Microrrelatos y Música Desde Una Perspectiva Intermedial: Un Camell D'orient de Manel
Microrrelatos y Música Desde Una Perspectiva Intermedial: Un Camell D'orient de Manel
Abstract: Brief narrative and music provide themselves bidirectionally, as it happens in other
artistic disciplines. Consequently, we have micro-stories emerged from musical pieces as well as songs
inspired by literary works, or which share some of its characteristics. We are studing this phenomenon
considering intermediality, with Manel’s song/micro-story Un camell d'Orient.
Key words: micro-story, mini-fiction, music, intermediality, Manel, Un camell d’Orient
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Este texto fue presentado por primera vez en el I Congreso Internacional de Jóvenes Hispanistas y Lusitanistas, Miradas
ibéricas y latinoamericanas sobre lo transnacional, organizado por el laboratorio doctoral CRITIC y celebrado en la
Universidad de la Sorbona los días 4 y 5 de abril de 2018.
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El presente trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación «MiRed. Microrrelato. Desafíos digitales
de las microformas narrativas literarias de la modernidad. Consolidación de un género entre la imprenta y la red», de la
Universidad CEU San Pablo, financiado por Ministerio de Economía y Competitividad, dentro del Programa Estatal de
Investigación, Desarrollo e Innovación Orientada a los Retos de la Sociedad, de acuerdo con el Plan Estatal de Investigación
Científica, Técnica y de Innovación 2013-2016.
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Microrrelatos y música desde una perspectiva intermedial
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Al final de este artículo se incluye la letra en su versión original y con traducción al castellano. La pieza musical se
encuentra asimismo disponible en Youtube, en: https://www.youtube.com/watch?v=F0O4HD-LgEw (última consulta, 8-
5-2018).
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En castellano, «el grupo catalán revelación del 2008». En su canción «Jo competeixo», del disco homónimo, reproducen
esta expresión con la que la prensa musical se refirió a ellos en el marco de la publicación de su disco debut, Els millors
professors europeus.
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recursos expresivos. De igual modo, el villancico evoca una atmósfera navideña más lograda que la
mera narración textual.
Microrrelato e intermedialidad
Una vez presentada la canción, diremos unas palabras acerca de los otros conceptos base de este
artículo: el microrrelato y la intermedialidad. En primer lugar cabe delimitar el género —o subgénero,
según otros autores. Atendiendo a su etimología se deduce que consiste en una narración muy pequeña.
Sin embargo, esta descripción resulta insuficiente en tanto que no da respuesta a los interrogantes que
plantea: ¿qué extensión se considera corta?, ¿toda narración reducida constituye un microrrelato?
Recurriremos a algunas de las definiciones que aportan los investigadores sobre el género, basadas en
sus características elementales.
Violeta Rojo, que se refiere a él como minicuento5, lo describe como «una narración sumamente
breve […] de carácter ficcional, en la que los personajes y desarrollo accional están narrados de una
manera económica en sus medios expresivos» (Rojo, 1996). Coinciden con ella David Lagmanovich,
Irene Andres-Suárez o Mariví Alonso. El primero no concibe el género sin tres rasgos principales: la
brevedad o concisión, la narratividad y la ficcionalidad (Lagmanovich, 2009: 87). Andres-Suárez lo
define como un «texto literario en prosa, articulado en torno a los principios básicos de hiperbrevedad,
narratividad y ficcionalidad» (2010: 29). Por último, Alonso destaca que son «textos narrativos que
tienen unos personajes que desarrollan una acción en un espacio y un tiempo determinados […]
Debido a su brevedad, muchas veces alguno o varios de estos elementos de la narración suele estar
elidido. En cualquier caso, siempre son textos ficcionales» (2009: 28).
Juan Armando Epple, por su parte, sostiene que la brevedad es «el rasgo más precario entre los
que suelen considerarse», por lo que los criterios para delimitarlos son más bien su carácter ficcional
y la presencia de una única realidad narrativa (1996). En la misma línea, Neus Rotger y Fernando Valls
señalan que se trata de «un texto narrativo breve en el que se cuenta una historia de la manera más
concisa e intensa posibles, y en el que la narratividad se impone incluso a la brevedad» (2005: 10).
Observamos que, al margen del papel que desempeña la brevedad —requisito necesario, aunque no
principal—, hay otras dos condiciones que ha de cumplir un relato hiperbreve: la narratividad y la
ficcionalidad.
Con respecto de la intermedialidad, partiremos del concepto de intertextualidad acuñado por
Julia Kristeva, a partir de las teorías de Mijail Bajtin: «todo texto se construye como mosaico de citas,
todo texto es absorción y transformación de otro texto» (Kristeva, 1967: 3). Si bien no hay vacilación
a la hora de entender los microrrelatos como formas textuales, la consideración de la música como una
de las partes nos lleva a optar por términos más precisos, como intermedialidad o interdiscursividad.
Ambas suponen una versión extendida de la intertextualidad, según las cuales esa herencia no se
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En lo que respecta a la nomenclatura, la terminología es amplia y no hay unanimidad a la hora de referirse a esta categoría
textual. Emplearemos la denominación «microrrelato» por ser la más extendida en España.
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produce entre dos escritos sino entre dos disciplinas o discursos (Plett, 1999; Segre, 1982), en este caso
textual y sonoro. Adoptaremos, por tanto, el criterio de la intermedialidad entre la literatura hiperbreve
y la música para analizar las tres características fundamentales del microrrelato con relación a la pieza
Un camell d’Orient.
Hiperbrevedad
Pese a la extensión formal limitada que el microrrelato posee por definición, en tanto que «micro-
», no hay consenso firme sobre los límites dimensionales que ha de tener. Algunos autores como Lauro
Zavala fijan el límite en una página impresa (2004: 19); otros adoptan una horquilla más laxa y amplían
esta delimitación a las dos (Rotger, Valls, 2005: 104) o incluso las cuatro planas (Merino, 2004: 229).
Más flexible es el criterio de David Lagmanovich, para quien los microcuentos comprenden «desde
unas pocas palabras hasta un párrafo o dos, desde menos de una página hasta una página y media o
dos de extensión» (1996).
Lo cierto es que, tal y como afirma Mariví Alonso, «resulta muy arbitrario clasificar los
microrrelatos según su número de palabras o decir que ocupan menos de una página o de dos» (2009:
30). Además cabe tener en cuenta lo ambiguo del criterio, pues su categorización en función de la
cantidad de páginas «es susceptible de variar según el formato de edición elegido» (Hernández, 2013:
36). Así, en una plana caben desde un solo carácter con un cuerpo de letra enorme a un relato
convencional entero con tipografía a tamaño hiperreducido. Si se prefiere, considerando la cuestión de
la intermedialidad, cabrían desde la letra «U» con la que empieza la canción —a los 1 000 puntos
tipográficos que permite un procesador de textos común— hasta la transcripción de las letras de la
discografía completa de la banda —a un tamaño de letra ínfimo. En el caso de esta última
consideración, claro, poseería una más que dudosa legibilidad. Es por ello por lo que también se tiene
en cuenta otro factor: la concisión, de manera que cada texto disponga de la dimensión que necesite
para ser efectivo.
Por lo general las canciones de la música popular, en cuya duración tampoco hay unos márgenes
sólidos pero que suele comprender entre tres y cinco minutos, cumplen con estos criterios de
hiperbrevedad y concisión. La pieza que nos compete, más que breve, se podría considerar hiperbreve:
consta de 227 palabras y apenas tres minutos de duración. Asimismo resulta concisa, pues esta
extensión basta para transmitir al lectooyente6 la historia que se quiere comunicar: un camello que, en
la noche de Reyes, tiene que repartir por su cuenta los regalos de los niños, ya que su rey mago se ha
quedado dormido.
A la hora de «reducir […] a su mínima expresión» (Andres-Suárez, 2010: 79) una narración
resulta conveniente, como veíamos, el empleo de la intertextualidad y más específicamente de la
intermedialidad. De hecho, ambas constituyen dos de los consejos que ofrece Dolores Koch en su
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Tomamos prestado el concepto de «lectoespectador», acuñado por Vicente Luis Mora, que trasladamos en este caso a la
intermedialidad en los ámbitos literario y musical.
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artículo «Diez recursos para lograr la brevedad en el micro-relato» (2000: 8-10). Como venimos
comentando, si nos fijamos en su estructura y en el contenido de su letra, la canción Un camell d’Orient
se puede considerar asimismo un microrrelato. Además, la confluencia no se produce solo entre la
música y la literatura: como hemos comentado anteriormente, se trata de un libro ilustrado. Los dibujos
fueron realizadas ex profeso por el guitarrista de la banda, Roger Padilla, que también ejerce de forma
habitual como dibujante7. A la vez, en esta muestra se encuentran dispuestas con transiciones de tal
modo que funcionan como videoclip de la canción. Es decir, la intermedialidad alberga también arte
gráfico y el audiovisual.
Sin ser una condición sine qua non de la minificción, la intertextualidad puede resultar una aliada
para los autores, que delegan en los destinatarios del producto la capacidad «de completar los vacíos
textuales recurriendo a su propia biblioteca de referencias» y a su «repertorio cultural» (Delafosse,
2013: 74), como ocurre con la Biblia en esta canción y en muchas otras. Así, desde el punto de vista
interdisciplinar resultan prácticamente inabarcables las referencias —más o menos explícitas— que
desde la música se hacen a la literatura, también en concreto a los microrrelatos, pese a su relativa
juventud en comparación con otros géneros. Y como indicábamos al principio, se trata de una relación
bidireccional, en la que también la minificción participa de la intertextualidad con referencias a la
música y a otras disciplinas.
Ficcionalidad y narratividad
A continuación abordaremos la ficcionalidad, relativa al carácter o imaginativo de las
microhistorias, y la narratividad, a la que generalmente se encuentra subordinada por definición.
Ambas cualidades resultan interdependientes en este caso concreto, si bien en otras ocasiones la
segunda puede no ir acompañada del cariz inventivo y, en su lugar, relatar un acontecimiento real.
Retomamos las palabras de Juan Armando Epple acerca del «estatuto ficticio» y «la existencia
de una situación narrativa única formulada en un espacio imaginario y en su decurso temporal» (1996)
como criterios fundamentales para reconocer a los relatos como tales, por encima de la brevedad, que
puede resultar excesivamente simple si «no viene acompañada de otras características que le den al
microrrelato correspondiente una específica naturaleza narrativa», en palabras de José María Merino
(2004: 233). De este modo, la narratividad se erige como uno de los elementos diferenciadores del
microrrelato frente a otros géneros breves como puedan ser los aforismos, los haikus o los poemas en
prosa, de naturaleza lírica (Lagmanovich, 2006: 92). La ficcionalidad, por su parte, hace lo propio
respecto de otras tipologías más cercanas a lo real, como son los textos periodísticos o ensayos breves.
La narratividad, de acuerdo con la definición que aporta Ródenas de Moya, consiste en «la
transformación de un estado inicial o de partida en otro distinto y final». Es decir, se toma la fórmula
clásica de los cuentos: planteamiento-nudo-desenlace, en la que son claves la acción y el movimiento.
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Es el responsable de las portadas y libretos de todos los discos de la banda. Asimismo se ha encargado de las ilustraciones
de varios libro-CD, y suele colaborar con la revista musical Enderrock, donde caricaturiza a otros grupos y artistas.
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No tienen por qué manifestarse de forma explícita, pero sí se ha de percibir una cierta evolución,
aunque mínima, a lo largo del microrrelato o de la pieza musical, según el caso. Esta evolución se
concreta fundamentalmente a través de los verbos. En Un camell d’Orient podemos observar que los
verbos son frecuentes, con al menos uno en cada verso. Además predominan los verbos de movimiento
(entra, carga, pregunta, seguir, despertarlo, etc.), frente a aquellos de carácter descriptivo.
Paradójicamente, las descripciones también subrayan el factor narrativo: el saco que el camello carga
en su chepa al entrar a la ciudad está «lleno de regalos», mientras que al salir esa misma chepa es
«ligera, vacía de regalos», de manera que aunque no confluyeran los verbos el lector/oyente podría
percibir la transformación a la que aludía Ródenas de Moya. Incluso aquello que permanece de forma
similar en la primera estrofa y en la última, que es el rey mago dormido, se ha visto alterado a lo largo
de la canción, con un breve periodo de vigilia en la penúltima estrofa, cuando el camello sale de la
ciudad.
En cuanto a la ficcionalidad, la invención no corresponde por completo a la imaginación de los
autores del villancico, pues se sirve de personajes y hechos propios de la tradición cristiana, que adopta
haciendo uso de la intermedialidad. En cualquier caso, lejos de adherirse a la costumbre española de
la noche de reyes, opta por partir de la misma para plantear la hipótesis ficticia de que uno de los magos
sufriese un breve episodio de narcolepsia.
Conclusión
La necesidad de «contar algo» (Jiménez, 2001) que ha acompañado a la humanidad desde el
principio de los tiempos se materializa en la actualidad a través de distintas manifestaciones de la
cultura popular. Considerando el auge de «la cultura textovisual» contemporánea (Calvo, 2017: 82), o
textoauditiva, esta narratividad se expresa mediante códigos multimedia compartidos por todos los
individuos. Este diálogo unos años atrás se reducía al ámbito analógico; ahora, en cambio, la
interacción entre el autor y el lector es completamente habitual en el entorno digital, lo que supone a
su vez una democratización del proceso narrativo (Ferreira, 2016: 215).
La fusión de la música con la narración de historias, que se practica desde hace siglos, ha ido
evolucionando con el contexto sociocultural hacia formas más fragmentarias, más líquidas que diría
Bauman. Por ello, la tendencia a la hibridación que caracteriza al microrrelato se torna fundamental en
una etapa posmoderna, caracterizada por conceptos como la brevedad, la interacción y la
globalización.
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