Personas sin trabajo.
Modalidades de abordaje sobre
una compleja problemática.
Lic. Paula D. Hermida y Lic. Lorena Castro.
Segunda Cátedra de Psicología del Trabajo.
Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
2011.
1. INTRODUCCIÓN
El trabajo es definido por Peiró (1996) desde cuatro perspectivas: como actividad, como
situación o contexto, como significado y como fenómeno social. Trabajar le permite al sujeto
no sólo producir bienes sino que también lo inserta en un campo social, donde al interactuar
con otras personas constituye su propia personalidad. A cambio de su esfuerzo recibe una
compensación, que no se limita entonces sólo a la dimensión material, sino también a la
psicológico y social, por ejemplo en el reconocimiento de los otros.
De esta forma, pensar en la falta de trabajo implica no sólo tener en cuenta la exclusión
del sujeto del mercado económico, sino también un empobrecimiento social, donde el sujeto
se ve privado de la interacción con otros, ocupando un lugar marginal en la sociedad.
A partir de la Revolución Industrial, con el surgimiento de las fábricas, surge también el
concepto de empleo. La mano de obra y el capital pasan a ser una fuerza inseparable. La
organización comienza a tener un lugar central en la vida de los sujetos, no sólo como un
espacio donde el sujeto genera bienes económicos sino también como un punto de
encuentro, favoreciendo la integración humana.
Sin embargo, diversas crisis atravesadas a lo largo de la historia llevan a que hoy en día
se pueda vislumbrar un gran cambio, tanto en las organizaciones como en el mercado
laboral.
El trabajo lejos de ser algo estable, se encuentra atravesado por la temporalidad.
Fenómenos como la flexibilización laboral y el empobrecimiento de las condiciones de
trabajo llevan a la necesidad de replantearse la calidad del vínculo que las organizaciones
tienen con los trabajadores. Se puede observar por ejemplo, que en el año 2010 el porcentaje
de trabajo en negro anunciado por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos,
dependiente del Gobierno de la Nación Argentina) fuera del 36,5%, lo que implica un
incremento del 3% respecto al año anterior.
Tal como destaca Asam (2006), el trabajo mediatiza la relación del hombre con el
contexto social. De esta forma, la inestabilidad laboral o el desempleo es percibido como
una situación estresante, lo que trae aparejado efectos que no afectan sólo la dimensión
económica, sino también los vínculos sociales, familiares y pone en crisis el bienestar físico
y mental de las personas.
Hablar de la falta de trabajo implica entonces tener en cuenta el contexto histórico, social,
económico y cultural que rodea a dicho fenómeno. La complejidad de este contexto es la
que lleva a que hoy en día no debamos hablar sólo de aquellos que pierden su trabajo sino
también de aquellos que no pueden acceder a un trabajo. La precarización laboral se ha
extendido tanto a lo largo del tiempo que hoy en día podemos encontrar a jóvenes que no
pueden acceder al mercado laboral por su núcleo de origen social. De esta forma, referimos
al desempleo resultaría utilizar un término reduccionista, ya que no contemplaría que el
fenómeno de no-trabajo abarca no sólo a aquellos que pierden su trabajo, sino también a
aquellos que no pueden insertarse en el mercado laboral.
El objetivo del presente trabajo es poder dar cuenta de la complejidad del fenómeno del
no-trabajo, analizando los grupos que se ven afectadas por el mismo, las consecuencias de
dicha problemática y las diferentes modalidades de abordaje desde la psicología laboral.
2. PERSONAS SIN TRABAJO
2.1. La Pérdida del Trabajo en Adultos
El empobrecimiento de las condiciones laborales lleva a que, en la actualidad, podamos
encontrarnos con dos grandes grupos dentro de la población de adultos: aquellos que han
perdido el trabajo que tuvieron durante muchos años y aquellos que siempre han tenido una
inserción laboral inestable.
El primero de los grupos vive el desempleo como un proceso profundamente
desintegrador, porque está directamente ligado a la pérdida de estatus social en su grupo
de origen. La descripción que estas personas hacen de su situación está ligada a la
desvalorización de sus capacidades como trabajadores, con muchos años de antigüedad y
experiencia, y una sensación de falta de pertenencia. La baja autoestima y la dificultad de
replantearse un proyecto laboral es frecuente en los sujetos que forman parte de este grupo.
Por otro lado, el segundo grupo, formado por aquellos adultos que nunca han logrado
una inserción laboral estable, viven los momentos de desocupación como una situación de
pasaje. Al no haber vivido nunca una estabilidad laboral en la que pudieran establecer lazos
duraderos con sus compañeros, la pérdida del trabajo no implica un corte tan abrupto como
en aquellos que perdieron el trabajo que realizaron durante muchos años. Sin embargo, se
observa en ellos una fuerte dificultad en el tener un proyecto de vida, el tener que “vivir al
día” les genera angustia y una fuerte fragmentación.
La percepción que se tiene acerca de la falta de trabajo, varía también de acuerdo al
género. Desde esta mirada, el ámbito laboral suele estar asociado con el género masculino.
Mientras que en la vida laboral activa la mujer suele ocupar un lugar de cuidadora y
trabajadora a la vez, el hombre suele ocupar predominantemente un lugar de proveedor.
Como consecuencia, para el género masculino, la falta de trabajo implica generar un duelo
en la imagen socialmente aceptada del hombre como sostén familiar. La dificultad de
elaborar esta pérdida, suele traer como consecuencia cuadros depresivos, acompañados
por una pérdida de interés y motivación.
Para las mujeres, en cambio, la desocupación implica una crisis de identidad, sobre todo
en aquellas que tienen un ideal de una carrera profesional. Sin embargo para aquellas que
trabajan simplemente para colaborar con la economía del hogar, el desempleo implica una
pérdida de aquel espacio que les permitía no ocuparse sólo de la esfera privada, no
produciéndose consecuencias tan graves como en los otros casos.
Asimismo, en muchos casos la pérdida de trabajo, trae fuertes consecuencias en el
núcleo familiar, tales como el empobrecimiento de los vínculos entre los miembros, debido
a la situación conflictiva, lo que lleva muchas veces a la ruptura de la pareja.
De esta forma, queda en relieve la variable de factores que influyen en la percepción del
sujeto acerca de la situación de desempleo. Al respecto, Schlemenson (2000) señala que
existen tres tipos de reacciones que se pueden dar frente a la situación de no-trabajo:
1. Algunos lo toman como una oportunidad de cambio, destacando los aspectos
positivos frente a la pérdida.
2. Otros poseen un fuerte apego afecto a los vínculos asociados al trabajo que han
perdido, motivo por el cual les resulta difícil aceptar la pérdida. Esto dificulta su
reinserción laboral, ya que suelen evitar la búsqueda de trabajo por tomar al
ambiente externo como un factor amenazante
3. La tercera reacción posible es la que se presenta en aquellos que niegan la pérdida,
debido a la profunda angustia que les generaría asumirla. Por este motivo continúan
actuando como si nada hubiera cambiado, lo que dificulta realmente la búsqueda
de un nuevo trabajo.
Tener en cuenta cuál es la reacción que el sujeto tiene frente a la falta de trabajo resulta
fundamental, ya que es a partir de esto que podremos generar como psicólogos laborales
un plan de acción para ayudar al individuo.
Aquellos sujetos que perciban la pérdida como una oportunidad de cambio, serán
aquellos a los que les resulte más sencilla la búsqueda de un nuevo trabajo. Por el contrario,
con aquellos sujetos a los que les resulte difícil asimilar esta pérdida, habrá que trabajar en
primer lugar en lograr que vislumbren en dicha circunstancia el sentido de oportunidad, para
poder a partir de allí construir un nuevo proyecto laboral.
2.2 Los Jóvenes y el No-Trabajo
El progresivo y sostenido empobrecimiento de las condiciones laborales lleva a que en
la actualidad la población joven encuentre grandes dificultades para insertarse en el mercado
laboral. Esta problemática no es ajena a ninguna clase social, pero presenta diferentes
características de acuerdo al grupo que se esté analizando. Esto se debe a que los jóvenes
poseen diferentes posiciones ante el trabajo de acuerdo a la cultura en la que se encuentran
y en la que han sido socializados, de las representaciones sociales del trabajo
predominantes en esa cultural y de las formas en que éste es concebido, conceptuado y
vivido (Battle y Aisenson, 1998).
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la cifra de jóvenes
desempleados a nivel mundial es tres veces mayor que la de adultos. En algunos casos esto
se debe a que los jóvenes se encuentran “sobrecalificados” para el mercado laboral o bien
poseen los conocimientos pero no la práctica que el mercado laboral requiere. Asimismo, a
medida que la búsqueda de trabajo se va tornando difícil, la desmotivación lleva a que dejen
sus estudios, ya que no perciben los beneficios de los mismos.
Se suele observar que los jóvenes que provienen de núcleos socialmente vulnerables,
poseen una historia familiar de exclusión laboral que los precede. La necesidad económica
junto con la desmotivación basada en la experiencia de sus antecesores, lleva a que muchas
veces deban abandonar sus estudios a muy temprana edad. Como consecuencia, no poseen
las calificaciones necesarias para obtener un empleo formal, lo que los excluye aún más del
mercado laboral. En algunos casos, las herramientas de asistencialismo que han sido
utilizadas a lo largo de todo el siglo XX, tales como los subsidios, obturan también la
posibilidad de generar la necesidad o la inquietud de buscar un trabajo. Como consecuencia
de esto, se observa en algunos casos, la existencia del “no-trabajo” como una identidad. La
percepción de exclusión y marginalidad es tal que suele volverse inimaginable siquiera la
posibilidad de obtener un trabajo formal estable.
Por otro lado, el grupo de jóvenes de clase social media-alta se encuentra con un
mercado laboral muy diferente al que sus padres tuvieron a su edad. Muchas veces el nivel
de educación que tienen no se corresponde con las posibilidades laborales que encuentran.
Otras veces, el mercado laboral ofrece posibilidades a las que ellos no pueden aspirar por
carecer de experiencia al haber invertido muchos años en obtener una formación teórica.
El trabajar implica para los jóvenes el poder generar una salida exogámica de su núcleo
familiar, es la búsqueda de independencia que permite a la vez generar vínculo con otras
personas, colaborando en la construcción de la identidad. Las crisis vividas en el país y en
el mundo llevan a que los jóvenes hayan sido espectadores de las frustraciones laborales
de sus padres. Sumado a esto, se encuentran en la actualidad con una gran falta de
oportunidades en el mercado laboral, lo que les genera un fuerte sentimiento de frustración
y exclusión.
El trabajo con poblaciones jóvenes implica el poder ayudar y acompañar en el proceso
de búsqueda laboral, brindando herramientas concretas que colaboren en el desarrollo de
su perfil para facilitar la inclusión.
2.3 La Jubilación y el No-Trabajo
En las épocas anteriores a la Revolución Industrial, los sujetos trabajaban toda su vida.
De hecho, en ese entonces, no se podía pensar al trabajo como algo separado de otros
aspectos de la vida de los sujetos. El trabajo era algo inherente al individuo, una acción que
se realizaba hasta que las funciones vitales lo dejaban de permitir.
El siglo XX y el desarrollo de los derechos del trabajador generan un orden en el campo
laboral en relación al ciclo vital de las personas. Así como aparecen los Derechos de los
Niños, que prohíben el trabajo infantil, la jubilación aparece como un fenómeno da lugar al
fin de la vida laboral del sujeto. De esta forma, en nuestra sociedad occidental, el jubilarse
implica también el pasaje a la vejez.
La percepción que el sujeto tiene acerca de este evento, dependerá tanto de las
características individuales del mismo como también del vínculo que tenía con su trabajo y
las expectativas para esta nueva etapa de la vida. Si bien gran parte de los jubilados
manifiestan que ésta es una nueva etapa deseada por ellos, como forma de descanso
después de tantos años de trabajo, coinciden también en que representó una gran pérdida,
no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde la disminución de las redes
sociales y la falta de rutina. El trabajo ordena la vida de las personas, genera rituales diarios
que estructuran cuya pérdida genera incertidumbre y desconcierto, sentimientos difícilmente
tolerables para el sujeto.
La falta de un rol claro para la tercera edad dificulta aún más el pasaje a esta nueva
etapa. En una sociedad donde el sujeto es en su identidad de acuerdo a lo que produce, el
jubilado parecería no tener un lugar. Como consecuencia, pocas veces las personas se
imaginan claramente su vida diaria al momento de dejar de trabajar o bien al llegar a esta
nueva rutina se encuentran con una imagen muy diferente a la que habían imaginado.
El aumento de la expectativa de vida, lleva a que los sujetos hoy en día lleguen en su
mayoría al momento de jubilarse como personas activas, y con mucha vitalidad. De esta
forma, el tener que dejar de trabajar de forma forzada los lleva muchas veces a la aparición
de cuadros depresivos, baja autoestima y la aparición de enfermedades, consecuencia de
lo estresante de la pérdida del trabajo.
En estos casos se observa también una fuerte diferencia en la forma en que es
experimentada la jubilación entre el hombre y la mujer. Generalmente, las mujeres al dejar
su rol laboral pueden dar una continuidad a su rol de cuidadoras en el núcleo familiar,
muchas veces a través del cuidado de la casa o bien de sus nietos. Por el contrario, para el
hombre implica una ruptura total donde debe modificar su rol productor por otro, lo cual
generalmente le resulta conflictivo.
De esta forma, queda en relieve la necesidad de generar planes de preparación para la
jubilación en conjunto con un rol claro para la población de adultos mayores.
3. CONSECUENCIAS DEL NO-TRABAJO
Como se ha visto en apartados anteriores, el trabajo estructura la vida del ser humano.
No sólo regula su tiempo, sino que es la fuente sobre la cual construye su identidad y genera
sus vínculos sociales. De esta forma, resulta de importancia generar una pregunta acerca
de las consecuencias que tiene el no trabajo en las personas y a partir de aquí abrir un
debate y una invitación a la reflexión por parte del lector.
El no-trabajo y sus consecuencias sociales permiten pensar en la exclusión social y en
sus formas de manifestación. Son infinitos los conflictos que plantea la desocupación tanto
para el propio individuo, como para su familia y sus redes de apoyo social.
Sin embargo, no se pueden establecer generalizaciones: la forma en que esta
problemática es percibida por los sujetos y las consecuencias que trae en su entorno deben
ser analizadas contemplando la multiplicidad de factores intervinientes, los cuales han sido
analizados previamente.
A nivel general, podríamos pensar que algunas consecuencias a tener en cuenta son:
El estar sin trabajo daña el proceso de autonomía de las personas porque genera
privación y exclusión económica y porque, en muchos casos, produce una profunda ruptura
con el modo que tienen las personas de representarse a sí mismas a través del trabajo.
► Por otro lado, la pérdida de soporte a través del trabajo, fragiliza los espacios de
socialización primaria, volviendo muy vulnerable el espacio de contención básico
de las personas que es su núcleo familiar.
► Frente a la existencia de bajos niveles de protección social, la falta de trabajo
genera procesos de exclusión social a partir de la imposibilidad de participar en
redes sociales más amplias que las de la proximidad social inmediata. Un
desempleado, por ejemplo, pierde la posibilidad de mantener redes de intercambio
con otros grupos sociales, a partir de la pérdida de un espacio de sociabilidad
mayor que es el ámbito laboral.
► El aumento de la precariedad laboral, unida a la baja cobertura del seguro de
desempleo, implica un cambio muy importante en las reglas del juego para los
trabajadores. Cada vez hay menos empleos estables a los que retornar, las
oportunidades de empleo en el mercado se dan a través de la realización de tareas
esporádicas y mal remuneradas, y no hay posibilidad de permanecer fuera del
mercado de trabajo ya que la baja cobertura del seguro de desempleo implica el
riesgo de privación absoluta. Para estos trabajadores, todo esto implica una ruptura
en términos históricos, con respecto a lo que constituyó su experiencia laboral
durante décadas. Muchas personas aportan durante años con su trabajo a la
creación del producto social y estando desempleados, perciben que no pueden
recibir nada de lo que dieron. El desempleo, en estos términos, es un proceso de
exclusión social objetiva y subjetiva.
► La falta de trabajo implica una situación potencialmente estresante para el
individuo. Al referirnos a algo potencial, damos cuenta de que cada sujeto interpreta
sus vivencias acorde a características individuales, tales como sus experiencias,
los recursos (tanto materiales como sociales) de los que dispone para afrontar esta
situación de cambio y los estilos de afrontamiento. Las situaciones estresantes
pueden dar lugar, a su vez, a la aparición de distintas enfermedades, tales como
cuadros depresivos, enfermedades cardiológicas o enfermedades
gastrointestinales.
4. EL ROL DEL PSICÓLOGO LABORAL
Habiendo desarrollado la complejidad y diversidad del fenómeno del no-trabajo, el
presente apartado convoca a generar un espacio de reflexión acerca del objetivo de las
intervenciones como psicólogos laborales.
Las mismas tienden a generar espacio de ayuda que favorezca la inserción o reinserción
del sujeto tanto en el mercado laboral como en el campo social. Para esto se lleva a cabo
un proceso de acompañamiento en la transición con el objetivo de que desde la crisis se
pueda comenzar a vislumbrar la oportunidad.
Si bien resultaría imposible generar un dispositivo único, que resulte funcional en todos
los casos, existen diferentes factores que se deben tener en cuenta al momento generar una
intervención desde la psicología laboral:
4.1. Las Redes de Apoyo Social
Tal como se ha desarrollado, en todos los casos se puede observar un fuerte
debilitamiento en las redes de apoyo social de las personas que están atravesando por una
situación de no- trabajo.
La teoría del efecto buffer plantea que frente a situaciones de estrés las redes de apoyo
social actúan como amortiguadores. De esta forma, teniendo en cuenta que la pérdida de
trabajo es una situación potencialmente estresante, se debe considerar que la existencia y
el fortalecimiento de las redes de apoyo social del sujeto actuarán como una ayuda para
superar la transición.
Por este motivo, se tienden a realizar intervenciones grupales. Al estar los participantes
atravesando situaciones similares, esta modalidad de dispositivos facilita la identificación y
ayuda a generar nuevas alternativas de afrontamiento frente al conflicto.
4.2. La Autoestima
En la mayoría de los casos de no-trabajo se observa una fuerte baja en la autoestima.
La pérdida de trabajo hace sentir al sujeto inútil. Suelen encontrarse desamparados,
sintiendo que las herramientas de las que disponían no son útiles para volver a insertarse
laboralmente.
Se debe tener en cuenta que salir a buscar trabajo implica poder mostrar los mejores
aspectos de nosotros mismos. Si la autoestima es baja, esta tarea resulta dificultosa para el
individuo, motivo por el cual resulta fundamental que los dispositivos de intervención cuenten
con espacios que favorezcan el desarrollo de la autoestima.
4.3. El Autoconocimiento
Uno de los objetivos principales en las intervenciones suele ser el favorecer en el sujeto
la posibilidad de conocerse a si mismo. Buscar un trabajo implica saber cuáles son los puntos
fuertes con los que cuenta y cuáles son las áreas de mejora.
Esto permitirá al sujeto poder dar cuenta de hacia donde se focalizará su búsqueda
laboral. Asimismo, permitirá poder pensar acerca de la posibilidad de formarse en las áreas
que resulten de interés y necesidad para emprender esta nueva búsqueda.
4.4. Fomentar al Ser Activo
Generalmente la falta de trabajo lleva al sujeto a paralizarse. Frente a esto, es
fundamental trabajar con la importancia de realizar actividades que fomenten su
participación social, desde actividades de voluntariado hasta actividades de formación.
Este tipo de actividades no sólo permite al sujeto aprovechar el tiempo de búsqueda,
sino que también genera nuevos vínculos sociales. El estar en contacto con otras personas,
más allá de su círculo de pertenencia original, genera muchas veces nuevas oportunidades
laborales, tanto en relación de dependencia como también de forma emprendedora.
4.5. Otorgar Herramientas Concretas
Muchas veces al momento de salir a buscar trabajo las personas no saben cómo
emprender esta búsqueda. Mientras que los jóvenes no poseen experiencia en éste área,
las personas adultas se encuentran muchas veces desactualizadas respecto a los medios o
los estilos para encarar su búsqueda laboral. Por este motivo se debe trabajar teniendo en
cuenta cuál es la necesidad concreta del mercado laboral y ayudar a los sujetos a anticipar
los posibles escenarios con los que se pueden encontrar al momento de la búsqueda. No se
debe caer en el error de hablar de escenarios inexistentes o irreales, sino poder plantear las
cosas tal cual son y a partir de ahí elaborar un plan.
Otorgar herramientas concretas para la búsqueda, como puede ser el enseñar a
confeccionar un currículum vitae o aprender a leer un aviso clasificado, resulta fundamental
en esta etapa. Asimismo, esta es una tarea que ayuda a la persona a reflexionar acerca de
nuevos posibles proyectos laborales.
4.6. Preparación
Muchas veces la situación de desempleo se puede anticipar y de esta forma se trabaja
con un “tiempo de ventaja”. Un ejemplo de esto son los procesos de outplacement, que
algunas organizaciones ofrecen a sus empleados de forma anticipada a la desvinculación
laboral. Generalmente se realizan talleres, que son llevados a cabo en la propia
organización. En estos espacios se trabaja el fortalecimiento de la autoestima y la detección
de fortalezas y puntos de mejora, para que al momento de ser desvinculado posea las
herramientas para encarar una nueva búsqueda laboral. Generalmente estos procesos son
exitosos y amortiguan el impacto de la pérdida del trabajo ya que le otorgan al sujeto la
posibilidad de ir asimilando la pérdida de forma progresiva y a su vez prepararse para la
nueva etapa.
5. CONCLUSIONES
A modo de cierre resulta de importancia destacar que la problemática del no-trabajo
suele ser concebida como un fenómeno causado por factores de orden económico, pero su
solución no puede ser planteada sólo desde este enfoque, ya que su significado y
consecuencias son también políticos y sociales.
La OIT plantea que frente a este creciente fenómeno, los gobiernos deben realizar un
abordaje que implique la promoción de la educación y formación, el apoyo en la búsqueda
de trabajo (a través de programas de activación y subsidios orientados a las poblaciones en
riesgo), generar el vínculo con las organizaciones para que estas promuevan mayor cantidad
de puestos y una buena calidad de trabajo y dar lugar a programas especiales que
favorezcan la inserción laboral.
En nuestro país, al igual que en el resto mundo, de forma progresiva se están generando
desde los diferentes Gobiernos programas que intentan abordar la problemática. Queda sin
embargo un largo camino que recorrer, donde se tengan en cuenta todas las poblaciones
afectadas por este fenómeno y se generen oportunidades de inclusión reales para todas las
poblaciones.
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