CARRUCEL DE LA CONTRATACION DE LOS NULE
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El escándalo del Carrusel de la contratación, es un caso de corrupción política desarrollado en la
ciudad de Bogotá y que se da durante la administración del ex alcalde Samuel Moreno Rojas en el
2010. La polémica estalló el 25 de junio de dicho año cuando salieron a la luz pruebas que
evidenciaban la negociación de multimillonarias comisiones por parte de Germán Olano, ex
congresista de la República, al empresario Miguel Nule Velilla, cuya empresa, que llevaba su
apellido, manejaba gran parte de los contratos de distintas obras públicas que se desarrollaban en
la capital colombiana.1 La principal obra que se vio directamente afectada por dichas
negociaciones irregulares fue la construcción de la tercera fase del sistema de transporte público
TransMilenio, la cual presentó más de tres años de retraso.2
En el tiempo inmediatamente posterior, distintas instituciones jurisdiccionales iniciaron
investigaciones que se acrecentaron a tal punto que varios políticos, empresarios, dirigentes del
Instituto de Desarrollo Urbano2 y hasta el mismo Alcalde de la ciudad se vieron involucrados. El
Estado llegó a presentar un detrimento patrimonial cercano a 2,2 billones de pesos colombianos
(unos 1.100 millones de dólares aproximadamente, a la tasa de 2011).34
El escándalo es considerado como uno de los más grandes en la historia reciente del país
suramericano
Antecedentes
El setenta por ciento de la construcción de la tercera fase del sistema TransMilenio se adjudicó al
Grupo Nule, un conglomerado de empresas encabezado por Guido Nule Marino y sus primos
Manuel y Miguel Nule Velilla. Sin embargo, a finales de 2009 dicho grupo presentó graves
problemas financieros, algunos de ellos originados por malos manejos administrativos. Como
resultado, la primera evidencia de dichas dificultades se vio reflejada en el retraso de las obras que
estaban a cargo del ya nombrado grupo.6
Desvío de fondos y "mafia" de los contratos
Samuel Moreno, ex-alcalde de Bogotá y figura política de mayor rango condenada hasta el
momento por el Carrusel de la Contratación.
En enero de 2010 se descubrió que más de ochenta mil millones de pesos provenientes de
anticipos de obras habían sido desviados a otros intereses de dicho conglomerado,7 algo que
causó gran indignación dentro de la opinión pública. Como respuesta, el alcalde de la ciudad
Samuel Moreno Rojas ordenó la cesión del contrato a las empresas Transvial y Conalvías:
«La cesión depende del grupo, pero la decisión sobre a quién se adjudique, depende de la
aseguradora. Lo importante es que quien reciba la adjudicación tenga el conocimiento y el
músculo financiero para ejecutar la obra [...] Este incidente en la etapa tres de Transmilenio no
tiene nada que ver, ni va a retrasar el desarrollo del Sistema Integrado de Transporte Público, ni
del Metro, porque mientras se ejecutan las obras de unos se está dando pasos significativos para
la construcción de los otros, antes de finalizar mi mandato.»
Samuel Moreno, alcalde de Bogotá8
Efectivamente, el 2 de febrero se llevó a cabo la cesión del contrato que estaba valorado en 315
mil millones de pesos colombianos y que abarcaba obras de mantenimiento vial por toda la ciudad
El 20 de marzo del mismo año, el contratista Alejandro Botero denunció ante la Contraloría y la
Fiscalía un serie de adjudicaciones de contratos irregulares encabezados por el empresario Julio
Gómez, y el abogado Emilio Tapia.10 Según Botero, Gómez y Tapia lideraban una «mafía» que se
estaba apoderando de los contratos de construcción en Bogotá valorizados en 289 mil millones de
pesos.10 Asimismo, reveló los nexos de éstos con funcionarios del Instituto de Desarrollo Urbano
-organismo encargado de la administración de obras públicas- y de Leonardo Echeverri, asesor de
Samuel Moreno Rojas.10
Para abril de 2010, era incierto el destino de las multimillonarias comisiones que había recibido el
Grupo Nule para completar las obras que estaban a su cargo, cosa que indignó a la opinión
pública.11 Adicionalmente y debido a los graves retrasos presentados en muchas de las obras del
distrito, Liliana Pardo, directora del Instituto de Desarrollo Urbano renunció a su cargo
l 26 de mayo, el contralor de la ciudad Miguel Ángel Moralesrussi -que más tarde se vería
seriamente implicado- advirtió al Estado del «hueco fiscal» que se estaba generando en el distrito
debido los sobre-costos acaecidos sobre las obras de TransMilenio.14 Según Moralesrussi, el
sobre-costo superaba los 500 mil millones de pesos13 y reveló supuestas intenciones del senador
Ivan Moreno Rojas -hermano de Samuel Moreno- de verse beneficiado con la construcción de la
autopista «Vía Bogotá - Girardot»,13 la cual también presentaba demora y que estaba a cargo del
conglomerado Nule.15 Por tales declaraciones, Iván Moreno perdió el apoyo de su partido
político, el Polo Democrático - incluyendo el de Clara López, futura presidenta del Polo
Democrático y quién fuera Secretaria de Gobierno de la administración Moreno - y fue retenido
por una orden de la Corte Suprema, que lo acusó de «concusión», «cohecho» y «celebración
indebida de contratos»
Apenas unos días antes de que estallara el escándalo, Alejandro Botero declaró que el ex-contralor
Moralesrussi también pertenecía al «Cartel de la contratación».16 Según Botero, el contralor
había negociado el beneficio del 2% de una comisión a cambio de acciones legales a favor de los
contratistas del supuesto cartel; dicha comisión sería pagada a través de German Olano,
congresista de la república.17 También argumentó que el contralor se reunió con Emilio Tapia y
Julio Gómez en enero del mismo año para discutir dicha comisión, y para buscar la manera de
ceder el contrato de la calle 26.17 Esta última declaración puso en serias dudas si la cesión de la
obra a «Transvial» y «Conalvias» había sido transparente.1819 Para el 16 de junio solo se hablaba
de acusaciones vacías y no fundamentadas, y Moralesrussi negó haber negociado y aclaró no
conocer a Tapia, ni a Gómez, e inició un proceso penal contra Alejandro Botero.17 Sin embargo, el
25 de junio, el contralor se quedó sin argumentos al resultar directamente implicado en la que
hasta esa fecha, era la prueba más importante de la investigación.
Las obras afectadas
Mientras se abría el escándalo de la contratación en Bogotá, el descomunal efecto negativo para el
desarrollo de las obras públicas y la competitividad del país se hacía patente.
La Calle 26 que estaba siendo intervenida para adecuación al sistema TransMilenio presentaba un
atraso del 80% a finales del 2012.
Los planes de ejecución del Metro de Bogotá, bandera electoral del ex-alcalde Moreno y quien
había anunciado el inicio de construcción para el año 2010,20 se retrasaron casi indefinidamente.
A Marzo de 2018, todavía las obras del Metro no se han iniciado.
La doble calzada Bogotá-Girardot, adjudicada al Grupo Nule y obra de importancia crucial para el
país, cayó en una "parálisis absoluta."21 Su construcción inició en 2004 y, producto de la parálisis,
la obra fue finalmente terminada y entregada en abril de 2014, con 5 años de retraso frente a la
fecha de entrega original proyectada para 2009.21
Incumplimiento de unos 50 contratos de obras públicas por todos los rincones de Colombia,
incluido el de la calle 26 de Bogotá, y 400 millones de dólares desaparecidos. El empresario Guido
Alberto Nule, co-responsable del escándalo de estos incumplimientos, salió del país para
establecerse en Italia, ya que no tenía requerimiento judicial en ese momento, el 14 de octubre de
2010.
En noviembre de 2010, Miguel Nule declaró desde los Estados Unidos ante una comisión de la
Procuraduría, la Fiscalía y la Contraloría que investigaban el carrusel en Bogotá. Entre tanto la
Procuraduría abría pliego de cargos contra 18 funcionarios y ex funcionarios del Instituto de
Desarrollo Urbano IDU por estos hechos, entre ellos Liliana Pardo, quien fue directora de la
entidad cuando se adjudicaron los contratos al Grupo Nule.
A finales de abril de 2011, el senador Iván Moreno, hermano del alcalde mayor de Bogotá, fue
detenido y acusado por la presunta comisión de los delitos de cohecho impropio, concusión y
celebración indebida de contratos.
Una semana después, el 3 de mayo, el alcalde Samuel Moreno fue suspendido de su cargo por el
procurador general, Alejandro Ordóñez, quien consideró que el burgomaestre había incumplido su
deber de vigilar los recursos públicos y el cumplimiento de los contratos. El 22 de junio la Fiscalía
General de la Nación formuló un pliego de cargos contra el alcalde suspendido por cuatro delitos:
prevaricato por omisión, concusión, contrato sin cumplimiento de requisitos legales esenciales y
peculado por apropiación. El 25 y 29 de agosto el alcalde suspendido fue citado a audiencia, pero
no asistió alegando no poseer abogado. Esta situación fue tomada por la Fiscalía como una
estrategia para dilatar el proceso y evadir a la justicia.
Ya el día 23 de septiembre el fiscal delegado ante la Corte Ricardo González pidió su detención por
considerar que Moreno es un “peligroso para la sociedad”. El juez le dio la razón y ordenó su
reclusión. La reclusión de Moreno lo convierte en el segundo alcalde de Bogotá en ir a prisión (el
primero fue Juan Martín Caicedo Ferrer en 1992).
Primeras condenas por el carrusel
En diciembre de 2011 Miguel, Manuel y su primo Guido Nule fueron condenados a siete años y
medio de prisión por el delito de peculado por apropiación. El juez Ignacio Martínez condenó a los
hermanos Manuel y Miguel Nule y al primo de éstos Guido Nule a 89 meses de cárcel por peculado
por apropiación, mientras que sobre Mauricio Galofre recayó una condena de 72 meses por el
mismo delito.Para el juez Martínez, no hubo duda de que los miembros del llamado Grupo Nule
incurrieron en actos de corrupción por sobornos y otras anomalías dentro de una serie de
contratos con el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y otras entidades. Otros delitos por los que
están acusados los Nule son fraude procesal, falsedad en documento privado, concierto para
delinquir y cohecho.
El segundo condenado por el carrusel de la contratación fue el ex-funcionario del IDU Inocencio
Meléndez, en agosto de 2011.22 Meléndez fue condenado a siete años y seis meses de prisión por
los delitos de contrato sin cumplimiento de requisitos legales, prevaricato por omisión en calidad
de coautor, prevaricato por acción en calidad de autor e interés indebido de contratos. Además de
la condena en prisión, el exdirector técnico del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) deberá pagar
63 millones de pesos.
Sucesos recientes
En noviembre de 2013, Manuel Nule afirmó durante interrogatorio de la Fiscalía que, para obtener
el contrato de la calle 26, debían pagar $7,500 millones de pesos que serían repartidos entre
Liliana Pardo, Inocencio Meléndez, Julio Gómez y Germán Olano.23
En agosto de 2015, el ex alcalde Samuel Moreno fue destituido e inhabilitado por 18 años por la
Procuraduría.24 El mismo mes, la Procuradoría archivo las investigaciones contra 12 concejales de
Bogotá. Esto generó revuelo en el país ante posibles irregularidades que llevaron al archivo, y la
consecuente impunidad en la que quedarían individuos sospechosos de participar en el
escándalo.2526 Incluso, el jueves 20 de agosto fue radicada una petición ante la Procuraduría,
solicitando la reversión de la decisión tomada por los procuradores delegados del caso. Esta
petición fue radicada por María Mercedes Maldonado, candidata en las elecciones de 2015 a la
Alcaldía de Bogotá.27
Así mismo, Álvaro Cruz Vargas, gobernador de Cundinamarca, presentó su carta de renuncia como
gobernador el 11 de agosto de 2015, al recibir citación a imputación de cargos por parte de la
Fiscalía General de la Nación, con relación a su presunta participación en este caso de corrupción.
28FGRE
Implicados
Esta es una lista en desarrollo de los implicados en el Carrusel de Contratación. La lista se sigue
expandiendo, a medida que las investigaciones y testimonios han implicado a más involucrados en
este caso de corrupción.29 La Fiscalía anunció que a diciembre de 2015, el escándalo deja un
balance de 110 procesados, de los cuales 29 han sido condenados (11 funcionarios y 18
contratistas) y 40 están respondiendo en juicio
La caída del Grupo Nule revista semana
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Más de 500.000 millones de pesos se pueden llegar a perder en ese 'Titanic' financiero.
El 15 de diciembre del año pasado, a los hermanos Manuel y Miguel Nule y a su primo Guido el
mundo se les vino encima. A la medianoche de ese martes, los tres empresarios costeños,
integrantes del llamado Grupo Nule, perdieron la última tabla de salvación que los podría sostener
a flote en medio del tsunami que los arrastraba: se quedaron por fuera de la adjudicación de la
renombrada Ruta del Sol (iban con la compañía China Railway Shisiju), el mayor proyecto vial del
país, que exigirá inversiones superiores a los 2.600 millones de dólares en los próximos seis años.
Para este joven grupo que desde hacía varios meses navegaba hacia el abismo por problemas de
liquidez, cesación de pagos, elevado endeudamiento y malos manejos, quedarse con algún tramo
de esta obra era cuestión de vida o muerte. Parece increíble que un grupo con problemas de
liquidez y con todas las puertas cerradas para conseguir recursos quisiera medírsele a tamaña
obra, pero lo intentaron. La explicación es que el anticipo monetario para cualquiera de los tres
tramos de la Ruta del Sol que habían licitado se podría convertir en el oxígeno que los Nule
necesitaban para sobrevivir. Solo en el Tramo III de la obra el anticipo para el año 2011 ascendía a
236.595 millones de pesos.
Esto tal vez explica los rostros de los Nule esa noche fatídica, cuando el comité evaluador de los
proponentes para la Ruta del Sol leyó su fallo en el que los descartó, entre otras razones, por no
cumplir con los requisitos de patrimonio, flujo de caja ni capacidad financiera.
Guido, el menor del grupo (36 años), un administrador de empresas de la Universidad Javeriana y
quien ha puesto el pecho ante los medios en esta difícil coyuntura, palideció, según testigos.
Manuel y Miguel, ingenieros civiles de la Universidad de los Andes (de 38 y 41 años,
respectivamente), pasaron de la indignación al desconcierto. Los tres abandonaron el auditorio
Modesto Garcés del Ministerio de Transporte, con una derrota a cuestas que significaba el
puntillazo final del grupo económico que hasta hace pocos años estuvo en la cúspide empresarial y
que, incluso, algunos medios de comunicación llegaron a calificar como los 'nuevos cacaos' del
país.
A decir verdad, esta apreciación no parecía ser del todo exagerada. Tras 15 años de trayectoria, los
dueños del denominado Grupo Nule conformaron un emporio como para dejar con la boca abierta
a cualquiera: más de 35 empresas en los sectores de energía, agua y construcción; llegaron a
participar en más de 86 consorcios para las diferentes licitaciones públicas; sus inversiones
traspasaron las fronteras, además de varios países de América Latina desarrollaron proyectos en
España, y en busca de recursos llegaron a China y Dubái. En su mejor momento facturaron más de
200 millones de dólares al año, y emplearon, directa e indirectamente a través de sus empresas, a
unas 15.000 personas. Se convirtieron en las estrellas nacientes de la contratación pública del país.
Su prestigio dio un triple salto mortal en 2004, cuando ganaron la concesión de la doble calzada
Bogotá-Girardot, donde entraron a las grandes ligas de la infraestructura vial. En toda su
trayectoria, los Nule han construido más de 2.000 obras de infraestructura. Parecía que nada les
quedaba chico. Soñaron con meterse en el Canal de Panamá e incursionar en proyectos en África y
Europa del Este. Aunque sin éxito, también aspiraron a la construcción del nuevo aeropuerto de
Bogotá. Querían incluso incursionar en otras ramas: hasta consideraron la posibilidad de participar
en el tercer canal de televisión y fueron accionistas de la revista Cambio, antes de que
perteneciera a la Casa Editorial El Tiempo.
Con los negocios marchando viento en popa, los jóvenes Nule gastaban a igual ritmo. Tenían su
propio jet en el que viajaban con sus amigos por Colombia y fuera del país. Hacían gala de gran
generosidad con sus invitados costeando de su bolsillo todos los gastos sin escatimar peso alguno.
Pero, como dice el adagio popular, lo que sube como palma cae como coco. Así de rápido como
ascendió el Grupo Nule comenzó su vertiginoso descenso. En los dos últimos años todo ha ido de
mal en peor. Algunos ejemplos dan cuenta de ese declive: incumplieron en el pago de una deuda
pendiente por 13.500 millones de pesos con la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). Este
controvertido crédito para el proyecto Bogotá-Fusagasugá provocó la apertura de un proceso de
responsabilidad fiscal por parte de la Contraloría y la petición a la Fiscalía de inspeccionar el caso,
pues no tiene antecedentes que la DNE preste para obras públicas.
A este hecho siguieron los escándalos por retraso en la construcción de la Troncal de TransMilenio
en la calle 26, donde eran responsables del 70 por ciento de la obra. Ante este escándalo, el IDU
ordenó que devolvieran 69.000 millones de pesos, pagados como adelanto por estas obras, y se
les ordenó ceder el contrato. La Secretaría de Hacienda del Distrito les embargó algunas de sus
cuentas por deudas de impuestos. El contralor distrital, Miguel Ángel Moralesrrusi, los acusó de
captación masiva de dinero y describió su esquema financiero como una pirámide. Por su parte, el
contralor general, Julio César Turbay, afirmó que ese grupo era un castillo de naipes.
Con los problemas hasta el cuello, los Nule intentaron en mayo de este año una salida. Le
solicitaron a la Superintendencia de Sociedades la admisión a un proceso de reorganización
empresarial contemplado en la ley, algo así como lo que en el pasado se llamó concordato, para
parar el desangre en que estaban con embargos y demandas de docenas de acreedores histéricos.
Sin embargo, la petición no solo fue negada, sino que la Superintendencia les cayó con todo el
peso de la ley, pues encontró que las dos principales sociedades, MNV S.A. y Gas Kpital, tenían
serias fallas. Para empezar, se detectó que actuaban como un grupo empresarial sin declararse
como tal y, como si fuera poco, estaban en cesación de pagos desde hacía varios meses. Estas
fueron razones suficientes para que la Superintendencia resolviera el lunes pasado ordenar la
liquidación de esas dos firmas, las mismas que le dieron vida a este otrora próspero
conglomerado. Al final de la semana pasada, el superintendente Luis Guillermo Vélez ordenó
liquidar otras dos firmas: Bitácora y Ponce de León. Con esto, el Grupo Nule llegó a su fin.
¿Cómo llegaron a esta situación? Guido, el hombre que siempre ha dado la cara, ha dicho en varias
ocasiones en entrevistas que en su primera década de actividades incursionaron en muchos
negocios, crecieron a buen ritmo, fueron exitosos, pero que los cogió la reciente crisis mundial
cuando estaban en pleno auge. Por eso, dice que cuando tuvieron que responder por varias
obligaciones, se encontraron con que los bancos demoraron los desembolsos o sencillamente
cerraron la llave del crédito.
Esto, que puede ser cierto, pues les pasó a muchas industrias, no explica en su totalidad el colapso
de este Grupo. Algunos analistas que han visto de cerca la operación de este conglomerado dicen
que hay mucho más de ineficiencia en el manejo que hacían en su operación, unida a un gasto
excesivo y a un desorden administrativo enorme. En privado, algunos competidores que perdieron
licitaciones frente a ellos se atreven a decir que como los sobornos fueron parte integral de la
fórmula del triunfo, implicaban un sobrecosto adicional que agravaba los problemas de liquidez.
Qué tanto hay de cierto, es difícil saberlo, y tal vez la historia lo cuente con más detalles.
¿Y la plata, qué?
Como todo gran escándalo corporativo, todos quieren saber cuánta plata se perdió. Pues bien, lo
primero que hay que decir en este caso es que la lista de damnificados es amplia: trabajadores,
proveedores, bancos, mesas de dinero, fondos de inversión, la Dian, y hasta los ciudadanos de a
pie de Bogotá resultaron afectados con los retrasos en las obras de la calle 26 que tenía este
Grupo.
Se sabe que entre los mayores acreedores hay fondos de capital privado del extranjero. Entre abril
y agosto de 2007, los inversionistas Arco Capital Corporation y Quantek Asset Management
prestaron a MNV y Gas Kpital y al Consorcio Bogotá-Fusa 35 millones de dólares destinados a la
construcción de la doble calzada Bogotá-Fusagasugá. Algo así como 70.000 millones de pesos.
Llaman la atención, dentro de las deudas pendientes del Grupo, las obligaciones con el fisco. En
sus pesquisas, la Supersociedades encontró que el Grupo tenía deudas de impuestos por 28.000
millones de pesos, de los cuales 12.000 corresponden a retención en la fuente. Esto es gravísimo y
podría tener implicaciones penales, señaló un tributarista, puesto que indica que el Grupo se
quedaba con dineros que le pertenecían al fisco. Hoy todos se preguntan cómo hacía para
contratar con el Estado si era deudor moroso del mismo.
En plata contante y sonante, según cálculos de analistas, las pérdidas totales se pueden mover en
un rango entre los 500.00 y los 800.000 millones de pesos. La verdad es que no es fácil saber con
precisión cuánto se perderá en esta liquidación. El Grupo Nule dice que tienen una proporción de
60 por ciento en activos y 40 por ciento en pasivos. Sin embargo, desde marzo del presente año no
había una contabilidad regular en las diferentes sociedades.
La Superintendencia, en las pesquisas que realizó a las sociedades del Grupo que entraron en
liquidación -MNV, Gas Kpital, Bitácora y Ponce de León-, encontró inconsistencias, faltas de
registros y un caos contable.
A manera de ejemplo, en la resolución de liquidación de Gas Kpital se indica que los estados
financieros a diciembre 31 de 2009 registran en la cuenta de caja 167 millones de pesos, y bancos,
46.519 millones de pesos. Sin embargo, el revisor fiscal manifiesta que, luego de examinar todo, el
saldo de bancos es de solo 3.000 pesos y la caja se encuentra en ceros. Según el funcionario, algo
similar sucede en gran parte de la contabilidad.
La jugada maestra
Al mejor estilo de los grandes escándalos corporativos, los capítulos más jugosos son los últimos.
La última perla de esta quiebra es para no creer. Los Nule ya no son los dueños del Grupo porque
el pasado 19 de junio vendieron sus acciones en las sociedades MNV S.A. y Gas Kpital a dos fondos
de capital privado extranjeros con los cuales tenían deudas enormes: Invertotal y Hansa Holding
Ltda., esta última subsidiaria de Arco Capital Corporation.
En un comunicado, estos dos fondos informaron que tomaron el control administrativo de la
organización Nule para buscar soluciones a la crítica situación que atravesaba. Esto fue ratificado
el pasado viernes por los Nule en un comunicado público, el primero desde que la
Superintendencia de Sociedades ordenó la liquidación de sus principales empresas.
En él manifiestan que, desde el pasado mes de junio, sus acciones fueron vendidas a Solutions and
Infrastructure Technologies (SIT) Colombia-Hansa Holding, constituida por los citados fondos
internacionales.
Los Nule señalaron que la operación se llevó a cabo ante las múltiples dificultades por las que
atraviesan algunas de las sociedades que conformaban al Grupo y con el único propósito de
facilitar un acuerdo con los acreedores de las mismas y así procurar el pago de los pasivos a su
cargo.
Para muchos esto despierta enormes dudas, pues consideran que SIT es una empresa de papel
que solo tiene un millón de pesos de capital.
Como quien dice, Miguel, Manuel y Guido Nule se quisieron salir del problema traspasando la
propiedad a un grupo de acreedores. O por lo menos lo intentaron, porque aún está por saberse si
esta operación es válida a la luz de la normatividad colombiana. El superintendente de Sociedades,
Luis Guillermo Vélez, ya afirmó que esta venta deja la impresión de que un grupo de acreedores
quiere cobrarse por la derecha, sin respetar al resto de los damnificados. "Un acreedor, como eran
los fondos, no se puede tomar la empresa para pagarse primero y saltarse al resto que estaba en
fila", señala Vélez.
La verdad es que los fondos de inversión Quantek Asset Management y Arco Capital Management,
liderados ahora por Invertotal y Hansa Holding, tenían 35 millones de dólares invertidos en las
compañías de los Nule y, por lo tanto, estaban en la cola de los acreedores y debían someterse a la
prelación de pagos que estipula la ley.
Ahora bien, hay controversia entre juristas en el sentido de si la operación que realizaron en junio
los Nule con estos fondos en la que vendieron sus acciones debe reversarse o no. Algunos creen
que desde mayo, cuando los Nule acudieron a solicitar la reorganización empresarial por parte de
la Supersociedades, no podían llevar a cabo transacciones sin el conocimiento de esa entidad.
Otros, sin embargo, señalan que como se trata del traspaso de acciones podían hacerlo.
Para el Superintendente, lo más claro de todo es que en cualquier caso los Nule tendrán que
responder hasta con su patrimonio por todo lo que dejaron pendiente hasta el 19 de junio, fecha
en la cual ellos mismos señalan que hicieron la transacción con los fondos.
¿Qué pasará con las obras en las que el Grupo Nule estaba involucrado? El ministro de Transporte,
Germán Cardona, aclaró que en lo que respecta a la doble calzada Bogotá-Girardot, uno de los
proyectos más importantes, no habrá traumatismo, puesto que el Grupo solo tiene el 7,5 por
ciento y el resto de consorcios se han comprometido a continuar y sacar adelante la obra.
Con la liquidación de las empresas Bitácora y Ponce de León sí se afectará la concesión del
corredor Paletará, entre los departamentos de Huila y Cauca. Esta concesión actualmente está en
ejecución. También quedarán perjudicadas ocho interventorías, dos de Invías y seis del Inco.
Aunque en el caso de la Troncal de TransMilenio en la calle 26 ya se había cedido el contrato al
consorcio Conalvías, queda la duda de si esta operación debe reversarse, porque es mucho más
reciente.
Lo cierto de todo es que esta historia del Grupo Nule desnuda grandes fallas del Estado en la
contratación pública, y especialmente en el sector de las concesiones viales. Quedan abiertos
muchos interrogantes sobre cómo un grupo con todos los líos encima, financieros y de liquidez,
pudo seguir contratando con el Estado y ganarse, una tras otra, las adjudicaciones. "Aquí solo
pudo haber malos manejos y favoritismo del Estado en el tema de las concesiones viales", dijo un
observador de este caso. Por otro lado, esto también revela la inoperancia del Estado para cortar a
tiempo situaciones que pueden agravarse como bola de nieve. El Grupo Nule era una telaraña de
más de 80 consorcios entrelazados, sin mayor respaldo real, que deberían haberles despertado
sospechas a los adjudicadores de esas concesiones y a las autoridades de vigilancia. Ahora, lo
importante es que este caso no termine en una historia más de quiebra empresarial, en la que
mientras unos cuentan cuánto perdieron, otros no cuentan con cuánto se quedaron.