Universidad de Puerto Rico
Recinto de Rio Piedras
Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Antropología y Sociología
Violencia de la construcción del “delito”
Getzemarie Lugo Rodríguez
SOCI 3005- 0U1
Prof. Madeline Román
Examen #1
11 de octubre de 2018.
Me gustaría comenzar dando una definición genérica de lo que se entiende como la
criminología; esta tiene como finalidad el estudio, análisis, intervención, prevención y profilaxis
de tanto el crimen, como el criminal y la criminalidad. Por tanto, el objeto de estudio de la
criminología sería la conducta antisocial, aquellas conductas que se desvían de lo normalmente
aceptado por la sociedad y que incluso atenta contra la integridad de esta. Por tanto, el delito
como conducta humana debe explicarse como un fenómeno que abarca aspectos biológicos,
psicológicos y sociológicos. Para comprender mejor algunos aspectos de la criminología como lo
son el delito y la violencia, estaremos discutiendo varios textos para argumentar sobre estos
asuntos. Desde una perspectiva política.
El italiano Massimo Pavarini en su libro Control y Dominación, en el capítulo uno
“Criminología y Orden Burgués: los orígenes de los primeros desarrollos teóricos”, define
criminología como el saber que se produce sobre el delito y el delincuente. Surge en el periodo
de conquista por parte de la burguesía al poder político y se va desarrollando como una teoría
política; que trata sobre como preservar el orden y armonía pública: “En cuanto el hombre es
sujeto de necesidades posibles de ser satisfechas solo con el dominio de los bienes, el pacto
social deberá disciplinar las relaciones sociales de propiedad” (Pavarini, pp. 34). El problema
político de la burguesía estaba en la disyuntiva de como auto delegarse el derecho a castigar sin
violentar el discurso de la libertad que ellos mismos inventaron, es por esto por lo que el Estado
es quien tendrá el poder legitimo para castigar. La violencia será utilizada para evitar
levantamientos por parte de los no propietarios que podrían ser violentos. Surge la necesidad de
disciplinar, esto construirá un saber para educar a la clase subordinada para que acepte su
“realidad” y no ocurra un conflicto. Se crea una amenaza por parte de la clase burguesa de
castigar. Mientras la clase dominante tiene desconocimiento de cual será el rol de las poblaciones
excedentes (siglo XVI y XVII) el sistema jurídico era uno sanguinario: “[…] política criminal de
tipo sanguinario, en la que, a través de la horca, la marca de fuego y el exterminio se había
buscado contener la amenaza creciente […]” (Pavarini, pp. 32). Este autor nos presenta el pacto
social (clásico) y el contrato social (positivista). En el pacto social el Estado (príncipe) conserva
para si el monopolio de la violencia y la fuerza define lo que se entenderá como delito; el
ciudadano renuncia a su libertad por la seguridad que le brinda el Estado. Por otro lado, tenemos
el contrato social, que surge una vez la burguesía descubre que el subordinado será quien le
producirá riquezas cambian los métodos de castigo y comienza el proceso de encierro, para que
en un futuro el sujeto se reincorpore a la mano de obra. El contrato social le da fuerza de ley a la
comunidad del trabajo; solo hay un camino para ser un buen ciudadano y satisfacer las
necesidades, es por la vía del contrato se considera moral, legitimo, útil. La criminología
positivista pretendió caracterizar a la población que delinque, diferenciándolo así de las personas
que no cometen delitos; estarán envueltas unas variables biológicas y sociales. Fuera del contrato
cualquier modo de satisfacer las necesidades se considerará ilegitimo, inútil e inmoral (delito):
“Desde esta perspectiva es ya posible ver el equivoco sobre el que se fundará casi todo el saber
de la criminología: exactamente la estrecha equiparación entre delincuente y encarcelado”
(Pavarini, pp. 38). La institución carcelaria a su vez reproducirá una violencia ya que utiliza el
espacio para estudiar el comportamiento de esos sujetos que están restringidos de su libertad:
“Quien es observado se transformará muy pronto en conejillo de indias, el observador en sabio,
la cárcel en observatorio privilegiado de la marginalidad criminal […]” (Pavarini, pp. 39). Aquel
que observa tiene poder para crear un perfil criminal y determinar hasta cierto punto el
comportamiento de aquellos que delinquen.
Los proyectos de reingeniería social van dirigidos al sujeto. Con la intención de educar
para la conformidad. Opta por pensar que el delito es irracional por parte del sujeto, para así no
tener que aceptar que hay sujetos fuera de los valores del consenso de la sociedad. Afirmar la
racionalidad del delito (opción racional del sujeto) y se ve desde una óptica penal (castigo), el
sujeto será ingresado en la cárcel. La irracionalidad del delito justifica el acto con la venalidad de
la persona, se ve desde una óptica clínica (rehabilitación) se interna el sujeto en manicomios o
alguna clínica.
En la parte dos “Las nuevas demandas de orden y la sociedad de la desviación”, Pavarini
hace referencia al contexto estadounidense, la criminología positivista recurre al “melting fot”,
utiliza el discurso político donde todos estamos obligados a olvidarnos de nuestra etnología, para
transformar la sociedad a un modelo heterogéneo (americano). Eso produce la ecuación de
inmigrante, “el otro” es igual a criminal. Este autor nos pone en perspectiva que el trabajador es
igual a inmigrante. “El otro” vendrá de esas poblaciones excedentes de otros países que buscaran
establecerse y reproducirse en un nuevo lugar. El discurso de “melting fot” tuvo su triunfo
político, logró legitimar la sociedad consensual. El Estado Benefactor se convirtió en l mejor
control social, asiste a las poblaciones excedentes. Esto en cierto modo obliga a que se asuma el
contrato social para así recibir un servicio u ayuda. Por el contrario, de no asumir esta postura se
le criminalizara (cárcel) o pasara a la psiquiatrización del inconforme (manicomio).
Es importante mencionar un punto que nos trae Michel Foucault y es que la institución
carcelaria no tiene diferencia entre el manicomio, o la escuela. Produce un discurso de libertades,
y el sometimiento de los individuos en el sistema capitalistas por el susto de encierro. El Estado
se encargará de que recibas educación para que se produzcan sujetos disciplinados, moralistas y
se logren integrar exitosamente al mundo capitalista.
La profesora Madeline Román en su texto Lo criminal y otros relatos de
ingobernabilidad, “Sigue siendo él quien habla de ella”, nos trae un punto interesante cuando
hace referencia a los criminólogos que hablan de la criminalidad, y que es a fin de cuentas este
saber. La acción de “nombrar” es un acto de poder, el reproducir un conocimiento para entender
lo que es “delito”. Ella parte de la posición del sujeto normal y de esta surge otro sujeto, el
criminal: “el sujeto criminal, su cuerpo, su materialidad, aparece como el efecto mas productivo
del poder” (Román, pp. 4). El discurso criminológico produce una violencia en si “representa el
cuerpo de otro- el sujeto criminal”. El mismo discurso moderno de la cárcel, la exclusión, el
encierro va a crear un sujeto marginal con una: “complicidad entre ley y la violación de la ley,
pues su complementariedad, la transgresión […] se sostiene sobre la prohibición” (Román, pp. 3)
La delincuencia, el delito, es un efecto de la penalidad. Partimos de la premisa de que existe un
mundo de identidades solidas, sujeto del contrato (ley), sujeto de la transgresión (criminal). El
sujeto de la transgresión, ya que están excluidos, buscan la manera de tener lo mismo que
aquellos que están dentro del contrato social. Sus formas crean incomodidad, ya que optan por el
camino “fácil” fuera del trabajo legitimo: “estamos convocados a la repulsión de todo aquello
que no sea el mundo de los valores del sujeto normal, del sujeto de ley” (Román, pp. 7). Desde el
punto de vista del poder la mitad de la población necesita ser encarcelada, cada vez las
identidades van a ser mas híbridas. Personas que están dentro del contrato también cometen actos
de violencia que se entienden como delito. La violencia podrá definirse y será sometida a
mecanismos de control, y por otro lado tendremos al poder judicial que cancela la violencia (para
los demás) y se apodera de ella.
Madeline Román nos presenta en su libro Estallidos un análisis sobre la violencia puesta
casi como esencia de lo humano, nos hace estar mas cercano a la animalidad (común, agresiva).
En “La violencia constitutiva de lo humano bajo la modernidad”, la autora nos plantea que
existe una violencia constitutiva del humano porque hay una violencia constitutiva del lenguaje:
“Es preciso seguir deteniéndonos en el lenguaje porque, si bien, a veces, desde una lectura de
corte humanista, se plantea que la violencia es lo que se produce en ausencia de la palabra, o que
al caer en la violencia se renuncia al lenguaje[...]” (Román, pp. 107). Para nosotros hacer buen
uso del lenguaje debe existir un reconocimiento del “yo” para así poder reconocer a otros. En la
medida que nosotros tenemos el poder de la palabra, se puede producir violencia; el
deconstruccionismo es la violencia de los nombres propios. La entropía es el principio
hemorrágico que va dirigido al desorden, al caos, desequilibrio, a la destrucción en general. El
fenómeno de la guerra dejara ver una animalidad que no pareciera ser humana por los altos
niveles de destrucción que podría dejar como resultado un conflicto bélico. Rene Gerald nos
dice que violencia y vida sin sinónimos; hace la distinción entre violencia y brutalidad. Este
segundo se entiende como cualquier acto que impida un gesto libre. En el caso de que la
violencia es igual a vida, pues se da para evitar que los grandes poderes monopolicen el uso de la
violencia y así también evitar que nombren como violencia todo lo que no este bajo su dominio
(quería entendido como contra la norma, delito). En las sociedades modernas cada vez se hará
mas difícil desligar la figura del sujeto normal al monstro, esto supone un problema para el
aparato penal del Estado porque se optará por castigar: “[…] la Modernidad: individualización
creciente, disloque de los binarismos, ingobernabilidad, mimesis de la violencia y sus remedios,
aceleración del mundo, en este sentido la violencia se va constituyendo en un concepto
contestatario y el espacio de la pugna es la legitimidad misma de los modos de vida, de las
practicas, y de las subjetivaciones emergentes” (Román, pp. 121). La violencia se reproduce, en
ocasiones los remedios que se proponen para la violencia son igual o mas violentos que la
situación que se quiere controlar, por consecuente tendremos un aumento en la violencia social.
En el siguiente capitulo, “Fenómenos Extremos”, Román hace énfasis a biopolítica y su
rol en el Estado moderno. Cuando se da una situación e ingobernabilidad total, a eso debe
responder una política de control total. Una política de cero tolerancias. Foucault nos presentara
la biopolítica como fenómeno de la gobernabilidad (totalización del poder): “La biopolítica
supone un poder sobre las poblaciones, sobre la población como instancia política y científica, la
población como problema biológico y político” (Román, pp. 148). Se nos presentan tres formas
de gobernabilidad: (1) el poder soberano, legítimamente le puede dar muerte a quien
desobedezca la ley. (2) antropolítica, el poderse inscribe al cuerpo del sujeto se ve el cuerpo
como fuerza productiva, proceso de adaptación, habrá resistencia por parte del cuerpo hasta que
se discipline. (3) biopolítica, forma de gobernabilidad contemporánea que utiliza el poder como
amenaza de un control total. Control de la población como un problema biológico. Se ve la
violencia como un problema de salud publica (se crearán políticas publicas para atender este
caso). El discurso es un enunciado que va a tener un efecto, para la producción, el miedo, el
aprendizaje, la salud; el discurso producirá una realidad y a su vez un sujeto que se autorregula y
sigue la norma. Un ejemplo de lo que sería la prevención general que crea el discurso serian la
cárcel y el manicomio; estos son sectores de control a los que los miembros de la sociedad no
quieren pertenecer y así se nos recuerda seguir la norma y ser sujetos de ley.
En Seis reflexiones marginales sobre la violencia de Slavoj Zizek, en el primer capítulo el
autor nos expone distintos tipos de violencia y presenta situaciones reales que representan en su
máxima expresión estos tipos de violencias. La violencia en si generalmente se percibe como un
acto que implica el uso de la fuerza, física pero también puede ser moral. La sociedad rechaza la
violencia, inclusive hay penalidades para los civiles que la practican; pero por su parte hay
manera en las que se usa la violencia y queda dentro de la norma. Zizek nos habla en el capítulo
“SOS violencia” sobre la violencia objetiva y violencia subjetiva.
La violencia subjetiva es la más visible, porque el sistema la hace visible: “¿no es un
intento desesperado de distraer nuestra atención del auténtico problema, tapando otras formas de
violencia y, por tanto, participando activamente en ellas?” (Zizek, pág. 21). La violencia
subjetiva señala directamente a: “los agentes sociales, los individuos malvados, de los aparatos
disciplinarios de represión o de las multitudes fanáticas” (Zizek, pág. 21), hace un llamado a
combatir esta violencia para así desviar la atención de la violencia sistemática, es decir la
violencia objetiva.
La violencia objetiva, sistemática, anónima. Un ejemplo de esta violencia es: “según
cuenta la conocida anécdota, un oficial alemán visitó a Picasso en su estudio de Paris durante la
segunda guerra mundial. Allí vio el Guernica y sorprendido por el caos vanguardista del cuadro,
pregunto a Picasso, ¿Esto lo ha hecho usted? A lo que Picasso respondió: ¡No, ustedes los
hicieron!”. Las personas optan por ignorar estas acciones políticas y económicas. Esta violencia
viene de la mano con el capitalismo. Se señalan los crímenes cometidos por grupos
revolucionarios durante las dictaduras fascistas y comunistas, sin embargo, poco se habla poco se
sabe sobre los genocidios perpetrados durante la era del capital y en su nombre. Hay eventos en
la historia que ocurren de manera local que se le atribuyen al “salvajismo local” como si “nadie”
los hubiese planeado, estos eventos se dan como efecto del “cinismo industrial”.
En un mundo de divisiones de clases como el que vivimos a los dominados
constantemente se les recuerda que todo el problema de su entorno se debe a su propio
salvajismo y no a la espoliación de los dominantes. Estos despojan a las personas de sus
recursos, derechos, vida; con una violencia invisible porque como menciona Zizek “cambian el
tema”. Es como un juego mental, con el tiempo cambian la forma de vista, la norma que las
personas perciben y así saca provecho el capitalismo: “es demasiado simplista afirmar que el
espectro del este monstro auto engendrado que continua su rumbo ignorando cualquier respeto
por lo humano o por el ambiente es una abstracción ideológica, detrás de la cual hay personas
reales y objetos naturales cuyas capacidades productivas y en cuyos recursos se basa la
circulación de capital y de los que se nutre como un gigantesco parasito” (Zizek, pág.. 23). Nos
envuelven con el discurso desesperado contra la violencia subjetiva que sigue aumentando,
podría decirse que esto se debe también al estilo de vida de consumo y esa necesidad que puede
llegar a crear al individuo un sentimiento de desesperación o frustración, haciendo que actúe así
de una manera violenta ya sea robando, matando o hasta cometer suicidio; formas de delito
contra otros o dañándose a si mismo.
Vivimos en la era de la tecnología y esto ha transformado todos los aspectos de nuestras
vidas. Uno de ellos (si no el mas importante) es la distorsión de la realidad. Mark Seltzer en su
obra “The Crime”, propone como crimen perfecto lo que hacen los medios, comete un brutal
asesinato de la realidad. Los medios de comunicación ahora son la realidad, se posicionaron “in
place of reality” distorsionando lo que entendemos como realidad, lo que el sistema de medios
produce: “The combinatios of communicatios and corporality, synthetic witnessing, and the
media a priori these together form the working parts of what I will be calling the crime system”
(Seltzer, pp.2). El verdadero crimen esta del otro lado, en los medios. Retomando la lectura de
Madeline Román “Sigue siendo él quien habla de ella”, en nuestra contemporaneidad: “la radio
y la televisión se han convertido en la nueva criminología” (Román, pp. 9). El fenómeno
mediático es un blanco para que se produzca la violencia generalizada, donde todos participan,
de espectadores o reproduciendo esa violencia. Habrá un aumento en la cultura del trauma para
transmitirlo por los medios: “True crime is a away of returning to the scene of the crime by way
of the recreation and representation” (Seltzer, pp. 37). Actualmente estamos a un “click” de
conectarnos con Irak y presenciar por un “live” un bombardeo en vivo, esa accion son hace sentir
parte, solidarizamos, nos sentimos ciudadanos del mundo: “These films foreground the ways in
which modern violence has become inseparable from the mass-mediated relaying of violence.
Modern violence makes visible the strange and unprecedented intimacy of modern technologies
of representation and reproduction, copiying and transmission” (Seltzer, pp. 39). El crimen junto
a su masiva cantidad de espectadores mediáticos reproducirá tres violencias: las imágenes se
vuelven virales, desde la escena del crimen, se reproduce por los medios, violencia real y retorno
de lo real. La criminalidad se convertirá en el único “togetherness”, funcionará como dispositivo
energético para unirnos, produce un sentimiento colectivo. El sentido de la realidad nunca será
“real”, viviremos en una normalidad anormal.
Si nos pusiéramos a discutir cada perspectiva de la violencia y el delito en toda su
extensión literaria jamás terminaríamos. Hablar de delito implica hablar antes de ley. El seguirle
la pista a todo lo que es nombrado como delito y quien determina que esa acción es contra la ley
es de lo que se encarga la criminología. No hay delito sin ley previa que haya sido quebrantada,
ley creada por un Estado que se define por el monopolio de la coerción que le permite imponer
un orden jurídico determinado. Las instituciones de encierro creadas por el Estado no son más
que parte de la política del “miedo” para que los que están fuera del contrato social, llenaran esos
espacios (transgresión). La violencia funciona como unificador, crea una crisis de distinciones.
Es un problema conceptual y político que se debe seguir investigando.
Referencias:
Pavarini, Massimo. (1983). Criminología y Oren Burgués: Los orígenes y los primeros
desarrollos teóricos. En control y dominación. México: Siglo Veintiuno Editores
Pavarini, Massimo. (1983). Criminología y Oren Burgués: Las nuevas demandas de
orden y la sociología de la desviación. México: Siglo Veintiuno Editores
Román, Madeline. (1998). Sigue siendo el quien habla de ella. En lo criminal y otros
relatos de ingobernabilidad. San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas
Román, Madeline. (2005). De la violencia constitutiva de lo humano. En Estallidos:
polisemia y polimorfia del derecho y la violencia. San Juan: Publicaciones
Puertorriqueñas
Román, Madeline. (2005). Fenómenos extremos. En Estallidos: polisemia y polimorfia
del derecho y la violencia. San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas
Zizek, Slavoj. ( ). SOS Violence. Six Sideways Reflections. New York: Picador.
Seltzer, Mark. (2007). Murder, Media, Modernity. En True Crime: Observations on
violence modernity. London: Rutledge
Seltzer, Mark. (2007). The crime system. En True Crime: Observations on violence
modernity. London: Rutledge
Seltzer, Mark. (2007). Conventios of True crime. En True Crime: Observations on
violence modernity. London: Rutledge