0% encontró este documento útil (0 votos)
39 vistas366 páginas

HistdelasAsociaciones PDF

Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
39 vistas366 páginas

HistdelasAsociaciones PDF

Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 366

DE LAS COFRADIAS A LAS

ORG A NIZACIONES DE
LA SOCIEDAD CIVI L
HISTORIA DE LA INICIATIVA ASOCIATIVA EN
ARGENTINA

1776 - 1 9 90

Autores Roberto Di Stefano / Hilda Sabato / Luis Alberto Romero / José Luis Moreno
Idea y Coordinación Elba Luna / Elida Cecconi
DE LAS COFRADIAS A LAS
ORG A NIZACIONES DE
LA SOCIEDAD CIVI L
HISTORIA DE LA INICIATIVA ASOCIATIVA EN
ARGENTINA
1776 - 1 9 90
DE LAS COFRADIAS A LAS
ORG A NIZACIONES DE
LA SOCIEDAD CIVI L
HISTORIA DE LA INICIATIVA ASOCIATIVA EN
ARGENTINA
1776 - 1 9 90

Autores Roberto Di Stefano / Hilda Sabato / Luis Alberto Romero / José Luis Moreno
Idea y Coordinación Elba Luna / Elida Cecconi • Prólogo José Luis Coraggio
Corrección de estilo
Luciana Del Gizzo

Diseño tapa e interior


El Fantasma de Heredia

Investigación iconográfica
Graciela García Romero
Fotografías Capítulo IV
Karina Batagelj
Viviana D’Amelia
Paloma García
Juan Vera

© Todos los derechos reservados por


Gadis / Grupo de Análisis y Desarrollo Institucional y Social

ISBN 950-9487-19-8

Tirada 1.000 ejemplares


Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Libro de Edición Argentina
(Printed in Argentina)

Edilab Editora concluyó esta edición


en el mes de septiembre de 2002
en Panca SRL Servicios Gráficos

Se autoriza a citar o reproducir el contenido


de esta publicación, citando la fuente.
INDICE

13 Introducción Elba Luna, Elida Cecconi 099 CAPITULO DOS / 1860-1920


15 Prólogo José Luis Coraggio «Estado y sociedad civil» Hilda Sabato

23 CAPITULO UNO / 1776-1860 101 ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL


«Orígenes del movimiento asociativo: de las cofradías 105 EL FERVOR ASOCIATIVO, 1860-1890
coloniales al auge mutualista» Roberto Di Stefano 107 El esfuerzo mutualista
108 El mutualismo italiano
114 Sociedades por oficio
25 DE SUBDITOS A CIUDADANOS 116 Mutualismo en la comunidad negra
33 COFRADIAS, HERMANDADES Y TERCERAS ORDENES 118 Los empresarios en acción I
43 LA INFLUENCIA ILUSTRADA Y EL PROCESO REVOLUCIONARIO 121 Los profesionales
55 EL REFORMISMO DE LA DECADA DE 1820: 123 Fiestas, bailes y entretenimientos
CREAR LA SOCIEDAD CIVIL 126 La masonería
60 Tambores africanos 128 Caridad y filantropía I
62 Lecturas y debates 130 Asociaciones, vida cívica y espíritu público
67 FEDERALES CONTRA LOGISTAS 133 LA MULTIPLICACION DE ASOCIACIONES, 1890-1920
73 CASEROS, LA SECESION Y LA «EXPLOSION ASOCIATIVA» 134 Los trabajadores
75 Los clubes del ocio 140 El mutualismo maduro
79 Las sociedades de beneficencia del interior 145 Españoles y gallegos
81 Inmigración y ayuda mutua 147 Patrones, católicos y cosmopolitas
83 Los trabajadores 150 Los empresarios en acción II
87 Católicos y masones 154 Nueva visibilidad para viejos actores:
las mujeres, los estudiantes
92 CONCLUSIONES 156 Ciencias y letras
96 Bibliografía 160 Tiempo libre, deporte y patriotismo
163 Caridad y filantropía II

165 CONCLUSIONES
166 Bibliografía
169 CAPITULO TRES / 1920-1976
«El Estado y las Corporaciones» Luis Alberto Romero

171 MADUREZ DE LA SOCIEDAD CIVIL, 1920-1943 227 Sindicatos, cajas jubilatorias y obras sociales
172 Las organizaciones de base 228 La Fundación Eva Perón
172 Construir la ciudad y la sociedad 230 Las organizaciones de base: unidades básicas, clubes,
174 Panorama de las organizaciones de base sociedades de fomento y bibliotecas
178 Un caso: la Corporación Mitre 233 Por fuera del Estado peronista
180 El fomentismo de gestión 233 Las asociaciones católicas
181 Permanencias 234 El mundo de la cultura progresista
181 Las asociaciones mutuales, sindicales y profesionales 237 DOS INTIMOS ENEMIGOS, 1955-1976
182 Las mutuales 237 El Estado y las corporaciones
183 Los sindicatos 239 Los patrones
189 Corporaciones de profesionales liberales 240 La Sociedad Rural y otras organizaciones rurales
192 Cooperativas y corporaciones empresarias 242 La Unión Industrial y sus cámaras
192 El cooperativismo 244 La CGE y ACIEL
197 Las entidades patronales 246 Los sindicatos
204 Asociaciones culturales 246 Resistencia y organización
209 EL ESTADO AVANZA SOBRE LA SOCIEDAD, 1943-1955 248 El sindicato de la burocracia
209 La época peronista 250 El nuevo sindicalismo de base
211 Los patrones 253 Sindicatos y gobierno peronistas
212 Las entidades rurales 254 La asistencia social
212 Los grandes empresarios 254 La CGT y las obras sociales
214 La Confederación General Económica 256 Los médicos y las obras sociales
215 Profesionales y estudiantes universitarios 256 Las cambiantes políticas del Estado
217 Los sindicatos 258 Mutualismo, cooperativismo, filantropía
217 Los años formativos 260 Ciencia y cultura al margen del Estado
219 Crecimiento sindical 264 Asociacionismo de base en los setenta
221 Sindicatos, Estado y gobierno 264 Las Ligas Agrarias del Nordeste
223 Sindicatos, trabajadores y peronismo 268 Los nuevos barrios y el fomentismo
224 La FOTIA
226 La Justicia social 271 CONCLUSIONES
226 El Estado y la acción social 273 Bibliografía
277 CAPITULO CUATRO / 1976-1990
«La caída del Estado de Bienestar»
(Dictadura y reconstrucción democrática) José Luis Moreno

279 LA DICTADURA, 1976-1983 309 El RENACER DEMOCRATICO, 1983-1990


279 Los «inicios del fin» del Estado de Bienestar 309 Democracia e ilusiones frustradas o la continuación no deseada
285 Iglesia, dictadura y represión: las dos caras de la medalla de la destrucción del Estado
287 El movimiento obrero y sindical 315 Estado, sociedad y organizaciones civiles
289 Consecuencias de las políticas económicas, gremiales y sociales 318 Apertura democrática y asociacionismo
290 La semilla de la «nueva pobreza» 318 La ayuda mutua frente a la extrema pobreza
291 Las asociaciones civiles de la época dictatorial 320 Comida, escuela y «clubes de madres»
291 Las asociaciones de Derechos Humanos 321 Organizaciones de ampliación de derechos
298 Derechos Humanos, dictadura, situación internacional y asociaciones 321 La irrupción de la mujer en el espacio de lo público:
300 Consecuencias de la «otra» represión, Asociaciones feministas y de mujeres
el asociacionismo solidario puesto a prueba 324 Los derechos de los homosexuales y la estrategia asociativa
303 Otras mujeres: los movimientos feministas durante el Proceso 325 Asociaciones de salud: el caso del SIDA
305 Mujer, pobreza y protesta 327 Medio ambiente: respuestas organizativas de la sociedad civil
306 La guerra de Malvinas y las sociedades de ex combatientes 329 Asociaciones de autogestión de la vivienda
329 Organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD)
331 Las redes de organizaciones no gubernamentales
331 Mercado de la filantropía: ¿la hora de las empresas?

334 CONCLUSIONES
336 Bibliografía

339 CUADRO CRONOLOGICO


Carolina González Velaso
INTRODUCCION

Elida Cecconi / Elba Luna

Comedores comunitarios, cooperadoras se remonta a los años de la colonia, se organizó derechos humanos, ligadas en principio a la defensa
escolares, asociaciones vecinales y de colectivida- distinguiendo cuatro períodos históricos: de libertades individuales. Más tarde, el adveni-
des, clubes de amigos y barriales, centros cultura- i. La colonia (1810/1860); miento de la democracia impulsó un nuevo pico de
les, bibliotecas populares, fundaciones, centros de ii. Las corrientes migratorias (1860/1910); crecimiento y consolidó la expansión del reclamo al
jubilados, entidades de bien público, cámaras em- iii. La consolidación del modelo agroexportador conjunto de los derechos sociales, dando lugar al
presarias, asociaciones profesionales, clubes de y la sustitución de importaciones (1920/1970) y florecimiento de organizaciones de defensa de
trueque, organizaciones de desocupados, entre iv. La caída del Estado de Bienestar (1960/1990). derechos de todo tipo -de la mujer, del consumidor,
otras, constituyen en la Argentina de hoy una parte cívicos, de la infancia, del medio ambiente, disca-
inequívoca del escenario de lo público. Como se señala en la Introducción, los dos pacitados, aborígenes, minorías en general, etc.-.
primeros ciclos (1776-1860 y 1860-1920) son
A través de estas organizaciones voluntarias, analizados incluyendo, como parte del desarrollo Indudablemente, este trabajo no hubiera si-
los ciudadanos expresan su capacidad de actuar de las nuevas asociaciones, su participación para do posible sin el talento y dedicación de los inves-
juntos y, al tiempo que hacen oír su voz, asumen conformar la esfera pública y su contribución pa- tigadores, que aceptaron el desafío de enfocar un
responsabilidades crecientes sobre su propio destino, ra elaborar valores propios, al tiempo que se vin- campo hasta ahora escasamente abordado desde la
construyen consenso y valores comunes, y confieren cula el proceso de formación de la sociedad civil perspectiva histórica. Además, fue fundamental el
legitimidad a la vida pública y a sus instituciones. con el de la constitución del estado-nación y las apoyo brindado por la Fundación Ford y espe-
Este fenómeno, que adquiere una presencia cada nuevas elites dirigentes. cialmente por el Director de la Oficina de Chile,
vez más relevante, permite vislumbrar un futuro Sr. Augusto Varas.
pleno de asociaciones voluntarias capaces de con- En el período 1920-1976, por su parte, se
tribuir para dar respuestas a las transformaciones registra el predominio creciente del interés utilita-
ético-políticas que los ciudadanos demandan, y de rio circunstancial o estructural -obtener ventajas
promover el bien común. para los miembros-, por sobre la afirmación de la
identidad como base de las asociaciones y el avan-
Para comprender su evolución y encontrar ce de la politización. Esto ha sucedido, en parte,
las claves del futuro, es fundamental contextualizar como reflejo de acontecimientos de orden interna-
el análisis en los procesos socio-históricos, políticos cional, como la Guerra Civil Española o la Segunda
y culturales en los que estas organizaciones se desa- Guerra Mundial.
rrollaron, de manera tal que se pueda aprehender la
heterogeneidad del fenómeno y focalizar en sus Entre 1976 y 1990, durante la dictadura
particularidades. Este libro está dedicado a explorar militar, la represión generó temor y produjo una
tales caminos, por lo que, teniendo en cuenta que acentuada desactivación del movimiento asociativo,
en Argentina las Organizaciones de la Sociedad aun cuando dio también lugar al origen de un po-
Civil son tributarias de una dilatada tradición que tente movimiento de creación de organizaciones de 13
PROLOGO

José Luis Coraggio*

Para comenzar, quiero destacar la relevan- sentido, esta obra nos plantea una tarea urgente de como las mingas, las fiestas de las comunidades ét-
cia actual y futura del tema elegido, y lo oportuno continuidad sobre las nuevas bases que nos deja: re- nicas (las fiestas de la comunidad negra o de los
de contribuir a recuperar la historia de las iniciati- gistrar sistemáticamente no sólo las experiencias coprovincianos en el suburbano bonaerense2), etc.
vas asociativas, para aprender de ellas y así poder exitosas y formalizadas de asociación, sino la mul-
afirmar y evaluar las propuestas sobre el piso firme tiplicidad de iniciativas informales, incluyendo las Viejos temas de la epistemología se plantean
de nuestra propia experiencia. En tal sentido, los que ya se perdieron o las que no perdurarán, para al lector de esta obra: ¿puede un único concepto de
autores han recuperado una serie de estudios pre- que podamos reconceptualizar y aprender del análi- lo «asociativo» captar la variación acaecida a lo largo
vios, monográficos o más amplios, constituyendo sis riguroso del conjunto de la experiencia colectiva. de un período histórico plurisecular, o deberíamos
así una nueva base obligada de toda investigación Y esto incluye comenzar a registrar testimonios ajustar o diversificar el concepto de manera acorde
futura sobre el tema. orales de los actores actuales del asociativismo. con las transformaciones de sus referentes reales? La
variedad de formas abarcadas como parte de esta his-
Leí esta obra valorando entonces su propó- SOBRE CONCEPTOS Y METODOS toria, incluyen sentidos contrapuestos: (a) desde aso-
sito de incluir el asociativismo en la agenda argen- Es verosímil que hayan existido y existan ciaciones dirigidas a imponer una estructura social
tina del pensamiento social, para contribuir a una -y por tanto tengan su propia historia y hayan dada y sujetar a las personas, hasta asociaciones
reflexión que nos debemos y que es altamente contribuido a la de las matrices asociativistas en la libres y abiertas de individuos; (b) tanto el sindica-
oportuna en la actualidad. La leí buscando en la cultura argentina, organizaciones efímeras o per- lismo anarquista, formado por activistas proactivos
historia claves para situar a las iniciativas asociati- manentes cuya presencia no ha quedado registrada libres de entrar o salir, como el sindicalismo pasivo,
vas en sus sentidos y potencialidad, como guía pa- de manera suficiente. Por tal motivo, lo registrado por adhesión o por imposición mediante pactos entre
ra la acción. Al avanzar en el texto, uno se percata es posiblemente la punta del iceberg. Si los diversos cúpulas sindicales y estatales; (c) tanto asociaciones en
de que las conexiones que resultaban claras hace tipos de asociaciones tuvieran una similar propor- defensa de los intereses particulares de sus miembros
dos siglos se desdibujan a medida que nos acerca- ción formalizada y registrada, esto no sería el mismo como las creadas para actuar colectivamente en
mos al presente. Esto puede tener que ver con la problema que si cierto tipo de asociaciones tendiera defensa de los derechos de todos.
materialidad misma del cambio histórico -pasando a no asumir estatus formal. De hecho, ocurre con
de estructuras «simples» y discernibles para el ob- las ilegales o con las no formales, porque sus miem- Por supuesto, la cuestión no es sencilla de
servador, a estructuras más complejas- y a que, bros no necesitan formalizarse (pertenecen a otros resolver. Por ejemplo: si el asociativismo es consi-
mientras nos aproximamos al presente, nos vamos modos de sociabilidad y solidaridad que no pasan derado un concepto propio de la modernidad, no
deslizando de un enfoque más propiamente histó- por el tamiz del reconocimiento del Estado) o no
rico-analítico a otro sociológico-descriptivo. En este pueden afrontar los costos de ello.

En este punto, es preciso distinguir «institu- 2. Si bien los autores registran la ocupación militar del sur
del actual territorio argentino, no hay referencia a las for-
* Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
cionalización» de «formalización». Incluso, hay enti- mas de organización de esas poblaciones, que fueron ex-
1. Esta puede ser, por supuesto, una posición válida de dades de mucho más larga data en América que terminadas y pretendidamente ignoradas al considerar su
los autores, pero vamos a problematizarla más abajo. subsisten sin estar incorporadas a la normativa legal, hábitat como un «desierto». 15
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
puede abarcar toda forma de comunidad, aunque una asociación voluntaria de individuos o a la de un promoción desde instancias políticas y de gobierno
sobrevivan a la sociedad antigua dentro de la mis- conjunto de organizaciones o personas, interdepen- de las organizaciones de intereses privados -signada
ma. Las comunidades americanas de origen preco- dientes pero autónomas, que se necesitan mutua- por la circulación de las elites entre posiciones de
lonial, que todavía existen aunque sea bajo formas mente para reproducirse (mediados o no por relacio- representación social y política- es claramente dife-
sobreconformadas por el capitalismo moderno, nes de mercado). Salvo que hubiera sido recreada co- renciada por los autores, de un período en que las
deberían diferenciarse de las asociaciones libres de mo tal a partir de individuos que recuperan o son asociaciones son «liberadas» de la obligatoriedad de
individuos. En tal tesitura, tampoco podría com- portadores «descendientes» de esa identidad, y deci- ser reconocidas por el Estado, si bien las ventajas de
prender toda forma de agregación práctica o por dieron reconstruir una comunidad que fue fragmen- dicho reconocimiento pueden haber seguido pre-
identificación. De lo contrario, para extremar el ar- tada y de la cual sus antecesores fueron separados o sionando para la formalización. Luego vendrían
gumento, podríamos estar incluyendo en el mismo se separaron por propia voluntad en el pasado. reflujos autoritarios de control y prohibición arbi-
concepto agregados sociológicos (los de origen ca- traria. Planteo como idea que, para poder releer
tólico, los negros, las mujeres, los obreros, los pa- La «cultura asociativista», ese conjunto ins- críticamente esta y otras contribuciones a la historia
trones, los que viven en la Boca, etc.), por más que titucionalizado de valores, predisposiciones, reglas y de la iniciativa asociativa en la Argentina, debería-
sus formas de vinculación sean muy débiles, y or- pautas de comportamiento comunes a la génesis, mos elaborar colectivamente una metateoría de lo
ganizaciones fuertes como un grupo de cosangui- consolidación y desarrollo de asociaciones volunta- asociativo, lo que incluye la historia del pensamiento
neidad, una empresa o un gobierno municipal, y rias, puede pasar por épocas de auge o decadencia, científico, y no sólo social, sobre ello.
todos los que los integran en una u otra función. en parte, por su mayor o menor utilidad, y en parte,
por su valor cambiante con la sociedad. Así, en el De hecho, valores y conceptos como los de
En principio, debería ser parte del conjunto segundo capítulo de este volumen se muestra un justicia, responsabilidad, igualdad o solidaridad -tan
de asociaciones -diferenciadas dentro de la suma de paso histórico hacia entidades orientadas por la coa- centrales al asociativismo- son históricamente varia-
organizaciones colectivas- toda organización formal, lición y la representación de intereses particulares bles y deben ser analizados rigurosamente en su
de entrada y salida libre, producto de una decisión de -fundamentalmente materiales- compartidos y for- cambio, para diferenciarlos de esos términos invaria-
un grupo inicial de individuos de asociarse de manera malmente acordados, y este cambio es visto como bles que los denotan. Como se indica en el libro, la
duradera para compartir o hacer juntos determinadas progreso. Sin duda, desde la utopía de una sociedad igualdad podía ser vista como injusticia para quienes
actividades, de acuerdo a reglas que ellos mismos se democrática, la solidaridad como construcción querían conservar el antiguo régimen. A su vez, hoy
dan o a las que se adhieren expresamente. (Esto, con socio-política es superior a la solidaridad como forma enfrentamos una arremetida contra la igualdad en
toda la relatividad del término «libre», pues la en- tradicional de sostener una estructura social. nombre del concepto neoconservador de «equidad»,
trada o la salida pueden tener un costo material o y no podríamos dentro de cien años -tampoco hoy-
simbólico, o requerir determinadas condiciones Esto nos permite advertir que la historia re- analizar la historia de las iniciativas asociativas du-
vinculantes.) Tal definición supone un nivel de construida no sólo describe y contribuye a explicar rante esta transición, sin examinar profundamente
conciencia de los individuos en lo relativo a las un cambio, sino que lo valora desde algún lado. Pe- esa confrontación en el campo de los valores. Actual-
consecuencias de incorporarse, y una identificación ro tales puntos de valoración no son fijos y univer- mente vemos emerger el concepto de «tercer sector»
-aunque sea parcial- con los objetivos, sentidos y sales y, por tanto, tienen una coyuntura específica y se multiplica el uso del término «sociedad civil»:
significados de esa construcción colectiva. Presupone, y responden a intereses. En efecto, los criterios para realizar la crítica de su uso y sus denotaciones y con-
además, la individuación. distinguir la «buena asociación» o la «buena sociedad notaciones será parte fundamental de la construcción
civil» también están históricamente determinados. de la historia reciente del movimiento.
De esta manera, una comunidad de raíces De hecho, la relación cambiante entre el poder
ancestrales, donde la identidad de los miembros es político de gobierno y los individuos-ciudadanos, y Es evidente la importancia de un claro
inseparable de la totalidad que constituyen, no sería las intermediaciones de las organizaciones libres, concepto de sociedad civil para encuadrar la
un ejemplo de «asociación». Su forma de encarnar constituyen una cuestión central y de desarrollo cuestión de este libro. De hecho, los dos primeros
16 una solidaridad genérica no es equivalente a la de no lineal en esta historia. Un primer período de períodos (1776-1860 y 1860-1920) son analizados
PROLOGO
incluyendo, como parte del desarrollo de las nue- tiende ahora a excluir masivamente, cuando entonces Ciertamente, las condiciones estructurales
vas asociaciones, su participación en la formación tendía a arrasar otras formas de trabajo para subsu- han cambiado y, como bien registran todos los
de una esfera pública mediante periódicos, posicio- mirlas, integrando a los trabajadores como asalaria- capítulos de esta obra, no puede separarse ni en-
namientos ante hechos políticos nacionales o locales, dos. Hoy, a una pobreza estructural de larga data, se tenderse la historia y el futuro del asociativismo,
la contribución a la formación de valores propios agrega el empobrecimiento vertiginoso de las familias sin tener como trasfondo o sin considerar su im-
del liberalismo político -en particular el racionalismo de trabajadores, incluyendo las amplias clases medias bricación con los procesos de conformación de
y una visión del mundo según la cual la sociedad que fueron generadas por el proceso de industrializa- las macroestructuras: la economía de mercado
puede ser construida por la voluntad colectiva-, la ción, por la formación del mercado interno y por el con sus ramas empresarias y de trabajadores, pro-
pugna entre los poderes eclesiásticos y sus asocia- desarrollo de las políticas sociales del Estado. En fesiones y oficios, y las relaciones de poder allí
ciones de raíz confesional y las comprometidas con cambio, sí parece que volvemos a sufrir las acciones constituidas; la sociedad (las clases, las comunida-
la secularización y, finalmente, el desarrollo de las de un poder con pretensiones imperiales -que rompe des y los procesos de individuación); las configu-
formas corporativas propias de la sociedad burguesa. con los procedimientos propios de la hegemonía raciones y reconfiguraciones étnicas; el Estado y
Como a la vez registran la vinculación de ese pro- burguesa liberal- y un resurgimiento de las iniciativas la formación de las instancias político-adminis-
ceso de formación de la sociedad civil con el de la sociales, cuando el Estado en general y el sistema trativas de orden nacional, provincial y municipal,
formación del Estado-nación y constitución de interestatal mundial mismo están en crisis. con su correspondiente distribución de funciones
nuevas elites dirigentes, puede intuirse la fertilidad de planificación, regulación y prestación de servi-
del concepto gramsciano de sociedad civil en la Con una altísima proporción de sectores cios públicos y seguridad social; el sistema políti-
organización que hacen los autores del campo de medios -y en particular de profesionales y técnicos- co y de representación social; la urbanización
estudio. Sin embargo, la noción de hegemonía no expulsados del mercado de trabajo por las empresas (migraciones internas, crecimiento de las áreas
es utilizada para articular el análisis. y el Estado, y en ausencia de un sistema de seguri- metropolitanas y de ciudades medias) y regionali-
dad social que cubra necesidades elementales, el zación del territorio; y las relaciones entre todos
ASOCIATIVISMO, COYUNTURA Y asociativismo puede tomar un nuevo impulso, esos procesos.
CAMBIO ESTRUCTURAL combinando la reivindicación ante el capital y el Es-
Han pasado dos siglos desde que la separa- tado con la generación de opciones más autónomas Tampoco puede estar separada de la histo-
ción de los trabajadores de los medios de producción y permanentes de producción cooperativa y repro- ria del proceso de constitución de la Nación y de
y la indigencia y precariedad en la reproducción ducción solidaria. Puede también combinar de otra su vinculación con poderes y sociedades «exter-
familiar resultantes, multiplicaron las iniciativas manera el «capital social» de los sectores medios con nos». Este último componente del escenario en
asociativas desde las bases, aunque también im- la energía y la fuerza social de los obreros, los peo- que se desenvuelve el movimiento asociativo pue-
pulsadas desde el Estado. Hoy es la separación de nes y sus descendientes. Esta vez no sería para coop- de operar indirectamente, a través del desarrollo
los trabajadores de la posición de asalariados y las tarlos y usarlos como trampolín de las clases diri- de los macroprocesos ya mencionados (Estado y
nuevas pobrezas e incertidumbres por la supervi- gentes, sino para refundar las instituciones de la clase sistema interestatal, etc.), o directamente, a través
vencia lo que puede volver a motorizar la unión trabajadora sobre bases más autónomas, con la de la internacionalización o globalización de di-
informal -desde las redes de trueque hasta los capacidad de incorporar el conocimiento y la infor- cho movimiento. Esto no se reduce a la transfe-
comedores organizados por los desocupados- o el mación que hoy requiere participar en la economía rencia de disposiciones y tradiciones asociativas,
asociativismo -como las nuevas formas de auto- y en la gestión pública. Al pretender hacerlo, puede como los vínculos interoceánicos que transmitían
gestión de fábricas quebradas por la recesión-, para enfrentarse la misma crítica ideológica a que algu- la conflictividad europea a través de los inmigran-
encarar carencias graves de la población. nas de estas formas fueran sometidas durante el tes, aspectos tratados en los primeros capítulos.
siglo XX, al ser vistas como meros instrumentos de De hecho, los flujos migratorios vuelven a inver-
Para algunos, tal vez, «la historia se repite». la burguesía para menguar la lucha de la clase obre- tirse y están surgiendo nuevas relaciones horizon-
Sin embargo, no es así. La cuestión social ha cambiado ra y excusar al Estado de su responsabilidad por tales de comunicación y acción conjunta en redes
sustancialmente. El sistema capitalista globalizado garantizar los derechos de los trabajadores. globales y locales. 17
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
¿UN MISMO TERMINO, DIFERENTES conflictividad- tener las mismas opciones de vincu- gares de destino? (No es el caso aún de este país,
REALIDADES? lación con uno y otras? La formación de un merca- pero hay otras naciones latinoamericanas cuya
Cabe entonces preguntarse si, más allá de do global de servicios educativos, de sistemas de «segunda aglomeración» está concentrada en una
las variaciones en las prácticas y formas, el concep- acreditación, de regulación de la circulación de ciudad del extranjero).
to y sentido del asociativismo que surge desde la conocimientos y títulos está en gestación. ¿Pueden
sociedad permanecen y permanecerán constantes a las asociaciones de profesionales y científicos tener ¿PODEMOS COMPRENDER EL PRESENTE
través de los siglos. Hay razones para dudar de ello, las mismas funciones y vinculaciones con el sistema FUERA DE LA CONTRAPOSICION DE
si aceptamos que tal sentido está codeterminado, universitario y el resto de la sociedad? La dinámica PROYECTOS DE FUTURO?
por un lado, por las motivaciones de quienes to- del capital financiero no parece temer a los Bancos Todo hace pensar que, siendo la reconstruc-
man la iniciativa de organizar y asociar a otros centrales y la pinza de la deuda, y las condicionali- ción histórica indispensable y de extrema ayuda pa-
o simplemente de adherirse y, por otro, por las dades ajustan al Estado hasta los límites de la go- ra encontrar el sentido del asociativismo -o de una
macroestructuras en que esas iniciativas se insertan. bernabilidad más elemental. ¿Pueden las cooperativas categoría más amplia como la solidaridad-, tene-
de autoconstrucción de vivienda ser vistas como mos que investigar con rigurosidad sus formas
A comienzos del siglo XIX, comenzaba en formas de autoexplotación y de liberación de la res- presentes, lo que implica verlas como parte de una
Argentina un proceso que culminaría con la cons- ponsabilidad del capital y de su Estado, tal como se totalidad cuyo sentido es difícil de discernir sin una
titución del Estado nacional. En esa misma época, planteaba en los sesenta? Experimentamos una pér- perspectiva de futuro o futuros posibles.
pareció iniciarse su proceso de disolución, tal co- dida sistemática de legitimidad de la sociedad polí-
mo lo conocíamos al menos. También durante ese tica y del Estado. ¿Constituye el reflujo actual de Los extremos de este largo período históri-
periodo, se registraba una revolución tecnológica y iniciativas asociativas una réplica de los mecanismos co son ambos de transición epocal. Sin embargo,
política en el Occidente, de cuyo centro dependía- -intencionales o cooptados- para la emergencia de aún siendo un trabajo laborioso y que exige rigu-
mos, la cual requería pasar de las comunidades a nuevos dirigentes y estilos políticos, o la crisis de la rosidad, parece ser más fácil encontrar el sentido
los individuos «libres», condición para formar las legitimidad de las representaciones políticas va a de aquellas formas asociativas cuando las analiza-
clases asalariadas. Además, se comenzaba a afirmar hacer que una parte significativa del asociativismo mos como observadores, con una perspectiva afir-
la promesa liberal de mejoría intergeneracional de permanezca fuera del sistema político? El asociati- mada en el conocimiento de lo que sucedió durante
las condiciones de vida y a institucionalizar el sis- vismo actual y futuro, al basarse en una historia los 200 años siguientes, que cuando examinamos
tema de derechos, algo que el Estado de Bienestar previa de fuerte individuación, hoy confrontada las actuales, como partícipes de un presente con
iba a extender en la larga primera mitad del siglo con el fin evidente de la «igualdad de oportuni- un futuro particularmente cargado de incertidum-
XX. A comienzos del siglo XXI, se registra una dades», ¿no llevará a la construcción de nuevas bre. Si cada fenómeno social puede ser compren-
nueva revolución tecnológica, comandada por el identidades colectivas y de redes de relaciones dido más cabalmente cuando es retroexaminado
capital a escala global, y la economía de mercado intercomunitarias, antes que a una construcción de desde su futuro, esto puede contribuir a explicar la
tiende a excluir a la mitad de la población mundial espacios de relación interpersonal? Cuando el flujo dificultad para hacer la historia reciente del aso-
de la posibilidad de tener un trabajo asalariado. A migratorio era de afuera hacia adentro, las asocia- ciativismo, pues será descubierto e iluminado de
su vez, la revolución conservadora y neoliberal ciones de socorro y ayuda mutua, de beneficencia, manera diversa según sea considerado fenómeno
pretende acabar con la cultura de derechos y vol- de trabajos voluntarios, tenían funciones prácticas pasajero, regresión al pasado o nueva forma que
ver al Estado subsidiario. ¿Pueden las formas aso- -resolver problemas compartidos-, pero también prefigura el futuro. Y si no contamos ya con la
ciativas de los trabajadores tener el mismo alcance simbólicas -preservar la identidad-. Hoy, una vez pseudocerteza de una teoría finalista de la historia,
y sentido entonces y ahora? más, el flujo se ha invertido y los argentinos son al menos podemos leer el presente y su sentido
los que emigran. ¿No debería el estudio del asocia- -o pérdida de sentido- desde una utopía de sociedad
El Estado y las Iglesias han pasado por épo- tivismo argentino (no: «en Argentina») seguir a más igualitaria, más democrática, más respetuosa
cas de gran conflicto y procesos de transformación. esos argentinos y examinar cómo se asocian o ar- del ecosistema tierra, con otro nivel y manejo de
18 ¿Pueden las formas asociativas -en su génesis y su ticulan con las organizaciones existentes en sus lu- los conflictos sociales, en suma: más sociedad. Esto
PROLOGO
provee criterios adicionales para discriminar entre dentro del Estado en sentido gramsciano. El avance surgiendo no para representar un interés particular,
la masa de organizaciones -como hace el concepto de la normatividad jurídica (como la Ley de Coope- sino con la pretensión de representar un interés
de «tercer sector»-, por el futuro a cuya construcción rativas de 1926) para incluir/controlar el asociativis- universal. Tal es el caso de las asociaciones de de-
pueden contribuir. mo no puede comprenderse fuera de las luchas por la fensa de los derechos humanos, de algunas asocia-
hegemonía (o el dominio) en una sociedad atravesa- ciones ecologistas, antiglobalización o de lucha
¿Podremos afirmar y demostrar que, como se da por conflictos entre clases, regiones, culturas, contra la discriminación de todo tipo.
exhibe en el capítulo que cubre el período 1920- ideologías, proyectos. También, la penosa marcha ha-
1976, mientras que en las décadas de desarrollo del cia la conformación de una ciudadanía cuyos dere- Dada la interdependencia que requiere la re-
«Estado social» las principales asociaciones fueron chos individuales (primero primordialmente políti- producción en la sociedad del conocimiento, reto-
cooptadas y perdieron su autonomía porque éste cu- cos y luego sociales) variaron históricamente en su mar la autonomía en lo que hace a la garantía de las
bría -o instaló la seguridad de que cubriría- las nece- existencia y legitimidad, pero que estuvieron siempre condiciones materiales de reproducción de la vida
sidades sociales de todos, hoy surgen en cambio defi- en el centro de esa construcción, redefinió la funcio- de todos, y no sólo de sus miembros, es otro interés
nitivamente como asociaciones libres ante la retirada nalidad de las organizaciones intermedias en general que -se anticipa- va a crecer en esta etapa de transi-
del Estado? ¿O será que, en un mar de carencias ma- dentro del régimen político y de acumulación. ¿Có- ción, impulsado por el movimiento pro economía
teriales, la dependencia se traslada ahora a otros agen- mo interpretar hoy al asociacionismo en relación a las de solidaridad. Ello puede resignificar, por ejemplo,
tes intermediarios del asistencialismo -ellos mismos bases sociales cuando hay nuevos actores, algunos de al movimiento cooperativista (más cooperativas co-
vistos como asociaciones- y la autonomía tiene aún orden global, con proyectos y recursos para reordenar munitarias, más sinergia entre elementos de un mis-
un largo camino por recorrer, mientras seguimos de- el campo de las organizaciones intermedias?. mo sistema productivo), mutualista (asumiendo
batiendo si es posible recuperar lo perdido o hay que funciones de coordinación entre niveles y haces de
construir algo inédito? Cuándo se habla de que el ím- La democratización se limitó a constituir un servicios) y en pro del desarrollo local (fundados en
petu asociativo viene de la sociedad, ¿pensamos en régimen delegativo, con su correspondiente separa- el desarrollo endógeno y la gestión participativa).
procesos espontáneos o nos referimos a agentes pro- ción entre representados y representantes -políticos y,
motores -no gubernamentales, confesionales o políti- en muchos casos, sociales-. A la vez, se consumó la se- Otro desafío que enfrentaremos en el futuro
cos- que impulsan el surgimiento de determinadas paración formal entre la sociedad y la esfera econó- será la relación de las asociaciones con el mercado
formas asociativas? En tal caso, si hay proyectos, ¿son mica, con su tecnocracia gubernamental operando y la creciente marca de éste en la configuración
gatopardistas o de cambio efectivo y en qué dirección? en nombre de una racionalidad objetiva, pero que de social pos industrial. Ante el proceso de constitu-
hecho representaba los intereses del establishment. ción del mercado interno del siglo XX, las coope-
Hay otras dificultades y desafíos que la fruc- Todo esto ha generado un enorme impacto sobre esa rativas de producción resistieron la tensión de tener
tífera investigación presentada en esta obra va sugi- sociedad que hoy debe reabsorber funciones y gene- que competir por las voluntades de los ciudadanos-
riendo. Una, no menor, es que, dado el reconocido rar nuevas formas de asociación, lo cual se complica clientes, y este estudio muestra que desde el co-
el papel (variable) del Estado en la promoción o di- porque hoy no alcanza con agruparse para cubrir mienzo surgió la disyuntiva de mantener las reglas
suasión del asociativismo como construcción de esa necesidades elementales. El programa asociativista de oro del asociativismo (igualdad, un miembro un
trama de lazos horizontales que integran una socie- incluye, en la actualidad, la gestión democrática del voto, corresponsabilidad por el proceso productivo
dad, convendría que su delimitación fuera proble- sistema de necesidades y el desarrollo de sistemas y en el uso de los excedentes) o adoptar modelos
matizada. ¿Es lo mismo Estado que Gobierno? Ade- completos de producción social y de defensa de los empresariales, separando la gestión del trabajo pro-
más, la secularización y el proceso de separación de derechos de todos ante la centralización y desplaza- ductivo y de la participación de los usuarios, lo que
Iglesia (y derecho eclesiástico), de Estado (y derecho miento del poder político al directamente económico. ampliaba por tanto la posibilidad del manejo de
civil), y las contradicciones entre una promoción asambleas devenidas formales, del clientelismo, de
desde la política (sistema político y gobierno en for- Se abre la posibilidad de un nuevo sentido las formas encubiertas de la ganancia, de la contra-
mación) y una promoción desde organizaciones político como resultante del movimiento de con- dicción entre requisitos de acumulación y derechos
confesionales, puede ser vista como una incoherencia junto de las asociaciones. Muchas surgen y seguirán de los trabajadores. Hoy ya se advierte la tensión 19
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
entre una propuesta de economía social -que exige ahondando su pérdida de control del proceso pro- Se constata en la obra que en el período
que las organizaciones económicas produzcan socie- ductivo. Las federaciones y centrales jugaron un rol 1920-1976, a la vez que continuó el desarrollo de
dad, pero a la vez pasen la prueba del mercado y puedan variable, recuperando la capacidad de actuación co- asociaciones culturales e irrumpió el movimiento
competir con las empresas capitalistas- y la propuesta lectiva, pero también funcionando como correa de estudiantil pos reforma del ‘18, se registró un pre-
de economía solidaria -que es reacia al mercado y el transmisión de una política verticalista, y muchas dominio creciente del interés utilitario circunstan-
dinero, y aspira a ser subsidiada por trabajo volunta- veces centrales patronales y obreras coincidieron en cial o estructural (obtener ventajas para los miem-
rio o donaciones para poder mantener los valores de limitar la libertad de asociación y acción de los co- bros), por sobre la afirmación de la identidad como
la solidaridad, no contaminados por el eficientismo mités de fábrica. Las políticas de gobierno y la polí- base de las asociaciones. También avanzó la politi-
y la competencia del mercado capitalista-. tica del capital vieron en el asociativismo libre una zación, en parte como reflejo de acontecimientos
amenaza al orden requerido para regular, negociar y de orden internacional, como la Guerra Civil Espa-
En todo caso, ya fuera afirmando valores de controlar en las cúpulas del poder. Como muestra el ñola o la Segunda Guerra Mundial. Esto mismo
solidaridad positiva (socialismo) o de defensa de la capítulo cuarto, las formas asociativas comenzaron significó una contribución a la formación de una
competencia ante los monopolios (liberales más ra- a especializarse según la clase que representaban. esfera pública, al debatirse las políticas nacionales y
dicales), el movimiento cooperativista floreció. Los Así, en el campo, a los colonos correspondía la coo- las posturas frente a las cuestiones del resto del
autores registran que en 1955 había 2800 coopera- perativa, a los peones, el sindicato y la ayuda mutua, mundo, mediante la contraposición discursiva o las
tivas con un millón y medio de asociados y que, a los terratenientes o los comerciantes, la corpora- acciones reivindicativas o de adhesión. La opacidad
mientras el proyecto político de gobierno fue estati- ción. Otro impacto del mercado y el interés fue que de la economía que iba a sobrevenir con la dictadu-
zador, hubo convergencia con el cooperativismo. ciertos productos, ligados al mercado interno o al ra militar fue en parte resultado de que muchas de
Esto iba a cambiar con la furia privatizadora inicia- externo, posibilitaron convergencias de las organi- estas discusiones -en particular las relativas a las
da en los ‘70 por la dictadura militar y llevada a sus zaciones de clases, generalmente, ante determinadas políticas macroeconómicas y sectoriales- pasaron a
extremos por el gobierno menemista en los ‘90. El medidas de política pública o acciones de grupos reuniones secretas de cúpula que favorecerían prác-
cooperativismo y el mutualismo pudieron apenas monopólicos (sobre bases de un interés regional, o ticas de corrupción de legisladores y funcionarios.
perdurar o resurgir en pueblos donde el Estado y las de empresarios y trabajadores de sectores orientados Hoy la sociedad argentina viene manifestando de
empresas privadas se retiraban por no alcanzar el al mercado interno versus sectores exportadores o manera consistente su rechazo a esa forma de hacer
umbral de la rentabilidad, o a caballo de la terceri- importadores, por ejemplo) y otros no. Actualmente, política y definir políticas, si bien está aún lejos de
zación de los servicios en los territorios de las gran- enfrentamos un mercado globalizado y no es fácil contar con alternativas operacionales para que las
des empresas privatizadas, donde los trabajadores reconstituir de manera permanente el mercado grandes decisiones sean consultadas al pueblo debi-
despedidos pudieron organizar cooperativas articu- interno. La clase trabajadora ha sido fragmentada damente informado, y para avanzar en la democra-
ladas con los monopolios. Hoy todavía hay posiciones junto con las cadenas productivas, pero sobre todo, tización de los poderes locales, institucionalizando
contrapuestas entre quienes aspiran a que el Estado por la masiva desocupación y precarización de la formas participativas de gestión que suponen un
retome esas funciones y quienes quieren que las mitad de ella. Ya comienza a revertirse ese proceso sistema legitimado de representación de todos los
asuman la sociedad y sus organizaciones. mediante la reunificación -no sabemos cuán perdu- intereses particulares. El programa democratizante
rable- de movimientos de desocupados, de empleados requiere entonces contar con un fuerte y renovado
Durante el industrialismo, los sindicatos asalariados y de cuentapropistas, así como de aho- movimiento asociacionista.
fueron reflejando la organización de las ramas vistas rristas. Como en el cercano Brasil, las centrales
como conjuntos de empresas competidoras en un obreras o las redes que pretendan representar a Los períodos de represión, durante dictadu-
mismo segmento de mercado, antes que como sis- todos los trabajadores deben complementar las ras o bajo gobiernos electos, parecen haber signado la
temas productivos interconectados. La fragmenta- luchas por el salario y las condiciones de empleo sumisión del movimiento asociativista en la informa-
ción generada por la división social del trabajo se con la iniciativa de impulsar la formación de coo- lidad, máxime cuando se instauraron las formas
manifestó así en la continua lucha para evitar que perativas de trabajo y de consumo articuladas, en más violentas de opresión al movimiento democrá-
20 la clase trabajadora fuera fraccionada ella misma, sistemas productivos y reproductivos complejos. tico, ya que veían a los iniciadores de movimientos
PROLOGO
asociativos como potenciales insurgentess. Esa vio- medida por influencia de movimientos globales. asocian volverán a desarrollar sus propias redes de
lencia vino desde el Estado, pero también desde las Nuevas formas como las fundaciones y ONGs fue- ahorro y crédito. Los movimientos de desocupados
burocracias políticas y sociales que se sentían ame- ron promovidas, en parte como reagrupamientos que gestionan subsidios laborales podrán optar en-
nazadas por la espontaneidad no controlada. De ante la exclusión y la retirada del Estado, en parte tre organizar la economía popular como en Ciudad
hecho, las izquierdas políticas y la teología de la li- por el proyecto de tercerizar la política social im- Mosconi, mejorar el hábitat popular y autogo-
beración, con sus utopías y su convencimiento de pulsado por el mismo Banco Mundial. No faltaron bernarse, antes que desarrollar nuevas formas de
que era posible construir colectivamente otra socie- las ONGs y cooperativas «truchas», aparatos de co- clientelismo político o social.
dad, prendieron en dicho movimiento, como lo rrupción, de explotación del trabajo ajeno, de asis-
muestran muchas iniciativas registradas en esta tencialismo estigmatizador con otra cara. La cues- La crisis abre inmensas posibilidades para la
obra, tales como las ligas agrarias del NE, los curas tión de los recursos para las asociaciones osciló iniciativa asociativa desde las bases, para mejorar
villeros luchando por la vivienda y el derecho a un entre la dependencia del Estado y su aparato de las condiciones de supervivencia de sus miembros,
lugar en las grandes metrópolis, los comités de fá- asistencia social y las fundaciones nacionales e in- pero las falencias del mercado capitalista y del Es-
brica y las asambleas locales de base, junto con rei- ternacionales, con lo que la agenda del asociativismo tado nacional exigen que esas iniciativas, para ser
vindicaciones masivas pero menos politizadas, como fue muchas veces marcada por la de los donantes. eficaces y atender a fenómenos de exclusión masi-
las asociaciones barriales opuestas a los impuestazos. En el futuro, el desafío será que los ciudadanos aso- va, se articulen como nunca antes, que conformen
Hoy se verifica un rechazo a la política real y a las ciados puedan generar sus propios recursos de ma- redes de producción y reproducción de base terri-
actitudes proselitistas en general, pero un futuro nera autónoma y que un Estado democratizado torial, local e interlocal, cuyo objetivo sea la repro-
pleno de asociaciones libres sin un Estado demo- redistribuya con justicia y transparencia el excedente ducción ampliada de la vida de todos. Para ello,
crático no parece viable. Y ese objetivo supone y la renta que genera la economía capitalista. deberán contribuir a redirigir la capacidad del Es-
construir poderes sociales y políticos democráticos. tado de producir bienes públicos de calidad y acceso
El desarrollo e intrusión en los hogares de los me- Hoy el problema más acuciante de millones universal: educación, capacitación, salud, justicia,
dios monopólicos de comunicación de masas, con de argentinos es comer y vestirse, pero también seguridad... deberán entonces, «hacer política». Y,
su capacidad de formar valores y disposiciones y de vuelve a ser necesidad insatisfecha refugiarse, trans- al emprender estas complejas tareas, las redes y
actuar vertiginosamente en tiempo real, plantea portarse, acceder a la salud, obtener tarifas sociales asociaciones se constituirán nuevamente en un
aquí un nuevo desafío al asociativismo: cómo hacer de servicios indispensables, acceder a la educación campo de prácticas donde emerjan nuevos sujetos
que sus propias redes de difusión y comunicación secundaria y continua, y recuperar espacios de so- colectivos, capaces de dar fuerza a la imprescindible
horizontal complementen a las asambleas de ba- ciabilidad y contención afectiva. Este conjunto de democratización del país.
se territorial y permitan participar en acciones necesidades reclama la organización solidaria de las
colectivas de escala incluso planetaria. unidades domésticas de los trabajadores y trabaja- Junio 2002
doras, organizando sistemas de seguridad alimenta-
La represión generó temor y disuadió, pero ria, comprando juntos para aumentar su poder en
pronto dio lugar al surgimiento de asociaciones de los mercados, intercambiando trabajos fuera del
derechos humanos, primero ligadas a la defensa de mercado monetizado como en las redes de trueque.
libertades y al reclamo de responsabilizar a los que En un futuro sector de economía del trabajo, la
ejercieron el terrorismo de Estado, especialmente mujer desempeñará un papel central, tanto en la
en lo referido a los desaparecidos; luego extendien- lucha reivindicativa como en la producción y la re-
do su reclamo al conjunto de los derechos huma- producción. La moral de las multitudes urbanas se
nos que el Estado y sus políticas basadas en el Con- contrapone ya a los aumentos de tarifas de servicios,
senso de Washington negaban. Como registra este de los precios de productos de primera necesidad,
trabajo, nuevos intereses e identidades surgieron, contra la usura y contra el saqueo de sus ahorros por
como los feministas, gays y ecologistas, en buena los grupos económicos más concentrados. Y si se 21
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
ORIGENES DEL
MOVIMI E NTO ASOC IATIV O :
DE LAS COFRADIAS COLONIALES AL AUGE MUTUALISTA

ROBERTO DI STEFANO

Roberto Di Stefano se graduó como Licenciado en Historia en la UBA en 1991 y como Ha publicado articulos y ensayos sobre la historia religiosa rioplatense de los siglos
Doctor en Historia Religiosa en la Universidad de Bolonia (Italia) en 1998. Es docente XVIII y XIX en revistas especializadas argentinas, norteamericanas y europeas. Es además
en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e Investigador Adjunto del Conicet con autor y compilador de varios libros, entre los que merece destacarse la Historia de la
sede en el Instituto «Dr Emilio Ravignani» de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Iglesia argentina (Grijalbo, 2000) escrita en colaboración con Loris Zanatta. 23
«Vista de Buenos Ayres desde el río» Aguada de Fernando Brambila, 1794
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
DE SUBDITOS A CIUDADANOS

La sociedad argentina de 1860 se diferenciaba notable- Y el lapso temporal que corre entre 1776 y 1860 es jus-
mente y en varios sentidos de la de 1776. En poco más de 80 años tamente el que contempla ese pasaje entre dos mundos, el tránsi-
tuvieron lugar importantes transformaciones políticas, sociales, to que -en términos muy esquemáticos- conduce de la sociedad
económicas y culturales que mutaron su fisonomía. En algunos antigua a la moderna1.
ámbitos esos cambios fueron no sólo profundos, sino además evi-
dentes, perceptibles a simple vista; en otros, en cambio, es necesa- Entre las características que separan a la sociedad colonial
ria la mirada del historiador para advertir diferencias más sutiles, tardía de la de 1860, la más obvia es la que se refiere a su status po-
casi imperceptibles, pero no por ello menos significativas. lítico: a partir de 1810, en el marco de la acefalía de los reinos de
España, determinada por la deposición y detención de Fernando
Es conveniente, por lo tanto, que antes de entrar en tema VII, en Buenos Aires se destituye al virrey y se eligen nuevas auto-
el lector adquiera una visión general de las más importantes transfor- ridades. Comenzaba la revolución y con ella se abría una etapa sig-
maciones que se produjeron a lo largo del período que este ensayo nada por la inestabilidad y por la conflictualidad en diferentes ni-
debe abordar. Proveérsela es el objetivo de esta introducción. veles de la vida política. Un proceso que derivará, incluso, a la caí-
da del Directorio en 1820, en la fragmentación del antiguo virrei-
Para ello es necesario previamente comprender el punto nato en un conjunto de Estados provinciales independientes entre
de partida, es decir, el funcionamiento de la sociedad que encon- sí. Estas desavenencias durarán decenios, a pesar del intento de ins-
tramos en las colonias rioplatenses entre el momento de funda- titucionalización que cristaliza en el congreso de 1824-1827 y la
ción del virreinato en 1776 y la revolución de 1810, y aun du- fallida presidencia de Rivadavia, a pesar de la hegemonía del fede-
rante buena parte del siglo XIX, porque la revolución no borró ralismo rosista, primero en Buenos Aires y más tarde en casi todas
de un día para el otro los rasgos esenciales de la sociedad que la las provincias del interior, y a pesar también de la constitución
había generado.

Sólo conociendo la distancia -en ciertos aspectos enorme- 1. Somos concientes del riesgo de caer en interpretaciones estereotipadas que implica
que separa al mundo contemporáneo de lo que llamamos el anti- el uso de categorías como «antiguo» y «moderno». El tránsito de un mundo al otro no
fue de ningún modo lineal ni constante, y en la realidad difícilmente se encuentran
guo régimen, es posible comprender la radicalidad de los cambios en estado puro la «sociedad antigua» y la «moderna». Usamos estos conceptos para
que se produjeron en el período. facilitar la comprensión del proceso general de cambio. 25
sancionada en 1853, que Buenos Aires no va a jurar hasta 1860. y concepciones que pueden resultarnos muy extraños hoy. Repase-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Recién con la presidencia de Mitre, en 1862, comienza un perío- mos sus rasgos más salientes: en primer lugar, la estratificación social
do de normalización institucional y se encarrila el proceso de cons- no tenía que ver ni única ni principalmente con la riqueza de las per-
trucción de un Estado argentino unificado. Vale decir, sólo al final sonas; no se trataba de una sociedad estructurada en clases, como las
del período que aquí tratamos estarán a punto de congregarse ba- del sistema capitalista, sino en estamentos, órdenes y corporaciones.
jo la dirección de un único gobierno las ex colonias rioplatenses, Los hombres y mujeres de la época concebían la sociedad como un
perdidos ya definitivamente los territorios del virreinato que han organismo en el que cada persona y cada grupo ocupaba un lugar que
tomado un sendero político propio: Bolivia -el otrora riquísimo no venía dictado ni siquiera teóricamente por las capacidades de ca-
Alto Perú-, Paraguay y la República Oriental del Uruguay, erigida da cual: se nacía dentro de una determinada condición, que implica-
en los territorios antes correspondientes a la Banda Oriental. ba específicos derechos y obligaciones para con Dios, para con las de-
más personas -y según el lugar que ocupaba cada una de ellas- y para
También es bastante evidente que entre 1776 y 1860 se consigo mismo. La entidad básica de la sociedad eran menos las per-
producen cambios sustanciales en los órdenes económico y social. Si sonas que los grupos, empezando por la familia. Se pensaba que exis-
nos colocamos en esta última fecha, podemos notar que en el plano tía un orden dictado por Dios y por la naturaleza al que la volundad
económico parece ser ya irreversible el predominio del litoral atlán- de los hombres debía adecuarse, un orden esencialmente justo que por
tico sobre el interior -las rutas que vinculaban el estuario del Plata al regla de principio no podía ser alterado sin atentar contra la justicia.
Alto Perú y a Chile- y el de las producciones primarias orientadas a Consideremos este punto, fundamental para entender -por ejemplo-
la exportación por sobre las demás, realidades ambas que en el mo- el carácter de la «ayuda mutua» y de la «beneficencia» coloniales2.
mento de la creación del virreinato eran bastante menos nítidas. En
el ámbito social se han ido produciendo lentas transformaciones que «Justicia» era la palabra clave. El rey y sus múltiples agentes
conducen a una mayor diversificación, en particular en ese litoral delegados eran jueces y legisladores a un tiempo. Más aun: gobernar
atlántico que constituye el área más dinámica de la Argentina que significaba esencialmente administrar justicia, pero a partir de un
se está formando. Desde mediados de siglo, la inmigración de in- concepto de ella que hoy nos puede resultar muy extraño. Porque
gleses, escoceses, italianos, españoles, vascos, irlandeses y otros con- significaba dar a cada uno lo que le correspondía, según el lugar que
tingentes europeos menos nutridos ha ido cambiando la fisonomía ocupaba dentro del organismo social. En otras palabras, no consistía
de la sociedad, y fortalecido a sus sectores medios de artesanos y de en eliminar las diferencias, sino en respetarlas. Nada más inicuo, pa-
pequeños y medianos comerciantes y productores agrícolas. ra un hombre del antiguo régimen, que una sociedad igualitaria: la
justicia, o más bien la equidad, significaba no alterar las diferencias
Pero los cambios, han sido mucho más profundos de lo
que parecen en esta descripción tan esquemática y general. El mun-
do colonial hispano respondía a las coordenadas fundamentales de 2. Tampoco los conceptos de «ayuda mutua» y de «beneficencia» se usaban comúnmente
26 las sociedades «de antiguo régimen», organizadas en base a valores en la colonia; lo hacemos aquí por los mismos motivos alegados en la nota anterior.
naturales entre los hombres. Los distintos gremios, el clero secular En Buenos Aires, para la misma época, se produce en un conven-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


y el regular, la nobleza, las universidades, los cabildos civiles y ecle- to femenino un conflicto que dura añares, porque la mitad de la
siásticos, tenían cada uno privilegios y obligaciones, derechos y de- comunidad pretende excluir a una monja acusada de mulata. El lu-
beres minuciosamente determinados que debían ser salvaguardados gar de esas mulatas en la sociedad excluye las posibilidades de en-
y protegidos. Para decirlo de otro modo: nuestra idea de justicia, trar en un convento y de usar vestidos demasiado suntuosos. En el
que se basa en el presupuesto de la igualdad jurídica de las perso- mismo sentido, puede sorprender al lector saber que la Universidad
nas, era ajena a la mayor parte de la gente del siglo XVIII, si bien de Córdoba exigió la pureza de sangre de los estudiantes hasta 1855.
en este punto como en otros los cambios estaban ya en marcha. Sin embargo, hacia el final del período que analizamos, las concep-
ciones han cambiado: a la elite porteña le produce irritación que un
En el antiguo régimen, la ley sanciona las diferencias; la inmigrante español alquile un carruaje para llevar a una chica a un
igualdad es injusta por definición, o se la considera una utopía, una baile de su colectividad, pero a nadie se le ocurre apalearlo3.
idea descabellada. Para visualizar el pasaje de la concepción de justicia
«antigua» a la «moderna» podemos acudir a un par de ejemplos: en Por otra parte, tampoco encontramos la política como la
Córdoba, en el siglo XVIII, una chica mulata de familia bien posicio- concebimos actualmente, es decir, como una actividad específica
nada económicamente es golpeada en la calle por muchachas blancas para la cual existen actores «especializados». Más aun, ni siquiera
que la consideran vestida con ropas que no corresponden a su casta. existía una única soberanía, aunque en el siglo XVIII se había
avanzado bastante en este sentido. Tradicionalmente, el monarca
constituía la autoridad suprema, pero su poder estaba limitado por
los derechos y privilegios de cuerpos e instituciones, ciudades, ór-
denes religiosas y militares, corporaciones y estamentos. De tal
modo, el poder se encontraba disperso en una serie de polos con
facultades y jurisdicciones a menudo superpuestas. Sin embargo,
no por ello debemos creer que la política no existía: al contrario,
puede decirse que ella estaba dispersa en toda una serie de prácti-
cas sociales y de manejos simbólicos. Un momento de gran tras-
cendencia política era, por ejemplo, la procesión de Corpus Christi.

3. Sobre estos temas la bibliografía es muy vasta. Los ejemplos provienen de dos trabajos
de T. Halperín Donghi: Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la
Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, y «¿Para qué la inmigración? Ideología
y política inmigratoria y aceleración del proceso modernizador: el caso argentino (1810-1914)»,
Mestizaje de albarazado y mestizo: barcino Jahrbüch fur Geschichte Von Staat, Wirschaft und Gesellschaft Latin-Amerikas, Band 13 (1976). 27
En ella cada uno de los distintos actores colectivos ocupaba su lu- en el esfuerzo y el talento de cada persona; es decir, la noción de que
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

gar, simbolizando el que ocupaba o pretendía que se le reconociese el lugar de cada uno no está rígidamente predeterminado, sino que
en la sociedad: adelante, atrás o a los costados se ubicaban sucesiva- puede construirse a partir de la iniciativa individual.
mente las autoridades reales, los profesores y alumnos del colegio de
la corona, los seminaristas, los miembros de las distintas cofradías y El lector estará ya sospechando que, en esta situación, po-
órdenes terceras, los cabildantes, el consulado, los oficiales de mili- demos engañarnos si confiamos en el contenido de las palabras. Al
cias... Es decir, la política pasaba por defender el lugar de cada uno igual que «justicia» no significaba para los hombres de la colonia lo
en el universo social, un lugar supuestamente predeterminado «na- mismo que para nosotros, tampoco tienen el mismo valor semánti-
turalmente», que se construía y se manifestaba a través de signos ex- co «limosna», «caridad», «pobre», y otras expresiones importantes
teriores que hoy nos parecerían quizás imperceptibles o banales: para el tema que abordamos. Seguramente el lector se sorprenderá al
el tipo o el color de los atuendos, el orden de precedencias en las saber, por ejemplo, que los cabildantes o el virrey de Buenos Aires
ceremonias, el uso de un cojín en el asiento, las formas protocolares4. pedían limosna para pobres, enfermos y presos. Ese mundo se pen-
saba a sí mismo a partir de categorías teológicas y jurídicas que han
Podemos comprender, entonces, lo que decíamos al princi- dejado de ser operativas o han variado su significado a lo largo del
pio: entre 1776 y 1860 los cambios no pasaron simplemente por la siglo XIX. Se concebían las relaciones sociales como análogas a las fa-
independencia con respecto a España ni por la economía, sino que miliares: el rey era «padre» de sus súbditos, como Dios era padre de
afectaron también las mentalidades, la manera profunda, automáti- todos los hombres y como el paterfamilias era la cabeza de su casa.
ca, de percibir y concebir la realidad. La sociedad que se va forman- La «casa» no significaba, como para nosotros, un edificio, sino el
do desde el siglo XVIII y, más rápidamente, a partir de la revolución, conjunto de los parientes, allegados, criados, esclavos, entenados,
se basa sobre supuestos diferentes a los del antiguo régimen: en ella agregados y huéspedes que gozaban de la protección del «paterfa-
el poder político tiende a concentrarse y las diferentes categorías de milias». Y esas «casas» solían tener también sus pobres, que pasaban
súbditos pasan a convertirse -no sin idas y venidas- en ciudadanos periódicamente a recoger comida y otros productos. Ellos tenían en
iguales ante la ley. A nivel institucional también aparecen novedades, cierto sentido una suerte de derecho a lo que se les daba. La necesi-
como el problema de la sucesión política, propio de la organización dad material permitía el ejercicio de la caridad, del amor cristiano,
republicana de gobierno, así como la división de poderes. En el pla- que mantenía unidas las diferentes partes de la sociedad. Se pensaba
no económico, el afianzamiento del capitalismo traerá consigo la que si todos los hombres fuesen autosuficientes, la comunidad hu-
conformación de clases sociales y la idea de movilidad social basada mana habría perdido razón de ser. Es ilustrativo, en este sentido, un
apunte del padre Saturnino Segurola en el siglo XVIII:

«Beneficencia: La Providencia ha constituido en el mun-


4. J. C. Garavaglia, «El teatro del poder: ceremonias, tensiones y conflictos en el
Estado colonial», Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
do la noble variedad de condiciones, la dependencia, la subordi-
28 «Dr. Emilio Ravignani», Tercera serie, Nº 14 (1996), pp. 7-30. nación que hay entre las cosas, para que uniéndonos por el bien
natural que sacamos unos de otros, en cualquier estado que el Señor

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


COFRADIAS COLONIALES
nos haya colocado, nosotros no somos nuestros, dice el Apóstol San
Pedro, sino del prójimo»5. EL REQUISITO DE LIMPIEZA DE SANGRE

Es decir: Dios ha establecido esa «noble variedad de condi- ... PARA INGRESAR
ciones» -el carácter por definición desigual del antiguo régimen- pa- A LA HERMANDAD DEL SANTISIMO SACRAMENTO Y ANIMAS DE COLONIA, 1785.
(1A PARTE)
ra que la «dependencia» de los unos para con los otros sea causa de
ejercicio de la caridad. Ahora bien, estos conceptos de «beneficencia», «…como para que subsista qualesquier aquellas personas de ambos sexos que se
«limosna» y «caridad» variaron sustancialmente entre 1776 y 1860. cuerpo es tan necesaria la proporción y hayan de admitir a nuestra hermandad,
correspondencia de sus miembros, sin la no solamente sean christianas, piadosas
Al final del período, el dar o el pedir se relacionaban con un proble- qual faltándole toda la hermosura que lo y devotas, más también de calificada
ma social, el de los pobres, y la mendicidad con la vagancia, e inclu- debía hacer grato y apacible quedaría limpieza de sangre y calidad..»
so con la delincuencia. Por supuesto, existían también en la colonia ingrato, y aun monstruoso, será de nues-
tro particular cuidado, el atender a AGN IX-31-8-7, exp. 1415.
-y en particular en su fase más tardía, bajo la influencia ilustrada-
quienes denunciaban el perjuicio que para la economía representa-
ban los mendigos, y habrá en 1860 quienes se nieguen a ver en los
pobres una amenaza para el orden social. Pero en uno y otro momen-
to predominaron distintas sensibilidades. Lo que queremos subrayar
es la necesidad de cargar las expresiones con otros contenidos, con
otras connotaciones, para entender las modalidades, las motivaciones
y los alcances de lo que nos dicen los hombres del siglo XVIII6.

Es importante también reparar en el hecho de que en el


antiguo régimen no existía un espacio público tal como se lo
concebirá a partir del siglo XIX. No había una «sociedad civil»
autónoma respecto del «Estado». Más aun, puede discutirse que
existiera un «Estado» en el sentido que damos hoy a la expresión:

5. Archivo General de la Nación, Manuscritos de la Biblioteca Nacional, Legajo 71.


En éste como en los demás casos de citaciones de documentos antiguos hemos
modernizado la ortografía para facilitar la lectura por parte del lector no especializado.
6. J. P. Barrán, La espiritualización de la riqueza. Catolicismo y economía en Uruguay:
1730-1900, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1998. 29
el término no era usado en general en el sentido actual, sino que porción de la cristiandad católica sometida a la obediencia de una
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

designaba más bien a la sociedad toda, o a la monarquía en rela- rama de la dinastía borbónica. A la Iglesia pertenecían todos los
ción a las otras potencias; se hablaba, sí, de un «gobierno» que ope- súbditos por definición. Se pasaba a formar parte de la sociedad a
raba a través de delegados y agentes del rey. Nuestra distinción ac- partir del bautismo y se estaba sujeto desde entonces a la legisla-
tual entre «esfera pública» y «esfera privada», además, carecía en ción eclesiástica que había pasado a formar parte del corpus jurídi-
buena medida de sentido para la gente de la colonia. Los compor- co del reino. Muchos de los cánones de concilios y sínodos, por
tamientos «privados» debían subordinarse al «interés público», al ejemplo, habían sido incorporados como leyes y regían la vida de
bien común. No se concebía la existencia de un derecho a la opi- las personas con la misma fuerza que cualquier decreto real. Esta-
nión privada como manifestación de una reflexión personal e in- mos frente a lo que los historiadores llaman «régimen de cristian-
dependiente, libre de cualquier coerción, sino como parte de con- dad»: la diferencia entre sociedad e Iglesia era una abstracción, por-
sensos más vastos, sujetos a los intereses de la vida colectiva. Por lo que las conformaban los mismos individuos, y las autoridades ci-
tanto, eran impensables las asociaciones libres e independientes del viles y eclesiásticas gobernaban la vida de todos ellos. Sociedad,
gobierno, expresión de una «sociedad civil» distinta del poder po- Iglesia, poder civil, eran en buena medida realidades indiferencia-
lítico. Aun durante buena parte del siglo XIX, como veremos, las das, a pesar de que no faltaran -más bien abundaban- los conflic-
asociaciones nacen patrocinadas por el gobierno, o en el ámbito de tos entre autoridades religiosas y civiles. También en este caso, aun-
la vida religiosa, sujetas a la autoridad eclesiástica7. que en el siglo XVIII estaba en marcha y se aceleraba un proceso
de mayor diferenciación y de progresiva preeminencia del poder ci-
Digamos, por último, que también hay diferencias en re- vil sobre la Iglesia, todavía el régimen de cristiandad estaba vigen-
lación a lo que hoy entendemos por «Iglesia», y que eran muy dis- te, al menos en sus lineamientos esenciales. Y también en este sen-
tintas las relaciones entre autoridades civiles y religiosas. La Iglesia tido el siglo XIX es decisivo, porque es entonces cuando jurídica-
no representaba una institución ni una parte de la sociedad, sino a mente se empezaban a separar las órbitas del naciente Estado y de
la sociedad misma. Los reinos de España -que eran una realidad la Iglesia, y el ciudadano de las nuevas repúblicas ya no poseía una
plural: Castilla, Aragón, las Indias, Nápoles, etcétera- eran una identidad religiosa definida, como el súbdito del antiguo régimen.

Lentamente se iría afirmando la idea de que el Estado no


7. «Es un mundo en el que faltan distinciones esenciales en nuestra manera de pensar debía poseer identidad confesional, que cada individuo debía pro-
y de expresarnos, como la que opone Estado y sociedad civil; el término Estado brilla
por su ausencia y, en cambio, la preocupación por el ‹gobierno› es central y
fesar la religión que le dicte su conciencia, y la Iglesia pasará a con-
omnipresente. Pero el ‹gobierno› no es monopolio de las autoridades regias, sino que formar una parte de una realidad que la excede. Es que el siglo XIX
está ampliamente distribuido y compartido entre los diferentes cuerpos que componen
la ‹república›?» [?] «También la distinción, tan arraigada en las concepciones de la
es también el período en que se afirma la idea de individuo y se
sociedad moderna, entre lo público y lo privado carece de validez para el Antiguo tienden a dejar atrás las concepciones estamentales del antiguo ré-
Régimen?» Véase F.-X. Guerra y Annick Lempérière, «Introducción» al volumen
Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX,
gimen, que ponían más bien el acento en las identidades colectivas
30 México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 12-13. que en las individuales.
Sólo nos falta señalar, para concluir esta larga introduc-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


ción, que la idea asociativa fue concebida como una herramienta
fundamental para la construcción de esa sociedad que llamamos
«moderna». Las asociaciones de tipo antiguo irán dejando el pa-
so a las nuevas, basadas en la premisa de la igualdad de sus miem-
bros y del carácter libre y voluntario de sus vínculos. Hacia el fi-
nal del período, además, se comenzará a liberalizar la actividad
asociativa, eliminándose la obligatoriedad de un permiso del go-
bierno para conformar organizaciones. Pero el proceso no fue li-
neal ni homogéneo espacialmente: el período que aquí nos toca
analizar conoce dos momentos de mayor intensidad en la forma-
ción de nuevas entidades y en la actividad de las ya existentes: la
década de 1820 y la que se abre con la caída de Rosas. El lector
notará también que la mayor actividad se concentra por lejos en
Buenos Aires: hasta la década de 1850, en muchas ciudades sólo
existen -y en algunos casos apenas languidecen- asociaciones no
muy diferentes de las que encontramos en la colonia. Esta segun-
da característica del proceso es claramente perceptible en la es-
tructura del texto, que podría considerarse excesivamente centrado
en Buenos Aires. Pero es la historia misma del país la que dictó un
desequilibrio que a este relato no le es posible eludir8.

8. El ritmo de creación de publicaciones periódicas, bastante ligado, como veremos, a la


actividad asociativa, puede dar una idea de las diferencias que median entre Buenos Aires
y el interior. Entre 1801 y 1852, mientras en la urbe porteña aparecen 221 periódicos, en
Córdoba salen sólo 35 y en Catamarca, San Luis, Santiago del Estero y Jujuy no se publica
ninguno hasta la segunda mitad del XIX. 31
«Procesión de Corpus en Buenos Aires»
Acuarela de autor anónimo, 1760
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
COFRADIAS, HERMANDADES
Y TERCERAS ORDENES

La lectura de la introducción permite comprender, entre el análisis de las cofradías y terceras órdenes; veamos de qué se trata-
otras cosas, que absolutamente todas las formas asociativas coloniales ban, explorando sus modalidades de organización y funcionamiento.
estaban cargadas de connotaciones religiosas: habían nacido y se de-
sarrollaban inmersas en la atmósfera espiritual de la cristiandad cató- Las cofradías o hermandades -ambos términos suelen fun-
lica, en una densa «catolicidad ambiente» que invadía la vida social y cionar en la colonia como sinónimos10- eran asociaciones de fieles
condicionaba las actitudes de grupos e individuos. En el último cuar- que perseguían finalidades variadas, entre ellas, las de carácter devo-
to del siglo XVIII encontramos un número importante de experien- cional -como la veneración de una advocación de la Virgen María
cias, compuestas por diferentes categorías de personas y orientadas a o de un santo-, las prestaciones de servicios litúrgicos o caritativos -
múltiples destinatarios, en las que suelen combinarse en diferente como el alumbrado del Sagrario de una iglesia o la sepultura de di-
medida lo que hoy llamamos ayuda mutua y beneficencia. Muchas funtos pobres- y la intercesión espiritual por determinadas necesi-
habían aparecido desde el momento mismo de la conquista; entre dades -por ejemplo, la redención de las almas del purgatorio o la
ellas cabe destacar las cofradías o hermandades y las terceras órdenes. más tangible de los cautivos de los indios-. A esa finalidad principal
A diferencia de otras áreas coloniales, como México y Perú, en la ac- se agregaban casi siempre otras relacionadas con el bienestar espiri-
tual Argentina no alcanzaron suficiente solidez los intentos de orga- tual y material de sus miembros, como la participación en pláticas
nización de gremios de artesanos, al parecer por motivos étnicos: se- y ejercicios espirituales y algunas formas de ayuda mutua previstas
gún argumentan algunos historiadores, una importante presencia en en los reglamentos, como la asistencia de los hermanos enfermos.
la actividad artesanal de negros, pardos y mulatos, esclavos o libertos, Además, como veremos, otras solidaridades no establecidas en las
habría dificultado la implantación de gremios -institución blanca- en «constituciones» se activaban oportunamente, en función de los
ese mundo regido por el sistema de castas9. Privilegiaremos entonces intensos lazos de reciprocidad que solían unir a los cofrades.

9. Los textos sobre gremios citados en la bibliografía coinciden en señalar la ausencia 10. Si bien algunos autores consideran que las hermandades se diferenciaban de las
de ese tipo de entidades en el Río de la Plata, al menos en su forma tradicional de cofradías por una más frecuente orientación a la atención hospitalaria y por su
origen medieval. A lo sumo existieron modalidades precarias de organización religiosa composición predominantemente clerical, en el Río de la Plata los dos términos
para el culto del santo patrono -como en Buenos Aires- o las autoridades trataron de aparecen en los documentos como intercambiables.
«ordenar» las actividades y los precios de los maestros artesanos, como en Córdoba.
La bibliografía sobre negros aporta datos en el mismo sentido. 33
El caso de las órdenes terceras o terciarias es algo distinto. sociales de la comunidad. Los escenarios en que se desarrollaba la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Se trata de una rama de órdenes religiosas que poseen una prime- vida de las cofradías eran también plurales: misas y oraciones en al-
ra -la masculina-, una segunda -la femenina- y por último la terce- tares, capillas e iglesias preestablecidas, procesiones por las calles y
ra, que agrupa a los laicos. Una de las diferencias que separan a las las plazas, pláticas espirituales en dependencias de la iglesia a que
terceras órdenes y las cofradías se halla, entonces, en la ligazón or- estaban adscriptas. Junto a estas organizaciones, las órdenes terce-
gánica de las primeras respecto de una familia de religiosos, con la ras y hermandades incluían a una porción significativa de los habi-
que comparte el carisma, la devocionalidad y, en parte, los objeti- tantes de las ciudades coloniales, en sus diferentes categorías; para
vos. Es cierto que existían cofradías que, como las del Rosario, es- tener una idea aproximada: en el siglo XVIII Córdoba poseía un
taban fuertemente ligadas también a una determinada orden reli- número de asociaciones piadosas laicales que superaba la veintena,
giosa, en este caso específico, la dominica. Pero el grado de perte- mientras en Buenos Aires se registraban unas 35, la mayoría con
nencia es mayor, más «orgánico» en las terceras órdenes. Otras dis- sede en la ciudad, y en Jujuy funcionaban unas quince.
tinciones pasan por las mayores exigencias espirituales de las órde-
nes terceras -suelen adoptar algunas modalidades de vida de los re- Las tipologías clasificatorias de cofradías y hermandades
ligiosos, aunque sus miembros permanezcan en «el mundo»-, la son objeto de debate, dado que los criterios para diferenciarlas o
mayor jerarquía espiritual y el hecho de compartir con la orden agruparlas pueden ser variados e igualmente válidos: el grado de
madre algunos privilegios y bienes espirituales. apertura a distintas categorías de fieles, la mayor o menor hetero-
geneidad de sus miembros según su actividad profesional o su ori-
Para fundar una cofradía era necesario contar con la apro- gen geográfico o étnico, o los objetivos y modalidades de funciona-
bación de la corona -que en el caso de América, por delegación pa- miento. Veámoslas desde el punto de vista de las reglas de ingreso,
pal, ejercía el derecho de patronato sobre la Iglesia-, de las autorida- criterio que permite distinguir una amplia variedad de opciones.
des religiosas locales -el obispo o el cabildo eclesiástico en sede va- Había cofradías, por ejemplo, que agrupaban exclusivamente a
cante- y a veces con la del Papa. El permiso se otorgaba en base a mujeres, como la de San Pedro Nolasco de Córdoba, de inspiración
consideraciones referidas a la utilidad espiritual de la entidad, y mercedaria, que admitía «españolas y las que no lo fueren», pero no
consistía esencialmente en la aprobación de las llamadas «constitu- varones; las había también estrictamente étnicas, como las de in-
ciones», es decir, los reglamentos que regían la vida interna y deter- dios -comunes en el Noroeste- o las de negros, que a la vez podían
minaban las finalidades de la asociación. Las constituciones son estar restringidas a los libres o incluir también a los esclavos, o las
uno de los documentos más importantes con que cuentan los his- que limitaban el ingreso estrictamente a los españoles, establecien-
toriadores para reconstruir el funcionamiento de las cofradías y her- do el requisito de la pureza de sangre. En algunos casos las reglas de
mandades, amén de los libros en que se registraban los ingresos y admisión eran muy estrictas e impedían la incorporación de quie-
defunciones de sus miembros, y las entradas y salidas de dinero. nes no fueran blancos «libres de toda mancha o baldón» étnico o re-
Organizaban las actividades de los hermanos a partir de un calen- ligioso -por ejemplo, de antepasados judíos o condenados por la
34 dario que fijaba con minucia las estrictas obligaciones cultuales y inquisición-. Otras organizaciones correspondían a determinadas
categorías profesionales -artesanos, comerciantes, clérigos, militares-, luego particular cuidado, en que las personas de ambos sexos, que

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


y otras eran en cambio mucho más abiertas: en la del Carmen de Ju- hayan de ser admitidas, no sólo sean de buen proceder, sino tam-
juy, por ejemplo, se admitían mujeres y varones, españoles, indios y bién libres de toda raza, pues de este cuidado depende, así la her-
cholos, así como negros y mulatos libres o esclavos. A veces, en par- mosura de la Hermandad, como la paz y concordia de los indivi-
ticular en el Noroeste, la inscripción no se producía individualmente duos de ella, que llevarán mal y con razón el haber de alternar, qui-
(hemos visto que las sociedades de antiguo régimen privilegian el gru- zás en asientos y empleos, con los que se juzgan inferiores»12. Otro
po por sobre el individuo), sino que ingresaba un cofrade con su «fa- ejemplo: los trabajos de Nora Siegrist de Gentile revelan que, en
milia», que incluía esclavos e indios de servicio además de parientes11. el siglo XVIII, de la orden terciaria franciscana de Buenos Aires
formaban parte tanto mercaderes peninsulares poderosos -Martí-
Veamos algunos ejemplos referidos a reglas de admisión. nez de Hoz, De la Mata, Bustillo Cevallos- como un buen núme-
La Hermandad de la Caridad de Córdoba, estudiada por Ana Ma- ro de pulperos, pero esa heterogeneidad no se reflejaba en la com-
ría Martínez, a pesar de declararse integrada por «pobres y ricos», posición de su grupo directivo, compuesto exclusivamente por
especificaba que los hermanos debían ser «cristianos viejos, de lim- personajes de alta alcurnia.
pia y honrada generación, sin raza de morisco, mulato ni indio, ni
penitenciado por el Santo Oficio, ni de los nuevamente converti- La organización institucional preveía la existencia de
dos a nuestra Santa Fe... ni que hayan sido castigados por la justi- cargos que en muchos casos eran electivos, aunque no siempre
cia ordinaria con pena afrentosa». Se estipulaba en las constitucio- todos los cofrades podían gozar del voto activo o pasivo, es de-
nes, además, que quienes se admitieran debían ser «hábiles y sufi- cir, de la posibilidad de elegir y de ser elegidos. Las cofradías so-
cientes para ejercitar los oficios de esta Santa Hermandad» -o sea, lían contar con un capellán, que a veces era el mismo cura de la
saber leer y escribir- y «tener veinticinco años de edad y hacienda parroquia en la que funcionaban y que en ocasiones se ocupaba
suficiente para sustentarse según la calidad de sus personas». Es de- también de llevar los libros de cuentas, función que en otros ca-
cir, los requisitos eran tales que sólo los miembros de la elite -y sos era desempañada por un hermano tesorero. En las de indios
luego sus hijos y nietos, porque el derecho a la adscripción era he- de Casabindo y Cochinoca, estudiadas por Enrique Cruz, el cu-
reditario- podían formar parte de la Hermandad. Este tipo de res- ra de la doctrina era también capellán de la Cofradía de la Puri-
tricciones sobrevivió en algunos casos a lo largo de todo el período ficación, designaba al mayordomo y controlaba cada año la re-
que nos ocupa: en fecha tan tardía como 1857, una cofradía de producción del ganado de la hermandad durante la yerra. El ma-
Buenos Aires establecía en sus constituciones que «se tendrá desde yordomo o la mayordoma, en cambio, eran en general laicos

11. Para no abundar en notas remitimos al lector a la bibliografía sobre distintas 12. Citado por M. E. Barral, «Iglesia, poder y parentesco en el mundo rural colonial.
cofradías que consignamos en la bibliografía, en particular los trabajos de Ana María La Cofradía de Animas Benditas del Purgatorio, Pilar. 1774», Cuaderno de Trabajo N° 10,
Martínez sobre Córdoba y de Enrique Cruz para el Noroeste. Universidad Nacional de Luján (1998), p. 23. 35
miembros de la asociación, y se los elegía anualmente para admi- objeto el rescate espiritual de almas del purgatorio, y en casi todos
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

nistrar y supervisar determinadas actividades. En el caso de las los conventos dominicos funcionaban las cofradías dedicadas al re-
cofradías de indios del Noroeste, una antigua tradición obligaba zo del rosario, que los frailes de esa orden tenían por tradición or-
a los mayordomos a erogaciones gravosas en ocasión de las elec- ganizar, y que formaban parte de una institución más amplia y vas-
ciones y de las fiestas patronales, lo que no pocas veces redunda- tamente extendida en el orbe católico, la Archicofradía del Rosario.
ba en endeudamientos y conflictos. Otra figura bastante habitual En general, las cofradías y hermandades constituyen realidades com-
era la del alférez, encargado de llevar el estandarte durante las plejas en que se mezclan de diversa manera las connotaciones estric-
procesiones y las ceremonias solemnes a imitación del alférez tamente espirituales con la ayuda mutua y también, en muchos
real, que cargaba el del soberano. casos, la beneficencia.

Es claro que la cobertura de estos cargos otorgaba presti- Por ejemplo, la Hermandad de la Caridad, creada sobre el
gio a sus titulares y que a menudo les permitía gozar de beneficios modelo de las de Sevilla y Cádiz, activa en Buenos Aires desde
muy tangibles, como préstamos de dinero o el acceso a determina- 1727 y en Córdoba desde 1771, estaba dedicada de lleno a lo que
dos recursos. Sin embargo, sabemos que en algunas hermandades llamaríamos beneficencia. Su finalidad principal era la asistencia
los cargos comunitarios no eran muy apetecidos, ya que han que- material y espiritual de los difuntos pobres -cadáveres no identifi-
dado registrados episodios que revelan dificultades para encontrar cados encontrados en las calles o en el campo, menesterosos falle-
candidatos voluntarios. Además, como se ha dicho, no en todas las cidos en los hospitales, condenados a muerte-, lo que implicaba
cofradías la elección a las distintas funciones previstas podía recaer proporcionarles digna sepultura y oraciones por sus almas. Ambos
en cualquier hermano: a veces las constituciones de hermandades ítems, además de muy importantes, no eran gratuitos en el siglo
de naturales prescribían que el mayordomo debía ser español, por- XVIII. Pero además, la corona fue concediéndole o encomendán-
que los indios y los negros eran considerados poco confiables in- dole el desarrollo de otras actividades, por lo que tanto en Buenos
cluso para la administración de sus propios bienes. En la de San Aires como en Córdoba habrá de administrar un Colegio de Niñas
Baltasar de negros de Buenos Aires, analizada por George Reid Huérfanas y el Hospital de Mujeres. La de Buenos Aires fue encar-
Andrews, el capellán ejercía amplio control: los hermanos no po- gada también, en 1784, de la gestión de la Casa de Niños Expó-
dían hablar en las reuniones sin su permiso, necesario además pa- sitos, un establecimiento que funcionaba desde unos años antes
ra efectuar cualquier gasto. Y el sacerdote nombraba también al por iniciativa del virrey, y que tenía por finalidad recoger y ali-
síndico que custodiaba los fondos, que debía ser igualmente blanco mentar a los niños abandonados por sus padres, que hasta enton-
y ajeno a la cofradía. ces solían morir de frío en los atrios de las iglesias o víctimas de
perros, cerdos y otros animales.
Con respecto a las finalidades también podemos distin-
guir algunos patrones generales. Por ejemplo, en muchas parro- Como se ve, esta experiencia conjugaba, como era común
36 quias existían las llamadas «cofradías de ánimas», que tenían por en la época y lo será hasta la segunda mitad del siglo XIX, la
iniciativa oficial y la asociación más o menos espontánea para el «...el tiempo ha demostrado -dice el acta- el desamparo y soledad

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


desarrollo de actividades benéficas13. que en muchas enfermedades graves y última hora de la muerte
han sufrido muchos de nuestros hermanos y deseando con toda
Los reglamentos de las cofradías preveían además ciertos eficacia poner remedio oportuno a tan grande desconsuelo, pues a
mecanismos de ayuda mutua, en general relacionados con la en- esta recomendable caridad se debe la institución de las hermanda-
fermedad y la muerte. En algunos casos se establecía que duran- des, y la nuestra se erigió para acudirnos en nuestras enfermedades,
te la enfermedad los cofrades tenían derecho a la asistencia de un acompañarnos en nuestro tránsito y enterrarnos conducencia... se
médico o enfermero que sería pagado con fondos de la entidad, instituye el cargo de enfermero, quien apenas tenga conocimiento
mientras los demás miembros eran instados a acompañar al en- de que un hermano se hallare enfermo deberá visitarlo, acompa-
fermo durante la convalecencia, por medio de oraciones o con vi- ñarlo y en caso de que deba administrársele el Santo Viático avisa-
sitas a su lecho. La Hermandad de San Pedro de Buenos Aires, ca- rá al Rector de la Hermandad. Además el enfermero cuidará de
si completamente compuesta por clérigos, estableció en 1793 el darse cuenta de las necesidades temporales del enfermo con el ob-
servicio de enfermería: jeto de que se si halla en estado de pobreza, la asociación lo socorra
de acuerdo con sus medios y en lo que sea posible»14.

La ayuda se extendía asimismo a las necesidades de la


13. Esta combinación de asociación y acción gubernativa es muy clara en el caso de la
Hermandad de la Caridad. Veamos el ejemplo del Colegio de Huérfanas: fundada en 1727
muerte, que en la sociedad católica colonial no eran pocas. El ima-
la Hermandad en Buenos Aires por el gaditano Juan Guillermo Gutiérrez González y ginario religioso contemplaba fundamentalmente tres espacios de la
Aragón, con las finalidades que llevamos dichas, su hijo, el sacerdote José González Islas
abrió el Colegio en 1755. La institución consiguió en ese momento donaciones por
muerte, el infierno, el purgatorio y el paraíso, y tres categorías de
$22.000 para que se instalaran las primeras doce huérfanas, con una directora y tres fieles correspectivas: los de la Iglesia militante, aun inmersos en la
maestras, el capellán González y un administrador. Allí se enseñaba a realizar la «labor
de costuras y demás oficios necesarios para el sustento de la casa» y las alumnas cumplían
experiencia terrena; los de la Iglesia purgante, que debían purificar-
también con algunas funciones caritativas, como el dar de comer a las enfermas del se para ser admitidos en el Cielo; y los de la Iglesia triunfante, que
hospital, todo ello mechado con pláticas y ejercicios espirituales. Con el correr del tiempo
el establecimiento empezó a recibir también pupilas «de las primeras familias bonaerenses»
gozaban de la contemplación de Dios. Estas consideraciones repre-
y se abrió una escuela externa. Fuera de esto -como cuenta Vicente Quesada- «el colegio sentaban una cuestión central en la vida de las personas, más im-
era una mezcla de todo: si una mujer reñía con su marido la depositaban allí; si una niña
se quería casar contra el gusto de sus padres, allí se depositaba». Por Real Cédula del
portante incluso que las enfermedades y la asistencia médica. La
17 de marzo de 1777, el rey concedió a la Hermandad para sustentar el Colegio una muerte era considerada menos como punto de llegada de la expe-
estancia en la Banda Oriental, la botica que había sido de los jesuitas y $2.000 durante
ocho años. A la muerte de González Isla, en 1801, la obra parece haber comenzado a
riencia vital que como pasaje a otras condiciones de existencia, un
decaer notablemente, en parte a causa de los conflictos internos que la laceraban (en 1822, tránsito en el que los hombres necesitaban más que nunca de los
cuando fue disuelta, un contemporáneo dijo de ella que «mejor se llamaría Hermandad
de la discordia»). Véase para Buenos Aires J. L. Moreno (Comp.), La política social antes
de la política social (Caridad, beneficencia y política social en Buenos Aires, siglos XVII a XIX),
Buenos Aires, Trama Editorial/Prometeo Libros, 2000 y para Córdoba A. M. Martínez,
«La Hermandad de la Caridad en Córdoba. Época colonial», II Congreso Argentino de 14. N. Fasolino, «La Hermandad de San Pedro en la Antigua diócesis de Buenos Aires»,
Americanistas, 1997, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Americanistas, 1998. Archivum II/2 (julio-diciembre de 1944), pp. 249-284. 37
demás. Dejada de lado la posibilidad de terminar en el infierno, de formación de una elite local, al delimitar y sancionar las distancias
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

donde al parecer no hay retorno, las alternativas al morir eran el Pur- entre quienes podían ingresar a la entidad y quienes lo tenían veda-
gatorio y el Cielo. El primero se consideraba una realidad espiritual do por las constituciones, contribuyendo a la gestación de una con-
sufriente, purgante, purificante, pero tan concreta que su duración ciencia de pertenencia a esa elite en proceso de conformación. En las
podía incluso medirse cronológicamente. Las autoridades eclesiásti- de acceso más limitado la adscripción misma «hablaba» sobre la ca-
cas administraban indulgencias que permitían reducir el tiempo de tegoría del beneficiario, desde el momento que testificaba determi-
permanencia en el Purgatorio y que podían ganarse a través de de- nadas cualidades personales y lo distinguía del resto de la comuni-
terminadas prácticas religiosas, entre las cuales figuraba la pertenen- dad local. Formar parte de ciertas cofradías implicaba detentar un
cia a determinadas cofradías o terceras órdenes. Pero además era im- determinado capital social y simbólico, un caudal de prestigio que
portantísimo, si no imprescindible, que los purgantes recibieran el reforzaba el lugar de privilegio que se ocupaba en el cuerpo social.
auxilio de los sufragios de los vivos, y en este punto la cofradía reves-
tía una importancia enorme, porque funcionaba como una suerte de Un ejemplo de cuanto venimos diciendo lo encontramos
cooperativa o de seguro que se activaba para hacer frente a las nece- en la Cofradía de Animas de Pilar, estudiada por María Elena Ba-
sidades del alma del difunto. Mientras los ricos podían encarar el rral: allí quince de los 51 varones miembros de la asociación ocu-
problema fundando una capellanía que garantizara sufragios por las paron cargos en el cabildo de Luján o fueron Alcaldes de Herman-
almas de los difuntos de la familia, muchas personas encontraban en dad de alguno de los partidos de la zona. Además, de las 90 perso-
la cofradía una manera menos gravosa de resolverlo. Digamos ade- nas que integraban la cofradía, 20 estaban unidos en matrimonio,
más que las concepciones españolas sobre la «buena muerte» coinci- 11 eran hermanos, 10 eran cuñados, 46 eran compadres de bautis-
dían bastante con las creencias sobre el más allá de al menos algunas mo y 16 lo eran de confirmación. Parece incluso que estas institu-
de las etnias indígenas y con las de los africanos importados como ciones sirvieron en algunos casos para facilitar la integración de
esclavos, por lo que el interés por este aspecto se encuentra reflejado personas y grupos en la sociedad colonial. Un estudio de Gabriela
también en las cofradías llamadas «de naturales». Peña señala la función de las cofradías en la integración de los in-
dios en la de Córdoba. Y es posible que los comerciantes peninsu-
Por otra parte, en el seno de estas organizaciones se estable- lares que ingresaron a la tercera orden franciscana porteña estudia-
cían vínculos de solidaridad no establecidos en los reglamentos. Los da por Siegrist -y que en muchos casos habían sido miembros de
estudios de caso muestran que, en una alta proporción, los cofrades la orden antes de emigrar al Río de la Plata- hayan descubierto en
estaban ligados entre sí por relaciones de parentesco sanguíneo, po- ella una instancia adecuada para acelerar el proceso de adaptación
lítico o ritual -el compadrazgo- y por lazos de afinidad -amistad, pai- al nuevo medio en el que eligieron vivir.
sanaje- que la pertenencia a una misma cofradía permitía reforzar.
Las redes sociales que articulaban la vida colonial encontraban en es- Los lazos de solidaridad entre cofrades solían traducirse
tas asociaciones importantes elementos de cohesión. En algunos en otros tipos de ayuda. Era común, por ejemplo, que las cofradías
38 casos constituyeron espacios de sociabilidad que coadyuvaron a la prestaran a interés parte de sus fondos. Recordemos que hasta bien
entrado el siglo XIX no existieron instituciones financieras especia- intentaban erradicar con éxito dispar: cultos de divinidades clandes-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


lizadas en el Río de la Plata, y que el crédito era parte de las acti- tinas, bailes y músicas en los atrios de las iglesias, sortilegios y encan-
vidades de algunos grandes comerciantes o de las más variadas ins- tamientos, comportamientos sexuales que la moral europea juzgaba
tituciones, entre las que sobresalían, también en este aspecto, las promiscuos o permisivos. Clásico es el ejemplo de los africanos y sus
religiosas. Así, formar parte de una cofradía podía ser determinan- descendientes, que se congregaban en torno al culto de Vírgenes de
te a la hora de necesitar dinero, porque las autoridades de la insti- piel oscura o de santos con los que se identificaban étnicamente, co-
tución priorizaban para sus préstamos a las personas que les resul- mo el rey mago negro San Baltasar o el etíope San Benito mártir. Re-
taran más confiables y ser cofrade constituía naturalmente un pun- cuerda el Dr. José Antonio Wilde en sus memorias: los negros «esta-
to a favor, amén de que en la decisión podían incidir el peso de ban inscriptos en varias hermandades religiosas, y celebraban ciertas
otros vínculos personales entre quienes los otorgaban y quienes los festividades, para lo cual recolectaban fondos concurriendo en cuer-
recibían, como el parentesco o el paisanaje. Por ejemplo, podía su- po a la iglesia. Sus fiestas de predilección eran las del Rosario, los San-
ceder que un cofrade «noble pero pobre» tuviera una hija «en edad tos Reyes, San Benito y San Sebastián». Durante esos festejos no fal-
de tomar estado», como se decía en la época. Es decir, que hubie- taban las danzas típicas africanas en torno de los tambores, lo que en
se llegado el momento de «ubicarla» convenientemente, casándola alguna ocasión produjo conflictos con las autoridades religiosas. Ha-
con un buen partido o facilitando su ingreso a un monasterio. Pa- cia 1779, cuenta Reid Andrews, el párroco de La Piedad de Buenos
ra ambas salidas era necesario, en general, contar con una dote que Aires acusó a los negros de faltar el respeto a la Iglesia y a la religión,
a veces no era fácil reunir, y la cofradía -o alguno de sus miembros- bailando frente al atrio de la parroquia, con sus típicos movimientos
podía facilitar el dinero en préstamo. La idea de «cada uno en su «obscenos» desde «el mediodía del día de San Baltasar y el Domingo
lugar», que según vimos imperaba en la sociedad colonial, implica- de Pascua». Por estos motivos, y porque predominaba una idea de
ba impedir que una joven noble de familia empobrecida corriera el que indios y africanos eran asimilables a los menores de edad debido
riesgo de caer en condiciones de vida impropias y se viese así ex- a su presunta inmadurez mental y psicológica, las constituciones de
puesta a los «peligros del mundo». Su padre o en su defecto sus algunas de sus cofradías eran aprobadas con la condición de que la
hermanos debían ocuparse de evitarlo por todos los medios, y las estructura interna garantizase suficientemente el control étnico y social.
redes de solidaridades que en parte se nutrían de la vida de la co-
fradía podían resultar decisivas, como lo eran las que en una cofra- Hemos hablado de los fondos de estas asociaciones, pero no
día de negros podían facilitar el dinero para la compra de la libertad de su procedencia. Los recursos se recaudaban, en parte, de las cuotas
de un hermano esclavo o para financiar su actividad artesanal. de ingreso y de las «luminarias» que mensual o anualmente pagaba cada
uno de los cofrades, en parte también de donaciones y limosnas15.
En el caso de los negros, indios y «castas» -zambos, mulatos
y las otras decenas de categorías que preveía la estratificación racial
colonial- las cofradías servían también para mantener vivas tradicio- 15. El término «luminaria» se debe a que en principio el dinero se dedicaba a la
nes e identidades culturales y religiosas que las autoridades españolas iluminación del Sagrario durante las fiestas. 39
Además, no parecen haber sido excepcionales las cofradías que re- cuerpo a la iglesia». Vimos también que la limosna no era concebida
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

cibieron en donación o lograron adquirir bienes que a su vez les pro- como una dádiva, sino como un deber para con personas o institu-
porcionaban rentas más o menos regulares. La Hermandad de María ciones que la necesitaban, y que en buena medida tenían derecho a
Santísima de los Dolores y Sufragios de las Benditas Animas del Purgato- recibirla. La práctica de la limosna no se limitaba, además, al pedido
rio, que funcionaba en la iglesia catedral de Buenos Aires, recibió en de donaciones de carácter material: los señorones de la Hermandad
1761 «una importante donación de tierras de estancia» y un terreno de la Caridad de Córdoba acostumbraban a pedir por las calles, a vi-
«en la esquina de la plaza mayor». En Casabindo, Cochinoca, Huma- va voz, un Padrenuestro y un Ave María por los difuntos pobres. El
huaca y otras áreas de gran presencia indígena del actual Jujuy, había estudio de Barral sobre la limosna revela una multiplicidad de insti-
cofradías que recibían rentas del arriendo de tierras y de la cría de ga- tuciones y de personas que la pedían, para sí o para terceros y para
nados. Era común también que las autoridades electas anualmente, en la consecución de muy variados fines. Una cofradía podía solicitar
particular en las hermandades de indios, aportasen donaciones en di- permiso para realizar «cuestaciones» en jurisdicciones lejanísimas de
nero, cera, pólvora y cohetes para las fiestas patronales. Otras entida- su sede y recolectar así productos -tan variados como trigo, aves de
des poseían esclavos, como la Cofradía de la Virgen de la Concepción corral y ganado-, dinero en efectivo e incluso trabajo de personas que
de Catamarca, que recibió en donación una mujer que con su traba- se sumaban por motivos devocionales a la «expedición», que recorría
jo permitía solventar parte de los gastos de la asociación. Con los fon- durante meses o años los pueblos, chacras y estancias más remotos.
dos así obtenidos se costeaban los muchos gastos de la asociación, des-
de la realización de funciones religiosas -cera para velas, vino de misa, Gracias a las «cuestaciones», las donaciones testamentarias y
honorarios de sacerdotes- hasta la compra de objetos -estandartes, los aportes regulares de los cofrades, algunas hermandades lograron
atuendos litúrgicos, ornamentos, libros para anotar los ingresos y las acumular un patrimonio considerable que acostumbraban a prestar a
defunciones de los cofrades o las entradas y salidas de dinero- y otros interés, para obtener ingresos suplementarios. Sin embargo, no debe
muchos ítems. A veces, también, los recursos se recolectaban y utili- creerse que por regla las cofradías hayan sido económicamente pode-
zaban con fines benéficos: los laicos de las cofradías organizadas por rosas; muchas de ellas eran bastante pobres, y se conocen casos en que
los religiosos mercedarios y los miembros de la tercera orden colabo- se vieron obligadas a vender algunos bienes para seguir funcionando.
raban activamente en la recolección de limosnas y de donaciones
para comprar a los indios la libertad de los prisioneros. Susan Socolow sostiene que en Buenos Aires, desde fines del
siglo XVIII y a lo largo del XIX, se verificó una relativa decadencia de
Con respecto a las limosnas, cualquier institución -fuera las cofradías y hermandades como forma de asociación piadosa de las
del caso de las órdenes mendicantes- estaba obligada a solicitar el elites, que manifestaron crecientemente su preferencia hacia la ads-
permiso de las autoridades religiosas y civiles para recaudarlas. La li- cripción a las órdenes terceras, en general más prestigiosas y estrictas.
mosna era una práctica muy controlada pero a la vez muy extendi- Para formar parte de ellas, alega, era necesario pagar cuotas más ele-
da en el mundo colonial: hemos visto ya, en el recuerdo del doctor vadas, lo que las volvía más exclusivas. La mayor exigencia en el cumpli-
40 Wilde, el caso de los negros que «recolectaban fondos concurriendo en miento de las prácticas religiosas estaba además a tono con una piedad
más sobria y severa, característica de las corrientes ilustradas diecioches-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


COFRADIAS COLONIALES
cas, críticas de las exuberancias del barroco. Otra causa de la decaden-
cia de las cofradías puede quizás individualizarse en el progresivo aban- DEVOCIONALIDAD Y AYUDA MUTUA
dono de ciertas prácticas religiosas que, como las relacionadas con la
buena muerte, perdieron parte de su sentido. En general ello se debe, ...EN LA HERMANDAD DE MARIA prevendrá que antes de asentarse deben
probablemente, a cambios en las representaciones mentales que aun co- SANTISIMA DE LOS DOLORES Y ANIMAS concurrir con dos pesos de entrada y una
DEL PURGATORIO DE PARANA, 1806: vela de cera de media libra, y que
nocemos mal; en el caso particular de la buena muerte, la formación de «Capítulo primero=De las personas que anualmente deben dar cuatro reales de
cementerios públicos y la difusión de medidas de higiene dificultaron se han de admitir en nuestra Hermandad, luminaria.» [...]
o impidieron las prácticas devocionales que los entierros en las iglesias de las cualidades que han de tener, y Capítulo undécimo=De los enfermeros-
condiciones para ser admitidas=Será de =Será su cuidado saber de los Hermanos
en cambio permitían. El 17 de julio de 1822 el gobierno prohibió, por nuestro particular cuidado el atender a enfermos visitándolos y consolándolos en
razones sanitarias, las inhumaciones de cadáveres en las iglesias y las mi- que las personas de ambos sexos que se sus enfermedades; avisarán al Hermano
sas de cuerpo presente, y otras medidas relativas a los cementerios se to- han de admitir a nuestra Hermandad Mayor y demás de la Junta para que pu-
sepan la Doctrina Cristiana, sean de diendo los visiten mientras durare la en-
maron en esos años como parte de las reformas rivadavianas. Aunque
buena vida y costumbres, sin nota de es- fermedad, a lo menos cada tres días, y so-
es cierto que Rosas habrá de derogar el decreto anterior el 20 de diciembre candalosas; y el que no tuviere dichas ca- correrlos en sus necesidades. [...]
de 1830, no lo es menos que los cambios en este sentido -que venían lidades no podrá ser admitido; además Capítulo decimoquinto=De las funcio-
de esto ordenamos que antes de admitir- nes de la Hermandad=Siendo el prin-
insinuándose desde fines del siglo XVIII e interesaban al mundo
se por Hermanos de esta Hermandad a cipal objeto de nuestra Hermandad el
occidental en general- estaban destinados a imponerse. los que pretenden serlo, se remitan al honor y gloria de Dios y el culto de su
Hermano Mayor o Tesorero para que les Santísima Madre María Santísima de
informe [de] las condiciones con que de- los Dolores, y alivio de las benditas
La formación del Estado tuvo consecuencias importantes. Al-
ben ser admitidos, y calidades que han Animas del Purgatorio, pondrá su par-
gunas funciones que solían desarrollar las hermandades y terceras órdenes de tener...» [...] «...el Padre Capellán los ticular atención el que las funciones
fueron absorbidas durante el siglo XIX por el Estado. El abandono de las examinará de los principales Misterios concernientes a estos fines se celebren
cofradías por parte de las elites, que preanuncia una deserción más gene- de nuestra Religion Católica, que debe- con el esmero y lucimiento que se re-
rán saber para salvarse, y el fin con que quiere para concitar el fervor y la devo-
ral de sus miembros varones de las instituciones eclesiásticas en la segun- quieren entrar...» [...] «...y en la prime- ción de los fieles, que son las prendas
da mitad del siglo, condujo a una mayor identificación de estas asociacio- ra Junta dará parte de esto, para que és- más seguras del aumento y progresos de
nes con formas de religiosidad más bien populares. Sin embargo, las co- ta no hallando inconveniente les señale nuestra Hermandad. [...]»
el día para su recibimiento..» [...] «...di-
fradías de negros e indios, que siguieron existiendo en todo el período que cho Hermano Mayor o Tesorero [...] les AGN IX 31-8-8, exp. 1435.
aquí nos ocupa, experimentaron también cierta decadencia. Para explicar
el fenómeno ha dicho uno de sus historiadores, George R. Andrews, que
los negros rioplatenses no encontraron en las hermandades la autonomía
que ofrecieron en cambio las iglesias protestantes a sus hermanos nor-
teamericanos, lo que habría favorecido el ensayo de otras estrategias
organizativas, como las Naciones africanas que analizaremos luego. 41
Dibujo de Fortuny
El 9 de marzo de 1812 había llegado a Buenos Aires una fragata inglesa con varios militares a bordo que pronto darían que hablar:
uno de ellos, teniente coronel de caballería, se llamaba José de San Martín;
otros dos lucían el rango de alféreces, y sus nombres eran Carlos María de Alvear y José Zapiola.
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
LA INFLUENCIA ILUSTRADA
Y EL PROCESO REVOLUCIONARIO

El siglo XVIII fue testigo de cambios importantes en re- asociación misma comenzará a ocupar un lugar central en el pro-
lación a diferentes aspectos de la cultura euroatlántica, desde la ceso de cambio que -no sin avances y retrocesos- habrá de sustituir
sensibilidad religiosa al modo de pensar la economía, de las expec- las coordenadas fundamentales del antiguo régimen por las de una
tativas en relación al rol de la Iglesia a las modalidades asociativas. sociedad que por comodidad llamamos «moderna».
Algunos de ellos tendían a socavar las bases del antiguo régimen,
como por ejemplo el desarrollo de una mayor conciencia de la cen- Uno de los criterios que se fueron imponiendo para juz-
tralidad del individuo en detrimento de las formas estamentales y gar la validez de las prácticas institucionales fue el de «utilidad»,
corporativas, la perspectiva librecambista en economía, la idea de tan caro al pensamiento ilustrado. La expresión «utilidad pública»,
que la educación y el debate de opiniones basadas en la razón, más como equivalente de la más antigua -y más teológica- de «bien co-
que en la tradición, permitirían reformar la sociedad. La cuestión mún», fue ganando espacio en el vocabulario de los letrados y en
religiosa es crucial: hacía ya varios siglos que el poder político esta- particular en el de la incipiente burocracia real y local. Así fue di-
ba intentando con bastante éxito subordinar al eclesiástico y, como fundiéndose, por ejemplo, la idea de que las estructuras eclesiásti-
parte de ese proceso a menudo sutil -de resultados a veces difíciles cas debían resultar «útiles» a la sociedad y que para ello era necesa-
de percibir bajo las formas, que varían menos-, la Iglesia estaba len- rio reformarlas. Más aun, comenzó a pensarse que algunas de ellas
tamente quedando sujeta a una lógica que no le era dado determi- habían cumplido ya su ciclo y que eran casi o totalmente inútiles
nar y que superaba sus posibilidades de control. En el mundo his- o incluso contraproducentes para el desarrollo de la vida social.
pano el programa de reformas borbónico avanzaba además en el Más concretamente: ganó voluntades la idea de que las órdenes re-
proceso de reorganización del poder, sojuzgando -o limitando, al ligiosas surgidas en la Edad Media -franciscanos, dominicos, mer-
menos- la esfera de acción autónoma de la Iglesia, pero también cedarios, agustinos- y otras más modernas -los jesuitas- constituían
otros polos de poder como las ciudades, corporaciones, universida- escollos para la economía porque acaparaban tierras y mano de
des y otras entidades que tradicionalmente habían limitado la so- obra que, al estar destinadas a fines espirituales, quedaban exentas
beranía real. Al mismo tiempo, como veremos, se difundía progre- de obligaciones fiscales y no contribuían a la creación de riqueza.
sivamente en las elites una imagen de la sociedad que la presenta- Se pensó entonces que el servicio del culto y la pastoral debían más
ba no ya como un conjunto orgánico y «natural» de estamentos y bien confiarse al clero secular, que por sus características se adecua-
cuerpos, sino como una gran asociación de individuos sustentada ba mejor al impulso reformista, a tono con las ideas económicas
en un hipotético contrato primigenio. En este contexto, la idea de que empezaban a valorizar la iniciativa individual y la libertad de 43
comercio. Pero además se procedió a asignar nuevas tareas y prio- y de los vicios, y la más eficaz beneficencia consistirá en acciones
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ridades al clero, en particular a los párrocos y muy especialmente a orientadas a «educar» a los pobres y a proveerles los medios para
los de las áreas rurales. Se difundió la idea de que podían e inclu- hacer de ellos «hombres de bien». El pobre pensado como «Tem-
so debían volverse «útiles», agregando a sus tradicionales funciones plo vivo del Señor» que encontramos hasta el siglo XVIII irá de-
litúrgicas y pastorales una dimensión «civilizadora» que incluía, jando el paso gradualmente al que -en el mejor de los casos- es
por ejemplo la enseñanza de técnicas agrícolas, la vacunación de concebido como víctima de la ignorancia y de «vicios», que han
sus feligreses -a principios del siglo XIX comenzó a popularizarse hecho de él un individuo poco útil a la sociedad. La práctica de la
la vacuna antivariólica-, la instrucción elemental y, en general, la limosna, bien conceptuada en la sociedad colonial hasta el punto
promoción de las poblaciones postergadas de la campaña. de que era practicada por virreyes y cabildantes, pasa lentamente
a ser considerada, como dice Barrán, a quien seguimos en este
En el Río de la Plata este cambio en las funciones de la punto, «una conducta social reprobable, indicio de una vida mo-
Iglesia, que comienza a ser vista como una suerte de «punta de ralmente permisiva, una actitud no recomendable, testimonio de
lanza» del progreso económico y social, es mucho más evidente en debilidad de carácter, haraganería o pobreza».
Buenos Aires que en el resto del virreinato, sin duda por la mayor
penetración de las ideas de corte ilustrado que se verificó en una Así es como en Buenos Aires, a principios del siglo XIX,
sociedad como la porteña, menos rígidamente estructurada que la aparecieron las primeras experiencias periodísticas, el Telégrafo Mer-
del interior, en contacto más intenso con el tráfico interoceánico cantil (1801-1802) y enseguida el Semanario de Agricultura, Indus-
y con las iniciativas impulsadas desde la península. Por otra parte, tria y Comercio (1802-1807), y se abrieron varias academias y escue-
la creación del virreinato y la consecuente multiplicación de bu- las de «artes prácticas». El Consulado de Comercio -cuyo secretario era
rócratas peninsulares, la expansión económica y la reforma de los Manuel Belgrano- fundó una Academia de Náutica dirigida por el
estudios, entre otros factores, favorecieron la formación de una ingeniero Pedro Antonio Cerviño, mientras el cabildo promovía una
elite letrada más numerosa, intensamente relacionada con el mun- Escuela de Medicina. Como veremos enseguida, detrás de estos pe-
do eclesiástico, pero no ya perteneciente al clero. Laicos como riódicos y de estas academias y escuelas estaban operando experien-
Belgrano, Lavardén, Rivarola, Vieytes, Cerviño y otros, contribu- cias asociativas inéditas, nuevos espacios de sociabilidad de una elite
yeron de manera importante a la promoción de iniciativas cultu- ilustrada progresivamente conciente de la necesidad de recrear la so-
rales y sociales de nuevo cuño, en un clima de ideas bastante op- ciedad a partir, justamente, de las asociaciones. Encontramos enton-
timista en las posibilidades del hombre para construir su propia ces, también en el Río de la Plata, algunos intentos de crear expe-
felicidad. En este sentido, la perspectiva ilustrada introdujo tími- riencias del tipo de las «sociedades de amigos del país» que a lo lar-
damente una idea destinada a afirmarse a lo largo del siglo XIX: la go del siglo XVIII se habían multiplicado en la península y en otras
fortuna del hombre dependería fundamentalmente de su laboriosi- áreas del mundo hispano. En 1799, por ejemplo, los vecinos más
dad, más que de las glorias de su estirpe. De tal manera, la pobreza notables del pueblo de Colonia organizaron una «Junta Patriótica» a
44 empezará a ser vista como producto de la vagancia, de la ignorancia la que denominaron Procuración del bien común de la Colonia, con el
objeto de promover la reconstrucción del templo parroquial, pero Para empezar, su reglamento establecía que sus miembros

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


también las actividades económicas de la zona. Hacia la misma épo- habían de ser
ca, en otros pueblos de campaña se verificaron otros intentos de
crear «juntas» y «sociedades» para el fomento de la agricultura y la «...españoles, nacidos en estos Reynos, o en los de Espa-
«industria» locales. Una sociedad de amigos del país como la Bascon- ña, cristianos viejos y limpios de toda mala raza; pues no se ha de
gada no logró crear una filial en el Río de la Plata, pero sí contó con poder admitir en ella a ningún extranjero, negro, mulato, chino,
un número selecto de adherentes, entre ellos el regente de la Real Au- zambo, cuarterón, o mestizo, ni aquel que haya sido reconciliado
diencia, Benito de la Mata Linares, los virreyes Juan José de Vértiz, por el delito de la herejía y apostasía, ni los hijos, ni los nietos de
Joaquín del Pino y Gabriel Avilés. «En el Río de la Plata -nos dice quemados y condenados por dicho delito hasta la segunda genera-
Mariluz Urquijo- nunca llegó a formalizarse una sociedad al estilo de ción por línea masculina, y hasta la primera por línea femenina;
la Bascongada, pero no cabe duda de que la existencia, características porque se ha de procurar que esta Sociedad Argentina se compon-
y fines de tales instituciones eran perfectamente conocidos». ga de hombres honrados nacimientos y buenos procederes, como
que se ilustran más con entrar y ser del Cuerpo de ella».
Puede decirse que lo más parecido a una asociación de ami-
gos del país que encontramos en el Río de la Plata es la que da vida Y tampoco sus objetivos eran demasiado audaces. En rea-
en 1800 al Telégrafo Mercantil. Fue en ese año que un grupo de hom- lidad, la Sociedad se proponía fundamentalmente fomentar
bres de la elite porteña, animado por el periodista y aventurero Fran-
cisco Antonio Cabello y Mesa, se propuso la fundación de una «so- «la ilustración de este país en todas las ciencias y ramos de
ciedad patriótico-literaria y económica» que, contra la opinión de al- la Literatura, extendiendo su atención con particularidad sobre
gunos historiadores, resulta difícil vincular con la revolución y más adelantar el conocimiento de las cosas naturales y de las Artes úti-
aun considerarla su «fermento inicial»16. Dejando de lado el hecho les, por experiencias de las antigüedades de esta América Meridio-
de que la asociación que organizaron -bautizada Sociedad Patriótica, nal, como también sobre las producciones de su delicioso suelo, ya
Literaria y Económica del Río de la Plata- era más bien hija del refor- mejorando las últimas descripciones, ya examinando algunas ma-
mismo borbónico que una instancia crítica de su programa, que terias que hasta el presente no han merecido la observación de los
contaba con la protección del Consulado y buscaba por todos los me- Físicos. Así mismo esta Sociedad se propone exponer a la Superio-
dios el de la Corona, en sus premisas respondía demasiado fielmente ridad y a sus patronos todas las especies y proyectos que pueden ser
a los antiguos esquemas de la sociedad estamental. favorables al Rey, a los Vasallos y a la Patria»17.

16. Carlos Ibarguren, por ejemplo, consideraba que con la Sociedad Patriótica «se introducía 17. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 17.
en esta dormida ciudad colonial el fermento inicial de la revolución, en las ideas y en las
creencias que conmovían a Europa al comenzar el siglo». Véase su obra Las sociedades
literarias y la revolución argentina (1800-1825), Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1937, p. 15. 45
No han quedado archivos de la Sociedad, pero sabemos que
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A El «Telégrafo Mercantil», 18 de octubre de 1801,
con una tirada de más de 200.000 ejemplares.
se reunía en la misma sede de la redacción del Telégrafo -una cons-
tante de este tipo de asociaciones es la de funcionar en relación con
una publicación periódica-, junto a la iglesia de la Merced, para leer
y discutir trabajos preparados a tal fin por los socios, que se dividían
en tres categorías: los numerarios, que ascendían al número de 21 y
debían ser vecinos de la ciudad y residentes en ella, los corresponsa-
les «que son los ausentes de ella que contribuyen con sus rasgos so-
bre las cosas y encargos que por la Sociedad se les encomienden» y
los «Caballeritos Alumnos», jóvenes en proceso de formación que
podían aspirar a convertirse en numerarios cuando se produjese una
vacante. Los trabajos discutidos eran luego publicados en las páginas
del Telégrafo, de modo que los miembros de la Sociedad funcionaban
como una suerte de comité editorial del periódico. Entre los miem-
bros de la Sociedad encontramos a integrantes conspicuos de la elite
porteña: comerciantes como Domingo de Azcuénaga, clérigos ilus-
trados como Luis José Chorroarín, militares como Pedro Andrés
García y profesionales como Pedro Antonio Cerviño, Julián de
Leiva, Manuel José de Lavardén y Manuel Belgrano.

El periódico tenía una tirada de algo más de 200 ejempla- que se analizaban las eventuales ventajas que podía reportar para
res y vio por primera vez la luz el 1 de abril de 1801. En sus pági- el desarrollo económico la modificación del status jurídico de de-
nas encontraron espacio piezas poéticas y artículos sobre temas de terminadas categorías de personas. «Supongamos por un instante
historia, geografía, ciencias naturales y técnicas agrícolas y artesa- -dice el autor de la nota- que nuestro amable Soberano quite a es-
nales. Pero también incluía interesantes debates que nos hablan de tas gentes [indios y negros] el borrón de la infamia que las envile-
incipientes cambios en la manera de concebir la sociedad, de la cre- ce y les dé el honor de que se hallan privadas. ¡Qué diferente sería
ciente tendencia a criticar algunas de las rigideces del antiguo régi- el aspecto de nuestra América en breve tiempo!». Los hipotéticos
men y a pensar a los individuos como potencialmente redimibles resultados que se prevén son bien interesantes:
de sus miserias por medio del desarrollo de sus capacidades intelec-
tuales. Por ejemplo, se debatió en la Sociedad y se publicó luego en «…las mujeres de las referidas razas viendo que por la nue-
el Telégrafo una «Memoria sobre que conviene limitar la infamia va legislación estaban suficientemente condecoradas para alternar
46 anexa a varias castas de gentes que hay en nuestra América», en la con las Señoras Españolas de su esfera, procurarían con sus acciones
no hacerse indignas de esta gracia y criarían sus hijos con los mis- basada fundamentalmente en el esquema escolástico, con fuerte

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


mos sentimientos de honor y de virtud que se crían y educan los acento en las humanidades y las letras clásicas, con una metodología
de los españoles? Los hombres igualmente admitidos en las Clases que preveía aun las lecciones en latín y a menudo dictadas -los alum-
y Escuelas de todas las Artes y Ciencias recibirían la misma educa- nos pasaban horas y horas copiando las partes del libro que el docen-
ción e instrucción que reciben los españoles, y émulos de la distin- te había seleccionado para ellos-. Cuando el autor menciona las «cla-
ción y honor de éstos harían los mayores esfuerzos por aventajár- ses y escuelas de todas las artes y ciencias» se refiere a una nueva edu-
seles con el glorioso designio y lisonjera esperanza de ocupar los cación que ha de poner el acento en la utilidad, en las ciencias, en el
puestos y empleos que ocupan éstos, y a que antes les era imposi- desentrañamiento de los aparentes misterios de una naturaleza que
ble aspirar por la bajeza de su nacimiento; y quizás llegaría tiempo funcionaba, en realidad, de manera previsible.
en que viésemos regentear las cátedras a aquellos mismos cuyos
abuelos fueron nuestros esclavos»18. La idea, destinada a perdurar y a imponerse durante el si-
glo XIX, postula que la nueva educación ha de subsanar los defectos
La argumentación supone la igualdad natural de las perso- de un ordenamiento social que sólo ha permitido el desarrollo inte-
nas y, en consecuencia, veladamente, la arbitrariedad de un ordena- lectual y humano de una porción reducida de la sociedad, con exclu-
miento jurídico que impone limitaciones a la vez antinaturales y per- sión del resto. Y en esta perspectiva se inscribe también la propuesta
judiciales para el desarrollo social. Limitaciones que, desde el mo- de repensar la educación de la mujer, otro de los objetivos que se
mento que son fruto de imposiciones humanas, es perfectamente po- propone la Sociedad. Partiendo de la premisa de que «donde las mu-
sible modificar por la sola voluntad del poder político. Además, los jeres sean ignorantes y frívolas, se verán pocos hombres ilustrados y
indios y los negros pueden alcanzar e incluso aventajar a los españo- sólidos», los ilustrados porteños piensan que era preciso superar una
les por medio de la educación, que en la ingeniería argumentativa del educación femenina que apuntaba menos a la formación intelectual
autor constituye la clave que permitirá revertir la situación de postra- que a los buenos modales -«el espejo y el clave» como únicas ocupa-
ción a que los han conducido las leyes. La educación permitiría, asi- ciones, según un artículo sobre el tema-, relegando a las mujeres a un
mismo, refutar una idea bastante difundida en algunos pensadores estado que el periódico no trepida en calificar de «esclavitud».
del siglo XVIII: la de la inferioridad intelectual de los americanos en
relación a los europeos. Aunque el autor no lo dice claramente, note- Aunque no es claro que el Telégrafo y la Sociedad hayan si-
mos que las finalidades que asigna a la educación implican una refor- do vistos con malos ojos por las autoridades reales, lo cierto es que
ma bastante radical del sistema vigente a principios del siglo XIX. El en 1802 no habían obtenido la autorización necesaria para funcio-
pensamiento ilustrado era muy crítico de los contenidos y la pedagogía nar y que el periódico atravesaba dificultades financieras muy gra-
que tradicionalmente ofrecían las universidades y colegios coloniales, ves, ocasionadas por la morosidad en los pagos de los suscriptores.
Según parece, el público necesario para garantizar continuidad a
una iniciativa de este tipo era aun demasiado estrecho en el Río de
18. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 30. la Plata. Por eso, cuando en setiembre de 1802 se autorizó a Juan 47
Hipólito Vieytes la edición de un Semanario de Agricultura, Indus- En efecto, los cambios en tal sentido se aceleran en Buenos
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

tria y Comercio, Cabello y Mesa comprendió que era imposible Aires desde 1806, como parte de un fenómeno que interesa también al
continuar con el Telégrafo, por lo que el periódico dejó de existir entero mundo hispano: el surgimiento, en el ámbito de las elites crio-
junto con la Sociedad al mes siguiente. El Semanario gozó de una llas de Nueva Granada, del Río de la Plata, de Chile y del Perú, de clu-
existencia menos fugaz que el Telégrafo, probablemente en virtud bes, sociedades patrióticas y logias comprometidas con la revolución.
de la mayor solidez de los apoyos oficiales con que contaba. Existe un antiguo debate entre los historiadores sobre el carácter masó-
nico de algunas de estas logias. En principio es necesario tener cuidado
El ejemplo de la Sociedad nos permite comprender que el con el término «logia», muy ligado al universo masónico hoy, pero más
tipo de asociaciones que, no sin dificultades, empieza a surgir en generalizado en la primera mitad del siglo XIX, cuando se lo utilizaba
el siglo XIX es nuevo en varios sentidos. En primer lugar, porque como sinónimo de asociación secreta. Si bien la aparición de logias ma-
se trata de la aparición de iniciativas laicas, en el sentido de no es- sónicas y otras sociedades secretas en Europa se remonta a los comien-
tar vinculadas orgánicamente con la Iglesia. En segundo término zos del siglo XVIII y con ellas puede considerarse iniciado el movimien-
-aunque no es el caso de esta primera Sociedad- porque no repro- to asociativo «moderno», en el mundo español el fenómeno no se veri-
ducen en su organización interna la estructura de castas colonial: ficaría sino un siglo más tarde. En el caso específicamente rioplatense,
se piensan como asociaciones voluntarias, revocables, de indivi- no está muy claro que hayan existido logias masónicas antes de la caí-
duos que comparten su interés por el fomento del comercio, la da de Rosas en 1852, pero sí se encuentra documentado desde princi-
agricultura, la «industria» y las «letras». En tercer lugar, porque el pios del siglo XIX el funcionamiento de logias militares secretas: las hay
perfil de los miembros no responde al del letrado de antiguo régi- en principio en Montevideo y en Buenos Aires, en el seno de las tropas
men, muy a menudo miembro del clero y docto en temas de ju- inglesas que invaden el Río de la Plata en 1806, y pronto concitarán el
risprudencia y teología; encontramos en ellas militares, comer- interés de círculos de las elites ilustradas criollas, que se politizaron rá-
ciantes, burócratas, pequeños productores agropecuarios. Por úl- pidamente en esos mismos años, aunque es muy poco lo que sabemos
timo, porque los espacios de sociabilidad y de intercambio libre sobre las asociaciones a que dieron origen.
de ideas que generan están relacionados con la práctica de la lec-
tura y la reflexión en común, y a menudo con la redacción de un Sabemos más acerca de las que nacen luego del triunfo de
periódico como canal de comunicación de esa nueva elite letrada. la revolución, a menudo por iniciativa de los gobiernos surgidos de
El fracaso de los intentos de formar sociedades de este tipo en el ella. Encontramos aquí un fenómeno paradojal: la intensa politiza-
Río de la Plata, debido en parte a la coyuntura en que se produ- ción revolucionaria llevó por un lado a que lo público «fagocitase» lo
jeron -la metrópoli estaba precipitándose en una crisis de inédita privado, quitase espacio a la posibilidad de que la sociedad rioplaten-
profundidad-, no debe impedir notar que estas modalidades no- se generase, como las de los países europeos más desarrollados, ins-
vedosas de los vínculos, y de las redes relacionales que en torno de tancias autónomas de organización de grupos movidos por intereses
ellas se establecen, han de constituir el fundamento de numerosas comunes. Así, se habría interrumpido momentáneamente, por fuerza
48 asociaciones en los años subsiguientes. de las circunstancias, la tendencia a una mayor distinción entre las
esferas de lo público y lo privado que había comenzado a esbozarse debemos decir que, una vez embarcado Moreno para el viaje del

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


a fines del período colonial. Por otro lado, el desmantelamiento gra- que no volvería, no parece que el grupo que conformaba el Club
dual del antiguo régimen y la progresiva asimilación por parte de las haya dejado de reunirse. De hecho, los encuentros en el Café de
elites de la noción moderna de individuo, que la misma revolución Marcos -frente al actual Colegio Nacional de Buenos Aires- eran
había acelerado, tendían a alentar el surgimiento de asociaciones es- cotidianos y permitieron pocos meses después, en marzo de 1811,
pontáneas, fruto de la iniciativa privada, de la libre voluntad de los la fundación de la Sociedad Patriótica y Literaria. Los inicios de es-
individuos. El alto grado de politización que la revolución impuso a ta entidad no fueron fáciles: la convocatoria a voces por las calles
la sociedad favoreció el nacimiento de experiencias que poco tienen por parte de jóvenes identificados con escarapelas fue interpretada
que ver con la iniciativa espontánea de los individuos y mucho con por la autoridades -no sin algo de razón- como un conato subver-
la búsqueda, por parte de los gobiernos revolucionarios, de «moldear sivo, lo que desencadenó la detención de unos 80 muchachos que
costumbres y prácticas que una sociedad civil imperfecta y parcial- fueron interrogados en el fuerte en relación a las intenciones de su
mente pulverizada no estaba en condiciones de hacer»19. Ni siquiera Sociedad. «Se trata de una reunión en el café de Marcos -declaró uno
en los casos en que la asociación no nace de una intervención «oficial» de los detenidos- para el establecimiento de una Sociedad Patriótica,
las motivaciones netamente políticas se encuentran ausentes. cuyo objeto es la instrucción y no el armamento de los ciudadanos;

Entre las primeras experiencias de la década de 1810, se Los Reales Estudios y el Colegio San Carlos a fines del siglo XVIII, según S. J. Furlong,
actual Colegio Nacional Buenos Aires, donde se graduaron varios de los ilustrados,
cuenta la del «Club» conformado por un núcleo de jóvenes turbu- ubicado frente al Café de Marcos.
lentos pertenecientes a la facción de Mariano Moreno. Su herma-
no Manuel recuerda en su Vida de Mariano Moreno, editada en
Londres en 1812, que el mismo secretario de la Primera Junta ha-
bía establecido el Club «para proporcionar un punto de reunión a
los amigos de la libertad y propagar los conocimientos. Esta Socie-
dad -agrega- se reunía todas las noches en una casa privada. Su for-
mación fue pensamiento del doctor Moreno; pero no llegó a for-
malizarse hasta el punto en que debía quedar, y su disolución fue
consecuencia de la ausencia del fundador»20. Contra tal opinión

19. J. Myers, «Una revolución en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de
la elite porteña, 1800-1860», F. Devoto y M. Madero (Dir.), Historia de la vida privada
en la Argentina, Tomo 1: «País antiguo. De la colonia a 1870», Buenos Aires, Taurus,
1999, pp. 111-145.
20. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 46. 49
y en cuanto a las escarapelas, se asegura que todo se reduce al uso Los promotores de la iniciativa se habían asignado a sí mismos la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

de una divisa diferente de la que usan los españoles para combatir misión de construir, por medio de la educación y de la difusión
contra la revolución»21. No cuesta mucho imaginar el momento de de los conocimientos, la creación de una sociedad organizada so-
la liberación de los sospechosos, cuando atravesado el foso del fuer- bre la base de la premisa igualitaria. La historia del incipiente mo-
te comenzaron a convocarse entre sí a los gritos para dar de una vez vimiento asociativo de la primera mitad del siglo XIX demostrará
inicio a la Sociedad en el célebre café de Marcos. La inauguración sin embargo que la empresa no era sencilla: las inercias de la so-
tuvo lugar al otro día, cuenta Ignacio Núñez en sus memorias, con ciedad estamental han de constituir una pesada carga, el igualita-
el concurso de unas 300 personas «entre eclesiásticos, abogados, rismo será mucho más fácil de proclamar que de convertir en rea-
comerciantes, artesanos, algunos militares, y no pocos de los que lidades tangibles, los mismos impulsores de las nuevas ideas se ve-
podían llamarse ociosos de la revolución». El supuesto fundamen- rán atrapados por concepciones e impulsos contradictorios, la ine-
tal de la Sociedad es desde el comienzo -ahora sí sin titubeos- la xistencia de una sociedad civil en el sentido que damos hoy al tér-
igualdad de todos sus miembros y la absoluta libertad para expre- mino constituirá un límite muy difícil de superar.
sar ideas, lo que no dejó de provocar un cierto desorden inicial:
abierta la sesión, continúa Núñez, Pero el entusiasmo juvenil no conoce límites, y la Socie-
dad comenzó pronto a organizarse y a generar iniciativas. Para
«...todos los concurrentes se convirtieron en oradores, ello era preciso contar con algún tipo de financiamiento, por lo
subdividiéndose en círculos más o menos numerosos, donde se dis- que se echó mano a la organización de «suscripciones», es decir,
cutía la necesidad de fomentar la ilustración de todas las clases, colectas de fondos a aplicarse a un determinado fin. Uno de los
conviniéndose en que el medio más a propósito era el estableci- primeros fue el de rendir homenaje a los caídos en defensa de la
miento de la Sociedad Patriótica. En medio de esta confusión logró causa revolucionaria desde el 25 de mayo de 1810 en adelante;
hacerse oír uno de los doctores, proponiendo que se nombrase otro, el de alquilar un local que permitiera a la Sociedad sesionar
una comisión para que de conformidad al espíritu en que se ex- con mayor calma y menor grado de exposición pública que en las
plicaban los ciudadanos, se pusiese a la cabeza de la reunión, pro- instalaciones del café de Marcos. Las cuestiones que se debatían
clamase y dirigiese el establecimiento de la Sociedad, y redactase estaban relacionadas más o menos directamente con la reflexión
un reglamento para su orden interior»22. política que acompañaba el proceso revolucionario: la injusticia
de la conquista europea de América, la legitimidad de los dere-
Los recuerdos del memorioso Núñez revelan que la idea chos de los indios, la crueldad de los colonos españoles, la justi-
central era nuevamente «fomentar la ilustración de todas las clases». cia de la causa americana. En aquellas sesiones atravesadas por fo-
gosos discursos, las ideas y los pensadores, los héroes y sus accio-
nes, los ejemplos de la antigüedad y de la historia más reciente se
21. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 47.
entrelazaban en curiosa sucesión: Voltaire, Rousseau, Cicerón,
50 22. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 49. Licurgo, Montesquieu, Catón y Condorcet resonaban en la sala
de piso de ladrillo y de amplias ventanas, bautizada con el pre- un polo de poder político molesto para el gobierno. Bajo la di-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


tencioso título de «Templo de la Libertad». rección de su primer presidente, el sacerdote Dr. José Valentín
Gómez, las reuniones estaban reservadas a los socios y se realiza-
Pero las reuniones duraron poco, porque la asonada del 5 ban dos veces a la semana en el Consulado; se ofrecían además, si
y del 6 de abril de 1811 les dio término abruptamente. La socie- bien no regularmente, sesiones abiertas a las que solía asistir nu-
dad porteña, explicaba exultante el deán Funes en un artículo apa- meroso público. Prevalecían nuevamente los debates de carácter
recido en la Gaceta el día 15, se había librado de un «Club» que histórico-político, que encontraban espacio en una serie de pu-
«con la insolencia más desahogada» había inundado «el pueblo y blicaciones que sucesivamente se hicieron eco de las actividades
aun el Reyno con libelos difamatorios». Así, «agradecida la patria, de la entidad: en principio la Gaceta dirigida por Monteagudo,
se le oye bendecir a sus libertadores». Sin embargo, el proyecto es- que sucedió a Valentín Gómez en la presidencia de la institución,
taba destinado a resurgir pronto también: fue suficiente que la fac- y más tarde -luego del cierre del periódico, ordenado por el go-
ción morenista encontrara en Bernardo de Monteagudo a su nue- bierno-, Mártir o Libre y Grito del Sud. Pero a diferencia de la pri-
va figura conductora y que variaran las condiciones políticas para mera Sociedad Patriótica, esta segunda contaba entre sus objeti-
que la Sociedad Patriótica Literaria reapareciera en enero de 1812, vos el de alentar la formación de otras asociaciones hermanas en
esta vez dotada de carácter más formal. La inauguración tuvo lugar las provincias del interior, proyecto que fracasó por la ausencia de
esta vez en el Consulado, y contó con el apoyo de las autoridades, las condiciones que permitían el surgimiento de estas formas aso-
por el momento menos hostiles, del primer Triunvirato: ciativas: fundamentalmente, elites letradas más o menos consis-
tentes e imbuidas de las ideas ilustradas en boga; quizás, también,
«Los individuos del Gobierno -cuenta la Gaceta-, los autoridades dispuestas a favorecer el proyecto. El único intento
reverendos obispos de esta diócesis y la de Córdoba, los Cabil- nació y naufragó casi inmediatamente en Córdoba: el 24 de agos-
dos eclesiástico y secular, los prelados regulares, los jefes y ofi- to de 1812 el Colegio de Monserrat fue escenario del acto inau-
ciales de las legiones de la patria, y una asombrosa multitud de gural, en el que pronunció un discurso otro hermano de Mariano
ciudadanos, confundidos todos entre el magistrado y el simple Moreno, Teodoro, que contaba apenas 14 años.
particular, ofrecían la primera escena de igualdad, y el hombre
libre miraba con placer el interés que manifestaban todos por Al igual que la primera Sociedad, además, la suerte de la
esta naciente institución»23. segunda estaba también ligada estrechamente a los avatares polí-
ticos del Río de la Plata insurgente, en parte porque el carácter
Esta segunda Sociedad Patriótico Literaria era, como la de la institución conducía a ello, pero sobre todo porque la viru-
primera, menos literaria que patriótica, y pronto se constituyó en lencia de la lucha facciosa -que en ese año de 1812 derivó en el
alzamiento de Alzaga, prontamente sofocado con la activa parti-
cipación del mismo Monteagudo- ofrecía serios obstáculos a
23. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 61. cualquier eventual tentativa de escapar a su lógica. El 9 de marzo 51
de 1812 había llegado a Buenos Aires una fragata inglesa con va- victoria de Chacabuco, a principios de marzo de 1817. El Cabil-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

rios militares a bordo que pronto darían que hablar: uno de ellos, do preparó entonces una función de teatro en la que se represen-
teniente coronel de caballería, se llamaba José de San Martín; tó la «Jornada de Maratón», tragedia que buscaba exaltar el entu-
otros dos lucían el rango de alféreces, y sus nombres eran Carlos siasmo patriótico de los espectadores y que al parecer no fracasó
María de Alvear y José Zapiola. Pero el grupo de militares era en el intento: el Director Supremo Pueyrredón descubrió, gracias
más nutrido -se hallaba también entre ellos el Barón de Holem- a ella, que el teatro podía constituir una herramienta adecuada
berg- y al menos algunos estaban organizados en una logia que se para la difusión de las ideas que habrían de informar la nueva so-
conocía con el nombre de Lautaro. Esta logia entró pronto en ciedad surgida de la revolución. Así, a iniciativa del gobierno
contacto con la Sociedad y ambas lograron en octubre el derroca- central, que encargó la concreción del proyecto al gobernador in-
miento del primer Triunvirato, la elección del segundo y la con- tendente de Buenos Aires, se conformó la Sociedad del Buen Gusto
vocatoria del congreso que pasaría a la historia como Asamblea en el mes de julio24.
del Año XIII. A tal efecto, el nuevo Triunvirato habría de solici-
tar a la Sociedad la elaboración de un proyecto de texto constitu- Tampoco ésta, como se ve, constituía una experiencia
cional que debería abrir por fin a los rioplatenses las puertas del desvinculada del quehacer revolucionario; las actividades cultura-
«templo de la libertad». El hecho es revelador del tipo de activi- les -o «literarias», como se decía en la época- estaban todavía muy
dades que la Sociedad -que se suponía orientada a finalidades más ligadas a la producción y difusión de ideas y a las prácticas polí-
bien literarias- debía ocuparse de desarrollar, en un contexto ca- ticas. Las finalidades de la Sociedad del Buen Gusto buscaban su-
racterizado por la virulencia de las luchas por el poder. Puede perar, quizás más firmemente que las experiencias anteriores, las
además resultar anticipo de una tendencia más general: una de mezquindades de los enfrentamientos facciosos: se proponía
las constantes en la experiencia asociativa de la primera mitad del esencialmente hacer del teatro una «escuela de costumbres, vehí-
siglo XIX, como veremos, ha de ser las dificultades para sobrevivir culo de ilustración y órgano de política». Se trataba de inocular
a las imposiciones de las luchas políticas. nuevos comportamientos, modos de apreciación, valores, con-
cepciones, que se consideraban necesarios para la construcción
La política está presente incluso en una asociación de in- de la sociedad post-revolucionaria, y en esto la nueva experiencia
tencionalidades más claramente culturales que surge en Buenos no estaba muy alejada de los propósitos que habían animado a la
Aires unos años más tarde, en el clima político menos agitado de Sociedad Patriótica. De hecho, algunos miembros de la Sociedad de
1817. Si bien, como veremos, las finalidades de la Sociedad del Monteagudo participaron luego en la del Buen Gusto, como el militar
Buen Gusto no eran ajenas a las necesidades políticas -en el senti- y poeta Juan Ramón Rojas, autor del reglamento de la segunda y del
do más amplio del término- de las elites rioplatenses, su creación
marca un hito porque constituye una experiencia distinta respec-
to de las asociaciones inspiradas en el modelo de las «sociedades 24. En referencia a este tema hemos seguido a C. Ibarguren, Las sociedades literarias...,
52 de amigos del país». Sus orígenes se remontan a los festejos por la ob. cit., pp. 88-93 y J. Myers, «Una revolución en las costumbres…», ob. cit., pp. 123-124.
poema épico dedicado a «La Heroica Victoria de los Andes en la chileno Camilo Henríquez, Juan Crisóstomo Lafinur, Santiago

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


cuesta de Chacabuco». La finalidad de la asociación, según Ro- Wilde y Esteban de Luca, entre otros, colaboraron con la asociación
jas manifestaba en el reglamento, era ayudar a romper por medio hasta su disolución, provocada en el año1819 por las oposiciones
del teatro los lazos con los que en el lenguaje ilustrado de la épo- que suscitaban sus actividades en parte de la sociedad porteña y por
ca solían denominarse «funestas habitudes españolas»: «Todos la- las divisiones internas que la laceraban. Para entonces, las provincias
mentábamos que en la corte de las Provincias Unidas de Sud rioplatenses estaban en vísperas de nuevas convulsiones.
América, la hermosa ciudad del argentino se resintiese aun del
gusto corrompido del siglo XVII». También Monteagudo había
advertido en 1815 la importancia del teatro como «primera es-
cuela de costumbres de un pueblo civilizado»: este arte, transmi-
sor de costumbres nuevas, constituía un arma eficaz para la cons-
trucción de un orden nuevo, en una sociedad en la que la lectura
no estaba suficientemente extendida para lograrlo por sí sola.

Cuando el 30 de agosto de 1817, día de la Patrona de


América Santa Rosa de Lima, se dio inicio a las actividades de la
Sociedad, se puso en escena una tragedia salida de la pluma de un
autor local titulada Cornelia Bororquia. Parece que el heroísmo
del personaje protagónico hizo saltar lágrimas de los ojos de los
espectadores, indignados simultáneamente por las perversas in-
trigas de un fraile y por los horrores de la Inquisición, que en la
obra representaban bajo luces oscuras a la tradición española y
colonial. En efecto, Cornelia era una niña condenada por el San-
to Oficio a la hoguera y a último momento rescatada por la in-
tervención de las autoridades civiles. En este sentido, la tragedia
cumplía muy bien lo que se proponía: constituir el necesario
complemento de las victorias militares, vencer en las mentes de
los espectadores al espíritu español, como San Martín había de-
rrotado en el campo de Chacabuco a los ejércitos realistas. Con
el auspicio de la Sociedad del Buen Gusto se escribieron, se tradu-
jeron y se pusieron en escena obras de teatro destinadas a alojar
la revolución en el universo mental de los porteños. El sacerdote 53
«Salón de Marcos Sastre» Oleo de Alberto M. Rossi
Marcos Sastre abrió en 1833 una librería en la que comenzaron a reunirse algunos de sus compañeros de estudios
que serán en el futuro activos protagonistas de la vida intelectual y política del país: Vicente Fidel López, Juan Bautista Alberdi, Miguel Cané y Marco Avellaneda, entre otros.
Además de estos estudiantes para los cuales Sastre constituye una especie de líder, la librería-biblioteca comienza pronto a ser frecuentada por otras figuras de la elite letrada de la ciudad.
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
EL REFORMISMO DE LA DECADA DE 1820
CREAR LA SOCIEDAD CIVIL

Es comprensible que el año 1820 haya sido calificado de en cierta medida por una coyuntura económica expansiva que fa-
«fatídico» por quienes lo protagonizaron: la reacción de los caudi- vorecerá el desarrollo de nuevas experiencias asociativas. Se dará
llos del litoral contra la constitución unitaria de 1819 condujo a la así inicio a un programa de reformas bastante audaz, fruto en bue-
caída del Congreso y a la del Directorio, resultado inmediato de la na parte de la inspiración del ministro de gobierno Bernardino
batalla de Cepeda que tuvo lugar el 1 de febrero. Se desvanecía así Rivadavia y de sus más estrechos colaboradores.
el poder central que había logrado mantener más o menos unidas a
las provincias que habían formado parte del antiguo virreinato. Dos El experimento porteño, que será recordado en días me-
consecuencias de las convulsiones políticas sin precedentes que ca- nos venturosos con la nostálgica denominación de «Feliz experien-
racterizan a ese año vale la pena señalar aquí: la primera y la más ge- cia», produjo transformaciones de fondo que guardan estrecha re-
neral es que la disolución del poder central dejó paso a una nueva lación con la vida asociativa, al propender al desarrollo de un «es-
realidad política destinada a perdurar por decenios: las provincias a pacio intermedio entre el Estado y la sociedad» en el que se desen-
partir de entonces conformarían estados soberanos, ligados entre sí volviera «con más vigor la actividad autónoma de los individuos»,
tan sólo por algunos puntos de acuerdo y por la idea de que habrían llamados ahora a «hacerse cargo de funciones hasta entonces reser-
de volver alguna vez a constituir una unidad. A partir de esta frag- vadas al Estado»25. Analizado desde esta óptica, el «momento riva-
mentación política se ensayarán diferentes modalidades de convi- daviano» se revela capaz de permitir la proliferación de publicacio-
vencia y variados intentos de unificación, pero habrá que esperar a nes periódicas al amparo de una ley sancionada en 1821, que re-
la definitiva organización del país bajo la presidencia de Mitre para gulaba la actividad periodística y literaria en términos más permi-
que la Argentina que hoy conocemos comience a cobrar forma. La sivos, así como por el surgimiento de un racimo de asociaciones -
segunda consecuencia tiene que ver más específicamente con Bue- generalmente efímeras- entre las que se destacan la Sociedad Litera-
nos Aires, donde se instaló en el poder un grupo dirigente reformis- ria y la Sociedad de Beneficencia. Uno y otro fenómeno conllevan
ta, nutrido en parte por figuras que habían participado activamen- una relativa ampliación del debate público y consecuentes cambios
te en los avatares de la revolución y en parte por miembros de la eli- en las formas de sociabilidad política, que inciden a la vez en la ma-
te económica que hasta entonces se habían mostrado reacios a com- nera de concebir y de plasmar en la práctica la actividad asociativa.
prometerse con la actividad política. Este grupo dirigente brin-
dará su apoyo al gobernador Martín Rodríguez para llevar a cabo
una serie de iniciativas dentro del ámbito provincial, posibilitadas 25. J. Myers, «Una revolución en las costumbres…», ob. cit., p. 113. 55
El gobierno porteño y el de alguna otra provincia que habremos de
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A EL MOMENTO RIVADAVIANO
señalar en su momento, creían que las asociaciones instituidas desde
LOS FUNDAMENTOS DE LA CREACION DE LA SOCIEDAD LITERARIA el poder político, orientadas implícitamente a concitar la adhesión
de miembros de las elites, constituían una suerte de germen de una
... DE BUENOS AIRES, 1822: de individuos nunca duerme: sigue sin
«Nada es tan natural como unirse los interrupción la marcha metódica y serena sociedad en la que la iniciativa de los individuos sustituyera a los po-
hombres por objetos que son del interés que se propone para realizar sus trabajos. deres públicos en algunas de sus tradicionales funciones. Por eso es
de todos. Los límites de las fuerzas indi- Por eso vemos establecidas Sociedades en que las que surgieron en este período lo hicieron a partir de iniciati-
viduales, las varias ocupaciones de la vida todas partes donde se desea conseguir al-
y la diversidad de talentos, se oponen a gún objeto permanente, aunque no sea vas gubernamentales que, en el mejor de los casos, confluyeron con
la ejecución de trabajos que demandan dificultoso; y por esta razón se han unido el interés de algún círculo particularmente dinámico de las elites.
una atención extensa y continua. Des- las personas que se expresarán abajo para
maya el espíritu más celoso cuando se en- formar una Sociedad de esta especie. Se
cuentra aislado. Los deberes que el hom- proponen que presidirá en ella el celo por
Una explicación más antes de entrar de lleno en el tema:
bre se impone a sí mismo, sin otra segu- los adelantos del país, la buena fe, la la reforma eclesiástica que se ejecutó en 1822-1823 está estrecha-
ridad que su curiosidad y constancia, es- amistad y el candor; que se buscarán todos mente vinculada al punto anterior. La iniciativa fue en realidad
tán sujetos a muchas variaciones; y a los medios, así en su seno como en los
fuerza de aspirar a un objeto, se viene a hombres ilustrados de afuera, de esparcir
parte del programa general de reformas impulsado por el gobierno
sentir muchas veces la necesidad de no los conocimientos; y que se consultarán, de Martín Rodríguez, orientado, en términos generales, a construir
pensar más en él, para ser independiente tanto como sea dable, los progresos de las un Estado con control sobre la entera provincia y a desmantelar
y libre. Podría decirse que el estudio ciencias, la literatura y las artes.»
para ello las más obstaculizadoras de las estructuras sobrevivientes
combate a los particulares con aquella
táctica sagaz de que usaban los arauca- Carlos Ibarguren, Las sociedades del antiguo régimen. En este sentido existe una fuerte conexión
nos, que obligando al enemigo a estar literarias y la revolución argentina entre las modificaciones introducidas en el plano político-adminis-
siempre despierto, lo postraban en fin (1800-1825), Buenos Aires,
trativo, en el militar y en el eclesiástico. La supresión de los dos ca-
con el cansancio. Pero una asociación Espasa-Calpe, 1937, p. 188.
bildos que había en la provincia -el de Buenos Aires y el de Luján-
eliminó dos focos de poder que se superponían y competían, en-
trando frecuentemente en colusión, con el del gobernador. La re-
forma militar buscó reducir y reorganizar la multiplicidad de cuer-
pos surgidos al calor de la guerra revolucionaria para reorientarlos
hacia nuevas funciones -como la defensa y expansión de la fronte-
ra- y aliviar al mismo tiempo la presión sobre las arcas del fisco. La
reforma eclesiástica tuvo por objeto reducir a su mínima expresión
a las órdenes religiosas y crear un clero uniforme sujeto al gobier-
no del obispado. Recordemos que las órdenes gozaban de una cier-
ta autonomía respecto de él, además de constituir, por motivos
56 que ya vimos, un blanco predilecto por la crítica ilustrada. Estos
diferentes conjuntos de medidas actúan como disolventes de las es- La Sociedad de Beneficencia constituye un buen ejemplo de

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


tructuras de antiguo régimen y tienden a crear una sociedad de este tipo de práctica asociativa, por lo que vale la pena que nos de-
ciudadanos iguales ante la ley, al derribar los fueros y privilegios de tengamos con mayor detalle en ella. Suele decirse para explicar su ori-
que gozaban algunos de los cuerpos eliminados. gen que Rivadavia, durante su permanencia en Europa, había cono-
cido el funcionamiento de la Societé Philantropique, que en el clima
Pero la reforma eclesiástica porteña es parte de otra ten- de la Restauración había iniciado un período de florecimiento. El
dencia que se relaciona también con la vida asociativa: la idea de ministro de gobierno había tomado además contacto con las medi-
que existen problemas sociales que el gobierno debe de alguna ma- das proyectadas en el parlamento inglés para atemperar la dureza de
nera resolver y para lo cual conviene que solicite la ayuda de los ciu- las condiciones de vida de los sectores más duramente golpeados por
dadanos, rompe a la vez con la tradición que consideraba la pobre- los efectos negativos del proceso de industrialización, y con otras ini-
za como una cuestión que debía afrontarse mediante el ejercicio de ciativas de carácter similar. La situación en Buenos Aires era por su-
la caridad cristiana y que reservaba tal tarea a algún sector de la Igle- puesto muy distinta: no existía allí una «cuestión social» comparable
sia. Veremos entonces que en 1821 será abolida la Hermandad de la a la que estaba haciendo su aparición en la Europa más desarrollada
Caridad y que sus funciones serán asumidas por el Estado provin- económicamente. Sin embargo, al igual que en Europa, la revolu-
cial, y que lo mismo ocurrirá con la Casa de Niños Expósitos, dirigi- ción había dejado entre sus legados una fuerte crisis de las institu-
da hasta ese momento por el presbítero Saturnino Segurola y, en ciones eclesiásticas que tradicionalmente habían dado respuesta a
buena medida, librada al acierto de las iniciativas de este sacerdote los problemas sociales, y algunos de los establecimientos educativos,
y del «grupo de damas» que lo acompañaba. Sin embargo, veremos sanitarios y de asistencia social se encontraban en franca decadencia.
también que las nuevas respuestas al mismo problema se encuen-
tran a medio camino entre la iniciativa estatal y la asociación libre, Pero además Rivadavia pensaba que parte del esfuerzo por
fundamentalmente porque el Estado y la sociedad civil constituyen crear una esfera pública «moderna» consistía en valorizar diversa-
aun realidades en proceso de conformación. El gobierno de la «Fe- mente la capacidad de acción de las mujeres, lo que lo condujo a la
liz experiencia» puede ser visto, dice Jorge Myers, como un poder conclusión de que podían afrontarse ambos problemas comprome-
que busca en realidad crear esa sociedad civil, destinada sin embar- tiéndolas en lo que a partir de ahora, por comodidad, llamaremos
go a caracterizarse por su debilidad durante varios decenios. Este in- ayuda social. De ella, en definitiva, eran en buena parte destinatarios
tento se traducirá en el fomento de experiencias asociativas de ti- las mismas mujeres y los niños. Y dado que la Casa de Niños Expósitos
po educativo -como la Sociedad Lancasteriana-, de fomento artístico venía funcionando en los últimos años gracias a las fatigas del pa-
-como la Sociedad Filarmónica y la Academia de Canto y Música-, de dre Segurola y de un «grupo de damas», la idea que cristalizó fue la
acción filantrópica -como la Sociedad de Beneficencia- o de carácter de ampliar la experiencia bajo la dirección y tutela del naciente Es-
socio-étnico, -como las Sociedades Africanas-, orientadas al control tado provincial. Así, en el decreto del 2 de enero de 1823 que dio vida
de un sector de la población considerado potencialmente turbulento a la Sociedad de Beneficencia, Rivadavia manifestó que la «existencia
y también, en parte, a la ayuda mutua de sus miembros. social» de las mujeres, «aun demasiado vaga e incierta», se veía 57
impedida por serios escollos. «Estos obstáculos -decía- importan en la sociedad del lugar a que las hacen acreedoras sus virtudes y su
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

mucho más que los que resultarían de dividir a los hombres por mi- mérito» -y agregaba-: «estamos convencidos de que haciendo obrar
tad, acordando a unos todos los recursos del arte, del estudio y de a las Damas, como miembros activos en la sociedad, se pone en
la práctica, y no ofreciendo a la otra más medios que los del trato e movimiento uno de los resortes más poderosos para crear la moral
imitación. La razón de ello es que la perfección física de un pueblo pública, uniformar la opinión, y producir otras ventajas».
emana igualmente de la belleza y sanidad del hombre, como de la
mujer. La naturaleza, al dar a la mujer distintos destinos y medios En la alocución ofrecida en ocasión de la inauguración de
de hacer servicios que los que rinde el hombre para satisfacer sus ne- la Sociedad, el 14 de abril, el ministro de gobierno habrá de insistir
cesidades y llenar su vida, dio también a su corazón y a su espíritu en esta línea argumental: las mujeres son iguales a los hombres en
calidades que no posee el hombre». sus capacidades e incluso las poseen en mayor grado para determi-
nadas tareas, dijo, de manera que su marginación de la vida pública
En base a tales consideraciones el ministro de gobierno se implica para la sociedad el desaprovechamiento de un recurso im-
permitía proponer un lugar nuevo para las mujeres, una participa- portante. Sin embargo, que las mujeres fueran consideradas bajo esa
ción activa en las políticas puestas en marcha por el gobierno para nueva luz no implicaba que se las juzgase capaces de proyectar la ins-
dar forma definitiva a una sociedad fundada en las virtudes repu- titución que habría de congregarlas. Es así que Rivadavia nombra
blicanas. Las mujeres podían ofrecer un aporte original y adecua- para redactar la propuesta una comisión compuesta por tres hom-
do a algunas de las tareas de las que se hacía ahora cargo el Estado, bres: el canónigo y legislador José Valentín Gómez, el administrador
y que en algunos casos habían sido responsabilidad en el pasado de del Colegio de Huérfanas, filántropo y comerciante Francisco del
la Iglesia. Entre ellas destacaban las de la asistencia social. Rivada- Sar y el Dr. José María Roxas y Patrón. En el informe elaborado por
via no pensaba simplemente que las mujeres debían ocuparse de la comisión, sin lugar a dudas redactado por Valentín Gómez y fe-
aquellos ámbitos que los hombres no tenían tiempo de atender, si- chado el 14 de febrero de 1823, se sugiere el nombramiento por
no que estaban naturalmente más capacitadas que ellos para de- parte del gobierno de once damas en calidad de socias fundadoras.
sempeñar determinadas actividades. El espíritu maternal podría Una de ellas sería declarada además directora de la obra, y la que go-
suplantar eficazmente en la ayuda social al espíritu religioso, ba- bernaría secundada por un «consejo de ejecución» compuesto por
jo el ala protectora del naciente Estado. Ideas que no eran mera- dos conciliarias, una tesorera y una secretaria. Lo más interesante del
mente suyas, sino patrimonio común al grupo dirigente que con- informe, sin embargo, lo constituyen los criterios a partir de los cua-
ducía la «Feliz Experiencia»: en la misma línea del decreto, el pe- les se sugirieron los nombres de las señoras y que, probablemente,
riódico oficialista El Centinela publicaba el 23 de febrero una nota habrían de funcionar en lo sucesivo como filtro para asegurar la «ca-
reivindicatoria de un lugar menos marginal para las mujeres: lidad» de las integrantes: el primero establecía que se tratase de «da-
mas que no estuvieran demasiado ligadas a sus atenciones domésti-
«Parece que se realiza un establecimiento, que vengará a las cas, bien por su poca fortuna, bien por el número de su familia»; el
58 Damas de Buenos-Ayres de la injusticia con que han estado privadas segundo exigía que fueran de distintas edades para poder atender a
los también distintos «empleos», dado que «si unos exigen más cal- La primera de ellas, dice Siegrist de Gentile, provenía de una fami-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


ma, y más reposo, otros piden más movimiento y más actividad». lia «histórica» de la orden tercera: había sido abadesa en 1791, des-
En principio la Sociedad habría de atender dos tareas fundamenta- pués de que lo fueran su abuelo en 1756-1760 y su abuela en 1775.
les: la de dirigir e inspeccionar las escuelas de niñas y la de adminis-
trar las instituciones dedicadas a la asistencia de mujeres menestero- Para complementar la acción de la Sociedad de Beneficen-
sas o enfermas. Con el tiempo habrá de encargarse también de la cia y también por iniciativa del gobierno, fue creada en 1828 una
gestión de varias instituciones educativas, de caridad y sanitarias de institución que gozó de corta vida, la Sociedad Filantrópica, que in-
la ciudad, asumiendo de tal modo responsabilidades hasta entonces tentará resurgir sin éxito en 1833 y nuevamente a la caída de Ro-
desempeñadas por corporaciones religiosas y por el cabildo. sas, en 1852. En los dos primeros casos, el naufragio de la experien-
cia parece haberse debido a crisis políticas, mientras en 1852 el pro-
La Sociedad de Beneficencia dio inicio oficialmente a sus blema radicó en la superposición de funciones entre la entidad y el
actividades el sábado 12 de abril de 1823, en la sede de la que fue- naciente poder municipal. La Sociedad de Beneficencia, la efímera
ra hasta entonces Casa de Niños Expósitos, sobre la actual calle Mo- Sociedad Filantrópica y el Consejo de Beneficencia Pública, creado
reno «a los fondos de San Francisco». Nacía de esta manera la pri- asimismo en 1833, son ejemplos de un tipo de organización en la
mera experiencia de beneficencia laica en Argentina, aunque es ne- que se combinan rasgos característicos de la asociación con otros
cesario precisar algo más en referencia a este punto. En efecto, que más propios de la institución pública. De hecho, en los tres casos
la institución fuese fruto de una iniciativa gubernamental y que no la iniciativa de la fundación, las normas de funcionamiento y la de-
tuviera ligazón oficial de sujeción a las autoridades eclesiásticas no terminación de tareas y objetivos provienen del gobierno, al tiem-
significa que permaneciese ajena a las contradicciones de índole re- po que se asignan, para el desarrollo de las actividades, fondos del
ligiosa que agitaban a la sociedad porteña. Desde el comienzo, y du- presupuesto provincial.
rante prácticamente toda su historia, la mayor parte de las integran-
tes de la Sociedad participaron activamente de la vida de diversas El impulso asociativo de Buenos Aires tuvo algún que otro
asociaciones católicas, como la orden tercera franciscana. Más aun, reflejo en Cuyo. Es conocida la acción del gobierno de Salvador Ma-
existen sólidos indicios de que entre las fundadoras y las demás so- ría del Carril en San Juan, cuya caída en 1825 estará tan ligada a sus
cias de la primera hora se entabló un debate bastante fuerte en tor- intentos reformistas de corte rivadaviano. Del Carril, seguidor de Ri-
no a si era moralmente lícito sumarse a una iniciativa impulsada por vadavia en más de una iniciativa, fundó la Sociedad de Beneficencia
un gobierno juzgado anticlerical, o peor aun, impío. Algunas de es- casi contemporáneamente a la de Buenos Aires, el 18 de febrero de
tas mujeres pertenecían a familias que habían participado durante 1823, como parte también de un proyecto de modernización que in-
decenios de tal orden tercera, lo que puede explicar la renuencia de cluyó la instalación de la primera imprenta y la creación de la prime-
algunas de ellas a incorporarse a la Sociedad y la tajante respuesta ne- ra publicación periódica, la edición de un Registro Oficial que reco-
gativa de algunas de las socias fundadoras designadas, como Flora gía las leyes y decretos de la provincia y el intento fallido de una re-
Azcuénaga, Estanislada Tartaz y Wright y María de los Santos Riera. forma eclesiástica. En Mendoza, bajo la égida del gobernador Pedro 59
Molina, vio la luz una Sociedad Lancasteriana de la que formaron manumitidos en recompensa por servicios militares prestados du-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

parte su ministro Nolasco Videla y un grupo de notables conforma- rante las invasiones inglesas o las guerras de independencia. Los por-
do, entre otros, por el médico escocés Juan Guilles, Juan Crisóstomo centajes de población negra libre se incrementaron, en consecuencia,
Lafinur, Agustín Delgado, Nicolás Villanueva, el padre Nolasco Mo- a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, en términos jurídicos la escla-
yorga, Juan Gualberto Godoy, Tomás Godoy Cruz y José María Sa- vitud fue definitivamente abolida por la constitución de 1853, sus-
linas. Esta Sociedad Lancasteriana mendocina se ocupó, además de cripta por Buenos Aires recién en 1860, de manera que durante todo
sus funciones específicamente pedagógicas, de promover otras ini- el período aquí analizado constituyó un dato de la realidad.
ciativas afines y en cierto sentido complementarias, como la de esta-
blecer y administrar una imprenta, principalmente -aunque no sólo- Como se sabe, las mayores concentraciones de esclavos y
para la edición de textos de carácter pedagógico. En estos aspectos el por lo tanto de población negra de América se encontraban en el
gobierno de Molina presenta paralelismos interesantes con el porte- Nordeste brasileño, en el Caribe y en el Sur de los Estados Unidos,
ño de la misma época: auspició la organización y las actividades de donde funcionaban economías de plantación dedicadas a la produc-
la biblioteca pública y del Colegio de la Santísima Trinidad, e inició ción de azúcar, algodón y tabaco. En el actual territorio argentino los
la publicación, en la imprenta de la Sociedad Lancasteriana, de un esclavos eran empleados mayormente en las actividades domésticas,
Registro Ministerial que reunía las leyes y decretos del Estado y de aunque algunos se desempeñaban como capataces en las estancias de
un periódico «progresista»: El Verdadero Amigo del País. sus dueños o como artesanos. Un esclavo capaz de desempeñarse en
un oficio se cotizaba más caro que los otros, ya que su propietario
podía obtener una renta gracias al producto de su trabajo, en gene-
TAMBORES AFRICANOS ral bien cotizado en una economía crónicamente falta de mano de
obra. Había mujeres solas, por ejemplo viudas, que invertían en es-
Entre 1744 y 1810, aunque en particular a partir del Re- tos esclavos para asegurarse la subsistencia. Además se encontraba
glamento de Comercio Libre de 1778, se verificó en el Río de la Pla- asiduamente a lo negros, esclavos o libertos, practicando la venta
ta un incremento de la población negra que, en el caso de Buenos ambulante de las más diversas mercancías. La fuerte presencia demo-
Aires, llegó a superar proporcionalmente el crecimiento numérico gráfica de la población de origen africano y la heterogeneidad jurídi-
de los blancos. Si bien por regla general los africanos llegaron a la re- ca y ocupacional que la caracterizaba condujo a que prevalecieran
gión en calidad de esclavos, las variadas formas de manumisión le- entre los negros de la colonia dos formas de sociabilidad: la de carác-
gales permitieron el acceso a la libertad de muchos de ellos. Algunos ter religioso que ofrecían las cofradías, a la que ya nos hemos referi-
lo lograron por voluntad testamentaria de sus dueños, que de tal do, y las de carácter lúdico que se realizaban en torno a la práctica
modo les agradecían los servicios prestados; otros, en particular los del baile. Una de las actividades principales para la que se organiza-
artesanos, conseguían a veces comprar su propia libertad después de ban los africanos eran en efecto los llamados «tangos», «tambores» o
ahorrar durante años. Otros aun eran adquiridos y sucesivamente «candombes», es decir, las reuniones danzantes que periódicamente
60 liberados con los ahorros de parientes y amigos. Otros, en fin, serán agitaban la quietud de las ciudades coloniales:
«Bailaban todos los domingos y días de fiesta -recuerda organización de las llamadas Sociedades Africanas, que constituyen las

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


José Antonio Wilde-, desde media tarde hasta las altas horas de la principales formas asociativas de la época junto a las que nacen en el
noche, y tan infernal ruido hacían con sus tambores, sus cantos y seno de las elites blancas. Dicho de otro modo: hasta la caída de Ro-
sus gritos, que, al fin, la autoridad se vio obligada a intervenir, y sas los africanos y sus descendientes serán, en el ámbito de los secto-
ordenó se retirasen estos tambores a cierto número de cuadras más res populares, quienes en mayor medida recurran a las prácticas aso-
afuera del sitio que entonces ocupaban». ciativas para la tutela de sus intereses y para la defensa de su vida co-
munitaria. Por otra parte, las Sociedades Africanas surgen también co-
Las voces «candombe» y «tambor» se utilizaban también mo parte del haz de iniciativas puestas en marcha por los rivadavia-
para denominar el lugar en el que se realizaba el baile y el grupo nos en su afán por reglamentar y organizar la vida social. Es así que
que lo llevaba a cabo. Recientemente, Pilar González ha sugerido entre 1821 y 1823 el gobierno comunica al jefe de policía una serie
la relativa espontaneidad de estas reuniones danzantes, o sea, la de disposiciones tendientes a controlar los bailes en las calles y las de-
probabilidad de que no hayan supuesto formas asociativas estruc- más actividades de los negros. El punto de llegada es un reglamento
turadas en base a la pertenencia a un mismo grupo étnico. Sin em- de agosto de 1823 que prescribe el funcionamiento de las Sociedades
bargo, la misma autora reconoce que la realización de los candom- y que otorga un fuerte impulso a la actividad asociativa de los negros.
bes era precedida por una cierta actividad organizativa que incluía
la recolección de fondos, la determinación del lugar de reunión y Como explica Pilar González, a quien seguimos en este
el reclutamiento de músicos y coreógrafos. Ahora bien, ¿existe re- punto, también las Sociedades Africanas comenzaron a funcionar a
lación entre las actividades de las cofradías de negros y los candom- partir de entonces a la manera de organizaciones fundadas sobre la
bes? No hay acuerdo al respecto entre los historiadores, y los docu- base de vínculos contractuales: los miembros, pertenecientes a una
mentos no parecen ofrecer una respuesta unívoca. Mientras Geor- misma «nación» africana, eran considerados iguales entre sí, elegían
ge Reid Andrews y Miguel A. Rosal señalan una evolución desde a sus autoridades y gozaban de la facultad de revocar sus mandatos.
la cofradía hasta la «nación africana», Pilar González subraya la di- El gobierno da origen con el reglamento a un tipo de asociación ét-
ficultad de distinguir la fiesta religiosa del júbilo desatado en tor- nica nueva, fundada sobre las antiguas formas de sociabilidad y los
no al tambor, que a menudo se producen en las mismas fechas y tradicionales vínculos de solidaridad, pero dotada de un grado de
convocan a las mismas personas. Hemos visto ya el testimonio del institucionalización que no conoce precedentes. El reglamento esta-
párroco de La Piedad de Buenos Aires a este respecto: es posible blece los objetivos de las organizaciones y entre ellos el más impor-
que los lazos cofradiales hayan sido utilizados regularmente para tante: la obtención de la manumisión, por medio de préstamos a ba-
convocar a las fiestas danzantes y organizarlas. jo interés, de los socios que permanecían en la condición de esclavos.
Las Sociedades debían ocuparse además de velar por la conducta mo-
El verdadero salto cualitativo se produce, también en este ral, la educación y la laboriosidad de los miembros, y de celebrar
caso, durante la gestión de Rivadavia como ministro de gobierno de anualmente una misa por las almas de los que hubiesen fallecido.
Buenos Aires: a partir de entonces el Estado provincial impulsa la En estos puntos se perciben, a la vez, reminiscencias de las antiguas 61
organizaciones cofradiales -que, dicho sea de paso, no han dejado de de Sociedades atentaba contra el principal objetivo del gobierno, que
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

existir- y el interés del gobierno por garantizar el control social de un había sido el control sobre la población negra, más difícil de lograr
sector de la población potencialmente turbulento. Sin embargo, en la medida en que el número de entidades aumentaba. Podría su-
también en este caso la asociación propiciada por el Partido del Or- ponerse también que la tendencia a la fragmentación debilitó a las
den se caracteriza por su carácter esencialmente laico, al menos en el asociaciones étnicas, pero sabemos que conservaron su vitalidad y
sentido de su independencia respecto de las autoridades eclesiásticas. que en la segunda mitad de la centuria habrán de derivar hacia mo-
dalidades asociativas menos arcaicas, orientadas algunas a la ayuda
La información es fragmentaria y proviene sobre todo de mutua, otras a actividades lúdicas y otras incluso a la política26.
los archivos policiales -los de las Sociedades, que el reglamento
mandaba organizar, o no existieron nunca o se perdieron todos-,
de manera que poseemos poca información sobre el desarrollo de LECTURAS Y DEBATES
estas organizaciones. Sabemos que desde 1823 se incrementaron
numéricamente de manera más o menos constante, con momen- Mención aparte merecen las asociaciones de índole cultu-
tos de auge en torno a 1825 y a 1830. La posibilidad de un fun- ral que surgen en Buenos Aires en las décadas de 1820 y de 1830,
cionamiento reglamentado parece haber dado un importante im- en general relacionadas con el impulso dado a estas formas de so-
pulso a la creación de estas entidades: en los primeros cinco años ciabilidad de la élite letrada durante la «Feliz experiencia», y en par-
posteriores a la aprobación del reglamento adoptaron esta forma ticular con la vida de la flamante Universidad de Buenos Aires, fun-
asociativa las naciones Conga, Benguela, Cabunda, Mina, Mon- dada en 1822. Entre las características que las distinguen de las ex-
dongo, Mongolo, Moros, Lubolo, Mozambique, Angola, Carabari periencias de la etapa anterior figura el hecho de que no se piensan
y Houombe. Es posible que la multiplicación de las asociaciones a sí mismas como expresión de la acción insurreccional independen-
esté relacionada también con el fuerte incremento que se verificó tista: la guerra contra España está tocando a su fin y de cualquier
en el número de esclavos como consecuencia de las capturas reali- manera se desarrolla lejos de las fronteras porteñas. Es novedoso
zadas durante la guerra con el Brasil. Los negros que llegaron a las también el intento de llegar a un público más amplio, de superar el
provincias argentinas en ese contexto, a pesar de que se beneficia-
ban teóricamente por la libertad de que gozaba automáticamente
todo esclavo que pisara el Río de la Plata, fueron sometidos a una 26. P. González Bernaldo aporta una hipótesis bien interesante para explicar esa
multiplicación de las asociaciones africanas: ella habría tenido relación con una tendencia
reglamentación especial que los mantenía sujetos a sus nuevos a la fragmentación que el reglamento de 1823 no habría hecho sino estimular, al
amos durante un determinado período, según la franja etaria de permitir con bastante facilidad el nacimiento de nuevas instituciones. Las normas de
admisión preveían, en efecto, que cada Sociedad estuviera compuesta por personas
pertenencia. Menos probable es que el nuevo salto que se produ- pertenecientes a una misma «nación» africana, pero es posible que las diferencias dentro
ce hacia 1830 tenga que ver con el acceso al gobierno por parte de de cada grupo «nacional», evidentes para los negros, hayan sido imperceptibles para el
gobierno. De tal manera, la creación de nuevas instituciones podría haber respondido
Rosas, dado que no existen disposiciones emanadas al respecto a la necesidad de recrear antiguas identidades étnicas «aplastadas» por la realidad de la
62 durante su primer año de gestión. Lo cierto es que la proliferación esclavitud y el desarraigo.
estrecho marco de los grupos revolucionarios para dirigirse a secto- La elección del tema estaba relacionada con la revaloriza-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


res más amplios de la elite27. No se trata de un fenómeno singular: ción de las culturas indígenas que acompañó al proceso revoluciona-
en otras ciudades iberoamericanas nacen en estos años asociaciones rio en el plano ideológico, pero también con el momento particular
similares, orientadas a fomentar las letras, el teatro, la educación a que vivía la Provincia de Buenos Aires en cuanto a su política de
través del método lancasteriano y la música en sus diferentes expre- fronteras. En febrero el gobernador Martín Rodríguez había partido
siones. Entre las porteñas cabe mencionar en primer lugar la Socie- de la ciudad comandando una expedición al «desierto», de manera
dad Literaria, creada en 1822 por iniciativa de algunos miembros que el tema era motivo de preocupación, entre otras cosas porque era
del elenco gobernante y orientada a enriquecer la vida cultural de la necesario armonizar de algún modo las ideas reivindicatorias del pa-
provincia. El esquema nos es familiar: reuniones en las que se leen sado indígena con los intereses concretos de la provincia, que con-
y se discuten trabajos que luego habrán de publicarse en un perió- ducían a operaciones militares contra algunos de ellos. Por este mo-
dico, en este caso órgano difusor de ideas y de información de cor- tivo, el tema había sido pensado con el objeto de dar lugar a una
te oficialista. En efecto, la Sociedad Literaria se coloca en continui- reflexión que pudiera ser en el futuro de aplicación práctica:
dad con algunos de los experimentos anteriores en su intención de
contribuir al desarrollo intelectual y social a partir de una asocia- «¿Podrán nuestros pueblos civilizados sacar algún partido
ción que cuenta no simplemente con la tolerancia, sino con el apo- de ellos, sea en punto a comercio, rentas o acumulación de pobla-
yo decidido del gobierno. De hecho, la actividad de la Sociedad bus- ción, o sería posible algún género de cultura, y por qué medio? ¿Se
ca explícitamente complementar la acción del gobierno en su tarea han de tratar como naciones separadas, o han de ser reconocidos
reformista y civilizadora. Lo ilustran los certámenes organizados como enemigos a quienes es preciso destruir?»
con el objeto de elegir y premiar trabajos escritos cuyos resultados
podían eventualmente traducirse en medidas de «utilidad pública». Aparentemente análoga, pero cargada de connotaciones
Así por ejemplo, el 25 de mayo de 1823 se ofreció uno de tales pre- diferentes por el contexto en que surge, es la experiencia que en
mios -en general consistentes en medallas- al autor que presentase 1833 pone en marcha un grupo de alumnos de la Universidad con
el mejor escrito según la consigna de la apertura de una Asociación de Estudios Históricos y Sociales. La Aso-
ciación debía servir, también en este caso, como ámbito de discusión
«Determinar, por los acontecimientos históricos, el nú- de trabajos escritos, en reuniones semanales que se tuvieron prime-
mero de pueblos indígenas que habitaron el territorio del Río de la ro en la casa de Miguel Cané y luego en una habitación de alquiler
Plata, al tiempo de su descubrimiento, y qué influencia tuvo este cercana a la Universidad. Eran los tiempos de la revolución liberal de
acontecimiento sobre su civilización y estado». 1830 en Europa y los inicios del ascenso al poder en Buenos Aires
de Juan Manuel de Rosas, y los jóvenes de la generación románti-
ca que será conocida con el nombre de Generación del ‘37 estaban
27. P. González Bernaldo, «Pedagogía societaria y aprendizaje de la Nación en el Río
de la Plata», en A. Annino, L. Castro Leiva y F.-X. Guerra, De los Imperios a las
dando sus primeros pasos: organizados en base a un reglamento, se
Naciones: Iberoamérica, Zaragoza, Ibercaja, 1994, p. 458. proponían en esta instancia debatir ideas y completar de ese modo 63
la formación que la Universidad, ya en decadencia, les brindaba ca- locales y extranjeros, por lo que las reuniones tenían lugar luego
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

da vez con menor nivel de excelencia. Sabemos muy poco de las vi- del horario de finalización de la jornada laboral. El perfil de los
da efímera de esta Asociación, que ha sido considerada con fre- miembros del Salón nos revela, sin embargo, más bien un público
cuencia el antecedente inmediato del Salón Literario que unos joven y en general graduado o al menos estudiante avanzado de la
años después se organizó en torno al librero Marcos Sastre. Universidad. El monto de la cuota se triplicó respecto de la del ga-
binete de lectura que funcionaba previamente en la misma librería,
En sus inicios el Salón Literario presentaba modalidades y con ello el público se volvió más exclusivo, pero algunos partici-
de funcionamiento similares a las de los gabinetes de lectura que pantes fueron admitidos por la calidad de su formación intelectual
existían en algunas librerías; en ellos, a cambio del pago de una y de sus intervenciones. Como se sabe, el Salón constituirá la base
cuota mensual, el librero ofrecía la consulta de los volúmenes y la de la Asociación de Mayo que en breve reuniría a los jóvenes de la
participación en actividades grupales, como la lectura de textos en Generación del 37, para quienes la idea de asociación constituía un
voz alta y el debate de temas. Marcos Sastre, un uruguayo que ha- elemento clave en la formación del espíritu republicano sobre el
bía comenzado sus estudios universitarios en Córdoba y los había que se habría de construir la nación argentina. En diferentes textos
retomado en Buenos Aires desde 1830, abrió en 1833 una libre- salidos de la pluma de jóvenes románticos como Echeverría o Már-
ría en la que comenzaron a reunirse algunos de sus compañeros de mol, por mencionar sólo un par de ejemplos particularmente no-
estudios. Algunos de ellos serían en el futuro activos protagonis- torios, la asociación es la instancia de superación del arcaísmo que
tas de la vida intelectual y política del país: Vicente Fidel López, detectan en la sociedad rioplatense, el punto de equilibrio entre los
Juan Bautista Alberdi, Miguel Cané y Marcos Avellaneda, entre intereses individuales y colectivos, la llave maestra de la civiliza-
otros. Además de estos estudiantes para los cuales Sastre constituía ción, el ámbito de introyección de los valores democráticos. Para la
una especie de líder, la librería-biblioteca comenzó pronto a ser generación romántica, en suma, la práctica asociativa constituye
frecuentada por otras figuras de la elite letrada de la ciudad. Ar- un elemento crucial para la construcción de una nación cuya pie-
mado de una erudición adquirida en su labor de editor y como es- dra angular son las formas de sociabilidad «civilizadas».
tudiante en tres ciudades, Sastre sabía orientar a sus clientes-ami-
gos en sus búsquedas bibliográficas. En su librería, que permane- Estos fermentos que dinamizan la vida cultural de la elite
cía abierta hasta tarde, era posible leer periódicos y libros referi- cultivada porteña presentaban puntos de contacto con los salones de
dos a los temas de mayor interés: literatura, novedades culturales, lectura que en el siglo XIX funcionaban en el seno de los círculos co-
política internacional, filosofía. merciales extranjeros, cuyo origen se remonta a los albores mismos
de la revolución. Ya en 1810 funcionaba una Sala de Comercio en la
De esa iniciativa a la vez comercial y cultural es que na- que se reunían los residentes anglófonos: en ella los mercaderes y
ció, en junio del año 1837, el Salón Literario, ámbito de discusión marinos ingleses y norteamericanos compartían sus momentos de
de lecturas y trabajos que funcionaba en la trastienda de la librería. ocio y la charla sobre temas de interés común, intercambiaban infor-
64 De él tomaron parte estudiantes universitarios junto a comerciantes maciones, encontraban los periódicos de sus países de origen y otros,
aun, establecían relaciones de amistad y acordaban tratos y contratos. Puede ser que el autor confunda instituciones diferentes:

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


Nos la describe el autor inglés anónimo de Cinco años en Buenos Aires, de otros testimonios se desprende que no era a la Sala que los
que la frecuentó en la primera mitad de la década de 1820: mercaderes de otras nacionalidades distintas de la inglesa tenían
vedado el acceso, sino a la British Friendly Society, que funciona-
«La Sociedad Comercial Británica es una empresa exclusi- ba en su interior. Parece claro, de cualquier modo, que en 1829
vamente inglesa. Por reglamento, ninguno que no sea de esa nacio- se produjo una reorganización de la asociación como resultado
nalidad puede ser socio. Los actuales miembros son cincuenta y de los acuerdos comerciales de 1825 con Gran Bretaña, y que en-
seis en número; la cuota es reducida. Fue fundada en 1810, y es no tonces se amplió el universo de los participantes con la apertura
solamente un lugar de esparcimiento sino una valiosa oficina de in- de la Buenos Aires Comercial Room.
formaciones. Se lleva una prolija cuenta del movimiento portuario
y de la exportación e importación». ¿Qué tienen en común estas diferentes experiencias? Cla-
ramente, la construcción de espacios en los que la lectura, el acce-
Los socios podían acceder además a publicaciones y mate- so a la información y el intercambio de ideas ocupan un lugar cen-
riales de trabajo que difícilmente podían poseer en forma individual: tral. Pero entre la Sociedad Literaria y los espacios de sociabilidad
y lectura de los comerciantes extranjeros media, sin embargo, una
«Hay excelentes anteojos con los que pueden distinguirse distinción importante en cuanto a la relación con el Estado: mien-
las banderas de los barcos a gran distancia. Hay toda clase de pe- tras la primera nace por inspiración del elenco que dirige los des-
riódicos británicos y otras publicaciones. Los mejores mapas de tinos de la provincia y en buena medida para apoyar su gestión -
Arrowsmith -con los cuatro cuartos del mundo- se hallan allí, así de hecho, algunos de sus miembros ocupan cargos a nivel minis-
como cartas de navegación del Río de la Plata. Hay una biblioteca terial o en la Sala de Representantes-, la asociación británica y las
de libros ingleses que contiene seiscientos volúmenes, número que sucesivas experiencias que surgen por iniciativa de los jóvenes ro-
aumenta diariamente». mánticos nacen y funcionan con autonomía respecto de ese po-
der. Los jóvenes que gravitan en torno al Salón Literario van a en-
El testimonio es menos claro en relación a quiénes podían frentarse, en general, con el naciente rosismo y muchos se verán
formar parte de la asociación: obligados a tomar la senda del exilio. Para ellos la práctica asocia-
tiva constituirá, declarado el conflicto, un desafío lanzado contra
«…todo extranjero puede enterarse de las noticias del día, un régimen que juzgan opresor. En este sentido, sobre todo, es
aunque, dada la naturaleza de la institución, sólo los ingleses pueden que iniciativas tan diferentes como el Salón y la Sala de Comercio
ser miembros. Una vez cada tres meses los socios se reúnen en una constituyen una novedad: representan manifestaciones de una so-
comida en el hotel de Faunch para tratar los asuntos de la sociedad. ciedad civil en gestación, iniciativas espontáneas de asociación de
Criollos y extranjeros pueden suscribirse. Varios caballeros nortea- individuos movidos por un interés común, incipientes instancias
mericanos y algunos criollos que hablan inglés se han hecho socios». de mediación entre el Estado y la sociedad. 65
Fragmento de bandera de grupo afroamericano.
Durante los candombes de carnaval, distintos grupos -todos en declarado apoyo al rosismo-, salían con sus banderas identificatorias.
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
FEDERALES CONTRA LOGISTAS

La «Feliz experiencia» derivó en un nuevo intento de orga- todas las convulsiones incidieron sobre él de la misma manera. En
nización nacional destinado también al fracaso: el Congreso de Buenos Aires, donde la actividad en este sentido era más dinámica,
1824-1827, la presidencia de Rivadavia, la guerra con el Brasil y la hasta 1839 el número de asociaciones no dejó de crecer año tras año.
constitución unitaria de 1826 conducen a un nuevo derrumbe del Las dificultades se presentan en torno a ese momento crítico que se
poder central, a una crisis económica caracterizada por la inflación produce en 1838-1839: tiene lugar a partir de entonces una polari-
galopante y a los sucesos que han de determinar en 1829 el ascen- zación política de las organizaciones porteñas que presenta por un
so de Rosas al poder en la Provincia de Buenos Aires. Luego, como lado a las Sociedades Africanas, en general encuadradas en la facción
resultado de la derrota de la liga unitaria en 1831 y el asesinato de federal rosista, y por otro a las asociaciones surgidas en el ámbito de
Facundo Quiroga en 1835, la política rioplatense va a conocer la las elites, que se manifiestan en general, por el contrario, opuestas a
hegemonía de los federales adeptos al Restaurador de las Leyes. Las la política del Restaurador. No se sostiene, entonces, la idea de que
turbulencias se prolongan a lo largo de los decenios sucesivos: entre la llegada de Rosas al poder en Buenos Aires haya implicado cam-
1829 y 1839 hubo en Buenos Aires tres sublevaciones -1829, 1833 bios inmediatos para las asociaciones, que parecen haber seguido
y 1839-, en 1837-1838 se desataron la guerra contra la Confedera- funcionando normalmente y aumentado incluso su número en for-
ción Peruano-Boliviana comandada por el Mariscal Santa Cruz, la ma sostenida hasta fines de la década de 1830. De hecho, en sus pri-
guerra civil oriental y el bloqueo francés. La guerra civil entre uni- meros años de gobierno Rosas pone en marcha una serie de «comi-
tarios y federales asoló a casi todas las provincias argentinas y el blo- siones» en los pueblos de campaña con el fin de refaccionar los tem-
queo anglofrancés de 1845-1849 dio lugar a dificultades económi- plos o construirlos nuevos. Se trata aun de la vieja práctica de orga-
cas y a ulteriores operaciones militares. Por último, la relativa paz nizar desde el Estado instituciones para delegar en ellas tareas que en
alcanzada hacia 1848-1849 demostró su fugacidad cuando a partir principio competen a la administración pública. Estas «comisio-
de 1851 comenzó a tejerse el entramado político y militar que nes», nuevas en la campaña, están por lo general presididas por el
derivaría en la caída de Rosas, resultado de la derrota militar del cura y por el juez de paz e integradas por vecinos notables y fede-
régimen en la batalla de Caseros en febrero de 1852. rales sin dobleces, que Rosas elige muy cuidadosamente. No se
trata por tanto de asociaciones, sino de comisiones delegadas del
Por supuesto, estos vaivenes de la política y de la guerra que gobierno. Pero las tareas que organizan -recaudación de fondos,
afectaron seriamente la vida social rioplatense no dejaron de alterar movilización de recursos del vecindario- involucran a gran cantidad
tampoco la del incipiente movimiento asociativo. Sin embargo, no de personas además de los miembros de la comisión, y de alguna 67
manera establecen mecanismos de ayuda mutua para la consecución extranjeros, mientras las elites locales tenderán más bien a recluirse
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

de determinados fines que hacen al interés general de la población. en la intimidad del hogar y de las tertulias, así como en otros espacios
de la sociabilidad regidos por los vínculos primarios.
Pero en la medida en que el régimen debe enfrentar coyun-
turas políticas más graves el control de la sociedad se vuelve gradual- La irlandesa se cuenta entre las más dinámicas de las inci-
mente más férreo. El gobierno de Rosas, ante la necesidad de gene- pientes colectividades extranjeras presentes en Buenos Aires. La pre-
rar un discurso que suscitara adhesiones incondicionales, construyó sencia de irlandeses, ínfima antes de la revolución, crece con las in-
una imagen de su enemigo que fue ganando amplitud hasta incluir vasiones inglesas de 1806-1807 y continúa en aumento en la déca-
a quienes no se pronunciaban con suficiente claridad en su apoyo. da de 1810, cuando ya es posible hablar de una pequeña colonia
Ese enemigo amplio y por momentos demasiado vago organizaba que se desgrana en apellidos como Craig, O’Gorman, Cullen, Do-
sus «maquinaciones», de acuerdo con el vocabulario rosista, en el se- gan, Lynch, O’Brien, Bradley, Sullivan, Sheridan y Armstrong. Al-
no de las detestadas «logias unitarias». Ahora bien, el contenido que gunas de estas familias revistieron importancia en el ámbito co-
ese discurso asigna a tal concepto tiende a incluir en él a las más no- mercial, en las profesiones liberales y en la práctica de oficios arte-
vedosas de las experiencias asociativas que se multiplicaron desde los sanales. En algunos casos se trata de propietarios de establecimien-
tiempos de Rivadavia. «Logistas» serán considerados los unitarios, tos -hoteles, pensiones, almacenes, sastrerías, algunas estancias-
pero también los exiliados políticos, los masones -cuya presencia en que habrán de ofrecer, a partir de entonces, la primera oportuni-
el Río de la Plata no es clara entonces- y los integrantes de las aso- dad laboral a los nuevos inmigrantes. La localización predominan-
ciaciones socio-culturales de la elite cultivada. En otras palabras, las temente urbana de esta primera fase irá sin embargo modificándose,
facciones en pugna se definen a partir de diversas modalidades de so- y hacia mediados de la década de 1840 los irlandeses empezarán a
ciabilidad, como queda claro a través de la lectura de las obras de los especializarse en la cría de ovinos para la producción de lana29.
románticos -Mármol, Echeverría, Sarmiento- y del análisis del dis-
curso y las prácticas políticas del bando federal rosista28. A partir de La evolución numérica de la comunidad irlandesa no es
esos años toda reunión «pública» deberá contar con permiso previo muy clara para la primera mitad del siglo XIX, y en buena medi-
de las autoridades, de modo que se ve seriamente obstaculizada la ac- da se confunde con la de los demás súbditos británicos. Sin em-
tividad asociativa que había crecido no sólo durante el período riva- bargo, parece que hacia mediados de la década de 1820 había en
daviano, sino también en los primeros diez años de gobiernos fede- el país unos 1.355 súbditos británicos en general de los cuales 500
rales. Las pocas asociaciones que seguirán funcionando más o menos serían irlandeses, y en 1831 se registran 4.072 súbditos británicos,
regularmente serán las africanas y las organizadas e integradas por en su mayor parte artesanos. Pero en vísperas de la caída de Rosas

28. P. González Bernaldo, «Pedagogía societaria…», ob. cit., p. 465. 29. J. C. Korol, Juan Carlos e H. Sabato, Cómo fue la inmigración irlandesa en
68 Argentina, Buenos Aires, Plus Ultra, 1981.
los irlandeses alcanzaban el número de 3.500. Esta comunidad di- de la sociedad receptora, los inmigrantes no se sentían cómodos con

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


námica en su evolución demográfica comienza tempranamente, ya el clero local, al que percibían como excesivamente ritualista y dis-
en las dos décadas que corren entre mediados de la de 1820 y me- tante. Prefieren otro tipo de perfil sacerdotal, de corte más pastoral:
diados de la de 1840, a ensayar formas de asociación orientadas a la «los sacerdotes en Irlanda mantienen contacto permanente con sus
ayuda mutua y a la protección de sus intereses colectivos en una tie- fieles, conocen a todos, sus relaciones mutuas son amistosas y fre-
rra en la que se hablaba otro idioma, existían otras costumbres y cuentes; no se limitan a los actos oficiales en el templo y despacho
surgían otras comunidades de extranjeros que podían eventualmente parroquial», dicen30. Ya en los primeros años del siglo XIX la peque-
disputarles espacios y oportunidades. ña colectividad tenía un capellán, el dominico Edmundo Burke, que
la sirvió hasta su muerte en 1826. Hacia 1830 encontramos una So-
ciedad Católica Irlandesa, que logra en 1843 el envío, por parte del
arzobispo de Dublín, de un segundo sacerdote para hacer frente al
crecimiento numérico de la colectividad y su dispersión por la cam-
paña. Como resultado de las gestiones llega a Buenos Aires en 1844
el también dominico Antonio Fahy, figura central de la comunidad
hiberno-argentina hasta su fallecimiento en 1871.

Fahy desarrolla durante años una intensa labor pastoral en


la ciudad y en la campaña, que recorre periódicamente para aten-
der a sus feligreses dispersos en chacras y estancias. Pero además
atiende todas las necesidades de la colectividad, desde acoger y
conseguir trabajo para los recién llegados hasta casar conveniente-
mente a las muchachas en edad de merecer. En este sentido, el sa-
cerdote constituye un nudo fundamental de las redes de solidari-
dad que estructuran a la comunidad. A partir de 1844, el sacerdo-
Cementerio Británico, litografía de C. E. Pellegrini te emprendió una serie de iniciativas para las que se requería la co-
laboración de los irlandeses residentes y que cristalizarán en un te-
Entre las particularidades de la comunidad hiberno-argenti- jido institucional: la Irish Immigrants Infirmary, nacida para aten-
na se cuenta la de haber encontrado en la Iglesia Católica las estruc- der a los inmigrantes que llegaban enfermos, constituyó el germen
turas y los mecanismos adecuados para organizar la vida colectiva. Pe- del Hospital Irlandés que funcionará hasta 1874; el problema de la
ro no nos referimos a la Iglesia local, sino a una suerte de trasplante
de personal eclesiástico que los irlandeses realizan a partir sobre todo
de 1830. En efecto, a pesar de compartir la confesionalidad católica 30. J. C. Korol e H. Sabato, Cómo fue la inmigración…, ob. cit, p. 21. 69
educación y de la conservación de la cultura de origen fue resuel-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A EL ASOCIACIONISMO EN LA GENERACION DEL ‘37
to con la contratación de maestros y más tarde con la apertura de
LA ASOCIACION EN LA LITERATURA ROMANTICA colegios irlandeses. En este plano de la asistencia sanitaria y edu-
cativa de la colectividad se revelará importante la acción desarro-
El diálogo tiene lugar en una reunión constitutivos del país para alcanzar a saber llada por las Hermanas de la Misericordia desde 1856. Para dar ca-
clandestina de jóvenes que conspiran para exactamente si no fue un error de la re- da uno de estos pasos -en particular para recaudar los fondos ne-
derrocar a Rosas: volución de Mayo excomulgar el princi-
- «Sí, la asociación -dijo uno de los jóve- pio monárquico, cuando esa revolución
cesarios- era preciso poner en movimiento las redes de solidaridad
nes-, la asociación hoy para defendernos desprendió a estos pueblos del yugo de comunitarias estructuradas en torno a Fahy.
de la Mazorca, para esperar la revolu- hierro que le imponía un rey extraño,
ción, para colgar a Rosas. para estudiar, en fin, los efectos por que
- La asociación mañana -dijo Daniel, hemos pasado, en las causas generales
Pero no todas las organizaciones de extranjeros podrán fun-
alzando por primera vez la voz, y sacu- que los ha motivado. cionar sin dificultades. La identificación de los franceses como aliados
diendo su altiva, fina e inteligente cabe- ¿Queréis patria, queréis instituciones y de los enemigos «logistas unitarios» llevó por ejemplo a que en 1832
za-: la asociación mañana para organizar libertad, vosotros que os llamáis herederos
el cónsul, a solicitud de Rosas, se pronunciara en contra de la petición
la sociedad de nuestra patria. de los regeneradores de un mundo? Pues
La asociación en política para darle bien; recordad que ellos y la América toda, de un grupo de artesanos que pretendía organizar una asociación de
libertad y leyes. fue una asociación de hermanos durante ayuda mutua. Mendeville, marido a esa altura de Mariquita Sánchez
La asociación en el comercio, en la la larga guerra de nuestra independencia,
y partidario de Rosas, justificó su postura aludiendo a las supuestas
industria, en la literatura y en la ciencia para lidiar con el enemigo común, y aso-
para darle ilustración y progreso. ciaos vosotros para lidiar contra el ene- intenciones subversivas de uno de los solicitantes. La negativa a la or-
La asociación en todas las doctrinas del migo general de nuestra reforma social: ganización de la Société Mutuelle de Bienfaisance des Artisans Français
cristianismo para conquistar la moral y ¡la ignorancia!; contra el instigador de
derivó entonces en la constitución de una asociación con finalidades
las virtudes que nos faltan. nuestras pasiones salvajes; ¡el fanatismo
La asociación en todo y siempre para ser político!; contra el generador de nuestra filantrópicas auspiciada por el consulado, que por ser fácilmente
fuertes, para ser poderosos, para ser euro- desunión, de nuestros vicios, de nuestras controlable contó con el beneplácito del gobernador.
peos en América. pasiones rencorosas, de nuestro espíritu
La asociación de los individuos y de los vanidoso y terco: ¡el escepticismo religioso!
pueblos para estudiar filosófica y prácti- Porque, creedme, nos falta la religión, la Las asociaciones nativas que pudieron funcionar sin ma-
camente si esta República que improvisó virtud y la ilustración, y no tenemos de yores problemas durante este período difícil fueron aquellas que
la revolución de Mayo, fué una inconve- la civilización, sino sus vicios.» manifestaron sin ambages su adhesión al régimen, en particular las
niencia política, hija de las necesidades
del momento, o si debe ser un hecho José Mármol, Amalia, Buenos Aires, Sociedades Africanas. Entre 1840 y 1852 estas asociaciones desa-
definitivo y duradero. Centro Editor de América Latina, rrollaron sus actividades con total libertad incluso en los espacios
Asociación de estudio sobre los elementos 1979, Tomo I, pp. 237-238. públicos, a la vez que Rosas, a veces acompañado de su familia,
participaba personalmente de algunas de ellas. El gobernador fa-
voreció además a las «naciones» más fieles con donaciones de terre-
nos para el desarrollo de sus actividades comunitarias y con dinero
70 para la asistencia de los integrantes necesitados. Llegó inclusive a
interceder ante la justicia en favor de algunos negros que le eran la Sociedad de Beneficencia, pero solamente posible en el marco de

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


fieles. A cambio de ello los africanos y sus descendientes prestaron tolerancia que caracterizó al gobierno de Yanzón, que permitió el
a Rosas el apoyo militar de los varones y -según narra la memoria regreso de los unitarios emigrados. Nos referimos a la Sociedad
de las familias acomodadas- la actividad de espionaje de las muje- Literaria Dramática Filarmónica, que desarrolló la mayor parte
res, que informaban a la policía y a la Sociedad Popular Restaura- de sus actividades, de carácter cultural y social, en los cinco años
dora ante cualquier indicio de infidelidad política en las familias sucesivos. El gobernador Nazario Benavides (1836 a 1855) im-
de sus amos. Las Sociedades Africanas se movilizaron numerosas plementó también una política de apertura hacia los antiguos
veces para expresar su adhesión a Rosas, regularmente en sus pe- unitarios y hacia los jóvenes románticos, «acaso en el secreto de-
riódicos bailes públicos, particularmente durante el carnaval, pe- signio -especula Horacio Videla- de atraerlos a su propia causa
ro sobre todo en las coyunturas de peligro para la Federación. En política»32. La asociación estaba dirigida por una comisión presi-
uno de esos momentos críticos, como fue el año 1842, los africa- dida por Antonino Aberastain y compuesta por Dionisio Rodrí-
nos organizaron una «suscripción pública» entre las diferentes guez (secretario), Jerónimo Rufino (tesorero), Damián Hudson
«naciones» para financiar la guerra de la Federación contra sus (director de escena), Domingo F. Sarmiento (decorador de teatro
enemigos. Hasta tal punto el apoyo político de los negros era im- y director de salón de baile) y Carlos María Rivarola (ayudante
portante para el régimen rosista, que la oposición realizó algunos del anterior). Los objetivos se relacionan con el desarrollo de una
intentos con el objeto de revertirlo31. sociabilidad culta que busca enriquecer la vida cultural y social
de la provincia, o más bien de la ciudad: se organizan conciertos
En el interior, durante el apogeo de la Confederación ro- a cargo de su propia orquesta, puestas en escena con sus propios
sista, las asociaciones de que tenemos noticia surgen nuevamente actores y pronto organizan además tertulias de baile «los domin-
en Cuyo. En principio, en setiembre del año 1835 se vuelve a fun- gos y aniversarios patrios». La vida de la Sociedad se superponía,
dar la Sociedad de Beneficencia en San Juan, presidida por el en- por otra parte, con las actividades de corte más bien político de-
tonces cura de la matriz, José Manuel Eufrasio Quiroga Sarmien- sarrolladas por la filial local de la Asociación de Mayo, organizada
to, tío del autor del Facundo y futuro obispo de la diócesis. El go- en 1839 por Manuel Quiroga Rosas: con ella se dejó sentir en San
bernador Yanzón (1834-1836) confió a la Sociedad la dirección Juan la influencia de la generación romántica, que ganó las volun-
del cementerio público y el sostenimiento del Hospital de San tades de varios miembros de la Sociedad Dramática Filarmónica y
Juan de Dios, que por entonces se encontraba en condiciones edi- entre ellos la de Sarmiento. En ese mismo año de 1839 y como
licias calamitosas. Pero aun más audaz fue una experiencia nacida parte de un mismo movimiento renovador, habrá de aparecer el
el año anterior, desprovista de las connotaciones semioficiales de semanario El Zonda.

31. P. González Bernaldo, Civilté et politique aux origines de la Nation Argentine. 32. Videla, H., Historia de San Juan, San Juan, Academia del Plata, 1962,
Les socibilités à Buenos Aires, 1829-1862, París, Publications de la Sorbonne, 1999. t. IV (1836-1862), p. 153. 71
«Club del Progreso», fragmento ilustración anónima
Asociación criolla especialmente dedicada al ocio y al esparcimiento, que constituye un punto de referencia para la elite porteña.
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
CASEROS, LA SECESION
Y LA «EXPLOCION ASOCIATIVA»

La caída de Rosas inauguró un período caracterizado por Tanto el gobierno porteño como el de la Confederación de-
el crecimiento económico del litoral y en particular de la Provincia dicarán esfuerzos con el objeto de atraer inmigrantes al país. En 1854
de Buenos Aires, que desde mediados de la década de 1840 había Buenos Aires sancionó una ley que permitía al gobierno la formación
establecido una ligazón más estrecha con los mercados europeos a de una comisión para el fomento de la inmigración, y se decidió la
través de la exportación de lana. El aumento de la población urba- exención del pago de aranceles aduaneros a los buques que introdu-
na y el incremento de la extranjera, que había comenzado a resul- jeran al menos 50 extranjeros. Pero fue sólo en 1857 que se comen-
tar evidente en los últimos años del gobierno del Restaurador, se zó a crear la infraestructura necesaria para la acogida de los recién lle-
consolidó en el marco de los avances del capitalismo y de la econo- gados y se constituyó la Asociación Filantrópica de Inmigración, que
mía de exportación. Políticamente, los años que separan Caseros debía firmar contratos con agentes de emigración europeos. El go-
de 1860 están signados por la secesión de Buenos Aires respecto de bierno nacional residente en Paraná, por su parte, destinó cónsules a
la Confederación Argentina con sede en Paraná, las dos entidades diferentes ciudades del Viejo Continente y favoreció la organización
soberanas que, enfrentadas por una guerra económica permanente de las primeras colonias agrícolas. De tal modo, se calcula que entre
en estos años, habrían de unificarse para constituir la República 1855 y 1859 entraron al país 24.928 extranjeros, que se establecieron
Argentina a partir de 1862. La economía y la sociedad de ese inte- en una muy alta proporción en la región litoral. En su mayoría se tra-
rior que constituye la Confederación Argentina son menos diná- taba de italianos, seguidos de lejos por españoles y franceses; como es
micas que las que encontramos en Buenos Aires, pero en este sen- natural en este tipo de procesos, además, el porcentaje de hombres
tido es necesario diferenciar del resto a las provincias del litoral, adultos solos superaba ampliamente a las demás categorías.
que pondrían en marcha una serie de medidas modernizadoras -
colonización, estructuras portuarias, desarrollo agrícola, ferrocarri- En 1852 comenzaba igualmente una etapa nueva en la
les- para competir con la provincia rebelde y, en el caso de ser po- historia del asociacionismo argentino, un período caracterizado en
sible, conseguir doblegarla. Entre las provincias del litoral y la de este plano por una suerte de «explosión» de experiencias. Se trata-
Buenos Aires hubo, entonces, mayores puntos de contacto que en- ba, por otra parte, de formas asociativas más claramente «moder-
tre ellas y el vasto interior: las mismas ideas liberales y una misma nas», en el sentido de constituir expresiones espontáneas de una so-
mentalidad burguesa y modernizadora se generalizaron en las elites ciedad civil que se volvía más compleja y más autónoma respecto
que sustituyeron en el poder a Rosas en Buenos Aires y dirigieron de un Estado que también se estaba consolidando. Lo eran también
los destinos de la Confederación desde Paraná. porque muchas de ellas, a diferencia de las experiencias anteriores, 73
concitan mayor número de adhesiones, implementan novedosas Diversos factores contribuyeron a la generación de este fe-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

modalidades de funcionamiento -como la elección libre de autori- nómeno. Por un lado, los gobiernos liberales lo favorecieron por-
dades por parte de los socios o la realización periódica de asam- que concebían la vida asociativa -a partir de la influencia de auto-
bleas- e involucran, en su conjunto, a un público más heterogé- res de diferente inspiración ideológica como Tocqueville, Fourier o
neo33. Las formas de sociabilidad elitarias, signo de civilidad, se Mazzini- como un elemento esencial en la empresa civilizatoria
proponen ahora como modelos relacionales a la totalidad del es- que se habían propuesto llevar a cabo. Veían en el desarrollo de la
pectro social, a través por ejemplo de la prensa periódica, que co- sociedad civil un elemento que contribuiría a la formación de un
noce un nuevo período de auge, o de la represión de formas de país republicano y moderno. Más aun, pensaban la nación que
sociabilidad populares como las que tenían por marco las pulperías34. querían construir como una reproducción en gran escala de los
mismos vínculos, voluntarios e igualitarios, que se forjaban en el
Las redes de relaciones solidarias que se tejieron a través de interior de las asociaciones. Ellas serían, en esta perspectiva, «escue-
estas nuevas experiencias asociativas permitían a una gran cantidad las» en las que habrían de aprenderse y asimilarse los valores repu-
de personas hacer frente a problemas originados en la difusión de las blicanos. En este sentido ligado más bien al imaginario, el asocia-
relaciones sociales y económicas que se estaban afirmando; generar y cionismo compartía un lugar privilegiado con la prensa periódica,
consolidar identidades, vínculos de pertenencia y de solidaridad; que logró también un muy amplio desarrollo en estos mismos
promover la defensa de intereses colectivos; o simplemente organi- años. Se producirá entonces una ligazón estrecha entre asociacio-
zar festejos, espectáculos y actividades recreativas. Estas asociaciones nes y prensa periódica: las publicaciones dedicarán espacio a la
agruparon a hombres y mujeres de diferentes orígenes geográficos, aparición -o la desaparición- y a las actividades de las sociedades,
de también distintas proveniencias ideológicas y religiosas, situados mientras éstas utilizarán intensamente la prensa para llegar al resto
en diversos momentos del ciclo vital -aunque los jóvenes demostra- de la sociedad. Se darán algunos casos, incluso, en que los conse-
ron ser en ellas particularmente activos-, de variada extracción social jos directivos de una determinada asociación y el equipo de redac-
y distintas profesiones. Sociedades de ayuda mutua, logias masóni- ción de una publicación estarán compuestos por las mismas per-
cas, clubes sociales y culturales, asociaciones de inmigrantes, socie- sonas. En banquetes, mítines, agasajos, conferencias y otras acti-
dades profesionales, comités destinados a la recaudación de fondos vidades organizadas en el campo asociativo, habrán de participar
para los más diversos fines, grupos religiosos, comisiones de diverso activamente hombres del mundo del periodismo.
tipo… A partir de estos años las experiencias asociativas se multipli-
caron pero también se diversificaron notablemente. El lector comprenderá fácilmente, entonces, que en
este apartado sea menos posible aun que en los anteriores rea-
lizar un análisis exhaustivo de las diferentes modalidades aso-
ciativas existentes, por lo que en las páginas que siguen nos de-
33. H. Sabato, La política en las calles: entre el voto y la movilización. Buenos Aires,
Buenos Aires, Sudamericana, 1998, cap. 2.
beremos limitar a presentar algunas de las que consideramos
74 34. P. González Bernardo, «Pedagogía societaria…», ob. cit., p. 466. más significativas.
LOS CLUBES DEL OCIO El Club nació en marzo de 1852 a iniciativa de Diego de

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


Alvear, quien convocó a otros 56 vecinos para proponerles formar
Hay además, a la caída de Rosas, una percepción comparti- parte de la iniciativa. En las intenciones de Alvear, el Club debía ser
da en vastos sectores de las elites, tanto de la porteña como de la que capaz de «devolver el espíritu de asociación con la reunión diaria de
rige los destinos de la Confederación: se siente la necesidad de recon- los caballeros más respetables, tanto nacionales como extranjeros...
struir vínculos y limar las asperezas que un reciente pasado de discor- uniformando en lo posible las opiniones políticas por medio de la
dias, destinado a no desaparecer todavía, ha introducido en la socia- discusión deliberada y mancomunar los esfuerzos de todos hacia el
bilidad de las clases acomodadas. Y esta sensación estará de algún mo- progreso moral y material del país»35.
do en la base de algunas convocatorias a constituir asociaciones de di-
verso tipo; algunas de ellas conocerán una continuidad remarcable, En un contexto políticamente conflictivo, con una socie-
mientras otras sucumbirán a causa, justamente, de los enfrentamien- dad que dividía su opinión entre el apoyo a Urquiza y la defensa de
tos políticos que intentaban superar y que los acontecimientos de la los intereses de la provincia, luego de años de luchas facciosas y de
década de 1850 tenderán a exacerbar. Por ejemplo, cuando Bartolo- violencia, de persecuciones y de difidencias, Alvear pensaba en un
mé Mitre organizó a su regreso del exilio el Instituto Histórico y Geo- espacio de sociabilidad que permitiera reconstituir lazos y solidari-
gráfico del Río de la Plata, que funcionaría fugazmente de 1854 a dades en el interior de la elite. Más aun -y aquí tenemos un claro
1856, su propósito era fomentar el intercambio de ideas superando las ejemplo de interacción entre una asociación y una publicación pe-
rencillas facciosas que, sin embargo, parecen haber sido determinan- riódica-: a los pocos días Alvear fundó el diario «El Progreso» con el
tes en el naufragio de la experiencia. Esa misma voluntad de pacificar objeto de difundir las mismas ideas. Efectivamente, el diario vio la
las pautas de sociabilidad se descubre en las motivaciones que llevaron luz el 1° de abril de 1852 afirmando su convicción de que «la dis-
a la fundación del Club del Progreso, una asociación orientada princi- cordia disuelve y no amalgama... excita las malas pasiones, debilita
palmente al ocio y al esparcimiento, y que ha de constituir un punto la acción del gobierno y rompe el lazo que debe unir a los pueblos
de referencia para la elite porteña hasta bien entrado el siglo XX. cuando más necesitamos estrecharlos». De tal manera, era preciso
«poner en contacto las ideas y los hombres, para hacer desaparecer
el egoísmo y acordar la decidida protección al trabajo». Estas eran
las premisas para superar las divisiones que laceraban a la provincia
y al país todo, conditio sine qua non, en opinión de Alvear, para
lograr ese «progreso» que identificaba nominalmente al Club.

35. L. Gálvez, Club del Progreso (1852-2000). La sociedad, los hombres, las ideas,
Buenos Aires, Ediciones del Club, 1999, p. 11.
Litografía de Bacle, 1833 La información que sigue referida a esta institución ha sido tomada del mismo trabajo. 75
Estos conceptos aparecen repetidos en una experiencia Pero las discordias políticas que dividieron a la sociedad
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

análoga que nace en Santa Fe al año siguiente: el Club del Orden. En en esos años no dejarán de atravesar la vida de estas instituciones,
su acta de fundación, firmada por notables de la elite santafecina, se a pesar de las intenciones de sus fundadores y de sus primigenias
explicitan las mismas intenciones: declaraciones de principios. Al firmarse el Acuerdo de San Nico-
lás, por ejemplo, las opiniones en el Club del Progreso se dividie-
«El Club que se funda tendrá el nombre de Club del Or- ron entre quienes apoyaban el pacto y quienes lo consideraban
den para expresar con esta palabra el espíritu que guía a sus promo- perjudicial para los intereses porteños. Era imposible sustraer a la
vedores. El Club no tiene tendencia alguna política, sino meramen- institución de debates en los que los socios estaban plenamente
te social. Él es un ensayo práctico del principio de asociación entre comprometidos; ellos eran, en muchos casos, los responsables
los miembros de una sociedad que comienza a disfrutar del benefi- mismos de las decisiones que serían asumidas por la provincia: el
cio de la quietud y de la seguridad individual. El Club presentará a famoso debate en la Legislatura en que se discutió el Acuerdo fue
la autoridad el apoyo moral del ejemplo en respetar sus determina- protagonizado por representantes que en su mayor parte eran
ciones legítimas, y en esto quedarán limitadas las relaciones entre el miembros del Club: Francisco Pico, Vicente Fidel López, José
Gobierno y el Club del Orden. El Club propenderá a estrechar los María Gutiérrez, Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield,
vínculos fraternales de sus miembros y de sus compatriotas en ge- Diego de Alvear... El hecho de que el 28 de junio el urquicista
neral, por medio del respeto recíproco y de los servicios mutuos moderado Delfín Huergo cediese su cargo de secretario de la Co-
uniformando y fomentando los intereses de todos»36. misión Directiva a Rufino de Elizalde parece confirmar que el
conflicto afectó muy directamente la vida del Club. En otras pa-
La comisión directiva, además, hará llegar «un voto de labras: en una asociación compuesta por hombres decididamen-
confraternidad, acompañado con el acta de instalación» a las demás te comprometidos con una vida política turbulenta -que habrá de
asociaciones existentes en la Confederación Argentina, indicio de la derivar en varios hechos de armas en el futuro- era imposible lo-
voluntad de extender los lazos de solidaridad más allá de los límites grar la armonía que su fundador había supuesto indispensable
de la ciudad y de la provincia. En respuesta a esta iniciativa recibi- para el progreso del país.
rán una comunicación del Club Socialista de Paraná «manifestando
su satisfacción por el voto de confraternidad que le hiciera llegar el Pero ¿de qué se trataban exactamente estos clubes? En el
Club del Orden y que han decidido nombrar a los miembros de este caso del de Buenos Aires la prosperidad de la provincia, alterada
club socios honorarios del Club Socialista de Paraná». por años de crisis pero en términos generales creciente, permitió
a la institución contar con instalaciones lujosas en relación al de-
sarrollo material de la ciudad. La sede ocupada entre 1857 y
1900, en la esquina de Perú y Victoria -hoy Hipólito Yrigoyen-,
36. B. M. De Diego, Club del Orden. Anales 1853-1990. Contribución a la historia de
Santa Fe, Santa Fe, Imprenta Macagno, 1990. Las citas que siguen han sido tomadas
era un edificio de tres pisos, dos entrepisos, azotea y mirador,
76 de este mismo trabajo. decorado con papel de pared, alfombras, arañas, cortinas y otros
adornos traídos de Francia. Allí se realizaban tertulias, cenas y

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


COMERCIO, CULTURA Y OCIO
bailes, agasajos y otras actividades en diferentes ocasiones del
año, en particular las fechas patrias y el carnaval. Los bailes eran LA FUNDACION DE UN CLUB DE NOTABLES EN 1853
particularmente cultivados: a diferencia de los clubes ingleses
que le habían servido de modelo, el Club del Progreso supo aco- «En la ciudad de Santa Fe, a los veinti- compatriotas en general, por medio del
ger con favor a las damas porteñas, célebres por su belleza. Pero siete días del mes de Febrero de 1853, respeto recíproco y de los servicios mutuos
reunidos espontáneamente los individuos uniformando y fomentando los intereses
el Club contaba además en esos años, o en los inmediatamente que abajo suscriben, y presididos provi- de todos.
sucesivos, con biblioteca, hemeroteca -durante años la más im- soriamente por el señor don José María «Contribuirá al desenvolvimiento del
portante del país-, barbería, mesas de billar, salones para juegos Cullen, acordaron y se obligaron a esta- Comercio y de la Industria, y a la difusión
blecer una asociación con el título de de las noticias mercantiles.
de naipes y dados, comedor y otros espacios dedicados al ocio y Club del Orden. Y tanto para conoci- «El Club tendrá por una de sus miras
al esparcimiento. miento del público, como para el claro especiales el recomendar la sociedad
deslinde de los objetos del Club y de las santafecina a los ojos del extranjero por
obligaciones que contraen como socios, medio de una hospitalidad despreocupada
El Club del Orden santafecino era bastante similar, aun- han creído necesario hacer la siguiente y generosa, por cuanto están convencidos
que con algunos aditamentos interesantes. Entre las actividades aclaración: sus miembros de que los países situados
más importantes desarrolladas en sus primeros años de vida se des- «El Club que se funda tendrá el nombre en el litoral de la República, no crecerán
de Club del Orden para expresar con en población ni en riqueza sin el concurso
tacan por supuesto los bailes, pero el ocio se combina aquí con ini-
esta palabra el espíritu que guía a sus de los hombres honrados y laboriosos de
ciativas de tipo benéfico. Por ejemplo, al inaugurar su primera sede promovedores. la Europa.
sus miembros decidieron «hacer una rifa con el producido de las «El Club no tiene tendencia alguna po- «Los miembros del Club del Orden,
lítica, sino meramente social. Él es un como padres y como hermanos y esposos,
obras de mano realizadas por varias señoritas con tal motivo y desti-
ensayo práctico del principio de asociación aspiran a que la mujer santafecina tenga
nar lo obtenido a vestir doce pobres designados por los jueces de paz entre los miembros de una sociedad que ocasión de mostrar el relevante mérito
y si hubiera algún sobrante se destinará a los presos». comienza a disfrutar del beneficio de la que debe a la naturaleza y a la educa-
quietud y de la seguridad individual. ción: a este fin establecerá reuniones de
«El club presentará a la autoridad el baile, e implorará a las señoras y señoritas
En las tertulias quincenales en las que alternan los socios apoyo moral del ejemplo en respetar sus su cooperación.»
y sus familiares suelen realizarse estas rifas de «labores de mano» determinaciones legítimas, y en esto que-
para «vestir pobres», o para colaborar con la Sociedad de Beneficen- darán limitadas las relaciones entre el Bernardo M. de Diego, Club del Orden.
Gobierno y el Club del Orden. Anales 1853-1990. Contribución a la
cia provincial, sin dudas compuesta en buena medida por las «da- «El Club propenderá a estrechar los vín- historia de Santa Fe, Santa Fe,
mas», señoras e hijas, de los socios del Club. Estas fiestas periódi- culos fraternales de sus miembros y de sus Imprenta Macagno, 1990, pp. 5-6.
cas empalidecían, sin embargo, en comparación con la del 25 de
Mayo, cuando se organizaba una «tertulia de baile» con asistencia
del gobernador y otras autoridades. El gobierno contribuía a veces
con dinero, con bebidas y con los servicios de la banda de música
provincial, de modo que los festejos oficiales y los del Club tendían 77
a confundirse. El Club cumplía además funciones similares a la «…como el baile es una de las diversiones admitidas entre
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

asociación de comerciantes extranjeros que existía en Buenos Aires nosotros, con aceptación general, el Club Socialista, armonizándose
desde hacía décadas. En el ingreso se encontraba una pizarra en la con el gusto de nuestra sociedad en la consecuencia de sus patrióti-
que se anotaban las entradas y salidas de buques del puerto de la cos fines, dará mensualmente dos tertulias de baile, al que podrán
ciudad, y una comisión de socios estaba encargada «de suministrar concurrir los socios y las familias de éstos...»
diariamente las noticias mercantiles». Poseía, además, como su par
porteño, distintos elementos para enriquecer el tiempo dedicado al Al igual que sus pares, el Club Socialista no dejaba pasar las
ocio y la sociabilidad: billares, juegos de lotería y una sala de lectu- ocasiones propicias para estrechar los lazos que unían a sus miembros.
ra de periódicos en la que podían encontrarse los más importantes En sus instalaciones se reunía «la parte más selecta de las familias» de
de la Confederación y de Buenos Aires. la ciudad y se contaba a menudo con la presencia «de las altas autori-
dades de la nación» -vale decir, de la Confederación Argentina- para
El caso de Paraná es bien interesante. Allí se creó, en la celebración de aniversarios patrios y otras fechas que justificaban la
marzo de 1853 y con el curioso título de Club Socialista, una in- organización de fiestas, recepciones y bailes. El lector estará pregun-
teresante asociación dedicada, al igual que los clubes del Progreso tándose por qué motivo una institución de este tipo se denominaba
y del Orden, al fomento de la sociabilidad y de las iniciativas de «socialista». Lo ignoramos. Tanto más cuando descubrimos que la
índole cultural, pero también -y en esto se parece más al caso san- institución dedicaba especial empeño a conmemorar con todo es-
tafecino que al porteño- al desarrollo de la beneficencia. En el re- plendor «el día dedicado al culto de la virgen del Rosario». Así, la his-
glamento que debía ordenar la vida interna del Club, además, sus toria de la entidad recuerda en particular los fastos del célebre baile
fundadores expresaban la misma voluntad conciliatoria que he- que para la fiesta de la Virgen se realizó el 7 de octubre de 1855.
mos visto en los casos anteriores. Según el documento, el objeto
de la asociación no era otro que «sostener la uniformidad de la Poco después de su fundación, por otra parte, los socios
opinión pública, estrechar los vínculos de confraternidad, que fe- del Club -todos varones- instaron a las mujeres de sus familias a or-
lizmente reina entre las familias que forman la primera sociedad ganizar «una intensa propaganda destinada a socorrer las familias
de esta capital, y propender a todo género de mejoras y adelantos menesterosas de la ciudad». De este modo, como el el caso del Club del
posibles en nuestra sociedad»37. Y para ello creían oportuno crear Orden santafecino, esta institución creada y dirigida por hombres co-
un espacio de esparcimiento que respondiera a las preferencias de menzó a desarrollar a través de las mujeres actividades de beneficencia.
los organizadores y sus familias: Ellas habrían de arrojar, según la crónica, «admirables resultados mora-
les y materiales para el bienestar de la población», por lo que logró que
el gobierno le concediera la administración de la «lotería de beneficen-
cia» que se jugaba periódicamente. Fue así como en setiembre de 1853
37. C. B. Pérez Colman, Paraná 1810-1860. Los primeros cincuenta años de la vida
nacional, Rosario, Talleres Gráficos Emilio Fenner, 1946, p. 395. La información
el Club inició una colecta de productos y dinero para ayudar a fami-
78 referida a esta institución provienen de este mismo trabajo. lias pobres y organizó una rifa de «labores de mano». Lo recaudado se
distribuyó el día de la fiesta de la Virgen del Rosario a través de «una a la ayuda social, en especial la organización de loterías para financiar

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


comisión de caballeros y señoras» que «procedió a la distribución de el funcionamiento de la Sociedad de Beneficencia local, «compuesta de
ropas, enseres y dinero a numerosos pobres». Según parece, estas acti- señoras» y «similar a la que funcionaba en Buenos Aires»38. Pero es-
vidades se realizaban con cierta regularidad y cada año, infaltablemen- ta labor benéfica no le impidió continuar la costumbre de organizar
te, para la fiesta de la patrona de la ciudad: en octubre de 1855, en- tertulias y bailes «destinados al solaz de las familias de sus asociados».
contramos nuevamente al Club Socialista organizando un «bazar de
beneficencia» para los pobres. Finalmente, también las colectividades extranjeras organi-
zaron sus propios clubes de esparcimiento, ofreciendo a los socios
Es curioso que en 1855, existiendo el Club Socialista desde oportunidades para el desarrollo de actividades deportivas y lúdicas.
hacía dos años, se haya fundado en la ciudad el Club Argentino, por En 1852 se fundó el Club Español de Buenos Aires, y tres años des-
iniciativa también de «un grupo de conocidos caballeros». No nos es pués son los alemanes los que organizan una Sociedad de Gimnasia
dable pensar que las razones hayan sido políticas, ni que tengan re- Alemana que con el tiempo se convertirá en el actual Club Alemán.
lación con eventuales conflictos entre ambos grupos de socios,
porque muchos de los miembros de una de las entidades lo eran a la
vez de la otra. Además, aunque los principales objetivos del Club Ar- LAS SOCIEDADES DE BENEFICENCIA DEL INTERIOR
gentino eran muy parecidos a los del Socialista -«proporcionar a sus
asociados un local conveniente, con salones de lectura, música, billa- Las experiencias de los clubes santafecino y entrerriano reve-
res y en especial un salón de baile»-, los fundadores se manifestaban lan que el fervor asociativo de la década de 1850, aunque mucho más
dispuestos «a contribuir con el Club Socialista en toda iniciativa de visible en Buenos Aires, tuvo sus manifestaciones en otras provincias.
provecho, progreso y filantropía». Ambos clubes se unifican pocos Los gobiernos de varias de ellas promovieron además la fundación de
años después, según recuerda Pérez Colman, durante las fiestas or- sociedades de beneficencia sobre el modelo porteño: en base a acuer-
ganizadas en ocasión del carnaval de 1859. Fue entonces cuando tu- dos entre los estados provinciales y «grupos de damas» de extracción
vo lugar entre ambas instituciones el acercamiento definitivo que de- acomodada, a veces con la participación de las autoridades eclesiásti-
sembocaría en la unión, aunque no queda claro tampoco por qué el cas. En Mendoza, por ejemplo, la Sociedad de Beneficencia se fundó
hecho no se produjo antes. En una publicación editada con motivo en febrero de 1857 «por iniciativa de un grupo de distinguidas damas
de la fusión, sin embargo, se afirma que ella «se debió en buena par- de nuestra sociedad»39. Fue el gobierno provincial, sin embargo,
te a la feliz intervención del bello sexo, que concurrió decididamen-
te a la consumación de un acto de elevada solidaridad social». Pro-
bablemente nunca conozcamos las razones por las que existieron dos 38. Esta institución benéfica, es interesante anotarlo, no había sido iniciativa del
clubes tan parecidos, ni tampoco por qué terminaron reuniéndose; gobierno provincial como en otros casos que veremos, sino del Club Argentino,
que la creó a poco de comenzar sus actividades, en abril de 1855.
la cuestión es que en marzo de 1859 ambas entidades se fundirían en 39. Morales Guiñazú, Fernando, Historia de la cultura mendocina, Mendoza, Best
el Club Socialista Argentino. Éste continuó las actividades orientadas Hermanos, 1943, p. 199. La información que sigue ha sido extraída del mismo trabajo. 79
quien les asignó desde el inicio una agenda de actividades: la responsa- habían ayudado a dotar de los recursos necesarios, y en el futuro habrá
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

bilidad de la inspección de escuelas, del Asilo de Huérfanos, de la Casa de de mostrarse activa promoviendo otras iniciativas. Otras varias provin-
Corrección de mujeres, del hospital y de otras obras. Será además por de- cias logran organizar en estos años sus propias sociedades de beneficen-
creto -del 2 de marzo de 1857- que se creará la primera escuela de la so- cia. En San Juan, donde la Sociedad de Beneficencia conoce orígenes más
ciedad, en un local cedido por el provisor del obispado. De la misma antiguos, la asociación -que extrañamente constituía al principio una
manera irán surgiendo la Escuela Modelo de Señoritas -institución «que organización de hombres- ve nacer en 1858 su rama de mujeres41. En
tan inapreciables servicios prestó a la mujer mendocina y especialmente San Luis los afanes de «la virtuosa matrona» Paula Domínguez de Ba-
a las clases desvalidas»- (1857), la de San Agustín (1858), la de la Villa zán logran reunir a un grupo numeroso de señoras de la más encum-
de San Carlos (1859) y la de pensionistas de Paquehua (1860). Las ac- brada sociedad puntana para fundar la institución en agosto de 185742.
tividades de la institución se orientaban principalmente, como en otros Las actividades comenzaron al año siguiente, con el aval del goberna-
casos, a la atención de las necesidades y problemas de las mujeres o de dor y como en otros casos, las motivaciones responden en buena parte
algún modo relacionados con ellas. Así, además de las escuelas especia- a un encuadre religioso de la tarea. Cuando en la ceremonia inaugural
lizadas, las «damas» lograban del gobierno, por decreto del 15 de octu- la fundadora expuso los fines «que animaban a la mujer puntana a lle-
bre de 1860, la creación de una Cárcel Correccional de Mujeres, cuya re- var a cabo esa obra superior a sus fuerzas» explicó que «bajo la protec-
lación con la actividad benéfica es difícil deducir. Por otra parte, con el ción del Todopoderoso» habrían de realizarla dignamente y «conforme
tiempo, la entidad atenderá otros problemas que afectaban a la sociedad con sus principios evangélicos». No está ausente tampoco la idea de que
mendocina, como el rescate de cautivos de las tolderías indígenas del sur. la acción de la Sociedad deberá cerrar heridas que las guerras civiles y
otros males de los decenios pasados han abierto en la sociedad punta-
En Rosario, la década de 1850 está caracterizada a la vez por na. El aporte de las mujeres consistirá en lograr «que los huérfanos no
el crecimiento de la ciudad y por la multiplicación del número de po- perezcan, por falta de pan y abrigo; que la humanidad doliente encuen-
bres, o al menos así lo perciben las «damas» que fundan en 1854 la So- tre un asilo de caridad, donde aliviar sus males y que la clase meneste-
ciedad de Beneficencia Local40. Una de las versiones acerca de sus oríge- rosa sea instruida en la religión y la moral, como única circunstancia
nes los relaciona con el cercano antecedente de los vecinos franceses, para mejorar su mísera condición». Por parte del gobierno, el decreto
que se habían organizado para socorrer a los enfermos y necesitados de del 17 de febrero de 1858 nos revela la convicción de que la tarea edu-
la colectividad el 25 de mayo de 1854, por medio de una asociación cacional que le compete no es realizable sin el aporte de la sociedad ci-
orientada al socorro mutuo. La Sociedad de Beneficencia contaba ya en vil en formación. El Estado provincial ve en el asociacionismo naciente
1855 con un Hospital de Caridad que las autoridades provinciales y locales un instrumento para llevar a cabo algunas de las tareas que se propone.

40. M. A. De Marco y O. L. Ensinck, Historia de Rosario, Rosario, Museo Histórico 41. H. Videla, Historia de San Juan, Tomo III (1810-1836), San Juan, Academia del
Provincial de Rosario «Dr. Julio Marc» - Asociación Amigos del Museo Histórico, Plata, 1962, p. 617.
1978, p. 154. 42. J. W. Gez, Historia de la Provincia de San Luis, Tomo II, Buenos Aires, 1916, p. 118.
80 La información que sigue proviene del mismo trabajo.
Tucumán también organiza su Sociedad de Beneficencia en historiografía ha tendido a exagerar el papel de los inmigrantes en el

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


estos años (1852). Sin embargo, las interminables turbulencias polí- desarrollo del movimiento asociativo, dejando de tal manera en la
ticas provinciales determinan su naufragio y es preciso relanzarla en penumbra el protagonismo desempeñado en él por parte de la po-
185843. Corrientes crea la suya el 9 de julio de ese año, también so- blación nativa. De cualquier manera, es cierto que los extranjeros
bre la base de un acuerdo entre un grupo de señoras y el gobierno, constituyeron en este proceso un elemento decisivo, y ello por va-
que provee un edificio44. Por último queda señalar el caso de la ciu- rias razones. En primer lugar, porque dado que carecían a menudo
dad de Santa Fe, donde la entidad nace en 1860. Como en 1823 en de vínculos primarios suficientemente sólidos tendieron a reforzar
Buenos Aires, una comisión compuesta por un canónigo y otros no- los lazos con personas del mismo origen, con el objeto de conservar
tables recibe del gobierno el encargo de preparar el reglamento. Mien- su identidad cultural, satisfacer necesidades y defender sus intereses
tras tanto, la Sociedad habrá de estar compuesta por diecisiete damas, en la tierra en que habían elegido vivir. Aunque es cierto que en ge-
elegidas por sorteo de una lista elaborada por la misma comisión, y se neral la elección del país de destino se realiza en función de víncu-
reunirá en la casa de la presidenta hasta que el gobierno les asigne un los establecidos previamente con parientes, amigos o simplemente
local. «Las atribuciones de la Sociedad de Beneficencia -establece el de- paisanos que facilitan la primera inserción del inmigrante, tales re-
creto gubernamental- serán la dirección y vigilancia de las escuelas de laciones no poseen en general la suficiente solidez como para susti-
niñas de la capital, la atención y cuidado de los hospitales y todos los tuir completamente los lazos primarios del individuo, lo que tiende
establecimientos públicos que se fundasen, dirigidos al bien de las a favorecer la práctica asociativa. Así, la participación en sociedades
personas de su sexo y al alivio de la humanidad doliente»45. de socorros mutuos constituyó una posibilidad más tentadora para
los trabajadores extranjeros que para sus colegas nativos. Confirma
esta idea, además del surgimiento de algunas entidades de clara
INMIGRACION Y AYUDA MUTUA identidad inmigratoria, la evolución cuantitativa de las asociaciones
en general, que coincide con el ritmo del proceso inmigratorio. Los
A mediados del siglo XIX, por otra parte, el Río de la Pla- historiadores han debatido acerca de si la actividad asociativa fue
ta estaba experimentando una aceleración de su proceso inmigra- una forma de integración de los extranjeros en la sociedad local o
torio, que pronto adquiriría carácter masivo46. Se ha dicho que la un mecanismo de diferenciación respecto de ella, pero no se trata
de una discusión fundamental para este trabajo.

43. M. Lizondo Borda, Historia de Tucumán (siglo XIX), Tucumán, Universidad


No hay que olvidar, por otra parte, que muchos extranje-
Nacional de Tucumán, 1948, p. 222. ros habían participado de experiencias asociativas en Europa e in-
44. A. E. Castello, Historia de Corrientes, Buenos Aires, Plus Ultra, 1984, pp. 396-397
45. Registro Oficial de la Prov. de Santa Fe, Tomo III, 1859-1862, Santa Fe, 1889, p. 183.
tentaron reproducirlas en América. En este sentido, vale la pena te-
46. En la elaboración de este parágrafo, además de la bibliografía dedicada ner presente el factor imitativo en la formación de las sociedades,
específicamente al fenómeno inmigratorio, hemos seguido los trabajos de
Pilar González Bernardo, en especial Civilté et politique…, ob. cit., y el capítulo segundo
aunque es necesario no perder de vista las variaciones a menudo
de H. Sabato, La política en las calles…, ob. cit. significativas entre el modelo imitado y la modalidad concreta que 81
adoptó en Argentina. En algunas ocasiones, las condiciones en que La década de 1850 conoce los comienzos de un auge de
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

se hallaba el país de origen fueron decisivas en el tipo de asociación las sociedades de socorros mutuos, que nacen en general en estre-
adoptada en tierra americana. Por ejemplo, parece que las organi- cha relación con el movimiento inmigratorio. Dada esta caracterís-
zaciones secretas fueron bastante más comunes entre los inmigran- tica, no es de extrañar que las provincias en las que estas fundacio-
tes italianos, muchos de ellos exiliados políticos, que entre los de ori- nes se producen primero sean nuevamente las del litoral y muy en
gen anglosajón. Por otra parte, algunos argentinos funcionaron en es- particular Buenos Aires. Según informaciones recogidas por el
te sentido de manera análoga a los extranjeros, es decir, al igual que Censo Nacional de 1914, que tomó nota de las asociaciones en-
ellos conocieron en el exterior experiencias que trataron de reprodu- tonces existentes47, el fenómeno aparece limitado en esta época a
cir al regresar a su patria. Ilustrativos de ello son los exiliados políti- las zonas más implicadas en el proceso inmigratorio:
cos de la época de Rosas, que al regresar al país después de 1852 tras-
plantaron experiencias ensayadas previamente en Montevideo, en
Chile o en Europa. Hemos hecho referencia al hecho de que Barto- FUNDACION DE ASOCIACIONES EN LA DECADA DE 1850 EN ARGENTINA
lomé Mitre había sido miembro del Instituto Histórico y Geográfico del
Uruguay, fundado en 1843 en Montevideo, y que a su regreso funda- Año Asociación Localidad
ría en Buenos Aires una institución análoga, el Instituto Histórico y 1854 L’Union et Secours Mutuels Capital Federal
Geográfico Rioplatense. Algo parecido ocurrió con la primera logia ma- 1856 San Crispín Capital Federal
sónica integrada mayoritariamente por argentinos, en cuya fundación 1856 Comunidad Europea (Mercedes) Prov. de Buenos Aires
se destacaba un grupo que se había iniciado en prácticas similares en 1857 Tipográfica Bonaerense Capital Federal
el extranjero. Por otra parte, se verifica una cierta propensión al aso- 1857 Catalana Capital Federal
ciacionismo por parte de aquellos sectores de la población local más 1857 Asociación Española de Socorros Mutuos Capital Federal
intensamente relacionados con los extranjeros, como es el caso de los 1857 Asociación Española de Socorros Mutuos Prov. de Santa Fe (Rosario)
comerciantes y los intelectuales porteños. En contraste, entre los te- 1858 Unione e Benevolenza Capital Federal
rratenientes esta predisposición parece haber sido minoritaria, lo que 1858 Española (Pergamino) Prov. de Buenos Aires
explicaría su escasa presencia entre los miembros de las asociaciones. 1859 La Francaise Capital Federal
También en los sectores populares la presencia extranjera es impor- 1859 Asociación Española de Socorros Mutuos Prov. de Entre Ríos (Paraná)
tante. La novedad de la etapa que se abre con la caída de Rosas en es- 1860 5ª Asociación Española de Socorros Mutuos Prov. de Buenos Aires
te ámbito es que junto a las ya tradicionales Sociedades Africanas apa-
recen nuevas organizaciones orientadas a la ayuda mutua, la previsión
y a veces la filantropía que surgen también, inicialmente, en el am-
biente inmigratorio. La primera de ellas parece haber sido la Socie-
47. Es decir, el Censo no registra todas las asociaciones que se fundaron, sino las
dad Filantrópica y de Beneficencia de los Peluqueros de Buenos Aires, subsistentes al momento de realizarse el relevamiento. Sabemos, por ejemplo, que en
82 que artesanos franceses crean en Buenos Aires en 1854. 1857 se fundó una Sociedad Alemana de Socorros a Enfermos que no figura en la lista.
En las demás provincias del país será necesario esperar to- estos años es la que conduce a la ausencia -o al menos al confina-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


davía algunos años para ver surgir este tipo de experiencias. En al- miento en un lugar netamente secundario- de las prácticas religio-
gunas de ellas, como en Santiago del Estero, Catamarca y Jujuy, no sas: si bien en algunas entidades surgidas o reorganizadas en esta
se las conocerá hasta fines de la década de 1880. Vale la pena repa- época se continúa obligando a los miembros a participar en los fu-
rar en otro dato que nos ofrece el cuadro, si bien de menor impor- nerales de los socios y se siguen tomando como referencia para la
tancia aquí: la mayor propensión a la organización de los españo- realización de algunas actividades las fechas más significativas del
les con respecto a los italianos, contrariamente a las afirmaciones calendario litúrgico, cada vez resulta más generalizada la organiza-
que encontramos en algunos estudios. ción en base a coordenadas simbólicas completamente laicas, co-
mo la Sociedad Tipográfica Bonaerense, cuyos socios eligen para la
Son bien conocidas las finalidades y las modalidades de fun- fundación el 25 de Mayo de 1857.
cionamiento de estas instituciones: se trata en primer lugar de brindar
ayuda económica a los socios en dificultades, con fondos reunidos en Las asociaciones de carácter específicamente inmigratorio
principio por medio de la recaudación de una cuota mensual. Las di- combinan las funciones asistenciales con la conservación de la
ficultades previstas son en todos los casos la enfermedad y la invalidez, identidad cultural y de las relaciones con la sociedad de origen, sea
permanente o temporaria, así como la muerte del socio, en cuyo caso a nivel nacional como regional o comarcal. Por ejemplo, en 1857
se suele otorgar algún tipo de subsidio a la viuda y a los huérfanos. En abre sus puertas la Sociedad Española de Beneficencia, una organiza-
ocasiones se prevén, además, ayudas monetarias y asistencia legal en ción surgida de la iniciativa de un grupo de activos comerciantes
casos de detención no provocada por delitos infamantes y, en el caso peninsulares que dará origen, con el correr de algunos años, al Hos-
de las organizaciones de trabajadores de una rama de actividad pital Español. A cambio del pago de una cuota mensual los socios
particular, cursos de capacitación en técnicas propias del oficio. gozaban del derecho a la atención médica y a facilidades en casos
de internación. Sin embargo, la financiación se garantizaba sobre
La tendencia al desarrollo de asociaciones de ayuda mutua todo por medio de las donaciones -a veces muy importantes- que
interesa también a algunas de las organizaciones comunitarias anti- efectuaba una categoría de socios particularmente prósperos: la de
guas. Así ocurre con las Sociedades Africanas, que tienden a transfor- los denominados protectores, lo que garantizaba la asistencia médi-
marse en esta época en sentido mutualista, asimilando algunas de ca de los miembros más desprotegidos. Esta particularidad permi-
las nuevas modalidades. Hacia mediados de la década de 1850 va- tía a la Sociedad el manejo de un caudal de fondos que superaba
rias asociaciones de negros, sin dejar de lado la práctica del baile, in- ampliamente la sumatoria de las cuotas-base, con niveles de liquidez
cluyen o reformulan en sus reglamentos los mecanismos de protec- propios de una institución de mayor consistencia numérica48.
ción mutua, que pasan ahora a primer plano. De esta manera, las
connotaciones étnicas de la organización quedan redimensionadas
48. D. N. Marquiegui, «Asociacionismo, liderazgo étnico y control social»,
en favor de formas de identidad en las que prevalece la condición en La inmigración española de masas en Buenos Aires, Bs.As., CEAL,
de trabajadores de los miembros. La otra tendencia que se afirma en 1993, pp. 77-98. 83
Las asociaciones españolas de ayuda mutua representan un a la cobertura de los gastos de farmacia, a subsidios por enfermedad y
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

caso diferente: aquí el criterio que rige las relaciones entre los miem- a un panteón social, así como a participar en las asambleas plenarias
bros es estrictamente igualitario, tanto en el plano de los aportes co- en las que se tomaban las decisiones más importantes.
mo en el de los beneficios y en la participación en las instancias in-
ternas de gobierno. La más importante de estas organizaciones, tan- En 1858, fundada por 33 inmigrantes en su mayor parte lí-
to por la cantidad de afiliados que habrá de lograr en el futuro como gures y lombardos, surgió Unione e Benevolenza, sociedad orientada a
por su eficacia en la provisión de servicios asistenciales, es la Asocia- la asistencia sanitaria y a la cobertura de los gastos funerarios de sus so-
ción Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires. Las formas de fun- cios y a la asistencia de las viudas y huérfanos en casos de muerte50. Sin
cionamiento y las finalidades de esta asociación son las clásicas de su embargo, con el tiempo la asociación irá incorporando nuevas funcio-
tipo: con fondos recaudados gracias al pago de cuotas mensuales la nes asistenciales y educativas, así como actividades de carácter social y
entidad se hacía cargo de los gastos de asistencia médica y de medi- cultural. El espectro social de los asociados fue desde el comienzo bas-
camentos y ayudaba pecuniariamente a los afiliados enfermos. La tante heterogéneo, aunque predominaban comerciantes, trabajadores
cuota parece haber sido accesible a un importante número de inmi- calificados y empleados. Sin embargo, como en otras instituciones de
grantes, en particular para los numerosos residentes españoles de los este tipo, la conducción recayó generalmente en las capas más altas, en
barrios del centro, dedicados muchos de ellos al servicio en restau- los sectores pertenecientes, por así decir, a la elite de la colectividad, en
rantes, confiterías y casas de comercio. La Sociedad estableció conve- particular profesionales y comerciantes acomodados. La participación
nios con el Hospital Español que facilitaron el acceso a una atención de la masa societaria en las decisiones, en asambleas y elecciones perió-
de mayor calidad que la que ofrecían los hospitales públicos, sin la dicas, fue elevada al comienzo, pero parece haber caído en la medida
necesidad de asumir el costo elevado de la atención domiciliaria49. en que las dimensiones de la institución se ampliaron. Desde el co-
Además, ampliaría con el tiempo los servicios ofrecidos a sus socios; mienzo Unione e Benevolenza se propuso ejercer una función de lide-
en el futuro habría de establecer, por ejemplo, pensiones para las viu- razgo dentro de la colectividad, para lo cual intentó uniformar el he-
das y los huérfanos, seguros de vida y de invalidez, un panteón so- terogéneo universo de los inmigrantes italianos, tan característicamen-
cial, servicios de asesoría jurídica, la repatriación de afiliados pobres te diferenciados por la variedad de sus culturas regionales y, en aquella
y hasta una suerte de seguro de desempleo temporario. Muy similar época, también por sus convicciones políticas. Buscó, además,
a la Sociedad Española de Socorros Mutuos es el Montepío de Monse- asumir un papel mediador entre las elites políticas e intelectuales
rrat, que nació también en 1857 para la atención de sus socios catala- argentinas y la colectividad italiana, por lo que el consenso interno
nes y baleares: sus afiliados gozaban del derecho a prestaciones médicas, y el reclutamiento de nuevos socios se convirtieron en vitales.

49. No olvidemos que en el siglo XIX el hospital era un ámbito identificado con la 50. H. Sabato, La política en las calles…, ob. cit., cap. 2.; E. Cibotti, «Mutualismo y
pobreza e incluso con la indigencia, que cumplía claras funciones de asistencia social. política, un estudio de caso. La Sociedad Unione e Benevolenza en Buenos Aires entre
84 Las personas pudientes contrataban atención médica en sus domicilios. 1858 y 1865», en F. Devoto y G. Rosoli, L’Italia nella società argentina, Roma, 1988.
Estas aspiraciones y objetivos condujeron, por un lado, LOS TRABAJADORES

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


a una diversificación de las actividades de la asociación, tendien-
te a la superación de sus connotaciones meramente mutualistas, En otros casos, el elemento a partir del cual se produce la
y, por otro, derivaron en una serie de conflictos por el control de agrupación es la defensa de los intereses de trabajadores de un mis-
la conducción institucional y por su identidad política, tanto en mo oficio, independientemente del origen geográfico de sus miem-
relación con la patria lejana como con la situación argentina. En bros. Según Ricardo Falcón, en la segunda mitad de la década de
la cúpula de la asociación estas discordias enfrentaron a los re- 1850 se conforma una capa de trabajadores urbanos, en general ar-
publicanos de matriz mazziniana con los socios de convicciones tesanos de origen inmigratorio, en las principales ciudades de la re-
monárquicas y con los republicanos moderados. Los primeros gión litoral y muy particularmente, por supuesto, en Buenos Aires.
-mayoría entre los fundadores- controlaron la institución duran- En contraste, los trabajadores rurales del interior no habrían genera-
te los primeros años y lograron organizar una serie de iniciativas do en este período organizaciones propias ni lo harán hasta ser alcan-
-mítines, cenas, agasajos, conmemoraciones- en apoyo a la lucha zados por «la actividad y la propaganda de las organizaciones sindi-
republicana y por la unidad italiana. La idea catalizadora era que cales y políticas obreras generadas en el medio inmigrante y urbano»,
el ideario republicano y los combates por la unidad y por las li- vale decir, recién hacia finales del siglo51. El autor interpreta que la
bertades políticas aunaban a ambos países, Italia y Argentina, aparición de asociaciones mutuales estructuradas por oficios y el sur-
por lo que en dichos encuentros tomaban parte numerosos pe- gimiento de una literatura «genéricamente socialista» constituyen las
riodistas, políticos e intelectuales argentinos que a menudo -co- primeras manifestaciones de lo que será en el futuro el movimiento
mo en el caso de Mitre- no llevaban en sus venas ni una gota de obrero argentino, por lo que ambas realidades estarían ligadas por
sangre italiana. Los mítines y agasajos de Unione e Benevolenza «un hilo conductor que no se cortará hasta nuestros días».
eran por ello importantes también desde el punto de vista de la
política local. Este alto grado de politización condujo, como se Lo cierto es que hacia 1855 se dan las condiciones para el
ha dicho, a conflictos que derivaron en la ruptura de la asocia- surgimiento de organizaciones mutualistas de artesanos. En Buenos
ción, cuando el cónsul y un grupo de socios de extracción mo- Aires existían en ese año 1.265 establecimientos que recibían la cali-
nárquica, que habían sido expulsados de ella, decidieron fundar ficación de «industriales», pero que eran en su mayor parte talleres
la Nazionale Italiana. artesanales pequeños y de un nivel técnico bastante rudimentario. Se
trataba de panaderías, confiterías, carpinterías, hornos de ladrillos,
Más tarde, el enfrentamiento entre los sectores más ra- zapaterías y sastrerías, mueblerías, herrerías, fábricas de cigarros o de
dicales y los republicanos moderados se resolvió con el acceso de jabón y velas. Son los trabajadores de estos establecimientos los que
los últimos a la conducción de la entidad, con lo que tendió a
primar un estilo menos politizado en relación al funcionamiento
interno y más preocupado por la eficacia en la persecución de los 51 R. Falcón, Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899), Buenos Aires, CEAL,
objetivos sociales y asistenciales. 1984, p. 16. 85
pertenecen a un universo muy particular. Como hemos explicado ya,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Fábrica de cigarros «La Abundancia», grabado de 1893
el asociacionismo y la prensa eran considerados por parte de las elites
argentinas dos elementos clave de la empresa civilizatoria. De tal mo-
do la Tipográfica, en la que ambos elementos se aúnan, constituye una
asociación que difícilmente pueda considerarse «subversiva»: si bien
parece cierto que hubo contactos entre algunos de los trabajadores nu-
cleados en ella y las organizaciones internacionales socialistas nacientes,
también lo es que muchos mantenían vínculos estrechos con sectores
de las elites y del gobierno. Ese carácter en cierto modo elitario, que
vincula a la asociación con experiencias que hemos visto nacer en pe-
ríodos anteriores, se refleja también en ciertas particularidades suyas,
como la de haber editado una publicación periódica para dar a cono-
cer sus opiniones y actividades, o el haber organizado una biblioteca y
sala de lectura pública a la que podían asistir los socios y sus invitados,
darán origen a organizaciones mutualistas de oficio en este período. los domingos y los días laborables después del horario de trabajo. Los
Las finalidades y modalidades de funcionamiento de estas institucio- objetivos de la institución, cuya fecha de fundación es reveladora de
nes son iguales a las de los extranjeros: se trata en primer lugar de una mentalidad ajena a las motivaciones religiosas que caracterizaban
ayudar económicamente a los miembros en dificultades, con fondos a las experiencias más tradicionales, se proponía «propender al adelan-
que se reúnen por medio del pago de una cuota mensual. Las even- to del arte tipográfico», «prestar socorro a los miembros que se enfer-
tualidades previstas son, la enfermedad y los accidentes que pueden masen o imposibilitasen para el trabajo», «proteger a los que necesiten
impedir el ejercicio de la profesión, así como la muerte del socio, en auxilio justo» y «conseguir que los operarios sean siempre remunera-
cuyo caso se suele otorgar algún tipo de subsidio a sus deudos. dos, en proporción de sus aptitudes y conocimientos, de modo que [la
paga] les garantice sus existencias». Este último propósito introduce un
Un ejemplo lo encontramos en la Sociedad Tipográfica Bo- elemento nuevo, que acerca a esta organización a las finalidades pro-
naerense, que nace el 25 de mayo de 1857 en el ámbito de los traba- pias de un sindicato, pero es claro que en la Sociedad Tipográfica pre-
jadores de la edición o relacionados con ella, quizás con demasiada dominaban las de carácter mutualista. Otra característica de esta expe-
amplitud para nuestros criterios actuales de clasificación: impresores, riencia es que constituye una excepción a la regla que señala a los tra-
litógrafos, encuadernadores, pero también periodistas y libreros. Si es- bajadores extranjeros como los promotores de asociaciones en este
tas organizaciones que de aquí en más irán surgiendo pueden consi- período, dado que en un 60% se trataba de trabajadores argentinos52.
derarse o no antecedentes de los sindicatos obreros, como lo interpre-
ta Falcón, es materia opinable. En el caso específico de la Sociedad Ti-
86 pográfica es necesario tener en cuenta que los trabajadores que agrupa 52. H. Sabato, La política en las calles…, ob. cit., p. 56.
CATOLICOS Y MASONES una logia como la Amie de Naufragés. Y ello a pesar de que algunos

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


habían sido iniciados en la masonería durante el exilio a que se vie-
El caso de las logias masónicas es particularmente intere- ron obligados a causa de las persecuciones de Rosas. La segunda lo-
sante porque pone en evidencia diferencias relevantes entre el proce- gia masónica, Excelsior N° 617, surge en 1854 también por inicia-
so europeo y el argentino. En primer lugar, porque se verifica un des- tiva de inmigrantes, esta vez ingleses, y tampoco encontramos ar-
fasaje en la periodización: la aparición en Argentina de logias de cu- gentinos participando de ella. Cabe aclarar que en ninguno de los
yo carácter masónico no es posible dudar se produce mucho después dos casos existía una prohibición explícita al respecto. Es necesario
que en Europa, donde se las conoce desde principios del siglo XVIII. esperar a 1856 para que se funde una logia compuesta por argenti-
Pero además existe una segunda particularidad: a diferencia de lo nos, la Unión del Plata, adscripta al rito escocés, y esta vez los arte-
que ocurre en el Viejo Continente en la misma época, las logias ma- sanos apenas superan el 5% de los miembros… En cambio, la ex-
sónicas del siglo XIX se establecen en Argentina primero en el ám- periencia encontrará muy buena acogida en la elite local. Su com-
bito de los artesanos de origen extranjero y sólo en un segundo posición, inicialmente limitada a intelectuales activos en política,
momento ganan adeptos entre los miembros de las elites locales. pronto se enriquece con la incorporación de un buen número de
comerciantes y militares y de algunos terratenientes y funcionarios.
La primera de esas logias fue, al parecer, la Amie de Nau-
fragés, creada en 1850 luego del naufragio de un barco francés fren- En 1856-1857 se fundan logias no sólo en el Estado de
te a las costas del Río de la Plata53. Sucedió que un grupo de náu- Buenos Aires -no menos de ocho en esos dos años-, sino también
fragos se organizó entonces como logia y luego de la caída de Rosas en territorio de la Confederación, a lo largo de los cursos de los ríos
pidió al Gran Oriente de Francia el reconocimiento como parte de Paraná y Uruguay. Estas asociaciones, sostiene Pilar González, no
la comunidad francmasónica. Muchos de ellos habían participado se relacionan tan sólo con la vida política y cultural, sino también
de logias masónicas en Montevideo y en Europa antes del naufra- con la red de comercio fluvial que conecta el Paraguay, el sudoeste
gio. Más significativo es quizás que ningún argentino haya forma- brasileño, la Mesopotamia argentina y la República Oriental del
do parte de la organización, lo que puede tener que ver con la ex- Uruguay. Su implantación habría facilitado las transacciones co-
tracción social de los primeros miembros, que en más de un 40% merciales, a través por ejemplo de la circulación de información de
de los casos eran artesanos. En una sociedad como la argentina de carácter mercantil, en momentos en que los conflictos políticos en-
entonces, en la que las actividades artesanales estaban muy identifi- tre Buenos Aires y la Confederación tendían a entorpecerlas. Esta
cadas aun con el trabajo de los africanos y sus descendientes, esclavos misma red, al mismo tiempo, habría ofrecido a los dirigentes polí-
o libres, los miembros de la elite no debieron sentirse muy atraídos por ticos porteños inscriptos en la masonería un canal apropiado para
imponer sus puntos de vista en relación a la situación nacional. Por
último, hacia el final del período en estudio se detecta la implan-
53 Seguimos en esta parte a P. González Bernardo, Civilté et politique…, ob. cit.,
tación de logias en medios militares, lo que lleva a que incluso una
en particular pp. 208-214 y 221-236. localidad de frontera perdida en medio del desierto como Guaminí 87
sea escenario de la creación de una. Sin embargo, el momento de bases de toda autoridad, desde la paterna hasta la que se debía a los
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

mayor desarrollo de la masonería se producirá durante el período reyes y al sacerdocio. Se interpreta que el proceso ha comenzado
que cubre el segundo capítulo de esta obra. con la reforma protestante, y que está destinado a socavar las bases
de toda convivencia social. De tal modo, la única posible salvación
Por otra parte, la coyuntura posterior a Caseros, rica en del mundo consiste en desandar el camino hecho y volver a las an-
novedades, trae a las provincias argentinas cambios importantes tiguas pautas de sumisión y de armonía que -desde una visión un
también en el ámbito religioso, ya que comienzan a nacer o más tanto idealizada- se consideraban características del orden antiguo.
bien a llegar a las playas rioplatenses los primeros grupos y asocia-
ciones que podemos relacionar con lo que será en el futuro el mo- Vale la pena señalar algunos aspectos más de este proceso
vimiento católico. Se trata de un proceso de gran trascendencia, por de endurecimiento eclesiástico: el primero es que da cuenta del pro-
la cantidad de experiencias que habrán de cobrar cuerpo a partir de gresivo desgaste y desmantelamiento del régimen de cristiandad. En
él, en particular a partir de fines del siglo XIX. Por lo tanto vale la la medida en que se revelan infructuosos los variados intentos por
pena que nos detengamos en el fenómeno, prestando atención an- reconstituir, de alguna manera ese régimen que identificaba la reli-
tes que nada a la coyuntura que vive el catolicismo en Europa; ello gión y la política, el poder civil y el poder religioso, la sociedad y la
nos proveerá de claves de interpretación para comprender la com- Iglesia, el catolicismo pasa a conformar una parte de la sociedad, no
posición genética inicial de la miríada de asociaciones que con el puede ser ya identificado con la comunidad en su conjunto. De tal
tiempo habrán de constituir el movimiento católico. manera, la Iglesia comienza a constituirse en un actor más en el es-
cenario en el que se desarrolla la vida social, mientras antes repre-
A riesgo de parecer excesivamente esquemáticos -no es és- sentaba la unívoca expresión de la religiosidad de todos los actores.
te un trabajo en el que resulte útil abundar en presentaciones más La Iglesia deja de ser la sociedad misma para comenzar a ser una
sutiles de este punto-, digamos que desde mediados del siglo XIX la institución. El segundo punto es consecuencia del primero: empie-
Iglesia acentúa sus antagonismos con el liberalismo en detrimento za a surgir lentamente el laicado católico como sujeto histórico. En
de las posibilidades de diálogo y, en consecuencia, de los sectores del el régimen de cristiandad, el concepto de laicado como actor social
catolicismo más propicios a priorizar los puntos de contacto por so- no tiene sentido, sencillamente porque en principio todos los
bre las disidencias. En la corte pontificia ganan terreno los sectores miembros de la sociedad que no forman parte del clero pertenecen
más «duros», aquellos que defendían con mayor fuerza una política a tal categoría. Las cofradías y terceras órdenes que hemos presen-
centralizadora, una defensa más contundente de las prerrogativas tado al principio de este trabajo constituían formas organizativas en
del Papa en detrimento de la autonomía de las Iglesias locales, un las que se desarrollaban prácticas religiosas particulares, pero dentro
esquema de funcionamiento más piramidal y más -digámoslo así- de un consenso que comprometía a la sociedad toda. Ahora van a sur-
«verticalista». Se afirma en estos sectores la idea de que el mundo ha gir formas asociativas con características muy diferentes. Un tercer
extraviado el camino apartándose de la religión y de la fidelidad a elemento se desprende de todo lo anterior: el itinerario del mundo
88 la política pontificia. El «espíritu revolucionario» ha minado las católico hacia posiciones más duras con respecto al liberalismo
-como dato cultural, más que como ideología política o doctrina Es en este contexto que nació la Sociedad de San Vicente de

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


económica- constituye un problema sobre todo para aquéllos que Paul, que tanta influencia logrará en el mundo católico en los si-
se reconocen a un tiempo como católicos y como liberales. Y no guientes decenios54. Ella constituyó una experiencia verdaderamen-
eran pocos, ni poco importantes. En la medida en que avanzó el te nueva en el país y un signo de que los tiempos estaban cambian-
siglo XIX y muy en particular a partir del pontificado de Pío IX do aceleradamente. Los inicios de esta asociación se remontan a los
(1846-1878), los católicos liberales tendieron a quedar en medio años 1857-1859, y se relacionan con las actividades de un grupo de
del fuego cruzado de la Iglesia y del liberalismo, cuyas relaciones hombres de la elite porteña que permanece vinculado a la fe católi-
se deterioraron progresivamente. Conviene retener este dato, ca sin renunciar por ello a las convicciones fundamentales del libe-
porque constituye la clave para comprender muchos de los com- ralismo. No es improbable que esta característica del grupo esté en
portamientos y de las opciones que se toman dentro del catolicis- la base de la ausencia de estudios sobre sus ideas y actividades por
mo, así como las motivaciones de varias de las asociaciones que parte de la historiografía católica del siglo XX. Como veremos, la
surgen a partir de 1850. Sociedad no suscitó en esos primeros tiempos el entusiasmo de las
autoridades eclesiásticas, quizás por el hecho de constituir una ex-
Las diócesis argentinas vivían bastante aisladas de estas vi- periencia cuyo funcionamiento era bastante autónomo respecto de
cisitudes del catolicismo europeo, pero el tono general de las polé- las estructuras diocesanas.
micas no dejará de hacerse sentir en ellas. En principio, la caída de
Rosas significó el retorno de gobiernos liberales en algunas de las La Sociedad de San Vicente de Paul nació en Francia por
provincias, y con ello el ingreso de un factor de tensión que irá ha- iniciativa de Federico Ozanam en el año 1833, con el objetivo de
ciéndose sentir con el correr de los años. La nueva coyuntura polí- prestar ayuda a los necesitados y menesterosos que el avance del ca-
tica permitió un clima de libertad de expresión y de entusiasmo aso- pitalismo en Europa estaba multiplicando. En particular, la Socie-
ciativo inédito, y en ese clima la posibilidad de manifestar la hosti- dad ponía el énfasis en la visita de las casas de los pobres como me-
lidad o al menos la indiferencia respecto de la Iglesia no constituía dio para la canalización de asistencia material y espiritual. ¿En qué
ningún escándalo. En principio, quizás hasta el cortocircuito que se se diferenciaba esta experiencia de las asociaciones católicas de vie-
generó entre el obispo de Buenos Aires Escalada y la masonería ha- jo cuño, como las cofradías y las terceras órdenes? En muchos as-
cia 1857, los disparos provinieron principalmente de parte católica pectos: uno es que a diferencia de ellas la Sociedad no imponía a
y consistieron en acusaciones dirigidas a sectores de las elites que los sus miembros formas de piedad particulares. La vida de las cofra-
eclesiásticos consideraban indiferentes en materia de religión. Ello días giraba en torno a la liturgia, al calendario religioso, a las prác-
es cierto sólo en parte: el desarrollo ideológico de la época condujo ticas devotas, a la vida espiritual, mientras las motivaciones de la
a un abandono progresivo de la Iglesia -aunque no necesariamente Sociedad eran fundamentalmente asistenciales. Segundo: se trataba
del catolicismo- por parte de los varones de las elites. Así, las prác- de acudir en auxilio de los pobres en sus mismos hogares, no ya de
ticas religiosas tradicionales tenderán a convertirse en patrimonio la práctica tradicional de la limosna, que tiende ahora a concebirse
de las mujeres y de los sectores populares. negativamente. La visita a los hogares constituía un elemento nuevo 89
porque ponía en contacto directo a estos varones de elite -las «da- más bien, como en los clubes que surgen en la misma época, la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

mas vicentinas» nacerán más tarde-, no ya simplemente con los po- práctica de la lotería para recaudar fondos. La carta de Frías es in-
bres, sino con sus condiciones materiales de vida. La acción vicen- teresante además porque revela algunas de sus preocupaciones en
tina apuntaba a modificar esas condiciones, más que a resolver las relación a la sociedad que se ha renovado en Caseros: la situación
emergencias de los necesitados. de las poblaciones rurales, la actividad proselitista protestante, la
indiferencia religiosa de las elites, la necesidad de pensar iniciati-
El introductor de la experiencia en la Argentina fue Félix vas nuevas de apostolado por parte de quienes habían decidido
Frías, quien la conoció durante su permanencia en Europa en la permanecer en las filas de la Iglesia. El tema de los protestantes
década de 1850. La primera noticia de la Sociedad que aparece en parece indicar que Frías creía posible detener el avance de la disi-
el Río de la Plata es justamente una carta suya, fechada en París en dencia religiosa por medio de la ayuda social. Así es que pondera
noviembre de 1853 y publicada en el periódico La Religión en fe- en su carta los progresos de la Sociedad en países de confesión pro-
brero de 1854. La iniciativa fundada por Ozanam es descripta en testante, contraparte de los esfuerzos de los evangélicos en los de
los siguientes términos: mayoría católica. De este modo, en un contexto de potencial plu-
ralidad religiosa, la beneficencia se convierte así en una suerte de
«Su principal objeto es la visita de los pobres. Ella se com- arma apologética. Pero lo más significativo del vínculo de Frías
pone de jóvenes cristianos, que queriendo consagrar algunas horas con la Sociedad es el hecho de que haya sido un laico quien haya
por semana a hacer el bien, se distribuyen entre sí las familias más descubierto la experiencia, nacida también de la iniciativa de un
desgraciadas, les llevan socorros de pan, carne, leña; protegen y vi- laico. De hecho, Frías y Ozanam mantuvieron en esos años co-
gilan los niños, colocan los aprendices, procuran empleos y traba- rrespondencia, y los inicios de la Sociedad en el Río de la Plata es-
jo a los adultos, y se hacen agentes intermediarios entre las familias tuvieron ligados a la acción de un tercer laico, el marino francés
que visitan y todos los medios que la caridad prepara para los po- Julio Amadeo André-Fouët. Esta organización, integrada casi en-
bres. La sociedad ha fundado escuelas de la mañana y de la tarde, teramente por seglares, es primicia del desarrollo del apostolado
un asilo para los ancianos, cajas de préstamo para los alquileres, laico católico, aunque no necesariamente un antecedente de las
cocinas económicas, asociaciones de la santa familia»54. organizaciones que cobrarán vida luego.

La experiencia de estos «jóvenes cristianos» está bastante Las preocupaciones de Frías parecen además estar relacio-
alejada de las cofradías y del concepto antiguo de limosna. Las nadas con las convulsiones que vive Europa y que están dando lu-
modalidades de financiación prescindían también de ella: se prefería gar a la definitiva instalación, entre los temas candentes de debate,
de la llamada «cuestión social». Las revoluciones de 1848-1849, el
surgimiento de un pensamiento socialista que plantea la toma del
54. Citado por C. Pereira Lahitte, «La ‹Sociedad de San Vicente de Paul› a través de
poder por parte de los trabajadores, el carácter fundamentalmente
90 ‹La Religión› », Revista Eclesiástica Argentina, Año II, N° 8 (1959), pp. 187-195. ateo de estas nuevas ideas, abren interrogantes también para el
futuro de un país apenas salido de una experiencia fuertemente au- el bienestar material de las clases acomodadas resulta secundario. La

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


toritaria y crecientemente afectado por la transformación capitalis- única forma de hacer frente a semejante desafío es devolver a la so-
ta de su economía y por la llegada de grupos de inmigrantes cada ciedad la armonía que ha perdido a consecuencia del egoísmo de las
vez más nutridos. Muchos de ellos eran además, recordémoslo, re- clases dominantes:
fugiados políticos escapados de la represión con que habían sido so-
focados los levantamientos de 1848. Así, la ayuda social parece «Tardos son estos países de la América del Sud para imitar
constituir entre otras cosas un eficaz antídoto no sólo contra la ac- el buen ejemplo -declara Frías en una carta de noviembre de 1857-,
ción de la propaganda protestante, sino también contra la de ese y no parece que fueran capaces de otra cosa que de perpetuar el de-
nuevo enemigo que constituye el socialismo. Y los esfuerzos de las sorden, abandonando a su triste suerte a los seres desvalidos que tan-
Conferencias de San Vicente de Paul se consideraban eficaces porque to han menester de los cuidados solícitos de las personas acomoda-
la predicación de las ideas religiosas estaba respaldada por prácticas das, y obligadas por lo mismo a hacer descender a las clases inferiores
orientadas a atacar las causas de los males que generaban desorden el bienestar de que gozan con egoísmo reprensible.»56
y que daban argumentos a los socialistas. El mundo estaba cam-
biando; de ahora en más los buenos y los malos, los católicos y sus Preparado el terreno en la elite católica porteña por esta
enemigos, deberían librar una lucha por la conquista espiritual de los prédica de Frías y por varios artículos favorables a la obra publi-
pobres, nuevos destinatarios -como hasta entonces los indios y antes cados en el periódico La Religión, se produjo la llegada del coman-
aun en la historia occidental los bárbaros- del mensaje evangélico: dante André-Fouët en vísperas de la batalla de Cepeda, en 1859.
Había sido enviado al Río de la Plata para garantizar la seguridad
«…la Sociedad cuida de que el pobre que auxilia se ponga de los ciudadanos franceses y sus intereses económicos en medio
bien con Dios a fin de hacerse acreedor a la caridad de los hom- de una coyuntura particularmente difícil. A través de Frías, a
bres. ¿Y qué labios pueden persuadir mejor la verdad del Evange- quien no sabemos cómo conoció, André-Fouët contactó al cura
lio que los de aquéllos cuyas manos se extienden para dar el pan de la Merced y canónigo honorario Nicolás Flores para convocar
del cuerpo, al mismo tiempo que recomiendan el del alma?55» una reunión unánimemente masculina a la que asistieron laicos
notables y algunos sacerdotes. Entre los participantes figuraban
Pero ese «desorden» social no debe ser interpretado mera- los hermanos Frías (Félix y Luis), Pedro Pereyra, Felipe Llavallol -
mente como una preocupación en términos «clasistas». Las preocu- entonces gobernador provincial-, Eduardo Carranza Viamont, Juan
paciones de Frías son más vastas: se percibe en él, como en otros Thompson -hijo de Mariquita Sánchez, la antigua señorona colonial fi-
hombres que habrán de secundar este tipo de iniciativas, la idea de lántropa-, Jules Amadée André-Fouët, Pedro Pereyra, Ezequiel Ramos
que lo que está en juego es la civilización misma. Desde esta óptica, Mejía, Pedro Rojas, Teodoro Alvarez, Alejo de Nevares Trespalacios,

55. Ibídem. 56. Ibídem. 91


DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A Luis Jacobé y Mariano Martínez; los sacerdotes presentes, además CONCLUSIONES
del párroco, eran el capellán irlandés Antonio Fahy, a quien ya co-
nocemos, y los presbíteros Martín Avelino Piñero -redactor de La A través de las páginas precedentes hemos podido ver, en
Religión- y Genaro Carranza. Todos ellos fundaron, el 24 de abril sus rasgos generales, el origen, las modalidades, los progresos y los
de 1859 en la sacristía de la Merced, la primera Conferencia de San tropiezos de las experiencias asociativas más importantes que en-
Vicente de Paul de la Argentina. La elección de autoridades es bas- contramos, en el actual territorio argentino, entre el crepúsculo
tante previsible: Félix Frías presidente y Llavallol vice, mientras el del dominio español y la organizacion nacional. Desde las cofra-
párroco Flores será el primer director espiritual. El crecimiento de días coloniales hasta la multiplicidad de iniciativas que engendró
las Conferencias fue rápido: en agosto de ese año se separaron de la la década posterior a Caseros, son muchos y muy evidentes los
primera varios miembros que fundaron la de San Ignacio, nació la cambios que se produjeron en las concepciones y en las prácticas
primera en Córdoba y se formó el Consejo Particular de Buenos Ai- de los protagonistas, al tiempo que la misma sociedad rioplatense
res, para coordinar las actividades de los nucleamientos existentes y se transformaba de manera profunda.
de los que se organizasen en el futuro. Ya en 1860 se abrió la ter-
cera Conferencia porteña en la parroquia de Monserrat, y al año si- La sociedad colonial preveía más bien la adscripción de
guiente las de San José de Flores y Paraná. Mientras tanto, se expe- los individuos a comunidades y cuerpos sancionados por la cos-
rimentaban modalidades de financiación diferentes a la clásica tumbre y por el «orden natural» que su participación en asociacio-
«suscripción» o colecta, pero muy parecidas a las de otras institu- nes surgidas de su propia iniciativa. No existen en ella una socie-
ciones de la época: en agosto de 1860 se organizó el primer «Bazar dad civil ni una esfera pública como las que encontramos en las
de Caridad» para juntar fondos y, en octubre el presidente Urqui- sociedades «modernas». Asociaciones como las cofradías y las ter-
za donó $6.000 al Consejo Particular. Se probaron también, en es- ceras órdenes, en las que la adscripción no necesariamente se pro-
ta primera etapa, nuevas formas de trabajo social y apostólico: en ese ducía a partir de la voluntad individual, debían contar con la au-
mismo año el Dr. Carranza Viamont inicia las obras vicentinas en las torización de las autoridades civiles y eclesiásticas, sin la cual era
cárceles, que incluyen pedidos de indultos para condenados a muerte absolutamente imposible su existencia. Se pensaban a sí mismas
y la organización de cursos de alfabetización para presos. como partes de un todo orgánico en el que cada elemento cum-
plía una función particular para coadyuvar a la reproducción de la
sociedad y la salvación eterna de sus miembros. Entre las diferen-
tes partes de ese todo orgánico, y aun en el interior de cada una
de ellas, regía una clara jerarquización, establecida con minucia a
veces, que sancionaba el lugar, las obligaciones y los privilegios de
cada actor individual y colectivo. Cofradías y terceras órdenes per-
seguían por supuesto finalidades de tipo espiritual que eran fun-
92 damentales para quienes las integraban: contar con espacios para
el desarrollo de las prácticas devocionales y con sufragios al mo- enarbolada por otras experiencias revolucionarias del mundo euroa-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


mento de la muerte lo eran sin lugar a dudas. Pero además desa- tlántico, esa noción innovadora del lugar central del individuo que
rrollaban actividades que hoy llamaríamos de beneficencia y des- se encuentra en la base del asociacionismo de nuevo cuño. Las so-
plegaban mecanismos, explícitos o no, de lo que catalogaríamos ciedades patrióticas y los «clubes» de jóvenes radicales de la prime-
hoy como ayuda mutua, amén de servir como ámbitos adecuados ra mitad de la década de 1810 expresan el incipiente surgimiento
para la defensa de diferentes intereses de grupo. de una esfera pública en la que reside esa «voluntad general» que se
considera fuente de legitimidad del nuevo poder político. Pero las
Este mundo «antiguo» se vio socavado gradualmente por exigencias de la revolución dejaban poco espacio para el nacimien-
la difusión de nuevas concepciones de la sociedad que afectaron en to de experiencias asociativas autónomas y desprovistas de explíci-
distintas formas la experiencia asociativa. Ya en el período colonial tas motivaciones políticas. Éstas subordinaban claramente las acti-
tardío, que constituye el punto de partida de nuestro estudio, al- vidades de índole cultural que solían justificar la existencia de las
gunos círculos de las elites rioplatenses comenzaron a asimilar la «sociedades» elitarias, incluso en aquellos casos en que se suponía
noción «moderna» de individuo, que conlleva una distinta inter- que la relación entre ambos aspectos debía ser inversa. Sólo por ini-
pretación de la práctica asociativa. Se comenzó a pensar en asocia- ciativa de residentes extranjeros, en particular ingleses y norteame-
ciones voluntarias, contractuales, revocables, de personas que se ricanos, se ponen en marcha en esos años entidades dedicadas
consideraban iguales entre sí y que se unían para perseguir objeti- exclusivamente a finalidades de carácter social y cultural.
vos comunes, vinculados al fomento de las letras y a la difusión de
los conocimientos «útiles» en campos como la agricultura, la higie- El momento rivadaviano de la década de 1820 dio lugar
ne o la navegación. Si las asociaciones más afines a las «sociedades en la Provincia de Buenos Aires a una inédita proliferación de aso-
de amigos del país» que encontramos en el área rioplatense se ase- ciaciones impulsadas desde el gobierno -o alentadas por él- y con-
mejan a ellas por el hecho de constituir derivaciones tardías del re- sagradas a finalidades benéficas o culturales. El elenco gobernante
formismo borbónico antes que instancias de impugnación de su le- buscaba de tal modo involucrar a sectores de la elite porteña en ta-
gitimidad, la intición igualitaria que albergaban revela cambios en reas hasta entonces descuidadas o desarrolladas demasiado preca-
el modo de concebir la sociedad, cambios que en perspectiva riamente, y en otras que tradicionalmente habían constituido
contradicen las coordenadas fundamentales del antiguo régimen. áreas de acción del gobierno o de sectores del mundo eclesiástico.
Se intentaba de tal modo, en última instancia, «inventar» la socie-
Las invasiones inglesas, antesala en varios aspectos de la dad civil, alentar la formación de un tejido de instituciones que
revolución, ponían en marcha un vertiginoso proceso de politiza- ocupasen un espacio intermedio entre la sociedad y el Estado, in-
ción capaz de involucrar en la vida pública a todos los rincones de culcaran los valores republicanos y «democráticos» en más amplios
la sociedad y en particular a las elites urbanas. Simultáneamente, la segmentos de la «clase decente», concitaran la participación de los
política insurreccional tendía a inocular en el imaginario colectivo individuos en esa esfera pública aun en proceso de formación. Las
-no sin contradicciones- la perspectiva contractualista e igualitaria iniciativas se extendían a un sector de la sociedad que se juzgaba 93
necesario controlar de algún modo, los africanos y sus descendien- núcleos que representan los sobrevivientes del partido unitario y
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

tes, a los que se organiza en sociedades por naciones que, al tiem- los jóvenes de la nueva generación, denuncia por su parte la ani-
po que canaliza su tradicional apego a la música y la danza, persi- quilación del espíritu asociativo a que ha conducido la dictadura,
guen el objetivo de obtener la manumisión de sus miembros escla- su voluntad de desarticularlo mediante el terror para aislar a los in-
vos. Fueron pocas las manifestaciones de este espíritu innovador en dividuos y desactivar de tal modo su potencial capacidad de reac-
las demás provincias, con la excepción de las cuyanas, donde se en- ción, dejando en pie tan sólo las asociaciones que adhieren incon-
sayó, también desde el Estado, la creación de alguna entidad a imi- dicionalmente al gobierno. Parece claro que en la década de 1840
tación de las porteñas. El motivo de este desequilibrio en el surgi- las posibilidades de escapar a la lógica facciosa que animaba la ac-
miento de asociaciones, que si bien perduró a lo largo de todo el ción de los partidos en pugna quedó limitada a la esfera de acción
período es particularmente agudo hasta la década de 1850, se rela- de las comunidades de origen inmigratorio.
ciona en estos años con las dimensiones de la elite letrada que en
general protagonizó las experiencias asociativas más innovadoras, Pero para los miembros de la generación romántica, que
así como con la presencia de gobiernos que, imbuidos de los valo- en buen número y decisivamente toman las riendas de la situa-
res del liberalismo en gestación, consideraran importante alentar- ción política a la caída de Rosas, el asociacionismo ha constitui-
las. Es posible que investigaciones futuras revelen la existencia, en do desde un principio la llave maestra de las transformaciones so-
las provincias del interior, de asociaciones que a causa de su fuga- ciales que anhelan, y que apuntan antes a modificar los compor-
cidad se mantienen aun ocultas a los ojos del historiador, pero es tamientos de los argentinos que a variar el andamiaje político que
claro sin embargo que el tipo de entidades que encontramos en rige la vida de las provincias que han formado parte de la confe-
ellas responde abrumadoramente al modelo más tradicional de las deración. El ideal asociativo es para ellos elemento esencial de co-
cofradías y las terceras órdenes. Y ello en el mejor de los casos. hesión social y simultáneamente la matriz de la comunidad polí-
tica a construir, un vehículo a la vez de los valores republicanos y
En Buenos Aires, la polarización política que se produce de la perspectiva librecambista en que ha de sustentarse la pro-
en torno al fenómeno del federalismo rosista a partir de la década gresiva incorporación de la Argentina a los mercados capitalistas
de 1830 se manifiesta en una progresiva bifurcación de las formas en expansión. Así, la década de 1850 es testigo de un fervor aso-
de sociabilidad y de asociación, que se perfilan, según los testimo- ciativo sin precedentes que -ahora sí- sobrepasa las fronteras por-
nios de los contemporáneos, como especies de estereotipos de los teñas para hacer pie en las provincias litoraleñas más afectadas
«partidos» en pugna. En particular a partir del endurecimiento de por el proceso de modernización y por el fenómeno inmigratorio
la situación política que se produce en torno a la crisis de 1838- y alcanzar con el tiempo a las demás. Sobrepasa también, y gene-
1840, el discurso rosista identifica a sus enemigos como «logistas», rosamente, las fronteras de las elites urbanas, para interesar a sec-
un epíteto que remite a las modalidades asociativas que la elite ur- tores cada vez más amplios de la sociedad. El asociacionismo li-
bana ha ensayado a partir del momento rivadaviano. Por su parte, bre, desprovisto de connotaciones oficiales, sigue en este período
94 la oposición al régimen del Restaurador, articulada en esos dos -más claramente que antes- las huellas de las transformaciones
económicas y sociales que se operan con mayor o menor intensi-

CAPITULO UNO / 1776 - 1860


dad en diferentes áreas del país que se está formando y que son
imprescindibles para adecuarlo a las nuevas exigencias de los
mercados de ultramar.

El proceso que hemos descripto, no desprovisto de vaci-


laciones y empantanamientos, conduce en términos generales a
la paralela formación de la sociedad civil, de un tejido social ca-
paz de generar organizaciones autónomas respecto de la acción
del Estado, y a la de ese mismo Estado, que en el período sucesi-
vo ha de adquirir -por fin- suficiente capacidad normativa y el
control sobre las sociedades y sobre la geografía que ha pretendi-
do ejercer con menos éxito desde sus orígenes. El proceso condu-
ce también a la generalización de concepciones que constituyen
las condiciones de posibilidad de la existencia de esa sociedad ci-
vil y de ese Estado: fundamentalmente la que piensa a esa socie-
dad como un conjunto de individuos jurídicamente iguales y ca-
paces de producir y expresar sus propias opiniones en diferentes
materias, y considera a la opinión pública a que esos individuos
dan vida como la fuente última de legitimidad política. Es en es-
te sentido que la idea asociativa jugó un papel verdaderamente
fundamental entre 1776 y 1860, a pesar de las innumerables di-
ficultades que se opusieron a su desarrollo: los hombres que pro-
pugnaron estas transformaciones en el siglo XIX vieron en el es-
píritu asociativo el verdadero agente del cambio, y en las asocia-
ciones la escuela en la que los nuevos valores habrían de apren-
derse y asimilarse. En la medida en que estas ideas fueron sufi-
cientemente asumidas por el poder político y por sectores am-
plios de la sociedad argentina, las iniciativas tendieron a multi-
plicarse. Y como hacia 1860 este proceso se encontraba ya bas-
tante avanzado, consideramos poder dar por concluida en este
punto la fase formativa del movimiento asociativo argentino. 95
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Bibliografía • Falcón, Ricardo, Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899), Buenos Aires,
CEAL, 1984.
• Andrews, George Reid, Los afroargentinos de Buenos Aires, Buenos Aires, Ediciones • Fasolino, Nicolás, «La Hermandad de San Pedro en la Antigua diócesis de Buenos
de la Flor, 1989. Aires», en Archivum II/2 (julio-diciembre de 1944), pp. 249-284.
• Badoza, Silvia, «Typographical Workers and Their Mutualist Experience: the Case of the • Fogelman, Patricia A., «Una cofradía mariana urbana y otra rural en Buenos Aires a
Sociedad Tipográfica Bonaerense, 1857-80», en Jeremy Adelman (ed.), Essays in Argentine fines del período colonial», en Andes. Antropología e Historia N° 11 (2000), pp. 179-207.
Labour History, 1870-1930, The Macmillan Press, Houndmills and London, 1992. • Gálvez, Lucía, Club del Progreso (1852-2000). La sociedad, los hombres, las ideas,
• Barral, María Elena, «Iglesia, poder y parentesco en el mundo rural colonial. Buenos Aires, Ediciones del Club, 1999.
La cofradía de Animas Benditas del Purgatorio, Pilar. 1774», Cuadernos de Trabajo N° 10, • Gálvez, Víctor [Seudónimo de Vicente Quesada], Memorias de un viejo. Escenas y
Luján, Universidad Nacional de Luján, 1998, págs. 17-56. costumbres de la República Argentina [1888], tres volúmenes, Buenos Aires, Ed. Peuser, 1889.
• Barrán, José Pedro, La espiritualización de la riqueza. Catolicismo y economía en • Garavaglia, Juan Carlos, «El teatro del poder: ceremonias, tensiones y conflictos en
Uruguay: 1730-1900, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1998. el Estado colonial», Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
• Barroca, Norberto et al., Historia de los establecimientos asistenciales de la República «Dr. Emilio Ravignani», Tercera serie, N° 14 (1996), pp. 7-30.
Argentina, Buenos Aires, Ed. Gama, 1988. • García Belsunce, César A. (dir.), Buenos Aires, 1800-1830. Educación y Asistencia
• Benegas Lynch, Alberto y Martin Krause, En defensa de los más necesitados, Social, Buenos Aires, Banco Internacional y Banco Unido de Inversión, 1976.
Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1998. • Gaynor, Juan Santos, Noticias del padre Fahy, Buenos Aires, 1940.
• Cabrera, Pablo, Cultura y beneficencia durante la Colonia, Córdoba, 1911 y 1929. • Gelly y Obes, Carlos María, Los orígenes de la sociedad de San Vicente de Paul en el
• Cánter, Juan, «Las sociedades secretas, políticas y literarias», en R. Levene (dir.), Río de la Plata, Buenos Aires, 1951.
Historia de la Nación Argentina, vol. V, 1ª sección, Buenos Aires, 1942, pp. 163-265. • Gez, Juan W., Historia de la Provincia de San Luis, Tomo II, Buenos Aires, 1916.
• Castello, Antonio Emilio, Historia de Corrientes, Buenos Aires, Plus Ultra, 1984. • González Bernaldo, Pilar, Civilté et politique aux origines de la Nation Argentine.
• Castro, Ana E., «Cofradías en la Iglesia Matriz de Mendoza», en Archivum, tomo XIX, Les socibilités à Buenos Aires, 1829-1862, París, Publications de la Sorbonne, 1999.
Junta de Historia Eclesiástica Argentina, Buenos Aires, 2000, pp. 533-542. • Guerra, François-Xavier, Annik Lempérière et al., Los espacios públicos en Iberoamérica.
• Cibotti, Ema, «Mutualismo y política en un estudio de caso. La sociedad Unione e Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 1998.
Benevolenza en Buenos Aires entre 1858 y 1865», en Fernando Devoto (comp.), • Halperín Donghi, Tulio, Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la
L’Italia nella società argentina, Roma Centro Studi Emigrazione, 1988, pp. 241-265. Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
• Club del Progreso, Datos históricos sobre su origen y desenvolvimiento. • Halperín Donghi, Tulio, «¿Para qué la inmigración? Ideología y política inmigratoria
Apuntes coleccionados por la comisión directiva en este centro con motivo del 50° aniversario y aceleración del proceso modernizador: el caso argentino (1810-1914)», Jahrbüch fur
de su fundación, Buenos Aires, 1902. Geschichte Von Staat, Wirschaft und Gesellschaft Latin-Amerikas, Band 13 (1976).
• Coni, Emilio, Higiene Social, Asistencia Social y Previsión. Buenos Aires, caritativo y • Ibarguren, Carlos, Las sociedades literarias y la Revolución Argentina (1800-1825),
previsor, Buenos Aires, Editorial Spinelli, 1918. Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1937.
• Correa Luna, Carlos, Historia de la Sociedad de Beneficencia: obra escrita por encargo de • Korol, Juan Carlos e Hilda Sabato, Cómo fue la inmigración irlandesa en Argentina,
la Sociedad en celebración de su primer centenario, Buenos Aires, 1923-1925, 2 volúmenes. Buenos Aires, Plus Ultra, 1981.
• Cruz, Enrique, «De igualdades y desigualdades: cofradías en el Jujuy colonial», • Lazcano, Martín, Las sociedades secretas, políticas y masónicas en Buenos Aires,
Anuario IEHS, N° 12, Tandil, Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Buenos Aires, El Ateneo, 1927.
1997, pp. 293-305. • Lizondo Borda, Manuel, Historia de Tucumán (siglo XIX), Tucumán,
• De Diego, Bernardo M., Club del Orden. Anales 1853-1990. Contribución a la Universidad Nacional del Tucumán, 1948.
historia de Santa Fe, Santa Fe, Imprenta Macagno, 1990. • Mariluz Urquijo, José María, «La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y el
• De Marco, Miguel Angel y Oscar Luis Ensinck, Historia de Rosario, Rosario, Río de la Plata», en La Real Sociedad Bascongada y América, Bilbao, Fundación BBV, 1992.
Museo Histórico Provincial de Rosario «Dr. Julio Marc»-Asociación Amigos del Museo • Marquiegui, Dedier Norberto, «Asociacionismo, liderazgo étnico y control social», en
Histórico, 1978. La inmigración española de masas en Buenos Aires, Buenos Aires, CEAL, 1993, pp. 77-98.
• Di Stefano, Roberto y Loris Zanatta, Historia de la Iglesia argentina. Desde la • Martínez, Ana María, Vida y «buena muerte» en Córdoba en la segunda mitad del
96 Conquista hasta fines del siglo XX, Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori, 2000. siglo XVIII, Córdoba, Centro de Estudios Históricos, 1996.
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
• Martínez, Ana María, La Cofradía del Carmen en la Iglesia de Santa Teresa de • Pereira Lahitte, Carlos, «La ‹Sociedad de San Vicente de Paul› a través de
Córdoba, Córdoba, Prosopis Editorial, 2000. ‹La Religión›», Revista Eclesiástica Argentina, Año II, N° 8 (1959), pp. 187-195.
• Martínez, Ana María, «La Orden de la Merced de Redención de Cautivos en Córdoba • Pérez Colman, César B., Paraná 1810-1860. Los primeros cincuenta años de la vida
del Tucumán. Sus cofradías y la Tercera Orden», en Páginas sobre Hispanoamérica nacional, Rosario, Talleres Gráficos Emilio Fenner, 1946.
Colonial. Sociedad y cultura, 3, pp. 11-41, 1996, PRHISCO, Buenos Aires, 1997. • Rosal, Miguel Angel, «Algunas consideraciones sobre las creencias religiosas de los
• Martínez, Ana María, «La Hermandad de la Caridad en Córdoba», en Actas del II° africanos porteños (1750-1820)», Investigaciones y Ensayos, 31, julio-diciembre de 1981.
Congreso Argentino de Americanistas. 1997. Tomo II, pp. 225-256, • Rosal, Miguel Angel, «Artesanos de color en Buenos Aires (1750-1910)», BIHAA-
Sociedad Argentina de Americanistas, Buenos Aires, 1998. E. Ravignani, 1982, pp. 331-346.
• Martínez, Ana María, «Hermandades y cofradías. Su regulación jurídica en la sociedad • Rosal, Miguel Angel, «Negros y pardos en Buenos Aires, 1811-1860», Anuario de
indiana», en Actas del XIII Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Estudios Americanos, LI, 1, 1994, pp. 165-184.
Indiano, Universidad de Castilla-La Mancha. Toledo. • Sabato, Hilda, La política en las calles: entre el voto y la movilización. Buenos Aires,
• Meyer Arana, Alberto, «La beneficencia en la ciudad de Buenos Aires», Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
Censo General de la Ciudad de Buenos Aires, Tomo III, Buenos Aires, 1910. • Siegrist de Gentile, Nora L., «Familias de la Orden Tercera de San Francisco en
• Meyer Arana, Alberto, La caridad en Buenos Aires, Barcelona, Comisión Nacional Buenos Aires. Identidad de sus miembros y relaciones con España en los siglos XVIII
del Centenario, 1911, 2 tomos. y XIX», en Pilar Gonzalbo Aizpuru (Coord.), Familias iberoamericanas.
• Millé, Andrés, Crónica de la orden Franciscana en la conquista del Perú, Paraguay y Historia, identidad y conflictos, México, El Colegio de México, 2001, pp. 57-80.
el Tucumán y su convento del antiguo Buenos Aires, 1212-1800, Buenos Aires, • Sociedad de Beneficencia, Origen y desenvolvimiento de la Sociedad de beneficencia de
Emecé, 1961. la Capital, 1823-1904, Buenos Aires, Imprenta Guillermo Kraft, 1905.
• Monti, Daniel, Presencia del protestantismo en el Río de la Plata durante el siglo XIX, • Socolow, Susan Migden, Los comerciantes del Buenos Aires virreinal: familia y
Buenos Aires, La Aurora, 1969. comercio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1991.
• Morales Guiñazú, Fernando, Historia de la cultura mendocina, Mendoza, • Un inglés, Cinco años en Buenos Aires: 1820-1825, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1962.
Best Hermanos, 1943. • Ussher, Santiago, Los capellanes irlandeses en la colectividad hiberno-argentina durante
• Moreno, José Luis (comp.), La política social antes de la política social (Caridad, el siglo XIX, Buenos Aires, 1954.
beneficencia y política social en Buenos Aires, siglos XVII a XIX), Buenos Aires, • Videla, Horacio, Historia de San Juan, San Juan, Academia del Plata, 1962.
Trama Editorial/Prometeo Libros, 2000. • Wilde, José Antonio, Buenos Aires desde setenta años atrás, Buenos Aires,
• Muro de Nadal, Mercedes, «Asistencia social», en C. García Belsunce (dir.), Biblioteca de La Nación, 1917.
Buenos Aires 1800-1830. Educación y asistencia social, Buenos Aires,
Banco Internacional y Banco Unido de Inversión, 1978, 2ª parte.
• Myers, Jorge, «Una revolución en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad
de la elite porteña, 1800-1860», en F. Devoto y M. Madero (dir.), Historia de la vida
privada en la Argentina, Tomo 1: «País antiguo. De la colonia a 1870», Buenos Aires,
Taurus, 1999, pp. 111-145.
• Navarro Viola, Jorge, El Club de Residentes Extranjeros (1841-1941), Buenos Aires,
Imprenta Coni, 1941.
• Passanante, María Inés, Pobreza y acción social en la historia argentina.
De la beneficencia a la seguridad social, Buenos Aires, Editorial Humanitas, 1987.
• Peña, Gabriela, La evangelización de indios, negros y gente de castas en Córdoba del
Tucumán durante la dominación española (1573-1810), Universidad Católica de
Córdoba, Córdoba, 1997.
• Peña, Gabriela A., La integración del indio en la iglesia cordobesa, siglos XVI y
XVII, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, Investigaciones y Ensayos N° 44
(1994), pp. 365-380. 97
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
ESTAD O
Y SOCIEDAD C I V I L

HILDA SABATO

Hilda Sabato es historiadora, profesora titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la La experiencia del mercado, en colaboración con Luis Alberto Romero (Sudamericana,
Universidad de Buenos Aires e investigadora principal del CONICET en el Programa 1992) y La política de calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862-1880
PEHESA del Instituto de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio Ravignani» de la (Sudamericana, 1998), publicado en inglés por Stanford University Press.
misma Facultad. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Capitalismo y ganadería
en Buenos Aires: La fiebre del lanar, 1850-1890 (Sudamericana, 1989), editado también El licenciado Juan José Santos colaboró en la búsqueda, relevamiento, recopilación y
en inglés por The University of New Mexico Press; Los trabajadores de Buenos Aires. procesamiento de materiales para este capítulo. 99
«Viejo Hotel de Inmigrantes»
La inmigración de ultramar: ...centenas de miles de personas
llegaban año a año a la Argentina en busca de trabajo, refugio y fortuna,
y una mitad de ellas se afincaron definitivamente en el país.
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL

A mediados del siglo XIX, nació la Argentina como estado Cuando se hizo el tercer censo nacional, en 1914, casi el
unificado y como una república representativa y federal, según lo pres- 30 por ciento de la población era extranjera. Pero ya mucho an-
cribía la Constitución dictada en 1853. Por entonces, sin embargo, la tes, en 1869, fecha del primer censo, las proporciones eran, en al-
nación era todavía un proyecto. La unión política efectiva llegó algu- gunos lugares, sorprendentes. En la ciudad de Buenos Aires, por
nos años más tarde cuando, después del triunfo de la rebelde provin- ejemplo, la mitad de los habitantes eran nacidos en el exterior,
cia de Buenos Aires sobre las fuerzas de la Confederación, tomó for- proporción que se elevaba por encima de las tres cuartas partes del
ma definitiva la República Argentina. Pero el proceso de construcción total, si tomamos solo los varones adultos. Por entonces, los que
nacional sería mucho más largo y fue en las décadas siguientes a 1860 llegaban al puerto eran sobre todo hombres en edades activas, pe-
que se definieron los rasgos básicos de la Argentina moderna: La con- ro pronto llegarían también mujeres y unos y otros buscarían
solidación de un estado central, la afirmación de una economía capi- asentarse no solamente en la ciudad que los recibía inicialmente,
talista y la formación de una sociedad dinámica y compleja. Para 1920 sino también en el campo o en otras ciudades y pueblos del resto
se había producido también un proceso de nacionalización cultural y del país. Claro que las zonas más atractivas eran aquéllas que se
una democratización del sistema político, de manera tal que en todos fueron incorporando más rápidamente al proceso de expansión
los planos el país se había transformado profundamente. económica, por lo que la distribución de los inmigrantes nunca
sería pareja. En realidad, también la población nativa se redistri-
La población era, también, otra: entre 1860 y 1920 se buía al compás de las transformaciones económicas y hubo migra-
multiplicó casi seis veces (de 1,5 a casi 9 millones de habitantes) ciones internas que si bien no alcanzaron las cifras de las décadas
y cambió radicalmente su perfil. Buena parte de ese crecimiento posteriores a 1930, de todas formas contribuyeron a rediseñar el
se debió a la inmigración de ultramar: decenas y hasta centenas mapa poblacional del territorio. Cambió el peso relativo de las
de miles de personas llegaban año a año a la Argentina en busca distintas regiones y también el de la ciudad en relación al campo.
de trabajo, refugio y fortuna, y una mitad de ellas se afincaron La región pampeana llegó a concentrar las tres cuartas partes de la
definitivamente en el país. La mayor parte (alrededor del 50 por población, mientras se aceleraba el proceso de urbanización: para
ciento) venía de diferentes regiones de Italia, un 20 por ciento de 1920, más de la mitad de la gente vivía en ciudades. Buenos Ai-
España, y el resto de Francia, Alemania, Gran Bretaña, los países res había crecido espectacularmente, pasando de 150mil a más de
del este de Europa, las naciones del entonces Imperio Turco, y un millón y medio de habitantes en sesenta años. También habían
otros países de América. crecido otras ciudades y surgido nuevas aglomeraciones. Y todos 101
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Familia proteña en su quinta, 1877

los habitantes, nativos y extranjeros, del campo o de la ciudad, se servicios, y crecientemente también en la manufactura. Una bue-
educaban mejor y vivían más tiempo.1 na parte de ellos eran asalariados, aunque el trabajo por cuenta
propia tuvo un lugar importante en todo el período. En el cam-
En las ciudades, los hombres y en menor medida las po, la situación variaba mucho según las regiones, pero en las ri-
mujeres encontraban ocupación sobre todo en el comercio y los cas praderas de la pampa húmeda, aunque la propiedad de la tie-
rra mostraba una concentración relativamente alta, una parte
muy significativa del trabajo estaba en manos de chacareros
1. Entre 1869 y 1914, el analfabetismo disminuyó notablemente en esos años
arrendatarios y, en menor medida, de propietarios medianos.
102 (de 71% a 38%), mientras la esperanza de vida aumentaba de 33 a 49 años. También había peones y jornaleros asalariados, que muchas veces
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
Gauchos en la campaña bonaerense

alternaban labores en el campo y en la ciudad, al compás de las era visible en los años 50 donde, como vimos, en la ciudad de Bue-
variaciones estacionales del empleo. nos Aires se fue creando un entramado de instituciones asociativas
y de comunicación cada vez más denso. En las décadas siguientes,
Durante todas esas décadas, la sociedad argentina fue muy ese proceso se aceleró y se multiplicaron las asociaciones volunta-
dinámica e inestable. Aunque existían marcadas diferencias regiona- rias de todo tipo, tanto en Buenos Aires como en el resto del país.
les, en la mayor parte del país se fue perfilando una estratificación En lo que sigue, exploraremos esa historia, que hemos dividido en
compleja, propia de la modernidad capitalista que se afirmaba sos- dos etapas: la primera -de 1860 a 1890- es la de la afirmación de
tenidamente. Y si al principio de este período, el mundo social fun- una sociedad civil y de construcción del Estado en una sociedad en
cionaba todavía con muchas de las pautas maduradas durante la rápida transformación en todos los planos; la segunda -de 1890 a
primera mitad del siglo, poco quedaba de ellas hacia el 900. 1920-, la de la consolidación y maduración de ambas instancias,
en el seno de una sociedad ya marcadamente burguesa.
En este marco, desde temprano se inició el proceso doble
de construcción y consolidación del Estado, por una parte, y de la
formación de una sociedad civil relativamente autónoma y cada día
más vigorosa, por el otro. Este desarrollo, el de la sociedad civil, ya 103
Diploma de aceptación como miembro de la Sociedad Tipográfica Bonaerense
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
EL FERVOR ASOCIATIVO
1860-1890

Como vimos en el capítulo anterior, la vida asociativa se instaurados luego de la independencia. En consecuencia, estas asocia-
difundió notablemente después de Caseros. Inicialmente, ese mo- ciones no sólo servían a los fines específicos para los cuales se las había
vimiento se manifestó con mayor vigor en Buenos Aires, pero lue- creado, sino que funcionaban además, como ámbitos de desarrollo y
go se expandió para incluir a otras ciudades, a pueblos medianos y difusión de las prácticas sociales y políticas consideradas «modernas».
pequeños, y aun a zonas rurales. Los esfuerzos para reunirse y or-
ganizarse surgían en general de iniciativas provenientes de la socie- Este aspecto de la vida asociativa llevó a que las elites go-
dad civil, de la gente que buscaba sumar voluntades en pos de dis- bernantes posrevolucionarias e ilustradas buscaran promoverla a
tintos fines. Este tipo de actividades no era una novedad en la Ar- través de diferentes medidas y acciones «desde arriba». Los resulta-
gentina, pues ya vimos como desde los primeros años del siglo dos fueron, como vimos, muy heterogéneos, y durante varias déca-
XIX en el Río de la Plata -como ocurrió también en otras regio- das viejas y nuevas formas de sociabilidad coexistieron y funciona-
nes de Iberoamérica- comenzaron a desarrollarse formas asociati- ron de manera muy mezclada. Fue sólo después de mediados de si-
vas distintas de las que habían predominado en la época colonial. glo que éstas últimas se fueron imponiendo. Y aunque el Estado
Mientras en éstas los miembros lo eran por tradición, costumbre contribuyó de manera importante a ese movimiento, el ímpetu
y adscripción, en las nuevas organizaciones ellos se incorporaban principal provenía de la sociedad misma, desde la cual comenzaron
por su propia voluntad, en tanto individuos libres que se reunían a multiplicarse las iniciativas en esa dirección.
para perseguir un determinado fin. En la asociación, todos sus in-
tegrantes se consideraban iguales entre sí, más allá de las diferen- ¿Qué llevaba a la gente a buscar estas formas de acción co-
cias de cualquier tipo que los distinguiera fuera de ese ámbito. Y lectiva? Seguramente, las motivaciones eran diversas y múltiples.
se relacionaban como pares (socios). Sin embargo, es posible pensar en algunas razones compartidas por
la mayor parte de la población. La sociedad argentina, como vi-
Estas nuevas formas de sociabilidad cumplieron un papel mos, estaba experimentando profundos cambios que afectaban to-
importante en la construcción de la vida republicana, porque eran dos los niveles de la vida de sus habitantes. Era, en esas décadas de
instituciones donde teóricamente predominaban valores, relaciones 1860 a 1890, una sociedad en rápida transición, atravesada por múl-
y prácticas basados en los nuevos principios de libertad e igualdad tiples conflictos y tensiones, y en la que los vínculos tradicionales 105
parecían disolverse sin que los nuevos terminaran de consolidarse.
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A EL ESPIRITU DE ASOCIACION
En ese marco de diversidad e incertidumbre, la actividad asociati-
LA UNION ES LA FUERZA va funcionaba como un tejido conectivo a través del cual la pobla-
ción podía satisfacer necesidades concretas surgidas de las nuevas
... el espíritu de asociación que constituye de familias sujetas a un régimen que las relaciones económicas y sociales; construir lazos de pertenencia y
verdaderamente el progreso de los pueblos vincula en el amor y respeto unas a otras. solidaridad; representar y defender intereses sectoriales; desarrollar
y el bienestar de todas las clases sociales Así como se pone término a la anarquía
ha empezado a agitarse en las clases que viven regularmente los pueblos que no actividades recreativas, festivas, y culturales; actuar colectivamente
obreras como en la juventud acomodada. comprenden cuánto importa el espíritu de en el espacio público.
Están en vísperas de constituirse la Socie- asociación... Seguro es que los explotadores
dad Tipográfica, la Sociedad Argentina políticos no harían entonces del hombre
de Socorros Mutuos y una Sociedad ignorante un instrumento de sus pasiones
El asociacionismo era muy valorado por gente social y
Republicana. Las tres tienen el laudable y de sus miras para trepar al poder. culturalmente muy diversa. Se lo concebía como un baluarte de
propósito de la protección recíproca, la Hagamos sociedades y llegaremos por esta una sociedad libre, moderna, democrática y solidaria. «La asocia-
fraternidad, con la misión de propender vía a la cumbre del bienestar general con
a la propagación de todo principio que más rapidez [...]
ción, decía el presidente de la Sociedad Tipográfica Bonaerense en
encamine al hombre a su perfección y Hagamos sociedades para poner con ellas 1862, es la idea que marcha a la vanguardia de la civilización uni-
mejoramineto social. una barrera a nuestras malas pasiones, versal»2. Esa concepción era compartida por gran parte de la po-
... los prósperos días que nos prepara el para despertar en el alma [...] amor al
blación del país y se inspiraba en fuentes ideológicas diversas, pero
desarrollo que trae en pos la unidad de trabajo, al estudio, al sistema de vida [...]
acción, de miras y de vistas para conquis- y las enfermedades morales que afligen al que coincidían en celebrar la fraternidad humana encarnada en el
tar en el trabajo los puestos que cada cuerpo social irán desapareciendo paula- asociacionismo voluntario.
industrial tiene derecho a ocupar. tinamente [...] liberaremos al hombre de
El espíritu de asociación acabará con las porción de vicios en que vive por falta de
rencillas de barrio, con las preocupaciones un centro de reuniones honestas y morales Los gobiernos que se sucedieron en el poder en las décadas
de clases. Los hombres dejarán de ocu- y de deberes económicos que llenar para de la Organización Nacional compartían esa valoración positiva y,
parse de la política para consagrarse al consigo mismo en beneficio propio [...]
en principio, alentaron al movimiento asociativo. Durante buena
desarrollo de la prosperidad de la insti- El espíritu de asociación todo lo vence
tución bajo la cual se amparan [...] porque la unión es la fuerza... parte del período, desde el Estado se afirmó la vigencia de los dere-
Constituidas las poblaciones en diversas chos civiles y de las libertades de reunión, de opinión y de prensa.
sociedades, tienen que marchar a un Diario La Capital de Rosario, Esto no significa que esos derechos se respetaran a rajatabla, pero sí
mismo fin aunque sea por distintos ca- 17/18 de octubre de 1870.
minos. Estos fines constituyen el bien de Citado por Alicia Megías, que su vigencia relativa estimuló tanto la multiplicación de las ini-
los asociados que tienen por base la «La formación de una elite de notables ciativas de acción colectiva como la expansión de la prensa escrita.
igualdad de cargas y deberes... dirigentes», Rosario, 1860-1890,
He aquí cómo las más numerosas pobla- Buenos Aires, Biblos, 1996,
ciones vienen a formar una media docena pp. 96-97.

2. Sociedad Tipográfica Bonaerense: Memoria de la Comisión


106 Directiva, 1862.
De esta manera, ésas fueron décadas de formación del para el reclutamiento de sus miembros. La mayor parte de ellas

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


movimiento asociativo, que abarcaba esferas muy diferentes de la se organizaban por afinidad de origen, es decir, entre inmigrantes
actividad social. Surgieron y se desarrollaron cientos de iniciativas, provenientes del mismo país o de la misma región. Un segundo
incluyendo sociedades de ayuda mutua, clubes sociales, culturales
y deportivos, logias masónicas, asociaciones de inmigrantes, círcu-
los literarios, sociedades profesionales, agrupaciones festivas, orga-
nizaciones de beneficencia, asociaciones de empresarios, y también
comisiones y comités de índole más efímera destinados a algún
propósito bien específico, como organizar una conmemoración,
celebrar algún evento o juntar fondos para construir un hospital,
erigir una estatua, o ayudar a las víctimas de alguna catástrofe. Nos
internaremos a continuación en algunas de estas iniciativas. Frente del local de la Asociación Española de Socorros Mutuos, noviembre de1904

EL ESFUERZO MUTUALISTA

Las asociaciones más importantes de la época, tanto por grupo, se proponía reclutar a los integrantes de un mismo oficio o
su cantidad como por el número de sus afiliados y por su perdura- profesión. Pero había también otras variantes. Así, por ejemplo, pue-
bilidad en el tiempo, fueron las asociaciones de ayuda mutua. Su de distinguirse un tercer grupo, más pequeño, de asociaciones que
objetivo central era el de reunir fondos entre sus miembros para utilizaban un criterio étnico y nucleaban a la población de origen afri-
crear, para ellos y sus familiares, mecanismos de asistencia en ma- cano. También hubo sociedades denominadas «cosmopolitas», que
teria de salud y enfermedad, protección en casos de desempleo e no estaban formadas por miembros de un solo origen étnico ni de un
invalidez y, a veces, ahorro y apoyo educativo. Como vimos en el único oficio o profesión, y que por lo tanto, definían su reclutamien-
capítulo anterior, en la década del ‘50 se crearon algunas asociacio- to en términos muy amplios. Finalmente, hacia la última década del
nes de ese tipo en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y unas siglo, en el ámbito mutual aparecieron también las organizaciones
pocas en otras localizaciones del interior del país. Hacia 1880, su católicas, de las cuales hablaremos más adelante.
número había trepado por encima de la centena, cifra que segui-
ría creciendo de manera sostenida y, para 1914, el censo nacional Las sociedades mutuales más destacadas eran las que reu-
registró 1.202 para todo el país (ver más abajo). nían a inmigrantes del mismo origen nacional o regional. Mucho se
ha dicho acerca de la importancia de la inmigración en la difusión
Para este período, los estudiosos han clasificado a estas aso- del mutualismo. Los inmigrantes habrían constituido un público
ciaciones en dos grupos principales, según el criterio que utilizaban potencial clave, tanto porque la carencia de vínculos primarios en el 107
nuevo lugar de residencia los habría llevado a crear otros tipos de la- dos Unidos predominaron las que reclutaban sus miembros ex-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

zos de solidaridad, como porque muchos de ellos traían una expe- clusivamente de una región o comarca. Esto no impidió, sin em-
riencia asociativa previa, en particular los que venían de algunas re- bargo, la proliferación de instituciones, pues el fraccionamiento
giones de Italia. Pero a ello hay que agregar, además, las condicio- fundado en razones políticas, ideológicas, sociales y aun de riva-
nes generales de la sociedad argentina en ese momento, que -como lidades personales entre las dirigencias, fue una característica
sugerimos más arriba- han de haber contribuido para estimular al distintiva del mutualismo italiano en la Argentina.
movimiento mutualista entre los extranjeros (y también entre los
nativos). Si las nuevas asociaciones fueron un factor de integración Como vimos en el capítulo anterior, la primera de las so-
a esa sociedad, un medio para preservar las identidades originarias ciedades mutuales fundada, en 1858, por inmigrantes italianos
o un mecanismo para la creación de nuevas formas identitarias es en Buenos Aires fue Unione e Benevolenza, que aun existe, y fue
materia de discusión. Lo cierto es que muchos inmigrantes busca- creada como institución «italiana» antes de que Italia se constitu-
ron allí protección contra la enfermedad, la vejez y el desempleo, y yera como estado unificado. Los comienzos fueron algo lentos,
seguramente un espacio de sociabilidad cultural y recreativa para pero a partir de los años ‘70 se multiplicaron las iniciativas y a fi-
ellos y sus familias. Cuánto más buscaron y cuánto encontraron son nes de los ‘80, había unas 45 asociaciones italianas en la ciudad.
preguntas pendientes y de difícil respuesta. Este crecimiento no se limitaba a Buenos Aires. En Rosario, en
1861 se fundó Unione e Benevolenza di Mutuo Soccorso, en
EL MUTUALISMO ITALIANO 1883, el Circolo Napoletano de Mutuo Soccorso y en 1889, la
Las primeras asociaciones mutuales de extranjeros des- Società Fratellanza Siciliana de Socorros Mutuos. Córdoba tam-
pués de Caseros fueron las creadas por franceses y por españoles: bién tuvo su Unione e Benevolenza en 1874, de la cual se des-
L’Union et Sécours Mutuels en 1854 y la Catalana y la Asocia- prendió Unione e Fratellanza en 1893. Para 1890 había mutua-
ción Española de Socorros Mutuos en 1857. Pero a poco andar, les italianas en varias otras ciudades más chicas, como Corrien-
las asociaciones que nucleaban a inmigrantes provenientes de Ita- tes, San Luis, Concordia, Bahía Blanca y La Plata, entre otras, y
lia o de alguna de sus regiones resultaron las más numerosas. Es- en muchas localidades menores, sobre todo de las provincias de
to respondió no solamente al predominio de la inmigración de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Se trataba de or-
ese origen sobre el resto, sino también a cierta predisposición de ganizaciones de tamaño, cobertura y alcance extremadamente di-
los italianos al mutualismo que se manifestó en todos los lugares versos, pero nos hablan, de todas maneras, de una difusión muy
adonde se asentaron. De todas maneras, señala Fernando Devo- grande del mutualismo italiano en buena parte del país, en especial
to, esa inclinación resultó mayor en la Argentina y el Uruguay en las regiones de más reciente expansión económica.
que en otros países de destino y, siguiendo a Sam Baily, vincula
este rasgo con un menor regionalismo en la organización de la En toda esta primera época, los inmigrantes provenían
colectividad: en estas tierras, las asociaciones estuvieron en su de las regiones del norte de la Península, muchos de ellos de lu-
108 mayoría abiertas a personas de toda Italia, mientras que en Esta- gares del Piamonte y la Liguria, que en sus zonas urbanas tenían
un desarrollo de la actividad mutual. Muchos eran campesinos, La existencia de estos dirigentes y aspirantes a dirigentes fue

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


algunos de los cuales habían tenido una experiencia urbana previa fundamental en la primera etapa del movimiento asociacionista. Ellos
a su emigración definitiva. Aunque predominaban los hombres contribuyeron de manera decisiva a la formación de una colectividad
adultos jóvenes, no pocos se trasladaban con mujer y, a veces, fa- italiana en la Argentina. En palabras de Ema Cibotti, la dirigencia se
milia. Una vez en la Argentina, se instalaron en la ciudad y en el propuso convertir al conglomerado multiforme de los inmigrantes
campo, desempeñaron muchos oficios diferentes, y aunque había (de diferentes orígenes regionales, sociales, culturales y políticos) en
barrios y pueblos donde se concentraban más que en otros y ocu- un sujeto singular, homogéneo, que más tarde se definiría como «co-
paciones u oficios predilectos, no existieron espacios ni trabajos lonia italiana». Las instituciones asociativas, así como la prensa perió-
étnicamente homogéneos. dica, jugaron en esa empresa el papel principal, pues atrajeron a
muchos inmigrantes y los reunieron en iniciativas comunes.
Estos inmigrantes conformaban la base potencial de las
asociaciones mutuales. Las cifras que da Fernando Devoto para fi- Si bien las asociaciones se definían por su propósito cen-
nes de siglo indican que alrededor de un tercio de la población tral, la ayuda mutua, el rango de actividades que realizaban era
adulta masculina de italianos residentes en Buenos Aires pertenecía muy variado y dependía de factores diversos. Incluso en el rubro
al menos a una de estas instituciones. Estas incluían a gentes de to- mutual, había sociedades que ofrecían servicios más amplios que
dos los sectores sociales, pero en general predominaban los sectores otras y, a los habituales de asistencia en casos de enfermedad e in-
de trabajadores manuales y no manuales calificados por sobre co- validez y pago de gastos de sepelio, agregaban otros como cierta co-
merciantes y profesionales, que en cambio tenían una presencia im- bertura en casos de desempleo y la construcción de un panteón pa-
portante en el nivel dirigente e incluían a quienes llegaban a la Ar- ra los socios. La mayoría de las instituciones desarrollaban, tam-
gentina contando con algunos medios y quienes se habían labrado bién, actividades de tipo recreativo y cultural, que podían ir desde
una posición después de su llegada. Entre los que llegaron por esos reuniones sociales hasta la organización de una biblioteca, de con-
años, hubo también quienes provenían de capas medias, muchas ferencias o de veladas teatrales. También conmemoraban sucesos
veces con formación profesional, y que migraban en busca de me- relativos al país de origen: fechas patrias, aniversarios, la muerte de
jores destinos o, a veces, por razones políticas. Aunque minorita- personajes importantes, entre otros. Finalmente, la organización
rios, estos grupos fueron importantes en la construcción del movi- de escuelas constituyó todo un capítulo de la actividad asociativa.
miento asociativo. La guerra por la unificación italiana, los conflic-
tos entre monárquicos y republicanos, y las luchas entre facciones Las primeras escuelas fueron las dos creadas en 1866 por las
tuvieron, así, repercusiones en la Argentina, tanto por los hombres sociedades entonces más importantes en Buenos Aires: Unione e Be-
que contribuyeron a expulsar de su tierra como porque, una vez en nevolenza y la Nazionale Italiana. El objetivo mas inmediato era aten-
su nuevo destino, esos hombres continuarían participando indirec- der a la necesidad de instrucción primaria de la colectividad en cons-
tamente de esos enfrentamientos, reproduciéndolos en el marco de trucción. Desde el principio, fue una actividad atravesada por la con-
las instituciones locales donde competían por el liderazgo. troversia. En el seno mismo de las asociaciones, según Luigi Favero, 109
muchos veían a la instrucción como una necesidad contingente y no Además de desarrollar todas estas funciones mutuales,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

fundamental a los fines de la ayuda mutua. Al mismo tiempo, se dis- culturales, educativas y recreativas, las asociaciones tenían una ac-
cutían los objetivos, los contenidos pedagógico-didácticos y la nece- tividad pública que trascendía sus fines específicos. En esta prime-
sidad o no de enseñar la lengua italiana. Muchas veces, las asociacio- ra época de «fervor asociativo», estas instituciones participaban de
nes se decidieron por la creación de una escuela como mecanismo pa- convocatorias, actos, mitines y manifestaciones realizadas para ce-
ra atraer más socios. Lo cierto es que en las décadas de 1870 y 1880, lebrar, conmemorar, o protestar colectivamente en el espacio pú-
varias entidades, tanto en Buenos Aires como en Santa Fe, organiza- blico. En Buenos Aires, esta era una actitud compartida por el mo-
ron sus instituciones de instrucción primaria para varones y un poco vimiento asociativo en general, pero era aun más visible en el caso
más tarde, también para mujeres. De esta manera, frente a un total de las organizaciones vinculadas con la colectividad italiana.
de unos 14.000 alumnos en escuelas de la capital federal, unos 2.800
estaban en instituciones de la colectividad italiana. En 1895, en Por una parte, éstas eran las más numerosas y tenían fre-
cambio, las proporciones habían variado notablemente en favor de las cuentes motivos de movilización propia así como para sumarse a
instituciones públicas: éstas contaban con más de 70.000 alumnos las ajenas. En un año cualquiera, por ejemplo 1878, en enero los
mientras las italianas apenas superaban los 3.000 (ver más abajo). italianos convocaron a una «espontánea movilización patriota»
por la muerte del rey Víctor Manuel II que, según la prensa reu-
Homenaje de la colectividad italiana en la muerte de Humberto I, nió a cerca de diez mil personas (no solo de origen italiano) y re-
en las cercanías del puerto de Buenos Aires, 1900.
corrió las calles desde el Hospital Italiano hasta el puerto; en fe-
brero, las asociaciones se sumaron al multitudinario homenaje a
San Martín; en marzo, tocó el turno a la inauguración de la esta-
tua de Mazzini, héroe republicano de Italia, que reunió, según el
diario La Tribuna, a «todos los habitantes de la ciudad»; más tar-
de, hubo un «banquete patriótico» que reunió a unos trescientos
italianos en el local del Pasatiempo para conmemorar la jura de
la Constitución de ese país; en setiembre, hubo los habituales ac-
tos para celebrar la fecha máxima de la unidad italiana, el 20 de
setiembre; finalmente, en diciembre de nuevo las sociedades ita-
lianas se plegaron a la gran movilización contra el proyecto de
impuestos al consumo de tabaco, alcoholes y naipes, que termi-
nó con éxito. Aunque no todos los años fueran tan agitados co-
mo 1878, las agrupaciones de italianos tuvieron durante este pe-
ríodo muchas ocasiones para mostrar una presencia pública muy
110 visible en la ciudad.
Por otra parte, en las décadas del ‘60 y ‘70, la dirigencia ita- significativos. Según la información disponible, en general había

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


liana mantenía buenos contactos con políticos, intelectuales y publi- una baja asistencia de socios a las asambleas. Al mismo tiempo, en
cistas argentinos. Muchos de estos contactos respondían a afinidades el plano de las direcciones, las asociaciones italianas se caracterizaron
ideológicas, en particular en el caso de los republicanos que gozaban por la conflictividad entre grupos, que con frecuencia daba lugar a
de la simpatía de conspicuos dirigentes locales, como Bartolomé Mi- escisiones y a la división de las entidades.
tre, por ejemplo, que era invitado a todos los actos de Unione e Be-
nevolenza, era miembro honorario de varias entidades y participaba Los comienzos de dos asociaciones italianas
muchas veces como orador en actos y celebraciones. A su vez, Mitre La historia inicial de las Unione e Benevolenza de Buenos
contó con el respaldo fiel de muchos italianos en sus luchas políti- Aires y de Córdoba puede ilustrar como fueron estos comienzos de
cas. No era el único, y otras figuras conspicuas de la política porte- la vida asociativa de los italianos en la Argentina. La primera, como
ña tenían vínculos con las instituciones de la colectividad italiana. vimos, fue creada en 1858 por un grupo de 53 hombres prove-
En ciudades como Rosario y Córdoba, las relaciones entre los libe- nientes en su mayor parte de Liguria y Lombardía, pero estaba
rales locales y las dirigencias societarias también eran intensas. De tal abierta a todos los peninsulares varones y a sus hijos. El propósito
manera, aunque la mayor parte de las asociaciones excluían implícita inicial era el de asistir a sus miembros en caso de enfermedad, cu-
o explícitamente la intervención en la vida política, existían vínculos brir los gastos de sepelio y ayudar a sus mujeres y niños en casos de
entre las dirigencias mutualistas y miembros de las elites políticas indigencia. Con el tiempo, se fueron incorporando otras funciones
locales que se expresaron públicamente en más de una ocasión. asistenciales y educativas, así como actividades sociales y cultura-
les. En 1866, como vimos, se creo la escuela de la sociedad, que se
Las asociaciones tenían, además, una vida política interna. puso en funcionamiento al año siguiente junto con la biblioteca,
Todas ellas se gobernaban según reglas establecidas en sus estatutos, en la nueva sede social recién edificada en la actual calle Perón.
que eran muy similares en todas las instituciones mutuales italianas Mantuvo, además, clínicas y farmacias. Montó un plan de ayuda
(y semejantes también a los de las españolas) y se basaban en mo- durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871 para las víctimas y
delos que figuraban en manuales europeos para entidades de soco- sus familiares, y juntó fondos para los afectados por catástrofes en
rro mutuo. Los estatutos en general fundaban sus disposiciones en Italia. También desarrollaba un activo programa social que incluía
una concepción igualitaria y participativa del gobierno de las socie- la celebración de banquetes, bailes, bazares y actos para la conme-
dades. La asamblea de socios era el órgano soberano que agrupaba moración de fechas patrias italianas y argentinas.
a todos los miembros cotizantes y tomaba las decisiones generales,
mientras que había siempre algún órgano de dirección que se ocu- En cuanto a los socios, durante los primeros años tuvo un
paba de tomar las de funcionamiento cotidiano. Los directivos te- crecimiento sostenido y hacia mediados de los años ‘60 contaba
nían mandatos breves y debían renovarse periódicamente. A pesar con cerca de 3.000 socios. Esta cifra cayó a menos de mil en la dé-
del espíritu de los estatutos, pocas veces la participación de la masa cada del ‘70, pero repuntó enseguida y en 1881 tenía unos 3.500
de los socios en la vida política de las asociaciones alcanzaba niveles y en 1888 llegó a 6.300. Luego volvió a declinar y se estabilizó por 111
varios años en torno a los 4.000 miembros. La composición social recordar el décimo primer aniversario de las cinco jornadas de lu-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

inicial de la masa societaria era heterogénea, con una presencia sig- cha del pueblo de Milán contra el ejército austríaco, celebración
nificativa de trabajadores calificados y semicalificados, comercian- que se hizo en el teatro Colón y contó con más de mil participan-
tes y empleados. Según Baily, treinta años más tarde se había pro- tes entre italianos y argentinos. En los meses siguientes se organiza-
ducido un descenso de los semicalificados y un aumento de los no ron comités, colectas y mitines relacionados con los sucesos de la
calificados, no manuales y profesionales. La dirección recaía, sobre guerra en la península. En ese marco, el conflicto entre republica-
todo, en los sectores más altos dentro de ese conjunto, en especial, nos y monárquicos en Italia se reproducía entre los inmigrantes. En
profesionales y comerciantes. En cuanto a la intervención de la ba- 1861, una competencia entre las autoridades de Unione y el cónsul
se en las instancias colectivas de decisión, como asambleas y vota- en Buenos Aires desembocó en la expulsión de la primera de un
ciones, Unione mostraba, en los primeros años, una participación grupo monárquico que fundó otra sociedad, la Nazionale Italiana.
relativamente alta. Más tarde, ese nivel bajó para resultar en una Los mazzinianos, encabezados por los hermanos Gaetano y Filippo
pauta semejante a otras entidades similares. Pezzi, se afirmaron en el liderazgo, un grupo que además tenía muy
buenas relaciones con los liberales porteños en el poder.
Esta asociación pionera buscaba alcanzar un alto impacto
en la masa de inmigrantes. Según Cibotti, sus dirigentes se propo- La consolidación de la monarquía en Italia alimentó las
nían unificarlos como colectividad en la cual ejercerían su liderazgo. rencillas internas en Unione. Finalmente, en 1864 la disidencia de
Al mismo tiempo, aspiraban a lograr el reconocimiento de las elites un sector republicano moderado con el ala radical de la dirección
políticas e intelectuales de Buenos Aires, para lo cual, la capacidad de terminó con la separación de esta última y la afirmación de los mo-
convocatoria entre los propios inmigrantes resultaba fundamental. derados en la conducción, bajo la dirección del médico Giuseppe
Salvarezza, un hombre que había formado parte de la entidad des-
Para alcanzar estos objetivos, los dirigentes societarios im- de muy temprano. Este grupo sostenía la incompatibilidad entre
pulsaron múltiples actividades en planos que excedían el estricta- mutualismo y política, por lo que poco después de su triunfo mo-
mente mutual. Fueron, al mismo tiempo, protagonistas de profun- dificaron el reglamento de la institución para sostener su «apoliti-
dos conflictos internos por el liderazgo y por la definición misma del cidad». Esto no significó, sin embargo, que la asociación se aislara
modelo asociativo que querían, y de la vinculación con el proyecto de la vida política italiana y argentina. Pero al limar las aristas más
político social más global. La primera camada de dirigentes de Unio- definidas del accionar en ese terreno, dentro y fuera de la colectivi-
ne provenía de las filas de republicanos mazzinianos, muy militantes dad, la nueva dirigencia buscó alcanzar un funcionamiento interno
en la causa de la unidad italiana y de la difusión del ideario que los más eficiente, a la vez que lograr una mayor representatividad del
identificaba. Ellos promovieron las actividades de apoyo y conme- conjunto de los inmigrantes residentes en el Plata, a los que ahora
moración vinculadas con las luchas por la unidad de Italia y, en par- convocaba por su «italianidad». Así, el realineamiento operado en
ticular, con la gesta republicana. A poco inaugurada la Sociedad, la dirigencia impuso un perfil más institucionalista a la entidad, a
112 relata Ema Cibotti, la comisión directiva convocó a los italianos a la vez que modificó el estilo de relación con el consulado y las otras
asociaciones italianas, con la elite política local y también entre las Benevolenza en 1874. Según el Reglamento de esta última, su crea-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


dirigencias y las bases societarias. ción se basaba en «el precepto humanitario de ‹hacer a los otros lo que
querríamos se nos hiciera a nosotros mismos› » (Art. 2). Su propósito
Las disidencias no terminarían aquí, pero luego de los epi- principal era el de «unir a todos los italianos residentes en esta ciudad,
sodios de 1864 ya no pasarían tanto por controversias ideológicas si- promover la moralidad, la instrucción y el bienestar…» (Art. 3).3 La
no por cuestiones más prácticas. La sociedad adoptó desde entonces aspiración a lograr la unión de los inmigrantes era, en este caso, explí-
un estilo más pragmático, que se afirmó durante la presidencia de cita y se vinculaba con las ideas que inspiraban a la dirigencia, como
Achille Maveroff, un próspero comerciante que encabezó Unione veremos más abajo. Los objetivos más específicamente mutuales in-
entre 1868 y 1871, y que fue también presidente del Hospital Ita- cluían asistencia médica para los socios (varones italianos o hijos de
liano y uno de los fundadores del Banco de Italia y Río de la Plata. italianos entre 15 y 50 años) y subsidios en caso de que estuvieran im-
Directivos posteriores, como Giuseppe Solari y Annibale Blosi, posibilitados de trabajar, así como fondos especiales para los familia-
también estaban vinculados al Hospital y al Banco, además de ser res en caso de fallecimiento. En la década del 80, la entidad obtuvo
accionista y director respectivamente del diario L’Operaio Italiano. un terreno en el cementerio para la construcción de un mausoleo social.

En todo este tiempo, el surgimiento de otras asociaciones Se trataba de una asociación que reunía a un porcentaje rela-
italianas no había hecho perder a Unione e Benevolenza su lugar pro- tivamente pequeño de los italianos de Córdoba, la mayor parte de los
minente, lugar que mantuvo durante muchos años: fue de las más cuales no aparecían incluidos en ninguna mutual étnica. En las prime-
grandes en cuanto a su masa societaria, una de las que proveía más y ras décadas de existencia, según afirman Candelaresi y Monterisi, el
mejores servicios asistenciales, y la que perduró durante más tiempo. número de socios activos en general no llegaba a los cien. Entre ellos,
Logró, además, convertirse en una representante insoslayable de la predominaban trabajadores calificados, empleados y comerciantes me-
«colectividad» que ella misma había contribuido a construir. nores. Los dirigentes, por su parte, provenían de sectores más acomo-
dados de la inmigración. En particular, empresarios y comerciantes
La historia de Unione e Benevolenza de Córdoba fue un ca- tenían una presencia importante en las comisiones directivas.
so diferente. Por una parte, la ciudad era mucho más pequeña: no lle-
gaba a 35mil habitantes en 1869, trepando a 65mil en 1890. La ma- Esta dirigencia era liberal, nacionalista y anticlerical, y se
sa inmigratoria, por su parte, era muchísimo menor que en Buenos identificaba con las luchas por la unidad italiana. En el marco de la
Aires o Rosario, aunque pasó del 2 al 11% entre ambas fechas, entre rivalidad existente entre liberales y católicos en la élite cordobesa,
los cuales un 45% eran de origen italiano. Sin embargo, a comienzos
de los ‘70 comenzó a desarrollarse la actividad mutualista con la crea-
ción de cuatro asociaciones de extranjeros: la Sociedad Española de
3. Regolamento della Societá Italiana di Mutuo Soccorso Unione e Benevolenza, Cap. I,
Socorros Mutuos y la Société Française en 1872, la Sociedad Helvética p.3, citado en Ana María Candelaresi y María Teresa Monterisi, La presencia italiana
de Socorro Mutuo y la Società Italiana di Mutuo Soccorso d’Unione e en la Ciudad de Córdoba, 1869-1895, Córdoba, 1989, Tomo I, p.61. 113
los de Unione establecieron relaciones fluidas con los primeros y asociaciones tenían la misma estructura ni mostraban igual dinámica,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

en particular con el gobierno provincial de Juárez Celman. Varios la trayectoria inicial de todas ellas tuvo muchos rasgos compartidos.
de los integrantes de las comisiones directivas de la asociación par-
ticiparon también del gobierno municipal, como consejales elec- Más adelante abordaremos las transformaciones que expe-
tos. Aunque se trataba de una dirigencia relativamente compacta, rimentaron en las décadas de maduración del movimiento asociati-
en los primeros años, en varias oportunidades se produjeron en- vo. Ahora pasaremos a analizar el segundo tipo de asociación predo-
frentamientos entre algunos de los personajes claves de la asocia- minante en la primera etapa, el asociacionismo vinculado a oficios o
ción. Sin embargo, fue solo en la década del ‘90 que un conflicto profesiones específicas.
mayor dio paso a la división de la entidad y a la creación de una
nueva, la Società Italiana di Mutuo Soccorso ed Istruzione Unio- SOCIEDADES POR OFICIO
ne e Fratellanza, creada en 1893. Esta escisión respondía a dife- Las primeras entidades de este tipo de que se tiene noticia
rencias importantes entre los socios y es indicativa de tensiones de datan, como vimos en el capítulo anterior, de la década de 1850. En
nuevo tipo, por lo que vale la pena, siguiendo a Candelaresi y 1853, un grupo de peluqueros de origen francés creó la Société Phi-
Monterisi, mirarla más de cerca. lanthropique et de Bienfaissance des Coiffeurs de Buenos Aires; en
1856 nacía una asociación filantrópica de zapateros y, al año si-
A comienzos de los ‘90, se observa en Unione una parti- guiente, tres más: una que reunía a costureros, otra a cocineros y la
cipación de socios muy significativa en las asambleas, algo nove- tercera, la más conocida de todas ellas, la Sociedad Tipográfica Bo-
doso en la historia de la institución, y un cuestionamiento por naerense. En las dos décadas siguientes se tiene noticia de la crea-
parte de ese órgano a las acciones desempeñadas por el Consejo ción, en Buenos Aires, de asociaciones mutuales de carpinteros, al-
Directivo. La incorporación de nuevos socios con experiencia pre- bañiles, panaderos, obreros de la construcción, sastres y talabarte-
via en la organización y la protesta -en gremios de artesanos, gru- ros. Una Sociedad Tipográfica se fundó en Rosario en 1870 y otra
pos masónicos y el nuevo movimiento socialista- dinamizó la vi- en 1871 en Córdoba, donde en los años siguientes se organizaron
da societaria e incentivó la confrontación entre grupos que tenían sociedades de sastres, de artesanos del calzado y de peluqueros.
proyectos diferentes para la asociación. El conflicto terminó con
la renuncia colectiva de los socios que reconocían el liderazgo del Poco se conoce de estas entidades. No parecen tener co-
Consejo, un grupo que se consideraba el depositario del verdade- nexión alguna con los gremios de artesanos de origen colonial. A
ro mutualismo y del espíritu patriótico italiano. Sobre esa base, diferencia de lo que ocurrió en otras regiones de Iberoamérica, en
constituyeron una nueva entidad, que desde entonces compartiría el Río de la Plata esa tradición fue relativamente débil. Por otra
con Unione el escenario mutual italiano en Córdoba. parte, con frecuencia se ha considerado a las asociaciones de ayuda
mutua por oficio como las antecesoras de las sociedades de resis-
A través de estos casos hemos podido ver cómo funcionaban tencia y de los sindicatos obreros, ya que al objetivo general de la
114 dos mutuales organizadas por italianos y aunque no todas las asistencia en materia de salud, desempleo y educación se sumaba
la defensa corporativa del oficio. Sin embargo, a diferencia de las tareas de impresión predominaban los argentinos (un 66% en

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


organizaciones gremiales posteriores, las de ayuda mutua no se de- 1880) y sólo una minoría eran inmigrantes. Se trataba, además, de
finían en términos clasistas e incluían en su seno no solamente a personas que por la índole misma de su trabajo tenían acceso flui-
trabajadores en relación de dependencia sino también a quienes lo do a la información política y cultural nacional e internacional, y
hacían por cuenta propia e incluso a patrones o empresarios del contactos con diferentes sectores de la sociedad porteña.
sector correspondiente.
Al objetivo de «poder ofrecer en toda oportunidad el
En el conjunto de la vida asociativa de la Argentina de la abrigo y amparo a los compañeros que caigan postrados por el
segunda mitad del siglo XIX, estas entidades por oficio ocupaban cansancio y las dolencias físicas», como decía la Memoria de 1864,
un espacio relativamente menor, tanto por su número como por la muy pronto se sumaron otros de índole social y cultural. En 1862
cantidad de sus miembros y, sobre todo, porque la mayoría tuvo ca- se organizó una biblioteca, luego se puso en marcha una imprenta
rácter efímero. En ese sentido, la Sociedad Tipográfica Bonaerense propia y más tarde, comenzaron a editarse los Anales de la Sociedad
constituye una excepción. Fue la primera, la de más larga vida y tu- Tipográfica Bonaerense. En el orden mutual, en 1868 la entidad
vo una presencia visible en la ciudad. Contamos con información y inauguró con gran pompa un panteón en el Cementerio del Nor-
trabajos sobre su historia. te. A pesar de estos logros, sostener a la Sociedad no era tarea fácil
y sus memorias anuales dan cuenta de las dificultades para cobrar
Fue fundada, como dijimos, en 1857 para «propender al las cuotas de los socios, cumplir con los compromisos adquiridos y
adelanto tipográfico […] prestar socorro a los miembros que se en- aun «mantener incólumes el orden y la disciplina», lo que sugiere
fermasen o imposibilitasen para el trabajo […] proteger a los que diferencias internas entre sus miembros.
necesiten auxilio justo […] y conseguir que los operarios sean siem-
pre remunerados en proporción de sus aptitudes y conocimientos de Hacia 1880, cuando el total de trabajadores de imprenta
modo que les garantice sus existencias».4 Reunía a trabajadores de rondaba el medio millar, la Sociedad había llegado a reunir cerca
los diferentes oficios relacionados con la producción y venta de ma- de 200 afiliados. Como vemos, se trataba de una institución mu-
teriales impresos, actividad que experimentó una expansión sosteni- cho más chica que las grandes mutuales italianas o españolas, pero
da en esas décadas. Aunque no todos esos oficios requerían los mis- de todas maneras tenía una presencia muy significativa. Participa-
mos niveles de entrenamiento e instrucción, se encontraban entre ba regularmente de los actos y eventos públicos en la ciudad, con
los más calificados de la ciudad. A la inversa de lo que ocurría en la frecuencia ubicándose entre las entidades promotoras y organiza-
mayor parte de las ocupaciones industriales, entre los empleados en doras. Sus reuniones y otras actividades eran anunciadas en los
principales diarios, que informaban además sobre elecciones inter-
nas, cambios en la comisión directiva y otros asuntos societarios.
4. Citado por Sebastián Marotta: El movimiento sindical argentino,
Mantenía vínculos estrechos con figuras del ambiente político e in-
Buenos Aires, 1975, tomo 1, p. 26. telectual de Buenos Aires y cultivaba una relación especial con el 115
mundo de la cultura. Incluyó en sus propias filas a personajes de la institución, formó la Unión Tipográfica y protagonizó -según
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

elite local que actuaban en el ramo en calidad de editores, directo- quiere la tradición- la primera huelga argentina. La Sociedad tenía
res o redactores de periódicos o incluso como tipógrafos. Así, el entre sus fines, como vimos, el de velar por que «los operarios sean
primer presidente fue Mariano Varela, que era en efecto tipógrafo siempre remunerados en proporción de sus aptitudes y conoci-
y periodista pero también importante hombre de la elite local, fun- mientos», al mismo tiempo que ejercía un cierto control sobre la
dador y director de La Tribuna y, más tarde, senador y ministro de escala de saberes y salarios de los tipógrafos. Aparentemente, los di-
la nación. No fue el único y en los sucesivos directorios figuraron rectivos eran más eficientes en la supervisión de los oficios y el
otros nombres semejantes. Además, la Sociedad contaba con so- mantenimiento de rígidos mecanismos de ascenso profesional que
cios honorarios, entre los cuales encontramos a figuras públicas de en la defensa del salario. Lo cierto es que en 1877, ante una situa-
la talla de Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Ave- ción de reclamo obrero, un grupo de socios se escindió y creó la
llaneda, Miguel Cané, entre otros, así como a algunos personajes Unión para intervenir directamente y buscar imponer a los patro-
internacionales, como el Príncipe Federico de Prusia. nes pautas salariales y de trabajo para el sector. Así se llegó a la
huelga. Luego de dos meses de protesta, los trabajadores resultaron
Al mismo tiempo que la Sociedad desarrollaba esta activi- exitosos en sus reclamos: se elevaron los salarios, se redujo el hora-
dad cultural, no descuidaba su veta mutualista. Desde los Anales se rio de labor y se reemplazó el trabajo de menores por el de adultos.
proclamaba «la doctrina de todos para cada uno y cada uno para La ruptura institucional resultó relativamente corta. Al año si-
todos». Hoy puede parecer contradictorio que una entidad que nu- guiente, pasado el problema, las dos organizaciones volvieron a
cleaba trabajadores de un oficio y se consideraba «la asociación más unirse con una plataforma básicamente mutual.
fraternal que haya podido fundarse entre las clases obreras de nues-
tro suelo», a la vez cultivara una relación fluida con sectores de las MUTUALISMO EN LA COMUNIDAD NEGRA
elites porteñas. Por entonces, sin embargo, esa combinación resul- En el capítulo anterior vimos que los esclavos de origen afri-
taba posible pues se entendía que todos aquellos que se involucra- cano y sus descendientes libres representaban más del 25 por ciento
ban en la tarea editorial o que la sostenían y apoyaban, compartían de la población de Buenos Aires en 1838. Aunque la población de ese
una misión: «la de ser los propagadores de la civilización, coope- origen tenía una distribución muy desigual en el resto del territorio
rando eficazmente, por medio de su inocente pero penoso ejercicio, del Río de la Plata, a lo largo de la primera mitad del siglo XIX cons-
a la difusión de las luces y de las sanas ideas de los pueblos».5 tituía un porcentaje no desdeñable del total. La esclavitud fue defini-
tivamente erradicada por la Constitución de 1853. Desde entonces,
Esta «fraternidad» se rompió en 1877 cuando se planteó toda la población negra fue, teóricamente, libre. En cuanto a su peso
un conflicto por los salarios obreros y un grupo se separó de la relativo en el total, hubo una declinación notable, tanto por el gran
crecimiento de la inmigración europea como por un «blanqueamiento»
cultural que habría ido borrando los indicios étnicos de este grupo
116 5. Memoria de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, presentada el 25 de mayo de 1858. humano en favor de la homogeneización de «la raza».
Vimos también que la comunidad negra desarrolló en llevando a la separación funcional del movimiento asociativo. Pa-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


Buenos Aires una práctica asociativa intensa y desde muy tempra- ra la década del ‘70 la sociabilidad festiva encontró un nuevo ám-
no buscó crear sus propias organizaciones. En la primera mitad del bito de expresión en las comparsas carnavalescas (ver más abajo),
siglo, como han señalado Reid Andrews y Oscar Chamosa, el mu- mientras que el socorro mutuo quedaba a cargo de una nueva
tualismo ocupó un lugar subordinado frente a lo festivo y lo ritual, asociación, La Protectora.
y aun es materia de controversia si las llamadas Naciones (ver ca-
pítulo anterior) cumplieron o no de manera efectiva con un rol La Protectora nació en el año 1877 conformada por só-
asistencial dentro de la comunidad. lo 30 miembros, pero una década más tarde ya reunía diez veces
ese número. Los socios recibían asistencia médica de forma gra-
En la década de 1850 aparecieron, en cambio, asociacio- tuita y apoyo cuando no podían trabajar por enfermedad, aun-
nes que incluían una orientación específica hacia el socorro mu- que quienes contraían algún mal de tipo crónico quedaban fuera
tuo. La primera de ellas, la Sociedad de la Unión y de Socorros de la cobertura. A partir de 1882, los servicios comenzaron a in-
Mutuos, se fundó en el año 1855 con 134 miembros. Entre los cluir funerales gratuitos y entierro en el mausoleo de la institu-
beneficios que ofrecía a sus socios se incluía la atención médica ción en el cementerio de la Recoleta. Para cumplir también con
gratuita con médicos de la entidad y subsidios diarios por enfer- sus fines culturales, La Protectora abrió una biblioteca. Hacia
medad. Aunque no se brindaba ayuda financiera en caso de falle- 1903, compró una casa que sirvió desde entonces como sede pa-
cimiento, sí se preveía el envío de una delegación a los funerales ra sus diversas actividades. No existen datos que indiquen cuándo
de los miembros. Algo más tarde se crearon la Sociedad del Car- se disolvió, pero según Andrews, aun en 1936 funcionaba como
men y de Socorros Mutuos y la Sociedad Protectora Brasileña, una organización autónoma.
pero tuvieron corta vida.
Hasta aquí hemos hecho un recorrido por lo principal del
Algo mejor fue la suerte que le cupo a La Fraternal, fun- mutualismo en la Argentina entre los años 1860 y 1890. No se tra-
dada en la misma década del ‘50 por el músico y militar Casildo ta de un panorama exhaustivo, sino simplemente un pantallazo
Thompson. Se conoce poco de sus actividades asistenciales pero, que destaca las características salientes del movimiento mutual y se
en cambio, sabemos que hizo funcionar una escuela para niños detiene en algunas de sus organizaciones más significativas.
negros durante los catorce años que duró la sociedad. También
hay noticias de sus actividades festivas, una faceta heredada de las Más adelante, veremos cómo sigue esta historia en el fin
viejas Naciones que casi todas estas asociaciones mantenían. Tal de siglo y hasta 1920. Ahora, en cambio, vamos a explorar otros
coexistencia dio lugar a debates intensos entre los periódicos de aspectos del asociacionismo que, si bien no llegaron a tener las
la comunidad entre quienes buscaban mantener las formas tradi- dimensiones y la universalidad del mutualismo, de todas mane-
cionales de actividad societaria -formas rituales, festivas y religiosas- ras contribuyeron al desarrollo de las prácticas de sociabilidad de
y quienes, en cambio, favorecían el desarrollo mutual. Eso fue los argentinos. 117
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LOS EMPRESARIOS EN ACCION I ovejas transformó el paisaje de una vasta zona que comprendía par-
te de la provincia de Buenos Aires y del sur de Santa Fe y de Entre
La gran expansión económica de la Argentina después de Ríos. Muchas de las viejas estancias vacunas se pasaban al ovino,
1860 tomó forma decididamente capitalista. El comercio, la explo- otras se subdividían y vendían para dar lugar a nuevas unidades de
tación del agro y la industria estuvieron en manos de empresarios producción, y surgían grandes y medianas empresas agrarias dedi-
de muy diverso calibre, que dirigían los procesos de producción y cadas a la producción de lana para el mercado francés, belga, ale-
distribución de la riqueza. Tanto para relacionarse entre sí como mán. El boom lanero afectó a toda la economía, que se benefició
con el Estado y con otros actores colectivos, los empresarios se reu- con una expansión sin precedentes.
nieron en distinto tipo de asociaciones. En las primeras décadas de
existencia esas instituciones compartieron muchos de sus objetivos
y también de sus socios. Con el tiempo, se produjo una mayor es-
pecialización y se fueron convirtiendo en representantes de sectores
particulares de la economía argentina. En esta parte, nos ocupare-
mos de la primera etapa y de las dos principales asociaciones surgidas
entonces, la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial.

Después de Caseros, la primera institución que agrupó a En ese marco, en 1866 se creó la Sociedad Rural Argenti-
sectores del capital fue la Bolsa de Comercio. Fue creada en 1854 na. Surgió en un momento de dificultades, porque por entonces el
y entre sus principales promotores se encontraban los comercian- país estaba atravesando una crisis económica severa, que afectó so-
tes de origen británico afincados en Buenos Aires, Daniel Gow- bre todo a los productores laneros. En ese momento, la flamante
land y Tomás Amstrong. Se trataba a la vez de un lugar de encuen- entidad actuó como grupo de presión frente al gobierno, pero el
tro de los comerciantes, donde intercambiaban información y propósito de sus fundadores no se restringía a la coyuntura y sor-
contactos, y de un espacio desde donde interpelar y presionar a los teada ésta, la institución se mantuvo, y aun hoy constituye uno de
distintos gobiernos. Por entonces, el comercio era sin duda la ac- los principales nucleamientos de empresarios. Fue fundada por un
tividad que reunía a los empresarios más poderosos (y prestigiosos) grupo de estancieros de avanzada, que aspiraban a organizar al
de la Argentina, y la Bolsa fue la expresión de esa presencia. conjunto de los productores agrarios para promover la moderniza-
ción de la producción y para encarar la defensa del agro y de sus
Algunos años más tarde, llegó el turno de los productores intereses colectivos. Según Tulio Halperin Donghi, los dirigentes
rurales. En las décadas del ‘50 y del ‘60 se produjo un cambio fun- de la Sociedad pretendían despertar la vocación política en las filas
damental para la economía argentina: al compás de la expansión terratenientes para liderar un proyecto de transformación del cam-
internacional de la demanda de lana, el campo experimentó un po que los tuviera como protagonistas. Sin embargo, nos advierte,
118 proceso aceleradísimo de crecimiento y modernización. La cría de sus bases potenciales, los estancieros mismos, se revelaron poco
dispuestos a asumir ese papel y en sus dos primeras décadas de vi- representación sin representados». Esta situación sólo cambió hacia

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


da, la SRA tuvo un éxito bastante magro entre su público poten- fines de la década del ‘80, como veremos más abajo.
cial. Según Roy Hora, el número de socios crecía lentamente: en
1868 eran 231; en 1874, 235 y en 1880, unos 400. La cita de Rocchi corresponde a su análisis de una insti-
tución que tuvo aun más dificultades que la Sociedad Rural para
La institución tuvo, sin embargo, una presencia visible en consolidarse como representante de un sector: la Unión Industrial
la vida pública argentina de esos años. Esto se debió, seguramente, Argentina. Veamos los antecedentes. En 1875 se creó en Buenos
a que sus dirigentes y principales socios eran miembros conspicuos Aires el llamado Club Industrial, cuyo propósito era fomentar la
de las elites sociales locales. Se trataba, además, de hombres intere- industria no sólo para salvar los intereses particulares de los indus-
sados en los problemas de la producción rural, que se destacaban triales, decía su periódico, sino también «para arrancar al país del
por su capacidad técnica y su inclinación por la innovación en sus precipicio al que lo llevó su mala organización económica». Y de-
propias empresas. Nombres como los de Eduardo Olivera, Richard claraban que, aunque «librecambistas en principio, llegamos a ser
Newton, José María Jurado y otros estaban a la vanguardia del cam- imperiosamente proteccionistas».6 La ocasión era propicia: luego
bio en la producción agraria. Y ellos consideraban a la Sociedad co- de una nueva crisis de la economía argentina, iniciada en 1873 y
mo una institución clave en la introducción de ese cambio. Los que todavía hacía sentir sus efectos en 1875, se produjo un debate
Anales que publicaban regularmente dan cuenta de estos esfuerzos público importante sobre la doctrina librecambista que regía en-
por inducir la modernización entre los productores, así como por tonces las relaciones comerciales entre nuestro país y el resto del
lograr las transformaciones sociales necesarias para eliminar los obs- mundo. Algunas figuras muy destacadas de la vida política, social
táculos a ese proceso. En ese sentido, el mensaje de la SRA trascen- e intelectual propusieron la adopción de medidas proteccionistas,
día los intereses particulares del sector agrario y se proponía como una en especial el alza de tarifas aduaneras para proteger la producción
institución preocupada por el interés colectivo, por el bien común. nacional. En ese contexto, el Club Industrial apareció como un ac-
tor colectivo que se sumaba a las voces en favor del proteccionismo
La presencia pública de la institución y de sus dirigentes y se proponía actuar políticamente en esa dirección.
no alcanzaba, sin embargo, para ganarle el apoyo de sus bases po-
tenciales. La Sociedad dedicaba esfuerzos a atraerlas: organizaba ex- ¿Quiénes estuvieron detrás de esta iniciativa asociativa?
posiciones agrícolas, publicaba los Anales, montó una biblioteca im- Los promotores fueron 17 personas que convocaron a una asamblea
portante en temas agrarios. Pero con poco éxito: Roy Hora ha seña- más amplia (69 asistentes) donde se dio nacimiento a la entidad.
lado que en los años ‘80 la revista tenía apenas 140 suscripciones y Los fundadores eran un conjunto heterogéneo de empresarios de
que las exposiciones realizadas en 1875, 1878 y 1881 tuvieron muy
pobres resultados. En suma, para entonces, la SRA se había instala-
do como una asociación que promovía el desarrollo y la moderni- 6. Las citas están extraídas de José Carlos Chiaramonte, Nacionalismo y liberalismo
zación agraria, pero, para usar la frase de Fernando Rocchi, era «una económicos en Argentina, 1860-1880, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1971, p. 207. 119
diferente envergadura -pequeños, medianos y algunos grandes- Este crecimiento de la producción y los productores ma-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

vinculados a distintas ramas de la producción secundaria. Pero la nufactureros no se traducía, sin embargo, en la definición de inte-
convocatoria a asociarse era amplia: a todos los estancieros y pro- reses distintivos del sector ni en la delimitación de una identidad
ductores en general, y a quienes tuvieran un capital en una indus- «industrial». De ahí la vaguedad en la apelación del Club y su difi-
tria. Y también incluía a comerciantes, ya que la línea que separa- cultad para recortar tanto el universo de sus socios potenciales, co-
ba a quienes producían y quienes vendían era muy delgada y con mo las demandas que pondría en circulación. De ahí, también, los
frecuencia, los fabricantes intervenían en la comercialización de sus problemas para ejercer la representación de una corporación que, en
productos y los comerciantes, a su vez, incursionaban en la manu- principio, aun no se había constituido como tal. Como le pasaba a
factura. ¿Porqué, entonces, el nombre de «Club Industrial»? la Sociedad Rural en sus inicios, a este Club le costó mucho conse-
guir apoyos entre sus supuestas bases. De todas maneras, hicieron
Como ha señalado Fernando Rocchi, por esos años la in- esfuerzos: organizaron la primera Exposición Industrial Argentina
dustria se asociaba a cualquier actividad resultado del trabajo hu- en 1877, con apoyo parlamentario; publicaron el periódico El In-
mano. Se denominaba «industria madre» a la ganadería, por ejem- dustrial; organizaron campañas de protesta y peticionaron a las au-
plo, y junto con la agricultura serían luego llamadas «industrias na- toridades en ocasión de la discusión de la Ley de Aduana de 1876;
turales». Esto no quiere decir que no hubiera en la Argentina un cultivaron las relaciones con hombres del poder que compartían sus
sector de producción secundaria. Si bien las formas más tradicio- inclinaciones proteccionistas (Miguel Cané y Vicente F. López, por
nales del artesanado fueron desapareciendo, hubo una expansión ejemplo, fueron nombrados miembros honorarios de la entidad).
de la manufactura. Aunque relativamente menor frente al comer-
cio y la actividad agraria, la fabricación de productos manufactu- El Club sufrió pronto una división. Según Chiaramonte, al-
rados se abría paso de manera sostenida. Ese crecimiento se rela- gunos socios del mismo disentían con la línea proteccionista más du-
cionó tanto con el aumento de la población, sobre todo en las ciu- ra que controlaba el periódico y renunciaron para formar otra enti-
dades grandes, como con cambios en la demanda, vinculados con dad, el Centro Industrial. Este se constituyó en 1879 y uno de sus
la presencia creciente de inmigrantes. Se fue dando entonces un principales dirigentes fue Angel Estrada, litógrafo, comerciante im-
proceso de sustitución de importaciones en algunos rubros de fa- portador de materiales para imprenta y agente comercial de una casa
bricación sencilla y donde la baratura de las materias primas crea- de Nueva York. Desde su propio periódico, La Industria Argentina, el
ba ciertas ventajas para que la producción local compitiera con la Centro atacaba las posiciones proteccionistas del Club y rivalizaba
importada. Fue en Buenos Aires donde ese tránsito se manifestó con él por la representación de ese conglomerado vago pero retórica-
más rapidamente y para la década del ‘80 la ciudad ya mostraba un mente poderoso que era «la industria». A poco de su creación, el pri-
sistema fabril en acción. Más del 30 por ciento de la población por- mero reunía a 246 socios, entre los cuales se incluían gentes vincula-
teña trabajaba en el sector secundario, muchos de los cuales lo ha- das a la producción secundaria pero también algunos estancieros, co-
cían en los numerosos talleres y en las relativamente pocas fábricas merciantes y profesionales. Casi diez años más tarde, el Club reunía
120 instaladas en la ciudad. algo más de 100 miembros, mientras que el Centro superaba los 500.
Ambas asociaciones siguieron actuando separadamente, Con el tiempo, además, sufrieron una decadencia relativa, producto

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


hasta que en 1887 consideraron sus diferencias superadas y se fusio- del afianzamiento de la profesión médica y de un crecimiento abrup-
naron, creando la Unión Industrial Argentina. Según datos de Adol- to de las farmacias que afectó el liderazgo hasta entonces mantenido
fo Dorfman, las 877 personas que firmaron el acta de fundación por una elite de farmaceúticos y químicos diplomados.
provenían de diferentes sectores del empresariado, desde hacendados
a maestros de obra, herreros, fabricantes de fideos y abogados, entre Los médicos, por su parte, organizaron hacia 1860 la Aso-
muchos otros. También indica que las dos terceras partes de los fa- ciación Médica Bonaerense por iniciativa de un grupo de jóvenes
bricantes de cierta importancia se unieron entonces a la Unión In- egresados de la Facultad de Medicina con actitudes críticas al núcleo
dustrial. Entre los socios fundadores, se encontraban -según Jorge hegemónico de profesores universitarios. Después de Caseros, se reor-
Schvarzer- algunos empresarios muy destacados, como Ernesto ganizó el cuerpo médico de Buenos Aires con la creación de tres or-
Tornquist, Otto Bemberg, Saturnino Unzué y Angel Estrada. ganismos de importante rol en el futuro: la Facultad de Medicina, el
Consejo de Higiene y la Academia de Medicina (en su segunda en-
Los primeros pasos de la UIA no fueron, sin embargo, de- carnación, que tendría poca vida). No eran éstos entes autónomos: el
masiado exitosos. Los esfuerzos por atraer la participación de los Estado nombraba a los presidentes y mantenía con ellos una relación
socios en iniciativas tales como una Comisión para estudiar las ta- muy estrecha. En ese marco, se consolidó una elite de médicos que
rifas aduaneras o promover la creación de un Banco Industrial fra- pronto definieron un proyecto profesional asociado a su lugar social
casaron. Como ocurría con la Sociedad Rural, la UIA no lograba privilegiado. El modelo jerárquico que se fue imponiendo generó des-
representar a sus bases, aunque podía seguir actuando con cierta contentos entre jóvenes profesionales y estudiantes, que finalmente
presencia en la vida pública del país. Habría que esperar un par de cuajaron en la creación de la asociación. Los comienzos de la institu-
décadas para que esta situación cambiara. ción fueron difíciles; pero hacia 1868 se observa un vuelco positivo,
con la modificación del reglamento y la incoporación del Dr. Guiller-
mo Rawson a la dirección de la publicación de la sociedad, la Revista
LOS PROFESIONALES Médico-Quirúrgica. Además de continuar con las reuniones de discu-
sión científica, la defensa de los intereses profesionales y los esfuerzos
En la década del ‘50, la voluntad asociativa llegó también al por construir una comunidad pasaron a ser objetivos importantes de
campo profesional. Los primeros fueron los farmaceúticos y químicos, la entidad. En 1869, la publicación exhortaba: «las páginas de la Re-
creando la Asociación Farmaceútica de Buenos Aires en 1856, luego vista os esperan, os espera la Asociación y tras ambas, la protección
llamada Sociedad de Farmacia Nacional Argentina. Nucleaba sólo pública y la clientela, recompensa justa a vuestros desvelos».7
diplomados y defendía los intereses corporativos de la profesión. Tenía
una presencia pública destacada y, desde 1858, publicó la Revista Far-
7. Citado en Ricardo González Leandri, Curar, persuadir, gobernar. La construcción
maceútica. Su principal debilidad era la heterogeneidad del sector, histórica de la profesión médica en Buenos Aires, 1852-1886, Madrid, Consejo Superior
que se traducía en conflictos recurrentes en el seno de la asociación. de Investigaciones Científicas, 1999, p. 33. 121
A los pocos años, sin embargo, frente a los problemas con que tuvieran dificultades financieras en sus estudios. También se
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

el funcionamiento de las instituciones sanitarias y médicas durante proponía fundar una biblioteca, editar una revista y crear un museo,
la epidemia de fiebre amarilla de 1871, la Asociación apareció com- además de propender a la realización de concursos. Aspiraban a una
pletamente desdibujada. Sus contestatarios iniciadores de alguna renovación profunda de la profesión y de la carrera, y concebían al
manera habían ido logrando insertarse con relativo éxito en la pro- Círculo como una institución que contribuiría a revolucionar la
fesión y habían abandonado las filas de la rebeldía. Nuevos grupos ciencia médica local. Finalmente, había una flexión novedosa en sus
tomaban la iniciativa. Por esos años, tenía lugar un movimiento es- planteos: los jóvenes dirigentes se proponían participar del proceso
tudiantil de fuerte cuestionamiento a la institución universitaria, de construcción de la nacionalidad argentina. En un momento en
que afectó sobre todo a la Facultad de Derecho pero también a la que la llegada de científicos extranjeros ponía en jaque a la tradición
de Medicina. Ésta, que mantenía su autonomía con respecto a la local, estos jóvenes la revalorizaban y rescataban a los científicos del
Universidad, fue finalmente incorporada de lleno a ella como Fa- pasado como fundadores de una valiosa tradición.
cultad de Ciencias Médicas en 1874, cuando se introdujeron diver-
sas reformas y se nombró rector a Vicente F. López. Por entonces, A pesar de su carácter contestatario, el Círculo recurrió al
también se volvió a restablecer la Academia, encargada de las pro- Estado en busca de apoyo financiero. Y lo consiguió: para 1877, se-
puestas de nombramiento de profesores y de los planes de estudio. gún datos de González Leandri, casi el 80 por ciento de sus recursos
En medio de ese clima, se creo la Sociedad Estímulo Médico, que provenían de subsidios estatales y el resto de las cuotas de sus miem-
tuvo una existencia muy corta y fue sucedida por el más exitoso bros. De esta manera, la institución se consolidó rápidamente y esto
Círculo Médico Argentino. En palabras de González Leandri: «A creó cristalizaciones en el grupo dirigente. Pronto se convirtió en un
tono con el clima estudiantil de la época y con la creciente diver- organismo básicamente corporativo dedicado, sobre todo, a la de-
sificación social de los aspirantes a convertirse en médicos, el Cír- fensa de los intereses de los nuevos médicos, aquéllos que se afirma-
culo se instituyó bajo el doble carácter de sociedad científica y de- ban en la profesión por fuera del aparato académico jerárquico. En
fensora de los intereses corporativos de sus afiliados».8 Fueron sus ese plano, una de sus principales banderas pasó a ser la libertad de
promotores los estudiantes que, como José María Ramos Mejía y estudios, es decir, la limitación al monopolio que ejercían los cate-
Antonio Crespo, habían tenido una actuación importante en la im- dráticos y la Academia en la carrera profesional de los médicos.
pugnación de la jerarquía médica universitaria, proponiendo refor-
mas en planes de estudio y reglamentos, y denunciando el aumento El Círculo funcionó hasta 1900, cuando se dividió en dos
de los derechos de matrícula y de exámenes. Entre los propósitos es- organizaciones independientes. Mientras tanto, desde 1870 y salvo
tablecidos por los estatutos del Círculo figuraban la defensa de los algunos momentos de reactivación, la Asociación Médica Bonaeren-
estudiantes acusados por la Facultad y el apoyo a los enfermos y a los se fue agonizando y con ella decayó también la Revista Médico-Qui-
rúrgica. Pero esta última, a partir de 1877 y bajo la dirección de Emi-
lio Coni, se autonomizó y recobró un lugar prestigioso en el campo
122 8. Ibid., p. 194. profesional, orientándose sobre todo hacia la higiene pública.
No fueron las únicas sociedades que agruparon científicos y FIESTAS, BAILES Y ENTRETENIMIENTOS

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


profesionales en estos años, pero sí -quizá- las más importantes. Se in-
tentó, incluso, agrupar a las asociaciones existentes en una única enti- La oleada asociacionista se extendió también hacia las zo-
dad: la Sociedad Científica Argentina, de 1872. Hubo, sin embargo, nas festivas o lúdicas de la vida de los argentinos. Como nuestro
una reacción negativa de los cuerpos profesionales y el proyecto tomó objetivo no es referirnos a todas las formas de sociabilidad, sino
otra dirección, menos corporativa. La iniciativa había surgido de un centralmente a las instituciones y prácticas asociativas, dejaré de la-
grupo de estudiantes universitarios, encabezados por Estanislao Zeba- do un sinnúmero de iniciativas informales vinculadas con la fiesta,
llos y Justo R. Dillon, quienes establecieron las bases para la formación para detenerme en cambio en uno de los ámbitos que era sede de
de una asociación de «estímulo científico». Serían sus objetivos: fo- variados festejos y celebraciones. Me refiero en particular a los clu-
mentar el estudio de las ciencias matemáticas, físicas y naturales con bes sociales, un tipo de organización que tenía fines diversos, pero
sus aplicaciones a las artes, a la industria y a las necesidades de la vida que incluía la realización de bailes, reuniones familiares, banquetes,
social; estudiar las innovaciones científicas, en especial las que tuvieran agasajos y otras actividades sociales colectivas.
aplicación práctica en la Argentina y reunir a los ingenieros argentinos
y extranjeros, a los estudiantes de ciencias exactas y «a las demás per- Ya vimos en el capítulo anterior cómo, después de Case-
sonas cuya ilustración científica responda a los fines de la entidad». El ros, se organizaron algunos clubes sociales de las elites: el Club del
reglamento se aprobó poco después y en julio de 1872, se designó la Progreso en Buenos Aires, el del Orden en Santa Fe y el Socialista
primera comisión directiva de la Sociedad, presidida por el ing. Luis primero y, luego, el Argentino en Paraná, más tarde fusionados en
A. Huergo. Las actividades de la SCA estuvieron marcadas por preo- el Club Socialista Argentino. A estas entidades se sumaron muy
cupaciones muy prácticas, ligadas al proceso de modernización y con- pronto otras. En Buenos Aires, en 1860 se fundó el Club del Plata
solidación nacional. Así, interesada por la afirmación territorial de la con sede en Chacabuco y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen). En La
Argentina, promovió viajes de reconocimiento, exploración e investi- gran aldea, Lucio V. López aclara: «ser del Club del Progreso aun allá
gación en zonas alejadas, en particular en la Patagonia, durante los por el año ‘70, era ‹chic›, como era ‹cursi› ser del Club del Plata…».
cuales se hicieron relevamientos cartográficos y se recogió información También por esos años se organiza el Club Los Negros y algo más
geológica y geográfica. Al mismo tiempo, se ocupó del estudio y fo- tarde, en los ‘80, se crearon en 1881 el Club Naval y Militar, en
mento de la industrialización, la expansión de las vías de comunica- 1883 el Jockey Club y en 1885 el Club de Gimnasia y Esgrima.
ción (ferrocarriles y carreteras), la construcción de sistemas de irriga-
ción, entre otros emprendimientos. En 1875, creó un Museo, bajo la Todos ellos fueron fundados con el propósito de fomentar
dirección de Francisco P. Moreno. También se fundó una biblioteca y la sociabilidad entre las gentes acomodadas de las respectivas ciuda-
a partir de 1876, se publicaron los Anales de la Sociedad Científica Ar- des y se constituyeron en lugares de reunión, contacto, intercambio
gentina, cuyo primer secretario de redacción fue Zeballos. Más tarde, y diversión de hombres y mujeres de las clases propietarias. Allí se
en la década de 1890, se organizó el primer Congreso Científico Lati- cultivaba el arte de la conversación sobre todo masculina. Entre los
noamericano, donde participaron delegados de veinte naciones. hombres circulaba la charla y la información, el intercambio entre 123
pares. Como decían los fundamentos de constitución del Club del por ejemplo, en 1868 se fundó el Club Fénix como una sociedad de
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Orden, éste era «un ensayo práctico del principio de asociación» jóvenes españoles dedicados a las actividades musicales pero, según
que propendería a «estrechar los vínculos fraternales de sus miem- nos informa Alicia Megías, dos años más tarde se convirtió en un
bros». Había, también, una veta cultural: biblioteca, conferencias y club social que, para 1880, tenía a unos 300 socios. Estos se reunían
tertulias. Y no faltaba la beneficencia, aspecto en el que generalmen- en la sede para conversar, jugar al billar o practicar esgrima, asistir a
te se destacaban las mujeres, socias o esposas e hijas de socios. Final- conferencias científicas y literarias, y, sobre todo, para participar de
mente, en sus salones se realizaban banquetes, agasajos y, sobre to- los famosos bailes que periódicamente organizaba la institución.
do, bailes, una verdadera institución en la que competían las dife-
rentes entidades en lujo y despliegue de apellidos de prosapia. El asociacionismo llegó a impregnar también a un evento
subversivo por excelencia: el carnaval. Al menos en Buenos Aires,
A pesar de las disposiciones de los reglamentos que en ge- la celebración de los carnavales daba lugar a intensos esfuerzos aso-
neral subrayaban la neutralidad de estos clubes en materia políti- ciativos. Luego de la caída de Rosas, se levantaron muchas de las
ca, ésta no podía quedar afuera. En momentos de disputa política restricciones que pesaban sobre esa celebración, que se convirtió así
y electoral, los ánimos se caldeaban. Así ocurrió en el agitado año en la ocasión festiva por excelencia para la población de la ciudad.
de 1874 cuando, como nos cuenta el contemporáneo Félix Armes- Festejos en grandes salones y en las calles, bailes de máscaras y el
to: «Los clubs del Progreso y del Plata eran un hervidero de discu- juego de agua eran las marcas del carnaval porteño. Así surgieron
siones y fue necesario que sus comisiones directivas incluyeran en las primeras comparsas. Su origen se ha vinculado a los orfeones
sus reglamentos la prohibición de tratar cuestiones políticas en sus organizados por los residentes españoles, el primero de los cuales,
recintos».9 Dos años más tarde, la rivalidad entre alsinistas y mi- «La Salamanca Primitiva», creado en 1854, reunía a más de tres-
tristas en el seno del Club Los Negros terminó con el alejamiento cientas personas que se preparaban para desfilar con su música y
de estos últimos, quienes luego fundaron el Club Argentino. sus trajes regionales. Los jóvenes porteños de las familias acomoda-
das comenzaron a organizarse de manera semejante para actuar en
Los clubes sociales no eran patrimonio de las elites criollas. los carnavales. Primero lo hicieron en casas de familia y teatros.
Los sectores acomodados de la inmigración también crearon los su- Ofrecían serenatas y asistían a los bailes de disfraces en grupo. Al-
yos: en Buenos Aires, se fundaron la Sociedad de Gimnasia Alema- go más tarde, salieron a la calle con sus bailes y sus cantos satíricos.
na, luego Club Alemán (1852), el Club Español (1866), el Club Su presencia fue lo suficientemente visible como para que en 1863
Francés (1867), y el Circolo Italiano (1880). Además, a medida que el gobierno dictara un reglamento para regular sus prácticas.
avanzaba el proceso de modernización y se expandían los sectores
medios, los clubes proliferaron en ciudades y pueblos. En Rosario, Pronto, esta nueva costumbre arraigó en amplios sectores de
la población porteña que organizaron sus propias comparsas. Sala-
manca, Orión, Los Negros, Los Habitantes de la Luna, Los Habitantes
124 9. Félix Armesto, Mitristas y alsinistas, Buenos Aires, Ed. Sudestada, 1969, p. 31. del Carapachay, Lago di Como, Stella, La Ibérica y muchas otras se
preparaban con sus trajes para desfilar, cantar y bailar durante los días

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


Sociedad de Negros, corso, 1891
del carnaval. Los nombres indican la variedad de orígenes de los inte-
grantes de estas agrupaciones. Algunas de ellas contaban con apoyos fi-
nancieros importantes de sectores acomodados de la sociedad porteña
y hubo personajes destacadas de la vida pública, como Héctor Varela,
que auspiciaban las comparsas. Si bien el propósito central de éstas era
la organización para la fiesta, constituían -al igual que los orfeones- aso-
ciaciones que cumplían fines recreativos, sociales y culturales durante
todo el año. En algunas de ellas, incluso, existía una veta filantrópica.

Desde temprano, algunas comparsas porteñas incluyeron ligeramente, dice, como si sólo fueran la farsa de una alegre estu-
elementos culturales africanos. Según Oscar Chamosa, en 1866, la diantina. Fueron un intento, más serio de los que parece, de parte
comparsa Yatay introdujo la novedad de imitar a los africanos y de de la elite porteña por reinterpretar la cultura popular tomando una
cantar canciones «de negros». Cuando ya los candombes estaban parte de ella, decodificándola en sus propios moldes, es decir, este-
prácticamente desterrados de la vida porteña, fueron jóvenes blancos reotipándola y haciéndola ‹folklore›, para incluirla en un lugar limi-
los que retomaron las danzas y vestimentas de los viejos bailes de es- tado dentro de su propio proyecto de cultura nacional».10 De algu-
clavos. La más renombrada de esas agrupaciones fue la Sociedad Los na manera, ellos contribuyeron a «ennegrecer» el carnaval porteño.
Negros que reunía a jóvenes de la elite de la ciudad, quienes apare-
cían en público con el rostro pintado de negro y parodiando a los Chamosa ha destacado también otro aspecto de esta expe-
afroargentinos. Fue una de las comparsas más importantes: tenía se- riencia: la adopción de la comparsa como modelo de sociabilidad
de propia, publicaba un periódico, imprimía las partituras de sus de los propios miembros de la colectividad afroargentina, cuyas an-
canciones y estaba muy bien organizada. En ocasión de la Guerra del tiguas formas de nucleamiento estaban desapareciendo. En 1869,
Paraguay, comenzó a ofrecer conciertos para juntar fondos para ayu- crearon la comparsa Símbolo Republicano para participar del corso
dar a las víctimas argentinas del conflicto. Desde entonces, continuó de ese año y, a partir de entonces, las sociedades carnavelescas ne-
con la realización de actividades filantrópicas. Finalmente, se asentó gras se multiplicaron rápidamente. Diez años más tarde había unas
como club social de gran prestigio, el Club Los Negros. 29 agrupaciones negras masculinas y 15 femeninas en la ciudad.
Entre estas últimas, se incluían Las Amigas de la Broma, Las Capri-
En su estudio sobre la sociabilidad negra, Chamosa anali- chosas, Las Humildes y Las Mumbonas.
za este fenómeno de las comparsas que imitaban a la población de
color. Descarta una lectura simplista que lo intepreta en clave de
burla de los blancos privilegiados hacia los afroargentinos y ofrece 10. Oscar Chamosa, Asociaciones africanas de Buenos Aires, 1823-1880. Introducción a la
una visión más compleja. «Los blancos tiznados no pueden tomarse sociabilidad de una comunidad marginada, Tesis de licenciatura, UNL, Luján, 1995, p. 31. 125
La comparsa se consideraba entonces una más de las for- Los tres frontones más grandes fueron Plaza Euzkara,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

mas asociativas tan caras a la población de Buenos Aires y se la va- Frontón Buenos Aires y Frontón Nacional, que contrataban a fa-
loraba positivamente pues, al canalizar el espíritu festivo, fomen- mosos pelotaris para actuar frente a miles de espectadores. Se tra-
taba el ingreso de los jóvenes a la sociabilidad pública. Esta pos- taba en este caso de explotar el espectáculo y, salvo en el primero,
tura, defendida entre otros por Héctor Varela desde La Tribuna, los demás emprendimientos se organizaron como sociedad anóni-
también encontraba voceros en la colectividad negra. Así, el dia- ma, es decir, como una empresa por acciones destinada a obtener
rio La Broma destacaba que «la fundación de sociedades carnava- ganancias. El caso de Plaza Euzkara es algo diferente y resulta más
lescas ha dado frutos muy benéficos» y las consideraba un primer pertinente para este trabajo. En 1877, un grupo de vascos funda-
paso para avanzar luego en «el propósito de sostener periódicos ron el Centro Laurak-Bat que, bajo la dirección de Toribio de
[…], de fundar bibliotecas, de dar conferencias literarias, de orga- Ayerza, se propuso resguardar la identidad vasca y mantener sus
nizar sociedades de socorros mutuos».11 De esta manera, hasta tradiciones, lengua, y costumbres. El Centro construyó la Plaza,
una ocasión simbólicamente tan revulsiva del orden social como que fue inaugrada en 1882 y que tenía capacidad para tres mil es-
el carnaval quedaba incorporada a la marcha civilizatoria encarnada pectadores. Allí se jugaba pelota, pero también se celebraban fies-
en el movimiento asociativo. tas en las cuales se desplegaban los bailes típicos de la región. Es
decir, que funcionaba también como club social.
Finalmente, en materia de diversiones y entretenimientos
colectivos, los juegos ocupaban un lugar creciente en la vida de los
argentinos, aunque el deporte era, todavía, una actividad marginal. LA MASONERIA
Entre los hombres el juego de pelota, las carreras de caballos (crio-
llas -las cuadreras- o a la inglesa), a veces el billar o la esgrima, es- El clima político y cultural posterior a Caseros fue propicio
taban bastante difundidos. Con la inmigración vasca, el primero se para la expansión de una institución que encontró un terreno fértil
expandió notablemente y surgieron frontones, canchas y trinque- entre los miembros de las elites y de los sectores medios locales: la
tes tanto en las ciudades grandes como en los pueblos de las pro- franc masonería. La expansión del republicanismo liberal, el arraigo
vincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pam- de las más modernas doctrinas seculares y la indiferencia creciente,
pa. En general, se trataba de canchas privadas, que funcionaban en cuando no hostilidad, por parte de los varones de las clases acomoda-
despachos de bebidas, en restaurantes, o aun en tambos para ven- das hacia la Iglesia Católica, contribuyeron a la difusión de esa forma
ta de leche, y donde había también juego de barajas. Según María tan especial de asociaciones que fueron las logias másónicas.
Marticorena, en todas esas canchas se jugaba a mano, a veces con
guante, y sólo en Buenos Aires se usaba pala, cesta y share. Luego de los primeros pasos post-Caseros, en 1857 se cons-
tituyó la llamada Gran Logia, fruto de la unión de las principales lo-
gias existentes en ese momento: Confraternidad Argentina, Con-
126 11. La Broma, 25/10/1877 y 1/8/1878. suelo del Infortunio, Tolerancia, Unión del Plata, Regeneración y
Lealtad y Constancia. Este resultado no se había alcanzado sin décadas de expansión, además de las logias grandes y centrales, sur-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


conflictos, expresados sobre todo en las diferencias entre dos figu- gieron otras en los distintos barrios de las ciudades y también en
ras claves de la masonería local, Miguel Valente y Roque Pérez, los pueblos. Alcibíades Lappas registra nombres de nucleamientos
quien finalmente resultó elegido Gran Maestre, cargo que ocupó en localidades de la provincia de Buenos Aires como Mercedes,
hasta 1861 y otra vez entre 1864 y 1867. San Nicolás, Ranchos, Azul, Tres Arroyos, Pergamino, entre otros,
así como en San Juan, San Luis, Córdoba y Río Cuarto.
Estas primeras logias tenían un compromiso fuerte con el
proceso de organización constitucional y reunieron a muchas figu- En la cúpula, las escisiones se repitieron en 1898 y nueva-
ras muy destacadas de la vida pública argentina. Así, por ejemplo, mente en 1902, cuando se volvió a plantear el problema de los gra-
Sarmiento fue uno de los fundadores de Unión Argentina; Mitre, dos. Entonces, los disidentes del Gran Oriente Americano forma-
Urquiza y Victorica estuvieron en Confraternidad Argentina y así ron el Gran Oriente Argentino del Rito Azul, que no reconocía gra-
siguiendo. Por eso mismo, y a pesar de la explícita voluntad unifi- dos superiores al tercero. Pero las divisiones continuaron y en 1902
cadora, la masonería estuvo atravesada por el conflicto. A las difi- se organizó el Gran Oriente de Logias Confederadas, que dos años
cultades iniciales ya mencionadas, se agregaron más tarde otras mas tarde reunía a once logias con 590 miembros. Otro reagrupa-
que llevaron varias veces a la ruptura. Una de las más graves del miento se produjo en 1904, con la creación del Gran Oriente del
período que nos ocupa fue la que se produjo en 1873 como con- Rito Argentino, que incluía entre sus propósitos la actuación polí-
secuencia de un enfrentamiento entre tres grandes maestres del tica abierta. Era su Gran Maestre Carlos Pellegrini y el vice, Carlos
momento, David Cazón, Carlos Urien y Nicanor Albarellos. El D’Amico, dos figuras de la primera línea de la política argentina.
motivo central radicó en una discusión acerca de los grados inter-
nos de la organización: Cazón criticaba la vigencia del rito escocés
que incluía una vasta gama de gradaciones, del número 4 al 33 y
proponía que se redujeran a las tres del rito azul. El resultado fue
una división que duró varios años.

A pesar de esos conflictos, la masonería se expandía terri-


torial y socialmente. Se crearon decenas de logias en diferentes lu-
gares del país, que reclutaban sus miembros en una vasta franja so-
cial, que iba desde las figuras públicas como las que mencionamos
arriba hasta un sinnúmero de profesionales, comerciantes, artesa-
nos y hasta trabajadores calificados que se sumaban a la iniciativa
franc masona. Según Carlos Mayo, en 1859 las logias reunían a unos Masones de la Logia Gral. San Martín en el Templo Cangallo recibiendo a delegaciones
900 miembros, que llegaron a 2.500 en 1906. En las primeras extranjeras durante el Centenario, cantando el Himno Nacional, junio 1910. 127
El Primer Congreso de Libre Pensamiento (1906) juntó de- males y específicos -Sociedad de Beneficencia- hasta los más informa-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

legaciones nacionales y extranjeras, la mayoría de filiación masónica. les -comisiones ad hoc creadas para ayudar a las víctimas de alguna gue-
Allí se desplegaron públicamente muchos de los motivos que abo- rra o catástrofe-. Asociaciones creadas con otros fines también incur-
naban la actividad de las logias: eran anticlericales, pacifistas, abo- sionaban en ese terreno, como las logias masónicas que acabamos de
gaban por la igualdad del hombre y la mujer, y apoyaban la ley de mencionar, las asociaciones mutuales y los clubes sociales. Desde muy
divorcio (propuesta en el Congreso en 1902 y derrotada por muy temprano, como ya vimos, el Estado también intervenía en el campo
escaso margen). Además de bregar por estas y otras causas semejan- filantrópico, donde las organizaciones católicas habían dominado has-
tes, las logias y sus miembros desarrollaban una intensa actividad ta la década de 1820. La institución emblemática en ese sentido fue la
filantrópica. Ya en 1857, se registran dos importantes iniciativas ma- Sociedad de Beneficencia, creada en 1823 por el gobierno de Buenos
sónicas en esa dirección: la creación del asilo de mendigos y de la es- Aires, que entregó su dirección y gestión a un grupo de mujeres patri-
cuela de sordomudos. En ocasión de la primera epidemia de fiebre cias. La entidad pasó por diferentes etapas y, tras un período de muy
amarilla en 1858, el Supremo Consejo solicitó a las logias apoyo pa- escasa actividad durante la gobernación de Rosas, en 1852 se procedió
ra la instalación de un lazareto y para adoptar otras medidas contra el a su reinstalación. Por esos años también se creaban sociedades seme-
flagelo. Durante la Guerra del Paraguay, se organizaron colectas y sus- jantes en varias provincias, según el modelo porteño, es decir, por
cripciones para ayudar a los inválidos, a las familias pobres de los acuerdo entre el estado y grupos privados (de mujeres).
guardias movilizados y aun «para socorrer al pueblo paraguayo». Du-
rante la eclosión del cólera en 1867/68 y sobre todo durante la terri- Aunque nacidas por iniciativa estatal y sostenidas parcial-
ble epidemia de fiebre amarilla de 1871, nuevamente se movilizaron mente con fondos gubernamentales, estas sociedades se manejaban
los masones. También se organizaron para atender a los heridos en las con autonomía de gestión y autarquía financiera. En Buenos Aires,
revoluciones de 1880, 1890 y 1893 (en Rosario), y fundaron la Aso- durante la década del ‘60, las actividades de la Sociedad giraron en
ciación Masónica de caridad y filantropía Consuelo del Infortunio, torno del Hospital de Mujeres, el Hospicio de Alienadas, la Casa de
que se ocupaba de responder ante catástrofes que requirieran ayuda. Expósitos y las escuelas para niñas. Para encargarse de la vida interna
y organización de las instituciones de reclusión, la entidad había con-
tratado en el extranjero a las Hermanas de Caridad. En cuanto a las
CARIDAD Y FILANTROPIA I escuelas, que sumaban 80 entre ciudad y campaña, con un total de
5.300 alumnas en 1869, eran administradas directamente por la So-
La iniciativa filantrópica tuvo una expansión diversificada en ciedad que usaba fondos estatales y propios, obtenidos de la venta de
estas décadas. Las ideas que la habían sustentado durante la primera labores hechas por las alumnas y del pago que hacían algunas de ellas
mitad del siglo estaban cambiando rápidamente, lo que luego daría lu- consideradas «pudientes». En cada escuela, se aceptaban sólo diez en
gar a disputas por el sentido de la acción benéfica y por el control de estas condiciones, ya que el resto de las vacantes eran gratuitas. Según
las instituciones (ver más abajo). Mientras tanto, lo que se observa es la Estela Martínez, una vez que se decidía la creación de un estableci-
128 multiplicación y coexistencia de iniciativas y ámbitos, desde los más for- miento de este tipo en un lugar cualquiera de la provincia, la Sociedad
se encargaba de todo lo relativo a su puesta en marcha, desde conse-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


SARMIENTO
guir un edificio hasta equiparlo, y luego también de su funciona-
miento y control. Así, la entidad tuvo una actuación muy importan- Y LA SOCIEDAD DE BENEFICENCIA, 1859
te en materia educativa, hasta que en 1875 se modificó el régimen es-
colar, se creó el Consejo de Escuelas de la Provincia y los estableci- ¡Qué mala partida me ha hecho el viejo No se empiece a pelear conmigo. Empiece
mientos de niñas pasaron a depender de la nueva oficina estatal. amigo con ese negro informe contra esta por saber que lo que tengo al mes son mil
pobre Sociedad! Yo me estaba tan con- pesos, para profesores, útiles y gas. En un
tenta del trato que me había propuesto tiempo dijo el Gobierno a la Sociedad se
En otros planos, la Sociedad amplió su campo de acción: el para hacer bien, y me veo en letra de pedían a Norte América útiles y libros
gobierno expandió la cobertura del asilo de huérfanos para albergar a molde. Mis compañeras están sentidas en para las escuelas de ambos sexos. Teniendo
alto grado; pero yo tengo más filosofía y esto presente, le pregunto si en ese depó-
niños de ambos sexos; en 1873, se creó el asilo de la Pobreza y el Tra- aquí tiene la prueba. Usted nos acrimina sito hay un globo, que necesito para mi
bajo (luego llamado «del Buen Pastor»), para la instrucción de huérfa- porque no hacemos innovaciones y, entre escuela normal que quiero organizarla
nas indigentes mayores de 12 años y adultas condenadas por el juez tanto, con todas las evoluciones, nos da de modo que Usted no me murmure. No
Usted el resultado más triste de su Escuela es todo. Esos registros que le pedí, los ne-
correccional; en 1875, se fundó el Hospital de Niños y la Sociedad Modelo que no ha quedado fijo sino un cesito, porque me los piden las Inspectoras,
contribuyó fondos producto de suscripciones para colaborar con el go- discípulo. Es preciosa su ingenuidad, sin que por esto crea Usted que no hay
bierno en su financiamiento. Otras instituciones, en cambio, como el pues a nosotras no se nos van, tenemos registros, como cruelmente lo ha dicho;
cuantas podemos y hacemos un gran ser- pero éstos le han gustado, y para que vea
Asilo de Mendigos, el Manicomio y el Hospital de Hombres, queda-
vicio, créame Usted; pero lo he descono- que no son tan rudas, los han compren-
ban fuera de su órbita ya que a la Sociedad correspondía exclusivamen- cido en este informe porque en sus ideas dido muy bien. Usted es un injusto, no se
te la asistencia de mujeres y niños. Hacia la década del ‘80, los límites de progreso su empeño es destruir nuestra contenta con la política y los muchachos
corporación, olvidando su decreto de ins- y quiere pelearse con las mujeres ¡Y no
de la labor de la entidad eran muy visibles y los resultados fueron ob-
talación, tan sublime, y en una tierra en sabe Usted qué malos enemigos son! No
jeto de críticas crecientes, sobre todo por parte de quienes entendían que los hombres están siempre en guerra nos haga la guerra que podemos hacer
que correspondía al Estado hacerse cargo de la acción médico-social. civil ¿No cree Usted que las mujeres es mucho bien estando de acuerdo. Por mi
utilísimo que cuiden de los estableci- parte no le hago caso a sus recriminaciones
mientos de caridad y educación de su sexo? porque creo que es celo por la educación
Mientras tanto, en todo este período las asociaciones católicas Vaya, mi amigo, que ha delirado en y por eso lo perdono y me repito.
seguían actuando en el campo de la caridad, destacándose la Sociedad ese informe. Su afecta.
de San Vicente de Paul, creada -como ya vimos- a fines de la década de Pero vamos a mi asunto. Esta es entera-
mente confidencial: no la vaya a poner Mariquita Sánchez de Thompson, carta
1850. Bajo el liderazgo de Félix Frías, se organizaron las llamadas Con- en el informe. Oigame con calma. Ya sa- a Domingo F. Sarmiento, 1859,
ferencias en distintas parroquias de Buenos Aires y luego también en brá que me han nombrado hace pocos reproducida en Todo es Historia,
otras ciudades del país. Estas eran inicialmente masculinas, pero desde días Inspectora de la Escuela Normal. N° 224, diciembre 1995, p. 75

1889 se crearon las de Señoras que se expandieron en los años siguien-


tes. Asistían a los pobres, a través de visitas al domicilio de las familias
de esa condición, a las cuales ofrecían ayuda material -en forma de bo-
nos mensuales, limosnas, reparto de comestibles a familias- y espiritual. 129
Según Eduardo Ciafardo, entre 1889 y 1914 hubo más de 2 millones Los ejemplos son numerosos y variados: cada vez que se promovía una
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

de visitas a las más de 120 mil familias que recibían asistencia de las Se- acción colectiva, se fomentaba alguna causa o se encaraba una tarea es-
ñoras de San Vicente de Paul. La Sociedad creó luego asilos maternales pecífica, se creaba una comisión o un comité para la ocasión. La reali-
para recibir de día a niños cuyas madres trabajaban fuera de su casa. zación de homenajes a figuras públicas; la erección de estatuas; la recau-
dación de fondos para causas tan diversas como la compra de fusiles pa-
Las colectividades de inmigrantes también socorrieron a ra Garibaldi, la construcción de hospitales como el Italiano y el Espa-
sus «pobres», y crearon instituciones para atender a la salud de sus ñol, la reparación del Colegio del Salvador, el socorro a víctimas de ca-
connacionales. La más antigua de estas iniciativas fue la de los fran- tástrofes, revoluciones o guerras; la celebración de eventos como la pro-
ceses, que crearon su Sociedad Filantrópica en 1842, entidad que dió clamación de la República Francesa o Española; la promoción de pro-
origen al hospital en 1847 y a un orfelinato en 1865. Los españoles, testas colectivas como la manifestación contra los jesuitas en 1875 o el
por su parte, en 1852 crearon la Sociedad de Beneficencia Española mitín de 1878 contra los impuestos, ambos en Buenos Aires; la defensa
de Buenos Aires, a la que siguieron otras en Cañuelas, Córdoba y contra una epidemia: todo ello era motivo de iniciativas conjuntas.
Mendoza. Todas se proponían ayudar a los «verdaderamente necesi-
tados», dar sepultura a los pobres que fallecieran, proporcionar a los Las formas asociativas -las permanentes y las efímeras-, tras-
inmigrantes recomendaciones e instrucciones para facilitarles su ubi- cendían sus objetivos específicos, pues no sólo buscaban cumplir con
cación en el país, repatriar a los enfermos o inválidos, proteger a los los fines particulares, sino que aspiraban a inscribirse en el movimien-
huérfanos. En 1870, la de Buenos Aires construyó el Hospital Espa- to progresivo que suponía el asociacionismo como propuesta civiliza-
ñol, que tendría una larga y exitosa trayectoria. Dos años más tar- toria. Representaban una manera de concebir la organización social
de, abría sus puertas el Hospital Italiano, veinte años después que se que gozaba de gran predicamento entre vastos sectores de la pobla-
creara la Società di Beneficenza per l’Ospedale Italiano y se iniciarán ción del país, como ocurría entonces con otros pueblos de América.
las actividades para atender la salud de la colectividad.
Dada la cantidad y variedad de asociaciones de entonces, es
difícil generalizar sobre las características de ese movimiento. Pero se
ASOCIACIONES, VIDA CIVICA Y ESPIRITU PUBLICO pueden subrayar algunos de los rasgos sobresalientes de este período.
En primer lugar, la difusión de las prácticas asociativas se dio entre
Hemos recorrido varias formas del asociacionismo de 1860 a sectores muy diversos tanto social como culturalmente. Inmigrantes y
1890 y, sin embargo, muchas son las iniciativas que no han sido men- nativos, trabajadores y patrones, hombres y mujeres, jóvenes y viejos,
cionadas. Por ejemplo, las sociedades que perseguían objetivos cultura- ricos y pobres, porteños y provincianos, nadie escapaba a la tendencia.
les más o menos específicos: círculos literarios, ateneos, nucleamientos
musicales, de fomento a la educación, agrupaciones filodramáticas, que En segundo lugar, desde el punto de vista de la composi-
se pueden encontrar en la mayor parte de las ciudades y pueblos del país. ción social, la mayor parte de las asociaciones cruzaban verticalmente
130 Había, también, organizaciones más efímeras, con propósitos puntuales. este espectro y abarcaban varios de sus tramos. Hubo, por cierto,
algunas entidades que se recortaban en ese sentido, pero la mayo- resto de la población. En conjunto, la actividad asociativa se presentaba

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


ría no se definía en términos estrictos de clase. La mayor predispo- como la voz del público, en búsqueda del bien común.
sición para asociarse se encuentra entre los sectores ubicados en los
niveles intermedios de la pirámide social, de zonas urbanas de la re- Así, las asociaciones junto con la prensa formaron un entra-
gión pampeana. Había, además, un predominio masculino, pues mado de instituciones, una red organizativa que atravesaba capilar-
las mujeres estaban excluidas de muchas entidades y en otras mente a la sociedad. Desde ese lugar, estimularon las formas de movi-
ocupaban lugares marginales. lización colectivas. Fiestas patrióticas, cumpleaños, recepciones o fune-
rales de hombres públicos, homenajes a muertos y a vivos, victorias re-
Existía, en tercer lugar, un cuidado compartido por la orga- publicanas en Italia, España o Francia, inauguraciones de teatros, par-
nización interna de cada institución, definido por estatutos o regla- ques y hospitales: todas eran ocasiones para reunir al público en pla-
mentos donde se establecían objetivos y formas de gobierno, delibera- zas, calles, teatros, cafés. También lo eran los momentos de protesta o
ción y funcionamiento. Las asambleas y elecciones cumplían un rol reclamo, cuando la población se movilizaba para peticionar o presio-
importante, pues se suponía que estas entidades se manejaban demo- nar a las autoridades. En todas estas acciones, las asociaciones cumplie-
cráticamente. La igualdad de derechos no impidió, por cierto, la cris- ron un rol promotor y organizativo fundamental. Toda esta actividad
talización de jerarquías y el cuarto aspecto a señalar es, precisamente, revela el proceso de formación de una sociedad civil cada vez más vi-
la constitución de dirigencias en el interior de cada nucleamiento y la gorosa. La relación del Estado y el poder político con esta madeja ins-
frecuencia de conflictos entre grupos que aspiraban a ocupar ese lugar. titucional era compleja. Para las elites republicanas y liberales que do-
minaron el Estado en esas décadas, el asociacionismo constituía un
Finalmente, un rasgo fundamental del asociacionismo fue su rasgo civilizatorio que debía ser alentado y las libertades de reunión y
importante lugar en la vida pública del país. La mayoría de las entida- opinión aparecían como pilares fundamentales de las instituciones de
des se proponían cumplir con los objetivos definidos desde su creación, la República. En función de ello, los gobiernos en general fomentaban
pero desarrollaban a la vez actividades más generales que las transfor- el movimiento asociativo, promovían las celebraciones públicas y de-
maban en actores de esa vida pública. Más allá de su composición y sus cían sostener los derechos civiles. Los políticos, por su parte, prestaban
fines específicos, aspiraban a representar al conjunto. Las instituciones gran atención a las demandas planteadas desde esos ámbitos, partici-
y sus dirigencias fueron definiendo así espacios comunes de actuación paban con frecuencia de actos y manifestaciones y no dejaban de cor-
e interconexión; dialogaban entre sí y generaban un intercambio y una tejar al público. Las asociaciones, la prensa y todas las movilizaciones
circulación interasociativos muy intensos, que trascendían los límites que ellas organizaban materializaban a la «opinión pública» y, por lo
de cada localidad para adquirir en muchos casos dimensión nacional. tanto, constituyeron un elemento insoslayable para las elites políticas.
Usaban el espacio de la prensa periódica, tanto la propia -y muchas en- Estas relaciones no impidieron, sin embargo, que en distintos mo-
tidades tenían su propio órgano de expresión- como la cercana (por mentos el gobierno de turno cuestionara la libertad de prensa o de reu-
ejemplo, las mutuales de colectividad usaban los diarios de la misma) nión, instaurara el estado de sitio y la censura, y sobre todo, intentara
y también la más general, para convocar e informar a sus socios y al influir y hasta manipular la opinión, construirla desde arriba. 131
Confederación de Ferrocarrileros de Rosario
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
LA MULTIPLICACION DE ASOCIACIONES
1890-1920

Al comenzar la última década del siglo XIX, la Argentina de la desocupación y el subempleo temporarios; un crecimiento
se encontraba ya decididamente encaminada en la senda de una so- urbano que generaba bolsones de hacinamiento y pobreza a la vez
ciedad moderna, capitalista, burguesa. En la introducción nos refe- que empujaba a algunos hacia la marginalidad; un tipo de expan-
rimos a los principales cambios habidos entre 1860 y 1920. Nos de- sión agraria que descargaba los riesgos propios de la producción
tendremos aquí en las transformaciones en la dinámica social obser- en los sectores más débiles de arrendatarios, medieros y asalaria-
vables hacia fin de siglo, cuando el país entraba en una etapa de dos; una concentración de la riqueza que aumentaba brutalmen-
gran optimismo respecto de su presente y sobre todo, de su futuro. te la brecha entre los de arriba y los de abajo. Esto no significó,
sin embargo, que todos los frutos de la expansión fueran acapa-
Para entonces, y luego de la profunda crisis sufrida por rados por los más ricos, pues parte de los beneficios del gran cre-
la economía en 1890, la Argentina aceleró su crecimiento basado cimiento alimentaron la creación de las capas medias y de secto-
en la exportación de cereales y carnes producidas en su vasta y res populares heterogéneos, así como la consolidación del aparato
fértil pampa húmeda; en una expansión del mercado interno del Estado, que aumentó sus gastos y sus inversiones.
provocado por el sostenido aumento de la población; y en la re-
lación cada vez más estrecha con un mercado internacional que Para ese Estado, las preocupaciones centrales de estas dé-
consumía sus productos a la vez que proveía insumos y manufac- cadas se pueden sintetizar en tres dimensiones: la cuestión social,
turas, brazos y capitales. Una estructura social cada vez más com- la cuestión nacional y la cuestión política.
pleja iba definiendo perfiles propios de una sociedad moderna:
los trabajadores constituían la base de una pirámide que sin em- La primera refería a los problemas sociales que trajo la mo-
bargo se engrosaba también en los escalones intermedios y que dernización y a la respuesta a ellos gestada desde el nuevo movimien-
mostraba una cúspide pequeña pero no cerrada. La población era to obrero. La segunda se vinculaba a las dificultades para definir una
crecientemente urbana, alfabeta y socialmente móvil. Las caras «nacionalidad argentina» en un mundo en el que ese concepto se aso-
oscuras de la modernidad capitalista también estaban presentes: ciaba crecientemente a la identidad cultural: la gran heterogeneidad
un mercado de trabajo que mostraba fuertes fluctuaciones en la demográfica y cultural del país planteaba un problema de difícil reso-
demanda y por lo tanto, si bien a veces ofrecía oportunidades, lución. Y finalmente, la cuestión política era el resultado de un régimen
condenaba a la mayor parte de los trabajadores a la incertidumbre que de hecho funcionaba con escasa participación ciudadana. 133
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A Estas tres cuestiones giraban en torno al tema central LOS TRABAJADORES
de la integración: cómo definir los límites de la misma, quiénes
quedaban dentro y quiénes debían ser expulsados (de hecho o de El crecimiento económico y la consolidación del capita-
derecho) de esta nación en construcción. Y dieron lugar a deba- lismo en la Argentina trajeron aparejados un aumento sostenido de
tes muy intensos en las cúpulas, pero también en el resto de la los obreros asalariados tanto en la ciudad como en el campo. La
sociedad, que participó a través de la palabra pero también de la presencia de este tipo de trabajadores no era nueva, pero a medida
acción en esas definiciones. El Estado actuó combinando estra- que avanzaba el siglo se hacía predominante. En ese marco, a par-
tegias represivas y cooptativas. Definió mejor su aparato represi- tir de los años ‘80, comenzó a surgir una nueva forma de nuclea-
vo legal e institucional, pero también puso en marcha políticas miento específicamente obrera, diferente de las que hasta entonces
activas sobre todo en materia de educación. La cuestión social habían atraído a parte de la población trabajadora: las sociedades
no se resolvió pero fue encauzándose institucionalmente. El mo- gremiales y de resistencia. Las primeras entidades surgieron en las
vimiento obrero luchó por sus derechos y fue reprimido, pero ciudades grandes, centros del proceso de modernización: Buenos
logró también algunos avances en sus relaciones directas con el Aires, Rosario, Córdoba; luego, se multiplicaron en ciudades más
capital y con el Estado. La nacionalidad se definió cada vez más pequeñas, pueblos y finalmente en zonas rurales. Se trataba de or-
en términos identitarios, lo que trajo aparejado un proceso de ganizaciones que en general (aunque no siempre) reunían a traba-
homogeneización cultural complejo. Y la Ley Saénz Peña trans- jadores de un mismo oficio para defender sus intereses, cada vez
formó el régimen político al convertir el voto, que ya era univer- más frente al capital. Los socios se afiliaban pagando una cuota
sal, en obligatorio y secreto, e inducir así una democratización mensual que debía proveer los fondos para el alquiler de un local
de la vida política. que sirviera de sede social, financiar la edición de alguna publicación
periódica, eventualmente contribuir a sostener un fondo de huelga.
Como vemos, al iniciarse el siglo XX el Estado estaba
bien consolidado. La sociedad civil, por su parte, también mos- La aparición de estas sociedades de nuevo tipo es indiso-
traba signos inequívocos de fortaleza y autonomía. En particu- ciable de otros dos fenómenos que se dieron en forma interconec-
lar, el movimiento asociativo siguió creciendo de manera soste- tada: el surgimiento de agrupaciones políticas anarquistas y socialis-
nida, hasta alcanzar una cobertura espacial y social casi univer- tas, que apelaban a los trabajadores y promovían su organización
sal. Claro que, como veremos, éste dejó de presentar el rostro de para luchar por sus derechos y en contra del capital, y el desencade-
unidad característico del período anterior y en la medida en que namiento de conflictos abiertos entre obreros y patrones, cuya ex-
los intereses corporativos, de clase y de grupos se definían con presión más visible fueron las huelgas. Anarquistas y socialistas tu-
mayor precisión que antes, las asociaciones pasaron a represen- vieron una actuación muy intensa a partir de los años ‘90 y desarro-
tar más acotadamente esos intereses. A continuación, haremos llaron una variada gama de actividades tendientes a difundir sus
un recorrido por las principales expresiones del asociacionismo ideales, convencer a sus bases y atraerlas hacia sus organizaciones.
134 de este período. Estas eran de índole muy variada e incluían desde los numerosos
círculos creados por los anarquistas para promover su ideología, por reclamos de trabajadores, expresados a través de petitorios, plie-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


contribuir a la educación libre del pueblo y difundir la cultura li- gos de condiciones y medidas de fuerza, cuya máxima expresión fue-
bertaria hasta las cooperativas de los socialistas, entre otras formas ron las huelgas. La importancia de los militantes del movimiento
de nucleamiento. Si bien estas formas no eran exclusivamente po- obrero, muchos de ellos anarquistas, socialistas y algo más tarde, sin-
líticas e incluían una buena dosis de iniciativa civil, las dejaremos dicalistas, fue fundamental. En épocas de gran conflictividad, las pro-
aquí de lado para concentrarnos en cambio en los gremios que, testas reclutaban un número bastante más alto de trabajadores que
aunque también eran terreno fértil para la prédica anarquista y so- los que habitualmente se enrolaban en los gremios o en los movi-
cialista, tenían potencialmente un grado mayor de autonomía con mientos políticos. La participación regular de obreros en la actividad
respecto a ambos movimientos. gremial era, en cambio, más modesta y, salvo en algunos casos de so-
ciedades fuertes, la mayor parte de las dirigencias se quejaban de la
izq. Dirigente anarquista tomando la palabra en una asamblea, 1904
ctro. Círculo de Obreros de Santa Lucía, agosto 1905
escasa constancia de sus bases para abonar las cuotas, asistir a las
der. Empleadas de compañía de teléfono, firmando adhesión a la huelga, 1919 asambleas y cumplir con los demás deberes del afiliado.

El conflicto abierto y público entre obreros y patrones co- Veamos más de cerca los esfuerzos asociativos de los gremios
bró relieve también a partir de la década del ‘80 y los gremios actua- obreros. Como ya mencionamos, los primeros intentos de organiza-
ron como punta de lanza de las luchas reivindicativas. En el origen, ción surgieron como consecuencia de coyunturas de conflicto con la
muchas veces la secuencia fue inversa: a partir de un conflicto se or- patronal. Así ocurrió, como vimos mas arriba, en el caso de la Unión
ganizaba la sociedad de resistencia. Todo el período estuvo jalonado Tipográfica Bonaerense, que se creó cuando un grupo de la Sociedad 135
Tipográfica se escindió con el propósito de presionar por reivindica- Los datos disponibles son poco confiables, pero de todas
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ciones laborales. En la década del ‘80 hubo numerosos reclamos obre- maneras muestran tanto el crecimiento como la variabilidad de la
ros que, nos dice Ricardo Falcón, giraban en torno de pedidos de au- agremiación. Según información de 1908 del Departamento Na-
mento de salarios y de reglamentación de la jornada de trabajo, pro- cional del Trabajo, en la Capital Federal alrededor del 10% de los
testa por atraso en los pagos, y otras cuestiones vinculadas con las 214.370 trabajadores censados eran miembros de alguna de las
condiciones de trabajo. Al mismo tiempo, surgían en Buenos Aires 45 sociedades de resistencia registradas en ese momento. Cuatro
varias sociedades de resistencia, como la Sociedad de Dependientes años más tarde, la misma fuente muestra un incremento del 50%
de Comercio (1880), la Unión de Obreros Panaderos (1881), la en la agremiación. Las cifras provistas por la prensa obrera son
Unión de Oficiales Yeseros (1882), la Sociedad de Resistencia de más altas: así, por ejemplo, en ocasión de la huelga general de
Obreros Marmoleros (1883) y la Sociedad de Oficiales Sombrereros 1907 se habla de casi 30 mil trabajadores sindicalizados en Bue-
(1886), entre otras. La mayor parte de estos gremios tuvieron corta nos Aires, la mayor parte de los cuales pertenecían a los gremios
vida. De los 15 creadas entre 1880 y 1887 que menciona Falcón, so- de estibadores y conductores de vehículos. Según el diario so-
lo dos, la sociedad de los panaderos y la Sociedad de Ayuda Mutua cialista La Vanguardia solo la tercera parte de ellos eran «coti-
entre Maquinistas y Fogoneros de Locomotoras «La Fraternidad» se zantes en sociedades», es decir, afiliados que pagaban sus cuotas
sostuvieron en el tiempo. Esta última combinaba los fines de resistencia al gremio correspondiente.12
con los mutuales y tenía alcance nacional (ver más abajo).
Por entonces, también habían surgido sociedades de resis-
La crítica coyuntura de 1890 trajo un reflujo de la activi- tencia en Córdoba y Rosario. En ésta última, en la década del ‘90 se
dad asociativa y de los conflictos gremiales, aunque fue a comienzos había desarrollado alguna actividad sindical ente los panaderos, zapa-
de ese año que los socialistas impulsaron la primera agrupación de teros, constructores de carruajes, dependientes de comercio, ferrovia-
sociedades de resistencia, el Comité Internacional Obrero, que logró rios y mayorales, y se había formado una Sociedad Internacional
reunir apenas una decena de entidades y tuvo corta vida. Con alti- Obrera, que aspiraba a reunir a los gremios, aunque con poco éxito.
bajos, la fundación de sociedades gremiales volvió a crecer después Nuevas sociedades llegaron con el siglo: el Sindicato de Estibadores
de la crisis y con mayor vigor aun en la primera década del nuevo si- y de Ribera del puerto de Rosario, que hacia 1903-4 estaba bastante
glo. Para entonces y sobre todo después de 1910, se observa un cam- bien organizado, contaba con local propio, realizaba asambleas anua-
bio en el centro de gravedad del movimiento gremial. Mientras en les, proveía cobertura asistencial a sus afiliados y tenía algún éxito
las primeras dos décadas éste era ocupado por sociedades pequeñas, en el cobro de sus cuotas; la seccional Rosario de la Confederación
fragmentadas, apoyadas en oficios que tenían todavía mucho de ar-
tesanales, en la nueva etapa el predominio pasó a los gremios gran-
des, masivos, vinculados a los sectores vitales de la economía de ex- 12. Datos provistos por Ricardo Falcón, El mundo del trabajo urbano (1890-1914),
Buenos Aires, CEAL, 1986, pp. 86-89. El cuadro de La Vanguardia (del 20/12/1907)
portación como el transporte y los servicios (puerto, ferrocarriles) y en Hobart Spalding, La clase trabajadora argentina. Documentos para su historia,
136 las industrias más concentradas (frigoríficos, metalurgia). 1890-1912, Buenos Aires, Galerna, 1970.
Ferrocarrilera (1904), fundada en Buenos Aires dos años antes, que

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


FEDERACION DE OBREROS FUNDIDORES
reunía a los trabajadores del ferrocarril no cubiertos por La Fraterni-
dad y tenía para fines de ese año unos 3.000 afiliados, pero se disol- CONVOCANDO AL PARO
vió en 1906; las sociedades de Resistencia de Obreros Zapateros,
Unión de Obreros Talabarteros, Cosmopolita de Obreros Panade- FEDERACION DE OBREROS FUNDIDORES sordo, o no ha recibido la primera.
ros, Unión Obreros Alpargateros, Conductores de Carruajes, Unión Y MODELISTAS DE LA REP. ARGENTINA Esperando os portaréis como compañero,
SECRETARIA, SAN JOSE 1454 BUENOS os saludamos. La Comisión de huelga.
de Trabajadores de la madera, de Resistencia de Obreros Ladrilleros AIRES, NOVIEMBRE 30 DE 1904. Hay un sello que dice: Federación Obreros
y anexos, de Marmoleros y vidrieros, entre otras. En Córdoba, por Salud. Os enviamos la presente por resolu- Fundidores de la República Argentina.
su parte, ya en 1895 se creó la Unión de Obreros Panaderos, la pri- ción de la asamblea de hoy, pidiéndole Buenos Aires.
desista de trabajar en ese taller, del mo-
mera organización de este tipo que alcanzó cierta estabilidad. Luego mento que no hay fundidor que trabaje, Texto publicado en el Boletín de la
aparecieron la Unión Gremial Femenina (de costureras planchado- justo es también que usted tampoco no Unión Industrial Argentina N° 432,
ras), el Centro Cosmopolita de Obreros Sastres, la Unión Obrera de trabaje y os advertimos en caso no lo hi- 15 de dic. de 1912, reproducido en
ciera nos veremos obligados a tomar ciertas Hobart Spalding, La clase trabajadora
Carpinteros, la Sociedad de Resistencia de Obreros Cigarreros y va- medidas, que el caso requiere, y también os argentina (Documentos para su historia
rias más, en ese período de gran activismo que llega hasta 1907. En advertimos que esta es la segunda nota que 1890/1912). Buenos Aires, Editorial
los años siguientes hubo un retroceso de las luchas obreras, pero de os enviamos, y no sabemos si quiere ser Galerna, pp. 338 y 339)
todas maneras algunas organizaciones lograron sostenerse, como los
sindicatos de panaderos, conductores de carros, sastres y ferroviarios.

De esta etapa son también los esfuerzos por construir fe-


deraciones, lideradas en general por dirigentes vinculados a los mo-
vimientos anarquista y socialista primero y, más tarde, sindicalista.
Son conocidos los hitos de esta historia: la primera organización
federativa que logró sostenerse en el tiempo fue la Federación
Obrera Argentina (FOA), creada en 1901 como una unión de las
sociedades de resistencia independientes de las fuerzas políticas,
pero en realidad surgida por acuerdo entre socialistas y anarquistas.
Los enfrentamientos entre ambos sectores se hicieron presentes
desde el comienzo y en 1903, los socialistas se separaron y forma-
ron la Unión General de Trabajadores (UGT), la que -nuevamen-
te- negaba sus conexiones políticas. Reunía a 43 sociedades con un
total de 7.400 afiliados. Dentro de este nucleamiento se fue perfi-
lando un nuevo grupo ideológico, el sindicalismo, que constituyó 137
su propia federación en 1909, la Confederación Regional Obrera con la Sociedad Obreros de los Frigoríficos, enviando oradores a
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Argentina (CORA), que llegó a reunir a unos 7.000 obreros en sus actos y delegados para «orientar» a los trabajadores en su lucha.
1912. La FOA, por su parte, pronto se convirtió en FORA (Fede-
ración Obrera Regional Argentina) y adhirió explícitamente a los Pero volvamos a las sociedades mismas para preguntarnos
principios económicos y filosóficos del anarquismo. Esta organiza- por sus formas de organización y funcionamiento. La información
ción era una federación de federaciones, pues las sociedades de ofi- es escasa y fragmentaria. De todas maneras, contamos con dos
cio formaban federaciones de oficio que a su vez se integraban en ejemplos que pueden ilustrarnos acerca de esas cuestiones: el
federaciones locales y comarcales, para formar la FORA que, a su Sindicato de Trabajadores Panaderos de Córdoba y La Fraternidad.
vez, se incorporaba a la Federación Internacional. En 1907, la enti-
dad a nivel nacional reunía a 85 sindicatos y 7 federaciones locales El Sindicato de Panaderos reunía muchos de los rasgos tí-
(de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, La Plata, Tucumán, Entre Ríos picos de los primeras sociedades de resistencia, ya que se formó en
y Mendoza). Finalmente, en 1915 sufrió una escisión, pues los que torno de una producción que tenía mucho de artesanal y funcio-
respondían a la corriente sindicalista se abrieron de manera tal que naba en pequeños y medianos establecimientos, donde la división
los que respondían al anarquismo quedaron como FORA del V del trabajo se vinculaba más a las tradicionales formas de labor que
Congreso y los otros fueron la FORA del IX Congreso. a las modernas de producción en serie.

Estas federaciones tenían una militancia muy activa en la Según nos relata Ofelia Pianetto, este sindicato basaba su
promoción de la organización obrera en todos los niveles y en to- gobierno en la participación democrática de sus miembros en
das las regiones del país. Además de coordinar las actividades de su asamblea general. De allí surgía la Comisión Directiva y se toma-
fracción del movimiento obrero, realizaban una intensa propagan- ban las decisiones trascendentales, como la de declarar una huelga
da para difundir sus respectivas ideologías y para estimular la crea- o apoyar alguna otra medida de fuerza. Los socios debían pagar
ción de nuevas sociedades de resistencia que respondieran a sus una cuota mensual y los fondos así obtenidos se destinaban a man-
orientaciones. Así, por ejemplo, la UGT socialista tuvo ingerencia tener el local, pagar los gastos de propaganda, sostener a familiares
en los conflictos surgidos en 1902 en Tucumán en el sector cañe- de militantes presos o despedidos. En este caso, el gremio tenía una
ro y, a pedido de los dirigentes locales, envió a Adrián Patroni pa- Bolsa de Trabajo, a través de la cual proporcionaba ocupación a los
ra asesorarlos. Todos las grupos y en particular los anarquistas tu- miembros y personal a las empresas.
vieron activa participación en la organización de los trabajadores
rurales de la región pampeana, que aunque habían combatido por Como la mayor parte de los gremios, el de panaderos de-
mejorar sus condiciones de trabajo en varios oportunidades, sólo sarrollaba también una actividad social y cultural. Tenía una biblio-
lograron nuclearse en 1919 en un sindicato de braceros: la Unión teca y organizaba conferencias sobre temas laborales y sindicales, así
de Trabajadores Agrícolas. En ocasión de la gran huelga en los fri- como sobre cuestiones de salud e higiene, tales como el alcoholismo
138 goríficos de Berisso, nos relata Mirta Lobato, la FORA colaboraba y las enfermedades venéreas. Realizaba también veladas recreativas
que tenían el propósito de estimular la confraternidad y contribuir a también proveer socorros mutuos a sus afiliados. Así, proveía asisten-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


la formación política de los socios y sus familias. Las reuniones co- cia médica y financiera a los socios enfermos e inválidos y socorría a
menzaban con la entonación de la Internacional, Hijos del Pueblo y las familias de los fallecidos. También se ocupaba de cuestiones vin-
el Himno de los Trabajadores y seguían con la interpretación de algu- culadas con la educación y el entrenamiento de los trabajadores y
na obra filodramática o el recitado de poesías con contenido social. A brindaba apoyo en materia de vivienda. Además, claro está, de ofre-
pesar de las dificultades que compartía con los demás gremios, y cer protección a los miembros en sus relaciones con la patronal, es de-
que se manifestaban sobre todo en épocas de reflujo del conflicto, cir, las empresas de ferrocarril. Aunque su posición era inicialmente
el de panaderos logró sostenerse durante todo este período. Tenía muy moderada, La Fraternidad fue adoptando más tarde actitudes
orientación socialista y en los años de 1895 a 1907 recibía apoyo combativas frente a aquéllas y protagonizó huelgas de envergadura.
de los socialistas de Buenos Aires en materia de propaganda y acti-
vismo reivindicativo, pero más tarde logró forjar una dirigencia En 1895, a varios años de su fundación, contaba con 164
propia, de origen cordobés, que pasó a encabezar los destinos de la asociados, todos del Ferrocarril Oeste de la provincia de Buenos
entidad en las décadas siguientes. Aires, pero al año siguiente, luego de una campaña de reclutamien-
to, sumaban 762. Según Mónica Gordillo, para 1904 su carácter
El caso de La Fraternidad es algo más complicado. Repre- nacional estaba asegurado: tenía 52 secciones distribuidas en todo
senta un tipo de gremio más grande, vinculado a un sector clave el país y en 1908 mostraba uno de los índices de afiliación más al-
de la economía de exportación como era el transporte ferroviario, tos de entonces: sobre 5.300 trabajadores del rubro, 4.780 eran so-
que reunía a trabajadores especializados, los maquinistas y fogone- cios de La Fraternidad. Algunos años más tarde, en 1917, se pro-
ros. Fue fundado en 1887 con el propósito, según reza el primer dujo un cambio fundamental en el criterio de agremiación, pues se
artículo de los estatutos de 1888, de «propender al mejoramiento aceptó el ingreso de todo el personal de tracción, de manera tal que
de las condiciones de vida y trabajo de todos los maquinistas y fo- para 1920 el número de afiliados había trepado a más de 20.000.
guistas de locomotoras de la república».13 A diferencia de otros Las cuotas sociales eran algo más altas que las habituales en los gre-
gremios, éste no incluía en sus documentos fundacionales ningu- mios. Mientras en la mayoría de ellos éstas oscilaban entre $0,30 y
na cláusula explícita de pronunciamiento anti capitalista y, en ge- $0,50 por mes, en la Fraternidad los maquinistas pagaban $1 y los
neral, buscaría mantenerse al margen de los conflictos ideológico- foguistas $0,50.
políticos que atravesaban al movimiento obrero.
La entidad tenía un organización fuertemente centraliza-
Funcionaba como una sociedad «a base múltiple», es decir, da. Como era común en este tipo de instituciones, el órgano má-
que no sólo se proponía defender a los trabajadores del oficio, sino ximo era la Asamblea formada por delegados elegidos por los so-
cios de las distintas secciones. Por estatuto, este órgano debía reu-
nirse cada tres meses, pero en la práctica se convocaba una vez por
13. Citado por Marotta, El movimiento sindical…, ob. cit., p. 52. año. Elegía por votación nominal a cada uno de los miembros que 139
integrarían por un año la Comisión Directiva, mecanismo que en etc. donde están unidos pobres y ricos, y en las que éstos, que son
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

1919 fue reemplazado por el del voto general y secreto. La Comi- los iniciadores, son también a título de protectores privilegiados, los
sión estaba compuesta por doce personas que debían pertenecer a que manipulan y en muchos casos, roban, haciendo siempre nego-
secciones cercanas a la Capital Federal, ya que allí residía el cuer- cios productores». Los anarquistas italianos no se quedaban atrás y
po. A él correspondía designar comisiones llamadas «ejecutivas» exhortaban a sus bases: «Obreros! Aquellos que, después de explota-
que lo representaban en las distintas líneas férreas del país, de ma- ros bárbaramente, os hablan de la madre patria y del veinte de sep-
nera tal que las secciones carecían de autonomía. Las reformas de tiembre os están engañando…».14 Lejos habían quedado las visio-
1919 dieron mayor capacidad de acción a esas comisiones ejecuti- nes positivas del mutualismo como mecanismo de solidaridad so-
vas, que desde ese momento fueron designadas por voto general cial, propias del período anterior. Como veremos, este movimiento
realizado en las respectivas secciones. Como gremio grande y rela- continuaba vigoroso, a pesar de las críticas de que era objeto.
tivamente poderoso, La Fraternidad tenía personal estable remune-
rado, incluyendo a su Secretario General y, a partir de 1916, contó
con una sede propia construida para ese fin. EL MUTUALISMO MADURO

Este gremio fue visto con recelo por mucho de sus pares, El mutualismo continuó ocupando un lugar muy im-
en particular por quienes criticaban el filón mutualista de la entidad. portante entre las prácticas asociativas de la República Argentina
Si bien varias sociedades de resistencia incluían facetas socorristas en- de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Como ya hemos
tre sus actividades, mutualismo y gremialismo eran vistos por mu- visto, parte de la actividad de asistencia fue incorporada a entida-
chos como actividades excluyentes y antagónicas. Para los dirigentes des con fines más amplios, como algunos gremios obreros, pero
del movimiento obrero de orientación clasista, las asociaciones de las asociaciones de las colectividades inmigrantes siguieron muy
ayuda mutua y sobre todo las vinculadas a las colectividades, repre- activas y se expandieron aquéllas que no exigían requisito de na-
sentaban un intento por disolver la identidad de los trabajadores en cionalidad así como las que surgían por iniciativa empresaria y
la de la nacionalidad, de manera de poder así explotarlos más fácil- que combinaban acción mutual con beneficencia. Las cifras dis-
mente. Así lo advertía el socialista Jacinto Oddone: «Repetidas veces ponibles para el año 1914, consignados por el tercer censo nacio-
hemos llamado la atención de los obreros acerca de la explotación de nal, resultan impactantes. Aunque esos datos han recibido críti-
que son víctimas por parte de esos centros de patrioterismo llama- cas, las usaremos como una aproximación a la realidad mutual de
dos sociedades de socorros mutuos, las cuales han tendido sus tentá-
culos en todos los rincones de la ciudad, pero que en realidad no les
importa un comino el socorro de sus asociados porque ellas no sir- 14. La Vanguardia, 14/9/1901 y 13/6/1896 y La Protesta, 20/9/1908. Citados por
ven sino para satisfacer la avidez de sus directores». Para los socialis- Romolo Gandolfo, «Las sociedades de socorros mutuos de Buenos Aires: cuestiones de
clase y etnia dentro de una comunidad de inmigrantes (1880-1920)» en F. Devoto y
tas «Responden bien al interés burgués de evitar o retardar [la] E. Míguez: Asociacionismo, trabajo e identidad étnica. Los italianos en América Latina en
140 emancipación moral, las sociedades de socorros mutuos, de recreo, una perspectiva comparada, Buenos Aires, CEMLA-CSER-IEHS, 1992, pp. 321-322.
la época.15 Como se observa en el cuadro correspondiente, había mayoría de los trabajadores no calificados, aunque sus sueldos ocasio-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


en el país un total de 1.202 sociedades de ayuda mutua, que reu- nales pudieran resultar suficientes para pagar una cuota social.16
nían algo más de medio millón de socios, 85 por ciento de los cua-
les eran hombres. O sea, casi uno de cada seis adultos varones es- En este período, las asociaciones mutuales habían logrado
taba afiliado a una mutual. La mayor parte de estas instituciones, instalarse como proveedoras de servicios de asistencia para una pro-
cerca de un 70%, estaban radicadas en la ciudad y provincia de porción importante de la población del país. Sin embargo, fue tam-
Buenos Aires; le seguían Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. Las so- bién por estos años que el Estado comenzó a ocuparse de la salud
ciedades italianas eran las más numerosas; seguían las calificadas de los habitantes, un aspecto que hasta entonces había quedado re-
como «argentinas» y «cosmopolitas» -que reclutaban sus miembros servado a la acción privada. La construcción de hospitales públicos,
con independencia de su origen nacional- y luego las españolas. las campañas de vacunación, y la atención al tema de la higiene fue-
Muy atrás estaban las de colectividades más pequeñas como la ron preocupaciones novedosas para un Estado que, además, comen-
francesa y la suiza y, finalmente, casos aislados de entidades de ru- zó a reclutar médicos para encarar esas tareas. Esta acción estatal de
sos, «otomanos», uruguayos, austro-húngaros y hasta una escandi- alguna manera modificó las condiciones iniciales de las mutuales,
nava (posiblemente danesa). En lo que se refiere al número de so- pues apareció un actor nuevo que competía con ellas en la provisión
cios, sin embargo, las primeras eran las argentinas y cosmopolitas, de servicios para algunas franjas de la población.
seguidas por las italianas y españolas, en ese orden.
No todas las asociaciones se vieron igualmente afectadas.
De las sociedades que funcionaban en 1914, la mayoría ha- Formaban un universo heterogéneo en cuanto a tamaño, cobertu-
bía sido fundada después del ‘90. El censo incluye datos sobre cada una ra y capacidad de acción. Entre ellas, había instituciones de larga
de las entidades, y de allí surge que los gastos mayores eran los corres- trayectoria, con muchos socios y servicios muy completos, pero
pondientes a «socorros distribuidos», mientras que las pensiones otor- también entidades más pequeñas, con problemas para reclutar y
gadas representaban una proporción menor. En cuanto a las cuotas, en mantener afiliados y por lo tanto para financiarse a través de las
general oscilaban entre $0,50 y $1,50 por mes, aunque algunas supe- mensualidades, que tuvieron corta vida. Por estos años, se hicieron
raban los $2. Estos eran montos relativamente accesibles para los inmi- varios ensayos de federar asociaciones y las más grandes abrían
grantes que tuvieran trabajo estable, situación ésta que no alcanzaba la filiales para aumentar la cobertura geográfica.

15. P. B. Nasino, en su Tratado sobre economía social y mutualismo de 1919, critica los 16. Para comparar: el salario obrero era muy variable. En los oficios urbanos semi
datos del censo señalando que en los cuadros referidos a “Sociedades de socorros mutuos” calificados se pagaba por entonces entre 3 y 6 pesos por día.
se incorporaron no sólo los que corresponden estrictamente a ese tipo de entidades sino
también las cajas de empresa y de patronato, los círculos de obreros católicos, sociedades
gremiales que solo hacían marginalmente acción mutual, entre otros. Según el autor, si se
descuentan estas instituciones, el total de sociedades de ayuda mutua rondaría las 900. 141
Los servicios que ofrecían variaban mucho según la capa- estrechos entre unas y otras. Esta hegemonía republicana no impidió,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

cidad y solvencia de cada institución. En general, cubrían gastos sin embargo, la emergencia de grupos que compitieron por el poder
médicos y de medicamenteos para los socios enfermos, aunque la y, en una segunda etapa, luego de la consolidación de la monarquía
mayor parte excluía las enfermedades crónicas. Los subsidios por en Italia, buscaron homogeneizar el mensaje patriótico en torno de
incapacidad oscilaban alrededor de $1.- por día y se extendían por una «italianidad» por encima de las banderías políticas e ideológicas.
tres o cuatro meses. Se pagaban también gastos de entierro e in-
demnizaciones a la familia del socio fallecido. Algunas brindaban Las aguas volvieron a agitarse hacia fines de siglo, cuando
subsidios a las mujeres parturientas, aunque la mayoría no las acep- fue ganando espacio un nacionalismo de índole cultural alimentado
taba como miembros plenos. La conexión directa con algún hos- por las ambiciones imperialistas de los países europeos. Ya desde la
pital (como el Español o el Italiano) daba a ciertas asociaciones la década del ‘80, en Italia se había difundido la idea de fomentar la re-
posibilidad de ofrecer atención médica de mejor calidad. lación directa entre el gobierno de ese país y las que comenzaron a
llamarse «colonias» italianas en el mundo y en particular en el Río
Para poder explorar mejor cómo funcionaban estas entida- de la Plata, como parte de la flamante política expansionista. Aun-
des, tenemos que detenernos en algunos de sus tipos y casos princi- que ese tipo de propuestas desencadenó la reacción negativa de algu-
pales. Retomemos en primer lugar la historia de las asociaciones de nos destacados dirigentes de la colectividad en la Argentina y, por su-
colectividad. Estas llegaron, hacia fines del siglo XIX, a su mayor ex- puesto, de autoridades del país, contribuyó a alimentar un nuevo cli-
pansión relativa, para luego mantenerse y en algunos casos estancar- ma. El nacionalismo cultural arraigó entre las dirigencias italianas, a
se con respecto a su población de referencia. A las dificultades que la vez que también se hacía fuerte entre las elites políticas e intelec-
ya mencionamos para el conjunto de las mutuales se agregaba en es- tuales argentinas. Si bien la polémica acerca de cómo definir y cons-
te caso el envejecimiento de la masa societaria, a medida que los truir a la nación atravesó a todo el período, lo cierto es que poco a
antiguos socios llegaban a edades en que requerían mayor asistencia. poco se fue imponiendo un concepto identitario de nación que, co-
mo ha demostrado Lilia Ana Bertoni, influyó de manera decisiva en
Hubo cambios y redefiniciones en lo que hacía a la «función las políticas estatales con respecto a la educación y a otras dimensio-
patriótica» que estas asociaciones se propusieron desde sus orígenes. nes de la vida cultural del país a partir de finales de la década del ‘80.
Vimos que en el caso de la colectividad italiana ese aspecto de la ac- El Estado comenzó así a ver con alarma las intenciones de las dife-
tividad societaria fue conflictiva antes de 1890, pues había diferentes rentes colectividades -pero sobre todo de la italiana que era la mayo-
maneras de entender la promoción del amor a la tierra natal. En un ritaria- en materia de preservación cultural, pues ahora entendía que
principio el tinte republicano predominó y se tradujo en una activi- la construcción de la nación argentina exigía la homogeneización en
dad política y cultural acorde con esa orientación, tanto en el interior materia de lengua, tradiciones, símbolos y arquetipos. Entonces, se
de las asociaciones como en las relaciones con la sociedad receptora. dispuso a intervenir con fuerza en el terreno de la educación y más
Las afinidades entre las dirigencias de las principales entidades mu- en general, de la formación de los nuevos argentinos. En la compe-
142 tuales y las elites liberales argentinas era evidente y generaba vínculos tencia con los esfuerzos de las colectividades, el Estado salió ganador.
SOCIEDADES DE SOCORROS MUTUOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


CLASIFICADAS SEGUN LA NACIONALIDAD DE LA MAYORIA DE LOS SOCIOS (SITUACION AL 31 DE DICIEMBRE DE 1913)

Nacionalidad de la Número de Número de socios


mayoría de los socios Sociedades en % Hombres Mujeres Niños Total en %

Italiana 0463 038,52 144.145 20.719 01.222 166.086 032,72


Española 0250 020,80 086.820 19.271 03.949 110.040 021,68
Cosmopolita* 0181 015,06 133.333 07.498 09.173 150.004 029,55
Argentina 0172 014,31 053.066 11.816 00.306 065.188 012,84
Francesa 0092 007,65 010.590 01.666 00.055 012.311 002,43
Diversas nacionalidades 0044 003,66 003.852 00.156 -- 004.008 000,79
Todas las Sociedades 1.202 100,00 431.806 61.126 14.705 507.637 100,00

*(incluidos Círculos de Obreros)

SOCIEDADES DE SOCORROS MUTUOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA


CLASIFICADAS SEGUN SU LOCALIZACION (SITUACION AL 31 DE DICIEMBRE DE 1913)

Localización Número de Número de socios


Sociedades en % Hombres Mujeres Niños Total en %

Capital Federal 0.214 017,80 216.487 25.727 13.320 255.534 050,34


Provincia de Buenos Aires 0.553 046,01 140.493 28.889 00.783 170.165 033,52
Provincia de Santa Fe 0.143 011,90 032.665 01.050 00.602 034.317 006,76
Provincia de Córdoba 0.065 005,41 011.457 00.636 -- 012.093 002,38
Provincia de Entre Ríos 0.068 005,66 012.897 02.652 -- 015.549 003,06
Provincia de Corrientes 0.046 003,83 003.733 00.758 -- 004.491 000,88
Otras Provincias 0.077 006,41 010.523 01.268 -- 011.791 002,32
Territorios Nacionales 0.036 003,00 003.551 00.146 -- 003.697 000,73
Todas las Sociedades 1.202 100,00 431.806 61.126 14.705 507.637 100,00

Fuente: Elaboración propia en base a datos de los cuadros 23 y 24 publicados en Tercer Censo Nacional, 1914. Talleres Gráficos L. J. Rosso, Buenos Aires, 1916. Volumen X, pp. 308 y 309. 143
La multiplicación de escuelas y las mejoras notables en la ca- muchos de éstos hayan pertenecido a la vez a unos y otras, había -co-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

lidad de la enseñanza, sumados a la importancia que comenzó a tener mo vimos más arriba- una disputa ideológica que los enfrentaba. La
la educación la pública como escalón para el ascenso social, fueron mi- idea misma del mutualismo era criticada por muchos líderes sindica-
nando las posibilidades de las escuelas de las sociedades mutuales. A la les, aunque algunos gremios incluían ese tipo de actividad entre sus
competencia estatal se le agregó, además, la de las escuelas religiosas, funciones. Entre las dirigencias mutuales, por su parte y como ha de-
que en algunos casos, como la de los salesianos, tuvieron un impacto mostrado Gandolfo en el caso de las italianas, había quienes enten-
importante en la colectividad. Vimos mas arriba cómo, entre 1880 y dían que, a través de este tipo de asociaciones, podían contribuir a re-
1895, había disminuido la proporción de alumnos de origen italiano solver las disputas de clases. Emilio Zuccarini, anarquista convertido
en las escuelas de mutuales. Para principios del siglo, Luigi Barzini afir- luego en ferviente nacionalista, decía en 1910 de las sociedades italia-
maba «en Buenos Aires hay por lo menos 25.000 chicos italianos de nas que «han forzado en el ámbito del socorro mutuo, a los trabaja-
los cuales solamente 2.855 frecuentan escuelas italianas».17 Eran todas dores y jornaleros que se encontraban antes desorganizados, discipli-
escuelas primarias, pero las había para varones, mujeres y mixtas, así nándolos y enarbolándolos como ejemplo de moderación y aho-
como diurnas y nocturnas. En las zonas rurales tenían más éxito que rro».18 El conflicto entre etnia y clase era, sin embargo, difícil de sos-
en las ciudades, donde la competencia estatal era mayor. Aunque pa- layar aun en el seno de las sociedades mutuales y su dinámica contri-
ra entonces recibían subsidios del gobierno italiano, éstos apenas cu- buyó a alimentar controversias internas a las colectividades y también
brían un 7 por ciento de los gastos. Para las sociedades mutuales, se externas, en su relación con el conjunto de la sociedad argentina.
hizo cada vez más difícil sostener las escuelas y salvo algunas excepcio-
nes, tenían problemas serios de funcionamiento y su calidad en gene- A pesar de todos estos problemas, el asociacionismo de co-
ral dejaba mucho que desear. Por lo tanto, las escuelas de las mutuales lectividad tuvo, como vimos, una presencia importante en todo el
terminaron atendiendo solamente a una demanda marginal. país y especialmente, en las zonas de mayor afluencia de inmigran-
tes que eran, a su vez, las que habían experimentado transformacio-
Si en los ámbitos educativos, culturales y de la salud las nes económicas y sociales más profundas. En las dos colectividades
mutuales de colectividad experimentaron la competencia del Estado, más numerosas, la italiana y la española, el panorama se había com-
en el plano de la sociabilidad misma también tuvieron que lidiar plejizado con relación a las décadas anteriores. La primera de ellas
con otro actor colectivo importante, los gremios obreros. Aunque continuó mostrando una mayor propensión al asociacionismo a la
en la mayor parte de los casos, gremios y mutuales cubrían aspectos vez que una mayor fragmentación en ese terreno, pero para esta eta-
distintos de la vida asociativa de los trabajadores y es posible que pa las dos muestran una combinación entre unas pocas asociaciones

17. Citado por Luigi Favero, «Las escuelas de las sociedades italianas en la Argentina 18. Citado por Romolo Gandolfo en «Las sociedades italianas de socorros mutuos de
(1866-1914)» en Fernando Devoto y Gianfausto Rosoli, La inmigración italiana en la Buenos Aires: cuestiones de clase y etnía dentro de una comunidad de inmigrantes
Argentina, Buenos Aires, 1985, p. 182. (1880-1920)» en Fernando Devoto y Eduardo Míguez (comps.), Asociacionismo, trabajo e
144 identidad étnica. Los italianos en América Latina en una perspectiva comparada. Bs. As., 1992.
grandes y muy sólidas, y un conjunto mayor de pequeñas entidades relativos al gobierno democrático de la entidad, es decir, a participar

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


que a veces se definían por su localización territorial en la Argenti- en las asambleas y de elegir y ser electos como autoridades.
na (cubrían un barrio o un pueblo, por ejemplo) o por su represen-
tatividad regional o comarcal con respecto a su lugar de origen (res- La entidad fue, desde el comienzo, muy exitosa. Se insta-
tringían los socios a los que venían de una provincia o comarca de ló temprano, puso cuotas sociales relativamente módicas y, aunque
su patria). El Censo de 1914 muestra bien ambas cuestiones. En la pasó por momentos muy difíciles en las primeras décadas de fun-
Capital, por ejemplo, 66 asociaciones italianas reunían a 51.500 so- cionamiento, luego se benefició con el ingreso de jóvenes que llega-
cios, es decir, un promedio de 780 por cada una19; las 16 entidades ban con las nuevas capas inmigratorias. Se instaló en el centro de la
españolas tenían un total de 40.000 miembros, es decir, 2.500 por ciudad, logró atraer a españoles residentes en los distritos de Mon-
cada una. Pero si se toma el conjunto del territorio y por lo tanto se serrat y en menor medida de San Nicolás, Concepción y Balvanera
incluyen las muchas pequeñas instituciones distribuidas por todo el y, más tarde, absorbió o subordinó a algunas entidades menores en
país, la brecha es menor: 359 afiliados promedio en cada sociedad los barrios. Su mayor competidor fue el Centro Gallego, fundado
italiana; 440 en las españolas. Esos promedios, insisto, esconden en 1907 con objetivos fundamentalmente culturales (manteni-
enormes diferencias como veremos a continuación analizando algunos miento y difusión de la lengua y las tradiciones de Galicia) pero que
casos específicos de la colectividad española. a partir de 1911 se especializó en la actividad asistencial.

ESPAÑOLES Y GALLEGOS La base de reclutamiento de la Asociación Española eran los


La Asociación Española de Socorros Mutuos fue la primera inmigrantes de cualquier punto de la península. La mayor parte de
y la más importante entidad mutual de esa colectividad en el país. Se sus afiliados provenían de un espectro social relativamente amplio;
fundó en 1857 y sus miembros sumaban, en 1913, 22.204 de los predominaban los comerciantes y productores medianos y pequeños,
cuales 12.888 eran hombres, 6.563 mujeres y 3.153 niños. Sus obje- los empleados y en menor medida los trabajadores calificados. Los
tivos iniciales eran, según sintetiza Alejandro Fernández, la asistencia principales dirigentes eran en su mayoría empresarios dedicados al
médica, farmacéutica y la ayuda financiera a sus socios enfermos. Más comercio de importación y exportación, vinculados a la banca y a los
tarde fue agregando otras prestaciones, como seguros de vida e inva- seguros y en menor medida a la industria liviana. Constituían un gru-
lidez, pensiones a viudas y huérfanos, asesoría jurídica, panteón so- po caracterizado por una gran cohesión y estabilidad. Tenían una in-
cial, repatriación de asociados sin recursos y subsidios de desempleo serción importante en otras instituciones como el Banco Español del
por plazos cortos. Los socios cotizantes tenían, además, los derechos Río de la Plata, el Club Español, la Asociación Patriótica, el Hospi-
tal, entre otros. Al mismo tiempo, como residentes de larga data, exi-
tosos empresarios y líderes de una comunidad de inmigrantes de pre-
19. Según el censo nacional de 1914, las más grandes sociedades italianas eran Unione sencia muy visible en la sociedad local, desarrollaron vínculos fluidos
Operai Italiani de La Plata, con 5.673 socios (3.475 hombres y 2.198 mujeres) y Unione
e Fratellanza, también de La Plata, con 4.737 socios (3.150 hombres y 1.587 mujeres).
con las elites argentinas. Estas relaciones se hicieron aun más estrechas
La pionera Unione e Benevolenza de Buenos Aires contaba con 3.003 socios, todos varones. cuando, hacia la vuelta del siglo, hubo una revalorización del legado 145
hispánico en el proceso de nacionalización cultural que, como dijimos asociaciones en el nivel microterritorial, es decir que tenían como
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

más arriba, se fomentaba desde el Estado. referencia espacios de origen inferiores a la provincia, tales como la
comarca, el municipio o el distrito. Los vecinos de una parroquia
En ese contexto, el liderazgo de la colectividad constituía o localidad de Galicia, una vez en Buenos Aires, se organizaban y
un capital político fundamental. Ese liderazgo se construía de di- creaban asociaciones que eran al mismo tiempo espacios de socia-
ferentes maneras. En este caso, como en la mayor parte de las en- bilidad recreativa, de socorro mutuo y de lo que llamaban «auxi-
tidades mutuales grandes, pocos socios participaban activamente lio» a su lugar de origen, a través del envío de dineros para la cons-
de los mecanismos democráticos previstos por los estatutos. La trucción y mantenimiento de escuelas y hospitales. Debido al lu-
asistencia a las asambleas era muy baja: entre 1905 y 1918, por gar importante que ocupaba este último objetivo, Núñez Seixas las
ejemplo, sólo un promedio del 1,3 por ciento de los socios asistió denomina «sociedades de instrucción».
a las asambleas convocadas en ese período. Al mismo tiempo, es
probable que existieran fuertes lazos de clientelismo entre ciertos La primera de éstas nació en Buenos Aires en 1904. Se lla-
dirigentes y parte de las bases societarias. maba La Concordia y reunía a los naturales de la parroquia de For-
nelos da Ribeira, en Pontevedra. Desde entonces, el número de es-
Mientras la Asociación constituía sin duda una institución tas sociedades creció sostenidamente. Entre ese año y el de 1936,
sólida, exitosa y de mucho prestigio, se multiplicaban también otro en Buenos Aires hubo un total de 327, la mayor parte de las cuales
tipo de entidades, algunas intermedias, como las Sociedades Espa- reunía a gallegos provenientes de municipios o parroquias de Pon-
ñolas de Socorros Mutuos de Córdoba y de Mar del Plata, por tevedra, en segundo lugar de La Coruña, y luego de Lugo y Orense.
ejemplo, y muchas otras más pequeñas, con recursos y cobertura
más limitados, y destinos más inciertos. Alejandro Fernández ha es- Aunque estas instituciones se fundaron a partir de la exis-
tudiado las asociaciones de Belgrano (creada en 1883) y de Flores tencia de vínculos transplantados desde el lugar de origen, muy
(1896), de reclutamiento barrial. Por otra parte, Xosé Núñez Seixas pronto fueron lugares de construcción de nuevas relaciones e iden-
ha explorado otro tipo de entidades pequeñas, las que nucleaban tidades, de intercambios con otras sociedades similares o gallegas
exclusivamente a gallegos provenientes de ciertas comarcas de esa más amplias, y de influencias que surgían de la inserción en el nue-
región española. Miremos más de cerca a estas últimas. vo medio. La mayoría de ellas reunía un capital social relativamen-
te modesto y un número de socios variable: las más pequeñas tenían
Los gallegos constituyeron un contingente inmigratorio unos cuarenta a cincuenta socios y las más grandes podían llegar a
muy numeroso en América y en particular en la Argentina. En ma- los 600. Pocas eran las sociedades de instrucción que lograban tener
teria asociativa, se crearon sociedades gallegas de socorros mutuos un local propio; algunas alquilaban o pedían prestado algún espa-
en diferentes ciudades del país, varias de las cuales se expandieron cio en una de las instituciones más grandes de la colectividad, otras
notablemente en las primeras décadas del siglo XX. Pero al mismo se reunían en el domicilio de un socio o en algún café o comercio
146 tiempo que estas instituciones grandes, hubo una proliferación de semejante. Y sólo las más poderosas editaban un periódico.
La dirigencia de estas instituciones provenía de lo que Gallego, las microterritoriales siguieron ocupándose de los gastos de

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


Núñez Seixas llama la mesocracia de la colectividad, es decir, de repatriación y de entierro y funeral de los socios. Por otro lado, tam-
sus sectores medios, sobre todo del comercio. El papel de estas eli- bién eran importantes los fines recreativos y de sociabilidad festiva,
tes fue fundamental y el mayor o menor éxito de las diferentes so- que permitían a los convecinos reunirse para celebrar las fiestas pa-
ciedades muchas veces se relacionaba directamente con la capaci- tronales, así como para fomentar tradiciones y costumbres locales.
dad y energía de sus iniciadores y principales promotores. Para és-
tos, el ocupar un lugar dirigente seguramente les daba una mayor Estas funciones mutuales y culturales eran importantes
visibilidad y cierto poder tanto entre argentinos y connacionales, para atraer socios, tarea siempre ardua para los dirigentes, pues si
y prestigio a la hora de retornar al lugar de origen, una situación éstos tenían diferentes motivaciones para actuar y, sobre todo, en-
que era bastante difundida entre los inmigrantes gallegos que lo- tendían a la actividad asociativa como parte de un proyecto políti-
graban cierta prosperidad en la Argentina. Pero además, había co ideológico más amplio, para la mayor parte de los inmigrantes
motivaciones de índole político-ideológica. Una combinación de el incentivo para asociarse debía ser más concreto. De hecho, la
republicanismo, regionalismo anticentralista y más tarde agraris- participación de los socios en la vida política interna de las socie-
mo socialista, tiñó, con distintos matices, la actividad societaria dades de instrucción no se diferenciaba de la observada para otros
gallega en la Argentina. Todos ellos compartían la crítica al caci- casos: según Núñez Seixas, menos del 15 por ciento de los afiliados
quismo de la patria de origen y entendían al asociacionismo como tomaban parte en las asambleas mensuales y pocos pagaban con re-
un mecanismo de modernización y democratización de las rela- gularidad sus cuotas. La militancia era cuestión de la dirigencia, que
ciones sociales. Algunos no veían con buenos ojos la organización por su parte se lamentaba de las dificultades para reclutar y mantener
de sociedades en un nivel microterritorial, pero otros las defen- a los socios. En ese marco, los beneficios mutuales y la actividad
dían como mecanismos aptos para intervenir de manera más di- social operaban como formas de atracción decisivas.
recta y efectiva en pos de la «regeneración» de la vida política, tan-
to entre los inmigrantes como en la misma Galicia. La fundación PATRONES, CATOLICOS Y COSMOPOLITAS
de escuelas era, así, una forma de contribuir a la lucha contra el Hasta aquí, los ejemplos de las asociaciones mutuales sos-
atraso caciquil en sus lugares de origen. tenidas por las colectividades inmigrantes que, como ya dijimos,
fueron las más importantes por varias décadas. Vimos, sin embargo,
Ese era el propósito principal de estas «sociedades de ins- que existía también otro tipo de mutuales. Por un lado, y a diferen-
trucción». En total, en el primer tercio del siglo XX se fundaron 225 cia del período anterior, entre 1890 y 1920 los sectores del trabajo
escuelas primarias en Galicia con fondos provenientes de esas asocia- se organizaron sobre todo en sindicatos y sociedades de resistencia,
ciones en América, muchas de ellas en la Argentina. Sin embargo, más que en mutuales, aunque algunos de ellos incluían el socorro
esa no era su único objetivo. Estaban, por un lado, las actividades mutuo. Por el otro lado, en estos años se expandieron los círculos
mutuales. Aunque las principales funciones en ese sentido las cum- de obreros católicos y en menor medida las mutuales patronales. Y
plían cada vez más las instituciones más grandes, como el Centro finalmente, hubo también una expansión de las sociedades que 147
reunían a gente de diversos orígenes nacionales y profesiones, algu- Estos nucleamientos tenían por objeto el socorro mutuo
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

nas de las cuales conocían como «cosmopolitas». Entre estas últi- para los trabajadores así como la prédica ideológica, pues se trataba
mas, en este período se destacaba la Asociación Obrera de Socorros de protegerlos y alejarlos de las sociedades orientadas por valores li-
Mutuos, creada en 1898 y que tuvo una larga y existosa trayectoria. berales, socialistas y anarquistas. Se proponían reunir a quienes por
Habían prácticamente desaparecido, en cambio, las sociedades ex- su educación y fortuna ocupaban los lugares más altos de la sociedad
clusivamente mutuales por oficio, características de la etapa anterior. y a los que debían recibir de ellos asistencia y ejemplo. Y se organi-
zaban para brindar asistencia a estos últimos en casos de enferme-
Las asociaciones católicas con sesgo mutual, por su par- dad, proveer a su educación a través de la creación de escuelas diur-
te, tuvieron un temprano desarrollo en la ciudad de Córdoba. Ya nas y nocturnas, proporcionarles instrucción religiosa y asistencia es-
en 1877, según datos de Ofelia Pianetto, se creó la Asociación Ca- piritual, crear agencias de trabajo y cajas de ahorro, y formar gremios
tólica de Obreros, que contaba con 500 afiliados. Tenía fines mu- profesionales. Realizaban también reuniones sociales y fiestas escola-
tuales pero también de asistencia religiosa. Algunos años más tar- res. E impulsaban la sanción de leyes sociales, como las de descanso
de, en 1884, surgía la Sociedad Católica de Socorros Mutuos, vin- dominical y reglamentación del trabajo de mujeres y niños, a través
culada a la Unión Católica, una agrupación política que buscaba del envío de proyectos y peticiones al gobierno. Según el diario Los
sumar fuerzas para competir en la provincia. Por entonces tam- Principios de Córdoba, la acción de los círculos en esa ciudad estaba
bién exsitía la Asociación Católica de Obreros Josefinos que tenía destinada a «… levantar el nivel moral de las clases obreras con la
objetivos básicamente piadosos. propagación de las ideas católicas que los inducen a trabajar y no a
esas desgraciadas huelgas en las que el que pierde es el obrero».20
El movimiento católico más importante llegaría algo más
tarde, con la creación de los Círculos de Obreros Católicos. En Hacia 1910 había círculos en todo el país y se realizaban
1891, el papa León XIII daba a conocer su encíclica Rerum Nova- periódicamente congresos que reunían a sus delegados para el tra-
rum, en la que convocaba a su grey a preocuparse por las cuestiones tamiento de temas comunes. Para 1912, la jerarquía eclesiástica in-
sociales y a realizar obras en favor de la clase trabajadora. Su prédi- tervino para reorientar el movimiento, provocando la separación
ca tuvo un efecto casi inmediato en la Argentina, pues al año si- del Padre Grote de la conducción y designando en su lugar a mon-
guiente se organizó en Buenos Aires el Círculo Central, por inicia- señor Miguel De Andrea, secretario personal del Arzobispo de
tiva del Padre redentorista Federico Grote. Llegado poco antes de Buenos Aires. Bajo su orientación, los círculos se ajustaron más a
Alemania, Grote actuaría como Director Espiritual del círculo y co- los dictados de la Iglesia, en un clima social marcado por nuevos
mo promotor de la difusión de esta forma de nucleamiento hacia el
resto del país. En 1895 se creó la Federación de Círculos Católicos
que, dos años más tarde, reunía a 24 entidades con un total de más
20. Los Principios 29-7-1897, citado en Hilda Iparraguirre y Ofelia Pianetto,
de 4.000 afiliados. Ya en el nuevo siglo, seguirían expandiéndose y La organización de la clase obrera en Córdoba, 1870-1895, Córdoba,
148 para 1912 había 74 círculos con casi 23.000 cotizantes. Universidad Nacional de Córdoba, 1968, p. 52.
desafíos: el fortalecimiento del nacionalismo, la reforma electoral Berisso y Gaetano Dallacha establecieron una sociedad de socorros

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


y los cambios habidos en las orientaciones predominantes en el mutuos para sus empleados, reuniendo a unos 600 trabajadores. Spal-
movimiento obrero. ding incluye el ejemplo de los talleres Mollet, que mantenía cajas de
ahorro para sus obreros y cuyos dueños establecieron, en 1896, una ca-
Según María Pía Martín, la nueva conducción reconocía ex- ja de jubilaciones, sostenida con un porcentaje de las entradas brutas.
plícitamente que su verdadero rival era el socialismo, por lo cual era ne- Otro ejemplo es el de los propietarios de talleres de talabartería que a
cesario competir con él en el terreno gremial. Más tarde, durante la ex- principios de siglo crearon para sus trabajadores un subsidio por enfer-
plosión conflictiva de fines de la década del ‘10, esa dirigencia promo- medad, por un período de hasta 120 días y proporcional al salario, así
vió la formación de sindicatos católicos que se presentaban como alter- como una compensación a la familia en caso de fallecimiento. El regla-
nativa reformista y pacifista para el movimiento obrero, pero funciona- mento aclaraba «No se acordarán subsidios durante el tiempo que du-
ron en realidad como rompehuelgas. Además, se generó una prédica en ren las huelgas que se puedan producir en el gremio»; también perdían
favor de los valores patrióticos y la tradición cristiana. En relación con ese derecho quienes se enfermaban «por abusos alcohólicos».
esta última cuestión, el Congreso de Círculos de 1916 planteó la nece-
sidad de iniciar «una intensa propaganda patriótica social», organizan- Hubo también iniciativas para proveer viviendas a los trabaja-
do conferencias «de carácter cívico» a fin de «inculcar en los extranjeros dores, como es el caso de los fabricantes de implementos para hospita-
que militan en los Círculos la conveniencia de obtener la carta de ciu- les, Lutz y Schultz, entre otros. Gath y Chaves, por su parte, introdujo
dadanía». Esto se vinculaba también con la nueva situación electoral un sistema de ahorro para sus empleados, que se conformaría con fon-
generada por la Ley Sáenz Peña que, al ampliar obligatoriamente el uni- dos provenientes de las ganancias de esa empresa, y Ernesto Tornquist
verso de votantes y establecer la lista incompleta, generaba expectativas creaba en 1909 una institución destinada a proveer de crédito barato a
políticas entre algunos miembros de la dirigencia católica. De Andrea trabajadores del comercio, la industria y la administración pública.
mismo organizó el Partido Constitucional con poco éxito, mientras
Grote, ya desvinculado de los Círculos y en rebeldía con la jerarquía, Estos y otros esfuerzos empresarios en similar dirección se
creaba la Liga Demócrata Cristiana, convertida luego en Unión inscribían dentro de una estrategia paternalista en relación con los
Demócrata Cristiana, combatida por la Iglesia y disuelta en 1919. obreros. Esta era una forma tradicional de vínculo, muy practicada
en los talleres en la ciudad y en las estancias en el campo. La moder-
Otro tipo de acción mutual también promovida y gerencia- nización industrial actualizó esas prácticas y las modificó en función
da «desde afuera» de los propios beneficiarios fueron las entidades de los nuevos tiempos. La fábrica se concebía como una unidad que
creadas por empresarios que buscaban contrarrestar así las tendencias integraba a capitalistas y trabajadores considerados como partes con
a la organización autónoma de los obreros y su radicalizacion ideoló- intereses complementarios y no antagónicos, como sostenían los di-
gica. Algunos ejemplos pueden servir para ilustrar este tipo de acciones. rigentes clasistas. Los obreros debían reconocer y respetar la autori-
En 1888, señala Gandolfo, en medio de una ola de huelgas dos impor- dad (el poder) del patrón, y cuando surgía algún problema en esa re-
tantes industriales italianos establecidos en Buenos Aires, Giovanni lación, confiar en que se resolvería en el nivel de la propia empresa, 149
sin intervención de actores ajenos (el sindicato, el Estado) ni instru- por los frigoríficos, harinas procesadas en los molinos, etc.- y por
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

mentación de medidas de fuerza. Para tratar de alcanzar esa armo- el otro, atendía a un mercado interno que crecía al ritmo del au-
nía, los industriales usaban la persuasión y la coerción, a la vez que mento demográfico, la urbanización y la movilidad social prove-
desplegaban algunos mecanismos de más largo plazo como los que yéndolo de manufacturas de muy diverso tipo.
hemos mencionado más arriba: licencia de subsidios por enferme-
dad, cajas de ahorro, casas para los empleados, a veces, jubilaciones La heterogeneidad del sector complicaba, sin embargo, la
y pensiones. A pesar de todo esto, la iniciativa privada resultó esca- acción corporativa. Ya vimos cuántas dificultades había encontrado la
sa, fragmentaria y poco eficaz, y en conjunto no contribuyó de ma- Unión Industrial Argentina en sus inicios para convertirse en media-
nera significativa a la provisión de asistencia social a las clases traba- namente representativa. Veremos cómo sigue su historia, en estas dé-
jadoras de la Argentina. Solo más tarde, a partir de los años ‘20, al- cadas de notable crecimiento y transformación de su base potencial.
gunas grandes casas comerciales e industriales ensayaron métodos
más efectivos de bienestar social para sus empleados, que incluye- A través de un estudio realizado del Boletín de la UIA en-
ron tanto mecanismos de tipo asistencial como la formación de clu- tre 1887 y 1920, Eugenio Shakley llama la atención sobre los prin-
bes sociales y deportivos, que contribuían a crear identificaciones cipales temas que se discutían en sus páginas: La cuestión arance-
colectivas entre quienes trabajaban en una misma empresa. laria y los problemas laborales ocupaban más de la mitad de los ar-
tículos publicados en ese período. Estas preocupaciones estuvie-
ron en el centro de la actividad pública de la entidad. La primera
LOS EMPRESARIOS EN ACCION II expresión en ese sentido tuvo lugar en 1899, cuando el Centro de
Comercio le propuso a la UIA la realización de un acto conjunto
Los industriales que así operaban en el terreno de las re- para defender posiciones comunes en torno a temas tales como la
laciones con la fuerza de trabajo estaban aumentando su visibilidad estructura impositiva y las tarifas aduaneras. Sobre este último
como actores en la escena económica argentina. La industria expe- punto no hubo acuerdo, el comercio salió a la calle a pedir la abo-
rimentó un desarrollo importante a partir del cambio de siglo. lición de tarifas consideradas proteccionistas y, siguiendo una cos-
Comparando las cifras del censo nacional de 1914 con las de 1895, tumbre difundida en la Argentina de entonces, la UIA decidió
se observa que el número de establecimientos y de trabajadores se convocar a un mitin para defender la continuación y profundiza-
duplicó mientras el capital se multiplicó por tres. El conjunto era ción de la protección selectiva vigente. La Sociedad Rural también
muy heterogéneo e incluía, como bien ha puntualizado Juan Car- había salido al ruedo, pero en contra de las tarifas, lo que dejaba a
los Korol, una gran cantidad de talleres con poco capital y pocos los industriales aislados de otros sectores empresarios organizados.
trabajadores junto con algunas empresas grandes, con inversiones
importantes y un número alto de obreros. Se trataba de una indus- La movilización se organizó meticulosamente. Se nombró
tria que por un lado proveía al mercado exterior de productos ela- una comisión de 21 miembros y 80 comisiones gremiales de tres
150 borados a partir de materia prima local -carne congelada y enfriada personas cada una para prepararla. Llegado el día, una manifestación
estimada entre 40 y 80.000 personas según las fuentes se volcó a las una actuación consecuente de oposición a la legislación pro labo-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


calles de la ciudad, marchando entre Plaza Lorea y Plaza de Mayo y ral propuesta por esos años y participó de manera militante de las
llevando un petitorio para las autoridades. Integraban las columnas actitudes represivas contra el movimiento obrero. De todas mane-
no sólo los empresarios sino también los trabajadores, es decir, «la fa- ras, cuando varias entidades patronales organizaron la Asociación
milia industrial» unida. La Vanguardia denunciaba el «espectáculo del Trabajo en 1918, la UIA se mantuvo relativamente al margen.
denigrante, mostruoso (…) [de] millares de trabajadores, hombres,
mujeres, niños y niñas (…) recorrer estúpidamente las calles, exi- Para entonces, la entidad había sido reformada. En 1904,
giendo con su presencia (…) derechos y privilegios para sus patro- como consecuencia del surgimiento de las primeras cámaras empre-
nes…, derechos que son abiertamente antagónicos con los más ele- sarias sectoriales, reformó sus estatutos para incorporarlas como sec-
mentales del pueblo trabajador».21 Lo cierto es, que la movilización ciones gremiales con representación en el Consejo Directivo. Según
logró llamar la atención del gobierno y la prensa. Todos los diarios la reglamentación, esa representación era proporcional al número de
reportaron el acto y los dirigentes de la UIA fueron recibidos en el miembros de cada cámara, lo que favorecía a las que reunían a peque-
Congreso y luego por el presidente Roca. ños y medianos empresarios de ramas poco tecnificadas. Así, por
ejemplo, aserraderos y corralones de madera tenían una presencia im-
La unidad entre trabajadores y empresarios desplegada en portante, mientras que sectores más modernos y capitalizados debían
el espacio público materializaba de alguna manera el ideal paterna- conformarse con una menor representación. La dirigencia de la UIA,
lista de la armonía entre unos y otros que impregnaba las posicio- de todas maneras, se mantuvo en manos de empresarios relativamen-
nes y actitudes de los industriales. No era ésta, sin embargo, la vi- te poderosos. Mientras tanto, la afiliación, que se hacía por interme-
sión de los dirigentes del movimiento obrero, que bregaban por la dio de las cámaras, creció notablemente: se pasó de 567 miembros en
formación de sociedades de resistencia para luchar por sus reivindi- 1905 a 1035 en 1910, y 1182 en 1920. Para ese año, un conflicto in-
caciones laborales. La creciente capacidad de acción de los gremios terno llevó a una nueva reforma de estatutos y esta vez se estableció
despertó reacciones por parte de los industriales, que buscaron re- que todas las ramas tendrían igual representación, independiente-
sistir a las demandas y recurrieron a su propia organización para mente del número de miembros que registrara cada una. A partir de
fortalecer sus posiciones. Según Fernando Rocchi, este activismo entonces, se incorporan a la UIA secciones de industrias altamente
obrero se convertiría en la amalgama que uniría finalmente a los concentradas como frigoríficos, bodegas, ingenios, entre otros.
empresarios, venciendo sus resistencias a actuar en común y corpo-
rativamente. La UIA asumiría entonces un rol destacado en el pro- Mientras la UIA lograba consolidarse como representante
ceso de definición de una identidad compartida. La entidad tuvo corporativo de la industria, algo semejante ocurría con la Sociedad Ru-
ral y el agro. Vimos las dificultades que también había tenido esta en-
tidad en sus comienzos. Pero ya para la década del ‘80 se observan cam-
21. La Vanguardia, 27/7/89, citado en Jorge Schvarzer, Empresarios del pasado.
bios en ese sentido. Mientras la producción rural se afirmaba como la
La Unión Industrial Argentina, Buenos Aires, CISEA/Imago Mundi, 1991, p. 40. principal forjadora de la riqueza argentina y la modernización llegaba a 151
las estancias de la Pampa Húmeda, se fueron modificando las percepcio- De esta manera, el sector agrario y los ganaderos en par-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

nes que los estancieros mismos tenían de su quehacer y su lugar en la so- ticular aparecían no sólo como una fuerza progresiva, sino como
ciedad argentina, así como las que esa sociedad albergaba sobre del mun- quienes habían logrado sacar a la Argentina de la crisis en que se
do rural. Cada vez más el campo se fue convirtiendo en un lugar de pres- hallaba inmersa. Frente a la corrupción y la especulación propias
tigio social y la Sociedad Rural pronto pasó a ser vista con nuevos ojos. del mundo urbano, el campo se erguía como el sano espacio de
la producción. Era, al mismo tiempo, el lugar de la moderniza-
La exposición rural organizada por la Sociedad en 1886 ción efectiva, donde la técnica daba resultados concretos. De es-
puede considerarse, según Roy Hora, un punto de inflexión. A di- ta manera, se reforzaba la imagen positiva de los estancieros co-
ferencia de la anterior realizada cinco años antes, ésta tuvo un gran mo sector líder de la economía y también de la sociedad argenti-
éxito no sólo porque participaron de ella numerosos expositores nas. La SRA aparecía, a su vez, encarnando a ese sector a la vez
con sus mejores productos sino también porque tuvo una impor- que representando sus intereses corporativos. En la primera déca-
tante repercusión pública. En la exhibición se desplegaron muchos da del siglo, afirma Hora, la entidad no hizo sino reafirmar ese
de los adelantos técnicos que estaba incorporando la producción papel. Para 1910, tenía 3.000 socios, entre los cuales se contaba
agraria y muy en particular la ganadería. La Sociedad Rural pasó así la mayoría de quienes tenían riqueza y prestigio social, así como
a ser considerada por el conjunto de las elites del país como la fuer- muchos otros que buscaban alcanzarlos. Para entonces habían
za impulsora detrás de la impactante modernización agraria. Este surgido, además, muchas Sociedades Rurales en distintos puntos
nuevo lugar se tradujo en un aumento en el número de socios: los del país, que cumplían con la representación de los productores
400 socios de 1885 se duplicaron en cuatro años. La mayoría de los a escala local.
nuevos afiliados eran hombres de campo, pero no faltaban las figuras
públicas y políticas que se unían a sus ahora prestigiosas filas. La expansión agraria tendría, sin embargo, su costado
conflictivo. El sistema de explotación de la tierra se apoyaba fuer-
La crisis del ‘90 contribuiría a reforzar tanto el lugar de temente en el arrendamiento y la aparcería agrarios como forma de
los estancieros como el de la SRA en la sociedad argentina. Fue en relación contractual entre propietarios estancieros y chacareros
esa década que la producción rural experimentó otro gran salto agricultores. Este sistema había florecido durante la primera déca-
cuanti y cualitativo con la introducción de la combinación entre da del siglo tanto en las zonas de más vieja ocupación como en las
agricultura del cereal y ganadería bovina en buena parte de la Re- nuevas tierras de frontera y, aunque estaba atravesado por tensio-
gión Pampeana. A pesar de la situación extremadamente crítica nes entre sus distintos actores, mientras el proceso de expansión se
que atravesaba la economía del país, las exportaciones siguieron mantuvo, no generó conflictos manifiestos. Las cosas comenzaron
creciendo y la modernización agraria continuó su camino. Las ex- a cambiar hacia 1910, cuando ese proceso mostró signos de agota-
posiciones periódicas realizadas por la SRA mostraban los sucesi- miento y los sectores más fuertes del agro -los dueños de la tierra,
vos adelantos y la feria de Palermo pronto se transformó en una de los acopiadores, las compañías de transporte- buscaron descargar
152 los principales mercados de ganado refinado del mundo. sobre los más débiles los riesgos de la situación.
Los chacareros se organizaron. En La Pampa, un grupo de La nueva entidad surgió de una asamblea realizada el 15

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


pequeños y medianos propietarios y arrendatarios de las localidades de agosto de 1912 en Rosario, donde se aprobaron los estatutos,
de Macachín y Colonia Trenel se movilizaron en reclamo de la abo- organización y programa de acción. Se estructuró en torno a un
lición de los contratos que consideraban «expoliadores» y la práctica Consejo Directivo central y secciones o sindicatos agrarios con se-
de los pagarés en blanco. Fueron reprimidos, pero quedó una insti- de en distintos lugares del país. Se realizaban, además, asambleas
tución, la Liga Agraria de La Pampa, que subsistió y luego, en 1918, periódicas y congresos generales anuales y se creó un órgano de di-
se convirtió en sección de la Federación Agraria. Algo semejante fusión, el Boletín Oficial, que en 1913 pasó a llamarse La Tierra.
ocurrió en Bahía Blanca donde se organizó una Liga Agraria del Sur. En 1914, la Federación nucleaba, según Marta Bonaudo, 44 sec-
ciones, mientras que para 1930, llegó a reunir a más de 400 con
El movimiento de protesta de mayor repercusión tuvo lu- unos 33.000 asociados.
gar dos años más tarde en Santa Fe, cuando los arrendatarios mai-
ceros del sur de la provincia se encontraron con serias dificultades En sus comienzos, la Federación se propuso inclinarse a la
para costear sus gastos en una coyuntura de frente a la caída en los organización y el mejoramiento material y moral de los agricultores.
precios del cereal y aumento de los insumos. Los chacareros de Fir- Para obtener resultados, la entidad se planteó dos estrategias com-
mat formaron la Sociedad Cosmopolita de Agricultores para recla- plementarias. Por una parte, en el campo gremial promovió la mo-
mar la baja en los arrendamientos. Los problemas se agudizaron vilización de sus bases a través de protestas y huelgas de distinta
hasta estallar en un conflicto abierto iniciado en la localidad de Al- magnitud, a la vez que planteaba objetivos corporativos específicos.
corta. Los agricultores declararon la huelga, negándose por tiempo En ese campo, presionó por la sanción de legislación sobre el régi-
indeterminado a roturar y a sembrar hasta que se satisficieran sus men de tenencia de la tierra y de propiedad, y por la creación de
reclamos: rebaja general de arrendamientos y aparcerías, extensión una política de créditos para los agricultores; fomentó la creación de
de contratos para cubrir por lo menos cuatro años, libertad para cooperativas de producción y consumo y la capacitación de los cha-
trillas, entrega del grano en las chacras en parva y troje. careros; y así siguiendo. Por otra parte, los dirigentes de la Federa-
ción actuaron también en el terreno más específicamente político.
El movimiento, conocido como Grito de Alcorta, se exten- Hubo conflictos internos serios en la institución. Los intentos so-
dió rápidamente por todo el sur santafesino, norte de Buenos Aires y cialistas por hegemonizar sus orientaciones dieron lugar a un en-
departamentos del sur y del este de Córdoba. En cada pueblo se orga- frentamiento temprano que terminó en la expulsión de algunos de
nizaron uniones, ligas, comités de huelga y se movilizaron alrededor los dirigentes iniciales y la afirmación del grupo liderado por Fran-
de cien mil productores. Fueron resistidos por terratenientes y empre- cisco Netri, quien encabezó la entidad entre 1912 y 1916. Aunque
sarios colonizadores, pero encontraron apoyos en otros sectores. Final- las influencias socialistas no desaparecieron, e incluso quien sucedió
mente, la protesta logró buena parte de sus objetivos y los chacareros a Netri -Piacenza (1916-1945)- pertenecía al Partido Socialista, la
retomaron sus labores. Además, crearon una institución gremial para Federación mantuvo una política centrada en lo corporativo y
la defensa de sus intereses: la Federación Agraria Argentina. desde allí negociaba con el mundo de los partidos. 153
Como vemos, ésta fue una etapa de intenso gremialismo
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A REFLEXIONES DEL DIARIO
empresario, tanto de los empresarios grandes como de los pequeños.
EL OBRERO GRAFICO, 1914 Además de las sociedades rurales, la FAA y la UIA, hubo muchas
otras iniciativas en diferentes sectores de la producción. Así, por ejem-
«El feminismo -ha escrito Leopoldo que le son, que deben serle extrañas. [...] plo, los viñateros de Mendoza y San Juan crearon el Centro Vitiviní-
Lugones [...] en ‹La Nación›-, es una Devolvamos a la mujer las funciones que cola Nacional, con sede en Buenos Aires y delegaciones en las provin-
enfermedad social, un mero agente de la competen por deber y por derecho, en
destrucción. Y añade: La mujer no padece el concierto social: aunemos voluntad y cias, para proteger la producción vitivinícola nacional. En Tucumán
por falta de igualdad de derechos políticos, esfuerzo para desterrarla [...] de un cam- se organizaron diferentes asociaciones vinculadas con la producción
que el hombre posee sin ser más feliz con po de acción que no la pertenece, para de azúcar. Hubo, por otro lado, una variedad de entidades destinadas
ello. Lo que causa su desventura, es, por el devolverla a su ambiente natural, del
contrario, la igualdad ante la miseria, an- que no debíamos haber permitido que
agrupar a comerciantes, desde las Bolsas de Comercio en ciudades co-
te los trabajos de competencia masculina.» saliera: el hogar. mo Buenos Aires y Rosario hasta los centros locales de almaceneros,
«Y yo, ante el garrotazo de ciego que en «El feminismo, en la acepción burguesa tenderos, y otros pequeños y medianos empresarios del ramo.
mi conciencia de hombre y de obrero, ha de la palabra, es el «derecho» de la mujer
descerrajado la verdad formidable que a invadir aun más intensamente el cam-
de aquellas líneas se desprende, no he po- po de la acción masculina; es feminismo,
dido menos que modular, en un grito el oscurecer aun más si cabe, la persona- NUEVA VISIBILIDAD PARA VIEJOS ACTORES:
que del corazón subíame a los labios: lidad de lo más bello, [...] para desnatu-
¡Seamos feministas! ralizarlo, creando «la» diputado, «la»
LAS MUJERES, LOS ESTUDIANTES
«[...] no en el sentido que en la actualidad ministro, «la» cochero; en una palabra:
se da a la palabra, y que hace que el no- «la» hombre. [...] La participación de las mujeres en el movimiento asocia-
table articulista afirme que «es una en- Es feminismo, [...] el apartar de todo
tivo fue, como vimos, dificultada por el monopolio del poder ins-
fermedad social, un nuevo agente de des- trabajo manual a la compañera de la
trucción»; seamos feministas en lo que tie- vida [...] Apartad de esos antros llamados titucional que ejercieron los hombres en la mayor parte de las ini-
ne de más augusto la expresión; formemos talleres a vuestras hijas, esposas y madres, ciativas. Muchas sociedades no preveían la incorporación de muje-
a la hija, a la esposa, a la madre, [...] pa- imposibilitemos la explotación de que
res; otras, aunque permitían su ingreso, de hecho las relegaban a
ra que puedan desenvolverse fácilmente son víctimas y al mismo tiempo que res-
[...] en el escenario natural que a su acce- taremos concurrencia de brazos que aba- lugares marginales o a ese espacio que les estaba reservado, el de la
so a la vida tienen destinado: el hogar. ratan la «mercancía obrera» en esta espe- beneficencia. Esta situación fue cambiando con el tiempo y hacia
«¡La igualdad ante la miseria! Cierto; la cie de remate [...], llegará el momento de finales del siglo XIX fueron cobrando visibilidad en la vida públi-
igualdad en el ser víctima del industria- «exigir» lo que necesitamos. [...] Acabe-
lismo despiadado que se ha erigido en mos para siempre con la igualdad de ca. Hubo, por una parte, una paulatina aceptación de la interven-
norma de la época; la igualdad ante el es- nuestra compañera ante la miseria, para ción femenina en las sociedades manejadas por hombres, como las
clavaje que anonada y embrutece. No ya proclamar, con la fuerza del amor mutuales, las sociedades de resistencia, los clubes sociales, y demás.
igualdad, bajo ese aspecto, sino suprema- humano, la igualdad común ante la
cía con respecto al hombre, es lo que ob- vida. Por otra parte, comenzaron a formarse nucleamientos de mujeres
tienen en el desempeño de sus funciones Espíritu de lucha.» abocados a diferentes cuestiones del interés colectivo. Una inicia-
tiva que finalmente se concretó en 1900 da cuenta de la difusión
154 de ese tipo de núcleos en todo el país. Hacia fines de ese año, se
creó el Consejo Nacional de Mujeres de la República Argentina, de asociaciones de inmmigrantes, profesionales y educadoras. En-

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


con el propósito de reunir a las organizaciones femeninas. La enti- tre los miembros encontramos instituciones tan variadas como la
dad se fundaba como capítulo local del Consejo Internacional, de Sociedad Protectora de la Niñez, de San Luis; el Club Literario de
cuyos congresos había participado la Dra. Cecilia Grierson, adhe- La Plata; la Asociación de Enfermeras y Masajistas; la Sociedad
rente e impulsora del feminismo. Ella fue quien buscó y obtuvo el Margherita de Savoia; la Sociedad de Profesoras Alemanas, entre
apoyo de Alvina van Praet de Sala, ex presidenta de la Sociedad de muchas otras. Vemos así que ya había en el país una cantidad
Beneficencia de Buenos Aires, uniéndose así, en palabras de Alejan- significativa de asociaciones de mujeres.
dra Vassallo, «matronas» y «educacionistas». En conjunto, convoca-
ron a través de invitaciones a 250 organizaciones de mujeres de to- El Consejo dedicó sus principales esfuerzos a la recopila-
do el país. Con la presencia de representantes de dieciocho de esas ción y difusión de información sobre las mujeres en la Argentina,
sociedades, el 25 de setiembre se concretó la iniciativa cuyo objetivo sus nucleamientos y sus iniciativas. Publicaba una Revista, realiza-
central era «la elevación de la mujer». ba reuniones plenarias semestrales de delegados de los distintas so-
ciedades miembro y enviaba representantes a los congresos inter-
¿Qué tipo de asociaciones eran las que participaron del Con- nacionales. Desde la subcomisión de Prensa y Propaganda, donde
sejo? Había una proporción importante de entidades o grupos vincu- participaban activamente mujeres de trayectoria profesional y uni-
lados a la caridad y la beneficencia, pero también había representantes versitaria, se realizaba una labor sistemática de publicidad sobre la

Cecilia Grierson -primer médica argentina- con un grupo de profesionales.

155
entidad y sobre sus principios y objetivos. En ese contexto, se adop- Más tarde surgió la Federación Universitaria de Córdoba y
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

tó rápidamente la noción de «feminismo», aunque había diferentes finalmente la Federación Universitaria Argentina (FUA), agrupacio-
visiones sobre el significado de ese concepto. En el seno del Conse- nes que protagonizaron el movimiento de cambio más importante
jo, las diferencias en torno a esta cuestión y en particular al papel que haya atravesado la universidad en nuestro país, la Reforma de
que debían jugar las mujeres en las celebraciones del Centenario, 1918. Los centros y las federaciones representaban a los estudiantes,
llevaron a la ruptura de la alianza entre matronas y educacionistas y defendían sus intereses corporativos pero, además, formularon una
a la organización de dos congresos paralelos. propuesta general para la universidad. Desde entonces, han tenido
una presencia permanente en la vida pública argentina.
Entretanto, el asociacionismo feminista había seguido
avanzando. Además de las agrupaciones vinculadas a los movi-
mientos socialista y anarquista, se habían creado, entre otras, la CIENCIAS Y LETRAS
Asociación de Mujeres Universitarias Argentinas, el Centro Femi-
nista, la Liga Feminista Nacional de la República Argentina, el Mientras el ámbito universitario era revolucionado por
Primer Centro Feminista del Pensamiento Libre, Unión y Labor los reclamos y las reinvidicaciones de estudiantes y jóvenes gradua-
para el Progreso Femenino. En 1918, la Dra. Elvira Rawson fun- dos, el mundo más general de las ciencias y las letras protagoniza-
dó la Asociación pro Derechos de la Mujer, con el fin de lograr la ba también cambios importantes, vinculados tanto al proceso de
igualdad civil entre varones y mujeres. modernización y de afirmación «nacional», como a la incorporación
de sectores sociales nuevos a la práctica científica y cultural.
Otro actor colectivo originalmente poco organizado pero
que en varias ocasiones había actuado públicamente en defensa de sus La preocupación por la soberanía y el control territoriales
intereses era el de los estudiantes universitarios. Mencionamos ya sus estuvieron, como vimos, en el origen mismo de la fundación de la So-
reclamos de 1870, que volverían en torno a 1890. Pero fue hacia ciedad Científica Argentina, ya en los años ‘70. Estos mismos intere-
principios del nuevo siglo que se multiplicaron los centros de estu- ses llevaron a la creación, en 1879, del Instituto Geográfico Argenti-
diantes y su presencia se hizo muy visible en el espacio público. Así no, también impulsado por Estanislao Zeballos. Inicialmente integra-
ocurrió, por ejemplo, en 1903, cuando los estudiantes de la Facultad do por un grupo de ingenieros (topógrafos y geógrafos en su mayo-
de Derecho declararon la huelga por un conflicto en torno a la mo- ría), militares, exploradores y abogados, más tarde incorporó a natu-
dificación de los turnos de exámenes. Una vez que logró resolverse, ralistas, historiadores, etnólogos y arqueólogos, quienes fueron adqui-
sin embargo, la protesta se amplió a otras facultades e incluyó otros riendo creciente relevancia en el seno de la institución. Algo más tar-
temas. Los estudiantes pedían docencia libre, disminución de arance- de, en 1881, un grupo formó la Sociedad Geográfica Argentina. El
les, nuevo sistema de exámenes y la disolución de las Academias. Fi- Instituto tenía por objetivo «promover la exploración y descrip-
nalmente, en 1908 se creó la Federación Universitaria de Buenos Aires, ción de los territorios, costas, islas y mares adyacentes de la Repú-
156 que nucleaba a los centros de estudiantes de todas las facultades. blica Argentina», un propósito científico que se conectaba con
cuestiones bien prácticas y en particular con las estrategias de afirma- Arquitectos en 1901 y el Colegio de Abogados de Buenos Aires en

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


ción territorial del estado-nación, en momentos en que se estaba con- 1913. Entre los principales objetivos del primero se hallaban: de-
cretando la ocupación militar de las tierras indígenas del Chaco y la fender el ejercicio profesional, gestionar ante los poderes públicos
Patagonia. El IGA promovió y apoyó expediciones de exploración; la sanción de leyes referentes a la profesión, fundar una publica-
realizó una importante labor cartográfica que culminó con la produc- ción que representara y defendiera los intereses del gremio y pro-
ción de un Atlas de todo el país, concluido en 1892; publicó un Bo- pender a la uniformidad de los estudios universitarios y de la prác-
letín, en cuyas páginas encontraban lugar trabajos científicos locales y tica profesional. También buscaban «la ilustración del gremio»,
extranjeros; estableció una biblioteca con mapoteca a la que se agre- organizar conferencias de la especialidad y crear una biblioteca.
gó un Museo Antropológico, Geológico y Geográfico en 1895, cuan-
do Juan B. Ambrosetti era el bibliotecario. Para ese año, el Instituto El Centro contó con 18 miembros fundadores y 50 adhe-
se instaló en un edificio en pleno centro de Buenos Aires. rentes; quince años más tarde, en 1910, había alcanzado los 600 so-
cios activos, 41 aspirantes, 13 correspondientes y 2 honorarios. Des-
La entidad se organizó como asociación con cuatro cla- de 1897, se comenzó a publicar la revista La Ingeniería, que pronto
ses de miembros: activos (eran 34 en el momento de su funda- tuvo periodicidad quincenal. Un poco más adelante, en 1916, se or-
ción), honorarios, corresponsales y representantes. Tenía su sede ganizó el Primer Congreso Nacional de Ingeniería del que participa-
en Buenos Aires pero pronto se fueron abriendo secciones, tal cual ron mas de 250 personas. Por entonces, se habían creado también el
lo preveía el Reglamento, en Córdoba, Tucumán, Concepción del Centro de Ingenieros de Córdoba, en 1906, y la Asociación de la
Uruguay, Paraná, Rosario y Mendoza. Contaba con fondos pro- misma ciudad, en 1918. Hacia 1920, el país contaba con unos 2.500
pios y apoyo estatal, a través de subvenciones de diverso tipo. Es- ingenieros, formados en las universidades de Córdoba y de Buenos
tanislao Zeballos presidió el Instituto entre 1879 y 1884, al que Aires, así como la Escuela de Ingenieros de Minas de San Juan. Ellos
luego siguieron Emilio Godoy (por un corto período), Luis Huer- formaban un público efectivo y potencial de estos centros que lograron
go (1885-1888) y Alejandro Sorondo (1889-1896). A pesar de sostenerse y expandirse a lo largo de este período.
haber sorteado los problemas planteados por la crisis de 1890, ha-
cia fines de siglo el Instituto entró en un período en que encon- Un caso particular dentro del espacio profesional y corpo-
tró serias dificultades para mantenerse, entre otras cosas, debido a rativo lo constituyeron los ingenieros agrónomos. La creación del
la disminución del apoyo financiero oficial. Sus actividades se re- Centro Nacional de Ingeniería Agronómica en La Plata data de
sintieron y salvo un momento de renovado impulso en torno del 1906 y fue el resultado de una iniciativa de un grupo de profesores
Centenario, nunca volvió al esplendor de las primeras décadas y de la Facultad de Agronomía de esa ciudad. En el Acta Fundacio-
en la década del ‘30 fue finalmente disuelto. nal se enumeraban las principales funciones que debía tener el Cen-
tro: promover la asociación de los ingenieros agrónomos, sostener
Una orientación más corporativa presidió la creación del los derechos e intereses de sus integrantes, y obtener del Estado el
Centro Nacional de Ingenieros en 1895, la Sociedad Central de reconocimiento jurídico de las competencias de la profesión y la 157
reglamentación de la carrera. Este énfasis en la legitimación de la administración pública y su designación en cargos directivos y do-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

profesión y en obtener el reconocmiento del Estado se vinculaba, centes de las escuelas y estaciones agrícolas del país. Al mismo tiem-
según Osvaldo Graciano, con dos dimensiones del proyecto mis- po, se ocupó de los aspectos más profesionales, vinculados con la va-
mo del Centro. Por un lado, se buscaba convertir a los ingenieros lidación nacional de los títulos de quienes se habían formado en las
agrónomos y a su institución en interlocutores privilegiados ante los instituciones provinciales y la jerarquización de los docentes univer-
actores económicos y corporativos del campo, como portadores de sitarios de agronomía y veterinaria. En la faz más estrictamente cien-
un discurso científico necesario para la modernización del proceso tífica, el Centro promovió la organización de concursos sobre temas
productivo. Por el otro, se pretendía lograr el fortalecimiento del agrarios, desarrolló un ciclo de Conferencias Agronómicas, y publi-
status de la agronomía como ciencia y afirmar el lugar que tardía- có su revista llamada, desde 1908, Agronomía. Esta labor no sólo es-
mente habían ocupado en la institución universitaria. taba dirigida a fortalecer y actualizar la formación de sus miembros,
sino también a establecer su lugar como enunciador del discurso
En la década del ‘80, en plena etapa de expansión de la pro- científico modernizador en torno a la producción agropecuaria. En
ducción agropecuaria pampeana, la Sociedad Rural Argentina había ese terreno, la relación con el ámbito productivo se consideraba fun-
participado activamente en la iniciativa, compartida con el Estado, damental, y el Centro se conectó activamente con el sector privado
de creación del Instituto Agronómico Veterinario de Santa Catalina, y las corporaciones empresarias del mundo rural. Aunque buena par-
primera entidad de formación de profesionales en el país. Lo mismo te de las innovaciones hasta entonces experimentadas por el dinámi-
ocurrió con la Facultad de Agronomía y Veterinaria provincial en La co desarrollo agropecuario pampeano habían tenido poco que ver
Plata, en 1890. Algunos años más tarde, el Estado buscó intensificar con los ingenieros agrónomos, hacia principios de siglo ellos logra-
su intervención en la regulación y orientación del desarrollo agrope- ron legitimar sus funciones profesionales y convertirse en los porta-
cuario y, como ocurrió en otros campos de su accionar, también en dores de un saber científico requerido por el Estado y por el sector
ése propendió al desarrollo de un aparato burocrático al que procu- privado. El Centro cumplió, en ese sentido, un rol fundamental.
ró dotar de recursos y de cuadros técnicos especializados. La creación
del Ministerio de Agricultura en 1898 abrió un espacio específico en Los primeros años del siglo XX fueron una época propicia
ese sentido. En consonancia con estos esfuerzos, se le dió status uni- para la formación de asociaciones profesionales y científicas nuevas, y
versitario a las carreras agronómicas: en 1905 la Facultad provincial para la consolidación de algunas más viejas. Los ejemplos menciona-
se incorporó a la Universidad de La Plata y, en 1909, el Instituto Su- dos no agotan la lista de instituciones de ese tipo, que crecieron al ca-
perior de Agronomía y Veterinaria que había sido creado en la ciudad lor de la consolidación del Estado y el crecimiento de la economía; de
de Buenos Aires pasó a formar parte de la UBA. la expansión de la educación y la transformación de la universidad; del
cambio en las concepciones acerca de las características de la forma-
Fue en este marco auspicioso para la profesión, entonces, ción científica y el papel de la ciencia en la sociedad, y de la movilidad
que se fundó el Centro. En su faz gremial, su actividad estuvo orien- social que permitió el ascenso de capas medias a la educación superior
158 tada a promover la incorporación de sus socios como técnicos en la y contribuyó a renovar el perfil social de los profesionales y científicos.
En otros campos del saber y la cultura, como las artes y las campo, muy influidos por las nuevas corrientes francesas. Entre sus

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


letras, la profesionalización tuvo características algo diferentes, pero objetivos figuraban: «Estimular el arte entre nosotros y desarrollar el
también allí hubo una multiplicación de ámbitos de colaboración, buen gusto con la crítica y la exposición de obras magistrales»; mo-
esfuerzos por definir espacios de acción, ampliar o renovar los anti- dificar la enseñanza para instaurar una metodología del tipo de «aca-
guos límites de consagración, y validar cada actividad cultural en demia libre», tarea que importaba, según decían «una revolución en
su especificidad. Artistas y escritores también experimentaron las nuestra decrépita y vetusta escuela», y formar una biblioteca especia-
consecuencias de la afirmación del Estado, e intervinieron muy acti- lizada. Realizaron una primera exposición en 1877 y publicaron una
vamente en los debates y conflictos en torno a la definición de «la revista, El Arte en el Plata, de corta vida. Desde 1878, sostuvieron
nación». En el campo literario de Buenos Aires, de las antiguas ter- una Academia, impulsando la modernización de la enseñanza. Aun-
tulias, clubes y círculos literarios se pasó a algunos cafés que, como que los comienzos fueron difíciles, poco a poco la Sociedad logró
el Gambrinus, la Brasileña, el Bar Helvetia y Los Inmortales, se con- afirmarse. La entidad organizó exposiciones, siguió sosteniendo a la
virtieron en lugares de reunión de los escritores porteños. Las redac- Academia hasta que se oficializó en 1905, y contribuyó de diferen-
ciones de los grandes diarios fueron también lugares de encuentro y tes maneras a la profesionalización de la actividad artística. Buena
debate. Pero fueron sobre todo las revistas el mecanismo fundamental parte de los pintores más destacados de la época se vincularon a ella.
de agrupamiento e identificación literaria de estas décadas.
Hacia los ‘90 aparecieron nuevas agrupaciones de artistas y
escritores. En 1889 se creó la Sociedad Fotográfica Argentina de Afi-
Café de Los Inmortales cionados, impulsada por Francisco Ayerza. En 1892 surgió El Ateneo,
fundado por literatos -entre los que se contaban figuras como Lucio V.
Mansilla, Carlos Guido Spano y Calixto Oyuela- y que pronto incor-
poró también a plásticos y músicos, entre ellos, Eduardo Schiaffino y
Alberto Williams. Malosetti señala que entre 1893 y 1896, El Ateneo
organizó periódicamente salones de pintura, donde se exhibieron
obras trascendentales del arte argentino de entonces. Su actividad cul-
minó en el ‘96 con la creación del Museo Nacional de Bellas Artes,
donde se reunieron obras donadas por coleccionistas particulares.

El caso de las artes plásticas es interesante. La primera agru- Diez años después, aunque Estímulo seguía presidiendo el
pación independiente de artistas con características modernas, dice escenario de la plástica nacional, surgieron nuevos grupos. En 1905,
Laura Malosetti, fue la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, fundada en Cupertino del Campo fundó la Sociedad de Aficionados, que orga-
1876 en Buenos Aires. La iniciativa provino de un grupo de pintores nizó varias exposiciones colectivas. Y en 1907 se formó el grupo Ne-
encabezados por Eduardo Sívori, que se propusieron modernizar el xus, integrado entre otros por los pintores Pío Collivadino, Bernaldo 159
de Quirós, Alberto Rossi, Fernando Fader y los escultores Yrurtia y por parte de Thomas y James Hogg, su práctica se limitaba a la colonia
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Dresco. El núcleo formó parte del movimiento más vasto de ideas británica. Desde ese núcleo inicial, hubo una política de fomento del
que favorecía un nacionalismo anticosmopolita y de raíz hispano- deporte, se crearon varios teams y, finalmente, en 1893 se organizó la
criolla. Los pintores, como otros artistas, científicos y profesionales, Argentine Association Football League, compuesta por unos 20 equi-
eran parte activa de la polémica «nacional» de esa conflictiva primera pos vinculados a las escuelas y compañías de origen británico. Esta fue
década del siglo XX, de la cual ni el deporte quedaría al margen. la liga oficial, que desde entonces organizó los campeonatos de fútbol
de primera y que en 1907 cambió su nombre por el de Asociación Ar-
gentina de Football. A los clubes iniciales -el más famoso de los cuales
TIEMPO LIBRE, DEPORTE Y PATRIOTISMO fue Alumni que fue campeón de la Liga entre 1901 y 1911- se suma-
ron otros de origen diferente: los creados por jóvenes de las elites loca-
El tiempo libre llegó a la vida de las capas medias y en les, como Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires; los organizados por em-
menor medida de la populares con el siglo XX. Junto con él, co- presas, como Ferrocarril Oeste; los formados por empleados de algún
menzaron a proliferar también las opciones: Vida en familia, entre- establecimiento o sector, como el Club Atlético Independiente, que reu-
tenimientos y diversiones colectivas, la inversión en actividades nía a empleados de un comercio del centro de Buenos Aires y Racing
culturales, la militancia política, entre otras. El deporte constituyó Club, integrado inicialmente por ferroviarios, y los que empezaron a
una de las novedades de este período. surgir por inciativa de los jóvenes de diferentes barrios de la ciudad.

Desde las últimas décadas del siglo XIX, la práctica depor- Julio Frydenberg ha puesto de relieve un aspecto muy in-
tiva se había asociado a una vida sana y armoniosa. Había estado, teresante de la expansión del fútbol: éste nació unido a la funda-
sin embargo, reservada a grupos pequeños, sobre todo entre los in- ción de instituciones, los clubes. Equipo y club surgían juntos,
migrantes. En Buenos Aires, en 1863 se fundó el Dreadnought aunque más tarde la entidad pudiera expandir sus actividades y sus
Swimming Club, dos años más tarde el Buenos Aires Football Club, asociados más allá de los límites del juego y los jugadores. Los pri-
y en 1873 el Rowing Club, todos por iniciativa de residentes britá- meros clubes, vinculados a sectores acomodados, fueron selectivos
nicos. Un poco más tarde, en 1880, un grupos de jóvenes organiza- en su reclutamiento. Las cuotas sociales eran altas, se necesitaban
ron el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, el primero don- avales para ingresar y en la mayoría de los casos, las mujeres esta-
de se practicaron diversos deportes con regularidad. Y en los ‘90 ban excluidas. Muy pronto, sin embargo, el fútbol se difundió en-
surgieron el Club Ciclista Argentino y el Buenos Aires Lawn-Ten- tre las capas más amplias de la población y junto con él, las prác-
nis Club. Pero fue en las décadas siguientes cuando la práctica del ticas asociativas que le eran propias. Bastaba la reunión de once jó-
deporte se expandió hacia sectores más amplios de la población. venes en un equipo, nos dice Frydenberg, para dar lugar a un club,
que elegía nombre, designaba autoridades, diseñaba sus símbolos.
El fenómeno del fútbol fue el más impactante. Durante los De esta manera, se preparaba para competir, pues muy rápida-
160 primeros años, después de la creación del Buenos Aires Football Club mente se fue generando un espacio para el fútbol aficionado y se
multiplicaron las ligas independientes y los campeonatos. Algunas tendencias. En ese clima, dice Lilia Ana Bertoni, «la reorganización

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


de esas ligas eran, en 1907, la Central, Sarmiento, Buenos Aires, del Ejército, la instrucción de los soldados, la práctica de la gimnasia
Barracas, Nacional Central, Liberal, Quo Vadis, Estímulo al Estu- o la formación de jóvenes saludables (…) fueron vistas en relación
dio, Pellissier, Estudiantes, Porteña y Trinchieri. En total, las ligas con la construcción de la nacionalidad y la afirmación de una nación-
independientes reunían a unos 350 equipos. potencia».22 En ese marco, se destacaba la figura del ciudadano-sol-
dado: el civil que, como parte de los cuerpos de la Guardia Nacional,
Los clubes más populares se organizaban muchas veces a debía estar entrenado y preparado para defender a la patria. La capaci-
partir del lugar de residencia (la cuadra o el vecindario), aunque tam- tación para el tiro y el uso de las armas (en especial, el recientemente
bién había algunos surgidos del lugar de trabajo, como hemos visto. incorporado fusil máuser) adquiría, entonces, un rol fundamental.
A diferencia de las primeras entidades, éstas buscaban ensanchar su
base societaria, no siempre con éxito. Rápidamente se produjo una El tiro como deporte tenía alguna tradición en la Argenti-
diferenciación en este universo, ya que algunos clubes se expandie- na, especialmente entre los inmigrantes de origen suizo, quienes or-
ron para incorporar miembros no jugadores (seguidores del equipo, ganizaron las primeras sociedades destinadas a practicarlo. En las dé-
por ejemplo) y para realizar actividades sociales más allá del fútbol. cadas del ‘60 y ‘70 funcionaban sociedades de tiro suizo en Villa San
Otros, en cambio, permanecieron estrechamente asociados al equi- José, Entre Ríos, en Esperanza y en San Jerónimo, Santa Fe, en Bel-
po. El autor señala que todos ellos tenían, sin embargo, rasgos co- grano y en San Nicolás, Buenos Aires, entre otras. Según sus estatu-
munes -los órganos de gobierno eran la asamblea y la Comisión Di- tos de 1874, esta última tenía por objeto «el ejercicio del tiro a la ca-
rectiva; recolectaban fondos a través de las cuotas sociales y de rifas rabina» y la realización de otras actividades para «cultivar la amistad
u otros mecanismos extraordinarios- y problemas también comunes, y la armonía entre todos sus miembros». Podían participar ciudada-
como la dificultad para cobrar las cuotas, la organización y manteni- nos mayores de edad de cualquier nacionalidad. Se gobernaba por
miento de la cancha, las inscripciones a campeonatos, las desercio- una Asamblea General de todos los socios y por un comité de siete
nes de socios y las peleas, separaciones y rupturas, entre otros. De to- miembros de los cuales el presidente y tres más debían ser de nacio-
das maneras, el deporte ganó una enorme popularidad y continuó nalidad suiza. Para asociarse, la cuota de entrada era de $500 mo-
difundiéndose a través de la multiplicación de clubes en todo el país. neda corriente y luego la mensualidad ascendía a $25.-m/c para los
residentes del partido de San Nicolás y a $50m/c para los de afuera.
Mientras el fútbol experimentaba esta expansión casi espontá-
nea, más allá de los límites de sus iniciadores, otros deportes eran esti- Hacia la década del ‘90 se inició una etapa diferente, con
mulados desde el Estado. Entre ellos, la práctica del tiro fue promovida iniciativas más ambiciosas que contaron con la participación de
en la última década del siglo XIX, asociada a un militarismo creciente.
En la era de la «paz armada», la Argentina participó del clima belicista
que llevó a muchos estados a perfeccionar y modernizar sus ejércitos. 22. Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la
Un recalentamiento del conflicto limítrofe con Chile aceleró esas nacionalidad argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, FCE, 2001, p. 213. 161
algunos personajes importantes de la vida pública nacional. Se fun- Entretanto, se multiplicaban las asociaciones de tiro en
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

daron el Tiro Club Buenos Aires, el Club Militar de Gimnástica, todo el territorio, y se amplíaba su público, inicialmente limitado
Esgrima y Tiro y la Sociedad Italiana de Tiro al Segno. Y se concre- a los sectores más altos. Según Bertoni, la defensa nacional era uno
tó la puesta en marcha del Tiro Federal Argentino, de carácter na- de los objetivos principales de todas estas iniciativas, imbuidas de
cional. Los primeros pasos en esa dirección se dieron en 1891, una mística patriótica que envolvió a éste y otros deportes, en es-
cuando un grupo reunido en el Círculo de Armas resolvió patroci- pecial la gimnástica. Desde el ministerio de Guerra se promovía la
nar la organización de una asociación con sede en Buenos Aires y fundación de polígonos, se distribuían armas y municiones y se
sucursales en todo el país. La primera junta directiva estaba presidida estimulaba la organización de torneos. Para 1902 había unas 200
por Aristóbulo del Valle, secundado por Roque Saénz Peña como sociedades de tiro y otras tantas en vías de organización.
vicepresidente. Contaba, además, con un Consejo de Gobierno for-
mado por 124 personas, entre los que se encontraban destacadas fi- Por esos años, sin embargo, la consolidación de un modelo
guras del mundo político y empresario. A pesar de tan auspicioso de ejército que dejaba de lado el sistema de las milicias o guardias na-
comienzo, las actividades regulares de la sociedad se iniciaron sólo cionales y la búsqueda de la centralización del aparato militar constri-
en 1895, cuando tuvo lugar una especie de segunda fundación. buyeron a cambiar el lugar que hasta allí había tenido el Tiro Federal.
En 1905 se creó la Dirección de Tiro y Gimnasia, dependiente del
Para entonces, la tensión con Chile se había agudizado y au- Ministerio de Guerra, que desde entonces supervisó las actividades de
mentaba el clima de militarización y agitación patriótica. Bertoni se- todas las sociedades de tiro, centralizó la compra y distribución de ar-
ñala que por entonces se estableció la instrucción militar y la práctica mas, municiones y subvenciones, y se convirtió en la intermediaria
de tiro en los colegios nacionales y escuelas normales y de comercio. entre las asociaciones existentes. En la memoria de esa dependencia
El Tiro Federal floreció en ese contexto: obtuvo una subvención del correspondiente a 1909, se señala que ella «centraliza y apoya el desa-
Congreso para terminar el edificio propio que habían comenzado a rrollo de las sociedades de tiro populares y el programa patriótico
construir, a cambio de lo cual, se comprometió a permitir el uso de su que se han trazado» y que promueve «hacer de un sport de diversión
polígono en forma gratuita a los cuerpos del ejército de línea y de la dominical un nuevo hábito nacional que robustezca el poder militar
Guardia Nacional. Más tarde, el presidente de la entidad, el gral. Luis del país». Incluye cuadros referentes a los polígonos existentes, que
Ma. Campos, pidió y obtuvo del gobierno la exención de derechos de sumaban más de cien y estaban distribuidos por todo el país.
importación para ciertas piezas traidas de Europa. Ya en su propia se-
de, el Tiro se convirtió en una institución muy activa en la organiza- El tiempo libre era ocupado no sólo en la práctica de los
ción de torneos y en la promoción del deporte, y en su polígono de deportes. La expansión de clubes sociales en barrios, vecindarios y
Palermo se ejercitaban tanto los socios como las tropas estacionadas en pueblos testimonia la creciente predisposición de la población por
la ciudad. Al mismo tiempo, se convirtió en intermediario entre el compartir parte de ese tiempo en actividades sociales, encuentros en
Estado y las sociedades del resto del país, pues recibía en depósito y torno a una mesa de cartas o de café y fiestas y bailes. Parte de esa
162 distribuía las municiones que el gobierno entregaba para la práctica. actividad se desarrollaba en las asociaciones mutuales, los círculos
creados por los anarquistas, las iniciativas de los socialistas, entre centradas en el aporte privado, y logró ejercer cierto control sobre ese

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


otros, pero hubo además, entidades especialmente orientadas a ese espacio plural y heterogéneo. Los médicos, en particular los higienis-
tipo de sociabilidad. Desde el Jockey Club de las clases altas hasta la tas, tuvieron un papel fundamental, ya que sostenían la necesidad de
miríada de clubes fundados entre vecinos, sobre todo de sectores la intervención estatal en el terreno de la sanidad y la salud pública,
medios y populares, pasando por los que organizaron algunas em- y pusieron su arsenal doctrinario y técnico al servicio de esa empre-
presas para sus empleados, por estos años se fueron reproduciendo sa. Según Hugo Vezzetti, «dos lógicas chocan en la conformación de
los espacios donde compartir el ocio y la diversión. la medicina pública: por un lado el proyecto de reforma del sujeto so-
cial y de alumbramiento de una población en la que la condición
«saludable» sea la prueba directa de la entrada en una nueva etapa
CARIDAD Y FILANTROPIA II histórica. Pero, junto a ella, la lógica perdurable de la exclusión de la
desviación, del encierro y la segregación del diferente»23. Estas dos ló-
Nos hemos referido a diversas iniciativas asociativas de ín- gicas que subyacían contradictoriamente a las políticas públicas,
dole filantrópica y señalamos que ese espacio estaba experimentando también se cruzaron en la práctica, en las instituciones tanto estata-
cambios importantes, manifestados en disputas teóricas y conflictos les como privadas de asistencia. Ellas no se contraponían, sin embar-
institucionales con consecuencias visibles en las últimas décadas del go, a la meta más general de disciplinamiento y moralización de la
siglo. Hubo, en primer lugar, una transformación importante en las población inscripta en el modelo social hegemónico.
concepciones de la pobreza y de los pobres, pues se afianzaron las que
percibían esa condición y sus portadores como amenazas al orden so- Las nuevas ideas y los nuevos dispositivos convivieron
cial. Ya fuera que se considerara a los pobres como víctimas de una conflictivamente con los más tradicionales. Lo cierto es que en el
degradación producida por efectos malsanos de la modernidad o co- país la beneficencia siguió teniendo manifestaciones diversas y, aun-
mo seres incapaces de adaptarse darwinianamente a la vida de traba- que el papel estatal fue creciente, la Iglesia y diferentes grupos priva-
jo prometida por la sociedad capitalista, su presencia exigía de una dos mantuvieron un lugar no desdeñable. Según Eduardo Ciafardo,
intervención más sistemática que la provista por la limosna y la cari- a fines del siglo XIX funcionaban decenas de asilos para niños y mu-
dad privadas. Estas, como gestos compensatorios desplegados por jeres, asociaciones para enfermos pobres, ligas de madres y comedo-
quienes sentían la obligación y el compromiso moral de asistir a los res gratuitos para mujeres embarazadas o con lactantes, casas cunas,
que eran parte de su mismo orden natural, fueron dejando paso a patronatos y orfanatos. Los fondos para su funcionamiento prove-
otras formas de intervención asistencial, para las que algunos estudio- nían de fuentes diversas: las cuotas de los asociados, legados y dona-
sos reservan la denominación específica de «filantropía». Las acciones ciones, dinero recaudado en reuniones y fiestas, y las colectas que se
individuales e indiscriminadas fueron reemplazadas por esfuerzos realizaban entre amplios sectores de la población. También el Estado
colectivos, pragmáticos, guiados por metas específicas vinculadas a
las nuevas concepciones del orden social. En ese marco, el Estado
fue abriéndose y compitiendo con las instituciones de beneficencia 23. Hugo Vezzetti, La locura en la Argentina, Buenos Aires, Folios, 1983, p. 28. 163
(nacional, provincial y municipal) contribuía y después de 1896, las 6 años y de un internado para varones menores de 8 años, abandona-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

sociedades contaron por ley con una fuente fundamental de fondos: dos o de padres impedidos de atenderlos, ambos dirigidos por la Co-
la recaudación de la lotería nacional. En este universo heterogéneo, misión Auxiliar de Damas y administrados por las Hermanas de María
las mujeres siguieron cumpliendo un papel importante, pero no ex- Auxiliadora; en 1897, de una escuela de artes y oficios para varones mo-
clusivo. En cuanto a la coordinación de toda esa actividad, se reali- ral o materialmente abandonados (entre 8 y 18 años); en 1900, de la
zaron diferentes esfuerzos en esa dirección que culminaron sólo en Colonia Agrícola de Beneficencia en Claypole, para capacitación labo-
1921 con la creación de la Conferencia Nacional de Beneficencia, ral con orientación agrícolo-ganadera para niños entre 10 y 18 años; en
aunque las entidades religiosas resistieron su afiliación. 1907, las llamadas Escuelas Patrias, para proteger a los niños del barrio
sud-oeste, que incluían además salas cuna y externado de oficios; en el
Un ejemplo interesante de entidad de beneficiencia para mismo año, una segunda casa cuna para niñas de hasta 6 años y en
esta etapa lo encontramos en el Patronato de la Infancia. Fundado 1909, un segundo internado de primera infancia también para niñas.
en Buenos Aires en 1892, era una institución privada (una «asocia- La población infantil atendida llegó a 3.500 chicos en 1913.
ción civil») destinada a dar apoyo y ayuda a la infancia carenciada,
con el fin de prevenir la mortalidad infantil y de lograr la capacita- Ese mismo año, el presupuesto del Patronato superó el
ción de los niños para desempeñar oficios «útiles a la sociedad». Se- millón de pesos. Los fondos provenían de diferentes fuentes, en un
gún Diana Epstein, sus primeras comisiones directivas estuvieron in- 70% privadas y un 30% estatales. Según datos de Epstein, los in-
tegradas por hombres de las clases propietarias, entre los cuales se en- gresos principales se originaban en donaciones y legados, tanto de
contraban algunos médicos higienistas, abogados, funcionarios pú- personas como de empresas privadas; el recaudado en eventos es-
blicos y estancieros. Entre los miembros de la comisión inicial se peciales, como kermeses, cenas y fiestas a beneficio; las colectas con
contaban figuras destacadas de la vida pública argentina de entonces, alcancías, una práctica introducida por la entidad en 1905 que dio
como José Ayerza (designado su primer presidente), Samuel Gache, origen al «Día de los niños pobres» y que resultó en una fuente muy
Francisco Seeber, Ernesto Tornquist, Antonio Lanusse, Manuel Car- importante de recursos; suscripciones de socios, y los ingresos pro-
lés, entre otros. Las mujeres estuvieron excluidas de ese órgano has- pios, provenientes sobre todo de la venta de productos de las escue-
ta 1960 y, aunque podían formar parte de las llamadas Comisiones las de artes y oficios, y la colonia agrícola. En cuanto al apoyo eco-
Especiales, durante años la única mujer que ocupó un lugar en ellas nómico estatal, se expresaba de diferentes maneras, desde la dona-
fue la Dra. Cecilia Grierson. En 1895, sin embargo, la entidad creó ción de terrenos y locales y la reducción de impuestos y de pago de
una Comisión Auxiliar de Señoras para colaborar con el Patronato. servicios, hasta subsidios diversos y, después de 1896, los dineros ori-
ginados en los beneficios de la Lotería Nacional. Este ejemplo mues-
La institución fundó una serie de establecimientos que te- tra cómo se articulaban los esfuerzos privados y estatales en torno a
nían por objeto la formación integral del niño desde su nacimiento una acción filantrópica específica, orientada a atender y «formar» en
hasta los 18 años. Entre los citados por Epstein, se destacan la crea- los hábitos del trabajo, la disciplina social y la moral a un segmento
164 ción, en 1895, de la Primer Sala Cuna para niños externos menores de importante de la población, los niños-futuros adultos.
CONCLUSIONES / ASOCIACIONES E INTERESES El rasgo más novedoso del movimiento asociativo en esta

CAPITULO DOS / 1860 - 1920


etapa fue su fragmentación. Aunque muchas instituciones siguieron
La actividad asociativa, como hemos visto, experimentó mostrando una composición social heterogénea, otras definieron su
una expansión en todos los planos: se multiplicaron las institucio- reclutamiento de manera más horizontal, recortando un perfil espe-
nes, que se extendieron por todo el territorio, abarcaron dimensio- cífico. En muchos casos ese recorte era, además, explícito, y la ads-
nes muy diversas de la vida social e incorporaron a crecientes con- cripción de clase se hacía manifiesta. La defensa sectorial de intereses
tingentes de hombres, mujeres y niños. Hemos recorrido aquí só- se convertía así en un objetivo central de esas asociaciones. En otros
lo una parte del vasto campo de las iniciativas que se pusieron en casos, el sesgo no era social sino corporativo: se buscaba defender un
marcha entre 1890 y 1920, aquélla que por su peso social, políti- espacio profesional, por ejemplo, o una actividad económica frente a
co e institucional ocupaba las zonas más visibles del movimiento otra. De esta manera, mientras que en la primera etapa el asociacio-
asociativo. Sin duda, hay entidades que quedaron fuera de nuestro nismo hablaba en nombre del bien común al que aspiraba a encar-
mapa, así como las muchas y muy variadas instancias más informa- nar, en estas décadas, el lenguaje de los intereses se fue imponiendo
les de nucleamiento y organización surgidas del seno de una sociedad y la confrontación ganó un lugar en el espacio público.
civil vigorosa y activa.
La sociedad civil fue mostrando el rostro de la diversidad,
El panorama trazado nos permite, de todas maneras, propo- frente a un Estado que sin duda había adquirido solidez y capacidad
ner algunas generalizaciones y comparaciones con el período inme- de intervención en la escena social. Hemos visto al Estado como un
diatamente anterior. Al igual que en esa etapa de «fervor asociativo», interlocutor fundamental del movimiento asociativo, y a éste muy
en ésta el mundo de las asociaciones era muy heterogéneo. Las condicionado en su capacidad de acción por la presencia y la activi-
prácticas asociativas tuvieron difusión masiva e involucraron a una dad estatales. En ese diálago desigual, las asociaciones parecían repre-
parte muy grande de la población, incluyendo a sectores que habían sentar cada vez más los múltiples y variados intereses particulares de
permanecido en los márgenes, como mujeres y niños. También se una sociedad civil que día a día se hacía más compleja, ante un Estado
extendieron para cubrir nuevas zonas de la vida social. que pretendía actuar en nombre del interés general.

Las instituciones se organizaron siguiendo una matriz ya


definida en sus rasgos básicos. El cuidado por las formas y la insis-
tencia en los estatutos y reglamentos que fijaban reglas democráti-
cas de gobierno y establecían objetivos, deberes y derechos de los
miembros siguió siendo una constante de las asociaciones en este
período. Y todas ellas mostraban procesos de diferenciación inter-
na, formación de dirigencias y establecimiento de jerarquías en su
universo societal. Huelga de artistas de teatro por las calles céntricas de la ciudad, mayo de 1919. 165
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Bibliografía • Devoto, Fernando y Alejandro Fernández: «Mutualismo étnico, liderazgo y
participación política. Algunas hipótesis de trabajo» en Diego Armus (comp.),
• Alvarez, Sonia, «Lo social asistencial en Salta. Convergencias y divergencias, Mundo urbano y cultura popular. Buenos Aires, Sudamericana, 1990.
beneficencia laica, filantropía higienista y asistencial estatal (1900-1941)», Ponencia, • Devoto, Fernando y Gianfausto Rosoli (a cura di), L’Italia nella società argentina.
XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán, setiembre de 2000. Roma, Centro Studi Emigrazione, 1988.
• Andrews, George Reid, The Afro-Argentines of Buenos Aires, 1800-1900, Madison, • Devoto, Fernando y Gianfausto Rosoli (comps.), La inmigración italiana en la
The University of Wisconsin Press, 1980. Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1985.
• Ansaldi, Waldo (comp.), Conflictos obrero-rurales pampeanos, Buenos Aires, CEAL, 1993. • Devoto, Fernando y Míguez, Eduardo (comps.), Asociacionismo, trabajo e identidad
• Badoza, Silvia, «Typographical Workers and their Mutualist Experience: The Case étnica. Los italianos en América Latina en una perspectiva comparada, Buenos Aires,
of the Sociedad Tipográfica Bonaerense» en Jeremy Adelman (ed.), Essays in Argentine CEMLA-CSER-IEHS, 1992.
Labour History, 1870-1930, Oxford, Macmillan, 1992. • Devoto, Fernando, «Participación y conflictos en las sociedades italianas de socorros
• Baily, Samuel, «Las sociedades de ayuda mutua y el desarrollo de una comunidad mutuos» en Devoto y Rosoli: La inmigración italiana…, ob. cit.
italiana en Buenos Aires, 1858-1918» en Desarrollo Económico, N° 84, 1982. • Devoto, Fernando, Le migrazioni italiane in Argentina. Un saggio interpretativo.
• Bertoni, Lilia Ana, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la Nápoles, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici, 1994.
nacionalidad argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, FCE, 2001. • Dorfman, Adolfo, Historia de la Industria Argentina, Buenos Aires,
• Bonaudo, Marta y Cristina Godoy, «Una corporación y su inserción en el proyecto Solar/Hachette, 1970.
agro-exportador: La Federación Agraria Argentina (1912-1933)» en Anuario de la • Dujovne, Marta, «La Plástica: El realismo y el impresionaismo» en José Luis Romero y
Escuela de Historia, Segunda Epoca, N° 11, 1985 (Rosario). Luis Alberto Romero (dirs.), Buenos Aires. Historia de cuatro siglos, Bs. As., 1983, tomo II.
• Candelaresi, Ana María y María Teresa Monterisi, La presencia italiana en la Ciudad • Epstein, Diana, «Financiamiento privado y apoyo estatal al Patronato de la Infancia
de Córdoba, 1869-1895, Córdoba, 1989. (1892-1913)», Ponencia, XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán, setiembre 2000.
• Centro Argentino de Ingenieros, Historia de la Ingeniería Argentina, Buenos Aires, 1981. • Escolar, Marcelo, «Promotion and Diffusion of Geographical Knowledges:
• Chamosa, Oscar, Asociaciones Africanas de Buenos Aires, 1823-1880. Introducción a Argentine Editorial Policies and the Nation’s Geographical Body Representation
la sociabilidad de una comunidad marginada, Tesis de licenciatura, UNI, Luján, 1995. (1863-1916)» en Anne Buttimer, Stanley Brunn y Ute Wardenga (eds.): Text and Image.
• Chiaramonte, José Carlos, Nacionalismo y liberalismo económicos en Argentina, Social Construction of Regional Knowledges, Leipzig, Institut für Länderkunde, 1999.
1860-1880, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1971. • Falcón, Ricardo, El mundo del trabajo urbano (1890-1914), Buenos Aires, CEAL, 1986.
• Chiroleu, Adriana, «La reforma universitaria» en Ricardo Falcón (dir), Nueva • Falcón, Ricardo, «Los trabajadores y el mundo del trabajo» en Marta Bonaudo (dir.):
Historia Argentina. Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930). Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-1880), Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
Buenos Aires, Sudamericana, 2000. • Favero, Luigi, «Las escuelas de las sociedades italianas en Argentina (1860-1914)» en
• Chiti, Juan B. y Francisco Agnelli, Cincuentenario de La Fraternidad, Avellaneda, Devoto y Rosoli: La inmigración italiana… ob. cit.
Kavaschino hnos., 1937. • Feijóo, María del Carmen, «Las luchas feministas» en Todo es Historia, N° 128, 1978.
• Ciafardo, Eduardo, Caridad y control social. Las sociedades de beneficencia en la • Fernández, Alejandro y José C. Moya (eds.), La inmigración española en la Argentina.
ciudad de Buenos Aires (1880-1930), Tesis de maestría de FLACSO, 1990 (mimeo). Buenos Aires, Biblos, 1999.
• Cibotti, Ema, «Mutualismo y política en un estudio de caso. La Sociedad ‹Unione e • Fernández, Alejandro, «El mutualismo español de Buenos Aires y la asistencia social
Benevolenza› en Buenos Aires 1858/1865» en Devoto y Rosoli, L’Italia nella società argentina. (1850-1930)», Ponencia, XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán, setiembre 2000.
• Corbiere, Emilio, La Masoneria política y sociedades secretas, Bs. As., Sudamericana, 1998. • Frid, Carina: «Las opciones educativas de la comunidad italiana en Rosario:
• Correa Luna, Carlos, Historia de la Sociedad de Beneficencia, 2 vols. Buenos Aires, 1923. las escuelas mutualistas y el colegio Salesiano (1880-1920)» en Devoto y Míguez,
• Da Orden, María, «Liderazgo étnico, relaciones personales y participación política: Asociacionismo, trabajo e identidad étnica, ob. cit.
los españoles de Mar del Plata, 1883-1930» en María Bjerg y Hernán Otero (comps.), • Frydenberg, Julio, «Prácticas y valores en el proceso de popularización del fútbol,
Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, Tandil, CEMLA-IEHS, 1995. Buenos Aires 1900-1910» en Entrepasados, N° 12, 1997.
• Devoto, Fernando y Alejandro Fernández, «Asociacionismo, liderazgo y • Gandolfo, Romolo: «Las sociedades italianas de socorros mutuos de Buenos Aires:
participación en dos grupos étnicos en áreas urbanas de la Argentina finisecular. Cuestiones de clase y etnía dentro de una comunidad de inmigrantes, (1880-1920)»
166 Un enfoque comparado» en Devoto y Rosoli, L’Italia nella società argentina. en Devoto y Míguez, Asociacionismo, trabajo e identidad étnica, ob. cit.
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
• Godio, Julio, El movimiento obrero argentino (1870-1910). Buenos Aires, Legasa, 1987. • Nascimbene, Mario C., Historia de los italianos en la Argentina (1835-1920),
• Goicoechea, Helga Nilda, El Instituto Geográfico Argentino. Historia e índice de su Buenos Aires, CEMLA, 1986.
Boletín, Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste, 1970. • Nasino, P.B., Tratado de economía social y mutualismo. Buenos Aires, 1919.
• González Leandri, Ricardo: Curar, persuadir, gobernar. La construcción histórica de la • Núñez Seixas, Xosé, «Asociacionismo local y movilización sociopolítica: notas sobre
profesión médica en Buenos Aires, 1852-1886, Madrid, Consejo Superior de los gallegos en Buenos Aires (1890-1936)» en Fernández y Moya (eds.): La inmigración
Investigaciones Científicas, 1999. española…, ob. cit.
• Gordillo, Mónica, El movimiento ferroviario desde el interior del país (1916-1922), • Paolini, Carlos, Centenario del Tiro Suizo de San Nicolás de los Arroyos, San Nicolás,
Buenos Aires, CEAL, 1988. Círculo de Amigos Numismáticos de San Nicolás de los Arroyos, 1973.
• Graciano, Osvaldo, «La construcción de un espacio profesional agronómico: • Pianetto, Ofelia, «Formación de clase y acción sindical en una estructura
programa y práctica de los ingenieros agrónomos argentinos, 1890-1910», Ponencia, agroexportadora argentina. El movimiento obrero en Rosario, 1880-1910».
VII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Neuquén, 1999. Informe presentado a CLACSO. Mimeo s/f.
• Gutiérrez, Leandro y Luis Alberto Romero, Sectores populares, cultura y política. • Pianetto, Ofelia, «Industria y formación de burguesía y clase obrera urbanas en la
Buenos Aires en la entreguerra, Buenos Aires, Sudamericana, 1995. ciudad de Córdoba 1880-1930». Informe anual beca del programa CLACSO,
• Halperin Donghi, Tulio, José Hernández y sus mundos. Buenos Aires, Sudamericana, 1985. 1976-77. Mimeo.
• Hora, Roy, The Landowners of the Argentine Pampas. A Social and Political History • Pompert de Valenzuela, Ma. Cristina: Los Anales de la Sociedad Científica Argentina
1860-1945, Oxford, Clarendon Press, 2001. (1876-1930), Resistencia, Universidad Nacional del Nordeste, 1969.
• Iparraguirre, Hilda y Ofelia Pianetto, La organización de la clase obrera en Córdoba. • Recalde, Héctor, Iglesia y cuestión social (1874-1900). Buenos Aires, CEAL, 1995.
1870-1895, Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, 1968. • Rocchi, Fernando, «Un largo camino a casa: Empresarios, trabajadores e identidad
• Korol, Juan Carlos, «La industria (1850-1914)» en Academia Nacional de la Historia: industrial en la Argentina, 1880-1930» en Juan Suriano (comp.): La cuestión social en
Nueva Historia de la Nación Argentina. La configuración de la República independiente Argentina, 1870-1943, Buenos Aires, La Colmena, 2000.
(1810-c.1914), Buenos Aires, Planeta, 2001. • Rosoli, Gianfausto, «L’associazionismo cattolico degli emigrati italiani in America
• Lappas, Alcibíades, «La masonería en la ocupación del Desierto» en Rev. Histórica. 8, 1981. tra ‘800 e ‘900» en Devoto y Míguez: Asociacionismo, trabajo e identidad étnica.
• Lazcano, Martín, Las sociedades secretas, políticas y masónicas en Buenos Aires. Bs. As., 1927. • Sabato, Hilda, «La vida pública en Buenos Aires» en Marta Bonaudo (dir.):
• Llanes, Ricardo, Canchas de pelotas y reñideros de antaño, Buenos Aires, Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-1880), Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1981. • Sabato, Hilda, La política en las calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires,
• Lobato, Mirta, «Los trabajadores en la era del ‹progreso› » en Mirta Lobato (dir.), 1862-1880. Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
Nueva Historia Argentina. El Progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), • Schvarzer, Jorge, Empresarios del pasado. La Unión Industrial Argentina.
Buenos Aires, Sudamericana, 2000. Buenos Aires, CISEA/Imago Mundi, 1991.
• Loudet, Osvaldo, «La Generación científica del ‘80» en Osvaldo Loudet: • Spalding, Hobart, La clase trabajadora argentina. Documentos para su historia,
Ensayos de crítica e historia, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1975. 1890-1912, Buenos Aires, Galerna, 1970.
• Malosetti Costa, Laura, «Las artes plásticas entre el ‘80 y el Centenario» en J. E. Burucúa • Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910.
(dir.), Nueva Historia Argentina. Arte, Sociedad y Política, Bs As, Sudamericana, 1999, tomo I. Buenos Aires, Manantial, 2001.
• Marotta, Sebastián, El movimiento sindical argentino, Buenos Aires, Lacio, 1960. • Thompson, Ruth, «Trade Union Organisation: Some Forgotten Aspects» en Jeremy
• Marticorena, María del C., «Una diversión popular: el juego de pelota» en Academia Adelman (ed.), Essays in Argentine Labour History, 1870-1930, Oxford, Macmillan, 1992.
Nacional de la Historia: 6° Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Bs As, 2000. • Vassallo, Alejandra, «Entre el conflicto y la negociación. Los feminismos argentinos
• Martín, María Pía, «Católicos, política y sindicatos» en Estudios Sociales, N°2, 1992. en los inicios del Consejo Nacional de Mujeres, 1900-1910» en Valeria Pita y María
• Martínez, Estela, «La Sociedad de Beneficencia y las escuelas de niñas en la ciudad Gabriela Ini (dirs.), Histora de las mujeres en la Argentina, Siglo XX. Buenos Aires,
y campaña de Buenos Aires, 1823-1876», Ponencia, XVII Jornadas de Historia Taurus, 2000.
Económica, Tucumán, setiembre de 2000. • Vázquez Lucio, Oscar, Historia del Tiro Federal Argentino de Buenos Aires, Buenos
• Mayo, Carlos, La masonería en crisis (1902-1922). Buenos Aires, CEAL, 1988. Aires, EUDEBA, 1987.
• Megías, Alicia, La formación de una elite de notables-dirigentes, Rosario, 1860-1890. • Vezzetti, Hugo: La locura en la Argentina, Buenos Aires, Folios, 1983.
Buenos Aires, Biblos, 1996. 167
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
EL ESTADO Y
LAS CORPORACIONES

LUIS ALBERTO ROMERO

Luis Alberto Romero es Investigador Principal del CONICET. Profesor de Historia Argentina. Crónica total del siglo XX (2000), Buenos Aires, historia de cuatro siglos (2° edición,
Social General de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y 2000), Breve historia contemporánea de la Argentina (2° edición 2001) y A History of
profesor de las Maestría en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Argentina in the Twentieth Century, 2002. Ha sido Director académico de la colección
Sociales y de la Universidad Nacional de Tucumán. Recientemente ha publicado Sectores Los nombres del poder, del Fondo de Cultura Económica y de la Historia Visual Argentina,
populares, cultura y política: Buenos Aires en la entreguerra (con Leandro H. Gutiérrez, publicada por el diario Clarín.
1995), Qué hacer con los pobres. Elite y sectores populares en Santiago de Chile en el siglo XIX
(1996), Volver a la historia (1997), Grandes entrevistas de la historia argentina (con Sylvia La profesora Carolina González Velasco colaboró en la búsqueda, relevamiento, recopilación
Saítta, 1998), Grandes discursos de la historia argentina (con Luciano de Privitellio, 2000), y procesamiento de materiales para esta capítulo. 169
Fundación de la Revista Sur.
En la imagen, de izquierda a
derecha y de arriba a abajo:
Francisco Romero, Eduardo Bullrich,
Guillermo de Torre,
Pedro Henriquez Ureña,
Eduardo Mallea, Norah Borges,
Victoria Ocampo,

Enrique Bullrich, Jorge Luis Borges,


Oliverio Girondo,
Ramón Gómez de la Serna,

Ernesto Ansermet, María C. Padilla,


María Rosa Oliver.
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
MADUREZ DE LA SOCIEDAD CIVIL
1920-1943

A partir de la Primera Guerra Mundial se definieron al- regionales- fue una sociedad con amplias oportunidades de ascen-
gunos rasgos novedosos de la sociedad argentina, cuyo perfil se so, muy móvil, donde se desarrollaron relaciones sociales de carác-
mantuvo, vigoroso, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. ter igualitario, sobre todo si se las considera en el contexto de otras
Las décadas anteriores se habían caracterizado por el fuerte impac- sociedades hispanoamericanas.
to de la inmigración masiva, la notable presencia de extranjeros,
especialmente en las grandes ciudades del Litoral, y el carácter mag- Sobre esas líneas se fue construyendo la trama social, apo-
mático y en estado de construcción de la sociedad. En las décadas yada en el desarrollo de un conjunto muy variado de asociaciones.
iniciales del siglo XX, en cambio, la pauta de la sociedad pasó por Dicho brevemente, en este aspecto lo característico de estas décadas
la argentinización y la movilidad. fue el retroceso de las asociaciones de base étnica, la maduración
plena de las organizaciones de base territorial, que fueron la expre-
La primera se relaciona en parte con la gradual detención sión más clara de la doble movilidad, ecológica y social, y el co-
del flujo migratorio -que de todos modos prosiguió, con fuerza mienzo de la conformación orgánica de muchas asociaciones de afi-
cambiante, hasta comienzos de la década de 1950- y sobre todo nidad de tipo corporativo, destinadas a la defensa de los intereses
con el peso creciente de los hijos argentinos de los inmigrantes. La profesionales de sus asociados y a la negociación con otros grupos,
naturalización de los extranjeros, de la enorme masa de habitantes y sobre todo con el Estado.
al margen de la ciudadanía política, empezó a dejar de preocupar,
y fue desapareciendo el tono inestable de una sociedad en la que El segundo rasgo característico de las décadas de la en-
hasta entonces la entrada y salida de habitantes era permanente. La treguerra fue el crecimiento de las funciones del Estado, particu-
escuela pública reforzó la argentinización: se incrementó la masa larmente en el campo de la economía y de la sociedad. Cierta-
de la población alfabeta -con todas sus consecuencias sociales, po- mente, nada empezó aquí y hasta podría decirse que lo que ocu-
líticas y culturales- y se acentuó su nacionalización, a través de la rrió obedeció a una única lógica, que arranca del momento de su
enseñanza de la lengua y la historia, como parte de una política fundación, a mediados del siglo XIX. Pero parece evidente que la
más amplia y vigorosa. En suma, la sociedad de entreguerras fue Primera Guerra Mundial planteó al Estado nuevos desafíos, al in-
predominantemente de argentinos. Por otra parte, por obra de una terrumpirse el curso del crecimiento económico, de modo que
sostenida expansión y diversificación de la economía -más allá de medidas de intervención y regulación, poco imaginables antes, se
baches y alteraciones ocasionales, así como de las lógicas diferencias hicieron frecuentes. Las medidas tomadas luego de la crisis de 171
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A 1930, que conformaron el Estado dirigista e interventor, fueron LAS ORGANIZACIONES DE BASE
un paso más, muy importante en ese sentido, lo mismo que las del
final de la Segunda Guerra, asociadas con el gobierno peronista. CONSTRUIR LA CIUDAD Y LA SOCIEDAD
Sociedades de fomento, bibliotecas populares, cooperadoras
Por otra parte, la «cuestión social», encarada desde la dé- escolares, clubes de fútbol, sociales y deportivos, asociaciones parroquia-
cada final del siglo XIX, se agravó considerablemente con la crisis les, caracterizan el asociacionismo de base, que continuó un despliegue
que siguió al fin de la Primera Guerra y, aunque luego sobrevino la iniciado en las décadas anteriores y alcanzó en este período su madurez.
calma, en este terreno también se incrementaron los proyectos to- Sigo en este punto los trabajos que he realizado con Leandro H. Gutié-
davía mal hilvanados de ingeniería social, que el peronismo desa- rrez. Estas instituciones se expandieron dentro de un proceso social mar-
rrollaría ampliamente luego de 1945. Más allá de la respuesta a los cado por la movilidad y la coexistencia, en espacios territoriales comu-
picos conflictivos, esa intervención creciente del Estado tuvo que nes, de sectores sociales diversos, que en estos ámbitos actuaron más bien
ver con la expansión y creciente complejidad de la sociedad, y la asociadamente y desarrollaron sus conflictos en otros terrenos. Algunos
necesidad que se le planteaba de regular y controlar actividades que de estos núcleos, como ciertos barrios obreros, tuvieron la homogenei-
hasta entonces parecían propias de aquella. Esto fue percibido só- dad dada por la cercanía de una empresa, pero la suburbanización y el
lo de manera parcial por quienes dirigían el Estado, de modo que desarrollo de los transportes -al distanciar residencia y trabajo- redujeron
no hubo una política sistemática de desarrollo de la acción estatal, la homogeneidad social y favorecieron la relación entre distintos secto-
sino intervenciones parciales y poco sistemáticas. res: trabajadores ocasionales y estables, no especializados y especializados,
comerciantes, profesionales, empleados, docentes, es decir, un arco
Ambos procesos, el de la sociedad y el del Estado, con- social propio de una sociedad móvil e integrativa.
fluyeron en un doble movimiento. Dirigentes que operaban des-
de este último, extendieron su mano sobre campos nuevos, para La sociedad estaba construyéndose. En torno de estas or-
organizarlos y controlarlos, y a la vez promovieron la organización ganizaciones de base se desarrollaron relaciones sociales, se consti-
de corporaciones regladas que gozaban de franquicias y reprodu- tuyeron liderazgos, se definieron prácticas de sociabilidad -políticas
cían hacia sus miembros el orden estatal. Por otra parte, grupos y y administrativas- y se conformaron formas culturales y valores.
corporaciones asumieron la representación de un sector de la so- Respecto de las décadas anteriores, lo más característico de esta eta-
ciedad y se organizaron sistemáticamente para gestionar ante éste pa fue el cambio de eje organizativo: las asociaciones de afinidad de
en favor de sus intereses. Este doble movimiento linda inevitable- base étnica y predominantemente mutuales se estancaron, muchas
mente con la política, pese a que sus protagonistas se empeñaron de ellas en una espléndida madurez, y dejaron de ser las generado-
en negarlo, y ocurrió en medio de un proceso que, a lo largo de la ras de formas asociativas nuevas. Los procesos originales tuvieron
década de 1930 y hasta 1945, se caracterizó por la profunda poli- como ámbito principal las ciudades y las sociedades urbanas, que se
tización de la sociedad. Por allí transcurrirá el argumento principal expandieron notablemente. Construir la ciudad fue por entonces la
172 de esta sección. manera más característica de construir la sociedad.
Lo novedoso fue la vinculación de nuevas prácticas sociales

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


LOS VECINOS SE ORGANIZAN
-a menudo ligadas con el uso del mayor tiempo libre disponible-
con el fuerte movimiento de suburbanización: en todas las ciuda- LAS ASOCIACIONES VECINALES Y SUS COMISIONES
des grandes, y en muchas de las medianas, crecidos contingentes
de población se trasladaron a zonas despobladas para formar nue- LA IRONIA DE ROBERTO ARLT UNA SOCIEDAD DE FOMENTO EN ACCION
vos barrios; fueron alentados por la mejora de los transportes y una Un grupo de señores se reúne para fumar La Asociación de Fomento y Cultura
un cigarro y hacer una excelente digestión, Rivadavia, fue fundada el 11 de mayo
cierta prosperidad económica general, que permitía a trabajadores, y no creen factibles ambas operaciones si de 1924, debido a la iniciativa de un
cuentapropistas y empleados concretar lo que ya empezaba a lla- previamente no han nombrado una co- núcleo entusiasta de adquirientes de casas
marse el «sueño de la casa propia». Movilidad ecológica y movili- misión de esas destinadas a producirle al construidas por la extinta Compañía de
público la idea de que el fumar y el comer Construcciones Modernas [...] La Aso-
dad social concurrieron en Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Men- de tales ciudadanos constituye un acon- ciación ha desarrollado una acción digna
doza o Bahía Blanca, y también en Comodoro Rivadavia o Neu- tecimiento extraordinario que fatalmente y tesonera en pro de esos barrios en que
quén, a la construcción de una nueva ciudad y una nueva sociedad, tiene que subordinarse a la legislación de la acción oficial no se ha sentido con la
una comisión directiva y ‹pos honorem› intensidad debida; en aquella época las
con definidos caracteres «de frontera». Este modo de construcción calles no estaban pavimentadas, faltaban
de la sociedad operó también en áreas urbanas menos dinámicas. Roberto Arlt, «Déjenme tranquilo», los más indispensables desagües, no exis-
En esa expansión, las asociaciones de base crecieron y se multipli- Ciudad de Buenos Aires, Diario El tían pasos de piedra que permitieran el
Mundo, 18 de noviembre de 1932. cruce de las calles los días de lluvia y fue
caron como hongos. Así, de acuerdo con M.T. Sirvent, en el barrio
la acción desarrollada por esta Asociación,
porteño de Nueva Chicago, entre 1915 y 1945 se registraban 6 so- la que, al interesar al H. Concejo pudo
ciedades de fomento, 10 bibliotecas y centros culturales y 12 clu- ver concretadas sus aspiraciones.
bes sociales y deportivos. En el mismo lapso en Tolosa, un subur-
Versiones Taquigráficas del Honorable
bio de La Plata, Fernando Jumar encontró que se crearon 13 socie- Concejo Deliberante (VT),
dades de fomento, 23 bibliotecas y centros culturales, y 30 clubes 18 de octubre de 1938.
sociales y deportivos.

Esta construcción simultánea de la ciudad y la sociedad fue


el producto de un impulso asociativo vigoroso y espontáneo, com-
binado con el impulso concurrente de otros actores -la Iglesia, algu-
nas empresas- y también del Estado, que desde la etapa anterior
acostumbraba suplir la falta de iniciativa espontánea de la sociedad.
En muchos casos, el impulso estatal se mezcló con la práctica social:
así surgieron las cooperadoras escolares, constituidas como apéndice
de las escuelas públicas, o las llamadas Comisiones de Fomento de
los pueblos santafesinos. 173
PANORAMA DE LAS ORGANIZACIONES DE BASE
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LAS ORGANIZACIONES BARRIALES
La escuela pública fue un núcleo impulsor del movimiento
LA SOCIEDAD DE FOMENTO asociativo. Para promover su establecimiento, cuando el Estado de-
moraba en llegar, y luego para las tareas de mantenimiento y refac-
OBJETIVOS ESTATUTARIOS DE LA EL MUNICIPIO REGULA ción, se constituyeron comisiones promotoras, y se desarrollaron ini-
SOCIEDAD DE FOMENTO 25 DE MAYO LAS SOCIEDADES DE FOMENTO ciativas como las asociaciones «pro copa de leche y miga de pan»,
DEL BARRIO DE MATADEROS, 1936 1. Facúltase al Señor Presidente del H.
con un cariz de beneficencia. Muchas de esas iniciativas confluyeron
a. Velar por el mejoramiento edilicio, por Concejo Deliberante para conceder a
el cumplimiento de las ordenanzas mu- miembros de sociedades de fomento la en las Asociaciones Cooperadoras; los primeros registros de éstas en
nicipales y patrocinar mejoras en los autorización para ejercer su misión en Buenos Aires corresponden a 1924, que a las funciones menciona-
servicios públicos. pro del fomento y de la conservación de
das agregaban el suministro de ropa y útiles escolares. Con la crisis
b. Cooperar en la organización de los la higiene pública en el radio que se les
servicios de asistencia social, en la difu- determine, misión que deberá limitarse de 1929/30 y el deterioro de la acción estatal, las cooperadoras se
sión de la cultura intelectual, física y a solicitar la intervención de las autori- multiplicaron, y su aporte, indispensable para el funcionamiento de
moral del vecindario. dades comunales en los casos que sea ne- la escuela, se extendió al material didáctico, muebles, biblioteca, co-
c. Organizar conferencias, veladas u cesario y sugerir las medidas que conside-
otras fiestas de carácter social como mo- ren pertinentes al fin que persiguen. A medores escolares. En 1932 el Consejo Nacional de Educación dis-
do de contribuir a la mayor sociabilidad las personas que se les otorgue esa autori- puso la obligatoriedad de la constitución de estas comisiones coope-
de la zona y a beneficio exclusivo de la zación, se les dará también un distinti- radoras en las escuelas públicas, definió sus funciones así como la
Asociación. vo que les sirva para el desempeño de sus
funciones. participación del Director y los docentes. Como se verá, esta regula-
2. La autorización a que se refiere el ar- ción de la actividad asociativa se fue produciendo en todos los terre-
tículo precedente será acordada en nú- nos. Por otra parte, era común que instituciones asociativas tomaran
mero limitado y únicamente a solicitud
de sociedades de fomento que fueran pre-
como tarea el apoyo y la complementación escolar: en Tolosa, el
viamente reconocidas por el Concejo De- Club Social y Deportivo Villa Rivera creó en 1936 la Biblioteca
liberante en cada caso y estén registradas «Domingo Faustino Sarmiento», especializada en el apoyo escolar;
en la Municipalidad, y será retirada in-
mediatamente que se compruebe que los
ofrecía becas y premios a los alumnos destacados, cursos veraniegos
que la reciben se hayan extralimitado en para los aplazados o concursos de preguntas y respuestas.
las facultades que se les conceden.
A veces estas organizaciones de base surgieron de la acción
Ordenanza Municipal, nov. de 1919.
Textos tomados de de las empresas: es el caso de las que establecieron viviendas y pue-
Luciano de Privitellio, Cultura y blos para sus trabajadores, asegurándose la estabilidad de la mano
prácticas políticas. Buenos Aires,
de obra, y a la vez promovieron las organizaciones vecinales, a las
1917-1941. Tesis de Doctorado,
Universidad de Buenos Aires, 2002. que controlaban de un modo u otro. La empresa del ingenio San
Pablo en Tucumán, según A.J. Centurión, promovió dos clubes, el
174 Social de Empleados y el Deportivo San Pablo; el control del resto
de las actividades asociativas quedó a cargo de la Iglesia: desde 1937 religioso. Desarrolló su organización de manera notable desde fi-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


la parroquia estableció una serie de instituciones colaterales, y mo- nes de la década de 1920. Una de sus manifestaciones fue la fun-
nopolizó la vida asociativa. La empresa YPF fue una gran impulsora dación de parroquias en las nuevas barriadas, que se asociaron con
de pueblos y asociaciones en las zonas de extracción petrolera: mu- el proceso de suburbanización y «civilización». Su propósito prin-
tuales, cooperativas de consumo, bibliotecas y clubes de fútbol, ade- cipal fue la catequesis y la comunión, tareas y objetivos ajenos a es-
más del Club Social y Deportivo YPF; en todos los casos el control te trabajo; pero la modalidad elegida sí nos interesa, en parte por
empresario fue estricto. En el caso del fútbol, donde necesariamente el uso de técnicas de atracción de niños y padres, y en parte por las
los equipos debían tener identidad propia, se formaban sobre la ba- nuevas ideas y orientaciones en la Iglesia: el llamado catolicismo
se de las secciones de la empresa; pero se sumaban otros, espontá- integral, que dominó en la primera mitad del siglo XX. Se pensa-
neos, y se ha creído ver en algunos de ellos una cierta tensión con la ba que la Iglesia debía aceptar y enfrentar el desafío del «mundo
disciplina empresaria: de acuerdo con Edda Crespo, en Comodoro moderno»: las ideas laicas, liberales y socialistas, las transformacio-
Rivadavia, uno denominado «Germinal» debió cambiar su nombre nes en la familia, el cambio de posición de la mujer y, más en ge-
por el menos contestatario de «Florentino Ameghino». neral, un conjunto de prácticas juzgadas licenciosas o corruptoras.
El combate se libraba en muchos frentes y también en los barrios,
Un caso muy notable de pueblo-fábrica es el de Flandria, denunciando estas prácticas -a menudo encarnadas en otras insti-
en Jáuregui, muy cerca de Luján, que estudiaron M.I. Barbero y M. tuciones barriales, como los «clubes sociales»- y atrayendo hacia la
Ceva. Un empresario belga desarrolló en los años ‘20 una empresa parroquia a la parte «sana» de la sociedad.
de acuerdo con el modelo social cristiano, bastante común en Bél-
gica. Consistía en atender todas las necesidades de los trabajadores Las parroquias organizaban actividades equivalentes a las
-que gozaban de condiciones de vida superiores- y a la vez tutelar que ofrecían otras instituciones barriales, donde las prácticas de so-
estrictamente su vida y sus prácticas religiosas. La empresa creó los ciabilidad, capacitación o mejoramiento cultural, comunes con
pueblos y estableció sus escuelas y salas de primeros auxilios, y tam- aquellas, podían desarrollarse bajo una perspectiva católica: un lugar
bién distintos ámbitos recreativos: clubes de patín, remo y fútbol, para que los chicos hicieran sus deberes, fútbol y excursiones para los
actividades musicales, teatrales, y su hoy famosa banda «Rerum No- jóvenes, cursos de corte y confección para las mujeres solteras, festi-
varum»; no faltaron sociedades tradicionalistas, como el Círculo vales y hasta amables veladas o chocolates luego de comulgar, para la
Criollo Martín Fierro. Todas eran dirigidas por empleados de con- «familia parroquial». La Acción Católica, las asociaciones marianas,
fianza del dueño de la empresa. En 1943 se constituyó la Sociedad las asociaciones estudiantiles u obreras combinaban la difusión del
de Fomento y en 1946 se fundaron los Círculos Católicos de Obreros, precepto, el desarrollo de estas actividades y un adoctrinamiento en-
que debieron lidiar con el nuevo sindicalismo peronista. tre religioso y político, que en los años ‘30 transformó a los católicos
y especialmente a los jóvenes, en participantes activos de la vida po-
La Iglesia Católica fue otra gran promotora de organiza- lítica. Lo que aquí importa es el enraizamiento parroquial en la socia-
ciones de base que, por su acción, escapan al marco estricto de lo bilidad barrial y en las prácticas sociales, deportivas y culturales que 175
se ofrecían a todos, aun a miembros de familias conocidas por sus gestionar ante las autoridades el mejoramiento o pavimentación de las
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ideas no confesionales, las que por su parte no despreciaban una calles, los desagües, servicios sanitarios, iluminación, agua corriente,
oferta social y cultural relativamente escasa en los barrios. vigilancia, escuela, atención sanitaria. La lista era amplia y, mientras
existió la necesidad, se mantuvo el espíritu fomentista y el reconoci-
Veremos ahora lo más característico de este proceso: las or- miento a aquellos vecinos que asumían la gestión. En torno de este im-
ganizaciones de base surgidas primordialmente del impulso de dis- pulso básico se desarrollaron otras muchas actividades. Por otra parte,
tintos grupos de la sociedad. Las más representativas fueron las so- el Estado advirtió su importancia y la necesidad de organizar la ges-
ciedades de fomento. Aparecieron en casi cualquier barriada nueva de tión, por lo que asignaron reconocimientos y franquicias a distintas so-
ciudades grandes o medianas, o en cada ciudad pequeña. De mu- ciedades, y hasta promovieron la formación de otras nuevas, cuando
chas ha quedado una huella permanente: por ejemplo, las que fue- en el territorio demarcado no las había. Como estudiaron A. Gorelik
ron reconocidas y registradas por los gobiernos comunales o, más y L. de Privitellio, franquicia y reconocimiento, y luego distintos ti-
sencillamente, las que pidieron la personería jurídica. Pero otras tan- pos de subsidios, ligaron las sociedades fomentistas con la autoridad
tas, seguramente no alcanzaron ese grado de desarrollo y su existen- estatal, en un tipo de relación que comenzó a ser corriente.
cia transcurrió en la informalidad. Bastaba con que un grupo de ve-
cinos entusiastas decidiera trabajar sistemáticamente para el mejora- Para los miembros de las sociedades de fomento, el mejo-
miento edilicio y cultural del barrio -tales eran los dos grandes ob- ramiento edilicio se asociaba con el cultural, y éste con la existen-
jetivos que se proponían- y luego sobre la marcha la institución iba cia de bibliotecas populares. Tales instituciones surgieron a veces
cobrando forma, hasta alcanzar el primer hito significativo: el local unidas a ellas o a otras instituciones barriales, y también como re-
propio con el cual ya entraban en el mundo oficial. sultado de impulsos específicos. La Comisión Nacional de Biblio-
tecas Populares promovió desde fines del siglo XIX la creación de
Su móvil principal era el mejoramiento edilicio. Estos nue- bibliotecas y repartió subsidios, aunque muchísimas surgieron y
vos conjuntos de viviendas, construidos en tierras recientemente lo- crecieron de manera espontánea, sin llegar a tener su reconoci-
teadas y a menudo con las calles cuidadosamente trazadas en el pla- miento. Fue común que la escuela y vecinos ligados a ella y a sus
no, se encontraban en realidad en el medio del campo y estaba por maestros y autoridades, promovieran las bibliotecas que habrían de
hacerse todo lo que convertiría un caserío precario en un fragmento servir, principalmente, de apoyo a los escolares. Pero otras fueron
de ciudad. En el caso de Buenos Aires, todo el crecimiento hacia el fruto de la militancia política o sindical: anarquistas y socialistas
oeste se hizo sobre un trazado de calles y manzanas ya dibujado en fueron grandes promotores de la lectura y la educación popular, y
el mapa, de modo que no había problemas jurisdiccionales teóricos, los nombres de muchas de estas bibliotecas recuerdan este origen.
pero allí mismo, apenas cruzados los límites urbanos, el desarrollo R. Pasolini estudió en Tandil la coexistencia de ambos casos. La Bi-
edilicio se produjo sin siquiera ese concierto mínimo, por lo que la blioteca «Bernardino Rivadavia» fue fundada por maestros, médi-
misma pertenencia jurisdiccional era un problema a resolver. Los cos, abogados y periodistas; funcionaba de día, para atender sobre
176 vecinos fomentistas se convirtieron en especialistas en peticionar y todo las demandas de los escolares. La Biblioteca Juan B. Justo fue
fundada por un grupo de trabajadores, y compartía el local con Junto con la sociedad de fomento y la biblioteca popular,

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


varias organizaciones gremiales; abría por las noches para atender la tercer gran institución de la cultura común barrial era el club, una
a los lectores obreros, que eran asesorados por miembros de ese denominación genérica que incluye tipos muy diversos. En la etapa
grupo de militantes culturales. anterior a la Primera Guerra los clubes de la elite o de colectivida-
des extranjeras desarrollaron los deportes habitualmente practica-
En las bibliotecas se desarrolló un amplísimo movimien- dos en Europa. Uno de ellos, el fútbol, adquirió una enorme popu-
to, que tuvo como eje el libro y el bibliotecario, y se sustentó en el laridad y originó un tipo de asociacionismo nuevo. En las primeras
valor asignado por los sectores populares a la cultura «culta». En las décadas del siglo XX, según estudió J. Frydenberg, muchos jóvenes
décadas de la entreguerra, caracterizadas por la movilidad y la in- jugadores organizaron clubes de bajo grado de formalización -sin
tegración, su apropiación, que complementaba la educación for- sede propia ni cancha estable- para competir entre ellos. En un pro-
mal, era considerada una parte principal del proceso de incorpora- ceso similar al de las asociaciones fomentistas, algunos llegaron a te-
ción social. Así lo refleja la proliferación de singulares emprendi- ner una sede propia y alcanzaron el nivel de la existencia formal. A
mientos editoriales: libros baratos en colecciones, que reunieran lo partir de aquí las historias divergen claramente.
mejor de la cultura universal, junto con obras de entretenimiento,
de capacitación o de análisis social. Un grupo de clubes se hizo fuerte en el fútbol; esto ocu-
rrió especialmente en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores,
De este modo, las bibliotecas populares fueron agencias de centro de la principal Liga futbolística, en La Plata, Rosario y San-
actividades múltiples, en la que lo cultural se articulaba, por pasos su- ta Fe. En estos casos, la práctica del fútbol derivó en el espectácu-
cesivos, con lo recreativo. Ambas cosas escaseaban en los barrios; por lo: los jugadores se fueron profesionalizando, los clubes empezaron
eso las conferencias -cualquiera fuera su tema- constituían un evento. a construir estadios importantes -como Independiente de Avella-
Sus promotores eran los mismos que impulsaban y orientaban la lec- neda y Vélez Sarsfield, a fines de la década de 1920-, al tiempo que
tura, de modo que libros, conferencistas y temas respondían a las mis- los medios de comunicación -la prensa y la radio- popularizaban el
mas inquietudes. Más cotidianamente, las bibliotecas ofrecían cursos espectáculo y atraían a los estadios una masa de espectadores. Una
de capacitación, organizados a veces de manera sistemática, bajo la consecuencia de este aumento fue la creciente injerencia de funcio-
forma de «universidades populares». Grupos de lectura, cuadros filo- narios estatales, llamados a dirimir cuestiones institucionales de
dramáticos, grupos de música satisfacían las inquietudes de la gente una actividad que sobrepasaba las posibilidades de las asociaciones
del barrio y servían de base para las «veladas», donde la exposición de civiles. Tal el caso de la profesionalización formal del fútbol en
los logros culturales se combinaban con el baile y en conjunto sumi- 1931. Desde entonces, el fútbol y sus clubes estuvieron vinculados
nistraban un esparcimiento adecuado para las familias. Con frecuen- necesariamente con el Estado y la política.
cia, las bibliotecas, y muchas sociedades de fomento editaban una re-
vista que ilustraba a los vecinos sobre los logros de la institución y En otros casos los clubes mantuvieron su centro en sus
servía para comunicarse con otras instituciones barriales. miembros y en su práctica deportiva; ampliaron la oferta de deportes 177
y desarrollaron también actividades sociales. Así, la fórmula «club organizaciones que estaban en formación, la militancia en estas en-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

social y deportivo» comenzó a ser habitual y sus bailes fueron uno tidades fue uno de los caminos eficaces para definir las nuevas elites
de los focos de la sociabilidad barrial, aunque también se desarro- barriales, también depositarias y custodios de la «cultura». A menu-
llaron otras actividades menos visibles, como los juegos de cartas. do, esto tuvo como consecuencia que se replegaran y mantuvieran el
Al igual que las bibliotecas, los clubes se convirtieron en agencias control de esas instituciones, cerrándolas a nuevos aspirantes, lo que
de oferta múltiple y canalizaron actividades colaterales. Ya se men- confirmaba la «actividad» de los dirigentes y la «apatía» de los otros.
cionó el caso del club de Tolosa que fundó una biblioteca popular;
lo mismo ocurrió con el Totoras Fútbol Club, de esa colonia agra- Esa pertenencia al grupo de los «vecinos conscientes»,
ria del sur de Santa Fe. En otros casos, por ejemplo en las zonas pe- más allá de diferencias de status, habla de las principales caracterís-
riféricas del partido de San Fernando, los de Villa Nájera y Barrio ticas de la cultura fomentista: valoración del progreso y de la coo-
Nuevo, surgidos en los años ‘30 como clubes de fútbol, derivaron en peración entre los vecinos, sin distinciones, y elusión de referencias
sociedades de fomento y bibliotecas populares. a posibles tensiones sociales o políticas. De manera militante, estas
asociaciones se definieron como apolíticas. El progreso, por otra
UN CASO: LA CORPORACION MITRE parte, se manifestaba tanto en las cuestiones edilicias, clásicas de
Villa Nazca era uno de los nuevos barrios del oeste de la este movimiento, como en lo cultural, una preocupación que con-
ciudad de Buenos Aires. Según el estudio de Ricardo González, en sideraban característica del «nuevo fomentismo»: la «creación de
la década de 1920, por convenio con la Municipalidad, la Compa- centros donde se forja la mentalidad del pueblo».
ñía de Construcciones Modernas erigió unas 500 casas denomina-
das «baratas», destinadas a personas con empleos estables y capaces La Corporación Mitre tenía tres secciones. La «Sección
de pagar una cuota que no era muy baja. El barrio creció rápida- Femenina» debía canalizar la actividad asignada a las mujeres: apo-
mente y pronto un grupo de vecinos constituyó la Corporación yar las tareas de la Corporación, bajo la supervisión de uno de sus
Mitre: fueron sus fundadores empleados públicos, médicos, co- directivos y sin participar en las decisiones. Esta posición secunda-
merciantes, docentes de escuelas y conservatorios así como trabaja- ria -que contrastaba con la intensa actividad de las mujeres en la vi-
dores, que aportaron una experiencia asociativa previa. En suma, se da social barrial- fue característica de todas las asociaciones de este
trataba de la capa superior de los sectores populares. período, donde rara vez ocupaban puestos de responsabilidad, sal-
vo en las específicamente orientadas por los socialistas. Muchas
Como en cualquier otra asociación, los dirigentes de la conferencias dadas en la Corporación sobre cuestiones femeninas
Corporación Mitre se autodefinían como los «vecinos conscientes» fueron muy exitosas, quizá porque en el 1926 se había aprobado la
y querían diferenciarse de los «apáticos», que no asumían sus res- ley de derechos civiles femeninos y el tema estaba en discusión. Ese
ponsabilidades; así lo manifiestaban regularmente desde las pági- año en la Corporación un grupo de mujeres inició una larga quere-
nas de Labor, el periódico de la Corporación, que en parte circula- lla contra la Comisión Directiva, que culminó con la autorización
178 ba en el barrio y en parte se enviaba a otras sociedades amigas. En para que actuaran como socias plenas, en paridad de derechos. Tal
solución no fue habitual, y la mayoría de las asociaciones siguieron que distraían las energías de lo específicamente cultural, y sólo ad-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


dirigidas por hombres, quizás hasta la época peronista. mitió el ajedrez. Se señaló que las parroquias incluían el fútbol co-
mo una actividad adecuada para entretener a los niños y «sacarlos de
La «Academia Cultural» organizaba cursos: los tradiciona- la calle». Otras bibliotecas se abrirían a ellos, reduciendo así la bre-
les de corte y confección, decoración, piano o declamación y los más cha con los clubes sociales y deportivos, en momentos en que estos,
novedosos de inglés o dactilografía. El público principal eran nueva- a su vez, comenzaban a incluir lo cultural entre sus actividades.
mente mujeres: tenían más tiempo libre y las jóvenes buscaban me-
jorar sus posibilidades laborales. La sección más importante era la En suma, asociaciones originariamente muy diferenciadas
«Biblioteca». Muchos escolares iban allí a realizar sus tareas; por otra concurrieron finalmente en prácticas bastante similares, ajustadas
parte, se prestaban muchas novelas y libros de entretenimiento. Pro- a las necesidades y expectativas de las nuevas sociedades barriales.
bablemente aquí, como en otros lugares donde ha quedado testimo- Estas instituciones tuvieron originariamente un radio de acción re-
nio, se constituyeron grupos más pequeños de lectores insaciables, ducido, limitado por la posibilidad del contacto personal de sus in-
como el de la «lectora silvestre» de Barracas que evoca Graciela Mon- tegrantes: fueron «vecinales», en tiempos en que los distintos ve-
tes. La lectura se complementaba con las conferencias. A la Bibliote- cindarios estaba separados por zonas vacías, tierra de nadie. Todas
ca Mitre concurrían algunos intelectuales del barrio, como J.A. Ca- las asociaciones relativamente cercanas procuraron establecer con-
rrizo, y otros buscados especialmente por los miembros más activos, tacto entre ellas, por ejemplo intercambiando sus periódicos, y fá-
que conocían el Colegio Libre de Estudios Superiores o la Sociedad cilmente puede explicarse la conformación de una red barrial más
Luz. La conferencia tenía mucho de ceremonial, en parte por la es- amplia, sobre la base de la comunicación entre las asociaciones.
casa competencia de actividades adecuadas para las familias y en par-
te por el prestigio que confería a quienes allí concurrían Ello explica Pero a la vez, el crecimiento urbano, la densificación de los
que aun en disertaciones sobre temas muy alejados de la experiencia espacios y la desaparición de las áreas vacías condujo a la formación de
barrial hubiera un público firme y entusiasta. ámbitos vecinales más grandes, los «barrios». Por su dimensión, la
identidad barrial no se basaba en el contacto interpersonal. Surgieron
Finalmente, la Biblioteca Mitre organizaba «veladas», ha- en parte de la decisión de las autoridades de crear grandes radios ba-
bitualmente a beneficio de alguna institución, donde tenían opor- rriales y asignar a una sociedad de fomento la representación colecti-
tunidad de exhibir sus logros los estudiantes de música o declama- va. Por otro lado, fue importante la existencia de algún elemento del
ción, los grupos teatrales o corales. El programa era heterogéneo y paisaje urbano que identificara una zona grande -como un parque- o
combinaba lo cultural con lo recreativo. Lo mismo ocurría, aunque un gran club de fútbol, que diera identidad a una barriada, como el
a partir de otras motivaciones, en la parroquia o en el club social. caso de San Lorenzo o Nueva Chicago, entre tantos otros. Pero siem-
Esa preocupación por el entretenimiento no llegaba, en el caso de pre esta identidad colectiva, de segundo grado, implicó una construcción
la Biblioteca Mitre, a la aceptación de los deportes por entonces de identitaria y alguien que asumiera activamente la tarea de formarla,
moda. El periódico Labor criticó el desarrollo de esas actividades, como ocurrió con el periódico Boedo que estudió De Privitellio. 179
EL FOMENTISMO DE GESTION La política apareció por otro camino. La tarea de la ges-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Se vuelve ahora al punto básico de estas asociaciones: la tión ante las autoridades impulsó a las sociedades de fomento a
gestión ante las autoridades para lograr mejoras edilicias. Al rea- agruparse y a tratar de incidir en un terreno en el que lo adminis-
lizar esa actividad, contribuyeron de manera decisiva a la forma- trativo llevaba sin solución de continuidad a lo político. En 1927
ción de los ciudadanos, en momentos en que la ley electoral san- la Corporación Mitre integró una Junta Central de Barrios, para
cionada en el año 1912 impulsaba la participación electoral y cí- discutir con la compañía constructora y con el Municipio, y en la
vica. Quienes concurrían a las sociedades de fomento aprendían década siguiente se formó en Buenos Aires una Confederación de
allí todas las técnicas de la participación política: hablar en pú- Sociedades de Fomento para presionar con más fuerza ante las au-
blico, proponer, negociar, dirigir, etc. En las bibliotecas y confe- toridades comunales. Por esa vía, se colocaron en medio de un
rencias se aprendía todo lo necesario para colocar los problemas conflicto entre el Intendente y el Concejo Deliberante.
inmediatos de la gestión en un marco más amplio, genéricamen-
te reformista, vinculado con los procesos nacionales y del mun- A su vez, las autoridades percibieron la importancia del
do entero. Por una y otra vía se formó el «ciudadano educado», movimiento fomentista y la conveniencia de reconocerlo, regular-
característico de estas décadas. lo y controlarlo. Los intendentes de Buenos Aires crearon el meca-
nismo del reconocimiento y la asignación de zonas de la ciudad a
La participación en estas sociedades solía ser el paso ini- distintas asociaciones, con el derecho exclusivo a gestionar en
cial para una carrera política, luego desarrollada en los comités nombre de ellos a las autoridades. Inclusive, promovieron la fun-
partidarios; a la vez, la pertenencia a la dirección de estas asocia- dación de algunas nuevas allí donde no las había. Ellos y los miem-
ciones solía ser uno de los atributos del político destacado. En bros del Concejo Deliberante, por cuerda separada y de acuerdo
1925 don Modesto Marquina, dirigente conservador de Tolosa, con sus respectivos cálculos políticos, ejercieron el patronazgo, die-
presidía el Club de Fútbol «Ferrocarril Sud Tolosano», la Comi- ron curso o no, a las solicitudes, repartieron subsidios y organizaron
sión pro Escuela, el Club Sudamérica y la Liga de Fomento Dar- redes de sociedades, adictas o enemigas.
do Rocha. Por su parte, los socialistas normalmente militaban en
las bibliotecas populares. Pero a pesar de toda esta evidencia, el En 1936, cuando se discutió la renovación de las conce-
movimiento fomentista y cultural siempre mantuvo firmemente siones a las compañías de electricidad de la Capital, las sociedades
el principio de que se trataba de instituciones «apolíticas». Tal po- de fomento se agruparon para enfrentar a la Intendencia y, por un
sición les permitía mantenerlas relativamente alejadas de enfren- momento al menos, antes de dividirse, se convirtieron en los voce-
tamientos que solían ser fuertemente facciosos, lo que es coinci- ros del «interés vecinal» ante el Intendente. Según señala De Privi-
dente con el clima general de cooperación y progreso. Y sin em- tellio, a quien seguimos en este punto, es significativo que la divi-
bargo la misma Corporación Mitre, que defendía entusiastamen- sión se produjera al mismo tiempo que un cambio político de en-
te el apoliticismo, se dividió hacia 1928, con motivo de las dispu- vergadura: el levantamiento de la abstención y el retorno electoral
180 tadas elecciones presidenciales de ese año. de la Unión Cívica Radical.
PERMANENCIAS LAS ASOCIACIONES MUTUALES, SINDICALES

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


Después del año 1945 el movimiento fomentista, que Y PROFESIONALES
era tan activo en la ciudad de Buenos Aires, se estancó. Es posi-
ble que la nueva coyuntura política no lo favoreciera, pero más Mutuales, sindicatos y asociaciones profesionales, que se
probablemente la causa principal fue el agotamiento de su resor- incluyen entre las asociaciones de afinidad, conforman un universo
te principal: las mejoras edilicias estaban prácticamente cubier- heterogéneo, con características específicas y sólo algunos rasgos co-
tas. Por otra parte, el desarrollo de entretenimientos de masas, munes. En estos años, hubo en los tres campos una tendencia a la
como el cine y la radio redujeron la importancia de esa función. articulación o la integración de asociaciones originariamente peque-
En otros lugares en que esto ha sido estudiado, la situación es di- ñas y aisladas, y a la constitución de redes y de organizaciones de se-
ferente: Jumar constató en Tolosa que la vida de estas asociacio- gundo o tercer grado, en algunos casos para mejorar la eficiencia de
nes se desarrolló sin grandes oscilaciones en las dos décadas si- funcionamiento y en otros para poder gestionar con más fuerza an-
guientes. A la vez, los pocos estudios existentes sobre barriadas te el Estado. Aunque la defensa corporativa fue central en esta etapa,
del Gran Buenos Aires muestran cómo, en las sociedades de la nue- estas asociaciones participaron en general del espíritu reformista de
va frontera, el fenómeno se reproduce en las décadas posteriores a la época, y muchas de sus intervenciones fueron también motivadas
1950 sobre líneas bastante similares. por un afán de mejorar las condiciones de la sociedad.

Algunas diferencias son significativas: según los estudios La intervención del Estado en terrenos originariamente de-
de H. M. Segura Salas sobre el partido de San Fernando, en Vi- finidos por asociaciones civiles fue más bien demandada, que ofreci-
rreyes y San Fernando Oeste los clubes tuvieron un dinamismo da. Los dirigentes asociacionistas debieron decidir entre dos aspira-
mayor y no existieron las bibliotecas como instituciones autóno- ciones incompatibles: mantener la autonomía plena o lograr que el
mas, aunque sí adosadas a clubes. Reaparecieron las sociedades Estado interviniera para resolver cuestiones que escapaban a sus po-
étnicas o de origen: en este caso, correntinos y santiagueños se sibilidades. Una idea es característica de ese dilema: la posibilidad de
reunían para celebrar la fecha de la Virgen de Itatí, homenajear transformar las asociaciones voluntarias en otras de pertenencia obli-
al «Gauchito Gil» o compartir mate y tortas fritas. Las sociedades gatoria, que empezó a discutirse en estos años. En el área del Estado
de fomento se convirtieron a menudo en consorcios vecinales pa- no había un criterio definido sobre la conveniencia de intervenir ple-
ra encarar de manera cooperativa la construcción del pavimento namente en el campo asociativo, para controlarlo y regularlo. Sus ac-
o los desagües, con apoyo financiero del gobierno provincial. ciones dependieron muchas veces de la iniciativa de algunos funcio-
Los clubes de jubilados ocuparon también un lugar importante. narios, y otras de la posibilidad de obtener réditos políticos tangi-
Finalmente, muchas parroquias incursionaron plenamente en el bles, al igual que con las sociedades de fomento. En estas cuestiones
terreno de la ayuda social. hubo un aprendizaje. Las intervenciones del Estado fueron acotadas,
y muchas veces insuficientes en relación con las demandas, pero se
realizaron en la línea que, luego de 1943, se adoptaría con firmeza. 181
LAS MUTUALES usuarios y la elevación de los costos. A las razones coyunturales -la cri-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Como ya hemos visto, hacia 1920 existía una enorme can- sis y la desocupación- se sumó un cambio más profundo: las mutua-
tidad de pequeñas mutuales, organizaciones surgidas de iniciativas di- les dejaron gradualmente de ser instituciones filantrópicas, donde los
versas, propias de una sociedad en formación: grupos de inmigrantes socios más ricos ayudaban a los miembros realmente necesitados, y
o trabajadores, sindicatos, empresas, grupos políticos, como los socia- todos los socios empezaron a hacer uso de sus servicios. Además, se
listas, o la Iglesia, a través de los Círculos Obreros. Sus fines eran va- elevó el costo de la atención médica, por la especialización de los ser-
riados, aunque coincidían en la idea central de la ayuda mutua. Los vicios -tal el caso de las radiografías-, o la generalización del uso de es-
servicios prestados correspondían, en primer lugar, a la atención mé- pecíficos de laboratorio, más costosos. Esto generó un amplio deba-
dica y los remedios; podía incluir también la internación hospitalaria, te: qué debía hacer una mutual, cuáles eran los límites del principio
los gastos fúnebres y el apoyo a la familia del socio fallecido y, en al- de solidaridad, y si debía combinarse con otro que tuviera en cuenta,
gunos casos los seguros de vida, la educación de los niños, las pensio- por ejemplo, los costos diferenciales según la enfermedad padecida.
nes o la «protección mutua» más general. Las había grandes y peque-
ñas, y eran más o menos eficaces; surgidas de un impulso societario Los mutualistas debieron buscar nuevas soluciones, como
espontáneo, solían desenvolverse en un relativo aislamiento, con es- en el caso de los ferroviarios. Las mutuales fundadas por estos traba-
casos vínculos entre ellas, y poca relación con las autoridades. jadores estaban vinculadas con cada una de las secciones laborales
por lo que eran pequeñas y débiles; los dirigentes advirtieron pron-
Según Susana Belmartino, a quien seguimos en estos te- to que para adecuarse a los cambios técnicos de la medicina era ne-
mas, en las décadas de la entreguerra se redujo el dinamismo de las cesario integrarlas. La creación de un Hospital Ferroviario fue una
mutuales de origen étnico, un proceso que se relaciona con la ya se- solución apropiada y casi obvia para una comunidad obrera densa,
ñalada paulatina argentinización de la sociedad: las mutuales étnicas con dos organizaciones gremiales fuertes y orgánicas, la Unión Fe-
o nacionales consolidadas se mantuvieron pero la iniciativa no se re- rroviaria y La Fraternidad. Pese a ello, la empresa fue difícil: las tra-
novó. En cambio crecieron las que agrupaban a los trabajadores, ya tativas comenzaron en 1930, las obras en 1935 y el Hospital se inau-
fuera por comunidad de oficio o de empleo. El primer caso estaba a guró en 1940, con una sede central, sucursales en Rosario y una clí-
menudo asociado con los gremios, aunque no necesariamente era nica para tuberculosos en Córdoba. Pese a que utilizaron sus vincu-
así: los obreros ferroviarios, al margen de la Unión Ferroviaria o La laciones políticas y encontraron gran solidaridad, el Estado no apor-
Fraternidad, fueron una fuente permanente de estas iniciativas. tó prácticamente nada, salvo la autorización para que las empresas
También las empresas constituyeron el marco de este nuevo segmen- retuvieran la cuota social de los miembros. Sobre 50.000 ferrovia-
to del mutualismo, que a menudo promovieron, como en Flandria; rios, en 1940 apenas 20.000 estaban afiliados. El caso muestra tan-
las estatales estimularon activamente tales iniciativas y ofrecieron un to la reacción del mutualismo frente a las dificultades -asociarse- co-
instrumento de gran utilidad: el descuento de la cuota por planilla mo las dificultades y límites de este emprendimiento, en tanto se
para quienes se asociaban voluntariamente. En estas décadas las apoyara sólo en la iniciativa societaria. Fue único en esta etapa, pero
182 mutuales debieron enfrentar dos problemas: el aumento de los indicó el camino que la mayoría de los sindicatos recorrería luego.
La tendencia a la asociación se puso de manifiesto, por LOS SINDICATOS

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


otras vías, en los sucesivos intentos de constituir federaciones o li- En estos años las asociaciones gremiales se transformaron de
gas de mutuales. En 1918, en un congreso de Mutualidades, or- manera sustantiva. Las sociedades de resistencia, que agrupaban a
ganizado por el Museo Social Argentino, se propuso integrar los trabajadores por oficio, de carácter profundamente contestatario y
servicios médicos y farmacéuticos, pero eran apenas trece socieda- bajo grado de organización, que aun existían en la mayor parte de las
des. En 1936 se constituyó una Liga de Entidades Mutualistas y actividades, fueron gradualmente remplazadas por organizaciones
en 1940 una Liga Argentina de Entidades Mutualistas, con mayor gremiales más grandes, las cuales agrupaban a distintos trabajadores
representatividad, que publicó un periódico, organizó una coope- de una misma rama o actividad. Perduró un rasgo residual, que las
rativa farmacéutica, participó en comisiones estatales para estable- diferencia claramente de las posteriores: continuaron siendo volunta-
cer el régimen jurídico de las mutuales y organizó dos congresos rias y agruparon a aquellos trabajadores que manifestaban una firme
en 1942 y 1944. decisión de pertenecer a ellas. Su propósito fue tanto luchar como
negociar y, a menudo, la lucha apuntó a fortalecer la organización,
Estos intentos de federación apuntaban a gestionar el para negociar en mejores condiciones. Sus interlocutores eran en pri-
apoyo del Estado. Estaba el problema del costo de los medicamen- mer término los patronos, cuya organización gremial también se de-
tos y la posibilidad de una regulación o algún tipo de listado de sarrolló, de acuerdo con una lógica similar, como se verá posterior-
específicos básicos. También se esperaba la sanción de una ley re- mente. Pero progresivamente, el Estado se involucró cada vez más en
gulatoria, como la de cooperativas de 1926. Desde 1913 hubo los conflictos, no ya para reprimir indiscriminadamente -en ocasio-
distintos proyectos, que revelaban la dificultad de ese ordena- nes sí lo hizo-, sino para mediar entre las partes y eventualmente de-
miento, por la heterogeneidad de las entidades y la poca disposi- fender un interés superior al de cada uno de los contendientes. La
ción de cada una a sacrificar su especificidad, ya sea en la defini- presencia creciente del Estado tuvo un eco rápido en las organizaciones
ción de funciones o en las formas de organización y gobierno. Es sindicales, que reconocieron en él al interlocutor privilegiado.
significativo que algunas organizaciones reivindicaran la autono-
mía y otras solicitaran la intervención del Estado, conjuntamente La crisis social, 1917-1921
con su aporte económico y que, de una u otra manera, apareciera Estos cambios comenzaron a advertirse cuando en 1915,
la idea de la obligatoriedad: cada individuo debía pertenecer al en su IX Congreso, el grupo «sindicalista revolucionario» ganó la
menos a una mutual. En 1938 el presidente Ortiz dio un decreto conducción de la Federación Obrera Regional Argentina (FO-
regulatorio, de índole general. En este aspecto y en otros la inter- RA). Desplazaron a los comunistas anárquicos, replegados en
vención del Estado fue escasa: a diferencia de las sociedades de fo- otra FORA, conocida como «del V Congreso». Seguidores en
mento de las grandes ciudades, probablemente no existía aquí ni principio de Sorel y Labriola, los sindicalistas tomaron de ellos la
la urgencia ni los réditos políticos que la justificasen. En cambio, idea de privilegiar la organización sindical y rechazar a los parti-
subraya Belmartino, la intención de buena parte del mutualismo dos políticos, pero la «revolución» se transformó en negociación,
de demandar esa intervención estaba claramente planteada. y frecuentemente en oportunismo. Con su impulso se consolidó 183
la organización de los gremios ligados a las actividades exporta- Consideremos el caso de una organización nueva: la So-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

doras -marítimos, portuarios, ferroviarios- que tenían una gran ciedad de Resistencia Molineros Unidos, creada en octubre de
capacidad para presionar sobre los empresarios y el Estado. Tam- 1917, estudiada por M.E. Rapalo y M.V. Grillo. Por entonces la
bién establecieron una buena relación con el presidente Yrigoyen, actividad molinera estaba prácticamente en manos de una empre-
alentados por su cambio en la política sindical. sa, Molinos Río de la Plata del grupo Bunge y Born. Buena parte
de la actividad se desarrollaba en el Puerto de Buenos Aires; allí,
Hasta 1916, era habitual que el Estado reprimiera con sus trabajadores estaban en contacto con las grandes y conflictivas
dureza los movimientos huelguísticos. Yrigoyen cambió de polí- organizaciones de portuarios y marítimos, que alentaron su orga-
tica: se negó a reprimir, dejó que los conflictos se desarrollaran y nización. La Sociedad incluyó a trabajadores anteriormente rela-
finalmente ofreció su mediación personal. Esta permisividad cionados con otros sindicatos de oficio, aunque no todos optaron
ocurrió en momentos en que la Guerra Mundial y su finalización por incorporarse, en parte porque todavía no se había impuesto la
incrementaron las tensiones, las demandas y los conflictos socia- idea del gran sindicato, y en parte por razones ideológicas y polí-
les. Por otra parte, la ola revolucionaria mundial y el triunfo de ticas: los conductores de carros, por ejemplo, eran anarquistas y
los bolcheviques en Rusia desataron la imaginación revoluciona- reacios a definirse por un gremio que rehusaba definirse en esos
ria. En suma, se inició un período de alta conflictividad social, términos. El reclutamiento fue exitoso: en la Capital, se estima
que estimuló el crecimiento de las organizaciones gremiales. La que afiliaron al 80% de los trabajadores; luego, prosiguieron con
más importante fue la Federación de Obreros Marítimos, que los distintos molinos de Bunge y Born del país y hasta hicieron
protagonizó una serie de huelgas exitosas hasta 1921. Otros gre- contactos con trabajadores en Montevideo y en Brasil.
mios menores aprovecharon el impulso para definir su organiza-
ción y lanzarse a la pelea se trataba de dos aspectos complemen-
tarios y contradictorios a la vez, pues toda la tradición previa de
lucha, de raíz anarquista, era reacia a la organización estable.

Esto se advierte en casos de fuerte movilización y esca-


so saldo organizativo. Los peones rurales pampeanos se movili-
zaron sin llegar a constituir un sindicato; tampoco lo hubo en el
norte de Santa Fe, donde los trabajadores se movilizaron contra
la empresa de quebracho La Forestal. En la Patagonia, la larga
huelga de los peones rurales fue organizada por una Sociedad
Obrera de Oficios Varios, con fuerte presencia de militantes
anarquistas. Luego de la represión quedaron pocos vestigios del
184 movimiento. Grupo de activistas durante los sucesos de la Patagonia Trágica
La organización conservó mucho del modelo de las socie- para resistir: la Asociación del Trabajo, de la que enseguida se habla-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


dades de resistencia e incorporó algunos elementos más nuevos. Pa- rá, trató de proveer de crumiros para las empresas en conflicto y po-
ra ingresar, los socios debían ser presentados por otros más antiguos co después se constituyó la Cámara de Molineros. En agosto de
y todos contribuían estrictamente con su cuota al sostenimiento de 1918 el Estado se ofreció como mediador, lo que produjo una divi-
la organización. Las decisiones se tomaban en frecuentes asambleas sión entre los huelguistas: los de extracción anarquista la rechazaron
generales, que designaban una Comisión Administrativa, con fun- y los sindicalistas la aceptaron. El Estado era aun un protagonista
ciones estrictamente delimitadas; en ocasiones la Asamblea creaba débil: para la finalización del conflicto fue decisiva la mediación
comisiones ad hoc, como el Comité de Huelga. Los cargos de la Co- ofrecida por la Federación Obrera Marítima, que actuó como garan-
misión Administrativa eran honorarios, aunque en noviembre de te entre las partes. Por entonces, la Sociedad de Molineros decidió
1918, en medio de la huelga, se estableció una remuneración para el su ingreso a la FORA del IX, de tendencia sindicalista.
Secretario General, una medida muy criticada por los anarquistas. A
lo largo del conflicto, hasta 1921, fueron creciendo las atribuciones En suma, los dirigentes sindicalistas le ganaron a los anar-
de la Comisión Administrativa y de su Secretario General, Francis- quistas en la competencia por conducir la movilización y propusie-
co Carbajal, que llegó incluso a negociar por su cuenta con los em- ron transformar la Sociedad de Resistencia en un gremio organiza-
presarios. Esto suscitó un violento conflicto con parte del cuerpo de do, fortaleciendo las instancias de conducción. En esta intensa mo-
delegados, que culminó en diciembre de 1919 con una refriega y un vilización social hubo un punto de inflexión en enero de 1919: los
tiroteo, en el que Carbajal resultó muerto. El episodio formaba par- episodios de la «Semana Trágica» acabaron con la política de me-
te de la confrontación de dos maneras de concebir la organización y diación del Estado y comenzó la acción represiva, complementada
la negociación sindical. Carbajal se asemejaba al gran sindicalista de y aun impulsada por organizaciones como la Asociación del Traba-
entonces, el marítimo Francisco García, el primero que entró en la jo o la Liga Patriótica, que se propuso instaurar el orden por la vio-
Casa de Gobierno para hablar con el Presidente. lencia. Hacia 1921 la agitación social había concluido y, con los
«años dorados» de la década del ‘20, sobrevino la paz social.
La organización se fortaleció al calor de la lucha reivindi-
cativa, iniciada en octubre de 1917. Los reclamos sindicales eran Tranquilidad social y organización gremial
amplios: junto con las cuestiones salariales y las de condiciones de En ese contexto se afianzaron las tendencias organizativas y
trabajo estaban la estabilidad en el empleo, la regulación de la con- declinaron las confrontativas. Los sindicatos ferroviarios fueron el
tratación y sobre todo el reconocimiento a la organización sindical ejemplo más destacado de esta evolución: La Fraternidad, que agru-
y su status en la negociación. Para luchar, combinaron la huelga con paba a los maquinistas y la Unión Ferroviaria (UF). Ésta se constitu-
la solidaridad de otros gremios y el boicot de los trabajadores a to- yó en 1922, en remplazo de la Federación Obrera Ferrocarrilera, que
das las actividades de Bunge y Born. Pero lo decisivo fue el apoyo había conducido las huelgas de 1917/18, concluidas con un rotundo
de los marítimos, que bloquearon las exportaciones de la empresa. fracaso. Según Joel Horowitz, la nueva organización se benefició con
Los empresarios sintieron la deserción del Estado y se organizaron la protección del gobierno del presidente Alvear, quien gestionó ante 185
las empresas no sólo el reconocimiento de la UF -una reivindica- de los trabajadores permitieron construir numerosos barrios. Para fa-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ción básica de cualquier organización gremial-, sino una serie de cilitar el turismo se encaró la compra de un hotel, en las afueras de
acuerdos laborales, luego formalizados en convenios colectivos. Las Buenos Aires y ya se mencionó el Hospital Ferroviario. Para muchos
empresas también apreciaron las ventajas de negociar con un sindi- de estos emprendimientos fue decisiva la autorización del Estado
cato bien organizado, capaz de disciplinar a los múltiples sectores de para retener la cuota pertinente de los sueldos de los trabajadores.
una actividad compleja y reducir al mínimo los paros espontáneos.
En 1930, en medio de la crisis, unos y otros confirmaron las ventajas Por otra parte, los propios ferroviarios desarrollaron ini-
de esta negociación: la Unión aceptó una reducción de los salarios, a ciativas de tipo mutual: dormitorios colectivos en los puntos de
cambio de asegurar la estabilidad de los empleos. empalme; comedores sociales; cooperativas de consumo, sobre to-
do en pueblos y ciudades donde se concentraba un número impor-
La UF integró a todos los grupos de ferroviarios, con excep- tante de trabajadores; clubes, bibliotecas, cursos de capacitación:
ción de los maquinistas: artesanos y obreros de los talleres, guardas, un arsenal asociativo similar al de otras entidades de base, que se
señaleros y empleados de estación, peones de vía y obra, que además hizo sentir en muchas localidades. Por ejemplo, en Justo Daract,
trabajaban en distintas empresas, incluyendo una del Estado. La pro- San Luis, de menos de 5.000 habitantes, 500 ferroviarios crearon
porción de afiliados fue muy alta: alrededor de un 60%. Tuvo una una biblioteca de magnitud, una cooperativa de consumo, una
organización centralizada y eficiente: una Comisión Directiva cen- asociación de ayuda mutua, una escuela cooperativa, una sala de
tral, de la que dependían casi 70 funcionarios pagos y más de 200 primeros auxilios y un club con salón de baile y sala de cine. Algu-
comisiones seccionales, en todo el país; la Comisión Central tenía nos de estos servicios estaban disponibles para la población en ge-
autoridad para intervenir las seccionales, y así disciplinar a los dísco- neral, pero muchos eran de uso exclusivo para los ferroviarios. Ese
los. En esta autoridad y en la reticencia a apelar a la huelga, estaba fuerte sentido comunitario se manifestó en todo el accionar gremial
la clave del respeto a la UF por el Estado y las empresas. de la UF, que en cambio rara vez dio prioridad a la solidaridad en-
tre los trabajadores; por ejemplo, no realizaba paros solidarios con
Entre los trabajadores, el apoyo a los directivos se basaba en otros huelguistas, lo que constituye un cambio importante respecto
el reconocimiento de sus logros, que convertían a los ferroviarios en de las prácticas y tradiciones de principios de siglo.
una elite obrera. Pese a que había grandes diferencias según trabajo y
especialidad y también entre empresas, en todas funcionaban conve- En la década de 1930 otros gremios consiguieron franqui-
nios colectivos que garantizaban la estabilidad, un sistema de promo- cias similares a las de los ferroviarios, aunque de una extensión me-
ción escalafonario, licencias por enfermedad, licencia anual y garan- nor. La Federación de Empleados de Comercio logró leyes de esta-
tías ante eventuales arbitrariedades de la patronal. Empresas y traba- bilidad, limitación de la jornada de trabajo y «sábado inglés», aun-
jadores aportaban a un fondo de jubilación, garantizado por ley, que que no consiguió la sanción de una ley de jubilaciones; sus logros se
fue precursor. El Hogar Ferroviario era una cooperativa de vivienda; basaron, no tanto en la capacidad de presión, menor que la de la UF,
186 la UF consiguió fondos de distintas fuentes, que sumados a los aportes como en una amplia campaña pública, desarrollada y apoyada por
las fuerzas políticas, particularmente los socialistas. También los otros tantos se proclamaron independientes; pero la gran mayoría

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


obreros y empleados municipales de la ciudad de Buenos Aires eran esencialmente sindicalistas: buenos administradores y buenos
consiguieron otro régimen de excepción, gracias al apoyo de ellos. negociadores, reconocidos como tales por sus compañeros.

Estos ejemplos muestran el desarrollo de organizaciones Sindicalismo comunista y nueva movilización


de gestión y negociación modernas y eficientes, preocupadas por Los casos mencionados se refieren a organizaciones gre-
cohesionar a sus trabajadores por medio de mejoras concretas y ca- miales antiguas, afincadas en las grandes ciudades, vinculadas a los
paces de utilizar tanto los recursos sindicales como los políticos. servicios públicos y con capacidad para influir sobre las autorida-
También revela que el Estado intervino frecuentemente en la nego- des o los políticos. Distinto era el panorama en el sector industrial,
ciación entre trabajadores y patronos, y en la regulación del conflic- sobre todo el que, por obra de la sustitución de importaciones, es-
to social. Lo han mostrado R. Gaudio y J. Pilone, confrontando taba creciendo de manera acelerada en los nuevos cinturones su-
con una opinión muy arraigada: si bien esta tendencia se desplega- burbanos, incorporando contingentes de trabajadores provenientes
ría ampliamente después de 1943, su sentido ya estaba planteado en de las zonas rurales. En esos territorios de nueva frontera la im-
la década de 1930. No fue una acción sistemática y deliberada: plantación sindical era menor, el Estado se preocupaba menos por
cuando se trataba de sindicalistas comunistas y no había una opi- la vigilancia y el control, los empresarios podían actuar más libre-
nión pública vigilante, la represión fue dura, como en la huelga de mente para impedir la acción gremial y los propios trabajadores
los petroleros de Comodoro Rivadavia en 1932, en las de los tra- encontraban menos ventajas concretas en la militancia sindical. En
bajadores de la carne en Buenos Aires o en la de la construcción suma, un círculo de causas reducía el poder de los sindicatos, en las
en 1936, cuando algunos de sus dirigentes, que eran extranjeros, áreas donde la masa obrera estaba creciendo más aceleradamente.
fueron deportados. Pero en otros casos actuó con eficacia, como lo Allí cobró relevancia el sindicalismo comunista, que irrumpió en
testimonia el alto número de huelgas que concluyeron en negocia- los años ‘30 con nuevas formas de acción y de organización.
ciones. El Estado operó con escasa base legal: las funciones reco-
nocidas al Departamento Nacional del Trabajo eran mínimas. Pe- A diferencia de los socialistas y los sindicalistas, los mili-
ro en cada caso fue encontrando soluciones específicas, que tenían tantes comunistas eran outsiders, al margen de la CGT -sólo ingre-
consenso de las partes y servían para las negociaciones posteriores. sarían a ella hacia 1938- y duramente perseguidos por la Policía,
amparada en una ley de represión del comunismo. Para lograr una
Se trata de la misma preocupación estatal que ya se ha se- rápida implantación, solían concentrar la militancia en un objeti-
ñalado para el caso de las asociaciones de base: controlar y regu- vo específico, por ejemplo una fábrica, para llegar a desatar una
lar. Como en aquellas, también en las asociaciones gremiales pre- gran huelga, que soldara la solidaridad entre los trabajadores y el
dominaron quienes, desechando las ideas radicales y contestatarias, nuevo grupo dirigente. Sus militantes esgrimían las reivindicaciones
preferían practicar la negociación y la administración. Muchos inmediatas de los trabajadores -salarios, estabilidad, prepotencia
dirigentes sindicales tuvieron afinidad con el partido Socialista y de patronos o de capataces, seguridad- y realizaban una tarea de 187
captación personal, reforzada con la distribución del periódico, Capital. Pronto se constituyó la Federación Obrera Nacional de la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

gran instrumento de trabajo político e ideológico. Construcción, que cubría toda la rama, subsumió las viejas agrupa-
ciones por oficios y desplazó a los militantes tradicionales, muchos
El caso más exitoso fue el Sindicato de Albañiles de Buenos de ellos anarquistas. Una serie de sucesivas y planificadas acciones
Aires, que estudió Celia Durruty. Creado en 1935, se propuso reu- repetidas en todo el país tuvieron como resultado el efectivo arrai-
nir a los trabajadores de diferentes oficios afines, que hasta entonces go nacional de la organización. A semejanza de la Unión Ferrovia-
tenían sus propios gremios, convocándolos a fundirse en una orga- ria, la FONC tenía una conducción central, de la que dependía el
nización de toda la rama de actividad; se trataba de unificar fuerzas, personal rentado y una serie de secciones zonales, y las relaciones
pero también de adecuarse a la evolución del capitalismo y la ten- combinaban dosis de autonomía con mucho de lo que, de manera
dencia a la concentración empresaria. El pliego de condiciones in- eufemista, los comunistas llamaban «centralismo democrático».
cluía mejoras de salarios, tipificación de las categorías de trabajado-
res, distintas cuestiones sobre la actividad laboral y finalmente el re- El de la Construcción fue, por lejos, el caso más exitoso; es-
conocimiento por parte de la patronal de la nueva organización gre- trategias similares tuvieron resultados menos rotundos, aunque
mial. Convocaron a la solidaridad del conjunto de los trabajadores: igualmente significativos, con los trabajadores de la carne, los texti-
la huelga general de la Capital Federal, de enero de 1936, tuvo una les y los metalúrgicos. A diferencia de los socialistas y sindicalistas,
eficacia demoledora. Fue característico de esta nueva acción gremial los comunistas dieron importante cabida a las reivindicaciones de las
el uso sistemático de la violencia, en parte para disuadir e intimidar trabajadoras y un lugar en la conducción a sus militantes mujeres, lo
a los que no se plegaban al paro y en parte para asustar a la opinión que les permitió arraigar con éxito entre las trabajadoras telefónicas
pública y forzar la intervención mediadora de las autoridades. Tuvie- o las textiles. En todos los casos, los comunistas dejaron sentados los
ron éxito: las entidades patronales -que en parte se organizaron para principios del sindicato por rama de industria y de la organización
la ocasión- se convencieron de que debían negociar con los huelguis- centralizada y federativa, ampliamente desarollados luego de 1945.
tas y el Departamento Nacional del Trabajo advirtió que debía me-
diar. El Sindicato de Albañiles obtuvo mucho de lo que pedía y sobre Los comunistas y los socialistas compitieron, se combatie-
todo logró la rápida adhesión del conjunto de los obreros. ron y en ocasiones confluyeron, como en los años de la lucha anti-
fascista. El estilo gremial comunista difería del socialista en varios
Pero semejante ejercicio de militancia callejera no tenía por puntos. La relación del partido Socialista con sus dirigentes gremia-
propósito generar un motín urbano sino, más sencillamente, con- les era distante: ni el Partido los reconocía, ni estos se sentían priori-
solidar la nueva organización. Los albañiles desarrollaron un preci- tariamente solidarios con él. En la conducción de los sindicatos co-
so sistema de captación y afiliación y a la vez de control del merca- munistas había una presencia más formal de los militantes partida-
do de trabajo, a través de la acción de los capataces, habitualmente rios, que transmitían disciplinadamente a las bases sindicales la línea
encargados de organizar las cuadrillas: se ha calculado que en 1941 política del partido. Los socialistas confiaban en que, a largo plazo,
188 estaban afiliados voluntariamente el 40% de los trabajadores de la la educación liberaría a los trabajadores; los comunistas valoraban
menos las bibliotecas y las conferencias, y preferían una acción más autoridad y legitimidad para definir la pertenencia, dirimir las

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


intensa y expresiva. Es posible que esto correspondiera a la estrategia cuestiones profesionales y asumir la defensa de sus miembros. En
de implantación y que las organizaciones, una vez asentadas, termi- 1913 un grupo de abogados de las más diversas tendencias ideoló-
naran por desarrollar un estilo de prácticas que ya se ha señalado co- gicas fundó el Colegio de Abogados de Buenos Aires; un intento
mo común a distintos ámbitos de la sociedad. No se pudo constatar anterior, de 1857, había fracasado en 1871. Los Colegios profesio-
esto, pues a partir de 1943 durante la gestación de la alianza entre los nales apuntaron a formar entidades nacionales de segundo grado.
obreros organizados y el coronel Perón, los sindicalistas comunistas En 1926, los Colegios Profesionales de Ciencias Económicas cons-
fueron rigurosamente perseguidos y sus organizaciones disueltas. tituyeron una federación nacional. En 1915 la Sociedad Central de
Arquitectos sancionó su Código Profesional, donde definía crite-
CORPORACIONES DE PROFESIONALES LIBERALES rios de pertenencia y normas profesionales. Así, admitió la presen-
También en el terreno de otras asociaciones de afinidad, cia de estudiantes, como socios adherentes, pero excluyó a los em-
las profesiones liberales, se desarrolló un movimiento tendiente a presarios de la construcción y a los arquitectos en relación de de-
la constitución corporativa de la actividad a través de la formación pendencia, con el Estado o con otros arquitectos. Se trataba de
de colegios profesionales. Más allá de la especificidad de cada caso, una profesión liberal y el tema de los honorarios -regulados como
hubo un par de circunstancias comunes. La creciente complejidad porcentaje del presupuesto de la obra- se definió cuidadosamente.
de las prácticas profesionales, la aparición de diferentes especializa-
ciones en cada una de ellas y la variedad de problemas de la activi- A la vez, hubo una apelación a la intervención del Estado pa-
dad profesional impulsó la formación de colegios, dirigidos a aten- ra fijar normativas al ejercicio profesional, así como una resistencia a
der los problemas de sus miembros, ejercer algún tipo de regula- admitir una injerencia exagerada en cuestiones que los profesionales
ción de la actividad y representar a la corporación ante el Estado. aspiraban a resolver ellos mismos. La relación con el Estado tenía otra
Por otra parte, la transformación en los modos de ejercicio de la ac- faceta: su creciente presencia como empleador. En el caso de los arqui-
tividad, la crisis de la práctica liberal y el desarrollo de distintos ti- tectos, la definición liberal de la profesión apartó a la Sociedad Cen-
pos de relaciones salariales o contractuales impulsó la defensa co- tral de Arquitectos de la parte más dinámica del mercado: las obras
lectiva de los intereses y la agremiación, aunque los profesionales públicas, los diques, los caminos, los planes de vivienda, donde el pro-
eran reacios a adoptar las formas organizativas de los trabajadores. fesional debía interactuar con el empresario constructor. En respuesta
Así, desde la Sociedad Central de Arquitectos, fundada en 1901, a eso se constituyó en 1925 el Centro de Arquitectos, Constructores
éstos buscaron diferenciarse con nitidez de los ingenieros, consoli- y Anexos, con una convocatoria menos restringida que la SCA.
dar las carreras universitarias de arquitectura y lograr que el Estado
contratara para las obras públicas a arquitectos argentinos. Desde aquí, analizaremos más en detalle estos cambios en una
corporación profesional, los médicos, aprovechando los excelentes estu-
En cada una de las profesiones, ese movimiento apuntó, dios de Susana Belmartino. Como punto de comparación, haremos
en primer lugar, a la formación de asociaciones propias dotadas de una breve referencia al caso de la Asociación Psicoanalítica Argentina. 189
Los médicos solían dividir su tiempo entre el hospital y el apelación al Estado. Desde el punto de vista gremial, se discutió la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

consultorio, dirigido a dos grupos diferenciados de pacientes: pobres cuestión de los salarios y regímenes de trabajo en los hospitales na-
y pudientes. En los años de entreguerra, se hizo evidente que esta ma- cionales o municipales. En el caso de las mutuales -las había de
nera de entender la profesión dejaba de ajustarse a la realidad. Mu- muchos tipos y envergaduras-, las situaciones laborales eran más
chos del grupo de los pudientes recurrieron a diversos sistemas mu- complejas y se sumaba la cuestión de su solvencia y la necesidad,
tuales o al hospital, reduciendo la consulta. A la vez, se desarrollaron aducida por los médicos de que el Estado regulara su funciona-
empresas médicas -clínicas, hospitales privados- con médicos emplea- miento. Otras alternativas para eludir la amenaza de proletariza-
dos a sueldo; también solían hacerlo en las mutuales, de modo que ción fueron las clínicas cooperativas. Inclusive se discutió sobre los
percibían, al menos como tendencia, su posible proletarización y co- alcances del hospital público, pues muchos médicos alegaban que
mo problema la defensa del honorario profesional. Por otra parte, el debía restringirse su uso a quienes efectivamente no pudieran pagar
desarrollo de la tecnología médica (desde radiografías hasta electro- una consulta o que, al menos, debía ser arancelado.
cardiogramas) estimuló la centralización de los servicios e impulsó
más aun la crisis del profesional liberal, habituado a resolverlo todo La cuestión de las incumbencias fue encarada primero co-
en su consultorio. Esto se agravó con la sobreoferta de médicos, al mo un problema específico de la corporación. Los médicos especia-
menos en aquellas zonas donde estaba la demanda efectiva, los pa- listas organizaron asociaciones por especialidades y, aunque no po-
cientes pudientes. La proliferación de profesionales agregó un segun- dían aspirar a que una norma la definiera con total precisión, procu-
do problema: normas de conducta y prácticas sólidamente estableci- raron establecer en su sentido común la pertinencia de la especiali-
das comenzaron a ser transgredidas de manera habitual, por la demo- zación, acreditada con cursos universitarios o títulos específicos. Pu-
cratización de la profesión, que desgastó viejos códigos o simplemen- dieron, al menos, reclamar al Estado que los tuviera en cuenta al ha-
te la necesidad de supervivencia. Al problema laboral se agregó el éti- cer designaciones en hospitales o reparticiones públicas, pero básica-
co. Estaba también la cuestión de las competencias y las incumben- mente se trataba de un criterio que debía legitimarse en el interior
cias profesionales. Al problema de los curanderos, sólo parcialmente de la profesión. Sobre paramédicos, en cambio, valía el reclamo de
zanjado, se sumaba la oferta de productos medicinales milagrosos, la reglamentación, aun cuando inevitablemente quedarían zonas os-
avalados por alguna supuesta autoridad médica y también la delimi- curas. El más vigoroso impulso a la asociación fueron las cuestiones
tación precisa de las profesiones paramédicas universitarias, como las de ética en la práctica médica, fuertemente asociadas con la imagen
de kinesiólogos o parteras. Alguien debía decir qué podían hacer y qué del profesional libre. Las asociaciones y colegios médicos discutieron
no podían. Finalmente, la especialización -tisiólogos, cardiólogos- la mercantilización de las prácticas, el secreto médico y sus límites;
planteaba otros problemas de incumbencia y reconocimiento. otras organizaron tribunales de ética y mecanismos de segregación o
sanción, aun cuando en un punto también necesitaron que hubiera
Cuestiones de índole diferente se condensaban en la ima- una norma legal. Todo esto impulsó la formación de distintos tipos
gen de que la profesión estaba en crisis. De ella surgió un impulso de asociaciones médicas. Si bien muchas existían desde antes, hubo
190 asociativo, para la defensa recíproca, la organización interna y la un fuerte impulso entre 1917-21, cuando junto con muchos otros
gremios de todo tipo, se constituyó un Sindicato Nacional de Médi- en ideas sobre medicina pública o seguros sociales. Esta ambigüe-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


cos. Esta idea suscitó resistencias y aunque aparecieron asociaciones dad explica, al menos en parte, que no se haya avanzado en el orde-
gremiales relacionadas con empleadores específicos, como los hospi- namiento legal más allá de lo fijado en términos muy generales en
tales, la forma más típica del asociacionismo fueron los colegios mé- 1891; también puso lo suyo la reconocida ineficacia del Parlamen-
dicos, donde junto a las cuestiones propias de la práctica, se incluye- to en esas dos décadas. Pero de todos modos fue formándose un cri-
ran más disimuladamente las gremiales. Así, junto con numerosos terio general, que como en otros campos tratados en este acápite,
círculos médicos de base surgieron agrupaciones más amplias y abar- llegó a una rápida definición después de 1943.
cativas: en 1932 se fundó el Colegio de Médicos de la Capital Fede-
ral y un poco después la Asociación de Médicos. En la década de Por su parte, los psicoanalistas fundaron a fines de 1942 la
1940 se acentuó la tendencia a la fusión e integración: en la Capital Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), una cerrada corpora-
se unieron el Colegio y la Asociación, en la provincia de Buenos Aires ción que, a diferencia de las otras, se desarrolló casi completamen-
surgió la Federación Médica de Buenos Aires y otra similar en Cór- te al margen del Estado. Sus promotores tenían como punto de re-
doba. En 1941 se constituyó la Federación (luego Confederación) ferencia la tradición terapéutica fundada por Freud, difundida lue-
Médico Gremial de la República Argentina. go por su hija Anna y consolidada por la Asociación Psicoanalítica
Internacional (IPA). En el mundo, los psicoanalistas eran un grupo
Todo este movimiento concurría tanto a crear un «campo» más dentro del universo de los psicoterapeutas, que también incluía
profesional como a solicitar intervenciones específicas del Estado, a los psiquiatras; pero era un núcleo de gran prestigio, que había lo-
que se descubrieron indispensables. Fue una apelación ambigua, di- grado formular de manera canónica las reglas de ese arte. En la Ar-
rigida a un interlocutor que, más allá de la acción de algunos fun- gentina, donde la psiquiatría estaba desarrollada como una de las
cionarios destacados, todavía no había definido su acción ni se mos- especialidades médicas, existían terapeutas que realizaban su prácti-
traba particularmente urgido por hacerlo. Los médicos oscilaron ca de acuerdo con el método freudiano, pero sin adherir plenamen-
entre la autorregulación -según los cánones de la práctica liberal- o te a ese canon, que incluía como punto principal la realización de
la acción estatal, aun cuando parte de lo reclamado consistía en la un largo período de análisis didáctico, con un psicoanalista especia-
garantía de su autonomía. En los años de entreguerras se discutie- lista en ese aspecto. En esas condiciones había por entonces en el
ron en el Congreso muchos proyectos, que indican las inquietudes país tres o cuatro terapeutas que habían hecho en Europa este tipo
de los profesionales, así como la falta de acuerdo en cuestiones fun- de análisis y estaba habilitados, según los requerimientos de la IPA,
damentales: se propuso la matriculación médica, la reforma del Có- para ejercer la práctica. Ellos fundaron la Asociación, de inmediato
digo Penal en cuestiones de ejercicio ilegal, el reconocimiento de las reconocida por la institución internacional.
especialidades, la reglamentación de reválida de títulos extranjeros,
el reconocimiento de los sindicatos médicos para proponer designa- El pasaje por el análisis didáctico fue condición excluyente
ciones en el Estado. Hubo quienes además propusieron medidas para la pertenencia; permitió excluir de la asociación a los llamados
para ordenar y fomentar la práctica privada y otros que avanzaron psicoanalistas «silvestres» y asegurar que el ulterior desarrollo de la 191
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A práctica se mantuviera bajo el control y regulación del grupo funda- COOPERATIVAS Y CORPORACIONES EMPRESARIAS
dor y de los terapeutas formados por ellos. No se trataba de una nor-
ma legal, sino de la decisión de un grupo particular, que no deman- EL COOPERATIVISMO
daba el reconocimiento del Estado, más bien remitía a una autori- No es fácil catalogar esta forma de asociación. El movi-
dad profesional externa. Además, la APA estableció un segundo re- miento cooperativista se desarrolló ampliamente en el período, im-
quisito: se debía poseer el título de médico. En este caso, las razones pulsado por la misma lógica asociativa que estimuló a las organiza-
eran más locales que generales: se estaba previendo una posible ob- ciones de base y los sindicatos. En particular, fue alentado por la san-
jeción del Estado acerca del ejercicio legal de la medicina que la aso- ción en 1926 de una ley que regulaba su funcionamiento. No todas
ciación la manejó con flexibilidad, y eximió a varios de sus miem- las cooperativas respondían estrictamente a la definición de asocia-
bros iniciales, que en cambio debían pasar rigurosamente por el aná- ción: muchas de ellas eran lisa y llanamente entidades empresarias y
lisis didáctico. Con el tiempo, sin embargo, ese criterio de ingreso y otras que comenzaron con caracteres diferentes fueron derivando ha-
todos los demás, como la duración del análisis didáctico, la calidad cia ello. La función principal de las cooperativas agrarias, de amplio
requerida para ser didacta y otros, fueron cuidadosamente reglamen- desarrollo, en la región pampeana primero, y en las áreas de nueva
tados por una corporación que tuvo un notable éxito en la definición frontera luego, era suministrar crédito para financiar el ciclo produc-
de su campo profesional, completamente al margen del Estado. tivo y asumir colectivamente la comercialización, es decir, sustituir a
la red de bolicheros y acopiadores. Pero en la práctica fueron mucho
Grupo de fundadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina, entre los que se encuentran más que eso. En un medio donde la oferta cultural no era abundan-
Arnaldo Raskovsky, Arminda Aberasturi, el matrimonio Garma y Marie Langer.
te, la cooperativa se ocupó de sostener una biblioteca, organizar con-
ferencias, promover actividades teatrales y otras similares. También
suministraba apoyo para las variadas contingencias de la vida del
agricultor, desde el asesoramiento legal hasta ayuda para contingen-
cias privadas. En palabras de un cooperativista de Entre Ríos, la coo-
perativa era el «segundo hogar», y el colono sabía que «allí estaban
sus verdaderos compañeros, sus amigos incondicionales».

Es posible identificar en todas ellas la presencia de algu-


nos principios básicos del cooperativismo. Sus raíces están tanto en
el pensamiento radicalmente liberal, que procura enfrentar los ma-
les de la concentración capitalista y asegurar la transparencia del
mercado, como en distintas vertientes socialistas, que ponen el
acento en la solidaridad de los trabajadores, agrupados de manera
192 positiva como consumidores, empleadores y productores. Así, Juan
B. Justo diferenciaba esta solidaridad positiva de la negativa o por El tipo básico y más ampliamente difundido fueron las

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


oposición, que se expresa en la huelga. En todos los casos se trata- cooperativas de consumo. Bastaba la iniciativa de un pequeño grupo:
ba de empresas, administradas colectivamente por sus usuarios, sin vecinos de una localidad o una comunidad de trabajadores, como
fines de lucro y según criterios de solidaridad, equidad y eficiencia. el caso ya señalado de los ferroviarios. Muchas quedaron en ese ni-
vel, se estancaron o desaparecieron; otras, a partir de modestos orí-
A fines del siglo pasado el partido Socialista, gran propul- genes terminaron como instituciones de envergadura, como fue el
sor del cooperativismo, fundó la cooperativa de consumo El Hogar caso muy conocido de El Hogar Obrero. Aquí se considerará otra
Obrero, que durante mucho tiempo fue modelo para muchas otras. institución de importancia: la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca
Por otra parte, la Federación Agraria Argentina impulsó el coopera- (en adelante CO), estudiada por un grupo de historiadores de la
tivismo para la defensa de los productores y en 1922 se constituyó Universidad Nacional del Sur que dirigió F. Weinberg.
la Asociación de Cooperativas Agrarias (ACA), primera de las enti-
dades de segundo grado. En 1932 las cooperativas de consumo se Bahía Blanca era una de las principales ciudades del país,
integraron en la Federación Argentina de Cooperativas de Consu- importante nudo ferroviario y puerto triguero, donde hacia 1920,
mo. Mientras tanto, el crecimiento del movimiento había sido no- cuando se fundó la CO, ya existían otras cooperativas, entre ellas
table -sobre todo después de la sanción de la ley de 1926-, al tiem- una de trabajadores ferroviarios. Los fundadores de la CO fueron
po que se diversificaban sus actividades: además de las cooperativas dos personas: un obrero ferroviario ya mayor y un joven, V. Ma-
de consumo, hubo de vivienda, de seguro y ahorro, de producción ronna, con singulares dotes organizativas, que quedó a cargo de la
y también para el suministro de servicios, como las eléctricas o te- gestión. El estímulo fue sencillo: abaratar el precio del pan, produ-
lefónicas. En 1927 había en todo el país 50, con 20.000 socios; diez ciéndolo de manera cooperativa. Luego de algunas vacilaciones de-
años después el número se había decuplicado: 550, con cerca de cidieron instalar una fábrica de pan propia, que funcionó con efi-
300.000 socios. En 1947 llegaron a 1.125, con 600.000 asociados ciencia. La cooperativa estableció un sistema de reparto, acordó
y para 1955 a 2.800, con un millón y medio. El crecimiento se de- vender el pan a otras y hasta consiguió que bajara su precio en los
bió a las ventajas tangibles y a la intensa propaganda de los coope- comercios. Los criterios de eficiencia empresarial aplicados fueron
rativistas, que hicieron de la difusión de sus principios una causa alejando al grupo gerencial de la masa de socios, mayoritariamen-
política y también moral: en 1922 los socialistas crearon la Escuela te obreros; la distancia aumentó cuando se incorporaron nuevos
de la Cooperación y lanzaron un programa de publicaciones y con- socios, sin la experiencia cooperativa de los fundadores.
ferencias, en el que se destacó el dirigente socialista Nicolás Repet-
to, aunque como en todas las empresas asociativas, en sus bases es- Hacia 1930 la CO, nacida con 173 socios, tenía 1.600 y 35
taba la neutralidad política. Las cooperativas ligadas al consumo pu- empleados. Por entonces comenzó a diversificar sus actividades. En
dieron desenvolver su existencia con escaso contacto con el Estado; 1929 instalaron una fábrica de fideos y comenzaron a vender carbón,
en el otro extremo, las cooperativas eléctricas desde su nacimiento leña, forraje y papas, lo que aparejó conflictos con otras pequeñas
estuvieron involucradas en problemas políticos. cooperativas, que empezaron a perder usuarios. En 1931, instalaron 193
un Almacén, donde también vendían artículos de bazar y menaje y
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LA COOPERATIVA ELECTRICA DE SANTA ROSA
útiles escolares, e inauguraron la Caja de Ahorro, siguiendo los pa-
OPINAN LOS USUARIOS sos de El Hogar Obrero. En 1936 agregaron la venta de frutas y una
sastrería y en 1938 una confitería. Un año antes habían absorbido la
Tiene sobre sí nuestro vecindario, y en es- MEMORIA Y BALANCE DE LA COOPERA- Cooperativa de Ingeniero White, que estaba estancada. Allí abrieron
pecial el directorio de la cooperativa de TIVA ELECTRICA DE SANTA ROSA, 1941. la primera sucursal de la CO, que en 1947 llegó a tener cuatro.
luz, una gran responsabilidad que es «No habrá pasado desapercibido para los
preciso pasarla con calma, sin ofusca- señores accionistas el cambio operado en la
mientos, sin mas pasión que la del bien literatura de la cooperativa. Desde aque- Este crecimiento se acompañó de una sistemática tarea de
público y sobre todo sin porfías inútiles llos tiempos del heroico alumbramiento de difusión de los principios cooperativos, característica de estos em-
[...] habrán habido obstáculos grandes la institución en que el lenguaje oral y es-
para la financiación de la obra, se habrá crito tenia mucho de filosófico, expresan-
prendimientos, en parte por razones éticas y políticas, y en parte pa-
tropezado de comienzo con algo de im- do necesidades, causas, efectos, solucio- ra ampliar el número de socios. En 1932 comenzaron a editar la re-
provisación y falta de organización ade- nes, aspiraciones, afirmaciones de fe, etc. vista La Cooperación: se trataba de establecer una comunicación entre
cuada, habrá fallado la contribución De valores morales y espirituales expresados
municipal por impedimentos muy justi- continuamente con cierto estilo místico y
el grupo directivo y la masa de socios, cada vez más distante de la con-
ficables Nuestra usina propia de reali- apasionado, hemos venido a una asam- ducción efectiva. También estimularon la formación de una red de
zarse, tendrá fatalmente el sello del apre- blea anual, a la expresión breve y concreta cooperativas que se apoyaran recíprocamente. Recibió en varias oca-
suramiento, inconveniente en obras de de números, cuadros, gráficos y estadísticas
siones respaldo de El Hogar Obrero, lo que le permitió casi prescin-
importancia. Hacemos un llamado sin- encuadradas rigurosamente en un todo
cero para que de una vez por todas se financiero económico. Para el desenvol- dir del crédito bancario. Por su parte, estimularon la formación de
imponga a la usina cooperativa el ritmo vimiento normal de nuestra cooperativa otras cooperativas en ciudades vecinas y en 1936 tuvieron participa-
que debe llevar con el concurso de todos, es suficiente este lenguaje técnico [...]
ción activa en el intento de constitución de la Cooperativa Eléctrica
para definir situaciones dubitativas que ahora bien para mi fuero interno debe
luego puedan traducirse en fallas funda- continuar esa literatura heroica del prin- Bahiense. Además, estrecharon relaciones con otras organizaciones de
mentales que entreguen al vecindario a cipio [...] No por ello Santa Rosa deberá la región -sobre todo con la Ferroviaria y la Eléctrica de Punta Alta-
manos extrañas, que por así serlo no ten- dormirse en sus laureles y detener su firme
iniciativa que culminaría en 1964 con la constitución de la Asocia-
drán inconveniente en imponer condi- marcha hacia el cumplimiento de su des-
ciones absurdas en este negocio de la luz. tino. Por su parte, el directorio se preocupa- ción Intercooperativa Regional. En suma: se combinaron un eficien-
rá de llevar adelante la institución que re- te desarrollo empresario, impulsado por un equipo de gestión profe-
La Arena, Febrero de 1935. presenta en un continuo perfeccionamien- sional especializado, y una tarea de docencia y coordinación para de-
to, faro de guía en el país, ejemplo alec-
cionador para el anhelo de liberación sarrollar el cooperativismo en la región y en el país, con un criterio de
económica en la República Argentina. autosuficiencia y mínima relación con las autoridades políticas.

En Andrea Lluch y Laura Sánchez,


«De movimiento popular a empresa. Señalemos brevemente lo ocurrido luego de 1945. La CO
El cooperativismo eléctrico en La Pampa no parece haber tenido problemas con el gobierno peronista. Siguió
(1925-1950)». Santa Rosa, Fondo creciendo hasta 1950, cuando alcanzó los 9.000 socios y padeció
Editorial Pampeano, 2002.
194 luego, como buena parte de las empresas, los problemas de inflación,
que obligaron a reducir personal y cerrar secciones no rentables. Se trató, pues, de un fenómeno limitado: no hubo inicia-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


Esas medidas se tomaron con criterios de eficiencia. La CO resol- tivas en las grandes ciudades. Sin embargo, tuvo una amplia reper-
vió los problemas de la nueva legislación gremial con la constitu- cusión política e ideológica, quizá porque en muchos casos suscitó
ción de la Asociación de Personal, pero privó a los trabajadores del la oposición de los trust eléctricos, generó una discusión pública y
derecho a voto, con lo que evitó la interferencia política. Luego de exigió que la autoridad gubernamental tomara una posición. En
1955 su crecimiento fue notable: absorbió una serie de cooperati- todos los casos, su surgimiento estuvo acompañado de un amplio
vas locales y regionales, introdujo el sistema de autoservicio y de- apoyo local y las suscripciones de capital se cubrieron siempre con
sarrolló los rubros del seguro y la vivienda. En 1968 cerró la plan- amplitud. El éxito del fomentismo las avalaba: los vecinos podían.
ta de elaboración de pan, que había sido su núcleo fundador. Por A diferencia de las cooperativas de consumo, las eléctricas surgie-
entonces tenía 15.000 asociados, que en 1976 llegaban a 40.000. ron siempre con perfil alto, para competir con empresas ya estable-
cidas, identificables con el trust o el «pulpo eléctrico». Para ganar
En general, las cooperativas de consumo se desenvolvieron el lugar, fue decisiva la acción de las autoridades municipales, que
con mínimo contacto con el Estado. Las eléctricas, en cambio, surgie- decidían sobre la adjudicación de la concesión, establecían la tari-
ron en el seno de un conflicto que lo involucraba como actor princi- fa autorizada, podían conceder exenciones en impuestos y, muy
pal. La electricidad era controlada por dos o tres grandes empresas ex- frecuentemente, realizaban aportes de capitales. De ahí que las
tranjeras: la CATE/CHADE/CADE, con capitales alemanes y luego cooperativas prosperaran más fácilmente en municipios con fuerte
españoles, el grupo ANSEC, norteamericano, y la CIADE, ítalo sui- presencia socialista y, en ciertos casos radical.
za. En la década de 1920 y como parte del desarrollo del movimien-
to cooperativo, surgieron una serie de cooperativas que disputaban En la provincia de Buenos Aires, durante el gobierno de
con las grandes empresas el servicio en ciudades medianas o pequeñas Manuel Fresco, se dictó en 1939 una ley provincial que ponía una
en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa. La serie de condiciones para aspirar a las concesiones, de una exigen-
primera fue la Cooperativa de Punta Alta, junto a Bahía Blanca, sur- cia tal que excluyó a muchas cooperativas. Dicha ley, derogada en
gida en 1926. El ejemplo cundió, en parte porque ni el capital reque- 1944 bajo el gobierno militar, suscitó un fuerte debate, que reveló
rido ni los aspectos técnicos constituían a esa escala una dificultad im- la amplia dimensión política de la cuestión y a la vez las motiva-
portante. Un caso similar fue el de las cooperativas de Aguas Corrien- ciones ideológicas bastante específicas del cooperativismo eléctrico.
tes; los teléfonos, en cambio, presentaban un obstáculo técnico difícil Como todos los cooperativistas, los eléctricos creían en la solidari-
de superar. En 1942 había 90 cooperativas eléctricas, con 142.000 so- dad, la eficiencia y la equidad, y en la posibilidad de brindar un
cios que representaban menos del 1% de la producción eléctrica. El buen servicio a un precio razonable y justo; también, sus cuadros
movimiento siguió en ascenso: en 1962 se habían creado 374 nuevas administrativos -los equivalentes de los «vecinos conscientes» de las
y en 1972 otras 212. Por entonces, muchas distribuían electricidad sociedades fomentistas- se sentían capacitados para administrar
producida en las usinas del Estado, que desde 1945 se incorporó a la con eficiencia una empresa. Lo específico fue el sentimiento de estar
producción y nacionalizó muchas de las empresas extranjeras. combatiendo un monopolio, en nombre de un cierto liberalismo 195
popular; a la vez, un monopolio extranjero, en nombre de un na- Pero al año siguiente se hizo cargo del manejo un capaci-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

cionalismo popular. Por esta vía, los militantes de las cooperativas tado grupo de administradores: un abogado socialista, que la presi-
eléctricas ingresaron en la arena política, al igual que las organizacio- dió largo tiempo y siempre estuvo vinculado con el movimiento
nes que, en ciudades como Buenos Aires, defendían a los usuarios en cooperativista eléctrico del país, y un ingeniero que transformó el
contra de las empresas. rústico emprendimiento en una empresa eficiente. A diferencia de
las cooperativas de consumo, ese crecimiento necesitó un respaldo
Algunas perecieron en el combate, como la no nata Coo- financiero sólido: en 1943, pocos días antes del golpe, recibieron un
perativa Eléctrica Bahiense, que no pudo superar las exigencias de importante crédito del Banco Nación; en 1953, bajo una adminis-
la «ley Fresco», y otras sobrevivieron y prosperaron, por una feliz tración peronista, el gobierno provincial concurrió con un fuerte
coincidencia de coyunturas políticas y capacidad administrativa. aporte para consolidar la cooperativa. Ésta, por su parte, había di-
Tal el caso de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Ro- fundido el criterio cooperativo en las localidades vecinas, para lue-
sa, la Pampa, estudiada por A. Lluch y L. Sánchez, que hoy sigue go, a partir de 1945, absorberlas y proveer centralizadamente el ser-
siendo muy grande y que ha diversificado mucho sus actividades. vicio. Su crecimiento posterior se caracterizó por la combinación de
los criterios de eficiencia -a cargo de cuadros gerenciales profesiona-
En 1928 se instaló en Santa Rosa una empresa eléctrica les- y equidad, sobre la base de un precio justo. Su solidez debió
extranjera -del grupo SUDAM- cuya concesión tenía vigencia mucho a la capacidad para expandir el campo de los servicios ofre-
hasta 1935. La Pampa era por entonces un Territorio Nacional, cidos: suministro de aparatos electrodomésticos, que aumentaban el
que no elegía su gobernador. En el municipio de Santa Rosa tu- consumo y la posterior incursión en otros terrenos, como la telefo-
vieron mucho peso los socialistas, que en 1922 ganaron las elec- nía. En la actualidad ha llegado a ser, como la Cooperativa Obrera
ciones, y también los radicales. En 1930, comenzó la moviliza- de Bahía Blanca, una empresa sólida y consolidad.
ción popular para formar una cooperativa eléctrica, encabezada
por políticos, periodistas y profesionales locales, algunos radicales No sabemos mucho de las que quedaron en el camino y
y otros socialistas, cuyas querellas llevaron a la naciente coopera- desaparecieron, aunque podemos presuponer que algunos o todos
tiva a proclamar su neutralidad política. En 1933 se la fundó for- los factores que concurrieron al crecimiento de éstas no funciona-
malmente y recibió por anticipado de la Municipalidad la conce- ron. Por ejemplo, las cooperativas eléctricas que, a diferencia de las
sión del servicio eléctrico a partir de 1935, pese a que no tenía de Santa Rosa, quisieron implantarse en ciudades que constituían
instalación alguna. Posteriormente el Municipio, cuya interven- mercados atractivos debieron enfrentar una fuerte resistencia de las
ción fue decisiva, aportó el 40% del capital, además de conceder empresas privadas primero y del Estado después. En otros casos,
todas las facilidades administrativas necesarias. Llegada la fecha, seguramente falló el equipo profesional encargado de convertir un
la Cooperativa no tenía prácticamente nada -sus dirigentes cono- impulso asociativo en una empresa eficiente, y a la vez conservar
cían muy poco del negocio- y comenzó el suministro utilizando las bases filosóficas de la asociación.
196 unos motores de cosechadoras.
LAS ENTIDADES PATRONALES empresas industriales, y en general por los sectores exportadores.

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


Al fin de la Primera Guerra ya estaban establecidas las Muchos de sus miembros pertenecían simultáneamente a la Asocia-
grandes organizaciones empresarias: la Sociedad Rural, la Unión In- ción del Trabajo y a la Liga Patriótica. Por esos años, fue sobre to-
dustrial, la Bolsa de Comercio, La Cámara Argentina de Comercio, do una organización de activistas y su tema era la situación comer-
la Federación Agraria Argentina. Con el fin del conflicto bélico las cial del mundo ante el fin del multilateralismo. Su propósito era
organizaciones se multiplicaron y a la vez se hicieron más densas, presionar al Estado para intervenir en apoyo de los exportadores,
por el desarrollo de agrupaciones de primer grado. Esto obedeció mediante convenios comerciales bilaterales. Desde 1919, la CACIP
tanto a la diversificación y creciente complejidad de la vida econó- organizó Conferencias Económicas Nacionales, para discutir los
mica y el desarrollo de intereses sectoriales específicos, cuanto a la nuevos problemas de la economía, y un grupo vinculado dirigido
impostergable necesidad de gestionar ante un Estado que progresi- por Alejandro Bunge fundó la Revista de Economía Argentina. Inte-
vamente fue realizando una intervención más específica en la vida gró además la Cámara de Comercio Internacional, una de las insti-
económica. Inversamente, esa intervención fue estimulada por la tuciones creadas durante la posguerra. Después de 1920, a medida
cacofónica diversidad de las voces reclamantes. que el comercio internacional volvió a la normalidad, tomó otro te-
ma: la carga impositiva y la «voracidad fiscal», asociada con la polí-
La crisis y las grandes asociaciones, 1916-1921 tica de los radicales. Pero pasado el momento de excepción, le resultó
Sin embargo, en los años iniciales las cosas fueron en un difícil mantener la unidad de sectores de intereses diversos: incluso
sentido contrario a esta tendencia a la especialización sectorial. durante la crisis, la Unión Industrial no se asoció a ella.
Una gran crisis, económica, social y política sacudió al país, y con
más fuerza todavía conmovió la imaginación de los sectores pro- En 1918 se fundó la Asociación Nacional del Trabajo, lue-
pietarios. Ya se habló de ella antes. En ese contexto se desarrolla- go Asociación del Trabajo (AT). Su propósito era enfrentar el pico de
ron algunas grandes organizaciones empresarias, eficientes durante acción gremial, que tenía como epicentro las actividades ligadas a la
la crisis, que luego se eclipsaron. En todos los frentes se reclamó la exportación y particularmente el Puerto de Buenos Aires. Fueron sus
unidad de los propietarios, por encima de sus diferencias y su ali- promotores la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural y distintas em-
neamiento, con vistas a un gran conflicto. Las asociaciones se ase- presas ferroviarias, navieras y comerciales. Mientras la CACIP quería
mejaron más a «partidos de los empresarios», reclamantes de su influir sobre el gobierno, la AT se proponía prescindir de él y arreglar
conciencia de clase, que a organizaciones corporativas. Eso explica por su cuenta los problemas laborales, enfrentándolos en los puntos
su entrelazamiento con otras asociaciones, como la Liga Patriótica, neurálgicos. Por este motivo, rechazó las propuestas de arbitraje del
políticas y sin ninguna referencia directa al interés empresarial. presidente Yrigoyen, contrató cantidades de «crumiros» -trabajadores
reemplazantes de los huelguistas-, que puso a disposición de las em-
En 1915 se fundó la Confederación Argentina del Co- presas que enfrentaban huelgas, y organizó piquetes de acción para
mercio, la Industria y la Producción (CACIP), promovida princi- reprimir a los activistas, restablecer el orden y recuperar el Puerto. En
palmente por las Bolsas de Comercio, la Sociedad Rural y algunas 1921 su acción culminó exitosamente: habían impuesto sus reglas 197
respecto de la contratación de trabajadores y el reglamento de trabajo,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A Marcha de la Liga Patriótica encabezada por su fundador Manuel Carlés, 9 de julio de 1929
y aseguraban el orden mediante un servicio de vigilancia propio.

Aunque varias asociaciones patronales integraban la AT,


en realidad era el fruto del empeño de un grupo reducido de hom-
bres, particularmente su vicepresidente Joaquín de Anchorena y
su secretario Atilio Dell’Oro Maini. Ambos estaban vinculados
con distintas instituciones, entre ellas, la Iglesia Católica -muy ac-
tiva durante la crisis, como se verá- y la Liga Patriótica. Esto
muestra un movimiento asociacionista de tiempos de emergencia
que desborda los encasillamientos.

La Liga Patriótica surgió en los días de enero de 1919, con


motivo de la insurrección popular de Buenos Aires. Era una organiza-
ción de opinión y no de intereses gremiales, pero actuó en estrecha vin-
culación con CACIP y la AT. Concurrieron a ella dirigentes provenien-
tes de los más variados sectores sociales, políticos, institucionales, mili-
tares o religiosos; tantos que quizá sería más sencillo listar los que no es- congresos para discutir los nuevo problemas de la sociedad y la po-
tuvieron. Quienes la dirigieron se dedicaron, en primer lugar, a repri- lítica, a semejanza de lo que encaraba CACIP: también ellos aspira-
mir con violencia todas las manifestaciones, reales o aparentes, de la ban a fundar la conciencia de la clase propietaria. En el mismo sen-
conflictividad: sindicatos obreros, centros socialistas o anarquistas, tem- tido actuó la Asociación del Trabajo, según estudiaron Rapalo y Gri-
plos judíos o mutuales catalanas (pues unos y otros eran identificados llo. La AT se afilió a la Unión Internacional de Empleadores Indus-
con comunistas y anarquistas). Fue una organización de masas, capaz triales. Además, editó un periódico, el Boletín de Servicios, que man-
de movilizar mucha gente, con una amplia y diversificada organización tenía informados a los patronos y trataba de convencerlos de que
de base. Desplegó con eficiencia sus grupos de choque en varias partes unificaran su acción en torno de las propuestas de la AT. Particular-
del país, desde Buenos Aires a la Patagonia. En los sucesos que se ve- mente, no debían ser complacientes con los trabajadores ni preferir
nían reseñando, colaboró estrechamente con la ANT en la represión de la negociación a la confrontación: había que resistir a las «conquistas
los trabajadores del Puerto. Posteriormente, tuvieron un desempeño sociales», que por entonces impulsaba el gobierno radical. La expre-
notable en 1922, desbaratando una huelga de peones de taxi. sión más notable de esta apelación a la unidad de las clases propieta-
rias provino de la Iglesia Católica. Los obispos organizaron en 1919
Pero su acción no se limitó a eso: en los años siguientes, la Gran Colecta Nacional, un vasto programa de beneficencia y asis-
198 cuando las tareas represivas amenguaron, la Liga se dedicó a organizar tencia social, que debía ser financiado por los grandes propietarios.
A través de la voz de monseñor Miguel De Andrea, se les advertía abroquelamiento de todos los sectores -los vinculados con la pro-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


del inminente derrumbe social -«los bárbaros están a las puertas de ducción, los comerciantes, los empleados públicos- alrededor de la
Roma»- y se les invitaba a «dar, dar mucho», para «no perderlo to- defensa regional, encabezada por el Centro Azucarero.
do». Los obispos tuvieron éxito en los primeros años y así se cons-
truyeron algunos barrios obreros, pero después de 1922 la Gran La situación se invirtió hacia 1918 cuando, completado el
Colecta languideció, al igual que las otras grandes asociaciones que remplazo de la caña, comenzó un período de superproducción y
convocaban al interés colectivo de los propietarios. Luego de 1922, caída del precio, que desató los conflictos entre cañeros y propie-
con la normalización, llegó la hora de agruparse de otra manera, tarios de ingenio. Se organizó entonces el Centro Cañero, promo-
para defender el interés de cada sector. vido por un grupo de cultivadores con diversa experiencia política
previa -conservadores y radicales- y conocimientos para desarrollar
La defensa de los intereses sectoriales una organización que debía realizar una difícil tarea: superar el so-
En este apartado veremos en primer lugar una serie de casos metimiento de los cañeros a los patronos industriales. Realizaron
del ámbito rural, comenzando por la producción azucarera de giras por la provincia y difundieron un programa que unía lo gre-
Tucumán, según el análisis de María Celia Bravo. mial -la defensa de los cañeros ante las fábricas- con la ayuda mu-
tua: la difusión de mejores técnicas de cultivo. Limitaron la perte-
En el siglo XIX, el complejo azucarero tucumano creció nencia a los propietarios y arrendatarios, y excluyeron a los colo-
sobre la base de una amplia protección arancelaria; fue una deci- nos, que no tenían, a su juicio, la suficiente autonomía; en cam-
sión de los poderes nacionales fundada en razones políticas. No fal- bio, incluyeron juntos a los plantadores grandes, verdaderos em-
taban tensiones en el Tucumán azucarero: los plantadores de caña presarios, con los pequeños campesinos cañeros, con un discurso
y los ingenios, los trabajadores del surco y los plantadores; pero de corte agrarista -la defensa del productor rural- que por enton-
hasta la Primera Guerra esos conflictos no habían plasmado en or- ces se difundía en diversos ámbitos del mundo rural argentino.
ganizaciones sectoriales. La única fue el Centro Azucarero Argen- Fueron moderados: buscaron el acuerdo antes que la confronta-
tino, un lobby formado por los industriales para presionar a las au- ción con los ingenios y, sobre todo, apostaron a la capacidad del
toridades y al Congreso. Entre 1914 y 1917 coincidió una escasez poder político provincial, al que podían presionar, para lograr una
circunstancial de azúcar -durante el remplazo de la deteriorada ca- redistribución positiva de ingresos por la vía impositiva.
ña criolla por la más rendidora variedad Java- con la preocupación
del nuevo gobierno radical por el costo de vida, que colocó al azú- El conflicto se profundizó en 1926, cuando se instaló en
car en el centro del debate. Yrigoyen propuso la reducción de los Tucumán la Federación Agraria Argentina, hasta entonces circuns-
aranceles, la importación y hasta la confiscación de stocks de azú- cripta al área pampeana, que asumió la defensa del interés cañero.
car acumulados. Estas medidas, propias de los tiempos de crisis, Para muchos, se trataba de una «entidad extraña» y hubo divisio-
produjeron en Tucumán un efecto análogo al señalado para otros nes entre ellos, sobre todo porque la FAA amplió el espectro de los
empresarios: la postergación de las diferencias intersectoriales y el movilizados: incorporó a todo tipo de productor, azucarero o no, 199
propietario, arrendatario o colono. Más aun, sumó la adhesión de cambios en el funcionamiento del mercado mundial originados por
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

los trabajadores del surco y hasta concitó apoyo urbano, entre co- la Guerra y su fin instalaron la confrontación en su seno. En 1921
merciantes, empleados y estudiantes. La huelga cañera de 1927 re- se derrumbó el precio mundial de la carne, que había subido soste-
flejó ese avance en la organización: se abrieron 28 seccionales en to- nidamente desde 1916; a la vez, hubo una reorientación de la de-
da la provincia, se promovieron nuevos dirigentes y se desarrolló un manda mundial hacia la carne enfriada. Los frigoríficos, norteame-
novedoso tipo de manifestación pública capaz de integrar a todos ricanos y en menor proporción ingleses, trasladaron las pérdidas ha-
los adherentes: una banda de música tocaba el Himno, mientras los cia los productores, reduciendo los precios de compra; al problema
manifestantes hacían flamear banderas argentinas y emblemas de la general se sumó una diferencia de tratamiento en favor de los «in-
Federación Agraria. La huelga fue muy eficaz: el presidente Alvear vernadores», proveedores de la carne destinada al enfriado, y en per-
se postuló como árbitro del conflicto y su laudo, que marca un hi- juicio de los «criadores». La distinción entre estos dos sectores de los
to en la historia de las negociaciones sectoriales, incluyó la creación productores no era nítida y existían amplias superposiciones; no
de una Cámara Gremial de Productores, encargada de la concerta- obstante, en la coyuntura se constituyeron como intereses encontra-
ción de los conflictos. El otro saldo fue la constitución gremial corpo- dos. Entre 1922 y 1926 los «criadores» ganaron el control de la So-
rativa de los cañeros, con lo que sólo restaba la organización de un ciedad Rural y presionaron al gobierno para que los protegiera fren-
actor principal: los trabajadores asalariados. te a los frigoríficos. Con el auspicio del presidente Alvear se sancio-
nó en 1922 un conjunto de leyes tendientes a defender el precio de
La Sociedad Rural era la más tradicional de las organiza- la carne; fue un acto casi simbólico: los frigoríficos se negaron a
ciones empresarias argentinas y quizá la más laxa, en cuanto a la acatarlas y las leyes fueron derogadas. El saldo fue una primera y
defensa de los intereses de alguno de sus sectores; inclusive sus fuerte definición de sectores de interés contrapuestos dentro de los
dirigentes compartían otros intereses sectoriales ajenos al agro. Los ganaderos, y un conflicto en la Sociedad Rural.

Primera Exposición Internacional de Granja en la Sociedad Rural Argentina, 1925 La disidencia volvió a plantearse en 1933, luego de la firma
del Tratado de Londres o Roca-Runciman. La crisis de 1929 había
empujado a Gran Bretaña a reducir sus compras de carne argentina
y a dar preferencia en sus compras a los productores del Common-
wealth. El Tratado establecía los términos de una relación bilateral y,
dentro de una negociación más amplia, aseguraba la compra de una
cuota de carne argentina, básicamente de carne enfriada. Los inver-
nadores salvaban su situación y los criadores quedaban sujetos a los
azares de un mercado en contracción. Revivió así la oposición de
1922. En el Congreso y en la opinión pública hubo un amplísimo
200 debate, en el que se juzgó toda la operatoria del negocio frigorífico.
En particular, la situación provocó una escisión en la Sociedad Ru- poco después esta forma organizativa se redujo y volvieron a pre-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


ral: un grupo de los «criadores» fundó la Confederación de Aso- dominar, en sus respectivos ámbitos de acción, las cooperativas de
ciaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), prin- productores y la Federación Agraria.
cipal actor del «debate de las carnes». Fue en parte una división de
intereses, dentro del sector rural más próspero y eficiente, pero El sector industrial experimentó un importante crecimiento
también una división política; de ahí en más, CARBAP buscó am- en la década de 1920, que se hizo más intenso en los años 30 cuan-
pliar sus bases y asociarse con entidades de otras provincias, que se do, como consecuencia de las medidas para enfrentar la crisis de
integraron en Confederaciones Rurales Argentinas. 1929, se desarrolló el sector que sustituía las importaciones. Parale-
lamente, crecieron las organizaciones gremiales empresarias. Fueron
Respecto de los productores rurales pampeanos, la conflicti- varias: las ya mencionadas Asociación del Trabajo, la CACIP, la
vidad iniciada con el Grito de Alcorta de 1912 se continuó sin so- Unión Industrial y la Federación Argentina de Entidades Defenso-
lución en los años de la gran crisis social. Las huelgas de 1917 a ras del Comercio y de la Industria, sobre la que llama la atención J.
1921 escaparon completamente al control de la moderada Federa- Lindenboim. Muchas empresas formaron parte de más de una orga-
ción Agraria. En la zona pampeana empalmaron con huelgas de nización y ninguna de ellas fue específicamente industrial, salvo la
braceros, movilizados por dirigentes radicalizados, cuya presencia Unión Industrial (UIA).
causó malestar en los agraristas, opuestos a la agremiación de los
jornaleros. En 1921, cuando ya amainaba la agitación, el Congreso Esta institución, estudiada por Jorge Schvarzer, tuvo un
sancionó la ley de Arrendamientos Rurales, aprobada luego de que cambio importante en su organización y funcionamiento al fin de
la FAA realizara una marcha multitudinaria para presionar a los le- la gran crisis. La UIA se había negado a integrar la AT o la CACIP,
gisladores. Luego de 1922 no hubo acciones importantes hasta 1930, así como a asumir las posiciones máximas de esos grupos patrona-
cuando la FAA intentó hacer algo para frenar la ola de desalojos de les. En parte se debió a que en su dirección predominó un grupo
arrendatarios que no podían pagar su canon por la crisis. de pequeños industriales, de la alimentación y la madera principal-
mente, proclives a acordar con sus trabajadores. En 1922, una mo-
En la década del ‘30 los conflictos campesinos cambiaron dificación de sus Estatutos estableció la participación igualitaria de
de eje, en un sentido similar al de los ganaderos. Ante la baja de las distintas cámaras -independientemente del número de afilia-
precios del mercado mundial, los reclamos unificaron a los pro- dos- y aseguró el predominio de las grandes empresas. Simultánea-
ductores y jornaleros contra la red comercializadora. Entre 1934 y mente, se mejoró la recaudación de recursos -cobro de cuotas, pu-
1936, proliferaron las Juntas de Defensa de la Producción y de la blicidad paga en el Boletín- y se adquirió una sede social. En suma:
Tierra, que nacieron en las colonias a lo largo del ferrocarril de Ro- fue un momento refundacional.
sario a Córdoba, impulsadas por militantes comunistas. Las Juntas
se extendieron fuera de la zona pampeana y en Chaco se organizó, Desde entonces se multiplicó el número de cámaras, es
en 1936, una huelga de importancia. Fue un movimiento efímero; decir, de las organizaciones de segundo grado que reunían a las 201
empresas afines: eran 9 en 1920, 48 en 1932 y 91 en 1946; en ese Cada Cámara tenía autonomía para tratar sus cuestiones y
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

lapso el número de socios pasó de 1.000 a 3.000. Era una cantidad realizar gestiones ante las autoridades; esto era imprescindible dada
reducida en relación con el número de establecimientos existentes, la diferencia y hasta incompatibilidad de intereses, por ejemplo en
pues las cámaras sólo reunían en realidad a los más importantes de cuestiones arancelarias entre productores de bienes finales o inter-
cada actividad; por otra parte, grandes establecimientos tradiciona- medios. Estas cámaras, mal estudiadas, constituyen el verdadero es-
les, como los frigoríficos o las empresas del grupo Bunge y Born, y pacio asociativo de los empresarios. La Unión Industrial trataba de
los ingenios azucareros fueron reacios a ingresar a la Unión Indus- representar un interés colectivo difícil de constituir. Fue presidida
trial, seguramente por disponer de mejores medios para la defensa durante veinte años (1925-45) por Luis Colombo, quien hizo un
de sus intereses. A decir verdad, el criterio de agrupamiento por cá- enorme esfuerzo societario: organizó exposiciones, conferencias y
maras no siempre era lógico y sistemático, existían superposiciones encuentros entre empresarios, funcionarios y técnicos, llevó adelan-
y dobles afiliaciones, y el número total fue fluctuante. No obstante, te gestiones diversas, con gobiernos nacionales y provinciales, tuvo
la tendencia general al aumento fue siguiendo aproximadamente el una presencia destacada en la vida pública y ayudó a definir una
crecimiento y la diversificación de la industria. ideología industrialista acorde con las condiciones de la entreguerra
y con la necesidad de compatibilizar intereses encontrados.

Marcha del Comercio y la Industria, pro derogación de la Ley de jubilaciones de obreros y empleados,
junio de 1925.

202
En 1932 surgió una nueva organización empresaria: la Fe- a partir de 1933 incluyó la participación orgánica e institucional

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


deración Argentina de Entidades Defensoras del Comercio y de la de los portavoces de representación empresaria, en distintas instan-
Industria (en adelante Federación). Convocó inicialmente a cen- cias: la Comisión de Fomento Industrial, las Juntas Reguladoras e
tros comerciales e industriales de base local, movilizados por la re- inclusive el Banco Central.
forma impositiva, la creación del impuesto a los réditos y un se-
gundo impuesto a las transacciones comerciales, del que estaban Esa presencia creciente obligaba a las organizaciones em-
eximidas las grandes empresas de servicios y las exportadoras. Pos- presarias a definiciones difíciles y, más frecuentemente, a debatir
teriormente se agregaron algunas cámaras, por lo que la Federación públicamente sobre intereses sectoriales contradictorios. Ya en la
tuvo una amplia cobertura nacional, más extendida aunque menos década de 1920, la política arancelaria de Alvear, las propuestas
orgánica que la de la UIA. Tuvo éxito en su primera batalla: el im- impositivas y la legislación social generaron una amplia controver-
puesto a las transacciones fue derogado. De ahí en más, se movili- sia; en 1927, cuando se esbozaba el bilateralismo como una salida
zó por esas cuestiones que en general unían a los pequeños contra para el revuelto mercado mundial, la Sociedad Rural lanzó la con-
los grandes, como el monopolio de los servicios -teléfonos, electri- signa «comprar a quien nos compra», a la que la UIA replicó con
cidad- por empresas extranjeras, un tema que repercutió en ámbi- «vender a quien nos vende», una postura que sin embargo no ex-
tos variados, entre ellos, el ya citado de las cooperativas. A la vez, presaba el sentir unánime de los industriales (muchos de los cua-
reaccionaron contra la incipiente legislación laboral y lo que ellos les, por otra parte, eran miembros de la Sociedad Rural). En 1933
calificaban, en 1938, como «fiebre obrerista». la Sociedad Rural apoyó sin vacilaciones las reformas económicas
lanzadas por Pinedo, pero a costa de las escisión de quienes forma-
En la década de 1930, mucho más que en la de 1920, se ron CARBAP. La UIA fue reticente y organizó un gran mitin en el
advierte cómo las entidades gremiales empresarias se organizaban Luna Park para defender las medidas proteccionistas incluidas en
o cobraban vida ante las intervenciones del poder político, cada vez el paquete general, mientras que un grupo importante de empre-
más intensas. Ya se mencionó la constitución de CARBAP, como sarios, que no participaba en la UIA, constituyó por entonces la
consecuencia del Tratado de Londres y las Leyes de Carnes, de la Federación para oponerse a las medidas.
Federación, que reaccionó ante nuevos impuestos, de las Juntas de
Defensa de la Producción y el Comercio, en 1936, o de las coope- El crecimiento sostenido entre 1933 y 1939 atenuó las dis-
rativas eléctricas de la provincia de Buenos Aires, movilizadas con- cusiones, que volvieron a plantearse cuando la Segunda Guerra
tra la ley restrictiva de 1939. En otro sentido, la presencia crecien- cambió el escenario. El plan propuesto en 1940 por Federico Pine-
te de la Dirección Nacional del Trabajo, como mediadora en los do, que estimulaba algunas industrias y el rubro de la construcción,
conflictos sindicales, impulsó de manera directa la constitución de suscitó el apoyo de la UIA, el rechazo frontal de CARBAP y una
las cámaras gremiales empresarias; antes que una iniciativa patronal, oposición matizada de la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio.
solía ser un reclamo de los sindicatos en huelga, que necesitaban un Aquí, como en otros terrenos, se estaban preparando los grandes
interlocutor orgánico. Finalmente, la política económica diseñada cambios desencadenados por la revolución de junio de 1943. 203
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A ASOCIACIONES CULTURALES La Sociedad Luz-Universidad Popular, estudiada por Dora
Barrancos, fue fundada en 1899 por militantes del partido Socialis-
La participación del Estado en la promoción de institucio- ta, articulada con otras dos iniciativas del Partido: la Biblioteca
nes que prestan servicios culturales, pujante antes de la Primera Gue- Obrera y el Ateneo Cultural. Su propósito era «difundir en el pue-
rra, fue declinando a medida que crecían sus problemas presupuesta- blo las nociones y los métodos de las ciencias». Educar al pueblo
rios. Por otra parte, su política cultural tendió a favorecer las formas constituía una preocupación común a muchas otras asociaciones:
académicas más establecidas. Quedaba un amplio lugar, que fue ocu- grupos culturales anarquistas, las Ligas de Educación Laica o de
pado por iniciativas particulares de diverso tipo. Una de ellas fue un Educación Racionalista, ateneos de conferencias populares y «uni-
tipo de mecenazgo orientado a difundir las manifestaciones artísticas versidades populares» de diverso tipo, una fórmula laxa que se difun-
de vanguardia. Un grupo de entusiastas de las nuevas corrientes mu- dió para dar articulación y consistencia a la oferta de cursos. Los di-
sicales había fundado en 1912 la Asociación Wagneriana. En 1924 se rigentes socialistas, casi todos de formación universitaria, estaban ha-
creó Amigos del Arte, patrocinado por el acaudalado Bebe de Sansi- bilitados para dictar las conferencias que semanalmente se daban en
nena, que en 1926 promovió la visita de Marinetti, y organizó expo- la sede y ocasionalmente en otros locales del Partido; gradualmente
siciones de Pettoruti y Xul Solar. En 1930 Victoria Ocampo fundó los secundaron otros jóvenes, autodidactas formados en la propia
Sur, revista dedicada a la difusión de la literatura, el arte y el pensa- Sociedad. Desarrollaban temas científicos -sobre todo las teorías evo-
miento contemporáneos. Como se verá, esta línea se continúa en lucionistas- y también cuestiones de economía, sociología e historia,
1946, cuando surjen Amigos de la Música y el Collegium Musicum. que correspondían al modelo general del hombre culto e informado.
En 1930, se había creado el Teatro del Pueblo y desde entonces, di-
versas compañías de teatro «independiente» se constituyeron como En 1920 la Sociedad se consolidó, obtuvo el reconoci-
cooperativas, para difundir obras de vanguardia y contenido social. miento jurídico y adquirió un local propio, en el barrio obrero de
Barracas, lindante con la Boca. Su oferta de cursos fue evolucionan-
Como los teatros independientes, otras asociaciones cultu- do al ritmo de los cambios de la sociedad popular de Buenos Aires,
rales surgieron de la iniciativa de intelectuales «comprometidos», que a los que se hizo referencia en el primer apartado. Al poner el acen-
asumían una misión cultural y a la vez política: educar al pueblo. Es- to en «propender al perfeccionamiento de la educación técnica»
te movimiento, como se vio, surgió emparentado con la idea de la predominaros los cursos de capacitación, especialmente para muje-
«extensión cultural», característica de la Reforma Universitaria, un res que aspiraban a los nuevos empleos: dactilografía, inglés; tam-
movimiento que cobró gran fuerza luego de 1918 y animó, a la vez, bién hubo cursos profesionales como los de costura. Ya se mencio-
el gremialismo y la militancia estudiantil. El origen de estas iniciati- nó que esta fue una oferta típica de las instituciones barriales. Tam-
vas culturales fue más variado y excedió lo universitario; todas ellas bién de otras asociaciones que, al igual que la Sociedad Luz, busca-
sin embargo pueden inscribirse en el gran arco del liberalismo progre- ban combinar la oferta de capacitación con un cierto mensaje polí-
sista y el socialismo. La Sociedad Luz y el Colegio Libre de Estudios tico: la Liga Patriótica, fundada en 1922, el Consejo de Mujeres o
204 Superiores muestran dos modalidades de esta tendencia. el Instituto Superior de Cultura Católica, de 1933, que apuntaba a
la formación de nuevas dirigentes femeninas. Otra novedad de la tensas con la Universidad, sobre todo luego de las intervenciones y

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


Sociedad Luz fue el desarrollo de las Bibliotecas y Recreos Infan- depuraciones de 1930, las expulsiones y cesantías y la supresión de
tiles, importantes para las mujeres trabajadoras. En la actividad es- muchas de las innovaciones de la Reforma de 1918.
pecíficamente cultural, los temas científicos retrtocedieron frente
a los médicos e higiénicos, por entonces en boga: el alcoholismo, El Colegio Libre ofrecía conferencias y cursos del más al-
la tuberculosis, las enfermedades venéreas. En 1923 Angel Gimé- to nivel académico sobre filosofía, economía, historia, literatura,
nez, médico, socialista y conferencista típico, pronunció 26 con- ciencias, música y temas afines. Entre los asistentes había muchos
ferencias sobre estos temas en la Sociedad, locales gremiales, mu- universitarios y estudiantes que buscaban allí una orientación al-
tuales, centros socialistas, bibliotecas barriales y hasta en la Aso- ternativa a la de sus Facultades, así como profesionales, docentes y
ciación Cristiana de Jóvenes. Incorporó también otras novedades público culto en general. La revista Cursos y Conferencias ofrecía
de la hora: proyectó filmes, organizó picnics y excursiones, y has- versiones de lo más importante dictado en el Colegio, junto con
ta llegó a tener un equipo de fútbol, aunque los socialistas renega- información bibliográfica y todo tipo de noticias institucionales,
ban de la popularidad de ese deporte. Así, la Sociedad Luz se acer- cuya circulación contribuía a integrar al «grupo del Colegio Libre».
có al modelo de agrupación integral, capaz de contener todas las
expresiones de la sociabilidad, según el prestigioso modelo del El Colegio, que no llegó a tener sede propia, fue alojado
Partido Social Demócrata alemán. por instituciones de prestigio. Se sostenía con las cuotas de los alum-
nos y los socios, y sobre todo con el aporte de un grupo, no muy nu-
El Colegio Libre de Estudios Superiores, que estudió Federi- meroso, de mecenas benefactores; uno de ellos fue el industrial Tor-
co Neiburg, fue fundado en 1930 por un grupo de destacados pro- cuato Di Tella. Ciertamente, se hicieron gestiones ante el Estado, pe-
fesores universitarios e intelectuales, para organizar distintos tipos ro con poco éxito: sus contribuciones fueron finalmente mínimas.
de cursos y conferencias. Pretendía ser una Universidad Libre, de En 1940 el Colegio obtuvo la personería jurídica e integró un direc-
acuerdo con un modelo en boga en Europa, y a la vez participar del torio de 500 personas, que incluía, junto con una mayoría de uni-
vasto emprendimiento de la educación popular, del que ya se habló. versitarios, a hombres de negocios y periodistas. Poco después inau-
Su propósito, formulado por la negativa, era: «ni universidad pro- guró una serie de sedes filiales, en las principales ciudades del país.
fesional ni tribuna de vulgarización». Es decir, cursos universitarios Estas difundieron sus actividades a través de Cursos y Conferencias;
de alto nivel, que se distinguieran de la práctica adocenada que cri- los miembros destacados del Colegio circulaban por las filiales, que
ticaban en las universidades; por otra parte, una tarea de proyección a su vez integraban a los intelectuales y hombres cultos locales. Pudo
y divulgación apuntada al mejor nivel intelectual y cultural del públi- presentarse, así, como una representación nacional de la cultura.
co no especializado. En esta combinación de objetivos se reconoce la
inspiración de la Reforma Universitaria: enseñanza e investigación Por entonces el Colegio Libre había comenzado una signi-
renovadas, y extensión de la Universidad a la sociedad. La mayoría ficativa transformación, coincidente con la creciente polarización
de sus miembros, profesores universitarios, mantenían relaciones política acarreda por la Guerra. Desde 1941, organizó un conjunto 205
de cátedras -Educación, Filosofía, Historia, Economía y otras-, que comunicación y extensión: el Convivio, una singular institución
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

integraban a los más destacados académicos de la especialidad, pues- creada por los Cursos, tenía por objeto entablar un diálogo con ma-
tas bajo la advocación de notables intelectuales del pasado: Sarmien- nifestaciones culturales no definidamente católicas pero tampoco
to, Mitre, Alberdi, Korn, De la Torre. La selección revelaba la inten- inconciliables con esa tradición. Sin embargo, predominó el espíri-
ción de definir un patrón cultural militante, que sintetizaba los va- tu de cruzada y el abroquelamiento. Los Cursos promovían una mi-
lores del liberalismo y el progresismo. Las cátedras combinaron su litancia intelectual que, en primer lugar, removiera las practicas de
tarea académica específica con el aporte a la formulación de una los católicos, juzgadas cómodas e intrascendentes: ya sea la acción
suerte de «proyecto nacional» para la Argentina de posguerra, del caritativa desarrollada a través de los Círculos Católicos de Obreros,
que dan cuenta, sobre todo, las producciones de la cátedra de Econo- o bien la sociablidad aristocrática practicada por la Archicofradía
mía. De ahí en más, y hasta febrero de 1946, el Colegio Libre militó del Santísimo Sacramento y otras similares. Debían formar a los
en el campo de la Unión Democrática, testimoniando uno de los mu- universitarios e intelectuales capaces de desafiar el pensamiento «li-
chos casos de la época de politización de las instituciones asociativas. beral» instalado en la Universidad y suministrar cuadros alternati-
vos. Debían organizar a los profesionales en corporaciones católicas:
En el otro extremo del arco ideológico se encontraban los de médicos, de abogados, de ingenieros. La Acción Católica debía
Cursos de Cultura Católica, fundados en 1922 por jóvenes preocupa- formar los militantes que salieran a combatir en el mundo, contra
dos por elevar el nivel intelectual del pensamiento católico. Los cur- las costumbres modernas. En un clima de creciente politización, so-
sos, de tres años de duración, dictados por religiosos y algunos lai- bre todo desde 1936, este activismo católico, arraigado en institu-
cos, incluían materias teológicas y filosóficas, así como su aplicación ciones societales de base, como las que dependían de las parroquias,
a los distintos campos de la vida profesional, de acuerdo con el mo- tuvo una enorme capacidad de movilización.
delo del pensamiento tomista que se proponían difundir. Aunque
los participantes fueron numéricamente pocos, su influencia intelec- La Guerra Civil Española, que se desarrolló entre 1936 y
tual y política resultó enorme. Allí se formó un grupo de intelectua- 1939, fue vivida con singular intensidad en la Argentina, en parte
les destacados, que reconocieron la influencia del español Ramiro de por lo numeroso de la colectividad española, pero sobre todo porque
Maeztu, embajador desde 1928, y de Jacques Maritain, con quien ofrecía el motivo adecuado para la condensación de las tendencias a
sin embargo sostendrían una áspera discusión en 1936. la politización de muchas asociaciones culturales. Hubo manifesta-
ciones espontáneas en favor de uno y otro bando y, sobre todo, se
El grupo promotor estaba formado por jóvenes decididos desarrolló un nuevo y vigoroso movimiento asociativo, en el que
a prácticar y difundir un catolicismo integral, según lo que era por instituciones ya existentes y otras surgidas ad hoc se movilizaron
entonces la orientación predominante en la Iglesia: «poner a Cris- para apoyar desde la Argentina a uno y otro bando.
to en todas partes», superar la escisión entre creencias privadas y
prácticas públicas, ofrecer una respuesta católica para cada uno de Quienes apoyaban a los nacionales de Franco, lo hicieron de
206 los problemas de la sociedad. Hubo en el origen una intención de manera discreta: conocemos su existencia a través de los periódicos
nacionalistas y también los parroquiales, escritos por sacerdotes ins- muchas otras asociaciones, no se articuló en una única organiza-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


pirados por la Acción Católica. También sabemos que hubo una ción. El Centro Republicano Español, con el apoyo de la Emba-
gran colecta para financiar la reconstrucción de los templos incen- jada, fue el principal coordinador; junto a él, Amigos de la Repú-
diados en España y que muchas sociedades mutuales españolas se blica Española, organizada por los socialistas, encuadró a muchos
dividieron o tomaron partido decididamente por el bando nacional. comités y llegó a tener 20 filiales en Buenos Aires y más de cin-
cuenta en el resto del país. Los dirigentes sindicales también hi-
La movilización en favor de la República española fue cieron su aporte, utilizando sus organizaciones para reunir fondos.
más espectacular e involucró a todo el arco liberal y progresista. Por otra parte, el Partido Comunista se mostró muy activo y creó
La estudió Silvina Montenegro. En cada barrio, ciudad o pueblo su propio agrupamiento, la Federación de Organizaciones de
brotó un Comité de Solidaridad y Ayuda a la República, encarga- Ayuda a la República Española. Se trataba de un frente asociativo
do de reunir dinero, medicamentos, ropa o «raciones para los mi- variado, donde las diferencias políticas eran grandes, como lo
licianos». Fue parte activa un grupo grande de personas, algunos muestran los conflictos entre socialistas y comunistas, que a su vez
con militancia previa y otros sin ella, que recorrían las casas y los eran el repique de los de la propia España. Pero todos estaban ins-
comercios, confeccionaban listas de adherentes, cobraban contri- pirados por una común convicción: unir fuerzas para un comba-
buciones, convocaban a las movilizaciones y hasta organizaban a te decisivo, que enfrentaría a las fuerzas de la democracia con las
los niños para que juntaran el papel de aluminio de los paquetes del fascismo. Se iba creando una brecha honda en la sociedad y
de cigarrillos. A su alrededor, sin militar intensamente, los acom- sus asociaciones. Fue política y cultural, antes que social. Aunque
pañaba un número mucho más vasto de simpatizantes que concu- los alineamientos cambiaron y hubo sorpresivos pases de bando,
rrían a las manifestaciones, actos y festivales de solidaridad, o lle- la brecha se profundizó con la Segunda Guerra Mundial, y más
naban las calles de las ciudades del interior en el año 1939, en oca- aun con el surgimiento del peronismo.
sión de la visita del dirigente socialista español Indalecio Prieto,
pese a que en ese año ya la suerte de la República estaba echada.
La militancia no desmayó ni aun después de la derrota, cuando se
orientó a ayudar a los refugiados. En esos núcleos asociativos, al
igual que en las bibliotecas populares o las parroquias, la militan-
cia se combinaba con la sociabilidad: un picnic o un baile eran
formas de manifestar la solidaridad, sobre todo si eran «a benefi-
cio», y las mesas eran atendidas por agradables señoritas vestidas
con el uniforme de milicianas republicanas.

Esta explosión de sociabilidad y militancia, en la que es


posible reconocer las prácticas por entonces ya establecidas en 207
Acto en la Confederación General del Trabajo
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
EL ESTADO AVANZA SOBRE LA SOCIEDAD
1943-1955

LA EPOCA PERONISTA complementada pero no sustituida -según la clásica observación de


José Luis Romero- por la «justicia social»: la acción del Estado pro-
En 1943 se estableció un gobierno militar que permane- vidente y benefactor que concurría para complementarla, allí don-
ció hasta 1946. Ese año, las elecciones dieron el triunfo al coronel de los mecanismos espontáneos fallaban.
Juan Domingo Perón, de actuación destacada en el gobierno ante-
rior, quien gobernó hasta su deposición en 1955. Bajo su influen- La combinación de movilidad y acción estatal reguladora
cia, cambió sustancialmente la relación entre la sociedad y el Estado, y compensadora diluyó las tensiones más comunes de las socieda-
que extendió su poder y autoridad sobre asociaciones y corporacio- des industriales, las que enfrentan el capital y el trabajo. Más allá
nes, aunque siguiendo líneas de acción ya planteadas en la etapa de que la «armonía de clases» constituyó un supuesto ideológico y
anterior. Sobre tal cuestión girará este apartado. cultural del peronismo, el choque entre ambos polos del capitalis-
mo se redujo. Sin embargo, no faltaron los conflictos. Éstos se ma-
Desde la Segunda Guerra Mundial y durante la larga dé- nifestaron con vigor y caracterizaron todo el período, en el plano
cada peronista, la sociedad argentina experimentó un nuevo im- de las identidades sociales, como consecuencia de la brusca incor-
pulso de crecimiento, estimulado en este caso por el desarrollo in- poración de amplios sectores al disfrute de la ciudadanía plena, y
dustrial, basado en la sustitución de importaciones. Los cinturones en el plano político, como consecuencia del carácter total y faccio-
industriales, crecidos en torno de las grandes ciudades primero y so del régimen peronista. Ese desarrollo del Estado influyó sobre
en muchos otros centros urbanos luego, atrajeron mano de obra de el ya vigoroso movimiento asociativo.
las áreas rurales que, por otra parte, era expulsada por el estanca-
miento y crisis de la economía agraria pampeana. Con matices, los El peronismo fue un movimiento popular, que tuvo el apo-
años peronistas se caracterizaron por la urbanización y el pleno yo de las Fuerzas Armadas y la aquiescencia de la Iglesia Católica,
empleo que, unido a la sindicalización y a la protección del Esta- que se expresó a través de formulaciones políticas flexibles. Perón fue
do a los trabajadores elevaron el nivel de vida de amplios sectores un líder carismático, respaldado por un amplio consenso plebiscita-
de la población. Por esa vía, se reiteró una experiencia social ya co- rio y un sólido sustento electoral, que le permitió actuar con amplia
nocida: la movilidad ascendente y el proceso de incorporación de autonomía respecto de los diferentes grupos con poder. Se propuso
nuevos y amplios contingentes a los beneficios del consumo, tanto -según afirmó- construir una democracia «real», a la que diferenciaba
de bienes materiales como culturales. La movilidad espontánea fue de la «meramente formal»; resolvió de manera expeditiva una serie de 209
cuestiones pendientes, que en las décadas anteriores se habían conver- Cooperación Económica, el Consejo de Precios y Salarios, y mu-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

tido en verdaderos nudos gordianos, y creó diversas instituciones que chos otros de alcance específico. El lugar más particular y más
apuntaban a poner la economía al servicio del bienestar social. operativo, eran las Comisiones Paritarias, donde se dirimían las
cuestiones entre patronos y trabajadores.
El Estado amplió su tarea de regulación de las asociacio-
nes e instituciones de la sociedad; muchos de los proyectos y recla- Este aparato institucional de la concertación fue caracterís-
mos señalados en la etapa anterior se concretaron rápidamente lue- tico de los llamados «estados de bienestar» de la segunda posguerra
go de 1943. A la vez, desarrolló un conjunto de instituciones para y desarrollaron una de las tendencias de la política democrática: la
dirigir la economía: el IAPI para controlar el comercio exterior, el representación social. El estado peronista se apartó en parte de ese
Banco Central nacionalizado para regular el crédito, el Banco In- modelo al combinarlo con el criterio de la unanimidad política. Se-
dustrial para asistir a los industriales. Muchas empresas extranjeras gún se afirmaba, tal estado era la organización política del pueblo
de servicios fueron nacionalizadas y en otros campos, como el gas, peronista, expresado a través del movimiento peronista, cuya «doc-
la electricidad o el acero, el Estado realizó importantes inversiones. trina» era la Doctrina Nacional. No es este el lugar para desarrollar
En relación con la distribución, se crearon distintas instituciones con amplitud esta concepción, pero a partir de ella la propuesta de
orientadas a la seguridad y previsión social. Finalmente, se avanzó la representación sectorial de la sociedad derivó en el necesario ali-
hacia la planificación de la economía, principalmente por la coor- neamiento doctrinario y político de esas partes, que idealmente al
dinación del gasto público, primero en el Consejo Nacional de menos integraban el Movimiento Peronista.
Posguerra y luego a través de los dos Planes Quinquenales.
Esta síntesis de la representación corporativa y la unanimi-
Lo más característico fue la preocupación por la concerta- dad política se expresó en la propuesta de la «Comunidad Organiza-
ción de intereses y conflictos. Ello requirió primero, la organiza- da», una manera de concebir la sociedad, cuyas partes concurrían a la
ción de la representación corporativa y luego, la creación de las ins- realización del bien común, de acuerdom a principios de solidaridad,
tancias de acuerdo entre las partes y el Estado, cuyos funcionarios regulados o garantizados por el Estado. Se advierte aquí el rastro de
debían realizar una preliminar tarea de agregación de demandas y la concepción social católica, de raigambre tomista, así como influen-
propuesta de las alternativas técnicas para superar los conflictos. El cias de estados que florecieron en la entreguerra: los de Mussolini,
Estado abrió, con diferente éxito, una serie de instancias donde los Franco, Dollfus, Oliveira Salazar. Esta concepción fue formulada co-
representantes de los intereses sectoriales podían tomar parte de las mo un modelo ideal, aunque las acciones concretas del Estado estu-
decisiones: los lugares de asignación de recursos, como los directo- vieron lejos de encaminarse, todas y siempre, hacia su concreción (se
rios de los bancos estatales, nacionales o provinciales; los de toma ha señalado muchas veces que el propio discurso peronista tenía una
de decisiones, incluso los gabinetes ministeriales, nacionales o pro- segunda voz, muy conflictiva, y se ha usado para referirse a Perón
vinciales, y finalmente los lugares propios de la concertación, co- la imagen del «bombero piromaníaco»). A la vez, quienes decían
210 mo el Consejo Nacional Económico y Social, el Consejo para la aceptarla mantenían igual distancia entre sus dichos y sus prácticas.
Tal concepción, aunque se tradujera sólo en aplicaciones para eliminar las tendencias propias de la sociedad, lo que podría lla-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


parciales, no podía sino traer aparejada una fuerte intervención del marse su desarrollo espontáneo. La política estatal propuso rumbos,
Estado en la sociedad. Fue difícil para cualquier asociación, sobre encontró dificultades, a veces dio batalla y otras se adecuó a lo que
todo si estaba vinculada con la defensa de algún interés, sustraerse entendía que eran tendencias insuperables de la sociedad, intereses de
a su influencia que luego, de acuerdo con su concepción de la una- sus actores que era inútil o excesivamente costoso pretender doblegar.
nimidad, avanzó también en el terreno cultural, recreativo y hasta Tal el juego del Estado y los intereses sectoriales en esta etapa.
religioso. Por lo tanto, las fronteras entre el Estado y la sociedad civil
tendieron a diluirse. Tal es el tema central del período.
LOS PATRONES
Esto no debe ser visto sólo en términos de intromisión y
disciplinamiento. Para la concertación, el Estado necesitaba repre- Los tres años que separan el golpe militar de junio de 1943
sentaciones homogéneas y unitarias de los intereses, de modo que y la asunción de Perón en junio de 1946 estuvieron cruzados por
contribuyó activamente a constituirlas, allí donde las fuerzas es- opciones de distinta índole, que pocas veces coincidieron, de modo
pontáneas de la sociedad no lo habían realizado. A la vez, esta con- que no es fácil explicar de manera lineal el comportamiento que tu-
cepción corporativa le dio a los intereses, si estaban organizados, la vieron las asociaciones empresarias. Por una parte, la Guerra Mun-
posibilidad de intervenir con fuerza en la toma de decisiones y de dial y su final. Según planteó J. Llach, se abrían tres opciones: re-
instalarse en determinados espacios de resolución del Estado. Desa- tornar a la situación de preguerra, basada en el predominio del sec-
rrollando una tendencia insinuada en la etapa anterior, constituyó tor agropecuario exportador, complementado por industrias efi-
a los actores del juego corporativo. cientes y exportadoras; desarrollar una industria pesada que susten-
tara la autarquía económica, como se sostenía en las Fuerzas Arma-
Visto desde la perspectiva de esos actores, llegar a la unidad das; mantener, con medidas políticas, el apoyo que la Guerra había
requerida por el Estado solía ser el fruto de un conflicto entre partes, dado al nuevo sector industrial que sustituía importaciones.
en el que había ganadores y perdedores. Las reglas del juego sólo per-
mitían que uno se sentara en la mesa de la negociación en represen- Igualmente complejas eran las opciones políticas, pues
tación de una gran área de intereses, de modo que hubo una comple- con el triunfo de los Aliados culminó una larga polarización que
ja disputa previa para ganar ese lugar, que se seguirá en distintos ca- era además ideológica y cultural. Finalmente, el ascenso de Perón
sos. Ocupar esa silla tenía otro requisito: a falta de un convencimien- se caracterizó por apelaciones múltiples, elecciones y fuertes cam-
to más profundo, manifestar de alguna manera la aquiescencia con la bios de rumbo: sostuvo inicialmente «el proyecto del Estado Ma-
propuesta de unanimidad política, algo así como hacer buena letra. yor»; convocó desde la Bolsa de Comercio a los empresarios a la
conciliación de clases y, fracasada esta apelación, se identificó fuer-
Ni la unidad, a menudo forzada, alcanzada en la represen- temente con los intereses de los trabajadores sindicalizados, que en
tación sectorial, ni la unanimidad política, más forzada aun, bastaban definitiva fueron su carta de triunfo. 211
La posición tomada por los patrones obedeció a diversas ra- La Sociedad Rural se mantuvo como institución referente
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

zones: cálculo inmediato -los industriales estuvieron satisfechos con de los productores agrarios, pese a que existían otros voceros: las
la creación del Banco Industrial-, tradiciones políticas e ideológicas, cooperativas, la Federación Agraria y Confederaciones Rurales Ar-
y sensibilidad a la conflictividad social. En 1945, el grueso de las aso- gentinas. Ciertamente, en la SR se concentraban las voces críticas a
ciaciones empresarias tradicionales se alineó contra Perón y partici- la política agraria estatal, a las que ella misma agregaba un proble-
pó activamente en la campaña electoral; sin embargo, en la Unión ma específico: el gobierno declaró caduca la concesión del predio de
Industrial se constituyó un grupo, minoritario pero significativo, Palermo que servía de sede a las tradicionales exposiciones rurales.
que se acercó y participó activamente de su gobierno. En abril de El Estado lo cedió luego a la Fundación Eva Perón y ésta lo alquiló
1946 hubo elecciones en la UIA, el grupo peronista fue derrotado y a la Sociedad Rural, que recuperó su uso a cambio de ese canon.
poco después la entidad fue intervenida. El mensaje fue claro: el res-
to de las grandes asociaciones remplazó sus dirigentes y colocó al La Sociedad Rural criticó permanentemente las políticas
frente a figuras aptas para convivir con el gobierno. agrarias del Gobierno. Pese a eso, sus directivos se esforzaron por
evitar los conflictos. Dardo Cúneo lo ha documentado de manera
LAS ENTIDADES RURALES elocuente. El nuevo presidente, José Alfredo Martínez de Hoz,
La estatización del comercio exterior y la cotización dife- mantuvo relaciones protocolarmente correctas, facilitadas por el
rencial de las divisas del IAPI, la sanción del Estatuto del Peón y la hecho de que la Secretaría de Agricultura fue ocupada por miem-
indefinida prórroga de los arrendamientos rurales fueron medidas bros de la Sociedad Rural. Incluso, la SR se congratuló por la ree-
difíciles de digerir para los grandes productores agrarios. Por otro lección de Perón y manifestó su dolor ante la muerte de la Jefa Es-
lado, el congelamiento y las facilidades crediticias del Crédito piritual. En 1950 modificó sus estatutos e introdujo una represen-
Agrario Nacional estimularon a muchos arrendatarios para conver- tación zonal, de acuerdo con las propuestas del presidente, que
tirse en pequeños propietarios, mientras que la política comercial quería dar cabida a los pequeños productores del interior, y en
del IAPI dio mayor cabida en la comercialización a las cooperati- 1953 aceptó integrarse en la Confederación General de la Produc-
vas, que además expandieron los servicios prestados a sus asocia- ción, y hasta ocupó cargos en la primera Comisión Directiva de la
dos. En efecto, el movimiento cooperativo tuvo en la década pero- Confederación General Económica. En suma: aunque probable-
nista una presencia más notable en la discusión de las decisiones. mente la mayoría de sus miembros eran opositores, la entidad dio
El sector incluía varias entidades de segundo grado, entre ellas tres las suficientes muestras de aceptación del orden político y estatal
muy grandes: SanCor, ACA y FACA. Cooperativistas y en general como para no provocar una acción contra ella.
pequeños productores, especialmente de las zonas no pampeanas,
tuvieron una participación importante en la gestación de la Confe- LOS GRANDES EMPRESARIOS
deración General Económica y dieron allí forma y voz a reclamos so- El caso de la Sociedad Rural muestra que el problema prin-
bre precios, créditos y transportes, exigiendo al Estado por ejemplo cipal de las asociaciones patronales durante la década peronista no
212 mejorar los servicios ferroviarios. fueron las exigencias de acatamiento o unanimidad política, que
pudieron solucionar con los gestos adecuados, sino resolver, en cada derivada de distintas «conquistas» sindicales, lo que la llevó a sumar-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


caso, hasta dónde las vigorosas políticas estatales los beneficiaban o se a quienes plantearon el problema de la «productividad». Tampo-
perjudicaban. En este aspecto, no hubo una posición colectiva, un in- co aprobaron el giro en la política económica posterior a 1952, ni la
terés empresario único, ni siquiera un interés industrial. Los empresa- presencia, demasiado activa, del Estado en la construcción de autos
rios metalúrgicos livianos aprobaban la política de defensa de la pro- o maquinaria agrícola, a través de IAME. Finalmente, terminaron
ducción nacional y el mercado interno, mientras que los metalúrgicos manifestando su adhesión al derrocamiento de Perón en 1955.
fabricantes de maquinarias criticaban la facilidad en la importación de
equipos. Similar conflicto dividía a los empresarios textiles, según uti- Así, en las asociaciones empresarias de base circulaba todo
lizaran o no fibra sintética importada. Por su parte, los frigoríficos y los tipo de planteos y reclamos sectoriales, y una escasa vocación para
molinos harineros, sustancialmente perjudicados por la estatización disciplinarse según la demanda del Estado. Sin embargo, la política
del comercio exterior, fueron reticentes a cualquier participación cor- de la concertación asignaba a los empresarios industriales lugares re-
porativa, aunque el grupo Bunge y Born, propietario de la mayoría de levantes, que debían ser ocupados por instituciones que pudieran
los molinos, se beneficiara de la política mercadointernista, a través de aducir la representación del conjunto. Como en otros casos, el go-
otras empresas industriales, como los envases de hojalata. bierno concurrió a la construcción de la representación colectiva. En
1946, intervenida la UIA, los industriales adictos a Perón, encabeza-
Aun en aquellos grupos de más sistemática alineación en dos por su secretario de Comercio Raúl Lagomarsino, crearon la
favor de la política del Estado peronista, los matices fueron muchos, Asociación Argentina de la Producción, la Industria y el Comercio
como en el caso de la Cámara Argentina de Industriales Metalúrgi- (AAPIC), una entidad mixta con representantes de las distintas en-
cos, estudiada por J. Brennan. Los fabricantes de heladeras y lava- tidades. La AAPIC hizo los gestos necesarios: colocó retratos del Pre-
rropas allí nucleados fueron los más favorecidos por las políticas sidente y su esposa en sus publicaciones y se declaró a favor de la so-
económicas: protección, mercado cautivo y demanda solvente, ca- lidaridad social y la armonía de los intereses encontrados, pero al
paz de pagar por una heladera cara y rústica, y esperar por meses la igual que los metalúrgicos no se privó de criticar al gobierno en cues-
entrega. A esa adhesión inmediata se sumó otra, más ideológica, a tiones específicas; sobre todo, se resistió al reclamo gubernamental
la política económica nacionalista, de la que por otra parte los in- de abrir la afiliación a los empresarios, cámaras y federaciones del in-
dustriales esperaban sacar algún provecho por la vía de la provisión terior que empezaban a constituirse, y prefirió mantenerse como re-
al Estado. Sus dirigentes participaron activamente en la constitu- presentante de los grupos tradicionales y más concentrados. En esto
ción de la Confederación de la Industria, propiciada por Perón; la no fue muy exitosa: muchos empresarios importantes, inclusive de
empresa Siam Di Tella estuvo representada por Torcuato Sozio Di los adeptos al régimen, rehusaron integrarla. En 1949, el gobierno la
Tella, el pariente más afín con el peronismo de una familia que disolvió y constituyó la Confederación Económica Argentina (CEA).
gruesamente no lo era. Pese a eso, la Cámara no se privó de criticar
la excesiva injerencia de las comisiones internas del sindicato, la in- Esta era una institución de cuarto grado, acorde con el mo-
disciplina que provocaban en la planta y la baja en la productividad delo corporativo propugnado por Perón: todos los intereses patronales 213
debían confluir en una única central. La CEA tuvo una capacidad de con la activación del «gran designio» de Perón, que en 1951 -el año
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

convocatoria algo mayor debido a que empresas que habían abando- posterior al del célebre discurso en el que formuló el proyecto de la
nado la Unión Industrial se le sumaron. También fue más consisten- «Comunidad organizada»-, en una conferencia en la Facultad de De-
te su adhesión ideológica a las propuestas del Estado: la solidaridad recho propuso unificar la representación empresaria en una única
social y la planificación económica. Inclusive llegaron a aceptar que Confederación General Económica, constituida por tres Confedera-
una organización del naciente movimiento empresarial del interior, la ciones sectoriales: de la Industria, el Comercio y la Agricultura. En
CAPIC, se sumara a ella; pero se negaron a reformar los estatutos como el mismo sentido, dos años después se sancionó la Ley de Asociacio-
para que conllevara una participación en la conducción. nes Profesionales de Empleadores, que establecía la afiliación obliga-
toria a una única entidad por sector y la organización según el mo-
LA CONFEDERACION GENERAL ECONOMICA delo piramidal. Esta decisión institucional estuvo acompañada de
El cambio más importante en el asociacionismo empresa- otra de índole política: elegir al movimiento gremial del interior co-
rio fue el movimiento que culminó con la formación de la Confede- mo base para la organización de la CGE, a la que se incorporaron,
ración General Económica (CGE). Arrancó en 1946, con la movili- velis nolis, la CEA, la Bolsa de Comercio y la Sociedad Rural.
zación de distintos grupos de pequeños empresarios del interior: fa-
bricantes, comerciantes, productores agropecuarios, muchos de ellos En la forma de organización de la CGE concurrieron dos
recién ascendidos del estrato de cuentapropistas, empleados de co- factores: el organigrama corporativo trazado por Perón (su entusias-
mercio o arrendatarios, en virtud del fuerte impulso que el peronis- mo por los diseños de este tipo era mayor que su voluntad de concre-
mo dio a la movilidad social. El Censo Económico de 1954 registra- tarlos) y la dinámica del movimiento asociativo del interior, formada
ría ese abultamiento empresarial, mucho más importante en núme- desde abajo. Así, la primera unidad eran las asociaciones o cámaras lo-
ro que en envergadura. Como ha señalado Brennan, tenían afinida- cales, constituidas en cada ciudad. Estas se agrupaban en dos tipos de
des claras con el peronismo: la democracia social, el ethos antioligár- federaciones: una regional (cada provincia tuvo su Federación Econó-
quico, el nacionalismo económico y el rechazo al liberalismo, lo que mica) y otra sectorial, donde por agregaciones sucesivas se llegaba a
no significa que fueran necesariamente peronistas. De hecho, el la constitución del interés empresario sectorial. El sistema decisional
principal dirigente de este movimiento, José Ber Gelbard, no lo era. se basaba en el principio democrático de una empresa/un voto, dan-
do un peso enorme a los empresarios pequeños. A la vez, la Ley de
Entre 1946 y 1951 se realizaron tres Congresos Económi- Asociaciones establecía como contribución societaria un porcentual
cos del Norte Argentino. En el segundo se firmó el Acta de Catamar- de las ganancias, por lo que las empresas grandes financiaban la par-
ca y se fundó la Confederación Argentina de la Producción, la In- ticipación de las pequeñas. En los papeles al menos, la CGE era la
dustria y el Comercio (CAPIC), que intentó incorporarse a la CEA. realización de una pieza importante de la Comunidad Organizada.
Luego este grupo de dirigentes, de gran militancia gremial, saldría a
promover la agremiación de los empresarios en otras regiones del Por otra parte, la confederación defendió con entusiasmo
214 país. Esta incorporación de un nuevo actor corporativo coincidió el criterio de la agremiación y la unidad de representación. También
apoyó los lineamientos generales de la política económica del go- entonces se ocupaba la SCA. Ese mismo año, otro decreto/ley re-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


bierno, y mantuvo en su interior los cuestionamientos sectoriales: glamentó el ejercicio de las distintas profesiones médicas y creó la
fue un eficaz gestor de la agregación de intereses. Además participó Dirección de Salud Pública y Asistencia Social, encargada de ha-
activamente en todas las comisiones e instancias de negociación y cerla cumplir y, en general, de ejecutar centralizadamente todas
concertación planteadas por el Estado, que eran también ámbitos las políticas estatales sanitarias y asistenciales. El decreto legislaba
de legitimación. Sin embargo, fue absolutamente austera en cuanto sobre matrículas, locales habilitados, publicidad, relaciones con
a los gestos de identificación política: no creyó necesario «peroni- farmacias y laboratorios; definía las «especialidades» y establecía
zarse». Finalmente, canalizó aquellas críticas compartidas por el las condiciones para la reválida de los títulos. Todos estos temas se
conjunto de los empresarios a la política económica y fue la princi- habían debatido ampliamente en la década anterior.
pal impulsora de los congresos de la productividad, cuyo propósito
era acotar aquello que los empresarios, y probablemente el propio Como ya señalamos, los años entre 1943 y 1946 fueron po-
Perón, juzgaban excesivos avances del brazo gremial. líticamente conflictivos, lo que influyó en la posición de las corpora-
ciones profesionales. En este campo, hubo divisiones entre quienes
fueron convocados a participar en las reformas y quienes no lo fue-
PROFESIONALES Y ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS ron, y por otra parte hubo expulsiones de profesores opositores en la
Universidad y cesantías en empleos públicos. La reacción de ambas
La presencia muy activa del Estado a través de distintos ti- corporaciones fue diferente.
pos de políticas públicas, y a la vez su definición política, influye-
ron de manera contradictoria entre las nacientes organizaciones La COMRA no ocultó sus reticencias ante la nueva política
profesionales, convocándolas y a la vez rechazando a quienes no es- y su oposición a la candidatura de Perón. En 1946 fue intervenida, pe-
taban dispuestos a aceptar la uniformidad política. Seguiremos esta ro se la normalizó de inmediato y no volvió a tomar partido. Tampo-
situación a través de dos casos diferentes: los médicos y los arquitec- co volvió a intervenir en la discusión de las políticas públicas, y se con-
tos, a través de la Confederación Médica de la República Argentinas centró en cuestiones técnicas o en las de tipo gremial y corporativo.
(COMRA) y la Sociedad Central de Arquitectos (SCA). Así, se preocuparon por el libre ejercicio profesional, la libre elección
del médico, la defensa del honorario, la libertad de prescripción, mien-
Ambas corporaciones venían reclamando, en los años ‘30, tras -como se verá- el Estado modificaba de manera profunda el fun-
que el Estado estableciera normas reguladoras de la actividad profe- cionamiento de todo el sector de la salud. Inclusive peticionó ante el
sional y habían participado en comisiones preparatorias. En 1944, esa gobierno reclamando, como otras organizaciones corporativas, privile-
y otras cuestiones se resolvieron rápidamente. Un decreto/ley regla- gios y franquicias: estabilidad en los empleos, concursos, facilidades
mentó el ejercicio profesional de la arquitectura, la ingeniería y la para adquirir automóviles, asignación de divisas para la importación
agrimensura, y simultáneamente se creó el Consejo Profesional de de insumos. La COMRA no confrontaba, pero tampoco daba muestras
Arquitectos, que asumió muchos de los problemas de los que hasta de simpatía con la política oficial, y probablemente la mayoría de sus 215
afiliados era antiperonista. Surgieron algunos sindicatos de orienta- Entre los médicos, las distintas asociaciones y sindicatos peronistas se
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ción peronista, aprovechando que la retracción de la COMRA deja- agruparon en la Corporación de Médicos de la República Argentina.
ba un vacío en cuestiones gremiales, viejas y nuevas: la relación pro- Como la COMRA no se manifestó dispuesta a afiliarse a la CGP, la
fesional con las mutuales, con los hospitales de colectividad, que ha- Corporación recibió la personería gremial. No obstante, el conflicto
bían perdido su primitivo carácter asistencial para convertirse en que por entonces se desarrollaba con las aseguradoras mostró que la
centros médicos prepagos, y sobre todo las nuevas Obras Sociales. COMRA mantenía el apoyo del grueso de los médicos.
Sin embargo, la COMRA asumió la negociación de la principal
cuestión gremial: la relación con las aseguradoras. Entre los arquitectos, la SCA tuvo un período de dudas,
que fue aprovechado por la Asociación de Arquitectos de Buenos Ai-
En la Sociedad Central de Arquitectos predominaron los res, de filiación peronista, para organizarse y reclamar reconocimien-
profesionales que simpatizaban con el régimen. Algunos de sus to. La SCA reconsideró rápidamente su situación, adhirió a la CGP,
miembros destacados ocuparon cargos relevantes, como Jorge Saba- modificó sus estatutos para adecuarlos a la nueva ley de Asociaciones
té, Intendente de Buenos Aires. También debe de haber influido la Profesionales, y en julio de 1955 recibió el reconocimiento.
decisión de crear las nuevas facultades de Arquitectura, separadas de
las de Ingeniería, un caso similar al de los odontólogos. La SCA man- En 1950, el gobierno había lanzado una iniciativa equivalen-
tuvo, como la COMRA, una posición estrictamente gremial, aunque te en el ámbito de la Universidad, con la constitución de la Confede-
los profesionales antiperonistas criticaron que no saliera en defensa de ración General Universitaria para los estudiantes y también de una en-
los colegas que habían sufrido cesantías por razones políticas o ideo- tidad equivalente para los profesores. En 1945, las universidades ha-
lógicas. El caso más sonado fue el del arquitecto Fermín Bereterbide, bían sido militantemente antiperonistas y fueron sancionadas por ello.
que en la entrega de premios de un concurso se negó a saludar al pre- Las intervenciones diezmaron los elencos profesorales y la autonomía
sidente Perón: no sólo fue exonerado de sus funciones públicas, sino universitaria fue fuertemente recortada. Expulsados los profesores, la
que la SCA lo expulsó de inmediato. Por otra parte, apoyó los Planes oposición al gobierno quedó a cargo de las organizaciones estudianti-
Quinquenales, aunque arrimó críticas a la Ley de Alquileres. les, galvanizadas por el espíritu de la Reforma Universitaria, pero sus-
tentadas en un sólido trabajo gremial. Así, los estudiantes realizaron
En 1953, el proyecto de la Comunidad Organizada llegó una crítica política general y también una crítica académica específica,
también a los profesionales: debían agruparse en una Confedera- denunciando la baja calidad de la enseñanza. Sobre todo, defendieron
ción General de Profesionales, que se afiliaría a la CGT. Por otra sus centros de estudiantes. El más notable fue quizá el Centro de Es-
parte, una Ley de Asociaciones Profesionales determinaba la unifi- tudiantes de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, «La Línea
cación por ramas de la representación corporativa. El proyecto co- Recta», fundado en 1902. 6000 de los 10.000 estudiantes de la Facul-
menzó de manera algo confusa: dos grupos se atribuyeron, por bas- tad pagaban su cotización. El Centro, que tenía su propia imprenta,
tante tiempo, la organización de la CGP. En cada profesión, esta de- editaba los textos de los mejores profesores y la Revista de Ingeniería,
216 cisión estimuló el nucleamiento de quienes apoyaban al régimen. sobre cuestiones técnicas y científicas. Poseía una biblioteca, organizaba
actividades culturales y de extensión, entre ellos una escuela técnica LOS SINDICATOS

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


para capacitar obreros. En una escala más modesta -la Facultad era más
chica- el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras organizaba cursos El eje del proyecto corporativo fueron los sindicatos. So-
paralelos, editaba apuntes y la revista Centro, de destacado nivel. El bre ellos se edificó el poder político de Perón; pero además, la in-
1946, el gobierno cerró sus locales en la Universidad y los centros se tegración al Estado del movimiento obrero organizado constituyó
instalaron en otros, semi clandestinos. En 1952, se le quitó la perso- el centro de sus preocupaciones. Por otra parte, el sindical fue el
nería jurídica al Centro de Ingeniería, que sin embargo se mantuvo en ámbito de la sociedad donde el proyecto se desarrolló más plena-
funciones con un pequeño cambio de nombre. mente y donde recibió adhesiones más sinceras y menos reticentes.

En esas circunstancias, el proyecto de sindicalizar a los es- LOS AÑOS FORMATIVOS


tudiantes a través de la CGU no tenía muchas perspectivas. Perón Recordemos que al producirse el movimiento militar del 4
anunció su constitución en una asamblea estudiantil en 1950. Pa- de junio de 1943 el movimiento obrero organizado era ya denso y
ra promover su difusión, los centros de la CGU distribuían apun- consistente. Algunas de sus organizaciones habían llegado a la ma-
tes gratuitos obsequiaban raquetas y palos de golf para practicar durez y otras comenzaban ese camino; los más atrasados eran los sin-
deportes, y distribuían empleos de auxiliares docentes. Pero sólo dicatos industriales, que correspondían al sector por entonces más
atrajeron a los pequeños grupos del nacionalismo católico. dinámico de la economía. Por otra parte, aunque se había produci-
do una fuerte politización y los partidos alinearon a las organizacio-
6° Congreso de la Asociación de Trabajadores del Estado, 1941.
nes sindicales en el frente antifascista, los dirigentes gremiales eran
La mujer comienza a ganar protagonismo en los actos públicos. en general poco proclives a la politización y más bien partidarios de
conservar la autonomía de las organizaciones, y entablar negociacio-
nes con los patronos y el Estado. Éste había comenzado a involucrar-
se como mediador en los conflictos industriales, todavía a tientas,
pero por un camino no muy diferente del que luego adoptaría.

Desde fines de 1943, la nueva Secretaría de Trabajo y Pre-


visión Social -elevada a ese rango por el coronel Perón- comenzó a
operar activamente en el campo sindical. Por una parte, hubo un uso
claro de la fuerza y la coacción: la CGT número 2, orientada por co-
munistas y socialistas, fue disuelta, los sindicatos dirigidos por co-
munistas fueron ilegalizados y muchos de sus dirigentes apresados;
dos grandes sindicatos, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, fueron
intervenidos, y una amenaza similar rondó a los otros. A la vez, la 217
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
INCREMENTO PORCENTUAL DE LA AFILIACIÓN POR SECTORES

1946/45 1948/46 1954/48

Industria 97 98 31
Transporte 09 70 70
Servicios 60 70 95
Total 58 83 44

Asamblea de ascensoristas en el sindicato Acto del sindicato metalúrgico en el En Doyon, Louise, «El crecimiento sindical bajo el peronismo» en Juan Carlos Torre (comp.),
de la construcción, 1943 Luna Park, 1942 La formación del sindicalismo peronista. Buenos Aires, Legasa, 1988.

Secretaría intervino de muchas maneras en los conflictos sindicales: a dirigentes políticos tradicionales, asociaciones de todo tipo y, so-
estimuló las demandas obreras, presionó a los patrones y tomó todo bre todo, a los patrones. A ellos trató de convencer de que era pru-
tipo de medidas que, en cada caso particular, satisfacían alguna aspi- dente realizar concesiones, reconocer a los sindicatos e institucio-
ración postergada. Hubo aumentos salariales, control sobre la apli- nalizar el conflicto industrial, para evitar las consecuencias de la
cación de leyes laborales y otras medidas específicas, dosificadas se- posguerra, que se presumían peligrosas. Perón se presentó como
lectivamente. Un caso característico fue el decreto que estableció el quien podía conducir y canalizar un movimiento potencialmente
régimen jubilatorio para los Empleados de Comercio, que le valió la peligroso. Por distintos motivos esta apelación no funcionó: en
conversión de Angel Borlenghi, de larga militancia socialista. parte porque quedó subsumida en el gran enfrentamiento político
de la Segunda Guerra Mundial (en el que, para sus adversarios, Pe-
Lo más notable fue el fuerte impulso a la sindicalización: rón ocupaba la posición que en Europa tenía el fascismo), y en par-
se estimuló la formación de sindicatos donde no los había -se verá te porque los empresarios no coincidieron con su diagnóstico acer-
al final el caso de la FOTIA-, la conquista de sindicatos en manos ca de la conflictividad social latente. Lo cierto es que, desde media-
de dirigentes adversarios o la formación de otros nuevos, como la dos de 1945, Perón estrechó su vinculación con los dirigentes sindi-
Asociación Obrera Textil, que compitió con la Unión Obrera Tex- cales -que en su gran mayoría venían respaldando su acción- y esta
til, dirigida por comunistas y socialistas. El impacto numérico fue alianza se soldó luego de los sucesos del 17 de octubre de 1945.
importante aunque no espectacular: entre 1941 y 1945 los traba-
jadores sindicalizados pasaron de 440.000 (un 20% de la mano de En ese contexto, a fines de 1945 se sancionaron decretos que
obra empleada) a 530.000; pero el crecimiento se dio en el nuevo establecían importantes beneficios generales: sobre vacaciones, despi-
sector industrial, y estuvo acompañado por la promoción de una dos injustificados y sobre el aguinaldo (un tema esgrimido durante la
nueva camada de dirigentes. campaña electoral). Sobre todo, se sancionó el decreto ley sobre Aso-
ciaciones Profesionales, que reconocía a los sindicatos y establecía una
Hasta 1945, la apelación a los sindicalistas fue una entre normatividad que colmaba ampliamente las expectativas de los diri-
218 las varias herramientas usadas por Perón, quien también convocó gentes gremiales, quienes participaron activamente en su elaboración.
AFILIACIÓN SINDICAL por las candidaturas. Los dirigentes sindicales entendían su rela-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


1941 0.441.412 ción con Perón en términos de una alianza de partes, que implica-
1945 0.528.523 ba el mantenimiento de su autonomía organizativa y la posibili-
1946 0.877.333 dad de disentir y negociar. Apenas concluida la elección, Perón
1948 1.532.925 procedió a disolver el Partido Laborista e incluirlo, junto con las
1950 1.992.404 otras fuerzas, en el nuevo Partido Peronista. Con esto concluyó un
1954 2.256.580 Sindicato de sastres y modistas, intento de los sindicatos de actuar en política de manera autónoma.
1941

CRECIMIENTO SINDICAL
La medida se sancionó en plena campaña electoral, que se El primer dato significativo sobre los cambios en el actor
presentaba reñida e incierta. Los dirigentes sindicales -ha estudia- sindical fue la afiliación. En los primeros años del gobierno pero-
do J.C. Torre- decidieron dar forma política a su poder gremial, nista su crecimiento fue espectacular, sobre todo en los gremios in-
consolidado en la jornada de octubre. Fundaron el Partido Labo- dustriales. De acuerdo con Louise Doyon, a quien seguimos en to-
rista, con una organización inspirada en su homólogo británico, da esta sección, se debió tanto a la masiva propaganda estatal co-
que incluía la pertenencia de individuos y de sindicatos, el cual mo a la acción militante de los dirigentes sindicales. En 1950 se
constituyó uno de los núcleos fuertes de la nueva fuerza política. había triplicado, llegando a 1,5 millones. El mayor crecimiento se
Perón se propuso balancear su poder apelando a los políticos ra- produjo en los gremios industriales, hasta entonces muy pequeños,
dicales y hasta a los conservadores que se habían incorporado al donde la tasa de afiliación llegó al 50%. En esos sindicatos el cre-
naciente movimiento, y en todas partes menudearon los conflictos cimiento posterior fue mucho menor; en cambio, luego de 1950
aumentó mucho la afiliación en los sindicatos que agrupaban dis-
... un asado en el sindicato del transporte automotor tinto tipo de empleados estatales nacionales. Numéricamente fue
importante: la adhesión llegó en 1955 a 2,5 millones, es decir, cin-
co veces mayor que en 1941. Su significación social y política fue
distinta, pues la afiliación fue casi obligatoria, quizá porque a tra-
vés de esas organizaciones, más fácilmente manejables, el Estado
podía contrapesar el poder de los gremios industriales. Por otra
parte, desde 1950 fue normal que se descontara por planilla la cuota
sindical a todos los trabajadores, afiliados y no afiliados.

El manejo de estos fondos fue una de las herramientas


que consolidó la fuerza de las organizaciones sindicales. Lo esencial
estaba en el decreto de Asociaciones Profesionales de 1945, luego 219
convertido en ley. En esa normativa concurrieron dos tradiciones Capital Federal, constituía una conducción fuerte. Esa centraliza-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ideológicas: por una parte, la de los sindicatos, que generalizaron ción, que como se verá resultaba adecuada para el modelo político
lo que había sido la experiencia más exitosa, la de los gremios fe- corporativo, se reproducía en la CGT, que pasó de órgano de coor-
rroviarios. Por otra, las ideas del estado corporativo, cuyos funda- dinación a instrumento de control. La reforma estatutaria de 1950,
mentos se esbozaron más arriba. Ambas perspectivas coincidieron que suscitó muchas resistencias, hizo obligatorio para cada gremio
en propiciar organizaciones sindicales fuertes: un sindicato por ra- el cumplimiento de las decisiones colectivas, y además autorizó a
ma de industria, de carácter nacional y único. En esas condicio- la CGT a intervenir sus organizaciones. La FOTIA, por ejemplo,
nes era reconocido por el Estado como miembro legítimo de la estuvo intervenida desde 1949 a 1955. El elenco de dirigentes de
negociación corporativa. Así se desvanecieron los intentos de so- la CGT se modificó. A la supresión del Partido Laborista siguió la
cialistas, comunistas o católicos de mantener sus propias organi- eliminación, a veces notoria, otras silenciosa, de la mayoría de la
zaciones sindicales. Por otra parte, también se reconocía una úni- «vieja guardia», remplazada por dirigentes provenientes de gremios
ca organización de segundo grado, la CGT, y se forzó a ingresar pequeños y de escaso predicamento personal. En suma, conduccio-
en ella a algunos gremios que, por distintos motivos, mantenían nes mediocres, más adecuadas para transmitir a los dirigentes sin-
su autonomía. dicales la línea política del gobierno que, a la inversa, para hacer
llegar a este las ideas del movimiento obrero organizado.
En la práctica, llegar a esa unificación no fue simple. En al-
gunos casos las tradiciones sindicales estaban muy arraigadas; los tra- Algo parecido ocurrió con las conducciones de cada uno
bajadores de la carne o los molineros mantuvieron sus organizacio- de los sindicatos. La afiliación masiva generalizó una situación que
nes y no avanzó la formación de una federación de la alimentación. ya conocían los gremios ferroviarios: alejamiento del modelo del
Lo mismo ocurrió con los que nucleaban a agroindustrias regiona- sindicalismo militante, conformación de un grupo de dirigentes
les: era difícil integrar a trabajadores del azúcar, fuertes en Tucumán, estables y especializados, y desarrollo de un sector administrativo
con los cuyanos del vino. Tampoco fue fácil incluir en una misma rentado, una burocracia. Se trataba, en primer lugar, de adminis-
organización a obreros y empleados, o a trabajadores y supervisores. trar una entidad amplia que manejaba muchos fondos y desarro-
llaba una serie de actividades nuevas, como el turismo social. Tam-
La conducción de estos sindicatos fue centralizada, de bién, de desempeñar funciones complejas, como participar en pa-
acuerdo con el modelo de la Unión Ferroviaria. La conducción na- ritarias, suscribir convenios colectivos de trabajo que pretendían
cional tenía amplia autoridad sobre las secciones. Administraba los reglar situaciones variadas, vigilar el cumplimiento de las leyes la-
fondos -y giraba su parte para la operación de cada sección-, deci- borales y asesorar al respecto a los afiliados, participar en las múl-
día sobre los paros y tenía la potestad de intervenir las secciones, tiples instancias que abría el Estado hasta en los niveles más altos
para disciplinar a los dirigentes díscolos. Hubo gremios que man- de la decisión. Todo ello contribuyó a que en cada sindicato se for-
tuvieron la forma federativa, como el de la Carne o Luz y Fuerza, mara un cuerpo de asesores profesionales y un grupo de dirigentes
220 pero en los hechos la sección más importante, usualmente la de la con una formación especializada.
Dado ese contexto, resultó sin embargo que los grupos sin- Por otra parte, los dirigentes sindicales participaron en di-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


dicales dirigentes estuvieron menos consolidados de lo que podría su- ferentes instancias del gobierno del Estado. Sindicalistas integraron
ponerse y, sin duda, mucho menos que luego de 1955. Perón prefi- las listas de Diputados y su número fue en constante aumento. Fi-
rió que no hubiera entre los sindicalistas figuras muy destacadas, con nalmente, se estableció que la CGT era una de las tres ramas del
peso propio, y los desalentó, como ocurrió cuando la exclusión de la Movimiento Peronista (junto con los partidos peronistas masculino
«vieja guardia». Pero a la inversa, los dirigentes mediocres que promo- y femenino) y por lo tanto le correspondía un tercio de los repre-
vió en su lugar resultaron poco aptos para encauzar y canalizar los re- sentantes. Sindicalistas fueron designados en el Servicio Exterior,
clamos sindicales de los trabajadores y a menudo fueron desbordados, como agregados obreros; participaron también en distintas instan-
lo que llevó a su eliminación. Esto ocurrió como consecuencia de al- cias de concertación: directorios de bancos, comisiones de ingresos,
gunas grandes huelgas; pero también fue el argumento de los grupos ámbitos de planificación, provinciales y nacionales. Las autoridades
opositores a las direcciones sindicales, que podían llegar al control del de la CGT eran invitadas con frecuencia a participar de las reunio-
sindicato demostrando a la Secretaría de Trabajo que ellos estaban nes de gabinete y Perón concurrió con frecuencia a la CGT para ha-
en mejores condiciones de absorber ese descontento. En suma, la blar a los dirigentes sindicales. Usualmente el ministro de Trabajo
«burocracia sindical» fue mucho más débil que luego de 1955. fue un sindicalista. En síntesis, los trabajadores organizados estuvie-
ron representados en el Estado y ante él, y pudieron hacer jugar su
SINDICATOS, ESTADO Y GOBIERNO peso político. Esta fue la segunda novedad fundamental.
El Estado peronista legisló sobre la concertación de las rela-
ciones trabajadores-patrones, a través de paritarias en las que, junto A la vez, el Estado y su gobierno tenían distintas herra-
con representantes del Estado, se acordaban las convenciones colec- mientas para controlar el movimiento sindical, y las usaron. La per-
tivas de trabajo. Firmadas por representantes de las grandes corpora- sonería gremial era clave: por un acto administrativo se la podía con-
ciones -como vimos, entre los patrones se propició una organización ceder o retirar, para adjudicársela a otro grupo sindical. Ella conlle-
similar- tenían alcance nacional, para todos los trabajadores de esa ra- vaba no sólo el derecho a representar a los trabajadores, sino el ma-
ma, independientemente de su aceptación: la ley establecía que el de- nejo de los fondos de las cuotas sociales. La CGT, como se vio, te-
recho del individuo a negociar sus condiciones de trabajo se transfe- nía autoridad para intervenir gremios díscolos, así como la conduc-
ría al gremio. Así quedó establecido en la Ley de Contrato de Traba- ción central del gremio podía hacer lo mismo con las secciones, de
jo, de 1953, y en la Ley de Asociaciones Profesionales, que establecía modo que la estructura centralizada podía funcionar -y de hecho así
la «personería gremial», concedida o retirada por el Estado. Bajo este lo hacía- como una cadena de transmisión de las sugerencias u órde-
marco legal, los trabajadores obtuvieron grandes beneficios: los sala- nes del gobierno. Finalmente, un mecanismo menos formal consis-
rios llegaron en 1949 a su punto más alto respecto del producto bru- tía en la digitación de los dirigentes, ya mencionada. En 1948 Eva
to. Por otro lado, se reglamentó cada actividad y se sancionaron esta- Perón se instaló en la CGT, conformó un elenco directivo adecuado
tutos y escalafones que uniformaban las condiciones de trabajo, una y se ocupó personalmente de hacer funcionar estos mecanismos, que
empresa ardua. Esta fue la primera novedad fundamental. como se vio siempre tenían dos sentidos: control y representación. 221
Dentro de este marco, relativamente rígido, transcurrió la La situación fue distinta entre 1949 y 1951, cuando se in-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

conflictividad sindical. Lo que no se canalizó en las negociaciones virtió el ciclo económico y despuntó la recesión hasta culminar en
colectivas se resolvió con huelgas, que fueron muchas e importantes, la crisis de 1952. Las huelgas en defensa de lo ya conquistado fue-
y crearon un problema político a un gobierno cuyo supuesto era, ca- ron fuertes: la FOTIA, los bancarios, los gráficos y, sobre todo, los
da vez más, la unanimidad política de la sociedad de modo que nin- ferroviarios. Es posible que, en ese contexto, hayan podido actuar
guna de sus manifestaciones podía considerarse neutra. Un primer dirigentes provenientes de los partidos de oposición. Su presencia
ciclo importante de huelgas, las transcurridas entre 1946 y 1948, pu- era menor, aunque fue magnificada, para salvar la imagen de la
dieron computarse, aunque con dificultades, en favor del peronis- unidad y unanimidad del peronismo. El gobierno se sintió amenaza-
mo. Se trataba de trabajadores que buscaban hacer efectivas las con- do en un punto sensible y respondió interviniendo y disciplinando
quistas laborales, resistidas en muchos casos por los patrones. Así, por la fuerza a los sindicatos adversos.
podían aparecer como movimientos de apoyo a lo que Perón decía y
el principio de unanimidad no resultaba afectado. Ese primer ciclo En los años siguientes, al disciplinamiento gremial se unió
se produjo en el pico ascendente de la economía, en situación de ple- una ofensiva general para forzar el consenso de los gremialistas, que
no empleo y con excedentes suficientes, de modo que el gobierno coincidió con los avances para imponer la agremiación corporativa
pudo ampliar al máximo los mecanismos de la concertación, para in- de patronos, profesionales, estudiantes u otros grupos y, en general,
cluir las demandas y además satisfacerlas en todo lo que podía, que para «peronizar» la sociedad. En el caso de los sindicatos, hasta en-
no era poco; los empresarios en principio no perdían, pues compen- tonces las relaciones políticas con el gobierno habían sido variadas
saban sus mayores costos con facilidades crediticias o cambiarias, o y hasta flexibles: según W. Little había algunos opositores, otros
simplemente aumentando los precios. Más allá de eso, el gobierno «liberales», peronistas independientes y «leales».
consideró que las huelgas eran injustificadas y las reprimió.

Acto en Plaza de Mayo

222
Es característico el caso de La Fraternidad, el más antiguo de a lo largo de 1954, cuando la nueva política económica de Perón, y

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


los sindicatos, que hasta entonces había eludido una definición políti- sobre todo la cuestión de la productividad, crearon una situación de
ca, limitándose a acompañar la política social peronista y a extender intranquilidad. Quedan pocos testimonios de esto, salvo una sugesti-
sus beneficios entre sus afiliados. En 1951, la CGT demandó que ca- va renovación de dirigentes: muchos de quienes fueron protagonistas
da sindicato se pronunciara a favor de la reelección de Perón; esta pos- después de 1955 llegaron por entonces a la conducción.
tura pública, junto con el apoyo al Segundo Plan Quinquenal, forma-
ba parte de las preocupaciones de presidente, que acababa de sofocar SINDICATOS, TRABAJADORES Y PERONISMO
una revuelta militar, para mostrar el respaldo de una sociedad unáni- Resta un comentario sobre la relación entre la nueva ma-
me. Los dirigentes de La Fraternidad, que probablemente no adscri- quinaria sindical y sus miembros activos, los trabajadores. La ins-
bían al régimen, respondieron con las palabras de Perón en 1946, al titución clave en esa articulación fueron las comisiones internas,
disolver el Partido Laborista y eliminar a dirigentes como Luis Gay y de planta y de sección. A diferencia de los sindicatos, su existen-
Cipriano Reyes: los sindicatos no deben meterse en política. cia no estaba prevista en la ley, ni siquiera en la más tardía de 1953
sobre Convenciones Colectivas de Trabajo, sino que surgieron de
En aquel momento, la frase correspondía al punto de la práctica sindical de los trabajadores. Los patrones fueron siem-
acuerdo entre un sindicalismo gremialista y un movimiento políti- pre reacios a reconocerlas, al punto de que constituyeron uno de
co que quería construir un Estado por encima de los intereses. Pe- los blancos principales en los planteos sobre la baja productividad
ro la exigencia de 1951 era otra. La CGT respondió que apoyar a y la indisciplina fabril. La acción de las comisiones se refería a la
Perón no constituía una acto político, puesto que él representaba supervisión, la presentación de reclamos, la consulta con la patro-
simultáneamente los intereses y los principios de todos los trabaja- nal ante casos de posibles faltas a la disciplina y la colaboración
dores, y de la Nación toda. En ese mismo sentido, poco después se con la empresa en la conversación del buen funcionamiento de la
estableció que la Doctrina Peronista era la Doctrina Nacional. No planta. Uno de sus reclamos era la completa libertad de movi-
fue una mera discusión teórica. La Fraternidad siguió negándose y miento dentro de la planta, que los patrones tendían a restringir.
fue intervenida por la CGT. Luego de la normalización, su direc- La comisión interna era la cara visible del sindicato entre los obre-
ción pasó a manos de un grupo peronista «leal». Así se denomina- ros, y el instrumento directo que tenían para controlar las condi-
ba a quienes estaban dispuestos a solidarizarse en todas las instan- ciones de trabajo y la aplicación específica de lo establecido en los
cias y en cualquier condición con el gobierno. Lo cierto es que lue- acuerdos paritarios; también, el canal para hacer llegar a la direc-
go de 1952 todos los dirigentes fueron «leales» y el acuerdo de la ción sindical, algo lejana, las inquietudes de «la base». Por otra
CGT con el gobierno se estrechó totalmente. Prenda de esa alianza, parte, solían ser el lugar de formación y posterior cooptación de
el cuerpo de Eva Perón fue depositado en esa sede sindical. los dirigentes gremiales.

Ciertamente no acabó allí la agitación gremial, pero se El sindicato se instaló en el centro de la experiencia laboral
manifestó de manera más subrepticia y encubierta, particularmente de los trabajadores y empezó a avanzar en la esfera del tiempo libre. 223
Muchas de las actividades que comenzó a desarrollar correspondían LA FOTIA
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

a un programa de larga tradición en el gremialismo preperonista: Veremos estos aspectos en un caso específico: la Federación
constituir una biblioteca, dar cursos de apoyo, organizar conferen- Obrera Tucumana de Trabajadores del Azúcar. En Tucumán y a di-
cias. Otras consistieron en vincularse con autoridades estatales y lle- ferencia de los dueños de los ingenios y de los plantadores cañeros,
var adelante emprendimientos en común, como se verá en el caso en 1943 los obreros del azúcar, de los ingenios o del surco, no esta-
de la FOTIA. En el punto siguiente se hará referencia al aspecto ban organizados sindicalmente y predominaba un tipo de relaciones
más notable: las obras sociales y las tareas de previsión. Una nove- laborales tradicional y paternalista, particularmente en los cañavera-
dad fueron las actividades turísticas, combinando la disponibilidad les. Antes de 1943, sindicalistas comunistas habían comenzado el
de la quincena de vacaciones pagas con la posibilidad de reducir los trabajo de agremiar, pero tropezaron con enormes dificultades por la
costos de estadía; comenzó por entonces la compra de hoteles, una dura represión. Desde fines de 1943 la organización de estos traba-
experiencia que también tenía precedentes en los ferroviarios. En jadores fue promovida por la Secretaría de Trabajo y Previsión a tra-
este campo los sindicatos compitieron con la Fundación Eva Perón vés de su delegado en Tucumán, Carlos Aguilar, proveniente de las
y con las propias instituciones estatales, como los ministerios. Si la filas del nacionalismo católico, quién desarrolló su actividad ingenio
experiencia peronista significó la incorporación a la ciudadanía social por ingenio, convocó a los trabajadores y les aseguró que no serían
de los trabajadores, el instrumento de esa conquista fue el sindicato, y reprimidos o sancionados. En seis meses había organizado sindicatos
el nexo permanecerá firme en la etapa siguiente. en la mayoría de los ingenios, que de inmediato se reunieron en la
FOTIA. Inicialmente sus dirigentes sostuvieron que la acción sindi-
Pero más allá de los sindicatos, existió una identificación cal debía mantenerse separada de la política, pero la dinámica de los
muy fuerte entre los trabajadores y Perón, que la práctica política acontecimientos los hizo cambiar de posición. La solidaridad de la
del estado peronista se esforzó en soldar permanentemente, crean- Federación con Perón fue muy fuerte: antes que ninguna otra orga-
do vínculos por carriles diferentes del sindical. La peronista fue nización, el 13 de octubre de 1945 declararon la «huelga general re-
una identidad de clase y una identidad política a la vez, lo que volucionaria» y el 17 del mismo mes, sus miembros invadieron la
siempre ha creado problemas para su conceptualización. Esta soli- plaza Independencia de Tucumán. También fue importante su par-
daridad estuvo más allá de cualquier conflicto sindical: se podía ticipación en esos días en la decisión de la CGT de apoyar a Perón.
hacer huelga e inclusive llevar adelante una huelga condenada por De inmediato, fueron los principales protagonistas de la constitu-
el gobierno, sin que por esto flaqueara la lealtad a Perón; podía vi- ción del Partido Laborista de Tucumán. Rechazaron todo acuerdo
varse a Perón y criticar a los gobernantes. El punto es importante con los radicales de la Junta Renovadora y obtuvieron un aplastante
porque da cuenta de la exitosa tarea del Estado en la integración y triunfo, con el 70% de los votos. En Tucumán, el peronismo era la
nacionalización de la clase obrera, y también de la fuerte solidari- FOTIA, que sumaba la representación sindical y la política.
dad lograda para el Estado, a través de su Conductor. Anticipa tam-
bién el grave problema de legitimidad política que planteará el En los años siguientes, muchos de sus directivos ocuparon
224 abandono del poder por parte de Perón. funciones políticas y de gobierno de importancia. Tenían un peso
fundamental en el peronismo local, y habitualmente sus dirigentes subsidios a la producción otros destinados a pagar las mejoras salaria-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


integraban las listas de diputados. Por otra parte, se integró en el les, ocasionando la duplicación del precio del azúcar al consumidor
esquema corporativo, de hecho asumió la representación de todos nacional, respecto del producto importado. Pese a eso, la FOTIA
los trabajadores de Tucumán, «aunque existía una CGT local», tu- continuó realizando una huelga por año -se aprovechaba la época
vo una representación propia en el órgano confederal de la CGT crucial de la zafra- para lograr equilibrar los salarios con la inflación,
nacional y hasta integró su Mesa Directiva. El sindicato creció y se exigir el cumplimiento de lo acordado en las paritarias o zanjar los
organizó: en 1948 tenía 30.000 afiliados, incluyendo sindicatos de distintos problemas de los ingenios. Con estas huelgas se contrave-
otras provincias vecinas; al igual que el resto, creció la centralización nían las directivas cada vez más explícitas de la CGT y del propio Pe-
y también la burocratización. rón, pese a que la FOTIA no vacilaba en declarar su lealtad al líder
y participaba, con entusiasmo, en las grandes celebraciones anuales.
La solidez organizacional se tradujo en el crecimiento de ac-
tividades mutuales. Con subsidios concedidos por el estado provin- Desde 1949, la política de subsidios comenzó a flaquear y
cial, la FOTIA construyó su sede social, desarrolló cooperativas, bi- el conflicto industrial, hasta allí eludido, se planteó abiertamente. En
bliotecas y cursos nocturnos de alfabetización, y un Teatro Obrero. la huelga de 1949 reclamó la igualdad salarial con otros trabajadores
Los sindicatos por ingenio promovieron el fútbol y otras actividades industriales del país; además, ante una crisis de producción y cierre
recreativas. En 1948, habían establecido en los distintos ingenios 28 de un ingenio, comenzó a defender la fuente de trabajo. Coincidió
escuelas de capacitación obrera, luego transferidas al Estado. Incursio- con un fuerte reproche público de Miguel Miranda, conductor de la
naron en la construcción de viviendas, la atención médica y la educa- economía, a la ineficiencia del sector, que pese a los subsidios y altos
ción, en combinación con las autoridades estatales y la Fundación costos, no lograba abastecer el mercado interno. La FOTIA recorrió
Eva Perón. Las actividades turísticas se iniciaron con una colonia en todas las instancias de la negociación corporativa y parlamentaria; re-
Tafí del Valle. Debe señalarse, sin embargo, que los actuales poblado- chazó dos ofertas de incremento parcial de los salarios hasta que, pre-
res del pueblo del ingenio San Pablo de los Nougués recuerdan con sionada por el descontento de las bases, declaró la huelga general por
precisión las distintas instituciones creadas por el párroco y la Acción tiempo indeterminado y pidió la mediación de Perón. El conflicto
Católica, pero no así esta dimensión de la actividad de la FOTIA. entre la representación sindical y la política se hizo manifiesto. De-
safiado en su autoridad, Perón decidió que la CGT la interviniera y
En suma, la FOTIA conjugaba dos imágenes: la represen- que la policía detuviera a sus principales dirigentes. Una vez levanta-
tación sindical de los obreros azucareros y la representación políti- da la huelga, concedió un 60% de aumento salarial -una suma muy
ca del peronismo tucumano. Luego de 1955 agregó una tercera: la superior a lo ofertado durante el conflicto- y a la vez denostó como
representación de los intereses conjuntos de la actividad azucarera. traidores a los dirigentes como lo había hecho con Luis Gay y los di-
Las dos primeras entraron pronto en tensión. La situación de los rigentes laboristas de 1947. La FOTIA sufrió una doble derrota, gre-
trabajadores del azúcar mejoró notablemente, sin perjuicio para los mial y política. Fue intervenida hasta 1955; la identidad peronista de
industriales: la Junta Nacional del Azúcar sumó a los tradicionales los trabajadores azucareros permaneció incólume. 225
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LA JUSTICIA SOCIAL y abarcativos como los ya consagrados derechos civiles y políticos: el
Estado debía asegurarlos de manera equitativa e igualitaria, es decir,
EL ESTADO Y LA ACCION SOCIAL justa. Esto implicaba el remplazo de las viejas ideas de caridad o de fi-
En la etapa anterior a 1943, el desarrollo de distintas for- lantropía por la más novedosa de justicia social y, a la vez, la centrali-
mas de mutualismo prefiguró el posterior desarrollo de las obras so- zación de las iniciativas sectoriales en una única coordinación, que
ciales. Sigamos nuevamente a S. Belmartino. Ese mutualismo coexis- asegurara la igualdad. El Estado peronista desarrolló ampliamente la
tió con un importante sector filantrópico a cargo de distintas tareas primera idea, pero como se verá, no pudo avanzar en la segunda.
de acción y previsión social, cuya expresión más conocida era la So-
ciedad de Beneficencia de la Capital. Fundada en tiempos de Riva- Su inmediato antecesor, el gobierno militar de 1943,
davia, gozó de un amplio apoyo del Estado; en 1908 fue transforma- arrancó con brío y una fuerza política tal que pareció poder supe-
da en institución estatal, dependiente del Ministerio de Relaciones rar los distintos bloqueos planteados hasta el momento. Ese año se
Exteriores y Culto, pero gobernada por una Asociación de Damas. creó la Dirección Nacional de Salud Pública y Previsión Social,
En 1934, totalmente financiada por subsidios gubernamentales, ad- que debía centralizar la atención médica, la asistencia social y la
ministraba 25 instituciones de salud, entre hospitales, maternidades previsión. Dentro de ese espíritu, comenzó a discutirse una idea
y asilos, con una disponibilidad de 11.000 camas. Ya por entonces muy propia de los Estados de Bienestar: un seguro social único, te-
abundaban las críticas a su gestión: dos asilos fueron clausurados por ma sobre el que se habían tejido amplias coincidencias entre los
deficiencias higiénicas. De modo que cuando en 1946 el gobierno sectores progresistas de cada una de las ramas implicadas.
decidió intervenirla, no hubo mayores protestas: se entendía que las
cuestiones que atendía eran demasiado serias para confiarlas a manos Este impulso no se mantuvo. En parte, tuvo que ver con
poco profesionales y que había llegado la hora del Estado. la competencia de jurisdicciones dentro del Estado y las disputas
de los cuerpos técnicos y administrativos por sus respectivas por-
La misma demanda, según se vio, se registra hacia 1943 en ciones de poder. Así, rápidamente la parte relativa a la previsión so-
el mundo de las mutuales. Su crecimiento, y particularmente el éxi- cial fue transferida a la flamante Secretaría de Trabajo y Previsión,
to de algunas de ellas, suscitó un reclamo de intervención estatal pa- que controlaba Perón, dejando la salud pública a la Dirección an-
ra reglamentar y mediar en infinidad de cuestiones de funciona- teriormente mencionada. La Secretaría organizó una serie de repar-
miento, que hacían también a la práctica médica. Esto coincidió con ticiones que no llegaron a afirmarse: el Instituto Nacional de Pre-
una tendencia general en el mundo, estimulada por la Guerra: el Es- visión Social, que debía ocuparse de las jubilaciones; el Instituto
tado debía hacerse cargo de asegurar lo básico de la salud, el bienes- Nacional de las Remuneraciones, que entre sus amplias e indefini-
tar y el trabajo de la población. Ese sentido tuvo en Inglaterra el das funciones debía ocuparse del nuevo turismo social, y la Direc-
«Plan Beveridge» de 1943, que sirvió de modelo a los posteriores «Es- ción Nacional de Asistencia Social, que debía controlar las institu-
tados de Bienestar». Esta idea asociaba la intervención estatal con la ciones de beneficencia y hacerse cargo de las mujeres, los ancianos
226 garantía de los nuevos derechos sociales, considerados tan universales y, en general, las personas caídas en el infortunio.
La parte referida a la Salud Pública pareció encaminarse a Angel Borlenghi, veterano dirigente socialista del sector, con Perón.

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


una acción más consistente, cuando en 1946 se transformó la Direc- El Instituto Nacional de Previsión Social, creado simultáneamente,
ción de Salud Pública en Secretaría y luego en Ministerio, y se puso apuntaba a crear un sistema jubilatorio único en lugar de las Cajas
a su frente el destacado sanitarista, Dr. Ramón Carrillo, quien im- por gremios, que según se decía en el Primer Plan Quinquenal eran
pulsó la intervención a la Sociedad de Beneficencia, posteriormente «injustas». Este seguro social preveía una retribución básica uniforme,
incorporada a la Dirección de Asistencia Social. Sobre todo, formu- una edad única de jubilación y un seguro para accidentes, enferme-
ló un Plan Nacional de Salud como parte del Primer Plan Quinque- dades, maternidad, incapacidad, fallecimiento y desempleo. Los sin-
nal, que incluía una cobertura médica única y obligatoria. Sus ideas dicatos se opusieron a esa iniciativa y ejercieron su derecho al veto.
se encuentran expresadas en ese plan, de 1947, aunque están ausen- En 1946 se creó la Caja para el Personal de la Industria, de modo
tes en el Segundo, de 1952. Entre ambas fechas, su proyecto perdió que los 500.000 beneficiarios de regímenes jubilatorios se convir-
vigor: no pudo competir con dos poderosos rivales: los sindicatos y tieron en 2,3 millones. En 1954 se agregaron los trabajadores autó-
la Fundación Eva Perón. El resultado fue el silencioso abandono del nomos y los rurales, con lo que los trabajadores jubilables pasaron
proyecto de asistencia social único, centralizado e igualitario, y su a ser más de 4,6 millones. Las Cajas pasaron a depender del Insti-
remplazo por un modelo disperso y no equitativo. tuto, aunque cada una tenía su propio régimen, y sobre todo, el ti-
po de beneficios que daba dependía del desempeño relativo de cada
SINDICATOS, CAJAS JUBILATORIAS Y OBRAS SOCIALES gremio. Desde 1953 recuperaron su autarquía.
El principal escollo fueron los sindicatos. Algunos gremios
habían desarrollado sistemas jubilatorios: empleados públicos, ferro- Un grupo de mineros junto a Eva Perón, Mayo de 1951
viarios, servicios públicos, bancarios o periodistas. Los ferroviarios, y
en menor medida otros, habían desarrollado exitosos sistemas médi-
cos, muy atractivos para el vigoroso movimiento sindical que por en-
tonces se estaba constituyendo. El propio estado peronista estimula-
ba su desarrollo e incluso colaboró con el fortalecimiento de los in-
cipientes proyectos sindicales sobre jubilación y atención médica, de
modo que no pudo sostener la política de centralización estatal.

Antes de 1946, con un Perón muy atento a los reclamos sin-


dicales, otros gremios lograron la aprobación de un régimen jubilato-
rio como el de los ferroviarios: una Caja constituida con aportes de
los trabajadores y los empleadores, cuyo funcionamiento regulaba y
garantizaba el Estado. En 1943 se sancionó la ley que creaba la Caja
de Empleados de Comercio; según se dice, fue la base del acuerdo de 227
Lo mismo ocurrió con la atención médica. El caso de los a reclamos específicos de cada grupo de trabajadores. Pero el mo-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ferroviarios marcó el rumbo para todos los sindicatos. Ya se mencio- delo básico era el mismo: un fondo constituido con aportes de tra-
nó la organización del Hospital Ferroviario, una organización de ti- bajadores y empresas, que beneficiaba a los primeros y a sus fami-
po mutual, así como las limitaciones para su crecimiento, por la re- liares; un gobierno que incluía consejeros de los empleadores, de-
lativa escasez de trabajadores afiliados. El gobierno se propuso forta- signados por los Consejos Directivos de los gremios o por el voto
lecerlo, y a la vez controlarlo, según una ecuación similar a la anali- directo, y un presidente designado por el Poder Ejecutivo.
zada anteriormente. Así, se estableció una contribución obligatoria
para todos los trabajadores y otra patronal, que en principio sólo En 1954, al inaugurar el nuevo policlínico ferroviario de
funcionó para los ferrocarriles del Estado, pero que finalmente se ex- Puerto Nuevo, dijo el presidente Perón: «No queremos para nues-
tendió a todos. Por otra parte, se concedieron subsidios de distinto tros trabajadores una asistencia en los hospitales públicos; quere-
tipo, que permitieron extender los beneficios del Hospital a los fa- mos que tengan sus propios hospitales, porque no es lo mismo pe-
miliares y posteriormente a los trabajadores jubilados. Finalmente, dir albergue en un hospital de beneficencia que atenderse en su
en 1944 se creó una Dirección de Asistencia y Previsión Social para propia casa». El dicho subrayaba adecuadamente la concepción,
Ferroviarios, a cargo de estos servicios de salud, independiente del esencialmente no equitativa, de este tipo de «obra social», como
sindicato: la conducía un Director, designado por la Secretaría de empezaba a llamársela, fundada en una franquicia obtenida del Es-
Trabajo y Previsión, y un Directorio, cuyos miembros designaban el tado. El Hospital público, se declaraba, correspondía a la «benefi-
Estado, las empresas y los sindicatos; éstos no podían pertenecer a la cencia». El proyecto alternativo, fundado en la coordinación, la
dirección gremial ni ocupar cargos partidarios o electivos. centralización y la igualdad de derechos, había fracasado ante la
clara preferencia del actor sindical por este modelo.
La antigua mutual se fundió así en un organismo estatal-
corporativo, de acuerdo con un modelo que luego se haría gene- LA FUNDACION EVA PERON
ral. Con los años, la tendencia fue reducir el aporte estatal y au- Junto con las nacientes obras sociales, la Fundación Eva
mentar la contribución de los trabajadores. Con ese apoyo, el ser- Perón tomó a su cargo muchas de las hipotéticas funciones del Es-
vicio médico para los ferroviarios se expandió de manera notable. tado de Bienestar. Se trata de una institución singular y de clasifica-
Se habilitaron hospitales ferroviarios en Bahía Blanca, Rosario, ción imposible. Surgió a partir de las actividades de acción social
Salta, Tucumán, Córdoba, Santa Fe. En 1950 había 14 regionales realizadas por la esposa del presidente, antes de 1950, fecha de la
e innumerables salas y consultorios de distinto tipo. En 1954 en constitución formal de la Fundación. A lo largo de esos años, mien-
todo el país había 32 policlínicos ferroviarios. El criterio se gene- tras se consolidaba el modelo de las obras sociales sindicales, se pre-
ralizó, y a lo largo de los diez años del gobierno peronista se for- cisó el terreno en el que se proponía trabajar: todas aquellas perso-
maron Direcciones similares para los trabajadores del vidrio, ban- nas no cubiertas por un sindicato, ya sea mujeres, niños, ancianos,
carios, seguro, carne y otros. Sus estatutos, que debía aprobar el subocupados o desocupados. Se trataba, en conjunto, de lo que su
228 Congreso, presentan algunas diferencias y singularidades, debidas fundadora llamaba «los humildes», un vasto contingente que por
esa vía se incorporaba al disfrute de los derechos sociales y también sustancial provenía de aportes de la CGT; por ejemplo, el equiva-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


a la política, como se verá. Es posible -así se lo ha planteado mu- lente a dos días de salario de todos los trabajadores, correspondien-
chas veces- que el gobierno buscara en ellos un contrapeso ante el tes al 1º de Mayo y el 17 de Octubre, así como una parte de cada
creciente poder de las organizaciones sindicales. mejora salarial obtenida por un sindicato, la que habitualmente era
gestionada por la propia Eva Perón. Finalmente, el Estado contri-
Según la ley de creación, dictada cuando la Fundación ya buyó de diversas maneras. Hubo entregas extraordinarias, como
había corrido mucho camino, su objetivo era «desenvolver su acción bienes inmuebles, o lo recibido en el juicio de expropiación al gru-
en forma independiente del Estado»; sin embargo, de inmediato se po Bemberg, así como aportes fijos: porcentajes de lo recaudado en
agregaba: «las funciones a cargo de la Fundación Eva Perón son de los casinos, las carreras de caballos o la lotería. También se le trans-
orden público y de interés nacional». Su existencia transcurrió en firieron programas sociales estatales, como el Instituto Nacional de
una zona ambigua, entre institución privada y pública. Aunque una las Remuneraciones, destinado al turismo social. Otro modo de la
parte sustancial de sus recursos provenía del Estado, su manejo estu- colaboración del Estado era el préstamo de empleados públicos,
vo totalmente en manos de Eva Perón -así lo establecía su estatuto- usados para los menesteres más variados de la Fundación. Luego ha-
sin obligación de rendir cuentas. El secreto sobre su contabilidad fue bía otras fuentes de ingreso, variadas e inclasificables: por ejemplo,
celosamente guardado y hoy es muy difícil reconstruir su financia- autos comprados con permisos de importación para ser vendidos al
miento. Una parte de sus fondos provenía de donaciones volunta- valor de mercado, que era el doble, y hasta una tonelada de té, pro-
rias de particulares y empresas; abundan las anécdotas acerca de la veniente de algún negocio similar. Todo en medio de un desorden
presión ejercida sobre los empresarios para estimular su iniciativa. inmenso, que se quiso corregir luego de la muerte de Eva Perón.
No obstante, ésta parece haber sido una parte menor. Una porción
Sumando todo, dinero no faltó. En 1951, su presupuesto
Un día en la Fundación Eva Perón era de 800 millones de pesos, el doble de los fondos disponibles
para salud pública y asistencia social. Igualmente significativo fue
que sólo se empleó la mitad y el resto permaneció inactivo en ca-
ja. Con esos fondo, la Fundación emprendió un variadísimo pro-
grama de acción social. No es fácil encontrar una organización o
designio claro, salvo el de extender la política redistributiva a los
sectores no sindicalizados, cumpliendo de otro modo los objetivos
inicialmente asignados al seguro social.

Se construyeron numerosos hospitales y cuatro policlínicos,


tres en el Gran Buenos Aires y uno en Catamarca; en 1955 había varios
más en construcción. A pesar de ser muy significativo, todos ellos 229
reunían 1.200 camas de internación, menos de la mitad de las 3.000 verdadero evento, inolvidable para sus participantes y familiares. Los
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

de la obra social ferroviaria y apenas la décima parte de las que en su equipos infantiles recibían camisetas y equipo deportivo; eran aloja-
momento manejó la Sociedad de Beneficencia. Se crearon Hogares dos en Buenos Aires, paseados y recibidos con todos los honores por
de Tránsito para mujeres necesitadas, Hogares para niños abandona- el presidente y su esposa. Además, se les hacía una cuidadosa revisa-
dos y para ancianos y un Hogar de la Empleada, que competía con ción médica, probablemente la acción más masiva existente en mate-
una institución similar creada por monseñor De Andrea. También ria de sanidad infantil. Los equipos habitualmente se constituían en
una Escuela de Enfermeras, la Ciudad Infantil y la Ciudad Estudian- torno de los clubes de barrio, lo que nos regresa al punto de partida:
til, se adquirieron hoteles y colonias de vacaciones, y se desarrollaron el asociacionismo de base, y el impacto que en él tuvo el peronismo.
planes de viviendas económicas. En Navidad se repartían juguetes,
sidra y pan dulce. Lo más característico, sin embargo, fue la llamada LAS ORGANIZACIONES DE BASE: UNIDADES BASICAS, CLUBES,
Acción Social Directa: la satisfacción de necesidades particulares so- SOCIEDADES DE FOMENTO Y BIBLIOTECAS
licitadas individualmente, muchas veces a la propia Eva Perón, que Paralelamente con la Fundación, Eva Perón organizó el
destinaba largas horas diarias a recibir y solucionar todo tipo de pe- Partido Peronista Femenino, luego de la extensión del sufragio a las
didos, que en otros casos se canalizaban, como se verá, a través de las mujeres. Según los estatutos, e igual que en la Fundación, su auto-
unidades básicas del partido Peronista Femenino. ridad era total. En 1952 el Partido tenía unas 500.000 afiliadas y
3600 unidades básicas (tal el nombre de los comités políticos pe-
Una de las obras más notables de la Fundación, que mues- ronistas) en todo el país. Los cuadros iniciales provinieron de la Es-
tra lo ecléctico de su programa y su asociación con la construcción cuela de Enfermeras y en general de la Fundación. De allí surgieron
de una identidad política, fueron los Campeonatos Infantiles de las 23 «delegadas censistas», encargadas de organizar a las «subdele-
Fútbol Evita. Es sabido que el gobierno peronista asignó una gran gadas». Su tarea era política y social a la vez: afiliar a las mujeres y
importancia al deporte, lo promovió de diferentes maneras y se aso- relevar necesidades y problemas sociales.
ció con los éxitos internacionales, de verdadera importancia, conse-
guidos en esos años por los deportistas argentinos. También, que las Acto de la Rama Femenina del Partido Peronista
instituciones deportivas fueron incluidas en la política de encuadra-
miento y «peronización», y no sólo las federaciones sino, en el caso
del fútbol, los clubes más populares, en cuyas directivas aparecieron
de manera sistemática dirigentes afines con el movimiento.

El fútbol ocupó en esos años un lugar muy importante en


la vida social, lo que explica en parte el interés por los torneos infanti-
les. Los campeonatos, que recibían una promoción muy importante,
230 reunían cada año entre 100.000 y 200.000 chicos, y constituían un
Según se declaraba reiteradamente, en las unidades básicas

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


LAS UNIDADES BASICAS
no se hacía política sino que se prestaba ayuda social. Por ello, ese in-
tercambio de cuadros entre el Partido y la Fundación era natural. Las EN EL RECUERDO DE MUJERES PERONISTAS
unidades básicas desarrollaban en cada ámbito social celular un pro-
grama de actividades que ya conocemos. Allí se ofrecían distintos cur- Les decíamos la importancia de la Uni- Era lo que las diferenciaba de los hom-
sos: tradicionales como corte y confección, sombrerería o bordado; dad Básica, que era una casa para que bres. Los hombres hacían más la parte
en cualquier momento que pasara cual- política solamente, en cambio la unidad
modernos, como dactilografía, inglés o francés; de desarrollo perso- quier cosa, podía llegar tranquilamente, básica femenina tenía una parte social
nal, como declamación, danza o guitarra; también había guarderías que iba a ser atendida y asesorada. que era ver las necesidades del barrio y
para las mujeres trabajadoras. Pero sobre todo, se esperaba que acu- de la gente que se acercaba.
Las unidades básicas tenían que ser tem- Prestábamos libros para leer, muchos li-
dieran allí todos los que tuvieran una necesidad específica, que la plos de bondad, de atender a la gente, de bros. Se sentaban y leían libros las que
Fundación pudiera solucionar. Las unidades básicas debían ser el lu- enseñarles. no querían hacer ninguna actividad.
gar de contacto permanente y efectivo de la Fundación con la socie-
La que nunca fue a aprender, que pudie- Allí había mujeres que enseñaban a tejer,
dad. En algo se parecían a las tradicionales asociaciones de base, ya es- ra aprender. Que se animaran a apren- les enseñaban a cocinar. Maestras que se
tudiadas; a su vez éstas, influidas por el peronismo, se asociaron a der. Y que fuera gratuitamente. Porque ofrecían [...] Para enseñar corte y confección,
menudo con la Fundación para colaborar con su acción. había gente que por falta de dinero no tejido.
podía ir a aprender.
Los chicos jugaban. Teníamos un patio..
No poseemos mucha información sobre esto, de modo y ahí les puse las hamacas y los chicos se
que expondremos lo que ocurrió en Tolosa, un barrio de La Plata, divertían. Para Reyes, dábamos juguetes.
Para Navidad, dábamos juguetes.
a través del estudio de Fernando Jumar.
Susana Bianchi y Norma Sanchís,
Lo que más llama la atención en este barrio tradicional, El Partido Peronista Femenino.
Buenos Aires, CEAL, 1988.
poblado por los estratos más consolidados de los sectores popula-
res, es la continuidad sin estridencias. Las instituciones culturales
siguieron, a su ritmo, desarrollando su programa de conferencias,
reforzado a menudo por profesores de la Universidad de La Plata;
quizás hubo más interés por los temas científicos, más seguros que
los políticos. Los clubes continuaron con sus actividades deporti-
vas y sociales: comenzó en estos años la época de oro de los bailes,
que se prolongó hasta avanzados los ‘60, ignorando las cronologías
políticas. La Universidad Popular también prosperó: incorporó a
su programa de cursos «mecánica» y «motores diesel», quizá para
responder al desafío de las nuevas Universidades del Trabajo. En las 231
sociedades de fomento se registró un cambio leve; siguió inalterable años, conferencias cuyos temas implicaban una adhesión con el pe-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

su tarea de gestión de mejoras edilicias, pero cambió el tono: ya no se ronismo; su presidente era cuñado de un diputado provincial pe-
«reclamaba» a través de los diarios, interpelando al poder administra- ronista y quizá por eso, el club recibió en esos años algunos subsi-
dor desde la opinión pública, sino que se solicitaba «respetuosamente» dios. La Liga de Fomento Dardo Rocha «entronizó» un busto de Evi-
a la autoridad. Un cambio de estilo, solamente. ta en 1953 y la mayoría de las instituciones expresó su pesar ante
su fallecimiento. Sólo el Club Cultural Tolosano no «peronizó», qui-
Las bibliotecas populares fueron objeto de desconfianza y de zá porque sus directivos eran en su mayoría «contreras», radicales
control; se continúaba aquí una tendencia iniciada en la etapa ante- o socialistas. En suma, las instituciones sociales de Tolosa, como
rior, cuando una ley de 1938 estableció condiciones para la concesión muchas otras, cumplieron con los actos y ritos mínimos.
del reconocimiento. Esto fue repetido y ampliado en un decreto de
1944 por el que se reglamentaba el funcionamiento de la Dirección Por esos años fue intensa la acción de un cura párroco muy
de Bibliotecas Populares. La preocupación se centraba en los conteni- activo, que estableció en Tolosa las instituciones corrientes de la Ac-
dos «nacionales» de lo que allí se difundiera, comenzando por el pro- ción Católica. Su actividad ha dejado, en el recuerdo colectivo, una
pio nombre de la institución. En 1954 se sancionó la ley reglamenta- huella más honda que la de esta «peronización». Se trata de algo si-
ria, y se estableció la necesidad de «orientar la acción bibliotecaria ha- milar a lo observado en el ingenio «San Pablo», en la muy peronista
cia la formación de una cultura nacional inspirada en los principios provincia de Tucumán. También se concluye esto de los estudios so-
de la Doctrina Nacional Justicialista y las previsiones del Segundo bre Villa Flandria, ese experimento de catolicismo social donde se re-
Plan Quinquenal». Se trataba, en suma, del encuadramiento y la pe- sistió con éxito la presencia del sindicalismo peronista. Mencione-
ronización que, en el otoño del régimen, intentaba abarcarlo todo. mos brevemente otro caso del que existe alguna información: los
No sabemos que cambios produjo, por ejemplo, en el préstamo de li- nuevos barrios de San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires,
bros. Sólo tenemos un caso: el Club Ateneo Popular decidió bautizar crecidos en estos años. Es muy posible que su historiador -H. Segu-
su Biblioteca y, siguiendo las prescripciones acerca de la conveniencia ra Salas- haya expurgado de la reconstrucción de su memoria las re-
de honrar a los prohombres de la patria, eligió por patrocinador a ferencias a una adscripción política fuerte. Sin embargo, cuando és-
Bernardino Rivadavia. Es posible que hubiera allí un mensaje sutil. ta se une a una cuestión institucional, es difícil eludirla. Tenemos
aquí el caso de Villa Hall. Crecida a principios de 1950 en unos te-
Los clubes sociales hicieron los gestos de identificación ne- rrenos en parte inundables, donde se mezclaron quienes habían
cesarios. Sólo uno, el Sud América, se solidarizó en 1945 con el aun comprado sus parcelas con otros, ocupantes ilegales de las partes
incierto destino del peronismo. Juventud se ofreció a la señora de Pe- inundables. Su pasaje del poblamiento anárquico a la vida civil está
rón en 1947 para colaborar en el reparto de juguetes de reyes y Los acompañado por la inicial constitución de un club de fútbol, quizá
Tolosanos fue sede, varios años, del Centro de Fomento María Eva participante de los torneos Evita; de él salió el Club Social y Depor-
Duarte de Perón. En 1952 Villa Rivera organizó un acto de difusión tivo Villa Hall, convertido luego en Club y Sociedad de Fomento
232 del Segundo Plan Quinquenal. Unión y Fuerza dictó, durante varios Unión y Progreso de Villa Hall. Ya se señaló esta nueva secuencia en
los barrios del conurbano de Buenos Aires. En 1953 el gobierno Desde 1943 la Iglesia obtuvo importantes ventajas del go-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


construyó allí una escuela, que ya había comenzado a funcionar de bierno, particularmente el establecimiento de la enseñanza de reli-
manera particular, por la inquietud del presidente del Club Justi- gión en las escuelas estatales. Se trataba de una vieja reivindicación;
cialista, que cedió su salón y obtuvo la colaboración de docentes pero una vez lograda, la Iglesia descubrió que acarreaba infinidad de
del Colegio Normal 17 de octubre. problemas prácticos y que, por otra parte, servía mejor a sus fines
consagrándose principalmente a robustecer sus propios estableci-
mientos educacionales. En cambio, la asociación con el peronismo
POR FUERA DEL ESTADO PERONISTA le significó pérdidas: una fuerte división interna, y también un debi-
litamiento del espíritu participativo. Esto se notó en las instituciones
La fuerza del conjunto Estado corporativo/corporaciones de tipo caritativo, incluyendo la misma Sociedad de Beneficencia de
fue muy grande, y dejó poco margen para un desempeño relevan- la Capital, asociada con la elite católica, que fueron desplazadas por
te de asociaciones no incluidas en él, máxime cuando el Estado se el crecimiento de la acción del Estado y de la Fundación Eva Perón.
propuso uniformarlas políticamente, más allá de sus necesidades
funcionales. Por ello, las asociaciones de las que nos ocuparemos Se notó sobre todo en la Acción Católica Argentina, la or-
en este último punto, que resistieron el alineamiento, tuvieron ganización oficial de los laicos. Más allá de éxitos parciales por la ac-
además un fuerte matiz opositor y «antiperonista». Las encontra- tividad emprendedora de algún cura párroco, en 1943 se detuvo el
mos en los dos campos en que, antes de 1943, se había polarizado crecimiento de la afiliación, que había aumentado mucho en los años
el mundo político e intelectual: el católico y el progresista. anteriores, y se observó una disminución de la participación y mili-
tancia de los asociados. Señala Lila Caimari que había razones locales
LAS ASOCIACIONES CATOLICAS -como la escisión producida por la relación con el peronismo-, pero
La relación entre la Iglesia Católica y el gobierno peronista también era un fenómeno general de Europa: luego de 1945 el papa
fue compleja y cambiante. Comenzó con un apoyo fuerte, aunque Pio XII consideró necesario modificar la Acción Católica, ampliar la
condicionado, que provocó una fuerte división entre los católicos, organización de ramas por sexo y edad e incorporar otras vinculadas
pues los había antiperonistas. Luego, hubo un progresivo enfria- con las actividades de sus miembros y las formas específicas de mi-
miento de las relaciones, a medida que maduraban ciertos rasgos del litancia. Curiosamente, por esa vía la Acción Católica terminaría
régimen peronista incompatibles con las ideas de la Iglesia: seculari- replicando el esquema corporativo propuesto por el Estado peronista.
zación y estatismo sobre todo. Frente a ellos, la Iglesia se abroqueló
en la defensa de las posiciones tradicionales y también de sus insti- Desde los años cuarenta existía una cuarta rama: el sector
tuciones asociativas, que el avance del Estado amenazaba. Desde de militancia social y obrera, encarnado en las Juventudes Obreras
1950, el enfriamiento se tornó en oposición y, en ese proceso, se fue- Católicas, las JOC, inspiradas en el catolicismo belga y francés, más
ron soldando las antiguas divisiones dentro del campo católico, re- moderno y dinámico que la línea romana, dominante en la Iglesia
surgió un espíritu militante y renació la actividad asociativa. argentina. La consolidación del sindicalismo peronista dejó poco 233
margen para su acción, pero además -se quejaban sus militantes- no Las cuestiones relativas a la mujer y la familia -señala Susa-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

encontraban apoyo en las parroquias, donde los curas desconfiaban na Bianchi- dividieron profundamente al gobierno peronista y la Igle-
de sus métodos de catequesis. De todos modos, para la concepción sia. Como reacción contra las políticas modernas y seculares, se acti-
de unanimidad del peronismo, ese grupo, aunque pequeño, consti- vó la movilización católica. En 1948 se formó el Movimiento Fami-
tuía un desafío. También lo era, en otro sentido, la acción de Mon- liar Cristiano y en 1950 las Ligas de Padres de Familia y de Madres
señor Miguel De Andrea, que en 1923 había fundado el Hogar de de Familia, organizadas por parroquias y encuadradas en la Acción
la Empleada, una organización que creció mucho y por entonces te- Católica. Las Ligas desplegaban actividades mutuales -cooperativas
nía en plena construcción un importante edificio en Buenos Aires. de consumo y en algún caso de vivienda- y además desarrollaban una
Su actividad chocaba directamente con otra similar emprendida por acción ideológica que apuntaba a «dignificar la familia».
la Fundación Eva Perón; además, De Andrea simpatizaba con los anti-
peronistas y opinaba demasiado, por lo que se comenzó a censurarlo. La creciente tensión con el peronismo incentivó la rein-
corporación de los católicos antiperonistas y hubo una vigoriza-
A lo largo de la década del ‘30, y dentro de la concepción ción de las asociaciones, en las que ingresaron militantes jóvenes.
integral del catolicismo, se constituyó una serie de Corporaciones Hacia 1954, el combate comenzó a desarrollarse en el terreno de la
Católicas de profesionales: abogados, médicos, economistas, arqui- juventud. La Iglesia reaccionó con energía contra la constitución
tectos, odontólogos, ingenieros. De acuerdo con la nueva organi- de la Unión de Estudiantes Secundarios y la asoció con su campa-
zación de la Acción Católica, estas corporaciones se integraron, ña, muy tradicional, contra el vicio y la corrupción de las costum-
junto con los estudiantes universitarios, en lo que pasó a ser la bres modernas, que veía encarnadas en la UES. En Córdoba, la
Quinta Rama. Las corporaciones empezaron a tener presencia en movilización fue precoz y fuerte: se formó la Federación de Ateneos
la discusión pública, defendiendo el punto de vista de la Iglesia, Católicos y el Movimiento Juvenil Católico, cuya presencia en la ca-
muy tradicional, en numerosas cuestiones que tenían que ver con lle -por ejemplo en los festejos del día del Estudiante- preanunció el
el reformismo social peronista. Poco después se constituyó la Aso- gran conflicto que acarreó el fin del gobierno peronista.
ciación Católica de Dirigentes de Empresa, de modo que la vasta
construcción corporativa que desarrollaba por entonces el estado EL MUNDO DE LA CULTURA PROGRESISTA
peronista vino a tener una réplica en el campo católico. La situa- El gobierno peronista atendió su frente cultural y educativo
ción de los estudiantes fue compleja, pues la mayoría de los mili- vinculándose con intelectuales del nacionalismo y el integrismo cató-
tantes universitarios, de tradición nacionalista e integrista, por lico. El arco cultural progresista, que ya caracterizamos, se hizo defini-
oposición al movimiento estudiantil reformista, decidió sumarse a damente antiperonista. Ello lo alejó de las instituciones culturales ofi-
la Confederación General Universitaria propiciada por el gobierno ciales y, a la vez, creó entre sus miembros solidaridades muy fuertes. El
y de hecho fueron sus únicos activistas. Esto originó una división y mundo cultural de entonces fue denso, trabado y muy comunicado.
la formación de la Liga Humanista de estudiantes que se inspiraban Pero tuvo un bajo grado de institucionalización, pues las asociaciones
234 en Maritain y militaron asociados con los reformistas. formales ofrecían un blanco fácil para el hostigamiento estatal.
Una de las instituciones características de este período fue para la constitución de grupos de estudio e investigación; así, prepa-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), asociación gremial ró a los universitarios para el recambio de 1955. En 1952, cuando el
que se convirtió en referente cultural alternativo. En 1946 Ricardo gobierno peronista acentuó su política de control y represión, clau-
Rojas fue despojado del Gran Premio Nacional que se le acababa de suró el Colegio Libre de Buenos Aires; al año siguiente fueron dete-
otorgar y la SADE le confirió su Gran Premio de Honor, que reci- nidos destacados intelectuales, acusados de conspirar. Siguieron fun-
bieron en años siguientes Eduardo Mallea, Manuel Mujica Láinez cionando las filiales, particularmente dos: Bahía Blanca y Rosario.
y otros destacados intelectuales antiperonistas. Otra institución no- Federico Neiburg estudió la diferente orientación de sus actividades:
vedosa fue la Sociedad para el Progreso de las Ciencias, en cuya fun- en Bahía Blanca se puso el acento en la tradicional conferencia, a car-
dación participaron Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y otros go de un intelectual destacado que visitaba fugazmente la ciudad; en
científicos separados de la Universidad. Éste último dirigió el Insti- Rosario se organizaron cursos prolongados y grupos de investigación,
tuto de Investigaciones Bioquímicas, dependiente de la Fundación de los que se nutrieron algunas facultades luego de 1955.
que estableció el industrial textil Juan Campomar en 1947.
Los universitarios y académicos prolongaban sus encuentros
La institución más característica fue el Colegio Libre de Es- en ámbitos como las editoriales -Losada, Sudamericana, Claridad,
tudios Superiores, cuya primera etapa ya hemos tratado. Desde 1946 Paidós, entre otras-, muy pujantes en esos años, en las que a menudo
el Colegio redujo su perfil político, muy desarrollado durante la dirigían colecciones. También en las revistas: Sur, de Victoria Ocam-
Segunda Guerra Mundial. Políticos destacados que tenían actuación, po, Realidad, de Francisco Romero, Ver y Estimar, de Jorge Romero
se alejaron del Colegio, cuya dirección quedó a cargo de profesores ce- Brest, Imago Mundi, de José Luis Romero o Contorno, animada por
santes o expulsados de las Universidades (unos 1.250 en la de Buenos la joven generación. Los teatros independientes formaban parte de es-
Aires). Esto marcó el perfil del Colegio, que en muchos sentidos se ta red cultural: el Teatro del Pueblo, La Máscara, IFT, o Nuevo Tea-
convirtió en una Universidad alternativa. Un propósito, no explícito tro, emprendimiento iniciado por Alejandra Boero y Pedro Asquini.
pero importante, fue mantener la red de comunicación y solidaridad Lo del campo musical fue notable. En 1946 se creó Amigos de la Mú-
entre los profesores; en este sentido funcionó exitosamente, pues la sica, y el Collegium Musicum, que congregó a un grupo destacado de
mayoría de ellos retornó a la Universidad después de 1955. Por otra musicólogos alemanes exiliados: Ernesto Epstein, Guillermo Grätzer
parte, a través de su revista Cursos y Conferencias se propuso articular y Erwin Leuchter. También comenzó a editarse el periódico Buenos
la red de instituciones culturales menores -asociaciones de profesores, Aires Musical. En los años siguientes y también por obra del mecenaz-
bibliotecas populares y otras- y dar a conocer sus actividades. go particular, se fundaron el Mozarteum Argentino y la Sociedad de
Conciertos de Cámara. Por todos estos ámbitos circulaba más o me-
En ese sentido, el Colegio fue un destacado animador cul- nos la misma gente, pues el país cultural era todavía pequeño y muy
tural. Sus directivos impulsaron dos tipos de cursos, unos de carác- concentrado en las grandes ciudades. Un fenómeno excepcional des-
ter introductorio, para incorporar el público que tradicionalmente de todo punto de vista fue la fundación, en Resistencia, de El Fogón
nutría las actividades culturales, y otro especializado y sistemático, de los Arrieros, una singular institución cultural. 235
Movilización de los trabajadores de Fiat en Córdoba
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
DOS INTIMOS ENEMIGOS
1955-1976

EL ESTADO Y LAS CORPORACIONES La vida política e institucional estuvo condicionada por la


decisión, tomada en 1955 y mantenida hasta 1973, de excluir al pe-
El fin del gobierno peronista provocó el derrumbe del edifi- ronismo de las elecciones. El supuesto de que ello aparejaría a me-
cio corporativo; siguieron entonces una serie de intentos para recons- diano plazo una «desperonización» no se cumplió; por el contrario,
truir algún tipo de equilibrio. Los sucesos del 24 de marzo de 1976 el peronismo, si bien retrocedió entre algunos sectores sociales, arrai-
testimonian que fracasaron. Dos grandes procesos determinaron, a lo gó con nuevo vigor entre los trabajadores, dándole al sindicalismo
largo de estos veinte años, la conflictiva y a la vez íntima relación en- peronista doble representación, política y sindical. Los partidos po-
tre el Estado y las corporaciones: la crónica inestabilidad política, aso- líticos, que avalaron la proscripción, a menudo procuraron negociar
ciada con la exclusión del peronismo, y la apertura de la economía a el traspaso de esa masa de votos fieles y disponibles. La suma de es-
las inversiones extranjeras, principalmente estadounidenses. tas circunstancias hizo que las experiencias de gobierno constitucio-
nales y democráticas, encabezadas por los presidentes Frondizi e Illia,
Dicha apertura al capital internacional comenzó en 1952 - carecieran de legitimidad. Esto facilitó la permanente intromisión de
fue una de las alternativas del gobierno peronista a la crisis manifes- las Fuerzas Armadas, impulsadas por motivos propios -su compromi-
tada ese año- y se definió en 1958, cuando se produjo una masiva ins- so con la Guerra Fría y la represión del «comunismo»-, pero también
talación de empresas extranjeras, favorecidas por regímenes especiales atraídas por el vacío de poder. Gobernaron entre 1955 y 1958, luego
de promoción y, principalmente, por el mantenimiento de un mer- presionaron a los gobiernos constitucionales hasta 1966 y volvieron a
cado interno protegido. El capital extranjero aceleró el desarrollo de ocupar el poder desde entonces hasta 1973, para volver en 1976.
algunos sectores de la economía -productos intermedios, petroquími-
ca, automotores- y de algunas regiones, profundizando los desequili- Los cambios de largo plazo de la economía fueron quizá
brios sectoriales y regionales. Fue una modernización altamente dis- poco percibidos por los actores, muy atentos en cambio a las fluctua-
cordante; pero si se la examina con independencia de la conflictivi- ciones cíclicas. El ciclo trienal, que los economistas caracterizaron co-
dad social y política que la acompañó, se descubre que fue exitosa: ha- mo stop and go, estuvo determinado por razones específicamente eco-
cia 1973 una parte importante de las empresas nacionales se había in- nómicas (el techo que la disponibilidad de divisas puso reiteradamen-
corporado al núcleo más moderno y concentrado y, según señalan los te a los ciclos de crecimiento) y por otras políticas: la dureza de la pu-
economistas, nunca como entonces el desarrollo tecnológico argentino ja intersectorial y la dificultad del Estado para imponer sus reglas. En
-industrial y agrario- se acercó a la punta internacional. cada momento, alguno de los sectores podía beneficiarse a costa de 237
los otros; esto vale globalmente para empresarios y trabajadores, pe- aquella parte que debía controlarlos. En suma, fue un Estado demasia-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ro también -quizá principalmente- para los distintos sectores de los do fuerte para que hubiera una solución darwiniana de los conflictos
patrones, y también de los trabajadores. En estos años, las organiza- sociales y demasiado débil para imponer algún orden al conjunto.
ciones corporativas se convirtieron en verdaderas máquinas de gue-
rra, o en mini estados, que negociaban y renegociaban sus alianzas. Hubo dos intentos importantes para restablecer la autori-
Estas negociaciones no transcurrieron en el poco prestigioso escena- dad del Estado, protagonizados por los generales Onganía y Perón.
rio institucional y democrático -donde en principio deberían haber En el año 1966, en el marco de la llamada Revolución Argentina,
tenido en cuenta el interés común-, sino en un escenario exclusivo Onganía se propuso reconstruir la autoridad estatal, disciplinar a
de las corporaciones económicas, sindicales y empresariales, éstas a los actores corporativos y, más en general, a la sociedad toda, pues
través de sus diversas representaciones, las Fuerzas Armadas y la Igle- juzgaba que la rápida modernización traía aparejadas la indiscipli-
sia, cada vez más presentes, y el Estado. Se trataba, con términos usa- na, la corrupción de las costumbres y la subversión; combinó así el
dos por Juan Carlos Portantiero, del «parlamento negro», un ámbi- viejo discurso de la Iglesia integrista con el más nuevo de los Esta-
to en el que las alianzas defensivas o de bloqueo tuvieron más éxito dos Unidos sobre la seguridad interior. A la vez, con la colabora-
que aquellas que procuraban construir algo nuevo. ción de su ministro de Economía A. Krieger Vasena, dio un fuerte
impulso al desarrollo capitalista, apoyando al sector más concentra-
Desde otra perspectiva, las raíces de esa negociación sin re- do, moderno y dinámico de la economía, aquél donde los capitales
solución estaban en el Estado. Había heredado de su historia ante- extranjeros eran dominantes.
rior una gran capacidad para intervenir en la economía y en la socie-
dad, para actuar promoviendo o debilitando, y no renunció a ella, El impulso fue inicialmente exitoso, pero se detuvo brus-
pese a la recurrente prédica «liberal». Sin embargo, no pudo usar ese camente en mayo de 1969, cuando se produjo el Cordobazo. De
poder para definir una línea de acción, ni siquiera para imponer con ahí en más, ocurrió una suerte de insubordinación en cadena de la
autoridad reglas claras a los contendientes. En parte se debió a una sociedad toda, unida en la lucha contra «la dictadura y el imperia-
situación que el mismo Portantiero caracterizó como de «suma cero» lismo». La movilización social fue amplia y profunda. Aunque se-
o «empate» entre los actores corporativos: ya sea entre los sectores pa- cundariamente reconstruyó la actividad de los actores corporativos
tronales, donde no emergía un vencedor claro capaz de imponer sus tradicionales, en lo sustantivo impulsó la aparición de nuevas for-
intereses o en el resto de los actores, que disponían de la capacidad mas asociativas, que mostraron el enorme dinamismo y la creativi-
para imponer un veto a las distintas alternativas ofertadas. dad de la sociedad. Fue notable la rápida transformación de recla-
mos sociales variados en un único reclamo político; en ese sentido,
Pero además hubo un deterioro progresivo de los instru- fue una situación subjetivamente revolucionaria.
mentos de acción del Estado; vastas porciones de él fueron ocupadas,
instrumentadas o inutilizadas por los contendientes corporativos, que El Estado, dirigido por las Fuerzas Armadas, estaba acosado,
238 por la vía de acuerdos colusivos con los funcionarios se adueñaron de y la sociedad rebelada. En esas circunstancias hubo un acuerdo
general, que posibilitó el retorno de Perón. Éste recogió a la vez las Lo más significativo fue la derogación de la Ley de Asocia-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


esperanzas, ciertamente difusas, de la revolución y otro anhelo de la ciones de Empleadores, sancionada en 1953, por la cual se había es-
sociedad, quizá tan general y no necesariamente excluyente, de or- tablecido la contribución obligatoria y se creaba un mecanismo si-
den. Su programa fue reconstruir el Estado, y hacerlo, como en milar al de la «representación gremial», que habilitaba a determina-
1945, sobre la base de un gran pacto corporativo. Fracasó. En parte das instituciones a participar en las negociaciones colectivas. Res-
porque la movilización revolucionaria, y los actores políticos consti- pecto de éstas, se verá luego, fueron suspendidas, y durante los vein-
tuidos por ella, resistieron la convocatoria al orden. Pero sobre todo te años siguientes sólo funcionaron con intermitencia, entre perío-
fracasó el Pacto Social. Sus firmantes -las cúpulas de trabajadores y dos de suspensión. La supresión de la Ley de Asociaciones de Em-
empresarios- eran incapaces de disciplinar a sus seguidores, de mo- pleadores, que nunca fue restablecida, contrasta con el restableci-
do que la puja corporativa, doblada en la puja política, llegó a su miento en 1958 de la Ley de Asociaciones Profesionales. De modo
paroxismo, desbordando la capacidad del Estado para controlarla. que se dio la situación, bastante extraña, de un sistema de concer-
tación en el que una de las partes actuaba en el marco de una ley y
El argumento principal de esta tercera parte es esta compli- la otra se desenvolvía con espontaneidad, pues las distintas asociacio-
cada relación entre el Estado y los representantes corporativos de la nes organizadas por los patronos, al igual que cualquier asociación
sociedad, viejos y nuevos. No se la seguirá en sus coyunturas pero se civil, sólo estaban regidas por la ley de personería jurídica.
tratará de establecer de qué manera este conflicto fue modificando
las formas organizativas. Hubo cambios menores y una transforma- Esta situación facilitó la proliferación de asociaciones
ción importante: en cada uno de los sectores -el patronato, los traba- empresarias, así como una gran diversidad organizativa, que ex-
jadores, los profesionales, los intelectuales y artistas-, 1969 significó presaba la fuerte fragmentación del interés empresario y la aspira-
una cesura y el brotar de nuevas formas de acción y organización. ción de cada sector de maniobrar libremente en la coyuntura. A la
vez, generó interminables conflictos acerca de su representativi-
dad respectiva. Cuando contendieron la CGE y ACIEL (Acción
LOS PATRONES Coordinadora de las Instituciones Empresariales Libres), los dos
grandes nucleamientos empresarios, la discusión fue de tipo polí-
En 1955, luego del derrocamiento de Perón el gobierno to- tico, y basada en argumentaciones. Tuvo otra característica cuan-
mó algunas medidas que definieron por bastante tiempo el funciona- do se debatió a quién correspondía firmar los acuerdos paritarios
miento del asociacionismo patronal. Disolvió la Confederación Gene- que, en principio al menos, obligaban a todas las empresas del sec-
ral Económica y las tres Confederaciones de tercer grado dependien- tor; a veces fue el Estado quien zanjó el problema. Pero en gene-
tes de ella, e inhabilitó para ocupar cargos gremiales a unos mil diri- ral se resolvió en el nivel de las Cámaras por rama, donde no ha-
gentes. Luego, intervino la Unión Industrial, donde repuso al grupo bía mayores discrepancias, y que menudo mantuvieron indefinida
dirigente anterior a 1945, y tomó otras medidas de tipo reivindicativo, su pertenencia a las grandes centrales empresarias, como se verá en
como devolver el predio de Palermo a la Sociedad Rural. el caso de la Cámara Metalúrgica de Rosario. 239
No hay mucha información sobre las cámaras de primer LA SOCIEDAD RURAL Y OTRAS ORGANIZACIONES RURALES
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

grado, asociaciones de segundo grado y federaciones, por rama y La Sociedad Rural era mucho más que una organización
regionales: sólo se las conoce a partir de algún conflicto de repre- corporativa. Se presentó como «defensora de los intereses agropecua-
sentatividad. En cambio figuraron de manera conspicua la CGE, rios»; nucleó a los grandes propietarios rurales, expresión de esos in-
reconstituida en 1958, la Sociedad Rural, la Unión Industrial, la tereses, y desde otro punto de vista, a lo que fue la clase alta argenti-
Cámara Argentina de Comercio, que reunía a grandes empresas na. Mirta Palomino, a quien seguimos en esta sección, ha señalado la
exportadoras e importadoras y algunas industriales, la Bolsa de Ce- complementación y a la vez la tensión entre estos dos criterios, que
reales, donde se nucleaban los exportadores de productos agrarios, se manifiesta en primer lugar en el número de sus socios. No había
la Bolsa de Comercio, un organismo que más allá de su acción es- requisitos especiales para serlo; se asociaban personas o empresas; ha-
pecífica tuvo un gran peso en la opinión empresaria, y la Asocia- bía socios activos, honorarios, vitalicios, transeúntes o adherentes. Lo
ción de Bancos de la República Argentina. Cada una expresó un único necesario era ser presentado y aceptado, decisión que compe-
interés corporativo, pero sus miembros solían pertenecer a varias tía en definitiva a un grupo relativamente pequeño, que a través de
de ellas y tenían fluídas relaciones, de modo que esos intereses sec- los años conservó el control de la Sociedad. La evolución del número
toriales no siempre se presentaron definidos con claridad. Todas, a de socios muestra la puja entre un criterio de estricta selección social y
excepción de la CGE, se reunieron en ACIEL, un foro de opinión otro que buscaba la representación amplia de los intereses agropecua-
de existencia laxa. Cada una tuvo un perfil asociativo diferente. rios. Así, en 1940 había unos 2.200 socios, que se habían elevado a
5.200 en 1955. Esta tendencia natural al crecimiento se modificó en
Dos salvedades deben ser hechas, que limitan el alcance de 1961, cuando hubo una gran campaña de conscripción, buscando
la explicación aquí esbozada. Primero: ni la presencia creciente de las 15.000 nuevos socios; sin embargo, sólo modificó levemente la ten-
empresas de capital extranjero, ni del capital extranjero en las empre- dencia natural y en 1975 los socios apenas llegaban a 12.000.
sas, se tradujo con nitidez en términos corporativos. No se reunieron
en una entidad que abonara por sus intereses e incluso es difícil decir La Sociedad Rural es una organización de primer grado. Su
que ese interés colectivo existiera en términos subjetivos para sus pro- estructura interna es compleja, con órganos de distinto tipo, de los
tagonistas: los gerentes de lo que empezó a denominarse el establish- cuales el más estrictamente gremial es el Consejo Consultivo. Allí es-
ment. Actuaron, con un perfil más bien bajo, en las corporaciones tán reunidas las distintas asociaciones de criadores (de Shorthorn,
empresarias existentes y empezaron a buscar a tientas un canal propio Heresford, Aberdeen Angus y otras razas), las asociaciones de produc-
de expresión, del estilo del Consejo Empresario Argentino, constitui- tores más específicas, las cámaras de producción provinciales, las so-
do en 1967. En segundo lugar, a medida que se acentuaba el debi- ciedades rurales locales. Según la Sociedad, representaban a 40.000
litamiento del Estado, crecía el margen para los emprendimientos productores rurales, principal pero no exclusivamente ganaderos.
individuales y la obtención de privilegios que no obedecían tanto a
la capacidad de anudar vínculos políticos eficientes y establecer un Las otras asociaciones de productores rurales tuvieron
240 privilegio singular, como a la lógica de la negociación corporativa. un carácter más estrictamente gremial. Confederaciones Rurales
Argentinas (CRA) era una organización de tercer grado que reunía además de su importancia específica contribuye a cimentar su li-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


confederaciones regionales de productores rurales, de envergadura derazgo natural. La Sociedad publicaba una revista, los Anales, y
media, incluyendo a la poderosa CARBAP, surgida en la década de mantenía una Biblioteca; la preocupación por ambas definió una
1930. CRA tenía alrededor de 100.000 afiliados y se ocupaba es- diferencia importante respecto de casi cualquier otra organización
trictamente de la defensa del interés gremial de los mismos, sobre rural. Finalmente, desde 1940, realizó estudios técnico económi-
todo ante el Estado. Sus asociados, que pertenecían a innumera- cos y, en 1969, creó un Instituto de Estudios Económicos; sus
bles redes asociativas y políticas locales, donde desarrollaban otras trabajos fueron sistemáticamente publicados por La Nación, el
inquietudes, buscaban en CRA específicamente esa defensa gremial. diario más identificado con los sectores rurales, y contribuyeron
a formar opinión entre ellos.
La Federación Agraria Argentina, que originariamente or-
ganizó a los arrendatarios de la pampa húmeda, se convirtió pro- Un rasgo singular de la Sociedad Rural fue el mantener de
gresivamente -a medida que desaparecían los arrendatarios- en una manera sistemática relaciones con otras instituciones vinculadas con
asociación de pequeños y medianos propietarios, mucho más fuer- el universo de las clases altas, un mundo que todavía en 1956 tenía
te en las zonas no pampeanas. CONINAGRO nucleó desde 1956 un perfil no exclusivamente definido por la riqueza. En algunos ca-
a todas las cooperativas agrarias, incluyendo las grandes asociacio- sos, era significativo el entrecruzamiento de socios y, en otros, las
nes, como ACA, FACA y SanCor. FAA y CONINAGRO han de- funciones protocolares; para la Sociedad estas eran mucho más im-
sarrollado ampliamente los servicios que prestan a sus miembros, portantes que para cualquier otra organización corporativa. Así, las
de escasa envergadura individual, en materia de comercialización, relaciones con el Jockey Club fueron muy estrechas, (se disputa
créditos, seguro o asesoramiento, lo que generó una estructura pro- anualmente un Premio Sociedad Rural), lo mismo que con el Rotary
fesional y burocrática desarrollada. La superposición entre coope- Club o el Círculo de Armas. Respecto del Ejército, tante el Coman-
rativas y FAA era bastante amplia, y muchos productores pertene- do de Remonta y Veterinaria como la Escuela de Equitación figu-
cían simultáneamente a ambas. La FAA, a diferencia de las coope- raban como socios institucionales de la Sociedad Rural, cuyos so-
rativas, actuó de manera cada vez más sistemática en el terreno po- cios eran con frecuencia conferencistas en institutos militares o
lítico, buscando el apoyo de sectores no rurales para la defensa de alumnos invitados a los Cursos de Defensa Nacional. Igualmente es-
políticas comunes, y en 1968 decidieron incorporarse a la CGE. trechas fueron las relaciones con la Iglesia Católica: así, por ejemplo
las instalaciones de la Exposición anual eran bendecidas cada año.
La Sociedad Rural ha desarrollado mínimamente la presta-
ción de servicios a sus asociados, pero en cambio se estimuló otro ti- En 1970 se establecieron las Misiones Rurales, cuyo pro-
po de prácticas, mejor ajustadas al tipo de representación que desea- pósito, acorde con el clima de época, era evangelizar a la juventud
ban tener, relacionada con la formación de opinión y la presión polí- rural y mejorar sus condiciones de vida, apoyando las escuelas rura-
tica. Una de sus tareas gremiales era llevar los Registros Genealógicos, les. En ese sentido filantrópico, en 1964 se organizó la Fundación
con el pedigrí de los reproductores de raza, tarea y atribución que Sociedad Rural Argentina, para «promover la educación técnica de 241
la juventud campesina». La Fundación estableció un Colegio Agro- de cambio y las retenciones a las exportaciones, y también, con ma-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

pecuario en La Pampa, costeado por el Estado. Respecto de las Mi- tices, la política crediticia. Las divergencias fueron fuertes en mate-
siones Rurales, se suponía que había una relación entre la tierra, la ria impositiva, pues tanto CONINAGRO como FAA eran partida-
familia y los valores tradicionales de la sociedad, que debían ser sos- rias de un sistema progresivo, y apoyaron los proyectos para gravar
tenidos. Aunque formalmente las Misiones no pertenecían a la So- las tierras libres de mejoras, resistidos por SRA y CRA. También ha-
ciedad Rural, eran animadas por las esposas de sus socios y utiliza- bía diferencias en materia de comercialización -los más pequeños
ban la Exposición anual para recaudar fondos. En lo interno, servían preferían una intervención más activa del Estado- y hasta en cues-
también para dar cohesión al grupo de sus socios e incorporar a las tiones más íntimas, como la orientación de la acción del INTA. Por
esposas; en el mismo sentido, en 1982 se creará el Ateneo Juvenil. eso, la figura que ocupara la Secretaría de Agricultura y Ganadería
ha sido siempre clave, pues debía a la vez defender los intereses del
En suma, la Sociedad Rural era, dentro del conjunto de sector y arbitrar en las cuestiones divisivas. Allí se manifestó la
organizaciones rurales, la que tenía una organización menos corpo- enorme capacidad política y de presión de la Sociedad Rural, pues
rativa, más flexible y orientada hacia objetivos más diversos. Como normalmente ese cargo fue ocupado por uno de sus asociados.
señala R. Martínez Nogueira, hay una relación inversa entre la or-
ganización y la capacidad de presión. La Sociedad Rural solía poner LA UNION INDUSTRIAL Y SUS CAMARAS
el acento en la identidad «natural» de intereses entre los «hombres En 1955, apenas disuelta la CGE, un grupo de asociados
de campo» y se consideró vocera de ellos. Más allá de sus divergen- solicitó la reconstitución de la Unión Industrial Argentina. En ese
cias, todos los intereses rurales coincidían en la Exposición Rural, momento se constituyó el grupo que, sin mayores cambios, la di-
que todos los años la Sociedad Rural organizó en su predio de Pa- rigió en las dos décadas siguientes. Jorge Schvarzer lo denomina
lermo. Tenía un alto valor simbólico tanto para la «gente de cam- «grupo de control»; se trata de un núcleo que además de sus inte-
po» como para los habitantes ciudadanos. Era también el momen- reses en la industria, los tenía en otras actividades, lo que facilitó
to en que el presidente de la Nación se dirigía «al campo» y éste, por su casi inmediata incorporación a ACIEL.
boca del presidente de la Sociedad Rural, le hacía escuchar sus recla-
mos. Usualmente, salvo los años del gobierno peronista, se asignó La UIA tenía un sistema asociativo singular, tan peculiar co-
una gran importancia a ese momento. mo el de la mayoría de las organizaciones empresarias. La integraban
socios individuales y cámaras empresarias. El criterio de aceptación
La intervención del Estado en cuestiones rurales no dismi- para los socios individuales era mínimo: poseer un establecimiento
nuyó con el fin del peronismo. Se mantuvo, tanto en acciones de in- con al menos cinco empleados. Sus afiliados estaban bastante locali-
terés general como la creación del Instituto Nacional de Tecnología zados, pero entre ellos figuraban en esas décadas la casi totalidad de
Agropecuaria (INTA) y en cuestiones específicas y coyunturales. A ve- las empresas grandes que integran los listados de las 500 empresas
ces todos los sectores rurales coincidieron y la Sociedad Rural asumió principales. Casi todos sus socios residían en la ciudad de Buenos
242 naturalmente la defensa del interés colectivo: principalmente el tipo Aires, aun cuando las plantas industriales estuvieran en otros lugares;
esto indica que una porción importante del empresariado industrial, de empresas, la política de la institución, al igual que la Sociedad

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


sobre todo de las provincias, quedaba fuera de la UIA y, como se ve- Rural, osciló entre el interés por mantener restringido su control y
rá, se afilió a la CGE. Junto con ellas, había un grupo de empresas la búsqueda de nuevos asociados, para responder al desafío de la
pequeñas, a menudo insignificantes, abultado en 1960, cuando CGE; a la larga hubo predisposición para ampliar el número y tam-
comenzó a hacerse una depuración del registro de asociados. bién la base regional. Esto se debió al fuerte crecimiento de algunos
núcleos industriales regionales, como en Santa Fe y Córdoba, y tam-
En cuanto a las cámaras empresarias, existía la misma di- bién a la movilización gremial empresaria posterior a 1969, que refle-
versidad: en el mismo plano estaban las que reunían a los fabrican- jó la creciente inquietud política. El crecimiento de los nuevos secto-
tes de automotores y a los de agua lavandina. El número de cáma- res tuvo su costo político para los dirigentes: en 1970 la Asociación
ras de primer grado y de asociaciones de segundo grado por ramas de Industriales Metalúrgicos reclamó estar representada en la direc-
aumentó considerablemente en estos años, en parte como respuesta ción por miembros auténticamente designados por ellos y no por los
al desarrollo sindical y a la necesidad de participar en las paritarias, adjudicados por la Comisión Directiva, como era la práctica usual.
y en parte por la necesidad de defender intereses específicos ante el
Estado. Pero la inclusión de las nuevas cámaras en la UIA distó de Otro problema lo plantearon las empresas de capital ex-
ser automático y, como se verá en un caso, muchas optaron por la tranjero, debido a la resistencia que su avance produjo entre mu-
indefinición. El complejo sistema de representación y elección de chos empresarios, tironeados entre el consenso sobre su papel dina-
autoridades, y la casi ausencia de elecciones competitivas -concluye mizador y la preocupación ante la desnacionalización de empresas
Schvarzer-, habla de un mecanismo cooptativo, por el cual el «gru- tradicionales, una situación que se agudizó hacia 1968. A diferen-
po de control» incorporaba selectivamente a los nuevos miembros y cia de la CGE, que tuvo una posición muy definida en defensa de
vigilaba su cursus honorum hasta llegar al nivel de decisión. los empresarios «nacionales», la UIA estaba ante un dilema. Las em-
presas extranjeras se asociaron, pero optaron por un bajo perfil, y
Como asociación gremial, la UIA era pequeña y prestaba participaron relativamente poco de la conducción. Es significativo
escasos servicios a sus socios. Su presupuesto, aunque nueve veces que en 1967 se constituyera el Consejo Empresario Argentino, con
superior al de la CGE, era apenas una tercera parte del de la Socie- el propósito de respaldar la acción del ministro Krieger Vasena. El
dad Rural e inferior al de algunos de los Consejos Profesionales. La CEA estaba integrado por 30 empresarios, a título individual, y allí
UIA publicó su Boletín, pero sólo contaba con un staff profesional se encontraron los más poderosos.
mínimo. En 1970, aprovechando la nueva ley de Obras Sociales,
crearon la Obra Social de Ejecutivos (OSDE), pero en vísperas de Veremos esta historia desde la perspectiva de un grupo re-
la fusión con la Confederación de la Industria de 1974 optaron por gional de industrias. La Cámara de la Industria Metalúrgica de Rosa-
separarla, para mantenerla desvinculada de la nueva institución. De rio, estudiada por Silvia Simonassi, fue fundada en 1943 y reunía una
modo que la UIA era una institución gremial más bien escuálida, gran cantidad de talleres y pequeños establecimientos metalúrgicos,
que incluía sólo a una parte del empresariado. Respecto del número habitual en esos años. La Cámara se asoció a la antigua Federación 243
Gremial de la Industria y el Comercio de Rosario, institución de in- Estaba integrada por cinco cámaras, que reflejan el tipo de creci-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

tereses generales fundada en 1919. En los inicios predominaron las miento industrial y agropecuario de los años sesenta: Industriales
preocupaciones de los años peronistas: el fomento industrial y la ges- Fundidores, Maquinaria Agrícola, Máquinas Herramientas y Ac-
tión ante el Estado y el mejoramiento de la condición obrera, dentro cesorios, Carroceros para automotores y Autocomponentes. La
del concepto de armonía social y beneficio mutuo. Desde el comien- transformación estatutaria fue consecuencia de la envergadura de
zo la Cámara debió afrontar el problema de las huelgas y la escasa pre- los problemas, viejos y nuevos: el reclamo corporativo ante el Es-
disposición de los patrones, sus asociados, para actuar en conjunto y tado, que al cambiar frecuentemente las reglas del juego afectaba
respetar las decisiones de la Cámara: predominaba entre estos peque- los intereses empresarios, y la negociación de los convenios colec-
ños empresarios una concepción paternal de las relaciones industriales tivos con un sindicalismo metalúrgico muy fuerte. La cuestión
y un cálculo individual de los costos y beneficios del conflicto. nueva era la radicación de empresas extranjeras, en el rubro de fa-
bricación de maquinaria agrícola y tractores, en las condiciones de
Si el desarrollo de la conciencia gremial empresaria fue len- privilegio que establecían las leyes de radicación de capitales: la fá-
to, en cambio creció el cooperativismo y el suministro de servicios brica de tractores John Deere y otras que fabricaban implementos
técnicos. En 1953 crearon la Cooperativa Metalúrgica de Provisión agrícolas, que competían con una serie de empresas ya existentes.
Limitada, Rosario, para facilitarles el acceso a los insumos. Aspiraban
también a unificar la adquisición de materias primas y maquinarias, En 1969, culminó esta etapa de crecimiento institucional
concentrar la exportación y promover el desarrollo técnico propio. La con la fundación de Ideario Metalúrgico, la publicación de la Asocia-
Cooperativa quebró en 1966, pero sobrevivió SEGUROMETAL, ción. En algún momento, se incorporó a una entidad de tercer grado,
Cooperativa Metalúrgica de Seguros. También se creó una Mutual la Federación Argentina de la Industria Metalúrgica, FADIM, pertene-
empresaria, y un Servicio médico para el control de enfermedades, ciente a la UIA, donde predominaban de manera amplia las empresas
ausentismo y accidentes de trabajo. La Cámara creció en la década del de Buenos Aires. Su relación respecto de la gran entidad industrial fue
‘50 y los primeros años de la siguiente y algunas de sus empresas al- sin embargo distante, como se verá más adelante.
canzaron dimensiones significativas. A los establecimientos rosarinos
se agregaron otros de la «pampa gringa», muchos en Santa Fe, unos LA CGE Y ACIEL
100 de Córdoba y 10 de Buenos Aires, una muestra de la espontanei- Disuelta en 1955, la Confederación General Económica y
dad del desarrollo de la organización, que luego buscaría ordenarse las tres confederaciones que la integraban, el grupo de empresarios
por provincias. Fue importante el crecimiento del sector de maquina- que la sustentaba continuó su actividad a través de las Federaciones
rias e implementos agrícolas, en localidades de Santa Fe y Córdoba: económicas provinciales, especialmente las del Noroeste y Nordes-
Oncativo, Arequito, Cruz Alta, Firmat o Casilda. te. Dos grandes congresos, celebrados en 1956 y 1957, jalonaron su
actividad. En 1958 el gobierno de Frondizi dispuso devolverle la
En 1967, la Cámara se convirtió en una entidad de segundo personería, como parte de los acuerdos establecidos con Perón; la
244 grado: la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario (AIMR). recuperación de los bienes, más lenta, se concretó en 1965.
La CGE se nutrió del compacto grupo de empresarios de de cursos, conferencias y congresos, y plantearon en diversos ám-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


provincias, que no pertenecía a las grandes entidades con sede en la bitos los distintos problemas regionales. Fundaron un Instituto de
Capital. Por distintos motivos, sufrían los efectos de la política eco- Investigaciones Económicas y Sociales que reunió un grupo nume-
nómica orientada hacia el capital extranjero. Para muchos, se trata- roso y muy calificado de especialistas. La CGE tuvo un programa
ba de resistir cambios que, se reconocía, eran inevitables, o de nego- concreto de soluciones y, a la vez, un espacio para vincularse con
ciar acuerdos en mejores condiciones, aprovechando el apoyo del Es- distintos sectores de la vida pública: partidos, grupos de interés,
tado, concedido sectorial o individualmente. En otros casos, se tra- sectores de las Fuerzas Armadas. También se relacionaron con los
tó de empresarios crecidos por este nuevo impulso industrializador, dirigentes sindicales. En 1962 adhirieron al Programa de Huerta
pero que no pertenecían a la cúpula empresaria instalada en la UIA. Grande de la CGT y, desde entonces, sostuvieron el reclamo de la
constitución de un Consejo Económico Social.
Ese fue el caso del grupo de los empresarios metalúrgicos
de Córdoba, epicentro del nuevo crecimiento industrial, que inte- La CGE combinó la formulación de un programa general
graron la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Córdoba para el empresariado nacional con la promoción de los negocios de
(AIMC). Al igual que sus similares de Rosario, mantuvieron su in- un grupo particular de empresarios, que a través de esa organización
dependencia respecto de las grandes organizaciones, aunque estuvie- pudieron acercarse a los funcionarios estatales, establecer contactos y
ron más próximos a la CGE, y lograron siempre su respaldo para la obtener trato preferencial, en un período en que la defensa sectorial
defensa de los intereses de la Cámara de Empresarios Autopartistas, corporativa solía combinarse -en éste y en otros campos- con la ges-
que debía negociar con la poderosa Cámara de Industrias Fabrican- tión directa de un interés personal. Tal fue, en primer lugar, el caso
tes de Automotores (CIFARA). La AIMC se incorporó formalmen- del propio Gelbard, que conjuntamente con los empresarios de FA-
te a la Confederación General de la Industria (CGI) de la CGE, en TE concretaron un brillante negocio, asociados con el Estado a tra-
1970. Por entonces, la CGI se colocó en el centro de la CGE, des- vés de un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea, la empresa ALUAR.
plazando parcialmente a los comerciantes, sus primeros impulsores, Este tipo de oportunidades dio gran cohesión al grupo de dirigentes,
y a los productores agropecuarios, entre los cuales fue importante la que asociaron sus negocios personales con una cierta idea misional: la
incorporación de la Federación Agraria Argentina en 1968. defensa de los intereses nacionales y federales. Posteriormente, cuan-
do muchos de esos hombres ocuparon funciones públicas en la pre-
Condujo la CGE un grupo de empresarios, encabezado sidencia de Perón, acordaron que esos cargos no se ejercían a título
por José Ber Gelbard, que hizo crecer notablemente la organiza- personal, y que estaban subordinados a las decisiones de la CGE.
ción y le infundió un singular espíritu de cuerpo, subrayado por J.
Brennan. Entre 1955 y 1973 su influencia en los lugares de deci- En 1958, como reacción a la reconstitución de la CGE,
sión económica fue restringida y, en general, se opusieron a las po- un conjunto de grandes entidades empresarias fundó la Acción
líticas económicas estatales. En cambio desarrollaron notablemente Coordinadora de las Instituciones Empresariales Libres, ACIEL:
la actividad gremial. Organizaron para sus asociados gran cantidad la Sociedad Rural, la Unión Industrial, la Cámara Argentina de 245
Comercio, la Bolsa de Comercio, la Bolsa de Cereales y la Asocia- La Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ción de Bancos de la República Argentina. Más que una asociación acompañó ese proceso, integrándose a la Federación de la Industria
de cuarto grado, como lo era la CGE, se trataba de un foro y de de Santa Fe (la CGE admitía dos tipos de organizaciones de tercer
un gran lobby para presionar de manera concertada, más allá de la grado: por rama y por provincia). No obstante, hubo en su interior
gestión que cada una de las entidades hiciera por sus intereses par- un conflicto muy fuerte en el que se cruzaron las identidades polí-
ticulares, en favor de una orientación de la política económica de ticas -los peronistas eran los más partidarios de la fusión- y la cues-
tipo liberal: estabilidad monetaria, eliminación de controles de tión de la subordinación a las decisiones de FADIM, la Federación
cambio, reducción del déficit fiscal, venta de empresas del Estado. Nacional Metalúrgica, cuestionada por quienes defendían la auto-
nomía gremial del Interior. La discusión empalmó pronto con la rá-
Entre la CGE y ACIEL se entabló una larga discusión acer- pida crisis del proyecto político de la CGE, acelerado con la muer-
ca su respectiva representatividad: mientras la CGE mencionaba el te de Perón. Por entonces, además de las erráticas políticas estatales,
número de afiliados, cámaras y federaciones regionales, ACIEL pun- los empresarios sufrían el acoso de las organizaciones armadas -ase-
tualizaba la participación decisiva de sus integrantes en el empleo y sinato de ejecutivos, tomas de rehenes y rescates- y la indisciplina
en el producto. La CGE estableció buenos vínculos con los partidos fabril. La supuesta unidad empresaria dio lugar a una acelerada
políticos; ACIEL alcanzó su mayor predicamento durante los perío- fragmentación, en medio de la crisis política general. Distintos sec-
dos de predominio militar, aunque durante el período de Krieger la tores abandonaron la CINA y la CGE, mientras el polo empresarial
decidida orientación de su política en beneficio del grupo más con- más concentrado se reconstituía en la APEGE, Asociación Perma-
centrado de empresas produjo fisuras en el bloque, particularmente nente de Entidades Gremiales Empresarias, que en los agitados días
en la Sociedad Rural, que se distanció, y luego en la Unión Industrial. de 1975 empezó a preparar el golpe de Estado de marzo de 1976.
De ahí la mencionada constitución del CEA en 1967.

Se ha señalado que por esa fecha las orientaciones de la LOS SINDICATOS


Unión Industrial comenzaron a modificarse: se produjo un acerca-
miento con las de la Confederación de la Industria, que era parte de RESISTENCIA Y ORGANIZACION
la CGE. Esto se profundizó a partir de 1973, cuando la CGE se con- Como parte principal de la política de desarmar el aparato
virtió en el centro de las políticas económicas del gobierno peronista, corporativo heredado del peronismo, en 1955 el gobierno de la Re-
corresponsable con la CGT del llamado Pacto Social. En ese momen- volución Libertadora decidió la intervención de la CGT y de todos
to maduró la confluencia entre ambos grupos industriales, que se fu- los sindicatos, la inhabilitación de dirigentes gremiales, la suspensión
sionaron en la Confederación de la Industria (CINA). En ese momen- sin fecha de las convenciones colectivas de trabajo, la supresión del
to, la mayoría de las organizaciones empresarias, inclusive la Sociedad decreto ley de Asociaciones Profesionales y la sanción de un reglamen-
Rural, solicitaron su incorporación a la CGE, en lo que parecía una to que preveía, para la futura normalización gremial, la existencia de
246 reedición del proyecto corporativo del primer peronismo. representación por las minorías en los Consejos Directivos.
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
Huelga y toma del frigorífico Lisandro de la Torre

A ello se agregó un sistemático apoyo del gobierno a los di- popularizadas en la imagen del «caño», un artefacto explosivo de fa-
rigentes gremiales no peronistas. Algunos de ellos lograron apoyo bricación casera. Esta acción se prolongó con intensidad hasta
en sus gremios: los gráficos, los bancarios, los del seguro, un poco 1959. A principios de ese año, una fuerte huelga, en el Frigorífico
los ferroviarios. Pero la mayoría de los trabajadores, que sufrían la Nacional de Buenos Aires, terminó convirtiéndose en un verdade-
proscripción política y los inicios de la racionalización capitalista, se ro motín urbano. La fortísima represión militar acabó con ella y
galvanizaron en su convicción peronista. En esos días surgió una ca- también con buena parte de la dirección sindical «dura». A la derro-
mada de dirigentes nueva, sólidamente apoyada por sus bases, que ta sobrevino la desmovilización y la desactivación de la «resistencia».
conformó una conducción al principio semiclandestina. Fue apoya- Comenzó entonces la hora de los negociadores.
da por los trabajadores, que en número apreciable restablecieron de
manera voluntaria la contribución a la caja sindical. Estos dirigen- Hasta entonces, y junto con las acciones de «resistencia» los
tes condujeron simultáneamente una lucha muy intensa contra el dirigentes sindicales se habían ocupado de impedir la consolidación
gobierno -luego denominada la «Resistencia»- y un proceso menos en los sindicatos de los gremialistas antiperonistas. Desde 1956, hu-
espectacular de reconstrucción de las organizaciones sindicales. Da- bo elecciones en los gremios intervenidos y en la mayoría ganaron
niel James ha señalado que ambos proyectos, aunque coincidieron los dirigentes peronistas, que en 1957 -en ocasión de un fallido in-
en sus fines inmediatos, marchaban en sentido distinto. La actitud tento de normalizar la CGT- conformaron un órgano coordinador,
«dura» se tradujo en fuertes cuestionamientos en las plantas fabriles las 62 Organizaciones, convertido desde entonces en la expresión del
-desarmar sus comisiones internas fue el objetivo prioritario de los peronismo sindical. Como resultado del transitorio acuerdo con Perón
empresarios-, en huelgas duras y en acciones de sabotaje y terrorismo, -y también porque formaba parte de su concepción política más 247
general- el presidente Frondizi hizo aprobar en 1958 una nueva ley
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LA CGE Y ACIEL
de Asociaciones Profesionales que restablecía punto por punto la
OPINAN SOBRE LA CREACION DE UN CONSEJO ECONOMICO Y SOCIAL vigente bajo Perón: sindicato único por rama, descuento de cuota
sindical por planilla, exclusión de las minorías, y también la «per-
ACIEL, 1962 CGE, 1966 sonería gremial», administrada por el Ministerio de Trabajo. En la
Es dable advertir que las expresiones del La seguridad de que los objetivos nacio- estrategia de desarrollo capitalista propiciada por Frondizi -más
Dr. Raúl Prebisch implican el peligro de nales de la política a largo o a corto plazo
restablecer un sistema de economía diri- habrá de cumplirse inexorablemente, solo
perspicaz que la de los obnubilados «gorilas» que lo atacaban- la
gida y un exagerado intervencionismo es- se adquiere cuando la comunidad asume existencia de sindicatos fuertes, integrados, con ventajas y con al-
tatal, que ya tuvieron nefasta vigencia posiciones de responsabilidad, de contra- go que perder era importante para desarmar y controlar los órganos
cuando sirvieron de sostén a la dictadura lor y de vigilancia en el proceso económi-
política que concluyó en 1955. La plani- co social que le permite comprobar que la
de poder obrero en las plantas: las comisiones internas, víctimas
ficación que se preconiza en el memorán- política que se aplica es la que auténtica- principales de la represión y racionalización de 1959.
dum del Dr. Prebisch abre nuevos y fun- mente traduce las aspiraciones de las
dados temores al empresariado libre ar- grandes mayorías de empresarios, profe-
gentino [...] ACIEL no considera incom- sionales y trabajadores de la república,
En consonancia con esa política, los dirigentes sindicales
patible las exigencias del desarrollo na- consustanciados con el interés general del concentraron su acción en dos objetivos mínimos: la «defensa de la
cional con el orden de cosas existente. país [...] Tenemos la certeza de que la fuente de trabajo», es decir, de una situación de pleno empleo que
Muy por el contrario, ese orden de cosas participación de la comunidad en el tra-
fundamentaba el poder sindical, y la defensa del salario real, por el
nació en la idea y en el concepto de liber- zado y aplicación de los planes de desarro-
tad económica [...] Es ese mismo régimen llo y la política económica, será factor de que había que dar una batalla en cada una de las etapas del ciclo
de libertades, que proclama el Preámbulo impulso y de aceleración del crecimiento. de stop and go. Eran objetivos inmediatos, pero de amplio recono-
y estatuye la Constitución, el que abrió Pero aun en la convicción de que esta
cimiento entre los trabajadores, que formaban parte de una estra-
las puertas a la inmigración de hombres creación no puede demorarse más, soste-
y capitales que labraron el verdadero de- nemos la necesidad de que se adopten ya tegia dilatoria: frenar en lo posible el avance del nuevo capitalismo
sarrollo desde 1860. La negación de esas las medidas concretas que genera el clima racionalizador o al menos, negociar un retroceso digno.
libertades durante la década de la última de fe en el país, al mismo tiempo en que
dictadura son la causa primera de nuestra se efectúa la convocatoria a las organiza-
actual decadencia moral y estancamiento ciones básicas de la República para actuar EL SINDICATO DE LA BUROCRACIA
económico. «Las crecientes tensiones so- en forma coordinada en la búsqueda de Según la ley del año 1958, el sindicato se organizaba en
ciales y políticas» (a las que hacía refe- las grandes soluciones nacionales. dos niveles, provincial y nacional, y concurría a una organización
rencia Raúl Prebisch) son precisamente
consecuencia que aunque previsible no confederal, la CGT. La mayoría de los sindicatos extremó el siste-
pudo evitarse, de haber modificado En Dardo Cúneo, Comportamiento y ma de manejo centralizado: las seccionales provinciales no tenían
aquel orden de cosas y haberlo sustituido crisis de la clase empresaria, autonomía respecto del Consejo Directivo, que administraba los
por un régimen dirigista y autoritario. Buenos Aires, Pleamar, 1967.
fondos, podía recurrir a la intervención y tenía amplias facultades
para sancionar o excluir a los afiliados díscolos. El CD administraba
fondos cuantiosos: la cuota sindical y una nueva cuota asistencial,
248 descontada por los empleadores para el desarrollo de servicios
sociales; también había cuotas extraordinarias, en casos de aumentos conocidos. Se obstaculizaba la presentación de listas opositoras exi-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


salariales, frecuentes por los ajustes inflacionarios. giendo, de acuerdo con un Estatuto redactado para tal fin, antigüe-
dad, ejercicio previo de funciones gremiales, «buen nombre» y aval
Con esos fondos los sindicatos suministraban servicios de de un número importante de afiliados, que en ocasiones llegaba al
salud, recreación, servicios legales y de gestión, formación sindical y 30% del padrón. La Junta Electoral, designada por el Consejo Di-
otros. La Asociación Obrera Textil poseía en la Capital el Sanatorio rectivo, podía impugnar firmas y candidaturas; luego realizaba el es-
Primera Junta, que podía atender 100.000 familias por año, y una crutinio, a menudo de manera discrecional, pues el Ministerio de
clínica odontológica; además, 70 clínicas en el Gran Buenos Aires y Trabajo sólo podía «observar» la marcha del proceso. En seis o siete
servicios médicos en el resto del país; poseía también dos hoteles de de cada diez elecciones sindicales se presentaba una lista única; en los
veraneo en Córdoba y otros dos en Mar del Plata. En suma, se iba restantes, los casos en que la lista oficial fue derrotada fueron raros.
desarrollando el modelo esbozado durante los años peronistas, y el
sindicato tendía a ofrecer servicios para cada uno de los espacios de Este control se reforzaba con la actitud complaciente de los
la vida de sus afiliados y familiares. En este período culminó también patrones y de los funcionarios. Los primeros podían despedir a los
la identificación de los trabajadores con su sindicato. activistas gremiales contrarios a la conducción y tenían razones pro-
pias para hacerlo, pues privilegiaban el mantenimiento de la disci-
Fue la etapa más brillante de los dirigentes sindicales que, a plina en la planta, y les era más fácil llegar a un acuerdo mutuamen-
diferencia de los años de gobierno peronista, no debían rendir cuen- te ventajoso con la conducción gremial que con los opositores. Los
tas a una autoridad superior. Fue un grupo cerrado y abroquelado en funcionarios del Ministerio de Trabajo tenían según la ley amplias
sus posiciones. Hubo un amplio uso de los recursos para subvencio- facultades de control, que habitualmente no usaban; preferían apo-
nar clientelas, que robustecían el control del grupo directivo. Quie- yar la continuidad de las direcciones existentes, con las que general-
nes se destacaban como dirigentes de base y se perfilaban como ade- mente ya habían establecido un modus operandi. Sin embargo, esa
cuados podían ser cooptados a través de esos canales. Para los que posibilidad estaba latente. De modo que esta organización del po-
mantenían su independencia o actitud crítica, la ultima ratio era la der le daba un gran peso a la dirección sindical y a la vez la hacía
fuerza: guardaespaldas, pesados y matones, pagados con fondos sindi- vulnerable, por los fondos y los bienes que manejaba y por la posi-
cales, fueron haciéndose habituales e incorporaron en la vida sindical bilidad de que la intervención estatal produjera daños graves. Esto
una creciente dosis de violencia, que en algún momento se desbordó. contribuyó al pragmatismo, al culto por la negociación por parte de
quienes comenzaban a ser calificados como «burocracia sindical». A
Para la continuidad del grupo dirigente, lo más importante la vez, la preocupación por la posible intervención gubernamental
era controlar las elecciones. Los ganadores ocupaban todos los cargos involucró necesariamente a los sindicatos en la política.
del Consejo Directivo, pues no existía representación de las minorías;
la UCRP intentó en 1964 modificar esta disposición y chocó con Así se conformó la táctica del sindicalismo llamado luego
una resistencia durísima. Otros recursos de tipo de elecciones eran «vandorista», por referencia al más importante de los sindicalistas, 249
Augusto Vandor, que dirigía la Unión Obrera Metalúrgica. Con- espectacular en marzo de 1962, cuando uno de ellos, Andrés Frami-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

sistía en usar el poder potencial del movimiento obrero organiza- ni, fue electo gobernador de Buenos Aires. En ese momento, de va-
do para amenazar la estabilidad del sistema y luego negociar con cancia dentro del peronismo, los gremialistas habían reunido en sus
cada una de las partes. Se aprovechó la debilidad de los gobiernos, manos la doble representación, sindical y política, del peronismo.
la falta de una conducción política consistente del Estado, la ac- Sus ejercicios de fuerza se desplegaron ampliamente bajo la débil
ción permanentemente desestabilizadora de los militares y la falta presidencia de Illia, que debió sufrir una espectacular prueba del po-
de cohesión de los patrones. El movimiento obrero carecía de fuer- derío sindical: el «Plan de lucha» de 1964. Más trascendente fue el
za para sustentar una propuesta política propia, pero podía vetar enfrentamiento de la dirección sindical -pronta a transformar al pe-
otras alternativas, y obtener así ganancias circunstanciales. ronismo en un partido Laborista, al estilo del de 1946- y Perón, que
no estaba dispuesto a resignar su liderazgo sobre el peronismo. Cuan-
do este conflicto empezaba a desarrollarse lo interrumpió el golpe
militar de 1966 y las nuevas reglas de juego impuestas por Onganía.

EL NUEVO SINDICALISMO DE BASE


El ejercicio demostrativo de autoridad que ejerció de en-
trada Onganía tuvo como destinatario, entre otros, a estos dirigen-
tes sindicales. Ante el primer intento de usar el clásico recurso de
la huelga general, privó de «personería gremial» a la Unión Obre-
ra Metalúrgica y a varios sindicatos importantes, e intervino a otros,
como los portuarios y la FOTIA.
Firma del Convenio metalúrgico entre Augusto T. Vandor y
funcionarios del Ministerio de Trabajo, 1966
El caso de esta última es revelador de los dilemas del sin-
dicalismo. Ese sindicato se había convertido -se vio en la sección an-
Un manejo de ese tipo requería la relativa desmovilización terior- en el punto de nucleamiento de todos los sectores vincula-
de las bases obreras, que aceptaran disciplinadamente los movimien- dos con la defensa de la industria azucarera tucumana, cada vez más
tos tácticos de sus dirigentes, y también la unidad de dirección, algo dependiente de los subsidios y regulaciones estatales, y en el motor
que logró la llamada «burocracia sindical». Su acción transcurrió de las presiones sobre el gobierno nacional. Por ejemplo, en víspe-
principalmente en los espacios recoletos de la negociación corpora- ras del golpe del 26 de junio de 1966, se anunciaba que la provin-
tiva. Pero desde 1961 los dirigentes sindicales comenzaron a incur- cia estallaría si el gobierno nacional no mandaba fondos para el pa-
sionar en los espacios de la política electoral, que empezaban a abrirse. go de sueldos por los ingenios. Luego del golpe, el gobierno de On-
Cobijados en los partidos «neoperonistas», que podían eludir la ganía anunció una drástica reestructuración del sector azucarero,
250 proscripción, participaron en las elecciones y obtuvieron un éxito que comenzaba con el cierre de nueve ingenios y seguiría con una
«reconversión» de la economía. Mientras la segunda medida quedó

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


LAS ORGANIZACIONES DE LOS TRABAJADORES
en intenciones, la primera de aplicó de inmediato. Su fuerte impac-
to significó la aparición de intereses diferenciados en el frente del REFLEXIONES Y AUTOCRITICA
azúcar: los cultivadores, los obreros del surco, los obreros del inge-
nio, los desocupados del ingenio, con diferentes expectativas sobre EL SINDICALISMO VANDORISTA SITRAC: AUTOCRITICA DE LA
su futuro y diversas opciones de acción. Esa diferenciación le impi- Los metalúrgicos no están propiciando CONDUCCION, 1971
soluciones extremistas o colectivistas, como ... Pero también hubo errores e incapa-
dió a la FOTIA lograr una movilización masiva en defensa del azu- algunos reclaman, sino que están defen- cidades nuestras.
car tucumano y también del propio sindicato, y el gobierno no diendo algo que consideran propio: la 1) Peleamos bravamente en la calle, en
encontró resistencias cuando dispuso su intervención. empresa como una comunidad de intereses. actos relámpago y manifestaciones, y pre-
(Unión Obrera Metalúrgica, 1962.) sionamos a la patronal en la fábrica, con
Es preciso erradicar la imagen del dueño paros y retiros de colaboración. Todos es-
Como se indicó en el primer apartado de esta sección, la de la fábrica como el patrón. El dueño es tábamos convencidos de la justicia de
política de Onganía y su ministro Krieger Vasena avanzaron exito- un dirigente en la misma manera en que nuestra lucha y lo probábamos con riesgo
los sindicalistas lo son; la empresa es un y sacrificio. Pero no nos convertimos en
samente hasta el Cordobazo, el 29 de mayo de 1969, cuando hizo bien común que debe estar al servicio de una gran organización de propaganda,
eclosión un movimiento de resistencia social que reunió a quienes la sociedad. De modo que la cogestión es que difundiera en todas partes (puertas
fueron afectados, de una u otra forma, por la reforma autoritaria, necesaria para evitar la apropiación de fábricas, barrios, comunidades cris-
excesiva del lucro. Esto no significa sin tianas, etc.) los problemas de nuestra lu-
«la dictadura y el imperialismo». En el apartado final se verán otras
embargo que los empresarios han perdido cha, y que hiciera conocer a todos, desde
repercusiones que el proceso iniciado con el Cordobazo tuvo sobre el control de sus fábricas. (Paulino la base, por qué peleábamos.
la sociedad y su vida asociativa. Aquí se señalará uno específico: la Niembro, dirigente de la Unión Obrera 2) En consecuencia no pudimos movili-
Metalúrgica, 1963). zar a las bases de otros sindicatos, ni ca-
emergencia de un nuevo tipo de sindicalismo.
Si la UOM, como organización peronista, nalizar organizadamente un apoyo que
nombra a su secretario general, no pode- -estamos seguros- se hubiera brindado
En el movimiento cordobés de mayo de 1969, los estu- mos hacer otra cosa que aceptarlo, espe- como en enero, si nosotros les hubiéramos
cialmente cuando es el caso de Vandor sabido proponer pasos concretos. Es cierto
diantes universitarios fueron la chispa y los obreros la estopa. Cór-
que siempre ha sido peronista. Obrar de que allí hubiéramos tenido que pelear
doba se había convertido en el principal centro industrial del país, otro modo implicaría la expulsión del contra la resistencia activa de los traidores
por las industrias automotrices y todas las empresas asociadas con sindicato del peronismo, que sería incon- que, desde algunas direcciones, frenan la
ellas. Las fábricas estaban instaladas en el borde mismo de la ciu- cebible porque los metalúrgicos son todos lucha. Pero no es menos cierto que la clase
peronistas. Como usted puede ver el proble- obrera no se podrá librar de ellos si no se
dad, con una alta concentración de obreros -5000 en las plantas de ma desde el punto de vista de la conducción moviliza tras las banderas justas. Las
Fiat, 7000 en la de IKA Renault de Santa Isabel- que se integraban del movimiento no es tan sencillo como masas barren a los traidores no por el
fácilmente en cualquier movilización de protesta, a la que podían parece. (Juan Domingo Perón, 1969). hecho de barrerlos, sino cuando se les
atraviesan en una lucha.
aportar fácilmente nutridas columnas. Todo el clima generado por En Daniel James, Resistencia e
el Cordobazo contribuyó a agitar las plantas fabriles. integración. El peronismo y la clase En Natalia Duval, Los sindicatos
trabajadora argentina, 1946-1976. clasistas: SiTraC (1970-1971).
Buenos Aires, Sudamericana, 1990. Buenos Aires, CEAL, 1988.
Otras razones tienen que ver con la organización de la vida 251
sindical. Las grandes empresas de capital extranjero, reacias a ne- debían volver a su lugar de trabajo por tres meses, y que la retribu-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

gociar sus condiciones de trabajo en el marco de los convenios na- ción sindical no podía ser mayor que la que les correspondía por su
cionales, impulsaron la formación de sindicatos de empresa, una trabajo en la planta. Se redujo el cuerpo de funcionarios así como
medida que el gobierno de la UCRP también alentó, con vistas a sus gastos -por ejemplo el uso de automóviles-, subrayando su di-
debilitar a los grandes sindicatos nacionales. Surgieron así dos sin- ferencia con la conducción anterior. A la vez, se eliminaron las res-
dicatos en las plantas de Fiat: SITRAC y SITRAM. En el mismo tricciones de elegibilidad, lo que permitió a los militantes recién in-
sentido, IKA Reanult favoreció el traspaso de sus trabajadores de la corporados a la fábrica alcanzar rápidamente los puestos de direc-
UOM al pequeño sindicato de mecánicos SMATA. Estas acciones ción. Por otra parte, se estableció una dependencia estrecha entre el
posibilitaron durante un tiempo que las empresas se manejaran Consejo Directivo y las bases: el cuerpo de delegados y en última
con sus trabajadores con métodos paternalistas, eludiendo las regu- instancia la asamblea general, a los que subordinaba sus decisiones.
laciones sindicales; pero a la vez posibilitaron, en el clima posterior En suma, se trataba de un retorno a la democracia directa.
a 1969, que sindicalistas activos y combativos ganaran el control
de la organización, un éxito que en otras partes no era tan fácil de Esto generó una gran solidaridad entre los trabajadores y la
lograr, debido al ya mencionado férreo control de las direcciones dirección, que le permitió llevar adelante con éxito «acciones direc-
establecidas. Este tipo de dirección condujo a SITRAC y SITRAM tas»: asambleas, manifestaciones, ocupación de plantas y tomas de
durante 1970 y 1971, y luego a SMATA desde 1972, cuando un rehenes, vinculadas tanto con las acciones colectivas de Córdoba
grupo sindical vinculado con el Partido Comunista Revoluciona- cuanto con la reivindicación gremial específica, donde la dirección
rio y dirigido por René Salamanca ganó el control de la planta de se prestigió con resultados importantes. Estos fueron la recuperación
IKA Renault Santa Isabel. del «sábado inglés», que había sido suprimido antes del Cordobazo, y
la afiliación al sindicato de los trabajadores administrativos.
Ambos grupos compartían una perspectiva «clasista», deri-
vada de la filiación política de sus dirigentes. Pero a los fines de este El otro factor decisivo del éxito de la conducción «clasista»
trabajo, lo relevante es que ganaron la conducción de sus sindicatos fue su sensibilidad a los problemas específicos de los trabajadores de
con las banderas de la honestidad y la conducción no burocrática, es un tipo de empresas, como las automotrices: además de las cuestiones
decir, una nueva manera de entender la función y el funcionamien- salariales, las consecuencias de la racionalización empresaria, el aumen-
to del sindicato. Esa línea era compartida por otros destacados diri- to de los ritmos, las condiciones de salubridad, y sus consecuencias psí-
gentes de Córdoba, particularmente Agustín Tosco, de Luz y Fuer- quicas y físicas. Otra diferencia respecto del sindicalismo burocrático
za, y Atilio López, de los colectiveros. Todos ellos dieron forma a un consistió en el respaldo gremial a la fragmentación de base de la acción
modelo de conducción alternativo al de la «burocracia sindical». reivindicativa. Cada sección o taller actuaba en el momento y con la
táctica adecuada: quite de colaboración, paros sorpresivos breves y
El nuevo sindicalismo insistió en la transparencia de la gestión otras medidas que afectaban la línea de producción y provocaban
252 de sus dirigentes. Se estableció como norma que, rotativamente, grandes problemas a las empresas.
SINDICATOS Y GOBIERNO PERONISTAS

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


Desde 1971, la posible salida electoral sacó del ostracis-
mo al sindicalismo burocrático. La CGT ingresó a la gran con-
certación, junto con los partidos políticos y las grandes organiza-
ciones corporativas, para discutir las alternartivas para el retorno
a la democracia. Los sindicalistas participaron en el gobierno pe-
ronista constituido en 1973 y firmaron el Pacto Social sobre el
que habría de reposar lo esencial de la política de Perón; debie-
ron enfrentar el ataque de otro sector del peronismo, más direc-
tamente nutrido en el clima de la rebelión de las bases, y particu-
larmente de la organización armada Montoneros. Desde el prin-
cipio, Perón tomó partido por ellos. Los colocó en el centro de la
escena, los respaldó plenamente frente a los ataques de los grupos
antiburocráticos, e incluso hizo sancionar una nueva ley de Aso-
Personal del Hospital Fiorito prepara una olla popular, 1973 ciaciones Profesionales que aumentaba el poder de las direcciones
centrales de los sindicatos, en detrimento de las bases. Con el pa-
A medida que la agitación social creció y fue arrinconando so de los meses, y a medida que se extendía el conflicto, Perón
a la «burocracia sindical», este estilo de acción sindical se extendió al agregó algo más: el uso de la fuerza política para desalojar a los
Gran Buenos Aires, una zona hasta entonces mejor controlada por el dirigentes sindicales contestatarios.
sindicalismo burocrático, en parte por estar la conducción central
más cerca de los lugares de trabajo. En esos años, y en un contexto
general de movilización y participación, hubo un florecimiento de las
comisiones internas. Por otra parte, luego de 1973 el Pacto Social y
el congelamiento de los salarios excluyó la discusión salarial, de mo-
do que el activismo gremial se volcó a discutir las condiciones de tra-
bajo de cada sección o taller. Se recreaba así aquel contexto de «indis-
ciplina laboral», que se había reprochado al peronismo en 1955. En
ese terreno fértil pudo implantarse en la base obrera la acción de la
Juventud Trabajadora Peronista, dirigida por la organización armada
Montoneros, que alentó la movilización existente, ayudó a integrar
los distintos grupos y les proporcionó un lenguaje, una identidad y
un enemigo que los unía: la «burocracia sindical». Movilización sindical, 1973 253
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A Para el sindicalismo burocrático, el precio pagado fue te- LA ASISTENCIA SOCIAL
ner que asumir responsabilidades en el gobierno. La firma del Pac-
to Social, con la CGE, en el año 1973 los obligaba a avalar la sus- LA CGT Y LAS OBRAS SOCIALES
pensión de las convenciones colectivas de trabajo y el congelamien- Desde 1970, las Obras Sociales se instalaron en el centro
to salarial, ambas medidas difíciles de aceptar por las bases. Los sin- de las preocupaciones de los sindicatos. Posiblemente, se trata de la
dicatos debían actuar como correa de transmisión de las decisiones cuestión donde su poder se entrelaza de manera más intrincada con
del poder político, en cuya constitución participaban. el Estado. No era así antes de 1970. Por esa época las obras sociales
todavía no habían unificado su denominación tras ese nombre y
J. C. Torre señala que se trataba de una situación que no muchas eran simplemente mutuales. Habían crecido de manera de-
hubiera sorprendido a los dirigentes sindicales anteriores a 1955, pe- sordenada y, sobre todo, notablemente inequitativa en la distribu-
ro que era inédita para dirigentes formados en la escuela de la pre- ción de beneficios. Así lo indicaban los estudios técnicos realizados
sión y la negociación, y sobre todo de la falta de todo compromiso por las dependencias del Estado encargadas de la planificación y
con quienes gobernaban. retomados por la Secretaría de Salud Pública.

Además de afrontar la disconformidad de las bases, que- Retomamos aquí los estudios de Susana Belmartino. Por en-
daron colocados en la línea de fuego en el conflicto interno del tonces había 368 obras sociales, que cubrían al 35% de los trabajado-
peronismo, que se estaba resolviendo a tiros; desde 1969 varios res en actividad; la situación de los jubilados era muy variada. En mu-
prominentes dirigentes sindicales habían sido asesinados: A. Van- chas de ellas el Estado figuraba como empleador, pero su aporte era en
dor, J. Alonso, D. Kloosterman, J. Rucci, R. Coria. Sobre todo, cada caso sustancialmente distinto. Un factor importante era la capa-
la nueva responsabilidad mostraba que no tenían en realidad pro- cidad de negociación de los sindicatos, traducida a veces en estipula-
puestas propias en materia de política económica o social: a dife- ciones legales: los bancarios y trabajadores del seguro se beneficiaban
rencia de las organizaciones sindicales de otros lugares del mun- con descuentos sobre cada transacción. La heterogeneidd era grande:
do capitalista, la CGT local carecía de cuadros y staff profesional así, la Obra social de Gas del Estado gastaba $38.000 por afiliado, y
y de tradición en la reflexión sobre ellas, más allá de los reclamos en el otro extremo, la Obra para docentes, sólo $246. La misma hete-
salariales inmediatos. rogeneidad existía en la modalidad de prestación de los servicios y en
los beneficios. Algunas obras sociales, siguiendo el ejemplo pionero de
Muerto Perón, quedaron desligados del Pacto y a media- los ferroviarios, tenían hospitales propios, pero la mayoría contrataba
dos de 1975 protagonizaron una gran movilización al viejo estilo servicios en las condiciones más diversas, con una gran dispersión de
vandorista, en defensa de los salarios obreros, en contra del gobier- costos y consecuentemente de aranceles para los médicos y profesiona-
no de Isabel Perón. Por entonces, en vísperas de marzo de 1976, la les. Los controles administrativos eran escasos y cada obra social tenía
desintegración de las fuerzas, ya señalada en el campo de los patrones, gran libertad para el manejo de sus fondos, dando pie a frecuentes
254 los alcanzaba también a ellos. denuncias sobre mal uso o fraude administrativo.
Por otra parte, las obras sociales constituían un mundo de trabajo se extendieran de manera obligatoria a todos los traba-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


fraccionado. La representación colectiva de los intereses de esta mul- jadores en relación de dependencia y su familia directa. Se finan-
titud de mutuales era débil: sólo hubo algunos congresos para discu- ciaban con aportes obligatorios del trabajador y el patrón (un mí-
tir los problemas comunes. Hasta 1969, la CGT no había incluido nimo del 2% del sueldo cada uno). Se encargaba su administración
el tema en su cartera de asuntos a negociar con las autoridades. Lo a los sindicatos, que a los efectos debían constituir instituciones de
hizo desde esa fecha y lo colocó a la par de otras dos cuestiones gruesas: administración independiente, y se creaba un ente coordinador y
salarios y jubilaciones; desde entonces se convirtió en tema principal regulador, el Instituto Nacional de Obras Sociales, en cuyo direc-
y, sin duda, el prioritario para los dirigentes. Esa asunción correspon- torio participaban representantes sindicales, patronales y del Esta-
dió con el nuevo protagonismo que comenzó a tener la CGT, luego do. Sus funciones consistían en una superintendencia general y en
del Cordobazo, cuando desde el Estado se comienza a pensar en ella la administración de un Fondo de Redistribución, constituido con
como interlocutor adecuado para encarar el «tiempo social». parte de esos recursos y destinado a apoyar a los más débiles.

A principios de 1970, todavía bajo la presidencia de On- Se trataba de una verdadera revolución, por la extensión
ganía pero sin Krieger Vasena, el Ministro de Bienestar Social pro- y recursos en juego: las Obras Sociales cubrían a un 70% de la po-
movió e hizo aprobar una ley trascendente para las obras sociales. blación total y los sindicatos manejaban una masa de recursos
Sus autores fueron un grupo de dirigentes provenientes del campo equivalente al 2,5% del Producto Bruto Interno, prácticamente sin
genéricamente denominado «social cristiano», que proponían arti- un control o regulación serios. Por otra parte, la extensión de la co-
cular las políticas del Estado con los grupos intermedios, no parti- bertura social se hacía de acuerdo con las líneas de desarrollo ya
distas. Ensayada primero con las organizaciones de base, esta pro- planteadas desde la década de 1940: llegaba a todos, pero de ma-
puesta se proyectó a un nivel más ambicioso: la negociación con nera desigual, según la diferente capacidad de negociación de cada
los sindicatos. En la segunda mitad de 1970, el ministro de Bienes- sindicato, en tanto los aportes dependían del monto de los salarios
tar Social, F. Manrique -que acompañó también a Lanusse- reto- percibidos. Finalmente, no había en el nuevo ordenamiento inten-
mó esta orientación, ahora en el contexto de una negociación glo- tos de fijar una política sanitaria general. A la vez, el sistema po-
bal que incluía a la CGT dentro de la llamada «salida política» o tenciaba los instrumentos, exiguos pero no por eso inexistentes, de
Gran Acuerdo Nacional. Para ello trabajó asociadamente con el mi- control a los dirigentes sindicales por parte del Estado: la privación
nistro de Trabajo, Rubens San Sebastián, un veterano funcionario o suspensión de la personería gremial significaba de ahí en más un
de esa área, experto en combinar la concesión con el control. golpe más duro, como lo era la pérdida de control de esos recursos.
A ello se sumaba otra amenaza potencial: el Estado podía modificar
La ley 18.610, de 1970, impulsada por el Ministerio de las reglas del juego que, por ejemplo, mantenían cautivos a los tra-
Bienestar Social, partía de un diagnóstico: el sistema vigente era bajadores con su sindicato. Esta fue la base de una de las relaciones
«adecuado y digno de apoyo», y proponía su extensión universal. de tipo colusivo entre el Estado y un grupo de sus funcionarios y
Así, se dispuso que las Obras Sociales organizadas por lugar o tipo una corporación, característica de esta etapa. 255
LOS MEDICOS Y LAS OBRAS SOCIALES gran magnitud, cuyo modo de funcionamiento refleja esas aspira-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

No era la única corporación implicada; también estaban los ciones y, en particular, su demanda de derechos y libertades: tanto
médicos, cuya organización gremial demostró tener una enorme ca- la elección del médico como la aceptación del paciente eran libres;
pacidad de adaptación a estas condiciones de funcionamiento. Ha- el médico podía elegir el lugar del tratamiento y sus modalidades,
cia 1955 los médicos habían consolidado sus organizaciones gremia- incluyendo la medicación. Sobre todo, se le retribuía por «acto médico»,
les, que confluían en la Confederación Médica de la República Ar- por cada práctica, y no por un salario. Finalmente, los médicos tenían
gentina (COMRA). Por su falta de afinidad política con el gobierno participación en la dirección y gestión del Instituto.
peronista, hasta 1955 mantuvieron un bajo perfil, aunque resistieron
con éxito los intentos de organizar corporaciones profesionales afi- En su relación con las obras sociales, los médicos aspiraban
nes con el Gobierno. Desde entonces comenzaron a moverse activa- a defender estas libertades. A la vez, organizaron de manera eficaz el
mente. Hubo entre los médicos importantes debates, donde se cru- control de la oferta de prestaciones médicas, a través de sus sindica-
zaron cuestiones ideológicas, acerca del fin social de la medicina, con tos. Pretendían contratar directamente con las obras sociales y lo
otras de tipo profesional, que mostraban la heterogeneidad de la cor- fueron logrando. Demostraron su eficacia, por ejemplo, en la con-
poración. Pero predominó la percepción de la importancia de la uni- fección de un nomenclador de prácticas que permitiera uniformar
dad gremial para la negociación colectiva con las otras partes -Esta- los honorarios. Pero también lo impusieron, al atribuírse la repre-
do, obras sociales, empresarios de servicios de salud-, y también pa- sentación de todos los médicos que se desempeñaban en su área, es-
ra la fijación de las normas que debían regir la práctica profesional. tuvieran o no afiliados. Los sindicatos médicos fueron establecien-
Después de 1955, se generalizó la constitución en cada provincia de do la norma según la cuál eran ellos quienes confeccionaban la lis-
los Colegios Médicos, encargados de la parte normativa; los Cole- ta de posibles médicos, fijaban los honorarios e inclusive actuaban
gios actuaron de consuno con las organizaciones gremiales y le die- como intermediadores para su liquidación a cada profesional. Se
ron fuerza a disposiciones que inicialmente se plantearon en térmi- trataba, en suma, de una bolsa de trabajo. Esto le daba una gran
nos éticos; entre ellas, la más importante era el establecimiento de fuerza a las normas profesionales fijadas por los sindicatos, que los
honorarios mínimos para las distintas prácticas médicas. médicos debían aceptar, so pena de ser excluidos de la lista y even-
tualmente de ser sancionados por «inconducta». En suma, una cor-
Profesionales liberales y dueños de un saber científico espe- poración sindical con todo lo que debía tener para sobrevivir y
cífico, los médicos solían ver con malos ojos las obras sociales exis- prosperar en el mundo de las corporaciones y el Estado.
tentes, particularmente por la transformación de los médicos en asa-
lariados mal pagos y por la falta de un control técnico adecuado. A LAS CAMBIANTES POLITICAS DEL ESTADO
la vez, percibían que éstas controlaban una buena parte de la deman- Una y otra corporación -la CGT en nombre de las obras
da de servicios médicos. En 1957, y por gestión de funcionarios pro- sociales y la COMRA en nombre de los médicos- debían desempe-
venientes del gremialismo médico, la provincia de Buenos Aires creó ñarse de acuerdo con las reglas establecidas por el Estado y dedicar
256 el Instituto de Obra Médica Asistencial (IOMA), una institución de buena parte de sus esfuerzos a ajustarlas y cambiarlas.
Luego de 1955, las cuestiones relativas a la salud fueron de apoyo». A ello se agregó luego la creación de un servicio asis-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


discutidas en el Estado en el marco de las ideas globales sobre pla- tencial para la totalidad de los jubilados, mal cubiertos por sus
nificación, que caracterizaron la década de 1960. Hubo distintas obras sociales: el PAMI, convertido en el mayor prestatario. Aun-
propuestas de ordenamiento y racionalización -algunas pasaron por que la Secretaría de Salud Pública dependía del MBS, aparente-
el Ministerio de Salud Pública y otros por el Consejo Nacional de mente no estuvo informada de esta verdadera revolución. La me-
Desarrollo- que fracasaron cuando interfirieron con los intereses dida dice mucho acerca de las formas de negociación entre las cor-
corporativos establecidos. La situación fue diferente luego de 1966, poraciones y un Estado que en realidad distaba de ser una unidad;
en el marco de la política general de racionalización del Estado que más bien, se componía de muchos fragmentos desarticulados, ca-
emprendió con fortuna dispar el presidente Onganía. En el caso de da uno de los cuales desarrollaba su propia política de negociación,
la salud pública, fue el turno de los médicos formados en la escue- generalmente colusiva, con la corporación pertinente.
la sanitarista, que retomaron la idea del Seguro de Salud, criticaron
la heterogeneidad y desorden básico de las prestaciones de salud y La política del Ministerio llevó a una solución más estable
propusieron un sistema unificado: una organización única por provin- que la de la Secretaría de Salud Pública: al impulsar la constitución
cia, que reuniera los tres grandes grupos de prestadores médicos, un sis- de un fuerte interés corporativo alrededor de las obras sociales, re-
tema uniforme de prestaciones y un sistema de aranceles y pautas presentado por la CGT, construyó un trípode, donde ésta, los mé-
de contratación estandarizadas. dicos y el Estado negociarían de allí en más los aspectos más con-
cretos de una relación que en lo básico contaba con el acuerdo de
Fue característico del modo de hacer política de esos años, los interesados. Al respecto, es significativo que tanto los sindicalis-
la total ignorancia sobre la posible reacción de los actores realmente tas como los médicos se atribuyeran la paternidad de la idea. Falta-
existentes; se suponía que simplemente acatarían la orden. La reac- ba, claro, el interés general: alguien que hablara en nombre de los
ción de las mutuales fue débil, pues como se señaló todavía no se ha- beneficiarios, independientemente de su adscripción gremial.
bía constituido entre ellas un interés corporativo fuerte. Pero la de los
médicos fue enérgica. Con ellos, la Secretaría de Salud Pública enta- Sobre esa base general, hubo luego una negociación más fi-
bló una larga negociación. La COMRA negoció por los médicos y lo na, aunque apasionada. Los médicos defendieron su control de la
hizo con habilidad, puesto que en estos años logró consolidarse como oferta, a través de los sindicatos, y la CGT reclamó libertad de con-
la única voz representativa de la corporación nacional. Con el tiem- tratación. El acuerdo al que se llegó amplió la variedad de formas de
po, hacia 1970, se habían logrado importantes avances acerca de la contratación posible, y creó una Comisión Paritaria para dilucidar las
normalización de las prestaciones y la elaboración de un nomenclador. cuestiones que se fueran planteando, en la que el Estado estaba re-
presentado por el Ministerio de Trabajo, de quien dependía el INOS.
Llegado a ese punto, y de manera sorpresiva, el Ministe- El modelo sindical se trasladaba así a las obras sociales, con una para-
rio de Bienestar Social hizo aprobar la ley que creaba el INOS y doja: las organizaciones representativas de los trabajadores ocupaban
generalizaba el sistema de Obras Sociales, al que calificó de «digno el lugar de los empleadores: «Acostúmbrense a verlos como los patrones» 257
dijo en una ocasión el ministro Manrique por televisión, con J. Rucci, étnica, de fines del sigo XIX y principios del XX. Un testimonio de
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

secretario general de la CGT sentado a su lado. su renovado vigor se advierte en el mutualismno de la colectividad
judía, donde un conjunto numeroso de asociaciones de base conuc-
El sistema habría de durar lo que subsistió la Argentina cor- rrieron en un gran agrupamiento. En 1935, se constituyó la Delega-
porativa. Mientras tanto, tuvo consistencia como para resistir los em- ción de Asociaciones Israelitas Argentinas. En 1949 nació la AMIA,
bates políticos. El más fuerte ocurrió en 1973 cuando, en el clima surgida de la reunión de Vaad Hajinuj (el Consejo de Escuelas Ju-
fundacional de la política de entonces, se sancionó una ley que crea- días) con la más tradicional asociación Chevra Kedusha Azhkenazi,
ba el Sistema Nacional Integrado de Salud. Con variantes, retomaba y que sirvió de sede para la Federación de Comunidades Judías.
las ideas de Carrillo y la de los médicos de 1966, es decir, las ideas
progresistas de la época. En principio, el Sistema coordinaría los hos- El movimiento cooperativo se desarrolló hasta 1976 con
pitales públicos, pero progresivamente se integrarían las acciones de un sorprendente vigor. Ese año estaban registradas 4800 cooperati-
las clínicas y sanatorios privados, que también habían constituido su vas con casi siete millones de asociados. El cooperativismo conser-
corporación, y las obras sociales. No se decía nada sobre interferir en vaba un fuerte peso en la Capital Federal, Santa Fe, Entre Ríos y
su administración, pero de alguna manera se habilitaba la injerencia Córdoba, y se había desarrollado con vigor en provincias con esca-
estatal en ella. Como muchos otros proyectos políticos de Perón, ten- sa tradición: La Pampa, Chaco y Chubut. Se mantuvo relativamen-
dientes a restablecer la autoridad del Estado sobre el universo corpo- te al margen de la interferencia del Estado, regulado por la ley de
rativo, fue acatado pero no cumplido, tanto por médicos como por 1926, sólo sustituida en 1972 por una norma legal más minuciosa,
sindicalistas, luego cayó en el olvido y a su muerte fue desechado. que previó al constitución de un Instituto de Acción Cooperativa.

MUTUALISMO, COOPERATIVISMO, FILANTROPIA Las cooperativas subsistieron en tanto se adecuaron e los


Al margen del Estado y las corporaciones queda un espa- modos de funcionamiento del mercado, lo que supuso un debilita-
cio no despreciable en cuanto a su dimensión, pero con escasa ca- miento del vínculo asociativo inicial. Parte de su vigor provino de su
pacidad para influir en las políticas públicas. Sobrevivían las mu- integración en federaciones y confederaciones, que les permitieron
tuales, no absorbidas por las obras sociales, en su mayoría de colec- competir con las organizaciones empresarias. CONINAGRO, la
tividades extranjeras. Un 13% de la población total estaba afiliado Confederación Intercooperativa Agropecuaria, ya mencionada, tenía
a ellas en 1977. Su peso era considerable en Buenos Aires, donde casi 500.000 asociados, un número apenas inferior al total de las ex-
incluían a un 40% de la población, y en Santa Fe, con un 35%. En plotaciones agropecuarias registradas censalmente, lo que indica la ad-
otra escala, era elevado en Tucumán, Mendoza y Chubut, donde hesión al cooperativismo de la masa de pequeños explotadores. Den-
pertenecían a mutuales alrededor del 12% de los habitantes. En es- tro de ella, la Asociación de Cooperativas Agrarias (ACA) y la Federa-
tos casos, la abundancia de mutuales se corresponde con el escaso ción Argentina de Cooperativas Agrarias (FACA) reunían entre am-
desarrollo de los sindicatos. En Buenos Aires y Santa Fe probable- bas más de 350.000 socios, aunque otros núcleos menores en socios,
258 mente se trate de la continuidad del impulso mutualista, de base como SanCor, tenían una gran envergadura económica. El resto de las
cooperativas se integró en la Confederación Cooperativa de la Repú- las fundaciones existentes puede ser incluida en el campo de la asis-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


blica Argentina (COOPERA), organización de cuarto grado que reu- tencia, el desarrollo social o la filantropía. La forma jurídica de la
nía a las federaciones de Bancos Cooperativos, Cooperativas de Cré- Fundación ha servido para la gerencia de empresas de tipo cultural,
dito, de Consumo, de Electricidad, Farmacia, Seguros, Teléfonos, como universidades privadas, de institutos médicos, o para consti-
Trabajo, Vivienda y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. tuir centros de actividad política. Por otra parte, muchas empresas
han usado sus fundaciones para actividades de interés interno -for-
En la primera parte se consideraron dos casos de cooperati- mación de recursos humanos- o como parte de un programa de
vas exitosas: la de consumo de Bahía Blanca y la de electricidad de San- formación de imagen. Sólo una porción de sus actividades -casi
ta Rosa. Ambas encontraron la forma de adecuarse a las cambiantes imposible de deslindar- se corresponde con la filantropía.
condiciones del mercado, sobre la base de un gerenciamiento eficien-
te. En este período, el modelo por excelencia de cooperativa exitosa fue Algunas entidades asistenciales adoptaron la forma de fun-
El Hogar Obrero, la primera, fundada por los primeros dirigentes del dación, como la Fundación Cristiana Evangélica, los Hogares Evan-
socialismo. Entre 1955 y 1976, experimentó un crecimiento especta- gélicos Cristianos o Sagrada Familia. Otras mantuvieron su forma
cular, a la vez que se transformó en una organización muy alejada de legal tradicional, como la Cruz Roja Argentina o el Ejército de Sal-
las prácticas solidaristas originarias y cada vez más integrada al modo vación, que se define como una «agrupación de hombres y mujeres
de funcionamiento de la economía capitalista. El número de socios cuyos pecados han sido perdonados», un «Ejército (...) en guerra con
creció notablemente: en 1970 eran unos 280.000 y en 1976 pasaban las potencias del mal», cuyo propósito es «llevar a todos los hombres
los 650.000; esto significaba, simplemente, que mucha gente poseía a obtener la salvación provista por Jesucristo»; pese a esta manera de
una acción que le daba ciertas ventajas en la compra en los supermer- presentarse, es bien conocida su importante tarea asistencialista.
cados de la Cooperativa. Su crecimiento se apoyó principalmente en
la multiplicación de supermercados, y a la vez en el desarrollo de dis- En este terreno, la institución más destacada de este pe-
tintas empresas que producían para la marca comercializada prefe- ríodo es Caritas Argentina, la organización asistencial de la Igle-
rentemente en ellos: una productora avícola, plantas panificadoras, de sia Católica. Surgió en 1956, como consecuencia de una iniciati-
elaboración de pastas, de conservas vegetales y de envases de hojalata. va del Papa Pio XII; en 1950 este Papa encargó a monseñor Mon-
tini, futuro Paulo VI, la organización de Caritas Internationalis,
Una combinación similar de los viejos valores y propósitos para coordinar la acción para la promoción humana, especial-
de la filantropía y las nuevas reglas del mercado se encuentra en el mente dirigida a los más desfavorecidos, y también para estudiar
sector de las fundaciones. En 1955 se dictó una ley que regulaba su los problemas de la miseria en el mundo y proponer soluciones.
funcionamiento y preveía diversos beneficios para las empresas que Esa acción debía ajustarse a las líneas de la Doctrina Social de la
constituyeran estas entidades: exenciones impositivas, facilidades pa- Iglesia: impulsar el respeto por la justicia, orientarse a los más ne-
ra la importación de bienes e insumos, exención de cargas sociales; a cesitados y considerarlos no sólo como receptores de ayuda, sino
ello se agregó un control fiscal más que laxo. Pero sólo una parte de como protagonistas de su transformación. 259
Se advierte en ese programa el germen de las líneas de ac- específicos, y también del Estado. Sería interesante disponer de da-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ción eclesiástica innovadoras, características de los años sesenta. Par- tos históricos e incluso actuales, sobre la magnitud de estas fuentes
ticularmente, el remplazo de la caridad cristiana por la idea de la pro- de financiamiento. Esos recursos se vuelcan en parte a ayudas inme-
moción comunitaria. En otro aspecto, Cáritas es mucho más tradi- diatas, para afrontar emergencias sociales y catástrofes naturales, pe-
cional. La entidad, que se estableció en la Argentina por iniciativa de ro sobre todo se dedican a programas permanentes, que puedan ge-
la Conferencia Episcopal en 1956, debía reunir a las distintas asocia- nerar cambios en la situación de los necesitados. Así, en Añatuya,
ciones asistenciales católicas, al modo como en 1931 lo hizo la Ac- Santiago del Estero, una zona considerada entre las más pobres del
ción Católica; puede presumirse que despertó el mismo tipo de re- país, Caritas mantiene un Dispensario y una Mutual. El primero su-
sistencias. Tenemos un testimonio de los límites de ese designio in- ministra alimentos, remedios y ropa: el 70% de la población se vis-
tegrador: la Colecta Más por Menos de 1970 convocó, junto con te allí. También colabora con emprendimientos estatales, como la
Caritas, a 23 instituciones católicas más, dedicadas al asistencialismo lucha contra la tuberculosis. La mutual, a la que se afilia el grupo
que conservaban su independencia. Hay bastantes referencias a la familiar, con una cuota simbólica, se ocupa de la construcción de
coexistencia de las organizaciones pertenecientes a Caritas con otras viviendas para remplazar a los ranchos o, en otros casos, de escuelas.
iniciativas de diversa índole provenientes del campo católico, que an-
tes de 1976 fue particularmente variado y conflictivo. La integración
se apoya en la organización jerárquica de la Iglesia: Cáritas tiene Jun- CIENCIA Y CULTURA AL MARGEN DEL ESTADO
tas parroquiales, presididas por el párroco, Juntas diocesanas, presidi-
das por el obispo, Juntas regionales, dirigidas por los obispos de la re- Luego de 1955, quienes participaron en el vigoroso movi-
gión, y una Junta nacional, dirigida por la Conferencia Episcopal, miento cultural que se mantuvo al margen del Estado peronista
que designa un director. Esa organización tiene un propósito: la re- ocuparon posiciones importantes en el gobierno y, con matices, las
distribución en el territorio nacional de lo recaudado, transfiriendo lo mantuvieron hasta 1966. Dieron un impulso muy vigoroso a la re-
de las regiones más ricas a las más necesitadas. novación y modernización de la ciencia y la cultura, y a la creación
de instituciones nuevas. En primer lugar, las universidades, que en
El principal recurso de la asociación es el trabajo de los vo- conjunto mejoraron sus niveles académicos e impulsaron saberes
luntarios laicos (en el año 2000 eran 25.000) y de religiosas y reli- vinculados con las tendencias de vanguardia en el mundo científi-
giosos; el número de profesionales rentados que trabajan allí es rela- co, entre otros, en los campos de la fisiología, biología, física, socio-
tivamente reducido. Desde 1970, se realiza la colecta anual Más por logía, psicología, algunos de las cuales no tenían tradición previa. La
Menos, que moviliza a la totalidad de la comunidad católica; se le Editorial Universitaria de Buenos Aires realizó una tarea notable de
asigna importancia por los recursos que reúne pero también por su difusión del saber científico. En el campo de la investigación, se
eficacia en la movilización y concientización de los laicos. Aportes fundó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, y en sec-
más regulares y probablemente más sustantivos, se reciben de fun- tor tecnológico el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y
260 daciones empresarias o fundaciones internacionales para programas el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, organismos vinculados
con las ideas dominantes acerca del desarrollo económico, también novedosas, pues la mayoría de las existentes antes de 1955 caduca-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


exploradas en el Consejo Nacional de Desarrollo Económico y en ron, debido a que sus impulsores pasaron a ocupar posiciones de
el Consejo Federal de Inversiones. El Instituto de Investigaciones importancia en las instituciones del Estado; por ejemplo, el Colegio
Bioquímicas, organismo privado patrocinado por el industrial Juan Libre de Estudios Superiores cerró sus puertas en 1960.
Campomar y dirigido por el prestigioso Luis F. Leloir, estableció
convenios con la Universidad de Buenos Aires y el CONICET. El Estado abrió espacios a la actividad privada en la cultura.
La nueva ley universitaria, en su controvertido artículo 28, autorizó
En el campo de las artes, se fundó el Fondo Nacional de el funcionamiento de universidades privadas, mientras que la ya cita-
las Artes y el Instituto Nacional de Cinematografía. Figuras relevan- da ley de 1955 autorizaba la existencia de Fundaciones que canaliza-
tes asumieron la dirección de museos y teatros, acogiendo a quienes ran hacia fines de interés comunitario parte de los fondos destinados
habían militado en la «cultura de las sombras». En todos los terre- al pago de impuestos. En materia de universidades, los resultados ini-
nos, la preocupación común fue la actualización y el contacto con ciales no fueron muy significativos: ni la Universidad del Salvador, je-
el mundo. Las universidades e institutos de investigación becaron a suita, ni la Universidad Católica, pontificia, tuvieron relevancia y sig-
los jóvenes egresados para que hicieran doctorados en el exterior, y nificación, salvo en algunas ramas específicas. En el terreno de las
a la vez empezaron a recibir fondos destinados a la investigación, pro- Fundaciones, hubo una experiencia única pero notable: el Di Tella.
venientes de fundaciones estadounidenses interesadas en programas
similares de promoción científica en América Latina. Fue una iniciativa de Guido Di Tella, hijo de Torcuato Di
Tella, fundador de la empresa SIAM, quien hacia 1958 comenzó a
La preocupación por la modernización y actualización tras- ocupar funciones de dirección; su hermano Torcuato también par-
cendía ampliamente el marco estrictamente académico o artístico, ticipó, aunque de manera menos comprometida. Por entonces
como lo testimonia el éxito de la revista Primera Plana, que entre Siam Di Tella era una empresa pujante, que recogía lo mejor del
otros propósitos tenía uno educativo: orientar a un público nuevo en desarrollo orientado hacia el mercado interno -había prosperado
el espacio cada vez más poblado y diversificado de ofertas culturales. con las heladeras- y encaraba su modernización asociandose con
Muchas de ellas partieron de una base consolidada en la etapa ante- capitales extranjeros, en dos sectores claves del nuevo desarrollo:
rior: el teatro independiente, las galerías de arte, las sociedades mu- los caños, esenciales para las explotaciones de petróleo y gas, y los
sicales. Sin embargo, para el gusto de los años sesenta, esta oferta re- automotores. En materia de promoción de la ciencia y la cultura,
sultaba, en parte al menos, insatisfactoria. El teatro independiente, el hijo seguía la tradición del fundador, que había comenzado a
de enorme mérito, considerado «serio, ortodoxo, comprometido», reunir una excepcional colección de obras de arte. Esa colección, y
no cubría las experiencias de las nuevas vanguardias, y lo mismo ocu- una porción muy importante del paquete accionario de la empre-
rría en las artes visuales o la música, que difícilmente tuvieran un es- sa fueron el capital inicial de la Fundación Di Tella, controlada por
pacio importante en las instituciones oficiales. Quedaba un terreno ambos hermanos, que a su vez creó el Instituto Di Tella, institución
que podía ser desarrollado por iniciativas privadas, seguramente con su propio sistema de administración y dirección. 261
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A Inicialmente, el Instituto debía sostenerse con los ingresos
de SIAM, canalizados a través de la Fundación. Sin embargo, la em-
presa comenzó a tener algunas dificultades hacia 1963, y problemas
serios de 1966, por lo que el Instituto gestionó apoyos de distintas
fundaciones norteamericanas, en particular la Rockefeller y la Ford.
Sus propósitos eran promover la actualización en dos campos: el de
las ciencias sociales y el arte. Respecto del primero, se constituyó un
centro de investigaciones que funcionó en el barrio de Belgrano, en
Buenos Aires, en una casa de la familia Di Tella, y durante mucho
tiempo tuvo un bajo perfil de exposición. El fomento a las artes se
realizó de una manera espectacular.

Al principio se trató de exhibir la colección de arte familiar,


tanto en Buenos Aires como en el resto de Argentina. Luego se pa-
só a una intervención más activa: organizar premios artísticos inter-
nacionales, traer al país destacados especialistas y enviar a jóvenes ar-
tistas con becas para formarse en el exterior. Las actividades se orga-
nizaron en tres centros: el de Artes Visuales, el de Experimentación
Audiovisual y el Latinoamericano de Estudios Musicales, dirigidos
por destacados promotores culturales: Jorge Romero Brest, Roberto
Villanueva y Alberto Ginastera. En 1963, se inauguró un local propio
para los centros de artes, en la calle Florida en Buenos Aires.

El Di Tella de Florida se convirtió en un centro de activi-


dad cultural de enorme influencia. Estaba ubicado en una zona sin-
gular, cerca de la Facultad de Filosofía y Letras, en plena ebullición
Happening, Instituto Di Tella por entonces debido a la apertura de las carreras de Psicología y So-
ciología; también eran vecinas la revista Sur, varias galerías de arte,
y una serie de librerías y cafés donde se reunía el todavía compacto
ambiente intelectual y artístico. El Di Tella agregó su propio elen-
co, y junto a él proliferaron otros centros de sociabilidad, entre ellos
262 la «Galería del Este», una galería comercial convertida en el centro
de la por entonces novedosa «moda joven». Confluía allí, entonces, 1971, la Fundación tomó la decisión de cerrar los centros de arte

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


el mundo intelectual y artístico y los cultores de un cierto «hippismo». de Florida y concentrarse en los de investigación de Belgrano.
Ellos aportaban una parte importante del público para los espectá-
culos del Di Tella: las exposiciones de arte de vanguardia, en sus for- Estos surgieron a partir del interés por los problemas del
mas más llamativas y chocantes, y los espectáculos teatrales y musi- desarrollo económico y las respuestas que podían dar la economía
cales. Había mucho otro público atraído por ese foco de exótica y la sociología. El mismo impulso llevó a la constitución de otra
vanguardia, y por la difusión que de él hacía la revista Primera Pla- institución: el Instituto de Desarrollo Económico y Social
na: 400.000 personas concurrieron en 1967; entre ellas, 160.000 (IDES), una suerte de foro, que comenzó a publicar lo que pron-
fueron a la exposición de Julio Le Parc, que acababa de recibir un to fue la más importante revista de ciencias sociales: Desarrollo
premio en París. Otra parte de la actividad era menos espectacular Económico. Los centros del Di Tella daban trabajo a investigado-
pero igualmente trascendente: los cursos para becarios latinoameri- res de dedicación exclusiva, preferentemente con doctorados en
canos del Centro Musical y el laboratorio de música electrónica, universidades estadounidenses. En 1962 se incorporó Gino Ger-
único por entonces y por mucho tiempo. mani, fundador de la carrera de Sociología de la Universidad de
Buenos Aires, preocupado por la interferencia que la politización
En suma, la intervención cultural de la Fundación Di Te- producía en la investigación universitaria: el Centro Ciencias So-
lla y su Instituto tuvo una repercusión enorme; sobre su profundi- ciales de Belgrano ofrecía un ámbito más recoleto. A la misma
dad y trascendencia hay opiniones divergentes. Pero en su mo- conclusión llegaron las fundaciones estadounidenses que apoya-
mento polarizó la opinión, aunque de maneras variadas. Fue uno ban las investigaciones en ese campo, duramente cuestionadas en
de los objetivos del nuevo tradicionalismo cultural, asumido como la Universidad por los militantes de la izquierda y del nuevo na-
política propia por el general Onganía. En su opinión, el Di Tella cionalismo antiimperialista. En 1966, el golpe de Onganía, la in-
era el epítome de todo lo que deseaba erradicar: los subversivos, los tervención a la Universidad y la renuncia masiva de docentes uni-
hippies, la minifalda, el pelo largo, la lectura de Marx o Fanon. Por versitarios aumentó la trascendencia que tenía en la vida académi-
otra parte, la vanguardia artística que allí creció, se bifurcó; una ca el Di Tella de Belgrano, que en 1969 recibió de la Fundación
parte adoptó el camino del compromiso político ideológico y es- Ford un fondo que le aseguraba su funcionamiento básico. Por
tigmatizó al Di Tella como una forma de decadentismo burgués o eso, cuando las dificultades económicas obligaron a reestructurar
de penetración imperialista. En un momento, hacia 1968 y 1969, el Instituto Di Tella, se optó por cerrar la parte de arte y conser-
el Di Tella de Florida se vio acosado simultáneamente por la poli- var la de Ciencias Sociales. Los centros de investigación -los origi-
cía, que buscaba subvcersivos, y por la nueva izquierda, que lo de- nales de Economía y Sociología, y los asociados de Estudios Ur-
nunciaba como agente del imperialismo y la dependencia. Por banos, Educación y Administración Pública-, que financiaban sus
otra parte, en esos años las dificultades económicas eran muy investigaciones con subsidios de fundaciones extranjeras, se con-
grandes: la empresa estaba en proceso de quiebra y los subsidios virtieron en un modelo de organización y financiamiento de la
de fundaciones extranjeras eran insuficientes y a término. En investigación, que después de 1976 tuvo un amplísimo desarrollo. 263
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A ASOCIACIONISMO DE BASE EN LOS SETENTA estuvo fuertemente determinado por los cambios generales de la
economía. Desde los años ‘30, comenzó a crecer la demanda inter-
La trama cerrada de relaciones entre el Estado y las corpo- na, prosperaron los establecimientos procesadores de la materia
raciones, hecha de enfrentamientos y negociaciones, se alteró brus- prima y el Estado se preocupó por favorecer a los productores con
camente a partir de 1969, cuando estalló un conjunto variado de políticas crediticias o bien regulando el precio, a través de Juntas
oposiciones a las que se hizo referencia al comienzo de este capítu- como la del Algodón o de la Yerba Mate, que atenuaban el predo-
lo. Muchas de ellas surgieron de sectores económicos afectados; minio de las pocas empresas que concentraban la compra y la ela-
otras vinieron de vecinos, estudiantes, artistas, profesionales. En boración de tales productos. Estos factores comenzaron a funcionar
un contexto de politización acelerada, la protesta se desplegó y lle- en sentido inverso luego del año 1955.
gó a muchos sectores que hasta entonces no habían tenido este ti-
po de participación. Desde el punto de vista del asociacionismo, su Consideremos uno de ellos: el algodón. La contracción
movilización se caracterizó por una fortísima voluntad participati- del mercado interno, debida al retroceso salarial, fue achicando la
va, la crítica de las formas existentes de asociación y participación, industria textil; por otra parte ésta comenzó a incorporar hilado
juzgadas anticuadas, burocráticas y excluyentes, y la invención de sintético, que desplazaba el hilado de algodón. La supresión de la
formas nuevas. La creatividad de estos años fue notable. El movi- Junta Nacional del Algodón eliminó los mecanismos reguladores
miento tuvo una primera fase, hasta las elecciones presidenciales de del precio y los créditos del Banco Nación perdieron fluidez. De
1973, en la que predominó la agregación, la fácil identificación de modo que, en conjunto, el sector experimentó fuertes altibajos de
las demandas parciales dentro de un gran reclamo: la lucha contra producción y de precios, con tendencia a la progresiva reducción
la dictadura y el imperialismo. La segunda fase, entre 1973 y 1976, del área cultivada. Esto afectó sobre todo a los productores más pe-
se caracterizó por la reaparición de los conflictos sectoriales y cor- queños, minifundistas y pequeños campesinos. Pero buena parte
porativos y, a la vez, por el desarrollo de los conflictos político de la producción estaba en manos de empresarios rurales pequeños
ideológicos. Ya se habló de uno de los casos: el nuevo sindicalismo y medianos, que habían incorporado el tractor y empleaban mano
de base; ahora analizaremos dos casos, uno rural y otro urbano. de obra contratada, al menos para la cosecha. No les faltaba pro-
tección: la mayoría de ellos pertenecía a la Federación Agraria Ar-
LAS LIGAS AGRARIAS DEL NORDESTE gentina y formaba parte de alguna de las cooperativas que integra-
Uno de los movimientos más característicos, y a la vez ba las poderosas asociaciones de segundo grado, como la Asocia-
uno de los más ricos en cuanto al desarrollo de formas organizati- ción de Cooperativas Argentinas (ACA) o la Unión de Cooperati-
vas, fue el que cubrió las provincias de Chaco, Formosa, Misiones, vas Algodoneras (UCAL). Ambas instituciones, muy desarrolladas
Corrientes y el norte de Santa Fe, donde surgieron las Ligas Agra- y fuertemente burocratizadas, eran eficientes en el nivel de los pro-
rias. Desde las décadas de 1920 y 1930 se desarrollaron allí distin- blemas más generales, aunque como hemos señalado, la fortaleza
tos tipos de cultivos industriales destinados al mercado interno, del movimiento cooperativo generalmente estuvo acompañada de
264 como algodón, yerba mate, tabaco, té, tung, cuyo crecimiento un distanciamiento de sus actores de base.
Esto explica la importancia de un actor que, actuando ini-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


LAS LIGAS AGRARIAS
cialmente tras objetivos distintos, vino a ocupar un lugar que esta-
ba vacante: el Movimiento Rural de la Acción Católica (MRC). Se ESTATUTOS E IDEOLOGIA
trata de un emprendimiento pastoral, iniciado por el episcopado
en 1948 en todas las zonas rurales, pero con escaso éxito. En 1958 ESTATUTO DE LAS LIGAS AGRARIAS EL PARO DE LAS LIGAS AGRARIAS DE
un grupo de jóvenes, ya entrenados en el terreno y en sintonía con 1971 1974
1. Asegurar los derechos y beneficios de Pero, compañeros ¿para qué este paro?
los cambios que vivía el mundo de la militancia católica, propuso los agricultores actuando como instru- Desde octubre del año pasado venimos
una readecuación de las formas de acción y de los objetivos, que mentos de control y defensa de sus intereses insistiendo en la necesidad de una polí-
fue aceptada por el Episcopado, Surgió así el MRC como una ra- económicos y sociales, principalmente de tica de precios racional, que contemple
los sectores más necesitados. los intereses de todos los sectores, especial-
ma especializada de Acción Católica. Se propuso unir la evangeli- 2. Fomentar la agremiación de todos los mente de los pequeños y medianos pro-
zación con la promoción social, al definir como objetivo la forma- agricultores. ductores que han sido los más golpeados
ción de líderes que pudieran asumir las tareas de promoción, se 3. Asegurar una toma de conciencia per- durante los últimos años. Ante el resultado
manente en todos los afiliados sobre los negativo decidimos parar. Este paro no
consagraron a los productores agrarios, los llamados, algo equívo- distintos problemas que afectan el desa- significa que renunciamos a seguir cola-
camente, «campesinos». Esta fue una decisión clave, que dejó fuera rrollo integral de la familia campesina borando, a seguir integrando toda comi-
del centro de su acción a cosecheros, hacheros, jornaleros y peones, en lo económico, social, educativo, de- sión que haya que integrar o a seguir
nunciando las injusticias que se cometen golpeando todas las puertas que haya
es decir, un sector significativo de la sociedad regional.
4. Lograr el desarrollo integral, la forma- que golpear. Creemos que el agricultor
ción, la participación activa con absolu- dispone de diversos mecanismos de de-
Las razones de la elección están sugeridas por su mensaje ta libertad de decisión del campesinado. fensa y que debe hacer escuchar su voz
5. Difundir los principios del cooperati- utilizando todos los medios legales y en
religioso, que fue analizado por E. Archetti al estudiar las ligas del
vismo como así también la asociación de toda democracia un paro es una medida
norte de Santa Fe. El hombre -decían- está en la tierra para superar- sus miembros a las cooperativas exis- legítima y aceptada(...) Defender los in-
se y formar, desde sí mismo, el hombre nuevo. Esta autoformación, tentes y la creación de cooperativas de tereses de los pequeños y medianos pro-
producción y de trabajo. ductores, exigir un precio justo que per-
además de ser una preparación para la vida eterna, incluye una solu-
6. Constituir con todos los sectores de la mita la modernización y tecnificación
ción a los problemas de este mundo; ellos son consecuencia de dis- producción un frente amplio en defensa del campo y reclamar una política na-
tintas formas de injusticia, que deben ser denunciadas y enfrentadas. de las maniobras de los monopolios. cional planificada es estar en el camino
Los evangelizadores, al hablar del automejoramiento, subrayaban las de la reconstrucción y de la liberación.
(Cultivando, 1974)
virtudes del trabajo, la frugalidad, el ahorro y la organización; estas
ideas eran adecuadas para su público de pequeños productores, en su En Eduardo Archetti, «Ideología y
mayoría de origen inmigrante europeo. Así, un elemento básico del organización sindical: las Ligas
Agrarias del norte de Santa Fe»,
mensaje católico, referido a la familia como célula básica y natural de en Desarrollo Económico, N° 111,
la sociedad, se prolongaba al considerarla como unidad económica: octubre-diciembre 1988.
mejorar la explotación de la parcela familiar constituía una de las di-
mensiones de la promoción de ésta. En este mensaje, el conjunto de 265
familias constituye una comunidad, también natural. Pero además, en el ámbito más burocrático de las cooperativas, donde apareció
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

las familias productoras deben integrar una cooperativa, instrumen- una activa Juventud Cooperativista, y luego serían los animadores
to eficiente para superar los males de un orden social injusto, que de las Ligas. Cuando éstas entraron en acción, hacia 1971, la Con-
limita el desarrollo personal y familiar. En particular, ese orden in- ferencia Episcopal Argentina, preocupada por la visibilidad políti-
justo se materializa en un conjunto de compradores oligopólicos, ca de los evangelizadores, decidió disolver el MRC. Sus activistas
que son parte del capitalismo salvaje, y también en un Estado que, se incorporaron a las Ligas y constituyeron sus cuadros.
colonizado por éstos, olvida sus funciones naturales: proteger a ca-
da uno de sus miembros. Con el correr de los años, y sobre todo Las Ligas Agrarias surgieron en el Chaco en 1970, en mo-
después de la reunión episcopal de Medellín, el lenguaje de estos ca- mentos de una fuerte crisis de la economía algodonera, y pronto se
tólicos se radicalizó y se agregaron términos que no resultaban muy extendieron a las provincias vecinas, en el clima social y político que
adecuados para la sus destinatarios locales: cambio de estructuras, siguió al Cordobazo. Para 1972 ya habían constituido una Federa-
latifundios, minifundios, reforma agraria. ción de Ligas Agrarias del Nordeste. Aunque la inspiración era co-
mún, la composición era diferente, de acuerdo con las realidades so-
Los militantes católicos llenaron una necesidad espiritual ciales provinciales: en Formosa y en parte de Chaco existían cam-
de la sociedad de agricultores, desatendida por la Iglesia. Las orga- pesinos y minifundistas. En Chaco, en Santa Fe y en Misiones, el
nizaciones que desarrollaron, de base parroquial, trataron se suplir grueso de los participantes eran pequeños y medianos propietarios,
la presencia, no siempre regular, de los sacerdotes; en Santa Fe, una a la cabeza de una empresa familiar; en Misiones se sumaron, aun-
parte importante del precepto eran las «celebraciones de la pala- que con reticencias, los propietarios más grandes, en rigor, mejor
bra», donde los fieles se reunían quincenalmente para reflexionar vinculados con el mundo de la gran empresa, pero empujados al
en común sobre cuestiones pastorales y de las otras. Estas «celebra- polo de las Ligas por la enfervorización de la hora o quizá por cál-
ciones» fueron uno de los espacios de sociabilidad más caracterís- culo. El movimiento se caracterizó por el impulso participativo. En
ticos en la constitución de los protagonistas de las Ligas agrarias. todos los casos, aunque los promotores fueron los jóvenes, la afilia-
El MRC se propuso formar líderes campesinos. Organizó grupos ción se hacía por familia y chacra, y los padres respaldaban y acom-
de discusión, proveyó de animadores, suministró folletos, editó un pañaban la acción de los hijos. Otra novedad fue la participación
periódico y organizó cursos de tres meses, que realizaba el Institu- activa de las mujeres, ausentes del mundo de las cooperativas.
to San Pablo en la localidad bonaerense de Capitán Sarmiento.
Junto con lo estrictamente evangélico, se difundían formas de me- El movimiento cubrió extensamente la zona del nordeste.
joramiento de las técnicas productivas y formas de organización En el norte de Santa Fe hubo 35 agrupaciones de base, que reunían
colectiva. Los concurrentes eran jóvenes, miembros de familias de a 1200 familias: un 30 o 40% de los participantes potenciales. Las li-
productores agropecuarios («el hijo tractorista»), motivados por el gas se organizaron con un modelo de democracia participativa: nú-
clima general de movilización juvenil, y además con tiempo libre cleos de base, delegados, asamblea general y secretariado, elegido por
266 como para dedicarse a esta causa. Ya se había notado su actividad la Asamblea, del que dependía un conjunto de asesores. En Misiones,
de acuerdo con el estudio de L. Bartolomé, se rentó a los ocho miem- el peronismo, aunque con distintos matices, y sin hegemonía de la

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


bros del secretariado. También se editó un periódico y se emitió una JP. En 1973 las Ligas en general apoyaron al PJ. En ese año, que fue
audición radial diaria, tareas estas a cargo de los asesores, que venían de buenos precios y buenos rendimientos para la producción regio-
de la militancia en el MRC. Con el tiempo, aparecieron tensiones en- nal, las Ligas aceptaron la propuesta estatal para integrarse a distin-
tre la Asamblea y el secretariado, así como entre la base de agricultores tos órganos de concertación y vieron con buenos ojos las medidas
y los asesores, cuyo discurso sonaba por momentos extraño. propuestas por la Secretaría de Agricultura. En Misiones, además,
había un gobernador particularmente predispuesto en su favor que
La acción de las ligas consistió en petitorios a las autorida- murió en un accidente. 1974 fue el año de las primeras dificultades
des, asambleas, manifestaciones solidarias o en reclamo de sus obje- económicas, del comienzo de la desilusión y de las divisiones corpo-
tivos. Además, se presionaba con huelgas, que incluían la organiza- rativas y políticas. En 1975 se acentuó la desmovilización y comenzó
ción de piquetes y una cierta dosis de violencia. Hasta 1973, la opo- la represión, generalizada al año siguiente.
sición a las autoridades militares bastaba para concitar la moviliza-
ción colectiva, máxime cuando las autoridades las reprimían, a veces Esta desactivación de las Ligas -un proceso que se registra
con violencia. En esos años, los primeros reclamos resultaron exito- en distintos ámbitos de manera bastante similar- se produjo por la
sos, por ejemplo, el pedido de reducción de algunos impuestos. Las desagregación de los distintos componentes, cuya unidad de acción
ligas tenían un conjunto de reclamos básicos: precios sostén para la había surgido principalmente de la tensión política e ideológica. Hu-
producción, política crediticia, regulación de la comercialización, re- bo católicos que se apartaron del movimiento cuando la jerarquía
ducción de impuestos. Luego, tenían una propuesta más amplia: de- eclesiástica los separó. Hubo grupos que no aceptaron la participa-
sarrollo integral del campesinado, organización cooperativa, consti- ción en la concertación y el Pacto Social, ya sea porque la injerencia
tución de un frente de la producción. Es significativo que ninguna estatal en la regulación les pareciera excesiva o insuficiente; los agri-
de estas propuestas estaba fuera del horizonte del movimiento coo- cultores que no estaban integrados en el cooperativismo retornaron,
perativo o de la CGE, ni se podía decir que ese movimiento, en el a lo largo de ese año, a sus relaciones con los grandes industriales y
largo plazo, no hubiera acumulado resultados exitosos. Pero las ligas comercializadores. Hubo quienes, identificados con la propuesta del
representaban una forma de gremialismo más activo, más participativo, gobierno y de Perón, recelaron de la radicalización de las Ligas y de
y con un espacio para la política y también para la utopía, provisto la presencia de las organizaciones de izquierda. También hubo otros
por el mensaje evangélico, que no existía en el cooperativismo. cortes. Muchos agricultores dejaron de reconocerse en el discurso ca-
da vez más militante de los asesores, provenientes del MRC; mu-
A lo largo de 1972, se fue produciendo el pasaje de lo es- chos agricultores mayores, responsables de su familia y propiedad,
trictamente corporativo a lo político. En el fértil terreno de las Ligas se retrajeron y dejaron solos a los jóvenes. En suma, pasó el entu-
se lanzaron a trabajar todos los activistas políticos, con la limitación siasmo y se volvió a la realidad. Muchos de esos cortes y quiebres se
de que una buena parte de las bases de este movimiento tenían ideas manifestaron en las divisiones del Movimiento Agrario Misionero,
más bien moderadas. Como en todas partes, terminó predominando escindido en los Agricultores Misioneros Agremiados (AMA), que 267
reunían a los grandes propietarios, y la Liga Agraria Misionera, inte- de uno estudiado por M. del C. Feijoó, ubicado probablemente en
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

grada por los más radicalizados. En 1975 hubo elecciones provincia- Lomas de Zamora). Su origen fue un loteo, de 1962: terrenos vendi-
les: el MAM respaldó al candidato del PJ, LAM al partido Auténtico, dos en cuotas por una sociedad inmobiliaria, al que siguió el clásico
de Montoneros, y AMA, probablemente, a Nueva Fuerza. proceso de autoconstrucción de viviendas. Pronto surgió una sociedad
de fomento, para ocuparse de gestionar el suministro de agua y luz.
LOS NUEVOS BARRIOS Y EL FOMENTISMO Hacia 1970 se descubrió que el vendedor no tenía derechos sobre la
El proceso de urbanización, del que se habló al comienzo tierra y que todo había sido una estafa; los habitantes, muchos con sus
de este capítulo, prosiguió ininterrumpidamente. En la década de casas ya construidas, carecían de títulos legales. La Sociedad de Fo-
1960, se estaban constituyendo en las grandes ciudades los segun- mento asumió entonces, y a lo largo de más de viente años, la defen-
dos o terceros cinturones suburbanos; junto con los loteos se iban sa de sus derechos. Para quienes participaban de esta tradición del lo-
producido ocupaciones ilegales de tierras, generalmente en aque- teo y la construcción de la casa propia, era lógico que lo primero fue-
llas consideradas no aptas para el uso habitacional. Por otra parte, ra constituir una sociedad de fomento. Pero en los casos de los barrios
en Buenos Aires y otras ciudades importantes se constituyeron, en nuevos del partido de San Fernando, mencionados en la primera par-
el interior o en el mismo borde, asentamientos ilegales, inicialmente te, la primera actividad asociativa fue la constitución de un club de
transitorios: las villas de emergencia o «villas miseria». fútbol, convertido luego en club social y deportivo y finalmente en
sociedad de fomento. Se trata de un orden inverso al clásico.
Una característica común es el escaso acceso a los servicios
básicos -agua, luz, educación, seguridad-, aquellos que hacen a la Más novedoso aun, en estas barriadas marginales, fue la
condición civil y civilizada; el carácter ilegal de la ocupación, que no participación de los sacerdotes, los «curas villeros». Ellos eran el pro-
obligaba a las autoridades a ocuparse de los intrusos, o simplemente ducto de una nueva forma pastoral, por entonces en boga en todo
la lejanía de las instituciones administrativas hizo que la provisión de el mundo, consistente en combinar la tarea de evangelización con
esos servicios fuera problemática. Sobre esa base se constituyó el fo- la de promoción social; el fuerte acento puesto en la auto organiza-
mentismo; se reconoce allí, con todo su vigor, el mismo impulso aso- ción y el estímulo a la iniciativa autónoma de los pobladores la di-
ciativo y participativo propio de los barrios constituidos en los años ferencia de similares iniciativas parroquiales señaladas en el primer
de la entreguerra. También, la perduración de muchas formas ya co- capítulo, en las que el párroco reclamaba el control de las institu-
nocidas de acción, en algunos casos reformuladas y adecuadas a las ciones que promovía. Tenemos al respecto el caso del Barrio Gene-
nuevas condiciones; junto a ellas, también algunas nuevas. ral San Martín, una villa miseria surgida en el basural de Mendoza,
que conocemos por el relato en parte ficcional de Rolando Concat-
En todas partes se constituyeron sociedades de fomento. En ti. Para promover la «cooperativa», el padre «Macuca» Llorens, cu-
algunos casos, es posible reconocer mecanismos de formación casi ya actividad fue decisiva, contó con el apoyo de un empleado de
idénticos a los ya conocidos, y en otros las iniciativas son de distintos Correos, un enfermero del Hospital mendocino y un chileno «libre-
268 orígenes. Consideremos el barrio «Virgen de Luján» (nombre ficticio pensador» con experiencia en organizaciones societarias de los «sin
tierra» chilenos. Este grupo conformó la elite dirigente de la co- colectivo. En parte operó el viejo ideal de la vivienda propia, paso ini-

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


munidad, un fenómeno de algún modo similar al señalado en las cial de la integración social: esto se observa en el núcleo más viejo de
sociedades de fomento barriales de la entreguerra. Virgen de Luján o en los barrios nuevos de San Fernando. Pero hay
otra razón que movilizaba a los ocupantes sin título legal: las topado-
Mientras aquellas sociedades tenían como tarea principal ras, punta de lanza de los desalojos, la emprendían con las casillas pro-
la gestión ante las autoridades, las que surgieron en estas zonas un visorias pero se detenían ante las viviendas de material. Se trataba, en
poco al margen de la ley debían asumir, en primer término, la au- suma, de un paso importante hacia la legalidad. El mismo sentido te-
togestión. Los fomentistas tenían que hacerse cargo de todo lo que nía la preocupación por el trazado de las calles. En Virgen de Luján,
el Estado no hacía, con sus propias fuerzas, quizá con la colabora- barrio surgido de un loteo, una de las consignas más fuertes era man-
ción ocasional de gente de buena voluntad que se acercara a ayudar: tener a rajatabla la traza edilicia, que permitiera en un futuro incor-
profesionales, estudiantes, religiosos. Lo primero era conseguir los porarse a la ciudad normalizada. En la villa General San Martín, sur-
servicios básicos: agua potable y luz. Una alternativa era «colgarse» gida de manera irregular en un basural, en un momento la Coopera-
de la línea, o perforar los caños, como hicieron los mendocinos; pe- tiva asumió la tarea de la regularización, emprendida con la colabora-
ro cuando se podía, preferían realizar la gestión ante las autoridades, ción de arquitectos e ingenieros. La traza obligó, incluso, al traslado
para que extendieran la cañería o el cableado. Luego seguía el Jar- de la vivienda de algunos moradores: era el precio para acercarse a la
dín de Infantes y la Sala de Primeros Auxilios, costeados por los normalidad. Del mismo modo, las sociedades de fomento se ocupa-
propios vecinos, a la espera de que el Estado se hiciera cargo. La So- ron de controlar y regular la incorporación de nuevos habitantes,
ciedad de Fomento solía encargarse también del arbitraje en las dis- quienes no podían alterar el status de las zonas ya normalizadas.
putas particulares y de la seguridad y el control de la delincuencia,
lo que requería el establecimiento de algún tipo de acuerdo con la Una singularidad de este nuevo fomentismo era el papel
Policía: en suma, equivalía a una autoridad municipal. central que, desde el comienzo, ocupó la capilla católica y la falta de
menciones relativas a tensiones con otras instituciones, como había
Esto exige, en cualquier caso, una fuerte solidaridad de los ocurrido en la entreguerra con la polaridad parroquia-sociedad de
vecinos, construida sobre la base de personalidades carismáticas o fomento. La falta era considerada una de las carencias más impor-
con un sistema de delegación de autoridad hacia la base. También tantes: los «curas villeros» de Buenos Aires, que llegaban dispuestos
requiere un sistema de agregación, cuando los núcleos van crecien- a concentrarse en la promoción social, se asombraron de que la pri-
do. En Virgen de Luján, donde existió un sistema de delegados por mera demanda que recibían era por bautismos, catecismo, comunio-
manzana, cuatro sociedades de Fomento actuaban agrupadas en nes y casamientos. No es fácil diferenciar, en la actividad de capillas
una Comisión de Tierras. y sacerdotes, lo religioso de lo comunitario. El párroco era un «cua-
dro» valioso, al que se le demandaban las cosas más variadas. Rápi-
En muchos de estos asentamientos, la construcción de una damente la capilla se convirtió en el centro natural de las actividades
vivienda de material era una aspiración, e incluso una imposición del comunitarias, al menos hasta que el barrio creció lo suficiente como 269
para que aparecieran otras ofertas religiosas, como la de los grupos Junto a esta vía legal, que aspira al reconocimiento, existió
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

evangelistas. La biblioteca popular, como institución, correspon- una alternativa: el reclamo tumultuoso. Esto ocurrió como reacción
de a los barrios antiguos y establecidos, pero no figura de manera espontánea ante agresiones del Estado, como fueron en 1967 los
significativa en estas nuevas barriadas semi marginales. planes del gobierno municipal de Buenos Aires para la erradicación
de las villas de emergencia o uno similar de Mendoza en 1959.
Las sociedades de fomento de estos nuevos barrios, que También ocurrió como reflejo del proceso de movilización y politi-
se hicieron cargo de importantes tareas de autogestión, aspiraban zación general posterior a 1969. Este transcurrió de maneras varia-
sin embargo a transferirlas a las instituciones del Estado y lograr das, inclusive no directamente políticas. En 1969 el grupo de «cu-
así su normalización. Ello requería una importante tarea de ad- ras villeros» de Buenos Aires comenzó a organizar peregrinaciones a
ministración, en la que se advierten muchos elementos de una Luján, verdaderas movilizaciones en todos los sentidos de la pala-
historia conocida. Peticionar ante las autoridades requiere todo bra. No le faltaba a estos curas -enrolados en el Movimiento de Sa-
un aprendizaje: funcionarios, contactos, modos de gestionar. Los cerdotes para el Tercer Mundo- vocación para la intervención polí-
fomentistas de Virgen de Luján, que debían realizar una gestión tica. Otros activistas llegaron a estos barrios, donde nunca habían
muy compleja -el reconocimiento de sus derechos a la tierra que faltado o bien «científicos», que venían a «hacer encuestas», o bien
ocupaban- no quisieron delegarlo en abogados y aprendieron tra- «gente de buena voluntad», que concurrían a «darse un baño de po-
bajosamente los pasos a seguir; según el recuerdo recogido por breza». Pero desde 1971, y sobre todo en 1972, creció la presencia
M. Feijoó, a menudo eran los ordenanzas de las dependencias es- de quienes «iban al barrio» a «hacer militancia».
tatales los que, compadecidos de estos inexpertos trabajadores,
les explicaban la forma de un escrito, el curso de un trámite. Más Hay aquí una historia interesante y casi desconocida, acer-
usualmente, los fomentistas recurrían al cura o a abogados que ca de los modos de implantación de estos militantes, su relación con
iban a las villas a hacer trabajo social. Pero en la empresa fueron los dirigentes de la sociedad de fomento y con el cura, que tenía la
desarrollando un conocimiento que, en primer lugar, era de me- llave para el acceso a casi cualquier cosa. Sabemos poco, aunque in-
diación: se trataba de explicar a las autoridades, en los términos dudablemente quienes pudieran esgrimir credenciales peronistas te-
adecuados, cuáles eran sus problemas y luego traducir ante sus nían asegurado un éxito mayor, dada la amplia implantación de esa
compañeros los términos en que el Estado y sus funcionarios res- identidad política. Lo cierto es que en 1972 la organización más
pondían. Así fueron adquiriendo un conocimiento especializado, exitosa en esta tarea fue la Juventud Peronista, dependiente de la or-
y se preocuparon por subrayar lo complejo e intransferible de su ganización armada Montoneros, que organizó el Movimiento Ville-
misión: en suma, se reforzó su carácter de elite. Su logro máximo ro Peronista. Los pobladores de estos barrios concurrieron en las co-
era llegar a ser reconocidos por las autoridades como un actor le- lumnas de la JP a las distintas movilizaciones y aceleradamente in-
gítimo y convocado para discutir la solución a sus problemas. cluyeron sus reivindicaciones particulares dentro de una perspecti-
Cuando llegan a esa situación, estas asociaciones han alcanzado va más general. Por ejemplo, los «curas villeros», por requerimiento
270 el estadio corporativo. de la Rama Femenina del Movimiento Peronista, presentaron en
1973 una lista de necesidades urgentes: incluía el pedido de alimen- CONCLUSIONES

CAPITULO TRES / 1920 - 1976


tos, medicinas y servicios profesionales de distinto tipo; pero ade-
más agregaron una propuesta de autogobierno para las villas. En este tercer capítulo, la historia de la iniciativa asocia-
cionista tuvo por eje la relación entre el Estado y las corporaciones,
Esta politización acelerada planteó pronto, al igual que en a lo largo de buena parte del siglo XX, en un período que se abre
cada uno de los ámbitos de la sociedad que se han visto, duras op- en 1920 y se cierra con el golpe militar de 1976. En esos años la
ciones políticas. En el caso de las villas de Retiro, donde actuaba economía prolongó una tendencia al crecimiento, iniciada en la
un importante grupo de «curas villeros», incluyendo al padre Car- etapa anterior, que culminó precisamente a mediados de la década
los Mugica, el Ministerio de Bienestar Social diseñó un proyecto de 1970. Mirada en perspectiva, fue una tendencia sostenida, aun-
de erradicación y traslado a núcleos habitacionales ubicados en que quebrada por crisis y cambios de rumbo; en la percepción de
otra parte de la ciudad. Los dirigentes fomentistas de los barrios, los actores éstos fueron dramáticos, pero en cambio para quien los
entre quienes la presencia de militantes de la JP era ya muy impor- contempla desde los albores del siglo XXI, los quiebres fueron menos
tante, diseñaron un proyecto alternativo, consistente en la mejora importantes que la tendencia general de crecimiento.
y urbanización de la villa, que descartaba su traslado. Las opinio-
nes estaban divididas, pues la propuesta del Ministerio no carecía Paralelamente, hubo un proceso de expansión, diversifica-
de atractivos; el mismo padre Mugica se desempeñaba como ase- ción y complejización de la sociedad. En su primer tramo, corres-
sor del Ministerio y había tomado distancia de los dirigentes de la pondió al final del proceso de la inmigración masiva; luego vinie-
JP que operaban en la villa. Pero la opción entre ambos proyectos ron los grandes desplazamientos internos, de las áreas rurales a la
se convirtió en parte de la lucha interna del peronismo, y en dos ciudad, de las décadas centrales del siglo, para culminar con la lle-
ocasiones las movilizaciones villeras fueron dirigidas contra el Mi- gada de nuevos contingentes de migrantes, sobre todo de los paí-
nistro de Bienestar Social; hubo enfrentamientos con la Policía y ses limítrofes. Hubo una relación directa entre la tendencia expan-
un par de muertos. Desde 1975, ese y otros barrios se convirtieron siva de la economía y la incorporación de estos nuevos contingen-
en uno de los blancos de la represión. tes, que desarrollaron todo el abanico de posibles formas de asocia-
ción, ligadas a la vivienda y el barrio, la ocupación, la ayuda mu-
Padre Carlos Mugica en la villa de Retiro tua, la recreación. No debe excluirse de esta enumeración a las aso-
ciaciones religiosas y políticas, que siempre tuvieron al menos una
dimensión social.

En una primera etapa, hasta 1946, se contrastó el vigoro-


so impulso asociativo, que prolongaba el de la etapa anterior, con
los inicios de la intervención estatal en campos nuevos, a menudo
convocado por las partes para regular sus conflictos y encuadrarlos 271
en normas compartidas. Es curioso observar que la acción del corporaciones. La mayoría de ellas estuvo a la defensiva, agredida por
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Estado no sólo reconoció, sino que promovió la constitución de la desafección estatal o por las fuerzas del capitalismo en avance; sin
asociaciones detentadoras de franquicias y privilegios allí donde embargo, tuvieron fuerza suficiente como para frenar o demorar los
espontáneamente no se habían formado. desarrollos que las perjudicaban, e inclusive para ganar espacios en el
interior del Estado, que le permitieron proteger mejor sus intereses.
Esta expansión asociativa estuvo fuertemente influida por Así, los fuertes enfrentamientos corporativos, agudizados por la res-
un tercer gran proceso: el crecimiento del Estado, la ampliación de tructuración capitalista, tuvieron como escenario el mismo Estado;
sus funciones y el desarrollo de distintas modalidades de interven- la situación se vio agravada por la ausencia de un espacio político
ción, ya sea para dirigir la economía, extender los beneficios de la democrático donde esa conflictividad pudiera procesarse.
asistencia social, o simplemente controlar y regular. En su relación
con el Estado, muchas asociaciones asumieron un carácter corpo- Esto explica, al menos en parte, la virulencia de los con-
rativo: en torno de la defensa de un interés compartido, trataron flictos sociales y la idea que asumieron los militares, de que su re-
de asegurarse ventajas, franquicias, monopolios. medio estaba en el drástico achicamiento del Estado. De ahí que la
historia del movimiento asociacionista posterior a 1976, signada
En la segunda etapa, entre 1946 y 1955, el gobierno pero- por esa reducción estatal, sea sustancialmente distinta de ésta.
nista promovió una organización ideal que regulara las relaciones
entre el Estado y las corporaciones: la Comunidad Organizada, uni-
da por la identidad política peronista. Fue notable en esos años la
presencia activa del Estado en todos los campos, la promoción de
instituciones nuevas, destinadas a incluir todo lo social en corpora-
ciones reglamentadas, así como el peso que se asignó, en la conduc-
ción del Estado, a la más notable de ellas: el movimiento obrero or-
ganizado. Visto más en detalle, se observa que la Comunidad Or-
ganizada potenció líneas de desarrollo ya existentes en la etapa an-
terior, y que la preocupación por ordenar y reglamentar retrocedió
cuando debió enfrentarse con intereses sólidamente constituidos.

La caída de Perón en 1955, que coincidió con una fuerte


y conflictiva reorientación de la economía, inició una etapa sustan-
cialmente diferente. La ruptura del espacio político común -debi-
do a la proscripción peronista- y la vigorosa restructuración del
272 capitalismo llevaron a reformular las relaciones entre el Estado y las
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
Bibliografía • Brennan, James P., El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba, 1955-1976,
Buenos Aires, Sudamericana, 1996.
• Acuña, Carlos H., La burguesía industrial como actor político. Tesis doctoral, • Caimari, Lila M., Perón y la Iglesia Católica. Religión, estado y sociedad en la Argentina
Universidad de Chicago, 1995. Manuscrito. (1943-1955), Buenos Aires, Ariel, 1995.
• Archetti, Eduardo, «Ideología y organización sindical: las Ligas Agrarias del norte de • Campi, Daniel y Adriana Kindgard, La política azucarera argentina en 1920 y 1930
Santa Fe», en Desarrollo Económico, N° 111, octubre-diciembre 1988. y la cuestión de la justicia redistributiva, manuscrito.
• Barbero, María Inés y Mariela Ceva, «El catolicismo social como estrategia empresarial. • Campi, Daniel, Política azucarera argentina en 1945 y 1990, Regulación y crisis, manuscrito.
El caso de Algodonera Flandria (1924-1945)», Anuario IEHS, N° 12, 1998. • Castro, Martín Omar, «La Iglesia Católica y la religiosidad popular de los italianos
• Barrancos, Dora, La escena iluminada. Ciencias para trabajadores, 1890-1930 del mezzogiorno en el puerto de Mar del Plata entre las décadas de 1920 y 1940», en
Buenos Aires, Plus Ultra, 1996. Estudios Migratorios Latinoamericanos, pp. 11/34, 1996.
• Bartolomé, Leopoldo J., «Base social e ideología en las movilizaciones agraristas en • Centurión, A. J., Cultura y Sociabilidad en un pueblo azucarero de Tucumán.
Misiones entre 1971 y 1975. Emergencia de un populismo agrario», en Desarrollo (1930-1955), manuscrito.
Económico, n° 85, abril-junio, 1982. • Ciafardo, Eduardo, «Las Damas de Beneficencia y la participación social de la mujer
• Belmartino Susana, «Transformaciones Internas al Sector Salud: la ruptura del pacto en la ciudad de Buenos Aires», Anuncio IEHS, N° 5, 1990.
corporativo», en Desarrollo Económico, N° 137, 1995. • Concatti, Rolando, Nos habíamos jugado tanto, Mendoza, Ediciones del Canto Rodado, 1997.
• Belmartino Susana y Carlos Bloch, El Sector Salud en Argentina. Actores,Conflictos de • Crespo, Edda Lía, De Germinal a Florentino Ameghino. Memoria, política y asociacionismo
Intereses y Modelos Organizativos. 1960-1985, Buenos Aires, Organización Panamericana en Comodoro Rivadavia. (1919-1923), manuscrito.
de la Salud, 1993. • Crespo, Edda Lía, El fantasma de Rodó. Ariel, públicos, lectores y nacionalismo petrolero
• Belmartino Susana, Carlos Bloch, Ana Virginia Persello y María Isabel Carnino, en Comodoro Rivadavia, noviembre 2000, manuscrito.
Las Insituciones de Salud en la Argentina Liberal: Desarrollo y Crisis, Secretaría de • Cúneo, Dardo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, Pleamar,
Ciencia y Técnica, 1987. 1967.
• Belmartino Susana, Carlos Bloch, Ana Virginia Persello y María Isabel Carnino, • De Privitellio, Luciano, «Inventar el barrio: Boedo, 1936-1942». Cuadernos del Ciesal,
Corporación Médica y Poder en Salud. Argentina 1920-1945, Buenos Aires, Organización 2-3, 1° y 2° semestre 1994.
Panamericana de la Salud, 1988. • De Privitellio, Luciano, Cultura y prácticas políticas. Buenos Aires, 1917-1941,
• Belmartino Susana, Carlos Bloch, Ana Virginia Persello y María Isabel Carnino, Tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires, 2002.
Fundamentos Históricos de la Construcción de Relaciones de Poder en el Sector Salud. • Doyon, Louise, «El crecimiento sindical bajo el peronismo», «La organización del
Argentina 1940-1960, Buenos Aires, Organización Panamericana de la Salud, 1991. movimiento sindical (1946-1955)» y «Conflictos obreros durante el régimen peronista
• Belmartino Susana, «Las Obras Sociales. Continuidad o Ruptura en la Argentina 1946-1955», en Juan Carlos Torre (comp.), La formación del sindicalismo peronista.
de los años ‘40.», en Mirta Lobato (ed.), Política, médicos y enfermedades, Buenos Aires, Buenos Aires, Legasa, 1988.
Biblos, 1996. • Durruty, Celia, «El sindicalismo pre peronista» [La Federación Obrera Nacional de
• Bianchi, Susana, Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina, 1943-1955, la Construcción], en Clase obrera y peronismo. Córdoba, Pasado y Presente, 1969.
2001. • Duval, Natalia, Los sindicatos clasistas: SiTraC (1970-1971), Buenos Aires, CEAL, 1988.
• Bianchi, Susana y Norma Sanchís, El partido peronista femenino, Buenos Aires, CEAL, • Feijoó, María del Carmen, Las luchas de un barrio y la memoria colectiva, Buenos Aires,
1988. CEDES, 1981.
• Bonaudo, Marta y Susana Bandieri, «La cuestión social agraria en los espacios regionales», • Frydenberg, Julio, «Huelga y restructuración del espectáculo: un singular juego en el
en R. Falcón (director), Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930), Tomo nacimiento del fútbol profesional argentino», II Encuentro «Deporte y Ciencias Sociales»,
VI de J. Suriano (director), Nueva historia argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2000. UBA, 1999, manuscrito.
• Bravo, María Celia, Sector cañero y política en Tucumán, 1895-1930, Tesis doctoral, • Frydenberg, Julio, «La crisis de la tradición y el modelo asociacionista en los clubes
2000, manuscrito. de fútbol argentinos. Algunas reflexiones», en Angela Ainsenstein et.al. (comp),
• Brennan, James P., «Industriales y ‹bolicheros›: la actividad económica y la alianza Estudios sobre deporte, Buenos Aires, Libros del Rojas, 2001.
populista peronista, 1943-1976», Boletín del Instituto Historia Argentina y Americana • Frydenberg, Julio, «Prácticas y valores en el proceso de popularización del fútbol»,
«Dr. Emilio Ravignani», N° 15, 3° serie, 1° semestre 1997. en Entrepasados, Nº 12, 1997. 273
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
• Galletti, Ana María y Alberto N. Pérez, Historia de un pueblo santafesino en los años • Llach, Juan Jose, «El Plan Pinedo de 1940, su significado histórico y los orígenes de
de entreguerras. Totortas (1914-1943), Universidad Nacional de Rosario, Municipalidad la economía política del peronismo», en Desarrollo Económico, N° 92, vol. 23, enero-
de Totoras, 1995. marzo 1984.
• Gaudio, Ricardo y Pilone, Jorge, «El desarrollo de la negociación colectiva durante • Lluch Andrea y Laura Sánchez, «De movimiento popular a empresa. El cooperativismo
la etapa de modernización industrial en la Argentina. 1935-1943», en Desarrollo eléctrico en La Pampa (1925-1950)», Santa Rosa, Fondo Editorial Pampeano, 2002.
Económico, N° 90, julio-setiembre 1983. • Lobato, Mirta Zaida, La vida en las fábricas. Trabajo, protesta y política en una comunidad
• González, Ricardo, «Lo propio y lo ajeno, Acvtividades culturales y fomentismo en una obrera, Berisso (1904-1970), Buenos Aires, Prometeo libros/Entrepasados, 2001.
asociación vecional. Barrio Nazca (1925-1930)», en Armus, Diego (comp) Mundo urbano • López de Pagani, Clelia y Marta Hilda Vago, Historia de la Cooperativa Obrera.
y cultura popular. Estudios de historia social argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1990 1920-1980, Bahía Blanca, Cooperativa Obrera Ltda., 1988.
• Gorelik, Adrián, «La búsqueda del centro. Ideas y dimensiones del espacio público en la • Marchese, Silvia, «Estrategias de las organizaciones empresariales para su participación
gestión urbana y en las polémicas sobre la ciudad: Buenos Aires 1925-1936», en Boletín política», en R. Falcón (director), Democracia, conflicto social y renovación de ideas
del Instituto de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio Ravignani», 3° serie, N° 9 (1916-1930), Tomo VI de J. Suriano (director), Nueva historia argentina. Buenos Aires,
1° semestre 1994. Sudamericana, 2000.
• Gorelik, Adrián, «Lo local y lo global: un debate sobre el reformismo. Notas sobre • Martínez Nogueira, Roberto, «Las organizaciones corporativas del sector agropecuario»,
sociabilidad popular, ciudadanía, espacio público y Estado en la Buenos Aires de en Osvaldo Barsky (comp.), La Agricultura Pampeana, CISEA, 1988.
entreguerras» en Cuadernos del Ciseal, N° 2 y 3, 1994. • Mases, Enrique y Gabriel Rafart, «Entre Bismarck y Beveridge. Los inicios de políticas
• Gutiérrez, Leandro H. y Luis Alberto Romero, Sectores populares, política y cultura: de bienestar en la Argentina: el caso de YPF, 1922-1946», en Realidad Económica,
Buenos Aires en la entreguerra. Buenos Aires, Sudamericana, 1995. N° 149, 1991.
• Halperin Donghi, Tulio, Historia de la Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, • Mondain, Sara, «Memorias de una lectora silvestre», en La Mancha. Papeles de
Eudeba, 1960. literatura infantil y juvenil, 6, marzo de 1998.
• Horowitz, Joel «Los trabajadores ferroviarios en la Argentina (1920-1943). La formación • Montenegro, Silvina, «Picnics, discursos y barricadas. Los comités de ayuda a la
de una elite obrera», Desarrollo Económico, vol. 25, N° 99, octubre-diciembre 1985. República en la Argentina durante la Guerra Civil Española», manuscrito.
• Imbaud, María Laura, Política social, mutualismo y sociabilidad en los ingenios azucareros. • Neiburg, Federico, Los intelectuales y la invención del peronismo. Buenos Aires, Alianza, 1998.
El caso de la FOTIA: el poder social del sindicato (1943-1949), manuscrito. • Palomino Mirta, Tradición y Poder: la Sociedad Rural Argentina. 1955-1983, Buenos
• James, Daniel, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, Aires, CISEA, 1983.
1946-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 1990. • Pasolini, Ricardo, «Entre la evasión y el humanismo. Lecturas, lectores y cultura de los
• Jáuregui, Anibal, «El despegue de los industriales argentinos», en Ansaldi, W. et.al. sectores populares. La Biblioteca Juan B. Justo de Tandil», Anuario IEHS, N° 12, 1998.
(comp.), Argentina en la paz de dos guerras, Buenos Aires, Biblos, 1993. • Passanante, María Inés, Pobreza y acción social en la Argentina. De la beneficencia a
• Jumar, Fernando, Tolosa: asociaciones vecinales, lugares de memoria y generaciones, la seguridad social, Buenos Aires, Humanitas, 1982.
1871-1995, 1997, manuscrito. • Plotkin, Mariano, Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en
• Kaplan, I., Recuerdos de un agrario cooperativista. 1895-1925, s/l, Círculo de el régimen peronista (1946-1955), Buenos Aires, Ariel, 1993.
Estudios Cooperativos, (Fascículo de investigación sobre cooperativismo en Argentina), • Portantiero, Juan Carlos, «Clases dominantes y crisis política en la Argentina actual»,
N° 4, s/f. en Oscar Braun (comp.), El capitalismo argentino en crisis, Buenos Aires, Siglo XXI
• King, John, El Di Tella y el desarrollo cultural argentino en la década del sesenta, Editores, 1973.
Buenos Aires, Ediciones de Arte Gaglianone, 1985. • Quiroga, Nicolás, Lectura y Política. Los lectores de la Biblioteca Popular Juventud
• Lewis, Paul, La Crisis del Capitalismo argentino, Buenos Aires, Fondo de Cultura Moderna de Mar del Plata (fines de los años treinta y principio de los cuarenta), manuscrito.
Económica, 1993. • Rapalo, María Ester y María Victoria Grillo, «La organización de los obreros molineros
• Lindemboin, Javier, «El empresariado industrial y sus organizaciones entre 1930 y y la confrontación con la empresa Molinos Río de la Plata (1917-1918)», Estudios
1946», en Desarrollo Económico, N° 62, julio-septiembre 1976. Sociales, N° 18, año X, 1° semestre 2000.
• Little, Walter, «La organización obrera y el estado peronista, (1943-1955)», en Juan • Romero, José Luis, Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 2001.
Carlos Torre (comp.), La formación del sindicalismo peronista, Buenos Aires, • Romero, Luis Alberto, «Católicos en movimiento. Activismo en una parroquia de
274 Legasa, 1988. Buenos Aires, 1935-1946», Estudios Sociales, 8, 1° semestre de 1998.
CAPITULO TRES / 1920 - 1976
• Romero, Luis Alberto, Breve historia contemporánea de la Argentina, segunda edición,
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001.
• Rubinstein, Gustavo, Los trabajadores del azúcar. Las políticas sociales del primer
peronismo. Jornadas de Historia Económica, Tucumán, septiembre-2000, (mimeo).
• Scarzanella, Eugenia, «El ocio peronista: vacaciones y turismo popular en Argentina
(1943-1955)», en Entrepasados, N° 14, 1998.
• Schvarzer, Jorge, Empresarios del pasado. La Unión Industrial Argentina, Buenos Aires,
Cisea, 1991.
• Segura Salas, Héctor Mario, Historia de San Fernando Oeste, Municipalidad de San
Fernando, 2001.
• Segura Salas, Héctor Mario, Virreyes en San Fernando. Desde 1805 hasta nuestros días,
Municipalidad de San Fernando, 2001.
• Sigal, Silvia, «Crisis y conciencia obrera. La industria azucarera tucumana» en Revista
Latinoamericana de Sociología, 6, marzo 1970.
• Silvestri, Graciela «Sociedad Central de Arquitectos», en Liernur, Jorge (director),
Diccionario de Hábitat, Arquitectura y Urbanismo en la Argentina, Buenos Aires,
FADU/EUDEBA, en prensa.
• Simonassi, Silvia, «Los empresarios y la construcción de su identidad.La Asociación
de Industriales Metalúrgicos de Rosario. 1967-1983-», Jornadas de Historia Económica,
Tucumán, septiembre-2000, (mimeo).
• Sirvent, María Teresa, Cultura popular y participación social. Una investigación en el
barrio de Mataderos (Buenos Aires), Buenos Aires, UBA-Miño y Dávila, 1999.
• Thompson, Andrés (coord), Público y privado. Las organizaciones sin fines de lucro en
la Argentina, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1995.
• Torre, Juan Carlos, La ‹vieja guardia sindical› y Perón: sobre los orígenes del peronismo,
Buenos Aires, Sudamericana, 1990.
• Torre, Juan Carlos, Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976, Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina, 1983.
• Vernazza, Jorge, Para comprender una vida con los pobres: los curas villeros, Buenos
Aires, Editorial Guadalupe, 1989.

275
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
LA CAIDA DEL
ESTADO DE BI ENESTAR
DICTADURA Y RECONSTRUCCION DEMOCRATICA

JOSE LUIS MORENO

José Luis Moreno es Profesor e Investigador de la Universidad de Luján y del Instituto orientación en Historia, de la Universidad Nacional de Luján. Además, es autor y coautor
Ravignani de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en el de numerosas publicaciones de su especialidad, entre ellas los libros La Familia Italiana
área de Historia Social y Demográfica. Investigador invitado del Consiglio Nazionale y Meridional en la Emigración a la Argentina y La Política Social antes de la Política Social
delle Ricerche (Italia) entre 1993 y 1995. Ha dictado cursos y conferencias en diversas (Caridad, beneficencia y política social en Buenos Aires, siglos XVII a XX).
universidades y centros académicos de Italia. Dirige la Maestría en Ciencias Sociales con 277
Madres de Plaza de Mayo
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
LA DICTADURA
1976-1983

LOS «INICIOS DEL FIN» DEL ESTADO DE BIENESTAR tuvo un férreo control sobre todas las actividades e instituciones y,
fundamentalmente, sobre sus propios miembros, cuyas expresiones
En un contexto de clima enrarecido y enervante, tan carac- aun de mínimo disenso fueron impedidas por todos los medios.
terístico de la historia contemporánea argentina, rica en golpes mili-
tares y fracasos de gobiernos civiles y militares, se produjo el golpe Empero, el golpe militar concitó un fuerte consenso en la
militar provocado por la Junta de Comandantes en Jefe, el 24 de población, en varios círculos políticos incluidos en ciertos sectores
marzo de 1976. El general Jorge R. Videla, el almirante Emilio E. del Partido Justicialista y de representantes gremiales, cámaras em-
Massera y el brigadier general Orlando R. Agosti, integrantes de di- presarias y de productores, cansados de la violencia de los grupos
cha Junta, se hicieron cargo del poder y nombraron al primero pre- armados y de la Triple A, y del desorden económico e institucional
sidente, quien retuvo la jefatura del Ejército. Se suprimió el Parla- provocado por el gobierno de Isabel Perón.
mento, fueron intervenidos el Poder Judicial, la Confederación Ge-
neral del Trabajo, se prohibió además la actividad política y gremial, Los voceros militares consideraban que la sociedad argenti-
anularon las libertades públicas y se congelaron los derechos civiles. na estaba enferma y apelaron a metáforas de la medicina y la biolo-
gía para explicar a la población el objeto central de su acción contra
Los militares dictaron sus propios instrumentos legales en la subversión y las ideologías «disolventes» (de la nacionalidad): de-
el marco del denominado Proceso de Reorganización Nacional en bían extirpar un «tumor», un «cáncer», que corroía un órgano fun-
los que se contemplaban todas esas medidas; en el Parlamento se damental del cuerpo social que había contaminado las células veci-
constituyó una representación claramente corporativa con miem- nas. No sólo se imponía una «cirugía mayor» para la extracción del
bros de las tres armas que «recreaban» sus funciones con un papel mal, sino también la limpieza de todo el «terreno celular» circundan-
puramente formal, aunque en algunas oportunidades reflejaron te que había sido afectado. Esa imagen se traduciría en acciones con-
conflictos por el rumbo del Proceso. Ocuparon todos los cargos cretas desde el punto de vista operativo en la lucha contra la subver-
políticos y, en muchas oportunidades, direcciones burocráticas del sión y habría de tener también consecuencias más que dramáticas
Estado en todos los niveles: nacional, provincial y municipal. La para muchos familiares y amigos de los considerados subversivos.
justicia también fue intervenida y nombrada una Corte Suprema
consustanciada con el nuevo poder. Fueron nombrados jueces El carácter simbólico de las imágenes tuvo un correlato
adictos en todos los fueros y niveles judiciales. Así, la Junta Militar inmediato en las primeras medidas represivas instrumentadas por los 279
militares. Un plan largamente estudiado fue puesto en práctica in- Hacia fines del año siguiente al golpe militar, las organi-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

mediatamente producido el derrocamiento del gobierno peronista. zaciones guerrilleras habían sido exterminadas; estos grupos en-
Muchos líderes políticos y gremiales comprometidos con el gobier- capsulados no contaban con apoyo popular y fueron, en muchas
no o con el partido gobernante, nominados en una llamada Acta de oportunidades repudiadas por la sociedad. La imagen del «desa-
Responsabilidades Políticas, fueron recluidos como castigo en bar- parecido» recorrió no sólo el escenario nacional sino el interna-
cos anclados en el puerto de Buenos Aires o en localidades aisladas cional: el gobierno militar aducía que las personas desaparecidas
en el interior del país durante un tiempo variable. Sin embargo, a habían muerto en acción, en lo que denominaban la «guerra su-
la larga, este tipo de reclusión habría de ser una de las penas menores cia», y no en manos de la tortura, como ocurrió en la realidad. En
que sufrirían miles de ciudadanos. el informe de la CONADEP, comisión creada durante el gobier-
no de Alfonsín sobre los desaparecidos, según pudo reconstruir-
La represión de Estado, sistemática y selectiva, se constituyó se, las organizaciones guerrilleras no eran tan fuertes y consisten-
en el nudo central estratégico del plan político-militar del gobierno. tes, más bien lo contrario. Se ha estimado que en pleno apogeo,
apenas alcanzaban los dos mil individuos, de los cuales solamen-
En efecto, un pilar fundamental ideológico del Proceso fue te un 20% habría dispuesto de armamento y adiestramiento mi-
la «Doctrina de la Seguridad Nacional», emparentada estrechamente litar. En cambio, las fuerzas armadas y de seguridad, contaba dos-
con la doctrina de la Guerra Fría en su lucha contra el comunismo, cientos mil efectivos, más todo tipo de armamento y pertrechos
liderada por los Estados Unidos y los países de Europa occidental. bélicos. Los militares sabían esto, pero el mensaje que la sociedad
recibía era el contrario. Afirmaban que para los organismos de la
A poco de andar, quedaría claro que el objetivo de los mi- inteligencia militar, los guerrilleros constituían grupos clandesti-
litares era reconstruir la sociedad sobre bases diferentes: el orden nos organizados en células, con fuerte entrenamiento guerrero y
público y la jerarquía social se impondrían sobre la indisciplina, en un férreo orden interno; habían conformado un verdadero ejérci-
particular, la gremial y política. to. Los grupos subversivos habrían estado dispuestos a implantar
una revolución social. Su fanatismo no repararía en ningún obs-
El secuestro, la tortura sistemática y la eliminación física táculo de cualquier tipo hasta alcanzar sus objetivos. Sin embar-
de miles de detenidos sospechados de pertenecer a los grupos te- go, si bien conformaron efectivamente células más o menos clan-
rroristas de Montoneros, ERP, FAR y FAL, y a los activistas de su- destinas, la facilidad con que fueron desarticuladas y destruidas
perficie de todas esas organizaciones político militares, se aplicó las ramificaciones y conexiones mostró que su peligrosidad efec-
con éxito inmediato. La represión alcanzó muchas veces a familia- tiva y real fue una imagen de prensa ideada por los militares para
res, conocidos o vecinos de los activistas. Se implantó el terror de el consumo de una sociedad cansada de tanto desorden. Incluso,
Estado y las víctimas fueron también militantes de la izquierda, esta situación habría de legitimar el terrorismo de Estado, dando
gremialistas y miembros radicalizados del peronismo, radicalismo la espalda a las noticias sobre el destino final de muchas personas
280 y otros partidos o grupos que opusieran resistencia. en los centros clandestinos de detención.
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
En los organismos del Estado, de las provincias y de los mu- ideológico y muchos de ellos fueron a engrosar las listas «negras», a
nicipios, en las universidades y en las instituciones educativas, se apli- los que se les negaba trabajo o se los amenazaba directamente para
có la denominada Ley de Prescindibilidad que permitía la cesantía de que se fueran y aumentaran la cantidad de exiliados en el exterior.
funcionarios, empleados, profesores y maestros, por razones políticas o Los periódicos, por su parte, estaban amordazados, através de un fe-
de «servicio». También se expulsó a alumnos universitarios y la repre- nómeno de «lavado» o «filtrado» de noticias. Ciertos hechos vincu-
sión alcanzó a adolescentes de las escuelas secundarias. Durante un año lados con la lucha antisubversiva o bien no debían publicarse o bien
se produjeron desapariciones de delegados sindicales de empresas de di- debían serlo según la visión oficial a través de algún comunicado.
versas ramas de actividad y líderes de la denominada corriente clasista, Además, todo el sector educativo estuvo fuertemente vigilado, aun
como René Salamanca de SMATA, de la provincia de Córdoba. después de la cesantía de miles de docentes de todos los niveles, en
particular, en los contenidos de la enseñanza. El control se extendía
Asimismo, la censura se impuso en todos los canales de te- incluso a los nombres y apellidos de los niños que se matriculaban
levisión y en las radios oficiales y privadas. Artistas, directores de ci- por primera vez en una escuela, en la búsqueda de sus padres que,
ne, teatro y televisión, escritores y guionistas, pasaron por el sedazo seguramente, formaban parte de las listas de subversivos buscados. 281
Se consideraba que el sistema educativo en todos sus estamentos antisubersiva se complementaron, al menos inicialmente. La inter-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

estaba impregnado de ideas subversivas. Las metodologías pedagó- vención de fábricas, la supresión de los mecanismos de negociación
gicas, las nuevas formas de enseñanza, el co-gobierno universitario salariales y de condiciones de trabajo, el congelamiento salarial, la re-
constituían elementos cuestionados por su carácter subversivo. Al- presión de la dirigencia sindical y de las comisiones internas de las
gunas carrreras universitarias como Sociología y Psicología fueron empresas fueron caras de una misma moneda.
cerradas. Hasta el mismísimo Ministro de Educación Llerena
Amadeo alcanzó límites increíbles de ceguera, obstinación y ca- La liberación progresiva de los precios, la unificación del
rencia de sostén científico, al poner en duda conceptos de la de- mercado de cambios, los estímulos a las exportaciones, la promo-
nominada «matemática moderna» y prohibir la enseñanza en las ción de inversiones extranjeras con la eliminación de barreras a la li-
escuelas oficiales de la teoría de los conjuntos. bre circulación de capitales, la supresión de aranceles a la importa-
ción y de subsidios vía créditos de la banca estatal con tasa de inte-
Otro frente particularmente importante de la política mi- rés muy baja o negativa, formaron parte del menú puesto en ejecu-
litar fue el económico. El Ministro José A. Martínez de Hoz, en- ción. La reforma financiera fue, junto a la anulación de los meca-
cargado de la cartera de hacienda, puso en práctica una serie de nismos de protección industrial, uno de los elementos más novedo-
medidas que habría de dar inicio a una etapa más larga, completa- sos de la nueva política. Se aplicó el criterio de subsidariedad del Es-
da por el gobierno posterior del Dr. Carlos S. Menem, con el ob- tado nacional, dejando en manos privadas empresas estatales, pero
jetivo de provocar una liberalización progresiva de la economía ar- también servicios de salud de las Obras Sociales. La libertad de cir-
gentina. Se pretendía poner fin, de este modo, al largo proceso de culación de capitales permitió el aumento de bancos privados e ins-
sustitución de importaciones iniciado en la década del ‘30, en el tituciones financieras. La tasa de interés, a pesar de que se pactaba
que los productos industriales nacionales fueron protegidos y subsi- libremente, se mantuvo alta durante todo el período; el Estado era
diados por el Estado. Un menú de medidas financieras y cambiarias garante de los títulos emitidos y plazos fijos de toda la banca oficial
constituyeron los instrumentos privilegiados del programa. y privada. Esta combinación de factores, junto a una alta tasa de in-
flación, favoreció la especulación, alimentada dos años y medio
La política económica contenía un presupuesto fundamen- después del golpe con una modificación del régimen cambiario: po-
tal: establecer un orden permanente más allá de la difícil coyuntura pularmente se la denominó «la tablita». El Ministro Martínez de
económica, producto de las circunstancias políticas, pero también de Hoz fijó un mecanismo de devaluación del peso que variaba diaria-
conflictos estructurales. El poder de veto que habían logrado alcan- mente, con la idea de alcanzar una paridad real frente al dólar. Ello
zar las corporaciones empresarias y sindicales, impidiendo alcanzar fue generando un espejismo en muchos de los sectores medios;
metas nacionales de crecimiento sostenido, formaba parte de un re- Miami, las playas brasileñas o los países europeos estaban al alcance
pertorio de ideas dominantes entre los militares que conformaban el de las manos para todos, gracias a los pesos revaluados.
diagnóstico o cuadro de situación de un enfermo casi terminal, cuya
282 dolencia debía eliminarse definitivamente. La política económica y Este espejismo se complementó con otra medida económica:
la eliminación de barreras proteccionistas que permitió el ingreso tribunal internacional favorable a Chile. El gobierno argentino no

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


de productos secundarios a costos mucho más bajos que los locales. lo aceptó e inflamó los ánimos castrenses; en los dos lados de la
El «made in» Korea o Taiwan se popularizó. Se inundó el mercado cordillera se hablaba de guerra en 1978. Ambos gobiernos acepta-
de productos de dudosa calidad a bajo costo. Muchas industrias ron la mediación papal a través de los oficios del Cardenal Samoré,
sufrieron el impacto; la convocatoria de acreedores y la quiebra cuyas recomendaciones, entregadas en 1980, tampoco eran favorables
iniciaron un derrotero que no se frenaría allí. Algunos lograban a posición argentina. El clima hostil continuó.
vender los edificios, terrenos y maquinarias para hacerse de los pe-
sos y colocarlos a plazo fijo o en títulos del Estado. Todas las perso- Para esa época, los militares habían acordado mecanismos
nas y empresas, incluidos los asalariados, especularon de las más di- sucesorios que modificaban la composición de la junta militar. El
versas formas aunque más no fuera para conservar el valor de sus general Viola, continuador de Videla, duró poco en el poder y, de-
sueldos. La denominada «bicicleta financiera», combinación rotati- bido a una enfermedad, fue suplantado hacia fines de 1981 por el
va especulativa de colocación de capitales a plazo fijo, compra y General Galtieri. Viola no había logrado restituir la calma econó-
venta de dólares, títulos del Estado y acciones en la Bolsa de Co- mica, pero había intentado una apertura política hacia los partidos
mercio de Buenos Aires, fue alimentada por el ingreso de capitales y los gremios, conformándose una multipartidaria opositora.
«golondrina» del exterior desde 1979, originando además el fuerte
endeudamiento externo que el país adquirió en el período. El fasto El país había sufrido un fuerte proceso de desindustria-
escondía conflictos entre el Ministro y algunos sectores económicos, lización; los sectores agropecuarios tampoco habían sido benefi-
lo mismo que con ciertos militares poco propensos a aceptar a pie ciarios de las políticas. El endeudamiento externo y la gran con-
juntillas todas las recetas liberales, aunque generaba una sensación centración económica constituyeron el plato fuerte de la política
de prosperidad beneficiosa para el conjunto del poder. de Martínez de Hoz. El achicamiento del Estado, uno de los
puntales de esas misma política, no se tradujo ni en una mayor
La crisis estalló casi sin anuncio. Hubo quiebras bancarias, eficiencia, ni en un mejor desempeño. «Achicar el Estado es
corridas y el Estado tuvo que hacerse cargo de los pasivos. La deuda agrandar el país» fue uno de los tantos slogans incumplidos. Si
pública aumentó vertiginosamente; el peso fue devaluado y la infla- antes las políticas habían beneficiado a distintos poderes econó-
ción trepó al 100% anual en 1981. Se cortó el crédito externo y la eco- micos, también lo había hecho el gobierno militar, favoreciendo
nomía real se encontró en graves dificultades. Los sectores ligados a la a grupos allegados que lograron una fuerte concentración econó-
exportación, como el agrícologanadero, sufrieron graves pérdidas. Por mica. Galtieri, que provenía de la jefatura del segundo cuerpo de
último, los capitales golondrinas buscaron horizontes más seguros. Ejército, con sede en Rosario, renovó el liderazgo y pretendió
desarrollar una política muy cercana a los Estados Unidos y Rea-
Al frente económico se agregó otra fuente de conflictos. gan, empeñado en el apoyo a los «Contras» que operaban y diri-
Una vieja disputa por los límites entre Chile y Argentina en el gían desde Honduras, la contrainsurgencia destinada a debilitar
extremo meridional del continente terminó con un laudo de un la revolución sandinista de Nicaragua. 283
La política económica, ahora con un nuevo ministro, Ro- Muy pronto se demostró que el operativo había sido una aventura
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

berto Alemann, pretendió retomar y desarrollar los puntos sustan- política y militar. La Junta no esperaba una respuesta armada británi-
ciales del plan de Martínez de Hoz, lo cual generó una fuerte recesión, ca, operación que llevaría mucho tiempo y que no estaba excenta de
sin que la inflación cediera demasiado. Los conflictos sociales se complicaciones estratégicas y logísticas. Contaba con una falsa premi-
agudizaron. Pero si algo había quedado claro para los sindicalistas sa: que Estados Unidos trataría de disuadir a Gran Bretaña para que
y políticos era que el régimen militar quería perpetuarse y terminar negociara con Argentina, como devolución de favores prestados a
de consolidar su proyecto liberal-consevador en lo económico y un favor del apoyo argentino en la causa centroamericana contra Nica-
sistema autoritario y excluyente en lo político. La huelga del 27 de ragua. La especulación no respondía a la realidad y la reacción no se
abril de 1979, planificada por el movimiento sindical, fue brutal- hizo esperar. Gran Bretaña contraatacó militarmente habiendo logra-
mente reprimida. Sin embargo, mostró que más allá del sindicalismo do primero el apoyo de Europa, al que se sumó su viejo aliado, los Es-
«dialoguista», existía otro frente gremial que no temía confrontar. tados Unidos, para quien Inglaterra constituía la pieza vital y clave
en la complicada alianza de la OTAN. En dos meses, la expedición
En ese clima conflictivo, Galtieri concibió la idea de inva- inglesa terminó con una fuerza militar débil, mal pertrechada, mal
dir las islas Malvinas, una vieja reivindicación nacional, supérstite vestida, mal alimentada y mal conducida estratégica y tácticamente.
de un viejo antimperialismo británico cultivado por muchos na- En la guerra, murieron muchos jóvenes soldados conscriptos llevados
cionalistas con o sin uniforme, aprendida desde las escuelas prima- en una marcha triunfalista y engañosa. Otros sobrevivientes, mutila-
rias. El proyecto que habría contado -en la versión castrense- con dos o no, también pagaron caro la aventura que no eligieron: el pue-
el consenso norteamericano traería tranquilidad a los conflictos blo argentino que tanto había festejado el operativo, sintiéndose en-
domésticos. Suponían que la Gran Bretaña de la Primer Ministra gañado y utilizado, dio la espalda a la aventura y tendió sobre ella un
Margaret Thatcher, empeñada en desarticular la minería y pri- manto definitivo de olvido.
vatizar muchas empresas estatales, estaba muy ocupada con las
rebeliones que esa política provocaba entre las clases populares. La derrota en la guerra aceleró la descomposición del régi-
men y aumentó la rivalidad entre las distintas Armas. La Junta se au-
El 2 de abril de 1982 las Fuerzas Armadas desembarcaron todisolvió por no querer integrarse la Marina y la Fuerza Aérea. El
en las islas y terminaron rápidamente con una guarnición militar bri- General Bignone se hizo cargo del poder ejecutivo, aunque final-
tánica escasa. Se nombró un gobernador militar y se cambió el nom- mente las Armas restantes se le sumaron. Se buscaba una salida ins-
bre de la capital por Puerto Argentino. La medida logró un amplio titucional, esta vez, con los partidos políticos y las instituciones de la
consenso en todos los estamentos del país, hasta encarnizados enemi- sociedad. El gobierno intentó una solución negociada que incluyera
gos de la dictadura se unieron a la algarabía popular de muchedum- la posterior abstención de revisar o investigar la represión y todo he-
bres que ganaron las calles. Galtieri se dio el lujo de arengar a las ma- cho ilícito cometido por las autoridades militares durante la dictadu-
sas en la Plaza de Mayo, la misma que pocos días antes había sido ra. En fin, los antiguos aliados se alejaban, jurando eterna fidelidad
284 escenario de otra dura y dramática batalla de los obreros y trabajadores. a la solución democrática. Los últimos pasos de la dictadura fueron
tan lamentables y torpes como los anteriores. Sancionó una ley de nunca obtuvo una respuesta y ni siquiera fueron recibidos por sus

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


autoamnistía que ninguna fuerza política se atrevió a suscribir. Así, obispos, delegando esas funciones en religiosos de menor jerarquía.
las Fuerzas Armadas quedarían profundamente heridas en su legiti-
midad, aunque conservarían su capacidad o vocación antidemocrá- Mucho tiempo después, se tuvo conocimiento de que la
tica para irrumpir en el escenario político. Se abría paso a una salida Iglesia, sabedora de su papel institucional, había entregado a la Jun-
institucional electoral más por necesidad que por convicción. ta Militar un documento, con fecha 26 de noviembre del año
1977, mantenido en secreto. Este documento, que utilizaba un
lenguaje parecido a los anteriores, precisaba con mayor severidad las
IGLESIA, DICTADURA Y REPRESION: consecuencias de la represión, solicitando también en modo ambi-
LAS DOS CARAS DE LA MEDALLA guo que se utilizaran los mecanismos previstos por la ley para casti-
gar el delito. Ni en ése, ni en ningún otro de los documentos se
La voz oficial de la Iglesia, sobre todo en los cruciales pri- omitía el halago y el pedido de disculpas. Después, se supo que tal
meros dos años posteriores a la asunción del gobierno del Proceso, documento había provocado irritación en la Junta y una respuesta
al menos públicamente, fue de neto apoyo al proyecto terrorista. pública de Videla en la que enumeró cinco causas de la desaparición
de las personas: que habían pasado a la clandestinidad; que las mis-
Las primeras conferencias episcopales, por ejemplo la del mas organizaciones las habían eliminado porque ya no confiaban en
15 de mayo del año 1976, condenaban el asesinato o la ilegitimidad ellas; que se habían ocultado; que por desesperación se habrían suici-
de los secuestros y torturas, pero envueltas en una nube de ambigüe- dado, o finalmente, que hubieran sido el resultado de posibles excesos
dades acerca de los responsables y justificaciones respecto a los mili- de la represión de las Fuerzas Armadas.
tares. Al mismo tiempo, señalaban la importancia de la paz y el or-
den y que no se podía esperar de las fuerzas de seguridad que actua- Si la jerarquía más importante de la Iglesia sostenía ideoló-
ran con «pureza química». Los documentos presentaban una canti- gica y espiritualmente la dictadura militar, otro sector, minoritario,
dad enorme de generalidades, escritas en condicional y plagadas de llevaba adelante una política contraria y, en algunos casos participa-
mitigaciones compensatorias, como pidiendo disculpas porque no ba, activamente en algunas de la organizaciones de derechos huma-
tenían otro remedio que mencionar algunas palabras. Los obispos es- nos. Monseñor Novak, obispo de Quilmes, Monseñor De Nevares,
taban al tanto de lo que acontecía, porque ya desde el mismo mes de obispo de Neuquén, y Monseñor Hesayne, obispo de Viedma, fue-
marzo de 1976 y en el mes siguiente habían recibido muchas denun- ron las cabezas visibles de ese sector. No sólo recibieron muchas de-
cias algunas en los primeros días posteriores al golpe, sobre secuestro nuncias, sino también asistieron a los familiares de las víctimas y lle-
de personas, que habían aparecido muertas en baldíos, cementerios varon a cabo pronunciamientos y homilías contra la represión ilegal.
o llevadas a hospitales. Muchos familiares que portaban esas denun-
cias a los prelados, formaban parte de la grey que acompañaba los Muchos sacerdotes y monjas también fueron objeto de la
más importantes actos de la liturgia católica. La mayoría de ellos represión, muerte o desaparición. El obispo de La Rioja, Monseñor 285
Angelelli, contrario y enfrentado al régimen militar, murió en un Para la Iglesia Argentina, el tema de la desaparición de
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

accidente automovilístico en circunstancias nunca debidamente in- personas durante la dictadura fue una enorme espina clavada du-
vestigadas o aclaradas. Se presume que su fallecimiento se produjo rante muchos años. Después que la CONADEP publicó el tomo
en un atentado. Nunca Más, cuestión de la que nos ocuparemos más adelante, un
manto de vergüenza cubrió a muchos obispos y sacerdotes.
Además, un sector de la Iglesia, sospechado de participar
de la llamada teología de la liberación, doctrina construida en base Algunos de ellos, como los capellanes militares, navales,
a los Evangelios que promueve la liberación de los pobres de toda aeronáuticos o policiales, continuaron manifestando su apoyo a la,
atadura social, racial, política o cultural, fue objeto de una particu- para ellos, «epopeya militar»: haber exterminado la subversión apá-
lar y selectiva represión que tampoco logró que el edificio eclesiás- trida con todos los métodos de terror utilizados. Muchos de estos
tico se sacudiera: muchos de esos religiosos estaban desautorizados personajes tuvieron que pasar a retiro por llegar a la edad regla-
por la misma Iglesia y sus obispos, y les incomodaba sus tareas de mentaria; además, debieron transcurrir muchos años hasta que la
apoyo y socorro a los pobres en las villas miseria y las barriadas Iglesia mostrara arrepentimiento por su desdoroso papel durante
populares de las ciudades. los años de la dictadura. Se considera que, si bien es cierto que du-
rante los primeros dos años todas las organizaciones políticas y so-
Hacia 1978, la asamblea episcopal pretendió dejar atrás ciales se habían silenciado, aun en 1976 cuando se efectuó el gol-
este período nefasto de la historia contemporánea argentina. Los pe, sólo la jerarquía católica estaba en condiciones de ejercer una
conceptos de reconciliación, perdón y olvido pasaron a formar influencia decisiva. El régimen militar pretendía fundar su acción
parte del repertorio de la Iglesia oficial, conceptos vacíos porque en la defensa de los valores cristianos y no hubiera podido sopor-
no se especificaba quiénes debían perdonar u olvidar, o entre tar una crítica abierta y pública de los obispos. Al no haberlo he-
quiénes debía producirse una reconciliación sin la verdad. Por- cho y con el agravante de que personajes como el presidente de la
que la Iglesia sabía perfectamente que la Junta Militar había Junta Militar, general Videla, ferviente católico de comunión dia-
mentido deliberadamente todas las veces que se pronunció sobre ria, nunca fuera desautorizado, el silencio de la Iglesia parece haber
el asunto. El reconocimiento de la violencia de Estado estaba acompañado la «cruzada» antisubversiva.
afuera de sus preocupaciones. Muchas de las jerarquías se hicie-
ron eco de las declaraciones de Videla antes citadas. Sostenían No obstante, las mentes más lúcidas mostraron que po-
que si hubieran habido víctimas, sería más bien por «excesos» de dían estar activas. En 1979, se constituyó un equipo de la pastoral
los militares que llevaron a cabo los operativos militares, más social que, en observancia de la doctrina social de la Iglesia, tenía
que a una premeditada política global aprobada desde los más el objetivo de reconstruir el vínculo con el sector sindical. Dos
altos mandos. Otros desaparecidos, estarían vivos en algún lugar años más tarde, un documento dado a conocer afirmaba los prin-
del planeta, según continuaron contestando muchos prelados, cipios republicanos y democráticos, y la legitimidad de las organi-
286 hasta casi el final de la dictadura. zaciones sindicales. El mismo entonaba con las modificaciones que
estaban operando en el frente sindical, en el que se imponía un dis- Por ejemplo, los empleados de SEGBA comenzaron a or-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


curso contra la dictadura apoyado en la doctrina social de la Igle- ganizar asambleas para oponerse al nuevo régimen de trabajo y el
sia. Este documento marcaría un hito en un lento pero progresivo líder del sector Oscar Smith, quien se había entrevistado con altos
apartamiento de la dictadura, que se haría mucho más evidente funcionarios del gobierno, fue secuestrado y asesinado.
después de la guerra de las Malvinas.
El sindicalismo peronista había adquirido una gran expe-
riencia en negociar con gobiernos de color político opuesto duran-
EL MOVIMIENTO OBRERO Y SINDICAL te los años en que el peronismo estuvo proscripto. Golpear y nego-
ciar había sido la táctica que le había dado resultados. Pero esa tác-
Los sectores sindicales, ligados a lo que se ha denomina- tica no era sencilla en condiciones de intervención de los sindicatos,
do corrientes clasistas, fueron reprimidos duramente. Ningún sec- de represión abierta y desorganización de las comisiones internas.
tor obrero y sindical quedó excluido de la represión. Con el golpe,
fueron declaradas ilegales la CGT y las 62 Organizaciones, esta úl- La estrategia en este caso fue salir al exterior y afiliarse a
tima tradicional sector del sindicalismo peronista, liderado duran- organizaciones de tipo social demócrata, como la Confederación
te muchos años por Lorenzo Miguel, ahora encarcelado junto a Internacional de Organizaciones Sindicales (CIOSL), lo mismo
otros gremialistas y políticos. Algunos centenares de sindicatos fue- que a agrupaciones de la Confederación Mundial del Trabajo, de
ron intervenidos. El movimiento obrero había protagonizado un orientación social cristiana. En 1977, llegaron delegaciones del ex-
período de gran confusión y desorganización durante el gobierno terior cuyos informes fueron lapidarios para el gobierno militar.
de Isabel Perón. La represión sindical lo encontró sin posibilidades Fue una pequeña batalla de una larga guerra.
de reacción y tuvo que replegarse.
A pesar de que el sindicalismo se había reagrupado en dis-
La puesta en práctica del programa económico implicaba tintos sectores, algunos de los cuales mantenían negociaciones con
necesariamente desarticular todo intento de protesta obrera. los funcionarios militares y formaban parte de las delegaciones a los
congresos de la OIT, otros conformaron una comisión netamente
Sin embargo, a resistencia comenzó en el mismo año opositora. Se llamó la Comisión de los 25 y, en marzo de 1977, lan-
1976, el primer test contra la dictadura. Se desataron huelgas en zó un documento reclamando mayores salarios, la libertad de los de-
varias plantas de la industria automotriz en los meses de septiem- tenidos, la derogación de la legislación antisindical y la normaliza-
bre y octubre; la respuesta no tardó en llegar. Se sancionó la ley ción de las organizaciones sindicales y las Obras Sociales. Estas últi-
21.400 que establecía prisión de seis años a todo trabajador que mas cubrían una parte sustancial de la demanda sanitaria de la socie-
participara en huelgas y, de diez años, a quien instigare a la misma. dad junto al sector público. Tales intervenciones no fueron inocuas
Decenas de delegados fueron despedidos de las fábricas, detenidos tampoco para las mismas, pues allí comenzó el proceso regresivo,
y desaparecidos. que se terminó de completar durante el gobierno de Menem, respecto 287
de las prestaciones médicas. Muchas fueron cambiando su organiza- aumento y la actividad sindical era cada vez menos disimulada.
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ción o reduciéndose, sin que mediara ningún principio de eficiencia Hacia fines del año 1980, la CGT volvió a reorganizarse, en desa-
o de eficacia, otras se encarecieron para el afiliado o se redujeron las fío abierto a la ley 22.105 que había dejado descolocado al sector
prestaciones que requirieran una alta complejidad o tecnología. «dialoguista» del sindicalismo, intregrando los 25 con otros sec-
tores que no habían formado parte del grupo, como los gremios
Ello se compatibilizaba con las condiciones materiales de portuarios, Luz y Fuerza, cerveceros, calzado, vidrio y otros.
vida de los trabajadores. El mundo laboral soportó regímenes vio-
latorios de las normas laborales consagradas por la OIT y acepta- Al frente de la CGT Brasil aditamento que indicaba la ubi-
das por el gobierno, cesantías por enfermedades, violaciones de las cación geográfica de la calle de la nueva central, aparecía en su direc-
normas de seguridad e higiene industrial, también sufrió sanciones ción un dirigente cervecero, poco conocido por ese entonces, llamado
por distintos tipos de «indisciplinas laborales» y se incumplieron, Saúl Ubaldini, quien habría de tener desde ese momento un papel
por parte de los empresarios, todos los incisos de las leyes labora- muy activo con un discurso contestario y de orientación social cristiana,
les sobre licencias por vacaciones, matrimonio, nacimientos u hora- en línea con el Equipo de Pastoral Social de la Iglesia Católica.
rios de trabajo. La policía se instaló en las plantas industriales para
disuadir a los posibles rebeldes. La huelga general del 22 de julio de 1981, que provocó la
detención de algunos dirigentes, tuvo bastante éxito a pesar de la
Hacia 1978, después del Campeonato Mundial de Fútbol, represión. Esto los impulsó a profundizar la línea opositora. El 7
la Comisión de los 25 y algunas otras organizaciones sindicales deci- de noviembre se realizó una misa al aire libre en San Cayetano, pa-
dieron desafiar los embates dictatoriales, la aparente estabilidad logra- trono del trabajo, a la que concurrieron 10.000 personas. Allí se es-
da por Martínez de Hoz y la algarabía pseudo nacionalista provocada cuchó por primera vez la consigna «se va a acabar, se va a acabar, la
a raíz del triunfo de la Argentina en el mencionado campeonato. dictadura militar», que se habría de propagar en los conciertos de
rock y también en las canchas de fútbol.
Continuó la reorganización de los distintos grupos laborales y
sindicales con un contenido ideológico opositor. Las huelgas del 27 de En el año 1982, antes de la guerra de Malvinas, la CGT
abril de 1979 y del 22 de julio de 1981, declaradas ilegales por la dic- Brasil manifestaba públicamente la necesidad de terminar con el
tadura, mostraron la regeneración de la capacidad combativa de los di- régimen militar. El 30 de marzo había llamado a una protesta pa-
rigentes sindicales quienes, respondían así a las demandas de las bases cífica en la Plaza de Mayo. La represión fue dura y quedaron más
obreras por mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y libertad. de mil manifestantes detenidos.

A medida que pasaba el tiempo, la dictadura tenía menos Sólo el desembarco en las islas Malvinas habría de generar
espacio de maniobra para enfrentar a una creciente organización una tregua entre las partes. Después de la derrota en la guerra, se
288 de las bases sindicales. La insatisfacción de los trabajadores iba en habría de retomar aun con más fuerza el rol opositor a la dictadura.
CONSECUENCIAS DE LAS POLITICAS El análisis se puede completar observando cómo evolu-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


ECONOMICAS, GREMIALES Y SOCIALES cionó el gasto del Estado en los servicios sociales. Si en los años
‘60 y ‘70 había favorecido a los tramos de ingreso más bajos, des-
La política de la dictadura en el frente económico, gre- pués de 1976 la relación cambiaba de modo significativo. Ade-
mial, social y cultural, junto a la represión como método de dis- más, a ello se suma el carácter regresivo de los cambios en el sis-
ciplinamiento, trajo aparejados cambios importantes en la estruc- tema tributario argentino, lo que dio lugar a una transformación
tura productiva y social. Ellos afectaron negativamente el nivel de de más larga duración, presente aun en los primeros años del
vida de los trabajadores, como por ejemplo, la política salarial re- siglo XXI, castigando a sectores del trabajo de estratos bajos y
gresiva, traducida en una menor participación de los ingresos y medios en la distribución de los ingresos.
del consumo de los trabajadores respecto al pasado; el aumento de
los aportes directos personales de los trabajadores al sistema pre- La política industrial ejerció, como ya hemos dicho,
visional, junto a la exención de los aportes patronales; la aplica- consecuencias negativas desde la perspectiva de su expansión y
ción del impuesto al valor agregado a los bienes de consumo po- crecimiento, produciéndose una clara ruptura de la tendencia
pular; la eliminación de las contribuciones patronales al Fondo iniciada en el período de sustitución de importaciones. Proceso
Nacional de la Vivienda, disminuyendo los fondos disponibles que había mostrado signos de debilitamiento en la década de
para la construcción de casas populares; la aplicación de aranceles ‘60, pero que después de 1976 se acentuó con el inicio de la li-
para las prestaciones médicas, antes totalmente gratuitas. Asimis- beralización de algunas barreras proteccionistas. Esto se proyec-
mo, la disminución del presupuesto del Estado en los rubros de tó en una disminución de la tasa de obreros industriales en el to-
educación y salud se tradujo en una pérdida en el ingreso global tal de la población económicamente activa y en un aumento del
de los trabajadores. sector servicios.

Los criterios de subsidariedad y de descentralización De modo paralelo, creció la economía informal, es decir,
también comenzaron a aplicarse en el área sanitaria y educativa, aquella no registrada en la que los trabajadores carecen de benefi-
con el intento de transferir al sector privado las prestaciones de las cios sociales tales como cobertura de salud y jubilación o amparo
Obras Sociales, bajo el supuesto de que los trabajadores podían gremial frente a cambios en las condiciones salariales, laborales o de
solventar los gastos en salud, y reservar el hospital público a los higiene del trabajo.
sectores en situación crítica o carenciados, desalentando a los sec-
tores cubiertos por algún seguro con el pago de un arancel. Simul- Todo se tradujo en una caída del ingreso medio que, si
táneamente, con la descentralización de instituciones sanitarias y bien se había iniciado con el «rodrigazo» en el año 1975, tuvo un
educativas de jurisdicción nacional o provincial a la esfera local, importante impulso con la fuerte contracción salarial provocada
sin la transferencia de los recursos correspondientes, se comenzó a por el gobierno militar, gracias a la política de aumentar los salarios
producir un deterioro que habría de proseguir en años siguientes. por debajo de la inflación. 289
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LA SEMILLA DE LA «NUEVA POBREZA» un presupuesto importante para la construcción. La política indus-
trial fue inclusiva hasta que el proceso de acumulación empezó a
En la ejecución de las políticas económicas, en el modo dar señales de debilitamiento a mitad de la década de los ‘70.
particular de llevarlas a cabo, especialmente con la dosis de repre-
sión aplicada y presente durante todo el gobierno militar, a fin de Una de las características sobresalientes de la nueva pobreza
imponer una disciplina social por encima de todas las conquistas fue el desplazamiento provocado en ciertas categorías de trabajadores,
históricas de los asalariados, se encuentra el germen de las otras integrados al mercado de trabajo, a veces en puestos relativamente ca-
«víctimas» de la dictadura. No eran los desaparecidos, los muertos, lificados. Los cambios estructurales por el cierre de establecimientos,
los torturados o los prisioneros, sino un heterogéneo grupo social su desplazamiento geográfico o variantes en la integración o el ensam-
que asomaba, maltrecho y herido por el trauma de haber perdido ble de las plantas fabriles, determinaron una desocupación perma-
el trabajo o ganar apenas para un mínimo sustento. Inauguraban nente al no expandirse la oferta laboral. Estas transformaciones afec-
una nueva galería social en el país: los nuevos pobres. taron tanto a los obreros, como a los técnicos y profesionales, en otras
palabras, a sectores de las clases bajas y medias.
La pobreza es un fenómeno constitutivo de todas las socie-
dades; se redefine históricamente en función de parámetros econó- El fenómeno también se aplicó a pequeños productores y
micos, sociales, políticos y culturales. A los «sin pan» o a los pobres peones, que quedaron marginados de los circuitos productivos por
vergonzantes, le suceden los vagos, los mendigos, los sin trabajo co- imposibilidad económica de integrarse, debido a los costos de pro-
nocido, los desocupados como categorías históricas que responden ducción, a la lejanía de los mercados de consumo, al tamaño de la
a los símbolos y representaciones de la sociedad y la elite. Buena unidad productiva impropia para el tipo de producción realizada,
parte de la política filantrópica en nuestro país se dirigió a alguno a la concentración de la propiedad o a la falta de capitales.
de esos sectores con la idea de resocializarlos para la vida en común.
Los desajustes en el mundo rural constituyeron, desde es-
El proceso de sustitución de importaciones y el Estado de ta perspectiva, otra fuente de ingreso a la nueva pobreza. La Argen-
bienestar habían logrado combinar los efectos de la expansión de los tina fue situándose cada vez más en el mundo pobre, pero caracte-
puestos de trabajo con un asistencialismo creciente, además de au- rizada por una estructura en la cual predominaban claramente las
mentar la cobertura de la seguridad social para los ancianos. Duran- relaciones capitalistas, con limitada permanencia de relaciones de
te muchos años, el país había mantenido tasas de desocupación ba- otro carácter, zonalmente concentradas.
jas, un sistema educativo eficiente y un sistema sanitario apoyado
en las prestaciones estatales y de las obras sociales de alta cobertura. Uno de los elementos importantes que se ha relacionado
La vivienda fue, tal vez, uno de los déficits más salientes, aunque el con la aparición del fenómeno de la nueva pobreza ha sido el estan-
Estado a través del Fondo Nacional de la Vivienda y programas pro- camiento y la declinación de la participación económica. No sólo se
290 vinciales y municipales o el Banco Hipotecario Nacional manejaba redujo el número de trabajadores que ingresaban por primera vez
al mercado de trabajo, sino también se fue prolongando la perma- aplicada legalmente-, en la que se había impuesto el método del te-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


nencia de los jóvenes en el sistema educativo. Estos fenómenos se rror con la prisión, tortura y eliminación física de miles de personas,
tradujeron en un aumento del desempleo y del subempleo, es decir, era necesario crear mecanismos superadores para la defensa de los in-
la disminución de la jornada de trabajo con la consabida reducción dividuos. Tomó, de este modo, identidad social el «desaparecido», es
del ingreso. decir, aquel individuo -mujer u hombre- prisionero cuyo destino era
desconocido: miles de personas intentaron conocer, sin respuesta
Si bien durante el gobierno militar estos acontecimientos co- oficial, el paradero de sus familiares. El silencio gubernamental fue
menzaban a insinuarse, sería durante el período de la hiperinflación y la respuesta cerrada de los funcionarios durante mucho tiempo. Las
sobre todo durante el gobierno de Menem donde habría de estallar intermediaciones de algunos miembros de la Iglesia, personas influ-
con toda su crudeza la cuestión de la nueva pobreza. Cuando se inau- yentes, jueces, funcionarios o parientes de algunos militares fueron,
guró el ciclo democrático con el gobierno de Alfonsín, el cuadro social por lo general, en vano. Muchos obispos y sacerdotes aprobaron con
encontrado ya comenzaba a tener visos de dramaticidad social. sus expresiones o con su silencio los métodos empleados por los mi-
litares. Miles de hábeas corpus presentados ante los juzgados por los
abogados, que se arriesgaban ellos mismos a pasar a la lista de los «in-
LAS ASOCIACIONES CIVILES DE LA EPOCA DICTATORIAL deseables», no tuvieron respuesta. Con el tiempo, las apelaciones an-
te entidades internacionales, como las Naciones Unidas o la Organi-
LAS ASOCIACIONES DE DERECHOS HUMANOS zación de Estados Americanos, tuvieron eco y dichas entidades exi-
Las asociaciones de defensa de los derechos humanos consti- gieron explicaciones nunca satisfactorias. El gobierno militar mintió
tuyeron la nota más característica del período dictatorial y del terroris- sistemáticamente sobre el destino de los desaparecidos.
mo de Estado, encolumnadas bajo el lema «aparición con vida y liber-
tad a los prisioneros». Varias fueron las surgidas a la sombra de la bru- Una de las características principales de las asociaciones
tal represión desatada por el gobierno militar, algunas de las cuales van de derechos humanos está dada por el tipo de vínculo establecido
a ser analizadas. Lo importante es que los esfuerzos por conocer lo ocu- con la represión. Algunas se desarrollaron porque sus miembros es-
rrido a las víctimas de ese terrorismo en nuestro país comenzaron du- taban afectados en forma directa: Madres, Abuelas, Familiares de
rante la dictadura misma. Los organismos de derechos humanos sur- desaparecidos, por ejemplo. Y otras, porque de un modo altruista
gidos durante el período o en el inmediatamente anterior, advirtieron centraron su tarea en la denuncia y la investigación, en apoyo y
la necesidad de documentar las violaciones a los derechos humanos, y ayuda material a los damnificados, lo mismo que la denuncia en
de descubrir cuál era la estructura militar de la represión. foros e instituciones internacionales, sin que necesariamente estu-
vieran sus miembros involucrados en modo directo. La organiza-
Frente a una realidad en la que habían sido eliminados de ción Madres de Plaza de Mayo, fue, más allá de las expresiones
cuajo la libertad y los derechos individuales, y a pesar de haber políticas de sus figuras públicas más conocidas, el gran símbolo
sido promulgada por ese mismo gobierno la pena de muerte -jamás doliente de la feroz represión. 291
El 30 de abril de 1977, un grupo de mujeres que se había mujeres, esposas, hijas, hermanas de desaparecidos. Se gestó así el
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

conocido en circunstancias en que realizaban largos peregrinajes Movimiento de Madres de Plaza de Mayo.
para reclamar por el destino de sus hijos, decidieron llevar esos re-
clamos a la Plaza de Mayo. Identificadas con pañuelos blancos en Uno de sus primeros esfuerzos fue el de lograr un local en
sus cabezas, en los que habrían de escribir los nombres de sus hijos el cual centralizar todas sus actividades. Así fue que recibieron, todos
desaparecidos, iniciaron un día fijo de la semana, los jueves, las los días de aquel año y en años sucesivos, denuncias realizadas por
rondas que duraban varias horas. No fueron muchas las que, en el familiares de desaparecidos. Muchos de ellos se fueron incorporan-
comienzo, se atrevieron a desafiar con su valentía el perverso régi- do en forma activa a la organización. Esta fue creciendo rápidamen-
men dictatorial. Las rondas se repitieron todos los jueves, bajo la te y se conformaron distintas subcomisiones orgánicas para impri-
severa vigilancia de la policía, no obstante los intentos de disuadir- mir mayor eficiencia a su trabajo. De este modo, tomaron contacto
las, pero una y otra vez volvían a la carga ante la mirada perpleja y con distintas instituciones y personalidades de diversos ámbitos. El
distante de los transeúntes. Ningún funcionario de la dictadura las objetivo y consigna principal que las Madres esgrimían ante la dic-
recibió, a pesar de su insistencia para que se les diera información. tadura fue: aparición con vida de los desaparecidos y libertad a los
Se fueron sumando a las catorce originales, otras madres y otras presos políticos, que por aquel entonces debían sumar varios miles.

292
La actividad de las Madres en pocos meses cobró inusitado muchas de esas madres eran amas de casa que se ocupaban de su ho-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


vigor, aun cuando habían sufrido el intento de amedrentarlas, ini- gar y de sus hijos, es decir, eran madres «corrientes y normales». Sin
cialmente exitoso, de algún agente de la dictadura, como el triste- embargo, la represión no se amilanó y provocó bajas entre ellas, tal
mente célebre teniente Alfredo Astiz, responsable de la desaparición como lo dijimos, y además, las estigmatizó como subversivas y como
de una de las madres que, hasta entonces, se había destacado por su engendradoras de monstruos subversivos.
capacidad y liderazgo, Azucena Villaflor. Las rondas de las Madres
quedaron vívidas en la memoria de millones de ciudadanos de todo Con todo, continuaron batallando para que las autoridades
el mundo, cuyas imágenes se reprodujeron en cientos de periódicos, militares dijeran qué habían hecho con sus hijos desaparecidos y, bajo
revistas y la televisión de decenas de países. Al inicio sus actividades, el lema «Aparición con vida», transcurrieron los años de la dictadura.
fueron sostenidas económicamente por familiares, amigos, parientes La sospecha generalizada de toda la sociedad, con el beneplácito de
y donantes anónimos. Cuando su labor transcendió el plano domés- una buena parte de ella, era que los «desaparecidos» habían muerto.
tico, lograron el apoyo solidario y económico de más de una docena
de organizaciones internacionales que, como el Consejo Mundial de Las Madres de Plaza de Mayo se constituyeron como una
Iglesias, fue uno de los sostenes espirituales y materiales de su activi- asociación no-gubernamental, manteniendo una fuerte indepen-
dad y de otras asociaciones defensoras de los derechos humanos. Ha- dencia del Estado, aun en el período constitucional posterior. Se au-
cia los años ‘80, había logrado fundar más de veinte filiales en las todefinieron como defensoras de la vida, «como un movimiento no
ciudades más importantes del país. También hacia esa fecha, más de pasivo, pero pacifista».
3.000 miembros cooperaban con el movimiento.
En el período democrático, durante el gobierno de Raúl
Muchos se han preguntado y aun se preguntan cómo pu- Alfonsín, concretamente en 1986, se habría de producir una esci-
do sustentarse un movimiento de estas características, principal- sión, motivada por criterios diferentes en relación a la metodología
mente sostenido por mujeres, en muchos casos de pocos recursos, de lucha bajo un gobierno constitucional.
en un período todavía muy virulento de la lucha antisubversiva. Pa-
rece a primera vista cierto, desde la presunta visión de los represo- La sospecha, en algunos casos cuasi evidencia, de que mu-
res, que atacar a la madre con el carácter simbólico que ella posee chos niños nacidos en cautiverio de sus madres o llevados a los cam-
en una sociedad de principios cristianos, habría tenido un alto cos- pos de concentración con sus padres seguían vivos, fue el motor que
to político internacional y nacional para el poder militar. Por otro encendió la fundación de las Abuelas de Plaza de Mayo, en octubre
lado y desde otra perspectiva, los hombres eran más vulnerables en de 1977. Casi como un desprendimiento natural de las Madres, el
las manifestaciones públicas y habrían sido el sostén económico de objetivo sin embargo fue otro: localizar a los niños nacidos en cau-
sus mujeres, por lo que debían permanecer en la retaguardia y en su tiverio u adoptados por otras familias en forma subrepticia, es de-
trabajo. Ello colocaba a las Madres en una situación mejor en una cir, sin procedimientos legales o cuando ellos hubieron existido,
sociedad en la que prevalecían y aun prevalecen valores machistas: ocultando el verdadero origen de esos infantes. 293
y un equipo científico interdisciplinario compuesto por médicos,
abogados, genetistas, antropólogos y psicólogos. Para cada niño fue
abierta una causa en la Justicia, a la que se le fueron agregando de-
nuncias que se recibieron con el tiempo y que fueron determinan-
do elementos probatorios, que han determinado su identidad y la
de los responsables de su secuestro o tenencia ilícita. La última par-
te de la prueba consiste en la averiguación de la batería genética a
través de ciertos exámenes, para lo cual en un primer momento, de-
bieron recurrir a científicos internacionales y, más recientemente, se
realizaron en el Hospital Durán, dependiente del la Municipalidad
de la ciudad de Buenos Aires. Recibieron y reciben aportes de dis-
tintas asociaciones filantrópicas internacionales, Consejo Mundial
de Iglesias, gobiernos nacionales y comunales de Europa Occiden-
tal y desde hace muy poco tiempo, un módico subsidio del Estado.
Ciertamente, las organizaciones defensoras de los derechos humanos
surgieron por decenas de iniciativas de muchos grupos afectados de
maneras muy diversas.

La Asociación de Familiares de Detenidos y Desapareci-


dos por Razones Políticas se conformó también en la desesperada
Las Abuelas, tal vez una de las más populares asociaciones búsqueda de personas desaparecidas y en la recorrida sin descanso
de defensa de los derechos humanos, se constituyeron como una «or- de las dependencias burocráticas del Estado, las Fuerzas Armadas,
ganización no-gubernamental, de carácter apartidario, que tiene por las policías, la Iglesia, la Justicia y los organismos defensores de los
finalidad localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños derechos humanos existentes.
secuestrados desaparecidos por la represión política, y crear las con-
diciones para que nunca más se repita tan terrible violación de los Antes del golpe, en enero de 1976, un primer grupo de
derechos de los niños, exigiendo castigo a todos los responsables». familiares se reunió como respuesta a la desaparición simultánea
en Córdoba de veinticuatro personas, por la acción de grupos pa-
La búsqueda de los niños y, según los años transcurridos, rapoliciales y paramilitares. Las gestiones continuaron en Buenos
adolescentes y jóvenes, obligó a una actividad sistemática por dis- Aires y, desde marzo del mismo año, comenzaron a reunirse en la
tintos medios: judiciales, testimonios de sobrevivientes que habían sede de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. En este
294 convivido con las prisioneras y sus hijos, testimonios periodísticos lugar, continuaron sesionando y recibieron la primera delegación
de Amnesty Internacional, ante la cual denunciaron la política militar

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


Abuelas de Plaza de Mayo con el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Perez Esquivel.
de represión y la desaparición y prisión de miles individuos, militan-
tes de las organizaciones populares. A pesar de lo peligroso de la acti-
vidad, el grupo inicial intentó tomar contacto con familiares en otros
lugares del país: Rosario, Tucumán, Mendoza, Mar del Plata, Corrien-
tes, Chaco, Santiago del Estero, a las cuales se fueron incorporando
otras localidades, conformando una red solidaria que habría de coor-
dinar los esfuerzos para buscar, sistematizar y circular la información.

Nuevamente, se movilizaron con la consigna «Aparición


con vida», como otras organizaciones pero, al agregar en el nombre
del núcleo asociativo «por razones políticas», otorgaron a la lucha
un elemento ideológico: asumieron que los «desaparecidos» y pre-
sos, tenían en su mayoría una fuerte vinculación con las luchas po-
pulares. Ese elemento distintivo colocaba a la asociación Familiares
en un peldaño solidario y participativo de los ideales por los cuales
sus parientes habían sido víctimas de la represión. Su presencia des- Otra importante asociación que tuvo relevancia en este
pertó las inquietudes de muchos familiares que fueron presentándo- período ha sido el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ).
se para efectuar sus denuncias. Muchos de ellos se ofrecieron volun-
taria y desinteresadamente a colaborar. En poco tiempo, las deman- Su tarea alcanzó renombre internacional cuando su funda-
das desbordaron a los organizadores, debiendo proceder a una es- dor y Presidente, Adolfo Pérez Esquivel, recibió en 1980, un año cla-
tructuración funcional: se crearon varias comisiones: de Prensa y ve en el tema de los derechos humanos tal como veremos más ade-
Propaganda, de Presos, de Sindicatos y Gremios profesionales, de lante, el Premio Nobel de la Paz, por los méritos acumulados duran-
Estudiantes, de Relaciones con las Iglesias y de Partidos Políticos. Se te su trabajo a favor de los desposeídos y de los desaparecidos en la
privilegió el trabajo y la coordinación con otras organizaciones, co- Argentina. El texto de la declaración del Comité del Premio Nobel
mo las de las Madres y las Abuelas, y en algunos casos, las mismas señaló al elegido como «vocero de una revitalización del respeto por
personas colaboraban en más de una asociación. los derechos humanos». El hecho resultó decididamente abominable
para el poder militar, visto el compromiso cristiano del reciente no-
En la actualidad y desde hace tiempo Familiares tiene se- minado, cuando la represión militar se realizaba en defensa de los «va-
de propia; también se define como una asociación no-guberna- lores cristianos» de Occidente. Ello colocaba al poder militar en una
mental que continúa manteniendo una fuerte actividad. situación de verdadera incomodidad frente a los países occidentales
por la proyección que alcanzaba Pérez Esquivel a nivel internacional. 295
SERPAJ, desde su posición estratégica por la no violen-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A DOS ASOCIACIONES CIVILES DURANTE LA DICTADURA
cia activa, decidió priorizar la concientización, la organización, la
SERPAJ Y APDH articulación multisectorial y la solidaridad para enfrentar las múl-
tiples violencias que caracterizan nuestra sociedad, y posibilitar la
LOS ORIGENES DEL SERPAJ ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS construcción de la dignidad y liberación humana.
Los orígenes del SERPAJ se remontan a DERECHOS HUMANOS
la década del ‘60, fue fundado en 1974 La Asamblea Permanente por los Dere-
como confluencia de diversas corrientes chos Humanos, en carácter de sociedad Hoy día, SERPAJ constituye un organismo que posee en-
inspiradas en valores cristianos y de no civil, independiente del Estado, había tidad consultiva para la UNESCO, desde 1987, también para el
violencia; tuvo un papel destacado du- sido creada cuando, en el período del go- programa del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas
rante la dictadura militar. Se considera- bierno justicialista de Isabel Perón, más
ba comprometido con los procesos de libe- concretamente en 1975, habían prolife-
y varias secretarías en distintos países de América Latina. En Ar-
ración latinoamericanos, caracterizados rado los asesinatos, persecuciones y se- gentina, lleva a cabo sus tareas a través de grupos zonales y regio-
por la injusticia y la violencia institucio- cuestros de muchas figuras del espectro nales, en Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe,
nalizados, manifiestos en la miseria y la político popular y progresista, en manos
opresión de millones de individuos en el de grupos parapoliciales y paramilitares
Salta, Tucumán y su sede de la Capital Federal.
continente mestizo. Ese compromiso con y de la triple A, como foro de denuncia
los pobres y los oprimidos lo llevó a una ante los estrados judiciales y en el espacio Como se puede comprobar por el carácter que adquirió
activa participación en la lucha por los nacional e internacional. Su objetivo
cada organización, algunas tuvieron inspiración religiosa o política,
desaparecidos y detenidos. Uno de sus principal era el de «promover la vigencia
programas de trabajo se refiere a los De- de los derechos humanos enunciados en o ambas a la vez. Es el caso de la Asamblea Permanente por los
rechos Humanos y a la Construcción De- la Declaración Universal de los Derechos Derechos Humanos (APDH).
mocrática; no obstante, otros programas Humanos de las Naciones Unidas y de la
como el de Educación para la Paz y los Constitución Nacional».
Derechos Humanos, Derecho al Desarro- La APDH tuvo desde su constitución una participa-
llo y Medio Ambiente y Ecumenismo, ción pluralista, en el sentido político y religioso. Tanto es así,
abren un panorama, un horizonte más
que han sido miembros conspicuos jerarquías eclesiásticas per-
amplio y, por lo tanto, más comprometido
con todas las dimensiones del hombre. tenecientes al sector «progresista» de la Iglesia Católica, rabinos
y representantes de otras iglesias, y también personalidades po-
líticas, sociales y culturales (Rabino Daniel Goldman, Raúl Al-
fonsín, Alfredo Bravo, Graciela Fernández Meijide, entre
otros). Gracias a la pluralidad de sus miembros, tuvo un papel
importante en la difusión de las denuncias por las consecuen-
cias de la lucha antisubversiva y de la represión elevada a cate-
goría de Estado, más que a transformarse en un eje aglutinante
de los familiares de los desaparecidos, quienes privilegiaron para
296 sus denuncias otras organizaciones.
La creación de esta asociación, durante la dictadura mi-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


Miembros de la CONADEP, Comisión Nacional de Desaparecidos
litar, respondió a la necesidad central de encarar acciones tanto rá-
pidas como decisivas para detener las graves y sistemáticas viola-
ciones a los derechos humanos. Su tarea inicial se dirigió a docu-
mentar el terrorismo de Estado y a proporcionar ayuda legal y
asistencia a los familiares de las víctimas, especialmente en el caso
de los detenidos-desaparecidos.

El CELS trabajó, casi desde sus inicios, en estrecha cola-


boración con la comunidad internacional de Derechos Humanos;
se afilió a la Comisión Internacional de Juristas de Ginebra y a la
Liga Internacional por los Derechos Humanos de New York. Es
corresponsal de la Federación Internacional de Derechos Huma-
nos de París y es miembro de la Organización Mundial contra la
Tortura de Ginebra. Recibe subsidios de entidades internacionales
de defensa de los derechos humanos.
Además, se destacó en la conformación de la Comisión
Nacional de Desaparecidos (CONADEP), conformada durante el Emilio F. Mignone, fundador y presidente hasta su
gobierno posterior de Raúl Alfonsín. muerte, acaecida hace poco más de un año, él mismo víctima de-
bido a la desaparición de una hija durante el proceso, se convirtió
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se cons- en un activísimo defensor de los derechos humanos y censor de la
tituyó también en pleno período dictatorial, durante 1979, con el dictadura militar. Hombre de profundas raíces religiosas tomó
objeto de promover y proteger los derechos humanos, el fortaleci- una considerable distancia del sector de la Iglesia, que contribuyó
miento de la democracia y la vigencia del Estado de derecho en la a la defensa del régimen de facto.
Argentina. Se proyectó como un organismo especializado en lo
técnico legal. El Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos
(MEDH) era una asociación de fuerte inspiración religiosa y cris-
Integrado por equipos de trabajo de carácter multidisci- tiana, tal es así que varias representaciones religiosas y laicas de di-
plinario y pluralista, reconoce como derechos humanos aquellos versas iglesias confluyeron en su organización: la Iglesia Católica
consagrados por la Declaración Universal de Naciones Unidas en (Obispado de Quilmes, Obispado de Neuquén y Obispado de
el derecho internacional, recayendo únicamente en el Estado la Puerto Iguazú), Evangélica Luterana Unida, Iglesia Reformada
responsabilidad por su respeto o por su violación. Argentina, Asociación La Iglesia de Dios, Evangélica Valdense del 297
Río de la Plata, Evangélica de los Discípulos de Cristo, Evangélica
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A OTRA ASOCIACION CIVIL DURANTE LA DICTADURA
del Río de la Plata.
EL MOVIMIENTO ECUMENICO POR LOS DERECHOS HUMANOS
El MEDH se conformó como una institución que dio
El MEDH fue fundado en febrero de anualmente, fija los lineamientos genera- fuerte respaldo a la cuestión de los desaparecidos y se hizo eco de
1976, en vísperas del golpe militar, y les de la acción a desarrollar. La Junta muchas denuncias realizadas durante la dictadura. Se transformó
desde entonces es uno de los organismos Pastoral Nacional es el órgano directivo
de derechos humanos más reconocidos en que delega en la Mesa Ejecutiva y, en la
en un vocero mesurado pero importante, y muy molesto para los
el país. Realizó su primera liturgia por Oficina Nacional, el desarrollo de los te- militares, en favor de los derechos humanos.
los derechos humanos en la Catedral de mas importantes. Posee además una or-
la ciudad de Quilmes en 1976, repetida ganización territorial que tiende a cubrir
en años posteriores y constituye hasta hoy casi todo el país a través de las Juntas Pas-
DERECHOS HUMANOS, DICTADURA,
la entidad plural religiosa específica que torales Regionales con varios equipos de SITUACION INTERNACIONAL Y ASOCIACIONES
se dedica al tema de los derechos huma- trabajo: La Plata, Mendoza, Neuquén Estas asociaciones han constituido el mayor aporte ori-
nos en sus distintas dimensiones. Puerto Iguazú, Quilmes, Resistencia, Río
ginal al período, fruto de las circunstancias excepcionales por las
La Asamblea General, que se realiza Gallegos, Rosario, Santa Fe y Tucumán.
que atravesó el país y, en particular, del grave deterioro de los de-
rechos y libertades individuales, tanto por las pérdidas de vidas
humanas como también, por la escasa consistencia de la concien-
cia colectiva demostrada por los argentinos. Fueron grupos mi-
noritarios, en situación de precariedad y ausencia de seguridad, que
llevaron adelante la lucha para conocer la verdad, nunca reconocida
por los responsables.

Estos luchadores que, sin duda, arriesgaron su propia vida,


lograron un aliado inesperado, aunque carente de firmeza para ha-
cer cumplir su propia política. El presidente norteamericano Jimmy
Carter, del Partido Demócrata, había delineado una política inter-
nacional, tal vez una de las más inteligentemente concebidas en ese
país durante muchos años, que pretendía colocar en un brete a los
países comunistas y simpatizantes: una divisoria de aguas recorría el
mundo que separaba a los países entre aquellos que respetaban y
quienes no respetaban los derechos humanos. El comercio interna-
cional y, eventualmente, subsidios o ayudas que Estados Unidos
298 podía llevar adelante, estaban supeditadas al respeto de los países por
esta gestión. Política esencialmente pacífica ponía fuerte presión in- y el apoyo no menor, de la cúpula de la Iglesia. Había promulgado

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


terna a aquellos países de raíz dictatorial y autoritaria. El gobierno la ley 22.068 sobre fallecimiento presunto por desaparición y de be-
norteamericano a través de la Subsecretaria de Derechos Humanos neficios previsionales por ausencia de personas, que ninguna de las
y Asuntos Humanitarios del Departamento de Estado, Patricia De- organizaciones de Derechos Humanos aceptó.
rian, visitó el país en 1977 ante la casi indiferencia del gobierno, a
pesar de tener que recibir a una funcionaria de tan alto rango del Sin embargo, la existencia de la ley y la visita de la Co-
gobierno norteamericano. Las organizaciones humanitarias argenti- misión abrió un mayor espacio de difusión; los periódicos le asig-
nas lograron llevar sus denuncias y el mismo Presidente Carter en naron más lugar y lograron instalar el tema en la opinión pública.
más de una oportunidad continuó advirtiendo a los países que se- Por entonces, el Partido Justicialista realizó una condena pública
guían cometiendo violaciones a los derechos humanos, como en la de la Doctrina de la Seguridad Nacional y de las consecuencias de
Conferencia de la OEA, realizada en Washington al año siguiente. su aplicación. Balbín pronunció una frase lapidaria, tanto por la
contundencia de su contenido como por el rechazo producido en
El colofón de esa conferencia fue la invitación que el go- las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos: «todos
bierno militar realizó a la Comisión Interamericana de Derechos los desaparecidos están muertos».
Humanos (CIDH), para que realizara una visita y verificara in situ
las denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos. Para en- Este cambio de situación obligó a una rápida definición
tonces, tal como afirmámos, el gobierno militar había acabado con del status de la represión. Si en los primeros años del régimen ésta
las organizaciones guerrilleras, los partidos de superficie y algunos había consistido en la negación de las desapariciones, ahora se pre-
partidos de izquierda; miles de militantes estaban muertos y presos. tendía una justificación de lo actuado que implicara una no revi-
La Argentina había sido designada sede del Campeonato Mundial sión, como condición necesaria para la apertura política futura, de
de Fútbol, en el invierno de 1978, y los dictadores querían aprove- la misma manera que el diálogo con los partidos políticos procu-
char la oportunidad para transmitir una imagen de orden, paz y raba plantearse como forma de legitimación del gobierno militar.
tranquilidad. De modo subterráneo, se realizaban las últimas opera-
ciones para «limpiar» los vestigios de la sospecha: no sólo se llevaron Las conclusiones elaboradas por la Comisión fueron tras-
militantes o sospechosos de serlo, sino también travestis, homose- ladadas a un Informe entregado al gobierno dictatorial, cuya difu-
xuales o cualquier individuo presumido de no ser «normal», o como sión fue censurada. En él se daban por probadas las graves viola-
pretendía la dictadura que fueran los ciudadanos, según expresaba ciones de los más elementales derechos humanos y recomendaba,
una frase publicitaria que se hizo popular: «los argentinos somos de- entre otras cuestiones, investigar, someter a juicio y sancionar a los
rechos y humanos». Cuando la Comisión (CIDH), integrada por ju- responsables de las muertes, desapariciones, torturas, violaciones,
ristas expertos en la materia, arribó en septiembre de 1979, el gobier- vejaciones y todo acto ilegítimo realizado contra las personas. Libe-
no con su política represiva había logrado el silenciamiento de toda rar a los presos políticos y detenidos sin causa, garantizar los dere-
la sociedad y de todas sus expresiones políticas, gremiales, culturales, chos individuales, laborales, políticos y restablecer todas las libertades 299
individuales y públicas; rehabilitar el libre movimiento de los par- Muchas asociaciones de base territorial, de ayuda mutua,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

tidos políticos y la vigencia de la actividad partidaria. Asimismo, comedores para niños, centros de jubilados o salas de primeros au-
debía garantizarse la independencia de las organizaciones de xilios tuvieron su origen, o un gran impulso, en la organización pa-
derechos humanos para que cumplieran su cometido. ra luchar contra las políticas de la dictadura. Tal como había lleva-
do a cabo en Tucumán el General Bussi, que expulsó a todos los
El Premio Nobel de la Paz logrado por Pérez Esquivel mendigos y menesterosos de la ciudad capital de esa provincia pa-
constituyó casi el más fuerte apoyo internacional a la causa de los ra que no fueran visibles, los militares de otras localidades del país,
derechos humanos. Su figura se proyectó con fuerza y su postura, como en la Capital Federal, pretendieron levantar algunas villas
compartida con las Madres y el movimiento de Familiares, alcanzó que «afeaban» el paisaje urbano, como parte de un plan de erradi-
trascendencia. cación de las Villas Miseria dentro de un conjunto de modificaciones
del Código de Planeamiento Urbano. Ello se intentó con la villa de
Los años 1981 y 1982 fueron claves para la proyección de Retiro, también en una zona de Flores y en Barracas.
las Asociaciones de Derechos Humanos. Lamentablemente, para
esa fecha, el gobierno militar ya podía exhibir como su gran logro En una villa de la zona de este barrio porteño, la si-
haber exterminado la «subversión». miente de una mutual que se ocupaba de dar de comer a los chi-
cos y discapacitados apareció sobre la base del trabajo de un gru-
CONSECUENCIAS DE LA «OTRA» REPRESION, po de pioneros y de la resistencia a las topadoras que pretendían
EL ASOCIACIONISMO SOLIDARIO PUESTO A PRUEBA demoler los ranchos y casas precarias. En las villas siempre hu-
El cierre de establecimientos industriales, el achica- bo grupos de vecinos que se reunieron en comisiones internas o
miento del Estado y de sus empresas, con la consiguiente dismi- coordinadoras para tratar de resolver o, al menos, paliar algunos
nución de los ingresos y el aumento de la desocupación, crearon de los inconvenientes más graves que se presentaban a diario.
las simientes de asociacionismo solidario o de ayuda mutua, con También formaron comisiones coordinadoras inter villas -verda-
el objeto de asistir las necesidades básicas como la comida y la deras redes sociales- para tratar de generar políticas frente a las
asistencia sanitaria de sectores desprotegidos de la población. A autoridades. Estas fueron objeto de la dura represión con muer-
ello se le sumó el hecho de recibir por parte del sector salud una tos y desaparecidos y, por esa razón, así como las madres de Pla-
menor cantidad de recursos. La reducción de la participación za de Mayo habían tomado la iniciativa para pedir por sus hijos
del Estado en ciertas áreas implicó la transferencia de las activi- desaparecidos, también fueron en su inmensa mayoría mujeres
dades correspondientes al sector privado. El hospital público las que, durante este período, participaron en las asociaciones,
tampoco tendría un rol importante en la salud de la población: porque a los hombres se los llevaban presos.
con la imposición del sistema arancelario se pretendía alejar del
hospital a los que tenían alguna cobertura y mantener la oferta Por otra parte, la política de erradicación de las villas de
300 para los grupos carenciados o críticos. emergencia se llevó a cabo sin ningún plan alternativo para ubicar
a las personas desalojadas. No se otorgaron créditos, ni se constru- La comisión se organizaba en base a delegados y subdele-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


yeron viviendas populares. En abril de 1976, se estimaba que la po- gados por manzana y cada barrio de la misma villa elegía sus repre-
blación que habitaba en villas de emergencia ascendía a más de sentantes en asambleas para conformar la comisión, que en reali-
215.000 individuos en la Capital Federal; a los dos años, esa po- dad tenía un carácter político (no partidista) y que coordinaba las
blación había descendido a la mitad. Los militares querían que en acciones con otras instituciones como la Iglesia, el Municipio, los
ocasión del Mundial de Fútbol no se pusieran de manifiesto, a tra- comerciantes, etc. No fueron las únicas asociaciones que se inte-
vés de la mirada de los miles de turistas extranjeros que visitarían graron. Se formó una comisión de madres que tuvo un papel im-
la ciudad, los efectos de la pobreza extrema. El problema se trasladó portante en lograr que los niños fueran aceptados en las escuelas de
a los partidos del conurbano. las inmediaciones y, ante la falta de guarderías, se organizaron re-
des de madres cuidadoras, que se ocupaban de los niños de las mu-
En este contexto, surgieron asentamientos como hongos, jeres que trabajaban afuera de la villa. Todo ello en un contexto de
de un día para el otro, en algunos partidos cercanos a la ciudad de amenaza externa que provocó una mayor unidad y mejor organi-
Buenos Aires. Este proceso de ocupación obedeció a una asocia- zación de los habitantes. Comprendieron que era menester gene-
ción espontánea y no a la acción de un grupo muy organizado. Un rar lazos de solidaridad por parte de otros sectores y lo hallaron en
mismo terreno era ocupado por personas que provenían de distintos el obispado de Quilmes, en el equipo Pastoral de Villas de Emer-
lugares y no sólo de la ciudad Capital. En algún momento, circu- gencia, en Cáritas y en los sacerdotes de la parroquia vecina; tam-
laba información sobre la existencia de terrenos baldíos que podían bién, aunque un poco más tardíamente, en la CGT y en algunos
ocuparse. Los espacios por los cuales circulaba esa información es- políticos como Alfonsín, Alende y Vicente Solano Lima. Adolfo
taban relacionados con las redes sociales - vecinales, de amistad, de Pérez Esquivel y militantes del Servicio de Paz y Justicia trabajaron
lugar de trabajo, de lugar de origen, etc.- más que con cualquier con los vecinos desde los inicios.
organización o sociedad previa que hubiera planificado la acción.
No obstante, se producía una ocupación espontánea de la noche a Lo paradójico y original de todo este fenómeno es que las
la mañana por la acción de cientos, a veces miles de personas en una asociaciones, en su afán de avanzar con iniciativas sociales, crearon
acción sincronizada. Uno de los ejemplos paradigmáticos lo ha cons- nuevos espacios para la realización de lo político, tal vez sin propo-
tituido un asentamiento en Quilmes Oeste, que en una sola noche nérselo y sin ser conscientes de que eran actores de lo que podría-
fue ocupado por 3.000 vecinos. El terreno no era fiscal sino priva- mos denominar una nueva realidad política. En el plano reivindica-
do, lo que originando un largo conflicto. Este caso, como algu- tivo la «justicia social» era la bandera que los unía y, en parte, lo
nos otros, fue comentado por la prensa, porque la respuesta del continuó siendo durante el período democrático.
gobierno militar fue colocarle un cerco y vallado policial. A partir
de este hecho, los vecinos se organizaron y conformaron una comi- Estos espacios «inconscientes» de los grupos -que a través de
sión coordinadora, cuyo objetivo fue romper el cerco y negociar el lo social recreaban, reivindicando lo político-, a veces fueron neta-
mantenimiento del asentamiento después. mente conscientes. El vecinalismo y el fomentismo han constituido 301
fenómenos de asociacionismo temprano en la Argentina. Junto a los
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

clubes de barrio, las cooperadoras escolares y hospitalarias, los clubes


o sociedades étnicas o de colectividades, y las bibliotecas populares,
las sociedades de fomento o uniones vecinales, han formado parte
del paisaje barrial, tanto en las grandes como en las pequeñas ciu-
dades y los pueblos. Estas asociaciones conformaron los pilares de la
sociabilidad primaria y son parte de la cultura barrial, muy arraigada
en todos los rincones del país. Si bien es cierto que a veces las com-
petencias entre estas sociedades y los municipios no son demasiado Biblioteca popular
claras y que, en todo caso, es factible realizar una tipología según dis-
tintas variables, esto es, que pueden ser muy distintas en sus objeti- cultivo de protestas y «vecinazos», ocurridos en algunos partidos
vos, organización, financiamiento o en su relación con el municipio, del conurbano bonaerense. El proyecto continuista pretendía
es cierto también que responden a un patrón que refleja necesidades crear partidos políticos de derecha a nivel municipal, para lo cual
de los vecinos, en su afán por mejorar su calidad de vida. se pretendía manipular las asociaciones vecinales.

Las sociedades de fomento fueron una de las pocas instan- Un estallido general y sorpresivo se produjo en la prima-
cias de organización y de participación social que no arrasó la dicta- vera de 1982. El pago de una cuota adicional a la carga impositi-
dura. No así, las comunas que sufrieron las consecuencias de las po- va local fue la causa desencadenante. La rebelión, llamando al no
líticas de los militares en cuanto a descentralización de servicios de sa- pago del impuesto, fue articulada por las sociedades de fomento
lud, educación o servicios públicos, y al resto de políticas que contri- que se transformaron en los ejes de la protesta, integrando simul-
buyeron al empobrecimiento general de la población y, en particular, táneamente a otras asociaciones o sociedades locales y tejiendo re-
de los municipios. Estos se vieron recargados de demandas, pero sin des con otros agrupamientos de partidos vecinos. Morón, Esteban
la asignación de recursos suficientes para hacerles frente. El aumento Echeverría, Tres de Febrero, Avellaneda, Lomas de Zamora, Mer-
de impuestos municipales fue uno de los mecanismos más sencillos a lo, Lanús, General Sarmiento y localidades como Villa Diaman-
los que apelaron los gobiernos locales para compensar el déficit. te, Villa Alsina, Villa Obrera, Villa Caraza se transformaron en
puntos de concentración e irradiación del conflicto. Asambleas
Las sociedades locales podían ser útiles para los intenden- de vecinos y manifestaciones desafiaban los despliegues policiales
tes del proceso y por eso trataron de manipularlas, muchas veces, intimidatorios. En Lanús, jurisdicción en la que el gobierno de la
con éxito. Sin embargo, el clima de desasosiego y rabia provocado provincia pretendía trasformarlo en «caso probeta», hubo una fe-
por el conflicto y la derrota en el Atlántico Sur, más las políticas de roz represión popular, lo cual manifestaba una vez más la incapa-
un continuismo del Proceso expresado en algunos integrantes del cidad política de los grupos dirigentes para plasmar un proyecto
302 gobierno de la provincia de Buenos Aires, fueron un caldo de que sólo garantizaría la participación de las elites.
Estos hechos, si bien no muestran el nacimiento de nue-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


AGRUPACION DE MUJERES ARGENTINAS
vas sociedades civiles a nivel local, permiten entrever la solidez y
el fuerte arraigo de las organizaciones vecinales o mejor dicho, de LA CONDICION FEMENINA
las sociedades locales. Porque además de haber participado las so-
ciedades fomentistas, acompañaron activamente los centros de Hacia el año 1977, un grupo de muje- e informaciones útiles nacionales e inter-
jubilados y pensionados, asociaciones profesionales, de comer- res pertenecientes a la corriente nacio- nacionales que sirvieran a sus propósitos.
nal del FIP (partido de la izquierda na- Esta sociedad todavía se mantiene en
ciantes, ateneos y bibliotecas populares. Es más, fueron otra vez, cional, liderado por Jorge Abelardo Ra- actividad.
las mujeres y amas de casa acompañadas ahora por jubilados mos, y aliado al Partido Justicialista), Al año siguiente, es decir 1979, se fundó
y pensionados y jóvenes, que encontraron en este conflicto un junto a otras mujeres sin aparente mili- la Unión de Mujeres Socialistas, presidi-
tancia política, fundaron la Agrupación da por la Dra. Alicia Moreau de Justo,
espacio de participación política, vedado por la dictadura. de Mujeres Argentinas (AMA). Se pro- una de las que más brilló en el panora-
pusieron estudiar los aspectos sociales, ma feminista nacional durante mucho
culturales y económicos que afectan a la tiempo. La agrupación, ligada a la Con-
condición femenina. La AMA al poco federación Socialista Argentina, se pro-
OTRAS MUJERES: tiempo pasó a denominarse Asociación ponía luchar por la democracia y la
LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS DURANTE EL PROCESO de Mujeres Alfonsina Storni (AMAS). emancipación de la mujer trabajadora.
En tiempos actuales nos ha dejado de llamar la atención Se propusieron como propósitos fun- Esa lucha estaba dirigida a enfrentar to-
damentales unirse para mejorar la si- das las opresiones sociales, la discrimina-
la cantidad, variedad y nivel de compromiso de tantas asociaciones
tuación de la mujer y aumentar su ción y la marginación. Se dirigía tam-
de mujeres y feministas. Los antecedentes se remontan al siglo participación en la economía y en el bién a enfrentar el capitalismo como sis-
XIX, cuando Rivadavia creó una asociación filantrópica adminis- mantenimiento de la paz. tema y contra el patriarcado que es una
En 1978, un grupo de mujeres de la pro- de sus consecuencias. Hacía también
trada por mujeres: la Sociedad de Beneficencia. Desde entonces,
vincia de Córdoba constituyó la Asocia- una convocatoria a las mujeres de todos
mucho ha cambiado, desde el punto de vista social y cultural, el ción Juana Manso, con el objeto de lle- los sectores sociales para difundir esos
papel de la mujer en la sociedad. Fue necesario que pasara más de var a cabo una serie de tareas de difu- principios y para organizarse en torno a
sión vinculadas con la promoción social los ideales de la democracia, la vigencia
un siglo y medio de lucha contra el machismo y el poder masculi-
de la mujer, la reivindicación e igualación de los derechos humanos y la liberación
no, para que se reconocieran derechos equivalentes entre mujeres de los derechos de la mujer con el varón, social y nacional del país.
y hombres. Durante la dictadura militar se estableció un hito im-
portante desde el punto de vista de las los reclamos en cuanto a la
participación de la mujer.

Todas las asociaciones femeninas están nucleadas en base a


diferentes objetivos y proyectos, y sólo comparten la idea general de
reivindicaciones acerca de los derechos femeninos, sus diferencias
pasan tanto por los métodos de cómo lograrlo, cuanto a la visión
propia de la mujer en la sociedad. 303
Los años ‘70 fueron propicios para el nacimiento de mu-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LAS ORGANIZACIONES DE MUJERES
chos movimientos feministas en la Argentina, a la sombra del mayo
EL ASOCIACIONISMO FEMINISTA francés, los movimientos reformistas europeos y norteamericano, y
las luchas de liberación y tecermundistas. Esto dio lugar a la apari-
ASOCIACION DE MUJERES ASOCIACION DE TRABAJO Y ESTUDIO ción de varias agrupaciones cuya actividad se vio muy disminuida
DE CARRERAS JURIDICAS DE LA MUJER durante el gobierno de facto: el feminismo estaba fuertemente sos-
También en 1982 surgió la Asociación En el año 1982 surgió la Asociación de
Argentina de Mujeres de Carreras Jurí- Trabajo y Estudio de la mujer «25 de
pechado de tintes ideológicos poco aceptables, las mentes militares
dicas, integrada por profesionales, que se Noviembre» (ATEM), conformada por no estaban preparadas para llevar a cabo distinciones sutiles. No
adhirió a la Federación Internacional de sólo siete mujeres, de clase media, y de obstante, el envión dado en los años anteriores permitió desembarcar
Mujeres de Carreras Jurídicas, organis- edades muy variables, desde los 22 a los
algunas asociaciones aun en el plena dictadura, aunque la mayor
mo consultor del Consejo Económico y 62 años, con el propósito de conformar
Social de la UNESCO, UNICEF y un grupo de estudio. Se denominaban parte en los últimos dos años.
FAO. En el año 1987, ya contaba con «25 de Noviembre», porque esa fecha
más de 500 afiliadas en todo el país. Los había sido declarada Día Internacional
objetivos que se proponía eran: la lucha contra la Violencia Sexual, Social y Po-
contra todo tipo de discriminación, por lítica ejercidas contra las mujeres, por el
el progreso e igualdad jurídica de la mu- Primer Congreso Feminista Latinoame-
jer y por la paz. Desde su inicio, llevó ricano realizado en Colombia (Bogotá)
adelante muchas actividades relaciona- en 1981.
das con asesoramiento en temas vincula-
das a familia, trabajo, jubilaciones, etc.
A su vez, recibía denuncias por el in-
cumplimiento de leyes y reglamentacio-
nes, que atentaban en diversos planos a
los derechos de las mujeres.

304
No nos asombra que sólo estos movimientos aparecieran otras organizaciones de mujeres. Una de ellas, respecto a la anticon-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


durante los peores años de la represión. Las mujeres socialistas cons- cepción, en cuanto discrepa con la idea de impulsar la venta libre
tituían un agrupamiento no demasiado numeroso y de poca o casi de anticonceptivos. La otra, respecto a la cuestión de la prostitu-
ninguna repercusión periodística, sin embargo no dejaron de hacer ción: no comparte el hostigamiento de las casas de masajes y pros-
referencia al tema de los derechos humanos y a la liberación nacio- tíbulos, aunque no signifique que apoyan la institucionalización de
nal. En mucha soledad pero con mucha entereza, reivindicaban, en la prostitución de la mujer.
pleno período represivo, los derechos de la mujer trabajadora.
MUJER, POBREZA Y PROTESTA
Si bien la explosión del asociacionismo feminista se produ- En el año 1982, surgió en el conurbano bonaerense una
ciría con el advenimiento democrático, hacia el final del período forma de protesta popular y espontánea, inédita en el país en ese
dictatorial cuando se había iniciado el deshielo del régimen, acele- período, debido al aumento de precios y a los bajos salarios. Fue ca-
rado por la pérdida de la guerra de las Malvinas, el movimiento si simultánea a otro movimiento producido por el incremento de
feminista había retomado su rumbo de crecimiento y propagación. los impuestos municipales, cuyo eje principal estuvo en las sociedades
de fomento, sobre el que nos referimos en otra parte.
El grupo de estudio Asociación de Trabajo y Estudio de la mu-
jer «25 de Noviembre» (ATEM), que se había conformado en dicho pe- El movimiento comenzó por una organización de Amas de
ríodo, continuó su trabajo, como organización no gubernamental y hoy Casa del partido de San Martín, que llamaban a un «paro de compras
constituye una referente importante del asociacionismo femenino. Una caídas» por 24 horas. Se pretendía despertar la conciencia popular pa-
publicación denominada Brujas expresa las ideas y conceptos sobre ra que se diseñara algún mecanismo de control de precios. Fue exten-
mujer, feminismo y otras cuestiones importantes de la asociación. diéndose por otros barrios del Gran Buenos Aires y aun en algunas
provincias. En muchos lugares, se proponía no comprar un gramo de
Sus objetivos más importantes son la difusión de ideas fe- pan durante una semana o no adquirir carne durante 15 días.
ministas, y la conformación de un espacio social y físico, donde las
mujeres encuentren un lugar de reflexión o de apoyo en casos de En el mes de septiembre, se había transformado en una red de
violencia, malos tratos, discriminación y otros problemas. Preten- carácter nacional; apoyó un cierre de carnicerías por 48 horas y declaró
de hacer cumplir las resoluciones de la Convención de las Nacio- que adhería a un paro nacional de la CGT-Brasil; también concurrirían
nes Unidas sobre la eliminación de toda forma de discriminación a la movilización en la Plaza de Mayo. Esta organización mantuvo
contra la mujer. Para ello, organizan varias actividades tales como vigencia por algunos años más, incluso en el período democrático.
talleres, grupos de estudio, discusión y reflexión sobre los temas
relacionados con la mujer, además de la difusión de su boletín. Ha sido remarcado el carácter «apolítico» de todas estas
protestas, en las que se llamaba a la organización y a la participación.
ATEM ha mantenido algunas diferencias importantes con Como puede inferirse, se pueden señalar dos momentos en el 305
comportamiento de las asociaciones femeninas durante el período. LA GUERRA DE MALVINAS
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

La primera de extrema quietud, salvo en las dos organizaciones se- Y LAS SOCIEDADES DE EX COMBATIENTES
ñaladas, una de las cuales estaba asociada al movimiento socialista, La movilización popular del 30 de marzo de 1982 en la Pla-
de escasa repercusión y de cierto contenido ideológico. La otra, za de Mayo debió servir de acelerador para que el General Galtieri de-
aparentemente más heterogénea y con escasos parámetros ideológi- cidiera el desembarco en las Islas Malvinas. Constituía un as de
cos. En definitiva, lo que se evidencia es que todo el movimiento triunfo que podría servir para la continuidad del Proceso, muy ja-
proveniente del período anterior se había frenado. queado en esos últimos tiempos. Tres días más tarde se producía el
desplazamiento militar y naval y la ocupación de las islas, después
La segunda instancia nos encuentra en pleno proceso de de la rendición rápida del débil contingente de tropas allí destacadas.
descomposición del régimen y con una propuesta variada. Salvo el ca- La guerra duró, aproximadamente, dos meses y medio.
so de la protesta de las Amas de Casa, las otras dos asociaciones es cla-
ro que emergieron a la luz de las más elásticas condiciones políticas, El golpe de efecto había logrado sus objetivos: algarabía y
pero mostraron que, seguramente, pequeños grupos de mujeres ha- apoyo multitudinario de la sociedad argentina. Donaciones de co-
bían desarrollado sus actividades con mucha reserva y habían logrado merciantes, industriales, personalidades del mundo del arte y la
mantener conexiones con foros internacionales, lo que les habría fa- cultura y de individuos de condición humilde copaban las imágenes
cilitado la concreción de los proyectos, una vez salidas a la superficie. de los diarios y todos los medios. La televisión transmitía progra-
mas «ómnibus», que mostraban los sacrificios y el desprendimiento
de las personas en pos de esta cruzada nacional.

La cronología de los acontecimientos mostró paso a paso


la debilidad en la concepción y ejecución de la operación llamada,
desde el inicio, a un final infeliz. Los militares optaron por una po-
lítica de desinformación y engaño acerca de los acontecimientos
bélicos. Era necesario leer diarios extranjeros o escuchar programas
de radio de otros países para saber la verdad. La rendición llegó el
14 de junio. Los testimonios de los soldados que habían participa-
do manifestó que: las armas utilizadas no eran apropiadas; que las
disposiciones tácticas fueron incorrectas; que la ayuda en alimentos
y en abrigos nunca había llegado; que no hubo comportamientos
heroicos por parte de los profesionales militares.

306 Galtieri y los militares que lo acompañaban no quisieron


escuchar las advertencias de los Estados Unidos para deponer el colaboraciones monetarias en forma sistemática. Los más organizados

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


uso de la fuerza y que la Argentina se sentara a una mesa de nego- lograron publicar algunas gacetillas alusivas.
ciación con Gran Bretaña. La derrota era inevitable, habida cuen-
ta de los recursos bélicos y logísticos de la nación europea. Nunca El Estado, por medio de una ley del parlamento, final-
se supo el número de muertos, sólo se conoció la cifra de vidas hu- mente, otorgó pensiones a jóvenes veteranos sin trabajo o por
manas segadas por el hundimiento del crucero General Belgrano, discapacidades físicas o psíquicas y, en algunos casos, a sus fami-
que ascendió a 368 tripulantes. liares. En la medida en que algunas de las aspiraciones de los ex
combatientes fueron satisfechas, las asociaciones perdieron fuer-
Muertos, heridos, mutilados, traumas psicológicos, fue- za. La sociedad argentina, sin embargo, no pudo nunca metabo-
ron el saldo trágico de la guerra. No menos triste fue la respuesta lizar la guerra y el engaño con que se quiso tapar la irresponsable
de la sociedad argentina. La frustración producida por el engaño, aventura militar.
la manipulación y la derrota generaron estupor y rabia, pero sobre
todo indiferencia. Indiferencia también hacia los «chicos» que ha-
bían participado en una guerra que los hizo actores y, en los pri-
meros combates, «héroes». Ellos se transformaron en una víctima
más del Proceso lo que originó, como en otras circunstancias,
sociedades civiles. Asociación de ex combatientes de Malvinas

En este contexto, se vertió el germen de las primeras agru-


paciones de ex combatientes. Ellas aparecieron al principio tímida-
mente, pero florecieron en los lugares más recónditos del país, por-
que los jóvenes soldados habían sido reclutados en toda la geogra-
fía nacional, en particular del interior. Sus principales preocupa-
ciones fueron de tipo sanitario y asistencial: lograr que los heridos
y mutilados pudieran recuperarse. Sin embargo, sería durante la
etapa del gobierno de Alfonsín en que se produciría una mayor
proliferación y se buscara el amparo y la asistencia del Estado, pa-
ra muchas situaciones individuales y familiares provocadas por el
evento bélico. En verdad, apenas podían sostenerse con los aportes
de los vecinos y donaciones. Algunas veces, uno que otro munici-
pio tendió una mano, pero fueron excepciones. Su situación fue
muy precaria inicialmente y algunos miembros se lanzaron a pedir 307
Plaza de Mayo, 1983. Asunción del gobierno democrático.
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
EL RENACER DEMOCRATICO
1983-1990

DEMOCRACIA E ILUSIONES FRUSTRADAS O largos años de dictadura militar, no obstante, no era liviana. Para
LA CONTINUACION NO DESEADA miles de desaparecidos, torturados, prisioneros, exiliados externos
DE LA DESTRUCCION DEL ESTADO e internos se esperaba la hora de la justicia. Una deuda externa que
se había multiplicado, una inflación indomable, pérdida del poder
El 10 de diciembre de 1983, el Dr. Raúl Alfonsín asumió adquisitivo de los salarios privados y públicos, descontento obrero
la presidencia de la Nación después de haber ganado las elecciones y sindical, y una amenaza latente: el poder militar estaba intacto,
de octubre en forma sorpresiva. Desde 1928, en que había triunfa- era inservible para ganar una guerra externa, pero mantenía su
do Yrigoyen por segunda vez, llegaba al poder un político radical sin capacidad de disuasión. Estos y otros problemas esperaban una
que otro partido popular estuviese proscripto. Muchos analistas po- solución de la nueva era democrática.
líticos descartaban que el peronismo ganaría nuevamente las eleccio-
nes por su extensa popularidad en todo el país. Alfonsín se había im- Alfonsín y sus seguidores estaban convencidos que los
puesto gracias a la fuerte renovación y actualización del partido y a problemas de la Argentina se resolvían con fuertes dosis de más
una campaña inteligente en la que denunció la existencia de un pac- democracia. «Con la democracia se come, se sana y se educa» fue
to «militar-sindical». Algunos líderes peronistas de origen gremial y el slogan preferido frente a las dificultades y los conflictos socia-
político, que se habían entronizado en la cúpula del partido, estaban les. El primer equipo económico, dirigido por Bernardo Grinspun
desgastados y su imagen frente a la sociedad era poco atrayente. Su tuvo que negociar con el Fondo Monetario Internacional un pro-
triunfo, al ser contundente, le permitió tener una cómoda mayoría grama de ajuste que garantizara el pago de los servicios de la deuda,
en la Cámara de Diputados, no así en el Senado controlado por la contrajera el gasto público y disminuyera la inflación. El proyecto
oposición. Muchas provincias también encumbraron gobernadores de una moratoria unilateral, frente a las presiones externas, se guar-
de origen justicialista o de partidos provinciales. dó en el congelador. El programa fracasó y provocó una inflación
que alcanzó el 700%, instaurando un sistema de hiperinflación
Se renovó la Suprema Corte de Justicia, se nombraron aparentemente inmune a estas políticas.
jueces por concurso, se restauraron todas las libertades y todos los
derechos, se normalizaron las universidades y las instituciones edu- El sindicalismo, renovado por la acción de los militantes
cativas, y se inició un período que auguraba una estabilidad que el combativos incorporó a algunos viejos jefes y, bajo el liderazgo de
país no había logrado en muchos años. La herencia recibida de los Saúl Ubaldini, quien comenzaba a confrontar con el gobierno, 309
organizó una huelga general antes de que se cumpliera el primer La política diseñada de autodepuración no dio resultado.
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

aniversario de democracia. El gobierno intentó una reforma de Los jueces militares se negaron a culpar a sus pares, y las actuacio-
las organizaciones gremiales que les concediera más libertad a los nes comenzaron a agolparse en la justicia ordinaria. La decisión del
afiliados y menos burocracia, pero el Senado la rechazó. gobierno de juzgar a las tres juntas militares se transformó en un
hecho clamoroso e inédito. El juicio fue público, se transmitió por
Las demandas de verdad y justicia por parte de las orga- televisión, radio y todos los medios escritos no ahorraron espacio
nizaciones de derechos humanos para conocer el destino de los para informar de las acusaciones y los testimonios de cientos de
desaparecidos y el castigo a los responsables se mantuvieron fir- testigos sobrevivientes, actores del horror en los campos de con-
mes. Alfonsín mismo había sido un defensor de esos derechos y centración. La sociedad fue testigo de hechos dramáticos que ha-
había participado en la Asamblea Permanente. Pretendía que a bía negado durante el proceso. Había dado la espalda a los rumores
través de una serie de normas, introducidas en una reforma del circulantes entonces, bajo la poco sutil respuesta «por algo será».
Código de Justicia Militar, fueran las mismas Fuerzas Armadas Ahora el estupor y la condena se alzaron unánimemente.
quienes produjeran la propia autodepuración. Ella debía juzgar a
los máximos responsables, en el supuesto de que no había sido lo El fallo de la Cámara que juzgó a los comandantes fue con-
mismo el que dio las órdenes de torturar y matar, que quienes las denatorio para los principales responsables, particularmente el general
ejecutaron. El nerviosismo, malestar y conciliábulos de todos los Videla, el almirante Massera y el brigadier general Agosti, integrantes
militares de las tres armas fue un hecho cotidiano. de la primera Junta, bajo cuya responsabilidad se cometieron la mayo-
ría de los crímenes, y a otros integrantes de las juntas restantes. Fue un
El gobierno constituyó la Comisión Nacional sobre De- fallo ejemplar que mostró fehacientemente la brutalidad a la que fueron
saparición de Personas (CONADEP) y la integró con personali- sometidas las personas en una supuesta guerra inexistente.
dades muy respetadas de distintos ámbitos religiosos, culturales y
políticos. Algunos formaban parte de las asociaciones defensoras Desaciertos en cómo deslindar, en la resolución judicial,
de los derechos humanos. Su cometido era investigar el papel de las responsabilidades de la represión entre quiénes cumplieron las ór-
las Fuerzas Armadas durante el período represivo y dar a conoci- denes represoras y quiénes cometieron excesos, crearon más confu-
miento el destino de miles de desaparecidos que figuraban en lis- sión. Las citaciones a los militares jóvenes continuaba creando un
tas elaboradas por esas organizaciones. Las distintas Armas ha- clima de rebeldía en las Fuerzas Armadas. La ley de Punto Final, ins-
bían afirmado en varias oportunidades que no conservaban ar- trumento que debía servir para determinar las responsabilidades de
chivos de los miles de prisioneros. Se presumía que, antes de en- los principales autores y ejecutores de los planes represivos tuvo un
tregar el gobierno a las autoridades democráticamente elegidas, desenlace no deseado. Ante la posibilidad de que las causas caducaran,
los habían destruido. Pretendían ampararse en la ley de autoam- los jueces llevaron a cabo citaciones masivas de oficiales. Se produjo
nistía que ellos habían decretado, pero que el nuevo gobierno había una rebelión militar en la Semana Santa de 1987, en abierto desafío al
310 dejado sin efecto. sistema democrático, liderada por el teniente coronel Aldo Rico.
Una movilización popular en la Plaza de Mayo, masiva, multiparti- Una sensación de inquietud invadió a la sociedad: parecía

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


daria y con apoyo gremial, empresarial y de la mayoría de las insti- imposible doblegar a la corporación militar a pesar de todos sus fra-
tuciones nacionales, tensó la cuerda al máximo. El gobierno quiso casos. El gobierno de Alfonsín llevó la peor parte, prevaleció una ima-
evitar una confrontación y las negociaciones dieron lugar a otra ley, gen de debilidad frente a los militares rebeldes, algunos de ellos «hé-
la de la Obediencia Debida, que descargaba de responsabilidades a roes de Malvinas». La cadena de mandos se había roto y los generales
la mayoría de los militares de menores gradaciones. «leales» a la democracia que se habían negado a reprimir la insubor-
dinación; se encontraron con que su propio poder se había licuado.
Las sanciones producidas a los responsables de las rebeliones tuvieron
como respuesta más insubordinaciones y levantamientos, como los
de Monte Caseros y Villa Martelli. La reparación por la justicia de
los daños producidos por el gobierno militar tuvo un alto costo:
erosionaron la institución castrense y también al gobierno alfonsinista.

Por otra parte, las organizaciones de derechos humanos su-


frieron un enorme desencanto. Sus anhelos de verdad y justicia que-
daron truncos, incumplidos y se transformaron en una razón para
volver a levantar sus consignas. La democracia ya había producido
una quiebra en la conducta de algunas de ellas, tanto por la meto-
dología de acción política como por la concepción ideológica que
los guiaba. Si el gobierno de la democracia no daba las soluciones
que exigían, Alfonsín y Videla estarían en la misma vereda.

El tema de los desaparecidos y el frente militar no fueron


los únicos graves problemas que aquejaron el gobierno de la novel
democracia. La política económica no había podido recrear las ba-
ses de una economía racional y la inflación constituía un castigo
para los asalariados y los empresarios, en éstos, más por la afecta-
ción de la programación económica de sus empresas que por una
disminución de sus tasas de ganancias.

Pero, en lo más profundo, las huellas frescas de la política


económica instrumentada durante la dictadura daban una falsa 311
ilusión, las marcas eran prácticamente indelebles. Los cambios no provenía de los cuadros radicales y en consecuencia rompía con
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

habían modificado estructuralmente la economía; la industria la tradición partidaria. En poco tiempo, modificó su política de con-
tenía menos peso en el conjunto productivo, pero era mucho más certación y adoptó una de shock, el Plan Austral. Denominado así
concentrada al igual que otras ramas de la actividad. porque una nueva moneda, el austral, reemplazaba el desvalorizado
peso, acompañado de medidas desindexatorias como el desagio apli-
Las transformaciones en la estructura social no fueron a la cado a los plazos fijos y contratos que preveían la inflación futura, el
saga de las variaciones en la estructura productiva. Se había reduci- congelamiento de precios y salarios, la disminución del gasto públi-
do el número de asalariados en el sector industrial y había aumenta- co y una política monetaria que mantuviera las tasas de interés en ni-
do el número de cuenta propia y de empleados en el sector servicios. veles acordes con las expectativas. Al inicio, el plan trajo alivio, la in-
Las clases sociales de ese mundo del salario y del trabajo industrial se flación parecía bajo control, hubo aumento de las inversiones y una
transformaron en un conglomerado heterogéneo y multifacético. relativa expansión del sector industrial.
Mientras, el sector empresario, gracias a la creciente concentración
económica, se había transformado en un grupo homogéneo. La eco- Sin embargo, una serie de factores de índole económica y
nomía en blanco dejaba un enorme lugar para las transaciones en ne- política, entre las cuales, la presión constante del pago del servicio de
gro. Las clases medias, si bien tenían mayor peso en el tejido social, la deuda, un Estado indomable en su estructura de gastos, una caí-
también habían sufrido un retroceso en los indicadores educativos y da coyuntural de los precios agropecuarios, el aumento de los pre-
una disminución de los ingresos. En palabras de Nun, la estructura cios internos de esos productos y una presión constante del sindica-
social argentina se había vuelto crecientemente amorfa. lismo que no ahorró paros generales de la CGT y que seguía recla-
mando reivindicaciones propias del Estado de bienestar anterior al
Así, el gobierno debía enfrentarse a una realidad económica, gobierno militar, minaron la solidez de un plan de características he-
social, política y gremial muy compleja. terodoxas. El gobierno había intentado pactar con un sector del sin-
dicalismo e incluirlo en una mesa de negociación. Como parte de
A Alfonsín, un terco luchador, le gustaban los golpes de ella incorporaba un Ministro de Trabajo de origen sindical y se com-
efecto. La concertación con los empresarios, los llamados «Capitanes prometía a apoyar una serie de proyectos que retrotraía la legislación
de la Industria», y los gremialistas para encontrar puntos de coinci- laboral a 1975. Una tregua era todo lo que conseguía a cambio. El
dencia entre las políticas productivas y las salariales, no alcanzó lími- papel del Ministro fue el de presionar desde adentro del gobierno pa-
tes de equilibrio. El gobierno navegaba entre desconfianzas mutuas ra que se otorgaran algunas concesiones de aumentos salariales, lo
con los empresarios y la política de confrontación permanente de los cual se tradujo en el aumento de las expectativas inflacionarias.
sindicatos. En el verano de 1985, mientras negociaba con los empre-
sarios y jefes sindicales, cuando estaban presentes en el país los dele- El gobierno radical no pudo recuperarse del fracaso del
gados del FMI auditando las cuentas nacionales, el gobierno nom- plan. Las elecciones parlamentarias de 1987 confirmaron su decli-
312 braba a un nuevo ministro de Economía, Juan V. Sourrouille, quien nación -perdió el quorum propio en la Cámara de Diputados,
además de varias gobernaciones- y el justicialismo confirmaba su as- muy pobre, para hablarles en un lenguaje sencillo a todos los pobres

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


censo. Este movimiento, que pudo recuperarse después de la crisis y desencantados. Se presentaba como un gobernador exitoso, que
provocada por la derrota de las elecciones de 1983, había logrado sabía hacer política a la vez que triunfaba en esos lugares mitológi-
depurarse gracias a la corriente de renovación, una versión del pe- cos del ascenso social que son el deporte y el mundo de la farándu-
ronismo actualizada a la era democrática, por la que lucharon vie- la. Unido a su desenfado, a su aspecto transgresor y a su lenguaje
jos y nuevos dirigentes. Políticos peronistas como Cafiero, Menem, coloquial, esa imagen contrastaba cada vez más con el tono intelec-
De la Sota, Duhalde, Ruckhauf y otros fueron ganando posiciones tual y la oratoria conceptual y muy atildada de Alfonsín. Este per-
y arrebatando a dirigentes tradicionales la dirección partidaria. Es- sonaje, que ganó la interna de su partido, sería el candidato de la
te sector habría de usufructuar el ambiente de protesta liderado por oposición en la renovación presidencial.
Saúl Ubaldini, quien no dejó de cejar un solo instante contra el
gobierno alfonsinista, con un discurso cada vez más radicalizado. El gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz, se perfilaba
como el sucesor de Alfonsín, aunque sin apoyo entusiasta en la ma-
El gobierno fue gradualmente orientándose en su política quinaria radical de los líderes jóvenes alfonsinistas. 1989 era clave
económica a lograr acuerdos con los grandes grupos concentrados porque se procedería a las elecciones generales para la renovación del
y comenzó a proyectar la privatización de empresas del Estado. Sin Ejecutivo y parcialmente de diputados y senadores. El año anterior
embargo, la debilidad sería un rasgo que lo habría de acompañar no había sido pródigo en resultados económicos positivos. Una
después de la derrota electoral de 1987. combinación de bajos precios internacionales con una cosecha poco
generosa había empeorado el panorama. En septiembre, se conoció
La elección interna del peronismo entre los candidatos un nuevo plan destinado a conjurar los presagios de comportamien-
Antonio Cafiero, gobernador de la provincia de Buenos Aires, y tos no deseados de algunas variables macroeconómicas. El Plan Pri-
Carlos Saúl Menem, gobernador de la provincia de La Rioja se di- mavera, así conocido, pretendía que el país transitara suavemente
rimió a favor de éste último. Menem, un caudillo de una de las pro- hasta las elecciones. La transición aparecía en el horizonte como un
vincias más pobres del país, había participado en la línea de renova- problema en que no se podía apelar a la tradición o a la experiencia
ción del peronismo triunfante después de la debacle del ‘83. Dicha pasada y era menester que la política fuera previsible a los ojos de to-
renovación introdujo la práctica de la democracia interna y acepta- dos. Los objetivos del plan pretendían una política concertada de
ba las instituciones de la república liberal, abandonando o preten- precios, un doble mercado cambiario y una retención aplicable a los
diendo abandonar las viejas prácticas del movimiento, basadas en la productos agropecuarios, salarios fijados según las convenciones
fuerzas corporativas, expresada en la clásica solidez de la CGT, co- colectivas de trabajo, y control del gasto y de la inflación.
lumna vertebral del peronismo. Menem, cultivó como ninguna
otra figura un estudiado aire pintoresco de caudillo tradicional, En el verano del ‘89, las reservas del Banco Central se licua-
buscando el mayor contacto con la gente en sus prácticas cotidia- ban frente a la demanda de la divisa extranjera, lo cual aceleró el
nas. Encarnaba la figura paternalista que descendía de una provincia retiro del mercado cambiario. Ello produjo una mayor demanda 313
sostenida del dólar, un aumento de las tasas de interés y una reduc- que en un país capitalista constituye un parámetro que organiza la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

ción de las actividades productivas. Marzo, abril y mayo se transfor- vida de los individuos y de la sociedad, había desaparecido. El pero-
man en meses de fuerte aumento de la espiral inflacionaria. El go- nismo vencedor continuaba echando fuego a la caldera haciendo re-
bierno sentía una fuerte desorientación y no acertaba con las medi- ferencias a cuál sería su política futura: tendremos un dólar «súper
das para enderezar la marcha. Angeloz presionó al Presidente para alto», tronaba la voz de uno de los más encumbrados economistas
cambiar al Ministro de Economía, cuya posterior renuncia agravó la del justicialismo.
situación. La oposición regaba con declaraciones incendiarias el fue-
go en el que se consumían los sueños alfonsinistas. El justicialismo La volatibilidad de la moneda provocó, en los sectores
hizo de ellas un arma letal: desde la promesa de una moratoria im- marginales y de extrema pobreza, una carencia generalizada. Para
positiva que hizo bajar la recaudación, hasta el economista Cavallo, extensos sectores de la población, la moneda devaluada no cubría
ex funcionario del Proceso y recién ingresado al justicialismo, solicitó las mínimas necesidades.
a los organismos de crédito internacionales que cortaran la asistencia
financiera a la Argentina, cosa que efectivamente hicieron. Una emergencia social gravísima se asomó en el horizonte
de la deshilvanada sociedad argentina. Se sucedieron actos de gran
Si Angeloz se había presentado como la alternativa racio- confusión en los cordones suburbanos de mayor pobreza. En varios
nal, con sus advertencias de una política futura más cercanas al puntos del país, se produjeron tumultos y asaltos a negocios de ali-
neoliberalismo, con la promesa de aplicar el «lápiz rojo» para su- mentos y a supermercados. Algunos de ellos, estimulados por diri-
primir el déficit de las empresas y de las instituciones del Estado, gentes barriales del partido triunfante. Alfonsín, en estas circuns-
Menem había abandonado toda pretensión renovadora del pero- tancias, pidió al presidente electo acelerar el traspaso de mando: el
nismo. Apelando a consignas populistas y nucleando a todos los vacío de poder amenazaba a las instituciones de la República.
viejos dirigentes superados por los acontecimientos, se presentaba
como un líder que provocaría «la revolución productiva» y el «sa- Menem, apenas arribado al poder, nombró asesor presi-
lariazo». Abandonaba así la nave de la renovación y volvía a la po- dencial a Alvaro Alsogaray, el máximo adalid local del conserva-
bre retórica de algunos sucesores de Perón. Su campaña, realizada dorismo liberal a ultranza, y entregó el manejo de la economía a
con un discurso ausente de contenidos específicos y pleno de los representantes directos del conglomerado de origen nacional
promesas resplandecientes, ganaba en adhesiones populares. más poderoso del país y repudiado en su época por Perón: las em-
presas Bunge y Born. En un cuadro de una crisis feroz, intuyó que
El triunfo del justicialismo profundizó la debilidad del go- existía el espacio político necesario para iniciar una acción audaz
bierno y disparó la inflación a niveles jamás antes conocidos. El de- e innovadora. Con la elección de propuestas neoliberales por un
lirio y el espanto asaltaron a los argentinos. Los precios de todos los camino opuesto a aquél que se identificaba con el que condujo al
productos se remarcaban varias veces por día, los sueldos para que desastre y con el que él mismo se había comprometido en base a
314 alcanzaran debían transformarse en dólares. La moneda nacional, sus propuestas populistas.
Rápidamente, el gobierno intensificó la apertura y la públicas constantes, de la racionalidad de sus medidas, en particu-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


desregulación de la economía; dio comienzo a uno de los proce- lar, las privatizaciones de las empresas estatales. La hora del neo-
sos de privatizaciones y concesiones más masivos, veloces y sub- conservadurismo y neopopulismo había llegado para quedarse por
sidiados del mundo; otorgó el indulto a los militares y a los jefes un largo tiempo.
guerrilleros que habían sido procesados o condenados por la jus-
ticia; y se dedicó con ahinco a concentrar en sus manos el mayor
poder posible. Para lograrlo, utilizó múltiples recursos, valido de ESTADO, SOCIEDAD Y ORGANIZACIONES CIVILES
la obediente mayoría parlamentaria con que contaba. Uno -que
Menem ya había empleado eficazmente como gobernador de La El régimen militar se había propuesto como meta la apli-
Rioja- consistió en la subordinación o el vaciamiento sin tapujos cación del criterio de subsidariedad del Estado frente al gasto so-
de los principales organismos de control del Poder Ejecutivo, cul- cial: (salud, educación, asistencia a menores, ancianos, jubilacio-
minando con la ampliación del número de jueces de la Corte Su- nes, etc., además de la política respecto a los asalariados y a los gre-
prema de Justicia de manera de tener asegurados -como sucedió- mios), que tuvo más éxito de lo que se cree. Es decir, fueron efica-
los fallos favorables que necesitase. ces en provocar transformaciones estructurales, de largo período,
que tuvieron continuidad durante el gobierno de Menem. Otra
Otro recurso fueron los decretos de necesidad y urgencia, cuestión que en la propuesta original del gobierno militar no se cum-
previstos en la Constitución para casos extremadamente graves, con plió, fue que el Estado continuó subsidiando a sectores económicos,
los cuales el gobierno fue sorteando cada vez que quiso la intervención no a los mismos que en períodos anteriores, pero seguramente, a los
del Congreso, transformándolo en un apéndice de éste último. grupos de capitales que se beneficiaron con sus políticas a cambio
de un fuerte apoyo al gobierno.
Un tercer recurso fue el diestro debilitamiento de instan-
cias corporativas, antes tan importantes para el peronismo, como El interrogante se plantea con referencia al gobierno radi-
los sindicatos o las Fuerzas Armadas. cal de Alfonsín. La pregunta es qué se formuló políticamente co-
mo marco conceptual y como objetivos de acción, el gobierno res-
El primer año y medio de gobierno fue bastante difícil: pecto al Estado. Desde una perspectiva político ideológica, algunos
los problemas económicos se seguían multiplicando; comenzaban intelectuales se manifestaron por la necesidad de fortalecer el Estado
a difundirse denuncias de corrupción contra importantes funcio- sobre bases modernas y eficientes. Un Estado fuerte, democrático,
narios del entorno presidencial. Además, el rápido ascenso de la legítimo, transparente, eficiente y riguroso administrador, con una
derecha liberal no dejaba de provocar resistencias entre los dirigen- justicia independiente, que tuviera capacidad de mediar entre el
tes peronistas que se veían desplazados. No obstante, Menem man- capital y el trabajo y entre el productor y el consumidor, constituía
tenía su popularidad frente a los votantes, ya que supo conven- una aspiración de muchos políticos radicales. Además, debía tener
cerlos a través de los medios de comunicación y en apariciones una administración eficiente. Para ello, fue creada la Secretaría de 315
la Función Pública con la idea de transformar en una política per- ministra en Gran Bretaña y Bush en Estados Unidos, países en los
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

manente, la modernización en base a un programa que se llevaría que se imponía con fuerza ideas contrarias al Estado benefactor.
a cabo en la administración del Estado. Sobre todo en el primero, en el cual hubo una ola de cierres de
minas de carbón, industrias y empresas estatales y privatizaciones.
Mientras se repensaba la función, o si se prefiere la refor- En el segundo, mientras el gobierno recortaba gastos sociales en
ma del Estado en los términos teóricos y conceptuales que la nueva educación y salud, reducía impuestos a los grupos más ricos y au-
democracia imponía, fue la realidad económica la que impuso de mentaba los gastos en defensa, un menú clásico de la política del
un modo brutal la agenda radical: los factores económicos no re- partido republicano norteamericano.
sueltos encorsetaron el gasto estatal; la imposibilidad de mantener
altos niveles de crecimiento agudizaron las condiciones económicas Hacia el final de su gobierno, Alfonsín a través de su Mi-
de sectores sociales con agudas carencias. Los altísimos niveles de nistro Terragno, contrariando las tradiciones y los presupuestos
inflación no permitieron una recuperación de los salarios y empeo- ideológicos del partido radical, había avanzado en el proyecto de
ró la situación el hecho de que la tasa de desocupación abierta casi privatizar o semi privatizar algunas empresas estatales, como el caso
se duplicó entre 1983 y 1989, pasando del 3,9% al 7,1%. El go- de Aerolíneas Argentinas. Sin embargo, el Senado de mayoría
bierno no era la única víctima de las frustraciones de la economía, justicialista se lo impidió.
sino el Estado mismo. En la medida en que éste no podía recupe-
rar su capacidad y autonomía indispensables, como por ejemplo pa- El malhumor antiestatista tenía una base real. A medida
ra cobrar impuestos y recuperar solvencia fiscal o para sanear las fi- que aumentaba la crisis del Estado, se detectaba diariamente el de-
nanzas de las empresas públicas, generaba crisis de credibilidad y de terioro de los servicios públicos, del sistema de seguridad y asis-
legitimidad. Empezó a detectarse en la sociedad, al menos en tencia social. El usuario se transformaba de este modo en un su-
algunos sectores, un claro malhumor respecto al Estado. jeto político, en el depositario de los mensajes de las usinas ideo-
lógicas y, en definitiva, en un actor activo en la formulación del
El embate ideológico no había cesado. Proveniente del proceso privatista.
arco del centro derecha y la derecha conservadora neoliberal, se
continuó machacando severamente acerca del papel negativo del Si en el Estado se podían detectar síntomas de un dete-
Estado mastodonte y del déficit de sus empresas en la economía rioro severo de sus capacidades reales para operar en distintos ám-
argentina y en el presupuesto público. El principal censor era el bitos institucionales, con la democracia el panorama social varió
partido neoliberal UCEDE (Unión Centro Democrático), que significativamente. La recuperación de las libertades públicas y
habría de transformarse en un aliado de Menem cuando, una vez privadas, y de las garantías constitucionales, anuladas durante la
electo, nombrara a algunos de sus encumbrados miembros en pues- dictadura, constituyeron los trofeos más valiosos que podía osten-
tos de gobierno. En esos tiempos soplaban fuerte los vientos de la tar la sociedad argentina. Justo es reconocer que el gobierno radi-
316 «revolución neoliberal», con Margaret Thatcher como primera cal no fue ajeno a ello. La tradición republicana y democrática ha
sido y lo fue hasta ese momento, bandera distintiva de ese partido. estado larval -es el caso de las sociedades de defensa del medio am-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


En consonancia con esas tradiciones, el alfonsinismo cumplió lar- biente-, ó retomaron un proceso más largo, como el caso del femi-
gamente con las expectativas de libertad y democracia de amplios nismo, que desembocó en un vasto movimiento con muchas aso-
sectores de la sociedad, lo cual permitió, seguramente, el gran ciaciones de variados objetivos y mecanismos organizativos. Nue-
desarrollo de las sociedades civiles. vas necesidades condujeron a la iniciativa de fundar asociaciones
que definieron objetivos claros y concisos. Por ejemplo, las organi-
Los partidos políticos recuperaron sus espacios de acción zaciones de homosexuales encontraron en ellas un canal para de-
y procedieron a su organización o reorganización, según las cir- fender en términos jurídicos, sociales y culturales, sus derechos de
cunstancias. Del mismo modo, la actividad gremial y sindical no igualdad frente a la ley y, por lo tanto, a no ser discriminados. Es-
tuvo obstáculos en proceder a retomar sus antiguos cauces y una tos movimientos reivindicativos, por el cual distintos actores
dirección renovada se encontró con la antigua dirigencia, confor- irrumpieron exigiendo el cumplimiento de las premisas constitu-
mando las nuevas reagrupaciones que caracterizaron el período. La cionales de igualdad frente a la ley, por un lado, y por otro, la apa-
libre circulación de las ideas, las publicaciones o espectáculos artís- rición de nuevas necesidades de diferentes actores -enfermos de SI-
ticos y culturales sin censura, la libertad académica y docente, no DA, drogadictos y muchos otros más- dieron lugar, a una vasta sa-
constituyeron sino algunos de los epifenómenos de ese sustrato de ga asociacionista. Constituyeron, «nuevos actores sociales», que se
libertades recuperadas. manifiestaron en términos de movimientos y asociaciones.

Es en este contexto y en un clima de absoluta libertad que En otros casos, las más variadas situaciones de grupos
se produjo el renacer y la explosión de las asociaciones o socieda- de vecinos, por ejemplo, encontraron en las sociedades de fo-
des civiles en el país. A la luz de los hechos históricos, ello no pa- mento un canal para formalizar objetivos de desarrollo y mejo-
rece casual, sino la continuidad de un proceso de recuperación de rar de la calidad de vida a través de su acción. No se trataba de
la sociedad, de su conciencia de identidad frente al Estado, de su que las necesidades no existieran: es condición la toma de con-
potencial y de su capacidad para actuar en el complejo entramado ciencia sobre las mismas y a su vez, es menester la conducta so-
de la comunidad. En este sentido, parece que la dictadura militar lidaria para compartir la acción mancomunada, en un espacio de
fue un hito que no logró alterar, sino sólo retrasar un proceso de libertad. Tal es el caso de muchas organizaciones no guberna-
construcción asociacionista que había comenzado en la época co- mentales de promoción y desarrollo, que comenzaron a actuar
lonial. El mismo había sido alimentado en cada período histórico frente al fracaso del Estado de bienestar para la resolución de
por las singularidades y por los hechos importantes que lo tiñeron. problemas de la vida cotidiana.
Es claro que esta explosión, en muchos casos, aparece a los ojos del
observador como resultado de una necesidad estrangulada duran- En síntesis, con el renacer de la democracia hubo en el fir-
te la dictadura, y también renovada y, en otros casos, como la mamento asociativo una coincidencia de factores que actuaron como
irrupción de nuevas necesidades. A veces, éstas quedaron en un disparadores en la conformación de dicha iniciativa. 317
Uno, el restablecimiento de los derechos, las libertades y Una tradición importante de los estudios asociativos resu-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

las garantías constitucionales, ya que muchos problemas y necesi- me las iniciativas de organización a nivel de la resolución de caren-
dades latentes habían sido ocultados o «barridos y escondidos ba- cias básicas de grupos numerosos de personas: alimentos, trabajo,
jo la alfombra» de la represión. El otro, constituido por la certeza salud y educación. La quiebra del modelo de sustitución de impor-
de que el Estado de bienestar no regresaría y que, en consecuencia, taciones y el retiro del Estado de proyecto y acciones importantes
la acción no se dirigía a que asumiera responsabilidades para las a nivel laboral y asistencial constituyeron fenómenos que crearon
que ostensiblemente estaba incapacitado y disminuido. Si bien al- situaciones de miseria extrema y marginalidad social. El aumento
gunas sociedades como algunas fundaciones escapan a esta lógica, de la desocupación y la precarización del trabajo generaron bolso-
un repaso de muchas de las asociaciones creadas durante los prime- nes de pobreza, al que el gobierno de Alfonsín destinó un plan lla-
ros seis ó siete años de democracia se podrían encuadrar perfecta- mado Plan Alimentario Nacional (PAN). El diagnóstico previo re-
mente. La existencia de un número importante de asociaciones conocía la crítica situación de deficiencia alimentaria aguda de la
provocaría, posteriormente, un modo distinto de percibir y de ac- población más vulnerable. El PAN estaba concebido como una
tuar por parte del Estado. Esto es, a partir de la existencia de cier- ayuda alimentaria para cubrir el 30% de las calorías necesarias de
tas asociaciones, podría canalizar de un modo diferente, eficiente y un grupo familiar. A cada familia se le entregaba periódicamente
eficaz, acciones que él mismo no estaría en condiciones de realizar. una caja con alimentos básicos no perecederos. Las familias eran
seleccionadas en función de solicitudes elevadas al Programa a través
de canales políticos o de los asistentes sociales.
APERTURA DEMOCRATICA Y ASOCIACIONISMO
El PAN fue pensado como un programa que no debía
LA AYUDA MUTUA FRENTE A tener una duración mayor de dos años, tiempo en que debían es-
LA EXTREMA POBREZA tar resueltos los problemas macroeconómicos que afectaban la
No constituye un objetivo de este trabajo el análisis concep- ocupación y la precarización laboral. Sin embargo, fue prorrogado
tual de las actividades de las asociaciones, es decir, de las tipologías hasta el final del período presidencial de Raúl Alfonsín.
posibles según los enunciados, el encuadre legal, la participación de
voluntariado o no, el tipo de gobierno elegido, el tipo de mecanismo Se montó sobre dos pilares fundamentales. La militancia
asociativo y el financiamiento con el que ellas operan. Pero es impor- juvenil del radicalismo y de apoyos externos provenientes de cier-
tante tener en cuenta la lógica de la irrupción de los distintos tipos de tos ateneos que habían tenido una relevancia importante durante
asociaciones en función, de su crecimiento, diseminación y determi- la campaña en que triunfó Alfonsín hasta su desmovilización a raíz,
nación, emergentes durante el período democrático. De modo simul- principalmente, del desencanto provocado por las leyes de Punto
táneo, sería importante una mirada más profunda a todo el territorio Final y Obediencia Debida, y los irresueltos problemas económi-
nacional que nos daría cuenta del grado de inserción asociativa a nivel cos. El otro estuvo constituido por la propia iniciativa popular para
318 regional en el país, pero que escapa a los objetivos de este trabajo. organizarse y resistir la refractaria inflación. El PAN no alcanzaba a
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
satisfacer todas las necesidades alimentarias de las familias, con lo
cual se debía completar con otros alimentos como carnes, verduras
y frutas. Ello a veces se podía lograr con la organización de las com-
pras comunitarias. Las familias se organizaban para comprar algu-
nos artículos de consumo popular en los mercados mayoristas. Ello
implicaba un mecanismo solidario por el cual se reunía el dinero
para solventar las compras y, una vez realizadas, la mercadería se dis-
tribuía según criterios previamente acordados. En un principio no
fueron ajenos a esta organización activos militantes políticos, pues
era necesario el aporte de algún transporte apropiado y un grupo de
voluntarios que se acercara a los mercados para decidir qué comprar.
Mecanismos clientelísticos partidarios estuvieron muchas veces en la
base de la ayuda social a los grupos de extrema pobreza.

Estas iniciativas forman parte de estrategias de sobrevivencia


de los pobres que se ajustan según las coyunturas económicas y políti-
cas. En general, en los barrios pobres y en las villas de emergencia exis-
ten diversos tipos de asociaciones, la mayoría de las cuales no tiene per-
sonería jurídica y responden a distintos grados de necesidades. Es más,
estas asociaciones suelen aparecer y desaparecer rápidamente. Una y otra
acción están íntimamente relacionadas con las carencias, es decir, si no
existe un mecanismo financiero que las sostenga fenecen muy rápida-
mente, por mucho que sean necesarias. El mecanismo del PAN que lue-
go fue sustituido por el Bono Solidario y éste por el PAIS (Programa Ali-
mentario y Solidario) durante el gobierno de Menem, proveyó de una
ayuda mínima que estimuló los distintos grados de organización asocia-
tiva. Lo mismo ocurrió con organizaciones religiosas como Cáritas, que
procuran ayuda alimentaria organizando comedores infantiles o barria-
les, pero que requieren el apoyo de una red de voluntarios, algunos de
los cuales provienen de la misma población beneficiada. El PAN con-
sintió también la creación de otras organizaciones civiles tales como,
comisiones de madres, juntas vecinales y huertas comunitarias. Comedor comunitario en asociación vecinal del Gran Buenos Aires 319
Estos programas se han encontrado con verdaderos obstácu- diaria que normalmente consistía en un guiso o puchero con carne,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

los para cumplir con sus objetivos. El desvío de la ayuda por motivos verduras y legumbres. En la mayoría de los casos era la única comi-
políticos ha sido uno de los tantos; otros impedimentos provinieron da del día, que se complementaba a la noche y el día domingo, en
de actos de corrupción mediante la apropiación indebida de la ayu- el hogar, con mate y galletas o pan.
da. De todas formas, es claro que cuando no existen canales disponi-
bles para resolver algunos problemas graves, las redes de ayuda propia Estas experiencias, que tienen como sujetos centrales a las
de los vecinos se vacían de contenido, cuanto menos pierden consis- mujeres, a la luz de un análisis pormenorizado, no resultan el refle-
tencia y dejan de cumplir los objetivos. En tanto no cuentan con un jo ni tienen la intención de transformarse en organizaciones femi-
mínimo sustrato corren el riesgo de la disolución. En muchos casos nistas, en tanto no reivindican la existencia de intereses u objetivos
ocuparían el espacio de la ayuda solidaria las asociaciones filantrópi- propios de la mujer. Muchos clubes de madres o mutualidades de
cas, pero éstas normalmente llegaron cuando los bolsones de pobreza solidaridad y apoyo a la mujer han estado constituidos por mujeres,
alcanzaban límites incompatibles con la sobrevivencia. pertenecientes a las clases bajas y en barrios muy pobres o villas de
emergencia, como los casos de Villa IAPI (Bernal Oeste), Villa
COMIDA, ESCUELA Y «CLUBES DE MADRES» UTA (Tres de Febrero), Villa Adelina (Vicente López) y un barrio
Paliativos utilizados durante el gobierno de Alfonsín tam- del Bajo Flores (Capital Federal), pero sus reivindicaciones iban
bién promovieron movimientos asociativos. Uno de ellos fue un más allá de cualquier consideración de índole feminista. Estas aso-
subsidio a las escuelas para poner en marcha comedores escolares en ciaciones, organizadas por mujeres en situación de precariedad, em-
áreas de población con carencias alimentarias en diversos puntos del pezaron a reunirse a partir de sus relaciones cotidianas y de redes so-
país, incluidas zonas rurales. Formaba parte de un programa por el lidarias, que se fueron estableciendo en la búsqueda de soluciones a
cual la ayuda se había descentralizado y se canalizaba a través de los la falta de alimentos, enfermedades, desocupación, escolaridad de
Consejos Escolares. Cada escuela recibía un subsidio diario por ni- los niños, etc. Sus acciones iban dirigidas a la resolución de los
ño inscripto. Ese dinero no era suficiente para que la escuela con- problemas concretos que se presentan en éstos u otros frentes.
tratara la provisión de alimentos a algún servicio. En consecuencia,
eran las cooperadoras o grupos de madres que a través de la auto
gestión daban de comer diariamente a los niños, de lunes a sábado.
Las madres organizaban la tarea para el aprovisionamiento diario; el
día sábado no estaba contemplado en el subsidio, pero con la com-
pra realizada se aseguraban, mediante la negociación de los precios
o con donaciones de los mismos comerciantes, las raciones para ese
día. Participaban en la organización del comedor mujeres cuyos ho-
gares estaban afectados por la falta de trabajo o por los bajos salarios.
320 Las madres y sus hijos no escolarizados tenían derecho a la ración
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
Resulta un hecho sintomático que el análisis de las asocia- ORGANIZACIONES DE AMPLIACION DE DERECHOS
ciones de ayuda mutua gestionadas por mujeres muestra que ellas
responden a un modelo más o menos tradicional, por el que aspi- LA IRRUPCION DE LA MUJER EN EL ESPACIO DE LO PUBLICO:
ran a cumplir lo mejor que pueden su desempeño como madres y ASOCIACIONES FEMINISTAS Y DE MUJERES
esposas. Sin embargo, parece una condición fundamental la exis- Entre lo que los sociólogos denominan «nuevos actores
tencia de liderazgos entre algunas de ellas, que manifiestaran capa- sociales», ocupa un lugar trascendente la irrupción de la mujer en
cidad organizativa, de gestión y de contención afectiva y humana el escenario público, reivindicando la igualdad de derechos y
para que la asociación fuera dinámica. oportunidades frente al varón. Los primeros años de vigencia de-
mocrática fueron pródigos en el surgimiento de asociaciones de
Uno de los aspectos centrales de estas asociaciones fue el fi- mujeres y feministas. Hemos visto cómo, durante la dictadura mi-
nanciamiento de las actividades. En muchos de los casos analizados du- litar, se había frenado el crecimiento del movimiento feminista,
rante el período la mayoría en sus inicios se autofinanciaba. Los fondos que había comenzado en los inicios del siglo XX. Fueron muy po-
se reunían con aportes no monetarios, es decir, en forma de trabajo de cas, tal como quedó manifestado, las sociedades de mujeres que
las mismas asociadas, organizando talleres de costura, cocinando, repa- emergieron en ese período, y más bien sobre el final, cuando el
rando muebles usados y organizando fiestas según las épocas del año. Proceso empezó a dar señales de fracaso.

En síntesis, durante el período democrático se ha registra- En las organizaciones de mujeres no existe una idea uni-
do el nacimiento de un número importante de sociedades solidarias forme y homogénea acerca del concepto de «feminismo». Compar-
o de ayuda mutua vinculadas a las situaciones de pobreza heredadas ten en general la problemática de la mujer en cuanto a la idea de
del período militar, pero también creadas durante el gobierno de Al- género oprimido históricamente, discriminado cultural, social y
fonsín. Esas asociaciones en algunos casos se gestaron alrededor del económicamente por el poder del hombre. Difieren en sus concep-
Programa Alimentario Nacional y dentro de un panorama en que tualizaciones, en sus propuestas metodológicas, político-ideológi-
cuadros políticos de la juventud radical también participaban. Ade- cas y en sus estructuras organizacionales. Es más, algunas no se
más, la resolución de los problemas alimentarios incluyó otras instan- consideran siquiera feministas. Un arco completo las ubica desde
cias institucionales como la escuela. Fueron las madres de los niños posiciones moderadas hasta radicalizadas.
escolarizados las que dispusieron el comedor a partir de sus propias
organizaciones, aunque el financiamiento provenía del Estado. Desde la perspectiva del número de participantes, estas
asociaciones durante el período no fueron numerosas, más bien la
En los barrios pobres o villas de emergencia también surgieron cantidad de integrantes fue restringido, organizadas con criterios
para enfrentar problemas semejantes los «Clubes de Madres» o similares. igualitarios, sin estratificaciones y bastante informales. Siempre se
Éstos, conformados asimismo por mujeres, se reunían para hacer frente a han destacado figuras de relieve con características de líderes, pero
los graves problemas generados por la desocupación y la falta de alimentos. en un contexto de cierta informalidad. 321
Salvo en los casos mencionados como los «Clubes de Ma-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A JORNADAS SOBRE LA MUJER
dres» o asociaciones solidarias ligadas a los problemas de pobreza,
LUGAR DE MUJER, DIMA, CEM, ALTERNATIVA FEMINISTA estas asociaciones estaban conformadas por mujeres de clase me-
dia o clase media alta, profesionales o con un alto nivel de instruc-
Lugar de Mujer se formó en 1983 como adquiriendo el carácter de asociación. ción. Algunas de estas instituciones ya venían trabajando desde
consecuencia de unas Jornadas sobre Mu- El Centro de Estudios de la Mujer antes, pero emergieron a la superficie en la transición democráti-
jer y Creación, con el concurso de feminis- (CEM) se remonta al año 1979, cuando
tas que estaban trabajando desde antes so- un pequeño grupo organizó en el Institu- ca. Se nutrieron también con el aporte de muchas socias, con ex-
bre la problemática de la mujer. El núcleo to Goethe de Buenos Aires una jornada periencia o conocimiento de movimientos feministas, de vuelta
fundador estaba compuesto por 22 socias sobre la «Ubicación de la mujer en la so- del exilio.
que dotaron la organización de un fondo ciedad actual», continuó reuniéndose has-
inicial. Tiene un consejo ejecutivo de 11 ta que adquirió rasgos asociativos. El fac-
miembros, y la tarea se organiza en fun- tor distintivo del CEM respecto a otras Otras instituciones civiles feministas tuvieron un carácter
ción de comisiones. Se financia con apor- instituciones de mujeres es que tiene un eminentemente pragmático, con el objeto de resolver, prevenir y
tes individuales de sus asociadas, y con los rasgo claramente académico.
Finalmente la asociación Alternativa Fe-
proteger casos violentos.
beneficios de una librería y bar con los
que cuentan. Sus objetivos son amplios, minista se originó en 1984, con la idea
tales como generar un espacio de reflexión, de organizar charlas o conferencias en los Tal es el caso del Tribunal de Violencia Contra la Mu-
diálogo y discusión sobre la situación de la barrios e ilustrar a los medios sobre la te-
jer constituido por un pequeño grupo con el objetivo de prestar
mujer en todas sus dimensiones y aspectos. mática de la mujer, sin connotaciones
Por su parte, los antecedentes de Derechos antimasculinas o lesbianas. Han sido ayuda a las mujeres que requirieran asistencia psicológica, legal
Iguales para la Mujer (DIMA) se remon- promotoras de la organización del Movi- y policial. Su expresión más importante se canalizaba a través de
tan al período militar, cuando un peque- miento Feminista, y de un acto realizado
un programa radial denominado «Ciudadanas», en radio Belgra-
ño grupo de mujeres se reunía en la per- en marzo de 1985 en el Teatro General
fumería Pozzi y, en 1981, comenzó una San Martín de la Capital Federal. Orga- no, donde se informaba de la existencia de esa red de protección
campaña por la modificación legal de la nizaron una publicación de aparición bautizada como el «Tribunal de Violencia contra la Mujer»,
patria potestad; fue con posterioridad en bimestral, denominada Alternativa Fe-
creado a semejanza del «Tribunal de Crímenes contra la Mujer»
que sus actividades se hicieron más siste- minista, cuyo primer número salió en
máticas y, en consecuencia, el grupo fue marzo de 1985. por Simone de Beauvoir en 1975. Se presentó y obtuvo la per-
sonería jurídica y, entre sus tareas, se propuso la creación de una
fundación para dar refugio y estadía a mujeres y sus hijos, vícti-
mas de malos tratos. Se identificaba con las orientaciones femi-
nistas más radicalizadas y genera muchos contactos en el exterior
con agrupaciones de esta rama, en particular de Estados Unidos,
Inglaterra, España y Francia. Su propuesta es la de eliminar el
carácter sexista de las leyes y hacer respetar las decisiones de la
mujer golpeada y violada, sin ser sometida a ninguna vejación
322 policial y judicial.
Reunión de Mujeres, otra organización feminista, también Fueron apareciendo programas u oficinas que, si bien no

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


se conformó a raíz de un programa de radio, esta vez en radio Con- han tenido una importancia política decisiva, comenzaron a en-
tinental, en el que, la locutora Silvia Puente comenzó a convocar carar algunos problemas como Mujer, Salud y Desarrollo, Salud
libremente a una reunión para discutir sobre problemas relaciona- Reproductiva. A pesar de que los mismos tuvieron alcances limi-
das con la mujer. Entre 1983 y 1984, el grupo inicial empezó a or- tados, al menos incluyeron problemáticas como la adolescente
ganizarse con una cantidad estable de treinta mujeres. La tarea más madre o embarazada, la sexualidad de la mujer, derechos de la
importante encarada fue la recolección de firmas para la modificación mujer que trabaja y otros, que afectan a una parte importante de
de la ley sobre la patria potestad. la población femenina.

Asimismo, la organización Libera fue conformada por La temática femenina alcanzó una entidad más impor-
un pequeño grupo, con una estructura de tipo horizontal, que tante cuando finalmente se creó el Programa Nacional de la Mu-
se autodefinió como grupo feminista radical de discusión y soli- jer y la Familia en la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia,
daridad. Los objetivos que se planteó fueron los de concientizar en el año 1987.
respecto a la problemática de la mujer y el significado histórico
y presente de la patria potestad. Se financian aun hoy, con el Otras temáticas de naturaleza muy compleja, como el
aporte de las socias. Mantienen contactos con otras instituciones aborto, fueron objeto de tensos debates que han dividido a la so-
como Lugar de Mujer y participan de seminarios o cursos del ciedad y que reagruparon a una parte sustantiva de las entidades
Centro de Estudios de la Mujer. feministas, en torno a la despenalización y al reconocimiento del
mismo como un acto inherente al espacio privado de la mujer.
En síntesis, estas asociaciones de carácter informal o for- Algunas organizaciones se movilizaron casi exclusivamente por
mal se han orientado a una variedad de actividades e iniciativas el derecho al aborto y a su despenalización, porque simbolizan
tendientes a obtener beneficios legales, económicos, sociales, polí- en la prohibición y condena las desigualdades entre los sexos y
ticos y culturales para la mujer. En realidad, estos beneficios no el poder masculino.
constituirían ventajas adicionales, sino la consecuencia del recono-
cimiento de igualdad de derechos frente a la ley. Han batallado in- Los problemas de género/mujer han despertado también
fatigablemente para que sea reconocida la problemática por parte el interés académico, en la medida en que fueron creados progra-
del Estado (a nivel nacional, provincial y municipal). Este recono- mas en distintos ámbitos privados y públicos que desplegaron y
cimiento ha sido gradual, en tanto fue menester separar problemas despliegan una importante actividad.
que eran tratados tradicionalmente, pero con un carácter muy par-
cial, como en el caso de los programas materno-infantiles. En otras
palabras, los organismos del Estado han tratado de un modo muy
conservador a la mujer, sólo en el rol de madre o esposa. 323
LOS DERECHOS DE LOS HOMOSEXUALES Y Entre 1980 y 1982, comenzó una etapa de nuevos peque-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

LA ESTRATEGIA ASOCIATIVA ños agupamientos y en diciembre de este último año se nombró


La dictadura militar había quebrado un proceso asocia- una coordinadora. El 10 de diciembre de 1983, día de la asunción
cionista de los homosexuales, que se había iniciado en 1967. En de Raúl Alfonsín, la coordinadora se hizo presente en la Plaza de
1972, fue creado el Frente de Liberación Homosexual reuniendo Mayo con un gran cartel.
pequeños grupos con un carácter federativo. El Frente logró, por
primera vez en América Latina, publicar un Boletín denominado En abril del año siguiente, se organizó una asamblea que
«Somos», del cual circularon ocho números. Hacia 1975, período congregó a unas ciento ochenta personas que decidieron crear
de actividad plena de la Triple A, el movimiento perdió fuerza y una organización con el nombre de Comunidad Homosexual Ar-
después del golpe se disolvió. Si bien durante el período de facto gentina, (CHA). La primer tarea propuesta fue luchar contra la
no hubo una persecución específica contra los homosexuales, si represión de los homosexuales. Al mes se decidió constituir CHA
los detectaban eran arrestados. como asociación civil y de ese modo legalizar la institución. La

324 Marcha de la comunidad homosexual


solicitud para la obtención de la personería jurídica le fue negada ASOCIACIONES DE SALUD:

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


por la Inspección General de Justicia y también por la Cámara EL CASO DEL SIDA
Nacional de Apelaciones, en clara actitud discriminatoria, hasta Una de las enfermedades que ha irrumpido en el país en
que por un decreto el presidente de la Nación se la otorgó, en el el período estudiado es el SIDA, que comenzó afectando a la po-
año 1992. blación de varones homosexuales y drogadependientes, y se ex-
tendió a otros sectores. Por sus características, y hasta que la en-
Los actos y actitudes discriminatorias fueron innume- fermedad se fue propagando a sectores distintos, como a mujeres
rables durante el período, y una parte sustancial de las activi- y niños, tanto el Estado como las Obras Sociales fueron, al ini-
dades de la CHA estuvieron dirigidas a contrarrestarlas. Para cio, renuentes a prestar apoyo a la población enferma. Es más, el
darle a esa tarea mayor énfasis, se creó la Secretaría de Dere- tratamiento requiere de medicinas que son muy caras y ello tam-
chos Humanos, que encaró una tarea importante en la asis- bién obstaculizó las respuestas del sistema hospitalario estatal y
tencia, la denuncia y la difusión de hechos discriminatorios de estas últimas.
contra los homosexuales.
Como ha ocurrido con otras enfermedades de alto ries-
La entidad también tomó contacto con organizaciones go en distintos momentos de la historia del país, tal el caso de
homosexuales de otros países, además de participar en reunio- la poliomelitis, que afectó a toda la población incluidos los
nes internacionales. Fue designada para participar como repre- sectores altos de la sociedad, el SIDA movilizó grupos de per-
sentante de otras comunidades semejantes de América Latina, sonas y recursos importantes dispuestos a encarar esta compleja
en la International Lesbian and Gay Association, en el año enfermedad.
1987. Durante ese período se financió con aportes de sus miem-
bros y con la recaudación de fondos en eventos organizados a Debieron vencer muchas dificultades y sobre todo pre-
tales fines. juicios e incomprensión, asociados en el imaginario colectivo a la
población homosexual. Recordemos que también se la denominó
En 1988, logró apoyo financiero de la Organización la «enfermedad rosa», asociaciándola con la población de varones
Panamericana de la Salud para la campaña STOP-SIDA. «gay». También, la irrupción de la enfermedad se produjó en un
período de exclusión social, en tanto las sucesivas crisis fiscales y
La CHA alcanzó a tener un local propio, y un Boletín la ineficiencia del sistema de salud pública hacían disminuir el
que después se convirtió en la revista: «Vamos a Andar». La gasto en el sector.
campaña de concientización sobre el SIDA, el Servicio Legal, la
revista y la Secretaría de Derechos Humanos, y el trámite de No es extraño, entonces, que las primeras iniciativas pa-
la personería jurídica fueron, hasta el año 1990, las tareas más ra encarar la enfermedad hayan provenido de la sociedad civil y,
relevantes realizadas por la asociación Comunidad. más precisamente, de algunas asociaciones no gubernamentales 325
que aparecieron en el período y comenzaron a tratar el problema enfermo desde el punto de vista médico y psicológico, y desarro-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

desde una muy amplia perspectiva. Esa tarea tenía como objeti- llan programas de contención y asesoramiento para los familia-
vo central poner en el escenario a la enfermedad como una cues- res. A su vez, derivan los casos de internación a los hospitales pú-
tión pública, desplazándola de la esfera de lo privado. Otro fin blicos que más tarde crearon servicios especiales, tales son los ca-
no menos importante consistió en despojarla de todo contenido sos de los hospitales Fernández y Muñiz para los adultos y los
discriminatorio y de segregación. hospitales para niños Garrahan, ex Casa Cuna y de Niños. Sus
acciones se vuelcan también a las tareas de información y preven-
Si es cierto que muchas de las asociaciones que se ocupan ción comunitaria. En ese sentido, las campañas para el uso de
del SIDA de modo específico han sido creadas en la década del ‘90, preservativos, en particular entre la población joven, ha tenido
no deja de ser emblemático que las primeras, y tal vez las más im- un rol central. Estas campañas inicialmente han sido tímidas. En
portantes, aparecieran en los años ‘80. Tomaron distintas formas la Argentina el papel de la Iglesia, como todos sabemos, ha sido
organizativas, en su mayor parte como fundaciones, con sede en la refractario respecto del uso de preservativos, visto su rechazo a la
Capital Federal. Tales son los casos de COINSIDA, fundada en el aceptación de relaciones sexuales fuera del matrimonio, y a su re-
año 1986, SIDA VISION ALTERNATIVA, en 1988, TIERRA, luctancia respecto del control de los nacimientos. Por ello, se vio
también en 1988, y HUESPED, en 1989. envuelta en polémicas cuando el Estado comenzó a encarar pro-
yectos de información y uso de anticonceptivos como formas de
Otras organizaciones no específicas también se ocupan del tema prevenir el SIDA.
del SIDA, tal como la CHA, FAT (Fondo de Ayuda Toxicológica),
COVIFAC (Centro de Orientación para la Vida Familiar y Comu- Si bien inicialmente las asociaciones que se han ocupa-
nitaria), creadas en la década del ‘60, y RED (Recursos, estudio y do del SIDA no han pretendido ocupar el lugar que le cabe al
desarrollo, 1988), FUNDESO (Fundación para los Detenidos So- Estado en cuanto a las actividades de atención y prevención de
ciales, 1991), MANTOVANO (1991) y GAYS POR LOS DERE- la enfermedad, han realizado notables aportes complementarios.
CHOS CIVILES (1991), considerándose que sus aportes fueron Algunas de las organizaciones como FAT, RED y COVIFAC
muy efectivos en todo lo concerniente a la enfermedad. prestan servicios directos o indirectos de promoción y capacita-
ción. Y uno de los fines importantes es el de vincularse a distin-
Casi todas las asociaciones específicas, considerando sus tos grupos de alto riesgo, con el objeto de contribuir al fortale-
objetivos y enunciados, buscan llegar a la población afectada y a cimiento de las organizaciones de base territorial, con la presta-
la población en general, a través de distintas actividades tales co- ción de servicios de carácter profesional. Ellos dirigen el esfuer-
mo: asistencia médica y psciológica, autoayuda y cooperación, zo a apuntalar el tejido social de base con la intención de que
investigación, promoción, prevención y desarrollo comunitario y distintos grupos puedan articular sus propios proyectos y sus ac-
reivindicación y acción. Todas las organizaciones mencionadas ciones, multiplicando así los esfuerzos para incidir en la política
326 realizan actividades en el plano asistencial, esto es, tratan al del Estado en todos sus niveles.
En estos programas asumen una organización parecida a MEDIO AMBIENTE:

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


ciertas asociaciones de autoayuda, como el Club del Chau Pucho y RESPUESTAS ORGANIZATIVAS DE LA SOCIEDAD CIVIL
Alcohólicos Anónimos, con lo cual podrían diferir respecto al encua- Los temas medioambientales tienen muchos antecedentes
dre institucional de las ONG típicas, aunque no por ello pierden su en la Argentina, sin que ellos hubieran sido tratados desde una
carácter asociativo. perspectiva sistémica. Basta señalar, desde el punto de vista sani-
tario, las vacunaciones masivas, la provisión de agua potable, el
El financiamiento es variable aunque todas estas organiza- tendido de cloacas, la medicina preventiva, la salud en el trabajo
ciones no han recibido sistemáticamente ayuda externa e interna. y otras más; han tenido una influencia directa en el medio am-
Han utilizado una cantidad heterogénea de fuentes de financiamien- biente. Desde hace muchos años, ha habido legislación y medi-
to, desde subsidios externos e internos para algunos programas de das sobre esos y otros temas. Sin embargo, la perspectiva sobre el
duración limitada, programas de investigación o acción, según los ambiente, modernamente, contiene una visión planetaria acerca
casos, al pago de aranceles, en otros. Campañas de recolección de di- de los problemas que afectan a los grandes ecosistemas. Entre
nero, desfiles de moda, festivales, conciertos, cenas, congresos, etc., ellos, la contaminación del aire debido a una combinación de
han servido y sirven aun para el financiamiento de las actividades. factores: la emisión de gases provocados por la combustión de
motores de aviones, automotores, equipos de aire acondiciona-
Estas organizaciones difieren tanto por el modo de integra- dos, fábricas, etc. y la tala indiscriminada del bosque en el que se
ción de su personal -aporte de voluntarios y planteles profesionales encuentra la reserva de oxígeno necesaria para mantener la vida.
voluntarios o no- como de la complejidad institucional. Ello les da La contaminación química y física de los ríos, mares y manantia-
bases diferentes en cuanto a su capacidad promotora de cubrir un sec- les de agua potable, por el efecto de los desechos industriales, usi-
tor importante de la población sana, tanto como de afrontar proble- nas eléctricas y atómicas, derrame de petróleo y combustibles or-
mas con la población enferma. El cobro de aranceles no significa que gánicos. La contaminación edáfica y la desertificación de los sue-
la población carenciada no pueda acceder a algunos de los beneficios los, efecto combinado de su uso inadecuado, junto a la utiliza-
de estas organizaciones que, no casualmente, se definen a sí mismas ción destructiva de ciertos herbicidas o insecticidas que la natu-
en base a objetivos humanitarios. Pero ello exige una aceitada organi- raleza no alcanza a metabolizar. Algunos ambientalistas incluyen
zación que pueda contener, al menos potencialmente, los distintos y los problemas de pobreza y marginalidad como de naturaleza an-
complejos problemas que se presentan, tratando de generar siempre trópica, que afectan la calidad de vida de amplios sectores de la
capacidades autogestionables de los distintos grupos humanos. población. Es más, algunos autores consideran que la calidad de
vida es una de las variables que definen el ambiente.
En general, han preferido tener el perfil legal de funda-
ción porque les permite una mayor flexibilidad en cuanto a los De hecho, la naturaleza ambiental de muchos problemas na-
modos operativos de las asociaciones de membresía, tanto desde el cionales fue incluido por Juan D. Perón en la agenda política, cuando
punto de vista financiero como de la población atendida. regresó a la Argentina del exilio en Madrid, influido seguramente por 327
el impacto del primer congreso mundial sobre el tema, realizado en medios gráficos y televisivos dieron cada vez más cabida a la proble-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Suecia en el año 1970. mática. Es en este contexto en que aparecen muchas sociedades civi-
les nucleadas en una variedad muy grande de problemas, algunos de
Con la vuelta del peronismo al poder en 1973, esa inicia- ellos considerados graves por determinados grupos de la población.
tiva fue retomada y se incluyó en la reorganización del gobierno
una dependencia nacional con el rango de subsecretaría de Estado. Por ejemplo, un conjunto de vecinos de la localidad de
Esta no sólo se mantendría durante la dictadura militar, sino que Carapachay, partido de Vicente López, mantuvo un largo conflicto
también se creó un organismo descentralizado, llamado Fondo con la fábrica química Atanor, porque consideraba que el aumento
Nacional de Ordenamiento Ambiental, que tuvo como cometido de ciertas enfermedades pulmonares registradas en las inmediacio-
la realización de un diagnóstico a nivel territorial de todo el país. nes de las instalaciones estaba relacionada con sustancias venenosas
Asimismo, en ese programa se incluía un equipo especial que ten- manipuladas y que son contaminantes del aire. Ese grupo de veci-
dría a cargo los análisis y diagnósticos del área metropolitana. Las nos sólo estaba asociado alrededor de demandas a la empresa y al
vicisitudes políticas por las que ha atravesado el Estado y la buro- municipio para que sean erradicadas ciertas actividades que son
cracia han llevado a que muchos de los más encomiables proyectos consideradas responsables de la polución. El conflicto cobró instan-
quedaran en la nada, demostrando su propia incapacidad para pro- cias legales en cuanto fueron nombrados peritos de partes que tu-
yectarse políticamente en virtud de la variedad y la cantidad de in- vieron como cometido demostrar que efectivamente las efluxiones
formación de primera mano no utilizada. Parte de esos diagnósti- industriales eran contaminantes y que podían generar ciertas enfer-
cos fueron realizados para algunas regiones del país, pero un cam- medades. De todos modos, la Sociedad Vecinal de Carapachay se
bio de ministro durante la misma dictadura militar, encontró que constituyó como sociedad civil, con personería jurídica, financiada
muchos de los profesionales que habían trabajado en tales diagnós- por más de 300 vecinos y está conectada con otras sociedades que
ticos eran «sospechosos» y en consecuencia se los expulsó. padecen problemas semejantes. Hoy día, algunas de las actividades
que se estimaban muy contaminantes han sido erradicadas.
Si bien durante el gobierno de Alfonsín las cuestiones am-
bientales no tuvieron un lugar de preferencia entre los temas prio-
ritarios, empezaron a ser percibidas por la sociedad como proble-
mas a resolver. Desde hacía tiempo, operaban en el mundo organi-
zaciones no gubernamentales que hicieron del medio ambiente una
bandera de batalla; también, la política logró articularlo en partidos
políticos llamados verdes o ecologistas, cuyas acciones en determi-
nados momentos tuvieron una gran repercusión a escala mundial y
también en el país. Por otro lado, la educación ambiental había ga-
328 nado un lugar en la educación primaria y secundaria y algunos
ASOCIACIONES DE AUTOGESTION DE LA VIVIENDA Surgieron en algunos barrios iniciativas de crear socie-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


La Argentina ha sido tradicionalmente un país con un dades no gubernamentales de autogestión para la construcción
considerable déficit de vivienda para los sectores de más bajos re- de barrios en zonas en que se había resuelto el problema del do-
cursos. Si el gobierno militar fue particularmente parco en sus po- minio legal de los terrenos. Si bien este sistema constructivo tu-
líticas hacia los sectores populares, la administración de Alfonsín vo antecedentes en el año 1956, fue creciendo gradualmente en
no cambió demasiado el rumbo, envuelto en los déficits presu- el período democrático. Se considera que la Iglesia, a través del
puestarios, la deuda externa y los conflictos sociales y políticos de equipo de Pastoral de Villas de Emergencia y la acción de los sa-
los que hemos dado cuenta. cerdotes entre los vecinos, ha tenido un papel importante no só-
lo en el incentivo de los pobladores, sino también como pivote
Asimismo, la falla habitacional creciente se ha manifesta- para conectarlos con equipos técnicos y gestores financieros. Es-
do en el aumento de la población de las villas de emergencia y en tas asociaciones se han dado una estructura jurídica y legal co-
hoteles y pensiones de inquilinato. Otro fenómeno ha sido la ocu- mo cooperativas de autoconstrucción. Esto facilitaba el recono-
pación de casas deshabitadas o conventillos en un estado deplora- cimiento oficial, lo que le permitía, entre otras cuestiones im-
ble y semi derruidos. Las estimaciones acerca de las carencias habi- portantes, ser vehículo de canalizazión de fondos. Estaban orga-
tacionales de estos sectores sociales llegan a un treinta por ciento nizadas en base a un Consejo de Administración de pocos
de población que habitan viviendas que no cumplen mínimos miembros, una asamblea, compuesta por el resto de los socios y
requisitos de habitabilidad. las denominadas comunidades de apoyo, integradas por volun-
tarios y equipos profesionales, que por lo general, también eran
En las ciudades más importantes del país existen distintas so- voluntarios. Igualmente han participado entidades filantrópicas
ciedades como la Coordinadora de Inquilinos de Hoteles, Pensiones e que ayudaron a financiar las obras, nacionales y extranjeras. La
Inquilinatos (CIHIPI) y el Movimiento de Villas y Barrios Carencia- Iglesia Católica a través de Cáritas y del Arzobispado de Buenos
dos (MVyBC), de larga trayectoria en la ciudad de Buenos Aries, que Aires, colaboró en los tramos iniciales de las tareas. Se estimaba
han logrado sobrevivir a coyunturas particularmente desfavorables, co- que, en 1985, se habían construido en todo el país alrededor de
mo lo fuera la política del gobierno militar de erradicación de las villas 35.000 viviendas a través de 400 planes, utilizando el sistema de
de emergencia y de persecución del movimiento villero. El gobierno construcción auto asistida u organizada.
democrático no alcanzó a satisfacer tampoco las expectativas cuando,
en 1989, llamó a esas organizaciones a una mesa de concertación. Allí ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES
se demostró más bien que el municipio de la Capital Federal no esta- PARA EL DESARROLLO (ONGD)
ba preparado financieramente para llevar adelante un plan de cons- El crecimiento de estas asociaciones durante este período
trucción y que la ciudad no tenía un solo interlocutor sobre el tema, está estrechamente ligado a la debilidad e impotencia del Estado en
ya que tanto la Comisión Municipal de la Vivienda como la Secretaría la resolución de problemas ligados a las carencias de comunidades o
de Planeamiento superponían sus actividades. grupos importantes de personas. A diferencia de otras asociaciones 329
que se desarrollaron fundamentalmente en la Capital Federal o en
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A NACEN LAS REDES
el Gran Buenos Aires, una de sus características es que se han ex-
RED LATINOAMERICANA DE EDUCACION Y TRABAJO - RENACE Y OTRAS REDES tendido en el interior del país, en zonas rurales o urbanas de po-
breza o pobreza extrema, en particular, en el noroeste. Han asumi-
En 1989 se fundó la Red Latinoamerica- yoría de las asociaciones de las villas de do distintos aspectos formales, tales como, asociaciones, centros,
na de Educación y Trabajo, en el que emergencia y de los barrios carenciadas, cooperativas, fundaciones o institutos. Todas realizan una serie de
participan sesenta y dos ONG y centros alrededor de 110 o 112 organizaciones,
universitarios con el fin de intensificar la con un esquema de funcionamiento de actividades relacionadas con el desarrollo y la promoción social,
articulación entre la investigación y las carácter horizontal. Esta red se constitu- como su eje central. Tienen definidos sus objetivos, aunque la di-
políticas educativas y laborales, con las yó en un actor principal en la gestión de námica puede hacerles incorporar nuevas metas. Algunas de estas
prácticas que se dan en instituciones edu- planes sociales, en lo que se denominó
cativas y el mundo del trabajo. En el año Mesa de Concertación de Políticas So-
asociaciones han comenzado a funcionar con propósitos culturales
1986 fue creada la Red Nacional de Ac- ciales, transformándose en interlocutor o educativos y, en algún momento, incorporaron otras metas en
ción Ecologista (RENACE), que agrupa- del Estado para la planificación y ejecu- el plano económico, laboral o de producción (tal es el caso de
ba a más de sesenta organizaciones no ción de proyectos para los barrios caren-
gubernamentales, cuya temática princi- ciados y las villas de emergencia. Más
campesinos o pequeños productores rurales).
pal es el medio ambiente y cuyo objetivo tarde, en 1994, tomaría parte en el Plan
es el de operar como nexos informativos y Estratégico para la Ciudad, un ejemplo Las relaciones que se establecen entre las ONGD y las co-
operativos entre las diversas ONG. de participación ciudadana, pionera en
munidades beneficiarias difieren según las características de cada
Uno de los ejemplos paradigmáticos lo su género, promovida desde el gobierno,
constituye en la provincia de Córdoba, con otros actores como cámaras empresa- una de ellas, aunque es común que sean realizadas por fuera de las
la Unión de Organizaciones de Base por riales, colegios profesionales, sindicatos, instituciones formales y mecanismos sociales establecidos. Los gru-
los Derechos Sociales, que reúne a la ma- gremios e iglesias.
pos de base u organizaciones comunitarias están constituidas por
los sectores beneficiados. Las entidades aportan sus equipos de
promotores y técnicos en la tarea de motivar, capacitar y organizar
los distintos grupos de base.

Estas organizaciones se financian mediante subsidios a las


actividades que suelen ser no lucrativas (capacitación, educación,
educación sanitaria, promoción social, etc.), salvo en los casos de
poblaciones de muy escasos ingresos -por ejemplo poblaciones
aborígenes- para la atención de proyectos productivos. En algunos
casos también se financian mediante créditos (blandos) a largo pla-
zo y sin intereses o con intereses muy bajos. En función de ello, ca-
da una traza su estrategia para el cumplimiento de los objetivos sin
330 una desnaturalización de los mismos.
En síntesis, las ONGD han tenido un fuerte desarrollo LAS REDES DE LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


en el interior del país. En algunas provincias del nordeste, como Uno de los aspectos trascendentes de las organizaciones
Formosa, son importantes en cuanto abarcan comunidades aborí- no gubernamentales y sin fines de lucro es el mejoramiento de la
genes. En provincias del noroeste como Jujuy y Salta se han desa- cobertura de sus acciones, la eficacia en el logro de los objetivos
rrollado en áreas rurales y urbanas y, en muchos casos, por la ac- y la eficiencia en el uso de los recursos. Al mismo tiempo, se
ción de sacerdotes católicos. Algunas tienen una base campesina plantean como objetivos ganar confianza y credibilidad en el es-
muy fuerte. pacio del colectivo social. Las redes constituyen agrupamientos
institucionales que desarrollan un trabajo conjunto en función
Se considera que las ONGD constituyen una creación de de compartir objetivos comunes. Es decir, los miembros de cada
los años sesenta. Fue durante los ochenta, sin embargo, que organización comparte con participantes de otras organizaciones
irrumpieron de modo llamativo. Algunas experiencias marcaron metas y acciones comunes en defensa de sus asociados o de cau-
hitos en su desarrollo. sas que los trascienden, de carácter universal. Durante el perío-
do en estudio, se conformaron redes en áreas importantes de la
Uno de los casos fue la formación de la Confederación actividad asociativa.
de Asociaciones de Fomento Rural del Valle de Picún Leufú,
en la provincia de Neuquén, con el objetivo de coordinar ac- Con el fin de fortalecer la capacidad de acción y de pro-
ciones de promoción y enlaces de comunidades aborígenes. puestas de las asociaciones participantes, se creó en el año 1989
También, la Unión de Pequeños Productores Chaqueños y la la Red Argentina Contra la Violencia Doméstica y Sexual, con
Comisión Central de Campesinos de Los Juríes, en la provincia el propósito de favorecer el fortalecimiento y la autonomía de
de Santiago del Estero. decisión y acción de las mujeres.

A pesar de que muchas ONGD tienen su sede en la Ca- MERCADO DE LA FILANTROPIA: ¿LA HORA DE LAS EMPRESAS?
pital Federal, muchas de ellas cumplen funciones importantes La vieja idea de la filantropía como parte de los valores
en las demás provincias argentinas. Casos como el de PROHAS, cristianos y humanitarios ha iluminado buena parte de la historia
organización dedicada al tema del hábitat y de la vivienda en la occidental en el plano de la acción social hacia los grupos más ne-
provincia de Tucumán; la Obra Cristiana para el Desarrollo, en cesitados. Occidente, sin embargo, se encuentra en un proceso de
la provincia de Jujuy; en esta misma provincia, el Centro Andi- metamorfosis de la cuestión social por la cual, a partir de las ne-
no de Desarrollo, Investigación y Formación; no son sino algu- cesidades intrínsecas del desarrollo del capitalismo, ha pasado del
nos casos de las decenas de ONGD que todavía hoy desarrollan «contrato» al «estatuto», en el que prevalece la precariedad econó-
actividades entre pequeños productores y en la formación pro- mica y la inestabilidad social. Se ha producido un fenómeno de
fesional de muchos jóvenes, para que puedan insertarse en el «desafiliación» del individuo frente a un mercado laboral segmen-
mercado laboral. tado y a un Estado impotente para interferir las nuevas relaciones 331
laborales y sociales que son construidas desde afuera del propio Si bien estas fundaciones empresarias no constituyen
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A

Estado. El individuo pierde así su identidad dada por el trabajo una típica creación del período, se trata de analizar qué aspectos
(industrial), su pertenencia al gremio o al sindicato y por la rela- novedosos de las modalidades filantrópicas empresariales aportó
ción establecida entre los dos polos de la relación social: el patrón la democracia. Una primera aproximación nos indica que los
y la patronal, y el trabajador y el gremio. inicios de la fuerte transformación sufrida por la sociedad argen-
tina en la década del ‘90, en cuanto a la distribución regresiva
La beneficencia y la acción filantrópica han sido conside- del ingreso, tuvo a la dictadura militar de 1976 como un actor
radas desde su nacimiento conductas generosas del que dona o principal. El primer gobierno democrático, aun cuando trató de
transfiere algún tipo de patrimonio. En un contexto como el seña- modificar la tendencia, no lo logró. Es más, la hiperinflación tu-
lado, las expectativas hacia las corporaciones y las grandes empresas vo como resultado ganadores y perdedores. Entre éstos últimos
concentradas, que son las que ejercen el dominio económico en to- estaban precisamente los trabajadores y los individuos e institu-
das las latitudes, son las que devuelvan en obras una parte, aunque ciones de rentas fijas, o los pequeños y medianos productores y
sea mínima, de la acumulación lograda. Se estima que en nuestro empresarios. La concentración económica se fue dibujando más
país, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, ese proceso su- nítidamente, en beneficio de los ya favorecidos por la política
fre un fuerte retardo, amén del poco conocimiento sobre algunas de del proceso.
las actividades que realizan las empresas y la envergadura de ellas.
La mayoría de las corporaciones que realizan actividades filantrópi- De modo concomitante no es posible, y tal vez no lo sea
cas canalizan una parte sustancial de la ayuda a través de fundacio- en el futuro dado que muy recientemente se empezaron a realizar
nes que dependen de ellas. Se considera también que, si bien se ha- estudios sobre el tema, que se pueda establecer si hubo un aumen-
bla de mercado de beneficencia en tanto muchas de las acciones se to de aportes de las empresas a la acción filantrópica en este perío-
asemejan a otras operaciones económicas comunes, -tales como qué do. Sí, en cambio, ha aparecido un renovado interés por el papel
donar, cuánto, a quién y cómo-, esa semejanza es formal. Intervie- social de la empresa.
nen además muchos factores que tienen que ver con cuestiones re-
ligiosas y éticas, ventajas impositivas, imagen institucional de las Ello ha generado no sólo la multiplicación de fundacio-
empresas, estrategias de comunicación empresaria, disponibilidad nes que pudieran proyectar la acción social desde una perspecti-
de fondos en base a la tasa de ganancias y prestigio social. va profesional e independizarla de las actividades cotidianas pro-
pias de la acción institucional empresaria, sino también que tras-
Las fundaciones vuelcan fondos en base a demandas de cendiera la acción social que recaía sobre sus propios empleados.
distintos tipos de entidades de bien público privadas y organizacio- Esto es, traspasar el marco mismo de la empresa para proyectar-
nes no gubernamentales, como sociedades de socorros mutuos, se en la comunidad, como ha ocurrido con la mayor parte de las
hospitales, organizaciones de caridad religiosas, bibliotecas, centros fundaciones que realizan actividades de carácter filantrópico en
332 de investigación, museos, etc. otras latitudes.
Ciertos estudios han permitido seguir más de cerca algu- a la empresa. Vale recordar que una de las instituciones de este ti-

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


nos de los proyectos de las fundaciones empresarias. En el caso de po muy reconocidas, la Fundación Di Tella, se creó cuando prác-
la Fundación Juan Minetti, creada en 1987, se intentaba con esta ticamente se liquidaban algunas empresas pertenecientes al grupo
figura potenciar la actividad que la empresa realizaba en la comu- SIAM-Di Tella, en la década del ‘60. Uno de los objetivos impor-
nidad, a través del manejo de donaciones. La empresa, con sede en tantes de la Fundación fue la creación del Instituto Di Tella, como
Córdoba, había sido creada 64 años antes; su campo operativo es se ha visto en el capítulo anterior, muy activo en el apoyo a ciertas
el cemento. Si bien la Fundación fue proyectada para actuar en to- vanguardias artísticas y a la investigación económica y social,
do el territorio nacional, ha priorizado su acción en las provincias durante dicha década y comienzos de la siguiente. Hoy día las ac-
donde cuenta con establecimientos industriales: Córdoba, Mendo- tividades del Instituto -y de la Fundación-, continúan, no así las
za y Jujuy. Las misiones y funciones reflejadas en los estatutos son empresas cuyos fondos fueron importantes para su existencia.
las de promover, realizar, estimular, dirigir, colaborar, participar en
toda clase de iniciativas, obras y actividades de carácter filantrópi- En suma, desde la perspectiva asociativa el período ha
co. Por ello, se canalizan fondos para apoyar obras de terceros en sido importante en cuanto a la aparición de iniciativas empresa-
distintas áreas (salud, asistencia social, educación, cultura, depor- riales en diversos campos, en particular el filantrópico, renovando
tes, etc.) y también en el caso de demandas de organismos no de alguna manera ese espacio, hasta entonces poco explorado, y
gubernamentales y oficiales (escuelas, hospitales, centros para la del cual dependen muchas actividades de carácter científico, cul-
tercera edad, etc.). tural, social, etc. e impulsando la exploración de los diversas
áreas de acción mediante la figura de la fundación. En efecto, en
Después del análisis de los primeros resultados de la gestión la década siguiente, es decir en los ‘90, se pueden detectar nuevos
de la Fundación, fue reconsiderado el papel de la misma, introdu- impulsos institucionales por parte de importantes empresas
ciéndose modificaciones de carácter estatutario, definiendo un papel industriales y financieras, que han volcado recursos en una
más activo en las iniciativas institucionales. De este modo, se formu- variedad de actividades.
laron otros proyectos en forma de programas operativos que fueron
coordinados con asociaciones civiles y organismos gubernamentales,
poniendo el énfasis en la educación de población con escasa
enseñanza formal y bajos recursos económicos. En la misma línea ac-
tuaron, inclusive con otras instituciones públicas y privadas, en proyec-
tos de empleo y reconversión de mano de obra. Y una tercera línea,
apoyando la investigación aplicada en los medios universitarios.

No necesariamente todo el universo de las fundaciones se


asocia a las empresas y, en otros casos, la fundación ha sobrevivido 333
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A CONCLUSIONES como la solución de todos los problemas y decretar el fin del Esta-
do de Bienestar, constituido en una verdadera rémora, en una
El período que aquí hemos analizado se caracteriza por suerte de paquidermo viejo e impotente para enfrentar los nue-
dos cuestiones estrechamente vinculadas, aunque no guarden en vos desafíos económicos y tecnológicos. Se volvió así a la idea ini-
todos los casos relaciones de causalidad. Por un lado, la desapari- cial de achicar el Estado para agrandar el país, pero con nuevos
ción del Estado de bienestar como el suceso contundente y si se impulsos privatizadores, no sólo de las empresas estatales, sino de
quiere, brutal. Por el otro, la irrupción asociativa que, si bien tie- actividades muy caras a la existencia misma del Estado. En mu-
ne mucho que ver con lo anterior, no siempre ha constituido una chos casos, el asociacionismo surgió de la falta de «redes de segu-
respuesta a la ausencia del Estado. Si bien es cierto que aparece ridad» frente a la imposición de criterios de mercado que afron-
como paradójico el hecho de que tanto la dictadura como el pri- taran las consecuencias sociales más graves de los procesos econó-
mer gobierno democrático hayan contribuido a ello, el segundo micos. Los seguros de desempleo estuvieron casi ausentes y ello
se encontró con situaciones estructurales -como el pago de los in- agravó la situación social.
tereses de la deuda externa generada por el gobierno militar- que
no pudo o no supo resolver, y que generó el desfinanciamiento La sociedad, frente a un enorme espacio vacío, apeló a
de muchas actividades públicas. El déficit de las cuentas oficiales lo más racional en estas circunstancias: recuperar en su propio
y la inflación consecuente oficiaron, aun cuando el gobierno no tejido las iniciativas innovadoras que le permitieran resolver al-
lo haya querido, de verdugo del mismo Estado, cancelando mu- gunas de sus necesidades más acuciantes. Las fue encontrando
chas obligaciones adquiridas y retrocediendo en la participación en la capacidad de los grupos organizados que adquirieron for-
de las mismas. Ese desfinanciamiento del Estado habría de dejar mas diversas, contempladas en la legislación vigente. Cooperati-
amplias franjas sociales sin su paraguas protector: la salud, la edu- vas, fundaciones, sociedades vecinales, asociaciones de los más
cación, la seguridad social. A ello habría que agregar también el diversos fines, entre otras, constituyeron maneras operativas di-
achicamiento de las obras sociales y la merma en su financiación. ferentes, según los objetivos, los recursos, la capacidad de ges-
La sociedad enfrentada a sí misma ha apelado entonces a sus pro- tión y de vinculación, a los que han apelado las organizaciones
pias fuerzas y ha encontrado en el asociacionismo algunos meca- civiles para lograr sus fines.
nismos -en algunos casos muy eficientes como en la atención
de los enfermos de SIDA-, que mitigan y resuelven problemas Pero también, con la libertad ganada, la tendencia a la
demandados por la población. creación de asociaciones que vincularon a sus miembros a diver-
sos fines sociales y a la defensa de derechos individuales y colec-
El neoliberalismo, impuesto en el escenario económico tivos, a partir de nuevas necesidades y de crecientes demandas
mundial, encontró en esa impotencia por resolver los problemas legítimas, generaron mayor poder social y, por lo tanto, mayor
creados por las mismas políticas aplicadas inicialmente por Martínez solidez de esa libertad. En otras palabras, la libertad y la demo-
334 de Hoz, el mejor hueco por donde imponer la idea del mercado cracia se consolidaron en la medida en que estas asociaciones
tuvieron más espacio en la sociedad argentina. Muy expresivas empresas que comenzaron a explorar y planificar los mecanismos

CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990


del nuevo clima democrático, las manifestaciones asociativas de operativos a poner en práctica. Algunas fundaciones empresarias
ampliación de derechos. Ello constituye, sin duda, el reconoci- empezaron a darle un perfil nítido a ese modo de operar en la
miento por parte de la sociedad de problemas y conflictos no re- sociedad.
sueltos. El caso de las asociaciones feministas, en este sentido, es
paradigmático. Se puede recorrer un siglo entero de luchas de las El Estado durante la década siguiente fue demolido en
mujeres más lúcidas en pos obtener la igualdad real de derechos aras de entrar en la era de la globalización. Hecho que no habría
en el país. Y la misma dictadura militar no logró sofocar total- de ocurrir en ningún lugar del mundo. Ello no redundó en bene-
mente el camino ascendente de las reivindicaciones femeninas ficio de la sociedad misma y en el modo en que el asociacionismo
cuando algunas de ellas lograron fundar asociaciones en ese período. pudo operar en el país. Si es cierto que se ha establecido una nue-
Y la explosión de entidades feministas en el período democrático va relación entre el Estado y la sociedad, se verá hasta dónde la de-
ha dejado al descubierto cuán profundas son sus demandas. bilidad del primero habría de constituir un hecho positivo para la
sociedad en su conjunto.
De la misma manera, la posibilidad de que los homose-
xuales, muchas veces perseguidos, pudieran fundar sus organiza-
ciones, era impensable algunos años atrás. Las demandas de nue-
vas enfermedades como el SIDA, tal como lo fueron en el pasado
la tuberculosis o el cáncer, generaron importantes asociaciones
fundadas para hacer frente a las demandas sociales.

En otro orden de cosas, es importante señalar las nue-


vas relaciones que se fueron estableciendo entre el Estado y las
asociaciones. Es particularmente significativo señalar las que se
empezaron a fijar con las organizaciones no gubernamentales
para el desarrollo. Frente a una mucho menor capacidad econó-
mica y financiera del Estado, la formulación de demandas pre-
cisas por parte de las ONGD, permitió una canalización más
eficiente de los pocos recursos disponibles y un uso más racional
de los mismos.

Desde el punto de vista de la filantropía empresaria, la etapa


estudiada muestra ya algunos aprestos significativos de ciertas 335
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Bibliografía • Cuenya, B., Pastrana E., Yujnosvky O. De la Villa Miseria al Barrio Autoconstructivo.
Cuatro experiencias de producción del hábitat popular, Buenos Aires, CEUR, 1984.
• Abba, Artemio et al, Evaluación ambiental regional; una aproximación metodológica. En • De Riz, Liliana, El partido en el gobierno: la experiencia del radicalismo 1983-1989,
colaboración interdisciplinaria, Madrid, CIFCA, 1983. Buenos Aires, Cedes N° 64, 1991.
• Abós, Alvaro. Las organizaciones sindicales y el poder militar (1976-1983), • De Riz, Liliana, y Jorge Feldman, El partido en el gobierno: la experiencia del
Buenos Aires, CEDAL, 1984. radicalismo 1983-1989, Buenos Aires, CEDES, 1991.
• Acuña, Carlos H. (comp.), La nueva matriz política, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995. • Eroles, Carlos, Los derechos humanos. Compromiso ética del Trabajo Social.
• Acuña, Carlos H. et al. Juicio, Castigos y Memorias. Derechos Humanos y justicia en la Buenos Aires, Espacio Editorial, 1996.
política argentina, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995. • Feijó, María del Carmen, Las luchas de un barrio y la memoria colectiva, Buenos Aires,
• Archenti, Nélida, Situación de la mujer en la sociedad argentina: formas de CEDES, 1982.
organización en Capital Federal, Buenos Aires, Fundación Friederich Nauman, 1987. • Feijó, María del Carmen, Nuevo país, nueva pobreza, Buenos Aires, FCE, 2001.
• Auyero, Javier, Las políticas de los pobres. Las prácticas clientelistas del peronismo, • Frenkel, Roberto, El régimen de alta inflación y el nivel de actividad. Buenos Aires,
Buenos Aires, Cuadernos Argentinos Manantial, 2001. CEDES, N° 26, 1989.
• Azpiazu D., Khavisse M. y E.M. Basualdo, El nuevo poder económico. • AA. VV, Participación política de la mujer en el cono sur. Buenos Aires, Fundción
Buenos Aires,Hyspamérica, 1986. Friederich Nauman. 1987.
• Barberis, Daniel, Luis Frontera, y Eugenio Zaffaroni, Los derechos humanos en el • GADIS, El capital social. Hacia la construcción del índice de desarrollo de la sociedad
«otro país», Buenos Aires, Puntosur, 1987. civil de la Argentina, Buenos Aires, PNUD-BID, 1999.
• Bellardi, Marta y Aldo De Paula, Villas Miseria: origen, erradicación y respuestas • GADIS, Indice de desarrollo de la sociedad civil en la Argentina. Formosa, Jujuy,
populares. Buenos Aires, CEAL, 1986. Mendoza, Río Negro, Buenos Aires, PNUD-BID, 2000.
• Belluci, Mabel, El aborto en la Argentina: desafíos y logros. Avatares de la lucha de las • Gerchunoff, Pablo y Lucas, Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de
mujeres por la libre decisión de su propio cuerpo. Tesis de licenciatura, Buenos Aires, políticas económicas, Buenos Aires, Ariel, 1998.
Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2000. • Godio, Julio. Historia del movimiento obrero argentino, 1870-2000, Buenos Aires,
• Belmartino Susana y Carlos Bloch, «Políticas estatales y Seguridad Social en la Argentina», Corregidor, t2, 2000.
en Cuadernos Médico Sociales, N° 22, Rosario, Ed. 1982. • González Bombal, Inés, La visibilidad pública de las Asociaciones Civiles. Buenos Aires,
• Biagini, Graciela y Marita Sánchez, Actores sociales y Sida. Buenos Aires, CEDES, 1996.
Espacio Editorial, 1995. • Greco, Jorge y Gustavo Alvarez, Argentina: el Ejército que tenemos. Buenos Aires,
• Caraballo, Liliana, Noemí Charlier, y Liliana Garuli, La dictadura (1976-1983) Sudamericana, 1990.
Testimonios y Documentos, Buenos Aires, Eudeba, 1998. • Jelin, Elizabeth (comp.), Los nuevos movimientos sociales, Buenos Aires, CEDAL, 1989.
• Castel, Robert, La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. • Jozami, Eduardo et al, Crisis de la dictadura argentina, Política económica y cambio
Buenos Aires, Paidós, 1997. social (1976-1983), Buenos Aires, Siglo XXI, 1985.
• Ciollaro, Noemí. «La Educación en la mira», en Puentes Ed., año 1, N° 4, julio 2001. • King John, 0, El Di Tella y el desarrollo cultural argentino en la década de los 60,
• Codina, Gerardo. «Hacia un nuevo sistema de políticas públicas», en Situación de la Buenos Aires, Guaglianone, 1985.
infancia en la provincia de Buenos Aires, La Plata, Ed. 2000. • López, Ernesto, El último levantamiento militar, Buenos Aires, Legasa, 1990.
• Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, Nunca Más, Buenos Aires, • Llovet, Juan José, Servicios de salud y sectores populares. Los años del proceso.
Eudeba, 1984. Buenos Aires, Humanitas/CEDES, 1989.
• Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, Anexos del informe de la • Lumi, Susana, Laura Golbert, y EmilioTenti Fanfani, La mano izquierda del Estado.
Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, Buenos Aires, Eudeba, 1985. La asistencia social según los beneficiarios. Buenos Aires, Miño y Dávila Editores/Ciepp, 1992.
• Consejo Asesor de la Sociedad Civil y Representación del Banco Interamericano de • Luna, Elba (comp.). Fondos Privados, Fines Públicos. El empresariado y la iniciativa
Desarrollo en Argentina. Con/juntos. Sociedad Civil en Argentina, Buenos Aires, Edilab social en América Latina, Buenos Aires, Espacio Editorial, 1995.
Editora, 1998, segunda edición. • Marshall, Adriana, Políticas Sociales. El modelo neoliberal, Buenos Aires, Legasa, 1988.
• CHA (Comunidad de Homosexuales de la Argentina). Cronología del movimiento • Martínez Nogueira, Roberto. «El Tercer Sector ¿Porqué y para qué?», en ENOIKOS,
336 gay, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales. Buenos Aires, Mimeo, 2000. Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas UBA, Año III, N° 9, diciembre de 1995.
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
• Martínez Nogueira, Roberto, «Los de participación», en Encrucijadas UBA, Buenos • Thompson, Andrés A. y colaboradores, Políticas públicas y sociedad civil en la
Aires, Universidad de Buenos Aires, Año 1, N° 6, 2001. Argentina, Buenos Aires, PNUD-BID, 1999.
• Mignone, Emilio, Derechos humanos y sociedad. El caso argentino, Buenos Aires, • Thompson, Andrés A. El desarrollo social y la cooperación intenacional. El papel de las
Ediciones del Pensamiento Nacional y CELS, 1991. organizaciones no gubernamentales en la Argentina, CEDES-PREAL, Buenos Aires, 1988.
• Mignone, Emilio, Iglesia y dictadura, Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento • Torrado, Susana. Estructura social de la Argentina: 1945-1983, Buenos Aires,
Nacional, 1986. Ediciones de la Flor, 1992.
• Minujin, Alberto y otros, Cuesta Abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la
sociedad argentina, Buenos Aires, UNICEF/LOSADA, 1992.
• Nochteff, Hugo (editor), La economía argentina a fin de siglo: fragmentación
presente y desarrollo ausente, Buenos Aires, FLACSO-EUDEBA, 1988.
• Nun, José y Portantiero, Juan Carlos (comps.), Ensayos sobre la transición democrática en
la Argentina, Buenos Aires, Puntosur Editorial, 1987.
• Nun, José, Marginalidad y exclusión social., Buenos Aires, FCE, 2001.
• Oszlak, Oscar, La reforma del Estado en la Argentina, Buenos Aires, CEDES,
N° 36, 1990.
• Oszlak, Oscar, Políticas de redistribución espacial de los sectores populares urbanos en el
Gran Buenos Aires (1976-1982), Buenos Aires, CEDES, 1983.
• Palermo, Vicente y Marcos Novaro, Política y poder en el gobierno de Menem, Buenos
Aires, Grupo Editorial Norma, 1996.
• Peñalva, Susana y Alejandro Rofman, (comp.), Desempleo estructural, pobreza y
precariedad, Buenos Aires, Nueva Visión, 1996.
• PNUD y BID, Indice de desarrollo. Sociedad Civil de Argentina.
Formosa/Jujuy/Río Negro/Santa Fe, Buenos Aires, Edilab Editora, 2000.
• PNUD y BID, El Capital Social: hacia la construcción del índice de desarrollo de la
Sociedad Civil de la Argentina, Buenos Aires.
• Ramos, Silvina. Las relaciones de parentesco y ayuda mutua en los sectores populares
urbanos: un estudio de caso, Buenos Aires, CEDES, 1984.
• Roitter, Mario M. La razón social de las empresas. Una investigación sobre vínculos
entre empresa y sociedad en Argentina, Buenos Aires, CEDES, 1996.
• Roitter, Mario M. y González Bombal, Inés (comps.), Estudios sobre el sector sin fines
de lucro en la Argentina, Buenos Aires, CEDES, 2000.
• Romero, Luis Alberto, Breve Historia Contemporánea de la Argentina, Buenos Aires,
FCE, 1994.
• Roulet, Jorge. El Estado Necesario, Buenos Aires, Centro de Participación Política, 1988.
• Schvarzer, Jorge, La política económica de Martínez de Hoz, Bs As, Hyspamerica, 1986.
• Schvarzer, Jorge, La industria que supimos conseguir. Una historia político-social de la
industria argentina. Planeta, Buenos Aires, 1996.
• Thompson, Andrés A. (comp.), Público y privado. Las organizaciones sin fines de
lucro en la Argentina, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1995.
• Thompson, Andrés A. y colaboradores. ¿Qué es el Tercer Sector en la Argentina?
Dimensión, alcance y valor agregado de las organizaciones sin fines de lucro,
Buenos Aires, CEDES, 1995. 337
CUADRO CRONOLOGICO
1776 - 1990

CAROLINA GONZALEZ VELASCO

339
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1776-1860

1776: Creación del Virreinato


del Río de la Plata.
La sociedad colonial puede ser considerada de antiguo Predominan las organizaciones filantrópicas,
orden: estaba organizada a partir de la idea de humanitarias y de beneficencia.
«cuerpos», estamentos y órdenes; la diferenciación y Todas tienen connotaciones religiosas.
la jerarquía entre los mismos estaba legitimada por Los tipos más representativos son:
la justicia. Las relaciones sociales se planteaban como Cofradías o hermandades: eran asociaciones de San Pedro Nolasco, de Córdoba, del Carmen,
vínculos familiares. fieles que perseguían objetivos variados, entre ellos de Jujuy; Hermandad de la Caridad de Córdoba;
La política aparecía dispersa en prácticas y símbolos que los de carácter devocional, prestaciones de servicios de Indios de Casabindo y Cochinoca, de Jujuy;
ratificaban los lugares y los grados en la comunidad. litúrgicos o caritativos, y la intercesión espiritual de la Purificación; de San Baltasar de Negros de
De hecho aún no existía una «sociedad civil», inde- por determinadas necesidades. También desarrollaban Buenos Aires.
pendiente del poder político o de la Iglesia. otras actividades relacionadas con el bienestar espi- Archicofradía del Rosario.
Esta última, tanto desde la doctrina como desde lo ritual y material de sus miembros. Para comenzar a Hermandad de la Caridad, de Buenos Aires y
institucional, representaba a la sociedad entera. funcionar, debían contar con la autorización de la de Córdoba.
corona. Las reglas de admisión y las finalidades de Hermandad de San Pedro de Buenos Aires;
cada una muestra una amplia variedad de tipos aso- de Animas, en Pilar.
ciativos. Los cargos, en muchos casos, eran electi- Hermandad de María Santísima de los Dolores y
vos. Los recursos provenían de las cuotas de ingreso, Sufragios de las Benditas Animas del Purgatorio,
limosnas y donaciones. Los lazos entre los integrantes de Buenos Aires.
se extendían y reforzaban por fuera de la cofradía, a tra-
vés de parentesco, afinidad, etc.
Terceras órdenes: eran un tipo de orden religiosa,
con una rama masculina, una femenina y una lai-
ca. Dado su grado de pertenencia a la Iglesia, había
muchas exigencias espirituales para sus miembros
y solían compartir con la orden madre algunos
privilegios y bienes.
Las condiciones de ingreso, las elevadas cuotas y las
mayores exigencias de fe las convirtieron en organi-
zaciones más exclusivas y prestigiosas.

340
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1776-1860

La Ilustración incorporó a la sociedad colonial nuevas El Telégrafo Mercantil (1807-1802);


ideas y valores: la «Razón» como herramienta prin- Las asociaciones influenciadas por la Ilustración: Semanario de la Agricultura, Industria y Comercio
cipal para el debate de ideas; el «individuo» como partían de iniciativas laicas, eran voluntarias y, en (1802-1807);
fundamento de una «sociedad contractual», en oposi- general, se relacionaban con la práctica de la lectu- Academia de Náutica;
ción a la idea corporativa; la necesidad de la «utilidad» ra, el debate y la redacción de publicaciones. Se or- Escuela de Medicina;
de las instituciones de la comunidad. ganizaban a través de experiencias periodísticas, Procuración del Bien Común de la Colonia, en
Particularmente en Buenos Aires, las influencias escuelas y academias. Colonia;
ilustradas estimularon el surgimiento de nuevos espa- Las nuevas ideas sobre la sociedad y la economía esti- Sociedad Patriótica, Literaria y Económica del Río
cios de sociabilidad para la elite letrada. mularon también el surgimiento de sociedades del de la Plata;
tipo de «amigos del país», características en España. Sociedad Comercial Británica (1810).

Aparecieron, en el ámbito de las elites criollas, clubes,


sociedades patrióticas y logias comprometidas con
la Revolución.

1810: Revolución de Mayo Luego del triunfo de la Revolución, ganó consenso Sociedad Patriótica Literaria (1811).
la idea de que el desarrollo de las asociaciones cola- Sociedad Patriótica y Literaria (1812).
boraría para transformar la sociedad colonial en una
sociedad «moderna». Muchas de las nuevas entida-
des que surgieron durante esos años fueron inicia-
tiva del gobierno o estuvieron ligadas en algún
modo al poder político. Sociedad del Buen Gusto (1817).
Los temas principales de debate giraban en torno a
las cuestiones del Estado.
También emergieron otras, más ligadas a los aspectos
culturales y artísticos de la época.
Pese al nuevo impulso asociativo, los mecanismos de
la sociedad estamental de la colonia se mantuvieron.

En 1820 la autoridad política central se desvaneció En Buenos Aires, el «momento rivadaviano» fue
y las provincias pasaron a constituir estados autóno- próspero para el surgimiento y el desarrollo de ini-
mos, ligados entre sí por pactos o acuerdos. La frag- ciativas asociacionistas sumamente variadas. En ge- Sociedad Lancasteriana (educativa); Sociedad Filar-
mentación política y los diversos intentos de reali- neral, todas respondían a las nuevas características: mónica (artística); Academia de Canto y Música,
zar un nuevo proyecto de unidad fueron las caracte- eran laicas, con apoyo o ligazón directa con el Esta- (artística); Sociedad de Beneficencia (1823) y
rísticas principales a partir de ese momento. do, voluntarias, sus miembros se reunían en tanto Sociedad Filantrópica (1828).
En tal contexto político, un nuevo grupo dirigente ciudadanos, etc. De este modo, durante esos años 341
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1776-1860

llegó al poder en el gobierno de Buenos Aires. Apoya- aparecieron experiencias asociativas de tipo educativo,
dos en una coyuntura económica favorable, lograron artístico, de acción filantrópica y de carácter étnico.
dar impulso a un proyecto reformista que transformó Si bien existían desde antes, las agrupaciones de negros Sociedades Africanas.
variados aspectos de la sociedad porteña de la época. cobraron mayor impulso con Rivadavia, quien se
En el caso particular de las iniciativas asociacionistas, ocupó de reglamentar sus actividades, sus funciones
las reformas impulsadas por Martín Rodríguez y Ber- y derechos, dándoles así mayor solidez.
nardino Rivadavia fomentaron decididamente el de- Las organizaciones de tipo cultural vivieron tam- Sociedad Literaria.
sarrollo de los espacios públicos y la vida asociativa, bién un período de esplendor. Muchas de ellas con-
como germen de la nueva sociedad a construir. En taban con el apoyo del gobierno y, entre sus objeti-
1821, se sancionó una ley que regulaba las actividades vos, se planteaban modernizar la sociedad a través
periodísticas y literarias en términos más permisivos. de las actividades que desplegaban.
Por otra parte, el nuevo gobierno suprimió los tra- También en la región de Cuyo, y como reflejo de lo Sociedad de Beneficencia, de San Juan (1823);
dicionales órganos corporativos y tomó diversas que ocurría en Buenos Aires, surgieron experiencias Sociedad Lancasteriana, de Mendoza.
medidas que mostraban las intenciones de crear asociativas.
«ciudadanos» iguales ante la ley, sin fueron ni privilegios.
Al mismo tiempo, el Estado reconoció que había
determinados problemas sociales a los que debía
darse una solución a través de la ayuda de los ciuda-
danos; en este sentido la pobreza dejó de ser entendi-
da como una cuestión relativa a la caridad cristiana.

1829: los frustrados intentos de la década del ‘20 de A pesar de la convulsionada vida política, las iniciativas Asociación de Estudios Históricos y Sociales (1833);
reorganizar el país bajo un gobierno centralizado asociativas siguieron siendo dinámicas durante toda Asociacion de Mayo;
desembocaron en una nueva crisis política y econó- la década del ‘30. Hasta 1838-1839, las asociaciones Salón Literario (1837).
mica, que determinó el ascenso al poder de Juan culturales lograron seguir funcionando de manera
Manuel de Rosas. Las luchas entre federales y unitarios regular e independiente del gobierno; fueron el núcleo
tiñeron la vida de todas las provincias durante años. a partir del cual se formó la llamada «Generación
del ‘37». Posteriormente, Rosas comenzó a ejercer
un control más férreo de las actividades asociaciativas
y les exigió pública adhesión a su gobierno: algunas
se declararon abiertamente a su favor -por ejemplo,
las Sociedades Africanas-; otras no lo hicieron, por
lo que fueron desmembradas y sus integrantes en
muchos casos debieron exiliarse. Al mismo tiempo, Sociedad Popular Restauradora.
Rosas creó una organización propia, dedicada a
342 diversas actividades.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1776-1860

Por otra parte, las agrupaciones de extranjeros pudie- Sociedad Católica Irlandesa (1830);
ron seguir funcionando de forma más o menos Hospital Irlandés.
regular, siempre en función de su posicionamiento
político con respecto al gobierno.
En Cuyo, si bien las actividades asociativas también Sociedad Literaria Dramática Filarmómica;
eran controladas, el gobierno permitió cierta apertura Sociedad de Beneficencia de San Juan;
que dio origen al surgimiento de una asociación de Asociación de Mayo, de San Juan (1839).
carácter cultural y social.

1852: Batalla de Caseros. El período iniciado en 1852 se caracterizó por una


La caída de Rosas inaugura un período en el cual la suerte de «explosión» de experiencia asociativas con
vinculación con los mercados externos convirtió a la características novedosas. Eran más «modernas», en
provincia de Buenos Aires y a la región litoral en las tanto se manifestaban más claramente como expresión
zonas más pujantes del país. La intensa demanda de de una sociedad civil más compleja y autónoma
mano de obra y las nuevas oportunidades que apare- respecto del Estado. Crecieron numéricamente,
cían, estimularon la llegada de miles de inmigrantes. adoptaron nuevas prácticas de funcionamiento y
Esto, a su vez, generó un espectacular crecimiento diversificaron sus intereses y sus fines.
de la población y de las ciudades en particular. Por otra parte, los gobiernos liberales del período
Desaparecido Rosas de la escena política, pasaron aún apoyaron el surgimiento y la vida de las diversas
varios años más hasta que el país consolidó la unidad asociaciones, como espacios en los cuales se desarro-
política, la estabilidad institucional y la pacificación llaban vínculos voluntarios, igualitarios, racionales
interna. Recién en 1862, la provincia de Buenos y democráticos, elementos esenciales del país que
Aires volvió a unirse al resto de las provincias de la querían construir.
Confederación para formar la República Argentina. La prensa periódica ocupó un lugar fundamental
para la vida de las asociaciones, como espacio de
comunicación y difusión de sus actividades. La llega-
da de los inmigrantes también condicionó el desarro-
llo de la iniciativa asociativa en este período: muchos
de los que llegaban venían con experiencias previas;
numerosas asociaciones de inmigrantes se convirtieron
en un modo de integración a la sociedad local, al tiem-
po que mantenían el vínculo con los países de origen.
Los clubes del ocio: en la mayoría de los casos, uno Club del Progreso, Buenos Aires (1852).
de los principales objetivos de la fundación de estos
clubes tenía era pacificar las pautas de convivencia y
sociabilidad, creando nuevos espacios de recreación 343
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1776-1860

y esparcimiento para las clases acomodadas. En varios


casos contaban con biblioteca, salón de juego, bar-
bería, etc. Algunos de estos clubes también comen- Club del Orden, Santa Fe (1853);
zaron a encarar, a través de las mujeres socias, acti- Club Socialista, Paraná (1853);
vidades de tipo benéfica. Estas iniciativas se dieron Club Argentino, Paraná (1855).
en Buenos Aires y en algunas capitales del interior.

Las sociedades de beneficencia del interior: sobre Sociedad de Beneficencia de Mendoza (1857);
el modelo de la Sociedad de Beneficencia porteña, Sociedad de Beneficencia de Rosario (1854);
muchos gobiernos del interior promovieron la fun- Sociedad de Beneficencia de San Luis (1857);
dación de asociaciones similares en el ámbito pro- Sociedad de Beneficencia de Tucumán (1852);
vincial. Participaron las damas de la alta sociedad y Sociedad de Beneficencia de Corrientes (1858);
contaron en numerosos casos con el apoyo de la Sociedad de Beneficencia de Santa Fe (1860).
Iglesia. En general administraban y supervisaban
hospitales, asilos o escuelas.

Las asociaciones de ayuda mutua: la década de Sociedad Filantrópica y de Beneficencia


1850 constituyó el momento de auge de las asocia- de los Peluqueros de Buenos Aires;
ciones de ayuda mutua, las cuales estaban estrecha- L’Union et Secours Mutuels (1854);
mente vinculadas al movimiento inmigratorio, que San Crispín (1856); Tipográfica Bonaerense (1857);
en poco tiempo adquirió carácter masivo. Catalana (1857); Asociación Española de Socorros
Uno de los objetivos principales era brindar ayuda Mutuos (1857); Unione e Benevolenza (1858);
económica a los socios en dificultades, asistencia legal La Francaise (1859); Comunidad Europea, Mercedes,
y en algunos casos cursos de capacitación. También Provincia de Buenos Aires (1856); Española,
buscaban desarrollar prácticas que tendieran a la Pergamino, Provincia de Buenos Aires (1858);
conservación de la identidad cultural de origen. 5ª Asociación Española de Socorros Mutuos (1860);
Algunas organizaron sus propios clubes de esparci- Asoc. Española de Socorros Mutuos Rosario (1857);
miento, para la práctica de deportes y recreación. Asoc. Española de Socorros Mutuos, Paraná, (1859);
Sociedad Española de Beneficencia (1857);
Asociación Española de Socorros Mutuos; Montepio
de Montserrat (1857); Club Español (1852);
Sociedad de Gimnasia Alemana (1855).

Algunas de las asociaciones comunitarias antiguas Sociedades Africanas.


adoptaron también las modalidades de ayuda mutua
344 y reformularon así sus funciones y objetivos.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1776-1860

La organización de los trabajadores: la expansión Sociedad Tipográfica Bonaerense (1857).


general de la economía dio lugar al surgimiento de una
capa de trabajadores urbanos que pronto se organizó
con distintos fines, a partir de los vínculos laborales.
En ocaciones, intentaban desarrollar prácticas de
ayuda mutua, para casos en que algún socio se
encontrara en dificultades.

Logias masónicas: en el caso argentino, las logias Amie de Naufragés (1850);


aparecieron en un primer momento vinculadas a los Excelsior N° 617 (1854).
artesanos extranjeros y, en una segunda etapa, consi-
guieron adeptos entre los miembros de la elite local. Unión del Plata (1856).

Las organizaciones religiosas: el proceso de secu-


larización de toda la sociedad, así como el avance
del liberalismo, impactaron en las organizaciones
católicas. La Iglesia endureció sus posiciones frente
al liberalismo; la sociedad misma, y particularmente
los hombres de clase media y alta, fueron poco a poco
abandonando sus espacios y desarrollando ámbitos
de sociabilidad distintos.
De ese modo, las prácticas religiosas tradicionales
quedaron ligadas a las mujeres y a los sectores populares.
Existieron iniciativas que intentaron conservar los
principios católicos, combinándolos con algunas
ideas liberales. Muchas veces estas asociaciones se Sociedad de San Vicente de Paul (1857-1859),
orientaron más a las prácticas asistenciales que a la Consejo Particular de Buenos Aires (1859).
liturgia, la devoción o el calendario religioso, como
hacían las organizaciones tradicionales de la Iglesia.

345
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

Luego de que la provincia de Buenos Aires se uniera 1860-1890: El fervor asociativo


a las demás provincias de la Confederación, en Durante esta primera etapa, se extendieron la ma-
1862, dos procesos interrelacionados caracterizaron yoría de las tendencias iniciadas en el período ante-
las décadas siguientes: la construcción y consolidación rior. Las iniciativas asociacionistas se multiplicaron
de un Estado unificado, y la formación de una socie- y diversificaron en sus modos de adscripción, orga-
dad civil, relativamente autónoma y vigorosa. nización, objetivos y funcionamiento. El Estado las
Ambos procesos ocurrían en una sociedad en plena apoyó, en tanto eran experiencias que trascendían
transformación: entre 1860 y 1920, la población los objetivos inmediatos y se convertían en espacios
sextuplicó su número, consecuencia de los contin- de prácticas vinculadas a los valores considerados
gentes de inmigrantes que llegaban año a año. Esto propios de las «sociedades modernas».
hizo que, para 1914, el 30% de los habitantes fuera Además, las rápidas transformaciones que comenza-
extranjero. Las zonas que más se desarrollaron fue- ron a desarrollarse en toda la sociedad, provocaron
ron aquellas vinculadas más directamente a las acti- tensiones y conflictos, ante a los cuales los indivi-
vidades agrarias de la pampa húmeda y, en particular, duos debieron organizarse para enfrentarlos.
de la zona de Buenos Aires. Hubo muchos proyectos de carácter más coyuntu-
Al mismo tiempo, las ciudades crecían y generaban ral y efímero: comisiones, comités y colectas para
variadas oportunidades laborales, educacionales y realizar alguna obra puntual, organizar algún feste-
culturales. jo o manifestarse por algún motivo particular.
Por otra parte, el crecimiento económico tomó La organización interna de las asociaciones mostraba
caracteres decididamente capitalistas. por un lado, la constante preocupación por mantener
Así, en una primera etapa entre 1860 y 1890, se la igualdad de derechos y participación entre todos los
dio la afirmación de la sociedad civil y la construcción miembros; por otro, la constante emergencia de grupos
del Estado, en una comunidad en rápida transfor- dirigentes que generaban conflictos y fracturas internas.
mación en todos los planos. Las prácticas asociativas se dieron en diversos secto-
res sociales y culturales; en general, no predomina-
ron las apelaciones de clase y participaron más los
hombres que las mujeres.
Ciertamente, el asociacionismo ocupó un lugar de-
cisivo en la vida pública argentina durante esta eta-
pa; todo su desarrollo muestra el proceso de una so-
ciedad civil cada vez más vigorosa.

Asociaciones de ayuda mutua: fueron las más im-


portantes del período, tanto por el número de sus
afiliados y su ritmo de crecimiento, como por su
346 perdurabilidad en el tiempo. El objetivo principal
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

era reunir fondos entre los miembros, para asistirlos


en caso de necesidad. El reclutamiento respondía a
distintos criterios.
Las asociaciones mutuales que reunían a los italianos Unione e Benevolenza (1858);
fueron las más numerosas y se extendieron por todo Unione e Benevolenza di Mutuo Soccorso
el país. Participaban inmigrantes de sectores trabaja- de Rosario (1861);
dores de capas medias. En muchos casos, contribuye- Circolo Napoletano de Mutuo Soccorso (1883);
ron a construir la idea de una colectividad italiana. Societa Fratellanza Siciliana de Socorros Mutuos (1889);
Todas intentaban desarrollar funciones mutuales, cul- Unione e Benevolenza de Córdoba (1874);
turales, educativas y recreativas; pero cada una presen- Unione e Fratellanza de Córdoba (1893).
taba características particulares. Además, las asociacio-
nes tenían una presencia pública importante y conta-
ban en general con buenos contactos políticos.
Su vida interna se regía por estatutos y reglamentos;
los socios no participaban demasiado de las asam-
bleas, y eran frecuentes los enfrentamientos y las
escisiones entre los grupos dirigentes.
Mutuales de sociedades por oficio: estas organizacio-
nes aún no se definían en términos clasistas, por lo
que reunían a trabajadores de distinta condición.
En este período, ocupan un lugar secundario, tanto
por su número como por su carácter efímero.
La Sociedad Tipográfica fue una excepción, a causa Sociedad Tipográfica Bonaerense (1858).
de su importancia y su larga vida. Ofrecía servicios
mutuales, culturales y sociales.
Mutuales de negros: organizadas a partir de un cri-
terio étnico, brindaban atención médica gratuita Sociedad de Unión y de Socorros Mutuos (1855);
y subsidios por enfermedad. Poco a poco fueron La Fraternal (década del ‘50);
sumando otros servicios mutuales. La Protectora (1877).

Los empresarios: pese a que cada sector económico


empresario constituía un grupo particular, todos de-
bieron organizarse para ponerse en contacto con los
otros actores y con el Estado. En un comienzo, en ge-
neral, las organizaciones compartían objetivos y socios,
pero de a poco fueron diferenciándose: los comerciantes 347
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

se reunieron en la Bolsa de Comercio, mientras que los Bolsa de Comercio de Buenos Aires (1854);
productores rurales se congregaron para presionar sobre Sociedad Rural Argentina (1866).
el gobierno en una coyuntura de crisis. La institución
creada luego, la Sociedad Rural Argentina, continuó
actuando en la vida pública y se convirtió en una de las
instituciones más importantes de la época. Por su par-
te, los industriales comenzaron a desarrollar una institu- Club Industrial (1875);
ción propia, que sufrió divisiones. Finalmente, surgió Centro Industrial (1879);
una sola, representante de sus intereses. Unión Industrial Argentina (1887).
Durante esta etapa, la mayor parte de las organiza-
ciones empresarias tuvieron dificultades para soste-
nerse, definir sus intereses y mantener la participación
de socios.

Los profesionales: los primeros en organizarse fue-


ron los farmacéuticos; su asociación defendía los in-
tereses corporativos, publicaba una revista y tuvo Asociación Farmacéutica de Buenos Aires (1856).
una presencia pública importante.
También comenzaron a aparecen las organizaciones de
médicos a partir de la iniciativa de un grupo de estu-
diantes universitarios. La primera de ella se proponía
no sólo realizar reuniones de discusión científica, sino Asociación Médica Bonaerense (1860).
también defender los intereses corporativos y construir
una comunidad de profesionales de su disciplina.
En la década siguiente, esa asociación se desdibujó
y dio espacio para el surgimiento de otras que tam-
bién combinaban los intereses científicos con los
corporativos y publicaban revistas, al tiempo que Círculo Médico Argentino.
buscaron el apoyo del Estado a través de subsidios.
Además, hubo intentos -fracasados- de reunir a to-
das las asociaciones científicas y profesionales en una
sola institución. Sus preocupaciones principales es-
taban ligadas al proceso de modernización y conso- Sociedad Científica Argentina (1872).
lidación nacional.
Fiestas, bailes y entretenimientos: Sin duda existió Club del Plata (1860); Club Los Negros;
348 un sinnúmero de iniciativas informales vinculadas a Club Naval y Militar (1881); Jockey Club (1883);
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones. en este período

1860-1920

actividades festivas; pero por otro lado, hubo otras Club de Gimnasia y Esgrima (1885);
tantas fiestas y celebraciones organizadas por los Club Alemán (1852); Club Español (1866);
clubes sociales. Club Francés (1867); Circolo Italiano (1880);
Club Fénix, de Rosario (1868).
Asimismo algunos orientaron sus objetivos al desarro-
llo del deporte. Por esta época, entre los hombres se
difundió la práctica del juego de pelota, las carreras de
caballos, el billar y la esgrima.
Con la llegada de los inmigrantes vascos, los fronto- Plaza Euzkara;
nes, canchas y trinquetes se expandieron por todas Frontón de Buenos Aires;
las ciudades. Junto a éstos, generalmente, se establecía Frontón Nacional.
algún restaurante o despacho de bebidas.
Por su parte, los festejos de carnaval dieron lugar a Salamanca, Orión, Los Negros,
un interesante movimiento asociacionista. A partir Los Habitantes de la Luna,
de la caída de Rosas, surgieron algunas comparsas, Los Habitantes de Carapachay,
integradas y apoyadas en muchos casos por miem- Lago di Como, Stella, La Ibérica.
bros de las clases altas de la sociedad porteña. La
costumbre de celebrar esta fiesta se arraigó en am-
plios sectores de la sociedad y las comparsas se mul-
tiplicaron. Algunas lograron tener una sede propia,
editar un periódico, publicar las partituras de sus Club Los Negros.
canciones y organizar actividades de filantropía.

La masonería: el clima político posterior a Caseros


fue propicio para la expansión de estas organizacio- La Gran Logia (1857).
nes entre los miembros de la elite y de los sectores
medios. Así, la masonería se distribuyó rápidamen-
te por todo el territorio y entre diversos grupos so-
ciales. Muchas sufrieron divisiones y fracturas, pro-
ducto de los conflictos entre sus integrantes. Algu-
nas logias promovieron diversas iniciativas filantró-
picas, como creación de asilos y escuelas.

Caridad y filantropía: durante esta etapa, aún con-


vivían las iniciativas privadas de diferentes tipos con
la acción del Estado. Las Sociedades de Beneficencia, Sociedad de Benficencia de Buenos Aires. 349
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

tanto la de Buenos Aires como las del interior, si-


guieron desarrollando sus actividades, y en algunos
casos, asumieron nuevas funciones sociales.
De la misma manera, las asociaciones católicas conti-
nuaron con sus tareas de beneficencia y caridad, am-
pliando sus ámbitos de actuación. Finalmente, las co- Sociedad de San Vicente de Paul.
lectividades también fundaron instituciones dedica-
das a socorrer a los pobres y a la atención sanitaria.

A partir de 1890, el desarrollo económico, basado 1890-1920. La Multiplicación de Asociaciones


en la exportación de carnes y cereales, se aceleró; la Consolidado el Estado, ya a principios del siglo XX,
vinculación con el mercado externo seguía siendo el la sociedad civil también se mostraba sólida y con
motor principal del crecimiento. Por otra parte, el autonomía. El movimiento asociativo continuó cre-
mercado interno también se expandió, como conse- ciendo, al tiempo que acentuó la diversidad y com-
cuencia del aumento de población. plejidad, en tanto los intereses corporativos, de cla-
La sociedad, principalmente urbana y en gran parte se, de identidad y de grupos se definían con más
alfabeta, asumió las características propias de la mo- precisión. Más aún, llegó a incorporar a sectores
dernidad: una amplia base de trabajadores, sectores que habían quedado en cierto modo en los márge-
medios en expansión y un cúpula pequeña pero no nes, como las mujeres y los niños.
cerrada; la movilidad social recorría el entramado Las asociaciones siguieron poniendo atención en las
de la sociedad. formas, los estatutos y reglamentos; sin embargo,
Pero esta moderna sociedad también presentaba las perduraron también tensiones entre los principios
facetas oscuras del capitalismo: un mercado de tra- igualitarios y democráticos, y la conflictividad pro-
bajo con fluctuaciones, desocupación y subempleo, pia de la vida interna de cada asociación.
bolsones de hacinamiento y pobreza urbana, con- Un rasgo propio de esta etapa fue la fragmentación:
centración de la riqueza en pocas manos; en el campo, se explicitaron los criterios de reclutamiento y se de-
en general, eran los sectores más débiles los que finió más claramente el perfil de cada asociación.
debían afrontar los riesgos de la producción. Frente a un Estado consolidado, que pretendía actuar
Las preocupaciones centrales del Estado giraban en en nombre del interés general, las diversas asociacio-
torno a tres asuntos: la cuestión social -vinculada a nes tendían a representar, cada vez más, intereses par-
los problemas propios de la modernidad-; la cues- ticulares de una sociedad civil compleja y dinámica.
tión nacional -en tanto había que construir una
identidad común en una sociedad sumamente hete- Los trabajadores: El crecimiento económico trajo
rogénea- y la cuestión política -para dar respuesta a aparejado un aumento sostenido del número de
los problemas de un sistema político que funcionaba obreros asalariados y, al mismo tiempo, el surgimiento
350 con escasa participación. Las tres se relacionaban con de nuevas formas de organización específicamente
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

el problema de la integración -tanto social y cultural, obrera: las sociedades gremiales y de resistencia.
como política-. Frente a esto, el Estado ensayó diversas Las primeras entidades surgieron en las grandes ciu-
respuestas: represivas, cooptativas, legales. dades; nucleaban a los trabajadores del mismo oficio,
que se reunían para defender sus intereses frente al
capital. Los socios pagaban una cuota, con la cual se Sociedad de Dependientes del Comercio (1880);
alquilaba un local, se financiaba alguna publicación Unión Obrera de Panaderos (1881); Unión de
y, eventualmente, se sostenía un fondo de huelga. Oficiales Yeseros (1882); Sociedad de Resistencia
Muchas veces, la asociación surgía como producto de Obreros Marmoleros (1883); Sociedad de
del enfrentamiento con los patrones. Oficiales Sombrereros; Sindicato de Estibadores y
A partir de los ‘90, comenzaron a agruparse los de Ribera del Puerto de Rosario; Seccional Rosario
obreros vinculados a los sectores estratégicos de la de la Confederación Ferrocarrilera (1904);
economía, como el transporte, los servicios y las in- Sociedades de Resistencia de Obrero Zapateros,
dustrias concentradas. Surgieron gremios más grandes Rosario; Unión de Obreros Talabarteros, Rosario;
y masivos. Cosmopolita de Obreros Panaderos, Rosario;
Este crecimiento se dio tanto en Buenos Aires como Unión Obrero Alpargateros, Rosario; Conductores
en otras ciudades. de Carruajes, Rosario; Unión de Trabajadores de la
En muchos casos, las reivindicaciones laborales se madera, Rosario; Sociedad de Resistencia de
combinaban con diversas actividades culturales y Obreros Ladrilleros y anexos, Rosario; Sociedad de
sociales para los miembros y sus familias. Marmoleros y Vidrieros, Rosario; Unión de
Obreros Panaderos, Córdoba; Unión Gremial
Femenina, Córdoba; Centro Cosmopolita de
Obreros Sastres, Córdoba; Unión Obrera de
Carpinteros, Córdoba; Sociedad de Resistencia de
Obreros Cigarreros, Córdoba.

Por otra parte, en tanto emergían estas sociedades FOA, Federación Obrera Argentina (1901); UGT,
de resistencia aparecieron también intentos de cons- Unión General de Trabajadores (1903); CORA,
tituir federaciones que nuclearan a todas las demás. Confederación Obrera Regional Argentina (1909);
FORA, Federación Obrera Regional Argentina.

El mutualismo: continuó ocupando un lugar muy Asociación Española de Socorros Mutuos.


importante entre las prácticas asociativas: las mutua-
les de colectividades siguieron creciendo y aparecieron
otras en las cuales no había requisito de nacionalidad;
la mayoría persistió en diversificar sus actividades y
servicios. Otras nacieron por iniciativa empresaria y, 351
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

algunas por impulso de la Iglesia Católica. Círculos Obreros Católicos (1892).

Los empresarios: los intereses empresarios aún se


presentaban diversificados y contradictorios, por lo
que era difícil consolidar una acción corporativa.
De todos modos, hacia fines del siglo XIX, tanto la Unión Industrial Argentina;
Unión Industrial Argentina como la Sociedad Rural Sociedad Rural Argentina.
Argentina, lograron convertirse en representantes
de los intereses de los sectores que nucleaban.
En el ámbito rural surgieron otras organizaciones Liga Agraria de La Pampa;
que representaban a los pequeños y medianos pro- Liga Agraria del Sur.
ductores. En algunos casos, esto fue consecuencia
de la movilización y la protesta. Federación Agraria Argentina (1912).
En las provincias del interior también se generaron
iniciativas que convocaban a empresarios rurales,
medianos y pequeños.

Las mujeres y los estudiantes: a partir de 1900, y Sociedad Protectora de la Niñez, de San Luis;
a raíz de una convocatoria realizada por una depen- Club Literario, de La Plata;
dencia estatal aparecieron registros de asociaciones Asociación de Enfermeras y Masajistas;
que nucleaban específicamente a las mujeres. Mu- Sociedad Margherita de Savoia;
chas de estas instituciones estaban vinculadas a la Sociedad de Profesoras Alemanas;
caridad y beneficencia, pero había otras que repre- Asociación de Mujeres Universitarias Argentinas;
sentaban a inmigrantes, profesionales y educadoras. Centro Feminista; Liga Feminista Nacional de la
El asociacionismo feminista continuó avanzando y República Argentina; Primer Centro Feminista de
emergieron otras entidades con variados objetivos y Pensamiento Libre; Unión y Labor para el Progreso
características. Femenino; Asociación Pro Derechos de la Mujer.

Los estudiantes también lograron, en esta época, Federación Universitaria de Buenos Aires (1908);
constituir agrupaciones de peso mayor, a partir de Federación Universitaria de Córdoba;
reivindicaciones que tenían que ver con las condi- Federación Universitaria Argentina.
ciones de la enseñanza universitaria. Ya para 1918,
las organizaciones estudiantiles no sólo defendían
sus intereses corporativos, sino que promovían un
cambio general en toda la vida académica, cuyos
352 resultados se prolongan hasta el presente.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1860-1920

Ciencias y letras: el mundo de la cultura y la cien-


cia también se vio condicionado por los procesos de Instituto Geográfico Argentino (1879).
modernización y de afirmación nacional.
Además, se conformaron organizaciones con intere-
ses más estrictamente corporativos, vinculados con Centro Nacional de Ingenieros (1895);
profesiones científicas. En muchos casos, tenían que Centro Nacional de ingeniería Agronómica,
ver con la necesidad de demandar al Estado el reco- La Plata (1906).
nocimiento de su profesión. También en el campo
artístico comenzaron a institucionalizarse ámbitos, Sociedad de Estímulo de Bellas Artes (1876);
con objetivos diversos en relación al arte. Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados (1889).

Los deportes: el deporte adquirió un lugar de rele- Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires;
vancia en la sociedad de este período. La práctica Ferrocarril Oeste;
del fútbol se difundió entre vastos sectores sociales Club Atlético Independiente;
y motivó la creación de clubes para tal fin, a partir Racing Club.
de la iniciativa de una empresa, de los empleados de
algún establecimiento, de la gente de un barrio.
Muchos comenzaron a promover otras actividades
deportivas y sociales.
El tiro fue otro de los deportes populares a fines del si- Tiro Club Buenos Aires; Club Militar de Gimnástica,
glo XIX y principios del XX; luego de 1890, muchas Esgrima y Tiro; Sociedad Italiana de Tiro al Segno;
prestigiosas figuras públicas practicaban esta actividad. Tiro Federal Argentino.

Caridad y filantropía: el Estado siguió avanzando Patronato de la Infancia (1892).


sobre el espacio antes reservado a las iniciativas filan-
trópicas y de beneficencia, no sólo promoviendo sus
propios proyectos, sino también controlando los que
ya existían. En algunos casos, como en el de la salud
por ejemplo, su presencia y responsabilidad era recla-
mada constantemente.
De todos modos, la beneficencia siguió teniendo
manifestaciones diversas; el Estado competía pero
también colaboraba con las iniciativas de los grupos
privados. Incluso, creó una instancia de coordina-
ción de estas actividades, la Conferencia Nacional
de Beneficencia (1921). 353
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

Durante las primeras décadas del siglo XX, la socie- Dos tendencias principales cruzan el período: por un la-
dad argentina vivió dos procesos decisivos: por un do, el Estado comenzó a intervenir cada vez más en el
lado, la «argentinización» de su población; por otro, ámbito de las asociaciones para ordenarlas, controlarlas,
la constante movilidad. El primero tuvo relación con regularlas y convertirlas poco a poco en interlocutoras
la gradual detención de los flujos migratorios, con el suyas. Por otro, grupos y corporaciones se organizaron y
peso que los hijos de inmigrantes adquirían en la es- asumieron la representación de un sector de la sociedad
tructura social y con la política cultural desarrollada para gestionar ante el mismo a favor de sus intereses.
desde la escuela pública -principalmente- para alfa-
betizar pero también para «argentinizar». Asociaciones de base: fueron uno de los ejes fun-
La expansión y diversificación de la economía se- damentales a partir de los cuales se estructuraron las
guía generado variadas oportunidades laborales y de relaciones de la comunidad, se definieron prácticas
ascenso social. Al mismo tiempo, esa movilidad so- sociales políticas y administrativas, y se conformaron
cial se combinaba con un creciente movilidad eco- valores y formas culturales. Distintos actores impulsaron
lógica: en los suburbios de la mayoría de las grandes su constitución:
ciudades surgieron nuevos barrios y, en otras zonas, La escuela pública: comisiones de vecinos se reunían
se fundaron nuevas ciudades. para promover el establecimiento de escuelas, o desa-
El Estado, ya consolidado en el período anterior, rrollar tareas de beneficencia o culturales en relación
comenzó a ampliar sus funciones y a intervenir tan- a las mismas. Muchas de estas iniciativas desemboca-
to en la economía como en la sociedad. Si bien este ron en la constitución de cooperadoras escolares.
nuevo y creciente intervencionismo respondió a situa- Las empresas: En algunos casos, la empresa misma Ingenio San Pablo, de Tucumán:
ciones coyunturales y atendió problemas parciales, lo establecía un pueblo para sus trabajadores, cons- YPF
cierto es que modificó su perfil tradicional. truía las viviendas y fundaba diversas asociaciones Flandria
A partir de la década de 1930, la economía también de base, a las que luego controlaba.
se vio transformada, producto de la crisis mundial y La Iglesia: Distintos tipos de grupos al interior de
de sus propias características. La industrialización las parroquias -Acción Católica, asociaciones estu-
por sustitución de importaciones generó movi- diantiles, obreras y marianas- impulsaron activida-
mientos internos de población hacia las ciudades en des sociales, recreativas y culturales para el barrio.
las cuales se erigieron las fábricas. Nuevos obreros y Grupos de la sociedad: la forma más representativa de
la diversificación de los intereses empresarios fueron su organización fueron las Sociedades de Fomento.
algunas de las consecuencias. Surgieron en casi todas las barriadas, de todas las
Por otra parte, el sector rural también sufrió trans- ciudades. El objetivo principal que convocaba a los
formaciones que enfrentaron los intereses de diversos fomentistas, tenía que ver con el mejoramiento edi-
sectores ganaderos. licio del barrio; esta misma preocupación, los llevó
a dirigirse rápidamente al Estado, para pedir ayuda
y reconocimiento. La preocupación por el mejora-
354 miento cultural fue un impulso para crear, en el seno
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

de las instituciones barriales, Bibliotecas Populares.


El club «social y deportivo» fue otra de las organi-
zaciones características. Allí se practicaban depor-
tes, pero también se realizaban actividades sociales,
culturales y recreativas.

Asociaciones mutuales, sindicales y profesionales.


Las mutuales: Por estos años, afrontaron problemas Congreso de Mutualidades (1918);
económicos y administrativos, frente a los cuales Liga de Entidades Mutualistas (1936);
muchas intentaron -sin demasiado éxito- agruparse Liga Argentina de Entidades Mutualistas (1940);
para gestionar ante el Estado o lograr mayor eficiencia Creación del Hospital Ferroviario (1940).
en la prestación de servicios. Otras comenzaron a
crear sus propios centros de atención médica, pero
también con bastantes dificultades.
Los Sindicatos: las sociedades de resistencia dieron Sociedad de Resistencia Molineros Unidos.
paso al surgimiento de organizaciones gremiales
más grandes, agrupados por rama de actividad, con
afiliación voluntaria. Luego de 1921, los sindicalis-
tas, consolidaron su posición en la conducción del La Fraternidad;
movimiento obrero y defendieron derechos que Unión Ferroviaria.
excedían lo laboral.
Por otra parte, el Estado intervino cada vez más en
las negociaciones entre trabajadores y empresarios,
para regular la conflictividad social.
Hubo otro conjunto de sindicatos más nuevos con- Sindicato de Albañiles de Buenos Aires;
ducidos por una dirigencia comunista, que se man- Fed. Obrera Nacional de la Construcción.
tuvo al margen de las negociaciones y asumió un
perfil más combativo.
Asociaciones de profesionales: diversas circunstancias Colegios de Abogados de Buenos Aires (1913);
motivaron la formación de algunos colegios de pro- Federación Nacional de Colegios de Ciencias
fesionales. El objetivo era defender determinados Económicas (1926); Colegio de Médicos
intereses corporativos en un momento de crisis y de la Capital Federal (1932); Asociación de
relacionarse con el Estado para obtener apoyo y Médicos; Federación Médica de la
reconocimiento. Provincia de Buenos Aires; Federación (Confederación)
En el ámbito de estas asociaciones, se discutían di- Médico Gremial (1941);
versos temas científicos, laborales, legales, etc. Asociación Psicoanalítica Argentina (1942). 355
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

Cooperativas: cobraron impulso en este período. Si


bien muchas de ellas funcionaban como empresas,
todas intentaban sostener algunos principios básicos
del cooperativismo.
El tipo más difundido fue el de las cooperativas de Cooperativa Obrera de Bahía Blanca (1920);
consumo. También surgieron cooperativas eléctricas. Cooperativa Eléctrica de Santa Rosa (1933).
Para poder desarrollarse, contaron en la mayoría de
los casos con apoyo y financiación estatal.

Asociaciones de empresarios: las principales ya Confederación Argentina del Comercio,


habían sido creadas en el período anterior, pero di- la Industria y la Producción (1915);
versas circunstancias motivaron la formación de Asociación Nacional del Trabajo (1918).
otras tantas organizaciones.
La organización de los intereses sectoriales:
En el interior del sector agrario, también comen-
zaron a surgir organizaciones más particulares, que
intentaron diferenciarse de las más tradicionales.
En el área azucarera tucumana, los cañeros se sepa-
raron de los patronos industriales y formaron su pro- Centro Cañero (1918).
pia asociación, con funciones gremiales y mutuales.
En la década del ‘30, el conflicto al interior del gru-
po productor de carnes se acentuó y provocó una es- Sociedad Rural Argentina;
cisión en la Sociedad Rural; los criadores pasaron a CARBAP, Confederación de Asociaciones Rurales
tener su propia organización, que poco a poco tam- de Buenos Aires y La Pampa;
bién fue ensanchando sus bases, asociándose con or- Confederaciones Rurales Argentinas;
ganizaciones provinciales. También para la Unión Unión Industrial Argentina;
Industrial Argentina fue difícil mantenerse hegemó- Federación Argentina de Entidades
nica frente a la aparición de tantas otras entidades. Defensoras del Comercio y la Industria.

Las asociaciones culturales: poco a poco el Estado Asociación Wagneriana (1912);


fue declinando su participación en la promoción de Amigos del Arte (1924); Revista Sur (1930);
actividades culturales; el espacio quedó abierto a las Amigos de la Música (1946); Collegium Musicum.
iniciativas particulares de diverso tipo.
Incluso, muchas revelaban un interés cultural pero Teatro del Pueblo (1930);
también político, enmarcado entre el liberalismo Sociedad Luz-Universidad Popular;
356 progresista y el socialismo. Colegio Libre de Estudios Superiores.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

También nacieron iniciativas culturales vinculadas


con jóvenes del catolicismo integral, preocupados Cursos de Cultura Católica (1922).
En 1943, se estableció un gobierno militar que se por reflexionar sobre el pensamiento religioso.
prolongó hasta 1946. Las elecciones de ese año die-
ron el triunfo al Tte. Cnel. Juan Domingo Perón La concepción corporativa que organizaba el Estado
como presidente de la Nación. peronista, implicó que las fronteras entre éste y la
Durante la década peronista, los procesos de movi- sociedad civil se diluyeran. Todas las organizaciones
lidad, urbanización y pleno empleo se aceleraron al quedaron directa o indirectamente bajo su influencia
punto que caracterizaron todo el período. incluso avanzó sobre las áreas políticas, sociales, cul-
El Estado fue uno de los principales actores, a tra- turales y hasta religiosas. Pero el orden corporativo
vés de sus funciones de regulación de todas las aso- reconocía sólo a un actor como legítimo represen-
ciaciones e instituciones de la sociedad; de dirección tante, con lo cual la puja por obtener ese reconoci-
y planificación de la economía; de distribución y de miento y los beneficios que esto implicaba fue otra
concertación de todos los intereses de la sociedad. nota característica del período.
En efecto, la acción estatal promovió la organiza-
ción de intereses sectoriales. Además la representa- Los patrones: las organizaciones empresarias tuvieron
ción corporativa fue la base de la estructura políti- diversas posiciones con respecto al gobierno peronista. Coninagro; SanCor; FACA, Federación Argentina
ca y quedó resumida en la idea de la «comunidad El movimiento cooperativista cobró impulso y al- de Cooperativas Agrarias; ACA, Asociación de
organizada». gunas entidades gestionaron exitosamente diversas Cooperativas Agrarias.
cuestiones ante el Estado.
La Sociedad Rural no mostró mayores conflictos Sociedad Rural Argentina.
con el gobierno, pese a la posición antiperonista de
la mayoría de sus miembros. La Unión Industrial UIA, Unión Industrial Argentina;
fue intervenida y surgieron otras organizaciones in- AAPIC, Asociación Argentina de la Producción,
dustriales que apoyaron explícitamente a Perón. la Industria y el Comercio;
CEA, Confederación Económica Argentina;
Frente a esta heterogeneidad y fragmentación, con- CAPIC, Confederación Argentina de la
tradictoria con el proyecto corporativo, el gobierno Producción, la Industria y el Comercio;
promovió diversas instancias para nuclear a todas CGE, Confederación General Económica.
las organizaciones empresarias en una sola entidad.

Profesionales y estudiantes universitarios: las or-


ganizaciones profesionales se posicionaron de dis-
tinta manera: algunas apoyaron a Perón -como los
ingenieros- y otras fueron más reticentes a adherir al
gobierno -como los médicos-. 357
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

El Estado también intentó reunir, sin demasiado Confederación General de Profesionales.


éxito, a todas las corporaciones profesionales en una
sola organización. El proyecto de crear una entidad Confederación General Universitaria.
general para los universitarios chocó con la resistencia
de estudiantes y profesores.

Sindicatos: fue el eje principal del proyecto corpora-


tivo y el que mejor se desarrolló como tal. La organi-
zación gremial reconocía un sindicato por rama de
industria, de carácter nacional y único; todos debían
subordinarse a la Confederación General del Trabajo,
por lo que su conducción estaba centralizada.
El Estado los apoyó, autorizando a descontar por
planilla la cuota sindical; pero también tuvo un
control directo sobre ellos, al ser el encargado de
otorgarles la personería gremial y reconocerlos
como interlocutores de las negociaciones.
Así, el sindicato se instaló en el centro de la expe-
riencia laboral de los trabajadores y avanzó también
sobre la esfera del tiempo libre.
La creación de las obras sociales y cajas de jubilación
estuvo vinculada también a su acción y a la negociación
con el Estado.

Fundación Eva Perón: si bien no estaba bajo la


esfera del Estado, su actividad complementaba en Fundación Eva Perón.
el desempeño estatal en lo referido a las acciones
sociales.

Asociaciones de base: el peronismo promovió la


creación de «Unidades Básicas», las cuales desarro-
llaron actividades sumamente variadas y similares a
las que brindaban las tradicionales asociaciones de
base. Los clubes, las bibliotecas y las sociedades de
fomento continuaron sus tareas, influidas en mayor
358 o menor medida por el peronismo.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

Asociaciones católicas: las relaciones entre la Iglesia


y el Estado cambiaron a lo largo de toda la década pe-
ronista. Si bien la primera obtuvo algunas ventajas, el
tipo de organización social que promovía el peronis-
mo competía claramente con el proyecto corporativo
católico que vinculaba a sus organizaciones.

Las instituciones culturales por fuera del peronismo: SADE, Sociedad Argentina de Escritores;
el arco cultural progresista formado en el período Sociedad para el Progreso de las Ciencias;
previo se hizo antiperonista; eso lo alejó de los ámbi- Colegio Libre de Estudios Superiores.
tos estatales y creó fuertes lazos entre sus miembros.
Los intelectuales encontraron nuevos espacios para Editoriales: Losada; Sudamericana; Paidós; Claridad;
reunirse y desarrollar sus actividades culturales. Imago Mundi; Realidad; Ver y Estimar; Contorno.

En el campo de la música, surgieron algunas nuevas Amigos de la Música; Buenos Aires Musical (periódico);
Perón fue derrocado en 1955 por un golpe militar. A asociaciones. Mozarteum Argentino; Soc. de Conciertos de Cámara.
partir de entonces y hasta 1973, la vida política e ins-
titucional del país estuvo condicionada por la decisión Pese a que el edificio corporativo del peronismo se
de excluir al peronismo de las elecciones, y «despero- derrumbó con la caída de Perón, la actividad de sus
nizar» a la sociedad. Ésta generó una inestabilidad po- organizaciones se mantuvo. Aliadas o enfrentadas, y
lítica constante, presente a lo largo de todo el período. ocupando las estructuras del Estado en su favor, las
Por otra parte, casi todos los gobiernos posteriores corporaciones económicas, empresarias y sindicales,
al ‘55 coincidieron en la apertura de la economía a las Fuerzas Armadas y la Iglesia fueron los principales
las inversiones extranjeras y en la necesidad de su interlocutores del gobierno.
modernización. Este proceso, con fluctuaciones, fue
exitoso pero altamente conflictivo. Los patrones: los gobiernos posteriores al ‘55 to-
En 1966, la Revolución Argentina llevó al poder a maron medidas en contra de los dirigentes y de las
Onganía, quien intentó poner orden y disciplina a organizaciones patronales de filiación peronista.
toda la sociedad al tiempo que procuró profundizar La Sociedad Rural volvió a convertirse en la principal Sociedad Rural Argentina.
el proceso de modernización económica capitalista. vocera de los intereses agropecuarios; participó de los
El impulso inicial se detuvo bruscamente en 1969, gobiernos y continuó con actividades que iban más
cuando se produjo el Cordobazo. allá de lo estrictamente corporativo. La Federación Federación Agraria Argentina.
A partir de allí, la movilización y radicalización de los Agraria Argentina, definió su perfil como representan-
actores fue en aumento, y obligó al gobierno militar te de los medianos y pequeños propietarios, con mu-
a negociar su retirada y la vuelta de Perón. cho peso en las zonas no pampeanas. Desde 1956, las
En 1974 Perón volvió a la Presidencia de la Nación. cooperativas quedaron reunidas en CONINAGRO. CONINAGRO. 359
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

Su programa de gobierno apuntaba principalmente La UIA fue normalizada por un nuevo grupo que se UIA.
a reconstruir las bases del proyecto corporativo. Fra- hizo cargo de la institución y la dirigió durante 20
casó, no sólo porque no pudo subordinar a los ac- años. En los nuevos núcleos industriales surgidos en
tores constituidos por la movilización revoluciona- el interior, los empresarios tendieron a darse sus pro- Asoc. de Industriales Metalúrgicos de Rosario (1967).
ria de los últimos años, sino porque además las cú- pias organizaciones y fundar sus propias cámaras. Las
pulas de trabajadores y empresarios -actores princi- empresas extranjeras nunca se organizaron de manera CEA, Consejo Empresario Argentino (1967).
pales del Pacto Social- no lograban controlar a sus formal y se expresaron más coyunturalmente.
propias bases. El Estado se vio desbordado por los La CGE fue repuesta por Frondizi y frente a ella se or- CGE, Confederación General Económica;
mismos actores corporativos. ganizó ACIEL, que nucleó a los empresarios más gran- ACIEL, Asociación Coordinadora de Entidades
des. Entre ambas se libró un duro enfrentamiento por Empresarias Libres.
determinar cuál era la más representativa y legítima.

Los sindicatos: las medidas del gobierno que asumió


en 1955 tendieron a desarticular el movimiento sindi-
cal peronista, y a promover a otros gremialistas que no
pertenecían a dicho movimiento. Sin embargo los pri-
meros decidieron luchar contra el gobierno y «resis-
tir». Para fines de los ‘50, y como producto de la re-
presión, adoptaron posiciones negociadoras, con obje-
tivos más inmediatos.
Durante el gobierno de Frondizi, obtuvieron concesio-
nes y pasaron a consolidar su estructura burocrática.
Luego del Cordobazo, aparecieron la organizacio-
nes sindicales «clasistas», con nuevos estilos de ad-
ministración y conducción.
Los viejos dirigentes tuvieron un último momento
de auge con la vuelta de Perón, quien depositó en
ellos toda su confianza y les otorgó más prerrogativas.
En 1970, luego de largas presiones gremiales, el Es-
tado sancionó la Ley de Obras Sociales (Ley 18.610)
que, entre otras cosas, dejaba en manos de los sin-
dicatos la administración de las mismas.
Frente a esto, los médicos reaccionaron tratando de de-
fender sus intereses; crearon nuevos colegios médicos y
avanzaron en su organización, para ser en interlocutores
360 de los sindicatos y el Estado a la hora de las negociaciones.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

1920-1976

Mutualismo, cooperativismo, filantropía: Las mu-


tuales y las cooperativas continuaron sus acciones, ajus-
tándose a las nuevas situaciones y adoptando modelos
de gerenciamiento más eficientes para sostenerse.
Algunas empresas comenzaron a formar «fundaciones»
para destinar fondos a actividades culturales, científicas,
educativas. En el ámbito religioso, surgieron nuevas or-
ganizaciones orientadas a la promoción social. CARITAS (1956).

Ciencia y cultura: las universidades estuvieron en el Editorial Universitaria de Buenos Aires;


centro de desarrollo de un importante movimiento Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
cultural y científico; allí se crearon diferentes espacios Técnicas; Instituto Nacional de Tecnología Agrope-
desde los cuales se promovieron estas actividades. Por cuaria; Instituto Nacional de Tecnología Industrial;
otra parte, el Estado autorizó a través de una ley el Universidad del Salvador; Universidad Católica;
funcionamiento de universidades privadas y funda- Fundación Di Tella; Instituto de Desarrollo
ciones. En el campo de las artes, aparecieron espacios Económico y Social; Fondo Nacional de las Artes;
vinculados a la actividad privada que estimularon la Instituto Nacional de Cinematografía.
formación y perfeccionamiento de artistas.

Asociaciones de base: a partir de 1969, la politización se


extendió a toda la sociedad, generando nuevas y variadas
participaciones, en el ámbito rural y en el urbano.
Las ligas agrarias del Nordeste: ya desde fines de los ‘50
un grupo de militantes de la Acción Católica había Movimiento Rural de Acción Católica (1958).
comenzado a desarrollar tareas de evangelización, jun-
to con otras más específicas de promoción social, en
la región del nordeste. A partir de ese movimiento,
surgieron luego las Ligas Agrarias: muchos de sus ob- Ligas Agrarias (1970).
jetivos fueron estrictamente corporativos, pero pronto
se combinaron con objetivos más políticos.

Los nuevos barrios y el fomentismo: Con el proceso de


urbanización, los barrios se extendieron, a la par del
tradicional fomentismo que se ocupaba de gestionar
ante el Estado. Aparecieron los «curas villeros», sacerdo-
tes que intentaban desarrollar un nuevo tipo de pastoral. Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. 361
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

Período 1976-1990

En 1976 un golpe militar puso fin al gobierno de El fin del Estado de Bienestar y la irrupción de nuevas
Isabel Perón e inició lo que se llamó el «Proceso de iniciativas asociativas constituyen las principales
Reorganización Nacional». Los militares tomaron el tendencias del período.
poder y ocuparon todos los espacios estatales; inter-
vinieron la justicia y pasaron a controlar todas las La Iglesia: mantuvo posiciones ambiguas durante
instituciones y actividades de la sociedad, para evitar los años del Proceso. Si bien una jerarquía impor-
cualquier muestra de disenso frente al nuevo gobier- tante apoyó de diversas maneras a la dictadura, una
no. Se impuso la censura para los medios de comu- minoría sostuvo una posición crítica y militante en
nicación, los artistas, los intelectuales, los docentes su contra, integrando las organizaciones de derechos
y los científicos. La represión sistemática, la deten- humanos, por ejemplo.
ción y desaparición de personas fue el nudo central
de la política dictatorial. Los sindicatos: todo el movimiento obrero fue du-
El plan económico buscaba poner fin a la sustitución ramente reprimido; el plan económico, apuntaba
de importaciones, abrir y liberalizar la economía y precisamente a desarticular los beneficios sociales y
promover el sistema financiero; pero las medidas to- a desarmar cualquier tipo de protesta obrera.
madas generaron una profunda crisis económica Los sindicatos que lograron perdurar lo hicieron bajo
que agudizó los conflictos sociales y políticos. nuevas formas, o afiliándose a organizaciones inter-
La derrota en la Guerra de Malvinas, en 1982, ter- nacionales para obtener un cierto respaldo y seguri-
minó de descomponer al gobierno militar, quien dad exterior.
debió aceptar la salida democrática. Para 1980, la CGT logró reorganizarse y en 1981
protagonizó una importante huelga que acentuó el
perfil opositor del movimiento obrero.

Asociaciones de Derechos Humanos: fueron la Madres de Plaza de Mayo, (1977); Abuelas de Plaza
nota más característica. En un contexto de violencia de Mayo, (1977); Familiares de Detenidos y
y represión sistemática, era necesario crear mecanis- Desaparecidos por Razones Políticas, (1976);
mos superadores para la defensa de los individuos. SERPAJ, Servicio de Paz y Justicia (1974);
Algunos estuvieron movilizados a partir del hecho Asamblea Permanente por los Derechos Humanos;
de que algún familiar había sido víctima de la dic- CELS, Centro de Estudios Legales y Sociales (1979);
tadura; en otros casos, la motivación tenía que ver MEDH, Movimiento Ecuménico por los Derechos
simplemente con fines altruistas. Humanos (1976).

El asociacionismo solidario: muchas asociaciones


de base pudieron seguir funcionando y se convirtie-
ron también en focos de oposición a los militares.
362 En las villas, se organizaron comisiones internas que
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

Período 1976-1990

intentaron dar solución a los problemas inmediatos


del barrio y resistir a las políticas del gobierno. Incluso
llegaron a funcionar comisiones intervillas. Las socie-
dades de fomento también pudieron continuar con
muchas de sus actividades.

Los movimiento feministas: condicionadas por Agrupación de Mujeres Argentinas (1977);


los sucesos del mundo y limitadas por la represión, Juana Manso (1978); Unión de Mujeres Solidarias
diversas organizaciones feministas comenzaron a (1979); Asociación de Trabajo y Estudio de la
desarrollarse durante este período. Mujer (1982); Asociación Argentina de Mujeres
de Carreras Jurídicas.
Asociaciones de ex combatientes de Malvinas: a
poco de concluida la guerra, comenzaron a apare-
cer asociaciones que convocaban a quienes habían
participado en ella.

En 1983, el Dr. Raúl Alfonsín asumió la Presidencia El resurgimiento de la democracia y el restableci-


de la Nación y la democracia volvió a restablecerse. miento de las libertades políticas y civiles permitió
Las instituciones políticas y representativas se una explosión de asociaciones; algunas como pro-
normalizaron, al igual que las universidades y otras ducto de los años de silencio de la dictadura, otras
instituciones de la sociedad. como respuesta a las nuevas necesidades generadas a
Sin embargo, la herencia del período militar condi- partir del retraimiento y la progresiva desarticulación
cionó el camino del nuevo gobierno. La situación del Estado de Bienestar.
económica era absolutamente crítica; los sindicatos,
también normalizados, comenzaron a presionar para La ayuda mutua: desde 1983, el Estado intentó, a
obtener mejoras y protagonizaron diversas huelgas través de distintos programas, brindar asistencia ali-
que lo fueron debilitando. mentaria a las familias más pobres del país. Estos
Por otra parte, los reclamos de las organizaciones de programas tuvieron resultados diversos, pero en to-
derechos humanos por los crímenes cometidos du- dos los casos favorecieron la organización de las fa-
rante la represión chocaron con los reclamos y las milias para gestionarlos y administrarlos de la crea-
presiones de las Fuerzas Armadas, que también con- ción de comisiones de madres, juntas vecinales y
dicionaron y debilitaron al gobierno. Por estos y huertas comunitarias.
otros motivos, la presidencia de Alfonsín terminó en
medio de un contexto de crisis económica y social. También la escuela se convirtió en un eje a partir
Su sucesor a partir de 1989, el Dr. Carlos Menem, del cual las cooperadores y clubes de madres organi-
optó por el camino del neoliberalismo. La economía zaron tareas de asistencia alimentaria. 363
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones. en este período

Período 1976-1990

fue desregulada y liberalizada; se inició un proceso Asociaciones feministas y de mujeres: la demo- Lugar de la Mujer (1983); DIMA, Derechos Iguales
masivo de privatizaciones y concesiones a empresas cracia permitió su crecimiento; se desarrollaron a para la Mujer (1981); CEM, Centro de Estudios
de capital extranjero. Además, apeló a decretos de partir de diversos objetivos, con variadas formas de de la Mujer (1979); Alternativa Feminista (1984);
necesidad y urgencia para aprobar las medidas que participación y organización. y número de inte- Tribunal de Violencia contra la Mujer;
eran rechazadas en el parlamento y se reformó el siste- grantes, aunque la mayoría agrupaba a mujeres de Conciencia (1983); Reunión de Mujeres (1983);
ma de la Corte Suprema de Justicia. A través de distin- clase media o alta, con instrucción. Algunas ya ve- Libera.
tas medidas, se controlaron las organizaciones cor- nían conformadas desde años anteriores, pero se
porativas como los sindicatos y las Fuerzas Armadas. activaron más a partir del ‘83.

Asociaciones por los derechos de los homosexuales: Comunidad Homosexual Argentina (1984).
si bien ya antes habían surgido algunas, a partir de
1983 creció su número y se diversificaron las carac-
terísticas de cada una.
Además, la irrupción de enfermedades como el SIDA,
vinculadas en un primer momento a homosexuales Coinsida (1986); SIDA Visión Alternativa (1988);
y drogadependientes, estimuló la aparición de orga- Tierra (1988); Fundación Huésped (1989).
nizaciones específicas vinculadas a esta problemática.

Asociaciones vinculadas a la defensa del medio


ambiente: surgieron en este período, a partir de
una preocupación global por la situación ambiental
o de un reclamo por una situación coyuntural de
contaminación.

Asociaciones de autogestión de la vivienda: ante Coordinadora de Inquilinos de Hoteles,


el problema edilicio, siguieron apareciendo espacios Pensiones e Inquilinatos;
desde los cuales diversos sectores gestionaron y Movimiento de Villas y Espacios Carenciados.
construyeron viviendas y barrios.

Organizaciones no gubernamentales para el de- Confederación de Asociaciones de Fomento Rural


sarrollo (ONGD): su difusión se vincula claramente del Valle de Picún Leufú, Neuquén;
con la debilidad e impotencia del Estado en la reso- Unión de Pequeños Productores Chaqueños;
lución de problemas ligados a comunidades o gru- Comisión Central de Campesinos de Los Juríes,
pos importantes de personas. Si bien surgieron prin- Santiago del Estero;
cipalmente durante la década del ‘60, fue en los ‘80 PROHAS, Tucumán;
364 cuando cobraron mayor relevancia. Se extendieron Obra Cristiana para el Desarrollo, Jujuy.
CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período

Período 1976-1990

por todo el país y asumieron diversas formas jurídicas; Centro Andino de Desarrollo, Investigación y
el eje de sus acciones se orienta hacia el desarrollo y Formación, Jujuy.
la promoción social. En muchos casos, se trata de
organizaciones que desarrollan actividades entre pe-
queños productores y apuntan a la formación pro-
fesional de los jóvenes para su inserción laboral.
Además, cada ONGD establece diverso tipo de vín-
culo con la comunidad beneficiaria; las formas de
financiamiento también son muy variadas.

Redes de organizaciones no gubernamentales:


constituyen agrupamientos institucionales que de- Red Argentina Contra la Violencia
sarrollan un trabajo conjunto en pos de mejorar la Doméstica y Sexual (1989);
cobertura, eficacia y eficiencia de sus acciones, a Red Latinoamericana de
partir de compartir objetivos, metas o causas que las Educación y Trabajo (1989);
trascienden. En el período en cuestión, se formaron RENACE, Red Nacional de Acción Ecologista,
redes en importantes áreas de la actividad asociativa (1986);
vinculadas a problemáticas sociales, ecológicas, edu- Unión de Organizaciones de Base
cativas, etc. En algunos casos, lograron convertirse por los Derechos Sociales, Córdoba.
en interlocutoras del Estado, para la formulación de
políticas sociales y de desarrollo. Mesa de Concertación de Políticas Sociales.

La filantropía: muchas empresas han destinado ca-


da vez más fondos para el desarrollo de actividades
de filantropía, desarrollo y promoción social y cul-
tural. En la mayoría de los casos, lo han hecho a tra- Fundación Juan Minetti (1987);
vés de la creación de una «fundación». Fundación Arcor (1985);
Ciertamente, más allá de la evaluación de cuánto Fundación Banco Francés (1988);
más han aportado las empresas, durante este perío- Fundación Bemberg (1989);
do, se ha renovado el interés por el papel social de Fundación Konex (1982);
las mismas. Fundación Telefónica de Argentina (1991).

365
QUIERO DESTACAR LA RELEVANCIA ACTUAL Y FUTURA DEL TEMA ELEGIDO, Y LO OPORTUNO DE CONTRIBUIR
A RECUPERAR LA HISTORIA DE LAS INICIATIVAS ASOCIATIVAS, PARA APRENDER DE ELLAS Y ASÍ PODER AFIRMAR Y
EVALUAR LAS PROPUESTAS SOBRE EL PISO FIRME DE NUESTRA PROPIA EXPERIENCIA.
LEÍ ESTA OBRA VALORANDO ENTONCES SU PROPÓSITO DE INCLUIR EL ASOCIATIVISMO EN LA AGENDA
ARGENTINA DEL PENSAMIENTO SOCIAL, PARA CONTRIBUIR A UNA REFLEXIÓN QUE NOS DEBEMOS Y QUE ES
ALTAMENTE OPORTUNA EN LA ACTUALIDAD. LA LEÍ BUSCANDO EN LA HISTORIA CLAVES PARA SITUAR A LAS
INICIATIVAS ASOCIATIVAS EN SUS SENTIDOS Y POTENCIALIDAD, COMO GUÍA PARA LA ACCIÓN. AL AVANZAR EN EL
TEXTO, UNO SE PERCATA DE QUE LAS CONEXIONES QUE RESULTABAN CLARAS HACE DOS SIGLOS SE DESDIBUJAN A
MEDIDA QUE NOS ACERCAMOS AL PRESENTE. ESTO PUEDE TENER QUE VER CON LA MATERIALIDAD MISMA DEL
CAMBIO HISTÓRICO -PASANDO DE ESTRUCTURAS «SIMPLES» Y DISCERNIBLES PARA EL OBSERVADOR, A
ESTRUCTURAS MÁS COMPLEJAS- Y A QUE, MIENTRAS NOS APROXIMAMOS AL PRESENTE, NOS VAMOS DESLIZANDO
DE UN ENFOQUE MÁS PROPIAMENTE HISTÓRICO-ANALÍTICO A OTRO SOCIOLÓGICO-DESCRIPTIVO. EN ESTE
SENTIDO, ESTA OBRA NOS PLANTEA UNA TAREA URGENTE DE CONTINUIDAD SOBRE LAS NUEVAS BASES QUE NOS
DEJA: REGISTRAR SISTEMÁTICAMENTE NO SÓLO LAS EXPERIENCIAS EXITOSAS Y FORMALIZADAS DE ASOCIACIÓN,
SINO LA MULTIPLICIDAD DE INICIATIVAS INFORMALES, INCLUYENDO LAS QUE YA SE PERDIERON O LAS QUE NO
PERDURARÁN, PARA QUE PODAMOS RECONCEPTUALIZAR Y APRENDER DEL ANÁLISIS RIGUROSO DEL CONJUNTO DE
LA EXPERIENCIA COLECTIVA.

JOSÉ LUIS CORAGGIO

GADIS ISBN 950-9487-19-8

También podría gustarte