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Trastorno Obsesivo Compulsivo

El paciente presenta síntomas de trastorno obsesivo compulsivo caracterizados por obsesiones con la contaminación y la mala suerte, y compulsiones de lavado y limpieza. Sus síntomas comenzaron hace un año y han ido empeorando, causando deterioro en su funcionamiento y bienestar psicológico. Se recomienda tratamiento farmacológico y psicoterapéutico para el trastorno obsesivo compulsivo.

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Trastorno Obsesivo Compulsivo

El paciente presenta síntomas de trastorno obsesivo compulsivo caracterizados por obsesiones con la contaminación y la mala suerte, y compulsiones de lavado y limpieza. Sus síntomas comenzaron hace un año y han ido empeorando, causando deterioro en su funcionamiento y bienestar psicológico. Se recomienda tratamiento farmacológico y psicoterapéutico para el trastorno obsesivo compulsivo.

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Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) síntomas

El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones y

compulsiones. Las obsesiones se definen como pensamientos, impulsos o imágenes que de

modo intrusivo, repetitivo e indeseado se hacen presentes en la conciencia causando

ansiedad o malestar significativo. Las obsesiones se experimentan como propias,

involuntarias, inapropiadas y desagradables, originando malestar subjetivo en forma de

miedo, disgusto, dudas, no siendo simples pensamientos excesivos acerca de problemas de

la vida real. [ CITATION Pad95 \l 12298 ]

Aunque los niños y adolescentes con trastorno obsesivo compulsivo representan un

grupo heterogéneo con una amplia gama de manifestaciones clínicas tanto en el inicio

como en el curso de la enfermedad, de siempre se ha aceptado que los criterios diagnósticos

son similares a los de los adultos. No obstante, los niños, y con alguna frecuencia los

adolescentes, puede que no perciban subjetivamente los síntomas como excesivos,

irracionales o extraños, lo que puede plantear dudas sobre la resistencia que oponen a los

síntomas y el malestar subjetivo que les origina. [ CITATION Ale12 \l 12298 ]

Las causas no son especificas pero numerosos estudios indican que existe una reducción

de la corteza en el lóbulo frontal a nivel de la corteza orbitaria esto es encima de los ojos, y

de la amígdala (lóbulo temporal), o también el bajo nivel de serotonina. El trastorno

obsesivo compulsivo aparece entre los 10 y 30 años, las personas que padecen este

trastorno tienden a padecer depresiones graves, algunos de los síntomas que presenta un

paciente con este trastorno pueden ser los siguientes:

Obsesión por:
 Contaminación

 Simetría

 Religión

 Imagen corporal

 Sexualidad

 Violencia

 Perfeccionismo

Compulsiones:

 Agresivas

 Fisiológicas

 De movimiento

 Ritualistas

 Pulcritud y orden

 Colección de cosas, listas, cartas, etc.

Síntomas Secundarios:

 Ansiedad

 Depresión

 Conducta agresiva

 Fobias

 Disfunción sexual

 Alteración de la percepción

 Problemas familiares
 Inseguridad

Para tratar el TOC, el paciente debe someterse a un tratamiento con medicamentos

antidepresivos para aumentar el nivel de serotonina, siempre y cuando este acompañado de

la psicoterapia. En aquellos casos que no responden al tratamiento farmacológico se utiliza

la psico-cirugía estereotáxica, donde se cortan con rayos láser ciertas partes del cerebro que

provocan las conexiones aberrantes que impiden que el paciente lleve una vida normal.

[ CITATION Mic01 \l 12298 ]

No hay posibilidad de prevenir el Trastorno Obsesivo Compulsivo, lo único que se

puede conseguir es detener la enfermedad, tratándola lo más pronto posible.

Bibliografía
Jenike, M. A. (2001). Trastornos obsesivo-compulsivos: manejo práctico. Barcelona: Elsevier .

Rodriguez, A. (2012). Dominio Mental para el TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo. Madrid:
Paidos.

Silva, P. D. (1995). Trastornos obsesivo-compulsivo. Madrid: Paidos.


Caso de trastorno obsesivo compulsivo

La señorita Ana es una mujer soltera de 21 años, con preparación técnica pero

actualmente desempleada. Proviene de una familia integrada por varios hermanos varones

mayores y una hermana menor. El único antecedente heredofamiliar de importancia es un

familiar directo con trastorno depresivo mayor. Producto de gesta cinco, embarazo

planeado y deseado, sin complicaciones prenatales ni perinatales. Tuvo un desarrollo

psicobiológico normal. Su funcionamiento escolar fue bueno, aunque con grandes

dificultades para integrarse en los grupos. Prácticamente no tuvo amistades, debido a

sentimientos de minusvalía y sentimientos de ser rechazada. Trabajó como promotora,

supervisora y como encargada de negocios pequeños. La paciente fue sumamente

responsable tanto en su hogar, como en la escuela y trabajo. Siempre se ha preocupado y

responsabilizado del bienestar de su familia. Actualmente tiene su propio negocio, que no

atiende debido a su padecimiento.

Hace 10 años, cuando la señorita A tenía 17 años, curó a su madre de una mordedura de

perro durante dos meses, haciéndose cargo de ella con gran responsabilidad. Fue en esa

época que al ver a los perros “temía contaminarse con su saliva y contagiarse de rabia”. Se

lavaba las manos repetidamente, incluso con alcohol y cloro. Después de un año, su temor

cambió al de contraer SIDA. Evitaba tratar a personas desconocidas por miedo a esa

enfermedad. No se sentaba en el lugar de otras personas por miedo a contagiarse. Llamaba

a TELSIDA solicitando información, pero se negaba a realizarse la prueba por miedo a que

la aguja que utilizaran estuviera contaminada. A los 19 años estos temores desaparecieron.
Hace un año, contando con 26 años, la señorita A atravesó por situaciones difíciles: tuvo

un accidente en el que se lastimó un tobillo, un familiar fue asaltado, y ocurrió un robo en

su negocio. La señorita A empezó a asociar estos eventos con el uso de la sal, pensaba que:

“en esos días había utilizado el salero y no se había lavado las manos”. Empezó a evitar a

las personas y objetos que ella consideraba habían tocado sal. Cuando se sentía

“contaminada” se lavaba las manos de manera determinada y en ocasiones se bañaba e

incluso también lavaba su ropa. Si tocaba la sal, no solamente podían sucederle desgracias a

ella, sino también a su familia, pues se convertía en portadora de la mala suerte. Desde

entonces el miedo hacia la sal fue aumentado gradualmente: hasta el simple hecho de

nombrarla o escribir su nombre, le generaba miedo y aunque podía ingerir alimentos con

sal, evitaba los que la contenían en exceso y tenía que lavarse manos y dientes para

neutralizar el efecto de la mala suerte. Siempre se lavaba tres veces, pues “el uno y el dos

son números de Dios” y no debía “mancharlos”. También lavaba su oreja cuando utilizaba

el teléfono después de que otra persona lo había usado, pues si no lo hacía sin duda recibiría

malas noticias. Dice haber comprobado el efecto nocivo de la sal, debido a que siempre que

la tocaba le sucedían desgracias “Quería pensar que no pasaba nada, pero me pasó muchas

veces”. La paciente fue perdiendo interés en su trabajo y posteriormente en sus actividades,

conciliaba con dificultad el sueño, disminuyó su apetito, perdió cerca de 10 kilogramos,

sintiéndose cansada y desesperanzada todo el día. Ha llegado a tener ideación suicida,

motivo por el que buscó ayuda especializada.

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