Reseña de la parte 1
Ahora, los últimos momentos en la vida de Gary y Mary Jane Chauncey, un
matrimonio totalmente dado a Andrea, su hija de once años, confinada a una
silla de ruedas por parálisis cerebral. Pensando completamente en su hija
Andrea, la pareja hizo todo lo posible para salvarla mientras el tren estaba en el
agua y logró sacarla por la ventana y ponerla a salvo en sus manos. del equipo
de rescate. La historia de Andrea, la historia de padres cuyo último acto de
heroísmo fue garantizar la supervivencia de su hija, refleja momentos de valor
casi épico. No hay duda de que tales episodios se repetirán innumerables
veces en la prehistoria y la historia humana, sin mencionar los momentos en
que sucede algo así durante un largo desarrollo.
Desde el punto de vista de la biología evolutiva, la autoinmolación de los
padres está al servicio del "éxito reproductivo" de la transferencia de genes a
las generaciones futuras, pero desde el punto de vista de los padres que deben
decidir desesperadamente en una situación limitada, no hay No hay otra razón
que el amor. De hecho, nuestros sentimientos, deseos y deseos más profundos
son puntos de referencia inevitables y nuestra especie debe gran parte de su
existencia a la influencia decisiva de las emociones en los asuntos humanos.
Reseña de la parte 2
Hasta la fecha no ha sido posible determinar todavía el motivo exacto que
indujo a un brillante estudiante de secundaria a apuñalar con un cuchillo de
cocina a David Pologruto, su profesor de física. Jason H. , estudiante de
segundo año del instituto de Coral Springs e indudable candidato a matrícula
de honor, estaba obsesionado con la idea de ingresar en una prestigiosa
facultad de medicina como la de Harvard. Pero Pologruto le había calificado
con un notable alto, una nota que le obligaba a arrojar por la borda todos sus
sueños, de modo que, provisto de un cuchillo de camicero, se dirigió al
laboratorio de física y, en el transcurso de una discusión con su profesor, no
dudó en clavárselo a la altura de la clavícula antes de que pudieran reducirle
por la fuerza. El joven, por su parte, declaró que, apenas tuvo conocimiento de
la nota, pensó en quitarse la vida pero que, antes de suicidarse, quiso visitar a
Pologruto para hacerle saber que la única causa de su muerte sería su baja
calificación.
La versión de Pologruto, no obstante, fue muy diferente, puesto que, según
él, Jason se hallaba tan furioso que «creo que me visitó completamente
decidido a atacarme». Más tarde, Jason ingresó en una escuela privada y, dos
años después, logró graduarse con la nota más alta de su clase. Pero a pesar
de que Jason hubiera terminado graduándose con una calificación
extraordinaria, Pologruto se lamentaba de que nunca se hubiera disculpado ni
tampoco hubiera asumido la menor responsabilidad por su agresión. La
respuesta necesariamente radica en que la inteligencia académica tiene poco
que ver con la vida emocional.
Hasta las personas más descollantes y con un CI más elevado pueden ser
pésimos timoneles de su vida y llegar a zozobrar en los escollos de las
pasiones desenfrenadas y los impulsos ingobernables. A pesar de la
consideración popular que suelen recibir, uno de los secretos a voces de la
psicología es la relativa incapacidad de las calificaciones académicas, del CI, o
de la puntuación alcanzada en el SAT Test de Aptitud Académico para predecir
el éxito en la vida. De hecho, las personas que tienen un bajo CI suelen acabar
desempeñando trabajos muy mal pagados mientras que quienes tienen un
elevado CI tienden a estar mucho mejor remunerados. Existen muchas más
excepciones a la regla de que el CI predice del éxito en la vida que situaciones
que se adapten a la norma.
En el mejor de los casos, el CI parece aportar tan sólo un 20% de los factores
determinantes del éxito . De hecho, ni siquiera nos hallamos en condiciones de
determinar con precisión el grado de variabilidad interpersonal de la inteligencia
emocional.