ANALISIS CRÍTICO DE LOS MODELOS EN EL ESTUDIO DE LA
PERSONALIDAD
La personalidad, entendida como el conjunto relativamente estable de tendencias y
patrones de pensamiento, procesamiento de la información y comportamiento que cada
uno de nosotros manifiesta a lo larga de la vida y a través del tiempo y de las diferentes
situaciones, es uno de los principales aspectos que se han estudiado y analizado por parte
de la Psicología. Diferentes corrientes y autores han establecido diferentes teorías y
modelos de personalidad.
A continuación se explican brevemente algunas de las principales teorías de la
personalidad, las cuales parten de distintos enfoques como el internalista, el
situacionista y el interaccionista o el correlacional, el experimental o el clínico.
Las teorías de la personalidad más importantes de la Psicología
Estas son las aportaciones al estudio de la personalidad que tradicionalmente han tenido
más peso a lo largo de la historia de la Psicología. Sin embargo, no todas siguen
vigentes hoy.
1. Teoría de la personalidad de Freud
La corriente psicodinámica ha aportado diversas teorías y modelos de personalidad,
siendo las más conocidas las del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud. Para él, el
comportamiento y la personalidad están vinculadas a la existencia de impulsos que
necesitamos llevar a la práctica y el conflicto que supone esta necesidad y la limitación
que la realidad supone para su cumplimiento. Se trata de un modelo clínico e internalista.
En su primera tópica, Freud proponía que la psique humana estaba estructurada en tres
sistemas, uno inconsciente regido por la búsqueda de la reducción de tensiones y funciona
a través del principio de placer, uno consciente que es regido por la percepción del mundo
exterior y la lógica y el principio de realidad y un preconsciente en el que los contenidos
inconscientes pueden hacerse conscientes y viceversa.
En la segunda tópica Freud determina una segunda gran estructura de la personalidad
compatible con la anterior, en el que la psique está configurada por tres instancias
psíquicas, el Id o Ello, el Yo y el Superyó. El Ello es nuestra parte más instintiva, que rige
y dirige la energía interna en forma de impulsos y de la cual parten todas las demás
estructuras.
El Yo sería el resultado de la confrontación de los impulsos y pulsiones con la realidad,
siendo una estructura mediadora y en continuo conflicto que emplea diferentes
mecanismos para sublimar o redirigir las energías provenientes de los impulsos. Por
último, la tercera instancia es el Superyó o la parte de la personalidad que viene dada por
la sociedad y que tiene como principal función juzgar y censurar las conductas y deseos
que no son socialmente aceptables.
La personalidad se va construyendo a lo largo del desarrollo, en diferentes fases, en base
a los conflictos existentes entre las diferentes instancias y estructuras y los mecanismos
de defensa aplicados para intentar resolverlos.
2. Teoría de la personalidad de Jung
Además de Freud, otros muchos componentes de la corriente psicodinámica han
propuesto sus propias estructuras de personalidad. Por ejemplo, Carl Jung proponía que
la personalidad estaba configurada por la persona o parte de nuestra personalidad que
sirve para adaptarse al medio y que se relaciona con lo que los demás pueden observar y
la sombra o la parte en que se incluyen aquellas partes del Yo que no resultan admisibles
para el propio sujeto.
Asimismo a partir de los arquetipos adquiridos por el inconsciente colectivo y los
diferentes complejos que adoptamos en nuestro desarrollo hacia la identidad se van
generando diferentes tipos de personalidad en función de que las inquietudes se dirijan
hacia el interior o exterior, si son más sensitivos o intuitivos y si tienden a centrarse más
en pensamiento o sentimiento, siendo pensar, sentir, intuir y percibir las principales
funciones psicológicas.
3. Teoría fenomenológica de Carl Rogers
Desde una perspectiva humanista-fenomenológica de enfoque clínico, Carl Rogers
propone que cada persona tiene su campo fenomenológico o manera de ver el mundo,
dependiendo la conducta de dicha percepción.
La personalidad se deriva del autoconcepto o simbolización de la experiencia de la propia
existencia, la cual surge de la integración de la tendencia a la actualización o tendencia a
mejorarse a sí mismo con las necesidades de sentir amor por parte del entorno y de
autoestima derivada del contraste entre su conducta y la consideración o respuesta que
reciba esta por por parte del entorno. Si existen contradicciones, se emplearán medidas
defensivas tales con las que ocultar dicha incongruencia.
4. Teoría de los constructos personales de Kelly
Como ejemplo de teoría de la personalidad derivada del cognitivismo y el constructivismo
podemos encontrar la teoría de los constructos personales de Kelly, de enfoque también
clínico. Para este autor cada persona tiene su propia representación mental de la realidad
y actúa de manera científica intentando dar una explicación a lo que le rodea.
Se considera que la personalidad se constituye como un sistema jerarquizado de
constructos personales dicotómicos que tienen influencia entre sí, los cuales forman una
red con elementos nucleares y periféricos mediante los cuales intentamos dar respuesta y
hacer predicciones de futuro. Lo que motiva la conducta y la creación del sistema de
constructos es el intento de controlar el medio gracias a la capacidad de predicción
derivada de ellos y a la mejora de dicho modelo predictivo mediante la experiencia.
5. Teoría de la personalidad ideográfica de Allport
Allport considera que cada individuo es único en el sentido de que tiene una integración
de las diferentes características distinta del resto de personas (se basa en lo ideográfico,
en lo que nos hace únicos), así como que somos entes activos que nos enfocamos hacia
el cumplimiento de metas.
El conjunto de rasgos se integraría en el propium o sí mismo, el cual se deriva de la
autopercepción y autoconciencia generadas y compuestas por de la experiencia de
identidad, percepción la corporalidad, los intereses y la autoestima, la racionalidad y la
intencionalidad.
6. Teoría de la personalidad de Cattell
La teoría de la personalidad de Raymond Cattell es una de las más famosas y reconocidas
teorías factoriales de la personalidad. Estructuralista, correlacional e internalista al igual
que Allport y partiendo del análisis del léxico, considera que la personalidad puede
entenderse como función de un conjunto de rasgos, los cuales se entienden como la
tendencia a reaccionar de determinada manera a la realidad.
Estos rasgos pueden dividirse en temperamentales (los elementos que nos indican cómo
se actúa), dinámicos (la motivación de la conducta o actitud) o aptitudinales (las
habilidades del sujeto para llevar a cabo la conducta).
La dinámica de la personalidad también depende de la motivación, encontrando diferentes
componentes en forma de rasgos dinámicos o actitudes entre los que se encuentran los
ergios (forma de actuar ante estimulaciones concretas como el sexo o la agresión) y los
sentimientos.
7. Teoría de la personalidad de Eysenck
Desde una posición internalista y factorial centrada en lo biológico, Eysenck genera una
de las hipótesis explicativas de la personalidad más importantes desde un enfoque
correlacional. Este autor genera el modelo PEN, el cual propone que las diferencias de
personalidad se basan en elementos biológicos que permiten procesos como la motivación
o la emoción.
La personalidad es una estructura relativamente estable del carácter, el intelecto, el
temperamento y el físico, aportando respectivamente cada uno de ellos la voluntad, la
inteligencia, la emoción y los elementos biológicos que los permiten.
El autor consideraría que el nivel de extraversión dependía de la activación del sistema
de activación reticular ascendente o SARA, el neuroticismo del sístema límbico y el
psicoticismo, si bien no se ha identificado un correlato claro, tiende a vincularse al nivel
de andrógenos o la relación entre dopamina y serotonina.
8. Teoría del Big Five de Costa y McCrae
Otra de las grandes teorías factoriales y basadas en un enfoque léxico (partiendo de la
idea de que los términos con los que explicamos nuestro comportamiento permiten tras
un análisis factorial establecer la existencia de agrupaciones de características o rasgos
de personalidad), el Big Five o teoría de los cinco grandes de Costa y McCrae es uno de
los modelos de personalidad más extendidos.
Mediante el análisis factorial este modelo indica la existencia de cinco grandes factores
de personalidad que todos tenemos en mayor o menor grado. Se trata del neuroticismo o
ajuste emocional, la extraversión como cantidad e intensidad de relaciones personales, la
cordialidad como las cualidades vertidas en la interacción, la responsabilidad o toma de
conciencia, organización, control y motivación hacia las metas y la apertura a la
experiencia o interés en experimentar.
Cada uno de dichos grandes factores se compone de rasgos o facetas. Los diferentes
rasgos están relacionados entre sí, y en conjunto dan cuenta de la manera de percibir el
mundo y reaccionar ante él.
9. El modelo BIS Y BAS de Gray
Gray propone un modelo factorial y de carácter biológico en el que considera que existen
dos dimensiones que permiten elementos como la emoción y el aprendizaje, partiendo de
la combinación de los factores extraversión y neuroticismo de Eysenck.
En este caso, se propone que la ansiedad, como combinación entre introversión y
neuroticismo, actuaría como mecanismo inhibidor de la conducta (BIS o Behaviour
Inhibition System), mientras que la impulsividad (que equivaldría a una combinación
entre extraversión y neuroticismo) actuaría como mecanismo de aproximación y
motivación a la acción (BAS o Behaviour Approximation System). Ambos sistemas
actuarían en conjunto para regular nuestra conducta.
10. Modelo de Cloninger
Este modelo contempla la existencia de elementos temperamentales, siendo estos la
evitación del dolor, la dependencia a la recompensa, la búsqueda de novedades y la
persistencia. Estos elementos de carácter biológico y adquirido darían cuenta del patrón
conductual que aplicamos en nuestra vida, y dependen en gran medida del equilibrio
neuroquímico del cerebro en lo que se refiere a los neurotransmisores.
También incorpora elementos del carácter que ayudan a situar al propio yo en en la
realidad, siendo estos la cooperación como comportamiento social, la autodirección o
autonomía y la autotrascendencia como elemento que nos integra y nos da un papel en el
mundo.
11. Teoría del aprendizaje social de Rotter
Este autor considera que el patrón de conducta que empleamos habitualmente es un
elemento derivado del aprendizaje y la interacción social. Considera al ser humano un
elemento activo y utiliza un enfoque cercano al conductismo. Actuamos en base a la
existencia de necesidades y de la visualización y valoración tanto de éstas como de las
posibles conductas que hemos aprendido a llevar a cabo. Aunque cercano al
interaccionismo, se sitúa en una perspectiva situacionista
El potencial de conducta es la probabilidad de realizar determinada conducta en una
situación concreta. Este potencial depende de elementos como las expectativas (tanto de
la capacidad de influir en los resultados como en el propio resultado y la posible obtención
de beneficios tras la conducta) y la consideración o valor otorgado a las consecuencias de
realizar la conducta en cuestión, así como de la manera en que la persona procesa y valora
la situación (conocida como situación psicológica).
12. El enfoque interaccionista
A lo largo de la historia han sido muchos los autores que han asumido una de dos posturas:
que la personalidad es algo innato o bien que se deriva del aprendizaje. Sin embargo existe
una tercera opción, defendida por autores como Mischel, en la que la personalidad es
formada por la interacción entre elementos innatos y los fenómenos que vivimos.
Esta postura explora las características de personalidad a través del estudio de la
existencia de consistencia de la conducta a través de las situaciones, la estabilidad
temporal y la validez predictiva de los rasgos. Las conclusiones indicaron que deberían
emplearse otro tipo de categorizaciones diferentes de los rasgos, pues estos no reflejan un
modelo predictivo totalmente válido al ser de carácter más innatista. Defiende que resulta
más eficiente hablar de competencias, valores, expectativas, constructos y autocontrol.
Otros autores como Allen reflejan que la consistencia puede variar según la persona, así
como los valores principales y los aspectos que mejor predicen la conducta. De este modo,
los rasgos sí serían consistentes pero solo si se tienen en cuenta aquellos que resultan más
relevantes para cada persona.
Referencias bibliográficas:
Bermúdez, J. (2004). Psicología de la personalidad. Teoría e investigación. (Vol I y II).
Unidad Didáctica de la UNED. Madrid.
Hermangómez, L. & Fernández, C.(2012). Psicología de la Personalidad y Diferencial.
Manual CEDE de Preparación PIR, 07. CEDE: Madrid.