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La Yunza: alegría colectiva y latente de la Etnia Penachíes
La yunza, según el Instituto Indigenista Peruano, 1954, pág. 123: “es una costumbre típica y frecuente en el
Norte y Centro del Perú; se le conoce con diversos nombres: Anchash (monti-hualli), sierra de Lima (yunza),
Junín (tumba monte o corta monte).”
En mi opinión la yunza es un marco que permite interpretar la cultura andina, si bien es una actividad que
se viene practicando de modo aislado y con menos frecuencia en los diversos pueblos; no obstante, señala
claramente una de las dimensiones costumbristas vitales de la estructura ancestral andina. Lo cual implica una
gran capacidad de organización. En los grandes momentos ancestrales de la cultura andina, se practicó mucho
en Penachí (La Ramada, Kerguer, Colaya, Corral de Piedra, Tallapampa, Murujaga, Lanchaco Alto, Lanchaco
bajo), en Salas (Shita, El Banco…etc), así como en Inkawasi y Kañaris.
Para tal evento, se considera a un “hombre” o “mujer” a cargo de la organización, estructura y su correcto
funcionamiento. Por años, ha estado en manos de ambos géneros, los cuales han desempeñado “el mismo” con
mucho ahínco. Su nombre está en relación con una autoridad anterior. Este jefe o cabeza de organización tenía
por años en su responsabilidad la atención a los devotos, la atención a los asistentes al evento. Antaño el (la)
mayordoma pelaba toros, carneros y se preparaba con arvejas, plátanos, habas y otros productos propios de la
zona. Tiene una misión fundamental desde inicio de la Yunza. Va al encuentro de los devotos, quienes traen en
hombros (junto a otros invitados y pobladores) el árbol desde las montañas. Una vez que se encuentra con los
devotos, la (el) mayordomo ofrece chicha, cañazo, y con cohetes anuncian que la festividad está empezando.
La mayordomía en compañía de invitados o corresponsables va entonando coplas y versos al son de un
charanguero. Las coplas a menudo dicen: “poco a poco nos acercamos a la verdecita ya…que viene en brazos
de sus devotos ya…”, la alegría se expande por todo el ámbito poblacional.
Al encontrarse con los devotos, la mayordomía y sus acompañantes, pintan las caras de los asistentes con
talco, fucsina y empieza el intercambio de coplas referente a la naturaleza, el amor, la alegría. La mayordomía
acostumbra a llevar una bandera de color verde, el cual simboliza la vegetación, la naturaleza, la abundancia,
la esperanza. Este es colocado el día del “vestimiento del árbol” en la parte más alta. Lo cual indica que la
reverencia y el respeto a la naturaleza está por encima de todo. El rol del (la) mayordomo es importante durante
todo el proceso, porque hasta el último día debe tener mucha capacidad para enfrentar el reto del próximo año
de celebración.
Los devotos juegan un rol fundamental en la estructura de la celebración de las yunzas, son los encargados
de conseguir el palo, adornar las ruedas y hacer que todo el sistema de celebración se lleve de la mejor manera.
Depende mucho de la cantidad de ruedas que tenga el árbol o palo, para que cada uno de ellos asuma la
responsabilidad. A menudo, los devotos se responsabilizan de una rueda, el cual contiene diversidad de
productos y cambia acorde a los cambios generacionales y productivos (antaño se acostumbraba a poner
productos agrícolas y ganaderos), ahora se coloca gaseosas, galletas, cervezas, atunes, etc.
Para ser devoto hay que tener cualidades costumbristas y morales (identidad con las costumbres, amor al
arte, responsabilidad y compromiso), en tanto al hacerse responsable de los productos de una rueda, tiene que
“devolver” al próximo año el doble de lo aceptado en la “bajada” o “corte del árbol”. Antes del encuentro con
la mayordomía (el día de inicio de la yunza), alegres van cargando el árbol al son de coplas y charango (“Hay
palito, palo, poco a poco te acercas a tu mayordomo o mayordoma”).
Al segundo día o día central de la yunza, muy temprano los devotos, junto a la mayordomía cargan el árbol.
Sube un encargado a vestir rueda por rueda (empezando de la parte más alta y terminando en la primera rueda,
visto desde la tierra al cielo). Coloca en la cima la bandera verde el cual personifica el vínculo de la naturaleza
con el cielo (antes Rupay o el dios sol, ahora Jehová). De ese modo, las ruedas quedan cargadas y expresan lo
hermoso, la abundancia y la esperanza de que el año siguiente todo lo que se tiene se duplicará. Esto depende
muchos de la cantidad y calidad de devotos que se tenga, puesto que en algunos lugares hay árboles con dos
ruedas, tres ruedas, cuatro ruedas y hasta cinco ruedas. El día del vestimiento los devotos colocan lo que les
corresponde bajo control de la mayordomía, al finalizar la yunza, se entrega a los nuevos devotos la cantidad
de productos que deben ser devueltos al doble en el año próximo.
Uno de los instrumentos utilizados para este tradicional evento, de raíces ancestrales es el charango (hoy la
guitarra), y el especialista que entono los ritmos se llama “charanguero”. El charanguero es un artista, porque
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ajusta el tono acorde a las coplas y pasos que dan los que bailan. Muchos de los músicos entrenan con
anterioridad al evento, muchos otros aprenden de sus padres (en tanto años atrás se ponía yunza en todos los
caseríos y en el pueblo de Penachí había hasta cinco yunzas: uno en cada lado del pueblo y uno al centro). De
ese modo todos aprendían a tocar, bailar, recitar coplas. Grandes charangueros y de todos los tiempos, en
Penachí, destacan José Carlos Martínez, Bernardino Carlos Bernilla, Darío Mendoza, Francisco Javier De La
Cruz, Andrés Chuya Martínez, Santiago Díaz De La Cruz, Willian Rojas. En cada caserío hay un charanguero
que resalta por sus cualidades artístico identitarias, formas de tocar, estilos de ritmo, inteligencia para componer
coplas momentáneas. No se trata solo de tocar la charanga, sino de tocar bien y dar el compás adecuado para
que cada uno de los presentes viva la alegría. Los charangueros de todas las épocas arman grandes ruedas, en
la que todos los participantes van bailando agarrados de la mano. Hecho que ha sido destacado y que se resalta
actualmente en la Kashua andina de Inkawasi.
La rueda es un baile tradicional y colectivo. Representa la forma de organización colectiva del ande. Esto
consiste en formar un gran grupo alrededor del árbol. Es también la representación de la equidad de género, en
tanto hay mucho respeto a la mujer y se toma de la mano un hombre y una mujer de modo intercalado. Es el
símbolo, también de una cooperación muy profunda porque se articulan en la rueda los brazos y manos de los
hombres y mujeres. El charanguero en el centro, es el que dirige el movimiento de la rueda, con sus gestos y
ritmo anuncia como debe moverse la rueda (gran grupo humano). Este se mueve hacia atrás, hacia adelante,
hacia la izquierda, hacia la derecha. El charanguero de vez en vez asoma la mirada, hunde la mirada y todos
van hacia adelante o hacia atrás y levanta la charanga para que salten alrededor enlazados de brazos y manos.
Esto se reproduce en las diversas yunzas de las comunidades de Penachí, Kañaris, Inkawasi, Salas.
Las coplas son mensajes rápidos, inteligentes y de canto a la vida, al amor, a la naturaleza. Estas son
entonadas de modo grupal o en parejas. De modo grupal para hacer referencia a la yunza: verde, verdecita hoy
estas aquí mañana ya no estarás (canto a la fugacidad de la vida), hoy te he visto penachana hermosa y en tus
ojos quiero posarme a vivir por siempre (canto de amor eterno), hay palito palo quien será tu dueño (avizorando
la llegada de los nuevos devotos). Hay tantas coplas y versos que surgen del momento, muchas veces sirve para
ir contando en público lo que se piensa, se siente o se vive.
El tercer día se termina la yunza, al son de coplas o versos tristes. Un día antes se nombra los nuevos devotos,
quienes desvisten el árbol antes de que se proceda al corte. Un hachero, va cortando mientras los otros van
enunciando los versos del presente y futuro.