Saber y verdad.
La singularidad en Psicoanálisis
Me propuse trazar cierta lectura sobre el problema de la relación entre sujeto y verdad en
Psicoanálisis considerando la noción de singularidad como posible articuladora, tomando
centralmente el escrito "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente
freudiano".
A propósito del alcance del saber, Lacan ubica en particular una concepción de sujeto de la
consciencia, al que le sería posible el conocimiento de sí mismo. Tomo como ejemplo los
conocimientos técnicos, tanto por el objeto que construyen, como por el saber que producen, se
podrían caracterizar como sin fisuras. Desde ahí intervienen las terapéuticas, con objetivos como
reeducar, readaptar, reparar incluso cualquier posible ruptura que se advierta con respecto a los
parámetros de normalidad establecidos.
En el campo psicoanalítico Freud estableció que existe una división constitutiva del sujeto, al
instituir o fundar el concepto de inconsciente. Justamente dio cuenta de que para el sujeto mismo
no es posible conocer todo lo que de alguna manera lo determina, ni desde donde habla. Y ha
quedado establecido desde este inicio, que el sujeto para el Psicoanálisis es sujeto en tanto que
habla. Lo hace a través de un discurso entrecortado por la insistencia de lo inconsciente,
caracterizado por Lacan como una cadena de significantes que permanecen y se repiten a pesar
de que se los ignore.
¿Se podría decir que hay un saber inconsciente? Y si no hay saber en el inconsciente, ¿habrá
verdad? ¿Alguna verdad que tenga efectos como la palabra, los actos o la aparición de angustia?
Lacan recuerda que la experiencia analítica enseña que el sujeto del inconsciente no sabe que
habla ni lo que dice. Entonces el tipo de saber del que hablamos no es conocido por el sujeto,
quien es marcado por sus significantes y determinado por ellos, aunque de todas maneras los
desconoce.
¿Qué podemos conocer de esa verdad del sujeto en análisis?
El saber caracterizado como absoluto, es una dimensión de la que se pretende realizar un
apartamiento. El saber es equívoco a partir de que somos sujetos atravesados por el inconsciente,
atravesados por el Otro, lo que implica siempre cierto grado de alienación.
Entonces se puede delimitar la pretensión de saber y acotarla al saber parcializado y momentáneo
al que se accede como sujeto acerca de las propias marcas en un análisis. El lugar del analista es
simplemente y complejamente a la vez, dar oportunidad a que se produzca el acontecimiento de
lo verdadero en el sujeto analizante. No es el saber del analista el que devela o revela esa verdad,
sino que este saber del analista es un saber suspendido, silenciado, habilitador para el analizante.
La verdad en psicoanálisis
Estaría en relación a esas marcas con la que un sujeto se puede encontrar en un análisis. Ya no las
imaginarias con las que se presentó y suponía suyas, porque esas son las del Otro, con las que se
fue produciendo en el lenguaje común. En todo caso se trata de desarmar esas identificaciones y
reconocerse ahí donde insistentemente lo ponían en jaque y por las que sufría.
¿Habrá sufrimiento? Sí habrá. ¿Habrá goce? Sí habrá. ¿Habrá insistencia de lo inconsciente? Sí
habrá. Porque lo humano implica siempre la dimensión de lo pulsional constitutiva. Surgirán
nuevos arreglos singulares de cada sujeto, construcciones de su propio saber hacer.
Lo singular...
¿Por qué no hablamos de subjetividad? porque sería una producción imaginaria universalizable,
sujeta a significantes amo de la época. En cambio subjetivación, es una acción propia del sujeto
por la que crea un estatuto propio en su experiencia, subjetivar es instalar una dimensión que
antes no estaba y que hace posible, retrospectiva mediante, reinterpretar, resignificar, reubicar
elementos tanto a nivel de la propia historia como de la dimensión de goce y sus arreglos.
Sin embargo la noción de singularidad refleja mejor aún el hecho de lo que es absolutamente
distintivo de un sujeto, de una manera propia y no universal, es esa clase de verdad que surge en
la experiencia clínica, que no se ha podido anticipar. Estamos en el terreno del sujeto del
inconsciente, en el que ha operado el barramiento y por lo tanto la división constitutiva y eso es
lo que lo funda como sujeto deseante. En este sentido tomaríamos al inconsciente desde una
dimensión de pulsación, que se abre y se cierra, y ahí produce algo que está en relación con el
sujeto, una especie de destello...
Habría entonces dos dimensiones que se producen en el análisis, una es del orden del
conocimiento de la verdad subjetiva y por otro lado de estos arreglos que el sujeto construye
sucesivamente, una especie de saber hacer en proceso constante. Ambos se pueden caracterizar
como singulares.
¿De cuál cura hablamos?
El término cura como objetivo absoluto estaría en relación a la resolución de patologías
universales aplicables a todos los sujetos. La cura en psicoanálisis se trata de hacer espacio a los
procesos de subjetivación y se trata siempre de lógicas singulares donde se producen
modificaciones en relación al modo sufriente o de goce. De esta manera los sujetos pueden virar,
hacer derivar hacia otro lado lo que afecta, aunque permaneciendo como sujetos afectados… ¿De
qué? Del atravesamiento del lenguaje que marca, aliena, divide.
Delimitamos entonces la posibilidad de servirnos de categorías diagnósticas a favor de la
instalación de determinadas coordenadas en la transferencia. Aún así garantizar un espacio al
despliegue del sujeto es objetivo primordial, alojando sus preguntas y sosteniéndolo en su
interrogación.
Bibliografía
Lacan, J. (1957-1958) Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidós
Lacan, J. (1991) Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. En:
Escritos 2. México DF, México: Siglo Veintiuno editores.
_____. (2006). El Seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación. Capítulos I y II. Buenos
Aires, Argentina: Editorial Paidós.