Entrevista psicológica: Ideas clave para hacerla de manera efectiva
La entrevista psicológica ha sido y continúa siendo el instrumento más utilizado en la evaluación de
un paciente, cliente, candidato, etc. Incluso en una primera entrevista reviste una especial
consideración y una importancia ampliamente reconocida en el proceso de diagnóstico. De hecho,
en la inmensa mayoría de los casos, es el modo inicial de proceder cuando tenemos una primera
sesión de psicología, donde el profesional que entrevista obtiene una información global sobre las
personas, la problemática que nos ha llevado a solicitar ayuda, y sus circunstancias. La naturaleza
de la información que aporta la convierte en una técnica insustituible e indispensable por cualquier
psicólogo.
¿Qué es la entrevista psicológica?
Entrevista psicológica: Definición, características, funciones y objetivos.
Una entrevista es una conversación que se produce dentro del contexto de una relación
interpersonal entre dos o más personas, que conlleva una influencia recíproca y que tiene unos
objetivos específicos, en la que uno solicita información y otro la ofrece, lo que configura una
diferencia explícita de roles en los intervinientes. Estos roles marcan una relación asimétrica, puesto
que uno es el profesional experto que ofrece la ayuda, o guía la entrevista, y el otro es el quien la
precisa, y responde
Sin embargo, cuando hablamos de entrevista psicológica debemos tener en cuenta que es una
técnica utilizada previa al diagnóstico e incluso previa a cualquier modalidad de intervención. Es un
proceso imprescindible de evaluación, pues en él vamos a extraer mucha información y
conocimiento muy útil.
Es importante destacar que en una entrevista psicológica influyen una serie casi interminable de
variables, lo que significa que el acercamiento científico a la misma siempre resulta complejo y está
en constante estudio. Además, y a pesar de las grandes similitudes, también aparecen evidentes
diferencias entre escuelas de psicología a la hora de realizarlas. Por ello, hablaremos de la misma
haciendo referencia a cuestiones generales que, en principio, son tenidas en cuenta (o deberían)
por cualquier corriente de la salud mental.
La entrevista psicológica se caracteriza por:
Ser una técnica previa al diagnóstico.
Establecer un punto de partida en la relación terapéutica.
Se desarrolla en un espacio y tiempo prefijado.
Tiene intencionalidad y una finalidad.
Recoge una petición de ayuda a la que trata de comprender y dar respuesta.
Habitualmente parte del desconocimiento mutuo (entrevistado y entrevistador).
Suele constar de una parte general y otra, más específica.
Funciones de la entrevista psicológica:
De indagación: se basa en la solicitud de información relevante para el entrevistador
Motivadora: estimula y facilita el cambio que alivia el sufrimiento.
Clarificadora: expone los problemas y sus características.
Terapéutica: relación psicólogo / cliente.
Objetivos de una entrevista psicológica son:
Establecer un óptimo rapport (clima confiable).
Atender a la comunicación verbal y no verbal.
Contener la angustia del entrevistado.
Dedicar el tiempo necesario a escuchar.
Estimular la expresión verbal del entrevistado.
Conocer tentativas de solución.
Identificar exactamente la dificultad / problema.
Definir y analizar estos problemas: captar qué ocurre.
Establecer objetivos que aminoren sus sensaciones.
Seleccionar estrategias de intervención.
Evaluar los resultados obtenidos.
Entrevista psicológica pasos a seguir: Según los tipos de entrevista psicológica.
La entrevista psicológica no es una técnica que pueda aplicarse sin tener en cuenta el nivel de
estructuración, los objetivos, el contexto, la edad del entrevistado… todas estas variables influyen
en su diseño y aplicación, dando como resultado diferentes tipos de entrevistas:
Según su estructuración: la entrevista puede ser estructurada (con un guión establecido y
estandarizado, donde las preguntas suelen ser cerradas y específicas), no estructurada (mucho más
flexible, con preguntas abiertas y con respuestas que habitualmente se alejan de la concreción) y
semiestructurada (es un paso intermedio entre ambas, donde existe un guión previo pero
flexibilidad para cambiar el orden de las preguntas, reformularlas, añadir sobre la marcha algunas
que profundicen en aspectos que resulten interesantes). En la actualidad, se usan todas las
modalidades, dependiendo, como ya hemos comentado, de infinidad de factores, como es el
objetivo que se persiga, el contexto, o por ejemplo, el momento terapéutico (es decir, si son
primeras sesiones o ya se lleva un tiempo trabajando).
Según su finalidad: la entrevista puede ser diagnóstica (orientadas a establecer un diagnóstico y
suelen ir acompañadas de otros instrumentos diagnósticos para confirmar el mismo), consultiva
(suelen ser para dar orientación y consejo frente a una pregunta en relación a un tema específico),
vocacional (sería con una finalidad consultiva pero específicamente en cuestiones académico-
laborales, en la que se pueden usar instrumentos para la evaluación de capacidades, habilidades,
etc.) y de investigación (con fines científicos).
Según la temporalidad del proceso: la entrevista puede ser muy diferente dependiendo de la fase
(terapéutica) en que nos encontremos. Puede ser inicial (abre el proceso relacional y el cliente
expone el motivo de consulta), de información complementaria (se busca información más
específica del entrevistado sobre aquello que resulte de utilidad en su caso, incluyendo el uso de
otras herramientas de evaluación y consultando si es necesario con su entorno u otros profesionales
de externos [salud, administrativos, ocupacionales], que tuviesen información valiosa de ayuda), de
biografía del sujeto (se estudian los hitos evolutivos más reseñables en la vida del entrevistado y
ofrece, en consecuencia, una información de un valor indudable), de devolución (el psicólogo ofrece
al entrevistado las conclusiones de sus análisis: diagnóstico si procede, pronóstico, tratamiento
recomendado), de alta clínica (la evolución natural esperada de toda terapia es poder llegar a este
punto, puesto que se entenderá entonces, que el motivo de la consulta se ha resuelto
satisfactoriamente; en ella, el psicólogo después de haber realizado un seguimiento espaciado en el
tiempo -una vez que se solucionó el motivo de consulta, da por finalizada la relación terapéutica).
Según la edad del entrevistado: la división habitual por sus diferencias evolutivas se centra en niños
y adolescentes (la ayuda suele ser reclamada por el colegio, servicios sociales, pero lo más habitual
es que sean los padres, y de no ser así, se necesita autorización por parte de los mismos o sus tutores
legales; además, resulta imprescindible hacer una adaptación muy personalizada a cada niño, dada
la diferencias obvias que aparecen dependiendo de su edad) adultos (desde la mayoría de edad y
hasta la vejez, donde también debe tenerse en cuenta el momento vital y particularidades: estilo de
vida, estrategias de afrontamiento aprendidas en su infancia y adolescencia) y personas mayores
(donde también resulta útil un entrenamiento específico y se explorar con especial cuidado los
apoyos económicos, sociales y emocionales de los que nuestros mayores disponen).
Fases de la entrevista psicológica
Antes de la primera entrevista psicológica propiamente dicha, en muchas ocasiones, el primer
contacto del cliente se produce con otros profesionales que recogen su petición y planifican agendas
(como puede ser en el caso de una clínica con varios profesionales en plantilla), otros profesionales
de la salud (como médicos de familia que asesoran y derivan a otros profesionales expertos en salud
mental), orientadores escolares (que informan y ayudan a buscar el recurso necesario). En esta
“pre-entrevista” se recomienda recoger una serie de datos básicos de la consulta, a saber, datos de
contacto y biográficos, motivo de consulta específico y si viene recomendado por algún otro
profesional de la salud o de otro tipo, o, por el contrario, se trata de iniciativa propia. En otras
ocasiones, el primer contacto se da directamente con el profesional que será encargado de atender
y dar respuesta a la demanda.
En dicho caso, empieza el proceso que sigue, dividido en tres fases:
En esta primera fase se da el primer contacto y se aconseja que la actitud del terapeuta sea
acogedora cálida y empática. Para ello, se pone especial atención en la comunicación no verbal para
ayudar a reflejar estos aspectos. Este primer contacto puede determinar el tipo de relación y clima
que se establece para el resto de la entrevista, por lo que se pone especial atención en asegurar la
confortabilidad en todos sus aspectos.
En la segunda fase se da el desarrollo de la entrevista, donde exploramos para identificar el motivo
de la consulta. Para ello, se pregunta, se observa y se escucha, llegando a una comprensión profunda
de la demanda. Antes de pasar a la siguiente fase, resulta útil realizar una síntesis de la situación
planteada, que sirve para asegurarnos de que hemos entendido bien el motivo de consulta y damos
cabida a dudas o sugerencias al respecto por parte del entrevistado.
En esta tercera fase de la entrevista, se produce el cierre y despedida de la misma. Es el momento
que habitualmente se usa para plantear el modo de trabajo específico del terapeuta, así como otras
cuestiones relacionadas con horarios, tarifas, frecuencia de las visitas, duración de las mismas. Y se
proporciona una nueva cita.
IMPORTANTE:
Tras la entrevista, se toma un tiempo para completar notas, hacer algunas reflexiones, crear un
mapa conceptual sobre las cuestiones planteadas que ayuden a estructurar el caso y preparar
siguientes sesiones. En ellas, como hemos comentado anteriormente, se puede plantear la
necesidad de utilizar algunos instrumentos de evaluación específicos que nos ayudan en nuestra
impresión clínica. Para contrarrestar la información normalmente se utilizan herramientas de
evaluación validadas específicas para test de depresión, discalculia, dislexia, insomnio, parkinson,
quimioneblina, TDAH, evaluación cognitiva general, estas pueden evaluar de manera más específica
las habilidades cognitivas.
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Los datos que se recogen en esta primera entrevista psicológica son principalmente datos de
contacto y biográficos (o se amplían si ya se dispone de ellos por haber tenido una pre-entrevista),
motivo específico de la consulta y nivel de urgencia (gravedad y consecuencias de la situación), la
forma en que se accedió a ella (derivado por otro profesional o por iniciativa propia), antecedentes
de salud importantes, si ha recibido o recibe actualmente algún tratamiento específico para tratar
su situación, qué le ha motivado a pedir ayuda, cuáles son sus expectativas en el tratamiento
psicoterapéutico y un acercamiento al pronóstico en base a todos los datos recogidos.
Habilidades que debe tener un buen entrevistador
Claves para hacer una entrevista psicológica efectiva
Se ha investigado mucho sobre cuáles deben ser las cualidades que precisa un buen entrevistador
y, algunos investigadores han destacado unas más que otras, dependiendo del modelo teórico al
que están inscritos. En ése sentido, vamos a exponer las que en general se consideran como
requisitos básicos de un buen entrevistador:
Autenticidad: derivado de la teoría Humanista de Carl Rogers, la autenticidad se entiende como la
capacidad del entrevistador para ser él mismo o ella misma durante el proceso de la entrevista. Es
decir, si el entrevistador pierde la capacidad de ser auténtico, el entrevistado notará una actitud
rígida, no congruente, que afectará en gran medida la calidad de las respuestas del entrevistado, ya
que, al no sentir genuinidad en el entrevistador, podría evaluarlo como falso o poco empático.
Aceptación incondicional (respeto): se entiende como aceptación incondicional, al respeto que se
tiene por el entrevistado en cualquier área y/o ámbito que sea expuesto durante la entrevista, esto
significa, no juzgar, no imponer un juicio propio en el otro, evitando proyectar nuestras creencias,
latencias, tabúes y críticas. Es decir, es importante tratar al entrevistado como una persona “en
blanco”, y permitirle expresar lo que necesita, desde la tención plena. Importante es recordar, que
el entrevistado, en algunas ocasiones, se encuentra en ese rol, debido a nuestra solicitud, y aun no
siendo así, merece ser tratado con la mayor prudencia y empatía.
Empatía: se trata de una habilidad esencial en la que, sin enjuiciar, somos capaces de comprender
la situación planteada, captando los sentimientos que hay detrás de las palabras, respetando la
libertad del otro y no realizando inferencias prematuras sin tener la información completa. Se trata
de un equilibro en el que nos acercamos lo suficiente para entender al entrevistado pero
mantenemos la distancia para no perder la objetividad y la dirección que nos compete en el
desarrollo de la entrevista. La empatía supone congruencia en nosotros mismos, aceptación
incondicional del otro y esfuerzo por ponernos en la “piel” del entrevistado sin dejar de lado quiénes
somos.
Calidez: se trata de una actitud de cercanía, de aproximación en la que mostramos al entrevistado
afecto, interés. Se manifiesta con gestos de atención a lo que narra, cierta proximidad física,
feedbacks verbales… esta cualidad es imprescindible para desempeñar el rol profesional.
Competencia: no es conveniente hacer derroches de demostración de competencia si no, más bien,
elegir los momentos oportunos en los que una explicación experta ayude a que el entrevistado se
sienta seguro entendiendo que está ante un profesional de la salud mental que puede ayudarle.
Dentro de esta competencia merece una especial atención un buen desarrollo de la flexibilidad, la
tolerancia y la asertividad, que resultan aliadas para el manejo de las múltiples situaciones que nos
encontramos los terapeutas en nuestro trabajo cotidiano, en la que nos enfrentamos diversidad de
personas y situaciones en la que a menudo, jugamos con un alto grado de incertidumbre.
Honestidad, respeto y ética profesional: contamos con un código deontológico (rama de la ética
que trata de los deberes, especialmente de los que rigen actividades profesionales, así como el
conjunto de deberes relacionados con el ejercicio de una profesión) en el que se recoge las reglas
de conducta profesional de obligado cumplimiento en cualquiera de las modalidades de la
psicología. Lógicamente existe un consenso unánime en la importancia de este aspecto de todas las
corrientes de la salud mental.