Alicia Hernández El Estado Nacional
Alicia Hernández El Estado Nacional
EL ESTADO NACIONALISTA,
SU REFERENTE HISTÓRICO*
Alicia Hernández Chávez
Los dos grandes momentos políticos del México contemporáneo son la Revolución
Mexicana y el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940). El cardenismo, al incorporar
procesos, prácticas políticas y actores sociales excluidos dcl proyecto político estatal que se
perfiló a partir del inicio del siglo xx marcó con tinta indeleble la historia del país por casi
medio siglo. El cardenismo se desenvolvió en circunstancias complejas siendo sus
antecedentes básicos, determinados modos del proyecto liberal del siglo XIX, la revolución
de 19101920 y la crisis mundial que se desata en 1929.
La forma del Estado nacionalista mexicano de los años treinta tiene tanto
características comunes a otros países latinoamericanos, como diferencias. Común a todos
estos países es la situación provocada por la depresión de 1929 que se refleja como una
crisis en el sector externo por la limitación al acceso de capital y la consiguiente
contracción de las importaciones y exportaciones. En los diversos países se recurre o
intensifica la intervención del Estado en su economía acompañado de reformas político-
sociales importantes. No obstante, hay diferencias fundamentales entre México y la
América Latina que deben destacarse. La Revolución Mexicana, si bien no se propuso
romper la dominación capitalista sobre los medios de producción, si desarticuló a la
oligarquía terrateniente y a las familias empresariales ligadas a los Científicos.2 En esa
medida cumplió con uno de sus cometidos: abrió lluevas oportunidades para grupos
populares, clases medias y estratos de la burguesía que con dificultades llegaban
anteriormente a los mecanismos de representación político-económicos del grupo porfirista.
*Artículo publicado originalmente en J. Rodriguez, 7he Evolution of the Mexican Political system, Los
Ángeles, SR Books. 1993, pp. 203-213.
1
Este ensayo se sustenta en un libro de próxima publicación: Alicia Hernández Chávez, Lázaro Cárdenas and the
Mexican Political System, University of California Press.
2
CF Alicia Hernández Chávez, "Militares y negocios en 1.1 Revolución mexicana”, Historia Mexicana 34, núm. 2,
octubre-diciembre de 1984, pp, 134, 181·212
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Ibid.
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Steven C. Topik. The Political Economic Of the Brazilian Statc, 1889-/930, Austin, University of Texas Press, 1987, Por
ejemplo en el Brasil, a pesar de efecto de la Gran Guerra, no se modificó la función hegemónica del sector cafetalero. El
autor muestra que durante esa década, el sector militar brasileño tuvo un papel activo en promoción de políticas
nacionalistas, de defensa nacional, de industrialización.
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El giro fue radical. La reforma legal transformó a la nación en un ente superior por
encima de los intereses individuales o de grupo. Es decir, se reformuló el pacto federal en el
sentido de que el Estado, en nombre de la nación, además de estar facultado para regular el
interés de los estados federados, adquirió el derecho de intervenir y dirigir el interés y
bienestar general de la sociedad. La mutación constitucional fue fundamental, del estatismo
se pasó al Estado nacionalista.
6
Alicia Hernández Chávez, La mecánica cardenista, vol. 16, Historia de la Revolución mexicana, México, El Colegio de
México. 1979.
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Archivo Francisco J. Múgica: Jiquilpan, Michoacán. s/c año 1935.
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Cabe aquí hacer hincapié en un proceso que se refuerza con cada una de las
reformas. En la medida en que el manejo y dirección de las expropiaciones se induce a
partir de la Presidencia deja poco margen de autonomía a los dos poderes de la unión y a
los mismos actores sociales. Los poderes de la unión de hecho ceden su autonomía frente a
un proyecto "nacional" fortaleciendo así el poder presidencial al transferirle la
representación y dirección del interés de la nación. El proceso simultáneo del bien nacional
y del reforzamiento del poder ejecutivo es esencial para la comprensión del régimen
presidencial mexicano.
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La nacionalización de la industria eléctrica no se lleva a cabo hasta 1960.
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El supuesto básico del plan nacional9 fue la intervención directa del Estado en la
esfera centralizada de la economía: energéticos, electricidad y petróleo, comunicaciones y
sector financiero. Se consideró que la minería requería de mayor centralización y se
propuso un plan de reorganización previo dirigido a Sil futura nacionalización. La
distribución de bienes de consumo se ordenarla por medio del control o administración de
las vías férreas y de comités reguladores del mercado de subsistencias. La industria en
manos privadas nacionales y extranjeras se dejarla libre a condición de que no lesionara el
interés de la sociedad en su conjunto.
Hasta hoy día se suele caracterizar el penado del gobierno de Lázaro Cárdenas
como fundamentalmente agrarista. Considero que si bien la política ejidal fue un aspecto
esencial del cardenismo, el plan de acción del gobierno se basó de manera considerable en
el fortalecimiento de un mercado interno y en el desarrollo industrial de la agroindustria y
de la manufactura.
La intención económica corrió a la par con la política. Con el reparto agrario se creó
una clientela cautiva: el ejidatario. Así se estabilizó o nulificó políticamente al sector social
más volátil. Es decir, se liberó al Estado del arrastre político negativo del sector en potencia
más peligroso, el campesinado, y se consolidó una base sólida de apoyo que le brindó
invaluables márgenes de autonomía estatal.
9
Archivo Francisco J. Múgica, S/C año 1935.
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El reparto agrario afectó cerca de dieciocho millones cuatrocientos mil hectáreas, y benefició a más de un millón de
jefes de familia. Los ejidatarios constituían 41.8% de la población dedicada a la agricultura y poseían 47% de las tierras de
cultivo Cf Hernández Chávez, La mecánica cardenista, op. cit. p.178
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El análisis económico se realizó a partir de Estadísticas históricas de México, México, INEGI-SPP-INAH, 1985;
Enrique Cardel1.ls, La industrialización mexicana durante la Gran Depresión, México, El Colegio de Mexico, 1987 [véase
el artículo 60 de estas Lecturas], y Maria Elena Cordero, "Estructura monetaria y financiera de México, 1932· 1940-,
Revista Mexicana de Sociología 41, núm. 3, julio-septiembre de 1979, paginas 729-768
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de los egresos totales del gobierno federal fue de 7.71 % entre 1934 y 1940, es decir, su
crecimiento fue más dinámico que el del producto interno bruto (PIB). Aún más, el
componente del gasto público que mostró un mayor dinamismo fue la inversión federal
según su destino con una tasa promedio de 11.6% en el mismo periodo, convirtiéndose en
instrumento principal de la formación bruta de capital mediante un amplio programa de
obras públicas. Así, dentro de las actividades básicas de desarrollo el rubro de
comunicaciones y transportes ocupó tres cuartas partes de la inversión federal total (68% en
1935 y 52% en 1940). Esto indica la clara intención del gobierno de integrar más al país y
ampliar el mercado interno. La inversión destinada al fomento agropecuario también
recibió un impulso si observamos que de representar el 10% de la inversión total en 1930,
pasó a participar con 22% en 1935 y 16% en 1940. El rubro de fomento industrial aparece
tan sólo a finales de la década de 1930, debido a que gran parte de ese gasto se incluía
dentro de los gastos corrientes de regulación, control y administración y no en el rubro
propiamente de inversión. La reciente fonación del sector paraestatal industrial tampoco
permite registrar de manera estadística su efecto. Por lo mismo, es a partir de la
expropiación y regulación de ramas industriales fundamentales (petróleo, electricidad y
minería) que el fomento industrial aparece corno una partida separada que adquiere una
acelerada importancia en los dos últimos años de gobierno de Cárdenas.
Las fuentes de ingreso del gobierno para financiar sus gastos e inversiones se
obtuvieron de recursos internos, básicamente fiscales y de la deuda pública. La política
impositiva tuvo por objetivo una mayor equidad de la carga tributaria. En ese sentido buscó
la disminución de los impuestos indirectos y el aumento de los directos y la eliminación de
las exenciones fiscales de que gozaban muchas empresas. El aumento de los impuestos
directos obedecía a un sentido de mayor equidad fiscal que afectara en modo directo y
efectivo el capital y "lograr que su difusión coincida con la verdadera capacidad económica
de los contribuyentes”12 A la minería se le fijaron cuotas progresivas, en relación con el
aumento en sus cotizaciones y se elevaron los impuestos al petróleo. Con este criterio el
impuesto sobre la renta se convirtió en el tercero en importancia por el monto aportado a
los ingresos totales. Los Impuestos más importantes fueron los que gravaban la explotación
de los recursos naturales, el comercio exterior y la renta. Sin embargo, los ingresos públicos
totales no sufrieron cambios trascendentales: en 1934 los ingresos públicos federales
representaban 7.1 % del PIB y en 1940 el 7 %. Los impuestos a la exportación, de ser
insignificantes en 1934, pasaron a representar en 1939 y 1940 una proporción que superaba
el 11% de los ingresos totales que se explican por las devaluaciones de 1938 y 1939 que
generaron un incremento sensible en las exportaciones que fueron acompañadas por un
beneficio importante, por lo que el gobierno decidió establecer un impuesto (12 %) sobre el
valor de los productos que se exportaban, con la intención de gravar la ganancia
extraordinaria que hablan obtenido los exportadores.
12
México, Publicación Oficial de la Secretaria Particular de la Presidencia, Informe de gobierno 1935.
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Depende cada vez más de factores internos y los gastos efectivos del gobierno
impulsan este crecimiento con una importante participación en la inversión.
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