticas
“escuelas del duelo” donde se formaron tanto españoles como italianos. No obstante, a
la vuelta a su país, se toparon con el duelo italiano, en campo cerrado, no era permitido,
por lo que decidieron pasar a la clandestinidad.
127
correspondía a una obra en concreto, sino a una serie de obras, la mayoría de las cuales
habían sido redactadas antes de la prohibición tridentina, que se tenían como referencia,
al menos intelectual, en torno a la cuestión del duelo. Estos libros eran los de302:
• Giovan Battista Pigna: que publica otro Duello en 1544. Secretario de los duques
de Ferrara, Pigna redunda en las tesis de Possevino, hablando de una concepción
302
Chauchadis, Op. cit., 1997, págs. 99-105.
128
aristotélica del honor, reflejo social de la verdad, y propugna no permanecer
pasivo ante el ultraje. Distingue entre lo que considera “duelo verdadero” y
“duelo falso”. El primero es combatido por caballeros que quieren salvaguardar
su honor. El segundo, por soldados que se baten por cosas fútiles. Al estar a
favor de un duelo solemne, rechaza el duelo secreto y privado que practicaban
los napolitanos.
129
duelo”, y una práctica que erosionaba principios básicos de la justicia y la convivencia.
Es significativo que entre los que se oponían, se contaban asimismo tratadistas de
esgrima y maestros de armas como Carranza, Pacheco, Cristóbal de Cala o Miguel
Pérez de Mendoza, así como tratadistas militares como Jerónimo de Urrea307.
Sin embargo, estas críticas resultan siempre ambiguas. Por una parte, la
denuncia al duelo y a aquellos que lo practican es feroz. Por otra, siempre permanece un
poso, un tono entre líneas que nos permite observar que la idea subyacente, la de la
defensa del honor y la honra, no era cuestionada, ya que se trataba de un axioma, un
prisma bajo el cual pensaban y vivían los miembros de la nobleza y por ende e
imitación, otros muchos sectores de la sociedad308. Por eso, a pesar de la legislación y
las denuncias, el fenómeno parece subyacer, extendiéndose y contrayéndose en
diferentes periodos.
(Ilustración 40) Duelo de mujeres, de José de Ribera “El españoletto”309. Este lienzo compuesto en
1636 muestra de modo alegórico un episodio real que enfrentó en 1552 a dos mujeres, Isabella de
Carazzi y Diambra de Pottinella, por el amor de un hombre, con el marqués del Vasto como juez.
307
Chauchadis, Op. cit., 1997, págs. 251-271.
308
Chauchadis, Op. cit., 1987, pág. 110.
309
José de Ribera, Duelo de mujeres, Madrid, Museo del Prado, 1636. (Número de inventario: 1124).
130
A pesar de los desvelos de Felipe II y de las diferentes normativas y propuestas,
son dos leyes las que destacan en el panorama del combate contra el duelo a nivel de la
legislación real. Ya hemos hablado de la ley de los Reyes Católicos de 1480 y de las
disposiciones del Concilio de Trento. Y a pesar de estas, en las zonas de guerra como
Flandes (nueva “escuela del duelo”), abundó esta práctica. Esto obligó al Archiduque
Alberto a promulgar una ordenanza llamada Sobre los desafíos, llamamientos y duelos.
El archiduque nos proporciona una descripción bastante aproximada de lo que suponía
un duelo en el ámbito militar hispano a finales del siglo XVI:
“No habiendo hasta ahora podido las maldiciones de la Iglesia y las leyes de los
Reyes mis antecesores desterrar el detestable uso de los duelos y desafíos, sin
310
Edicto y ordenanñça sobre los desafíos, llamamiento y duelos. Decretada y mandada publicar por el
Sereníssimo Señor Príncipe Archiduque Cardinal Alberto, Gobernador Lugarteniente y Capitán general
destos Estados bajos y Borgoña, Bruselas, 1597, 3ffº.
131
embargo de ser contrario al Derecho natural, y ofensivos del respeto que se debe
a mi Real Persona y autoridad311”.
Pero, ¿qué era el duelo privado durante los siglos XVI a XVII?, ¿dónde se
practicaba?, ¿cómo?, ¿quiénes participaban en él?, ¿quién lo apoyaba y fomentaba? En
primer lugar, conviene hablar en torno a las causas del duelo. La disputa armada entre
caballeros por una cuestión de honor, como hemos visto, procede de tiempos
bajomedievales, y aún más allá (tradición germánica de la ordalía). Fue efectivamente
en el siglo XVI cuando penetró en España una teoría y una liturgia del duelo de origen
italiano, donde se daba una importancia fundamental a la escalada de insultos y el
lenguaje gestual. El primer y más importante insulto era el mentís, la acusación de que
la otra persona estaba hablando en falso, lo que consideraba especialmente ofensivo.
Walter Raleigh, que era contrario al duelo, llegó a escribir en su poema La mentira: “dar
el mentís / Merece nada menos que una puñalada314”. También, se consideraba por
tradición que el ser golpeado en público era motivo de afrenta al honor315.
Este honor, la honra, podía perderse fácilmente en el caso de la baja nobleza, que
consideraba que su reputación debía ser defendida a toda costa316. Al sistema de afrentas
311
Novísima Recopilación, Libro XXII, Título XX, Ley X.
312
Chauchadis, Op. cit., 1997, pág. 208.
313
García Hurtado, Op. cit., págs. 150-151.
314
Victor Gordon Kiernan, El duelo en la historia de Europa, Madrid, Alianza Editorial, 1992, pág. 62.
315
Sergio Pérez Cortés, La ofensa, el mentís y el duelo de honor, Alteridades, 7 (1997), pág. 55.
316
Kiernan, Op. cit., pág. 70.
132
primigenio, el mentís y la agresión pública, se sumó junto a las “leyes del duelo” la
aportación italiana, que consideraba fundamental la cuestión de los insultos y las
afrentas en un lenguaje creado ex profeso y que fue complicándose y compilándose en
diversos tratados como el de Fabio Albergati Trattato del modo ridvrre a Pacel
l'inimice private (1584). Taylor Scott ha realizado un estudio sobre los insultos más
comunes que solían ser detonante de pendencias al comportar un entredicho a la propia
honra, y establece una tipología317:
317
Scott, Op. cit., págs. 38-41.
318
Fray Hernando de Zárate, Discursos de la paciencia cristiana, 1593.
133
era menester tomar el arma que se tuviera más a mano, en la situación que fuese, y
culminar en una agresión espontánea y desproporcionada. Estos son los lances de
cuchilladas, que explicaremos en el próximo apartado.
319
Chauchadis, Op. cit., 1997, pág. 421.
320
Ibíd., págs. 373-378.
321
Ibíd., págs. 420-422.
322
Ibíd., págs. 424-428.
323
Ibíd., págs. 430-431.
134
de la verdadera honra militar nos dice: “Eso [el arcabuz] es solamente para la guerra,
donde toda manera de engaño vale, mas en el combate a todo trance no se puede elegir,
por que con él se conocería mal la virtud propia, y sería gran peligro para los que el
combate mirasen324”. En cuanto al desarrollo del duelo, aunque en principio parece que
se trataba de imitar las costumbres caballerescas, al final se optó por un duelo rápido y
sencillo, que podía ser a muerte, o más frecuentemente a primera sangre. Se trataba,
pues, en muchos casos, de reparar la honra, no de morir a causa de ella325.
El testimonio de Urrea sirve para hacernos una idea de cuan extendida estaba la
costumbre del duelo entre las tropas del rey que servían fuera de la Península, y
especialmente en lugares como Italia o Flandes. El duque de Estrada afirma que un año
tuvo varios lances, la mayoría de ellos de tipo espontáneo, como el dar una cuchillada a
un hombre en un garito por responderle “desvergonzadamente”. Pero también tuvo un
duelo “reglado”, a espada y daga, en el que mató de una estocada a su enemigo,
quedando la espada “atravesada en su cuerpo por el corazón, saliéndole más de un
palmo por las espaldas”. A pesar del ritual de la escuela del duelo italiana (y luego
flamenca), la mayoría de los encuentros parecían motivados por la tan denunciada
combinación de vino, juegos de azar y mujeres326. También parecían relativamente
comunes los desafíos personales, en los que soldados u oficiales de los diferentes
ejércitos se retaban en combate singular, estando prohibido recoger el guante sin
autorización del mando, aunque a veces lo concedía327.
324
Jerónimo de Urrea, Diálogo de la verdadera honra militar, Venecia, 1566, fol. 11v.
325
Chauchadis, Op. cit., 1997. 434-437.
326
Albi de la Cuesta, Op. cit., pág. 137.
327
Ibíd., pág. 210.
135
posición de la nobleza al ir ocupando progresivamente cargos en la administración, y
ganando importancia a lo largo de la Edad Moderna (al menos, en lo que concierne a la
alta nobleza) lo que lleva a que el duelo nunca desaparezca del todo328. Francia resulta
un caso paradigmático, ya que allí el fenómeno del duelo alcanzó altas cotas. En este
país, el duelo se enquistó también entre la oficialidad militar, a pesar de las ordenanzas,
hasta que fuera desterrado del ámbito finalmente, en 1888329.
Por último, conviene señalar la influencia determinante del teatro, bien estudiada
por Chauchadis. Algunas obras, contenían pasajes y situaciones que apoyaban
claramente el lenguaje del insulto-satisfacción y apelaban al duelo como un mecanismo
justo para la defensa de la honra. Otras, sin embargo, contenían no pocas referencias al
carácter peyorativo que poseía el duelo, y que como hemos visto, había permeado
profundamente en las más diversas capas de la sociedad330.
3.4‐ Lances de cuchilladas y violencia espontánea
Como hemos visto, el duelo era un fenómeno de extensión relativa, que formaba
la punta del iceberg de algo muchísimo más cotidiano y menos ritualizado. Se trata de
lo que Tomás Mantecón ha calificado como “lances de cuchilladas”, y que en la
documentación recibe varios nombres: “desafío”, “cuchilladas” o “encuentros”. Este
tipo de violencia parecía más común en ciudades y villas, pero también podía ejercerse
en un entorno rural, relacionándose con la protección del honor de un individuo o
grupo331.
En cuanto a los grupos, la violencia ejercida entre bandos, tan extendida a finales
de la Edad Media, prosiguió con bastante fuerza al menos hasta el siglo XVII. Kiernan
asegura este tipo de violencia, las de las “bandosidades”, es propia de regiones
atrasadas, donde el ideal del individuo se dejaba de lado en aras de un mayor
328
Esta idea es compartida por autores citados en este trabajo como García Hurtado, Chauchadis o
Kiernan, que dedica a la cuestión el grueso de su obra.
329
García Hurtado, Op. cit., págs. 153-155.
330
Chauchadis, Op. cit., 1987, págs. 102-108.
331
Mantecón Movellán, Op. cit., 2004, págs. 195-197.
136
sentimiento de la defensa del grupo frente a ultrajes cometidos por la otra
colectividad332. Un fenómeno parecido se producía en Portugal333, aún durante el siglo
XVII. En los reinos hispánicos de la Monarquía, Cataluña, junto a Valencia334, parecían
las zonas más afectadas por estas luchas de bandos, aunque no las únicas.
Los lances de cuchilladas podían suceder por casi cualquier cosa, e incluso entre
amigos y conocidos. Lo más frecuente era la escalada en el sistema de insultos-afrentas
que había venido de la mano de la tratadística italiana sobre el duelo que influyó en
España en la forma del abstracto “libro del duelo”, del que ya hemos hablado. Este
código propugnaba que ciertas afrentas como la bofetada, el quitar la espada, despojar
del sombrero, cortejar a una muchacha o, en el caso de las mujeres “ladear la cabeza en
señal de desafío” pudieran resultar ofensivos, y desembocaban en una escalada de
insultos y gestos que llevaran a acuchillarse allí mismo. Aunque, en muchos otros casos,
la violencia se ejercía a posteriori, días e incluso semanas después, al amparo de la
noche o usando medios claramente desproporcionados, con el único objeto de reparar el
honor y la imagen pública ante este tipo de afrentas. Claude Chauchadis nos da un
ejemplo de este tipo de venganza:
“El señor don Juan de Bilbao, caballero de aquesta Villa y muy valiente por su
persona, habiendo tenido ciertas palabras con un soldado, le dio al soldado un
bofetón, el cual queriéndose vengar de la afrenta recibida le tiró de ahí a tres días
un pistoletazo, al bajar de las gradas de S. Felipe, poniéndose luego en cobro335”
sexualidad y las agresiones cometidas por cuestiones pasionales, en la que las mujeres
tenían un papel determinante como sujeto de disputa, o víctima de algún ultraje.
Aunque, en muchos casos, lo común era intentar buscar algún acuerdo mediante una
compensación económica, retirando la ofendida la acusación sobre el agresor,
normalmente un varón joven337.
Pero, ¿Cuáles eran las causas por las que acuchillarse? Afrentas, diversiones
desmedidas (juergas que acababan en pendencias), malentretenimientos nocturnos o
disciplinas en el grupo laboral eran casos frecuentes, pero que enmascaraban conceptos
de mayor hondura. Por una parte, se hallaba la cuestión del honor, ya fuera individual o
grupal, y su defensa frente al insulto o al menosprecio339. La escalada de insultos y el
337
Ibíd., págs. 208-209.
338
Ibíd., págs. 210-212.
339
Ibíd., pág. 217.
138
posterior desafío podían venir motivados por varias razones, desde un malentendido a,
simplemente, estar en el lugar y momento propicios para que estallara uno de estos
lances de cuchilladas. Lo que está claro es que si estos sucedían es porque los
castellanos poseían en cada momento un concepto muy claro de lo que era un
comportamiento socialmente aceptable y mesurado, que variaba en cada entorno, pero
que también respondía a unas líneas generales (como las cuestiones del lenguaje gestual
y el insulto). Cruzar esta fina línea suponía exponerse a un encuentro, ya fuera en el
momento o con posterioridad.
340
Entre estas pendencias, recoge una muy curiosa en la que un cocinero, armado con sus cuchillos, se
defendió de un hombre que le había insultado dándole con la vaina en la cabeza. A pesar de que peleó con
fiereza y recibió ayuda, el cocinero murió de sus heridas. Ibíd., págs. 223-224.
341
Juan Ignacio Pulido recoge un caso de unos familiares y amigos de una encausada portuguesa por la
inquisición en Toledo, que la rescataron de su casa, donde se hallaba retenida por un alguacil y varios de
sus hombres, a la que sacaron a punta de espada sin que estos pudieran evitarlo. Estos sucesos acaecieron
139
Así pues, hemos de pensar en que el descenso de este tipo de criminalidad a
finales de la Edad Moderna pudiera estar relacionado con una nueva concepción del
individuo, que estaba permeando en la sociedad europea, una concepción en la que poco
a poco lo privado irá ganando más fuerza342, y donde, aunque se mantuvo un elevado
número de causas judiciales relacionadas por el insulto, la violencia verbal y el atentado
contra el honor se volvería una práctica menos habitual el tomarse la justicia por la
propia mano, y lavar estas afrentas, ya que de hecho se recurrió en este siglo, el XVIII, a
la justicia con mayor frecuencia para un mayor número de causas.
Sobre este extremo, cabe considerar que aquellos que denostaban el duelo, a
menudo confundían a este con el lance, la pendencia, ya que en apariencia ambos se
movían en torno al mismo detonante: la cuestión del honor, puesta en tela de juicio
mediante el insulto. Autores como Calderón llegaron a expresar esta inseguridad. En
en la década de 1630. Juan Ignacio Pulido Serrano, Injurias a Cristo: religión, política y antijudaísmo en
el siglo XVII (análisis de las corrientes antijudías durante la Edad Moderna), Instituto Internacional de
Estudios Sefardés y Andalusíes, Universidad de Alcalá, Servicio de Publicaciones, 2002, págs. 123-153.
342
Phillipe Ariés y Geroges Duby (dir.), Historia de la vida privada, vol. 5 “El proceso de cambio en la
sociedad de los siglos XVI-XVIII”, Taurus, 1991.
343
Dirección General de Política Interior, Seguridad pública en el reinado de Carlos III: Cinco estudios
sobre la Ilustración, Ministerio del Interior, 1989.
344
Domínguez Ortiz, Antonio, Carlos III y la España de la Ilustración, Madrid, Alianza editorial, 1989.
140
Luis Pérez, el Gallego, hacía que este personaje se mostrara sorprendido ante el hecho
de que se enviara un juez desde Madrid para investigar en torno a un duelo, algo “que
ocurre casi a diario en España345”.
(Ilustración 41) Riña entre soldados ante la embajada de España, de Velázquez346, está fechado en
1630. En esta pintura podemos ver un episodio de violencia espontánea en el que un soldado ataca a
otro con su espada, mientras el otro trata de desenfundar su daga de mano izquierda. Otros
compañeros intentan mediar en la pelea.
345
Kiernan, Op. cit., pág. 87.
346
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, Riña entre soldados ante la embajada de España, Óleo sobre
tabla, Roma, colección Pallavicini, 1630.
141
planteaba un combate más o menos equitativo, habría que considerar la necesidad de
aprender a defenderse como una de las causas de la popularidad de esta práctica. Porque
la esgrima, mucho antes de convertirse en un deporte de sala, era un auténtico arte
marcial, y los maestros tenían claro que debían enseñar a sus alumnos cómo defender su
propia vida, con la espada en la mano, si les resultaba necesario.
142
4 Las armas empleadas. Espadas civiles y militares
‐ Nota introductoria
Con la voz “espada” se designaba una gran variedad de armas de muy diferentes
hechuras, y concebidas para entornos y usos diferentes. Antes de entrar en este apartado,
me gustaría señalar que muchos de los términos que aquí se van a manejar son
modernos, mientras que otros pertenecen a la propia época, o se emplearon durante la
Edad Moderna. Algunos de estos debates terminológicos se explicarán, por ser
ilustrativos, y otros se dejarán en el tintero. Baste decir que en todas las épocas la
palabra “espada” designaba genéricamente a cualquier arma perteneciente a las más
diversas familias de armas blancas largas, que aquí trataremos de sintetizar de modo
sucinto347.
El propósito es, pues, más que establecer una catalogación exhaustiva, dar
cuenta de la gran variedad de espadas que existía y de la riqueza terminológica y la
sutileza de estos términos, empleados a menudo de forma bastante imprecisa. Por
último, señalar que en este apartado del trabajo se hablará principalmente de las espadas
blancas, y no de las negras, empleadas para el entrenamiento en el marco de las salas de
esgrima. Se trata, pues, de conocer las armas para las que se entrenaba, y las cuales se
empuñaban en el ámbito civil y militar para la defensa de la propia vida. Estas espadas,
al contrario de lo que el cine o la literatura nos hace pensar, no eran desmesuradamente
pesadas, aún en los modelos medievales o bajomedievales, y a pesar de que existían
grandes espadas a dos manos, estas, como el resto, se hallaban debidamente
equilibradas para un uso fácil.
Tampoco se trataran aquí las espadas votivas, aquellas que no estaban diseñadas
para ser empleadas en combate, piezas que solían ser regaladas a monarcas y señores, y
que se empleaban en ceremonias solemnes como símbolo. Sí se tratarán las llamadas
espadas joya, piezas con guarnicionería profusamente decorada, casi obras de arte. Estas
espadas joya podían ser piezas que, simplemente, no estaban preparadas para su uso en
combate. La mayoría, sin embargo, sí lo estaban.
347
Anglo, Op. cit, 2001, pág. 99.
143
4.1‐ Espadas civiles y militares de 1470 a 1550
Entre las espadas más usuales a finales del siglo XV se contaban las llamadas
espadas largas, bastardas, o de mano y media, que suscitaron (como hemos visto) una
enorme tratadística en las escuelas alemana e italiana. Este tipo de espadas arrancó a
mediados del siglo XIII o comienzos del siglo XIV con las tipologías XIIa y XIIIa,
según la tipología de Ewart Oakeshott348 y fue evolucionando en sus guardias,
dimensiones y guarniciones. Para finales del siglo XV, una de las tipologías más
comunes de espada de mano y media era la XVII, con una hoja de unos 90 centímetros,
con un peso máximo de unos 2,5 kg349, aligerado por una acanaladura central en el
primer tercio de la hoja350, resultando bastante manejable para ser una espada a dos
manos351. A esta tipología se le sumaban otras, como la número XX, de entre 76 cm y
96 cm y sección octogonal352, con una acanaladura más prolongada y hoja más ancha.
Este tipo de espadas, las de mano y media, tenían una guarnición en forma de cruz,
348
Autor, entre otras muchas obras, de: The sword in the age of chivalry, Boydell Press, 1964 y Records
of the medieval sword, de la misma editorial, publicado en 1991. Oakeshott es reconocido como el primer
investigador de la espada medieval que ha realizado una tipología exhaustiva, la llamada Tipología
Oakeshott, que va desde el número X hasta el XXIII.
349
Oakeshott, Op. cit., 1964, págs. 65-66.
350
La hoja de una espada se divide normalmente en tres tercios: el fuerte, más cercano a la empuñadura,
que suele ser más ancho, el medio, o central, y el débil, más fino. Conviene precisar que las espadas
poseen asimismo un adelgazamiento distal, que hace que la hoja sea mucho más fina en la punta que en el
tercio fuerte.
351
Hay que tener en cuenta que las espadas poseen un punto de equilibrio en la hoja, el lugar donde, si se
las sostiene, pueden quedar en un balance perfecto sin caer hacia un lado o hacia otro. Depende del
propósito de la espada, este punto de equilibrio estará más cerca o más lejos de la empuñadura. En el caso
de espadas de corte, como la mano y media o el sable, el punto de equilibrio suele hallarse a unos
centímetros de la empuñadura. En el caso de las espadas diseñadas para el uso de punta, el punto de
equilibrio suele hallarse muy cercano a la empuñadura, o directamente sobre el recazo.
352
Al partir por la mitad la hoja de una espada, si la miramos de frente, vemos que se define en sus bordes
una figura geométrica que dibuja el filo. En este caso, con la forma de los lados de un octógono.
144
aunque posteriormente los gavilanes (patillas que forman la cruz) fueron adquiriendo
otras formas, apareciendo a comienzos del siglo XVI los anillos laterales, que brindaban
protección adicional frente a los cortes353.
(Ilustración 42) Dibujo de las tipologías XVII y XX, espadas de mano y media.
353
A.V.B Norman, The rapier and the small-sword, 1460-1820, Arms and Armor Press, 1980, pág. 34.
354
En esgrima, cualquier tipo de espada tiene un “agarre progresivo” en cuanto a la fuerza con la que se
empuña. La mano no se cierra fuertemente contra la empuñadura para favorecer las rotaciones y el
movimiento, pero si lo hace cuando necesita ejercer fuerza tanto sobre el ataque como sobre la propia
defensa.
355
John Clements, Medieval Swordmanship, Boulder (Colorado), Paladin Press, 1998, págs. 181-184.
356
Ruíz Moreno, Op. cit., pág. 7.
145
ya hemos señalado, debían examinarse con un maestro de esgrima de la hermandad de
San Marcos para obtener el título de “maestro de la gran espada”, si querían usarla y
beneficiarse de esta doble paga que percibían por lo peligroso de su oficio en el
combate.
(Ilustración 43) Uno de los modos de empuñar una espada de mano y media, con la mano izquierda
357
sobre el pomo para que pueda girar alrededor de él .
Estas grandes espadas podían medir entre 150 y 180 cm, y pesaban entre 2 y 3,2
kg. Es una espada que necesitaba de ambas manos para poder esgrimirse, ya que poseía
una empuñadura de 25 cm, y además muchas incluían una falsaguarda tras los primeros
centímetros de hoja, que no estaban afilados, de modo que pudiera empuñarse con una
mano directamente sobre la hoja. Los montantes tenían hojas muy diferentes, con
acanaladuras, o sin ellas, y también los había con filo flamígero358. No cabe confundir
este arma con las llamadas “espadas de verdugo” o “espadas de justicia”, usadas para la
decapitación de reos359.
357
Ibíd., pág. 184.
358
H.T.Melville, Neill. The origins of the Two-Handed sword, Journal of Western Martial Arts,
http://www.ejmas.com/jwma/articles/2000/jwmaart_melville_0100.htm, [revisado: 15-08-2012].
359
Ruíz Moreno, Op. cit., pág. 8
146
liviano [montante] un buen maestro, hiriendo con extraña ligereza delante, atrás, a
diestro y a siniestro, con más desenvoltura y más presteza”.
Otra familia de armas blancas, es la de las llamadas espadas cortas. Este tipo de
espadas podían estar tanto orientadas al corte como a la estocada. Lo más común, de
hecho, era que estuvieran pensadas para una esgrima de corte, muy rápida.
Descendiente de tipologías bajomedievales era el bracamarte, falchion o messer, una
suerte de cuchillo largo cuya hoja se nos asemeja a la de un machete. Aunque la hemos
clasificado como “espada corta”, algunos modelos podían superar los 80 centímetros de
hoja, aunque lo normal era que rondara los 70360.
361
(Ilustración 45) Reproducción de un bracamarte de los siglos XIII-XIV
360
http://www.myarmoury.com/review_mrl_falc.html, [revisado: 15-08-2012].
361
Ibíd. Fabricado por Windlass Steelcrafts.
147
empuñadura) y pesaba entre 1 y 2 kg362. Es una espada que podemos ver presente en
numerosos grabados y pinturas de la época de Hans Holbein “el Joven” (finales del
siglo XV y primera mitad del siglo XVI).
(Ilustración 46) Vista en varios ángulos de una reproducción moderna de una katzbalger de triple
acanaladura, la central llega hasta casi hasta el tercio débil
362
Un análisis de una réplica de una katzbalger de 1560 puede encontrarse en:
http://www.myarmoury.com/review_aa_katz.html, [revisado: 15-08-2012].
363
Como esta reproducción de la armería Lutel: http://www.myarmoury.com/review_lut_10043.html,
[revisado: 15-08-2012].
364
http://www.albion-swords.com/articles/oakeshott-typology.htm, [revisado: 15-08-2012].
148
suponía que tenía una esgrima muy similar a la del messer, o bracamarte, y otras armas
de la misma familia como el großes messer, un sable a dos manos utilizado en el Sacro
Imperio365. Los dussack de entrenamiento medían entre 65 y 95 cm, y solían estar
hechos de madera366. Los dussack estuvieron presentes en las salas de armas alemanas
hasta el siglo XVIII.
Antes de hablar de las espadas largas a una mano, conviene recordar la espada
de mano y media. De ella devino un subtipo que los franceses denominarían estoc, y los
castellanos, estoque (ilustración 49), y que fue empleado entre los siglos XIV-XVII. Al
contrario de lo que pudiera pensarse por la evolución del nombre, el estoque primigenio
era un arma muy larga (entre 1 y 1,5 metros) y pesaba en torno a dos kilos367. Tenía una
hoja larga, muy puntiaguda, de sección triangular, cuadrangular, romboidal o hexagonal
plana368. Este tipo de sección hacía casi inútil el filo, y sin embargo concentraba toda la
potencia en la estocada. Esta curiosa arma había sido diseñada con la intención de
penetrar las armaduras, para lo cual su hoja se comportaba con una singular rigidez para
una espada, de la que siempre se esperaba cierto grado de flexibilidad para evitar la
rotura. La palabra estoque vendría a designar posteriormente a la espada que se usaba
fundamentalmente para la estocada, y que no tenía un filo demasiado útil para el corte.
365
Amberger, Op. cit., págs. 185–186.
366
Ibíd., pág. 222.
367
John Clements, What did historical swords weight?, http://www.thearma.org/essays/weights.htm,
[revisado: 16-08-2012].
368
Mike Loades, Swords and Swordsmen, Pen & Sword Books, 2010.
149
Existían asimismo estoques de caza, para jabalíes y ciervos, y además existían estoques
de carácter ceremonial, con una morfología diferente. La legislación prohibía
específicamente los estoques “buidos”, con una acanaladura, a los que se suponía más
mortíferos369.
370
(Ilustración 48) Cinquedea de la colección Lázaro Galdiano .
150
corta y ancha, con un punto de equilibrio más lejano a la empuñadura y, por lo tanto,
favorecedor de una esgrima de corte, pero también del uso de la estocada371. En España
esta tipología recibía en ocasiones el nombre de “espada de armas372”. El peso de estas
espadas suele ser mayor que el de las roperas, y en reproducciones modernas oscila
entre el kilo y el kilo y medio373.
A.V.B Norman en su obra The rapier and the small-sword, 1460-1820, realiza
un estudio exhaustivo de la evolución de las guarniciones durante los siglos XV y XVI,
y establece asimismo que la ropera propiamente dicha no adquirió un carácter
diferenciado hasta 1550. Anteriormente, se habían producido una serie de desarrollos
fundamentales en torno a la cuestión de la protección de la mano del esgrimista. Ya en
1340, apareció una tipología de espadas a una mano que poseía una patilla para la
371
John Clements habla de la cut-and-thrust sword, aunque como en otros muchos casos, se llamara en su
época simplemente “espada”. Dedica a ella numerosas referencias en su obra: Renaissance
Swordmanship, Boulder (Colorado), Paladin Press, 1997.
372
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 212.
373
Réplicas de diversos fabricantes se venden en el distribuidor: http://www.thetimeseller.com/,
[revisado: 16-08-2012].
151
protección del dedo que solía posarse sobre el inicio del tercio fuerte374, parte de la
espada que no suele afilarse. La finalidad de esta práctica era tener mayor sensibilidad
sobre la hoja y controlarla con más precisión en algunas acciones, como la estocada.
Para la primera mitad del siglo XV, las espadas de una mano poseían dos arquillos, que
comenzaron a definir una zona especial de la hoja, el recazo, sobre el que se pasaban los
dedos en el agarre375. Si atendemos al desarrollo de estos arquillos, comprendemos que
primero se pasó un dedo, agarrando un costado del recazo protegido por esta pieza de
metal. Posteriormente, se fue desarrollando el agarre de la ropera, en el que se apoyaba
el pulgar en el recazo, y se cerraban en torno a él por el otro lado uno o dos dedos más,
sosteniendo la empuñadura, de hecho, con solo dos o tres dedos. Se buscaba la precisión
en la estocada376.
Para este año, 1550, debemos empezar a hablar de espadas separadas, pero
semejantes. En primer lugar la punta y corte, que se diferenciaba de la ropera
fundamentalmente por su hoja y una guardia más robusta, que se mantuvo en el mundo
militar, evolucionando junto a la ropera. En segundo lugar, la mentada ropera, que se
convirtió en un arma eminentemente civil, diseñada para ser portada en un entorno
urbano. En cuanto a las espadas de punta y corte españolas y sus guarniciones más
comunes en esta etapa, conservamos varios ejemplos paradigmáticos. Por un lado, se
encuentra el tipo de guarnición que corresponde a la espada del Gran Capitán
374
Se trata del tipo 7 de cruz o gavilanes de espada según Norman. Norman, Op. cit., pág. 67.
375
Norman, Op. cit., pág. 33.
376
Clements, Op. cit., 1997, pág.
152
(ilustración 51), conservada en la Real Armería de Madrid377, que Norman cataloga
como cruz tipo 16, de gavilanes curvos hacia abajo, con dos arquillos. Espadas con
guarniciones similares se conservan en la misma armería, pertenecientes a los Reyes
Católicos.
(Ilustración 50) Agarre de una ropera al estilo de las primeras espadas de punta y corte, con un
dedo cerrado sobre el recazo protegido por su arquillo. Esta ropera posee arquillos delgados y
grandes, que eran comunes a comienzos del siglo XVII, y una tira de cuero sobre el recazo para que
378
el agarre sea más cómodo .
Estas espadas demuestran, por otra parte, que en España el camino de la espada
militar y civil estaba bien trazado y delimitado: se prefería la espada a una mano, que se
esgrimía sola o junto a un escudo, fuera este una rodela, una adarga o un broquel. Este
último, parecía el preferido en la esgrima “de calle” de finales del siglo XV y principios
del siglo XVI, aunque todavía se enseñaba en el siglo XVII (según hemos visto en la
lámina de Mendoza y Quijada que representaba al infante Baltasar Carlos). El broquel
377
Catalogada como G-29 en: Guillermo Quintana Lacaci, Armería del Palacio Real de Madrid, Madrid,
Editorial Patrimonio Nacional, 1987.
378
Imagen extraída de un análisis del agarre de la espada ropera:
http://armsandarmour.ca/2011/06/24/lesson-2-the-grip-aka-holding-the-rapier/, [revisado: 16-08-2012].
379
Ibíd., pág. 37. Las piezas se han catalogado como G-35 (la de Pizarro) y la G-45 (la de Cortés).
153
era un pequeño escudo de metal semejante al umbo metálico que empleaban otros
escudos en su parte central, y que se empuñaba mediante un asa en la parte trasera. Su
finalidad era la de proteger la mano del esgrimista, poco guarecida en las espadas
medievales de cruz sencilla, y eventualmente desviar los ataques del adversario. Por
motivos obvios, se fueron haciendo cada vez más innecesarios.
(Ilustraciones 51 y 52) Espadas del Gran Capitán (izquierda) y Francisco Pizarro (derecha) en
antiguos grabados de la Real Armería.
380
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 213.
381
Suárez de Figueroa, El pasajero, Madrid, 1617.
154
(Ilustración 53) Dos broqueles y dos espadas, la de izquierda es una réplica de un modelo
382
bajomedieval, la de la derecha, una punta y corte del siglo XVI .
Existían otro tipo de espadas de las que nos da cuenta la documentación del
periodo o los ejemplares de museo. Por un lado, estaba el llamado terciado, que tenían
en torno a 50 cm de hoja, siendo esta ancha. Estaba relacionado con la familia del
bracamarte, y se empleaba también en la ejecución de reos385. En España se tenía
382
Fotografía de la Asociación Española de Esgrima Antigua: http://www.esgrimaantigua.com/node/44,
[revisado: 16-08-2012].
383
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 211.
384
Ibíd., pág. 216
385
Ibíd., págs. 218-219
155
constancia y uso de espadas del mundo musulmán o norteafricano, como eran el alfanje,
que pasaría al ámbito naval, y la cimitarra386.
Otro tipo de espadas citadas con relativa frecuencia eran las llamadas secretas,
que se hacían pasar por otro objeto, frecuentemente en el interior ahuecado de un
bastón. Este es el inicio de lo que a finales del siglo XVIII se llamaría bastón de
estoque. En esta época, eran armas que utilizaban durante los viajes aquellas personas
que no podían ir armadas de otra manera, como los peregrinos, y también parece que
fueron usadas con bastante frecuencia por parte de los miembros del clero, que no
podían portar armas. Alonso Venegas, en su Tratado y discurso militar, las cita:
“La espada secreta que es muy hordinario en los pelegrinos (sic) llevar por
bordón y asi mismo muchos clerigos quando se les ofrece de noche salir de sus
casas y yo me acuerdo averla visto a muchos de esta suerte metida en un bordon
una espada como e dicho secreta387”
386
Ibíd., págs. 218-220
387
Leguina, Op. cit., 1912, pág. 439.
388
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 218.
389
Ibíd., pág. 217.
390
Ibíd., pág. 220.
156
4.2‐ Espadas civiles de 1550 a 1815
391
Norman, Op. cit., pág. 20.
392
Anglo, Op. cit., pág. 99.
393
Norman, Op. cit., págs. 20-21.
394
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 213.
395
Norman, Op. cit., págs. 19-23.
157
espadín, como ya analizaremos, un arma surgida a mediados del siglo XVII y que se
popularizaría en toda Europa durante el XVIII396.
(Ilustración 54)
158
austeras, o que no se realizaba guarnicionería propia en la Península, importándose del
extranjero. Sin embargo, esto responde más bien a una falta preocupante de estudios
acerca de la guarnicionería española. De hecho se conservan multitud de guarniciones
bellamente decoradas y que entrarían dentro de la categoría de “espadas joya”397.
Dueñas Beraiz desglosa todas las partes de la espada, y estudia cuáles de ellas
han sido denominadas como típicamente españolas, o parece que eran comunes en
Castilla y Aragón:
1. Pomos: los más citados son los de “manzana” y de “almendras buidas398”. Esta
era la parte de la espada que servía para fijar la hoja a la empuñadura, y que en
el siglo XVI, sobretodo, servía de contrapeso a la hoja399. Hay un pomo
característico español de forma troncopiramidal400.
A las empuñaduras se las barnizaba luego. El barniz era una gama que manaba
del enebro, mezclada con grasa, aceite de linaza u olivo para dar lustre a la
397
Ibíd., págs. 222-224.
398
Buido es sinónimo de acanaladura o vaceo en el lenguaje de armería castellano.
399
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 224.
400
Ibíd., pág. 231
401
Ibíd., págs. 224-225.
159
pintura. Se barnizaba en caliente al sacar de la fragua para que en la espada
permaneciera luego una pátina protectora402.
3. Guarnición: la más sencilla y antigua, como hemos visto, era la de arriaz recto o
cruz, que cortaba transversalmente la hoja protegiendo la mano de los tajos, e
impidiendo que resbalara desde la empuñadura a la hoja. A partir de ésta se
produce una evolución tendente a proteger cada vez más la mano del esgrimista:
b. Se formaron luego los puentes, que unían los extremos de ambos pitones,
y otro que surgía de los brazos del arriaz, formando las empuñaduras de
puentes, que fueron complicándose formando la guarnición llamada de
lazo. Esta voz no existía en la Edad Moderna, y se empleaba el término
“espada de puentes”. La espada de puentes o de lazo característica
española tiene arriaces404 rectos o gavilanes o curvados en direcciones
opuestas, un gran pomo troncopiramidal y aro guardamanos (como la
espada de Pizarro).
d. A finales del siglo XVI era muy popular en Inglaterra una espada que se
exportaba desde Vizcaya, con una guarnición llamada “Bilbo”, de
conchas reforzadas por lazos y patillas. Se las llamaba en su época “de
claraboyas y espejuelos, de diamantes y rosetas o de rosetas y
cartones”405.
402
Ibíd., pág. 227.
403
Ibíd., pág. 230.
404
Arriaz es sinónimo de gavilán, expresión que comenzó a utilizarse en el siglo XVII. Ibíd., pág. 226.
405
Ibíd., págs. 234-235.
160
e. En torno a la mitad del siglo XVII apareció la paradigmática guarnición
de taza, asociada ayer y hoy con la espada española. Se trataba de la
culminación lógica del sistema de protecciones frente a las estocadas,
remplazando a los lazos por una cazoleta de metal sobre la que se
trabajaban bellísimas decoraciones. Según algunos autores, las tazas
españolas se diferenciaban de otras producidas en Italia por ser de
diámetro más pequeño y menos hondas. Además, es característica en la
guarnición española el llamado guardapolvos, pieza metálica que se
situaba dentro de la cazoleta bajo el arriaz, y que servía de tope para que
no resbalaran los dedos en el agarre406.
406
Ibíd., pág. 234.
407
Marc Gener, “Algunos aspectos de la tecnología de las hojas de espada ropera europea en los siglos
XVII y XVIII”, en 2nd International Conference Archaeometallurgy in Europe 2007. Selected papers,
Associazione Italiana di Metallurgia (original), 2009, CSIC 2009 (traducción), pág. 513.
408
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 242.
161
Se producía entonces la unión en caliente por martillado progresivo
desde la punta a la cabeza y del centro a los bordes. A esto se llamaba
“dar la puntada”. Se tenía especial cuidado de que no aparecieran grietas
o inconsistencias, llamadas “fortalezas”, en la época. Así, con la hoja en
bruto se labraban por caldas y otras operaciones de forja las diferentes
partes, se echaban las mesas o planos de la hoja y se formaban bordes y
vaceos.
162
después de adoptar la curva, quedaran dos ramales paralelos, y la
espada recuperara casi al instante su forma inicial, recta. Esta es
la “prueba de muletilla”. Shakeaspeare, en Las alegres comadres
de Windsord, cita que las buenas espadas de “bilbo” (vizcaínas)
podían quedar arrolladas con la punta junto a la guarnición.
Estas eran las pruebas que daban fama a las hojas españolas, a las
que se apreciaba sobretodo por sus cualidades físicas y
mecánicas.
Las hojas españoles eran grandes, y algunas podían medir 1,1 metros412,
siendo las de ordenanza “de cinco cuartas de vara” cercanas al metro.
5. Recazo: era una parte importante, dada la tendencia de los esgrimistas españoles
de tirar empuñando la espada con dos o tres dedos, que apoyaban sobre esta
parte de la espada protegida por la guarnición y los arquillos. En este lugar
411
Ibíd., pág. 164.
412
Peláez Valle, Op. cit., pág. 161.
163
solían también colocarse los punzones de fabricante y de la ciudad. Hay una
gran tipología de recazos en España, principalmente llanos y buidos (con un
ligero hundimiento para apoyar el dedo), pero también de canalillos laterales que
corren paralelos al recazo, e incluso hay recazos calados. Un recazo típicamente
español es el llamado escotado, que presenta en uno o sus dos cantos un rebaje
hacia el interior en forma de media luna413.
6. Vaina y talabarte: la vaina era realizada por el propio espadero, y solía tener un
alma de madera que se forraba de cuero de vaca, cabritilla o cordobán, aunque
también podía forrársela de terciopelo, seda, bayeta (un tipo de paño usado para
los “aforros y el luto”) o frissa (lana delgada con pelo blando y suave). La vaina
tenía dos remates metálicos, uno en la embocadura, por donde entraba la espada
(brocal) y otro al final de la vaina (contera) para que la punta no pudiera salirse
de ella rompiéndola. Una vez terminada la vaina, se la enceraba para darle lustre.
Existían además las llamadas fundas o sobrevainas de camino, para protegerla de
las inclemencias del tiempo durante los viajes (tapaban hasta el pomo de la
espada).
164
acabado muy solicitado era el dorado, tanto que los doradores tenían fijada la calidad de
los metales preciosos que usaban en sus trabajos. Había también incrustaciones en oro y
plata, y tazas caladas y cinceladas con motivos vegetales, antropomorfos o
geométricos415.
(Ilustración 55) El espadero Julio Ramírez realizando una prueba de flexión de una hoja de ropera.
A finales del siglo XVII comenzó a imponerse una nueva arma, el espadín.
Tenía este una hoja más fina, que en principio fue plana, y terminó siendo de sección
triangular416. Aunque los primeros modelos eran de hoja bastante larga, autores de
mediados del siglo XVIII recomendaban que no midieran más de 80 centímetros de
pomo a punta417. Su guarnición evolucionó, y en España parece que se adaptó la
guarnición de taza a hojas de espadín en un primer momento, para luego adoptar una
guarnición “a la francesa”418. Esta guarnición se componía de dos pequeñas conchas,
415
Ibíd., págs. 235-238.
416
Ibíd., págs. 221-222.
417
Angelo, Op. cit.
418
A pesar de esto, el manual de Manuel Antonio de Brea, Destreza del espadín, nos muestra un espadín
de hoja algo más larga y con unos pequeños gavilanes.
165
tras las cuales había dos arquillos que terminaron siendo vestigiales419 (no posibilitaban
un agarre metiendo los dedos dentro), dado que el agarre francés era simple: el pulgar a
un lado, y cerrar la mano en torno a él por debajo, con el índice y el corazón
adelantados. No obstante, existen numerosos ejemplos de otros tipos de guarnición en
espadines españoles del siglo XVIII, abundando sobretodo la guarnición de plato en
diferentes versiones, desde un disco simple a un pequeño arranque de cazoleta420. En el
último cuarto del siglo XVIII y comienzos del XIX se pondría de moda en el espadín,
junto con otras hojas, la guarnición de concha vuelta421, moda también francesa.
Los espaderos más prestigiosos, sin duda, eran los de Toledo, donde se llegó a
crear una Real Fábrica de Armas en 1760. De este suceso fue testigo Francisco de
Santiago Palomares, que escribió una Noticia de la Fábrica de Espadas de Toledo424.
419
Norman estudia la evolución de esta guarnición, desde el plato o conchas de finales del siglo XVIII
(tipologías de cruz 96 a 99) al comienzo del uso de las dos conchas separadas (cruz 111). Norman, Op.
cit, págs. 170-173 Y 197-201.
420
Vicente Toledo Momparler, Espadas españolas, militares y civiles, del siglo XVI al XX, Valencia, V.
Toledo, 2010, págs. 69-93.
421
Ibíd. Págs. 94-96.
422
Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 242.
423
Peláez Valle, Op. cit., pág. 150.
424
Francisco Santiago de Palomares, Noticia de la Fábrica de Espadas de Toledo que por tantos siglos
existió hasta fines del XVII en que acabó, y del método que tenian aquellos artifices armeros para
166
Paradójicamente, este documento es uno de los únicos que nos presenta un cuadro
cronológico y algunas características de la famosa espadería toledana, tan citada como
poco conocida. En el documento de Palomares, escrito sin embargo desde la óptica de
alguien que no es armero, se nos presenta una genealogía de grandes armeros toledanos,
entre los que destacó Julián del Rey, personaje de finales del siglo XV y principios del
XVI, de quien se dijo que marca de armero, un “perrillo”, fue imitada por otros armeros,
e incluso por centros enteros de producción de espadas, como era Solingen (aunque
parece que simplemente era una marca de armero parecida), que cobró gran importancia
durante los siglos XVI y XVII, y de donde se importaban muchísimas hojas de espada,
y espadas completas425.
426
(Ilustración 56) Espada ropera de taza con guarnición calada con hoja de Solingen, c.1700 .
forjarlas y templarlas, aceros de que usaban y otras particularidades que las hicieron tan famosas en
todo el mundo como apreciadas al presente, y de la que por el Rey nuestro señor que Dios guarde se
estableció en esta ciudad año de 1760 por Francisco de Santiago Palomares Escribano Mayor de los
primeros remates de rentas decimales de Toledo y su Arzobispado, 1760.
425
Germán Dueñas Beraiz, “Francisco de Santiago y Palomares y los espaderos toledanos”, Gladius, 23
(2003), págs. 269-306.
426
http://www.hermann-historica.de/auktion63/ebook/SpanischeBlankwaffen/index.html#/77/zoomed,
pág. 77. [revisado: 20-08-2012].
167
comparación con el rigor mortis427. Bilbao, como hemos señalado, “puso de moda” en
Inglaterra un tipo de guarnición propia, la llamada bilbo, que era una espada de conchas
y gavilanes largos y rectos al estilo español428.
(Ilustración 57) Réplicas de una espada ropera con guarnición de conchas calada y con puentecillos
y una daga de vela.
Por último, hay que reseñar el desarrollo, junto a las espadas, de las dagas de
mano izquierda. Ya se empleaban en el siglo XVI, y evolucionaron en su guarnicionería
desde cruces simples al modelo paradigmático español: la daga de vela, aparecida en el
primer tercio del siglo XVII. Recibía este nombre por su guarnición, que recordaba a la
vela de un barco, que tenía también grandes gavilanes en su cruz429. Las hojas de daga
se realizaban de modo diferente a las de espada, ya que se buscaba en ellas una mayor
resistencia a golpes o cortes. El proceso era parecido al de la espada, pero no tenían un
alma de hierro dulce. El borde terminaba en forma de sierra con dentados, para impedir
que las hojas de espada resbalaran libremente sobre ella. La hoja de esta daga
comenzaba en un primer tercio en una parte ancha y plana, en cuyo reverso había un
recazo (alguno de ellos estaba buido). En la zona de cambio de la hoja (que terminaba
en sección triangular o verduguillo) podía haber dos anillos cerrados o abiertos con
427
Germán Dueñas Beraiz, “La producción de armas blancas en Bilbao durante el siglo XVI”, Gladius,
21 (2001), pág. 271.
428
Estos grandes gavilanes se usaban no solo para la defensa, sino para “sujetar la espada” del contrario
entre ellos y la hoja, o la guarnición, realizando una técnica conocida en la escuela española como
“engavilanar”. Dueñas Beraiz, Op. cit., 2004, pág. 160.
429
Ibíd., pág. 159.
168
objeto de intentar romper la punta del rival, y también podía esta bigotera o primer
tercio de la hoja tener dos entrantes a modo de surcos o canales vaciados para atrapar las
hojas de las espadas430.
4.3‐ Espadas militares de 1725 a 1815
169
montaban estas guarniciones eran sables (aunque de hoja recta) por lo que la llegada de
este arma a España fue relativamente temprana432. En cuanto al espadín, este fue
progresivamente volviéndose más cortesano, ligero y de guarnición más pequeña, con lo
que adquirió fama de arma de poca valía entre el estamento militar, aunque los oficiales
debieran ceñirlo en actos de importancia. No obstante, su arma principal en el combate
fue, hasta 1768, el espontón, fecha a partir de la cual comenzaron a armarse con sables,
conservando el espadín.
1. Por una parte, los llamados espadines con recazo, que dominaron hasta finales
de siglo. Entre estos, hay unos “primitivos” que muestran grandes semejanzas
con las espadas de finales del siglo XVII, con guarniciones de taza, conchas,
barquilla434 o barquilla con vela. Entre los más evolucionados, se ven
guarniciones nuevas como la coquilla o la plancha ovalada.
2. Espadines sin recazo, que se generalizan a finales del siglo XVIII, a la vez que
se pone de moda el llamado “estilo imperio”, con espadas lujosas que tendrán
puños forrados con placas de nácar y guarniciones cinceladas. Casi la totalidad
de las llamadas “espadas de ceñir” pertenecen a este tipo, y poseen puños de
madera tallados, con molduras, cuadrillado, gallonado espiral o metálicos (en
latón o metal blanco).
Cada cuerpo del ejército, Infantería, Caballería y Marina, tendrá sus propias
espadas de reglamento, incluidos los granaderos y cuerpos de la Casa Real, con
diferencias entre cada rama de servicio (por ejemplo, no serán iguales las espadas de
cazadores que las de caballería de línea). Hacer un listado de todas las piezas de
reglamento conocido sería agotador, y un esfuerzo digno de un catálogo. Reseñaré pues
las tendencias principales, poniendo algunos ejemplos.
432
Juan L. Calvó, Espadas y sables en la guerra de sucesión, 1702-1714,
http://www.catalogacionarmas.com/public/35-GuerraSucesion.pdf, [revisado: 20-08-2012].
433
Juan L Calvó, Espadines (I), Op. cit.
434
La barquilla es una guarnición que se asemeja a un semicírculo, y que suele cubrir solo la parte inferior
e inmediata a la hoja de la espada, aunque puede prolongarse hasta la empuñadura en forma de vela.
170
Domina en un primer momento la espada recta en la tropa de caballería, de
guarnición de conchas, tanto para oficiales como para tropa, con hoja ancha y de punta
aguzada, que medirá entre 1 y 1,1 metros de pomo a punta435. Corresponden a esta
tendencia las espadas del reglamento de 1728, con guarnición de dos conchas, gavilanes
curvos y guardamanos, en hierro. La hoja medía 940 mm. La caballería de línea renovó
su espada en 1796, aunque era muy parecida a la primera y de líneas clásicas con
cazoleta casi completa, gavilanes y guardamano, con una hoja práctica igual al modelo
de 1728. En 1803 se creó el primer modelo reglamentario de caballería de línea, con el
tipo de empuñadura que usarían los dragones en 1768, y hoja recta. Otro modelo de ese
mismo año, un sable con hoja muy curva, tuvo escasa producción436.
(Ilustración 59) Empuñadura de un espadín con recazo, de hoja triangular y guarnición de conchas
con guardamanos y puño de torzal de cobre.
En cuanto a los dragones, parecen iniciar el siglo con un sable de hoja curva,
hasta que por recomendación del coronel Ramírez de Arellano, tienen una espada de
hoja recta, empuñadura de hierro en forma de cesta con guardamano y dos gavilanes
curvos provista por una ordenanza de ese mismo año (1768), que se confirma en 1780
con otro modelo de hoja más fina, pero recta. Tras un periodo de restructuración del
arma de caballería en 1803, donde aparecen sables curvos para húsares y cazadores, los
435
Toledo Momparler, Op. cit., págs. 98-103.
436
Juan José Pérez, Espadas y sables para tropa de caballería española. Primera parte (1728 - 1814),
http://perso.wanadoo.es/jjperez222/tropacab.htm, [revisado: 20-08-2012].
171
dragones vuelven a reaparecer brevemente con su hoja recta, y quedan en la caballería
dos tendencias fundamentales: por un lado, la caballería de línea con espadas de hoja
recta, y la caballería ligeras con sables curvos437.
de marina tenía una espada de reglamento en 1763, con una sólida guarnición que
guarda poco parecido a otras (una suerte de cazoleta y barquilla con gruesos gavilanes
unidos al pomo y una hoja muy gruesa y recia de unos 93 centímetros441. Hacia el
mismo año, contamos con otra espada de reglamento para sargentos de infantería de
marina, de hoja igualmente ancha y más corta (73 cm) con guarnición muy robusta de
latón442. El resto de la marinería se armaría como era costumbre con diversas armas
blancas y de fuego, abundando los alfanjes y sables cortos.
441
Toledo Momparler, Op. cit., pág. 106.
442
Ibíd., pág. 107
443
Juan L. Calvó, Espadas de montar y sables de los Reales Guardias de Corps, y del Real Cuerpo de
Guardias de la Persona del Rey, http://www.catalogacionarmas.com/public/19-Gcorps-1.pdf, [revisado:
20-08-2012].
173
Conclusiones.
Este trabajo se inició con unos grandes interrogantes. En gran medida, estos
interrogantes han sido contestados, pero la explicación dada en él no es sino el primer
paso en una línea de investigación que puede, y debe, profundizarse en las más variadas
vertientes.
La primera pregunta que convenía hacerse era ¿Qué es la esgrima? Como hemos
señalado, la esgrima fue algo cuyo significado cambió durante los siglos de la Edad
Moderna, comenzando como un arte marcial y convirtiéndose, poco a poco, en un
deporte, o una práctica deportiva, aunque mantuvo siempre (y especialmente en el
mundo militar) una vocación clara de arte marcial para la ofensa y la defensa. ¿Cómo
era esta esgrima en España? Se impartía, como hemos visto, más de una escuela o
tradición en las fronteras de la actual España. Se comenzó con una esgrima de fuerte
influencia imperial e italiana, de carácter bajomedieval, muy relacionada con el
entrenamiento de los caballeros y la nobleza. Luego, surgió lo que vino a llamarse como
“destreza vulgar” o “esgrima común”, que no era sino una adaptación de los principios
de otras escuelas europeas, ya mentadas, de un modo bastante pragmático. La esgrima
civil fue desarrollándose así, paralela al surgimiento de la espada civil, la llamada
actualmente ropera, en torno a la década de 1520-1530. Esta espada, de hoja más larga y
estrecha, basó progresivamente su esgrima en el ataque de punta, aunque sin desechar
en un primer momento el filo.
174
propia superviviencia en el tiempo). Conceptos, por otra parte, compartidos por otras
escuelas contemporáneas, sobretodo la italiana, pero que se fueron desechando
progresivamente en el panorama europeo durante el siglo XVII, y especialmente por la
implantación progresiva de la naciente escuela francesa, que basaba sus postulados en
una interpretación mecánica del uso del arma, y que estructuraba sus contenidos de
forma más clara para el lector.
de que los clérigos y las minorías sociales no podían empuñar estas armas blancas,
encontraron pronto subterfugios para poder portarlas, pública o veladamente, dada la
imagen de nobleza que aparejaba el ceñir la espada. Sin embargo, debería aquí
profundizarse en el estudio: ¿En qué lugares estaba permitido portar espada, y en cuales
no? ¿Cómo se adquiría el derecho a portar armas fuera del reino de Granada? ¿Se
extendió la costumbre de los clérigos de portar un bastón de estoque para sus
desplazamientos por la ciudad más allá del siglo XVIII?
Sobre estas espadas, las utilizadas, hemos señalado que existía una gran
diversidad: espadas de caza, espadas de ejecución, espadas “negras” de entrenamiento
abotonadas, sin punta ni filo, espadas de guerra (largas y cortas), roperas, espadines,
sables de hoja recta o curva… Sea como fuere, la mayoría de estas armas se llamaban,
simplemente y llanamente “espada”, y se las diferenciaba por su uso o por ciertas
características llamativas de su hoja o morfología. Cabe preguntarse entonces hasta que
punto los conceptos modernos que empleamos para catalogar estas armas, resultan
significativos si tenemos en cuenta la propia visión de los hombres de la Edad Moderna.
Parece quizá más apropiado cambiarlos, y comenzar a hablar de las espadas de este
modo, por su finalidad o sus características, habida cuenta de que en muchos casos, para
una misma guarnición podían montarse varios tipos de hojas, con fines muy distintos
entre sí.
176
comparándola sobretodo con el ejemplo alemán (o imperial), mejor estudiado y rico en
documentación y manifestaciones gráficas.
propia época, el uso de la espada era algo serio, en lo que la propia vida estaba en juego.
Quizá por eso hasta fechas relativamente recientes el ejército incluía en la instrucción
del soldado, especialmente del jinete, la esgrima, dentro de la propia academia militar.
Y aunque la espada civil, que había surgido con fuerza a comienzos del siglo XVI,
decayera durante los siglos XVIII y XIX, relegándose progresivamente la esgrima a
deporte de caballeros, el estamento militar siguió conservándola como un ejercicio
destinado a la salvaguarda de la propia vida y la muerte del enemigo, ya que los
soldados ceñían espadas como parte de su uniforme reglamentario y hacían uso de ellas
en la guerra, como se hacía uso de ellas en los cuerpos de policía, como la guardia civil,
que aún disolvía a sablazos las huelgas y manifestaciones a comienzos del siglo XX.
Así pues, y a pesar de que este asunto, el de la esgrima y las espadas, pueda dar
lugar a cientos de interpretaciones diferentes sobre sus aspectos más puntuales, hay que
tener en cuenta que la esgrima, los maestros de armas y sus enseñanzas, las cuestiones
sociales en torno al uso de la espada o la forma de estas armas, se mueven en ámbitos
muy cercanos. Y aunque a nosotros nos parezca que dichos ámbitos forman
compartimentos estancos, en la Edad Moderna se relacionaban entre sí, influyéndose de
forma determinante.
un tiempo en el que la educación superior era cosa de unos pocos, y en el que las citas a
Platón o Euclides resultaban virtualmente incomprensibles para el común de los
mortales.
No solo los tratados de esgrima merecían un estudio propio, sino, como hemos
visto, toda la documentación relacionada con esta práctica, y con el uso de la espada.
Conviene rescatar del olvido, como ya he señalado, a los maestros de armas, españoles
o extranjeros, tanto como estudiar los fenómenos de violencia, ritualizada o no, que eran
comunes durante la Edad Moderna. Duelos, lances, bandos, rencillas como disciplina
laboral o de grupo, violencia con fines sociales o ideológicos son asuntos que han
suscitado numerosos trabajos, y en los que se debe profundizar. En este aspecto, el de la
dimensión social, parece que el siglo XVII fue el más prolífico, tanto en la esgrima
como en la violencia para la que se entrenaba, así como en el desarrollo de las espadas
que se diseñaban para tal fin. Dada la cantidad de tratados de este siglo, y el elevado
número de menciones a rencillas, duelos y muertes violentas, hemos de entender que
existía una gran demanda social en materia de esgrima y de espadas civiles, de tal modo
que podríamos considerar al siglo XVII español como el “Siglo de Oro de la esgrima”.
Convendría, sin embargo, estudiar en profundidad esta demanda, a fin de confirmarla y
tratar de demostrar o refutar esta idea.
179
El trabajo, pues, no ha hecho más que comenzar. Se trata, como vemos, de un
auténtico campo de estudio, que puede ramificarse casi indefinidamente. Este trabajo ha
resuelto muchos interrogantes, total o parcialmente, pero abre otros muchos. Compete a
la labor de los historiadores, y no solo a ellos, profundizar en este mundo fascinante, el
de la espada, tan incomprendido como citado, sobre el que he tratado de arrojar un poco
de luz.
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192
‐ Glosario de términos
• Adarga: la adarga era un escudo de cuero empleado por los andalusíes que se
empuñaba, no se embrazaba (se cogía con una mano por el centro de un embrace
de tela con forma de aspa o X) y que tenía forma de 8 o de corazón. Los
conquistadores lo llevaron a tierras americanas, donde todavía a finales de la
Edad Moderna lo utilizaba una milicia a caballo que defendía la desértica
frontera norte del virreinato de la Nueva España: los lanceros de cuera.
• Bilbo: tipo de guarnición producida en las armerías de Bilbao formada por dos
conchas, con o sin lazos, que gozó de gran popularidad en su exportación a las
Islas Británicas. Designa también, por añadidura, a las espadas españolas en
dichas islas a finales del siglo XVI y comienzos del XVII.
• Bracamarte: o falchion, era una espada de corte de longitud variable, con un solo
filo, semejante a un machete o cuchillo grande. Tenía diferentes tipos de
guarnición, siendo las más comunes la cruz sencilla o la concha.
193
• Broquel: el broquel es un pequeño escudo metálico de 15 a 45 cm de diámetro,
semejante al umbo central de un escudo de guerra. El broquel se empuñaba con
una mano, y se utilizaba para proteger la que empuñaba la espada, o para desviar
los ataques del rival. En el mundo anglosajón, la voz swashbuckler
(“golpeabroqueles”) quedó como sinónimo de bravucón, y se emplea hoy en día
para designar al género de “capa y espada”.
• Calda: en armería, cada pase de la pieza de acero por el horno o fragua para
aumentar su temperatura.
• Chaquetilla: chaqueta con mangas que tiene un relleno acolchado que amortigua
los golpes, y que se usaba en las salas de esgrima. Hoy en día es de algodón
prensado, o de materiales sintéticos semejantes al entramado del kevlar.
• Cinquedea: espada corta que se hizo muy popular en Italia a finales del siglo XV
y principios del XVI. Su hoja era más ancha en la base que en la punta, y tenía
forma semejante a la de un triángulo. Su nombre venía dado por el grosor de su
parte más cercana a la empuñadura, que se decía que medía “cinco dedos”.
194
• Contera: en las vainas, remate metálico al final de la misma, que la asegura y
refuerza.
• Daga de rodela: La daga de rodela o roundel dagger era una daga que se
empuñaba hacia abajo, de hoja de sección triangular y poco flexible, diseñada
para intentar penetrar la armadura de un caballero.
195
• Dussack: sable corto de un solo filo utilizado en el Sacro Imperio. Los dussack
de madera eran una de las armas de entrenamiento de la escuela alemana para
todas las armas de la familia del bracamarte.
• Embocadura: en una vaina, pieza metálica que refuerza la parte por donde entra
y sale la espada.
196
de corte como para la de punta. El término fue acuñado por John Clements en su
obra Renaissance Swordmanship.
• Espada negra: espada con el filo y la punta romos. Solía tener un botón en la
punta o una zapatilla de cuero. Se llamaba negra por que al parecer no se la pulía
cuando salía de la forja con el color negro del óxido.
• Estramazón: una acción de corte fulminante que se ejecuta con el brazo estirado
la mano en tercera y solo con la muñeca. Es un corte de poca potencia pero
rápido y que no descubre la línea de ataque444.
444
Bomprezzi, Op. cit., Breve comentario sobre la Esgrima Española en el tratado de Doménico Angelo.
197
• Fondo: el fondo es una acción de ataque típica de la escuela francesa de esgrima,
muy empleada en la actual esgrima deportiva. Se trata de un movimiento
explosivo de extensión del pie y el brazo adelantados, dejando fijo en el suelo el
pie y la pierna atrasada, de modo que el esgrimista ataca “estirándose como un
muelle”.
• Gavilán: voz que a partir del siglo XVII designa a los brazos de la cruz de una
espada.
• Guardamanos: protección de una espada que parte desde la cruz y llega hasta el
pomo, destinada a proteger la mano y parte del antebrazo ante cortes
ocasionales.
• Hermandad de San Marcos: gremio de esgrimistas del Sacro Imperio del que se
tiene noticia en el último cuarto del siglo XV. Gozó del monopolio en este
campo, y en los territorios imperiales, hasta la aparición de los Freifechter en
torno a 1570.
• Maestro de los pajes: cargo de las casas reales. Tenía como oficio enseñar el
manejo de las armas, y la esgrima, a los pajes de la casa correspondiente. Había
maestros de los pajes en la casa del rey, de la reina, del príncipe o en la de
Borgoña.
198
• Mano y media: la espada de mano y media o bastarda era una espada que
comenzó a utilizarse en el siglo XIV, y que tuvo un gran desarrollo en el siglo
XV. Solía tener entre 70 y 90 centímetros de hoja, y pesaba entre 1 y 2,5 kilos.
Su nombre viene dado por la forma de empuñar el arma, normalmente a dos
manos, pero con una de ellas (la izquierda) deslizándose en un agarre cambiante
por la empuñadura o el pomo. Podía empuñarse con una sola mano en caso de
emergencia.
• Martillo de lucerna: arma de asta cuya punta está compuesta por una punta de
lanza y como “petos” una cabeza de martillo y un pico.
• Mesas: cada uno de los planos que tienen las hojas de las armas blancas.
• Montante: gran espada a dos manos, que medía entre 150 y 180 cm y pesaba
entre 2 y 3 kg. Debía empuñarse con las dos manos, y tenía una falsaguarda al
final del primer tercio de la hoja, que estaba sin afilar, donde también podía
apoyarse la mano. Era el símbolo de los maestros de armas españoles, que la
utilizaban para apartar las espadas de los alumnos en la clase. También se
empleaba en el ámbito militar, especialmente por parte de los lansquenetes
alemanes.
199
• Oposición: se llama oposición, en esgrima, a la acción de apartar la hoja del rival
conforme se ataca, moviendo el brazo hacia el lado contrario por el que se tiene
prendida la espada del rival, pero dejando la punta quieta en el sitio por donde se
pretende dar la estocada. Normalmente, durante la ejecución de una oposición se
consigue prender la espada del rival no solo apoyándola en la propia hoja, sino
también contra la guarnición.
• Palestra: lugar al aire libre, generalmente en medio de una plaza, que se acotaba
con unas vallas de madera, y donde se practicaba esgrima y se realizaban
exhibiciones de combate.
• Rodela: la rodela era un escudo redondo de metal, que cubría casi la mitad del
cuerpo del usuario. Era empleado en el entorno militar desde finales del siglo
XV, y aún se empleaba en la Guerra de los Treinta Años por parte de las tropas
imperiales.
diario en diversas naciones de Europa Occidental. Sus guarniciones fueron
evolucionando en complejidad buscando proteger la mano del usuario, siendo
las más frecuentes la de lazo o pitones, la de conchas y la llamada cazoleta, que
adquirió gran popularidad en España en la segunda mitad del siglo XVII.
• Sable: espada diseñada para una esgrima de corte, generalmente con un solo filo
o con filo y contrafilo, de hoja recta o curva, que se popularizó a través de la
influencia de los soldados de Europa del Este durante los siglos XVII y XVIII.
• Sala de armas: lugar bajo techado destinado a la práctica de la esgrima, así como
de otras artes marciales. Se trataba generalmente de un lugar llano, con bancos y
elementos auxiliares como un potro o armas negras.
• Talabarte: pieza que cuelga de un cinturón o pretina, compuesta por una argolla
de metal en la que basculan unas abrazaderas de cuero o piel rematadas por
hebillas que se cierran en torno a la vaina.
201