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Santo Triduo A Los Sagrados Corazones de Jesús y María

Este documento proporciona una guía para una oración en familia conmemorando la consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús. Incluye sugerencias para preparar un pequeño altar, lecturas bíblicas, reflexiones, oraciones y peticiones. La oración concluye con la letanía a la Virgen María pidiendo su protección durante la pandemia de COVID-19.

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Santo Triduo A Los Sagrados Corazones de Jesús y María

Este documento proporciona una guía para una oración en familia conmemorando la consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús. Incluye sugerencias para preparar un pequeño altar, lecturas bíblicas, reflexiones, oraciones y peticiones. La oración concluye con la letanía a la Virgen María pidiendo su protección durante la pandemia de COVID-19.

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CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

COMISIÓN EPISCOPAL DE LIUTRGIA

SANTO TRIDUO A LOS SAGRADOS


CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA

CONMEMORACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN
DEL ECUADOR
A causa de la restricción por la pandemia COVID-19
Para celebrarlo en familia

SUBSIDIO LITÚRGICO-PASTORAL
ORACIÓN EN FAMILIA

para EL VIERNES 19 de junio de 2020

CONMEMORACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN DEL ECUADOR


AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

SOLEMNIDAD

El 25 de marzo de 1873, tras una intensa preparación evangelizadora en toda la


nación, el Ecuador se consagró oficialmente al Sagrado Corazón de Jesús,
comprometiéndose a vivir el Evangelio en su vida pública y privada. Era entonces
pontífice Pio IX. Desde entonces nuestra nación pudo ser llamada “el pueblo del
Sagrado Corazón de Jesús”, como lo proclamó Juan Pablo II. (Liturgia de las
horas III, pág. 1943).

En familia preparamos el lugar de la oración (un altar): Una imagen del Sagrado Corazón de
Jesús, un cirio y una Biblia abierta en el pasaje (Mt, 11-25-30)

“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo les aliviaré”
(Mt 11, 25-30)

Guía:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos:
Amén.

Guía:
El Sagrado Corazón de Jesús se hace presente verdaderamente entre nosotros;
está hoy en esta pequeña comunidad doméstica que es nuestra familia. Lo
reconocemos, en su palabra que alienta e ilumina el momento que estamos
viviendo en nuestro país, en el mundo y en la Iglesia, en tantas personas que se
entregan en ayuda y servicio generoso a favor de los enfermos a causa de la
pandemia, de los pobres, de las personas que viven solas.
(Pausa)

Guía:
Al comenzar la oración de este día, recitamos este salmo 62 que nos ayuda a
acrecentar nuestra confianza en el Sagrado Corazón de Jesús en este momento
que estamos viviendo.

Otra posibilidad sería recitarlo a dos coros o una estrofa cada miembro de la familia, intercalando
con la Antífona del salmo (Ant: Jesús, puesto en pie, exclamó en alta voz: El que tenga sed que
venga a mí y que beba) en responsorio a cada una de las estrofas.
Todos:
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario


viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré


y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Lector:
Del Evangelio de san Mateo
11, 25-30

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor


del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y
se las has revelado a pequeños, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni
al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré.


Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallarán descanso para sus almas.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

Palabra De Dios.

Todos:
Te alabamos Señor.

Después de leer el Evangelio se hace un tiempo de silencio.


Según las circunstancias, el padre o la madre pueden explicar el Evangelio a los hijos a modo de
catequesis, especialmente si hay niños pequeños, o bien cada miembro de la familia puede
expresar libremente en voz alta lo que más le ha llamado la atención de la lectura a modo de
reflexión y/o comentar.

¿Quiénes son los sencillos?


Hay que distinguir dos niveles de interpretación: el de la tradición y el del
evangelista.
En el primero, los "sencillos" son los pobres, a los que es anunciado el Evangelio
de Reino. En la perspectiva de Mateo, el texto adquiere un tono polémico
antifarisaico: los "sencillos" son los discípulos creyentes, opuestos a los sabios y
entendidos, es decir, a los escribas y fariseos. Esta doble interpretación se insiere
en la oración de Jesús, que reconoce la acción salvífica y gratuita del Padre en
la doble reacción ante su persona y su mensaje: gozosa acogida por parte de los
pobres, marginados, pecadores, pueblo sencillo; y obstinado rechazo de los
responsables cualificados por el "saber" y la práctica religiosa.
Las personas sencillas, las de corazón humilde, son las que saben entender los
signos de la cercanía de Dios. Lo afirma Jesús, por una parte, dolorido, y por
otra, lleno de alegría.
Cuántas veces aparece en la Biblia esta convicción. A Dios no lo descubren los
sabios y los poderosos, porque están demasiado llenos de sí mismos. Sino los
débiles, los que tienen un corazón sin demasiadas complicaciones.

Padre o madre (sugerencia de catequesis)

El Progreso de nuestro país, no solo depende de sus autoridades, sino también


del aporte (trabajo o estudio) que hacemos los gobernados.

También se puede leer personalmente o en voz alta la siguiente meditación:

Siguiendo a Jesús, el yugo (la alianza y la ley del Señor; en la tradición judía, la
Torah y los mandamientos) de la voluntad de Dios ya no es un yugo opresor y
duro, sino que genera ya ahora aquella gozosa paz prometida a los humildes y
pobres, garantía de la salvación definitiva ("el reposo"). Así, el yugo ya no es un
sistema legal para interpretar y seguir, sino seguir a Jesús, el Hijo, que revela la
voluntad de Dios y la realiza plena y definitivamente.

Después de unos momentos de silencio, proclamemos juntos la fe de la Iglesia:

Todos:
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos,
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Guía:
Oremos al Señor, nuestro Dios. En él ponemos nuestra esperanza.

Todos:
Te rogamos, óyenos.

Lector:
– Por la Iglesia ecuatoriana, para que, caminando al paso de la humanidad, sepa
llevar a todos la esperanza gozosa de la paz en Cristo. Roguemos al Señor.

Todos:
Te rogamos, óyenos

Lector:
- Roguemos por los gobernantes de nuestro país, para que nos gobiernen bien.
Para que lleven a nuestra patria, nuestra nación, adelante; y que exista la paz
y el bien común. Roguemos al Señor.

Todos:
Te rogamos, óyenos

Lector:
- Que esta Palabra de Dios nos ayude a participar mejor en la vida común de
nuestro pueblo ecuatoriano: los que gobiernan, con el servicio de la humildad
y la honradez; los gobernados, con la participación y sobre todo con la oración.
Roguemos al Señor.

Todos:
Te rogamos, óyenos

Lector:
– Por los que viven sin fe, los que caminan sin esperanza, decepcionados a causa
de problemas y enfermedades, para que sientan que el Señor Jesús camina junto
a ellos, abran sus ojos y enciendan sus corazones. Roguemos al Señor.
Todos:
Te rogamos, óyenos

Lector:
– Por todos los afectados más directamente en la crisis que estamos sufriendo,
para que el Señor acoja en su Reino a los fallecidos y consuele a sus familiares,
fortalezca a los enfermos y proteja a los que el posible contagio pueda agravar
especialmente su salud. Roguemos al Señor.

Todos:
Te rogamos, óyenos

Lector:
– Por nosotros, reunidos en familia como Iglesia doméstica, para que seamos
capaces de reconocer a Cristo en el prójimo que camina a nuestro lado, en la
sagrada Escritura y en la comida Eucarística, al partir el pan. Roguemos al
Señor.

Todos:
Te rogamos, óyenos

Guía:
Llenos de confianza en Cristo resucitado, que acompaña nuestro caminar de
cada día, oremos juntos como él mismo nos ha enseñado.

Todos:
Padre nuestro...

Guía:
Ahora aclamamos a Cristo, que es nuestra fortaleza, y le damos gracias porque
él sale a nuestro encuentro en el caminar de la vida.

Todos:
Te damos gracias, Señor.

Guía:
Tú nos iluminas con la Palabra de las Sagradas Escrituras

Todos:
Te damos gracias, Señor.

Guía:
Tú nos reúnes en comunidad en torno a ti, presente entre nosotros

Todos:
Te damos gracias, Señor.
Guía:
Concluimos este momento de oración haciendo nuestra la plegaria del papa
Francisco, pidiendo el fin de la pandemia y la fortaleza del Espíritu:

Todos:
Oh, María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, salvación del pueblo,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás para que,
como en Caná de Galilea, vuelvan la alegría
y la fiesta después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección.
Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh, Virgen gloriosa y bendita.

Guía:
El Señor nos bendiga, nos guarde todo mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos:
Amén.
ORACIÓN EN FAMILIA

para EL SÁBADO 20 de junio de 2020

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

FIESTA
PATRONA PRINCIPAL DEL ECUADOR

Consagrado ya el Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, el episcopado


ecuatoriano consideró que era un imperativo el consagrarlo también al Purísimo
Corazón de María, como de hecho sucedió el 9 de julio de 1892. Posteriormente
por Decreto del 5 de agosto de ese mismo año, el Congreso Nacional ratificó la
consagración del Ecuador al Corazón Inmaculado de María. Al mismo tiempo la
legislatura, resolvió erigir en el capital, en la cima del Panecillo una estatua de
bronce de la santísima Virgen. La estatua de la Virgen de Quito fue inaugurada
el 28 de marzo de 1975, al término del II Congreso Nacional Mariano.

“Conservaba todas estas cosas en su corazón”.


(Lc 2, 41-51)

La difícil situación que estamos viviendo no nos permite participar en la celebración de modo
presencial. Por lo tanto rezamos en familia, como Iglesia doméstica.

Es bueno elegir un espacio adecuado en la casa para celebrar y rezar juntos con dignidad y
recogimiento. Siempre que sea posible, se puede acomodar un pequeño «lugar de oración» (cf.
Catecismo de la Iglesia Católica, 2691) o incluso en un altar de la casa colocar una Biblia abierta
en el pasaje bíblico de hoy, (Lc 2, 41-51) una imagen de la Virgen María, y una vela encendida.

Guía:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos:
Amén.

Guía:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Todos:
Sea por siempre bendito y alabado.

Guía:
Con tu gran misericordia, abre en nosotros caminos de confianza.

Todos:
¡Bendito seas!
Guía:
Con tu gran ternura,
renueva en nosotros una esperanza viva, que no se corrompa, ni se manche.

Todos:
¡Bendito seas!

Guía:
Con la fidelidad de tu amor, quédate con nosotros siempre
y defiéndenos del peligro.

Todos:
¡Bendito seas!

Lector:

Del Evangelio según san Lucas


Lc 2, 41-51

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la
fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén, sin que
ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un
día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no
lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron
en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles
preguntas. Y todos los que lo oían quedaban asombrados de su inteligencia y
sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo:
“Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos
angustiados”. Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo
debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que les
decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre
conservaba estas cosas en su corazón.

Palabra De Dios.

Todos:
Te alabamos Señor.

Guía: (reflexión)
"Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón".

El verbo traducido por "conservar" significa guardar, mantener en la memoria lo


que se considera valioso, como si se tratara de un tesoro. El sustantivo traducido
por "cosas" significa dichos y hechos, palabras y acontecimientos.
El Evangelio de Lucas nos dice expresamente que María se admiraba y no
entendía (2, 48.50) algunas cosas. Pero no se conforma, sino que se esfuerza por
comprender el sentido de todo lo referente a su hijo. Se diferencia de los demás
testigos por el hecho de que ella trata de descubrir el significado más profundo
de los acontecimientos. Y a medida que lo va comprendiendo se convierte para
ella en una espada que atraviesa su alma (2, 35).

El Evangelio presenta a María como modelo de los discípulos, paradigma de los


creyentes, ejemplo del proceso de fe que tendrán que vivir todos los seguidores
de Jesús, los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. Ella es el
puente entre los relatos de la infancia y el ministerio público de Jesús. Quizá los
versículos con los que comenzábamos este comentario indiquen que María
desempeñó un papel fundamental en la formación del Evangelio y en la
transmisión de las tradiciones primitivas a las primeras comunidades cristianas.

Ella es testimonio y modelo de la actitud que han de tener todos los cristianos
ante la Palabra de Dios: acogida, meditada y puesta en práctica. Ella nos
transmite la fuerza del Espíritu a través de la Palabra encarnada que se hace
vida en nuestro compromiso de ser auténticos oyentes y servidores de la palabra
de Dios.

Guía: (padre o madre: catequesis)


Toda madre tiene amor particular a cada hijo exactamente igual que el que tiene
a todos en conjunto. Y más al más desvalido, al extraviado. Si el Corazón de
María es nuestra Madre, ama a cada hombre con el mismo amor con que ama a
toda la Iglesia. Ninguna madre cuando tiene el primer hijo restringe su amor,
reservándolo para los que vengan. Da todo su amor al primero y al segundo, sin
quitar nada al primero, y sin ahorrar nada para el tercero. Cuida de todos, y de
cada uno como si no tuviera otro. Sólo saboreando el amor singular de su
corazón a cada uno, se puede gustar la delicia de sentirse amados por ella, y se
dialogará con ella y se intimará con ella y se gozará en ella. Para llegar a su
intimidad, que es importantísimo para nuestra vida interior, es preciso tener
firme fe en ese amor particular.

Guía:
Padre eterno, escucha estas intenciones que como pueblo tuyo clama hacia
ti. Inúndanos de tu bondad y concédenos tu gracia y misericordia.
Después de cada petición diremos: Escucha Padre nuestra oración.

Lector:
Por nuestra santa Madre Iglesia (de Ecuador), para que sus obispos y sacerdotes,
sean reflejo de tu perfecta caridad y nos conviden a vivir en tu divina voluntad.

Todos:
Escucha Padre nuestra oración.
Lector:
Para que todos los cristianos, en medio de una sociedad plural y llena
de propuestas diversas, seamos capaces de vivir nuestra fe en Dios y en
Jesucristo con firmeza y convicción para colaborar en la construcción de una
sociedad justa y de paz.

Todos:
Escucha Padre nuestra oración.

Lector:
Te pedimos Señor por todos los que tienen autoridad sobre otros, desde la
más simple autoridad hasta la de aquellos que tienen en sus manos el destino
de los demás a través del gobierno y la política. Cuídalos e ilumínalos para que
esta autoridad que tú les confieres, sea siempre encaminada al bien común.

Todos:
Escucha Padre nuestra oración.

Lector:
Pedimos por todos los que se encuentran en el medio de las finanzas y
el comercio. Concédeles, Señor, templanza y sabiduría para no ver en estos
medios un fin, para que sepan ser sensibles y generosos con las necesidades de
los demás y que jamás vayan a vender sus almas por ambición de poder.

Todos:
Escucha Padre nuestra oración.

Lector:
Oramos por todas las familias de nuestro país, especialmente por aquellas
heridas por la injusticia o la confusión del mundo a causa de la pandemia, por
el divorcio, el aborto, o la falta de perdón. Concédenos a todos la gracia necesaria
para salir adelante y que nuestros jóvenes y niños puedan vivir con esperanza
bajo la protección del Inmaculado Corazón de María. Líbralos de la herencia de
nuestro pecado y de todo apego a las cosas de este mundo.

Todos:
Escucha Padre nuestra oración.

Lector:
Por nuestra nación consagrada a ti. Bendícela Padre eterno y derrama tu gracia
y misericordia para alcanzar la conversión y la paz. Te pedimos especialmente
por nuestros hermanos indígenas, afros, montubios, por todos los marginados,
y por la unidad fraterna en el país entero.

Todos:
Escucha Padre nuestra oración.
Guía:
Padre Dios, recibe nuestra plegaria y concédenos vivir siempre ante la
certera presencia del Inmaculado Corazón de María.

Todos:
Amén

Guía:
Recitemos juntos la oración que Jesús, el Señor, nos enseñó:

Todos:
Padre nuestro...

Concluimos recitando la plegaria de Confianza al Inmaculado Corazón de María


Todos:
!Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del
de Jesús, trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores;
yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a ti, a quien el Señor ha
puesto todo el tesoro de sus bondades con plenísima seguridad de ser por ti
socorrido. Tú eres mi refugio. Mi amparo, mi esperanza; por esto te digo y te diré
en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, se la salvación mía!

Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la


tribulación llegue a mi alma, ¡Oh Corazón de María, se la salvación mía!

Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coaligadas para mi eterna


perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro
de la divina gracia, ¡Oh Corazón de María, se la salvación mía!

En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi


eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis
enemigos, ¡Oh dulce Corazón de María, se la salvación mía!

Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para


rendirle cuenta de toda su vida, ven tú a defenderla y a ampararla. y entonces;
ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, se la salvación mía!

Estas gracias espero alcanzar de ti, Oh Corazón amantísimo de mi madre a fin


de que pueda verte y gozar de Dios en tu compañía por toda la eternidad en el
cielo. Amén.
ORACIÓN EN FAMILIA

para 21 de junio de 2020

XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


DIA DE ORACION POR LA PATRIA ECUATORIANA

Ambientación: preparamos en familia el lugar de la oración (un altar), encendiendo un cirio y


abriendo la santa Biblia en el pasaje de hoy (Mt 10, 26-33), colocamos un crucifijo, mientras nos
disponemos.
“No tengan miedo”.
(Mt 10, 26-33)

Guía:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos:
Amén

Guía:
Dios, ha ido realizando su designio de salvación en nuestro país a lo largo de la
historia. Al dedicar este día a la oración por la patria, y concluir este santo Triduo
a los Sagrados Corazones de Jesús y María, acerquémonos al Dios de la vida,
que sólo en Cristo da plenitud a todo esfuerzo encaminado al bien de su pueblo
santo.

Guía:
Comenzamos nuestra oración encomendando a Dios el bien de cada uno de
nosotros y de nuestra Patria.

Un momento de silencio para pedir perdón a Dios por nuestros pecados.

Todos:
Yo confieso......

Guía:
Señor, tú que guías al universo con sabiduría y amor,
escucha las oraciones
que te dirigimos por nuestra patria,
a fin de que la prudencia de sus gobernantes
y la honestidad de los ciudadanos
mantengan la concordia y la justicia
y se alcancen el verdadero progreso y la paz.

Todos:
Amén
Guía:
Escuchemos con fe la Palabra de Dios

Lector:

Del Evangelio de san Mateo


10, 26-33

Pero no les tengan miedo. Nada hay oculto que no llegue a ser descubierto; nada
secreto que no llegue a saberse. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo
ustedes a la luz, y lo que les digo en privado, procámenlo desde las azoteas.
No teman a los que solo pueden matar el cuerpo; pero no el alma; teman más
bien al que pueda destruir alma y cuerpo en el infierno. ¿Acaso un par de
pajaritos no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin
que lo permita nuestro Padre. En cuanto a ustedes, hasta sus cabellos están
todos contados. ¿No valen ustedes más que muchos pajaritos? Por lo tanto no
tengan miedo.

Al que se ponga de mi parte ante los hombres, yo me pondré de su parte ante mi


Padre de los cielos. Y al que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré
ante mi Padre que está en los cielos.

Palabra de Dios

Todos:
Te alabamos Señor.

Después de leer el Evangelio se hace un tiempo de silencio. Según las circunstancias, el padre o
la madre pueden explicar el Evangelio a los hijos a modo de catequesis, y/o cada uno puede
expresar libremente en voz alta lo que más le ha llamado la atención de la lectura.

Padre o madre (sugerencia de lectura orante de la Palabra)

Reflexión:
“No tengan miedo”.
Es la frase que más se repite en el pasaje de hoy.
Jesús avisó muchas veces a los suyos de que iban a tener dificultades en su
misión. No les prometió éxitos fáciles o que iban a ser bien recibidos en todas
partes. Al contrario, les dijo -nos dijo- que el discípulo no será más que el
maestro. Y el Maestro había sido calumniado, perseguido, condenado a la cruz.
Pero este anuncio va unido a otro muy insistente: la confianza. «No tengan
miedo». No es el éxito inmediato delante de los hombres lo que cuenta. Sino el
éxito de nuestra misión a los ojos de Dios, que ve, no sólo las apariencias, sino
lo interior y el esfuerzo que hemos hecho. Si nos sentimos hijos de ese Padre, y
hermanos y testigos de Jesús, nada ni nadie podrá contra nosotros, ni siquiera
las persecuciones y la muerte.
El ejemplo lo tenemos en el mismo Jesús, que fue objeto de contradicciones y
acabó en la cruz. Pero nunca cedió, no se desanimó y siguió haciendo oír su voz
profética, anunciando y denunciando, a pesar de que sabía que incomodaba a
los poderosos. Salvó a la humanidad y fue elevado a la gloria de la resurrección.
Las pruebas y las dificultades de la vida -las que nacen dentro de nosotros
mismos, o en el seno de la comunidad o fuera de ella- no nos deben extrañar ni
asustar. La comunidad de Jesús lleva un mensaje que, a veces, choca contra los
intereses y los valores que promueve este mundo. Nos pueden perseguir, pero la
fuerza del Espíritu de Dios nos asiste en todo momento. No nos cansemos, ni
nos avergoncemos de dar testimonio de Cristo, y sigamos anunciando a plena
luz, a los cercanos y a los lejanos, la buena noticia de la salvación que Dios nos
ofrece.

Después de unos momentos de silencio, proclamemos juntos la fe de nuestra Iglesia:

Todos:
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos,
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Guía:
Oremos unidos al Padre de todos, para que en este día, de manera especial, envíe
sobre nosotros y nuestra patria sus santas bendiciones. Después de cada
petición, diremos: escucha Señor nuestra oración.

Lector:
Por el papa Francisco, por todos los obispos, presbíteros y diáconos de nuestra
nación, para que guíen con perseverancia al pueblo de Dios hacia la Patria
eterna. Roguemos al Señor.

Todos:
Escucha, Señor, nuestra oración
Lector:
Por todos los que formamos esta nación ecuatoriana, para que, fieles al Evangelio
de Cristo, permanezcamos unidos como una sola familia. Roguemos al Señor.

Todos:
Escucha, Señor, nuestra oración

Lector:
Por nuestros gobernantes, para que protejan, mantengan la libertad y el bien
común de los ciudadanos y promuevan la justicia y la paz. Roguemos al Señor.

Todos:
Escucha, Señor, nuestra oración

Lector:
Por quienes sufren opresión e injusticia, especialmente por nuestros pueblos
indígenas marginados, para que la gracia de Dios transforme los corazones de
quienes los explotan, a fin de que les proporcionen alivio y solución efectiva a
sus demandas. Roguemos al Señor.

Todos:
Escucha, Señor, nuestra oración

Lector:
Por los que estamos reunidos con fe y devoción en esta oración en familia, para
que nuestro amor a la Iglesia y a la patria sea eficaz y constante. Roguemos al
Señor.

Todos:
Escucha, Señor, nuestra oración

Lector:
Por todos los que entregaron su vida en servicio de la patria, para que Dios,
Padre providente, los lleve a gozar de su presencia en el cielo. Roguemos al Señor.

Todos:
Escucha, Señor, nuestra oración

Pausa en silencio

Guía:
Que Jesús, nuestro Señor, presente al Padre, estas nuestras súplicas a favor de
la Patria y decimos

Todos:
Padre Nuestro.......
Guía:
En lo más profundo de nuestro corazón, dejemos crecer el ardiente deseo de
unirnos a Jesús, en la comunión sacramental, y de hacer que su amor se haga
vivo en nuestras vidas, amando a nuestros hermanos como él nos ha amado.

Todos:
Creo, Jesús mío,
que estás realmente presente en el Santísimo sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo recibirte con toda mi alma.
Pero ahora no puedo hacerlo sacramentalmente,
ven espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a ti.
Señor, no permitas que jamás
me aparte de ti. Amén.

Permanecemos un momento en silencio en un diálogo de corazón a corazón con Jesucristo.

Guía:
Concluimos nuestra oración dando gracias al Señor, conscientes que nos mira
siempre con amor, y continuemos nuestras actividades ordinarias como
propagadores de la luz de Jesucristo, que puede iluminar la vida de nuestra
patria para que siga el camino de la auténtica esperanza.

Todos:
Amén:

Guía:
El Señor, nos bendiga; bendiga a nuestra patria, y nos lleve a la vida eterna.

Todos:
Amén.

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