Apunte - Maritza Montero. Teoría y práctica de la psicología comunitaria.
Capítulo 2 – El fortalecimiento de la comunidad
La autora comienza planteando a la noción de fortalecimiento como una de las vías
fundamentales para alcanzar el desarrollo y la transformación de las comunidades.
A inicios de 1980, en Estados Unidos, se acuña una nueva palabra para ese proceso:
empoiverment
En América Latina, sin embargo, se hablaba de fortalecimiento, y, en este punto, la
autora plantea que cuando aparece el concepto de empoiverment, se produce una reacción
de copia automática de la denominación, incluso en ámbitos donde ya se hablaba de
fortalecimiento.
Montero propone entonces, un revisionismo histórico:
“Empoiverment o apoderamiento/empoderamiento” se entiende de la acción y efecto de
apoderar o apoderarse, lo que puede significar:
1. Dar poder a una persona para que represente a otra
2. Hacer poderoso o dar potestad a alguien
3. Poner en poder o dar posesión de algo a alguien.
4. Hacerse uno dueño de algo, ocupar o poner alguna cosa bajo su poder.
5. Dominar o manejar a su gusto, objetos, ideas o sentimientos.
6. Hacerse fuerte.
Estos significados, no concuerdan con el sentido que tiene el proceso del cual se viene
hablando en el campo de la psicología comunitaria, ya que suponen que hay una fuente de
poder que lo otorga a discreción. Se trata de dar poder según el arbitrio de alguien tan
poderoso que puede apoderar a otro.
Esta concepción se enfrenta al criterio usado por la psicología comunitaria, donde el
poder es un logro de la reflexión, conciencia y acción de las personas interesadas, y no un
regalo o donación.
La psicología comunitaria entiende al fortalecimiento como un proceso colectivo, en el
cual se participa con beneficio para el grupo y para sus miembros.
Solamente el sexto significado coincide en parte con el proceso de fortalecimiento en
tanto supone un hacerse fuerte, pero un hacerse fuerte para transformar un entorno,
transformándose a sí mismos.
Finalmente, la autora se inclina por el término fortalecimiento por juzgar que refleja
mejor la práctica que se quiere significar.
Nociones fundamentales
Participación: Este es el elemento fundamental que permite que todas las demás
características puedan desarrollarse. Se refiere a la acción desarrollada por los miembros de
la comunidad en función de objetivos generados en la misma, y de acuerdo con estrategias
colectivamente definidas, fundamentadas en la solidaridad y en el apoyo social. Tal acción
va acompañada del surgimiento de liderazgos comunitarios.
Conciencia: Concierne a los procesos que implican des-ideologización, des-alienación,
desarrollo de la crítica (incluyendo autocrítica) y comprensión del carácter histórico de los
fenómenos comunitarios.
Control: Se entiende por tal desde el auto-control en las personas que integran algún
grupo organizado en una comunidad o que ejercen algún liderazgo dentro de ella, hasta el
control sobre circunstancias de orden social y sobre los recursos.
Poder: Entendido como el poder social que puede ejercer la comunidad.
Politización: El fortalecimiento y todos los procesos que implica llevan al desarrollo de
la ciudadanía y, por ende, de la sociedad civil, y genera espíritu crítico.
Autogestión: Entendida en la autonomía de las acciones y en la toma de decisiones
concernientes a la comunidad.
Compromiso: Implica el sentimiento de apego y obligación para con la comunidad, que
lleva a involucrarse en acciones colectivas que pueden producir beneficios para todos.
Desarrollo y expresión concreta de capacidades individuales: Incluye formas de
orientación cognoscitiva positiva respecto de las acciones e intereses comunitarios,
desarrollo de recursos hasta entonces poco o nunca usados, mejoramiento de aquellos en
uso, manejo de la tensión social, sentido de competencia y capacidad para plantear
estrategias y soluciones.
Identidad social: Se desarrolla al darse todo lo anterior.
Concepto de fortalecimiento
La autora lo define como el proceso mediante el mal los miembros de una comunidad
(individuos interesados y grupos organizados) desarrollan conjuntamente capacidades y
recursos para controlar su situación de vida, actuando de manera comprometida, consciente
y crítica, para lograr la transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones,
transformándose al mismo tiempo a sí mismos. Sostiene que el fortalecimiento en el
contexto comunitario tiene como elemento primero y último para su construcción, la acción
conjunta y solidaria de los miembros de una comunidad que comparten objetivos y
expectativas y enfrentan las mismas necesidades y problemas.
Componentes del fortalecimiento
Montero toma aportes de otros autores, que sostienen tres tipos de componentes en los
procesos de fortalecimiento:
1. Los intrapersonales
2. Los interactivos
3. Los comportamentales.
Con respecto a los primeros, la autora marca que se refieren al modo en que la gente
piensa acerca de su capacidad para influir en sistemas sociales y políticos. Son
intrapersonales en tanto suponen un proceso de autopercepción.
Sin embargo, lo que creemos sobre nosotros mismos y nuestra capacidad o carencia de
ella, así como sobre los otros y sobre el ambiente en que vivimos, es producto de una
historia y de una interacción en muchos niveles. Cabe pensar que aquí debería hablarse más
bien de componentes provenientes de la historia personal y de la historia grupal, y ambos
serían psicosociales.
En relación al segundo tipo de componente, los interactivos, Montero sostiene que
consisten en las transacciones entre las personas y el ambiente que las capacitan para
intervenir y dominar exitosamente los sistemas sociales y políticos.
En este segundo nivel se incluyen el conocimiento de los recursos necesarios para
alcanzar las metas y de su disponibilidad, así como la conciencia crítica sobre las
condiciones de vida y sobre el propio ambiente, también están contemplados en este nivel
el desarrollo de capacidades para la toma de decisiones y para solucionar problemas.
Por último, los componentes comportamentales son las acciones específicas llevadas a
cabo para influir sobre el ambiente social y político, participando en organizaciones y en
actividades comunitarias.
Pasos en los procesos de fortalecimiento
El proceso de fortalecimiento puede ser largo y arduo, y quienes hacemos psicología
comunitaria debemos estar muy conscientes de que, precisamente porque es un proceso
cuyos actores fundamentales son las personas miembros de una comunidad, no depende de
nuestros planes, buenos deseos o intereses.
Más aún, el tiempo del proceso no necesariamente coincide con el tiempo esperado o
programado en los proyectos de trabajo comunitarios de los agentes externos. Se trata del
tiempo de la comunidad y es necesario que sepamos observar, esperar e incluso ser
sorprendidos.
En este punto, la autora toma a Kieffer (1982) quien propone tres estadios o fases en el
proceso.
Cada estadio o fase supone y exige, por parte del psicólogo comunitario o de cualquier
otro agente un nivel diferente de intervención.
Primer estadío: Desarrollo creciente del sentido de ser en relación con el mundo, es
decir, no sentirse como un individuo aislado en un mundo ajeno.
Segundo estadío: Construcción de una comprensión cada vez más de las fuerzas sociales
y políticas que componen nuestro mundo de vida.
Tercer estadío: Diseño de estrategias y recursos funcionales para la consecución de roles
socio-políticos personales o colectivos. Esto, en la práctica, incluye el compromiso y la
participación en alguna medida en la vida pública de nuestra sociedad, es decir, el hecho de
ocupar el espacio público.
Los dos primeros estadios implican el trabajo con individuos y con grupos relativamente
pequeños, el tercero se entiende como toda manera de participación en el espacio público,
sea ésta en relación con organismos del Estado, en calidad de asesora representando
intereses comunitarios, en organizaciones no gubernamentales que cumplen funciones de
atención a comunidades y, en general, en actividades de servicio, ayuda y apoyo
comunitario. Este nivel promueve la movilización de personas y grupos organizados de una
comunidad, en función de intereses de su colectividad.
Configuración del proceso de fortalecimiento
Prilleltensky (1994) propone un modelo en el que se distinguen tres elementos:
1. Valores
2. Procesos y agentes
3. Otras personas o grupos que tengan intereses en juego
Los valores del fortalecimiento son, según este autor, la autodeterminación, la justicia
distributiva y la participación democrática y colaboradora.
Su función es proveer un fundamento ético que guíe tanto el proceso como a los agentes
y a las comunidades.
Entre los agentes, los que tienen intereses en juego y los procesos hay una relación
dinámica.
Las acciones y procesos para estudiar y promover el fortalecimiento constituyen el tercer
elemento y lo que les otorga su carácter fortalecedor no es la actividad desplegada, sino su
adhesión a los valores.
Con respecto al último elemento, se entiende personas o grupos que son invitados a
participar en el proceso y de los cuales se espera que rápidamente se conviertan en agentes.
Este autor también plantea una serie de preguntas para cada nivel:
1. Valores: ¿Qué? ¿Por qué?
2. Agentes: ¿Quiénes? ¿A quiénes? ¿Con quiénes?
3. Procesos: ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?
Para Prilleltensky, el concepto de fortalecimiento pone de manifiesto, tanto en la acción
como en la investigación, las desigualdades sociales y sus consecuencias sociales o
personales; por eso la insistencia en el aspecto ético que reside en los valores, destinado en
su teoría a corregir el desequilibrio y producir transformaciones.
Otros autores como Swift y Levin (1987) consideran que el fortalecimiento "en acción"
se cumple en cuatro pasos:
1. Un momento inicial en el cual se deben identificar las carencias o déficits específicos
que en cuanto a su fortaleza puedan sufrir las personas en ciertos aspectos de sus
vidas
2. Tener conciencia del fortalecimiento, es decir, comprender la opresión, la limitación
que se sufre
3. Movilización del poder económico, social y político
4. Cambios en los niveles de equidad de la sociedad, como consecuencia de la suma de
los factores anteriores.
Respecto del nivel individual, la autora plantea que existe un cierto consenso en que el
proceso de fortalecimiento supone las siguientes fases:
1. Desarrollo de un fuerte sentido de sí mismo en relación con el mundo. Es decir, la
convicción de que se tiene algo que decir, de que se puede hacer algo y de que la
acción personal puede tener algún efecto sobre el entorno, que no se perderá o será
inútil. Para esto la persona necesita un marco de referencia colectivo provisto por la
comunidad.
2. A partir de lo anterior, el desarrollo de un sentimiento de apego o sentido de
comunidad que se construye históricamente.
3. Una aproximación cada vez más crítica hacia las fuerzas políticas y sociales que
actúan en el mundo de vida cotidiano en el cual se desenvuelve la persona
4. El desarrollo de la capacidad para relacionar la reflexión con la acción y viceversa,
para traducir en actividad productiva las ideas y para producir nuevas ideas a partir
de las acciones realizadas.
5. Construir, desarrollar y adquirir estrategias y recursos adecuados para lograr
posiciones individuales y colectivas que puedan producir intervenciones
significativas en el entorno socialmente compartido.
La autora, plantea también una serie de condiciones, surgidas a partir de la práctica
comunitaria, que resultan más beneficiosas para que una comunidad y sus miembros se
fortalezcan
Ellas son:
- Generación de situaciones en las cuales los miembros de la comunidad tengan el
control y dirección de las circunstancias. Ellos, con la facilitación de los agentes
externos, deben erigirse como agentes internos de transformación de determinadas
condiciones, conduciendo el proceso, tomando decisiones y ejecutándolas.
- Asimismo, esto supone un proceso de planificación de actividades en función de la
detección de las necesidades e identificación de los recursos necesarios para
satisfacerlas a corto, mediano y largo plazo, la jerarquización de las necesidades de
acuerdo con la viabilidad considerando recursos disponibles y a adquirir.
- Planificación de la actividad partiendo del modelo acción-reflexión-acción.
- Planificación de la actividad de modo tal que permita alcanzar logros inmediatos. La
realización de acciones sumadas conllevan a la obtención de un objetivo de largo o
mediano plazo, permitiendo al mismo tiempo el análisis del origen de los logros, los
posibles aciertos y errores, celebrando los primeros y corrigiendo los segundos, así
corno relacionándolos con la actividad desplegada por sí mismos.
- Incorporación del mayor número de personas posible a la ejecución de las
actividades.
La experiencia de éxito así obtenida enseña a triunfar y, a la vez, el triunfo ratifica ese
aprendizaje. Una meta de alcance muy lejano compromete el desarrollo de muchas
actividades donde los beneficios se demoran y los logros no reportan un éxito inmediato.
Esta ausencia aparente de éxito a menudo induce al desánimo, el cansancio y la apatía. Por
el contrario, la realización exitosa de tareas, por pequeñas que sean, produce el placer de
haber realizado bien algo, de alcanzar una meta que de alguna manera modifica una
situación que se desea distinta. Ese éxito, producto del hacer en función de un beneficio
colectivo, que se une a muchos otros pequeños éxitos compartidos, hace la diferencia y
produce un fortalecimiento.
Ese fortalecimiento sostiene la motivación para seguir actuando y transformando.
Capítulo 3 – El liderazgo comunitario
El liderazgo es un asunto no sólo importante para la psicología comunitaria, sino además
de inevitable discusión. Todos los psicólogos comunitarios, así como las organizaciones
comunales, en cierto momento se han topado con problemas ocasionados por la presencia o
por la ausencia de líderes en la comunidad.
Usualmente, el liderazgo comunitario surge de las reuniones de organización y
planificación de actividades comunitarias, o ante circunstancias que afectan a la comunidad
y se hace necesario actuar con mayor o menor urgencia.
Carácter participativo del liderazgo comunitario
La autora parte de la premisa de que todo grupo genera líderes. Sostiene que siempre
hay personas que en ciertas situaciones, asumirán la dirección de las actividades del grupo
y cuyo carácter directivo será aceptado por la mayoría de los miembros del mismo.
Cuando la actividad comunitaria tiene un carácter participativo, la dirección surge del
grupo por consenso, las decisiones y los planes se hacen mediante la discusión y en las
acciones derivadas de ellos participan muchos miembros de la comunidad.
Por lo tanto, no se trata de descargar responsabilidades y tareas en la persona del líder
El liderazgo comunitario no es autoritario
El liderazgo comunitario debe ser de carácter democrático, se habla de solidaridad
comunitaria, de necesidades compartidas, de historia común, de objetivos comunes.
Esto significa que cuando un líder deja de consultar a los miembros de los grupos
organizados y a las personas clave de la comunidad a la cual pertenece dejará de ser líder
de la comunidad.
El liderazgo transformador
Este modo de liderazgo es definido por la presencia de un fuerte e intenso componente
afectivo; por el despliegue de energía y de trabajo, no sólo del líder, sino del grupo al cual
pertenece, que se produce en circunstancias caracterizadas por la participación.
Los líderes transformadores desarrollan además sólidos vínculos con los demás
miembros de la comunidad.
Esa actividad del líder puede llegar a ser extraordinaria, tanto que se puede llegar hasta
introducir una nueva categoría: el líder altruista.
La autora, marca una serie de características que son propias del líder transformador:
- Son motivadores: Movilizan e inducen a otros miembros de la comunidad a llevar a
cabo o contribuir con mayor intensidad.
- Tratan de fomentar y aumentar la participación de las personas tímidas o apartadas.
- Tratan de incorporar nuevos miembros tanto a los grupos organizados como a las
actividades emprendidas desde ellos, comprometiendo al mayor número de personas
posible en diferentes tareas, distribuyen así el esfuerzo y generan más compromiso.
- Colocan el beneficio de la comunidad y de sus grupos organizados por encima del
interés propio.
- Sus palabras y obras sirven de modelo e inspiración para otros miembros de grupos
organizados y para la comunidad en general.
- Buscan el desarrollo personal de los participantes.
- Procuran estimular intelectualmente a sus compañeras y compañeros de actividades
y a otras personas de la comunidad.
- Delegan responsabilidades en otros miembros del grupo, fomentando el desarrollo y
mejor uso de sus capacidades.
- Son respetuosos de la disidencia y están dispuestos a negociar con ella para unir
fuerzas, sin sacrificar el bienestar y las metas de la comunidad.
Características del liderazgo comunitario
Montero sostiene que el liderazgo comunitario se basa en una concepción participativa
del trabajo comunitario. A ello debemos agregar el carácter complejo del fenómeno y su
carácter necesario e inevitable.
Además, el liderazgo comunitario es participativo, democrático, activo. Genera y
fortalece el compromiso con la comunidad y sus intereses, se asume como servicio y busca
el bienestar colectivo.
Problemas, obstáculos y aspectos negativos que afectan al liderazgo comunitario
La autora plantea dos tipos de líderes comunitarios a los que denomina narcisistas
seductores y los clasifica en negativos y positivos para la comunidad.
El líder narcisista seductor positivo: Podríamos considerar esta primera categoría como
un buen mal líder.
Esta persona ejerce el liderazgo con gran sacrificio personal, con enorme diligencia y
busca siempre el beneficio de la comunidad, pero puede retrasar actividades y planes que
no se ajustan a lo que piensa, o que no se originan en una propuesta suya.
Como es bien querido y respetado por los demás miembros de la comunidad, éstos
volverán a discutir una y otra vez las decisiones ya aprobadas hasta que respondan a lo que
el líder desea.
El costo para la comunidad es alto y el resultado es que muchas cosas se hacen varias
veces, que pueden estar bien hechas, pero gastando más esfuerzos de los necesarios.
Y, aunque formalmente ha delegado, de hecho mantiene las riendas de su poder, esto
demuestra que no confía en la capacidad de los demás miembros y, si bien no lo manifiesta,
su comportamiento lo hace sentir.
Finalmente, aunque su motivación no busca ganancias personales este modo de conducir
un trabajo comunitario puede calificarse de narcisista porque nadie puede hacer las cosas
como ellos.
El líder narcisista seductor negativo: Su motivación es egocéntrica y narcisista, y
además no está únicamente orientada por el bienestar colectivo sino por intereses
individuales que sólo pueden ser satisfechos vía el trabajo con la comunidad.
Así, entiende el alcance de las metas comunitarias como un medio colectivo para
obtener un fin individual.
Finalmente, la autora marca que la dirección de las actividades comunitarias debe
depender de las capacidades de los miembros del grupo, que debe haber una sana rotación
de líderes en beneficio de ellos mismos y de la comunidad, y la importancia de que el
mayor número de personas posible debería participar en los grupos organizados y en las
actividades planificadas por ellos y en su producción y decisión.
Otros factores negativos: internos y externos
Además de los aspectos antes señalados, Montero marca que existen otros factores
negativos internos tales como:
- El conflicto que puede surgir entre los intereses personales del líder y los intereses
colectivos de la comunidad.
- Las rivalidades y luchas por el poder entre miembros de una comunidad que son
encargados o desean encargarse de dirigir actividades.
- La cantidad y la dificultad de las tareas que deben ser llevadas a cabo puede producir
excesiva rotación de líderes, al agotar a las personas que dirigen los grupos, lo cual
agota mental y físicamente a quienes asumen esa responsabilidad.
- La ritualización de ciertas prácticas que han sido exitosas en el pasado y que, por lo
tanto, tienden a ser mantenidas en el presente a pesar de no ser adecuadas ni útiles.
Factores negativos externos: Estos factores provienen de la cultura, el sistema socio-
económico, aspectos religiosos o étnicos entre otros. Entre los mismos encontramos:
- La presión cultural o social. A muchos líderes comunitarios, a pesar de comprender
bien la necesidad de la participación, se les hace difícil romper con las formas
tradicionales de ocupar posiciones directivas.
- Las presiones ejercidas desde instancias políticas
- Las limitaciones económicas a determinados programas comunitarios
Más allá del deber: el liderazgo altruista
El líder altruista, excede lo esperado y lo exigido, pasando a constituir lo que se
consideraría como un estadio superior de la ética, es decir, de la consideración y respeto del
otro representado no sólo por el colectivo de su comunidad sino por la condición humana.