Los Medicos Vascos Siglo XX Venezuela - Segun Dos Autores Medicos
Los Medicos Vascos Siglo XX Venezuela - Segun Dos Autores Medicos
El doctor don Luis Bilbao Líbano nos ha recordado ya su larga experiencia en Euzkadi. En
Venezuela, como analista, ha estado al servicio del Ministerio de Sanidad durante más de
treinta y tres años. El mismo tiempo, más o menos que el doctor José M a. Díaz de Re-kalde,
compañero suyo en los episodios del exilio de Euzkadi Norte.
En la medicina rural se distinguieron, según cita Martín de Ugal-de, otros doctores como Don
Fernando de Unceta, «que desde Barrancas atendía una parte de la cuenca del Orinoco», o
como Don Gonzalo de Aranguren, en Anzoátegui.
Los médicos vascos fueron muy apreciados en su nuevo ámbito de actuación, y siempre
atendieron a sus hermanos de éxodo cuando se hacían necesarios sus auxilios.
Entre las personalidades más notables de la medicina vasca en Venezuela está el Dr. don
José María Bengoa, pionero del exilio.
El Dr. Bengoa llegó a Caracas en 1938. Había terminado la carrera en Valladolid tan sólo dos
años antes, y por poco le sorprende el Movimiento en la Universidad. Acabados los
exámenes salió inmediatamente para Bilbao. Unos pocos días después, v no había podido
regresar.
En un nuevo y lujoso edificio, del Este de Caracas, tiene ahora su casa. Y allí nos decía:
«Ya que he mencionado la Federación de Estudiantes Vascos, quiero dedicar un recuerdo
muy entrañable a un estudiante vasco un gran colaborador de la página que los de la
Federación publicábamos en «Euzkadi». Era Azkárraga, de Aramayona, que firmaba con el
seudónimo de «Urkorri». Fue Presidente de «Estudiantes Vascos» en Madrid y no tuvo más
participación en la Guerra que seguir escribiendo. Por eso le fusilaron las tropas de Franco.
En resumidas cuentas, yo tuve una atuación como la de todos, .saltando de un lado para
otro, visitando los puestos de salud de guerra en Orozco... y después me fui con una
Compañía, que se llamaba la (lompañía Elguezábal, por Deva, Motríco y Ondárroa. Eso era
por los meses de septiembre y octubre.
Se formó el Gobierno Vasco en noviembre, y por los naciona-lislas estuve más o menos
encargado de la organización sanitaria de Vizcaya. Por los socialistas estaba José Luís
Arenillas, también fusilado.
El Lendakari pensó nombrar un jefe de la sanidad militar, para organizar los servicios de
hospitales y socorros del frente. Se pidió ni grupo de médicos de la Solidaridad de
Trabajadores Vascos que hiciera una elección, y de allí surgió el nombre de Fernando
Unceta. iVro, como la actuación de Arenillas había sido también muy destaca-<ln, con el
título de inspector general de sanidad del frente, tuvo la misión de montar los puestos de
auxilio en todos los batallones. Unceta me llamó a colaborar con él, en un puesto modesto,
de secre-inrio particular, y nos instalamos en el Garitón los tres, con un Secre- I tirio General
que era Pedro de Basaldúa, un nacionalista muy conocido, autor de una de las biografías
más interesantes de Sabino Arana t íoiri.
Aun viéndolo desde la perspectiva de ahora, y no estando forma-ilns nosotros para la
sanidad militar, creo que se hizo una gestión linslante aceptable.
Terminada la Guerra tuvimos que escapar. Los que quedaron liicron fusilados injustamente.
Estaba soltero y de Francia me vine a Venezuela. Al cabo de tres meses de andar dando
vueltas, conseguí t|iic me nombraran médico rural de un pueblo del Interior, que se lliima
Sanare, en el Estado Lara. Además de Sanare tenía que cubrir olio municipio de cinco mil
habitantes, y medio Tibor, que es una población grande. En total, casi cuarenta mil personas
para mí solo.
A pesar de esa aparente dificultad, pienso después de tanto tiempo que fue mi época
profesional más satisfactoria. Porque logré organizar una sanidad que hoy se considera
moderna, en el sentido de participación de la comunidad, y gracias a esa participación me
parece que pude realizar una labor útil. Esta época de tres años me sirvió para captar una
serie de aspectos de los países en desarrollo, cosa que en la Universidad no pude aprender,
porque nos enseñaban una medicina de sala de hospital, para un medio urbano.
Quizás mis experiencias de la Guerra tuvieron algo que ver con mis actividades en ese
pueblo rural. Crearon en mí un espíritu organizativo, sin el cual no hubiera podido desarrollar
la tarea que llevé a cabo en Sanare y que me permitió, no solamente atender a la población,
sino también escribir un libro que se titula «Medicina social en el medio rural venezolano», y
que va a ser reeditado ahora, cuarenta años después, porque lo que decía entonces todavía
está vigente en una gran parte.
Aun cuando en el Sur de Europa existen todavía zonas en vías de desarrollo, en general, el
problema allá es frenar el consumo de muchas cosas; combatir enfermedades degenerativas
como arterieesclerosis, diabetes, obesidad... o sea, que allí hay un exceso de alimentación,
que conduce a daños en la salud.
En cambio aquí, como en otros países en vías de desarrollo, pero sobre todo los que están
en transición, tenemos los dos problemas. Ese mismo, aunque no con tanta magnitud como
en Europa o en EE. UU. y fundamentalmente, el de la desnutrición.
Venezuela tiene un problema grave de desnutrición, pero, a pesar de eso, creo que se han
exagerado las cifras oficiales. Lo que se observa, más que niños desnutridos —que los hay
en un porcentaje del diez al quince por ciento, tal vez—, es cantidad de chicos adaptados a
un subconsumo de alimentos. Y a esta situación no se le ha prestado suficiente interés.
Pero esa mejora no creo que se ha debido tanto a un progreso en las condiciones de vida,
como a la acción sanitaria. La aparición del DDT permitió en gran parte la erradicación de la
malaria, del paludismo. La aparición de las sulfamidas y los antibióticos redujo la mortalidad
en las enfermedades infecciosas. Pero la tendencia de la morbilidad de los enfermos no ha
seguido paralela, ni tampoco la calidad de vida.
El doctor Bengoa está casado con Amaia Rentería, de Elancho-ve, otro miembro de la
emigración política del 39. Tienen cuatro hijos y dos hijas. Los dos mayores de los varones
son, cómo no, médicos. El primero ejerce en Ginebra {Suiza); el segundo, en Mondragón. El
tercero estudia Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela, y el cuarto está para
empezar Economía. De las dos chicas, una estudió decoración y la otra Secretariado.
Pero sigamos con el relato cronológico de las actividades profesionales de este eminente
venezolano de Euzkadi:
«En el año 55 fui enviado a las Naciones Unidas, para trabajar en la Organización Mundial de
la Salud, concretamente, para organizar a escala mundial el Departamento de Nutrición.
Fuimos a Ginebra, el matrimonio y cuatro hijos, y allí nos nació otro. De Ginebra fui llamado a
Washington, como consejero regional para América Latina, y allí nos nació el sexto, pero
todos son subditos venezolanos.
En esta etapa de Ginebra me tocó visitar prácticamente todos los países del mundo, no como
turista, que ojalá hubiese podido. He trabajado en la India, en Indonesia, en África, y fue muy
satisfactorio poder ayudar a estos países a aliviar la situación nutricional que en algunos de
ellos, asiáticos o africanos, es muy grave; mucho más que en los de Latinoamérica, en varios
aspectos.
Pensamos que era una actividad para pocos años, pero una serie de compromisos de
estados y de gobiernos me obligaron a concentrarme más y más en el trabajo, a organizar
departamentos de nutrición en los distintos países...
Era jefe del Departamento Mundial de Nutrición y cuando fui estaba prácticamente solo;
cuando regresé, había colocado a ochenta técnicos, aproximadamente. Aquí he sido también
director técnico del Instituto Nacional de Nutrición, aparte de representar a Venezuela en
distintas conferencias internacionales. Esos han sido los cargos más importantes que he
llegado a desempeñar.
En fin, nuestra estancia en Ginebra se prolongó diecinueve años. Hemos regresado hace
cuatro, a reincorporarme a mis actividades en el Ministerio, aunque en estos momentos no
trabajo en él, sino en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, don -
de tengo a mi cargo los programas de investigación en el campo del desarrollo social de la
salud, nutrición, vivienda y educación. Esa es mi función en estos momentos.
Encuentro perfectamente compatible el sentirme muy venezolano y muy vasco. Hay gente
que a lo mejor no lo entiende así totalmente. Yo sí. Me siento muy vinculado a lo que está
pasando en Euzkadi, dispuesto a colaborar con las personas que tienen allá responsabilida -
des políticas de cierta índole, y al mismo tiempo, soy muy leal con Venezuela y colaboro
también con el Gobierno y con los políticos en mejorar las condiciones de vida de la
población.
Sin embargo, desde un punto de vista legal —aunque sentimental y éticamente me siento
totalmente compatible—, encontramos nosotros y nuestros hijos ciertas dificultades para que
nos acepten en el país de origen, para que nos dejen votar, por ejemplo. Tiene uno que
quedarse como simple observador, como si fuese un extranjero. Creo que habrá que
encontrar alguna solución para nosotros, que emigramos por razones políticas y adquirimos
otra nacionalidad como la de Venezuela, la de Méjico o la de Argentina, de modo que sean
perfectamente compatibles las dos nacionalidades. Yo no me siento allá extranjero, pero
legalmente lo soy. Y aquí no quiero dejar de ser venezolano.
Políticamente no tengo problema. Nunca he sido afiliado, pero simpatizo con la gente del
Partido Nacionalista Vasco, estoy de acuerdo con su política, he trabajado con ellos antes y
ahora, y mi identificación es total.
Por la política de Venezuela tengo un profundo respeto. Por razones generacionales, porque
la gente que manda en COPEI está más cerca de mi edad que la de Acción Democrática,
tengo una cierta simpatía por el Partido Socialcristiano, por sus dirigentes, sin llegar al
extremo de ser un copeyano, como dicen aquí. Tengo amigos en los dos lados, y un profundo
respeto por ambos. Me siento muy bien con los dos partidos democráticos e incluso con los
de izquierda, el MAS, el MIR, donde también tengo amistades, y algunos de cuyos enfoques
me parecen perfectamente legítimos.
Por otra parte, he estado siempre muy por encima de la política, y nunca he participado en
un acto público, con unos ni con otros.
No ha hecho nunca un estudio de su especialidad sobre Euzkadi?
Fui director de una revista que sacábamos aquí los vascos, «Euzkadi», en los años cuarenta
a cuarenta y siete. Y en aquella época publicaba —con distintos seudónimos; «Eguizale»,
«Ibarra», y alguno con mi propio nombre—, artículos en los que hablaba sobre la
alimentación en el País Vasco, Pero trabajo serio no he hecho ninguno. Sólo un proyecto que
presenté a la Universidad de Bilbao, para organizar un Instituto del Desarrollo de la Salud, de
forma que, a través de esa cátedra, se pudieran estudiar los aspectos sanitarios; no sólo bajo
un criterio estrictamente médico, sino también social y económico, Que se pudiera investigar
el costo de la salud, de la enfermedad, de la atención médica, planificarlas, con otro
departamento de comportamiento social y un tercero que sería el de los problemas de la
alimentación y nutrición. En el País Vasco estos tres temas necesitan un estudio en
profundidad, y no hay ninguna institución que se preocupe de ellos.
El propio Rector, Dr. Martín Mateo, me pidió que escribiera un proyecto, y tenía esperanzas
de conseguir fondos de distintas entidades para organizar ese Instituto, que yo me
comprometía a montar, en Huzkadi, en Bilbao, Pero todo está sujeto a la existencia o no de
fondos. No puedo estar allí de brazos cruzados, esperando que haya medios —una cantidad
que puede ser de unos diez a veinte millones de pesetas al año—, para empezar a trabajar.
Creo que la relación a nivel universitario entre Venezuela y Euzkadi se va a extender a otros
campos —además del Instituto Simón Bolívar, que inauguró el Dr. Salcedo Bastardo—. Me
pareece que ya i'I doctor Martín Mateo estableció contacto con la Universidad de Metida
(Mérida de Venezuela), para poder vincularla, junto con sus investigaciones forestales, a
Euskalerría.
También tengo entendido que el hermano Ginés está en conver-siiciones, para extender a la
Universidad Vasca las investigaciones de oceanografía y de biología marina que desarrolla
aquí. Todo esto me pnrece muy positivo, y el hecho es que los que vienen de allá, como t-I
doctor Caldera, o el doctor Salcedo Bastardo, vuelven extraordinariamente sorprendidos y
entusiastas. Cuando fue el ministro Tarré, Ministro de Trabajo de Caldera, a visitar las
cooperativas de Mondra-KÚn, vino también entusiasmado. Así, esas vinculaciones que antes
ni .siquiera existían, se van fortaleciendo».
Contribuyen a fortalecerlas trabajadores como Bengoa, que recibió la «Orden del Mérito al
Trabajo de Primera Clase», recientemente, y que ha sido condecorado por varios gobiernos,
en diversas' ocasiones.
Un vasco experto en nutrición tenía que hablarnos de nuestra cocina vasca, y lo hizo de
forma muy humana: confesando primero su) debilidad por ella, para dedicarle después un
análisis más frío, más; profesional:
«¡Claro que soy fiel a la cocina de Euzkadi! Porque a uno leí gusta lo que ha comido. Sin
menoscabo de que nos guste también, mucho la comida venezolana. Pero las formas de
comer —no el contenido, que es muy bueno, sino los horarios—, son verdaderamente irra-
cionales. El almorzar a las dos o dos y media de la tarde, y cenar a las nueve o diez de la
noche, me parece ilógico.
También me preocupa la abundancia. Para que el pueblo vasco. tenga una mejor calidad de
vida en la vejez (no vivir más años, sino vivirlos bien) tendría que disminuir la cantidad. Si no,
propenso como es a la obesidad, a partir de los sesenta o sesenta y cinco tiene muchos
problemas. Su vejez podría ser muchísimo mejor con unos hábitos de alimentación más
racionales.
Los contenidos son muy buenos, especialmente ios pescados, pero habría que acometer una
labor educativa en dos terrenos: la abundancia de cada comida, y el alcoholismo. Me parece
que esos son los dos problemas graves que confronta el País. No se ha dado cuenta de que
se está suicidando, con ese alcoholismo desmesurado.
Con los mismos elementos, y sin perder la satisfacción sensorial, se puede hacer una
consumición de forma mucho más moderada. No tiene sentido ese chiquiteo continuo, ese ir
de bar en bar. Yo creo que desaparecerá con el tiempo, del mismo modo que han desapare -
cido aquellos paseos que teníamos en la Gran Vía de Bilbao, en la Concha de San
Sebastián, o en la calle Dato de Vitoria a mediodía del domingo y todos los días a partir de
las ocho de la tarde. Tan satisfactorio como ese chiquiteo es sentarse en un bar con unos
amigos a una mesa, tomarse dos blancos y ya está,
Esos problemas requieren una investigación, para ver cuál es el origen de la tendencia del
vasco a salir de casa. Para mí es un misteno. A uno, viviendo en otros países, le sorprende
esa equivalencia que eMublece entre día sin trabajo y necesidad de salir, no quedarse a
hacer viilü de familia, a leer un libro... Será que la casa no reúne las condi-i iones de
comodidad suficiente, que necesita conversar con otras perso- IHIS. Pero luego encuentras
que las conversaciones de los bares son también muy superficiales. Si al menos fuesen
importantes...
Me decía Justo Gárate que el vasco es conversador hasta cierto límite. Que no le gusta
conversar. Y en cuanto el segundo argumento di'I interlocutor es contrarío al suyo, termina
con un «¿cuánto te opuestas?». Entonces yo rne pregunto: si no somos tan buenos conver-
sntlores, ¿qué hacemos en el bar? Juan Ajuriaguerra me explicaba que viene de la timidez
sexual del vasco, que es incapaz de decirle ínula a una mujer si no se ha tomado un trago.
No sé si es verdad. IVro todo eso hay que investigarlo.
Las Cajas de Ahorros han destinado una gran cantidad de fondos u acciones de tipo
benéfico, cosa que me parece muy bien. Han resuello problemas de la infancia, de la vejez,
de mutilados. . Pero creo que debían haber destinado un poquito más de ilincro a la creación
y el fomento de los institutos de investigación. Incluso haber traído a vascos que estaban en
otras partes de la Península, o en el extranjero.
Hoy en día las universidades tienen unos costos altos, han de dedicar la mayoría de sus
presupuestos a necesidades docentes, y para l,i investigación disponen de una cantidad muy
exigua, totalmente insuficiente para lo que exige un país como el País Vasco donde, por
ejemplo, la ausencia de instituciones de investigación es una de las causas ilrl gran deterioro
del medio ambiente. Esas instituciones, de haber existido, habrían llamado la atención sobre
el desastre que se ha desarrollado.
Se habla de calidad de vida, pero lo que hay en Euzkadi es un ••standard» alto de vida; la
calidad implica otras cosas que el simple nivel de ingresos o de conocimientos culturales.
El pueblo vasco ha sido sumamente generoso en dar, y en ayudar, I >ero no en prever los
problemas y evitar que se produzcan. Resolvemos la situación de los cojos, pero no
hacemos nada por impedir que se produzca la cojera, Tenemos un centro cardíaco y
hacemos todos los esfuerzos para salvar al enfermo en el último momento, pero nos
esforzamos muy poco en la medicina preventiva. Creo que ha habido falta de imaginación.
En Inglaterra y en los Estados Unidos, muchas instituciones de investigación funcionan con
fondos privados. En Euzkadi, salvo en los últimos años, el estímulo a los investigadores no
ha existido.
AI doctor Bengoa le preguntamos por su regreso, por una eventual vuelta a Bilbao, y una
posible aportación profesional a su pueblo originario:
Yo estoy a punto de ser jubilado. Pero a lo que no me resigno es a pasear por el Arenal, o
por el Parque de Bilbao, con los brazos atrás, a tomar el sol. Si es para eso, no voy a
Euzkadi. Ahora, si es para ayudar, para colaborar, para formar a la gente que el desarrollo del
país demanda, entonces voy. Sin menoscabo de que también pueda volver a Venezuela,
como es natural. Antes he dicho que es compatible ser vasco y ser venezolano, y agregaría
ahora que físicamente también lo es. Hoy, las distancias son verdaderamente muy
pequeñas».
Finalmente, pedimos a nuestro interlocutor que recordase a otros colegas suyos, vascos, que
ejercen en Venezuela. Rápidos le salieron los hombres de Luis Bilbao «una auténtica
institución», y José María Díaz de Rekarte, «tisiólogo y pediatra de reconocidos méritos»,
ambos pertenecientes al Ministerio de Sanidad.
«Los demás médicos que llegamos en los años 38-40 estuvimos en el medio rural, y allí se
han quedado muchos de ellos. Mendikoa sigue en San Cristóbal. Urrestarazu, en el Estado
Monagas...
Uno de estos doctores de tanto renombre en la medicina privada, un cirujano de los más
prestigiosos, es Joseba Bilbao, el niño aquél de los sueros improvisados en el campo de
concentración de Casablanca, cuya vida salvaron casi milagrosamente. El hijo del doctor Luis
Bilbao.
Aquí te siguen considerando extranjero, aunque yo llevo ya treinta y siete años. Te preguntan
primero la nacionalidad, y dices: venezolano. A continuación, el lugar de nacimiento, y
entonces comienzan las trabas, inmediatamente».
«Estoy con ganas de irme a trabajar allí, porque tengo una deuda moral con Euzkadi. Y creo
que la medicina es poco práctica allá. Hace dos años noté una gran diferencia entre el nivel
de Barcelona y el resto del Estado Español. Por otra parte, los médicos que envían al País
Vasco desde Madrid no son lo mejor, y los de allí no han tenido muchas ocasiones de
perfeccionarse; no se han molestado, por ejemplo, en ir a Inglaterra, que está tan avanzada y
tan cerca para ellos. Debíamos organizar una especie de visitas de médicos extranjeros de
una cierta categoría, y tenerlos allí quince días o un mes, trabajando y enseñando».
El estudio de este sistema, y otros trabajos, le han llevado a efectuar treinta y tres
expediciones entre poblaciones indígenas de Venezuela y de otros países vecinos. Ha
publicado más de cuarenta artículos y dos libros.
Y nos explicaba cómo ha crecido el centro que dirige. Estaba previsto para quince mil
alumnos y pasan ya de sesenta mil, en este semestre. (Aquí, en las universidades estatales
no funcionan los cursos con arreglo al calendario español, sino a dos semestres por año
natural). Los profesores son cinco mil. «Y algunos días, a las cinco de la tarde, puede usted
ver reunidas acá setenta mil personas entre estudiantes, profesores, empleados y gentes
que vienen a consultar las distintas bibliotecas»
.
Las estadísticas nos clarifican: de los trece millones de venezolanos oficialmente censados,
el veinte por ciento son analfabetos, pero más del 15 % de los jóvenes situados entre 18 y 24
años son estudiantes universitarios. Eso, teniendo en cuenta que la mayoría absoluta de los
habitantes de aquella república no han cumplido todavía los veintiún años. Es un país de
jóvenes; más aun, de niños.
Así que los alumnos de las universidades venezolanas, en su conjunto, pasan de trescientos
mil. Una cifra nada despreciable para el nivel de desarrollo del Estado, sobre todo si se tiene
en cuenta que la enseñanza, aun en los centros públicos superiores, es absolutamente
gratuita. Más aún, resulta relativamente fácil obtener becas para asegurar el mantenimiento
económico del estudiante, sus viajes de ampliación o perfeccionamiento al extranjero (el
propio doctor Layrisse ha sido uno de los becarios), etc. Semejante índice sólo lo superan los
países ultradesarrollados. Se iguala en el sur de Europa, y quedan muy por debajo los
niveles del subcontinente americano.
Todo eso, a partir de la situación de hace cuarenta años, cuando había solamente en
Venezuela mil quinientos estudiantes universitarios.
Así crece, varía y se expande esta República. De un mes para otro —no digamos ya en dos
o tres años— quien creía conocer algo del País se encuentra como un absoluto extraño.
Las universidades venezolanas son bastante tranquilas. Tuvieron su momento de convulsión
en la década de los sesenta, en la que el ejército llegó a ocupar la Central como unas setenta
veces. Pero ya remitieron los conflictos y, últimamente, el deseo de trabajar y de obtener los
títulos prevalece en el alumnado, sin que por ello deje de lamparse en los sindicatos y
formaciones políticas propias.
Para completar los datos sobre la vida universitaria venezolana, «ligamos que, sólo en la
Capital, las universidades son seis; dos de rllus, privadas; una, religiosa. En el Interior hay
otras tantas.
No pasó mucho tiempo cuando sus huellas fueron abriendo camino al trabajo y por las rutas
de Venezuela comenzaron a transitar, en principio varios galenos, dejando tras ellos, estelas
de reconocimiento y afecto en diversos puntos del país. En el primer grupo que arribó en el
«Cuba» llegaron: Jesús Iraragorri Alegría, José Luís Aransolo Bilbao, Juan Ramón Belín
Alzaga, Miguel Nieto Caicedo, Tomás Mendikoa Lanzagorta, Arrieta Larrañaga, José de La
Torre, José Antonio Urrestarazu Bergara, etc.
Un poco más tarde arribaron: Don Gonzalo Aranguren, que trabajó en Barcelona, como
cirujano, ganándose el cariño y agradecimiento de la población, posteriormente logró fundar
una clínica en Caracas, refugio obligado de la colonia vasca. Agregamos también los
nombres de los médicos que no dejaron de prestar sus servicios a los compatriotas: Dres.
Santiago Ibargüen, Jesús Lartitegui, Pablo Urigüen, Joaquín Aristimuño, José Antonio
Zamakona, Fernando Unceta, de 1939 a 1942, médico rural en Barrancas de Maturín,
después Director del Hospital de Tucupita. José Mari Bengoa, médico rural en Sanare y
Cubiro, Edo. Lara, luego en Irapa. La Sección de Nutrición del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social se debe a la eficiente labor del Dr, Bengoa, quien fue su fundador y en
1950 cofundador del Instituto Nacional de Nutrición. Largos años como representante de
Venezuela en la Organización Mundial de la Salud, Finalmente existe en Caracas la
Fundación Bengoa, creada en su honor.
No queremos dejar de mencionar el aporte del Dr, Bengoa, a la Revista Euskadi ya que
constituyó un pilar fundamental en la realización de la primera etapa de aquella revista.
El Dr. Luis Bilbao Líbano, al servicio, durante largos años del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social. Además de su extensa labor como sanitarista de primer orden, pegado a
su laboratorio de análisis clínico, se mantuvo al pie del cañón, presto a dar su aliento y
sapiencia a cualquier miembro de la colonia que así lo requiriera. El Dr. José María Díaz de
Rekarte, igualmente en el Sanatorio Antituberculoso El Algodonal y en la Universidad Central
de Venezuela realizando labores de profesor universitario y de Pediatra por cuyo consultorio
pasó toda una generación de niños vasco-venezolanos. Ambos se hicieron acreedores a
multitud de reconocimientos y condecoraciones por parte del Gobierno Venezolano.
Consideramos importante mencionar, a grandes rasgos, la inmensa lista de experiencias y
realizaciones que cargaban en su haber cuando arribaron a su nueva patria y que parten
desde miembro de la Comisión Organizadora de la Universidad Vasca, en el caso de Don
Luis Bilbao cuyo proyecto fue organizado en 41 días y con innovaciones que no figuraban en
el pensum de las universidades españolas, como el euskera médico y la disgregación de
enfermedades de los niños en puericultura y pediatría.
Les tocó, en los angustiosos momentos de la salida, escapando de las huestes fascistas,
arrastrar 650 niños del Sanatorio de Gorliz cuyo director era el doctor Rekarte. Fueron
creando servicios médicos con enfermeras para todos los albergues en los que había más de
30 refugiados. Lograron adecuar una antigua fortaleza de Donibane Garazi, para más de 500
niños. Se alargaría demasiado la lista de servicios a los refugiados heridos y como colofón
quedó el hospital de La Roseraie donde reunieron más de 400 gudarís heridos proce dentes
de Santoña por decisión del Gobierno Vasco, quien hizo que el lujoso hotel, entonces vacío y
mediante el pago del alquiler acordado, se convirtiera en 48 horas en un verda dero hospital,
gracias a estos ilustres galenos que venimos mencionando, sin olvidar la actuación del Dr.
Gonzalo Aranguren al frente de esta titánica labor.
Actualmente los médicos de la colonia que tomaron el relevo, continúan prodigando sus
conocimientos con el mismo cariño y eficiencia, que sus antecesores.
El tercer exilio fue debido a la II Guerra Mundial, que se desencadenó en 1.939. Se estima
que en ese momento había 150.000 vascos peninsulares en territorio del Estado francés, es
decir un 10% de la población de Euzkadi-Sur. Los vascos exiliados en el Estado francés
tenían cuatro alternativas; una, la más heroica para la juventud, era alistarse en la Legión
Extranjera francesa o en el ejercito regular; otra era quedarse en Francia y esperar los
acontecimientos; la tercera opción era pasar la frontera de Irún y volver a casa, y finalmente
la última opción era «saltar el charco» y llegar a un país americano. De los 50 ó 60 médicos
vascos aproximadamente que permanecimos en el Estado francés, la mayor parte a cargo de
las Colonias Infantiles y del Hospital de La Roseraie que organizó el Gobierno Vasco, 6
quedaron en el Estado francés; 2 fueron a Cuba, 5 a México; 6 a la República Argentina; 1 a
Costa Rica y 26 a Venezuela.
Algunos regresaron directamente de Francia a casa. Junto a los médicos llegaron también a
Venezuela alrededor de 9 enfermeras, que habían ocupado puestos de responsabilidad en la
guerra civil.
Concluida la II Guerra Mundial, llegaron a Venezuela siete u ocho médicos vascos más,
algunos por motivos políticos y otros por razones económicas.
La mayor parte ocuparon cargos en las medicaturas rurales, sobre todo, de los Estados
Anzoátegui y Monagas. Uno de. ellos José Antonio Urrestarazu, permaneció casi 60 años en
el mismo municipio, (Caripe) cuyo hospital lleva su nombre.
La población vasca exiliada fue aumentando en los años 39 y 40 y con ella llegaron como se
ha dicho, médicos que fueron destinados al interior. Fue muy escaso el tiempo en que ia
colonia vasca en Caracas, se quedó sin la ayuda de médicos vascos. Pronto se creó la
Asociación de Socorros Mutuos por iniciativa de Ignacio Rotaeche y Juan Eguiraun. Fue
contratado el Dr. Vera, venezolano, para atender los problemas de la colonia vasca en
formación.
La llegada de Luis Bilbao y José María Díaz de Rekarte, poco después, alivió
considerablemente la situación. Luis Bilbao fue durante toda su vida el médico de cabecera
de la colonia vasca exiliada. Visitas a domicilio, de día y de noche, sin descanso, con
altruismo ilimitado, estuvo en la cabecera de casi todos los vascos que fallecieron en
Caracas, desde 1.940 a 1.985. Pudo haberse refugiado en su laboratorio de análisis clínicos,
y actuar de especialista en enfermedades de la sangre: pero prefirió, sin embargo, su entrega
a la medicina familiar. Luis Bilbao además de esa faceta de médico de familia, tuvo grandes
dotes de organizador, que quedó reflejado en varias etapas de su larga vida. Ya en el
hospital de Basurto, en Bilbao. gozó de un prestigio bien ganado en la organización del Labo-
ratorio Central, y en la celebración de los aniversarios de la creación del referido hospital, con
cuyo motivo se dictaron conferencias científicas de profesores nacionales y extranjeros. Mi
encuentro con Luis Bilbao fue por esos años de la década de los 30, siendo yo todavía
estudiante de medicina
Con motivo de la guerra civil, Luis Bilbao se incorporó a la Consejería de Sanidad del
Gobierno Vasco, fue uno de los principales impulsadores de la Universidad Vasca,
especialmente de la Facultad de Medicina. Pero donde Bilbao demostró sus dotes de
organizador fue con motivo de la dolorosa salida de los niños vascos a territorio francés. Las
colonias infantiles, los refugios familiares, las clínicas pediátricas, etc., que se fue ron
organizando, fue obra fundamental de Luis Bilbao
.
En Venezuela fue adjunto al Director de Laboratorios del Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social, realizando numerosas visitas al interior del país. En 1.945, con motivo de las graves
inundaciones que asolaron varios estados llaneros, coincidimos en trabajar juntos en
Guasdualito, durante varios días
En circunstancias normales Luis Bilbao hubiera podido ser un excelente Ministro o Consejero
de Sanidad de Euzkadi, sin descuidar nunca su dedicación cercana a su familia, razón de ser
de un hombre excepcional.
También José María Díaz de Rekarte actuó ejemplarmente atendiendo, sobre todo, a los
niños enfermos de la colonia exiliada vasca. José Mari alternaba sus actividades en fisiología
y en pediatría. En ambas especialidades tuvo un renombre pronto reconocido. En Francia fue
Director del centro que acogió a los niños del Sanatorio de Gorliz destinado a los enfermos
de tuberculosis ósea.
De esta forma se pudieron defender las familias recién llegadas a Caracas en los años
1.939-40. Se habían cortado las amarras con el pasado, las cuales significaban familia,
amigos, paisaje, bienestar, es decir, sufrir la sensación de una extensión vacía y silenciosa
del tiempo pasado.
En esa época llega a Caracas procedente de Barcelona (Estado Anzoátegui) el Dr. Gonzalo
Aranguren, quien había dirigido el Hospital General de dicha ciudad. En la zona de El Conde
de Caracas, Gonzalo Aranguren organiza la Clínica que llevó su nombre durante casi una
década.
Aranguren había llegado a Venezuela en el año 1.939, e inmediatamente el Gobernador del
Estado Anzoátegui, Dr. Arreaza, le ofreció el cargo de Director del Hospital de la capital,
(Barcelona). Una buena parte de los municipios alrededor de Barcelona, contaban con
médicos vascos exiliados.
Aranguren traía ya un buen bagaje de experiencia. Su habilidad como cirujano fue pronto
reconocido en el hospital de Basurto (Bilbao) y por ello fue designado durante la guerra civil,
director del Hospital de Amorebieta, que fue el centro principal de las actividades quirúrgicas
durante la contienda. Durante la retirada del Ejército Vasco, se instaló en el Balneario de
Carranza, transformado en Hospital de Sangre y de allí a La Roseraie, cerca de Biarritz,
donde se organizó el Hospital para los heridos que fueron evacuados del frente, así como
para la población civil vasca exiliada.
En el Hospital de Barcelona, trabajó varios años, hasta que al hacer la reválida del título en la
Universidad de Méri-da, decidió crear la «Clínica Aranguren»en la zona de El Conde, en
Caracas. En esta clínica se encontraron varios médicos vascos exiliados: Jesús Latirtegui,
Fernando Úncela, Santiago Ibargüen, José María Díaz de Rekarte y José Antonio Zamacona.
1.- Claudio Alegría Mendialdua. (Gernika, Bizkaia 1899-1959 Valencia, Venezuela) había
obtenido el doctorado en medicina en Madrid, precisamente en 1936, y después de participar
en la guerra civil en el País Vasco, llegó a Venezuela en 1939. Trabajó algunos años de
médico rural en el Estado Carabobo y al alcanzar su jubilación fue a residir a Valencia,
Estado Carabobo, ciudad donde falleció.
2.- Gonzalo Aranguren Sabas. (Bilbao 1904-1975 Ondarribia, Gipuzkoa) estudió medicina en
Valladolid, pero se licenció en Madrid en 1928. Se formó como cirujano general en algunos
hospitales europeos, principalmente de París y fue durante la guerra civil jefe de cirugía en el
Hospital de Amorebiela, donde su habilidad profesional contaba con la confianza de las
autoridades del País Vasco. Exiliado en Francia tras la caída del frente del Norte, fue cirujano
del hospital vasco de La Rosarie, Francia, donde se concentraron (os enfermos y heridos de
la evacuación. Al ser invadida Francia por las tropas alemanas al comienzo de la II Guerra
Mundial, marchó al exilio, a Venezuela en 1940 y trabajó primero como cirujano en el
Hospital General de Barcelona, Estado Anzoátegui, donde alcanzó gran prestigio. En 1945
funda en la urbanización «El Conde» de Caracas la Clínica
Aranguren para hospitalización y cirugía privada. Regresó a Bübao en 1958 y estableció la
Clínica Aranguren que regentó hasta su muerte.
3.- José Luis Aránsolo Bilbao. ( Bilbao 1905-1974) era huérfano cuando comenzó los
estudios de licenciatura de medicina en Madrid; en 1927 transfirió el expediente académico a
Salamanca y se graduó en Valladolid en 1929. Salió de España y emigró a Venezuela,
trabajó como médico rural en San Antonio de Maturin, Estado Monagas. Regresó a Bilbao y
falleció en su ciudad natal.
4.- Jesús de Aírese y Axpe. {Otxandio, Bizkaia 1879-1943 Bilbao) se licenció en medicina en
la Universidad de Barcelona en 1902. llegó a Venezuela en 1939, tras la guerra civil y desde
esa fecha hasta 1943estuvo ejerciendo la profesión en las minas de carbón de Naricual,
Estado Anzoátegui. Sin embargo, regresó pronto al País Vasco, donde falleció.
5.- Antonio Arrieta Larrañaga. (Zarautz, Gipuzkoa 1896-1983 San Sebastián, Gipuzkoa)
obtuvo el título de licenciado en medicina en la Universidad de Zaragoza y se especializó en
otorrinolaringología; llegó a Venezuela al final de la guerra civil y trabajó entre 1939 y 1943,
como médico rural en San Cristóbal, estado Táchira: regresó a San Sebastián en 1948.
6.- Juan Cayo Basterra Saenz de Olamendi. (Vitoria-Gasteiz .Araba 1906-19(7) Valencia,
Venezuela) después de concluir la licencia-
tura de medicina, hizo estudios de odontología en Madrid, que concluyó en 1938. Llegó a
Venezuela en 1939 y trabajó de médico en Aragua de Maturin y en otras medicaturas rurales
del Estado Monagas hasta 1946. Después revalidó su título profesional de odontólogo enja
Universidad de los Andes, Mérida y ? partir de entonces tuvo amplia práctica privada en
Valencia, Estado Carabobo.
7.- José María Bengoa Lecanda. (Bilbaol913) estudió medicina en Valladolid y (ras su
licenciatura en 1936 se especializó en enfermedades de la nutrición. AI comenzar la guerra
civil fue nombrado Secretario de Sanidad Militar de la Consejería de Sanidad del Gobierno
Vasco; en 1938, con la caída del frente del Norte, emigró a Venezuela y desde 1938 a 1941
estuvo de médico rural en Sanare y Cubiro, Estado Lara, luego en Irapa. En 1942 organizó la
Sección de Nutrición del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social en Caracas, y en 1950 fue
cofundador del Instituto Nacional de Nutrición. De 1955 a 1974 trabajó en la OMS, como Jefe
del Departamento de Nutrición. En 1974 regresó a Venezuela, y de 1979 a 1983 actuó de
Asesor de la Consejería de Sanidad del Gobierno Vasco.
8.- Juan Ramón Belín Alzaga. (Algorta, Bizkaia 1902-1249 Bilbao) se había licenciado en
medicina en la Universidad de Vallado-lid en 1930 y emigró a Venezuela al concluir la guerra
civil; ejerció hasta 1948 como médico rural en El Chaparro, Estado Anzoátegui y regresó ese
año a Bilbao, donde falleeió al poco tiempo.
9.- Luis Bilbao Líbano. (Leioa, Bizkaia 1902-1985 Caracas) estudió medicina en las
facultades de Zaragoza y Madrid, donde se graduó en 1926; se especializó en análisis
clínicos y a partir de 1927 fue jefe del laboratorio del Hospital de Basurto. Hizo esludios de
especialízación en París y Estrasburgo, se distinguió como fundador de la Agrupación de
Médicos Vascos de Solidaridad de Trabajadores en 1932, fue inspector general de Sanidad
Rural en 1936 y en Mayo de 1937 dirigió las asistencias sanitarias durante la evacuación a
Francia. Al llegar a Venezuela trabajó desde 1941 hasta 1975 en los laboratorios de las
unidades sanitarias del Ministerio de Sanidad; en 1946 revalidó sus estudios médicos en la
Universidad de los Andes, Mérida. Aunque murió en Caracas, su pueblo natal no le olvidó,
pues una calle de Leioa lleva su nombre; su hijo Joseba Bilbao ha continuado su obra en el
Centro Médico de Caracas.
10.- Julio de la Calle y Cavieces. (Bilbao, Bizkaia 1891-19** Bilbao) hizo los estudios de la
licenciatura de medicina, primero en Santiago de Compostela y luego en Valladolid, donde se
graduó en 1915. Durante la guerra civil actuó de médico en las unidades militares del País
Vasco. Al llegar a Venezuela trabajó entre 1942 y 1948 como médieo rural en Clarines y San
Antonio, Estado Anzoátegui. Regresó a Bilbao en 1948 y falleció en su ciudad natal.
11.- Fernando Chacartegui Barbier. (Liverpool, Gran Bretaña 1914) comenzó a estudiar
medicina en la Universidad de Santiago de Compostela en 1932 y concluyó su licenciatura
en 1949, después de actuar corno sanitario en el País Vasco entre 1936 y 1937; al llegar a
Venezuela en 1940, trabajó en las campañas sanitarias del Ministerio de Sanidad, y se
distinguió en las de fiebre amarilla en 1945.
12.- José Ignacio Chacartegui Saenz de Tejada. {Guernica, Bizkaia 1906) estudió medicina
primero en la Universidad Central de Madrid, a partir del segundo curso de la licenciatura en
Santiago de Compostela y concluyó los estudios de odontología en Madrid; participó en la
guerra en el País Vasco y al llegar a Venezuela tras la
contienda trabajó inicíalmente en el Ministerio de Sanidad en las campañas de paludismo y
fiebre amarilla.
13.- José María Díaz de Rekarte. (Bermeo, Bizkaia 1906-1986 Caracas) había estudiado la
licenciatura de medicina en Valladolid que completó con el doctorado en Madrid en 1930.
Desde comienzos de su ejercicio profesional se dedicó a la pediatría en Bizkaia y en 1936
fue profesor de su especialidad en la Universidad Vasca; al caer el frente del Norte en 1937
fue encargado de la evacuación de los niños vascos del Sanatorio de Gorliz. Llegó a
Venezuela en 1939 y dividió su actividad entre la clínica pediátrica de los hospitales «José
Gregorio Hernández» y el «Rísquez» de Cotiza y posteriormente en el sanato rio del El
Algodonal; también tuvo práctica privada. Fue autor de un texto sobre radiología de tórax.
Murió en Caracas.
14.- Luis Gualberto Erquicia Tellería. (San Sebastián 1908-19C 7)) obtuvo el título de
licenciado en medicina en Valladolid en 1931: durante la guerra civil prestó servicios en el
ejército del País Vasco y llegó a Venezuela al concluir la contienda. Trabajó entre 1939 y
1945 como médico rural en Santa Inés, Estado Anzoátegui; a partir de 1946 trabajó en ía
División de Epidemiología del Ministerio de Sanidad y Asistencia en Caracas.
15.- José Luis Gallano Gondra. (Bilbao 1905-1991 Bilbao) estudió medicina en Madrid donde
obtuvo el título de licenciado en medicina en 1932 y se especializó en dermatología; durante
la guerra civil fue capitán médico en el ejército vasco. Llegó a Venezuela en 1939 y desde su
llegada trabajó de médico rural en Guanare. Estado Portuguesa. Regresó pronto a Bilbao.
16.- Galo de~Gerrika-Echebarría y Bilbao. (Bilbao 1897-19(?) Bilbao) comenzó sus estudios
de medicina en Madrid y en 1920 ios trasladó a Zaragoza donde se graduó en 1921. Era
hermano del Comandante Casiano Gerrika-Echebarría, jefe de la artillería en el ejército
vasco. Llegó a Venezuela al concluir la guerra civil y trabajó como médico rural en el Estado
Anzoátegui desde 1939 a 1941. pero regresó pronto al País Vasco.
17.- Santiago Ibargüen Beitia. (Elantxobe, Bizkaia 1912-1977 Bilbao) estudió medicina en la
Universidad de Santiago de Compostela. donde se graduó en 1934; se especializó en
gastroenterología y fue médico interno del Hospital de Basurto. Al comenzar la guerra civil
fue profesor de fisiología en la Universidad del País Vasco y médico en el Hospital de
Durango: tras la evacuación del Norte estuvo en París perfeccionándose en
gastroenterología entre 1938 y 1940. Este año llegó a Venezuela, donde hasta 1943 fue
residente del dispensario en Bergantín, Estado Anzoátegui, médico de la Compañía Shell en
Curacao hasía 1946 y médico del Seguro Social hasta 1948; en aquella fecha revalidó sus
estudios y trabajó en la Clínica Aranguren de Caracas. Regresó a Europa, en 1959 trabajó en
Leyden y en 1960 pasó a residir a Bilbao. Murió de un ataque cardiaco durante un par tido de
fútbol en el Campo de San Mames.
18.- Jesús de Irarragorri Alegría. (Amela, Bizkaia 1899-1985 Bilbao) concluyó los estudios de
licenciatura en medicina en la universidad de Valladolid en 1924 y se especializó en
accidentes de trabajo; durante la guerra civil fue capitán médico en el Ejército Vasco y emi gró
a Venezuela al concluir la contienda. Fue médico rural en Soledad, Estado Anzoátegui entre
1939 y 1942; regresó a Bilbao.
19.- Jesús Latirtegui de Arenaza. (Gernika, Bizkaia 1893-1956 Caracas) estudió medicina en
Valladolid y obtuvo la licenciatura en 1919, luego hizo el doctorado en Madrid. Tuvo una gran
experiencia clínica en el extranjero y fue residente de los hospitales de Hamburgo, de la
Maternité Baudelocque y el Hospital Broca de París, de Madrid y Bilbao, iniciando los
estudios sobre las enfermedades profesionales en el País Vasco; ejercía en Barakaldo.
Durante la guerra civil estuvo asignado al estado mayor del Ejercito Vasco, pero cayó
prisionero y fue condenado a muerte. En 1940 fue canjeado, consiguió salir de España y
llegó a Venezuela en 1943; fue primero médico de la Cruz Roja en la Guaira, Distrito Federal,
en 1946 director del Hospital «Pérez de León» de Petare, Estado Miranda y a partir de 1948
ejerció libremente la profesión en Caracas, como cirujano de la clínica Aranguren.
20.- José Luis Lartitegui de Arenaza. (Bilbao 1898-19(7)) hermano dei anterior, estudió
medicina en Valladolíd, donde se licenció en 1919, pero no ejerció la profesión en Caracas;
se dedicó a la construcción.
21.- Luis López Abadía. (Madrid 1910-1983 Barakaldo, Bizkaia) estudió medicina en
Valladolid, donde se graduó en 1932. Ejerció la profesión en Bilbao junto a su padre y fue
médico interno del Hospital Provincial de Bilbao. Durante (a guerra civil estuvo ejerciendo en
el País Vasco hasta el final del frente del norte; pasó a Barcelona y continuó en la lucha
como capitán médico hasta que concluyó la guerra. Llegó a Venezuela en 1940 y trabajó de
médico rural en Úrica y Santa Inés, estado Anzoáregui; después pasó a la dirección de
Malariología y trabajó entre las tribus indígenas del Río Orinoco. Regresó a España en 1949
y murió en Barakaldo.
22.-Tomás Mendicoa Lanzagorta. (México D.F. 1907-1984 Caracas) vivió desde joven en el
País Vasco y obtuvo el título de bachiller en Vitoria; estudió medicina en Zaragoza y
Salamanca, donde se graduó en 1932, y luego hizo el doctorado en Madrid obteniendo el
título en 1934. Fue médico interno dei Hospital Civil de Bilbao hasta el comienzo de la guerra
civil en que fue asimilado al ejército durante los años 1936 a 1938. Consiguió llegar a
Venezuela en 1939 y trabajó como médico rural en Santa Rosa, Estado Anzoátegui, después
fue médico de la Empresa Central Azucarera, siguió el curso internacional de malariología de
Maracay en 1944 y más Carde trabajó en la División de Malariología del Ministerio de
Sanidad como jefe de zona en San Cristóbal, Estado Táchira.
23.- Fernando Úncela Iza. (Bilbao 1897-1980 Bilbao) estudió medicina en Zaragoza en cuya
universidad se licenció en 1924. Desde el comienzo de su práctica profesional se orientó
hacia la traumatología y fue médico de la Compañía Euzkalduna de construcción y
reparación de barcos en Bilbao. Durante la guerra civil fue jefe de Sanidad Militar. Llegó a
Venezuela en 1939 estuvo destinado de médico rural en Barrancas de Maturín hasta 1942;
luego fue director del Hospital de Tucupita en el Territorio Delta Amacuro entre 1942 y 1946,
finalmente fue médico rural en varios lugares del Estado Yaracuy. A partir de 1948 fue
Administrador de la Clínica Aranguren de Caracas.
24.- Pablo Uriguen Retes. (Durango, Bizkaia 1909-1984 Algorta, Bizkaia) hizo la licenciatura
de medicina en las Universidades de Valladolid y Madrid en 1934; llegó a Venezuela en 1939
como consecuencia de la guerra civil y ejerció la profesión en Caracas, tras haber revalidado
el título en 1974. Regresó a Bizkaia y falleció en Algorta en 1984.
25.- José Antonio Urrestarazu Bergara. (San Sebastián, Gipuzkoa 1912-1995 Caripe,
Monagas, Venezuela) completó la licenciatura de medicina en la universidad de Valladolid en
1936, pero no se le expidió el título hasta 1947; fue capitán médico en el Ejército Vasco
durante la guerra civil. Llegó a Venezuela en 1939 y fue médico rural en Caripe. Estado
Monagas desde la fecha de su llegada hasta su muerte; el hospital de Caripe lleva su
nombre.
26.- Juan Lorenzo Zarranz Arteaga. (San Sebastián, Gipuzkoa 1916) comenzó la licenciatura
de medicina en Madrid en 1932 y actuó como sanitario en el País Vasco durante la guerra
civil. Llegó en 1939 a Venezuela y concluyó los estudios de medicina en la Uni versidad
Central de Caracas en 1945. Estuvo de médico rural en varias medícaturas rurales del
Estado Trujillo, en campamentos de la compañía petrolera Shell en Lagunillas, Estado Zulia y
después trabajó en la Seguridad Social; finalmente se trasladó a Caracas donde se
especializó en anestesia.
ENFERMERAS
Junto a los médicos vascos exiliados en Venezuela llegaron algunas enfermeras que habían
participado en los hospitales militares en la Guerra Civil, entre ellas Dolores Corta, María
Luisa Goicoechea, Miren Ibarrondo, Miren Mugarra, Isabel Pereiro, Pepita Rotaeche,
Karmele Urresti, Garbiñe Urresti y Pacita Zamacona,
No pasó mucho tiempo cuando sus huellas fueron abriendo camino al trabajo y por las rutas
de Venezuela comenzaron a transitar, en principio varios galenos, dejando tras ellos, estelas
de reconocimiento y afecto en diversos puntos del país. En el primer grupo que arribó en el
«Cuba» llegaron: Jesús Iraragorri Alegría, José Luis Aransolo Bilbao, Juan Ramón Belín
Alzaga, Miguel Nieto Caicedo, Tomás Mendikoa Lanzagorta, Arriata Larrañaga, José de La
Torre, José Antonio Urrestarazu Bergara, etc.
Un poco más tarde arribaron; Don Gonzalo Aranguren, que trabajó en Barcelona, como
cirujano, ganándose el cariño y agradecimiento de la población, posteriormente logró fundar
una clínica en Caracas, refugio obligado de la colonia vasca. Agregamos también los
nombres de los médicos que no dejaron de prestar sus servicios a los compatriotas: Dres.
Santiago Ibargüen, Jesús Lartitegui, Pablo Urigüen, Joaquín Aristimuno, José Antonio
Zamakona, Fernando Unceta, de 1939 a 1942, médico rural en Barrancas de Maturín,
después Director del Hospital de Tucupita. José Mari Bengoa, médico rural en Sanare y
Cubiro, Edo. Lara, luego en Irapa. La Sección de Nutrición del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social se debe a la eficiente labor del Dr. Bengoa, quien fue su fundador y en
1950 cofundador del Instituto Nacional de Nutrición. Largos años como representante de
Venezuela en la Organización Mundial de la Salud. Finalmente existe en Caracas la
Fundación Bengoa, creada en su honor.
No queremos dejar de mencionar el aporte del Dr. Bengoa, a la Revista Euskadi ya que
constituyó un pilar fundamental en la realización de la primera etapa de aquella revista.
Dr Bingen Amezaga Iribarren, nacio en Montevideo Uruguay, 18-04 1945, arribo a Venezuela
1958, se graduo de Medico en la Universidad Central de Venezuela, especializandose en el
area de Cardiologia, posteriormente, se especializa en Marcapasos, ,Hospital Perez Carreño,
consulta privada en Clinica Santiago de Leon de Caracas ,y Clinica Santa Sofia,
El Dr. Luis Bilbao Líbano, al servicio, durante largos años del Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social. Además de su extensa labor como sanitarista de primer orden, pegado a
su laboratorio de análisis clínico, se mantuvo al pie del cañón, presto a dar su aliento y
sapiencia a cualquier miembro de la colonia que así lo requiriera. El Dr. José María Díaz de
Rekarte, igualmente en el Sanatorio Antituberculoso El Algodonal y en la Universidad Central
de Venezuela realizando labores de profesor universitario y de Pediatra por cuyo consultorio
pasó toda una generación de niños vasco-venezolanos. Ambos se hicieron acreedores a
multitud de reconocimientos y condecoraciones por parte del Gobierno Venezolano.
Consideramos importante mencionar, a grandes rasgos, la inmensa lista de experiencias y
realizaciones que cargaban en su haber cuando arribaron a su nueva patria y que parten
desde miembro de la Comisión Organizadora de la Universidad Vasca, en el caso de Don
Luis Bilbao cuyo proyecto fue organizado en 41 días y con innovaciones que no figuraban en
el pensum de las universidades españolas, como el euskera médico y la disgregación de
enfermedades de los niños en puericultura y pediatría.
Les tocó, en los angustiosos momentos de la salida, escapando de las huestes fascistas,
arrastrar 650 niños del Sanatorio de Gorliz cuyo director era el doctor Rekarte. Fueron
creando servicios médicos con enfermeras para todos los albergues en los que había más de
30 refugiados. Lograron adecuar una antigua fortaleza de Donibane Garazi, para más de 500
niños. Se alargaría demasiado la lista de servicios a los refugiados heridos y como colofón
quedó el hospital de La Roseraie donde reunieron más de 400 gudaris heridos proce dentes
de Santoña por decisión del Gobierno Vasco, quien hizo que el lujoso hotel, entonces vacío y
mediante el pago del alquiler acordado, se convirtiera en 48 horas en un verda dero hospital,
gracias a estos ilustres galenos que venimos mencionando, sin olvidar la actuación del Dr.
Gonzalo Aranguren al frente de esta titánica labor.
Actualmente los médicos de la colonia que tomaron el relevo, continúan prodigando sus
conocimientos con el mismo cariño y eficiencia, que sus antecesores.
Es muy difícil hacer una evaluación justa de nuestro trabajo en el desarrollo de la Medicina y
en el progreso de la salud, como contribución nuestra en este hospitalario país de Venezuela,
que nos acogió con tanto cariño y sinceridad. Digo antes que es difícil evaluar nuestro
trabajo, en estos 28 años, siendo nosotros mismos o nuestros amigos actores en el mismo,
pero lo intentaremos, dejando a un lado nuestro apasionamiento en todo lo posible y los
lazos de amistad que nos unen con. todos los que intervenimos en esta acción.
Quisiéramos despersonalizar en absoluto nuestro trabajo, para evitar involuntarias omisiones
o minimizar la labor de algunos que lo han tenido muy destacada, dando sensación de que si
no ha sido una labor de equipo sea una labor de conjunto en las diferentes ramas de la
Medicina que hemos trabajado.
Por todos es sabido ya, cuales fueron las causas fundamentales de nuestra llegada a este
país, siendo una de ellas, de que tuvimos que expatriarnos a causa de la guerra civil
española, en la cual en parte, en la que tocó a nuestra patria Euzkadi, nos tocó ser parte
activa, siempre claro está, en funciones totalmente profesionales dentro de las distintas
ramas de la Medicina y Cirugía: Civil y Militar.
En 1938, se nos comenzaron a abrir las puertas para venir a este hospitalario país de
Venezuela por gestiones realizadas, bien a título personal como oficioso con autoridades
diplomáticas y consulares venezolanas en Francia.
Y ahora viene la única despersonalización porque es justo hacerlo por ser el primer Médico
Vasco que llegó y esto fue en el mes de Abril de 1938 siendo su nombre Dr. José María
Bengoa Lecanda.
Este joven médico, que llegó a Venezuela en esa fecha, por gestiones realizadas por él, fue
destinado por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social al pueblo de SANARE del Estado
Lara.
En este pueblo de Sanare —que con ±¿atn cariño lo recuerda el Dr. Bengoa. El doctor
Bengoa en los 3 años que esiuro, empezó a emplear las técnicas modemiS nñ£-co-sociales
del medio rural v urtwBO. realizando magnífica labor y adqmrÍQ«iü prestigio según
publicaciones propia v ridas. Después de tres años en S¿3¿rt, Ministerio de Sanidad lo
trasladó pueblo del Estado Sucre, donde año con la misma eficiencia que e Desde Trapa, fue
trasladado también por d Ministerio a Jefe de la Sección de NntricioB del Ministerio, donde
fue creador de Cocne>-dores Escolares y Comedores Populares. * por último creador
también del INSTITUTO NACIONAL DE NUTRICIÓN, donde fn> Jefe de la Dirección Técnica
—1945-1955— pasando en esta fecha representando a Venezuela a la Sección de Nutrición
de b Oficina Mundial de Salud i OMS dovde hoy ocupa el alto cargo de Jefe de Seccxm.
Después de la llegada del Dr. Bengoa a 1938, paulatinamente, con bastante «leudad los
años 38-39 y 40. y más después, hasta el año de 1946. Desaines más de 50 médicos
vascos. Todos zamos por los puestos más modestos o nuestra profesión desde MedicatuTas
Ringles a Hospitales y Sanatorios. Carsos oOtesi dos: unos por contratos obtenidos caá am-
telación con los Gobernadores de Estada con el Ministerio de Sanidad, por empresas
privadas en la lucha antipaludica. £of£«-berculosa, cirujanos de hospitales de pro-vincia y
otras especialidades médicis. procurando trabajar en nuestras especiaüdUáei o similares a
las que temamos dentro de nuestra profesión.
Con comienzo de lo más modesto alguna rara excepción— con nuestra con nuestro
sentido humano del profesional, con nuestra persev^eraacii aplicación de nuestros
conoamieataf ficos profesionales, muy pronto. ÍDÓCS general salimos airosos adelante,
J
-"^ en poco tiempo, puestos destacados de las organizaciones médico-asisteztiiies de
En las Medicaturas Rurales, los que actuaron, lo hicieron en forma moderna y humana,
dando tanto o mayor impulso a la medicatura preventiva como a la restauración de la salud
(curativa), recordando en todos los pueblos que actuaron con todo cariño a aquel Doctor
Vasco que los atendió y los asistió, hace 20 o 25 años. En e] aspecto de la asistencia médica
privada, también se ha tenido una actuación destacada, tanto con la Colonia Vasca corno
con la población en general en la medicina privada, labor realizada en forma aislada o en
equipo en Clínicas Médico-quirúrgicas, donde todos los vascos o no vascos podían i acudir a
resolver sus problemas de salud, resolviéndoles la mayoría de las veces o I aconsejándoles
otras lo que debían de hacer, i En los diferentes campos de la medicina en líos que nos ha
tocado actuar, tanto en salud níblica como en la asistencia!, lo ha sido todo lo ancho y largo
de la República, sde los territorios de Amazonas, Delta lacuro, a lo largo del Orinoco, hasta
los de Uribante y Limón. No ha habido re-jión del territorio venezolano en la que no haya
tocado actuar, llevando todos nues-js conocimientos científico-prácticos de la íicina moderna
en todas sus ramas, con-itamente con nuestra sensibilidad humana, beneficio de todo el
pueblo de Venezuela, desarrollar esta labor en estos 28 años sobre todo en los diez
primeros, no lo ha lo en su mayor parte en las confortables
casas de la ciudad, sino que muchas veces se ha tenido que pernoctar en ranchos humildes
o a la intemperie, con nuestro chin-chorro-mosquitero, pasando con mucha frecuencia
grandes dificultades para obtener hasta los alimentos más elementales para poder subsistir.
Los medios de transporte que hemos empleado, en las diferentes zonas rurales del país, han
sido los más disímiles: desde la curiara, lancha de canalete, lancha de motor, lomo de bestia
o de buey, para trasbordarnos a los más modernos como el automóvil y el avión.
Recuerdo, que el año de 1945, una compañía de aviación comercial venezolana utilizó como
propaganda de uno de .los campos de aterrizaje del interior, la composición gráfica del
transbordo de "lomo de buey al avión", acto éste que nosotros lo habíamos empleado varias
veces en nuestra actuación en el interior, sobre todo en las inundaciones que tuvimos que
que .actuar en todo lo largo de los ríos Orinoco y Apure. En los diferentes campos de la
medicina que nos ha tocado actuar, unas veces en equipo, otras oficial o aisladamente,
siempre lo hemos hecho con espíritu de comunidad. Por tener en cuenta y llevarlo a la
práctica ese espíritu, ha sido la principal causa o motivo por que no siendo grande
numéricamente, hemos contribuido más de lo que parece en el mejoramiento de la Medicina
Rural y nuestra gran contribución en la Lucha Antipalúdica, Antituberculosa, en Epidemiolo-
gía, Laboratorio Sanitario, Fiebre Amarilla, etc
.
Hoy día, muchos de nosotros, ocupamos puestos dirigentes en el Ministerio de Sani dad, en
diferentes especialidades: Paludismo, Tuberculosis, Fiebre Amarilla, Epidemiología,
Laboratorio, etc., donde hemos puesto y seguímos poniendo, todo nuestro bagaje científico,
el mismo humanismo y perseverancia que cuando comenzamos al servicio y contribución de
la salud del pueblo venezolano que hace 28 años tan cariñosamente nos acogió,
contribuyendo por lo tanto eficazmente a su desarrollo, que en estos últimos años ha sido
portentoso.
Para ser lo más objetivo posible, con criterio nuestro, errado o real, hemos sacrificado la
'personalización, por razones que heñios expuesto al principio. En algunos aspectos, aunque
se han omitido los nombres sacrificándolos a la razones expuestas, nadie desconoce en el
Oriente venezolano la. labor enonne médico-quirúrgica realizada en los hospitales dé
Barcelona, Anzóátegm, que además de la enorme labor quirúrgica realizada, sentaron
normas de trabajo médico-quirúrgicas. Otros han, desarrollado ,labor en la lucha
antipalúdica, formando parte activa corno en la fundación de poblados como El'Piñonal
(Táehíra). Otros en la lucha antítüberculosaj en Medicaturas Rurales, epidemiología, etc.. En
todas partes donde hemos trabajado o trabajarnos, dejamos huellas de que nuestros
conocimientos científicos, son aplicados con la sensibilidad humana y espíritu de comunidad.
• Cuando al cabo de los años, en funciones ministeriales visitamos el interior de la Re pública,
en los Hospitales, Sanatorios, Medicaturas Rurales, nos es muy grato oír: "AQUÍ ESTUVO
UN DOTOR VASCO, QUE LO RECORDAMOS CON MUCHO CARIÑO PORQUE NOS HIZO
MUCHO BIEN A TODOS NOSOTROS, A ESTE HOSPITAL O ESTE SANATORIO". Esta
frase resume en parte nuestra actuación como médicos en este país, que ya lo amamos
Autores:
Dr Luis Bilbao