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El Relato Marroqui Fronteras Geograficas PDF

Este documento presenta una introducción al relato marroquí en dos idiomas y facetas. Explora el cuento escrito por marroquíes en castellano y árabe, así como el cuento escrito por españoles sobre Marruecos. También resume la historia y evolución del cuento marroquí como género literario, desde sus raíces orales hasta su aparición como forma moderna a principios del siglo XX, influenciada por factores como la prensa y la literatura oriental. Finalmente, ofrece algunos ejemplos de cuent

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El Relato Marroqui Fronteras Geograficas PDF

Este documento presenta una introducción al relato marroquí en dos idiomas y facetas. Explora el cuento escrito por marroquíes en castellano y árabe, así como el cuento escrito por españoles sobre Marruecos. También resume la historia y evolución del cuento marroquí como género literario, desde sus raíces orales hasta su aparición como forma moderna a principios del siglo XX, influenciada por factores como la prensa y la literatura oriental. Finalmente, ofrece algunos ejemplos de cuent

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El relato marroquí: fronteras

geográficas, históricas e
idiomáticas.
José Luis Gómez Barceló

Una visión del relato en lengua árabe y en lengua española y, en este último caso,
fijándonos en dos realidades diferentes: el escrito en castellano por marroquíes y el
escrito por españoles.

1. A modo de justificación

El estrecho de Gibraltar ha actuado y actúa, a través de los siglos, como un


catalizador, como un crisol de gentes y culturas diferentes. A sus aguas se han asomado
hombres y mujeres de distintas naciones y credos, como aún hoy sucede. Desde
miradores de Ceuta, Gibraltar, Punta Carnero o Cabo Espartel tenemos la posibilidad
única de ver a un tiempo tierras de dos continentes y de tres coronas diferentes, con
religiones mayoritarias igualmente dispares. Sin embargo, conocemos poco y mal las
culturas de nuestras respectivas comarcas de origen, una falta que quizás sea
responsable de buena parte de nuestros problemas de comunicación.

Mi trabajo de investigación ha girado preferentemente en torno a la historia de


un lado y otro del estrecho de Gibraltar. He realizado incursiones en otras temáticas y,
junto a ellas, he mantenido siempre una afición que, si no es inconfesable, al menos sólo
aparece en mis colaboraciones periodísticas aunque, eso sí, con mucha frecuencia. Se
trata de la literatura que se hace en y sobre Marruecos, con preferencia el cuento que se
ha escrito y escribe en la zona norte del país, concretamente el territorio que entre 1912
y 1956 constituyó el Protectorado español, también llamado Zona Jalifiana.

La visión que deseo dar en este trabajo no constituye un ensayo especializado en


tan vasta disciplina literaria, sino que me conformaré con ofrecer una introducción a la
temática en dos facetas diferentes como son el cuento escrito por los marroquíes, ya sea
en castellano o en árabe, y el cuento escrito por españoles sobre Marruecos. Será una
modesta aportación a ese movimiento que trata de interesar cada vez a más eruditos, sí,
pero cada vez, también, a más lectores de a pie por un género literario tan atractivo
como sencillo, tan moderno como sorprendente.

Las buenas relaciones que mantienen ambos estados en los últimos decenios,
sumado al interés que Africa despierta hoy para los europeos, tanto en lo comercial,
como en lo turístico y cultural han hecho proliferar una bibliografía que abarca un
amplio espectro temático que va desde las guías y planos, pasando por los estudios
históricos, geográficos y naturales, hasta ensayos sobre arte y literatura. Entre la
nostalgia de unos y el afán de descubrir lo inexplorado de otros, se ha logrado que los
estantes de bibliotecas y librerías españolas nos ofrezcan hoy un panorama cultural de
Marruecos que, hasta hace unos años, únicamente estaba al alcance de la otra nación
protectora de la región: Francia.

En el último cuarto de siglo concretamente han sido muchas las antologías y


colecciones de cuentos que han ido apareciendo, destacando entre otros compiladores a
españoles como Rodolfo Gil Grimau1, Jacinto López Gorgé2, Pedro Martínez
Montávez3, Sergio Macías4 o Dolores López Enamorado5; junto a marroquíes como
Muhammad Ibn Azzuz Hakim6, Mohamed Chakor7, Abdellah Djbilou8, El Hasane
Arabi9 o Mohamed Bouissef Rekab10. Un elenco que tuvo precursores en estudiosos
como Tomás García Figueras11 o Elisa Chimentí, esta última recuperada no hace mucho
tiempo gracias a la antología de Cuentos del Marruecos Español mediante las
colaboraciones que publicara durante años en la revista Mauritania12.

1.1.- El cuento

La mayor parte de los expertos fijan la aparición del cuento marroquí a


comienzos de siglo. Naturalmente, se refieren al cuento como género literario, en el
concepto que de él tenemos en el mundo occidental y, en ese sentido, hay que recordar
que la mayoría de los críticos fechan sus inicios en Europa a finales del siglo XIX nada
más. Pero ¿qué diferencia hay entre la narración tradicional y la moderna, tanto en
occidente como en oriente?

Bien, ese es uno de los problemas que han emborronado más páginas de ensayos
eruditos. Sin entrar en la teoría, podemos decir que mientras el cuento desde la
antigüedad se basa en la transmisión oral de determinados mitos y leyendas, de sucesos
unas veces reales y otras imaginarias, el cuento como género literario surge de una serie
de condicionantes más profundos, basados en una concepción diferente de la sociedad
moderna. No es, por tanto, fruto de una evolución simple del relato clásico y eso sucede
lo mismo en Europa que en el Magreb.

Concretamente en Marruecos Fernando Ramos13 señala tres factores principales


en la aparición del relato marroquí en lengua árabe como son la prensa (un vehículo
tradicional de comunicación del relato en oriente y en occidente), la influencia de la
literatura del oriente islámico y la evolución del ensayo como género. Así, el autor de
este magnífico estudio, nos traza la trayectoria del cuento marroquí desde el ensayo
narrativo a la narración-relato, pasando por el primer relato de marcado contenido
político-social, hasta llegar a conformarse como género con características propias.

Pero antes de entrar en los tres bloques que nos hemos marcado como centro de
este estudio hemos de referirnos a la raíz del cuento, es decir, al cuento popular de
marcada herencia oral, que existe en Marruecos como en todos los países.

1.2.- Cuentos populares y tradición oral

Antonio Rodríguez Almodóvar, en esa Biblia de cabecera que son sus Cuentos
al amor de la lumbre14, nos habla de la universalidad del cuento popular y después de
estudiar las distintas teorías estructuralistas nos clasifica estos en maravillosos, de
costumbres y de animales. Como no podía ser menos, tras la lectura de antologías y
estudios como los de Dolores López Enamorado o de Mohamed Ibn Azzuz Hakim, nos
damos cuenta de que esa clasificación se adapta igualmente bien al cuento marroquí,
inclusive a otras propuestas como la que hace El Hasane Arabi en su última antología15,
que los agrupa en de supersticiones y creencias, de amor, de astucia y torpeza, e
históricos.

Las influencias orientales, en el caso que nos ocupa, son aún más profundas ya
que buena parte de los mitos hindúes y egipcios se mantienen como arquetipos en las
narraciones marroquíes. Muchos de ellos proceden directamente de la antología de los
Cuentos de las mil y una noches y otros forman parte de ese personaje legendario
conocido como Al-Yazid o Yehá, que da lugar a los célebres Cuentos de Yehá
recopilados en el primer tercio del siglo XX por Tomás García Figueras.

Los Cuentos de Yehá tienen como protagonista a un filósofo popular, un hombre


que algunos han equiparado a un Jaimito de la época, cargado unas veces de humor,
otras de sabiduría y las más de inocencia, que todavía hoy es quien carga con anécdotas
y sucedidos que nadie sabe a quien colgar, pero que siempre se le ajustan a él como un
guante. Son en definitiva, y en gran parte, cuentos de costumbres, pero que también
pueden participar de los otros dos apartados, por lo tanto están siempre vivos. Como
prueba de ello sépase que en el Protectorado, muchos funcionarios aprendieron a leer,
escribir y traducir árabe con estas historias recogidas en multitud de libros de lectura.

He aquí un breve, pero típico cuento de Yehá:

«Yehá y los melocotones16

Un día que iba Yehá de paseo se encontró a un grupo de muchachos y les


dijo:

- Si acertáis lo que llevo en esta cesta os daré un melocotón.

- Melocotones, le contestaron a coro.

Sorprendido quedó Yehá y les preguntó:

¿Quién es el maldito que os lo ha dicho?»

Dolores López Enamorado, en su selección de catorce cuentos de tradición oral,


recoge en diez de ellos elementos maravillosos, de una tradición que nos lleva hasta los
célebres Cuentos de las mil y una noches, en los que los objetos toman vida y son
capaces de lo posible y lo imposible, como en Las habas de Lalla Zamsa o en Los tres
deseos del pescador. Otra recopilación esencial para introducirnos en los cuentos
maravillosos es la titulada Que por la rosa corrió mi sangre, en la que Mohamed Ibn
Azzuz, esta vez en colaboración con Rodolfo Gil Grimau, continúa su magnífico trabajo
de antólogo sobre literatura oral que ya hiciera con sus Cuentos de animales y entra en
ese tercer grupo del que nos hablaba Rodríguez Almodóvar. Como ejemplo de cuento
maravilloso, recogemos un típico cuento tetuaní:

«Las tres hermanas costureras17

Estas eran tres hermanas que habían perdido a su padre, y se dedicaban a


la costura entregadas día y noche. Un día pidió el Sultán que se apagaran las luces
de noche, y todos los habitantes de la ciudad cumplieron la orden del Sultán
excepto las tres hermanas, que, como tenían mucho trabajo, ni siquiera se
enteraron de la orden dada por el monarca, ya que vivían en una casita en un
apartado callejón de la ciudad. Aquella noche, como de costumbre, el Sultán
realizó con su ministro la acostumbrada gira por la ciudad, para lo que se vestían
de pobres.

Andando, andando, vieron la luz que salía de la casita de las tres hermanas. Se
acercaron y escucharon la conversación que las tres sostenían entre sí. Así la
mayor decía: «A mí me gustaría casarme con el panadero del Sultán.» La otra
hermana decía: «A mí me gustaría casarme con el cocinero del Sultán.» Y la más
joven decía: «A mí me gustaría casarme con el hijo del Sultán.» Fue el Sultán a su
palacio, y al día siguiente mandó por las tres hermanas y preguntó a la mayor:
«¿Qué dijiste tu ayer?» «Yo, nada, señor», le contestó. Volvió a preguntarle:
«Dímelo o te cortaré la cabeza.» Y entonces le dijo: «Señor, dije que me gustaría
casarme con el panadero de mi señor.» Y el Sultán mandó llamar a su panadero y
le casó con la joven. Luego preguntó el Sultán a la segunda de las hermanas:
«¿Qué dijiste ayer?» Y le contestó: «Yo no dije nada, señor.» Y entonces el Sultán
volvió a decir: «O me dices lo que dijiste ayer, o te cortaré la cabeza.» Entonces le
dijo: «Dije, señor, que me gustaría casarme con el cocinero de mi señor.» Y el
Sultán mandó por su cocinero y le casó con la muchacha. Entonces dijo el Sultán a
la menor de las tres hermanas: «¿Qué dijiste ayer?» Y ella respondió: «Dije, señor
que me gustaría casarme con el hijo del Sultán, mi señor.» Entonces el Sultán, por
haberle respondido a la primera pregunta, mandó que la casaran con su hijo.
Celebraron las bodas, que duraron siete días, y vivieron felices. Yo comí con ellos
un poco de manteca y de miel, luego les dejé y volví aquí.»

Y, por último, un pequeño cuento de animales:

«El sapo y la lluvia18.

Este érase un sapo que estaba en la orilla de una charca tomando el sol, y en
ese momento empezó a llover.

El sapo no se dio cuenta del cambio de tiempo operado, y cuando casi cesaba de
llover dijo para sí: ¡Seré tonto! Estoy mojándome, teniendo la charca tan cerca.
Y se metió en la charca para no mojarse. (Wad-Ras, Yebala).»

Curiosamente aunque el mundo del cuento, en los ámbitos públicos, pertenece al


hombre, en el privado es siempre de las mujeres y, sin embargo, pocas veces la
hallamos firmando obra literaria, para cuya edición tienen aún más dificultades que los
hombres. Una excepción es la conocida escritora Fátima Mernisi, quien en ocasiones ha
dado libertad a sus personajes para narrarnos alguna historia tradicional como en Sueños
en el umbral19 o cuando ofreció la edición de Aixa y el hijo del rey...20, un cuento que es
solicitadísimo siempre en las bibliotecas.

La riqueza oral marroquí es abundantísima y no sólo afecta a la arabófona, sino


que pueden rastrearse tradiciones étnicas y comarcales concretas, como demuestran
antologías de cuentos bereberes21, saharauis22 o judíos23. Es la misma que cautivó en las
plazas públicas de Al-Andalus a sabios de las tres religiones, la misma que aún
permanece en los pueblos andaluces más escondidos y que en la Xemáa el Fná sigue
embrujando e inspirando a escritores como Juan Goytisolo24, o que fue responsable de
esa maravillosa colección de relatos que con el título de Las voces de Marrakesh
alumbrara el premio Nobel de Literatura Elías Canetti25. Incluso, todavía podemos
encontrar algún contador de cuentos como los dibujaba Sándoz o Bertuchi para sus
postales e ilustraciones.

2.- El Cuento marroquí escrito en árabe.

Era para mí necesario tocar el tema del cuento marroquí que se escribe en lengua
árabe, aunque fuera de forma somera. Su enorme calidad no sólo es comentada por los
especialistas, sino que se percibe en las traducciones que nos ofrece el panorama
editorial, como la ya citada de Abdellah Djbilou Miradas desde la otra orilla. Una
visión de España. Sin embargo, es frecuente dudar del nivel que tiene la literatura
marroquí, en parte por no saber hasta qué punto de respeto al original llegan los
traductores y, en parte también, porque la imagen de la obra escrita directamente en
castellano, frecuentemente, es pobre en cuanto a recursos léxicos y gramaticales. Esta
situación se vive en la literatura de todo el continente africano, que cuando se conoce
llama la atención tanto como lo ha hecho el monográfico que con el título de Al sur del
Sahara y editado hace unos meses por la revista Extramuros26 ha sorprendido a la
crítica nacional y extranjera, logrando que parte de su edición fuera patrocinada por la
UNESCO.

Con gran satisfacción descubrimos hace unos meses una obra sobre el relato
marroquí en lengua árabe, de Fernando Ramos López, que nos ha dado una nueva idea
del asunto, completando las noticias fragmentarias que teníamos de un tema para el que
nosotros tenemos un problema capital: el desconocimiento de la lengua.

2.1 Del ensayo narrativo a la narración-relato.


Fernando Ramos expone la teoría de que el relato marroquí tiene sus inicios en
los primeros años del siglo XX, partiendo de una evolución del ensayo narrativo, que da
lugar a lo que él denomina narración-relato, para desembocar en un relato puro, que
vivirá dos épocas diferentes desde entonces. Ese ensayo narrativo con elementos de
ficción hace su aparición con Los dos hermanos, un relato de 1914 escrito por Al-
Saquiqani, que luego tendrá seguidores en Abd-al-Jaliq Torres o Ahmad Zayyad en la
década de los 30. Son textos poco conocidos y de los que hay escasas traducciones ya
que coinciden con un período histórico del Protectorado en el que las publicaciones
tenían sus objetivos puestos en la publicidad colonial más descarada.

Las influencias de la literatura oriental islámica producen un primer momento de


inflexión que da lugar a la narración-relato. Eso sucede desde finales de los treinta a
comienzos de los cuarenta, y la temática con la que hace su entrada es la histórica, con
heroínas que escogen como escenarios ciudades españolas y marroquíes. Es el caso de
Una espía en la frontera de Palestina y Una rubia del Rif de Abd al-Aziz ben Abd
Allag, o de La doncella de Almería y La doncella de Ceuta, de Abd al-Rahman al-Fasi.
De esta última leemos un fragmento:

«El sol de poniente empezó a lanzar sus dorados rayos sobre el palacio del
Conde Julián. La brisa al anochecer perfumaba la ciudad de Ceuta, la rumí, con
los aromas de los arrayanes y la fragancia de las flores. Surgió la alta talla del
Conde en la terraza de su gran palacio, con sus bigotes puntiagudos; dirigía su
vista hacia España, la goda, su protectora, el guarda de la rumí en este castillo;
hoy, sin embargo, la vista de España produce dolor en su corazón y agita sus
pensamientos. La historia de don Rodrigo «el usurpador» había turbado su
espíritu...»

La temática histórica novelada tiene todas las características necesarias para


pasar los filtros coloniales y lograr su publicación en revistas y periódicos. Incluso, en
ocasiones, autores como Ahmed El Hassan Escuri hace concesiones políticas tan claras
como la que vemos en Taha, el cuento con el que obtuvo el premio del Día del libro
hispano-árabe de 1941. En él, Taha, después de narrar sus sueños y realidades, pone sus
esperanzas en los sucesos que tienen lugar en esos días de julio: el alzamiento de los
militares españoles acaudillados por el general Franco, que merecerá su edición
bilingüe27.

«¿Has oído la gran noticia, Taha?

- No. ¿Qué noticia es esa? ¿Has hallado algún tesoro, o has encontrado el anillo de
la sabiduría?

- Nada de eso. Se trata de otra cosa, que va a cambiar el curso de la historia y dar
un nuevo rumbo a los acontecimientos del mundo.
- Y ¿cómo es eso?

- Un grupo de nacionalistas, españoles, despertando de su letargo, han hecho surgir


en su patria un estilo nuevo, arrumbando para siempre ese papel ridículo que
estaba representando con el espectáculo de la continua sucesión de gobiernos.
Pretenden, en una palabra, que su país adquiera condiciones de estabilidad y de
grandeza.

- ¡Ay! Alí. ¿Sabes lo que estás diciendo? ¡Qué saldrá de todo eso! Pero ¿es que se
han alzado en armas, o es que se han apoderado de las riendas de la gobernación
en otra forma?»

Durante los últimos años del Protectorado surge la narración-relato de


resistencia. La Independencia está ya próxima, pero este tipo de literatura viene más al
socaire de los textos procedentes de oriente que por la propia iniciativa marroquí. Quizá
uno de sus mejores cultivadores haya sido Muhammad al-Jadir al-Raysuni, escritor
descendiente del caudillo marroquí de comienzos de siglo, que desarrolla siempre
historias efectistas y reivindicativas. Más polémico y agresivo es Abd al-Mayid ben
Yallun cuyos temas suelen tener como escenario el Marruecos más cercano.

Al Raysuni, en Nuestra amada tierra, pone en boca del joven patriota estas
palabras:

«La llamada de la Patria me reclama. Tendré que marchar lejos, madre,


para participar con mis hermanos en la batalla: la batalla contra el enemigo
usurpador, madre, la batalla por el Rey, por nuestra tierra...»

Complementario podría ser este otro fragmento de Viaje hacia la luz28 aunque
sea muy posterior:

«Llegaron las fiestas de la victoria, y los altavoces conectados con la radio y


puestos en la Plaza del Feddan daban parte del avance del “caudillo” sobre el
último asilo de los republicanos en España, con la ayuda de Hitler y Mussolini. (...)
Ansiosos de la novedad, esperamos el fruto de la victoria del que habló Franco,
pero el único cambio real fue el nombramiento de un nuevo gobernador al que
fueron a recibir miles de personas en la Avenida de las Palmeras. Así apareció el
alto comisario Orgaz, con su cara hinchada, su sien saliente y su enorme barriga,
pasando revista a una división de La Legión.

Hacía calor y la muchedumbre puesta en largas filas, se empujaba a


codazos para ver el desfile. Yo no sé cómo en aquel momento me sentí humillado.
La clara dominación de mi tierra lo prueban estos viejos carros y cañones. Y a
pesar de que sentía una profunda admiración por los jóvenes compatriotas que
estaban en el ejército colonial, les deploraba cuando iban a la vanguardia llevando
una bandera española.»

Por último, llega la narración-relato social en la que desemboca la literatura de


resistencia anterior, haciéndose eco de la problemática surgida con el colonialismo y el
choque entre la vida rural y la urbana. Se trata de una primera fase de narrativa realista
en la que se ponen de manifiesto la lucha entre la tradición y la modernidad –El miedo a
la modernidad, que titulara Fátima Mernissi29– y la injusticia social. Son asuntos que
comienzan a tratarse ya en la década de los cuarenta por Abd al-Rahman al-Fasi y Abd
Allah Ibrahim, y por los que más tarde han pasado, entre otros, Ahmad Bannani o Abd
al-Salam al-Baqqali. De este autor, concretamente de una de sus obras más largas
ruwwad al-mayhul Ramos López subraya este fragmento que a nosotros nos parece muy
significativo, tanto por el matiz de resistencia a los cambios como por la sensibilidad
social que demuestra:

«Era de ascendencia noble, de la familia Gilan, la mejor casa de Asila.


Recayó sobre él la presidencia de la familia y de la asamblea de ancianos, y todo lo
que representaba fielmente el conservadurismo extremo. (...) Rehusaba mezclarse
con los extranjeros y con todo aquel que simpatizara con ellos; nunca se había
hecho una fotografía, ni había salido hacia los barrios europeos al otro lado de los
muros de la ciudad, ni llevaba ropas que no fueran conocidas antes de la
ocupación, y prohibía a sus alumnos que jugaran a la pelota y fueran al cine...»

2.2 El relato marroquí.

La Independencia marroquí constituye lo que Ramos ha llamado «el segundo


momento de inflexión» que da lugar a los primeros ejemplos de relato como género
literario, con tres temáticas como base: la narrativa de combate, la injusticia social y la
cuestión de la tierra. Sin embargo, esa literatura tiene todavía ciertas rémoras del
lenguaje colonial por una parte, y por otra del discurso combativo de los nacionalistas,
es decir, que todavía está tratando de salir del plano político para entrar de lleno en el
literario.

La narrativa de combate se centra en lo que ha dado en llamarse el problema


nacional, la recuperación de la identidad perdida de la que hacen bandera los
nacionalistas y así van a ser los héroes de la resistencia sus protagonistas, lo que
también hemos visto –y seguimos viendo– en la literatura de otros países como
Argelia30.

Con respecto a los otros dos apartados, a nuestro entender se manifiestan


directamente relacionados entre sí y, con frecuencia, presentan junto a la exposición de
dos realidades palpables como son el mal reparto de los bienes y las tierras, una
responsabilización de esos y otros males en las potencias coloniales, en buena parte por
no haber sabido mantener los sistemas tradicionales del derecho y la sociedad, sin que el
país hubiera podido asumir los cambios.

Gallab, uno de los mejores ejemplos de esa narrativa social escribe en El


Desconocido (1958):

«Toda esa tierra que dejaron mis abuelos con el esfuerzo de sus músculos y
que regaron con el sudor de sus cuerpos para que fueran abundantes los frutos y
madurasen, y sobre ellos han arremetido las entrañas de la codicia... Toda esa
tierra ha caído en manos de una panda de ladrones que..., que no voy a nombrar.»

Sin embargo, hay que decir que en estos tiempos, posteriores a la Independencia,
muchos de estos textos no se refieren ya al extranjero como el causante de sus males.
Cómo en otros países de Africa, la primera Guerra Mundial trajo el colonialismo, la
segunda la concienciación de la igualdad entre colonizadores y colonizados, pero la
Independencia que vino después tuvo como consecuencia la decepción del proceso de
reconstrucción nacional, en el que muchas de las nuevas autoridades se mostraban aún
mas inflexibles e injustas que las relevadas.

A partir de los años sesenta el relato marroquí se desprende de sus cadenas


políticas y se mete de lleno en la temática social. Es lo que Ramos ha llamado el paso de
la conciencia nacional a la conciencia narrativa. Surgen medios de publicación, nuevas
figuras literarias y la crítica, tan necesaria para dar cohesión al nuevo movimiento
literario que dio en llamarse realista, y del que podríamos destacar como abanderado a
Muhammad Barrada, perteneciente a una familia fesí con raíces españolas. El proceso
posterior ha sido, en una primera fase, una evolución del realismo social al realismo
crítico y luego de éste a un neo-realismo que lejos de cerrar las puertas de los nuevos
creadores las abre hacia múltiples posibilidades.

Hay que decir que en estos últimos años, la narrativa breve en Marruecos sigue
varias líneas diferentes, que Ramos López define como de observación fotográfica –
representada por Idris al-Juri, Muhammad Chukri y Muhammad Zafzaf–; de
observación interna –con Ahmad Madini, Janata Bannuna y Busta Hadi– y la tercera,
que conjuga las dos anteriores y a la que se adhieren, aparte de Barrada, nombres tan
conocidos como Mustafa al-Misnawi, Ahmad Buzfur, Al-Miludi Sagmum y
Muhammad al-Harradi.

Por trazar un perfil de algunos de ellos, decir que Mohamed Chukri (Rif, 1935),
autor de la célebre novela El pan desnudo, que en ocasiones plantea sus obras como una
verdadera sucesión de relatos con relativa independencia entre sí, como hace en Tiempo
de errores31 ha publicado numerosos cuentos en lengua árabe, reuniendo algunos de
ellos en El loco de la rosa. Siempre sensible al mundo de los niños, Martínez Montávez
tradujo No siempre los niños son tontos para CantArabia32. Muhammad Zafzaf (Kenitra
1945) es profesor universitario y combina el relato con la poesía y el teatro. Autor de
numerosas novelas tiene publicadas tres colecciones de cuentos y varias novelas breves.
CantArabia incluyó El Saltamontes, traducido por Carmen Ruiz Bravo.
El mundo femenino, decíamos ya al referirnos al cuento oral, es uno de los más
cerrados y difíciles de conocer para el europeo y por tanto también para el lector, por
eso incluimos a dos escritoras importantes: Janata Bennuna y Leila Houari.

Janata Bennuna (Fez, 1940) es una de las escritoras más destacadas del
panorama literario marroquí. Profesora universitaria y colaboradora habitual en medios
de prensa, si excluimos su novela El mañana y la cólera, su obra se circunscribe al
relato breve, que tiene coleccionados en media docena de volúmenes, siendo el último
de ellos Desagradable amanecer. Como ejemplo de su forma de escribir ofrecemos un
fragmento de Frivolidad y ardor33:

Se entrelazaban los brazos como un emparrado abandonado. El frío de la


medianoche no lo notaban cuerpos como éstos.

Llamaron a la puerta y apareció una cara. Su elegancia era el pasaporte de


entrada a una «boîte». El humo, el calor y el ruido son los nuevos ritos de la vida
derrotada. Después de sentarse, se echó sobre el rostro de ella y sonrió; quería
ofrecerle más, meterla en el ardor de las bóvedas nocturnas, hacer que estallara a
su alrededor la lujuria de los rincones, la embriaguez y los secretos del campo.

Por eso él recogió las mangas de su vestido y las apretó contra su pecho en
un baile de ritmo salvaje. El deseo hacia la hembra era lo fundamental y, por
tanto, destruía lo demás. Básicamente, lo que se buscaba en el abrazo y el
aislamiento era a la muñeca. El miedo al retorno de la otra en ella sembraba su
alegría de un terror subrepticio.

Unos vasos sucedían a otros... Ella se impregnaba del vértigo, de lo gratuito


y de la arrogante apostura de él. Se ha quemado lo fundamental, ¡oh héroe de las
pasividades modernas!, pues el mundo en el exterior se agita –¡Ah, dame de
beber!–, se agita con las contradicciones y la alegría despreciable... Tú te has vuelto
un héroe que no entra nada más que en la batalla de los rincones y de las cavernas.

Se adelantó otro:

- ¿Permites un baile?

Sonrió la máscara y se convulsionó el interior. (¡Cómo no!) Instante largo y


brazos como las cadenas del horror.

Los ojos del otro estaban poseídos por unos celos primitivos, sin que ella
tuviera que hacer nada más que poner en su rostro una sonrisa artificial,
semejante a esta luz de colores cambiantes, a la melodía vibrante y al movimiento
sangriento... Antes había dado su beneplácito al deseo y aquí estaba ahora casi
caminando para rendirse, como hembra modélica, al macho castrado: ¡Oh, gente
de la caverna! ¿Es que no es suficiente?... El grito estaba fuera del mundo sordo, y
este ruido agobiante, ¿por qué insistentemente destruía lo visible y lo oculto?
Preguntó a los látigos, a la infancia, al tiempo venidero y a todas las comodidades
del presente, y la sombra del vaso era la respuesta finalmente. (¡Bebe!)
Leila Houari nace en Casablanca en 1958 y excepto su infancia y una temporada
en su juventud, su vida ha transcurrido en Bruselas. Autora de novelas y obras de teatro
que han sido traducidas a varios idiomas, publica en 1988 una colección de cuentos con
el título Cuando veas el mar. Cristina Goikoetxea34 recogía en una reciente antología su
cuento Mimuna en el que cuenta una historia de mujeres que transcurre en uno de sus
espacios más íntimos, el Hammam o baño colectivo.

No podemos terminar este epígrafe sin recomendar a los lectores interesados en


la temática la Antología de relatos marroquíes de Pedro Martínez Montávez,
traducciones de tanta calidad y respeto como sólo él sabe hacer, que nos ampliarán
mucho más la visión del relato marroquí del último medio siglo, con componentes que
no hemos entrado a tratar o como la permanencia del sentido oral de las historias, o las
influencias francesas en su estilo, como ya ha señalado Ramón Jiménez Madrid35.

3. El cuento marroquí en lengua española

A pesar de la evidente influencia hispánica que permanece en Marruecos,


detectable en la fundación de ciudades como Tetuán, Chauen o el arrabal de los
andaluces de Fez o en los centenares de apellidos de origen peninsular36, no se puede
decir que la tradición literaria se transmitiera ininterrumpidamente hasta nuestros días.
Naturalmente, el idioma se mantuvo durante años, y también la escritura, que llegó a
producir esa fórmula tan especial que es la aljamía entre los moriscos, y la jaquetía entre
los judíos expulsos, pero tan sólo estos últimos pueden mostrar casos claros de
evolución literaria en castellano, quienes por cierto también utilizarán hasta comienzos
de este siglo la aljamía37.

Como en el anterior apartado, el relato marroquí en lengua castellana comienza


con el Protectorado español, en principio amparado por las instituciones coloniales, para
tener luego un período de indecisión y falta de objetivos en los años posteriores a la
Independencia, resurgiendo en los últimos años y, más concretamente, con ese conjunto
de escritores que Mohamed Bouissef38 ha dado en llamar «el grupo de los 90».

Mohamed Chakor anticipaba ya una relación de los principales representantes de


la literatura marroquí en lengua castellana presentado en los Encuentros literarios:
Marruecos-España Iberoamérica39, que amplió notablemente junto a Sergio Macías en
Literatura marroquí en lengua castellana. El agrupaba a sus protagonistas en dos
generaciones: la primera que abarcaba desde los años cuarenta a los sesenta, y la
segunda que cubría los años setenta a los noventa.

3.1 La primera generación

A pesar de que pueden hallarse algunos cuentos escritos en español en los años
20, lo que los antologistas y estudiosos denominan «la primera generación» es el grupo
de escritores nacidos ya durante el período colonial a los que haremos referencia a
continuación. Sin embargo hay algunos precursores entre los cuales hay que destacar a
Allah Dahdad Na’mat, quien publicó algunas narraciones40 en la Revista de Tropas
Coloniales en 1925-26.

No obstante, y como hemos dicho anteriormente, el primer grupo destacado nace


precisamente en esos años y posteriores, siendo los más conocidos a través antologías o
de sus propias obras:

-Abdul-Latif Jatib (1926), nacido en Tetuán y que se ha dedicado al periodismo,


la traducción y la diplomacia. Entre sus cuentos más conocidos destaca La proscrita41 en
el que narra la historia de Rahma, una anciana que vive de la caridad, casi despreciada
por todos después de haber sido el ideal de belleza del pueblo, pero a la que nadie se
atrevió nunca a pedir en matrimonio. El autor se involucra en la historia, que cuenta en
primera persona, como si la hubiera presenciado, y nos acerca a la hipocresía social de
una ciudad cualquiera.

- Mohamed Temsamani (1932) nació en Alhucemas y su formación es de


Ingeniero agrónomo. Con estudios en Canarias, publica sus cuentos en revistas del
Protectorado como Ketama y gana premios nacionales (Las Palmas de Gran Canarias,
1986), con su cuento La guagua. En Zuleija o la historia del loco del cabo, nos
introduce en un mundo onírico en el que su protagonista cuenta su matrimonio con
Mariem, a quien dará muerte por celos, después de su boda, y una segunda aventura con
Zuleija, quien también será pasto de su locura. Buen conocedor de nuestro país, algunos
de sus textos se sitúan en él, como Final del trayecto, cuya historia transcurre en un
Madrid reciente42.

- Abdelkader Uariachi (1935-1994) es natural de Nador. Militar educado en las


Academias españolas y luego miembro de las Fuerzas Armadas marroquíes pertenece al
grupo más joven de la generación, en cuanto al momento de la difusión de su obra –
década de los sesenta– como por la temática que trata. Así, aunque en ocasiones utilice
viejas leyendas y personajes históricos, como en Más allá de la muerte, en otras como
Una lección bien aprendida, se detectan algunas de las características del relato árabe
de estos años como es la falta de adaptación de los tradicionalistas a la modernidad y el
efecto de la emigración en las familias.

- Mohamed Chakor (1937) es periodista, escritor y quizá la figura más destacada


de la narrativa breve marroquí en lengua española. Dominador de diferentes géneros
literarios es capaz de combinar en sus narraciones poesía, prosa y prosa poetizada, con
una riqueza léxica evidente, como también lo es su conocimiento de la cultura
occidental y la islámica. Algunos de sus mejores relatos se hallan recopilados en La
llave y latidos del Sur43 en el que no falta el muy comentado Las peroratas de Sidi Alal
Chupira y en el cual nos ofrece también una muestra de su poesía. Tetuaní, suele situar
la acción de muchas de sus historias en su ciudad natal apareciendo otras cercanas como
Ceuta, lo que hace, por ejemplo, en La metamorfosis de un áscari en el que su
protagonista terminará en la prisión del Hacho por la acusación de subversión y
activismo político a finales de los años 40, en un ejemplo más de literatura combativa.

A través de las biografías y las obras de los autores comentados podemos decir
que la primera generación de escritores, a la que nos hemos referido tienen como
características comunes su formación a caballo entre Marruecos y las dos potencias
colonizadoras, es decir, España y Francia. Políglotas que recibieron formación
universitaria en Europa, no solamente conocen la lengua, sino también la cultura y
sociedad de estos países, lo que les permite un dominio claro de las formas y los
contenidos. A pesar de estas condiciones, hay que decir que el apoyo recibido por la
administración española para dar a la luz sus obras fue escaso durante el Protectorado y
prácticamente nulo con posterioridad, por lo que gran parte de su producción ha
quedado inédita. Las quejas ante esa actitud se expresan frecuentemente por
intelectuales como Mohammed Hakim Ibn Azzuz y se recogen en artículos y libros,
como en el epílogo de La llave y latidos de Sur de Mohamed Chakor.

3.2 La segunda generación

A comienzos de los setenta surge una nueva generación que va a recoger el


testigo de aquellos escritores que vivieron el período colonial. Son, en general,
universitarios que en muchos casos han recibido formación en España pero que su
segunda lengua es, evidentemente, la francesa lo que se dejará notar en su dominio del
español.

- Mohamed Bouissef Rekab (1948) nació en Tetuán y es doctor en filología


románica por la Universidad Autónoma de Madrid. Poeta y narrador conocemos de él
una colección de cuentos titulada El vidente y tres novelas cortas publicadas en los
últimos años con los títulos Desmesura, Inquebrantables y Los bien nacidos44 aparte del
estudio ya citado sobre el grupo de los 90. Hombre de medios de comunicación –ha sido
productor y redactor de la Radio Televisión Marroquí- desarrolla muy bien los
escenarios en los que mueve sus personajes con gran facilidad y abundancia de
diálogos. Para él «El cuento es atrapar en el aire unos trozos de vida que pasan; es la
intención de valorar unas acciones reales y palpitantes que viven unas personas; a
veces son también irreales» pero también es, desde nuestra perspectiva, la forma de
reflejar las realidades sociales del país y preferentemente de su ciudad, de sus
personajes y sus recuerdos personales.

- Mohamed Sibari (1948) es de Larache y tras cursar estudios secundarios en


aquella ciudad se trasladó a Granada para graduarse en su Universidad. Funcionario de
sanidad pública es uno de los más prolíficos escritores en lengua española del norte
marroquí, siendo fundador de la Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua
Española. Su producción comienza con una novela corta, El Caballo, a la que siguen
otras tres más tituladas Regulares de Tetuán, Judería de Tetuán y La Rosa de Xauen
siendo el último libro que conocemos suyo Cuentos de Larache, publicado en 199845.
En ellos se produce un gran esfuerzo de expresión que sin duda mejora de obra en obra,
con constantes referencias a la vida de su Marruecos infantil, entre las que hallamos
historias de amores y desamores protagonizadas por judíos y españoles. Son narraciones
de corte tradicional y hasta nostálgico, sin grandes pretensiones sociales.

- Said Jedidi (1947) nació en Tetuán y es periodista. De él sólo conocemos el


cuento Ni una sola arruga46 que desarrolla una historia de amor entre un musulmán
piadoso y una monja española, con trasfondo político, ya que está situado en la II
República Española y no elude las difíciles relaciones del gobierno de Madrid con los
nacionalistas marroquíes.
- Mohamed Lahchiri (1950) nació en Ceuta y es, desde nuestro punto de vista,
una de las firmas que más y mejor dará que hablar en el relato de los próximos años.
Profesor y periodista, sólo puede alabarse su conocimiento y dominio del español, por
ser su segunda lengua y también la de su formación académica, pero otro tanto
comentan de su árabe quienes conocen bien sus cualidades47. Muchos de sus relatos
fueron publicados en La Mañana de Casablanca, el diario del Grupo Maroc-Soir para el
que trabaja, y han sido recopilados en el libro pedacitos entrañables48, que pensamos no
ha merecido la atención que debiera. Sus historias son fruto de la convivencia y el
mestizaje, de quien vive en el seno de una cultura y una sociedad que en teoría no es la
suya pero que en la práctica sí que lo es. Son recuerdos de infancia, los mismos que los
de cualquier otro joven de Ceuta, con el atractivo de que además, proceden de una
visión más limpia y objetiva, tan exterior como pudiera ser ese barrio del Príncipe de su
infancia que poco o nada tiene que ver con el actual.

A la vista de estas notas uno se pregunta: ¿tiene la narrativa marroquí en


castellano hoy continuadores? Pues, francamente, suponemos que sí pero no podemos
asegurarlo. El lamento ya señalado líneas atrás de la falta de apoyo dado por las
instituciones culturales españolas a los futuros escritores está justificado. Gran parte de
la zona norte recibe nuestra lengua a través de la televisión y sólamente en el radio de
influencia de las ciudades de Ceuta y Melilla o mediante el contacto con los viajeros
que llegan a Marruecos se mantiene el idioma. El español continúa siendo la tercera
lengua del País, pero a bastante distancia del francés. El Instituto Cervantes carece de
medios apropiados para extender sus actuaciones a los sectores sociales con una
economía más débil y no hay premios literarios ni apoyos a la edición de sus obras.
Buena parte de los libros comentados han sido sufragados por los propios autores
mientras que los diarios y revistas se inclinan a publicar poesía con preferencia a la
prosa.

Sin embargo, y a pesar de todo lo dicho anteriormente, la ilusión no decrece


entre los hispanoparlantes, sus escritores se agrupan en varias asociaciones y, además,
nos queda la esperanza de que la escolarización de jóvenes en Ceuta y Melilla
procedentes de Marruecos dé sus frutos en los próximos años, alumbrando autores y
obras nuevas.

Resulta difícil hacer una selección de cuentos para este tercer capítulo, pues son
muchos los autores y sus obras suelen ser largas. Teniendo en cuenta que en la primera
generación el exponente máximo es Mohamed Chakor, de quien es fácil encontrar obra
en las librerías españolas, nos hemos decidido por incorporar dos relatos breves de dos
escritores de diferente formación. Además, ésta se ha producido a un lado y al otro de la
línea imaginaria que divide ambos mundos. Me refiero a Mohamed Sibari y Mohamed
Lahchiri:

Miradas indecentes, de Mohamed Sibari49.

«En una región montañosa en el norte del país, cada casa dista la una de la
otra varios cientos de metros.

En esta región, dos notables habitantes de la cábila, hombres mayores de


edad, barbudos y con la cabeza rapada, tuvieron una pelea en el zoco semanal.
Fueron separados por varias personas.
-¡Te voy a denunciar!

- ¡Yo soy el que te va a denunciar al señor cáid!

Por separado, los dos hombres se dirigieron al caidato. Nada más entrar el
caíd a su oficina, los dos barbudos armaron una algarabía.

-¡Silencio! le dijo el joven cáid. Tengo una reunión en la gobernación;


cuando vuelva por la tarde, hablaremos de este asunto.

El caíd llamó al mejazni y le dijo:

-Llévalos a mi casa, y que no salgan hasta que yo vuelva.

-A sus órdenes, señor.

Los dos barbudos fueron conducidos a la mansión del caíd. Una bella joven
les invitó a pasar a un gran salón. Se acomodaron como dos nobles patricios y no se
hablaron durante dos horas.

¿Echamos una partida de cartas? les preguntó el mejazni.

- De acuerdo, le dijeron al unísono.

La bella joven trajo una baraja de cartas y un puñado de garbanzos.


Formaron dos grupos; la muchacha con uno de los barbudos, y el mejazni con el
otro. Entre risas y carcajadas pasaron toda la tarde disfrutando de las partidas.

Al atardecer, el caíd volvió a su casa:

-¿Qué tal lo habéis pasado?

- Bien, muy bien, le dijeron los dos hombres.

- Estoy casado, voy a lavarme y luego hablaremos.

La bella joven preparó una suculenta mesa repleta de harira, zumos,


dátiles, leche, huevos cocidos, chebakía, y un sin fin de pastelitos.

El caíd y sus invitados rompieron el ayuno, tomaron café y uno de ellos le


dijo al caíd:

- Esto no puede quedar así.

- Bien, ¿cuál es el problema?

- Este señor siempre está mirando hacia mi casa.

- ¡Mentira! Es él el que mira hacia mi casa.


- En primer lugar, estamos en el sagrado mes del Ramadán, pelearse o
insultarse es pecado. En segundo lugar, vuestras casas distan la una de la otra
entre quinientos o seiscientos metros. En tercer lugar, vuestras casas están
circundadas por grandes chumberas, y vuestras mujeres no salen de sus casas.

- ¡Yo quiero justicia!

- Yo también.

- Si estuvieran en mi lugar, ¿qué sentencia os echaríais el uno al otro?

- ¡Yo le mataría con mis propias manos!

- ¿Sabéis quien es esta mujer?

- Los dos barbudos se miraron, y uno de ellos le dijo:

- Es la criada.

Una mujer de edad madura, y que estaba escuchando en el pasillo, entró en


el salón y les dijo enojada:

- ¡La criada soy yo, esta es la esposa del señor caíd!

- ¿Qué sentencia queréis?, les dijo el caíd.

- Pidieron perdón al hombre, y salieron avergonzados y cabizbajos.»

Un puñadito humano que puede desaparecer en un abrazo, por Mohamed


Lahchiri50.

«No pasaría yo de los diez años. Mi tío Abslam y yo. Estábamos en la


consulta de un médico en Hadú, Ceuta. Al lado de la cafetería El Buen Gusto, ya
desaparecida. El médico acababa de examinar a la Abuela y se disponía a darnos
la receta de rigor. De pronto, saltan aquellas palabras que sobreviven de aquella
bruma de olvido que impregna todo pasado:

- Bueno, yo quería prohibirle comer varias cosas. Pero... ¿para qué? Que
coma lo que quiera ¿Por qué vamos a privarla? A la pobre no le quedan ni dos
años de vida...

Era la primera vez que veía llorar a mi tío. No sé sí lloré yo también.

Ahora, 1990, aprovecho todas las vacaciones para darme un buen baño de
calor familiar. Y casi nunca dejo de visitar a una anciana puro hueso y piel. Un
puñadito humano que puede desaparecer en un abrazo. Una anciana que se
enciende cada vez que me ve. Vive en una casa apartada del centro de la ciudad.
Rodeada de higueras. Nadie se ocupa ya de sus huertos. Sus hijos ya están
desparramados. Pero sus higueras siguen dando fruto. Lo primero que hago
cuando voy a verla es pedirle un vaso de leche de su cabra. Siempre tiene una. No
sé si es la misma siempre. Esta anciana es la Abuela, la materna. Y sigue haciendo
ella misma el pan, lavando ella misma su ropa... Sigue enfadándose y alegrándose.
Después de más de treinta años de aquella tarde triste en que vi a mi tío llorar por
vez primera...

4 El cuento español sobre Marruecos

Desde la perspectiva del lector, en la que me sitúo, encuentro tres grandes


grupos de escritores españoles que sitúan sus argumentos en Marruecos. De una parte
están los autores que vivieron y escribieron durante el Protectorado que tienen un gusto
africanista común y por otro los que han trazado su obra después, entre los cuales
podríamos hacer dos grupos: el primero ligado a la nostalgia del país en el que vivieron
parte de vida – en especial aquellos jóvenes que nacieron durante el período colonial y
se han sentido transterrados a la Península– y quienes en época reciente han descubierto
Marruecos, con su realidad social y política, reflejando el mundo actual y su
problemática, con preferencia la de la emigración.

Naturalmente, nos estamos refiriendo siempre al relato breve, ya que si nos


extendiéramos más dentro de la literatura de tema africano habría que ampliar también
clasificaciones y cronologías. El problema de relacionar y estudiar la gran cantidad de
autores conocidos es grande y excede del marco trazado en esta ponencia. Sin embargo,
es obligado remitir al lector interesado a autores mucho más versados en la temática
como David López García51 o Lily Litvak52.

4.1 Narradores del Protectorado

Con el Protectorado se marca la línea entre el orientalismo literario y el


africanismo, que vale tanto como decir el triunfo del africanismo real, del conocimiento
del país, sobre la imaginación oriental e inventada imperante hasta entonces. En los
primeros años del protectorado triunfarán nombres como Isaac Muñoz53 o Rafael López
Rienda54, por citar sólo algunos. Son escritores de corte romántico, que parten aún de
ese orientalismo arcaico, para trazar un escenario en el que los militares son siempre
caballeros medievales que se enamoran de odaliscas y huríes de cuento de las mil y una
noches. Sus relatos se publican en revistas y periódicos, a veces en pequeñas
colecciones e, inclusive, surgirán en la década de los veinte dos pequeñas colecciones
de novela corta que son La novela africana y La novela marroquí.

Para Isaac Muñoz, por ejemplo, el ambiente islámico no sólo le lleva a situar sus
obras en Marruecos sino que en ocasiones su afición a la egiptología fuerza la ubicación
de personajes y acciones hasta colocarlos al pie mismo de las pirámides, como en La
serpiente de Egipto que comienza55:
Amanecía en la Tebas maravillosa de las Cien Puertas, en la ciudad máxima
que concentraba cuanto había de más profundo y de más misterioso en la
enigmática alma egipcia.

Indecisas y oscuras turbas de esclavos conducidos por los fieros Mashaus,


caminaban hacia las áridas y abrasadas tierras en donde se construía el
Ramesseum.

Rafael López Rienda no abandona ese romanticismo, pero por su dedicación al


periodismo y su afición al cine hacen un tanto más creíbles sus historias:

Por los alrededores del aduar, los morillos llevaban a pastar el ganado, que
crecía desmirriado y enteco por la mezquina consistencia de los pastos.

De tez morena, reseca por el sol de fuego y las cálidas brisas del desierto, los
morillos parecían casi negros. Entre ellos, Fatma cuidaba también del ganado de
sus padres hasta el atardecer, hora en la que, con los demás pastorcillos venían
hacia el aduar. Era la sagrada hora del rezo, cuando el taleb, de cara a Oriente,
postrábase y besaba la arena como buen creyente y siervo de Dios56.

Ellos son sólo algunos, junto a otros muchos que llenarán las páginas de revistas
de todo el país de sus historias, desde Emilia Pardo Bazán y Adelardo Rivas a José
Francos Rodríguez o José Nogales57. En cuanto a sus temáticas, El Hasane el Arabi los
clasifica en de Supersticiones y creencias, de amor, de astucia y torpeza e históricos,
como ya mencionáramos al hablar del relato de procedencia popular y oral.

Sin embargo, las derrotas infligidas en el Rif a las tropas españolas –y más
concretamente la sangrienta jornada de Annual– despiertan una conciencia diferente del
tema colonial, con la aparición de textos como El blocao, de J. Díaz Fernández, Imán
de Ramón J. Sénder, o La forja de un rebelde de Arturo Barea muchos años después, y
se produce un cambio total en la narrativa que también va a afectar al relato corto.

Surge así una segunda generación de narradores, que David López ubica
cronológicamente entre 1940 y 1962, rebasando los límites temporales del Protectorado,
al permanecer muchos de sus autores en Marruecos después de la Independencia.

La representante más importante de ese nuevo estilo será Dora Bacaicoa


Arnaiz , nacida en Buenos Aires pero que ha pasado la mayor parte de su vida entre
58

Tetuán y Marruecos, dedicada a la docencia y la biblioteconomía. Ella junto a Trina


Mercader abanderan una nueva forma literaria que estará amparada, después de la
Guerra Civil, por el nacimiento de revistas literarias como Al-Mutamid, Manantial,
Alcándara y Ketama59. Junto a ellos nombres destacados como Jacinto López Gorgé,
Pío Gómez Nisa, Carmen Martín de la Escalera o la estudiosa de cuentos y folklore
marroquí Elisa Chimentí darán una época de esplendor al cuento marroquí60.
Así escribe Dora Bacaicoa en su IX apartado de Zohora la negra:

Medio desmayada de calor y de hambre, Zohora se dejó caer a la sombra de


un olivo. En frente de sus ojos, Xauen...

La ropa se la dejó olvidada en el coche. Dentro de la ropa el dinero. Apoyó


la fatigada cabeza en el tronco. Le dolían las sienes de un modo espantoso. Las
piernas envaradas se negaban a doblarse. Nunca había andado tanto Zohora. Las
babuchas delicadas, hechas para andar por casa, estaban destruidas. De los talones
agrietados brotaba sangre espesa. Zohora no pensaba nada. Ni en su niño.
Envuelta en el sonoro manto de las chicharras, se durmió. Un sueño turbio la
envolvió en sus mallas toda la noche. Cuando despertó, helada, le dolían todos los
huesos. La cabeza le pesaba de un modo extraño. Pero enfrente estaba Xauen.
Tambaleándose se puso en pie.

4.2 Entre la estancia y la nostalgia

Independizado Marruecos muchos escritores continúan escribiendo en su nueva


condición, no ya de colonos, sino de extranjeros, mientras que otros muchos se instalan
en la nostalgia, y realizan una obra de recuerdos de hechos, paisajes y lenguaje ya en sus
nuevos destinos peninsulares. En muchos de ellos se deja ver también, quizá, una pizca
de exotismo que es bien recibida entre los lectores. Por añadir nombres a los que ya
llevamos aportados, mencionar al escritor Miguel Fernández61, a Concha López
Sarasúa62 o a Pedro Martínez Borrego63.

Así comenzaba Miguel Fernández su cuento Té con Yerbabuena, que publicó en


Fablas, Las Palmas de Gran Canaria, en 1972:

Un vaso de té con yerbabuena es como un acuario por donde navegan los


peces del azúcar. Porque el verano nos llenaba de cal los trajes, las manos y hasta
el cielo de la boca, teníamos que recuperar esa deshidratación lenta, no con vino,
sino con té ardiente sobre la mesa tosca del aduar.

Manolo y yo caminábamos hasta Farhana para recuperar la tarde y


librarnos de los insectos. Era un camino hacia la depresión; tal vez, una treta para
que los bichos se quedaran atrás, sin opción posible para que nos atacaran.

Manolo hablaba de pronto de gérmenes vanales y yo contestaba: «Oscar


Wladislas de Lubicz Milosz». Este solo nombre, de gran acierto eufónico, era capaz
de aniquilar con su música los gérmenes vanales de Manolo.

Concha López Sarasúa, como decía en un artículo Ricardo Barceló al hablar de


un viejo hebreo marroquí, reivindica su derecho a la nostalgia, recordándonos en
ocasiones, al contar historias de emigración y poscolonialismo, la obra de Angel
Fernández –Se enciende y se apaga una luz, La vida perra de Juanita Narboni- en
cuentos como El adiós, que incluye en A vuelo de pájaro sobre Marruecos y en la que
una mujer, doña Celsa, visita por última vez el cementerio tangerino donde tiene todos
sus afectos, antes de irse definitivamente:

El Adios

A una mujer que, como yo, lloraba desarraigos...

- Hafida, Hafida; vamos, hija, no te duermas ahora, ¡por lo que más


quieras, que se nos hace tarde...!

- ¿Que disea, siñora?

- No te olvides del bote de cera y un par de trapos; mételo todo en el cubo y


también la lejía. La Croix, sí... ésa tengo yo contigo, hija mía, una cruz. ¡Mira que
negarse a comer porque me voy! ¡En fin... ! Todo estará con falta de pasar por
lejía, no importa de que marca, la Croix o la que sea, y luego habrá que aclararlo
bien antes de encerarlo....

Pedro Martínez Borrego, en cambio, prefiere recuperar los cuentos oídos en su


infancia, como en La dádiva:

El sol lucía desde la alborada y ya se echaba la tarde, cuando vi a Hamed y


le dije:

«Maestro, ¿debemos dar algo a los hombres?»

Y él me respondió:

«Cierto día predicando un santo faquih en la Mezquita Grande se refirió a


la figura del rey, el de tibio aliento y cálida mirada y a su condición de padre de
todos los creyentes.

Al salir del templo se le acercó un campesino y le dijo: –Una de las cosas


que habéis dicho me ha sorprendido sobremanera. Si el Sultán es nuestro padre,
¿qué debemos darle?

Y el faquih le respondió: -¡Hombre ignorante! ¿Cómo te preocupas de tan


alto personaje, allá en su palacio, donde no le faltan los más deliciosos manjares y
te olvidas de los más pobres de tus hermanos?
Juzga si lo que das lo haces como el incensario servil en casa de los reyes, o
como los lirios cuando en el valle exhalan su perfume. Vete, en el nombre de Dios y
haz lo que te digo».

Se hizo de noche, en su profundo silencio las estrellas derramaban su luz


sobre todos los hombres y en los labios de Hamed floreció la frescura sutil de su
sonrisa.

4.3 Una nueva visión de Marruecos

Ricardo Barceló es uno de los primeros escritores que junto a su obra poética y
su prosa cuidada y siempre añorante de su Tetuán natal, comienza a ver la nueva
problemática de los marroquíes, la emigración, la lucha por llegar a la otra orilla, a
Europa. Esa temática está ya presente en Pulseras en el fondo del mar, publicada en la
última antología de López Gorgé. Esa nueva realidad se deja ver también en una serie
de novelas cortas que han invadido el mercado editorial, especialmente dedicado a los
más jóvenes que van desde las novelas de Fernando Lalana64, pasando por los relatos de
Enrique Páez65, Gonzalo Moure66, Josep Lorman67 o la reciente incursión en la temática
de Ignacio Martínez de Pisón68, en una novela de aventuras documentada en relatos de
los míticos Díaz Fernández, Sender y Barea entre otros.

Como Barceló, Encarna León juega entre la ambientación clásica marroquí y los
temas de hoy, mientras que el melillense Antonio Abad es mucho más descarnado no ya
en sus cuentos, sino también en sus novelas como Quebdani. El cerco de la estirpe69.
Lamentablemente, en ocasiones la realidad supera la ficción, como en algunos de los
capítulos de Dormir al raso de Pascual Moreno Torregrosa y Mohamed El Gheryb70.

En Pulseras en el fondo del mar Barceló nos cuenta la historia de Rachid, que
parte hacia la península con la complicidad materna, y la desaprobación del padre, que
escuchará tranquilo la noticia del hundimiento de una patera en la que viaja el hijo,
ignorante de la tragedia. Rachid es uno más de los jóvenes marroquíes que se enfrenta a
la miseria y con él retornamos a aquel concepto de enfrentamiento entre tradición y
modernidad:

Sólo Rachid, que ya no estaba en la casa, había decidido plantarle cara a la


vida. Como la mayoría de sus amigos, estaba dispuesto a emigrar. Creía
ciegamente que en Europa había muchas posibilidades de salir adelante. Lo decía
todo el mundo. Trabajando en lo que fuera. Pero el padre se había opuesto
siempre, cuantas veces se lo plantearon madre e hijo, a ese propósito que tenía por
descabellado. «Mejor ser un paria en tu país, -le decía- donde por lo menos tienes
tu casa y tu familia, que no convertirte en un fuera de la ley en un país extranjero,
en el que los tuyos no pueden hacer nada por tí». El argumento no convenció
nunca a Rachid. Deseaba estar del otro lado, cruzar la frontera hacia esa Europa
próspera y brillante que las imágenes de televisión revelaban día tras día y que era
lugar común en las conversaciones de los jóvenes de su edad.

Epílogo

No creo necesario trazar un esbozo de conclusiones a la evolución narrativa que


hemos intentado mostrar en tres realidades lingüísticas diferentes, tres realidades
basadas en el relato escrito en español y árabe como lenguas maternas, y el escrito por
marroquíes en español. Unas y otras son fruto de los problemas, anhelos y deseos de sus
autores, que llevan al papel con los medios léxicos y constructivos que cada uno ha
poseído en ese momento, y que con frecuencia han ido in crescendo en su obra
posterior.

Existe en España un gran interés por conocer Marruecos, que se revela en la gran
cantidad de títulos que salen al mercado con el país como fondo. Incluso, es frecuente
hallar traducciones de escritores como Mohamed Chukri, Tahar ben Jelloum, Aziza
Bennani o Fátima Mernisi, sin embargo es muy poca la atención que se presta a la
literatura que se escribe directamente en castellano. Quizá sus autores no son los
escritores que brillan a mayor altura, pero realizan un esfuerzo grande, en una orfandad
estatal que los medios oficiales españoles no remedian suficientemente. Esperemos que
tarde o temprano surjan iniciativas para remediarlo.

1.- Gil Grimau, R. y Ibn Azzuz, M. Que por la rosa roja corrió mi sangre, Madrid
19771, 19882 (las citas de esta segunda edición); Gil Grimau,R. Cuentos al Sur del
Mediterráneo, Madrid 1987.

2.- López Gorgé, J. Nueva Antología de Relatos Marroquíes, Madrid 1999.

3.- Martínez Montávez, P. Antología de relatos marroquíes, Murcia 1990.

4.- Chakor, M. y Macías, S. Literatura marroquí en lengua castellana, Madrid 1996.

5.- López Enamorado, D. Cuentos Populares marroquíes, Madrid 2000.

6.- Ibn Azzuz, M. Cuentos populares marroquíes: Cuentos de animales, Madrid 1954.

7.- Chakor, M. y López Gorgé, L. Antología de relatos marroquíes en lengua española,


Granada 1985.

8.- Djbilou, A. Miradas desde la otra orilla. Una visión de España, Madrid 1992.

9.- El Hasane Arabi, Cuentos del Marruecos español, Madrid 1998.


10.- Bouissef Rekab, M. Escritores marroquíes de expresión española «el grupo de los
90» Antología, Tetuán 1997.

11.- García Figueras, T. Cuentos de Yehá, Jerez 19341, Tetuán 19502, Sevilla 19893 (las
citas de esta tercera edición).

12.- Gil Grimau, R. Aproximación a una Bibliografía Española sobre el Norte de Africa
(1850-1980) T. I, Madrid 1988, pp. 231-234.

13.- Ramos López, F. Aproximación al relato marroquí en lengua árabe (1930-1980),


Alicante 1998.

14.- Rodríguez Almodóvar, A. Cuentos al amor de la lumbre, Madrid 19831, 19992.

15.- El Hasane Arabi, op. cit., pp. 7-8.

16.- García Figueras, op. cit., p. 178.

17.- Gil Grimau y Ibn Azzuz, op. cit, p. 204-5.

18.- Gil Grimau y Ibn Azzuz, op. cit, p. 98.

19.- Mernisi, F. Sueños en el umbral, 1994, Barcelona 1995 1ª ed. española.

20.- Mernisi, F. Aixa y el hijo del rey o ¿quién puede más el hombre o la mujer?, 1990.

21.- Topper, U. Cuentos Populares de los Bereberes, Madrid 19931, 19972.

22.- Pinto Cebrián, F. y Jiménez Trigueros, A. Bajo la jaima. Cuentos populares del
Sáhara, Madrid, 1996.

23.- Larrea Palacín, A. Cuentos populares de los judíos del Norte de Marruecos,
Tetuán, 1952-53, 2 vols.

24.- Goytisolo, J. De la Cena a La Meca, Madrid 1997.

25.- Canetti, E. Las voces de Marrakesh, London 1967, con ediciones castellanas en
Pre-textos 1981 y en Círculo de Lectores 1990.

26.- Al Sur del Sahara. Extramuros, Revista Literaria, nº 18-19, Granada 1999.

27.- El Hassan Escuri, A. Taha, Larache 1941 (publicado junto a Roda Garrido, E.
Ahmed), p. 51.

28.- Al Jadir al-Raisuni, M. Rihla Nahwa Al-Nu, Tetuán, 1982, en Djbilou, op. cit, pp.
106-7.

29.- Mernissi, F. El miedo a la modernidad. Islam y democracia, Madrid 1992.


30.- Recuérdese uno de los últimos éxitos de la novelística femenina publicado por
Mondadori, la historia de Nadia, esposa de un guerrillero que acabará muerto en un
barranco: Gacemi, B. Nadia, 19981, 19992, primera edición española.

31.- Chukri, M. Tiempo de errores, 1992, Madrid 1995 1ª ed. española.

32.- Del Atlas al Tigris, relatos árabes de hoy, Editorial CantArabia, Madrid 1984.

33.- En Del Atlas al Tigris se halla traducido por Guadalupe Saiz Muñoz –profesora
dedicada al estudio de su obra– su historia Frivolidad y ardor.

34.- Goikoetxea, C. (ed), Escritoras árabes, Barcelona 1999.

35.- Jiménez Madrid, R. “Medio siglo de narrativa breve en relatos marroquíes”, Revista
marroquí de estudios hispánicos, nº 3, Fez, 1994 pp. 105-8.

36.- Gozalbes Busto, G. Los Moriscos en Marruecos, Granada 1992, nos ofrece datos
irrebatibles en ese sentido.

37.- Barquín López, A. Edición y estudio de doce novelas aljamiadas sefardíes de


principios del siglo XX, Bilbao 1997.

38.- Bouissef Rekab, M. Escritores marroquíes de expresión española. «El grupo de los
90», Tetuán 1997.

39.- Chakor, M. Encuentros literarios: Marruecos-España-Iberoamérica, Madrid 1987.

40.- Chakor y Macías, op. cit, pp. 346 menciona entre otras a Abu el Abbas Ahmed Ben
Yaafar el Jozchi es ceutí y Cuentos árabes. La justicia del cadí. Más referencias en Gil
Grimau, Bibliografía... pp. 583-4.

41.- Publicada en 1953 está recogida en las dos antologías de Jacinto López Gorgé ya
citadas.

42.- Zuleija o la historia del loco del cabo se halla en las antologías de López Gorgé,
mientras que Final del trayecto la publican por vez primera Chakor y Macías.

43.- Chakor, M. La llave y latidos del Sur, Alicante 19921, 19972.

44.- Bouissef Rekab, M. El Vidente, Tetuán 1994; Desmesura, Tetuán 1995;


Inquebrantables, Tetuán 1996, y Los bien nacidos, Tetuán 1998.

45.- Sibari, M. El Caballo, Rabat 1993; Regulares de Larache, Tánger 1995; Judería de
Tetuán, Larache 1994; La Rosa de Xauen, Larache 1996; y Cuentos de Larache,
Mohamadia 1998.

46.- Chakor y Macías incluyen un fragmento en su Literatura marroquí en lengua


castellana.

47.- Bouissef Rekab, Escritores marroquíes..., p. 61-64.


48.- Lahchiri, M. Pedacitos entrañables, Tetuán 1994.

49.- Sibari, Cuentos de Larache, pp. 41-43.

50.- Lahchiri, op. cit., pp. 21-22.

51.- López García, D. El blocao y el oriente, Murcia 1994.

52.- Litvak, L. El jardín de Aláh, Granada 1985.

53.- Correa Ramón, A. Isaac Muñoz (1881-1925) Recuperación de un escritor


finisecular, Granada 1996.

54.- Saiz Viadero, J.R. «Rafael López Rienda, un cineasta olvidado» en Memorias del
cine. Melilla, Ceuta y el Norte de Marruecos, Melilla 1999; y Correa Ramón, A.
Literatura en Granada (1898-1998), Granada 2000.

55.- Muñoz, I. La serpiente de Egipto, Granada 1997, p. 113.

56.- López Rienda, R. Luna en el desierto, Madrid 1928, pp. 8-9.

57.- Relatos de estos y otros autores han sido recientemente recuperados en la antología
ya mencionada de El Hasane Arabi, Cuentos del Marruecos español.

58.- López García, op. cit, p. 37.

59.- Manantial y Alcándara fueron reeditadas facsimilarmente en Melilla en 1997.

60.- Relatos de todos ellos, entre los que no podía faltar el clásico Zohora la Negra de
Dora Bacaicoa, los recoge López Gorgé en su Nueva Antología de relatos marroquíes
mencionada con anterioridad. Para Elisa Chimentí, aparte de la revista Mauritania que
publico prácticamente toda su obra, pueden verse también los Cuentos de El Hasane
Arabi.

61.- Fernández, M. Obra completa, Málaga 1997, tomo II, Prosa.

62.- López Sarasúa, C. A vuelo de pájaro sobre Marruecos, Madrid 1988; Meriem y la
ruta fantástica, Alicante 1991; La daga turca y otros relatos mediterráneos, Alicante
1996; o En el país de Meriem, Alicante 1998.

63.- Martínez Borrego, P. Cuentos de mi tierra, Málaga 1993.

64.- Lalana, F. Morirás en Chafarinas, 1989; El paso de estrecho, Madrid 1997; la


primera de ellas llevada al cine con Jorge Sanz como protagonista.

65.- Páez, E. Abdel, Madrid 1994.

66.- Moure, G. El beso del Sáhara, Madrid 1998.


67.- Lorman, J. La aventura de Saíd, Madrid 1996, convertida en película por Llorenç
Soler en 1998.

68.- Martínez de Pisón, I. Una guerra africana, Madrid 2000.

69.- Abad, A. Quebdani. El cerco de la estirpe, Melilla 1997.

70.- Moreno Torregrosa, P. y E Gheryb, M. Dormir al raso, Madrid 1994.

 
 
 
José Luis Gómez Barceló, «El relato marroquí: Fronteras geográficas, históricas e idiomáticas» 
III  Jornadas  de  señas  de  identidad  del  Campo  de  Gibraltar,  Algeciras  2000.  Publicado  en  CD 
ISBN 84‐8087‐001‐X. 

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