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Los Deseos de La Carne

El documento contrasta los frutos de la naturaleza pecaminosa como la inmoralidad sexual, la impureza, el odio y la envidia, con los frutos del Espíritu como el amor, la paz y el dominio propio. Explica que los creyentes deben crucificar su naturaleza pecaminosa y vivir guiados por el Espíritu para heredar el reino de Dios.

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Los Deseos de La Carne

El documento contrasta los frutos de la naturaleza pecaminosa como la inmoralidad sexual, la impureza, el odio y la envidia, con los frutos del Espíritu como el amor, la paz y el dominio propio. Explica que los creyentes deben crucificar su naturaleza pecaminosa y vivir guiados por el Espíritu para heredar el reino de Dios.

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Los Deseos de la Carne

Gálatas 5: 16:26

Gal 5:16  Así que les digo: Vivan por el Espíritu,  y no seguirán los deseos de la
naturaleza pecaminosa.

Aprendan a vivir por el Espíritu, en el cual no hay divisiones, ni contiendas, más bien la
verdad se revela en todo, para dar propósito, sin ella solo seguirán los deseos de su
naturaleza carnal que los conducirá a la destrucción. Vivir por el Espíritu consiste en
vivir bajo la guía y la presencia continua de Dios en nuestras vidas.

Gal 5:17  Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu,  y el Espíritu desea lo que
es contrario a ella.  Los dos se oponen entre sí,  de modo que ustedes no pueden
hacer lo que quieren.

Aquí es clara la confrontación que existen entre la naturaleza divina o del Espíritu y la
naturaleza carnal o natural, pues cada una desea algo contrario, una desea la luz, la otra
las tinieblas, por eso el hombre espiritual no puede hacer lo que quiere y ya; necesita
trascender esta naturaleza carnal para poder vivir por el Espíritu.

Gal 5:18  Pero si los guía el Espíritu,  no están bajo la ley.

Aunque la naturaleza carnal este presente, si la guía del Espíritu está presente, alerta,
consciente, viva y bien alimentada por la oración y las escrituras, vivirán una vida
guiada por la verdad, sintiendo la libertad que se experimenta al no estar bajo el yugo de
la ley.

Gal 5:19  Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad


sexual,  impureza y libertinaje;

La naturaleza carnal solo puede conducirnos a la destrucción de nuestro propio ser, ella
controla la voluntad del hombre y le dirige a su perdición. La inmoralidad sexual, la
impureza de la misma, y el libertinaje son el resultado de alimentar esta naturaleza, con
los deseos y pasiones que no tienen control, ni fin.

El deseo sexual es algo que desenfrenado y sin el Espíritu puede llevarte a tener una
sexualidad descontrolada, en donde la relación con una mujer, el sexo en el matrimonio,
ya no dan satisfacción; por ello se recurren a otras mujeres, a la pornografía, a la
homosexualidad como el resultado de una mente y voluntad permeadas por unas
pasiones desenfrenadas. Empieza por la sexualidad, porque es la más cercana a los
deseos del hombre, la sexualidad brinda al hombre un estado de placer como ningún
otro, solo comparable a las drogas, de manera que la naturaleza carnal busca destruir
toda fuente de energía canalizándola hacia su destrucción con engaños y mentiras.

Gal 5:20  idolatría y brujería;  odio,  discordia,  celos,  arrebatos de ira,  rivalidades, 
disensiones,  sectarismos

La idolatría y la brujería son iguales pues desvían el corazón del hombre hacia sustitutos de
la verdad, y la verdadera adoración que Dios demanda. El odio, la discordia, los celos,
la ira, las rivalidades, disensiones y sectarismos provienen del ego, la codicia, la
vanagloria de un alma dominada por sus pasiones.

En ellas el hombre solo muestra la falta de luz que hay en su interior, las tinieblas se
revelan en su accionar, permeando sus emociones, sus pensamientos y acciones para
contaminarlos y desviarle de la verdad. Pues un corazón que está saturado por estos
sentimientos no puede ver la luz.

Gal 5:21  y envidia;  borracheras,  orgías,  y otras cosas parecidas.  Les advierto
ahora,  como antes lo hice,  que los que practican tales cosas no heredarán el reino
de Dios.

Las envidias, borracheras, orgias y cosas similares, son muestras de que la naturaleza
carnal ha dado fruto y por ellos es reconocida. No pueden heredar el reino porque se
encuentran divididos a sí mismos por el control que sus deseos ejercen sobre ellos, sin
que se den cuenta sus acciones, muestran el compromiso o el grado de injerencia de la
naturaleza carnal sobre el ser y la existencia del hombre.

Gal 5:22  En cambio,  el fruto del Espíritu es amor,  alegría,  paz,  paciencia,  amabilidad, 
bondad,  fidelidad,

En cambio aquel que ha rendido su ser a Dios, que ha sometido su voluntad y vive por el
Espíritu tiene el poder, el dominio propio y el amor para poder obrar conforme al
designio divino. Su accionar solo puede dar frutos de amor, paz, alegría, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio, como el resultado de
vaciarse a sí mismo, de morir a sí mismo y dejar que la naturaleza divina se haga real en
su vida.

Gal 5:23  humildad y dominio propio.  No hay ley que condene estas cosas.

La ley no puede condenar estas cosas, porque quien así actúa, está libre de la ley. Con la
ley era casi imposible obrar de tal manera, porque sin el Espíritu en nosotros, trascender
la ley no se podía, pero con el Espíritu la ley puede ser trascendida por el amor y sus
frutos.
Gal 5:24  Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa,  con
sus pasiones y deseos.

Es importante que como creyentes pongamos mucha atención a este segmento, porque el
revela lo que el creyente debe comprender y vivir. Una crucifixión de su naturaleza
pecaminosa, y esto no ocurre por algo que hagamos, sino por algo que comprendemos
en nuestro corazón para que se vuelva una realidad en nuestras vidas. Crucificamos
nuestras pasiones y deseos cuando vivimos de manera continua en la presencia de Dios.

Gal 5:25  Si el Espíritu nos da vida,  andemos guiados por el Espíritu.

Si tenemos el Espíritu Santo que nos da vida espiritual, porque hemos de volver a los
rudimentos de la ley, en la cual solo hay esclavitud.

Gal 5:26  No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a
otros.

No permitan que el conocimiento que envanece la mente, nos lleve a irritarnos cuando
somos confrontados por la verdad, más bien dejemos de lado toda envidia, y vanidad,
desechémoslas como lo que son, frutos de una naturaleza caída, para empezar a vivir
como seres espirituales en paz, amor y confiados de la gracia que nos permite obrar con
amor

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