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La Rebelión Del Vacío. Epílogo para Ingleses

Este documento extiende digitalmente la edición en papel de La rebelión del vacío, una invervención textovisual de "La rebelión de las masas" en tiempos de coronavirus.

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Epílogo para ingleses

Red key: efecto=objetivo


Blue key: gobernanza=pérdida de soberanía

El 22 de Abril de 2020, el presidente del gobierno


compareció en sede parlamentaria para ampliar por tercera
vez el estado de alarma. Los medios de comunicación más
importantes del país cubrieron el evento en directo. A las
9:05 el diario Público (Agencias, 2020) actualiza por
primera vez este seguimiento, transcribiendo textualmente
una frase donde el presidente afirma: "Es la primera vez que
pido esta prórroga con un escenario de futuro
prudentemente optimista". A las 9:15 el periódico informa
de que Sánchez anuncia la nueva prórroga. A las 9:26, el
diario Público encabeza la actualización de la información
con un titular que reza textualmente: "La pandemia tiene
como objetivo acelerar cambios que ya venían de hace
años".

Desde ese mismo instante, y de la forma más oficial que


pueda considerarse en democracia al producirse en sede
parlamentaria, la crisis del coronavirus transformó su
naturaleza puramente sanitaria en una suerte de índole
política. El presidente del gobierno de España dotó a la
tragedia humana de un carácter instrumental, concibiéndola
206
como un catalizador capaz de acelerar una serie concreta de
cambios en un proceso de transformación social a plazo
indefinido.

“El instante de la expresión en las obras de arte no es la


reducción de las obras a su material en tanto que algo inmediato,
sino que está completamente mediado. Las obras de arte se
convierten en apariciones en el sentido pregnante, en apariciones
de otra cosa, cuando el acento cae sobre lo irreal de su propia
realidad. Su carácter inmanente de acto les confiere algo
momentáneo, repentino, aunque estén realizadas en sus materiales
como algo duradero. El sentimiento de ser asaltado que causa
toda obra significativa registra esto”. Ilustración y horror
(Adorno, 2004, p. 146)

A decir verdad, el presidente Sánchez no habló de


“objetivos” sino de “efectos”. El error en la transcripción no
es exclusivo del diario Público; El Confidencial incurrió en
el mismo desliz, en un tweet que borró posteriormente. No
sabemos si se trató de un lapsus freudiano por parte de
periodistas que interpretaron las palabras del presidente
malintencionadamente, o si quizás estos medios contaban
con un guion previo, proporcionado por el propio Gobierno
como suele ser habitual, que fueron transcribiendo sin
atender a la variación que pudo introducir el presidente
sobre la marcha. El detalle no es menor. Suponer
“objetivos” políticos a una crisis sanitaria constituye una
instrumentalización de la misma que obliga a considerar
implicaciones del todo turbias. Y sin embargo, en lo
esencial, cambiar “objetivos” por “efectos” no altera el
aspecto problemático de una afirmación política donde se
justifica la transformación de una crisis sanitaria en
catalizador urgente de cambios sociales.
Esta serie de cambios deseables hicieron “virtud” de la
“necesidad” pandémica. Concretamente, el teletrabajo, el

207
consumo digitalizado y la automatización del sistema
laboral y productivo no sólo han venido desde hace tiempo
para quedarse, sino que su implantación es tan necesaria que
urge acelerarla, razón por la cual, la pandemia las tuvo
como “objetivo” según el diario Público. Mención aparte
merece la voluntad de convertir a la pandemia en acelerador
“hacia la Gobernanza mundial". Porque esto vuelve a
presuponer varias cuestiones que en principio no aparecen
claras. En primer lugar, ¿qué instancia política de naturaleza
institucional designa el término “Gobernanza”? ¿En qué
sentido es algo tan sustancialmente diferente de un
“Gobierno”? Y de forma más concreta, ¿quién compone esta
institución? ¿Dónde reside? ¿Quién la elige? ¿Cómo es su
funcionamiento? ¿Qué mecanismos de control tienen sobre
ella las sociedades que se ven afectadas por sus decisiones?
¿A qué intereses representa? ¿Hasta qué punto concuerdan
los intereses del Gobierno con la Gobernanza, y hasta qué
punto entran en conflicto? ¿Qué sucede cuando estos
intereses colisionan? ¿Qué poder se impone a cuál, y bajo
qué mecanismos? Etc.
Como se puede ver, la declaración de las 9:26 horas del
miércoles 22 de Abril de 2020, constituye un hecho
histórico de orden moral y político. Al convertir a la
pandemia en medio de un fin político que desborda las
instituciones representativas de la soberanía popular, debiera
haber caído sobre el Congreso como una auténtica bomba.
Quizás, la propia presidenta de la Cámara debiera haber
interrumpido inmediatamente la sesión para requerir al
presidente del gobierno una aclaración sobre el tema de la
Gobernanza. O quizás, los propios portavoces de los
partidos de la Oposición debieran haber usado su turno de
palabra para inquirir al presidente del gobierno una
aclaración urgente. Sin embargo, nada de esto sucedió. A las
10:24, el portavoz del Partido Popular aprovechó su turno

208
de palabra para afirmar que votaría la prórroga del estado de
alarma por tercera vez, sin hacer la más mínima mención al
prodigioso evento de transubstanciación que había tenido
lugar, ni hacer salir de su boca la palabra “Gobernanza” para
revisar su significado en ningún sentido.

Diez minutos después, el rocoso posicionamiento


antigubernamental, tan habitual del partido de extrema
derecha, Vox, tampoco fue suficiente para hacerles referirse
a lo dicho en el más mínimo sentido.

Al filo de las 11 de la mañana, ERC tampoco comentó


nada. Ni siquiera tratándose de un partido tan proclive a
revisar los fundamentos institucionales del sistema político
español como partido independentista.

A la una de la tarde, el partido Ciudadanos usaba su


turno de palabra para afirmar que apoyaba la nueva

209
prórroga, pero avisaba al Presidente que no tomara su voto
como “un cheque en blanco”. Aval que extendió sobre su
bomba política, toda vez que ésta no mereció considerarse
en ningún sentido. Y ya sabemos que en el Parlamento,
como en la vida, el que calla, otorga.

En fin, huelga decir que el resto de representantes de los


otros partidos incidieron en esta misma actitud elíptica
respecto a la bomba política de las 9:26 horas. A las 13:30
Íñigo Errejón obvio el asunto. A las 16:33, Pablo Iglesias
calificó de “antipatriota” las críticas a la renta mínima sin
que mostrara la más mínima discrepancia o necesidad de
puntualización respecto a la bomba de Sánchez. A las 20:34
horas el Congreso autorizó finalmente la tercera prórroga
del estado de alarma.

Finalmente, a las 23:03, el diario Público cerraba su


crónica en directo de la sesión parlamentaria de ese día que
incluyó un evento histórico obviado por los representantes
210
del pueblo español, recogiendo la noticia de que dos gatos
habían dado positivo por coronavirus en los Estados Unidos.

Blue key: omisión=traición


Yellow key: Titanic=coronavirus

Cabría suponer que esta omisión general podría deberse


al alto grado de corrupción institucional que invade a
nuestra vida política. Y quizás, en esta misma línea, atribuir
a la prensa un papel de vigilante contrapoder donde
analizara, en rigor, los extremos de la declaración del
presidente Sánchez para fiscalizarla ante la Opinión Pública.
Sin embargo, los artículos de la crónica parlamentaria de ese
día en los principales periódicos nacionales, no contienen la
menor mención a la declaración de las 9:26 horas del
Presidente: Ni El País (Díez y Casqueiro, 2020), ni el ABC
(Sánchez, 2020), ni El Mundo (Cruz, 2020), ni La Razón
(Martínez, Macías, Gómez y Esteban, 2020), ni El Español
(Prieto, 2020), ni tampoco en las crónicas del propio diario
Público (A. Romero, 2020) o El Confidencial (J. Romero,
2020), que en su seguimiento en directo hablaron de la
intención de convertir la pandemia en “objetivo” para
acelerar transformaciones sociales profundas y hacia la
Gobernanza mundial. Hay que ampliar el rastreo a otro
diario de menor importancia, como el El Independiente,
para encontrar por fin una alusión a la declaración, si bien
presentada mediante un tono de neutralidad asertiva donde
sus palabras se dan por buenas de forma categórica. Así, en
su crónica del 22 de Abril de 2020 puede leerse (De la Hoz,
2020):
211
“Por otro lado, [El Presidente] se ha mostrado
esperanzado respecto a los pactos de reconstrucción social
y económica del país, aunque con un formato que no era el
propuesto por el Gobierno y le arrebata buena parte del
protagonismo que iba a tener. «Vamos a sentar las bases de
un acuerdo de futuro. De este diálogo debe salir un futuro
alentador que condicionará las bases de una nueva forma
de gobernar y de hacer política». Ha llegado la hora «de
unos nuevos modos políticos» que acelerarán cambios
como el teletrabajo, emergencia climática, digitalización o
la nueva gobernanza mundial”.

De las 11.268 palabras que componen los artículos de El


País, ABC, El Mundo, La Razón, Público, El Español, El
Confidencial y El Independiente, sólo una vez se menciona
la palabra “gobernanza”. 72 veces se repite la palabra
“Sánchez”, a lo que hay que sumar las 51 menciones a la
palabra “presidente”. Le siguen “alarma” (56) , “prórroga”
(53), “PP” (40), “congreso” (36), “ejecutivo” (35),
“España” (33), “reconstrucción” (32), “Casado” (31),
“desescalada” (27), “confinamiento” (23), “votos” (22),
“vox” (21), “erc” (20), “oposición” (18), “pnv” (16), “psoe”
(15), “prudencia” (15), “pablo” (15), “ciudadanos” (15) [en
referencia al partido político, no a la ciudadanía
representada por los diputados], “acuerdo” (15), y “crisis”
(14). Hay que bajar hasta las 13 repeticiones para encontrar
la palabra “coronavirus” junto con “voto”, “pactos”, “cup” y
“apoyo”. 12 menciones reciben términos como “social”,
“podemos”, “jxcat”, “debate” o “comunidades”. El desglose
sigue esta línea de términos pertenecientes a una categoría
político-institucional con incursiones puntuales de
terminología referente a fenómenos sociales y puramente
sanitarios, como las 10 menciones a “virus” y “sanidad”, las

212
9 menciones a “paseos”, “calle” y “menores” junto con
“populares” [referente al partido político, no a la calidad de
la gente representada en el Congreso], “bng” o “Abascal”.
Hay que bajar hasta las 7 menciones para encontrarnos con
el término “covid”, que todavía pugna infructuosamente por
sustituir al “coronavirus” en el imaginario colectivo, y que,
en el desarrollo de este relato en curso, comparte cifra con la
palabra “Titanic”.
En lo fundamental, este rastreo semántico pretende
demostrar la ausencia normativa de reflejo periodístico
respecto a la declaración de las 9:26 del Presidente. Así que
los medios de comunicación más importantes entendieron
que la transformación de la crisis sanitaria en oportunidad
política efectuada por el presidente del Gobierno en sede
parlamentaria no mereció ni exponerse, ni analizarse
críticamente. Por lo demás, esta impresión mediática parece
estar en sintonía con la propia publicación de la Sala de
Prensa del sitio web del Congreso para noticiar lo
importante de lo sucedido el 22 de Abril del 2020. Con un
total de 1.097 palabras, la nota de prensa no recoge mención
alguna a la palabra “Gobernanza”, ni a la declaración de las
9:26 horas. Por decirlo con palabras de Baudrillard, a lo
largo de los diferentes poderes sociales la declaración de
Sánchez “no tuvo lugar”, convirtiendo la necesidad de su
borrado de la realidad en posición hegemónica sobre el
asunto.

213
3

Red key: Gobernanza=hibridación


Blue key: reinvención=saludo al sol

¿Pero a qué se debe, entonces, la palabra “Gobernanza”?


¿Cómo podemos llegar deducir a qué se refiere ese término
si, ni el Presidente del Gobierno, ni los partidos de la
Oposición, ni la institución del Congreso de los Diputados,
ni los principales medios de comunicación se tomaron la
tarea de aclarar este extremo una vez que Sánchez fijó este
horizonte político como objetivo de la pandemia?
A decir verdad, la palabra “Gobernanza” fue usada por
Sánchez al menos un par de veces más en ese histórico 22
de Abril de 2020, si bien en un contexto diferente, como
puede encontrarse en el seguimiento en directo de la sesión
parlamentaria efectuada por ABC (2020).

Algo menos de seis horas después, a las 15:18 el


Presidente Sánchez volvió a usar la palabra “Gobernanza”
dentro de la expresión “gobernanza de la desescalada”, en
respuesta al portavoz del Partido Nacionalista Vasco. Se
entiende que para aludir, con dicho término, a una
coordinación interinstitucional entre el Gobierno de la
nación y los poderes gubernamentales autonómicos.

214
De hecho, algo más de una hora antes Sánchez había
vuelto a utilizar de nuevo la palabra “Gobernanza” para
aclarar al portavoz de ERC que el manejo de la desescalada
sería “compartido” institucionalmente, en otro intento por
tranquilizar al independentismo respecto a la existencia de
un margen de acción por parte de las autonomías frente a la
acción de poder político del Estado central.

Como se puede ver, la “gobernanza” remite a la


combinación negociada una acción política interinstitucional
que afecta a la sociedad en su conjunto. Y esto habrá que
215
extrapolar a nivel internacional por lo que se refiere a la
mención del término “Gobernanza mundial”, al hilo de un
discurso donde se nos aboca a la necesidad de reinventarnos
como “ciudadanía”.

Red key: reiteración=inexistencia

La palabra “Gobernanza” fue, pues, utilizada al menos


tres veces ese día en sede parlamentaria, mostrando un peso
cuantitativo por su frecuencia de uso similar al de palabras
como “epidemia”, “gobiernos”, “instituciones”,
“nacionalistas”, “regionales”, “ministerial”, o el propio
apellido del vicepresidente “Iglesias”. De haber supuesto
objeto de valoración cualitativa, los medios hubieran
hablado de la “Gobernanza mundial” como de una especie
de naturaleza política híbrida que remite a un juego de poder
interinstitucional. La pandemia posibilitaría, así, un
horizonte de futuro donde las decisiones políticas y su
aplicación social remitirían cada vez menos a un ámbito de
decisión nacional, mientras en lo sustancial, se iría
imponiendo un ámbito ampliado de decisión mundial a
poder ser con toda urgencia. Hubiera sido necesario inquirir,
216
por tanto, al Presidente para que explicara por qué entendía
que la Gobernanza, entendida como híbrido
interinstitucional, merecía, a su parecer, mejor valoración
que el actual marco articulado en torno a la centralidad del
Estado-nación, si éste es garante de la soberanía popular a
través de un medio representativo. Pero sobre todo hubiera
sido necesario que el Presidente ofreciera, de forma
inmediata, una descripción detallada de los términos
concretos en que habría de darse esta nueva combinación de
poderes políticos estatales y supraestatales. Ya que la
superación del Estado-nación supone el desbordamiento de
la garantía institucional del respeto a la necesidad de que el
poder político emane de la soberanía popular. Esta soberanía
popular es precisamente lo que queda en riesgo de diluirse o
perderse por el camino con la aceleración hacia la
Gobernanza por medio de una pandemia. Por ello tendría
que haberles faltado tiempo, a todos los partidos de la
oposición, a todos los medios de comunicación, y a
cualquier sujeto con espíritu democrático y crítico para
inquirir al presidente cuestiones básicas como las que
siguen: ¿Qué instituciones internacionales formarían parte
de la Gobernanza mundial? ¿En calidad de qué adquieren,
sus integrantes, un derecho de decisión radicalmente
representativo? ¿Dónde empiezan y terminan los niveles y
temas de decisión concreta de cada institución internacional
participante en la relación de negociación con un Estado
cuyo poder todavía emana de esa soberanía popular
asegurada, de forma empírica y directa, a través de procesos
electorales, en un marco de democracia representativa?
Todo se omitió por parte de los poderes ejecutivo,
legislativo y medios de comunicación, y por eso el 22 de
Abril de 2020 es una fecha nefasta en un sentido
democrático. Y sin embargo, todo esto sólo es parte de lo
que se omitió.

217
5

Red key: Estado=soberanía popular


Blue key: relaciones=poder
Yellow key: ontología=metafísica

Ya que nuestros poderes representantes no dieron cuenta


de qué es la Goberanza, repasemos su ontología a través de
las conclusiones obtenidas en un volumen dedicado a
dilucidar tal cuestión (Hewson y Sinclair, 1999). James N.
Rosenau ofrece, en este sentido, un interesante apunte sobre
todo lo planteado previamente. Gracias a esta rara voluntad
de abordar el tema de la Gobernanza global desde la raíz de
su propio ser, Rosenau pone en el centro la naturaleza
institucional del nuevo constructo en relación a la
preeminencia histórica y cultural de los Estados-nación. Lo
primero que choca al comparar su reflexión con este
Epílogo es que, en ella, se comparte la idea de que “acelerar
el ritmo” de establecimiento de la Gobernanza es algo
positivo que podría llegar a hacerse “con suerte” (Hewson y
Sinclair, 1999, p. 289).
También como en este Epílogo, Rosenau contempla que
su reflexión sobre la naturaleza de la Gobernanza choca con
el problema de los Estados como instancias detentoras de la
soberanía, de forma que una renegociación de poderes entre
los Estados y otros actores globales abre diferentes
conflictos. Significativamente, Rosenau aborda este
problema deslegitimando a priori a quienes defienden la
necesidad de vigilar la pérdida de soberanía estatal,
caracterizados en su texto con términos relacionados con las
malas hierbas y posicionamientos rígidos y obsoletos,
obstinados en anclarse a una “vieja ontología” (Hewson y
Sinclair, 1999, p. 297). También en la línea de este Epílogo,
Rosenau reconoce la incógnita que se abre al considerar qué
218
hay detrás de la noción de Gobernanza, a la que llama
"entidad amorfa". Rosenau asocia esta dificultad a "la
insuficiencia de nuestras formas de pensar, escribir y hablar
de gobierno", nuevamente en relación con "la noción de que
los Estados y los gobiernos nacionales” que “son el
apuntalamiento esencial de la organización mundial" como
"las entidades en la base de lo político"(Hewson y Sinclair,
1999, p. 287). A partir de aquí, Rosenau elabora un conjunto
de términos que permitan considerar la dinámica de
globalización y las formas de adaptación necesarias en
términos de poder, jugando en ocasiones con neologismos
que conjugan términos tradicionalmente contradictorios. Por
ejemplo Rosenau habla de lo “fragmegrativo” como una
suerte de integración a través de la fragmentación. También
se refiere a concepciones supuestamente avanzadas del
poder basadas como "poliarquia", "panarquía" o
"colibración" (Hewson y Sinclair, 1999, p. 292),
enfrentando tal campo semántico a la "erosión de la
autoridad estatal" (Hewson y Sinclair, 1999, p. 288), que se
plantea como un hecho incontrovertible en un contexto
internacional concebido como un conjunto de esferas
parcialmente multinterseccionadas. A partir de aquí el texto
de Rosenau se dedica a argumentar la necesidad de superar
la consideración de los Estados “como únicos actores en el
escenario global” a través de una “fina línea”, que permita
involucrar en ámbitos de decisión política a "un amplio
rango de actores nogubernamentales". Esta nueva relación
no sólo incluye el reconocimiento de estos otros actores,
sino su equiparación con los Estados, lo cual resulta crucial
al comprender las implicaciones de la ontología planteada
por Rosenau en términos de soberanía. Dice el autor que
"los Estados y los gobiernos no deberían ser tomados como
primeros entre iguales, sino simplemente como actores
importantes". De forma elocuente, esta condición queda

219
relacionada con la superación de la necesidad de responder a
un viejo principio de soberanía. Dice Rosenau: "Sí, los
Estados mantienen sus derechos soberanos, pero [...] con la
creciente difusión de autoridad, los Estados no pueden
basarse por más tiempo en su soberanía como la base para
proteger sus intereses" (Hewson y Sinclair, 1999, p. 292). Y
de hecho, el autor se atreve a afirmar que alguna de estas
"entidades pueden haber suplementado, o quizás incluso
suplantado, a los Estados como fuentes primeras de
gobernanza a escala global" (Hewson y Sinclair, 1999, p.
294).
Así que Rosenau reconoce todas las premisas que
convierten a la concepción de una institución transnacional
alternativa a los Estados como un posible problema,
comenzando por la recolocación del tema de la soberanía y
la sustitución de la institución que asegura su
representación. ¿Pero cómo puede llevar a cabo el autor este
movimiento argumental más allá de la exhibición de
términos tan sofisticados como inherentemente
contradictorios? La clave consiste en asignar a la noción de
autoridad la necesidad de referirse a una pura realidad
"relacional" sin considerar que las relaciones son siempre de
poder, obviando, por tanto, las tensiones de dominación que
éstas incluyen (Hewson y Sinclair, 1999, p. 295). En este
punto Rosenau cae en cierto idealismo, pese a que su texto
comienza poniéndose la venda de afirmar que, por el hecho
de tratar el tema ontológico, sorteará la herida metafísica.
Rosenau nos ofrece, por tanto, una caracterización
elocuente de la forma en que se considera la noción de
Gobernanza. Por un lado incurriendo en el idealismo
necesario para sortear el problema de legitimación política
que aparece al presentar actores cuya vinculación con la
noción de soberanía no está contrastada. Y por otro,
imponiendo las dinámicas de establecimiento de autoridad

220
como un hecho dado, que encuentra en la propia situación
política generada por la pandemia un ejemplo tan ilustrativo,
que la convierte en categoría. Dice Rosenau que la
efectividad de la autoridad ejercida por y para la
Gobernanza "depende de la respuesta de aquellos a quienes
se dirige la autoridad. Si responden, entonces se puede decir
que la autoridad es operativa" (Hewson y Sinclair, 1999, p.
295). No hay quizás mejor forma de anticipar lo vivido en
esta pandemia a modo de afirmación aplastantemente
pragmática.
Básicamente Rosenau concibe un ámbito de poder donde
la soberanía de los Estados puede y debe ser, no sólo
suplementada, sino “suplantada” con la mayor urgencia
posible. Y dictamina que si se puede imponer prácticamente
un ejercicio de autoridad en este sentido, este hecho
refrenda la legitimidad del mismo. No plantea Rosenau en
ningún momento de su escrito que la soberanía estatal es
una referencia que trasciende el límite territorial, de forma
que lo demarcado por éste se refiere a las sociedades
humanas que lo habitan particularmente, y que encuentran
en su instituciones políticas una forma democrática de
representar sus intereses mayoritarios.
Esta peligrosidad es la detectada ante la declaración del
presidente Sánchez el 22 de Abril de 2020, al afirmar que el
efecto de la pandemia conllevaba la aceleración hacia
formas de Gobernanza mundial sin necesidad de dar más
explicaciones, ni de recibirlas por parte de los otros partidos,
la Cámara del Congreso, los medios de comunicación o la
ciudadanía. Este puro pragmatismo arrojado sobre la
pandemia y sobre la ausencia de justificación alguna,
impuesto en el propio éxito de acompañarse por su borrado
mediático y social, extiende su definitivo velo de ironía
cuando el repaso al Prefacio de las “Aproximaciones a la
teoría de la Gobernanza global”, lo primero que se nos

221
advierte es un deseo de “enfatizar que no hay por qué
considerar la gobernanza global real como necesaria o
beneficiosa. La gobernanza global no es un bien político en
sí mismo o una solución para los problemas del mundo”
(Hewson y Sinclair, 1999, p. 9). La verdad es que para no
querer dictaminar tal idea, el discurso del libro termina
conjugando un escamoteo de cuestiones democráticas
fundamentales y una imposición de la autoridad por la
fuerza de los hechos que traiciona radicalmente su voluntad
inicial, al punto de convenir la posibilidad aún más
tempranamente expresada de idea la “Gobernanza sin
Gobierno” (Hewson y Sinclair, 1999, p. 6).

Red key: filantropía=excusatio


Blue key: excusatio=accusatio
Yellow key: accusatio=agencia

En su estudio ontológico de la Gobernanza, Rosenau


indica hasta diez tipos de integrantes distintos en la nueva
institución aparte de los Estados, incluyendo ONGs, actores
no estatales, actores de libre soberanía, redes de “asuntos”,
redes políticas, movimientos sociales, sociedad civil global,
colaciones transnacionales, lobbies transnacionales y
comunidades epistémicas (Hewson y Sinclair, 1999, p. 297).
Hasta el momento hemos abordado el problema político
intrínseco del desbordamiento del Estado como marco de
soberanía popular articulada democráticamente. Pero esta
cuestión no agota el problema. La cuestión es, también, qué
222
actores entran en juego cuando la autoridad puede ejercerse
por la fuerza de los hechos al punto de suplantar a los
Estados, y a qué intereses responden. Lo que surge a
continuación de comparar este tema con lo sucedido en esta
pandemia, es la evidencia de que este juego de integrantes
difusos cristaliza en la presión ejercida por los lobbies
corporativos a través de su cara amable: las Fundaciones.

Tres días antes de la histórica declaración de las 9:26 del


presidente Sánchez, El Diario de Navarra publicaba una
noticia cuyo título rezaba, “La OMS queda en manos del
respaldo internacional y la filantropía de Bill Gates”
(Ribera, 2020a). La información, firmada por Anje Ribera,
aparecía clonada en diferentes periódicos con variaciones
mínimas de titular y día de publicación, al tratarse de una
noticia de agencia. Así, por ejemplo, ese mismo día apareció
la noticia el Correo Vasco (Ribera, 2020b) y Diario Sur
(Ribera, 2020c), que retitularon la noticia manteniendo la
autoría de Ribera como “La OMS queda en manos del
respaldo internacional y la generosidad de Bill Gates”.
También ese día, La voz de Galicia tituló: “La OMS queda
en manos del altruismo de Bill Gates y otros benefactores”
223
(Ribera, 2020d). Por su parte el Diario de Tarragona
publicaba un día después de forma más escueta, “La OMS
queda en manos del altruismo de Bill Gates”, atribuyendo
esta información a Agencias (2020).

224
225
Al resaltar la idea que emerge como denominador común
de todos ellos, el titular queda como sigue: “La OMS queda
en manos de Bill Gates”. No hace falta ser un experto del
lenguaje para entender que la expresión “quedar en manos”,
dota a la información sobre la nueva relación establecida
entre Bill Gates y la OMS, de ambiguas connotaciones
polisémicas pertenecientes al campo semántico de la
posesión. Algo “en mis manos” es algo que yo poseo, o que
depende de mí, o que, en suma, queda en mi ámbito de
dominio. Si alguien leyera cualquiera de estos titulares por
encima y quedara con la vaga idea de que la OMS ha pasado
a pertenecer a Bill Gates, tampoco podríamos culparlo
demasiado.

226
En su interior, el artículo también muestra puntos
cuestionables. Armado a través de una oposición falaz entre
las figuras de Bill Gates y Donald Trump, el texto presenta a
la OMS como víctima de la “decisión” del presidente
americano, “de retirarle la aportación económica”, lo cual
“abre serias incógnitas sobre su viabilidad”. Teniendo en
cuenta que Trump ha sido caricaturizado ad nauseam como
villano global, puede aparecer Bill Gates como héroe
financiero al rescate a través de esta reductio ad Hitlerum.
Así que para cuando el artículo afirma que “no parece
demasiado arriesgado afirmar que la OMS queda a expensas
de la generosidad de algunos millonarios”, que ésta “caiga
en manos” de magnates privados casi produce alivio.
En todo caso, la dependencia financiera de un organismo
perteneciente al paraguas de las Naciones Unidas, no es algo
que surja de la coyuntura concreta de la crisis del
coronavirus. Tal posibilidad está implícita en la propia
naturaleza institucional de las organizaciones
supranacionales de orden global armadas tras la Segunda
Guerra Mundial, por el propio desarrollo histórico de su
sostenimiento financiero. El propio artículo se encarga de
hacer un repaso en este sentido, recordando la fundación de
la OMS en 1948 y su presupuesto aproximado de 4.500
millones de euros para el bienio 2020-2021. Pese a “las
contribuciones obligatorias que hacen sus 194 Estados
miembros”, “este dinero apenas sirve para sufragar” gastos,
por lo que las donaciones privadas son más una necesidad
estructural que un complemento de la institución. Aquí es
donde destaca la Fundación Bill y Melinda Gates, “que
aporta casi un 10% a este organismo que dedica la mayor
parte de sus fondos a África, el continente que más sufrirá la
decisión de Trump”.
Como se ve, el artículo es un traje a medida para
convenir la posición de dominio de Gates en la OMS como

227
mal menor, si no como hecho felicísimo directamente. Al
final no sabemos si la afirmación de que “la OMS queda en
manos […] de Bill Gates” funciona como una especie de
lapsus freudiano, donde el periodista trasluce una
intencionalidad de forma inconsciente que remite a una
interpretación del todo inaceptable en términos de
institucionalidad democrática, o bien como un colofón para
aceptar la idea de que una institución global ha pasado a
manos privadas de forma tan abierta como disonante.
Quizás por hacer este tipo de periodismo, Anje Ribera se
presenta a sí mismo en twitter a través de una epatante frase
donde afirma: “Me engaño creyendo que soy periodista”
(Ribera, 2020).

Red key: epidemia=guerra


Blue key: hospital=frente bélico
Yellow key: médico=héroe

Asumiendo la actual preponderancia de Bill Gates en el


seno de la OMS, cabe aceptar que la opinión del fundador
228
de Microsoft equivale al enfoque oficial de esta institución.
Encontrar puntos de consonancia entre los discursos de Bill
Gates y el presidente Sánchez habilitaría, por tanto,
principios de entendimiento entre instituciones llamadas a
relacionarse en un marco de Gobernanza. Pues bien, la
consonancia central entre los discursos de Gates y Sánchez a
propósito de la forma más adecuada de atajar la crisis
pandémica, consiste en comprenderla a modo de situación
bélica.
Si hay algo que el presidente Sánchez ha reiterado desde
que declaró el estado de alarma, es su voluntad de enmarcar
expresamente el problema del coronavirus como una suerte
de contexto de guerra. Este marco bélico ha sido secundado
por El País como medio de comunicación hegemónico, con
todo tipo de instrumentos periodísticos. Y ésta es,
precisamente, la idea central que se desprende del ya
histórico discurso de Bill Gates colgado por el TED el 3 de
Abril de 2015, donde anticipaba la necesidad de prepararnos
globalmente para un futuro asolado por la aparición de
pandemias. Según la propia transcripción del TED, Gates
comienza su charla recordando la idea de guerra nuclear
como el “desastre más temido” de su generación, y describe
el sótano de su casa repleto de provisiones por si llegaba a
darse tal situación. Gates prosigue afirmando que “hoy, la
mayor catástrofe mundial no se parece a esto. Más bien,
[…] si algo ha de matar a más de 10 millones de personas en
las próximas décadas, probablemente será un virus muy
infeccioso más que una guerra. No misiles, sino microbios”.
La analogía bélica de la reacción frente a una pandemia se
retoma cinco minutos después, hablando de la rapidez con
que pueden activarse unidades móviles de la OTAN, así
como con el uso de reservistas y de simulaciones, algo en lo
que pone un repetido énfasis. Gates cierra la charla con una
invitación a “alistarnos” en la tarea de prepararnos para la

229
próxima pandemia (Gates, 2015). Y éste es el marco
argumental usado precisamente por Sánchez y El País, es
decir, el marco hegemónico para fijar la comprensión
simbólica de la pandemia en nuestro imaginario colectivo en
un sentido lakoffiano.
El arranque de la formulación bélica de la pandemia se
inicia por parte de Sánchez el 21 de Marzo, refiriéndose a
los médicos como “primera línea del frente”, una semana
después de decretar el estado de alarma. Un día después, El
País dedica un artículo a este tema con un titular que deja en
manos de uno de los médicos, la tarea de etiquetar
bélicamente su trabajo. Mientras el periódico habla de que
“los médicos se baten en la UCI”, una supuesta declaración
de uno de ellos afirma que “Es la guerra de nuestra
generación” (Linde y Martín-Arroyo, 2020). El 10 de
Marzo, El País Semanal dedica un extenso reportaje a este
mismo enfoque, con una dramática descripción de la
situación hospitalaria que se está viviendo, preñada de
analogías con el frente de guerra en un alarde retórico que
maneja sin ambages un tono de pornografía emocional
(Rodríguez, 2020). Tres días antes, el 7 de Abril otro
artículo informa sobre la situación en la UCI con mayor
número de camas habilitadas de toda España a partir de un
titular construido con la declaración de otro médico que
afirma: “En la guerra no hay horarios. Aquí tampoco”
(Mouzo, Battista y Microni, 2020). El 15 de Abril, el
suplemento Planeta Futuro de El País publica un artículo
centrado en la República Centroafricana cuyo título reza,
“Covid-19: Un país sin camas de UCI, en guerra, con
epidemia de sarampión y, ahora, la amenaza del
coronavirus” (Zuccalà, 2020). Ese mismo día otro artículo
de Opinión se pregunta si “es posible que hayamos
comenzado la Tercera Guerra Mundial” (Fornari, 2020). La
idea de convertir la pandemia en la versión actual de las

230
Guerras Mundiales del siglo anterior, circula por tanto del
TED 2015 a su formulación periodística, redundante y
expresa.
La lista sigue y sigue. El 12 de Abril, un artículo recoge
una declaración del presidente del Gobierno donde afirma
que “Nadie puede ganar solo esta guerra” a cuenta de la
necesidad de acuerdo político con la Oposición del PP
(Marcos, 2020). Cinco días antes, un artículo de opinión
titula “Despertar después de la guerra” a una reflexión
donde afirma que, “uno tras otro, los mandatarios terminan
por tocar los tambores de guerra y convocarnos a esta
batalla colosal contra el coronavirus” (Díaz Álvarez, 2020).
El 22 de Abril, un artículo en el suplemento económico
Cinco Días recoge las declaraciones de Escarrer, consejero
de Meliá, en un titular que afirma que “El coronavirus va a
tener el mismo impacto que una guerra para el turismo”
(Molina, 2020). Cuatro días antes, un artículo muestra el
titular “Coronavirus: Economía de guerra”, para hablar de la
situación de la eurozona (Ubide, 2020). Diez días después se
difunde una noticia de Agencia donde Sánchez afirma que
“Europa debe poner en pie una economía de guerra" (Efe,
2020). Han pasado más de veinte días desde que, el 6 de
Abril, El País publique un artículo de opinión que se titula
“Y tras la guerra, la posguerra” (Gassiot, 2020). Siete días
antes se repasa el drama humano que supone no poder
despedirse de alguien que ha fallecido oficialmente por
coronavirus en un artículo de opinión titulado “Coronavirus:
Cuando la guerra te toca” (Fuentes, 2020).
Este seguimiento ni siquiera es exhaustivo. Pero la
traducción bélica del coronavirus ni siquiera se agota con la
comparación en positivo, sino que su refutación constituye
también su refuerzo pragmático en términos de framing, de
igual forma que, siguiendo el famoso título del texto de
Lakoff, invitar a no pensar en un elefante es obligarte a

231
hacerlo. En este sentido El País presenta una serie de
artículos que refuerzan el framing bélico de la crisis
sanitaria de forma sistemática a costa de criticarlo. El 26 de
Marzo, Josep Ramoneda (2020) denuncia “El discurso de la
guerra”, mientras esta titulación refuerza el propio objeto de
su crítica de forma disonante. El 3 de Abril Nuria Labari
(2020) escribe una Tribuna que titula “Esto no es una
guerra”, advirtiendo en el subtítulo de que “es peligroso que
se utilice esta metáfora porque se trata de una imagen
políticamente inflamable y peligrosa”. Ese mismo día, un
artículo de Ramón Lobo (2020) se refiere en su título a “El
virus y el lenguaje militar”, afirmando en su subtítulo que
“No hay trincheras, ni primera línea. Ni siquiera, enemigo.
Solo es un virus” [la cursiva es nuestra]. El 7 de Abril
Michael Harder (2020) escribe una Tribuna donde se
manifiesta “Contra el uso del concepto de guerra”, con el
mismo resultado lakoffiano contrario al deseado que en los
anteriores ejemplos.
Aparte de todo esto, El País dedicó otra diversidad de
artículos a conectar guerra y coronavirus de forma más o
menos circunstancial o periférica. El 28 de Marzo, un titular
de Economía hace un juego literario al relacionar “La crisis
del coronavirus y el arte de la guerra” de Sun Tzu (Noceda,
2020). El 6 de Abril, un artículo de Sociedad repasa el
drama sanitario desde el punto de vista de la memoria
histórica en un artículo titulado: “Abuelos al rescate: la
generación de la guerra frente al coronavirus” (Rincón y
Oliva, 2020). David Trueba (2020) vuelve a incidir en este
mismo enfoque un día después, en un artículo titulado “Los
niños de la guerra” –civil. El 19 de Abril se abordan
aspectos de cultura y nacionalismo catalán con un titular que
reza, “Guerra, religión y coronavirus: cuando Sant Jordi se
quedó sin ser el Día del Libro” (Segura, 2020). El 20 de
Abril un artículo sobre Tecnología usa la palabra “guerra”
232
para enmarcar un tema de competencia mercantil, titulado,
“La guerra de la app de rastreo del virus: investigadores y
gobiernos europeos compiten por su opción” (Colomé,
2020). El 29 de Abril otro artículo sobre Ciencia hace el
mismo ejercicio titulando un artículo “Guerra de datos entre
médicos y la empresa farmacéutica Gilead” (Domínguez,
2020).
El colmo de esta muestra periodística viene dada por otra
serie de artículos donde la pandemia se trata en un contexto
realmente bélico, produciéndose una peculiar redundancia
entre lo literal y lo metafórico. Por ejemplo, el 27 de Marzo
un artículo afirma en un título que “El virus aplaca guerras
interminables” para anunciar la alteración de los conflictos
bélicos que ha propiciado la expansión de la pandemia
(Espinosa, Sanz y Naranjo, 2020). El 5 de Abril un artículo
trata esta cuestión concreta por lo que respecta a Siria
(Reynders, 2020). El 9 de Abril se habla de que Finlandia
abre los almacenes secretos de la Guerra Fría”, relacionando
este hecho con la crisis del coronavirus (Cebrián, 2020). El
20 de Abril se publica una noticia donde se presenta el caso
de “Un veterano de guerra de 99 años” que “luchó en la
Segunda Guerra Mundial, en India y Birmania, y ahora ha
querido enfrentarse al coronavirus” recaudando “28
millones de euros con su andador” (Domínguez, 2020a).
De lo sustancial a lo accidental, de lo afirmado a lo
negado, de lo dramático a lo pintoresco, la sociedad recibió
en tiempo record un volumen de información descomunal,
dedicada a convertir en guerra la crisis pandémica. Si el
TED del 2015 de Bill Gates tenía por objetivo básico
sembrar esta idea, desde luego, en España esa batalla la
libraron el propio Ejecutivo y el periódico hegemónico,
concordando totalmente en términos culturales, y
manejando en lo sustancial, un objetivo idéntico.

233
8

Red key: epidemia=progreso


Yellow key: progreso=beneficio

El presidente del gobierno español y Bill Gates coinciden


en el objetivo cultural de convertir la crisis sanitaria del
coronavirus en símbolo bélico. Pero además, cuando
entramos de forma específica en la declaración de las 9:26,
hay otro punto fundamental de coincidencia entre los
discursos de ambos líderes. Como Sánchez, Gates también
ve en la pandemia una oportunidad de progreso social.
Poco menos de un mes antes del 22 de Abril de 2020, el
25 de Marzo la organización TED organizó un encuentro
con Bill Gates, en parte como respuesta al enorme interés
suscitado por su conferencia de 2015 tras la crisis del
coronavirus. En él tiene lugar una conversación dominada
por un tono de pleitesía hacia el magnate, a quien se acude
casi como si fuera un oráculo que pudiera orientarnos en
medio de la catástrofe. El entrevistador, Chris Anderson,
comienza por equiparar a Gates con el ciudadano medio,
preguntándole si está “básicamente confinado en casa como
muchos de los que estamos viéndolo”, e inmediatamente
comienza por resaltar la importancia del vaticinio del Gates
hace cinco años.
De forma fluida y aparentemente casual el encuentro va
construyendo un discurso sobre la pandemia y sus
consecuencias que se apoya en los siguientes puntos. Existe
una forma adecuada de actuar para evitar un número
“gigantesco” de muertes, comparado de forma expresa con
la “situación de gripe de 1918”. Esta forma pasa por dos
medidas a corto plazo, basadas en el test y el aislamiento. A
más largo plazo, Gates menciona la necesidad de apoyarnos
en herramientas de simulación que él llama “juegos
234
epidémicos” [disease games], apuntando que su charla de
2015 estaba apoyada en una “simulación de gripe”
desarrollada por su Fundación. Con esta base, en el minuto
43 resalta “la cantidad de innovación que puede conectarse
y trabajarse” hoy en día, para afirmar que pese a la situación
se siente, textualmente, “superpositivo”. Y es entonces
cuando declara que él “ve progreso en todas estas
epidemias, continuamente” (Gates, 2020).

“Lo nuevo es hermano de la muerte”. Filosofía de la historia de lo


nuevo. (Adorno, 2004, p. 52)

235
THE CONFLUENCE

Green key: arte=epidemia


Yellow key: utopia=Gobernanza
Blue Key: progreso=progreso

Incluso comprendiendo esta declaración en su contexto


no deja de sorprender, obligando a considerar si no resbala
por ella un enfoque instrumentalizador no del todo legítimo
a modo de lapsus, donde se revelan intencionalidades y
objetivos que no encajan exactamente con el bien común y
el interés general. Parece evidente en todo caso, que
Sánchez y Gates comparten también la idea de amortizar la
crisis sanitaria, convirtiéndola en oportunidad de progreso.
En su declaración de las 9:26, Sánchez apuntaba el objetivo
de la pandemia de acelerar cambios en campos diversos
como el teletrabajo, el consumo, la digitalización, la
automatización y las formas de gobierno. Un mes antes,
Gates ve “progreso” continuamente en las epidemias,
apuntando en todas estas direcciones de desarrollo social
durante su conversación del TED. Así, los cambios en la
digitalización y el teletrabajo están planteados desde el
inicio hasta el final de la conversación, primero de forma
implícita, y al final explícitamente. Gates comienza por
afirmar lo “afortunado” que se siente al poder “conectar con
videoconferencia usando Teams”, lo que permite “mantener
a la Fundación en funcionamiento”. En la siguiente
respuesta reitera el uso de Teams, en lo que supone el
segundo emplazamiento de producto de la app de Microsoft
236
en menos de un minuto, aseverando que la eficiencia laboral
a través del teletrabajo es ya una realidad posible. Cuando
preguntan a Gates “qué puede hacer la gente
individualmente desde casa, ahora mismo, para intentar
ayudar”, el magnate deriva esta cuestión hacia el poder de
de los medios digitalizados. Apelando a la noción de
“creatividad”, Gates recurre a la ejemplar capacidad de
adaptación que están mostrando esos “niños forzados a
formatos [de enseñanza] online allí donde los sistemas
escolares no estaban realmente preparados para esto”. El
ejemplo propuesto por Gates tiene tres implicaciones. En
primer lugar denuncia el retraso de los sistemas escolares
frente a las condiciones de digitalización a las que obliga la
pandemia como crisis paradigmática del nuevo siglo. En
segundo lugar celebra la capacidad de adaptación de las
jóvenes generaciones a esta nueva situación, en detrimento
implícito de mentalidades obsoletas. Y en tercer lugar,
presupone el efecto de catalizador de la crisis para acelerar
este proceso de adaptación en el ámbito concreto de la
escuela. En este contexto, el “sentido de creatividad”, al que
apela Gates, aparece como un fetiche conceptual, recogido
del discurso estético y contracultural. Su asimilación por los
discursos de dirección empresarial característicos del
neoliberalismo y el capitalismo cognitivo será retomada en
los últimos Apéndices de este libro.
En pos de un elogio progresivo hacia la conexión social a
través de la distancia física, extremo “para lo que internet
fue construido”, el presentador se imbuye un espíritu
desbordado en un redundante encadenamiento de anáforas,
donde termina por afirmar: “Podemos esparcir amor.
Podemos esparcir ideas. Podemos esparcir relaciones.
Podemos esparcir pensamiento sin esparcir un peligroso
microbio”. Menos de un mes después, el presidente del
gobierno español va a declarar la necesidad de acelerar una

237
transformación social hacia la digitalización gracias a la
pandemia.
La relación entre pandemia y progreso permite, durante
el TED de Marzo, contraponer falazmente las ideas de
“política” y “ciencia” como si se tratase de campos de
acción excluyentes. Esta contraposición está impulsada
inicialmente por los propios comentarios de Gates, que
comienza por responsabilizar al gobierno americano de
generar una situación “bastante caótica” por no “haberse
asegurado sobre la capacidad de hacer tests”, a lo que el
entrevistador apunta el deseo de “contar con dinero
gubernamental para actividades clave”. No obstante, es de
nuevo el entrevistador quien va a cargar las tintas retóricas
para resaltar este tema, preguntándose si “escucharán los
líderes importantes a los científicos”, en quienes recae la
capacidad “milagrosa” de “comprender este virus”.

“Se puede llamar historia al contenido de las obras de arte.


Analizar las obras de arte significa captar la historia inmanente
almacenada en ellas.” Explosión (Adorno, 2004, p. 153)

El entrevistador, progresivamente arrebatado por su


propio discurso, afirma por segunda vez que el logro
científico “le resulta algo milagroso, por lo que
aprenderemos cómo prestar la atención necesaria a los
científicos”. La apreciación está hecha en un contexto donde
se contrapone de forma expresa a “científicos, ahí fuera,
diciendo que viene un enemigo enorme”, con “políticos
respondiendo: no, paso”. “Por el amor de dios, políticos,
¡actuad!”, clama el entrevistador. Y así prosigue en su
función de maestro de ceremonias, hasta culminar con una
pregunta a Gates que tiene mucho de retórica: “¿Ves un
escenario donde esto impacte en los políticos al punto de

238
cambiar sus ideas priorizando la ciencia sobre todo? ¿O esto
es pedir demasiado?”
En realidad esto es pedir exactamente lo mismo que el
presidente Sánchez y Gates han planteado tomando por
causa la pandemia del coronavirus. Es decir que la
conversación del TED de Marzo presenta un discurso donde
se desarrolla argumental y emocionalmente la idea que
convirtió en histórica la declaración de las 9:26 del 22 de
Abril del presidente Sánchez, y demuestra que los discursos
del presidente del gobierno y del fundador de una
corporación privada, “en cuyas manos ha quedado la OMS”,
están fundamentalmente alineados.
Pero si este alineamiento entre la declaración del
presidente Sánchez y lo que envuelve al TED de Marzo con
Bill Gates es fundamental, ¿dónde queda en este último caso
la apelación a la idea de Gobernanza mundial? Por lo que
significa vagamente la apelación a este término cuyo
contenido político está por definirse, es de nuevo el
presentador quien expresa “qué importante es que las
naciones del mundo colaboren ahora mismo” contra un
“enemigo común” de la “humanidad”. El presentador aclara
que este enemigo “no sabe si cruzó una frontera. No conoce
la raza de la gente ni qué religión profesan. Él sólo sabe que
aquí hay un humano”. Tras lo cual culmina con una
apelación directa al entrevistado: “¿Qué tienes que decir a
esto, Bill? ¿Ves signos de cooperación o estás también
preocupado?” Por supuesto Bill no está preocupado porque
los Estados son el problema con sus fronteras artificiales, y
Gates es la solución. Así que el magnate comienza por
desdramatizar, aportando un tono sereno, tras lo cual, lanza
signos de solidaridad esperanzadora: “Veo que países
recuperados pueden ayudarse unos a otros, y eso es
fantástico”. Semejante vaguedad se completa con otra
respuesta a una pregunta sobre “cómo pueden nuestros

239
gigantes técnicos y líderes [políticos] jugar un papel para
aislar y contener este virus”. Gates se desentiende del
liderazgo político, y responde directamente que “las
compañías tecnológicas están muy involucradas en asegurar
que la gente pueda trabajar”, “mantenerse en contacto” y
“dar visibilidad numérica” que ayude a resolver el problema
“con algún modelo epidémico”. La guinda al pastel de la
solución tecnológica abunda en resaltar la generosidad
económica de su Fundación. “Ya sabes”, al aportar
“rápidamente 100 millones para ayudar con [la producción]
de todas las piezas: Tests, material terapéutico y vacunas”.
Cuando el entrevistador se despide del filántropo afirmando
que “fue realmente maravilloso escucharle” casi diríamos
que se ha quedado corto en su alabanza.
La conversación con Gates no menciona expresamente la
palabra “Gobernanza”, pero pone sobre la mesa todos los
elementos necesarios para suponerla y, sobre todo, para
reclamarla justo en la línea expuesta por Rousenau unas
páginas más atrás. Para ello, dicha conversación bebe del
creciente descrédito sufrido desde hace décadas por la
política institucional, agravado tras una crisis económica
aún reciente que terminaría revistiéndose de corrupción
sistémica en 2008. Este factor simbólico sobrevuela la
conversación a modo de subtexto, facilitando la
contraposición entre el paradigma del Estado-nación y la
corporación privada como alternativa. Lo peculiar de todo
este esquema es que invierte la relación tradicional de cada
uno de estos polos respecto al interés general. Con todos sus
defectos, podredumbres y corruptelas, el Estado-nación
constituye una instancia articulada en torno a un principio
de soberanía popular de donde emana el poder político, y a
cuyo principio se deben las instituciones que lo representan.
Con todas sus virtudes, lujos y sofisticaciones, las
corporaciones privadas constituyen instancias articuladas en

240
torno al interés particular de sus propietarios. Sin embargo
al final de la conversación con Gates, flota la idea de que el
interés general tiene como obstáculo al Estado-nación, que
además se alimenta de una casta obtusa de políticos que
ponen freno a la ciencia. El interés general a nivel mundial
pasa, entonces, al lado de las corporaciones privadas,
ejemplificadas en las grandes empresas tecnológicas. Es por
esto que la acción de “gobierno” se queda corto frente a lo
que precisa el siglo XXI. Frente a lo cual hace falta designar
un ejercicio de poder político esencialmente nuevo bajo el
nombre de “gobernanza”, que, consecuente, hibrida una
relación negociada, de igual a igual en el mejor de los casos,
entre instancias de liderazgo político propias de un pasado
aún dependiente del Estado-nación, y poderes emergentes
de dimensiones análogas como las grandes corporaciones
privadas, que se introducen así en un nuevo marco de
decisión política a todos los efectos. Esto es lo que significa
invocar a la pandemia como catalizador cuyo efecto acelera
positivamente cambios sociales que ya venían dándose hacia
formas de Gobernanza mundial. Por ello, la declaración de
las 9:26 horas del presidente durante la tercera renovación
del estado de alarma es un ejercicio histórico de traición a la
soberanía popular que representa, en beneficio de intereses
alineados con grandes corporaciones que ha tomado impulso
con esta crisis sanitaria. Y que no parará aquí, porque ya
avisa Gates en el último TED que “saldremos de ésta. Y
entonces estaremos preparados para la siguiente epidemia”.

“Las obras de arte no son solo alegorías, sino su cumplimiento


catastrófico. Los shocks que causan las obras de arte más
recientes son la explosión de su aparición. En ellos se deshace su
aparición, que antes era un a priori obvio, con una catástrofe que
deja al descubierto la esencia del aparecer.” Explosión (Adorno,
2004, p. 153)

241
APÉNDICE I

DINÁMICA DEL TIEMPO

Yellow key: preparedness=gobernanza

Según Wikipedia, los primeros infectados datan del 31


de Diciembre de 2019. Justo en la bisagra al 2020, quizás el
virus no entiende de fronteras, religiones o razas, pero debe
de tener cierta noción del tiempo humano. Quizás por esta
capacidad de activación como por un reloj interno ajustado
al cambio de año del calendario gregoriano, la crisis
epidémica era un acontecimiento previsible con un margen
de tiempo inusitadamente escaso. Y es que la voluntad de
convencer a los líderes políticos de la necesidad de
prepararnos para una pandemia antecede a la propia
explosión del coronavirus por pocos meses. El 18 de
Octubre de 2019 tuvo lugar un “ejercicio de simulación”
llamado Event 201 (JHCHS, 2019), auspiciado por el think
tank Center for Security Health, el Foro Económico
Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates. Presentado
como un “ejercicio ficcional” de simulación, su objetivo era
“ilustrar las áreas de asociaciones entre lo público/privado
que serán necesarias durante la respuesta a una pandemia
severa para disminuir las consecuencias económicas y
sociales a gran escala”. Una descripción donde resuena
claramente la relaciones propuesta por Rosenau entre lo
público y lo privado, a propósito de la ontología de la
Gobernanza. Para ello, el Event 201 predica con el ejemplo
compartiendo “las visiones de líderes de los negocios y la
industria, los gobiernos, y la salud global sobre por qué la
colaboración para la preparación frente a una pandemia

242
entre los sectores del negocio privado y el sector público es
de una importancia tan crítica en este momento”. En su
página principal se afirma que “una severa pandemia […]
requeriría una sólida cooperación entre diferentes industrias,
gobiernos nacionales e instituciones internacionales clave”.
Para atajar el problema presenta “quince líderes de los
negocios, gobierno y salud pública” capaces de ilustrar
cómo se resolvería un escenario catastrófico con “suficiente
voluntad política, inversión financiera y atención”. La
verdad es que, cuando revisamos la lista concreta de
ponentes, no encontramos un solo cargo político relevante
en activo, y sí diferentes figuras de fundaciones privadas
asociadas a grandes corporaciones y organizaciones
transnacionales como la Fundación Naciones Unidas (no
confundir con la ONU) de Ted Turner, el Grupo del Banco
Mundial, la Fundación UPS, el Grupo Lufthansa, Johnson &
Johnson, NBC y Universal Media, la consultoría global de
marketing y relaciones públicas Edelman, y diversas
personas en calidad de especialistas en pandemias y salud
pública además de la propia Fundación Gates. Lo más
parecido que hay en la lista a un gobernante político actual
es una antigua ministra australiana, que actualmente figura
como miembro del comité del Banco AZN, junto al jefe
representativo del banco central de Singapur y un antiguo
cargo de la CIA y la Seguridad Nacional estadounidense.
Como se ve, para demostrar prácticamente la posibilidad de
combinar los sectores, público y privado, el Event 201
decanta la balanza del lado del segundo.
El caso es que el escenario planteado por el Event 201
clava a grandes líneas la situación que estamos viviendo tres
meses antes de que se produzca. A mediados de Octubre de
2019, el Event 201 “simula un brote de un nuevo
coronavirus zoonótico, transmitido de murciélagos a cerdos,
y a personas, que finalmente se vuelve eficientemente

243
transmisible de persona a persona, lo que lleva a una
pandemia severa. El patógeno, y la enfermedad que causa,
se basan en gran medida en el SARS, pero es más
transmisible en la comunidad por personas con síntomas
leves”. En lo sustancial, la simulación del Event 201 acierta
en su predicción al trazar un escenario que desemboca en
una explosión global de la epidemia sin “posibilidad de que
haya una vacuna disponible en el primer año”. “El número
de casos aumenta exponencialmente, duplicándose cada
semana. Y a medida que se acumulan los casos y las
muertes, las consecuencias económicas y sociales se
vuelven cada vez más graves”.

“Lo que se siente a sí mismo como utopía es algo negativo frente


a lo existente, y está sometido a lo existente.” Lo nuevo, la utopía,
la negatividad. (Adorno, 2004, p. 69)

El Epílogo comenzaba con el desliz semántico que


atribuía a un presidente de gobierno la afirmación de que
una pandemia tenía por “objetivo” acelerar cambios
profundos en la sociedad “hacia la Gobernanza mundial”.
Medio año antes de sus palabras y dos meses antes del inicio
oficial de la pandemia, el Event 201 constituye un simulacro
de esta misma pandemia cuyo “objetivo”, esta vez sin
necesidad de constituir error de transcripción alguno,
consiste en concienciar sobre la necesidad de tejer nuevos
modos de relación y cooperación entre el sector privado y el
sector público de la sociedad.

“Las obras de arte significativas intentan asimilar esa capa hostil


al arte.” El arte y lo extraño al arte. (Adorno, 2004, p. 148)

La institución de una Gobernanza supondría la


oficialización política definitiva, del reclamo efectuado a
expensas del simulacro pandémico. A través de esta
244
institución, el sector privado obtendría los márgenes
necesarios de acción y decisión política para sortear la
necesidad de obtener el plácet de las mayorías nacionales a
la hora de acelerar cambios profundos en su seno. Como
futuro corazón de un nuevo orden global esencialmente
distinto al marco internacional dispuesto por el conjunto de
Gobiernos de los Estados-nación, la Gobernanza incluye,
por tanto, un bypass frente al poder que emana de la
soberanía popular, convirtiéndose en contrapoder soberano
al propio nivel decisión de las instituciones estatales que la
representan.

“Lo nuevo es el signo estético de la reproducción ampliada,


incluso con sus promesas de plenitud”. Filosofía de la historia de
lo nuevo. (Adorno, 2004, p. 52)

Pero el Event 201 ni siquiera es el primer predictor de la


actual pandemia con el objetivo de reclamar cambios en el
liderazgo político. La propia OMS, de quien el periodismo
de agencias dice ahora que es una organización “en manos
de Bill Gates”, arropó el lanzamiento de un informe en
Septiembre de 2019 publicado por el GPMB –un cuerpo
independiente coarmado junto al Grupo del Banco Mundial.
Como se ve, en cuanto se traspasa el ámbito político de
representación nacional, las fronteras entre las instituciones
dedicadas al interés público y los márgenes de valoración y
acción privada se difuminan, perdiendo el hilo que
permitiría saber a ciencia cierta la identidad personal de sus
cargos, y los intereses particulares a los que responden
correspondientemente. De esta forma la opinión pública
pierde la capacidad de controlar el poder otorgado a estos
especialistas. Pues bien, este informe publicado un mes
antes del “game disease” del Event 201 no sólo apunta la
posibilidad de pandemia, sino que centra el objetivo de su

245
publicación en la necesidad de tomar conciencia sobre
temas de liderazgo político para realizar cambios profundos
a cuenta de una pandemia por coronavirus.
Con una portada donde aparece la icónica imagen de un
virus ya instalado en el imaginario colectivo junto a
personas que portan las ya populares mascarillas, el informe
se titula “Un mundo en riesgo”. El Sumario Ejecutivo de su
página seis se titula “Acciones para llevar a cabo por parte
de los líderes”. Y el apartado dedicado a “Progreso,
Desafíos, Acciones”, se abre con un punto que se titula, “El
liderazgo conduce al progreso” [sinonimia de lo epidémico
según Gates]”. El punto que lo cierra se titula “Mecanismos
de coordinación internacional”, y es que, en el informe de la
“Junta de Monitorización para la Preparación Global”
(GPMB), todo destila reflexión sobre liderazgo.

“El arte tiene su concepto en la constelación, históricamente


cambiante, de sus momentos; se resiste a la definición. […] al irse
246
transformando, empuja su propio concepto hacia contenidos que
no tenía.” Contra la cuestión del origen del arte. (Adorno, 2004, p.
21)

Dado que la pandemia se convierte en moneda de cambio


común para convertirla en objetivo de concienciación, como
es en los casos del informe de la GMPB y el Event 201,
cabe retirarla de la ecuación para resaltar los fines que se
propician en sendos discursos. Para ello traduciremos el
término que da nombre al propio objeto de la GMPB por el
usado por el presidente Sánchez en términos de proyección
política. De esta forma, la apelación de futuro vaga y
abstracta del término “Preparación” [preparedness] será
reemplazada por la idea concreta de “Gobernanza”.

“La pregunta por la verdad del arte surge cuando algo que no
existe se presenta como si existiera. De acuerdo con su mera
forma, el arte promete lo que no es, y anuncia objetiva y
torpemente la pretensión de que, como eso aparece, también tiene
que ser posible.” Lo no existente (Adorno, 2004, p. 153)

Así desde su Prefacio, el informe afirma que “los líderes


a todos los niveles tienen la clave. Es su responsabilidad
priorizar la Gobernanza con una aproximación integral de la
sociedad que asegure la protección y la implicación de
todos. El mundo necesita establecer proactivamente
sistemas […] Estos actos de Gobernanza son un bien
público global que debe conjuntar significativamente
comunidades de lo local a lo internacional […] El mundo
está en riesgo. Pero, colectivamente, tenemos ya las
herramientas necesarias para salvarnos junto con nuestras
economías. Lo que necesitamos es liderazgo y voluntad de
actuar poderosa y efectivamente” (GMPB, 2019, p. 6).

247
“El proceso de la autorepulsión tiene que renovarse
constantemente.” Relación entre el arte y la sociedad. (Adorno,
2004, p. 27)

Luego, la GMPB reitera que: “EL MUNDO REQUIERE


DE LIDERAZGO POLÍTICO DETERMINADO. 1. Los
cabezas de gobierno deben comprometerse e invertir. Los
cabezas de gobierno de cada país deben comprometerse con
la Gobernanza implementando sus obligaciones vinculantes
[…] Deben priorizar y dedicar recursos domésticos y gastos
recurrentes para la Gobernanza como parte integral de la
seguridad nacional y global. 2. Los países y las
organizaciones regionales deben liderar con el ejemplo.
Los Estados miembros del G7, el G20 y el G77, y las
organizaciones regionales e intergubernamentales, deben
seguir sus compromisos políticos fundantes con la
Gobernanza y consentir la monitorización rutinaria de su
progreso durante sus encuentros anuales.” (GMPB, 2019, p.
7).

“Lo viejo tiene su refugio sólo a la cabeza de lo nuevo; en


fracturas, no mediante la continuidad.” Filosofía de la historia de
lo nuevo (Adorno, 2004, p. 53)

Según la GMPB, “el mundo no está preparado […] La


confianza en las instituciones está erosionándose.
Gobiernos, científicos, medios de comunicación […] en
muchos países se enfrentan a una quiebra de la confianza
pública” (GMPB, 2019, p. 15).

“La colocación de una barrera hace que se supere la barrera por


el hecho mismo de la colocación, y así se avanza y se capta
aquello contra lo que la barrera había sido levantada.” Relación
entre el arte y la sociedad. (Adorno, 2004, p. 27)

248
Pero ¿qué es esta “preparación” en términos de liderazgo
que cabe colegir como sinónimo de Gobernanza? Según la
GMPB, “la ONU y la OMS definen Gobernanza como la
habilidad (conocimiento, capacidades y sistemas de
organización) de los gobiernos, y la respuesta profesional de
las organizaciones, comunidades e individuos para anticipar,
detectar, responder y recuperarse efectivamente, frente al
impacto de emergencias […] inminentes o presentes,
peligros, eventos y condiciones. Significa disponer de
mecanismos que permitirán a las autoridades nacionales, a
las organizaciones multilaterales y a las organizaciones de
ayuda ser conscientes de los riesgos para desplegar personal
y recursos rápidamente una vez que la crisis se desata”
(GMPB, 2019, p. 16).

“A lo nuevo apremia la fuerza de lo viejo, que para realizarse


necesita lo nuevo. La praxis artística inmediata, junto con sus
manifestaciones, se hace sospechosa en cuanto apela
expresamente a lo nuevo.” Filosofía de la historia de lo nuevo
(Adorno, 2004, p. 53)

A cuenta de riesgo pandémico, todo apunta a la cuestión


de liderazgo para la GMPB. “El liderazgo dirige el progreso.
Los líderes nacionales y locales son responsables de
asegurar la Gobernanza desde el nivel nacional al
comunitario […] Asegurar un gasto recurrente para la
Gobernanza supone una articulación clave de voluntad
política y liderazgo […] Junto a sus responsabilidades
domésticas, los líderes nacionales tienen obligaciones con la
Gobernanza del mundo en general. Líderes regionales y
globales deben apoyar las acciones nacionales y desarrollar
redes de asociación para ayudar a la Gobernanza […] Los
líderes pueden planear y galvanizar una robusta Gobernanza
en sus comunidades, países y a nivel mundial mediante
ciertas medidas.” (GMPB, 2019, p. 18)
249
“Las obras arte son imitaciones de lo empíricamente vivo,
aportando a esto lo que fuera le está negando.” Relación entre el
arte y la sociedad. (Adorno, 2004, p. 25)

De esta forma, el problema gestado frente a un riesgo de


pandemia global reside en la falta de liderazgo pro-
Gobernanza, y la ausencia de voluntad política para
seguirlo: “Desafíos y obstáculos persistentes. Insuficiente
liderazgo nacional y local. La Gobernanza está
obstaculizada por la falta de continuidad en la voluntad
política a todos los niveles […] Inadecuado apoyo
internacional para la Gobernanza en los países más
pobres.” (GMPB, 2019, p. 20)

“Lo nuevo es el signo estético de la reproducción ampliada,


incluso con sus promesas de plenitud.” Filosofía de la historia de
lo nuevo (Adorno, 2004, p. 52)

Conforme se desarrolla el informe, la GMPB va


predisponiendo la afirmación de concretar su “Preparación”
a través de formas de ejercicio del poder político que
integren facciones del sector público y el sector privado. En
el apartado de “Desafíos y obstáculos persistentes” puede
leerse una afirmación casi tautológica cuando sustituimos
una hipóstasis política de la idea de “Preparación” por su
concreción en términos de Gobernanza. Este aspecto cuasi-
tautológico expresa, hasta qué punto, el aspecto político
constituye la trama central del informe:

“Está fallando un sistema integral del gobierno y la sociedad


en su conjunto para la planificación y el compromiso con la
Gobernanza: Están fallando esfuerzos en la planificación
nacional y local de la Gobernanza a la hora de plantear una
aproximación efectiva en términos del gobierno-en-conjunto
250
y la sociedad-en-conjunto. Debe implicarse a otras partes
que incluyan organismos nacionales aparte de ministerios,
gobiernos locales, líderes religiosos y tradicionales, la
sociedad civil, las comunidades investigadoras y de
seguridad, el sector privado, los medios de comunicación y
los expertos operacionales. Es necesario incluir actividades
específicas-de-Gobernanza y sensibles-a-la-Gobernanza en
estrategias sectoriales específicas y planes de
fortalecimiento de sistemas.” (GMPB, 2019, p. 24).

“La independización de las obras de arte, su objetivación


mediante los seres humanos, confronta a éstos con el horror en
tanto que algo no mitigado y que nunca antes había sido. El acto
de extrañamiento en esa objetivación que toda obra de arte lleva a
cabo es correctivo. Las obras de arte son epifanías neutralizadas
y, de este modo, cambiadas cualitativamente.” Ilustración y
horror. (Adorno, 2004, 147)

Por último, el apartado de “Mecanismos de coordinación


internacionales” terminaría por aportar elementos concretos
de reflexión sobre el tema que nos ocupa. Así: “Mientras la
responsabilidad para la Gobernanza recae mayormente el
líderes locales y nacionales, un sistema internacional de
respuesta efectiva es una red esencial de seguridad global.
Conforme la acumulación de nuevas tendencias y desafíos
globales crea emergencias […] más complejas, la
comunidad internacional debe estar mejor preparada”
(GMPB, 2019, p. 36). “Persistentes desafíos y obstáculos”
en este sentido, son: “La inadecuación de mecanismos de
coordinación internacional para […] emergencias en
ambientes complejos”, que precisarían “aproximaciones
nuevas y ágiles que coordinarían sistemáticamente actores
clave a nivel internacional y multisectorial” (GMPB, 2019,
p. 37). Por ello se “requeriría la acción” de las Naciones
Unidas para “fortalecer mecanismos de coordinación” en
251
pos de los “objetivos definitivos”, y reclamamos en este
punto la atención sobre el propio término que el diario
Público confundió al trasladar las palabras de Sánchez
cuando el presidente habló de “efectos”: “No hay
ambigüedad o retraso en la respuesta sistémica de las
Naciones Unidas a una emergencia global […] Hay claras
reglas, roles y responsabilidades junto con un líder
designado, empoderado de autoridad para coordinar a través
del sistema, y con experiencia en liderar una respuesta
global a través de simulaciones regulares o eventos reales”
(GMPB, 2019, p. 39).

“El arte podría tener su contenido en su propia transitoriedad.


[…] La revuelta del arte contra el mundo histórico, […] se ha
convertido en la revuelta del mundo contra el arte […] El arte no
es sólo arte sino también algo extraño y contrapuesto a él mismo.
En su concepto mismo está escondido el fermento que acabará
con él.” Contenido de verdad y vida de las obras de arte. (Adorno,
2004, p. 23)

De esto va la “Preparación” para el evento pandémico


que tendría como efecto la aceleración hacia la Gobernanza.
Una iniciativa ya hibridada de elementos públicos y
privados que concuerda con las recomendaciones propuestas
el Event 201. Para abordarlas, añadiremos a la sustitución
léxica ya empleada, la referencia a lo pandémico mediante
la noción de “progreso” dado que Bill Gates encontró
evidencia de lo segundo, “all the time”.

“El oscurecimiento del mundo vuelve racional la irracionalidad


del arte, que es oscuro radicalmente.” Lenguaje del sufrimiento.
(Adorno, 2004, p. 49)

Dice pues, el documento, que “El ejercicio pandémico


Event 201, conducido el 18 de Octubre de 2019, demostró
252
vívidamente un número de importantes tramos que cubrir en
el progreso a la Gobernanza, así como algunos elementos de
las soluciones entre los sectores público y privado que será
necesario cubrir”. Y despieza este análisis en siete puntos,
de los que recogemos algunos fragmentos significativos:

“1. Gobiernos, organizaciones internacionales y negocios


deberían planear ahora cómo serán usadas las capacidades
corporativas esenciales durante una escala larga de
progreso. Durante un severo progreso, los esfuerzos del
sector público para controlar el estallido van a ser
previsiblemente desbordados. Pero activos industriales […]
podrían ayudar […] Por ejemplo, compañías con
operaciones centradas en logística, redes sociales, o sistemas
de distribución serán necesarias para permitir la respuesta de
emergencia del gobierno […] Esto incluye trabajar juntos.
[…] Una asociación potencial operacional entre el gobierno
y los negocios privados será compleja, con muchos detalles
legales y organizacionales que acometer. Los Gobiernos
deberían trabajar ya para identificar las áreas más críticas de
necesidad y aproximarse a los actores industriales con el
objetivo de lograr acuerdos […] la Global Preparedness
Monitoring Board estaría bien posicionada para ayudar a
monitorizar y contribuir a los esfuerzos que los gobiernos,
las organizaciones internacionales y los negocios deberían
tomar para el progreso a la Gobernanza” (JHCHS, 2019, pp.
1-2).
Como se ve, el propio Event 201 apunta expresamente al
GPMB como actor propicio para asesorar, arbitrar y
catalizar las negociaciones necesarias para entretejer
relaciones nuevas entre el sector público y el sector privado
a la hora de plantear un ejercicio de poder sociopolítico a
nivel global. No es extraño, por tanto, que la sintonía entre
el espíritu de ambos documentos sea total. En realidad uno

253
se sigue del otro de igual forma que ambos acontecimientos
se siguen en el tiempo con un mes escaso de distancia,
formando parte de la misma agenda.
El resto del documento abunda en esta necesidad de
establecer nuevas relaciones entre el sector público y
privada, y la consiguiente necesidad de reajustar el marco
político constituido por los actuales Gobiernos, en
representación de la soberanía de sus pueblos. El punto 2
afirma que “Industria, gobiernos nacionales y
organizaciones internacionales deberían trabajar juntos”. El
punto 3 afirma que “Países, organizaciones internacionales
y compañías de transporte global deberían trabajar juntos”
(JHCHS, 2019, p. 2). El punto 4 afirma que “los Gobiernos
deberían proveer más recursos y apoyo al desarrollo”. El
punto 5 afirma que “El negocio global debería reconocer la
carga económica que conlleva el progreso y luchar para una
Gobernanza más poderosa”, señalando que “los líderes de
negocios y sus accionistas deberían implicarse activamente
con los gobiernos y abogar por aumentar recursos para el
progreso a la Gobernanza” (JHCHS, 2019, p. 3). De forma
especialmente interesante, el punto 7 aborda el control de
los medios en lo que podría conllevar un posible ejercicio de
censura, señalando que “los Gobiernos y el sector privado
deberían asignar una mayor prioridad para desarrollar
métodos para combatir la mala información y la
desinformación”. El documento finaliza afirmando:

“El logro de estos objetivos requerirá la colaboración entre


gobiernos, organizaciones internacionales y los negocios
globales. Si se persiguen de forma robusta estas
recomendaciones puede lograrse un progreso fundamental
[…] Llamamos a los líderes de negocios globales,
organizaciones internacionales y gobiernos nacionales a
lanzar un ambicioso esfuerzo para trabajar juntos en la

254
construcción de un mundo mejor preparado para un severo
progreso” (JHCHS, 2019, p. 4).

“La autoridad de lo nuevo es la autoridad de lo históricamente


ineludible. Por tanto, lo nuevo implica objetivamente la crítica del
individuo, que es su vehículo: en lo nuevo se ata estéticamente el
nudo de individuo y sociedad.” Filosofía de la historia de lo
nuevo. (Adorno, 2004, p. 52)

Es, en fin, al hilo de estas exhortaciones marcadas por el


uso sistemático del verbo “deber” para referirse a la forma
de acoger el dictado por parte de líderes gubernamentales, al
punto repetirse dicho verbo hasta en 46 ocasiones en el
informe del GPMB, que el presidente Sánchez hizo historia
en el Parlamento al referirse a la pandemia como catalizador
político hacia la Gobernanza mundial.

“Sólo mediante su negatividad absoluta, el arte dice lo indecible,


la utopía. En esa imagen se reúnen todos los estigmas de lo
repugnante y abominable en el arte moderno. Mediante la
renuncia irrevocable a la apariencia de reconciliación, el arte
moderno se aferra a ésta en medio de lo irreconciliado,
consciencia correcta de una época en que la posibilidad real de la
utopía (que, de acuerdo con la situación de las fuerzas
productivas, la Tierra podría ser el paraíso aquí y ahora,
inmediatamente) se une en una cumbre extrema con la posibilidad
de la catástrofe total. En la imagen de la catástrofe (que no es una
copia, sino las claves de su potencial) reaparece el rasgo mágico
de los tiempos más remotos del arte bajo el hechizo total; como si
el arte quisiera evitar la catástrofe conjurando su imagen. El tabú
sobre el telos histórico es la única legitimación de aquello
mediante lo cual lo nuevo se compromete en la política y en la
práctica, de su aparición como fin en sí mismo. Lo nuevo, la
utopía, la negatividad.” (Adorno, 2004, p. 69)

255
Sirva todo este análisis para mostrar fehacientemente, si
no para demostrar hasta su último extremo, que la pandemia
tiene un trasfondo político. Que el lapsus de medios como
Público o El Confidencial reflejan este trasfondo mejor que
el término usado por el presidente del gobierno al corregir,
mediante su error de transcripción, el uso eufemístico del
término “efecto” por el de “objetivo”. Y que este trasfondo
apunta una traición histórica a la política como noble
ejercicio representativo de la soberanía popular, que
pagaremos por no haber estado atentos al deber de hacer
rendir cuentas a nuestros líderes.

“La autoridad de las obras de arte consiste en que obligan a


reflexionar, por lo cual ellas, figuras de lo existente e incapaces
de dar existencia a lo que no existe, podrían convertirse en la
imagen abrumadora de lo no existente si esto no existiera en sí
mismo […] Por supuesto, pese a todo esto no se le puede borrar al
arte la mancha de mentira; nada garantiza que el arte cumpla su
promesa objetiva. Por eso, toda teoría del arte ha de ser al mismo
tiempo una crítica del arte. Hasta en el arte radical hay mentira
porque omite producir lo posible al producirlo como apariencia.
Las obras de arte le conceden un crédito a una praxis que aún no
ha comenzado y de la que nadie sabría decir si pagará las letras.”
Lo no existente (Adorno, 2004, p. 151)

256
APÉNDICE III

[EL SIGLO XXI]

Si el miércoles 22 de Abril de 2020 fue una fecha para la


historia del parlamentarismo español, el 6 de Mayo de 2020
tuvo lugar otro acontecimiento que merece pasar a los
anales de la historia de Arte haciendo honor al rótulo de la
obra que lo produjo: “Game Changer”.

257
El 6 de Mayo de 2020 los medios se hacían eco de la
incursión clandestina de Banksy en el Hospital General de
Southampton, saltándose el confinamiento para regalar a sus
trabajadores un cuadro de un metro cuadrado donde se
reproduce la imagen de “un niño en vaqueros con peto
jugando con una enfermera superhéroe, y figuras de Batman
y Spider-Man tiradas en una papelera”. El cuadro iba
acompañado de una nota que rezaba, “Gracias por todo lo
que estáis haciendo. Confío que esto ilumine un poquito el
lugar, incluso si es sólo en blanco y negro” (Morris, 2020).
Como suele suceder en el mundo del arte, los signos de
las obras siembran pistas ambiguas sobre su simbolismo
inevitablemente polisémico. Y en verdad, la obra de Banksy
es “sólo en blanco y negro” por lo que se refiere de forma
literal a su composición cromática, pero también cabría
recurrir a esta expresión para señalar el aspecto
extremadamente esquemático y simplista de su
composición. Porque el cuadro de Banksy es una
acumulación de tópicos actuales con coartada sentimental, a
cuento de un niño jugando en un momento de aprensión
global sin precedentes en este siglo, por lo que el gesto del
artista al regalar esta obra en ese momento no puede sino
incluir un factor de chantaje sentimental a la hora de
valorarla.
No es fácil zafarnos de este chantaje pero, cuando
intentamos valorar artísticamente esta obra más allá de la
influencia provocada por el corto plazo del confinamiento,
empieza a resaltar sin obstáculos lo que ya entonces
resultaba más que evidente. Esta evidencia comienza por la
propia naturaleza representativa de la obra, totalmente
alejada de cualquier informalismo vanguardista. Sorprende
comparar las características de esta obra emblemática de
nuestro tiempo con lo que hubiera sido relevante hace un
siglo de acuerdo a la propia historia del Arte, en función de

258
la cual, las vanguardias históricas siguen constituyendo el
canon que legitima al arte actual por su espíritu crítico y
rupturista. De tal manera, la figura de nuestro clandestino
street-artist se prestigia de cosas que sucedieron en 1920.
Un año radicado en plena crisis de gripe española donde,
por ejemplo, Max Ernst, Jean Arp, y Alfred Grünwald
estaban formando la Colonia Dadaísta. Marcel Duchamp,
Man Ray Katherine Dreier formaban la Société Anonyme
dedicada al arte abstracto. O donde Daniel-Henry
Kahnweiler publicaría su “Ascenso del Cubismo”.
Las primeras décadas del siglo XX conocieron la
emergencia del arte radicalmente informalista y abstracto,
pero eso no fue óbice para que 1920 produjera, también,
obras representativas con un mensaje marcadamente crítico
respecto a los temas sociales de su tiempo. Max Ernst
confeccionó los collages “Aeroplano asesino” en respuesta a
la Primera Guerra Mundial, mientras con “El sombrero hace
al hombre” acometía una aguda crítica al incipiente mercado
de consumo masivo. Mientras, el Realismo Crítico de Hans
Baluschek mostraba en su expresionista “Ciudad de
trabajadores”, una representación del tortuoso y oscuro
escenario en que se había convertido el itinerario normal al
lugar de trabajo industrializado, cuyo horizonte aparecía
cubierto por el humo de las fábricas. Por su parte George
Grosz confeccionaba sus “Autómatas Republicanos” con
técnica mixta, una crítica a la “robotización” del ciudadano
medio el mismo año en que el Partido Obrero Alemán pasó
a incluir el término Nacionalsocialista. En fin, no hace falta
acumular más ejemplos para demostrar que el arte de hace
un siglo difería radicalmente en fondo y forma del niño
jugando a superhéroes con una enfermera presentado en
Mayo por Banksy. Una obra totalmente ausente de crítica
salvo quizás al propio estereotipo del superhéroe construido
bajo parámetros hipermasculinizados. Pero incluso en este

259
sentido, luego veremos sus limitaciones. Porque a la vista de
lo presentado en el Epílogo, la obra de Banksy resulta
insultantemente simple. ¿Dónde está la crítica en su obra
que permita reflexionar sobre los posibles excesos del poder
político a la hora de aplicar medidas de vigilancia y control
propias de escenarios distópicos para asegurar el
confinamiento? ¿Dónde está la crítica que nos permita
preguntarnos sobre los aspectos más oscuros del origen del
virus? ¿Dónde está la crítica sobre la instrumentación de la
desgracia por parte de distintos poderes para forzar cambios
sociales sin consultar a las sociedades, al punto de proyectar
un horizonte de desnaturalización democrática marcado por
la idea de Gobernanza? Y por cierto, ¿dónde está la
capacidad de investigación de los medios para descubrir la
identidad de este superhéroe del arte transgresivo en
tiempos de hipervigilancia incorporada en nuestros distintos
gadgets? Por supuesto esta última pregunta es retórica. La
identidad secreta de Banksy es sostenida artificialmente
gracias al respeto del statu quo, porque Banksy es statu quo.

“Si quisiera invocar lo secreto del arte mediante palabras


primordiales, obtendría nada, tautologías.” (Adorno, 2004, p.
536)

En 1920 se estrenaba un “espectáculo de masas” en


honor del tercer aniversario de la Revolución de Octubre,
titulado “El asalto del Palacio de Invierno”. En un libro
dedicado a intervenir instrumentalmente “La rebelión de las
masas” para reflexionar sobre su disgregación por contraste,
cómo no mencionar que, hace un siglo exactamente, tenía
lugar una suerte de “teatro ritual” concebido expresamente
como “acción de masas”. A mayor gloria de la propia
capacidad de éstas para congregarse y liberarse
políticamente de minorías establecidas, secularmente, como

260
cabezas de instituciones detentoras despóticamente de los
poderes fácticos. Da grima ver que un siglo después que
Singapur implementa perros-robot pastoreando a la gente en
los parques, para evitar congregaciones que aseguren el
respeto a las “distancias de seguridad”. Da miedo pensar
qué no podrá usarse en el plazo de 20-30 años contra el
derecho de las gentes a reunirse y asociarse para organizarse
por los derechos de las mayorías. Da rabia pensar en las
connotaciones humillantes del hecho de que el robot
guardián de las distancias se asemeje a un perro,
convirtiendo a las gentes en un rebaño.

La noticia, colgada por la agencia Reuters (2020) en


Youtube dos días después de que Banksy obsequiara a un
hospital con un cuadro donde se representaba una
superenfermera, no ha levantado la más mínima polvareda.
Ni una insurgencia neoludita. Ni un solo acto de sabotaje
puntual por parte de algún comando anarquista aunque sea a
modo de gesto simbólico. Ni una crítica política por parte de
los partidos más importantes, incluidos los de izquierda. Ni
una sola crítica desde el mundo del arte y la cultura. ¿Cómo

261
es posible que hayamos llegado en el plazo de un siglo a una
situación como la descrita por el tramo que va de “La
rebelión de las masas” a “La rebelión del vacío”? ¿Cómo es
posible la ausencia de reacción de la sociedad
probablemente más numerosa, formada e informada de la
Historia? ¿Cómo es posible que una sociedad con estas
características, no cuente con mecanismos para reaccionar
inmediatamente generando un debate sólido sobre el arte
que la representa? ¿Cómo es posible que el arte se haya
convertido en una referencia tan ambigua y disonante en lo
que respecta a su naturaleza crítica, como complaciente y
alineada con el discurso del poder establecido? ¿No es
evidente que el reconocimiento del papel heroico de los
sanitarios en esta crisis se basa en la propia traducción
bélica de la crisis sanitaria? Es porque políticos como el
presidente del gobierno y medios de comunicación
hegemónicos siguen el propio discurso de líderes como Bill
Gates al tratar un riesgo de pandemia como guerra del Siglo
XXI desde 2015, que los sanitarios se convierten en héroes
batallando en primera línea del frente. ¿Cómo es posible que
no se aprecie de forma evidente que el cuadro de Banksy
refuerza tópicos hegemónicos más propios del tándem
Disney-Pixar y el cine Marvel, que de las vanguardias de
donde gana legitimación y prestigio artístico? ¿Cómo es
posible que no se vea que este cuadro remeda Toy Story?
¿Cómo es posible que, siguiendo a Lakoff, no se perciba
que refuerza la presencia del superhéroe por el solo hecho
de presentarlo como signo, ni que sea para impugnarlo?
¿Cómo es posible que la opinión pública no esté hastiada de
la mención de elefantes en los que no pensar, para el caso,
con forma de reiteración superheroica ausente de alternativa
imaginativa? ¿Cómo es posible que las audiencias acepten
modelos devaluados y puerilmente esquemáticos de lo que
significa ser héroe como referencia personal de iniciativa en

262
el difícil cruce entre sacrificio y empoderamiento? ¿Cómo
es posible que, incluso abordando el cuadro de Banksy
desde la óptica feminista, no haya una percepción clara de
que Game Changer objetualiza literalmente a la mujer, y la
pone en manos de un hombre, ni que sea para ensalzarla a
costa de jugar con ella como si fuera un superhéroe? ¿Cómo
es posible que no sea evidente que esta imagen encierra la
enésima reformulación de Pigmalión, especialmente
perversa por jugar la carta del chantaje emocional y el
instinto materno al hacer del hombre, niño, en cuyas manos
puede, entonces, aparecer como héroe social una enfermera
adulta con la capa al viento? ¿Cómo es posible que no sea
visible que la imagen tiene todas las marcas de un cartel
propagandístico de tiempos de guerra? ¿Cómo es posible
que se haya olvidado que el arte de vanguardia es lo
radicalmente contrario de la propaganda, si la propaganda es
el instrumento disuasorio de fabricación de consenso
utilizado por el poder establecido para perpetuarse? ¿Cómo
es posible que la obra de Banksy haya llegado a ser un
modificador fundamental de las reglas de juego, esto es, un
game changer en un sentido propagandístico, y la gente lo
cosa a “me gustas” en redes sociales? ¿Cómo es posible que
en tiempos de perros robot patrullando parques para
dispersar humanos que obedecen como ovejas eléctricas, el
arte haya llegado a un nivel de carencia imaginativa y
ausencia de desafío propio de un mundo de pesadilla?

“Mientras que el arte sufre la tentación de anticipar una sociedad


global que no existe, su sujeto inexistente, lo cual no es meramente
ideología, lleva adherida al mismo tiempo la mácula de la no
existencia de ese sujeto.” Carácter lingüístico y sujeto colectivo
(Adorno, 2004, p. 278)

A lo largo del Apéndice I se han intercalado fragmentos


del informe de la GPMB y las recomendaciones del Event
263
201 con citas escogidas de la Estética de Adorno. A través
de una serie de apariciones progresivamente frecuentes, esta
presencia del discurso adorniano sobre el arte pretendía
ofrecer un contraste que evidenciara una sintonía de fondo
entre la función social de la obra de arte según el filósofo de
Frankfurt, y el discurso sobre la capacidad del coronavirus
para catalizar un avance radical de la sociedad empleado por
Bill Gates y el presidente de gobierno durante los meses de
Marzo y Abril de 2020. Por supuesto el alcance de esta
analogía es relativo por razones obvias. Pero una vez que
nos hemos desecho de la necesidad de hablar
categóricamente del arte como valor trascendental y realidad
hipostasiada, ambos discursos contienen, en lo fundamental,
elementos comparables y extrapolables. Porque, como en el
discurso de Gates sobre la pandemia como sinónimo de
oportunidad de progreso, lo valioso del arte para Adorno
reside, en última instancia, en su función social. Y como en
el caso de convertir la necesidad del coronavirus en virtud
de cambio, esta función social del arte se presenta para
Adorno a través de términos paradójicos de puro
contradictorios.
Para Adorno, la capacidad de la obra de arte para
convertirse en palanca de transformación social reside en su
naturaleza radicalmente autónoma, que tendría su expresión
más emblemática en el arte abstracto. Es por esta
antisocialidad esencialmente informalista del arte, que
surgiría la capacidad de provocar cambios importantes en la
sociedad. Y es por esto que frente a otras actividades
humanas moldeadas por el impulso de un interés particular,
el arte supondría una actividad liberada del presente, en
vanguardia hacia el futuro, evidenciándolo y fomentándolo
a modo de semilla de anticipación crítica. Así que el arte por
el arte, justamente por ser sólo por el arte, sería lo que mejor
dispondría un cambio a mejor de toda la sociedad que no es

264
arte, es decir, que es “parte”; un nudo de intereses
contrapuestos.
El planteamiento de Adorno es aún más complejo que
todo esto, porque su modelo de obra de arte combina
contradictoriamente este principio de radicalidad autónoma
con los antagonismos sociales creados por conflictos de
interés particulares, al punto de obligarse a resolverlos
mediante una doctrina no exenta de cierta circularidad
lógica donde se apela a lo inefable. En todo caso, este libro
no es un análisis profundo de las aporías adornianas. Lo
importante para el tema que nos ocupa es que el esquema
del discurso adorniano sobre la función paradójica de la
obra de arte como catalizador excepcional de cambio social,
encaja con el conjunto de premisas que llevan a considerar
la pandemia como oportunidad de progreso. Esto es, en
primer lugar, que la sociedad está transida de problemas
sociales que son fruto de antagonismos por la lucha
incesante de intereses particulares. Para el caso que nos
ocupa, los problemas ecológicos derivados de una
superpoblación en aumento, con sus derivaciones laborales,
económicas, políticas y de estilo de vida. En segundo lugar,
que la solución definitiva a estos problemas no puede venir
de una iniciativa que responda al intento de solucionar
alguno de estos problemas parciales, sino de una especie de
fenómeno radicalmente ajeno a la sociedad, capaz de
ponerla radicalmente en crisis precisamente por su carácter
de otredad. En la estela del pensamiento romántico Adorno
asigna esta posibilidad típicamente a la obra de arte. Pero en
el escenario construido por el discurso que convierte al
coronavirus en enemigo global, este papel recae en un virus
capaz de desatar la pandemia y los cambios necesarios para
atajarla. Esta es una de las paradojas más potentes que
emerge al considerar el tratamiento de la pandemia como
motor acelerado de cambio social. Que, de forma implícita,

265
el virus es tratado como obra de arte justo en los dos
sentidos que facultan al arte como factor de vanguardia
según Adorno. En primer lugar atribuyéndole un sentido
dual que incluye, por un lado, su condición autónoma como
otredad enemiga de la especie humana, y por otro, una capa
de significado social donde se yuxtapone de forma integral
el juego de antagonismos sociales en su conjunto. Y en
segundo lugar, atribuyendo a esta combinación la capacidad
vanguardista de provocar un cambio a mejor, hacia un
nuevo orden social más equilibrado en términos ecológicos,
más igualitario en términos sociales, menos penoso en
términos laborales, y mejor adaptado institucionalmente en
términos políticos. El problema es que, en el caso del arte,
esto conlleva una crisis simbólica. Pero en el caso del
coronavirus, la pandemia arrastra una tragedia asociada a
cifras ingentes de muertes reales. El problema del
coronavirus como obra de arte de vanguardia es que es
lesivo masivamente frente al cese literal de actividad del
organismo humano. Mientras la obra de arte de vanguardia
se concibe románticamente como un crimen simbólico, el
virus como factor de progreso vanguardista lleva inserto en
su ADN un código de replicación asesina, que convierte a la
crisis necesaria para impulsarnos hacia la utopía, viendo
cómo librarnos de un sobrante de miles de millones de
personas. Y el problema es que quien concibe así al virus y
dice tener los recursos para facilitar la vacuna, ya avisa que
ésta es sólo la primera de una serie de pandemias que
asolarán al planeta durante todo este siglo, sustituyendo a
las guerras.
Y entonces viene Bansky, todo transgresor. Tope
clandestino, pero nada sorprendente. Porque la nueva
normalidad para el resto del mundo es la esperanza abierta
por un sistema de control y vigilancia donde la privacidad se
convierte en cosa del pasado, pero el respeto a su

266
clandestinidad es su “normalidad” desde que lo conocemos.
Y se marca un cuadrito con las formas características de un
cartel de propaganda. Y legitima todo este discurso armado
en torno a la metáfora bélica mediante la celebración de sus
héroes: Sanitarias capaces de conjugar un batirse el cobre en
las trincheras médicas con entretener a los niños en pleno
confinamiento. Y de paso, con ello, derrotar implícitamente
a machirulos obsoletos que van de superhombres. Aunque,
para eso, Banksy convierta a la enfermera literalmente en
mujer objeto en manos de un chico que, victoria pírrica,
quizás hasta la tome por modelo. Como la OMS queda en
manos de Bill Gates de puro salvarla económicamente. Para
mejor ejercer su global filantropía negociando
alternativamente con un problema epidémico y su solución
médica. Encontrando inmejorable plataforma para los
dividendos económicos derivados a través de su Fundación,
que para eso lleva invertidos años y millones en explorar esa
vía de negocio. Y de paso amortizando definitivamente esos
activos en términos de valor añadido con un plus
carismático que difumine, de su imagen personal, su
naturaleza depredadora como tiburón en el vértice de la
cadena trófica de la economía global. Que no engaña a
nadie. Que la filantropía se presupone de serie en el ser
humano porque nuestra naturaleza incluye neuronas espejo
que nos hacen capaces de empatía hacia el semejante. Y que
quien contra esa norma va por delante exhibiendo la amistad
al ser humano como un galardón excepcional, incurre en la
vieja locución latina que nos avisa de que una “excusatio
non petita, accusatio manifesta”. Pero va el presidente del
gobierno en representación de los intereses de todos los
españoles y le compra el producto. Y suelta en sede
parlamentaria que hay que aprovechar la pandemia para
acelerar un camino hacia la digitalización y la Gobernanza.
Y van los medios de comunicación como cuarto poder

267
vigilante, y no dicen ni mu. Y los partidos de la oposición,
tan críticos por sistema con todo lo que pueda usarse
ciegamente contra el contrario, escuchan una declaración
escandalosa y antidemocrática, y dicen llamarse Andana.
Mientras en Singapur perros-robot inauguran el pastoreo de
humanos por los parques como si fueran ovejas eléctricas a
cuenta de este nuevo orden acelerado revolucionariamente
por la pandemia. Y el resto del rebaño observamos atónitos
y nos quedamos sin habla, pensando que ojalá todo fuera un
mal sueño de algún androide fácilmente formateable. Pero
es real.

268
APÉNDICE II

[SOBRE LA REBELIÓN DE LAS MASAS]

El mundo del arte se dedica a hacer propaganda del


belicismo subyacente que habilita al virus como obra de
vanguardia, porque el mundo de las corporaciones le ha
usurpado su discurso para fundar un nuevo espíritu del
capitalismo. Y el mundo del arte se ha dejado, y el mundo
de la cultura ha consentido. Y la sociedad entera ha
aplaudido a Steve Jobs y lo ha encumbrado como si fuera un
visionario y un mago de la tecnología, pero también, un faro
para las nuevas generaciones en la construcción de un nuevo
mundo a través de su emblemático discurso de Stanford en
2005. Bill Gates siempre mantuvo un perfil más bajo. Juntos
encarnaron el epítome de la revolución tecnológica y el
mundo empresarial asociado a ella. La literatura de
management publicada durante su ascenso a finales del siglo
pasado, incidió en absorber como valores empresariales
elementos característicos de una llamada “crítica artista”.
Ese conjunto de aspiraciones aglomeradas del arrastre
histórico de la contracultura que incidía en una visión
romántica del individuo libre y su plena realización como
persona radicalmente creativa, a través de un reclamo de
“liberación” (Boltanksi y Chiapello, 2002, p. 534) y
“autenticidad” (Boltanksi y Chiapello, 2002, p. 552). Todo
269
eso se lo tragó la literatura de gestión empresarial, y lo
asimiló para alumbrar un nuevo tipo de CEO. Nunca más un
sujeto gris y aburridamente responsable de acuerdo al
modelo fordista. Por el contrario, el nuevo CEO haría del
trabajo una fiesta. Ahora el CEO sería alguien que
“mediara”, que “creara red” entre trabajadores conectados
con su lugar de empleo por voluntad propia, a modo de
nodo fuerte (Boltanksi y Chiapello, 2002, p. 114). Que
incentivara la iniciativa más libre y auténtica del empleado
para sacar lo mejor de él, porque no había duda de que lo
mejor para el trabajador es lo mejor para la empresa, y
viceversa. El idílico escenario hacia el que nos aceleramos
gracias a la pandemia es el idílico escenario a gran escala de
la nueva empresa. Este libro heteróclito alcanza por fin un
tono planfletario, pero panfleto monocorde es lo que se
permite hacer de sí ese sector privado que aspira a integrar
la Gobernanza. Empezando por el retrato de sus cuadros
dirigentes sin que políticos ni medios de comunicación
opongan mayor crítica o debate a ese tono autocelebratorio.
Hemos aceptado que el CEO se presentara como un
genio visionario (Boltanksi y Chiapello, 2002, p. 122)
subrayado con todas las marcas carismáticas del artista de
vanguardia. “Animador”, “catalizador”, “inspirador”, amigo
de la complejidad y la incertidumbre”, “líder” en tanto
rechaza los signos de poder, “intuitivo”, “humanista”,
“caliente”, “hombre de red”, “experto”, “liberador de la
empresa”, “controlador de lo incontrolable”, amigo del caos
como bienaventuranza (Boltanksi y Chiapello, 2002, p. 122-
127). Esta literatura de gestión empresarial ya incluye la
concepción de “Gobernanza”, mencionada para considerar
formas de dirección que permitan por un lado, escamotear
las connotaciones duras de la palabra “gobierno”, y por otro,
adaptar la estructura de la empresa a las necesidades de
flexibilidad aportadas por el modelo de red. No obstante hay

270
que acudir a la versión inglesa del texto sobre el nuevo
espíritu del Capitalismo para advertir este matiz (Boltanksi
y Chiapello, 2005, p. 384). Cómo será la ambigüedad
existente entre el uso de ambos términos –ambigüedad
aprovechada por el presidente Sánchez para aludir a la
Gobernanza sin provocar revuelo-, que en la versión
española aparece traducida como “Gobierno” (Boltanksi y
Chiapello, 2002, p. 499). Es decir que la Gobernanza es un
término impulsado políticamente por la propia instauración
de un nuevo orden geoestratégico a nivel global tras la caída
del muro de Berlín, pero alimentada por el sector privado a
través de los retratos que teje de sí mismo con los relatos
donde describe las nuevas formas de dirección empresarial.
En estos relatos el CEO usurpa el carisma de genialidad
visionaria al artista de vanguardia, de igual forma que el
Romanticismo usurpó este papel a la religión para
entregárselo al artista. De la religión al arte y del arte a la
empresa privada, recorre una necesidad secular de redención
que instaure una utopía contra la propia amenaza de
apocalipsis que está en la base de la cultura cristiana.

“Los antagonismos de la sociedad se mantienen en el arte. El arte


es verdadero si lo que habla desde él y él mismo son dobles,
irreconciliados, pero esta verdad la obtiene si sintetiza lo
escindido y lo determina así en su irreconciliación.
Paradójicamente, el arte tiene que dar testimonio de lo
irreconciliado y reconciliarlo tendencialmente.” Carácter
lingüístico y sujeto colectivo (Adorno, 2004, p. 278)

Por la gracia de este transvase de papeles, el nuevo CEO


concibe las pandemias víricas como vanguardistas
macrovacunas contra las limitaciones del presente. Tal
usurpación expulsa al artista a los márgenes de la función
propagandística. Y en este giro los mansos perdemos toda
esperanza de heredar la Tierra.
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