La cogitativa del hombre y la inteligencia de los animales
Author(s): Marcos F. Manzanedo
Source: Angelicum, Vol. 67, No. 3 (1990), pp. 329-363
Published by: Pontificia Studiorum Universitas a Sancto Thomas Aquinate in Urbe
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/44617982
Accessed: 30-01-2020 14:32 UTC
JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].
Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms
Pontificia Studiorum Universitas a Sancto Thomas Aquinate in Urbe is collaborating with
JSTOR to digitize, preserve and extend access to Angelicum
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre
y la inteligencia de los animales
Tratamos de comparar la facultad « cogitativa » (conside-
rada por muchos antiguos como la suprema facultad sensiti-
va humana) con la « inteligencia animal » o con una especial
inteligencia práctica (considerada pór muchos autores moder-
nos como el sumo poder cognoscitivo de algunos animales
brutos).
Hablaremos primeramente sobre la « cogitativa » de los
antiguos (concentrando nuestro estudio en la doctrina tomista);
expondremos después la doctrina moderna sobre la « inteligencia
animal »; finalmente haremos una breve comparación entre
ambas formas de conocimiento.
I. LA « COGITATIVA » SEGÚN LOS AUTORES ANTIGUOS.
Comencemos haciendo un poco de historia.
La doctrina sobre la potencia o la facultad « cogitativa »,
considerada como « sentido interno », ya aparece oscuramente
en el siglo X con Isaac Israeli y con Al-farabi.
Al inicio del siglo XI esa doctrina aparece claramente per-
filada en los escritos de Avicena.
Para Avicena la potencia « cogitativa » (en árabe, mufakki-
ra) no es un potencia especial, sino la función propia de la
imaginación combinadora (o sea, de la imaginación creadora
del hombre). Es distinta de la facultad especial llamada « esti-
mativa » (en árabe wahmiyya ), muy estudiada por el mismo
Avicena y may importante en su doctrina psicológica.
En el siglo XII Averroes niega la existencia de la potencia
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
330 Marcos F. Manzanedo, O.P.
« estimativa » en los animales brutos; pero ad
« cogitativa » en el hombre, considerada como la dimensión
especulativa de nuestro intelecto.
San Alberto Magno (siglo XIII) afirma la existencia de un
poder « estimativo », que dirige (en virtud de su conocimiento
práctico) las tendencias sensitivas, y determina lo que deben
buscar o evitar los animales. Para Alberto Magno la facultad
sensitiva suprema es la « fantasía », que en el hombre se llama
también « cogitativa » (')•
En el mismo siglo XIII (hacia el año 1225) un autor anónimo
escribió un trabajo titulado De anima et potentiis eius..., en el
cual intenta hacer una síntesis de la doctrina aviceniana y de
la doctrina averroísta sobre las potencias del alma (2).
Santo Tomás de Aquino parte de las doctrinas citadas de
Avicena y de Averroes, de Alberto Magno y del referido autor
anónimo, elaborando una síntesis más precisa y perfecta de los
llamados « sentidos internos ».
Defiende que en los animales irracionales existe un sentido
interno especial llamada vis aestimativa, porque sirve para « es-
timar » o valorar la conveniencia o la nocividad de los objetos
sensibles para al mismo animal (así la oveja valora unas hierbas
como saludables, y otras como dañinas).
Añade que la facultad « estimativa » existente en el hombre
tiene unas funciones más perfectas que las propias de la estima-
tiva animal. Nuestra estimativa puede obrar bajo el influjo de
nuestro intelecto, llegando a tener conocimientos muy elevados
e incluso algunos razonamientos, siempre de orden particular.
Y por eso recibe los nombres de « cogitativa » o pensadora, y
de « razón particular ».
El Aquinate ya menciona y explica la « cogitativa » en sus
primeros escritos, y especialmente en el comentario al Libro II
de las Sentencias (de Pedro Lombardo), en la distinción 24,
cuestión 2, artículo 1, solución 1, y en el mismo lugar, en la
(') Cf. B. Thum, La dottrina di San Alberto Magno sui sensi interni,
en la revista « Angelicum », 1944, pp. 284-285.
(2) Véase la edición publicada por René A. Gauthier en « Revue des
Sciences Philosophiques et Théologiques », 1982, p. 321-373.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 331
respuesta a la tercera objeción (3).
Así pues, la doctrina sobre la « cogitativa », inic
tiempos anteriores, adquiere una expresión clara y
los escritos de Santo Tomás.
Por eso concentramos nuestro estudio en la doctrina tomis-
ta, al tratar de comparar la « cogitativa » de los antiguos con
la « inteligencia animal » de los modernos.
Pues bien, la doctrina tomista sobre la cogitativa puede ser
estudiada según tres planos o perspectivas: a) en sí misma,
tí) en sus fuentes o en sus orígenes, c ) en su valor para nuestro
tiempo.
La cuestión de las fuentes de la citada doctrina tomistica
ya ha sido bien estudiada por algunos especialistas, y sobre tod
por H.A. Wolf son, y por G. P. Klubertanz (4).
Son muchos los estudios sobre la cogitativa según los textos
tomistas. Bastará citar los nombres de G. P. Klubertanz, Joseph
Péghaire, Manuel Barbado, Angelo da Castronovo, Donato Gon-
zález, Armando Suárez, Manuel Ubeda, Victorino Rodríguez, Abe-
lardo Lobato, etcétera (5).
(3) Cf. René A. Gauthier, Nota en la Ed. Leonina del escrito tomista Sen -
tenda Libri De anima , Roma, Santa Sabina, 1984, p. 121. Véase también
Abelardo Lobato, Avicena y Santo Tomás , Granada, 1957.
(4) Véase H.A. Wolfson, The internal senses in the latin , arabie and
hebrew philosophical texts , en « Harvard University Review », 1935, pp. 69-
133; G.P. Klubertanz, The discoursive power..., St. Louis Miss., 1952.
(5) Cf. G.P. Klubertanz, op. cit.; J. Péghaire, Un sens oublié: la cogi-
tative d'après St. Thomas d'Aquin, en «Revue de l'Univers. d'Ottawa»,
13 (1943), section speciale, pp. 65*-91*, y 147*-174*; M. Barbado, Estudios
de Psicologia Experimental, tomo I, Madrid, CSIC, 1946, pp. 724-729, y
769-781; Angelo da Castronovo, La cogitativa in San Tommaso, en « Doctor
Communis », 1959, pp. 99-244; Donato Gonzalez, La cogitativa según San-
to Tomás, Manila, Ed. Rev. Unitas, 1960; Armando Suarez, Los sentidos
internos en los textos y en la temática tomista, en « Salmanticensis »,
1959, pp. 489473; Manuel Ubeda, Introd. al estudio de hombre, en Santo
Tomás, Suma Teológica, ed. bilingüe, Madrid, BAC, 1959 (I parte, qq. 75-
89); Victorino Rodríguez, La cogitativa en los procesos de conocimiento
y de afección, en « Estudios Filosóficos », 1957, pp, 245-278; S. Babolin,
La cogitativa in San Tommaso, en « Atti del Congresso Tom. Internazio-
nale », voi. 7, Napoli, 1978, pp. 363-367; Abelardo Lobato, La cogitativa en
la antropologìa de Santo Tomás, en la revista « Journal Philosophique »,
1985, pp. 117-138.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
332 Marcos F. Manzanedo, O.P.
Hasta ahora (según mis conocimientos) h
diado el valor de la doctrina de la cogitativa para nuestros
tiempos o para la cultura hodierna (é). Muchos autores dicen,
sin profundizar en el tema, que la cogitativa tomista es semejante
a la inteligencia práctica o particular que se da también en
algunos animales (y que ha sido muy estudiada por la Psicología
Científica).
En este trabajo no hablamos sobre las fuentes de la doctrina
tomista acerca de la cogitativa C).
Estudiaremos primeramente la cuestión de la cogitativa en
los textos tomistas; no de modo exhaustivo, pero sí exponiendo
todos sus puntos principales. Explicaremos después la naturaleza
de la inteligencia práctica o particular que parece convenir a
muchos « animales superiores » (y no solo al hombre). Final-
mente, haremos un breve parangón o comparación entre la cogi-
tativa defendida por Santo Tomás y la inteligencia práctica de
los animales admitida por los psicólogos modernos.
La doctrina tomista sobre la « cogitativa »: prenociones.
Esa doctrina debe ser considerada en el cuadro de las
« potencias del alma », propuesto por el Aquinate.
Para Santo Tomás la Naturaleza o la realidad sensible consta
de cuatro « reinos » o géneros supremos: 1) minerales, 2) plantas
o vegetales, 3) animales brutos o irracionales, 4) hombres.
Entre esos diversos reinos se da cierta coninuidad (continua-
no), de modo que los seres más perfectos de género inferior
« tocan » o contactan con los entes menos perfectos del género
inferior.
Así, por e jemplo, las plantas más perfectas (como la mimosa
sensitiva, o las plantas carnívoras) parecen animales muy inferio-
res, y los « primates » o los animales superiores (como los
(6) Lila Blanca Archieri muestra bien el valor de la cogitativa en
los procesos del aprender y del obrar humanos en su artículo La actua-
lidad de la cogitativa tomista: su importancia para la pedagogia actual,
en « Atti del VIII Congresso Tom. Internazionale », SCV, Ed. Vaticana,
1982, vol. 7, pp. 79-88.
(7) Véanse los lugares citados antes en las notas 3 y 4.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 333
monos) parecen ser hombres imperfectos (8).
Los minerales sólo tienen existencia (carecen de vida). Los
demás seres terrestres tienen vida, es decir, tienen un modo
especial y más perfecto de existencia. La vida constituye el
existir para los vivientes (vita viventibus est esse, decían los
autores escolásticos).
Todo sujeto viviente debe tener un alma proporcionada,
que constituye el primer principo, sustancial y formal, de todas
sus actividades. Porque el alma es la « forma sustancial (única
y típica) de todo ser viviente.
El cuerpo es el primer principio, sustancial y material, de
los vivientes. Ambos elementos (el cuerpo y el alma) sustancial-
mente unidos constituyen el sujeto total o el suppositum.
Hay una sola alma en cada sujeto viviente, que se especifica
y denomina según la actividad más elevada del mismo. En las
plantas está el alma vegetativa, en los animales brutos el alma
sensitiva, y en los hombres la intelectiva (llamada también alma
racional o alma humana) O.
El alma sólo obra mediante sus « potencias » o facultades,
que son los principios próximos de todas las ectividades vitales.
Santo Tomás distingue tres géneros supremos de potencias:
1) potencias de la vida vegetativa, 2) potencias de la vida sensi-
tiva, 3) potencias de la vida intelectiva.
Entre las primeras figuran la facultad nutritiva, la aumen-
tativa, y la generativa.
Figuran entre las segundas las potencias sensitivas cognos-
citivas (o los sentidos), las sensitivas afectivas (el apetito « con-
(s) Santo Tomás cita varias veces el famoso principio del Pseudo-
Dionisio: Supremum infimi attingit infimum supremi. Véase Ps. Dionisio,
De divinis nominibus, cap. 7, par. 3 (PG, 3, 872); S. Thomas, In De div.
nominibus, lec. 4; In II De anima, lec. 9; Summa theol., I, 78, 2, etcétera.
Santiago M. Ramírez ofrece una amplia exposición de dicho principio en
su obra magistral De hominis beatitudine, tom. 2, Madrid, CSIC, 1942,
pp. 247 ss.
(9)Como la forma sustancial de los vivientes recibe el nombre especial
de alma por motivo de su perfección, así también, por la misma causa,
el supuesto de naturaleza racional recibe el nombre de persona. Véase
Marcos F. Manzanedo, La naturalem del alma según Santo Tomás, en
la revista « Studium », 1987, pp. 63-76.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
334 Marcos F. Manzanedo, O.P.
cupiscible » y el apetito « irascible »), y la facultad
Finalmente, las potencias de la vida intelecti
en intelecto agente (o iluminativo), intelecto pos
tivo), y voluntad (o apetito intelectivo).
Notemos que los « sentidos » (o las potencias sensitivas
cognoscitivas) se clasifican en sentidos externos o de conoci-
miento inmediato (vista, oído, olfato, gusto y tacto), y en sentidos
internos o de conocimiento mediato.
Los sentidos internos son cuatro, según Santo Tomás: el
sensus communis (o la conciencia sensitiva estrictamente dicha),
la imaginación o fantasía, la memoria sensitiva, y la facultad
estimativa (que en el hombre es especialmente perfecta y por
eso recibe el nombre especial de « cogitativa »).
También entre las diversas potencias anímicas existe cierta
continuidad. Así la potencia generativa (que es la suprema facul-
tad vegetativa) está muy cerca de las facultades sensitivas, y la
estimativa propia del hombre (la cogitativa) toca ya el orden
intelectivo (l#).
Por otra parte, entre las diversas potencias del alma se dan
diversos influjos. Las facultades cognoscitivas influyen en las
afectivas, y viceversa. Las potencias inferiores influyen en las
superiores, y éstas en aquéllas (reforzándose, ayudándose, o
estorbándose mutuamente) (").
Veamos cómo resume el mismo Aquinate su doctrina sobre
los cuatro sentidos internos:
«Así pues, para la aprehensión de las formas sensibles sirven
los sentidos propios [sentidos externos] v el sentido común...
A la retención o conservación de esas formas se ordena la fan-
tasía o la imaginación, que es la misma cosa, y constituye como
un depósito de las formas recibidas por medio de los sentidos.
Para la percepción de las 'intenciones' o relaciones no recibidas a
través de los sentidos sirve la estimativa, mientras que a su con-
(io) Véase especialmente la Summa theologiae, I parte, cuestión 78,
arts. 1-4.
(n) Cf. S. Thomas, De ventate, 26, 6; Ibidem, 10, 6; Ibid., 10, 5; 13, 14;
15, 1; 25, 4; 26, 9-10; II Contra Gentiles, 78-79; Summa theol., I, 74, art. 4,
6 y 7; I, 85, 1 ad 4; I-II, 7, 1; Ibidem, 16, 1 etcétera.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 335
servación se ordena la memoria, que es como un depósito de
dichas intenciones... » (l2).
En el artículo 13 de la Cuestión Disputada De anima, dice
que para el perfecto conocimiento sensible, suficiente para el
animal, se requieren cinco clases de potencias: los sentidos
externos, el sentido común, la imaginación o fantasía, la estima-
tiva y la memorativa.
Acerca de la estimativa se expresa así:
« En cuarto lugar se requieren ciertas intenciones o relaciones
que no perciben los sentidos [externos], como la nocividad, la uti-
lidad y otras cosas semejantes. Y al conocimiento de esas inten-
ciones llega el hombre investigando y comparando; pero los
demás animales llegan por cierto 'instinto o juicio natural, como
sucede cuando la oveja huye naturalmente del lobo considerado
como enemigo. A dicho fin se ordena en los demás animales la
estimativa natural, y en el hombre la cogitativa, que compara las
intenciones particulares, y por eso se denomina también razón
particular e intelecto pasivo » (n).
La estimativa en los animales brutos.
Santo Tomás cree que es necesario admitir la existencia de
un especial sentido interno (llamado « estimativa ») para expli-
car lor maravillosos actos « instintivos » de los animales brutos.
Porque en todos o en casi todos los animales se pueden
observar ciertos conocimientos difíciles de explicar. Se trata de
conocimientos (seguidos de tendencias y de movimientos) que
se presentan como innatos, fijos y específicos o propios de cada
especie animal. Tales son las actividades que admiramos especial-
mente en las abejas, en las hormigas, en la arañas, en las aves,
en las ovejas, etcétera.
Como dicen San Alberto Magno, Santo Tomás, y muchos
autores antiguos y modernos, la oveja huye naturalmente del
lobo como de enemigo, las aves buscan la paja como útil para
<12) Summa theol. I, 78, 4. Véase también Q. disputata De anima ,
art. 13.
(13) Q. De anima, a. 13.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
336 Marcos F. Manzanedo, O.P.
hacer el nido, etc. Y esos hechos especiales pare
potencia cognoscitiva especial o proporcionada a
Aristóteles habla de las « tendencias naturales » de los anima-
les, y de las diversas funciones de la « sensibilidad común »;
pero no habla de la estimativa (o del instinto) como de una
facultad especial.
Como ya indicamos antes, la facultad estimativa aparece
oscuramente en Isaac Israeli y en Al-farabi, y después de modo
claro en Avicena, Averroes, Alberto Magno, Buenaventura, etc.,
y sobre todo en Tomás de Aquino (15).
Según el Aquinate, los sentidos externos, el sentido común
y la imaginación conocen las formas o cualidades sensibles
(. species sensataé), como el color, la figura, el sonido, el olor,
etcétera. En cambio, la estimativa percibe otras formas o cua-
lidades superiores, no perceptibles por las susodichas potencias
cognoscitivas.
Se trata de las llamadas (después de Avicena) intentiones
insensatae, o species-insensatae, es decir, de cualidades « no sen-
tidas » por los sentidos inferiores, como son las cualidades de
conveniencia, de nocividad, etcétera, para el sujeto cognos-
cente (lé).
Así pues, el objeto propio de la facultad estimativa son
ciertos valores o « intenciones » de orden sensitivo (de índole
particular y material), que sólo son sensibles indirectamente
(per accidens), porque sólo son perceptibles mediante una poten-
cia sensitiva superior, es decir mediante la estimativa.
Debe notarse que el « instinto » o la capacidad instintiva de
los autores modernos es una noción semejante, pero no idéntica
a la « estimativa » de los antiguos. Pues el instinto de los moder-
nos no solo implica el conocimiento estimativo, sino también
las tendencias y los movimientos correspondientes, incluidos en
í14> Véanse los textos citados oor Joseoh Péghaire. art. cit.. on. 66-68.
(I5j Véanse los trabajos citados de H.A. Wolfson, G.P. Klubertanz,
A. Lobato, René A. Gauthier, etc.
(ló) Por eso dicen algunos que la estimativa es una «garantía»
natural para la conservación del individuo y de la especie animal; porque
gracias a la estimativa (o al instinto) los animales buscan naturalmente
lo conveniente, y evitan lo nocivo (para ellos y para su especie).
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 337
la actividad instintiva (por ejemplo, en la activid
de la abeja) (17).
Según el Aquinate la estimativa de los animale
un poco de la razón. Gracias a la estimativa y a
algunos animales brutos pueden adquirir una «
perfecta », o una « prudencia natural », semejant
perfecta y propiamente dicha de los hombres. Porq
va y la memoria son los supremos poderes cogn
animales brutos, y por eso tienen algún contacto
tinuidad » con la razón o con la inteligencia un
« Y a este sentido, es decir, al sentido interior, le conviene
más la prudencia, que perfecciona la razón particular para va-
lorar rectamente las cualidades singulares de las cosas operables.
Por eso los animales brutos que tienen buena estimativa natural
se denominan prudentes » (18).
« El animal se imagina o representa las formas percibidas
por los sentidos [externos], y esto pertenece de suyo al conoci-
miento sensitivo. Además, percibe algunas cualidades que no
caen bajo los sentidos [externos], como son la amistad y el odio
y otras cosas semejantes, y esto conviene a la parte sensitiva en
cuanto que ya contacta con la razón. Esta parte es más perfecta
en los hombres por su unión [en el mismo sujeto] con el alma
racional, y se denomina razón particular, porque compara las for-
mas o intenciones particulares; en los demás animales no obra
así, sino que percibe esas formas por instinto o juicio natural,
y por eso no se llama razón [particular], sino solamente esti-
mativa » (19).
(17) Para Santo Tomás el instinctus es, estrictamente hablando, el
«juicio natural» de la estimativa. Por analogía o por extensión, habla
también del instinto o del juicio natural de otras potencias. Véase In III
Sent., d. 2 6, q. 1, a. 2; In I Metaph., lec. 1, m. 11 (ed. Spiazzi); In De me-
moria et remin., lec. 1; Summa theol ., I, 78, 4, y I, 81, 3. Vide M. Seckler,
Instinkt und Glaubenswille nach Thomas von Aquin, Mainz, 1961, pp. 32-50;
A. Milano, Lł istinto nella visione del mondo di San Tommaso ď Aquino,
Roma, 1966, passim.
(18) S. Thomas, In VI Ethicorum, lec. 7. « Et inde est quod per
quandam similitudinem homines quasdam bestias dicunt esse prudentes,
quaecumque scilicet videntur habere quandam potentiam provisoriam
circa propriam vitam, non quidem ex ratione, quod proprie ad prudentiam
pertinet» ( Ibidem , lec. 6).
(19) In III Sent., d. 26, q. 1, a. 2, c. Algo análogo debe decirse del ape-
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
338 Marcos F. Manzanedo, O.P.
« En la naturaleza sensitiva no se da la razón, sino sóla-
mente alguna participación de la misma, en cuanto que los ani-
males brutos poseen alguna 'prudencia natural', como se prueba
al inicio de la Metafísica [lib. I, cap. 1, 980b] ... Esta actividad
participada no pertenece a alguna potencia especial. Por eso
decimos que los brutos no tienen razón, aunque participen algo
de la prudencia; dicha actividad les conviene según cierta 'esti-
mación' natural, o sea, según su facultad estimativa » (20).
Los textos citados indican que, para Santo Tomás, los anima-
les brutos (muchos, no todos) tienen un sentido interno supremo,
llamado « facultad estimativa », que actúa por « instinto » o por
juicio natural, indicando al animal lo conveniente y lo nocivo
para el mismo. Esa facultad implica ya alguna perfección o
participación de la razón, pero no es verdadera razón, y ni
siquiera verdadera « razón particular » (como en el hombre). Se
perfecciona con la experiencia (hoy dia, diriamos, con el apren-
dizaje), gracias a la memoria, y así puede ser origen de una
prudencia imperfecta e impropiamente dicha (semejante a la
prudencia perfecta y propiamente dicha de los hombres) (21).
La estimativa en los hombres.
En los hombres se da también la estimativa (o el conocimien-
to instintivo), pero menos claramente que en los demás anima-
les. Porque en nosotros, los conocimientos, los afectos y los
comportamientos « instintivos » suelen estar muy modificados
tito concupiscible (que es puramente sensitivo), y del irascible (que ya
contacta algo con el intelectivo). Véase Ibidem .
(20) De veritate , 15, 1. « Illa animaba quae memoriam habent aliquid
prudentiae habere possunt. Dicitur autem prudentia aliter in brutis ani-
malibus , et aliter in hominibus esse... Iudicium de rebus agendis non ex
rationis deliberatione [ut in hominibus], sed ex quodam naturali instinctu,
prudentia in aliis animalibus dicitur. Unde prudentia in aliis animalibus
est naturalis aestimatio de convenientibus prosequendis et fugiendis no-
civis, sicut agnus sequitur matrem et fugit lupum » {In I Metaph., lec. 1,
n. 11).
(2l) Ver también De veritate , 25, 2; In De memoria et remin ., lec. 1; In
III Sent., d. 27, q. 1, a. 4 ad 3; In Librum De causis, prop. 19, n. 352 (ed.
Pera). Véase Santiago M. Ramírez, El derecho de gentes, Madrid, Studium,
1955, pp. 71-73.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 339
per el intelecto, por la voluntad y por los usos (o se
que hoy llamamos « cultura »).
No obstante, los conocimientos y las tendencias in
aparecen en muchos comportamientos típicos de los
sea en los llamados « instintos infantiles »: instinto filia
gregario, instinto lúdico o del juego, etcétera.
En el hombre adulto el instinto se manifiesta máximamente
en dos formas: a) en el instinto conservativo del individuo
(nutrición, defensas contra los peligros graves protegiendo la
cabeza o los ojos, tendencia a la perfección, etc.); b ) en el instin-
to conservativo de la especie (« instinto sexual », con sus múltip-
les manifestaciones). A este último se reduce el instinto maternal,
tan manifiesto en las mujeres.
Se disputa mucho sobre la existencia de un « instinto agre-
sivo » en el hombre. La opinión más probable es que la agresi-
vidad humana (tan clara y multiforme) es solamente una conse-
cuencia de los dos instintos básicos antes mencionados P).
La facultad cogitativa.
La estimativa propia del hombre recibe el nombre especial
de cogitativa o de ratio particularis, por motivo de su especial
perfección. Porque en el hombre la estimativa suele obrar bajo
el influjo del intelecto, convirtiéndose en una facultad muy
elevada (aunque de orden sensitivo), capaz de formar juicios y
raciocinios particulares.
« La potencia cogitativa es lo más alto en el plano sensitivo,
pues ya toca de algún modo el plano intelectivo, participando de
lo que es ínfimo en ese plano, es decir del discurso de la razón...
Por lo cual la misma potencia cogitativa se denomina también
razón particular..., y sólo se da en el hombre, pues a ella corres-
ponde en los demás animales la estimativa natural »(23).
« Si se conoce algo en particular, como cuando vemos un
objeto coloreado y percibimos este hombre o este animal, dicha
(22) Cf. S. Thomas, In II Sent., d. 20, q. 2, a. 2; In III Ethicorum,
lec. 4; lec. 5; lec. 19; 11-11,1 67, 2, etcétera. Véase Ronald Fletcher, Instinct
in Man, New York, 1951.
(23) S. Thomas, De ventate, 14, 1 ad 9.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
340 Marcos F. Manzanéelo, O.P.
percepción se realiza en el hombre mediante la
tiva, llamada también razón particular, porque compara las in-
tenciones o formas individuales, como la razón universal [la
razón, sin más] compara las universales. Pero esa potencia es
de orden sensitivo, porque en el hombre los sentidos están imi-
dos al intelecto, y nuestras facultades sensitivas, en sus grados
más elevados, participan algo del orden intelectivo En los ani-
males irracionales dicha percepción se hace mediante la esti-
mativa natural, con la cual la oveja, a través de la vista o del
oído, conoce su cría o algo semejante. Pero obran diversamente
la cogitativa y la estimativa, pues la cogitativa conoce al indivi-
duo en cuanto existente bajo una naturaleza común...; pero la
estimativa sólo lo percibe como término o como principio de
alguna acción o de alguna pasión... » (24).
Los animales brutos no conocen lo que les conviene median-
te alguna comparación, sino mediante un juicio natural o instin-
tivo. Por eso tienen estimativa, pero carecen de cogitativa.
Análogamente tienen memoria (conservativo-reproductiva), pero
no poseen reminiscencia (es decir capacidad rememorativa y
cuasi-silogística). De modo que obran siempre determinados por
la naturaleza, y de la misma manera en cada especie, y no por
arte, ni por deliberación y libremente C25).
Santo Tomás nota que los sentidos internos poseen una
perfección especial y más elevada en el hombre a causa de su
unión con el intelecto (en el mismo sujeto cognoscente).
Así son más perfectas nuestra conciencia sensitiva ( sensus
communis), nuestra imaginación (sólo los hombres poseen imagi-
nación creadora), y nuestra memoria sensitiva (reminiscencia
propiamente dicha), y finalmente nuestra estimativa (cogita-
tiva) (*).
(24) In II De anima, lec. 13 al fin (ed leonina, pp. 121b-122b). Sigue
« Sicut ovis cognoscit hunc agnum non inquantum est hic agnus, sed
inquantum est ab ea lactabilis, et hanc herbam inquantum est cibus... »
{ibidem). Véase en la edición leonina, lugar cit., pa. 121, la docta nota de
René A. Gauthier sobre la historia de esta doctrina.
(25) In II Sent., d. 25, q. unica, a. 1 ad 7.
(26) De ventate, 19, 1; II Contra Gentiles, cap. 73 y 81; Q. disputata
De anima, a. 13; In De sensu et sensato, lec. 13; In De memoria et
remin., lec. 8; I, 78, 4; I, 84, 7; I, 85, 1-2; I, 93, 3 ad 1; I-II, 74, 3 ad 1.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 341
Las funciones típicas de la cogitativa.
Podemos decir que las funciones típicas de la co
reducen a cinco:
1) conocer los singulares materiales (sustancias y acciden-
tes), como este hombre, este color, esta situación particular...;
2) formar juicios comparativos y raciocinios de orden
particular (como cuando decimos: ahora me conviene beber
mucha agua, porque he sudado mucho, pero no muy fría, porque
eso me haría daño...);
3) preparar inmediatamente las imágenes sensibles inter-
nas (los « fantasmas » de los autores antiguos, o los « esquemas
perceptivos » de los modernos) que sirven para la formación de
las ideas (o sea de las imágenes mentales universales, propias
del intelecto);
4) servir como medio de unión entre el orden sensitivo
y el intelectivo, permitiendo (además de la formación de las
ideas) la « reflexión » del intelecto dobre los singulares materia-
les, y la aplicación a éstos de las nociones universales;
5) hacer de puente entre el plano cognoscitivo (sensitivo-
intelectivo) y el apetito sensitivo, presentándole los valores
positivos o negativos de las cosas, que mueven « objetivamente »
(o como objetos conocidos) nuestra afectividad sensible (").
Veamos algunos textos tomistas especialmente claros C).
« Los seres contingentes pueden ser considerados como seres
particulares, y así son variables, y el intelecto sólo los conoce
mediante las potencias sensitivas: y por eso entre las partes
del alma sensitiva se da una potencia llamada razón particular
o cogitativa, a la que pertenece comparar las intenciones o las
Véase Marcos F. Manzanedo, La imaginación y la memoria según Santo
Tomás, Roma, Herder, 1978, passim.
(27> De lo dicho se infiere que la cogitativa es sujeto secundario de
la virtud de la prudencia (junto con el intelecto, que es el sujeto prima-
rio), influyendo así en la voluntad y permitiéndonos usar y comparar
las experiencias (anteriores y actuales), para la valorización de las
cosas y de las situaciones concretas (con juicios y razonamientos parti-
culares). Vide De veritate, 22, 9 ad 6; II Contra Gentiles, cap. 60.
(2>) Véanse además los textos tomistas sobre la cogitativa ya citados
antes.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
342 Marcos F. Manzanedo, O.P.
formas particulares » (29).
« El experimento resulta de la comparación de muchos
singulares conservados en la memoria; esa comparación es
propia del hombre, y pertenece a la cogitativa , llamada también
razón particular, la cual compara las intenciones o formas
individuales, como la razón universal compara las univer-
sales » (30).
« La potencia cogitativa sólo se relaciona ( dicit or dinem)
con el intelecto posible con el cual entiende el hombre, gracias
a su acto de preparar los 'fantasmas', a fin de que éstos, me-
diante la acción del intelecto agente, se hagan inteligibles en
acto y perfeccionen al intelecto posible para que forme las
ideas »(31).
« La mente llega (se imłniscet) indirectamente hasta los
singulares [materiales] en cuanto que se continúa con las po-
tencias sensitivas, que versan sobre esos singulares, Y así llega
a éstos mediante la razón particular, que es una facultad indi-
vidual y se llama también cogitativa, y tiene un órgano determi-
nado en el cuerpo, a saber, la parte media del cerebro » (32).
« El apetito sensitivo es movido, en los demás animales,
por la facultad estimativa, y así lo oveja valora el lobo como
enemigo y huye del mismo. En lugar de la estimativa está en
el hombre la cogitativa ..., y por eso en el hombre el apetito
sensitivo es movido [objectivamente] por ella... » (33).
El lector curioso puede ver otras explicaciones y otros textos
en los trabajos ya citados de Manuel Barbado, Armando Suárez,
Manuel Ubeda, Angelo da Castronovo, Donato González, Abe-
í29) In VI Ethicorum, lee. 6, al fin. « Circa singularia vis cogitativa
vocatur intellectus [particularis] secundum quod habet absolutum íudi-
cium de singularibus... Dicitur autem ratio particularis secundum quod
discurrit de uno in aliud» ( Ibidem , lec. 9, hacia el fin). La razón uní-
versal establece la premisa mayor universal, y la cogitativa pone la
menor particular (I, 81, 3).
(30) In I Metaph., lee. 1; In III Sent., d. 33, q. 2, a. 2, qa. 1 ad 3;
In IV Sent., d. 50. a. 1. a. 1 ad 3.
(31) II Contra Gentiles, 73, c. medium.
(32) De ventate, 10, 1.
(33) Summa theol. , I, 81, 3. El apetito irascible se acerca ya algo
al apetito intelectivo (incluso en los animales brutos); además (en el
hombre) puede obedecer o actuar bajo el dominio de la razón. Sobre
este tema hablaremos más adelante. Véase especialmente el artículo
citado de Victorino Rodríguez.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 343
lardo Lobato, Victorino Rodríguez, etcétera (M).
Sólo haremos dos breves observaciones: una sobre la in-
tervención de la cogitativa en la formación de nuestras ideas, y
otra sobre su actuación en nuestra apetición sensitiva o in-
telectiva.
El entendimiento humano forma los conceptos universale
o las ideas por « abstracción » de las imágenes sensibles inter
nas (« fantasmas », o « esquemas representativos »), presentada
por la cogitativa y formadas por ella misma en colaboración
con la memoria y la imaginación. Nótese que esta intervenció
de la cogitativa no se limita a los conceptos que implican uti-
lidad, nocividad, o algo semejante; se refiere a todos los con-
ceptos abstraídos de la realidad concreta e individual (porque
el individuo, en cuanto tal, es una intentio insensata ). Así, por
ejemplo, partiendo de la representación de diversos hombres
de diversos triángulos individuales, nos formamos la idea de
hombre o la de triángulo O5).
La estimativa (en los animales brutos), y la cogitativa (en
el hombre) constituyen el único vínculo inmediato entre la act
vidad cognoscitiva (conocimiento) y la apetición sensitiva. Porque
solamente dichas potencias influyen « objetivamente » de mod
inmediato sobre el apetito sensitivo, presentándole inmediata
mente los objetos como convenientes o como nocivos para el
sujeto. Otras facultades (como la vista, la imaginación, la me-
moria, etcétera) sólo influyen en el apetito sensitivo mediant
la estimativa o mediante la cogitativa. Debemos observar que
en la apetición volitiva sólo influye por sí tnismo (objetivamente
y de modo inmediato) el intelecto posible; pero la cogitativa
también puede influir (objetiva e inmediatamente) en cuanto
asociada a dicho intelecto (*).
(W) Véase también L. Schütz, Thomas-Lexikon, Paderborn, 1985,
voz « cogitativa », y el ya citado libro de G.P. Klubertanz.
(35) Véase el docto libro de José de Ercilla, De la imagen a la idea,
Madrid, Gredos, 1959, y Marcos F. Manzanedo, La imaginación y la me-
moria según Santo Tomás, Roma, Herder, 1978, pp. 174-200.
(36) Cf. S. Thomas, In II Sent., d. 24, q. 2, a. 1; Ibidem ad 2; De
vertíate, 22, 9 ad 6; I Contra Gentiles, 72; Ibidem, lib. II, cap. 60; In III
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
344 Marcos F. Manzanedo, O.P.
La cogitativa se denomina también « razón
telecto particular »).
Ante todo debemos notar que el nombre
indica un conocimiento comparativo y suce
considerare rem secundum partes et propri
citur quasi coagitare » (").
Los filólogos modernos aceptan también
pues dicen que la palabra latina cogitare vi
(agitar o mover unas ideas con otras, compa
mente).
En cambio, el término pensamiento (pensée en francés, y
pensiero en italiano) tan usado modernamente, proviene del
verbo latino pensare, que significa pesar o ponderar el valor
de las ideas y de las cosas.
La « cogitación » intelectiva (o de la razón universal) recibe
su nombre de la « cogitación » sensitiva (o de la razón parti-
cular), porque en el hombre (y en el lenguaje humano) es natural
pasar del orden sensitivo al intelectivo, extendiendo al orden
superior la terminología del inferior (como extendemos el tér-
mino « visión » del conocimiento sensible a la comprensión
intelectual) C).
« La cogitación se puede tomar de tres modos. Ante todo,
en general, por cualquiera clase de consideración intelectiva.
Más propriamente se puede tomar por la consideración del
intelecto que implica una inquisición previa para llegar a la
perfección intelectiva de la visión... Puede tratarse de un acto
mental de deliberación acerca de las relaciones ( intentiones )
universales, lo que pertenece al orden intelectivo, o puede tra-
tarse de una deliberación acerca de las relaciones particulares,
lo que pertenece al plano sensitivo. Por eso, la cogitación se
De anima, lee. 4; I, 81, 3; I-II, 9, 7 ad 2. Véase Caietanus, Commentarla In
I Partem, q. 81, a. 3; Victorino Rodríguez, art. citado.
<«) In I Sent., d. 3, q. 4, a. 5.
(3S) «.Intellectus potest cognoscere ea quae cognoscit sensus, altiori
tarnen modo quam sensus » (De veritate, 10, 5 ad 5). « Ipsa vis cogitativa
vocatur particularis ratio...; nec est nisi in homine; loco eius in aliis
animalibus est aestimativa naturalis...; et ideo ipsa etiam universalis
ratio, quae est in parte intellectiva, propter similitudinem operationis a
cogitatione nominatur » (De veritate, 14, 1 ad 9). Vide Ibidem 25, 1.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 345
toma en segundo lugar por el acto intelectual de la deliberación,
y en tercero o último lugar por un acto de la potencia cogi-
tativa » (39).
Así pues, la cogitativa o la estimativa propria del hombre
es una potencia sensitiva; pero participa un poco de nuestra
vida intelectiva, y su conocimiento no es puramente instintivo
o determinado por la naturaleza, como sucede en los animales
irracionales C10).
La cogitativa se denomina también razón particular , por
analogía con la razón universal (o con la razón sin más expli-
caciones), y por oposición a la misma. Porque la cogitativa es
capaz de razonar sobre las cosas singulares, como la razón uni-
versal puede razonar sobre las universales.
Los animales irracionales [al menos, en la mayoría de los
casos] conocen el valor de las cosas por juicio natural (ex
instinctu naturae ), y no por comparación ( per collationem quan-
dam), como sucede ordinariamente en el hombre.
Esa comparación y el consiguiente raciocinio son las acti-
vidades mas típicas de la cogitativa o de la razón particular,
ya que su objeto propio son las « intenciones » o las relaciones
particulares (no perceptibles por otras potencias sensitivas). Y
como ya explicamos antes, la cogitativa alcanza esa perfección
tan elevada gracias a su unión con el intelecto en el mismo
sujeto cognoscente41.
Algunas veces (muy pocas) Santo Tomas denomina intel -
lectus (es decir, intelecto particular) a la cogitativa.
« Pertenece al intelecto el juicio absoluto de los primeros
principios en las cosas universales, y a la razón discurrir o
(39) II-II, 2, 1. Vease L. Schütz, op. cit.t voz « cogitativa »; J. PÉ-
GHAIRE, art cit ., pp. 73*-74*.
(40) S. Thomas, In II De anima , lec. 13, ed. leonina, pp. 122a-122b.
El mismo Angélico parece admitir alguna forma de conocimiento supra -
instintivo en algunos animales cuando dice que son capaces de cierta
« prudencia » (como ya explicamos antes).
(41) In III Sent , d. 26, q. 1, a. 1; I, 78, 4; Q. disputata De anima,
art. 13. Ver los textos ya citados en los que aparece la expresión ratio
particularis . Véase L. Schütz, op. cit, voz «ratio».
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
346 Marcos F. Manzancdo, O.P.
pasar de los principios a las conclusiones; análogamente acerca
de los singulares versa la potencia cogitativa , que se denomina
intelecto en cuanto que juzga absolutamente de los singu-
lares.. » (42).
Añade el Angelico (contradiciendo a Averroes) que el in-
telecto pasivo, del que habla Aristóteles, se identifica con la
misma cogitativa, y no con el intelecto posible (que es el in-
telecto universal y propiamente cognoscente) (43).
También dice Santo Tomás alguna vez que el « intelecto
pasivo » de Aristóteles « es la razón particular, es decir, la cogi-
tativa junto con la facultad memorativa y la imaginativa » O4).
Nótese que la doctrina aristotélica sobre el « intelecto pa-
sivo » es asaz oscura, y ha sido muy discutida entre los autores
antiguos y modernos (45).
La cogitativa, la experiencia y la prudencia .
Ya dijimos antes que es propio de la cogitativa conocer las
cosas individuales (individua) en su realidad concreta (ut indi-
vidua). Ahora debemos explicar que acumulando y comparando
los conocimientos sensibles referentes a diversos individuos,
llegamos a tener experiencia (< experimentům ), e incluso pode-
mos llegar a adquirir el hábito o la virtud de la « prudencia ».
La experiencia (experimentům) resulta de la comparación
(collatio) de diversos objetos o casos singulares conservados en
(42) In VI Ethicorum, lee. 9. Antes había escrito: « ... Cogitativa vel
aestimativa quae dicitur ratio particularis; unde hic sensus dicitur intél-
lectus [particularis], qui est circa sensibilia vel particularia... » (Ibidem).
(43) « Intellectus passivus , de quo Philosophus loquitur, non est in-
tellectus possibilis, sed ratio particularis, quae dicitur vis cogitativa... »
(In IV Sent., d. 50, q. 1, a. 1 ad 3). « Intellectum quem Aristoteles vocat
passivum , qui est ipsa vis cogitativa, quae est homini propria, loco cuius
alia ammalia habent quandam existimationem naturalem » (II Contra
Gentiles, 60; Cf. Ibidem, cap. 73; Q. De anima, a. 13; I, 79, 2 ad 2.
(44) HI, 51, 3.
(45) Véase especialmente M. De Corte, La doctrine de VIntelligence
chez Aristote, Paris, Ed. Vrin, 1934; P. Bokonew, Der nous pathetikos
bei Aristoteles, en A.G.P., 22, 1909, pp. 493 ss.; H. Bonitz, Index Aristote -
licus, Graz, 1955.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 347
la memoria. Dicha comparación es propia del cono
y pertenece propiamente a la cogitativa, llamada t
particular. Esta compara las formas o relaciones p
como la razón universal compara las universales C6
La prudencia se extiende tanto a lo universal como a lo
particular. Implica cierta valoración de los diversos objetos y
circunstancias para obrar de un modo o de otro según las ven-
tajas o las desventajas.
Es una virtud intelectual en cuanto a su « esencia » (en
cuanto a su sujeto primario), pero moral en cuanto a la « ma-
teria » (porque se ordena a la regulación de las virtudes mo-
rales).
Como el intelecto práctico es el sujeto primario de la vir-
tud de la prudencia, asi la cogitativa (colaborando con aquél) es
el sujeto secundario de la misma virtud C7).
Dicha virtud sólo puede darse perfecta o propiamente en
el plano intelectivo. Imperfecta e impropiamente también puede
darse en el plano sensitivo: no sólo en los hombres, sino tam-
bién en los animales (y especialmente en los « animales supe-
riores »).
Según Santo Tomás, la prudencia conviene impropiamente
(imperfectamente) a los animales brutos, en cuanto que obran
sagazmente, movidos por la valoración natural o instintiva
( naturalis aestimatió) de las cosas convenientes (que deben ser
buscadas) y de las nocivas (que deben ser evitadas).
La « prudencia animal » se basa en la memoria, y sobre
todo en la facultad estimativa de los brutos.
En la « prudencia humana » (o en la prudencia, sin más) la
memoria (reminiscencia) y la estimativa (cogitativa) del hombre
actúan en estrecha colaboración con su intelecto o con su
razón universal (**).
(4é) Cf. S. Thomas, In I Metaph., lec. 1, n. 15; In II De anima,
lec. 13, al fin.
(47) Cf. I-II, 57, 3, per totum; Ibidem, 58, 3 ad 1; q. 61, art. 1; II-II,
47, 2, per tot. Véase antes, notas 27 y 29.
(4S) Por eso dice Cayetano: « Prudentiae principium et conclusio est
in vi cogitativa » (Commentario In II-II, q. 49, a. 2).
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
348 Marcos F. Manzanedo, O.P.
Lo dicho en este párrafo explica el hecho
vable) de la existencia de diversos grados de
los hombres como en los animales brutos (49).
La cogitativa, confín entre dos mundos.
El Angélico nos dice expresamente que la potencia llamada
cogitativa « está en el confín del orden sensitivo y del inte-
lectivo », pues ocupa el grado más alto en el reino sensitivo,
y « toca » ya el intelectivo.
Es un confín o una frontera que participa de dos extremos
o de dos reinos: a) es esencialmente de orden sensitivo, pues
implica un conocimiento de formas u objetos particulares; b)
pero tiene algo perteneciente al orden intelectivo, porque puede
comparar entre sí dichas formas (y por eso sólo conviene pro-
piamente a los animales racionales) i50).
Como ya explicamos antes, la cogitativa es una facultad de
orden sensitivo, y tiene su órgano propio en la parte « media »
del cerebro (5I).
Su gran perfección se debe al hecho de que el reino sensi-
tivo, en su vértice supremo, participa algo del orden intelectivo,
sobre todo en el hombre, donde (por su radicación en el mismo
sujeto) los sentidos están muy unidos y como « continuados »
con el intelecto (dándose entre ambos una estrecha colabora-
ción o sinergia) (n).
(49) Cf. S. Thomas, De veritate, 15, 1; Ibidem, 24, 2, y 25, 2; In III
De anima, lec. 4; In I Metaph., lec. 1, n. 11; In VI Ethic., lec. 6-7; I-II,
47. 3 ad 1: II-II. 49. 2. etc. Véase Joseph Péghaire. art. cit.. tro. 156*474*.
(50) cf. S. Thomas, In III Sent., d. 33, q. 2, a. 2, qa. 1 ad 3; Ibidem,
d. 26, q. 1, a. 2; De Veritate, 10, 5; Ibidem, 14, 1 ad 9; In II De anima,
lec. 10 y 13; I, 83, 5 ad 3.
(5I) «Quae [ratio particularis] est potentia quaedam individualis,
quae alio nomine dicitur cogitativa, et habet determinatum organum in
corpore, scilicet mediam cellulam capitis » (De veritate, 10, 5). « Quia
cum virtus cogitativa habet operationem solum circa particularia, quorum
intentiones dividit et componit, et habet organum corporale per quod
agt, non transcendit genus animae sensitivae... » (II Contra Gentiles, 73).
Vide In IV Sent., d. 50, q. 1, a. 1 ad 3; De veritate, t5, 1; II Contra
Gentiles, 60, al inicio; I, 78, 4.
(52) In II De anima, lec. 13, al fin; In de sensu et sensato, lec. 13;
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 349
Para entender bien esto conviene recordar que, en
pología tomista, el alma humana es como un « con
« horizonte » entre el universo material y el espiritu
pando algo de los mismos: informa nuestro cuerpo
pero es de naturaleza espiritual y puede subsistir sin
« Como lo inferior en lo supremo del mismo toca lo
de la naturaleza superior, la naturaleza sensitiva se une
modo en algo de sì con la razón, por lo que una parte s
a saber, la cogitativa, se llama también razón [razón pa
por confinar con la razón [razón universal] » (53).
« Se dice que el alma intelectiva es como un horizonte y
confín entre los seres corpóreos y los incorpóreos, en cuanto
que es sustancia incorpórea, pero también es forma del
cuerpo » (54).
Todo esto se encuadra en la doctrina, plenamente aceptada
por Santo Tomás, de que el hombre es un « microcosmos », y
un « ciudadano de dos mundos », es decir, del mundo material
y del espiritual í55).
De veritat e, 19, 1; II Contra Gentiles, cap. 73 y 81; Q. disputata de anima,
art. 13; I, 78, 4; I, 84, 7; I, 85, 1-2; I, 91, 3 ad 1; I-II, 74, 3 ad 1, etcétera.
«Tomás de Aquino ... acogió con simpatía las aportaciones de los fi-
lósofos Avicena y Averroes en torno a los sentidos del hombre, y elabora
su teoría de la cogitativa como sentido superior en el hombre, en el cual
se manifiesta y realiza esta conjunción... de lo corporal y de lo espiritual...
La cogitativa es el sentido de la unidad del hombre en su totalidad, como
el entendimiento es la potencia específica del alma espiritual » (Abelardo
Lobato, Anima quasi horizon et confinium, en W.AA., L'anima nell'Antro-
pologia di San Tommaso, Milano, Ed. Massimo, 1987, pp. 70-73). Véase Idem,
La cogitativa en la antropologia de Santo Tomás de Aquino , en « Journal
Philosophique», 3 (1985), pp. 117-138.
(53) S. Thomas, In II Sent., d. 24, q. 2, a. 1 ad 3. Cf. Verit, 14, 1 ad 9.
(54) II Contra Gentiles, 68. « Inquantum supergreditur esse materiae
corporalis, potens per se subsistere et operari, anima humana est substan-
tia spiritualis ; inquantum vero attingitur a materia et esse suum com-
municat illi, est forma corporis » { De spiritualïbus creaturis, art. 2).
<55) Cf. S. Thomas, De ventate, 24, 5, arg. sed contra; De regno, I,
13; In VIII Physic ., lec. 4, n. 3 (ed leonina); In II Sent., d. 1, q. 2, a. 3,
2° arg. sed contra; I-II, 2, 8, obj. 2; Ibidem, q. 17, a. 8, 2* objeción. Véase
F. Marty, La perfection de l'homme selon Saint Thomas d'Aquin, Roma,
PUG, 1962, pp. 163 y ss.; J. de Finance, Citoyen de deux mondes..., Roma,
Pont. Univ. Gregoriana, 1980 (passim); Marcos F. Manzanedo, El hombre
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
350 Marcos F. Manzanedo, O.P.
Nótese que en los animales brutos no se da
Tomás) la facultad cogitativa; pero su potencia
o sea la estimativa, también sobresale sobre las demás facul-
tades sensitivas, pues percibe ciertos valores o relaciones no
perceptibles por otras potencias sensitivas ( intentiones insen-
patae).
De ese modo ya está en contacto con el orden intelectivo.
Y eso explica la existencia en los animales superiores de una
« prudencia » imperfecta y semejante a la humana (Ä).
II. LA « INTELIGENCIA ANIMAL » SEGÜN LOS AUTORES MODERNOS
La inmensa mayoría de los psicólogos contemporáneos admi-
te en los animales superiores » (y especialmente en los simios)
una verdadera inteligencia. Se basan en que muchas de sus ac-
ciones no se pueden explicar por tendencias instintivas, ni por
imitación o mero amaestramiento, sino que muestran una ver-
dadera capacidad comprensiva. No se trata, dicen, de una in-
teligencia abstracta, universal o especulativa (como la propia
del hombre), sino de una inteligencia concreta, particular y
práctica.
Esta inteligencia inferior se da también en el hombre, y
sobre todo en el niño, al lado de la inteligencia abstracta, que
es la propiamente « humana ».
¿Qué distinción hay entre el conocimiento sensitivo y el
intelectivo?
Son muchos los autores modernos que opinan que el co-
nocimiento sensitivo y el intelectivo sólo se distinguen acciden-
talmente (según el grado menor o mayor de perfección), mien-
como « microcosmos » según Santo Tomás, en la revista « Angelicum »,
1979, pp. 77-89...
<5i) He aquí un texto muy expresivo: « Quod animal imaginetur for-
mas apprehensas per sensum, hoc est de natura sensitivae apprehensionis
secundum se; sed quod apprehendat illas intentiones quae non cadunt
sub sensu, sicut amicitiam, odium et huiusmodi, hoc est sensitivae partis,
secundum quod attingit rationem » (In III Sent., d. 26, q. 1, a. 2. Véanse
además los textos sobre la « prudencia » animal, citados anteriormente.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 351
tras que algunos (como N. Ach, L. Bühler, A. Micho
todo Jean Piaget) piensan que se distinguen esencialm
Solamente los autores neoescolásticos suelen admitir una
frontera clara y precisa entre ambas formas de conocimiento C7)
¿Existe alguna forma de inteligencia en los animales brutos?
Se disputa mucho sobre la existencia de verdadera inteli-
gencia en los animales brutos, y sobre todo en los mamíferos
superiores (y especialmente en los monos « antropomorfos »:
chimpancé, gorila, orangután, gibón).
Los autores antiguos solían decir que la inteligencia propia-
mente dicha es el poder cognoscitivo de lo universal o abstract
y que por lo tanto constituye una facultad exclusiva del hombre.
Según ellos, todas las acciones cognoscitivas de los animales
brutos se explicarían: a ) por conocimientos propiamente sensit
vos (primarios o secundarios); b) por instintos específicos (co
mo se explica la fabricación de la miel por las abejas); c) por
asociación casual; d) por adiestramiento a habituación bajo la
dirección del hombre (como sucede en los « circos ») i5").
Los autores contemporáneos (a los que procedieron alguno
antiguos) opinan que la cuestión es mucho más complicada.
Los estudios y los experimentos actuales con los animales
superiores prueban que, ademas de la inteligencia lógica o con-
ceptual, hay otras formas de inteligencia menos perfectas, y que
la distinción entre las diversas formas de inteligencia (e incluso
de conocimiento) no es fácil de precisar. De hecho hoy dia se
suele admitir la existencia de una inteligencia abstracta o lógica
solamente en los hombres, y la existencia de alguna inteligencia
concreta o particular en el hombre y en los « animales supe-
riores ».
(57) Cf. Régis Jolivet, Psicología, Buenos Aires, Lohlé, 1956, pp. 399-
405; Jean Piaget, Psicología de la inteligencia, Ibidem, Ed. Psique, 1965;
Charles Spearman, Psychology down the ages, tom. I, London, 1937, p.
156 ss.; Gaston Viaud, La inteligencia, Buenos Aires, Paidós, 1958 Alejan-
dro Roldán, Las incógnitas del pensamiento humano, Madrid, Fax, 1975,
etcétera.
(58) Cf. Vittorio Marcozzi, El sentido de la vida humana, Madrid,
Ed. Fax, 1967, pp. 4648.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
352 Marcos F. Manzanedo, O.P.
Las diversas formas de inteligencia.
Expliquemos un poco las diversas formas
según algunos autores modernos (M).
1) Inteligencia lógica o conceptual es la c
mar imágenes universales (nociones, juicios
cables a diversos objetos o situaciones; por
para formarse las ideas de hombre y de anim
el juicio de que todo hombre es animal, etcé
2) Inteligencia práctica o concreta ; es la
instintiva para conocer y adaptar convenie
necesarios para resolver problemas particu
el problema de alcanzar o de abrir esa nuez,
La inteligencia práctica (llamada también « p
subdividirse en tres: inteligencia práctica d
cia práctica del niño, e inteligencia artesana
a) La inteligencia practica del animal var
las diversas especies (e incluso según los d
animales. Según Wolfgang Koehler puede v
ción de simples problemas de rodeo locomo
lución de problemas de preparación de inst
En los problemas de rodeo de locomoción
que dar un rodeo para alcanzar el alimento
de una red metálica bastante alta.
En los de rodeo de aprensión el animal ha de tirar de una
cuerda para atrapar el alimento deseado.
En los problemas de remoción de obstáculos debe apartar
diversas tablas o cajas para llegar hasta el alimento.
En los de utilización de instrumentos, es necesario servirse
de un bastón o de algo semejante para atraer el alimento, o
disponer una o varias cajas para subirse a ellas y alcanzar lo
deseado (por ejemplo, una banana).
Finalmente, en los problemas de preparación de instrumen-
tos, el animal tiene que unir varios cosas (como cañas huecas)
para alcanzar algún alimento lejano.
(59) Véase Gaston Viaud, op. cit.; Jean Piaget, obra citada, etc.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 353
Koehler observó que los perros y los gatos resue
el problema del rodeo de locomoción (las gallinas
guen después de muchos « ensayos y errores »); pero
solucionar el problema del rodeo de aprensión (qu
fácilmente los monos superiores).
Observó ademas que sólo los monos bien dotado
los problemas de la remoción de obstáculos y de l
de instrumentos, mientras que la « aporia » de la p
instrumentos sólo puede ser solucionada por los c
muy dotados o « sobresalientes » (®).
b) La inteligencia práctica del niño.
Hasta la edad aproximada de un año el niño vive
(por Yerkes y otros) « edad del chimpancé », pues
distingue psíquicamente de ese antropoide. Pero p
los doce meses), a medida que adquiere el lenguaje
propiamente dicho, empieza a « despegarse » de lo
supera rápidamente al chimpancé (como el avión al
Las palabras son para el niño vehículos de nocion
universales; son fijadoras de recuerdos, y propuls
genes orientadas hacia el futuro.
Pronto en el niño van apareciendo, como chisp
vez mas continuados, las manifestaciones de la inte
ceptual o abstracta.
Pero en él domina, al menos hasta los cinco años, la inteli-
gencia práctica infantil. La cual tiene, más o menos este de-
sarrollo:
- al principio el niño se dirige hacia los objetos con todo
su cuerpo, y especialmente con la boca y con las manos (período
preinstrumental) ;
(60) Cf. Cornelio Fabro, Fenomenologia della percezione, Brescia,
Morcelliana, 1961; N.R.F. Maier & T.C. Schneirla, Príncipes of animal
psychology, New York, 1963; A. Alvarez Villar, Psicología genética y
diferencial, Madrid, Aguilar, 1965; Giorgio Zunini, Psicologia: Scuole di
psicologia moderna, Brescia, La Scuola, 1970; J. Cl. Ruwet, Etologia,
Barcelona, Herder, 1975, Gaston Viaud, Les instincts, Paris, PUF, 1959
(óptima síntesis).
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
354 Marcos F. Manzanedo, O.P.
- luego el niño sustituye sus miembros
trumentos (como palos y piedras), que son
de sus manos;
- hacia los cinco años aparece el « instinto mecánico »:
el niño es capaz de resolver verdaderos problemas de mecánica
elemental (como la construcción de puentes), a lo que nunca
llegan los monos.
Posteriormente la inteligencia infantil se desarrolla veloz-
mente y se acerca cada vez más al plano de la lógica. Pero si-
gue siendo por largo tiempo « egocéntrica », más concreta que
abstracta, y más fantástica que realista. Faltan además el esfuer-
zo metódico y continuado, así como la experiencia que suele
dar la edad (M).
c) La inteligencia artesanal del hombre.
Es la inteligencia práctica del hombre adulto. Ha sido espe-
cialmente estudiada por el gran filósofo francés Henri Bergson
(1859-1941). El cual considera la inteligencia artesanal como
propia del « homo faber », mientras que la inteligencia con-
ceptual la considera como propia del « homo sapiens ». Aquélla
es anterior a ésta en el orden evolutivo, aunque de hecho las
dos se conservan juntas en el hombre hodierno (dominando una
u otra según los diversos individuos, grupos, o épocas). La in-
teligencia artesanal se caracteriza especialmente por los « uten-
silios ». Estos son objetos naturales transformados por el hombre
(como un martillo, una azada, etc.) a fin de realizar cómoda y
eficazmente acciones más o menos determinadas (®).
Es probable la existencia de verdadera inteligencia práctica
o concreta en los animales superiores, y especialmente en los
« antropoides ».
(«i) Véase Gaston Viaud, La inteligencia, ed. cit., pp. 51-52; Jean
Piaget, op. dt. (passim); J.H. Flavell, La psicologia evolutiva de Jean
Piaget, Buenos Aires, Paidós, 1968; J.L. Philips, Los orígenes del inte-
lecto según Piaget, Barcelona, Fontanella, 1972; Joaquín Aragó, Psicologia
religiosa del niño, Barcelona, Herder, 1965, etc.
(42> Cf. H. Bergson, L'évolution creatrice, Paris, 1907 (trad, esp.,
Madrid, Aguilar, 1963); R. Galeffi, La filosofia di Bergson, Ronią, 1949.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 355
Esto se puede probar basándose en los experimento
vaciones de W. Koehler, J.B. Wolfe, y otros much
Son bien conocidos los experimentos efectuado
Koehler en la Isla de Tenerife (Canarias) durante la I Guerra
Mundial. En ellos un chimpancé especialmente dotado (llamado
« Sultán ») mostraba poder resolver todos los problemas de in-
teligencia práctica que van desde el rodeo locomotivo hasta la
preparación de instrumentos para obtener el alimento deseado.
De esos experimentos deducía Koehler que los animales
hallan la solución de los problemas por sí mismos, cuando logran
unificar en un todo coherente (en una Gestalt) los diversos
objetos. Añade que logran esa unificación en el acto especial
llamado Einsicht (en ingles Insight), o sea en la « comprensión »
de la situación. Así el chimpancé llamado Sultán obtuvo la
comprensión del todo cuando vio unidas las dos cañas huecas
(formando una caña muy larga), y se le « ocurrió » que esa
era un buen medio para alcanzar la banana tan alejada de la
jaula que no podía llegar a ella con una caña ordinaria (63).
El psicólogo americano J.B. Wolfe realizó un curioso ex-
perimento.
Un distribuidor automático dejaba caer una uva cada vez
que se introducía una ficha metálica {token) por una rendija
del aparato. Los chimpancés aprendieron pronto a utilizar bien
esa máquina. Luego se les enseñó a servirse de otro « automat »,
en el cual moviendo una manecilla caían fichas o discos me-
tálicos. Los monos aprendieron también a manejar este segun
aparato: tomaban las fichas caídas y las introducían en el ap
rato primero, a fin de conseguir uvas sueltas. Por fin, el pr
blema se hizo más complicado: el aparato distribuidor de uva
estaba cerrado, mientras que el de fichas estaba abierto; en-
tonces los monos obtenían una buena provisión de fichas, y
esperaban pacientemente varias horas para emplearlas, es dec
para introducirlas en el aparato distribuidor de uvas cuan
(63) Einsicht se podría traducir también por « Intuición ». Véase las
obras citadas antes, nota 60. También, G. de Montpellier, Conduites intel-
ligentes et psychisme, Louvain, 1946; G. ZuNiNi, Animali e uomo, Milan
Vita e Pensiero, 1947.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
356 Marcos F. Manzanedo, O.P.
estuviera abierto de nuevo (M).
Este último experimento prueba que lo
sólo pueden aprender algunas manipulacio
recuerdan durante algún tiempo sus éxito
nándose y esperando repetirlos. En estos
mejantes parece innegable la existencia de
ligencia práctica y particular (al lado de la memoria y del
aprendizaje) C5).
Se disputa sobre si los referidos discos o fichas son ver-
daderos símbolos. Podemos admitir que son « símbolos parti-
culares » o símbolos de cosas concretas; pero no son símbolos
universales (como los símbolos del lenguaje formal) (").
Es muy improbable la existencia en los animales brutos de
inteligencia abstracta o conceptual.
Lo cual se puede probar con diversos argumentos.
Ante todo, porque los animales brutos siempre se muestran
incapaces de formar imágenes universales (como son las ideas
y las palabras humanas), y todas sus actividades se desarrollan
en un plano particular o concreto (é7).
Además, los animales brutos carecen de « lenguaje formal »,
es decir no pueden expresar exteriormente, con signos arbitrarios
o convencionales sus conocimientos y sus deseos. Tienen ten-
(«4) véase Miguel Crusafont Pairó, La inteligencia en los animales,
art. en la revista « Ibérica », 1950 (II), pp. 10-14.
<65) Según la terminología tomista diríamos que esos animales ma-
nifiestan tener cogitativa o razón particular, aunque no intelecto o razón
universal.
(éé) Cf. J.F. Donceel, Antropología Filosófica, Buenos Aires, Lohlé,
1970, pp. 115-116. Sobre la inteligencia de algunos «monos famosos»
(Sarah, Washoe, etc.), véase J. de Finance, Citoyen de deux mondes...,
Roma, PUG, 1980, pp. 65-78; Vittorio Marcozzi, L'evoluzione della psiche,
en « Gregorianum », 1979, pp. 679-683.
(«) Dispuesta una serie de cajas, de modo que el chocolate se escon-
de la primera vez en la más cercana, y después cada vez en una más
lejana; los niños aprenden pronto (después de irnos 4 experimentos)
dónde deben buscar el chocolate; los antropoides nunca aprenden ese
principio tan sencillo de sucesión, y se guian siempre por la memoria,
dirigiéndose a la caja en la que encontraron el chocolate la última vez
(experimento de Gottschaldt). Véase V. Marcozzi, El sentido de la vida
humana, ed. cit., p. 58.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 357
dencia a expresar esos contenidos de conciencia, y
expresan con « signos naturales », y especialment
gritos. Podrían usar algunos medios convencionale
falta la inteligencia conceptual, capaz de formar nociones
abstractas y signos arbitrarios universales í68).
Sólo el hombre es capaz de lenguaje formal; solo él puede
fantasear (sobre el presente, el pasado y el futuro); sólo noso-
tros podemos formar juicios hipotéticos e irreales.
Unicamente el hombre es capaz de dominar sus percepciones
y sus afectos (por los que vive dominado el animal bruto);
sólo el hombre es un ser libre , con poder para decidir y deter-
minarse por sí mismo. Sólo él es un « animal ascético » (como
dice Max Scheler) : un animal que puede decir NO a las cosas
y a las inclinaciones más profundas de su naturaleza animal O.
Recordemos también que sólo el hombre es verdaderamente
un « animal social », capaz de asociarse a otros consciente y li-
bremente en un entramado especial de derechos y de deberes.
Los hombres, y sólo los hombres, son capaces de conoci-
mientos y de sentimientos religiosos y morales , por los que
pueden sacrificar libremente sus conveniencias y sus afectos na-
turales (de modo que a veces eligen el « martirio » o el morir
(68) Recuérdese el experimento del matrimonio americano Keith y
Cathy Hayes. Educaron del mismo modo al chimpancé llamado Viki
y al hijo del matrimonio Hayes (nacidos el mismo dia). El mono sólo
aprendió a usar palabras como símbolos de cosas concretas (agua, pan,
leche, etc.), mientras que el niño aprendió a usarlas como símbolos uni-
versales, y refiriéndolas a cosas presentes, pasadas o futuras. Cf. Cathy
Hayes, The ape in our house , New York, Harper, 1951; F. JJ. Buytendijk,
Psicologia umana e psicologia animale , Milano, Rizzoli, 1962, p. 120;
E. Cerdá, Una psicología de hoy , Barcelona, Herder, 1975, pp. 324-325;
V. Marcozzi, Levoluzione della psiche, en « Gregorianum », 1979, p. 680.
(69) Cf. Max Scheler, El puesto del hombre en él cosmos, Buenos
Aires, Losada, 1957, p. 85. Por eso solamente el hombre posee propia-
mente el sentido del « pudor ». El cual implica conocimiento y senti-
miento de la propia « intimidad », con « respeto » a sí mismo y a los
demás. «Un animal salvaje que pierde un sentido importante, no logra
seguir viviendo, mientras que el hombre puede quedarse ciego y sordo,
y no sufrir ninguna irreparable pérdida en su vida intelectual », como lo
muestra claramente la maravillosa historia de Helen Keller, ciega y sorda
desde los 19 meses (Miguel Crusafont Pairó, art. cit., p. 188).
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
358 Marcos F. Manzanedo, O.P.
por sus ideales religiosos o morales). Los a
manifiestan conocimientos y apetencias d
instintivo, y si hacen algún « sacrificio »
(como por sus crías) lo hacen siempre oblig
(y no por libre elección).
Finalmente, la cultura y el progreso cu
fiestos en los hombres, sobre todo en el cultivo de las ciencias
v de las artes, y especialmente en la fabricación de instrumen-
tos cada vez más perfectos (que sustituyen ventajosamente los
órganos naturales). Todo esto supone inteligencia conceptual y
creadora, y falta totalmente en los animales brutos. Luego en
éstos falta dicha inteligencia C°).
¿Pueden los monos fabricar algunos utensilios rudimentarios?
Ciertamente los monos superiores usan los instrumentos o
utensilios encontrados (tal como los han hecho los hombres o
la naturaleza). También usan los formados por ellos casualmente,
al jugar o hacer otras cosas (como en el experimento de Koehler,
en el cual un mono consiguió ensamblar dos cañas, formando
una sola). Parece que si « fabrican » algo, sólo lo hacen en
cuanto « enseñados » por los hombres (a los que tienden a
imitar), o por algún instinto natural.
En algunos casos parece que sí preparan intencionadamente
algunos instrumentos (como cuando los monos arrancan ramas
de los árboles para alcanzar alguna fruta), movidos por el instin-
to natural o por el de imitación (").
Parece probado que los chimpancés pueden utilizar algunos
instrumentos, e incluso fabricar algunos muy toscos (cañas, ra-
mas, etcétera) con sus manos, aunque tras una previa experien-
(7°) Sobre el progreso cultural, y especialmente el técnico, cf. J. Ba-
rini, Ciencia y tecnología, Buenos Aires, 1968; Martin Brugarola, Socio-
logía y teología de la técnica, Madrid, BAC, 1967, pp. 6-121; Karl
Klinkowstroem, Historia de la técnica, Barcelona, Labor, 1965; Antonio
Millán Puelles, Economía y libertad, Madrid, 1974; A. Timm, Pequeña
historia de la técnica. Ibidem, 1971...
(7i) Cf. Jean Claude Ruwet, op. cit., pp. 136-137; Martin Landmann,
Antropologia filosófica, México, UTEHA, 1961, p. 193.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 359
cia. Pero no pueden fabricarlos con otros instr
ejemplo, con un hacha), porque esa acción instr
pera la inteligencia animal (72).
Conclusión .
De todo lo dicho podemos concluir que algunos animales
superiores (y especialmente los « antropomorfos ») manifiestan
tener verdadera inteligencia particular o práctica (la que hoy
dia suele llamarse « inteligencia animal »). Pero solamente el hom-
bre muestra poseer verdadera inteligencia universal o abstracta
(« inteligencia humana »).
Los argumentos antes aducidos se condensan en que sola-
mente el hombre goza del poder de crear o de inventar .
« La señal más clara de la presencia en nosotros de lo uni-
versal es la 'creatividad' o la facultad de inventar. Y de esto no
hay ningún vestigio en los antropoides. Sus lenguajes o sus
símbolos no los inventaron o crearon ellos; les vinieron de
fuera: de sus educadores C3). Sarah, Washoe y sus emulos
[antropoidesl fueron informados, programados como un ordena-
dor... En ellos el paso se hacía de un particular a otro como en
las psicologías de tipo empirista... Es, pues, en el poder creativo
donde vemos la señal más clara de la diferencia humana » C4).
« Las manifestaciones psíquicas de los antropoides que vi-
(72) Véase G. Heberer & colab., Antropologia, trad, ital., Milano, Feltri-
nelli, 1966, voz « antropologia culturale ».
(73) Nétese que todo hombre normal puede crear o inventar por sí
mismo algún simbolo universal, mientras que el animal bruto sólo puede
conocer cosas y símbolos particulares. Por eso Ernst Cassirer define al
hombre como « animal symbolicum ». Véase E. Cassirer, Antropologia
Filosófica, México, FCE, 1948, passim; J.L. Pinillos, Principios de Psico-
logía, Madrid, Alianza Editorial, 1976, p. 491.
(74> Joseph de Finance, op. cit., pp. 77-78. El mismo autor añade:
« El psiquismo animal no tiene verdadera autonomía... El mismo Aristó-
teles ya lo notaba: los animales no se interesan por las cualidades
sensibles en sí mismas, sino ùnicamente por orden al alimento o al
sexo; por eso son incapaces de todo goce estético» ( Ibidem , p. 83).
Vide Aristóteles, Ethica Nicom., III, 13, 1118a; S. Thomas, In III Ethico-
rum, lec. 19, hacia el fin.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
360 Marcos F. Manzanedo, O.P.
ven en cautividad, por muy sorprendentes
las posibilidades de una buena memoria asociativa y de una
notable inteligencia práctica, unida al instinto imitativo... La
psique sensitiva de los antropoides, dotada de abstracción par-
cial y de inteligencia práctica, es capaz de resultados semejantes
a los intelectivos propiamente dichos, especialmente en lo con-
cerniente al uso y a la confección de instrumentos, aunque sean
simples. Pero el salto entre la vida sensitiva más elevada y la
intelectiva más sencilla es incolmable: es lo mismo que sucede
entre el fantasma más simplificado y el concepto », o sea, entre
la imagen particular y el concepto universal (")•
III. Comparación entre la cogitativa humana y la inteligencia
ANIMAL.
Entre la cogitativa humana (según es explicada por Sant
Tomás) y la inteligencia práctica de los animales (como la
explican los psicólogos modernos) hay algunas semejanzas y al-
gunas diferencias.
Ambas potencias tienen actos comunes: conocer los singu-
lares materiales, así como juzgar y razonar sobre los mismos.
Por este motivo la cogitativa recibe (según Santo Tomás) el
nombre de ratio particularis (o de intellectus particularis) por
oposición a la razón universal o a la inteligencia abstracta (por
oposición al intelecto y a la razón simpliciter).
Pero ambas facultades se distinguen en cuanto a los sujetos
a que pertenecen. Porque la cogitativa tomista sólo se da en los
(") V. Marcozzi, L'evoluzione della psiche, en « Gregorianum », 1979,
pp. 683 y 684. Sobre la « inteligencia animal », véanse (ademas de los
trabajos citados): Emiliano Aguirre, Las primeras huellas de lo humano,
en el libro de M. Crusafont y colab., La evolución, Madrid, BAC, 1966,
pp. 622-699; A. Alvarez Villar, Psicologia genética y diferencial, Madrid,
Aguilar, 1965, pp. 122-141; F J. J. Buyyendijk, L'homme et l'animal, Paris,
Gallimard, 1965; W.N. & N.L. Kellog, The ape and the child, New York,
1963; V. Marcozzi, El hombre en el espacio y en el tiempo, Madrid,
Studium, 1962, pp. 46-65; Idem, Antropologia Filosofica, Roma, PUG,
1978, etc.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 361
hombres , mientras que la inteligencia práctica d
conviene a los hombres y a los animales superior
Como ya explicamos antes, el Aquinate no adm
cia de la cogitativa o de la razón particular en los animales
brutos. Pero afirma (siguiendo a Aristoteles) que en algunos
animales superiores se da una cierta prudencia o una prudencia
imperfecta Ç6).
Según Santo Tomás la estimativa de los animales superiores
participa un poco de la razón universal , porque se da cierta
continuidad entre el orden sensitivo y el intelectivo, así como
entre el reino animal y el humano. De modo que las potencias
inferiores participan un poco de la perfección de las potencias
superiores, no sólo en el mismo individuo, sino también en el
plano inter-específico C7).
Es claro que en los hombres la conciencia sensitiva estricta-
mente dicha (sensus communis ), la imaginación, la memoria y
la estimativa participan bastante de la perfección del intelecto
humano (y en ese sentido hablamos de imaginación creadora, de
reminiscencia, y de cogitativa) C8).
Pero también en los animales superiores las potencias co-
gnoscitivas más elevadas (o sea, la memoria y la estimativa) par-
ticipan un poco del orden intelectivo (participación inter-espe-
cífica).
Santo Tomás parece explicar de este modo la existencia, en
(76) Cf. In I Metaph., lec. 1; In De memoria et remin ., lec. 1; Verit.,
15, 1; Ibidem , 24, In De sensu et sensato , lec. 1 ; In VI Ethicorum , lec.
6 y 7; I, 22, 2, etcetera.
(77) Cf. De ventate , 15, 1; Ibidem , 25, 2, etc. He aquí un texto muy
interesante y algo misterioso: « Intellectu aliquo modo alia ammalia
participant per quandam obscuram resonantiam, inquantum sentiunt;
sicut et volúntate participant, inquantum habent appetitum sensualem »
(In III Sent., d 27, q. 1, a. 4 ad 3). Escribe Juan de Santo Tomás: « Aesti-
mativa respicit intentiones insensatas, ut amicitiam vel inimicitiam et si-
miles convenientias vel disconvenientes..., quae utique sunt obiecta
abstractiora et superiora [quam obiecta imaginations], nec a sensu at-
tingibilia: unde et ratione illius maxime appropinquant animalia ad modum
cognoscendi rationis, et prudentiam quandam participant... » (Cursus phi •
losophicus thomisticus, ed. Reiser, vol. III, Taurini, Marietti, 1949, pp.
255a-255b).
<78) Véanse los lugares citados antes, en la nota 26.
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
362 Marcos F. Manzanéelo, O.P.
los animales superiores, de una « prudencia
es como una imitación y participación de la p
Es verdad que el mismo autor explica que
animal » es una prudencia « instintiva » o d
naturaleza, y no una actividad « inteligente
una « comprensión » o una « solución » encon
animal.
Pero este es precisamente el caso de la conducta inteligente
o de la inteligencia práctica admitida por los psicólogos moder-
nos en algunos animales superiores.
Hoy dia la observación atenta e imparcial de los hechos nos
obliga a aceptar que algunos animales (y especialmente algunos
antropoides) llegan por sí mismos a la comprensión y a la solu-
ción de algunos problemas de orden particular (lo cual supone
que poseen verdadera inteligencia práctica o particular).
Debemos notar que los psicólogos modernos se mueven en
una perspectiva muy distinta de la del Aquinate, pues se mueven
en la línea de la evolución cerebral. Para aquéllos la intelección
es la forma más alta de conocimiento, y se da más perfectamente
en los animales racionales o más perfectos, y menos perfecta-
mente en los animales irracionales (cerebralmente menos evolu-
cionados). Los autores hodiernos no están de acuerdo sobre si
esa diversa evolución (y diversa inteligencia) es esencialmente,
o solo gradualmente diversa. Aunque la mayoría opina que sólo
se trata de una diversidad gradual o accidental.
Resumidamente podemos decir lo siguiente:
a) La cogitativa admitida por Santo Tomas es una facultad
cognoscitivo-sensitiva, exclusiva del hombre, y capaz de nociones
(imágenes, juicios y raciocinios) de orden particular.
b) La inteligencia práctica o particular, propugnada por los
autores modernos, es una capacidad cognoscitivo-intelectiva, que
se da en el hombre y en los animales más perfectos. Ese poder
intelectivo tiene como causa o condición necesaria un cerebro
muy desarrollado, aunque menos evolucionado que el cerebro
del hombre (el cual es capaz de conocimientos universales o
abstractos).
Según la mentalidad hodierna más común, el hombre posee
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
La cogitativa del hombre, etc. 363
inteligencia práctica o particular, y también inteligenc
o conceptual, mientras que los animales superiores
la primera clase de inteligencia.
Conclusión final.
Yo opino que hoy dia los tomistas podemos y debemos
admitir la existencia de una « cogitativa animal », o sea la exis-
tencia de una cogitativa especial en algunos animales superiores.
Esta cogitativa animal no sería tan perfecta como la de los
hombres por dos motivos. Ante todo por motivo del órgano,
pues el cerebro animal es menos perfecto que el humano. En
segundo lugar, porque la « cogitativa animal » no participa (co-
mo la humana) de la perfección intelectiva, colaborando con el
intelecto universal en el mismo sujeto cognoscente.
En los animales superiores sólo habría un influjo inter
específico del orden intelectivo sobre el sensitivo, que haría
que su supremo poder cognoscitivo fuera ya una inteligencia
imperfecta o particular (una cogitativa, o una ratio particularis,
según la terminología tomista).
Nótese que como la cogitativa de los hombres (admitida
expresamente por Santo Tomás) es de naturaleza sensitiva y
orgánica, así también debe ser de índole sensitiva y orgánica
la citada inteligencia o cogitativa animal.
Con esta explicación quedaría salvada la diferencia esencial
entre el hombre y los demás animales. Así sería fácil conciliar
los hechos observados en los antropoides con las grandes líneas
de la filosofía tomista. No seríamos fieles a la letra, pero sí
al espíritu de la misma filosofía, y especialmente al ya citado
principio: supremum infimi attingit infimum supremi.
Marcos F. Manzanedo, O.P.
Universidad St. Tomás - Roma
This content downloaded from 178.196.155.162 on Thu, 30 Jan 2020 14:32:38 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms