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Alicia Hernández El Estado Nacional

Este documento describe el contexto histórico y las características del Estado nacionalista mexicano entre 1934 y 1940 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Resalta que la Revolución Mexicana abrió oportunidades para nuevos grupos sociales y debilitó a la oligarquía terrateniente. También explica cómo la Primera Guerra Mundial impulsó la economía mexicana y su vinculación con Estados Unidos, mientras que la Gran Depresión afectó la capacidad de crecimiento del país. Finalmente, señ
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Alicia Hernández El Estado Nacional

Este documento describe el contexto histórico y las características del Estado nacionalista mexicano entre 1934 y 1940 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Resalta que la Revolución Mexicana abrió oportunidades para nuevos grupos sociales y debilitó a la oligarquía terrateniente. También explica cómo la Primera Guerra Mundial impulsó la economía mexicana y su vinculación con Estados Unidos, mientras que la Gran Depresión afectó la capacidad de crecimiento del país. Finalmente, señ
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56.

EL ESTADO NACIONALISTA,
SU REFERENTE HISTÓRICO*
Alicia Hernández Chávez

EL ESTADO NACIONAL concebido con referentes, históricos precisos es hoy obsoleto y


por lo mismo está en crisis. Concretamente, uno de los retos de la modernización del país se
ubica de manera precisa en deslindar al Estado de su contenido nacionalista de las décadas
precedentes y reformular un pacto político económico con nuevos parámetros internos e
internacionales. El propósito de mi ensayo es ubicar en su contexto histórico la forma
particular del Estado nacionalista mexicano que se configura de 1934 a 1940. 1

Los dos grandes momentos políticos del México contemporáneo son la Revolución
Mexicana y el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940). El cardenismo, al incorporar
procesos, prácticas políticas y actores sociales excluidos dcl proyecto político estatal que se
perfiló a partir del inicio del siglo xx marcó con tinta indeleble la historia del país por casi
medio siglo. El cardenismo se desenvolvió en circunstancias complejas siendo sus
antecedentes básicos, determinados modos del proyecto liberal del siglo XIX, la revolución
de 19101920 y la crisis mundial que se desata en 1929.

La forma del Estado nacionalista mexicano de los años treinta tiene tanto
características comunes a otros países latinoamericanos, como diferencias. Común a todos
estos países es la situación provocada por la depresión de 1929 que se refleja como una
crisis en el sector externo por la limitación al acceso de capital y la consiguiente
contracción de las importaciones y exportaciones. En los diversos países se recurre o
intensifica la intervención del Estado en su economía acompañado de reformas político-
sociales importantes. No obstante, hay diferencias fundamentales entre México y la
América Latina que deben destacarse. La Revolución Mexicana, si bien no se propuso
romper la dominación capitalista sobre los medios de producción, si desarticuló a la
oligarquía terrateniente y a las familias empresariales ligadas a los Científicos.2 En esa
medida cumplió con uno de sus cometidos: abrió lluevas oportunidades para grupos
populares, clases medias y estratos de la burguesía que con dificultades llegaban
anteriormente a los mecanismos de representación político-económicos del grupo porfirista.

*Artículo publicado originalmente en J. Rodriguez, 7he Evolution of the Mexican Political system, Los
Ángeles, SR Books. 1993, pp. 203-213.

1
Este ensayo se sustenta en un libro de próxima publicación: Alicia Hernández Chávez, Lázaro Cárdenas and the
Mexican Political System, University of California Press.
2
CF Alicia Hernández Chávez, "Militares y negocios en 1.1 Revolución mexicana”, Historia Mexicana 34, núm. 2,
octubre-diciembre de 1984, pp, 134, 181·212
EL ESTADO NACIONALISTA

La Gran Guerra generó un auge mercantil y demanda de ciertos productos como


carne, cueros, algodón, guayule, azúcar, tabaco, así como en el sector del petróleo y
minerales. Fue la reactivación de ciertos sectores de la producción, el auge comercializador
el que aceleró el desplazamiento de capitales del ámbito agrícola hacia la inversión en
sectores en ese momento más dinámicos. El estímulo económico que generó la economía
de guerra y la cercanía de México con el mercado estadunidense propiciaron la
rearticulación de los nuevos empresarios políticos con los hombres de negocios del régimen
previo.3 En esta medida rápidamente se facilitó un pacto, no una ruptura, entre nuevos y
antiguos capitalistas, explicable en buena medida porque los primeros estaban en puestos
públicos con poder y los segundos contaban con capital y empresas.

La posición geopolítica de México frente a los Estados Unidos de Norteamérica fue


básica, pues a diferencia de países sudamericanos como Brasil,4 que quedaron
relativamente aislados en esos años, México alimentó la demanda del mercado
estadunidense que a su vez restructuraba su economía en función de las necesidades de la
guerra europea. Por esta situación los sectores ya mencionados de la economía mexicana
crecieron -pese a la guerra interna- hasta mediados de la década de los años veinte. Con ese
auge que tiene lugar de 1915 a 1921, motivado por la Gran Guerra, los países aliados
crearon el War Trade Board y el Enemy Trading List con la finalidad de establecer un
bloqueo económico en contra de Alemania y sus aliados. En el caso particular de México la
"filial" estadounidense del War Trade Board se valió de dicho organismo para desplazar al
capital europeo y vincular la economía mexicana de manera prioritaria con la de los
Estados Unidos. Es decir, se rompió el esquema porfiriano de inversión múltiple capital
inglés, francés, alemán o estadounidense y se instauró la tendencia, que prevalece hasta hoy
día, de interrelación casi absoluta de la economía mexicana con la de los Estados Unidos;
situación que por otra parte no se vive de manera tan radical en otros países
latinoamericanos.

Finalmente cabe destacar otras diferencias importantes entre Mexico y la América


Latina. El Estado mexicano cobra características específicas en la nueva Constitución
Federal de 1917: un carácter patrimonial con derecho de intervención y dirección sobre los
bienes materiales de la nación, mandato constitucional que cobraría su máxima expresión
en los años treinta. La facultad de intervenir y dirigir la vida económica y social de la
República echó raíz en terreno cultivado por la década de revolución que acelero la
transformación de la sociedad mexicana. Por una parte, con la Revolución Mexicana se
derrotó y disolvió un ejército profesional y este fue sustituido por un ejército de ciudadanos
en armas. Las fuerzas armadas, una vez más, se moldearon sobre una base popular y
electiva según el modelo de la Guardia Nacional del siglo anterior. Estas características del
nuevo ejército fortalecieron el arraigo territorial y la representación política de las elites
regionales y de los pueblos cuya expresión o participación política fue fundamentalmente

3
Ibid.
4
Steven C. Topik. The Political Economic Of the Brazilian Statc, 1889-/930, Austin, University of Texas Press, 1987, Por
ejemplo en el Brasil, a pesar de efecto de la Gran Guerra, no se modificó la función hegemónica del sector cafetalero. El
autor muestra que durante esa década, el sector militar brasileño tuvo un papel activo en promoción de políticas
nacionalistas, de defensa nacional, de industrialización.

2
EL ESTADO NACIONALISTA

civil y no militar.5 En suma, se interrumpe el proceso de constitución de un ejército


profesional y se recupera la continuidad histórica de los poderes y modos de representación
de tipo notabiliario del siglo XIX. La ausencia de un ejército profesional como grupo de
presión política dejó amplio espacio a la consolidación del nuevo Estado mexicano.

Asimismo, con la Revolución irrumpe, de manera violenta, un proceso de


organización obrera y campesina que lleva al nuevo Estado en gestación a pactar y
establecer alianzas entre nuevos actores agrarios y obreros, concediendo prebendas a sus
representantes y reformas sociales en ambos sectores al grado de incluirlos en la forma
histórica que se va conformando del Estado y gobierno de México. Dichas reformas son
viables por una relativa prosperidad económica en buena medida atribuible a cierta
redistribución de los recursos y a la recién encontrada libertad política de los nuevos actores
sociales.

Hacia fines de la década de los treinta, es básicamente la depresión del mercado


estadunidense la que altera la capacidad del país para crecer por efectos de la dinámica de
su mercado. En lo político, el Estado enfrenta graves dificultades para restructurar el nuevo
mercado político de tal manera que incluya cabalmente las demandas de las clases medias
urbanas y rurales. Testimonio de ello son la Cristiada y la Cruzada vasconcelista. La
primera como movimiento rural armado de corte mesiánico incorpora segmentos medios de
pueblos y villas y agricultores (1926 a 1929). La segunda está formada por la Ciudadanía
de centros urbanos que busca modos democráticos de participación vía la elección
presidencial de 1929. Ambos movimientos son reprimidos y sus militantes exiliados o
muertos. La evidencia brutal es que el Estado mexicano posrevolucionario se sustenta en
bases sociales aun inestables, que las reformas económicas son raquíticas y que
básicamente un puñado de políticos y empresarios, muy vinculados entre sí, gozan de la
riqueza nacional.

Samuel Ramos afirma en 1934 que “el mexicano ha cancelado el futuro de su


conciencia", la frustración se conjuga con la crisis económica. El movimiento obrero pierde
su capacidad de expresarse por medio de movimientos huelguísticos y se reducen sus
prebendas políticas y beneficios económicos. Al mismo tiempo sus cúpulas con la batuta de
Luis N. Morones -dirigente sindical de la Confederación Revolucionaria de Obreros desde
su fundación en 1918-, optan por una colaboración con el gobierno ejerciendo mayor
control sobre sus bases sindicales y suprimiendo lodo movimiento huelguístico. Esto da
cabida a que durante el periodo más agudo de la crisis (1930-1931) se escinda la central y
proliferen un buen número de organizaciones obreras al margen de ella y en oposición a la
política del gobierno. Las principales son la Confederación Sindical Unitaria Mexicana, de
influencia comunista, la Confederación General de Obreros y Campesinos de México
(CGOCM), que se escinde de la CROM, con la dirección de Lombardo Tobiano, la
Confederación General de Trabajadores (CGT), las Cámaras del Trabajo, etcétera. En
síntesis el desmoronamiento de la CROM -sector de apoyo de los gobiernos sonorenses- y
5
Alicia Hernández Chávez, “La Revolución Mexicana, Lucha y desenlace”, Iberoamérica, Una Comunidad, 2 vol.
Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1989, 1 pp. 759-771. Origen y Ocaso del Ejército Porfiriano “, Historia
Mexicana 39, núm. 1, julio-septiembre de 1989, pp. 153,259-296, “La Guardia Nacional y Movilización Política de los
Pueblos”, Jaime E. Rodríguez O. (comp), patters of Conection in Mexican History, Wilmington, Scholarly Resources ,
1992, pp.207-229

3
EL ESTADO NACIONALISTA

la multiplicidad de organizaciones obreras fuera del control gubernamental anuncian ya lo


endeble de la base política del Estado. También la crisis interior de la familia
revolucionaria se manifiesta en los continuos cambios de gabinete: cuatro cambios
presidenciales en cinco años.

Lázaro Cárdenas asume la Presidencia de la República en estas condiciones. El


problema que se plantea para el nuevo Presidente es cómo, con quién y hacia dónde
restructurar la economía y con base en ello hacer un nuevo pacto social. Contrario a lo que
sostiene la historiografía tradicional, el gobierno de Lázaro Cárdenas no fue solamente la
respuesta a las presiones externas e internas, fue desde el comienzo una política distinta. Al
inicio de su gobierno, el Presidente toma tres medidas que no son visibles para los analistas
políticos. La primera es cambiar las comandancias de zona militar para romper los vínculos
entre gobernadores callistas y comandantes militares afines. De 1935 a 1936 se remueven
catorce gobernadores vía el recurso legal de declarar desaparecidos los poderes por
perturbación del orden interno violentando de manera drástica el pacto federal.6 De esta
manera se elimina la posibilidad de una coalición entre comandantes de zona militar con
gobernadores y la viabilidad de un golpe de Estado. De manera simultánea se suprime la
inamovilidad de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia y se hace coincidir su
periodo con los seis años de su gobierno. La designación de los nuevos magistrados se lleva
a cabo con base en personas que "interpretarán cabalmente la política revolucionaria del
nuevo gobierno".

También de manera absolutamente confidencial, en los primeros tres meses de


gobierno, se inicia el estudio del proyecto e iniciativa de reforma al artículo 27 de la
Constitución, con la instrucción de "reformular el proyecto nacional para darle un nuevo
significado al pacto federal". El instrumento legal básico fue la ley de expropiación por
causa de utilidad pública. La urgencia por reglamentar el párrafo 8 del artículo 27
constitucional obedeció a que "no existía una ley federal de expropiación por causa de
utilidad pública, lo que significa un hueco de enorme trascendencia ante las exigencias
modernas de interés colectivo, que impide al gobierno federal hacer frente de una manera
rápida, legal y precisa a casos de emergencia que reclaman en un momento dado una
intervención decidida del poder público ante la salvación del interés muchas veces de
carácter nacional".7

El giro fue radical. La reforma legal transformó a la nación en un ente superior por
encima de los intereses individuales o de grupo. Es decir, se reformuló el pacto federal en el
sentido de que el Estado, en nombre de la nación, además de estar facultado para regular el
interés de los estados federados, adquirió el derecho de intervenir y dirigir el interés y
bienestar general de la sociedad. La mutación constitucional fue fundamental, del estatismo
se pasó al Estado nacionalista.

6
Alicia Hernández Chávez, La mecánica cardenista, vol. 16, Historia de la Revolución mexicana, México, El Colegio de
México. 1979.
7
Archivo Francisco J. Múgica: Jiquilpan, Michoacán. s/c año 1935.

4
EL ESTADO NACIONALISTA

El siguiente paso fue proceder de inmediato a una profunda restructuración


económica en nombre de la nación. Se contempló –desde 1935- en la agenda política la
expropiación del sector petrolero, eléctrico, de comunicaciones y el agrario. Cada reforma
se implantó sustentada legalmente y sancionada por la Suprema Corte y por supuesto
arropada de grandes movilizaciones cuya finalidad fue reactivar la identidad de los actores
sociales con la nación. La primera fue la reforma agraria, con la cual se expropió en nombre
de la nación las tierras de agricultura comercial, y se entregaron en posesión al ejidatario
reservándose el Estado su derecho de propiedad. Por decreto, en dos años se repartieron 20
millones de hectáreas a aproximadamente un millón de jefes de familia. No sólo se
expropia la tierra sino también la agroindustria ligada a ella. Se creó así una clientela
política cautiva del Estado a nivel nacional. En 1937 se nacionalizan los ferrocarriles y al
año siguiente el petróleo. En la agenda de ese último año, el 1938, se proponía la
expropiación eléctrica, que se suspendió. 8

Cabe aquí hacer hincapié en un proceso que se refuerza con cada una de las
reformas. En la medida en que el manejo y dirección de las expropiaciones se induce a
partir de la Presidencia deja poco margen de autonomía a los dos poderes de la unión y a
los mismos actores sociales. Los poderes de la unión de hecho ceden su autonomía frente a
un proyecto "nacional" fortaleciendo así el poder presidencial al transferirle la
representación y dirección del interés de la nación. El proceso simultáneo del bien nacional
y del reforzamiento del poder ejecutivo es esencial para la comprensión del régimen
presidencial mexicano.

El plan sexenal del gobierno de Cárdenas consideró desde su inicio, por lo ya


expuesto, la expropiación directa de ramas económicas muy concentradas y de peso
estratégico para la conducción económica del País. Justamente fue por ello que se promulgó
la ley de expropiación y se amplió su contenido al introducir una nueva concepción jurídica
de la propiedad, la del interés social. A partir de esta mutación en la función y naturaleza
del Estado, y hasta hoy di", tiene éste la facultad para intervenir con rapidez si la propiedad
fecunda no se explota, si algún agente de la producción rompe el equilibrio, o en general en
toda acción de dirección que garantice el bienestar de la sociedad.

El plan se concibió como modelo para avanzar e inclusive acelerar el desarrollo


económico y social del país y no se propuso abolir el predominio capitalista sobre la
economía mexicana o mucho menos entregar "los medios de producción de los obreros". El
principio económico fue fortalecer y expandir el mercado interno y crear las condiciones
para un desarrollo industrial. El concepto básico fue un sistema de economía mixta donde
el Estado ocuparía un sitio estratégico como rector de la economía, redistribuyendo el
ingreso y buscando un equilibrio sociopolítico. Más aún, en esferas económicas
determinadas. El Estado funcionó como propietario de los medios de producción.

8
La nacionalización de la industria eléctrica no se lleva a cabo hasta 1960.

5
EL ESTADO NACIONALISTA

El supuesto básico del plan nacional9 fue la intervención directa del Estado en la
esfera centralizada de la economía: energéticos, electricidad y petróleo, comunicaciones y
sector financiero. Se consideró que la minería requería de mayor centralización y se
propuso un plan de reorganización previo dirigido a Sil futura nacionalización. La
distribución de bienes de consumo se ordenarla por medio del control o administración de
las vías férreas y de comités reguladores del mercado de subsistencias. La industria en
manos privadas nacionales y extranjeras se dejarla libre a condición de que no lesionara el
interés de la sociedad en su conjunto.

Las miles de empresas de pequeño capital: industria, manufactura en pequeño,


artesanado, comerciantes, cooperativas, pequeños propietarios de tierras, debían
abandonarse a la iniciativa privada y la libre competencia. La idea fue que con el apoyo
estatal se organizara un sistema de cooperativas de trabajadores: los obreros en las fábricas,
en las minas y entre los agricultores. Teóricamente, se supuso ue el uso del alto poder
interventor del Estado aumentaría el ritmo de su proceso de transformación económica.

Hasta hoy día se suele caracterizar el penado del gobierno de Lázaro Cárdenas
como fundamentalmente agrarista. Considero que si bien la política ejidal fue un aspecto
esencial del cardenismo, el plan de acción del gobierno se basó de manera considerable en
el fortalecimiento de un mercado interno y en el desarrollo industrial de la agroindustria y
de la manufactura.

Con la reforma agraria y el reparto masivo 10 de las tierras de agricultura comercial


del país se cumplieron diversos propósitos. En lo económico, la expropiación de los
latifundios potencialmente más productivos del país desplazó capitales del campo hacia la
industria, desviando de manera tendencial su inversión hacia ámbitos más dinámicos de la
economía. Con esa medida, liberó al sector industrial del arrastre negativo del sector
agrícola. A la vez, con el reparto agrario se creó un mercado de consumo de
aproximadamente un millón de familias, nada menos que un tercio de la población total del
país. La oligarquía terrateniente no opuso mayor resistencia al reparto agrario masivo que
se efectuó de 1936 a 1937 por dos motivos básicos. El primero porque no existía un sector
militar como en Brasil o Argentina en quien apoyarse. El segundo porque ante un mercado
internacional inestable y deprimido la mejor opción fue acelerar la tendencia de reinvertir
en las esferas de la industria y comercio nacionales que en si eran atractivas por la nueva
demanda interna del mercado mexicano.

La intención económica corrió a la par con la política. Con el reparto agrario se creó
una clientela cautiva: el ejidatario. Así se estabilizó o nulificó políticamente al sector social
más volátil. Es decir, se liberó al Estado del arrastre político negativo del sector en potencia
más peligroso, el campesinado, y se consolidó una base sólida de apoyo que le brindó
invaluables márgenes de autonomía estatal.

9
Archivo Francisco J. Múgica, S/C año 1935.
10
El reparto agrario afectó cerca de dieciocho millones cuatrocientos mil hectáreas, y benefició a más de un millón de
jefes de familia. Los ejidatarios constituían 41.8% de la población dedicada a la agricultura y poseían 47% de las tierras de
cultivo Cf Hernández Chávez, La mecánica cardenista, op. cit. p.178

6
EL ESTADO NACIONALISTA

La característica distintiva de ese penado fue la intervención estatal, cuya magnitud


y calidad se centró en esferas estratégicas mediante reformas y cambios estructurales
encaminados directamente a la creación, ampliación y reconversión de infraestructura física
e institucional, inclusive participando en actividades productivas directas. Sobresale de esta
intervención su función como agente fortalecedor del crecimiento económico que tiene
lugar en la conformación de un nuevo modelo de desarrollo endógeno. Se inicia el
abandono del esquema primario exportador, y el eje de la acumulación se desplaza hacia el
sector agroindustrial y de manufacturas. Es decir, tiene lugar un proceso de cambios
sustantivos en la estructura productiva. cuya demanda responde cada vez más a factores
internos.

El soporte principal de la política gubernamental quedó conformado por cuatro


campos importantes: el uso del gasto público como instrumento para la formación de
capital, la creación de instituciones financieras y bancarias, la política de expropiaciones y
la reforma agraria.

La nueva política económica se alejó de la asignación de los recursos de la hacienda


pública a partir de equilibrios presupuestarios, es decir, las finanzas públicas no se usaron
para la estabilización, como el periodo anterior, sino para el crecimiento. El gasto público y
los mayores financiamientos del sistema bancario, sobre todo el estatal, apoyados en una
expansión del mercado interno, se convirtieron en los impulsores del crecimiento. El
gobierno, con aumentos considerables en el gasto y la inversión pública, buscó la
movilización plena de los recursos económicos existentes; consolidar su obra en
comunicaciones, en ámbitos de agricultura comercial, en energéticos, y en las esferas
financieras y sociales. Lo anterior refuerza el abandono de esquema primario exportador,
dado que el motor de crecimiento ya no se va a localizar, de manera exclusiva y
determinante, en la inversión extranjera, o en la deuda externa, como tampoco en las
exportaciones tradicionales; es decir en factores externos que están fuera del control de la
política económica gubernamental.

La existencia de un creciente gasto público se manifiesta a partir de 1936, cuando


los gastos totales del gobierno superan sus ingresos.11 En el periodo 1936 a 1940 los déficit
de la hacienda pública se convierten en las constantes. En cuanto a la estructura del gasto
según su función, si bien en términos absolutos se dirigió principalmente hacia las esferas
administrativas y, dentro de éstas, a la defensa nacional, su comportamiento relativo indica
que los rubros que obtuvieron un comportamiento más dinámico fueron los económicos y
los de beneficio social. La participación de los primeros pasó de 23% en 1934 a 28% en
1940, mientras que los sociales lo hicieron de 14 a 18% en los mismos años. Los gastos
administrativos disminuyeron de 60 a 50%. Asimismo las tasas reales de crecimiento
medias anuales para los tres rubros refuerzan la idea anterior ya que, de acuerdo al mismo
orden, fueron de 11.6, 11.8 y 4.6%, respectivamente. La tasa de crecimiento promedio real

11
El análisis económico se realizó a partir de Estadísticas históricas de México, México, INEGI-SPP-INAH, 1985;
Enrique Cardel1.ls, La industrialización mexicana durante la Gran Depresión, México, El Colegio de Mexico, 1987 [véase
el artículo 60 de estas Lecturas], y Maria Elena Cordero, "Estructura monetaria y financiera de México, 1932· 1940-,
Revista Mexicana de Sociología 41, núm. 3, julio-septiembre de 1979, paginas 729-768

7
EL ESTADO NACIONALISTA

de los egresos totales del gobierno federal fue de 7.71 % entre 1934 y 1940, es decir, su
crecimiento fue más dinámico que el del producto interno bruto (PIB). Aún más, el
componente del gasto público que mostró un mayor dinamismo fue la inversión federal
según su destino con una tasa promedio de 11.6% en el mismo periodo, convirtiéndose en
instrumento principal de la formación bruta de capital mediante un amplio programa de
obras públicas. Así, dentro de las actividades básicas de desarrollo el rubro de
comunicaciones y transportes ocupó tres cuartas partes de la inversión federal total (68% en
1935 y 52% en 1940). Esto indica la clara intención del gobierno de integrar más al país y
ampliar el mercado interno. La inversión destinada al fomento agropecuario también
recibió un impulso si observamos que de representar el 10% de la inversión total en 1930,
pasó a participar con 22% en 1935 y 16% en 1940. El rubro de fomento industrial aparece
tan sólo a finales de la década de 1930, debido a que gran parte de ese gasto se incluía
dentro de los gastos corrientes de regulación, control y administración y no en el rubro
propiamente de inversión. La reciente fonación del sector paraestatal industrial tampoco
permite registrar de manera estadística su efecto. Por lo mismo, es a partir de la
expropiación y regulación de ramas industriales fundamentales (petróleo, electricidad y
minería) que el fomento industrial aparece corno una partida separada que adquiere una
acelerada importancia en los dos últimos años de gobierno de Cárdenas.

LAS FUENTES DE INGRESOS DEL GOBIERNO FEDERAL

Las fuentes de ingreso del gobierno para financiar sus gastos e inversiones se
obtuvieron de recursos internos, básicamente fiscales y de la deuda pública. La política
impositiva tuvo por objetivo una mayor equidad de la carga tributaria. En ese sentido buscó
la disminución de los impuestos indirectos y el aumento de los directos y la eliminación de
las exenciones fiscales de que gozaban muchas empresas. El aumento de los impuestos
directos obedecía a un sentido de mayor equidad fiscal que afectara en modo directo y
efectivo el capital y "lograr que su difusión coincida con la verdadera capacidad económica
de los contribuyentes”12 A la minería se le fijaron cuotas progresivas, en relación con el
aumento en sus cotizaciones y se elevaron los impuestos al petróleo. Con este criterio el
impuesto sobre la renta se convirtió en el tercero en importancia por el monto aportado a
los ingresos totales. Los Impuestos más importantes fueron los que gravaban la explotación
de los recursos naturales, el comercio exterior y la renta. Sin embargo, los ingresos públicos
totales no sufrieron cambios trascendentales: en 1934 los ingresos públicos federales
representaban 7.1 % del PIB y en 1940 el 7 %. Los impuestos a la exportación, de ser
insignificantes en 1934, pasaron a representar en 1939 y 1940 una proporción que superaba
el 11% de los ingresos totales que se explican por las devaluaciones de 1938 y 1939 que
generaron un incremento sensible en las exportaciones que fueron acompañadas por un
beneficio importante, por lo que el gobierno decidió establecer un impuesto (12 %) sobre el
valor de los productos que se exportaban, con la intención de gravar la ganancia
extraordinaria que hablan obtenido los exportadores.

12
México, Publicación Oficial de la Secretaria Particular de la Presidencia, Informe de gobierno 1935.

8
EL ESTADO NACIONALISTA

El resultado inmediato de los aspectos antes mencionados se refleja directamente en


el crecimiento económico del país. Para ello se toman como indicadores la evolución del
PIB, en términos reales, y el empleo. La evolución del PIB, aunque si bien es insuficiente
por sí sola para dar cuenta de la especificidad del crecimiento económico y el cambio
estructural, lo puede ilustrar corno una primera aproximación. El PIB en pesos de 1950
experimentó una expansión prácticamente ininterrumpida conforme avanzaba el sexenio
con tasas de crecimiento anuales positivas y logrando una tasa real de crecimiento
promedio anual de 4.5% en el periodo de 1934-1940 (superior a la del periodo 1925-1933),
la cual es superior a la de la población, de modo que la tasa de crecimiento promedio del
PIB per capita en términos constantes fue de 2.8% para el mismo periodo. Por su parte el
empleo total observó una tasa de crecimiento acumulada de 13.4% entre 1930 y 1940, es
decir, su tasa de crecimiento promedio fue de 1.3%. En general, estos datos contrastan
sensiblemente con el irregular crecimiento económico del período 1920-1934.

Podemos distinguir en el periodo cardenista dos subperiodos de crecimiento en la


actividad económica: uno relativamente estable y elevado, que va de 1933 a 1936, y otro
inestable y lento, de 1937 a 1940. El primero podía explicarse por el crecimiento sin
precedentes del gasto del sector público y cid financiamiento interno a las inversiones
públicas, y al alza de la demanda mundial de metales a partir de 1935. El segundo periodo
probablemente lo explica el retiro de capitales de finales de 1937, la expropiación petrolera
y la calda de la producción del sector agropecuario que se tradujo en una disminución de las
exportaciones petroleras y agrícolas. Sin embargo, lo importante en ese periodo como ya se
dijo, es que la economía mexicana entra en una senda de crecimiento menos inestable, cuya
dinámica

Depende cada vez más de factores internos y los gastos efectivos del gobierno
impulsan este crecimiento con una importante participación en la inversión.

En suma, la actuación del Estado como un agente económico autónomo le


proporciona recursos esenciales para liberar a sectores nacionales de su supeditación al
sector extranjero. La estabilización e inclusive reactivación del sector agrícola comparadas
con el crecimiento del sector industrial y agroindustrial sugieren que las reformas fueron
exitosas.

Las tendencias económicas -explicadas in vacuo de las reformas políticas- carecen


de sentido histórico porque hacen caso omiso de lo esencial y duradero del éxito del
cardenismo. La creación de las condiciones de estabilidad del sistema político mexicano
permitieron avanzar y desarrollar vínculos potencialmente expansivos en las esferas de
energéticos, minería, electricidad y comunicaciones con una fuerte asociación entre
capitalismo de Estado y burguesía nacional. En lo político y con un referente distinto -el de
la nación- se fortaleció un Estado y un presidencialismo cuyo poder fue omnímodo, Es
decir, se configuró al amparo de una dimensión nacionalista un sistema político-económico
formalmente estructurado de manera corporativa sustentada sobre dos cuerpos: el obrero y
el ejidal, que canceló la participación ciudadana, liquidó una opción socialista o
socialdemócrata a la inglesa o francesa y anuló una militancia comunista. El modelo
político contenía en su seno el potencial de un Estado y poder ejecutivo tendencialmente

9
EL ESTADO NACIONALISTA

conservador y autoritario que comenzaría a mostrar sus profundas limitaciones para


representar a los amplios sectores sociales que crecieron al margen y excluidos del sistema
político. Testimonio de sus limitaciones son los años 1957-1958 con el movimiento
magisterial y ferrocarrilero, y el de 1968 con el movimiento estudiantil en las elecciones
nacionales y estatales subsecuentes el estado nacionalista ha perdido su significado y
sentido histórico, lo que obliga hoy día a una redefinición político-económica del sistema
político mexicano.

10

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