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Alteraciones Renales y Genitourinarias

Este documento resume varias alteraciones y enfermedades del aparato renal y genitourinario. Describe la insuficiencia renal aguda y crónica, el síndrome nefrítico y la glomerulonefritis. Explica los síntomas y causas más comunes de estas afecciones, así como los tratamientos para controlarlas y prevenir daños renales a largo plazo.

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Alteraciones Renales y Genitourinarias

Este documento resume varias alteraciones y enfermedades del aparato renal y genitourinario. Describe la insuficiencia renal aguda y crónica, el síndrome nefrítico y la glomerulonefritis. Explica los síntomas y causas más comunes de estas afecciones, así como los tratamientos para controlarlas y prevenir daños renales a largo plazo.

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Defensa


Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional
UNEFA.
Bolívar – Extensión Ciudad Bolívar
3er Semestre.

Profesora: Bachiller:
Luisa Franco Janneidy Tovar

CI:27940847

Ciudad Bolívar, 22 de abril del 2020.


Alteraciones Renales y Genitourinarias.
El aparato renal o también conocido como genitourinario es el sistema de órganos
principalmente responsables de la limpieza y filtración del exceso de líquidos y materiales
de desecho de la sangre.

Las alteraciones renales o genitourinarias constituyen cerca del 20-30% de todas las
malformaciones identificadas, ocurriendo en el 0,3-1,6/1.000 de los recién nacidos vivos ,
ocasionando un 30-50% de insuficiencia renal terminal. Todas estas patologías se encuentran
a nivel de los órganos:

*Riñones.

* Uréteres.

*Vejiga.

*Uretra.

* Esfínteres.

En los niños, los problemas del aparato urinario pueden incluir insuficiencia renal
aguda y crónica, infecciones y obstrucciones en el tracto urinario, y anomalías de nacimiento.

Algunos problemas de los riñones pueden ser signos tempranos de enfermedad renal
crónica, el tipo de daño que puede empeorar después de un tiempo y puede resultar en falla
renal. Detectar y tratar estos problemas puede ayudar a prevenir que enfermedad renal
crónica se convierta en falla renal. Otros problemas de los riñones pueden resultar en
enfermedad renal crónica si no son controlados.

Con frecuencia, los problemas del tracto urinario se relacionan con un bloqueo que
impide que la vejiga se vacíe por completo y que suele producir reflujo urinario. Una
obstrucción del tracto urinario puede provocar daño al tracto urinario y los riñones, porque
la orina regresa y se acumula en diversas partes del tracto. La acumulación de orina en la
vejiga, los uréteres o los riñones puede producir infección, cicatrización e insuficiencia renal
a largo plazo.

Insuficiencia Renal Aguda.


La insuficiencia renal aguda es la pérdida súbita de la capacidad de los riñones para eliminar
el exceso de líquido y electrolitos, así como el material de desecho de la sangre.

Es más común en personas que ya están hospitalizadas, en particular las que necesitan
cuidados intensivos. Además, suele ser secundaria a una cirugía complicada, una infección
generalizada, después de una lesión grave o cuando el flujo de sangre a los riñones se interrumpe.
Aunque suele ser reversible, la severidad es variable y puede requerir tratamiento sustitutivo de la
función renal durante un tiempo.

La insuficiencia renal aguda neonatal se define como el trastorno abrupto y grave de la


función renal, manifestada por caída del filtrado glomerular y de la función tubular y eventualmente
de la producción de orina; se debe sospechar cuando el valor de creatinina plasmática neonatal no
disminuye a niveles inferiores a los maternos, aumenta alrededor de 0,2-0,3 mg/dl/día o supera el
valor de 1,5 mg/dl independientemente del valor de la diuresis. Su diagnóstico y tratamiento deben
efectuarse simultáneamente para corregir el defecto de modo que se limite el compromiso de la
función renal. Los síntomas más habituales son:

*Edemas.

* Síndrome urémico.

*Disminución de la cantidad de orina (Anuria).

Insuficiencia Renal Crónica.


Es una afección crónica en la cual los riñones sufren daño permanente. La función del riñón
se disminuye y se empeora con el tiempo. La enfermedad crónica del riñón también se conoce como
enfermedad renal crónica o insuficiencia renal crónica ERC. Afecta a personas de todas las edades y
razas.

*En los bebés y en los niños: Los defectos de nacimiento, las malformaciones congénitas, y
las enfermedades hereditarias, como la enfermedad poliquística del riñón, son las causas más
comunes de la enfermedad renal crónica (ERC). Las infecciones de las vías urinarias frecuentes en
los niños deben ser tratadas con prontitud y evaluadas en detalle, debido a que las malformaciones
de las vías urinarias pueden potencialmente provocar la ERC.

*En los adolescentes: En los niños mayores de 12 años, la glomerulonefritis (inflamación de


los riñones) es la causa más frecuente de la insuficiencia renal. Otras afecciones que pueden dañar
los riñones, como el síndrome nefrítico o las enfermedades que afectan varios órganos como el lupus,
son también causas comunes.

*En los adultos: La ERC la causa principalmente la diabetes y la presión arterial alta. En
comparación con los adultos, la presión arterial alta generalmente no causa insuficiencia renal en los
niños, pero con frecuencia causa la insuficiencia renal. Sin embargo, es importante observar que
muchos de los factores de riesgo de la ERC, tales como la obesidad que conduce a la diabetes tipo 2,
empiezan en la infancia y pueden contribuir a la enfermedad progresiva del riñón en los adultos.

Síndrome Nefrítico.
Es un trastorno renal causado por un conjunto de enfermedades, caracterizado por aumento
en la permeabilidad de la pared capilar de los glomérulos renales que conlleva a la presencia de niveles
altos de proteína en la orina (proteinuria) mayor a 3.5 g por día, niveles bajos de proteína en la sangre
(hipoproteinemia o hipoalbuminemia), ascitis y en algunos casos, edema, colesterol alto
(hiperlipidemia o hiperlipemia) y una predisposición para la coagulación.

El motivo es una lesión del glomérulo renal, ya sea ésta primaria o secundaria, que altera su
capacidad para filtrar las sustancias que transporta la sangre. Los daños causados en el paciente serán
más o menos graves, pudiendo surgir complicaciones en otros órganos y sistemas. Las enfermedades
asociadas con el síndrome nefrótico en general causan disfunción renal crónica. Sin embargo, en
función de la afección y del tipo de lesión, estos sujetos presentan un buen pronóstico bajo un
tratamiento adecuado.

El síndrome nefrótico ocurre cuando pequeñas estructuras en los riñones llamadas glomérulos
dejan de funcionar de manera adecuada y dejan pasar demasiada proteína a los riñones.

En los niños, esto es habitual debido a una afección renal llamada enfermedad con cambios
mínimos que afecta los glomérulos. El síndrome nefrótico es más común en los niños que en las niñas,
especialmente en los menores de 5 años.

Afortunadamente, la mayoría de los casos (incluso aquellos causados por enfermedad con
cambios mínimos) se pueden tratar de manera efectiva con medicación. La mayoría de los niños que
padecen síndrome nefrótico a causa de una enfermedad con cambios mínimos eventualmente se curan
solos antes de los diez años.

Algunos niños no manifiestan síntomas obvios de síndrome nefrítico y no saben que padecen
de esta afección hasta que se diagnostica por una prueba de orina.

Cuando los síntomas sí se manifiestan, la hinchazón y el aumento de peso suelen ser los más
comunes. La hinchazón es provocada por la acumulación de fluidos y sal en el cuerpo. Generalmente,
esto puede ser suficiente para causar un incremento rápido e involuntario de peso.

La hinchazón aparece comúnmente en:

*la cara, especialmente alrededor de los ojos

*el abdomen (la panza)

*los brazos y las piernas, particularmente alrededor de los tobillos y los dedos de los pies

Algunos niños con síndrome nefrótico notan hinchazón en los tobillos después de estar un
tiempo prolongado parados o sentados. Otros pueden notar más hinchazón alrededor de los ojos en
cuanto se levantan por la mañana. Otros signos comunes son: falta de apetito, diarrea, ganas de hacer
pis menos frecuente y orina con una apariencia oscura y espumosa.

En casos aislados, la afección que causa el síndrome nefrótico puede provocar otros síntomas
y complicaciones, como daño renal con insuficiencia renal, trombosis (coágulos de sangre en los
vasos sanguíneos) o infección causada por la pérdida de proteínas, las cuales ayudan a combatir las
infecciones.
El tratamiento

Depende de la causa. Para tratar la enfermedad con cambios mínimos, los médicos
habitualmente recetan un medicamento llamado prednisona. Una de las funciones de la prednisona es
modular el sistema inmunitario, lo que puede ayudar a que los glomérulos funcionen de la manera
esperada. Cuando los niños tienen síndrome nefrótico, es probable que los médicos prescriban
medicamentos llamados diuréticos para ayudarlos a orinar con más frecuencia. Esto puede ayudar a
controlar la hinchazón en el cuerpo hasta que los niveles de proteína en sangre vuelvan a la
normalidad.

Afortunadamente, en la mayoría de los niños con síndrome nefrótico, la afección desaparece


antes de los diez años de edad y no deja daños en los riñones. Mientras tanto, es posible que los niños
deban tomar medicamentos durante unos meses o más.En ocasiones, el niño puede tener una recaída,
en la cual el síndrome nefrótico vuelve después de haber desaparecido. En ese caso, se comenzaría
nuevamente con el tratamiento hasta que el niño se cure de la afección o se mejore solo.

Glomérulonefritis.
La glomerulonefritis es una enfermedad que afecta la estructura y la función del glomérulo,
aunque posteriormente pueden resultar afectadas las demás estructuras de la nefrona. Se trata de una
enfermedad renal que puede tener varias causas y presentaciones clínicas y en la que se daña el sector
de los riñones que ayuda a filtrar los desechos y los líquidos de la sangre.

Cuando un niño tiene una glomerulonefritis, sus riñones no funcionan adecuadamente y no


pueden limpiar bien la sangre. La glomerulonefritis puede aparecer rápidamente (glomerulonefritis
aguda) o bien lentamente a lo largo del tiempo (glomerulonefritis crónica).

La Glomérulonefritis causa problemas relacionados con la orina (pis) e hinchazón en varias


partes del cuerpo, como la cara y las manos. En algunos casos, puede producir daño renal (del riñón)
o insuficiencia renal.

La glomerulonefritis puede causar:

*hinchazón en la cara (más perceptible por la mañana)

*que los riñones fabriquen menos orina que de costumbre

*orina roja o marrón (hematuria)

*orina "espumosa" o burbujeante (proteinuria)

*tensión arterial alta (hipertensión)

En la glomerulonefritis crónica, los síntomas se pueden desarrollar lentamente a lo largo de


muchos meses o años. Algunos niños no presentan síntomas perceptibles al principio. Los médicos
pueden detectar esta afección si, en un análisis de orina ordinario, se detecta sangre y/o proteínas en
la orina, o después de que al niño le diagnostiquen una hipertensión arterial.
En algunos casos, la glomerulonefritis crónica puede conducir a un mayor daño renal e,
incluso, a insuficiencia renal (cuando los riñones dejan de limpiar la sangre como deberían). Entre
los síntomas de la insuficiencia renal, se incluyen los siguientes:

*orinar demasiado o demasiado poco.

*pérdida del apetito.

*náuseas y vómitos.

*pérdida de peso.

*calambres musculares por la noche.

*cansancio.

*palidez.

*hipertensión arterial (tensión arterial alta).

*dolores de cabeza.

*hinchazón o retención de líquidos.

A veces, la glomerulonefritis aguda mejora por sí sola. El tratamiento, si fuera necesario,


dependerá de la causa, de la edad del niño y de su estado general de salud.

Cuando un problema del sistema inmunitario es la causa de la glomerulonefritis, los niños


pueden tomar esteroides y otros medicamentos que ayuden a deprimir la respuesta del sistema
inmunitario. Los antibióticos sirven para tratar las infecciones bacterianas. Algunos niños necesitan
recibir un tratamiento para limpiar la sangre mediante el uso de un filtrado artificial, llamado diálisis,
si sus riñones están dañados de forma considerable e irreversible.

Para tratar algunos síntomas, los médicos pueden recetar medicamentos para bajar la tensión
arterial o para ayudar a los riñones a fabricar orina y a eliminar los residuos. Un niño puede tener que
beber menos líquidos que de costumbre y seguir una dieta baja en proteínas, sal y potasio.

Riñón Poliquístico Congénito.


Los quistes del riñón son sacos llenos de líquidos que se forman en los riñones y son por lo
general de una pulgada (2,54 cm) de diámetro. El quiste simple del riñón es diferente de los quistes
que se desarrollan cuando una persona tiene la enfermedad renal poliquística ERP, que es una
enfermedad genética.

También pueden ocurrir por una mutación genética. La forma más común es la ERP, en la
que los quistes pueden substituir al riñón con el tiempo y provocar insuficiencia renal. Existen dos
formas de la enfermedad: la autosómica dominante, PQRAD y la autosómica recesiva, PQRAR.
Comienzan a menudo a aparecer en la infancia, aunque la mayoría de los niños y los adolescentes
afectados no tienen ningún síntoma hasta que son adultos.

La primera signos y síntomas es a menudo la presión arterial alta, sangre en la orina, o una
sensación de la pesadez o dolor en la espalda, los costados o el abdomen. A veces, la primera señal
es una infección de las vías urinarias (IVU) o cálculos del riñón.

Los niños con antecedentes familiares de PRAD deben hacerse análisis periódicos de la orina
y tomarse la presión arterial para poder identificar las manifestaciones tempranas de la enfermedad.
No se recomienda que los niños y los adolescentes sin ningún problema de salud se les hagan pruebas
de imagen del riñón independientemente de si alguno de sus padres tiene PQRAD. Una de las razones
es que puede tener un efecto adverso en los criterios que se consideran para obtener seguro médico,
aunque todavía no se presenten síntomas.

El número de quistes que un niño tenga afectan sus señales y síntomas. En la mayoría de los
niños, los quistes del riñón crecen muy lentamente, si es que crecen, y no causan ningún problema.
Por lo tanto, no se necesita tratamiento.

Si un quiste llega a ser muy grande, puede causar dolor en el costado o el estómago o interferir
con la función del riñón. Sin embargo, cirugía de quistes renales no es muy común. Generalmente,
un quiste se extrae o se seca si está infectado y si no responde bien a los antibióticos o si está causando
un dolor intenso. El nefrólogo pediátrico y el urólogo pediátrico deciden si se debe extraer o no el
quiste del riñón.

Tumor de Willis.
La mayoría de los niños que padecen el tumor de Wilms, un cáncer de riñón muy poco
frecuente, sobreviven y llevan una vida normal y sana ya que esta enfermedad es altamente tratable.

El tumor de Wilms también recibe el nombre de nefroblastoma y puede afectar ambos


riñones, pero normalmente se presenta sólo en uno.

Los médicos creen que el tumor comienza a crecer mientras el feto se desarrolla en el vientre
materno, debido a un problema de algunas células destinadas a formar los riñones que forman un
tumor.

la mayoría de los niños no presentan ninguna señal de cáncer y, en general, actúan y juegan
de manera normal. Con frecuencia, uno de los padres descubre un bulto firme y liso en el abdomen
del niño. Es común que la masa alcance un tamaño considerable antes de ser descubierta; el peso
promedio de los tumores de Wilms es de 1 libra (450 gramos) en el momento de recibir el diagnóstico.

Algunos niños también pueden presentar náuseas, dolor abdominal, presión arterial elevada
(hipertensión), sangre en la orina, pérdida del apetito o fiebre.

La probabilidad de que el tumor de Wilms sea hereditario es tan baja que no existen análisis
para determinar qué personas podrían pasar la enfermedad a sus hijos. Sin embargo, algunos factores
genéticos, como síndromes con ciertas malformaciones, pueden incrementar las probabilidades de
desarrollar la enfermedad.

Los niños que poseen factores de riesgo de desarrollar un tumor de Wilms deben realizarse
ecografías cada tres meses hasta los 6 ó 7 años para descartar la enfermedad.

Pielonefritis.
Es una infección urinaria se define como la presencia de gérmenes en la orina. Habitualmente
son bacterias (bacteriana) y excepcionalmente, hongos (micótica) o virus (vírica). Pueden ocurrir
cuando entran bacterias a la vejiga o a los riñones. Estas bacterias son comunes en la piel alrededor
del ano. También pueden estar presentes cerca de la vagina.

Normalmente, no hay bacterias en las vías urinarias. Sin embargo, ciertos factores pueden
facilitar la entrada o permanencia de bacterias en el tracto urinario. Estas incluyen:

*Un problema en el tracto urinario, llamado reflujo vesicoureteral. Esta afección, que
normalmente está presente al nacer, permite que la orina fluya de vuelta hacia los uréteres y los
riñones.

*Enfermedades del sistema nervioso o del cerebro (como mielomeningocele, lesión de la


médula espinal, hidrocefalia) que dificultan vaciar la vejiga.

*Baños de burbuja o prendas de vestir demasiado ajustadas (niñas).

*Cambios o anomalías congénitas en la estructura del tracto urinario.

*No orinar con la suficiente frecuencia durante el día.

*Limpiarse de atrás (cerca del ano) hacia adelante después de ir al baño. En las niñas, esto
puede llevar bacterias hasta la abertura por donde sale la orina.

Las ITU son más comunes en las niñas. Pueden ocurrir generalmente alrededor de los 3 años,
a medida que los niños empiezan su entrenamiento para ir al baño. Los niños que no fueron
circuncidados tienen un riesgo ligeramente más alto de ITU antes de 1 año de vida.

Niños con un problema llamado reflujo (reflujo vesiculorectal o RVR) son más propensos a
tener infecciones. Normalmente, cuando la vejiga se contrae, la orina no debe regresarse dentro del
ureter. Los niños pueden nacer con este problema o pueden tener otros defectos congénitos del sistema
urinario que causen reflujo.

Hidrocele.
El hidrocele es una acumulación de líquido en el interior del escroto (la bolsa que contiene
los testículos). Los hidroceles pueden aparecer en un solo lado o en ambos. El hidrocele ocurre con
frecuencia antes de cumplir el primer año de edad. Durante el primer año de vida puede resolverse
espontáneamente. Si esto no ocurre, será a partir de entonces cuando precise seguimiento por parte
del pediatra o del cirujano.

También puede ocurrir en niños mayores y adolescentes, siendo mucho más rara su
resolución espontánea, por lo que en la mayoría de los casos precisará tratamiento quirúrgico.

La hidrocele congénita se produce por el paso de líquido desde el interior del abdomen hacia
el escroto a través de una pequeña comunicación, que no se ha cerrado completamente durante el
desarrollo del feto. Este tipo, que es el más frecuente, se denomina hidrocele comunicante. En
ocasiones, este conducto es más amplio y, además de líquido, permite el paso también de un segmento
de asa del intestino, produciéndose también una hernia inguinal asocida.

En los niños con hidrocele se observa un aumento de tamaño de la bolsa escrotal. Este
aumento de volumen no es igual siempre. Puede variar con la posición del niño (de pie, tumbado),
durante infecciones virales leves propias de la infancia, etc… En el hidrocele comunicante es típico
que aumente de tamaño al final del día.

Muy raramente los hidroceles producen molestias o dolor. En los niños mayores sí puede
existir sensación de pesadez.

Cuando el aumento de tamaño del hidrocele se relaciona con algún proceso infeccioso, puede
aparecer enrojecimiento de la piel del escroto.

Cuando la comunicación entre el abdomen y el escroto se cierra completamente, pero queda


líquido atrapado en su interior, se llama hidrocele no comunicante. Si este líquido queda retenido en
la región inguinal (en lugar de en el escroto), recibe el nombre de quiste de cordón.

El hidrocele adquirido o de “tipo adulto” (que se manifiesta normalmente durante la


adolescencia) se origina por exceso de producción de líquido o falta de reabsorción del mismo, por
parte de las cubiertas que rodean al testículo. Es también un hidrocele no comunicante.

El tratamiento del hidrocele no es urgente. Solo se planteará su reparación quirúrgica en el


momento del diagnóstico en los casos en los que se sospeche o diagnostique una hernia asociada.

La mayoría de hidroceles en niños menores de 1 año de edad desaparecerán espontáneamente,


por lo que durante este año serán revisados periódicamente por su pediatra.

A partir del año de edad, el niño debe ser valorado por un cirujano pediátrico, quien decidirá
el tratamiento quirúrgico, habitualmente entre los 18 y 24 meses.

En los hidroceles comunicantes, el tratamiento quirúrgico consiste en vaciar el contenido


líquido y cerrar el conducto que ha permitido el paso de líquido desde la cavidad abdominal. En los
quistes de cordón (hidroceles no comunicantes), se resecará además el tejido a modo de “saco”, que
lo contiene.
En los hidroceles no comunicantes, producidos por sobreproducción de líquido dentro de las
cubiertas del testículo (hidrocele de “tipo del adulto”), se realiza evacuación del líquido y resección
de los tejidos que lo producen y almacenan alrededor del testículo.

Criptorquidia.
La criptorquidia es la falta de descenso de uno o ambos testículos hacia el escroto; por lo
general, se acompaña de una hernia inguinal. El diagnóstico se realiza mediante examen físico, a
veces seguido de laparoscopia. El tratamiento consiste en la orquidopexia quirúrgica.

La criptorquidia afecta a alrededor del 3% de los recién nacidos de término y hasta al 30% de
los recién nacidos pretérmino; dos tercios de los testículos no descendidos descienden de manera
espontánea dentro de los primeros 4 meses de vida. Por consiguiente, aproximadamente el 0,8% de
los lactantes requieren tratamiento.

El ochenta por ciento de los testículos no descendidos son diagnosticados al nacer. El resto
son diagnosticados durante la infancia o la adolescencia temprana; éstas son causadas generalmente
por un adjunto gubernacular ectópico y se hacen evidentes después de un brote de crecimiento
somático.

Los testículos no descendidos pueden causar subfertilidad y se asocian con carcinoma


testicular, principalmente en el testículo no descendido y, en particular, en caso de posición
intraabdominal. Sin embargo, en pacientes con un testículo no descendido, el 10% de los cánceres
aparecen en el lado normal. En los casos no tratados de testículos intraabdominales, puede producirse
una torsión testicular, que se manifiesta con un abdomen agudo. Casi todos los recién nacidos que
tienen un testículo no descendido en el momento del nacimiento también presentan una hernia
inguinal (persistencia del proceso vaginal).

Epispadia.
En esta afección, la uretra no se transforma en un tubo completo y la orina sale del cuerpo
desde una localización anormal.

Las causas del epispadias se desconocen en este momento, pero puede estar relacionado con
el desarrollo inadecuado del hueso púbico. En los niños con epispadias, la abertura de la uretra
generalmente se encuentra en el extremo o al lado del pene, en lugar de estar en la punta. Sin embargo,
es posible que la uretra esté abierta a lo largo de todo el pene. En las niñas, la abertura está usualmente
entre el clítoris y los labios, pero puede estar en el área del vientre.

Síntomas:

En hombres:

*Abertura anormal desde la articulación entre el hueso púbico hasta el área por encima de la
punta del pene.

*Reflujo de la orina hacia el riñón (nefropatía por reflujo).


*Pene corto y ensanchado con una curvatura anormal.

*Infección urinaria.

*Ensanchamiento del hueso púbico.

En las mujeres:

*Clítoris y labios anormales.

*Abertura anormal desde el cuello de la vejiga hasta el área por encima de la abertura normal
de la uretra.

*Reflujo de orina hacia el riñón (nefropatía por reflujo).

*Ensanchamiento del hueso púbico.

*Incontinencia urinaria.

*Infecciones urinarias.

Signos y exámenes:

*Examen de sangre para verificar los niveles de electrolitos.

*Pielografía intravenosa (PIV), una radiografía especial de los riñones, la vejiga y los
uréteres.

*Resonancia magnética o tomografía computarizada, dependiendo de la afección.

*Radiografía de la pelvis.

*Ecografía del aparato genitourinario.

Tratamiento:

La reparación quirúrgica del epispadias se recomienda en pacientes con más que un caso leve.
El escape de orina (incontinencia) no es común y puede requerir una segunda operación.

Hipospadia.
El hipospadias es un defecto de nacimiento en los varones en el cual la abertura de la uretra
no está en la punta del pene. En los niños con hipospadias, la formación anormal de la uretra sucede
entre las semanas 8 y 14 del embarazo. La abertura anormal puede estar situada en cualquier parte,
desde el área que está justo debajo de la punta del pene hasta el escroto. Existen distintos grados de
gravedad del hipospadias; algunos pueden ser leves y otros más graves. El tipo de hipospadias que
tenga el niño dependerá de la ubicación de la abertura de la uretra:

*Balánico: la abertura de la uretra se sitúa en algún lugar cerca de la cabeza del pene.
*Peneano: la abertura de la uretra se sitúa en el cuerpo del pene.

*Penoescrotal: la abertura de la uretra se sitúa en el área donde se une el pene al escroto.

Los niños con hipospadias a veces presentan un pene encorvado. Podrían tener problemas por
la forma anormal en que sale la orina y quizás deban sentarse para orinar. En algunos niños con
hipospadias, los testículos no han descendido completamente al escroto. Si el hipospadias no se trata,
puede causar problemas más adelante en la vida, como dificultad para tener relaciones sexuales o
para orinar de pie.

No se conocen las causas del hipospadias en la mayoría de los bebés. Se cree que en la
mayoría de los casos, el hipospadias es causado por una combinación de genes y otros factores, como
los elementos dentro del ambiente con los que entra en contacto la madre, o lo que come o bebe, o
ciertos medicamentos que usa durante el embarazo.

Los investigadores de los CDC han reportado hallazgos importantes sobre algunos factores
que afectan el riesgo de tener un niño con hipospadias:

*Edad y peso: las madres de 35 años o mayores y que eran consideradas obesas presentaron
un riesgo más alto de tener un bebé con hipospadias.1

*Tratamientos de fertilidad: las mujeres que utilizaron tecnología de reproducción asistida


para ayudar con el embarazo presentaron un riesgo más alto de tener un bebé con hipospadias.2

*Ciertas hormonas: las mujeres que tomaron ciertas hormonas poco antes o durante el
embarazo mostraron un riesgo más alto de tener un bebé con hipospadias.

Los CDC continúan estudiando los defectos de nacimiento, como el hipospadias, y la forma
de prevenirlos. Si usted está embarazada o está pensando en quedar embarazada, hable con su médico
sobre las maneras de aumentar las probabilidades de tener un bebé sano.

-El hipospadias generalmente se diagnostica durante un examen físico después de que nace
el bebé.

El tratamiento para el hipospadias depende del tipo de defecto que tenga el niño. En la
mayoría de los casos se requerirá cirugía para corregir el defecto.

Si se necesita cirugía, generalmente se hace cuando el niño tiene entre 3 y 18 meses de edad.
En algunos casos, la cirugía se hace por etapas. Algunas de las reparaciones que se hacen en la cirugía
podrían incluir colocar la abertura de la uretra en el sitio correcto, corregir la curvatura del pene y
reparar la piel que rodea la abertura de la uretra. Debido a que es posible que el médico necesite usar
el prepucio para hacer algunas de las reparaciones, no se deben circuncidar los niños con hipospadias.

Fimosis.
La fimosis es un estrechamiento de la abertura del prepucio (la piel que recubre el glande del
pene).
La mayoría de los niños nacen con fimosis. Además, en el momento del nacimiento, el glande
y el prepucio aparecen pegados por un tejido fibroso fino. A esto se le llaman adherencias balano-
prepuciales.

Ambas condiciones hacen que en un recién nacido sea difícil retraer la piel del prepucio y
dejar al descubierto el glande. Esta situación es absolutamente normal.

Durante el desarrollo, las adherencias y la fimosis van desapareciendo espontáneamente de


forma progresiva. A ello contribuyen el propio crecimiento del pene, las erecciones espontáneas así
como una secreción blanquecina producida localmente y que actúa como un lubricante natural
ayudando al despegamiento.

Este proceso puede ser variable de un niño a otro. En términos generales, a los 4 años el 80%
de los niños pueden retraer el prepucio sin problemas. Los que aún no lo han conseguido totalmente,
lo harán en los siguientes años, de forma que a los 16 años quedará solo un 1% que no lo podrá hacer.

Ante un proceso absolutamente natural lo más sensato es no hacer nada. Únicamente cuidar
la higiene local con una suave retracción del prepucio, sin forzar.

Actualmente la necesidad de operar a un niño de fimosis, por motivos de salud, se reduce a


casos aislados. Se contempla en situaciones de fimosis muy severas que no se resuelven de forma
natural, infecciones locales de repetición (balanitis) o malformaciones del sistema urinario causantes
de infecciones.

Desde hace unos años, viene usándose un tratamiento alternativo a la cirugía y es el uso
durante algunas semanas de una crema con corticoides aplicada localmente que ha dado buenos
resultados.

Uretitis.
La infección urinaria (IU) se define por un recuento ≥ 5 × 104 colonias/mL en una muestra
de orina obtenida mediante una sonda o, en niños mayores, por un recuento ≥ 105 colonias/mL en
muestras miccionales repetidas. En los niños más pequeños, las IU suelen asociarse con frecuencia
con anomalías anatómicas. La IU puede causar fiebre, retraso de crecimiento, dolor lumbar y signos
de sepsis, sobre todo en niños pequeños. El tratamiento consiste en la administración de antibióticos.
Se realizan estudios por la imagen de seguimiento de la vía urinaria.

En las niñas, las infecciones suelen ser ascendentes y a menudo causan menos bacteriemia.
La marcada preponderancia femenina después de la lactancia se atribuye tanto a la uretra más corta
de la mujer como a la circuncisión en los varones.

Las causas de esta infección en niños/niñas suelen ser:

*Malformaciones y obstrucciones de las vías urinarias

*Prematurez
*Catéteres urinarios permanentes

*En los niños, falta de circuncisión

Otros factores predisponentes en niños más pequeños son estreñimiento y enfermedad de


Hirschsprung.

En los recién nacidos, los signos y síntomas de la infección urinaria son inespecíficos y
consisten en mala actitud alimentaria, diarrea, retraso de crecimiento, vómitos, ictericia leve (en
general por elevación de la bilirrubina directa), letargo, fiebre e hipotermia. Puede sobrevenir sepsis
neonatal. Asimismo, los lactantes y los niños con IU pueden presentar escasos signos de localización,
como fiebre, síntomas digestivos, vómitos, diarrea, dolor abdominal u orina maloliente. Alrededor de
4 a 10% de los niños febriles sin signos de localización presenta IU.

En los niños de 2 años, puede observarse el cuadro más clásico de cistitis o pielonefritis. Los
síntomas de cistitis son disuria, frecuencia, hematuria, retención urinaria, dolor suprapúbico,
necesidad imperiosa de orinar, prurito, incontinencia, orina maloliente y enuresis. Los síntomas de
pielonefritis son fiebre alta, escalofríos, y dolor a la palpación costovertebral.

Los hallazgos físicos que sugieren anomalías asociadas de las vías urinarias son masas
abdominales, aumento de tamaño de los riñones, alteración del orificio uretral y signos de
malformaciones vertebrales inferiores. La disminución de la fuerza del chorro de orina puede ser el
único indicio de obstrucción o vejiga neurogénica.

El tratamiento

Consiste en antibióticos y el RVU grave, a veces profilaxis antibiótica y reparación


quirúrgica. El objetivo del tratamiento de la infección urinaria es erradicar la infección aguda,
prevenir la urosepsis y preservar la función del parénquima renal. Se inicia tratamiento presuntivo
con antibióticos en todos los niños con aspecto tóxico y en aquellos no tóxicos con IU probable
(prueba de esterasa leucocítica o de nitritos positiva o microscopia que revela piuria). Otros pueden
esperar los resultados del urocultivo, que son importantes tanto para la confirmación del diagnóstico
de infección urinaria, como para conocer los resultados de la susceptibilidad antimicrobiana.

Administración de tratamiento.
En lactantes de 2 meses a 2 años con toxicidad, deshidratación o imposibilidad de retener la
ingesta oral, se indican antibióticos parenterales, en general una cefalosporina de tercera generación
ceftriaxona 75 mg/kg IV/IM cada 24 horas, cefotaxima 50 mg/kg IV cada 6 u 8 horas. Puede
administrarse una cefalosporina de primera generación cefazolina si se sabe que los patógenos locales
habituales son sensibles. Los aminoglucósidos gentamicina, aunque potencialmente nefrotóxicos,
pueden ser útiles en la IU complejas anomalías de la vía urinaria, sondas permanentes, IU recurrentes
para tratar bacilos gramnegativos posiblemente resistentes como Pseudomonas.
Desde hace tiempo se considera que la profilaxis antibiótica reduce las recurrencias de IU y
previene el daño renal, por lo que debe iniciarse después de la primera o la segunda IU febril en niños
con RVU.

para los niños con RVU grado IV o V, suele recomendarse la reparación a cielo abierto o la
inyección endoscópica de agentes poliméricos que aumentan el volumen, con frecuencia con
prolilaxis antibiótica hasta completar la reparación. Para los niños con grados menores de RVU, se
requiere más investigación. Puesto que las complicaciones renales son probablemente infrecuentes
después de solo una o dos infecciones urinarias, en espera de nuevas investigaciones una estrategia
aceptable puede ser la de vigilar a estrechamente los niños tras una infección urinaria, tratarlos en la
medida que ocurran, y luego reconsiderar la profilaxis antimicrobiana en aquellos niños con
infecciones recurrentes.

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