HistdelasAsociaciones PDF
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ORG A NIZACIONES DE
LA SOCIEDAD CIVI L
HISTORIA DE LA INICIATIVA ASOCIATIVA EN
ARGENTINA
1776 - 1 9 90
Autores Roberto Di Stefano / Hilda Sabato / Luis Alberto Romero / José Luis Moreno
Idea y Coordinación Elba Luna / Elida Cecconi
DE LAS COFRADIAS A LAS
ORG A NIZACIONES DE
LA SOCIEDAD CIVI L
HISTORIA DE LA INICIATIVA ASOCIATIVA EN
ARGENTINA
1776 - 1 9 90
DE LAS COFRADIAS A LAS
ORG A NIZACIONES DE
LA SOCIEDAD CIVI L
HISTORIA DE LA INICIATIVA ASOCIATIVA EN
ARGENTINA
1776 - 1 9 90
Autores Roberto Di Stefano / Hilda Sabato / Luis Alberto Romero / José Luis Moreno
Idea y Coordinación Elba Luna / Elida Cecconi • Prólogo José Luis Coraggio
Corrección de estilo
Luciana Del Gizzo
Investigación iconográfica
Graciela García Romero
Fotografías Capítulo IV
Karina Batagelj
Viviana D’Amelia
Paloma García
Juan Vera
ISBN 950-9487-19-8
165 CONCLUSIONES
166 Bibliografía
169 CAPITULO TRES / 1920-1976
«El Estado y las Corporaciones» Luis Alberto Romero
171 MADUREZ DE LA SOCIEDAD CIVIL, 1920-1943 227 Sindicatos, cajas jubilatorias y obras sociales
172 Las organizaciones de base 228 La Fundación Eva Perón
172 Construir la ciudad y la sociedad 230 Las organizaciones de base: unidades básicas, clubes,
174 Panorama de las organizaciones de base sociedades de fomento y bibliotecas
178 Un caso: la Corporación Mitre 233 Por fuera del Estado peronista
180 El fomentismo de gestión 233 Las asociaciones católicas
181 Permanencias 234 El mundo de la cultura progresista
181 Las asociaciones mutuales, sindicales y profesionales 237 DOS INTIMOS ENEMIGOS, 1955-1976
182 Las mutuales 237 El Estado y las corporaciones
183 Los sindicatos 239 Los patrones
189 Corporaciones de profesionales liberales 240 La Sociedad Rural y otras organizaciones rurales
192 Cooperativas y corporaciones empresarias 242 La Unión Industrial y sus cámaras
192 El cooperativismo 244 La CGE y ACIEL
197 Las entidades patronales 246 Los sindicatos
204 Asociaciones culturales 246 Resistencia y organización
209 EL ESTADO AVANZA SOBRE LA SOCIEDAD, 1943-1955 248 El sindicato de la burocracia
209 La época peronista 250 El nuevo sindicalismo de base
211 Los patrones 253 Sindicatos y gobierno peronistas
212 Las entidades rurales 254 La asistencia social
212 Los grandes empresarios 254 La CGT y las obras sociales
214 La Confederación General Económica 256 Los médicos y las obras sociales
215 Profesionales y estudiantes universitarios 256 Las cambiantes políticas del Estado
217 Los sindicatos 258 Mutualismo, cooperativismo, filantropía
217 Los años formativos 260 Ciencia y cultura al margen del Estado
219 Crecimiento sindical 264 Asociacionismo de base en los setenta
221 Sindicatos, Estado y gobierno 264 Las Ligas Agrarias del Nordeste
223 Sindicatos, trabajadores y peronismo 268 Los nuevos barrios y el fomentismo
224 La FOTIA
226 La Justicia social 271 CONCLUSIONES
226 El Estado y la acción social 273 Bibliografía
277 CAPITULO CUATRO / 1976-1990
«La caída del Estado de Bienestar»
(Dictadura y reconstrucción democrática) José Luis Moreno
334 CONCLUSIONES
336 Bibliografía
Comedores comunitarios, cooperadoras se remonta a los años de la colonia, se organizó derechos humanos, ligadas en principio a la defensa
escolares, asociaciones vecinales y de colectivida- distinguiendo cuatro períodos históricos: de libertades individuales. Más tarde, el adveni-
des, clubes de amigos y barriales, centros cultura- i. La colonia (1810/1860); miento de la democracia impulsó un nuevo pico de
les, bibliotecas populares, fundaciones, centros de ii. Las corrientes migratorias (1860/1910); crecimiento y consolidó la expansión del reclamo al
jubilados, entidades de bien público, cámaras em- iii. La consolidación del modelo agroexportador conjunto de los derechos sociales, dando lugar al
presarias, asociaciones profesionales, clubes de y la sustitución de importaciones (1920/1970) y florecimiento de organizaciones de defensa de
trueque, organizaciones de desocupados, entre iv. La caída del Estado de Bienestar (1960/1990). derechos de todo tipo -de la mujer, del consumidor,
otras, constituyen en la Argentina de hoy una parte cívicos, de la infancia, del medio ambiente, disca-
inequívoca del escenario de lo público. Como se señala en la Introducción, los dos pacitados, aborígenes, minorías en general, etc.-.
primeros ciclos (1776-1860 y 1860-1920) son
A través de estas organizaciones voluntarias, analizados incluyendo, como parte del desarrollo Indudablemente, este trabajo no hubiera si-
los ciudadanos expresan su capacidad de actuar de las nuevas asociaciones, su participación para do posible sin el talento y dedicación de los inves-
juntos y, al tiempo que hacen oír su voz, asumen conformar la esfera pública y su contribución pa- tigadores, que aceptaron el desafío de enfocar un
responsabilidades crecientes sobre su propio destino, ra elaborar valores propios, al tiempo que se vin- campo hasta ahora escasamente abordado desde la
construyen consenso y valores comunes, y confieren cula el proceso de formación de la sociedad civil perspectiva histórica. Además, fue fundamental el
legitimidad a la vida pública y a sus instituciones. con el de la constitución del estado-nación y las apoyo brindado por la Fundación Ford y espe-
Este fenómeno, que adquiere una presencia cada nuevas elites dirigentes. cialmente por el Director de la Oficina de Chile,
vez más relevante, permite vislumbrar un futuro Sr. Augusto Varas.
pleno de asociaciones voluntarias capaces de con- En el período 1920-1976, por su parte, se
tribuir para dar respuestas a las transformaciones registra el predominio creciente del interés utilita-
ético-políticas que los ciudadanos demandan, y de rio circunstancial o estructural -obtener ventajas
promover el bien común. para los miembros-, por sobre la afirmación de la
identidad como base de las asociaciones y el avan-
Para comprender su evolución y encontrar ce de la politización. Esto ha sucedido, en parte,
las claves del futuro, es fundamental contextualizar como reflejo de acontecimientos de orden interna-
el análisis en los procesos socio-históricos, políticos cional, como la Guerra Civil Española o la Segunda
y culturales en los que estas organizaciones se desa- Guerra Mundial.
rrollaron, de manera tal que se pueda aprehender la
heterogeneidad del fenómeno y focalizar en sus Entre 1976 y 1990, durante la dictadura
particularidades. Este libro está dedicado a explorar militar, la represión generó temor y produjo una
tales caminos, por lo que, teniendo en cuenta que acentuada desactivación del movimiento asociativo,
en Argentina las Organizaciones de la Sociedad aun cuando dio también lugar al origen de un po-
Civil son tributarias de una dilatada tradición que tente movimiento de creación de organizaciones de 13
PROLOGO
Para comenzar, quiero destacar la relevan- sentido, esta obra nos plantea una tarea urgente de como las mingas, las fiestas de las comunidades ét-
cia actual y futura del tema elegido, y lo oportuno continuidad sobre las nuevas bases que nos deja: re- nicas (las fiestas de la comunidad negra o de los
de contribuir a recuperar la historia de las iniciati- gistrar sistemáticamente no sólo las experiencias coprovincianos en el suburbano bonaerense2), etc.
vas asociativas, para aprender de ellas y así poder exitosas y formalizadas de asociación, sino la mul-
afirmar y evaluar las propuestas sobre el piso firme tiplicidad de iniciativas informales, incluyendo las Viejos temas de la epistemología se plantean
de nuestra propia experiencia. En tal sentido, los que ya se perdieron o las que no perdurarán, para al lector de esta obra: ¿puede un único concepto de
autores han recuperado una serie de estudios pre- que podamos reconceptualizar y aprender del análi- lo «asociativo» captar la variación acaecida a lo largo
vios, monográficos o más amplios, constituyendo sis riguroso del conjunto de la experiencia colectiva. de un período histórico plurisecular, o deberíamos
así una nueva base obligada de toda investigación Y esto incluye comenzar a registrar testimonios ajustar o diversificar el concepto de manera acorde
futura sobre el tema. orales de los actores actuales del asociativismo. con las transformaciones de sus referentes reales? La
variedad de formas abarcadas como parte de esta his-
Leí esta obra valorando entonces su propó- SOBRE CONCEPTOS Y METODOS toria, incluyen sentidos contrapuestos: (a) desde aso-
sito de incluir el asociativismo en la agenda argen- Es verosímil que hayan existido y existan ciaciones dirigidas a imponer una estructura social
tina del pensamiento social, para contribuir a una -y por tanto tengan su propia historia y hayan dada y sujetar a las personas, hasta asociaciones
reflexión que nos debemos y que es altamente contribuido a la de las matrices asociativistas en la libres y abiertas de individuos; (b) tanto el sindica-
oportuna en la actualidad. La leí buscando en la cultura argentina, organizaciones efímeras o per- lismo anarquista, formado por activistas proactivos
historia claves para situar a las iniciativas asociati- manentes cuya presencia no ha quedado registrada libres de entrar o salir, como el sindicalismo pasivo,
vas en sus sentidos y potencialidad, como guía pa- de manera suficiente. Por tal motivo, lo registrado por adhesión o por imposición mediante pactos entre
ra la acción. Al avanzar en el texto, uno se percata es posiblemente la punta del iceberg. Si los diversos cúpulas sindicales y estatales; (c) tanto asociaciones en
de que las conexiones que resultaban claras hace tipos de asociaciones tuvieran una similar propor- defensa de los intereses particulares de sus miembros
dos siglos se desdibujan a medida que nos acerca- ción formalizada y registrada, esto no sería el mismo como las creadas para actuar colectivamente en
mos al presente. Esto puede tener que ver con la problema que si cierto tipo de asociaciones tendiera defensa de los derechos de todos.
materialidad misma del cambio histórico -pasando a no asumir estatus formal. De hecho, ocurre con
de estructuras «simples» y discernibles para el ob- las ilegales o con las no formales, porque sus miem- Por supuesto, la cuestión no es sencilla de
servador, a estructuras más complejas- y a que, bros no necesitan formalizarse (pertenecen a otros resolver. Por ejemplo: si el asociativismo es consi-
mientras nos aproximamos al presente, nos vamos modos de sociabilidad y solidaridad que no pasan derado un concepto propio de la modernidad, no
deslizando de un enfoque más propiamente histó- por el tamiz del reconocimiento del Estado) o no
rico-analítico a otro sociológico-descriptivo. En este pueden afrontar los costos de ello.
En este punto, es preciso distinguir «institu- 2. Si bien los autores registran la ocupación militar del sur
del actual territorio argentino, no hay referencia a las for-
* Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
cionalización» de «formalización». Incluso, hay enti- mas de organización de esas poblaciones, que fueron ex-
1. Esta puede ser, por supuesto, una posición válida de dades de mucho más larga data en América que terminadas y pretendidamente ignoradas al considerar su
los autores, pero vamos a problematizarla más abajo. subsisten sin estar incorporadas a la normativa legal, hábitat como un «desierto». 15
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puede abarcar toda forma de comunidad, aunque una asociación voluntaria de individuos o a la de un promoción desde instancias políticas y de gobierno
sobrevivan a la sociedad antigua dentro de la mis- conjunto de organizaciones o personas, interdepen- de las organizaciones de intereses privados -signada
ma. Las comunidades americanas de origen preco- dientes pero autónomas, que se necesitan mutua- por la circulación de las elites entre posiciones de
lonial, que todavía existen aunque sea bajo formas mente para reproducirse (mediados o no por relacio- representación social y política- es claramente dife-
sobreconformadas por el capitalismo moderno, nes de mercado). Salvo que hubiera sido recreada co- renciada por los autores, de un período en que las
deberían diferenciarse de las asociaciones libres de mo tal a partir de individuos que recuperan o son asociaciones son «liberadas» de la obligatoriedad de
individuos. En tal tesitura, tampoco podría com- portadores «descendientes» de esa identidad, y deci- ser reconocidas por el Estado, si bien las ventajas de
prender toda forma de agregación práctica o por dieron reconstruir una comunidad que fue fragmen- dicho reconocimiento pueden haber seguido pre-
identificación. De lo contrario, para extremar el ar- tada y de la cual sus antecesores fueron separados o sionando para la formalización. Luego vendrían
gumento, podríamos estar incluyendo en el mismo se separaron por propia voluntad en el pasado. reflujos autoritarios de control y prohibición arbi-
concepto agregados sociológicos (los de origen ca- traria. Planteo como idea que, para poder releer
tólico, los negros, las mujeres, los obreros, los pa- La «cultura asociativista», ese conjunto ins- críticamente esta y otras contribuciones a la historia
trones, los que viven en la Boca, etc.), por más que titucionalizado de valores, predisposiciones, reglas y de la iniciativa asociativa en la Argentina, debería-
sus formas de vinculación sean muy débiles, y or- pautas de comportamiento comunes a la génesis, mos elaborar colectivamente una metateoría de lo
ganizaciones fuertes como un grupo de cosangui- consolidación y desarrollo de asociaciones volunta- asociativo, lo que incluye la historia del pensamiento
neidad, una empresa o un gobierno municipal, y rias, puede pasar por épocas de auge o decadencia, científico, y no sólo social, sobre ello.
todos los que los integran en una u otra función. en parte, por su mayor o menor utilidad, y en parte,
por su valor cambiante con la sociedad. Así, en el De hecho, valores y conceptos como los de
En principio, debería ser parte del conjunto segundo capítulo de este volumen se muestra un justicia, responsabilidad, igualdad o solidaridad -tan
de asociaciones -diferenciadas dentro de la suma de paso histórico hacia entidades orientadas por la coa- centrales al asociativismo- son históricamente varia-
organizaciones colectivas- toda organización formal, lición y la representación de intereses particulares bles y deben ser analizados rigurosamente en su
de entrada y salida libre, producto de una decisión de -fundamentalmente materiales- compartidos y for- cambio, para diferenciarlos de esos términos invaria-
un grupo inicial de individuos de asociarse de manera malmente acordados, y este cambio es visto como bles que los denotan. Como se indica en el libro, la
duradera para compartir o hacer juntos determinadas progreso. Sin duda, desde la utopía de una sociedad igualdad podía ser vista como injusticia para quienes
actividades, de acuerdo a reglas que ellos mismos se democrática, la solidaridad como construcción querían conservar el antiguo régimen. A su vez, hoy
dan o a las que se adhieren expresamente. (Esto, con socio-política es superior a la solidaridad como forma enfrentamos una arremetida contra la igualdad en
toda la relatividad del término «libre», pues la en- tradicional de sostener una estructura social. nombre del concepto neoconservador de «equidad»,
trada o la salida pueden tener un costo material o y no podríamos dentro de cien años -tampoco hoy-
simbólico, o requerir determinadas condiciones Esto nos permite advertir que la historia re- analizar la historia de las iniciativas asociativas du-
vinculantes.) Tal definición supone un nivel de construida no sólo describe y contribuye a explicar rante esta transición, sin examinar profundamente
conciencia de los individuos en lo relativo a las un cambio, sino que lo valora desde algún lado. Pe- esa confrontación en el campo de los valores. Actual-
consecuencias de incorporarse, y una identificación ro tales puntos de valoración no son fijos y univer- mente vemos emerger el concepto de «tercer sector»
-aunque sea parcial- con los objetivos, sentidos y sales y, por tanto, tienen una coyuntura específica y se multiplica el uso del término «sociedad civil»:
significados de esa construcción colectiva. Presupone, y responden a intereses. En efecto, los criterios para realizar la crítica de su uso y sus denotaciones y con-
además, la individuación. distinguir la «buena asociación» o la «buena sociedad notaciones será parte fundamental de la construcción
civil» también están históricamente determinados. de la historia reciente del movimiento.
De esta manera, una comunidad de raíces De hecho, la relación cambiante entre el poder
ancestrales, donde la identidad de los miembros es político de gobierno y los individuos-ciudadanos, y Es evidente la importancia de un claro
inseparable de la totalidad que constituyen, no sería las intermediaciones de las organizaciones libres, concepto de sociedad civil para encuadrar la
un ejemplo de «asociación». Su forma de encarnar constituyen una cuestión central y de desarrollo cuestión de este libro. De hecho, los dos primeros
16 una solidaridad genérica no es equivalente a la de no lineal en esta historia. Un primer período de períodos (1776-1860 y 1860-1920) son analizados
PROLOGO
incluyendo, como parte del desarrollo de las nue- tiende ahora a excluir masivamente, cuando entonces Ciertamente, las condiciones estructurales
vas asociaciones, su participación en la formación tendía a arrasar otras formas de trabajo para subsu- han cambiado y, como bien registran todos los
de una esfera pública mediante periódicos, posicio- mirlas, integrando a los trabajadores como asalaria- capítulos de esta obra, no puede separarse ni en-
namientos ante hechos políticos nacionales o locales, dos. Hoy, a una pobreza estructural de larga data, se tenderse la historia y el futuro del asociativismo,
la contribución a la formación de valores propios agrega el empobrecimiento vertiginoso de las familias sin tener como trasfondo o sin considerar su im-
del liberalismo político -en particular el racionalismo de trabajadores, incluyendo las amplias clases medias bricación con los procesos de conformación de
y una visión del mundo según la cual la sociedad que fueron generadas por el proceso de industrializa- las macroestructuras: la economía de mercado
puede ser construida por la voluntad colectiva-, la ción, por la formación del mercado interno y por el con sus ramas empresarias y de trabajadores, pro-
pugna entre los poderes eclesiásticos y sus asocia- desarrollo de las políticas sociales del Estado. En fesiones y oficios, y las relaciones de poder allí
ciones de raíz confesional y las comprometidas con cambio, sí parece que volvemos a sufrir las acciones constituidas; la sociedad (las clases, las comunida-
la secularización y, finalmente, el desarrollo de las de un poder con pretensiones imperiales -que rompe des y los procesos de individuación); las configu-
formas corporativas propias de la sociedad burguesa. con los procedimientos propios de la hegemonía raciones y reconfiguraciones étnicas; el Estado y
Como a la vez registran la vinculación de ese pro- burguesa liberal- y un resurgimiento de las iniciativas la formación de las instancias político-adminis-
ceso de formación de la sociedad civil con el de la sociales, cuando el Estado en general y el sistema trativas de orden nacional, provincial y municipal,
formación del Estado-nación y constitución de interestatal mundial mismo están en crisis. con su correspondiente distribución de funciones
nuevas elites dirigentes, puede intuirse la fertilidad de planificación, regulación y prestación de servi-
del concepto gramsciano de sociedad civil en la Con una altísima proporción de sectores cios públicos y seguridad social; el sistema políti-
organización que hacen los autores del campo de medios -y en particular de profesionales y técnicos- co y de representación social; la urbanización
estudio. Sin embargo, la noción de hegemonía no expulsados del mercado de trabajo por las empresas (migraciones internas, crecimiento de las áreas
es utilizada para articular el análisis. y el Estado, y en ausencia de un sistema de seguri- metropolitanas y de ciudades medias) y regionali-
dad social que cubra necesidades elementales, el zación del territorio; y las relaciones entre todos
ASOCIATIVISMO, COYUNTURA Y asociativismo puede tomar un nuevo impulso, esos procesos.
CAMBIO ESTRUCTURAL combinando la reivindicación ante el capital y el Es-
Han pasado dos siglos desde que la separa- tado con la generación de opciones más autónomas Tampoco puede estar separada de la histo-
ción de los trabajadores de los medios de producción y permanentes de producción cooperativa y repro- ria del proceso de constitución de la Nación y de
y la indigencia y precariedad en la reproducción ducción solidaria. Puede también combinar de otra su vinculación con poderes y sociedades «exter-
familiar resultantes, multiplicaron las iniciativas manera el «capital social» de los sectores medios con nos». Este último componente del escenario en
asociativas desde las bases, aunque también im- la energía y la fuerza social de los obreros, los peo- que se desenvuelve el movimiento asociativo pue-
pulsadas desde el Estado. Hoy es la separación de nes y sus descendientes. Esta vez no sería para coop- de operar indirectamente, a través del desarrollo
los trabajadores de la posición de asalariados y las tarlos y usarlos como trampolín de las clases diri- de los macroprocesos ya mencionados (Estado y
nuevas pobrezas e incertidumbres por la supervi- gentes, sino para refundar las instituciones de la clase sistema interestatal, etc.), o directamente, a través
vencia lo que puede volver a motorizar la unión trabajadora sobre bases más autónomas, con la de la internacionalización o globalización de di-
informal -desde las redes de trueque hasta los capacidad de incorporar el conocimiento y la infor- cho movimiento. Esto no se reduce a la transfe-
comedores organizados por los desocupados- o el mación que hoy requiere participar en la economía rencia de disposiciones y tradiciones asociativas,
asociativismo -como las nuevas formas de auto- y en la gestión pública. Al pretender hacerlo, puede como los vínculos interoceánicos que transmitían
gestión de fábricas quebradas por la recesión-, para enfrentarse la misma crítica ideológica a que algu- la conflictividad europea a través de los inmigran-
encarar carencias graves de la población. nas de estas formas fueran sometidas durante el tes, aspectos tratados en los primeros capítulos.
siglo XX, al ser vistas como meros instrumentos de De hecho, los flujos migratorios vuelven a inver-
Para algunos, tal vez, «la historia se repite». la burguesía para menguar la lucha de la clase obre- tirse y están surgiendo nuevas relaciones horizon-
Sin embargo, no es así. La cuestión social ha cambiado ra y excusar al Estado de su responsabilidad por tales de comunicación y acción conjunta en redes
sustancialmente. El sistema capitalista globalizado garantizar los derechos de los trabajadores. globales y locales. 17
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¿UN MISMO TERMINO, DIFERENTES conflictividad- tener las mismas opciones de vincu- gares de destino? (No es el caso aún de este país,
REALIDADES? lación con uno y otras? La formación de un merca- pero hay otras naciones latinoamericanas cuya
Cabe entonces preguntarse si, más allá de do global de servicios educativos, de sistemas de «segunda aglomeración» está concentrada en una
las variaciones en las prácticas y formas, el concep- acreditación, de regulación de la circulación de ciudad del extranjero).
to y sentido del asociativismo que surge desde la conocimientos y títulos está en gestación. ¿Pueden
sociedad permanecen y permanecerán constantes a las asociaciones de profesionales y científicos tener ¿PODEMOS COMPRENDER EL PRESENTE
través de los siglos. Hay razones para dudar de ello, las mismas funciones y vinculaciones con el sistema FUERA DE LA CONTRAPOSICION DE
si aceptamos que tal sentido está codeterminado, universitario y el resto de la sociedad? La dinámica PROYECTOS DE FUTURO?
por un lado, por las motivaciones de quienes to- del capital financiero no parece temer a los Bancos Todo hace pensar que, siendo la reconstruc-
man la iniciativa de organizar y asociar a otros centrales y la pinza de la deuda, y las condicionali- ción histórica indispensable y de extrema ayuda pa-
o simplemente de adherirse y, por otro, por las dades ajustan al Estado hasta los límites de la go- ra encontrar el sentido del asociativismo -o de una
macroestructuras en que esas iniciativas se insertan. bernabilidad más elemental. ¿Pueden las cooperativas categoría más amplia como la solidaridad-, tene-
de autoconstrucción de vivienda ser vistas como mos que investigar con rigurosidad sus formas
A comienzos del siglo XIX, comenzaba en formas de autoexplotación y de liberación de la res- presentes, lo que implica verlas como parte de una
Argentina un proceso que culminaría con la cons- ponsabilidad del capital y de su Estado, tal como se totalidad cuyo sentido es difícil de discernir sin una
titución del Estado nacional. En esa misma época, planteaba en los sesenta? Experimentamos una pér- perspectiva de futuro o futuros posibles.
pareció iniciarse su proceso de disolución, tal co- dida sistemática de legitimidad de la sociedad polí-
mo lo conocíamos al menos. También durante ese tica y del Estado. ¿Constituye el reflujo actual de Los extremos de este largo período históri-
periodo, se registraba una revolución tecnológica y iniciativas asociativas una réplica de los mecanismos co son ambos de transición epocal. Sin embargo,
política en el Occidente, de cuyo centro dependía- -intencionales o cooptados- para la emergencia de aún siendo un trabajo laborioso y que exige rigu-
mos, la cual requería pasar de las comunidades a nuevos dirigentes y estilos políticos, o la crisis de la rosidad, parece ser más fácil encontrar el sentido
los individuos «libres», condición para formar las legitimidad de las representaciones políticas va a de aquellas formas asociativas cuando las analiza-
clases asalariadas. Además, se comenzaba a afirmar hacer que una parte significativa del asociativismo mos como observadores, con una perspectiva afir-
la promesa liberal de mejoría intergeneracional de permanezca fuera del sistema político? El asociati- mada en el conocimiento de lo que sucedió durante
las condiciones de vida y a institucionalizar el sis- vismo actual y futuro, al basarse en una historia los 200 años siguientes, que cuando examinamos
tema de derechos, algo que el Estado de Bienestar previa de fuerte individuación, hoy confrontada las actuales, como partícipes de un presente con
iba a extender en la larga primera mitad del siglo con el fin evidente de la «igualdad de oportuni- un futuro particularmente cargado de incertidum-
XX. A comienzos del siglo XXI, se registra una dades», ¿no llevará a la construcción de nuevas bre. Si cada fenómeno social puede ser compren-
nueva revolución tecnológica, comandada por el identidades colectivas y de redes de relaciones dido más cabalmente cuando es retroexaminado
capital a escala global, y la economía de mercado intercomunitarias, antes que a una construcción de desde su futuro, esto puede contribuir a explicar la
tiende a excluir a la mitad de la población mundial espacios de relación interpersonal? Cuando el flujo dificultad para hacer la historia reciente del aso-
de la posibilidad de tener un trabajo asalariado. A migratorio era de afuera hacia adentro, las asocia- ciativismo, pues será descubierto e iluminado de
su vez, la revolución conservadora y neoliberal ciones de socorro y ayuda mutua, de beneficencia, manera diversa según sea considerado fenómeno
pretende acabar con la cultura de derechos y vol- de trabajos voluntarios, tenían funciones prácticas pasajero, regresión al pasado o nueva forma que
ver al Estado subsidiario. ¿Pueden las formas aso- -resolver problemas compartidos-, pero también prefigura el futuro. Y si no contamos ya con la
ciativas de los trabajadores tener el mismo alcance simbólicas -preservar la identidad-. Hoy, una vez pseudocerteza de una teoría finalista de la historia,
y sentido entonces y ahora? más, el flujo se ha invertido y los argentinos son al menos podemos leer el presente y su sentido
los que emigran. ¿No debería el estudio del asocia- -o pérdida de sentido- desde una utopía de sociedad
El Estado y las Iglesias han pasado por épo- tivismo argentino (no: «en Argentina») seguir a más igualitaria, más democrática, más respetuosa
cas de gran conflicto y procesos de transformación. esos argentinos y examinar cómo se asocian o ar- del ecosistema tierra, con otro nivel y manejo de
18 ¿Pueden las formas asociativas -en su génesis y su ticulan con las organizaciones existentes en sus lu- los conflictos sociales, en suma: más sociedad. Esto
PROLOGO
provee criterios adicionales para discriminar entre dentro del Estado en sentido gramsciano. El avance surgiendo no para representar un interés particular,
la masa de organizaciones -como hace el concepto de la normatividad jurídica (como la Ley de Coope- sino con la pretensión de representar un interés
de «tercer sector»-, por el futuro a cuya construcción rativas de 1926) para incluir/controlar el asociativis- universal. Tal es el caso de las asociaciones de de-
pueden contribuir. mo no puede comprenderse fuera de las luchas por la fensa de los derechos humanos, de algunas asocia-
hegemonía (o el dominio) en una sociedad atravesa- ciones ecologistas, antiglobalización o de lucha
¿Podremos afirmar y demostrar que, como se da por conflictos entre clases, regiones, culturas, contra la discriminación de todo tipo.
exhibe en el capítulo que cubre el período 1920- ideologías, proyectos. También, la penosa marcha ha-
1976, mientras que en las décadas de desarrollo del cia la conformación de una ciudadanía cuyos dere- Dada la interdependencia que requiere la re-
«Estado social» las principales asociaciones fueron chos individuales (primero primordialmente políti- producción en la sociedad del conocimiento, reto-
cooptadas y perdieron su autonomía porque éste cu- cos y luego sociales) variaron históricamente en su mar la autonomía en lo que hace a la garantía de las
bría -o instaló la seguridad de que cubriría- las nece- existencia y legitimidad, pero que estuvieron siempre condiciones materiales de reproducción de la vida
sidades sociales de todos, hoy surgen en cambio defi- en el centro de esa construcción, redefinió la funcio- de todos, y no sólo de sus miembros, es otro interés
nitivamente como asociaciones libres ante la retirada nalidad de las organizaciones intermedias en general que -se anticipa- va a crecer en esta etapa de transi-
del Estado? ¿O será que, en un mar de carencias ma- dentro del régimen político y de acumulación. ¿Có- ción, impulsado por el movimiento pro economía
teriales, la dependencia se traslada ahora a otros agen- mo interpretar hoy al asociacionismo en relación a las de solidaridad. Ello puede resignificar, por ejemplo,
tes intermediarios del asistencialismo -ellos mismos bases sociales cuando hay nuevos actores, algunos de al movimiento cooperativista (más cooperativas co-
vistos como asociaciones- y la autonomía tiene aún orden global, con proyectos y recursos para reordenar munitarias, más sinergia entre elementos de un mis-
un largo camino por recorrer, mientras seguimos de- el campo de las organizaciones intermedias?. mo sistema productivo), mutualista (asumiendo
batiendo si es posible recuperar lo perdido o hay que funciones de coordinación entre niveles y haces de
construir algo inédito? Cuándo se habla de que el ím- La democratización se limitó a constituir un servicios) y en pro del desarrollo local (fundados en
petu asociativo viene de la sociedad, ¿pensamos en régimen delegativo, con su correspondiente separa- el desarrollo endógeno y la gestión participativa).
procesos espontáneos o nos referimos a agentes pro- ción entre representados y representantes -políticos y,
motores -no gubernamentales, confesionales o políti- en muchos casos, sociales-. A la vez, se consumó la se- Otro desafío que enfrentaremos en el futuro
cos- que impulsan el surgimiento de determinadas paración formal entre la sociedad y la esfera econó- será la relación de las asociaciones con el mercado
formas asociativas? En tal caso, si hay proyectos, ¿son mica, con su tecnocracia gubernamental operando y la creciente marca de éste en la configuración
gatopardistas o de cambio efectivo y en qué dirección? en nombre de una racionalidad objetiva, pero que de social pos industrial. Ante el proceso de constitu-
hecho representaba los intereses del establishment. ción del mercado interno del siglo XX, las coope-
Hay otras dificultades y desafíos que la fruc- Todo esto ha generado un enorme impacto sobre esa rativas de producción resistieron la tensión de tener
tífera investigación presentada en esta obra va sugi- sociedad que hoy debe reabsorber funciones y gene- que competir por las voluntades de los ciudadanos-
riendo. Una, no menor, es que, dado el reconocido rar nuevas formas de asociación, lo cual se complica clientes, y este estudio muestra que desde el co-
el papel (variable) del Estado en la promoción o di- porque hoy no alcanza con agruparse para cubrir mienzo surgió la disyuntiva de mantener las reglas
suasión del asociativismo como construcción de esa necesidades elementales. El programa asociativista de oro del asociativismo (igualdad, un miembro un
trama de lazos horizontales que integran una socie- incluye, en la actualidad, la gestión democrática del voto, corresponsabilidad por el proceso productivo
dad, convendría que su delimitación fuera proble- sistema de necesidades y el desarrollo de sistemas y en el uso de los excedentes) o adoptar modelos
matizada. ¿Es lo mismo Estado que Gobierno? Ade- completos de producción social y de defensa de los empresariales, separando la gestión del trabajo pro-
más, la secularización y el proceso de separación de derechos de todos ante la centralización y desplaza- ductivo y de la participación de los usuarios, lo que
Iglesia (y derecho eclesiástico), de Estado (y derecho miento del poder político al directamente económico. ampliaba por tanto la posibilidad del manejo de
civil), y las contradicciones entre una promoción asambleas devenidas formales, del clientelismo, de
desde la política (sistema político y gobierno en for- Se abre la posibilidad de un nuevo sentido las formas encubiertas de la ganancia, de la contra-
mación) y una promoción desde organizaciones político como resultante del movimiento de con- dicción entre requisitos de acumulación y derechos
confesionales, puede ser vista como una incoherencia junto de las asociaciones. Muchas surgen y seguirán de los trabajadores. Hoy ya se advierte la tensión 19
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entre una propuesta de economía social -que exige ahondando su pérdida de control del proceso pro- Se constata en la obra que en el período
que las organizaciones económicas produzcan socie- ductivo. Las federaciones y centrales jugaron un rol 1920-1976, a la vez que continuó el desarrollo de
dad, pero a la vez pasen la prueba del mercado y puedan variable, recuperando la capacidad de actuación co- asociaciones culturales e irrumpió el movimiento
competir con las empresas capitalistas- y la propuesta lectiva, pero también funcionando como correa de estudiantil pos reforma del ‘18, se registró un pre-
de economía solidaria -que es reacia al mercado y el transmisión de una política verticalista, y muchas dominio creciente del interés utilitario circunstan-
dinero, y aspira a ser subsidiada por trabajo volunta- veces centrales patronales y obreras coincidieron en cial o estructural (obtener ventajas para los miem-
rio o donaciones para poder mantener los valores de limitar la libertad de asociación y acción de los co- bros), por sobre la afirmación de la identidad como
la solidaridad, no contaminados por el eficientismo mités de fábrica. Las políticas de gobierno y la polí- base de las asociaciones. También avanzó la politi-
y la competencia del mercado capitalista-. tica del capital vieron en el asociativismo libre una zación, en parte como reflejo de acontecimientos
amenaza al orden requerido para regular, negociar y de orden internacional, como la Guerra Civil Espa-
En todo caso, ya fuera afirmando valores de controlar en las cúpulas del poder. Como muestra el ñola o la Segunda Guerra Mundial. Esto mismo
solidaridad positiva (socialismo) o de defensa de la capítulo cuarto, las formas asociativas comenzaron significó una contribución a la formación de una
competencia ante los monopolios (liberales más ra- a especializarse según la clase que representaban. esfera pública, al debatirse las políticas nacionales y
dicales), el movimiento cooperativista floreció. Los Así, en el campo, a los colonos correspondía la coo- las posturas frente a las cuestiones del resto del
autores registran que en 1955 había 2800 coopera- perativa, a los peones, el sindicato y la ayuda mutua, mundo, mediante la contraposición discursiva o las
tivas con un millón y medio de asociados y que, a los terratenientes o los comerciantes, la corpora- acciones reivindicativas o de adhesión. La opacidad
mientras el proyecto político de gobierno fue estati- ción. Otro impacto del mercado y el interés fue que de la economía que iba a sobrevenir con la dictadu-
zador, hubo convergencia con el cooperativismo. ciertos productos, ligados al mercado interno o al ra militar fue en parte resultado de que muchas de
Esto iba a cambiar con la furia privatizadora inicia- externo, posibilitaron convergencias de las organi- estas discusiones -en particular las relativas a las
da en los ‘70 por la dictadura militar y llevada a sus zaciones de clases, generalmente, ante determinadas políticas macroeconómicas y sectoriales- pasaron a
extremos por el gobierno menemista en los ‘90. El medidas de política pública o acciones de grupos reuniones secretas de cúpula que favorecerían prác-
cooperativismo y el mutualismo pudieron apenas monopólicos (sobre bases de un interés regional, o ticas de corrupción de legisladores y funcionarios.
perdurar o resurgir en pueblos donde el Estado y las de empresarios y trabajadores de sectores orientados Hoy la sociedad argentina viene manifestando de
empresas privadas se retiraban por no alcanzar el al mercado interno versus sectores exportadores o manera consistente su rechazo a esa forma de hacer
umbral de la rentabilidad, o a caballo de la terceri- importadores, por ejemplo) y otros no. Actualmente, política y definir políticas, si bien está aún lejos de
zación de los servicios en los territorios de las gran- enfrentamos un mercado globalizado y no es fácil contar con alternativas operacionales para que las
des empresas privatizadas, donde los trabajadores reconstituir de manera permanente el mercado grandes decisiones sean consultadas al pueblo debi-
despedidos pudieron organizar cooperativas articu- interno. La clase trabajadora ha sido fragmentada damente informado, y para avanzar en la democra-
ladas con los monopolios. Hoy todavía hay posiciones junto con las cadenas productivas, pero sobre todo, tización de los poderes locales, institucionalizando
contrapuestas entre quienes aspiran a que el Estado por la masiva desocupación y precarización de la formas participativas de gestión que suponen un
retome esas funciones y quienes quieren que las mitad de ella. Ya comienza a revertirse ese proceso sistema legitimado de representación de todos los
asuman la sociedad y sus organizaciones. mediante la reunificación -no sabemos cuán perdu- intereses particulares. El programa democratizante
rable- de movimientos de desocupados, de empleados requiere entonces contar con un fuerte y renovado
Durante el industrialismo, los sindicatos asalariados y de cuentapropistas, así como de aho- movimiento asociacionista.
fueron reflejando la organización de las ramas vistas rristas. Como en el cercano Brasil, las centrales
como conjuntos de empresas competidoras en un obreras o las redes que pretendan representar a Los períodos de represión, durante dictadu-
mismo segmento de mercado, antes que como sis- todos los trabajadores deben complementar las ras o bajo gobiernos electos, parecen haber signado la
temas productivos interconectados. La fragmenta- luchas por el salario y las condiciones de empleo sumisión del movimiento asociativista en la informa-
ción generada por la división social del trabajo se con la iniciativa de impulsar la formación de coo- lidad, máxime cuando se instauraron las formas
manifestó así en la continua lucha para evitar que perativas de trabajo y de consumo articuladas, en más violentas de opresión al movimiento democrá-
20 la clase trabajadora fuera fraccionada ella misma, sistemas productivos y reproductivos complejos. tico, ya que veían a los iniciadores de movimientos
PROLOGO
asociativos como potenciales insurgentess. Esa vio- medida por influencia de movimientos globales. asocian volverán a desarrollar sus propias redes de
lencia vino desde el Estado, pero también desde las Nuevas formas como las fundaciones y ONGs fue- ahorro y crédito. Los movimientos de desocupados
burocracias políticas y sociales que se sentían ame- ron promovidas, en parte como reagrupamientos que gestionan subsidios laborales podrán optar en-
nazadas por la espontaneidad no controlada. De ante la exclusión y la retirada del Estado, en parte tre organizar la economía popular como en Ciudad
hecho, las izquierdas políticas y la teología de la li- por el proyecto de tercerizar la política social im- Mosconi, mejorar el hábitat popular y autogo-
beración, con sus utopías y su convencimiento de pulsado por el mismo Banco Mundial. No faltaron bernarse, antes que desarrollar nuevas formas de
que era posible construir colectivamente otra socie- las ONGs y cooperativas «truchas», aparatos de co- clientelismo político o social.
dad, prendieron en dicho movimiento, como lo rrupción, de explotación del trabajo ajeno, de asis-
muestran muchas iniciativas registradas en esta tencialismo estigmatizador con otra cara. La cues- La crisis abre inmensas posibilidades para la
obra, tales como las ligas agrarias del NE, los curas tión de los recursos para las asociaciones osciló iniciativa asociativa desde las bases, para mejorar
villeros luchando por la vivienda y el derecho a un entre la dependencia del Estado y su aparato de las condiciones de supervivencia de sus miembros,
lugar en las grandes metrópolis, los comités de fá- asistencia social y las fundaciones nacionales e in- pero las falencias del mercado capitalista y del Es-
brica y las asambleas locales de base, junto con rei- ternacionales, con lo que la agenda del asociativismo tado nacional exigen que esas iniciativas, para ser
vindicaciones masivas pero menos politizadas, como fue muchas veces marcada por la de los donantes. eficaces y atender a fenómenos de exclusión masi-
las asociaciones barriales opuestas a los impuestazos. En el futuro, el desafío será que los ciudadanos aso- va, se articulen como nunca antes, que conformen
Hoy se verifica un rechazo a la política real y a las ciados puedan generar sus propios recursos de ma- redes de producción y reproducción de base terri-
actitudes proselitistas en general, pero un futuro nera autónoma y que un Estado democratizado torial, local e interlocal, cuyo objetivo sea la repro-
pleno de asociaciones libres sin un Estado demo- redistribuya con justicia y transparencia el excedente ducción ampliada de la vida de todos. Para ello,
crático no parece viable. Y ese objetivo supone y la renta que genera la economía capitalista. deberán contribuir a redirigir la capacidad del Es-
construir poderes sociales y políticos democráticos. tado de producir bienes públicos de calidad y acceso
El desarrollo e intrusión en los hogares de los me- Hoy el problema más acuciante de millones universal: educación, capacitación, salud, justicia,
dios monopólicos de comunicación de masas, con de argentinos es comer y vestirse, pero también seguridad... deberán entonces, «hacer política». Y,
su capacidad de formar valores y disposiciones y de vuelve a ser necesidad insatisfecha refugiarse, trans- al emprender estas complejas tareas, las redes y
actuar vertiginosamente en tiempo real, plantea portarse, acceder a la salud, obtener tarifas sociales asociaciones se constituirán nuevamente en un
aquí un nuevo desafío al asociativismo: cómo hacer de servicios indispensables, acceder a la educación campo de prácticas donde emerjan nuevos sujetos
que sus propias redes de difusión y comunicación secundaria y continua, y recuperar espacios de so- colectivos, capaces de dar fuerza a la imprescindible
horizontal complementen a las asambleas de ba- ciabilidad y contención afectiva. Este conjunto de democratización del país.
se territorial y permitan participar en acciones necesidades reclama la organización solidaria de las
colectivas de escala incluso planetaria. unidades domésticas de los trabajadores y trabaja- Junio 2002
doras, organizando sistemas de seguridad alimenta-
La represión generó temor y disuadió, pero ria, comprando juntos para aumentar su poder en
pronto dio lugar al surgimiento de asociaciones de los mercados, intercambiando trabajos fuera del
derechos humanos, primero ligadas a la defensa de mercado monetizado como en las redes de trueque.
libertades y al reclamo de responsabilizar a los que En un futuro sector de economía del trabajo, la
ejercieron el terrorismo de Estado, especialmente mujer desempeñará un papel central, tanto en la
en lo referido a los desaparecidos; luego extendien- lucha reivindicativa como en la producción y la re-
do su reclamo al conjunto de los derechos huma- producción. La moral de las multitudes urbanas se
nos que el Estado y sus políticas basadas en el Con- contrapone ya a los aumentos de tarifas de servicios,
senso de Washington negaban. Como registra este de los precios de productos de primera necesidad,
trabajo, nuevos intereses e identidades surgieron, contra la usura y contra el saqueo de sus ahorros por
como los feministas, gays y ecologistas, en buena los grupos económicos más concentrados. Y si se 21
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
ORIGENES DEL
MOVIMI E NTO ASOC IATIV O :
DE LAS COFRADIAS COLONIALES AL AUGE MUTUALISTA
ROBERTO DI STEFANO
Roberto Di Stefano se graduó como Licenciado en Historia en la UBA en 1991 y como Ha publicado articulos y ensayos sobre la historia religiosa rioplatense de los siglos
Doctor en Historia Religiosa en la Universidad de Bolonia (Italia) en 1998. Es docente XVIII y XIX en revistas especializadas argentinas, norteamericanas y europeas. Es además
en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e Investigador Adjunto del Conicet con autor y compilador de varios libros, entre los que merece destacarse la Historia de la
sede en el Instituto «Dr Emilio Ravignani» de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Iglesia argentina (Grijalbo, 2000) escrita en colaboración con Loris Zanatta. 23
«Vista de Buenos Ayres desde el río» Aguada de Fernando Brambila, 1794
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
DE SUBDITOS A CIUDADANOS
La sociedad argentina de 1860 se diferenciaba notable- Y el lapso temporal que corre entre 1776 y 1860 es jus-
mente y en varios sentidos de la de 1776. En poco más de 80 años tamente el que contempla ese pasaje entre dos mundos, el tránsi-
tuvieron lugar importantes transformaciones políticas, sociales, to que -en términos muy esquemáticos- conduce de la sociedad
económicas y culturales que mutaron su fisonomía. En algunos antigua a la moderna1.
ámbitos esos cambios fueron no sólo profundos, sino además evi-
dentes, perceptibles a simple vista; en otros, en cambio, es necesa- Entre las características que separan a la sociedad colonial
ria la mirada del historiador para advertir diferencias más sutiles, tardía de la de 1860, la más obvia es la que se refiere a su status po-
casi imperceptibles, pero no por ello menos significativas. lítico: a partir de 1810, en el marco de la acefalía de los reinos de
España, determinada por la deposición y detención de Fernando
Es conveniente, por lo tanto, que antes de entrar en tema VII, en Buenos Aires se destituye al virrey y se eligen nuevas auto-
el lector adquiera una visión general de las más importantes transfor- ridades. Comenzaba la revolución y con ella se abría una etapa sig-
maciones que se produjeron a lo largo del período que este ensayo nada por la inestabilidad y por la conflictualidad en diferentes ni-
debe abordar. Proveérsela es el objetivo de esta introducción. veles de la vida política. Un proceso que derivará, incluso, a la caí-
da del Directorio en 1820, en la fragmentación del antiguo virrei-
Para ello es necesario previamente comprender el punto nato en un conjunto de Estados provinciales independientes entre
de partida, es decir, el funcionamiento de la sociedad que encon- sí. Estas desavenencias durarán decenios, a pesar del intento de ins-
tramos en las colonias rioplatenses entre el momento de funda- titucionalización que cristaliza en el congreso de 1824-1827 y la
ción del virreinato en 1776 y la revolución de 1810, y aun du- fallida presidencia de Rivadavia, a pesar de la hegemonía del fede-
rante buena parte del siglo XIX, porque la revolución no borró ralismo rosista, primero en Buenos Aires y más tarde en casi todas
de un día para el otro los rasgos esenciales de la sociedad que la las provincias del interior, y a pesar también de la constitución
había generado.
Sólo conociendo la distancia -en ciertos aspectos enorme- 1. Somos concientes del riesgo de caer en interpretaciones estereotipadas que implica
que separa al mundo contemporáneo de lo que llamamos el anti- el uso de categorías como «antiguo» y «moderno». El tránsito de un mundo al otro no
fue de ningún modo lineal ni constante, y en la realidad difícilmente se encuentran
guo régimen, es posible comprender la radicalidad de los cambios en estado puro la «sociedad antigua» y la «moderna». Usamos estos conceptos para
que se produjeron en el período. facilitar la comprensión del proceso general de cambio. 25
sancionada en 1853, que Buenos Aires no va a jurar hasta 1860. y concepciones que pueden resultarnos muy extraños hoy. Repase-
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Recién con la presidencia de Mitre, en 1862, comienza un perío- mos sus rasgos más salientes: en primer lugar, la estratificación social
do de normalización institucional y se encarrila el proceso de cons- no tenía que ver ni única ni principalmente con la riqueza de las per-
trucción de un Estado argentino unificado. Vale decir, sólo al final sonas; no se trataba de una sociedad estructurada en clases, como las
del período que aquí tratamos estarán a punto de congregarse ba- del sistema capitalista, sino en estamentos, órdenes y corporaciones.
jo la dirección de un único gobierno las ex colonias rioplatenses, Los hombres y mujeres de la época concebían la sociedad como un
perdidos ya definitivamente los territorios del virreinato que han organismo en el que cada persona y cada grupo ocupaba un lugar que
tomado un sendero político propio: Bolivia -el otrora riquísimo no venía dictado ni siquiera teóricamente por las capacidades de ca-
Alto Perú-, Paraguay y la República Oriental del Uruguay, erigida da cual: se nacía dentro de una determinada condición, que implica-
en los territorios antes correspondientes a la Banda Oriental. ba específicos derechos y obligaciones para con Dios, para con las de-
más personas -y según el lugar que ocupaba cada una de ellas- y para
También es bastante evidente que entre 1776 y 1860 se consigo mismo. La entidad básica de la sociedad eran menos las per-
producen cambios sustanciales en los órdenes económico y social. Si sonas que los grupos, empezando por la familia. Se pensaba que exis-
nos colocamos en esta última fecha, podemos notar que en el plano tía un orden dictado por Dios y por la naturaleza al que la volundad
económico parece ser ya irreversible el predominio del litoral atlán- de los hombres debía adecuarse, un orden esencialmente justo que por
tico sobre el interior -las rutas que vinculaban el estuario del Plata al regla de principio no podía ser alterado sin atentar contra la justicia.
Alto Perú y a Chile- y el de las producciones primarias orientadas a Consideremos este punto, fundamental para entender -por ejemplo-
la exportación por sobre las demás, realidades ambas que en el mo- el carácter de la «ayuda mutua» y de la «beneficencia» coloniales2.
mento de la creación del virreinato eran bastante menos nítidas. En
el ámbito social se han ido produciendo lentas transformaciones que «Justicia» era la palabra clave. El rey y sus múltiples agentes
conducen a una mayor diversificación, en particular en ese litoral delegados eran jueces y legisladores a un tiempo. Más aun: gobernar
atlántico que constituye el área más dinámica de la Argentina que significaba esencialmente administrar justicia, pero a partir de un
se está formando. Desde mediados de siglo, la inmigración de in- concepto de ella que hoy nos puede resultar muy extraño. Porque
gleses, escoceses, italianos, españoles, vascos, irlandeses y otros con- significaba dar a cada uno lo que le correspondía, según el lugar que
tingentes europeos menos nutridos ha ido cambiando la fisonomía ocupaba dentro del organismo social. En otras palabras, no consistía
de la sociedad, y fortalecido a sus sectores medios de artesanos y de en eliminar las diferencias, sino en respetarlas. Nada más inicuo, pa-
pequeños y medianos comerciantes y productores agrícolas. ra un hombre del antiguo régimen, que una sociedad igualitaria: la
justicia, o más bien la equidad, significaba no alterar las diferencias
Pero los cambios, han sido mucho más profundos de lo
que parecen en esta descripción tan esquemática y general. El mun-
do colonial hispano respondía a las coordenadas fundamentales de 2. Tampoco los conceptos de «ayuda mutua» y de «beneficencia» se usaban comúnmente
26 las sociedades «de antiguo régimen», organizadas en base a valores en la colonia; lo hacemos aquí por los mismos motivos alegados en la nota anterior.
naturales entre los hombres. Los distintos gremios, el clero secular En Buenos Aires, para la misma época, se produce en un conven-
3. Sobre estos temas la bibliografía es muy vasta. Los ejemplos provienen de dos trabajos
de T. Halperín Donghi: Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la
Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, y «¿Para qué la inmigración? Ideología
y política inmigratoria y aceleración del proceso modernizador: el caso argentino (1810-1914)»,
Mestizaje de albarazado y mestizo: barcino Jahrbüch fur Geschichte Von Staat, Wirschaft und Gesellschaft Latin-Amerikas, Band 13 (1976). 27
En ella cada uno de los distintos actores colectivos ocupaba su lu- en el esfuerzo y el talento de cada persona; es decir, la noción de que
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gar, simbolizando el que ocupaba o pretendía que se le reconociese el lugar de cada uno no está rígidamente predeterminado, sino que
en la sociedad: adelante, atrás o a los costados se ubicaban sucesiva- puede construirse a partir de la iniciativa individual.
mente las autoridades reales, los profesores y alumnos del colegio de
la corona, los seminaristas, los miembros de las distintas cofradías y El lector estará ya sospechando que, en esta situación, po-
órdenes terceras, los cabildantes, el consulado, los oficiales de mili- demos engañarnos si confiamos en el contenido de las palabras. Al
cias... Es decir, la política pasaba por defender el lugar de cada uno igual que «justicia» no significaba para los hombres de la colonia lo
en el universo social, un lugar supuestamente predeterminado «na- mismo que para nosotros, tampoco tienen el mismo valor semánti-
turalmente», que se construía y se manifestaba a través de signos ex- co «limosna», «caridad», «pobre», y otras expresiones importantes
teriores que hoy nos parecerían quizás imperceptibles o banales: para el tema que abordamos. Seguramente el lector se sorprenderá al
el tipo o el color de los atuendos, el orden de precedencias en las saber, por ejemplo, que los cabildantes o el virrey de Buenos Aires
ceremonias, el uso de un cojín en el asiento, las formas protocolares4. pedían limosna para pobres, enfermos y presos. Ese mundo se pen-
saba a sí mismo a partir de categorías teológicas y jurídicas que han
Podemos comprender, entonces, lo que decíamos al princi- dejado de ser operativas o han variado su significado a lo largo del
pio: entre 1776 y 1860 los cambios no pasaron simplemente por la siglo XIX. Se concebían las relaciones sociales como análogas a las fa-
independencia con respecto a España ni por la economía, sino que miliares: el rey era «padre» de sus súbditos, como Dios era padre de
afectaron también las mentalidades, la manera profunda, automáti- todos los hombres y como el paterfamilias era la cabeza de su casa.
ca, de percibir y concebir la realidad. La sociedad que se va forman- La «casa» no significaba, como para nosotros, un edificio, sino el
do desde el siglo XVIII y, más rápidamente, a partir de la revolución, conjunto de los parientes, allegados, criados, esclavos, entenados,
se basa sobre supuestos diferentes a los del antiguo régimen: en ella agregados y huéspedes que gozaban de la protección del «paterfa-
el poder político tiende a concentrarse y las diferentes categorías de milias». Y esas «casas» solían tener también sus pobres, que pasaban
súbditos pasan a convertirse -no sin idas y venidas- en ciudadanos periódicamente a recoger comida y otros productos. Ellos tenían en
iguales ante la ley. A nivel institucional también aparecen novedades, cierto sentido una suerte de derecho a lo que se les daba. La necesi-
como el problema de la sucesión política, propio de la organización dad material permitía el ejercicio de la caridad, del amor cristiano,
republicana de gobierno, así como la división de poderes. En el pla- que mantenía unidas las diferentes partes de la sociedad. Se pensaba
no económico, el afianzamiento del capitalismo traerá consigo la que si todos los hombres fuesen autosuficientes, la comunidad hu-
conformación de clases sociales y la idea de movilidad social basada mana habría perdido razón de ser. Es ilustrativo, en este sentido, un
apunte del padre Saturnino Segurola en el siglo XVIII:
Es decir: Dios ha establecido esa «noble variedad de condi- ... PARA INGRESAR
ciones» -el carácter por definición desigual del antiguo régimen- pa- A LA HERMANDAD DEL SANTISIMO SACRAMENTO Y ANIMAS DE COLONIA, 1785.
(1A PARTE)
ra que la «dependencia» de los unos para con los otros sea causa de
ejercicio de la caridad. Ahora bien, estos conceptos de «beneficencia», «…como para que subsista qualesquier aquellas personas de ambos sexos que se
«limosna» y «caridad» variaron sustancialmente entre 1776 y 1860. cuerpo es tan necesaria la proporción y hayan de admitir a nuestra hermandad,
correspondencia de sus miembros, sin la no solamente sean christianas, piadosas
Al final del período, el dar o el pedir se relacionaban con un proble- qual faltándole toda la hermosura que lo y devotas, más también de calificada
ma social, el de los pobres, y la mendicidad con la vagancia, e inclu- debía hacer grato y apacible quedaría limpieza de sangre y calidad..»
so con la delincuencia. Por supuesto, existían también en la colonia ingrato, y aun monstruoso, será de nues-
tro particular cuidado, el atender a AGN IX-31-8-7, exp. 1415.
-y en particular en su fase más tardía, bajo la influencia ilustrada-
quienes denunciaban el perjuicio que para la economía representa-
ban los mendigos, y habrá en 1860 quienes se nieguen a ver en los
pobres una amenaza para el orden social. Pero en uno y otro momen-
to predominaron distintas sensibilidades. Lo que queremos subrayar
es la necesidad de cargar las expresiones con otros contenidos, con
otras connotaciones, para entender las modalidades, las motivaciones
y los alcances de lo que nos dicen los hombres del siglo XVIII6.
designaba más bien a la sociedad toda, o a la monarquía en rela- rama de la dinastía borbónica. A la Iglesia pertenecían todos los
ción a las otras potencias; se hablaba, sí, de un «gobierno» que ope- súbditos por definición. Se pasaba a formar parte de la sociedad a
raba a través de delegados y agentes del rey. Nuestra distinción ac- partir del bautismo y se estaba sujeto desde entonces a la legisla-
tual entre «esfera pública» y «esfera privada», además, carecía en ción eclesiástica que había pasado a formar parte del corpus jurídi-
buena medida de sentido para la gente de la colonia. Los compor- co del reino. Muchos de los cánones de concilios y sínodos, por
tamientos «privados» debían subordinarse al «interés público», al ejemplo, habían sido incorporados como leyes y regían la vida de
bien común. No se concebía la existencia de un derecho a la opi- las personas con la misma fuerza que cualquier decreto real. Esta-
nión privada como manifestación de una reflexión personal e in- mos frente a lo que los historiadores llaman «régimen de cristian-
dependiente, libre de cualquier coerción, sino como parte de con- dad»: la diferencia entre sociedad e Iglesia era una abstracción, por-
sensos más vastos, sujetos a los intereses de la vida colectiva. Por lo que las conformaban los mismos individuos, y las autoridades ci-
tanto, eran impensables las asociaciones libres e independientes del viles y eclesiásticas gobernaban la vida de todos ellos. Sociedad,
gobierno, expresión de una «sociedad civil» distinta del poder po- Iglesia, poder civil, eran en buena medida realidades indiferencia-
lítico. Aun durante buena parte del siglo XIX, como veremos, las das, a pesar de que no faltaran -más bien abundaban- los conflic-
asociaciones nacen patrocinadas por el gobierno, o en el ámbito de tos entre autoridades religiosas y civiles. También en este caso, aun-
la vida religiosa, sujetas a la autoridad eclesiástica7. que en el siglo XVIII estaba en marcha y se aceleraba un proceso
de mayor diferenciación y de progresiva preeminencia del poder ci-
Digamos, por último, que también hay diferencias en re- vil sobre la Iglesia, todavía el régimen de cristiandad estaba vigen-
lación a lo que hoy entendemos por «Iglesia», y que eran muy dis- te, al menos en sus lineamientos esenciales. Y también en este sen-
tintas las relaciones entre autoridades civiles y religiosas. La Iglesia tido el siglo XIX es decisivo, porque es entonces cuando jurídica-
no representaba una institución ni una parte de la sociedad, sino a mente se empezaban a separar las órbitas del naciente Estado y de
la sociedad misma. Los reinos de España -que eran una realidad la Iglesia, y el ciudadano de las nuevas repúblicas ya no poseía una
plural: Castilla, Aragón, las Indias, Nápoles, etcétera- eran una identidad religiosa definida, como el súbdito del antiguo régimen.
La lectura de la introducción permite comprender, entre el análisis de las cofradías y terceras órdenes; veamos de qué se trata-
otras cosas, que absolutamente todas las formas asociativas coloniales ban, explorando sus modalidades de organización y funcionamiento.
estaban cargadas de connotaciones religiosas: habían nacido y se de-
sarrollaban inmersas en la atmósfera espiritual de la cristiandad cató- Las cofradías o hermandades -ambos términos suelen fun-
lica, en una densa «catolicidad ambiente» que invadía la vida social y cionar en la colonia como sinónimos10- eran asociaciones de fieles
condicionaba las actitudes de grupos e individuos. En el último cuar- que perseguían finalidades variadas, entre ellas, las de carácter devo-
to del siglo XVIII encontramos un número importante de experien- cional -como la veneración de una advocación de la Virgen María
cias, compuestas por diferentes categorías de personas y orientadas a o de un santo-, las prestaciones de servicios litúrgicos o caritativos -
múltiples destinatarios, en las que suelen combinarse en diferente como el alumbrado del Sagrario de una iglesia o la sepultura de di-
medida lo que hoy llamamos ayuda mutua y beneficencia. Muchas funtos pobres- y la intercesión espiritual por determinadas necesi-
habían aparecido desde el momento mismo de la conquista; entre dades -por ejemplo, la redención de las almas del purgatorio o la
ellas cabe destacar las cofradías o hermandades y las terceras órdenes. más tangible de los cautivos de los indios-. A esa finalidad principal
A diferencia de otras áreas coloniales, como México y Perú, en la ac- se agregaban casi siempre otras relacionadas con el bienestar espiri-
tual Argentina no alcanzaron suficiente solidez los intentos de orga- tual y material de sus miembros, como la participación en pláticas
nización de gremios de artesanos, al parecer por motivos étnicos: se- y ejercicios espirituales y algunas formas de ayuda mutua previstas
gún argumentan algunos historiadores, una importante presencia en en los reglamentos, como la asistencia de los hermanos enfermos.
la actividad artesanal de negros, pardos y mulatos, esclavos o libertos, Además, como veremos, otras solidaridades no establecidas en las
habría dificultado la implantación de gremios -institución blanca- en «constituciones» se activaban oportunamente, en función de los
ese mundo regido por el sistema de castas9. Privilegiaremos entonces intensos lazos de reciprocidad que solían unir a los cofrades.
9. Los textos sobre gremios citados en la bibliografía coinciden en señalar la ausencia 10. Si bien algunos autores consideran que las hermandades se diferenciaban de las
de ese tipo de entidades en el Río de la Plata, al menos en su forma tradicional de cofradías por una más frecuente orientación a la atención hospitalaria y por su
origen medieval. A lo sumo existieron modalidades precarias de organización religiosa composición predominantemente clerical, en el Río de la Plata los dos términos
para el culto del santo patrono -como en Buenos Aires- o las autoridades trataron de aparecen en los documentos como intercambiables.
«ordenar» las actividades y los precios de los maestros artesanos, como en Córdoba.
La bibliografía sobre negros aporta datos en el mismo sentido. 33
El caso de las órdenes terceras o terciarias es algo distinto. sociales de la comunidad. Los escenarios en que se desarrollaba la
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Se trata de una rama de órdenes religiosas que poseen una prime- vida de las cofradías eran también plurales: misas y oraciones en al-
ra -la masculina-, una segunda -la femenina- y por último la terce- tares, capillas e iglesias preestablecidas, procesiones por las calles y
ra, que agrupa a los laicos. Una de las diferencias que separan a las las plazas, pláticas espirituales en dependencias de la iglesia a que
terceras órdenes y las cofradías se halla, entonces, en la ligazón or- estaban adscriptas. Junto a estas organizaciones, las órdenes terce-
gánica de las primeras respecto de una familia de religiosos, con la ras y hermandades incluían a una porción significativa de los habi-
que comparte el carisma, la devocionalidad y, en parte, los objeti- tantes de las ciudades coloniales, en sus diferentes categorías; para
vos. Es cierto que existían cofradías que, como las del Rosario, es- tener una idea aproximada: en el siglo XVIII Córdoba poseía un
taban fuertemente ligadas también a una determinada orden reli- número de asociaciones piadosas laicales que superaba la veintena,
giosa, en este caso específico, la dominica. Pero el grado de perte- mientras en Buenos Aires se registraban unas 35, la mayoría con
nencia es mayor, más «orgánico» en las terceras órdenes. Otras dis- sede en la ciudad, y en Jujuy funcionaban unas quince.
tinciones pasan por las mayores exigencias espirituales de las órde-
nes terceras -suelen adoptar algunas modalidades de vida de los re- Las tipologías clasificatorias de cofradías y hermandades
ligiosos, aunque sus miembros permanezcan en «el mundo»-, la son objeto de debate, dado que los criterios para diferenciarlas o
mayor jerarquía espiritual y el hecho de compartir con la orden agruparlas pueden ser variados e igualmente válidos: el grado de
madre algunos privilegios y bienes espirituales. apertura a distintas categorías de fieles, la mayor o menor hetero-
geneidad de sus miembros según su actividad profesional o su ori-
Para fundar una cofradía era necesario contar con la apro- gen geográfico o étnico, o los objetivos y modalidades de funciona-
bación de la corona -que en el caso de América, por delegación pa- miento. Veámoslas desde el punto de vista de las reglas de ingreso,
pal, ejercía el derecho de patronato sobre la Iglesia-, de las autorida- criterio que permite distinguir una amplia variedad de opciones.
des religiosas locales -el obispo o el cabildo eclesiástico en sede va- Había cofradías, por ejemplo, que agrupaban exclusivamente a
cante- y a veces con la del Papa. El permiso se otorgaba en base a mujeres, como la de San Pedro Nolasco de Córdoba, de inspiración
consideraciones referidas a la utilidad espiritual de la entidad, y mercedaria, que admitía «españolas y las que no lo fueren», pero no
consistía esencialmente en la aprobación de las llamadas «constitu- varones; las había también estrictamente étnicas, como las de in-
ciones», es decir, los reglamentos que regían la vida interna y deter- dios -comunes en el Noroeste- o las de negros, que a la vez podían
minaban las finalidades de la asociación. Las constituciones son estar restringidas a los libres o incluir también a los esclavos, o las
uno de los documentos más importantes con que cuentan los his- que limitaban el ingreso estrictamente a los españoles, establecien-
toriadores para reconstruir el funcionamiento de las cofradías y her- do el requisito de la pureza de sangre. En algunos casos las reglas de
mandades, amén de los libros en que se registraban los ingresos y admisión eran muy estrictas e impedían la incorporación de quie-
defunciones de sus miembros, y las entradas y salidas de dinero. nes no fueran blancos «libres de toda mancha o baldón» étnico o re-
Organizaban las actividades de los hermanos a partir de un calen- ligioso -por ejemplo, de antepasados judíos o condenados por la
34 dario que fijaba con minucia las estrictas obligaciones cultuales y inquisición-. Otras organizaciones correspondían a determinadas
categorías profesionales -artesanos, comerciantes, clérigos, militares-, luego particular cuidado, en que las personas de ambos sexos, que
11. Para no abundar en notas remitimos al lector a la bibliografía sobre distintas 12. Citado por M. E. Barral, «Iglesia, poder y parentesco en el mundo rural colonial.
cofradías que consignamos en la bibliografía, en particular los trabajos de Ana María La Cofradía de Animas Benditas del Purgatorio, Pilar. 1774», Cuaderno de Trabajo N° 10,
Martínez sobre Córdoba y de Enrique Cruz para el Noroeste. Universidad Nacional de Luján (1998), p. 23. 35
miembros de la asociación, y se los elegía anualmente para admi- objeto el rescate espiritual de almas del purgatorio, y en casi todos
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nistrar y supervisar determinadas actividades. En el caso de las los conventos dominicos funcionaban las cofradías dedicadas al re-
cofradías de indios del Noroeste, una antigua tradición obligaba zo del rosario, que los frailes de esa orden tenían por tradición or-
a los mayordomos a erogaciones gravosas en ocasión de las elec- ganizar, y que formaban parte de una institución más amplia y vas-
ciones y de las fiestas patronales, lo que no pocas veces redunda- tamente extendida en el orbe católico, la Archicofradía del Rosario.
ba en endeudamientos y conflictos. Otra figura bastante habitual En general, las cofradías y hermandades constituyen realidades com-
era la del alférez, encargado de llevar el estandarte durante las plejas en que se mezclan de diversa manera las connotaciones estric-
procesiones y las ceremonias solemnes a imitación del alférez tamente espirituales con la ayuda mutua y también, en muchos
real, que cargaba el del soberano. casos, la beneficencia.
Es claro que la cobertura de estos cargos otorgaba presti- Por ejemplo, la Hermandad de la Caridad, creada sobre el
gio a sus titulares y que a menudo les permitía gozar de beneficios modelo de las de Sevilla y Cádiz, activa en Buenos Aires desde
muy tangibles, como préstamos de dinero o el acceso a determina- 1727 y en Córdoba desde 1771, estaba dedicada de lleno a lo que
dos recursos. Sin embargo, sabemos que en algunas hermandades llamaríamos beneficencia. Su finalidad principal era la asistencia
los cargos comunitarios no eran muy apetecidos, ya que han que- material y espiritual de los difuntos pobres -cadáveres no identifi-
dado registrados episodios que revelan dificultades para encontrar cados encontrados en las calles o en el campo, menesterosos falle-
candidatos voluntarios. Además, como se ha dicho, no en todas las cidos en los hospitales, condenados a muerte-, lo que implicaba
cofradías la elección a las distintas funciones previstas podía recaer proporcionarles digna sepultura y oraciones por sus almas. Ambos
en cualquier hermano: a veces las constituciones de hermandades ítems, además de muy importantes, no eran gratuitos en el siglo
de naturales prescribían que el mayordomo debía ser español, por- XVIII. Pero además, la corona fue concediéndole o encomendán-
que los indios y los negros eran considerados poco confiables in- dole el desarrollo de otras actividades, por lo que tanto en Buenos
cluso para la administración de sus propios bienes. En la de San Aires como en Córdoba habrá de administrar un Colegio de Niñas
Baltasar de negros de Buenos Aires, analizada por George Reid Huérfanas y el Hospital de Mujeres. La de Buenos Aires fue encar-
Andrews, el capellán ejercía amplio control: los hermanos no po- gada también, en 1784, de la gestión de la Casa de Niños Expó-
dían hablar en las reuniones sin su permiso, necesario además pa- sitos, un establecimiento que funcionaba desde unos años antes
ra efectuar cualquier gasto. Y el sacerdote nombraba también al por iniciativa del virrey, y que tenía por finalidad recoger y ali-
síndico que custodiaba los fondos, que debía ser igualmente blanco mentar a los niños abandonados por sus padres, que hasta enton-
y ajeno a la cofradía. ces solían morir de frío en los atrios de las iglesias o víctimas de
perros, cerdos y otros animales.
Con respecto a las finalidades también podemos distin-
guir algunos patrones generales. Por ejemplo, en muchas parro- Como se ve, esta experiencia conjugaba, como era común
36 quias existían las llamadas «cofradías de ánimas», que tenían por en la época y lo será hasta la segunda mitad del siglo XIX, la
iniciativa oficial y la asociación más o menos espontánea para el «...el tiempo ha demostrado -dice el acta- el desamparo y soledad
donde al parecer no hay retorno, las alternativas al morir eran el Pur- entre quienes podían ingresar a la entidad y quienes lo tenían veda-
gatorio y el Cielo. El primero se consideraba una realidad espiritual do por las constituciones, contribuyendo a la gestación de una con-
sufriente, purgante, purificante, pero tan concreta que su duración ciencia de pertenencia a esa elite en proceso de conformación. En las
podía incluso medirse cronológicamente. Las autoridades eclesiásti- de acceso más limitado la adscripción misma «hablaba» sobre la ca-
cas administraban indulgencias que permitían reducir el tiempo de tegoría del beneficiario, desde el momento que testificaba determi-
permanencia en el Purgatorio y que podían ganarse a través de de- nadas cualidades personales y lo distinguía del resto de la comuni-
terminadas prácticas religiosas, entre las cuales figuraba la pertenen- dad local. Formar parte de ciertas cofradías implicaba detentar un
cia a determinadas cofradías o terceras órdenes. Pero además era im- determinado capital social y simbólico, un caudal de prestigio que
portantísimo, si no imprescindible, que los purgantes recibieran el reforzaba el lugar de privilegio que se ocupaba en el cuerpo social.
auxilio de los sufragios de los vivos, y en este punto la cofradía reves-
tía una importancia enorme, porque funcionaba como una suerte de Un ejemplo de cuanto venimos diciendo lo encontramos
cooperativa o de seguro que se activaba para hacer frente a las nece- en la Cofradía de Animas de Pilar, estudiada por María Elena Ba-
sidades del alma del difunto. Mientras los ricos podían encarar el rral: allí quince de los 51 varones miembros de la asociación ocu-
problema fundando una capellanía que garantizara sufragios por las paron cargos en el cabildo de Luján o fueron Alcaldes de Herman-
almas de los difuntos de la familia, muchas personas encontraban en dad de alguno de los partidos de la zona. Además, de las 90 perso-
la cofradía una manera menos gravosa de resolverlo. Digamos ade- nas que integraban la cofradía, 20 estaban unidos en matrimonio,
más que las concepciones españolas sobre la «buena muerte» coinci- 11 eran hermanos, 10 eran cuñados, 46 eran compadres de bautis-
dían bastante con las creencias sobre el más allá de al menos algunas mo y 16 lo eran de confirmación. Parece incluso que estas institu-
de las etnias indígenas y con las de los africanos importados como ciones sirvieron en algunos casos para facilitar la integración de
esclavos, por lo que el interés por este aspecto se encuentra reflejado personas y grupos en la sociedad colonial. Un estudio de Gabriela
también en las cofradías llamadas «de naturales». Peña señala la función de las cofradías en la integración de los in-
dios en la de Córdoba. Y es posible que los comerciantes peninsu-
Por otra parte, en el seno de estas organizaciones se estable- lares que ingresaron a la tercera orden franciscana porteña estudia-
cían vínculos de solidaridad no establecidos en los reglamentos. Los da por Siegrist -y que en muchos casos habían sido miembros de
estudios de caso muestran que, en una alta proporción, los cofrades la orden antes de emigrar al Río de la Plata- hayan descubierto en
estaban ligados entre sí por relaciones de parentesco sanguíneo, po- ella una instancia adecuada para acelerar el proceso de adaptación
lítico o ritual -el compadrazgo- y por lazos de afinidad -amistad, pai- al nuevo medio en el que eligieron vivir.
sanaje- que la pertenencia a una misma cofradía permitía reforzar.
Las redes sociales que articulaban la vida colonial encontraban en es- Los lazos de solidaridad entre cofrades solían traducirse
tas asociaciones importantes elementos de cohesión. En algunos en otros tipos de ayuda. Era común, por ejemplo, que las cofradías
38 casos constituyeron espacios de sociabilidad que coadyuvaron a la prestaran a interés parte de sus fondos. Recordemos que hasta bien
entrado el siglo XIX no existieron instituciones financieras especia- intentaban erradicar con éxito dispar: cultos de divinidades clandes-
cibieron en donación o lograron adquirir bienes que a su vez les pro- como una dádiva, sino como un deber para con personas o institu-
porcionaban rentas más o menos regulares. La Hermandad de María ciones que la necesitaban, y que en buena medida tenían derecho a
Santísima de los Dolores y Sufragios de las Benditas Animas del Purgato- recibirla. La práctica de la limosna no se limitaba, además, al pedido
rio, que funcionaba en la iglesia catedral de Buenos Aires, recibió en de donaciones de carácter material: los señorones de la Hermandad
1761 «una importante donación de tierras de estancia» y un terreno de la Caridad de Córdoba acostumbraban a pedir por las calles, a vi-
«en la esquina de la plaza mayor». En Casabindo, Cochinoca, Huma- va voz, un Padrenuestro y un Ave María por los difuntos pobres. El
huaca y otras áreas de gran presencia indígena del actual Jujuy, había estudio de Barral sobre la limosna revela una multiplicidad de insti-
cofradías que recibían rentas del arriendo de tierras y de la cría de ga- tuciones y de personas que la pedían, para sí o para terceros y para
nados. Era común también que las autoridades electas anualmente, en la consecución de muy variados fines. Una cofradía podía solicitar
particular en las hermandades de indios, aportasen donaciones en di- permiso para realizar «cuestaciones» en jurisdicciones lejanísimas de
nero, cera, pólvora y cohetes para las fiestas patronales. Otras entida- su sede y recolectar así productos -tan variados como trigo, aves de
des poseían esclavos, como la Cofradía de la Virgen de la Concepción corral y ganado-, dinero en efectivo e incluso trabajo de personas que
de Catamarca, que recibió en donación una mujer que con su traba- se sumaban por motivos devocionales a la «expedición», que recorría
jo permitía solventar parte de los gastos de la asociación. Con los fon- durante meses o años los pueblos, chacras y estancias más remotos.
dos así obtenidos se costeaban los muchos gastos de la asociación, des-
de la realización de funciones religiosas -cera para velas, vino de misa, Gracias a las «cuestaciones», las donaciones testamentarias y
honorarios de sacerdotes- hasta la compra de objetos -estandartes, los aportes regulares de los cofrades, algunas hermandades lograron
atuendos litúrgicos, ornamentos, libros para anotar los ingresos y las acumular un patrimonio considerable que acostumbraban a prestar a
defunciones de los cofrades o las entradas y salidas de dinero- y otros interés, para obtener ingresos suplementarios. Sin embargo, no debe
muchos ítems. A veces, también, los recursos se recolectaban y utili- creerse que por regla las cofradías hayan sido económicamente pode-
zaban con fines benéficos: los laicos de las cofradías organizadas por rosas; muchas de ellas eran bastante pobres, y se conocen casos en que
los religiosos mercedarios y los miembros de la tercera orden colabo- se vieron obligadas a vender algunos bienes para seguir funcionando.
raban activamente en la recolección de limosnas y de donaciones
para comprar a los indios la libertad de los prisioneros. Susan Socolow sostiene que en Buenos Aires, desde fines del
siglo XVIII y a lo largo del XIX, se verificó una relativa decadencia de
Con respecto a las limosnas, cualquier institución -fuera las cofradías y hermandades como forma de asociación piadosa de las
del caso de las órdenes mendicantes- estaba obligada a solicitar el elites, que manifestaron crecientemente su preferencia hacia la ads-
permiso de las autoridades religiosas y civiles para recaudarlas. La li- cripción a las órdenes terceras, en general más prestigiosas y estrictas.
mosna era una práctica muy controlada pero a la vez muy extendi- Para formar parte de ellas, alega, era necesario pagar cuotas más ele-
da en el mundo colonial: hemos visto ya, en el recuerdo del doctor vadas, lo que las volvía más exclusivas. La mayor exigencia en el cumpli-
40 Wilde, el caso de los negros que «recolectaban fondos concurriendo en miento de las prácticas religiosas estaba además a tono con una piedad
más sobria y severa, característica de las corrientes ilustradas diecioches-
El siglo XVIII fue testigo de cambios importantes en re- asociación misma comenzará a ocupar un lugar central en el pro-
lación a diferentes aspectos de la cultura euroatlántica, desde la ceso de cambio que -no sin avances y retrocesos- habrá de sustituir
sensibilidad religiosa al modo de pensar la economía, de las expec- las coordenadas fundamentales del antiguo régimen por las de una
tativas en relación al rol de la Iglesia a las modalidades asociativas. sociedad que por comodidad llamamos «moderna».
Algunos de ellos tendían a socavar las bases del antiguo régimen,
como por ejemplo el desarrollo de una mayor conciencia de la cen- Uno de los criterios que se fueron imponiendo para juz-
tralidad del individuo en detrimento de las formas estamentales y gar la validez de las prácticas institucionales fue el de «utilidad»,
corporativas, la perspectiva librecambista en economía, la idea de tan caro al pensamiento ilustrado. La expresión «utilidad pública»,
que la educación y el debate de opiniones basadas en la razón, más como equivalente de la más antigua -y más teológica- de «bien co-
que en la tradición, permitirían reformar la sociedad. La cuestión mún», fue ganando espacio en el vocabulario de los letrados y en
religiosa es crucial: hacía ya varios siglos que el poder político esta- particular en el de la incipiente burocracia real y local. Así fue di-
ba intentando con bastante éxito subordinar al eclesiástico y, como fundiéndose, por ejemplo, la idea de que las estructuras eclesiásti-
parte de ese proceso a menudo sutil -de resultados a veces difíciles cas debían resultar «útiles» a la sociedad y que para ello era necesa-
de percibir bajo las formas, que varían menos-, la Iglesia estaba len- rio reformarlas. Más aun, comenzó a pensarse que algunas de ellas
tamente quedando sujeta a una lógica que no le era dado determi- habían cumplido ya su ciclo y que eran casi o totalmente inútiles
nar y que superaba sus posibilidades de control. En el mundo his- o incluso contraproducentes para el desarrollo de la vida social.
pano el programa de reformas borbónico avanzaba además en el Más concretamente: ganó voluntades la idea de que las órdenes re-
proceso de reorganización del poder, sojuzgando -o limitando, al ligiosas surgidas en la Edad Media -franciscanos, dominicos, mer-
menos- la esfera de acción autónoma de la Iglesia, pero también cedarios, agustinos- y otras más modernas -los jesuitas- constituían
otros polos de poder como las ciudades, corporaciones, universida- escollos para la economía porque acaparaban tierras y mano de
des y otras entidades que tradicionalmente habían limitado la so- obra que, al estar destinadas a fines espirituales, quedaban exentas
beranía real. Al mismo tiempo, como veremos, se difundía progre- de obligaciones fiscales y no contribuían a la creación de riqueza.
sivamente en las elites una imagen de la sociedad que la presenta- Se pensó entonces que el servicio del culto y la pastoral debían más
ba no ya como un conjunto orgánico y «natural» de estamentos y bien confiarse al clero secular, que por sus características se adecua-
cuerpos, sino como una gran asociación de individuos sustentada ba mejor al impulso reformista, a tono con las ideas económicas
en un hipotético contrato primigenio. En este contexto, la idea de que empezaban a valorizar la iniciativa individual y la libertad de 43
comercio. Pero además se procedió a asignar nuevas tareas y prio- y de los vicios, y la más eficaz beneficencia consistirá en acciones
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ridades al clero, en particular a los párrocos y muy especialmente a orientadas a «educar» a los pobres y a proveerles los medios para
los de las áreas rurales. Se difundió la idea de que podían e inclu- hacer de ellos «hombres de bien». El pobre pensado como «Tem-
so debían volverse «útiles», agregando a sus tradicionales funciones plo vivo del Señor» que encontramos hasta el siglo XVIII irá de-
litúrgicas y pastorales una dimensión «civilizadora» que incluía, jando el paso gradualmente al que -en el mejor de los casos- es
por ejemplo la enseñanza de técnicas agrícolas, la vacunación de concebido como víctima de la ignorancia y de «vicios», que han
sus feligreses -a principios del siglo XIX comenzó a popularizarse hecho de él un individuo poco útil a la sociedad. La práctica de la
la vacuna antivariólica-, la instrucción elemental y, en general, la limosna, bien conceptuada en la sociedad colonial hasta el punto
promoción de las poblaciones postergadas de la campaña. de que era practicada por virreyes y cabildantes, pasa lentamente
a ser considerada, como dice Barrán, a quien seguimos en este
En el Río de la Plata este cambio en las funciones de la punto, «una conducta social reprobable, indicio de una vida mo-
Iglesia, que comienza a ser vista como una suerte de «punta de ralmente permisiva, una actitud no recomendable, testimonio de
lanza» del progreso económico y social, es mucho más evidente en debilidad de carácter, haraganería o pobreza».
Buenos Aires que en el resto del virreinato, sin duda por la mayor
penetración de las ideas de corte ilustrado que se verificó en una Así es como en Buenos Aires, a principios del siglo XIX,
sociedad como la porteña, menos rígidamente estructurada que la aparecieron las primeras experiencias periodísticas, el Telégrafo Mer-
del interior, en contacto más intenso con el tráfico interoceánico cantil (1801-1802) y enseguida el Semanario de Agricultura, Indus-
y con las iniciativas impulsadas desde la península. Por otra parte, tria y Comercio (1802-1807), y se abrieron varias academias y escue-
la creación del virreinato y la consecuente multiplicación de bu- las de «artes prácticas». El Consulado de Comercio -cuyo secretario era
rócratas peninsulares, la expansión económica y la reforma de los Manuel Belgrano- fundó una Academia de Náutica dirigida por el
estudios, entre otros factores, favorecieron la formación de una ingeniero Pedro Antonio Cerviño, mientras el cabildo promovía una
elite letrada más numerosa, intensamente relacionada con el mun- Escuela de Medicina. Como veremos enseguida, detrás de estos pe-
do eclesiástico, pero no ya perteneciente al clero. Laicos como riódicos y de estas academias y escuelas estaban operando experien-
Belgrano, Lavardén, Rivarola, Vieytes, Cerviño y otros, contribu- cias asociativas inéditas, nuevos espacios de sociabilidad de una elite
yeron de manera importante a la promoción de iniciativas cultu- ilustrada progresivamente conciente de la necesidad de recrear la so-
rales y sociales de nuevo cuño, en un clima de ideas bastante op- ciedad a partir, justamente, de las asociaciones. Encontramos enton-
timista en las posibilidades del hombre para construir su propia ces, también en el Río de la Plata, algunos intentos de crear expe-
felicidad. En este sentido, la perspectiva ilustrada introdujo tími- riencias del tipo de las «sociedades de amigos del país» que a lo lar-
damente una idea destinada a afirmarse a lo largo del siglo XIX: la go del siglo XVIII se habían multiplicado en la península y en otras
fortuna del hombre dependería fundamentalmente de su laboriosi- áreas del mundo hispano. En 1799, por ejemplo, los vecinos más
dad, más que de las glorias de su estirpe. De tal manera, la pobreza notables del pueblo de Colonia organizaron una «Junta Patriótica» a
44 empezará a ser vista como producto de la vagancia, de la ignorancia la que denominaron Procuración del bien común de la Colonia, con el
objeto de promover la reconstrucción del templo parroquial, pero Para empezar, su reglamento establecía que sus miembros
16. Carlos Ibarguren, por ejemplo, consideraba que con la Sociedad Patriótica «se introducía 17. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 17.
en esta dormida ciudad colonial el fermento inicial de la revolución, en las ideas y en las
creencias que conmovían a Europa al comenzar el siglo». Véase su obra Las sociedades
literarias y la revolución argentina (1800-1825), Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1937, p. 15. 45
No han quedado archivos de la Sociedad, pero sabemos que
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H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A El «Telégrafo Mercantil», 18 de octubre de 1801,
con una tirada de más de 200.000 ejemplares.
se reunía en la misma sede de la redacción del Telégrafo -una cons-
tante de este tipo de asociaciones es la de funcionar en relación con
una publicación periódica-, junto a la iglesia de la Merced, para leer
y discutir trabajos preparados a tal fin por los socios, que se dividían
en tres categorías: los numerarios, que ascendían al número de 21 y
debían ser vecinos de la ciudad y residentes en ella, los corresponsa-
les «que son los ausentes de ella que contribuyen con sus rasgos so-
bre las cosas y encargos que por la Sociedad se les encomienden» y
los «Caballeritos Alumnos», jóvenes en proceso de formación que
podían aspirar a convertirse en numerarios cuando se produjese una
vacante. Los trabajos discutidos eran luego publicados en las páginas
del Telégrafo, de modo que los miembros de la Sociedad funcionaban
como una suerte de comité editorial del periódico. Entre los miem-
bros de la Sociedad encontramos a integrantes conspicuos de la elite
porteña: comerciantes como Domingo de Azcuénaga, clérigos ilus-
trados como Luis José Chorroarín, militares como Pedro Andrés
García y profesionales como Pedro Antonio Cerviño, Julián de
Leiva, Manuel José de Lavardén y Manuel Belgrano.
El periódico tenía una tirada de algo más de 200 ejempla- que se analizaban las eventuales ventajas que podía reportar para
res y vio por primera vez la luz el 1 de abril de 1801. En sus pági- el desarrollo económico la modificación del status jurídico de de-
nas encontraron espacio piezas poéticas y artículos sobre temas de terminadas categorías de personas. «Supongamos por un instante
historia, geografía, ciencias naturales y técnicas agrícolas y artesa- -dice el autor de la nota- que nuestro amable Soberano quite a es-
nales. Pero también incluía interesantes debates que nos hablan de tas gentes [indios y negros] el borrón de la infamia que las envile-
incipientes cambios en la manera de concebir la sociedad, de la cre- ce y les dé el honor de que se hallan privadas. ¡Qué diferente sería
ciente tendencia a criticar algunas de las rigideces del antiguo régi- el aspecto de nuestra América en breve tiempo!». Los hipotéticos
men y a pensar a los individuos como potencialmente redimibles resultados que se prevén son bien interesantes:
de sus miserias por medio del desarrollo de sus capacidades intelec-
tuales. Por ejemplo, se debatió en la Sociedad y se publicó luego en «…las mujeres de las referidas razas viendo que por la nue-
el Telégrafo una «Memoria sobre que conviene limitar la infamia va legislación estaban suficientemente condecoradas para alternar
46 anexa a varias castas de gentes que hay en nuestra América», en la con las Señoras Españolas de su esfera, procurarían con sus acciones
no hacerse indignas de esta gracia y criarían sus hijos con los mis- basada fundamentalmente en el esquema escolástico, con fuerte
tria y Comercio, Cabello y Mesa comprendió que era imposible Aires desde 1806, como parte de un fenómeno que interesa también al
continuar con el Telégrafo, por lo que el periódico dejó de existir entero mundo hispano: el surgimiento, en el ámbito de las elites crio-
junto con la Sociedad al mes siguiente. El Semanario gozó de una llas de Nueva Granada, del Río de la Plata, de Chile y del Perú, de clu-
existencia menos fugaz que el Telégrafo, probablemente en virtud bes, sociedades patrióticas y logias comprometidas con la revolución.
de la mayor solidez de los apoyos oficiales con que contaba. Existe un antiguo debate entre los historiadores sobre el carácter masó-
nico de algunas de estas logias. En principio es necesario tener cuidado
El ejemplo de la Sociedad nos permite comprender que el con el término «logia», muy ligado al universo masónico hoy, pero más
tipo de asociaciones que, no sin dificultades, empieza a surgir en generalizado en la primera mitad del siglo XIX, cuando se lo utilizaba
el siglo XIX es nuevo en varios sentidos. En primer lugar, porque como sinónimo de asociación secreta. Si bien la aparición de logias ma-
se trata de la aparición de iniciativas laicas, en el sentido de no es- sónicas y otras sociedades secretas en Europa se remonta a los comien-
tar vinculadas orgánicamente con la Iglesia. En segundo término zos del siglo XVIII y con ellas puede considerarse iniciado el movimien-
-aunque no es el caso de esta primera Sociedad- porque no repro- to asociativo «moderno», en el mundo español el fenómeno no se veri-
ducen en su organización interna la estructura de castas colonial: ficaría sino un siglo más tarde. En el caso específicamente rioplatense,
se piensan como asociaciones voluntarias, revocables, de indivi- no está muy claro que hayan existido logias masónicas antes de la caí-
duos que comparten su interés por el fomento del comercio, la da de Rosas en 1852, pero sí se encuentra documentado desde princi-
agricultura, la «industria» y las «letras». En tercer lugar, porque el pios del siglo XIX el funcionamiento de logias militares secretas: las hay
perfil de los miembros no responde al del letrado de antiguo régi- en principio en Montevideo y en Buenos Aires, en el seno de las tropas
men, muy a menudo miembro del clero y docto en temas de ju- inglesas que invaden el Río de la Plata en 1806, y pronto concitarán el
risprudencia y teología; encontramos en ellas militares, comer- interés de círculos de las elites ilustradas criollas, que se politizaron rá-
ciantes, burócratas, pequeños productores agropecuarios. Por úl- pidamente en esos mismos años, aunque es muy poco lo que sabemos
timo, porque los espacios de sociabilidad y de intercambio libre sobre las asociaciones a que dieron origen.
de ideas que generan están relacionados con la práctica de la lec-
tura y la reflexión en común, y a menudo con la redacción de un Sabemos más acerca de las que nacen luego del triunfo de
periódico como canal de comunicación de esa nueva elite letrada. la revolución, a menudo por iniciativa de los gobiernos surgidos de
El fracaso de los intentos de formar sociedades de este tipo en el ella. Encontramos aquí un fenómeno paradojal: la intensa politiza-
Río de la Plata, debido en parte a la coyuntura en que se produ- ción revolucionaria llevó por un lado a que lo público «fagocitase» lo
jeron -la metrópoli estaba precipitándose en una crisis de inédita privado, quitase espacio a la posibilidad de que la sociedad rioplaten-
profundidad-, no debe impedir notar que estas modalidades no- se generase, como las de los países europeos más desarrollados, ins-
vedosas de los vínculos, y de las redes relacionales que en torno de tancias autónomas de organización de grupos movidos por intereses
ellas se establecen, han de constituir el fundamento de numerosas comunes. Así, se habría interrumpido momentáneamente, por fuerza
48 asociaciones en los años subsiguientes. de las circunstancias, la tendencia a una mayor distinción entre las
esferas de lo público y lo privado que había comenzado a esbozarse debemos decir que, una vez embarcado Moreno para el viaje del
Entre las primeras experiencias de la década de 1810, se Los Reales Estudios y el Colegio San Carlos a fines del siglo XVIII, según S. J. Furlong,
actual Colegio Nacional Buenos Aires, donde se graduaron varios de los ilustrados,
cuenta la del «Club» conformado por un núcleo de jóvenes turbu- ubicado frente al Café de Marcos.
lentos pertenecientes a la facción de Mariano Moreno. Su herma-
no Manuel recuerda en su Vida de Mariano Moreno, editada en
Londres en 1812, que el mismo secretario de la Primera Junta ha-
bía establecido el Club «para proporcionar un punto de reunión a
los amigos de la libertad y propagar los conocimientos. Esta Socie-
dad -agrega- se reunía todas las noches en una casa privada. Su for-
mación fue pensamiento del doctor Moreno; pero no llegó a for-
malizarse hasta el punto en que debía quedar, y su disolución fue
consecuencia de la ausencia del fundador»20. Contra tal opinión
19. J. Myers, «Una revolución en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de
la elite porteña, 1800-1860», F. Devoto y M. Madero (Dir.), Historia de la vida privada
en la Argentina, Tomo 1: «País antiguo. De la colonia a 1870», Buenos Aires, Taurus,
1999, pp. 111-145.
20. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 46. 49
y en cuanto a las escarapelas, se asegura que todo se reduce al uso Los promotores de la iniciativa se habían asignado a sí mismos la
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
de una divisa diferente de la que usan los españoles para combatir misión de construir, por medio de la educación y de la difusión
contra la revolución»21. No cuesta mucho imaginar el momento de de los conocimientos, la creación de una sociedad organizada so-
la liberación de los sospechosos, cuando atravesado el foso del fuer- bre la base de la premisa igualitaria. La historia del incipiente mo-
te comenzaron a convocarse entre sí a los gritos para dar de una vez vimiento asociativo de la primera mitad del siglo XIX demostrará
inicio a la Sociedad en el célebre café de Marcos. La inauguración sin embargo que la empresa no era sencilla: las inercias de la so-
tuvo lugar al otro día, cuenta Ignacio Núñez en sus memorias, con ciedad estamental han de constituir una pesada carga, el igualita-
el concurso de unas 300 personas «entre eclesiásticos, abogados, rismo será mucho más fácil de proclamar que de convertir en rea-
comerciantes, artesanos, algunos militares, y no pocos de los que lidades tangibles, los mismos impulsores de las nuevas ideas se ve-
podían llamarse ociosos de la revolución». El supuesto fundamen- rán atrapados por concepciones e impulsos contradictorios, la ine-
tal de la Sociedad es desde el comienzo -ahora sí sin titubeos- la xistencia de una sociedad civil en el sentido que damos hoy al tér-
igualdad de todos sus miembros y la absoluta libertad para expre- mino constituirá un límite muy difícil de superar.
sar ideas, lo que no dejó de provocar un cierto desorden inicial:
abierta la sesión, continúa Núñez, Pero el entusiasmo juvenil no conoce límites, y la Socie-
dad comenzó pronto a organizarse y a generar iniciativas. Para
«...todos los concurrentes se convirtieron en oradores, ello era preciso contar con algún tipo de financiamiento, por lo
subdividiéndose en círculos más o menos numerosos, donde se dis- que se echó mano a la organización de «suscripciones», es decir,
cutía la necesidad de fomentar la ilustración de todas las clases, colectas de fondos a aplicarse a un determinado fin. Uno de los
conviniéndose en que el medio más a propósito era el estableci- primeros fue el de rendir homenaje a los caídos en defensa de la
miento de la Sociedad Patriótica. En medio de esta confusión logró causa revolucionaria desde el 25 de mayo de 1810 en adelante;
hacerse oír uno de los doctores, proponiendo que se nombrase otro, el de alquilar un local que permitiera a la Sociedad sesionar
una comisión para que de conformidad al espíritu en que se ex- con mayor calma y menor grado de exposición pública que en las
plicaban los ciudadanos, se pusiese a la cabeza de la reunión, pro- instalaciones del café de Marcos. Las cuestiones que se debatían
clamase y dirigiese el establecimiento de la Sociedad, y redactase estaban relacionadas más o menos directamente con la reflexión
un reglamento para su orden interior»22. política que acompañaba el proceso revolucionario: la injusticia
de la conquista europea de América, la legitimidad de los dere-
Los recuerdos del memorioso Núñez revelan que la idea chos de los indios, la crueldad de los colonos españoles, la justi-
central era nuevamente «fomentar la ilustración de todas las clases». cia de la causa americana. En aquellas sesiones atravesadas por fo-
gosos discursos, las ideas y los pensadores, los héroes y sus accio-
nes, los ejemplos de la antigüedad y de la historia más reciente se
21. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 47.
entrelazaban en curiosa sucesión: Voltaire, Rousseau, Cicerón,
50 22. C. Ibarguren, Las sociedades literarias..., ob. cit., p. 49. Licurgo, Montesquieu, Catón y Condorcet resonaban en la sala
de piso de ladrillo y de amplias ventanas, bautizada con el pre- un polo de poder político molesto para el gobierno. Bajo la di-
rios militares a bordo que pronto darían que hablar: uno de ellos, do preparó entonces una función de teatro en la que se represen-
teniente coronel de caballería, se llamaba José de San Martín; tó la «Jornada de Maratón», tragedia que buscaba exaltar el entu-
otros dos lucían el rango de alféreces, y sus nombres eran Carlos siasmo patriótico de los espectadores y que al parecer no fracasó
María de Alvear y José Zapiola. Pero el grupo de militares era en el intento: el Director Supremo Pueyrredón descubrió, gracias
más nutrido -se hallaba también entre ellos el Barón de Holem- a ella, que el teatro podía constituir una herramienta adecuada
berg- y al menos algunos estaban organizados en una logia que se para la difusión de las ideas que habrían de informar la nueva so-
conocía con el nombre de Lautaro. Esta logia entró pronto en ciedad surgida de la revolución. Así, a iniciativa del gobierno
contacto con la Sociedad y ambas lograron en octubre el derroca- central, que encargó la concreción del proyecto al gobernador in-
miento del primer Triunvirato, la elección del segundo y la con- tendente de Buenos Aires, se conformó la Sociedad del Buen Gusto
vocatoria del congreso que pasaría a la historia como Asamblea en el mes de julio24.
del Año XIII. A tal efecto, el nuevo Triunvirato habría de solici-
tar a la Sociedad la elaboración de un proyecto de texto constitu- Tampoco ésta, como se ve, constituía una experiencia
cional que debería abrir por fin a los rioplatenses las puertas del desvinculada del quehacer revolucionario; las actividades cultura-
«templo de la libertad». El hecho es revelador del tipo de activi- les -o «literarias», como se decía en la época- estaban todavía muy
dades que la Sociedad -que se suponía orientada a finalidades más ligadas a la producción y difusión de ideas y a las prácticas polí-
bien literarias- debía ocuparse de desarrollar, en un contexto ca- ticas. Las finalidades de la Sociedad del Buen Gusto buscaban su-
racterizado por la virulencia de las luchas por el poder. Puede perar, quizás más firmemente que las experiencias anteriores, las
además resultar anticipo de una tendencia más general: una de mezquindades de los enfrentamientos facciosos: se proponía
las constantes en la experiencia asociativa de la primera mitad del esencialmente hacer del teatro una «escuela de costumbres, vehí-
siglo XIX, como veremos, ha de ser las dificultades para sobrevivir culo de ilustración y órgano de política». Se trataba de inocular
a las imposiciones de las luchas políticas. nuevos comportamientos, modos de apreciación, valores, con-
cepciones, que se consideraban necesarios para la construcción
La política está presente incluso en una asociación de in- de la sociedad post-revolucionaria, y en esto la nueva experiencia
tencionalidades más claramente culturales que surge en Buenos no estaba muy alejada de los propósitos que habían animado a la
Aires unos años más tarde, en el clima político menos agitado de Sociedad Patriótica. De hecho, algunos miembros de la Sociedad de
1817. Si bien, como veremos, las finalidades de la Sociedad del Monteagudo participaron luego en la del Buen Gusto, como el militar
Buen Gusto no eran ajenas a las necesidades políticas -en el senti- y poeta Juan Ramón Rojas, autor del reglamento de la segunda y del
do más amplio del término- de las elites rioplatenses, su creación
marca un hito porque constituye una experiencia distinta respec-
to de las asociaciones inspiradas en el modelo de las «sociedades 24. En referencia a este tema hemos seguido a C. Ibarguren, Las sociedades literarias...,
52 de amigos del país». Sus orígenes se remontan a los festejos por la ob. cit., pp. 88-93 y J. Myers, «Una revolución en las costumbres…», ob. cit., pp. 123-124.
poema épico dedicado a «La Heroica Victoria de los Andes en la chileno Camilo Henríquez, Juan Crisóstomo Lafinur, Santiago
Es comprensible que el año 1820 haya sido calificado de en cierta medida por una coyuntura económica expansiva que fa-
«fatídico» por quienes lo protagonizaron: la reacción de los caudi- vorecerá el desarrollo de nuevas experiencias asociativas. Se dará
llos del litoral contra la constitución unitaria de 1819 condujo a la así inicio a un programa de reformas bastante audaz, fruto en bue-
caída del Congreso y a la del Directorio, resultado inmediato de la na parte de la inspiración del ministro de gobierno Bernardino
batalla de Cepeda que tuvo lugar el 1 de febrero. Se desvanecía así Rivadavia y de sus más estrechos colaboradores.
el poder central que había logrado mantener más o menos unidas a
las provincias que habían formado parte del antiguo virreinato. Dos El experimento porteño, que será recordado en días me-
consecuencias de las convulsiones políticas sin precedentes que ca- nos venturosos con la nostálgica denominación de «Feliz experien-
racterizan a ese año vale la pena señalar aquí: la primera y la más ge- cia», produjo transformaciones de fondo que guardan estrecha re-
neral es que la disolución del poder central dejó paso a una nueva lación con la vida asociativa, al propender al desarrollo de un «es-
realidad política destinada a perdurar por decenios: las provincias a pacio intermedio entre el Estado y la sociedad» en el que se desen-
partir de entonces conformarían estados soberanos, ligados entre sí volviera «con más vigor la actividad autónoma de los individuos»,
tan sólo por algunos puntos de acuerdo y por la idea de que habrían llamados ahora a «hacerse cargo de funciones hasta entonces reser-
de volver alguna vez a constituir una unidad. A partir de esta frag- vadas al Estado»25. Analizado desde esta óptica, el «momento riva-
mentación política se ensayarán diferentes modalidades de convi- daviano» se revela capaz de permitir la proliferación de publicacio-
vencia y variados intentos de unificación, pero habrá que esperar a nes periódicas al amparo de una ley sancionada en 1821, que re-
la definitiva organización del país bajo la presidencia de Mitre para gulaba la actividad periodística y literaria en términos más permi-
que la Argentina que hoy conocemos comience a cobrar forma. La sivos, así como por el surgimiento de un racimo de asociaciones -
segunda consecuencia tiene que ver más específicamente con Bue- generalmente efímeras- entre las que se destacan la Sociedad Litera-
nos Aires, donde se instaló en el poder un grupo dirigente reformis- ria y la Sociedad de Beneficencia. Uno y otro fenómeno conllevan
ta, nutrido en parte por figuras que habían participado activamen- una relativa ampliación del debate público y consecuentes cambios
te en los avatares de la revolución y en parte por miembros de la eli- en las formas de sociabilidad política, que inciden a la vez en la ma-
te económica que hasta entonces se habían mostrado reacios a com- nera de concebir y de plasmar en la práctica la actividad asociativa.
prometerse con la actividad política. Este grupo dirigente brin-
dará su apoyo al gobernador Martín Rodríguez para llevar a cabo
una serie de iniciativas dentro del ámbito provincial, posibilitadas 25. J. Myers, «Una revolución en las costumbres…», ob. cit., p. 113. 55
El gobierno porteño y el de alguna otra provincia que habremos de
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señalar en su momento, creían que las asociaciones instituidas desde
LOS FUNDAMENTOS DE LA CREACION DE LA SOCIEDAD LITERARIA el poder político, orientadas implícitamente a concitar la adhesión
de miembros de las elites, constituían una suerte de germen de una
... DE BUENOS AIRES, 1822: de individuos nunca duerme: sigue sin
«Nada es tan natural como unirse los interrupción la marcha metódica y serena sociedad en la que la iniciativa de los individuos sustituyera a los po-
hombres por objetos que son del interés que se propone para realizar sus trabajos. deres públicos en algunas de sus tradicionales funciones. Por eso es
de todos. Los límites de las fuerzas indi- Por eso vemos establecidas Sociedades en que las que surgieron en este período lo hicieron a partir de iniciati-
viduales, las varias ocupaciones de la vida todas partes donde se desea conseguir al-
y la diversidad de talentos, se oponen a gún objeto permanente, aunque no sea vas gubernamentales que, en el mejor de los casos, confluyeron con
la ejecución de trabajos que demandan dificultoso; y por esta razón se han unido el interés de algún círculo particularmente dinámico de las elites.
una atención extensa y continua. Des- las personas que se expresarán abajo para
maya el espíritu más celoso cuando se en- formar una Sociedad de esta especie. Se
cuentra aislado. Los deberes que el hom- proponen que presidirá en ella el celo por
Una explicación más antes de entrar de lleno en el tema:
bre se impone a sí mismo, sin otra segu- los adelantos del país, la buena fe, la la reforma eclesiástica que se ejecutó en 1822-1823 está estrecha-
ridad que su curiosidad y constancia, es- amistad y el candor; que se buscarán todos mente vinculada al punto anterior. La iniciativa fue en realidad
tán sujetos a muchas variaciones; y a los medios, así en su seno como en los
fuerza de aspirar a un objeto, se viene a hombres ilustrados de afuera, de esparcir
parte del programa general de reformas impulsado por el gobierno
sentir muchas veces la necesidad de no los conocimientos; y que se consultarán, de Martín Rodríguez, orientado, en términos generales, a construir
pensar más en él, para ser independiente tanto como sea dable, los progresos de las un Estado con control sobre la entera provincia y a desmantelar
y libre. Podría decirse que el estudio ciencias, la literatura y las artes.»
para ello las más obstaculizadoras de las estructuras sobrevivientes
combate a los particulares con aquella
táctica sagaz de que usaban los arauca- Carlos Ibarguren, Las sociedades del antiguo régimen. En este sentido existe una fuerte conexión
nos, que obligando al enemigo a estar literarias y la revolución argentina entre las modificaciones introducidas en el plano político-adminis-
siempre despierto, lo postraban en fin (1800-1825), Buenos Aires,
trativo, en el militar y en el eclesiástico. La supresión de los dos ca-
con el cansancio. Pero una asociación Espasa-Calpe, 1937, p. 188.
bildos que había en la provincia -el de Buenos Aires y el de Luján-
eliminó dos focos de poder que se superponían y competían, en-
trando frecuentemente en colusión, con el del gobernador. La re-
forma militar buscó reducir y reorganizar la multiplicidad de cuer-
pos surgidos al calor de la guerra revolucionaria para reorientarlos
hacia nuevas funciones -como la defensa y expansión de la fronte-
ra- y aliviar al mismo tiempo la presión sobre las arcas del fisco. La
reforma eclesiástica tuvo por objeto reducir a su mínima expresión
a las órdenes religiosas y crear un clero uniforme sujeto al gobier-
no del obispado. Recordemos que las órdenes gozaban de una cier-
ta autonomía respecto de él, además de constituir, por motivos
56 que ya vimos, un blanco predilecto por la crítica ilustrada. Estos
diferentes conjuntos de medidas actúan como disolventes de las es- La Sociedad de Beneficencia constituye un buen ejemplo de
mucho más que los que resultarían de dividir a los hombres por mi- mérito» -y agregaba-: «estamos convencidos de que haciendo obrar
tad, acordando a unos todos los recursos del arte, del estudio y de a las Damas, como miembros activos en la sociedad, se pone en
la práctica, y no ofreciendo a la otra más medios que los del trato e movimiento uno de los resortes más poderosos para crear la moral
imitación. La razón de ello es que la perfección física de un pueblo pública, uniformar la opinión, y producir otras ventajas».
emana igualmente de la belleza y sanidad del hombre, como de la
mujer. La naturaleza, al dar a la mujer distintos destinos y medios En la alocución ofrecida en ocasión de la inauguración de
de hacer servicios que los que rinde el hombre para satisfacer sus ne- la Sociedad, el 14 de abril, el ministro de gobierno habrá de insistir
cesidades y llenar su vida, dio también a su corazón y a su espíritu en esta línea argumental: las mujeres son iguales a los hombres en
calidades que no posee el hombre». sus capacidades e incluso las poseen en mayor grado para determi-
nadas tareas, dijo, de manera que su marginación de la vida pública
En base a tales consideraciones el ministro de gobierno se implica para la sociedad el desaprovechamiento de un recurso im-
permitía proponer un lugar nuevo para las mujeres, una participa- portante. Sin embargo, que las mujeres fueran consideradas bajo esa
ción activa en las políticas puestas en marcha por el gobierno para nueva luz no implicaba que se las juzgase capaces de proyectar la ins-
dar forma definitiva a una sociedad fundada en las virtudes repu- titución que habría de congregarlas. Es así que Rivadavia nombra
blicanas. Las mujeres podían ofrecer un aporte original y adecua- para redactar la propuesta una comisión compuesta por tres hom-
do a algunas de las tareas de las que se hacía ahora cargo el Estado, bres: el canónigo y legislador José Valentín Gómez, el administrador
y que en algunos casos habían sido responsabilidad en el pasado de del Colegio de Huérfanas, filántropo y comerciante Francisco del
la Iglesia. Entre ellas destacaban las de la asistencia social. Rivada- Sar y el Dr. José María Roxas y Patrón. En el informe elaborado por
via no pensaba simplemente que las mujeres debían ocuparse de la comisión, sin lugar a dudas redactado por Valentín Gómez y fe-
aquellos ámbitos que los hombres no tenían tiempo de atender, si- chado el 14 de febrero de 1823, se sugiere el nombramiento por
no que estaban naturalmente más capacitadas que ellos para de- parte del gobierno de once damas en calidad de socias fundadoras.
sempeñar determinadas actividades. El espíritu maternal podría Una de ellas sería declarada además directora de la obra, y la que go-
suplantar eficazmente en la ayuda social al espíritu religioso, ba- bernaría secundada por un «consejo de ejecución» compuesto por
jo el ala protectora del naciente Estado. Ideas que no eran mera- dos conciliarias, una tesorera y una secretaria. Lo más interesante del
mente suyas, sino patrimonio común al grupo dirigente que con- informe, sin embargo, lo constituyen los criterios a partir de los cua-
ducía la «Feliz Experiencia»: en la misma línea del decreto, el pe- les se sugirieron los nombres de las señoras y que, probablemente,
riódico oficialista El Centinela publicaba el 23 de febrero una nota habrían de funcionar en lo sucesivo como filtro para asegurar la «ca-
reivindicatoria de un lugar menos marginal para las mujeres: lidad» de las integrantes: el primero establecía que se tratase de «da-
mas que no estuvieran demasiado ligadas a sus atenciones domésti-
«Parece que se realiza un establecimiento, que vengará a las cas, bien por su poca fortuna, bien por el número de su familia»; el
58 Damas de Buenos-Ayres de la injusticia con que han estado privadas segundo exigía que fueran de distintas edades para poder atender a
los también distintos «empleos», dado que «si unos exigen más cal- La primera de ellas, dice Siegrist de Gentile, provenía de una fami-
parte su ministro Nolasco Videla y un grupo de notables conforma- rante las invasiones inglesas o las guerras de independencia. Los por-
do, entre otros, por el médico escocés Juan Guilles, Juan Crisóstomo centajes de población negra libre se incrementaron, en consecuencia,
Lafinur, Agustín Delgado, Nicolás Villanueva, el padre Nolasco Mo- a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, en términos jurídicos la escla-
yorga, Juan Gualberto Godoy, Tomás Godoy Cruz y José María Sa- vitud fue definitivamente abolida por la constitución de 1853, sus-
linas. Esta Sociedad Lancasteriana mendocina se ocupó, además de cripta por Buenos Aires recién en 1860, de manera que durante todo
sus funciones específicamente pedagógicas, de promover otras ini- el período aquí analizado constituyó un dato de la realidad.
ciativas afines y en cierto sentido complementarias, como la de esta-
blecer y administrar una imprenta, principalmente -aunque no sólo- Como se sabe, las mayores concentraciones de esclavos y
para la edición de textos de carácter pedagógico. En estos aspectos el por lo tanto de población negra de América se encontraban en el
gobierno de Molina presenta paralelismos interesantes con el porte- Nordeste brasileño, en el Caribe y en el Sur de los Estados Unidos,
ño de la misma época: auspició la organización y las actividades de donde funcionaban economías de plantación dedicadas a la produc-
la biblioteca pública y del Colegio de la Santísima Trinidad, e inició ción de azúcar, algodón y tabaco. En el actual territorio argentino los
la publicación, en la imprenta de la Sociedad Lancasteriana, de un esclavos eran empleados mayormente en las actividades domésticas,
Registro Ministerial que reunía las leyes y decretos del Estado y de aunque algunos se desempeñaban como capataces en las estancias de
un periódico «progresista»: El Verdadero Amigo del País. sus dueños o como artesanos. Un esclavo capaz de desempeñarse en
un oficio se cotizaba más caro que los otros, ya que su propietario
podía obtener una renta gracias al producto de su trabajo, en gene-
TAMBORES AFRICANOS ral bien cotizado en una economía crónicamente falta de mano de
obra. Había mujeres solas, por ejemplo viudas, que invertían en es-
Entre 1744 y 1810, aunque en particular a partir del Re- tos esclavos para asegurarse la subsistencia. Además se encontraba
glamento de Comercio Libre de 1778, se verificó en el Río de la Pla- asiduamente a lo negros, esclavos o libertos, practicando la venta
ta un incremento de la población negra que, en el caso de Buenos ambulante de las más diversas mercancías. La fuerte presencia demo-
Aires, llegó a superar proporcionalmente el crecimiento numérico gráfica de la población de origen africano y la heterogeneidad jurídi-
de los blancos. Si bien por regla general los africanos llegaron a la re- ca y ocupacional que la caracterizaba condujo a que prevalecieran
gión en calidad de esclavos, las variadas formas de manumisión le- entre los negros de la colonia dos formas de sociabilidad: la de carác-
gales permitieron el acceso a la libertad de muchos de ellos. Algunos ter religioso que ofrecían las cofradías, a la que ya nos hemos referi-
lo lograron por voluntad testamentaria de sus dueños, que de tal do, y las de carácter lúdico que se realizaban en torno a la práctica
modo les agradecían los servicios prestados; otros, en particular los del baile. Una de las actividades principales para la que se organiza-
artesanos, conseguían a veces comprar su propia libertad después de ban los africanos eran en efecto los llamados «tangos», «tambores» o
ahorrar durante años. Otros aun eran adquiridos y sucesivamente «candombes», es decir, las reuniones danzantes que periódicamente
60 liberados con los ahorros de parientes y amigos. Otros, en fin, serán agitaban la quietud de las ciudades coloniales:
«Bailaban todos los domingos y días de fiesta -recuerda organización de las llamadas Sociedades Africanas, que constituyen las
existir- y el interés del gobierno por garantizar el control social de un había sido el control sobre la población negra, más difícil de lograr
sector de la población potencialmente turbulento. Sin embargo, en la medida en que el número de entidades aumentaba. Podría su-
también en este caso la asociación propiciada por el Partido del Or- ponerse también que la tendencia a la fragmentación debilitó a las
den se caracteriza por su carácter esencialmente laico, al menos en el asociaciones étnicas, pero sabemos que conservaron su vitalidad y
sentido de su independencia respecto de las autoridades eclesiásticas. que en la segunda mitad de la centuria habrán de derivar hacia mo-
dalidades asociativas menos arcaicas, orientadas algunas a la ayuda
La información es fragmentaria y proviene sobre todo de mutua, otras a actividades lúdicas y otras incluso a la política26.
los archivos policiales -los de las Sociedades, que el reglamento
mandaba organizar, o no existieron nunca o se perdieron todos-,
de manera que poseemos poca información sobre el desarrollo de LECTURAS Y DEBATES
estas organizaciones. Sabemos que desde 1823 se incrementaron
numéricamente de manera más o menos constante, con momen- Mención aparte merecen las asociaciones de índole cultu-
tos de auge en torno a 1825 y a 1830. La posibilidad de un fun- ral que surgen en Buenos Aires en las décadas de 1820 y de 1830,
cionamiento reglamentado parece haber dado un importante im- en general relacionadas con el impulso dado a estas formas de so-
pulso a la creación de estas entidades: en los primeros cinco años ciabilidad de la élite letrada durante la «Feliz experiencia», y en par-
posteriores a la aprobación del reglamento adoptaron esta forma ticular con la vida de la flamante Universidad de Buenos Aires, fun-
asociativa las naciones Conga, Benguela, Cabunda, Mina, Mon- dada en 1822. Entre las características que las distinguen de las ex-
dongo, Mongolo, Moros, Lubolo, Mozambique, Angola, Carabari periencias de la etapa anterior figura el hecho de que no se piensan
y Houombe. Es posible que la multiplicación de las asociaciones a sí mismas como expresión de la acción insurreccional independen-
esté relacionada también con el fuerte incremento que se verificó tista: la guerra contra España está tocando a su fin y de cualquier
en el número de esclavos como consecuencia de las capturas reali- manera se desarrolla lejos de las fronteras porteñas. Es novedoso
zadas durante la guerra con el Brasil. Los negros que llegaron a las también el intento de llegar a un público más amplio, de superar el
provincias argentinas en ese contexto, a pesar de que se beneficia-
ban teóricamente por la libertad de que gozaba automáticamente
todo esclavo que pisara el Río de la Plata, fueron sometidos a una 26. P. González Bernaldo aporta una hipótesis bien interesante para explicar esa
multiplicación de las asociaciones africanas: ella habría tenido relación con una tendencia
reglamentación especial que los mantenía sujetos a sus nuevos a la fragmentación que el reglamento de 1823 no habría hecho sino estimular, al
amos durante un determinado período, según la franja etaria de permitir con bastante facilidad el nacimiento de nuevas instituciones. Las normas de
admisión preveían, en efecto, que cada Sociedad estuviera compuesta por personas
pertenencia. Menos probable es que el nuevo salto que se produ- pertenecientes a una misma «nación» africana, pero es posible que las diferencias dentro
ce hacia 1830 tenga que ver con el acceso al gobierno por parte de de cada grupo «nacional», evidentes para los negros, hayan sido imperceptibles para el
gobierno. De tal manera, la creación de nuevas instituciones podría haber respondido
Rosas, dado que no existen disposiciones emanadas al respecto a la necesidad de recrear antiguas identidades étnicas «aplastadas» por la realidad de la
62 durante su primer año de gestión. Lo cierto es que la proliferación esclavitud y el desarraigo.
estrecho marco de los grupos revolucionarios para dirigirse a secto- La elección del tema estaba relacionada con la revaloriza-
da vez con menor nivel de excelencia. Sabemos muy poco de las vi- del horario de finalización de la jornada laboral. El perfil de los
da efímera de esta Asociación, que ha sido considerada con fre- miembros del Salón nos revela, sin embargo, más bien un público
cuencia el antecedente inmediato del Salón Literario que unos joven y en general graduado o al menos estudiante avanzado de la
años después se organizó en torno al librero Marcos Sastre. Universidad. El monto de la cuota se triplicó respecto de la del ga-
binete de lectura que funcionaba previamente en la misma librería,
En sus inicios el Salón Literario presentaba modalidades y con ello el público se volvió más exclusivo, pero algunos partici-
de funcionamiento similares a las de los gabinetes de lectura que pantes fueron admitidos por la calidad de su formación intelectual
existían en algunas librerías; en ellos, a cambio del pago de una y de sus intervenciones. Como se sabe, el Salón constituirá la base
cuota mensual, el librero ofrecía la consulta de los volúmenes y la de la Asociación de Mayo que en breve reuniría a los jóvenes de la
participación en actividades grupales, como la lectura de textos en Generación del 37, para quienes la idea de asociación constituía un
voz alta y el debate de temas. Marcos Sastre, un uruguayo que ha- elemento clave en la formación del espíritu republicano sobre el
bía comenzado sus estudios universitarios en Córdoba y los había que se habría de construir la nación argentina. En diferentes textos
retomado en Buenos Aires desde 1830, abrió en 1833 una libre- salidos de la pluma de jóvenes románticos como Echeverría o Már-
ría en la que comenzaron a reunirse algunos de sus compañeros de mol, por mencionar sólo un par de ejemplos particularmente no-
estudios. Algunos de ellos serían en el futuro activos protagonis- torios, la asociación es la instancia de superación del arcaísmo que
tas de la vida intelectual y política del país: Vicente Fidel López, detectan en la sociedad rioplatense, el punto de equilibrio entre los
Juan Bautista Alberdi, Miguel Cané y Marcos Avellaneda, entre intereses individuales y colectivos, la llave maestra de la civiliza-
otros. Además de estos estudiantes para los cuales Sastre constituía ción, el ámbito de introyección de los valores democráticos. Para la
una especie de líder, la librería-biblioteca comenzó pronto a ser generación romántica, en suma, la práctica asociativa constituye
frecuentada por otras figuras de la elite letrada de la ciudad. Ar- un elemento crucial para la construcción de una nación cuya pie-
mado de una erudición adquirida en su labor de editor y como es- dra angular son las formas de sociabilidad «civilizadas».
tudiante en tres ciudades, Sastre sabía orientar a sus clientes-ami-
gos en sus búsquedas bibliográficas. En su librería, que permane- Estos fermentos que dinamizan la vida cultural de la elite
cía abierta hasta tarde, era posible leer periódicos y libros referi- cultivada porteña presentaban puntos de contacto con los salones de
dos a los temas de mayor interés: literatura, novedades culturales, lectura que en el siglo XIX funcionaban en el seno de los círculos co-
política internacional, filosofía. merciales extranjeros, cuyo origen se remonta a los albores mismos
de la revolución. Ya en 1810 funcionaba una Sala de Comercio en la
De esa iniciativa a la vez comercial y cultural es que na- que se reunían los residentes anglófonos: en ella los mercaderes y
ció, en junio del año 1837, el Salón Literario, ámbito de discusión marinos ingleses y norteamericanos compartían sus momentos de
de lecturas y trabajos que funcionaba en la trastienda de la librería. ocio y la charla sobre temas de interés común, intercambiaban infor-
64 De él tomaron parte estudiantes universitarios junto a comerciantes maciones, encontraban los periódicos de sus países de origen y otros,
aun, establecían relaciones de amistad y acordaban tratos y contratos. Puede ser que el autor confunda instituciones diferentes:
La «Feliz experiencia» derivó en un nuevo intento de orga- todas las convulsiones incidieron sobre él de la misma manera. En
nización nacional destinado también al fracaso: el Congreso de Buenos Aires, donde la actividad en este sentido era más dinámica,
1824-1827, la presidencia de Rivadavia, la guerra con el Brasil y la hasta 1839 el número de asociaciones no dejó de crecer año tras año.
constitución unitaria de 1826 conducen a un nuevo derrumbe del Las dificultades se presentan en torno a ese momento crítico que se
poder central, a una crisis económica caracterizada por la inflación produce en 1838-1839: tiene lugar a partir de entonces una polari-
galopante y a los sucesos que han de determinar en 1829 el ascen- zación política de las organizaciones porteñas que presenta por un
so de Rosas al poder en la Provincia de Buenos Aires. Luego, como lado a las Sociedades Africanas, en general encuadradas en la facción
resultado de la derrota de la liga unitaria en 1831 y el asesinato de federal rosista, y por otro a las asociaciones surgidas en el ámbito de
Facundo Quiroga en 1835, la política rioplatense va a conocer la las elites, que se manifiestan en general, por el contrario, opuestas a
hegemonía de los federales adeptos al Restaurador de las Leyes. Las la política del Restaurador. No se sostiene, entonces, la idea de que
turbulencias se prolongan a lo largo de los decenios sucesivos: entre la llegada de Rosas al poder en Buenos Aires haya implicado cam-
1829 y 1839 hubo en Buenos Aires tres sublevaciones -1829, 1833 bios inmediatos para las asociaciones, que parecen haber seguido
y 1839-, en 1837-1838 se desataron la guerra contra la Confedera- funcionando normalmente y aumentado incluso su número en for-
ción Peruano-Boliviana comandada por el Mariscal Santa Cruz, la ma sostenida hasta fines de la década de 1830. De hecho, en sus pri-
guerra civil oriental y el bloqueo francés. La guerra civil entre uni- meros años de gobierno Rosas pone en marcha una serie de «comi-
tarios y federales asoló a casi todas las provincias argentinas y el blo- siones» en los pueblos de campaña con el fin de refaccionar los tem-
queo anglofrancés de 1845-1849 dio lugar a dificultades económi- plos o construirlos nuevos. Se trata aun de la vieja práctica de orga-
cas y a ulteriores operaciones militares. Por último, la relativa paz nizar desde el Estado instituciones para delegar en ellas tareas que en
alcanzada hacia 1848-1849 demostró su fugacidad cuando a partir principio competen a la administración pública. Estas «comisio-
de 1851 comenzó a tejerse el entramado político y militar que nes», nuevas en la campaña, están por lo general presididas por el
derivaría en la caída de Rosas, resultado de la derrota militar del cura y por el juez de paz e integradas por vecinos notables y fede-
régimen en la batalla de Caseros en febrero de 1852. rales sin dobleces, que Rosas elige muy cuidadosamente. No se
trata por tanto de asociaciones, sino de comisiones delegadas del
Por supuesto, estos vaivenes de la política y de la guerra que gobierno. Pero las tareas que organizan -recaudación de fondos,
afectaron seriamente la vida social rioplatense no dejaron de alterar movilización de recursos del vecindario- involucran a gran cantidad
tampoco la del incipiente movimiento asociativo. Sin embargo, no de personas además de los miembros de la comisión, y de alguna 67
manera establecen mecanismos de ayuda mutua para la consecución extranjeros, mientras las elites locales tenderán más bien a recluirse
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de determinados fines que hacen al interés general de la población. en la intimidad del hogar y de las tertulias, así como en otros espacios
de la sociabilidad regidos por los vínculos primarios.
Pero en la medida en que el régimen debe enfrentar coyun-
turas políticas más graves el control de la sociedad se vuelve gradual- La irlandesa se cuenta entre las más dinámicas de las inci-
mente más férreo. El gobierno de Rosas, ante la necesidad de gene- pientes colectividades extranjeras presentes en Buenos Aires. La pre-
rar un discurso que suscitara adhesiones incondicionales, construyó sencia de irlandeses, ínfima antes de la revolución, crece con las in-
una imagen de su enemigo que fue ganando amplitud hasta incluir vasiones inglesas de 1806-1807 y continúa en aumento en la déca-
a quienes no se pronunciaban con suficiente claridad en su apoyo. da de 1810, cuando ya es posible hablar de una pequeña colonia
Ese enemigo amplio y por momentos demasiado vago organizaba que se desgrana en apellidos como Craig, O’Gorman, Cullen, Do-
sus «maquinaciones», de acuerdo con el vocabulario rosista, en el se- gan, Lynch, O’Brien, Bradley, Sullivan, Sheridan y Armstrong. Al-
no de las detestadas «logias unitarias». Ahora bien, el contenido que gunas de estas familias revistieron importancia en el ámbito co-
ese discurso asigna a tal concepto tiende a incluir en él a las más no- mercial, en las profesiones liberales y en la práctica de oficios arte-
vedosas de las experiencias asociativas que se multiplicaron desde los sanales. En algunos casos se trata de propietarios de establecimien-
tiempos de Rivadavia. «Logistas» serán considerados los unitarios, tos -hoteles, pensiones, almacenes, sastrerías, algunas estancias-
pero también los exiliados políticos, los masones -cuya presencia en que habrán de ofrecer, a partir de entonces, la primera oportuni-
el Río de la Plata no es clara entonces- y los integrantes de las aso- dad laboral a los nuevos inmigrantes. La localización predominan-
ciaciones socio-culturales de la elite cultivada. En otras palabras, las temente urbana de esta primera fase irá sin embargo modificándose,
facciones en pugna se definen a partir de diversas modalidades de so- y hacia mediados de la década de 1840 los irlandeses empezarán a
ciabilidad, como queda claro a través de la lectura de las obras de los especializarse en la cría de ovinos para la producción de lana29.
románticos -Mármol, Echeverría, Sarmiento- y del análisis del dis-
curso y las prácticas políticas del bando federal rosista28. A partir de La evolución numérica de la comunidad irlandesa no es
esos años toda reunión «pública» deberá contar con permiso previo muy clara para la primera mitad del siglo XIX, y en buena medi-
de las autoridades, de modo que se ve seriamente obstaculizada la ac- da se confunde con la de los demás súbditos británicos. Sin em-
tividad asociativa que había crecido no sólo durante el período riva- bargo, parece que hacia mediados de la década de 1820 había en
daviano, sino también en los primeros diez años de gobiernos fede- el país unos 1.355 súbditos británicos en general de los cuales 500
rales. Las pocas asociaciones que seguirán funcionando más o menos serían irlandeses, y en 1831 se registran 4.072 súbditos británicos,
regularmente serán las africanas y las organizadas e integradas por en su mayor parte artesanos. Pero en vísperas de la caída de Rosas
28. P. González Bernaldo, «Pedagogía societaria…», ob. cit., p. 465. 29. J. C. Korol, Juan Carlos e H. Sabato, Cómo fue la inmigración irlandesa en
68 Argentina, Buenos Aires, Plus Ultra, 1981.
los irlandeses alcanzaban el número de 3.500. Esta comunidad di- de la sociedad receptora, los inmigrantes no se sentían cómodos con
31. P. González Bernaldo, Civilté et politique aux origines de la Nation Argentine. 32. Videla, H., Historia de San Juan, San Juan, Academia del Plata, 1962,
Les socibilités à Buenos Aires, 1829-1862, París, Publications de la Sorbonne, 1999. t. IV (1836-1862), p. 153. 71
«Club del Progreso», fragmento ilustración anónima
Asociación criolla especialmente dedicada al ocio y al esparcimiento, que constituye un punto de referencia para la elite porteña.
CAPITULO UNO / 1776 - 1860
CASEROS, LA SECESION
Y LA «EXPLOCION ASOCIATIVA»
La caída de Rosas inauguró un período caracterizado por Tanto el gobierno porteño como el de la Confederación de-
el crecimiento económico del litoral y en particular de la Provincia dicarán esfuerzos con el objeto de atraer inmigrantes al país. En 1854
de Buenos Aires, que desde mediados de la década de 1840 había Buenos Aires sancionó una ley que permitía al gobierno la formación
establecido una ligazón más estrecha con los mercados europeos a de una comisión para el fomento de la inmigración, y se decidió la
través de la exportación de lana. El aumento de la población urba- exención del pago de aranceles aduaneros a los buques que introdu-
na y el incremento de la extranjera, que había comenzado a resul- jeran al menos 50 extranjeros. Pero fue sólo en 1857 que se comen-
tar evidente en los últimos años del gobierno del Restaurador, se zó a crear la infraestructura necesaria para la acogida de los recién lle-
consolidó en el marco de los avances del capitalismo y de la econo- gados y se constituyó la Asociación Filantrópica de Inmigración, que
mía de exportación. Políticamente, los años que separan Caseros debía firmar contratos con agentes de emigración europeos. El go-
de 1860 están signados por la secesión de Buenos Aires respecto de bierno nacional residente en Paraná, por su parte, destinó cónsules a
la Confederación Argentina con sede en Paraná, las dos entidades diferentes ciudades del Viejo Continente y favoreció la organización
soberanas que, enfrentadas por una guerra económica permanente de las primeras colonias agrícolas. De tal modo, se calcula que entre
en estos años, habrían de unificarse para constituir la República 1855 y 1859 entraron al país 24.928 extranjeros, que se establecieron
Argentina a partir de 1862. La economía y la sociedad de ese inte- en una muy alta proporción en la región litoral. En su mayoría se tra-
rior que constituye la Confederación Argentina son menos diná- taba de italianos, seguidos de lejos por españoles y franceses; como es
micas que las que encontramos en Buenos Aires, pero en este sen- natural en este tipo de procesos, además, el porcentaje de hombres
tido es necesario diferenciar del resto a las provincias del litoral, adultos solos superaba ampliamente a las demás categorías.
que pondrían en marcha una serie de medidas modernizadoras -
colonización, estructuras portuarias, desarrollo agrícola, ferrocarri- En 1852 comenzaba igualmente una etapa nueva en la
les- para competir con la provincia rebelde y, en el caso de ser po- historia del asociacionismo argentino, un período caracterizado en
sible, conseguir doblegarla. Entre las provincias del litoral y la de este plano por una suerte de «explosión» de experiencias. Se trata-
Buenos Aires hubo, entonces, mayores puntos de contacto que en- ba, por otra parte, de formas asociativas más claramente «moder-
tre ellas y el vasto interior: las mismas ideas liberales y una misma nas», en el sentido de constituir expresiones espontáneas de una so-
mentalidad burguesa y modernizadora se generalizaron en las elites ciedad civil que se volvía más compleja y más autónoma respecto
que sustituyeron en el poder a Rosas en Buenos Aires y dirigieron de un Estado que también se estaba consolidando. Lo eran también
los destinos de la Confederación desde Paraná. porque muchas de ellas, a diferencia de las experiencias anteriores, 73
concitan mayor número de adhesiones, implementan novedosas Diversos factores contribuyeron a la generación de este fe-
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modalidades de funcionamiento -como la elección libre de autori- nómeno. Por un lado, los gobiernos liberales lo favorecieron por-
dades por parte de los socios o la realización periódica de asam- que concebían la vida asociativa -a partir de la influencia de auto-
bleas- e involucran, en su conjunto, a un público más heterogé- res de diferente inspiración ideológica como Tocqueville, Fourier o
neo33. Las formas de sociabilidad elitarias, signo de civilidad, se Mazzini- como un elemento esencial en la empresa civilizatoria
proponen ahora como modelos relacionales a la totalidad del es- que se habían propuesto llevar a cabo. Veían en el desarrollo de la
pectro social, a través por ejemplo de la prensa periódica, que co- sociedad civil un elemento que contribuiría a la formación de un
noce un nuevo período de auge, o de la represión de formas de país republicano y moderno. Más aun, pensaban la nación que
sociabilidad populares como las que tenían por marco las pulperías34. querían construir como una reproducción en gran escala de los
mismos vínculos, voluntarios e igualitarios, que se forjaban en el
Las redes de relaciones solidarias que se tejieron a través de interior de las asociaciones. Ellas serían, en esta perspectiva, «escue-
estas nuevas experiencias asociativas permitían a una gran cantidad las» en las que habrían de aprenderse y asimilarse los valores repu-
de personas hacer frente a problemas originados en la difusión de las blicanos. En este sentido ligado más bien al imaginario, el asocia-
relaciones sociales y económicas que se estaban afirmando; generar y cionismo compartía un lugar privilegiado con la prensa periódica,
consolidar identidades, vínculos de pertenencia y de solidaridad; que logró también un muy amplio desarrollo en estos mismos
promover la defensa de intereses colectivos; o simplemente organi- años. Se producirá entonces una ligazón estrecha entre asociacio-
zar festejos, espectáculos y actividades recreativas. Estas asociaciones nes y prensa periódica: las publicaciones dedicarán espacio a la
agruparon a hombres y mujeres de diferentes orígenes geográficos, aparición -o la desaparición- y a las actividades de las sociedades,
de también distintas proveniencias ideológicas y religiosas, situados mientras éstas utilizarán intensamente la prensa para llegar al resto
en diversos momentos del ciclo vital -aunque los jóvenes demostra- de la sociedad. Se darán algunos casos, incluso, en que los conse-
ron ser en ellas particularmente activos-, de variada extracción social jos directivos de una determinada asociación y el equipo de redac-
y distintas profesiones. Sociedades de ayuda mutua, logias masóni- ción de una publicación estarán compuestos por las mismas per-
cas, clubes sociales y culturales, asociaciones de inmigrantes, socie- sonas. En banquetes, mítines, agasajos, conferencias y otras acti-
dades profesionales, comités destinados a la recaudación de fondos vidades organizadas en el campo asociativo, habrán de participar
para los más diversos fines, grupos religiosos, comisiones de diverso activamente hombres del mundo del periodismo.
tipo… A partir de estos años las experiencias asociativas se multipli-
caron pero también se diversificaron notablemente. El lector comprenderá fácilmente, entonces, que en
este apartado sea menos posible aun que en los anteriores rea-
lizar un análisis exhaustivo de las diferentes modalidades aso-
ciativas existentes, por lo que en las páginas que siguen nos de-
33. H. Sabato, La política en las calles: entre el voto y la movilización. Buenos Aires,
Buenos Aires, Sudamericana, 1998, cap. 2.
beremos limitar a presentar algunas de las que consideramos
74 34. P. González Bernardo, «Pedagogía societaria…», ob. cit., p. 466. más significativas.
LOS CLUBES DEL OCIO El Club nació en marzo de 1852 a iniciativa de Diego de
35. L. Gálvez, Club del Progreso (1852-2000). La sociedad, los hombres, las ideas,
Buenos Aires, Ediciones del Club, 1999, p. 11.
Litografía de Bacle, 1833 La información que sigue referida a esta institución ha sido tomada del mismo trabajo. 75
Estos conceptos aparecen repetidos en una experiencia Pero las discordias políticas que dividieron a la sociedad
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análoga que nace en Santa Fe al año siguiente: el Club del Orden. En en esos años no dejarán de atravesar la vida de estas instituciones,
su acta de fundación, firmada por notables de la elite santafecina, se a pesar de las intenciones de sus fundadores y de sus primigenias
explicitan las mismas intenciones: declaraciones de principios. Al firmarse el Acuerdo de San Nico-
lás, por ejemplo, las opiniones en el Club del Progreso se dividie-
«El Club que se funda tendrá el nombre de Club del Or- ron entre quienes apoyaban el pacto y quienes lo consideraban
den para expresar con esta palabra el espíritu que guía a sus promo- perjudicial para los intereses porteños. Era imposible sustraer a la
vedores. El Club no tiene tendencia alguna política, sino meramen- institución de debates en los que los socios estaban plenamente
te social. Él es un ensayo práctico del principio de asociación entre comprometidos; ellos eran, en muchos casos, los responsables
los miembros de una sociedad que comienza a disfrutar del benefi- mismos de las decisiones que serían asumidas por la provincia: el
cio de la quietud y de la seguridad individual. El Club presentará a famoso debate en la Legislatura en que se discutió el Acuerdo fue
la autoridad el apoyo moral del ejemplo en respetar sus determina- protagonizado por representantes que en su mayor parte eran
ciones legítimas, y en esto quedarán limitadas las relaciones entre el miembros del Club: Francisco Pico, Vicente Fidel López, José
Gobierno y el Club del Orden. El Club propenderá a estrechar los María Gutiérrez, Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield,
vínculos fraternales de sus miembros y de sus compatriotas en ge- Diego de Alvear... El hecho de que el 28 de junio el urquicista
neral, por medio del respeto recíproco y de los servicios mutuos moderado Delfín Huergo cediese su cargo de secretario de la Co-
uniformando y fomentando los intereses de todos»36. misión Directiva a Rufino de Elizalde parece confirmar que el
conflicto afectó muy directamente la vida del Club. En otras pa-
La comisión directiva, además, hará llegar «un voto de labras: en una asociación compuesta por hombres decididamen-
confraternidad, acompañado con el acta de instalación» a las demás te comprometidos con una vida política turbulenta -que habrá de
asociaciones existentes en la Confederación Argentina, indicio de la derivar en varios hechos de armas en el futuro- era imposible lo-
voluntad de extender los lazos de solidaridad más allá de los límites grar la armonía que su fundador había supuesto indispensable
de la ciudad y de la provincia. En respuesta a esta iniciativa recibi- para el progreso del país.
rán una comunicación del Club Socialista de Paraná «manifestando
su satisfacción por el voto de confraternidad que le hiciera llegar el Pero ¿de qué se trataban exactamente estos clubes? En el
Club del Orden y que han decidido nombrar a los miembros de este caso del de Buenos Aires la prosperidad de la provincia, alterada
club socios honorarios del Club Socialista de Paraná». por años de crisis pero en términos generales creciente, permitió
a la institución contar con instalaciones lujosas en relación al de-
sarrollo material de la ciudad. La sede ocupada entre 1857 y
1900, en la esquina de Perú y Victoria -hoy Hipólito Yrigoyen-,
36. B. M. De Diego, Club del Orden. Anales 1853-1990. Contribución a la historia de
Santa Fe, Santa Fe, Imprenta Macagno, 1990. Las citas que siguen han sido tomadas
era un edificio de tres pisos, dos entrepisos, azotea y mirador,
76 de este mismo trabajo. decorado con papel de pared, alfombras, arañas, cortinas y otros
adornos traídos de Francia. Allí se realizaban tertulias, cenas y
asociación de comerciantes extranjeros que existía en Buenos Aires nosotros, con aceptación general, el Club Socialista, armonizándose
desde hacía décadas. En el ingreso se encontraba una pizarra en la con el gusto de nuestra sociedad en la consecuencia de sus patrióti-
que se anotaban las entradas y salidas de buques del puerto de la cos fines, dará mensualmente dos tertulias de baile, al que podrán
ciudad, y una comisión de socios estaba encargada «de suministrar concurrir los socios y las familias de éstos...»
diariamente las noticias mercantiles». Poseía, además, como su par
porteño, distintos elementos para enriquecer el tiempo dedicado al Al igual que sus pares, el Club Socialista no dejaba pasar las
ocio y la sociabilidad: billares, juegos de lotería y una sala de lectu- ocasiones propicias para estrechar los lazos que unían a sus miembros.
ra de periódicos en la que podían encontrarse los más importantes En sus instalaciones se reunía «la parte más selecta de las familias» de
de la Confederación y de Buenos Aires. la ciudad y se contaba a menudo con la presencia «de las altas autori-
dades de la nación» -vale decir, de la Confederación Argentina- para
El caso de Paraná es bien interesante. Allí se creó, en la celebración de aniversarios patrios y otras fechas que justificaban la
marzo de 1853 y con el curioso título de Club Socialista, una in- organización de fiestas, recepciones y bailes. El lector estará pregun-
teresante asociación dedicada, al igual que los clubes del Progreso tándose por qué motivo una institución de este tipo se denominaba
y del Orden, al fomento de la sociabilidad y de las iniciativas de «socialista». Lo ignoramos. Tanto más cuando descubrimos que la
índole cultural, pero también -y en esto se parece más al caso san- institución dedicaba especial empeño a conmemorar con todo es-
tafecino que al porteño- al desarrollo de la beneficencia. En el re- plendor «el día dedicado al culto de la virgen del Rosario». Así, la his-
glamento que debía ordenar la vida interna del Club, además, sus toria de la entidad recuerda en particular los fastos del célebre baile
fundadores expresaban la misma voluntad conciliatoria que he- que para la fiesta de la Virgen se realizó el 7 de octubre de 1855.
mos visto en los casos anteriores. Según el documento, el objeto
de la asociación no era otro que «sostener la uniformidad de la Poco después de su fundación, por otra parte, los socios
opinión pública, estrechar los vínculos de confraternidad, que fe- del Club -todos varones- instaron a las mujeres de sus familias a or-
lizmente reina entre las familias que forman la primera sociedad ganizar «una intensa propaganda destinada a socorrer las familias
de esta capital, y propender a todo género de mejoras y adelantos menesterosas de la ciudad». De este modo, como el el caso del Club del
posibles en nuestra sociedad»37. Y para ello creían oportuno crear Orden santafecino, esta institución creada y dirigida por hombres co-
un espacio de esparcimiento que respondiera a las preferencias de menzó a desarrollar a través de las mujeres actividades de beneficencia.
los organizadores y sus familias: Ellas habrían de arrojar, según la crónica, «admirables resultados mora-
les y materiales para el bienestar de la población», por lo que logró que
el gobierno le concediera la administración de la «lotería de beneficen-
cia» que se jugaba periódicamente. Fue así como en setiembre de 1853
37. C. B. Pérez Colman, Paraná 1810-1860. Los primeros cincuenta años de la vida
nacional, Rosario, Talleres Gráficos Emilio Fenner, 1946, p. 395. La información
el Club inició una colecta de productos y dinero para ayudar a fami-
78 referida a esta institución provienen de este mismo trabajo. lias pobres y organizó una rifa de «labores de mano». Lo recaudado se
distribuyó el día de la fiesta de la Virgen del Rosario a través de «una a la ayuda social, en especial la organización de loterías para financiar
bilidad de la inspección de escuelas, del Asilo de Huérfanos, de la Casa de de mostrarse activa promoviendo otras iniciativas. Otras varias provin-
Corrección de mujeres, del hospital y de otras obras. Será además por de- cias logran organizar en estos años sus propias sociedades de beneficen-
creto -del 2 de marzo de 1857- que se creará la primera escuela de la so- cia. En San Juan, donde la Sociedad de Beneficencia conoce orígenes más
ciedad, en un local cedido por el provisor del obispado. De la misma antiguos, la asociación -que extrañamente constituía al principio una
manera irán surgiendo la Escuela Modelo de Señoritas -institución «que organización de hombres- ve nacer en 1858 su rama de mujeres41. En
tan inapreciables servicios prestó a la mujer mendocina y especialmente San Luis los afanes de «la virtuosa matrona» Paula Domínguez de Ba-
a las clases desvalidas»- (1857), la de San Agustín (1858), la de la Villa zán logran reunir a un grupo numeroso de señoras de la más encum-
de San Carlos (1859) y la de pensionistas de Paquehua (1860). Las ac- brada sociedad puntana para fundar la institución en agosto de 185742.
tividades de la institución se orientaban principalmente, como en otros Las actividades comenzaron al año siguiente, con el aval del goberna-
casos, a la atención de las necesidades y problemas de las mujeres o de dor y como en otros casos, las motivaciones responden en buena parte
algún modo relacionados con ellas. Así, además de las escuelas especia- a un encuadre religioso de la tarea. Cuando en la ceremonia inaugural
lizadas, las «damas» lograban del gobierno, por decreto del 15 de octu- la fundadora expuso los fines «que animaban a la mujer puntana a lle-
bre de 1860, la creación de una Cárcel Correccional de Mujeres, cuya re- var a cabo esa obra superior a sus fuerzas» explicó que «bajo la protec-
lación con la actividad benéfica es difícil deducir. Por otra parte, con el ción del Todopoderoso» habrían de realizarla dignamente y «conforme
tiempo, la entidad atenderá otros problemas que afectaban a la sociedad con sus principios evangélicos». No está ausente tampoco la idea de que
mendocina, como el rescate de cautivos de las tolderías indígenas del sur. la acción de la Sociedad deberá cerrar heridas que las guerras civiles y
otros males de los decenios pasados han abierto en la sociedad punta-
En Rosario, la década de 1850 está caracterizada a la vez por na. El aporte de las mujeres consistirá en lograr «que los huérfanos no
el crecimiento de la ciudad y por la multiplicación del número de po- perezcan, por falta de pan y abrigo; que la humanidad doliente encuen-
bres, o al menos así lo perciben las «damas» que fundan en 1854 la So- tre un asilo de caridad, donde aliviar sus males y que la clase meneste-
ciedad de Beneficencia Local40. Una de las versiones acerca de sus oríge- rosa sea instruida en la religión y la moral, como única circunstancia
nes los relaciona con el cercano antecedente de los vecinos franceses, para mejorar su mísera condición». Por parte del gobierno, el decreto
que se habían organizado para socorrer a los enfermos y necesitados de del 17 de febrero de 1858 nos revela la convicción de que la tarea edu-
la colectividad el 25 de mayo de 1854, por medio de una asociación cacional que le compete no es realizable sin el aporte de la sociedad ci-
orientada al socorro mutuo. La Sociedad de Beneficencia contaba ya en vil en formación. El Estado provincial ve en el asociacionismo naciente
1855 con un Hospital de Caridad que las autoridades provinciales y locales un instrumento para llevar a cabo algunas de las tareas que se propone.
40. M. A. De Marco y O. L. Ensinck, Historia de Rosario, Rosario, Museo Histórico 41. H. Videla, Historia de San Juan, Tomo III (1810-1836), San Juan, Academia del
Provincial de Rosario «Dr. Julio Marc» - Asociación Amigos del Museo Histórico, Plata, 1962, p. 617.
1978, p. 154. 42. J. W. Gez, Historia de la Provincia de San Luis, Tomo II, Buenos Aires, 1916, p. 118.
80 La información que sigue proviene del mismo trabajo.
Tucumán también organiza su Sociedad de Beneficencia en historiografía ha tendido a exagerar el papel de los inmigrantes en el
se hallaba el país de origen fueron decisivas en el tipo de asociación las sociedades de socorros mutuos, que nacen en general en estre-
adoptada en tierra americana. Por ejemplo, parece que las organi- cha relación con el movimiento inmigratorio. Dada esta caracterís-
zaciones secretas fueron bastante más comunes entre los inmigran- tica, no es de extrañar que las provincias en las que estas fundacio-
tes italianos, muchos de ellos exiliados políticos, que entre los de ori- nes se producen primero sean nuevamente las del litoral y muy en
gen anglosajón. Por otra parte, algunos argentinos funcionaron en es- particular Buenos Aires. Según informaciones recogidas por el
te sentido de manera análoga a los extranjeros, es decir, al igual que Censo Nacional de 1914, que tomó nota de las asociaciones en-
ellos conocieron en el exterior experiencias que trataron de reprodu- tonces existentes47, el fenómeno aparece limitado en esta época a
cir al regresar a su patria. Ilustrativos de ello son los exiliados políti- las zonas más implicadas en el proceso inmigratorio:
cos de la época de Rosas, que al regresar al país después de 1852 tras-
plantaron experiencias ensayadas previamente en Montevideo, en
Chile o en Europa. Hemos hecho referencia al hecho de que Barto- FUNDACION DE ASOCIACIONES EN LA DECADA DE 1850 EN ARGENTINA
lomé Mitre había sido miembro del Instituto Histórico y Geográfico del
Uruguay, fundado en 1843 en Montevideo, y que a su regreso funda- Año Asociación Localidad
ría en Buenos Aires una institución análoga, el Instituto Histórico y 1854 L’Union et Secours Mutuels Capital Federal
Geográfico Rioplatense. Algo parecido ocurrió con la primera logia ma- 1856 San Crispín Capital Federal
sónica integrada mayoritariamente por argentinos, en cuya fundación 1856 Comunidad Europea (Mercedes) Prov. de Buenos Aires
se destacaba un grupo que se había iniciado en prácticas similares en 1857 Tipográfica Bonaerense Capital Federal
el extranjero. Por otra parte, se verifica una cierta propensión al aso- 1857 Catalana Capital Federal
ciacionismo por parte de aquellos sectores de la población local más 1857 Asociación Española de Socorros Mutuos Capital Federal
intensamente relacionados con los extranjeros, como es el caso de los 1857 Asociación Española de Socorros Mutuos Prov. de Santa Fe (Rosario)
comerciantes y los intelectuales porteños. En contraste, entre los te- 1858 Unione e Benevolenza Capital Federal
rratenientes esta predisposición parece haber sido minoritaria, lo que 1858 Española (Pergamino) Prov. de Buenos Aires
explicaría su escasa presencia entre los miembros de las asociaciones. 1859 La Francaise Capital Federal
También en los sectores populares la presencia extranjera es impor- 1859 Asociación Española de Socorros Mutuos Prov. de Entre Ríos (Paraná)
tante. La novedad de la etapa que se abre con la caída de Rosas en es- 1860 5ª Asociación Española de Socorros Mutuos Prov. de Buenos Aires
te ámbito es que junto a las ya tradicionales Sociedades Africanas apa-
recen nuevas organizaciones orientadas a la ayuda mutua, la previsión
y a veces la filantropía que surgen también, inicialmente, en el am-
biente inmigratorio. La primera de ellas parece haber sido la Socie-
47. Es decir, el Censo no registra todas las asociaciones que se fundaron, sino las
dad Filantrópica y de Beneficencia de los Peluqueros de Buenos Aires, subsistentes al momento de realizarse el relevamiento. Sabemos, por ejemplo, que en
82 que artesanos franceses crean en Buenos Aires en 1854. 1857 se fundó una Sociedad Alemana de Socorros a Enfermos que no figura en la lista.
En las demás provincias del país será necesario esperar to- estos años es la que conduce a la ausencia -o al menos al confina-
caso diferente: aquí el criterio que rige las relaciones entre los miem- a un panteón social, así como a participar en las asambleas plenarias
bros es estrictamente igualitario, tanto en el plano de los aportes co- en las que se tomaban las decisiones más importantes.
mo en el de los beneficios y en la participación en las instancias in-
ternas de gobierno. La más importante de estas organizaciones, tan- En 1858, fundada por 33 inmigrantes en su mayor parte lí-
to por la cantidad de afiliados que habrá de lograr en el futuro como gures y lombardos, surgió Unione e Benevolenza, sociedad orientada a
por su eficacia en la provisión de servicios asistenciales, es la Asocia- la asistencia sanitaria y a la cobertura de los gastos funerarios de sus so-
ción Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires. Las formas de fun- cios y a la asistencia de las viudas y huérfanos en casos de muerte50. Sin
cionamiento y las finalidades de esta asociación son las clásicas de su embargo, con el tiempo la asociación irá incorporando nuevas funcio-
tipo: con fondos recaudados gracias al pago de cuotas mensuales la nes asistenciales y educativas, así como actividades de carácter social y
entidad se hacía cargo de los gastos de asistencia médica y de medi- cultural. El espectro social de los asociados fue desde el comienzo bas-
camentos y ayudaba pecuniariamente a los afiliados enfermos. La tante heterogéneo, aunque predominaban comerciantes, trabajadores
cuota parece haber sido accesible a un importante número de inmi- calificados y empleados. Sin embargo, como en otras instituciones de
grantes, en particular para los numerosos residentes españoles de los este tipo, la conducción recayó generalmente en las capas más altas, en
barrios del centro, dedicados muchos de ellos al servicio en restau- los sectores pertenecientes, por así decir, a la elite de la colectividad, en
rantes, confiterías y casas de comercio. La Sociedad estableció conve- particular profesionales y comerciantes acomodados. La participación
nios con el Hospital Español que facilitaron el acceso a una atención de la masa societaria en las decisiones, en asambleas y elecciones perió-
de mayor calidad que la que ofrecían los hospitales públicos, sin la dicas, fue elevada al comienzo, pero parece haber caído en la medida
necesidad de asumir el costo elevado de la atención domiciliaria49. en que las dimensiones de la institución se ampliaron. Desde el co-
Además, ampliaría con el tiempo los servicios ofrecidos a sus socios; mienzo Unione e Benevolenza se propuso ejercer una función de lide-
en el futuro habría de establecer, por ejemplo, pensiones para las viu- razgo dentro de la colectividad, para lo cual intentó uniformar el he-
das y los huérfanos, seguros de vida y de invalidez, un panteón so- terogéneo universo de los inmigrantes italianos, tan característicamen-
cial, servicios de asesoría jurídica, la repatriación de afiliados pobres te diferenciados por la variedad de sus culturas regionales y, en aquella
y hasta una suerte de seguro de desempleo temporario. Muy similar época, también por sus convicciones políticas. Buscó, además,
a la Sociedad Española de Socorros Mutuos es el Montepío de Monse- asumir un papel mediador entre las elites políticas e intelectuales
rrat, que nació también en 1857 para la atención de sus socios catala- argentinas y la colectividad italiana, por lo que el consenso interno
nes y baleares: sus afiliados gozaban del derecho a prestaciones médicas, y el reclutamiento de nuevos socios se convirtieron en vitales.
49. No olvidemos que en el siglo XIX el hospital era un ámbito identificado con la 50. H. Sabato, La política en las calles…, ob. cit., cap. 2.; E. Cibotti, «Mutualismo y
pobreza e incluso con la indigencia, que cumplía claras funciones de asistencia social. política, un estudio de caso. La Sociedad Unione e Benevolenza en Buenos Aires entre
84 Las personas pudientes contrataban atención médica en sus domicilios. 1858 y 1865», en F. Devoto y G. Rosoli, L’Italia nella società argentina, Roma, 1988.
Estas aspiraciones y objetivos condujeron, por un lado, LOS TRABAJADORES
mayor desarrollo de la masonería se producirá durante el período reyes y al sacerdocio. Se interpreta que el proceso ha comenzado
que cubre el segundo capítulo de esta obra. con la reforma protestante, y que está destinado a socavar las bases
de toda convivencia social. De tal modo, la única posible salvación
Por otra parte, la coyuntura posterior a Caseros, rica en del mundo consiste en desandar el camino hecho y volver a las an-
novedades, trae a las provincias argentinas cambios importantes tiguas pautas de sumisión y de armonía que -desde una visión un
también en el ámbito religioso, ya que comienzan a nacer o más tanto idealizada- se consideraban características del orden antiguo.
bien a llegar a las playas rioplatenses los primeros grupos y asocia-
ciones que podemos relacionar con lo que será en el futuro el mo- Vale la pena señalar algunos aspectos más de este proceso
vimiento católico. Se trata de un proceso de gran trascendencia, por de endurecimiento eclesiástico: el primero es que da cuenta del pro-
la cantidad de experiencias que habrán de cobrar cuerpo a partir de gresivo desgaste y desmantelamiento del régimen de cristiandad. En
él, en particular a partir de fines del siglo XIX. Por lo tanto vale la la medida en que se revelan infructuosos los variados intentos por
pena que nos detengamos en el fenómeno, prestando atención an- reconstituir, de alguna manera ese régimen que identificaba la reli-
tes que nada a la coyuntura que vive el catolicismo en Europa; ello gión y la política, el poder civil y el poder religioso, la sociedad y la
nos proveerá de claves de interpretación para comprender la com- Iglesia, el catolicismo pasa a conformar una parte de la sociedad, no
posición genética inicial de la miríada de asociaciones que con el puede ser ya identificado con la comunidad en su conjunto. De tal
tiempo habrán de constituir el movimiento católico. manera, la Iglesia comienza a constituirse en un actor más en el es-
cenario en el que se desarrolla la vida social, mientras antes repre-
A riesgo de parecer excesivamente esquemáticos -no es és- sentaba la unívoca expresión de la religiosidad de todos los actores.
te un trabajo en el que resulte útil abundar en presentaciones más La Iglesia deja de ser la sociedad misma para comenzar a ser una
sutiles de este punto-, digamos que desde mediados del siglo XIX la institución. El segundo punto es consecuencia del primero: empie-
Iglesia acentúa sus antagonismos con el liberalismo en detrimento za a surgir lentamente el laicado católico como sujeto histórico. En
de las posibilidades de diálogo y, en consecuencia, de los sectores del el régimen de cristiandad, el concepto de laicado como actor social
catolicismo más propicios a priorizar los puntos de contacto por so- no tiene sentido, sencillamente porque en principio todos los
bre las disidencias. En la corte pontificia ganan terreno los sectores miembros de la sociedad que no forman parte del clero pertenecen
más «duros», aquellos que defendían con mayor fuerza una política a tal categoría. Las cofradías y terceras órdenes que hemos presen-
centralizadora, una defensa más contundente de las prerrogativas tado al principio de este trabajo constituían formas organizativas en
del Papa en detrimento de la autonomía de las Iglesias locales, un las que se desarrollaban prácticas religiosas particulares, pero dentro
esquema de funcionamiento más piramidal y más -digámoslo así- de un consenso que comprometía a la sociedad toda. Ahora van a sur-
«verticalista». Se afirma en estos sectores la idea de que el mundo ha gir formas asociativas con características muy diferentes. Un tercer
extraviado el camino apartándose de la religión y de la fidelidad a elemento se desprende de todo lo anterior: el itinerario del mundo
88 la política pontificia. El «espíritu revolucionario» ha minado las católico hacia posiciones más duras con respecto al liberalismo
-como dato cultural, más que como ideología política o doctrina Es en este contexto que nació la Sociedad de San Vicente de
mas vicentinas» nacerán más tarde-, no ya simplemente con los po- práctica de la lotería para recaudar fondos. La carta de Frías es in-
bres, sino con sus condiciones materiales de vida. La acción vicen- teresante además porque revela algunas de sus preocupaciones en
tina apuntaba a modificar esas condiciones, más que a resolver las relación a la sociedad que se ha renovado en Caseros: la situación
emergencias de los necesitados. de las poblaciones rurales, la actividad proselitista protestante, la
indiferencia religiosa de las elites, la necesidad de pensar iniciati-
El introductor de la experiencia en la Argentina fue Félix vas nuevas de apostolado por parte de quienes habían decidido
Frías, quien la conoció durante su permanencia en Europa en la permanecer en las filas de la Iglesia. El tema de los protestantes
década de 1850. La primera noticia de la Sociedad que aparece en parece indicar que Frías creía posible detener el avance de la disi-
el Río de la Plata es justamente una carta suya, fechada en París en dencia religiosa por medio de la ayuda social. Así es que pondera
noviembre de 1853 y publicada en el periódico La Religión en fe- en su carta los progresos de la Sociedad en países de confesión pro-
brero de 1854. La iniciativa fundada por Ozanam es descripta en testante, contraparte de los esfuerzos de los evangélicos en los de
los siguientes términos: mayoría católica. De este modo, en un contexto de potencial plu-
ralidad religiosa, la beneficencia se convierte así en una suerte de
«Su principal objeto es la visita de los pobres. Ella se com- arma apologética. Pero lo más significativo del vínculo de Frías
pone de jóvenes cristianos, que queriendo consagrar algunas horas con la Sociedad es el hecho de que haya sido un laico quien haya
por semana a hacer el bien, se distribuyen entre sí las familias más descubierto la experiencia, nacida también de la iniciativa de un
desgraciadas, les llevan socorros de pan, carne, leña; protegen y vi- laico. De hecho, Frías y Ozanam mantuvieron en esos años co-
gilan los niños, colocan los aprendices, procuran empleos y traba- rrespondencia, y los inicios de la Sociedad en el Río de la Plata es-
jo a los adultos, y se hacen agentes intermediarios entre las familias tuvieron ligados a la acción de un tercer laico, el marino francés
que visitan y todos los medios que la caridad prepara para los po- Julio Amadeo André-Fouët. Esta organización, integrada casi en-
bres. La sociedad ha fundado escuelas de la mañana y de la tarde, teramente por seglares, es primicia del desarrollo del apostolado
un asilo para los ancianos, cajas de préstamo para los alquileres, laico católico, aunque no necesariamente un antecedente de las
cocinas económicas, asociaciones de la santa familia»54. organizaciones que cobrarán vida luego.
La experiencia de estos «jóvenes cristianos» está bastante Las preocupaciones de Frías parecen además estar relacio-
alejada de las cofradías y del concepto antiguo de limosna. Las nadas con las convulsiones que vive Europa y que están dando lu-
modalidades de financiación prescindían también de ella: se prefería gar a la definitiva instalación, entre los temas candentes de debate,
de la llamada «cuestión social». Las revoluciones de 1848-1849, el
surgimiento de un pensamiento socialista que plantea la toma del
54. Citado por C. Pereira Lahitte, «La ‹Sociedad de San Vicente de Paul› a través de
poder por parte de los trabajadores, el carácter fundamentalmente
90 ‹La Religión› », Revista Eclesiástica Argentina, Año II, N° 8 (1959), pp. 187-195. ateo de estas nuevas ideas, abren interrogantes también para el
futuro de un país apenas salido de una experiencia fuertemente au- el bienestar material de las clases acomodadas resulta secundario. La
tes, a los que se organiza en sociedades por naciones que, al tiem- los jóvenes de la nueva generación, denuncia por su parte la ani-
po que canaliza su tradicional apego a la música y la danza, persi- quilación del espíritu asociativo a que ha conducido la dictadura,
guen el objetivo de obtener la manumisión de sus miembros escla- su voluntad de desarticularlo mediante el terror para aislar a los in-
vos. Fueron pocas las manifestaciones de este espíritu innovador en dividuos y desactivar de tal modo su potencial capacidad de reac-
las demás provincias, con la excepción de las cuyanas, donde se en- ción, dejando en pie tan sólo las asociaciones que adhieren incon-
sayó, también desde el Estado, la creación de alguna entidad a imi- dicionalmente al gobierno. Parece claro que en la década de 1840
tación de las porteñas. El motivo de este desequilibrio en el surgi- las posibilidades de escapar a la lógica facciosa que animaba la ac-
miento de asociaciones, que si bien perduró a lo largo de todo el ción de los partidos en pugna quedó limitada a la esfera de acción
período es particularmente agudo hasta la década de 1850, se rela- de las comunidades de origen inmigratorio.
ciona en estos años con las dimensiones de la elite letrada que en
general protagonizó las experiencias asociativas más innovadoras, Pero para los miembros de la generación romántica, que
así como con la presencia de gobiernos que, imbuidos de los valo- en buen número y decisivamente toman las riendas de la situa-
res del liberalismo en gestación, consideraran importante alentar- ción política a la caída de Rosas, el asociacionismo ha constitui-
las. Es posible que investigaciones futuras revelen la existencia, en do desde un principio la llave maestra de las transformaciones so-
las provincias del interior, de asociaciones que a causa de su fuga- ciales que anhelan, y que apuntan antes a modificar los compor-
cidad se mantienen aun ocultas a los ojos del historiador, pero es tamientos de los argentinos que a variar el andamiaje político que
claro sin embargo que el tipo de entidades que encontramos en rige la vida de las provincias que han formado parte de la confe-
ellas responde abrumadoramente al modelo más tradicional de las deración. El ideal asociativo es para ellos elemento esencial de co-
cofradías y las terceras órdenes. Y ello en el mejor de los casos. hesión social y simultáneamente la matriz de la comunidad polí-
tica a construir, un vehículo a la vez de los valores republicanos y
En Buenos Aires, la polarización política que se produce de la perspectiva librecambista en que ha de sustentarse la pro-
en torno al fenómeno del federalismo rosista a partir de la década gresiva incorporación de la Argentina a los mercados capitalistas
de 1830 se manifiesta en una progresiva bifurcación de las formas en expansión. Así, la década de 1850 es testigo de un fervor aso-
de sociabilidad y de asociación, que se perfilan, según los testimo- ciativo sin precedentes que -ahora sí- sobrepasa las fronteras por-
nios de los contemporáneos, como especies de estereotipos de los teñas para hacer pie en las provincias litoraleñas más afectadas
«partidos» en pugna. En particular a partir del endurecimiento de por el proceso de modernización y por el fenómeno inmigratorio
la situación política que se produce en torno a la crisis de 1838- y alcanzar con el tiempo a las demás. Sobrepasa también, y gene-
1840, el discurso rosista identifica a sus enemigos como «logistas», rosamente, las fronteras de las elites urbanas, para interesar a sec-
un epíteto que remite a las modalidades asociativas que la elite ur- tores cada vez más amplios de la sociedad. El asociacionismo li-
bana ha ensayado a partir del momento rivadaviano. Por su parte, bre, desprovisto de connotaciones oficiales, sigue en este período
94 la oposición al régimen del Restaurador, articulada en esos dos -más claramente que antes- las huellas de las transformaciones
económicas y sociales que se operan con mayor o menor intensi-
HILDA SABATO
Hilda Sabato es historiadora, profesora titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la La experiencia del mercado, en colaboración con Luis Alberto Romero (Sudamericana,
Universidad de Buenos Aires e investigadora principal del CONICET en el Programa 1992) y La política de calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862-1880
PEHESA del Instituto de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio Ravignani» de la (Sudamericana, 1998), publicado en inglés por Stanford University Press.
misma Facultad. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Capitalismo y ganadería
en Buenos Aires: La fiebre del lanar, 1850-1890 (Sudamericana, 1989), editado también El licenciado Juan José Santos colaboró en la búsqueda, relevamiento, recopilación y
en inglés por The University of New Mexico Press; Los trabajadores de Buenos Aires. procesamiento de materiales para este capítulo. 99
«Viejo Hotel de Inmigrantes»
La inmigración de ultramar: ...centenas de miles de personas
llegaban año a año a la Argentina en busca de trabajo, refugio y fortuna,
y una mitad de ellas se afincaron definitivamente en el país.
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL
A mediados del siglo XIX, nació la Argentina como estado Cuando se hizo el tercer censo nacional, en 1914, casi el
unificado y como una república representativa y federal, según lo pres- 30 por ciento de la población era extranjera. Pero ya mucho an-
cribía la Constitución dictada en 1853. Por entonces, sin embargo, la tes, en 1869, fecha del primer censo, las proporciones eran, en al-
nación era todavía un proyecto. La unión política efectiva llegó algu- gunos lugares, sorprendentes. En la ciudad de Buenos Aires, por
nos años más tarde cuando, después del triunfo de la rebelde provin- ejemplo, la mitad de los habitantes eran nacidos en el exterior,
cia de Buenos Aires sobre las fuerzas de la Confederación, tomó for- proporción que se elevaba por encima de las tres cuartas partes del
ma definitiva la República Argentina. Pero el proceso de construcción total, si tomamos solo los varones adultos. Por entonces, los que
nacional sería mucho más largo y fue en las décadas siguientes a 1860 llegaban al puerto eran sobre todo hombres en edades activas, pe-
que se definieron los rasgos básicos de la Argentina moderna: La con- ro pronto llegarían también mujeres y unos y otros buscarían
solidación de un estado central, la afirmación de una economía capi- asentarse no solamente en la ciudad que los recibía inicialmente,
talista y la formación de una sociedad dinámica y compleja. Para 1920 sino también en el campo o en otras ciudades y pueblos del resto
se había producido también un proceso de nacionalización cultural y del país. Claro que las zonas más atractivas eran aquéllas que se
una democratización del sistema político, de manera tal que en todos fueron incorporando más rápidamente al proceso de expansión
los planos el país se había transformado profundamente. económica, por lo que la distribución de los inmigrantes nunca
sería pareja. En realidad, también la población nativa se redistri-
La población era, también, otra: entre 1860 y 1920 se buía al compás de las transformaciones económicas y hubo migra-
multiplicó casi seis veces (de 1,5 a casi 9 millones de habitantes) ciones internas que si bien no alcanzaron las cifras de las décadas
y cambió radicalmente su perfil. Buena parte de ese crecimiento posteriores a 1930, de todas formas contribuyeron a rediseñar el
se debió a la inmigración de ultramar: decenas y hasta centenas mapa poblacional del territorio. Cambió el peso relativo de las
de miles de personas llegaban año a año a la Argentina en busca distintas regiones y también el de la ciudad en relación al campo.
de trabajo, refugio y fortuna, y una mitad de ellas se afincaron La región pampeana llegó a concentrar las tres cuartas partes de la
definitivamente en el país. La mayor parte (alrededor del 50 por población, mientras se aceleraba el proceso de urbanización: para
ciento) venía de diferentes regiones de Italia, un 20 por ciento de 1920, más de la mitad de la gente vivía en ciudades. Buenos Ai-
España, y el resto de Francia, Alemania, Gran Bretaña, los países res había crecido espectacularmente, pasando de 150mil a más de
del este de Europa, las naciones del entonces Imperio Turco, y un millón y medio de habitantes en sesenta años. También habían
otros países de América. crecido otras ciudades y surgido nuevas aglomeraciones. Y todos 101
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los habitantes, nativos y extranjeros, del campo o de la ciudad, se servicios, y crecientemente también en la manufactura. Una bue-
educaban mejor y vivían más tiempo.1 na parte de ellos eran asalariados, aunque el trabajo por cuenta
propia tuvo un lugar importante en todo el período. En el cam-
En las ciudades, los hombres y en menor medida las po, la situación variaba mucho según las regiones, pero en las ri-
mujeres encontraban ocupación sobre todo en el comercio y los cas praderas de la pampa húmeda, aunque la propiedad de la tie-
rra mostraba una concentración relativamente alta, una parte
muy significativa del trabajo estaba en manos de chacareros
1. Entre 1869 y 1914, el analfabetismo disminuyó notablemente en esos años
arrendatarios y, en menor medida, de propietarios medianos.
102 (de 71% a 38%), mientras la esperanza de vida aumentaba de 33 a 49 años. También había peones y jornaleros asalariados, que muchas veces
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
Gauchos en la campaña bonaerense
alternaban labores en el campo y en la ciudad, al compás de las era visible en los años 50 donde, como vimos, en la ciudad de Bue-
variaciones estacionales del empleo. nos Aires se fue creando un entramado de instituciones asociativas
y de comunicación cada vez más denso. En las décadas siguientes,
Durante todas esas décadas, la sociedad argentina fue muy ese proceso se aceleró y se multiplicaron las asociaciones volunta-
dinámica e inestable. Aunque existían marcadas diferencias regiona- rias de todo tipo, tanto en Buenos Aires como en el resto del país.
les, en la mayor parte del país se fue perfilando una estratificación En lo que sigue, exploraremos esa historia, que hemos dividido en
compleja, propia de la modernidad capitalista que se afirmaba sos- dos etapas: la primera -de 1860 a 1890- es la de la afirmación de
tenidamente. Y si al principio de este período, el mundo social fun- una sociedad civil y de construcción del Estado en una sociedad en
cionaba todavía con muchas de las pautas maduradas durante la rápida transformación en todos los planos; la segunda -de 1890 a
primera mitad del siglo, poco quedaba de ellas hacia el 900. 1920-, la de la consolidación y maduración de ambas instancias,
en el seno de una sociedad ya marcadamente burguesa.
En este marco, desde temprano se inició el proceso doble
de construcción y consolidación del Estado, por una parte, y de la
formación de una sociedad civil relativamente autónoma y cada día
más vigorosa, por el otro. Este desarrollo, el de la sociedad civil, ya 103
Diploma de aceptación como miembro de la Sociedad Tipográfica Bonaerense
CAPITULO DOS / 1860 - 1920
EL FERVOR ASOCIATIVO
1860-1890
Como vimos en el capítulo anterior, la vida asociativa se instaurados luego de la independencia. En consecuencia, estas asocia-
difundió notablemente después de Caseros. Inicialmente, ese mo- ciones no sólo servían a los fines específicos para los cuales se las había
vimiento se manifestó con mayor vigor en Buenos Aires, pero lue- creado, sino que funcionaban además, como ámbitos de desarrollo y
go se expandió para incluir a otras ciudades, a pueblos medianos y difusión de las prácticas sociales y políticas consideradas «modernas».
pequeños, y aun a zonas rurales. Los esfuerzos para reunirse y or-
ganizarse surgían en general de iniciativas provenientes de la socie- Este aspecto de la vida asociativa llevó a que las elites go-
dad civil, de la gente que buscaba sumar voluntades en pos de dis- bernantes posrevolucionarias e ilustradas buscaran promoverla a
tintos fines. Este tipo de actividades no era una novedad en la Ar- través de diferentes medidas y acciones «desde arriba». Los resulta-
gentina, pues ya vimos como desde los primeros años del siglo dos fueron, como vimos, muy heterogéneos, y durante varias déca-
XIX en el Río de la Plata -como ocurrió también en otras regio- das viejas y nuevas formas de sociabilidad coexistieron y funciona-
nes de Iberoamérica- comenzaron a desarrollarse formas asociati- ron de manera muy mezclada. Fue sólo después de mediados de si-
vas distintas de las que habían predominado en la época colonial. glo que éstas últimas se fueron imponiendo. Y aunque el Estado
Mientras en éstas los miembros lo eran por tradición, costumbre contribuyó de manera importante a ese movimiento, el ímpetu
y adscripción, en las nuevas organizaciones ellos se incorporaban principal provenía de la sociedad misma, desde la cual comenzaron
por su propia voluntad, en tanto individuos libres que se reunían a multiplicarse las iniciativas en esa dirección.
para perseguir un determinado fin. En la asociación, todos sus in-
tegrantes se consideraban iguales entre sí, más allá de las diferen- ¿Qué llevaba a la gente a buscar estas formas de acción co-
cias de cualquier tipo que los distinguiera fuera de ese ámbito. Y lectiva? Seguramente, las motivaciones eran diversas y múltiples.
se relacionaban como pares (socios). Sin embargo, es posible pensar en algunas razones compartidas por
la mayor parte de la población. La sociedad argentina, como vi-
Estas nuevas formas de sociabilidad cumplieron un papel mos, estaba experimentando profundos cambios que afectaban to-
importante en la construcción de la vida republicana, porque eran dos los niveles de la vida de sus habitantes. Era, en esas décadas de
instituciones donde teóricamente predominaban valores, relaciones 1860 a 1890, una sociedad en rápida transición, atravesada por múl-
y prácticas basados en los nuevos principios de libertad e igualdad tiples conflictos y tensiones, y en la que los vínculos tradicionales 105
parecían disolverse sin que los nuevos terminaran de consolidarse.
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En ese marco de diversidad e incertidumbre, la actividad asociati-
LA UNION ES LA FUERZA va funcionaba como un tejido conectivo a través del cual la pobla-
ción podía satisfacer necesidades concretas surgidas de las nuevas
... el espíritu de asociación que constituye de familias sujetas a un régimen que las relaciones económicas y sociales; construir lazos de pertenencia y
verdaderamente el progreso de los pueblos vincula en el amor y respeto unas a otras. solidaridad; representar y defender intereses sectoriales; desarrollar
y el bienestar de todas las clases sociales Así como se pone término a la anarquía
ha empezado a agitarse en las clases que viven regularmente los pueblos que no actividades recreativas, festivas, y culturales; actuar colectivamente
obreras como en la juventud acomodada. comprenden cuánto importa el espíritu de en el espacio público.
Están en vísperas de constituirse la Socie- asociación... Seguro es que los explotadores
dad Tipográfica, la Sociedad Argentina políticos no harían entonces del hombre
de Socorros Mutuos y una Sociedad ignorante un instrumento de sus pasiones
El asociacionismo era muy valorado por gente social y
Republicana. Las tres tienen el laudable y de sus miras para trepar al poder. culturalmente muy diversa. Se lo concebía como un baluarte de
propósito de la protección recíproca, la Hagamos sociedades y llegaremos por esta una sociedad libre, moderna, democrática y solidaria. «La asocia-
fraternidad, con la misión de propender vía a la cumbre del bienestar general con
a la propagación de todo principio que más rapidez [...]
ción, decía el presidente de la Sociedad Tipográfica Bonaerense en
encamine al hombre a su perfección y Hagamos sociedades para poner con ellas 1862, es la idea que marcha a la vanguardia de la civilización uni-
mejoramineto social. una barrera a nuestras malas pasiones, versal»2. Esa concepción era compartida por gran parte de la po-
... los prósperos días que nos prepara el para despertar en el alma [...] amor al
blación del país y se inspiraba en fuentes ideológicas diversas, pero
desarrollo que trae en pos la unidad de trabajo, al estudio, al sistema de vida [...]
acción, de miras y de vistas para conquis- y las enfermedades morales que afligen al que coincidían en celebrar la fraternidad humana encarnada en el
tar en el trabajo los puestos que cada cuerpo social irán desapareciendo paula- asociacionismo voluntario.
industrial tiene derecho a ocupar. tinamente [...] liberaremos al hombre de
El espíritu de asociación acabará con las porción de vicios en que vive por falta de
rencillas de barrio, con las preocupaciones un centro de reuniones honestas y morales Los gobiernos que se sucedieron en el poder en las décadas
de clases. Los hombres dejarán de ocu- y de deberes económicos que llenar para de la Organización Nacional compartían esa valoración positiva y,
parse de la política para consagrarse al consigo mismo en beneficio propio [...]
en principio, alentaron al movimiento asociativo. Durante buena
desarrollo de la prosperidad de la insti- El espíritu de asociación todo lo vence
tución bajo la cual se amparan [...] porque la unión es la fuerza... parte del período, desde el Estado se afirmó la vigencia de los dere-
Constituidas las poblaciones en diversas chos civiles y de las libertades de reunión, de opinión y de prensa.
sociedades, tienen que marchar a un Diario La Capital de Rosario, Esto no significa que esos derechos se respetaran a rajatabla, pero sí
mismo fin aunque sea por distintos ca- 17/18 de octubre de 1870.
minos. Estos fines constituyen el bien de Citado por Alicia Megías, que su vigencia relativa estimuló tanto la multiplicación de las ini-
los asociados que tienen por base la «La formación de una elite de notables ciativas de acción colectiva como la expansión de la prensa escrita.
igualdad de cargas y deberes... dirigentes», Rosario, 1860-1890,
He aquí cómo las más numerosas pobla- Buenos Aires, Biblos, 1996,
ciones vienen a formar una media docena pp. 96-97.
EL ESFUERZO MUTUALISTA
Las asociaciones más importantes de la época, tanto por grupo, se proponía reclutar a los integrantes de un mismo oficio o
su cantidad como por el número de sus afiliados y por su perdura- profesión. Pero había también otras variantes. Así, por ejemplo, pue-
bilidad en el tiempo, fueron las asociaciones de ayuda mutua. Su de distinguirse un tercer grupo, más pequeño, de asociaciones que
objetivo central era el de reunir fondos entre sus miembros para utilizaban un criterio étnico y nucleaban a la población de origen afri-
crear, para ellos y sus familiares, mecanismos de asistencia en ma- cano. También hubo sociedades denominadas «cosmopolitas», que
teria de salud y enfermedad, protección en casos de desempleo e no estaban formadas por miembros de un solo origen étnico ni de un
invalidez y, a veces, ahorro y apoyo educativo. Como vimos en el único oficio o profesión, y que por lo tanto, definían su reclutamien-
capítulo anterior, en la década del ‘50 se crearon algunas asociacio- to en términos muy amplios. Finalmente, hacia la última década del
nes de ese tipo en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y unas siglo, en el ámbito mutual aparecieron también las organizaciones
pocas en otras localizaciones del interior del país. Hacia 1880, su católicas, de las cuales hablaremos más adelante.
número había trepado por encima de la centena, cifra que segui-
ría creciendo de manera sostenida y, para 1914, el censo nacional Las sociedades mutuales más destacadas eran las que reu-
registró 1.202 para todo el país (ver más abajo). nían a inmigrantes del mismo origen nacional o regional. Mucho se
ha dicho acerca de la importancia de la inmigración en la difusión
Para este período, los estudiosos han clasificado a estas aso- del mutualismo. Los inmigrantes habrían constituido un público
ciaciones en dos grupos principales, según el criterio que utilizaban potencial clave, tanto porque la carencia de vínculos primarios en el 107
nuevo lugar de residencia los habría llevado a crear otros tipos de la- dos Unidos predominaron las que reclutaban sus miembros ex-
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zos de solidaridad, como porque muchos de ellos traían una expe- clusivamente de una región o comarca. Esto no impidió, sin em-
riencia asociativa previa, en particular los que venían de algunas re- bargo, la proliferación de instituciones, pues el fraccionamiento
giones de Italia. Pero a ello hay que agregar, además, las condicio- fundado en razones políticas, ideológicas, sociales y aun de riva-
nes generales de la sociedad argentina en ese momento, que -como lidades personales entre las dirigencias, fue una característica
sugerimos más arriba- han de haber contribuido para estimular al distintiva del mutualismo italiano en la Argentina.
movimiento mutualista entre los extranjeros (y también entre los
nativos). Si las nuevas asociaciones fueron un factor de integración Como vimos en el capítulo anterior, la primera de las so-
a esa sociedad, un medio para preservar las identidades originarias ciedades mutuales fundada, en 1858, por inmigrantes italianos
o un mecanismo para la creación de nuevas formas identitarias es en Buenos Aires fue Unione e Benevolenza, que aun existe, y fue
materia de discusión. Lo cierto es que muchos inmigrantes busca- creada como institución «italiana» antes de que Italia se constitu-
ron allí protección contra la enfermedad, la vejez y el desempleo, y yera como estado unificado. Los comienzos fueron algo lentos,
seguramente un espacio de sociabilidad cultural y recreativa para pero a partir de los años ‘70 se multiplicaron las iniciativas y a fi-
ellos y sus familias. Cuánto más buscaron y cuánto encontraron son nes de los ‘80, había unas 45 asociaciones italianas en la ciudad.
preguntas pendientes y de difícil respuesta. Este crecimiento no se limitaba a Buenos Aires. En Rosario, en
1861 se fundó Unione e Benevolenza di Mutuo Soccorso, en
EL MUTUALISMO ITALIANO 1883, el Circolo Napoletano de Mutuo Soccorso y en 1889, la
Las primeras asociaciones mutuales de extranjeros des- Società Fratellanza Siciliana de Socorros Mutuos. Córdoba tam-
pués de Caseros fueron las creadas por franceses y por españoles: bién tuvo su Unione e Benevolenza en 1874, de la cual se des-
L’Union et Sécours Mutuels en 1854 y la Catalana y la Asocia- prendió Unione e Fratellanza en 1893. Para 1890 había mutua-
ción Española de Socorros Mutuos en 1857. Pero a poco andar, les italianas en varias otras ciudades más chicas, como Corrien-
las asociaciones que nucleaban a inmigrantes provenientes de Ita- tes, San Luis, Concordia, Bahía Blanca y La Plata, entre otras, y
lia o de alguna de sus regiones resultaron las más numerosas. Es- en muchas localidades menores, sobre todo de las provincias de
to respondió no solamente al predominio de la inmigración de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Se trataba de or-
ese origen sobre el resto, sino también a cierta predisposición de ganizaciones de tamaño, cobertura y alcance extremadamente di-
los italianos al mutualismo que se manifestó en todos los lugares versos, pero nos hablan, de todas maneras, de una difusión muy
adonde se asentaron. De todas maneras, señala Fernando Devo- grande del mutualismo italiano en buena parte del país, en especial
to, esa inclinación resultó mayor en la Argentina y el Uruguay en las regiones de más reciente expansión económica.
que en otros países de destino y, siguiendo a Sam Baily, vincula
este rasgo con un menor regionalismo en la organización de la En toda esta primera época, los inmigrantes provenían
colectividad: en estas tierras, las asociaciones estuvieron en su de las regiones del norte de la Península, muchos de ellos de lu-
108 mayoría abiertas a personas de toda Italia, mientras que en Esta- gares del Piamonte y la Liguria, que en sus zonas urbanas tenían
un desarrollo de la actividad mutual. Muchos eran campesinos, La existencia de estos dirigentes y aspirantes a dirigentes fue
fundamental a los fines de la ayuda mutua. Al mismo tiempo, se dis- culturales, educativas y recreativas, las asociaciones tenían una ac-
cutían los objetivos, los contenidos pedagógico-didácticos y la nece- tividad pública que trascendía sus fines específicos. En esta prime-
sidad o no de enseñar la lengua italiana. Muchas veces, las asociacio- ra época de «fervor asociativo», estas instituciones participaban de
nes se decidieron por la creación de una escuela como mecanismo pa- convocatorias, actos, mitines y manifestaciones realizadas para ce-
ra atraer más socios. Lo cierto es que en las décadas de 1870 y 1880, lebrar, conmemorar, o protestar colectivamente en el espacio pú-
varias entidades, tanto en Buenos Aires como en Santa Fe, organiza- blico. En Buenos Aires, esta era una actitud compartida por el mo-
ron sus instituciones de instrucción primaria para varones y un poco vimiento asociativo en general, pero era aun más visible en el caso
más tarde, también para mujeres. De esta manera, frente a un total de las organizaciones vinculadas con la colectividad italiana.
de unos 14.000 alumnos en escuelas de la capital federal, unos 2.800
estaban en instituciones de la colectividad italiana. En 1895, en Por una parte, éstas eran las más numerosas y tenían fre-
cambio, las proporciones habían variado notablemente en favor de las cuentes motivos de movilización propia así como para sumarse a
instituciones públicas: éstas contaban con más de 70.000 alumnos las ajenas. En un año cualquiera, por ejemplo 1878, en enero los
mientras las italianas apenas superaban los 3.000 (ver más abajo). italianos convocaron a una «espontánea movilización patriota»
por la muerte del rey Víctor Manuel II que, según la prensa reu-
Homenaje de la colectividad italiana en la muerte de Humberto I, nió a cerca de diez mil personas (no solo de origen italiano) y re-
en las cercanías del puerto de Buenos Aires, 1900.
corrió las calles desde el Hospital Italiano hasta el puerto; en fe-
brero, las asociaciones se sumaron al multitudinario homenaje a
San Martín; en marzo, tocó el turno a la inauguración de la esta-
tua de Mazzini, héroe republicano de Italia, que reunió, según el
diario La Tribuna, a «todos los habitantes de la ciudad»; más tar-
de, hubo un «banquete patriótico» que reunió a unos trescientos
italianos en el local del Pasatiempo para conmemorar la jura de
la Constitución de ese país; en setiembre, hubo los habituales ac-
tos para celebrar la fecha máxima de la unidad italiana, el 20 de
setiembre; finalmente, en diciembre de nuevo las sociedades ita-
lianas se plegaron a la gran movilización contra el proyecto de
impuestos al consumo de tabaco, alcoholes y naipes, que termi-
nó con éxito. Aunque no todos los años fueran tan agitados co-
mo 1878, las agrupaciones de italianos tuvieron durante este pe-
ríodo muchas ocasiones para mostrar una presencia pública muy
110 visible en la ciudad.
Por otra parte, en las décadas del ‘60 y ‘70, la dirigencia ita- significativos. Según la información disponible, en general había
inicial de la masa societaria era heterogénea, con una presencia sig- cha del pueblo de Milán contra el ejército austríaco, celebración
nificativa de trabajadores calificados y semicalificados, comercian- que se hizo en el teatro Colón y contó con más de mil participan-
tes y empleados. Según Baily, treinta años más tarde se había pro- tes entre italianos y argentinos. En los meses siguientes se organiza-
ducido un descenso de los semicalificados y un aumento de los no ron comités, colectas y mitines relacionados con los sucesos de la
calificados, no manuales y profesionales. La dirección recaía, sobre guerra en la península. En ese marco, el conflicto entre republica-
todo, en los sectores más altos dentro de ese conjunto, en especial, nos y monárquicos en Italia se reproducía entre los inmigrantes. En
profesionales y comerciantes. En cuanto a la intervención de la ba- 1861, una competencia entre las autoridades de Unione y el cónsul
se en las instancias colectivas de decisión, como asambleas y vota- en Buenos Aires desembocó en la expulsión de la primera de un
ciones, Unione mostraba, en los primeros años, una participación grupo monárquico que fundó otra sociedad, la Nazionale Italiana.
relativamente alta. Más tarde, ese nivel bajó para resultar en una Los mazzinianos, encabezados por los hermanos Gaetano y Filippo
pauta semejante a otras entidades similares. Pezzi, se afirmaron en el liderazgo, un grupo que además tenía muy
buenas relaciones con los liberales porteños en el poder.
Esta asociación pionera buscaba alcanzar un alto impacto
en la masa de inmigrantes. Según Cibotti, sus dirigentes se propo- La consolidación de la monarquía en Italia alimentó las
nían unificarlos como colectividad en la cual ejercerían su liderazgo. rencillas internas en Unione. Finalmente, en 1864 la disidencia de
Al mismo tiempo, aspiraban a lograr el reconocimiento de las elites un sector republicano moderado con el ala radical de la dirección
políticas e intelectuales de Buenos Aires, para lo cual, la capacidad de terminó con la separación de esta última y la afirmación de los mo-
convocatoria entre los propios inmigrantes resultaba fundamental. derados en la conducción, bajo la dirección del médico Giuseppe
Salvarezza, un hombre que había formado parte de la entidad des-
Para alcanzar estos objetivos, los dirigentes societarios im- de muy temprano. Este grupo sostenía la incompatibilidad entre
pulsaron múltiples actividades en planos que excedían el estricta- mutualismo y política, por lo que poco después de su triunfo mo-
mente mutual. Fueron, al mismo tiempo, protagonistas de profun- dificaron el reglamento de la institución para sostener su «apoliti-
dos conflictos internos por el liderazgo y por la definición misma del cidad». Esto no significó, sin embargo, que la asociación se aislara
modelo asociativo que querían, y de la vinculación con el proyecto de la vida política italiana y argentina. Pero al limar las aristas más
político social más global. La primera camada de dirigentes de Unio- definidas del accionar en ese terreno, dentro y fuera de la colectivi-
ne provenía de las filas de republicanos mazzinianos, muy militantes dad, la nueva dirigencia buscó alcanzar un funcionamiento interno
en la causa de la unidad italiana y de la difusión del ideario que los más eficiente, a la vez que lograr una mayor representatividad del
identificaba. Ellos promovieron las actividades de apoyo y conme- conjunto de los inmigrantes residentes en el Plata, a los que ahora
moración vinculadas con las luchas por la unidad de Italia y, en par- convocaba por su «italianidad». Así, el realineamiento operado en
ticular, con la gesta republicana. A poco inaugurada la Sociedad, la dirigencia impuso un perfil más institucionalista a la entidad, a
112 relata Ema Cibotti, la comisión directiva convocó a los italianos a la vez que modificó el estilo de relación con el consulado y las otras
asociaciones italianas, con la elite política local y también entre las Benevolenza en 1874. Según el Reglamento de esta última, su crea-
En todo este tiempo, el surgimiento de otras asociaciones Se trataba de una asociación que reunía a un porcentaje rela-
italianas no había hecho perder a Unione e Benevolenza su lugar pro- tivamente pequeño de los italianos de Córdoba, la mayor parte de los
minente, lugar que mantuvo durante muchos años: fue de las más cuales no aparecían incluidos en ninguna mutual étnica. En las prime-
grandes en cuanto a su masa societaria, una de las que proveía más y ras décadas de existencia, según afirman Candelaresi y Monterisi, el
mejores servicios asistenciales, y la que perduró durante más tiempo. número de socios activos en general no llegaba a los cien. Entre ellos,
Logró, además, convertirse en una representante insoslayable de la predominaban trabajadores calificados, empleados y comerciantes me-
«colectividad» que ella misma había contribuido a construir. nores. Los dirigentes, por su parte, provenían de sectores más acomo-
dados de la inmigración. En particular, empresarios y comerciantes
La historia de Unione e Benevolenza de Córdoba fue un ca- tenían una presencia importante en las comisiones directivas.
so diferente. Por una parte, la ciudad era mucho más pequeña: no lle-
gaba a 35mil habitantes en 1869, trepando a 65mil en 1890. La ma- Esta dirigencia era liberal, nacionalista y anticlerical, y se
sa inmigratoria, por su parte, era muchísimo menor que en Buenos identificaba con las luchas por la unidad italiana. En el marco de la
Aires o Rosario, aunque pasó del 2 al 11% entre ambas fechas, entre rivalidad existente entre liberales y católicos en la élite cordobesa,
los cuales un 45% eran de origen italiano. Sin embargo, a comienzos
de los ‘70 comenzó a desarrollarse la actividad mutualista con la crea-
ción de cuatro asociaciones de extranjeros: la Sociedad Española de
3. Regolamento della Societá Italiana di Mutuo Soccorso Unione e Benevolenza, Cap. I,
Socorros Mutuos y la Société Française en 1872, la Sociedad Helvética p.3, citado en Ana María Candelaresi y María Teresa Monterisi, La presencia italiana
de Socorro Mutuo y la Società Italiana di Mutuo Soccorso d’Unione e en la Ciudad de Córdoba, 1869-1895, Córdoba, 1989, Tomo I, p.61. 113
los de Unione establecieron relaciones fluidas con los primeros y asociaciones tenían la misma estructura ni mostraban igual dinámica,
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
en particular con el gobierno provincial de Juárez Celman. Varios la trayectoria inicial de todas ellas tuvo muchos rasgos compartidos.
de los integrantes de las comisiones directivas de la asociación par-
ticiparon también del gobierno municipal, como consejales elec- Más adelante abordaremos las transformaciones que expe-
tos. Aunque se trataba de una dirigencia relativamente compacta, rimentaron en las décadas de maduración del movimiento asociati-
en los primeros años, en varias oportunidades se produjeron en- vo. Ahora pasaremos a analizar el segundo tipo de asociación predo-
frentamientos entre algunos de los personajes claves de la asocia- minante en la primera etapa, el asociacionismo vinculado a oficios o
ción. Sin embargo, fue solo en la década del ‘90 que un conflicto profesiones específicas.
mayor dio paso a la división de la entidad y a la creación de una
nueva, la Società Italiana di Mutuo Soccorso ed Istruzione Unio- SOCIEDADES POR OFICIO
ne e Fratellanza, creada en 1893. Esta escisión respondía a dife- Las primeras entidades de este tipo de que se tiene noticia
rencias importantes entre los socios y es indicativa de tensiones de datan, como vimos en el capítulo anterior, de la década de 1850. En
nuevo tipo, por lo que vale la pena, siguiendo a Candelaresi y 1853, un grupo de peluqueros de origen francés creó la Société Phi-
Monterisi, mirarla más de cerca. lanthropique et de Bienfaissance des Coiffeurs de Buenos Aires; en
1856 nacía una asociación filantrópica de zapateros y, al año si-
A comienzos de los ‘90, se observa en Unione una parti- guiente, tres más: una que reunía a costureros, otra a cocineros y la
cipación de socios muy significativa en las asambleas, algo nove- tercera, la más conocida de todas ellas, la Sociedad Tipográfica Bo-
doso en la historia de la institución, y un cuestionamiento por naerense. En las dos décadas siguientes se tiene noticia de la crea-
parte de ese órgano a las acciones desempeñadas por el Consejo ción, en Buenos Aires, de asociaciones mutuales de carpinteros, al-
Directivo. La incorporación de nuevos socios con experiencia pre- bañiles, panaderos, obreros de la construcción, sastres y talabarte-
via en la organización y la protesta -en gremios de artesanos, gru- ros. Una Sociedad Tipográfica se fundó en Rosario en 1870 y otra
pos masónicos y el nuevo movimiento socialista- dinamizó la vi- en 1871 en Córdoba, donde en los años siguientes se organizaron
da societaria e incentivó la confrontación entre grupos que tenían sociedades de sastres, de artesanos del calzado y de peluqueros.
proyectos diferentes para la asociación. El conflicto terminó con
la renuncia colectiva de los socios que reconocían el liderazgo del Poco se conoce de estas entidades. No parecen tener co-
Consejo, un grupo que se consideraba el depositario del verdade- nexión alguna con los gremios de artesanos de origen colonial. A
ro mutualismo y del espíritu patriótico italiano. Sobre esa base, diferencia de lo que ocurrió en otras regiones de Iberoamérica, en
constituyeron una nueva entidad, que desde entonces compartiría el Río de la Plata esa tradición fue relativamente débil. Por otra
con Unione el escenario mutual italiano en Córdoba. parte, con frecuencia se ha considerado a las asociaciones de ayuda
mutua por oficio como las antecesoras de las sociedades de resis-
A través de estos casos hemos podido ver cómo funcionaban tencia y de los sindicatos obreros, ya que al objetivo general de la
114 dos mutuales organizadas por italianos y aunque no todas las asistencia en materia de salud, desempleo y educación se sumaba
la defensa corporativa del oficio. Sin embargo, a diferencia de las tareas de impresión predominaban los argentinos (un 66% en
elite local que actuaban en el ramo en calidad de editores, directo- quiere la tradición- la primera huelga argentina. La Sociedad tenía
res o redactores de periódicos o incluso como tipógrafos. Así, el entre sus fines, como vimos, el de velar por que «los operarios sean
primer presidente fue Mariano Varela, que era en efecto tipógrafo siempre remunerados en proporción de sus aptitudes y conoci-
y periodista pero también importante hombre de la elite local, fun- mientos», al mismo tiempo que ejercía un cierto control sobre la
dador y director de La Tribuna y, más tarde, senador y ministro de escala de saberes y salarios de los tipógrafos. Aparentemente, los di-
la nación. No fue el único y en los sucesivos directorios figuraron rectivos eran más eficientes en la supervisión de los oficios y el
otros nombres semejantes. Además, la Sociedad contaba con so- mantenimiento de rígidos mecanismos de ascenso profesional que
cios honorarios, entre los cuales encontramos a figuras públicas de en la defensa del salario. Lo cierto es que en 1877, ante una situa-
la talla de Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Ave- ción de reclamo obrero, un grupo de socios se escindió y creó la
llaneda, Miguel Cané, entre otros, así como a algunos personajes Unión para intervenir directamente y buscar imponer a los patro-
internacionales, como el Príncipe Federico de Prusia. nes pautas salariales y de trabajo para el sector. Así se llegó a la
huelga. Luego de dos meses de protesta, los trabajadores resultaron
Al mismo tiempo que la Sociedad desarrollaba esta activi- exitosos en sus reclamos: se elevaron los salarios, se redujo el hora-
dad cultural, no descuidaba su veta mutualista. Desde los Anales se rio de labor y se reemplazó el trabajo de menores por el de adultos.
proclamaba «la doctrina de todos para cada uno y cada uno para La ruptura institucional resultó relativamente corta. Al año si-
todos». Hoy puede parecer contradictorio que una entidad que nu- guiente, pasado el problema, las dos organizaciones volvieron a
cleaba trabajadores de un oficio y se consideraba «la asociación más unirse con una plataforma básicamente mutual.
fraternal que haya podido fundarse entre las clases obreras de nues-
tro suelo», a la vez cultivara una relación fluida con sectores de las MUTUALISMO EN LA COMUNIDAD NEGRA
elites porteñas. Por entonces, sin embargo, esa combinación resul- En el capítulo anterior vimos que los esclavos de origen afri-
taba posible pues se entendía que todos aquellos que se involucra- cano y sus descendientes libres representaban más del 25 por ciento
ban en la tarea editorial o que la sostenían y apoyaban, compartían de la población de Buenos Aires en 1838. Aunque la población de ese
una misión: «la de ser los propagadores de la civilización, coope- origen tenía una distribución muy desigual en el resto del territorio
rando eficazmente, por medio de su inocente pero penoso ejercicio, del Río de la Plata, a lo largo de la primera mitad del siglo XIX cons-
a la difusión de las luces y de las sanas ideas de los pueblos».5 tituía un porcentaje no desdeñable del total. La esclavitud fue defini-
tivamente erradicada por la Constitución de 1853. Desde entonces,
Esta «fraternidad» se rompió en 1877 cuando se planteó toda la población negra fue, teóricamente, libre. En cuanto a su peso
un conflicto por los salarios obreros y un grupo se separó de la relativo en el total, hubo una declinación notable, tanto por el gran
crecimiento de la inmigración europea como por un «blanqueamiento»
cultural que habría ido borrando los indicios étnicos de este grupo
116 5. Memoria de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, presentada el 25 de mayo de 1858. humano en favor de la homogeneización de «la raza».
Vimos también que la comunidad negra desarrolló en llevando a la separación funcional del movimiento asociativo. Pa-
Después de Caseros, la primera institución que agrupó a En ese marco, en 1866 se creó la Sociedad Rural Argenti-
sectores del capital fue la Bolsa de Comercio. Fue creada en 1854 na. Surgió en un momento de dificultades, porque por entonces el
y entre sus principales promotores se encontraban los comercian- país estaba atravesando una crisis económica severa, que afectó so-
tes de origen británico afincados en Buenos Aires, Daniel Gow- bre todo a los productores laneros. En ese momento, la flamante
land y Tomás Amstrong. Se trataba a la vez de un lugar de encuen- entidad actuó como grupo de presión frente al gobierno, pero el
tro de los comerciantes, donde intercambiaban información y propósito de sus fundadores no se restringía a la coyuntura y sor-
contactos, y de un espacio desde donde interpelar y presionar a los teada ésta, la institución se mantuvo, y aun hoy constituye uno de
distintos gobiernos. Por entonces, el comercio era sin duda la ac- los principales nucleamientos de empresarios. Fue fundada por un
tividad que reunía a los empresarios más poderosos (y prestigiosos) grupo de estancieros de avanzada, que aspiraban a organizar al
de la Argentina, y la Bolsa fue la expresión de esa presencia. conjunto de los productores agrarios para promover la moderniza-
ción de la producción y para encarar la defensa del agro y de sus
Algunos años más tarde, llegó el turno de los productores intereses colectivos. Según Tulio Halperin Donghi, los dirigentes
rurales. En las décadas del ‘50 y del ‘60 se produjo un cambio fun- de la Sociedad pretendían despertar la vocación política en las filas
damental para la economía argentina: al compás de la expansión terratenientes para liderar un proyecto de transformación del cam-
internacional de la demanda de lana, el campo experimentó un po que los tuviera como protagonistas. Sin embargo, nos advierte,
118 proceso aceleradísimo de crecimiento y modernización. La cría de sus bases potenciales, los estancieros mismos, se revelaron poco
dispuestos a asumir ese papel y en sus dos primeras décadas de vi- representación sin representados». Esta situación sólo cambió hacia
vinculados a distintas ramas de la producción secundaria. Pero la nufactureros no se traducía, sin embargo, en la definición de inte-
convocatoria a asociarse era amplia: a todos los estancieros y pro- reses distintivos del sector ni en la delimitación de una identidad
ductores en general, y a quienes tuvieran un capital en una indus- «industrial». De ahí la vaguedad en la apelación del Club y su difi-
tria. Y también incluía a comerciantes, ya que la línea que separa- cultad para recortar tanto el universo de sus socios potenciales, co-
ba a quienes producían y quienes vendían era muy delgada y con mo las demandas que pondría en circulación. De ahí, también, los
frecuencia, los fabricantes intervenían en la comercialización de sus problemas para ejercer la representación de una corporación que, en
productos y los comerciantes, a su vez, incursionaban en la manu- principio, aun no se había constituido como tal. Como le pasaba a
factura. ¿Porqué, entonces, el nombre de «Club Industrial»? la Sociedad Rural en sus inicios, a este Club le costó mucho conse-
guir apoyos entre sus supuestas bases. De todas maneras, hicieron
Como ha señalado Fernando Rocchi, por esos años la in- esfuerzos: organizaron la primera Exposición Industrial Argentina
dustria se asociaba a cualquier actividad resultado del trabajo hu- en 1877, con apoyo parlamentario; publicaron el periódico El In-
mano. Se denominaba «industria madre» a la ganadería, por ejem- dustrial; organizaron campañas de protesta y peticionaron a las au-
plo, y junto con la agricultura serían luego llamadas «industrias na- toridades en ocasión de la discusión de la Ley de Aduana de 1876;
turales». Esto no quiere decir que no hubiera en la Argentina un cultivaron las relaciones con hombres del poder que compartían sus
sector de producción secundaria. Si bien las formas más tradicio- inclinaciones proteccionistas (Miguel Cané y Vicente F. López, por
nales del artesanado fueron desapareciendo, hubo una expansión ejemplo, fueron nombrados miembros honorarios de la entidad).
de la manufactura. Aunque relativamente menor frente al comer-
cio y la actividad agraria, la fabricación de productos manufactu- El Club sufrió pronto una división. Según Chiaramonte, al-
rados se abría paso de manera sostenida. Ese crecimiento se rela- gunos socios del mismo disentían con la línea proteccionista más du-
cionó tanto con el aumento de la población, sobre todo en las ciu- ra que controlaba el periódico y renunciaron para formar otra enti-
dades grandes, como con cambios en la demanda, vinculados con dad, el Centro Industrial. Este se constituyó en 1879 y uno de sus
la presencia creciente de inmigrantes. Se fue dando entonces un principales dirigentes fue Angel Estrada, litógrafo, comerciante im-
proceso de sustitución de importaciones en algunos rubros de fa- portador de materiales para imprenta y agente comercial de una casa
bricación sencilla y donde la baratura de las materias primas crea- de Nueva York. Desde su propio periódico, La Industria Argentina, el
ba ciertas ventajas para que la producción local compitiera con la Centro atacaba las posiciones proteccionistas del Club y rivalizaba
importada. Fue en Buenos Aires donde ese tránsito se manifestó con él por la representación de ese conglomerado vago pero retórica-
más rapidamente y para la década del ‘80 la ciudad ya mostraba un mente poderoso que era «la industria». A poco de su creación, el pri-
sistema fabril en acción. Más del 30 por ciento de la población por- mero reunía a 246 socios, entre los cuales se incluían gentes vincula-
teña trabajaba en el sector secundario, muchos de los cuales lo ha- das a la producción secundaria pero también algunos estancieros, co-
cían en los numerosos talleres y en las relativamente pocas fábricas merciantes y profesionales. Casi diez años más tarde, el Club reunía
120 instaladas en la ciudad. algo más de 100 miembros, mientras que el Centro superaba los 500.
Ambas asociaciones siguieron actuando separadamente, Con el tiempo, además, sufrieron una decadencia relativa, producto
el funcionamiento de las instituciones sanitarias y médicas durante proponía fundar una biblioteca, editar una revista y crear un museo,
la epidemia de fiebre amarilla de 1871, la Asociación apareció com- además de propender a la realización de concursos. Aspiraban a una
pletamente desdibujada. Sus contestatarios iniciadores de alguna renovación profunda de la profesión y de la carrera, y concebían al
manera habían ido logrando insertarse con relativo éxito en la pro- Círculo como una institución que contribuiría a revolucionar la
fesión y habían abandonado las filas de la rebeldía. Nuevos grupos ciencia médica local. Finalmente, había una flexión novedosa en sus
tomaban la iniciativa. Por esos años, tenía lugar un movimiento es- planteos: los jóvenes dirigentes se proponían participar del proceso
tudiantil de fuerte cuestionamiento a la institución universitaria, de construcción de la nacionalidad argentina. En un momento en
que afectó sobre todo a la Facultad de Derecho pero también a la que la llegada de científicos extranjeros ponía en jaque a la tradición
de Medicina. Ésta, que mantenía su autonomía con respecto a la local, estos jóvenes la revalorizaban y rescataban a los científicos del
Universidad, fue finalmente incorporada de lleno a ella como Fa- pasado como fundadores de una valiosa tradición.
cultad de Ciencias Médicas en 1874, cuando se introdujeron diver-
sas reformas y se nombró rector a Vicente F. López. Por entonces, A pesar de su carácter contestatario, el Círculo recurrió al
también se volvió a restablecer la Academia, encargada de las pro- Estado en busca de apoyo financiero. Y lo consiguió: para 1877, se-
puestas de nombramiento de profesores y de los planes de estudio. gún datos de González Leandri, casi el 80 por ciento de sus recursos
En medio de ese clima, se creo la Sociedad Estímulo Médico, que provenían de subsidios estatales y el resto de las cuotas de sus miem-
tuvo una existencia muy corta y fue sucedida por el más exitoso bros. De esta manera, la institución se consolidó rápidamente y esto
Círculo Médico Argentino. En palabras de González Leandri: «A creó cristalizaciones en el grupo dirigente. Pronto se convirtió en un
tono con el clima estudiantil de la época y con la creciente diver- organismo básicamente corporativo dedicado, sobre todo, a la de-
sificación social de los aspirantes a convertirse en médicos, el Cír- fensa de los intereses de los nuevos médicos, aquéllos que se afirma-
culo se instituyó bajo el doble carácter de sociedad científica y de- ban en la profesión por fuera del aparato académico jerárquico. En
fensora de los intereses corporativos de sus afiliados».8 Fueron sus ese plano, una de sus principales banderas pasó a ser la libertad de
promotores los estudiantes que, como José María Ramos Mejía y estudios, es decir, la limitación al monopolio que ejercían los cate-
Antonio Crespo, habían tenido una actuación importante en la im- dráticos y la Academia en la carrera profesional de los médicos.
pugnación de la jerarquía médica universitaria, proponiendo refor-
mas en planes de estudio y reglamentos, y denunciando el aumento El Círculo funcionó hasta 1900, cuando se dividió en dos
de los derechos de matrícula y de exámenes. Entre los propósitos es- organizaciones independientes. Mientras tanto, desde 1870 y salvo
tablecidos por los estatutos del Círculo figuraban la defensa de los algunos momentos de reactivación, la Asociación Médica Bonaeren-
estudiantes acusados por la Facultad y el apoyo a los enfermos y a los se fue agonizando y con ella decayó también la Revista Médico-Qui-
rúrgica. Pero esta última, a partir de 1877 y bajo la dirección de Emi-
lio Coni, se autonomizó y recobró un lugar prestigioso en el campo
122 8. Ibid., p. 194. profesional, orientándose sobre todo hacia la higiene pública.
No fueron las únicas sociedades que agruparon científicos y FIESTAS, BAILES Y ENTRETENIMIENTOS
Orden, éste era «un ensayo práctico del principio de asociación» jóvenes españoles dedicados a las actividades musicales pero, según
que propendería a «estrechar los vínculos fraternales de sus miem- nos informa Alicia Megías, dos años más tarde se convirtió en un
bros». Había, también, una veta cultural: biblioteca, conferencias y club social que, para 1880, tenía a unos 300 socios. Estos se reunían
tertulias. Y no faltaba la beneficencia, aspecto en el que generalmen- en la sede para conversar, jugar al billar o practicar esgrima, asistir a
te se destacaban las mujeres, socias o esposas e hijas de socios. Final- conferencias científicas y literarias, y, sobre todo, para participar de
mente, en sus salones se realizaban banquetes, agasajos y, sobre to- los famosos bailes que periódicamente organizaba la institución.
do, bailes, una verdadera institución en la que competían las dife-
rentes entidades en lujo y despliegue de apellidos de prosapia. El asociacionismo llegó a impregnar también a un evento
subversivo por excelencia: el carnaval. Al menos en Buenos Aires,
A pesar de las disposiciones de los reglamentos que en ge- la celebración de los carnavales daba lugar a intensos esfuerzos aso-
neral subrayaban la neutralidad de estos clubes en materia políti- ciativos. Luego de la caída de Rosas, se levantaron muchas de las
ca, ésta no podía quedar afuera. En momentos de disputa política restricciones que pesaban sobre esa celebración, que se convirtió así
y electoral, los ánimos se caldeaban. Así ocurrió en el agitado año en la ocasión festiva por excelencia para la población de la ciudad.
de 1874 cuando, como nos cuenta el contemporáneo Félix Armes- Festejos en grandes salones y en las calles, bailes de máscaras y el
to: «Los clubs del Progreso y del Plata eran un hervidero de discu- juego de agua eran las marcas del carnaval porteño. Así surgieron
siones y fue necesario que sus comisiones directivas incluyeran en las primeras comparsas. Su origen se ha vinculado a los orfeones
sus reglamentos la prohibición de tratar cuestiones políticas en sus organizados por los residentes españoles, el primero de los cuales,
recintos».9 Dos años más tarde, la rivalidad entre alsinistas y mi- «La Salamanca Primitiva», creado en 1854, reunía a más de tres-
tristas en el seno del Club Los Negros terminó con el alejamiento cientas personas que se preparaban para desfilar con su música y
de estos últimos, quienes luego fundaron el Club Argentino. sus trajes regionales. Los jóvenes porteños de las familias acomoda-
das comenzaron a organizarse de manera semejante para actuar en
Los clubes sociales no eran patrimonio de las elites criollas. los carnavales. Primero lo hicieron en casas de familia y teatros.
Los sectores acomodados de la inmigración también crearon los su- Ofrecían serenatas y asistían a los bailes de disfraces en grupo. Al-
yos: en Buenos Aires, se fundaron la Sociedad de Gimnasia Alema- go más tarde, salieron a la calle con sus bailes y sus cantos satíricos.
na, luego Club Alemán (1852), el Club Español (1866), el Club Su presencia fue lo suficientemente visible como para que en 1863
Francés (1867), y el Circolo Italiano (1880). Además, a medida que el gobierno dictara un reglamento para regular sus prácticas.
avanzaba el proceso de modernización y se expandían los sectores
medios, los clubes proliferaron en ciudades y pueblos. En Rosario, Pronto, esta nueva costumbre arraigó en amplios sectores de
la población porteña que organizaron sus propias comparsas. Sala-
manca, Orión, Los Negros, Los Habitantes de la Luna, Los Habitantes
124 9. Félix Armesto, Mitristas y alsinistas, Buenos Aires, Ed. Sudestada, 1969, p. 31. del Carapachay, Lago di Como, Stella, La Ibérica y muchas otras se
preparaban con sus trajes para desfilar, cantar y bailar durante los días
Desde temprano, algunas comparsas porteñas incluyeron ligeramente, dice, como si sólo fueran la farsa de una alegre estu-
elementos culturales africanos. Según Oscar Chamosa, en 1866, la diantina. Fueron un intento, más serio de los que parece, de parte
comparsa Yatay introdujo la novedad de imitar a los africanos y de de la elite porteña por reinterpretar la cultura popular tomando una
cantar canciones «de negros». Cuando ya los candombes estaban parte de ella, decodificándola en sus propios moldes, es decir, este-
prácticamente desterrados de la vida porteña, fueron jóvenes blancos reotipándola y haciéndola ‹folklore›, para incluirla en un lugar limi-
los que retomaron las danzas y vestimentas de los viejos bailes de es- tado dentro de su propio proyecto de cultura nacional».10 De algu-
clavos. La más renombrada de esas agrupaciones fue la Sociedad Los na manera, ellos contribuyeron a «ennegrecer» el carnaval porteño.
Negros que reunía a jóvenes de la elite de la ciudad, quienes apare-
cían en público con el rostro pintado de negro y parodiando a los Chamosa ha destacado también otro aspecto de esta expe-
afroargentinos. Fue una de las comparsas más importantes: tenía se- riencia: la adopción de la comparsa como modelo de sociabilidad
de propia, publicaba un periódico, imprimía las partituras de sus de los propios miembros de la colectividad afroargentina, cuyas an-
canciones y estaba muy bien organizada. En ocasión de la Guerra del tiguas formas de nucleamiento estaban desapareciendo. En 1869,
Paraguay, comenzó a ofrecer conciertos para juntar fondos para ayu- crearon la comparsa Símbolo Republicano para participar del corso
dar a las víctimas argentinas del conflicto. Desde entonces, continuó de ese año y, a partir de entonces, las sociedades carnavelescas ne-
con la realización de actividades filantrópicas. Finalmente, se asentó gras se multiplicaron rápidamente. Diez años más tarde había unas
como club social de gran prestigio, el Club Los Negros. 29 agrupaciones negras masculinas y 15 femeninas en la ciudad.
Entre estas últimas, se incluían Las Amigas de la Broma, Las Capri-
En su estudio sobre la sociabilidad negra, Chamosa anali- chosas, Las Humildes y Las Mumbonas.
za este fenómeno de las comparsas que imitaban a la población de
color. Descarta una lectura simplista que lo intepreta en clave de
burla de los blancos privilegiados hacia los afroargentinos y ofrece 10. Oscar Chamosa, Asociaciones africanas de Buenos Aires, 1823-1880. Introducción a la
una visión más compleja. «Los blancos tiznados no pueden tomarse sociabilidad de una comunidad marginada, Tesis de licenciatura, UNL, Luján, 1995, p. 31. 125
La comparsa se consideraba entonces una más de las for- Los tres frontones más grandes fueron Plaza Euzkara,
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mas asociativas tan caras a la población de Buenos Aires y se la va- Frontón Buenos Aires y Frontón Nacional, que contrataban a fa-
loraba positivamente pues, al canalizar el espíritu festivo, fomen- mosos pelotaris para actuar frente a miles de espectadores. Se tra-
taba el ingreso de los jóvenes a la sociabilidad pública. Esta pos- taba en este caso de explotar el espectáculo y, salvo en el primero,
tura, defendida entre otros por Héctor Varela desde La Tribuna, los demás emprendimientos se organizaron como sociedad anóni-
también encontraba voceros en la colectividad negra. Así, el dia- ma, es decir, como una empresa por acciones destinada a obtener
rio La Broma destacaba que «la fundación de sociedades carnava- ganancias. El caso de Plaza Euzkara es algo diferente y resulta más
lescas ha dado frutos muy benéficos» y las consideraba un primer pertinente para este trabajo. En 1877, un grupo de vascos funda-
paso para avanzar luego en «el propósito de sostener periódicos ron el Centro Laurak-Bat que, bajo la dirección de Toribio de
[…], de fundar bibliotecas, de dar conferencias literarias, de orga- Ayerza, se propuso resguardar la identidad vasca y mantener sus
nizar sociedades de socorros mutuos».11 De esta manera, hasta tradiciones, lengua, y costumbres. El Centro construyó la Plaza,
una ocasión simbólicamente tan revulsiva del orden social como que fue inaugrada en 1882 y que tenía capacidad para tres mil es-
el carnaval quedaba incorporada a la marcha civilizatoria encarnada pectadores. Allí se jugaba pelota, pero también se celebraban fies-
en el movimiento asociativo. tas en las cuales se desplegaban los bailes típicos de la región. Es
decir, que funcionaba también como club social.
Finalmente, en materia de diversiones y entretenimientos
colectivos, los juegos ocupaban un lugar creciente en la vida de los
argentinos, aunque el deporte era, todavía, una actividad marginal. LA MASONERIA
Entre los hombres el juego de pelota, las carreras de caballos (crio-
llas -las cuadreras- o a la inglesa), a veces el billar o la esgrima, es- El clima político y cultural posterior a Caseros fue propicio
taban bastante difundidos. Con la inmigración vasca, el primero se para la expansión de una institución que encontró un terreno fértil
expandió notablemente y surgieron frontones, canchas y trinque- entre los miembros de las elites y de los sectores medios locales: la
tes tanto en las ciudades grandes como en los pueblos de las pro- franc masonería. La expansión del republicanismo liberal, el arraigo
vincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pam- de las más modernas doctrinas seculares y la indiferencia creciente,
pa. En general, se trataba de canchas privadas, que funcionaban en cuando no hostilidad, por parte de los varones de las clases acomoda-
despachos de bebidas, en restaurantes, o aun en tambos para ven- das hacia la Iglesia Católica, contribuyeron a la difusión de esa forma
ta de leche, y donde había también juego de barajas. Según María tan especial de asociaciones que fueron las logias másónicas.
Marticorena, en todas esas canchas se jugaba a mano, a veces con
guante, y sólo en Buenos Aires se usaba pala, cesta y share. Luego de los primeros pasos post-Caseros, en 1857 se cons-
tituyó la llamada Gran Logia, fruto de la unión de las principales lo-
gias existentes en ese momento: Confraternidad Argentina, Con-
126 11. La Broma, 25/10/1877 y 1/8/1878. suelo del Infortunio, Tolerancia, Unión del Plata, Regeneración y
Lealtad y Constancia. Este resultado no se había alcanzado sin décadas de expansión, además de las logias grandes y centrales, sur-
legaciones nacionales y extranjeras, la mayoría de filiación masónica. les -comisiones ad hoc creadas para ayudar a las víctimas de alguna gue-
Allí se desplegaron públicamente muchos de los motivos que abo- rra o catástrofe-. Asociaciones creadas con otros fines también incur-
naban la actividad de las logias: eran anticlericales, pacifistas, abo- sionaban en ese terreno, como las logias masónicas que acabamos de
gaban por la igualdad del hombre y la mujer, y apoyaban la ley de mencionar, las asociaciones mutuales y los clubes sociales. Desde muy
divorcio (propuesta en el Congreso en 1902 y derrotada por muy temprano, como ya vimos, el Estado también intervenía en el campo
escaso margen). Además de bregar por estas y otras causas semejan- filantrópico, donde las organizaciones católicas habían dominado has-
tes, las logias y sus miembros desarrollaban una intensa actividad ta la década de 1820. La institución emblemática en ese sentido fue la
filantrópica. Ya en 1857, se registran dos importantes iniciativas ma- Sociedad de Beneficencia, creada en 1823 por el gobierno de Buenos
sónicas en esa dirección: la creación del asilo de mendigos y de la es- Aires, que entregó su dirección y gestión a un grupo de mujeres patri-
cuela de sordomudos. En ocasión de la primera epidemia de fiebre cias. La entidad pasó por diferentes etapas y, tras un período de muy
amarilla en 1858, el Supremo Consejo solicitó a las logias apoyo pa- escasa actividad durante la gobernación de Rosas, en 1852 se procedió
ra la instalación de un lazareto y para adoptar otras medidas contra el a su reinstalación. Por esos años también se creaban sociedades seme-
flagelo. Durante la Guerra del Paraguay, se organizaron colectas y sus- jantes en varias provincias, según el modelo porteño, es decir, por
cripciones para ayudar a los inválidos, a las familias pobres de los acuerdo entre el estado y grupos privados (de mujeres).
guardias movilizados y aun «para socorrer al pueblo paraguayo». Du-
rante la eclosión del cólera en 1867/68 y sobre todo durante la terri- Aunque nacidas por iniciativa estatal y sostenidas parcial-
ble epidemia de fiebre amarilla de 1871, nuevamente se movilizaron mente con fondos gubernamentales, estas sociedades se manejaban
los masones. También se organizaron para atender a los heridos en las con autonomía de gestión y autarquía financiera. En Buenos Aires,
revoluciones de 1880, 1890 y 1893 (en Rosario), y fundaron la Aso- durante la década del ‘60, las actividades de la Sociedad giraron en
ciación Masónica de caridad y filantropía Consuelo del Infortunio, torno del Hospital de Mujeres, el Hospicio de Alienadas, la Casa de
que se ocupaba de responder ante catástrofes que requirieran ayuda. Expósitos y las escuelas para niñas. Para encargarse de la vida interna
y organización de las instituciones de reclusión, la entidad había con-
tratado en el extranjero a las Hermanas de Caridad. En cuanto a las
CARIDAD Y FILANTROPIA I escuelas, que sumaban 80 entre ciudad y campaña, con un total de
5.300 alumnas en 1869, eran administradas directamente por la So-
La iniciativa filantrópica tuvo una expansión diversificada en ciedad que usaba fondos estatales y propios, obtenidos de la venta de
estas décadas. Las ideas que la habían sustentado durante la primera labores hechas por las alumnas y del pago que hacían algunas de ellas
mitad del siglo estaban cambiando rápidamente, lo que luego daría lu- consideradas «pudientes». En cada escuela, se aceptaban sólo diez en
gar a disputas por el sentido de la acción benéfica y por el control de estas condiciones, ya que el resto de las vacantes eran gratuitas. Según
las instituciones (ver más abajo). Mientras tanto, lo que se observa es la Estela Martínez, una vez que se decidía la creación de un estableci-
128 multiplicación y coexistencia de iniciativas y ámbitos, desde los más for- miento de este tipo en un lugar cualquiera de la provincia, la Sociedad
se encargaba de todo lo relativo a su puesta en marcha, desde conse-
de visitas a las más de 120 mil familias que recibían asistencia de las Se- acción colectiva, se fomentaba alguna causa o se encaraba una tarea es-
ñoras de San Vicente de Paul. La Sociedad creó luego asilos maternales pecífica, se creaba una comisión o un comité para la ocasión. La reali-
para recibir de día a niños cuyas madres trabajaban fuera de su casa. zación de homenajes a figuras públicas; la erección de estatuas; la recau-
dación de fondos para causas tan diversas como la compra de fusiles pa-
Las colectividades de inmigrantes también socorrieron a ra Garibaldi, la construcción de hospitales como el Italiano y el Espa-
sus «pobres», y crearon instituciones para atender a la salud de sus ñol, la reparación del Colegio del Salvador, el socorro a víctimas de ca-
connacionales. La más antigua de estas iniciativas fue la de los fran- tástrofes, revoluciones o guerras; la celebración de eventos como la pro-
ceses, que crearon su Sociedad Filantrópica en 1842, entidad que dió clamación de la República Francesa o Española; la promoción de pro-
origen al hospital en 1847 y a un orfelinato en 1865. Los españoles, testas colectivas como la manifestación contra los jesuitas en 1875 o el
por su parte, en 1852 crearon la Sociedad de Beneficencia Española mitín de 1878 contra los impuestos, ambos en Buenos Aires; la defensa
de Buenos Aires, a la que siguieron otras en Cañuelas, Córdoba y contra una epidemia: todo ello era motivo de iniciativas conjuntas.
Mendoza. Todas se proponían ayudar a los «verdaderamente necesi-
tados», dar sepultura a los pobres que fallecieran, proporcionar a los Las formas asociativas -las permanentes y las efímeras-, tras-
inmigrantes recomendaciones e instrucciones para facilitarles su ubi- cendían sus objetivos específicos, pues no sólo buscaban cumplir con
cación en el país, repatriar a los enfermos o inválidos, proteger a los los fines particulares, sino que aspiraban a inscribirse en el movimien-
huérfanos. En 1870, la de Buenos Aires construyó el Hospital Espa- to progresivo que suponía el asociacionismo como propuesta civiliza-
ñol, que tendría una larga y exitosa trayectoria. Dos años más tar- toria. Representaban una manera de concebir la organización social
de, abría sus puertas el Hospital Italiano, veinte años después que se que gozaba de gran predicamento entre vastos sectores de la pobla-
creara la Società di Beneficenza per l’Ospedale Italiano y se iniciarán ción del país, como ocurría entonces con otros pueblos de América.
las actividades para atender la salud de la colectividad.
Dada la cantidad y variedad de asociaciones de entonces, es
difícil generalizar sobre las características de ese movimiento. Pero se
ASOCIACIONES, VIDA CIVICA Y ESPIRITU PUBLICO pueden subrayar algunos de los rasgos sobresalientes de este período.
En primer lugar, la difusión de las prácticas asociativas se dio entre
Hemos recorrido varias formas del asociacionismo de 1860 a sectores muy diversos tanto social como culturalmente. Inmigrantes y
1890 y, sin embargo, muchas son las iniciativas que no han sido men- nativos, trabajadores y patrones, hombres y mujeres, jóvenes y viejos,
cionadas. Por ejemplo, las sociedades que perseguían objetivos cultura- ricos y pobres, porteños y provincianos, nadie escapaba a la tendencia.
les más o menos específicos: círculos literarios, ateneos, nucleamientos
musicales, de fomento a la educación, agrupaciones filodramáticas, que En segundo lugar, desde el punto de vista de la composi-
se pueden encontrar en la mayor parte de las ciudades y pueblos del país. ción social, la mayor parte de las asociaciones cruzaban verticalmente
130 Había, también, organizaciones más efímeras, con propósitos puntuales. este espectro y abarcaban varios de sus tramos. Hubo, por cierto,
algunas entidades que se recortaban en ese sentido, pero la mayo- resto de la población. En conjunto, la actividad asociativa se presentaba
Al comenzar la última década del siglo XIX, la Argentina de la desocupación y el subempleo temporarios; un crecimiento
se encontraba ya decididamente encaminada en la senda de una so- urbano que generaba bolsones de hacinamiento y pobreza a la vez
ciedad moderna, capitalista, burguesa. En la introducción nos refe- que empujaba a algunos hacia la marginalidad; un tipo de expan-
rimos a los principales cambios habidos entre 1860 y 1920. Nos de- sión agraria que descargaba los riesgos propios de la producción
tendremos aquí en las transformaciones en la dinámica social obser- en los sectores más débiles de arrendatarios, medieros y asalaria-
vables hacia fin de siglo, cuando el país entraba en una etapa de dos; una concentración de la riqueza que aumentaba brutalmen-
gran optimismo respecto de su presente y sobre todo, de su futuro. te la brecha entre los de arriba y los de abajo. Esto no significó,
sin embargo, que todos los frutos de la expansión fueran acapa-
Para entonces, y luego de la profunda crisis sufrida por rados por los más ricos, pues parte de los beneficios del gran cre-
la economía en 1890, la Argentina aceleró su crecimiento basado cimiento alimentaron la creación de las capas medias y de secto-
en la exportación de cereales y carnes producidas en su vasta y res populares heterogéneos, así como la consolidación del aparato
fértil pampa húmeda; en una expansión del mercado interno del Estado, que aumentó sus gastos y sus inversiones.
provocado por el sostenido aumento de la población; y en la re-
lación cada vez más estrecha con un mercado internacional que Para ese Estado, las preocupaciones centrales de estas dé-
consumía sus productos a la vez que proveía insumos y manufac- cadas se pueden sintetizar en tres dimensiones: la cuestión social,
turas, brazos y capitales. Una estructura social cada vez más com- la cuestión nacional y la cuestión política.
pleja iba definiendo perfiles propios de una sociedad moderna:
los trabajadores constituían la base de una pirámide que sin em- La primera refería a los problemas sociales que trajo la mo-
bargo se engrosaba también en los escalones intermedios y que dernización y a la respuesta a ellos gestada desde el nuevo movimien-
mostraba una cúspide pequeña pero no cerrada. La población era to obrero. La segunda se vinculaba a las dificultades para definir una
crecientemente urbana, alfabeta y socialmente móvil. Las caras «nacionalidad argentina» en un mundo en el que ese concepto se aso-
oscuras de la modernidad capitalista también estaban presentes: ciaba crecientemente a la identidad cultural: la gran heterogeneidad
un mercado de trabajo que mostraba fuertes fluctuaciones en la demográfica y cultural del país planteaba un problema de difícil reso-
demanda y por lo tanto, si bien a veces ofrecía oportunidades, lución. Y finalmente, la cuestión política era el resultado de un régimen
condenaba a la mayor parte de los trabajadores a la incertidumbre que de hecho funcionaba con escasa participación ciudadana. 133
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H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A Estas tres cuestiones giraban en torno al tema central LOS TRABAJADORES
de la integración: cómo definir los límites de la misma, quiénes
quedaban dentro y quiénes debían ser expulsados (de hecho o de El crecimiento económico y la consolidación del capita-
derecho) de esta nación en construcción. Y dieron lugar a deba- lismo en la Argentina trajeron aparejados un aumento sostenido de
tes muy intensos en las cúpulas, pero también en el resto de la los obreros asalariados tanto en la ciudad como en el campo. La
sociedad, que participó a través de la palabra pero también de la presencia de este tipo de trabajadores no era nueva, pero a medida
acción en esas definiciones. El Estado actuó combinando estra- que avanzaba el siglo se hacía predominante. En ese marco, a par-
tegias represivas y cooptativas. Definió mejor su aparato represi- tir de los años ‘80, comenzó a surgir una nueva forma de nuclea-
vo legal e institucional, pero también puso en marcha políticas miento específicamente obrera, diferente de las que hasta entonces
activas sobre todo en materia de educación. La cuestión social habían atraído a parte de la población trabajadora: las sociedades
no se resolvió pero fue encauzándose institucionalmente. El mo- gremiales y de resistencia. Las primeras entidades surgieron en las
vimiento obrero luchó por sus derechos y fue reprimido, pero ciudades grandes, centros del proceso de modernización: Buenos
logró también algunos avances en sus relaciones directas con el Aires, Rosario, Córdoba; luego, se multiplicaron en ciudades más
capital y con el Estado. La nacionalidad se definió cada vez más pequeñas, pueblos y finalmente en zonas rurales. Se trataba de or-
en términos identitarios, lo que trajo aparejado un proceso de ganizaciones que en general (aunque no siempre) reunían a traba-
homogeneización cultural complejo. Y la Ley Saénz Peña trans- jadores de un mismo oficio para defender sus intereses, cada vez
formó el régimen político al convertir el voto, que ya era univer- más frente al capital. Los socios se afiliaban pagando una cuota
sal, en obligatorio y secreto, e inducir así una democratización mensual que debía proveer los fondos para el alquiler de un local
de la vida política. que sirviera de sede social, financiar la edición de alguna publicación
periódica, eventualmente contribuir a sostener un fondo de huelga.
Como vemos, al iniciarse el siglo XX el Estado estaba
bien consolidado. La sociedad civil, por su parte, también mos- La aparición de estas sociedades de nuevo tipo es indiso-
traba signos inequívocos de fortaleza y autonomía. En particu- ciable de otros dos fenómenos que se dieron en forma interconec-
lar, el movimiento asociativo siguió creciendo de manera soste- tada: el surgimiento de agrupaciones políticas anarquistas y socialis-
nida, hasta alcanzar una cobertura espacial y social casi univer- tas, que apelaban a los trabajadores y promovían su organización
sal. Claro que, como veremos, éste dejó de presentar el rostro de para luchar por sus derechos y en contra del capital, y el desencade-
unidad característico del período anterior y en la medida en que namiento de conflictos abiertos entre obreros y patrones, cuya ex-
los intereses corporativos, de clase y de grupos se definían con presión más visible fueron las huelgas. Anarquistas y socialistas tu-
mayor precisión que antes, las asociaciones pasaron a represen- vieron una actuación muy intensa a partir de los años ‘90 y desarro-
tar más acotadamente esos intereses. A continuación, haremos llaron una variada gama de actividades tendientes a difundir sus
un recorrido por las principales expresiones del asociacionismo ideales, convencer a sus bases y atraerlas hacia sus organizaciones.
134 de este período. Estas eran de índole muy variada e incluían desde los numerosos
círculos creados por los anarquistas para promover su ideología, por reclamos de trabajadores, expresados a través de petitorios, plie-
El conflicto abierto y público entre obreros y patrones co- Veamos más de cerca los esfuerzos asociativos de los gremios
bró relieve también a partir de la década del ‘80 y los gremios actua- obreros. Como ya mencionamos, los primeros intentos de organiza-
ron como punta de lanza de las luchas reivindicativas. En el origen, ción surgieron como consecuencia de coyunturas de conflicto con la
muchas veces la secuencia fue inversa: a partir de un conflicto se or- patronal. Así ocurrió, como vimos mas arriba, en el caso de la Unión
ganizaba la sociedad de resistencia. Todo el período estuvo jalonado Tipográfica Bonaerense, que se creó cuando un grupo de la Sociedad 135
Tipográfica se escindió con el propósito de presionar por reivindica- Los datos disponibles son poco confiables, pero de todas
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ciones laborales. En la década del ‘80 hubo numerosos reclamos obre- maneras muestran tanto el crecimiento como la variabilidad de la
ros que, nos dice Ricardo Falcón, giraban en torno de pedidos de au- agremiación. Según información de 1908 del Departamento Na-
mento de salarios y de reglamentación de la jornada de trabajo, pro- cional del Trabajo, en la Capital Federal alrededor del 10% de los
testa por atraso en los pagos, y otras cuestiones vinculadas con las 214.370 trabajadores censados eran miembros de alguna de las
condiciones de trabajo. Al mismo tiempo, surgían en Buenos Aires 45 sociedades de resistencia registradas en ese momento. Cuatro
varias sociedades de resistencia, como la Sociedad de Dependientes años más tarde, la misma fuente muestra un incremento del 50%
de Comercio (1880), la Unión de Obreros Panaderos (1881), la en la agremiación. Las cifras provistas por la prensa obrera son
Unión de Oficiales Yeseros (1882), la Sociedad de Resistencia de más altas: así, por ejemplo, en ocasión de la huelga general de
Obreros Marmoleros (1883) y la Sociedad de Oficiales Sombrereros 1907 se habla de casi 30 mil trabajadores sindicalizados en Bue-
(1886), entre otras. La mayor parte de estos gremios tuvieron corta nos Aires, la mayor parte de los cuales pertenecían a los gremios
vida. De los 15 creadas entre 1880 y 1887 que menciona Falcón, so- de estibadores y conductores de vehículos. Según el diario so-
lo dos, la sociedad de los panaderos y la Sociedad de Ayuda Mutua cialista La Vanguardia solo la tercera parte de ellos eran «coti-
entre Maquinistas y Fogoneros de Locomotoras «La Fraternidad» se zantes en sociedades», es decir, afiliados que pagaban sus cuotas
sostuvieron en el tiempo. Esta última combinaba los fines de resistencia al gremio correspondiente.12
con los mutuales y tenía alcance nacional (ver más abajo).
Por entonces, también habían surgido sociedades de resis-
La crítica coyuntura de 1890 trajo un reflujo de la activi- tencia en Córdoba y Rosario. En ésta última, en la década del ‘90 se
dad asociativa y de los conflictos gremiales, aunque fue a comienzos había desarrollado alguna actividad sindical ente los panaderos, zapa-
de ese año que los socialistas impulsaron la primera agrupación de teros, constructores de carruajes, dependientes de comercio, ferrovia-
sociedades de resistencia, el Comité Internacional Obrero, que logró rios y mayorales, y se había formado una Sociedad Internacional
reunir apenas una decena de entidades y tuvo corta vida. Con alti- Obrera, que aspiraba a reunir a los gremios, aunque con poco éxito.
bajos, la fundación de sociedades gremiales volvió a crecer después Nuevas sociedades llegaron con el siglo: el Sindicato de Estibadores
de la crisis y con mayor vigor aun en la primera década del nuevo si- y de Ribera del puerto de Rosario, que hacia 1903-4 estaba bastante
glo. Para entonces y sobre todo después de 1910, se observa un cam- bien organizado, contaba con local propio, realizaba asambleas anua-
bio en el centro de gravedad del movimiento gremial. Mientras en les, proveía cobertura asistencial a sus afiliados y tenía algún éxito
las primeras dos décadas éste era ocupado por sociedades pequeñas, en el cobro de sus cuotas; la seccional Rosario de la Confederación
fragmentadas, apoyadas en oficios que tenían todavía mucho de ar-
tesanales, en la nueva etapa el predominio pasó a los gremios gran-
des, masivos, vinculados a los sectores vitales de la economía de ex- 12. Datos provistos por Ricardo Falcón, El mundo del trabajo urbano (1890-1914),
Buenos Aires, CEAL, 1986, pp. 86-89. El cuadro de La Vanguardia (del 20/12/1907)
portación como el transporte y los servicios (puerto, ferrocarriles) y en Hobart Spalding, La clase trabajadora argentina. Documentos para su historia,
136 las industrias más concentradas (frigoríficos, metalurgia). 1890-1912, Buenos Aires, Galerna, 1970.
Ferrocarrilera (1904), fundada en Buenos Aires dos años antes, que
Argentina (CORA), que llegó a reunir a unos 7.000 obreros en sus actos y delegados para «orientar» a los trabajadores en su lucha.
1912. La FOA, por su parte, pronto se convirtió en FORA (Fede-
ración Obrera Regional Argentina) y adhirió explícitamente a los Pero volvamos a las sociedades mismas para preguntarnos
principios económicos y filosóficos del anarquismo. Esta organiza- por sus formas de organización y funcionamiento. La información
ción era una federación de federaciones, pues las sociedades de ofi- es escasa y fragmentaria. De todas maneras, contamos con dos
cio formaban federaciones de oficio que a su vez se integraban en ejemplos que pueden ilustrarnos acerca de esas cuestiones: el
federaciones locales y comarcales, para formar la FORA que, a su Sindicato de Trabajadores Panaderos de Córdoba y La Fraternidad.
vez, se incorporaba a la Federación Internacional. En 1907, la enti-
dad a nivel nacional reunía a 85 sindicatos y 7 federaciones locales El Sindicato de Panaderos reunía muchos de los rasgos tí-
(de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, La Plata, Tucumán, Entre Ríos picos de los primeras sociedades de resistencia, ya que se formó en
y Mendoza). Finalmente, en 1915 sufrió una escisión, pues los que torno de una producción que tenía mucho de artesanal y funcio-
respondían a la corriente sindicalista se abrieron de manera tal que naba en pequeños y medianos establecimientos, donde la división
los que respondían al anarquismo quedaron como FORA del V del trabajo se vinculaba más a las tradicionales formas de labor que
Congreso y los otros fueron la FORA del IX Congreso. a las modernas de producción en serie.
Estas federaciones tenían una militancia muy activa en la Según nos relata Ofelia Pianetto, este sindicato basaba su
promoción de la organización obrera en todos los niveles y en to- gobierno en la participación democrática de sus miembros en
das las regiones del país. Además de coordinar las actividades de su asamblea general. De allí surgía la Comisión Directiva y se toma-
fracción del movimiento obrero, realizaban una intensa propagan- ban las decisiones trascendentales, como la de declarar una huelga
da para difundir sus respectivas ideologías y para estimular la crea- o apoyar alguna otra medida de fuerza. Los socios debían pagar
ción de nuevas sociedades de resistencia que respondieran a sus una cuota mensual y los fondos así obtenidos se destinaban a man-
orientaciones. Así, por ejemplo, la UGT socialista tuvo ingerencia tener el local, pagar los gastos de propaganda, sostener a familiares
en los conflictos surgidos en 1902 en Tucumán en el sector cañe- de militantes presos o despedidos. En este caso, el gremio tenía una
ro y, a pedido de los dirigentes locales, envió a Adrián Patroni pa- Bolsa de Trabajo, a través de la cual proporcionaba ocupación a los
ra asesorarlos. Todos las grupos y en particular los anarquistas tu- miembros y personal a las empresas.
vieron activa participación en la organización de los trabajadores
rurales de la región pampeana, que aunque habían combatido por Como la mayor parte de los gremios, el de panaderos de-
mejorar sus condiciones de trabajo en varios oportunidades, sólo sarrollaba también una actividad social y cultural. Tenía una biblio-
lograron nuclearse en 1919 en un sindicato de braceros: la Unión teca y organizaba conferencias sobre temas laborales y sindicales, así
de Trabajadores Agrícolas. En ocasión de la gran huelga en los fri- como sobre cuestiones de salud e higiene, tales como el alcoholismo
138 goríficos de Berisso, nos relata Mirta Lobato, la FORA colaboraba y las enfermedades venéreas. Realizaba también veladas recreativas
que tenían el propósito de estimular la confraternidad y contribuir a también proveer socorros mutuos a sus afiliados. Así, proveía asisten-
1919 fue reemplazado por el del voto general y secreto. La Comi- los iniciadores, son también a título de protectores privilegiados, los
sión estaba compuesta por doce personas que debían pertenecer a que manipulan y en muchos casos, roban, haciendo siempre nego-
secciones cercanas a la Capital Federal, ya que allí residía el cuer- cios productores». Los anarquistas italianos no se quedaban atrás y
po. A él correspondía designar comisiones llamadas «ejecutivas» exhortaban a sus bases: «Obreros! Aquellos que, después de explota-
que lo representaban en las distintas líneas férreas del país, de ma- ros bárbaramente, os hablan de la madre patria y del veinte de sep-
nera tal que las secciones carecían de autonomía. Las reformas de tiembre os están engañando…».14 Lejos habían quedado las visio-
1919 dieron mayor capacidad de acción a esas comisiones ejecuti- nes positivas del mutualismo como mecanismo de solidaridad so-
vas, que desde ese momento fueron designadas por voto general cial, propias del período anterior. Como veremos, este movimiento
realizado en las respectivas secciones. Como gremio grande y rela- continuaba vigoroso, a pesar de las críticas de que era objeto.
tivamente poderoso, La Fraternidad tenía personal estable remune-
rado, incluyendo a su Secretario General y, a partir de 1916, contó
con una sede propia construida para ese fin. EL MUTUALISMO MADURO
Este gremio fue visto con recelo por mucho de sus pares, El mutualismo continuó ocupando un lugar muy im-
en particular por quienes criticaban el filón mutualista de la entidad. portante entre las prácticas asociativas de la República Argentina
Si bien varias sociedades de resistencia incluían facetas socorristas en- de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Como ya hemos
tre sus actividades, mutualismo y gremialismo eran vistos por mu- visto, parte de la actividad de asistencia fue incorporada a entida-
chos como actividades excluyentes y antagónicas. Para los dirigentes des con fines más amplios, como algunos gremios obreros, pero
del movimiento obrero de orientación clasista, las asociaciones de las asociaciones de las colectividades inmigrantes siguieron muy
ayuda mutua y sobre todo las vinculadas a las colectividades, repre- activas y se expandieron aquéllas que no exigían requisito de na-
sentaban un intento por disolver la identidad de los trabajadores en cionalidad así como las que surgían por iniciativa empresaria y
la de la nacionalidad, de manera de poder así explotarlos más fácil- que combinaban acción mutual con beneficencia. Las cifras dis-
mente. Así lo advertía el socialista Jacinto Oddone: «Repetidas veces ponibles para el año 1914, consignados por el tercer censo nacio-
hemos llamado la atención de los obreros acerca de la explotación de nal, resultan impactantes. Aunque esos datos han recibido críti-
que son víctimas por parte de esos centros de patrioterismo llama- cas, las usaremos como una aproximación a la realidad mutual de
dos sociedades de socorros mutuos, las cuales han tendido sus tentá-
culos en todos los rincones de la ciudad, pero que en realidad no les
importa un comino el socorro de sus asociados porque ellas no sir- 14. La Vanguardia, 14/9/1901 y 13/6/1896 y La Protesta, 20/9/1908. Citados por
ven sino para satisfacer la avidez de sus directores». Para los socialis- Romolo Gandolfo, «Las sociedades de socorros mutuos de Buenos Aires: cuestiones de
clase y etnia dentro de una comunidad de inmigrantes (1880-1920)» en F. Devoto y
tas «Responden bien al interés burgués de evitar o retardar [la] E. Míguez: Asociacionismo, trabajo e identidad étnica. Los italianos en América Latina en
140 emancipación moral, las sociedades de socorros mutuos, de recreo, una perspectiva comparada, Buenos Aires, CEMLA-CSER-IEHS, 1992, pp. 321-322.
la época.15 Como se observa en el cuadro correspondiente, había mayoría de los trabajadores no calificados, aunque sus sueldos ocasio-
15. P. B. Nasino, en su Tratado sobre economía social y mutualismo de 1919, critica los 16. Para comparar: el salario obrero era muy variable. En los oficios urbanos semi
datos del censo señalando que en los cuadros referidos a “Sociedades de socorros mutuos” calificados se pagaba por entonces entre 3 y 6 pesos por día.
se incorporaron no sólo los que corresponden estrictamente a ese tipo de entidades sino
también las cajas de empresa y de patronato, los círculos de obreros católicos, sociedades
gremiales que solo hacían marginalmente acción mutual, entre otros. Según el autor, si se
descuentan estas instituciones, el total de sociedades de ayuda mutua rondaría las 900. 141
Los servicios que ofrecían variaban mucho según la capa- estrechos entre unas y otras. Esta hegemonía republicana no impidió,
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cidad y solvencia de cada institución. En general, cubrían gastos sin embargo, la emergencia de grupos que compitieron por el poder
médicos y de medicamenteos para los socios enfermos, aunque la y, en una segunda etapa, luego de la consolidación de la monarquía
mayor parte excluía las enfermedades crónicas. Los subsidios por en Italia, buscaron homogeneizar el mensaje patriótico en torno de
incapacidad oscilaban alrededor de $1.- por día y se extendían por una «italianidad» por encima de las banderías políticas e ideológicas.
tres o cuatro meses. Se pagaban también gastos de entierro e in-
demnizaciones a la familia del socio fallecido. Algunas brindaban Las aguas volvieron a agitarse hacia fines de siglo, cuando
subsidios a las mujeres parturientas, aunque la mayoría no las acep- fue ganando espacio un nacionalismo de índole cultural alimentado
taba como miembros plenos. La conexión directa con algún hos- por las ambiciones imperialistas de los países europeos. Ya desde la
pital (como el Español o el Italiano) daba a ciertas asociaciones la década del ‘80, en Italia se había difundido la idea de fomentar la re-
posibilidad de ofrecer atención médica de mejor calidad. lación directa entre el gobierno de ese país y las que comenzaron a
llamarse «colonias» italianas en el mundo y en particular en el Río
Para poder explorar mejor cómo funcionaban estas entida- de la Plata, como parte de la flamante política expansionista. Aun-
des, tenemos que detenernos en algunos de sus tipos y casos princi- que ese tipo de propuestas desencadenó la reacción negativa de algu-
pales. Retomemos en primer lugar la historia de las asociaciones de nos destacados dirigentes de la colectividad en la Argentina y, por su-
colectividad. Estas llegaron, hacia fines del siglo XIX, a su mayor ex- puesto, de autoridades del país, contribuyó a alimentar un nuevo cli-
pansión relativa, para luego mantenerse y en algunos casos estancar- ma. El nacionalismo cultural arraigó entre las dirigencias italianas, a
se con respecto a su población de referencia. A las dificultades que la vez que también se hacía fuerte entre las elites políticas e intelec-
ya mencionamos para el conjunto de las mutuales se agregaba en es- tuales argentinas. Si bien la polémica acerca de cómo definir y cons-
te caso el envejecimiento de la masa societaria, a medida que los truir a la nación atravesó a todo el período, lo cierto es que poco a
antiguos socios llegaban a edades en que requerían mayor asistencia. poco se fue imponiendo un concepto identitario de nación que, co-
mo ha demostrado Lilia Ana Bertoni, influyó de manera decisiva en
Hubo cambios y redefiniciones en lo que hacía a la «función las políticas estatales con respecto a la educación y a otras dimensio-
patriótica» que estas asociaciones se propusieron desde sus orígenes. nes de la vida cultural del país a partir de finales de la década del ‘80.
Vimos que en el caso de la colectividad italiana ese aspecto de la ac- El Estado comenzó así a ver con alarma las intenciones de las dife-
tividad societaria fue conflictiva antes de 1890, pues había diferentes rentes colectividades -pero sobre todo de la italiana que era la mayo-
maneras de entender la promoción del amor a la tierra natal. En un ritaria- en materia de preservación cultural, pues ahora entendía que
principio el tinte republicano predominó y se tradujo en una activi- la construcción de la nación argentina exigía la homogeneización en
dad política y cultural acorde con esa orientación, tanto en el interior materia de lengua, tradiciones, símbolos y arquetipos. Entonces, se
de las asociaciones como en las relaciones con la sociedad receptora. dispuso a intervenir con fuerza en el terreno de la educación y más
Las afinidades entre las dirigencias de las principales entidades mu- en general, de la formación de los nuevos argentinos. En la compe-
142 tuales y las elites liberales argentinas era evidente y generaba vínculos tencia con los esfuerzos de las colectividades, el Estado salió ganador.
SOCIEDADES DE SOCORROS MUTUOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA
Fuente: Elaboración propia en base a datos de los cuadros 23 y 24 publicados en Tercer Censo Nacional, 1914. Talleres Gráficos L. J. Rosso, Buenos Aires, 1916. Volumen X, pp. 308 y 309. 143
La multiplicación de escuelas y las mejoras notables en la ca- muchos de éstos hayan pertenecido a la vez a unos y otras, había -co-
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lidad de la enseñanza, sumados a la importancia que comenzó a tener mo vimos más arriba- una disputa ideológica que los enfrentaba. La
la educación la pública como escalón para el ascenso social, fueron mi- idea misma del mutualismo era criticada por muchos líderes sindica-
nando las posibilidades de las escuelas de las sociedades mutuales. A la les, aunque algunos gremios incluían ese tipo de actividad entre sus
competencia estatal se le agregó, además, la de las escuelas religiosas, funciones. Entre las dirigencias mutuales, por su parte y como ha de-
que en algunos casos, como la de los salesianos, tuvieron un impacto mostrado Gandolfo en el caso de las italianas, había quienes enten-
importante en la colectividad. Vimos mas arriba cómo, entre 1880 y dían que, a través de este tipo de asociaciones, podían contribuir a re-
1895, había disminuido la proporción de alumnos de origen italiano solver las disputas de clases. Emilio Zuccarini, anarquista convertido
en las escuelas de mutuales. Para principios del siglo, Luigi Barzini afir- luego en ferviente nacionalista, decía en 1910 de las sociedades italia-
maba «en Buenos Aires hay por lo menos 25.000 chicos italianos de nas que «han forzado en el ámbito del socorro mutuo, a los trabaja-
los cuales solamente 2.855 frecuentan escuelas italianas».17 Eran todas dores y jornaleros que se encontraban antes desorganizados, discipli-
escuelas primarias, pero las había para varones, mujeres y mixtas, así nándolos y enarbolándolos como ejemplo de moderación y aho-
como diurnas y nocturnas. En las zonas rurales tenían más éxito que rro».18 El conflicto entre etnia y clase era, sin embargo, difícil de sos-
en las ciudades, donde la competencia estatal era mayor. Aunque pa- layar aun en el seno de las sociedades mutuales y su dinámica contri-
ra entonces recibían subsidios del gobierno italiano, éstos apenas cu- buyó a alimentar controversias internas a las colectividades y también
brían un 7 por ciento de los gastos. Para las sociedades mutuales, se externas, en su relación con el conjunto de la sociedad argentina.
hizo cada vez más difícil sostener las escuelas y salvo algunas excepcio-
nes, tenían problemas serios de funcionamiento y su calidad en gene- A pesar de todos estos problemas, el asociacionismo de co-
ral dejaba mucho que desear. Por lo tanto, las escuelas de las mutuales lectividad tuvo, como vimos, una presencia importante en todo el
terminaron atendiendo solamente a una demanda marginal. país y especialmente, en las zonas de mayor afluencia de inmigran-
tes que eran, a su vez, las que habían experimentado transformacio-
Si en los ámbitos educativos, culturales y de la salud las nes económicas y sociales más profundas. En las dos colectividades
mutuales de colectividad experimentaron la competencia del Estado, más numerosas, la italiana y la española, el panorama se había com-
en el plano de la sociabilidad misma también tuvieron que lidiar plejizado con relación a las décadas anteriores. La primera de ellas
con otro actor colectivo importante, los gremios obreros. Aunque continuó mostrando una mayor propensión al asociacionismo a la
en la mayor parte de los casos, gremios y mutuales cubrían aspectos vez que una mayor fragmentación en ese terreno, pero para esta eta-
distintos de la vida asociativa de los trabajadores y es posible que pa las dos muestran una combinación entre unas pocas asociaciones
17. Citado por Luigi Favero, «Las escuelas de las sociedades italianas en la Argentina 18. Citado por Romolo Gandolfo en «Las sociedades italianas de socorros mutuos de
(1866-1914)» en Fernando Devoto y Gianfausto Rosoli, La inmigración italiana en la Buenos Aires: cuestiones de clase y etnía dentro de una comunidad de inmigrantes
Argentina, Buenos Aires, 1985, p. 182. (1880-1920)» en Fernando Devoto y Eduardo Míguez (comps.), Asociacionismo, trabajo e
144 identidad étnica. Los italianos en América Latina en una perspectiva comparada. Bs. As., 1992.
grandes y muy sólidas, y un conjunto mayor de pequeñas entidades relativos al gobierno democrático de la entidad, es decir, a participar
más arriba, se fomentaba desde el Estado. referencia espacios de origen inferiores a la provincia, tales como la
comarca, el municipio o el distrito. Los vecinos de una parroquia
En ese contexto, el liderazgo de la colectividad constituía o localidad de Galicia, una vez en Buenos Aires, se organizaban y
un capital político fundamental. Ese liderazgo se construía de di- creaban asociaciones que eran al mismo tiempo espacios de socia-
ferentes maneras. En este caso, como en la mayor parte de las en- bilidad recreativa, de socorro mutuo y de lo que llamaban «auxi-
tidades mutuales grandes, pocos socios participaban activamente lio» a su lugar de origen, a través del envío de dineros para la cons-
de los mecanismos democráticos previstos por los estatutos. La trucción y mantenimiento de escuelas y hospitales. Debido al lu-
asistencia a las asambleas era muy baja: entre 1905 y 1918, por gar importante que ocupaba este último objetivo, Núñez Seixas las
ejemplo, sólo un promedio del 1,3 por ciento de los socios asistió denomina «sociedades de instrucción».
a las asambleas convocadas en ese período. Al mismo tiempo, es
probable que existieran fuertes lazos de clientelismo entre ciertos La primera de éstas nació en Buenos Aires en 1904. Se lla-
dirigentes y parte de las bases societarias. maba La Concordia y reunía a los naturales de la parroquia de For-
nelos da Ribeira, en Pontevedra. Desde entonces, el número de es-
Mientras la Asociación constituía sin duda una institución tas sociedades creció sostenidamente. Entre ese año y el de 1936,
sólida, exitosa y de mucho prestigio, se multiplicaban también otro en Buenos Aires hubo un total de 327, la mayor parte de las cuales
tipo de entidades, algunas intermedias, como las Sociedades Espa- reunía a gallegos provenientes de municipios o parroquias de Pon-
ñolas de Socorros Mutuos de Córdoba y de Mar del Plata, por tevedra, en segundo lugar de La Coruña, y luego de Lugo y Orense.
ejemplo, y muchas otras más pequeñas, con recursos y cobertura
más limitados, y destinos más inciertos. Alejandro Fernández ha es- Aunque estas instituciones se fundaron a partir de la exis-
tudiado las asociaciones de Belgrano (creada en 1883) y de Flores tencia de vínculos transplantados desde el lugar de origen, muy
(1896), de reclutamiento barrial. Por otra parte, Xosé Núñez Seixas pronto fueron lugares de construcción de nuevas relaciones e iden-
ha explorado otro tipo de entidades pequeñas, las que nucleaban tidades, de intercambios con otras sociedades similares o gallegas
exclusivamente a gallegos provenientes de ciertas comarcas de esa más amplias, y de influencias que surgían de la inserción en el nue-
región española. Miremos más de cerca a estas últimas. vo medio. La mayoría de ellas reunía un capital social relativamen-
te modesto y un número de socios variable: las más pequeñas tenían
Los gallegos constituyeron un contingente inmigratorio unos cuarenta a cincuenta socios y las más grandes podían llegar a
muy numeroso en América y en particular en la Argentina. En ma- los 600. Pocas eran las sociedades de instrucción que lograban tener
teria asociativa, se crearon sociedades gallegas de socorros mutuos un local propio; algunas alquilaban o pedían prestado algún espa-
en diferentes ciudades del país, varias de las cuales se expandieron cio en una de las instituciones más grandes de la colectividad, otras
notablemente en las primeras décadas del siglo XX. Pero al mismo se reunían en el domicilio de un socio o en algún café o comercio
146 tiempo que estas instituciones grandes, hubo una proliferación de semejante. Y sólo las más poderosas editaban un periódico.
La dirigencia de estas instituciones provenía de lo que Gallego, las microterritoriales siguieron ocupándose de los gastos de
nas de las cuales conocían como «cosmopolitas». Entre estas últi- para los trabajadores así como la prédica ideológica, pues se trataba
mas, en este período se destacaba la Asociación Obrera de Socorros de protegerlos y alejarlos de las sociedades orientadas por valores li-
Mutuos, creada en 1898 y que tuvo una larga y existosa trayectoria. berales, socialistas y anarquistas. Se proponían reunir a quienes por
Habían prácticamente desaparecido, en cambio, las sociedades ex- su educación y fortuna ocupaban los lugares más altos de la sociedad
clusivamente mutuales por oficio, características de la etapa anterior. y a los que debían recibir de ellos asistencia y ejemplo. Y se organi-
zaban para brindar asistencia a estos últimos en casos de enferme-
Las asociaciones católicas con sesgo mutual, por su par- dad, proveer a su educación a través de la creación de escuelas diur-
te, tuvieron un temprano desarrollo en la ciudad de Córdoba. Ya nas y nocturnas, proporcionarles instrucción religiosa y asistencia es-
en 1877, según datos de Ofelia Pianetto, se creó la Asociación Ca- piritual, crear agencias de trabajo y cajas de ahorro, y formar gremios
tólica de Obreros, que contaba con 500 afiliados. Tenía fines mu- profesionales. Realizaban también reuniones sociales y fiestas escola-
tuales pero también de asistencia religiosa. Algunos años más tar- res. E impulsaban la sanción de leyes sociales, como las de descanso
de, en 1884, surgía la Sociedad Católica de Socorros Mutuos, vin- dominical y reglamentación del trabajo de mujeres y niños, a través
culada a la Unión Católica, una agrupación política que buscaba del envío de proyectos y peticiones al gobierno. Según el diario Los
sumar fuerzas para competir en la provincia. Por entonces tam- Principios de Córdoba, la acción de los círculos en esa ciudad estaba
bién exsitía la Asociación Católica de Obreros Josefinos que tenía destinada a «… levantar el nivel moral de las clases obreras con la
objetivos básicamente piadosos. propagación de las ideas católicas que los inducen a trabajar y no a
esas desgraciadas huelgas en las que el que pierde es el obrero».20
El movimiento católico más importante llegaría algo más
tarde, con la creación de los Círculos de Obreros Católicos. En Hacia 1910 había círculos en todo el país y se realizaban
1891, el papa León XIII daba a conocer su encíclica Rerum Nova- periódicamente congresos que reunían a sus delegados para el tra-
rum, en la que convocaba a su grey a preocuparse por las cuestiones tamiento de temas comunes. Para 1912, la jerarquía eclesiástica in-
sociales y a realizar obras en favor de la clase trabajadora. Su prédi- tervino para reorientar el movimiento, provocando la separación
ca tuvo un efecto casi inmediato en la Argentina, pues al año si- del Padre Grote de la conducción y designando en su lugar a mon-
guiente se organizó en Buenos Aires el Círculo Central, por inicia- señor Miguel De Andrea, secretario personal del Arzobispo de
tiva del Padre redentorista Federico Grote. Llegado poco antes de Buenos Aires. Bajo su orientación, los círculos se ajustaron más a
Alemania, Grote actuaría como Director Espiritual del círculo y co- los dictados de la Iglesia, en un clima social marcado por nuevos
mo promotor de la difusión de esta forma de nucleamiento hacia el
resto del país. En 1895 se creó la Federación de Círculos Católicos
que, dos años más tarde, reunía a 24 entidades con un total de más
20. Los Principios 29-7-1897, citado en Hilda Iparraguirre y Ofelia Pianetto,
de 4.000 afiliados. Ya en el nuevo siglo, seguirían expandiéndose y La organización de la clase obrera en Córdoba, 1870-1895, Córdoba,
148 para 1912 había 74 círculos con casi 23.000 cotizantes. Universidad Nacional de Córdoba, 1968, p. 52.
desafíos: el fortalecimiento del nacionalismo, la reforma electoral Berisso y Gaetano Dallacha establecieron una sociedad de socorros
mentación de medidas de fuerza. Para tratar de alcanzar esa armo- el otro, atendía a un mercado interno que crecía al ritmo del au-
nía, los industriales usaban la persuasión y la coerción, a la vez que mento demográfico, la urbanización y la movilidad social prove-
desplegaban algunos mecanismos de más largo plazo como los que yéndolo de manufacturas de muy diverso tipo.
hemos mencionado más arriba: licencia de subsidios por enferme-
dad, cajas de ahorro, casas para los empleados, a veces, jubilaciones La heterogeneidad del sector complicaba, sin embargo, la
y pensiones. A pesar de todo esto, la iniciativa privada resultó esca- acción corporativa. Ya vimos cuántas dificultades había encontrado la
sa, fragmentaria y poco eficaz, y en conjunto no contribuyó de ma- Unión Industrial Argentina en sus inicios para convertirse en media-
nera significativa a la provisión de asistencia social a las clases traba- namente representativa. Veremos cómo sigue su historia, en estas dé-
jadoras de la Argentina. Solo más tarde, a partir de los años ‘20, al- cadas de notable crecimiento y transformación de su base potencial.
gunas grandes casas comerciales e industriales ensayaron métodos
más efectivos de bienestar social para sus empleados, que incluye- A través de un estudio realizado del Boletín de la UIA en-
ron tanto mecanismos de tipo asistencial como la formación de clu- tre 1887 y 1920, Eugenio Shakley llama la atención sobre los prin-
bes sociales y deportivos, que contribuían a crear identificaciones cipales temas que se discutían en sus páginas: La cuestión arance-
colectivas entre quienes trabajaban en una misma empresa. laria y los problemas laborales ocupaban más de la mitad de los ar-
tículos publicados en ese período. Estas preocupaciones estuvie-
ron en el centro de la actividad pública de la entidad. La primera
LOS EMPRESARIOS EN ACCION II expresión en ese sentido tuvo lugar en 1899, cuando el Centro de
Comercio le propuso a la UIA la realización de un acto conjunto
Los industriales que así operaban en el terreno de las re- para defender posiciones comunes en torno a temas tales como la
laciones con la fuerza de trabajo estaban aumentando su visibilidad estructura impositiva y las tarifas aduaneras. Sobre este último
como actores en la escena económica argentina. La industria expe- punto no hubo acuerdo, el comercio salió a la calle a pedir la abo-
rimentó un desarrollo importante a partir del cambio de siglo. lición de tarifas consideradas proteccionistas y, siguiendo una cos-
Comparando las cifras del censo nacional de 1914 con las de 1895, tumbre difundida en la Argentina de entonces, la UIA decidió
se observa que el número de establecimientos y de trabajadores se convocar a un mitin para defender la continuación y profundiza-
duplicó mientras el capital se multiplicó por tres. El conjunto era ción de la protección selectiva vigente. La Sociedad Rural también
muy heterogéneo e incluía, como bien ha puntualizado Juan Car- había salido al ruedo, pero en contra de las tarifas, lo que dejaba a
los Korol, una gran cantidad de talleres con poco capital y pocos los industriales aislados de otros sectores empresarios organizados.
trabajadores junto con algunas empresas grandes, con inversiones
importantes y un número alto de obreros. Se trataba de una indus- La movilización se organizó meticulosamente. Se nombró
tria que por un lado proveía al mercado exterior de productos ela- una comisión de 21 miembros y 80 comisiones gremiales de tres
150 borados a partir de materia prima local -carne congelada y enfriada personas cada una para prepararla. Llegado el día, una manifestación
estimada entre 40 y 80.000 personas según las fuentes se volcó a las una actuación consecuente de oposición a la legislación pro labo-
nes que los estancieros mismos tenían de su quehacer y su lugar en la so- ticular aparecían no sólo como una fuerza progresiva, sino como
ciedad argentina, así como las que esa sociedad albergaba sobre del mun- quienes habían logrado sacar a la Argentina de la crisis en que se
do rural. Cada vez más el campo se fue convirtiendo en un lugar de pres- hallaba inmersa. Frente a la corrupción y la especulación propias
tigio social y la Sociedad Rural pronto pasó a ser vista con nuevos ojos. del mundo urbano, el campo se erguía como el sano espacio de
la producción. Era, al mismo tiempo, el lugar de la moderniza-
La exposición rural organizada por la Sociedad en 1886 ción efectiva, donde la técnica daba resultados concretos. De es-
puede considerarse, según Roy Hora, un punto de inflexión. A di- ta manera, se reforzaba la imagen positiva de los estancieros co-
ferencia de la anterior realizada cinco años antes, ésta tuvo un gran mo sector líder de la economía y también de la sociedad argenti-
éxito no sólo porque participaron de ella numerosos expositores nas. La SRA aparecía, a su vez, encarnando a ese sector a la vez
con sus mejores productos sino también porque tuvo una impor- que representando sus intereses corporativos. En la primera déca-
tante repercusión pública. En la exhibición se desplegaron muchos da del siglo, afirma Hora, la entidad no hizo sino reafirmar ese
de los adelantos técnicos que estaba incorporando la producción papel. Para 1910, tenía 3.000 socios, entre los cuales se contaba
agraria y muy en particular la ganadería. La Sociedad Rural pasó así la mayoría de quienes tenían riqueza y prestigio social, así como
a ser considerada por el conjunto de las elites del país como la fuer- muchos otros que buscaban alcanzarlos. Para entonces habían
za impulsora detrás de la impactante modernización agraria. Este surgido, además, muchas Sociedades Rurales en distintos puntos
nuevo lugar se tradujo en un aumento en el número de socios: los del país, que cumplían con la representación de los productores
400 socios de 1885 se duplicaron en cuatro años. La mayoría de los a escala local.
nuevos afiliados eran hombres de campo, pero no faltaban las figuras
públicas y políticas que se unían a sus ahora prestigiosas filas. La expansión agraria tendría, sin embargo, su costado
conflictivo. El sistema de explotación de la tierra se apoyaba fuer-
La crisis del ‘90 contribuiría a reforzar tanto el lugar de temente en el arrendamiento y la aparcería agrarios como forma de
los estancieros como el de la SRA en la sociedad argentina. Fue en relación contractual entre propietarios estancieros y chacareros
esa década que la producción rural experimentó otro gran salto agricultores. Este sistema había florecido durante la primera déca-
cuanti y cualitativo con la introducción de la combinación entre da del siglo tanto en las zonas de más vieja ocupación como en las
agricultura del cereal y ganadería bovina en buena parte de la Re- nuevas tierras de frontera y, aunque estaba atravesado por tensio-
gión Pampeana. A pesar de la situación extremadamente crítica nes entre sus distintos actores, mientras el proceso de expansión se
que atravesaba la economía del país, las exportaciones siguieron mantuvo, no generó conflictos manifiestos. Las cosas comenzaron
creciendo y la modernización agraria continuó su camino. Las ex- a cambiar hacia 1910, cuando ese proceso mostró signos de agota-
posiciones periódicas realizadas por la SRA mostraban los sucesi- miento y los sectores más fuertes del agro -los dueños de la tierra,
vos adelantos y la feria de Palermo pronto se transformó en una de los acopiadores, las compañías de transporte- buscaron descargar
152 los principales mercados de ganado refinado del mundo. sobre los más débiles los riesgos de la situación.
Los chacareros se organizaron. En La Pampa, un grupo de La nueva entidad surgió de una asamblea realizada el 15
155
entidad y sobre sus principios y objetivos. En ese contexto, se adop- Más tarde surgió la Federación Universitaria de Córdoba y
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tó rápidamente la noción de «feminismo», aunque había diferentes finalmente la Federación Universitaria Argentina (FUA), agrupacio-
visiones sobre el significado de ese concepto. En el seno del Conse- nes que protagonizaron el movimiento de cambio más importante
jo, las diferencias en torno a esta cuestión y en particular al papel que haya atravesado la universidad en nuestro país, la Reforma de
que debían jugar las mujeres en las celebraciones del Centenario, 1918. Los centros y las federaciones representaban a los estudiantes,
llevaron a la ruptura de la alianza entre matronas y educacionistas y defendían sus intereses corporativos pero, además, formularon una
a la organización de dos congresos paralelos. propuesta general para la universidad. Desde entonces, han tenido
una presencia permanente en la vida pública argentina.
Entretanto, el asociacionismo feminista había seguido
avanzando. Además de las agrupaciones vinculadas a los movi-
mientos socialista y anarquista, se habían creado, entre otras, la CIENCIAS Y LETRAS
Asociación de Mujeres Universitarias Argentinas, el Centro Femi-
nista, la Liga Feminista Nacional de la República Argentina, el Mientras el ámbito universitario era revolucionado por
Primer Centro Feminista del Pensamiento Libre, Unión y Labor los reclamos y las reinvidicaciones de estudiantes y jóvenes gradua-
para el Progreso Femenino. En 1918, la Dra. Elvira Rawson fun- dos, el mundo más general de las ciencias y las letras protagoniza-
dó la Asociación pro Derechos de la Mujer, con el fin de lograr la ba también cambios importantes, vinculados tanto al proceso de
igualdad civil entre varones y mujeres. modernización y de afirmación «nacional», como a la incorporación
de sectores sociales nuevos a la práctica científica y cultural.
Otro actor colectivo originalmente poco organizado pero
que en varias ocasiones había actuado públicamente en defensa de sus La preocupación por la soberanía y el control territoriales
intereses era el de los estudiantes universitarios. Mencionamos ya sus estuvieron, como vimos, en el origen mismo de la fundación de la So-
reclamos de 1870, que volverían en torno a 1890. Pero fue hacia ciedad Científica Argentina, ya en los años ‘70. Estos mismos intere-
principios del nuevo siglo que se multiplicaron los centros de estu- ses llevaron a la creación, en 1879, del Instituto Geográfico Argenti-
diantes y su presencia se hizo muy visible en el espacio público. Así no, también impulsado por Estanislao Zeballos. Inicialmente integra-
ocurrió, por ejemplo, en 1903, cuando los estudiantes de la Facultad do por un grupo de ingenieros (topógrafos y geógrafos en su mayo-
de Derecho declararon la huelga por un conflicto en torno a la mo- ría), militares, exploradores y abogados, más tarde incorporó a natu-
dificación de los turnos de exámenes. Una vez que logró resolverse, ralistas, historiadores, etnólogos y arqueólogos, quienes fueron adqui-
sin embargo, la protesta se amplió a otras facultades e incluyó otros riendo creciente relevancia en el seno de la institución. Algo más tar-
temas. Los estudiantes pedían docencia libre, disminución de arance- de, en 1881, un grupo formó la Sociedad Geográfica Argentina. El
les, nuevo sistema de exámenes y la disolución de las Academias. Fi- Instituto tenía por objetivo «promover la exploración y descrip-
nalmente, en 1908 se creó la Federación Universitaria de Buenos Aires, ción de los territorios, costas, islas y mares adyacentes de la Repú-
156 que nucleaba a los centros de estudiantes de todas las facultades. blica Argentina», un propósito científico que se conectaba con
cuestiones bien prácticas y en particular con las estrategias de afirma- Arquitectos en 1901 y el Colegio de Abogados de Buenos Aires en
profesión y en obtener el reconocmiento del Estado se vinculaba, centes de las escuelas y estaciones agrícolas del país. Al mismo tiem-
según Osvaldo Graciano, con dos dimensiones del proyecto mis- po, se ocupó de los aspectos más profesionales, vinculados con la va-
mo del Centro. Por un lado, se buscaba convertir a los ingenieros lidación nacional de los títulos de quienes se habían formado en las
agrónomos y a su institución en interlocutores privilegiados ante los instituciones provinciales y la jerarquización de los docentes univer-
actores económicos y corporativos del campo, como portadores de sitarios de agronomía y veterinaria. En la faz más estrictamente cien-
un discurso científico necesario para la modernización del proceso tífica, el Centro promovió la organización de concursos sobre temas
productivo. Por el otro, se pretendía lograr el fortalecimiento del agrarios, desarrolló un ciclo de Conferencias Agronómicas, y publi-
status de la agronomía como ciencia y afirmar el lugar que tardía- có su revista llamada, desde 1908, Agronomía. Esta labor no sólo es-
mente habían ocupado en la institución universitaria. taba dirigida a fortalecer y actualizar la formación de sus miembros,
sino también a establecer su lugar como enunciador del discurso
En la década del ‘80, en plena etapa de expansión de la pro- científico modernizador en torno a la producción agropecuaria. En
ducción agropecuaria pampeana, la Sociedad Rural Argentina había ese terreno, la relación con el ámbito productivo se consideraba fun-
participado activamente en la iniciativa, compartida con el Estado, damental, y el Centro se conectó activamente con el sector privado
de creación del Instituto Agronómico Veterinario de Santa Catalina, y las corporaciones empresarias del mundo rural. Aunque buena par-
primera entidad de formación de profesionales en el país. Lo mismo te de las innovaciones hasta entonces experimentadas por el dinámi-
ocurrió con la Facultad de Agronomía y Veterinaria provincial en La co desarrollo agropecuario pampeano habían tenido poco que ver
Plata, en 1890. Algunos años más tarde, el Estado buscó intensificar con los ingenieros agrónomos, hacia principios de siglo ellos logra-
su intervención en la regulación y orientación del desarrollo agrope- ron legitimar sus funciones profesionales y convertirse en los porta-
cuario y, como ocurrió en otros campos de su accionar, también en dores de un saber científico requerido por el Estado y por el sector
ése propendió al desarrollo de un aparato burocrático al que procu- privado. El Centro cumplió, en ese sentido, un rol fundamental.
ró dotar de recursos y de cuadros técnicos especializados. La creación
del Ministerio de Agricultura en 1898 abrió un espacio específico en Los primeros años del siglo XX fueron una época propicia
ese sentido. En consonancia con estos esfuerzos, se le dió status uni- para la formación de asociaciones profesionales y científicas nuevas, y
versitario a las carreras agronómicas: en 1905 la Facultad provincial para la consolidación de algunas más viejas. Los ejemplos menciona-
se incorporó a la Universidad de La Plata y, en 1909, el Instituto Su- dos no agotan la lista de instituciones de ese tipo, que crecieron al ca-
perior de Agronomía y Veterinaria que había sido creado en la ciudad lor de la consolidación del Estado y el crecimiento de la economía; de
de Buenos Aires pasó a formar parte de la UBA. la expansión de la educación y la transformación de la universidad; del
cambio en las concepciones acerca de las características de la forma-
Fue en este marco auspicioso para la profesión, entonces, ción científica y el papel de la ciencia en la sociedad, y de la movilidad
que se fundó el Centro. En su faz gremial, su actividad estuvo orien- social que permitió el ascenso de capas medias a la educación superior
158 tada a promover la incorporación de sus socios como técnicos en la y contribuyó a renovar el perfil social de los profesionales y científicos.
En otros campos del saber y la cultura, como las artes y las campo, muy influidos por las nuevas corrientes francesas. Entre sus
El caso de las artes plásticas es interesante. La primera agru- Diez años después, aunque Estímulo seguía presidiendo el
pación independiente de artistas con características modernas, dice escenario de la plástica nacional, surgieron nuevos grupos. En 1905,
Laura Malosetti, fue la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, fundada en Cupertino del Campo fundó la Sociedad de Aficionados, que orga-
1876 en Buenos Aires. La iniciativa provino de un grupo de pintores nizó varias exposiciones colectivas. Y en 1907 se formó el grupo Ne-
encabezados por Eduardo Sívori, que se propusieron modernizar el xus, integrado entre otros por los pintores Pío Collivadino, Bernaldo 159
de Quirós, Alberto Rossi, Fernando Fader y los escultores Yrurtia y por parte de Thomas y James Hogg, su práctica se limitaba a la colonia
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Dresco. El núcleo formó parte del movimiento más vasto de ideas británica. Desde ese núcleo inicial, hubo una política de fomento del
que favorecía un nacionalismo anticosmopolita y de raíz hispano- deporte, se crearon varios teams y, finalmente, en 1893 se organizó la
criolla. Los pintores, como otros artistas, científicos y profesionales, Argentine Association Football League, compuesta por unos 20 equi-
eran parte activa de la polémica «nacional» de esa conflictiva primera pos vinculados a las escuelas y compañías de origen británico. Esta fue
década del siglo XX, de la cual ni el deporte quedaría al margen. la liga oficial, que desde entonces organizó los campeonatos de fútbol
de primera y que en 1907 cambió su nombre por el de Asociación Ar-
gentina de Football. A los clubes iniciales -el más famoso de los cuales
TIEMPO LIBRE, DEPORTE Y PATRIOTISMO fue Alumni que fue campeón de la Liga entre 1901 y 1911- se suma-
ron otros de origen diferente: los creados por jóvenes de las elites loca-
El tiempo libre llegó a la vida de las capas medias y en les, como Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires; los organizados por em-
menor medida de la populares con el siglo XX. Junto con él, co- presas, como Ferrocarril Oeste; los formados por empleados de algún
menzaron a proliferar también las opciones: Vida en familia, entre- establecimiento o sector, como el Club Atlético Independiente, que reu-
tenimientos y diversiones colectivas, la inversión en actividades nía a empleados de un comercio del centro de Buenos Aires y Racing
culturales, la militancia política, entre otras. El deporte constituyó Club, integrado inicialmente por ferroviarios, y los que empezaron a
una de las novedades de este período. surgir por inciativa de los jóvenes de diferentes barrios de la ciudad.
Desde las últimas décadas del siglo XIX, la práctica depor- Julio Frydenberg ha puesto de relieve un aspecto muy in-
tiva se había asociado a una vida sana y armoniosa. Había estado, teresante de la expansión del fútbol: éste nació unido a la funda-
sin embargo, reservada a grupos pequeños, sobre todo entre los in- ción de instituciones, los clubes. Equipo y club surgían juntos,
migrantes. En Buenos Aires, en 1863 se fundó el Dreadnought aunque más tarde la entidad pudiera expandir sus actividades y sus
Swimming Club, dos años más tarde el Buenos Aires Football Club, asociados más allá de los límites del juego y los jugadores. Los pri-
y en 1873 el Rowing Club, todos por iniciativa de residentes britá- meros clubes, vinculados a sectores acomodados, fueron selectivos
nicos. Un poco más tarde, en 1880, un grupos de jóvenes organiza- en su reclutamiento. Las cuotas sociales eran altas, se necesitaban
ron el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, el primero don- avales para ingresar y en la mayoría de los casos, las mujeres esta-
de se practicaron diversos deportes con regularidad. Y en los ‘90 ban excluidas. Muy pronto, sin embargo, el fútbol se difundió en-
surgieron el Club Ciclista Argentino y el Buenos Aires Lawn-Ten- tre las capas más amplias de la población y junto con él, las prác-
nis Club. Pero fue en las décadas siguientes cuando la práctica del ticas asociativas que le eran propias. Bastaba la reunión de once jó-
deporte se expandió hacia sectores más amplios de la población. venes en un equipo, nos dice Frydenberg, para dar lugar a un club,
que elegía nombre, designaba autoridades, diseñaba sus símbolos.
El fenómeno del fútbol fue el más impactante. Durante los De esta manera, se preparaba para competir, pues muy rápida-
160 primeros años, después de la creación del Buenos Aires Football Club mente se fue generando un espacio para el fútbol aficionado y se
multiplicaron las ligas independientes y los campeonatos. Algunas tendencias. En ese clima, dice Lilia Ana Bertoni, «la reorganización
daron el Tiro Club Buenos Aires, el Club Militar de Gimnástica, todo el territorio, y se amplíaba su público, inicialmente limitado
Esgrima y Tiro y la Sociedad Italiana de Tiro al Segno. Y se concre- a los sectores más altos. Según Bertoni, la defensa nacional era uno
tó la puesta en marcha del Tiro Federal Argentino, de carácter na- de los objetivos principales de todas estas iniciativas, imbuidas de
cional. Los primeros pasos en esa dirección se dieron en 1891, una mística patriótica que envolvió a éste y otros deportes, en es-
cuando un grupo reunido en el Círculo de Armas resolvió patroci- pecial la gimnástica. Desde el ministerio de Guerra se promovía la
nar la organización de una asociación con sede en Buenos Aires y fundación de polígonos, se distribuían armas y municiones y se
sucursales en todo el país. La primera junta directiva estaba presidida estimulaba la organización de torneos. Para 1902 había unas 200
por Aristóbulo del Valle, secundado por Roque Saénz Peña como sociedades de tiro y otras tantas en vías de organización.
vicepresidente. Contaba, además, con un Consejo de Gobierno for-
mado por 124 personas, entre los que se encontraban destacadas fi- Por esos años, sin embargo, la consolidación de un modelo
guras del mundo político y empresario. A pesar de tan auspicioso de ejército que dejaba de lado el sistema de las milicias o guardias na-
comienzo, las actividades regulares de la sociedad se iniciaron sólo cionales y la búsqueda de la centralización del aparato militar constri-
en 1895, cuando tuvo lugar una especie de segunda fundación. buyeron a cambiar el lugar que hasta allí había tenido el Tiro Federal.
En 1905 se creó la Dirección de Tiro y Gimnasia, dependiente del
Para entonces, la tensión con Chile se había agudizado y au- Ministerio de Guerra, que desde entonces supervisó las actividades de
mentaba el clima de militarización y agitación patriótica. Bertoni se- todas las sociedades de tiro, centralizó la compra y distribución de ar-
ñala que por entonces se estableció la instrucción militar y la práctica mas, municiones y subvenciones, y se convirtió en la intermediaria
de tiro en los colegios nacionales y escuelas normales y de comercio. entre las asociaciones existentes. En la memoria de esa dependencia
El Tiro Federal floreció en ese contexto: obtuvo una subvención del correspondiente a 1909, se señala que ella «centraliza y apoya el desa-
Congreso para terminar el edificio propio que habían comenzado a rrollo de las sociedades de tiro populares y el programa patriótico
construir, a cambio de lo cual, se comprometió a permitir el uso de su que se han trazado» y que promueve «hacer de un sport de diversión
polígono en forma gratuita a los cuerpos del ejército de línea y de la dominical un nuevo hábito nacional que robustezca el poder militar
Guardia Nacional. Más tarde, el presidente de la entidad, el gral. Luis del país». Incluye cuadros referentes a los polígonos existentes, que
Ma. Campos, pidió y obtuvo del gobierno la exención de derechos de sumaban más de cien y estaban distribuidos por todo el país.
importación para ciertas piezas traidas de Europa. Ya en su propia se-
de, el Tiro se convirtió en una institución muy activa en la organiza- El tiempo libre era ocupado no sólo en la práctica de los
ción de torneos y en la promoción del deporte, y en su polígono de deportes. La expansión de clubes sociales en barrios, vecindarios y
Palermo se ejercitaban tanto los socios como las tropas estacionadas en pueblos testimonia la creciente predisposición de la población por
la ciudad. Al mismo tiempo, se convirtió en intermediario entre el compartir parte de ese tiempo en actividades sociales, encuentros en
Estado y las sociedades del resto del país, pues recibía en depósito y torno a una mesa de cartas o de café y fiestas y bailes. Parte de esa
162 distribuía las municiones que el gobierno entregaba para la práctica. actividad se desarrollaba en las asociaciones mutuales, los círculos
creados por los anarquistas, las iniciativas de los socialistas, entre centradas en el aporte privado, y logró ejercer cierto control sobre ese
sociedades contaron por ley con una fuente fundamental de fondos: dos o de padres impedidos de atenderlos, ambos dirigidos por la Co-
la recaudación de la lotería nacional. En este universo heterogéneo, misión Auxiliar de Damas y administrados por las Hermanas de María
las mujeres siguieron cumpliendo un papel importante, pero no ex- Auxiliadora; en 1897, de una escuela de artes y oficios para varones mo-
clusivo. En cuanto a la coordinación de toda esa actividad, se reali- ral o materialmente abandonados (entre 8 y 18 años); en 1900, de la
zaron diferentes esfuerzos en esa dirección que culminaron sólo en Colonia Agrícola de Beneficencia en Claypole, para capacitación labo-
1921 con la creación de la Conferencia Nacional de Beneficencia, ral con orientación agrícolo-ganadera para niños entre 10 y 18 años; en
aunque las entidades religiosas resistieron su afiliación. 1907, las llamadas Escuelas Patrias, para proteger a los niños del barrio
sud-oeste, que incluían además salas cuna y externado de oficios; en el
Un ejemplo interesante de entidad de beneficiencia para mismo año, una segunda casa cuna para niñas de hasta 6 años y en
esta etapa lo encontramos en el Patronato de la Infancia. Fundado 1909, un segundo internado de primera infancia también para niñas.
en Buenos Aires en 1892, era una institución privada (una «asocia- La población infantil atendida llegó a 3.500 chicos en 1913.
ción civil») destinada a dar apoyo y ayuda a la infancia carenciada,
con el fin de prevenir la mortalidad infantil y de lograr la capacita- Ese mismo año, el presupuesto del Patronato superó el
ción de los niños para desempeñar oficios «útiles a la sociedad». Se- millón de pesos. Los fondos provenían de diferentes fuentes, en un
gún Diana Epstein, sus primeras comisiones directivas estuvieron in- 70% privadas y un 30% estatales. Según datos de Epstein, los in-
tegradas por hombres de las clases propietarias, entre los cuales se en- gresos principales se originaban en donaciones y legados, tanto de
contraban algunos médicos higienistas, abogados, funcionarios pú- personas como de empresas privadas; el recaudado en eventos es-
blicos y estancieros. Entre los miembros de la comisión inicial se peciales, como kermeses, cenas y fiestas a beneficio; las colectas con
contaban figuras destacadas de la vida pública argentina de entonces, alcancías, una práctica introducida por la entidad en 1905 que dio
como José Ayerza (designado su primer presidente), Samuel Gache, origen al «Día de los niños pobres» y que resultó en una fuente muy
Francisco Seeber, Ernesto Tornquist, Antonio Lanusse, Manuel Car- importante de recursos; suscripciones de socios, y los ingresos pro-
lés, entre otros. Las mujeres estuvieron excluidas de ese órgano has- pios, provenientes sobre todo de la venta de productos de las escue-
ta 1960 y, aunque podían formar parte de las llamadas Comisiones las de artes y oficios, y la colonia agrícola. En cuanto al apoyo eco-
Especiales, durante años la única mujer que ocupó un lugar en ellas nómico estatal, se expresaba de diferentes maneras, desde la dona-
fue la Dra. Cecilia Grierson. En 1895, sin embargo, la entidad creó ción de terrenos y locales y la reducción de impuestos y de pago de
una Comisión Auxiliar de Señoras para colaborar con el Patronato. servicios, hasta subsidios diversos y, después de 1896, los dineros ori-
ginados en los beneficios de la Lotería Nacional. Este ejemplo mues-
La institución fundó una serie de establecimientos que te- tra cómo se articulaban los esfuerzos privados y estatales en torno a
nían por objeto la formación integral del niño desde su nacimiento una acción filantrópica específica, orientada a atender y «formar» en
hasta los 18 años. Entre los citados por Epstein, se destacan la crea- los hábitos del trabajo, la disciplina social y la moral a un segmento
164 ción, en 1895, de la Primer Sala Cuna para niños externos menores de importante de la población, los niños-futuros adultos.
CONCLUSIONES / ASOCIACIONES E INTERESES El rasgo más novedoso del movimiento asociativo en esta
Luis Alberto Romero es Investigador Principal del CONICET. Profesor de Historia Argentina. Crónica total del siglo XX (2000), Buenos Aires, historia de cuatro siglos (2° edición,
Social General de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y 2000), Breve historia contemporánea de la Argentina (2° edición 2001) y A History of
profesor de las Maestría en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Argentina in the Twentieth Century, 2002. Ha sido Director académico de la colección
Sociales y de la Universidad Nacional de Tucumán. Recientemente ha publicado Sectores Los nombres del poder, del Fondo de Cultura Económica y de la Historia Visual Argentina,
populares, cultura y política: Buenos Aires en la entreguerra (con Leandro H. Gutiérrez, publicada por el diario Clarín.
1995), Qué hacer con los pobres. Elite y sectores populares en Santiago de Chile en el siglo XIX
(1996), Volver a la historia (1997), Grandes entrevistas de la historia argentina (con Sylvia La profesora Carolina González Velasco colaboró en la búsqueda, relevamiento, recopilación
Saítta, 1998), Grandes discursos de la historia argentina (con Luciano de Privitellio, 2000), y procesamiento de materiales para esta capítulo. 169
Fundación de la Revista Sur.
En la imagen, de izquierda a
derecha y de arriba a abajo:
Francisco Romero, Eduardo Bullrich,
Guillermo de Torre,
Pedro Henriquez Ureña,
Eduardo Mallea, Norah Borges,
Victoria Ocampo,
A partir de la Primera Guerra Mundial se definieron al- regionales- fue una sociedad con amplias oportunidades de ascen-
gunos rasgos novedosos de la sociedad argentina, cuyo perfil se so, muy móvil, donde se desarrollaron relaciones sociales de carác-
mantuvo, vigoroso, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. ter igualitario, sobre todo si se las considera en el contexto de otras
Las décadas anteriores se habían caracterizado por el fuerte impac- sociedades hispanoamericanas.
to de la inmigración masiva, la notable presencia de extranjeros,
especialmente en las grandes ciudades del Litoral, y el carácter mag- Sobre esas líneas se fue construyendo la trama social, apo-
mático y en estado de construcción de la sociedad. En las décadas yada en el desarrollo de un conjunto muy variado de asociaciones.
iniciales del siglo XX, en cambio, la pauta de la sociedad pasó por Dicho brevemente, en este aspecto lo característico de estas décadas
la argentinización y la movilidad. fue el retroceso de las asociaciones de base étnica, la maduración
plena de las organizaciones de base territorial, que fueron la expre-
La primera se relaciona en parte con la gradual detención sión más clara de la doble movilidad, ecológica y social, y el co-
del flujo migratorio -que de todos modos prosiguió, con fuerza mienzo de la conformación orgánica de muchas asociaciones de afi-
cambiante, hasta comienzos de la década de 1950- y sobre todo nidad de tipo corporativo, destinadas a la defensa de los intereses
con el peso creciente de los hijos argentinos de los inmigrantes. La profesionales de sus asociados y a la negociación con otros grupos,
naturalización de los extranjeros, de la enorme masa de habitantes y sobre todo con el Estado.
al margen de la ciudadanía política, empezó a dejar de preocupar,
y fue desapareciendo el tono inestable de una sociedad en la que El segundo rasgo característico de las décadas de la en-
hasta entonces la entrada y salida de habitantes era permanente. La treguerra fue el crecimiento de las funciones del Estado, particu-
escuela pública reforzó la argentinización: se incrementó la masa larmente en el campo de la economía y de la sociedad. Cierta-
de la población alfabeta -con todas sus consecuencias sociales, po- mente, nada empezó aquí y hasta podría decirse que lo que ocu-
líticas y culturales- y se acentuó su nacionalización, a través de la rrió obedeció a una única lógica, que arranca del momento de su
enseñanza de la lengua y la historia, como parte de una política fundación, a mediados del siglo XIX. Pero parece evidente que la
más amplia y vigorosa. En suma, la sociedad de entreguerras fue Primera Guerra Mundial planteó al Estado nuevos desafíos, al in-
predominantemente de argentinos. Por otra parte, por obra de una terrumpirse el curso del crecimiento económico, de modo que
sostenida expansión y diversificación de la economía -más allá de medidas de intervención y regulación, poco imaginables antes, se
baches y alteraciones ocasionales, así como de las lógicas diferencias hicieron frecuentes. Las medidas tomadas luego de la crisis de 171
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H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A 1930, que conformaron el Estado dirigista e interventor, fueron LAS ORGANIZACIONES DE BASE
un paso más, muy importante en ese sentido, lo mismo que las del
final de la Segunda Guerra, asociadas con el gobierno peronista. CONSTRUIR LA CIUDAD Y LA SOCIEDAD
Sociedades de fomento, bibliotecas populares, cooperadoras
Por otra parte, la «cuestión social», encarada desde la dé- escolares, clubes de fútbol, sociales y deportivos, asociaciones parroquia-
cada final del siglo XIX, se agravó considerablemente con la crisis les, caracterizan el asociacionismo de base, que continuó un despliegue
que siguió al fin de la Primera Guerra y, aunque luego sobrevino la iniciado en las décadas anteriores y alcanzó en este período su madurez.
calma, en este terreno también se incrementaron los proyectos to- Sigo en este punto los trabajos que he realizado con Leandro H. Gutié-
davía mal hilvanados de ingeniería social, que el peronismo desa- rrez. Estas instituciones se expandieron dentro de un proceso social mar-
rrollaría ampliamente luego de 1945. Más allá de la respuesta a los cado por la movilidad y la coexistencia, en espacios territoriales comu-
picos conflictivos, esa intervención creciente del Estado tuvo que nes, de sectores sociales diversos, que en estos ámbitos actuaron más bien
ver con la expansión y creciente complejidad de la sociedad, y la asociadamente y desarrollaron sus conflictos en otros terrenos. Algunos
necesidad que se le planteaba de regular y controlar actividades que de estos núcleos, como ciertos barrios obreros, tuvieron la homogenei-
hasta entonces parecían propias de aquella. Esto fue percibido só- dad dada por la cercanía de una empresa, pero la suburbanización y el
lo de manera parcial por quienes dirigían el Estado, de modo que desarrollo de los transportes -al distanciar residencia y trabajo- redujeron
no hubo una política sistemática de desarrollo de la acción estatal, la homogeneidad social y favorecieron la relación entre distintos secto-
sino intervenciones parciales y poco sistemáticas. res: trabajadores ocasionales y estables, no especializados y especializados,
comerciantes, profesionales, empleados, docentes, es decir, un arco
Ambos procesos, el de la sociedad y el del Estado, con- social propio de una sociedad móvil e integrativa.
fluyeron en un doble movimiento. Dirigentes que operaban des-
de este último, extendieron su mano sobre campos nuevos, para La sociedad estaba construyéndose. En torno de estas or-
organizarlos y controlarlos, y a la vez promovieron la organización ganizaciones de base se desarrollaron relaciones sociales, se consti-
de corporaciones regladas que gozaban de franquicias y reprodu- tuyeron liderazgos, se definieron prácticas de sociabilidad -políticas
cían hacia sus miembros el orden estatal. Por otra parte, grupos y y administrativas- y se conformaron formas culturales y valores.
corporaciones asumieron la representación de un sector de la so- Respecto de las décadas anteriores, lo más característico de esta eta-
ciedad y se organizaron sistemáticamente para gestionar ante éste pa fue el cambio de eje organizativo: las asociaciones de afinidad de
en favor de sus intereses. Este doble movimiento linda inevitable- base étnica y predominantemente mutuales se estancaron, muchas
mente con la política, pese a que sus protagonistas se empeñaron de ellas en una espléndida madurez, y dejaron de ser las generado-
en negarlo, y ocurrió en medio de un proceso que, a lo largo de la ras de formas asociativas nuevas. Los procesos originales tuvieron
década de 1930 y hasta 1945, se caracterizó por la profunda poli- como ámbito principal las ciudades y las sociedades urbanas, que se
tización de la sociedad. Por allí transcurrirá el argumento principal expandieron notablemente. Construir la ciudad fue por entonces la
172 de esta sección. manera más característica de construir la sociedad.
Lo novedoso fue la vinculación de nuevas prácticas sociales
ideas no confesionales, las que por su parte no despreciaban una calles, los desagües, servicios sanitarios, iluminación, agua corriente,
oferta social y cultural relativamente escasa en los barrios. vigilancia, escuela, atención sanitaria. La lista era amplia y, mientras
existió la necesidad, se mantuvo el espíritu fomentista y el reconoci-
Veremos ahora lo más característico de este proceso: las or- miento a aquellos vecinos que asumían la gestión. En torno de este im-
ganizaciones de base surgidas primordialmente del impulso de dis- pulso básico se desarrollaron otras muchas actividades. Por otra parte,
tintos grupos de la sociedad. Las más representativas fueron las so- el Estado advirtió su importancia y la necesidad de organizar la ges-
ciedades de fomento. Aparecieron en casi cualquier barriada nueva de tión, por lo que asignaron reconocimientos y franquicias a distintas so-
ciudades grandes o medianas, o en cada ciudad pequeña. De mu- ciedades, y hasta promovieron la formación de otras nuevas, cuando
chas ha quedado una huella permanente: por ejemplo, las que fue- en el territorio demarcado no las había. Como estudiaron A. Gorelik
ron reconocidas y registradas por los gobiernos comunales o, más y L. de Privitellio, franquicia y reconocimiento, y luego distintos ti-
sencillamente, las que pidieron la personería jurídica. Pero otras tan- pos de subsidios, ligaron las sociedades fomentistas con la autoridad
tas, seguramente no alcanzaron ese grado de desarrollo y su existen- estatal, en un tipo de relación que comenzó a ser corriente.
cia transcurrió en la informalidad. Bastaba con que un grupo de ve-
cinos entusiastas decidiera trabajar sistemáticamente para el mejora- Para los miembros de las sociedades de fomento, el mejo-
miento edilicio y cultural del barrio -tales eran los dos grandes ob- ramiento edilicio se asociaba con el cultural, y éste con la existen-
jetivos que se proponían- y luego sobre la marcha la institución iba cia de bibliotecas populares. Tales instituciones surgieron a veces
cobrando forma, hasta alcanzar el primer hito significativo: el local unidas a ellas o a otras instituciones barriales, y también como re-
propio con el cual ya entraban en el mundo oficial. sultado de impulsos específicos. La Comisión Nacional de Biblio-
tecas Populares promovió desde fines del siglo XIX la creación de
Su móvil principal era el mejoramiento edilicio. Estos nue- bibliotecas y repartió subsidios, aunque muchísimas surgieron y
vos conjuntos de viviendas, construidos en tierras recientemente lo- crecieron de manera espontánea, sin llegar a tener su reconoci-
teadas y a menudo con las calles cuidadosamente trazadas en el pla- miento. Fue común que la escuela y vecinos ligados a ella y a sus
no, se encontraban en realidad en el medio del campo y estaba por maestros y autoridades, promovieran las bibliotecas que habrían de
hacerse todo lo que convertiría un caserío precario en un fragmento servir, principalmente, de apoyo a los escolares. Pero otras fueron
de ciudad. En el caso de Buenos Aires, todo el crecimiento hacia el fruto de la militancia política o sindical: anarquistas y socialistas
oeste se hizo sobre un trazado de calles y manzanas ya dibujado en fueron grandes promotores de la lectura y la educación popular, y
el mapa, de modo que no había problemas jurisdiccionales teóricos, los nombres de muchas de estas bibliotecas recuerdan este origen.
pero allí mismo, apenas cruzados los límites urbanos, el desarrollo R. Pasolini estudió en Tandil la coexistencia de ambos casos. La Bi-
edilicio se produjo sin siquiera ese concierto mínimo, por lo que la blioteca «Bernardino Rivadavia» fue fundada por maestros, médi-
misma pertenencia jurisdiccional era un problema a resolver. Los cos, abogados y periodistas; funcionaba de día, para atender sobre
176 vecinos fomentistas se convirtieron en especialistas en peticionar y todo las demandas de los escolares. La Biblioteca Juan B. Justo fue
fundada por un grupo de trabajadores, y compartía el local con Junto con la sociedad de fomento y la biblioteca popular,
social y deportivo» comenzó a ser habitual y sus bailes fueron uno tidades fue uno de los caminos eficaces para definir las nuevas elites
de los focos de la sociabilidad barrial, aunque también se desarro- barriales, también depositarias y custodios de la «cultura». A menu-
llaron otras actividades menos visibles, como los juegos de cartas. do, esto tuvo como consecuencia que se replegaran y mantuvieran el
Al igual que las bibliotecas, los clubes se convirtieron en agencias control de esas instituciones, cerrándolas a nuevos aspirantes, lo que
de oferta múltiple y canalizaron actividades colaterales. Ya se men- confirmaba la «actividad» de los dirigentes y la «apatía» de los otros.
cionó el caso del club de Tolosa que fundó una biblioteca popular;
lo mismo ocurrió con el Totoras Fútbol Club, de esa colonia agra- Esa pertenencia al grupo de los «vecinos conscientes»,
ria del sur de Santa Fe. En otros casos, por ejemplo en las zonas pe- más allá de diferencias de status, habla de las principales caracterís-
riféricas del partido de San Fernando, los de Villa Nájera y Barrio ticas de la cultura fomentista: valoración del progreso y de la coo-
Nuevo, surgidos en los años ‘30 como clubes de fútbol, derivaron en peración entre los vecinos, sin distinciones, y elusión de referencias
sociedades de fomento y bibliotecas populares. a posibles tensiones sociales o políticas. De manera militante, estas
asociaciones se definieron como apolíticas. El progreso, por otra
UN CASO: LA CORPORACION MITRE parte, se manifestaba tanto en las cuestiones edilicias, clásicas de
Villa Nazca era uno de los nuevos barrios del oeste de la este movimiento, como en lo cultural, una preocupación que con-
ciudad de Buenos Aires. Según el estudio de Ricardo González, en sideraban característica del «nuevo fomentismo»: la «creación de
la década de 1920, por convenio con la Municipalidad, la Compa- centros donde se forja la mentalidad del pueblo».
ñía de Construcciones Modernas erigió unas 500 casas denomina-
das «baratas», destinadas a personas con empleos estables y capaces La Corporación Mitre tenía tres secciones. La «Sección
de pagar una cuota que no era muy baja. El barrio creció rápida- Femenina» debía canalizar la actividad asignada a las mujeres: apo-
mente y pronto un grupo de vecinos constituyó la Corporación yar las tareas de la Corporación, bajo la supervisión de uno de sus
Mitre: fueron sus fundadores empleados públicos, médicos, co- directivos y sin participar en las decisiones. Esta posición secunda-
merciantes, docentes de escuelas y conservatorios así como trabaja- ria -que contrastaba con la intensa actividad de las mujeres en la vi-
dores, que aportaron una experiencia asociativa previa. En suma, se da social barrial- fue característica de todas las asociaciones de este
trataba de la capa superior de los sectores populares. período, donde rara vez ocupaban puestos de responsabilidad, sal-
vo en las específicamente orientadas por los socialistas. Muchas
Como en cualquier otra asociación, los dirigentes de la conferencias dadas en la Corporación sobre cuestiones femeninas
Corporación Mitre se autodefinían como los «vecinos conscientes» fueron muy exitosas, quizá porque en el 1926 se había aprobado la
y querían diferenciarse de los «apáticos», que no asumían sus res- ley de derechos civiles femeninos y el tema estaba en discusión. Ese
ponsabilidades; así lo manifiestaban regularmente desde las pági- año en la Corporación un grupo de mujeres inició una larga quere-
nas de Labor, el periódico de la Corporación, que en parte circula- lla contra la Comisión Directiva, que culminó con la autorización
178 ba en el barrio y en parte se enviaba a otras sociedades amigas. En para que actuaran como socias plenas, en paridad de derechos. Tal
solución no fue habitual, y la mayoría de las asociaciones siguieron que distraían las energías de lo específicamente cultural, y sólo ad-
Se vuelve ahora al punto básico de estas asociaciones: la tión ante las autoridades impulsó a las sociedades de fomento a
gestión ante las autoridades para lograr mejoras edilicias. Al rea- agruparse y a tratar de incidir en un terreno en el que lo adminis-
lizar esa actividad, contribuyeron de manera decisiva a la forma- trativo llevaba sin solución de continuidad a lo político. En 1927
ción de los ciudadanos, en momentos en que la ley electoral san- la Corporación Mitre integró una Junta Central de Barrios, para
cionada en el año 1912 impulsaba la participación electoral y cí- discutir con la compañía constructora y con el Municipio, y en la
vica. Quienes concurrían a las sociedades de fomento aprendían década siguiente se formó en Buenos Aires una Confederación de
allí todas las técnicas de la participación política: hablar en pú- Sociedades de Fomento para presionar con más fuerza ante las au-
blico, proponer, negociar, dirigir, etc. En las bibliotecas y confe- toridades comunales. Por esa vía, se colocaron en medio de un
rencias se aprendía todo lo necesario para colocar los problemas conflicto entre el Intendente y el Concejo Deliberante.
inmediatos de la gestión en un marco más amplio, genéricamen-
te reformista, vinculado con los procesos nacionales y del mun- A su vez, las autoridades percibieron la importancia del
do entero. Por una y otra vía se formó el «ciudadano educado», movimiento fomentista y la conveniencia de reconocerlo, regular-
característico de estas décadas. lo y controlarlo. Los intendentes de Buenos Aires crearon el meca-
nismo del reconocimiento y la asignación de zonas de la ciudad a
La participación en estas sociedades solía ser el paso ini- distintas asociaciones, con el derecho exclusivo a gestionar en
cial para una carrera política, luego desarrollada en los comités nombre de ellos a las autoridades. Inclusive, promovieron la fun-
partidarios; a la vez, la pertenencia a la dirección de estas asocia- dación de algunas nuevas allí donde no las había. Ellos y los miem-
ciones solía ser uno de los atributos del político destacado. En bros del Concejo Deliberante, por cuerda separada y de acuerdo
1925 don Modesto Marquina, dirigente conservador de Tolosa, con sus respectivos cálculos políticos, ejercieron el patronazgo, die-
presidía el Club de Fútbol «Ferrocarril Sud Tolosano», la Comi- ron curso o no, a las solicitudes, repartieron subsidios y organizaron
sión pro Escuela, el Club Sudamérica y la Liga de Fomento Dar- redes de sociedades, adictas o enemigas.
do Rocha. Por su parte, los socialistas normalmente militaban en
las bibliotecas populares. Pero a pesar de toda esta evidencia, el En 1936, cuando se discutió la renovación de las conce-
movimiento fomentista y cultural siempre mantuvo firmemente siones a las compañías de electricidad de la Capital, las sociedades
el principio de que se trataba de instituciones «apolíticas». Tal po- de fomento se agruparon para enfrentar a la Intendencia y, por un
sición les permitía mantenerlas relativamente alejadas de enfren- momento al menos, antes de dividirse, se convirtieron en los voce-
tamientos que solían ser fuertemente facciosos, lo que es coinci- ros del «interés vecinal» ante el Intendente. Según señala De Privi-
dente con el clima general de cooperación y progreso. Y sin em- tellio, a quien seguimos en este punto, es significativo que la divi-
bargo la misma Corporación Mitre, que defendía entusiastamen- sión se produjera al mismo tiempo que un cambio político de en-
te el apoliticismo, se dividió hacia 1928, con motivo de las dispu- vergadura: el levantamiento de la abstención y el retorno electoral
180 tadas elecciones presidenciales de ese año. de la Unión Cívica Radical.
PERMANENCIAS LAS ASOCIACIONES MUTUALES, SINDICALES
Algunas diferencias son significativas: según los estudios La intervención del Estado en terrenos originariamente de-
de H. M. Segura Salas sobre el partido de San Fernando, en Vi- finidos por asociaciones civiles fue más bien demandada, que ofreci-
rreyes y San Fernando Oeste los clubes tuvieron un dinamismo da. Los dirigentes asociacionistas debieron decidir entre dos aspira-
mayor y no existieron las bibliotecas como instituciones autóno- ciones incompatibles: mantener la autonomía plena o lograr que el
mas, aunque sí adosadas a clubes. Reaparecieron las sociedades Estado interviniera para resolver cuestiones que escapaban a sus po-
étnicas o de origen: en este caso, correntinos y santiagueños se sibilidades. Una idea es característica de ese dilema: la posibilidad de
reunían para celebrar la fecha de la Virgen de Itatí, homenajear transformar las asociaciones voluntarias en otras de pertenencia obli-
al «Gauchito Gil» o compartir mate y tortas fritas. Las sociedades gatoria, que empezó a discutirse en estos años. En el área del Estado
de fomento se convirtieron a menudo en consorcios vecinales pa- no había un criterio definido sobre la conveniencia de intervenir ple-
ra encarar de manera cooperativa la construcción del pavimento namente en el campo asociativo, para controlarlo y regularlo. Sus ac-
o los desagües, con apoyo financiero del gobierno provincial. ciones dependieron muchas veces de la iniciativa de algunos funcio-
Los clubes de jubilados ocuparon también un lugar importante. narios, y otras de la posibilidad de obtener réditos políticos tangi-
Finalmente, muchas parroquias incursionaron plenamente en el bles, al igual que con las sociedades de fomento. En estas cuestiones
terreno de la ayuda social. hubo un aprendizaje. Las intervenciones del Estado fueron acotadas,
y muchas veces insuficientes en relación con las demandas, pero se
realizaron en la línea que, luego de 1943, se adoptaría con firmeza. 181
LAS MUTUALES usuarios y la elevación de los costos. A las razones coyunturales -la cri-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
Como ya hemos visto, hacia 1920 existía una enorme can- sis y la desocupación- se sumó un cambio más profundo: las mutua-
tidad de pequeñas mutuales, organizaciones surgidas de iniciativas di- les dejaron gradualmente de ser instituciones filantrópicas, donde los
versas, propias de una sociedad en formación: grupos de inmigrantes socios más ricos ayudaban a los miembros realmente necesitados, y
o trabajadores, sindicatos, empresas, grupos políticos, como los socia- todos los socios empezaron a hacer uso de sus servicios. Además, se
listas, o la Iglesia, a través de los Círculos Obreros. Sus fines eran va- elevó el costo de la atención médica, por la especialización de los ser-
riados, aunque coincidían en la idea central de la ayuda mutua. Los vicios -tal el caso de las radiografías-, o la generalización del uso de es-
servicios prestados correspondían, en primer lugar, a la atención mé- pecíficos de laboratorio, más costosos. Esto generó un amplio deba-
dica y los remedios; podía incluir también la internación hospitalaria, te: qué debía hacer una mutual, cuáles eran los límites del principio
los gastos fúnebres y el apoyo a la familia del socio fallecido y, en al- de solidaridad, y si debía combinarse con otro que tuviera en cuenta,
gunos casos los seguros de vida, la educación de los niños, las pensio- por ejemplo, los costos diferenciales según la enfermedad padecida.
nes o la «protección mutua» más general. Las había grandes y peque-
ñas, y eran más o menos eficaces; surgidas de un impulso societario Los mutualistas debieron buscar nuevas soluciones, como
espontáneo, solían desenvolverse en un relativo aislamiento, con es- en el caso de los ferroviarios. Las mutuales fundadas por estos traba-
casos vínculos entre ellas, y poca relación con las autoridades. jadores estaban vinculadas con cada una de las secciones laborales
por lo que eran pequeñas y débiles; los dirigentes advirtieron pron-
Según Susana Belmartino, a quien seguimos en estos te- to que para adecuarse a los cambios técnicos de la medicina era ne-
mas, en las décadas de la entreguerra se redujo el dinamismo de las cesario integrarlas. La creación de un Hospital Ferroviario fue una
mutuales de origen étnico, un proceso que se relaciona con la ya se- solución apropiada y casi obvia para una comunidad obrera densa,
ñalada paulatina argentinización de la sociedad: las mutuales étnicas con dos organizaciones gremiales fuertes y orgánicas, la Unión Fe-
o nacionales consolidadas se mantuvieron pero la iniciativa no se re- rroviaria y La Fraternidad. Pese a ello, la empresa fue difícil: las tra-
novó. En cambio crecieron las que agrupaban a los trabajadores, ya tativas comenzaron en 1930, las obras en 1935 y el Hospital se inau-
fuera por comunidad de oficio o de empleo. El primer caso estaba a guró en 1940, con una sede central, sucursales en Rosario y una clí-
menudo asociado con los gremios, aunque no necesariamente era nica para tuberculosos en Córdoba. Pese a que utilizaron sus vincu-
así: los obreros ferroviarios, al margen de la Unión Ferroviaria o La laciones políticas y encontraron gran solidaridad, el Estado no apor-
Fraternidad, fueron una fuente permanente de estas iniciativas. tó prácticamente nada, salvo la autorización para que las empresas
También las empresas constituyeron el marco de este nuevo segmen- retuvieran la cuota social de los miembros. Sobre 50.000 ferrovia-
to del mutualismo, que a menudo promovieron, como en Flandria; rios, en 1940 apenas 20.000 estaban afiliados. El caso muestra tan-
las estatales estimularon activamente tales iniciativas y ofrecieron un to la reacción del mutualismo frente a las dificultades -asociarse- co-
instrumento de gran utilidad: el descuento de la cuota por planilla mo las dificultades y límites de este emprendimiento, en tanto se
para quienes se asociaban voluntariamente. En estas décadas las apoyara sólo en la iniciativa societaria. Fue único en esta etapa, pero
182 mutuales debieron enfrentar dos problemas: el aumento de los indicó el camino que la mayoría de los sindicatos recorrería luego.
La tendencia a la asociación se puso de manifiesto, por LOS SINDICATOS
doras -marítimos, portuarios, ferroviarios- que tenían una gran ciedad de Resistencia Molineros Unidos, creada en octubre de
capacidad para presionar sobre los empresarios y el Estado. Tam- 1917, estudiada por M.E. Rapalo y M.V. Grillo. Por entonces la
bién establecieron una buena relación con el presidente Yrigoyen, actividad molinera estaba prácticamente en manos de una empre-
alentados por su cambio en la política sindical. sa, Molinos Río de la Plata del grupo Bunge y Born. Buena parte
de la actividad se desarrollaba en el Puerto de Buenos Aires; allí,
Hasta 1916, era habitual que el Estado reprimiera con sus trabajadores estaban en contacto con las grandes y conflictivas
dureza los movimientos huelguísticos. Yrigoyen cambió de polí- organizaciones de portuarios y marítimos, que alentaron su orga-
tica: se negó a reprimir, dejó que los conflictos se desarrollaran y nización. La Sociedad incluyó a trabajadores anteriormente rela-
finalmente ofreció su mediación personal. Esta permisividad cionados con otros sindicatos de oficio, aunque no todos optaron
ocurrió en momentos en que la Guerra Mundial y su finalización por incorporarse, en parte porque todavía no se había impuesto la
incrementaron las tensiones, las demandas y los conflictos socia- idea del gran sindicato, y en parte por razones ideológicas y polí-
les. Por otra parte, la ola revolucionaria mundial y el triunfo de ticas: los conductores de carros, por ejemplo, eran anarquistas y
los bolcheviques en Rusia desataron la imaginación revoluciona- reacios a definirse por un gremio que rehusaba definirse en esos
ria. En suma, se inició un período de alta conflictividad social, términos. El reclutamiento fue exitoso: en la Capital, se estima
que estimuló el crecimiento de las organizaciones gremiales. La que afiliaron al 80% de los trabajadores; luego, prosiguieron con
más importante fue la Federación de Obreros Marítimos, que los distintos molinos de Bunge y Born del país y hasta hicieron
protagonizó una serie de huelgas exitosas hasta 1921. Otros gre- contactos con trabajadores en Montevideo y en Brasil.
mios menores aprovecharon el impulso para definir su organiza-
ción y lanzarse a la pelea se trataba de dos aspectos complemen-
tarios y contradictorios a la vez, pues toda la tradición previa de
lucha, de raíz anarquista, era reacia a la organización estable.
ción básica de cualquier organización gremial-, sino una serie de cilitar el turismo se encaró la compra de un hotel, en las afueras de
acuerdos laborales, luego formalizados en convenios colectivos. Las Buenos Aires y ya se mencionó el Hospital Ferroviario. Para muchos
empresas también apreciaron las ventajas de negociar con un sindi- de estos emprendimientos fue decisiva la autorización del Estado
cato bien organizado, capaz de disciplinar a los múltiples sectores de para retener la cuota pertinente de los sueldos de los trabajadores.
una actividad compleja y reducir al mínimo los paros espontáneos.
En 1930, en medio de la crisis, unos y otros confirmaron las ventajas Por otra parte, los propios ferroviarios desarrollaron ini-
de esta negociación: la Unión aceptó una reducción de los salarios, a ciativas de tipo mutual: dormitorios colectivos en los puntos de
cambio de asegurar la estabilidad de los empleos. empalme; comedores sociales; cooperativas de consumo, sobre to-
do en pueblos y ciudades donde se concentraba un número impor-
La UF integró a todos los grupos de ferroviarios, con excep- tante de trabajadores; clubes, bibliotecas, cursos de capacitación:
ción de los maquinistas: artesanos y obreros de los talleres, guardas, un arsenal asociativo similar al de otras entidades de base, que se
señaleros y empleados de estación, peones de vía y obra, que además hizo sentir en muchas localidades. Por ejemplo, en Justo Daract,
trabajaban en distintas empresas, incluyendo una del Estado. La pro- San Luis, de menos de 5.000 habitantes, 500 ferroviarios crearon
porción de afiliados fue muy alta: alrededor de un 60%. Tuvo una una biblioteca de magnitud, una cooperativa de consumo, una
organización centralizada y eficiente: una Comisión Directiva cen- asociación de ayuda mutua, una escuela cooperativa, una sala de
tral, de la que dependían casi 70 funcionarios pagos y más de 200 primeros auxilios y un club con salón de baile y sala de cine. Algu-
comisiones seccionales, en todo el país; la Comisión Central tenía nos de estos servicios estaban disponibles para la población en ge-
autoridad para intervenir las seccionales, y así disciplinar a los dísco- neral, pero muchos eran de uso exclusivo para los ferroviarios. Ese
los. En esta autoridad y en la reticencia a apelar a la huelga, estaba fuerte sentido comunitario se manifestó en todo el accionar gremial
la clave del respeto a la UF por el Estado y las empresas. de la UF, que en cambio rara vez dio prioridad a la solidaridad en-
tre los trabajadores; por ejemplo, no realizaba paros solidarios con
Entre los trabajadores, el apoyo a los directivos se basaba en otros huelguistas, lo que constituye un cambio importante respecto
el reconocimiento de sus logros, que convertían a los ferroviarios en de las prácticas y tradiciones de principios de siglo.
una elite obrera. Pese a que había grandes diferencias según trabajo y
especialidad y también entre empresas, en todas funcionaban conve- En la década de 1930 otros gremios consiguieron franqui-
nios colectivos que garantizaban la estabilidad, un sistema de promo- cias similares a las de los ferroviarios, aunque de una extensión me-
ción escalafonario, licencias por enfermedad, licencia anual y garan- nor. La Federación de Empleados de Comercio logró leyes de esta-
tías ante eventuales arbitrariedades de la patronal. Empresas y traba- bilidad, limitación de la jornada de trabajo y «sábado inglés», aun-
jadores aportaban a un fondo de jubilación, garantizado por ley, que que no consiguió la sanción de una ley de jubilaciones; sus logros se
fue precursor. El Hogar Ferroviario era una cooperativa de vivienda; basaron, no tanto en la capacidad de presión, menor que la de la UF,
186 la UF consiguió fondos de distintas fuentes, que sumados a los aportes como en una amplia campaña pública, desarrollada y apoyada por
las fuerzas políticas, particularmente los socialistas. También los otros tantos se proclamaron independientes; pero la gran mayoría
gran instrumento de trabajo político e ideológico. Construcción, que cubría toda la rama, subsumió las viejas agrupa-
ciones por oficios y desplazó a los militantes tradicionales, muchos
El caso más exitoso fue el Sindicato de Albañiles de Buenos de ellos anarquistas. Una serie de sucesivas y planificadas acciones
Aires, que estudió Celia Durruty. Creado en 1935, se propuso reu- repetidas en todo el país tuvieron como resultado el efectivo arrai-
nir a los trabajadores de diferentes oficios afines, que hasta entonces go nacional de la organización. A semejanza de la Unión Ferrovia-
tenían sus propios gremios, convocándolos a fundirse en una orga- ria, la FONC tenía una conducción central, de la que dependía el
nización de toda la rama de actividad; se trataba de unificar fuerzas, personal rentado y una serie de secciones zonales, y las relaciones
pero también de adecuarse a la evolución del capitalismo y la ten- combinaban dosis de autonomía con mucho de lo que, de manera
dencia a la concentración empresaria. El pliego de condiciones in- eufemista, los comunistas llamaban «centralismo democrático».
cluía mejoras de salarios, tipificación de las categorías de trabajado-
res, distintas cuestiones sobre la actividad laboral y finalmente el re- El de la Construcción fue, por lejos, el caso más exitoso; es-
conocimiento por parte de la patronal de la nueva organización gre- trategias similares tuvieron resultados menos rotundos, aunque
mial. Convocaron a la solidaridad del conjunto de los trabajadores: igualmente significativos, con los trabajadores de la carne, los texti-
la huelga general de la Capital Federal, de enero de 1936, tuvo una les y los metalúrgicos. A diferencia de los socialistas y sindicalistas,
eficacia demoledora. Fue característico de esta nueva acción gremial los comunistas dieron importante cabida a las reivindicaciones de las
el uso sistemático de la violencia, en parte para disuadir e intimidar trabajadoras y un lugar en la conducción a sus militantes mujeres, lo
a los que no se plegaban al paro y en parte para asustar a la opinión que les permitió arraigar con éxito entre las trabajadoras telefónicas
pública y forzar la intervención mediadora de las autoridades. Tuvie- o las textiles. En todos los casos, los comunistas dejaron sentados los
ron éxito: las entidades patronales -que en parte se organizaron para principios del sindicato por rama de industria y de la organización
la ocasión- se convencieron de que debían negociar con los huelguis- centralizada y federativa, ampliamente desarollados luego de 1945.
tas y el Departamento Nacional del Trabajo advirtió que debía me-
diar. El Sindicato de Albañiles obtuvo mucho de lo que pedía y sobre Los comunistas y los socialistas compitieron, se combatie-
todo logró la rápida adhesión del conjunto de los obreros. ron y en ocasiones confluyeron, como en los años de la lucha anti-
fascista. El estilo gremial comunista difería del socialista en varios
Pero semejante ejercicio de militancia callejera no tenía por puntos. La relación del partido Socialista con sus dirigentes gremia-
propósito generar un motín urbano sino, más sencillamente, con- les era distante: ni el Partido los reconocía, ni estos se sentían priori-
solidar la nueva organización. Los albañiles desarrollaron un preci- tariamente solidarios con él. En la conducción de los sindicatos co-
so sistema de captación y afiliación y a la vez de control del merca- munistas había una presencia más formal de los militantes partida-
do de trabajo, a través de la acción de los capataces, habitualmente rios, que transmitían disciplinadamente a las bases sindicales la línea
encargados de organizar las cuadrillas: se ha calculado que en 1941 política del partido. Los socialistas confiaban en que, a largo plazo,
188 estaban afiliados voluntariamente el 40% de los trabajadores de la la educación liberaría a los trabajadores; los comunistas valoraban
menos las bibliotecas y las conferencias, y preferían una acción más autoridad y legitimidad para definir la pertenencia, dirimir las
consultorio, dirigido a dos grupos diferenciados de pacientes: pobres cuestión de los salarios y regímenes de trabajo en los hospitales na-
y pudientes. En los años de entreguerra, se hizo evidente que esta ma- cionales o municipales. En el caso de las mutuales -las había de
nera de entender la profesión dejaba de ajustarse a la realidad. Mu- muchos tipos y envergaduras-, las situaciones laborales eran más
chos del grupo de los pudientes recurrieron a diversos sistemas mu- complejas y se sumaba la cuestión de su solvencia y la necesidad,
tuales o al hospital, reduciendo la consulta. A la vez, se desarrollaron aducida por los médicos de que el Estado regulara su funciona-
empresas médicas -clínicas, hospitales privados- con médicos emplea- miento. Otras alternativas para eludir la amenaza de proletariza-
dos a sueldo; también solían hacerlo en las mutuales, de modo que ción fueron las clínicas cooperativas. Inclusive se discutió sobre los
percibían, al menos como tendencia, su posible proletarización y co- alcances del hospital público, pues muchos médicos alegaban que
mo problema la defensa del honorario profesional. Por otra parte, el debía restringirse su uso a quienes efectivamente no pudieran pagar
desarrollo de la tecnología médica (desde radiografías hasta electro- una consulta o que, al menos, debía ser arancelado.
cardiogramas) estimuló la centralización de los servicios e impulsó
más aun la crisis del profesional liberal, habituado a resolverlo todo La cuestión de las incumbencias fue encarada primero co-
en su consultorio. Esto se agravó con la sobreoferta de médicos, al mo un problema específico de la corporación. Los médicos especia-
menos en aquellas zonas donde estaba la demanda efectiva, los pa- listas organizaron asociaciones por especialidades y, aunque no po-
cientes pudientes. La proliferación de profesionales agregó un segun- dían aspirar a que una norma la definiera con total precisión, procu-
do problema: normas de conducta y prácticas sólidamente estableci- raron establecer en su sentido común la pertinencia de la especiali-
das comenzaron a ser transgredidas de manera habitual, por la demo- zación, acreditada con cursos universitarios o títulos específicos. Pu-
cratización de la profesión, que desgastó viejos códigos o simplemen- dieron, al menos, reclamar al Estado que los tuviera en cuenta al ha-
te la necesidad de supervivencia. Al problema laboral se agregó el éti- cer designaciones en hospitales o reparticiones públicas, pero básica-
co. Estaba también la cuestión de las competencias y las incumben- mente se trataba de un criterio que debía legitimarse en el interior
cias profesionales. Al problema de los curanderos, sólo parcialmente de la profesión. Sobre paramédicos, en cambio, valía el reclamo de
zanjado, se sumaba la oferta de productos medicinales milagrosos, la reglamentación, aun cuando inevitablemente quedarían zonas os-
avalados por alguna supuesta autoridad médica y también la delimi- curas. El más vigoroso impulso a la asociación fueron las cuestiones
tación precisa de las profesiones paramédicas universitarias, como las de ética en la práctica médica, fuertemente asociadas con la imagen
de kinesiólogos o parteras. Alguien debía decir qué podían hacer y qué del profesional libre. Las asociaciones y colegios médicos discutieron
no podían. Finalmente, la especialización -tisiólogos, cardiólogos- la mercantilización de las prácticas, el secreto médico y sus límites;
planteaba otros problemas de incumbencia y reconocimiento. otras organizaron tribunales de ética y mecanismos de segregación o
sanción, aun cuando en un punto también necesitaron que hubiera
Cuestiones de índole diferente se condensaban en la ima- una norma legal. Todo esto impulsó la formación de distintos tipos
gen de que la profesión estaba en crisis. De ella surgió un impulso de asociaciones médicas. Si bien muchas existían desde antes, hubo
190 asociativo, para la defensa recíproca, la organización interna y la un fuerte impulso entre 1917-21, cuando junto con muchos otros
gremios de todo tipo, se constituyó un Sindicato Nacional de Médi- en ideas sobre medicina pública o seguros sociales. Esta ambigüe-
cionalismo popular. Por esta vía, los militantes de las cooperativas tado grupo de administradores: un abogado socialista, que la presi-
eléctricas ingresaron en la arena política, al igual que las organizacio- dió largo tiempo y siempre estuvo vinculado con el movimiento
nes que, en ciudades como Buenos Aires, defendían a los usuarios en cooperativista eléctrico del país, y un ingeniero que transformó el
contra de las empresas. rústico emprendimiento en una empresa eficiente. A diferencia de
las cooperativas de consumo, ese crecimiento necesitó un respaldo
Algunas perecieron en el combate, como la no nata Coo- financiero sólido: en 1943, pocos días antes del golpe, recibieron un
perativa Eléctrica Bahiense, que no pudo superar las exigencias de importante crédito del Banco Nación; en 1953, bajo una adminis-
la «ley Fresco», y otras sobrevivieron y prosperaron, por una feliz tración peronista, el gobierno provincial concurrió con un fuerte
coincidencia de coyunturas políticas y capacidad administrativa. aporte para consolidar la cooperativa. Ésta, por su parte, había di-
Tal el caso de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Ro- fundido el criterio cooperativo en las localidades vecinas, para lue-
sa, la Pampa, estudiada por A. Lluch y L. Sánchez, que hoy sigue go, a partir de 1945, absorberlas y proveer centralizadamente el ser-
siendo muy grande y que ha diversificado mucho sus actividades. vicio. Su crecimiento posterior se caracterizó por la combinación de
los criterios de eficiencia -a cargo de cuadros gerenciales profesiona-
En 1928 se instaló en Santa Rosa una empresa eléctrica les- y equidad, sobre la base de un precio justo. Su solidez debió
extranjera -del grupo SUDAM- cuya concesión tenía vigencia mucho a la capacidad para expandir el campo de los servicios ofre-
hasta 1935. La Pampa era por entonces un Territorio Nacional, cidos: suministro de aparatos electrodomésticos, que aumentaban el
que no elegía su gobernador. En el municipio de Santa Rosa tu- consumo y la posterior incursión en otros terrenos, como la telefo-
vieron mucho peso los socialistas, que en 1922 ganaron las elec- nía. En la actualidad ha llegado a ser, como la Cooperativa Obrera
ciones, y también los radicales. En 1930, comenzó la moviliza- de Bahía Blanca, una empresa sólida y consolidad.
ción popular para formar una cooperativa eléctrica, encabezada
por políticos, periodistas y profesionales locales, algunos radicales No sabemos mucho de las que quedaron en el camino y
y otros socialistas, cuyas querellas llevaron a la naciente coopera- desaparecieron, aunque podemos presuponer que algunos o todos
tiva a proclamar su neutralidad política. En 1933 se la fundó for- los factores que concurrieron al crecimiento de éstas no funciona-
malmente y recibió por anticipado de la Municipalidad la conce- ron. Por ejemplo, las cooperativas eléctricas que, a diferencia de las
sión del servicio eléctrico a partir de 1935, pese a que no tenía de Santa Rosa, quisieron implantarse en ciudades que constituían
instalación alguna. Posteriormente el Municipio, cuya interven- mercados atractivos debieron enfrentar una fuerte resistencia de las
ción fue decisiva, aportó el 40% del capital, además de conceder empresas privadas primero y del Estado después. En otros casos,
todas las facilidades administrativas necesarias. Llegada la fecha, seguramente falló el equipo profesional encargado de convertir un
la Cooperativa no tenía prácticamente nada -sus dirigentes cono- impulso asociativo en una empresa eficiente, y a la vez conservar
cían muy poco del negocio- y comenzó el suministro utilizando las bases filosóficas de la asociación.
196 unos motores de cosechadoras.
LAS ENTIDADES PATRONALES empresas industriales, y en general por los sectores exportadores.
los trabajadores del surco y hasta concitó apoyo urbano, entre co- la Guerra y su fin instalaron la confrontación en su seno. En 1921
merciantes, empleados y estudiantes. La huelga cañera de 1927 re- se derrumbó el precio mundial de la carne, que había subido soste-
flejó ese avance en la organización: se abrieron 28 seccionales en to- nidamente desde 1916; a la vez, hubo una reorientación de la de-
da la provincia, se promovieron nuevos dirigentes y se desarrolló un manda mundial hacia la carne enfriada. Los frigoríficos, norteame-
novedoso tipo de manifestación pública capaz de integrar a todos ricanos y en menor proporción ingleses, trasladaron las pérdidas ha-
los adherentes: una banda de música tocaba el Himno, mientras los cia los productores, reduciendo los precios de compra; al problema
manifestantes hacían flamear banderas argentinas y emblemas de la general se sumó una diferencia de tratamiento en favor de los «in-
Federación Agraria. La huelga fue muy eficaz: el presidente Alvear vernadores», proveedores de la carne destinada al enfriado, y en per-
se postuló como árbitro del conflicto y su laudo, que marca un hi- juicio de los «criadores». La distinción entre estos dos sectores de los
to en la historia de las negociaciones sectoriales, incluyó la creación productores no era nítida y existían amplias superposiciones; no
de una Cámara Gremial de Productores, encargada de la concerta- obstante, en la coyuntura se constituyeron como intereses encontra-
ción de los conflictos. El otro saldo fue la constitución gremial corpo- dos. Entre 1922 y 1926 los «criadores» ganaron el control de la So-
rativa de los cañeros, con lo que sólo restaba la organización de un ciedad Rural y presionaron al gobierno para que los protegiera fren-
actor principal: los trabajadores asalariados. te a los frigoríficos. Con el auspicio del presidente Alvear se sancio-
nó en 1922 un conjunto de leyes tendientes a defender el precio de
La Sociedad Rural era la más tradicional de las organiza- la carne; fue un acto casi simbólico: los frigoríficos se negaron a
ciones empresarias argentinas y quizá la más laxa, en cuanto a la acatarlas y las leyes fueron derogadas. El saldo fue una primera y
defensa de los intereses de alguno de sus sectores; inclusive sus fuerte definición de sectores de interés contrapuestos dentro de los
dirigentes compartían otros intereses sectoriales ajenos al agro. Los ganaderos, y un conflicto en la Sociedad Rural.
Primera Exposición Internacional de Granja en la Sociedad Rural Argentina, 1925 La disidencia volvió a plantearse en 1933, luego de la firma
del Tratado de Londres o Roca-Runciman. La crisis de 1929 había
empujado a Gran Bretaña a reducir sus compras de carne argentina
y a dar preferencia en sus compras a los productores del Common-
wealth. El Tratado establecía los términos de una relación bilateral y,
dentro de una negociación más amplia, aseguraba la compra de una
cuota de carne argentina, básicamente de carne enfriada. Los inver-
nadores salvaban su situación y los criadores quedaban sujetos a los
azares de un mercado en contracción. Revivió así la oposición de
1922. En el Congreso y en la opinión pública hubo un amplísimo
200 debate, en el que se juzgó toda la operatoria del negocio frigorífico.
En particular, la situación provocó una escisión en la Sociedad Ru- poco después esta forma organizativa se redujo y volvieron a pre-
lapso el número de socios pasó de 1.000 a 3.000. Era una cantidad realizar gestiones ante las autoridades; esto era imprescindible dada
reducida en relación con el número de establecimientos existentes, la diferencia y hasta incompatibilidad de intereses, por ejemplo en
pues las cámaras sólo reunían en realidad a los más importantes de cuestiones arancelarias entre productores de bienes finales o inter-
cada actividad; por otra parte, grandes establecimientos tradiciona- medios. Estas cámaras, mal estudiadas, constituyen el verdadero es-
les, como los frigoríficos o las empresas del grupo Bunge y Born, y pacio asociativo de los empresarios. La Unión Industrial trataba de
los ingenios azucareros fueron reacios a ingresar a la Unión Indus- representar un interés colectivo difícil de constituir. Fue presidida
trial, seguramente por disponer de mejores medios para la defensa durante veinte años (1925-45) por Luis Colombo, quien hizo un
de sus intereses. A decir verdad, el criterio de agrupamiento por cá- enorme esfuerzo societario: organizó exposiciones, conferencias y
maras no siempre era lógico y sistemático, existían superposiciones encuentros entre empresarios, funcionarios y técnicos, llevó adelan-
y dobles afiliaciones, y el número total fue fluctuante. No obstante, te gestiones diversas, con gobiernos nacionales y provinciales, tuvo
la tendencia general al aumento fue siguiendo aproximadamente el una presencia destacada en la vida pública y ayudó a definir una
crecimiento y la diversificación de la industria. ideología industrialista acorde con las condiciones de la entreguerra
y con la necesidad de compatibilizar intereses encontrados.
Marcha del Comercio y la Industria, pro derogación de la Ley de jubilaciones de obreros y empleados,
junio de 1925.
202
En 1932 surgió una nueva organización empresaria: la Fe- a partir de 1933 incluyó la participación orgánica e institucional
integraban a los más destacados académicos de la especialidad, pues- creada por los Cursos, tenía por objeto entablar un diálogo con ma-
tas bajo la advocación de notables intelectuales del pasado: Sarmien- nifestaciones culturales no definidamente católicas pero tampoco
to, Mitre, Alberdi, Korn, De la Torre. La selección revelaba la inten- inconciliables con esa tradición. Sin embargo, predominó el espíri-
ción de definir un patrón cultural militante, que sintetizaba los va- tu de cruzada y el abroquelamiento. Los Cursos promovían una mi-
lores del liberalismo y el progresismo. Las cátedras combinaron su litancia intelectual que, en primer lugar, removiera las practicas de
tarea académica específica con el aporte a la formulación de una los católicos, juzgadas cómodas e intrascendentes: ya sea la acción
suerte de «proyecto nacional» para la Argentina de posguerra, del caritativa desarrollada a través de los Círculos Católicos de Obreros,
que dan cuenta, sobre todo, las producciones de la cátedra de Econo- o bien la sociablidad aristocrática practicada por la Archicofradía
mía. De ahí en más, y hasta febrero de 1946, el Colegio Libre militó del Santísimo Sacramento y otras similares. Debían formar a los
en el campo de la Unión Democrática, testimoniando uno de los mu- universitarios e intelectuales capaces de desafiar el pensamiento «li-
chos casos de la época de politización de las instituciones asociativas. beral» instalado en la Universidad y suministrar cuadros alternati-
vos. Debían organizar a los profesionales en corporaciones católicas:
En el otro extremo del arco ideológico se encontraban los de médicos, de abogados, de ingenieros. La Acción Católica debía
Cursos de Cultura Católica, fundados en 1922 por jóvenes preocupa- formar los militantes que salieran a combatir en el mundo, contra
dos por elevar el nivel intelectual del pensamiento católico. Los cur- las costumbres modernas. En un clima de creciente politización, so-
sos, de tres años de duración, dictados por religiosos y algunos lai- bre todo desde 1936, este activismo católico, arraigado en institu-
cos, incluían materias teológicas y filosóficas, así como su aplicación ciones societales de base, como las que dependían de las parroquias,
a los distintos campos de la vida profesional, de acuerdo con el mo- tuvo una enorme capacidad de movilización.
delo del pensamiento tomista que se proponían difundir. Aunque
los participantes fueron numéricamente pocos, su influencia intelec- La Guerra Civil Española, que se desarrolló entre 1936 y
tual y política resultó enorme. Allí se formó un grupo de intelectua- 1939, fue vivida con singular intensidad en la Argentina, en parte
les destacados, que reconocieron la influencia del español Ramiro de por lo numeroso de la colectividad española, pero sobre todo porque
Maeztu, embajador desde 1928, y de Jacques Maritain, con quien ofrecía el motivo adecuado para la condensación de las tendencias a
sin embargo sostendrían una áspera discusión en 1936. la politización de muchas asociaciones culturales. Hubo manifesta-
ciones espontáneas en favor de uno y otro bando y, sobre todo, se
El grupo promotor estaba formado por jóvenes decididos desarrolló un nuevo y vigoroso movimiento asociativo, en el que
a prácticar y difundir un catolicismo integral, según lo que era por instituciones ya existentes y otras surgidas ad hoc se movilizaron
entonces la orientación predominante en la Iglesia: «poner a Cris- para apoyar desde la Argentina a uno y otro bando.
to en todas partes», superar la escisión entre creencias privadas y
prácticas públicas, ofrecer una respuesta católica para cada uno de Quienes apoyaban a los nacionales de Franco, lo hicieron de
206 los problemas de la sociedad. Hubo en el origen una intención de manera discreta: conocemos su existencia a través de los periódicos
nacionalistas y también los parroquiales, escritos por sacerdotes ins- muchas otras asociaciones, no se articuló en una única organiza-
tido en verdaderos nudos gordianos, y creó diversas instituciones que chos otros de alcance específico. El lugar más particular y más
apuntaban a poner la economía al servicio del bienestar social. operativo, eran las Comisiones Paritarias, donde se dirimían las
cuestiones entre patronos y trabajadores.
El Estado amplió su tarea de regulación de las asociacio-
nes e instituciones de la sociedad; muchos de los proyectos y recla- Este aparato institucional de la concertación fue caracterís-
mos señalados en la etapa anterior se concretaron rápidamente lue- tico de los llamados «estados de bienestar» de la segunda posguerra
go de 1943. A la vez, desarrolló un conjunto de instituciones para y desarrollaron una de las tendencias de la política democrática: la
dirigir la economía: el IAPI para controlar el comercio exterior, el representación social. El estado peronista se apartó en parte de ese
Banco Central nacionalizado para regular el crédito, el Banco In- modelo al combinarlo con el criterio de la unanimidad política. Se-
dustrial para asistir a los industriales. Muchas empresas extranjeras gún se afirmaba, tal estado era la organización política del pueblo
de servicios fueron nacionalizadas y en otros campos, como el gas, peronista, expresado a través del movimiento peronista, cuya «doc-
la electricidad o el acero, el Estado realizó importantes inversiones. trina» era la Doctrina Nacional. No es este el lugar para desarrollar
En relación con la distribución, se crearon distintas instituciones con amplitud esta concepción, pero a partir de ella la propuesta de
orientadas a la seguridad y previsión social. Finalmente, se avanzó la representación sectorial de la sociedad derivó en el necesario ali-
hacia la planificación de la economía, principalmente por la coor- neamiento doctrinario y político de esas partes, que idealmente al
dinación del gasto público, primero en el Consejo Nacional de menos integraban el Movimiento Peronista.
Posguerra y luego a través de los dos Planes Quinquenales.
Esta síntesis de la representación corporativa y la unanimi-
Lo más característico fue la preocupación por la concerta- dad política se expresó en la propuesta de la «Comunidad Organiza-
ción de intereses y conflictos. Ello requirió primero, la organiza- da», una manera de concebir la sociedad, cuyas partes concurrían a la
ción de la representación corporativa y luego, la creación de las ins- realización del bien común, de acuerdom a principios de solidaridad,
tancias de acuerdo entre las partes y el Estado, cuyos funcionarios regulados o garantizados por el Estado. Se advierte aquí el rastro de
debían realizar una preliminar tarea de agregación de demandas y la concepción social católica, de raigambre tomista, así como influen-
propuesta de las alternativas técnicas para superar los conflictos. El cias de estados que florecieron en la entreguerra: los de Mussolini,
Estado abrió, con diferente éxito, una serie de instancias donde los Franco, Dollfus, Oliveira Salazar. Esta concepción fue formulada co-
representantes de los intereses sectoriales podían tomar parte de las mo un modelo ideal, aunque las acciones concretas del Estado estu-
decisiones: los lugares de asignación de recursos, como los directo- vieron lejos de encaminarse, todas y siempre, hacia su concreción (se
rios de los bancos estatales, nacionales o provinciales; los de toma ha señalado muchas veces que el propio discurso peronista tenía una
de decisiones, incluso los gabinetes ministeriales, nacionales o pro- segunda voz, muy conflictiva, y se ha usado para referirse a Perón
vinciales, y finalmente los lugares propios de la concertación, co- la imagen del «bombero piromaníaco»). A la vez, quienes decían
210 mo el Consejo Nacional Económico y Social, el Consejo para la aceptarla mantenían igual distancia entre sus dichos y sus prácticas.
Tal concepción, aunque se tradujera sólo en aplicaciones para eliminar las tendencias propias de la sociedad, lo que podría lla-
zones: cálculo inmediato -los industriales estuvieron satisfechos con de los productores agrarios, pese a que existían otros voceros: las
la creación del Banco Industrial-, tradiciones políticas e ideológicas, cooperativas, la Federación Agraria y Confederaciones Rurales Ar-
y sensibilidad a la conflictividad social. En 1945, el grueso de las aso- gentinas. Ciertamente, en la SR se concentraban las voces críticas a
ciaciones empresarias tradicionales se alineó contra Perón y partici- la política agraria estatal, a las que ella misma agregaba un proble-
pó activamente en la campaña electoral; sin embargo, en la Unión ma específico: el gobierno declaró caduca la concesión del predio de
Industrial se constituyó un grupo, minoritario pero significativo, Palermo que servía de sede a las tradicionales exposiciones rurales.
que se acercó y participó activamente de su gobierno. En abril de El Estado lo cedió luego a la Fundación Eva Perón y ésta lo alquiló
1946 hubo elecciones en la UIA, el grupo peronista fue derrotado y a la Sociedad Rural, que recuperó su uso a cambio de ese canon.
poco después la entidad fue intervenida. El mensaje fue claro: el res-
to de las grandes asociaciones remplazó sus dirigentes y colocó al La Sociedad Rural criticó permanentemente las políticas
frente a figuras aptas para convivir con el gobierno. agrarias del Gobierno. Pese a eso, sus directivos se esforzaron por
evitar los conflictos. Dardo Cúneo lo ha documentado de manera
LAS ENTIDADES RURALES elocuente. El nuevo presidente, José Alfredo Martínez de Hoz,
La estatización del comercio exterior y la cotización dife- mantuvo relaciones protocolarmente correctas, facilitadas por el
rencial de las divisas del IAPI, la sanción del Estatuto del Peón y la hecho de que la Secretaría de Agricultura fue ocupada por miem-
indefinida prórroga de los arrendamientos rurales fueron medidas bros de la Sociedad Rural. Incluso, la SR se congratuló por la ree-
difíciles de digerir para los grandes productores agrarios. Por otro lección de Perón y manifestó su dolor ante la muerte de la Jefa Es-
lado, el congelamiento y las facilidades crediticias del Crédito piritual. En 1950 modificó sus estatutos e introdujo una represen-
Agrario Nacional estimularon a muchos arrendatarios para conver- tación zonal, de acuerdo con las propuestas del presidente, que
tirse en pequeños propietarios, mientras que la política comercial quería dar cabida a los pequeños productores del interior, y en
del IAPI dio mayor cabida en la comercialización a las cooperati- 1953 aceptó integrarse en la Confederación General de la Produc-
vas, que además expandieron los servicios prestados a sus asocia- ción, y hasta ocupó cargos en la primera Comisión Directiva de la
dos. En efecto, el movimiento cooperativo tuvo en la década pero- Confederación General Económica. En suma: aunque probable-
nista una presencia más notable en la discusión de las decisiones. mente la mayoría de sus miembros eran opositores, la entidad dio
El sector incluía varias entidades de segundo grado, entre ellas tres las suficientes muestras de aceptación del orden político y estatal
muy grandes: SanCor, ACA y FACA. Cooperativistas y en general como para no provocar una acción contra ella.
pequeños productores, especialmente de las zonas no pampeanas,
tuvieron una participación importante en la gestación de la Confe- LOS GRANDES EMPRESARIOS
deración General Económica y dieron allí forma y voz a reclamos so- El caso de la Sociedad Rural muestra que el problema prin-
bre precios, créditos y transportes, exigiendo al Estado por ejemplo cipal de las asociaciones patronales durante la década peronista no
212 mejorar los servicios ferroviarios. fueron las exigencias de acatamiento o unanimidad política, que
pudieron solucionar con los gestos adecuados, sino resolver, en cada derivada de distintas «conquistas» sindicales, lo que la llevó a sumar-
convocatoria algo mayor debido a que empresas que habían abando- posterior al del célebre discurso en el que formuló el proyecto de la
nado la Unión Industrial se le sumaron. También fue más consisten- «Comunidad organizada»-, en una conferencia en la Facultad de De-
te su adhesión ideológica a las propuestas del Estado: la solidaridad recho propuso unificar la representación empresaria en una única
social y la planificación económica. Inclusive llegaron a aceptar que Confederación General Económica, constituida por tres Confedera-
una organización del naciente movimiento empresarial del interior, la ciones sectoriales: de la Industria, el Comercio y la Agricultura. En
CAPIC, se sumara a ella; pero se negaron a reformar los estatutos como el mismo sentido, dos años después se sancionó la Ley de Asociacio-
para que conllevara una participación en la conducción. nes Profesionales de Empleadores, que establecía la afiliación obliga-
toria a una única entidad por sector y la organización según el mo-
LA CONFEDERACION GENERAL ECONOMICA delo piramidal. Esta decisión institucional estuvo acompañada de
El cambio más importante en el asociacionismo empresa- otra de índole política: elegir al movimiento gremial del interior co-
rio fue el movimiento que culminó con la formación de la Confede- mo base para la organización de la CGE, a la que se incorporaron,
ración General Económica (CGE). Arrancó en 1946, con la movili- velis nolis, la CEA, la Bolsa de Comercio y la Sociedad Rural.
zación de distintos grupos de pequeños empresarios del interior: fa-
bricantes, comerciantes, productores agropecuarios, muchos de ellos En la forma de organización de la CGE concurrieron dos
recién ascendidos del estrato de cuentapropistas, empleados de co- factores: el organigrama corporativo trazado por Perón (su entusias-
mercio o arrendatarios, en virtud del fuerte impulso que el peronis- mo por los diseños de este tipo era mayor que su voluntad de concre-
mo dio a la movilidad social. El Censo Económico de 1954 registra- tarlos) y la dinámica del movimiento asociativo del interior, formada
ría ese abultamiento empresarial, mucho más importante en núme- desde abajo. Así, la primera unidad eran las asociaciones o cámaras lo-
ro que en envergadura. Como ha señalado Brennan, tenían afinida- cales, constituidas en cada ciudad. Estas se agrupaban en dos tipos de
des claras con el peronismo: la democracia social, el ethos antioligár- federaciones: una regional (cada provincia tuvo su Federación Econó-
quico, el nacionalismo económico y el rechazo al liberalismo, lo que mica) y otra sectorial, donde por agregaciones sucesivas se llegaba a
no significa que fueran necesariamente peronistas. De hecho, el la constitución del interés empresario sectorial. El sistema decisional
principal dirigente de este movimiento, José Ber Gelbard, no lo era. se basaba en el principio democrático de una empresa/un voto, dan-
do un peso enorme a los empresarios pequeños. A la vez, la Ley de
Entre 1946 y 1951 se realizaron tres Congresos Económi- Asociaciones establecía como contribución societaria un porcentual
cos del Norte Argentino. En el segundo se firmó el Acta de Catamar- de las ganancias, por lo que las empresas grandes financiaban la par-
ca y se fundó la Confederación Argentina de la Producción, la In- ticipación de las pequeñas. En los papeles al menos, la CGE era la
dustria y el Comercio (CAPIC), que intentó incorporarse a la CEA. realización de una pieza importante de la Comunidad Organizada.
Luego este grupo de dirigentes, de gran militancia gremial, saldría a
promover la agremiación de los empresarios en otras regiones del Por otra parte, la confederación defendió con entusiasmo
214 país. Esta incorporación de un nuevo actor corporativo coincidió el criterio de la agremiación y la unidad de representación. También
apoyó los lineamientos generales de la política económica del go- entonces se ocupaba la SCA. Ese mismo año, otro decreto/ley re-
ción peronista, aprovechando que la retracción de la COMRA deja- agruparon en la Corporación de Médicos de la República Argentina.
ba un vacío en cuestiones gremiales, viejas y nuevas: la relación pro- Como la COMRA no se manifestó dispuesta a afiliarse a la CGP, la
fesional con las mutuales, con los hospitales de colectividad, que ha- Corporación recibió la personería gremial. No obstante, el conflicto
bían perdido su primitivo carácter asistencial para convertirse en que por entonces se desarrollaba con las aseguradoras mostró que la
centros médicos prepagos, y sobre todo las nuevas Obras Sociales. COMRA mantenía el apoyo del grueso de los médicos.
Sin embargo, la COMRA asumió la negociación de la principal
cuestión gremial: la relación con las aseguradoras. Entre los arquitectos, la SCA tuvo un período de dudas,
que fue aprovechado por la Asociación de Arquitectos de Buenos Ai-
En la Sociedad Central de Arquitectos predominaron los res, de filiación peronista, para organizarse y reclamar reconocimien-
profesionales que simpatizaban con el régimen. Algunos de sus to. La SCA reconsideró rápidamente su situación, adhirió a la CGP,
miembros destacados ocuparon cargos relevantes, como Jorge Saba- modificó sus estatutos para adecuarlos a la nueva ley de Asociaciones
té, Intendente de Buenos Aires. También debe de haber influido la Profesionales, y en julio de 1955 recibió el reconocimiento.
decisión de crear las nuevas facultades de Arquitectura, separadas de
las de Ingeniería, un caso similar al de los odontólogos. La SCA man- En 1950, el gobierno había lanzado una iniciativa equivalen-
tuvo, como la COMRA, una posición estrictamente gremial, aunque te en el ámbito de la Universidad, con la constitución de la Confede-
los profesionales antiperonistas criticaron que no saliera en defensa de ración General Universitaria para los estudiantes y también de una en-
los colegas que habían sufrido cesantías por razones políticas o ideo- tidad equivalente para los profesores. En 1945, las universidades ha-
lógicas. El caso más sonado fue el del arquitecto Fermín Bereterbide, bían sido militantemente antiperonistas y fueron sancionadas por ello.
que en la entrega de premios de un concurso se negó a saludar al pre- Las intervenciones diezmaron los elencos profesorales y la autonomía
sidente Perón: no sólo fue exonerado de sus funciones públicas, sino universitaria fue fuertemente recortada. Expulsados los profesores, la
que la SCA lo expulsó de inmediato. Por otra parte, apoyó los Planes oposición al gobierno quedó a cargo de las organizaciones estudianti-
Quinquenales, aunque arrimó críticas a la Ley de Alquileres. les, galvanizadas por el espíritu de la Reforma Universitaria, pero sus-
tentadas en un sólido trabajo gremial. Así, los estudiantes realizaron
En 1953, el proyecto de la Comunidad Organizada llegó una crítica política general y también una crítica académica específica,
también a los profesionales: debían agruparse en una Confedera- denunciando la baja calidad de la enseñanza. Sobre todo, defendieron
ción General de Profesionales, que se afiliaría a la CGT. Por otra sus centros de estudiantes. El más notable fue quizá el Centro de Es-
parte, una Ley de Asociaciones Profesionales determinaba la unifi- tudiantes de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, «La Línea
cación por ramas de la representación corporativa. El proyecto co- Recta», fundado en 1902. 6000 de los 10.000 estudiantes de la Facul-
menzó de manera algo confusa: dos grupos se atribuyeron, por bas- tad pagaban su cotización. El Centro, que tenía su propia imprenta,
tante tiempo, la organización de la CGP. En cada profesión, esta de- editaba los textos de los mejores profesores y la Revista de Ingeniería,
216 cisión estimuló el nucleamiento de quienes apoyaban al régimen. sobre cuestiones técnicas y científicas. Poseía una biblioteca, organizaba
actividades culturales y de extensión, entre ellos una escuela técnica LOS SINDICATOS
Industria 97 98 31
Transporte 09 70 70
Servicios 60 70 95
Total 58 83 44
Asamblea de ascensoristas en el sindicato Acto del sindicato metalúrgico en el En Doyon, Louise, «El crecimiento sindical bajo el peronismo» en Juan Carlos Torre (comp.),
de la construcción, 1943 Luna Park, 1942 La formación del sindicalismo peronista. Buenos Aires, Legasa, 1988.
Secretaría intervino de muchas maneras en los conflictos sindicales: a dirigentes políticos tradicionales, asociaciones de todo tipo y, so-
estimuló las demandas obreras, presionó a los patrones y tomó todo bre todo, a los patrones. A ellos trató de convencer de que era pru-
tipo de medidas que, en cada caso particular, satisfacían alguna aspi- dente realizar concesiones, reconocer a los sindicatos e institucio-
ración postergada. Hubo aumentos salariales, control sobre la apli- nalizar el conflicto industrial, para evitar las consecuencias de la
cación de leyes laborales y otras medidas específicas, dosificadas se- posguerra, que se presumían peligrosas. Perón se presentó como
lectivamente. Un caso característico fue el decreto que estableció el quien podía conducir y canalizar un movimiento potencialmente
régimen jubilatorio para los Empleados de Comercio, que le valió la peligroso. Por distintos motivos esta apelación no funcionó: en
conversión de Angel Borlenghi, de larga militancia socialista. parte porque quedó subsumida en el gran enfrentamiento político
de la Segunda Guerra Mundial (en el que, para sus adversarios, Pe-
Lo más notable fue el fuerte impulso a la sindicalización: rón ocupaba la posición que en Europa tenía el fascismo), y en par-
se estimuló la formación de sindicatos donde no los había -se verá te porque los empresarios no coincidieron con su diagnóstico acer-
al final el caso de la FOTIA-, la conquista de sindicatos en manos ca de la conflictividad social latente. Lo cierto es que, desde media-
de dirigentes adversarios o la formación de otros nuevos, como la dos de 1945, Perón estrechó su vinculación con los dirigentes sindi-
Asociación Obrera Textil, que compitió con la Unión Obrera Tex- cales -que en su gran mayoría venían respaldando su acción- y esta
til, dirigida por comunistas y socialistas. El impacto numérico fue alianza se soldó luego de los sucesos del 17 de octubre de 1945.
importante aunque no espectacular: entre 1941 y 1945 los traba-
jadores sindicalizados pasaron de 440.000 (un 20% de la mano de En ese contexto, a fines de 1945 se sancionaron decretos que
obra empleada) a 530.000; pero el crecimiento se dio en el nuevo establecían importantes beneficios generales: sobre vacaciones, despi-
sector industrial, y estuvo acompañado por la promoción de una dos injustificados y sobre el aguinaldo (un tema esgrimido durante la
nueva camada de dirigentes. campaña electoral). Sobre todo, se sancionó el decreto ley sobre Aso-
ciaciones Profesionales, que reconocía a los sindicatos y establecía una
Hasta 1945, la apelación a los sindicalistas fue una entre normatividad que colmaba ampliamente las expectativas de los diri-
218 las varias herramientas usadas por Perón, quien también convocó gentes gremiales, quienes participaron activamente en su elaboración.
AFILIACIÓN SINDICAL por las candidaturas. Los dirigentes sindicales entendían su rela-
CRECIMIENTO SINDICAL
La medida se sancionó en plena campaña electoral, que se El primer dato significativo sobre los cambios en el actor
presentaba reñida e incierta. Los dirigentes sindicales -ha estudia- sindical fue la afiliación. En los primeros años del gobierno pero-
do J.C. Torre- decidieron dar forma política a su poder gremial, nista su crecimiento fue espectacular, sobre todo en los gremios in-
consolidado en la jornada de octubre. Fundaron el Partido Labo- dustriales. De acuerdo con Louise Doyon, a quien seguimos en to-
rista, con una organización inspirada en su homólogo británico, da esta sección, se debió tanto a la masiva propaganda estatal co-
que incluía la pertenencia de individuos y de sindicatos, el cual mo a la acción militante de los dirigentes sindicales. En 1950 se
constituyó uno de los núcleos fuertes de la nueva fuerza política. había triplicado, llegando a 1,5 millones. El mayor crecimiento se
Perón se propuso balancear su poder apelando a los políticos ra- produjo en los gremios industriales, hasta entonces muy pequeños,
dicales y hasta a los conservadores que se habían incorporado al donde la tasa de afiliación llegó al 50%. En esos sindicatos el cre-
naciente movimiento, y en todas partes menudearon los conflictos cimiento posterior fue mucho menor; en cambio, luego de 1950
aumentó mucho la afiliación en los sindicatos que agrupaban dis-
... un asado en el sindicato del transporte automotor tinto tipo de empleados estatales nacionales. Numéricamente fue
importante: la adhesión llegó en 1955 a 2,5 millones, es decir, cin-
co veces mayor que en 1941. Su significación social y política fue
distinta, pues la afiliación fue casi obligatoria, quizá porque a tra-
vés de esas organizaciones, más fácilmente manejables, el Estado
podía contrapesar el poder de los gremios industriales. Por otra
parte, desde 1950 fue normal que se descontara por planilla la cuota
sindical a todos los trabajadores, afiliados y no afiliados.
ideológicas: por una parte, la de los sindicatos, que generalizaron ción, que como se verá resultaba adecuada para el modelo político
lo que había sido la experiencia más exitosa, la de los gremios fe- corporativo, se reproducía en la CGT, que pasó de órgano de coor-
rroviarios. Por otra, las ideas del estado corporativo, cuyos funda- dinación a instrumento de control. La reforma estatutaria de 1950,
mentos se esbozaron más arriba. Ambas perspectivas coincidieron que suscitó muchas resistencias, hizo obligatorio para cada gremio
en propiciar organizaciones sindicales fuertes: un sindicato por ra- el cumplimiento de las decisiones colectivas, y además autorizó a
ma de industria, de carácter nacional y único. En esas condicio- la CGT a intervenir sus organizaciones. La FOTIA, por ejemplo,
nes era reconocido por el Estado como miembro legítimo de la estuvo intervenida desde 1949 a 1955. El elenco de dirigentes de
negociación corporativa. Así se desvanecieron los intentos de so- la CGT se modificó. A la supresión del Partido Laborista siguió la
cialistas, comunistas o católicos de mantener sus propias organi- eliminación, a veces notoria, otras silenciosa, de la mayoría de la
zaciones sindicales. Por otra parte, también se reconocía una úni- «vieja guardia», remplazada por dirigentes provenientes de gremios
ca organización de segundo grado, la CGT, y se forzó a ingresar pequeños y de escaso predicamento personal. En suma, conduccio-
en ella a algunos gremios que, por distintos motivos, mantenían nes mediocres, más adecuadas para transmitir a los dirigentes sin-
su autonomía. dicales la línea política del gobierno que, a la inversa, para hacer
llegar a este las ideas del movimiento obrero organizado.
En la práctica, llegar a esa unificación no fue simple. En al-
gunos casos las tradiciones sindicales estaban muy arraigadas; los tra- Algo parecido ocurrió con las conducciones de cada uno
bajadores de la carne o los molineros mantuvieron sus organizacio- de los sindicatos. La afiliación masiva generalizó una situación que
nes y no avanzó la formación de una federación de la alimentación. ya conocían los gremios ferroviarios: alejamiento del modelo del
Lo mismo ocurrió con los que nucleaban a agroindustrias regiona- sindicalismo militante, conformación de un grupo de dirigentes
les: era difícil integrar a trabajadores del azúcar, fuertes en Tucumán, estables y especializados, y desarrollo de un sector administrativo
con los cuyanos del vino. Tampoco fue fácil incluir en una misma rentado, una burocracia. Se trataba, en primer lugar, de adminis-
organización a obreros y empleados, o a trabajadores y supervisores. trar una entidad amplia que manejaba muchos fondos y desarro-
llaba una serie de actividades nuevas, como el turismo social. Tam-
La conducción de estos sindicatos fue centralizada, de bién, de desempeñar funciones complejas, como participar en pa-
acuerdo con el modelo de la Unión Ferroviaria. La conducción na- ritarias, suscribir convenios colectivos de trabajo que pretendían
cional tenía amplia autoridad sobre las secciones. Administraba los reglar situaciones variadas, vigilar el cumplimiento de las leyes la-
fondos -y giraba su parte para la operación de cada sección-, deci- borales y asesorar al respecto a los afiliados, participar en las múl-
día sobre los paros y tenía la potestad de intervenir las secciones, tiples instancias que abría el Estado hasta en los niveles más altos
para disciplinar a los dirigentes díscolos. Hubo gremios que man- de la decisión. Todo ello contribuyó a que en cada sindicato se for-
tuvieron la forma federativa, como el de la Carne o Luz y Fuerza, mara un cuerpo de asesores profesionales y un grupo de dirigentes
220 pero en los hechos la sección más importante, usualmente la de la con una formación especializada.
Dado ese contexto, resultó sin embargo que los grupos sin- Por otra parte, los dirigentes sindicales participaron en di-
conflictividad sindical. Lo que no se canalizó en las negociaciones virtió el ciclo económico y despuntó la recesión hasta culminar en
colectivas se resolvió con huelgas, que fueron muchas e importantes, la crisis de 1952. Las huelgas en defensa de lo ya conquistado fue-
y crearon un problema político a un gobierno cuyo supuesto era, ca- ron fuertes: la FOTIA, los bancarios, los gráficos y, sobre todo, los
da vez más, la unanimidad política de la sociedad de modo que nin- ferroviarios. Es posible que, en ese contexto, hayan podido actuar
guna de sus manifestaciones podía considerarse neutra. Un primer dirigentes provenientes de los partidos de oposición. Su presencia
ciclo importante de huelgas, las transcurridas entre 1946 y 1948, pu- era menor, aunque fue magnificada, para salvar la imagen de la
dieron computarse, aunque con dificultades, en favor del peronis- unidad y unanimidad del peronismo. El gobierno se sintió amenaza-
mo. Se trataba de trabajadores que buscaban hacer efectivas las con- do en un punto sensible y respondió interviniendo y disciplinando
quistas laborales, resistidas en muchos casos por los patrones. Así, por la fuerza a los sindicatos adversos.
podían aparecer como movimientos de apoyo a lo que Perón decía y
el principio de unanimidad no resultaba afectado. Ese primer ciclo En los años siguientes, al disciplinamiento gremial se unió
se produjo en el pico ascendente de la economía, en situación de ple- una ofensiva general para forzar el consenso de los gremialistas, que
no empleo y con excedentes suficientes, de modo que el gobierno coincidió con los avances para imponer la agremiación corporativa
pudo ampliar al máximo los mecanismos de la concertación, para in- de patronos, profesionales, estudiantes u otros grupos y, en general,
cluir las demandas y además satisfacerlas en todo lo que podía, que para «peronizar» la sociedad. En el caso de los sindicatos, hasta en-
no era poco; los empresarios en principio no perdían, pues compen- tonces las relaciones políticas con el gobierno habían sido variadas
saban sus mayores costos con facilidades crediticias o cambiarias, o y hasta flexibles: según W. Little había algunos opositores, otros
simplemente aumentando los precios. Más allá de eso, el gobierno «liberales», peronistas independientes y «leales».
consideró que las huelgas eran injustificadas y las reprimió.
222
Es característico el caso de La Fraternidad, el más antiguo de a lo largo de 1954, cuando la nueva política económica de Perón, y
Ciertamente no acabó allí la agitación gremial, pero se El sindicato se instaló en el centro de la experiencia laboral
manifestó de manera más subrepticia y encubierta, particularmente de los trabajadores y empezó a avanzar en la esfera del tiempo libre. 223
Muchas de las actividades que comenzó a desarrollar correspondían LA FOTIA
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
a un programa de larga tradición en el gremialismo preperonista: Veremos estos aspectos en un caso específico: la Federación
constituir una biblioteca, dar cursos de apoyo, organizar conferen- Obrera Tucumana de Trabajadores del Azúcar. En Tucumán y a di-
cias. Otras consistieron en vincularse con autoridades estatales y lle- ferencia de los dueños de los ingenios y de los plantadores cañeros,
var adelante emprendimientos en común, como se verá en el caso en 1943 los obreros del azúcar, de los ingenios o del surco, no esta-
de la FOTIA. En el punto siguiente se hará referencia al aspecto ban organizados sindicalmente y predominaba un tipo de relaciones
más notable: las obras sociales y las tareas de previsión. Una nove- laborales tradicional y paternalista, particularmente en los cañavera-
dad fueron las actividades turísticas, combinando la disponibilidad les. Antes de 1943, sindicalistas comunistas habían comenzado el
de la quincena de vacaciones pagas con la posibilidad de reducir los trabajo de agremiar, pero tropezaron con enormes dificultades por la
costos de estadía; comenzó por entonces la compra de hoteles, una dura represión. Desde fines de 1943 la organización de estos traba-
experiencia que también tenía precedentes en los ferroviarios. En jadores fue promovida por la Secretaría de Trabajo y Previsión a tra-
este campo los sindicatos compitieron con la Fundación Eva Perón vés de su delegado en Tucumán, Carlos Aguilar, proveniente de las
y con las propias instituciones estatales, como los ministerios. Si la filas del nacionalismo católico, quién desarrolló su actividad ingenio
experiencia peronista significó la incorporación a la ciudadanía social por ingenio, convocó a los trabajadores y les aseguró que no serían
de los trabajadores, el instrumento de esa conquista fue el sindicato, y reprimidos o sancionados. En seis meses había organizado sindicatos
el nexo permanecerá firme en la etapa siguiente. en la mayoría de los ingenios, que de inmediato se reunieron en la
FOTIA. Inicialmente sus dirigentes sostuvieron que la acción sindi-
Pero más allá de los sindicatos, existió una identificación cal debía mantenerse separada de la política, pero la dinámica de los
muy fuerte entre los trabajadores y Perón, que la práctica política acontecimientos los hizo cambiar de posición. La solidaridad de la
del estado peronista se esforzó en soldar permanentemente, crean- Federación con Perón fue muy fuerte: antes que ninguna otra orga-
do vínculos por carriles diferentes del sindical. La peronista fue nización, el 13 de octubre de 1945 declararon la «huelga general re-
una identidad de clase y una identidad política a la vez, lo que volucionaria» y el 17 del mismo mes, sus miembros invadieron la
siempre ha creado problemas para su conceptualización. Esta soli- plaza Independencia de Tucumán. También fue importante su par-
daridad estuvo más allá de cualquier conflicto sindical: se podía ticipación en esos días en la decisión de la CGT de apoyar a Perón.
hacer huelga e inclusive llevar adelante una huelga condenada por De inmediato, fueron los principales protagonistas de la constitu-
el gobierno, sin que por esto flaqueara la lealtad a Perón; podía vi- ción del Partido Laborista de Tucumán. Rechazaron todo acuerdo
varse a Perón y criticar a los gobernantes. El punto es importante con los radicales de la Junta Renovadora y obtuvieron un aplastante
porque da cuenta de la exitosa tarea del Estado en la integración y triunfo, con el 70% de los votos. En Tucumán, el peronismo era la
nacionalización de la clase obrera, y también de la fuerte solidari- FOTIA, que sumaba la representación sindical y la política.
dad lograda para el Estado, a través de su Conductor. Anticipa tam-
bién el grave problema de legitimidad política que planteará el En los años siguientes, muchos de sus directivos ocuparon
224 abandono del poder por parte de Perón. funciones políticas y de gobierno de importancia. Tenían un peso
fundamental en el peronismo local, y habitualmente sus dirigentes subsidios a la producción otros destinados a pagar las mejoras salaria-
ferroviarios marcó el rumbo para todos los sindicatos. Ya se mencio- delo básico era el mismo: un fondo constituido con aportes de tra-
nó la organización del Hospital Ferroviario, una organización de ti- bajadores y empresas, que beneficiaba a los primeros y a sus fami-
po mutual, así como las limitaciones para su crecimiento, por la re- liares; un gobierno que incluía consejeros de los empleadores, de-
lativa escasez de trabajadores afiliados. El gobierno se propuso forta- signados por los Consejos Directivos de los gremios o por el voto
lecerlo, y a la vez controlarlo, según una ecuación similar a la anali- directo, y un presidente designado por el Poder Ejecutivo.
zada anteriormente. Así, se estableció una contribución obligatoria
para todos los trabajadores y otra patronal, que en principio sólo En 1954, al inaugurar el nuevo policlínico ferroviario de
funcionó para los ferrocarriles del Estado, pero que finalmente se ex- Puerto Nuevo, dijo el presidente Perón: «No queremos para nues-
tendió a todos. Por otra parte, se concedieron subsidios de distinto tros trabajadores una asistencia en los hospitales públicos; quere-
tipo, que permitieron extender los beneficios del Hospital a los fa- mos que tengan sus propios hospitales, porque no es lo mismo pe-
miliares y posteriormente a los trabajadores jubilados. Finalmente, dir albergue en un hospital de beneficencia que atenderse en su
en 1944 se creó una Dirección de Asistencia y Previsión Social para propia casa». El dicho subrayaba adecuadamente la concepción,
Ferroviarios, a cargo de estos servicios de salud, independiente del esencialmente no equitativa, de este tipo de «obra social», como
sindicato: la conducía un Director, designado por la Secretaría de empezaba a llamársela, fundada en una franquicia obtenida del Es-
Trabajo y Previsión, y un Directorio, cuyos miembros designaban el tado. El Hospital público, se declaraba, correspondía a la «benefi-
Estado, las empresas y los sindicatos; éstos no podían pertenecer a la cencia». El proyecto alternativo, fundado en la coordinación, la
dirección gremial ni ocupar cargos partidarios o electivos. centralización y la igualdad de derechos, había fracasado ante la
clara preferencia del actor sindical por este modelo.
La antigua mutual se fundió así en un organismo estatal-
corporativo, de acuerdo con un modelo que luego se haría gene- LA FUNDACION EVA PERON
ral. Con los años, la tendencia fue reducir el aporte estatal y au- Junto con las nacientes obras sociales, la Fundación Eva
mentar la contribución de los trabajadores. Con ese apoyo, el ser- Perón tomó a su cargo muchas de las hipotéticas funciones del Es-
vicio médico para los ferroviarios se expandió de manera notable. tado de Bienestar. Se trata de una institución singular y de clasifica-
Se habilitaron hospitales ferroviarios en Bahía Blanca, Rosario, ción imposible. Surgió a partir de las actividades de acción social
Salta, Tucumán, Córdoba, Santa Fe. En 1950 había 14 regionales realizadas por la esposa del presidente, antes de 1950, fecha de la
e innumerables salas y consultorios de distinto tipo. En 1954 en constitución formal de la Fundación. A lo largo de esos años, mien-
todo el país había 32 policlínicos ferroviarios. El criterio se gene- tras se consolidaba el modelo de las obras sociales sindicales, se pre-
ralizó, y a lo largo de los diez años del gobierno peronista se for- cisó el terreno en el que se proponía trabajar: todas aquellas perso-
maron Direcciones similares para los trabajadores del vidrio, ban- nas no cubiertas por un sindicato, ya sea mujeres, niños, ancianos,
carios, seguro, carne y otros. Sus estatutos, que debía aprobar el subocupados o desocupados. Se trataba, en conjunto, de lo que su
228 Congreso, presentan algunas diferencias y singularidades, debidas fundadora llamaba «los humildes», un vasto contingente que por
esa vía se incorporaba al disfrute de los derechos sociales y también sustancial provenía de aportes de la CGT; por ejemplo, el equiva-
de la obra social ferroviaria y apenas la décima parte de las que en su equipos infantiles recibían camisetas y equipo deportivo; eran aloja-
momento manejó la Sociedad de Beneficencia. Se crearon Hogares dos en Buenos Aires, paseados y recibidos con todos los honores por
de Tránsito para mujeres necesitadas, Hogares para niños abandona- el presidente y su esposa. Además, se les hacía una cuidadosa revisa-
dos y para ancianos y un Hogar de la Empleada, que competía con ción médica, probablemente la acción más masiva existente en mate-
una institución similar creada por monseñor De Andrea. También ria de sanidad infantil. Los equipos habitualmente se constituían en
una Escuela de Enfermeras, la Ciudad Infantil y la Ciudad Estudian- torno de los clubes de barrio, lo que nos regresa al punto de partida:
til, se adquirieron hoteles y colonias de vacaciones, y se desarrollaron el asociacionismo de base, y el impacto que en él tuvo el peronismo.
planes de viviendas económicas. En Navidad se repartían juguetes,
sidra y pan dulce. Lo más característico, sin embargo, fue la llamada LAS ORGANIZACIONES DE BASE: UNIDADES BASICAS, CLUBES,
Acción Social Directa: la satisfacción de necesidades particulares so- SOCIEDADES DE FOMENTO Y BIBLIOTECAS
licitadas individualmente, muchas veces a la propia Eva Perón, que Paralelamente con la Fundación, Eva Perón organizó el
destinaba largas horas diarias a recibir y solucionar todo tipo de pe- Partido Peronista Femenino, luego de la extensión del sufragio a las
didos, que en otros casos se canalizaban, como se verá, a través de las mujeres. Según los estatutos, e igual que en la Fundación, su auto-
unidades básicas del partido Peronista Femenino. ridad era total. En 1952 el Partido tenía unas 500.000 afiliadas y
3600 unidades básicas (tal el nombre de los comités políticos pe-
Una de las obras más notables de la Fundación, que mues- ronistas) en todo el país. Los cuadros iniciales provinieron de la Es-
tra lo ecléctico de su programa y su asociación con la construcción cuela de Enfermeras y en general de la Fundación. De allí surgieron
de una identidad política, fueron los Campeonatos Infantiles de las 23 «delegadas censistas», encargadas de organizar a las «subdele-
Fútbol Evita. Es sabido que el gobierno peronista asignó una gran gadas». Su tarea era política y social a la vez: afiliar a las mujeres y
importancia al deporte, lo promovió de diferentes maneras y se aso- relevar necesidades y problemas sociales.
ció con los éxitos internacionales, de verdadera importancia, conse-
guidos en esos años por los deportistas argentinos. También, que las Acto de la Rama Femenina del Partido Peronista
instituciones deportivas fueron incluidas en la política de encuadra-
miento y «peronización», y no sólo las federaciones sino, en el caso
del fútbol, los clubes más populares, en cuyas directivas aparecieron
de manera sistemática dirigentes afines con el movimiento.
su tarea de gestión de mejoras edilicias, pero cambió el tono: ya no se ronismo; su presidente era cuñado de un diputado provincial pe-
«reclamaba» a través de los diarios, interpelando al poder administra- ronista y quizá por eso, el club recibió en esos años algunos subsi-
dor desde la opinión pública, sino que se solicitaba «respetuosamente» dios. La Liga de Fomento Dardo Rocha «entronizó» un busto de Evi-
a la autoridad. Un cambio de estilo, solamente. ta en 1953 y la mayoría de las instituciones expresó su pesar ante
su fallecimiento. Sólo el Club Cultural Tolosano no «peronizó», qui-
Las bibliotecas populares fueron objeto de desconfianza y de zá porque sus directivos eran en su mayoría «contreras», radicales
control; se continúaba aquí una tendencia iniciada en la etapa ante- o socialistas. En suma, las instituciones sociales de Tolosa, como
rior, cuando una ley de 1938 estableció condiciones para la concesión muchas otras, cumplieron con los actos y ritos mínimos.
del reconocimiento. Esto fue repetido y ampliado en un decreto de
1944 por el que se reglamentaba el funcionamiento de la Dirección Por esos años fue intensa la acción de un cura párroco muy
de Bibliotecas Populares. La preocupación se centraba en los conteni- activo, que estableció en Tolosa las instituciones corrientes de la Ac-
dos «nacionales» de lo que allí se difundiera, comenzando por el pro- ción Católica. Su actividad ha dejado, en el recuerdo colectivo, una
pio nombre de la institución. En 1954 se sancionó la ley reglamenta- huella más honda que la de esta «peronización». Se trata de algo si-
ria, y se estableció la necesidad de «orientar la acción bibliotecaria ha- milar a lo observado en el ingenio «San Pablo», en la muy peronista
cia la formación de una cultura nacional inspirada en los principios provincia de Tucumán. También se concluye esto de los estudios so-
de la Doctrina Nacional Justicialista y las previsiones del Segundo bre Villa Flandria, ese experimento de catolicismo social donde se re-
Plan Quinquenal». Se trataba, en suma, del encuadramiento y la pe- sistió con éxito la presencia del sindicalismo peronista. Mencione-
ronización que, en el otoño del régimen, intentaba abarcarlo todo. mos brevemente otro caso del que existe alguna información: los
No sabemos que cambios produjo, por ejemplo, en el préstamo de li- nuevos barrios de San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires,
bros. Sólo tenemos un caso: el Club Ateneo Popular decidió bautizar crecidos en estos años. Es muy posible que su historiador -H. Segu-
su Biblioteca y, siguiendo las prescripciones acerca de la conveniencia ra Salas- haya expurgado de la reconstrucción de su memoria las re-
de honrar a los prohombres de la patria, eligió por patrocinador a ferencias a una adscripción política fuerte. Sin embargo, cuando és-
Bernardino Rivadavia. Es posible que hubiera allí un mensaje sutil. ta se une a una cuestión institucional, es difícil eludirla. Tenemos
aquí el caso de Villa Hall. Crecida a principios de 1950 en unos te-
Los clubes sociales hicieron los gestos de identificación ne- rrenos en parte inundables, donde se mezclaron quienes habían
cesarios. Sólo uno, el Sud América, se solidarizó en 1945 con el aun comprado sus parcelas con otros, ocupantes ilegales de las partes
incierto destino del peronismo. Juventud se ofreció a la señora de Pe- inundables. Su pasaje del poblamiento anárquico a la vida civil está
rón en 1947 para colaborar en el reparto de juguetes de reyes y Los acompañado por la inicial constitución de un club de fútbol, quizá
Tolosanos fue sede, varios años, del Centro de Fomento María Eva participante de los torneos Evita; de él salió el Club Social y Depor-
Duarte de Perón. En 1952 Villa Rivera organizó un acto de difusión tivo Villa Hall, convertido luego en Club y Sociedad de Fomento
232 del Segundo Plan Quinquenal. Unión y Fuerza dictó, durante varios Unión y Progreso de Villa Hall. Ya se señaló esta nueva secuencia en
los barrios del conurbano de Buenos Aires. En 1953 el gobierno Desde 1943 la Iglesia obtuvo importantes ventajas del go-
encontraban apoyo en las parroquias, donde los curas desconfiaban na Bianchi- dividieron profundamente al gobierno peronista y la Igle-
de sus métodos de catequesis. De todos modos, para la concepción sia. Como reacción contra las políticas modernas y seculares, se acti-
de unanimidad del peronismo, ese grupo, aunque pequeño, consti- vó la movilización católica. En 1948 se formó el Movimiento Fami-
tuía un desafío. También lo era, en otro sentido, la acción de Mon- liar Cristiano y en 1950 las Ligas de Padres de Familia y de Madres
señor Miguel De Andrea, que en 1923 había fundado el Hogar de de Familia, organizadas por parroquias y encuadradas en la Acción
la Empleada, una organización que creció mucho y por entonces te- Católica. Las Ligas desplegaban actividades mutuales -cooperativas
nía en plena construcción un importante edificio en Buenos Aires. de consumo y en algún caso de vivienda- y además desarrollaban una
Su actividad chocaba directamente con otra similar emprendida por acción ideológica que apuntaba a «dignificar la familia».
la Fundación Eva Perón; además, De Andrea simpatizaba con los anti-
peronistas y opinaba demasiado, por lo que se comenzó a censurarlo. La creciente tensión con el peronismo incentivó la rein-
corporación de los católicos antiperonistas y hubo una vigoriza-
A lo largo de la década del ‘30, y dentro de la concepción ción de las asociaciones, en las que ingresaron militantes jóvenes.
integral del catolicismo, se constituyó una serie de Corporaciones Hacia 1954, el combate comenzó a desarrollarse en el terreno de la
Católicas de profesionales: abogados, médicos, economistas, arqui- juventud. La Iglesia reaccionó con energía contra la constitución
tectos, odontólogos, ingenieros. De acuerdo con la nueva organi- de la Unión de Estudiantes Secundarios y la asoció con su campa-
zación de la Acción Católica, estas corporaciones se integraron, ña, muy tradicional, contra el vicio y la corrupción de las costum-
junto con los estudiantes universitarios, en lo que pasó a ser la bres modernas, que veía encarnadas en la UES. En Córdoba, la
Quinta Rama. Las corporaciones empezaron a tener presencia en movilización fue precoz y fuerte: se formó la Federación de Ateneos
la discusión pública, defendiendo el punto de vista de la Iglesia, Católicos y el Movimiento Juvenil Católico, cuya presencia en la ca-
muy tradicional, en numerosas cuestiones que tenían que ver con lle -por ejemplo en los festejos del día del Estudiante- preanunció el
el reformismo social peronista. Poco después se constituyó la Aso- gran conflicto que acarreó el fin del gobierno peronista.
ciación Católica de Dirigentes de Empresa, de modo que la vasta
construcción corporativa que desarrollaba por entonces el estado EL MUNDO DE LA CULTURA PROGRESISTA
peronista vino a tener una réplica en el campo católico. La situa- El gobierno peronista atendió su frente cultural y educativo
ción de los estudiantes fue compleja, pues la mayoría de los mili- vinculándose con intelectuales del nacionalismo y el integrismo cató-
tantes universitarios, de tradición nacionalista e integrista, por lico. El arco cultural progresista, que ya caracterizamos, se hizo defini-
oposición al movimiento estudiantil reformista, decidió sumarse a damente antiperonista. Ello lo alejó de las instituciones culturales ofi-
la Confederación General Universitaria propiciada por el gobierno ciales y, a la vez, creó entre sus miembros solidaridades muy fuertes. El
y de hecho fueron sus únicos activistas. Esto originó una división y mundo cultural de entonces fue denso, trabado y muy comunicado.
la formación de la Liga Humanista de estudiantes que se inspiraban Pero tuvo un bajo grado de institucionalización, pues las asociaciones
234 en Maritain y militaron asociados con los reformistas. formales ofrecían un blanco fácil para el hostigamiento estatal.
Una de las instituciones características de este período fue para la constitución de grupos de estudio e investigación; así, prepa-
ro también -quizá principalmente- para los distintos sectores de los do fuerte para que hubiera una solución darwiniana de los conflictos
patrones, y también de los trabajadores. En estos años, las organiza- sociales y demasiado débil para imponer algún orden al conjunto.
ciones corporativas se convirtieron en verdaderas máquinas de gue-
rra, o en mini estados, que negociaban y renegociaban sus alianzas. Hubo dos intentos importantes para restablecer la autori-
Estas negociaciones no transcurrieron en el poco prestigioso escena- dad del Estado, protagonizados por los generales Onganía y Perón.
rio institucional y democrático -donde en principio deberían haber En el año 1966, en el marco de la llamada Revolución Argentina,
tenido en cuenta el interés común-, sino en un escenario exclusivo Onganía se propuso reconstruir la autoridad estatal, disciplinar a
de las corporaciones económicas, sindicales y empresariales, éstas a los actores corporativos y, más en general, a la sociedad toda, pues
través de sus diversas representaciones, las Fuerzas Armadas y la Igle- juzgaba que la rápida modernización traía aparejadas la indiscipli-
sia, cada vez más presentes, y el Estado. Se trataba, con términos usa- na, la corrupción de las costumbres y la subversión; combinó así el
dos por Juan Carlos Portantiero, del «parlamento negro», un ámbi- viejo discurso de la Iglesia integrista con el más nuevo de los Esta-
to en el que las alianzas defensivas o de bloqueo tuvieron más éxito dos Unidos sobre la seguridad interior. A la vez, con la colabora-
que aquellas que procuraban construir algo nuevo. ción de su ministro de Economía A. Krieger Vasena, dio un fuerte
impulso al desarrollo capitalista, apoyando al sector más concentra-
Desde otra perspectiva, las raíces de esa negociación sin re- do, moderno y dinámico de la economía, aquél donde los capitales
solución estaban en el Estado. Había heredado de su historia ante- extranjeros eran dominantes.
rior una gran capacidad para intervenir en la economía y en la socie-
dad, para actuar promoviendo o debilitando, y no renunció a ella, El impulso fue inicialmente exitoso, pero se detuvo brus-
pese a la recurrente prédica «liberal». Sin embargo, no pudo usar ese camente en mayo de 1969, cuando se produjo el Cordobazo. De
poder para definir una línea de acción, ni siquiera para imponer con ahí en más, ocurrió una suerte de insubordinación en cadena de la
autoridad reglas claras a los contendientes. En parte se debió a una sociedad toda, unida en la lucha contra «la dictadura y el imperia-
situación que el mismo Portantiero caracterizó como de «suma cero» lismo». La movilización social fue amplia y profunda. Aunque se-
o «empate» entre los actores corporativos: ya sea entre los sectores pa- cundariamente reconstruyó la actividad de los actores corporativos
tronales, donde no emergía un vencedor claro capaz de imponer sus tradicionales, en lo sustantivo impulsó la aparición de nuevas for-
intereses o en el resto de los actores, que disponían de la capacidad mas asociativas, que mostraron el enorme dinamismo y la creativi-
para imponer un veto a las distintas alternativas ofertadas. dad de la sociedad. Fue notable la rápida transformación de recla-
mos sociales variados en un único reclamo político; en ese sentido,
Pero además hubo un deterioro progresivo de los instru- fue una situación subjetivamente revolucionaria.
mentos de acción del Estado; vastas porciones de él fueron ocupadas,
instrumentadas o inutilizadas por los contendientes corporativos, que El Estado, dirigido por las Fuerzas Armadas, estaba acosado,
238 por la vía de acuerdos colusivos con los funcionarios se adueñaron de y la sociedad rebelada. En esas circunstancias hubo un acuerdo
general, que posibilitó el retorno de Perón. Éste recogió a la vez las Lo más significativo fue la derogación de la Ley de Asocia-
grado, asociaciones de segundo grado y federaciones, por rama y La Sociedad Rural era mucho más que una organización
regionales: sólo se las conoce a partir de algún conflicto de repre- corporativa. Se presentó como «defensora de los intereses agropecua-
sentatividad. En cambio figuraron de manera conspicua la CGE, rios»; nucleó a los grandes propietarios rurales, expresión de esos in-
reconstituida en 1958, la Sociedad Rural, la Unión Industrial, la tereses, y desde otro punto de vista, a lo que fue la clase alta argenti-
Cámara Argentina de Comercio, que reunía a grandes empresas na. Mirta Palomino, a quien seguimos en esta sección, ha señalado la
exportadoras e importadoras y algunas industriales, la Bolsa de Ce- complementación y a la vez la tensión entre estos dos criterios, que
reales, donde se nucleaban los exportadores de productos agrarios, se manifiesta en primer lugar en el número de sus socios. No había
la Bolsa de Comercio, un organismo que más allá de su acción es- requisitos especiales para serlo; se asociaban personas o empresas; ha-
pecífica tuvo un gran peso en la opinión empresaria, y la Asocia- bía socios activos, honorarios, vitalicios, transeúntes o adherentes. Lo
ción de Bancos de la República Argentina. Cada una expresó un único necesario era ser presentado y aceptado, decisión que compe-
interés corporativo, pero sus miembros solían pertenecer a varias tía en definitiva a un grupo relativamente pequeño, que a través de
de ellas y tenían fluídas relaciones, de modo que esos intereses sec- los años conservó el control de la Sociedad. La evolución del número
toriales no siempre se presentaron definidos con claridad. Todas, a de socios muestra la puja entre un criterio de estricta selección social y
excepción de la CGE, se reunieron en ACIEL, un foro de opinión otro que buscaba la representación amplia de los intereses agropecua-
de existencia laxa. Cada una tuvo un perfil asociativo diferente. rios. Así, en 1940 había unos 2.200 socios, que se habían elevado a
5.200 en 1955. Esta tendencia natural al crecimiento se modificó en
Dos salvedades deben ser hechas, que limitan el alcance de 1961, cuando hubo una gran campaña de conscripción, buscando
la explicación aquí esbozada. Primero: ni la presencia creciente de las 15.000 nuevos socios; sin embargo, sólo modificó levemente la ten-
empresas de capital extranjero, ni del capital extranjero en las empre- dencia natural y en 1975 los socios apenas llegaban a 12.000.
sas, se tradujo con nitidez en términos corporativos. No se reunieron
en una entidad que abonara por sus intereses e incluso es difícil decir La Sociedad Rural es una organización de primer grado. Su
que ese interés colectivo existiera en términos subjetivos para sus pro- estructura interna es compleja, con órganos de distinto tipo, de los
tagonistas: los gerentes de lo que empezó a denominarse el establish- cuales el más estrictamente gremial es el Consejo Consultivo. Allí es-
ment. Actuaron, con un perfil más bien bajo, en las corporaciones tán reunidas las distintas asociaciones de criadores (de Shorthorn,
empresarias existentes y empezaron a buscar a tientas un canal propio Heresford, Aberdeen Angus y otras razas), las asociaciones de produc-
de expresión, del estilo del Consejo Empresario Argentino, constitui- tores más específicas, las cámaras de producción provinciales, las so-
do en 1967. En segundo lugar, a medida que se acentuaba el debi- ciedades rurales locales. Según la Sociedad, representaban a 40.000
litamiento del Estado, crecía el margen para los emprendimientos productores rurales, principal pero no exclusivamente ganaderos.
individuales y la obtención de privilegios que no obedecían tanto a
la capacidad de anudar vínculos políticos eficientes y establecer un Las otras asociaciones de productores rurales tuvieron
240 privilegio singular, como a la lógica de la negociación corporativa. un carácter más estrictamente gremial. Confederaciones Rurales
Argentinas (CRA) era una organización de tercer grado que reunía además de su importancia específica contribuye a cimentar su li-
pecuario en La Pampa, costeado por el Estado. Respecto de las Mi- tices, la política crediticia. Las divergencias fueron fuertes en mate-
siones Rurales, se suponía que había una relación entre la tierra, la ria impositiva, pues tanto CONINAGRO como FAA eran partida-
familia y los valores tradicionales de la sociedad, que debían ser sos- rias de un sistema progresivo, y apoyaron los proyectos para gravar
tenidos. Aunque formalmente las Misiones no pertenecían a la So- las tierras libres de mejoras, resistidos por SRA y CRA. También ha-
ciedad Rural, eran animadas por las esposas de sus socios y utiliza- bía diferencias en materia de comercialización -los más pequeños
ban la Exposición anual para recaudar fondos. En lo interno, servían preferían una intervención más activa del Estado- y hasta en cues-
también para dar cohesión al grupo de sus socios e incorporar a las tiones más íntimas, como la orientación de la acción del INTA. Por
esposas; en el mismo sentido, en 1982 se creará el Ateneo Juvenil. eso, la figura que ocupara la Secretaría de Agricultura y Ganadería
ha sido siempre clave, pues debía a la vez defender los intereses del
En suma, la Sociedad Rural era, dentro del conjunto de sector y arbitrar en las cuestiones divisivas. Allí se manifestó la
organizaciones rurales, la que tenía una organización menos corpo- enorme capacidad política y de presión de la Sociedad Rural, pues
rativa, más flexible y orientada hacia objetivos más diversos. Como normalmente ese cargo fue ocupado por uno de sus asociados.
señala R. Martínez Nogueira, hay una relación inversa entre la or-
ganización y la capacidad de presión. La Sociedad Rural solía poner LA UNION INDUSTRIAL Y SUS CAMARAS
el acento en la identidad «natural» de intereses entre los «hombres En 1955, apenas disuelta la CGE, un grupo de asociados
de campo» y se consideró vocera de ellos. Más allá de sus divergen- solicitó la reconstitución de la Unión Industrial Argentina. En ese
cias, todos los intereses rurales coincidían en la Exposición Rural, momento se constituyó el grupo que, sin mayores cambios, la di-
que todos los años la Sociedad Rural organizó en su predio de Pa- rigió en las dos décadas siguientes. Jorge Schvarzer lo denomina
lermo. Tenía un alto valor simbólico tanto para la «gente de cam- «grupo de control»; se trata de un núcleo que además de sus inte-
po» como para los habitantes ciudadanos. Era también el momen- reses en la industria, los tenía en otras actividades, lo que facilitó
to en que el presidente de la Nación se dirigía «al campo» y éste, por su casi inmediata incorporación a ACIEL.
boca del presidente de la Sociedad Rural, le hacía escuchar sus recla-
mos. Usualmente, salvo los años del gobierno peronista, se asignó La UIA tenía un sistema asociativo singular, tan peculiar co-
una gran importancia a ese momento. mo el de la mayoría de las organizaciones empresarias. La integraban
socios individuales y cámaras empresarias. El criterio de aceptación
La intervención del Estado en cuestiones rurales no dismi- para los socios individuales era mínimo: poseer un establecimiento
nuyó con el fin del peronismo. Se mantuvo, tanto en acciones de in- con al menos cinco empleados. Sus afiliados estaban bastante locali-
terés general como la creación del Instituto Nacional de Tecnología zados, pero entre ellos figuraban en esas décadas la casi totalidad de
Agropecuaria (INTA) y en cuestiones específicas y coyunturales. A ve- las empresas grandes que integran los listados de las 500 empresas
ces todos los sectores rurales coincidieron y la Sociedad Rural asumió principales. Casi todos sus socios residían en la ciudad de Buenos
242 naturalmente la defensa del interés colectivo: principalmente el tipo Aires, aun cuando las plantas industriales estuvieran en otros lugares;
esto indica que una porción importante del empresariado industrial, de empresas, la política de la institución, al igual que la Sociedad
tereses generales fundada en 1919. En los inicios predominaron las miento industrial y agropecuario de los años sesenta: Industriales
preocupaciones de los años peronistas: el fomento industrial y la ges- Fundidores, Maquinaria Agrícola, Máquinas Herramientas y Ac-
tión ante el Estado y el mejoramiento de la condición obrera, dentro cesorios, Carroceros para automotores y Autocomponentes. La
del concepto de armonía social y beneficio mutuo. Desde el comien- transformación estatutaria fue consecuencia de la envergadura de
zo la Cámara debió afrontar el problema de las huelgas y la escasa pre- los problemas, viejos y nuevos: el reclamo corporativo ante el Es-
disposición de los patrones, sus asociados, para actuar en conjunto y tado, que al cambiar frecuentemente las reglas del juego afectaba
respetar las decisiones de la Cámara: predominaba entre estos peque- los intereses empresarios, y la negociación de los convenios colec-
ños empresarios una concepción paternal de las relaciones industriales tivos con un sindicalismo metalúrgico muy fuerte. La cuestión
y un cálculo individual de los costos y beneficios del conflicto. nueva era la radicación de empresas extranjeras, en el rubro de fa-
bricación de maquinaria agrícola y tractores, en las condiciones de
Si el desarrollo de la conciencia gremial empresaria fue len- privilegio que establecían las leyes de radicación de capitales: la fá-
to, en cambio creció el cooperativismo y el suministro de servicios brica de tractores John Deere y otras que fabricaban implementos
técnicos. En 1953 crearon la Cooperativa Metalúrgica de Provisión agrícolas, que competían con una serie de empresas ya existentes.
Limitada, Rosario, para facilitarles el acceso a los insumos. Aspiraban
también a unificar la adquisición de materias primas y maquinarias, En 1969, culminó esta etapa de crecimiento institucional
concentrar la exportación y promover el desarrollo técnico propio. La con la fundación de Ideario Metalúrgico, la publicación de la Asocia-
Cooperativa quebró en 1966, pero sobrevivió SEGUROMETAL, ción. En algún momento, se incorporó a una entidad de tercer grado,
Cooperativa Metalúrgica de Seguros. También se creó una Mutual la Federación Argentina de la Industria Metalúrgica, FADIM, pertene-
empresaria, y un Servicio médico para el control de enfermedades, ciente a la UIA, donde predominaban de manera amplia las empresas
ausentismo y accidentes de trabajo. La Cámara creció en la década del de Buenos Aires. Su relación respecto de la gran entidad industrial fue
‘50 y los primeros años de la siguiente y algunas de sus empresas al- sin embargo distante, como se verá más adelante.
canzaron dimensiones significativas. A los establecimientos rosarinos
se agregaron otros de la «pampa gringa», muchos en Santa Fe, unos LA CGE Y ACIEL
100 de Córdoba y 10 de Buenos Aires, una muestra de la espontanei- Disuelta en 1955, la Confederación General Económica y
dad del desarrollo de la organización, que luego buscaría ordenarse las tres confederaciones que la integraban, el grupo de empresarios
por provincias. Fue importante el crecimiento del sector de maquina- que la sustentaba continuó su actividad a través de las Federaciones
rias e implementos agrícolas, en localidades de Santa Fe y Córdoba: económicas provinciales, especialmente las del Noroeste y Nordes-
Oncativo, Arequito, Cruz Alta, Firmat o Casilda. te. Dos grandes congresos, celebrados en 1956 y 1957, jalonaron su
actividad. En 1958 el gobierno de Frondizi dispuso devolverle la
En 1967, la Cámara se convirtió en una entidad de segundo personería, como parte de los acuerdos establecidos con Perón; la
244 grado: la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario (AIMR). recuperación de los bienes, más lenta, se concretó en 1965.
La CGE se nutrió del compacto grupo de empresarios de de cursos, conferencias y congresos, y plantearon en diversos ám-
ción de Bancos de la República Argentina. Más que una asociación acompañó ese proceso, integrándose a la Federación de la Industria
de cuarto grado, como lo era la CGE, se trataba de un foro y de de Santa Fe (la CGE admitía dos tipos de organizaciones de tercer
un gran lobby para presionar de manera concertada, más allá de la grado: por rama y por provincia). No obstante, hubo en su interior
gestión que cada una de las entidades hiciera por sus intereses par- un conflicto muy fuerte en el que se cruzaron las identidades polí-
ticulares, en favor de una orientación de la política económica de ticas -los peronistas eran los más partidarios de la fusión- y la cues-
tipo liberal: estabilidad monetaria, eliminación de controles de tión de la subordinación a las decisiones de FADIM, la Federación
cambio, reducción del déficit fiscal, venta de empresas del Estado. Nacional Metalúrgica, cuestionada por quienes defendían la auto-
nomía gremial del Interior. La discusión empalmó pronto con la rá-
Entre la CGE y ACIEL se entabló una larga discusión acer- pida crisis del proyecto político de la CGE, acelerado con la muer-
ca su respectiva representatividad: mientras la CGE mencionaba el te de Perón. Por entonces, además de las erráticas políticas estatales,
número de afiliados, cámaras y federaciones regionales, ACIEL pun- los empresarios sufrían el acoso de las organizaciones armadas -ase-
tualizaba la participación decisiva de sus integrantes en el empleo y sinato de ejecutivos, tomas de rehenes y rescates- y la indisciplina
en el producto. La CGE estableció buenos vínculos con los partidos fabril. La supuesta unidad empresaria dio lugar a una acelerada
políticos; ACIEL alcanzó su mayor predicamento durante los perío- fragmentación, en medio de la crisis política general. Distintos sec-
dos de predominio militar, aunque durante el período de Krieger la tores abandonaron la CINA y la CGE, mientras el polo empresarial
decidida orientación de su política en beneficio del grupo más con- más concentrado se reconstituía en la APEGE, Asociación Perma-
centrado de empresas produjo fisuras en el bloque, particularmente nente de Entidades Gremiales Empresarias, que en los agitados días
en la Sociedad Rural, que se distanció, y luego en la Unión Industrial. de 1975 empezó a preparar el golpe de Estado de marzo de 1976.
De ahí la mencionada constitución del CEA en 1967.
A ello se agregó un sistemático apoyo del gobierno a los di- popularizadas en la imagen del «caño», un artefacto explosivo de fa-
rigentes gremiales no peronistas. Algunos de ellos lograron apoyo bricación casera. Esta acción se prolongó con intensidad hasta
en sus gremios: los gráficos, los bancarios, los del seguro, un poco 1959. A principios de ese año, una fuerte huelga, en el Frigorífico
los ferroviarios. Pero la mayoría de los trabajadores, que sufrían la Nacional de Buenos Aires, terminó convirtiéndose en un verdade-
proscripción política y los inicios de la racionalización capitalista, se ro motín urbano. La fortísima represión militar acabó con ella y
galvanizaron en su convicción peronista. En esos días surgió una ca- también con buena parte de la dirección sindical «dura». A la derro-
mada de dirigentes nueva, sólidamente apoyada por sus bases, que ta sobrevino la desmovilización y la desactivación de la «resistencia».
conformó una conducción al principio semiclandestina. Fue apoya- Comenzó entonces la hora de los negociadores.
da por los trabajadores, que en número apreciable restablecieron de
manera voluntaria la contribución a la caja sindical. Estos dirigen- Hasta entonces, y junto con las acciones de «resistencia» los
tes condujeron simultáneamente una lucha muy intensa contra el dirigentes sindicales se habían ocupado de impedir la consolidación
gobierno -luego denominada la «Resistencia»- y un proceso menos en los sindicatos de los gremialistas antiperonistas. Desde 1956, hu-
espectacular de reconstrucción de las organizaciones sindicales. Da- bo elecciones en los gremios intervenidos y en la mayoría ganaron
niel James ha señalado que ambos proyectos, aunque coincidieron los dirigentes peronistas, que en 1957 -en ocasión de un fallido in-
en sus fines inmediatos, marchaban en sentido distinto. La actitud tento de normalizar la CGT- conformaron un órgano coordinador,
«dura» se tradujo en fuertes cuestionamientos en las plantas fabriles las 62 Organizaciones, convertido desde entonces en la expresión del
-desarmar sus comisiones internas fue el objetivo prioritario de los peronismo sindical. Como resultado del transitorio acuerdo con Perón
empresarios-, en huelgas duras y en acciones de sabotaje y terrorismo, -y también porque formaba parte de su concepción política más 247
general- el presidente Frondizi hizo aprobar en 1958 una nueva ley
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LA CGE Y ACIEL
de Asociaciones Profesionales que restablecía punto por punto la
OPINAN SOBRE LA CREACION DE UN CONSEJO ECONOMICO Y SOCIAL vigente bajo Perón: sindicato único por rama, descuento de cuota
sindical por planilla, exclusión de las minorías, y también la «per-
ACIEL, 1962 CGE, 1966 sonería gremial», administrada por el Ministerio de Trabajo. En la
Es dable advertir que las expresiones del La seguridad de que los objetivos nacio- estrategia de desarrollo capitalista propiciada por Frondizi -más
Dr. Raúl Prebisch implican el peligro de nales de la política a largo o a corto plazo
restablecer un sistema de economía diri- habrá de cumplirse inexorablemente, solo
perspicaz que la de los obnubilados «gorilas» que lo atacaban- la
gida y un exagerado intervencionismo es- se adquiere cuando la comunidad asume existencia de sindicatos fuertes, integrados, con ventajas y con al-
tatal, que ya tuvieron nefasta vigencia posiciones de responsabilidad, de contra- go que perder era importante para desarmar y controlar los órganos
cuando sirvieron de sostén a la dictadura lor y de vigilancia en el proceso económi-
política que concluyó en 1955. La plani- co social que le permite comprobar que la
de poder obrero en las plantas: las comisiones internas, víctimas
ficación que se preconiza en el memorán- política que se aplica es la que auténtica- principales de la represión y racionalización de 1959.
dum del Dr. Prebisch abre nuevos y fun- mente traduce las aspiraciones de las
dados temores al empresariado libre ar- grandes mayorías de empresarios, profe-
gentino [...] ACIEL no considera incom- sionales y trabajadores de la república,
En consonancia con esa política, los dirigentes sindicales
patible las exigencias del desarrollo na- consustanciados con el interés general del concentraron su acción en dos objetivos mínimos: la «defensa de la
cional con el orden de cosas existente. país [...] Tenemos la certeza de que la fuente de trabajo», es decir, de una situación de pleno empleo que
Muy por el contrario, ese orden de cosas participación de la comunidad en el tra-
fundamentaba el poder sindical, y la defensa del salario real, por el
nació en la idea y en el concepto de liber- zado y aplicación de los planes de desarro-
tad económica [...] Es ese mismo régimen llo y la política económica, será factor de que había que dar una batalla en cada una de las etapas del ciclo
de libertades, que proclama el Preámbulo impulso y de aceleración del crecimiento. de stop and go. Eran objetivos inmediatos, pero de amplio recono-
y estatuye la Constitución, el que abrió Pero aun en la convicción de que esta
cimiento entre los trabajadores, que formaban parte de una estra-
las puertas a la inmigración de hombres creación no puede demorarse más, soste-
y capitales que labraron el verdadero de- nemos la necesidad de que se adopten ya tegia dilatoria: frenar en lo posible el avance del nuevo capitalismo
sarrollo desde 1860. La negación de esas las medidas concretas que genera el clima racionalizador o al menos, negociar un retroceso digno.
libertades durante la década de la última de fe en el país, al mismo tiempo en que
dictadura son la causa primera de nuestra se efectúa la convocatoria a las organiza-
actual decadencia moral y estancamiento ciones básicas de la República para actuar EL SINDICATO DE LA BUROCRACIA
económico. «Las crecientes tensiones so- en forma coordinada en la búsqueda de Según la ley del año 1958, el sindicato se organizaba en
ciales y políticas» (a las que hacía refe- las grandes soluciones nacionales. dos niveles, provincial y nacional, y concurría a una organización
rencia Raúl Prebisch) son precisamente
consecuencia que aunque previsible no confederal, la CGT. La mayoría de los sindicatos extremó el siste-
pudo evitarse, de haber modificado En Dardo Cúneo, Comportamiento y ma de manejo centralizado: las seccionales provinciales no tenían
aquel orden de cosas y haberlo sustituido crisis de la clase empresaria, autonomía respecto del Consejo Directivo, que administraba los
por un régimen dirigista y autoritario. Buenos Aires, Pleamar, 1967.
fondos, podía recurrir a la intervención y tenía amplias facultades
para sancionar o excluir a los afiliados díscolos. El CD administraba
fondos cuantiosos: la cuota sindical y una nueva cuota asistencial,
248 descontada por los empleadores para el desarrollo de servicios
sociales; también había cuotas extraordinarias, en casos de aumentos conocidos. Se obstaculizaba la presentación de listas opositoras exi-
sistía en usar el poder potencial del movimiento obrero organiza- ni, fue electo gobernador de Buenos Aires. En ese momento, de va-
do para amenazar la estabilidad del sistema y luego negociar con cancia dentro del peronismo, los gremialistas habían reunido en sus
cada una de las partes. Se aprovechó la debilidad de los gobiernos, manos la doble representación, sindical y política, del peronismo.
la falta de una conducción política consistente del Estado, la ac- Sus ejercicios de fuerza se desplegaron ampliamente bajo la débil
ción permanentemente desestabilizadora de los militares y la falta presidencia de Illia, que debió sufrir una espectacular prueba del po-
de cohesión de los patrones. El movimiento obrero carecía de fuer- derío sindical: el «Plan de lucha» de 1964. Más trascendente fue el
za para sustentar una propuesta política propia, pero podía vetar enfrentamiento de la dirección sindical -pronta a transformar al pe-
otras alternativas, y obtener así ganancias circunstanciales. ronismo en un partido Laborista, al estilo del de 1946- y Perón, que
no estaba dispuesto a resignar su liderazgo sobre el peronismo. Cuan-
do este conflicto empezaba a desarrollarse lo interrumpió el golpe
militar de 1966 y las nuevas reglas de juego impuestas por Onganía.
gociar sus condiciones de trabajo en el marco de los convenios na- ción sindical no podía ser mayor que la que les correspondía por su
cionales, impulsaron la formación de sindicatos de empresa, una trabajo en la planta. Se redujo el cuerpo de funcionarios así como
medida que el gobierno de la UCRP también alentó, con vistas a sus gastos -por ejemplo el uso de automóviles-, subrayando su di-
debilitar a los grandes sindicatos nacionales. Surgieron así dos sin- ferencia con la conducción anterior. A la vez, se eliminaron las res-
dicatos en las plantas de Fiat: SITRAC y SITRAM. En el mismo tricciones de elegibilidad, lo que permitió a los militantes recién in-
sentido, IKA Reanult favoreció el traspaso de sus trabajadores de la corporados a la fábrica alcanzar rápidamente los puestos de direc-
UOM al pequeño sindicato de mecánicos SMATA. Estas acciones ción. Por otra parte, se estableció una dependencia estrecha entre el
posibilitaron durante un tiempo que las empresas se manejaran Consejo Directivo y las bases: el cuerpo de delegados y en última
con sus trabajadores con métodos paternalistas, eludiendo las regu- instancia la asamblea general, a los que subordinaba sus decisiones.
laciones sindicales; pero a la vez posibilitaron, en el clima posterior En suma, se trataba de un retorno a la democracia directa.
a 1969, que sindicalistas activos y combativos ganaran el control
de la organización, un éxito que en otras partes no era tan fácil de Esto generó una gran solidaridad entre los trabajadores y la
lograr, debido al ya mencionado férreo control de las direcciones dirección, que le permitió llevar adelante con éxito «acciones direc-
establecidas. Este tipo de dirección condujo a SITRAC y SITRAM tas»: asambleas, manifestaciones, ocupación de plantas y tomas de
durante 1970 y 1971, y luego a SMATA desde 1972, cuando un rehenes, vinculadas tanto con las acciones colectivas de Córdoba
grupo sindical vinculado con el Partido Comunista Revoluciona- cuanto con la reivindicación gremial específica, donde la dirección
rio y dirigido por René Salamanca ganó el control de la planta de se prestigió con resultados importantes. Estos fueron la recuperación
IKA Renault Santa Isabel. del «sábado inglés», que había sido suprimido antes del Cordobazo, y
la afiliación al sindicato de los trabajadores administrativos.
Ambos grupos compartían una perspectiva «clasista», deri-
vada de la filiación política de sus dirigentes. Pero a los fines de este El otro factor decisivo del éxito de la conducción «clasista»
trabajo, lo relevante es que ganaron la conducción de sus sindicatos fue su sensibilidad a los problemas específicos de los trabajadores de
con las banderas de la honestidad y la conducción no burocrática, es un tipo de empresas, como las automotrices: además de las cuestiones
decir, una nueva manera de entender la función y el funcionamien- salariales, las consecuencias de la racionalización empresaria, el aumen-
to del sindicato. Esa línea era compartida por otros destacados diri- to de los ritmos, las condiciones de salubridad, y sus consecuencias psí-
gentes de Córdoba, particularmente Agustín Tosco, de Luz y Fuer- quicas y físicas. Otra diferencia respecto del sindicalismo burocrático
za, y Atilio López, de los colectiveros. Todos ellos dieron forma a un consistió en el respaldo gremial a la fragmentación de base de la acción
modelo de conducción alternativo al de la «burocracia sindical». reivindicativa. Cada sección o taller actuaba en el momento y con la
táctica adecuada: quite de colaboración, paros sorpresivos breves y
El nuevo sindicalismo insistió en la transparencia de la gestión otras medidas que afectaban la línea de producción y provocaban
252 de sus dirigentes. Se estableció como norma que, rotativamente, grandes problemas a las empresas.
SINDICATOS Y GOBIERNO PERONISTAS
Además de afrontar la disconformidad de las bases, que- Retomamos aquí los estudios de Susana Belmartino. Por en-
daron colocados en la línea de fuego en el conflicto interno del tonces había 368 obras sociales, que cubrían al 35% de los trabajado-
peronismo, que se estaba resolviendo a tiros; desde 1969 varios res en actividad; la situación de los jubilados era muy variada. En mu-
prominentes dirigentes sindicales habían sido asesinados: A. Van- chas de ellas el Estado figuraba como empleador, pero su aporte era en
dor, J. Alonso, D. Kloosterman, J. Rucci, R. Coria. Sobre todo, cada caso sustancialmente distinto. Un factor importante era la capa-
la nueva responsabilidad mostraba que no tenían en realidad pro- cidad de negociación de los sindicatos, traducida a veces en estipula-
puestas propias en materia de política económica o social: a dife- ciones legales: los bancarios y trabajadores del seguro se beneficiaban
rencia de las organizaciones sindicales de otros lugares del mun- con descuentos sobre cada transacción. La heterogeneidd era grande:
do capitalista, la CGT local carecía de cuadros y staff profesional así, la Obra social de Gas del Estado gastaba $38.000 por afiliado, y
y de tradición en la reflexión sobre ellas, más allá de los reclamos en el otro extremo, la Obra para docentes, sólo $246. La misma hete-
salariales inmediatos. rogeneidad existía en la modalidad de prestación de los servicios y en
los beneficios. Algunas obras sociales, siguiendo el ejemplo pionero de
Muerto Perón, quedaron desligados del Pacto y a media- los ferroviarios, tenían hospitales propios, pero la mayoría contrataba
dos de 1975 protagonizaron una gran movilización al viejo estilo servicios en las condiciones más diversas, con una gran dispersión de
vandorista, en defensa de los salarios obreros, en contra del gobier- costos y consecuentemente de aranceles para los médicos y profesiona-
no de Isabel Perón. Por entonces, en vísperas de marzo de 1976, la les. Los controles administrativos eran escasos y cada obra social tenía
desintegración de las fuerzas, ya señalada en el campo de los patrones, gran libertad para el manejo de sus fondos, dando pie a frecuentes
254 los alcanzaba también a ellos. denuncias sobre mal uso o fraude administrativo.
Por otra parte, las obras sociales constituían un mundo de trabajo se extendieran de manera obligatoria a todos los traba-
A principios de 1970, todavía bajo la presidencia de On- Se trataba de una verdadera revolución, por la extensión
ganía pero sin Krieger Vasena, el Ministro de Bienestar Social pro- y recursos en juego: las Obras Sociales cubrían a un 70% de la po-
movió e hizo aprobar una ley trascendente para las obras sociales. blación total y los sindicatos manejaban una masa de recursos
Sus autores fueron un grupo de dirigentes provenientes del campo equivalente al 2,5% del Producto Bruto Interno, prácticamente sin
genéricamente denominado «social cristiano», que proponían arti- un control o regulación serios. Por otra parte, la extensión de la co-
cular las políticas del Estado con los grupos intermedios, no parti- bertura social se hacía de acuerdo con las líneas de desarrollo ya
distas. Ensayada primero con las organizaciones de base, esta pro- planteadas desde la década de 1940: llegaba a todos, pero de ma-
puesta se proyectó a un nivel más ambicioso: la negociación con nera desigual, según la diferente capacidad de negociación de cada
los sindicatos. En la segunda mitad de 1970, el ministro de Bienes- sindicato, en tanto los aportes dependían del monto de los salarios
tar Social, F. Manrique -que acompañó también a Lanusse- reto- percibidos. Finalmente, no había en el nuevo ordenamiento inten-
mó esta orientación, ahora en el contexto de una negociación glo- tos de fijar una política sanitaria general. A la vez, el sistema po-
bal que incluía a la CGT dentro de la llamada «salida política» o tenciaba los instrumentos, exiguos pero no por eso inexistentes, de
Gran Acuerdo Nacional. Para ello trabajó asociadamente con el mi- control a los dirigentes sindicales por parte del Estado: la privación
nistro de Trabajo, Rubens San Sebastián, un veterano funcionario o suspensión de la personería gremial significaba de ahí en más un
de esa área, experto en combinar la concesión con el control. golpe más duro, como lo era la pérdida de control de esos recursos.
A ello se sumaba otra amenaza potencial: el Estado podía modificar
La ley 18.610, de 1970, impulsada por el Ministerio de las reglas del juego que, por ejemplo, mantenían cautivos a los tra-
Bienestar Social, partía de un diagnóstico: el sistema vigente era bajadores con su sindicato. Esta fue la base de una de las relaciones
«adecuado y digno de apoyo», y proponía su extensión universal. de tipo colusivo entre el Estado y un grupo de sus funcionarios y
Así, se dispuso que las Obras Sociales organizadas por lugar o tipo una corporación, característica de esta etapa. 255
LOS MEDICOS Y LAS OBRAS SOCIALES gran magnitud, cuyo modo de funcionamiento refleja esas aspira-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
No era la única corporación implicada; también estaban los ciones y, en particular, su demanda de derechos y libertades: tanto
médicos, cuya organización gremial demostró tener una enorme ca- la elección del médico como la aceptación del paciente eran libres;
pacidad de adaptación a estas condiciones de funcionamiento. Ha- el médico podía elegir el lugar del tratamiento y sus modalidades,
cia 1955 los médicos habían consolidado sus organizaciones gremia- incluyendo la medicación. Sobre todo, se le retribuía por «acto médico»,
les, que confluían en la Confederación Médica de la República Ar- por cada práctica, y no por un salario. Finalmente, los médicos tenían
gentina (COMRA). Por su falta de afinidad política con el gobierno participación en la dirección y gestión del Instituto.
peronista, hasta 1955 mantuvieron un bajo perfil, aunque resistieron
con éxito los intentos de organizar corporaciones profesionales afi- En su relación con las obras sociales, los médicos aspiraban
nes con el Gobierno. Desde entonces comenzaron a moverse activa- a defender estas libertades. A la vez, organizaron de manera eficaz el
mente. Hubo entre los médicos importantes debates, donde se cru- control de la oferta de prestaciones médicas, a través de sus sindica-
zaron cuestiones ideológicas, acerca del fin social de la medicina, con tos. Pretendían contratar directamente con las obras sociales y lo
otras de tipo profesional, que mostraban la heterogeneidad de la cor- fueron logrando. Demostraron su eficacia, por ejemplo, en la con-
poración. Pero predominó la percepción de la importancia de la uni- fección de un nomenclador de prácticas que permitiera uniformar
dad gremial para la negociación colectiva con las otras partes -Esta- los honorarios. Pero también lo impusieron, al atribuírse la repre-
do, obras sociales, empresarios de servicios de salud-, y también pa- sentación de todos los médicos que se desempeñaban en su área, es-
ra la fijación de las normas que debían regir la práctica profesional. tuvieran o no afiliados. Los sindicatos médicos fueron establecien-
Después de 1955, se generalizó la constitución en cada provincia de do la norma según la cuál eran ellos quienes confeccionaban la lis-
los Colegios Médicos, encargados de la parte normativa; los Cole- ta de posibles médicos, fijaban los honorarios e inclusive actuaban
gios actuaron de consuno con las organizaciones gremiales y le die- como intermediadores para su liquidación a cada profesional. Se
ron fuerza a disposiciones que inicialmente se plantearon en térmi- trataba, en suma, de una bolsa de trabajo. Esto le daba una gran
nos éticos; entre ellas, la más importante era el establecimiento de fuerza a las normas profesionales fijadas por los sindicatos, que los
honorarios mínimos para las distintas prácticas médicas. médicos debían aceptar, so pena de ser excluidos de la lista y even-
tualmente de ser sancionados por «inconducta». En suma, una cor-
Profesionales liberales y dueños de un saber científico espe- poración sindical con todo lo que debía tener para sobrevivir y
cífico, los médicos solían ver con malos ojos las obras sociales exis- prosperar en el mundo de las corporaciones y el Estado.
tentes, particularmente por la transformación de los médicos en asa-
lariados mal pagos y por la falta de un control técnico adecuado. A LAS CAMBIANTES POLITICAS DEL ESTADO
la vez, percibían que éstas controlaban una buena parte de la deman- Una y otra corporación -la CGT en nombre de las obras
da de servicios médicos. En 1957, y por gestión de funcionarios pro- sociales y la COMRA en nombre de los médicos- debían desempe-
venientes del gremialismo médico, la provincia de Buenos Aires creó ñarse de acuerdo con las reglas establecidas por el Estado y dedicar
256 el Instituto de Obra Médica Asistencial (IOMA), una institución de buena parte de sus esfuerzos a ajustarlas y cambiarlas.
Luego de 1955, las cuestiones relativas a la salud fueron de apoyo». A ello se agregó luego la creación de un servicio asis-
secretario general de la CGT sentado a su lado. su renovado vigor se advierte en el mutualismno de la colectividad
judía, donde un conjunto numeroso de asociaciones de base conuc-
El sistema habría de durar lo que subsistió la Argentina cor- rrieron en un gran agrupamiento. En 1935, se constituyó la Delega-
porativa. Mientras tanto, tuvo consistencia como para resistir los em- ción de Asociaciones Israelitas Argentinas. En 1949 nació la AMIA,
bates políticos. El más fuerte ocurrió en 1973 cuando, en el clima surgida de la reunión de Vaad Hajinuj (el Consejo de Escuelas Ju-
fundacional de la política de entonces, se sancionó una ley que crea- días) con la más tradicional asociación Chevra Kedusha Azhkenazi,
ba el Sistema Nacional Integrado de Salud. Con variantes, retomaba y que sirvió de sede para la Federación de Comunidades Judías.
las ideas de Carrillo y la de los médicos de 1966, es decir, las ideas
progresistas de la época. En principio, el Sistema coordinaría los hos- El movimiento cooperativo se desarrolló hasta 1976 con
pitales públicos, pero progresivamente se integrarían las acciones de un sorprendente vigor. Ese año estaban registradas 4800 cooperati-
las clínicas y sanatorios privados, que también habían constituido su vas con casi siete millones de asociados. El cooperativismo conser-
corporación, y las obras sociales. No se decía nada sobre interferir en vaba un fuerte peso en la Capital Federal, Santa Fe, Entre Ríos y
su administración, pero de alguna manera se habilitaba la injerencia Córdoba, y se había desarrollado con vigor en provincias con esca-
estatal en ella. Como muchos otros proyectos políticos de Perón, ten- sa tradición: La Pampa, Chaco y Chubut. Se mantuvo relativamen-
dientes a restablecer la autoridad del Estado sobre el universo corpo- te al margen de la interferencia del Estado, regulado por la ley de
rativo, fue acatado pero no cumplido, tanto por médicos como por 1926, sólo sustituida en 1972 por una norma legal más minuciosa,
sindicalistas, luego cayó en el olvido y a su muerte fue desechado. que previó al constitución de un Instituto de Acción Cooperativa.
ción eclesiástica innovadoras, características de los años sesenta. Par- tos históricos e incluso actuales, sobre la magnitud de estas fuentes
ticularmente, el remplazo de la caridad cristiana por la idea de la pro- de financiamiento. Esos recursos se vuelcan en parte a ayudas inme-
moción comunitaria. En otro aspecto, Cáritas es mucho más tradi- diatas, para afrontar emergencias sociales y catástrofes naturales, pe-
cional. La entidad, que se estableció en la Argentina por iniciativa de ro sobre todo se dedican a programas permanentes, que puedan ge-
la Conferencia Episcopal en 1956, debía reunir a las distintas asocia- nerar cambios en la situación de los necesitados. Así, en Añatuya,
ciones asistenciales católicas, al modo como en 1931 lo hizo la Ac- Santiago del Estero, una zona considerada entre las más pobres del
ción Católica; puede presumirse que despertó el mismo tipo de re- país, Caritas mantiene un Dispensario y una Mutual. El primero su-
sistencias. Tenemos un testimonio de los límites de ese designio in- ministra alimentos, remedios y ropa: el 70% de la población se vis-
tegrador: la Colecta Más por Menos de 1970 convocó, junto con te allí. También colabora con emprendimientos estatales, como la
Caritas, a 23 instituciones católicas más, dedicadas al asistencialismo lucha contra la tuberculosis. La mutual, a la que se afilia el grupo
que conservaban su independencia. Hay bastantes referencias a la familiar, con una cuota simbólica, se ocupa de la construcción de
coexistencia de las organizaciones pertenecientes a Caritas con otras viviendas para remplazar a los ranchos o, en otros casos, de escuelas.
iniciativas de diversa índole provenientes del campo católico, que an-
tes de 1976 fue particularmente variado y conflictivo. La integración
se apoya en la organización jerárquica de la Iglesia: Cáritas tiene Jun- CIENCIA Y CULTURA AL MARGEN DEL ESTADO
tas parroquiales, presididas por el párroco, Juntas diocesanas, presidi-
das por el obispo, Juntas regionales, dirigidas por los obispos de la re- Luego de 1955, quienes participaron en el vigoroso movi-
gión, y una Junta nacional, dirigida por la Conferencia Episcopal, miento cultural que se mantuvo al margen del Estado peronista
que designa un director. Esa organización tiene un propósito: la re- ocuparon posiciones importantes en el gobierno y, con matices, las
distribución en el territorio nacional de lo recaudado, transfiriendo lo mantuvieron hasta 1966. Dieron un impulso muy vigoroso a la re-
de las regiones más ricas a las más necesitadas. novación y modernización de la ciencia y la cultura, y a la creación
de instituciones nuevas. En primer lugar, las universidades, que en
El principal recurso de la asociación es el trabajo de los vo- conjunto mejoraron sus niveles académicos e impulsaron saberes
luntarios laicos (en el año 2000 eran 25.000) y de religiosas y reli- vinculados con las tendencias de vanguardia en el mundo científi-
giosos; el número de profesionales rentados que trabajan allí es rela- co, entre otros, en los campos de la fisiología, biología, física, socio-
tivamente reducido. Desde 1970, se realiza la colecta anual Más por logía, psicología, algunos de las cuales no tenían tradición previa. La
Menos, que moviliza a la totalidad de la comunidad católica; se le Editorial Universitaria de Buenos Aires realizó una tarea notable de
asigna importancia por los recursos que reúne pero también por su difusión del saber científico. En el campo de la investigación, se
eficacia en la movilización y concientización de los laicos. Aportes fundó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, y en sec-
más regulares y probablemente más sustantivos, se reciben de fun- tor tecnológico el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y
260 daciones empresarias o fundaciones internacionales para programas el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, organismos vinculados
con las ideas dominantes acerca del desarrollo económico, también novedosas, pues la mayoría de las existentes antes de 1955 caduca-
las familias productoras deben integrar una cooperativa, instrumen- una activa Juventud Cooperativista, y luego serían los animadores
to eficiente para superar los males de un orden social injusto, que de las Ligas. Cuando éstas entraron en acción, hacia 1971, la Con-
limita el desarrollo personal y familiar. En particular, ese orden in- ferencia Episcopal Argentina, preocupada por la visibilidad políti-
justo se materializa en un conjunto de compradores oligopólicos, ca de los evangelizadores, decidió disolver el MRC. Sus activistas
que son parte del capitalismo salvaje, y también en un Estado que, se incorporaron a las Ligas y constituyeron sus cuadros.
colonizado por éstos, olvida sus funciones naturales: proteger a ca-
da uno de sus miembros. Con el correr de los años, y sobre todo Las Ligas Agrarias surgieron en el Chaco en 1970, en mo-
después de la reunión episcopal de Medellín, el lenguaje de estos ca- mentos de una fuerte crisis de la economía algodonera, y pronto se
tólicos se radicalizó y se agregaron términos que no resultaban muy extendieron a las provincias vecinas, en el clima social y político que
adecuados para la sus destinatarios locales: cambio de estructuras, siguió al Cordobazo. Para 1972 ya habían constituido una Federa-
latifundios, minifundios, reforma agraria. ción de Ligas Agrarias del Nordeste. Aunque la inspiración era co-
mún, la composición era diferente, de acuerdo con las realidades so-
Los militantes católicos llenaron una necesidad espiritual ciales provinciales: en Formosa y en parte de Chaco existían cam-
de la sociedad de agricultores, desatendida por la Iglesia. Las orga- pesinos y minifundistas. En Chaco, en Santa Fe y en Misiones, el
nizaciones que desarrollaron, de base parroquial, trataron se suplir grueso de los participantes eran pequeños y medianos propietarios,
la presencia, no siempre regular, de los sacerdotes; en Santa Fe, una a la cabeza de una empresa familiar; en Misiones se sumaron, aun-
parte importante del precepto eran las «celebraciones de la pala- que con reticencias, los propietarios más grandes, en rigor, mejor
bra», donde los fieles se reunían quincenalmente para reflexionar vinculados con el mundo de la gran empresa, pero empujados al
en común sobre cuestiones pastorales y de las otras. Estas «celebra- polo de las Ligas por la enfervorización de la hora o quizá por cál-
ciones» fueron uno de los espacios de sociabilidad más caracterís- culo. El movimiento se caracterizó por el impulso participativo. En
ticos en la constitución de los protagonistas de las Ligas agrarias. todos los casos, aunque los promotores fueron los jóvenes, la afilia-
El MRC se propuso formar líderes campesinos. Organizó grupos ción se hacía por familia y chacra, y los padres respaldaban y acom-
de discusión, proveyó de animadores, suministró folletos, editó un pañaban la acción de los hijos. Otra novedad fue la participación
periódico y organizó cursos de tres meses, que realizaba el Institu- activa de las mujeres, ausentes del mundo de las cooperativas.
to San Pablo en la localidad bonaerense de Capitán Sarmiento.
Junto con lo estrictamente evangélico, se difundían formas de me- El movimiento cubrió extensamente la zona del nordeste.
joramiento de las técnicas productivas y formas de organización En el norte de Santa Fe hubo 35 agrupaciones de base, que reunían
colectiva. Los concurrentes eran jóvenes, miembros de familias de a 1200 familias: un 30 o 40% de los participantes potenciales. Las li-
productores agropecuarios («el hijo tractorista»), motivados por el gas se organizaron con un modelo de democracia participativa: nú-
clima general de movilización juvenil, y además con tiempo libre cleos de base, delegados, asamblea general y secretariado, elegido por
266 como para dedicarse a esta causa. Ya se había notado su actividad la Asamblea, del que dependía un conjunto de asesores. En Misiones,
de acuerdo con el estudio de L. Bartolomé, se rentó a los ocho miem- el peronismo, aunque con distintos matices, y sin hegemonía de la
grada por los más radicalizados. En 1975 hubo elecciones provincia- Lomas de Zamora). Su origen fue un loteo, de 1962: terrenos vendi-
les: el MAM respaldó al candidato del PJ, LAM al partido Auténtico, dos en cuotas por una sociedad inmobiliaria, al que siguió el clásico
de Montoneros, y AMA, probablemente, a Nueva Fuerza. proceso de autoconstrucción de viviendas. Pronto surgió una sociedad
de fomento, para ocuparse de gestionar el suministro de agua y luz.
LOS NUEVOS BARRIOS Y EL FOMENTISMO Hacia 1970 se descubrió que el vendedor no tenía derechos sobre la
El proceso de urbanización, del que se habló al comienzo tierra y que todo había sido una estafa; los habitantes, muchos con sus
de este capítulo, prosiguió ininterrumpidamente. En la década de casas ya construidas, carecían de títulos legales. La Sociedad de Fo-
1960, se estaban constituyendo en las grandes ciudades los segun- mento asumió entonces, y a lo largo de más de viente años, la defen-
dos o terceros cinturones suburbanos; junto con los loteos se iban sa de sus derechos. Para quienes participaban de esta tradición del lo-
producido ocupaciones ilegales de tierras, generalmente en aque- teo y la construcción de la casa propia, era lógico que lo primero fue-
llas consideradas no aptas para el uso habitacional. Por otra parte, ra constituir una sociedad de fomento. Pero en los casos de los barrios
en Buenos Aires y otras ciudades importantes se constituyeron, en nuevos del partido de San Fernando, mencionados en la primera par-
el interior o en el mismo borde, asentamientos ilegales, inicialmente te, la primera actividad asociativa fue la constitución de un club de
transitorios: las villas de emergencia o «villas miseria». fútbol, convertido luego en club social y deportivo y finalmente en
sociedad de fomento. Se trata de un orden inverso al clásico.
Una característica común es el escaso acceso a los servicios
básicos -agua, luz, educación, seguridad-, aquellos que hacen a la Más novedoso aun, en estas barriadas marginales, fue la
condición civil y civilizada; el carácter ilegal de la ocupación, que no participación de los sacerdotes, los «curas villeros». Ellos eran el pro-
obligaba a las autoridades a ocuparse de los intrusos, o simplemente ducto de una nueva forma pastoral, por entonces en boga en todo
la lejanía de las instituciones administrativas hizo que la provisión de el mundo, consistente en combinar la tarea de evangelización con
esos servicios fuera problemática. Sobre esa base se constituyó el fo- la de promoción social; el fuerte acento puesto en la auto organiza-
mentismo; se reconoce allí, con todo su vigor, el mismo impulso aso- ción y el estímulo a la iniciativa autónoma de los pobladores la di-
ciativo y participativo propio de los barrios constituidos en los años ferencia de similares iniciativas parroquiales señaladas en el primer
de la entreguerra. También, la perduración de muchas formas ya co- capítulo, en las que el párroco reclamaba el control de las institu-
nocidas de acción, en algunos casos reformuladas y adecuadas a las ciones que promovía. Tenemos al respecto el caso del Barrio Gene-
nuevas condiciones; junto a ellas, también algunas nuevas. ral San Martín, una villa miseria surgida en el basural de Mendoza,
que conocemos por el relato en parte ficcional de Rolando Concat-
En todas partes se constituyeron sociedades de fomento. En ti. Para promover la «cooperativa», el padre «Macuca» Llorens, cu-
algunos casos, es posible reconocer mecanismos de formación casi ya actividad fue decisiva, contó con el apoyo de un empleado de
idénticos a los ya conocidos, y en otros las iniciativas son de distintos Correos, un enfermero del Hospital mendocino y un chileno «libre-
268 orígenes. Consideremos el barrio «Virgen de Luján» (nombre ficticio pensador» con experiencia en organizaciones societarias de los «sin
tierra» chilenos. Este grupo conformó la elite dirigente de la co- colectivo. En parte operó el viejo ideal de la vivienda propia, paso ini-
evangelistas. La biblioteca popular, como institución, correspon- una alternativa: el reclamo tumultuoso. Esto ocurrió como reacción
de a los barrios antiguos y establecidos, pero no figura de manera espontánea ante agresiones del Estado, como fueron en 1967 los
significativa en estas nuevas barriadas semi marginales. planes del gobierno municipal de Buenos Aires para la erradicación
de las villas de emergencia o uno similar de Mendoza en 1959.
Las sociedades de fomento de estos nuevos barrios, que También ocurrió como reflejo del proceso de movilización y politi-
se hicieron cargo de importantes tareas de autogestión, aspiraban zación general posterior a 1969. Este transcurrió de maneras varia-
sin embargo a transferirlas a las instituciones del Estado y lograr das, inclusive no directamente políticas. En 1969 el grupo de «cu-
así su normalización. Ello requería una importante tarea de ad- ras villeros» de Buenos Aires comenzó a organizar peregrinaciones a
ministración, en la que se advierten muchos elementos de una Luján, verdaderas movilizaciones en todos los sentidos de la pala-
historia conocida. Peticionar ante las autoridades requiere todo bra. No le faltaba a estos curas -enrolados en el Movimiento de Sa-
un aprendizaje: funcionarios, contactos, modos de gestionar. Los cerdotes para el Tercer Mundo- vocación para la intervención polí-
fomentistas de Virgen de Luján, que debían realizar una gestión tica. Otros activistas llegaron a estos barrios, donde nunca habían
muy compleja -el reconocimiento de sus derechos a la tierra que faltado o bien «científicos», que venían a «hacer encuestas», o bien
ocupaban- no quisieron delegarlo en abogados y aprendieron tra- «gente de buena voluntad», que concurrían a «darse un baño de po-
bajosamente los pasos a seguir; según el recuerdo recogido por breza». Pero desde 1971, y sobre todo en 1972, creció la presencia
M. Feijoó, a menudo eran los ordenanzas de las dependencias es- de quienes «iban al barrio» a «hacer militancia».
tatales los que, compadecidos de estos inexpertos trabajadores,
les explicaban la forma de un escrito, el curso de un trámite. Más Hay aquí una historia interesante y casi desconocida, acer-
usualmente, los fomentistas recurrían al cura o a abogados que ca de los modos de implantación de estos militantes, su relación con
iban a las villas a hacer trabajo social. Pero en la empresa fueron los dirigentes de la sociedad de fomento y con el cura, que tenía la
desarrollando un conocimiento que, en primer lugar, era de me- llave para el acceso a casi cualquier cosa. Sabemos poco, aunque in-
diación: se trataba de explicar a las autoridades, en los términos dudablemente quienes pudieran esgrimir credenciales peronistas te-
adecuados, cuáles eran sus problemas y luego traducir ante sus nían asegurado un éxito mayor, dada la amplia implantación de esa
compañeros los términos en que el Estado y sus funcionarios res- identidad política. Lo cierto es que en 1972 la organización más
pondían. Así fueron adquiriendo un conocimiento especializado, exitosa en esta tarea fue la Juventud Peronista, dependiente de la or-
y se preocuparon por subrayar lo complejo e intransferible de su ganización armada Montoneros, que organizó el Movimiento Ville-
misión: en suma, se reforzó su carácter de elite. Su logro máximo ro Peronista. Los pobladores de estos barrios concurrieron en las co-
era llegar a ser reconocidos por las autoridades como un actor le- lumnas de la JP a las distintas movilizaciones y aceleradamente in-
gítimo y convocado para discutir la solución a sus problemas. cluyeron sus reivindicaciones particulares dentro de una perspecti-
Cuando llegan a esa situación, estas asociaciones han alcanzado va más general. Por ejemplo, los «curas villeros», por requerimiento
270 el estadio corporativo. de la Rama Femenina del Movimiento Peronista, presentaron en
1973 una lista de necesidades urgentes: incluía el pedido de alimen- CONCLUSIONES
Estado no sólo reconoció, sino que promovió la constitución de la desafección estatal o por las fuerzas del capitalismo en avance; sin
asociaciones detentadoras de franquicias y privilegios allí donde embargo, tuvieron fuerza suficiente como para frenar o demorar los
espontáneamente no se habían formado. desarrollos que las perjudicaban, e inclusive para ganar espacios en el
interior del Estado, que le permitieron proteger mejor sus intereses.
Esta expansión asociativa estuvo fuertemente influida por Así, los fuertes enfrentamientos corporativos, agudizados por la res-
un tercer gran proceso: el crecimiento del Estado, la ampliación de tructuración capitalista, tuvieron como escenario el mismo Estado;
sus funciones y el desarrollo de distintas modalidades de interven- la situación se vio agravada por la ausencia de un espacio político
ción, ya sea para dirigir la economía, extender los beneficios de la democrático donde esa conflictividad pudiera procesarse.
asistencia social, o simplemente controlar y regular. En su relación
con el Estado, muchas asociaciones asumieron un carácter corpo- Esto explica, al menos en parte, la virulencia de los con-
rativo: en torno de la defensa de un interés compartido, trataron flictos sociales y la idea que asumieron los militares, de que su re-
de asegurarse ventajas, franquicias, monopolios. medio estaba en el drástico achicamiento del Estado. De ahí que la
historia del movimiento asociacionista posterior a 1976, signada
En la segunda etapa, entre 1946 y 1955, el gobierno pero- por esa reducción estatal, sea sustancialmente distinta de ésta.
nista promovió una organización ideal que regulara las relaciones
entre el Estado y las corporaciones: la Comunidad Organizada, uni-
da por la identidad política peronista. Fue notable en esos años la
presencia activa del Estado en todos los campos, la promoción de
instituciones nuevas, destinadas a incluir todo lo social en corpora-
ciones reglamentadas, así como el peso que se asignó, en la conduc-
ción del Estado, a la más notable de ellas: el movimiento obrero or-
ganizado. Visto más en detalle, se observa que la Comunidad Or-
ganizada potenció líneas de desarrollo ya existentes en la etapa an-
terior, y que la preocupación por ordenar y reglamentar retrocedió
cuando debió enfrentarse con intereses sólidamente constituidos.
275
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
LA CAIDA DEL
ESTADO DE BI ENESTAR
DICTADURA Y RECONSTRUCCION DEMOCRATICA
José Luis Moreno es Profesor e Investigador de la Universidad de Luján y del Instituto orientación en Historia, de la Universidad Nacional de Luján. Además, es autor y coautor
Ravignani de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en el de numerosas publicaciones de su especialidad, entre ellas los libros La Familia Italiana
área de Historia Social y Demográfica. Investigador invitado del Consiglio Nazionale y Meridional en la Emigración a la Argentina y La Política Social antes de la Política Social
delle Ricerche (Italia) entre 1993 y 1995. Ha dictado cursos y conferencias en diversas (Caridad, beneficencia y política social en Buenos Aires, siglos XVII a XX).
universidades y centros académicos de Italia. Dirige la Maestría en Ciencias Sociales con 277
Madres de Plaza de Mayo
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
LA DICTADURA
1976-1983
LOS «INICIOS DEL FIN» DEL ESTADO DE BIENESTAR tuvo un férreo control sobre todas las actividades e instituciones y,
fundamentalmente, sobre sus propios miembros, cuyas expresiones
En un contexto de clima enrarecido y enervante, tan carac- aun de mínimo disenso fueron impedidas por todos los medios.
terístico de la historia contemporánea argentina, rica en golpes mili-
tares y fracasos de gobiernos civiles y militares, se produjo el golpe Empero, el golpe militar concitó un fuerte consenso en la
militar provocado por la Junta de Comandantes en Jefe, el 24 de población, en varios círculos políticos incluidos en ciertos sectores
marzo de 1976. El general Jorge R. Videla, el almirante Emilio E. del Partido Justicialista y de representantes gremiales, cámaras em-
Massera y el brigadier general Orlando R. Agosti, integrantes de di- presarias y de productores, cansados de la violencia de los grupos
cha Junta, se hicieron cargo del poder y nombraron al primero pre- armados y de la Triple A, y del desorden económico e institucional
sidente, quien retuvo la jefatura del Ejército. Se suprimió el Parla- provocado por el gobierno de Isabel Perón.
mento, fueron intervenidos el Poder Judicial, la Confederación Ge-
neral del Trabajo, se prohibió además la actividad política y gremial, Los voceros militares consideraban que la sociedad argenti-
anularon las libertades públicas y se congelaron los derechos civiles. na estaba enferma y apelaron a metáforas de la medicina y la biolo-
gía para explicar a la población el objeto central de su acción contra
Los militares dictaron sus propios instrumentos legales en la subversión y las ideologías «disolventes» (de la nacionalidad): de-
el marco del denominado Proceso de Reorganización Nacional en bían extirpar un «tumor», un «cáncer», que corroía un órgano fun-
los que se contemplaban todas esas medidas; en el Parlamento se damental del cuerpo social que había contaminado las células veci-
constituyó una representación claramente corporativa con miem- nas. No sólo se imponía una «cirugía mayor» para la extracción del
bros de las tres armas que «recreaban» sus funciones con un papel mal, sino también la limpieza de todo el «terreno celular» circundan-
puramente formal, aunque en algunas oportunidades reflejaron te que había sido afectado. Esa imagen se traduciría en acciones con-
conflictos por el rumbo del Proceso. Ocuparon todos los cargos cretas desde el punto de vista operativo en la lucha contra la subver-
políticos y, en muchas oportunidades, direcciones burocráticas del sión y habría de tener también consecuencias más que dramáticas
Estado en todos los niveles: nacional, provincial y municipal. La para muchos familiares y amigos de los considerados subversivos.
justicia también fue intervenida y nombrada una Corte Suprema
consustanciada con el nuevo poder. Fueron nombrados jueces El carácter simbólico de las imágenes tuvo un correlato
adictos en todos los fueros y niveles judiciales. Así, la Junta Militar inmediato en las primeras medidas represivas instrumentadas por los 279
militares. Un plan largamente estudiado fue puesto en práctica in- Hacia fines del año siguiente al golpe militar, las organi-
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
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mediatamente producido el derrocamiento del gobierno peronista. zaciones guerrilleras habían sido exterminadas; estos grupos en-
Muchos líderes políticos y gremiales comprometidos con el gobier- capsulados no contaban con apoyo popular y fueron, en muchas
no o con el partido gobernante, nominados en una llamada Acta de oportunidades repudiadas por la sociedad. La imagen del «desa-
Responsabilidades Políticas, fueron recluidos como castigo en bar- parecido» recorrió no sólo el escenario nacional sino el interna-
cos anclados en el puerto de Buenos Aires o en localidades aisladas cional: el gobierno militar aducía que las personas desaparecidas
en el interior del país durante un tiempo variable. Sin embargo, a habían muerto en acción, en lo que denominaban la «guerra su-
la larga, este tipo de reclusión habría de ser una de las penas menores cia», y no en manos de la tortura, como ocurrió en la realidad. En
que sufrirían miles de ciudadanos. el informe de la CONADEP, comisión creada durante el gobier-
no de Alfonsín sobre los desaparecidos, según pudo reconstruir-
La represión de Estado, sistemática y selectiva, se constituyó se, las organizaciones guerrilleras no eran tan fuertes y consisten-
en el nudo central estratégico del plan político-militar del gobierno. tes, más bien lo contrario. Se ha estimado que en pleno apogeo,
apenas alcanzaban los dos mil individuos, de los cuales solamen-
En efecto, un pilar fundamental ideológico del Proceso fue te un 20% habría dispuesto de armamento y adiestramiento mi-
la «Doctrina de la Seguridad Nacional», emparentada estrechamente litar. En cambio, las fuerzas armadas y de seguridad, contaba dos-
con la doctrina de la Guerra Fría en su lucha contra el comunismo, cientos mil efectivos, más todo tipo de armamento y pertrechos
liderada por los Estados Unidos y los países de Europa occidental. bélicos. Los militares sabían esto, pero el mensaje que la sociedad
recibía era el contrario. Afirmaban que para los organismos de la
A poco de andar, quedaría claro que el objetivo de los mi- inteligencia militar, los guerrilleros constituían grupos clandesti-
litares era reconstruir la sociedad sobre bases diferentes: el orden nos organizados en células, con fuerte entrenamiento guerrero y
público y la jerarquía social se impondrían sobre la indisciplina, en un férreo orden interno; habían conformado un verdadero ejérci-
particular, la gremial y política. to. Los grupos subversivos habrían estado dispuestos a implantar
una revolución social. Su fanatismo no repararía en ningún obs-
El secuestro, la tortura sistemática y la eliminación física táculo de cualquier tipo hasta alcanzar sus objetivos. Sin embar-
de miles de detenidos sospechados de pertenecer a los grupos te- go, si bien conformaron efectivamente células más o menos clan-
rroristas de Montoneros, ERP, FAR y FAL, y a los activistas de su- destinas, la facilidad con que fueron desarticuladas y destruidas
perficie de todas esas organizaciones político militares, se aplicó las ramificaciones y conexiones mostró que su peligrosidad efec-
con éxito inmediato. La represión alcanzó muchas veces a familia- tiva y real fue una imagen de prensa ideada por los militares para
res, conocidos o vecinos de los activistas. Se implantó el terror de el consumo de una sociedad cansada de tanto desorden. Incluso,
Estado y las víctimas fueron también militantes de la izquierda, esta situación habría de legitimar el terrorismo de Estado, dando
gremialistas y miembros radicalizados del peronismo, radicalismo la espalda a las noticias sobre el destino final de muchas personas
280 y otros partidos o grupos que opusieran resistencia. en los centros clandestinos de detención.
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
En los organismos del Estado, de las provincias y de los mu- ideológico y muchos de ellos fueron a engrosar las listas «negras», a
nicipios, en las universidades y en las instituciones educativas, se apli- los que se les negaba trabajo o se los amenazaba directamente para
có la denominada Ley de Prescindibilidad que permitía la cesantía de que se fueran y aumentaran la cantidad de exiliados en el exterior.
funcionarios, empleados, profesores y maestros, por razones políticas o Los periódicos, por su parte, estaban amordazados, através de un fe-
de «servicio». También se expulsó a alumnos universitarios y la repre- nómeno de «lavado» o «filtrado» de noticias. Ciertos hechos vincu-
sión alcanzó a adolescentes de las escuelas secundarias. Durante un año lados con la lucha antisubversiva o bien no debían publicarse o bien
se produjeron desapariciones de delegados sindicales de empresas de di- debían serlo según la visión oficial a través de algún comunicado.
versas ramas de actividad y líderes de la denominada corriente clasista, Además, todo el sector educativo estuvo fuertemente vigilado, aun
como René Salamanca de SMATA, de la provincia de Córdoba. después de la cesantía de miles de docentes de todos los niveles, en
particular, en los contenidos de la enseñanza. El control se extendía
Asimismo, la censura se impuso en todos los canales de te- incluso a los nombres y apellidos de los niños que se matriculaban
levisión y en las radios oficiales y privadas. Artistas, directores de ci- por primera vez en una escuela, en la búsqueda de sus padres que,
ne, teatro y televisión, escritores y guionistas, pasaron por el sedazo seguramente, formaban parte de las listas de subversivos buscados. 281
Se consideraba que el sistema educativo en todos sus estamentos antisubersiva se complementaron, al menos inicialmente. La inter-
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estaba impregnado de ideas subversivas. Las metodologías pedagó- vención de fábricas, la supresión de los mecanismos de negociación
gicas, las nuevas formas de enseñanza, el co-gobierno universitario salariales y de condiciones de trabajo, el congelamiento salarial, la re-
constituían elementos cuestionados por su carácter subversivo. Al- presión de la dirigencia sindical y de las comisiones internas de las
gunas carrreras universitarias como Sociología y Psicología fueron empresas fueron caras de una misma moneda.
cerradas. Hasta el mismísimo Ministro de Educación Llerena
Amadeo alcanzó límites increíbles de ceguera, obstinación y ca- La liberación progresiva de los precios, la unificación del
rencia de sostén científico, al poner en duda conceptos de la de- mercado de cambios, los estímulos a las exportaciones, la promo-
nominada «matemática moderna» y prohibir la enseñanza en las ción de inversiones extranjeras con la eliminación de barreras a la li-
escuelas oficiales de la teoría de los conjuntos. bre circulación de capitales, la supresión de aranceles a la importa-
ción y de subsidios vía créditos de la banca estatal con tasa de inte-
Otro frente particularmente importante de la política mi- rés muy baja o negativa, formaron parte del menú puesto en ejecu-
litar fue el económico. El Ministro José A. Martínez de Hoz, en- ción. La reforma financiera fue, junto a la anulación de los meca-
cargado de la cartera de hacienda, puso en práctica una serie de nismos de protección industrial, uno de los elementos más novedo-
medidas que habría de dar inicio a una etapa más larga, completa- sos de la nueva política. Se aplicó el criterio de subsidariedad del Es-
da por el gobierno posterior del Dr. Carlos S. Menem, con el ob- tado nacional, dejando en manos privadas empresas estatales, pero
jetivo de provocar una liberalización progresiva de la economía ar- también servicios de salud de las Obras Sociales. La libertad de cir-
gentina. Se pretendía poner fin, de este modo, al largo proceso de culación de capitales permitió el aumento de bancos privados e ins-
sustitución de importaciones iniciado en la década del ‘30, en el tituciones financieras. La tasa de interés, a pesar de que se pactaba
que los productos industriales nacionales fueron protegidos y subsi- libremente, se mantuvo alta durante todo el período; el Estado era
diados por el Estado. Un menú de medidas financieras y cambiarias garante de los títulos emitidos y plazos fijos de toda la banca oficial
constituyeron los instrumentos privilegiados del programa. y privada. Esta combinación de factores, junto a una alta tasa de in-
flación, favoreció la especulación, alimentada dos años y medio
La política económica contenía un presupuesto fundamen- después del golpe con una modificación del régimen cambiario: po-
tal: establecer un orden permanente más allá de la difícil coyuntura pularmente se la denominó «la tablita». El Ministro Martínez de
económica, producto de las circunstancias políticas, pero también de Hoz fijó un mecanismo de devaluación del peso que variaba diaria-
conflictos estructurales. El poder de veto que habían logrado alcan- mente, con la idea de alcanzar una paridad real frente al dólar. Ello
zar las corporaciones empresarias y sindicales, impidiendo alcanzar fue generando un espejismo en muchos de los sectores medios;
metas nacionales de crecimiento sostenido, formaba parte de un re- Miami, las playas brasileñas o los países europeos estaban al alcance
pertorio de ideas dominantes entre los militares que conformaban el de las manos para todos, gracias a los pesos revaluados.
diagnóstico o cuadro de situación de un enfermo casi terminal, cuya
282 dolencia debía eliminarse definitivamente. La política económica y Este espejismo se complementó con otra medida económica:
la eliminación de barreras proteccionistas que permitió el ingreso tribunal internacional favorable a Chile. El gobierno argentino no
berto Alemann, pretendió retomar y desarrollar los puntos sustan- política y militar. La Junta no esperaba una respuesta armada británi-
ciales del plan de Martínez de Hoz, lo cual generó una fuerte recesión, ca, operación que llevaría mucho tiempo y que no estaba excenta de
sin que la inflación cediera demasiado. Los conflictos sociales se complicaciones estratégicas y logísticas. Contaba con una falsa premi-
agudizaron. Pero si algo había quedado claro para los sindicalistas sa: que Estados Unidos trataría de disuadir a Gran Bretaña para que
y políticos era que el régimen militar quería perpetuarse y terminar negociara con Argentina, como devolución de favores prestados a
de consolidar su proyecto liberal-consevador en lo económico y un favor del apoyo argentino en la causa centroamericana contra Nica-
sistema autoritario y excluyente en lo político. La huelga del 27 de ragua. La especulación no respondía a la realidad y la reacción no se
abril de 1979, planificada por el movimiento sindical, fue brutal- hizo esperar. Gran Bretaña contraatacó militarmente habiendo logra-
mente reprimida. Sin embargo, mostró que más allá del sindicalismo do primero el apoyo de Europa, al que se sumó su viejo aliado, los Es-
«dialoguista», existía otro frente gremial que no temía confrontar. tados Unidos, para quien Inglaterra constituía la pieza vital y clave
en la complicada alianza de la OTAN. En dos meses, la expedición
En ese clima conflictivo, Galtieri concibió la idea de inva- inglesa terminó con una fuerza militar débil, mal pertrechada, mal
dir las islas Malvinas, una vieja reivindicación nacional, supérstite vestida, mal alimentada y mal conducida estratégica y tácticamente.
de un viejo antimperialismo británico cultivado por muchos na- En la guerra, murieron muchos jóvenes soldados conscriptos llevados
cionalistas con o sin uniforme, aprendida desde las escuelas prima- en una marcha triunfalista y engañosa. Otros sobrevivientes, mutila-
rias. El proyecto que habría contado -en la versión castrense- con dos o no, también pagaron caro la aventura que no eligieron: el pue-
el consenso norteamericano traería tranquilidad a los conflictos blo argentino que tanto había festejado el operativo, sintiéndose en-
domésticos. Suponían que la Gran Bretaña de la Primer Ministra gañado y utilizado, dio la espalda a la aventura y tendió sobre ella un
Margaret Thatcher, empeñada en desarticular la minería y pri- manto definitivo de olvido.
vatizar muchas empresas estatales, estaba muy ocupada con las
rebeliones que esa política provocaba entre las clases populares. La derrota en la guerra aceleró la descomposición del régi-
men y aumentó la rivalidad entre las distintas Armas. La Junta se au-
El 2 de abril de 1982 las Fuerzas Armadas desembarcaron todisolvió por no querer integrarse la Marina y la Fuerza Aérea. El
en las islas y terminaron rápidamente con una guarnición militar bri- General Bignone se hizo cargo del poder ejecutivo, aunque final-
tánica escasa. Se nombró un gobernador militar y se cambió el nom- mente las Armas restantes se le sumaron. Se buscaba una salida ins-
bre de la capital por Puerto Argentino. La medida logró un amplio titucional, esta vez, con los partidos políticos y las instituciones de la
consenso en todos los estamentos del país, hasta encarnizados enemi- sociedad. El gobierno intentó una solución negociada que incluyera
gos de la dictadura se unieron a la algarabía popular de muchedum- la posterior abstención de revisar o investigar la represión y todo he-
bres que ganaron las calles. Galtieri se dio el lujo de arengar a las ma- cho ilícito cometido por las autoridades militares durante la dictadu-
sas en la Plaza de Mayo, la misma que pocos días antes había sido ra. En fin, los antiguos aliados se alejaban, jurando eterna fidelidad
284 escenario de otra dura y dramática batalla de los obreros y trabajadores. a la solución democrática. Los últimos pasos de la dictadura fueron
tan lamentables y torpes como los anteriores. Sancionó una ley de nunca obtuvo una respuesta y ni siquiera fueron recibidos por sus
accidente automovilístico en circunstancias nunca debidamente in- personas durante la dictadura fue una enorme espina clavada du-
vestigadas o aclaradas. Se presume que su fallecimiento se produjo rante muchos años. Después que la CONADEP publicó el tomo
en un atentado. Nunca Más, cuestión de la que nos ocuparemos más adelante, un
manto de vergüenza cubrió a muchos obispos y sacerdotes.
Además, un sector de la Iglesia, sospechado de participar
de la llamada teología de la liberación, doctrina construida en base Algunos de ellos, como los capellanes militares, navales,
a los Evangelios que promueve la liberación de los pobres de toda aeronáuticos o policiales, continuaron manifestando su apoyo a la,
atadura social, racial, política o cultural, fue objeto de una particu- para ellos, «epopeya militar»: haber exterminado la subversión apá-
lar y selectiva represión que tampoco logró que el edificio eclesiás- trida con todos los métodos de terror utilizados. Muchos de estos
tico se sacudiera: muchos de esos religiosos estaban desautorizados personajes tuvieron que pasar a retiro por llegar a la edad regla-
por la misma Iglesia y sus obispos, y les incomodaba sus tareas de mentaria; además, debieron transcurrir muchos años hasta que la
apoyo y socorro a los pobres en las villas miseria y las barriadas Iglesia mostrara arrepentimiento por su desdoroso papel durante
populares de las ciudades. los años de la dictadura. Se considera que, si bien es cierto que du-
rante los primeros dos años todas las organizaciones políticas y so-
Hacia 1978, la asamblea episcopal pretendió dejar atrás ciales se habían silenciado, aun en 1976 cuando se efectuó el gol-
este período nefasto de la historia contemporánea argentina. Los pe, sólo la jerarquía católica estaba en condiciones de ejercer una
conceptos de reconciliación, perdón y olvido pasaron a formar influencia decisiva. El régimen militar pretendía fundar su acción
parte del repertorio de la Iglesia oficial, conceptos vacíos porque en la defensa de los valores cristianos y no hubiera podido sopor-
no se especificaba quiénes debían perdonar u olvidar, o entre tar una crítica abierta y pública de los obispos. Al no haberlo he-
quiénes debía producirse una reconciliación sin la verdad. Por- cho y con el agravante de que personajes como el presidente de la
que la Iglesia sabía perfectamente que la Junta Militar había Junta Militar, general Videla, ferviente católico de comunión dia-
mentido deliberadamente todas las veces que se pronunció sobre ria, nunca fuera desautorizado, el silencio de la Iglesia parece haber
el asunto. El reconocimiento de la violencia de Estado estaba acompañado la «cruzada» antisubversiva.
afuera de sus preocupaciones. Muchas de las jerarquías se hicie-
ron eco de las declaraciones de Videla antes citadas. Sostenían No obstante, las mentes más lúcidas mostraron que po-
que si hubieran habido víctimas, sería más bien por «excesos» de dían estar activas. En 1979, se constituyó un equipo de la pastoral
los militares que llevaron a cabo los operativos militares, más social que, en observancia de la doctrina social de la Iglesia, tenía
que a una premeditada política global aprobada desde los más el objetivo de reconstruir el vínculo con el sector sindical. Dos
altos mandos. Otros desaparecidos, estarían vivos en algún lugar años más tarde, un documento dado a conocer afirmaba los prin-
del planeta, según continuaron contestando muchos prelados, cipios republicanos y democráticos, y la legitimidad de las organi-
286 hasta casi el final de la dictadura. zaciones sindicales. El mismo entonaba con las modificaciones que
estaban operando en el frente sindical, en el que se imponía un dis- Por ejemplo, los empleados de SEGBA comenzaron a or-
ción o reduciéndose, sin que mediara ningún principio de eficiencia Hacia fines del año 1980, la CGT volvió a reorganizarse, en desa-
o de eficacia, otras se encarecieron para el afiliado o se redujeron las fío abierto a la ley 22.105 que había dejado descolocado al sector
prestaciones que requirieran una alta complejidad o tecnología. «dialoguista» del sindicalismo, intregrando los 25 con otros sec-
tores que no habían formado parte del grupo, como los gremios
Ello se compatibilizaba con las condiciones materiales de portuarios, Luz y Fuerza, cerveceros, calzado, vidrio y otros.
vida de los trabajadores. El mundo laboral soportó regímenes vio-
latorios de las normas laborales consagradas por la OIT y acepta- Al frente de la CGT Brasil aditamento que indicaba la ubi-
das por el gobierno, cesantías por enfermedades, violaciones de las cación geográfica de la calle de la nueva central, aparecía en su direc-
normas de seguridad e higiene industrial, también sufrió sanciones ción un dirigente cervecero, poco conocido por ese entonces, llamado
por distintos tipos de «indisciplinas laborales» y se incumplieron, Saúl Ubaldini, quien habría de tener desde ese momento un papel
por parte de los empresarios, todos los incisos de las leyes labora- muy activo con un discurso contestario y de orientación social cristiana,
les sobre licencias por vacaciones, matrimonio, nacimientos u hora- en línea con el Equipo de Pastoral Social de la Iglesia Católica.
rios de trabajo. La policía se instaló en las plantas industriales para
disuadir a los posibles rebeldes. La huelga general del 22 de julio de 1981, que provocó la
detención de algunos dirigentes, tuvo bastante éxito a pesar de la
Hacia 1978, después del Campeonato Mundial de Fútbol, represión. Esto los impulsó a profundizar la línea opositora. El 7
la Comisión de los 25 y algunas otras organizaciones sindicales deci- de noviembre se realizó una misa al aire libre en San Cayetano, pa-
dieron desafiar los embates dictatoriales, la aparente estabilidad logra- trono del trabajo, a la que concurrieron 10.000 personas. Allí se es-
da por Martínez de Hoz y la algarabía pseudo nacionalista provocada cuchó por primera vez la consigna «se va a acabar, se va a acabar, la
a raíz del triunfo de la Argentina en el mencionado campeonato. dictadura militar», que se habría de propagar en los conciertos de
rock y también en las canchas de fútbol.
Continuó la reorganización de los distintos grupos laborales y
sindicales con un contenido ideológico opositor. Las huelgas del 27 de En el año 1982, antes de la guerra de Malvinas, la CGT
abril de 1979 y del 22 de julio de 1981, declaradas ilegales por la dic- Brasil manifestaba públicamente la necesidad de terminar con el
tadura, mostraron la regeneración de la capacidad combativa de los di- régimen militar. El 30 de marzo había llamado a una protesta pa-
rigentes sindicales quienes, respondían así a las demandas de las bases cífica en la Plaza de Mayo. La represión fue dura y quedaron más
obreras por mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y libertad. de mil manifestantes detenidos.
A medida que pasaba el tiempo, la dictadura tenía menos Sólo el desembarco en las islas Malvinas habría de generar
espacio de maniobra para enfrentar a una creciente organización una tregua entre las partes. Después de la derrota en la guerra, se
288 de las bases sindicales. La insatisfacción de los trabajadores iba en habría de retomar aun con más fuerza el rol opositor a la dictadura.
CONSECUENCIAS DE LAS POLITICAS El análisis se puede completar observando cómo evolu-
Los criterios de subsidariedad y de descentralización De modo paralelo, creció la economía informal, es decir,
también comenzaron a aplicarse en el área sanitaria y educativa, aquella no registrada en la que los trabajadores carecen de benefi-
con el intento de transferir al sector privado las prestaciones de las cios sociales tales como cobertura de salud y jubilación o amparo
Obras Sociales, bajo el supuesto de que los trabajadores podían gremial frente a cambios en las condiciones salariales, laborales o de
solventar los gastos en salud, y reservar el hospital público a los higiene del trabajo.
sectores en situación crítica o carenciados, desalentando a los sec-
tores cubiertos por algún seguro con el pago de un arancel. Simul- Todo se tradujo en una caída del ingreso medio que, si
táneamente, con la descentralización de instituciones sanitarias y bien se había iniciado con el «rodrigazo» en el año 1975, tuvo un
educativas de jurisdicción nacional o provincial a la esfera local, importante impulso con la fuerte contracción salarial provocada
sin la transferencia de los recursos correspondientes, se comenzó a por el gobierno militar, gracias a la política de aumentar los salarios
producir un deterioro que habría de proseguir en años siguientes. por debajo de la inflación. 289
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A LA SEMILLA DE LA «NUEVA POBREZA» un presupuesto importante para la construcción. La política indus-
trial fue inclusiva hasta que el proceso de acumulación empezó a
En la ejecución de las políticas económicas, en el modo dar señales de debilitamiento a mitad de la década de los ‘70.
particular de llevarlas a cabo, especialmente con la dosis de repre-
sión aplicada y presente durante todo el gobierno militar, a fin de Una de las características sobresalientes de la nueva pobreza
imponer una disciplina social por encima de todas las conquistas fue el desplazamiento provocado en ciertas categorías de trabajadores,
históricas de los asalariados, se encuentra el germen de las otras integrados al mercado de trabajo, a veces en puestos relativamente ca-
«víctimas» de la dictadura. No eran los desaparecidos, los muertos, lificados. Los cambios estructurales por el cierre de establecimientos,
los torturados o los prisioneros, sino un heterogéneo grupo social su desplazamiento geográfico o variantes en la integración o el ensam-
que asomaba, maltrecho y herido por el trauma de haber perdido ble de las plantas fabriles, determinaron una desocupación perma-
el trabajo o ganar apenas para un mínimo sustento. Inauguraban nente al no expandirse la oferta laboral. Estas transformaciones afec-
una nueva galería social en el país: los nuevos pobres. taron tanto a los obreros, como a los técnicos y profesionales, en otras
palabras, a sectores de las clases bajas y medias.
La pobreza es un fenómeno constitutivo de todas las socie-
dades; se redefine históricamente en función de parámetros econó- El fenómeno también se aplicó a pequeños productores y
micos, sociales, políticos y culturales. A los «sin pan» o a los pobres peones, que quedaron marginados de los circuitos productivos por
vergonzantes, le suceden los vagos, los mendigos, los sin trabajo co- imposibilidad económica de integrarse, debido a los costos de pro-
nocido, los desocupados como categorías históricas que responden ducción, a la lejanía de los mercados de consumo, al tamaño de la
a los símbolos y representaciones de la sociedad y la elite. Buena unidad productiva impropia para el tipo de producción realizada,
parte de la política filantrópica en nuestro país se dirigió a alguno a la concentración de la propiedad o a la falta de capitales.
de esos sectores con la idea de resocializarlos para la vida en común.
Los desajustes en el mundo rural constituyeron, desde es-
El proceso de sustitución de importaciones y el Estado de ta perspectiva, otra fuente de ingreso a la nueva pobreza. La Argen-
bienestar habían logrado combinar los efectos de la expansión de los tina fue situándose cada vez más en el mundo pobre, pero caracte-
puestos de trabajo con un asistencialismo creciente, además de au- rizada por una estructura en la cual predominaban claramente las
mentar la cobertura de la seguridad social para los ancianos. Duran- relaciones capitalistas, con limitada permanencia de relaciones de
te muchos años, el país había mantenido tasas de desocupación ba- otro carácter, zonalmente concentradas.
jas, un sistema educativo eficiente y un sistema sanitario apoyado
en las prestaciones estatales y de las obras sociales de alta cobertura. Uno de los elementos importantes que se ha relacionado
La vivienda fue, tal vez, uno de los déficits más salientes, aunque el con la aparición del fenómeno de la nueva pobreza ha sido el estan-
Estado a través del Fondo Nacional de la Vivienda y programas pro- camiento y la declinación de la participación económica. No sólo se
290 vinciales y municipales o el Banco Hipotecario Nacional manejaba redujo el número de trabajadores que ingresaban por primera vez
al mercado de trabajo, sino también se fue prolongando la perma- aplicada legalmente-, en la que se había impuesto el método del te-
conocido en circunstancias en que realizaban largos peregrinajes Movimiento de Madres de Plaza de Mayo.
para reclamar por el destino de sus hijos, decidieron llevar esos re-
clamos a la Plaza de Mayo. Identificadas con pañuelos blancos en Uno de sus primeros esfuerzos fue el de lograr un local en
sus cabezas, en los que habrían de escribir los nombres de sus hijos el cual centralizar todas sus actividades. Así fue que recibieron, todos
desaparecidos, iniciaron un día fijo de la semana, los jueves, las los días de aquel año y en años sucesivos, denuncias realizadas por
rondas que duraban varias horas. No fueron muchas las que, en el familiares de desaparecidos. Muchos de ellos se fueron incorporan-
comienzo, se atrevieron a desafiar con su valentía el perverso régi- do en forma activa a la organización. Esta fue creciendo rápidamen-
men dictatorial. Las rondas se repitieron todos los jueves, bajo la te y se conformaron distintas subcomisiones orgánicas para impri-
severa vigilancia de la policía, no obstante los intentos de disuadir- mir mayor eficiencia a su trabajo. De este modo, tomaron contacto
las, pero una y otra vez volvían a la carga ante la mirada perpleja y con distintas instituciones y personalidades de diversos ámbitos. El
distante de los transeúntes. Ningún funcionario de la dictadura las objetivo y consigna principal que las Madres esgrimían ante la dic-
recibió, a pesar de su insistencia para que se les diera información. tadura fue: aparición con vida de los desaparecidos y libertad a los
Se fueron sumando a las catorce originales, otras madres y otras presos políticos, que por aquel entonces debían sumar varios miles.
292
La actividad de las Madres en pocos meses cobró inusitado muchas de esas madres eran amas de casa que se ocupaban de su ho-
tidos políticos y la vigencia de la actividad partidaria. Asimismo, comedores para niños, centros de jubilados o salas de primeros au-
debía garantizarse la independencia de las organizaciones de xilios tuvieron su origen, o un gran impulso, en la organización pa-
derechos humanos para que cumplieran su cometido. ra luchar contra las políticas de la dictadura. Tal como había lleva-
do a cabo en Tucumán el General Bussi, que expulsó a todos los
El Premio Nobel de la Paz logrado por Pérez Esquivel mendigos y menesterosos de la ciudad capital de esa provincia pa-
constituyó casi el más fuerte apoyo internacional a la causa de los ra que no fueran visibles, los militares de otras localidades del país,
derechos humanos. Su figura se proyectó con fuerza y su postura, como en la Capital Federal, pretendieron levantar algunas villas
compartida con las Madres y el movimiento de Familiares, alcanzó que «afeaban» el paisaje urbano, como parte de un plan de erradi-
trascendencia. cación de las Villas Miseria dentro de un conjunto de modificaciones
del Código de Planeamiento Urbano. Ello se intentó con la villa de
Los años 1981 y 1982 fueron claves para la proyección de Retiro, también en una zona de Flores y en Barracas.
las Asociaciones de Derechos Humanos. Lamentablemente, para
esa fecha, el gobierno militar ya podía exhibir como su gran logro En una villa de la zona de este barrio porteño, la si-
haber exterminado la «subversión». miente de una mutual que se ocupaba de dar de comer a los chi-
cos y discapacitados apareció sobre la base del trabajo de un gru-
CONSECUENCIAS DE LA «OTRA» REPRESION, po de pioneros y de la resistencia a las topadoras que pretendían
EL ASOCIACIONISMO SOLIDARIO PUESTO A PRUEBA demoler los ranchos y casas precarias. En las villas siempre hu-
El cierre de establecimientos industriales, el achica- bo grupos de vecinos que se reunieron en comisiones internas o
miento del Estado y de sus empresas, con la consiguiente dismi- coordinadoras para tratar de resolver o, al menos, paliar algunos
nución de los ingresos y el aumento de la desocupación, crearon de los inconvenientes más graves que se presentaban a diario.
las simientes de asociacionismo solidario o de ayuda mutua, con También formaron comisiones coordinadoras inter villas -verda-
el objeto de asistir las necesidades básicas como la comida y la deras redes sociales- para tratar de generar políticas frente a las
asistencia sanitaria de sectores desprotegidos de la población. A autoridades. Estas fueron objeto de la dura represión con muer-
ello se le sumó el hecho de recibir por parte del sector salud una tos y desaparecidos y, por esa razón, así como las madres de Pla-
menor cantidad de recursos. La reducción de la participación za de Mayo habían tomado la iniciativa para pedir por sus hijos
del Estado en ciertas áreas implicó la transferencia de las activi- desaparecidos, también fueron en su inmensa mayoría mujeres
dades correspondientes al sector privado. El hospital público las que, durante este período, participaron en las asociaciones,
tampoco tendría un rol importante en la salud de la población: porque a los hombres se los llevaban presos.
con la imposición del sistema arancelario se pretendía alejar del
hospital a los que tenían alguna cobertura y mantener la oferta Por otra parte, la política de erradicación de las villas de
300 para los grupos carenciados o críticos. emergencia se llevó a cabo sin ningún plan alternativo para ubicar
a las personas desalojadas. No se otorgaron créditos, ni se constru- La comisión se organizaba en base a delegados y subdele-
Las sociedades de fomento fueron una de las pocas instan- Un estallido general y sorpresivo se produjo en la prima-
cias de organización y de participación social que no arrasó la dicta- vera de 1982. El pago de una cuota adicional a la carga impositi-
dura. No así, las comunas que sufrieron las consecuencias de las po- va local fue la causa desencadenante. La rebelión, llamando al no
líticas de los militares en cuanto a descentralización de servicios de sa- pago del impuesto, fue articulada por las sociedades de fomento
lud, educación o servicios públicos, y al resto de políticas que contri- que se transformaron en los ejes de la protesta, integrando simul-
buyeron al empobrecimiento general de la población y, en particular, táneamente a otras asociaciones o sociedades locales y tejiendo re-
de los municipios. Estos se vieron recargados de demandas, pero sin des con otros agrupamientos de partidos vecinos. Morón, Esteban
la asignación de recursos suficientes para hacerles frente. El aumento Echeverría, Tres de Febrero, Avellaneda, Lomas de Zamora, Mer-
de impuestos municipales fue uno de los mecanismos más sencillos a lo, Lanús, General Sarmiento y localidades como Villa Diaman-
los que apelaron los gobiernos locales para compensar el déficit. te, Villa Alsina, Villa Obrera, Villa Caraza se transformaron en
puntos de concentración e irradiación del conflicto. Asambleas
Las sociedades locales podían ser útiles para los intenden- de vecinos y manifestaciones desafiaban los despliegues policiales
tes del proceso y por eso trataron de manipularlas, muchas veces, intimidatorios. En Lanús, jurisdicción en la que el gobierno de la
con éxito. Sin embargo, el clima de desasosiego y rabia provocado provincia pretendía trasformarlo en «caso probeta», hubo una fe-
por el conflicto y la derrota en el Atlántico Sur, más las políticas de roz represión popular, lo cual manifestaba una vez más la incapa-
un continuismo del Proceso expresado en algunos integrantes del cidad política de los grupos dirigentes para plasmar un proyecto
302 gobierno de la provincia de Buenos Aires, fueron un caldo de que sólo garantizaría la participación de las elites.
Estos hechos, si bien no muestran el nacimiento de nue-
304
No nos asombra que sólo estos movimientos aparecieran otras organizaciones de mujeres. Una de ellas, respecto a la anticon-
La primera de extrema quietud, salvo en las dos organizaciones se- Y LAS SOCIEDADES DE EX COMBATIENTES
ñaladas, una de las cuales estaba asociada al movimiento socialista, La movilización popular del 30 de marzo de 1982 en la Pla-
de escasa repercusión y de cierto contenido ideológico. La otra, za de Mayo debió servir de acelerador para que el General Galtieri de-
aparentemente más heterogénea y con escasos parámetros ideológi- cidiera el desembarco en las Islas Malvinas. Constituía un as de
cos. En definitiva, lo que se evidencia es que todo el movimiento triunfo que podría servir para la continuidad del Proceso, muy ja-
proveniente del período anterior se había frenado. queado en esos últimos tiempos. Tres días más tarde se producía el
desplazamiento militar y naval y la ocupación de las islas, después
La segunda instancia nos encuentra en pleno proceso de de la rendición rápida del débil contingente de tropas allí destacadas.
descomposición del régimen y con una propuesta variada. Salvo el ca- La guerra duró, aproximadamente, dos meses y medio.
so de la protesta de las Amas de Casa, las otras dos asociaciones es cla-
ro que emergieron a la luz de las más elásticas condiciones políticas, El golpe de efecto había logrado sus objetivos: algarabía y
pero mostraron que, seguramente, pequeños grupos de mujeres ha- apoyo multitudinario de la sociedad argentina. Donaciones de co-
bían desarrollado sus actividades con mucha reserva y habían logrado merciantes, industriales, personalidades del mundo del arte y la
mantener conexiones con foros internacionales, lo que les habría fa- cultura y de individuos de condición humilde copaban las imágenes
cilitado la concreción de los proyectos, una vez salidas a la superficie. de los diarios y todos los medios. La televisión transmitía progra-
mas «ómnibus», que mostraban los sacrificios y el desprendimiento
de las personas en pos de esta cruzada nacional.
DEMOCRACIA E ILUSIONES FRUSTRADAS O largos años de dictadura militar, no obstante, no era liviana. Para
LA CONTINUACION NO DESEADA miles de desaparecidos, torturados, prisioneros, exiliados externos
DE LA DESTRUCCION DEL ESTADO e internos se esperaba la hora de la justicia. Una deuda externa que
se había multiplicado, una inflación indomable, pérdida del poder
El 10 de diciembre de 1983, el Dr. Raúl Alfonsín asumió adquisitivo de los salarios privados y públicos, descontento obrero
la presidencia de la Nación después de haber ganado las elecciones y sindical, y una amenaza latente: el poder militar estaba intacto,
de octubre en forma sorpresiva. Desde 1928, en que había triunfa- era inservible para ganar una guerra externa, pero mantenía su
do Yrigoyen por segunda vez, llegaba al poder un político radical sin capacidad de disuasión. Estos y otros problemas esperaban una
que otro partido popular estuviese proscripto. Muchos analistas po- solución de la nueva era democrática.
líticos descartaban que el peronismo ganaría nuevamente las eleccio-
nes por su extensa popularidad en todo el país. Alfonsín se había im- Alfonsín y sus seguidores estaban convencidos que los
puesto gracias a la fuerte renovación y actualización del partido y a problemas de la Argentina se resolvían con fuertes dosis de más
una campaña inteligente en la que denunció la existencia de un pac- democracia. «Con la democracia se come, se sana y se educa» fue
to «militar-sindical». Algunos líderes peronistas de origen gremial y el slogan preferido frente a las dificultades y los conflictos socia-
político, que se habían entronizado en la cúpula del partido, estaban les. El primer equipo económico, dirigido por Bernardo Grinspun
desgastados y su imagen frente a la sociedad era poco atrayente. Su tuvo que negociar con el Fondo Monetario Internacional un pro-
triunfo, al ser contundente, le permitió tener una cómoda mayoría grama de ajuste que garantizara el pago de los servicios de la deuda,
en la Cámara de Diputados, no así en el Senado controlado por la contrajera el gasto público y disminuyera la inflación. El proyecto
oposición. Muchas provincias también encumbraron gobernadores de una moratoria unilateral, frente a las presiones externas, se guar-
de origen justicialista o de partidos provinciales. dó en el congelador. El programa fracasó y provocó una inflación
que alcanzó el 700%, instaurando un sistema de hiperinflación
Se renovó la Suprema Corte de Justicia, se nombraron aparentemente inmune a estas políticas.
jueces por concurso, se restauraron todas las libertades y todos los
derechos, se normalizaron las universidades y las instituciones edu- El sindicalismo, renovado por la acción de los militantes
cativas, y se inició un período que auguraba una estabilidad que el combativos incorporó a algunos viejos jefes y, bajo el liderazgo de
país no había logrado en muchos años. La herencia recibida de los Saúl Ubaldini, quien comenzaba a confrontar con el gobierno, 309
organizó una huelga general antes de que se cumpliera el primer La política diseñada de autodepuración no dio resultado.
DE LAS COFRADIAS A LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
H I S T O R I A D E L A I N I C I AT I VA A S O C I AT I VA E N A R G E N T I N A
aniversario de democracia. El gobierno intentó una reforma de Los jueces militares se negaron a culpar a sus pares, y las actuacio-
las organizaciones gremiales que les concediera más libertad a los nes comenzaron a agolparse en la justicia ordinaria. La decisión del
afiliados y menos burocracia, pero el Senado la rechazó. gobierno de juzgar a las tres juntas militares se transformó en un
hecho clamoroso e inédito. El juicio fue público, se transmitió por
Las demandas de verdad y justicia por parte de las orga- televisión, radio y todos los medios escritos no ahorraron espacio
nizaciones de derechos humanos para conocer el destino de los para informar de las acusaciones y los testimonios de cientos de
desaparecidos y el castigo a los responsables se mantuvieron fir- testigos sobrevivientes, actores del horror en los campos de con-
mes. Alfonsín mismo había sido un defensor de esos derechos y centración. La sociedad fue testigo de hechos dramáticos que ha-
había participado en la Asamblea Permanente. Pretendía que a bía negado durante el proceso. Había dado la espalda a los rumores
través de una serie de normas, introducidas en una reforma del circulantes entonces, bajo la poco sutil respuesta «por algo será».
Código de Justicia Militar, fueran las mismas Fuerzas Armadas Ahora el estupor y la condena se alzaron unánimemente.
quienes produjeran la propia autodepuración. Ella debía juzgar a
los máximos responsables, en el supuesto de que no había sido lo El fallo de la Cámara que juzgó a los comandantes fue con-
mismo el que dio las órdenes de torturar y matar, que quienes las denatorio para los principales responsables, particularmente el general
ejecutaron. El nerviosismo, malestar y conciliábulos de todos los Videla, el almirante Massera y el brigadier general Agosti, integrantes
militares de las tres armas fue un hecho cotidiano. de la primera Junta, bajo cuya responsabilidad se cometieron la mayo-
ría de los crímenes, y a otros integrantes de las juntas restantes. Fue un
El gobierno constituyó la Comisión Nacional sobre De- fallo ejemplar que mostró fehacientemente la brutalidad a la que fueron
saparición de Personas (CONADEP) y la integró con personali- sometidas las personas en una supuesta guerra inexistente.
dades muy respetadas de distintos ámbitos religiosos, culturales y
políticos. Algunos formaban parte de las asociaciones defensoras Desaciertos en cómo deslindar, en la resolución judicial,
de los derechos humanos. Su cometido era investigar el papel de las responsabilidades de la represión entre quiénes cumplieron las ór-
las Fuerzas Armadas durante el período represivo y dar a conoci- denes represoras y quiénes cometieron excesos, crearon más confu-
miento el destino de miles de desaparecidos que figuraban en lis- sión. Las citaciones a los militares jóvenes continuaba creando un
tas elaboradas por esas organizaciones. Las distintas Armas ha- clima de rebeldía en las Fuerzas Armadas. La ley de Punto Final, ins-
bían afirmado en varias oportunidades que no conservaban ar- trumento que debía servir para determinar las responsabilidades de
chivos de los miles de prisioneros. Se presumía que, antes de en- los principales autores y ejecutores de los planes represivos tuvo un
tregar el gobierno a las autoridades democráticamente elegidas, desenlace no deseado. Ante la posibilidad de que las causas caducaran,
los habían destruido. Pretendían ampararse en la ley de autoam- los jueces llevaron a cabo citaciones masivas de oficiales. Se produjo
nistía que ellos habían decretado, pero que el nuevo gobierno había una rebelión militar en la Semana Santa de 1987, en abierto desafío al
310 dejado sin efecto. sistema democrático, liderada por el teniente coronel Aldo Rico.
Una movilización popular en la Plaza de Mayo, masiva, multiparti- Una sensación de inquietud invadió a la sociedad: parecía
habían modificado estructuralmente la economía; la industria la tradición partidaria. En poco tiempo, modificó su política de con-
tenía menos peso en el conjunto productivo, pero era mucho más certación y adoptó una de shock, el Plan Austral. Denominado así
concentrada al igual que otras ramas de la actividad. porque una nueva moneda, el austral, reemplazaba el desvalorizado
peso, acompañado de medidas desindexatorias como el desagio apli-
Las transformaciones en la estructura social no fueron a la cado a los plazos fijos y contratos que preveían la inflación futura, el
saga de las variaciones en la estructura productiva. Se había reduci- congelamiento de precios y salarios, la disminución del gasto públi-
do el número de asalariados en el sector industrial y había aumenta- co y una política monetaria que mantuviera las tasas de interés en ni-
do el número de cuenta propia y de empleados en el sector servicios. veles acordes con las expectativas. Al inicio, el plan trajo alivio, la in-
Las clases sociales de ese mundo del salario y del trabajo industrial se flación parecía bajo control, hubo aumento de las inversiones y una
transformaron en un conglomerado heterogéneo y multifacético. relativa expansión del sector industrial.
Mientras, el sector empresario, gracias a la creciente concentración
económica, se había transformado en un grupo homogéneo. La eco- Sin embargo, una serie de factores de índole económica y
nomía en blanco dejaba un enorme lugar para las transaciones en ne- política, entre las cuales, la presión constante del pago del servicio de
gro. Las clases medias, si bien tenían mayor peso en el tejido social, la deuda, un Estado indomable en su estructura de gastos, una caí-
también habían sufrido un retroceso en los indicadores educativos y da coyuntural de los precios agropecuarios, el aumento de los pre-
una disminución de los ingresos. En palabras de Nun, la estructura cios internos de esos productos y una presión constante del sindica-
social argentina se había vuelto crecientemente amorfa. lismo que no ahorró paros generales de la CGT y que seguía recla-
mando reivindicaciones propias del Estado de bienestar anterior al
Así, el gobierno debía enfrentarse a una realidad económica, gobierno militar, minaron la solidez de un plan de características he-
social, política y gremial muy compleja. terodoxas. El gobierno había intentado pactar con un sector del sin-
dicalismo e incluirlo en una mesa de negociación. Como parte de
A Alfonsín, un terco luchador, le gustaban los golpes de ella incorporaba un Ministro de Trabajo de origen sindical y se com-
efecto. La concertación con los empresarios, los llamados «Capitanes prometía a apoyar una serie de proyectos que retrotraía la legislación
de la Industria», y los gremialistas para encontrar puntos de coinci- laboral a 1975. Una tregua era todo lo que conseguía a cambio. El
dencia entre las políticas productivas y las salariales, no alcanzó lími- papel del Ministro fue el de presionar desde adentro del gobierno pa-
tes de equilibrio. El gobierno navegaba entre desconfianzas mutuas ra que se otorgaran algunas concesiones de aumentos salariales, lo
con los empresarios y la política de confrontación permanente de los cual se tradujo en el aumento de las expectativas inflacionarias.
sindicatos. En el verano de 1985, mientras negociaba con los empre-
sarios y jefes sindicales, cuando estaban presentes en el país los dele- El gobierno radical no pudo recuperarse del fracaso del
gados del FMI auditando las cuentas nacionales, el gobierno nom- plan. Las elecciones parlamentarias de 1987 confirmaron su decli-
312 braba a un nuevo ministro de Economía, Juan V. Sourrouille, quien nación -perdió el quorum propio en la Cámara de Diputados,
además de varias gobernaciones- y el justicialismo confirmaba su as- muy pobre, para hablarles en un lenguaje sencillo a todos los pobres
ción de las actividades productivas. Marzo, abril y mayo se transfor- vida de los individuos y de la sociedad, había desaparecido. El pero-
man en meses de fuerte aumento de la espiral inflacionaria. El go- nismo vencedor continuaba echando fuego a la caldera haciendo re-
bierno sentía una fuerte desorientación y no acertaba con las medi- ferencias a cuál sería su política futura: tendremos un dólar «súper
das para enderezar la marcha. Angeloz presionó al Presidente para alto», tronaba la voz de uno de los más encumbrados economistas
cambiar al Ministro de Economía, cuya posterior renuncia agravó la del justicialismo.
situación. La oposición regaba con declaraciones incendiarias el fue-
go en el que se consumían los sueños alfonsinistas. El justicialismo La volatibilidad de la moneda provocó, en los sectores
hizo de ellas un arma letal: desde la promesa de una moratoria im- marginales y de extrema pobreza, una carencia generalizada. Para
positiva que hizo bajar la recaudación, hasta el economista Cavallo, extensos sectores de la población, la moneda devaluada no cubría
ex funcionario del Proceso y recién ingresado al justicialismo, solicitó las mínimas necesidades.
a los organismos de crédito internacionales que cortaran la asistencia
financiera a la Argentina, cosa que efectivamente hicieron. Una emergencia social gravísima se asomó en el horizonte
de la deshilvanada sociedad argentina. Se sucedieron actos de gran
Si Angeloz se había presentado como la alternativa racio- confusión en los cordones suburbanos de mayor pobreza. En varios
nal, con sus advertencias de una política futura más cercanas al puntos del país, se produjeron tumultos y asaltos a negocios de ali-
neoliberalismo, con la promesa de aplicar el «lápiz rojo» para su- mentos y a supermercados. Algunos de ellos, estimulados por diri-
primir el déficit de las empresas y de las instituciones del Estado, gentes barriales del partido triunfante. Alfonsín, en estas circuns-
Menem había abandonado toda pretensión renovadora del pero- tancias, pidió al presidente electo acelerar el traspaso de mando: el
nismo. Apelando a consignas populistas y nucleando a todos los vacío de poder amenazaba a las instituciones de la República.
viejos dirigentes superados por los acontecimientos, se presentaba
como un líder que provocaría «la revolución productiva» y el «sa- Menem, apenas arribado al poder, nombró asesor presi-
lariazo». Abandonaba así la nave de la renovación y volvía a la po- dencial a Alvaro Alsogaray, el máximo adalid local del conserva-
bre retórica de algunos sucesores de Perón. Su campaña, realizada dorismo liberal a ultranza, y entregó el manejo de la economía a
con un discurso ausente de contenidos específicos y pleno de los representantes directos del conglomerado de origen nacional
promesas resplandecientes, ganaba en adhesiones populares. más poderoso del país y repudiado en su época por Perón: las em-
presas Bunge y Born. En un cuadro de una crisis feroz, intuyó que
El triunfo del justicialismo profundizó la debilidad del go- existía el espacio político necesario para iniciar una acción audaz
bierno y disparó la inflación a niveles jamás antes conocidos. El de- e innovadora. Con la elección de propuestas neoliberales por un
lirio y el espanto asaltaron a los argentinos. Los precios de todos los camino opuesto a aquél que se identificaba con el que condujo al
productos se remarcaban varias veces por día, los sueldos para que desastre y con el que él mismo se había comprometido en base a
314 alcanzaran debían transformarse en dólares. La moneda nacional, sus propuestas populistas.
Rápidamente, el gobierno intensificó la apertura y la públicas constantes, de la racionalidad de sus medidas, en particu-
manente, la modernización en base a un programa que se llevaría que se imponía con fuerza ideas contrarias al Estado benefactor.
a cabo en la administración del Estado. Sobre todo en el primero, en el cual hubo una ola de cierres de
minas de carbón, industrias y empresas estatales y privatizaciones.
Mientras se repensaba la función, o si se prefiere la refor- En el segundo, mientras el gobierno recortaba gastos sociales en
ma del Estado en los términos teóricos y conceptuales que la nueva educación y salud, reducía impuestos a los grupos más ricos y au-
democracia imponía, fue la realidad económica la que impuso de mentaba los gastos en defensa, un menú clásico de la política del
un modo brutal la agenda radical: los factores económicos no re- partido republicano norteamericano.
sueltos encorsetaron el gasto estatal; la imposibilidad de mantener
altos niveles de crecimiento agudizaron las condiciones económicas Hacia el final de su gobierno, Alfonsín a través de su Mi-
de sectores sociales con agudas carencias. Los altísimos niveles de nistro Terragno, contrariando las tradiciones y los presupuestos
inflación no permitieron una recuperación de los salarios y empeo- ideológicos del partido radical, había avanzado en el proyecto de
ró la situación el hecho de que la tasa de desocupación abierta casi privatizar o semi privatizar algunas empresas estatales, como el caso
se duplicó entre 1983 y 1989, pasando del 3,9% al 7,1%. El go- de Aerolíneas Argentinas. Sin embargo, el Senado de mayoría
bierno no era la única víctima de las frustraciones de la economía, justicialista se lo impidió.
sino el Estado mismo. En la medida en que éste no podía recupe-
rar su capacidad y autonomía indispensables, como por ejemplo pa- El malhumor antiestatista tenía una base real. A medida
ra cobrar impuestos y recuperar solvencia fiscal o para sanear las fi- que aumentaba la crisis del Estado, se detectaba diariamente el de-
nanzas de las empresas públicas, generaba crisis de credibilidad y de terioro de los servicios públicos, del sistema de seguridad y asis-
legitimidad. Empezó a detectarse en la sociedad, al menos en tencia social. El usuario se transformaba de este modo en un su-
algunos sectores, un claro malhumor respecto al Estado. jeto político, en el depositario de los mensajes de las usinas ideo-
lógicas y, en definitiva, en un actor activo en la formulación del
El embate ideológico no había cesado. Proveniente del proceso privatista.
arco del centro derecha y la derecha conservadora neoliberal, se
continuó machacando severamente acerca del papel negativo del Si en el Estado se podían detectar síntomas de un dete-
Estado mastodonte y del déficit de sus empresas en la economía rioro severo de sus capacidades reales para operar en distintos ám-
argentina y en el presupuesto público. El principal censor era el bitos institucionales, con la democracia el panorama social varió
partido neoliberal UCEDE (Unión Centro Democrático), que significativamente. La recuperación de las libertades públicas y
habría de transformarse en un aliado de Menem cuando, una vez privadas, y de las garantías constitucionales, anuladas durante la
electo, nombrara a algunos de sus encumbrados miembros en pues- dictadura, constituyeron los trofeos más valiosos que podía osten-
tos de gobierno. En esos tiempos soplaban fuerte los vientos de la tar la sociedad argentina. Justo es reconocer que el gobierno radi-
316 «revolución neoliberal», con Margaret Thatcher como primera cal no fue ajeno a ello. La tradición republicana y democrática ha
sido y lo fue hasta ese momento, bandera distintiva de ese partido. estado larval -es el caso de las sociedades de defensa del medio am-
Es en este contexto y en un clima de absoluta libertad que En otros casos, las más variadas situaciones de grupos
se produjo el renacer y la explosión de las asociaciones o socieda- de vecinos, por ejemplo, encontraron en las sociedades de fo-
des civiles en el país. A la luz de los hechos históricos, ello no pa- mento un canal para formalizar objetivos de desarrollo y mejo-
rece casual, sino la continuidad de un proceso de recuperación de rar de la calidad de vida a través de su acción. No se trataba de
la sociedad, de su conciencia de identidad frente al Estado, de su que las necesidades no existieran: es condición la toma de con-
potencial y de su capacidad para actuar en el complejo entramado ciencia sobre las mismas y a su vez, es menester la conducta so-
de la comunidad. En este sentido, parece que la dictadura militar lidaria para compartir la acción mancomunada, en un espacio de
fue un hito que no logró alterar, sino sólo retrasar un proceso de libertad. Tal es el caso de muchas organizaciones no guberna-
construcción asociacionista que había comenzado en la época co- mentales de promoción y desarrollo, que comenzaron a actuar
lonial. El mismo había sido alimentado en cada período histórico frente al fracaso del Estado de bienestar para la resolución de
por las singularidades y por los hechos importantes que lo tiñeron. problemas de la vida cotidiana.
Es claro que esta explosión, en muchos casos, aparece a los ojos del
observador como resultado de una necesidad estrangulada duran- En síntesis, con el renacer de la democracia hubo en el fir-
te la dictadura, y también renovada y, en otros casos, como la mamento asociativo una coincidencia de factores que actuaron como
irrupción de nuevas necesidades. A veces, éstas quedaron en un disparadores en la conformación de dicha iniciativa. 317
Uno, el restablecimiento de los derechos, las libertades y Una tradición importante de los estudios asociativos resu-
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las garantías constitucionales, ya que muchos problemas y necesi- me las iniciativas de organización a nivel de la resolución de caren-
dades latentes habían sido ocultados o «barridos y escondidos ba- cias básicas de grupos numerosos de personas: alimentos, trabajo,
jo la alfombra» de la represión. El otro, constituido por la certeza salud y educación. La quiebra del modelo de sustitución de impor-
de que el Estado de bienestar no regresaría y que, en consecuencia, taciones y el retiro del Estado de proyecto y acciones importantes
la acción no se dirigía a que asumiera responsabilidades para las a nivel laboral y asistencial constituyeron fenómenos que crearon
que ostensiblemente estaba incapacitado y disminuido. Si bien al- situaciones de miseria extrema y marginalidad social. El aumento
gunas sociedades como algunas fundaciones escapan a esta lógica, de la desocupación y la precarización del trabajo generaron bolso-
un repaso de muchas de las asociaciones creadas durante los prime- nes de pobreza, al que el gobierno de Alfonsín destinó un plan lla-
ros seis ó siete años de democracia se podrían encuadrar perfecta- mado Plan Alimentario Nacional (PAN). El diagnóstico previo re-
mente. La existencia de un número importante de asociaciones conocía la crítica situación de deficiencia alimentaria aguda de la
provocaría, posteriormente, un modo distinto de percibir y de ac- población más vulnerable. El PAN estaba concebido como una
tuar por parte del Estado. Esto es, a partir de la existencia de cier- ayuda alimentaria para cubrir el 30% de las calorías necesarias de
tas asociaciones, podría canalizar de un modo diferente, eficiente y un grupo familiar. A cada familia se le entregaba periódicamente
eficaz, acciones que él mismo no estaría en condiciones de realizar. una caja con alimentos básicos no perecederos. Las familias eran
seleccionadas en función de solicitudes elevadas al Programa a través
de canales políticos o de los asistentes sociales.
APERTURA DEMOCRATICA Y ASOCIACIONISMO
El PAN fue pensado como un programa que no debía
LA AYUDA MUTUA FRENTE A tener una duración mayor de dos años, tiempo en que debían es-
LA EXTREMA POBREZA tar resueltos los problemas macroeconómicos que afectaban la
No constituye un objetivo de este trabajo el análisis concep- ocupación y la precarización laboral. Sin embargo, fue prorrogado
tual de las actividades de las asociaciones, es decir, de las tipologías hasta el final del período presidencial de Raúl Alfonsín.
posibles según los enunciados, el encuadre legal, la participación de
voluntariado o no, el tipo de gobierno elegido, el tipo de mecanismo Se montó sobre dos pilares fundamentales. La militancia
asociativo y el financiamiento con el que ellas operan. Pero es impor- juvenil del radicalismo y de apoyos externos provenientes de cier-
tante tener en cuenta la lógica de la irrupción de los distintos tipos de tos ateneos que habían tenido una relevancia importante durante
asociaciones en función, de su crecimiento, diseminación y determi- la campaña en que triunfó Alfonsín hasta su desmovilización a raíz,
nación, emergentes durante el período democrático. De modo simul- principalmente, del desencanto provocado por las leyes de Punto
táneo, sería importante una mirada más profunda a todo el territorio Final y Obediencia Debida, y los irresueltos problemas económi-
nacional que nos daría cuenta del grado de inserción asociativa a nivel cos. El otro estuvo constituido por la propia iniciativa popular para
318 regional en el país, pero que escapa a los objetivos de este trabajo. organizarse y resistir la refractaria inflación. El PAN no alcanzaba a
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
satisfacer todas las necesidades alimentarias de las familias, con lo
cual se debía completar con otros alimentos como carnes, verduras
y frutas. Ello a veces se podía lograr con la organización de las com-
pras comunitarias. Las familias se organizaban para comprar algu-
nos artículos de consumo popular en los mercados mayoristas. Ello
implicaba un mecanismo solidario por el cual se reunía el dinero
para solventar las compras y, una vez realizadas, la mercadería se dis-
tribuía según criterios previamente acordados. En un principio no
fueron ajenos a esta organización activos militantes políticos, pues
era necesario el aporte de algún transporte apropiado y un grupo de
voluntarios que se acercara a los mercados para decidir qué comprar.
Mecanismos clientelísticos partidarios estuvieron muchas veces en la
base de la ayuda social a los grupos de extrema pobreza.
los para cumplir con sus objetivos. El desvío de la ayuda por motivos verduras y legumbres. En la mayoría de los casos era la única comi-
políticos ha sido uno de los tantos; otros impedimentos provinieron da del día, que se complementaba a la noche y el día domingo, en
de actos de corrupción mediante la apropiación indebida de la ayu- el hogar, con mate y galletas o pan.
da. De todas formas, es claro que cuando no existen canales disponi-
bles para resolver algunos problemas graves, las redes de ayuda propia Estas experiencias, que tienen como sujetos centrales a las
de los vecinos se vacían de contenido, cuanto menos pierden consis- mujeres, a la luz de un análisis pormenorizado, no resultan el refle-
tencia y dejan de cumplir los objetivos. En tanto no cuentan con un jo ni tienen la intención de transformarse en organizaciones femi-
mínimo sustrato corren el riesgo de la disolución. En muchos casos nistas, en tanto no reivindican la existencia de intereses u objetivos
ocuparían el espacio de la ayuda solidaria las asociaciones filantrópi- propios de la mujer. Muchos clubes de madres o mutualidades de
cas, pero éstas normalmente llegaron cuando los bolsones de pobreza solidaridad y apoyo a la mujer han estado constituidos por mujeres,
alcanzaban límites incompatibles con la sobrevivencia. pertenecientes a las clases bajas y en barrios muy pobres o villas de
emergencia, como los casos de Villa IAPI (Bernal Oeste), Villa
COMIDA, ESCUELA Y «CLUBES DE MADRES» UTA (Tres de Febrero), Villa Adelina (Vicente López) y un barrio
Paliativos utilizados durante el gobierno de Alfonsín tam- del Bajo Flores (Capital Federal), pero sus reivindicaciones iban
bién promovieron movimientos asociativos. Uno de ellos fue un más allá de cualquier consideración de índole feminista. Estas aso-
subsidio a las escuelas para poner en marcha comedores escolares en ciaciones, organizadas por mujeres en situación de precariedad, em-
áreas de población con carencias alimentarias en diversos puntos del pezaron a reunirse a partir de sus relaciones cotidianas y de redes so-
país, incluidas zonas rurales. Formaba parte de un programa por el lidarias, que se fueron estableciendo en la búsqueda de soluciones a
cual la ayuda se había descentralizado y se canalizaba a través de los la falta de alimentos, enfermedades, desocupación, escolaridad de
Consejos Escolares. Cada escuela recibía un subsidio diario por ni- los niños, etc. Sus acciones iban dirigidas a la resolución de los
ño inscripto. Ese dinero no era suficiente para que la escuela con- problemas concretos que se presentan en éstos u otros frentes.
tratara la provisión de alimentos a algún servicio. En consecuencia,
eran las cooperadoras o grupos de madres que a través de la auto
gestión daban de comer diariamente a los niños, de lunes a sábado.
Las madres organizaban la tarea para el aprovisionamiento diario; el
día sábado no estaba contemplado en el subsidio, pero con la com-
pra realizada se aseguraban, mediante la negociación de los precios
o con donaciones de los mismos comerciantes, las raciones para ese
día. Participaban en la organización del comedor mujeres cuyos ho-
gares estaban afectados por la falta de trabajo o por los bajos salarios.
320 Las madres y sus hijos no escolarizados tenían derecho a la ración
CAPITULO CUATRO / 1976 - 1990
Resulta un hecho sintomático que el análisis de las asocia- ORGANIZACIONES DE AMPLIACION DE DERECHOS
ciones de ayuda mutua gestionadas por mujeres muestra que ellas
responden a un modelo más o menos tradicional, por el que aspi- LA IRRUPCION DE LA MUJER EN EL ESPACIO DE LO PUBLICO:
ran a cumplir lo mejor que pueden su desempeño como madres y ASOCIACIONES FEMINISTAS Y DE MUJERES
esposas. Sin embargo, parece una condición fundamental la exis- Entre lo que los sociólogos denominan «nuevos actores
tencia de liderazgos entre algunas de ellas, que manifiestaran capa- sociales», ocupa un lugar trascendente la irrupción de la mujer en
cidad organizativa, de gestión y de contención afectiva y humana el escenario público, reivindicando la igualdad de derechos y
para que la asociación fuera dinámica. oportunidades frente al varón. Los primeros años de vigencia de-
mocrática fueron pródigos en el surgimiento de asociaciones de
Uno de los aspectos centrales de estas asociaciones fue el fi- mujeres y feministas. Hemos visto cómo, durante la dictadura mi-
nanciamiento de las actividades. En muchos de los casos analizados du- litar, se había frenado el crecimiento del movimiento feminista,
rante el período la mayoría en sus inicios se autofinanciaba. Los fondos que había comenzado en los inicios del siglo XX. Fueron muy po-
se reunían con aportes no monetarios, es decir, en forma de trabajo de cas, tal como quedó manifestado, las sociedades de mujeres que
las mismas asociadas, organizando talleres de costura, cocinando, repa- emergieron en ese período, y más bien sobre el final, cuando el
rando muebles usados y organizando fiestas según las épocas del año. Proceso empezó a dar señales de fracaso.
En síntesis, durante el período democrático se ha registra- En las organizaciones de mujeres no existe una idea uni-
do el nacimiento de un número importante de sociedades solidarias forme y homogénea acerca del concepto de «feminismo». Compar-
o de ayuda mutua vinculadas a las situaciones de pobreza heredadas ten en general la problemática de la mujer en cuanto a la idea de
del período militar, pero también creadas durante el gobierno de Al- género oprimido históricamente, discriminado cultural, social y
fonsín. Esas asociaciones en algunos casos se gestaron alrededor del económicamente por el poder del hombre. Difieren en sus concep-
Programa Alimentario Nacional y dentro de un panorama en que tualizaciones, en sus propuestas metodológicas, político-ideológi-
cuadros políticos de la juventud radical también participaban. Ade- cas y en sus estructuras organizacionales. Es más, algunas no se
más, la resolución de los problemas alimentarios incluyó otras instan- consideran siquiera feministas. Un arco completo las ubica desde
cias institucionales como la escuela. Fueron las madres de los niños posiciones moderadas hasta radicalizadas.
escolarizados las que dispusieron el comedor a partir de sus propias
organizaciones, aunque el financiamiento provenía del Estado. Desde la perspectiva del número de participantes, estas
asociaciones durante el período no fueron numerosas, más bien la
En los barrios pobres o villas de emergencia también surgieron cantidad de integrantes fue restringido, organizadas con criterios
para enfrentar problemas semejantes los «Clubes de Madres» o similares. igualitarios, sin estratificaciones y bastante informales. Siempre se
Éstos, conformados asimismo por mujeres, se reunían para hacer frente a han destacado figuras de relieve con características de líderes, pero
los graves problemas generados por la desocupación y la falta de alimentos. en un contexto de cierta informalidad. 321
Salvo en los casos mencionados como los «Clubes de Ma-
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dres» o asociaciones solidarias ligadas a los problemas de pobreza,
LUGAR DE MUJER, DIMA, CEM, ALTERNATIVA FEMINISTA estas asociaciones estaban conformadas por mujeres de clase me-
dia o clase media alta, profesionales o con un alto nivel de instruc-
Lugar de Mujer se formó en 1983 como adquiriendo el carácter de asociación. ción. Algunas de estas instituciones ya venían trabajando desde
consecuencia de unas Jornadas sobre Mu- El Centro de Estudios de la Mujer antes, pero emergieron a la superficie en la transición democráti-
jer y Creación, con el concurso de feminis- (CEM) se remonta al año 1979, cuando
tas que estaban trabajando desde antes so- un pequeño grupo organizó en el Institu- ca. Se nutrieron también con el aporte de muchas socias, con ex-
bre la problemática de la mujer. El núcleo to Goethe de Buenos Aires una jornada periencia o conocimiento de movimientos feministas, de vuelta
fundador estaba compuesto por 22 socias sobre la «Ubicación de la mujer en la so- del exilio.
que dotaron la organización de un fondo ciedad actual», continuó reuniéndose has-
inicial. Tiene un consejo ejecutivo de 11 ta que adquirió rasgos asociativos. El fac-
miembros, y la tarea se organiza en fun- tor distintivo del CEM respecto a otras Otras instituciones civiles feministas tuvieron un carácter
ción de comisiones. Se financia con apor- instituciones de mujeres es que tiene un eminentemente pragmático, con el objeto de resolver, prevenir y
tes individuales de sus asociadas, y con los rasgo claramente académico.
Finalmente la asociación Alternativa Fe-
proteger casos violentos.
beneficios de una librería y bar con los
que cuentan. Sus objetivos son amplios, minista se originó en 1984, con la idea
tales como generar un espacio de reflexión, de organizar charlas o conferencias en los Tal es el caso del Tribunal de Violencia Contra la Mu-
diálogo y discusión sobre la situación de la barrios e ilustrar a los medios sobre la te-
jer constituido por un pequeño grupo con el objetivo de prestar
mujer en todas sus dimensiones y aspectos. mática de la mujer, sin connotaciones
Por su parte, los antecedentes de Derechos antimasculinas o lesbianas. Han sido ayuda a las mujeres que requirieran asistencia psicológica, legal
Iguales para la Mujer (DIMA) se remon- promotoras de la organización del Movi- y policial. Su expresión más importante se canalizaba a través de
tan al período militar, cuando un peque- miento Feminista, y de un acto realizado
un programa radial denominado «Ciudadanas», en radio Belgra-
ño grupo de mujeres se reunía en la per- en marzo de 1985 en el Teatro General
fumería Pozzi y, en 1981, comenzó una San Martín de la Capital Federal. Orga- no, donde se informaba de la existencia de esa red de protección
campaña por la modificación legal de la nizaron una publicación de aparición bautizada como el «Tribunal de Violencia contra la Mujer»,
patria potestad; fue con posterioridad en bimestral, denominada Alternativa Fe-
creado a semejanza del «Tribunal de Crímenes contra la Mujer»
que sus actividades se hicieron más siste- minista, cuyo primer número salió en
máticas y, en consecuencia, el grupo fue marzo de 1985. por Simone de Beauvoir en 1975. Se presentó y obtuvo la per-
sonería jurídica y, entre sus tareas, se propuso la creación de una
fundación para dar refugio y estadía a mujeres y sus hijos, vícti-
mas de malos tratos. Se identificaba con las orientaciones femi-
nistas más radicalizadas y genera muchos contactos en el exterior
con agrupaciones de esta rama, en particular de Estados Unidos,
Inglaterra, España y Francia. Su propuesta es la de eliminar el
carácter sexista de las leyes y hacer respetar las decisiones de la
mujer golpeada y violada, sin ser sometida a ninguna vejación
322 policial y judicial.
Reunión de Mujeres, otra organización feminista, también Fueron apareciendo programas u oficinas que, si bien no
Asimismo, la organización Libera fue conformada por La temática femenina alcanzó una entidad más impor-
un pequeño grupo, con una estructura de tipo horizontal, que tante cuando finalmente se creó el Programa Nacional de la Mu-
se autodefinió como grupo feminista radical de discusión y soli- jer y la Familia en la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia,
daridad. Los objetivos que se planteó fueron los de concientizar en el año 1987.
respecto a la problemática de la mujer y el significado histórico
y presente de la patria potestad. Se financian aun hoy, con el Otras temáticas de naturaleza muy compleja, como el
aporte de las socias. Mantienen contactos con otras instituciones aborto, fueron objeto de tensos debates que han dividido a la so-
como Lugar de Mujer y participan de seminarios o cursos del ciedad y que reagruparon a una parte sustantiva de las entidades
Centro de Estudios de la Mujer. feministas, en torno a la despenalización y al reconocimiento del
mismo como un acto inherente al espacio privado de la mujer.
En síntesis, estas asociaciones de carácter informal o for- Algunas organizaciones se movilizaron casi exclusivamente por
mal se han orientado a una variedad de actividades e iniciativas el derecho al aborto y a su despenalización, porque simbolizan
tendientes a obtener beneficios legales, económicos, sociales, polí- en la prohibición y condena las desigualdades entre los sexos y
ticos y culturales para la mujer. En realidad, estos beneficios no el poder masculino.
constituirían ventajas adicionales, sino la consecuencia del recono-
cimiento de igualdad de derechos frente a la ley. Han batallado in- Los problemas de género/mujer han despertado también
fatigablemente para que sea reconocida la problemática por parte el interés académico, en la medida en que fueron creados progra-
del Estado (a nivel nacional, provincial y municipal). Este recono- mas en distintos ámbitos privados y públicos que desplegaron y
cimiento ha sido gradual, en tanto fue menester separar problemas despliegan una importante actividad.
que eran tratados tradicionalmente, pero con un carácter muy par-
cial, como en el caso de los programas materno-infantiles. En otras
palabras, los organismos del Estado han tratado de un modo muy
conservador a la mujer, sólo en el rol de madre o esposa. 323
LOS DERECHOS DE LOS HOMOSEXUALES Y Entre 1980 y 1982, comenzó una etapa de nuevos peque-
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desde una muy amplia perspectiva. Esa tarea tenía como objeti- llan programas de contención y asesoramiento para los familia-
vo central poner en el escenario a la enfermedad como una cues- res. A su vez, derivan los casos de internación a los hospitales pú-
tión pública, desplazándola de la esfera de lo privado. Otro fin blicos que más tarde crearon servicios especiales, tales son los ca-
no menos importante consistió en despojarla de todo contenido sos de los hospitales Fernández y Muñiz para los adultos y los
discriminatorio y de segregación. hospitales para niños Garrahan, ex Casa Cuna y de Niños. Sus
acciones se vuelcan también a las tareas de información y preven-
Si es cierto que muchas de las asociaciones que se ocupan ción comunitaria. En ese sentido, las campañas para el uso de
del SIDA de modo específico han sido creadas en la década del ‘90, preservativos, en particular entre la población joven, ha tenido
no deja de ser emblemático que las primeras, y tal vez las más im- un rol central. Estas campañas inicialmente han sido tímidas. En
portantes, aparecieran en los años ‘80. Tomaron distintas formas la Argentina el papel de la Iglesia, como todos sabemos, ha sido
organizativas, en su mayor parte como fundaciones, con sede en la refractario respecto del uso de preservativos, visto su rechazo a la
Capital Federal. Tales son los casos de COINSIDA, fundada en el aceptación de relaciones sexuales fuera del matrimonio, y a su re-
año 1986, SIDA VISION ALTERNATIVA, en 1988, TIERRA, luctancia respecto del control de los nacimientos. Por ello, se vio
también en 1988, y HUESPED, en 1989. envuelta en polémicas cuando el Estado comenzó a encarar pro-
yectos de información y uso de anticonceptivos como formas de
Otras organizaciones no específicas también se ocupan del tema prevenir el SIDA.
del SIDA, tal como la CHA, FAT (Fondo de Ayuda Toxicológica),
COVIFAC (Centro de Orientación para la Vida Familiar y Comu- Si bien inicialmente las asociaciones que se han ocupa-
nitaria), creadas en la década del ‘60, y RED (Recursos, estudio y do del SIDA no han pretendido ocupar el lugar que le cabe al
desarrollo, 1988), FUNDESO (Fundación para los Detenidos So- Estado en cuanto a las actividades de atención y prevención de
ciales, 1991), MANTOVANO (1991) y GAYS POR LOS DERE- la enfermedad, han realizado notables aportes complementarios.
CHOS CIVILES (1991), considerándose que sus aportes fueron Algunas de las organizaciones como FAT, RED y COVIFAC
muy efectivos en todo lo concerniente a la enfermedad. prestan servicios directos o indirectos de promoción y capacita-
ción. Y uno de los fines importantes es el de vincularse a distin-
Casi todas las asociaciones específicas, considerando sus tos grupos de alto riesgo, con el objeto de contribuir al fortale-
objetivos y enunciados, buscan llegar a la población afectada y a cimiento de las organizaciones de base territorial, con la presta-
la población en general, a través de distintas actividades tales co- ción de servicios de carácter profesional. Ellos dirigen el esfuer-
mo: asistencia médica y psciológica, autoayuda y cooperación, zo a apuntalar el tejido social de base con la intención de que
investigación, promoción, prevención y desarrollo comunitario y distintos grupos puedan articular sus propios proyectos y sus ac-
reivindicación y acción. Todas las organizaciones mencionadas ciones, multiplicando así los esfuerzos para incidir en la política
326 realizan actividades en el plano asistencial, esto es, tratan al del Estado en todos sus niveles.
En estos programas asumen una organización parecida a MEDIO AMBIENTE:
Suecia en el año 1970. mática. Es en este contexto en que aparecen muchas sociedades civi-
les nucleadas en una variedad muy grande de problemas, algunos de
Con la vuelta del peronismo al poder en 1973, esa inicia- ellos considerados graves por determinados grupos de la población.
tiva fue retomada y se incluyó en la reorganización del gobierno
una dependencia nacional con el rango de subsecretaría de Estado. Por ejemplo, un conjunto de vecinos de la localidad de
Esta no sólo se mantendría durante la dictadura militar, sino que Carapachay, partido de Vicente López, mantuvo un largo conflicto
también se creó un organismo descentralizado, llamado Fondo con la fábrica química Atanor, porque consideraba que el aumento
Nacional de Ordenamiento Ambiental, que tuvo como cometido de ciertas enfermedades pulmonares registradas en las inmediacio-
la realización de un diagnóstico a nivel territorial de todo el país. nes de las instalaciones estaba relacionada con sustancias venenosas
Asimismo, en ese programa se incluía un equipo especial que ten- manipuladas y que son contaminantes del aire. Ese grupo de veci-
dría a cargo los análisis y diagnósticos del área metropolitana. Las nos sólo estaba asociado alrededor de demandas a la empresa y al
vicisitudes políticas por las que ha atravesado el Estado y la buro- municipio para que sean erradicadas ciertas actividades que son
cracia han llevado a que muchos de los más encomiables proyectos consideradas responsables de la polución. El conflicto cobró instan-
quedaran en la nada, demostrando su propia incapacidad para pro- cias legales en cuanto fueron nombrados peritos de partes que tu-
yectarse políticamente en virtud de la variedad y la cantidad de in- vieron como cometido demostrar que efectivamente las efluxiones
formación de primera mano no utilizada. Parte de esos diagnósti- industriales eran contaminantes y que podían generar ciertas enfer-
cos fueron realizados para algunas regiones del país, pero un cam- medades. De todos modos, la Sociedad Vecinal de Carapachay se
bio de ministro durante la misma dictadura militar, encontró que constituyó como sociedad civil, con personería jurídica, financiada
muchos de los profesionales que habían trabajado en tales diagnós- por más de 300 vecinos y está conectada con otras sociedades que
ticos eran «sospechosos» y en consecuencia se los expulsó. padecen problemas semejantes. Hoy día, algunas de las actividades
que se estimaban muy contaminantes han sido erradicadas.
Si bien durante el gobierno de Alfonsín las cuestiones am-
bientales no tuvieron un lugar de preferencia entre los temas prio-
ritarios, empezaron a ser percibidas por la sociedad como proble-
mas a resolver. Desde hacía tiempo, operaban en el mundo organi-
zaciones no gubernamentales que hicieron del medio ambiente una
bandera de batalla; también, la política logró articularlo en partidos
políticos llamados verdes o ecologistas, cuyas acciones en determi-
nados momentos tuvieron una gran repercusión a escala mundial y
también en el país. Por otro lado, la educación ambiental había ga-
328 nado un lugar en la educación primaria y secundaria y algunos
ASOCIACIONES DE AUTOGESTION DE LA VIVIENDA Surgieron en algunos barrios iniciativas de crear socie-
A pesar de que muchas ONGD tienen su sede en la Ca- MERCADO DE LA FILANTROPIA: ¿LA HORA DE LAS EMPRESAS?
pital Federal, muchas de ellas cumplen funciones importantes La vieja idea de la filantropía como parte de los valores
en las demás provincias argentinas. Casos como el de PROHAS, cristianos y humanitarios ha iluminado buena parte de la historia
organización dedicada al tema del hábitat y de la vivienda en la occidental en el plano de la acción social hacia los grupos más ne-
provincia de Tucumán; la Obra Cristiana para el Desarrollo, en cesitados. Occidente, sin embargo, se encuentra en un proceso de
la provincia de Jujuy; en esta misma provincia, el Centro Andi- metamorfosis de la cuestión social por la cual, a partir de las ne-
no de Desarrollo, Investigación y Formación; no son sino algu- cesidades intrínsecas del desarrollo del capitalismo, ha pasado del
nos casos de las decenas de ONGD que todavía hoy desarrollan «contrato» al «estatuto», en el que prevalece la precariedad econó-
actividades entre pequeños productores y en la formación pro- mica y la inestabilidad social. Se ha producido un fenómeno de
fesional de muchos jóvenes, para que puedan insertarse en el «desafiliación» del individuo frente a un mercado laboral segmen-
mercado laboral. tado y a un Estado impotente para interferir las nuevas relaciones 331
laborales y sociales que son construidas desde afuera del propio Si bien estas fundaciones empresarias no constituyen
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Estado. El individuo pierde así su identidad dada por el trabajo una típica creación del período, se trata de analizar qué aspectos
(industrial), su pertenencia al gremio o al sindicato y por la rela- novedosos de las modalidades filantrópicas empresariales aportó
ción establecida entre los dos polos de la relación social: el patrón la democracia. Una primera aproximación nos indica que los
y la patronal, y el trabajador y el gremio. inicios de la fuerte transformación sufrida por la sociedad argen-
tina en la década del ‘90, en cuanto a la distribución regresiva
La beneficencia y la acción filantrópica han sido conside- del ingreso, tuvo a la dictadura militar de 1976 como un actor
radas desde su nacimiento conductas generosas del que dona o principal. El primer gobierno democrático, aun cuando trató de
transfiere algún tipo de patrimonio. En un contexto como el seña- modificar la tendencia, no lo logró. Es más, la hiperinflación tu-
lado, las expectativas hacia las corporaciones y las grandes empresas vo como resultado ganadores y perdedores. Entre éstos últimos
concentradas, que son las que ejercen el dominio económico en to- estaban precisamente los trabajadores y los individuos e institu-
das las latitudes, son las que devuelvan en obras una parte, aunque ciones de rentas fijas, o los pequeños y medianos productores y
sea mínima, de la acumulación lograda. Se estima que en nuestro empresarios. La concentración económica se fue dibujando más
país, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, ese proceso su- nítidamente, en beneficio de los ya favorecidos por la política
fre un fuerte retardo, amén del poco conocimiento sobre algunas de del proceso.
las actividades que realizan las empresas y la envergadura de ellas.
La mayoría de las corporaciones que realizan actividades filantrópi- De modo concomitante no es posible, y tal vez no lo sea
cas canalizan una parte sustancial de la ayuda a través de fundacio- en el futuro dado que muy recientemente se empezaron a realizar
nes que dependen de ellas. Se considera también que, si bien se ha- estudios sobre el tema, que se pueda establecer si hubo un aumen-
bla de mercado de beneficencia en tanto muchas de las acciones se to de aportes de las empresas a la acción filantrópica en este perío-
asemejan a otras operaciones económicas comunes, -tales como qué do. Sí, en cambio, ha aparecido un renovado interés por el papel
donar, cuánto, a quién y cómo-, esa semejanza es formal. Intervie- social de la empresa.
nen además muchos factores que tienen que ver con cuestiones re-
ligiosas y éticas, ventajas impositivas, imagen institucional de las Ello ha generado no sólo la multiplicación de fundacio-
empresas, estrategias de comunicación empresaria, disponibilidad nes que pudieran proyectar la acción social desde una perspecti-
de fondos en base a la tasa de ganancias y prestigio social. va profesional e independizarla de las actividades cotidianas pro-
pias de la acción institucional empresaria, sino también que tras-
Las fundaciones vuelcan fondos en base a demandas de cendiera la acción social que recaía sobre sus propios empleados.
distintos tipos de entidades de bien público privadas y organizacio- Esto es, traspasar el marco mismo de la empresa para proyectar-
nes no gubernamentales, como sociedades de socorros mutuos, se en la comunidad, como ha ocurrido con la mayor parte de las
hospitales, organizaciones de caridad religiosas, bibliotecas, centros fundaciones que realizan actividades de carácter filantrópico en
332 de investigación, museos, etc. otras latitudes.
Ciertos estudios han permitido seguir más de cerca algu- a la empresa. Vale recordar que una de las instituciones de este ti-
339
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Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período
1776-1860
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CUADRO CRONOLOGICO / 1776 - 1990
Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
más sobresalientes en relación de la historia de las asociaciones
con la historia de las asociaciones en este período
1776-1860
1810: Revolución de Mayo Luego del triunfo de la Revolución, ganó consenso Sociedad Patriótica Literaria (1811).
la idea de que el desarrollo de las asociaciones cola- Sociedad Patriótica y Literaria (1812).
boraría para transformar la sociedad colonial en una
sociedad «moderna». Muchas de las nuevas entida-
des que surgieron durante esos años fueron inicia-
tiva del gobierno o estuvieron ligadas en algún
modo al poder político. Sociedad del Buen Gusto (1817).
Los temas principales de debate giraban en torno a
las cuestiones del Estado.
También emergieron otras, más ligadas a los aspectos
culturales y artísticos de la época.
Pese al nuevo impulso asociativo, los mecanismos de
la sociedad estamental de la colonia se mantuvieron.
En 1820 la autoridad política central se desvaneció En Buenos Aires, el «momento rivadaviano» fue
y las provincias pasaron a constituir estados autóno- próspero para el surgimiento y el desarrollo de ini-
mos, ligados entre sí por pactos o acuerdos. La frag- ciativas asociacionistas sumamente variadas. En ge- Sociedad Lancasteriana (educativa); Sociedad Filar-
mentación política y los diversos intentos de reali- neral, todas respondían a las nuevas características: mónica (artística); Academia de Canto y Música,
zar un nuevo proyecto de unidad fueron las caracte- eran laicas, con apoyo o ligazón directa con el Esta- (artística); Sociedad de Beneficencia (1823) y
rísticas principales a partir de ese momento. do, voluntarias, sus miembros se reunían en tanto Sociedad Filantrópica (1828).
En tal contexto político, un nuevo grupo dirigente ciudadanos, etc. De este modo, durante esos años 341
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1776-1860
llegó al poder en el gobierno de Buenos Aires. Apoya- aparecieron experiencias asociativas de tipo educativo,
dos en una coyuntura económica favorable, lograron artístico, de acción filantrópica y de carácter étnico.
dar impulso a un proyecto reformista que transformó Si bien existían desde antes, las agrupaciones de negros Sociedades Africanas.
variados aspectos de la sociedad porteña de la época. cobraron mayor impulso con Rivadavia, quien se
En el caso particular de las iniciativas asociacionistas, ocupó de reglamentar sus actividades, sus funciones
las reformas impulsadas por Martín Rodríguez y Ber- y derechos, dándoles así mayor solidez.
nardino Rivadavia fomentaron decididamente el de- Las organizaciones de tipo cultural vivieron tam- Sociedad Literaria.
sarrollo de los espacios públicos y la vida asociativa, bién un período de esplendor. Muchas de ellas con-
como germen de la nueva sociedad a construir. En taban con el apoyo del gobierno y, entre sus objeti-
1821, se sancionó una ley que regulaba las actividades vos, se planteaban modernizar la sociedad a través
periodísticas y literarias en términos más permisivos. de las actividades que desplegaban.
Por otra parte, el nuevo gobierno suprimió los tra- También en la región de Cuyo, y como reflejo de lo Sociedad de Beneficencia, de San Juan (1823);
dicionales órganos corporativos y tomó diversas que ocurría en Buenos Aires, surgieron experiencias Sociedad Lancasteriana, de Mendoza.
medidas que mostraban las intenciones de crear asociativas.
«ciudadanos» iguales ante la ley, sin fueron ni privilegios.
Al mismo tiempo, el Estado reconoció que había
determinados problemas sociales a los que debía
darse una solución a través de la ayuda de los ciuda-
danos; en este sentido la pobreza dejó de ser entendi-
da como una cuestión relativa a la caridad cristiana.
1829: los frustrados intentos de la década del ‘20 de A pesar de la convulsionada vida política, las iniciativas Asociación de Estudios Históricos y Sociales (1833);
reorganizar el país bajo un gobierno centralizado asociativas siguieron siendo dinámicas durante toda Asociacion de Mayo;
desembocaron en una nueva crisis política y econó- la década del ‘30. Hasta 1838-1839, las asociaciones Salón Literario (1837).
mica, que determinó el ascenso al poder de Juan culturales lograron seguir funcionando de manera
Manuel de Rosas. Las luchas entre federales y unitarios regular e independiente del gobierno; fueron el núcleo
tiñeron la vida de todas las provincias durante años. a partir del cual se formó la llamada «Generación
del ‘37». Posteriormente, Rosas comenzó a ejercer
un control más férreo de las actividades asociaciativas
y les exigió pública adhesión a su gobierno: algunas
se declararon abiertamente a su favor -por ejemplo,
las Sociedades Africanas-; otras no lo hicieron, por
lo que fueron desmembradas y sus integrantes en
muchos casos debieron exiliarse. Al mismo tiempo, Sociedad Popular Restauradora.
Rosas creó una organización propia, dedicada a
342 diversas actividades.
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Por otra parte, las agrupaciones de extranjeros pudie- Sociedad Católica Irlandesa (1830);
ron seguir funcionando de forma más o menos Hospital Irlandés.
regular, siempre en función de su posicionamiento
político con respecto al gobierno.
En Cuyo, si bien las actividades asociativas también Sociedad Literaria Dramática Filarmómica;
eran controladas, el gobierno permitió cierta apertura Sociedad de Beneficencia de San Juan;
que dio origen al surgimiento de una asociación de Asociación de Mayo, de San Juan (1839).
carácter cultural y social.
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Las sociedades de beneficencia del interior: sobre Sociedad de Beneficencia de Mendoza (1857);
el modelo de la Sociedad de Beneficencia porteña, Sociedad de Beneficencia de Rosario (1854);
muchos gobiernos del interior promovieron la fun- Sociedad de Beneficencia de San Luis (1857);
dación de asociaciones similares en el ámbito pro- Sociedad de Beneficencia de Tucumán (1852);
vincial. Participaron las damas de la alta sociedad y Sociedad de Beneficencia de Corrientes (1858);
contaron en numerosos casos con el apoyo de la Sociedad de Beneficencia de Santa Fe (1860).
Iglesia. En general administraban y supervisaban
hospitales, asilos o escuelas.
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se reunieron en la Bolsa de Comercio, mientras que los Bolsa de Comercio de Buenos Aires (1854);
productores rurales se congregaron para presionar sobre Sociedad Rural Argentina (1866).
el gobierno en una coyuntura de crisis. La institución
creada luego, la Sociedad Rural Argentina, continuó
actuando en la vida pública y se convirtió en una de las
instituciones más importantes de la época. Por su par-
te, los industriales comenzaron a desarrollar una institu- Club Industrial (1875);
ción propia, que sufrió divisiones. Finalmente, surgió Centro Industrial (1879);
una sola, representante de sus intereses. Unión Industrial Argentina (1887).
Durante esta etapa, la mayor parte de las organiza-
ciones empresarias tuvieron dificultades para soste-
nerse, definir sus intereses y mantener la participación
de socios.
1860-1920
actividades festivas; pero por otro lado, hubo otras Club de Gimnasia y Esgrima (1885);
tantas fiestas y celebraciones organizadas por los Club Alemán (1852); Club Español (1866);
clubes sociales. Club Francés (1867); Circolo Italiano (1880);
Club Fénix, de Rosario (1868).
Asimismo algunos orientaron sus objetivos al desarro-
llo del deporte. Por esta época, entre los hombres se
difundió la práctica del juego de pelota, las carreras de
caballos, el billar y la esgrima.
Con la llegada de los inmigrantes vascos, los fronto- Plaza Euzkara;
nes, canchas y trinquetes se expandieron por todas Frontón de Buenos Aires;
las ciudades. Junto a éstos, generalmente, se establecía Frontón Nacional.
algún restaurante o despacho de bebidas.
Por su parte, los festejos de carnaval dieron lugar a Salamanca, Orión, Los Negros,
un interesante movimiento asociacionista. A partir Los Habitantes de la Luna,
de la caída de Rosas, surgieron algunas comparsas, Los Habitantes de Carapachay,
integradas y apoyadas en muchos casos por miem- Lago di Como, Stella, La Ibérica.
bros de las clases altas de la sociedad porteña. La
costumbre de celebrar esta fiesta se arraigó en am-
plios sectores de la sociedad y las comparsas se mul-
tiplicaron. Algunas lograron tener una sede propia,
editar un periódico, publicar las partituras de sus Club Los Negros.
canciones y organizar actividades de filantropía.
1860-1920
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el problema de la integración -tanto social y cultural, obrera: las sociedades gremiales y de resistencia.
como política-. Frente a esto, el Estado ensayó diversas Las primeras entidades surgieron en las grandes ciu-
respuestas: represivas, cooptativas, legales. dades; nucleaban a los trabajadores del mismo oficio,
que se reunían para defender sus intereses frente al
capital. Los socios pagaban una cuota, con la cual se Sociedad de Dependientes del Comercio (1880);
alquilaba un local, se financiaba alguna publicación Unión Obrera de Panaderos (1881); Unión de
y, eventualmente, se sostenía un fondo de huelga. Oficiales Yeseros (1882); Sociedad de Resistencia
Muchas veces, la asociación surgía como producto de Obreros Marmoleros (1883); Sociedad de
del enfrentamiento con los patrones. Oficiales Sombrereros; Sindicato de Estibadores y
A partir de los ‘90, comenzaron a agruparse los de Ribera del Puerto de Rosario; Seccional Rosario
obreros vinculados a los sectores estratégicos de la de la Confederación Ferrocarrilera (1904);
economía, como el transporte, los servicios y las in- Sociedades de Resistencia de Obrero Zapateros,
dustrias concentradas. Surgieron gremios más grandes Rosario; Unión de Obreros Talabarteros, Rosario;
y masivos. Cosmopolita de Obreros Panaderos, Rosario;
Este crecimiento se dio tanto en Buenos Aires como Unión Obrero Alpargateros, Rosario; Conductores
en otras ciudades. de Carruajes, Rosario; Unión de Trabajadores de la
En muchos casos, las reivindicaciones laborales se madera, Rosario; Sociedad de Resistencia de
combinaban con diversas actividades culturales y Obreros Ladrilleros y anexos, Rosario; Sociedad de
sociales para los miembros y sus familias. Marmoleros y Vidrieros, Rosario; Unión de
Obreros Panaderos, Córdoba; Unión Gremial
Femenina, Córdoba; Centro Cosmopolita de
Obreros Sastres, Córdoba; Unión Obrera de
Carpinteros, Córdoba; Sociedad de Resistencia de
Obreros Cigarreros, Córdoba.
Por otra parte, en tanto emergían estas sociedades FOA, Federación Obrera Argentina (1901); UGT,
de resistencia aparecieron también intentos de cons- Unión General de Trabajadores (1903); CORA,
tituir federaciones que nuclearan a todas las demás. Confederación Obrera Regional Argentina (1909);
FORA, Federación Obrera Regional Argentina.
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Las mujeres y los estudiantes: a partir de 1900, y Sociedad Protectora de la Niñez, de San Luis;
a raíz de una convocatoria realizada por una depen- Club Literario, de La Plata;
dencia estatal aparecieron registros de asociaciones Asociación de Enfermeras y Masajistas;
que nucleaban específicamente a las mujeres. Mu- Sociedad Margherita de Savoia;
chas de estas instituciones estaban vinculadas a la Sociedad de Profesoras Alemanas;
caridad y beneficencia, pero había otras que repre- Asociación de Mujeres Universitarias Argentinas;
sentaban a inmigrantes, profesionales y educadoras. Centro Feminista; Liga Feminista Nacional de la
El asociacionismo feminista continuó avanzando y República Argentina; Primer Centro Feminista de
emergieron otras entidades con variados objetivos y Pensamiento Libre; Unión y Labor para el Progreso
características. Femenino; Asociación Pro Derechos de la Mujer.
Los estudiantes también lograron, en esta época, Federación Universitaria de Buenos Aires (1908);
constituir agrupaciones de peso mayor, a partir de Federación Universitaria de Córdoba;
reivindicaciones que tenían que ver con las condi- Federación Universitaria Argentina.
ciones de la enseñanza universitaria. Ya para 1918,
las organizaciones estudiantiles no sólo defendían
sus intereses corporativos, sino que promovían un
cambio general en toda la vida académica, cuyos
352 resultados se prolongan hasta el presente.
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1860-1920
Los deportes: el deporte adquirió un lugar de rele- Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires;
vancia en la sociedad de este período. La práctica Ferrocarril Oeste;
del fútbol se difundió entre vastos sectores sociales Club Atlético Independiente;
y motivó la creación de clubes para tal fin, a partir Racing Club.
de la iniciativa de una empresa, de los empleados de
algún establecimiento, de la gente de un barrio.
Muchos comenzaron a promover otras actividades
deportivas y sociales.
El tiro fue otro de los deportes populares a fines del si- Tiro Club Buenos Aires; Club Militar de Gimnástica,
glo XIX y principios del XX; luego de 1890, muchas Esgrima y Tiro; Sociedad Italiana de Tiro al Segno;
prestigiosas figuras públicas practicaban esta actividad. Tiro Federal Argentino.
1920-1976
Durante las primeras décadas del siglo XX, la socie- Dos tendencias principales cruzan el período: por un la-
dad argentina vivió dos procesos decisivos: por un do, el Estado comenzó a intervenir cada vez más en el
lado, la «argentinización» de su población; por otro, ámbito de las asociaciones para ordenarlas, controlarlas,
la constante movilidad. El primero tuvo relación con regularlas y convertirlas poco a poco en interlocutoras
la gradual detención de los flujos migratorios, con el suyas. Por otro, grupos y corporaciones se organizaron y
peso que los hijos de inmigrantes adquirían en la es- asumieron la representación de un sector de la sociedad
tructura social y con la política cultural desarrollada para gestionar ante el mismo a favor de sus intereses.
desde la escuela pública -principalmente- para alfa-
betizar pero también para «argentinizar». Asociaciones de base: fueron uno de los ejes fun-
La expansión y diversificación de la economía se- damentales a partir de los cuales se estructuraron las
guía generado variadas oportunidades laborales y de relaciones de la comunidad, se definieron prácticas
ascenso social. Al mismo tiempo, esa movilidad so- sociales políticas y administrativas, y se conformaron
cial se combinaba con un creciente movilidad eco- valores y formas culturales. Distintos actores impulsaron
lógica: en los suburbios de la mayoría de las grandes su constitución:
ciudades surgieron nuevos barrios y, en otras zonas, La escuela pública: comisiones de vecinos se reunían
se fundaron nuevas ciudades. para promover el establecimiento de escuelas, o desa-
El Estado, ya consolidado en el período anterior, rrollar tareas de beneficencia o culturales en relación
comenzó a ampliar sus funciones y a intervenir tan- a las mismas. Muchas de estas iniciativas desemboca-
to en la economía como en la sociedad. Si bien este ron en la constitución de cooperadoras escolares.
nuevo y creciente intervencionismo respondió a situa- Las empresas: En algunos casos, la empresa misma Ingenio San Pablo, de Tucumán:
ciones coyunturales y atendió problemas parciales, lo establecía un pueblo para sus trabajadores, cons- YPF
cierto es que modificó su perfil tradicional. truía las viviendas y fundaba diversas asociaciones Flandria
A partir de la década de 1930, la economía también de base, a las que luego controlaba.
se vio transformada, producto de la crisis mundial y La Iglesia: Distintos tipos de grupos al interior de
de sus propias características. La industrialización las parroquias -Acción Católica, asociaciones estu-
por sustitución de importaciones generó movi- diantiles, obreras y marianas- impulsaron activida-
mientos internos de población hacia las ciudades en des sociales, recreativas y culturales para el barrio.
las cuales se erigieron las fábricas. Nuevos obreros y Grupos de la sociedad: la forma más representativa de
la diversificación de los intereses empresarios fueron su organización fueron las Sociedades de Fomento.
algunas de las consecuencias. Surgieron en casi todas las barriadas, de todas las
Por otra parte, el sector rural también sufrió trans- ciudades. El objetivo principal que convocaba a los
formaciones que enfrentaron los intereses de diversos fomentistas, tenía que ver con el mejoramiento edi-
sectores ganaderos. licio del barrio; esta misma preocupación, los llevó
a dirigirse rápidamente al Estado, para pedir ayuda
y reconocimiento. La preocupación por el mejora-
354 miento cultural fue un impulso para crear, en el seno
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Las instituciones culturales por fuera del peronismo: SADE, Sociedad Argentina de Escritores;
el arco cultural progresista formado en el período Sociedad para el Progreso de las Ciencias;
previo se hizo antiperonista; eso lo alejó de los ámbi- Colegio Libre de Estudios Superiores.
tos estatales y creó fuertes lazos entre sus miembros.
Los intelectuales encontraron nuevos espacios para Editoriales: Losada; Sudamericana; Paidós; Claridad;
reunirse y desarrollar sus actividades culturales. Imago Mundi; Realidad; Ver y Estimar; Contorno.
En el campo de la música, surgieron algunas nuevas Amigos de la Música; Buenos Aires Musical (periódico);
Perón fue derrocado en 1955 por un golpe militar. A asociaciones. Mozarteum Argentino; Soc. de Conciertos de Cámara.
partir de entonces y hasta 1973, la vida política e ins-
titucional del país estuvo condicionada por la decisión Pese a que el edificio corporativo del peronismo se
de excluir al peronismo de las elecciones, y «despero- derrumbó con la caída de Perón, la actividad de sus
nizar» a la sociedad. Ésta generó una inestabilidad po- organizaciones se mantuvo. Aliadas o enfrentadas, y
lítica constante, presente a lo largo de todo el período. ocupando las estructuras del Estado en su favor, las
Por otra parte, casi todos los gobiernos posteriores corporaciones económicas, empresarias y sindicales,
al ‘55 coincidieron en la apertura de la economía a las Fuerzas Armadas y la Iglesia fueron los principales
las inversiones extranjeras y en la necesidad de su interlocutores del gobierno.
modernización. Este proceso, con fluctuaciones, fue
exitoso pero altamente conflictivo. Los patrones: los gobiernos posteriores al ‘55 to-
En 1966, la Revolución Argentina llevó al poder a maron medidas en contra de los dirigentes y de las
Onganía, quien intentó poner orden y disciplina a organizaciones patronales de filiación peronista.
toda la sociedad al tiempo que procuró profundizar La Sociedad Rural volvió a convertirse en la principal Sociedad Rural Argentina.
el proceso de modernización económica capitalista. vocera de los intereses agropecuarios; participó de los
El impulso inicial se detuvo bruscamente en 1969, gobiernos y continuó con actividades que iban más
cuando se produjo el Cordobazo. allá de lo estrictamente corporativo. La Federación Federación Agraria Argentina.
A partir de allí, la movilización y radicalización de los Agraria Argentina, definió su perfil como representan-
actores fue en aumento, y obligó al gobierno militar te de los medianos y pequeños propietarios, con mu-
a negociar su retirada y la vuelta de Perón. cho peso en las zonas no pampeanas. Desde 1956, las
En 1974 Perón volvió a la Presidencia de la Nación. cooperativas quedaron reunidas en CONINAGRO. CONINAGRO. 359
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Hechos y características Principales tendencias Casos particulares
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con la historia de las asociaciones en este período
1920-1976
Su programa de gobierno apuntaba principalmente La UIA fue normalizada por un nuevo grupo que se UIA.
a reconstruir las bases del proyecto corporativo. Fra- hizo cargo de la institución y la dirigió durante 20
casó, no sólo porque no pudo subordinar a los ac- años. En los nuevos núcleos industriales surgidos en
tores constituidos por la movilización revoluciona- el interior, los empresarios tendieron a darse sus pro- Asoc. de Industriales Metalúrgicos de Rosario (1967).
ria de los últimos años, sino porque además las cú- pias organizaciones y fundar sus propias cámaras. Las
pulas de trabajadores y empresarios -actores princi- empresas extranjeras nunca se organizaron de manera CEA, Consejo Empresario Argentino (1967).
pales del Pacto Social- no lograban controlar a sus formal y se expresaron más coyunturalmente.
propias bases. El Estado se vio desbordado por los La CGE fue repuesta por Frondizi y frente a ella se or- CGE, Confederación General Económica;
mismos actores corporativos. ganizó ACIEL, que nucleó a los empresarios más gran- ACIEL, Asociación Coordinadora de Entidades
des. Entre ambas se libró un duro enfrentamiento por Empresarias Libres.
determinar cuál era la más representativa y legítima.
1920-1976
Período 1976-1990
En 1976 un golpe militar puso fin al gobierno de El fin del Estado de Bienestar y la irrupción de nuevas
Isabel Perón e inició lo que se llamó el «Proceso de iniciativas asociativas constituyen las principales
Reorganización Nacional». Los militares tomaron el tendencias del período.
poder y ocuparon todos los espacios estatales; inter-
vinieron la justicia y pasaron a controlar todas las La Iglesia: mantuvo posiciones ambiguas durante
instituciones y actividades de la sociedad, para evitar los años del Proceso. Si bien una jerarquía impor-
cualquier muestra de disenso frente al nuevo gobier- tante apoyó de diversas maneras a la dictadura, una
no. Se impuso la censura para los medios de comu- minoría sostuvo una posición crítica y militante en
nicación, los artistas, los intelectuales, los docentes su contra, integrando las organizaciones de derechos
y los científicos. La represión sistemática, la deten- humanos, por ejemplo.
ción y desaparición de personas fue el nudo central
de la política dictatorial. Los sindicatos: todo el movimiento obrero fue du-
El plan económico buscaba poner fin a la sustitución ramente reprimido; el plan económico, apuntaba
de importaciones, abrir y liberalizar la economía y precisamente a desarticular los beneficios sociales y
promover el sistema financiero; pero las medidas to- a desarmar cualquier tipo de protesta obrera.
madas generaron una profunda crisis económica Los sindicatos que lograron perdurar lo hicieron bajo
que agudizó los conflictos sociales y políticos. nuevas formas, o afiliándose a organizaciones inter-
La derrota en la Guerra de Malvinas, en 1982, ter- nacionales para obtener un cierto respaldo y seguri-
minó de descomponer al gobierno militar, quien dad exterior.
debió aceptar la salida democrática. Para 1980, la CGT logró reorganizarse y en 1981
protagonizó una importante huelga que acentuó el
perfil opositor del movimiento obrero.
Asociaciones de Derechos Humanos: fueron la Madres de Plaza de Mayo, (1977); Abuelas de Plaza
nota más característica. En un contexto de violencia de Mayo, (1977); Familiares de Detenidos y
y represión sistemática, era necesario crear mecanis- Desaparecidos por Razones Políticas, (1976);
mos superadores para la defensa de los individuos. SERPAJ, Servicio de Paz y Justicia (1974);
Algunos estuvieron movilizados a partir del hecho Asamblea Permanente por los Derechos Humanos;
de que algún familiar había sido víctima de la dic- CELS, Centro de Estudios Legales y Sociales (1979);
tadura; en otros casos, la motivación tenía que ver MEDH, Movimiento Ecuménico por los Derechos
simplemente con fines altruistas. Humanos (1976).
Período 1976-1990
Período 1976-1990
fue desregulada y liberalizada; se inició un proceso Asociaciones feministas y de mujeres: la demo- Lugar de la Mujer (1983); DIMA, Derechos Iguales
masivo de privatizaciones y concesiones a empresas cracia permitió su crecimiento; se desarrollaron a para la Mujer (1981); CEM, Centro de Estudios
de capital extranjero. Además, apeló a decretos de partir de diversos objetivos, con variadas formas de de la Mujer (1979); Alternativa Feminista (1984);
necesidad y urgencia para aprobar las medidas que participación y organización. y número de inte- Tribunal de Violencia contra la Mujer;
eran rechazadas en el parlamento y se reformó el siste- grantes, aunque la mayoría agrupaba a mujeres de Conciencia (1983); Reunión de Mujeres (1983);
ma de la Corte Suprema de Justicia. A través de distin- clase media o alta, con instrucción. Algunas ya ve- Libera.
tas medidas, se controlaron las organizaciones cor- nían conformadas desde años anteriores, pero se
porativas como los sindicatos y las Fuerzas Armadas. activaron más a partir del ‘83.
Asociaciones por los derechos de los homosexuales: Comunidad Homosexual Argentina (1984).
si bien ya antes habían surgido algunas, a partir de
1983 creció su número y se diversificaron las carac-
terísticas de cada una.
Además, la irrupción de enfermedades como el SIDA,
vinculadas en un primer momento a homosexuales Coinsida (1986); SIDA Visión Alternativa (1988);
y drogadependientes, estimuló la aparición de orga- Tierra (1988); Fundación Huésped (1989).
nizaciones específicas vinculadas a esta problemática.
Período 1976-1990
por todo el país y asumieron diversas formas jurídicas; Centro Andino de Desarrollo, Investigación y
el eje de sus acciones se orienta hacia el desarrollo y Formación, Jujuy.
la promoción social. En muchos casos, se trata de
organizaciones que desarrollan actividades entre pe-
queños productores y apuntan a la formación pro-
fesional de los jóvenes para su inserción laboral.
Además, cada ONGD establece diverso tipo de vín-
culo con la comunidad beneficiaria; las formas de
financiamiento también son muy variadas.
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QUIERO DESTACAR LA RELEVANCIA ACTUAL Y FUTURA DEL TEMA ELEGIDO, Y LO OPORTUNO DE CONTRIBUIR
A RECUPERAR LA HISTORIA DE LAS INICIATIVAS ASOCIATIVAS, PARA APRENDER DE ELLAS Y ASÍ PODER AFIRMAR Y
EVALUAR LAS PROPUESTAS SOBRE EL PISO FIRME DE NUESTRA PROPIA EXPERIENCIA.
LEÍ ESTA OBRA VALORANDO ENTONCES SU PROPÓSITO DE INCLUIR EL ASOCIATIVISMO EN LA AGENDA
ARGENTINA DEL PENSAMIENTO SOCIAL, PARA CONTRIBUIR A UNA REFLEXIÓN QUE NOS DEBEMOS Y QUE ES
ALTAMENTE OPORTUNA EN LA ACTUALIDAD. LA LEÍ BUSCANDO EN LA HISTORIA CLAVES PARA SITUAR A LAS
INICIATIVAS ASOCIATIVAS EN SUS SENTIDOS Y POTENCIALIDAD, COMO GUÍA PARA LA ACCIÓN. AL AVANZAR EN EL
TEXTO, UNO SE PERCATA DE QUE LAS CONEXIONES QUE RESULTABAN CLARAS HACE DOS SIGLOS SE DESDIBUJAN A
MEDIDA QUE NOS ACERCAMOS AL PRESENTE. ESTO PUEDE TENER QUE VER CON LA MATERIALIDAD MISMA DEL
CAMBIO HISTÓRICO -PASANDO DE ESTRUCTURAS «SIMPLES» Y DISCERNIBLES PARA EL OBSERVADOR, A
ESTRUCTURAS MÁS COMPLEJAS- Y A QUE, MIENTRAS NOS APROXIMAMOS AL PRESENTE, NOS VAMOS DESLIZANDO
DE UN ENFOQUE MÁS PROPIAMENTE HISTÓRICO-ANALÍTICO A OTRO SOCIOLÓGICO-DESCRIPTIVO. EN ESTE
SENTIDO, ESTA OBRA NOS PLANTEA UNA TAREA URGENTE DE CONTINUIDAD SOBRE LAS NUEVAS BASES QUE NOS
DEJA: REGISTRAR SISTEMÁTICAMENTE NO SÓLO LAS EXPERIENCIAS EXITOSAS Y FORMALIZADAS DE ASOCIACIÓN,
SINO LA MULTIPLICIDAD DE INICIATIVAS INFORMALES, INCLUYENDO LAS QUE YA SE PERDIERON O LAS QUE NO
PERDURARÁN, PARA QUE PODAMOS RECONCEPTUALIZAR Y APRENDER DEL ANÁLISIS RIGUROSO DEL CONJUNTO DE
LA EXPERIENCIA COLECTIVA.