¿Qué es la Pastoral Bíblica?
Tradicionalmente se acepta que la Pastoral Bíblica es todo aquel trabajo que
realiza la comunidad eclesial en torno a la Sagrada Escritura, su lectura,
interpretación, celebración y vivencia con el fin de que ella sea "sustento y
vigor de la Iglesia, fortaleza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura
y perenne de vida espiritual" (DV 21).
el documento de Aparecida: “Sólo un sacerdote (y laico) enamorado del Señor, puede renovar su
parroquia (su entorno)” (n.201)
La idea a subrayar aquí es una actitud de escucha. Y aunque el contexto del número habla de
escuchar a la realidad para responderle, el concepto es profundamente bíblico13 (ver Dt 6,1-4). En
lo particular, consideramos que este es “el dios escondido” (Hech 17,23)
¿Qué hacer para escuchar más a la Palabra?:
1. Priorizar el n.305, del Plan, juntamente con sus estrategias.
2. No sustituir, jamás, la oración al comienzo de cualquier reunión pastoral. Aunque sean del
consejo de economía. Y que dicha oración sea profundamente bíblica, no a la carrera, no
improvisada y vivida en un clima de silencio interior.
3. Que el sacerdote, considere, en toda su seriedad, la homilía14 como elemento fundamental de
la Mesa de la Palabra.
4. Creando subsidios para la abundante lectura, meditación y asimilación de la Palabra de Dios en
la Escritura. Desde Hojas parroquiales hasta elaborados folletos.
5. Usando la Biblia en la catequesis (haciendo que se lleve y se use durante toda la preparación),
especialmente pre-sacramental. Hay que poner la Biblia en las manos de los fieles.
6. Entronizando la Biblia (¿Biblia peregrina?)
7. Talleres de estudio15 y oración con la Palabra de Dios. Especialmente usando el método de la
Lectio Divina, a todos los agentes de pastoral. De forma muy particular a los lectores16 y
celebradores de la Palabra.
8. Usar el teatro bíblico con finalidad kerigmática y catequética.
9. Considerar “La fiesta de los santos”, donde se conozca más la vida de santos.
10. No usar “hojitas” con las lecturas en la celebración de la eucaristía dominical. Mejor, adquirir el
misal anual o llevar la misma Biblia a la misa.
"La Pastoral bíblica: historia y perspectivas"
Florencio Abajo Núñez
08 Febrero 2011
Representante de la CEE en la Federación Bíblica Católica
1. Introducción: La pastoral y la pastoral bíblica
El pastor, el pastoreo, son palabras que tienen mucha importancia en la
Biblia. Sirven para expresar la relación entre Dios y su pueblo.
Recordamos el Salmo 23 ("El Señor es mi pastor, nada me falta; aunque
camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo") o la
promesa de Dios en Jeremías ("Os daré pastores según mi corazón, que os
apacienten con ciencia y experiencia." Jer 3,15). Jesús es el Buen Pastor,
que cuida y defiende a sus ovejas (Jn 10) y se muestra lleno de misericordia
hacia las aquellas que se han perdido (Lc 15). El Señor resucitado confía a
Pedro su rebaño –de Jesús– y le encomienda la tarea de continuar su propia
misión (Jn 21).
¿Qué es la Pastoral?
Conviene que comencemos esta conferencia poniéndonos de acuerdo acerca
de la terminología que vamos a utilizar.
De entre las múltiples definiciones que existen del término "pastoral" les
propongo la siguiente:
"Pastoral es toda actividad de la Iglesia en orden de anunciar y hacer
presente la salvación, por medio de la transmisión y predicación del
Evangelio."
La pastoral es, según esto, el compendio de las formas de acción de la
Iglesia. A la pastoral le corresponde llevar a todos los hombres y mujeres al
encuentro con Jesucristo.
Para ello, la pastoral en su conjunto promueve su actividad en tres áreas
fundamentales, dentro de las cuales se desarrollan diversas pastorales
específicas:
Pastoral Profética: transmisión de la fe
Pastoral Social: testimonio de la fe
Pastoral Litúrgica: celebración de la fe
Además de estas acciones pastorales principales, las diócesis también
suelen crear las denominadas "pastorales preferenciales", como la Pastoral
Familiar o la Pastoral Juvenil.
¿Qué es la Pastoral Bíblica?
Tradicionalmente se acepta que la Pastoral Bíblica es todo aquel trabajo que
realiza la comunidad eclesial en torno a la Sagrada Escritura, su lectura,
interpretación, celebración y vivencia con el fin de que ella sea "sustento y
vigor de la Iglesia, fortaleza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente
pura y perenne de vida espiritual" (DV 21).
Esta definición de carácter general requiere alguna puntualización que
haremos más adelante, fruto de la evolución de la propia acción pastoral y de
la comprensión acerca de la presencia de la Escritura en la vida y la misión
de la Iglesia.
Al hablar de la Pastoral Bíblica vamos a atender primero al trabajo ya
realizado para proponer después algunos criterios y pistas de actuación.
2. Un siglo de historia
Es preciso comenzar este rápido repaso a través de la historia reconociendo
el cierto alejamiento que ha existido en los últimos siglos entre la Sagrada
Escritura y la Iglesia. El acceso directo de los fieles a la Biblia ha sido escaso
hasta bien entrado el siglo XX. Esto no significa que el pueblo haya dejado de
alimentarse de la Palabra de Dios: ésta le llegaba a través de las catequesis,
las homilías, el arte... Pero ciertamente, el analfabetismo, la escasez de
Biblias, los recelos suscitados por la reforma protestante... limitaron en su
día y hasta hace bien poco tiempo de manera significativa la presencia de la
Escritura entre los católicos. Es a lo largo del pasado siglo XX cuando se
avanza con seguridad en un camino que tenía como horizonte la búsqueda de
la centralidad de la Escritura en la vida y la misión de la Iglesia. Repasamos
algunos hitos significativos tomando como acontecimiento central la
publicación de la Constitución Dogmática Dei Verbum.
I. Los movimientos bíblicos previos al Concilio.
Algunos nombres propios de personas e instituciones dibujan el camino del
apostolado bíblico que discurre entre el comienzo del siglo XX y la
celebración del Concilio Vaticano II.
El 30 de octubre de 1902 el papa León XIII constituye la Pontificia
Comisión Bíblica, y le asigna una triple función: a) promover eficazmente
entre los católicos el estudio bíblico; b) contrastar con los medios
científicos las opiniones erradas en materia de Sagrada Escritura; c)
estudiar y iluminar las cuestiones debatidas y los problemas emergentes
en campo bíblico.
En 1902, Giacomo della Chiesa fundó la "Pia Sociedad de San Jerónimo"
con el propósito de difundir el evangelio entre el pueblo. En 1920, siendo
ya Papa con el nombre de Benedicto XV, publicó la encíclica Spiritus
Paraclitus sobre la interpretación de la Sagrada Escritura.
En 1919, Pío Parsch, de los canónigos regulares de san Agustín, convocó
el primer Encuentro Bíblico. Fundó la revista "Biblia y liturgia" en 1926 y
en 1950 inició el apostolado bíblico de Klosterneuburg.
Joseph Cardijn, más tarde cardenal, fundó la "Juventud Obrera Católica"
en 1924. Este fue el modelo de la Acción Católica. Una valiosísima
aportación es el método de orientar la vida entera de estos jóvenes
conforme al principio de "ver-juzgar-actuar": ver la situación concreta,
juzgarla a la luz del evangelio y actuar en consecuencia.
En 1933 fue fundado el "Katholisches Bibelwerk" en Stuttgart. En 1935
fue fundado el Schweizerisches Katholisches Bibelwerk con los mismos
fines de la Katholisches Bibelwerk en Stuttgart.
En 1943 se publica la encíclica Divino Afflante Spiritu, de Pío XII, en la
que animaba a todos a leer y estudiar las Sagradas Escrituras, e insiste en
la realización de traducciones a las lenguas vernáculas desde los textos
originales.
II La Constitución dogmática Dei Verbum
La Constitución dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum (1965) es
el punto de llegada del trabajo del movimiento bíblico preconciliar y, al mismo
tiempo, la fuente que alimenta la pastoral bíblica hasta nuestros días.
El concepto de revelación es el núcleo del documento conciliar. "En esta
revelación, el Dios invisible, movido por su gran amor, habla a los hombres
como a amigos, y conversa con ellos para invitarlos y recibirlos en su
compañía" (DV 2). Al utilizar la imagen de la conversación, del diálogo, el
Concilio subraya el papel del ser humano en la dinámica de la revelación: ya
no es suficiente con que Dios rasgue el cielo y vierta su palabra sobre la
humanidad. Al Dios que se manifiesta le sigue un hombre, una mujer, que
escuchan su palabra, la acogen en la fe y responden al mismo Dios.
Es en el marco de este diálogo entre Dios y el hombre en el que la Dei Verbum
sitúa las recomendaciones pastorales recogidas en el capítulo sexto, sobre
"La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia". En él se habla de cómo
responder a la revelación de Dios manifestada en las Sagradas Escrituras.
Algunos subrayados en el texto de este capítulo sexto de Dei Verbum.
21. La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura como lo ha hecho
con el Cuerpo de Cristo [...], nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles
el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del Cuerpo de
Cristo.
Toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de
alimentar y regir con la Sagrada Escritura.
22. Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada
Escritura.
23. Los exegetas católicos, y demás teólogos, deben trabajar, aunando
diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas.
24. El estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada
Teología.
25. Todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas
dedicados por oficio al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar
asiduamente la Escritura para no volverse "predicadores vacíos de la Palabra,
que no la escuchan en su interior".
(En el mismo número aparecen indicaciones dirigidas a todos los cristianos, y
en particular a los religiosos y a los prelados)
26. Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados "la palabra de
Dios se difunda y resplandezca" y el tesoro de la revelación, confiado a la
Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres.
III. Del Concilio Vaticano II a nuestros días
Dei Verbum marcó un antes y un después en la comprensión acerca de cuál
debería ser la presencia de la Escritura en la vida de la Iglesia. Quiero
subrayar solamente cuatro hitos documentales que han enriquecido la
reflexión desde el Concilio hasta nuestros días y algunos logros en cuanto
acciones concretas.
El documento de Puebla de los Obispos latinoamericanos (1979) que dice:
Es preciso "tomar como fuente principal la Sagrada Escritura, leída en el
contexto de la vida, a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia,
transmitiendo, además, el Símbolo de la fe; por lo tanto, dará importancia
al apostolado bíblico, difundiendo la Palabra de Dios, formando grupos
bíblicos, etc." (Puebla, 1001).
La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, documento de la Pontificia
Comisión Biblica publicado en 1993.
Es muy interesante la aportación del encuentro de Obispos europeos
celebrado en Freising (Alemania) en 1994 bajo el tema "La Sagrada
Escritura en la vida de las iglesias de Europa hay y mañana", en el que se
reflexionó entorno a la Biblia como fundamento de toda la actividad
pastoral, la lectura creyente de la Biblia y la formación de los ministros de
la Palabra.
El Sínodo de los Obispos, que se celebró en el Vaticano del 5 al 26 de
octubre de 2008, que tuvo como tema La Palabra de Dios en la vida y en la
misión de la Iglesia. La exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini
(2010).
Desde el impulso conciliar y gracias al esfuerzo de muchos fieles implicados
en la pastoral de la Iglesia podemos contemplar numerosos logros en los
últimos cincuenta años:
Los estudios bíblicos se han desarrollado notablemente, lo cual ha
repercutido en el ámbito de las publicaciones y la docencia.
La Biblia va ocupando un nuevo lugar en la teología: Ya no es tanto un
depósito de pruebas para apoyar las tesis formuladas desde otras
instancias, sino que va avanzando para constituirse en fuente y alma de la
teología.
Se han realizado nuevas traducciones de la Biblia, facilitando el acceso
material de los fieles a la Escritura.
La renovación litúrgica promovida por el Concilio ha supuesto la
renovación del leccionario y la proclamación de las lecturas en las
lenguas vernáculas.
La catequesis en los últimos años ha profundizado en su orientación
bíblica tanto en la elaboración de los catecismos, como en la formación
de los catequistas.
Hemos visto surgir un número considerable de organizaciones. La
Federación Bíblica Católica puede considerarse la más importante de
todas aglutinando a más de trescientas cincuenta instituciones de todo el
mundo. En España es conocido el trabajo de La Casa de la Biblia desde los
años sesenta en el ámbito de la traducción y de la pastoral bíblica.
También se han creado en España dos asociaciones de biblistas, una de
ámbito nacional y otra en Cataluña.
En este listado de elementos hay que situar otras muchas iniciativas:
cursos de formación bíblica, semanas bíblicas, proyectos diocesanos,
grupos de lectura de la Biblia, jornadas de reflexión, congresos, etc.
En el itinerario que hemos recorrido desde comienzos del siglo XX hasta
nuestros días se que pueden distinguir tres modos de entender el lugar de la
Biblia en la vida y la misión de la Iglesia: el movimiento bíblico, la pastoral
bíblica y la animación bíblica de toda la pastoral.
1.- En los años previos al Concilio, y en paralelo a lo que sucedió con el
movimiento litúrgico, apareció con fuerza el llamado movimiento bíblico.
Tomando conciencia de la escasa incidencia de la Sagrada Escritura en la
vida y la misión eclesiales, este movimiento bíblico se comprometió en la
tarea de la difusión de los textos bíblicos. Al mismo tiempo, fueron
generándose cursos de divulgación bíblica, jornadas de estudio... que
condujeron a la aparición de diversas publicaciones. Son los primeros pasos
del llamado apostolado bíblico. En España, la asociación AFEBE o la revista
Cultura Bíblica son expresión de este movimiento bíblico. En este marco se
inscribe el nacimiento de La Casa de la Biblia.
2.- Después del Concilio se pasó del movimiento bíblico a la pastoral bíblica.
La comprensión de que la difusión del texto bíblico debía de ir acompañada
de la correspondiente formación suscitó numerosas iniciativas de divulgación
que tenían un marcado carácter pastoral. Se multiplicaron los cursos
bíblicos, algunos de ellos a distancia, se profundizó en los estudios bíblicos,
fueron apareciendo por doquier grupos parroquiales que se tenían como
objetivo el estudio de la Biblia, etc.
Esta pastoral bíblica, que fue creciendo en el seno de la llamada "pastoral de
conjunto", se entendía como una pastoral junto a otras pastorales
específicas.
3.- El reconocimiento práctico y generalizado de que la Biblia debe colocarse
en el centro de toda la pastoral y de la vida de la Iglesia es algo
relativamente reciente. En el mensaje final del encuentro de Freising (1994)
se retoma la afirmación del Concilio sobre la centralidad de la Biblia, y se
afirma que "la pastoral bíblica no debe entenderse como una pastoral junto a
otras, sino que debe llevar a que toda la planificación y la praxis pastoral
esté enraizada en el mensaje bíblico".
En el grupo de trabajo de la subregión de Europa del Sur y del Oeste de la
Federación Bíblica Católica formulábamos a finales del siglo pasado (1996)
esta convicción diciendo que en lugar de hablar de la "pastoral bíblica"
deberíamos hablar de la "animación bíblica de toda la pastoral". Con esta
fórmula manifestábamos nuestra convicción de que la Biblia no es objeto de
una pastoral específica, sino que debe animar, como dice el Concilio, toda la
vida de la Iglesia.
Esta es la fórmula que consagra definitivamente Verbum Domini:
"El Sínodo ha invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el
puesto central de la Palabra de Dios en la vida eclesial, recomendando
«incrementar la "pastoral bíblica", no en yuxtaposición con otras formas de
pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral». No se trata, pues,
de añadir algún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las
actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las
asociaciones y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro
personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Así, puesto que «la
ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», la animación bíblica de
toda la pastoral ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de
la persona de Cristo, revelador del Padre y plenitud de la revelación divina"
(VD 73).
Hemos visto el camino recorrido hasta ahora. En este momento, vamos a
pasar a hablar del futuro. Pero antes de seguir me gustaría hacerles caer en
la cuenta de algo que entiendo que es fundamental. La Pastoral Bíblica es,
particularmente si la comparamos con otras áreas pastorales, una pastoral
de éxito: los cristianos aceptan de buen grado las iniciativas bíblicas que se
les ofrecen, hay un verdadero "hambre" de la Sagrada Escritura. Pero
podemos correr el riesgo de pensar que "todo vale". Creo que hemos de
renovar nuestro compromiso con la responsabilidad y con la calidad. En este
sentido, entiendo que es fundamental clarificar los principios hermenéuticos
que orienten la presencia de la Biblia en nuestra pastoral, promover la
formación de cuantos se dediquen al ministerio de la palabra y diseñar
proyectos bíblicos serios que sirvan de marco para la animación bíblica de la
pastoral.
3. Para una animación bíblica de la pastoral
3.1 Algunas claves sobre la presencia de la Biblia en la pastoral de la Iglesia
1. Una lectura atenta y respetuosa del texto.
La Biblia nació en una cultura distinta a la nuestra y en una época de la que
nos separa muchísimo tiempo. El primer acercamiento a un pasaje debe
tratar de descubrir la experiencia creyente que dejaron reflejada en él
nuestros antepasados en la fe y acercarnos a dicha experiencia con respeto.
Para ello es necesario no proyectar sobre el texto nuestra subjetividad,
nuestra particular comprensión de la realidad. Hace falta dedicación y tiempo
para conocer el mundo de la Biblia y aprender a leerla siendo respetuosos
con ella.
Las introducciones y notas de las ediciones de la Biblia, el manejo de algún
comentario bíblico sencillo facilitan la tarea de ir leyendo el texto desde él
mismo.
Esta lectura respetuosa del texto bíblico ayudará a evitar el peligro de una
lectura literalista o interesada, de una lectura fundamentalista.
2. Una lectura atenta y respetuosa de la historia.
La Palabra de Dios es una palabra viva. Las experiencias de fe del pasado
iluminan las experiencias de fe de cada generación y las experiencias que se
viven en diversas situaciones personales y en diversos contextos sociales. El
creyente no lee la Biblia para saber más cosas sobre ella, sino para entender
su propia vida, para reconocer el proyecto de Dios para él.
La lectura de la Biblia exige una lectura atenta y respetuosa de la historia.
Sólo así se puede llegar al diálogo auténtico entre la experiencia reflejada en
los textos de la Biblia y la experiencia de quienes la leen.
En la Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" (1975) de Pablo VI
recuerda que "la fidelidad a un mensaje del que somos servidores y a las
personas a las que hemos de transmitirlo intacto y vivo, es el eje central de la
evangelización" (EN 4). Fidelidad al mensaje y fidelidad al hombre.
3. En la comunidad eclesial.
La comunidad cristiana es quien puede hacer una lectura más penetrante de
la Biblia. La comunidad debe escuchar a los estudiosos de la Biblia, que la
ayudan a leer el texto respetuosamente; a la gente sencilla, que es capaz de
captar mejor su referencia a la vida; y al magisterio vivo de la Iglesia que ha
recibido el encargo de interpretar auténticamente la palabra de Dios. Estas
tres referencias son obligadas para que la interpretación sea verdaderamente
eclesial.
4. Desde la fe en Cristo Resucitado.
La experiencia de los primeros cristianos nos enseña que hay una íntima
relación entre Jesús y las Escrituras: por un lado, las Escrituras nos hablan
de Jesús; y, por otro, Jesús resucitado es la clave para comprender el sentido
de las Escrituras y es quien abre el entendimiento de los discípulos para
comprenderlas. Por ello, en una lectura que se hace desde la fe esta
perspectiva es fundamental.
3.2 La acción pastoral: la vida y la misión de la Iglesia
1. El Servicio bíblico diocesano.
En 1994, coincidiendo con el encuentro de obispos en Freising, los miembros
europeos de la Federación Bíblica Católica propusieron la creación de
servicios o delegaciones diocesanas de animación bíblica en cada Diócesis
con el fin de promover y coordinar la animación bíblica de la Iglesia local. En
las iglesias de América Latina, por ejemplo, es común la existencia de estos
servicios, bajo la forma de Delegación Diocesana de Biblia o Comisión
Diocesana de pastoral bíblica. Algunas Conferencias Episcopales disponen de
una Comisión Episcopal para la Animación Bíblica de la Pastoral. A día de
hoy, en Europa son pocas las diócesis que disponen de un servicio bíblico de
estas características. En España, algunas diócesis van avanzando en este
sentido, ya sea desde la propia necesidad de coordinación de proyectos
bíblicos diocesanos, por la especial sensibilización en este sentido del obispo
de la Diócesis, etc.
Puede servir como ejemplo el caso concreto de la Diócesis de Santander.
Como consecuencia de la actividad bíblica diocesana, surgió la necesidad de
un organismo diocesano que asumiera como tarea y servicio el coordinar, dar
estabilidad e impulsar esta iniciativa pastoral, que por su significado e
importancia en el organigrama pastoral diocesano, requería una atención
especial. Así pues, el obispo de la diócesis designó un responsable que
constituyó un equipo de trabajo. Será éste el centro desde el cual se iría
encauzando toda la dinámica de la lectura creyente de la Palabra de Dios
(convocatorias, materiales, encuentros, revisiones, formación...) así como el
encargado de promover las diversas iniciativas ordenadas a la presencia de
la Biblia en la vida y misión de la Diócesis.
2. Elaboración de un proyecto de animación bíblica de la pastoral
Si existe el Servicio Bíblico Diocesano, su primera función sería la
elaboración de un proyecto de actuación.
Como en todo proyecto, debería especificar:
Objetivo General (Identidad de la animación bíblica de la pastoral).
Objetivos específicos (Identificación de las áreas o ámbitos de acción).
Acciones a realizar.
Plazos de tiempo.
Recursos humanos.
Recursos materiales.
3. La formación de los ministros de la Palabra.
En el encuentro de Freising en 1994 los obispos europeos definían el perfil de
los ministros de la Palabra: "Sólo pueden ser ministros de la Palabra hombres
y mujeres que hayan sido cautivados por el mensaje de la Biblia (dimensión
del testimonio personal), que hayan recibido una formación y una misión
eclesial (dimensión de la comunidad eclesial) y que pueden acercarse al
texto de la Biblia de forma responsable y fecunda (dimensión del
conocimiento de la Biblia y su cultura)".
Al hablar del ministerio de la palabra, Dei Verbum incluye "la predicación
pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana y en un puesto
privilegiado la homilía" (DV 24). Junto a estos ministerios específicos,
situamos también a los lectores en las celebraciones litúrgicas o a los
animadores de los grupos de lectura de la Biblia. Para promover una
formación integral de estos ministros de la Palabra deberíamos atender a los
tres ámbitos que se señalaban en Freising: la lectura y meditación asidua de
la Palabra de Dios, la lectura creyente-eclesial de la Biblia y el conocimiento
de la Biblia.
La lectura y meditación asidua de la Palabra de Dios
Los ministros de la Palabra, cautivados por el mensaje de la Biblia, se
acercan a ella de manera asidua en su lectura, meditación y oración, porque
descubren en ella el fundamento de su vida creyente y de su ministerio.
Los encuentros de formación de catequistas, las reuniones de sacerdotes, las
sesiones específicas de preparación de los lectores... son momentos idóneos
para la lectura y la meditación compartida de la Palabra de Dios. Estas
prácticas suscitan en cuantos participan el deseo de mantenerse fieles a la
lectura personal de la Biblia.
"Alimentarnos de la Palabra para ser servidores de la Palabra en el
compromiso de la evangelización", decía el Papa Juan Pablo II (NMI 40). Es
preciso ser creativos en cuanto a los medios para despertar en los ministros
de la Palabra la inquietud por crecer en la lectura de la Sagrada Escritura.
La lectura creyente-eclesial de la Biblia
El segundo ámbito de la formación tiene que ver con la capacitación para
hacer una lectura de la Biblia como creyentes.
Conviene atender, en primer lugar, a las claves hermenéuticas que capaciten
al lector a realizar un acercamiento creyente a la Escritura. Pero también es
necesaria la profundización en el conocimiento teórico y práctico de la lectio
divina, así como de los diversos itinerarios que tienen en ella su origen.
Estaría bien que en los Seminarios y en las Facultades de Teología se
profundizase en los aspectos relacionados con la iniciación bíblica que los
futuros sacerdotes o agentes de pastoral tendrán un día que promover.
El conocimiento de la Biblia
Finalmente, es preciso transmitir conocimientos acerca de la Biblia
atendiendo al contexto histórico y social en que nació, a los aspectos
literarios y al mensaje que encerraba para sus primeros destinatarios.
4. Acciones concretas
Las posibilidades de actuación son innumerables en el campo de la
animación bíblica de la pastoral. La observación de las necesidades
concretas, la creatividad de los encargados de llevar a cabo esta tarea...
serán las que vayan marcando el desarrollo del proyecto concreto. Sirva esta
relación con algunas de las acciones posibles como ejemplo:
Trasmitir la fe: catequesis, jóvenes, vocación, enseñanza
Animar a la participación en los grupos de lectura creyente de la Biblia,
tanto desde la incorporación de nuevos participantes a grupos ya
existentes, como por la creación de nuevos grupos en zonas y parroquias
de la diócesis en las que aún no se han iniciado.
Celebración de un Día de la Biblia que sirva como promoción de la lectura
de la Biblia y que resalte el significado e importancia de la misma para la
vida de la comunidad.
Celebración de Semanas Bíblicas diocesanas o parroquiales para que los
cristianos tengan un contacto directo con la Palabra. Para ello se pueden
programar algunos encuentros a lo largo de una semana en los que se
utilice la lectio divina y en los que se destaque el elemento celebrativo de
la Biblia.
Posibilitar los medios, contenidos y ayudas personales para la
celebración de jornadas bíblicas parroquiales.
Elaborar un material propio para la participación de los jóvenes en la
lectura creyente de la Palabra de Dios.
Promover la reflexión acerca de la presencia de la Escritura en los
procesos catecumenales. Crear un itinerario de iniciación a la lectura
creyente de la Biblia en la catequesis en el que se combinen la
información básica y una introducción a la práctica.
Elaborar un boletín mensual, distribuido por las parroquias, como medio
de animación e información de los contenidos de esta pastoral.
Promover la formación bíblica de los animadores de los grupos bíblicos,
de los catequistas y de todos aquellos que están desempeñando algún
ministerio eclesial. Preparar cursos centrados en la reflexión sobre
determinados temas bíblicos.
Testimoniar la fe: caritas, salud, justicia y paz
Crear y hacer accesibles publicaciones y materiales bíblicos para su
utilización en los diversos ámbitos pastorales.
Preparar colecciones de lecturas bíblicas atendiendo a las
circunstancias concretas que se están viviendo en cada área pastoral:
salud, pastoral penitenciaria, grupos de caritas...
Profundizar en el estudio del fundamento bíblico de la acción pastoral de
la Iglesia en el ámbito de la caridad.
Habilitar espacios físicos concretos para la lectura de la Biblia.
Preparar guías de lectura bíblica para que los agentes de pastoral se
reconozcan discípulos y enviados a sus propias tareas.
Celebrar la fe: liturgia, arte, religiosidad popular
La celebración dominical de la misa continúa siendo el ámbito de acceso
mayoritario de los fieles a la Palabra. Es necesario aprovechar esta
circunstancia y cuidar todo lo relacionado con la liturgia de la palabra en
la Eucaristía, desde la calidad de la proclamación hasta el buen
funcionamiento de la megafonía.
La homilía debe inspirarse en la Palabra proclamada iluminando desde
ella la vida de la comunidad. La buena preparación de la homilía es
inexcusable. Existen magníficos comentarios bíblicos. Una experiencia
que se va extendiendo es la preparación de la homilía con otros
sacerdotes o en un grupo parroquial.
La presencia de la Escritura está prevista en la celebración de cada uno
de los sacramentos y en numerosos actos de piedad de los fieles. Somos
conscientes, sin embargo, de que en este ámbito queda todavía trabajo
por hacer.
Hay que dar pasos para la promoción del ministerio laical del lector. La
adecuada capacitación de los lectores favorecería una proclamación viva
y comprensible, acorde con la dignidad de la Palabra proclamada.
4. Dos propuestas en el ámbito de la transmisión de la Fe
4.1 La Biblia en la Catequesis
La catequesis es un elemento central de la acción evangelizadora de la
Iglesia. Es incuestionable que la Escritura está cada vez más en la base de
los catecismos y tiene una mayor presencia en el acto catequético. Pero
también es cierto que queda mucho por hacer.
Haced discípulos míos
Entiendo que la presencia de la Biblia en la catequesis tiene como objetivo
preferencial educar al catequizando en la escucha continua de Dios. Esta
actitud de escucha es característica del discípulo de Jesús y le conduce a
transformar su vida a ejemplo de su Maestro. Se trata de reconocer una vez
más que la Escritura es un lugar de encuentro con el Señor. Aportar
contenidos doctrinales, sugerir pautas de comportamiento, etc. son
elementos que se irán desplegando en ese reconocimiento progresivo de la
condición discipular del catequizando.
Podemos recordar la parábola del Sembrador, en la que se plantea la cuestión
de la escucha de la Palabra (Lc 8,1-21). Lucas describe en esta parábola y su
explicación a ese tercer tipo de oyentes –en los cuales fracasa la semilla de
la Palabra– con la expresión "no llegan a la madurez" (Lc 8,14). Y a
continuación, propone las tres acciones del discípulo que madura en la fe:
escucha, conserva la Palabra y da fruto (Lc 8,15). Como ha quedado dicho, las
imágenes del diálogo, la conversación, la correlación escucha-respuesta son
apropiadas para explicar el concepto de revelación tal como lo propone Dei
Verbum (DV 2): desde el punto de vista antropológico se reconoce que el ser
humano no es un sujeto "paciente" en el proceso de la revelación, sino que
desempeña un papel esencial.
El catequista, que es un oyente de la Palabra, tiene como tarea principal
enseñar al catequizando a responder al diálogo amoroso que Dios quiere
mantener con él (tal como hiciera Elí con Samuel, en el relato de 1 Sm 3).
La catequesis es así una escuela que enseña a convertirse en discípulo del
único Señor. Es una escuela que capacita para llegar a adquirir un día la
sabiduría de Dios. Es una acción pastoral que promueve el entrar en sintonía
con Jesús, el Buen Pastor a quien siguen las ovejas "porque conocen su voz"
(Jn 10,4).
Leer la Biblia en la catequesis
Uno de los elementos más urgentes en la catequesis es el establecimiento de
un proceso de iniciación a la lectura de la Biblia. Es tarea principal del
catequista enseñar a leer la Biblia, así como promover espacios de lectura,
meditación y oración en la catequesis. Es fundamental que el catecúmeno
llegue a una completa familiaridad con el texto bíblico, que se encuentre a
gusto con la Escritura ente sus manos; es esencial que llegue a reconocer su
propio proceso creyente en las diversas experiencias de fe que aparecen
relatadas en las páginas de la Sagrada Escritura.
Algunos textos bíblicos
Después de todo lo dicho, la pregunta que hace cualquier catequista es
mucho más inmediata: ¿Qué pasajes de la Escritura tengo que utilizar en la
catequesis? "La catequesis de la comunidad", documento de los obispos
españoles de 1983, proponía una cierta respuesta mediante una denominada
"clave de lectura". En el número 230 leemos lo siguiente:
"La importancia de esta clave de lectura consiste en que tanto el Símbolo,
como el Padre Nuestro, como el Mandamiento del amor, junto a las
Bienaventuranzas, son lo esencial de la Sagrada Escritura: son la "regla de
fe", el modelo de toda oración cristiana y las actitudes básicas que
configuran la vida evangélica." (CC 230)
En la catequesis se deberían ofrecer algunos textos de la Escritura que
permitan al catecúmeno hacer una síntesis de la fe de la Iglesia. Para este
fin, son interesantes los pasajes del Nuevo Testamento en los que se recoge
el kerigma primitivo (p. ej. Hch 2,22-24; 3,13-15; 10,37-43).
El Padre Nuestro (Mt 6,9-13) es modelo de toda oración y presenta una
perfecta síntesis del Evangelio. Siguiendo el ejemplo de Jesús, el catequista
enseña a orar a los discípulos del único maestro. También los Salmos se
descubren como oración cristiana.
El Mandamiento del amor (Mc 12,29-31) y las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12; Lc
6,20-23) pueden ser un buen fundamento en el que situar los pasajes bíblicos
de contenido moral.
4.2 Un Proyecto Diocesano: "Lectura Creyente de la Palabra"
Historia
En 1995 D. José Vilaplana (entonces obispo de Santader) se puso en contacto
con D. Santiago Guijarro (entonces director de La Casa de la Biblia) y le
planteó su deseo de llevar a cabo una acción pastoral de calado diocesano
que animase la evangelización en el camino hacia el jubileo del año 2000.
Fruto del diálogo repetido en varios encuentros es la propuesta de actuación
que acaba formulada en los siguientes términos:
"La lectura de un Evangelio, en grupos, en clave de oración y conversión, con
método sencillo, que abarque al mayor número de personas y poniendo el
acento en cómo traducir, lo que aprendamos en el Evangelio, a la vida
personal y comunitaria. Se propone, por tanto, una lectura continuada,
sencilla, sin entrar en temas generales o teóricos, para que la gente tenga la
experiencia de encontrarse con un evangelio concreto".
D. José comunica el proyecto a toda la diócesis en la homilía de la fiesta de
la Bien Aparecida:
"Vamos a hacer el esfuerzo para acercar el Evangelio a las comunidades
cristianas. Todo cristiano debe conocer más de cerca el Evangelio, meditarlo
y cumplirlo en su vida, porque desconocer el Evangelio es desconocer a
Jesucristo, el Hijo de María, el Hijo de Dios, nuestro Padre".
En el primer domingo de Cuaresma del 1996 se realiza la convocatoria
general, mediante un díptico informativo y un signo (la entronización de la
Palabra) en todas las misas de todas las parroquias de la Diócesis.
Se constituyen grupos de lectura creyente de entre 8 y 12 personas, con un
animador en cada uno de ellos.
En el mes de septiembre de 1996 se celebra el cursillo para Animadores de
los grupos de lectura creyente (participan unas 300 personas,
mayoritariamente seglares).
El 13 de octubre los grupos que se han formado en las parroquias comienzan
sus encuentros.
Metodología
En los grupos, se conjugan dos tipos de lectura a lo largo de 15 sesiones:
Lectura continuada del evangelio. Personalmente o en grupo se va a leer
el Evangelio completo a lo largo del año.
Lectio divina de algunos pasajes, utilizando el siguiente itinerario:
- Miramos nuestra vida: partimos de una experiencia de vida para que todo
el mundo pueda participar.
- Escuchamos la Palabra de Dios: Acoger la Palabra y descubrir la
experiencia de fe reflejada en cada pasaje.
- Volvemos sobre nuestra vida: Iluminar nuestra vida desde la Palabra de
Dios.
- Oramos: Oración personal y compartida, relacionada con lo que hemos
descubierto en el Evangelio para nuestra vida.
El proyecto tendría una duración inicial de tres años, en los que se pretendía
acompañar a los cristianos de Santander hasta la celebración del jubileo del
año 2000. Siguiendo el itinerario propuesto para toda la Iglesia, el primer año
se centraría en la figura de Jesucristo, leyendo el evangelio de Marcos, el
segundo al Espíritu, con Hechos de los Apóstoles, y el tercero al Padre,
mediante la lectura de los escritos joánicos.
Algunos subrayados
Se trata de un proyecto diocesano.
Se nombró un equipo animador diocesano de seis personas, un miembro
por vicaría, para poner en marcha el proyecto y acompañarlo.
Fue y es fundamental el papel desempeñado por el obispo y los
sacerdotes.
Es insustituible el trabajo realizado por los animadores de los grupos
bíblicos.
Fruto de este trabajo se constituyo el Servicio Bíblico Diocesano.
La Casa de la Biblia colabora en la formación de los animadores de
grupos y en la elaboración de los materiales que van a servir de guías
para la lectura creyente.
A lo largo del primer año se crearon 390 grupos en los que participaron
un total de 4520 personas.
La misma experiencia ha traspasado las fronteras de Cantabria y se está
llevando a cabo en diversas diócesis españolas: San Sebastián, Huelva,
Barbastro, Logroño, Jaca, Huesca, León...
Al realizar la evaluación al finalizar el primer curso, se señala lo siguiente:
Aspectos positivos:
Gozo en el descubrimiento de la Palabra de Dios.
Profundización en el compromiso con la parroquia..
Intensidad de las relaciones personales y de comunión.
Integración de toda la Diócesis en un proyecto común.
Impacto positivo de la lectura en grupos entre los sacerdotes.
Aceptación y valoración positiva.
Dificultades o deficiencias:
Falta de costumbre en la lectura de la Biblia.
Desconfianzas iniciales. En pueblos pequeños todos se conocen
demasiado.
Escasez de grupos de jóvenes; sólo 340 matrimonios; no llegan a 200 los
alejados que se han incorporado.
Metodológicamente, los dos últimos pasos (aplicación a la vida y oración)
resultan ser los de mayor dificultad.
Ecos de la experiencia y momento actual
El proyecto ha cumplido sus quince años de vida. Marcos, Hechos, Juan,
Apocalipsis, Pablo, Mateo, Lucas, todo el AT... Durante tres años, se hizo la
lectura de los evangelios dominicales.
D. Vicente Jiménez, actual obispo de Santander, continúa animando este
proyecto. En estos momentos se está realizando un ciclo de tres años en los
que se pretende profundizar en la comprensión de la fe cristiana y crecer en
una vida más acorde con el evangelio mediante la lectura creyente de los
textos bíblicos fundamentales sobre la historia de la salvación.
Cientos de cristianos leen cotidianamente la Biblia en grupo en la diócesis de
Santander.
Conclusión
Hemos hablado de la pastoral, de lo que debemos hacer, de cómo debemos
programar, de todo lo que queda pendiente por realizar... A lo mejor nos
queda la sensación de un cierto agobio, o sentimiento de culpa, o de
responsabilidad desmedida.
Para colocar las cosas en su sitio, quiero terminar con unas palabras de Enzo
Bianchi dirigidas a los presbíteros pero que, por extensión y adaptándolas
convenientemente, pueden aplicarse bien a todos los ministros de la Palabra.
"Hay una expresión en el discurso de Pablo a los obispos-presbíteros de Éfeso
que constituye una orientación fundamental de vida para vosotros. Pablo,
saludando a aquellos colaboradores suyos en el ministerio, les dice: «Os
encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia» (Hch 20,32). En su testamento
apostólico, Pablo no confía la Palabra a los ministros, sino que confía los
ministros a la Palabra. [...] Antes de serles encomendada a ellos la Palabra,
son ellos encomendados a la Palabra; antes de ser portadores de la Palabra,
son ellos mismos entregados a la palabra de Dios.
Muy queridos míos, no lo olvidéis nunca: vosotros podréis llevar la Palabra a
los demás sólo si sois llevados por la Palabra."
(Enzo Bianchi, A los presbíteros. Sígueme, 2005)
· Queremos una Pastoral Bíblica que nos lleve al encuentro con
Jesucristo vivo.
· Queremos una Pastoral Bíblica que nos lleve a una auténtica
conversión
· Queremos una Pastoral Bíblica que fomente la espiritualidad del
seguimiento
· Queremos una Pastoral Bíblica que conduzca a la comunión y
participación
· Queremos una Pastoral Bíblica que promueva eclesialmente la Sagrada
Escritura en todos los niveles de Iglesia.
· Queremos una Pastoral Bíblica que lleve a la solidaridad,
especialmente con los más necesitados
· Queremos una Pastoral Bíblica que dinamice la Nueva Evangelización
· Queremos una Pastoral Bíblica que promueva una actitud misionera
· Queremos una Pastoral Bíblica inculturada
· Queremos una Pastoral Bíblica que oriente para una correcta
interpretación cristiano-católica de la Sagrada Escritura
· Queremos una Pastoral Bíblica que apoye la capacitación y la
formación.
Animación bíblica de la pastoral
Aparecida nos invita a pasar de una pastoral bíblica a una animación
bíblica de la pastoral.
Por: Leonardo Biolatto | Fuente: Catholic.net
En las comunidades, grandes y pequeñas, no faltan aquellos miembros que son
reconocidos por el resto como “expertos” en Biblia. Ejercitan una lectura frecuente de
las Escrituras, las estudian, leen libros sobre interpretación bíblica y asisten a cursos,
seminarios o formaciones. Cuando una comunidad reconoce a estas personas, con el
tiempo termina encargándoles la tarea bíblica. Así como existe una pastoral de la salud
o una pastoral social, se constituye paralelamente la pastoral bíblica. Esta área
parroquial o diocesana trabaja de manera similar a las demás: se reúnen regularmente,
se especializan en su campo y asisten a la parroquia o Diócesis desde sus
conocimientos, a través de subsidios, talleres, aportes, etc.
El problema que suscita esta modalidad, es que el resto de la comunidad, los que no
participan del área, suelen tender a depositar en unos pocos la responsabilidad para
con la Palabra. Así como, inconcientemente, se deposita en los miembros de la pastoral
social, las tareas de atención a los necesitados, de la misma manera se transfiere a la
pastoral bíblica el deber de leer la Escritura, reflexionarla y meditarla. Como si se
tratase de una sistematización o un ahorro de recursos y energías, la mayoría
concuerda en que la Biblia es cuestión de este puñado de personas. Esta transferencia
no devela un error organizativo; debemos entender, amparados en la teología del
Espíritu Santo, que algunos discípulos han sido llamados a
servir primordialmente desde la Palabra. Pero también debemos entender que todos
los discípulos misioneros están llamados a la Palabra y desde la Palabra. Como
mencionamos antes, el error no es organizativo ni carismático, sino de concepto. Que
haya servidoresprimordiales de la Palabra no significa que nos desliguemos de Ella,
tanto como no podemos desligarnos de la acción social a pesar de existir la pastoral
social. La responsabilidad hacia la Escritura es compartida con toda la comunidad, pero
el Espíritu Santo suscita en algunos una dedicación más plena a la labor de
discernimiento, estudio, reflexión, meditación y oración de la Palabra.
Aparecida se hace eco de esta necesidad de reafirmar el concepto de
corresponsabilidad, y asegura sin dudar “la importancia de una pastoral bíblica,
entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o
conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de
evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra” (DA 248). Entre todas las
características de la conversión pastoral a la que nos invita el Documento, aparece la
conversión de la pastoral bíblica, que no existe para restringirse a un grupo selecto,
sino para ser base de cualquier actividad eclesial. La catequesis ha sido,
tradicionalmente, la más ligada a la pastoral bíblica; pues bien, Aparecida quiere que
las demás áreas se liguen también a ella, y más que eso, que se fundamenten en la
Palabra. La animación bíblica de la pastoral es quitarle a la Escritura el elitismo para
ponerla en los cimientos de todos los discípulos misioneros, y así, cimiento de la
Iglesia. Para esta conversión, será preciso convertir la pastoral bíblica, convertir las
demás áreas y convertir a los miembros de la comunidad.
a) Convertir la pastoral bíblica
Los actuales miembros de esta área, a la luz de Aparecida, tendrán que reinterpretar
sus acciones y sus planes de acción. Aquella centralización de la Palabra que pudiesen
haber obtenido con el tiempo, exige descentralizarse, y expandirse desde ellos
mismos, desde su solicitud para con los demás hermanos, y la entrega no egoísta de su
carisma. De una apertura sincera del área bíblica, en parroquias y Diócesis, se
alcanzará la difusión plena de la Palabra.
Podríamos explicitarlo como una propagación del área bíblica a través de las demás
áreas, cimentándolas, apoyándolas, ofreciéndoles la posibilidad de tomar
protagonismo, de animarse a la Biblia. La animación bíblica es, justamente, lograr que
los demás tomen dinamismo respecto a la Palabra: que la lean a diario, que se dejen
interpelar, que encuentren el sentido para sus vidas, que descubran el mensaje
comunitario y personal, que puedan actualizar el Evangelio sintiendo la Buena Noticia
presente y real en el ahora. Animar es dar vida, y en la animación bíblica, dar Vida a
través de la Palabra.
b) Convertir las demás áreas
Más allá de los esfuerzos del área bíblica, las demás áreas de la pastoral deberán
convertir su actitud de alejamiento de la Palabra, descubriendo que la Biblia tiene
injerencias concretas, efectivas y positivas en sus actividades. Además de ser
animadas, las áreas tienen que animarse, perdiendo el miedo infundado a las
Escrituras, preocupándose por acceder a los textos, a su interpretación y a la manera
más adecuada de presentación en sus ámbitos de evangelización. No es necesario
desacralizar la Biblia, pero sí quitarle el halo de intocable que le hemos dado, como
libro difícil, ininteligible, inalcanzable. El proceso de conversión de las áreas consiste en
acercarse a la Palabra, gradualmente, pero con pasos firmes, haciendo lectio divinaen
el comienzo de las reuniones, preparando encuentros realmente centrados en un
pasaje o realizando las evaluaciones de las actividades basados en una lectura bíblica.
c) Convertir a los miembros de la comunidad
La conversión personal respecto a la Biblia es fundamental, tanto para el alimento
personal del discípulo misionero, como para la evangelización. Los miembros de la
comunidad, en la misma línea anterior, sin desacralizar, deben perder el miedo a la
Escritura y acercarse a ella para la lectura cotidiana. Aparecida nos llama a animar
nuestras vidas con la Palabra, a encontrar en los textos bíblicos la historia del Pueblo
de Dios, la historia de la salvación, que nos involucra directamente con nuestras
historias personales. El mensaje actual de la Escritura está, paradójicamente, en la
eternidad de la Palabra, y no podemos dejar de valernos de ello para el acontecer
cotidiano.
El discipulado transcurre escuchando al Maestro. ¿Y dónde escucharlo? La Biblia es un
lugar privilegiado para oírlo. Dice el Documento: “Encontramos a Jesús en la Sagrada
Escritura, leída en la Iglesia” (DA 247). Será este encuentro vivencial el que nos
impulse a la misión, como también afirma el Documento: “Hemos de fundamentar
nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de
Dios” (DA 247).
Animación Bíblica de la Pastoral consiste en hacer que en todas las acciones
eclesiales esté presente la Escritura dándoles vida. La Animación Bíblica de la
Pastoral ayuda a tomar la Palabra de Dios como fuente del seguimiento del Señor
(vocación), del encuentro fraterno en la comunidad eclesial (comunión) y del
testimonio y anuncio de la buena nueva de Jesucristo (misión).
Antes se hablaba de Pastoral Bíblica y se entendía como una sección más que no
necesariamente tenía que ser tomada en cuenta por las demás Pastorales (Salud,
Social, Familiar, Juvenil, etc.), se veía simplemente por un área que trabajaba por
difundir el estudio de la Palabra de Dios. Pero fueron los mismos Papas,
especialmente Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora el Papa Francisco, que en los
últimos documentos, como en la Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio), que
insistieron en que toda la acción pastoral de la Iglesia debe estar imbuida por la
Palabra de Dios, por lo que deja de entenderse como un aspecto propio de la
Pastoral.
La animación bíblica de la pastoral
La animación bíblica de la pastoral viene a ser toda aquella actividad de la Iglesia, que tiende a que
“la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se alimente y se rija por la Sagrada
Escritura”, (cf. Dei Verbum 21). Es decir, la pastoral misma como todo el quehacer evangelizador
de la Iglesia están animados por la Sagrada Escritura, su centro y motor fundamental es la Palabra
de Dios. Se requiere que la Sagrada Escritura sea el alma de la pastoral, su corazón, su fuente, la
que le da vida. De la Palabra de Dios se nutre la Iglesia para alimentar la fe de sus hijos e hijas, en
su quehacer pastoral, el cual se manifiesta en sus diversas acciones evangelizadoras como la
liturgia, la catequesis y la caridad; en la oración personal, en la vida de las familias y de las
comunidades cristianas, como ámbitos o áreas pastorales. La animación bíblica de la pastoral, dice
relación a la vida de la Iglesia y se hace específica por su referencia a la Sagrada Escritura. Es una
pastoral alimentada y sostenida por la Biblia. No pensamos aquí en un movimiento, una
organización de las tantas que ya tenemos en la Iglesia, pues la estaríamos considerando como
cosa exclusiva y patrimonio de unos pocos, en contra de lo que enseña el Concilio Vaticano II. El
documento de Aparecida trata de “la importancia de una pastoral bíblica, entendida como
animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra,
de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de
proclamación de la Palabra” (D A 248). 4 Además, la entiende no como un grupo más, no se
restringe a un grupo selecto, sino que es la base de cualquier actividad eclesial. La reciente
exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de
la Iglesia al hablar de la Animación Bíblica de la Pastoral dice en el numeral 73: “El Sínodo ha
invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la
vida eclesial, recomendando «incrementar la “pastoral bíblica”, no en yuxtaposición con otras
formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral». No se trata, pues, de añadir
algún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las
comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen realmente
por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Así, puesto que «la
ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», la animación bíblica de toda la pastoral
ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la persona de Cristo, revelador del
Padre y plenitud de la revelación divina. Por tanto, exhorto a los pastores y fieles a tener en cuenta
la importancia de esta animación: será también el mejor modo para afrontar algunos problemas
pastorales puestos de relieve durante la Asamblea sinodal, y vinculados, por ejemplo, a la
proliferación de sectas que difunden una lectura distorsionada e instrumental de la Sagrada
Escritura. Allí donde no se forma a los fieles en un conocimiento de la Biblia según la fe de la
Iglesia, en el marco de su Tradición viva, se deja de hecho un vacío pastoral, en el que realidades
como las sectas pueden encontrar terreno donde echar raíces. Por eso, es también necesario
dotar de una preparación adecuada a los sacerdotes y laicos para que puedan instruir al Pueblo de
Dios en el conocimiento auténtico de las Escrituras. 5 Además, como se ha subrayado durante los
trabajos sinodales, conviene que en la actividad pastoral se favorezca también la difusión de
pequeñas comunidades, «formadas por familias o radicadas en las parroquias o vinculadas a
diversos movimientos eclesiales y nuevas comunidades», en las cuales se promueva la formación,
la oración y el conocimiento de la Biblia según la fe de la Iglesia.” Con una bien entendida
“animación bíblica de la pastoral” se le quita a la Escritura un cierto “elitismo”, para ponerla en los
cimientos de todos los discípulos misioneros, y así, que éstos sean, a su vez, cimiento de la Iglesia.
Para esto, será preciso convertir a la Palabra a nuestras diócesis, convertir a ella todas las áreas
pastorales, y convertir a ella a todos los miembros de la comunidad.
Algunas funciones de la Animación Bíblica de la Pastoral
· Creación, consolidación y formación de equipos de animación bíblica en las diversas diócesis.
· Facilitar toda una escuela de interpretación bíblica, para descubrir lo que Dios nos revela
mediante el lenguaje que nos presenta la Escritura, de aquel tiempo y cultura.
· Enseñar a interpretar los textos sagrados ayudando a descubrir sus sentidos genuinos.
· Estimular y ayudar a los sacerdotes y ministros de la Palabra a que ofrezcan homilías bien
preparadas, en especial, a los lectores, delegados de la Palabra y laicos predicadores. 6
· Ofrecer formación bíblica a los catequistas en todas sus formas y con las diversas posibilidades y
recursos bíblicos con los que hoy se cuenta.
· Presentar la Sagrada Escritura como mediación para el encuentro con Jesucristo vivo y fuente de
humanización.
· Emplear la Sagrada Escritura como fuente de espiritualidad del discípulo misionero, promoviendo
el ejercicio de la Lectio divina.
· Promover una adecuada proclamación de la Palabra en la liturgia y una adecuada formación
bíblica para animadores litúrgicos.
· Que la animación bíblica sea escuela de evangelización para conducir la vida según los criterios
de Dios (conversión) y hacerse testigos de su Reino y solidarios con todos y todas (el anuncio).
· Hacerse Iglesia “servidora de la Palabra en el compromiso de la evangelización”.
· Ofrecer la Palabra de Dios como fuente constitutiva de una auténtica personalidad cristiana
(criterios, valores y actitudes).
Se han dado ya pasos significativos en esta perspectiva en el quehacer pastoral. Por ejemplo, se ha
incrementado significativamente la “Lectio divina” donde la Palabra de Dios, como lluvia
mañanera, pasa“ empapando la tierra” (Is 55,10- 11), dejando un sabor inolvidable en varias
experiencias bíblicas con laicos, catequistas o cristianos que se acercan con fe, apertura de
corazón y devoción a la Biblia, en especial, desde el contexto del Sínodo de la Palabra. El mismo
Benedicto XVI considera que la recuperación de la práctica de la Lectio divina, es decir, la
meditación orante de la 7 Sagrada Escritura, traerá una nueva primavera espiritual para la Iglesia.
Basta, por otro lado, hacer la experiencia una vez y que la Palabra haga “arder el corazón” (Lc
24,32), para que el creyente se sienta atraído a la lectura de la Biblia. Tal es la finalidad de la Lectio
divina y en última instancia, de la animación bíblica de la pastoral.