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El Sheol, El Hades y El Infierno

El documento analiza el significado de varias palabras relacionadas con la muerte y el castigo eterno según las Escrituras. Explica que Sheol, Hades e Infierno se refieren originalmente a tumba o sepulcro, no a un lugar de tormento. El lago de fuego u horno ardiente simbolizan una destrucción definitiva, no tortura eterna. Algunos serán destruidos para no existir más, no atormentados para siempre.
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El Sheol, El Hades y El Infierno

El documento analiza el significado de varias palabras relacionadas con la muerte y el castigo eterno según las Escrituras. Explica que Sheol, Hades e Infierno se refieren originalmente a tumba o sepulcro, no a un lugar de tormento. El lago de fuego u horno ardiente simbolizan una destrucción definitiva, no tortura eterna. Algunos serán destruidos para no existir más, no atormentados para siempre.
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15/4/2020 El Sheol, el Hades y el Infierno

Articulos

El Sheol, el Hades y el Infierno


1 Muchas organizaciones religiosas imparten la enseñanza de que los inicuos son eternamente
atormentados en un infierno de fuego, pero ¿Puede una cosa así ser cierta? ¿Procede esta enseñanza
de las Escrituras canónicas? Todos sabemos que se habla en ellas del ’infierno’, pero aunque
conocemos el significado que la tradición atribuye a este lugar ¿Cómo describen las Escrituras en
realidad el infierno?

2 Ahora bien, la palabra infierno proviene de la traducción al latín de la palabra hebrea ‘Sheol’ y de la
palabra griega ‘Hades’, porque tanto el ‘sheol’ cómo el ‘hades’ se corresponden verdaderamente con el
sentido original de la palabra ‘infierno’, que viene del término latino ‘inferi’ y que quiere decir ‘inferior’,
‘bajo’ o ‘debajo’, por lo que se empleaba para designar una sepultura.
Las palabras ‘sheol’, ‘hades’ e ‘inferi’ o infierno tienen por tanto el mismo significado y designan
inequívocamente una tumba, un sepulcro o un lugar donde reposan los que mueren, y en este sentido se
emplean en las Escrituras.
En las Escrituras canónicas del Antiguo Testamento, aparece la palabra ‘sheol’ sesenta y cinco veces
pero en muchas traducciones al castellano se vierte con palabras distintas, de acuerdo con el sentido
que el traductor considere más conveniente darle; por ejemplo:
En la Versión Valera (1934) se vierte cómo ‘sepulcro’ 31 veces, cómo ‘sepultura’ 13 veces, cómo
‘infierno’ 11 veces, cómo ‘abismo’ 3 veces, cómo ‘profundo’ 3 veces, cómo ‘huesa’ 2 veces, cómo
‘hoyo profundo’ 1 vez y cómo ‘fosa’ 1 vez.
En la Versión Valera (Revisión 1960) se vierte cómo ‘seol’ 63 veces y cómo ‘sepulcro’ 2 veces.
En la Versión Torres Amat (1925) se vierte cómo ‘sepulcro’ 16 veces, cómo ‘infierno’ 34 veces, cómo
‘infiernos’ 3 veces, cómo ‘infierno o sepulcro’ 2 veces, cómo ‘muerte’ 2 veces, y cómo ‘muera’,
‘sepultura’, ‘fajas mortuorias’, ‘infierno o muerte’, ‘infiernos o sepulcro’, ‘profundo’, ‘a punto de
morir’ y ‘abismo’, una vez cada una.
Con esto, el significado de ‘sheol’ queda un tanto confuso.
En las Escrituras cristianas, aparece la palabra griega ‘hades’ 10 veces.
En la Versión Valera (1934) ‘Hades’ se vierte cómo ‘infierno’ 8 veces y cómo ‘infiernos’ 2 veces.
En la Versión Valera (Revisión 1960) se vierte cómo ‘hades’ las 10 veces.
En la Versión Torres Amat (1925) se vierte cómo ‘infierno’ 7 veces, cómo ‘sepulcro’ 2 veces y cómo
‘profundo del infierno’ 1 vez.
Esta confusión se produce cuando las palabras que originalmente expresan conceptos equivalentes, al
ser traducidas adquieren por algún motivo, un sentido distinto del propio.

3 Relata Moisés que cuando Jacob lloraba a su hijo José, “…se negaba a ser confortado y decía: ‘En mi
dolor bajaré con mi hijo al sheol’…” (Génesis 37:35) Evidentemente se refería a que el dolor que
experimentaba le llevaría a la tumba; pero hay muchos otros ejemplos de lo que el sheol representa,
leemos: “…los lazos del sheol me rodearon; me aguardaban las redes de la muerte”. (2Samuel 22:6) y
Job rogaba a Dios: “¡Oh que en el sheol tú me guardases! Que me ocultases allí dándome tregua hasta
que tu cólera cese, para después acordarte de mí…” (Job 14:13)
También Salomón dice: “…los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben ni hay para
ellos recompensa; se olvida su recuerdo, lo mismo que su amor, su odio o su envidia, porque ya han
perecido y no toman ni tomarán parte alguna en las cosas que acontecen bajo el sol… Haz con todas tus
fuerzas las cosas que tu mano desee, porque en el sheol a donde vas, no existen trabajos ni
pensamientos ni ciencia ni sabiduría”. (Eclesiastés 9: 5-6,10)
Y David escribió “¿A dónde huiré de tu espíritu? ¿A donde huiré de tu presencia? Si subiese hasta los
cielos ¡Estás tú! Si me acostase en el sheol ¡Allá estás!” (Salmos 139:7-8) y refiriéndose proféticamente
a Cristo, escribe en otro lugar: “…no abandonarás mi alma en el sheol ni permitirás que tu leal vea la
corrupción”. (Salmos 16:10)

4 En las Escrituras cristianas, la palabra ‘sheol’ se traduce cómo ‘hades’ y también cómo ‘infierno’. Por
ejemplo, algunas versiones traducen así las palabras de Pedro cuando cita a David: “…no dejarás mi
alma en el hades ni permitirás al que te es fiel ver la corrupción…” y hablando de él, dice: “…de
antemano vio y habló con respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el hades ni
vio su carne la corrupción”. (Hechos 2:27-31) Mientras que otras dicen: “…no dejarás mi alma en el
infierno, ni darás a tu Santo que vea corrupción…” y “…Viéndolo antes, habló de la resurrección de

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Cristo, que su alma no fue dejada en el infierno, ni su carne vio corrupción”. (Hechos 2:27-31) También
cuando Jesús le dice a Juan: “…llegué a estar muerto, pero, ¡mira!, vivo para siempre jamás, y tengo las
llaves de la muerte y del hades”, (Apocalipsis 1:18) traducen otras: “…he sido muerto; y he aquí que
vivo por siglos de siglos, Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte”. (Apocalipsis 1:18) Y
cuando Juan explica: “…después de que el mar, la muerte y el hades hubiesen devuelto a los muertos
que encerraban para que fuesen juzgados según sus obras, la muerte y el hades fueron arrojados al
lago de fuego que representa la segunda muerte…” (Apocalipsis 20:13-14) algunos vierten: “…el
mar dio los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos;
y fue hecho juicio de cada uno según sus obras. Y el infierno y la muerte fueron lanzados en el lago
de fuego. Esta es la muerte segunda”. (Apocalipsis 20:13-14)

5 Consecuentemente, el sheol, el hades y el infierno, en ningún caso se refieren a un lugar donde los
inicuos están sufriendo un tormento eterno. Sin embargo, Jesús habló de un ‘lago de fuego’ y en otra
ocasión, dijo: “Lo mismo que la cizaña se recoge y se quema en el fuego, ocurrirá cuando el fin del
mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que retirarán de su Reino a todos los que causan
tropiezos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el
rechinar de dientes” (Mateo 13:42-42) ¿Qué representan pues el ‘lago y el horno de fuego? En tiempos
de Jesús había a las afueras de Jerusalén, un vertedero llamado Gehena o Ge-ben-Hinom, donde se
arrojaban basuras, animales muertos y a veces, cadáveres de criminales. Por motivos de higiene,
regularmente se echaba en aquel lugar azufre, de modo que el fuego estuviese siempre ardiendo y todo
quedase convertido en cenizas. Jesús quiso emplear este lugar por todos conocido, cómo ilustración de
una destrucción definitiva, pero este ‘horno ardiente’ o “…lago de fuego que arde con azufre…”
(Revelación 19:20) no representaba un sepulcro o un lugar de tortura, solamente un lugar donde todo
se consumía desapareciendo definitivamente.

6 Es verdad que en algunas versiones el traductor vierte impropiamente la palabra ‘Gehena’ cómo
infierno, sin embargo, tanto el ‘fuego eterno’, cómo el ‘horno de fuego’, o el ‘lago de fuego’ o ‘el
Gehena’, simbólicamente representan lo que en las Escrituras se denomina ‘la segunda muerte’, una
condena a la eterna no existencia; a esto se refería Jesús cuando dijo: “… no tengáis miedo de quienes
matan el cuerpo pero no pueden destruir la vida (futura); más bien temed a aquel que puede destruir
totalmente ambos, vida y cuerpo, en el Gehena”, (Mateo 10:28 Diaglott) Y en armonía con estas
palabras, Pablo escribió: “…durante la revelación de nuestro señor Jesús… cuando él, junto con sus
poderosos ángeles, ejecute desde el cielo por medio de un fuego purificador, el justo juicio sobre los
que no conocen a Dios, que son los que no han querido escuchar su buena nueva… alejados de la
presencia del Señor y de su gloriosa manifestación, padecerán la justa condena de la destrucción
eterna…” (2Tesalonicenses 1:7-9) Ahora bien, padecer una destrucción eterna es algo muy diferente
de padecer un tormento eterno.

7 Esta destrucción definitiva o eterna es pues una muerte sin resurrección que ha sido adquirida cómo
consecuencia de la propia maldad y que nada tiene que ver con la que Pablo menciona cuando
refiriéndose a la muerte heredada, dice: “Igual que por causa del primer hombre el pecado entró en el
mundo, por causa del pecado, la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos heredaron
el pecado”. (Romanos 5:12) Él mismo explica que: “…si voluntariamente pecamos después de haber
recibido el pleno conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, sino la terrible
espera del juicio y la furia del fuego, pronto a devorar a los rebeldes”, (Hebreos 10:26-27) y Juan
relata que vio cómo “…se abrieron los libros que guardaban los recuerdos y también se abrió el libro de
la vida para que los muertos pudieran ser juzgados en base a sus obras, escritas en los libros de
recuerdos”. Y cuando todos fueron juzgados, “…la muerte y el hades fueron arrojados al lago de
fuego que representa la segunda muerte, cómo también lo fueron todos aquellos que no estaban
inscritos en el libro de la vida”. (Apocalipsis 20:12-15) Luego Juan explica: “Aquel que se sienta en el
trono me dijo: ‘Mira, hago nuevas todas las cosas’ y continuó: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles
y veraces’, y después añadió: ‘¡Todo se ha cumplido! Los que hayan vencido heredarán estas cosas, yo
seré su Dios y ellos serán mis hijos. Pero los cobardes, los que no tienen fe, los depravados, los
asesinos, los fornicadores, los que practican magia, los idólatras y todos los mentirosos, hallarán su
lugar en el lago de fuego que arde con azufre y que significa la segunda muerte’”. (Apocalipsis
21:5-8)

8 También Pedro habla de esta destrucción de los malvados, y comparándola a la de Sodoma y


Gomorra, dice: Dios “…condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, que fueron
reducidas a cenizas para que sirviesen cómo ejemplo a todos los que en el futuro viviesen de modo
impío…” (2Pedro 2:6) Estas ciudades fueron destruidas por fuego, pero no continuaron ardiendo para
siempre, simplemente desaparecieron para siempre por causa de la maldad de sus habitantes, cómo
ejemplo de lo que les ocurrirá a los malvados. En ningún lugar se habla pues de que los impíos vayan a
ser eternamente atormentados ni que sigan viviendo dentro de un lago de fuego. Se dice en cambio, que
su muerte será eterna y definitiva.

9 Pablo escribe: “…de hecho, nosotros no combatimos contra carne y sangre, si no contra los gobiernos,
las autoridades y los gobernantes cósmicos de estas tinieblas, o sea, contra las fuerzas espirituales
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malvadas que habitan las regiones celestes…” (Efesios 6:12) Según las Escrituras, Satanás y sus
ángeles no están recluidos en ningún lugar llamado infierno; se hallan en las regiones celestes y serán
desalojados de allí en el Día de Yahúh. Refiriéndose a este Día, Juan dice: “En el cielo había estallado
una batalla; Miguel y sus ángeles combatieron contra el Dragón y aunque el Dragón y sus ángeles
lucharon, no pudieron prevalecer y perdieron su lugar en los cielos. Con esto, el gran Dragón, la
antigua serpiente, el que es llamado Diablo y Satanás, y está engañando a la humanidad entera, fue
arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él”. (Apocalipsis 12:7-9) Entre todas las cosas
y personas que serán simbólicamente arrojados al Gehena o lago de fuego para ser destruidos, estarán
también ellos, pues Juan explica: “…el Diablo que los extravió será precipitado en el lago de fuego que
arde con azufre, donde ya fueron arrojados la bestia salvaje y el falso profeta, y su condena será un
ejemplo que se recordará día y noche por los siglos de los siglos”. (Apocalipsis 20:10) No recibirán
un tormento de duración eterna; serán irreversiblemente eliminados y su destrucción servirá cómo
ejemplo y recordatorio por los siglos de los siglos.

10 La idea de que en un hipotético lugar llamado infierno, situado bajo tierra y siempre en llamas, Dios
permite la tortura eterna de los malvados, no procede de la Biblia; esta creencia, cómo tantas otras
doctrinas, penetró en el judaísmo y más tarde en el cristianismo, a través de las tradiciones del
helenismo que las naciones de cultura greco-romana habían adoptado antes de ser cristianizadas,
estableciéndose firmemente en la cristiandad, auspiciada por sus pastores, que podían utilizarla en
beneficio propio. Durante en Renacimiento, Dante Alighieri describió en su “Divina Comedia”, las torturas
de un infierno que nada tiene que ver con el que nos muestra la Escritura y sin embargo la mayoría de
las comunidades cristianas defienden. Pero nosotros debemos recordar las palabras de Jesús a la mujer
samaritana: “…llega una hora y ahora es, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en
espíritu y verdad”. (Juan 4:23) Y el apóstol Juan nos advierte: “…vosotros… sabéis que ninguna
mentira puede proceder de la verdad”. (1Juan 2:21) Seamos pues adoradores verdaderos,
busquemos la verdad que se halla en la enseñanza apostólica, y amémosla defendiéndola sin temor,
porque sabemos que “…ciertamente, el Padre busca a los que así le adoran”. (Juan 4:24)

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