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La Visión de Los Otros: en La Antiguedad Clásica

Este documento discute la visión de los "otros" en la antigüedad clásica. Los griegos consideraban a los que no hablaban griego como "bárbaros", viéndolos como intelectualmente inferiores. Aunque esta visión se suavizó con el tiempo, la diferencia lingüística siguió siendo fundamental para definir la identidad cultural y la alteridad. La lengua griega se veía como la base de la racionalidad y la cultura. Este énfasis en la lengua definía a los otros, más allá de diferencias como la ra
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La Visión de Los Otros: en La Antiguedad Clásica

Este documento discute la visión de los "otros" en la antigüedad clásica. Los griegos consideraban a los que no hablaban griego como "bárbaros", viéndolos como intelectualmente inferiores. Aunque esta visión se suavizó con el tiempo, la diferencia lingüística siguió siendo fundamental para definir la identidad cultural y la alteridad. La lengua griega se veía como la base de la racionalidad y la cultura. Este énfasis en la lengua definía a los otros, más allá de diferencias como la ra
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r

1. LA vrsróN op Los orRos ':


EN LA nNrrcüEDAD clÁslca

Cnnlos Gnnc͡-Gu^i)
Universidad Complutense, Madrid

ilf
r. Los orRos soN l-os sÁnnARos 'Üt1'''

Desde el primer párrafo de su Historia, el jonio Heródoto-nop Pr€-'t


r.
senra a loi h.rm"r,ot divididos en griegos y bárbaros Bárbarbi son "'',
los que no hablan en griego, los que balbucean o mascullan otras
lerrgúas, aquellos con los qu-e es difícil comunicarse y entendefse.
i

Esai gentes son por esen:cia los otros. Con una lengua_extraña, esos-
.*tr.ñ¡.ros no il"rnr^n lo racional de modo tan diáfano como el
hablante griego, según un arraigado prejuicio helénico. Si la lenguai'.
\'
expresa ,Í lógot, páltbtt y raz6n, según la semántica del término
gri.go, ese lógos q.te .t 1o más característico del ser humano, según ¡
i. f.-om aefLiriOn de Aristóteles, la lengua griega conviene como ¡
ninguna otra a la racionalidad,_que.eleva al hombre Por encima de
los inimales carentes del lógos-2.

. I Ya Platón advierte, en su Político 262c-d, que la división de la humanidad en


y bárbaros es una extrema simplificación- de. escaso alcance desde una Pers-
griegos
i..iiu" iilosófica. Sin embargo, la categoría de ibá¡ba.19" se mantuvo a lo largo de
ioda la hisroria del mundo griego, por encima de Ia diferencia de civilización entre
1

i
los distinros pueblos a los que cómprendía. Había bárbaros civilizadísimos, como los
J egipcios, y oitos más salvaies, como los eScitas, por ejemplo. \
- -2 qbátb"to"
El 9s; en un principio, el que habla otra lengua; Pero Pronto Pasa a
ser visro como alguien inteleciualmente inferior, más bruto y atrasado e-ue lo¡ que se
comunican .n gri.go, como si esra lengua fuera'por esencia la raiz de la cultura" El
deslizamiento d.l sentido del ¡érmino hacia esa connotación despectiva fue fácil. Como
señala H. C. Baldry (en el vol. col. Grecs et Barbares, Vandoeuvres - Ginebra, Fon-
darion Hardt 196l:p. ef¡t .Esre aspecto queda esc,l.arecido en el doble significado del
,J'.¡""ffii*t6iñ-ófá;';ó;}tantolenguajeinteligiblecomo
realización-del orden.-El bárbaros, en mi opinión, es el hombre que carecía de lógos
en ambos senridos: partiendo de la idea de que su lenguaje carecía de sentido tan

León-Ponilla, M.; Guriérrez Estévez, M.; Gossen, G. H., y Klor de Alva, J. J. (eds,), De Pahbra
y Obra en el Nueao Mundo, vol. t, Imágenes interétn:.ic4s, Madrid, Siglo XXI de España, 1992,
pp.7-34.
De Pahbra y Obra en el Nueao Mundo
Imágenes interétnicas
La diferencra de lengua es la marca fundamental de la alteridad.
comunidad-política, racial, religiosa, cultural, todo eso resulta algo sol y una misme razón cósmica. Sigue habiendo, desde luego, escla-
secundario frente a esa .o-ttttidad en la palabra, como'si, por un vos y libres, ricos y pobres, ciudadanos romanos y metecos, oPre-
raro poder mágico, la unidad lingüístic" no se fundara en l"'.orr,,rrrr- sores y oprimidos, pero todos, gracias e la cultura y la palabra,
ción y Ia historia común, sino en la propia naturaleza; como si fuera pueden lograr una libertad espiritual, todos pueden escapar a la bar-
-barie.
una distinción de naturalez a, phjsei,-y no de convención, nómói. La humanitas es un hermoso ideal estoico que resaltará tam-
No
resulta, sin embargo, injustificado que los griegos, tan'dispersados bién el cristianismo. Sólo el no civilizado, el violento )r"amarginal, es
en P€queñas ciudadgt y diversas tierras, r. .-pinaran en considerar un "bárbaro> que puede y debe ser redimido, conquistado, huma-
a la lengua (por encima de las variantes dialecüles) como urr" nizado. (El Cristianismo'agregar'á luego un matiz; también los pa-
fundamenal de su identidad cultural. -"r., ganos y los infieles serán vistos como esencialmente bárbaros, al no
Grandes exploradores, colonizadores, comerciantes y tonquista- peftenecer a la religión que se pretende verdadera y única).
dores,.los- griegos sintieron curiosamenre un desint.rés'nor"bi. po,
todas las.lenguas ajenas, como si la lengua griega fuera .l 1r.hi.,rlo
.de la ralón y la expresión "lógi.r" de la realidad.
p_or €xcelencia
viene
II. DESDE EL CENTRO DEL MUNDO
"Helenismo,, de bellenízein *[rablar griego,.
Este énfasis en la lengua como facror de iáentificación les hizo
Heródoto comien za Historia,Iv, 3F- su disertación acerca de
la geografía conocida-en
menospreciar otros rasgos diferenciadores, como la raza,la religión
con una crítica a sus predecesores:
o los hábitos y costumbres. Los griegos fueron, en general, muy
comprensivos' y tolerantes.respecro a loi otros pueblos,"porq,r. pen- me río al ver que ya muchos han dibujado mapas de la tierra y gue nadie
sa!,g que su superioridad se-fundaba en su .rr.rrtaj" .,ri,.rr"l, en su los ha explicado con sensatez. Estos pintan al Océano fluyendo en torno a
yaid7í1, y no en rasgos físicos peculiares. Frenre'a los *bárb"roro la tierra, que es como un círculo traztdo a compás, y hacen a Asia igual a
los defensores del helenismo consideraban característico d. ,u civi- Europa.
Iización el amor a la liberrad, el afán de saber y el gusto po, I.
belleza y Ia moderación. La lista de precursores geígrafos el senddo estricto del tér-
con las conquistas de Alej"."qlo Magno, la cultura helénica mino- -en de Mileto, el discípulo
había empezado con Anaximandro
la lengua' converrida en una koiné ínternácional- logró -y del sabio Tales. Anaximandro fue el primero' en trezer sobre un
expansión. La civilización superior se expresab" .r, g.1.go"ii.rror-.
y l;, ia."- pímax ese perfil de Ia tierra; Hecateo de Mileto lo retocó más tarde,
dándole una precisión rrrx)'or: Segú¡r estos pioneros de la geografía,
I

les clásicos se universalizaroÁ. Los romanos aceprañr, ioriogros l


del
las tierras formaban un círculo y en su centro estaba Grecia y, €n
I
helenismo como base cultural. Es cicerón quien mejor ,-r-."oj. .r. I

t'.
t
idea de la humanitas comgn a todos los civiltador, .rr,. idea Jideal I el centro de Grecia, Delfos. El famoso santuario de Apolo estaba en
"el ombligo del mundo,n, y en él podría haberse apoyado el compás
f
que los esroicos habían difundido con fervor filosófico y cosmopo-
lita. como ser civilizado, el hombre accede a esa humanidad que t para dibujar esa circunferencia terráquea que definía el mundo ha-
está
-por encima de cualquier diferencia de raza, nación, religión y
I
bitado, al que rodeaba,el Océano semimítico y nebuloso.
Aun en- Anaximandro el filósofo y en el logógrafo Hecateo la
I

condición social. como irrer racionales, somos-hijos d. ; ;ismo I


!

dios y pobladores de un mismo universo, herman* b"¡o un mismo I


i
imagen del mundo conserya claras trazas de abolengo mítico. Con
sus palabras un tanto irónicas Heródoto quiere marcar una distancia
I
I crítica frente a sus precursores. No va a darnos un nuevo mapa de
sólo hacía faln der para afirmal su. visión y modo de vid¿ tempoco
t
formas geométricas puras, sino una descripción empírica del mundo
,ur. Raso
tenían sentido ni verd¿dero 1:. i
orden'. Todavía iTeródoto,.orno Homero, tiene una idea\- l

conocido, aungue sea con noticias un tanto vagas. Por eso empieza
de la unidad de la cspecie hum¡n¡ por cncima de diferencias de
l."tr;'i-;;;;;;) i

la anrítesis dc lo griigo frenre a lo'bárbaro se acentú. './


I
rechazando esa visión tan esquemática del círculo con Asia gemela
d.rpuer. I
I
i
de Europa, que le parece a él Íoriada a priori y muy ingenua.
10 De pahbra y Obra en el Nueoo Mundo Imágenes interétnicas 1l

con su descripción, Heródoto da un paso imponante hacia la aquélla, en la preferencia por un espacio conocido, desde el que el
construcción de una imagen de la derra hibitada más ajusrada a la historiador traza su visión del mundo que le rodea.
realidad, es decir, más científica, en cuanro que se funda sobre no- Habitando en pequeñas ciudades costeras o próximaS al mar, los
ticias. y datos reunidos p-ara ello. Sin embargo, esrá claro que, pese griegos fueron, desde antiguo, marinos, comerciantes, exploradores,
a toda su buena voluntad crítica, la inform.iión de que dispone no aventureros. ..Nosotros, los que estamos entre las columnas de He-
le permite prescindir de las creencias tradicionales de'tal ,.jr.r.rr,"-
racles y el Fasis decir, de Gibraltar al fondo oriental del Mar
ción.y que tiene-que echar mano de especulaciones imaginativas Negro- -es
habitamos una breve porción de la tierra, viviendo eR torno
propias en varios lugares de y ranas en torno a una charca,n, escribió
¡u esquema. De ahí esa ambigüidad tan al mar como hormigas
característica del
"padre de la Historia'; también t.r -"pá resultará Platón (Fedón, l09bt prát.rrt.ttdo un símil que subraya bien el es-
t"K"o:;i:'l*il:"ffXT&" pacio central que el Mediterráneo ocuPa en esa imagen geogrifíca.
srave error de bulto, como ..,"r,¿o ¿¡.. Por los innúmeros y húmedos senderos, como decía Homero, se
que Europa T ran extensa como Asia y Af,nic^ juntas y aun más extendió la civilización helénica. A los remotos confines de ese ám-
'ancha que ambas, sino
gue vuelve a incurrir en esquemas geométri- bito llegaron primero los hérobs míticos, como Heracles, Jasón y los
cos sorprendentes para nosotros; como cuando imagina uña precisa Argonautas y Ulises, y luego los marinos audaces y los colonizado-
simetría entre el norte y el sur de su mapa. Al Istró oque res- de ciudades de nombre helénico. La zona costera fue siernpre
Europa" se le opone ei Nilo *qye .*"r Libia" 1es deéir Africa) "ti",,riesa
y mejor conocida que el interior de esas lejanas tierras, Al Este y al
-las
!?y "" extraño conrraste entre gentes del Norte y las del sui. Sur encontraron los griegos pueblos antiguos y de gran cultura, como
El centro del mapa está formado pór un Mediterránáo por el que los persas y los egipcios; al Norte y al Oeste toParon con gentes
Pasa un ecuador que Postula similitudes y equilibrios opuesros enrre menos doctas a. Pero en todas las direcciones más allá de lo cono-
su norte y su sur, con una simería muy del gusto de los griegos de cido sospecharon espacibs misteriosos, ámbircs del mito que alber-
la época antigua r. gaban prodigios, monstruos y maravillas. Más allá de Persia se ex-
EI verdadero cenrro resulta del cruce de dos ejes: la línea que va iendía la India con sus maravillosos Prestigios; del otro extremo, el
por el medio del Mediterráneo y la vertical que cruLze de la dese--
bocadura del Isro (nuestro Danubio) al frontero Nilo. y en ese Jardín de las Hespérides y el tremendo Océano inexplorado. A me-
i¡¿. que la disancia al cántro 1es decir, al Egeo- se hace mayoÍ,
centro queda no?- le zone costera del Asia, Menor, esa lss errcue¡rtros con seres extraños, maravillas y monstruos se hacen
-¿cómo
Jonia gu9-es la patria de la ilustración y del propio Heródoro. ya más posibles. Si toda la tierra habitable, la ecúrnene, es como una
no es Delfos, sino la cosra del Egeor / más pt.iir"-ente Jonia quien vasta isla rodeada por el Océano (como suPonen Platón
ocuPa el lugar central de la oihouméne o titrra habiada. [Jn centro -Tirn.24c,
Critias.l08*, Eratóstenes y Posidonio) lo prodigioso y lo más des-
no sólo g-eográfico, sino también cultural, pere una perspectiva me- conocido se encuentran en sus boides. Según la leyenda, la desafo-
nos simplista que la anterior, pero inevita-blemenre'fundada, como rada marcha de Alejandro hacia el Este, hasm crttzar el Indo, esnba
guiada por el anhelo del joven monarca por alcanzar el confín orien-
t
- Sobre la geografía mítica de los griegos, cf. A.Bellabrigr, Le Soleil et le Tartare.
L'image mythique du monde en Gréce archaique, París, igge, Sob.e la crítica de
ial de la derra, el límite óceánico más allá de la India fabulosa.
Heródoto,.l.Ff Hrrtog, Le miroir d'Hérodote. Essai sur h réprgsentation de l'autre,
Prrís, Gellimrrd, t98O; especialmente pp. j3 ss. por to que toi" t¡s simetrías de ese t Sobre la obra de Heródoto la biblio graÍíees enorme. Por citar dos títulos re-
maP¡r. " cienres, véanse C. Darbo-Peschanski, Le discours du particulier. Essai sur l'enquéte
Es interes¿nte cl c¡mbio de Delfos a Jonia como cenro del mapa. Jonir no sólo hérodotéenne, París, Du Seuil, 1987, y el vol. colectivo Herodotus and the Invention
tiene ¡ su f¿vor su clim¡ su¿vc, sino ¡dcmás su ¡perrura; dcsde ¡ti¡ se puede viajer of the Histoiy, en Arethasa,. 1987, y los estudios de J. S. Lasso de la Vega, *La
fácilmente e curlquier parte por mer. Cf. H. Diller en el vol. colecri"o Grecs et objetividad del historiador en Heródoto', en su libro De Sofo o Phtón, Barcelona,
!y!ye.s, P.65. La represent¿ción del espacio geográfico ¡iene claras connotaciones Planeta, 1976, pp.l7l-ZaO, y C:Schrader, .Heródoto,, en Historia de h Literatura
ideológicrs, como señ¡la bicn J. P. Vernint en-Lol orígenes del peniamiento giego, Griega, Madrid, Cátedra, 1988, pp. 503-536. Ci¡o le versión española de C. Schrader,
Buenos Aires, Eudeba, t965, p. t02. Heródoto, Histori¿s,5 vols., Madrid, Biblio¡eca Clásica Gredos, 1977'1989.
r
Imágenes interétnicas ll
l2 De Palabra y Obra en el Nueao Mundo
determinan el modo de vivir de los pobladoresi Y, luego, los hábitos
de vida con los que ellos responden al medio los que configuran un
III. EL ENTORNO GEOGRÁFICO Y EL CARÁCTER DE LOS PUEBLOS
específico modo á. p.ttttr y ientir. Natural ?za y costumbres se com-
pl.-.r,t"n en .r" fór-acién del carácter distintivo-de. los.pueblos;
Contemporáneo de Heródoto y próximo a él por su conrexro cul- pt ir;, y nómos acüerdo con la terminología sofística de la éPo-
tural es el autor del tratado Sobre ks aguas, aires y lugares, atribuido -de
|í- ról"bo."r, en la configuración del ethos de una ribu o una nación'
tradicionalmente a Hipócrates. Este médico ilustrado, cercano al fun-
En la contraposición de Europa y Asia (1, 12) comienza. desta-
dador de la medicina cienrífica griega, si no el mismo Hipócrates,
cando que (todo cuanto se produce en Asia es mucho más bello y
escribe en el último tercio del siglo v a.C. una breve, pero jugosa
mayor;'allí el clima es más s.ttt" y-las gentes..tienen un carácter más
consideración acerca de la influencia del ambienre en la formaóión
y más dócil. La causa es el grln equilibrio de las estaciones
del carácrer de los pueblos 5. Compara el modo de ser i. los habi- "-"b1"Y es precisamente en la Jonia donde.el aire es más sereno y
tantes de diversas regiones de Europa y Asia (y también del norre [...]".
allí son mejores las águas
de África, p€ro hemós perdido lor ."¡tulos al.rca de los libios y -¿s mitigrdt el cambio de las esraciones;
y las .orá.h", más abundantes, ..Ér. es el país más próximo, Por su
los etíopes), / trata de explicar la superioridad del carácter helénicó.
naturaleza, ala primavera [...]".
- según este jonio viajero y aficionado a la etnolo gía, la especie
humana es fundamentalmenre una, con variantes de laza poco sig-
pero la bondad y suavidad del clima produce un relajamie_nto o
un cierto afeminamí.rrro de sus pobladores: ..Ni el coraie viril ni la
resistencia a las fatigas ni el ánimo esforzado y valiente podrían
nificativas a efectos de la formación del remperamenro y ,áráae, áe
un pueblo. Son, en cambio, el clima, el enrorno geográfico (aires,
producirse en se-.ja-ttte entorno natural, -Y^ sea la raza indígena o
aguas y.lgrrenos varios), la alimentación y los hábitos de vida lo que,
en sus diferencias, configuran el modo de ser y pensar de las genres. .
i. orro origen, ,irrb q.te forzosamente allí reina la voluptuosidad
'[...],,. para-que el cirácter que lor. griegos denominaban
Casi la mitad de su opúsculo (caps. 12 a 24) explica por tales mltirros -lo y audacia
ity*At ó- se afirme y cobre dureza conviene que el hom-
la superioridad intelectual y moral de ios rn.óp.or sobre los asiáti-
bá t.rrg. que hace, frrnte a un entorno más hostil, como sucede en
!os, y de los griegos sobre los otros europeos. (Como Heródoto se E,rropa y .n l" Grecia conrinenal. En la placentera condición natY-
interesa por pueblos míticos, como los macrocéfalos y las amazonas,
y por los esciras nórdicos, bárbaros nómadas).
rd dá Ái" se han implantado famosas monarquías. La mayoría de
aquellas amables orientales y
.o*'"r.", están sometidas a déspotas
Son, pues, según sus explicaciones sencillas y concretas, Ios fac-
,.gidff por reyes absolutos. Tanro la natura\eze como las costum-
tores del clima (frío, calor, humedad, calidad del suelo, etc.) los que
brZ, t.l"jadas lontrib.tyen la cobardía y el servilismo de los asiá-
^
t Hoy prcferimos hablar de este autor como de un médico ticos (Hito., t, 16). En claro contraste' son violentos y ru.dos los
hipocrático tle la.
.
primera gcneración, qle la arribución al mismo Hipócrates es dudosa. Cf. mi habitantes de la Ettropa nórdica. La humedad y.el frío condicionan
introducción
Ia el modo de ser de los es.itas y de los vecinos del Fasis. En respuesta
a Trata.dos.hipoctá-ticor,
.t, Madrid. Bibliorica Clásica Gredos, l9gJ, y
la rrad. española de la obra en Tratados hipooáticos, u, ibid., 19g6, M. pohienz (cn a un clima áspero y de tremendos cambios, los habitantes de Europa
su libro Híppahrates und die Begründung der utissenscbaftlíchen Medizin, Berlín, De
Gruyter, t938, pp. l5 ss.), ya señaló claramente la influencia de la sofística en esre
,on má, belicosos, variables, violentos y animososz'
que los de Asia
atractivo texto. Su autor evi¡a caer en un determinismo físico burdo, y admite la y tienen instituciones de mucha mayor libertad
cornbinación de phisü y nómos en la formación del c¡rácrer peculiar de'un pueblo.
Por otro lado, todavía resultan muy brillantes los comentarios det benemérito Lirrré, u como señala M. Pohlen z, ob."ir., o. 17, la diferenci¿ en que aquí se iásiste es
cl gran ediror de estos rexros médiccs, hace siglo y medio, en su prólo go, cf. Hip- (carácterr, urll
la riel-tiy*ó,r, palabra difícil de raducir, ¿lgo así como .ánimo' o
po(Tates Opera Omnia, vol. u, París, 184C, p. J,
cualidad anímica que es energía, ímpetu haiia altos ideales, coraje y dureza en la
Destaquemos que este ilustrado médico no es, en modo alguno, un racista, como
- ,'L;que tienen lbs griegos y-menos
lucha, loi asiáticos' , r, r.- . -^ r---,
no lo fueron nunca los griegos, d. Cl.Calame, .Narure humaine et environnement: que de Asi¿iorñce el autor es la zona vecina al Mediterráneo, fundamen-
elmente el Asia Menor; y lo que conoce de Europa es t¿mbién la
le racisme bien temperé d'Hippocrate' en el vol. colecrivo Sciences et racisme, Leu- porción más
sana, Payor, 1986, pp.75-t00. En cl miimo volumen véasc el trrbajo de Cl. Bérard, de fines del siglo v era usual esa denominación'
.L'image de I'Autre et le héros étranger,, pp. S-22. ü;;;;¿;;;¡;. ¡;;;.; u epo".
".c.
14 De pahbra y Obra en el Naevo Mund.o t5
Imágenes interétnicas

Reafirma el autor su tesis general: los climas con fuertes


tes, las tierras ásperas. y solJadas y .l ;"y"; ,,g"-á.i""irbi.r,r.
contras- algún modo en consonancia con aguéll.as y coinciden en la determi-
invitan a los iombí.s ,.r.rrten más J.á¿i¿o, al trabajo
rriiO' de un tipo de hombres aiustados a la naturaleza y hábitos
.qug
guerra' a luchar p-or su independencia y defender
y a ra adquiridos.
su librrt"á. piensa 'El segundo pasaje en el que nos parece encontrar una alusión al
en la dt¡ra geografía,gli.gr.i.." sus genre, .rforr"d.;;;;ras,
conrrasre con Ia molicie asiática.
en texro hiiocrátió .r bastantá posteriór. Está en la Política de Aris-
tóteles 1vtl, 7, 1327b),.o-p.rátta casi un siglo más tarde, cuando tal
Quiero llamar la atención sbbre dos interesanres texros en los ,r., t"l.! iá."t .r"n tn tópico bien conocido, ilustrado por las vic-
9.ue ha¿' un eco de esta teoría hipocráti r^. L,iid., ¡;
al medio natural derermina el-'cará.t., d.t ;";i;ilrp.r.rr" torias de Alejandro en Asia,
región determinada, tal como la expon. .l f".bl" ü;; i;ü;ra una
r de iob* lo, aires, los que habitan en lugaret.lllgt y.t Europa están llenos de arrojo, pero
aguas y lugares, resuena en un curioso .*..rrro-..;.i;"".
".rto
iárr.r"y. faltos de reflexi 6n y i. trrUiti¿ad técnica; pot lo que viven con mayor li-
Heródoto su Historia. En rX, r22, es J ;t-p.rsa bertad, pero sin. oiganízación política e- incapacitados para dominar a sus
ciro, el magná-
nimo y ejemplar conquistador, quir' p"rrolirr" ra idea uecinos.'Los de Asía, en cambio, son de espíritu más reflexivo y -técnico,
de que sólo
sobre'un suelo áspero y de d"Á cür,ia p".¿lr*ñ^.*i,rr"i.r.blo p.;; ,on1ob"rdes, por lo que viven sometiáos y esclavos. Pero el pueblo
lriego, del mismo'áodo qr. o.,rpa un espacio intermedio
esforzado en la luóha y amanre del podei y entre ellos, así
fü.rt.¿. a y reflexivo'
los conseieros persas que acons.jab"r, ,r"rí"J", ".1.*;;i.-
su co*e a las regio-
ii""! las cualidades de .rnoi y ottoi puebloi, ya que es valeroso
nes prósperas que había.conquistado, les replicó por eso vive en libenad, l"r -.iot.t formas de organización política y
que .";;i.rso se ."n l. posibilidad de domi"on
nar e todos si es que tlcanzera un¿ unidad política.
para la sumisión' porque, dice el rexro áe Heródoro,
l:liillt
ras regrones con crrma suave
<<en
suelen criarse hombres
Es muy importanre esra consideración aristotélica (recoge influen-
de idéntico carácrer, que -concluy+
es d. ;;á; püro imposibl.--q,r. u'
.ya
mismo territorio-produzcr froto, maravillosos cias de Isócratis y de otros pensadores políticos) que, tomando como
y ho-bro- rri.roro, bir. .l virtuoso carícter natural de los helenos, situados entre los
en el terreno militarrr.
.Los persas, entonces, reconocieron su error extrernos de los europeos y los asiáticos, teivindica la soberanía grie-
convencidos po,
L:.^:t.¡iron
poseer !."n1..r""ü"'á. Ciro, así que prifi-
imperio, residiendo ga sobre todos los bárbaór, .r, urr'imperio sólo condicionado por
en un rerreno p.di.goso,
r c' - a
cultivar fértiles'n
'eron e.
llanuias siendo esclavos d. oiro, r. la ptel ia unidad política nacional
conviene leer entre líneas, probabre-.nr., er erogio Aristóteles inientó justificar la esclavitud teóricamente, defen-
griego, habitante de un territorio pobre
der pueblo diendo l¿ tesis de la superioridad de lo griego y la inferioridad na-
t ;;;r", al menos en con- tural de los bárbaros. Sus ideas tuvieron una extraordinaria influen-
la primaveral
lt:rj. ::1 Jonia
ores valrentes' .y -ei Asia íer¡f, pero que cría a hom_
estorzados y defensores cia en las discusiones sobre el derecho a esclavizar a los indios tras
de ra lib.rt"d, frente a los
por su naturaleza ala r'oii.i. y alservilismo, a el descubrimiento de América, como muy bien ha analizado A. Pag-
lá:11:.:,?:o:li"..r 10. Dentro del mundo helénico, sin em-
Ia contusión v a la esclavitud. A las influenci", den en su excelente estudio
d.í ;;;;; ;;:ográ_
fic. resporrd.r, las de I;r ;;ir.r.iorr., d. ."J, puebro, que están de
, Las palabras de Aristóteles están referidas muy probablemente a Alejandro, baio
t N.o €s cuyo maidato s€ había superado la_ tradicional división de Grecia en pequeños y
. .raro que Heródoto coloque e-n ámbito persa alguna consideración de coífli"tino, Estados, las famosa s póleis tan celoses de su autonomía. También este
origen helénico' llo hace también lu f"-or. ¿irJrri¿r sobre el mejor régimen
"o,i
político)' El.elogio de la tier¡a pobre, texto debía d. ,on"r'-uy bien en ia España del siglo xvl, unida baio un misnio cetro
sometida a los rigores de un clima duro, como
promotora de la aventura y la acción esforzada, p"Jri"'r.rurirs. y con una vocación de conquista y de imperio univcrsal'
Atica' así como a otras zonas de Grecia mucho'meno, mrf fr."ir"_."r. to El libro de A. Pagden, La iaída dil bombre natural. El indio americano y los
La dvreza de sus tierras empuió a muchos avenrureros
iti"it., que la Jonia costera."f orígenes de h etorologL comPdrdtiaa, Madrid l¡lianza, 1988, señala muy
bien la
otras' con temple valeroso y resuelto. Algo parecido
helenos a emigrar y a colonizar
infiuencia de las ideas- de Aristóteles sobre la esclavitud, así como la concepción
p"dri" l;i;;;;;.r"" helénica del "bárbaro,, recobrada en esa época del Descubrimiento. Pero en la
Grecia
de las comarcas áspcras de nuesrra E*trJ-adur" "pri."rrr'"
h".i;;;; ailá der Arránrico. hubo ideas más avanz¿das en contra de la teoría de Aristóteles, que éstc
"ntigua
t6 De Pahbra y Obra en el Nueao Mundo Irnágenes interétnicas 17

bargo, esa teoría de Aristóteles tenía un marcado tinte


conservador un talante singularmente abierto y reflexivo, interesado por entender
y reaccionario (frente a las ideas de algunos sofistal), y
*".rrr" .l a los <<otros>. (En claro conrraste; Tucídides no siente el menor
empeño justificar ideológicamente-la tradicion"Ílrrrtitu"i¿,
-por d. interés por los bárbaros, a los que considera como gente atrasada) r 1.
que el filósofo ionsider. i;pr;;;indibre p.rrá a.rr-
l1-:::tlitud,
rrollo de su civilización. Conviene resaltar la actitud ejemplar de este jonio ilustrado, con-
temporáneo de los grandes sofistas. No tiene Heródoto, ciertamenre,
la actitud severa de Tucídides, que centra lo histórico en lo político
y bélico; no es tan riguroso en su método crítico ni tan limitado.
En comparación con su sucesor, nos parece divertido y novelero,
ry. LA ADMIRACIÓN Y LA TOLERANCIA DE HERÓDOTO
curioso y prolijo,.un-antropólogo disfrazado de historiador. Pero es
justamente esa mirada, panorámica y su gusto por lo pintoresco y
Aristóteles, aunque interesado e¡ las costumbres d. lo,
bárbaros, distinto, lo que le hace tan sugerente y tan actual 12.
tenía una rremetrd" creencia en la r"p;;ridrd helénica.
vorvamos Ejemplar, también, en su intento por comprender a los otros en
ahora a Heródoto, nuesrro primer his'toriad"r,
d;ür"" ,rr'.ry
tinto. Comenzó su n infor-i d. una inver,igáJ"";;-¿¿¡r,1" air_
su alterid ad y su tolerancia nacida de la actitud recepriva y jamás
censuradora clel historiador. Hay en el
toríes- apódexis, su n Historiarr, para s"lrr.r"d.l
¿¿r-
olvido ..lor'i."ho, "homérico', Heródoto un
verdadero gusto por narrar y hacer partícipe a su público del espec-
grandes y admirables [...] ,"rrrJ, de griegos como
¿. uiru.ros,, y táculo, y ese Lust zu fabulieren es una característica amable y mo-
darnos una ampl.ia-.gerigácti.,ra de b! pi.ut", que
enraron en er derna que le identifica
magno conflicto. de griegos y p.ir"r. Tenía l" .,rrioriJad del
félt:g
antropólogo del viaiero il.rrtiado. É" su prosa subsiste como otros historiadores helenos, Heródoto no aprendió nin-
{
atan éptco en la narración-del pasado glorioJo y
un cierto guna otra lengua aparre de su griego natal. Con todo, llegó a prrf,, . ¡ ¡ \
una atención crítica guntarse, con su inextinguible curiosidad, cuál sería la lengua mál\'5"j
al. presente y
-un in'negable empeño ñumarrista al considerar a los
diversos pueblos *bár6aroro, .órffastados .o'
antigua y nos relaa un curioso experimento sobre el tema 1r. Como
hábil comprensión de su alteridad.
lor-¿;ü;n una no sabía idiomas, ruvo que depená.r de inrérpretes que más de una
vez le enredaron y engañaron, sobre todo en Egipto. Erc prejuicio
,^- 9:ti1_",q:t
l. admiración thaumázein que, según Aristóte- y desdén por aprender otras lenguas es, como hemos dicho, .rtt t"rgo
les, es también el moror de la -elfilosofía- Heródoto "r.*.-ora el típico.
esplendor de los lidios,.el sorplendente
vida esteparia de los escitas, el'desarr"il" -uJo-¡;
i";;;ü.t,r i, La variedad de usos y cosrumbres según los pueblos, incluidos
J*i i-p.rio d. t; f.rr.r, los- usos y creencias religiosas, era algo bien conocido y que los
antes de centrarse en el rerato d.. t:
qtr g.r.ro. vi",.ro pL, fgipro,
Asia Menor, Escitia meridionar, nibil"tii, ct eta y sofistas habían destacado y discutido. Frente a la naturaleza humana,
orras isras del universal, estaban las costumbres, ionvencionales y distintas. La opo-
Egeo, las comarcas.de Greci a y'el sur de i;"Ii.,
con una curiosidad sición entre lo universal de la phfisis y lo variable de los nómoi
universal, el llamado n padr. á, la Histori;;
antropólogo helénico.
., tambitn J pri_., evid-enciaba, según Protágoras y otros sofistas, lo convencional y
oris.en jonio re facilitó .J;;;;iá"¿ ¿. artificial de la cuhura. Heródoto lo sabía bien ra.
comPrensión y- su sentido .s.u
ttá$.o de la existencia -i;J;"ü.r.ho
h"*rrri ,rrr" p.rr-
pectiva humanist a Para referi-r los hechor d;
i;r " Como señala, con su habitual agudeza, A. Momigliano contrasta la admiración
más. críti:o gye su predecesor Hecateó y el interés de Heródoto con la escasa preocupación de otros hisroriadores por en-
de Mileto, se interesó por los
hábitos de vida y lós monumenros y lo" tender a los otros. Así Polibio, muy en la línea de Tucídides al respecto, l, A.
-lro, ;;;;;;ú5; ."" Momigliano, Sagesses barbares. Les lirnites de I'bellénisation, rrad. francesa, París,
Maspero, 1979.
r2 Sobre los primeros libros de la Histori¿ de Heródoto remito
combate, f. M.I. Finley, Ancient Shvery ayl Moden ldeorogr, Londres, chatto_ brillante libro de F. Hartog, ob. cit.
al inteligenre y
vindus, 1980, y !. yogr, Ancient sraaery íod ,t , tlr.i"f u"n, rrad,ingresa, oxford,
B. Blackwell, 1974.
rr Es el cúrioso experimento del faraón Psamético, conhdo en Hist., u,2.
'a Fs clásico el estrrdio de F. Heinimann, Nomos und Physis: Herhunft und. Be-
t8 De Pahbra y Obra en el Nueao Mundo Imágenes interétnicas

Como buen alumno de los sofistas, Heródoto advierte la relati- t


vidad de las normas y costumbres: cada pueblo tiene y prefiere las t V. LA ANTÍTESIS GRIEGO.BÁRBARA TRAS LAS GUERRAS MÉDICAS
suyas, y es sabio el respetarlas. "Si a los,hombres se les diera a
escoger entre todas las cóstumbres, invitándoles a elegir las más per- La confrontación con los bárbaros tuvo para los atenienses y sus
fectas, cada cual, después de una detenida reflexión, escogería pera aliados unos momentos estelares: las batállas llamadas Guerras Mé-
sí las suyas>, dice en un conocido pasaje (Hdto., III, 38). Y, como dicas, en las gu€, por dos veces, en 490 y 480 a.C., los griegos
ejemplo, añade: derrotaron a los invasores asiáticos. Tanto en la de Maratón como
en las de Platea y Salamina los griegos unidos derrotaron a un ene-
durante el reinado de Darío, este monarca convocó a los griegos que estaban migo de fuerzas muy superiores. La repetida victoria se prestaba a
en su corte y les preguntó por cuánto dinero-. accederían a ¡omerse los una interpretación ideológica: había vencido el griego sobre el bár-
cadáveres de sus padres. Ellos respondieron que no lo h¿rían a ningún pre- baro por sus cualidades superiores de cuerpo y espíritu; había triun-
cio. Acto seguido Darío convocó a los indios llamados calatias, que devoran
fado la libertad frente al despotismo asiático; los heroicos comba-
a sus progenitores, y.les preguntó, en presencia de los griegos, que seguían
la conversación por medio de un intérprete, por qué suma consentirían en tientes de Grecia habían demostrado su superior vinud ante las hor-
quemar en una hoguera los restos mortales de sus p-adres; ellos entonces se das bárbaras. No sólo fue un triunfo táctico, sino una expresión de
pusieron a vociferar, rogándole que no blasfemara. Esta es, pues, la creencia la excelencia helénica, de la areté de todo un pueblo.
general;_y me parece que Píndaro hizo bien al decir que la costumbre es la Ya en Heródoto se percibe la consciencia de esa superioridad del
reina del mundo. ánimo de quienes pelean por su patria, l.eyes y libertades, pero es
algo después, en escritores de la Atenas democráríca, en Eurípides,
La interpretación de la frase del poeta Píndar o: nórnos pántón Isócrates, Platón y Aristóteles, cuando encontramos ecos claros de
basileús (..1a costumbre es el rey,r), al vez,no sea la más cótt.cta, esa ideología surgida tras la victoria. Los valores del espíritu griego
pero es muy significativa de esd actitud tolerante de Heródoto ls. se definen frente a los bárbaros (representados por los persas fun-
Ya Jenófanes había subrayado en unos célebres versos que cada pue- damenmlmente): amor a la libertad, obediencia a las leyes, orden e
blo se representa a los dioses según su propia figura: los de los inteligencia unidos a un gusto por la belleza austera y humana, y
tracios son pelirrojos y de ojos azules, y los de los etíopes de tez gran coraje en defensa de estos ideales. Los progresos de la demo-
oscura y chatos (frg. 14 D). Heródoto no pregona la superioridad cracía ateniense en el ordenamiento político coronan ese afán civili-
de unos sobre otros, sino que aconseja el respeto a las costumbres zador de Grecia. Como señalará explícitamente Aristóteles, la pólis
propias de cada pueblo como una actitud sensata y píadosa. Desa- es la comunidad perfecta y en su marco institucional se realiza el
tino le parece que Cambises en Egipto profanara templos y sepul- individuo más capacitado para el desarollo de la vida racional. Fren-
turas, y que Jerjes destruyera los santuarios j' altares griegos (Hdto., te a la disciplina y la educacién helénicas los bárbaros aparecen atra-
Hist., III, 18).. sados, rudos, torpes y tumultuosos. Fs justo, pues, que los griegos
esclavicen a los bárbaros, según Eurípides, Isócrates y Aristóteles,
para bien de unos y otros,
De hecho, en la Atenas clásica, los esclavos, en su gran mayo¡ía,
procedían de pueblos bárbaros. Y eran esclavos que, en la apurada
justificación aristotélica, podrían definirse como ..esclavos por natu-
deutang einer Antithese im griecbiscben Denb,en des 5 Jabrbunderts, Basilea, 1945 ralezarr.Para ellos mismos era conveniente esa esclavitud, de acuerdo
(reed. Darmsbdt, 1976), y muy claro el resumen de la cuestión hecho por 'W. K. C. con la tesis de Aristóteles.
Guthrie en su É/¿sroria de la Filosofía Griega, III, trad. española, Madrid, Biblioteca Pero la superioridad del griego procede no de la excelencia de
Clásica Gredos, 1988, pp. ó4-138.
t5 Sobre el lema y su alcance, véase M. Gigante, Nomos basileus, Nápoles, Glaux, casta e raza, sino de su educación superior. La ciudad le ha educado
1956. para la libertad y la iusticia, para la vida buena y racional, para el
ZO De palabra y Obra en el Nueao Mundo
Imágenes interétnicas 21

goce individual de los valores culturales. Así se proyecta la interpre-


tación ideológica de la victoria de los griegos, utt" ,ri.toria que los En cambio,,en la lfigenia en Aulide del último trágico, la heroína
atenienses udlizan en beneficio de su politica imperialir,",'y q,r. exclama, al dirigirse al sacrificio en favor del ejército, que ..es natural
resultará también útil en época posterioi, pxr? la eampaña panheié- que los griegos dominen a los bárbaros". Aristóteles, al citar este
nica contra Asia, deseada por orador.r .o-o Isócrarcs y ,e"l izada verso en su Política (1252b), lo glosa así: "el supuesto es que lo
por Alejandro. El monarca macedonio pudo presenrarse anre los bárbaro y lo esclavo es lo mismo por n4turalezar, (hós taató pbisei
griegos como el vengador de los ataques asiáticbs. pero, de manera bárbaron kai doúlon ón), No deja de ser una brillante paradoja que
-r{ significativa, no cumplió luego ei consejo de su pr...pror Aris- la educación en la libertad traga a los unos, los griegos, dignos de
tóteles de. que tra.tara a los griegos como amigos y'. lo, asiáticos someter a los otros, los bárbarbs, por encima de la condición hu-
como esclavos. Al contrario, trató de unir a unos.y otros para un mana reconocida a todos
fecundo mestizaje cultural, considerando a ambos como súbditos del En la misma línea está el famoso consejo de Aristóteles a Ale-
mismo imperio y miembros de una mism a civjlización. jandro, que se portara <<con los griegos como guía y con los bárbaros
El esclavo es, en el ámbito civil antiguo, el otro por excelencia. como amo, y que tratara a los'griegos coino a amigos y parientes,
No deia de ser significativo que se le hala asimilado b¿rb"ro. En mientras q,r. cott los bárbaros podía utilizarlos como a animales o
la sociedad esclavista helénica (como .ár, esciavistar"l,"J", Ias del plantas,, (según Plutarco en De la fortuna o la airtud /e Aleiandro.
mundo antiguo) hubo polémiias sobre el rema. Tan sólo evocaré 329 b). Aun en Posidonio resuena un eco de. la idea de que hay
algunos testimonios. Es interesante observar que, por un lado, se pueblos desdnados a la esclavitud ..por la debilidad de su inteligen-
niega una diferencia física enrre los hombr.r, ái.rrrirr, po, el otro, cla>.
se afirma una superioridad del griego y, por ranto, su derecho a
esclavizar a otros r p"rz beneficio-rn.,trro.
..Por naturaleza todos hemos nacido iguales,, escribe el sofista
VI. LA SUPERACIÓN DE LA ANTÍTESIS Y LA IDEA
Antifonte (frg. 44 D). Y sófocles pone etr bloca de un coro de escla- DE LA HUMANIDAD
vos tracio¡ (en su Tereo, frg. 5J2 N): ,.eue una sola es la raza de
los seres humanos nos lo hl mostrado e-ste día a todos ,rororror. Hacia Ia conclusión de su libro Eratóstenes desaprueba a quienes han pro-
Ninguno nació superior a orro. pero a los unos nos arrastra el des- puesto una división bipartita de todo el género humano en griegos y bár-
tino de la desdicha, y orros la felicidad; a unos nos ha empujado baros, así como a los que aconsejaron a Aleiandro que tratara a los griegos
-a como amigos y a los bárbaros como enemigos. Meior es, afirma, trezalr esa
a la esclavitud y nos abruma el yugo del lnfortunio,,.
En la Medea de Eurípides un cínico Jasón afirma que ha pagado división r.-gr'itt'la vinud o el vicio. Pues, .r, if..to, hay muchos malos entre
los griegos-y hay entre los bárbaros muchos civilizados, como los.indios y
con creces los favores de su esposa Medea ¿l haberla iraído ñ.rr.
los ariaños, así iorno lo son los romános y los cartagineses, que tienen ¡an
"
griega,. donde-puede vivir bajo-las leyes y no recurrir a la violencia
admirables regímenes políticos. Por ese motivo Alejandro, sin.hacer ceso a
y dq"lg ha adquirido un renombre que no terrdría en r., or.,rro esos conseierós, trató de acoger a todos los hombres de valía que pudo y
(cf. Medea, 5 ss.). La actuacién de Medea expresa ru ."r¿.r.,
f.i,
lat{ 15
bárbaro, pero las frases de Jasón resuenan como una cruel ironía.
les colmó de beneficio.

Bárbara y mujer, Medea es más noble y digna que su taimado es- En este párrafo Estrabón (1, 4, 9) recoge la opinión de otro gran
poso..casandra en el-Agamenón y Hécuba enlas'Troyanas son cau- geógrafo, el helenístico Eratóstenes, I se suma a ella. Frente a la
tivas bárbaras de inolvidable dignidad t6. división tradicional, aquí se propone otra, basada en razones éticas,
entre malvados y viiiosos, Tlntó por el grado avanzado dé su civi-
16
Acerca de las mujeres esclavizadas y bárbaras en el drama de Eurípides, veanse lización como por sus virtudes, los indios, romanos y cartagineses
los libros de H. Bacon, Barbarians in Gieeh Tragedy, yale univerri,y no.rr, 196l
y
K. synodinou, oz tbe concept of Shoery in Eirifides, Joannina uiirrersity Press, 1977. Sobre la esclavitud según Aristóteles puede verse mi prótofo a ta treducción
española de b Polític¿, Madrid, Alianza, 1986, pp. 26-32.
22 De Pahbra y Obra en el Nueoo Mundo Imrígenes interétnicas 2t

ya n9 son bárba{9s, sino civilizados, asteíoi, y en mayor rnedida que sobre esa unidad del género humano, basada en la panicipación de
muchos griegos 17. todos los hombres en la raz6n, principio divino de la naturaleza,
Continúa Estrabón: expresaron la idea con claridad. La tesis se desarrolló en época he-
lenística y en el mundo regido ya por Roma, y la podemos encontrar
como si al trazar tal distinción, poniendo a unos bajo el reproche y a orros mu)' bien expuesta en los tratados de Cicerón, buen divulgador de
bajo el elogio, se hiciera pot ótr" razón más que porq.rl enrre éstos se los filósofos helenísticos. Por otra parte, también la aparición del
impone lo polírico y'legal y lo propio de la educición y de las buenas
razones, y entre los oros lo contrario. De modo que Alejandro, al desa- concepto de "[¡¡s¡eria universalo en la obra de Polibio es un avance
tender tales consejos y admitir tal parecer, acruaba .n .orrr."uencia con su significativo en la misma dirección re.
sentido y no al revés, con buena reflexión. Los romanos recogieron de los griegos el impulso civilizador y
los mejores logros de su culrura. Al proclamar la idea de une hu-
Al retomar esta crítica, Estrabón la apoya en la idea de la unidad manitas que es patrimonio común de todo hombre civilizado, se
del género humano, tal como había sido postulada por los estoicos. alzaban por encima de aquella distinción ya demasiado provinciana,
Probablemente ya Eratístenes reflejaba lis doctrinai de su maestro, en un momento en que Grecia ya no era el centro del mundo po-
el estoico Estratón de Quíos (de mediados del siglo ur a.c.) 18. lítico. Esa humanitas recoge la noción de una civilización de ideales
Es interesante bbservar cómo estos escritores eran bien conscien- y formas culturales próxirn'as a las de la educació n o paideía helénica,,
tes de que la actuación de Alejandro había resultado decisiva para pero que ya no es .exclusiva de ningún pueblo, sino que ha sido
la superación de Ia antítesis griego frente a bárbaro. Al arendár al exportada de Grecia y Roma para ser difundida por todo el orbe de
mérito personal y no al origen nacional, en conrra de los consejos la civilización 20.
de Aristóteles, Alefandro se había anticipado a sugerir, mediante Ia Cuando los romanos se lanzaron a la conquista del Mediterráneo
acción política, la idea (los estoicos la proclamaránj de la fraternidad se encontraron con un ámbito ya civilizado, en gran parte por los
universal en un universo gobernado por una providencia única. Los griegos. Admideron su culrura y se insirtaron en los moldes educa-
filósofos que hicieron profesión de cosmopoliiismo y que teorizaron tivos del helenismo. Un hecho sintomático es que, frente al desin-
terés griego por otras lenguas, la literatura latina comience con la
t7 La areté se deserrolla en el marco de una traduCción dé la Odisea de Silio ltálico y el teatro latino se nutra
elevada civilización, como la de los
pueblos mencionados, en el concepto de los griegos de la época helenística. No deja de adaptaciones de temas griegos. Los romanos se sirvieron de via-
de ser un síntoma interesante que no se aluda ya al afán delibertad gue €ra un rasgo jeros, historiadores y geógrafos griegos ptarra. comprender 3u mundo
tan destacado en la época clásica. En el helenismo posalejandrino ti monarquía era y su destino histórico. Filósofos como Panecio y Posidonio tuvieron
el régimen habitual de gobierno, tanto entre los griegos como en esos puebl-os civi-
una enorme influencia y orientaroR sus investigaciones hacia un ám-
lizados. Según Estrabón lo civilizado se define por tó nómimon (acorde c-ón las leyes),
tó'politikón (el ámbito cívico) y tó paideías kai lógón oikeíon (lo propio de la Ldu- bito romano. La filosofía, tras una etapa de recelo, fue en Roma una
caci-ó_n o_cultura y de los razonamientos), tres trazos helénicos y poco exclusivos. continuación de la helénica. Como ya dijimos, es en Cicerón donde
u c[. H. c. Baldry, en Tbe unity of Mankind in Greek Thought, cambridge, la idea de una bumanitas elcanza perfiles más claros. La distinción
Cambridge University Press, 1965, pp,15l ss, Traduzco unas líneás: .IJna de Ias frente a los bárbaros es cuestión de civilización; es la afirmación de
cosas la filosofía de Zenón fue superar la dis¡inción de griego y bárbaro.
-gue logló una ética y una cultura superiof lo que distingue al verdadero hom-
Introdujo la idea del cosmopolitismo, tr¿scendiendo el patriotismo; habió áel mundo
entero, la ecúmene, como la verdadera patria del hombre; de una comunidad que
abrazaba a ¡odos los seres racionales, sin considerar la distinción entre griego y bár-
baro, entri libre y esclavo. De acuerdo con esta doctrina, e[ filósofo" se"siáte él re Baldry, ob. cit., pp. ll3-166.
mismo ciudadano de un Estado al que pertenece toda la Humanidad, un Estado cuyos 'o Cf,J,P.V.D. Balsdon, Romans and Aliens,'Londres, Duckwonh, 1981, y
límites están marcados por el curso del sol. En el Estado ideal de Zenón todos los Y. A. Dauge, Le Barbare. Rechercbes sur h conception romaine de I¿ barbarie et h
seres-humanos son ciudadanos,. (La diferencia que subsiste es la del chsilis¿tion, Bruselas, Latomus, 1981, y los arts. de H. Kuch y A. Scarcella en el vol.
"sabioo frente
a los .necios'; del .educado' frente a los .ineducados'; sólo la educación hace libres editado por J. Herrmann y R. Müller, Die Antihe und Europa-Zentrum xnd Peri-
de espíritu a todos). pberie in der antihen Weh, Berlín, Akademie, V., 1989.
24 De Pahbra y Obra en el Nuevo Mundo
Imágenes interétnicas 25

bre, de valor universal, frente a los bárbaros caracterizados por su que pasan por algún catálogo como el Liber d.e monstrorum dioer-
ignorancia ruda y su salvajisrno. sibus generibu.s (siglo xII ó xIII) y el Libro de hs marar¡ilhs de Juan
Este .ot-opólitismo y humanismo romanos tienen raíces estoi- de Mandeville (1365-71), tan difundido por la imprenta en el si-
.1 y son el terreno sobre el gu_e se despliega lo mejor del cristia- glo xv. Rabelais se burla en pleno Renacimiento de, rcda esa litera-
'tura, parodiando sus disparates, corno mucho antes lo había hecho,
nrsmo en su vocación universal. Sobre ese hu,mu.s humanista, la nue-
t.
va religión insistirá en que todos los hombres son hijos de Dios y en sus Relatos verídicos'o Verdadera historia, el satírico Luciano
hermanos en un mismo camino y peregrinaje rerreno. Mientras qué (siglo II d.C.). Esas üir-"u parodias atestiguan la pervivencia del
los estoicos marcaban una distinción entre los sabios y Ios tte"ios género y su popularidad. También estos <otros> habitantes -de fan-
(Ios sopboí y los phaúlo) que de algún modo quedó superada en la tásticas lejanías son un legado antiguo, de indiscutible arraigo lite-
formulación romana, menos rigurosa y menos intelectualitta, el cris- rario hasta los inicios de,la Edad Moderna 24. :

tiano encuentra una nueva barrera: la que marca la aceptación de'la Ya la mitología clásic a ofrecía un repertorio de seres monstruo-
fe, con un credo dogmático. Como sucedió con la ptocla*a esroica, sos y pintorescór q.r. el héroe griego en cuestión, peregrino por
el aspecto revolucionario de tales ideas tardó mucho en alterar las regiones extremas, debía afrontar. No sólo monstruos sino seres hu-
estructuras sociales del mundo antiguo. (Es decir, siguió habiendo manizados de aspecto imponente. En la Odisea los cíclop€s, I entre
esclavos y libres, pese a las declaraciones de humanidad y fraternidad). ellos Polifemo, aparecen como el ejemplo máximo de salvajismo,
desconocedores de la justicia y el derecho de hospitalidad, del tra-
bajo y del vino. Polifemo es un caníbal y un ogro feroz, hijo de
Posidón, de charla fácíl y humor macabró. Luego están ahí los sal-
vrr. Los oTRos FANTÁSflCOS y LEJANOS vajes y brutales Lestrígones, los soñolientos y drogadictos Lotófa-
gos, además de las seductoras sirenas, medio mujeres y medio páia'
Sería dejar aún ¡nás incom¡rleto este ensayo si no hiciéramos refe- ros (sólo después las sirenas cambiarán sus alas por una cola marina)
rencia a esos <otros> situados en los márgenes del mundo que no y monstruos- ligados a un lugar de espanto, como Caribdis con sus
han logrado certificación empírica, sino q-ue integran ,rrra fatulosa seis cabezas sobre largos cuellos y sus diez extremidades serpen-
fauna humana o casi humana, criaturas semimíticas y paranovelescas, tinas.
que la fanasía antigua albergó en lejanos horizontei, monsrruos y También en sus viajes lejanos tuvo Heracles que enfrentarse a
maravillas de secular pervivencia 2r. Hasta los fines de la Edad Me- inonstruos variados: cerca de Cádiz estaba el gigantesco Gerión, con
dia, dos mil años después de Homero y aún más, se rransmiren esas sus tres cuerpos y cabezas, y en otros lugares luchó contra la Hidra
imágenes de pueblos y seres fabulosos, que a finales de la Antigüe- policéfala, centauros violentos, enanos taimados, como los cércopes,
dad divulgaron texros como el variopinto Fisiólogo (siglo rI) 22 o la además de las guerreras trnazonas- I-a saga de los argonautas evocaba
llamada Noaela de Alejandro, de enorme repercusión posterior23, y a las aladas y pesdferas harpías, un tremebundo dragón guardador
del vellocino iureo, en la remota Cólquide, el broncíneo gigante
Qu" los pueblos exóticos, con sus perfiles fabulosos y sus hábitos míticos, Talo en Creta, etc. Otras criaturas míticas se mencionan en la Teo'
"
quedaran situados en los márgenes del mundo es algo muy claramenre comprensible. goníi de Hesíodo: los gigan{es de cien brazos, la Equidna, la Q.ti-
Ya lo advertía Plutarco (Teseo, t, 1): más allá ile las tierras conocidas, los geógrafos
de su tiempo colocaban el territorio de los pueblos míticos, f. H. Schwabl, .n¡id det
fremden Velt bei den frühen Griecheno, en el citado Grecs et Barbare.r, pp.28 ss.; 'n Más detalles sobre esros monstruos y maravillas en el amplio artículo de Fr.
y,e-nelmismolibro,H.Diller,p,63yo.Reverdin,PP.98-103. Pfister oVon den Vundern des Morgenlandes", recogido ehora en su Kleinen Schrif'
Cf. N. Guglielmi, E/ fkiólogo, Bestbrio medieail, con introd'ucción y noras, ten zum Alexandenoman, Meisenheim am Glan, A. Hain, 1976, pp. 120'142. L. Spra'
" gue de Camp y V. Ley, en De h AtLántida a EI Dorado, rad. española, Barcelona,
Buenos Aires, Eudeba, 1971.
2r Sobre la difusión de la llamada, Nooela de Alejandro,
así como sobre su origen,
Luis de Carah, 1960, dan un buen panorama de la supervivencia de esos monstnros
véase mi versión y prólogo: Pseudo Catístenes. Vida y bezañas de Alejandro de fabulosos, que perduraban en la Baja Edad Media y aun en el siglo xv, en la liter¿tura
Macedonü, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 1971, con alguna bibliografía. de v.iajes.
27
26 De Pahbra 7 Obra e-n el Nuqvo Mrndo Imágenes interétnicas

mera, la Esfinge, Tifeo; los grifos, los sátiros, los silenos y los panes dedos en cada mano y diez en cada pie; describe el Unicornio Por
son otras figuras de ese repertorio tradicional. piimera vez f t por noticias persas' menciona al tigre y al papa-
Junto a las figuras'de esta faun¿ mítica hay que mencionar a orros *tti,
pueblos semifabulosos, los Qüe esrán situados en une geografía más ,;fista Antifonte introduio en sus escritos a los "pies de som-
real. Ya Homero menciona a los piadosos etíopes y a-loJpigmeos, - brarr, los n macrocéfalos" y los "trogloditlsDr Pgrgue piensa-gue tan-
que luch-an conrra las cigüeffas (Il. ltr, ó ss.), Hesíodo nombia (frg. ro esras criaturas humanai como griegos y bárbaros tienen la misma
153 Merk.-![est) a los cabezas'grandes (maoocéfalos) y a los re-i- y deben vivir tr, .on.Jrdó <ri. ftgt. 45-.47)' .
Perros (hemih"ines), idénticos sin duda. a los cinocéfalos de autores
"rr"iir."i
Es -,ty curiosa esa mezc olqrnza de noticias y' de pueblos, .iitua-
posteriores. Aristeas de Proconeso, al relatar su gran viaje nórdico, dps todos'ellos en comarcasremotas. Como ya lo estaban los hiper-
más allá de Escitia, habló de los isedones y de los arimispos (con bóreos y los etíopes, pueblos ambos famosos Por su piedad, al norte
un solo ojo en Ia frente, como los cíclopes) que peleaban cóntra los y t.rt de la ttú*rir. Mientras que el oeste y el sur no producen
grifos, guardianes del oro. El poema de Aristeas (siglo vII) se perdió "l criaturas fabulosas, la tendencia fue Pronto a trasladarlas al
,r.r.¡r",
pronto 25. Ori.rrt.. (Los arimaspos y los grifog'de Heródoto procedían del
Hacia Oriente viaió Escíla:r de Carianda (último tercio del si- norte). En esa fauna iot seres fantásticos se codean con
|itttot.r."
glo vt) y trajo noticias de la India y de Arabia y de pueblos exóticos, los ,áirnales simplement. exóticos: el unicornio es vecino áel tigre,
como los macrocéfalos, los esciápodos (con.un solo-pie, que les sirve el ave fénix del iripopótamo y las hormigas gigantes d9l pa.p,agayo.
de sombrilla cuando se tumban), los monoftalmos-y loi otoliknos Átt.rrrot pueblos d. iot g.t. ínforman loi viajeros Parecen bien es-
(con orejas tan grandes como sacos). tuii"dor: así los m".to.éfalos, las amazonas' los pigmeos' y' más
cercanos a la realidad etnológica,]os icdófagos ("gemedores de pes-
. Hecateo, lector de Escflax, Ie había rcmado en préstamo los es- cado') de las costas del Índico
27. Las noticias de los primeros an-
1áp,odos o "pies de sombra' (frg. iz7),los pigmeoi lrza¡ y el Ave
Fénix (que también describe Heródoto). Junto a esros seres aparecen tropóiogos se mezclan,con las fantasías mitológicas, . :
^N..ico, el almirante de Alejandro, describió surcando el Indico
en l¿ litératura griega'el hipopétamo y ét locodrilo (Hdto., tr,6g-71).
También Heródoto leyó a Escílax y menciona e los conócidos ci- las primeras ballenas. El episodio novelesco de la isla que se sumerge
nocéfalos (IV, 191), los monoculares arimaspos (ltt, il6; lv, 13.27), baiá los pies del náufrago está en Luciano y 9l Sindbad el Marino;
los qrifos enrerradores del oro (rv, 13.27; út,. 116) y el Ave Fénix es una ballena. Onesícrio enconrró en la India un pueblo tan pia-
(tt, 73). Añade a los acéfalos del none de Africa, con ojos en el doso como los hiperbóreos o los etíopes de Homero: los gimnoso-
pecho (lv, l9l) y los aigípodes, *de pies de cabrao, €n d l.;"no fistas, que conv.irrrott con Alejandro en- una famosa ficción' La
norte (tv' 25). Menciona también a una fabulosa doncella de cuerpo India dlscrita por Ctesias y por Hermesianacte es un manual de
de serpiente que trató de seducir a Heracles (lv, 8 ss.). Habla ad'e- Áil"gi^fantásiica y de irnágenes q'ue preludian.maravillas delas Mil
más de las serpientes aladas de Arabia (u,25 ss.; rrr, lo7-log) y de y nro-noches. Oriente fabuloso por el que los griegos Penetran como
las enormes hormigas del norre de la India, mayores qrr. y
menores que perros que con su excavar la arena descubren "or.br
el oro
(ru, 2).
26 Sobre Ctesias, los datos están recogidos en el libro de R. flenry, Ctésias, La
Perse, L'Inde, Les sommaires de Pbotius, Bruselas, col. Lebégue-,.1947.
Medio siglo después de Heródoto escribió Ctesias, médico en 2/ Algurios de estos pueblos son más míticos y más perdurables que otrgs en la
la corte real persa, sus Persihá e Indiká; vuelve a hablarnos de imaginación y la literatuta. Tal es el caso de las persistentes amazonas. (Véase ahora
los .pies de somb¡ar, los hombres orejudos, los monoftalmos, los sobie ,,r, oríg"rr"s, lV. B. Tyrtel, A¡nazons, B¿ltimoré, Londres, 1984)' Otros, como
pigmeos, los cinocéfalos y los grifos; refiere hombres con ocho iictiófegor, o .co-"dores de pescado, están muy cercanos a la re¿lidad
los humildes '(1.
;;;d;fi* preciso de o. Longo, oI mangiatgti qi pesci: regime ali-
. q.t.dro"l "r,Zliri,
culturali,, en Materiali e discassioni per l'analissi dei testi chssici,
-.ni"r.
25 Vé¿se
el libro de J. D. P. Bolton, Aristeas of proconne.srs, oxford, clarendon núm. 18, Pisa, Giardini, 1987, pp.9-55). Sobre Nearco y Onesícrito, l.P. Pédech,
Press, 1962. Historiens compagnons d'Alexandre, París, Les Belles Letres, 1984.
28 De Palabra y Obra en el Nueao Mando
Imágenes interétnicas 29

conquistadgre¡ y como exploradores y de donde volverán, como


volvió Alejandro, sin alcaniar el extremo anhelado de la tie.ia. Toda esa fauna, con algunos añadidos, reaparece en el texro del
Alejandro muriera extrañamenre en Babilo nia y fuera luego eu. Pseudo Calístenes, que relata las maravillas y los monstruos que
embalsamado en Egipto, en fúnebre viaje d.i É;f*;;, "J "Ñ]io,
luud' encontrara Alejandro Magno en su desaforado avance por la India
otro episodio histórico que bien vale'como símbolo de esa- aperrura", fabulosa.
--r - La fauna fantástica que aparecé en este relato popular de comien-
helénica a Oriente. zos del siglo III d.C. es un repertorio pintoresco, que pervivirá largo
tiempo en la imaginación occidental. Serpientes voladoras, ratas ml-
yores que zorros, murciélagos carniceros, cangrejos gigantes, causan
vrrl. horror en la noche; y de la selva surge el magnífico odotntotjtranos,
RELATOS DE VIAJES,FABULOSOS. , - enorme y acorazado riiioceronte, de inmensasrproporciones. Pululan
LOS MOÑSTRUOS OE ORIENTE
extraños homínidos, unos'con un solo pie y irrg. cola, otros alar-
gados y;lisos como árboles sémovienres o iedondos y cubienos por
La. literatura de yiuj:, fabulosos tiene en la odisea su precedente
épico, gomo señaló el satírico Luciano. Pero se desarrolló'mucho en
éttt"to de pelos. Uno de esos monsrruos devora a mordiscos á la
hetera que le acercan para domesticarlo. Entre las selvas y las nieblas
é-poca helenística, con los relatos en prosa de los viajeros
hacia el de Oriente vegetan esos seres híbridos, espántosos 1' circenses, al
oriente lejano, tras lasthuellas de la ruta de Alejandr". ñ.;;.;;
margen de la historia. Con la audacia de un redivivo Heracles y la
onesícrito y orros de sus acompañ,antes trajeron ,roíi.ias de primera
curiosidad de un nüevo Ulises, Alefandro, mitificado por la fantasía
mano. Nearco en su travesía del Índico vio las grand., b"il.rr", y
novelesca, asiste al desfile de los prodigios orientales.
admiró el modo de vivir de los ictiófagos. Onesícrito se entrevistó
con los brahmanes y atesriguó la sabidüría ascérica de los
A'través de variantes versionós y iraducciones sin cuenro, este
fistas. Pero narraron hechos aún más extraños. Nearco había lirrrrroro- libro se difundió' admirablemente, y su fauna se propagó e orros
visto relatos, sumándose'a los prodigios áe oriente de más aniiguo abo-
una tribu de hombres primitivos, recubiertos por entero de pelos,
lengo, en la Antigüedad ardía y'la Edad Media. Desde el Fisiólogo
que utilizaban sus largas uñp curvas como herramierr,",
construcciones. Baiton descri,bió a unos habitantes del Himaiaya f.i. ,.r, al libro de Juan de Mandeville pervive esta zoología fantástica (emu-
que Iada porJ. L. Borges mucho después). Centauroi y amazonas vienen
tenían los dedos de los pies hacia,atrás y corrían velocísi-or.
Esos d9 época remota; Ios arimaspos, Ios dendritas, los opistodáctilos, los
oy;s1\t/{tlloi que viven en las nieves ,on ,..ordados po, sr' agur-
esciápodos y los gigantones vellüdos de las selvas y las nieves se han
rín (De Civitate Dei, xvtll, 6).
incorporado al mítico tropel en época posterior. Todos pueblan esos
Píteas de Masalia, en su viaje por el norre de Europa vio a
los misteriosos confines del Oriente prodigioso, feraz, maravilloso.
hombres pezuñas de caballo (hippodes) y los de f".g"r-or.¡",
.con
(ya descritos. por ctesias; éstos podi"r, ^ con ellasj. Reflexionando sobre tales noricias, san Agustín " (.t su libro De
Llegás- Ciaitate Dei, xvl, 8) se pregunra si todas esras criaruras humanoides
tene.s'. enviado por Tolomeo II ,ry "biigarr.
piraliputra
?1.
de .r, .í G.rrg.r, proceden de Adán, y aflrma que, si corresponden al concepto de ser
escribió sobre sus prodigi-os_: habló del unicornio, los orejuJ;,io; hurnano, animal rationale atque mortale, son hombres, pese a su
opistodáctilos, los monoftalmos (de un solo oio), Io, .íno.éfalos
(.cabezas de perro), los pigmeos, las enor-.r hor-íg",
extraño aspecto, y un? nueva muesrra de la omnipotencia de Dios,
."r.rr.á;r", que los ha creado, y El sabe con qué fin.
del gro, y las serpienteJ Jad"s; y también de los hümbrrr-r¡"-u".,
(ástomoi; se alimentaban por el:olfaro), los sin nariz
En el Extremo Oriente los acompañantes de Alejandro no sólo
larguimembres de. enorm.r p"t.r ¡makrá i keleís
¡an;noi¡, to, ven una fauna en la que Io humano y lo bestial y aun lo vegetal
),los pies irlo"rrioki -
podes, tal vez de.lana), Ios npane!,, que como el dí;,
cráneo puntiagudo y plpr de cabra; y de los cercopit.ios "g;;ri.i)"¡""
d, d;;;
28 San Agustín toma de aurores latinos -<omo Plinio, Hist. Nat., vil, Z,lO-30,
cola (acaso unos mandriles) y de lot éscorpiones al"dor. Aulo Gelio, Noct. Ait,, tx;4, 6-10, y otros- Ias descripciones de esos'monstruos ya
tradicionales.
\

30 e Pahbra y Obra en el Nueoo Mtndo Imágenes interétflicds 31

parecían mezclarse, sino que enconrraron pueblos y hombres sabios, vas. En los mitos se pintaba una existencia paradisíaca más allá de
como los brahmanes gimnosofistas y prodigios inolvidables, como esta vida r plta unos cuantos espíritus privilegiados, resucitados en
los árboles parlantes del Sol y de la Luna, y rozaron la fuente de la los Campos Elíseos. Los-viaieros hacia confines remotos no perdie-
eterna juventud en el nebuloso País de los Felices, Tal vez el colmo ron quizás la esperanza de encontrar una lejana Arcadia tan felíz
del salvajismo lo represente el gigantón velludo de la tierra de los como la utópica Adántida de Platón.
melófagos (tl, 36) al que Ie of¡ecen una mujer (con la intención de (Jnos pocos relatos hablaban de esos febulosos ámbitos de ma-
domesticarlo, como ya en el Poema de Gilgamés se hizo con Fnki- ravilla, al margen de la civilización. Pero sólo por un par de resú-
d.r) y él se abalanza a devorarla. Es un homínido salvaje que ni menes y por la descarada parodia de Luciano (en su Verd'ad'era his-
siquiera habla, sino que ladra como un perro. En claro cotrtrasie con toria.) conocemos un par de esas obras perdidas, en las que se ex-
tantos monstruos y salvaj€sr €n ese Extremo Oriente-habitan los presaba un ansia por viajar y evadirse a lejanías seductoras. En las
seres (el pueblo de la seda, los chinos), situados más allá del Ganges, Maraztilks más alb de Tale Antonio Diógenes contaba cómo sus
según el final de la Epistah ad Aristotelem. Es un pueblo pacífico héroes se recorrían todo el Occidente (el norte de España,' desde
y justo, que se nutre de alimentos muy sencillos, de pan, verduras luego) y recalaban en Islandia, y luego, por medios mágicos, se re-
y agua (es decir, se abstienen de carne, como los órficos helénicos), montaban a la luna. Luciano lo supera en fantasía el relatar su viaje
e ignoran el adulterio, el homicidio, el perjurio y la embriaguez. a la,luna, sus encuentros con los selenitas,y las guerras inrcrestelares.
Si los espacios lejanos están llenos de monsrruos y bestiis -fero- Lo que en Luciano es una broma pudo tener otros tintes en el texto
ces, también hay en ellos maravillas de virtud. A las selvas se con- fantástico de Antonio Diógenes, cuyo mismo título nos parece tan
traPonen los jardines y las fuentes, a los terribles encuentros los sugesrivo..
"S.
paraísos de idealismo utópico. Mienrras que el mundo civilizado se no, ha perdido también el relato novelesco de Yambulo 30, gB
iba uniformizando en sus ideales éticos y en sus hábitos civilizados, eI que ,ro, su viaje por el océano Índico hasta una isla
bajo la pai.deía helenístic a y la disciplina romana, en esos confines paradisíaca, "órrtaba
cuya- población ofrece unos rasgos un tanto idealizados
fabulosos brillaban los señuelos fantasmagóricos de una aheridad y utópicos. Dice Luciano que esa autobiogrúh de Yambulo era un
seductora. Ya la imaginación utópica de algunos filósofos habían resumen de Dio-
descrito otras islas felices, como la misteriosa Adántida del viejo "relato no carenrc de graciao, pero increíble, Por el
doro de Siracu sa (Hist., II, 55-60) sabemos algo de su trama. Tal vez
Platón, situada en el occidente y acaso resurgenre del ma, algún vale la pena recordarla aquí.
día 2e. Esrc Yambulo, que por su nombre tal vez fuera un sirio o un
fenicio del siglo II ó I 1.C., escribió un relato autobiogrifico de aven-
turas oceánicás. Por af,ín de comerciar, el joven Yiryn6ulo viajaba por
Arabia cuando fue capturado poi unos bandidos, llevado a Etiopía
x. HACI.A, UNA ÍNSUre LEJANA y DICHOSA y, allí, ofrecido como víctima propiciatoria, arroiado sobre una balsa
al Océano. Tras un largo viajb marino de cuatro meses' llegó a una
El tema del "salvaje inocenre y feliz" no se presenra en la literatura isla magnífíca, en un archipiélago de siete.
g*q1, aunque el bucolismo helenístico y to-ino sí nos pinte una En la isla (según algunos estudiosos modernos' vl vez Ceilán o
felicidad campesrre al margen de las ciudSdes rumulruosas y opresi- M'eli o alguna del Mar de la Sonda) fue bien.acogido por los indí-
genas. Situada cerca del Ecuador, goza de noches y días siempre
2e YrPlatón había escrito sobre esa mítica Atlántid¿, en conrraposición a la de- equilibrados, clima excelente, agua marina suavemente mecide Por
cadente. Atenas, y el audazEvémero compuso un relato de viajes de gran éxito,
ciertos vientos y mareas que resulu dulcer )r produce generosas y
contando. su navegación hasta Panquea, una misteriose ínsula orientel (Tipróbana o
Ceilán-tal vez), donde convivió-con un pueblo primitivo y donde aprendiió mucho
sobre los dioses antiguos. Véase el libro de J. Ferguson, Iltopbt ó¡ th" Chssical 30 Muchos de esos rasgos entroncan con los de las nerreciones utópicas, como ye
World, Nueva York, 1925. señalé en Los orígenes de Ia nooela, Mtdrid,Itsmo, 1972.
tr

32 De Pahbra y Obra en el Nueao Mundo Imágenes interétnicas 33

rápidas coseches de frutos exódcos y tropicales. Allí vive Yambulo Tanto esos horizontes lejanos, Paranovelescos, como los libros
siete años enrre los nativos, rodos idénticós en su aspecro. (Eso de- de maravíllas (parádoxa),..rr,orr., áe intención poprrlar, y los pro-
cían los griegos de pueblos como los etíopes, de c.iactrrírticas ra- yectos utópicos de los'filósofos, tesdfican un anhelo hacia un mundo
ciales diferentes a las de su Íaza,y. individuos les resulaba -.rro, corrtaminado por la cultura corruPtora y oPfeslv-a, un mundo
"rryoi
difícil idendficar). Pero eran unos seres novedosos: de cuarro codos perdido donde podría encontrarse otra.imagen de la felicidad, entre
de alto, con amplios orificios nasales (tal vez peru alimentarse de otras gentes y en otro paísaje. Yambulo es' en cierto modo, el re-
olores, como algunos otros seres fantásticos), ioseían además una verso de Ulises.
lengua dividida en dos, con la que podían h"6lat todos los idiornas,
imitar el canto de los pájaros y hablar a la vez con dos personas en
distinto coloquio. Vivían ciento cincuenta años sin enfermar jamás
y a esa edad se suicidaban acosúndose sobre unas plantas de aroma
mortífero. Sus cue{pos, abandonados en la playa,.i"r, ,..ogidos por X. EPÍLOGO
la marea oceánica.
Este pueblo, muy religioso, habitaba en comunidades de hasra Unos famosos versoq de la tragedia Med'ea de Séneca' a ProPósito
cuatrocienros miembros y el más viejo ejercía el poder, Las mujeres de la aventura de la mítica nave Argo, celebran la extensión de lo
eran comunes, así como los niños, y las marronas que vigilaban a civilizado y la universalidad de lo explorado; Pero' alavez, sorPren-
los pequ"ryr cambiaban p¿ra que los padres no pudieian iden- dentemente, profetízan nuevas tierras allende el Océano' Por Occi-
-los
tificarlos. Trabajo y comida éran váriados y practic.dor en una paz dente, más allá de la extrema isla de Tule' Canta el coro
patriarcal. Tenían un extraño sistema de esciitura con siete signos,
que medianre una cuádruple ri.rodificación de cada uno peffnitíi ob- toda barrera ha sido elimi ntda/ y en nuev¿s tierras erigen sus murallas las
tener veindocho variantes gráficas elementales. Practicaban muchos ciudades./ Nada ha dejado donde antes esaba/ el orbe, al hacerse transita-
saberes )¡, de modo especial, eran expertos en astronomía. ble./ El indio bebe en el helado Aras;/ los persas, en el Elba y en 9l Rin./
Al cabo de los siete años Yambulo fue arrestado como malhechor Tiempos vendrán al paso de los años/ en que libere el Océano las barreras
y hombre de malas costumbres y devuelto en orra balsa al mar. Tras del mundo/ y se abra la tierre en toda su extensiín/ y Tetis nos'descubra
unos meses de navegación nuesrro proragonista llegó a la India, y nuevosmundos/yelconfíndelatierrayanoseaTule.|v.369-79).
de allí cruzando Persia arribó de nuévo JGrecia.
En el breve -resumen de Diodoro percibimos cómo en el relato Más allá de Tule (tal vez Islandia), por el misterioso océano,
se mezclan motivos míticos (siete islas, siete años; el paraíso tropical hacia el Oeste, auguraba el estoico latino, a mediados del siglo t
isleño con sus felices pobladores; un pueblo que ñabla todas las d.C., <nuevos orbés". Más allá de Tule, en la ficción novelesca y
lenguas y conversa con los pájaros), utópicos (comunidades sencillas fantástica, habían ido los protagonistas de los relatos de Antonio
gobernadas por el más viejo de la tribu, comunidad de mujeres e Diógenes y de Luciano, a los que ya aludimos. Pero no habían
hijos, como en las propuesras de Platón y los cínicos) y detalles arri6ado i tierras más occidentales, sino, en un pintoresco vuelo,
etnográficos de un sabor pintoresco. uno y otro habían llegado hasta la luna.
El náufragot gue admira este maravilloso y pacífico edén, acaba Éernattdo Colón anotó, en su ejemplar de las tragedias de Séne-
siendo expulsado del paraíso, sin duda por su fait" de inocencia, por ca, al margen de este pasaje: *Haec proPhetia exPletd est Per Patrem
sus costumbres de occidental corrompido por su civilización. Se tra- meufn Ciristoforam Colon almirantem anno 1492". Cruzando el
ta de un tema de raíces psicológicas géneral.s, ,rrr" visión de la utopía Océano, mare igno,tum Para los antiguos, Colón creyó haber alcan-
que ha resurgido en orros tiempos. Yambulo es aquí el bárbaro airi- zado el Oriente, el fabuloso continente de las mil maravillas, pródigo
bado a un paraíso perdido .n el océano donde nó existen los males en oro y en especias. No es nada extraño que se empeñara en en-
de la civilización helénica. contrar allí, en esos horizontes selváticos, los monstnros y los Pro-
Ir
34 De pehbra y Obra en el Nueoo Mundo 2. IMAGENES DE LOS OTROS EN MESOAMÉRICA
digios gu-e los andguos habían relatado. Los mitos y las utopías de ANTES DEL ENCUENTRO
origen helé.nico resonaban en la visionaria inquietud áel desculridor,
como detelladamenre ha estudiado ahora ¡. bil tr, y con su i-r"r-
MrcutL LcóN-PoRTTLLA
magoría orientaron los ensueños y las miradas de los conquistadores.
Universidad Nacional Autónoma de México

Asomarse al luminoso mar Mediterráneo fue para los hombres del


viejo Mundo oponunidad de contemplar gentes distintas por sus
culturas y lenguas y también por sus cr,rerpór y aun el coloi de los
mismos. La aportación de Carlos García-Gual nos muestra cómo los
griegos dejaron abundantes testimonios sobrg sus experiencias y reac-
ciones al entrar en contacto con los pueblos de Persia, Mesopotamia,
Israel, Fenicia, Egipto y orros lugares.del .none de Áfri.". Lot grie-
gos que habían marchado con Alejandro en sus campañas de con-
quista, se habían enconrrado con los escitas y,también con los pue-
blos de la India. Asimismo los romanos y luego los disrintor pu.blot
de Europa sabían que, más allá, en las tierras de Asia y Áfri"a-, vivían
hombres muy disdntos de ellos. Los'griegos los llamaron ..bárbaros'
pgrgue eran los no iguales, considerados casi siempre como rorpes
e inferiores.
. En el viejo. Mundo, no sólo los europeos sino muchos de sus
diversos habitanter .r, Áfríca y Asia, incluyeron en sus respectivos
bagajes de culrura la idea y la experiencia de haberc. top"do con
otros básicamente distintos.
Una expenencia, aún más radical, ralo consigo para los euro-
peos, y desde luego también para los indígenas de América *el en-
cuentro de dos rnundosr,, es decir, el proóeso a través del cual los
hombres de los dos hemisferios, aislados a través de milenios, füeron
entrando en conracto. De tal experiencia hablan, del lado europeo,
innumerables crónicas y relatos, or tan desafortunados q.r. pro-
"lg.tt de *esos recién descubiert-os,n.
vocarían dudas sobre la racionalidad
otros, en cambio, mucho rnás penetrantes, debidos en ocasiones a
'' Ju- Gil, Mitos y utopías del Descabimiento; r. colón y su tiempo; z. El
Pacífico; 3. El Dorado, Madrid, Alianza, lggg, (cf- especialmeni ,, ZS_Sí¡.
e¡"¿o León-Ponilla, M.; Gutié rrez Estévez, M.; Gossen, G. H., y KIor dc Alv¡,
est¿ nota-al texto ye comPuesto, pues la-aparición-de eitos tres romos J. J. (eds.), De pahbra
es posterior a y Obra en'el Nuevo Mundo, vol.
su redacción; pero me alegro de poder dai aquí noticia de su interés. 1, Itruigenes interétnicai, M¡drid, SigloXit'd. írp-", terz,
pp. 35-56.

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