Ciencias humanas y sociales
Las ciencias humanas y sociales, son aquellas que estudian
al ser humano y su relación con la sociedad. Sus discursos se
entrecruzan y enlazan; por ello es costosa una diferenciación
entre estas ramas del conocimiento. No todas las disciplinas
que estudian al hombre reclaman el carácter científico,
incluso dentro de aquellas que se catalogan como ciencias,
existen pensadores que no guían sus reflexiones con el
método científico.
Sin embargo, el positivismo considera adecuado y necesario
un estudio del ser humano enmarcado en este método, tanto
en su aspecto individual como colectivo, y es básicamente
esta corriente epistemológica la que exige y busca que los
estudios sobre el hombre alcancen el reconocimiento de
ciencias, aun cuando varios autores critiquen los aspectos
fundamentales de esta corriente epistemológica y prefieran
alejarse de la denominación científica.
En los años de 1970 se discutió arduamente sobre si la
Historia era una disciplina propia de las Humanidades o
Ciencias Humanas o si por el contrario y sin lugar a dudas, su
sitial estaba entre las Ciencias Sociales. Una acalorada
discusión que, como muchas otras de la época, nunca
concluyó en nada y simplemente se dejó allí. En este caso,
sin embargo y desde la metodología de la enseñanza, hay
algunas conciliaciones teóricas poco conocidas. Si hablamos
de
Humanidades
Y consideramos a la Historia como parte de ellas es porque
estamos haciendo referencia directa a una etapa de nuestro
conocimiento y análisis de nuestra sociedad en la que el
Hombre saltó a un primer plano y se convirtió en el centro de
interés: el Humanismo y todo el desarrollo intelectual propio
de este movimiento cultural de finales del siglo XV y XVI.
Recordemos como en este movimiento fue fundamental el
redescubrimiento de los clásicos latinos y griegos para el
conocimiento del pasado y vitalizar ese presente. Pero así
como nosotros cambiamos, la vida cambia y también los
hacen las sociedades y las perspectivas de análisis para
entenderlas. Desde fines del siglo XVIII y sobre todo en la
primera mitad del XIX, se dio una revolución que cambió
drásticamente el tipo de relaciones entre los hombres: la
industrialización. Fenómeno radicalmente nuevo, propio del
mundo moderno, que implicó la creciente presencia de
obreros y proletarios aglomerados en ciudades y cuya presión
para participar en la vida política de sus sociedades fue
bastante más fuerte que la de los campesinos, generalmente
dispersos en el campo y a merced del poder de los señores.
Este proceso irreversible implicó la emergencia de grupos
sociales hasta ese momento no percibidos y el surgimiento de
complejas y problemáticas –por desconocidas- relaciones
sociales. Relaciones que, más que nunca, necesitaban ser
comprendidas puesto que de ellas dependía la sobrevivencia
social. Así, las relaciones del hombre con el hombre saltaron
a un primer plano. Pero ya no era la etapa primera del mundo
moderno sino por el contrario, se estaba ante un momento en
el que los grandes avances de las ciencias naturales
permitían entender el entorno en que se movía el hombre. Si
con la observación, la experimentación y la comparación se
podía conocer a la naturaleza cuanto no más a la creación
por excelencia de la misma, el hombre. Lógicamente, se
buscó aplicarla misma metodología científica para entenderlo
en sí y en su relación con otros hombres. Así como
contraparte a las Humanidades, convertidas en Ciencias
Humanas al compás del nuevo tiempo, surgió la sociología
como la
Ciencia social
Por excelencia. Es decir, como la disciplina con la que se
analizaría rigurosamente, cual ciencia, el comportamiento
social del hombre. Se sentaba, de paso, las bases
Para otra discusión tampoco definida sobre si el
comportamiento del hombre puede ser explicado en términos
matemáticos como la ciencia. Pero la perspectiva de la
sociología fue rápidamente rebasada y se abrieron otras
nuevas y diferente, la antropología, la etnografía, la psicología
social, entre otras, que juntas y por separado desafiaron el
sitial preeminente de la historia. La fascinación por la ciencia
y su exactitud culminó en el positivismo que, como sistema
filosófico sólo admite lo experimental y rechaza las nociones
a priori y los conceptos universales y absolutos. Y si bien, la
masa emergió ineludiblemente y marcó todo el siglo XX,
muchas veces la historia, a la sombra del positivismo, se
mantuvo fiel a la necesidad de recuperar el pasado lineal y
puntualmente, terminando por ser poco más que una mera
relación cronológica. De modo semejante, las nacientes
disciplinas sociales se ensimismaron en sus propias
perspectivas y fueron estableciendo una creciente separación
entre ellas. Sería recién para mediados de la mitad del siglo
XX cuando el conflictivo desenvolvimiento social y el
descubrimiento del relativismo en la física, cambiaran
nuestras percepciones en cuanto a la vida y se buscara, con
urgencia, la generalmente poco lograda interdisciplinaridad.
La metodología siguió obviamente estos avatares y se llegó a
establecer una suertede posición intermedia. Bajo el término
Ciencias Humanas se engloba a aquellas disciplinas que se
estudian los productos de la inteligencia humana como el
Arte, la Literatura, la Filosofía. Y como Ciencias Sociales,
aquellas cuya esencia es analizarlas relaciones humanas en
el conjunto social. Aunque claro, el lugar de la historia es
altamente problemático: la construimos a partir de la obra de
los hombres (libros, crónicas, etc.) pero también de las
huellas que deja en sus relaciones con otros hombres, sólo
que en el tiempo. Sólo nos queda esperar los resultados de la
nueva revolución que vivimos, la cibernética, y ver como se
modifica nuestra percepción del análisis del hombre. Es
posible que cual computadora, con varios
“programas”
a la vez y con un software en actualización continua y
constante.