Furman, M. (2013) La Aventura de Enseñar Ciencias Naturales. Aique. (Cap. 1 PDF
Furman, M. (2013) La Aventura de Enseñar Ciencias Naturales. Aique. (Cap. 1 PDF
¿De qué hablamos cuando hablamos de ciencias naturales? ¿Qué es esa cosa que
enseñamos en nuestras clases? Comenzamos con esta pregunta porque, aunque no
siempre sea explicita o seamos conscientes de ella, tosa propuesta didáctica lleva consigo
una visión sobre su objeto de enseñanza que determina mucho de lo que sucede en una
clase. La concepción de ciencia impacta desde lo que el docente elige hacer, preguntar,
explicar o incluso callar, hasta el tipo de actividades que se proponen a los alumno so el
clima que se genera en el aula.
Para explicar la mirada sobre las ciencias naturales que nos guía en nuestra
propuesta pedagógica, vamos a usar una moneda como analogía. Pregúntense por un
momento: ¿Cuál es su característica más notoria? Acertaron: tiene dos caras.
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¿Por qué usamos la analogía de la moneda para explicar las ciencias naturales? En
primer lugar, porque tiene dos caras. Pero también porque digas caras son inseparables.
No existe una sin la otra. Y esa característica, como veremos, es fundamental a la hora de
diseñar propuestas de enseñanza que sean coherentes con la imagen de ciencia que
hemos propuesto.
Anclando Ideas
La siguiente figura resume las ideas que hemos planteado acerca de las dimensiones
de las ciencias naturales y los objetivos de aprendizaje que se desprenden de cada
una.
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Aprender ciencias como
producto
Saber Ciencias Naturales va mucho más allá de conocer al detalle todos los
elementos de la tabla periódica, recordar el nombre de los huesos del cuerpo humano o
poder repetir correctamente las etapas del ciclo de vida de una planta. El desafío actual
para un alumno ( y vale decir , para cualquier ciudadano) no pasa por acceder a la
información científica, sino por poder darle sentido y discernir cuanta de esa información
es confiable y por qué. En nuestros días, hay datos provenientes de la ciencia por todas
partes. Nos llueve información acerca del virus de la gripe, de los satélites y de los
alimentos transgénicos. La cuestión es que hacemos con todos esos datos.
¿Cómo se traduce esto a una escuela primaria? En esta etapa, comprender las bases
del funcionamiento del mundo natural implica que los estudiantes construyan ideas cada
vez más amplias y profundas que den sentido al mundo que los rodea, yendo de ideas
pequeñas que surgen de su propia experiencia cotidiana o de experiencias realizadas en
la escuela hacia ideas más grandes, de mayor poder explicativo y predictivo.
Anclando Ideas
El concepto de que las lombrices pueden vivir en el suelo porque son capaces de
escabullirse a través de espacios pequeños y alimentarse de cosas que están
presentes en el es una idea pequeña que puede surgir de una actividad de
observación de lombrices en el suelo y que se aplica solamente a estos animales. Pero
se transforma en una idea grande cuando puede ser conectada a otras ideas, como la
de que los peces pueden vivir en el agua porque son capaces de respirar y obtener
alimento de ella (Harlen, 2000). De este modo, los alumnos extienden el razonamiento
sobre las lombrices y las características que les permiten vivir en determinados
hábitats a otros animales y, eventualmente, a los seres vivos en general. De esta
manera, las ideas pequeñas, de carácter más descriptivo, comienzan a convertirse en
conceptos generales, de carácter más explicativo.
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En la escuela primaria, buscamos que los alumnos puedan mirar el mundo que los
rodea con ojos científicos, a la luz de esas ideas grandes que han ido construyendo. A
medida que los alumnos avanzan en la escolaridad, dispondrán de un repertorio de ideas
grandes que les permitirán ir explicando el mundo de manera cada vez más efectiva,
integrando los nuevos aprendizajes en esquemas conceptuales, más amplios y
abarcadores.
Aprender ciencias como proceso significa que los alumnos desarrollen la capacidad
de, y el placer por, observar la realidad que los rodea, formular preguntas, proponer
respuestas a posibles y predicciones, buscar maneras de poner esas respuestas a
prueba, diseñar observaciones y experimentos controlados. Implica que aprendan a
imaginar explicaciones de los datos obtenidos, a buscar y analizar información de diversas
fuentes para extender lo que saben y a debatir con otros en función de lo que han
aprendido. Y que, en ese hacer, comprendan que la ciencia es una manera particular de
acercarse al conocimiento del mundo, con sus reglas, sus formas de vacarse al
conocimiento del mundo, con sus reglas, sus formas de validación y su lógica propias.
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fundamentales para la vida, en tanto se relacionan con el desarrollo de la autonomía
intelectual. Otros autores usan la terminología, en gran medida, equivalentes, como
modos de conocer, hábitos del pensamiento, habilidades, destrezas o procedimientos
científicos.
Este cambio cultural requiere que los alumnos vayan más allá de los limites de sus
propias experiencias para familiarizarse con nuevos sistemas explicativos, nuevas formas
de usar el lenguaje y otros estilos de construcción del conocimiento. Este aprendizaje,
como veremos, requiere de mucha ayuda de los docentes, que juegan un rol esencial en
lograr que los alumnos se apropien de esta nueva forma de pensar del mundo.
Retomen un ejemplo de sus clases y, a partir de él, identifiquen qué piensan que sus
alumnos aprendieron. Clasifiquen dichos aprendizajes según presenten las ciencias
como producto o como proceso. Comparen luego esos aprendizajes con los objetivos
que se plantearon cuando diseñaron la clase. ¿Coinciden? Si no, ¿Qué harían
diferente a la próxima vez?
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Nos asomamos al
aula
Hasta aquí, hemos usado la analogía de una moneda para representar las ciencias
naturales y, desde esa mirada, definimos a grandes rasgos lo que esperamos que
nuestros alumnos aprendan. Pero todavía nos queda una gran pregunta por responder:
¿Cómo enseñar de manera coherente con estos objetivos?
Para responder a esta pregunta, vamos a necesitar algunas pistas. Los invitamos
entonces a asomarnos al aula nuevamente e imaginarnos que miramos por la ventana,
dos clases de ciencias (tomadas de Furman, 2008).
Primer escenario
simulado
La docente lee la definición en voz alta y repasa la idea de mezcla homogénea. Luego
continúa: “¿Qué es un soluto?”. Los alumnos miran con cara de confundidos. “Un
soluto es el componente que está en menor proporción, generalmente, es un liquido.
Por ejemplo, se dice que el agua es un solvente universal porque disuelve muchas
cosas. Copiemos todo esto en el pizarrón.”
Luego de que todos han copiado las definiciones, la docente da algunos ejemplos de
soluciones: café con leche, agua con azúcar, agua con alcohol. En cada uno, identifica
el soluto y el solvente. Le pide a los alumnos que den otros ejemplos: algunos
contestan correctamente, la docente copia todos los ejemplos de soluciones que
encuentran en la vida cotidiana, al menos tres de cada uno.
“¿Y que será entonces la solubilidad?”, pregunta la docente. Los niños parecen
haberse quedado mudos. “La solubilidad es la cantidad de soluto que puede disolverse
en un solvente dado. Cuanto más soluto se pueda disolver, mas solubilidad tiene.
También pasa que al aumentar la temperatura la solubilidad aumenta, como cuando
caliento el café con leche y le puedo agregar más azúcar. ¿Entendieron? Copiemos
todo en la carpeta”.
Segundo escenario
simulado
Esta clase de 6° grado transcurre en un laboratorio. En el pizarrón, está escrito el titulo
de la actividad: “Soluciones de pigmento de remolacha y agua”.
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Los alumnos trabajan en grupos, en diferentes mesas. Cada equipo tiene un balde con
agua tibia y pedacitos de remolacha cortados. El docente les pide que coloquen los
pedacitos de remolacha dentro del agua y que, con ayuda de una cuchara, los
aplasten hasta que el agua se vuelva de color morado. Les cuentan que, así, van a
formar un solución entre el agua y el pigmento de la remolacha. Explica que el agua
disuelve el pigmento dentro de la remolacha y, por eso, se tiñe.
Luego cada grupo trabaja con las telas que tienen sobre la mesa. El docente les
muestra que tienen que enrollar como un matambre. .Pueden hacerle nudos y usar
banditas elásticas y, con eso, van a lograr efectos artísticos.
Al final, los alumnos usan tinturas recién fabricadas para teñir sus telas. Están
fascinados. Hay un clima de risas en toda el aula, e incluso, muchos alumnos que
pocas veces participaban de las clases de ciencias lo hacen activamente.
Luego de dejar secar las telas por un ratito, los alumnos muestran al resto de la clase
lo que han hecho. El docente pregunta a los niños como han podido teñir las telas
usando la remolacha y repasa la idea de que el pigmento de remolacha y el agua tibia
forman una solución. Todos los alumnos piden repetir la experiencia.
Al comenzar preguntándoles a los niños que entienden por una solución, pareciera
que el aprendizaje buscado es sobre el significado de la palabra solución, lo cual podría
obtenerse fácilmente en el diccionario. Que en la naturaleza muchas sustancias aparecen
mezcladas; o la manera en que podemos darnos cuenta de cuantos componentes tiene
cierta mezcla no parecen
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ser los aprendizajes buscados en esa clase. Podríamos imaginar perfectamente a un
alumno que formula correctamente todas las definiciones que la docente ha explicado y
hasta puede dar algunos ejemplos o aprobar una evaluación sin haber comprendido para
nada el tema en cuestión.
Ponerles nombres a los fenómenos antes de que los estudiantes los hayan
comprendido va en contra de lo que llamamos el aspecto empírico de la ciencia (Gellon et
al., 2005). Este aspecto de la ciencia se basa en que las ideas científicas están
indisolublemente conectadas con el mundo de los fenómenos que desean explicar: las
explicaciones se construyen en un intento de darles sentido a numerosas observaciones
(y aquellas van cambiando a medida que aparecen observaciones que no concuerdan con
esas explicaciones anteriores). Cuando esta conexión no está presente en nuestras
clases de ciencias, les estamos mostrando a los alumnos una imagen distorsionada de la
ciencia.
Una manera sencilla de mejorar la clase anterior hubiera sido, simplemente, darla
vuelta: comenzar con una situación de la vida real (por ejemplo, imaginarse una familia
tomando el desayuno) y, a partir de ella, buscar ejemplos de sustancias puras y otras que
estén mezcladas, agrupar esas sustancias mezcladas en “las que se ven todas iguales y
en las que se pueden distingue partes diferentes” (es decir, en mezclas homogéneas y
heterogéneas). Recién entonces, cuando los alumnos han comprendido la idea de que, en
algunas mezclas, no se distinguen sus componentes, es un buen momento para ponerles
el nombre de solución. Gellon y sus colegas (2005) has propuesto llamas esta secuencia
fenómeno-idea-terminología. Vale la pena aclarar que respetar esta secuencia (y la
conexión entra las ideas científicas y los fenómenos) no requiere necesariamente trabajar
en clases con materiales concretos. En este caso, sería suficiente con que los alumnos
recordaran ejemplos como los de la mesa del desayuno.
Sin embargo, los problemas que observamos en esta clase no tuvieron que ver
solamente con el énfasis en la terminología por sobre la comprensión conceptual. La clase
nos da evidencia de una murada muy extendida en muchos docentes sobre las ciencias
naturales que impacta fuertemente en la enseñanza. El modo en que esta docente
presenta el tema a sus alumnos revela que el conocimiento científico es un conocimiento
acabado, y que saber ciencias significa apropiarse de este conocimiento acabado, y que
saber ciencias significa apropiarse de este conocimiento: conocer hechos y poder dar
información sobre el mundo (Porlán, 1999). Esta mirada sobre las ciencias deja a un lado
la cara de las ciencias como proceso. Como vimos, en esta clase de Ciencias Naturales,
solamente está representada la cara de la ciencia como producto: la docente no enseño
ninguna competencia científica.
Continuemos con nuestro ejercicio imaginativo: ¿qué piensan ustedes que habrá
sentido la docente al terminar esa clase? Seguramente se fue con la sensación de que
“los alumnos no participaron”, que “no contestaron preguntas” o que “no estaban
interesados en a materia”. Y los niño, ¿Qué habrán sentido? Podríamos apostar a que se
fueron con la idea de que la ciencia es bastante aburrida. Y que, si no entendieron lo que
la docente explico, seguramente es porque la ciencia es demasiado difícil o que
simplemente no es para ellos. Lamentablemente, resulta
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demasiado sencillo predecir como continúa la historia: una docente frustrada con su tarea y
niños que, poco a poco, dejan de interesarse por las Ciencias Naturales.
Hasta aquí hablamos de que la primera docente comienza por las definiciones y no
muestra explícitamente la conexión entre los fenómenos y las ideas que los explican. Y
también señalamos que en esta clase no se enseñan competencias científicas, solo se da
información. También mencionamos que tanto los alumnos como la decente se van
desanimados de la clase.
Todo eso es verdad. Pero imaginemos ahora que les preguntamos a los alumnos que
salen de la clase que aprendieron. ¿Qué piensan que nos responderían? Caso seguro,
nos darían respuestas como:
¿Y qué creen ustedes que diría el docente si le preguntamos cuales eran los objetivos
de su clase? Muy posiblemente, respondería que en su clase quiso trabajar en concepto
de solución y que los alumnos aprendieran a realizar experiencias prácticas en el
laboratorio. Evidentemente, aquí hay algo que no funciona: los decentes creen estar
enseñando una cosa, y los alumnos aprenden otras muy diferentes.
¿Cuáles serán los problemas de este segundo escenario? En primer lugar, la clase
revela una mirada particular sobre el conocimiento científico. Nos dice que ese
conocimiento esta en realidad y que los alumnos n contacto directo con los fenómenos (en
este caso, preparando soluciones con remolacha y agua tibia) pueden acceder a la
comprensión de cómo funcionan las cosas (el concepto de solución). Podríamos pensar
que la visión de enseñanza de la ciencia que orienta el transcurso de esa clase
corresponde a lo que se conoce como modelo de aprendizaje por descubrimiento o, en
ingles, discovery learning (Bruner, 1961). Esa concepción surgió en el auge de las ideas
constructivistas, como reacción al modelo de enseñanza tradicional (que veíamos
representado en el primer escenario), proponiendo que las clases de ciencias tuvieran
dinámicas de interacción con los materiales, surgiera el aprendizaje de conceptos y de
competencias científicas. Sin embargo, la llegada al aula de ese modelo trajo problemas
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algunos casos: se instalo, a veces, como una modalidad activista donde lo importante
pasaba a ser que los chicos interactuaran con la realidad por sobre cualquier otro aspecto,
no importaba demasiado en qué condiciones sucedía. Investigaciones posteriores acerca
de las respuestas de los alumnos en ese tipo de clases y sobre algunos programas
basados en esa metodología (por ejemplo , Mayer, 2004) pusieron en evidencia que, con
el simple contacto con los fenómenos , no alcanza para aprender ciencia: hay que hacer
algo más.
Un segundo problema que aparece en esta clase tiene que ver con que se entiende por
hacer ciencia en la escuela. A primera vista, los alumnos están aprendiendo más que
simple información: manipulan materiales, trabajan en el laboratorio, preparan
soluciones... Sin embargo, ¿Qué competencias científicas piensan ustedes que están
aprendiendo? Seguramente, casi ninguna. El rol activo de los alumnos en esta clase no
pasa por lo intelectual: es un mero hacer físico.
La enseñanza por
indagación
El modelo por indagación tiene rices en una reacción frente al modelo de enseñanza
tradicional, de carácter transmisión (representado por el primer escenario). Ya en 1909,
John Dewey, filosofo y pionero de la educación estadounidense, argumentaba frente a la
Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que, en la enseñanza de las Ciencias
Naturales, se ponía excesivo énfasis en la acumulación de información y no se hacía
hincapié en la ciencia como un amanera de pensar y como una actitud de la mente.
Mucho antes de Dewey , el educador suizo Johann Heinrich Pestalozzi fundaba una
escuela basada en el aprendizaje basado en las impresiones de los sentidos, la
experimentación y el razonamiento apoyados en el estudio de los fenómenos naturales en
si mismos, oponiéndose a lo que el llamaba “la repetición vacía de meras palabras”.
Muchos otros, después de ellos, abogaron por una enseñanza de las Ciencias Naturales
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que se distanciara del modelo transmisivo. El modelo transmisivo asume que el conocimiento
científico es un conocimiento (para una historia de las diferentes corrientes en la
educación en ciencias, ver DeBoer, 1991).
En el centro de estos enfoques , el modelo por indagación propone que los alumnos
recorran, guiados de cerca por el docente , el comino de construir conceptos y estrategias
de pensamiento científicos a partir de la exploración sistemática de fenómenos naturales,
el trabajo con problemas y el análisis crítico de experiencias historias y de otras fuentes de
información, de una modo que guarda ciertas analogías con el quehacer científico. Este
modelo didáctico parte de la idea de que el conocimiento científico no está ahí afuera, listo
para ser descubierto, sino que se construye y se valida a partir de una cierta metodología
y en una comunidad de pares que comparten ciertas reglas basadas, por ejemplo, en la
confrontación de puntos de vista y en la argumentación en base a evidencias. Así, el
conocimiento científico no es acabado, sino que esta en permanente revisión.
Para ilustrar a que nos referimos con enseñanza por indagación, volvamos a los
escenarios anteriores. ¿Cómo sería una clase sobre los mismos temas basada en este
tercer modelo de enseñanza? A continuación, les mostraremos un tercer escenario; esta
vez, tomado de una clase real de 6° grado (Furman 2008)
Un escenario
Real
Al comienzo de la clase, el docente les cuenta a los niños que van a fabricar tintura de
colores usando papel crepe y que la van a utilizar par teñir telas. Pero, para eso, van a
tener que diseñar un experimento a fin de encontrar cual es el mejor solvente para
preparar la tintura.
“¿Por qué nos servirá este papel para teñir telas?”, pregunta el docente antes de
comenzar el diseño experimental. Los niños concluyen que hay algo “metido” en el
papel que le da color, que se puede “sacar” para fabricar tinturas. Y que para eso, es
preciso usar un liquido que lo disuelva (un solvente). El docente cuenta que algo
parecido se puede hacer utilizando os colores escondidos en algunas verduras, como
la remolachas, y que así se fabrican las tinturas antiguamente.
Lo primero que surge es la necesidad de ponerse de acuerdo sobre que significa que
una tintura sea mejor que otra: ¿Cómo van a decidir que solvente es el ganador? Entre
todos, deciden que la mejor tintura será la más oscura. “¿Qué significa que sea más
oscura?”, pregunta el docente. La conclusión del grupo es que el grado de oscuridad
tiene que ver con la cantidad de colorantes (el soluto) que tiene la solución.
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Los alumnos trabajan en equipo diseñando sus experimentos. El docente les da la lista
de materiales disponibles: tubos de ensayos, papel crepe y diferentes solventes: agua
tibia, agua fría, alcohol y aceite. Cada grupo tiene que presentar sus diseños
experimentales antes de recibir los materiales.
Solo entonces el docente reparte los materiales. Los niños hacen el experimento:
colocan pedacitos de papel crepe en los diferentes solventes y comparan la intensidad
de la solución que se forma.
Los grupos presentan sus resultados al resto. Todos coinciden en que el mejor
solvente es el agua, y más cuando esta tibia. El aceite, por su parte, no disuelve para
nada el colorante. El alcohol lo hace muy poco. El docente retoma esta conclusión: “El
colorante no se disuelve de igual manera en todos los solventes. En algunos solventes,
se disolvió mas; y se dice que en ellos tiene mayor solubilidad” (escribe la palabra en
la pizarrón). “Como ustedes vieron, la solubilidad de colorantes es mayor en el agua
que en el resto de los solventes. ¿Qué otra cosa importa para que un soluto se
disuelva más o menos?”, pregunta mostrando los tubos con agua tibia y agua fría. Los
niños responden que, cuando el solvente está más caliente, disuelve mas el soluto. El
docente retoma esta idea y la conecta con una experiencia cotidiana: “Es cierto en
general, la solubilidad de un soluto aumenta a medida que aumentamos la temperatura
del solvente. ¿Notaron alguna vez que, cuando nos queda chocolate sin disolver en el
fondo de la taza y calentamos la leche, logramos que se disuelva todo?”. También les
cuenta que aumenta el agua disuelva muchas cosas, hay otros solutos que se
disuelven mejor en otros solventes como el aceite, por ejemplo, la naftalina. Y les dice
que van a hacer la prueba en la clase siguiente.
Como postre, los alumnos usan la fórmula ganadora de agua caliente y papel crepé
para fabricar tinturas de diferentes colores, y con ellas tiñen sus telas. Al final de la
clase, todos se van a fascinados. Y piden repetir la experiencia.
Este tercer escenario nos muestra que, con una vuelta de tuerca, es posible
transformar una actividad que era un mero juego divertido en una oportunidad de enseñar
a los alumnos no solamente un concepto importante como el de la solubilidad, sino
también, competencias científicas clave, como el diseño experimental, la interpretación de
resultados o la puesta en común de ideas. Lo que antes era una simple receta de cocina
se convirtió en una oportunidad de aprendizaje en la que los alumnos buscaron la manera
de responder a la pregunta, discutieron las
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mejores formas de hacerlo, pusieron a prueba sus ideas, interpretaron sus resultados e
intercambiaron lo que habían encontrado con otros niños (Furman, 2007b).
Lo más interesante de todo es que los alumnos aprendieron conceptos y competencias muy
importantes sin dejar de disfrutar de la clase. Los alumnos se fueron contentísimos y pidieron
repetir la actividad. Pero en este caso, el disfrute no pasaba solamente por hacer un actividad
práctica con tintas de colores, sino también por la felicidad de encontrar por ellos mismos la
respuesta del problema.
El siguiente cuadro resume los tres modelos de enseñanza discutidos y los supuestos de cada
un en relación con el conocimiento científico, con la metodología de la ciencias naturales y con
el rol de los docentes y alumnos.
MODELO
SUPUESTOS
TRANSMISIVO (Primer escenario)
DESCUBRIMIENTO ESPONTÁNEO (Segundo escenario)
POR INDAGACIÓN (Tercer escenario)
Visión sobre el conocimiento científico
Es un conocimiento acabado, objetivo, absoluto y verdadero.
Se encuentra en la realidad, existe una verdad afuera que se revela a quien la estudia.
Las ideas científicas son construcciones humanas que buscan explicar el funcionamiento del mundo natural de
manera coherente con la realidad empírica y están sujetas a cambios.
Visión sobre la metodología de la ciencia.
Es una serie lineal de pasos La que los científicos aplican para conocer la realidad.
ciencia es una actividad colectiva que tiene una metodología particular basada en la exploración sistemática, la
búsqueda de evidencias y la formulación de teorías.
Rol del docente. Es la autoridad de la clase y
quien posee el saber. Transmite conceptos de manera activa.
Se basa en la interacción directa con la realidad, a partir de la cual, se accede al conocimiento.
Es quien genera las condiciones para que el alumno interactúe con fenómenos, esperando que descubra en dicha
interacción las leyes que explican el funcionamiento del mundo.
Diseña cuidadosamente que guían a los alumnos a construir conceptos y competencias científicas. Durante si
intervención, se guía por un plan preestablecido que va adaptando a la dinámica cambiante del aula.
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El Rol del alumno. Es un consumidor de
generador de conocimientos. Debe
conocimiento sin ayuda. atender, captar y recordar los conceptos que recibe del docente.
Participa de manera activa en las experiencias organizadas por el docente, construyendo conceptos y herramientas
de pensamiento científico bajo su guía.
¿Modelo de enseñanza o practica de enseñanza?
Queremos finalizar este capítulo con una aclaración importante: la enseñanza por indagación
no es un modelo nuevo. En los documentos curriculares y en el ámbito educativo en general,
existe un consenso acerca de la utilidad de esta metodología de enseñanza. El problema, claro,
está en que no se aplica en la práctica. De hecho, muchos países ya han adoptado la
enseñanza por indagación como parte de sus propósitos educativos en el área de Ciencias
Naturales. En la Argentina, los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios para el nivel primario
especifican diferentes situaciones de enseñanza enmarcadas en la indagación escolar:
La escuela ofrecerá situaciones de enseñanza que promuevan en los alumnos y alumnas (...) la actitud de curiosidad
y el habito de hacerse preguntas y anticipar respuestas (...) la realización de exploraciones sistemáticas guiadas por
el maestro sobre los seres vivos , el ambiente. Los materiales y la secciones mecánicas donde mencionen detalles
observados, formulen comparaciones entre dos o más objetos, den si propia explicaciones sobre un fenómeno , etc.
(...) la realización y reiteración de la sencillas actividades experimentales para comparar sus resultados e incluso
confrontarlos con los de otros compañeros (...) la producción y comprensión de textos orales y escritos (...) la
utilización de estos saberes y habilidades en la resolución de problemas cotidianos significativos para contribuir al
logro de una progresiva autonomía en el plano personal y social.
Naturalmente esta no es tarea fácil ni puede llevarse a cabo en pocas clases o incluso en un
solo año de trabajo. La capacidad de comprender y de involucrarse en este tipo de metodología
que, como mencionamos, conlleva la apropiación de una nueva cultura, requiere que los
alumnos puedan practicarla a lo largo de todos sus años de escuela. En otras palabras, los
alumnos no aprenden a indagar simplemente aprendiendo términos como hipótesis y
predicciones, o memorizando los pasos del método científico. Ni tampoco formulando hipótesis
o diseñando experimentos sin comprender que están haciendo ni por qué.
Enseñar a indagar requiere que el docente diseñe cuidadosamente situaciones para enseñar a
los alumnos competencias científicas. Y aquí volvemos a enfatizar la idea de enseñar
competencias porque es habitual escuchar que los alumnos “no saben” observar, argumentar o
interpretar texto científico. Como ya mencionamos, estas competencias no son espontaneas en
lo absoluto, y no se construyen simplemente estando expuestos a la oportunidad de observar,
argumentar o interpretar un texto científico.
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En palabras de la bióloga y educadora Laura Lacreu (2004), este tipo de aprendizaje
“No se da solo porque los alumno s discutan, hagan experimentos o busquen información.
Estos modos de conocer, al igual que los conceptos, son contenidos escolares y requieren
del diseño de estrategias de enseñanza y progresión de los procesos de enseñar y
aprendizaje”. En otras palabras, es preciso enseñarlas de manera intencional, planificando
actividades específicas y dedicando tiempo para ello.
Si queremos enseñar a observar, será importante guiar a los alumnos para que
encuentren los aspectos más relevantes del fenómeno y puedan priorizarlos sobre los
aspectos más secundarios; será importante también guiarlos en la comparación de
diferentes elementos para que se encuentren semejanzas y diferencias, y en el registro de
sus observaciones mediante dibujos o esquemas. Si queremos enseñar a diseñar
experimentos, será fundamental guiar a los alumnos para que propongan hipótesis e
imaginen formas de ponerlas a prueba, comparando los diseños propios con otros,
recolectando información de diversas fuentes, contrastando la información con los
conocimientos que se tenían de antes y revisando su validez. Si queremos enseñar a
argumentar (una competencia muy compleja), será necesario diseñar actividades
especificas en las que el docente enseñe a intercambiar puntos de vista diferentes y a
solicitar evidencias para sostener diferentes afirmaciones. De todo esto, nos ocuparemos
en el capitulo siguiente.
Para
recordar
Analicen una clase que hayan dictado recientemente en función de los tres modelos
didácticos discutidos (transmisión, por descubrimiento espontaneo y por indagación).
¿Cuál de estos tres modelos la representan mejor y por qué?
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