TEMA 6: Lexicografía: el diccionario
1. Concepto de diccionario
La lexicografía es la actividad que elabora los diccionarios; esta es una práctica muy antigua,
anterior a la invención de la escritura alfabética, ya que se conservan diccionarios hata del año
1600 a.C. encontrados en las zonas de Mesopotamia. Estos diccionarios eran o bien bilingües o
bien diccionarios de lengua, y eran tan rudimentarios que el orden de las palabras aparece
agrupado por campos semánticos.
La lexicografía se relaciona con la lingüística, y en concreto, con la semántica, ya que ambas
disciplinas se ocupan del significado de las palabras. La lexicografía en cualquier caso no puede
considerarse una rama de la lingüística.
Se diferencian en la finalidad: la lexicografía entra dentro de las llamadas ciencias aplicadas,
mientras que la lingüística forma parte de las ciencias puras. Las primeras pretenden conseguir
una utilidad práctica inmediata, mientras que las segundas, avanzar en el conocimiento de un
determinado ámbito. La lingüística por tanto se ocupa del funcionamiento de aspectos de la
lengua, pero la lexicografía tiene como función primordial elaborar diccionarios. Por esto
mismo, las discusiones teóricas que existen en lingüística no se dan en la lexicografía.
Otra diferencia es que la lingüística se ocupa del significado lingüístico, en oposición a la
lexicografía, que no se limita a explicar el significado de una palabra, sino que muchas veces,
describe el referente. Además, la lingüística parte del significante fónico y la lexicografía parte
del significante gráfico.
La lexicografía tiene dos perspectivas:
Perspectiva semiológica: Consiste en partir del significante gráfico para proporcionar
información sobre su significado.
Perspectiva onomasiológica: Se parte del significado, y la información que da el
diccionario, es qué significante corresponde a ese significado. Son mucho menos
numerosos debido a su complejidad tanto de creación, como de uso.
Definición de diccionario: Es un texto escrito, de finalidad pedagógica, que pretende
proporcionar de una competencia de léxico o cultura a un hablante ideal.
Normalmente van ordenados alfabéticamente, y esto puede llegar a crear disputas lingüísticas,
ya que por ejemplo, un fonema puede estar representado por grafías distintas. Por ejemplo,
gente jefe, que desde el punto de vista lingüístico empiezan con el mismo fonema, pero para
llexicografía no.
Otra duda que se ha planteado es la consideración de determinadas grafías, por ejemplo la “ll”
o la “ch”. ‘De finalidad pedagógica’ significa que nos pretende dotar una información sobre
palabras que el hablante desconoce. Por eso, es un texto de consulta.
‘Hablante ideal’; cuando se elabora un diccionario lo primero que hay que determinar es a qué
público irá dirigido, porque eso determinará dos cosas: el número de palabras del diccionario y
el tipo de definición que se dará.
2. Clases de diccionarios
Glosarios: Conjuntos de glosas.
Diccionarios bilingües/plurilingües: Son los que marcan las correspondencias entre los
vocabularios de dos o más lenguas. En otras épocas (sobre todo en los siglos XVI, XVII y
XVIII) proliferaban los diccionarios plurilingües, entre otras razones, porque una de las
lenguas era siempre el latín. Como no había un estudio de la lingüística como hay
ahora, se intentó llevar a cabo incluso diccionarios universales.
Diccionarios de lengua: Son los diccionarios más conocidos, y son aquellos cuyo
objetivo es proporcionar el significado de las palabras de una sola lengua. A lo largo de
la historia del español ha habido muchísimos diccionarios de este tipo, pero entre ellos
vamos a comentar los más destacados:
o En 1713 se funda la Real Academia con un lema: “limpia, fija y da esplendor”.
En el siglo XVIII, el español presentaba muchas más variedades que hoy en día,
por lo que la Academia se propuso unificar esas variedades. Si se desarrollase
el lema, significaría: Limpiando el idioma de arcaísmos y fijar el uso de las
palabras dará esplendor a la lengua. Su objetivo era elaborar una norma que
sea común a todo el dominio hispano, lo que no significa que despreciasen las
variedades. El primer diccionario que elaboró es el llamado Diccionario de
autoridades. Se publicó en 6 volúmenes a lo largo de los años 1726-1739. El
término de autoridades se refiere al hecho de que intenta acompañar la
acepción de cada palabra de la mano de la cita de un autor consagrado.
o En 1780, a partir del diccionario de autoridades, se elabora lo que hoy
conocemos como el Diccionario de la lengua española (DRAE). A partir de ese
momento, se ha ido reeditando y actualizando el repertorio de palabras que se
recogen. Lo primero que hace la academia en este nuevo giro que le da es
prescindir de las autoridades. Se limita a dar explicaciones de las palabras. A
pesar de la imagen que se tiene de la RAE, nunca ha sido muy purista o
centralista; la única condición que pone la Academia para que una palabra
aparezca en su diccionario es que se utilice.
o María Moliner publica en 1970 el Diccionario del uso del español, basándose
en el diccionario de la RAE, pero quiere acompañar las definiciones de
ejemplos de uso de las palabras (pero que a diferencia del diccionario de
autoridades, con frases de lo más cotidianas que no surgen de ningún autor
consagrado).
Un dato curiosísimo es que María Moliner comenzó de una manera muy
rudimentaria, pero pionera, a dar muestras de las implicaciones léxicas
(combinaciones sintagmáticas habituales en los actos de habla).
Otra novedad de este diccionario es que, en lo que respecta a la ordenación de
las palabras, al orden básico establecido alfabéticamente, se le añade un
conjunto de palabras derivativas con un pequeño sangrado.
Diccionarios etimológicos e históricos: En principio se trata de dos tipos diferentes,
aunque en la práctica acaben mezclándose. La diferencia radica en que los primeros
dan información sobre el origen de una palabra, mientras que el diccionario da
información sobre la evolución de la palabra a lo largo de la historia (cambios de
significado, de forma, y todo acompañado de datos documentales).
Irremediablemente muchas veces un diccionario etimológico no puede limitarse a dar
la información del étimo, dando lugar a diccionarios etimológico-históricos. Un
ejemplo es el Diccionario crítico-etimológico castellano e hispano, de Juan Corominas
y José Antonio Pascual que publicaron en 1980.
Diccionarios sobre aspectos parciales del lenguaje: Son diccionarios de aspectos
relacionados con fenómenos semánticos. Aquí entrarían los llamados Diccionarios de
sinónimos, diccionarios de antónimos, diccionarios de dudas, diccionarios
combinatorios, diccionarios inversos, etc. No son diccionarios destinados a
proporcionar el significado de una palabra. Hay un tipo de diccionarios que es bastante
distinto: son los diccionarios onomasiológicos, los cuales parten del significado, y dan
un significante para expresar esa idea. El más conocido es el Diccionario ideológico de
la lengua española, publicado en 1959 por Julio Casares. Está dividido en las siguientes
partes:
o Parte sinóptica: Presenta cómo organiza los contenidos. En primer lugar hay
un esquema general en el que divide la realidad. Al llegar al final de cada
rama, nos encontramos con una palabra con un número que remite a un
cuadro. En el cuadro, cada una de las palabras van a remitir a la parte
analógica.
o Parte analógica: En la parte analógica hay una lista de todas las palabras que
de alguna manera se encuentran relacionadas con el título del cuadro. A partir
de esto, es el consultor el que debe descartar y buscar los significados de todas
las palabras que desconoce hasta llegar a la que él busca.
o Parte alfabética: Es un diccionario de lengua normal para evitar que al
consultar debamos hacerlo recurriendo a otro diccionario distinto.
3. Análisis de las entradas léxicas de un diccionario de lengua
Las entradas léxicas también pueden recibir el nombre de “artículos del diccionario” y en
conjunto constituyen la llamada microestructura. Los lexicógrafos distinguen dos niveles (o
enunciados) dentro de una entrada léxica:
Primer nivel: Ofrece una información periférica sobre la palabra. Es muy variada
(categoría gramatical, género, etimología, época de vigencia —si son arcaísmos o
neologismos—, nivel de uso —coloquial, formal…—. Etc.).
Segundo nivel: Es el significado propiamente dicho.
La parte más complicada de elaborar es la segunda, pues definir una palabra es una tarea
compleja. Primero hay que tener en cuenta que existen varios tipos de definición:
Definición lingüística: Describe el significado de una palabra.
Definición enciclopédica: Da información no sobre el significado, sino sobre el
referente, el objeto.
Definición terminológica: Da el significado de una palabra en un ámbito científico-
técnico especializado.
Definición impropia: En esta definición no se explica el significado de la palabra, sino
que se da información sobre qué es la palabra y cómo se utiliza. Esto nos lleva a una
distinción ya realizada entre significado léxico y gramatical. Esto afecta a
preposiciones, conjunciones, artículos, etc.
En rasgos generales, una definición ha de ser un sinónimo de lo definido. Esto se desglosa en
tres partes:
1) La definición ha de expresar todo el contenido y solo el contenido de lo definido.
2) Lo definido no debe entrar ni directa ni indirectamente en la definición.
Ejemplo, textil: producto de la industria textil. Esta definición no vale nada. Recopilar:
realizar una recopilación. Recopilación: acción y efecto de recopilar. Tampoco sirve.
3) La definición ha de pertenecer a la misma categoría gramatical de lo definido. Ejemplo,
si voy a definir un verbo, lo tendré que hacer con verbos, puesto que la definición es
un sinónimo. Ejemplo, cardiaco: relativo al corazón.
En el caso de los verbos se suele plantar un problema, y es que siguiendo con las bases
generales de las definiciones, no se puede aplicar esta ley de sinonimia, porque muchas veces
los verbos, en su definición, tienen que dar información sobre la estructura sintáctica con la
que se construyen. Por ejemplo, “lavar” se puede definir como “limpiar una cosa con un
líquido”. La definición es correcta, pero no se ha aplicado del todo la ley de la sinonimia, que
de ser así, en la frase “juan lavó el coche” se podría sustituir “lavar” por “Juan limpió una cosa
con un líquido el coche”. Es por esto que cuando se da una información de tipo sintáctico en
los verbos, esa información hay que marcarla de alguna manera para indicar que está fuera de
la definición. Se suele hacer entre paréntesis, corchetes, guiones, etc. A esta información que
afecta únicamente a los verbos, se le da el nombre de Contorno.