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Varela 2020 El Tsunami Feminista

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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 286,

marzo-abril de 2020, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

El tsunami
feminista
Nuria Varela

¿En qué consiste la cuarta ola de feminismo? ¿Cómo pudo ex-


pandirse al conjunto del planeta? Multicultural, pensado para el
«99%», definido por la tecnología, con puentes con el ecologismo
y, no menos importante, intergeneracional, el feminismo 4.0 está
erosionando los cimientos del patriarcado y politizando a nuevas
generaciones sin perder los vínculos con las antiguas. Y, sobre todo,
está en el corazón de diversos tipos de revueltas políticas, sociales
y culturales que atraviesan el mundo actual.

A las niñas, a las adolescentes, a las mujeres jóvenes,


a las que sin duda verán la caída del patriarcado.

El feminismo es polifónico, el sonido de sus múltiples voces se escu-


cha, simultáneamente, en todos los rincones del mundo, en distintos
tonos y registros. Una melodía con distintas letras, pero con la misma
música, la de un proyecto colectivo y emancipador al que nada humano
le es ajeno.
El tsunami es un evento complejo que involucra un grupo de olas
de gran energía y de tamaño variable que se producen cuando algún
fenómeno extraordinario desplaza verticalmente una gran masa de

Nuria Varela: es periodista y doctora en Ciencias Jurídicas y Sociales. En la actualidad


es directora general de Igualdad en el gobierno del Principado de Asturias (España). En-
tre sus libros publicados destacan Feminismo para principiantes (b de Bolsillo, Barcelona,
2018); Íbamos a ser reinas. Mentiras y complicidades que sustentan la violencia contra las
mujeres (Ediciones b, Barcelona, 2017) y Cansadas. Una reacción feminista frente a la nueva
misoginia (Ediciones b, Ciudad de México, 2017).
Palabras claves: 99%, cuarta ola, ecofeminismo, feminismo, interseccionalidad.
Nota: este artículo es un fragmento de Feminismo 4.0. La cuarta ola (Ediciones b, Barce-
lona, 2019).
94 Nuria Varela | nueva sociedad | 286

agua. Así, como un tsunami, ha aparecido el feminismo en las primeras dé-


cadas del siglo xxi. El fenómeno extraordinario es el hartazgo de millones de
mujeres en el mundo que han reaccionado de manera impresionante frente
a la violencia, la opresión y la discriminación. Dice la geofísica que este tipo
de olas remueven una cantidad de agua muy superior a las olas superficia-
les producidas por el viento y las mareas. Así, la cuarta ola del feminismo,
alimentada por las tres anteriores, las redes sociales y la toma de conciencia
de las generaciones más jóvenes, está removiendo los cimientos patriarcales
como nunca antes. En el interior de ese gran evento complejo también crecen
las contradicciones y los discursos que, mezclados con los vientos de la pos-
modernidad, plantean nuevos conceptos, nuevas preguntas, nuevos reclamos.
¿Conseguirá el tsunami feminista de la cuarta ola arrasar definitivamente
con el patriarcado? Feministas del Norte y del Sur están dispuestas a que así
sea tras haber conseguido un movimiento global con el que hace ya 300 años
comenzaron a soñar.
La metáfora del tsunami no es casual. La historia del feminismo se es-
tructura en olas quizá porque el concepto indica, mucho mejor que un
periodo o una época, que se trata de un movimiento social y político de
largo recorrido, conformado por distintos acontecimientos, buena parte
de ellos vividos de manera simultánea en distintos lugares del mundo,
y que tiene su desarrollo según la sociedad en que nos situemos. Relatar
su historia a partir de oleadas que se producen en determinados contextos
históricos describe el feminismo a la perfección, como el movimiento arrollador
por la fuerza desatada en torno de la idea de igualdad. La metáfora también
es adecuada para explicar las reacciones patriar-
Hasta la irrupción cales que surgen ante cada progreso feminista.
Cada vez que las mujeres avanzamos, una potente
del feminismo reacción patriarcal se afana en parar o en hacer re-
radical, la historia del troceder esas conquistas.
feminismo es como Hasta la irrupción del feminismo radical, la
historia del feminismo es como un río al que cada
un río al que cada
vez le van llegando más afluentes. El limitado
vez le van llegando caudal teórico y de experiencia política con que
más afluentes nació, en el corazón de la Ilustración francesa,
fue aumentando con el torrente que aportaron las
sufragistas y, tras ellas, el feminismo de clase, todas las riadas del resto de
las familias que iban entrando en discusiones –más o menos acaloradas–
con las teorías políticas que aparecían sucesivamente: liberalismo, marxis-
mo, socialismo, anarquismo. A ese gran río, cada vez mayor, también iban
llegando afluentes de distintas partes del mundo que hacían suyas las teo-
rías y reivindicaciones asentadas en las realidades de los distintos territorios.
tema central | El tsunami feminista 95

El caudal aumentó tanto que el cauce se quedó pequeño; aun así, durante
un tiempo llegó a ser navegable y amplio hasta quedar estancado en un
gran embalse, con tantos diques y presas que le fueron construyendo. El
feminismo radical abrió las compuertas y las aguas se desbordaron. Como
en una catarata, uno de los fenómenos más bellos de la naturaleza, el agua
cayó verticalmente a causa de la gravedad, y esa caída, con tamaño caudal,
generó un gran potencial de energía.
En 2000, la escritora y activista bell hooks escribía:

La política feminista está perdiendo fuerza porque el movimiento femi-


nista ha perdido definiciones claras. Tenemos esas definiciones. Reivindi-
quémoslas. Compartámoslas. Volvamos a empezar. Hagamos camisetas
y pegatinas, postales y música hip-hop, anuncios para la televisión y la
radio, carteles y publicidad en todas partes, y cualquier tipo de mate-
rial impreso que hable al mundo sobre feminismo. Podemos compartir
el mensaje sencillo pero potente de que el feminismo es un movimiento
para acabar con la opresión sexista. Empecemos por ahí. Dejemos que el
movimiento vuelva a empezar.1

Y añadía: «necesitamos desesperadamente un movimiento feminista masivo


radical, construido a partir de la fuerza del pasado».
Lo necesitábamos desesperadamente, en efecto, y lo hicimos. En 1996,
Zillah Eisenstein escribía en Hatreds: Racialized and Sexualized Conflicts in
the 21st Century [Odios. Conflictos por raza y sexo en el siglo xxi]:

El feminismo, o los feminismos, como movimiento transnacional –en-


tendido como rechazo de las falsas fronteras de género o raza y las falsas
construcciones del «otro»– es un importante desafío al nacionalismo mas-
culinista, a las distorsiones del comunismo de Estado y a la globalización
de «libre» mercado. Es un feminismo que reconoce la diversidad, la li-
bertad y la igualdad, que se define a través y más allá del diálogo entre el
Norte/Occidente y el Sur/Oriente.2

Y bell hooks lo subraya:

Las participantes del movimiento feminista afrontaron la crítica y los


desafíos sin perder su compromiso más sincero con la justicia o la liberación,

1. b. hooks: El feminismo es para todo el mundo, Traficantes de Sueños, Madrid, 2017, pp. 26-27.
2. Z. Eisenstein: Hatreds: Racialized and Sexualized Conflicts in the 21st Century [1996], Routledge,
Nueva York, 2014, p. 166.
96 Nuria Varela | nueva sociedad | 286

y este hecho demuestra la fortaleza y el poder del movimiento. Esto nos


muestra que, a pesar de haber estado profundamente equivocadas, en mu-
chas feministas fue más fuerte la voluntad de cambiar, la voluntad
de crear un espacio que hiciera posible la lucha y la liberación, que la
necesidad de aferrarse a creencias y suposiciones erróneas.3

El feminismo de las plazas

Con todo ese bagaje, a partir de 2010, las calles y las plazas comenzaron a
llenarse y las mujeres estaban allí, las feministas estaban allí. El feminismo
estaba en el corazón de todas las protestas, capacitado y dispuesto a luchar,
como siempre había hecho, pero esta vez éramos muchas más y, como había
anunciado bell hooks, estábamos preparadas.
La década comenzó con las protestas en Grecia. El 5 de mayo de 2010,
una huelga general seguida de numerosas y multitudinarias manifestaciones
dio el pistoletazo de salida frente a las políticas de austeridad. Las feministas
estaban allí. Tres años después de las primeras revueltas, ya habían creado
Casas de Mujeres Autogestionadas. La primera, la de Tesalónica, la siguien-
te, en Atenas. La consigna: «¡Ninguna sola durante la crisis!». La firme de-
terminación de las mujeres griegas fue la de ayudarse en casos de violencia
de género, frente a las disparadas deudas o frente a la dictadura de la austeri-
dad. Juntas, presionaron a las compañías eléctricas para que les devolvieran
la luz... en realidad, se implicaron en todos los combates prestando especial
atención a la inmigración, a los miles de personas, inmigrantes, refugiadas
que entraron en Europa por mar a través de Grecia.
Ese mismo año se desencadenaba la Primavera Árabe. La plaza Tahrir
de El Cairo fue el lugar simbólico de las revueltas. Las feministas estaban allí.
El patriarcado, también. Fueron numerosas las violaciones a mujeres en la
misma plaza, con la complicidad de los concentrados, que no hicieron nada
para impedirlo. A las jóvenes que eran detenidas se les hacía la prueba
de virginidad, acusadas de putas. A finales de año tuvo lugar el incidente de
«la chica del sujetador azul». Agentes de seguridad la golpean, la desnudan
y arrastran en Tahrir mostrando su sujetador azul. Pero... las feministas es-
taban allí. Tres días después, multitudinarias manifestaciones de mujeres se
celebraban en todo el país como muestra de rechazo al Consejo Supremo de
las Fuerzas Armadas Egipcias.
Al año siguiente, en 2011, tienen lugar enormes movilizaciones estudianti-
les en América Latina, especialmente en Chile, donde jóvenes de secundaria

3. b. hooks: ob. cit., p. 84.


tema central | El tsunami feminista 97

y estudiantes de universidad protagonizan las movilizaciones más impor-


tantes en el país desde el retorno a la democracia. También, en México, las y
los estudiantes salen a las calles organizados en el Movimiento #Yosoy123,
reclamando, especialmente, libertad de expresión. El movimiento fue auto-
proclamado en sus inicios como la «primavera mexicana». De igual manera,
Colombia vivió su movilización estudiantil en 2011 en la que participaron
también docentes y personal de las universidades y que se extendió práctica-
mente por todo el país. Las feministas estaban allí, en Chile, en México, en
Colombia, algunas actuando como portavoces, todas muy jóvenes.
Ese mismo año, el 15-m acampaba en la madrileña Puerta del Sol y la
indignación se extendía por toda España. Pocos meses después, el 17 de
septiembre, unas 1.000 personas acudían a la llamada para ocupar Wall
Street bajo la consigna de «rebelarse contra el sistema de tiranía económica
de forma no violenta». El movimiento Occupy Wall Street se consolidó en
más de un millar de ciudades en Estados Unidos en las que se habían orga-
nizado acampadas o manifestaciones. Las ocupaciones más multitudinarias
fueron las de Nueva York, Los Ángeles y Oakland. El movimiento se había
fraguado en las redes sociales y su modelo de organización estaba inspirado
en las experiencias de Egipto y España.
Además, con Occupy Wall Street se teoriza el feminismo de las plazas. Las
feministas Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser escriben, una
vez acabadas las acampadas, el Manifiesto de un feminis-
mo para el 99%. Un manifiesto que dedican «al colec- El feminismo
tivo [feminista negro] Combahee River, que imaginó
el camino en etapas tempranas, y para las luchadoras
del 99% recoge
feministas polacas y argentinas, que abren hoy otros su nombre de la
nuevos», haciendo genealogía sin personajes secundarios. consigna del
El feminismo del 99% recoge su nombre de la con- movimiento
signa del movimiento Occupy Wall Street, se inspi-
ra en las huelgas feministas que a partir de 2017 se Occupy Wall Street
comienzan a organizar en medio mundo, cuestiona
duramente al denominado «feminismo liberal» y enfoca sus críticas en el
neoliberalismo, como la mayor parte del feminismo de la cuarta ola. Para el
99% es necesario hacer hincapié en problemas estructurales: feminización
de la pobreza y precariedad de las mujeres, violencia de género, racismo...
porque en realidad, el 99% es una llamada de atención a la colonización
del neoliberalismo que ha conseguido diseminar su filosofía por todos los
rincones. Es el feminismo que toma como referencia la situación vital, las
demandas, las necesidades de la inmensa mayoría de las mujeres.
El feminismo durante esta década está en las plazas y, al mismo tiempo,
va desarrollando sus propias campañas y movilizaciones. Así, en 2011, en
98 Nuria Varela | nueva sociedad | 286

febrero, las italianas se movilizaban masivamente al grito de «Se non ora


quando?» [¿Si no es ahora, cuándo?]. Mujeres que luchaban por su reconoci-
miento y su dignidad, y contra su cosificación como objetos de intercambio
sexual.
Las mujeres indias llevan ya años manifestándose y realizando campañas
contra la violación, poniendo nombre a la violencia sexual, movilizándose
por todo el país, pero el punto de inflexión ocurrió en diciembre de 2012,
cuando se produjo la violación en grupo, en un
Las mujeres indias autobús en marcha en Nueva Delhi, de una joven
llevan ya años estudiante que moriría días después por las heridas
sufridas. Este hecho desencadenó una ola de ma-
manifestándose y nifestaciones de indignación que llevarían a endu-
realizando campañas recer las penas contra los violadores y a triplicar el
contra la violación número de denuncias por violación en la capital en
los años siguientes.
En julio de 2014, el viceprimer ministro turco, Bülent Arinç, declaraba:
«Una mujer debe ser decente. Debe conocer la diferencia entre público y pri-
vado. No debe reírse en público». La reacción fue inmediata. Las declaraciones
fueron la última gota de un sistema represor contra las mujeres hasta el esper-
pento. La campaña contra la violencia de género en Turquía, que ya llevaba
tiempo desarrollándose, estalló tanto en las calles como en las redes sociales.
Cientos de personas se manifestaron en el centro de Estambul y las redes se
llenaron con el hashtag #direnkahkaha, la risa de la resistencia y #direnkadin,
mujeres que resisten.
«Desde Tijuana hasta Ushuaia, exigimos aborto legal ya» fue una de las
consignas más coreadas el 28 de septiembre de 2018. Larga es la lucha en
América Latina por los derechos sexuales y reproductivos y la interrupción
voluntaria del embarazo. Fue en el v Encuentro Feminista Latinoamericano
y del Caribe, celebrado en 1990 en Argentina, donde organizaciones femi-
nistas de diez países denominaron la fecha como el Día por la Despenaliza-
ción del Aborto. Una campaña que se ha extendido por el resto del mundo
pero que en los últimos años llena las calles de una región donde 90% de las
mujeres viven en países que restringen la interrupción del embarazo.
Desde Tijuana hasta Ushuaia, los pañuelos verdes tiñen las calles y las
redes sociales. En una región donde hay mujeres condenadas hasta 30 años
por aborto, las campañas exigen «educación sexual para decidir, anticoncep-
tivos para no abortar, aborto legal para no morir».
Una lucha que también se está llevando en Polonia desde 2016. En 2018,
el gobierno de Mateusz Morawiecki volvió a la carga pretendiendo eliminar el
tercer supuesto, el referido a la malformación irreparable del feto, lo que ha
llevado a muchas mujeres a volver a manifestarse en las llamadas Czarny Protests
tema central | El tsunami feminista 99

o protestas negras, manifestaciones en las que visten de negro exigiendo que no


se limiten sus derechos. Con cada protesta negra, las calles de Varsovia y otras
ciudades polacas se tiñen intentando evitar una legislación que criminaliza
a cientos de miles de mujeres cada año.
En junio de 2015, la otra gran lucha de las feministas en América Latina,
la erradicación de los feminicidios, también se hacía visible en las moviliza-
ciones convocadas en Argentina, donde las mujeres ocuparon 80 ciudades
bajo el lema «Ni una menos». En 2016, la lucha se intensificaba con la con-
signa «Vivas nos queremos» y en 2017, la movilización se extendía por Chile,
Uruguay, Perú y México, bajo la consigna «Basta de violencia machista y
complicidad estatal». 2017 había comenzado con la Marcha de las Mujeres,
convocada el 21 de enero, al día siguiente de la toma de posesión del presi-
dente estadounidense Donald Trump, tras una campaña electoral que lo llevó
a la Presidencia y estuvo plagada de insultos y vejaciones a las mujeres. La
Marcha de las Mujeres fue la movilización más multitudinaria en eeuu desde
la Guerra de Vietnam. Se convocó en Washington pero fue apoyada con
700 marchas hermanas en todo el mundo. Hoy se ha articulado alrededor de
la Women’s March Global y mueve una gran marea de reivindicaciones femi-
nistas. Y también ese año, octubre de 2017 fue testigo de la aparición del Me
Too, popularizado en las redes como #MeToo, «A mí también».
Millones de mujeres movilizadas en todo el mundo. Las campañas men-
cionadas lo son solo a modo de ejemplo, podríamos llenar un libro entero
refiriendo el trabajo que el feminismo ha protagonizado en los últimos años
en todo el mundo. Baste recordar cómo se celebró el Día Internacional de
las Mujeres el 8 de marzo de 2018, cuando las movilizaciones recorrieron las
calles de todo el planeta, incluyendo lugares como Mosul, donde alrededor
de 300 mujeres corrieron por sus calles en la primera maratón celebrada en
la ciudad iraquí; o Arabia Saudita, donde un grupo de mujeres también sa-
lió a correr por las calles de la capital –una de las actividades que hasta hacía
pocos meses estaban prohibidas–; Turquía, donde las mujeres marcharon
por la principal avenida de Estambul para acabar «con el patriarcado», bajo
una fuerte vigilancia policial; e incluso Kabul, la capital afgana, donde se
manifestaron centenares de mujeres.

Las mujeres pararon el mundo

Y es que el 8 de marzo de 2018 fue el momento de inflexión de esta cuarta


ola. El feminismo había acumulado ya el suficiente bagaje teórico y político
y la suficiente capacidad organizativa como para lanzar y resolver con éxito
una movilización global que mostrara sus reivindicaciones y exigencias, así
100 Nuria Varela | nueva sociedad | 286

como su fortaleza y determinación para conseguirlas. La movilización se


concretó en la huelga feminista.
No era la primera ni mucho menos, pero sí la primera global. Los antece-
dentes más recientes se encontraban en Islandia, cuando el 24 de octubre de
1975 90% de las mujeres secundaron una huelga que duró todo el día. Las
islandesas salieron a las calles y se manifestaron a favor de la igualdad. En
octubre de 2016, más de 100.000 mujeres en Polonia organizaron paros en
el trabajo, además de manifestaciones para reivindicar los derechos sexuales
y reproductivos. A finales de ese mes, fueron las argentinas quienes hacían
huelga tras el asesinato de Lucía Pérez, con el grito de «Ni una menos».
En 2017 se hizo el primer ensayo general, con el i Paro Internacional
de Mujeres convocado el 8 de marzo. En más de 50 países se realizaron
paros parciales bajo el lema «Si nuestras vidas no valen, produzcan sin
nosotras». La respuesta de millones de mujeres a esta convocatoria fue el
germen del 8 de marzo de 2018. Fraser apuntó que lo que comenzó como
una serie de acciones en el ámbito nacional se convirtió en un movimiento
transnacional el 8 de marzo de 2017, cuando organizadoras de todas par-
tes del mundo decidieron atacar juntas. Con ese golpe audaz, dieron un
nuevo sentido político al Día Internacional de la Mujer. Dejando atrás
las fruslerías de mal gusto y despolitizadas, las huelguistas reivindicaron
las prácticamente olvidadas raíces históricas de ese día en el feminismo
socialista y la clase trabajadora. Sus actuaciones evocan el espíritu de la
movilización de las mujeres de clase trabajadora de comienzos del siglo xx.
Reencarnando ese espíritu militante, las huelgas feministas de hoy están
proclamando nuestras raíces en las luchas históricas por los derechos de los
trabajadores y la justicia social.
Uniendo a mujeres separadas por océanos, montañas y continentes, así
como por fronteras, alambradas de púas y muros, dan un nuevo sentido al
lema «La solidaridad es nuestra arma». Rompiendo el aislamiento de las pa-
redes domésticas y simbólicas, las huelgas demuestran el enorme potencial
político del poder de las mujeres: el poder de aquellas cuyo trabajo remune-
rado o no remunerado sostiene el mundo.

La indignación, el cansancio y el hartazgo, capital político

Desde Yemen hasta China, desde Reino Unido hasta Afganistán y eeuu, la
cuarta ola está resonando en todo el mundo. No sabemos hasta dónde llegó
la influencia de las palabras de bell hooks; probablemente, como siempre ha
ocurrido, fueron el pensamiento y la acción de miles de mujeres en todo el
mundo lo que ha provocado el tsunami actual. ¿Y por qué regresó el feminismo
tema central | El tsunami feminista 101

© Nueva Sociedad / Gustavo Deveze 2020


102 Nuria Varela | nueva sociedad | 286

cual tsunami, filtrándose en todos los rincones del mundo? Estas cosas nun-
ca tienen una respuesta simple.
En primer lugar, asegura Rosa Cobo, la macrorrevisión que hizo el femi-
nismo desde los años 80 del siglo xx ha sido determinante. La cuarta ola
ha aparecido precisamente porque el feminismo ha asumido la diversidad
de las mujeres y se ha asentado esta idea en su configuración ideológica, de
manera que ya es posible desplazar el foco desde el interior del feminismo
hasta fuera, hasta los fenómenos sociales patriarcales más opresivos. Sin este
lento y aparentemente imperceptible desplazamiento, no hubiese sido posi-
ble esta cuarta ola.
Además, millones de mujeres en el mundo estaban tan cansadas como
hartas. Cansadas de ceder. Hartas de que nos relegaran. La reacción pa-
triarcal ha sido tan intensa desde los años 80 del siglo pasado y ha golpeado
tan fuerte que toda la indignación, el profundo cansancio y el hartazgo de
las mujeres se convirtieron en un gran capital político. Ante tanta reacción
patriarcal, era inminente la aparición de la reacción feminista.
Cuando aún estábamos rehaciéndonos de esa potente reacción patriarcal
y el feminismo se estaba poniendo en pie de nuevo, dos circunstancias se
precipitaron. Por un lado, el neoliberalismo explotó en la gran crisis de
2008 y, por otro, el fascismo se lavó un poco la cara y resucitó en forma
de partidos políticos o candidaturas presidenciales que aspiraban, de nue-
vo, a gobernar el mundo. Dentro de la reacción patriarcal, ocupa un lugar
destacado la organización de los grupos antielección, los que se autodeno-
minan provida, aunque su defensa de «la vida» solo consiste en su oposición
a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres; especialmente, son
beligerantes y violentos en contra del aborto, pero no se les conoce ninguna
defensa de esos fetos cuando nacen y se convierten en niñas o en mujeres.
La vida la defienden solo mientras está en el vientre de las mujeres gestantes.
A partir del nacimiento, se desentienden de los niños y niñas abusados, de
las niñas violadas, de las mujeres maltratadas... Esta nueva Inquisición está
formada básicamente por fundamentalistas religiosos y militantes conserva-
dores, ultraconservadores y populistas.
Frente a todo esto, se levantó la cuarta ola feminista. En 1971, Angela
Davis había escrito que el fascismo es un proceso y su desarrollo y amplia-
ción son de naturaleza cancerígena, por ello hay que combatirlo desde sus
inicios. Las feministas fueron las primeras.
El otro cáncer con que se encontró el feminismo en el siglo xxi fueron las
políticas económicas neoliberales, que han traído consigo una nueva políti-
ca sexual. Además de crear una nueva clase social, el precariado, claramente
feminizada, la economía neoliberal ha convertido la sexualidad femenina y
su capacidad de procrear en un gran negocio global con dos grandes industrias,
tema central | El tsunami feminista 103

la industria del sexo y la de los vientres de alquiler. El nuevo discurso eco-


nómico patriarcal convierte la vida en mercancía. El neoliberalismo intenta
convencernos de que los deseos se pueden convertir en derechos si se tiene
suficiente dinero para comprarlos y reduce la libertad a un mero intercambio;
si puedes intercambiar algo (aunque sea tu cuerpo), estás usando tu libertad
de elección (da igual en qué condiciones está ocurriendo ese intercambio).
El feminismo, señala Rosa Cobo, ha sabido identificar la política sexual del
neoliberalismo de manera que ha desenmascarado la misoginia que alimenta
su núcleo duro. La filosofía neoliberal de que todo se puede comprar y vender
está golpeando la vida de las mujeres explotándolas económica y sexualmen-
te (feminización de la pobreza, brecha salarial, trabajos precarios, economía
sumergida, crecimiento exponencial de la trata y la prostitución, aparición de
nuevos nichos de negocio, como la compraventa y alquiler de vientres...)4. Frente
a ello, las feministas han vuelto a exigir políticas redistributivas y a colocar en
primera línea del debate político la precarización de las vidas de las mujeres,
así como la profunda crisis de cuidados en la que estamos inmersas.
Además de la revisión interior y de la reacción feminista frente a la reac-
ción patriarcal, un tercer elemento explicaría el surgimiento de la cuarta
ola. Hasta ahora, las olas anteriores han surgido al tiempo que sucedía una
«crisis civilizatoria», por decirlo en palabras de Amelia Valcárcel, es decir,
al tiempo que cambiaban los sistemas políticos y económicos mundiales.
La cuarta ola es coetánea de la sociedad de la in-
formación y de lo que ya se comienza a denomi- La cuarta ola es
nar cuarta Revolución Industrial. El concepto «so- coetánea de
ciedad de la información» comenzó a utilizarse en
Japón durante los años 60, pero será el sociólogo la sociedad de la
Manuel Castells quien examine los caracteres del información y de lo
nuevo paradigma para acuñar, no ya esta noción, que ya se comienza
sino la de «era informacional», con internet como
a denominar cuarta
fundamento principal de este nuevo modo de or-
ganización social en esferas tan dispares como las Revolución Industrial
relaciones interpersonales, las formas laborales o los
modos de construir la identidad propia. Según Castells, la sociedad de la
información es aquella en la que las tecnologías facilitan la creación, distri-
bución y manipulación de la información y juegan un papel esencial en las
actividades sociales, culturales y económicas5.
Explica Klaus Schwab, el fundador y director general del Foro Económico
Mundial, que la cuarta Revolución Industrial sería aquella que está cambiando la

4. R. Cobo Bedia: La prostitución en el corazón del capitalismo, Catarata, Madrid, 2017.


5. M. Castells: La era de la información, 3 vols., Siglo Veintiuno, Ciudad de México, 2001-2002.
104 Nuria Varela | nueva sociedad | 286

forma de vivir, trabajar y relacionarnos, y se basa en el exponencial y vertiginoso


desarrollo tecnológico desde campos como la inteligencia artificial, la robótica,
el internet de las cosas, la impresión 3d, la nanotecnología, la biotecnología, la
computación cuántica...6 Una revolución que no solo está cambiando el qué y
el cómo hacer las cosas, sino hasta quiénes somos. Sin duda, como veremos a
continuación, la cuarta ola feminista está definida por la tecnología.
Una cuarta ola que está caracterizada por un despertar, una toma de con-
ciencia mayoritaria y una lucha global contra la verdadera raíz de la opresión
de las mujeres, pero ¿cuáles serían sus principales rasgos? En primer lugar, el
feminismo, actualmente, y por tercera vez en su historia, se ha convertido en
un movimiento de masas. Antes lo había sido con el sufragismo (por primera
vez) y más tarde también lo consiguió el feminismo radical, pero en este caso,
esta cuarta ola presenta una novedad: el feminismo, por fin, es global. No hay
país en el mundo en el que no haya –de una manera u otra– feminismo.
Virginia Guzmán y Claudia Bonan describen cómo ese movimiento de ma-
sas se va construyendo a partir de los años 90 del siglo xx, al tiempo que va
profundizando en su rol como fuerza modernizadora y civilizadora. A partir
de los años 90, los movimientos feministas se han expandido aceleradamente
por diversas regiones geográficas y han adoptado distintas expresiones. Sus
formas de organización se han vuelto más complejas, su composición, más
heterogénea, y el rango de sus acciones y agendas, más amplio7.
La presencia de las mujeres en los ámbitos transnacionales las ha llevado
a constituirse en protagonistas visibles de las relaciones internacionales y en
participantes activas, junto con otros movimientos –de derechos humanos,
ambientalistas, minorías sexuales, negros, indígenas– en los procesos de for-
mulación de las leyes, marcos normativos y agendas políticas internaciona-
les. La constitución de redes ha conectado a distintos grupos feministas a
través del mundo y ha permitido la circulación de ideas, recursos y formas
de comportamiento solidario. Su presencia en los espacios transnacionales
ha tenido la doble virtud de visibilizar internacionalmente su protagonis-
mo y sus propuestas y, al mismo tiempo, irradiar hacia sus sociedades el
reconocimiento obtenido en estos espacios globales, y de esta manera, pre-
sionar sobre los límites culturales y políticos que las sociedades nacionales
imponen al desarrollo de las agendas políticas de los movimientos sociales.
En conclusión, la experiencia política del movimiento feminista en los
últimos años ha fomentado el desarrollo de un fuerte sentimiento de perte-
nencia a una lucha emancipatoria de carácter global. Este proceso ha per-
mitido acceder y contribuir a una creciente conciencia sobre la diversidad

6. K. Schwab: La cuarta revolución industrial, Debate, Madrid, 2016.


7. V. Guzmán y C. Bonan: «Feminismo y modernidad» en Debate Feminista Nº 35, 2007.
tema central | El tsunami feminista 105

de formas de luchas, el multiculturalismo, las diferentes interpretaciones que


suscitan las desigualdades, exclusiones y discriminaciones y sus formas de
superación.
Las agendas feministas contemporáneas son agendas múltiples y pacta-
das entre un gran espectro de sujetos políticos, donde se articula un con-
junto complejo de temáticas concernientes a la transformación global de
las formas de vida en sociedad, bajo los ideales de emancipación, justicia
social, libertad y no discriminación: la economía, el comercio y el presu-
puesto público; las formas de producción y consumo; las transformaciones
en el mundo del trabajo; el desarrollo científico y tecnológico; la bioética
y la bioseguridad; las migraciones internacionales; la guerra y la paz; el
medio ambiente y la calidad de vida; el combate a
la corrupción y al crimen organizado; las reformas La segunda
de los sistemas multilaterales; la gobernabilidad, la característica de la
redefinición del rol de los Estados nacionales y de
las formas de ciudadanía en un mundo globalizado. cuarta ola es la
La segunda característica de la cuarta ola es la in- interseccionalidad,
terseccionalidad, la propuesta feminista que ha hecho la propuesta
posible esta movilización global. Siguiendo a Rosa
feminista que ha
Cobo, no habría sido posible trasladar el mensaje y
convencer si el feminismo no hubiese asumido la di- hecho posible esta
versidad de las mujeres y, al mismo tiempo, no hubiese movilización global
vuelto a poner sus energías en las políticas de distribu-
ción. Es decir, por un lado, el feminismo se ha «ensanchado», primero se hizo
global internamente para luego hacerse global externamente. Esto significa
que «ya no hay que elegir un bando», entre el movimiento feminista y el an-
tirracista, por ejemplo. La interseccionalidad –según Kira Cochrane– es el
principio rector de las feministas actuales8. Además de hacer al movimiento
feminista más amplio y respetuoso, la interseccionalidad ha traído un efecto
no esperado: la exigencia de autoevaluación de privilegios.
Quizá no sea arriesgado aventurar que los inicios del siglo xxi se recorda-
rán como el momento en que las mujeres rompieron el silencio. El silencio es
el mandato patriarcal por excelencia. Durante siglos se mantuvo la expresa
prohibición a las mujeres de tener conocimiento, leer, escribir, crear, hablar
en público... Ese pacto de silencio forjado sobre el miedo de ellas, la violencia
de ellos y la indiferencia de la mayoría había conseguido normalizar el abuso,
el maltrato, e incluso generar la cultura de la violación en la que vivimos.
Millones de mujeres en todo el mundo han dicho se acabó. Miles de
mujeres han dejado de tener miedo y están dispuestas a hablar alto y claro

8. K. Cochrane: Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, Gedisa, Barcelona, 2015.


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en las redes sociales, frente a las cámaras y frente a los tribunales. Miles
de mujeres en todo el mundo saben que el silencio y la sumisión, lejos de
protegernos, amparan a los perpetradores y alimentan la impunidad, ga-
solina de la violencia.
El feminismo de la cuarta ola está definido por la tecnología. Internet está
permitiendo al feminismo construir un movimiento online fuerte, popular,
reactivo. Las redes sociales provocan a su vez un nuevo tipo de acción, la de
las multitudes anónimas organizadas de forma rápida y precisa, con objetivos
claros y comunes, con una estrategia que puede discutirse y planificarse. Las
redes permanecen una vez desaparecida la acción, lo que hace que se creen
conexiones virtuales permanentes que van concienciando a grupos cada vez
más jóvenes y relacionados en todo el mundo. Grupos que nacen en el mun-
do virtual y luego sienten la necesidad también de organizarse en sus respec-
tivos ámbitos, bien acercándose al movimiento feminista organizado, bien
creando sus propios grupos feministas en los institutos, en las universida-
des... Un nuevo espacio de opinión pública al que las mujeres nunca habían
tenido acceso por el control patriarcal de los medios de comunicación.
Por otro lado, se consolida la cada vez mayor alianza con el ecologismo y,
a su vez, el desarrollo del ecofeminismo. La cuarta ola también es interge-
neracional. No hay relevo generacional porque nadie se ha ido. Se está pro-
duciendo un diálogo intergeneracional en el que feministas de larga y muy
larga trayectoria trabajan junto a mujeres jóvenes compartiendo liderazgos,
propuestas y discursos. La novedad de la cuarta ola es la suma de millones
de mujeres jóvenes al movimiento feminista, algunas, incluso, organizadas
desde la educación secundaria.
Esta llegada masiva de jóvenes a la militancia feminista, además de nuevas
miradas, respuestas y formas de militancia, ha provocado también que bue-
na parte de la cuarta ola se articule alrededor de la denuncia de la violencia
sexual, la más invisibilizada de todas y la que sufren especialmente niñas,
adolescentes y mujeres jóvenes.
El feminismo de la cuarta ola también se caracteriza por estar impugnan-
do el modelo no solo en los regímenes autoritarios, también en las democra-
cias actuales por déficit de legitimidad.
«Desdibujar las fronteras sin quemar los puentes», propone Rosi Braidotti9.
No se me ocurre idea más poderosa que esa, la construcción de un femi-
nismo puente, un feminismo que abra caminos e invite a pasar de un lugar
inhóspito a otro que realmente queremos habitar, un lugar en el que sea
posible respirar.

9. R. Braidotti: Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, Gedisa, Barcelona, 2015.

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