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Los Grupos de Oración y La Asesoría

El documento describe lo que es un grupo de oración carismático. Estos grupos se caracterizan por la oración de alabanza espontánea, la invocación del Espíritu Santo, y la apertura a recibir dones carismáticos como profecías y lenguas. Los grupos se reúnen semanalmente para orar comunitariamente, cantar himnos, compartir la Palabra de Dios, y fortalecer su fe y comunión.
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Los Grupos de Oración y La Asesoría

El documento describe lo que es un grupo de oración carismático. Estos grupos se caracterizan por la oración de alabanza espontánea, la invocación del Espíritu Santo, y la apertura a recibir dones carismáticos como profecías y lenguas. Los grupos se reúnen semanalmente para orar comunitariamente, cantar himnos, compartir la Palabra de Dios, y fortalecer su fe y comunión.
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¿QUÉ ES UN GRUPO DE ORACIÓN CARISMÁTICO?

“Pues donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mt
18,20).

El Espíritu conduce hacia la comunión con los hermanos y constituye su viń culo interior. La
oración comunitaria es el lugar privilegiado de la comunión. En el grupo de oración se consolidan
y desarrollan los efectos de la efusión del Espiŕ itu.

Cada grupo de oración carismático es único y particular, tiene una mínima estructura por un
máximo de espíritu.

La oración es carismática, porque los participantes en ella permanecen totalmente abiertos y


disponibles al Espíritu Santo, lo cual supone fundamentalmente dos cosas:

1. la oración carismática es epiclética, es decir, se invoca insistentemente una efusión siempre


nueva y mayor del Espiŕ itu sobre el grupo.

2. superando todos los bloqueos interiores, cada participante se pone en actitud de apertura y
disponibilidad a la acción del Espíritu para dejarse llevar y conducir por É l, disponibles a
recibir los carismas que el Espiŕ itu quiera conceder y, lo que es más, dispuestos a utilizarlos en
bien y provecho de la comunidad.

Estos dos aspectos son los que hacen carismática la oración de que tratamos. A Cristo se le
siente, se le vive y se le experimenta vivo en la comunidad de oración.

Justamente la oración de alabanza puede considerarse una de las aportaciones especif́ icas de la
Renovación Carismática a la espiritualidad cristiana actual.

El Espíritu de Jesús es invocado frecuentemente y casi a todo lo largo del encuentro de


oración. Muestra su presencia en el grupo por los dones que derrama; el don de lenguas; las
profecías abundantes y consoladoras; a veces, el anuncio doloroso, pero no por ello menos
consolador, de la conducción del grupo hacia un camino difić il, con la certeza sólo de que Dios
precederá la marcha del grupo.

La oración es espontánea, con la sencillez de lo improvisado. Cada participante expresa en voz


alta su oración al Señor. No se guarda un orden en las diversas intervenciones, aunque es
evidente cómo ninguno debe acaparar esta libertad para discursear ni adoctrinar a los demás. De
aquí que las intervenciones deben ser breves. Ya hemos indicado antes cómo una caracteriś tica de
la oración carismática es la alabanza. Junto a ella, llama la atención la frecuencia y el fervor con
el que se invoca una venida efusiva y abundante del Espiŕ itu Santo sobre los orantes.

Suelen reunirse una vez por semana, en una oración de una a una hora y media, abierta a todo
el mundo, aún a los curiosos. Los grupos que han crecido con normalidad están formados por
gente de todas las edades y de todos los niveles culturales y sociales. Toda Persona es libre de
formar parte y de salirse de ellos. No hay estatutos ni compromisos. La alta fidelidad a la
reunión semanal de la gente integrada al grupo, proviene solamente de una necesidad espiritual.
Es notable el interés de la gente, que se desplaza o traslada a otra localidad, por buscar allí un
grupo de la Renovación Carismática. Y que en estos grupos se encuentra una acogida alegre,
ayuda mutua, acompañamiento y crecimiento espiritual. La oración comunitaria carismática es
un encuentro del grupo con El Señor Resucitado. Su presencia, vivida en un don de fe, suscita
una ferviente alabanza, gozosa, libertadora y fuente de toda bendición. La alabanza toma la
parte más considerable de la reunión y se desarrolla en la escucha de la palabra y en una actitud
interna de adoración, a la que suelen seguir súplicas en favor de los hermanos, de la Iglesia y
del mundo. Con frecuencia se destina un tiempo a cantos de alabanza, de perdón, de acción de
gracias, una pequeña enseñanza compartida desde la palabra de Dios y a los testimonios.

Un fruto importante de esta oración es el deseo de dar testimonio del Señor en casa, en el
trabajo, donde sea. Evangelizar se convierte en una necesidad. Por eso la gente renovada de veras
tiene que ponerse a disposición de la Iglesia local y parroquial, para todo lo que sea necesario
según el discernimiento de los pastores. Eso sí, el apostolado tiene que ser el fruto de la oración
personal y comunitaria, tiene que surgir de la acción del Espiŕ itu, según la expresión del cardenal
Suenens: "Hay muchas maneras de evangelizar, pero no hay más que una evangelización que
sea buena: La que sale del Cenáculo".
Estos grupos de oración se caracterizan por la oración de alabanza, la cual es una oración
espontánea que brota del corazón, se realiza con voz audible, puede estar acompañada de
manifestaciones externas como levantar las manos, aplaudir entre otras cosas. Los asistentes
sirven desde sus carismas como son la acogida, el avivamiento, la explicación de la palabra entre
otros. Se desarrolla en un ambiente de orden y discernimiento. Es normal que se dé la oración en
lenguas, se interpreten, se den profeciá s y sanaciones.

Aunque el grupo tiene una estructura básica y liderazgo, con una oración dirigida; siempre
está abierta a que todos puedan participar de una manera espontánea. Al terminar el grupo es
normal el abrazo de paz (Cf. Juan 14,27). El canto juega un papel fundamental; el grupo nos debe
llevar a vivir 24 horas al diá , 7 diá s a la semana a ser semejantes a nuestro amado Jesucristo.

NOTA: CUANDO UNA PERSONA ASISTE POR PRIMERA VEZ A UN GRUPO DE ORACIÓN
CARISMÁ TICO EXPERIMENTA UN AMBIENTE CÁ LIDO Y ACOGEDOR DONDE REZAN DE
UNA MANERA EXTRAÑ A, CON FUERZA, CON ACLAMACIONES DE ALABANZA A DIOS,
CANCIONES BELLISIMAS, ALLI SE HABLA DE UN CRISTO VIVIO Y RESUCITADO Y UN
ESPIRITU QUE NOS LO REVELA.

Moseñor Alfonso Uribe Jaramillo da unos aspectos o consejos practicos que se deben de tener
en cuenta a la hora de realizar el grupo de oración Carismático, los llama:

Normas prácticas

Para quienes tengan interés por la formación de un grupo de oración participada o quieren
mejorarlo, podrán ser útiles la 15 sugerencias que el Padre Jorge Kosicki, C. S. B da y trancribo a
continuación:

1. La oración compartida se basa marcadamente en la Escritura. Venga con su Biblia.

2. La oración compartida tiene gran espontaneidad, auque debe ser preparada. La preparación es
la oración personal, la penitencia de cada participante, y la dispocisión de estar abieto al Señor.
3. El salón y el arreglo físico es importante. Debe haber un mínimo de distracción física. Es
importante que todos en un grupo puedan oirse unos a otros. Es mejor cuando los participantes se
sientan unos frente a otros en círculo.

4. La oración compartida es difícil para muchos de nosotros porque estamos acostumbrados a no


compartir nuestra oración. Orar en voz alta, en nuestras palabras frente a otras personas no es
fácil al principio. La única cosa que se le pide a cada persona es que ore auque sea
silenciosamente. Lo que es importante es que todos estén orando realmente juntos en Cristo.

5. Durante la oración uno debe poner atención en Cristo, no en sí mismo ni en los demás. La
concentración en Cristo o Dios en la oración es la medida de su profundidad.

6. En el principio de la hora de oración, es mejor evitar el diálogo entre unos y otros. Hay su
tiempo para compartir en el Señor, pero el primer paso es tratar de alabar a Dios, poniendo toda
la atención en Él, e invitandolo a venir sobre el grupo.

7. La oración compartida no es un tiempo de confesión pública o de quejarse sobre dificultades.


También hay un tiempo para pedir a Dios y de pedir al grupo que apoye nuestra petición.
También hay un tiempo para compartir con el grupo las profundidades de nuestra fe y las
experiencias que hemos tenido de cómo Dios ha obrado en nuestras vidas. Esto apoya y edifica la
fe de cada uno.

8. La oración compartida no debe ser usada para pedir por la corrección de faltas de nuestros
vecinos. La verdadera oración está llena de amor.

9. Puede ser útil una cierta organización en la oración compartida. Ejemplo: cantar un himno
apropiado, sigueindo a esto el recogimiento y el silencio; leer un salmo despacio y con claridad.
Este salmo es una tabla hacia la oración. A esto sigue el silencio o la oración espontánea en
respuesta al salmo, o puede seguir un himno o lectura apropiada de la Escritura. Luego el
proximo salmo es leído por otra persona. Los salmos no tienen que ser asignados. Las oraciones
cantadas pueden hacerse de esta misma manera. Termine cantando el himno a María: “Mi alma
alaba al Señor…”. Con prolongadas oraciones por intenciones. Así que puede usarse una
estructura o salmos seleccionados con anterioridad o salmos seleccionados espontáneamente.
10. También hay la oración compartida que no sigue ninguna estructura. Esto también se basa
marcadamente en la Escritura.

11. Cuando el grupo está formado por personas que tienen el hábito de orar, los momentos
prolongados de silencio compartido son frecuentes. Generalmente, mientras más maduro sea el
grupo en la oración más ricos serán todos los periodos de silencio ya que todos están
compartiendo intensamente la presencia de Dios.

12. Cantar es importante y recuerda que los himnos son cantados como oraciones.

13. Se debe prestar atención a la oración del grupo. Generalmente se desarrolla un tema. Este no
debe cambiarse a menos que haya una buena razón para hacerlo. Estamos orando juntos a Cristo.
Sé sencible a la forma en que Dios está obrando en el grupo. Nuestro Señor dijo: “En verdad os
digo, lo que ustedes aten aquí en el mundo, será atado también en el cielo y lo que ustedes
desaten en este mundo será desatado en el cielo. También os digo, que si dos de ustedes se ponen
de acuerdo sobre algo que quieran pedir, en oración, Mi Padre que está en el cielo se lo concederá
porque donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mt
18,18-20).

14. Si la oración compartida va muriendo y el silencio no es aquel que nos hace sentir la
presencia de Dios, hay la falta de alabanza. Pedro nos dice: “Pero ustedes son una raza escogida,
un grupo de sacerdotes al servicio del rey, una nación santa, un pueblo que pertenece a Dios y
esto es así para que anuncien las obras maravillosas de Dios, el cual los llamó a salir de la
oscuridad y a entrar en la luz maravillosa…” (1Pd 2,9). La oración principal es la alabanza a
Dios.

15. El grupo puede saber toda la mecánica de oración compartida y orar bastante bien, sin
embargo, esto no es suficiente. El grupo ora bien en proporción al esfuerzo de cada participante
en darse completamente a Dios.
En resumen

La oración compartida es una mezcla rítmica de:

 Oración hablada
 Alabanzas cantadas
 Silencio compartido
 Lecturas de la Palabra de Dios
 Canciones espirituales
 Experiencias de fe compartidas
 Oraciones compartidas por intenciones especiales

La oración principal es la alabanza a Dios. La mayor experiencia es la presencia de Cristo. Esto


fotalece los lazos de comunidad. Apoya y estimula la oración personal.

Monseñor Alfonso Uribe escribe en uno de sus libros: “Si queremos que nuestros grupos de
oración participada tengan verdadero Espíritu y produzcan abundantes frutos, invitemos siempre
a María ya que Ella es la morada del Espíritu y fue la encargada de presidir la oración
comunitaria en el Cenáculo que preparó la efusión de Pentecostés”.
PERFIL DEL ASESOR DIOCESANO DE LA R.C.C

El presbiterado forma parte de la mision de la iglesia En la que no todos los miembros


desempeñan la misma función.

Los presbit́ eros son tomados de entre los hombres y constituidos en favor de los hombres
(hebreos 5,1). Conviven
como hermanos con los otros hombres son segregados no separados (P.O 3).

El ministerio de los presbíteros se define por las funciones que realizan: Son ministros de
la palabra de Dios, de los sacramentos y de la eucaristiá , ejercen la autoridad como el que sirve
(P.O 4-6).

Todo presbítero es ordenado en la Iglesia y para la Iglesia, bajo la paternidad y cuidado del
obispo, a cuyo presbiterio pertenece. De alli,́ que el sacerdote asesor, lo primero que debe buscar
es la comunión filial y dócil con su Obispo con quien ejerce su ministerio y quien es el que marca
las pautas y la orientación global de la RCC dentro de su jurisdicción para que esta sea realmente
eclesiológica.

La fraternidad sacerdotal y la pertenencia al presbiterio son elementos caracteriś ticos del


sacerdote; los presbiteros constituidos por la ordenacion en el orden del presbiterado, se unen
todo entre sí por intima fraternidad sacramental; pero especialmente en la diócesis, a cuyo
servicio se consagran, bajo el propio obispo, forman un solo presbiterio. (P.O.8). El asesor,
participa en la vida y actividades del presbiterio, se integra a la pastoral de conjunto donde ejerce
su ministerio con un buen espiŕ itu y disponibilidad de servicio; trabajar unido a los párrocos,
quienes son autónomos en sus comunidades.
Por eso la formacion humana del sacerdote expresa una particular importancia en la relación
con los destinatarios de su misión; precisamente para que su ministerio sea humanamente mas
creible y aceptable, es necesario que el sacerdote plasme su personalidad humana, de manera que
sirva de puente y no de obstáculo a los demás, asi como Jesucristo conoce lo que hay en el
hombre (Juan 2,25; 8,3-11).
El sacerdote asesor es el pastor que se encarna en la realidad social con un profundo sentido
cristiano, conoce, asume las esperanzas y dolores de la gente y de su pueblo.
El sacerdote sea capaz de conocer con profundidad el alma humana, intuir dificultades y
problemas, facilitar el encuentro y el diálogo, obtener la confianza y colaboración, expresar
juicios serenos y objetivos. (PDV N°43). Dar razón de la esperanza a todo aquel que se la pida
(1a Pedro 3,15)

El Espíritu Santo recibido en el sacramento es fuente de santidad y llama a la santificación, no


solo porque configura al sacerdote con cristo, cabeza y pastor de la iglesia y le confía la misión
profética sacerdotal y real para que lleve a cabo personificado a Cristo, sino también porque
anima y vivifica su existencia de cada día, enriqueciéndola con dones y exigencias, con virtudes y
fuerzas, que compendian en la caridad pastoral. Esta caridad es siń tesis unificante de los valores y
virtudes evangélicas y a loa vez, fuerza que sostiene su desarrollo hasta la perfeccion (PDV 27)
Los ministerios de la iglesia no aparecen determinados por una estructura jerárquica, sino
como fruto del Espiritu Santo, que genera diversidady unidad en la misión de la iglesia.

EL ASESOR DE LA RCC es un hombre de Dios, de oración permanete, es ministro y sevidor


de los sacramentos, ministro del evangelio, hombre de la comunidad, hombre de la unidad,
hombre de la esperanza, hombre del discernimiento, en una palabra es un hombre en un contiń uo
pentecostés que valora los carismas recibidos y los ejerce con humildad, conoce a profundidad la
historia y las perspectivasde la RCC.

Es un neumatólogo y un eclesiólogo profesional más que un activista desaforado; es un


contemplativo en la acción, tiene claro como impulsar el ejercicio razonable de los carismas, vela
por la sana doctrina de la renovación y promueve la formación sistemática de sus miembros.
Procura la digna celebración de los sacramentos en los espacios carismáticos. Promueve la
espiritualidad propia de la RCC en comunión con los órganos de servicios respectivos.
El asesor es conocedor de la dinámica de las parroquias en todos los aspectos para poder ofrecer
y no imponer los servicios de la RCC como parte esencial de la pastoral de la iglesia.
El asesor, debe asistir puntualmente, con el respectivo coordinador diocesano y el representante
de jóvenes cada año a la asamblea nacional de asesores y coordinadores, cuya fecha quedó fijada
para el primer pueente nacional de noviembre de cada año. Además, debe procurar unas
realciones estrechas y fraternas con los miembros del consejo nacional, para velar por una
adecuada animación y coordinación de la RCC con unidad de criterio y con claridad y
continuidad de estrategias pastorales, que garanticen el normal proceso de crecimiento y
maduración.
Anima a los integrantes de la comunidad para asistir a los diferentes eventos y congresos que se
promueven a nivel reginal y nacional.

Acompaña al consejo de la RCC de su jurisdicción en sus reuniones guiándolos en sus


discernimientos y desiciones.
Promueve espacios de dialogo con sacerdotes y otras comunidades para la mejor comprensión de
la RCC.

RELACIÓN ENTRE OBISPOS Y PRESBÍTEROS (Presbyterorum


Ordinis7)

Los presbíteros por su parte, teniendo presente la plenitud del sacramento del orden de que
gozan los Obispos, reverencien en ellos la autoridad de Cristo, Pastor supremo. Únanse, por
tanto, a su Obispo con sincera caridad y obediencia. Obediencia sacerdotal, que, penetrada de
espíritu de cooperación, se funda en la participación misma del ministerio episcopal, que se
confiere a los presbíteros por el sacramento del orden y la misión canónica. Todo presbítero es
ordenado en la Iglesia y para la Iglesia, bajo la paternidad y cuidado del Obispo, a cuyo
presbiterio pertenece. De allí, que el sacerdote asesor, lo primero y fundamental que debe
buscar es la comunión filial y dócil con su respectivo Obispo, y con el Obispo con quien
ejerce su ministerio y quien es el que marca las pautas y la orientación global de la R.C.C.
dentro de su Jurisdicción, para que ésta sea realmente eclesiológica, según el querer y la
voluntad de Cristo. Esto exige, del Sacerdote Asesor una calidad humana exquisita.
UNIÓN Y COOPERACIÓN FRATERNA ENTRE LOS PRESBÍTEROS (P.O.8)
“Los presbíteros constituidos por la ordenación en el orden del presbiterado, se unen todos
entre sí por intima fraternidad sacramental; pero especialmente en la Diócesis, a cuyo servicio
se consagran, bajo el propio obispo, forman un sólo presbiterio. Porque aunque se entreguen a
diversos menesteres, ejercen, sin embargo, un sólo ministerio sacerdotal a favor de los
hombres... todos tienden, ciertamente a un mismo fin: La edificación del Cuerpo de Cristo, que,
en nuestros días señaladamente, requiere múltiples organismos y nuevas acomodaciones...
Reúnanse también de buena gana y alegremente para recreación del ánimo”. El Sacerdote no es
ordenado sólo como presbítero, sino para un presbiterio. Esto implica que el asesor, participe
de la vida y actividades del presbiterio donde ejerce su ministerio con buen espíritu y con
disponibilidad de servicio en ciertas eventualidades, para ganarse la confianza y para generar
espacios para la expansión de la R.C.C. Debe trabajar en coordinación y con el beneplácito de
los respectivos Párrocos, quienes son autónomos en sus comunidades. El asesor representa al
obispo y en cierta forma, a todo el presbiterio en la R.C.C. y ésta con ellos.

TRATO DE LOS PRESBÍTEROS CON LOS LAICOS (P.O.9) CARIDAD


PASTORAL P.D.V 23)

Por esto, la formación humana del sacerdote expresa una particular importancia en la
relación con los destinatarios de su misión; precisamente para que su ministerio sea
humanamente lo más creíble y aceptable, es necesario que el sacerdote plasme su personalidad
humana de manera que sirva de puente y no de obstáculo a los demás, en el encuentro de
Jesucristo Redentor del hombre; es necesario que, a ejemplo de Jesús que “conocía lo que hay
en el hombre”, (Jn 2,25; 8,3-11), el sacerdote sea capaz de conocer con profundidad el alma
humana, intuir dificultades y problemas, facilitar el encuentro y el diálogo, obtener la confianza
y colaboración, expresar juicios serenos y objetivos. (P.D.V. No.43) El principio interior, la
virtud que anima y guía la vida espiritual del presbítero, en cuanto configurado con Cristo
cabeza y Pastor, es la caridad pastoral, participación de la misma caridad pastoral de Jesucristo:
Don gratuito del Espíritu Santo y al mismo tiempo deber y llamada a la respuesta libre y
responsable del presbítero. El contenido esencial de la caridad pastoral es la donación de sí, la
total donación de sí a la Iglesia...No es solo aquello que hacemos, sino la donación de nosotros
mismos. Dada la confianza y la oficialización que el Consejo Nacional de la R.C.C. se ha
merecido de la Conferencia Episcopal de Colombia, al asesor le compete establecer lazos de
comunión entre la R.C.C. y el Consejo, para que mutuamente se beneficien y se refuercen. Le
corresponde estar informado, motivado y comprometido con la programación, ejecución y
evaluación Nacional que anualmente se aprueba en la asamblea.

CONOCIMIENTO DE LA R.C.C
Al asumir un sacerdote la Misión de asesorar la R.C.C., se le impone la obligación de
conocer en profundidad la teología, la espiritualidad, la historia y las perspectivas de la R.C.C.
En particular debe ser un neumatólogo y un eclesiólogo profesional. Más que un activista
desaforado, debe ser un contemplativo y un estudioso; para que lo que dice y hace tenga vida y
vida en abundancia.

FUNCIONES QUE SE DERIVAN DE LA TRIPLE MISIÓN


Las funciones que siguen se derivan de la triple función del presbiterio: Sacerdote, Profeta y
Pastor. Como Sacerdote asesor, debe velar prioritariamente por nutrir y alimentar las personas
de la R.C.C. con lo que es propio: Los sacramentos, en especial la Eucaristía, con el matiz de la
alabanza y la sanación y el sacramento de la reconciliación, en el que se le dedica “un tiempo
especial al penitente”, como signo de auténtica conversión y cambio de vida. Le corresponde
velar por la integridad y celebración auténtica de la Sagrada Liturgia. Como Profeta, le
corresponde “predicar con la fuerza del Espíritu Santo”, la palabra de Dios, el Magisterio de la
Iglesia y la Doctrina de la Renovación. Debe velar por la Formación sistemática de todos
los miembros de la Renovación, para evitar que se desorienten y se fanaticen. Si existen
escuelas de Evangelización, debe conocer todo el cuerpo doctrinal para el desarrollo progresivo
de la escuela. Le corresponde también, sin extinguir el Espíritu, discernir los carismas e
impulsar su ejercicio razonable, que el Espíritu va suscitando en los grupos y comunidades.
También es misión del asesor, aprobar la invitación a predicadores para determinados
eventos. Como Pastor, el Asesor, con una total imparcialidad de personas o de grupos, debe
conducir y pastorear todos los grupos y comunidades de renovación para evitar
fragmentaciones, celos y conflictos. Para ello debe saber “hacia dónde dirige la R.C.C., que es
hacia el corazón de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, donde habita y actúa el Espíritu de
amor, santidad y gracia. Hay que evitar marginar grupos o personas; y que se tengan
ambiciones de poder, de placer o de riquezas.

RELACIÓN CON LA PARROQUIA


El sacerdote asesor, ha de ser un gran conocedor de la dinámica parroquial en todos los
aspectos, para poder ofrecer, no imponer, sus servicios ministeriales y los de los servidores de
la R.C.C.; no como algo extraño o ajeno a la vida de la parroquia, sino parte esencial de la
misma. Nos dice Pablo VI: “Si la Renovación quiere crecer en santidad y en el cumplimiento
de la voluntad de Dios, debe insertarse en la vida y en la pastoral de la parroquia”.

17.7 RELACIÓN CON EL CONSEJO NACIONAL DE LA R.C.C


Afortunadamente, en Colombia, ya se tiene los Estatutos de la Asamblea Nacional de
Asesores y Coordinadores y del Consejo Nacional de la R.C.C., aprobados por la Conferencia
Episcopal del 20 de marzo de 1996. Igualmente se cuenta con un asesor nacional de la R.C.C.
propuesto por la asamblea y aprobado por la Conferencia Episcopal. El Asesor, debe asistir
puntualmente, con los respectivos coordinadores diocesanos cada año al encuentro de dicha
Asamblea, cuya fecha quedó fijada para el primer puente nacional de noviembre de cada año.
Además, debe procurar unas relaciones estrechas y fraternales con los miembros del Consejo
Nacional, para velar por una adecuada animación y coordinación de la R.C.C. en todo el país,
con unidad de criterios y con claridad y continuidad de estrategias pastorales, que garantice el
normal proceso de crecimiento y de maduración.

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