Mi vivencia en San Bernardino , Parroquia multicultural
Arq. Martín J. Padrón
El primer recuerdo de mi infancia está vinculado al asombro de
contemplar una ciudad moderna en construcción. En esa imagen me encuentro
al borde de un inmenso hueco asomado al mismísimo centro de la tierra solo
sostenido por los brazos de mi madre. En sucesivas pesadillas juveniles me
siento caminando sobre aquel inmenso hueco en una plaza transparente,
desnudo, esperando el momento de caer. Años mas tarde descubriría que
aquel inmenso hueco era un depósito de automóviles, un estacionamiento
subterráneo, que se construía en los años 50 debajo de la Plaza Urdaneta en
La Candelaria producto de la realización de la Avenida Urdaneta. Mi familia
vivía en el edificio Candelaria frente a la plaza, por eso en los paseos
vespertinos de mi infancia pude ver paso a paso las transformaciones de la
colonial Plaza Candelaria.
Desde esa plaza emprendería mis primeros reconocimientos de la
ciudad acompañado de mis primeros amigos y mis hermanos. A la pequeña
pandilla juvenil de la Plaza Candelaria nos encantaba los paseos a la cercana
Urbanización San Bernardino; disfrutábamos, en aquellos años, de un paisaje
semirural donde aparecían casas entre parcelas todavía vacías y se podia
acceder a las quebradas llenas de bambúes y matas de mango que nos
permitían retornar a nuestros hogares con aquel preciado tesoro frutal.
Desde la atalaya de la azotea del Edificio Candelaria recuerdo ver los
movimientos del ejercito en aquel 23 de enero del 58, con sorpresa veía como
en películas de la segunda guerra mundial que montaban trincheras en la
Claza candelaria. También de joven me gustaba pasear al Parque Los Caobos
por distintas rutas. Un día me llamo la atención una construcción que hacían al
sur de la avenida bolívar : un inmenso galpón, después me enteraría que era
un sitio donde se montaría un espectáculo con películas para celebrar el
cuatricentenario de Caracas, era la estructura de Imagen de Caracas, recuerdo
visitarla e impresionarme con sus pantallas que subían y bajaban y se
confundían con imágenes proyectadas de caballos en guerra que después se
volvían realidad saliendo entre las pantallas, después de ver ese espectáculo
pensé: “yo quiero se arquitecto”, me interesan esas construcciones… Años
después me hice arquitecto y ,quizás por la herencia familiar vinculada a las
tintas y los papeles en la "Tipografía Guanarteme" de mi padre me vincule a la
actividad editorial. Recuerdo que tempranamente le ayudaba en mis
vacaciones del colegio y, luego de mayor, siendo arquitecto quise vincularme a
labores editoriales de difusión profesional con el Colegio de Arquitectos de
Venezuela. Entre esas labores de difusión sucede mi primer extraordinario
reencuentro con la urbanizacion San Bernardino de mi infancia al conocer a
Heriberto González Méndez fundador de la Sociedad Venezolana de
Arquitectos junto con Carlos Raúl Villanueva. En una entrevista que me
concedió para un Boletín del Colegio de Arquitectos de Venezuela (CVA), hacia
mediados de los años 80, Heriberto me hace una desconocida, y aún no
valorada, revelación: a él le toco realizar el primer diseño urbano de la
urbanización San Bernardino.
Me dijo en esa ocasión Heriberto González Méndez, que al llegar a
Venezuela, después de estudiar arquitectura en Europa a inicios de la década
de los años 30 del siglo XX, no conseguía trabajo como arquitecto y le gustaba
acompañar a su hermano el pintor Pedro Ángel González a la Hacienda San
Bernardino. Gracias a la amistad que granjearon con la familia Vollmer, los
convence de la necesidad del desarrollo urbano de esta hacienda tan cercana
a la ciudad, apenas separada de ella por el Río Anauco y que ya empezaba a
desarrollarse hacia el Este del valle. Logra convencerles y realiza el esbozo del
particular trazado que hoy caracteriza a la parroquia: calles sinuosas
combinadas con alamedas (bulevares) y redomas, organizadas en forma de
racimo, las macro manzanas con patios verdes al interno, las cuales le dan un
carácter tan particular a los conjuntos edificados en torno a áreas verdes que
resaltan la naturaleza, diseño que evoca el cauce del rio que desciende, a la
vez que se destaca la omnipresencia del majestuoso Wuarairarepano.
Heriberto en la amena charla, salpicada de muchas anécdotas de
Caracas, me describía que ese particular diseño orgánico respondía a la
accidentada topografía del sector cruzado por quebradas y la necesidad de
mantener la presencia de tres casas de hacienda que se conservaban desde la
colonia: la antigua posesión del Marques del Toro conocida como la Quinta
Anauco, hoy Museo de Arte Colonial; la casona el Palmar, ubicada frente a la
hoy heladería Crema Paraíso y la Casona Anauco Arriba. la estancia colonial
más antigua de la ciudad.
En los años que Heriberto realiza aquel orgánico trazado tuvo que partir
de Venezuela por razones vinculadas a su activismo antigomecista y al
regresar a mediados de los años 40 al país, se percata que sus trazos de la
Urbanización San Bernardino aparecen incluidos en el "Plano de circulación
futura de las nuevas avenidas y calles" el cual forma parte del Plan
Monumental de Caracas mejor conocido como "Plan Rotival" dado a conocer
en la Revista Municipal del Distrito Federal en 1939. Al parecer los Vollmer, al
igual que otros terratenientes caraqueños devenidos en inversores
inmobiliarios, le entregaron a Rotival sus ideas para desarrollar sus haciendas y
el urbanista francés incorpora en sus planes para Caracas aquel primer plano
elaborado por Heriberto para los Vollmer. Finalmente el trazado definitivo de
San Bernardino y el diseño de sus plazas y alamedas (bulevares) se encarga
en 1938 al ingeniero Gustavo Marturet quien será el responsable de incluir su
variada arborización constituida, entre otras especies, por: caobas, jabillos,
tulipanes africanos, bucares Anauco y las particulares flores de la reina que
inundan las calles de color violeta cada primavera de San Bernardino.
En esos mismos años 40, los Vollmer le harán una propuesta insólita:
debería diseñar una "casa modelo" la cual sería rifada entre los posibles
compradores de parcelas en la nueva urbanización denominada Sindicato San
Bernardino y a la cual los caraqueños no se convencían de mudar,
acostumbrados como estaban a vivir en la cercanía del centro de ciudad. Esa
casa la diseña y construye Heriberto en estilo moderno en la parcela del hoy
Hospital de Niños J. M. de los Ríos y se conoció como "la casa de la rifa";
asimismo fue, hasta su demolición, uno de los primeros testimonios de casas
de estilo moderno cercanas al casco de la ciudad. Con la llegada a Venezuela
de la población inmigrante producto de la segunda guerra mundial,
especialmente de origen judío, se inicia la ocupación paulatina de las parcelas
unifamiliares en muchas de las cuales diseño el propio Heriberto González
Méndez casas de estilo moderno "art deco" entre ellas la de su hermano, el
pintor Pedro Ángel González, la cual todavía se conserva.
Unos años después de este encuentro con Heriberto, una mudanza de
nuestra residencia familiar me vincula de manera definitiva con San Bernardino:
mi esposa María Teresa consigue un estupendo apartamento a buen precio de
alquiler en un edificio que constituye un magnífico testimonio de los aportes de
la comunidad italiana a la ecléctica arquitectura caraqueña de la primera
modernidad: el edificio Ars Nova, con una extraordinaria vista en 180 grados
sobre Caracas y ubicado frente a la Casona Anauco Arriba, aquel monumento
colonial preservado en el plano de Heriberto.
Aquella noche de diciembre de 1999 llovió intensamente: era el deslave
de los ríos del Ávila que se desparramaron por Caracas y los poblados del
litoral central. Al día siguiente, cuando se despejo el cielo, apreciamos desde el
balcón el desastre que teníamos al frente: la quebrada Anauco que inicia su
bajada detrás de Casona Anauco Arriba había inundado el barrio El Bambú,
conglomerado humano que contradictoriamente había heredado su nombre de
aquello que se talo y se destruyó: los bambúes que protegían al rio. Caos y
angustia encontré entre los sobrevivientes residentes de este trozo del Rio
Anauco habitado por sectores populares en tiempos de necesidad y que
irresponsables autoridades permitieron construir en una zona de riesgo.
Recuerdo que en esos días me incorporé a las labores de diagnostico del
desastre promovidas por el Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV) y
estando sobre el lecho del Rio Anauco tenía pegado a mi caminar un señor. Se
me ocurrió preguntarle: -Señor ¿Porque me sigue? y me contesto -Es que aquí
abajo -señalando un grupo de piedras entre el barro- está mi casa y quisiera
saber que va a pasar conmigo. Aunque para enfrentar este gran problema, el
Gobierno Bolivariano ha hecho importantes esfuerzos para organizar y reubicar
la población que habita nuestras quebradas, como ocurrió en el sector Los
Lanos (unión del Rio Anauco con el Cotiza), todavía queda mucho por hacer y
está pendiente completar el sueño patentizado en el proyecto de Saneamiento
del Rio Guaire impulsado por la Ing. Jacqueline Farías durante sus tiempos de
Ministra del Ambiente. Sueño que aspira devolver las quebradas tributarias del
Rio Guaire a sus cauces naturales reubicando a todos los que habitan estas
áreas de riesgo en viviendas dignas. Como dato curioso la Casona Anauco
Arriba no tuvo daños, expresando así la lección de su adecuada y estratégica
ubicación.
Un día de marzo del año 2000 recibo una sorpresiva visita en mi
cubículo de profesor de la Facultad de Arquitectura de la UCV; es Gustavo
Merino Fombona, quien me propone asumir la Gerencia Técnica de
Fundapatrimonio, institución de la Alcaldía de Caracas dedicada a la
preservación del Patrimonio Cultural de la ciudad. A partir de ese momento
inicio la experiencia que considero más gratificante en mi vida profesional al
vincularme con la recuperación del Patrimonio edificado de Caracas, en
especial de su casco central a través de la restauración de la Reurbanización
El Silencio y el entorno de la Plaza Bolívar. Pero también la experiencia en
Fundapatrimonio me permitió vincularme con la recuperación de una serie de
casas patrimoniales emblemáticas de la ciudad para restaurarlas y activarlas
como "Centros Socioculturales Parroquiales". Esta acción emprendida por la
Alcaldía de Caracas a través de Fundapatrimonio del año 2000 al 2007, bajo la
Presidencia de Gustavo Merino, permitió el rescate de monumentos de
diversos periodos como la casa guzmancista "Casona de Campo Guzmán
Blanco", la moderna "Casa del Obrero" en Propatria o la casa republicana
"Casa No 1" en la Plaza Capuchinos de San Juan , acciones que permitieron
levantar prácticamente del suelo estos monumentos abandonados, pero
también me permitió la grata vivencia de acometer la coordinación de la
culminación de la restauración y el proceso de activación de la casona Anauco
Arriba, casualmente ubicada frente al apartamento que habitaba en San
Bernardino desde hacía varios años.
En la visión del rescate de la Casona Anauco Arriba privó la idea de
preservar un monumento histórico legado por la historia de la ciudad desde
1632, pero a su vez comprometiéndonos con su activación sociocultural,
haciendo partícipe a la comunidad parroquial de un conjunto de actividades
acorde con la capacidad del monumento. Para ello se adecuaron salas de
exposiciones, espacios de encuentro, se acondicionó una pequeña habitación
como Infocentro, se previó el espacio para una pequeña cafetería en el patio
interior del castaño y se habilitaron dos áreas exteriores para encuentros más
amplios con la comunidad: el patio de la antigua caballeriza convertido en
Teatrino (al igual que sus referentes caribeños coloniales) y el jardín hacia el
Rio Anauco acondicionado como anfiteatro ecológico. En las actividades
previas a su apertura, y producto de encuentros con la comunidad vecinal,
considerando su cercanía al Parque Nacional El Ávila y su acertado dialogo
con la naturaleza expresada en el urbanismo orgánico que le rodea, se decide
otorgarle a la Casona Anauco Arriba el perfil de "Centro Ambiental de
Caracas", y como tal se abre al público el 22 de julio de 2001.
Entre 2001 y 2007 la Casona Anauco Arriba fue una importante
referencia de actividades culturales de la parroquia San Bernardino y de la
ciudad. En sus inicios bajo la entusiasta y profesional coordinación de la Arq.
Mariavelia Sabino, después nos toca sustituirla unos años, para finalmente
desplegarse bajo la coordinación de la Señora María Teresa Perera, quien
además ha sido Presidenta de la Asociación de vecinos de San Bernardino
garantizando la entusiasta presencia de parroquianos. Un sin número de
exposiciones y actividades musicales, teatrales, dancísticas; así como talleres,
tanto de las diversas expresiones artísticas, como aquellos referidos a la
temática ambiental e histórica se realizaron en este importante monumento,
orgullo de la parroquia San Bernardino. Inclusive se llego a activar una ruta
guiada a Galipán que salía desde Casona Anauco Arriba hacia el Parque
Nacional El Ávila.
Pero sobre todo esta estancia histórica fue cobijo para todas las
actividades comunitarias propias de la dinámica de los tiempos bolivarianos
presentes, tales como reuniones de mesas técnicas locales y de consejos
comunales de la parroquia. Lamentablemente los últimos años han visto decaer
las actividades culturales y comunitarias priorizándose las reuniones de la
Alcaldía de Caracas que han privado a los parroquianos de la intensa dinámica
socio comunitaria que tuvo mientras se activó la Casona Anauco Arriba como
Centro Ambiental de Caracas.
La Urbanización San Bernardino ha sido reconocida como Parroquia
Patrimonio Cultural de Caracas en el catálogo publicado por el Instituto del
Patrimonio Cultural, porque ella es el eslabón que une la Caracas Moderna con
la Tradicional. San Bernardino atesora la memoria de la apacible Caracas de
antaño junto a un conjunto de edificaciones conservadas del siglo XVIII, XIX,
XX y XXI y esto es un hecho excepcional entre todas las Parroquias de
Caracas.
Aún sigo viviendo en San Bernardino, en un conjunto diseñado por la
comunidad judía que con el tiempo se ha vuelto asiento de una comunidad
multicultural: el Parque Residencial Anauco. Construido en los años 70 en los
terrenos que colindan con las áreas exteriores de la Quinta Anauco, actual
Museo de Arte Colonial, una de las joyas edificadas que atesora San
Bernardino. Es un conjunto que guarda un pequeño bosque en su interior como
parque común, testimonio y recuerdo de los bucares y caobas que cobijaban
las matas de café de la antigua hacienda. A las actividades propias del Museo
de Arte Colonial, se han sumado dos instituciones que mantienen la dinámica
cultural de la parroquia: la Asociación Cultural Humboldt en cuyo auditórium de
perfecta acústica, obra del Arq. Dirk Borhorst; se puede disfrutar de amenos
conciertos, frecuentemente, con carácter didáctico organiza la Orquesta
Sinfónica Municipal conducida por Rodolfo Samglimbeni . Más recientemente
se ha sumado a la oferta cultural de la Parroquia el Museo Afroamericano
comandado por los amigos Nelson Sánchez Chapellín y Morris Maza que
conservan y exhiben una extraordinaria colección de Arte Africano dando
cuenta de nuestras raíces, y brindando una variada programación de
exposiciones y conciertos semanalmente.
San Bernardino conserva ese magnífico dialogo con la naturaleza que
expresa su trazado, su arborización, quizás, solo merece que la cuidemos y
valoremos y por ello, espera por una acción permanente de mantenimiento y
seguridad por parte de la Alcaldía de Caracas. Hoy día, los parroquianos
reclaman atención al espacio público, a sus bulevares, alamedas, plazas y
redomas, ya que, la oscuridad y la falta de mantenimiento se transfigura al
anochecer en espacios propicios para la delincuencia. También es una
asignatura pendiente resolver la problemática de la ocupación de los cauces de
las quebradas que recorren la parroquia, para que no se nos vuelva
inalcanzable utopía el sanear y reconformar los cauces originarios de los
cursos de agua de las quebrada Anauco, Gamboa, Los Erasos y se retorne el
Bambú como protector natural de sus cauces y no como denominación de un
conjunto poblado anárquicamente. Es posible así, no perdamos de vista que
fueron tan acertadamente preservados aquellos íconos de San Bernardino
incluidos en aquel plano trazado genialmente por Heriberto González Méndez,
quien nos dejo esn esos trazos ese legado ambiental y cultural.
Martin J. Padrón
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