Cazau - Teoría de La Comunicación Humana de Palo Alto
Cazau - Teoría de La Comunicación Humana de Palo Alto
1. Marco de referencia
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búsqueda al azar de la mejor combinación que le permita una adecuada configuración
interna. Tal equilibrio puede alcanzarlo en segundos o en horas, pero un organismo vivo
debe hacerlo mucho más velozmente para poder adaptarse y sobrevivir. Además, el ser
vivo tiene otra diferencia con el aparato de Ashby: para cada nueva adaptación considera
las adaptaciones anteriores, y no tiene que empezar cada vez desde cero.
Se llama proceso estocástico a estas nuevas combinaciones que van repitiéndose cada vez
más por ser las más adaptativas. Según la teoría de la información, los procesos
estocásticos muestran una propiedad: la redundancia o constricción. Una conclusión que
se extrajo del estudio de esta redundancia es que todos nosotros tenemos un amplio
conocimiento sobre la legitimidad y probabilidad estadística inherentes tanto a la sintaxis
como a la semántica de las comunicaciones humanas, aún sin percatarnos de ello. Sabemos
armar palabras y sus significados sin haber aprendido sintaxis o teoría semántica.
Pero también hay redundancia a nivel pragmático, básicamente similar a la redundancia
sintáctica o semántica, pues también contamos con un amplio conocimiento que nos
permite evaluar, modificar y predecir la conducta, ya que podemos entender que la
persona A actúa sobre B, ésta a su vez sobre A, y sobre ambas formas influye también el
contexto.
Sin embargo, es en esta área pragmática donde menos conciencia tenemos de las reglas de
la comunicación o la interacción entre personas. A pesar de estar permanentemente
comunicándonos, somos casi por completo incapaces de comunicarnos acerca de la
comunicación. Del mismo modo que un observador que no sabe ajedrez, al ver una partida
puede ir sacando conclusiones sobre las reglas de juego en base a ciertas redundancias
(repeticiones) que ve, así también al estudiar a las personas que se comunican podemos
también detectar redundancias para conocer las reglas de la comunicación. O sea, se
pueden identificar configuraciones complejas de redundancias, más allá de los agregados
especulativos que pueda hacer el observador sobre el juego que observa (inventando
mitologías acerca del ajedrez, etc.).
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Al cabo de cierto tiempo, a estas combinaciones o configuraciones que hemos descubierto
les asignamos, a cada una, una cierta probabilidad. Por ejemplo, es más probable que
después de una R venga un A que una S, etc. Nos vamos así acostumbrando a ciertas
secuencias.
Hemos relacionado hasta aquí dos conceptos importantes: redundancia y probabilidad.
Cuanto más se repite una determinada secuencia o combinación (cuanto más redundancia
hay), más probabilidades hay que vuelva a aparecer esa secuencia en el resto del texto. Por
ejemplo, si de 10 veces, la Q apareció seguida de U en 9 oportunidades, la probabilidad de
hallar la combinación QU será de 0.9, es decir muy próxima al valor 1, que equivale a la
certeza.
Relacionemos ahora redundancia y probabilidad con otros dos conceptos importantes: con
información e incongruencia. Si nosotros conociéramos de antemano todo el contenido de
un texto, leerlo no nos daría ninguna información. Mutatis mutandis, si nosotros
supiéramos qué letras aparecerían después de una letra dada, esto tampoco sería
información. Si vemos la letra Q, en el caso de un idioma conocido como el castellano,
sabemos seguro que luego viene la U, lo cual no representaría una novedad, una sorpresa
para nosotros, y por tanto no sería información nueva, porque información, en el sentido
que da al término Shannon, debemos asociarla con novedad, incertidumbre, sorpresa, con
un 'no saber'. Hay información realmente cuando luego de una letra viene una sorpresa,
una combinación que yo desconocía.
Estrictamente hablando, y en esto nos alejamos un poco del sentido original de lo que era
información para Shannon, el hecho de que después de la Q viene una U es de alguna
forma información, es la medida que viene a confirmar aún más cierta secuencia de
símbolos. Es algo que hace aún más seguro mi conocimiento sobre la existencia de tal
secuencia.
Incluyamos ahora en este esquema la idea de incongruencia. Leyendo el mismo texto en
castellano, vemos por ejemplo aparecer la secuencia TSZC, que jamás habíamos visto. En
principio, decimos que se ha presentado una incongruencia, algo que está violando las
reglas sintácticas del idioma en cuestión, aunque también tenemos otras posibilidades:
aceptarla como una nueva regla sintáctica, o considerar que se trata de una palabra en otro
idioma que, por un motivo u otro, ha sido necesario introducir en el discurso, como
cuando, hablando en castellano, aparece la expresión nieTSZChe.
2. Jugar al ajedrez.- Así como en el examen de un texto detectamos ciertas regularidades o
secuencias definidas, también aquí el observador de una partida de ajedrez buscará lo
mismo. Verá por ejemplo que cada vez que el alfil se mueve, lo hace invariablemente en
diagonal, con lo cual ha descubierto una regla del ajedrez: "los alfiles se mueven en
diagonal". Observa también que cualquier partida empieza siempre con un movimiento de
peón o con uno de caballo, que la primera pieza en moverse es blanca, que cualquier pieza
puede 'comer' otra pieza del adversario, etc. En una palabra, va descubriendo las reglas del
juego.
Una de estas reglas que el observador descubrió pudo haber sido, por ejemplo: "los
jugadores mueven las piezas por turno, en forma alternada", de manera que ningún
jugador puede mover dos piezas consecutivamente. Sin embargo, hacia la mitad de una
partida observa lo que se llama un 'enroque', donde un jugador mueve dos piezas
consecutivamente. Esto deja de ser redundante, aquí se rompe lo repetitivo y es, por tanto,
altamente informativo. El observador tiene dos opciones: disolverá la incongruencia
considerándola como otra regla más del juego, o bien la verá como un error de los
jugadores. Lo más probable será aceptar la primera opción, pues se supone que el jugador,
si bien puede hacer una jugada equivocada, no puede hacer mal un movimiento básico.
3. Observar una familia.- Los dos tipos de redundancia que hemos examinado e ilustrado
son redundancias sintácticas, es decir, aluden a repetición de combinaciones. En el caso de
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las interacciones familiares, y puesto que las secuencias que pueden repetirse son
secuencias de conductas, hablaremos de redundancias pragmáticas.
Habíamos dicho que a mayor redundancia o repetición de una determinada combinación,
mayor probabilidad de que vuelva a aparecer, y menor es la información que obtenemos.
Poca o mucha, el monto de información que obtengamos nos va a permitir hacer tres
cosas: evaluaciones, modificaciones y predicciones. Por ejemplo en el caso del lenguaje
castellano, si después de un Q veo aparecer una F, puedo 'evaluar' la F como una
incongruencia, y proceder a 'modificarla' por una U, mientras que si veo aparecer sólo la Q
puedo 'predecir' que después vendrá una U.
Del mismo modo, si veo al ajedrecista tomar un peón y tirarlo por la ventana, 'evalúo' su
jugada como una incongruencia, y puedo también indicarle al jugador que 'modifique' su
jugada porque no entra en las reglas, y, también, si el jugador toma un peón puedo
predecir con cierto grado de probabilidad hacia donde lo moverá.
El terapeuta sistémico hace otro tanto: si ve que un miembro de la familia ignora o no tiene
en cuenta las opiniones del otro, por ejemplo la opinión del paciente designado, 'evalúa'
esa conducta como una incongruencia, pues no respeta las reglas consideradas para una
familia sana. Por tanto, procede a 'modificar' esta conducta mediante diferentes técnicas
(provocación, cuestionamientos circulares, coaliciones, etc.).
También puede 'predecir', luego de haber observado un tiempo a la familia, como
reaccionará cada uno ante las conducta de otro u otros. Notemos que el terapeuta tiene una
idea previa acerca de lo que se considera una familia sana y una enferma: cada una se rige
por reglas diferentes, y lo que debe hacer el terapeuta es primero diagnosticar, es decir,
identificar las reglas que funcionan para la familia en cuestión, para luego, si son
patológicas, modificarlas. Para ello debe estar especialmente sensibilizado para detectar
incongruencias, es decir comportamientos que se apartan de la lógica sana, conductas
inesperadas. Si bien el terapeuta está entrenado en esta habilidad, cualquier persona es
especialmente sensible a las incongruencias, es decir, a conductas regidas por reglas
diferentes a las propias. Cuando vamos a otro país advertimos muchas 'incongruencias',
porque allí las reglas son otras.
En otras palabras, somos particularmente sensibles cuando aparece una intercambio
comunicacional 'ajeno' a nuestras propias reglas. Esto es muy importante: los miembros de
la familia no advierten sus propias conductas incongruentes, pues a ellos les parecen
naturales. Pero alguien de afuera, es decir, alguien que sigue otras reglas, como el
terapeuta, está en mejores condiciones de detectar la incongruencia, y su objetivo es de
alguna forma lograr que los miembros de la familia se pongan también 'afuera' para tomar
conciencia de las incongruencias. Este ponerse afuera implicará 'comunicarse acerca de la
comunicación', es decir, 'hablar acerca de lo que están diciendo'.
Esto a veces nos cuesta a todos nosotros en la vida cotidiana, entre otras cosas por una
cuestión de desconocimiento: interactuamos con los demás pero desconocemos, en mayor
o menor medida, las reglas de dirigen nuestras interacciones, del mismo modo que
hablamos sin conocer las reglas sintácticas o gramaticales del lenguaje.
Algo similar ocurre con los actos fallidos de que hablaba Freud. Los actos fallidos y las
reglas interaccionales pueden tener distintos grados de concientización, desde un toma de
conciencia plena, hasta un estado donde, por más que a la persona se le explique que tuvo
tal o cual equivocación o que su conducta está dirigida por cierta regla, no puede
percatarse de ello. Cuanto más abstractas son las reglas de interacción, tanto más difícil se
hace tomar conciencia de ellas, decía Bateson (y aquí podríamos anotar el contraste con la
opinión freudiana, para quien la toma de conciencia en cuestión se hace más difícil cuanto
más próximas estén a un núcleo conflictivo inconciente). Sin embargo, un observador
externo, como puede ser un terapeuta, le resulta más sencillo captar estas reglas. ¿Cómo lo
hace? Observando ciertas repeticiones, ciertas 'redundancias' en el comportamiento de una
familia, a partir de las cuales está en condiciones de descubrir sus reglas de juego -
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normales o patológicas- y puede predecir qué nuevos intercambios ocurrirán. También
observará que hay intercambios que no se repiten, que ocurrieron solo una vez en todo un
grupo de sesiones, y por tanto el observador le asignará una menor probabilidad de
ocurrencia.
Así como luego de ver varias partidas, el observador puede llegar a enunciar las reglas del
ajedrez, así también el terapeuta, luego de varias sesiones, puede también detectar las
reglas del funcionamiento familiar. La obra pionera de Scheflen ha mostrado que esas
reglas o pautas no sólo existen, sino que además son increíblemente repetitivas y
estructuradas: el observador-terapeuta ha identificado una configuración compleja de
redundancias, primer paso para luego ayudar a cambiarlas, si es que son patológicas. En
términos de computación, el terapeuta detecta en base a qué 'programa' funciona la
familia.
Una última comparación, para terminar de redondear lo dicho. Así como hay familias
sanas y enfermas, podríamos considerar hipotéticamente un lenguaje sano y uno enfermo,
y un ajedrez sano y otro enfermo, siendo la diferencia que ambos se rigen por reglas
distintas. Tal vez en un ajedrez 'enfermo', una jugada permitida consiste en poner un peón
arriba de una torre aunque a los que están jugando les parezca natural, o en un lenguaje
'enfermo' está permitida la combinación SSSS. Del mismo modo, en una familia enferma
aparecen interacciones que a nosotros, desde afuera, nos parecen incongruentes, pero a los
miembros de la familia les parecerán naturales. El terapeuta cumple aquí su cometido de
intentar que la familia se metacomunique, examine sus propias reglas de interacción
perturbadas, para luego poder corregirlas.
Conclusiones.- 1) Caja negra: concepción sostenida por el autor según la cual la mente
debe estudiarse en relación con su entorno, con las demás mentes (comunicación) más que
plantear hipótesis imposibles de verificar acerca de su funcionamiento interno o
intrapsíquico. Así, un síntoma es una forma de entrada a un sistema familiar y no la
expresión de conflictos intrapsíquicos.
2) Conciencia e inconciencia: no importa tanto si el intercambio de información entre dos
mentes es conciente o inconciente, sino que importa más como la consideran los
comunicantes: si deliberada y conciente o accidental e inconciente.
3) Presente versus pasado: si bien la conducta depende de la experiencia previa, lo que A
dice a B sobre su pasado está siempre ligado a la relación actual entre A y B, y también
determinado por ella.
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4) Efecto versus causa: interesa más el efecto de la conducta sobre los demás que sus
causas. Los síntomas pueden ser indagados en su génesis y fracasar la psicoterapia, salvo
que se los entienda como una regla de juego interaccional entre dos personas más que
como resultado de un hipotético enfrentamiento de fuerzas intrapsíquicas. En el síntoma
interesa más el para qué que el porqué.
5) Circularidad de las pautas de comunicación: en la interacción comunicacional hay una
causalidad circular: a produce b, y b produce a. Sin embargo, los comunicantes rara vez se
percatan de esta circularidad, y creen que sólo están reaccionando a la conducta del otro
sin advertir que con su propia conducta influyen a la vez en el otro.
6) Relatividad de lo normal o lo anormal: cordura y alienación no son conceptos estáticos
ni atributos fijos de individuos. Normalidad o anormalidad dependen de la situación
interpersonal de la persona y de la perspectiva subjetiva del observador, y por tanto puede
variar de un instante a otro. No es lo mismo entender la esquizofrenia como una
enfermedad incurable y progresiva de una mente individual, que verla como la única
reacción posible frente a un contexto comunicacional absurdo e insostenible.
Si permanecemos sin hacer ni decir nada en presencia de otras personas, también estamos
comunicando, por ejemplo que no queremos hablar con nadie. Claro está que también
podemos estar comunicándonos o dialogando con nosotros mismos, pero esta posibilidad
no es considerada por la teoría de la comunicación porque no es observable: sólo lo es la
comunicación interpersonal.
Patologías en el primer axioma.- Este principio empieza a funcionar patológicamente
cuando, al revés, es posible no comunicarse. Ello ocurre cuando una persona da la
impresión de 'querer' comunicarse pero no quiere aceptar el compromiso inherente a toda
comunicación. Es el caso, por ejemplo, de los pasajeros A y B que deben viajar juntos en el
mismo asiento de un avión, y donde B quiere comunicarse a toda costa con A, pero A no
quiere saber nada. De una u otra forma A evitará engancharse en la comunicación con el
otro, y para ello dispone de varios procedimientos:
1) Rechazo directo: En forma más o menos descortés, A le dice a B que no tiene interés en
hablar con él. Como esto está socialmente mal visto, es probable que intente otros
caminos, como los siguientes.
2) Descalificación: A empieza a descalificar la comunicación, por ejemplo mediante
autocontradicciones, incongruencias, oraciones incompletas, malentendidos, lenguaje
oscuro, interpretaciones literales de la metáfora o metaforización de expresiones literales,
etc. Se trata de trucos donde no se dice nada diciendo 'algo', y que se suelen usar cuando
uno está forzado a comunicarse con otro, pero no quiere hacerlo.
Watzlawick da el ejemplo de la esquizofrénica que le dice a su psiquiatra algo que puede
querer decir muchas cosas, incluso incompatibles entre sí, con lo cual consigue su
propósito de no comunicarse al no decir nada diciendo algo. Lo ambiguo de su mensaje
hace posible negar cualquier aspecto del mismo, como por ejemplo cuando se le pregunta
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"¿qué quiso decir con eso?" la paciente responde "¡Oh!¡No es lo que yo quería decir!... En
estas condiciones, la comunicación se torna virtualmente imposible.
3) Síntoma: A puede finalmente evitar comunicarse fingiendo somnolencia, dolor de
cabeza, sordera, borrachera, ignorancia del idioma o cualquier otra deficiencia que le
'impida' comunicarse. Es decir, recurre a un síntoma, el cual pasa a ser el culpable de la no
comunicación: es como si A dijera "Yo quiero comunicarme, pero me duele mucho la
cabeza. Es algo que está más allá de mi control". El engaño resulta perfecto cuando el
mismo A se cree su propio síntoma.
En primer lugar, el segundo axioma nos dice que una comunicación no sólo transmite
información (aspecto de contenido o referencial) sino que también impone conductas
definiendo el tipo de relación entre las personas (aspecto relacional o conativo).
Una mujer le dice a otra: “¿Son tuyas esas perlas?” El mensaje, tiene un aspecto
informativo (la mujer quiere saber si las perlas son de ella o no) pero al mismo tiempo está
definiendo una relación con la otra: una relación amistosa si sonríe con admiración e
interés, una relación de competitividad o de envidia si la expresión es despectiva, etc. Del
mismo modo los mensajes "¿por favor, me cerrás la puerta?" y "Cierre la puerta de una vez
por todas" tienen el mismo contenido, pero definen relaciones muy distintas: una de igual
a igual, y la otra de autoritarismo.
En segundo lugar, este axioma sostiene que el aspecto relacional clasifica al aspecto de
contenido: la relación amistosa clasifica al contenido sobre cerrar la puerta como un
pedido, no como una orden. Al clasificar este contenido, el aspecto relacional habla acerca
del mensaje mismo diciendo que es un pedido, y todo aquello que hable acerca del mensaje
mismo se llama ‘metacomunicación’. No es lo mismo decir “Buenos días” que decir “Te
estoy diciendo buenos días”: esto último es metacomunicación.
En el mejor de los casos, quienes se comunican concuerdan en el contenido y en la
definición de la relación. Por ejemplo, el caso de una pareja que se mantienen solidarios
mutuamente (acuerdo en la definición de la relación) y al mismo tiempo opinan lo mismo
sobre determinados temas (acuerdo en los contenidos). Sin embargo, no siempre hay tal
armonía, lo que nos lleva a las patologías del segundo axioma.
Patologías en el segundo axioma.- Los trastornos que pueden surgir en los aspectos
de contenido y relación, aparecen en algunas de las posibles variaciones que podemos
encontrar en el nexo entre contenido y relación, y que esquemáticamente pasamos a
describir:
1) Están en desacuerdo en los contenidos, pero ello no perturba su relación. El caso de
una pareja que se mantiene unida y en mutuo apoyo, relación que no está obstaculizada
por el hecho de pensar de diferente manera sobre ciertos temas. Tal vez es la forma más
madura de manejar el desacuerdo en los contenidos (Watzlawick, 1981:111).
2) Están de acuerdo en los contenidos, pero no en el nivel relacional. Por ejemplo el
matrimonio que se pone de acuerdo para mantenerse unido y poder enfrentar así algún
problema del hijo (enfermedad, etc.), es decir, están de acuerdo con que hay que atenderlo
entre los dos, pero la estabilidad de la relación es muy débil. De hecho, esto se ve cuando
desaparece el motivo de unión (mejora el hijo) y el matrimonio entra en crisis, lo que a
menudo hace que reaparezca la patología del hijo. Así, los hijos pueden ser la justificación
y la excusa para el mantenimiento de un matrimonio (Watzlawick, 1981:163). Otro
ejemplo es cuando dos naciones (EEUU y URSS en 1945) se vieron forzadas a combatir a
un enemigo en común (Alemania y Japón), pero una vez desaparecido el peligro
representado por estas naciones, sus relaciones entraron en crisis, tal como ocurrió.
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3) Confusión entre contenido y relación. Se da cuando: a) se intenta resolver un problema
relacional en el nivel de contenido. Es el caso del marido y la mujer que se peleaban
continuamente para ver quien tenía razón con respecto a cualquier contenido trivial, en el
cual en el fondo estaban ambos de acuerdo. Cierto día ella le manifestó con mucha
claridad un caso donde el marido estaba equivocado, a lo cual él contestó: "Bueno, tal vez
tengas razón, pero estás equivocada porque 'estás discutiendo conmigo'". Con esto, el
marido pudo manifestar por sí solo la diferencia entre los niveles de contenido y
relacional. Como se ve, un paso importante para liberarse de la confusión entre ambos
niveles es empezar a hablar acerca de lo que están diciendo, es decir, empezar a
metacomunicarse. b) A la inversa, también hay confusión entre contenido y relación
cuando se intenta resolver un problema de contenido en el nivel de relación. Tal el caso del
reproche básico: "Si me amaras, no me contradecirías". Otro ejemplo es el siguiente: dos
estudiantes de física tienen opiniones distintas sobre el uranio. Esta disparidad de
opiniones crea dos problemas: por un lado un problema de contenido, que se resuelve
yendo a los libros a ver quien tenía razón, pero por el otro genera un problema de relación,
donde un tiene razón y el otro está equivocado (o bien uno aparece como 'superior' y el
otro como 'inferior'). Para resolver este segundo problema ya no deben seguir hablando de
átomos (que sería el intento por resolver un problema de relación en el nivel de contenido,
confundiendo ambos niveles), sino que deben comenzar a hablar de sí mismos y de su
relación personal mutua.
Efectivamente, si los que discuten son dos físicos. pueden saber perfectamente quien tiene
razón o no en cuanto al contenido, con lo cual su discusión terminará trasladándose a su
relación mutua, lo cual implica que uno de ellos, P, empiece hablar de sí mismo y el otro,
O, responda a esta definición de su self de una u otra forma. Así, cuando P advierte que en
el nivel de contenido es el otro quien tenía razón, empieza con su autodefinición: "Sé que
piensas que soy un completo idiota, pero debo confesarte que yo en la escuela...etc".
Frente a esta autodefinición, O puede dar tres respuestas posibles:
a) Confirmación: O acepta la autodefinición de P. En general, el hecho de que los hombres
puedan confirmarse (como son o como pueden llegar a ser) por los demás hombres, es un
factor muy importante de estabilidad mental. El intercambio comunicacional entre
personas no se reduce al estrecho fin de la supervivencia, sino que va más allá. Es lo que
los existencialistas llaman 'encuentro', donde las personas pueden confirmarse unas a
otras. Parecería entonces que, más allá del mero intercambio de información, el hombre
tiene que comunicarse con los demás a los fines de su autopercepción y percatación.
b) Rechazo: El sujeto O decide rechazar la definición que P propone de sí mismo. Esto no
necesariamente niega la realidad de la imagen que P tiene de sí mismo. Incluso algunas
formas de rechazo son constructivas, como cuando el psiquiatra no acepta la definición
que da un paciente de sí mismo en la situación transferencial, y donde este intenta
imponer su propio 'juego relacional' al psiquiatra.
c) Desconfirmación: De gran importancia en psicopatología, la desconfirmación ya no se
refiere a la verdad o falsedad de la autodefinición que da P (como ocurría en la
confirmación y el rechazo), sino mas bien a la negación de la realidad de P como fuente de
tal definición. Si el rechazo implica decirle "Tú estás equivocado", la desconfirmación será
decir "Tú no existes". Si una persona pasa de este modo, totalmente desapercibida para
sus congéneres, la situación la llevaría a una pérdida de la 'mismidad', es decir, a un
estado de 'alienación'. Situaciones como estas aparecen en las familias con paciente
esquizofrénico, donde este último ha sido sometido al proceso de desconfirmación, a veces
en forma sutil pero persistente.
En suma, frente al mensaje de P "Así es como yo me veo", el otro O puede responder una
de tres cosas: "Acepto tu autodefinición", "Estás equivocado" o "Tú no existes" (estas tres
alternativas son virtualmente idénticas a la aceptación, rechazo y descalificación de que
hablábamos en el primer axioma).
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Las tres respuestas posibles de O tienen un denominador común: "Así es como yo te veo",
con lo cual los mensajes que se intercambian son, más genéricamente: "Así me veo yo",
"Así es como te veo", "Así es como yo veo que me ves", "Así es como yo veo que vos ves que
yo te veo", etc., aunque en la práctica no se llega a niveles tan altos de abstracción como el
que indica el último de estos mensajes.
Estos intercambios comunicacionales, que se tornan cada vez más complejos, tienen
consecuencias pragmáticas muy específicas (o sea consecuencias sobre la conducta de las
personas involucradas), y han sido estudiadas especialmente por Laing en situaciones
patológicas. Es, en efecto, fácil encontrar casos donde no coinciden la definición que una
persona tiene de sí misma con la definición que dan de ella los demás, o bien con su
opinión acerca de lo que supuestamente creen los demás de él, no coincidencia que afecta
notablemente la relación entre ambos. Por ejemplo: un hombre se autodefine como
alguien que no quiere ser usado como felpudo, pero cree que su esposa piensa que él es
egoísta. A su vez, la mujer puede sentir que él cree que ella cree que él es egoísta, cuando
solo quiere que sea un poco menos reservado. Hay, como vemos, una especie de
'impenetrabilidad' donde cada uno no puede penetrar en la opinión del otro, donde cada
uno atribuye al otro características que tal vez no tiene, y sobre esa base se monta una
relación interpersonal que puede alienar a cualquiera de los participantes. Otro ejemplo
en una familia esquizofrénica: los padres atribuyen a la hija el estar siempre feliz, cuando
la autoatribución de la paciente es ser una persona a menudo deprimida y atemorizada.
4) Situación donde una persona se ve obligada a dudar de sus propias percepciones en el
nivel de contenido, a fin de no poner en peligro una relación vital con otra persona. Esto
lleva a pautas de comunicación paradójica.
5) Por último, en el peor de los casos, encontramos que los participantes están en
desacuerdo con respecto a los contenidos, y también en nivel de relación.
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Esta disputa silenciosa puede durar eternamente, y la única salida es que comiencen a
metacomunicarse, es decir, a preguntarse qué sucedió con sus comunicaciones, con lo cual
por ejemplo concluirán que una de las cartas no llegó a destino: un hecho fortuito exterior
interfirió en la congruencia de las puntuaciones (o secuencias de mensajes).
Puede también ocurrir que la interferencia no sea externa a ellos: todas las cartas llegaron
bien, pero uno de ellos interpretó de otra manera lo que el otro le decía, con lo cual vuelve
a generarse un malentendido. La solución, nuevamente, pasa por metacomunicarse, por
ejemplo cuando uno de ellos diga: "¿Qué fue lo que interpretaste cuando yo te dije tal
cosa?".
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comunican entre sí, en su necesidad de integrar ambos lenguajes deben traducir
constantemente lo digital a lo analógico, y viceversa, operación en la cual se pierde mucha
información.
Patologías en el cuarto axioma.- El aspecto patológico pasa, en general, por errores
de "traducción" entre el material analógico y el digital. En este sentido, se dan dos casos
posibles: errores al traducir lo analógico a lo digital, y, a la inversa, errores de traducción
de lo digital a lo analógico.
1) Error al traducir lo analógico a lo digital.- Los mensajes analógicos (una imagen, un
gesto) se prestan a interpretaciones digitales muy distintas y a menudo incompatibles,
interpretaciones que se hacen en base a la particular visión de la relación que la persona
tiene con el otro.
Un regalo (mensaje analógico) puede ser entendido como el otro como una muestra de
afecto, como un soborno, como una restitución, etc., o sea tiene diferentes traducciones
digitales. La psicoterapia se ocupa sin duda de hacer que el paciente digitalice
correctamente su material analógico, haciéndolo menos angustiante y más adecuado.
Bateson ha sugerido que los errores de traducción parten a veces de suponer que el
material analógico es siempre afirmativo, cuando en realidad puede ser también
interrogativo. Por ejemplo un gesto amenazador es frecuentemente interpretado en forma
afirmativa ("te voy a matar"), cuando también puede querer implicar una simple pregunta
o propuesta. Todos los mensajes analógicos invocan propuestas a nivel relacional acerca
de cómo serán en lo futuro las relaciones entre los comunicantes. Un gesto puede
proponer amor, pelea, etc., pero como es el otro quien interpreta dichos mensajes, pueden
surgir malentendidos, que llevarán a conflictos relacionales.
Otro obstáculo para realizar las traducciones correctas es que, si a nivel digital se puede
expresar la alternación (o sea la idea de "uno u otro pero no ambos"), a nivel analógico es
muy difícil expresar esa idea. Lo mismo ocurre con la negación: a nivel digital es fácil
expresarla (por ejemplo diciendo "no te atacaré"), pero a nivel analógico es muy difícil
hacerlo (por ejemplo decir con gestos "no te atacaré").
Bateson ha observado que en los animales, y esto es extensivo al ser humano, el único
modo de comunicar con gestos una negación es primero, hacer el gesto de "te atacaré", y a
continuación no realizar la acción correspondiente, o sea, no atacar. Es el caso del delfín
que aprieta con los dientes suavemente la mano de una persona (mensaje simbólico de "te
morderé") pero a continuación no muerde. Si el ser humano se sometía a ello, el delfín
parecía aceptarlo como un mensaje de confianza total, y entonces luego le ofrecía su
vientre (parte más vulnerable) a la mano del hombre, como manifestando así su confianza
en las intenciones amistosas del hombre. Desde ya, este procedimiento está plagado de
posibles interpretaciones erróneas. No se le ocurra al lector levantar la mano en dirección
a un perro desconocido para acariciarlo, pues este lo interpretará como un ataque.
El ejemplo del hombre y el delfín muestra que la interacción descripta es un ritual entre
ambos: cada vez que uno hace una cosa el otro responde haciendo otra específica.
Watzlawick sugiere que el ritual es el proceso intermedio entre la comunicación analógica
y la digital: son interacciones repetitivas o rutinarias que aseguran la traducción correcta
de lo analógico a lo digital. Se ve también en el masoquismo sexual, donde el ritual es que
uno pegue como diciéndole "te destruiré", pero luego no lo destruye, deteniéndose antes
de esta aniquilación.
2) Error al traducir lo digital a lo analógico.- Vimos como un mensaje analógico puede
traducirse a lenguaje digital (proceso llamado digitalización). Sin embargo, cuando el
mensaje quedó digitalizado, puede volver a traducirse al modo analógico (proceso llamado
simbolización).
¿Cuándo ocurre esto último? Cuando hay una pérdida parcial de la capacidad de
metacomunicarse digitalmente. Dos ejemplos: 1) Cuando la tensión entre dos países es
muy grande se rompen las relaciones diplomáticas (no pueden metacomunicarse
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hablando), y los mensajes empiezan a expresarse analógicamente como movilización de
tropas. Es una traducción errónea en la medida en que no implica una metacomunicación,
única salida del conflicto y la tensión. 2) Cuando una relación amenaza con abarcar áreas
prohibidas como por ejemplo el incesto, la digitalización (o sea hablar sobre la relación) ya
no es posible y se hace una traducción al lenguaje analógico, apareciendo el síntoma
histérico (como por ejemplo una jaqueca). La 'jaqueca' verbal, dicen Bateson y Jackson,
fue inventada como excusa convencional para no realizar alguna tarea que pueda volverse
subjetivamente real y adquirir dimensiones dolorosas. Nuevamente, se trata de una
traducción errónea en tanto esquiva el problema, en vez de intentar resolverlo mediante
una metacomunicación.
Cuando dos personas se comunican pueden establecerse entre ellas dos tipos de relación:
simétrica, si está basada en la igualdad, o complementaria si se basa en la diferencia. La
relación de amistad es simétrica (yo soy tu amigo y vos sos mi amigo, o sea ambos tenemos
la misma relación respecto del otro); pero en cambio la relación jefe-empleado es
complementaria (yo soy tu jefe pero vos no sos mi jefe; ambos nos complementamos: uno
mandando, otro obedeciendo). En la relación complementaria hay entonces dos posiciones
distintas: una es superior, otra es inferior, o uno es bueno y el otro malo, uno fuerte y otro
débil, etc.
Patologías en el quinto axioma.- Las relaciones simétricas (ambos iguales, como dos
amigos) o las complementarias (ambos diferentes, como madre-hijo, jefe-empleado,
sadista-masoquista, etc.) no son en sí mismas ni buenas ni malas. Alguna debe existir
normalmente en cualquier relación según el contexto. De hecho, cada patrón puede
estabilizar al otro, a modo de compensación homeostática, cosa que es lo que se busca
precisamente en la terapia. Por lo tanto, caben tres posibilidades: 1) mantenerse
rígidamente en una relación simétrica; 2) mantenerse rígidamente en una relación
complementaria; y 3) alternar flexiblemente los intercambios simétricos y
complementarios. Las patologías potenciales en la interacción simétrica y complementaria
tienen relación con los dos primeros casos.
1) En una relación simétrica existe siempre el riesgo de la competencia. Cuando la
interacción simétrica pierde estabilidad, puede darse una "escapada", generándose luchas
y disputas, sea entre personas o entre naciones, e incluso llegar a la separación. Por
competencia, uno quiere empezar a ser más que el otro, este reacciona igual y todo
desemboca en la lucha abierta. En una relación simétrica sana, cada uno puede aceptar al
otro como es y confirmar ambos en forma realista y recíproca sus respectivos self, sobre la
base de un respeto mutuo. Cuando esta relación se derrumba, la confirmación cede su
lugar al rechazo (más que a la desconfirmación): un contendiente no le dice al otro "tú no
existes", sino "no eres lo que crees ser, pues yo soy más".
2) En las relaciones complementarias puede darse también una mutua confirmación sana
y positiva. Pero si se tornan patológicas, es más frecuente observar desconfirmaciones
mutuas, más que mutuos rechazos: se comprueban aquí, en efecto, con frecuencia quejas
sobre sentimientos cada vez más atemorizantes de extrañamiento y despersonalización, y
sentimientos de frustración y desesperanza, como ocurre en ciertas relaciones maritales
descriptas por Laing y otros autores. Cada uno de ellos quiere que el otro lo reconozca
como dice ser, pero el otro niega ese ser del otro, no lo reconoce como tal transformándolo
en un simple complemento de sí mismo. Consecuencia: ambos terminan frustrados y
despersonalizados.
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La cismogénesis, un concepto del antropólogo Gregory Batrson, es un proceso que muestra
cómo van cambiando las conductas de las personas a medida que van interactuando cada
vez más: si dos personas empezaron una mandando y la otra obedeciendo, a medida que
pasa el tiempo y si siguen haciendo lo mismo la primera va a mandar todavía más hasta ser
un cruel tirano, y la segunda también va sometiéndose cada vez más. Análogamente, si
todo empezó con que ambos se burlaban uno del otro en igualdad de condiciones, dichas
burlas aumentarán en intensidad cada vez más y más si ambos siguen haciendo lo mismo y
nadie hace nada por cortar enérgicamente este crecimiento natural del vínculo original.
En suma, en las relaciones simétricas pueden darse escaladas simétricas (agresiones
mutuas por rivalidad), y en las relaciones complementarias pueden darse relaciones sado-
masoquistas, folie a deux, etc).
3) Una alternancia o cambio entre vínculos simétricos y complementarios parece ser una
solución sana. Un ejemplo citado por Watzlawick es el de una pareja donde los
intercambios son simétricos, pero durante una entrevista en algunos tramos de la
conversación pasaron a una interacción complementaria (donde alguno estaba en relación
de superioridad con el otro). Sin embargo, estas incursiones en la complementariedad no
hicieron que entraran en competencia ni entablaran lucha alguna, logrando mantener así
una relación cálida y de mutuo apoyo. En efecto, si alguno empieza a mostrar su
superioridad con el otro y éste último le responde simétricamente, o sea demostrando a su
vez su superioridad, llegarían a una disputa grande, cosa que es evitada cuando el último
cede y se pone momentáneamente en posición inferior, para retornar luego ambos a la
relación simétrica.
El hecho de que los patrones de simetría y complementariedad pueden estabilizarse
mutuamente tiene mucha importancia en la terapia, donde se procura generar un cambio
introduciendo durante el tratamiento la simetría en la complementariedad, o viceversa. El
proceso es difícil, ya que implica cambiar patrones rígidamente establecidos.
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segundo mensaje podrá responder "no me hables así porque yo puedo entender las cosas"
(relación de enfrentamiento), o "perdón" (relación de sumisión). Se ha producido una
interacción, es decir, una serie de mensajes intercambiados entre ambos individuos. Debe
haber entonces al menos dos mensajes, pero la secuencia no es infinita.
De estas definiciones de sistema y de interacción podemos entonces ahora pasar a una
definición de sistema interaccional: es un conjunto de dos a más individuos que definen
sus relaciones mutuas mediante un intercambio de mensajes. Como pronto veremos, una
familia es un sistema interaccional, porque entre sus miembros se intercambian mensajes
que definen sus mutuas relaciones.
Medio ambiente y sub-sistemas.- Un sistema puede estar constituido por sub-sistemas (el
sistema familiar puede contener al sub-sistema padres y al sub-sistema hijos), y está
incluido en un sistema más amplio como la sociedad, genéricamente llamado ‘medio”. De
acuerdo a Hall y Fargen (Watzlawick y otros, 1981:118), para un sistema dado, el medio es
el conjunto de todos los objetos cuyos atributos al cambiar afectan al sistema y también
aquellos objetos cuyos atributos son modificados por la conducta del sistema.
En otro ejemplo familia y terapeuta son dos sub-sistemas que conforman el sistema
terapéutico, y este a su vez está inmerso en el sistema macrosocial (medio). Es posible
hablar entonces de una jerarquía de sistemas donde unos se incluyen en otros más
amplios, y donde cada uno tiene una autonomía relativa. 'Autonomía relativa' significa que
cualquier sistema sufre o puede sufrir la influencia de los otros sistemas y a su vez influye
a estos. Tal es una forma de definir los sistemas abiertos como aquellos que intercambian
materia, energía o información con su medio. A los efectos de la teoría de la comunicación
humana, nos interesan los sistemas abiertos, no los cerrados.
Otra consideración más: un objeto puede formar parte de varios sub-sistemas. Por
ejemplo el objeto padre forma un sub-sistema con la madre, y forma otro sub-sistema con
un hijo.
Por último, debemos destacar la importancia de la variable tiempo para el estudio de los
sistemas interaccionales: un lapso de tiempo está siempre implícito en un sistema, ya que
todo sistema implica interacción entre sus elementos, y por tanto esto requiere una
secuencia temporal: un antes, un durante y un después.
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2) Retroalimentación.- Cadena donde el hecho A afecta al hecho B, este al hecho C, etc., y
donde el último hecho afecta a su vez al hecho A. La retroalimentación es negativa si
conduce a mantener constante el sistema y es positiva si lleva al cambio, esto es, a la
pérdida de la estabilidad o equilibrio (Watzlawick y otros, 1981:32, 136-137). La
retroalimentación y la circularidad constituyen el modelo causal adecuado para una teoría
de los sistemas interaccionales.
3) Equifinalidad.- Este principio sostiene que los resultados (o estados a los cuales llega el
sistema luego de cierto tiempo) no están determinados tanto por las condiciones iniciales
como por la naturaleza del proceso o los parámetros del sistema. Es decir, la conducta
equifinal de los sistemas abiertos está basada en su independencia respecto de las
condiciones iniciales. Este principio lo comprenderemos con mayor sencillez
especificando dos de sus corolarios (o consecuencias): a) a partir de condiciones iniciales
distintas podemos llegar al mismo resultado, y b) a partir de una misma condición inicial
podemos llegar a distintos resultados.
Por ejemplo: a) Se constataron casos de personas esquizofrénicas (resultado) en las que se
encontraron factores traumáticos desencadenantes, y también en las no se encontraron
tales factores (condiciones iniciales diferentes); b) Se constataron casos de personas con
traumas (condición inicial), algunas de las cuales evolucionaron normalmente y otras
padecieron esquizofrenia (distintos resultados).
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el cómo se establecen estas relaciones como estables manteniéndose constantes y
perpetuándoselas a lo largo del tiempo.
La respuesta al cómo lo encontramos en un factor limitador de la comunicación, que
puede definirse del siguiente modo: "En una interacción comunicacional, todo
intercambio de mensajes disminuye el número de movimientos siguientes posibles"
(Watzlawick y otros, 1981:127-128).
Ejemplo: A y B son dos pasajeros que no se conocen entre sí, y les toca sentarse uno junto
al otro en el avión. B buscará hablar con él, pero A no quiere saber nada. El pasajero A
tiene entonces varias opciones, como por ejemplo rechazar la conversación o aceptarla a
regañadientes por buena educación. Debe elegir uno u otro modo y opta por lo segundo:
ha hecho una primera elección: decide conversar, aunque no tiene muchas ganas de
hacerlo. Este primer intercambio de mensajes donde uno habla y el otro acepta conversar,
'limitará' el número de intercambios siguientes posibles: A se ve restringido a contestar sí
o sí de aquí en más cualquier cosa que le pregunte el otro.
Supongamos que en el siguiente intercambio de mensajes, B le hace alguna pregunta
íntima a A. Este tiene nuevamente dos opciones: o contesta o no contesta. Si contesta a la
pregunta, el número de intercambios de mensajes siguientes quedará aún más restringido:
habrá caído en la trampa y el curso de la conversación tomará un rumbo mucho más
determinado y 'limitado'.
En los sistemas interaccionales estables, como la familia, la gran cantidad de mensajes que
se intercambian a lo largo del tiempo hace que finalmente se estabilicen las secuencias
comunicacionales y queden cada vez más restringidas, es decir, el sistema se habrá vuelto
más estable. Las variables, por ejemplo los temas de conversación, pero especialmente la
definición de las relaciones, permanecerán dentro de límites cada vez más definidos.
En efecto, con cada nuevo intercambio de mensajes, la relación entre los comunicantes se
vuelve cada vez más precisa, más definida, más 'limitada': por ejemplo se torna cada vez
más simétrica (como en el caso de dos amigos que ahondan su vínculo), cada vez más
complementaria (como el caso de un vínculo donde crece el poder del dominador sobre el
dominado), etc. Si el proceso no se estabiliza en alguna de estas u otras dimensiones de la
relación, ésta se disuelve por el enorme gasto implicado en tener que redefinir desde cero
la relación en cada nuevo intercambio de mensajes. Jackson, por ejemplo, indica que las
parejas recurren al principio de su relación (noviazgo) a conductas muy variadas y
diversas, pero al cabo de cierto tiempo alcanzan un grado considerable de economía en
términos de qué temas pueden discutirse, y de qué manera hacerlo. Jackson ha llamado
'regla' de la relación a esta estabilización de su definición, e implica una alta redundancia
(repetición) en el nivel relacional, incluso aunque se discutan una amplia variedad de
temas distintos.
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2) No-sumatividad: El análisis de una familia no es lo mismo que la suma de los análisis
de sus miembros individuales, pues se establecen ciertos patrones interaccionales que
trascienden lo individual. Muchas 'cualidades individuales', sobre todo los síntomas,
suelen ser características del sistema, no del individuo.
Así por ejemplo si un hombre y una mujer son ambos fóbicos individualmente, al empezar
a funcionar como pareja y si aplicamos la sumatividad, deberíamos tener una pareja
fóbica, pero sin embargo, en un ejemplo citado por Watzlawick, sólo la mujer revela
fobias, y el marido no (no sumatividad), ya que éste último aprovecha la fobia de su esposa
para no estar él mismo en situaciones ansiógenas (por ejemplo el marido puede pensar:
"me viene bien que mi esposa tenga terror a los ascensores. Esto me evita a mí sentir
ansiedad frente a los lugares altos").
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constantemente subiendo y bajando la temperatura porque el rango de variabilidad es
muy pequeño. En otras palabras, el termóstato se ha tornado extremadamente sensible
ante cualquier cambio de temperatura ambiental. La retroalimentación negativa está
funcionando a pleno, ya que continuamente el sistema busca retornar al equilibrio.
Aplicando estas ideas al sistema familiar, en familias con pacientes designados hay una
tendencia a fijar su termostato interno en un rango muy chico. Allí, los mecanismos
homeostáticos se activan con mucha facilidad, pues el menor cambio ambiental (por
ejemplo la intervención del terapeuta) genera reacciones inmediatas para preservar su
equilibrio (mediante retroalimentación negativa).
Otras familias tienen su termóstato calibrado en un rango más amplio, y no reaccionan
tan rígida y velozmente como las anteriores. Pueden asimilar mejor los cambios sin
necesidad de contrarrestarlos mediante veloces mecanismos de retroalimentación
negativa, que por otra parte insumen un gran desgaste energético. Están entonces, en
mejores condiciones para enfrentar los cambios y poder cambiar en función de ellos. De lo
dicho, resulta que el proceso terapéutico estaría encaminado, entonces, a lograr que la
familia pueda recalibrar su termóstato, es decir, instrumentar una función escalonada que
le permita pasar a un nuevo equilibrio y no volver siempre al estado anterior.
4. Paradojas pragmáticas
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congruencia significa no contradicción). La definición que da Watzlawick de paradoja exige
que las premisas deben ser congruentes, o sea no deben contradecirse entre sí. Pero si las
premisas son incongruentes, entonces sí de ellas puede inferirse una contradicción. Vemos
así que, a pesar de concluirse algo contradictorio, aquí no hablamos de paradoja porque las
premisas no son congruentes. La idea entonces es que, para que un razonamiento sea una
paradoja, debe partir de premisas congruentes entre sí y arribar, mediante una inferencia
válida o correcta, a una contradicción.
De paso, aclaramos que la congruencia o incongruencia de las premisas depende de
nuestros conocimientos sobre el tema tratado en el razonamiento: antiguamente la
paradoja de Zenón era una paradoja auténtica, pero hoy en día con los nuevos
descubrimientos matemáticos, las premisas pasaron a ser incongruentes y entonces se
transformó en una falsa paradoja.
b) Paradoja y dilema.- Clásicamente, un dilema es un razonamiento complejo que
conduce a dos conclusiones mutuamente excluyentes e igualmente desfavorables o
igualmente deseables, y donde se debe optar sí o sí por alguna de ellas. La persona que
debe elegir sí o sí entre ir al dentista o seguir sufriendo está en un dilema: debe optar por
alguna alternativa, aunque ambas sean desagradables. Y lo mismo pasa con quien debe
elegir entre dos comidas igualmente sabrosas.
En el dilema la persona puede y debe elegir una u otra alternativa. En cambio en la
paradoja la persona no tiene posibilidad de elegir, como cuando decimos: "sé obediente y
no seas obediente". Si le hubiésemos dicho "sé obediente o no seas obediente", la
conjunción "o" le da la posibilidad de elegir, pero en el primer caso la conjunción "y" la
obliga a seleccionar ambas posibilidades simultáneamente. Y cuando a una persona se le
dice que haga algo y al mismo tiempo que no lo haga, esto habrá de afectar su conducta, en
la forma que veremos al hablar de las paradojas pragmáticas. Por último, valgan dos
aclaraciones: a) No todas las veces que aparece la conjunción "y" hay paradoja. Hay
paradoja cuando a ambos lados del "y" hay dos afirmaciones contradictorias, como "haz
esto Y no lo hagas"; b) No todas las veces que aparece la conjunción "o" hay dilema, pues
este "o" puede ser incluyente en vez de excluyente. Por ejemplo "canta o baila", donde la
persona puede elegir una de ambas posibilidades, pero también optar por hacer las dos
cosas. No hay dilema.
c) Paradoja y antinomia.- En general, antinomia significa conflicto entre dos ideas,
actitudes, etc. Entre las más conocidas están las antinomias de Kant, donde el conflicto
está entre dos ideas debido a que ambas pueden ser demostradas con la misma fuerza
lógica. Si bien a veces se utiliza antinomia como sinónimo de paradoja, Watzlawick prefiere
reservar 'antinomia' para designar un tipo especial de paradoja llamada lógico-
matemática.
d) Paradoja y aporía.- Una aporía es un camino sin salida, algo que no tiene solución. La
persona que enfrenta la paradoja "haz esto y no lo hagas" no tendría salida, es decir, la
paradoja sería una aporía. Y efectivamente durante mucho tiempo fue así hasta que
finalmente se encontraron soluciones: la teoría de los tipos lógicos de Russell para las
paradojas lógico-matemáticas, la teoría de los niveles del lenguaje de Carnap-Tarski para
las paradojas semánticas, y la metacomunicación de la Escuela de Palo Alto para las
paradojas pragmáticas. Al haberse encontrado estas soluciones, las paradojas dejaron de
ser aporías.
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respectivas áreas en la teoría de la comunicación humana. En el siguiente esquema se
resumen los tres tipos de paradoja, algunos ejemplos, y la solución obtenida para cada una
para que dejen de ser aporías o caminos sin salida.
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6. Predicción paradójica (tipo de paradoja pragmática): “”Mañana tomaré un examen por
sorpresa”.
En los tres primeros casos no hay paradoja, sea porque no hay contradicción, sea porque
habiendo contradicción se puede elegir entre dos instrucciones contradictorias.
En el cuarto caso se contempla la definición paradójica. Esta paradoja semántica no tiene
mayor interés para la teoría de la comunicación humana porque no involucra
necesariamente un vínculo interpersonal: en su intimidad uno puede hacerse afirmaciones
paradójicas usando un lenguaje declarativo: simplemente declaramos o afirmamos algo
paradojal, y no necesariamente pretendemos con ello influir en el comportamiento de los
demás con un uso imperativo del lenguaje (órdenes, ruegos, sugerencias, etc.). Su carácter
paradojal reside, por otro lado, en que estamos afirmando al mismo tiempo dos cosas
mutuamente contradictorias, como se ve en los ejemplos siguientes:
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La última solución suele ser la más difícil, porque es difícil cambiar las reglas de un
sistema establecido, 'salirse' del sistema. Dentro del sistema uno puede hacer muchos
cambios (hay muchas jugadas posibles dentro del ajedrez), pero la cosa se complica cuando
hay que cambiar las reglas de juego mismas.
Algunos ejemplos de instrucciones paradójicas que ofrece Watzlawick son los siguientes:
1) El jefe de dice a su secretaria que escriba Chicago es una ciudad populosa y trisilábica
(mensaje paradójico). Frente a esta situación incongruente o ilógica, la secretaria tiene dos
opciones: a) la primera opción sería complacerlo, o bien negarse a escribir semejante
barbaridad. En el primer caso será acusada de incompetencia, y en el segundo de
insubordinación. Simultáneamente, la secretaria también juzgará a su patrón según dos
posibilidades: o bien el jefe está loco o bien apela a la triquiñuela para despedirla, o sea,
hay locura o hay maldad; b) la segunda opción es metacomunicarse, o sea hablar acerca del
mensaje mismo (decir por ejemplo "Jefe, este mensaje es incongruente"), cosa ya de por sí
muy difícil de hacer, entre otras cosas porque este intento de la secretaria por resolver la
situación y no caer ni en la acusación de incompetencia ni en la de insubordinación, el jefe
podría entenderla como una nueva manifestación de insubordinación, al criticar lo que él
le está dictando.
2) El caso de un paciente que envía mensajes paradójicos: por un lado dice como católico
sostengo que la masturbación es pecaminosa, y por el otro, más adelante, que los católicos
siempre mienten sobre el sexo.
3) En las ideologías también aparecen dilemas paradójicos, cuando por ejemplo cierto
partido político negaba en las personas su capacidad para elegir entre varias alternativas,
pero al mismo tiempo les exigía que eligieran siempre la acertada (o sea la del Partido).
4) Un esquizofrénico hace este relato, en relación con 'voces' que le daban órdenes: se me
ordenaba hablar, so pena de horrendos tormentos, pero cuando intentaba hablar era
severamente reprendido por no usar la expresión de un espíritu que me era enviado. Estas
'voces', al dar órdenes contradictorias, ponen al paciente en una situación insostenible.
5) En 1616, cuando los japoneses capturaban a quienes se habían convertido al
cristianismo, les daban dos opciones: morir, o abjurar de su nueva Fe. Esta abjuración era
paradójica, porque a los prisioneros se les decía que de prometieran, en nombre de Cristo,
abandonar el cristianismo: si abandonaban el cristianismo en nombre de Cristo en
realidad no abandonaban nada, porque abjuraban precisamente en nombre de Cristo. Y si
no abandonaban el cristianismo entonces sí lo abandonaban, por haber prometido
abandonarlo en nombre de Cristo. Los japoneses utilizaron esta forma de abjuración para
asegurarse que realmente los prisioneros iban a cambiar sus creencias, pues apelaban a
jurar sobre la misma Fe cristiana. Pero esta solución japonesa resultó, como se ve,
paradójica, y no podía conseguir el objetivo de cambiar las creencias de los conversos.
6) En 1938 los nazis permitían salir a Freud de Alemania siempre y cuando firmara un
escrito donde decía que había sido muy bien tratado. Esto ponía a Freud en el dilema: o me
salvo yo y miento acerca de los nazis, o no me salvo pero evito mentir. Freud resolvió el
dilema agregando al escrito, antes de firmarlo, lo siguiente: Puedo recomendar a la
Gestapo a cualquiera de todo corazón. Los nazis no podían decir nada porque los estaba
elogiando, pero la frase encerraba un sarcasmo que permitió a Freud decir la verdad sobre
los nazis, sarcasmo mediante, y al mismo tiempo salvar su pellejo.
7) Una persona dice: Nosotros los Alvarado siempre nos casamos con mujeres que son
mejores que nosotros, lo cual encierra una contradicción, porque aprovechar a una mujer
mejor para escalar posiciones sociales, revela que en realidad el hombre es mejor que la
mujer. Si los Alvarado fueran inferiores, no podrían elegir una mejor mujer.
9) Una madre conversaba con el psiquiatra acerca de su hija esquizofrénica, y decía
Cuando le pregunto si quiere volver a casa y me dice que no, yo la convenzo que vuelva
porque en realidad está diciendo que sí; y si me dice que sí, en realidad dice que no porque
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no tiene coraje para decir que sí. Madre e hija están ligadas por esta forma paradójica de
rotular los mensajes.
El sexto y último caso corresponde a las predicciones paradójicas. Un ejemplo es la
paradoja del examen inesperado, que simplificadamente viene a decir: "Mañana tomaré un
examen inesperado". Esto encierra una contradicción: se afirma que el examen no es
inesperado (pues lo tomará un día prefijado: mañana), y al mismo tiempo está diciendo
que será inesperado.
Las predicciones paradójicas son un caso particular de paradojas pragmáticas. Por
consiguiente, debemos explicar porqué son predicciones, porqué son paradójicas, y porqué
son pragmáticas. Son predicciones porque, como hemos anticipado, aluden a algo que la
misma persona hará en un futuro (a diferencia de la instrucción paradójica que alude a
algo que la otra persona debe hacer ya).
Son paradójicas por contener las tres características de la verdadera paradoja: a) incluye
una afirmación en lenguaje de objetos ("habrá un examen") y otra en meta-lenguaje ("el
examen - predicho será imprevisible"); b) ambas predicciones son mutuamente
excluyentes; y c) quien hace la predicción puede impedir que los alumnos resuelvan la
situación retrayéndose, meta- comunicándose, etc.
Finalmente son pragmáticas porque las predicciones paradójicas ejercen influencia sobre
la conducta de las personas que escuchan la predicción. Cuando se consideran estas
consecuencias pragmáticas, aparecen dos conclusiones sorprendentes:
1) La predicción produce desconcierto y paraliza cuando los alumnos tienen la suficiente
agudeza mental como para advertir la paradoja, pero no como para poder resolverla. Una
persona poco ingeniosa no advertirá la paradoja y consecuentemente su conducta no se
verá mayormente influenciada: simplemente se pondrá a estudiar para el examen de
mañana. Indica Watzlawick que cuando se trata al esquizofrénico inteligente, uno entonces
está tentado de pensar que el esquizofrénico estaría mejor si no fuera tan inteligente, ya
que así no advertiría la paradoja y se aliviaría el efecto paralizante que tiene sobre su
conducta.
2) La predicción paraliza también cuando los alumnos no tienen la suficiente confianza en
el profesor que hace la predicción. Si confiaran en el profesor sólo le darían bolilla a su
afirmación hecha en el lenguaje de objetos ("habrá examen"), y se limitarían a esperar la
evaluación. En suma: no sólo puede paralizar la lógica sino también la desconfianza.
Las predicciones paradójicas, al igual que las instrucciones paradójicas, pueden aparecer
tanto en la esquizofrenia como en las interacciones cotidianas (sea entre personas, entre
países, etc.). En el caso de estas relaciones humanas habituales, toda predicción está
relacionada de una u otra forma con el fenómeno antes indicado de la confianza. En efecto,
si escuchamos a alguien hacer una predicción, podemos o no confiar en que el
acontecimiento predicho se producirá. Por supuesto, esto ocurre cuando quien escucha la
predicción no tiene suficientes elementos de juicio objetivos como para saber si el
acontecimiento se producirá o no: no le queda otro remedio que confiar en el otro.
Watzlawick da el ejemplo del 'dilema' de los prisioneros, que ejemplifica con un juego
donde cada jugador, al no saber qué jugada hará el otro, debe simplemente confiar en que
hará determinada jugada, y actuar en consecuencia. Una situación similar suele darse en el
vínculo conyugal, con la diferencia de que cuando aparece la desconfianza, el vínculo se
torna patológico. Es como si cada uno de los cónyuges dijera: "confiar en el otro me haría
vulnerable, por lo tanto debo elegir lo más seguro", con lo cual la predicción
correspondiente habrá sido "El otro se aprovechará de mí".
5. Paradojas en psicoterapia
Los efectos paradojales implicados en las situaciones de doble vínculo no son privativos de
las comunicaciones patológicas, tal como aparecen por ejemplo en la esquizofrenia.
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Pueden también ser instrumentados como técnica psicoterapéutica para generar cambios
favorables, precisamente en aquellas interacciones patógenas.
Los autores exponen este tema de lo particular a lo general, partiendo del concepto de
'ilusión de alternativas' y, pasando por el ‘juego sin fin’ y la ‘prescripción del síntoma’,
llegan a la idea más general, la de 'doble vínculo terapéutico' que es tal vez el ejemplo más
importante de comunicación terapéutica dentro del contexto de su teoría.
El "juego sin fin".- Un juego sin fin es un juego que no termina nunca porque no incluye
una regla externa al juego que le de término. Watzlawick y su equipo dan un ejemplo
teórico que es el siguiente: dos personas deciden jugar a un juego que consiste en sustituir
la afirmación por la negación, y viceversa. Por ejemplo, "no quiero" quiere decir "quiero".
Resulta evidente que, una vez comenzado el juego, no pueden salir fácilmente de él y volver
a su modo de comunicación normal, puesto que la afirmación "dejemos de jugar"
significará "continuemos jugando", con lo cual, en principio, el juego no tendrá fin ('juego
sin fin').
El mensaje "dejemos de jugar" resulta indeterminado, porque: 1) significa algo dentro del
juego, pero también significa algo acerca del juego; 2) ambos significados son
contradictorios: si 'dejamos de jugar' dentro del juego, entonces debemos seguir jugando,
lo cual es contradictorio con la afirmación 'dejemos de jugar' como afirmación acerca del
juego; y 3) el juego mismo no provee a los jugadores un procedimiento para decidirse por
uno u otro significado. Esta indeterminabilidad les impide parar el juego una vez
comenzado, habiéndose así transformado en un juego sin fin. Si Watzlawick utiliza este
ejemplo, es para indicar que también en las familias patógenas y en innumerables dilemas
de la vida real existen juegos sin fin. Para ponerles precisamente una terminación, en
principio habría dos soluciones:
1) Terminar el juego desde dentro del juego mismo equivale a que uno de los jugadores
dijese: "Sigamos jugando", lo cual, según sus propias reglas de inversión del significado,
querrá decir "dejemos de jugar". Aunque lo parezca, no es esta una solución eficaz, porque
aunque dejen de jugar sus posteriores interacciones volverán al juego (“quiero ir al cine
con vos” pasará a significar “no quiero ir al cine con vos”), y así indefinidamente.
2) Por lo tanto, la solución debemos buscarla en la posibilidad de un metalenguaje, o sea,
en establecer cuándo hablarán en serio y cuando 'estarán solamente jugando'. Esto es lo
que se llama terminar el juego desde afuera, recurriendo a un factor externo a él. Es el
único camino para poner fin al juego sin fin, porque desde dentro resulta imposible. Esta
solución puede instrumentarse de diversas formas: ponerse de acuerdo que hablarán en
otro idioma cuando quieran salir del juego, o que deberán decir “hablemos en serio”, o
establecer un tiempo límite luego del cual el juego termina. Una última solución consistiría
en designar a alguien de afuera que no intervenga en el juego para que defina cuando el
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juego ha terminado. Esta tercera posibilidad de intervención externa constituye un
paradigma de la intervención terapéutica, donde los jugadores son los miembros de la
familia, y el mediador externo el terapeuta. Este, como alguien de 'afuera', puede proveer
lo que el sistema familiar es incapaz de generar: un cambio en sus propias reglas, para
terminar con el juego sin fin. En otras palabras, el terapeuta provee metarreglas que
pueden modificar reglas, y de aquí que la intervención terapéutica implique el uso de un
metalenguaje. Desde ya, el terapeuta corre siempre el riesgo de quedar atrapado en el
juego familiar, probabilidad que aumenta con el tiempo de interacción con esa familia.
Prescripción del síntoma.- Cuando una persona, como por ejemplo el terapeuta,
quiere influir sobre la conducta de otra, tiene dos maneras de hacerlo:
1) Tratar de que el otro se comporte de manera distinta. En el caso de los síntomas, esta
técnica fracasa porque el paciente no controla voluntariamente el síntoma. Si decimos a un
alcohólico que no tome más, no podrá cambiar, porque el síntoma es, por naturaleza,
involuntario y por tanto autónomo y espontáneo.
2) Tratar de que el otro se comporte como ya lo está haciendo. Es el caso del terapeuta que
indica a su paciente que realice su síntoma. Al prescribirle el síntoma le está exigiendo una
conducta espontánea (pues el síntoma tiene esta característica), con lo cual la conducta
sintomática ya no será espontánea porque se la está exigiendo el terapeuta con su
instrucción paradójica; al someterse a dicha instrucción, el paciente sale fuera del marco
de su juego sintomático, que hasta ese momento no tenía reglas que modificaran sus
propias reglas.
Al prescribirle el síntoma, el terapeuta le está dando entonces al paciente una instrucción
paradójica: "sé espontáneo" (es decir, "realiza el síntoma", siendo este último una conducta
espontánea). Como el lector puede advertir, la paradoja reside en que el terapeuta le está
diciendo que haga dos cosas contradictorias: que sea espontáneo y que obedezca la orden
de ser espontáneo (si es espontáneo no debiera obedecer, y si obedece deja de ser
espontáneo). Como vemos, la prescripción del síntoma es una técnica de tipo doble vínculo
porque utiliza este tipo de instrucciones basadas en paradojas.
En suma, definimos prescripción del síntoma como una técnica psicoterapéutica de tipo
doble vínculo, cuya finalidad es eliminar la conducta sintomática.
Watzlawick y sus colaboradores llegan a sugerir que el mismo efecto puede lograrse
incluso, en lugar de prescribir directamente el síntoma, bien describiéndolo frente al
paciente, o bien permitiéndoselo: en ambos casos el paciente se sentirá molesto e intentará
suprimirlo.
La técnica de prescribir el síntoma para eliminarlo no conduce a la formación de nuevos y
peores síntomas, como lo revela la experiencia clínica. Si se indica a un paciente que lleve a
cabo su síntoma, y este paciente comprueba que puede librarse de él, con lo cual tiene el
camino allanado hacia su eliminación. La prescripción del síntoma fue también utilizada
con éxito en contextos terapéuticos diferentes como por ejemplo en el análisis directo de
Rosen para el tratamiento de psicóticos, aunque aquí no se emplea la denominación
‘prescripción del síntoma’ para la técnica.
Dobles vínculos terapéuticos.- La prescripción del síntoma es una más entre las
variadas intervenciones paradójicas llamadas de doble vínculo terapéutico. A su vez, tales
intervenciones son apenas una clase de comunicación terapéutica, ya que hay muchas
otras formas de este tipo de comunicación.
Watzlawick sin embargo, asigna especial importancia a las técnicas basadas en dobles
vínculos porque son para él las intervenciones más eficaces conocidas, sin desmedro de las
cualidades del terapeuta mismo tales como la comprensión, la calidez, la sinceridad, etc.
Además, la aplicación de la técnica exige cierta destreza, pues si el paciente descubre la
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intención del terapeuta de ponerlo en una situación de doble vínculo, podrá eludirla
fácilmente y la técnica no habrá tenido el éxito esperado.
El doble vínculo terapéutico se funda en la idea según la cual el doble vínculo patógeno
puede ser roto por un contra-doble vínculo, llamado doble vínculo terapéutico. En efecto y
según se ha comprobado, lo que hizo enloquecer a una persona debe, en última instancia,
servir para devolverle la cordura.
Desde un punto de vista estructural, el doble vínculo terapéutico es la imagen especular de
uno patógeno, e implica las siguientes tres características:
1) Presupone una relación intensa y muy valorada por parte del paciente con su terapeuta,
pues ese vínculo implica un alto valor de supervivencia y expectativas.
2) El terapeuta coloca al paciente en una situación insostenible, paradojal, donde debe
nada menos que reforzar su síntoma, pedirle que cambie permaneciendo igual. Así, cuando
el terapeuta dice "haga su síntoma", el paciente puede obedecer o no obedecer. Si obedece,
'hace' el síntoma, es decir, ya no es cierto que "no puedo evitarlo" porque el 'hacer'
convierte al síntoma en algo dependiente de la voluntad, deja de ser involuntario o
espontáneo, es decir, hace 'imposible' el síntoma, con lo que se cumple el propósito
terapéutico. Si no obedece, el paciente abandona el síntoma, y también se cumple el
propósito terapéutico. En suma, tanto si elige una opción como otra, el paciente cambia. A
diferencia del doble vínculo patógeno, donde ambas alternativas son desfavorables (pierde
si lo hace y pierde si no lo hace), en el doble vínculo terapéutico ambas alternativas
resultan favorables (cambia si lo hace, y cambia si no lo hace).
3) El paciente no debe poder encontrar una tercera opción, por ejemplo retrayéndose, o
haciendo comentarios metalingüísticos sobre ella.
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terapéutico donde el paciente cambia si es espontáneo, y también cambia si no lo es,
cuando se ajusta al encuadre.
Ejemplo 3) La relación médico-paciente tiene una peculiaridad: el médico está en una
posición de superioridad si puede tratar y curar al paciente, pero estará en una posición de
inferioridad si no puede hacer nada por él. Desde el punto de vista del paciente, éste se
comporta también por un lado como si el médico fuera superior, pidiéndole ayuda, y por
otro como si el médico fuera inferior, impidiéndole que lo cure o demostrándole su
incompetencia.
Una paciente que tenía una cefalea psicógena se comportaba como si estuviese complacida
de que muchos médicos anteriores no hayan podido dar con la causa de su dolor. El
psiquiatra que la recibió, convencido de que no debía sostener que su tratamiento la
curaría para no entrar en el juego de la paciente, le dijo que su cefalea era incurable como
lo demostraban los muchos intentos fallidos de curación, por lo que le sugirió que siguiese
con su síntoma y que, en todo caso, él la ayudaría a convivir con él de la mejor forma
posible. A pesar del enojo de la mujer contra la psiquiatría, el médico insistió sobre el
punto, incluso cuando la paciente empezó a mejorar, diciéndole que no alimentara falsas
esperanzas, que el dolor volvería cada vez peor. Finalmente la paciente abandonó el
tratamiento muy mejorada, luego de haber comprendido que su juego con el psiquiatra
podía seguir indefinidamente.
Ejemplo 4) El doble vínculo terapéutico incluso puede establecerse ya desde el primer
contacto telefónico, cuando hay una seguridad razonable que el síntoma es psicógeno. Si
como consecuencia de esta primera intervención paradójica el paciente no mejora, no se
habrá hecho mal alguno, pero si mejora, están dadas las condiciones para una ulterior
estructuración del doble vínculo terapéutico, que comienza con una prescripción del
síntoma.
Por ejemplo, se explica al paciente que la psicoterapia no alivia el dolor, pero que el
paciente puede modificarlo y aún aumentar su intensidad. Se le pide por ejemplo que elija
un momento del día donde le sería menos molesto sentir 'más' dolor, y entonces se le dice
que en ese momento aumente su dolor, en lo cual está implícito que con ello se sentirá
mejor el resto del día. Lo curioso es que los pacientes logran aumentar su dolor en los
momentos indicados, con lo cual no pueden dejar de aceptar que son capaces de controlar
su dolor, perdiendo así el síntoma su aspecto esencial: su carácter involuntario.
Ejemplo 5) Una joven universitaria consultó a un terapeuta, preocupada porque nunca
podía levantarse a las 7 para ir a las clases, haciéndolo en realidad a las 10 de la mañana, lo
cual amenazaba seriamente sus estudios.
El terapeuta, en quien confiaba mucho, le dijo que ella debía colaborar haciendo lo
siguiente: al sonar el despertador a las 7 podía elegir entre dos cosas: levantarse e ir a las
clases, o bien quedarse en cama...pero hasta las once, durmiendo o no haciendo nada (o
sea, sin escuchar radio, leer ni distraerse de ninguna manera).
La paciente encontró la indicación placentera. El primer día se quedó en cama hasta las
once, pero se aburrió un poco, y en los días subsiguientes la situación se le hizo muy difícil,
por lo cual empezó a optar por la otra posibilidad: levantarse a las 7 y asistir puntualmente
a las clases. Sólo entonces se pudieron explorar los motivos que aparentemente la
obligaban a fracasar en la universidad.
Ejemplo 6) En el transcurso de una psicoterapia conjunta de familia, en cierto momento
empieza a hablarse de un antiguo problema entre los padres. La hija, en este punto,
comienza a obstaculizar la terapia hablando de temas intrascendentes y generando
problemas irrelevantes, llegando a afirmar que no estaba dispuesta a colaborar más.
Frente a ello, el terapeuta le dijo que su ansiedad era comprensible, y que él quería que su
conducta fuese lo más negativa posible, en bien del tratamiento, o sea, prescribió el
síntoma de obstaculizar la terapia. Con esta instrucción, colocó a la hija en una situación
insostenible: si obedecía la orden de no colaborar, estaba colaborando pues no colaborar
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era, según el terapeuta, favorecer la terapia. En cambio si no obedecía la orden, debía
portarse bien, lo cual también favorecía el curso del tratamiento.
Desde ya, la hija podía también haber elegido una tercera opción: no asistir más a las
sesiones, pero el terapeuta había cerrado esa vía al darle a entender que, en su ausencia, se
seguiría hablando de la antigua relación entre los padres, cosa que ella no podía tolerar.
Ejemplo 7) Se cita el caso de una pareja con un miembro alcohólico (el marido), que
discuten permanentemente, pero que, detrás de esa fachada, están confirmándose
mutuamente: el marido, al permitir que su mujer sea sobria, razonable y protectora, y la
mujer, permitiéndole ser irresponsable, infantil y un fracasado incomprendido.
Un posible doble vínculo que puede imponérsele a semejante pareja consiste en indicarles
que beban juntos, pero con la condición que la mujer tome siempre un poco más que el
marido. El marido tiene dos opciones: a) si obedece la orden, deja que su mujer tome más
y entonces será ella la desvalida y él el protector (roles invertidos), y b) si no la obedece, él
deberá controlar que su mujer no tome más que él, lo que también lo pone en situación de
protector. Además, la nueva situación le obliga a considerar el beber como una tarea
(prescripta por el terapeuta), y ya no es algo que él 'no pueda evitar', quitándole al síntoma
su carácter compulsivo. Watzlawick aclara que la sola implementación de este doble
vínculo terapéutico es suficiente para curar el alcoholismo, aún en el supuesto de que la
pareja aceptase semejante prescripción del síntoma., lo que de por sí es una cosa difícil de
conseguir.
Ejemplo 8) Una pareja consulta porque discuten demasiado. El terapeuta del dice que ello
es porque están enamorados, y que cuanto más discuten, más se quieren, ofreciendo
diversas fundamentaciones para justificar esta aserción.
Por ridícula que ellos consideren esta interpretación (o precisamente por ello mismo), se
empeñarán en demostrarle al terapeuta que está equivocado, con lo cual dejan de pelear,
demostrándole así que 'no' están enamorados. Pero cuando dejan de discutir, comprueban
que se llevan mucho mejor.
Ejemplo 9) Entre una madre y su hija se había establecido un vínculo curioso. La madre
recriminaba a su hija querer incendiar la casa y esconder los fósforos. La madre entonces
buscaba los fósforos, los encontraba, y ahí terminaba el episodio, para repetirse
nuevamente al otro día.
El relato de la madre hizo evidente que ella necesitaba encontrar los fósforos para sentirse
segura, y que la hija satisfacía esa necesidad de la madre portándose mal (vale decir,
escondiendo los fósforos, amenazando implícitamente con incendiar la casa). El terapeuta
les propuso entonces un juego (prescripción del síntoma): toda la familia -pues había otros
dos hijos- debía buscar el fósforo escondido y quien lo encontraba era recompensado con 5
centavos. Esta prescripción terminó cortando el juego sin fin que venían realizando madre
e hija, y lo que antes había sido un comportamiento peligroso (amenaza de incendio) ahora
era un entretenimiento que sirvió para unir aún más a la familia.
Todo el proceso descrito en este ítem puede resumirse así: La ilusión de alternativas está
incluida en un juego sin fin, que puede cortarse mediante la prescripción del síntoma, que
es un ejemplo de doble vínculo terapéutico, a su vez un caso especial de comunicación
terapéutica.
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conjeturas, siendo tal vez la principal de ellas, en un contexto existencialista, la creencia
según la cual el hombre existe en una relación amplia, compleja y privada con la vida.
Watzlawick, Beavin y Jackson se preguntan aquí en qué medida los conceptos
comunicacionales pueden ser útiles si nuestro interés se desplaza de lo interpersonal a lo
existencial y, en tal caso, de qué manera.
¿Hay alguna relación entre comunicación y existencia, que son los dos conceptos nucleares
de ambos enfoques? Sí la hay: para preservar su existencia, el organismo debe comunicarse
con su entorno para saber si el otro lo atacará o está jugando. De esta manera puede
prepararse para una adaptación exitosa.
Los conceptos anteriores se aplican al ser humano como al resto de los seres vivos, pero en
el caso del hombre la situación es más compleja porque éste tiende a creer que la vida o la
existencia es una especie de socio, de entidad capaz de ayudarlo, hundirlo, decepcionarlo,
traicionarlo, etc., y a quien se puede a su vez aceptar o rechazar como si fuese otra persona:
"La vida me engañó", "la vida me ayudó", etc. A este socio el hombre le asigna diversos
nombres: la realidad, el destino, Dios, la naturaleza, la existencia, etc.
Para ahondar más en la relación del hombre con su existencia, debemos distinguir en él
tres clases de conocimiento: el conocimiento de primer orden, el conocimiento de segundo
orden, y el conocimiento de tercer orden.
El conocimiento de primer orden es un conocimiento 'de' las cosas, y es puramente
sensorial. Tomando el ejemplo del perro de Pavlov, este conocimiento surge cuando el can
capta un círculo o una elipse. El conocimiento de segundo orden es obtenido a partir del de
primer orden, y básicamente implica atribuir un significado al círculo o la elipse: ambos
son elementos importantes o significativos para la supervivencia (ya que por
condicionamiento, uno es indicador de comida y el otro de descarga eléctrica). Una vez que
el perro comprendió el significado de lo visto a los efectos de su supervivencia, de aquí en
más se comportará como si hubiese llegado a esta conclusión: "Este es un mundo donde
estoy a salvo en tanto pueda diferenciar un círculo de una elipse". Esto ya es conocimiento
de tercer orden, porque se deriva del de segundo orden y porque implica una síntesis, una
visión más general del mundo.
Estos tres órdenes de conocimiento existen en el hombre, y, al menos en el hombre adulto,
no se presentan aisladamente: todo lo que el hombre ve o escucha (primer orden), tiene
para él un significado (segundo orden), y a partir de esos significados puede construir una
imagen o una cosmovisión de la vida, la existencia o el universo. Adquiere, en términos
existencialistas, una manera específica de 'ser- en-el-mundo'. Y en tanto ella resulta de su
libertad para atribuir significados, es el resultado de una elección.
Numerosas teorías de la conducta y del aprendizaje han discriminado también entre estos
diferentes órdenes de conocimiento. En este sentido, todas coinciden en pensar que el
hombre no sólo ve cosas (primer orden) y aprende acerca de las cosas (segundo orden),
sino que además se traza un esquema general para aprender, aprende a aprender, adquiere
hábitos para buscar contextos, (tercer orden) lo que hace que sus sucesivos conocimientos
de primer y segundo orden se tornan cada más fáciles, ya que son susceptibles de
incluírselos en un esquema, en una determinada visión del mundo o en una cierta manera
de ser-en-el-mundo.
Los conocimientos de tercer orden tienen una particularidad: el hombre se resiste mucho a
cambiarlos. El hombre tiene una enorme capacidad de adaptación en el nivel de los
conocimientos de segundo orden, pero siempre que no violen sus premisas de tercer orden,
es decir, sus premisas acerca del significado del mundo en que vive.
La ausencia de significados (no en el sentido simplemente semántico, sino existencial) es el
horror de la Nada existencial, dicen los investigadores de Palo Alto, en una declaración que
pocos les hubiesen adjudicado a hombres tan pragmáticos. Y siguen: la pérdida o ausencia
de un sentido de la vida es, quizás, el denominador más común de toda forma de
perturbación emocional. El dolor, la enfermedad, las desilusión, el tedio llevan a sentir que
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la vida carece de sentido, y por ello, tal vez la definición más básica de la desesperación
existencial es la penosa diferencia entre lo que 'es' y lo que 'debiera' ser, es decir, entre las
propias percepciones y las premisas de tercer orden.
Si el hombre quisiera modificar sus premisas de tercer orden, debería hacerlo desde un
conocimiento de cuarto orden, y así sucesivamente, de manera que no existe límite con
respecto a nuevos órdenes de conocimiento. Al menos teóricamente, porque el hombre no
está preparado para manejar niveles de abstracción tan altos, a menos que recurra al
simbolismo matemático o al de las computadoras.
Tomando un ejemplo de otro contexto que no es específicamente el existencial, el hombre
todavía puede comprender el significado de "así es como yo veo que tu ves que yo te veo"
(tercer orden), pero una afirmación de cuarto nivel está virtualmente más allá de su
comprensión, tal como "así es como yo veo que tú ves que yo veo que tú me ves".
Es para el hombre muy difícil el acceso a ese cuarto nivel, y apenas si puede lograrlo
intuitivamente, en el terreno del 'ajá'. El propósito de la psicoterapia es encarar la
posibilidad de cambiar las premisas de tercer orden, operando desde un cuarto orden,
donde el sujeto pueda advertir, intuitivamente al menos, el ordenamiento de secuencias en
la propia conducta y en la del medio. Solo desde un cuarto orden se puede dejar de ver la
realidad como algo objetivo e inalterable, y desde donde es posible entender que lo que
cuenta es nuestra visión subjetiva de la realidad y que esta como tal, está más allá de toda
verificación humana. Este carácter evasivo y difícil de concientizar implicado en el cuarto
orden hace que resulte imposible establecer cómo y porqué se produjo una terapia exitosa,
y en qué consistió realmente.
Gödel en la matemática y Wittgenstein en la filosofía, entre otros, ya se habían percatado
de esta cuestión fundamental, que puede resumirse en esta oración: "Para resolver un
problema debemos salir del sistema donde el problema está incluido". Así, si queremos
cambiar conocimientos de tercer orden, debemos pasar a un orden superior; si queremos
cambiar nuestra cosmovisión del mundo debemos liberarnos de él y verlo 'desde afuera', y
si queremos, como dice Wittgenstein, ver el mundo en su totalidad, debemos salir fuera de
él. Pero de ser ello posible, este mundo así contemplado ya no sería 'todo' el mundo, con lo
cual el mundo resulta ser finito y al mismo tiempo ilimitado (mezclar ambos niveles como
si pertenecieran a la misma esfera es lo que precisamente genera paradojas).
Con el mismo criterio, por último, también puede decirse que la solución al problema de la
vida está 'fuera' de la vida, o debe buscarse fuera de ella, en otro nivel. Y del mismo modo,
nada 'dentro' de un marco dado puede aseverar ni incluso nada sobre ese marco, salvo
desde un nivel superior. Por lo tanto, la solución no consiste en encontrar una respuesta al
enigma de la existencia, sino en comprender que no hay tal enigma.
Referencias bibliográficas
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