Guia de Oración para Fieles Laicos
Guia de Oración para Fieles Laicos
GUÍA DE ORACIÓN
EN
VIERNES 3 DE ABRIL
INTENCIÓN DEL DÍA: Estos días de dolor y tristeza muestran muchos problemas
escondidos de nuestra sociedad. Pidamos a Santa Teresa de Calcuta que
despierte en nosotros el sentimiento de cercanía a las personas que en la vida
normal viven escondidas, como las que no tienen hogar.
Oremos juntos, por el fin de esta pandemia, para que sea el Señor, quien nos
fortalezca y nos anime a seguir siempre adelante. Oremos por nuestras
familias, por las personas que más amamos y están lejos… (por tus intenciones)
Oración de la Mañana
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Señor, abre mis labios.
Y boca proclamará tu alabanza. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como
era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Habla con Dios: Himno Oh Redentor
¡Oh Redentor, oh Cristo,
Señor del universo,
víctima y sacerdote,
sacerdote y cordero!
Para pagar la deuda
que nos cerraba el cielo,
tomaste entre tus manos
la hostia de tu cuerpo
y ofreciste tu sangre
en el cáliz del pecho:
altar blando, tu carne;
altar duro, un madero.
¡Oh Cristo Sacerdote,
hostia a la vez y templo!
Nunca estuvo la vida
de la muerte tan dentro,
nunca abrió tan terribles
el amor sus veneros.
El pecado del hombre,
tan huérfano del cielo,
se hizo perdón de sangre
y gracia de tu cuerpo. Amén.
Escucha su Palabra: Salmo 34
Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,
y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.
Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no me señalen a mi espalda
los que me odian sin razón.
Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.
Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.
Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Medita
Dios escucha nuestra oración, elevemos hacia Él este himno de alabanza y gloria:
“Grande es el Señor”, porque Él nos escucha y atiende nuestra súplica. Grande es el
Señor, por todo lo que hace en nosotros, porque nunca nos abandona, ni deja de
amarnos.
Ora
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo y, por tu misericordia, libéranos de la
esclavitud de los pecados cometidos a causa de nuestra fragilidad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo. Bendice Señor esta jornada que inicio en el Nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Comprométete
Durante el día tendré en cuenta mis acciones y mis palabras, con tal de no herir a
nadie.
Oración de la Tarde
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dios mío, ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén.
Habla con Dios:
Si me desechas tú, Padre amoroso,
¿a quién acudiré que me reciba?
Tú al pecador dijiste generoso
que no quieres su muerte, ¡oh Dios piadoso!,
sino que llore y se convierta y viva.
Cumple en mí la palabra que me has dado
y escucha el ansia de mi afán profundo,
no te acuerdes, Señor, de mi pecado;
piensa tan sólo que en la cruz clavado
eres, Dios mío, el Redentor del mundo.
Amén
Escucha su Palabra: 1 Pe 2,21-24
Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Él
no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando le insultaban, no
devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en
manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para
que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Medita
Yo dije Señor, ten misericordia; sáname, porque he pecado contra ti. Y aunque mis
pecados has cargado y mis heridas has sanado; te pido perdón por no reconocer el
amor que me has tenido; porque me has amado y te has entregado por mí, porque has
dado hasta la última gota de sangre sin reserva, por mi salvación.
Ora
Oremos con el ángelus ofreciéndolo por el Papa Francisco, por nuestra Arquidiócesis,
por las intenciones de Monseñor Ismael Rueda Sierra y por el fin de esta pandemia.
V. El Ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María... Santa María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oración: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su
cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Que el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén
Comprométete.
Oraré en familia el Santo viacrucis.
Oración de la noche
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Dios mío, ven en mi
auxilio. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Habla con Dios: Himno: Señor, la luz del día ya se apaga
Señor, la luz del día ya se apaga,
la noche va extendiendo sus tinieblas;
alumbra lo más hondo de las almas
en este santo tiempo de Cuaresma.
Conoces nuestra vida y nuestra historia
y sabes que también hemos pecado,
por eso hacia ti nos dirigimos
confiando que seremos perdonados.
Unidos con la Iglesia recorremos
la senda que nos lleva hasta el Calvario,
llevando en nuestro cuerpo tus dolores,
sufriendo lo que aún no has completado.
Escucha nuestra voz, amado Padre,
que, junto con tu Hijo Jesucristo,
enviaste tu Espíritu a los hombres,
sellando con tu gracia sus destinos. Amén.
Escucha su Palabra Sal 30, 10.16.18
Ten piedad de mí, Señor, que estoy sufriendo. Líbrame y sálvame de las manos de
mis enemigos y de los que me persiguen. Ya que te he invocado, que no quede yo
confundido. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como eras en el principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Medita
Perdona Señor, mis culpas y pecados. De corazón te pido perdón por las cosas que
hoy he hecho mal. Te prometo que mañana será un día diferente. Me esforzaré para
vivir en tu gracia y reparar el corazón de quienes he hecho daño.
Ora
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que
reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también
resucitando a una vida nueva. El Señor todopoderoso nos conceda una noche
tranquila y una santa muerte. Amén.
Comprométete
Ora en familia, con la oración a la Virgen de Guadalupe:
ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Santísima Virgen María de Guadalupe,
Madre del verdadero Dios por quien se vive.
En estos momentos, como Juan Diego,
Sintiéndonos “pequeños” y frágiles ante la enfermedad
y el dolor,
te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.
Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus
hijos más vulnerables:
Los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los
migrantes, los que no tienen hogar, los privados de su
libertad.
Acudimos a tu inmaculado Corazón
E imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la
salud y la esperanza.
Que nuestro temor se transforme en alegría:
Que en medio de la tormenta tu Hijo Jesús
sea para nosotros fortaleza y serenidad;
Que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.
Santísima Virgen María, “Madre de Dios y Madre de América Latina y del Caribe,
Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de
nuestros pueblos”,
sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quienes los lloran;
sé caricia maternal que conforta a los enfermos;
y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura
en cuyos brazos todos encontraremos seguridad.
De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles
En Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.