En base al eje de tributo, paisaje y ritual relacionado al mundo mexica, el presente ensayo propone
analizar el rol que cumple el tributo en el Estado Azteca prehispánico, en función de las conquistas
realizadas por la sociedad azteca y en relación a otros medios de obtener los bienes necesarios para
la reproducción de la sociedad. Además se intenta mostrar al sistema tributario mexica no como una
mera institución con fines económicos, sino que por el contrario, se tienen en cuenta cuestiones
ideológicas, regionales, sociales y políticas que subyacen en él y hay que tener en cuenta para
comprender el fenómeno en su totalidad. Para ello, se utiliza en este ensayo los conceptos
pertinentes sobre el tema; de Frances Berdan, de Johanna Broda y de José Luis de Rojas. En
complemento con esta bibliografía, se va a relacionar el tema con el Códice Mendoza y con un
relato español sobre el sistema tributario mexica que se encuentra en un texto de Pedro Carrasco.
En primer término, la noción de tributo es “la forma principal de extracción de excedente en la
sociedad prehispánica” (Broda, 1979: 54), por parte del sector dirigente con el objetivo de acumular
riqueza material y simbólica y lo imponía a través de la modalidad en especie o en trabajo. La
obligación tributaria que cada persona tenía según su oficio y estamento social es lo que llama
tequitl. El tributo pertenece a una de las tres formas de intercambio en la economía mexica, como
bien lo señala Berdan. El tributo es una institución dentro del sistema económico azteca, que
implica una organización interna particular y se relaciona, a su vez, con distintas instituciones
sociales. El objetivo principal es recaudar fondos para el Estado desde las distintas provincias que
están subordinadas a la capital del imperio, a través de la fuerza militar o reclutando trabajadores
para las obras publicas, también por medio del servicio domestico prestado en las casas de los
“nobles” y prestando servicios en el mismo ejército. (Berdan,1978)
En cuanto a los bienes que tributa el pueblo son de diferentes características: van desde productos
elaborados como trajes guerreros, tocados con decoraciones de piedra preciosas, objetos de oro,
entre otros hasta materias primas como alimentos y objetos de lujo, entre ellos plumas. El fin del
mecanismo tributario se centra en la redistribución de parte de lo que recibe el Estado mexica; ya
que por un lado, se destina a mantener las actividades administrativas y militares; por otra parte, se
almacena para los tiempo en que haya escasez. También una parte de los tributos va a parar al
sector urbano y a los pochtecas para intercambiarlos por otros bienes. En este sentido, el tlatoani de
la ciudad capital o los principales de cada provincia también puede donar a los funcionarios o
servidores del Estado tierras o bienes de lujo por haber prestado servicios en beneficio del imperio
(Ibídem, 1978).
El sistema tributario originado a través de la conquista de los mexicas del Valle Central, obligaba a
las provincias subordinadas a producir bienes según las necesidades de las ciudades. Esto había sido
posible debido al control centralizado de la producción y la distribución, propio de esta institución;
distanciándose del sistema mercantil que se organizaba de manera descentralizada, es decir, con
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más independencia de las capitales provinciales y a través de funcionarios del estado que trabajaban
como intermediarios en la recolección del tributo. Sin embargo el sistema tributario, según Berdan,
tuvo limitaciones en relación a lo ecológico ya que los mexicas no pretendieron conquistar regiones
lejanas como la región de la actual Guatemala donde se encontraban los mayas. Por este motivo,
prefirieron buscar alternativas para conseguir los bienes de lujo que necesitaban para reproducir su
vida social, económica y política; a través del comercio a larga distancia con los pochtecas
oztomecas. Es decir que los bienes se enviaban a Tenochtitlán por medio del sistema institucional
del tributo en relación con los mercados regionales y a través del el comercio exterior cuando los
mexicas no veían con buenos ojos conquistar el territorio sino llegar a ellos a través del intercambio
comercial.
Desde el punto de vista regional, como se observa en el códice mendocino, las materias primas
comunes, los alimentos y los distintos productos elaborados de poco valor llegaban desde las
provincias más cercanas al valle del imperio mexica por su escaso peso y por su valía. El tributo
dirigido hacia el valle central del imperio, correspondía a las producciones locales especializadas
como a las materias primas de las diversas regiones. Estas últimas llegaban desde zonas lejanas, a
través de intercambios comerciales o por medio de tributación local (Broda, 1978). Esto se
relaciona con la especialización regional y con el clima de las diferentes regiones, ya que en las
denominadas zonas calientes tropicales, se podían conseguir las plumas necesarias para conformar
trajes guerreros y tocados necesarios para las elites dominantes. En cambio, en las zonas del valle
del altiplano, se confeccionaban los bienes tributados a partir de la materia prima conseguida en las
otras regiones. En el sistema tributario prehispánico prevalece el tributo en especie porque no solo
funciona como un elemento económico, sino también simbólica e ideológicamente, tratando de
mantener los sectores gobernantes su status y el poder a través de lo ritual. Un ejemplo de esto se
refleja en los trajes guerreros que requerían una gran elaboración y cumplían una función
importante en la organización militar. (Broda, 1978)
Como dicen en el códice mendocino, se tributaba en Tenochtitlán una serie de trajes con motivos
militares junto a diversas rodelas o tocados. Éstos y aquellos, estaban asociados a distintos animales
feroces como el ocelotl, el coyote y el Quetzal; donde hacían referencia a situaciones míticas, cuyas
figuras sobrenaturales tenían el objetivo de otorgar energía y fuerza poderosa a los guerreros, a la
vez que los protegían e infundían miedo en los enemigos. Otros trajes tenían el símbolo de los
dioses y por lo tanto generaba una conexión con ese dios, por el que lo portaba. Es decir, se hace
hincapié en la idea del nahualismo, como la capacidad de tomar las características intrínsecas de los
animales que están representados en cada uno de los objetos y que se hacen propios de la persona
que lo utilice. En otros casos el traje estaba hecho con fines estéticos para impresionar a los demás
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guerreros. En este sentido se observa la amplia gama de colores de los trajes y de los tocados que
simbolizaban los distintos rumbos del universo en la cosmovisión mexica.
En cuanto a la conformación de los trajes, estaban hechos de plumas y en el códice mendocino los
diferencian entre plumas ricas y baladís (de poco valor), sin embargo no dice nada acerca de la
relación entre éstos, la cantidad fabricada y los colores asignados o la procedencia de ellos.
Los trajes guerreros, a diferencia de otros productos de lujo que no requerían mucha elaboración,
necesitaban un complejo trabajo con las plumas y debía haber una construcción ideológica
preexistente sobre él, que realiza el comprador para llevar a cabo dicha transacción. En lo que
respecta a la variación regional, las grandes cantidades de trajes venían de las regiones centrales del
Altiplano, es decir de las provincias más cercanas al Valle de México, mientras que las tierras
lejanas al sur y al este solo tributaban bienes puntuales (Broda, 1978) este autor indica que de 35
provincias, solo 8 no tributaban ningún traje guerrero, y 4 de esas, estaban en la frontera del
imperio.
En lo que concierne al sistema tributario mexica y su organización territorial, hay que decir que el
imperio se estructuraba en 5 regiones: centro-norte-oeste-sur-este. En el códice mendocino primero
se enumeran las provincias del centro y luego el resto en sentido contrario a las agujas del reloj, de
acuerdo a la costumbre prehispánica de agrupación. Se puede ver que tanto en esta fuente como en
el análisis de Broda los tributos se correspondían a una estructuración interna del imperio mexica,
ya que las cinco regiones se dividen de acuerdo a concepciones de la cosmología, en relación a los 4
puntos cardinales más el centro como el corazón del imperio (Broda,1978).
En términos generales, las provincias del centro, norte y oeste más cercanas a Tenochtitlán,
tributaban una cantidad mayor de trajes guerreros y de más tipos o variedad. Puede estar
relacionado a una homogeneidad cultural más pronunciada en estas regiones respecto al centro que
las regiones alejadas del sur y del este y también con una mayor facilidad para transportarlo por la
cercanía. Por otra parte, esas regiones centrales no contenían a las aves tropicales de las cuales
obtener las plumas; por ende debían provenir de las tierras del sur. Es decir que importaban aquellas
de zonas donde se podían obtenerlas. La materia prima conseguida sería elaborada por los
amantecas, de manera de fabricar bienes de lujo para los sectores gobernantes del imperio.
Como se ha mencionado anteriormente, el intercambio entre las provincias o regiones, con el
objetivo de conseguir materia prima era complementario al sistema tributario mexica. Esas
relaciones comerciales de intercambio de bienes eran anteriores a la conquista por parte del imperio
mexica. Es decir, que el Estado conducido por Tenochtitlán se adecuaba a ellas y el sistema
tributario se instalaba sobre aquellas antiguas formas de relación. Los mexicas consideraban que el
arte plumario era originario de la cultura Tolteca, previa a la aparición del Imperio mexica y le da
una importancia significativa, ya que de esa manera afirmaban a través de la simbología del arte, la
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importancia política y cultural del Estado Tolteca que los había precedido en el Valle de México. Es
por esto que los mexicas no crearon ningún modelo de producción de bienes de lujo sino que, por el
contrario, era previa a la instalación en la región central y tomaron de la cultura preexistente los
atributos, costumbres, modos de vida, necesarios para la construcción y reproducción social del
grupo dominante, en un sentido ideológico, simbólico y político.
En relación a todo lo dicho, analizando la fuente escrita de Carrasco se puede observar el relato de
unos religiosos que contabilizaban los tributos que los distintos pueblos le daban al señor universal
o huey tlatoani de Tenochtitlán y al resto de los señores locales. En la capitulo primero, mencionan
los diferentes bienes que le otorgaban de acuerdo a lo que producían o fabricaban. Algunos le
entregaban maíz, otros, frutas, algunos, oro y/o plata o piedras preciosas y otros, solo tributaban
gente para la guerra, en general era muy diverso el tipo de objetos tributados. Los españoles solo le
daban valor a los minerales como el oro y la plata, junto con las joyas ya que como se puede ver en
la fuente, tenían una cierta noción del concepto de valor de un bien en relación un equivalente como
lo expresan con el tomín.
En conclusión, el sistema tributario se encuentra en conexión profunda con el sector dominante de
la capital del imperio mexica. Como muestra de esto se puede ver en que la estructura de la
tributación en trajes guerreros refleja una estructuración interna del Estado azteca en cinco
divisiones administrativas que se relacionan con la cosmología mexica y los cambios de rumbo del
universo. Es una expresión de poder del gobernante y de sus funcionarios donde no solo apelan a la
cualquier tipo de violencia sino también a la cohesión a través de las funciones simbólicas e
ideológicas con el objetivo de mantener el control de la sociedad.
Además, se puede observar que la mayor parte de los trajes guerreros y tocados registrados en el
códice, llegaban de las regiones centrales del imperio, mientras las especializaciones provenían de
regiones lejanas al sur y al este. Estas regiones tributaban más materia prima que bienes elaborados
y lo hacían a través del comercio exterior mediante funcionarios del estado o calpixques. Lo que
más tributaban eran plumas y que luego se enviaban a las regiones más próximas a la capital
imperial, para la producción de los bienes de lujo elaborados por los amantecas. Esto está
íntimamente relacionado a las cuestiones ecológicas y climáticas que obligan al sector que gobierna
de idear estrategias para llevar a cabo sus planes en relación al control del imperio.
Por último, una de la observaciones más importantes está relacionada a la herencia cultural que
dijeron recibir los mexicas del pueblo Tolteca, en lo que respecta al arte plumario y las
concepciones religiosas que se manifestaban en la forma de los trajes, así también como la
organización sociopolítica y militar que era base de la sociedad mexica.
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Bibliografía
1978; Broda, Johanna, “El tributo en trajes guerreros y la estructura del sistema tributario
mexica”. En economía Política e Ideología, pp. 115-174.
1979; Broda, Johanna, “Las comunidades indígena y las formas de extracción del excedente:
época prehispánica y colonial”. En Ensayos sobre el desarrollo económico de México y
América Latina (1500.1975), Enrique Florescano ed. 54-92. México: Fondo de Cultura
Economica.
1978; Berdan, Frances F., “Tres formas de intercambio en la economía Azteca.” En
Economía Política e Ideológica en el México Prehispánico, Pedro Carrasco y Johanna
Broda eds. 77-95. México: Nueva Imagen, 1978.
“Parecer de la orden de San Agustin sobre los señores y tributos de los indios(1554)” En
Pedro Carrasco, “Relaciones sobre la organización social en el siglo XVI, Estudios de
cultura Nahuatl 7 (1967): 121.
Códice Mendoza, f. 18-22.
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